El fantasma de

una rosa
Tomás Sendarrubias
 — El fantasma de una rosa —
El fantasma de una rosa
Durham: Vigilando el Norte
Fundada por los monjes a quienes los vikingos
expulsaron de la isla de Lindisfarne, la ciu-
dad de Durham creció con la religión como
base, ya que dichos religiosos llegaron a ella
llevando las reliquias de san Cuthberto, uno
de los santos más venerados en la Inglaterra
anglosajona. Con el paso del tiempo, además,
Durham adquirió una gran importancia estra-
tégica debido a su cercanía con la frontera es-
cocesa, lo que hizo que, en diversas ocasiones,
se convirtiera en zona de acantonamiento de
los ejércitos ingleses contra las incursiones es-
cocesas (o de arranque de los saqueos ingleses
en tierras escocesas, que de todo se dio).
Ya en época de Isabel I de Inglaterra, con
un estado de «guerra fría» instaurado entre
ella y María de Escocia, Durham se convir-
tió en una de las prioridades para los agentes
de Dee y Walsingham. La respuesta obvia que
se le daba a cualquiera que quisiera preguntar
por la razón era que, desde Durham, podían
vigilarse los movimientos de la propia reina
de Escocia y sus seguidores. Sin embargo,
lo cierto es que había más motivos. Y es que
Durham forma parte de lo que, en un tiem-
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po, se llamó Yr Hen Ogledd, el Viejo Norte:
una región donde los seres feéricos estaban
muy cerca de los humanos. Si bien la presen-
cia de la Iglesia y de san Cuthberto parecían
haber mantenido las siniestras fuerzas de los
fae lejos de aquel lugar, desde la ruptura con
el catolicismo que llevó a cabo Enrique VIII,
el Viejo Norte se ha convertido en una fuente
continuada de rumores y noticias sobre la pre-
sencia de extrañas criaturas allí: el gran jabalí
del bosque de Caledonia, Twrch Trwyth; los
agentes fae de la Corte Sombría… Por ello, y
a sugerencia de Walsingham, se decidió esta-
blecer un punto de vigilancia continuado en
la ciudad…
Los Cinco de Durham
Siguiendo los instintos de Dee, y recurrien-
do a sus conocimientos sobre gematría, Dee
y Walsingham decidieron que el equipo de
Durham estuviera formado por cinco perso-
nas. Estas simbolizarían las cinco direccio-
nes desde las que los celtas ocuparon el Viejo
Norte (este, oeste, norte, sur y centro). Los
ocupantes de cuatro de dichas posiciones han
 — The Dee Sanction —
ido variando con el paso del tiempo, pero el
centro ha permanecido inamovible desde el
establecimiento del Cónclave de Durham allí,
integrado por sir Edward Longville, conoci-
do como Lord Boswell.
Longville era uno de los hombres de con-
fianza de Walsingham y estaba emparentado
de forma muy distante con los Tudor (aun-
que, para su suerte, no lo suficiente como para
preocupar a nadie en Londres durante los
peores tiempos de Enrique VIII). De carác-
ter moderado en lo religioso, Longville con-
siguió capear los duros días que vivieron los
reformistas de la reina María y, finalmente,
alcanzó una reconocida fama como filósofo
natural y hombre de letras en los primeros
años de reinado de Isabel.
Longville sorprendió a Walsingham du-
rante una charla informal que tuvo con él en
una de las fiestas de Lord Dudley, debido a sus
amplios conocimientos sobre alquimia, histo-
ria y simbología. Al final, tras algunos años
de alianza y amistad, Longville fue nombrado
Lord Boswell por la reina Isabel, quien le en-
tregó unos terrenos y una antigua fortaleza en
el norte, muy cerca de Durham.
A su llegada a sus nuevas tierras, Longville
derruyó el viejo castro de la colina de Boswell
y construyó allí su mansión, Boswell Manor,
que pasará a la historia como uno de los gran-
des ejemplos de la arquitectura isabelina en
el norte de Inglaterra… Si es que sigue en pie
cuando acabe esta historia, claro.
