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H,ELATO.

Complicaciones hepatobiliares de la hidatidosis


Dr. YAMANDU PORRAS ''

I) INTRODUCCION En 129 enfermos con E.H. se comprobaron


asociaciones con otra, localizaciones:
Este . relato es un_ homenaje, más de trabajo
que de erudición, a cuatro maestros de la ci­ -Hígado como única localizaión 110
rugía_ de nuestro país: Prat, Larghero, Chifflet -Hepato pulmonar . . . .. . . . . . . 17
y Armand Ugón, que trabajaron intensamente (Primitiva pulmonar . . . . 14)
en hidatidosis. Hacer un estudio completo de (Tránsito hepatopulmonar 2)
la evolución del tema sería hablar de la his­ ( E. pulmonar metastásica 1)
toria de la cirugía del Uruguay y de la Ar­ -Hepatoesplénica . . . . . . . .. . 2
gentina. Vamos a recordar los nombres de
Piaggio Blanco, Pérez Fontana, Del Campo, La asociación con E. pulmonar primitiva o
Cend·án, Arce, Finochietto, Ivanissevich, etc., secundaria alcanzó a un 11,6 % .
y muchos otros imposible de nombrar en este De los 129 enfermos con E.H. fueron ope­
trabajo. rados por primera vez en nuestro servicio, 124;
La equinococosis sigue siendo un grave pro­ 4 habían sido operados anteriormente en otro
blema en nuestro medio (152). De acuerdo a lugar. En cuanto al sexo se operaron ·68 mu­
la concepción de Purriel y col. (152) basada jeres y 61 hombres. La diGtribución por edad
en datos estadísticos de la C. H. de la Lucha es la siguiente, dejando constancia que en nues­
contra la Hidatidosis del M. S. P., se pue,de tro servicio no ingresan enfermos menores de
representar la zoonosis -como la imagen de un 14 años:
iceberg, dond.e la zona sumergida representa­
da por 31.734 enfermos es infinitamente más
grande que la zona descubierta representada Edad Hombres Mujeres Total
por 516 enfermos para el año 1968.
En 1919 Alfonso Lamas (71) decía en una 14 a .20 años 7 5 12
lección clínica que "el quiste hidatídico ( Q.H.) 21 a 30 ,, 7 13 12
del hígado es el convidado de piedra de nues­ 31 a 40 15 16 31
tras salas de operaciones"; afirmación que si­ 41 a 50• 14 8 22
51 a 60 12 14 26
gue en plena vigencia 54 años después. Kou­ 61 a 70 4 8 12
rias (291) en 1964, en un análisis de 2,.000 71 a 80 2 4 6
casos expreGaba: "cada uno sabe que Grecia, · ·-----··--·---· "
después del Uruguay, es el segundo país en Totales 61 68 129
el mundo por la frecuencia de los quistes".
Este trabajo traduce la experiencia de 4 i­
rujanos * * que actúan en el Hospital Regional Topo,.rafía.- El 66,9 % de los Q.H. se lo­
Sur de Mercedes· y abarca un período de casi calizan en el lóbulo derecho, 19,3 % en el ló­
12 años. En un total de 242, enfermos trata­ bulo izquierdo, y un 13,7 % en ambos lóbulos.
dos por. hidatidosis en ese lapso los por.centa­ Se comprobaron 2 Q.H. en el lóbulo d e Spiegel
jes de localización fueron los siguientes: que fueron considerados dentro del lóbulo iz­
quierdo.
-Hígado 53 % (129 casos)
-Pulmón 45,8 % (111 ) Morbilidad.- Aunque luego haremos un aná­
-Riñón . . . . . . . . . . . 1,6 % ( 4 ) lisis detallado, 35 enfermos (27,1 % ) sufrieron
-Bazo ' . . . . . . . ... . 1,2 % ( 3 una o más reoperaciones.
)
-Músculo ......... 1,2 % ( 3 ) Mortalidwd.- En 129 enfermos con E.H. hu­
-Hueso . ' 0,8 % ( 2 ) bo 6 muertos que corresponde a un 4,65 % ,
-Subperitoneo 0,8 % ( 2. ) siendo esta cifra una de las más bajas en nues­
- Retroperitoneo 0,4 % ( 1 ) tro medio. En 111 enfermos operados por E.
-Mesenterio ' . . pulmonar hubo sólo 1 muerto [O, 9 % ( 93)].
0,4 % ( 1 )
-Pericardio 0,4 % ( 1 )
-Ventrículo der. 0,4 % ( 1 ) II) DEFINICION Y LIMITACION DEL TEIA

Q.H. no -complicado para Casiraghi (22.1) sig­


nifica que no tiene alteraciones evidenciables
• Cirujano del Servicio de Cirugía del Hospital Re­ por la clínica y la radiología.
gional de Mercedes. (Cirujano Jefe: Dr. Hugo Méndez En un trabajo anterior (132) definíamos las
Aserito). Artigas 162, !ercedes, Uruguay. formas complicadas en aquellas que por: 1)
• • Dres. H. \;féndez, Y. Porras, J. M. Ritorni y E. su topografía (formas yuxtahiliares); 2) su
Braceras. tamaño (independientemente del estado del
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Q.H.); 3) el estado del quiste (calcificadón, alta frecuencia de la misma en los animales
etc.); 4) el compromiso parenquiniatoso, bi­ de matadero de nuestro país. No nos vamos a
liar o vascular; 5) por la presencia de infe.c­ referir a estas formas de equinococosis en el
ción; 6) la posibilidad de comprim}r, involu­ relato y nos remitimos a dichos artí.culos.
crar o romperse en estructuras extn¡hepáticas;
7) y la capacidad de producir agr�siones de
tipo inmunológico agudas (shock anafiláctico) III) QUISTE HIDATICO: BIOLOGIA DE LA
o crónicas (fibrosis). Con este criterio incluía­ LARVA Y COMPONENTE VISCERAL
mos casi la mitad de nuestros enfermos den­ Purriel y Tomalino (151) han tratado de
tro de las formas complicadas (132). relacionar la forma anatomoclínica con el es­
Dada las características especiales del híga­ tado biológico de la hidátide y basar la te­
do, órgano macizo, poseedor de una rica ca­ rapéutica. Es así que distinguen enfermedad
nalización biliar, recorrido por un intrincado hidatídica por: 1) hidátide sana; 2) hidátide
sistema vascular arterial y venoso, eje además enferma; 3) hidátide muerta; 4) res- tos pa­
de la -circulación portal, donde existen modi­ rasitarios; 5) secuelas; 6) combinaciones de
ficaciones precoces de hipertrofia compensadora los diversos estados anteriores. Esta cronolo­
o de atrofia; y donde se rompe precozmente el gía se cumple muy bien en el pulmón y ha sido
equilibrio del parásito con el organismo para­ demostrada por •estudios inmunológicos (153) y
sitado -con su cadena de consecuencias inmuno­ da sólidas bases para el tratamiento quirúrgi­
alérgicas locales y generales, práctic�mente en co (159).
el sentir estricto del término siempre está com­ En el hígado la biología de la larva es al­
pHcado, y. fuera de la etapa estrictamente pa­ terada totalmente al crecer en un medio sólido,
rasitaria. Las complicaciones están en marcha, inhóspito, agredida precozmente por la bilis y
o se harán presentes en el acto operatorio o la infección. El desarrollo más lento y pro­
en el postoperatorio en el Q.H. más inocente. longado conduce al parásito a perpetuarse a
Es más adecuado hablar de repercusión en través de la vesiculización endógena. Salvo
el hígado y en las diversas .estructuras que casos excepcionales no existe muerte brusca de
alberga; de su intensidad y grado dependerá la vesícula madre, como en el pulmón. En la
la exteriorización clínica de las complicacio­ mayoría de los casos cuando la muerte llega,
nes. Este término ha sido usado por Maquiei­ su estirpe, biológicamente, se perpetúa a tra­
ra (86) al estudiar la repercusión vascular y vés de las vesículas hijas, cosa que no ocurre
por D. Castiglioni (25) al referirse a la reper­ en la E. pulmonar. La muerte del parásito co­
cUBión biliar de la E.H. rresponde sólo a algunas formas de Q.H. cal­
Chifflet (40) definió a la E. H. como afec­ cificado: nódulo cálcico cicatriza! (255, 45).
ción hepatobiliar. Con los conocimientos ac­ No se puede superponer en e1 hígado, dadas
tuales se debe hablar de afección quistohepato­ las condiciones del habitat particular que ofre­
vasculobiliar. ce, la biología de la larva a la anatomía patoló­
Entendemos por complicaciones hepato-bilia­ gica y a la clíni.ca y menos basar la te-rapéu­
res a La repercusión y a las complicaciones in­ tica. La interpretación anatomoclínica surge
trahepáticas en cuanto afectan al hígado d�­ de la evolución anatómica del saco visceral (45)..
rectamente por acción parasitaria o por medio En efecto, est, á vinculado a la biología de la lar­
de la lesión de su vía canalicular o árbol vas­ va, pero más aún, a la calidad y a las· influen­
cular y cuya terapéutica quirúrgica :sté diri­ cias del órgano en que asienta. Este concepto
gida al hígado especialmente. ha sido desarrollado por Chifflet (45), y Fal­
Con este criterio la incidencia de las com­ coni (57). En su conocimiento se debe basar
pUcaciones en la serie ha sido la siguiente: la cirugía de la E.H.
Por lo tanto se debe considerar al Q.H. co­
Repercusión y com- mo una unidad patológica •con dos ·componen°
plicaciones biliares 38,7 % (50 casos) tes: a) parasitario; b) visceral (45, 57).
Q.H. supurados . . 29,4 % (38 ,, )
Q. H. calcificados 26,3 % (34 )
En e-1 Q.H. hialino el componente parasita­
E. peritoneal ..... 7,7 % (10 )
rio supone una hidátide madre intacta, un es­
Complicaciones vas- pacio perivesicular virtual y un componente
culares . . . . . . . . 2,32 % 3 visceral mínimo. La adventicia es fina, colap­
Tránsitos hepatoto- sable, con pocos fenómenos regresivos que son
rácicos 1,5 % 2, más evidentes en su parte interna. Está divi­
dida en capas ·claramente definidas y se conti­
Nos limitaremos al estudio de: 1) lesiones núa sin transición con e1 parénquima sano (45).
a nivel del parénquima hepático; 2.) Q.H. su­ Se llega al Q.H. alterado por diversos me­
purado; 3) repercusión y complicaciones bi­ canismos patogénicos: 1) la infección y la
liares; 4) Q.H. calcificado; 5) repercusión y bilis que llegan por vía canalicular le hacen
complicaciones vasculares; 6) y por su fre­ perder tensión y el espacio perivesicular de
cuencia y gravedad veremos la E.H. múltiple. virtual se hace real; 2) el parénquima vecino
Excluimos el estudio de las hemorragias. se altera por compresión directa, por acción
Piaggio Blanco y García Capurro (54) estu­ tóxica del parásito, por compresión vascular y
diaron un caso interpretado por Dévé (54), de por fenómenos inmunoalérgicos desencadenados
E.H. primitiva micropoliquística infiltrante, for­ y agravados por el pasaje de líquido hidatídico,
ma intermediaria entre la E. hidática y la E. fragmentos cuticulares y productos de hidróli­
Alveolar. Cendán, Barreneche y A. R. Ar­ sis de la misma (120, 255, 89, 31, 221, 45, 25).
dao (30) publicaron el primer caso autóctono En este juego de acción y reacción el pará­
de E. alveolar en el Uruguay y señalaron la sito se defiende por la multivesiculización. La
COMPLICACIONES HEPATOBILIARES DE LA HIDAIDOSIS 443

membrana madre agredida degenera y al la cavidaq re,idual y de las lesiones adventi­


final se rompe. La adventicia pierde entonces ciales y narenquimatosas luego de drenado el
su individualidad -como reacción orgánica or­ Q.H. (35, ¡68, 6).
denada frente al parásito, y se convierte junto
al parénquima hepático modificado, en la pa­
red de una cámara parasitaria. Se constituye IV) DIA.NOSTICO DE LA EQUINOCOCOSIS
así un verdadero saco visceral que adoptará HEPATICA
diferentes formas anatómicas y evolutivas ( 45).
En una zona de alta infestadón hidatídica co­
En efecto, el saco visceral ya no es una es­ mo la nu�tra pensamos siempre en la E.H. fren­
tructura definida como la adventicia; se trata te a cualquier trastorno abdominal, síntomas he­
de la pared de una bolsa hidatídca donde patobiliares o tumoraciones de vientre (132.).
existen procesos inflamatorios agudos, fibróti­ La radio�rafía simple, el neumoperitoneo, la
cos y/ o necróticos ( 45). Deja de ser una for­ colecistog¡afía oral y la colangiografía intra­
mación anatómica independiente del hígado, venosa no¡S ayudan en el diagnóstico ( 76).
sino que es parte integrante del mismo. De
la predominancia o combinación de los proce­ Ultimaqiente enviamos pacientes al Servicio
sos anatómicos surgirán las formas evolutivas y de Medici1,1a Nuclear (Clínica Médica "A", Prof.
las complicadones ( 45). La topografía del quis­ Manlio Ferrari), sobre todo en las formas múl­
te incidirá notablemente en las mismas (207). tiples par¡ estudiar abordajes y en enfermos
ya operapos donde se sospechan recidivas.
Cbifflet ( 45), distingue un saco visceral fi­ Touyá y col. (172, 175) después de un estu­
broso, otro evolucionante y otro mixto; estudia dio con centellografía hepática de más de 500
aparte la calcificación y la supuración que ad­ pacientes afirman que ésta "permite diagnos­
quieren importancia propia. ticar la existencia de procesos ·expansivos, su
El saco visceral evolucionante se expresa número, localización, relación de los procesos
por: intensa actividad inflamatoria, tejido de con la vía biliar, condición y tamaño del pa­
granulación joven, granulomas de cuerpo ex­ rénquima no parasitado y la coexistencia o no
traño, infiltración de eosinófilos ( 74), células de hipertensión portal". En dicha experiencia
gigantes que rodean restos de cutículas para­ el diagnóstico centellográfico fue correcto en el
sitarias, compresión y trombosis de pequeños 87 % de los casos. La -centellografía sumada
vasos, compresión de gruesas venas que cau­ a la clínica y a la inmunoelectroforesis dan
san trastornos en el desagüe de los territorios casi un 100 % de diagnósticos positivos. Las
respectivos, y supuración del saco visceral. Es­ imágenes que se encuentran son: lagunas, es­
ta puede evolucionar hacia la cámara parasi­ cotaduras, amputaciones, o áreas levemente ra­
taria o al parénquima (45). El saco visceral, dioactivas (175).
en determinado momento, adquiere autonomía Davide\ko y col. ( 46, 47) han realizado en
propia, se hace invasor, crece, comprime, in­ nuestro ¡edio umbilicopotrografías y oleohe­
volucra y ulcera las estructuras vecinas en las patografías.
que están los gruesos ·canales biliares, el sis­ El estudio angiográfico será motivo de un
tema vascular hepático y perihepático, y las correlato. Uno sólo de nuestros enfermos fue
formaciones viscerales vecinas abdominals y estudiado por angiografía total ( E. Silva).
torácicas. Todo sucede como si el saco visce­
ral avanzara en el hígado a favor de divertícu­ Aunque no contamos habitualmente con es­
los, chimeneas o túneles en las zonas donde tos métodos de estudio y diagnóstico, el co­
predomina la necrosis ( 45). Estos divertículos nocimiento de los trabajos de la Escuela Ar­
explican la ap'tura en vía biliar y los tránsi­ gelina (196, 199, .200, 202) y de Maquieira (86,
tos hepatotorádéos ( 45). En cambio, cuando el 87) nos ,a permitido conocer la repercusión
saco evoluciona al peritoneo crece excéntrica­ vascular y manejarnos en consecuencia.
mente involucrando órganos vecinos. En esos El funcional hepático nos ha mostrado so­
verdaderos divertículos intrahepáticos se en­ lamente qlteraciones manifiestas en 2 enfer­
cuentran vesículas hijas ( 45), que migran por mos con compromiso vascular severo y algunos
los túneles luego de la rotura de la membra­ con E. múltiple.
na madre. En el ¡ondeo duodenal se encuentran gan­
Esquemáticamente se pueden estudiar cua­ chos siempre que la comunicación sea amplia
tro etapas en el desarrollo d.el parásito en el y reciente (186). En el Q.H. no complicado
hígado: 1) etapa ide nidación de los embrio­ la experiencia ha demostrado que es excep­
nes hexacantos que se transformarán en larvas cional el hallazgo de quitinosa hidática (186)
o hidátides, y que producen una necrosis limi­ como se había pensado luego de los trabajos
tada de origen tóxico (255, 45); 2) etapa de de Cassinelli (79).
desarrollo del parásito que corresponde al Q.H. En cuanto a las reacciones biológicas clási­
hialino que se ve en el niño y en el adulto cas dice Ivanissevich (280) que completan el
joven; 3) etapa visceral ( 45, 57), señalada por estudio pero no perfeccionan el diagnóstico.
la formación de un espacio perivesicular real, Hemos ,estudiado la eosinofilia y la reacción
multivesiculización y -constitución del saco vis­ de Casoni cuando disponemos de antígeno. Pa­
ceral con diferentes formas anatomoevolutivas; ra Purriel y col. (153) son medios precarios
y, 4) etapa regional, de evacuación en vías y de baja sensibilidad.
biliares y tránsitos torácicos, digestivos o pe­ No tenemos experiencia con la reacción de
ritonea.es ( 45). Ymaz Lorentz-Ghedini (283). Según la infor­
Tan importante como el estudio de la bio­ mación recogida en la bibliografía (356) cabe
logía del parásito y del saco visceral, es fun­ esperar un 30 a un 80 % de reacciones po­
damental el conocimiento de la evolución de sitivas.
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En cambio los estudios de Capron ( 216,217) Blanco Acevedo (98) en 1921, fue el prime­
sobre nuevas técnicas inmunológica, han sig­ ro que intentó la desensibilización realizando
nificado un gran adelanto en el diagnóstico repetidas reacciones de Casoni en el preope­
biológico (217). Purriel y col. (153) estudian­ ratorio inmediato para evitar los accidentes
do por inmunoelectroforesis (IEF) anticuerpos anafilácticos.
correspondientes a fracciones antigénicas exis­ Nosotros desde que usamos altas dosis de
tentes en el líquido hidático, en enfermos con hidrocortisona y antihistamínicos pre, intra y
E.H., han ·comprobado una positividad global postoperatorias no hemos tenido más este tipo
del 86 % . En casos de hidátides sanas, enfer­ de accidentes.
mas o recientemente rotas la positividad llega
casi al 100 % ; mientras que en la E.H. calci­ B) Soluciones parasiticidas.- Las opiniones
ficada los valores tienden a negativizarse casi se reparten entre el formol y el ClNa. Le
totalmente. La exiBtencia radiológica de un Dentu (300) fue el primero que usó el formol.
Q.H. de hígado calcificado con una reacción Al 1 o al 2 % mata instantáneamente los es-
de IEF positiva debe hacer sospechar otro colex.
Q.H. (153,159). Pérez Fontana propugnó el uso de una so­
Por último nos referiremos a la laparotomía lución de ClNa sobresaturada, al 33 % (126).
exploradora, "que es la última etapa del diag­ Los escolex en contacto con -el ClNa estallan
nóBtico y la primera del tratamiento" ( 286). y se desintegran. Pérez Fontana (126) lo con­
En nuestro medio, es·caso de métodos auxilia­ sidera más ventajoso que el formol: 1) es
res costosos, con gran cantidad de enfermos menos irritante por lo que puede usarsa "a
que por razones economicosociales no se pue­ larga mano"; 2) puede quedar dentro de las
den trasladar a Montevideo, recurrimos fre­ cavidades para que continúe su acción; 3) pe­
cuentemente a ella (132). Para Larghero ( 74) netra en las zonas anfractuosas creando verda­
una incisión adecuada y amplia que se pueda deras corrientes de drenaje osmótico, por lo
prolongar es insustituible como método de diag­ que además de parasiticida posee acción de­
nóstico. tersiva (126). El formol es más tóxico, menos
penetrante y fundamentalmente coagula y fija
exudados y restos parasitarios que pueden con­
V) TRATAINENTO DE LA EQUINOCOCOSIS servar en su interior escolex en actividad (126).
HEPATICA (E.H.) Nosotros usamos el ClNa y coincidimos con
Pérez Fontana. En enfermos operados ante­
El tratamiento de la E.H. es esencialmente riormente por E. peritoneal secundaria masiva.
quirúrgica (255,286, 74,32,). No se ha descu­ nos ha sorprendido, al reexplorarlos por otra
bierto hasta la fecha un quimioterápico o una causa encontrar el abdomen libre de equino­
fuerza física capaz de actuar por vía enteral cocosis y la ausencia de adherencias; hecho
o parenteral sobre la larva (286). éste que ya fue señalado por el mismo au­
tor (126). En el estudio de 8 siembras ope­
A) Tratamiento biológico (213) .- Preconi­ ratorias en nuestro servicio, con más de 8 años
zado por Calcagno (213) es motivo de discu­ de seguimiento, en 6 se había usado el formol,
sión. No tenemos experiencia clínica ni expe­ mientras que en 2 no pudimos determinar la
rimental. Nos limitaremos a transcribir las solución parasiticida empleada.
opiniones más autorizadas. iDévé (255) es es­ Se ha demostrado que él ClNa ha sido de­
céptico en cuanto a sus resultados v concluye cisivo en el éxito del tratamiento de la E.
que el tratamiento quirúrgico precoz es el úni­ ósea (123) como la siguiente observación:
co capaz de conducir a la curación.
Casiraghi (221) -considera que el método de XX, mujer, 23 años. Operada en 1950 por E. ósea
Calcagno coloca al paciente en mejores con­ de tibia (Prof. A. Chifflet) en que se le practicó cu­
diciones quirúrgicas evitando además la apa­ retaje, formolado y drenaje. Fue reoperada 4 veces
rición de shock anafiláctico y las siembras se­ (Dr. J. A. Ubillos) por otras tantas recidivas con la
cundarias. misma técnica. La última vez se le practicó resec­
ción casi total de la tibia e injerto óseo. En 1965
Larghero (74) no lo ha utilizado. B. Ríos
nueva recidiva. Reoperación (J.A.U. y Y.P.). Resec­
( 154) es partidario del mismo pero "no pi­
ción con escoplo y curetaje de gran parte de la diáfisis
diéndole más de lo que puede dar".
tibial. Lavado profuso con suero salado. Se dejaron
Cendán (,32) lo utiliza y lo cree útil en el 2 gruesos tubos de goma por los que se le practicó
preoperatorio como desensibilizante. Furriel y durante 1 mes lavados diarios con 1am isma solución.
Tomalino (151) afirman que ninguna terapéu­ Ocho años después (1973) curación clínica y radio­
tica biológica debe ser dirigida a alterar la lógica.
salud del parásito; cuando éste es perturbado
en su delo vital aparecen en el huésped lesio­ Cuando usamos grandes cantidades de suero
nes anatomopatológicas, intensa sintomatología salado, sobre todo en el peritoneo, forzamos
y siembras secundarias. la diuresis con suero glucosado isotónico y
Para Ivanissevich (286) se trata de un tra­ diuréticos para eliminar el ClNa absorbido en
tamiento sin base cierta, de resultados muy exceso y evitar la obstrucción de los túbulos
discutibles, y que no puede sustituir, oponer­ renales por una discreta hemoglobinuria que
se ni demorar el tratamiento quirúrgico. hemos observado en estos casos (132).
Pérez Fontana y Pérez del Castillo (121,117)
lo han utiliza·do; han tratado además de pro­ C) Tratamiento quirúrgico.
ducir una vacuna que actuara sobre los ani­
males en los que se desarrolla la forma quís­ l. Anestesia. Usamos siempre anestesia ge­
tica (125). neral con intubación traqueal. Si existen otros
COMPLICACIONES HEPA'OBILIARES DE LA .HIDATIDOSIS 45

