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Guía Completa Sobre Los Problemas de Comportamiento
Guía Completa Sobre Los Problemas de Comportamiento
comportamiento
childmind.org/es/guia/guia-para-padres-sobre-los-problemas-de-comportamiento
Cuando los niños tienen explosiones emocionales frecuentes, esto podría ser una
señal de que aún no han desarrollado las habilidades necesarias para afrontar
sentimientos como la frustración, la ansiedad y la ira. Manejar estas grandes
emociones de una manera sana y madura requiere una variedad de habilidades,
entre las que se incluyen:
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Otros niños podrían tener más problemas con los límites y el siguiendo reglas.
Pueden ser desafiantes, o ignorar las instrucciones o hablar para tratar de librarse
de cosas que no son opcionales. Usted podría notar patrones de comportamiento
que aparecen a ciertas horas del día (como la hora de acostarse) durante ciertas
actividades (como las tareas escolares) o con ciertas personas. También es
posible que noten que su hijo se porta especialmente mal cuando está en casa
pero no cuando está en la escuela, o viceversa.
Pero cuando un niño se porta mal con mucha frecuencia, puede tensar la relación
padre-hijo, creando una frustración y un resentimiento que no es saludable para la
familia. Ya sea que su hijo se encuentre en las primeras etapas del aprendizaje de
la autorregulación y los límites, o que su familia haya estado atravesando
dificultades y ustedes estén buscando ayuda, esta guía está diseñada para
explicar más sobre cómo los niños aprenden a controlar su comportamiento, qué
pueden hacer los padres para ayudar en el proceso y cómo obtener más apoyo en
caso de que lo necesiten.
A veces los padres sienten que los berrinches y otras formas de la conducta
problemática son intencionales o manipuladoras. Sin embargo, los especialistas
en conducta infantil están de acuerdo en que los berrinches generalmente no son
una conducta voluntaria por parte de los niños, sino lo que se conoce como
“conducta aprendida”. Esto significa que los niños aprenden que al hacer un
berrinche obtienen el resultado que quieren.
En otras palabras, mientras que un niño que tiene problemas para controlar sus
emociones puede no estar calculando conscientemente sus berrinches, puede
que recurra a ellos porque no ha aprendido una mejor manera de resolver los
problemas o de comunicar sus necesidades. Con frecuencia, los padres
bienintencionados responden a los berrinches tratando de arreglar lo que sea que
haya causado el problema, consolando al niño o dándole lo que pida.
Lamentablemente, esto sólo refuerza el berrinche, haciendo que sea más
probable que los niños continúen haciéndolo y menos probable que desarrollen
formas más sofisticadas de manejar sus sentimientos.
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Cuando los niños se portan mal, los padres a menudo se sienten impotentes.
Puede que hayan probado diferentes técnicas de disciplina, pero sin mucho éxito.
De hecho, probar diferentes estrategias para controlar las conductas
problemáticas puede ser a veces parte del problema, ya que los niños responden
mejor a los límites firmes que son constantemente reforzados. Pero si hasta ahora
ustedes no han visto ningún progreso, no se desanimen, porque los padres tienen
más poder del que creen tener cuando los niños presentan un comportamiento
conflictivo. Al utilizar estrategias informadas por psicólogos infantiles que se
especializan en el control del comportamiento, usted puede comenzar a mejorar la
conducta de los niños e incluso mejorar la relación padre-hijo.
Esta sección comienza con algunas reglas generales recomendadas por expertos
en comportamiento en forma de estrategias efectivas para responder al
comportamiento problemático del momento. A continuación, examina la conducta
problemática en mayor profundidad, lo que podría ser útil para los padres que
quieren entender más el porqué los niños se portan mal y cómo abordar las
conductas específicas que le gustaría cambiar.
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Cuando se está tratando de lidiar con una conducta disruptiva, es útil identificar
las conductas específicas que se están tratando de cambiar (o fomentar). Es
cierto que cuando las familias se sienten abrumadas, a veces puede parecer que
cada interacción es una lucha. Sin embargo, la identificación de conductas
específicas es un primer paso importante para una disciplina efectiva. Tomar las
conductas de una en una le permite estar más concentrado, entender mejor el
motivo de la conducta y tener una mayor sensación de control. Por supuesto,
puede haber múltiples conductas que le gustaría cambiar, pero es importante
evaluarlas una por una.
