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Guía completa sobre los problemas de

comportamiento
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Los problemas de comportamiento de los niños pueden tener un impacto negativo en


todos los miembros de la familia. Los padres saben que necesitan responder, pero a
menudo no están seguros de cuál es la mejor estrategia, especialmente si el niño se
porta mal con frecuencia y nada parece funcionar. Esta guía ofrece a los padres una
visión completa de los problemas de conducta. Cubre una variedad de temas, incluyendo
qué puede estar desencadenando el comportamiento problemático, cómo mejorar la
relación padre-hijo cuando se vuelve tensa, qué hacer si los niños están teniendo
dificultades con su comportamiento en la escuela y cómo obtener ayuda profesional en
caso de necesitarla.
Los problemas de comportamiento de los niños pueden tener un impacto negativo
en todos los miembros de la familia. Los padres saben que necesitan responder,
pero a menudo no están seguros de cuál es la mejor estrategia, especialmente si
el niño se porta mal con frecuencia y nada parece funcionar. Esta guía ofrece a los
padres una visión completa de los problemas de conducta. Cubre una variedad de
temas, incluyendo qué puede estar desencadenando el comportamiento
problemático, cómo mejorar la relación padre-hijo cuando se vuelve tensa, qué
hacer si los niños están teniendo dificultades con su comportamiento en la escuela
y cómo obtener ayuda profesional en caso de necesitarla.

¿Por qué algunos niños batallan con comportamientos


problemáticos?

Cuando los niños tienen explosiones emocionales frecuentes, esto podría ser una
señal de que aún no han desarrollado las habilidades necesarias para afrontar
sentimientos como la frustración, la ansiedad y la ira. Manejar estas grandes
emociones de una manera sana y madura requiere una variedad de habilidades,
entre las que se incluyen:

Control de los impulsos


Autorregulación emocional
Solución de problemas
Aplazamiento de la satisfacción
Negociación
Comunicación de deseos y necesidades a los adultos
Saber lo que es apropiado o esperado en cada situación

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Otros niños podrían tener más problemas con los límites y el siguiendo reglas.
Pueden ser desafiantes, o ignorar las instrucciones o hablar para tratar de librarse
de cosas que no son opcionales. Usted podría notar patrones de comportamiento
que aparecen a ciertas horas del día (como la hora de acostarse) durante ciertas
actividades (como las tareas escolares) o con ciertas personas. También es
posible que noten que su hijo se porta especialmente mal cuando está en casa
pero no cuando está en la escuela, o viceversa.

En la infancia, hacer berrinches y portarse mal son comportamientos normales e


incluso saludables. Son una señal de que un niño se está volviendo más
independiente, indicaciones de que un niño está probando los límites,
desarrollando habilidades y opiniones, y explorando el mundo que los rodea.

Pero cuando un niño se porta mal con mucha frecuencia, puede tensar la relación
padre-hijo, creando una frustración y un resentimiento que no es saludable para la
familia. Ya sea que su hijo se encuentre en las primeras etapas del aprendizaje de
la autorregulación y los límites, o que su familia haya estado atravesando
dificultades y ustedes estén buscando ayuda, esta guía está diseñada para
explicar más sobre cómo los niños aprenden a controlar su comportamiento, qué
pueden hacer los padres para ayudar en el proceso y cómo obtener más apoyo en
caso de que lo necesiten.

Los berrinches pueden ser una conducta aprendida

A veces los padres sienten que los berrinches y otras formas de la conducta
problemática son intencionales o manipuladoras. Sin embargo, los especialistas
en conducta infantil están de acuerdo en que los berrinches generalmente no son
una conducta voluntaria por parte de los niños, sino lo que se conoce como
“conducta aprendida”. Esto significa que los niños aprenden que al hacer un
berrinche obtienen el resultado que quieren.

En otras palabras, mientras que un niño que tiene problemas para controlar sus
emociones puede no estar calculando conscientemente sus berrinches, puede
que recurra a ellos porque no ha aprendido una mejor manera de resolver los
problemas o de comunicar sus necesidades. Con frecuencia, los padres
bienintencionados responden a los berrinches tratando de arreglar lo que sea que
haya causado el problema, consolando al niño o dándole lo que pida.
Lamentablemente, esto sólo refuerza el berrinche, haciendo que sea más
probable que los niños continúen haciéndolo y menos probable que desarrollen
formas más sofisticadas de manejar sus sentimientos.

Cómo responder al comportamiento problemático

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Cuando los niños se portan mal, los padres a menudo se sienten impotentes.
Puede que hayan probado diferentes técnicas de disciplina, pero sin mucho éxito.
De hecho, probar diferentes estrategias para controlar las conductas
problemáticas puede ser a veces parte del problema, ya que los niños responden
mejor a los límites firmes que son constantemente reforzados. Pero si hasta ahora
ustedes no han visto ningún progreso, no se desanimen, porque los padres tienen
más poder del que creen tener cuando los niños presentan un comportamiento
conflictivo. Al utilizar estrategias informadas por psicólogos infantiles que se
especializan en el control del comportamiento, usted puede comenzar a mejorar la
conducta de los niños e incluso mejorar la relación padre-hijo.

Esta sección comienza con algunas reglas generales recomendadas por expertos
en comportamiento en forma de estrategias efectivas para responder al
comportamiento problemático del momento. A continuación, examina la conducta
problemática en mayor profundidad, lo que podría ser útil para los padres que
quieren entender más el porqué los niños se portan mal y cómo abordar las
conductas específicas que le gustaría cambiar.

Consejos para responder en el momento:


No se rinda. Resista la tentación de terminar con el berrinche de su hijo
dándole lo que quiere cuando explote. Ceder le enseña que los berrinches
funcionan.
Mantenga la calma. Las respuestas bruscas o emocionales tienden a
intensificar la agresión de un niño, ya sea verbal o física. Al mantener la
calma, también está modelando el tipo de comportamiento que quiere ver en
su hijo.
Ignore la conducta negativa y elogie la conducta positiva. Ignore el mal
comportamiento que no tenga mucha importancia, ya que incluso la atención
negativa como regañar o decirle al niño que deje de hacerlo puede reforzar
sus acciones. En su lugar, brinde muchos elogios etiquetados sobre los
comportamientos que quiere fomentar. (No sólo diga “qué buen trabajo
hiciste”, diga “qué buen trabajo hiciste para calmarte“.)
Use consecuencias consistentes. Su hijo necesita saber cuáles son las
consecuencias de los comportamientos negativos, como el tiempo fuera
(timeout), así como las recompensas por los comportamientos positivos,
como el tiempo para usar la tableta o teléfono. Y usted necesita mostrar
consistencia al imponer estas consecuencias todas las veces.
Espere a hablar hasta que la crisis haya terminado. No trate de razonar
con un niño que está molesto. Usted querrá alentar al niño a practicar la
negociación cuando ni él ni usted estén molestos.

