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Grupo 3 Halabi
Grupo 3 Halabi
GRUPO N°3
ALUMNOS:
SEDE: MORON
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INTRODUCCION:
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El fallo data del día 24 de febrero de 2009, en el cual, Halabi Ernesto promovió
una acción de amparo reclamando que se declare la inconstitucionalidad de la
ley 25.873 y de su decreto reglamentario.
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categoría conformada por derechos de incidencia colectiva. Este sería el caso
de los derechos personales o patrimoniales derivados de afectaciones al
ambiente y a la competencia, de los derechos de usuarios y consumidores como
de los derechos de sujetos discriminados. Y no hay un bien colectivo, ya que se
afectan derechos individuales enteramente divisibles. No obstante, hay un
hecho, único o continuado, que provoca la lesión a todos ellos y por lo tanto es
identificable una causa fáctica homogénea. Hay una homogeneidad fáctica y
normativa que lleva a considerar razonable la realización de un solo juicio con
efectos expansivos de la cosa juzgada que en él se dicte, salvo en lo que hace
a la prueba del daño.
La Corte pide homogeneidad, esto significa que debe existir de alguna manera
una causa fáctica común por un lado y a la vez debe existir un presupuesto
normativo que también lo identifique. Homogeneidad en lo factico, el motivo de
la acción tiene que ser un hecho único, tiene que haber un hecho motor de la
anomalía que se pretende corregir, y por otro lado, tiene que haber una
homogeneidad normativa(ese hecho motor tiene que provocar una vulneración
jurídica que también sea la misma para todas), o sea que sea homogéneo, es
que se debe apuntar a que sea el mismo hecho el que provoca el agravio, el
incumplimiento, el daño o el posible daño y a la vez que ese hecho apunte a
vulnerar determinada norma jurídica.
Luego de todo esto, la Corte tiene como antecedente más antiguo, las Federal
Rules de 1966, que son reglas que elabora el Congreso de Estados Unidos con
alcance federal para tratar de organizar de alguna manera las materias que
resulten comunes a todos los estados. Las Federal Rules como fundamento del
fallo de la Corte, se las cito porque en esta lo que ha hecho el poder legislativo
es elaborar normas de procedimiento para unificar cuando se trata de derechos
federales- en las Federal Rules requieren para que exista una acción de clase
tiene que haber una serie de requisitos:
- En primer lugar, sostiene que la clase es tan numerosa que si cada uno
tuviese que hacer un juicio resultaría impracticable. Si hay un planteo que
puede afectar a muchas personas, es imposible tener o llevar a cabo
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tantos juicios. La clase tiene que ser tan numerosa que impida que cada
uno pueda interponer la acción.
- En segundo lugar, que existan cuestiones de hecho y de derecho
comunes a la clase.
- En tercer lugar, que el tipo de acción que se esté planteando sea una
acción de clase, lo que no quiere la regla es que se enmascare detrás de
una presunta acción de clase una acción individual.
- Por último, que las partes representantes protejan sus intereses en la
clase justa y adecuadamente.
Nombramos las Federal Rules de 1966 que se tomaron como antecedentes, por
eso la Corte menciona la homogeneidad, hechos y derechos que resulten
comunes a la clase, primero define la clase y la cualidad de la clase, y que es lo
que haría con la clase que pudiese accionar, que haya vulneración de hechos y
de derechos que resulten comunes.
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para todos los consumidores y usuarios que se encuentren en similares
condiciones, o sea que fue pionera de la norma constitucional y sostiene que esa
sentencia (cosa juzgada) tiene efecto erga omnes. El concepto de erga omnes
deja abierta la posibilidad para que, una vez dictado el precedente, cualquiera
que se sienta afectado por el mismo hecho, o sea, cualquiera que integre una
clase puede favorecerse o beneficiarse por los efectos de la sentencia, puede
lograr que esos efectos le alcancen, aunque no haya participado activamente del
proceso. Esto es la estructura que planteo la Corte con respecto al fallo Halabi
en referencia a las acciones de clase.
