Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
2 The Dare
2 The Dare
¡Disfruta la lectura!
Créditos
STAFF BOOK ESCAPE
Moderación y Traducción
Lvic15
Correctora
Neera
Diseño
Jessibel
Contenido
Sinopsis
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Epílogo
Próximo en esta serie…
Sobre La Autora
Sinopsis
Era más que mi matón, era de lo que estaban hechas las
pesadillas vivientes...
—Te reto...
Lo conocí una vez. Hace mucho tiempo. Puede que incluso nos
hubiera llamado amigos. Eso fue antes de que me mudara, antes de
que mi madre se casara con su padre, antes de que mi vida entera
se desmoronara.
Vance Preston solía ser un pobre chico con una dulce sonrisa y
ojos amables. Solía ser mi amigo. Ahora es un regalo de Dios para las
mujeres, asquerosamente guapo y asquerosamente rico.
Me reta a desafiarlo.
Me desafía a luchar.
Ava
Corro por el patio trasero, persiguiendo a Vance. Siempre es más
rápido, y por supuesto llega a la casa del árbol antes que yo. La hierba
larga me hace cosquillas en las piernas y casi me tropiezo en un agujero,
esquivándolo por un pelo. Estoy demasiado ocupada prestando
atención a Vance corriendo delante de mí, que por dónde estoy
corriendo. Me mira por encima de su hombro, sus ojos brillan a la luz
de la luna, su pelo marrón parece que le vendría bien un buen corte, o
al menos eso es lo que dice mamá.
Sonrío, con toda la confianza que puedo tener. Vance pone sus
ojos en blanco, obviamente sin creerme, lo que me hace querer
demostrarle que se equivoca más.
Siempre puedo decirle que tuve una pesadilla o algo así y aunque
no me crea, ¿qué es lo peor que podría pasar? Me concentro en mis
pensamientos, no evito el último crujido en lo alto de la escalera, mi pie
presionando contra la tabla del piso que rechina, el sonido rebota en las
paredes y en el pasillo. Congelada, contengo la respiración, mis oídos
se levantan mientras mi corazón late tan fuerte dentro de mi pecho, que
me preocupa que pueda explotar.
Ava
Me seco el esmalte rosa de mis uñas y me pregunto cómo llegué
a este punto. Cómo me las arreglé para encontrar mi camino de
regreso a North Woods después de cinco largos años de ausencia.
Cinco años, ése es el tiempo que pasé lejos de mi ciudad natal. Un
lugar donde crecí, un lugar que extrañaba más y más cada día que
estaba lejos. No eran los amigos que había hecho o conocido toda mi
vida, o incluso la casa lo que echaba de menos, era el aspecto físico,
de conocer un lugar, de haber crecido en él. No tenía nada que temer
en esta ciudad. Era mi mundo.
Así que acepté la oferta. Era un lindo trato atado con un lazo
rojo, como esos estúpidos regalos que me había enviado el año pasado.
No podía dejarlo pasar, ni siquiera si todavía estaba enfadada con ella
por estar ausente durante casi toda mi adolescencia.
Oh, cómo han cambiado los tiempos. Algo me decía que Henry
tenía más dinero que Dios si podía sacarse casas del trasero y tirarme
el dinero para sobornarme como si fueran trozos de confeti.
Vance Preston.
—Oh Ava, mi dulce niña. Estoy tan feliz de que hayas venido.
Abro la boca para decir algo, pero ella sigue tirando de mí por
un pasillo que lleva a la cocina.
Mis intenciones al venir aquí no tenían nada que ver con hacer
que mi madre se sintiera como una mierda por no estar ahí para mí.
Tarde o temprano, se daría cuenta de lo que había hecho. En cambio,
me propuse mejorar mi vida. Quería ir a la universidad, quería
disfrutar de la vida, en lugar de preocuparme por la próxima factura
que íbamos a pagar.
Imagínate que ella estaría feliz con esto, diciéndome que pase
de algo que no tuvo que soportar. El mundo estaba lleno de gente
diciéndote que superaras tus problemas, lo último que necesitaba era
que mi madre se uniera a la diversión.
¡Yaq!
Vance
—Quiero tu pene —ronronea Sarah, sus grandes ojos marrones
me miran desde su posición en el suelo. Se arrodilla ante mí como
si yo fuera su rey y, extrañamente, supongo que lo soy. El rey de los
orgasmos. Tiro la estúpida corbata que mi padre me hizo llevar a su
maldita boda aún más estúpida, la alcanzo y pellizco la barbilla entre
dos dedos.