Cómo abordar conductas específicas

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Cuando se está tratando de lidiar con una conducta disruptiva, es útil identificar
las conductas específicas que se están tratando de cambiar (o fomentar). Es
cierto que cuando las familias se sienten abrumadas, a veces puede parecer que
cada interacción es una lucha. Sin embargo, la identificación de conductas
específicas es un primer paso importante para una disciplina efectiva. Tomar las
conductas de una en una le permite estar más concentrado, entender mejor el
motivo de la conducta y tener una mayor sensación de control. Por supuesto,
puede haber múltiples conductas que le gustaría cambiar, pero es importante
evaluarlas una por una.

Los comportamientos a abordar deberían ser:

Específicos (para que las expectativas sean claras para todos los miembros
de la familia)
Observables
Medibles (para que todos puedan estar de acuerdo en si el comportamiento
ocurrió o no)

Un ejemplo de un comportamiento mal definido es “portarse mal” o “ser bueno”.


Un comportamiento bien definido sería “correr por la habitación” (malo) o”empezar
las tareas a tiempo” (bueno).

Antes de que la conducta suceda


Cuando usted está pensando en una conducta en particular en la que se está
enfocando, es importante pensar en lo que suele suceder antes de esa conducta,
y qué podría desencadenarla. Esto ayuda a los padres a entender no sólo por qué
un niño podría portarse mal, sino también de qué manera, la anticipación de
ciertos factores desencadenantes, podría ayudar a evitar que se produzcan esas
conductas. Los padres también pueden examinar los detonantes que aumentan
las probabilidades de que se produzcan comportamientos positivos (como
obedecer una orden la primera vez).

Posibles factores desencadenantes que hay que evitar

Estas cosas con frecuencia conducen a un mal comportamiento:

Asumir que sus expectativas fueron entendidas: Los niños pueden no


saber lo que se espera de ellos, incluso aunque usted asuma que lo saben.
Las exigencias cambian de una situación a otra y, cuando los niños no están
seguros de lo que se supone deberían hacer, es más probable que se porten
mal.
Gritar las cosas a distancia: Dé a sus hijos las instrucciones importantes
cuando esté frente a usted. Las instrucciones que se gritan a distancia
tienen menos probabilidades de ser recordadas y entendidas.

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Pedir que haga transiciones sin advertencia: Las transiciones pueden ser
difíciles para los niños, especialmente si están a la mitad de algo que
disfrutan. Cuando los niños reciben una advertencia y tienen la oportunidad
de encontrar un buen punto para detenerse, las transiciones pueden ser
menos agobiantes.
Hacer preguntas rápidas o da una serie de instrucciones: Decir una
serie de preguntas o instrucciones limita la probabilidad de que los niños
escuchen, respondan a las preguntas, recuerden las tareas y hagan lo que
se les ha indicado.

Detonantes potenciales que hay que adoptar:

Estas son cosas que pueden reforzar el buen comportamiento:

Ajustar el entorno: Trate de manejar los factores del entorno y emocionales


que pueden dificultar el control de la conducta de los niños. Cosas a
considerar: hambre, fatiga, ansiedad o distracciones. Cuando es hora de
hacer las tareas, por ejemplo, elimine las distracciones, como pantallas y
juguetes, ofrezca refrigerios, establezca un lugar organizado para que los
niños trabajen y asegúrese de programar algunos descansos.
Dejar en claro las expectativas: Usted y su hijo deben tener claro lo que se
espera de él. Incluso aunque “debiera” saber lo que se espera de él, precisar
las expectativas al principio de una tarea ayuda a evitar malentendidos en el
futuro.
Preparar las transiciones con cuentas regresivas: Siempre que sea
posible, prepare a los niños para una transición que se aproxima. Por
ejemplo, dele un aviso previo de 10 minutos cuando sea hora de venir a
cenar o de empezar las tareas. Luego, haga un seguimiento cuando queden
2 minutos. Hacer la transición a la hora indicada es tan importante como
emitir la cuenta regresiva.
Dejar que los niños tengan una opción: A medida que los niños crecen,
es importante que tengan voz y voto en su propia programación. Ofrecerles
una elección estructurada: “¿Quieres ducharte después de la cena o
antes?”, puede ayudarlos a sentirse empoderados y a autorregularse más.

Después de que la conducta sucede


Es importante considerar lo que sucede después de una conducta objetivo porque
las sanciones pueden afectar la probabilidad de que la conducta se repita. Esto
aplica tanto en el caso de las consecuencias positivas (como obtener 10 minutos
adicionales de tiempo de pantalla) como en las negativas (como obtener un
tiempo fuera).

Algunas consecuencias son más eficaces que otras. Lo ideal es que las
consecuencias creen una estructura y ayuden a los niños a entender la diferencia
entre los comportamientos aceptables y los inaceptables. Sin embargo, las

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consecuencias también pueden hacer más daño que bien cuando envían un
mensaje equivocado. Entender cómo usar consecuencias efectivas y consistentes
hace toda la diferencia.

Consecuencias que no son efectivas

Este tipo de consecuencias son comunes, pero generalmente no tienen el efecto


deseado.

Dar atención negativa: Parece contrario a la intuición, pero las


consecuencias que nos parecen negativas (como levantar la voz o dar
nalgadas) a veces pueden reforzar el mismo comportamiento que
intentamos prevenir. Eso se debe a que los niños valoran tanto la atención
de los adultos importantes en su vida que cualquier atención, positiva o
negativa, es mejor que ninguna. Por eso la atención negativa puede
aumentar el mal comportamiento con el paso del tiempo. Responder a los
comportamientos con críticas o gritos también puede afectar negativamente
la autoestima de los niños.
Retrasar las consecuencias: Las consecuencias inmediatas son las más
efectivas. Es menos probable que los niños relacionen su conducta con una
consecuencias si ha pasado mucho tiempo entre, lo que significa que es
menos probable que una consecuencia tardía cambie el comportamiento de
un niño.
Consecuencias desproporcionadas: Los padres a veces se frustran tanto
que reaccionan exageradamente a la hora de imponer consecuencias, lo
cual es entendible. Sin embargo, una consecuencia severa puede ser
desmoralizante para los niños, y pueden renunciar incluso a tratar de
comportarse adecuadamente.
Consecuencias que son complacientes: Cuando un niño es lento para
hacer algo que se le pide, como recoger sus juguetes, muchos padres se
frustran y lo hacen ellos mismos. Aunque esta reacción también es
comprensible, también aumenta la probabilidad de que usted vuelva a
perder el tiempo la próxima vez.

