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Estado y Ciudadanía

Clase 1: Una aproximación a la Ciencia Política

Ficha de Cátedra (Estado y Ciudadanía /Introducción a Cs Polit)

Autora: Gisela Del Hoyo

Toda sociedad se ve atravesada por diferentes dimensiones, entre ellas


la dimensión económica, la social, la cultural, la jurídica y la dimensión
política. A lo largo de la historia, y en diferentes espacios se han
conocido diferentes formas políticas. Asimismo, cada sociedad en cada
tiempo ha producido un pensamiento que, en forma sistemática y con el
rigor necesario, ha problematizado su historia, sus condiciones de
existencia, las formas de organización social y las instituciones políticas
que las sustentan. Esos pensadores han escrito desde SU época. Y son
considerados parte del bagaje teórico que la politología ha considerado.
Entre esos pensadores, podemos encontrar a Aristóteles en el mundo de
los griegos, allá en la antigüedad clásica, en dónde se comienza a
diferencias la política y el saber o “ciencia” política. Esto es válido solo
para nuestro mundo occidental, si bien hay que reconocer los reales
contactos existentes entre ese occidente y el resto de los llamamos
próximo oriente. El mundo en torno al mar Mediterráneo y por toda la
ruta de la seda, hasta el lejano oriente, siempre ha sido de intercambios
no sólo comerciales, sino también culturales, por tanto, de
comunicación, de información, de conocimiento de las formas de
dominación o de ejercicio de poder, de formas de gobierno, de
instituciones y de creencias. No nos adentraremos en esta asignatura
en el análisis de los procesos políticos de Lejano Oriente ni de África,
pues nuestra tradición política proviene y es parte del devenir del
denominado mundo occidental. Ese “conocimiento” del mundo griego y
romano, incorpora la cosmovisión de una sociedad en donde lo político
no se separa de la vida cotidiana de los habitantes de las ciudades,
donde la economía, como economía doméstica, la virtud, la vida de la
ciudad, la polis, la urbs romana, todo le concierne al que vive allí. Y
esos pensadores reflexionan sobre la naturaleza de ese ser político, la
naturaleza de las instituciones de gobierno, y sobre las crisis y cambios
que sufren. Hasta el siglo XIX seguía utilizándose la forma en que
Aristóteles clasificaba “… los regímenes políticos, distinguiendo tres
regímenes rectos y sus tres desviaciones. Los tres rectos son
Monarquía, Aristocracia y República, y la desviación de cada una es, en
el mismo orden, la Tiranía, la Oligarquía y la Democracia.” “… La
Oligarquía sería una desviación de la Aristocracia y la Democracia una
desviación de la República…” . Y no sólo era Aristóteles, otros lo
precedieron y le siguieron. Y, ya en el mundo romano, Cicerón (106 A.C
– 43 AC) en sus obras “Tratado de la República” y “De Legibus – Tratado
de las leyes” recupera tradiciones griegas y helénicas, que, en palabras
de Prelot: “… El vínculo entre la Antigüedad griega y latina fue anudado
por Cicerón…. Pone en boca de Africanus… “La república es la cosa del
pueblo y el pueblo mismo no es no importa qué conjunto de hombres,
sino una colectividad unida por un acuerdo de derecho y por una
comunidad de interés…” La República ya hacía referencia a la “cosa
pública”.

Como vemos, entonces, analizar los procesos o fenómenos políticos


tiene larga data. Le siguen en este recorrido otros como San Agustín en
la sociedad medieval, incorporando la idea de comunidad y el elemento
religioso, la ciudad espiritual, contraponiéndose con Cicerón, y Santo
Tomás recuperando la visión aristotélica, aunque sin que prime la
política como en aquel autor griego. El pensamiento político medieval se
nutra asimismo de los contactos en esa Europa feudal con el
pensamiento árabe, el de raigambre germana, y sobre todo en donde
existieron centro de difusión cultural, como lo fue la escuela de
Traductores de Toledo, en la España medieval, cuando aún no era
Estaña. El cristianismo incluyó como mencionamos problemas y
respuestas a las preocupaciones sobre el orden político y la finalidad de
los mismos.

