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Hace mucho tiempo existieron dos mujeres, una era la "Xtabay"

buena y solidaria con los pobres y enfermos, pero estaba enferma de


pasión y era su afán prodigar su cuerpo y belleza a cuanto hombre se
lo solicitaba, por lo cual era despreciada por todo el pueblo. La otra
"Utz Colel", hermosa de igual forma, era fría, orgullosa, dura de
corazón y le repugnaban los pobres, pero jamás había cometido
ningún desliz amoroso.
Un día la gente no vio salir más a Xtabay. Pasaron los días y por todo
el pueblo se comenzó a esparcir un fino y delicado perfume de flores.
Al buscar de dónde venía, llegaron a la casa de Xtabay a quien
encontraron muerta.
Utz-Colel dijo que era mentira, que de un cuerpo vil y corrupto no
podía salir sino podredumbre y pestilencia, que aquello debía ser
cosa de los espíritus malignos tratando así de continuar provocando
a los hombres. Agregó que, si de aquella mala mujer provenía ese
perfume, cuando ella muriera habría entonces un increíble aroma.
Unos pocos enterraron a Xtabay, más por lástima y obligación que
por gusto. Al día siguiente, su tumba estaba cubierta por flores
hermosas y de delicado perfume.
Cuando murió Utz-Colel todo el pueblo acudió a su entierro. Para
asombro del pueblo, su tumba no exhalaba un fino perfume, sino que
aún cubierta de tierra despedía un hedor intolerable.
La flor que nació de la tumba de Xtabay se llamó Xtabentún, una
humilde y bella flor silvestre que crece en cercas y caminos. Su
néctar embriaga dulcemente, como debió ser el embriagador amor de
Xtabay.
El Cristo Negro de San Román

Fue durante el año de 1562 o el de 1563 que azotó a la


provincia yucateca una plaga de langosta produciendo daños
que se abatieron con marcada intensidad sobre Campeche.
Como consecuencia, los indígenas del lugar, dedicados a la
agricultura, decidieron adoptar a un santo patrono que los
protegiese contra las vicisitudes de la naturaleza, eligiendo así
a San Román Mártir como espíritu tutelar, por lo cual
construyeron una ermita para colocar la imagen del santo que
dio nombre a la capilla y al conocido hasta la fecha como barrio
de San Román.

La ermita fue puesta bajo la advocación de San Román Mártir


en 1563, lo que seguramente ocurrió en agosto del
mencionado año, pues en ese mes se celebra las festividades
de la imagen.En un principio fue humilde la capilla de San
Román Mártir y, desde luego, la del Cristo Negro al que
depositaron allí los campechanos en 1565, previo encargo
hecho a Juan de Cano y Coca Gaitán quien la trajo de
Alvarado, Veracruz y la cual fue tallada en Civitavecchia, Italia.

Al correr del tiempo, la modesta capilla ubicada al poniente del


puerto creció paulatinamente hasta convertirse en el templo de
las dimensiones que presenta en la actualidad. La obra
posiblemente estaba ya terminada en el último tercio del siglo
XVI, hacia 1570 ó 1580, aunque, con base en los datos
transcritos del libro Relación Historial Eclesiástica del autor
Francisco de Cárdenas y Valencia, la conclusión de la iglesia
con las proporciones que ahora guarda debió lograrse sólo
hasta mediados o finales del siglo XVII, pues en 1639, año en
que el mencionado autor redactó su obra, San Román era
todavía, según sus propias palabras, una "iglesia pequeña
construida en los extramuros de aquella villa".La iglesia de San
Román ha sido a lo largo de más de 400 años morada de una
de las imágenes más representativas del fervor campechano:
el Cristo Negro de San Róman.

