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Iglesia una Santa Católica Apostólica Tridentina del Espíritu Santo

Seminario Tridentino
Concilio de Constantinopla III.

El Tercer Concilio de Constantinopla, celebrado del 7 de noviembre de 680 al 16


de septiembre de 681, también recibe el nombre de Concilio Trullano en alusión a
la sala del palacio imperial donde se realizó, que llevaba el nombre de trullos
(cúpula). Muchos entienden por "Concilio Trullano" o "Concilio Trulano" el Concilio
Quinisexto del 692, y por eso los que dan este nombre al Concilio de 680–681
aplican al de 692 la denominación "Segundo Concilio Trullano".

Fue convocado por el emperador romano de oriente Constantino IV, y presidido


por él en persona. Los principales protagonistas fueron Constantino IV y el
patriarca Sergio; también dos Papas: San Agatón y León II.

El motivo de convocar el concilio, desde el punto de vista doctrinal, fue el


problema de la herejía del monotelismo, que admitía en Cristo una sola voluntad y
una sola operación o principio de operación, a saber: la divina. Es un sucedáneo
del monofisismo que solo admite en el hombre-Dios una sola naturaleza: el Logos.
Es aceptado por la Iglesia católica, la Iglesia ortodoxa y por parte de la Comunión
anglicana y algunas Iglesias protestantes.

Celebró sus sesiones desde noviembre de 680 hasta septiembre de 681 y


asistieron a él aproximadamente 170 obispos. El Papa Agatón presenció la
terminación; murió en enero de 681. Su sucesor fue León II (682-683),
nuevamente siciliano. El concilio conforme con la epístola de Agatón, condenó la
doctrina monotelista y declaró que en Cristo deben reconocerse dos «voluntades
naturales y dos naturales modos de actuar, indivisos, incambiables, inseparables,
inmezclables ». El patriarca de Antioquía, que permaneció en el error, fue
destituido. El concilio anatemizó a los «causantes de la nueva herejía»: Sergio,
Ciro y otros, entre ellos el Papa Honorio, «porque se ha encontrado que en su
carta a Sergio ha seguido en todo la opinión de éste y ha aprobado su impía
doctrina», o según fue formulado en el canon final, «que le ha seguido en sus
errores». Como en la instrucción de los legados pontificios nada se contenía sobre
la condenación de Honorio, ésta no se puede sin más atribuir a Roma.

P. Gabriel Pineda.
Iglesia una Santa Católica Apostólica Tridentina del Espíritu Santo
Seminario Tridentino

En la confirmación del acuerdo del concilio por el emperador Constantino IV y el


papa León II dice la redacción imperial, en griego: «que no se ha esforzado en
conservar pura esta sede con la doctrina de la tradición apostólica, sino que
mediante profano abandono ha permitido que sea mancillada la fe intacta» y en la
redacción latina, más brevemente: «que no ha purificado esta sede con la doctrina
de a tradición apostólica sino que ha intentado socavar mediante un profano
abandono la fe intacta». Más suave, y con seguridad justamente, la participación
del acuerdo del concilio por León II a los obispos españoles expresó «que no
apagó desde un principio la llama de la doctrina herética, como convenía a la
autoridad apostólica, sino que por negligencia la permitió aumentar».

La decisión del sexto concilio general significa el fin de las diferencias


cristológicas, o sea de las luchas en torno al problema de la unión de las dos
naturalezas en Cristo. El error se extinguió, salvo en un pequeño resto, aislado, de
cristianos de lengua siria, que se agrupaban en torno al monasterio de san Marón
en el Líbano. Los maronitas se han adherido nuevamente a Roma en el siglo XII.

P. Gabriel Pineda.

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