Halabi termina por resolver un tema de estricta vigencia de los derechos civiles,
en el artículo 19 de la Constitución que prevé el derecho de la intimidad de las
personas y por supuesto protege el secreto de la correspondencia con lo cual se
extiende a su vez al secreto profesional, es un tema que también fue encarado
en la reforma del Código Civil y Comercial. Lo que se discute en este fallo es un
tema de derecho personalísimo como se trata la intimidad, este derecho a la
intimidad consagrado luego en el artículo 52 en el Código Civil y Comercial tienen
vinculación, porque se trata de la protección de los derechos personalísimos de
las personas, es la tutela efectiva. Lo que hace la Corte es ponerse analizar si
existe inconstitucionalidad en el caso de esta normativa que era la que había
sido impugnado por Halabi en el amparo. La Corte sostiene primero, analiza cual
es el alcance del derecho de la intimidad, que es un hecho íntimo y cuando deja
de serlo y pasa a ser público, y éstos necesitan la tutela efectiva de la
constitución. También hizo hincapié en la Corte Interamericana de los derechos
humanos que se tiene la obligación de tutelar de manera efectiva el derecho de
la intimidad y que no puede haber razón política que pudiera permitir que el
estado se pueda entrometer.
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Cuando concluye la corte respecto de porque resultaría inconstitucional, la
misma sostiene:” acá nosotros no vemos cual es el interés del estado por guardar
las comunicaciones, y guardar una comunicación en definitiva podría provocar
una vulneración de este derecho a la intimidad”. La corte trae en fundamentos
idóneos para decretar la inconstitucionalidad y cita con precisión como ha sido
juzgado en autos resultando inadmisible que las restricciones autorizadas por la
ley estén desprovistas del imprescindible grado de determinación que excluya la
posibilidad de que su ejecución concreta quede en manos de estos últimos, lo
que la corte quiere impedir es que el estado, (poder ejecutivo) pudiese estar
interviniendo las comunicaciones de la gente, eso resulte agraviante a nivel
constitucional, y sobre todo sostiene del año 92 la SIDE, tenía uno delos
objetivos interrumpir o interceptar comunicaciones telefónicas u otros medios de
comunicación, de tal manera que la corte termina de fulminar esto y sostiene que
de ninguna manera se puede tomar como norma seria. La inconstitucionalidad
fue sostenida por Lorenzet.
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al considerarlas necesarias para un adecuado funcionamiento del mercado
común. En este sentido, cabe destacar la Resolución del Consejo de la CEE, de
14 de abril de 1975, por la que se aprobó el “Programa Preliminar de la
Comunidad Económica Europea para una política de protección y de información
de los consumidores”. En ella se reconoció el carácter transversal de la política
de protección a los consumidores y se establecieron los cinco derechos
fundamentales de los mismos: derecho a la protección de su salud y su
seguridad, el derecho a la protección de sus derechos económicos, el derecho a
la indemnización por los daños sufridos, el derecho a la información y a la
educación y el derecho a ser representados. A este primer programa siguió un
Segundo Programa de la CEE para una política de protección e información a
los consumidores, aprobado en virtud de Resolución del Consejo, de 19 de mayo
de 1981. A mediados de los años ochenta del pasado siglo se produce un cambio
de paradigma en la CEE, orientándose ésta hacia un modelo social de mercado,
lo que tuvo repercusión en el ámbito de la protección de los consumidores. Así,
el Acta Única Europea (AUE), que entró en vigor el 1 de julio de 1987, introdujo
por primera vez en el Derecho comunitario originario la mención a la protección
del consumidor (artículo 100.A.3ª del TCEE), si bien no satisfizo las expectativas
en relación con el reconocimiento de una política de protección a los
consumidores, al no dotar a la Comunidad de base jurídica para ello. El Tratado
de la Unión Europea fue el primero en recoger el fundamento jurídico para poder
desarrollar una política comunitaria a favor de los consumidores, dando
cobertura a las actuaciones que en esta materia el contenido del artículo 169 del
TFUE, dentro de su Título XV, denominado “Protección de los consumidores”.