Mi sueño.
Mi pesadilla.
Pone los ojos en blanco ante mi petición pero hace lo que le digo,
saliendo a toda carrera de la habitación como si alguien le hubiera
prendido fuego bajo el trasero. La puerta se abre y se cierra con un
suave sonido y finalmente me dejo llevar por mis pensamientos.
Exhalo un aliento y paso una mano a través de mis mechones
marrones. Sarah es guapa, de hecho, todas las mujeres con las que
me he acostado son guapas, lo reconozco, pero no son ella.
Ava Wilder.
Era raro, pero quería hacerlo, más con Ava que con cualquiera de
las otras chicas de la escuela. No se reía de mí si la fastidiaba o hacía
algo estúpido. Éramos amigos, y ella estaba ahí para mí.
—Más vale que espere, por su propio bien, que eso sea todo por
lo que está aquí.
Esa noche cuando nos fuimos sin nada más que unas pocas
pertenencias después de que mi padre me dijera lo que había hecho.
Juré vengarme de ella, y quizás no hubiera sido tan malo, quizás
hubiera podido dejarlo pasar, pero entonces mis padres se
divorciaron, y eso me clavó el cuchillo de la traición más
profundamente en el pecho. Canalizo todos mis sentimientos sobre
ello, también culpo a Ava, sabiendo que si alguna vez tenía la
oportunidad de volver a verla, si volvía a mostrar su cara en este
pueblo, la arruinaría. Y por suerte, su madre se enamoró de mi
asqueroso padre rico.
Rechino mis dientes tan duramente que creo que podría romper
uno, meto mi cerveza en el pecho de Clark y salgo a la pista de baile.
—Este acto inocente que tienes, es lindo y todo eso, pero veo a
través de él. Puedo oler la mierda a kilómetros de distancia y hueles
como si te hubieras bañado en ella.
—¿Qu... qué?
Me lamo los labios, tirando hacia atrás, dejando que mis ojos
caigan en su delgado cuello. Puedo ver su pulso retumbando bajo la
piel, desvelando su miedo y no puedo detener la siniestra sonrisa que
aparece en mis labios. No debería ansiar su dolor, su miedo como lo
hago. Sé que es una mierda, pero yo no hice esto. Ella lo hizo.
Ava
¿Qué demonios fue eso?
El pobre chico que solía ser, el que no tenía nada, ahora lo tenía
todo, y los papeles se invirtieron. La chica que una vez lo tuvo todo,
no tenía nada.
Vance hace un ruido de resoplido, sus ojos giran tan lejos hacia
atrás en su cabeza que temo que se queden atascados ahí.
—¿Crees que esto tiene que ver con que nuestros padres se
casen?
Mis cejas se fruncen con confusión. ¿De qué otra cosa podría
tratarse? No le he hecho nada, ni siquiera lo he visto en cinco años.
Debe estar mentalmente inestable, conjurando cosas dentro de su
cabeza.
Con una última mirada fría de sus ojos, me pasa por delante y
sale por la puerta principal. Sus palabras me dejan fría, y una astilla
de miedo me atraviesa.
Vance
Las gotas de sudor se deslizan por mi cara, nublando mi visión.
Golpeo el saco de boxeo en el gimnasio hasta que mis nudillos me
gritan que pare y los músculos de mis brazos tiemblan de agotamiento.
La rabia dentro de mis venas se apaga a fuego lento. Esa pícara
mentirosa cree que puede volver a mi vida y hacerme pasar por un
maldito tonto. Bateando sus ojos hacia mí como si fuera una niña
inocente.
Que se joda.
—Está bien.
—¿Y qué hay si tengo sexo con ella? ¿Estarías de acuerdo con
eso? —pregunta Clark, y una desagradable ola de celos me invade.
Lo odio, odio la forma en que me hace sentir, el poder que tiene
sobre mí. De alguna manera, y gracias a Dios, me las arreglo para
ocultar los celos.
Sonríe.
Sí, lo conozco. Es incluso peor que yo. Ser un idiota con las
chicas es lo suyo... bueno, también lo mío. La diferencia entre él y
yo, es que yo le digo a la chica de frente que el sexo es todo lo que
quiero. Soy un chico de lo que ves, es lo que tendrás. A Clark, por
otro lado, le importa una mierda. Le dirá a las chicas lo que quieran
oír, haciendo promesas que nunca cumplirá. Una vez que consigue lo
que quiere, bota a la chica más rápido de lo que bota el condón en la
basura después de un encuentro.
¡Ahhh... mierda!