Consecuencias que sí son efectivas

Las consecuencias que son más efectivas comienzan con una atención generosa
hacia los comportamientos que desea fomentar.

Atención positiva hacia las conductas positivas: Elogiar a los niños


cuando se les “sorprende siendo buenos” los hace más propensos a repetir
esa buena conducta en el futuro. La atención positiva también es algo bueno
para la relación padre-hijo, mejora la autoestima del niño y hace que todos
los involucrados se sientan bien.

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Ignorar activamente: Esta medida puede parecer contradictoria, pero los
expertos en comportamiento infantil a menudo enseñan que “ignorar
activamente” es una estrategia eficaz para el control del comportamiento.
Para ignorar activamente, retire deliberadamente su atención cuando un
niño comience a comportarse mal. A medida que los niños aprenden que el
mal comportamiento no les llama la atención, comenzarán a hacerlo menos.
Un componente importante de ignorar activamente es dar inmediatamente a
un niño una atención positiva tan pronto como muestre un comportamiento
que usted quiere ver, como sentarse tranquilamente. Por supuesto, esta
medida debe usarse sólo para conductas menores. Ignorar activamente no
es apropiado cuando un niño está siendo agresivo o está haciendo algo
peligroso.
Menús de gratificaciones: Las gratificaciones son una forma tangible de
dar a los niños una retroalimentación positiva con respecto a las conductas
deseadas. Las gratificaciones son más motivadoras cuando los niños
pueden elegir entre una variedad de cosas deseables: tiempo extra en la
tableta o el teléfono, un regalo especial, etc. Las gratificaciones deben estar
ligadas a conductas específicas y deben ser entregadas siempre de manera
consistente.
Tiempo fuera (time outs): Los tiempos fuera son una de las consecuencias
más efectivas que los padres pueden implementar, pero también una de las
más difíciles de hacer correctamente. La siguiente sección da a los padres
consejos sobre cómo imponer tiempos fuera de manera efectiva.

Ejemplo: Centrarse en una conducta específica

Establezca una conducta específica en la que quiera enfocarse

Dejar de saltar en el sillón

Examine los factores desencadenantes

Su hijo suele empezar a saltar en el sofá cuando usted va a cambiarle el pañal al


bebé o a darle un baño.

Posible solución: Piense en formas en que su hijo pueda “ayudar” a realizar estas
tareas. Su ayuda puede hacer que usted vaya un poco más despacio, pero le da
algo positivo que hacer y lo hace sentir que todavía está llamando su atención.
Cuando ayude, elógielo por ser un buen hermano mayor.

Examine las consecuencias

Consecuencia ineficaz: Gritarle: “Te lo he dicho un millón de veces, Carmen, ¡no


puedes saltar en el sillón! ¡¿Por qué sigues haciéndolo?!”.

Consecuencia efectiva: Enviarla a tiempo fuera inmediatamente.

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Por qué las transiciones desencadenan conductas
problemáticas

Un desencadenante de conductas problemáticas común para muchos niños son


las transiciones. Ya sea prepararse para ir a la cama, o ir a cenar o dejar el control
de los videojuegos, en muchas familias las transiciones pueden convertirse en un
punto de inflexión al que todos le tienen miedo.

Si las transiciones son un problema para su hijo, es importante averiguar qué es lo


que le cuesta trabajo de la transición. A menudo, a los niños no les gusta detener
una actividad que están disfrutando (como jugar videojuegos en un dispositivo
electrónico) para hacer algo menos divertido, como prepararse para salir de la
casa. Aunque a nadie le gusta detener las cosas divertidas, algunos niños tienen
más dificultades que otros. Eso puede ser una señal de que aún están
desarrollando habilidades de autorregulación emocional, pero eso sólo es una
posible causa. Otros niños tienen problemas para hacer frente a cambios
imprevistos en el horario o para dejar de hacer algo que sienten que no han
terminado.

Tener problemas con las transiciones puede incluso ser una señal de un trastorno
de salud mental en algunos niños. Los niños con trastorno por déficit de atención
con hiperactividad o TDAH, autismo, ansiedad y trastorno obsesivo-compulsivo o
TOC son más propensos a batallar con las transiciones.

Técnicas para facilitar las transiciones

Una vez que haya reducido lo que cree que puede estar detrás de la resistencia
de su hijo a las transiciones, puede empezar a pensar en lo que cree que podría
ayudar. (Nota: Si usted cree que su hijo puede tener un trastorno de salud mental
no diagnosticado, es importante que comunique sus preocupaciones a un
médico).

Estas son algunas técnicas que puede probar:

Ofrezca una vista previa y cuenta regresiva: Todas las mañanas, presente a su
hijo qué pasará ese día. Antes de cada transición, dele un poco de tiempo y una
descripción de lo que sucederá junto con la cuenta regresiva (en 20 minutos,
luego 10, luego 5 será el momento de terminar el desayuno e irnos a la escuela).
Esto ayuda a los niños a prepararse emocionalmente.

Capte su atención: Para los niños que tienen dificultades para regular su
atención, haga un esfuerzo especial para captar la de su hijo. Haga contacto
visual, siéntese a su lado, ponga su mano en su hombro o pídale que repita lo que
ha dicho. Eso los hace más propensos a seguir las indicaciones.

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Use la música: Las canciones pueden ayudar a los niños (especialmente a los
más pequeños) a facilitar las transiciones. La canción de “limpieza” es un ejemplo
popular de esto, pero hay muchas canciones que puede encontrar o inventar para
adaptarse a una variedad de situaciones, desde atarse los zapatos, hasta
cepillarse los dientes.

Use señales visuales: Colocar una gráfica con dibujos que ilustren lo que se
puede esperar de una transición en particular, o los pasos a seguir, es un buen
recordatorio visual para que los niños lo usen de apoyo.