Q.H. pulmonares o se sospecha un tránsito in­


minente no se debe operar sin sonda de Car­
lens ( 74). La pérdida de un enfermo por ca­
recer de ella nos ha hecho ser estrictos en
este sentido ( 93). Es obligatorio el dominio
de una gruesa vena para la administración de
sangre, antibióticos, corticoides y antihistamí­
nicos en el acto operatorio.
2. Abord , lajes. "El abordaje debe ser amplio,
bien ubicado, respetuoso de las estructuras ana­
tómicas y de la fisiología parietal, y suscepti­
ble de ampliación fácilmente reparable. A ve­
ces es la etapa fundamental y dedsiva en el
tratamiento quirúrgico [Cendán (32)].
Cendán (32) aconseja una incisión arciforme,
oblicua, subcostal que se inicia por encima de
la 11- costilla en el 109 espacio y que se pro­
longa hasta la línea media pudiendo si es ne­ FIG. 2.- Paciente en decúbito lateral izquierdo. Ya se
cesario sobrepasarla y llegar hasta el reborde han tratado quistes anteriores. Abordaje posterior por
costal izquierdo (fig. 1). Si es necesario se el 109 espacio intercostal (fondo de saco pleural si­
puede prolongar hacia atrás por el 109 espacio. nequiado). H) Hígado; t) Tubo de quistostomía; d)
diafragma seccionado; x) dedo del cirujano ayudante
Larghero ( 74) realiza su incisión transver­ que señala el lugar más apto para el abordaje poste-
sa clásica que hemos utilizado muchas veces.
rior en el mismo acto operatorio (Y.P. y H.M.)
Nosotros siempre avanzamos sobre el recto
opuesto. Se prolonga fácilmente al tórax por
toracofrenotomía. Palma preconiza el aborda­
je por mediana con sección del xifoides y pro­ tratar la mayoría de los Q.H. hepáticos. Ver­
longada siempre por debajo del ombligo, para goz .351) es de la misma opinión.
Cuando el desarrollo de la E.H. es hacia
el tórax está indicado el abordaje de Méro­
la ( 95, 96).
El abordaje de elección posterior, por ejem­
plo por vía de la ll- costilla (91,181), requiere
un diagnóstico topográfico exacto preoperatorio
que sólo lo pueden dar la gammagrafía (149)
o una exploración quirúrgica anterior.
En caso de Q.H. posterior, no abordable por
vía anterior, no hemos dudado en modificar
la posición del enfermo llevándolo al decúbito
lateral izquierdo; mientras el ayudante señala
la zona posterior más adecuada el cirujano rea­
liza la incisión y el drenaje (fig. 2).
3. Movilización del hígwdlo y expforación.
La movilización debe ser completa. La sección
de ambos ligamentos triangulares, de los liga­
mentos redondo y falciforme, el decolamiento
duodeno pancreático, y la sección de adheren­
cias patológicas sumados a una .completa re­
lajación anestésica permiten una correcta ex­
ploración y facilitan el tratamiento quirúrgi­
co (74, 132).
4. Siembras operatorias. La protección de
la brecha parietal y del campo operatorio con
compresas embebidas en ClNa debe ser cuida­
dosa. Se debe contar con un aspirador poten­
te y ClNa en abundante. Para nosotros el la­
vado generoso con esta sustancia es el factor
más importante para evitar las siembras.
5. Quistostomía. Se trata del drenaje ex­
terno indirecto, con tubos o sonda de Pezzer.
No usamos la marsupialización.
La quistos, tomía es el método más utiHzado,
y con él se han solucionado los problemas• más
difíciles y graves de la E.H. Es rápido, poco
agresivo, pero no menos difícil de indicar y
manejar.
El éxito depende de: 1) exploración cui­
dadosa de la cavidad (maniobra de Arce (.286),
FIG 1.-Incisión utilizada por Cendán (32) que mues­ palpación bimanual intracavitaria y a travs del
tra las ampliaciones al lOQ espacio y al hipocondrio iz­ parénquima hepático (32.) etc.); 2-) la rsec­
quierdo. Dibujo original del trabajo de Cendán (32). ción de la adventicia emergente con hemostasis
446 Y. PORRAS

cuidadosa de los bordes; 3) y el manejo co­


rrecto de los tubos de avenamiento en el post­
operatorio. Los tupos deben ser, gruesos, con
buena luz y consistentes, ubicados en las zonas
declives de la cavidad adventicia!, bien lle­
vados y sacados ppr la pared abdominal sin
angulaciones; siempre por una contrabertura
amplia. Hemos visto tubos estrangulados por
la pared abdominal en el postoperatorio. El
orificio de contrabertura se hace más pequeño
y más alto cuando el paciente es descurarizado
y recupera el tono muscular (132). FIG. 3.-C) Adventicia calcificada; F) Adventicia fi­
En cavidades grardes y altas utilizamos 2 tu­ brosa; H) Hígado. Planos de adventicectomía: 1) in­
bos para realizar lavados. Esto lo hacemos traadventicial; 2) hepatoadventicial; 3) intrahepático.
diariamente con suero fisiológico y antibióticos.
Cada vez usamos más la aspiración ·continua mayoría de los pequeños vasos están fibrosa­
sobretodo en las primeras 72 horas. Cada tres dos o involucrados por la adventicia. Se uti­
días realizamos controles bacteriológicos y mo­ lizan diversos instrumentos: mango de bisturí,
dificamos la administración de los antibióticos espátulas, ruginas, etc. (190, 145, 14).
de acuerdo al antibiograma. A la semana cam­ El plano intra-adventicial fue señalado por
biamos el tubo por otro del mismo diámetro, Constantini (226); separa las capas más inter­
luego realizamos esto más frecuentemente para nas, fibrosadas y calcificadas, de la adventicia
tener drenadas las cavidades con tubos recien­ del tejido conjuntivo adventicia! más periférico,
temente esterilizados. La quistografía postop-­ "que es la parte de la adventicia perteneciente
ratoria es la norma y de ella depende el mo­ al hígado (45)".
mento en que se cjebe retirar el tubo. Existe a veces espontáneamente (lo que fa­
6. Adventicectomías. La extirpación de la cilita la llamada excocleación interna de Mag­
adventicia persigue: 1) suprimir el problema nusson), o después del drenaje (168, 6). En
de la cavidad resiqual (32) y evitar la enfer­ realidad el camino •intra-adventicial es fácil
medad adventicia! del postoperatorio de los y seguro cuando la separación de las capas in­
quistes tratados por el drenaje (6); 2) re,301- ternas está en marcha.
ver el problema de la diverticulización del Nosotros preferimos avanzar por un camino
saco adventicia! (254, 72) y eliminar la fibrosis intrahepático; avanzamos por el parénquima
perihidática (31); 3) disminuir la morbilidad vecino al Q.H. haciendo la disección con los
y la prolongación del postoperatorio. Los ries­ dedos por digitoclasia e individualizamos por
gos son mayores que en el drenaje, pero pue­ el tacto los pedículos a ligar; maniobra que
den ser los mismos o mayores que las hepa­ realizamos con pinza de Canes y material
tectomíaG regladas (114) (rupturas, necrosis irreabsorbible. Con esta maniobra la ligadura
postoperatorias de zonas sin vascularización, es más segura porque se aplica en una zona
etc.). del vaso donde su anatomía está más conser­
La indicación sµrge del conocimiento de vada.
la topografía del q.H. y del estado de la ad­ Pozzi (333) en 1897 fue el primero· ·que rea­
venticia. "Cuanto más fibrosa y calcárea más lizó una extirpación adventicia!. Vamos a uti­
interesa eliminarla y más fácil resulta su cli­ lizar la denominación dada por Cendán que
vaje y su extirpación ( Q.H. •calcificado) (32)". nos parece la más correcta (32).
Los estudios .gammagráficos (175) y angio­ a) Quistectomía. Cendán (32) la define
gráficos (86) preoperatorios; la colangiografía como la extirpación del quiste (parásito y ad­
intraoperatoria (131) y la-, palpación bima­ venticia) sin evacuación previa.
nual (32.) realizarán un diagnóstico topográfico Otros autores la llaman· quistectomía cerra­
correcto. da, o en block, o quistectomía a lo Napalkoff,
Cendán (32.) indica las adventicectomías en cirujano ruso que la propuso en 1904 y en
los extremos de ambos lóbulos, en los seg­ 1925 (325). Constituye el tratamiento ideal
mentos 2, 3, 4, 5, 6 y en la periferia del 7 pues extirpa totalmente el Q.H. sin apertura
y el 8 de Couinaud (231); indicaciones que no­ del mismo (74). Para realizarla se requiere el
sotros seguimos estrictamente. La herida de conocimiento de la topografía, de la relación
los gruesos elemento5 del pedículo glissoniano vásculo-biliar y una gruesa adventicia fibrosa
y del sistema venoso cavo-suprahepático pueden o calcificada para evitar la rotura de la misma
ser catastróficos. En principio los Q.H. del en las maniobras (74, 14).
hígado medio (14) (centrales, yuxtahiliares, b) Adventicectomía total (32). Llamada por
del lóbulo de Spiegel), no deben ser tratados otros (74) quistectomía abierta o de Vigne­
por resección adventicia!. Para medir la pro­ ron (353). Luego de evacuar el contenido se
fundidad del Q.H., B. Ríos (154.) realiza la rese,ca totalmente la adventicia. Tiene algunas
palpación en el parénquima hepático sobre la ventajas sobre la anterior: 1) nos pone a
zona sumergida del Q.H.; no,3otros realizamos cubierto de la contaminación por ruptura in­
la misma maniobra luego de haber seccionado tempestiva y salida del contenido parasitario
en corona la cáp-3ula de Glisson. vecina al Q.H. no tratado; 2) la disección se ve favore-cida
Planos de a,dventicectomía. Existen tres pla­ por el apoyo de los dedos en el interior de la
nos por donde el •cirujano puede recorrer el adventicia; 3) permite traccionar de los bordes
camino de las adventicectomías (Fig..3). El como lo aconseja Casiraghi (221) lo que fa­
más utilizado es el hepato-adventicial. Está cilita la maniobra; 4) permite detenerse y de­
bien delimitado aunque no es avascular. La cidir una adventicectomía parcial.
COMPLICACIONES HEPATOBILIARES DE LA HIDATIDOSIS 447

perficial se puede cerrar lo poco que queda


de la cavidad. Si es más profundo y ha que­
dado un trozo importante de adventicia dre­
namos con tubo al exterior. No. usamos la téc­
nica de Mabit (305) que abandona la cavidad
sin sutura pues existe riesgo de bilirragia in­
traperitoneal secundaria por desprendimiento
de la adventicia (32, 2 5
- ).
AE 7. Resecciones atípicas. Son quiste.ctomías
o adventicectomías en los que se extirpan los
sectores de parénquima vecinos laminados o
atróficos por el crecimiento parasitario (32),
o con el fin de no dejar un sector de hígado
converti·do en un colgajo aberrante y desvas­
cularizado, verdadero secuestro hepático (209).
FrG. 4.-AE) Adventicia extravisceral. AI-1) Adventi­
Se mejora así el afrontamiento de las super­
cia intravisceraJ sin riesgos. AI-2) Adventicia intravis­
ficies (32). Bourgeon (209) las denomina pe­
ceral con riesgos. [Imitado de Larghero, Venturino y
riquisto-resecciones. Se realizan muy fácil­
Broli ( 74) J.
mente en el sector lateral del lóbulo izquier­
do (209).

-c) Adventic-ectomía parcial. Del punto de


vista quirúrgico se deben considerar tres zonas
de la adventicia (Fig. 4): adventicia emer­
gente (74) o extravisceral (32); adventicia in­
travisceral (32) sin riesgos (74) que es intra­
hepática pero alejada de los gruesos vasos, y
por último la adventicia intravisceral con ries­
gos (74) que es la zona más profunda y más
cercana a los sectores medios del hígado, donde
la relación vasculobiliar es más importante.
Barreneche (14) la denomina muy gráficamen-
e el hilio del quiste. Por lo tanto la adven­
tkectomía puede ser extravisceral, o e,xtra­
visceral y parcialmente intravisceral dejando
la adventicia interna con riesgos (74). El
abandono de un pequeño sector profundo no
causa grandes problemas pero pone a cubierto
de las heridas vasculares en las zonas peli­
grosas (32). FrG. 5.- H) Hidatidosis múltiple del lóbulo izquierdo
d) Adventicectomía en bandas de Casira­ del hígado ( segmentos 2 y 3). Ya se seccionaron el
ghi (2.1). Según este autor al traccionar de ligamento triangular izquierdo, el ligamento suspen­
los bordes adventiciales se produce una fisu­ sor (i) y el ligamento redondo (j). f) bazo; g) gran
ración de las zonas más fibrosas y calcificadas. tuberosidad gástrica.
La realización de pequeñas incisiones permite
extraer sectores de la adventicia y realizar la
mejor aproximación de las paredes de la cavi­ 8. Resecciones hepáticas regladas. Aunque
dad. No la hemos utilizado. Algunos autores las primeras fueron realizadas en el siglo pa­
la consideran riesgosa. sado, el mayor mérito le corresponde a Ton
e) Adventicectomía diferida o secundaria. That Tung (346, 347) que presentó en 1939
Puede ser impuesta por las complicaciones o una observación a la Sociedad de Cirugía de
deliberadamente diferida (32). París. Luego vienen las comunicaciones de
Aunque el cirujano debe aceptar una fístula, Lortat-Jacob (303), Seneque (341), Hepp (278),
un postoperatorio prolongado y una segunda Le Roy (301), etc. Bourgeon (201, 204, 208,
operación, debe ser tenida en cuenta (32). 20
. 9) presentó grandes series estableciendo sus
Después de evacuado un Q.H. la zona más indicaciones y contraindica-ciones. En nuestro
interna de la adventicia necrosada y calcificada medio los trabajos más importantes se deben
tiende a desprenderse (35, 168, 6). De este mo­ a Parodi (111, 112, 113, 114).
do resolvimos satisfactoriamente un enorme El planteo frente a ellas se resume en la
Q.H. calcificado del lóbulo de Spiegel (132) afirmación de Cendán (32) : "sus indicaciones
(Fig. ). en la hidatidosis fluctúan entre el deseo del
Conducta con .a superficie cruenta o con La cirujano de practicar re-secciones seguras y sin
cavidad luego de realizar resecciones cvdfven­ secuelas y el temor de practicar una operación
tidales. Se debe revisar -cuidadosamente la excesiva".
hemostasis y la bilistasis. Luego de la quis­ Para Parodi (114) sus indicaciones surgen
tectomía en block se deben aproximar los bor­ "del balance entre lo que se va a dejar luego
des cruentos del hígado. Hemos utilizado el de una quistostomía (saco visceral alterado,
epiplón para peritonizar; la maniobra debe ser calcificado, zonas de atrofia hepática, etc.); y
cuidadosa evitando torsiones y lesiones vascu­ de los riesgos de una quistectomía (atrofia y
lares del mismo (51). Si el Q.H. es muy su- necrosis paren _uimatosa). Las hepatectomías
448 Y. PORRAS

regladas tratan lesiones irreversibles viscerales lesión de una gruesa vena supra-hepática puede
y son d e menor riesgo que las quistecto­ obligar a una hepatectomía parcial. Se debe
mías" (114). estar pronto · para dominar la vena cava in­
Resumimos las indicaciones de las publica­ ferior en su sector infrahepático, y seccionando
ciones de Larghero (74), Parodi (113,114), y el diafragma, en u sector alto (32). La liga­
Cendán (32.): a) grandes Q.H. con adventicias dura de la cava inferior por encima del hígado
muy alteradas y destrucción casi total de un es catastrófica (32.). El mechado de la zona
lóbulo, o de uno o varios segmentos; b) la sangrante debe ser un método provisorio o de
E. múltiple confluente; c) las lesiones se.cue­ excepción si no se ha podido individualizar el
lares, cavidades residuales, etc., donde la fi­ vaso que sangra. La infección y la bilirragia
brosis y la alteración de la vía biliar llevan acompañan a este procedimiento (14, 32).
al fracaso a las exéresis locales y a las ope,ra­ Adherencias con órganos extrahepáticos (14).
ciones de drenaje; d) las formas micropoli­ Así como la resección de la adventicia intra­
quísticas, infiltrantes y exógenas, que tienen visceral puede lesionar vasos importantes, el
una evolución y una malignidad semejante desprendimiento d·e la adventicia emergente o
a la E. alveolar (74). extravisceral puede lesionar órganos vecinos al
Para la realización de hepatectomías regla­ intentar la separación. En lo posible se debe
das ( exéresis de un territorio visceral definido tratar de separarla de los tejidos vecinos. En
por vía cisura!), se necesita que el o los Q.H. nuestra serie hubo que realizar una resección
asienten en unidades de resección técnicamente segmentaría de ·colon tra:,verso en un Q.H.
re;ecables ( 114). Escapa del tema el análisis calcificado y fistulizado al mismo. En un viejo
anatómico del hígado y de las diferentes téc­ Q.H. drenado anteriormente en otro servicio
nicas quirúrgicas. realizamos una antrectomía por involucro d�
Las hepatectomías regladas más utilizadas la pared posterior del estómago.
son: la lobectomía derecha o izquierda, la re­ Si el epiplón está adherido debe ser reseca­
sección de los segmentos 5 y 6, la del seg­ do (14). En el caso del diafragma se debe
mento 4 y la resección de los segmentos resecar el tejido enfermo y realizar la sutura
2 y 3 (32). sobre músculo sano (74). · La extensión del
Larghero (74) señala en 125 observaciones proceso adventicia! puede obligar a dejar sec­
3 resecciones lobares. Cendán (32) en más de tores e, adventicia en el diafragma. En este
200 operaciones realizadas por Q.H. ha reali­ caso se debe evitar la acumulación de exudados
zado 3 segmentectomías regladas. y la perforación por tubos muy duros o in­
Nuestra experiencia es limitada. Hemos he­ correctamente colocados (74).
cho una sectoriectomía lateral izquierda (Figs. Drenajes perihepáticos. Usamos drenajes sub­
5 y 6) (segmentos 2 y 3) por E. múltiple. hepáticos e interhepatofrénicos cuando por la
Al hacer 2 quistectomías por Q.H. calcificado, topografía o la magnitud de la resección lo
una del segm·ento 4 y otra de los segmentos 5 requieren. Las -condiciones tensionales subdia­
y ·6, pudimos completarlas ligando los pedícu­ fragmáticas favorecen la acumulación de san­
los de dichos segmentos. gre, exudados y bilis con su consecuencia: el
No hemos encontrado en nuestros enfer­ abceso subfrénico. Hemos abandonado los dre­
mos claras indicaciones de resecciones regla­ najes en cigarrillo. Un grueso tubo de goma
das (132). permite la mejor salida de los exudados, (me­
Manejo de las vías biliares en las adventi­ jor aún con aspiración continua las primeras
cectomías, y en las rese· cciones hepáticas (32). 48 horas), y la entrada de aire permite luego
Si la resección ha sido importante, si la co­ "r.acomodar" el -contenido de la región. Hemos
lostasis deja duda, y si existen condicioneB de­ tenido 2 abcesos subfrénicos por no seguir estas
terminantes de hipertensión biliar, se debe directivas.
drenar la vía biliar por colecistostomía o co­ !f. Epiploplastia. Hablaremos sobre eUa al
ledocostomía (.32). Si ha quedado abierto un tratar ·el Q.H. -calcificado. En general la uti­
grueso canal biliar preferimos no suturarlo de­ lizamos para peritonizar superficies cruentas
jando pasado un tubo de poHetileno al colédoco sobre todo después de adventicectomías.
como lo aconseja Parodi (113, 114) y agregar 10. Drenajes internos. El abandono de la
si es necesario una coledocostomía (113, 114). cavidad adventicia! abierta al peritoneo, con
"La ligadura de los canales biliares no da se­ o sin resección de la adventicia emergen­
guridad si existe una hipertensión biliar, por­ te (305) lo realizamos solamente en el trata­
que la bilis no coagula y el muñón de la liga­ miento de los Q.H. perihepáticos de siembra.
dura cae produciéndose bilirragia con la peri­ El drenaje al duodeno por esfinteroplastia,
tonitis subsiguiente" (111). como lo preconiza Goinard (270,271) sistemá­
El problema de la hemorragia intraopera­ ticamente nos parece un exceso; lo utilizamos
toria en las a,,venticectomías y en las resec­ cuando existen lesiones papilares francas.
ciones hepáticas. Es la .complicación más fre­ La quisto-yeyunostomía, preconizada por Pe­
cuente y grave intraoperatoria. Se debe contar gullo y Pelissier (329) es para nosotros un
con la descubierta de una gruesa vena y tran­ método de excepción a aplicar solamente en
fusión abundante. algunas fístulas biliares postoperatorias (11O).
No se debe arriesgar un enfermo ·en un am­ La quisto-colecistostomía realizada por Cor­
biente quirúrgico inadecuado. El cirujano debe neleac y col. (230') merece una severa crítica,
conocer a fondo la anatomía y el manejo de al drenar el Q.H. a la vesícula órgano diver­
la hemostasis de1 hígado. El clampeo provi­ ticular y de stasis (25).
sorio del pedículo hepático puede ayudar a in­ 11. Cierre y abandono a la manerw de Po­
dividualizar el vaso sangrante (111, -32). La sadas. Lo utilizamos sólo en niños, con Q.H.
COMPLICACIONES HEPATOBILIARES DE LA HIDAT1D0S1S 449

