Está en la página 1de 5

LA ROMANIZACIÓN.

2.1 La Romanización de la Península Ibérica


Por Romanización se entiende la asimilación de la cultura y formas de vida
romanas por parte de los pueblos indígenas conquistados. Fue un proceso relativamente
rápido entre los pueblos ibéricos del sureste, sin embargo la romanización fue muy lenta
y superficial entre los pueblos del Norte de la Península (astures, cántabros y vascones).

La conquista y la romanización de la Península Ibérica y del archipiélago balear


es un proceso histórico trascendental, de siete siglos de duración, que ha influido
profunda y definitivamente en la historia hispana: casi todas las lenguas que hoy se
hablan, las formas de vida, las bases del Derecho y de la organización social, la red
de comunicaciones (Vía Augusta y Vía de la Plata), etc., se deben directamente, a la
influencia del mundo romano.

La romanización fue un proceso de transformación gradual de todos los


habitantes de los pueblos peninsulares en ciudadanos de imperio romano, que fueron
asumiendo las costumbres, la organización política, jurídica y social romanas, así
como su lengua, el latín. La Romanización se inició con la conquista romana.

2.1.1. Fases de la Conquista Romana.

La llegada de los romanos a la península ibérica se produjo como consecuencia


de la primera guerra púnica y de las alianzas de Roma con las colonias griegas del
Mediterráneo occidental.

Los cartagineses delimitaron sus zonas de influencia en la península ibérica


mediante pactos con la república romana. El Pacto del Ebro (226 a.C.) le dio a Roma
una zona de seguridad ante una posible alianza militar entre cartagineses y galos. La
derrota sufrida por Cartago en la primera guerra púnica limitó su importancia al
Mediterráneo occidental, lo que se tradujo en una mayor presencia de cartagineses en la
península ibérica, de la que necesitaba metales preciosos e impuestos para su economía.

El caudillo cartaginés Aníbal en un cambio de las relaciones entre Cartago y


Roma rompió el pacto, invadió Sagunto, cruzó el Ebro e invadió la península itálica.
Estos acontecimientos determinaron el inicio de la segunda guerra púnica entre Roma y
Cartago que se desarrolló en la península ibérica. Los romanos atacaron las bases
cartaginesas en nuestra península.

 Primera etapa. Comienza la ocupación de la península en La Segunda Guerra


Púnica. Entre el 218 y 197 los romanos conquistan el sur y el este peninsulares,
destacando la toma de Cartago Nova en el 209 y poco después Gades. Son las
regiones que más contacto habían tenido con los pueblos colonizadores, fenicios
y griegos y su ocupación resultó fácil para los romanos.
 Segunda Etapa. (197-154). Durante esta fase el dominio romano llegó hasta el
Alto Ebro, Meseta oriental y suroeste. Es una etapa de consolidación y en la que
se inicia la organización administrativa de Hispania con la creación de dos
provincias: Citerior, al norte y Ulterior, al sur.
 Tercera Etapa. La podemos dividir en tres momentos y afectó a las tierras
centrales y occidentales. Roma hace frente a diversos movimientos de
resistencia: Guerras Lusitanas entre 154-137. Guerras celtibéricas entre 154 y
133. De estos dos periodos hay que citar a Viriato, dirigente lusitano y
Numancia (Soria), ciudad celtíbera y heroica. Los dos nombres son símbolos de
la resistencia a la dominación romana. El tercer momento es a partir del 133
en que Roma inició la ocupación de la zona oeste y noroeste peninsular.
Poco tiempo después los romanos conquistaron las islas baleares.
 Cuarta y última etapa. Corresponde a las guerras cántabras en tiempos ya de
Augusto (29-19 a.C.) donde los romanos tuvieron que emplearse a fondo para
dominar a los cántabros y a los astures, pueblos del norte de la península.

2.1.2. Los Vehículos de la Romanización fueron:

 Uno de los vehículos más importantes fue la difusión de la lengua latina que
terminó por arrinconar a la mayor parte de las lenguas que se hablaban en tierras
hispanas.
 La extensión de la vida urbana romana por la Península. Los romanos fundaron
muchas ciudades en la Península, algunas se originaron en los campamentos
militares romanos (León), y otras fueron colonias pobladas por veteranos del
ejército romano (Mérida). Estas ciudades eran las unidades administrativas de la
Hispania Romana y se encuadraban en provincias (organización administrativa
de Augusto, 27 a. de C) y conventos jurídicos, centros para la administración de
justicia..
 El papel del ejército romano en el que se enrolaban los indígenas. Entrar en el
ejército era una vía de promoción social posteriormente, tras licenciarse los
soldados, ya romanizados contribuían a la romanización de su propia tribu.
 La concesión de la ciudadanía romana a los indígenas. La ciudadanía romana
era otro modo de promoción social, pues los ciudadanos romanos tenían
derechos jurídicos y políticos. La sociedad romana se dividía en libres y
esclavos, pero entre los libres la ciudadanía romana proporcionaba importantes
diferencias.
 La integración de la Península en los circuitos económicos y comerciales
romanos. Los romanos extendieron por la Península la trilogía mediterránea
(trigo, vid y olivo) que se cultivaban en forma de grandes latifundios. La
Península fue así una especie de colonia de Roma pues le proporcionaba
materias primas agrícolas así como minerales. En este sentido los comerciantes
romanos que tuvieron que desplazarse hasta la península también fueron
vehículos para la romanización.