Específicos (para que las expectativas sean claras para todos los miembros
de la familia)
Observables
Medibles (para que todos puedan estar de acuerdo en si el comportamiento
ocurrió o no)
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Pedir que haga transiciones sin advertencia: Las transiciones pueden ser
difíciles para los niños, especialmente si están a la mitad de algo que
disfrutan. Cuando los niños reciben una advertencia y tienen la oportunidad
de encontrar un buen punto para detenerse, las transiciones pueden ser
menos agobiantes.
Hacer preguntas rápidas o da una serie de instrucciones: Decir una
serie de preguntas o instrucciones limita la probabilidad de que los niños
escuchen, respondan a las preguntas, recuerden las tareas y hagan lo que
se les ha indicado.
Algunas consecuencias son más eficaces que otras. Lo ideal es que las
consecuencias creen una estructura y ayuden a los niños a entender la diferencia
entre los comportamientos aceptables y los inaceptables. Sin embargo, las
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consecuencias también pueden hacer más daño que bien cuando envían un
mensaje equivocado. Entender cómo usar consecuencias efectivas y consistentes
hace toda la diferencia.
Las consecuencias que son más efectivas comienzan con una atención generosa
hacia los comportamientos que desea fomentar.
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Ignorar activamente: Esta medida puede parecer contradictoria, pero los
expertos en comportamiento infantil a menudo enseñan que “ignorar
activamente” es una estrategia eficaz para el control del comportamiento.
Para ignorar activamente, retire deliberadamente su atención cuando un
niño comience a comportarse mal. A medida que los niños aprenden que el
mal comportamiento no les llama la atención, comenzarán a hacerlo menos.
Un componente importante de ignorar activamente es dar inmediatamente a
un niño una atención positiva tan pronto como muestre un comportamiento
que usted quiere ver, como sentarse tranquilamente. Por supuesto, esta
medida debe usarse sólo para conductas menores. Ignorar activamente no
es apropiado cuando un niño está siendo agresivo o está haciendo algo
peligroso.
Menús de gratificaciones: Las gratificaciones son una forma tangible de
dar a los niños una retroalimentación positiva con respecto a las conductas
deseadas. Las gratificaciones son más motivadoras cuando los niños
pueden elegir entre una variedad de cosas deseables: tiempo extra en la
tableta o el teléfono, un regalo especial, etc. Las gratificaciones deben estar
ligadas a conductas específicas y deben ser entregadas siempre de manera
consistente.
Tiempo fuera (time outs): Los tiempos fuera son una de las consecuencias
más efectivas que los padres pueden implementar, pero también una de las
más difíciles de hacer correctamente. La siguiente sección da a los padres
consejos sobre cómo imponer tiempos fuera de manera efectiva.
Posible solución: Piense en formas en que su hijo pueda “ayudar” a realizar estas
tareas. Su ayuda puede hacer que usted vaya un poco más despacio, pero le da
algo positivo que hacer y lo hace sentir que todavía está llamando su atención.
Cuando ayude, elógielo por ser un buen hermano mayor.
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Por qué las transiciones desencadenan conductas
problemáticas
Tener problemas con las transiciones puede incluso ser una señal de un trastorno
de salud mental en algunos niños. Los niños con trastorno por déficit de atención
con hiperactividad o TDAH, autismo, ansiedad y trastorno obsesivo-compulsivo o
TOC son más propensos a batallar con las transiciones.
Una vez que haya reducido lo que cree que puede estar detrás de la resistencia
de su hijo a las transiciones, puede empezar a pensar en lo que cree que podría
ayudar. (Nota: Si usted cree que su hijo puede tener un trastorno de salud mental
no diagnosticado, es importante que comunique sus preocupaciones a un
médico).