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La arquitectura isabelina
El Renacimiento llegó tarde a Inglaterra. Cuando
en el resto de Europa ya estaba naciendo el arte
barroco o sus derivados (como el herreriano en
España), después del gótico Tudor, llegaron,
por fin, a suelo británico, las formas que el
Renacimiento llevaba años impulsando en el
continente.
Cuando describas Boswell Manor, habla de
líneas rectas, arcos de medio punto y, sobre
todo, de simetría (si hay tres ventanas a la de-
recha, habrá tres a la izquierda).
Asimismo, en esta época, los grandes salones
se convirtieron en galerías que poseían gran im-
portancia decorativa y social. Por ello, no dudes
en llenar dichos salones de relojes, cuadros, ta-
pices, estatuas de dioses griegos esculpidas en
bronce y mármol, así como cualquier otra cosa
que te apetezca con el fin de reflejar la inmensa
riqueza de Longville.
El verdadero Edward Longville
Más allá de su aspecto pausado y de sus capa-
cidades de mediador, Edward Longville es
un personaje mucho más siniestro de lo que
Dee o Walsingham se imaginan. No a causa
de sus creencias ni conocimientos, sino por
lo hace en su vida privada.
Aunque siempre ha sido capaz de mante-
nerlo en secreto, Longville es un hombre de
carácter inflamable y violento, dado al alco-
 — El fantasma de una rosa —

hol y a cualquier otra sustancia que esté de

moda en la época, rápido en el amor y aún más
en cansarse de este y buscarle un fin cuanto
antes. Cuando era joven, se casó con una pa-
riente lejana, Catherine Brandon, quien su-
frió una repentina muerte accidental al caerse
por las escaleras días después de descubrir que
su esposo mantenía un tórrido romance con
una buscavidas de las calles de Londres… Dos
semanas después de su entierro, se celebró el
matrimonio entre Longville y su nueva es-
posa, Lily Tawney, con quien Edward esta-
ba casado cuando llegó a Durham (es decir,
la primera Lady Boswell).
Lily era aficionada a los mismos entrete-
nimientos que su esposo y, al igual que él, era
de carácter cambiante. Por ello, ese matrimo-
nio fue como un incendio que se consumía a
sí mismo. Lily murió
de fiebres puerpera-
les después de sufrir
un brutal aborto, la
pérdida de un hijo
que, según aseguró
Longville, nunca po-
dría ser suyo porque,
en sus propias palabras:
«Llevo un año sin tocar
a esa pérfida mujer».
Se rumoreó que
Edward había en-
venenado a Lily,
pero el rápido
matrimonio de
Longville con
su tercera es-
posa disipó
esas habla-
durías.
Isabelle Longville (antes Falsworth), la
nueva Lady Boswell, pertenecía a la antigua
nobleza de la región, pues sus antepasados se
remontaban más allá de los monjes que fun-
daron Durham, hasta los guerreros sajones
de Northumbria… o, incluso, los celtas de Yr
Hen Ogledd.
Dulce, hermosa y joven, Isabelle parecía
ser todo lo que cualquier hombre pudiera de-
sear… o, al menos, cualquier hombre que no
fuera Edward Longville. Cansada de las os-
tentosas infidelidades de su marido, Isabelle
le plantó cara en un ataque de ira y Edward
la golpeó con un atizador en la cabeza, ma-
tándola al instante.
Tras perpetrar un crimen que no era tan
fácil de esconder como un empujón por las
escaleras o un poco de nuez vómica oculta en-
tre las medicinas a modo de veneno, Edward
enterró el cadáver de Isabelle junto a un gran
rosal que había en su jardín y convenció a todo
el mundo de que su esposa había emprendido
un largo viaje. Pero, mientras estaba fuera,
una enfermedad pulmonar la llevó a asentar-
se en el sur, dado que allí podía recurrir a las

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 — The Dee Sanction —
aguas medicinales de Bath como tratamiento
para recuperar la salud.