La romanización de ciertas áreas de Hispania como la Bética fue tan importante


que en ella nacieron filósofos como Séneca o emperadores como Trajano.

2.1.3. La Administración de Hispania.

Para el control administrativo, político-militar y económico, Roma efectuó tres


divisiones administrativas de la península ibérica:

 Reforma republicana. En el 197 a. C. se dividió la península en dos


provincias: La Hispania Citerior, zona del este y la Hispania Ulterior, que incluía
los territorios más occidentales.
 Reforma de Augusto. En el año 27 y siendo emperador Augusto se ampliaron a
tres las provincias romanas de Hispania. Dos de ellas, La Hispania Citerior o
Tarraconensis, y La Lusitania quedaron bajo la tutela directa del emperador y La
Hispania Ulterior o Baética que permaneció bajo el control del Senado.
 Reforma de Diocleciano. Para mejorar la administración fiscal y el control
central, a partir del 224 d. C. el emperador Diocleciano reorganizó las provincias
romanas, eliminando la diferencia entre provincias senatoriales e imperiales en
la zona occidental del imperio. Hispania quedó dividida en cinco provincias:
Baética, Gallaecia, Tarraconensis Carthaginiensis y Lusitania.

Al frente de las provincias se encontraba el pretor, designado por el Senado y


tenía las máximas competencias financieras, militares, jurisdiccionales y religiosas. El
cuestor, con tareas fiscales. La responsabilidad jurisdiccional del pretor en las ciudades
al comienzo de la conquista, disminuyó en aquellas ciudades de designación conventual
porque tenían la potestad de impartir justicia de forma permanente. El máximo órgano
asesor del pretor para el gobierno provincial era el denominado concilium, que reunía a
la aristocracia de las ciudades.

Las ciudades estaban regidas por un consejo formado por un número variable de
personas en función del tamaño del municipio, elegidas con carácter vitalicio entre la
aristocracia local.

Los hombres libres participaban en la elección de los magistrados que debían


ser ciudadanos mayores de 25 años y tenían importantes funciones jurisdiccionales en el
municipio: Los ediles, los cuestores, los censores y los sacerdotes.

2.1.4. La Economía Hispanorromana.

En la época republicana, la estructura económica era de carácter colonial: se


exportaban minerales, cereales y aceite y se importaban artículos de lujo. Durante el
imperio aumentó la producción artesanal y disminuyeron las importaciones de
herramientas y otros objetos. Las bases de la economía fueron las siguientes:

 Agricultura y Ganadería. El arado romano permitió una mayor producción


agrícola. Los principales cultivos eran los cereales, el olivo y la vid, siendo la
Bética la zona con más tierras cultivadas y mayores rendimientos. Se
completaba con la cría de ovinos y porcinos.
 Pesca y Salazones. Aprovecharon la riqueza del litoral peninsular y de los
bancos de Mauritania. Las fábricas de salazón estaban en la costa atlántica y la
mediterránea.
 Minería. Los romanos continuaron la tradición minera de los primeros pueblos
colonizadores. Entre sus técnicas hay que destacar la elevación de aguas
mediante bombas y tornillos de Arquímedes y su transporte a través de
acueductos. El régimen de explotación era privado, aunque la titularidad de
subsuelo pertenecía en exclusiva a Roma. Explotaron plata en Cartago Nova,
mercurio en Almadén y oro en Las Médulas (León).
 Artesanía. Al principio la producción artesanal se limitó a fabricar ánforas y
otros recipientes para comercializar aceite o salsas. En la época imperial
cobraron auge las piezas de cerámica sigillata en La Bética, en Pamplona. Parte
de la producción se exportaba. Los puertos de Hispalis, Tarraco y Gades fueron
centros de construcción naval.
 Comercio. Se exportaban metales, salazones, productos agrícolas como el vino,
aceite y salsas.
 Transporte. Los romanos construyeron una red de calzadas de estructura radial
y con centro en la meseta. La Vía Augusta conectaba las principales ciudades
mediterráneas con La Galia y Roma. La Vía de La Plata unía los centros
mineros del sur con el noroeste peninsular. Pero los principales centros de
transporte fueron los puertos fluviales del Guadalquivir, el Duero y el Tajo y los
puertos marítimos del mediterráneo.

2.1..5. La Sociedad Hispanorromana.

Se considera que durante el siglo II después de Cristo, Hispania estaba habitada


por entre tres y medio y cinco millones de habitantes. Los grupos sociales que la
componían estaban diferenciados por su riqueza, sus derechos y el grado de
participación en los asuntos públicos.

La población de base agraria y mercantil tendía a concentrarse en ciudades,


algunas de las cuales llegaron a alcanzar los 20.000 habitantes como Emérita Augusta
(Mérida).