Ofrezca una vista previa y cuenta regresiva: Todas las mañanas, presente a su
hijo qué pasará ese día. Antes de cada transición, dele un poco de tiempo y una
descripción de lo que sucederá junto con la cuenta regresiva (en 20 minutos,
luego 10, luego 5 será el momento de terminar el desayuno e irnos a la escuela).
Esto ayuda a los niños a prepararse emocionalmente.
Capte su atención: Para los niños que tienen dificultades para regular su
atención, haga un esfuerzo especial para captar la de su hijo. Haga contacto
visual, siéntese a su lado, ponga su mano en su hombro o pídale que repita lo que
ha dicho. Eso los hace más propensos a seguir las indicaciones.
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Use la música: Las canciones pueden ayudar a los niños (especialmente a los
más pequeños) a facilitar las transiciones. La canción de “limpieza” es un ejemplo
popular de esto, pero hay muchas canciones que puede encontrar o inventar para
adaptarse a una variedad de situaciones, desde atarse los zapatos, hasta
cepillarse los dientes.
Use señales visuales: Colocar una gráfica con dibujos que ilustren lo que se
puede esperar de una transición en particular, o los pasos a seguir, es un buen
recordatorio visual para que los niños lo usen de apoyo.
Cree rutinas: Si hay transiciones con las que su hijo tiene dificultades todos los
días, como irse a la cama, cree una cierta consistencia y estructura para esa
transición. Por ejemplo, cuando se acerque la hora de acostarse, su hijo puede
elegir una última cosa que quiera hacer. Luego, los dos van a cepillarse los
dientes y leen un cuento, y luego se apagan las luces. Hacer esta rutina
constantemente ayuda a los niños a saber qué esperar y a hace que la transición
sea más fácil.
Use los elogios: Cuando un niño logra llevar a cabo una transición, asegúrese de
brindarle algún tipo de elogio entusiasta y distintivo que reconozca su buen
comportamiento. Por ejemplo: “Me gustó mucho cómo entregaste el teléfono de
inmediato y empezaste a cepillarte los dientes. Ahora tenemos más tiempo para
leer”.
El objetivo del tiempo fuera no es avergonzar o castigar a su hijo, sino disipar una
situación emocional, y ayudarlo a aprender a manejar la frustración y a regular su
propio comportamiento. Usar un tiempo fuera es también una forma clara de
comunicar que un comportamiento en particular es inaceptable.
Muchos padres han probado los “tiempos fuera” antes con diferentes niveles de
éxito. Para que sean más eficaces, los time outs deben hacerse de forma
consistente y seguir ciertos pasos. A continuación, le ofrecemos algunas pautas a
seguir si está aprendiendo a utilizar los tiempos fuera o si desea solucionar
problemas con su técnica.
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Utilice la advertencia previa: Los niños necesitan entender qué
comportamientos están vinculados a qué consecuencias. Trabaje con su hijo para
establecer qué conductas (como golpear o no cumplir con una instrucción suya)
conducen a un tiempo fuera, de esa manera su hijo sabe qué esperar.
Brinde una respuesta rápida: Cuando un niño se comporta mal en una de las
formas que usted ha establecido, asegúrese de que el siguiente tiempo fuera sea
inmediato, y que usted diga la razón: “Sin golpes. Ve al tiempo fuera”. Sea
específico, breve y sin emociones. Esto ayuda para que el niño sea capaz de
vincular su acción con la consecuencia. Las sanciones retardadas no son
efectivas porque los niños tienden a sentir que sólo está usted siendo punitivo.
Sea breve: Una fórmula estándar para el tiempo fuera es un minuto por cada año
de edad. Algunos expertos recomiendan un temporizador para que el niño pueda
ver que el tiempo se está midiendo.
Mantenga la calma: El objetivo del tiempo fuera es que los niños se sientan
tranquilos. Algunos expertos recomiendan no comenzar el tiempo asignado hasta
que su hijo esté tranquilo. Otros creen que esto es demasiado difícil para los niños
pequeños. Precisan que el niño esté completamente tranquilo durante 5 segundos
antes de terminar el tiempo fuera. De esta manera los niños aprenden a asociar el
buen comportamiento con el fin del tiempo fuera, y eso envía el mensaje de que
gritar y berrear durante el tiempo fuera no funcionará.