con adventicias laxas y colapsables (158). No mitido estudiar a fondo los fenómenos de atro­
se debe realizar · en Q.H. supurados, calcifica­ fia y de hipertrofia compensadora (171, 172,
dos, o con complicaciones biliares. ·Expone fre­ 173,174,175).
cuentemente a un abceso intrahepático posto­ Es común encontrar el ángulo derecho del
peratorio (74). colon en posición subdiafragmática en pacien­
tes que han sido operados por gruesos Q.H.
VI) LESIONES DEL PARENQUIMA
del lóbulo derecho (74).
HEPATICO EN LA E.H. (74) La atrofia periquísti-ca ha sido un argumento
a favor de las resecciones hepáticas (204, 208).
La agresión del parénquima hepático es el
denominador común patogénico por el que ac­ B) Equinococosis hepática. Fibrosis
túa el Q.H. Dichas lesiones gravitan en un y cirrosis.
10 % entre las causas de mortalidad (74).
l. Cirrosis portal. La cirrosis es una en­
A) Atrofias. fermedad crónica con una anatomía patológica
compleja que la caracteriza: degeneración y
Davaine (237) dice comentando una histo­ necrosis del hepatocito, regeneración nodular
ria, en 1877, "que cuando el quiste ha adqui­ activa y fibrosis (92). Con este criterio "la
rido gran volumen el hígado sufre una atrofia cirrosis es excepcional en la E.H. (45).
más o menos extendida". Dévé (255) en 1928 Dévé (255) al hacer un análisis de varias
afirma que la obliteración de una rama de la observaciones de cirrosis con hipertensión por­
vena porta explica los focos de atrofia escle­ tal y ascitis agrega: a) la extraña rare.za de
rosa. Loubbard (14) presentó un caso que ter­ tal asociación (cirrosis y E.H.) sobre todo en
minó con la muerte del enfermo atribuyendo la E.H. múltiple; b) que el proceso "fibrótico"
la causa de la misma no solamente a la com­ no predomina en el ambiente periparasitario;
presión sobre el parénquima sino sobre los c) y que dichas lesiones no se encuentran en
elementos vásc· ulo-nerviosos. Chifflet y Del la E. veterinaria que frecuentemente es ma­
Campo (33, 52) señalaron en nuestro medio la siva. Concluye al final: "Selon toutes proba­
intensidad del proceso. Urioste, Piaggio Blanco bilités, dans les cas jusqu'ici invoqué on n'avait
y Dubourdieu (178) en 1943 publicaron una en affaire qu'a de simples coincidences patho­
observación de atrofia postoperatoria. El tra­ logiques" (255).
bajo más interesante sobre este aspecto de la Martínez Prado y Gómez del Valle (92-)
klatidosis lo atribuimos a Hueston (282) que en un estudio sobre 509 cirrosis auténticas del
en 1954 publicó un trabajo sobre 4 e-studios Hospital de Clínicas de Montevideo encontra­
necrópsicos de pacientes con E.H. fallecidos ron 6 casos (1,2. % ) asociados de cirrosis y
por otras causas y en los que dicha afección equinococosis. Dos casos de irrosis de Laenec
no había sido diagnosticada. correspondían a .2 alcoholistas; 1 caso de ci­
Después de analizar toda la documentación rrosis postnecrótica, posthepatitis; 1 c- aso de
experimental (282,316, 2,15) hasta esa fecha cirrosis biliar pero secundaria a la ligadura
estableció que: "el mecanismo de la atrofia accidental del colédoco. En 2. casos no se pudo
en la E.H. se debe a un proceso gradual en el determinar la anatomía patológica. En estos
que intervienn la oclusión lenta de elementos pacientes, los autores (92) demostraron la no
portales, arteria hepática y canales biliares. En vinculación etiopatogénica entre uno y otro
los 4 hígados estudiados no había evidencia de proceso. Es demostrativa la alta frecuencia
oclusión de una estructura más que otra; todas de la E.H. múltiple sin irrosis concomitan­
habían sido envueltas y comprometidas lenta­ te (45, 92), que corrobora la asociación acci­
mente por la ,cápsula fibrosa adventicia!". dental o simple ,coincidencia (45, 92), sobre
Mallet-Guy y Tavares (.309) al estudiar ex­ todo en el campo "donde la hidatidosis, alco­
perimentalmente los e-fectos de las ligaduras holismo y disalimentación son frecuentes" (92).
de las venas suprahepáticas sobre Ia circula­ 2,. Cirrosis biliar. Es la etapa final •de una
ción (congestión, anastomosis intersuprahepá­ colestasis intra o extrahepática crónica donde
ticas, etc.) demostraron que a la larga se pro- el factor obstructivo es el elemento fundamen­
uce una atrofia y una fibrosis subsecuente. tal (92, 103) lo que está demostrado experi­
Estos hechos han sido avalados por la clínica mentalmente (215, .239).
la anatomía patológica. La fibrosis secundaria a la colestasis se hace
La atrofia indirecta de causa vascular o biliar más intensa cuando la infección está asociada
puede estar en el mismo sector del Q.H. o en llegándose más rápidamente a la cirrosis bi­
otro; la topografía depende del pedículo afec­ liar (332).
tado (14). Pequeños quistes profundamente si­ Dévé (255) reportó una cirrosis biliar mo­
tuados, yuxtasuprahepáticos o vecinos al hilio nolobar en un cordero producida por la com­
hepático, pueden dar graves atrofias. presión crónica de un grueso conducto biliar
A esta atrofia indirecta debemos agregar la parahiliar.
atrofia por compresión directa ·del parénquima Muñoz Monteavaro y Negrotto (103) no
por el desarrollo expansivo del quiste (255). mencionan la E.H. como causa de cirrosis
Puede hacerse de dentro hacia afuera, por Q.H. biliar. Martínez Prado y Gómez del Valle
gigante central del lóbulo derecho (271), o de afirman que: "el Q.H. abierto en vías bilia­
afuera hacia adentro en los casos de E. múltiple res (Q.A.V.B.) es una razón etiológica que
perihepática (52 ,45). teóricamente cabe dentro de la cirrosis biliar
La colangiografía (31,203), la angiogra­ pero no ,conocemos ningún caso indiscutible en
fía (196,197, 86, 87) la centellografía han per- nuestro país" (92).
450 Y. PORAS

Para Ivanissevich (286) las cirrosis biliares D) Fenómenos inflamatorios en el tejido


de origen hidatídico son menos frec1entes que conjuntivo del hígado.
las cirrosi; venosas (fibrosis) porque la oclu­
sión de los conductos biliares por la hidátide Predominan en los espacios porta (74).
es siempre más tardía que la oclusión de las Su causa es . múltiple: de orden séptico a partir
venas intrahepáticas (286). Si queda una fi­ del saco visceral o de los colangiolos (45) ·
brosis sistematizada biliar ella es debida más fenóm�nos de orden inmunoalérgicos, etc. Co�
a la infección provocada por la colo�stasis que �º. existe una franca comunicación conjuntiva,
a la presencia de elementos hidáticos (74). billar, vascular y linfática con el tejido celular
"Las ictericias obstructivas hoy en día se que rodea el pedículo hepático y la vía biliar
diagnostican y operan rápidamente, los obs­ extrahepática el cirujano encuentra la primera
táculos son suprimidos y la infección •dominada expresi,ón de estos procesos en dicho sector:
por el drenaje y los antibióticos" (�2). adenopatías, edema, fibrosis, pericoledocitis
etc. Existen formas exudativas agudas (7·4,. 45)'
3. Fibrosis por granulomas de l, quitinosa donde predomina el edema intersticial con gran
y fi,brosis perihidática. Aunque fueron des­ riqueza de eosinófilos, sobre todo en la zona
critos en el siglo pasado (221) adquirieron vecina al quiste o en todo el hígado. Se ven
trascend�ncia patológica gradas a los trabajo$ en sujetos jóvenes y se acompañan de reaccio­
de _Lasmer, Ardao y Cassinelli (80) que es­
nes alérgicas generales (151).
tudiando el tejido de granulación - de un antiguo
Q.H. operado comprobaron reacciones granu­ , Chifflet ( 45) denomina fluxión aguda del
lomatosas alrededor de restos de quitinosa ex­ higado a un proceso en el que domina la
foliada y englobamiento de dichos fragmentos congstión_ y el edema, que puede ser regional
por -células fagocitarías. Emitieron la hipótesis o generalizado y se traduce por subictericia
de que estos restos transportados por vía ca­ Y. hepa�ome�alia dolorosa. Son •de origen sép­
nalicular o linfática podían dar origen a nuevos üco difundidas por el tejido intersticial y
centros de irradiación fibrótica. acompañan al Q.H. supurado cuando ste hace
un empuje bacteriano ( 45).
Dévé (255) puso en duda la ·capacidad de
que este proceso produjera una cirrosis exten­ Como veremos al tratar las· complicaciones
siva con insuficiencia hepática. biliares son frecuentes los focos supurados de
los espac10s porta secundarios a infecciones de
Para Larghero (74) -el granuloma formado Ios colangiolos ( 45).
alrededor de los restos de la cuticular crea una
fibrosis moderadamente extensiva que rodea Otras veces se encuentra una infiltración
al quiste. masiva a eosinófilos, (forma infiltrativa celu­
lar para Chifflet ( 45) o hepatitis a eosinófilos
En realidad los fenómenos agudos de infla­ para Larghero) (74). Dice Larghero en su li­
mación hiperérgica repetidos pueden dejar se­ bro: "esta eosinofilia local periquística fue
cuelas fibróticas y tener importancia decisiva descrita por Sabrazés ( 340) en 1903, y se ve
cuando se suman a otros factores deletéreos: no solamente alrededor d e vesículas hidáticas
infección, compresión y trombosis vascular co­ sino que nace por la simple inoculación ex­
mo se ve en la E. múltiple fundamental­ perimental de es colex". Toma a veces un as­
mente (31). pecto tumoral (74).
4.. Fi�rosis en la E.H. Se debe interpretar
1� flbros1s en la E.H. como un fenómeno depen­
diente de la compresión vascular y biliar y de E) Congestión hepática.
la infección. Los fenómenos fibróticos más
importantes son secundario.s a trombosis de las Cuando existe compresión de una gruesa vena
venas suprahepáticas; se ven sobre todo en suprahepática hay congestión por compromiso
los Q.H. gigantes posterosuperiores del lóbulo de la vía de salida; puede asentar en el terri­
dere,cho, muchos de ellos transitados al tórax �orio parasitado o en el sano (86). Si es muy
coio lo veremos en el capítulo de las -compli­ imp?rtante se produce la llamada seudohiper­
cac10nes vasculares. trofla (197, 86), muy difícil de diferenciar en
el acto operatorio de la hipertrofia ve,rdade­
De acuerdo al concepto actuwl de Las cirro­ ra (86). En la esplenoportografía se aprecia
sis hepáticas no se rdebe emplear este término en la faz de hepatograma que se muestra pro­
para denominar las fibrosis que se ven en los longada (86).
híf!ados equinoco·cósicos, y que tienen diferente
etiopatogenia, anatomía patológica y evolución La conges- tión puede ser: "segmentaría, lo­
que Las auténtic<as cirrosis (86, 87, 45, 57). bar o universal. Se traduce a veces al examen
de la superficie del órgano por zo�as de con­
tornos geográficos, azuladas, reticuladas mez­
C) Infiltración y d1egeneración grasosa
1
cladas con zonas amarillentas de isquemia" (74).
y amiloidea (31, 74).
. En los . emp_u�es �gudos _de congestión hepá­
tica P?: msuflc1�ncia cardiaca, el hígado equi­
La est_eatosis y la degeneración grasa son n?�O�osico ad.mere gran volumen siendo muy
secundarias sobre todo a la hipoxia por tras­ dificil normalizar su volumen por la medica­
torn.s vasculares. .Son común en el Q.H. su­ ción cardíaca ( 45).
purado donde adoptan una topografía lobar o
se�torial vecina al Q.H. (74). El hígado· es
friable y sangra con facilidad. El aspecto ama­ VII) EQUINOCOCOSIS HEPATICA
rillento debe contraindicar las resecciones he­ SUPURADA (E,H.S.)
páticas (112). En la necropsia de sujetos con
postoperatorios arrastrados (supuración) se Concepto. Complicación frecuene y grave
agrega la degene,ración amiloidea (31). sobre todo en viejos, pacientes con taras orgá-
COMPLICACIONES HEPATOBILIARES DE LA HIDATIDOSIS 451

nicas o con patología biliar asociada. La múl­ Caroli (�18) y Hess (281) afirman que ésta
tiple supuración en el E.H. múltiple conduce es inofem¡iva hasta tanto no se produzca una
casi siempre a evoluciones severas. retención biliar, que ocurre frecuentemente en
La E.H.S. es prácticamente la antesala de la E.H. 1n las oclusiones completas de la vía
todas las complicaciones naturales y está en la biliar, neqplasmas sobre todo ( 281), no es fre­
base de las más graves complicaciones postope­ cuente la infección; "esta es una complicación
ratorias. En este sentido Dew (258) expresó clásica dl la obstrucción incompleta de las
en 1928: "debido a la producción de adheren­ vías biliares" (281).
cias entre el quiste y otros -órganos, y la relati­ La mayoría de los autores consideran que
vamente lenta difusión de los procesos supu­ la ruta bqiar es la más importante. La ruptu­
rados, la ruptura en pleura, bronquios, y canal ra en órganos vecinos (colon) o la comunica­
alimentario pueden ocurrir, y no hay duda que ción con los bronquios agregan otro tipo de
en la mayoría de tales complicaciones la su­ bacterias, así como la contaminación exógena
puración es la precursora y a menudo la causa que se prpduce luego de drenar un Q.H.
de la ruptura". La adventicitis simple o supurada, supura­
Larghero (74} la encuentra en un 18 % de ción del S!CO visceral (45) es el punto de par­
sus enfermos. Nosotros en un 29,4 % . La re­ tida de lo� proc. esas supurados hacia la cámara
lación con otras complicaciones fue la siguiente parasitariq o hacia el parénquima hepático (45).
en nuBtra ,erie: En un principio se puede constituir un •derrame
biliar supurado, al que Ivanissevich (28 . 6) lla­
Supuración sola . . . 57 ,8 % (22 casos) mó bilionw perivesicular; el espacio inter, cis­
Q.A.V.B.(9) y colangitis(5) 36,8 % (14 " )
toadventicfal de virtual se hace real. La mem­
Tránsitos hepatotorácicos . 5,2 % ( 2, " ) brana parasitaria degenera y termina por
Encontramos 3 supuraciones metastásicas, y romperse ,iando salida a las vesículas hijas a
, pioneumoquistes. En las 6 muertes de la se­ la cámara parasitaria (45). La adventicia se
rie, hubo supuración en 5. convierte en una verdadera membrana pióge­
En algunos casos la infección es de baja na (74) qµe exuda al inte,rior de la cámara
·irulencia, aislada por la reacción adventicia!, pus, bacterias y restos de desintegración celu­
lo que explica la aus:mcia de signos toxiinfec­ lar. La infección se propaga: por vecindad al
ciosos. Bastaría el acto operatorio para difun­ parénquima hepático o a través del intersticio,
dir la infección en el hígado y en la sangre. linfáticos, vasos sanguíneos o canalículos bilia­
Ictericias transitorias, hipotensión y algunas res. Si la comunicación a la vía biliar prin­
manifestaciones renales postoperatorias son el cipal es amplia se produce un verdadero in­
resultado de sepsis a gram negativos. cendio angiocolítico de todo el órgano. Un
ProtoLogía. La flora es polimicrobiana seme­ punto de discusión es la existencia d e formas
jante a la fecal: enterococo, coli, proteus y supuradas en Q.H. hialinos. Ivanissevich .286)
saprofitos. La presencia de gérmenes anaero­ ha observado tromboflebitis en la vecindad de
bios, perfringens y estreptococo, dan lugar a una hidátide hialina por propagación del pro­
la formación de gas con su consecuencia: pio­ ceso infecqioso adventicia!. Chifflet (45) ex­
neumoquistes hidatídicos del hígado (108, 109). presa que: "una supuraci-ón del saco visceral
Dew (258) daba cifras de un 15 a 20 % de se puede extender a todo el hígado y vías bi­
supuraciones piogaseosas. En la actualidad son liares encontrándose una hidátide entera, lím­
menos frecuentes dada la mayor sensibilidad pida y tensa ,con líquido cristal d e roca". Se
a los antibióticos de dichos gérmenes (286). admite que el pus puede ocupar el espacio pe­
Se discute las vías de llegada de los gérme­ rivesicular y la hidátide mantenerse intacta.
nes. Para Larghero (74) y otros autores (332) Según la evolutividad del proceso se pueden
el hígado -contiene normalmente .gérmenes in­ considerar un absceso hidatídico agudo o un
testinales traídos por la sangre portal, y que absceso fríp, "cuyo pus sorpr€nde al cirujano
se encontrarían en los espacios porta. A favor por la aus!ncia de manifestaciones regionales
cita 2 hechos: 1) la putrefacción rápida post­ o clínicas" (45). En este caso las descargas
mor• tem del hígado; 2) . el desarrollo rápido de bacterianas y purulentas se han hecho a la
anaerobios luego de la ligadura de la arteria cámara parasitaria (45), mientras la adventi­
hepática (74). El hígado sería un eliminador cia fibrosa�a ha impedido la absorción y el
normal de gérmenes hacia la bilis. Por vía pasaje d e productos bacterianos. Esto explica
sanguínea los microbios llegarían a la bilis y la latencia de muchos Q.H. supurados (258).
con ella pasan al intestino (286). La supuración es rara en el niño; el 90 %
La impor ancia de la vía arterial sería des­ de los Q.H. supurados se ven en los adul­
preciable dada la ausencia casi total de focos tos (255).
sépticos en el curso de las septicemias. Los El pus es turbio, teñido en bilis y más o
estudios bacteriológicos en el hígado normal menos fétido. Este carácter era aceptado an­
del perro han mostrado una rica flora anae­ tiguamente para diferenciar las supuracion€S
robia mientras que en los de hígado humano verdaderas de las falsas (258, 74).
han sido completamente asépticos (164). Los estudios bacteriológicos (pus, bilis, pa­
Para Gilbert y Lippman (267) el colédoco rénquima hepático), son los elementos que ob­
es un habitat normal de una rica flora bacte­ je,tivaran los gérmenes causales (74).
riana aerobia y anaerobia. Según Hess (281) El ga3 está constituido por C02 , metano y
las vías biliares no son necesariamente esté­ ácido sulfhfdrico, que le dan el olor particu­
riles, especialmente el colédoco inferior. As­ lar (258). El gas puede provenir de una co­
choff (191) demostró bacteriocolia en la tercera municación bronquial, digestiva o ser secun­
parte de todas las investigaciones practicadas. dario a punciones diagnósticas (109). Se ha
452 Y. PORRAS

descrito neumatosis de la vía biliar (109). La El drenaje del Q.H. supurado mejora al en­
supuración no impide la fertilidad de la larva; fermo y a su ictericia. La apertura del co­
así lo ha demostrado Casiraghi (221). lédoco si bien es útil es difícil, laboriosa y
La larga evolución y los procesos legenera­ prolongada y con la posibilidad de una este­
tivos pueden cambiar el aGpecto de la supura­ nosis en el futuro.
ción y el cirujano creerá estar en presenciá de El siguiente es un ejemplo claro:
un absceso hepático inespecífico. El examen
microscópico mostrará en este caso los ganchos '. M., hombre, 50 aias, Desde hace varios años he­
característicos (258, 255, 74, 45). patomegalia por lo que ha sido tratado como un cirró­
tico. Doce días antes del ingreso ictericia, coluria, aco­
Larghero (74) clasifica la E.H.S. en supura­ lia, oligoanuria marcada y cuadro toxiinfeccioso. Quie­
ción a foco único o focos múltiples. Esta úl­ nes lo ven piensan en la descompensación terminal de
tima la daGifica en: 1) por E. intrahe,pática una hepatopatía crónica. Ingresa muy obnubilado, don­
múltiple; 2) por E. múltiple interhepatofré­ de se comprueba el síndrome pigmentario y la deshi­
nica o subhepática; 3) flemón difuso; 4) abs­ dratación extrema, Llaman la atención dos hechos: la
cesos angiocolíticos múltiples. ausencia de elementos clínicos de insuficiencia hepa­
Clínica. Piaggio Blanco y Sanguinetti ( 130) tocítica crónica y la existencia de dolor y defensa en
clasifican los síntomas de la siguiente mane­ hipocondrio derec'ho y flanco. Rx.• de tórax y de ab­
ra: 1) síntomas dependientes de la repercu­ domen s/p., urea en sangre 3 gr. 20. Diagnóstico pri­
sión general; 2,) por la repercusión sobre las mario: peritonitis biliar por perforación vesicular o
víaG biliares; 3) por las alteraciones propias Q,A,V.B. Se realiza terapia intensiva durante 24 horas
del quiste; y 4) por síntomas de vecindad ( plasma, sueros, Lasbc, Wyamine, antibióticos, etc.), en
(pleurales, lumbares o abdominales), que de­ que mejora francamente, Recupera la diuressi y el sen­
penden de la topografía de la E.H.S. sorio. La urea desciende a 1 gr, 80. La defensa ab­
La hipertensión dentro del absceso hidatídi­ dominal retrocede y permite palpar una gruesa hepa­
co explica la intensidad de la hepatalgia y de tomegalia irregular, Se interviene con diagnóstico de
los síntomas generales (258), y favorecen la Q,A,V.B. con obstrucción mecánica del colédoco. Ope­
producción de hepatitis difusa. Los síntomas ración: 15/V/73 (Y.P. y H.M.). Se comprueba enorme
mejoran cuando la tenGión cae por el drenaje hepatomegalia roja con zonas amarillentas del tamaio
espontáneo o quirúrgico del Q.H. de una cabeza de alfiler en toda la superficie del órgano.
Larghero (74.) resumió la clínica de un pa­ Existe un Q.H, gigante centrohepático del lóbulo de­
ciente con E.H.S. en nuestro país: "hombre ,de recho calcificado y emergente por la cara inferior. Quis­
campo con decaimiento marcado del estado tostomía y aspiración de múltiples vesículas hijas ape­
general, con o sin ictericia, con hepatomegalia nas teñidas en bilis. El aspecto del Q,H, no explica el
dolorosa y circulación colateral debido al com­ cuadro clínico. Marcada inflamación del pedículo he­
promiso de las radículas intrahepáticas de la pático y de toda la vía biliar extrahepática. Abordaje
porta por- edema intersticial". del colédoco, que es muy fino y con intensa coledo­
La E.H.S., como ya vimos es de clínica po­ citis. Coledocotomía transversa. Hemobilia al abrirlo.
limorfa. Unas veces es un hallazgo operatorio, Nos queda la duda su origen: si fue por una compli­
otras veces el cuadro dáGico ,de un Q.A.V,B. cación primitiva del Q.H. o por la quistostomía pre­
o de un tránsito hepatobrónquico. via, aunque ésta fue exangüe, No hay obstáculos a la
Hoy en día no son comunes los pioneumo­ exploración mecánica de la vía biliar y los explorado­
quistes. En casos extremos el hallazgo de la res pasan fácilmente al duodeno. No existe comunica­
sonoridad suspendida en la base de,l tórax que ción franca con el Q,H, Se rota al enfermo al decúbito
podría confundirse con un neumotórax orien­ lateral izquierdo, drenándose por el 119 espacio inter­
ta el diagnóstico (109). Hemos operado varios costal otro Q.H, posterior de aspecto similar, sin ele­
pacientes con diagnóstico clínico de colecistitis mentos macroscópicos de grave supuración intraquística
aguda; la exploración demostró en ellos la exis­ como lo hacía suponer el cuadro clínico. Biopsia de
tencia de Q.H. supurados. hígado, Colecistostomía, Coledocostomía con tubo de
Las ictericias por angiocolitis más severas Kehr. Quistostomías, Drenajes perihepáticos. Evolu­
las hemos visto en la E.H.S. Mariano R. Cas­ ción: fallece a las pocas horas. Anatomía patológica
tex (222,), al hacer el relato al .29 Congreso (Dr. L, M. Falconi): fragmento de hígado, microscópi­
Nacional de Medicina en Buenos Aires en 1922 camente se observa fibrosis portal, pericolangitis, colan­
decía refiriéndose a las supuraciones por Q.H.: gitis, mícroabscesos portales y centrolobulillares con
" ... no es el absceso hidatídico el proceso he­ los caracteres de una angiocolitis supurada; fragmento
pático de mayor trascendencia en estos casos, de adventicia fibrosa esclerocalcificada con focos de
sino las lesiones difusas <le angiocolitis y de exudación leucocitaria en las porciones periféricas, los
hepatitis degenerativa y hasta necrosantes, vasos linfáticos periadventiciales presentan abundantes
traducidas clínicamente por el cuadro de la depósitos leucocitarias.
ictericia grave, que implica siempre un pronós­
tico sombrío, si bien no siempre letal". Comentario: 1) la ictericia en este enfer­
Sanjinés y Tomalino (159) al hablar de trán­ mo fue por una auténtica angiocolitis supura­
sitos hepatotorácicos por Q.H. abiertos inicial­ da; 2) se debería haber continuado el trata­
mente en la vía biliar con ictericia franca miento médico hasta poner el enfermo en
afirman: "el hallazgo de un colédoco normal mejores condiciones operatorias; 3) se debe
significa que la obstrucción biliar se encuen­ tratar de discernir la causa d e la ictericia en
tra en el hígado o en los canales biliares in­ una E.H.S. en el preoperatorio (funcional he­
trahepáticos". Para nosotros en enfermos con pático, gammagrafía, etc.), aunque es difícil
ictericia franca y con colédoco normal o fino en situaciones de urgencia y sobre todo en
la ictericia se debe en la mayoría de las si­ nuestros medios asistencials; 4) de todos mo­
tuaciones a severas angiocolitis. dos el hallazgo de un colédoco fino con pedí-
COMPLICACIONES HEPATOBILIARES DE LA HIDATIDOSIS 453