Me froto la mandíbula.
La odio, pero no soy tan tonto como para negar el hecho de que
me atrae. Por un segundo, me permito preguntarme adónde iba, pero
luego dejo de lado esa mierda. Me importa un carajo lo que haga o
adónde vaya.
Maldición.
Capítulo 5
Ava
Mis mejillas calientes se enfrían bajo la suave brisa cuando
salgo por la puerta trasera y entro al patio. No tengo ni idea de adónde
voy, sólo sé que necesito alejarme de él.
Subiéndose a mi cama...
Probablemente no me odiaría.
¿Y si...?
—Eres Ava, ¿verdad? Soy Clark —se presenta con una sonrisa
mostrando sus dientes blancos perfectamente rectos.
Asiente.
—¡Fuera!
—No...
Siempre sola.
Siempre fría.
Tal vez no quiero ser salvada, tal vez necesito el odio de Vance
tanto como él necesita dármelo.
Capítulo 6
Vance
Al despertar a la mañana siguiente, sólo puedo pensar en todas
las decisiones de mierda que tomé anoche. Demasiado vodka. Sarah.
Mi necesidad de estar cerca de Ava. Mi cabeza palpita como si alguien
hubiera tomado un mazo y me golpea. Ducharme requiere una enorme
cantidad de tiempo y esfuerzo y para cuando termino, todo lo que
quiero hacer es volver a la cama.
—Obviamente.
Acostúmbrate, princesa...
—No lo sé. Esperaba pasar algún tiempo con ella antes de que
empiecen las clases. No la he visto en tres años. Estaría bien si pudiera
ir más despacio durante cinco segundos y hablarme como si fuera su
hija, o prestarme incluso una onza de atención.
Gracias.
O quizás no.
Capítulo 7
Ava
Es el temido primer día de escuela y trato de no pensar en el
hecho de que mi madre aún no ha regresado de su luna de miel. O
que mi padre todavía no me ha llamado, o que Vance todavía parece
odiar toda mi existencia.
Maldita sea.
—¡Mierda!
Vance
La siento antes de verla. Eso es lo extraño de sentirse atraído
por alguien por quien no quieres sentirte atraído. Lo sientes en tu
interior, como si tu alma dijera lo que tu mente se niega a reconocer.
Clark ríe y una ola de humo se escapa de sus labios. Sarah está
colgada en mi regazo, actuando como si perteneciera allí, y aunque
no lo hace, no tengo la paciencia para decirle lo contrario. Se pone un
trozo de pelo rubio alrededor de su dedo, pareciendo aburrida.
Veo que sus labios forman la palabra "lo siento", y luego sale de
la habitación, como Sarah le había ordenado, dejando a Clark atrás.
Se gira, con una sonrisa deslumbrante en su cara. Sus ojos color
avellana se llenan de picardía. No estoy seguro de lo que habría hecho
si la hubiera seguido arriba. Es mi mejor amigo, sí, pero no creo que
hubiera podido manejarlo, no sin atacar de alguna manera.
—Qué perdedora.
Ava no necesita tener más ideas sobre la persona que soy. Una
mano pesada se posa en mi hombro y me balanceo, listo para golpear
a quien sea cuando mis ojos se encuentran con los de Clark. La
preocupación arruga su frente. El imbécil parece haber salido de la
portada de una revista. Donde yo voy con tejanos, camisetas y botas
rasgadas, Clark tiene polos, tejanos de diseño y Nike.
Mi mandíbula se tensa.
Clark asiente.
—Parece una buena chica, porque eso es lo que quiere que veas.
Las chicas buenas no mienten. No destruyen familias por diversión.
Las chicas buenas son buenas. Ava no es buena. En cuanto al pasado,
puede que no cambie lo que pasó, pero sin duda me hará sentir mejor.
Llevo la copa a mis labios de nuevo y me trago el resto de su contenido.
Que. Mierda.
Mi miembro está duro como una roca. Las palabras que voy a
decir quedan justo en el borde de mi lengua.
Acércate...
Aguanto la respiración, asegurándome de que no me oiga antes
de verme. Odiaría arruinar la sorpresa. Da dos pasos más antes de
aparecer, sus ojos se deslizan sobre su hombro como si estuviera
mirando a alguien, esperando a alguien.
Gime y sus ojos miran los míos. Hay una súplica no dicha en
esas verdes profundidades, y no estoy seguro de qué me está
pidiendo... que pare, que siga... que nos saque a ambos de nuestra
miseria.
Yo también me odio.
Por quererte.