Esta es la historia sobre la ausencia de
Lady Boswell que han escuchado todos en
Durham, incluidos los compañeros de Long-
ville en el Cónclave de Durham, es decir, los
Una reunión frustrada
personajes jugadores.
La historia comienza justo antes de que se ce-
lebre una de las reuniones del Cónclave. Eli-
ge el lugar y el momento en que tendrá lugar
dicho encuentro según consideres. Todos los
personajes viven en Durham. Por tanto, el
único emplazamiento de la ciudad que no es
viable para la reunión es Boswell Manor, de-
bido a motivos narrativos.
Deja que los personajes se reúnan en el lu-
gar acordado y que se vayan inquietando poco
a poco al ver lo que tarda en llegar Longvi-
lle, quien siempre es tremendamente puntual.
En el momento en el que lo decidan, deja que
acudan a Boswell Manor. A su llegada, se en-
contrarán con la mansión sumida en el caos:
hay miembros del servicio corriendo a uno y
otro lado, mientras que otros están sentados
y llorando. Los protagonistas pueden utilizar
sus habilidades para averiguar que, hace poco,
los sirvientes de Lord Boswell se lo han en-
contrado muerto en su despacho.
Además, de una forma o de otra, averigua-
rán lo siguiente:
❂ Longville estuvo durante un largo rato
en el jardín y, cuando volvió, se encerró
en su despacho. Los criados apenas pu-
dieron verle, pero parecía nervioso, pá-
lido y encorvado. Cuando se percataron
de que su señor no salía del despacho a
la hora en la que debería haberlo hecho
para acudir a la reunión del Cónclave,
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llamaron a la puerta. Finalmente, dado
que no les abría ni respondía, derribaron
la puerta.
❂ El despacho está perfectamente orde-
nado, exceptuando la puerta rota. Lon�-
gville aún está sentado en su butaca,
caído hacia un costado. Asimismo, tiene
las manos llenas de cortes que le llegan
hasta los codos, pero no presenta más
heridas. Una revisión médica (por parte
de los personajes o de algún especialista
al que traigan a la mansión) determi-
nará que el corazón de Longville sim-
plemente se paró, como si hubiera sido
víctima de un gran sobresalto o hubiera
experimentado un miedo aterrador.
❂ Hay papeles sobre la mesa del despa-
cho y da la sensación de que Longville
estaba buscando algo, pero la muerte
le sobrevino antes de encontrarlo. Al
analizar los papeles del difunto, los ju-
gadores descubren que el fallecido esta-
ba investigando el hecho de que una tal
Alice Harper podía ser, en realidad, una
espía de María de Escocia en Durham.
Sin embargo, parece que Longville aún
no había decidido compartir esa infor-
mación con el resto del Cónclave. Por
otro lado, caído bajo el escritorio, los
personajes podrán encontrar un poema-
rio manuscrito: un pequeño y gastado
libro dedicado a «Mi querida Isabe-
lle» por el propio Edward Longville.
Prométeme que cuando veas una rosa
blanca pensarás en mí . 1
Deja que los personajes jugadores exploren la
mansión todo lo que quieran (si consiguen
convencer a los criados de que les permitan
hacerlo, o bien se escabullen para ello). Al
1- NdA: Es uno de los versos de la canción Ghost of a Rose,
de Blackmore’s Night. Con ella, empezó todo esto.
 — El fantasma de una rosa —
investigar Boswell Manor pormenorizada-
mente ahora, o más adelante si vuelven a la
mansión, podrán encontrar en ella pequeñas
pistas sobre la verdadera relación de Longvi-
lle con sus esposas, por ejemplo:
❂ Una muy explícita nota llena de deta-
lles sexuales dirigida a una tal Hettie (es
una de las mozas de El Viejo Duque, una
taberna de Durham) y firmada por LB
(Lord Boswell).