culitis marcada debe hacer pensar que la causa minente con las gravísimas consecuencias que
de la ictericia es una angiocolitis; 5) la biop­ ello supone (74).
sia hepática y los estudios bacteriológicos de­ La posibilidad de focos múltiples y la fre­
ben ser la regla; 6) llamamos la atención so­ cuente participación biliar obligan al cirujano
bre la hemobilia. a efectuar amplios abordajes. El drenaje de
Hemos visto en dos oportunidades E.H.S. sin el o los focos por quistoBtomía más el trata­
sintomatología abdominal ni ictericia presen­ miento de las lesiones biliares, solucionará el
tándose -como síndrome febril prolongado. En problema. Ya vimos la importancia de los dre­
uno el diagnóstico se hizo por punción, en el najes perihepático.s.
otro por gammagrafía. Tan importante como la cirugía es el ma­
Diagnóstico. Se plantea de acuerdo a las di­ nejo de la sepsis; supone un conocimiento
ferentes complicaciones que acompañan a la acabado de las infecciones por gram negati­
supuración, además de .síntomas locales y ge­ vos (355,155, .342).
nerales de supuración intrahepática. El error Se debe realizar:
más común de diagnóstico, que ocurre en un -estudios bacteriológicos y antibiogramas
37 % de los casos, es con la colangitis que seriados de la cavidad supurada, del trozo del
acompaña a la litiasis biliar (260). parénquima biopsiado, de la bilis y hemoculti­
El absceso amibiano no es común en nues­ vos que orientarán una �ntibioterapia racional;
tro medio. Se plantea frecuentemente, el diag­ -reposición adecuada d e la volemia con con­
nóstico diferencial con los abscesos subfrénicos. troles de preBión venosa, hematocrito, gases en
En la E.H.S. la leucocitosis en general es sangre, etc.;
alta; puede no serlo cuando la supuración es -combatir la vasoconstricción arteriolar que
abierto (258). producen las endotoxinas de los gram nega­
Las reacciones inmunológicas son positivas tivos (Wyamine);
en más del 80 % de los casos por el aumento -diagnóstico y tratamiento de la repercu­
de absorción de lo.s antígenos del líquido hi­ sión ·cardíaca que es constante y demostrada
datídico (258, 153). en estas infecciones;
-control (pre, intra y postoperatorio) de
La Rx. simple puede mostrar Ia hepatome­ la diuresis y mantenimiento de una buena fun­
galia, calcificaciones, elevación del diafragma cionalida•d renal (Lasix).
o paresia del mismo, reacciones pleurales, ek.
En el pioneumoquiste se ve la clásica imagen Aunque Larghero (74) afirma "que Ia viru­
hidroaérea (fig. . 6) ; el signo del camalote se lencia de la infección en los Q.H. supurados
viGualiza al flotar la membrana madre (109). es moderada", nosotros creemos que las muer­
Otero describió la imagen de las pompas de tes en estas situaciones son debidas a angioco­
jabón, correspondiente a vesículas hijas con litis severas con septicemias a gramnegativo.s,
gas en su interior, flotando en la zona líqui­ más que a la insuficiencia hepática. No se
da. Se ha descrito la neumatosis de la vía encuentran, salvo situaciones terminales o muy
biliar (108, 109). graves, alteraciones en el funcional hepático
de los enfermos con E.H. No hemos podido
Del Campo (49) ha utilizado la corona de confirmar por falta de laboratorio adecuado
punciones en semicírculo en el hipocondrio esta aseveración; pero la observación de los
derecho para localizar un Q.H. supurado y casos clínicos y la aplicación de medida3 de
planear el abordaje en el preoperatorio. tratamiento y reanimación utilizadas en el shock
El gammagrama hepático es de invalorable por gramnegativos nos ha permitido solucio­
ayuda si -se ·cuenta con él (174, 175). nar enfermos que considerábamos perdidos.
Tratamiento. La E.H.S. es una situación de Es fundamental el control de la curva tér­
verdadera urgencia quirúrgica donde se impo­ mica; si la fiebre no remite y el pa·ciente no
ne la e-vacuación inmediata pues la ruptura mejora se debe pensar: 1) mal drenaje por
hacia bronquios, vía biliar o abdomen es in- tubos tapados o en incorrecta posición; 2) la
presencia de otros focos supurados [otros Q.H.
abscesos angiocolíticos, focos adventiciales su­
purados, complicaciones torácicas o abdomina­
les, etc. (74)].
La evolución de la infección intrahepática
puede hacerse a bajo ruido, sobre todo cuando
persiste una cavidad residual y la antibiotera­
pia no se utiliza racionalmente, como la .si­
guiente observación.
L. G. de A., mujer, 52 años. Antecedentes de sufri­
miento biliar. Ingresa con cuadro toxiinfeccioso y sín­
drome coledociano. Hepatomegalia regular y dolorosa.
Se prepara para operar.
Operación: 6/V/70 (Y.P.) hepatomegalia congestiva
con zonas de degeneración grasa. Enorme Q.H. supu­
rado centrohepático, pero con más contacto posterior.
Se aspiran 4 lts. de material puriforme, bilioso, con ve­
sículas hijas sanas y otras con degeneración gelatinosa.
Frc. 6.- Ya se completó la resección (sectoriectomía Colecistitis subaguda litiásica. Colédoco moderadamen­
lateral izquierda; g) estómago; j) ligamento redondo; te dilatado en un pedículo hepático edematoso y con
v) vesícula. (Y.P. y H.M.). adenopatías. Pancreatitis cefálica crónica. Se drena 1.
454 Y. PORRAS

Q.H. con una gruesa sonda Pezzer descabezada que se ( H.M.) se realiza toracotomía izquierda y tra­
saca por el flanco en su zona posterior. Colecistecto­ tamiento del Q.H. por la técnica de Armand
mía. Coledocotomía. Viene bilis grumosa. El explora­ Ugón. A las pocas horas discreta erupción ur­
dor no pasa al duodeno y existe la sospecha de un ticariana y leve dolor en hipocondrio derecho
cálculo enclavado en la papila. Duodenotomía trans­ donde se comienza a palpar una hepatomega­
versa en la segunda porción del duodeno. Papila ede­ lia. A las 24 horas el dolor se vuelve intole­
matosa y fibrótica, sin cálculos. Se realiza papiloes­ rable; la hepatomegalia es enorme, tensa y muy
finterotomía. Cierre cuidadoso del duodeno en tres pla­ dolorosa. La reintervención ( H.M.) por lapa­
nos. Tubo de Kher. Tubos de goma perihepáticos. To­ rotomía, mostró un enorme Q.H. hialino que
dos los drenajes se sacan por contraabertura. había sufrido la complicación descrita por
Evolución: previa colangiografia normal, alta a los Chifflet y Suiffet ( 34). El mecanismo inmu­
40 días. Reingresa 4 meses después. Decaimiento. Fe­ noalérgico fue .claro. IOs corticoides, pre e
brícula. Fistula purulenta por el orificio del tubo de intraoperatorios, en altas dosis, pueden ser be-
quistostomía. La fistulografía mostró una cavidad re­ neficiosos.
sidual con un nivel en la zona posterosuperior del ló­
bulo derecho del hígado.
Segunda operación: 22/X/70 (Y.P.). Reseceión de lll VIII) REPERCUSION Y COMPLICACIONES
costilla. Fondo del saco pleural sinequiado. Se llega BILIARES
a una pequeña cavidad residual anfractuosa. Lavado, DeGde el parásito al polo duodenal el siste­
polvo de cloromicetina y drenaje. ma biliar puede presentar alteraciones de gra­
Evolución: inmediata buena. Alta al 159 día del post­
do variable ( 2.71). El estudio de nuestra serie
operatorio. Pasa bien casi 5 meses en que reingresa mostró que la repercusión y las complicacio­
febril, con tumefacción tensa y dolorosa en epigastrio nes biliares se hicieron presentes en 50 de los
muy adherida a la pared. 129 enfermos estudiadlos (38,7 %). En casi el
Tercera operación: 24/III/71 (Y .P.). La punción an­ total de estos 50 enfermos se realizó algún mé­
tes de operar trae pus achocolatado. Se interpreta co­ tod'o operatorio, por diversos motivos, sobre la
mo "otro quiste supurado". Se drena sin romper adhe­ vía biliar inira o extrahepática. El resumen
rencias. Sigue febril sin mejoría franca a pes-ar del de las lesiones encontradas es el siguiente:
tratamiento. El 4/IV/71 cuadro de distensión abdomi­
nal, vómitos, reacción peritoneal; la Rx. de abdomen Litiasis biliar 18,6 % (24)
muestra elementos claros de peritonitis. Q.A.V.B. . . . . . . . . . . . . . . . . . 6,9 % ( 9)
Cuarta operación: 4/IV/71 (Y.P.). Se aspiran varios
Adherencia adventicia! a la
litros de pus del abdomen. Lóbulo izquierdo hipertro­ vía biliar extrahepática . . . 9,3 % (12)
fiado, congestivo, oscuro, sembrado de múltiples abs­ Colecistitis aguda 3,1 % ( 4)
cesos angiocolíticos y rodeado de falsas membranas. En Vesícula fresa 1,5 % ( 2)
la parte posterosuperior existe un absceso del tamaño Pancreatitis aguda edematoGa 1,5 % ( .)
de una naranja perforado en peritoneo libre. La en­ Pancreatitis crónica ........ 0,8 % ( 1)
ferma fallece al 109 día del postoperatorio luego de Odditis estenosante (litiasis
sufrir cuatro operaciones en un año. asociada) 0,8 % 1)
Comentario. La infección biliar cromca, en­
mascarada por la antibioterapia hizo todas las Además en 4 enfermos la angiocolitis estu­
etapas de difusión de una sepsi3 intrahepática. vo presente •como manifestación- domina-nte.
La persistencia de la cavidad residual por no Aunque en la serie hay lesiones que muchos
haber agregado un drenaje posterior en la pri­ autores conGideran asociadas, las incluimos, da­
mera intervención y el uso d e antibióticos sin da la frecuencia de las mismas en nuestro me­
antibiogramas, fueron decisivos en la mala evo­ dio y la posible vinculación etiopatogénica con
lución de esta enferma. la E.H. Las lesiones supuradas y fibrosas se­
cundarias al compromiso biliar fueron estu­
diadas anteriormente.
Supuración metastásica (34)
Fue descrita por Chifflet y Suiffet .34.). Se A) Q.H. abiertos en vía, biliares ( Q.A.V.B.).
trata de una complicación a tener en cuenta
en la E. múltiple. La causa es la propia in­ En la Sociedad de, Medicina de Montevideo
tervención ( 34). Al operar un Q.H. hialino el el 29 de agosto de 1902, Morquio (102) pre­
pasaje de líquido hidatídico a la circulación �entó el caso de un niño con 2, Q.H. operados
hace que Ge produzca una reacción alérgica de por Mondino. El niño falleció, y en el infor­
hipersensibilidad; se exterioriza a nivel de la me de la autopsia se señalaba que "las vías
adventicia rica en neovasos de otro Q.H. hia­ biliares estaban dilatadas con el aspecto de un
lino, el que toma un aspecto supurado, crece asa intestinal, un Q.H. del lóbulo derecho abier­
y tiene tendencia a romperse y complicarse. to en las vías biliares y éstas totalmente obs­
La supuración es abacteriana pero cuando ocu­ truidas por membranas hidáticaB".
rre en el mismo parénquima hepático la in­ En marzo de 1925 Prat y Piquerez (139)
fección no puede descartarse. Tenemos varias decían: "llama la atención el silencio clínico
observaciones. La más demoGtrativa es la si­ sobre esta complicación del Q.H. que aunque
guiente: no muy frecuente tiene que haberse producido
B.G., hombre, 47 años. Ingresa al servicio en .nuestro medio"; y agrega que "hasta 1920
por enorme Q.H. hialino del pulmón izquier­ el Q.A.V.B. había pasado desapercibido para
do, cuyo diagnóstico se hizo en un catastro nosotros".
radiológico. Ausencia de elementos clínicos y Dieulafoy (2.43) en 1904 y Quenu (334) en
funcionales de sufrimiento hepático. El 8/8/64 1906 habían descrito muy bien esta complica-
COMPLICACIONES HEPATOBILIARES DE LA HI�ATIDOSIS 455

c10n; y Dévé (245) en 1919 publicó un valioso


trabajo basado en 140 observaciones.
García Lagos (62). en 1925 publicó varias
observaciones y agrega al final en una de ellas:
B�1
. .
"en todo cólico hepático y en toda ictericia
por retención hay que pensar en el Q.H. an­ .
.
tes y durante la operación, pero no siempre
es fácil ver el quiste en el momento opera­

0�1
torio".
Del Campo (48) en 1933 estableció .concep­ 1
tos fundamentales, y Marella (89) publicó en
1955 su excelente tesis. Existen numerosos tra­
bajos en nuestro medio (82, 140, 70, 56, 21, 88,
89, 90).
En la Argentina son de destacar los traba­
jos de R. Finochietto (264), M. R. Castex (222)
el libro publicado por Cereseto (224) y muchos
otros.
El conocimiento de los Q.A.V.B. se debe a
la escuela rioplatense y a la escuela francesa
de cirugía (258).
1) Definición y concepto. La comunic.ción
o la apertura fr:nca de un Q.H. se hace con .. .

\ �f�
la vía biliar intrahepática y en modo muy ex­
cepcional con la vía biliar extrahepática (89). f
Se deben distinguir .3 situaciones anatomopa­
tológicas (89, 90) que fueron señaladas por Del
-s
Campo (48) en 1933.
Primera situación (fig. 7). El Q. H. comu­
cando .con las V.B. pero con hidátide ínte­
gra (89). Existen pequeños canales horadados
tangencialmente por la hidátide, pero tapona-
. dos por la mayor presión de la misma [40 a
60 cm. de H20. (195)J. La comunicación al Fra. 7.- Situaciones patológicas en el Q.A.V.B. A) Quis­
espacio perivesicular es virtual, pero potencial te en contacto con un canal biliar. B) Quiste en sim­
y probablemente antes de que ella ocurra está ple comunicación: 1) biliom·a perivesicular; 2) despeños
el camino abierto para la infección (89, 90). purulentos y bacterianos a la V.B.; x) membrana hi­
Segunda situadón (fig. 7). A ella se llega dática insinuándose a través de la comunicación. C)
por la formación de una colección biliar y Q.H. roto y evacuado en V.B. La membrana madre ha
séptica [bilioma perivesicular (286)] que con­ quedado retenida en la cámara parasitaria. Hay restos
duce a la ruptura de la membrana madre del parasitarios en la V.B. en tránsito al duodeno. 3), 4) y
Q.H. ya alterado; pasando el contenido quís­ 5): Jugares de menor calibre normal de la V.B. más
tico a la V.B. (89). aptos para el enclavamiento de los restos parasitarios.
Tercera situación (fig. 7). Ocurre cuando el D) Obstrucción hidática de la V.B. 6) el parásito se
contenido hidático ha producido una obstruc­ ha evacuado totalmente; 7) han pasado restos hidáticos
ción de la V.B. principal. Prat y Piquerez (139) a la V.B. accesoria; 8) tapón hidático detenido en el
consideraban solamente a esta situación como colédoco terminal; 9) canal pancreático. [Imitado de
Q.A.V.B. y para ello era necesario una comu­ Larghero (74) y Marella (90)].
nicación amplia, fácil pasaje de elementos hi­
datídicos a la V.B. y obstrucción mecánica
de la misma. municación quistobiliar puede pasar de5aper­
R. Finochietto (264) exigía alguna de estas cibida en el acto operatorio y hacerse evidente
3 condiciones para definir el Q.A.V.B.: hida­ en el postoperatorio inmediato por la presen­
tidemesis o hidatidentería, hallazgo de ganchos cia de una bilirragia inesperada, o en posto­
en el líquido duodenal o en las materias feca­ peratorio alejado por una cavidad residual que
les, o comprobación anatómica (quirúrgica o descarga su contenido biliopurulento en la V.B.
necrópsica) del contenido quístico en la V.B. De nuestros 9 enfermos 7 pertenecían a la
En general las situaciones .2.� y 3� son las segunda y dos a la tercera situación.
más aceptadas como Q.A.V.B. (88, 89, 90). Ya vimos al estudiar las le,iones del parén-
Afirma Marella (89) que "todos los casos ' quima hepático que fundamentan el concepto
comprendidos dentro de estas 3 posibilidades de Chifflet (40) al considerar a la E.H. como
pueden ser considerados con un criterio am­ afección hepatobiliar. El tratamiento debe es­
plio como hidatidosiG abierta en V.B., y que tar conducido a: "tratar, además del Q.H., el
del punto de vista anatomoclínico esta com­ problema hepático y el biliar si se quiere ser
plicación oscila entre una manifestación míni­ radical en la terapéutica" (40, 89).
ma que es la simple comunicación bilioquística 2) Frecuencia. Para Larghero (74) es des­
a la manifestación máxima que es la obstruc­ pués de la supuración la ·complicación ms
ción del hepatocolédoco por membranas hidá­ frecuente (5 a 8,5 % ).
ticas". Cuando hay ictericia obstructiva el Para C�siraghi (2.21) la complicación más
diagnóstico es fácil (89); pero la simple co- frecuente es la rotura del quiste en la cavi-
456 Y. PORRAS

dad peritoneal ( 39 % ) , y la ruptura en V.3. El tamaño y la topografía del orificio en re­


ocupa el cuarto lugar (9,5 % ). En nue;tra se­ lación al quiste determinarán si la evacuación
rie sigue a la supuración, a la calcificación, es más o menos completa (258).
y a la ruptura en peritoneo en un porcentaje Las comunicaciones quistobiliares pequeñas
del 6,9 % (9· Q.A.V.B. en 129 enfermos). y múltiples ocasionarán bilirragia e infección
Es la complicación más frecuente en los ca­ de la "herida esferoidal" (286) si hay obstácu­
nales biliares intrahepáticos (89). lo (mecánico o funcional) al flujo en la V.B.
3) Topografía de los quistes que se abren extrahepática con formación de un absceso se­
en la V.B. "Los quistes posterosuperolaterale-s robiliohemático si se realizó el método ,de Po­
del lóbulo derecho del hígado ;on los que más sadas. La comunicación amplia, aún sin difi­
corrientemente se abren en las V.B. Esto se cultad en la V.B. extrahepática, puede significar
explica por su latencia que los lleva a alcan­ bilirragia masiva al encontrar la bilis un ca­
zar un gran volumen; mientras que el con­ mino con menor régimen tensional. Unw bili­
tacto con grandes canales biliares, sobre todo rragia masiva po?· esta causa, además de gra­
por su polo inferior, explican el fácil drenaje ves trastornos electrolíticos, puede determinar
de líquido y membranas hidáticas" (139). una retracción del hepatocol· édoco (45).
Prácticamente la distribución topográfica de 6) Tránsito quistobiliar. En general cuan­
los Q.A.V.B. se superpone a la distribución do se produce el tránsito biliar la membrana
topográfica de lo; quistes en el hígado (89), madre está rota y las vesículas hijas crecen
de la que no se aparta nuestra serie: libremente en la cámara parasitaria (45). El
pasaje a la V.B. es favorecido por la plasti­
-lóbulo derecho ... 7 (77,7 %) cidad de la membrana, el flujo biliar, el pe­
posterosuperiores 4 queño tamaño de las ve;ículas hijas y la pre­
inferiores .... . 2 sión dentro de la cámara modificada por los
posteriores ... . 1 movimientos respiratorios (258).
-lóbulo izquierdo 2 (22,2 %) Es excepcional que la evacuación sea com­
Esta complicación puede verse en portadores pleta (258). Pasan habitualmente restos para­
de E. múltiple con uno o más quistes transi­ sitarios, vesículas hijas, fragmentos de adven­
tándose o transitados a la V.B. o en enfermos ticia calcificada, barro biliar y material puri­
ya operados (224). De 13 enfermos estudiados forme. Estos elementos favorecen la litiasis
por Marella (89), 5 eran portadores de E. mul­ parahidática (27).
tiple. El líquido hidático pue-de pasar al duodeno
4) Estado del quiste que se abre en la V.B. en forma asintomática o dar cuadros ruidosos
Se trata de quistes evolucionados, supurados, generales (shock, manifestaciones cutáneas,
multivesiculares, muchas veces con calcifica­ etc.) o locales por edema vesicular o por es­
ciones (89, 45), "los •caracteres son los mismos pasmo del esfínter de Oddi [colecistitis edema­
que para los quistes que emigran al tórax, y tosa, hipertensión biliar aguda, etc. (89)].
en efecto un 30 % de los mismos, ya se han Los restos parasitarios e n general se detie­
abierto en la V.B. con anterioridad" (74). nen en el colédoco terminal; pueden ha•cerlo
Para Dew (258) un 10 % serían pioneumo­ en el confluente de ambos hepáticos, o en e-1
quistes. En nuestra serie todos estaban supu­ cístico-hepático, lugares anatómicamente estre­
rados (100 %) y dentro -de ellos, sólo un pio­ chos de la V.B. (90). Los re;tos parasitarios
neumoquiste. pueden constituir una masa blanda, pastosa,
5) Orificio de la comunicación quistobilimr. verdadero tapón hidático que se moldea en Ia
Tiene un rol fundamental en la técnica e in­ V.B. (185). Si la obstrucción es completa se
dicación operatoria. En los quistes jóvenes la produce una ictericia de tipo neoplásico; si se
apertura es estrecha (221); en los viejos pue­ evacúa parcialmente al duodeno, la obstruc­
de ser amplia y múltiple (221). El orificio ción completa e intermitente da una ictericia
es lateral si el canal biliar no ha perdido la de tipo litiásico (185).
continuidad. Cuando está amputado, el orifi­ El obstáculo de la V:B. extrahepática por
cio proximal desemboca a pleno canal en la vesículas hijas puede ir del "encombrement"
cámara parasitaria. El orificio distal es muy de toda la V.B. a la simple vesícula hidática
-difícil de hallar en el campo operatorio pero enclavada en el Oddi (271). Por este motivo
casi siempre es visible en las piezas anató­ o por procesos sépticos, se producen con fre­
micas (25). cuencia reacciones pancreáticas. Se han des­
La comunicación puede permitir la introduc­ crito verdaderas obstrucciones "hidáticas" del
ción de un índice (139), de un beniqué, de canal pancreático. Larghero (74) tiene en su
una sonda Nelaton, o de una pinza de cálcu­ archivo casos de auténticas coledococolecisto­
los como en un caso nuestro ( 133). La ma­ pancreatitis con amilasuria elevada de más de
niobra de Arce, con inyección de azul de me­ 2.000 unidades Winslow.
tileno, H202. u otro -colorante, en la V.B. Aunque no se a·cepta e-1 desarrollo de esco­
extrahepática (previo clampeo de la misma) lex y vesículas hijas en la bilis, que es un
permitirán evidenciar pequeñas comunicacio­ mal medio de cultivo para las mismas, se han
nes. La colangiografía, que -debería ser la re­ publicado casos de E.H. secundaria ductoge­
gla luego de, la evacuación del parásito, es el nética (255).
método más preciso para visualizar las comu­ Dévé halló dilataciones sacciformes, verda­
nicaciones quistobiliares. deros aneurismas biliares provocados por el
En general el orificio proximal mide varios desarrollo de las hidátides en los conduc­
mms. (74), y está en un infundíbulo (45), en tos (253). Vasilescu y Teodorescu (349) des­
una zona declive de la cámara parasitaria (45). cribieron un caso similar en que la precipi-
COMPLICACIONES HEPA'OBILIARES DE LA HIDA'IDOSIS 457

tadón de pigmentos biliares y de colesterol E. múltiple; 29) Por la existencia de lesio­


