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EL LENGUAJE DEL DELFÍN

El lenguaje del delfín consiste en emitir diversos sonidos como chillidos, gruñidos, gorjeos y
golpeteos. Estos sonidos siguen una pauta y lo ayudan a comunicarse con otros delfines.
Estudios indican que los delfines se llaman unos a otros por su nombre.
El cerebro de un delfín es superior al del humano en lo que a tamaño se refiere, pero también lo
es en cuanto a su complejidad.
Los delfines emiten de forma continua chasquidos y silbidos. Los primeros consisten en pequeños
pulsos de 300 sonidos por segundo que se generan desde un mecanismo situado justo debajo del
espiráculo y que se utilizan para la ecolocación de los objetos (funciona como un sonar). El melón
(abombamiento de la frente situada encima de la mandíbula superior), consta principalmente de
grasa y aceite, y actúa como una pantalla acústica que mejora la resolución de la emisión de
sonidos. La mandíbula inferior, también llena de aceite, ayuda a la transmisión del eco reflejado
por los objetos, y recibido por la zona posterior de dicha mandíbula, hacia el oído. Este sistema
de ecolocación, similar al de los murciélagos, permite a los delfines navegar y detectar a sus
presas con suma facilidad.
Respecto a los silbidos, son sonidos de tono uniforme que provienen de la parte profunda de la
laringe. Se utilizan para comunicar estados de alarma, excitación sexual y, tal vez, otros estados
emocionales. Estudios realizados con animales en cautividad, han mostrado que los delfines son
capaces de aprender, realizar tareas con cierto grado de complejidad, comunicarse entre ellos y,
mediante entrenamiento, vocalizar sonidos parecidos a palabras. Basándose en esto, algunos
investigadores han sugerido que los delfines podrían aprender un lenguaje propiamente dicho y
comunicarse con los seres humanos. Sin embargo, la mayoría de los expertos mantienen que las
habilidades expuestas, y que sitúan a los delfines con un nivel de inteligencia similar al de los
primates, no son prueba suficiente para demostrar que sus vocalizaciones puedan alcanzar la
complejidad de un lenguaje verdadero. (La inteligencia de los delfines, 2013)
Un estudio reciente de la Universidad de St. Andrews indica que los delfines emiten sonidos
particulares para identificarse. Los científicos han intentado descubrir cómo funciona la
comunicación entre delfines. Ahora, un estudio de la universidad escocesa de St. Andrews, con
ayuda del Sarasota Dolphin Research Program, parece indicar que son capaces de imitar sonidos
característicos de otros delfines para llamarlos.
Hasta el momento los científicos de St. Andrews no pueden asegurar que sus resultados
realmente confirmen que los delfines se llaman entre sí al emitir algunos sonidos, pero creen que
el hecho de que algunos delfines aprendan a emitir los sonidos distintivos e individuales de sus
compañeros refleja que quieren comunicarse específicamente con un individuo.
En el estudio publicado el 19 de febrero pasado en Proceedings of the Royal Society B, los
biólogos Stephanie King y Vincent Janik, investigan el fenómeno que descubrieron en el 2006: los
delfines nariz de botella reconocen silbidos distintivos de delfines que conocen.
Las madres enseñan a sus crías silbidos o sonidos distintivos, por lo que el reconocimiento de los
mismos, pronto popularizó la idea de que eran nombres, sin embargo, la teoría se puso en duda
ya que los delfines tienden a imitar los sonidos distintivos de otros.
No se sabe si al imitar los silbidos los delfines se están retando de la misma manera que lo hacen
las aves al comparar sus cantos, o si lo hacen como parte de un ritual reproductivo, o si realmente
están intercambiando información con sus conocidos en una especie de diálogo.
Para investigar más a fondo el fenómeno, el equipo de King y Janik analizó grabaciones de
delfines hechas a través de varias décadas por el Sarasota Dolphin Research Program. Las
grabaciones se hacían después de separar a los delfines en redes diferentes por varias horas.
Los delfines no se podían ver a través de las redes pero podían oírse y comunicarse. Al analizar
las grabaciones, King y Janik se percataron de la imitación de sonidos, y más importante aún, que
los delfines que tendían a imitar los sonidos de otros eran madres y sus crías o machos aliados.
Compañeros cercanos.
Mientras que King y Janik creen que los resultados prueban que los delfines emiten ciertos
silbidos para comunicarse con individuos específicos, otros biólogos como Robert Barton, de la
universidad de Durham, advierte que es un error interpretar demasiado la comunicación entre
delfines, ya que aunque los delfines del estudio de Sarasota sí repiten los sonidos de otros, lo
hacen de manera poco frecuente.
