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REVISIONES

condrocostal)

Roz11ian-Borst11ar

El conocimiento de las diversas variedaJe;s costal (Leger y col. 15 , Gomar Guar-


de los dolores prctorácicos posee muchísima ner 12 · 13 ), síndrome condrocostal (Benson
importancia en el diagnóstico diferencial de
las coronaropatías u otras afecciones cardía- y Zabala 2), etc.
cas. y también de las enfermedades malignas.
Uno de los cuadros dol0rosos pretorácicos, co-
nocido con multitud de nombres, al parecer Estudio dinico.-En 1921, Tietze 24
muy frecuente y por supuesto más de lo que describió cuatro casos de «tumefacción
hace presumir su exclusión casi constante de los de los cartílagos costales de etiología des-
libros de texto, y que en estos últimos años des-
pués de largo olvido, vuelve a figurar con bas- conocida, de comienzo insidioso, doloro-
tante frecuencia en revistas médicas y quirúr- sa espontáneamente, no asociada a alte-
gicas, es el que procuraremos revisar somer ;i.- raciones constitucionales, y de curso pro-
mente en este artículo. Se trata de la tumefa- longado y fluctuante)). Desde entonces se
ción dolorosa ele ia conjunción condrocostal,
conocida tambifo con el nombre de síndrome han publicado otros casos en la biblio-
de Tietze. grafía médica alemana, japonesa, cana-
diense, francesa, suiza, inglesa, norteame-
Sinonimia.-Distrofia del cartílago cos- ricana, española y argentina (orden cro-
tal (Tietze 2"), afección del cartílago cos- nológico aproximado). De todos modos
tal como origen de dolores torácicos an- tenemos la impresión de que el cuadro es
teriores (Staehelin síndrome de Tietze muchísimo más frecuente de lo que ca-
(Geddes 10 , Düben 9 Celia y Nigts 4, Beck bría deducir de la cantidad de publicacio-
y Berkheiser 1 , Maróttolo y Cesanelli 18 . nes que sobre el mismo existen. Por lo
Bernreiter 3 , Gukelberger 11 , Maier 17 , Le- menos tal es la creencia de muchos auto-
ger y col. 1 5, Motulsky y col. 19 • Wehrma- res y también nuestra que en poco tiem-
cher 2 .s Gomar Guarner 12 · 1 \ etc.), en- po, al dedicarle atención al problema, pu-
fermedad de Tietze (Gil! y col. 11 , Dea- dimos descubrir varios casos.
ne 8 · de Haas '), condritis costal (Deane 8 , a) Frecuencia. - En numerosas oca-
Chaudharry síndromes costales poco siones· la afección es tan leve que no lle-
conocidos 21 ), cartílagos costales ga a la consulta médica; por ello es difí-
prominentes y Berkheiser 1), hin- cil juzgar de la frecuencia real del cua-
chazón no e inespecífica del dro en cuestión. Por otra parte, al ser
cartílago costal (Gill y col. 11 ), tumefac- muy discutida todavía la etiología de la
ción dolorosa de la conjunción condro- enfermedad. no hay uniformidad de cri-
CIRJL l\OZMAN-BORSTNAR Vol. I

terio en el diagnóstico de fa entidad, otra drocostales (preferentemente en la segun-


