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In Radix: la danza fronteriza.

Juan Hernández

La complejidad cultural de la frontera, en el


noroeste mexicano, se trasluce en el punto de vista
de los artistas de la región. En el caso de “In
Radix (la raíz)”, de Gregorio Coral, coreógrafo
tijuanense, la conceptualización de la instalación
escénica remite, fundamentalmente, a la idea
definitoria de la identidad.
Con esta pieza, la compañía Subterráneo
Danza Contemporánea celebró 21 años de
existencia y se reafirmó como una de las
agrupaciones arraigadas en la compleja diversidad
cultural de la ciudad fronteriza.
“In radix” es una obra que apunta a la
transgresión del formato convencional de la
escena. Y si bien no es un hecho novedoso en el
arte contemporáneo, es la clave en la que se
desarrolla el discurso coreográfico. La puesta en
escena rompe los límites del encuadre y se
extiende a sus anchas, en un ejercicio de libertad
creativa.
De esta manera se concreta en el artefacto
escénico, aquello concebido de manera abstracta.
Llama la atención el cuidado y el énfasis en la
creación plástica de la imagen. Una composición
en movimiento, tejida con delicadeza y una
entrañable capacidad expresiva.
En la atmósfera de “In radix” se advierte una
propensión de traslado simultáneo entre el
inframundo y lo divino, cuyo puente es
necesariamente lo terrenal y humano.
La propuesta artística juega con el artificio,
de tal forma que el plano subterráneo, en donde se
extienden las raíces de ese árbol simbólico (que es
un cosmos en sí mismo), es decir, la entraña,
pueda cambiar súbitamente de posición, para
aspirar a ser la parte superior, la correspondiente
al espacio aéreo.
En la obra participan cuatro intérpretes,
cubiertos por telas que esconden sus rasgos
físicos. Se transfiguran en tierra, raíz, rama y el
tronco de un árbol que contiene la historia de la
humanidad, al mismo tiempo que la herencia
genética y la Memoria (con mayúscula).
Se podría definir a esta puesta en escena
como una pieza de arte conceptual, si fuera
necesario. Pero la categoría cerraría el paso a una
interpretación abierta, activa y necesaria por parte
del espectador.
Tras la belleza de la imagen móvil, hay una
idea, un concepto y, más importante aún, un
símbolo que permite un ejercicio hermenéutico, es
decir, de lectura que no es posible agotar en una
sola interpretación o en la dirección unívoca del
pensamiento lógico.
“In radix” es una especie de tabla filosófica,
que busca despertar la memoria ancestral en quien
la lee. Traer del olvido el lenguaje primigenio y
reencontrarse con aquello que constituye al ser
humano, otra vez en sentido ontológico, para
hacerse preguntas sobre lo concreto, lo abstracto,
lo verdadero, lo sagrado y, sin duda, la herencia
de la que es depositaria la humanidad, como
consecuencia de la evolución natural.
La instalación coreográfica ofrece una
experiencia entrañable. Como toda obra artística,
posee elementos que la concretizan en un suceso
verdadero, y su coexistencia con lo humano la
transforma en infinitas posibilidades de relación
entre el objeto y la lectura siempre misteriosa de
quien mira.
Gregorio Coral hace de “In radix”, una obra
sustancial, porque plantea un cuestionamiento
urgente sobre la identidad. ¿Quién se es, como
resultado de un proceso de raíces fuertes e
infinitas?
Contrario a lo que pueda pensarse, en tiempos
de resurgimientos nacionalistas recalcitrantes, la
identidad como cuestionamiento en esta
propuesta artística no apela a discursos
demagógicos, ni de tipo cultural o político, sino a
la naturaleza de la especie.
Las raíces que se extienden como una
telaraña no tienen un límite, no obedecen líneas
fronterizas; crecen en direcciones azarosas. Son
resultado de su existencia orgánica y en ella se
deposita la Memoria del mundo.
Por otro lado, en el plano formal, “In radix”
explora diferentes niveles de encuadres y planos,
que expanden las posibilidades plásticas:
movimientos, iluminación y música sutiles, y al
miso tiempo expresivamente poderosos.
La atmósfera onírica envuelve el instante y
hace a un lado lo cotidiano. Sin grandes
pretensiones de artificio, la obra es de una belleza
sublime: ramas secas cuelgan por encima de los
cuerpos que, bajo el manto del color de la tierra,
se elevan como troncos.
Los movimientos de los bailarines son
delicados, hay un trabajo exhaustivo en brazos y
torsos. Las piernas firmes sobre la superficie,
trabajan con fuerza para mantener el equilibrio de
la dinámica corpórea, la cual convive, en unidad,
con la palabra y la música.
Las raíces son, al fin, las venas de ese todo
existente. Por ellas corre la savia de la historia y
en ella el ser humano puede reencontrarse con su
origen.
Presentada en el teatro de la Casa de la
Cultura de Tijuana, con apoyo del Instituto
Municipal de Arte y Cultura de la ciudad
fronteriza, “In radix” se suma a la historia de la
danza y del arte, que en esta región del país tiene
un desarrollo importante, gracias a su perfil
cosmopolita y por ser ciudad de tránsito y destino
de migrantes, que han labrado con pasión el
mosaico de la diversidad.

*La compañía Subterráneo Danza


Contemporánea celebró 21 años de trayectoria,
con la escenificación de “In radix (la raíz), de
Gregorio Coral, los intérpretes Adriana Coral,
Mónica Gómez, Jesús Ponce y el autor; texto de
Javier Hernández Quezada y vox de Susana
López, en el teatro de la Casa de la Cultura de
Tijuana, el 10 de noviembre.

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