No preste atención: Los niños en el tiempo fuera deben ser ignorados, no se les
debe hablar ni se debe hablar sobre ellos, incluso si están llorando o protestando.
Al retirar su atención durante el tiempo fuera, está enviando el mensaje de que el
mal comportamiento no es la manera de conseguir lo que quieren.
La consistencia es clave: es tentador poner a los niños en tiempo fuera cada vez
que actúan de forma inapropiada o cuando nos están sacando de quicio, pero
usar tiempo fuera de forma aleatoria hace que sea más difícil para los niños
establecer la conexión entre conductas erróneas específicas y sus consecuencias.
Además, es importante que el tiempo fuera suceda cada vez que se produzca la
conducta específica. Si no es así, está animando al niño a pensar que podría
salirse con la suya.
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Si un niño no respeta el tiempo fuera: Si un niño rompe las reglas dejando la
silla de tiempo fuera demasiado pronto, póngalo en un área de tiempo fuera de
reserva de la que no pueda escapar (como un dormitorio donde no haya ningún
estímulo gratificante como la televisión, los juguetes o los juegos). Explíquele
brevemente que debe quedarse allí un minuto y estar tranquilo y en silencio antes
de que se le permita salir. Una vez que lo haga, debe ser devuelto a la silla del
tiempo fuera, y el tiempo que debe permanecer allí vuelve a empezar. Si vuelve a
dejar la silla, el ciclo se repite. Su hijo debe aprender rápidamente que lo mejor
para él es quedarse en la silla hasta que se acabe el tiempo.
Cuando se les ha indicado a los niños un tiempo fuera por no cumplir con sus
instrucciones, una vez que el tiempo fuera ha terminado, se les debe pedir que
completen cualquier tarea que se les haya pedido que hagan antes del tiempo
fuera. Esto los ayuda a entender que los tiempos fuera no son rutas de escape.
Una vez que el tiempo fuera se ha terminado, usted puede darle atención,
sintonizar con lo que están haciendo/trabajando/jugando para que pueda
“sorprenderlos portándose bien” y elogiarlos específicamente por su
comportamiento positivo. Por ejemplo, si su hijo completa su tiempo fuera y luego
juega suavemente con el perro, usted puede expresarle que lo está haciendo bien
(“¡Me encanta lo bien que juegas con el perro! ¡Estás acariciándolo con tus manos
tan suavemente”). Esto es tranquilizador para su hijo, que aunque haya tenido que
pasar tiempo fuera, también es completamente capaz de hacer cosas buenas y
positivas que hacen que usted se sienta orgulloso y que sea cariñoso con él.
Es más probable que los niños entiendan y cumplan sus instrucciones si usted
sigue estas pautas:
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Dé instrucciones de una en una. Especialmente para los niños que tienen
problemas de atención, trate de evitar dar una serie de instrucciones, como
“Por favor, ponte tus zapatillas, toma tu almuerzo de la cocina y
encuéntrame en el pasillo”.
Procure que las explicaciones sean sencillas. Dar un razonamiento
puede aumentar la probabilidad de que los niños escuchen un, pero no si las
instrucciones se pierden en ella. Por ejemplo: “Ve a ponerte el abrigo porque
está lloviendo y no quiero que te resfríes”. En vez de eso, intente con: “Está
lloviendo y no quiero que te resfríes. Ve a ponerte el abrigo”.
Dé tiempo a los niños para que asimilen la situación. Después de dar
una instrucción, espere unos segundos, sin repetir lo que ha dicho. Los
niños aprenden a escuchar las instrucciones que se dan de una manera
calmada una vez ,en lugar de aprender que no necesitan escuchar porque
de todos modos las instrucciones se les repetirán.
Mejorar la relación entre padres e hijos debería ser una prioridad para todas las
familias que se enfrentan a problemas de conducta crónicos. Para ello, intenten
aumentar el número de interacciones positivas que tienen con su hijo y trate de no
promover el conflicto.