La novedad más significativa que el Tratado de Lisboa introduce es la
consideración de la protección de los consumidores como uno de los ámbitos
materiales de competencia compartida entre la Unión y los Estados (artículo 4.2.f
del TFUE)19. 2. El derecho de participación de los consumidores en la UE El
reconocimiento del derecho de participación de los consumidores a través de sus
organizaciones no tuvo acceso al Derecho comunitario originario hasta la
reforma del TCE llevada a cabo en Ámsterdam en 1997. Tras el Tratado de
Lisboa, el nuevo artículo 169.1 del TFUE, que recoge lo que ya estableció el
artículo 153.1 del TCE, viene a consagrar este derecho como elemento
fundamental para el desarrollo de una adecuada política de defensa de los
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consumidores. Este precepto dice literalmente: “Para promover los intereses de
los consumidores y garantizarles un alto nivel de protección, la Comunidad
contribuirá a proteger la salud, la seguridad y los intereses económicos de los
consumidores, así como a promover su derecho a la información, a la educación
y a organizarse para salvaguardar sus intereses”. A la vista de lo dispuesto en el
TFUE, resulta evidente que la Comunidad no sólo debe favorecer que los
consumidores puedan organizarse para defender sus intereses, sino que ha de
garantizar el derecho de representación y participación de los mismos, al
entenderse fundamental para corregir los fallos de un sistema económico que,
basado primordialmente en la libre competencia, requiere para su adecuado
funcionamiento un equilibrio de las fuerzas del mercado. Sin embargo, y a pesar
de no disponer de atribuciones claras para la regulación de la representación de
los consumidores, las instituciones comunitarias, a través de instrumentos de
Derecho derivado -mayoritariamente mediante actos atípicos-, llevaron a cabo
con anterioridad a la aprobación del Tratado de Ámsterdam, actuaciones
tendentes a la reglamentación de la participación de los consumidores en
aquellos asuntos que eran de su interés, en el convencimiento de que sin la
confianza de los ciudadanos no era posible la consolidación de un mercado
interno Así, aunque ya el Tercer Plan Trienal de Acción para la política de los
consumidores21, 1996-1998, vino a señalar, como una de las cuatro
consideraciones que debían orientar las prioridades en materia de consumo en
el ámbito de las instituciones de la Unión Europea, el avanzar en la
representación de los consumidores, fue el Cuarto Plan Trienal de Acción para
la Política de los consumidores22, con vigencia 1999-2001, el que estableció
como objetivo prioritario dotar de “una voz más potente a los consumidores de la
UE”, estableciendo un conjunto de acciones tendentes a que los representantes
de los consumidores cuenten con el apoyo necesario para ser eficaces en
debates cada vez más complejos y técnicos y que los consumidores se expresen
más sistemáticamente en el marco de los procesos de decisión. En esta misma
línea, la Comunicación de la Comisión que define la “Estrategia en materia de
política de los consumidores 2002-2006”23, fija, como uno de los objetivos que
deben marcar la política de los consumidores en la UE, la participación adecuada
de las organizaciones de consumidores en las políticas comunitarias. De este
modo, la Comisión entiende que, para que las políticas de protección a los
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consumidores sean eficaces, los propios consumidores deben participar en su
desarrollo. Sin embargo, esta línea de apuesta decidida por potenciar la voz
colectiva de los consumidores en la UE se ha debilitado con la aprobación del
nuevo Plan Estratégico comunitario, “Estrategia comunitaria en materia de
política de los consumidores 2007-2013”24. Así, la potenciación de las
asociaciones de consumidores a nivel europeo desaparece como objetivo
principal de la política comunitaria, centrándose el interés en el fortalecimiento
del movimiento asociativo dentro de los Estados miembros. De este modo, se
reconoce en el vigente Plan Estratégico que, dado que las organizaciones de
consumidores varían sustancialmente en el conjunto de la UE, tanto en términos
de fortaleza como de estructura y capacidad, la Comisión seguirá apoyando a
las organizaciones nacionales de consumidores, en especial las de los nuevos
Estados miembros, proporcionándoles formación en las competencias básicas
(gestión, actividades de presión y legislación en materia de consumo).
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representativas en este ámbito, labor que no pueden desempeñar las
asociaciones nacionales de consumidores. Por tanto, se hace necesario contar
con organizaciones de consumidores de ámbito comunitario, que equilibren la
posición del consumidor respecto del sector empresarial -especialmente en un
mercado cada vez más transfronterizo, consecuencia del incremento del
comercio electrónico- y ofrezcan una dimensión europea a su organización y
actividades. Para ello, consideramos imprescindible que la UE articule un
proceso de constitución de auténticas organizaciones consumidores de ámbito
europeo, normando, a través de un reglamento, su estatuto jurídico. Esta norma
debería permitir que las organizaciones europeas de consumidores superasen
la estructura federativa, de mera adición de entidades nacionales, posibilitando
la constitución de organizaciones donde se permitiese una participación directa
e individual de los consumidores europeos, conforme al modelo asociativo55. En
cuanto a la competencia de la Comunidad para acometer esta regulación, hemos
de considerar que la protección de los consumidores es una competencia
compartida entre la UE y los Estados (artículo 4.2.f del TFUE) que ha de
ejercerse de conformidad con lo dispuesto en el artículo 5 del Tratado de la Unión
Europea. Por ello, dada la conveniencia de su regulación y considerando la
imposibilidad de hacerlo por parte de los Estados, resulta indudable que la UE
puede ejercer esa competencia sin que el principio de subsidiariedad constituya
un obstáculo para ello56. Por último, un apunte. El alto grado de fragmentación
que aún existe en el mercado interior comunitario, la difícil situación de las
finanzas públicas y el diferente nivel de consolidación que en los Estados de la
UE tienen las organizaciones de consumidores –aún muy escaso en los países
de reciente ingreso- y, especialmente, la falta de voluntad política de la Comisión
de reforzar la representatividad de las organizaciones europeas de
consumidores, son circunstancias que dificultan este proceso. Conseguir un
mercado interior integrado y contar con una conciencia consumista generalizada
en los ciudadanos de todos los Estados miembros, son requisitos previos y
necesarios para que pueda impulsarse el proceso de constitución de auténticas
organizaciones europeas de consumidores.
