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Pensamiento

Textos de Ortega sobre la vocación

Domingo Vallejo de la Parte


Profesor de Filosofía de I. E. S.

«L
a vida se nos da, pero
no se nos da hecha; el
hombre tiene que ha-
cerse la vida», repite Ortega a lo lar-
go de toda su obra. Y es bien sabi-
do el papel central que ocupa la vi-
da en su filosofía. Por eso entender
lo que piensa Ortega de la vocación,
presupone entender el significado
de la vida como «realidad radical»,
así como las categorías de la misma;
en particular ese inexcusable «tener
que hacerse la vida» cada uno.
La vida «da mucho que hacer»
porque ella misma es un «queha-
cer». Cada uno tiene que hacérse-
la (¿montársela? en jerga de nues-
tros adolescentes) en un doble
quehacer: el quehacer de proyec-
társela, de inventársela —«la vida
es creación»— y el quehacer de
ejecutarla. De modo que en ese de la vida tomada en su totalidad fesiones. Hay individuos que, en
Miguel Ángel Fernández

doble quehacer nos ocupamos día vemos vidas ya hechas que nos sir- efecto, son vitalmente pintores,
a día, acto a acto. ven de referencia, son los oficios, políticos, negociantes, religiosos.
Hacemos lo que hacemos, la las profesiones. Los oficios de pa- Hay muchos, en cambio, que
mayor parte de las veces, porque dre, de profesor, de estudiante, de ejercen esas profesiones sin serlas
«se hace así», esto es, echamos ciudadano, ¿de cristiano?, se nos vitalmente» (Obras Completas, II,
mano del comportamiento habi- aparecen como modelos de vida 655).
tual ya ensayado y vivido por los ya hecha, dada, celdillas prefabri- Pero sólo nos aproximamos a
otros hombres. También esos cadas en las que poder instalarse. entender qué sea la vocación cuan-
comportamientos son formas de Pero sólo podemos decir que los do miramos la vida como «lo por
vida dadas para hacernos la vida, oficios son vocaciones si se han hacer», como el quehacer que hay
son, en singular, la cultura, el sa- elegido libremente. «A veces la que inventar, de modo que la ha-
ber ya sabido, el «saber cómo se vocación del individuo coincide gamos verdaderamente nuestra y
hacen las cosas». Del mismo mo- con las formas de vida, que se de- la hagamos girar sobre el quicio de
do cuando pensamos el quehacer nominan según los oficios o pro- un yo personal.