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Incluso los periodos cortos de tiempo para estar juntos cada día, de forma segura,
puede convertirse en algo que los niños y los padres aprenden a esperar. Debe
ser un momento de conexión positiva, sin reglas ni órdenes, para ayudar a todos
los miembros de la familia a calmar el estrés y apreciar la compañía de los demás.
Y debe ser considerado como un tiempo especial que no depende del buen
comportamiento del niño.
Propóngase como meta 5 minutos por día con los niños más pequeños y 15
minutos con los adolescentes
Deje que su hijo escoja una actividad que le guste e intégrese a ella
Escuche activamente y deje que su hijo dirija la conversación
Valide sus elecciones e intereses
Concéntrese en dar una atención positiva al buen comportamiento
Ignore conductas malas menores
Evite dirigir la actividad o criticar a su hijo
Algunos niños se portan mal porque les cuesta regular sus propias emociones.
Este es un problema común para los niños pequeños que aún no han desarrollado
la habilidad de lidiar con emociones intensas de una manera constructiva. Algunos
niños continúan luchando con la autorregulación a medida que crecen. Los padres
y los maestros pueden notar que parecen particularmente sensibles y que tienen
reacciones emocionales exageradas en comparación con sus hermanos o
compañeros.
Tomarse el tiempo para notar y clasificar las emociones ayuda a los niños a
empezar a prestar atención a cómo se sienten. Esto es importante porque prestar
atención a nuestras emociones es el primer paso para aprender a manejarlas. A
veces, el simple hecho de expresar una emoción ayuda a calmarla. Con
demasiada frecuencia intentamos fingir que no estamos sintiendo emociones
negativas hasta que es demasiado tarde y nos sentimos muy mal. Reconocer un
sentimiento negativo puede hacer que pierda fuerza y ayuda a empezar a pensar
de forma constructiva sobre qué hacer con ese sentimiento.
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Los padres pueden ayudar enseñándoles a los niños al modelar su propio
comportamiento. Por ejemplo, si están molestos porque olvidaron algo en el
supermercado, compartan ese sentimiento: “¡Estoy tan frustrado ahora mismo!
¡Se me olvidó traer la leche!”. Luego, después de haber reconocido cómo se
siente, puede modelar las habilidades de afrontamiento y resolución de
problemas. Puede decir algo como: “Voy a respirar profundo para calmarme, eso a
menudo me ayuda”. Luego, una vez que se sienta mejor, puede decir, “Ahora,
¿cómo puedo resolver este problema?”, y haga una lluvia de ideas.
Los niños comenzarán a aprender las habilidades que usted les está dando como
modelo, pero es posible que también necesiten un poco de apoyo adicional a
medida que empiecen a aprender a manejar sus emociones. Si nota que su hijo
empieza a parecer molesto, pídale que le describa cómo se siente. ¿Puedes
saber qué sentimiento es?
A veces los padres pueden sentirse sorprendidos por las emociones intensas que
los niños manifiestan durante los berrinches. Pero los niños no pasan de la calma
a los sollozos en el suelo en un instante, aunque así parezca. Las emociones se
acumulan con el tiempo, como una ola. Los niños pueden aprender a manejar
esas emociones que parecen abrumadoras notándolas y etiquetándolas con
anticipación, antes de que la ola se haga demasiado grande.
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Cuándo buscar ayuda
La mayoría de los niños hacen berrinches o tienen crisis emocionales ocasionales.
Portarse mal cuando es hora de irse a la cama o cuando han tenido que
interrumpir un juego es algo habitual. Pero, cuando los niños hacen berrinches
con frecuencia, o parece que no pueden controlar su temperamento la mayor
parte del tiempo, es posible que esté viendo algo más extremo que una conducta
problemática típica.