❂ Todo un surtido de anillos de oro y pla-
ta con compartimentos secretos bajo
su esmalte donde esconder rapé y otras
sustancias.
❂ Una sala secreta que se halla oculta tras
un panel en uno de los dormitorios de
invitados. En su interior, hay una espe-
cie de mazmorra que alberga grilletes,
látigos, diferentes alfileres…
❂ Baúles llenos de vestidos de mujer en el
sótano. Se trata de la ropa de la segun-
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da Lady Boswell, que está guardada sin
orden ni concierto y apolillada, lo que
choca con el respeto y el amor que Ed�-
ward siempre había declarado profesar a
su segunda mujer.
Por otro lado, si los personajes jugadores de-
ciden explorar el gran jardín de la mansión,
verán que está lleno de árboles frutales, plan-
tas decorativas y grandes rosaledas de todos
los colores. Los sirvientes pueden certificar
que la actual Lady Boswell los plantó todos y,
además, se encargó personalmente de cuidar-
los hasta que se marchó repentinamente para
tomar las aguas de Bath. Uno de ellos, el que
está situado en el centro del jardín y tiene una
estatua de la diosa Diana cerca, tendrá una
gran importancia un poco más adelante. No
obstante, por ahora, no dejes que los persona-
jes se centren en él (no tendría mucho sentido
hacerlo).
 — The Dee Sanction —
Romance en El Viejo Duque
Los personajes que posean el trasfondo ade-
cuado podrían recordar a Hettie de El Vie-
jo Duque y encontrarla allí. No obstante, es
posible que para dar con ella, sea necesario
efectuar una investigación más minuciosa. La
taberna, situada cerca de la catedral, se halla
en el interior de un viejo edificio de piedra
que tiene el suelo de madera y, además, huele
a cerveza, sidra vieja, tabaco y humo.
Dentro del establecimiento, un gaitero
toca en un rincón, mientras un puñado de
granjeros toma cerveza y juega a los naipes,
así como una de las camareras mira expectan-
te hacia la puerta, decepcionada cada vez que
esta se abre. Sí, esa es Hettie. Edward había
concertado una cita con ella después de su re-
unión con los protagonistas, pero no ha veni-
do aún, así que está preocupada y esperándole
(esto, suponiendo que los personajes consigan
que los criados actúen con discreción y la no-
ticia de la muerte de Lord Boswell no se haga
pública, claro. En caso contrario, estará abso-
lutamente desolada y deshecha en lágrimas).
Hettie es una muchacha absolutamente
preciosa, casi deslumbrante, y, en principio,
se negará a hablar de Longville, al que afir-
mará no conocer siquiera. Sin embargo, tras
insistirle un poco, la muchacha terminará
derrumbándose y contándoles a los jugado-
res la verdad. Está locamente enamorada de
Longville, quien comenzó a escribirle cartas
románticas y, luego, de contenido más explí-
cito y carnal.
Hettie ha accedido a los requerimientos
de Longville en algunas ocasiones, pero este
le ha prometido fervientemente que va a ca-
sarse con ella (se mostrará sorprendida si le
preguntan por la actual Lady Boswell, pues la
verdad es que no ha pensado siquiera en ella).
Aunque la joven camarera es absolutamente
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encantadora, no posee pretendientes celosos,
novios despechados, ni nadie que pudiera ser
El jardín de la viuda
una amenaza para Longville.
Alice Harper es, tal y como Boswell sospecha-
ba, una enviada de los seguidores de María Es-
tuardo, que, tras su imagen de matrona viuda
y rica, trata de hallar los puntos flacos de la
frontera inglesa. Además, se dedica a estudiar
las historias del Viejo Norte en busca de magia
poderosa que los fieles a la reina de Escocia
puedan utilizar contra sus enemigos.