causa posible de error al enjuiciar la fre- da del lado izquierdo) acompañado de tu-
cuencia de la misma. Es significativo, sin mefacción de la misma. El dolor se
embargo, que Geddes 10 pudiera recoger irradia a veces a todo el plano to-
en poco tiempo 22 casos, que Benson y rácico anterior y hombro del mismo
Zavala 2 observaran durante un año, en- lado, exacerbándose con la tos y los mo-
tre 2.695 enfermos, 62 casos de esta en- vimientos. mientras que otras veces
tidad, o sea un 2,3 por ciento (quizás persiste perfectamente localizado en el
diagnosticados con excesiva amplitud de lugar de la tumefacción. En ocasiones
criterio y cierta generosidad) y que todos es suficientemente intenso para impedir el
los autores tienen la impresión de que su sueño. Lu presentación de este dolor se
frecuencia es realmente muchísimo ma- efectúa en el curso de unos pocos
yor de lo que cabe colegir del descono- días para alcanzar pronto su máximo
cimiento prácticamente absoluto del sín- de intensidad y decrecer asimismo bas-
drome, por parte de la mayoría de los tante pronto, mientras que la tume-
médicos. facción, aparecida al mismo tiempo
b) Sexo.-Se ha observado con más que el dolor, persiste después que ha-
frecuencia en el sexo femenino (Tietze 2 \ ya desaparecido éste, semanas, meses y
Leger 15 , Düben 9 , Chantraine 6 ) ,aunque aun años. Con mucha frecuencia los en-
ello sea debido quizás a que las mujeres fermos creen ser portadores de una afec-
están más predispuestas a consultar al ción maligna (cáncer de mama o de pul-
médico por los motivos estéticos de su món), de una cardiopatía coronárica o de
escote y el temor de padecer una tume- tuberculosis pulmonar, creándose en oca-
facción de mam:i (Weppler 26 ), suposición siones una verdadera neurosis de ansie-
que parece confirmarse por los trabajos dad. De entre 62 casos de Bensón y Za-
de Gill 11 y Geddes 10 , referentes a gran vala 2 , dos temían padecer tuberculosis
número de observaciones entre varones. pulmonar, otros dos cáncer de mama y
recogidas durante revisiones sistemáticas 41 creían sufrir una cardiopatía.
de los reclutas. Por exploración se observa dolorimien-
to a Ju presión sobre la conjunción con-
c) Localización.-Lu mayoría de los
drocostal afecta y tumefacción más o me-
autores están de acuerdo que la conjun-
nos pronunciada de fa misma. En gene-
c10n condrocostal más frecuentemente
ral resalta muy visiblemente; la piel que
afecta es la segunda del lado izquierdo,
la recubre no presenta alteraciones. La
pero también se puede observar en otras
tumoración no es desplazable y presenta
conjunciones del mismo lado (Benson y
una consistencia bastante dura y algo
Zavala 2 lo observaron con más frecuen-
elástiC'.1. El resto de los exámenes clínicos
cia en fa tercera conjunción del lado iz-
no descubre más alteraciones.
quierdo) u opuesto (casuística de Deane 8
Los exámenes radiográficos revelan es-
que se define por la predominancia del
casas lesiones o su ausencia absoluta. Es
lado derecho). Con frecuencia se afecta
necesario tener en cuenta la dificultad de
más de una conjunción condrocostal
obtener buenas radiografías en esta re-
ger y Moinnereau i:>). Para Weppler 26 sólo
gión. De todos modos, incluso los exáme-
se afectarían las costilbs superiores. nes tomográficos fracasuron en ocasiones
d) Sintomatología. - Después de los en revelar alteraciones. En algunos ca-
antecedentes de diversa naturaleza o sin sos se han citado hallazgos tales como
ellos (véase en etiología), aparece de un el aspecto moteado o porosidad del ex-
modo más preciso, dolorimiento espontá- tremo costal en cuestión, el estrechamien-
neo de una o varias conjunciones con- to del mismo y la presencia de depósitos
Se¡Jtbrc., 1957 279