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de algunos movimientos internacionales. El primer Programa de acción relativo
a la protección de los consumidores fue presentado por la Comisión Europea en
1975,8 expresando cinco derechos fundamentales: a la protección de la salud y
la seguridad; a la protección de los intereses económicos; a la indemnización de
los daños; a la información y a la educación; y a la representación. Desde
entonces, varios documentos de índole programática han sido aprobados, el
último de los cuales es la Estrategia en materia de política de los consumidores
(2002–2006),9 estando en preparación el Programa de Salud y Protección de los
Consumidores (2007–2013).10 Es, sin embargo, a partir del Acta Única Europea
(1986) que los derechos de los consumidores alcanzan un lugar entre las
políticas comunitarias, determinando el artículo 100–A que la Comisión debe
proponer medidas con el objetivo de proteger a los consumidores, tomando como
base “un nivel de protección elevado”. El Tratado de Maastricht (1992) consolidó
la posición de los consumidores, con la consagración de su protección como uno
de los principios de la Comunidad (artículo 3, letra s)) 11 y la introducción del
artículo 129–A, en un título autónomo, dedicado exclusivamente a la defensa de
sus intereses. El Tratado de Ámsterdam (1997) reforzó la posición de los
consumidores, esclareciendo algunos aspectos y alterando otros, principalmente
en lo que respecta a la agilización del proceso de decisión. El actual artículo 153
del Tratado, correspondiente al anterior artículo 129–A, determina que “para
promover los intereses de los consumidores y garantizarles un alto nivel de
protección, la Comunidad contribuirá a proteger la salud, la seguridad y los
intereses económicos de los consumidores, así como a promover su derecho a
la información, a la educación y a organizarse para salvaguardar sus intereses”
(apartado 1), exigiendo que “al definirse y ejecutarse otras políticas y acciones
comunitarias se tendrán en cuenta las exigencias de la protección de los
consumidores” (apartado 2). Los demás números definen la base jurídica para
las decisiones tomadas en materia de protección a los consumidores.
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Ámsterdam, la Comunidad puede promover los intereses de los consumidores a
través de dos tipos de medidas, previstas en el apartado 3 del artículo 153 del
Tratado: “medidas que adopte en virtud del artículo 95 en el marco de la
realización del mercado interior”; y “medidas que apoyen, complementen y
supervisen la política llevada a cabo por los Estados miembros”. En lo que se
refiere a las primeras medidas, el artículo 95 establece que las medidas son
adoptadas por “el Consejo, con arreglo al procedimiento previsto en el artículo
251 y previa consulta al Comité Económico y Social”. El procedimiento de
decisión conjunta previsto en el artículo 251 presupone la presentación de una
propuesta por parte de la Comisión al Parlamento Europeo y al Consejo
(apartado 2), propuesta que se debe basar en un nivel de protección elevado de
los derechos de los consumidores (artículo 95, apartado 3). Para la adopción del
acto, al contrario de lo que sucede con el procedimiento previsto en el artículo
94, no es necesaria la unanimidad, siendo suficiente, en general, los votos
favorables de una mayoría de los países representados en el Consejo y de los
diputados del Parlamento Europeo. El segundo tipo de medidas sigue un
procedimiento similar, una vez que el apartado 4 del artículo 153 también remite
al artículo 251. La diferencia está en la circunstancia de que estas medidas no
obstan a que cada Estado miembro pueda mantener y adoptar disposiciones
más protectoras de los consumidores, las cuales deben, sin embargo, ser
compatibles con el Tratado y notificadas a la Comisión (apartado 5 del artículo
153).
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tenido, en los últimos veinte años, una influencia significativa en el derecho de
los Estados miembros.
En el año 1993 y 1994 se produjo en nuestro país una revolución jurídica, primero
con la sanción de la Ley de Defensa del Consumidor, y al año siguiente con la
reforma constitucional, que previo una serie de derechos del consumidor en el
art. 42 de la Constitución Nacional.
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colectiva, y que, a lo largo de los últimos años, ha ido estructurándose a través
de diversos precedentes de la Corte Nacional.