formaban una verdadera cáscara a las hidátides. nes biliares asociadas, producidas o agravadas
La vesícula participa frecuentem - ente en los por Ia E.H.; 39) Muchas veces por el di,gnós­
Q.A.V.B. Se han encontrado elementos para­ tico tardío, donde el diagnóstico primario de
sitarios microscópicos (escolex) en la bilis por hepatitis rotula en general la ictericia de estos
punción vesicular en enfermos con E.H. sin enfermos retardando el tratamiento quirúrgi­
manifestaciones clínicas ni operatorias de su­ co; 49) Y por último la antibioterapia que
frimiento canaUcular (74, 45). en cua•dros no muy claros produce una franca
Larghero (74) operó un enfermo en el que mejoría mientras las lesiones colangíticas si­
comprobó litiasis vesicular y la presencia de guen evolucionando a bajo ruido retardando
7 vesículas hijas; y Marella (89) publicó una el tratamiento definitivo. Tenemos en nuestra
observación [operada por J. Chiara (89)] en la serie una enferma que estuvo rotulada casi
que luego de abrir la vesícula se encontraron 2. años con el diagnóstico de hepatitis (133).
2. vesículas hijas. Ambos casos confirman el En suma, la hipertensión biliar pero sobre
criterio de la necesidad de la colecistostomía todo la colangitis mantenida pueden dar lu­
en los Q.A.V.B. (89, 90). gar a graves lesiones hepáticas y a procesos
En el Q.A.V.B. la vesícula puede distender­ sépticos generales.
se y llenarse de pus, verdadero piocolecisto 8) Q.H. del hígado abierto en la vesícula
hidático (74); o más raramente contener un biliar. Por sus características esneciales lo he­
líquido filante y mucoso por obstrucción del mos separado del capítulo anterior.
cístico por restfs parasitarios: mucocele vesi­ No se acepta el que exista una hidatidosis
cular hidático (74). primitiva vesicular (248, 139). Todos los ca­
La reabsorción ,del contenido vesicular por sos publicados corresponden a aperturas en
obstrucción del •cístico puede conducir a una la misma de Q.H. hepáticos. Se trata de una
vesícula esclerosa y retraída (258). complicación rara, mismo en relación a la to­
7) Fisiopato logíL. La comunicación de la talidad de los Q.A.V.B. Casiraghi (221) en 33
cámara p.ras·t.ria (45) con la V.B. condicio­ Q.A.V.B. encontró sólo 2 (6,1 % ), y Mare­
na una _erie de modificaciones en la misma, lla (90) e,n 58 Q.A.V.B. sólo 1 (1, 7 % ), abier­
tan o su sector intra como extrahepático, to en la vesícula. Para ,Dévé (251) esta com­
la� es ucturas vasculares y linfátkas (89), plicación llega al 2 % de todos los Q.A.V.B.
'' · o término en una agresión difusa En nuestro medio Mondino (99) operó en
·e o ·o el parénquima hepático, que es más 1913 un Q.H. supurado del tamaño de una
a-cada en el lóbulo, sector o segmento donde mandarina comunicando con la vesícula. En
aaica el proceso. La lesión y las manifesta: agosto de 1922, el mismo Mondino (99) operó
ciones clínicas dependerá del grado de obstruc­ a otro enfermo con ictericia encontrando un
ción, de la hipertensión biliar, de la infección, hígado grande "y la veskula distendida que
de los procesos inmunoalérgicos y de la per­ al puncionarla dio salida a bilis espesa, sucia
manencia en el tiempo de estos factores. En y muchas vesículas hidáticas degeneradas". Al
el tejido que rodea la -cámara parasitaria exis- abrir y vaciar la vesícula vio entonces "que
en procesos difundidos por el tejido intersti­ ésta comunicaba por un orificio de su cara su­
cial, de origen séptico o alérgico, acompañados perior con un quiste intrahepático yuxtave­
por colangitis del mismo origen que cursa en sicular".
este. caso sin dilatación (45). En 1920, Lamas (69) operó un enfermo en
El pasaje de líquid , o hidático a la V.B. pue­ el que no reconoció la abertura en la vesícula.
d. producir hepatomegalia (74) en la que in­ El paciente falleció. La necropsia mostró una
erviene ,l edema intersticial, la congestión gran cavidad hepática que comunicaba con la
, ascular por agresión capilar directa y pro­ cara superior de la vesícula y un orificio co­
bablemente el espasmo de la musculatura 1i,3a mo si ésta hubiese sido erosionada por el quiste
e las venas suprahepáticas (89) · . En nuestro hasta provocar la perforación y la •comuni­
medio Varela Fuentes (183, 184.) y Cendán (26), cación.
han demostrado la tendencia espástica de la En nuestro medio hay además casos publi­
V.B. y del Oddi. cados de Lasnier (78), Marella (89), y Ríos
'La obstrucción prolongada del árbol biliar Bruno y Gateño (156). En la Argentina hay
y la iniección que a ella se asocia determinan numerosas observaciones (236, 276, 317).
lesions similares a las que puede provocar Se produce primero una firme adherencia
una litiasis colefociana" (74). La angiocolitis, entre• el Q.H. y la vesícula (74). La etapa pos­
los abscesos hepáticos diseminados o la dege­ terior es la apertura, comunicación y pasaje
neración parenquimatosa pueden terminar con del contenido del quiste a la misma (45).
la vida de estos enfermos. La cirrosis biliar Es interesante una descripción operatoria de
es rara, consecuencia en general de un diag­ Ivanissevich (286): "la hidátide había abierto
nóstico y tratamiento tar-díos. Cuando la obs­ la vesícula biliar pero no se, había roto aún
trucción es dominante la colangitis se acompa­ en ella; ocluía la perforación pero la mem­
ña de dilatación (45). La colangitis crónica brana estaba íntegra".
puede conducir a la fibrosis pericanalicular El Q.H. primitivo, que, en general, asienta
produciéndose una verdadera "congelación de en el segmento 5 puede o no comunicar con
los canales biliares" (45). la vía biliar intrahepática; esta última situa­
Para Marella (89) el factor infeccioso en los ción es la más frecuente (156).
Q.A.V.B. no es muy marcado "ya que supri­ En nuestra serie no tenemos ningún -caso de
mida la obstrucción coledociana los signos in­ Q.H. abierto en la veSícula pero hay 11 obser­
fecciosos regresan rápidamente". Pero el pro­ vaciones de la situación más frecuente: adheren­
blema se complica: 19) Por la existencia de cia y vinculación íntima con la misma, como

-1-58 Y. PORRAS

las observaciones de B. Ríos ( 155). Fueron


res- ueltas casi todas por quistectomía en block
y -colecistectomía.
9) Métodos de tratamiento en 9 observa­
ciones de Q.A.V.B.
Quistostomía . . . 2
Drenaje bipolar (del Q.H. y del colé-
doco) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4
( en los 4 se realizó colecistectomía)
Drenaje tripolar .. ... ........ . . 2
(del Q.H., vesícula y del colédoco)
Drenaje transhepatoquistocoledociano . 1
Se realizaron 5 colecistectomías: 4 por litia­
sis vesicular, y 1 por adherencia adventicial
a la V.B. extrahepática.
Drenaje coledociano transqiiístico y/ o trans­
hepatoqiistocoledociano ( 133). Recientemente
operamos una enferma con un enorme Q.A.V.B.
supurado que había abierto el hepático dere­
cho a pleno canal (fig. 8). El tratamiento

Frc. 9.- D.R. Esquema de la intervención efectuada y


quistocolangiografia a los 4Q días de operada. a) quis­
tostomía; b) drenaje· coledociano tranhepatoquístico que
se fijó al hepático derecho por un punto de catgut (c);
d) colecistectomía por vesícula fresa y litiásica; e) co­
ledocotomía transversa cerrada que sirvió para explo­
rar, lavar el colédoco y pasar el tubo b). (Y.P. y H.M.)

se retiró el tubo de quistostomía, y a los 75


el drenaje ·coledociano ( fig. 11). Creemos que
este método es aconsejable en los Q.A.V.B.
que poseen gran comunicación quistobiliar.
FIG. 8.- D.R. 24 a. mujer. Q.A.V.B Hallazgos operato­ No somos partidarios de la ligadura de los
rios: A) adventicia excocleada; H) comunicación quis­ grandes canales abiertos pues es factible la he­
tobiliar a pleno canal en el hepático derecho; M) mem­ rida de los otros elementos del pedículo glisso­
brana madre insinuada en el hepático derefho; C) co­ niano; además como "la bilis no coagula" (111)
lédoco inflamado con detritus y microlitiasis; V) vesícu- al producirse días después la necrosis parie­
la fresa litiásica tal, se produce casi siempre una falla de la
misma y una bilirragia secundaria.
quirúrgico efectuado fue el siguiente: 19)
quistostomía; 29) coledstectomía por vesícula
fresa y litiasis vesicular asociada; ,39) coledo­
cotomía transversa supraduodenal, por la que
se extrajeron restos parasitarios y microcálcu­
los; por la misma se enhebró un tubo de po­
lietileno fenestrado ( de equipo de transfusión)
a través del hepatocolédoco, hepático derecho,
cámara parasitaria y luego, a través del pa­
rénquima hepático (transhepático) por contra­
abertura a la pared abdominal, dejando los
orificios del tubo en la V.B. extrahepática, y
fijado por un punto de catgut a la pared del
hepático derecho; 49) se hizo el cierre de la
coledocotomía (fig. 9).
En el postoperatorio inmediato se realizó as­
piración continua, los primeros días, en los que
se aspiró alrededor de 700 e.e. de líquido bi­
lioso y puriforme diariamente, para agotarse Frc. 10.- D.R. Q.A.V.B. (Y.P) Paciente en decúbito
al 159 día Se realizaron lavados diarios con lateral izquierdo X) ángulo cifoideo; M) cicatriz de in­
suero fisiológico; sobre todo por el tubo trans­ cisión mediana supraumbilical; Q) tubo de quistostomía;
quistocoledociano; cuando éste se tapaba había T) tubo de polietileno que realiza un drenaje coledocia­
bilirragia por el tubo de quistostomía (fig. 10). no transhepatoquístico por el que se está realizando un
Los controles radiológicos mostraron la desa­ lavado de la V.B. principal. L) El suero refluye por
parición rápida de la cavidad. A los 60 días el tubo Q).
COMPLICACIONES HEPATOBILIARES DE LA HIDATIDOSIS 459

Dévé (�55, 257) trató en diversas oportuni­


dades el problema de la litiasis y la E.H. Va­
rela Fuentes (185) señaló la coexistencia de
E.H. y litiasis biliar en el 5 % de sus obser­
vaciones. En general la frecuencia oscila en­
tre un 5 l un 9 % (.27, 74, 32): ; pero en nuestra
serie alcqnzó un valor máximo del 16,3 %
(2,1 enfermos con litiasis biliar en 129· casos
de E.H.).
Dicha ¡ifra depende del alto porcentaje de
mujeres (53 % ) , y de la predominancia de en­
fermos pqr encima de los 40 años. Las cifras
aumentan al 21 % en los casos de Q.A.V.B.. (32,);
4 de 9 ellfermos con Q.A.V.B., de nuestra se­
rie, preseµtaron litiasis. Para Larghero (74) si
además di la litiasis se computan las lesiones
no litiásiqas de la V.B. y del páncreas, la aso­
ciación lesional llega al 33,6 % ; "por lo tanto
uno de qada tres operados de E.H. presenta
otra lesión biliopancreática" (74). Esta cifra,
como ya vimos, es algo mayor en nuestros en­
fermos.
La asociación E.H. y litiasis puede tener,
tres expl�caciones (27):
19) Litiasis biliar como simple coincidencia.
Siendo l\ litiasis muy común en nuestro me­
dio hacen de ella un hecho corriente (2.7). Pa­
ra Dévé (255) serían aquellos casos en los que
se puede demostrar claramente que no existe
relación �mtre la E.H. y la V.B.
2,9) Litiasis parahidática (27 - ), litiasis bi­
liar genuina favorecida por la presencia del
Q.H. (27). Existe una relación de causa a efec­
to entre hidatidosis y litiasis, a través de la
estasis (27) y de la infección biliar. El nú­
Fm. 11.-D.R. Q.A.V.B. (Y.P. y H.M.) Colangiografía cleo de estos -cálculos no está constituido por
postoperatoria a los 75 días, momentos antes de retirar elemento¡ hidatídicos. La litiasis parahidática
el drenaje coledociano transhepatoquístico T). Tres se­ es más c9mún en mujeres (286).
manas antes se había retirado el tubo de quistostomía. 39) Litiasis biliar Miática .255). La preci­
C) colédoco; D) duodeno. No existe cavidad residual. pitación de bilirrubinato de calcio y colesterol
Curación. se hace sobre restos hidatídicos . Y aún sobre
vesículas hijas (255). Trozos de adventicia cal­
cificada con bacterias y restos de quitinosa
En resumen las ventajas de este método son exfoliada pueden actuar como cálculos o ser
las siguientes: nuevos núcleos de formación de los mismos.
19) evita los inconvenientes ,del Kehr: la Es rara, en general intradventicial o intraco­
obstructiva del cabo superior del colédoco (bi­ ledociana; pocas veces vesicular. Según Iva­
lirragia) y la permanencia de una coledocosto­ nissevich (2.86) sería más frecuente en hombres.
mía en un ambiente inflamatorio y séptico; Como la sintomatología ,de la litiasis y de
2.9) la cámara parasitaria se cierra con la la hidatidosis se confunden, a fin de evitar re­
comunicación permeable; se mantiene así un intervenciones o severas complicaciones posto­
drenaje interno natural de los canales distales; peratorias Larghero (74) impone como direc­
39) el drenaje coledociano transquístico evi­ tivas: 19) en todo enfermo con E.H. se deben
ta la bilirragia por el tubo de quistostomía, al buscar la litiasis y otras lesiones biliares; .29)
mantener tutorizada y limpia la V.B. princi­ en todo paciente con litiasis presente se debe
pal (133). buscar la E.H.
En nuestro medio existen importantes tra­
bajos sobre las diversas indicaciones d e los
,drenajes coledocianos transhepáticos (136, 137). C) Lesiones del hepatocolédoco.
Perdomo (116) ha utilizado, entre nosotros un Es excepcional el tránsito de la E.H. direc­
método similar pero con diferentes fundamen­ tamente en el hepatocolédoco (89). Ya vimos
tos y detalles técnicos. las causas de obstrucción intraluminal de la
V.B. principal. La compresión hidática sub­
B) Eqmnococosis hepática y litiasis biliar. hepática de la V.B. no es frecuente (138). Los
Q.H. del lóbulo de Spiegel pueden comprimir
En nuestro medio el primero que .bordó es­ además del pedículo hepático la vena cava in­
te aspecto con profundidad fue Cendán en su ferior. Los Q.H. del lóbulo cuadrado escapan
Tesis de Doctorado (27'), ,donde además existe hacia adelante y en ,general su vinculación se
un estudio completo de la evolución del te­ hace con la V.B. accesoria; aunque puede ser
ma (27). laborioso despegarlos del colédoco.
COMPLICACIONES HEPATOBILIARES DE LA HIDATIDOSIS 46i

Tratmient,o. Campo (51) el epiplón actuaría favoreciendo


la absOrción de derrames, rellenando la cavidad
El tratamiento del Q.H.C. es uno de los pro­ adventicia! y por la revascularización de la
blemas más difíciles de la cirugía del Q.H. (51). zona permitiría la absorción del Ca.
Las dificultades terapéuticas surgen por la im­ Contraindica la técnica en Q.H. supurados,
posibilidad del cierre de la bolsa hidatídica con bilirragias o profundos, por la posibilidad
con formación de una cavidad residual infectada
con un Gecuestro fibrocalcificado. El drenaje de necrosis del epiplón. Esto no ha sido demos­
va a condenar al paciente a una fistulziación, trado, aunque Del •Campo (51) observó en Rx.
a la posibilidad de complicaciones graves ale­ sucesivas una tendencia de las calcificaciones
jadas (tránsitos hepatobrónquicos, etc.) y a a desvanecerse.
una infección hepatobiliar mantenida por la Ha Gido usada con diversos resultados por
comunicación de un absceso hidatídico crónico cirujanos de otros países (326, 235,288) y en
con la V.B. Los interrogantes que se plantean la Argentina hay experiencia al respe,cto (188,
son: 19) cuando un Q.H. debe ser operado; 190,207,221). Cendán y Barreneche (14, 32)
2.9) qué técnica se realiza; 39) cuándo el ci­ estudiaron 8 casos, 5 con buenos resultados y
rujano debe abstenerse. 3 con complicaciones sin trascendencia. Pien­
El tratamiento de un Q.H.C. exige conoci­ san que el éxito del procedimiento se basa
mientos claros de la patología de la adventicia, en seguir exactamente la técnica de DeI Cam­
dominio de la3 técnicas más conservadoras po (51), a lo que agregan un tubo de control
(quistostomía) a las más radicales (adventi­ durante 48 horas. Para Ivanissevich (286) ade­
cectomía y hepatectomía)(114). El estudio del más del buen relleno epiploico de toda la
paciente debe ser completo para atribuir la pa­ cavidad es fundamental el uso sistemático de
togenia de los síntomas al Q.H.C. Goinard .271) antibióticos. Bourgeon (204) y Goinard (27.)
basa la actitud quirúrgica en la laparatomía: la han abandonado. Larghero (74) cree que
si al practicar la colangiografía intraoperatoria es biológicamente ilógica en las adventicias con
no hay impregnación de la cavidad quística y exudados purulentos o calcificadas, "puesto
la punción exploradora no extrae ningún lí­ que contribuye a la permanencia de estos ele­
quido, lo considera como una forma de invo­ mentos en el interior del órgano" (312, 74).
lución curada y se abstiene. Adventicectomía diferid!a (32). Se debe rea­
El dilema se plantea frente a un hallazgo lizar en Q.H. profundamente situados en loG
radiológico en un paciente asintpmático o con que es imposible la exéresis. El procedimiento
síntomas de poca entidad, o difíciles de atri­ comienza como una quistostomía que obliga a
buir a la hidatidosis. Además, es bien cono­ extremar los cuidados en el postoperatorio. El
cido que un Q.H.C. que se dejó sin tratar, es desprendimiento de la adventicia se debe seguir
capaz de dar años después serias complicacio­ por estudios Rx. seriados. Cuando la excoclea­
nes. Nada como en esta situación puede sus­ ción se ha completado, si el tubo de drenaje
tituir el buen juicio del cirujano, pero vamos es grueso, corto y recto, se puede intentar la
a deGtacar algunas situaciones definidas. extracción con pinzas. Si esto no es posible
El nódulo cicatriza! pequeño, bien calcifi­ se debe ir a resecarla deliberadamente en un
cado, hallazgo radiológico o con manifestacio­ segundo acto operatorio. No hay criterios es­
nes leves no debe ser operado. Si la clínica tablecidos en el plazo. Se debe tener en cuenta
es importante se deben buscar otros quistes u la fijeza de la adventicia en la primera ope­
otra patología. En los Q.H.C. con sacos evo­ ración, la profundidad y los estudios Rx. se­
lucionantes · dominan las complicaciones y de riados que mueGtren el desprendimiento. Lar­
ellas surge la indicación. ghero (74) aconseja no realizarla antes de los
El problema se plantea en lo3 Q.H.C. en 6 meses. Nosotros la hemos realizado con éxito
forma de cáscara de huevo. La indicación sur­ a los 4 meses después de drenar un enorme
girá del balance entre la clínica, la topografía,
el riesgo quirúrgico y el r·eplanteo de la si­ Q.H.C. del lóbulo de Spiegel (H.M. y Y.P.)
tuación luego de· abierto el abdomen. Uno '(Fig. 16). Esto fue preconizado por Suárez
puede estar obligado a resecar un grueso Q.H.C. Meléndez (168) al comunicar 4 observaciones
en un viejo con gran riesgo quirúrgico para de formas fistuloGas que fueron resueltas por
poder abordar un colédoco Iitiásico como en excocleación interna secundaria.
una de nuestras observacion•es. Quistoyeyunostomía. Cuando la colangiogra­
No hay documentación clínica ni experimen­ fía muestra una franca comunicación biliar
tal de sustancias que faciliten la eliminación Pegullo y Pelissier (329) la aconsejan. Nos
de las escamas cálcicas (286). parece una conducta ilógica: la retención de
Epiploplastia. Según Ivanissevich (286) el restos calcificados ·condena al enfermo a un
primero que utilizó el epiplón fue Mauclai­ absceso hidatídico crónico en comunicación con
re (314 en 1903. Taponeó con éxito la fístula la V.B.; "que s-e mantendrá mientras no se
biliar que amenazaba la vida de un enfermo suprima la :epticidad del foco y se destruyan
portador de un Q.H. que había sido marsupia­ las barreras calcificadas, abriendo puerta al
lizado. tejido de granulación subadventicial" . . . (168).
Goinard (269) en 1948 utilizó la epiploplas­ Resecciones. El Q.H.C. encuentra su indi­
tia intracavitaria con el drenaje a los efectos cación ideal en las adventicectomías, pues
de apresurar e1 proceso de cierr-e de la ca­ cuanto más fibrosa y más calcárea es más
vidad adventicia!; luego utilizó la epiploplastia fácil su resección y más aconsejable su -elimi­
sola. nación (32.). En nuestro medio y en la Ar­
En 1950 Del Campo (51) propuso el método gentina se considera a la hepatectomía en e1
para el tratamiento del Q.H.C. Según Del Q.H. como una operación de excepción (14, 32).
466 Y. PORRAS

Palma (110) publicó una observación de una


fístula quisticobiliar que fue resuelta exitosa­
mente por una anastomosis quisticoyeyunal
en y griega, en la cuarta asa. Esta derivación,
si la cavidad es pequeña, sin calcificaciones
y sin restos puede tener aquí su verdadera in-
dicación.
Se debe resecar el trayecto extravisceral de
la fístula, que puede ser causa de persistencia
de la misma (75), como lo hemos podido com­
probar en una oportunidad.
La bilirragia d ebe hacer sospechar lesión
asociada de la V.B. que será tratada correcta­
mente (litiasis, infección, escleroodditis, etc.).