Alice recibirá a cualquier invitado en su
jardín, un pequeño espacio lleno de rosas rojas
y amarillas. Entre ellas hay algunas, injerta-
das por ella, que presentan mezclas de colores,
así como tonos suaves y brillantes. Esta mujer
se mostrará amable con los personajes en todo
momento, afirmándoles que, efectivamente,
su marido era escocés, un comerciante de vinos
y telas, concretamente. No obstante, más allá
de eso, ella parece ser una fiel súbdita de Isabel
y una gran devota de la iglesia reformista.
Si se siente presionada, Alice llamará a sus
dos criados para que la ayuden y estos tra-
tarán de proteger a su señora con garrotes.
Solo el miedo llevará a la espía a confesar la
verdad, aunque negará cualquier implicación
en la muerte de Longville (así como sentirse
apenada por ello, con total sinceridad). Ade-
más, a cambio de libertad para marcharse de
Durham, Alice puede proporcionarles a los
personajes un dato que le será de gran interés
a «su reina»: en las ruinas de una de las viejas
capillas de San Cuthberto, cada luna nueva,
se reúne un grupo de herejes que celebran la
comunión con sangre de animales y que utili-
zan una particular biblia. Alice no sabe mucho
más al respecto y lo cierto es que abandonará
 — El fantasma de una rosa —
Durham si se lo permiten, retirándose a Edim-
burgo sin revelar la información que haya reu-
nido. Cabe destacar que Alice no se enfrentará
a los personajes directamente (aunque sí que
intentará huir de ellos, mientras estos se ha-
llen luchando contra sus dos sirvientes).
Criados
La vieja capilla de San Cuthberto
3 Heridas (1d8)
Antes de que se construyera la actual catedral
de Durham, los monjes de Lindisfarne que lle-
garon a la ciudad con los restos de san Cuth-
berto establecieron una capilla en una colina
cercana a lo que ahora es el núcleo de Durham.
Esta se halla sobre una antigua cueva dedicada
al culto de una olvidada deidad pagana.
Posteriormente, se decidió trasladar la
figura del santo que albergaba a la catedral
de Durham, y, por ello, la vieja capilla (un
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edificio con cimientos de piedra, paredes de
adobe y tejado de madera) quedó abandonada
y fue prácticamente olvidada. Con el paso del
tiempo, la colina ha quedado integrada en la
ciudad, pero el espacio de la vieja capilla (y su
cueva) se ha respetado, conservándose como
una especie de solar abandonado. En él, solo
quedan dos o tres paredes de la capilla, pues la
del norte se derrumbó hace siglos. Sin embar-
go, el interior de este antiguo lugar de culto
está relativamente despejado y limpio.
Los vecinos saben que, algunas veces, se
reúnen personas allí, pero prefieren no inter-
ferir ni meterse en sus cosas, ya que nadie ha
resultado nunca dañado como consecuencia
de sus actos. Cuánta gente puedan encontrar-
se los personajes en su visita a la capilla de-
penderá de ti y de cómo quieras planear este
 — The Dee Sanction —
encuentro: puede ser de día, de noche, o du-
rante una noche de luna nueva…
En un día cualquiera o a lo largo de una no-
che normal, dentro de la capilla habrá cuatro
personas dedicadas a diversos quehaceres (ba-
rrer, rezar, simplemente charlar…). En cam-
bio, en una noche de luna llena, se encontrarán
con tres veces esa cantidad de gente, la cual
está llevando a cabo una ceremonia. El líder
del grupo, un tal padre David, es el hijo bas-
tardo de un antiguo fraile, y su única herencia
fue un peculiar ejemplar de la Biblia, impreso
en Ámsterdam por un particular grupo religio-
so que se encontraba entre el bogomilismo y la
adoración de la sangre y que fue exterminado
por los jueces luteranos antes de 1550.
Actualmente, David ha establecido su pro-
pio grupo religioso en Durham y vive de los
donativos que recibe de sus fieles… así que es
bastante pobre. No obstante, él es feliz y siente
que está cumpliendo con la palabra de Dios.