Por odiarte.
Me siento impaciente.
—¿Qué hice para que me odies tanto? Sólo dímelo, Vance, por
favor. Dímelo para que pueda arreglar esto. Nos estás haciendo sufrir
a los dos por una razón desconocida.
Sólo asumí que era porque Ava había sido atrapada. ¡Oh, qué
terriblemente equivocado estaba! Siempre recordaré las próximas
palabras que salieron de la boca de mi padre como si estuvieran
grabadas en mi memoria.
Pagará caro.
Capítulo 9
Ava
Los días pasan en una ráfaga. Mi madre y Henry aún no han
regresado a casa y cada segundo que me quedo sola en esta casa
con Vance, otro trozo de mi gastado velo se desmorona. Me está
desgastando, tratando de aplastarme como a una mosca, y se acerca
un poco más a hacerlo cada vez que abre la boca. Una lengua puede
no tener huesos, pero puede romper un corazón de la misma manera
y eso es lo que hace cada vez que me habla, me rompe a mí y a mi
corazón.
Se ríe.
—Seguro.
Supongo que no hay que hablar sin sentido antes de hacer las
preguntas personales con él. Me pregunto si hace esto en las citas.
¿Si tiene citas? Probablemente no.
—No solía ser así —digo, sorprendida por lo triste que suenan
las palabras.
Oh, Señor.
—Dime que pare... Dios, por favor dime que pare, Ava.
—Esto está mal... muy mal. Pero se siente tan bien, ¿no? Dime
que se siente bien.
—No mires a otro lado... —me persuade con una mano bajo
mi barbilla, inclinando mi cabeza hacia arriba, forzando mi mirada a
encontrarse con la suya—. Quiero que me mires a los ojos cuando te
desmorones. Quiero que sientas quién es el dueño de tu placer y tu
odio. Así la próxima vez que estés con él, o con alguien, recordarás
que soy yo quien te hace sentir así, y que siempre seré yo.
—Te odio más —gruñe, sus labios están tan cerca que casi me
besa.
Bastardo.
Capítulo 10
Vance
No puedo creer que el cabrón llegue tan tarde. Clark suele ser
muy quisquilloso con la puntualidad y dijo que se reuniría conmigo
aquí a las ocho. Son casi las nueve y no ha aparecido, ni siquiera me
ha enviado un mensaje. La fiesta está en pleno apogeo a mi alrededor.
Los compañeros de universidad están de fiesta, bailando, bebiendo, y
demonios, incluso algunos están teniendo sexo.
—Lo siento, amigo, sé que llego tarde. Tuve que convencer a ésta
chica para que viniera conmigo —dice, enganchando un pulgar a Ava.
Por el rabillo del ojo, veo a Sarah alejándose de mí. Estoy seguro
de que parezco un idiota ahora mismo.
Créelo, amigo.
—Mejor corre tras ella antes de que abra las piernas para otro
—me burlo de él, queriendo que me golpee, que me estrangule.
—Vance.
No, maldición.
Tomo mis brazos hacia atrás, listo para golpear a los bastardos
que se aferran a mí cuando veo a dos tipos más haciéndole lo mismo a
Clark, haciendo que todo lo que hacemos ahora es mirarnos fijamente
con dagas. Mirando a Clark, puedo ver que está enojado, como un toro
en una tienda de porcelana, listo para destruir, lo he provocado. Pero
también me provocó a mí, trayéndola aquí, antagonizando mi ira.
Nunca había visto a Remington tan enojado antes, hay una vena
que sobresale a un lado de su cuello y tengo la sensación de que si
Jules, su novia, no estuviera parada a un metro y medio, me patearía
el trasero, pero ya que lo está, supongo que es mi día de suerte.
Tal vez piense que soy como él, o como él solía ser. No lo sé, pero
no me gusta la forma en que me está mirando ahora. Como si pudiera
de alguna manera arreglar esto, o arreglarme. Como si pudiera oír mis
pensamientos proyectados en él, toma la mano de Jules y vuelve a la
casa con Thomas.
—La odio —murmuro en mis manos, más para mí, pero Clark
me escucha.
—Ya no lo sé —suspiro.
Ava
Alan, un amigo de Remington y Jules, me da otro trago y lo tomo
tan rápido como el último. El licor arde menos esta vez, mi cuerpo se
adormece lentamente. Ahora sé por qué la gente bebe sus problemas,
porque el alcohol te hace olvidar. Es todo lo que quiero. Olvidar...
dejarlo ir. Esto es lo que necesito, beber mis problemas con mis amigos
como un estudiante universitario normal. Olvidar a Vance, a mi
madre, y mi seriamente jodida vida.
