Está en la página 1de 11

1

10 x 10 minutos
en nuestro Santuario-Hogar

Estos textos quieren servir como una motivación y como


una ayuda a todas las familias que han consagrado su
Santuario-hogar y quieren renovar y fortalecer la vida que
ha surgido a partir de él.
2

¡Te pusiste en camino!

“En aquellos días, se levantó María y fue con prontitud a


una región montañosa, a una ciudad de Judea ...” (Lc. 1,
39)

Así te pusiste en camino hacia nosotros, hace ya algunos


años. Nos visitaste, primero, personalmente; tal vez, sin que
llegásemos a darnos cuenta, en la fe que recibimos de
nuestros padres, en el colegio en el cual fuimos educados, en
la parroquia que nos vio crecer y que nos preparó para los
sacramentos. Después, cuando nos invitaste a participar en
Schoenstatt y sellaste una Alianza de Amor con nosotros...

Querida Mater, ¿cuánto camino has recorrido, cuánto tiempo


ha pasado, desde que te reconocimos más conscientemente y
te invitamos, por primera vez, a nuestro hogar? ¿Cuánto
tiempo, hasta que nos decidimos a pedirte que te quedaras
con nosotros, que transformaras nuestro hogar en tu
Santuario?

Hoy queremos recordar, a grandes rasgos esta historia,


alegrarnos y agradecer.
3

¡Cómo llegaste a nuestro hogar!

“El Ángel del Señor anunció a María ...” (Lc 1, 30)

Así como un ángel te trajo la buena noticia, así también en la


historia de nuestro Santuario-hogar hubo algunos “ángeles”
que nos trajeron tu mensaje.

Permanecen en nuestro recuerdo: esos amigos que nos


invitaron a participar en Schoenstatt y aquellos que, más tarde,
nos prepararon a la Alianza de Amor. Mensajeros de Dios
fueron también todas las circunstancias que han rodeado
nuestro camino en Schoenstatt y las personas que
directamente nos entusiasmaron para que consagráramos
nuestro Santuario-hogar, quienes nos dieron testimonio y nos
animaron a prepararnos.

Hoy queremos agradecer por esas circunstancias y pedir


por cada una de las personas que, de una u otra forma,
nos ayudaron a tomar la decisión y nos prepararon a
recibirte en nuestro hogar.
4

Tus regalos en la preparación

“Con su luz clara y transparente da forma a la historia de la


Sagrada Familia” (HP, 192)

Cuando comenzamos nuestra preparación más directa a la


consagración de nuestro Santuario-hogar, no podíamos
imaginar todo lo que ella significaría. Cada encuentro nos regaló
una comprensión más cabal del inmenso don que recibiríamos,
pero también nos asustó pensar que no estábamos preparados
para ello.

¿En verdad, querías tú establecer tu Santuario en nuestro


propio hogar?

Cada pauta de trabajo nos fue ayudando a hacer un proceso


lento y enriquecedor, de reconciliación y valoración de nuestra
historia matrimonial a la luz de la fe. Así pudimos descubrir y
valorar nuestra originalidad y misión como familia.

En este encuentro, quisiéramos recordar todo lo que nos


significó personalmente, como matrimonio y como familia,
la preparación a la consagración de nuestro Santuario-
hogar.
5

¡Y llegó el gran día...!

“Cuántas veces en la historia del mundo, ha sido lo


pequeño e insignificante, el origen de lo grande y de lo más
grande...” (P.K.)

Sí, y llegó el gran día... ¡Cuántas cosas más hubiésemos querido


ofrecerte! Pero tú sabes que pusimos lo mejor de nosotros en
esta solemne bendición de nuestro Santuario-hogar, conscientes
de lo poco que te podíamos ofrecer. Para nuestra familia, este
momento de gracias está unido a un sinnúmero de anécdotas y
de incidentes. Para el vecindario y para nuestro entorno, de
seguro habría sido imposible captar la grandeza y la
trascendencia de este sencillo acto de consagración.

Nos acompañaron física o espiritualmente las personas más


queridas y también con ellas pudimos celebrar después.

Hoy queremos traer a la memoria ese día tan especial, con


cada detalle, y con todo lo que nos pueda ayudar a
recordarlo mejor.
6

La gracia del cobijamiento

“Señor, es bueno estarnos aquí. Si quieres, haremos aquí


tres tiendas ...” (Mt, 17, 4)

Al establecerte en medio nuestro, tú nos prometiste regalarnos


las gracias del Santuario; y que esa misma alegría y sensación
de seguridad que nos invade cada vez que te visitamos en
nuestro Santuario filial, se diera también aquí en nuestro hogar.

Querida Mater, tú eres testigo silencioso de tantas visitas que


nadie conoce, de tantos secretos confiados, de tantos sacrificios
ofrecidos, de tantos anhelos que llevamos en nuestro corazón, de
tantas miradas que te llevan de continuo nuestras intenciones y
nos traen tu mensaje.

Tú nos recibes siempre y nos acompañas en todo; tú tienes


tiempo para escucharnos y capacidad para recibir en tu corazón
todo lo nuestro...