Cree rutinas: Si hay transiciones con las que su hijo tiene dificultades todos los
días, como irse a la cama, cree una cierta consistencia y estructura para esa
transición. Por ejemplo, cuando se acerque la hora de acostarse, su hijo puede
elegir una última cosa que quiera hacer. Luego, los dos van a cepillarse los
dientes y leen un cuento, y luego se apagan las luces. Hacer esta rutina
constantemente ayuda a los niños a saber qué esperar y a hace que la transición
sea más fácil.

Utilice gratificaciones: Las gratificaciones pueden ser una herramienta efectiva


para que los niños se acostumbren a las transiciones difíciles. Los padres pueden
usar pegatinas (stickers), bocadillos o un sistema de puntos que lleve a
recompensas tangibles.

Ponga en práctica las consecuencias apropiadas: Si una transición no va bien,


piense en las consecuencias que está (o no) estableciendo. Gritar no es una
medida efectiva, pero ignorar activamente o enviar al niños a que tome un tiempo
fuera (time out) podría serlo.

Use los elogios: Cuando un niño logra llevar a cabo una transición, asegúrese de
brindarle algún tipo de elogio entusiasta y distintivo que reconozca su buen
comportamiento. Por ejemplo: “Me gustó mucho cómo entregaste el teléfono de
inmediato y empezaste a cepillarte los dientes. Ahora tenemos más tiempo para
leer”.

Habilidades: Cómo utilizar el tiempo fuera (time out)

El objetivo del tiempo fuera no es avergonzar o castigar a su hijo, sino disipar una
situación emocional, y ayudarlo a aprender a manejar la frustración y a regular su
propio comportamiento. Usar un tiempo fuera es también una forma clara de
comunicar que un comportamiento en particular es inaceptable.

Muchos padres han probado los “tiempos fuera” antes con diferentes niveles de
éxito. Para que sean más eficaces, los time outs deben hacerse de forma
consistente y seguir ciertos pasos. A continuación, le ofrecemos algunas pautas a
seguir si está aprendiendo a utilizar los tiempos fuera o si desea solucionar
problemas con su técnica.

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Utilice la advertencia previa: Los niños necesitan entender qué
comportamientos están vinculados a qué consecuencias. Trabaje con su hijo para
establecer qué conductas (como golpear o no cumplir con una instrucción suya)
conducen a un tiempo fuera, de esa manera su hijo sabe qué esperar.

Establezca un lugar predeterminado: Designe una silla especial, o un lugar en


las escaleras, para que el niño sepa qué esperar. Es una buena idea etiquetar la
silla del tiempo fuera como tal, y no como “la silla malvada” ni nada por el estilo.
Los tiempos fuera funcionan mejor cuando se centran en enseñar a los niños a
comportarse, no en ser castigados.

Brinde una respuesta rápida: Cuando un niño se comporta mal en una de las
formas que usted ha establecido, asegúrese de que el siguiente tiempo fuera sea
inmediato, y que usted diga la razón: “Sin golpes. Ve al tiempo fuera”. Sea
específico, breve y sin emociones. Esto ayuda para que el niño sea capaz de
vincular su acción con la consecuencia. Las sanciones retardadas no son
efectivas porque los niños tienden a sentir que sólo está usted siendo punitivo.

Sea breve: Una fórmula estándar para el tiempo fuera es un minuto por cada año
de edad. Algunos expertos recomiendan un temporizador para que el niño pueda
ver que el tiempo se está midiendo.

Mantenga la calma: El objetivo del tiempo fuera es que los niños se sientan
tranquilos. Algunos expertos recomiendan no comenzar el tiempo asignado hasta
que su hijo esté tranquilo. Otros creen que esto es demasiado difícil para los niños
pequeños. Precisan que el niño esté completamente tranquilo durante 5 segundos
antes de terminar el tiempo fuera. De esta manera los niños aprenden a asociar el
buen comportamiento con el fin del tiempo fuera, y eso envía el mensaje de que
gritar y berrear durante el tiempo fuera no funcionará.

No preste atención: Los niños en el tiempo fuera deben ser ignorados, no se les
debe hablar ni se debe hablar sobre ellos, incluso si están llorando o protestando.
Al retirar su atención durante el tiempo fuera, está enviando el mensaje de que el
mal comportamiento no es la manera de conseguir lo que quieren.

La consistencia es clave: es tentador poner a los niños en tiempo fuera cada vez
que actúan de forma inapropiada o cuando nos están sacando de quicio, pero
usar tiempo fuera de forma aleatoria hace que sea más difícil para los niños
establecer la conexión entre conductas erróneas específicas y sus consecuencias.
Además, es importante que el tiempo fuera suceda cada vez que se produzca la
conducta específica. Si no es así, está animando al niño a pensar que podría
salirse con la suya.

Sin estímulos gratificantes: En la silla de tiempo fuera, el niño no debe tener


acceso a la televisión, aparatos electrónicos, juguetes o juegos. Si está fuera de
casa, elija cualquier lugar que evite que el niño se distraiga con la estimulación.

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Si un niño no respeta el tiempo fuera: Si un niño rompe las reglas dejando la
silla de tiempo fuera demasiado pronto, póngalo en un área de tiempo fuera de
reserva de la que no pueda escapar (como un dormitorio donde no haya ningún
estímulo gratificante como la televisión, los juguetes o los juegos). Explíquele
brevemente que debe quedarse allí un minuto y estar tranquilo y en silencio antes
de que se le permita salir. Una vez que lo haga, debe ser devuelto a la silla del
tiempo fuera, y el tiempo que debe permanecer allí vuelve a empezar. Si vuelve a
dejar la silla, el ciclo se repite. Su hijo debe aprender rápidamente que lo mejor
para él es quedarse en la silla hasta que se acabe el tiempo.

Después del tiempo fuera

Cuando se les ha indicado a los niños un tiempo fuera por no cumplir con sus
instrucciones, una vez que el tiempo fuera ha terminado, se les debe pedir que
completen cualquier tarea que se les haya pedido que hagan antes del tiempo
fuera. Esto los ayuda a entender que los tiempos fuera no son rutas de escape.

Una vez que el tiempo fuera se ha terminado, usted puede darle atención,
sintonizar con lo que están haciendo/trabajando/jugando para que pueda
“sorprenderlos portándose bien” y elogiarlos específicamente por su
comportamiento positivo. Por ejemplo, si su hijo completa su tiempo fuera y luego
juega suavemente con el perro, usted puede expresarle que lo está haciendo bien
(“¡Me encanta lo bien que juegas con el perro! ¡Estás acariciándolo con tus manos
tan suavemente”). Esto es tranquilizador para su hijo, que aunque haya tenido que
pasar tiempo fuera, también es completamente capaz de hacer cosas buenas y
positivas que hacen que usted se sienta orgulloso y que sea cariñoso con él.