Tal vez tres tragos en diez minutos no fue una gran idea. El
ritmo de Vance se ralentiza cuando se da cuenta de que mis pasos se
están volviendo inestables. Se gira y me rodea con un brazo alrededor
de la cintura, arrastrándome contra su costado. Se siente bien, más
de lo que esperaba, especialmente después de la forma en que actuó
esta noche. Una chica lista lo empujaría, le diría que se jodiera, pero
yo no soy lista. Estoy destrozada, tan horriblemente destrozada.
—¡Ava!
—A casa.
Oh, Dios, tal vez lo he extrañado tanto a lo largo de los años, que
de repente ahora me lo imagino siendo amable conmigo. Pero no puedo
imaginar sus manos suaves o su voz suave. Me ayuda a subir las
escaleras y a entrar en mi habitación donde me lleva a la cama antes
de empujarme suavemente sobre los hombros para que me siente.
Luego presiona el botón de mis jeans y los baja por mis piernas
lentamente, tan malditamente lento que estoy segura de que está
tratando de matarnos. Probablemente a mí.
Hazlo. Tócame.
Pasa sus dientes sobre su labio inferior, dejando que sus ojos
pasen sobre mi pecho desnudo. Por supuesto que no es tímido en mirar.
Mis tetas no son enormes, más bien como un puño cada una, pero
tampoco están mal. Quiero decir que tetas son tetas, ¿verdad?
—¿Qué pasó... que pasó realmente, esa noche hace cinco años?
—Los vi...
Vance
El sol comienza a asomarse por el horizonte, pequeños destellos
de él se filtran a través de las persianas de la habitación de Ava. No
debería haberme quedado anoche, demonios, debería levantarme e
irme ahora mismo. Pero no puedo. Mi cuerpo físicamente no se mueve.
Es como si estuviera en trance, debilitado más allá de toda medida
por su presencia.
—Deberíamos...
—Gracias —susurro.
Por una vez sea yo quien la vuelve loca en vez de ser al revés.
Guiándome de vuelta a su entrada, presiono la punta hacia adentro,
lentamente, muy lentamente. Me estoy matando tanto como la estoy
matando a ella, pero será una muerte placentera.
Eso no fue sexo. Eso fue... ni siquiera lo sé, pero quiero hacerlo
de nuevo. Me deslizo de ella y me giro hacia un lado. Ella está
silenciosa, demasiado silenciosa y mientras la neblina lujuriosa se
desvanece de mi mente, me recuerda que tenemos asuntos pendientes
de la noche anterior de los que hablar. Quise discutirlo tan pronto
como ella se despertó, pero nunca tuve la oportunidad, mi miembro
tenía otras ideas.
—Yo…
Ava
Vance se pone los calzoncillos, agarra sus pantalones y corre
fuera el dormitorio.
—¿Una sorpresa?
—¡Sí, vamos al spa! Sólo nosotras dos por el resto del día. Me
sentí mal por irme tan pronto como llegaste, así que pensé que
podríamos pasar el día juntas.
Mi mamá me sonríe genuinamente y ahora tengo ganas de llorar
por una razón completamente diferente. Todo esto es un espectáculo
de mierda. Es difícil odiar a alguien que te dio la vida, pero es aún
más difícil saber que tu vida sería probablemente como se suponía si
esa persona no hubiera hecho una elección egoísta.
—Sí, eso suena... suena genial —digo, pero no puedo evitar que
mi mirada se dirija a Vance.
Todavía quiero preguntarle sobre por qué pensó que mentí, pero
viendo lo preocupado que está ya, decido morderme la lengua. Siempre
puedo preguntarle más tarde.
Sus ojos están fijos en los míos por un minuto, y una sombra
arrepentida cubre su cara. De alguna manera, tengo la sensación de
que quiere decirme que lo siente, pero las palabras nunca llegan.
Ahora estoy hiperconsciente de él, mi cuerpo zumba cuando estoy en
su presencia. Tener sexo cambió algo entre nosotros, pero no fue sólo
el sexo, fue la verdad que salió a la luz también.
—Hablaré contigo esta noche, ¿de acuerdo? —dice finalmente.
—Bien.
—Sí, vamos.
◆◆◆
Los spas no son lo mío, seamos realistas. Arreglarme, peinarme
y maquillarme, tampoco es lo mío, pero pasar tiempo con mi madre
es más importante para mí que mi cordura por la falta de feminidad
y como estoy desesperada por un poco de interacción, dejo que me
arrastre.