Hoy queremos compartir y alegrarnos por esta gracia del


cobijamiento y por la forma como tú la has hecho una
realidad en nuestro Santuario-hogar.
7

La gracia de la transformación

“...allí él transforma todo mi ser en tabernáculo predilecto de


la Trinidad...” (HP, 640)

También nos prometiste la gracia de la transformación y, sin


duda, en este tiempo de tu permanencia entre nosotros, esa
gracia ha estado actuando. Pero quisiéramos que se notara
todavía más... Presérvanos de olvidarnos de agradecer como
debiéramos, por exceso de idealismo. Los cambios profundos
ocurren lentamente, casi desapercibidos y ésa es justamente la
garantía de su autenticidad.

Tú has tomado en serio cada uno de nuestros esfuerzos por


hacer realidad ese “nada sin ti, nada sin nosotros”. Y has
permanecido fiel a tu promesa de educarnos como instrumentos
aptos en tus manos.

Hoy queremos compartir y alegrarnos por esta gracia de la


transformación y por la forma como tú la has hecho una
realidad en nuestro Santuario-hogar.
8

La gracia del envío apostólico

“...consérvanos siempre como instrumentos tuyos, haz que


con amor, hoy y todos los días nos pongamos a tu servicio.”
(HP, 606)

Querida Mater, desde que te instalaste en nuestro Santuario-


hogar, muchas personas lo han visitado: familiares, parientes,
colegas, amigos, compañeros de estudios de nuestros hijos, etc.
¡Cuántos problemas hemos compartido, cuántas dificultades se
nos han confiado, cuántos consejos hemos tenido que dar! Y tú
has estado con nosotros en todas esas circunstancias: cuando
estuvimos conscientes de nuestra misión y cuando lo olvidamos,
cuando sentimos que con nuestro ejemplo, con nuestra oración o
con nuestras palabras, pudimos contribuir en algo a la
construcción del Reino; pero también, cuando tú lo hiciste a
través nuestro, por nuestras contribuciones al capital de gracias,
por la atmósfera de nuestro hogar, por nosotros mismos, sin que
nos diésemos cuenta…

Hoy queremos compartir y alegrarnos por esta gracia del


envío apostólico y por la forma como tú la has hecho una
realidad en nuestro Santuario-hogar.
9

Un taller de la nueva cultura

“A nosotros, tus instrumentos, en todo aseméjanos a ti y en


todas partes por nosotros construye tu reino de
Schoenstatt.” (HP, 180)

En medio de la vida cotidiana, a veces se nos hace difícil


recordar la importancia de este pequeño taller que te hemos
consagrado. Aquí, tú has ido gestando en cada uno de tus hijos,
ese hombre nuevo en Cristo, dispuesto a cooperar con la
construcción de su Reino.
Tú sabes que hemos vivido tiempos más fecundos que otros,
años de mayor o de menor esfuerzo, circunstancias que nos han
hecho experimentar toda la vitalidad de nuestro Santuario-hogar
y otras en que parece apenas un rinconcito olvidado…

Hoy queremos recordar con gratitud todas esas


oportunidades en que hemos podido experimentar la
vitalidad de nuestro Santuario-hogar, gracias a la forma
original de graficar el capital de gracias, o a la preparación
de algún aniversario en común, o a la celebración de algún
tiempo litúrgico o algún otro acontecimiento que nos haya
congregado en torno a él…
10

“Nos llamaste por nuestro nombre”

“...alegraos de que vuestros nombres estén escritos en el


cielo...” (Lc. 10, 20)

Nuestro Santuario-hogar tiene un nombre único, irrepetible,


porque pertenece a una familia original. ¡Como la nuestra no hay
dos…!
Y ese nombre lo fuimos descubriendo poco a poco en nosotros
mismos, en nuestra historia, en las características y en los
anhelos que llevamos en nuestro corazón. Hoy, tal vez tiene un
significado más profundo que la primera vez que lo
pronunciamos, porque se ha enriquecido con tantas experiencias
y ha encontrado un eco en tantos acontecimientos. Tiene historia
propia y un cuño original…

Hoy quisiéramos saborear todos los acontecimientos de


nuestra vida familiar y matrimonial que nos han ido
confirmando el nombre de nuestro Santuario-hogar.
11

¡Un día de renovación!

“Queremos reflejarnos en tu imagen y volver a sellar nuestra


Alianza de Amor” (HP, 180)

Así hemos llegado al final de estos 10 días por 10 minutos en


nuestro Santuario-hogar. Al comenzar nos animaba el deseo de
revitalizarlo y de prepararnos así para su renovación.
Hoy quisiéramos meditar pausadamente su acta de fundación,
esa oración que juntos escribimos y que expresaba nuestro
anhelo de invitarte a establecerte entre nosotros como en tu
Santuario-hogar.
Tú nos has enseñado que “nunca perecerá, quien permanezca
fiel a su Alianza de Amor”. Y nosotros lo hemos experimentado.
Esta fidelidad a la Alianza que sellaste con nosotros es el
fundamento sólido sobre el cual está cimentado nuestro
Santuario-hogar.

Con una pequeña liturgia en la que recemos nuevamente la


oración de consagración de nuestro Santuario-hogar, y con
una linda y natural celebración familiar, queremos renovar
hoy la bendición de nuestro Santuario-hogar.

También podría gustarte