X) REPERCUSION Y COMPLICACIONES
VASCULARES
Concepto. El Q.H., proceso expansivo de
crecimiento lento, produce casi siempre modi­
ficaciones vasculares anatómicas y hemodiná­
micas muy especiales y difíciles de reproducir
experimentalmente (282). La frecuente com­
pensación vascular y la intrincación con lesio­
ses de origen biliar y parasitario ha hecho,
que hasta no hace mucho tiempo, fuSen je­
FIG. 16.- 1) Quistografía: a) Q.H. calcific�do; b) Tubo rarquizadas. Los estudios angiográficos han
de quistostomia. 2) Colecistocolangiografia luego de ad­ llevado a un profundo conocimiento del tema.
venticectomia secundaria: b) Tubo de drenije; c) Resto La Escuela Argelina (196) fue la primera en
de adventicia calcificada pegada a la vena cava inferior; aplicar la esplenoportografía (E.P.G.) al estu­
d) Colecistostomía. dio de la E.H.
Luego se han empleado otras técnicas de
portografía pre, intra y postoperatoria que jun­
Tratamiento efectuado y resultados. to a la cavografía y a la arteriografía permi­
Quistectomías 7 (buena evolución) ten una angiografía total del hígado. La gam­
Resección atípica 1 ( " " ) magrafía y el estudio del pool sanguíneo ab­
Quistostomías 7 ( 3 evolución buena) dominal permiten un fácil conocimiento de
( 3 fístulas purulentas) muchos aspectos circulatorios de la E.H. [hi­
, l fístula duodenal) pertensión portal, hipertrofia compensadora,
No operados .. 8 etc. ( 3, 150, 196, 345, 86, 27
. 9, 87, 350, 174, 165,
166,46, 47) ].
En nuestro medio Barreneche (12) presentó
Tratamiento de las fístulas externas el primer trabajo de conjunto. B. Ríos (154)
crónicas en el Q.H.C. comunicó un caso de várices unilaterales que
desaparecieron luego de evacuar el Q.H. Fe­
En nuestro medio Blanco Acevedo (17), rreira Berrutti y col. (58) publicaron el pri­
Chifflet y MuSGo (35), Suárez Meléi.dez (168), mer caso de síndrome de Budd Chiari. El es­
Ardao (6), Larghero (75) y Palma (110) se tudio más completo y mejor documentado en
han ocupado de este aspecto del teµia. nuestro medio es el trabajo de Maquieira (86)
En el Q.H.C. la fistulización constituye la en el cual basamos este capítulo.
secuela casi obligada luego de la quistosto­ El estudio queda limitado a la repercusión
mía (168). Suárez Meléndez (168) tas clasifica intrahepática que producen las lesiones vascu­
en formas bilirrágicas, hemorrágicas y puru­ lares. Quedan excluidas las diferentes mani­
lentas a las que nos vamos a referir escueta­ festaciones del embolismo hidatídico pulmo­
mente. Se considera constituida la fístula si nar (24,285, 338,55) y las hemorragias.
la supuración persiste a las 4 semanas de la
operación (74).
En una primera etapa se debe realizar un Consideraciones generales.
enérgico tratamiento médico (antibioterapia lo­ Vamos a señalar varios hechos:
cal y general basada en estudios bacteriológicos -La capa externa de la adventicia es rica
y antibiogramas seriados) controlando la po­ en capilares de neoformación (7) y por fuera
sición de los tubos. El tratamiento quirúrgico de ella existe una zona de mayor densidad vas­
es grave y puede significar la abstención en cular, bien visible en los estudios angiográfi­
pacientes de riesgo. Se debe intentar la extrac­ cos y secundaria a la distorsión y compresión
ción de los restos calcificados con pinzas ade­ producida por el parásito (86,87,350,165,166).
cuadas, con maniobras suaves, a través del tra­ -Existe una zona llamada hígado o lóbulo
yecto o del tubo. Si no es posible se debe ir medio por Bourgeon (207,209), o zona peli­
al abordaje de la cavidad residual para extraer grosa .231,232) que es aquella zona "donde
la adventicia excocleada o realizar algún tipo se ramifica el pedículo glissoniano, convergen
de adventicectomía (32) o de hepatectomía (205, las venas suprahepáticas (S.H.) principales y
114, 32). cuya cara posterior está recorrida por la vena
COMPLICACIONES EPATOBILIARES DE LA HIDATIDOSIS 467

cava inferior que recibe las venas S.H. acce­ de un caso de obstrúcción de la vena S.H. iz­
sorias. Un Q.H. localizado en esa zona mo­ quierda por trombosis: ... "la vena S.H. iz­
difica la circulación de entrada y salida de la quierda y todas .sus ramas estaban trombosadas.
glándula así como contrae íntimas relaciones Esta oclusión por las membranas hidáticas. fue
con el árbol biliar" (207). EO la zona de más crónica como puede demostrarse por las imá­
riesgo quirúrgico y la que señala la mayor po­ genes de organización de los trombos que · se
sibilidad de complicaciones vasculares (12, 14). encuentran en las venas S.H." ( 58).
-El Q.H. puede estar en contacto con los La trombosis de la vena porta puede ir se­
elementos del pedículo glissoniano que trans­ guida de abscesos hepáticos diseminados (2,22).
curren juntos (arteria hepática, vena porta y
árbol biliar), o con elementos del sistema ve­ ludificaciones vasculares en el hígado.
noso S.H. cava. Estas relaciones - son más im­
portantes cuanto más grandes, más profundos Ya vimos al estudiar las lesiones en el pa­
o existen mayor núme,ro de Q.H. (86, 87). rénquima hepático cómo el compromiso cir­
-Pueten existir ricas mallas venosas de de­ culatorio incide en la atrofia, fibrosis y con­
rivación: periparasitarias, interlobulares, sub­ gestión hepática (197, 198,31, 74, 86, 45).
glissonianas e inter-S.H. (109, 309). La hipertrofia compensadora fue denomina­
-Las relaciones vasculares topográficas nor­ da por Chauffard (234) en 1896 hipertrofia
males están perdidas por la distorsión que el vicariante. Cuando el hígado es destruido, re­
o los Q.H. provocan en dichos elementos o secado o comprimido como en la E.H. se pro­
por la hipertrofia compensadora. Estas rela­ duce una regeneración de los hepatocitos que
ciones alteradas son mayores en la E. múlti­ puede exceder la cantidad perdida (74). Se
ple (86). ha demostrado una acción hormonal al colo­
-El bazo puede agregar un componente "es­ car en parabiosis una rata sana con otra a la
plenógeno", a la hipertensión portal al estar que se le ha resecado parte del hígado· la
vinculado anatómica y funcionalmente a la cir­ primera desarrolla una intensa regenera�ión
culación hepática (105). hepatocítica (332.).
-El riñón derecho afectado de hidatidosis Existe una seudohipe-rtrofia o ingurgitación
puede modificar la circulación hepática y a su venosa que aparece quirúrgicamente como un
vez puede ser modificada por la equinococosis hígado grande y congestivo que Se deprime en
del sector posterior del hígado (39, 86, 45). "godet" y que a veces no s diferenciable del
-Existe un equilibrio circulatorio que pue­ hígado normal o hipertrófico (86, 87). Si se
de ser roto por la intervención quirúrgica mantiene va a la atrofia e impide el desarrollo.
(trombosis, edema, dislocación) y ser causa de de la hipertrofia compensadora (86, 87). En
insuficiencia hepática severa (31, 86). la E.P.G. se visualiza en la fase de hepato­
grama el que se hace prolongado y denso (86).
Alteraciones de los vasos provocadas La hipertrofia verdadera es el resultado del
por ia acción del Q.H. (li). mayor flujo portal al sector no comprometi­
El re,chazo y dislocación vascular es la mo­ do (197,86); se desarrolla en relación a la
dificación más frecuente. Ha sido puesta en lenta destrucción que provoca el parásito en
evidencia por las diferentes técnicas angiográ­ el hígado (197, 86) y para que se produzca es
ficas. Otras veces provoca obliteraciones con necesario que no exista compresión portal a ni­
o sin trombosis y aun comunicaciones patoló­ vel de las partes sanas de la glándula ni obs­
gicas del Q.H. con los mismos (12). La obs­ táculo de salida a nivel cavo-S.H. (197, 206, 86).
trucción completa que se traduce Rx. por una Macroscópicamente existe un aumento global
amputación vascular es más frecuente en el de la glándula que no Se diferencia del hígado
sector venoso S.H. de pared más fláccida (12, normal (86). Puede deformar por sí sola una
86). El sistema portal al tener una pared región toracoabdominal (74). Cuando se intrin­
musculoelástica es algo más resistente. El sis­ can los procesos de hipertrofia verdadera y de
tema arterial más firme y elástico aún, con seudohipertrofia se produce una hipertrofia
régimen tensional más alto es rechazado y dis­ disarmónica (45). En la E.P.G. la hipertrofia
locado sin sufrir alteraciones en su luz (12, 86). verdadera presenta una red vascular armóni­
Durante mucho tiempo la adventicia y la ca (86, 87).
pared de las venas conservan su independen­ Touyá y col. (175) estudiando los gamma­
cia. Más tarde se vinculan por bandas de fi­ gramas hepáticos de 291 pacientes con E.H.
brosis periquística (261) llegando a tener una concluyen que:
pared común (285). La trombosis parietal es -la hipertrofia compensadora está presente
más frecuente en los Q.H. supurados (244) en la E.H.;
mientras que las luces vasculares son indife­ -no es fácil distinguir la hipertrofia com­
rentes en los Q.H. no complicados (255). La pensadora del desplazamiento del parén­
trombosis puede evolucionar como cualquier quima en los Q.H. únicos gigantes y en
trombosis venosa: migración y embolias sépti­ la E. múltiple;
cas, fibrosis, recanalización, etc. La hipercoa­ -la ausencia de hipertrofia compensadora
gulabilidad favorece dicha situación. es más frecuente en quistes pequeños, me­
La adventicia al exfoliarse en el postope­ dianos con desarrollo extraparenquimato­
ratorio puede ser causa de severas hemorra­ so, en Q.H. de segmento lateral del lóbulo
gias (12, 7). La vinculación quistovascular es izquierdo y en la E. múltiple;
el gran riesgo de la cirugía de exéresis de la -la hipertrofia compensadora se ve también
E.H.(12.). en tumores benignos y en un 24. % de
Es muy ilustrativa la descripción de la pie­ los tumores malignos de lento crecimien­
za de necropsia que hacen F. Berrutti y col. to (174,175).
468 Y. PORRAS

,De la combinación de los Q.H., de las zo­ pática. Pueden ser quistes pediculados subhe­
nas de atrofia y de hipertrofia dependerá la páticos, E. peritoneal secundaria subhepática
forma del hígado (45). Los del lóbulo dere­ o quistes extrahe,páticos (riñón, páncreas, etc.).
cho cursan con hipertrofia del izquierdo, los Cursan con presiones portales elevadas .202),
de éste, con hipertrofia del derecho menos mar­ 74,138).
cada; los del lóbulo cuadrado (seg. 4) cursan -Q.H. de la cúpula o domo hepático. Son
con atrofia del sector lateral izquierdo (seg. los Q.H. posterosuperiores del lóbulo derecho.
2, y 3) e hipertrofia del lóbulo derecho [seg. Se caracterizan por: la supuración, están casi
5, 6, 7 y 8 (45) ]. En la hidatidosis múltiple siempre abiertos en V.B., tienen tendencia a
del niño, intra o perihepática, predomina la transitarse al tórax, impiden el flujo de la ve­
atrofia sobre la hipertrofia compensadora adop­ na S.H. derecha superior y a veces de la S.H.
tando el hígado la forma de una bolsa de nue­ media y pueden producir además alteraciones
ces (45). del pedículo glissoniano homólogo (202, 209).
La hiperplasia se puede hace,r en forma de -Q.H. del hígado medio. Si se tiene en
nódulos; si asientan en la cara superior pue­ cuenta que no hay más de 4 cms. (112) en­
den deformar el diafragma y topografiados en el tre la bifurcación del pedículo glissoniano y
hilio hepático pueden comprimir los elementos el carrefour S.H. se comprende la gravedad de
vasculares que por allí transitan (45). La hi­ estas localizaciones. La compre,sión de los pe­
pertrofia del lóbulo de Spiegel (seg. 1) puede dículos de entrada y salida (interporto-S.H.)
comprimir la vena cava inferior (199,202,). cursa con alta hipertensión portal.
Maquieira (86) estudia la topografía en re­
Fisiopato,ogía de !a hipertensión portal lación a la supe,rficie del hígado y los divide
en !a E.H. (199, 202, 74, 86). en: centro-hepáticos, eme,rgentes y perihepáti­
cos. Los primeros se presentan como una he­
1) Más importante que la cifra de hiper­ patomegalia regular, y pueden ser de diagnós­
tensión es el mecanismo patogénico puesto en tico difícil si no se cuenta con centellografía
juego: compresión, trombosis o fibrosis (202.). o estudios angiográficos (86). En los segun­
La hipertensión portal se produce en la E.H. dos, parte · de la esfera está en pleno parénqui­
por uno o varios •de los siguientes mecanis­ ma y parte exteriorizada. Los Q.H. perihepáti­
mos: 19) por compresión o trombosis de las cos son de implantación superficial, corticales
venas S.H. o de sus ramas; 29) compresión y se pueden clasificar en margipales, angula­
o trombosis de la vena porta o de sus ramas; res o polares inferiores y en quistes pedicula­
39) por la suma de las situaciones .2, y 3,; 49) dos (207). Chifflet (33,38) los llamó cuando
por compresión del lecho vascular y del pa­ asentaban en los bordes, quistes del orillo he­
rénquima por la pre,sencia del Q.H. como ma­ pático. Su repercusión es mínima cuando el
sa; 59) por a trofia y fibrosis hepática secun­ crecimiento es abdominal. Capítulo aparte me­
daria a trastornos vasculares, biliares, infec­ rece la E. múltiple peritoneal secundaria peri­
ciosos e inmunológicos; 69) por obstrucción hepática. Ha sido señalada por Chifflet y Del
completa y prolongada del colédoco (128,138); Campo (36,44, 52) la gravedad de los que
79) por factores de origen esplenógeno, estan­ asientan en la logia interhepatodiafragmática
do todavía este mecanismo no bien dilucida­ que es la logia más rígida de todo el abdo­
do (4,105). De acuerdo a iste resumen el men (44). La hipertensión portal es frecuente
obstáculo a la circulación portal puede ser pre, al quedar el hígado y sus pedículos aprisiona­
intra o posthepático. Pero lo fundamental es dos; la hipertrofia compensadora es imposible
establecer aquellas situaciones no reversi,bles y el parénquima hepático puede quedar redu­
definidas po1· la organicidad de la causa: fi­ cido a un pequeño nódulo central (44). "La
brosis o trombosis. insuficiencia hepática que aparece luego de
2.) Tres factores gravitan además en la gra­ una o dos inte r, venciones lleva al paciente a
vedad de la,s complicaciones vasculares: el ta­ la muerte" (44).
maño, la topografía y el número de los Q. 3) La hidatidosis renal al crecer modifica
H. (86). Los Q.H. mayores dan alteraciones la posición del riñón (39); los quistes se pue­
más importantes, pero quistes pequeños pueden den encastrar en el hígado y dar modificacio­
darlas por su topografía (86, 138). ne,s vasculares que se pondrán en evidencia
Para hacer el estudio topográfico tomamos por la E.P.G. y la gammagrafía, y que serán
la clasificación de Bourgen, Guntz y Vogli­ iguales a las modificaciones que producen en
macci (202,207,209). las mismas los Q.H. del sector· posterior del
-Q.H. lobulares. Afectan pedículos vascu­ hígado. Si no hay alteraciones en el urogra­
lares secundarios y cursan con poca repercu­ ma ni la E.P.G. (86), ni la gammagrafía (175)
sión vascular y escasa hipertrofia compensa­ podrán establecer el origen de la hidatido­
dora. sis (86). Maquieira (86) basado en los traba­
-Q.H. dextro y levo-medianos. Son quistes jos de Chifflet (39) describió un síndrome
lobares en su origen y que por su crecimien­ común linicorradiológico de la logia retrohe­
to alcanzan el lóbulo medio del hígado, pa­ pática.
sando el plano de la gran cisura. Comprome­ 4) La hipertensión portal puede ser agra­
ten además de los pedículos vasculare,3 del vada o mantenida por un factor esplenóge­
lóbulo en que asientan los de otros lóbulos no (4). En efecto, un obstáculo en la circula­
trastornando los mecanismos de compensa­ ción venosa es, plénica lleva al bazo a aumentar
ción (202). su volumen (esplenomegalia congestiva); que
-Q.H. de la cara inferio'. Pueden compri­ si se mantiene, lo lleva a la pérdida de su
mir el tronco de la porta y la V.B. extrahe- capacidad de contracción y distensión (105, 4).
COMPLICACIONES HEPATOBILIARES DE LA HIDATIDOSIS 469

Se produce una verdadera asistolía espléni­ Análisis de la serie.


ca (105, 4) dejando de funcionar los esfíntere,s
arteriolares (4) y en consecuencia aumenta el 1) Edad. Casi todos los pacientes meno­
aporte de sangre a sector portal. Se sobre­ res de 40 años.
pasa la capacidad habitual del filtro capilar 2.) Número de quistes, estado de los mis­
hepático el que ofrece mayor resistencia al mos y antecedentes de operaciones anteriores.
paso de un mayor débito circulatorio (105). En 8 existían antecedentes de E.H. múltiple
Este hecho permite explicar el descenso de con quistes supurados; la mayoría multiope•­
la preGión portal y la buena evolución inme­ rados, y 3 con antecedentes de tránsitos he­
diata y alejada de dos enfermos con hiperten­ patobrónquicos. Sólo en 2 pacientes se com­
siones portales severas, secuelas hidatídicas, a probaron Q.H. hialinos, pero eran gigantes o
los que se le realizó esplenectomía; lo que ubicados en el sector medio del hígado y/ o
no ocurre cuando se la efectúa en las auténti­ yuxtapediculares.
cas cirrosis. En ellas, luego de la esplenecto­ 3) Hipertensión porrtal. En todoG fue os­
mía, la mejoría es transitoria por disminudón tensible por la clínica, la manometría, la E.
de un 20 a un 30 % del flujo portal (4). P. G. o la centellografía cuando fue realizada.
5) Piaggio Blanco y col. (128) publicaron 4) Várices esojág,:cas. En 9 se comproba­
una observación de un enfermo con· un Q.H. ron por el estudio contrastado del esófago o
por la E.P.G., y 7 habían sangrado masiva­
de la cara inferior del lóbulo izquierdo del mente en una o varias oportunidades (fig. 18).
hígado que se abrió en las V.B. La obstruc­
ción cerrada del colédoco por restos parasita­ 5) Esplenomegalia. Estuvo presente 7 ve­
rios produjo ictericia, ascitis y esplenomega­ ces, en 3 acompañada de hiperesplenismo y no
lia por hipertensión portal, producida por com­ se comprobó en ningún caso equinococosis es­
pre,ión de las radículas intrahepáticas de la plénica. Vamos a señalar referente a la es­
porta. plenomegalia acompañada de hemorragias di­
gestivas en la hidatidosis 2 observaciones de
6) R. Prade,ri y col. (138) al estudiar la Valls (182). Se trataban de Q.H. retropedicu­
hipertensión portal en las estenosis benignas lares del bazo que comprimían la vena esplé­
de la V.B. publicaron dos observaciones de nica y que por derivación de la sangre del
-compresión hidática del pedículo he,pático con bazo hacia el estómago, por los vasos cortos,
obstrucción portal y coledociana asociadas. habían presentado hemorragias digestivas por
En capítulo anterior, ya mencionamos las sangrado gástrico.
tromboflebitis portales en los mpacios porta 6) Hepatomegalia. Se comprobó solamente
secundaria a las colangitis. También el ede­ en 4 pacientes; en 3 de ellos existía obstruc­
ma hepático, sobre todo en los Q.H. supurados, ción suprahepática y en el otro E.H. y com­
contribuye a dificultar el libre flujo venoso presión del pedículo hepático. Lo habitual es
y es causa de hiperten,sión portal (74, 4). encontrar un hígado fibrótico, pequeño al que
conducen la obstrucción portal asociada a una
obstrucción biliar incompleta. Una gran he­
Clínica. patomegalia, en estas situaciones debe hacer
sospechar E.H. o -compresión cavosuprahepá­
Existen dos grupos de pacientes en SUG ma­ tica.
nifestaciones clínicas, pronóstico y terapéuti­ 7) Ascitis. Se comprobó en 5; en 3 se sos­
co. En el primer grupo están la mayoría de pechó por la angiografía la obstrucción supra­
los enfermos, la presión desciende luego de hepática y en 2 fue notoria la compresión del
evacuado el parásito o poco tiempo deGpués. pedículo hepático (obstrucción portal y obs­
Si no se han realizado estudios previos sobre trucción biliar).
el sector portal, la topografía de el o los quis­ 8) Ictericia. En 3 padentes fue franca, exis­
tes y la existencia de una esplenomegalia debe tía en eílos compresión hidática del pedículo
hacer sospechar la hipertensión portal en el hepático con trombosis de la porta, compresión
acto operatorio. El otro grupo, muy poco co­ coledociana, infección biliar, colédoco fino y
mún, pero que adquiere importancia por su dilatación de la V.B. intrahepática.
extrema gravedad, está constituido por enfer­ 9) Funcionalidad hepática. La alteración
mos con hipertensión portal orgánica (trom­ de, la funcionalidad hepática fue moderada
bosis o fibrosis) -con graves manifestaciones en 5, grave en 4 y en 1 no existía. Las in­
clínicas y con severas hemorragias digestivas suficiencias hepáticas más graves correspon­
que aparecen años después de una o varias dían a la compresión hidática del pedículo
intervenciones y que loG conducen a la muerte. hepático (compresión de la porta y el colédoco).
En los 129 enfermos de nuestra serie sólo .2 10) CenteLlograffa hepática. Lo habitual es
presentaron este tipo de complicaciones (1,5%). comprobar un gammagrama hepático con po­
En 1 de ellos (O.G.) tuvimos la comproba­ bre captación y una esplenomegalia franca que
ción radiológica y que resumiremos al final. traduce la hipertensión portal (fig. 17).
El estudio que hemos realizado está basado 11) E.P.G., cavograjía, suprahepaticografía
en un análisis de 10 observaciones, : 1 de Lar­ y .a.rteriograjía selectiva del tronco .celíaco.
ghero (74); 4 de Ormaechea (107) y de Ma­ Serán motivo de un correlato (E.S.).
quieira (86); 1 de Gardiol (68) y Mañana (84); 12,) Lesiones encontradas por la angiogra­
1 de Taibo (170) y Priario (148); 2 d e ü Pra­ fía, explora.ción operatorria y/ o necropsia.
deri (138) y 1 caso nuestro (O.G.) operado a) Trombosis de la porta y -compresión ex­
de su hipertensión portal recientemente en trínseca del colédoco: 3 enfermos, los 3 fa­
el Hospital de Clínicas (R.P. y Y.P.). llecieron.
470 Y. PORRAS

b) Compresión de la porta y/o del pedícu­ c) Obstrucción suprahepática por compre­


lo glissoniano derecho o izquierdo: 3 enfer­ sión o trombosis, fibrosis y sumado algún gra­
mos, los 3 viven. Se trataba de sujetos jóve­ do de obstrucción dep edículos portales: 4 en­
nes, con grandes Q.H. hialinos y "sin gran fermos, 3 mue,rtos, 1 vive con menos de 1 año
pasado hidatídico". de seguimiento, de los cuales no tenemos da­
tos re-cientes de su evolución.