Acontecimiento 19
Pensamiento Día a día

«El hombre —esto es, su alma, que pensar si quiere pensar según que choca la vocación, esto es, el
sus dotes, su carácter, su cuerpo— su vocación. Y si se empeña en ad- destino como encuentro de la vida
es la suma de aparatos con que se herir a otras opiniones, vivirá inte- personal con la historia y la cultu-
vive y equivale, por tanto, a un ac- lectualmente en falso consigo mis- ra, pues también hay una «llamada
tor encargado de representar aquel mo» (O. C., V, 138). del tiempo» a facilitar o entorpe-
personaje que es su auténtico yo. En los textos citados vemos co- cer la vocación. Y por último, hay
Y aquí surge lo más sorprendente mo se equipara la fidelidad a la vo- que contar con el azar; lo imprevi-
del drama vital; el hombre posee cación con la vida auténtica; voca- sible que no podemos proyectar,
un amplio margen de libertad con ción y vida a las que todo hombre pero con lo que «tenemos que
respecto a su yo o destino. Puede se ve llamado; así desembocamos contar».
negarse a realizarlo, puede ser en la etimología de la palabra. De «La vida deja de ser una serie de
infiel a sí mismo. Entonces su vida modo que la auténtica vocación acontecimientos que se producen
carece de autenticidad. Si por vo- sería respuesta a una voz que su- sin otro nexo que la sucesión, y
cación no se entendiese sólo, co- giere, que propone, pero que no nos aparece como un drama, es
mo es sólito, una forma genérica impone el quehacer vital como mi- decir, como una tensión, un pro-
de la ocupación profesional y del sión: ceso dinámico cuyo desarrollo es
curriculum civil, sino que signifi- «Esta llamada que hacia un tipo perfectamente inteligible. El argu-
case un programa íntegro e indivi- de vida sentimos, esta voz o grito mento del drama consiste en que
dual de existencia, sería lo más cla- imperativo que asciende de nues- el hombre se esfuerza y lucha por
ro decir que nuestro yo es nuestra tro más radical fondo, es la voca- realizar, en el mundo que al nacer
vocación. Pues bien, podemos ser ción. encuentra, el personaje imaginario
más o menos fieles a nuestra voca- En ella le es al hombre, no im- que constituye su verdadero yo.
ción y, consecuentemente, nuestra puesto, pero sí propuesto, lo que La persona no es su cuerpo, no es
vida más o menos auténtica» (O. tiene que hacer. Y la vida adquiere, su alma. Alma y cuerpo son sólo
C., IV, 401). por ello, el carácter de la realiza- los mecanismos más próximos que
«…cada hombre entre sus va- ción de un imperativo. En nuestra halla junto a sí y con los cuales tie-
rios seres posibles, encuentra mano está querer realizarlo o no, ne que vivir, esto es, tiene que
siempre uno que es su auténtico ser fieles o ser infieles a nuestra vo- realizar cierta individual figura de
ser. Y la voz que le llama a ese au- cación. Pero ésta, es decir, lo que humanidad, cierto peculiarísimo
téntico ser es lo que llamamos ‘vo- verdaderamente tenemos que ha- programa de vida. Este personaje
cación’. Pero la mayor parte de los cer, no está en nuestra mano. Nos ideal que cada uno de nosotros es
hombres se dedican a acallar y de- viene inexorablemente propuesto. se llama ‘vocación’. Nuestra voca-
soír esa voz de la vocación. Procu- He aquí por qué toda vida tiene ción choca con las circunstancias,
ra hacer ruido dentro de sí, ensor- misión. Misión es esto: la concien- que en parte la favorecen y en par-
dercerse, distraerse para no oírla y cia que cada hombre tiene de su te la dificultan. Vocación y cir-
estafarse a sí mismo sustituyendo más auténtico ser que está llamado cunstancia son, pues, dos magni-
su auténtico ser por una falsa tra- a realizar. La idea de misión es, tudes dadas que podemos definir
yectoria vital. En cambio, sólo se pues, un ingrediente constitutivo con precisión y claramente enten-
vive a sí mismo, sólo vive, de ver- de la condición humana, y como derlas, una frente a la otra, en el
dad, el que vive su vocación, el antes decía: sin hombre no hay sistema dinámico que forman. Pe-
que coincide con su verdadero ‘sí misión, podemos ahora añadir: sin ro en ese sistema inteligible inter-
mismo’. misión no hay hombre.» (O.C., V, viene un factor irracional: el azar.
Ahora bien, este verdadero ‘sí 212). De esta manera podemos reducir
mismo’ de cada cual, este progra- Tras la escucha «de lo que a los componentes de toda vida hu-
ma de vida que es el vocacional uno le va» y a lo que uno se siente mana a tres grandes factores: voca-
comprende, claro está, todos los llamado, la elección de la misión ción, circunstancia y azar» (O. C.,
órdenes de la existencia, no se propuesta. Ahora podemos pre- VIII, 467- 468).
refiere sólo a la profesión u oficio guntarnos cómo hacer e inventar Tengo que concluir diciendo
que vamos a elegir. Se refiere, por la vocación. Para hacerla, para lle- que donde mejor se ve el pensa-
ejemplo, al orden de nuestros pen- varla a cabo hay que contar con las miento de Ortega sobre la voca-
samientos y opiniones. Cada uno aptitudes con las que uno se en- ción es en sus estudios sobre las vi-
de nosotros podrá tener las opi- cuentra y en cuyo ejercicio descu- das ya concluidas, sobre las bio-
niones que quiera, pero sólo un bre las habilidades «de lo que le va grafías de Goethe (O. C., IV),
cierto equipo de esas opiniones a uno»; pero además, hay que Goya (VII), Velázquez (VIII) y
posibles constituye lo que él tiene contar con la circunstancia con la Vives (IX).

20 Acontecimiento

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