A continuación le mostramos algunas señales a las que hay que prestar atención:
Para obtener más información sobre cómo encontrar un médico que pueda
ayudarlos, lea la guía para padres del Child Mind Institute, Guía para padres para
obtener servicios de calidad.
para los niños con TDAH es extraordinariamente difícil concentrarse en las tareas,
prestar atención, sentarse quietos y controlar sus impulsos. Aunque la conducta
problemática no es un síntoma del TDAH en sí, a menudo es el resultado de los
síntomas del TDAH. La falta de atención y la impulsividad pueden hacer que sea
muy difícil para los niños tolerar tareas que son repetitivas, aburridas o que
requieren mucho esfuerzo. Debido a esto, los niños con TDAH se siente
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abrumados por la frustración muy a menudo, y tirar un zapato o empujar a alguien
o gritar “¡cállate!” puede ser el resultado de su impulsividad. Algunos niños con
TDAH también pueden desarrollar patrones de conducta negativos, los cuales son
una respuesta a años de encontrarse en conflicto con los adultos.
Los niños con TDDEA experimentan estallidos de mal humor frecuentes y severos
que parecen totalmente desproporcionados a la situación en cuestión. Entre
berrinche y berrinche, ellos están crónicamente irritables. Su comportamiento
disruptivo es el resultado de emociones intensas y habilidades limitadas de
autoregulación. Los niños con TDDEA a menudo se sienten muy arrepentidos
después de haber hecho un berrinche.
Ansiedad
Los niños que parecen enojados y desafiantes pueden estar muy ansiosos.
Cuando los niños tienen dificultades para hacer frente a situaciones que les
causan angustia, pueden dar golpes. Esto puede suceder cuando las exigencias
de la casa o de la escuela los presionan y no pueden manejarlo. En una situación
que induce a la ansiedad, el instinto de “lucha o huída” de su hijo puede tomar
fuerza. Puede hacer un berrinche o negarse a hacer algo para evitar la fuente de
un miedo agudo.
Trauma
Con frecuencia, los niños que han sido traumatizados enmascaran su dolor con un
comportamiento agresivo. Como resultado de su trauma lidian con una
autorregulación emocional limitada o nula, pensamientos negativos, están
demasiado alerta a los peligros, y es más probable que reaccionen con una
respuesta tipo “lucha o huída” en un esfuerzo por protegerse a sí mismos.
Problemas de aprendizaje
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otros niños les resultan fáciles y no saben por qué. En lugar de pedir ayuda, es
posible que rompan las tareas o se porten mal para crear una distracción de sus
problemas reales.
Autismo
Los niños en el espectro autista tienden a ser rígidos (necesitan una rutina
consistente para sentirse seguros), y los cambios inesperados pueden llevarlos a
hacer un berrinche. Los niños autistas también pueden enfrentar problemas
sensoriales que los dejan abrumados. Algunos niños autistas también pueden
carecer de las habilidades de lenguaje y comunicación para expresar lo que
quieren o necesitan.
Los programas de entrenamiento para padres están diseñados para reforzar las
habilidades que los padres pueden necesitar para manejar la conducta
problemática de su hijo y mejorar la relación padre-hijo. Estos programas están
dirigidos por psicólogos y trabajadores sociales y están basados en evidencias, lo
que significa que han sido probados exhaustivamente y se ha determinado que
son efectivos para muchas familias.
Tanto los padres como los hijos participan en las sesiones de la PCIT, durante las
cuales un profesional clínico les enseña habilidades para interactuar de forma
positiva y satisfactoria. Es efectivo para niños entre 2 y 7 años, y generalmente
requiere de 14 a 17 sesiones semanales.
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Durante el PMT, para niños de 3 a 13 años de edad, se suele ver a los padres sin
que el niño esté presente, aunque se puede pedir a los niños que participen en
algunas sesiones. El terapeuta enseña y modela las habilidades para tratar más
eficazmente los comportamientos difíciles y luego las pone en práctica con los
padres. Después de cada sesión, se espera que los padres practiquen las
habilidades en casa. Las familias suelen participar en al menos 10 sesiones.
Dado que el PMT es apropiado para todas las edades, es una buena opción
cuando los niños son demasiado grandes para la PCIT. También puede ser una
buena opción para familias donde la relación padre-hijo es fuerte, pero los niños
pueden estar lidiando con cosas como la ansiedad, la impulsividad extrema o la
ira explosiva.