La bióloga Shane Gero de la Universidad de Dalhousie nos recuerda que durante el siglo XX
comportamiento humano se atribuía a algunos animales para demostrar su inteligencia, de
manera que si la inteligencia de un animal no se podía comprobar dentro de un ambiente
controlado en experimentos, se les consideraba tontos. Probar la inteligencia de algunos
animales, como los delfines, en un ambiente controlado es muy complicado por lo que podemos
cometer el error de menospreciar su inteligencia. Según la bióloga es estás tensiones las que
ponen en duda el significado de los resultados de King y Janik. Importancia de los resultados es
que fomentan más investigaciones: “Todo se reduce a cómo se perciben estos llamados. Es difícil
conseguir el significado. ¿Los delfines que copian y los delfines copiados comparten el
significado? Todavía tenemos que demostrar eso en un experimento, pero es por eso que es tan
emocionante.” ( Creative Commons, 2013)
Si la inteligencia es la capacidad de conocer, aprender y analizar, no puedo sino afirmar que los
delfines son inteligentes. Y no es algo que diga a la ligera, más sí tras haber analizado varios
estudios sobre la estructura del sistema nervioso del delfín y sobre su comportamiento.
El cerebro de un delfín es superior al de un ser humano, no sólo en su tamaño en relación al resto
del cuerpo, sino también por lo que a su estructura respecta: el córtex, la parte más nueva
evolutivamente hablando del cerebro y la zona donde se genera la conciencia de uno mismo y del
entorno, es más compleja en los delfines que en los humanos. Ello ha llevado a que algunos
investigadores hayan llegado a la conclusión de que el intelecto del delfín es superior al nuestro,
aunque distinto. Nosotros somos especialistas en adaptar el medio a nuestras necesidades; en
cambio, los delfines estarían mejor preparados para aprovechar todas las posibilidades que les
ofrece el medio en el que viven, pero sin alterarlo.
Todos los animales se comunican entre sí, pero los delfines tienen un sistema tan complejo de
señales que no puede más que pensarse que estamos ante un auténtico lenguaje. Emiten
sonidos muy diversos: chillidos, gruñidos, gorjeos y golpeteos, pero no los emiten al azar, sino
que parece que siguen pautas; por ejemplo, parece demostrado que realizan preguntas y
respuestas. Los sonidos que emiten los delfines no sólo les sirven para comunicarse, sino
también para orientarse: los ecos de la emisión de sonidos de frecuencia baja les sirven para
orientarse, y los producidos por frecuencias más altas les dan información, con una precisión
asombrosa, acerca de los posibles obstáculos que puedan encontrar.
Los delfines son animales sociales que viven en manada, lo cual les favorece tanto para
defenderse de los ataques de los depredadores como para asegurar el éxito de la caza. Las
madres y los demás adultos del grupo enseñan a los pequeños a comunicarse. Es sabido
también que los miembros jóvenes ayudan a los más viejos, por ejemplo sosteniéndoles en la
superficie para que respiren sin cansarse demasiado. ¿Son inteligentes los delfines? (Bloogs
Network SL, 2007)
Muchos cetáceos tienen cerebros relativamente grandes y complejos pero ¿son por ello
inteligentes? Incluso en los seres humanos "inteligencia" es un término muy confuso. Se la suele
relacionar con la capacidad de aprender, de conocer y de analizar utilizando la razón y el juicio.
Para contestar esta pregunta no sólo se han analizado pruebas de comportamiento sino las
estructuras del sistema nervioso. La simple comparación del cerebro de un delfín y un humano
nos hace entrar en la sospecha del elevado nivel intelectual del cetáceo. No sólo el cerebro de
éste es superior, en proporción al tamaño corporal, que el del hombre sino que también presenta
una mayor complejidad. Así el córtex, capa cerebral donde residen las más altas facultades
intelectuales, parece ser más extenso y con mayor complicación de circunvalaciones, siendo su
número al menos el doble. Además el número de neuronas es al menos un cincuenta por ciento
mayores en el delfín. Algunos especialistas opinan que estos animales podrían poseer un
intelecto mayor al del humano pero definitivamente distinto. Por otro lado es muy conocida la gran
capacidad de aprender de los delfines, ellos enseñan a sus crías a obtener alimento y a
defenderse de los predadores. Incluso, los delfines en cautiverio pueden enseñar a otros los
"trucos" aprendidos durante su entrenamiento que no son otra cosa que un medio para obtener
comida. Tal vez el error consista en que estamos analizando a los delfines en busca de una
"inteligencia humana", una inteligencia capaz de adaptar el entorno en que vivimos en base a
nuestras necesidades (por ejemplo convertir una piedra en una casa) y nos cuesta entender a un
animal que se adapta al medio en que vive sin cambiarlo en su provecho pero aprovechándolo
plenamente. En este campo podríamos decir que los delfines han demostrado mayor inteligencia
que los seres humanos. Sin embargo suele sorprendernos el saber que los delfines son
incapaces de escapar de una red para lo que sólo necesitarían un simple salto. Los polinesios
dicen que los delfines son la "memoria del mar", si es así ¿por qué se siguen acercando a
nosotros? ¿Por qué buscan nuestro contacto después de tanta matanza? Quienes han estado
alguna vez en el agua con un grupo de delfines y los escuchan comunicarse entre ellos, giran
alrededor y vuelven a comunicarse, e tiene la sensación de estar siendo observados en lugar de
ser "el observador". Sin duda quedan muchas preguntas por contestar sobre un amigo muy
frecuentado pero poco conocido. Tal vez algún día nos sorprenda saber que los delfines saben
algo que nosotros aún no sabemos. Tal vez sea hora de comenzar a aprender. Delfines con
inteligencia y solidaridad ayudan a pescadores en Brasil Una comunidad de 50 delfines que
cooperan activamente con los pescadores de la zona avisándoles donde están los peces.