Era una sociedad de base esclavista que, durante el Bajo Imperio, inició un
cambio hacia el régimen de colonato. Este cambio se produjo por escasez de esclavos y
por el decaimiento de las ciudades como unidades de producción y de consumo.
Podemos diferenciar los siguientes grupos:

 En la cúspide se encontraba el orden senatorial, formado por propietarios de


grandes explotaciones agrarias, que monopolizaban los altos cargos provinciales
y controlaban parte de la administración local.
 El orden ecuestre controlaban parte del aparato militar, eran también
funcionarios. Estaba formado por comerciantes y propietarios de medios de
producción e intervenían en la gestión de la vida municipal.
 El Pópulos. Estaba formado por pequeños propietarios, artesanos y libertos.
Estos individuos se agrupaban en gremios y cofradías como banqueros,
zapateros etc…
 Los esclavos. Estaban en la base de la sociedad, constituían un grupo numeroso
y eran de gran importancia desde el punto de vista económico. A la condición de
esclavo se llegaba por conquista, sentencia compra o herencia. Los esclavos no
tenían autonomía personal, no podían poseer bienes. Trabajaban en las
explotaciones agrarias extensivas, la minería, los servicios municipales, el
servicio doméstico o la enseñanza. Los esclavos podían ser públicos o privados.

2.1.6. La Cultura Hispanorromana.

Hispania se incorporó plenamente a la cultura romana, sobre todo en la Bética y


en La Tarraconense. Las zonas del interior fueron más tardías. La romanización fue
menor en la cornisa cantábrica.

El latín se impuso como lengua en lo oficial y en el uso privado. De las lenguas


prerromanas sólo se mantuvo el euskera. El latín ha dado origen a las principales
lenguas de la España actual, como el castellano, el catalán y el gallego. También fue
muy importante la influencia ejercida en Hispania por el derecho romano.
En la integración de Hispania en el mundo romano tuvo que ver el hecho de que
diversos emperadores procedieran de la península, por ejemplo Trajano y Adriano.
Otras personalidades de la cultura como Séneca, filósofo estoico, están entre las grandes
figuras que Hispania aportó a la cultura romana.

En cuanto al legado artístico de Roma en nuestra península hay que destacar las
construcciones urbanas para cubrir las necesidades de los habitantes de las ciudades
tales como, acueductos, puentes, templos, teatros, anfiteatros, arcos conmemorativos
etc… Algunas de las obras más significativas son: el acueducto de Segovia, las murallas
de Lugo, el puente de Alcántara, la torre de Los Escipiones en Tarragona. Pero el
ejemplo de ciudad romana lo tenemos en Mérida, Emérita Augusta, que ofrece
espléndidos testimonios de su pasado romano.

2.1.7. La Religión y El Cristianismo en Hispania.

Desde los orígenes, Roma estuvo influida por la cultura griega, de la que tomó
muchos elementos religiosos. De hecho hubo un sincretismo con la religión griega. Las
prácticas religiosas romanas en la península convivieron con las autóctonas en la mayor
parte de la población. A lo largo del periodo republicano, la religión romana fue
incorporando divinidades de origen asiático y de carácter mistérico: Mitra, Cibeles…
Estas religiones coexistieron con el culto oficial a la tríada capitolina formada por
Júpiter, Juno y Minerva. Durante el Alto Imperio se desarrolló en la península el culto al
emperador. Se construyeron templos en honor a Octavio.

El cristianismo llegó tardíamente a la península. No se tiene constancia de


presencia de comunidades cristianas estructuradas hasta comienzos del siglo III d.C.
Los cristianos padecieron persecuciones como la de Diocleciano y el primer concilio
hispánico del que se tiene referencia documental es el de Elvira (300 d.C.) Para
entonces había varias diócesis episcopales de carácter provincial.

El Edicto de Milán promulgado por el emperador Constantino, estableció la


libertad para la iglesia cristiana a la que otorgó capacidad jurídica para poseer bienes.
Mas tarde el emperador Teodosio hizo el cristianismo la religión oficial de Roma.

2.1.8. La Crisis del Siglo III y sus Consecuencias para Hispania.


El mundo romano vivió el comienzo de una crisis intensa a partir del siglo III:
las ciudades se fueron despoblando, la moneda empezó a escasear, crecía la inflación, el
comercio se frenó y la producción artesanal se redujo.

En el terreno demográfico hubo un descenso poblacional, una separación intensa


entre los grupos poderosos y los modestos. La esclavitud fue retrocediendo, pero
empeoraba la situación de los labriegos que, en su mayor parte, acabaron siendo colonos
y trabajando en las grandes propiedades de los dominus (señores). La tensión social se
incrementó y en esta situación comenzaron a entrar las oleadas de pueblos germanos.

La crisis económica afectó a la península ibérica y también la anarquía militar.


Se deterioraron las instituciones y se produjo una degeneración del poder central, siendo
el ejército el que nombraba y destituía emperadores. A finales del siglo IV El emperador
Teodosio dividió el imperio entre sus hijos Honorio y Arcadio. El último emperador
romano, Rómulo Augústulo fue destituido por el general bárbaro Odoacro en el 476 y
puso fin al Imperio Romano de Occidente.

También podría gustarte