Mi madre me interrumpe.
—Ahora dime, ¿cómo van las clases? ¿Os llevasteis bien Vance y
tú mientras estábamos fuera? —pregunta mientras coloca sus manos
cruzadas bajo la barbilla.
—Las clases son buenas, y todo estuvo bien. Sin peleas, ni nada.
Vance
De alguna manera logramos pasar todo un juego de golf sin
hablar realmente. Quiero decir que no es como si nos miráramos
fijamente o algo así, pero no me pregunta cómo estoy, o cómo me ha
ido en su ausencia.
Ha cambiado.
—¿La tuviste?
—¿No? —atajo.
—No, por supuesto que no, hijo. ¿Por qué me haces una
pregunta cómo esa?
Lo que significa...
—¿Por qué? ¿Por qué fue una mala idea que ella viniera a vivir
con nosotros?
—Ella mintió, justo en mi puta cara. Juro que pensé que estaba
diciendo la verdad. Se veía tan genuina. Incluso estaba llorando...
lágrimas de verdad, lágrimas de mierda —susurro, hablando más
conmigo mismo que con mi padre.
—No entiendo por qué esta chica tiene que quedarse con
nosotros... Si obtuvo una beca, ¿por qué no puede quedarse en los
dormitorios? Soy un adulto, no una niñera, seguro que puede cuidarse
sola.
Ava
Nunca volvió a casa. Nunca mostró su cara en la casa. Han
pasado 48 horas y todavía no he sabido nada de él. He intentado
llamarlo, pero su teléfono fue directo al buzón de voz. Empiezo a
preguntarme si se arrepiente de lo que hicimos y quizá por eso no
volvió a casa. Parte de mí espera que no se arrepienta, pero soy tonta.
Sé que lo que sea que esté pasando entre nosotros no es nada serio y
he aceptado ese hecho. Probablemente voy a ser sólo otra muesca en
su cama. Aun así, no significa que no pueda volver a casa. Esta es su
casa después de todo. Yo sólo soy una huésped no deseada.
—Oh, basta. Hay más que suficiente Clark para todas —bromea,
dándoles su habitual sonrisa que hace que las chicas jadeen y se
fundan.
—¿En serio? Sabes que no somos así. ¿Por qué actúas de forma
extraña?
—Clark —gruño.
—Te amo.
Henry.
Lo cual me enfurece.
—Vance, te juro...
—Date la vuelta.
Vance
No la he visto en veinticuatro horas y me siento como un
drogadicto que sale de un viaje, incapaz de conseguir más de su droga
favorita. De alguna manera se las ha arreglado para evitarme después
de que la tomé inclinada sobre la mesa en el aula vacía. Bajo las
escaleras y llamo a la puerta de la oficina de mi padre. Él levanta la
vista de algunos papeles y me hace pasar.
—¿Estás bien?
Suena cansada, herida, tal vez incluso rota. Tal como le dije que
estaría. Ignoro los sentimientos que su tristeza me da. No tengo
espacio dentro de mí para sentir lástima por ella. La ira y el
resentimiento ya están ocupando demasiado espacio.
—No te he preguntado qué quieres tú. Dije que estoy listo para
usarte de nuevo. Termina tu ducha para que puedas darme un
orgasmo. A menos que quieras que entre en la ducha para hacerlo.
Tal vez te penetre la garganta hoy. Me estoy cansando de que tu boca
no deje de hablar, como si tuvieras una jodida opción en todo lo que
te hago. Será mucho más difícil para ti hablar con mi pene en tu boca.
—No soy una de tus putas, Vance, y no voy a tener sexo contigo
otra vez. Definitivamente tampoco te voy a dar una mamada. Si tan
desesperadamente necesitas un orgasmo, tal vez deberías ir a buscar
a Sarah. Mi vagina no está recibiendo órdenes de un chico que cree
conocerme.
Mi padre se aleja.
Capítulo 17
Ava
Lo escuchó todo. Puedo verlo escrito en sus rasgos. La sorpresa,
la vergüenza, la culpa. Finalmente me cree... pero ya es demasiado
tarde. No creo que pueda perdonarle por lo que hizo. Fue necesario
escuchar la verdad de su padre, no de mí, para hacer que me creyera.
¿Cómo puedo dejar ir algo así? No es que lo que teníamos fuera algo
especial, no para él. Sólo usó mi cuerpo para herirme, todo mientras
mi corazón sangra por el chico por el que me había preocupado, el
chico que era lo más cercano a un mejor amigo que jamás tendría.