Entre las concepciones que emergen en la modernidad, con el realismo


político, no podemos dejar de mencionar al florentino Nicolás
Maquiavelo (1469 – 1527) con su “política como arte del Estado” en el
siglo XV- XVI, en esa Italia dividida en pequeños reinos, con un “cuasi
manual” de la práctica política como lo es su obra “El Príncipe” , los
contractualistas del siglo XVII y el debate en torno a la soberanía
Hobbes y Bodino y Locke, para llegar al pensamiento político de la
Ilustración con Montesquieu y Rousseau, y el siglo XIX con Marx y
Weber. Parte de una tradición en que a esa ciencia política le interesa
tanto observar lo que pasa como la praxis política, cómo se transforman
las instituciones, los órdenes políticos. En palabras de Julio Pinto “…Es
por eso que las teorías políticas se constituyen, a la vez que en
paradigmas científicos que orientan a la disciplina, en perspectivas
ideológicas que legitiman la práctica política…Puede decirse entonces
que el desarrollo histórico de la ciencia política se produce, a lo largo de
siglos, a través de la definición y redefinición del objeto sobre el que
proyecta su análisis, del mismo modo que mediante el replanteo de sus
métodos y técnicas de investigación. Cambian así tanto el objeto de la
política -el resguardo de la polis, la salvación, el Estado nacional, la
salvaguardia de la vida, el "individualismo posesivo", la antropogénesis,
la comunidad- como los métodos y técnicas de investigación con los que
se adquiere el conocimiento científico. … Eso permite comprender por
qué, en el transcurso de esos siglos, el análisis científico de lo político
comparte este tipo de estudios con la filosofía política, el derecho
público y la historia política…”.

Ahora bien, será en la 2da mitad del siglo XIX cuando estos estudios
pretendan la condición de Ciencia Política, de reconocimiento
científico. Como con otras ciencias sociales, se verá influenciada por la
corriente conductista de mediados del siglo XX, y tendrá un carácter
académico ya científico. La metodología cuantitativa, sobre todo la
escuela norteamericana, hará girar el interés de los cientistas políticos
de las Instituciones hacia las conductas de los individuos, por
supuesto, observables, buscando generalizaciones.

Considerando a la Ciencia Política entonces ya como una ciencia social,


por tener como objeto a todo lo que incumbe la dimensión política de la
sociedad, no puede prescindir del resto de las ciencias sociales, ni
tampoco de la influencia de las corrientes teóricas que las atraviesan: el
estructuralismo, el funcionalismo de Parsson, la teoría de la elección
racional y Política Comparada (Schumpeter) , las teorías sistémicas
(Easton), los estudios de Desarrollo Político y teoría de la Modernización
(Lipset) , Teorías culturalistas sobre la importancia de la cultura
política, Teoría sobre el origen de los Partidos Políticos, teoría
económicas de la democracia, Teorías de la Acción colectiva, El estudio
de las Instituciones políticas ( Maurice Duverger, Robert Dahl), Teorías
de la democracia, el Neoinstitucionalismo y sus diferentes vertientes.

Entonces, como toda ciencia, ya tenemos:

• Una tradición histórica desde la antigüedad

• Teorías que sustentan el estudio del fenómeno político, en su


enfoque y en la metodología.
• Corpus conceptual producido por los investigadores en ciencias
políticas

• Una metodología: cualitativa y cuantitativa. Así como el dialogo


con las metodologías de las demás ciencias sociales. Una metodología
que se basa en la comprobación empírica de los hechos y fenómenos
políticos con métodos y técnicas científicas que permitan describirlos,
explicarlos, y elaborar algunas conjeturas y predicciones o tendencias y
probabilidades.

• “Objeto” de estudio: todas las dimensiones del fenómeno


político, y entre los temas centrales: el ejercicio del poder, orden
político, dominación, legitimidad, las instituciones políticas
(gobierno, central regional o local, la administración pública, la
constitución), las formas de gobierno, los regímenes políticos, los
partidos políticos, actores políticos, corporaciones, las políticas
públicas, la ciudadanía, los derechos, el Estado, la relación entre
Estados, el voto, la opinión pública, los sistemas electorales, la
política Internacional, el Derecho internacional, etc.

• Estrecha vinculación con los aportes de las ciencias sociales: la


economía, la sociología, la filosofía política, la psicología social, la
geografía, la historia, el Derecho, etc.

• Separación clara en la 2da mitad del siglo XIX entre Filosofía


Política y Ciencia Política.

• Diferenciación entre dogmas, ideologías y teorías políticas.

• Imposible analizar los fenómenos políticos sin remitirse a la


dimensión histórica y espacial de los mismos, pues sedimentan en
cada momento los procesos por venir, en forma dialéctica, con
permanencias y rupturas que el mismo orden social genera. Por
tanto, el análisis de los conceptos centrales de la asignatura, así como
las herramientas para aproximarse a comprenderlos, ya sea el poder, la
hegemonía, la dominación, los órdenes políticos, o los sistemas
jurídicos, requieren de aquel conocimiento, pues todo orden social es
histórico, es una construcción socio - historia - espacial.

Gisela Del Hoyo

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