calcáreos diseminados. Lindblom 16 efec- ten otras afecciones que son de tener en
tuó un estudio radiográfico detallado me- cuenta en el diagnóstico diferencial: de-
diante radiografías tangenciales, demos- formidad torácica, contusión de la pared
trando la tumefacción de los tejidos blan- torácica, callo dolcroso consecutivo a la
dos del área subcostal, alteraciones todas, fractura de la costilla -especialmente de
no patognómicas del síndrome. El valor las fracturas ocultas tusígenas-, costilla
que poseen los exámenes radiográficos en deslizante, neuritis traumática intercostal,
esta afección es la exclusión, mediante artritis reumática, embolias pulmonares,
ellos, de otras enfermedades torácicas. neumotórax, enfisema mediastínico, ede-
De Haas 7 observó en sus enfermos, eo- ma preesternal debido a la obstrucción
sinofilia hemática constante, y elevación linfática por parotiditis o enfermedad de
o cifras límites superiores de uricemia y Hodgkin, invasión de la pared torácica
colesterinemia. Szeleczky 2' encontró en por enfermedades granulomatosas cróni-
sus diez pacientes curvas de fracciona- cas o neoplásicas· y. por último, del sín-
miento proteico características de una in- drome doloroso de la pared anterior del
flamación subaguda-crónica. tórax descrito recientemente por Prinzme-
tal y Massumi 2º.
e) Curso y pronóstico. - El curso de
la afección es. con frecuencia· fluctuante,
no siendo raras las recidivas. La natura- Examen - Al ser
leza de la enfermedad es totalmente be- muy discutida la naturaleza y la etiopa-
nigna y, por tanto, el pronóstico favora- togenia de la afección, vale la pena de-
ble. tenerse algo detalladamente en los datos
histológicos registrados hasta ahora. La
f) Diagnóstico diferencial. - El sín- principal dificultad para esclarecer el pro-
drome de Tietze debe diferenciarse de blema consiste en que se han efectuado
otras afecciones de la pared torácica an- pocos exámenes histológicos, hecho com-
terior y de vísceras subyacentes. Los tu- prensible teniendo en cuenta la naturale-
mores malignos primitivos o metastásicos za benigna de la lesión. Por otra parte,
de las costillas se diferenciarán por el la mayoría de dichos exámenes, han sido
examen radiográfico. Las afecciones in- parciales, basados en trozos pequeños de
flamatorias (osteítis y periostitis tíficas. cartílago o costilla obtenidos por biopsia,
brucelósicas. actinomicósicas), se diferen- mientras que existen muy pocos resulta-
ciarán por la anamnesis, el cuadro clínico dos. basados en el examen completo de
general y signos inflamatorios. En la ca- la costilla y el cartílago obtenidos por
ries tuberculosa de la costilla se encuentra resección extensa. Se comprende así que
con frecuencia el absceso frío o la inngen los primeros no deban valorarse con ri-
ostcolítica de la misma; a veces existe gor. por su falta de visión conjunta. De
una pleuritis serofibrinosa concomitante. todos modos, se puede hacer constar que
Las fracturas de las costillas se diagnos- en ellos nunca se descubrió tumor ni in-
ticarán por la anamnesis y eBmen radio- flamación de ninguna clase. Tietze 21 ob-
gráfico. Entre los tumores es de difícil servó en su primer caso, fibrosis y calci-
diferenciación el osteocondroma porque ficaciones del cartílago. Chantraine 6 ob-
en su comienzo asienta en el cartílago y tuvo datos parecidos. Leger y col. ló ob-
sólo tardíamente produce alteraciones a servaron fibrosis medular en las costillas
los rayos X. Otros tumores que deben e islotes óseos en el cartílago. En un caso
ser diferenciados son el mieloma, el sar- vieron también una intensa reconstrucción
coma de Ewing, el rnrcoma osteogenéti- ósea con médula fibrosJ. y en otro, un fo-
co, quistes de costilla y la enfermedad de co de compacta en el interior de la es-
Hodgkín, de localización ósea. Aún exis- ponjosa. En muchas ocasiones el examen
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CIRIL ROZ~!AN-BORSTNAR
2BO Vol. l