◆◆◆
Un fuerte golpeteo me saca de mi sueño inquieto, y me siento,
mirando alrededor de la habitación desorientada. Por un momento me
olvido de dónde estoy y cómo llegué aquí. Mis ojos están tan hinchados
que tengo que abrirlos con una palanca. Intento tragar, pero mi
garganta está tan seca que parece que me he tragado un puñado de
arena. Cuando el incesante golpeteo no desaparece, me obligo a salir
de la cama y tropiezo con la puerta. Me siento como si tuviera resaca
pero sin haber tomado una gota de alcohol.
—Ava...
La voz de mi madre llena la habitación justo cuando se mete en
la habitación y me abraza, empujándome hacia su pecho. Me atrae su
presencia y me quedo ahí parada sin moverme hasta que su calor se
filtra en mí y su perfume abruma mis sentidos. Entonces me entrego
a ella, sosteniéndola como un niño pequeño.
—Oh, mamá...
Hago una pausa, mis ojos se encuentran con los de ella. Parece
realmente confundida y entiendo por qué. Al igual que Vance, no tenía
ni idea de que Henry no decía la verdad. Todo el tiempo ha estado
pensando que todo el mundo sabía de su aventura. Pero nadie lo sabía,
nadie más que ella, papá, Henry y yo.
—Sólo... sólo hazlo por mí, cariño. Prometo que haré todo lo que
pueda para mejorar las cosas para ti. No quiero perderte de nuevo.
Acabas de llegar.
Vance
La sangre baja por mi mano y llega al suelo de mármol blanco.
Debería limpiar la herida, curarla, pero me importa un carajo. Lo único
que me importa ahora mismo no está en esta casa, y eso me aterroriza.
La idea de que no vuelva nunca más. Es un miedo real, algo que no
esperaba sentir tratándose de ella.
—¿Están aquí?
—Sí —atajo. Preferiría que no hablara con Ava, pero tiene que
disculparse. No quiero que ella se preocupe por nada—. Recuerda lo
que te dije, sígueme la corriente o le contaré todo a mamá y si mamá
se entera de que le pusiste los cuernos y mentiste en la corte...
—Estoy bien.
—Te dije que no fui yo —dice con voz ronca, mientras más
lágrimas caen por su cara.
Maldición, sabía que me dolería oírla decir algo así, pero nunca
esperé que fuera tanto. La sangre en mis venas se convirtió en
alquitrán, luchando por hacer latir mi corazón. Nunca me había
arrepentido de nada en mi vida tanto como me arrepiento de haberla
lastimado.
—Yo...
No me necesita.
No me quiere.
—Te compensaré.
Me enderezo, mis fosas nasales se ensanchan mientras respiro
a través del dolor de mis pelotas. Se limpia los ojos con el dorso de la
mano y traga, su garganta se balancea mientras lo hace.
Ava
—¡Ava!
—¡Detente!
Lo cual es algo que sé que no hace con nadie que sea mujer.
Estúpidamente, me preocupo por Clark, pero no de la manera que
uno pensaría. Es más bien un hermano pequeño para mí, un molesto,
grosero y engreído hermano pequeño.
Por más enojada que esté por todo lo que pasó, no puedo culpar
a Clark. Se hizo mi amigo, salió conmigo, pasó tiempo conmigo, e
incluso se enfrentó a Vance en mi honor.
Muy dramático.
Asiente.
—Sin Vance.
Mi mirada se entorna.
Él se sonríe.
—¿Vivir?
Su cara muere.
◆◆◆
Termino las clases y me voy a casa a cambiarme antes de salir
a ver a Clark. Cuando entro en el vestíbulo, oigo voces, que son
apagadas, pero como siempre, atraviesan la casa. Ignorándolas, o
intentándolo, tomo una botella de agua y una barra de granola de la
cocina. Intento que mi mente se quede en blanco, intento olvidar que
existe, pero mi pie golpea el último peldaño de la escalera al mismo
tiempo que la voz de Vance se hace añicos a través de mi resistencia.
Nunca.
Capítulo 20
Vance
Más vale que Clark tenga razón sobre su aparición aquí esta
noche, o usaré mis puños para reacomodar su cara. En realidad no,
pero me siento un poco nervioso con toda la mierda que está pasando,
así que una pelea no sería una mala idea. Ensangrentar la cara de
alguien parece divertido en este momento. Mi vida está empezando a
sentirse como una bomba atómica que está esperando para explotar.