Habilidades: Cómo dar instrucciones efectivas

Es más probable que los niños entiendan y cumplan sus instrucciones si usted
sigue estas pautas:

Sea directo. Hagan declaraciones en lugar de hacer preguntas: “Por favor,


siéntate”, en lugar de “¿Estás listo para hacer tus tareas?”.
Manténgase cerca. Dé instrucciones cuando esté cerca de su hijo, en lugar
de llamarlo desde el otro lado de la habitación.
Use comandos claros y específicos. En lugar de “Anda”, diga, “Por favor,
ve a empezar tu tarea de lectura”.
Dé instrucciones apropiadas para la edad de su hijo. Háblele a su hijo a
un nivel que él pueda entender. Si su hijo es más pequeño, mantenga las
cosas simples y use palabras que usted sabe que él conoce: “Por favor,
recoge la pelota”. Con los niños mayores, es importante ser claro sin ser
condescendiente.

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Dé instrucciones de una en una. Especialmente para los niños que tienen
problemas de atención, trate de evitar dar una serie de instrucciones, como
“Por favor, ponte tus zapatillas, toma tu almuerzo de la cocina y
encuéntrame en el pasillo”.
Procure que las explicaciones sean sencillas. Dar un razonamiento
puede aumentar la probabilidad de que los niños escuchen un, pero no si las
instrucciones se pierden en ella. Por ejemplo: “Ve a ponerte el abrigo porque
está lloviendo y no quiero que te resfríes”. En vez de eso, intente con: “Está
lloviendo y no quiero que te resfríes. Ve a ponerte el abrigo”.
Dé tiempo a los niños para que asimilen la situación. Después de dar
una instrucción, espere unos segundos, sin repetir lo que ha dicho. Los
niños aprenden a escuchar las instrucciones que se dan de una manera
calmada una vez ,en lugar de aprender que no necesitan escuchar porque
de todos modos las instrucciones se les repetirán.

Cómo mejorar la relación entre padres e hijos

Uno de los efectos secundarios más desagradables de los problemas de conducta


es el desgaste de la dinámica familiar. Cuando un niño tiene problemas crónicos
de comportamiento, los padres a menudo no disfrutan del tiempo que pasan con
su hijo. Esto puede ser frustrante y ser la causa de culpa. Los niños también se
ven afectados negativamente cuando reciben críticas frecuentes o perciben la
irritación de sus padres, lo que puede provocar resentimiento y puede dañar su
autoestima.

Mejorar la relación entre padres e hijos debería ser una prioridad para todas las
familias que se enfrentan a problemas de conducta crónicos. Para ello, intenten
aumentar el número de interacciones positivas que tienen con su hijo y trate de no
promover el conflicto.

Utilice estrategias de manejo de la conducta que refuercen lo que sí quieren


ver (como dar instrucciones claras en un tono de voz neutral o usar muchos
elogios etiquetados) en lugar de comentarios que sean críticos o se centren
en lo que no quieren ver.
Atienda sus propias emociones y busquen maneras saludables de lidiar con
las situaciones estresantes sin que éstas se intensifiquen. Use sus propias
habilidades de autorregulación emocional o tómense un descanso si
necesitan un momento para calmarse.
Como en cualquier relación que se desea cultivar, piense en cómo pueden
construir (o crear) vínculos significativos. ¿Hay intereses comunes que
puedan cultivarse? ¿Pueden establecerse nuevos rituales de relación?
Dedique un poco de tiempo todos los días para estar presentes y no juzgue
a su hijo.

Cómo establecer tiempo de calidad diariamente

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Incluso los periodos cortos de tiempo para estar juntos cada día, de forma segura,
puede convertirse en algo que los niños y los padres aprenden a esperar. Debe
ser un momento de conexión positiva, sin reglas ni órdenes, para ayudar a todos
los miembros de la familia a calmar el estrés y apreciar la compañía de los demás.
Y debe ser considerado como un tiempo especial que no depende del buen
comportamiento del niño.

Estos son algunos consejos para el éxito:

Propóngase como meta 5 minutos por día con los niños más pequeños y 15
minutos con los adolescentes
Deje que su hijo escoja una actividad que le guste e intégrese a ella
Escuche activamente y deje que su hijo dirija la conversación
Valide sus elecciones e intereses
Concéntrese en dar una atención positiva al buen comportamiento
Ignore conductas malas menores
Evite dirigir la actividad o criticar a su hijo

Ayudar a los niños a lidiar con emociones intensas

Algunos niños se portan mal porque les cuesta regular sus propias emociones.
Este es un problema común para los niños pequeños que aún no han desarrollado
la habilidad de lidiar con emociones intensas de una manera constructiva. Algunos
niños continúan luchando con la autorregulación a medida que crecen. Los padres
y los maestros pueden notar que parecen particularmente sensibles y que tienen
reacciones emocionales exageradas en comparación con sus hermanos o
compañeros.

La buena noticia es que la autorregulación es una habilidad que puede enseñarse


como cualquier otra, y los padres pueden desempeñar un papel importante
ayudando a los niños a aprender a manejar sus emociones, incluso las intensas. A
continuación se presentan algunas técnicas para ayudar a los niños a calmarse en
lugar de portarse mal.

Desarrollar el coeficiente intelectual emocional

Tomarse el tiempo para notar y clasificar las emociones ayuda a los niños a
empezar a prestar atención a cómo se sienten. Esto es importante porque prestar
atención a nuestras emociones es el primer paso para aprender a manejarlas. A
veces, el simple hecho de expresar una emoción ayuda a calmarla. Con
demasiada frecuencia intentamos fingir que no estamos sintiendo emociones
negativas hasta que es demasiado tarde y nos sentimos muy mal. Reconocer un
sentimiento negativo puede hacer que pierda fuerza y ayuda a empezar a pensar
de forma constructiva sobre qué hacer con ese sentimiento.