biópsico resultó del todo normal. En la razón Deane 8 propuso el nombre de con-
exploración qmrurgica nncroscop1ca, dritis costal para la afección. Con nuevas
Beck 1 observó un abarquillamiento del infecciones respiratorias a menudo reci-
cartífago hacia adelante con aumento del diva el dolor de la conjunción afecta
espesor de los tejidos fibrosos y ligamen- (Geddes 10). Motulsky y Rohn 19 describie-
tos retrocondrales (compárese con los da- ron dos casos asociados a la enfermedad
tos radiográficos de Linblom 16). Un caso de Hodgkin (asociación comprobada por
muy bien estudiado histopatológicamente nosotros en un caso). Aparte de esta ob-
es el de Gomar Guarner 12-1.3. Dicho au- servación, dichos autores sugieren como
tor no encuentra ningún proceso inflama- etíopatogenia de la enfermedad la si-
torio ni tumoral, sino una necrosis de la guiente explicación: un traumatismo leve,
vertiente costal de la conjunción condro- en especial un trauma repetido originado
costal, con idemnidad absoluta del car- por tos intensa, enfermedades respirato-
tílago. La tumoración que hace promi- rias o movimientos respiratorios o torá-
nencia en la pared torácica y que coin- cicos violentos, produce pequeños desga-
cide con el nivel de la zona de necrosis rros en el ligamento esternocostal inter-
ósea, representa una reacción conjuntivo- articular (inconstante), que serían la cau-
hiperplástica del periostio, de tipo com- sa del síndrome. Benson y Zavala 2 des-
pensador. La necrosis de la vertiente cos- echan en primer lugar el nombre de con-
tal es, según este autor, del tipo de in- dritis, pues las biopsias no demuestran
farto anémico. ninguna lesión inflamatoria, definiéndose
Weppler 26 estudia detalladamente otro luego, también ellos, por la teoría trau-
caso: la tumefacción no está en el cartí- mática en la cual irían involucrados un
lago ~ino en la sincondrosis. Está deter- gran número de factores: tos pertinaz,
minada por una intensa neoformación trauma directo, cifosis, ectomorfismo cos-
ósea perióstica que cubre a modo de tal con facilidad traumática, etc. Muchos
manguito la cortical en la región de una de sus enfermos presentaron al mismo
fractura de tipo crónico, formando seu- tiempo que dolor e hinchazón de una o
doartrosis. Existen muchas zonas de re- varias conjunciones costocondrales, dolor
construcción ósea (Umbauzonen de Loo- en la articulación costotorácíca correspon-
ser). Maróttolo y Cesanelli 18 presentan un diente. Para ellos, pues, se trataría de una
caso análogo. subluxacíón de la costilla en sus dos ex-
tremos, producida por traumas de diver-
Etiopatogenia. - La multitud de teo- sas variedades, todo lo cual, mediante la
rías y sugerencias sobre la naturaleza de irritación crónica de los extremos luxa-
la enfermedad demuestra precisamente dos, daría lugar al cuadro que describi-
cuán poco se sabe acerca de ella. De to- mos. Beck y Berkheiser 1 intervinieron
dos modos, vamos a resumir aquí las más quirúrgicamente a 4 pacientes con sín-
importantes. La sugerencia original de drome de Tietze, encontrando los cartíla-
Tietze 2.i sobre la nutrición deficiente co- gos de aspecto normal, sí se exceptúa el
mo causa importante del síndrome· ha que estuvieran incurvados. combados ha·
sido descartada por la mayoría de auto- cia adelante en ángulo agudo. El examen
res, puesto que el dato señalado faltaba histológico de dichos cartílagos no reve-
en casi todos los casos. Gill y col. 11 , Ged- ló alteraciones. Para dichos autores se
des 10 , Deane 8 , Leger y col. 15, y Düben 9 , trataría en esta enfermedad, de una reac,
observaron que el síndrome se asociaba ción inflamatoria de los ligamentos retro-
frecuentemente con infecciones de las vías condrales que a causa de ello se acorta-
respiratorias, sobre todo superiores, y nun- rían, dando lugar de este modo al incur·
ca de naturaleza tuberculosa. Por dicha vamiento del cartílago hacia adelante .
Septbre., 1957 SOBRE EL LL·\:-LIJJO SiNDRm!E DE T!ETZE 281

