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1.3. Conquista y romanización de la Península Ibérica.

Principales
aportaciones romanas en los ámbitos social, económico y cultural
La llegada de los romanos a la península Ibérica se produjo en el contexto de la
Segunda Guerra Púnica, que enfrentó a Roma y Cartago por la hegemonía en
el Mediterráneo. Cartago poseía varias colonias en la península y, tras la
pérdida de Sicilia en la Primera Guerra Púnica, se decidió a intensificar su
control.
El general Amílcar Barca desembarcó con un ejército en 238 a.C. y en pocos
años consiguió controlar el sur y el este de la península. En 226 a.C. Roma y
Cartago´(Asdrúbal) firman el Tratado del Ebro, que fijaba dicho río como límite
de expansión cartaginesa en la Península. En 220 a.C. Aníbal Barca ideó la
conquista de Roma y en su avance atacó la colonia griega de Sagunto, aliada
de Roma (219 a.C). Como represalia, Roma envió un ejército que desembarcó
en Emporion e inició la conquista, que se desarrollaría en tres fases:
 218-197 a.C.: los romanos dominan la costa mediterránea y expulsan a
los cartagineses de la península (batalla de Ilipa, 209 a.C.)
 197-133 a.C.: conquista romana de la Meseta, caracterizada por una
feroz resistencia indígena (Numancia, Viriato, 134 a.C.). En 123 a.C. se
produce la conquista de Baleares.
 29-19 a.C.: el emperador Augusto culmina la conquista en las llamadas
guerras cántabras, tras las que fueron sometidos cántabros y astures.
A lo largo de la conquista, los romanos realizaron varias divisiones
administrativas de su nueva provincia, Hispania: una en 197 a.C. (Citerior,
Ulterior), otra en 14 a.C. (Augusto; Tarraconensis, Baética y Lusitania), otra en
297 (se añaden a las anteriores la Carthaginensis y la Gallaecia) y la definitiva
en el siglo IV (se añade la Baleárica).
Existieron dos tipos de provincias, senatoriales e imperiales, según estuvieran
bajo control directo del Senado o el emperador. Las provincias eran
gobernadas por un pretor y un cónsul, y se dividían en circunscripciones de
menor tamaño denominadas conventos. Así, los romanos fueron imponiendo
en Hispania sus estructuras económicas, su cultura y sus formas de
organización administrativa, política y social, proceso conocido como
romanización.
La economía fue de base agraria. Se reprodujo la formación de latifundios
agrícolas trabajados por esclavos, con la ciudad como centro de producción
artesana y de control. Bajo la dominación romanas se introdujeron numerosas
mejoras técnicas. Los cultivos principales fueron los de la triada mediterránea
y en el caso de la ganadería consolido su protagonismo la oveja. Otras
actividades económicas fueron la pesca (sal y salazones), la artesanía y el
comercio -gran desarrollo- y, por supuesto, la minería (Las Médulas, León).
Por otra parte, se produjo la adscripción del territorio al marco cultural romano.
Los principales elementos culturales de la romanización fueron el latín, el
Derecho romano, la religión (primero el culto imperial y luego el cristianismo).
Hispania fue cuna de numerosos intelectuales como Séneca, Quintiliano y
Marcial e, incluso, de emperadores como Trajano, Adriano y Teodosio.
La disolución del control romano de la península fue correlativa a la crisis del
Imperio.

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