Cómo reaccionen los presentes a la intru-
sión de los personajes jugadores dependerá so-
bre todo de cómo se realice esta. Sin embargo,
es importante tener en cuenta que, aunque
David es una persona dialogante, sus fieles se
sentirán muy incómodos y se enfadarán mu-
cho si su pastor sufre algún tipo de amenaza.
Al padre David no le resultará fácil ni
agradable hablar de sus fieles (al fin y al cabo,
la fe es algo estrictamente íntimo y personal),
pero los protagonistas pueden convencerle de
que les hable de Isabelle.
Por otro lado, el líder de este misterio-
so culto defenderá su libro sagrado hasta la
muerte y no permitirá que se lo arrebaten.
(En caso de que se produzca una masacre y,
al final, los personajes obtengan la biblia del
padre David, esta será, simplemente, una ver-
sión extraña de la Biblia que pone énfasis en
el culto a la sangre. Este texto sugiere, en sus
comentarios, que la comunión debe realizar-
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se siempre bajo las dos especies, y que el vino
debe ser reemplazado por sangre de animales).
Asimismo, David les contará que Isabe-
lle llegó a su grupo porque una delas viejas
criadas de Boswell Manor la introdujo en
él, ya que su señora estaba atormentada por
su pasado y, por ello, buscaba el descanso y
la protección de la fe. Al parecer, Isabelle
Longville era familiar de los Falsworth de
Carmarthen, quienes vivían en Gales. Esta
era una familia muy conocida en el mundo
de la brujería y muchos de sus miembros ha-
bían sido ejecutados durante el reinado de los
cuatro monarcas Tudor. Debido a su relación
familiar con los Falsworth, Isabelle temía que
la oscura senda de la brujería pudiera haber
arraigado en su sangre.
Por otro lado, David no compartirá los
secretos que Isabelle le ha contado bajo con-
fesión, pero puede sugerirles a los personajes
que su marido es mucho menos amable de
lo que parece, y que la vida de la joven era
tremendamente
tortuosa. Sin
embargo, ella
siempre ha-
blaba del reco-
gimiento y la paz
 — El fantasma de una rosa —
que encontraba en una de las rosaledas de su
jardín, la que se hallaba junto a una estatua de
la diosa Diana, la Cazadora.
La congregación aún está turbada por la
repentina desaparición de Isabelle. Su líder
afirma que su salud era fuerte y ,además, no
se explica que ella se marchara de Durham sin
hacer ningún comentario al respecto a nadie
del pueblo. Por último, si se le presiona un
poco más, David admitirá haber tenido un
extraño sueño en el que veía a Isabelle correr
hacia una rosaleda blanca.
Si se produce algún enfrentamiento aquí,
utiliza las estadísticas de la turba enfurecida.
En tal caso, es importante que recuerdes que
habrá una turba por cada cuatro personas pre-
sentes en la capilla.
Turba enfurecida
1d4+2 Heridas, 1d8
[1-2] Huida
[3-4] Aturdido
[5-6] Invadido, 1 Herida
El fantasma de una rosa
[7-8 ]1 Herida, recuperan 1 Herida
Este es el momento de descubrir la verdad:
Edward asesinó a Isabelle y enterró su cadá-
ver en la rosaleda blanca a la que ella aludía
constantemente y con la que el padre David
ha soñado. No obstante, también es cierto
que, aunque Isabelle luchó toda su vida por
evitar la oscuridad de su sangre hechicera, esa
mácula siempre existió en su interior. En con-
secuencia, la furia que sintió al ser asesinada
por su traicionero esposo la ha transformado
en una criatura de pesadilla, la cual es la res-
ponsable de la muerte de Edward Longville.
Actualmente, este temible espíritu vaga por
Durham buscando venganza.