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Los padres pueden ayudar enseñándoles a los niños al modelar su propio
comportamiento. Por ejemplo, si están molestos porque olvidaron algo en el
supermercado, compartan ese sentimiento: “¡Estoy tan frustrado ahora mismo!
¡Se me olvidó traer la leche!”. Luego, después de haber reconocido cómo se
siente, puede modelar las habilidades de afrontamiento y resolución de
problemas. Puede decir algo como: “Voy a respirar profundo para calmarme, eso a
menudo me ayuda”. Luego, una vez que se sienta mejor, puede decir, “Ahora,
¿cómo puedo resolver este problema?”, y haga una lluvia de ideas.

Los niños comenzarán a aprender las habilidades que usted les está dando como
modelo, pero es posible que también necesiten un poco de apoyo adicional a
medida que empiecen a aprender a manejar sus emociones. Si nota que su hijo
empieza a parecer molesto, pídale que le describa cómo se siente. ¿Puedes
saber qué sentimiento es?

Sólo asegúrese de que si su hijo le dice que se siente triste, o ansioso, o


enfadado, no intente convencerlo inmediatamente de que no lo haga. A veces,
escuchar “¡Oh, no es tan malo!” puede hacer que los niños sientan que sus
emociones están mal y los enseña sin querer que no deben compartir cómo se
sienten. En su lugar, puede validar la emoción (“Sí, eso suena frustrante” o
“Pareces decepcionado”.) y luego fomentar formas sanas de lidiar con ese
sentimiento.

Cómo lidiar con las emociones intensas


Otra parte importante de que un niño aprenda a identificar conscientemente sus
emociones es que lo anima a empezar a prestar atención a cómo se siente, lo que
significa que puede notar una emoción antes, antes de que empiece a sentirse
abrumado.

A veces los padres pueden sentirse sorprendidos por las emociones intensas que
los niños manifiestan durante los berrinches. Pero los niños no pasan de la calma
a los sollozos en el suelo en un instante, aunque así parezca. Las emociones se
acumulan con el tiempo, como una ola. Los niños pueden aprender a manejar
esas emociones que parecen abrumadoras notándolas y etiquetándolas con
anticipación, antes de que la ola se haga demasiado grande.

Muchos niños se benefician de la clasificación de la intensidad de sus emociones


en una escala del 1 al 10, en la que el 1 es la calma y el 10 es la furia. Ustedes
pueden modelar haciendo esto, también. Cuando se sientan frustrados porque
olvidaron comprar leche en el supermercado, pueden anunciar que están en un 4.
Puede parecer una tontería hacer esto al principio, pero enseña a los niños a
hacer una pausa y notar cómo se sienten. Para los niños que aprecian las ayudas
visuales, algo como un “termómetro de sentimientos” podría ser de ayuda.

Cómo obtener ayuda

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Cuándo buscar ayuda
La mayoría de los niños hacen berrinches o tienen crisis emocionales ocasionales.
Portarse mal cuando es hora de irse a la cama o cuando han tenido que
interrumpir un juego es algo habitual. Pero, cuando los niños hacen berrinches
con frecuencia, o parece que no pueden controlar su temperamento la mayor
parte del tiempo, es posible que esté viendo algo más extremo que una conducta
problemática típica.

A continuación le mostramos algunas señales a las que hay que prestar atención:

Cuando la conducta problemática está interfiriendo con su capacidad para


hacer amigos o llevarse bien con otros niños.
Cuando la conducta problemática está causando muchos conflictos en el
hogar y alterando la vida familiar.
Cuando su hijo siente que no puede controlar su ira, lo que lo hace sentirse
mal consigo mismo.
Cuando su comportamiento está causando problemas en la escuela con sus
profesores o sus compañeros.
Cuando su comportamiento es peligroso para él mismo o para los demás.

Si está preocupado por el comportamiento de su hijo y a usted le está resultando


muy difícil controlar la situación por su cuenta, puede ser muy útil agendar una cita
con un médico especializado en la salud mental infantil. Un especialista clínico
puede realizar una evaluación integral para determinar si su hijo podría tener un
trastorno de salud mental no diagnosticado que esté contribuyendo a sus
problemas de comportamiento, o recomendar estrategias o tratamientos
específicos que puedan ser útiles.

Para obtener más información sobre cómo encontrar un médico que pueda
ayudarlos, lea la guía para padres del Child Mind Institute, Guía para padres para
obtener servicios de calidad.

Posibles causas y diagnósticos

A continuación le presentamos una lista de trastornos de la salud mental y otros


desafíos que pueden estar asociados a la conducta problemática.

Trastorno por déficit de atención e hiperactividad o TDAH (ADHD, por sus


siglas en inglés)

para los niños con TDAH es extraordinariamente difícil concentrarse en las tareas,
prestar atención, sentarse quietos y controlar sus impulsos. Aunque la conducta
problemática no es un síntoma del TDAH en sí, a menudo es el resultado de los
síntomas del TDAH. La falta de atención y la impulsividad pueden hacer que sea
muy difícil para los niños tolerar tareas que son repetitivas, aburridas o que
requieren mucho esfuerzo. Debido a esto, los niños con TDAH se siente

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abrumados por la frustración muy a menudo, y tirar un zapato o empujar a alguien
o gritar “¡cállate!” puede ser el resultado de su impulsividad. Algunos niños con
TDAH también pueden desarrollar patrones de conducta negativos, los cuales son
una respuesta a años de encontrarse en conflicto con los adultos.

Trastorno negativista desafiante o TNG (ODD, por sus siglas en inglés)

Los niños con TNG tienen un patrón bien establecido de problemas de


comportamiento, con síntomas que incluyen discutir con figuras de autoridad,
negarse a seguir las reglas, culpar a otros por sus errores, estar inusualmente
enojados e irritables y más. Todos los niños pueden tener estos síntomas de vez
en cuando. Lo que distingue al TNG del comportamiento negativista típico es su
gravedad y el tiempo que lleva ocurriendo.

Trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo o TDDEA (DMDD,


por sus siglas en inglés)

Los niños con TDDEA experimentan estallidos de mal humor frecuentes y severos
que parecen totalmente desproporcionados a la situación en cuestión. Entre
berrinche y berrinche, ellos están crónicamente irritables. Su comportamiento
disruptivo es el resultado de emociones intensas y habilidades limitadas de
autoregulación. Los niños con TDDEA a menudo se sienten muy arrepentidos
después de haber hecho un berrinche.

Ansiedad

Los niños que parecen enojados y desafiantes pueden estar muy ansiosos.
Cuando los niños tienen dificultades para hacer frente a situaciones que les
causan angustia, pueden dar golpes. Esto puede suceder cuando las exigencias
de la casa o de la escuela los presionan y no pueden manejarlo. En una situación
que induce a la ansiedad, el instinto de “lucha o huída” de su hijo puede tomar
fuerza. Puede hacer un berrinche o negarse a hacer algo para evitar la fuente de
un miedo agudo.