( CreativeCommons., 2012)
Por lo cual se considera a los delfines una de las especies más inteligentes del planeta. Suelen
andar en grupo cerca de las costas y están entre los animales que más interactúan con el ser
humano. Hasta ahora era sabido que utilizan la ecolocalización para su orientación, así como los
sonidos y la danza para interactuar y comunicarse. Pero ahora la prestigiosa revista Science ha
publicado que, según estudios recientes, estos simpáticos mamíferos marinos también pueden
llamarse por su nombre.
Para llegar a esta conclusión, se partió de dos datos que ya se conocían del comportamiento de
estos animales. Por un lado, cada delfín produce un sonido particular, una suerte de silbido, que
lo vuelve reconocible para sus pares. Y, a su vez, son excelentes imitadores de sonidos, incluso
algunos muy complejos producidos por computadoras. Teniendo esto en cuenta, los científicos se
preguntaron si era posible para ellos imitar el sonido característico de sus pares.
A partir de un estudio en el cual se tomaron grabaciones de cientos de delfines salvajes, se pudo
comprobar que sí. La encargada de este proyecto fue la bióloga marina Stephanie King, de la
Universidad de San Andrés. Junto a sus colegas, analizó las grabaciones de más de 250 delfines
capturados momentáneamente en la Bahía de Sarasota, para poder tomar las grabaciones, entre
1984 y 2009. De las conclusiones de King también se desprende que esta habilidad es utilizada
por los delfines de forma muy específica: para la comunicación entre la madre y su cría, y entre
machos aliados. Sin embargo, el hecho de que el estudio se haya hecho con delfines en
cautiverio permite preguntarse qué sucede cuando se encuentran en estado completamente
salvaje. Lo que sí se pudo determinar es que los sonidos emitidos tienen como finalidad
restablecer el contacto con un individuo particular.
Ahora queda por averiguar si pueden añadir a sus imitaciones algún modo de solicitar ayuda o
compartir otro tipo de información. La importancia crucial de esta destreza radica también en está
demostrado que no es innata, sino adquirida mediante un proceso de aprendizaje.
Mientras la contaminación ambiental, los pesticidas, los plásticos y la pesca indiscriminada
amenazan a esta especie, estos estudios demuestran en cuanto los delfines y nosotros nos
parecemos.
Según científicos: los delfines deben ser tratados como “personas no humanas” London, United
Kingdom. Publicado el martes 18 de enero del 2011. Los investigadores afirman: la inteligencia de
los delfines es una evidencia y, por consiguiente, maltratarlos resulta moralmente repugnante.
The Times/Anima Naturalis.
Los delfines han sido declarados las segundas criaturas más inteligentes del mundo después de
los seres humanos, de ahí que los científicos sugieran que son tan brillantes que deberían ser
tratados como “personas no humanas”.
Estudios sobre el comportamiento de los delfines han puesto de relieve la gran similitud que
existe entre estos y los seres humanos con respecto a la forma de comunicarse. Asimismo,
subrayan el hecho de que son más brillantes que los chimpancés. Dichos estudios han sido
respaldados por la investigación anatómica que demuestra que los cerebros de los delfines
presentan muchas características asociadas a un grado de inteligencia muy elevado.
Los investigadores sostienen que su trabajo demuestra que es moralmente inaceptable mantener
a animales tan inteligentes en parques acuáticos, matarlos ya sea para destinar su carne para el
consumo humano, ya sea por accidente acontecido durante la pesca. Cerca de 300.000
ejemplares de ballenas, delfines y marsopas mueren bajo esas circunstancias cada año.