La Ley de Defensa del Consumidor reformada por la Ley 26361, regula en el art.
54 algunas particularidades del procedimiento a seguir en el caso de acciones
colectivas tendientes a tutelar a la parte débil de la relación de consumo. El
régimen de consumo es uno de los pocos sistemas normativos que cuenta con
una regulación específica en materia de acciones colectivas, que se refiere: a) al
procedimiento para arribar a un acuerdo o transacción en éste tipo de litigios; b)
al alcance de la cosa juzgada, y c) el procedimiento para la determinación de la
indemnización que corresponda a casa uno de los consumidores, en caso de
que el juicio tenga contenido patrimonial. Sin embargo, dicha regulación no es
completa, y debe correlacionarse con las pautas sentadas por la Corte Suprema
de Justicia de la Nación.
Si bien existe una cierta cercanía entre los conceptos de interés difuso e
interés colectivo, no se trata del mismo elemento, el primero se identifica por
corresponder a los sujetos de un grupo indeterminado, los derechos a la
incidencia colectiva reconocen y definen un sector particular damnificado.
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En primer lugar, es preciso que exista un “caso”, el interesado debe demostrar
que persigue en forma concreta la determinación del derecho debatido, y que
tiene un interés jurídico suficiente en la resolución de la controversia. Debe
tenerse en cuenta que, según cuál sea el tipo de proceso, la forma en que se
configurará el caso será distinta, mientras que en los conflictos individuales aquél
requerirá una clara afectación de la parte que acciona, en los que recaen sobre
bienes colectivos no se debe probar un perjuicio resultante de la lesión de la
persona o el patrimonio, sino del bien colectivo. Asimismo, cuando se afectan
intereses individuales homogéneos, existe un hecho único y continuado que
vulnera al interés de dos o más personas y la pretensión debe estar concentrada
en los efectos comunes, y no individuales, de tal afectación.
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demanda, con lo cual podría verse afectado el acceso a la justicia. Sin perjuicio
de ello, la acción resultará de todos modos procedente en aquellos supuestos en
los que cobran preminencia otros aspectos referidos a materiales como el
ambiente, el consumo o la salud o afectan a grupos que tradicionalmente han
sido postergados o débilmente protegidos.
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podrá recurrir a la instancia previa conciliatoria, pero éste es un requisito de
procedencia de la acción.
LEGISLACIÓN COMPARADA:
Los mecanismos actuales, a nivel comunitario de apoyo para resolver las quejas
de los consumidores incluyen el establecimiento de la red de centros europeos
del consumidor y la resolución alternativa de litigios. Estos sistemas de solución
de controversias no siempre son suficientes, ya que su eficacia depende de la
buena voluntad de los agentes económicos.
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Existen 2 tipos de acciones colectivas:
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intereses de los consumidores en los Estados miembros en los que
existan tales organismos. Los Estados miembros establecen la lista de las
entidades habilitadas para actuar y ésta lista será publicada en el diario
oficial de la Unión Europea. Cada seis meses se publicará una lista
actualizada. Si el cese de la infracción no se obtuviera dentro de un pazo
de dos semanas después de recibida la petición de consulta, podrá
entablarse la acción de cesación.
CONCLUSION
Ha sido uno de los fallos de nuestra CSJN que marcó un rumbo, rompió moldes
y fijó nuevos paradigmas. A partir de este precedente, se ha abierto una nueva
clase de acción en nuestro derecho, la cual pese a su falta de regulación procesal
específica (que la misma CSJN atribuye a la “mora del legislador”), determina
una nítida ampliación del espectro de protección de derechos, principalmente,
de los derechos de la competencia, del usuario/consumidor y del medio
ambiente.
Creemos que se hace necesario luego del tiempo transcurrido desde el fallo
“Halabi”, proceder a tipificar dentro de los códigos procesales (comenzado a nivel
Nacional) los requisitos esenciales de las acciones de clase para la procedencia
de las mismas, establecer en forma clara y concreta la legitimación activa incluso
pudiendo regular flexiblemente la establecida en el art. 43 CN, y, finalmente, fijar
el tipo de proceso por el cual se deberá interponer y tramitar la acción en
cuestión.
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BIBLIOGRAFÍA:
Fallo Halabi Ernesto c/ P.E.N, Ley 25.783, Dto. 1563/04 s/amparo Ley
16.986.
Las acciones colectivas en el nuevo sistema de resolución de conflictos
en las relaciones de consumo. Autor: Sáenz Luis R.
Manual de Derecho del Consumidor. Dante D. Rusconi (Coordinador).
https:www.cij.gov.ar.
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