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Si los personajes se acercan a la rosaleda
después de hablar con el padre David (si no
lo hacen puedes decirles de parte del autor
que son unos cobardes gallinas), encontrarán
el cadáver de uno de los jardineros, a quien
prácticamente han partido por la mitad, y
provocarán que el fantasma de Isabelle se
aparezca ante ellos de una forma espantosa.
En ese instante, las rosas blancas se volverán
de color rojo sangre y, de entre los pétalos y
las espinas, aparecerá el cuerpo putrefacto de
esa mujer, envuelto en andrajos.
Derrotar a Isabelle y recordarle su rela-
ción con el padre David o con la comunidad
de la vieja capilla le permitirá descansar en
paz, poniendo un final feliz a esta historia.
Isabelle Longville
5 puntos de Heridas,▼1, 1d6
[1-2] Dispersión. Isabelle desaparece en
una lluvia de pétalos de rosa putrefactos para
volver a aparecer en otro punto de la rosaleda.
[3-4] Paralizado. La mirada de Isabelle le
hace revivir a un personaje horribles momen-
tos de su vida. En consecuencia, este queda
Paralizado.
[5-6] Red de espinas, 1 Herida, Sangrado.
Decenas de zarcillos espinosos brotan de Isa-
belle. Estos se enredan sobre un personaje y
hunden profundamente sus púas en su cuerpo.
[7-8] Miedo, 1 Herida,▼2. La presencia
de Isabelle se extiende por el patio, aterrori-
zando a todos los presentes.
En el caso de que Isabelle sea vencida y
su espíritu, por fin, halle la paz, desaparecerá
para siempre. Por el contrario, si es derrota-
da, pero no apaciguada, Isabelle desaparecerá
durante un tiempo y volverá en 1d4+2 noches.
Entonces, enloquecida por el odio, comenzará
a perpetrar una serie de terribles crímenes en
Boswell Manor y, después, por toda Durham…
Pero esto ya es otra historia…
 — The Dee Sanction —
El cónclave de Durham: los personajes
Charles Courtenay, el Norte
Sir Charles Courtenay pertenece a la baja
nobleza inglesa y tiene ancestros en su árbol
familiar que se remontan hasta el siglo XIII.
A su familia, pertenecieron caballeros y cor-
tesanos que han estado relacionados con los
señores de Northumbria desde los tiempos de
los Plantagenet. Charles siempre ha vivido en
el norte de Inglaterra, entre Durham, Carlile
y York. Es un gran lector que se puso en el
punto de mira de Dee cuando fue denunciado
por sus propios criados debido a la biblioteca
de tomos prohibidos que escondía en su man-
sión de Carlile. Con sus libros confiscados y
a punto de ser sometido a juicio, Lord Ed-
ward Longville apareció justo a tiempo para
pedirle que formara parte de su cónclave en
Durham.
Recursos: Intelectual 1d6 / Físico 1d6/
Sobrenatural 1d6
Ocupación: Cortesano
Asociación: Hermandad Pitagórica
Enfoque: Das Buch der Nacht
Favor: Crepuscular
Habilidades: Diplomacia, Geometría y
Ocultismo
Heridas: 3
Desentrañar: 1d8
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Marcus Meadow, el Oeste
Marcus ha pasado toda su vida viviendo en las
colinas cercanas a Durham, y se podría decir
que la sangre de los celtas del Viejo Norte
corre por sus venas. Fue el único hijo super-
viviente de una curandera de Durham, quien
le enseñó todo lo que sabía sobre hierbas y los
misterios de los bosques, aunque a Marcus le
atraía más el mundo urbano y religioso (lo
que le llevó a contactar, años después, con los
Caballeros). Al igual que muchas otras muje-
res sabias, la madre de Marcus fue sometida
a juicio por brujería en los primeros años del
gobierno de Isabel I. No obstante, a pesar de
que fue declarada inocente, la dureza de dicho
proceso la dejó muy marcada y, al final, acabó
muriendo. Como su madre, Marcus también
fue procesado y declarado inocente, pero sabe
que sigue estando vigilado, así que, cuando
Lord Boswell contactó con él para ofrecer-
le formar parte de su Cónclave, no tuvo más
remedio que aceptar, a pesar de no profesarles
casi ningún afecto ni a Edward Longville ni a
la reina Isabel.