En la segunda mitad, tanto los padres como los adolescentes son entrenados en
comunicación orientada a la resolución de problemas. El objetivo es proporcionar
recursos de comportamiento familiar para ayudar a cada miembro de la familia a
desarrollar habilidades de resolución de problemas, negociación y comunicación
más efectivas, y corregir cualquier creencia poco razonable que pudiera estar
impidiendo sus interacciones.
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desde las 12 hasta las 20 semanas.
Para niños de cuatro a ocho años, el programa ofrece grupos infantiles que se
centran en ayudarlos a adquirir estrategias de regulación de las emociones y
habilidades sociales. Las investigaciones muestran que el grupo de niños funciona
bien para mejorar el comportamiento prosocial y disminuir las conductas
problemáticas. Los padres descubren que no sólo aprenden de los terapeutas sino
también de otros padres del grupo.
Medicación
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El Risperdal puede tener efectos secundarios graves, incluyendo un aumento de
peso sustancial y cambios metabólicos, neurológicos y hormonales que pueden
ser perjudiciales. Los niños que toman Risperdal u otro antipsicótico atípico deben
ser controlados por sus médicos regularmente durante el curso del tratamiento.
Antes de comenzar el tratamiento, se les debe hacer una prueba para establecer
las líneas de base de la altura, el peso, los signos vitales y los niveles de
prolactina y de grasas y azúcar en la sangre. Durante los primeros meses de
tratamiento, los niveles del niño deben medirse con frecuencia. Si el niño está
usando el medicamento a largo plazo, debe seguir siendo controlado anualmente.
Es importante determinar cuáles son las cosas específicas con las que su hijo
tiene más dificultades. Al igual que en el control del comportamiento en el hogar,
ayuda obtener la mayor cantidad de información posible sobre las situaciones de
la vida real que parecen conducir a la conducta problemática, poniendo atención a
lo que sucede inmediatamente antes, durante y después de la conducta. Poner
atención cuando su hijo no está portándose mal también puede arrojar
información muy valiosa.
Una vez que esta información ha sido recopilada y analizada, el psicólogo escolar
o el especialista en comportamiento puede trabajar en la creación de un plan de
intervención en la conducta (BIP, por sus siglas en inglés) con ideas para prevenir
conductas problemáticas y gratificar el comportamiento positivo. Esto puede incluir
diferentes estrategias de enseñanza, diferentes sanciones por mala conducta o
cambios en las rutinas típicas. Es importante realizar controles periódicos para
supervisar la eficacia de estas estrategias (y hacer las actualizaciones
correspondientes).
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Los padres también pueden desempeñar una función importante para ayudar a
reforzar el buen comportamiento en la escuela. Puede decirle al maestro de su
hijo que quiere colaborar en la mejora del comportamiento de su hijo y seleccionar
uno o dos objetivos a la vez para trabajar en ellos, por ejemplo, entregar las tareas
y no gritar en clase. Luego, puede pedirle al maestro que le dé informes periódicos
sobre el progreso de su hijo. No desea que el maestro se sienta abrumado, pero si
recibe un informe de avances cada ciertos días o cada semana, puede ayudar a
reforzar los objetivos de la escuela, ya sea gratificando el buen comportamiento
escolar en casa o estableciendo las sanciones correspondientes.
Por ejemplo, si se entera de que su hijo está haciendo un buen trabajo al entregar
sus tareas, puede darle un tiempo extra de pantalla ese fin de semana en
reconocimiento de sus esfuerzos. Si está haciendo un trabajo particularmente
bueno, entonces podría darle una gratificación mayor, como una salida a su
restaurante favorito. Por el contrario, si recibe un informe de que no está haciendo
sus tareas, puede hacerle saber que no tendrá tiempo de pantalla durante los dos
primeros días de la semana siguiente porque necesita priorizar las tareas.
Para obtener más información sobre cómo trabajar con las escuelas en cuestiones
de comportamiento, consulte nuestra lista de lecturas recomendadas en la
siguiente sección.
Lecturas recomendadas
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