Trauma

Con frecuencia, los niños que han sido traumatizados enmascaran su dolor con un
comportamiento agresivo. Como resultado de su trauma lidian con una
autorregulación emocional limitada o nula, pensamientos negativos, están
demasiado alerta a los peligros, y es más probable que reaccionen con una
respuesta tipo “lucha o huída” en un esfuerzo por protegerse a sí mismos.

Problemas de aprendizaje

Los niños que se portan mal constantemente en la escuela o durante el horario de


tareas pueden tener un trastorno de aprendizaje no diagnosticado. Pueden
sentirse frustrados y avergonzados porque se esfuerzan por hacer cosas que a

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otros niños les resultan fáciles y no saben por qué. En lugar de pedir ayuda, es
posible que rompan las tareas o se porten mal para crear una distracción de sus
problemas reales.

Dificultades con el procesamiento sensorial

Algunos niños tienen problemas para procesar la información sensorial que


reciben del mundo que los rodea. Los niños que son poco o demasiado sensibles
a la estimulación sensorial pueden sentirse incómodos, ansiosos, distraídos y
abrumados, lo que a menudo puede conducir a una conducta problemática.

Autismo

Los niños en el espectro autista tienden a ser rígidos (necesitan una rutina
consistente para sentirse seguros), y los cambios inesperados pueden llevarlos a
hacer un berrinche. Los niños autistas también pueden enfrentar problemas
sensoriales que los dejan abrumados. Algunos niños autistas también pueden
carecer de las habilidades de lenguaje y comunicación para expresar lo que
quieren o necesitan.

Programas de entrenamiento para padres

Los programas de entrenamiento para padres están diseñados para reforzar las
habilidades que los padres pueden necesitar para manejar la conducta
problemática de su hijo y mejorar la relación padre-hijo. Estos programas están
dirigidos por psicólogos y trabajadores sociales y están basados en evidencias, lo
que significa que han sido probados exhaustivamente y se ha determinado que
son efectivos para muchas familias.

A continuación se presenta una lista de diferentes tipos de entrenamiento para


padres, incluyendo lo que los hace diferentes y para qué familias pueden
funcionar mejor.

Terapia de interacción padres-hijos (PCIT, por sus siglas en inglés)

Tanto los padres como los hijos participan en las sesiones de la PCIT, durante las
cuales un profesional clínico les enseña habilidades para interactuar de forma
positiva y satisfactoria. Es efectivo para niños entre 2 y 7 años, y generalmente
requiere de 14 a 17 sesiones semanales.

Durante la PCIT, los padres reciben entrenamiento en vivo (a través de un


micrófono en el oído) de un terapeuta que observa desde atrás de un espejo
unidireccional mientras ellos y su hijo realizan una serie de tareas, y los padres
practican respuestas específicas tanto al comportamiento deseado como al no
deseado.

Entrenamiento para padres en manejo y control (PMT, por sus siglas en


inglés)

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Durante el PMT, para niños de 3 a 13 años de edad, se suele ver a los padres sin
que el niño esté presente, aunque se puede pedir a los niños que participen en
algunas sesiones. El terapeuta enseña y modela las habilidades para tratar más
eficazmente los comportamientos difíciles y luego las pone en práctica con los
padres. Después de cada sesión, se espera que los padres practiquen las
habilidades en casa. Las familias suelen participar en al menos 10 sesiones.

Dado que el PMT es apropiado para todas las edades, es una buena opción
cuando los niños son demasiado grandes para la PCIT. También puede ser una
buena opción para familias donde la relación padre-hijo es fuerte, pero los niños
pueden estar lidiando con cosas como la ansiedad, la impulsividad extrema o la
ira explosiva.

Adolescentes desafiantes (Defiant Teens)

El programa es para padres de adolescentes de 13 a 18 años. La primera mitad


de este programa involucra sólo a los padres, y se centra en la enseñanza de las
herramientas más eficaces para interactuar con el adolescente, específicamente
para manejar el incumplimiento o la conducta desafiante. Pero, como los
adolescentes son más autónomos que los niños más pequeños y están menos
influenciados por la orientación de sus padres, el programa también incluye
entrenamiento del adolescente para ayudarlo a participar en el cambio de la
dinámica familiar.

En la segunda mitad, tanto los padres como los adolescentes son entrenados en
comunicación orientada a la resolución de problemas. El objetivo es proporcionar
recursos de comportamiento familiar para ayudar a cada miembro de la familia a
desarrollar habilidades de resolución de problemas, negociación y comunicación
más efectivas, y corregir cualquier creencia poco razonable que pudiera estar
impidiendo sus interacciones.

Programa de crianza positiva (Positive Parenting Program o Triple P)

El objetivo de la Triple P es equipar a los padres con información y habilidades


para aumentar la confianza y la autosuficiencia en el manejo del comportamiento
de los niños. Se puede utilizar con un variado rango de edad de niños, desde la
infancia hasta la adolescencia. Con el programa Triple P las familias pueden
participar en diferentes niveles de intervención según sus necesidades. En
algunas sesiones los terapeutas se reunirán uno a uno con los padres para
discutir las habilidades y estrategias, y en algunas sesiones los niños serán
incluidos y el terapeuta les proporcionará entrenamiento en vivo.

Los años increíbles (The Incredible Years)

En el programa se ofrece entrenamiento en grupos pequeños a los padres de


niños desde bebés hasta los 12 años de edad. Los programas se dividen en
cuatro grupos de edad (bebé, niño pequeño, preescolar y edad escolar) y abarcan

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desde las 12 hasta las 20 semanas.

El programa comienza con un énfasis en la mejora de las relaciones entre padres


e hijos y el apego positivo antes de pasar a rutinas consistentes, reglas y
establecimiento de límites. Por último, cubre estrategias de manejo de los niños
como la indiferencia, la reorientación, las sanciones lógicas y naturales, el tiempo
para calmarse y la resolución de problemas.

Para niños de cuatro a ocho años, el programa ofrece grupos infantiles que se
centran en ayudarlos a adquirir estrategias de regulación de las emociones y
habilidades sociales. Las investigaciones muestran que el grupo de niños funciona
bien para mejorar el comportamiento prosocial y disminuir las conductas
problemáticas. Los padres descubren que no sólo aprenden de los terapeutas sino
también de otros padres del grupo.