Tratamiento quirúrgico de la hipertensión


portal en la E.H.
En aquellos enfermos en los que la com­
presión de las venas del sector portal o supra­
hepático es el principal factor en juego la
presión portal desciende en seguida de eva­
cuado el parásito, como una observación de
Maquieira (86) en que la presión cayó de 30
a 14 cms. de H20 y otra de Va.carezza (180)
en que descendió de 32. a 4 cms. de H20·.
En otros enfermos la normalidad tensional
se realiza lentamente en el postoperatorio, la
esplenomegalía sí existía retrocede, como sí
además de la compresión existiera un factor
hemodínámico independiente agregado o se es­
tablecieran nuevas vías de derivadón (85, 86).
Se deben tratar todos los quistes en la pri­
mera intervención; si no es posible no se debe
FrG. 17 .- O.G. varón 47 a. Centellograma hepático, hí­ diferir el tratamiento de los que quedan so­
gado de tamaño normal con captación irregular del ra­ bre todo los yuxtapediculares. Se hace nece­
diocoloide. En la mitad superior del lóbulo derecho sario además la corrección pre,coz y perfecta
existe un área hiporradiactiva de 4 cms. de diámetro. de todas las situaciones que condicionen hiper­
Marcada esplenomegalia con gran aumento de la cap­ tensión biliar, que a la larga conducen a la
tación del radiocoloide. En suma: lesión parenquima­ cirrosis biliar y a la hipertensión portal. Las
tosa difusa hepática, imagen de sustitución de parén­ adherencias subhepáticas (138) y la circula­
quima en el lóbulo derecho que puede corresponder a ción venosa del pedículo hepático de tipo "ca­
la secuela quirúrgica (x) y gran esplenomegalia [signo vernomatosa" pueden hacer casi imposible el
indirecto de marcada hipertensión portal. (E. Touyá) ]. acceso a la V.B.
El enfoque del tratamiento quirúrgico de la
hipertensión portal orgánica ( trombosis y fi­
brosís) y de su mayor complicación, la he­
morragia digestiva por várices esofágicas, no
escapa de las normas g,enerales de los dife.­
rentes métodos utilizados en el tratamiento de
la hipertensión portal que acompaña a la ci­
rrosis. Sin embargo existen algunas diferen­
cias que deben ser bien señaladas:
19) es muy difícil la realización de anasto­
mosis portocava por el bloqueo adherencia!
subhepátíco y la frecuente trombosis portal;
29) de acuerdo a la diferente evolutivídad
de las lesiones, en la E.H. que conducen a la
hipertensión portal, se obtienen mejores re­
sultados con la esplenectomía que en la cirrosis;
39) la funcionalidad hepática está más con­
servada lo que permite la realización de ope­
raciones profilácticas una vez constituida la
hipertensión portal y comprobadas las várices
esofágicas.
Balón de Sengstaken-Blackmore y ligwdura
de las várices sangrantes. Tienen las mismas
indicaciones que en la cirrosis. El balón se
usó en una oportunidad en un enfermo san­
grado en blanco; permitió la reposición de la
volemia y la realización de una anastomosis
esplenorrenal. La ligadura de las várices se
realizó en una oportunidad (R.P.). Se trataba
de una enferma muy evolucionada con seve­
ra compresión hídátíca del pedículo hepático;
la enferma falleció en insuficiencia hepática.
Frc. 18.- Esofagogastroduodeno. Várices esofágicas en Esplenectomía. Al disminuir de un 20 a un
los 2/3 inferiores. Gastroduode¡o normal (E. Silva). 40 % el aflujo de sangre al sector portal pue-
COMPLICACIONES HEPATOBILIARES DE LA HIDAT1DOS1S 471

de solucionar el problema. Cuenta a su favor, rices esofágicas y secundaria a lesiones anató­


como ya vimos, la no evolutividad de la le­ micas irreversibles se debe ir a algún tipo de
sión hepatocítica "per se" como la cirrosis. anastomosis portosistémica. La po,rtocava (no
La arteriografía selectiva del tronco celíaco se realizó en ninguno de los 10 enfermos es­
puede mostrar una expansión de la arteria es• tudiados) se hace casi imposible por el blo­
plénica y hacer sospechar un aumento mucho queo adherencia!, y desde luego, en la trom­
mayor de su gasto. Si la circulación arterial bosis portal no se debe realizar. Si se sospecha
hepática es normal, la esplenectomía será más la obstr·ucción de más de una vena suprahe­
efectiva aún. pática se debe desechar la terminolateral yen­
La esplenectomía está indicada además si do a la laterolateral o a la biterminolateral
existen elementos de hiperesplenismo. (Mac Dermott).
La periesplenitis, que vincula por adheren­ Es más factible la realización de la esple­
cias muy vascularizadas el bazo a su logia norrenal. Ya vimos los riesgos de la esple­
puede impedirla y ser factor de graves hemo­ nectomía. El dejar el bazo in situ (53) tendría
rragias intra o postoperatorias o conducir al sus ventajas al dejar la arteria esplénica que
absceso subfrénico en e1 postoperatorio. La mantendría un alto gradiente tensional entre
toracofrenolaparotomía facilita la hemostasis. la vena esplénica y la vena renal lo que fa­
Las 2, esplenectomías de la serie tuvieron vore-cería el funcionamiento de la anastomosis
buena evolución. Es llamativo que los ciru­ y la menor posibilidad de trombosis. En un
janos fueron a realizar en ambos casos anasto­ enfermo recientemente operado (R.P. y Y.P.),
mosis esplenorrenal: en 1 no se realizó por que veremos en detalle se anastomosó una
razones técnicas, y en el otro caso "el des­ gruesa rama hiliar inferior de la vena esplé­
c-enso de la pre-sión en la vena esplénica fue nica, a la vena renal izquierda luego de rea­
tan marcado que la falta de gradiente tensio­ lizar nefrectomía por un cálculo coraliforme,
nal entre la misma y la vena renal hacían quedando una anastomosis esplenorrenal, sobre
imposible el buen funcionamiento de la anas­ una colateral, lateroterminal. La anastomosis
tomosis, y por lo tanto no justificando su rea­ se obstruyó en el postoperatorio inmediato lo
lización" ( 86, 107). Ambos enfermos evolucio­ que obligó previa esplenectomía a realizar una
naron bien y tienen un seguimiento de casi esplenorrenal terminoterminal (R.P.).
10 años. Anastomosis linfovenosa. La ascitis puede
Anastomosis portosistémicas. Si la hiperten­ requerirla como la realizada en un enfermo
ión portal es severa con hemorragias por vá- por Mañana ( 84) .

ANALISIS DE 10 PACIENTES CON HIPERTENSION PORTAL POR TROMBOSIS

Tratamiento 1

Edad Precoz (P)


Sexo Lesión Operación Tardío (T) Evolución

23 Trombosis portal Esplenorrenal T Muerte


¿ (necro)

16 Trombosis portal Esplenectomia p Buena (inmediata y alejada)


;

15 Comp. y tromb. pedic. Esplenorrenal P Buena (inmediata y alejada)


gliss. (Rx)

16 Tromb. rama der, de Esplenectomia P Buena (inmediata y alejada)


8 la porta (Rx)

41 Tromb. suprahep. y rama Esplenorrenal '1 Muerte


der. de la porta ( Rx)
______ I
14 Bloqueo parcial venas Dren. Q.H. Inmediata buena
? S.H. (Rx) T. médico (alejada se desconoce)

18 Obst. S.H. fibrosis (Rx) Anastomosis Inmediata buena


¿ linfovenosa ( alejada se desconoce)

47 Tromb. portal y obst. Lig. vár. esofág. Muerte


? biliar (Rx)

49 Tromb. portal y obst. Dren. Q.H. Muerte


? biliar (Rx) dren. biliar

48 Tromb. S.H. tromb. portal Esplenorrenal 'l' Muerte


; parcial (necro)
4' Y. PORRAS

Tratam:ento médico. La trombosis del sec­ purados del lóbulo derecho (H.M.). Se reopera a los
tor portal o suprahepático, acompañando a los pocos días por evisceración de incisión transversa de­
Q.H. supurados eS un hecho conocido pero no recha. 3 meses después tuberculosis pulmonar de la
bien valorado. Obliga a plantear el uso de que cura luego de un año de tratamiento. En enero
anticoagulantes, sobre todo en determinadas si­ y abril de 1973 hematemesis y melenas muy importan­
tuaciones topográficas (tránsitos, etc.). tes, comprobándosele várices esofágicas, por lo que in­
Se debe realizar un buen tratami,ento mé­ gresa al Hospital de Clínicas.
dico de la hipertensión portal, de la insufi­ Al examen presentaba eventración de incisión trans­
ciencia hepática, de la infección biliar y de •ersa abdominal, circulación colateral abdominal um­
las alteraciones de la crasis sanguínea si exi,3ten. bilífuga, hepatomegalia regular con aumento de con­
PronósticO. Depende del mecanismo fisiopa­ sistencia y enorme esplenomegalia.
togénico en juego. Las trombosis portales y Los exámenes de iaboratorio mostraron insuficien­
suprahepáticas, sobre todo cuando existe com­ cia hepatocítica de mediana intensidad y elementos de
presión biliar asociada y de larga evolución hiperesplenismo (G.B. 3200).
son las que cursan con mayor mortalidad. El centeUograma hepático (fig. 17) confirmó la es­
La hipertensión portal por compromiso su­ plenomegalia, la hipertensión portal; mostrando un hí­
prahepáticocava se resuelve por el drenaje del gado de pobre captación con una zona de probable
quiste cuando la compresión es el factor do­ secuela del Q.H.
minante, como un caso de Maquieira ( 86); la Se realizó un estudio angiográfico total (E. Silva):
trombosis suprahepaticocava es una situación esplenoportografía (fig 19), cavografía (fig. 20), supra­
insoluble para el cirujano y casi siempre mortal. hepaticografía (fig. 21), angiografía selectiva del tron­
El tratamiento quirúrgico tardío, de la hi­ co celíaco (fig. 22) y esofagogastroduodeno (fig. 18).
pertensión portal, conduce a -evoluciones deBas­ Los datos aportados por estos estudios en resumen fue­
trosas; sólo en 3 enfermos, de los 10 estu­ ron: 1) hipertensión portal (47 cms. de agua); 2) obs-
diados, se realizó precozmente.
Como siempre la supuración, la equinococo­
sis hepática múltiple, que lleva a dejar quistes
ignorados, están en la base del problema.
Del análi3is de estas 10 observaciones algu­
nos hechos saltan a la vista:
19) La trombosis del sector venoso del hí­
gado sólo puede ser demostrada por la an­
giografía o la necropsia.
29) El tratamiento de la hipertensión por­
tal por dicha complicación ha sido tardíamen­
te efectuado en 7 enfermo. y cuya evolución
fue hacia la muerte. A este factor le damos
gran trascendencia .
. 39) En general no hay criterios claros y
uniformes en los cirujanos para tratar estos
enfermos.
49) En ninguna de las 10 observaciones se
realizó anastomosis porto-cava, por el bloqueo
subhepático o por trombosis real o sospecha­
da de la vena porta. Es de destacar que puede
no verse en la esplenoportografía por tratarse
de una trombosis mural o r-ecanalizada de la
misma lo que fue bien claro en una necrop­
sia resumida al final.
59) De 4 anastomosis esplenorrenales sólo
una tuvo evolución favorable y en 2 estudios
necrópsicos realizados se comprobó la trom­ FIG. 19.- Esplenoportografía: presión esplenoportal 46
bosis de la anastomosis y de la porta con sus cms. de agua (Claude). a) Mancha esplénica, visuali­
ramas principales. zándose la circulación intraesplénica por contracorrien­
69) Dos esplenectomías realizadas precoz­ te; b) aumento de calibre de la vena esplénica; c) enor­
mente tuv.eron buena evolución y llevan más me vena hiliar inferior a la que se anastomosó la vena
de 10 años de seguimiento (hecho que discu­ renal izq. Importante derivación de suplencia a través
timos en el capítulo). de venas periesplénicas, mesentérica superior (m), gas­
troepiploica derecha (e), coronaria estomáquica (d) y
Observación c!ínica. várices gastroesofágicas (i). La vena porta extrahepá­
tica (g) está aumentada de calibre, así como su rama
Resumimos una observación de un paciente derecha (h). La rama izquierda de. la porta está trom­
con trombosis de la porta y obstrucción de bosada pero, se adivina su origen (p). Cálculo corali­
las suprahepáticas. forme de riñón izquierdo (f). Se observa un ovillo de
O.G., varón, 48 años. En 1967 tránsito hepatobrón­ venas dilatadas en la zona donde asentaba el Q.H. que
quico. Por toracofrenotomía derecha (Dres. Rugo Mén­ circunda Úna zona avascular venosa que puede corres­
dez y Yamandú Porras) se drenó un enorme Q.H. su­ ponder a un nódulo de regeneración, a un Q.H. o a una
purado posterosuperior del lóbulo derecho del hígado, imagen provocada por el proceso de cicatrización y fi­
y además se efectuó resección parcial del lóbulo infe­ brosis. La necropsia d�mostró esta última posibilidad'.
rior del pulmón. Al mes drenaje de varios Q.H. su- (E. Silva).
COMPLICACIONES HEPATOBILIARES DE LA HIDATIDOSIS 473

trucción de la .rama izquierda de la vena porta; 3)


probable obstrucción de las venas suprahepáticas (Budd­
Chiari); 4) esplenomegalia gigante con gran expan­
sión de la arteria - esplénica que afirmaba la presencia
de un componente esplenógeno agregado a la obstruc­
ción del sector- ·suprahepático, en el desarrollo de la
severa hipertensión portal; 5) várices esofágicas; 6)
hígado fibroso eón zona de secuela cicatriza! yuxtadia­
fragmática.
Se interviene ·e _ l 14-VIII-73 (Dres. Raúl Praderi y
Y.P.). Exploración muy laboriosa y sangrante. Discreta
cantidad de 1íqujdo de ascitis. Marcado aumento de la
circulación esplácnica. Todas las venas abdominales es­
tán turgescentes y eréctiles. El bloqueo de adherencias
no permite explorar ni biopsiar el hígado. Es muy difi­
cultosa la individualización de la vena esplénica. Se elige
una gruesa colateral (fig. 19 c) hiliar inferior, de la
misma, que se anastomosa a la vena renal izquierda
( anas omosis esplenorrenal lateroterminal, Warren II).
Es evidente la disminución de la tensión en todas las
venas del a_bg9men.
Se rajd. J' .. Presión venosa en los terrtiorios de la
mesentérféa ·mayor y menor que cayó a 25 y 30 cms.
de agua, respectivamente.
Postop.ratorio: bueno al principio. Al 69 día he­
matemesis y m2lenas repuestas con varias transfusio­
nes. Se co_hibe la hemorragia con sonda de Sengsta­
ken-Bla_ckm_ore. Se realiza E.P.G. que muestra eleva­
da presión portal y trombosis de la anastomosis.
Reintervención: 21-VIII-73 (Dres. R.P. y N. Davi­
denko1 Se amplia la incisión anterior. Trombosis de
la anastomosis esplenorrenal lateroterminal. Foco de
pancrealitis de vecindad. Se realiza esplenectomia. Es
muy dif�cultosa y sangrante por la periesplenitis que
solidariza el bazo al diafragma. Se efectúa anastomo- F'rc. 21.- No se logró la cateterización de las venas
suprahepáticas ni el relleno de sus troncos. a) Vena cava
inferior; b) vena renal derecha; e) urograma; d) catéter.
(E. Silva).

Frc. 22.- Arteriografía del tronco celíaco. Marcado au­


mento de calibre de la arteria esplénica (c) y del vo­
lumen del bazo (x-x). Arteria hepática (b) de calibre
y morfología normal. Disminución del lecho vascular
en ia zona donde asentaba el Q.H. a) tronco celiaco,
d) arteria coronaria estomáquica, e) catéter. En su­
F1c. 20.- Cavografía. a) Aurícula derecha; b) vena cava ma: enorme expansión de todo el sistema arterial es­
desplazada a la derecha conservando su calibre y mor­ plénico, alteraciones de aspecto cicatriza! en la zona
fología [aunque parece existir pequeña deformación en donde asentaba el Q.H., no observándose procesos ex-
su sector alto (flecha)]. (E. Silva). pansivos hepáticos o esplénicos. (E. Silva).
Y. PORRAS

parcialmente recanalizado y calcificado. Las ramas co­


laterales de la suprahepática también están ocupadas
por trombos antiguos. En el hígado además del área
fibroesclerocicatrizal referida, hay una fibrosis intersti­
cial difusa sin distorsión de. la arquitectura. En varios
sectores se observa necrosis isquémica y hemorragia
con los caracteres de los llamados infartos de Zohn,
zonas de necrosis por trombosis de la porta (Dr. L.
Falconi). Vena porta. Extensa trombosis reciente de
la anastomosis e>lenorrena! y de todo el sistema por­
ta (fig. 23). Existen trombos viejos en el tronco de
la porta. Vena cava (fig. 24). Sobre una antigua trom­
bosis en la desembocadura de las venas suprahepáticas
existe un trombo reciente que se prolonga a la vena
cava. Los ostium de las suprahepáticas accesorias es­
tán libres. Estómago. Con sangre parcialmente digeri­
da. Existen úlceras agudas en la mucosa gástrica.

Comentario.
Aunque es fácil entender la etiopatogenia
de la hipertensión portal vamos a señalar al­
gunos hechos de discusión referente a la evo­
Iutividad de la misma.
En 1967 (tránsito e hidatidosis subhepática
supurada) se produjo la trombosis portal y
suprahepática que fue bien tolerada (el pa­
ciente sufrió 3 intervenciones y Una tuberculo-

FIG. 23.- Sección longitudinal del complejo lesiona! he­


patopulmonar (secuela del antiguo tránsito hepatobr,6n­
quico). Pequeña cavidad residual (CR) ubicada en el
lóbulo posteroinferior del pulmón derecho. Nódulo fi­
broso (NF) hepático laterocava que engloba y estenosa
las venas suprahepáticas (VSH). La fibrosis invade el
diafragma (D) y el pulmón. Vías biliares (VB) norma­
les. Trombosis (T) masiva reciente. de la vena porta
(VP), vena esplénica (VE) y mesentérica superior (MS)
Existen trombos viejos. (Gentileza del Dr. N. Davidenko)

sis esplenorrenal terminoterminal previa trombectomía


renal. Profuso sangrado de la logia esplénica que tie­
ne adherencias carnosas. Al terminar se habian pasado
12 volúmenes de sangre. Se termina la intervención me­
chando la logia esplénica. Hipotensión postoperatoria.
Postoperatorio: pasa al C.T.I. del Hospital de Clíni­
cas donde se recupera. Al día siguiente tiene buena
presión arterial y diuresis. Vuelve al piso recuperándo­
se lentamente hasta el 6l día. En ese ínterin se reti­
ran las mechas de la logia esplénica.
El 28-VIII-73 fallece bruscamente en colapso.
Necropsia. 29-VIII-73 (Dres. E. De Stéfani y N.D.).
Pulmones. Cavidad pleural derecha obliterada por
extensas adherencias fibrosas. En la base del pulmón
derecho existe una cavidad irregular, residual, de 3 x 2
cms. vecina al diafragma. Enfisema pulmonar genera­
lizado. Esófago. Numerosas várices submucosas. Híga­
do. Aumentado ligeramente de tamaño a expensas del
lóbulo izquierdo y de consistencia firme. A nivel de
la zona superior del lóbulo derecho existe un area fi­ FIG. 24.- Sección longitudinal de la vena cava inferior
broescterocicatrizal subdiafragmática que engloba y es­ (VCI), vista posterior. Trombosis (X) en la desembo­
tenosa las venas suprahepáticas (fig. 23), sobre su des­ cadura de las venas suprahepáticas (antigua y recien­
embocadura en la vena cava inferior. La vena supra­ te). Venas renales (VR), diafragma (D) y pulmón (P).
hepática derecha presenta un viejo trombo organizado, (Gentileza del Dr. N. Davidenko).
COMPLICACIONES HEPATOBILIARES DE LA HIDATIDOSIS 475

sis pulmonar) hasta 1973 en que aparece la La vena puede sufrir la impresión del Q.H.
hemorragia digestiva por várices esofágicas. en uno de los bordes, puede aparecer despla­
La existencia de un período de tiempo libre zada a la izquierda de la columna mismo con
entre la trombosis y la aparición de síntomas compresión de la aurícula derecha (86).
lleva a pensar en la aparición de un factor Puede comprobarse una desaparición total
nuevo de agravación de la hip·ertensión portal. de la cor:iente venosa. Como el parásito, es
La existencia de un factor esplenógeno agre­ por definición al árb. vascular una ligadura
gado (4) es una posibilidad. En efecto la enor­ viva y de lenta instalación, se establee-en vías
me expansión de la arteria esplénica habla en colaterales de derivación que dependerán, así
favor del mismo. como las manifestaciones clínicas, de la topo­
Otro elemento a considerar, basado en el grafía del obstáculo. Cuando éste a,sienta por
estudio anatomopatológico, sería el aumento de encima de las renales, la circulación supletoria
la estenosis de las venas suprahepáticas por se hace por los sistemas venosos profundos
retracción cicatriza! y envejecimiento del te­ (venas lumbares ascendentes, plexos raquídeos,
jido fibroso perivenoso que vino a sustituir venas espinales y sistema de la ázigos) y no
el Q.H. supurado origen del tránsito hepato. aparecen manifestaciones clínicas. Si la obs­
brónquico. Desde luego, la esplenectomía, de­ trucción se hace en el sector infrarrenai la
bería haber sido la terapéutica realizada en la circuladón supletoria se hace por los sistemas
primer intervención si se hubiese agregado so­ superficiales de la pared abdominal y aparecen
lamente el factor esplenógeno (lamentablemen­ manifestaciones clínicas: circulación colateral
te no pudimos obtener la anatomía patológica tipo cava•cava, edema, trastornos tróficos y
del bazo). várices de los miembros inferiores (194,154,
La trombosis de todo el sector portal posto• 192,324,241,320,211,313,86,87).
peratoria (esplenectomía y anastomosis esple• Según �os autores argelinos (199,202) . , una
norenal) fue la causa de la muerte. En este compresióp cava en su sector medio, entre las
enfermo no fue valorada la hipercoagulabilidad S.H. superiores e inferiores, podría crear un
que sigue a las esplenectomías fácilmente evi­ "by-pass" intrahepático en el que la cava in­
denciables por estudios de laboratorio (aumen. frahepática desaguaría a travs del mismo en
to del número de plaquetas, etc.). las S.H. superiores. Para Maquieira (86) debe
ser excepqional y de difícil observación.
Compresión de la vena cava inferior (86, 87). La situación más grave existe en el síndrome
cavo-S.H., en el que a la obstrucción cava se
Los Q.H. del sector medio y posterior del asocia el obstáculo a todo el desagüe venoso
hígado comprometen frecuentemente la vena del hígado. Las manifestaciones son máximas
cava inferior. (hepatomegalia congestiva marcada, fibrosis
El.aesarrollo de eficaces vías colaterales de hepática, ascitis, circulación colateral cava­
derivación hacen que la mayoría de las veces cava, etc.), así como la repercusión funcional
pase desapercibida. hepática. Una supuración subdiafragmática
Aunque la compresión y la obliteración ha­ crónica, que afecte el diafragma en la zona de
bían sido analizadas hace mucho tiempo (237, pasaje de la cava, al producir una periflebitis
244) ha sido gracias al desarrollo de la cavo­ esclerosa crónica, estenosa la vena. El cuadro
grafía (150,200,279,.241) que se ha podido es­ clínico evoluciona como una pericarditis cons­
tudiar la zona silenciosa del hígado, que antes trictiva (198).
era sólo apreciable por las autopsias (24,177, Aunque la obstrucción de la cava por un
58,55), y adelantarse en el diagnóstico de la
ruptura de la E.H. en la vena cava inferior. Q.H. debe hacer tener en cuenta la repercusión
La cavografía ha permitido conocer, además renal, no es común encontrarla (86). En la
el volumen del Q.H., el estado hemodinámico, bibliografía hay observaciones que cursaron
la posibilidad de inyectar las venas suprahepá­ con azoemia elevada o con hipertensión ar­
ticas (2,79), y prevenir las lesiones quirúrgicas terial (135).
de la vena al ejecutar técnicas de exéresis (86, Manifestaciones clínicas y diagnóstico. La
87). primeras, como ya vimos, dependerán de la
En suestro medio B. Ríos (154) publicó en topografía y de la organicidad del proceso.
1949 una observaciós. La cavografía (200,86), y la flebografía cavo­
Deschamps y Grinfeld .241) dieron a cono­ S.H., por contrainyección, harán el diagnósti­
cer un caso muy bien documentado al 309 Con­ co (279). El hallazgo de elementos de labora­
·greso Argentino de Cirugía. torio de hipertrombicidad harán sospechar una
Maquieira (86,87) estudió una serie impor­ trombosis cava agregada.
tante de enfermos con cavografías pre y posto­ Tratamiento. Aunque están descriptas, no
peratorias, de donde resumimos este capítulo. hemos tenido complicaciones vasculares por
Patología. La vena cava en general se pre­ decompresión. Las evoluciones accidentadas
senta comprimida por uno o más quistes; no que se ven en los postoperatorios pueden ser
son comunes los fenómenos de trombosis (86). debidas a la ruptura del equilibrio circulatorio
Pero la estasis y la infección, ésta última a intrahepático por dislocaciones vasculares (31,
punto de partida de la adventicitis supurada, 86) o, para nosotros, trombosis postoperatoria.
pueden ser causa de trombosis (244,255,286). De todos modos la evacuación de los grandes
Dévé (244) public·ó un caso en que la vena Q.H. que comprimen la cava debe ser lenta
había quedado reducida a un cordón fibroso y gradual (86).
sin manifestaciones de hipertensión venosa. Aunque es factible la liberación en el dia­
Los desplazamientos que sufre la vena han fragma del orificio de la cava estenosada, la
sido puestos en evidencia por la cavografía (86). estenosis se reproduce rápidamente (198).
-176 Y. PORRAS

Controles angiográficos po,stoperatorios (86).