Recursos: Intelectual 1d4 / Físico 1d6/
Sobrenatural 1d8
Ocupación: Herborista
Asociación: Druidas de la Arboleda
Eterna
Enfoque: De Principibus et Regibus
Daemoniorum
Favor: Palmada
Habilidades: Herboristería, Folklore
y Engaño
Heridas: 3
Desentrañar: 1d8
 — El fantasma de una rosa —
Marina Main, el Sur
Muchos afirman que, si no han quemado a
Marina en la hoguera, ha sido por una cues-
tión de suerte o porque ha sabido encontrar
su lugar cerca de los duros pastores reformis-
tas. Hija de un padre perturbado que la educó
como si de un chico se tratara, el hecho de que
ella jamás haya tenido en cuenta su propio gé-
nero parece haber hecho que el resto del mun-
do lo olvide. Marina siempre ha permanecido
junto a las celdas llenas de brujas y herejes,
actuando como guardiana de muchas de las
mujeres encarceladas. Sin embargo, también
ha sabido escuchar a muchas de ellas. Por ese
motivo, comenzó a ser vigilada por sus pro-
pios empleadores… entre ellos, Edward Lon-
gville, quien ha decidido que es mejor tener a
Marina de su lado y, por ello, la ha incluido
en el Cónclave.
Recursos: Intelectual 1d4 / Físico 1d8/
Sobrenatural 1d6
Ocupación: Oficial del Templo
Asociación: Estrella de Artemisa
Enfoque: Ritos de Eleusis
Favor: Pasar por alto
Habilidades: Parrandear, Mitología y
Elaboración de brebajes
Heridas: 3
Desentrañar: 1d8
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Eve Eiling, el Este
Eve disfrutó de una vida tranquila durante la
que se dedicó a aprender el negocio familiar
(los Eiling proveían de miel a los nobles y
plebeyos de Northumbria), hasta que descu-
brió que había algo raro en ella: una extraña
afinidad con las sombras que la asustaba y la
atraía al mismo tiempo. Sir Robert Richmond,
uno de los nobles de York a los que atendía su
familia, se percató de esa sorprendente ha-
bilidad de Eve y, por ello, la introdujo en la
sociedad de los Caballeros de los Tres Impos-
tores. Sin embargo, sir Robert fue acusado de
herejía y acabó muriendo en un cadalso, bajo
el hacha de un verdugo. En consecuencia, los
jueces posaron su atenta mirada sobre Eve …
hasta que Lord Boswell se presentó ante ella
para pedirle que se uniera a su cónclave en
Durham.
Recursos: Intelectual 1d6 / Físico 1d6/
Sobrenatural 1d6
Ocupación: Jardinera
Asociación: Caballeros de los Tres Im-
postores
Enfoque: Problemata
Favor: Sombra
Habilidades: Apicultura, Elocuencia y
Mecánica.
Heridas: 3
Desentrañar: 1d8
Durham siempre ha sido un punto estratégico para el reino pero, además, es
un lugar donde el poder de siniestras fuerzas feéricas es especialmente fuerte.
Por ello Dee y Walshingham decidieron crear un Cónclave de cinco miembros
que mantuviera una permanente vigilancia en la ciudad. Ahora, el miembro
más antiguo del grupo ha aparecido muerto, y nadie sabe qué oscuras fuerzas
están tras el crimen y qué pretenden con ello.

Autor: Tomás Sendarrubias

Ilustraciones: Shutterstock
Edición: Francisco Javier Valverde García
Corrección: María de los Ángeles Soria
Maquetación: Àngels Soler
Sistema: The Dee Sanction

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