Su construcción se remonta al siglo XVI, y desde entonces,


cada año en el mes de septiembre, llegan miles y miles de
creyentes de diversos lugares a este recinto para rendirle
tributo a este santo milagroso.La iglesia consiste en una sola
nave con techo de viguería y planta en forma de cruz latina,
circundada por varias habitaciones. Su fachada principal
semeja una pequeña fortaleza medieval adornada por una
esbelta torre de dos cuerpos que tiene vanos con arcos
canopiales y coronada con una cúpula gallonada. Su portada
presenta un acceso con arco de medio punto sobre el que se
encuentra la ventana coral achaparrada con balcón y barandal
de hierro. La fachada termina con un remate mixtilíneo con
óculo.En sus fachadas laterales se aprecian gárgolas y, en su
parte posterior, remates piramidales y espadaña de un vano
así como una cruz latina de piedra. En la fachada lateral
izquierda presenta remates de jarrones adornados con relieves
vegetales.

La nave central se encuentra cruzada por arcos de medio


punto que se desplantan sobre pilastras. En su interior alberga
seis retablos, cinco de ellos laterales y uno principal al fondo
de la nave, tallado en caoba con motivos florales en oro, en
cuyo nicho central se encuentra el Cristo Negro colocado sobre
una fina cruz de plata, flanqueado por pares de columnas
estriadas de capitel dórico.
El retablo remata con un frontón curvo cuyo centro está
adornado en oro. Otros elementos de gran valor son el altar de
plata finamente labrado que se coloca sólo durante los festejos
de San Román, en el mes de septiembre, y el barandal del
presbiterio tallado en madera. Existen dos capillas laterales
con retablos simulados y, en uno de ellos, un relieve del cordón
de San Francisco. Las paredes están adornadas por vitrales
que representan la vida de santos. Destaca también una pila
bautismal hecha de piedra labrada con motivos vegetales y
conchas.La iglesia de San Román se localiza sobre el espacio
formado por la Calle Bravo por 10-B y 12, frente al parque del
barrio de San Román, en la ciudad de Campeche.

Las cuevas son lugares que por su naturaleza se prestan mucho al


misterio e incluso al terror. Son la entrada a sitios oscuros y eso al
ser humano siempre le ha causado incomodidad, el miedo natural a
lo desconocido.

Y algunas cuevas parecen cumplir con estas expectativas, una de


ellas es la cueva del toro en Campeche. Que no son pocas las
historias que hablan sobre algo escalofriante que ha pasado
alrededor de este sitio.

En Campeche existe un lugar conocido como el barrio de San


Román. Un sitio típico de día, pero de noche el miedo parece
apoderarse de la gente. Salir era considerado una muerte segura,
por lo que una vez oculto el astro rey nadie quería pasearse por
sus calles.

La gente aseguraba que por ese sitio se podían escuchar ruidos


terribles. En específico, el ruido de un toro bramando enfurecido.
Pero nadie veía al toro ni nada, simplemente el escuchar ese
sonido sobrenatural ponía los pelos de punta.

Todo fue empeorando con el tiempo cuando empezaron a


desaparecer personas. En específico, el perfil de la gente que
desaparecía eran mujeres jóvenes. ¿Qué puede estar pasando?
Había pocas pistas al respecto.

Pero esto no fue así por mucho tiempo: comenzaron a llegar


nuevos reportes de personas que aseguraban ver a un toro pasada
la media noche. Que andaba por las calles del lugar, causando
terror.

Cualquier toro daría miedo, pero este se notaba maligno, algo


malo había con él. Pero nunca falta el valiente que se quede viendo
y encontró una pista de lo que podía estar pasando: notó como el
toro se convertía en una persona.
En específico, se volvía un caballero muy atractivo, un joven
ilustre de los que enamoran fácilmente. Y precisamente eso hacía,
acercándose a casa de jovencitas, engatusándolas para que se
vayan con él.

El joven las citaba en su cueva, a la media noche del día siguiente.


Ellas, pensando que habían encontrado un príncipe azul, se
escapaban de sus hogares para acudir. Pensaban que eran muy
afortunadas.

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