La E.P.G. pone en evidencia un aumento de
la vascularización en la zona donde existía
un Q. H.; traduce el cambio de .posición de los
sectores indemnes; evidencia los fenómenos de
atrofia y de hipertrofia compensadora y per­
mite diferenciar además un lóbulo. hipertró­
fico (lóbulo traidor) (86) de una E.H. posto­
peratoria.
En la mayoría de las cavografías postopera­
torias realizadas por Maquieira (86) la vena se
mostraba indemne. Una ob,3ervación. con atro­
fia y esclerosis postoperatoria del lóbulo iz­
quierdo dejó como secuela una alteración -de
su luz (86).

Gamma.grafía postoperatoria (Fig. 26l.


Todavía no se pueden diferenciar- ias cicatri­
ces postoperatorias, de la imagen produ:ida por
nuevos quistes, salvo que hayan existido estu­
dios centellográficos previos (175).....
Touyá y col. (175) abogan por la realización
de controles a los 3 meses y al año de la
intervención para dilucidar este profleh.. a

FIG. 25.- E.C. 21 a. varón. Cuatro enormes Q.H. hiali­


nos que fueron resueltos por quistostomía. El 19 se dre­
nó a través del 29. Quistografía con Hypaque y H202.
(Y.P. y H.M.)

F'rc. 26.- Centellograma hepático del enfermo E.C. al


año de operado (vista anteroposterior). Discreto au­
mento del área de proyección del parénquima hepático
por hipertrofia del lóbulo izquierdo que rebasa el ci­
foides / cms. Existen 3 áreas hiporradioactivas en el
lóbulo derecho ( 1, 2 y 3) y uno en el lóbulo izquier­
do ( 4). Discreto aumento de captación del radiocoloide Frc. 27.-A.V. 23 a. varón. Rx. de estómago en Tren:
por el bazo. En suma: hepatomegalia con hipertrofia delemburg. Equinococosis hepática múltiple de lóbulo
del lóbulo izquierdo, procesos de sustitución de parén­ izquierdo y Q.H. de logia esplénica y perihepáticos que
quima que corresponden a la secuela quirúrgica y mo­ producen imágenes de compresión extrínseca de estó­
derado aumento de las resistencias vasculares del siste- mago. Este enfermo tenía además una hidronefrosis
ma porta. No hay evidencia de nueva hidatidosis. bilateral, compresión colorrectal y compresión cava in-
(E. Touyá). ferior ( edema de la mitad inferior del cuerpo).
COMPLICACIONES HEPATOBILIARES DE LA HIDATIDOSIS 477

XI) EQUINOCOCOSIS HEPATICA Aunque la mayoría de los autores no admiten


MULTIPLE (E.H.l\V) la vesiculización exógena en el hígado , es un
hecho innegable la existencia de Q.H. secun­
Decía Armand Ugón en 1953 (9) que "la darios separados del primitivo por vesiculiza­
multiplicidad de los Q.H. del hígado es un ción exógena o más aceptado por crecimiento
hecho frecuente, grave e indiagnosticable". En diverticular (45).
estos .20 años se ha dado un gran paso en el La mortalidad para IvanisGevich (286) al­
diagnóstico con la centellografía hepática (175) canza al 15% . La morbilidad es mucho ma­
y los estudios angiográficos (196, 200, 279,86). yor: se multiplican las posibilidades de com­
Frecuencia. Oscila entre el 13 y 34% en plicaciones, el riesgo de siembras operatorias
divernas series (286). y en consecuencia las reintervenciones.
Cendán la encuentra en un 32% (31,32). Diagnóstico. Se debe conocer el "mapa pa­
Es interesante señalar la de Dungal (259) que rasitológico" del hígado ( 86). Esto no es po­
.se basa en datos necrópsicos y alcanza a un sible por loG estudios Rx. habituales. La E.P.G.,
34% . El 24,7% de nuestros 129 enfermos es­ la arteriografía selectiva y la gammagrafía
taba afectado de E.H. múltiple en la siguiente hepática (Figs. 28 y .29) son los únicos mé­
proporción: todos de diagnóstico que permiten conocer el
tamaño, topografía, número y estado del pa­
-Q.H. únicos .. . 75,2% (�7 casos) rénquima restante. La gammagrafía es rápida,
-2 a 6 Q.H. ....... 19,4% (28 " ) inoc· ua y eficaz ( 174,175). Si no se cuenta
-E.H.M. intra y peri- con ella, se debe presumir la E.H.M. al reali­
hepática .......... 5,4% ( 7 " ) zar la exploración quirúrgica.
Sin contar los casos de E.H.M. intra y pe­ Tratamiento. Es clásica la fragilidad de estos
rihepática en 122. pacienteG se contara.u 165 Q.H. enfermos. El estudio global y el tratamiento
Formas amatomodínicas. La más común es preoperatorio de la infección, de la insuficien­
la forma disem:nad,a. que adopta la misma dis­ cia hepática y d:e la posibilidad de accidentes
tribución topográfica que la estudiada en los anafilácticos (corticoides) deben ser de rigor.
Q.H. únicos. Las formas confluentes en un "La evacuación total del quiste o de los
lóbulo o sector hacen posible la resección (32). múltiples quistes del hígado es la condición
La E.H.M. puede adquirir la forma maciza que "sin qua non" para tener un buen postopera­
es común en el cerdo (286). Las formas peri­ torio" (9).
hepáticas, son muy graves; ahogan el parénqui­ Un enfermo grave y complicado, sometido a
ma comprometiendo la circulación e impidiendo una intervenc'ión incompleta y al que se le
la hipertrofia compensadora (86, 45). suman complicadones de quistes ignorados y
La E.H.M. intrahepática es habitualmente no tratados es casi un enfermo perdido. La
primitiva. No se debe olvidar sin embargo, supuración metastásica, la apertura en V.B.,
que la ves�culización endógena es secundaria. las roturas en peritoneo, las trombosis intra-

Frc. 28.- A), B), C) : Centellograma hepático con radiocoloid2. Gran área hiporradioactiva (laguna) que ampu­
ta los 2/3 su,periores del lóbulo derecho en contacto directamente con el diafragma. Amputación del lóbulo iz­
quierdo del hígado. D), E), F), G) : Centellograma del pool sanguíneo abdominal. S. ,recisan 2 procesos de sus­
titución del parénquima en el lóbulo derecha (lagunas), y 2 en el lóbulo izquierdo ( una laguna Y una es­
cotadura). Se determinan varios quistes en la logia esplénica. En suma: múltiples procesos de sustitución de
parénquima en el lóbulo derecho y en el lóbulo izquierdo del hígado, probablemente quísticos (no se comprueba
vascularización en el centellograma del pool), y múltiples procesos quísticos de logia esplénica ( E. Touyá).
478 Y. PORRAS

Fra. 29.- A), B), C) : Centellograma hepático con radiocoloide (a los 8 meses de operado). Regeneración del
lóbulo derecho. Escotadura (x) en el borde superior del lóbulo izquierdo (Q.H. ¿o secuela?). D), E), F), G):
El centellograma del pool sanguíneo abdominal logra definir la escotadura (x) como un proceso expansivo de
posible naturaleza quística. En suma: franca regeneración del lóbulo derecho del higado. Q.H. del lóbulo iz-
quierdo. (E. Touyá)

hepáticas o los tránsitos hepatotorácicos son


situaciones frecuentes.
La buena preparación preoperatoria, la
anestesia y el abordaje son decisivos en el tra­
tamiento quirúrgico (32.).
Estos aspectos ya fueron tratados en la parte
general del tratamiento.
El método para tratar los quistes no escapa
de las normas generales, aunque se debe in­
tentar el conservadorismo. La resección cabe
para las formas confluentes sobre todo en el
sector izquierdo. Los quistes perihepáticos de
siembra los tratamos por punción, suero salado,
aspiración del contenido parasitario, nuevo la­
vado generoso con suero salado dejando por
último la adventicia abierta. No vamos a in­
sistir en la importancia de los drenajes y del
manejo de la V.B. muchas veces oculta.
El dejar quistes para otro acto operatorio
supone enfermos graves, en los que por su to­
pografía, tamaño o aspecto se presume poca
"complicabili-dad" de los mismos. En estos ca­
sos la reintervención no debe diferirse y se debe
estar pronto para la misma en cualquier mo­
mento. Estos enfermos muchas veces deben
cursar su postoperatorio inmediato en un centro
de cuidados intensivos. La Rx. de tórax en el
postoperatorio debe ser la regla cuando quedan
Q.H. superiores; los tránsitos hepatotorácicos
se hacen a bajo ruido (Fig. 30).
Resumimos una interesante observación de Fra. 30.- A.V. 23 a. varón. Operado de equinococosis
nuestra serie: peritoneal secundaria de todo el abdomen. Solo en la
retrocavidad de los epiplones no había quistes. T) trán­
C. A., 24 años, mujer. Operada hace 17 años de
E.H. Ingresa con 2 enormes Q.H. del lóbulo derecho, s.ito hepatobrónquico en el postoperatorio de una segun•
y otros 2 pequeños del sector posterior del lóbulo iz­ da intervención para tratar los quistes peritoneales;
quierdo (Fig. 31). El tratamiento de los primeros pro­ D) diafragma; P) pioneumoquiste en tránsito. Fue re­
vocó un accidente anafiláctico que fue seguido de fugaz suelto por toracofrenotomía a nivel del 109 espacio in-
paro cardíaco, lo que no permitió tratar los Q.H. del tercostal. Buena evolución. (Y.P. y R.M.).
COMPLICACIONES HEPATOBILIARES DE LA HIDAT1DOSIS 479

-Sup. metastásica y/o sup.


en Q.H. no tratados ... 2,2 % (4)
-Abscesos subfrénicos 1,1 % (2)
-Evisceración . _ .. . 1,1 % (2.)
-Hemorragia ........ . 0,5 % (1)
-Fístula duodenal .. . 0,5 % (1)
-Tránsito hepatobrónquico 0 ,5 % (1)
-Empiema .... 0,5 % (1)
2) Alejadas y secuelas.
-Siembras operatorias 8
--Cavidad residual ... _ . 6
-Fibrosis del colédoco 2
-Fibrosis hepática . . 1
-Hepatofijación del duo-
deno . . ... . . . . . 1
-Litiasis vesicular alejada 1
--Sufrimiento vesicular por
pericisticitit3 . . . . . ...... 1
-Eventraciones (no tene­
mos cifras exactas pero su
LC frecuencia es algo mayor
que en otro tipo de ciru­
FIG. 31.- C.A. 24 a. mujer. El lóbulo derecho (LD) es­ gía abdominal).
taba destruido y sustituido por 2 Q.H. hialinos, gigan­
tes. El lóbulo cuadrado (LC) se encontraba hipertró­ C) Reoperaciones. 35 enfermos sufrieron re­
fico y congestivo. El sector lateral (SL) izquierdo era operaciones (27,1 % ) , de 129 estudiados en la
normal y con 2 pequeños Q.H. posteriores (Q) que no serie. Esos 35 enfermos fueron reoperados 52
fueron tratados en la primera intervención por acci­ veces:
dente anafiláctico al drenar los Q.H. del lóbulo dere­
cho. Cuatro meses después los quistes no tratados (Q) --25 enfermos se reoperaron 1 vez
habían destruido todo el lóbulo izquierdo. Muerte. 4 " ,, 2 veces
(H.M. y Y.P.). 5 3 veces
1 4 veces
lóbulo izquierdo. Se reintervino en grave estado dos
meses después: los Q.H. del lóbulo izquierdo habían
En total se realizaron 181 operaciones, de
crecido enormemente y supurado. Prácticamente que­
las ,cuales 52 fueron reintervenciones cuyo aná­
daba muy poco hígado funcionante. Falleció en el
lisis realizaremos.
postoperatorio inmediato en grave insuficiencia hepática.
--Siembra operatoria .... ' 23,0% (12 reop.)
Reintervenciones en la E.H.M. La frecuencia --E.H.M., peritoneal y/ o otra
de las reintervenciones aumenta en la E.H.M. local. abdominal . .... ' . 23,0% (12
lo que señala la alta morbilidad. -Cavidad residual . ...... 15,3% ( 8
De un estudio comparativo entre la E.H. --Supuración metastá,3ica y/ o
única y la E.H.M. obtuvimos las siguientes ci­ sup. Q.H. no tratados ... 5,7% 3
fras: -Siembra? Q.H. ignorados? 3,8% 2
-Colangitis, c. residual, co-
De 97 enf. con E.H. única 18 se reop. (18,5 % ) ledocitis estenosante . . . . 3,8% 2
De 32 enf. con E.H.M. .. 17 se reop. (53,1 % ) -Abscesos subfrénicos .... 3,8% 2
-Afección vesicular alejada
(litiasis, obst. del cístico 3,8% 2
XII) COMPLICACIONES, SECUELAS, -FibroGis hepática. hiper-
REOPERACIONES Y MUERT]S tensión portal grave 1,9% 1
EN 129 CASOS DE E.H. -Hepatofija.ción del duodeno 1,9% 1
A) Complicaciones intraoperatorias. Fueron --Eventraciones ... 9,6% 5
estudiadas en 181 operaciones que es el total de -Evisceración .. 3,8% 2
intervenciones primarfas y reintervencio�1es.
Su frcuencia fue baja, 4 en total (2,2 % ) ; pero Cmno se estudian las causas 1d!e las reope­
2 de ellas (shock anafiláctico y paro cardíaco, ra:Ciones los porcentajes están dados sob
, re las
accidente transfusional) condujeron más tarde mismas.
a dos pacientes a la muerte. El 74,9 % de las reoperacioneG fue: 1) E.H.M.
Shock anafilácüco grave. Paro cardíaco 1 o siembra operatoria, 55,7 % ; 2) infección más
Accidente anafiláctico leve .. . . . . . . . . . . . .. 1 cavidad residual, 19,2 % .
Accidente transfusional . . . .. . 1 D) Mortalidad. En 129 enfermos hubo 6 muer­
Shock por insuficiencia coronaria . . 1 tes que corresponden a un 4,65 % .
B) Complicaciones postoperatorias. Del estudio de los enfermos complicados y
fallecidos vamos a señalar 2 hechos trascen,
1) Inmediatas (en los primeros 40 días) dentes:
-Fístulas purulentas 3,3 % ( 6) 19 La infección en la E.H. no ha sido re­
-Bilirragias . ..... 2,2 % ( 4) suelta por la antibioterapia.
480 Y. PORRAS

29 Todavía Ge siguen realizando diagnós­ 7) Se señala en el relato la extrema gra­


ticos tardíos que incidirán en la mala evolu, vedad de las formas supuradas que son la an­
ción de estos enfermos. tesala qe casi todas las complicaciones, llaman­
Resumimos brevemente las historias de los do la atención sobre las angiocolitis supuradas
enfermos fallecidos; algunas ya fueron anali­ como causa de ictericia. El drenaje de todos
zadas en capítulos anteriores. los Q.H. ;upurados debe ser rápido, sumado al
J. B. de R., mujer, 35 años. Accidente transfusional.
tratamiento de las lesiones biliares y a una
C. A., mujer, 24 años. Hidatidosis múltiple. Un ac­
reanimación pre, intra y postoperatoria correcta
cidente anafiláctico ( no previsto) impidió tratar todos
y cuidadosa para evitar el shock por gram
los quistes. Los que quedaron supuraron y condu­
negativos.
jeron a la enferma a la muerte. 8) La posibilidad de supuración metastá­
L. G. de A., mujer, 52 años. Q.H. supurado gigante. sica (34) puede determinar la elección del Q.H.
La persistencia de una cavidad residual llevó a la a operar en primer término, y en el postope­
formación de abscesos angiocolíticos múltiples, perito­ ratorio inmediato puede ser causa de fiebre
nitis y sepsis. inexplicable y en la E.H.M. obliga a tratar
X. X., varón, 52 años. Q.H. supurado abierto en todos los Q.H. en la primera intervención ( 9).
peritoneo ( colepíohidatoperitoneo) y en vías biliares. 9) Se insi,ste en la alta frecuencia de la re­
Sepsis. percusión y complicaciones biliares que alcan­
J. M., varón, 50 años. Dos Q.H. calcificados y supu­ zaron un 38,7 % en la serie estudiada lo que
rados. Abscesos angiocolíticos. Hemobilia. Este en­ obliga a un diagnóstico y a un tr11tamiento
fermo estuvo 10 años etiquetado con el diagnóstico quirúrgico exhaustivo de las mismas para ob­
de cirrosis por su hepatomegalia. tener buenos resultados.
X. X., mujer, 71 años. Enorme Q.H. supurado poste­ . 10) Creemos de utilidad el empleo de dre­
rosuperior de lóbulo derecho que obligó a una toraco­ naj�s coledocianos transquísticoG, o transhe­
. frenotomía. Sepsis ( piociánico). patoquisticos en los Q.A.V.B. cuando se •en­
cuentra una comunicación biliar a pleno canal.
El éxito de la cirugía de la E.H. depende del Aunque hace falta más experiencia el resul­
diagnóstico precoz, manejo y ubicación correcta tado obtenido en una enferma (133) avalan
de los tubo,3 de drenaje si se utilizan, adecuadas esta afirmación.
técnicas de reanimación, anestesia y trans.fusión, 11) El Q.H.C. plantea grandes problemas
y por último conducción y tratamiento racional de indicación y tratamiento quirúrgico. Es el
de la infección; pero la verdadera batalla se ejemplo más típico de la patología de la ad­
libra en el terreno de la profilaxis. venticia que se inicia con el drenaje (168, 6).
El conocimiento de la misma es fundamental.
En el Q.H.C. somo; partidarios de la quistecto­
XIII) CONCLUSIONES mía en block o de las diferentes formas de
ne acuerdo al análisis efectuado podemos adventicectomías. De necesidad, como primera
concluir: intervención, quistostomía y luego la adventi­
1) La alta incidencia de la equinococosis cectomía diferida de la capa más interna, que
y de la E.H. en especial en nuestro medio de­ se excoclea espontáneamente, de la adventi­
bido a la no aplicación de las más elementales cia (168) en un. plazo no menor de 4 meses.
normas de profilaxiG. En la forma fistulosa se deben manejar las
2) La vigencia de la mayor morbimortali­ hepatectomías, adventicectomías y la deriva­
dad de la E.H. en relación a la E. pulmo­ ción quiGticoyeyunal (11O).
nar (93,132). 12) Al estudiar la repercusión y ·complica­
3) Del estudio de la E.H. pre, intra y posto­ ciones vasculares se diferencian 2 grupos de
peratoria establecemos que es muy difícil di­ enfermos: uno en que la compresión es el fac­
ferenciar los límites entre Q.H. complicado y tor dominante, pr�sente en mayor o menor
no ·complicado siendo más correcto por lo tanto grado en la E.H., y el otro grupo, muy poco
hablar de repercusión en las distintas estruc­ común en la actual'dad, con lesiones orgánicas
turas del hígado (repercusión biliar) (25), re­ fibróticas o trombóticas, que cursan con hi­
percusión vascular (86), etc.). pertenEión portal severa y que Ge ven en €n­
4.) Del análisis global del tratamiento qui­ fermos multioperados, -con antecedentes de Q.H.
rúrgico resulta que la mayoría de nuestros en­ supurados o de tránsitos hepatotorácicos, y en
fermos fueron resueltos por quistostomía o los que en general el tratamiento quirúrgico
quistectomía y un buen manejo de los tubos de la hipertensión portal ha sido abordado tar­
de drenaj-e en el postoperatorio no habiendo díamente.
encontrado indicaciones corrientes de hepatec­ 13) Se destaca la frecuencia v la morbilidad
tomías regladas en las formas anatomopatoló- de la E.H.M., por la posibilidad de complica­
gicas que 10,3 ha tocado resolver (132). ciones de quistes ignorados y de siembras ope­
5) No existe una cirrosis hidática (92, 45, ratorias. En lo posible se deben tratar todos
57). La cirrosis biliar es posible (92). Habi­ los Q.H. (9), lo que obliga a incisiones · am­
tualmente lo que se ve es una fibrosis de plias. ampliables al tórax o a la región lum�
causa vascular, séptica y a la que se agregan bar (32) o a realizar nuevas in.cisiones cam­
las secuelas de fenómeno,; inmunoalérgicos re­ b' ando de posición el enfermo en el mismo acto
petidos (92, 57). operatorio.
6) No es habitual encontrar severas insu­ 14) El análisi,; de nuestros casos y -de la
ficiencias hepatocíticas en la E.H. Las que se bibliografía nos ha llevado a utilizar exclusi­
ven son secundarias a trombosis portales o su­ vamente el suero B_alado (ClNa al 33 % ) como
prahepática, o acompañando a la E.H.M. solución parasiticida (126).
COMPLICACIONES HEPATOBILIARES DE LA HIDATIDOSIS 481

RESUMEN considérer comme une fibrose. Le traitement chirur­


gical est la kystostomie.
Este relato está basado en 129 observaciones de equi­ Dans les cas de kyste hydatique suppuré le drainage
nococosis hepática. El estudio pre y postoperatorio no doit étre rapide, de méme que dans les formes ictéri­
permite diferenciar claramente los límites entre el ques de l'angiocholite.
Quiste Hidático complicado y no complicado, empleán­ La répercussion du kyste hydatique sur le arbre
dose como más correcto el término "repercusión" en las vasculaire se produit par la compressión ou la throm­
distintas estructuras. Se observó un 38,7 % de casos bose des veines portales ou supra-hépatiques.
con repercusión en la vía biliar. No existe la cirrosis Les complications hépato-biliaires, définies par
hidática, siendo mejor considerarla como una fibrosis. !'agression directe ou indirecte du parenchyme hépa­
El tratamiento quirúrgico es la quistostomía. tique, obligent a un traitement chirurgical concernant
En los quistes hidáticos supurados el drenaje debe fondamentalement le secteur hépato-biliaire, dans le
ser rápido. Y también en las formas ictericios de sens le plus large du terme.
angiocolitis.
La repercusión del quiste hidático sobre el sistema SUIIARY
vascular se manifiesta por la compresión o la trom­
bosis de las venas portales o suprahepáticas. This report is based on 129 cases of liver echino­
Las complicaciones hepatobiliares, definidas por la cocosis. Pre and post-operatory study has not enabled
agresión directa o indirecta del parénquima hepático us to establish a clearly marked delimitation beaween
obligan a efectuar un tratamiento quirúrgico dirigido complicated and non .complicated hydatid cyst. The term
fu. ndamentalmente a todo el sector hepatobiliar en su deemed most correct is "repercussion" on the dif­
entido más amplio. ferent structures. There was repercussion on the bi­
liary tract in 38.7 % of cases. 'Ibere is no hydatid
cirrhosis but rather it should be considered as fibrosis.
RÉSUIÉ Surgical treatment consists of cystostomy.
In supurated cases drainage should be rapid. This also
Ce rapport se base sur 129 observations d'équino­ applies to jaundieed forms of cholansitis. Repercussion
cocose hépatique. L'étude pré et post opératoire ne of hydatid cyst on vascular system appears as compres­
pe.rmet pas de distinguer clairement les limites entre sion or thrombosis of portal or suprahepatic veins. Hepa­
kyste byda ique compliqué et non compliqué. Le tobiliary complications are defined as direct or indirect
erme «répercussion" est considéré plus correct dans aggression of liver parenchima and it becomes neces­
les ifférentes structures. 38,7 % de cas avec répercus­ sary to prescribe surgical treatment directed funda­
-on sur la voie biliaire ont été observés. La cirrhose mentally towards the. hepatobiliary sector in its broa­
,ydatique n'existe pas et ll est plus approprié de la dest sense.

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