Se está riendo de algo que dice Clark y esta cosa extraña sucede
mientras estoy ahí de pie como un extraño observándolos. Se la
merece. Él es quien ella necesita. No tengo idea de dónde viene el
pensamiento, pero me aterroriza, porque en el fondo, sé que es verdad.
No la merezco. Se merece algo mejor, alguien que no sea un cañón
suelto con un gran equipaje.
—Déjame en paz.
Me lamo los labios, mis entrañas arden por ella, sólo por ella.
Nadie puede compararse con la forma en que ella me hace sentir. Saca
lo peor de mí, mientras que yo saco lo mejor de ella, y juntos podemos
arreglar todos los jodidos pedazos de nuestra vida.
—¿Bien?
Ava
—¿Papá?
Tiene razón, lo sé, pero no tiene por qué ser tan cruel. Si ella
y Henry hubieran tomado una decisión diferente, si no hubieran sido
tan egoístas, tal vez esto nunca hubiera pasado.
—Ava…
◆◆◆
El tiempo pasa lentamente. Han pasado 24 horas desde la
última conversación entre mi padre y yo. He estado al límite desde
entonces. La falta de sueño que tengo por la preocupación tampoco
ha ayudado mucho. Estoy de mal humor, irritable, y todavía no tengo
ni idea de lo que le pasa. No puedo concentrarme en nada, lo que me
enfurece aún más.
—¿Estás bien, Ava? Te dije que te iba a dar una prórroga de diez
días y tú dices ¿qué?
Oh, mierda.
Te amo.
Vance
Mis dedos palpitan y mis ojos arden, pero finalmente terminé el
trabajo de inglés para ella. La mayoría piensa que soy tonto y que no
distingo mi trasero de mi cabeza, pero no es verdad. Sólo que no me
aplico. Hojeo los papeles recién impresos, los cuento asegurándome de
que están todos ahí antes de graparlos. Nunca pondría tanto trabajo
en uno de mis propios trabajos, por ella, por otro lado, me quedé
despierto hasta casi medianoche para poder terminar esto. El profesor
Hall le habrá dado diez días, pero quiero que se olvide de esto.
◆◆◆
La oscuridad me rodea durante mucho tiempo, o al menos
parece que es mucho tiempo. Estoy flotando en algún lugar entre el
sueño y la vigilia. Hay una opresión en mi pecho, pero no es dolor. No
siento ningún dolor y por alguna razón, lo encuentro extraño. Creo
que debería sentir dolor, pero no puedo recordar por qué. Mi cerebro
se siente como si lo hubieran metido en una licuadora, una espesa
neblina nubla mis pensamientos, lo que hace difícil encadenar lo que
ha pasado.
—Manejable.
Mentirosa.
Ava
Henry y mi madre aparecen justo cuando los médicos dan de
alta a Vance. Decidimos discutir lo que pasó cuando llegamos a casa
para no hacer una escena en el hospital. Vance, en su mayoría,
permanece callado, su mano en la mía acapara algunas miradas, las
de nuestros padres. Me ayudan a meterlo en el coche, y me deslizo
a su lado.
—Cálmate.
Una vez que estamos solos, siento sus ojos sobre mí. Me giro
para mirar su cara. Sus fosas nasales se elevan, y sus ojos verde
esmeralda parecen más brillantes.
—¡Vance! —grito.
—¿Verdad o reto?
Aprieto mis labios contra los suyos antes de que pueda decir
algo más, tragando cualquier palabra que vaya a salir de su boca.
Nuestra relación nunca iba a ser perfecta, pero no quiero que sea
perfecta.
Vance
—¿Tenemos que irnos? —Ava hace pucheros, y yo aprieto su
mano en la mía.
—Vance.
Bien, tal vez me equivoqué. Tal vez Remington Miller sabía lo que
se sentía. Mis labios se separan y estoy a punto de responder cuando
Sarah y su pandilla de hienas se pavonean hacia nosotros. Jules y
Ava dejan de hablar cuando Sarah se para justo delante de Ava.
¿Se supone que eso debe herir mis sentimientos o algo así?
Porque no lo hace. Prefiero tener a Ava que permitir que Sarah me
toque de nuevo.
—No, cariño, te traje aquí para que todos sepan que eres mía.
—¿Qué demonios?
—¿Qué? —pregunta.
Clark.
Respondo inmediatamente.
¿Mudanza?
—Lo siento, pero nos vamos de esta fiesta que parece un puesto
de piruletas.
—¿Novia? —tartamudeo.
Fin
Próximo en esta serie…