“Muchos cerebros de delfín son de mayores dimensiones que el humano y ocupan un segundo
lugar después del hombre, en cuanto a masa se refiere, si tenemos en cuenta el tamaño del
cuerpo”, según afirmó Lori Marino, una zoóloga de la Universidad Emory de Atlanta, Georgia, que
se valió de escáneres por resonancia magnética para trazar el cerebro de estos animales marinos
y compararlo con el de los primates.
“La neuroanatomía sugiere que existe continuidad psicológica entre los seres humanos y los
delfines y se supone que también aparecen profundas implicaciones éticas en la interacción entre
este cetáceo y el hombre”, añadió.
Hace tiempo que el delfín ha sido reconocido como uno de los animales más inteligentes. No
obstante, muchos investigadores lo habían colocado por debajo de los chimpancés, los cuales, de
acuerdo con algunos estudios, pueden alcanzar niveles de inteligencia propios de niños de tres
años. Sin embargo, recientemente una serie de estudios sobre el comportamiento han sugerido
que los delfines, sobre todo especies como el delfín nariz de botella, podrían ser los más listos.
Dichas investigaciones demuestran que los delfines poseen personalidades distintas, un fuerte
sentido de sí mismos y pueden pensar en el futuro.
También ha quedado manifiesto que son animales “culturales”, lo que significa que de un delfín a
otro pueden ser aprendidos nuevos tipos de comportamientos de forma rápida.
Diana Reiss, catedrática de Psicología en el Hunter College, The City University of New York,
demostró en un estudio que los delfines pueden reconocerse en un espejo y utilizarlo para
inspeccionar distintas partes de su cuerpo, una habilidad que se creía exclusiva de los seres
humanos y de los grandes simios.
En otro estudio, averiguó que los animales en cautiverio también poseen la capacidad de
aprender un lenguaje rudimentario basado en símbolos.
Otra investigación ha demostrado que los delfines pueden resolver problemas difíciles, mientras
que los que viven en libertad cooperan de formas diferentes que implican estructuras sociales
complejas y una sofisticación emocional de elevado nivel.
En un caso reciente, mientras un delfín rescatado se recuperaba durante tres semanas en un
delfinario en Australia, se le enseñó a nadar sobre la cola.
Después de ser liberado, los científicos se quedaron asombrados al comprobar que los delfines
salvajes habían aprendido el ejercicio del delfín que había permanecido en cautividad
previamente.
Existen numerosos ejemplos similares, como el de los delfines de la costa de Australia Occidental
que aprendieron a sostener esponjas sobres sus hocicos para protegerse mientras buscaban
peces espinosos por el suelo marino.
Tales observaciones, junto con otras que muestran, por ejemplo, cómo los delfines podrían
cooperar con precisión militar rodeando bancos de peces para alimentarse, han originado que
surjan preguntas que cuestionen la base de la estructura de su cerebro.
El tamaño es sólo un factor. Los investigadores han reconocido que el tamaño del cerebro varía
mucho, alrededor de 200 g en las especies de cetáceos pequeños, tales como el delfín del Rio
Ganges, y más de 8 kg en los cachalotes, cuyos cerebros son los más grandes de nuestro
planeta. Por el contrario, el cerebro humano oscila entre 1 y casi 2 kg, mientras que el de los
chimpancés pesa alrededor de los 350g.
Sin embargo, cuando se trata de inteligencia, el tamaño del cerebro adquiere menos importancia
que la proporción de éste con respecto al cuerpo.
La imagen de los delfines simpáticos y amigables es más producto de los seres humanos que los
crían en cautiverio para el entretenimiento, que de su propia naturaleza. Sin embargo, los delfines
son cetáceos con una notable capacidad de relacionamiento social, con habilidades particulares
de su género y con una inteligencia muy difícil de encontrar en el mundo animal.
Así como ocurre con otras especies (desde los elefantes hasta las termitas, por ejemplo) los
delfines tienen un marcado carácter social. Es muy extraño que los delfines se organicen
individualmente ya que dependen de su grupo, y cuando lo hacen es más bien por haber sido
desplazados del núcleo grupal o por una situación similar.
Los grupos de delfines alcanzan hasta la docena de individuos, y cuando existe abundancia de
alimento este número puede multiplicarse en gran número de forma temporal. La comunicación
entre los delfines ocurre a partir de vocalizaciones y sonidos ultrasónicos (esto último
especialmente para la ecolocalización) que les permite organizar roles y responsabilidades hacia
el interior del grupo.
La ciencia se ha sorprendido en más de una ocasión al constatar la increíble destreza de los
delfines. Una de las manifestaciones más claras de la misma es el uso de herramientas,
descubierto en 2005 en delfines de aguas australianas. (National Geographic, 2010).

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