Medicación

El entrenamiento de los padres y la terapia conductual se consideran las formas


más efectivas y duraderas de ayudar a los niños a aprender a manejar las
emociones intensas y a controlar la conducta problemática. Pero a veces los
medicamentos se utilizan como complemento de la terapia conductual. Los
medicamentos antipsicóticos como Abilify (aripiprazol) y Risperdal (risperdone),
que han demostrado reducir la agresión y la irritabilidad, pueden utilizarse en los
casos en que el niño corre el riesgo de que lo expulsen de la escuela o de su
casa. Se pueden utilizar medicamentos estimulantes si un niño muestra
impulsividad excesiva, incluso si se le ha diagnosticado TDAH. Los antidepresivos
(SSRI) pueden ser útiles en caso de que el niño tenga depresión o ansiedad
latente.

Es importante hablar con el médico sobre cualquier preocupación que usted


pueda tener acerca del plan de tratamiento de su hijo, su progreso o cualquier
efecto secundario que pueda estar viendo. Un buen médico estará preparado para
hablar de los síntomas que usted está viendo y explicarle las posibles opciones
para cambiar la dosis o la medicación. Si usted no cree que el médico de su hijo
esté tomando en serio sus preocupaciones, o si su médico no está siguiendo las
mejores prácticas para cambiar la dosis o agregar nuevos medicamentos, le
recomendamos que busque una segunda opinión.

Si cree que su hijo debe dejar de tomar un medicamento en particular, asegúrese


de comunicarlo a su médico y de discutir las ventajas y desventajas. No haga
ajustes ni retire la medicación sin haberlo consultado con el médico previamente.
Muchos medicamentos deben reducirse gradualmente y los niños deben ser
supervisados muy de cerca para detectar los efectos secundarios de una retirada
demasiado rápida.

Nota sobre el Risperdal

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El Risperdal puede tener efectos secundarios graves, incluyendo un aumento de
peso sustancial y cambios metabólicos, neurológicos y hormonales que pueden
ser perjudiciales. Los niños que toman Risperdal u otro antipsicótico atípico deben
ser controlados por sus médicos regularmente durante el curso del tratamiento.
Antes de comenzar el tratamiento, se les debe hacer una prueba para establecer
las líneas de base de la altura, el peso, los signos vitales y los niveles de
prolactina y de grasas y azúcar en la sangre. Durante los primeros meses de
tratamiento, los niveles del niño deben medirse con frecuencia. Si el niño está
usando el medicamento a largo plazo, debe seguir siendo controlado anualmente.

Problemas de conducta en la escuela

En el caso de los niños que tienen problemas con su comportamiento en el aula,


es importante establecer algunas estrategias de manejo de la conducta
específicas para la escuela.

Por lo general, el primer paso es pedir a la escuela que proporcione una


evaluación funcional del comportamiento (FBA, por sus siglas en inglés). El
objetivo de una evaluación funcional es reunir más información sobre cuándo y
por qué su hijo se comporta mal en clase. Esta información se utiliza luego para
elaborar un plan de ayuda. Un psicólogo escolar o un especialista en
comportamiento normalmente dirige la FBA, y puede hablar con usted, los
maestros de su hijo y su hijo como parte de la evaluación, así como realizar
alguna observación en clase.

Es importante determinar cuáles son las cosas específicas con las que su hijo
tiene más dificultades. Al igual que en el control del comportamiento en el hogar,
ayuda obtener la mayor cantidad de información posible sobre las situaciones de
la vida real que parecen conducir a la conducta problemática, poniendo atención a
lo que sucede inmediatamente antes, durante y después de la conducta. Poner
atención cuando su hijo no está portándose mal también puede arrojar
información muy valiosa.

Una vez que esta información ha sido recopilada y analizada, el psicólogo escolar
o el especialista en comportamiento puede trabajar en la creación de un plan de
intervención en la conducta (BIP, por sus siglas en inglés) con ideas para prevenir
conductas problemáticas y gratificar el comportamiento positivo. Esto puede incluir
diferentes estrategias de enseñanza, diferentes sanciones por mala conducta o
cambios en las rutinas típicas. Es importante realizar controles periódicos para
supervisar la eficacia de estas estrategias (y hacer las actualizaciones
correspondientes).

¿Cómo pueden los padres apoyar los objetivos de comportamiento


de la escuela en casa?

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Los padres también pueden desempeñar una función importante para ayudar a
reforzar el buen comportamiento en la escuela. Puede decirle al maestro de su
hijo que quiere colaborar en la mejora del comportamiento de su hijo y seleccionar
uno o dos objetivos a la vez para trabajar en ellos, por ejemplo, entregar las tareas
y no gritar en clase. Luego, puede pedirle al maestro que le dé informes periódicos
sobre el progreso de su hijo. No desea que el maestro se sienta abrumado, pero si
recibe un informe de avances cada ciertos días o cada semana, puede ayudar a
reforzar los objetivos de la escuela, ya sea gratificando el buen comportamiento
escolar en casa o estableciendo las sanciones correspondientes.

Por ejemplo, si se entera de que su hijo está haciendo un buen trabajo al entregar
sus tareas, puede darle un tiempo extra de pantalla ese fin de semana en
reconocimiento de sus esfuerzos. Si está haciendo un trabajo particularmente
bueno, entonces podría darle una gratificación mayor, como una salida a su
restaurante favorito. Por el contrario, si recibe un informe de que no está haciendo
sus tareas, puede hacerle saber que no tendrá tiempo de pantalla durante los dos
primeros días de la semana siguiente porque necesita priorizar las tareas.

Para obtener más información sobre cómo trabajar con las escuelas en cuestiones
de comportamiento, consulte nuestra lista de lecturas recomendadas en la
siguiente sección.

Lecturas recomendadas

Intervenciones para el comportamiento en el hogar:

The Everyday Parenting Toolkit, de Alan Kazdin

The Kazdin Method for Parenting a Defiant Child, de Alan Kazdin

Taking Charge of ADHD, de Russell Barkley

Intervenciones para el comportamiento en la escuela:

Behavioral Interventions in Schools: Evidence-Based Positive Strategies,de


Angeleque Akin-little, Steven G. Little, Melissa A. Bray y Thomas J. Kehle

Managing ADHD in School: The Best Evidence-Based Methods for Teachers, de


Russell Barkley

La última revisión de este guía se realizó el 9 de septiembre de 2021.

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