Chantraine 6 sugiere la posibilidad de una bien del tipo de infarto anómico. Supone
reacción alérgica del cartílago en presen- que en el transcurso de bacteriemías pa-
cia de un foco sensibilizador. De Hass ' sajeras, ocurridas durante los procesos res-
habla de la luxación de las conjunciones piratorios asociados, se presentaría una
condrocostales con predisposición para la embolización séptica a nivel de las vertien-
artritis como factores que podrían jugar tes costal de la conjunción, causante de
un papel parcial en b patogenia de la en- zonas de infarto anémico necrótico a lo
fermedad de Tietze. Weppler 26 , fundán- cuál se respondería con fenómenos de hi-
dose en su observación muy bien estu· perplasia perióstica y conjuntiva, expo-
diada a1rntomop'1tológicamente (ya des- nentes a su vez de la tumefacción que
crita antes al hablar del estudio histopa- puede aprecarse clínicamente. Szeleczky 21
tológico) sugiere que la causa del síndro- considera, basándose en estudios sobre
me de Tietze debe ser una fractura mal proteínas, que la afección es una manifes-
consclidad'l con seudoartrosis. Así, la en- tación toxo-alérgica degenerativa.
tidad en cue:tión podría equipararse has- Por la gran disparidad y número de
ta cierto punto a bs enfermedades de Ko- teorías se puede concluir que el proble-
ller, Perthes, Kienboeck, Osgood-Schla- ma etiopatogónico de la entidad está le-
ter, etc. Probablemente se trataría de frac- jos de ser resuelto. Sin embargo, parece
turas por sobrecarga que podría ser de ser que la teoría de Weppler 26 adquiere
d~versos tipos (tos volenta, esfuerzos, etc.). bastante fuerza y visos de realidad. aun-
Así se explicaría la relación del síndrome que no pueda ser, ni muchísimo menos,
con las infecciones respiratorias y que el generalizada.
proceso recidive al volver a instaurarse
dichas infecciones. Dicha teoría también
explicaría la producción del síndrome por Tempéutica.-Se han intentado muchas
traumatismos de escaso calibre (en reclu- clases de tratamiento de efectos muy dis-
tas. etc.). Así mismo sería lógico que en cutibles. Las fases de dolor intenso re-
las oboervaciones de Tietze 21 , efectuadas miten espontáneamente o con terapéutica
después de la primera guerra mundial. sintomática, para recidivar con frecuencia,
por la osteoporosis hiponutricional, fuera mientras que la tumefacción condrocostal
más fácil la producción del cuadro, La suele persistir durante mucho tiempo.
presentación predominante en mujeres En primer lugar es necesario tranqui-
(según algunos autores) la explica Wep- lizar a los pacientes informándoles de la
pler 26 por osteoporosis de mecanismo en- benignidad de la afección; con esta única
docrino. La observación de las ((Umbau- medida ceden muchas molestias, de ma-
zonen l) sería muy difícil de registrar ra- nera espectacular. El calor local puede
diográficamente en esta región, porque aportar algún beneficio; los salicilatos son
existen muchas imágenes superpuestas. eficaces y suficientes como analgésicos. A
veces, las infiltraciones con novocaína lo-
Celio y Nigst 1 aceptan la explicación gran efectos más duraderos de lo que ca-
de Weppler 26 para el caso expuesto por bría esperar de sus propiedades puramen-
éste, pero dudan que pueda aplicarse di- te anestésicas. Benson y Zavala 2 reco-
cha teoría a todos en general. Gomar miendan ejercicios gimnásticos para co-
Guarner 12 -i:i, otro autor que pudo estu- rregir defectos posturales. La radioterapia
diar la pieza entera (todo el extremo de puede lograr alguna mejoría (Maróttoli y
la costilla y el cartílago) también encon- Cesanelli 18 ). Deane 8 aconseja el reposo
tró una necrosis en la vertiente costal de del brazo del lado afecto. El saneamien-
la conjunción condrocostal, pero sin apre- to de focos no logra mejoría alguna. Dü-
ciar la presencia de las «Zonas de recons- ben 8 aplica la onda corta. Pocas veces es
trucció1u, sino que la necrosis era más necesario recurrir al tratamiento quirúr-
282 C!RIL ROZMAN-BORSTNAR Vol. l

gico que, cuando se utiliza, consigue una cieron en el primero con una sola inyec-
curación totll (Maier 17 , Beck y Berkhei- ción, mientras que en el segundo fueron
ser 1). necesarias cuatro (en el transcurso de dos
La comunirnción más interesante sobre semanas); la tumefacción desapareció en
el tratamiento del síndrome de Tietze es, 10 días y tres semanas, respectivamente.
sin ninguna duda, la de Celio y Nigst 4, Szeleczky 23 obtuvo con la misma tera-
acerca de las inyecciones locales de hi- peútica muy buenos resultados en tres
drocortisona. Con este tratamiento cura- pacientes.
ron dos pacientes; las molestias desapare-

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