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El término primera línea se emplea para describir los principales fármacos preferidos (isoniazida,
etambutol, rifampicina, pirazinamida, estreptomicina) que tienen larga experiencia clínica como
respaldo de su efi cacia y en el manejo de sus efectos secundarios. Los medicamentos de segunda línea
se prefieren menos y se reservan a casos en los que existe resistencia a las sustancias de primera línea.
El abordaje con los casos nuevos es comenzar con múltiples fármacos de primera línea (en general
cuatro) mientras se esperan los resultados de pruebas de susceptibilidad.
MYCOBACTERIAS LEPRAE.
El tratamiento se ha revolucionado con el desarrollo de las sulfonas, como la dapsona, que bloquean el
metabolismo del ácido paraaminobenzoico en M. leprae. En combinación con rifampicina, la dapsona
por lo general controla o cura la lepra tuberculoide cuando se administra durante seis meses. En la lepra
lepromatosa y en las formas intermedias de la enfermedad que presentan múltiples bacilos
MYCOBACTERIAS KANSASII.
MYCOBACTERIA AVIUM
Los organismos en este grupo son mucho más resistentes a los fármacos antituberculosos que la
mayoría de las demás especies y el tratamiento con 3 o 4 agentes considerados más activos a menudo
requiere complementación con cirugía. Cerca de 20% de los pacientes sufren una recaída dentro de los
cinco años posteriores al tratamiento.
MYCOBACTERIA SCROFULACEUM.
Puede ulcerarse y formar una cavidad de drenaje hacia la superfi cie. No causa conversión de PPD. En
general, el tratamiento implica la extirpación quirúrgica.
MYCOBACTERIUM FORTUITUM
se han asociado con implantes de material extraño (p. ej., prótesis mamarias, válvulas cardiacas artifi
ciales). Excepto en el caso de endocarditis, en general las infecciones se resuelven en forma espontánea
con la remoción del dispositivo protésico.
MYCOBATERIUM MARINUM.
En general sana en forma espontánea luego de unas cuantas semanas, pero a veces es crónica. Los
organismos pueden ser sensibles a las tetraciclinas, al igual que a algunos fármacos antituberculosos.
MYCOBATERIUM ULCERANS.
Es común que se requiera extirpación quirúrgica y colocación de injertos. Con frecuencia, el tratamiento
antimicrobiano no tiene éxito.