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Uno de los vehículos más importantes fue la difusión de la lengua latina que
terminó por arrinconar a la mayor parte de las lenguas que se hablaban en tierras
hispanas.
La extensión de la vida urbana romana por la Península. Los romanos fundaron
muchas ciudades en la Península, algunas se originaron en los campamentos
militares romanos (León), y otras fueron colonias pobladas por veteranos del
ejército romano (Mérida). Estas ciudades eran las unidades administrativas de la
Hispania Romana y se encuadraban en provincias (organización administrativa
de Augusto, 27 a. de C) y conventos jurídicos, centros para la administración de
justicia..
El papel del ejército romano en el que se enrolaban los indígenas. Entrar en el
ejército era una vía de promoción social posteriormente, tras licenciarse los
soldados, ya romanizados contribuían a la romanización de su propia tribu.
La concesión de la ciudadanía romana a los indígenas. La ciudadanía romana
era otro modo de promoción social, pues los ciudadanos romanos tenían
derechos jurídicos y políticos. La sociedad romana se dividía en libres y
esclavos, pero entre los libres la ciudadanía romana proporcionaba importantes
diferencias.
La integración de la Península en los circuitos económicos y comerciales
romanos. Los romanos extendieron por la Península la trilogía mediterránea
(trigo, vid y olivo) que se cultivaban en forma de grandes latifundios. La
Península fue así una especie de colonia de Roma pues le proporcionaba
materias primas agrícolas así como minerales. En este sentido los comerciantes
romanos que tuvieron que desplazarse hasta la península también fueron
vehículos para la romanización.
Las ciudades estaban regidas por un consejo formado por un número variable de
personas en función del tamaño del municipio, elegidas con carácter vitalicio entre la
aristocracia local.
Era una sociedad de base esclavista que, durante el Bajo Imperio, inició un
cambio hacia el régimen de colonato. Este cambio se produjo por escasez de esclavos y
por el decaimiento de las ciudades como unidades de producción y de consumo.
Podemos diferenciar los siguientes grupos:
En cuanto al legado artístico de Roma en nuestra península hay que destacar las
construcciones urbanas para cubrir las necesidades de los habitantes de las ciudades
tales como, acueductos, puentes, templos, teatros, anfiteatros, arcos conmemorativos
etc… Algunas de las obras más significativas son: el acueducto de Segovia, las murallas
de Lugo, el puente de Alcántara, la torre de Los Escipiones en Tarragona. Pero el
ejemplo de ciudad romana lo tenemos en Mérida, Emérita Augusta, que ofrece
espléndidos testimonios de su pasado romano.
Desde los orígenes, Roma estuvo influida por la cultura griega, de la que tomó
muchos elementos religiosos. De hecho hubo un sincretismo con la religión griega. Las
prácticas religiosas romanas en la península convivieron con las autóctonas en la mayor
parte de la población. A lo largo del periodo republicano, la religión romana fue
incorporando divinidades de origen asiático y de carácter mistérico: Mitra, Cibeles…
Estas religiones coexistieron con el culto oficial a la tríada capitolina formada por
Júpiter, Juno y Minerva. Durante el Alto Imperio se desarrolló en la península el culto al
emperador. Se construyeron templos en honor a Octavio.