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Tema 2. Poesía épica castellana. Mester de juglaría. Cantares de gesta.

Cantar
de Mio Cid

Bibliografía principal: Manual de Literatura Española I. Edad Media, de

Pedraza y Rodríguez. Cénlit Ediciones, 2007

1. Poesía épica castellana

1.1. ¿Cómo fue el proceso de composición de los cantares de gesta?

Hay dos teorías acerca de cómo se formaron los cantares de gesta: la teoría

individualista y la teoría tradicionalista.

La teoría individualista fue defendida por Joseph Bédier y, más tarde, por otros

teóricos. Según esta teoría, los cantares de gesta se escribieron mucho tiempo después

de los hechos que narran. Sus autores son poetas cultos, individuos conscientes de su

labor creativa, que para realizar su obra adquieren datos de alguna fuente escrita en la

que se tratan temas históricos. Estos autores se hallan estrechamente ligados a la vida de

los monasterios, donde se disponía de abundante documentación sobre los temas

históricos que cantó la poesía épica. Según la teoría individualista, el nacimiento de la

poesía épica, es decir, de los cantares de gesta, habría que situarlo a finales del siglo XI

o principios del siglo XII, ya que solo se tienen en cuenta los textos conservados, la

posibilidad de que hubiera textos anteriores que no se han conservado es considerada

únicamente como una hipótesis.

La teoría tradicionalista está en abierta pugna con la teoría anterior. La teoría

tradicionalista es defendida por Menéndez Pidal. Según la teoría tradicionalista, el

cantar nace a raíz de hechos históricos, o muy poco después, de modo que el origen de

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la poesía épica de los cantares de gesta es el siglo X. No es que este tipo de textos

empiece a producirse a finales del siglo XI y principios del siglo XII, como defienden

los autores de la teoría individualista, sino que es en esa fecha posterior cuando los

clérigos comienzan a interesarse por estas creaciones en lengua romance y las ponen por

escrito. Por tanto, según la teoría tradicionalista, los cantares de gesta se originan en

principio de manera oral, a través de composiciones que cantan los juglares y que

forman parte del saber colectivo de la sociedad.

Por ello, según la teoría tradicionalista, el poema de un cantar de gesta es

sometido a sucesivas reelaboraciones, llevadas a cabo por los múltiples juglares que

toman el tema en concreto para cantarlo. De este modo, el cantar de gesta es una obra

colectiva y anónima, no hay un solo autor del mismo y mientras el poema existe de

modo oral, hay diferentes versiones del mismo, pero posteriormente un escribiente en

un monasterio se encarga de pasar por escrito el poema que es conocido popularmente

en la sociedad. Se trata de poesía tradicional que, como tal, existe en diferentes

versiones. Es posible que el cantar de gesta haya sido compuesto en una versión

primitiva por un autor, pero esta primera versión es tomada por otros juglares y cantores

de la Edad Media que la reelaboran y la amplían, por lo que el poema escapa al control

del primer redactor.

Según la teoría tradicionalista, el primer redactor de la primera versión de un

texto que dará lugar a un cantar de gesta es anónimo, al igual que el resto de autores que

tomarán esa versión para introducir adiciones o cambios, porque todos ellos escriben

motivados por el sentir común de la sociedad a la que pertenecen y entregan su creación

a otros cantores para que la repitan y propaguen. Según la teoría tradicionalista, en la

creación de los cantares de gesta no hay una pretensión de autoría, porque la invención

literaria no merece renombre ni cuidado de conservación si no se escribe en latín, única

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lengua digna de estima literaria y culta, mientras que los cantares de gesta eran poemas

compuestos en lengua romance como expresión de hechos que formaban parte de la

historia de una sociedad.

Según Menéndez Pidal, que es el teórico principal de la teoría tradicionalista, los

cantares de gesta en sus orígenes tendrían dimensiones reducidas, no más de 500 o 600

versos. Sin embargo, estas primeras versiones pasarían a manos de distintos juglares y

cantores que se encargarían de ampliarlos. De este modo, según la teoría tradicionalista,

los orígenes de la poesía épica castellana y, en general, de la poesía épica en lengua

romance son anteriores a los manuscritos que se conservan de estos textos. Según

Menéndez Pidal, existe una larga tradición de textos perdidos que van configurando el

género del cantar de gesta, cuyas primeras versiones escritas que se han conservado no

serían en realidad las primeras versiones que se escribieron. Por ello, la primera versión

conservada del Cantar de Mio Cid es considerada como el resultado de varias versiones

anteriores que fueron reelaborándose y ampliándose por parte de juglares y cantores

pero cuyos textos no se conservaron.

En la actualidad, aunque no hay unanimidad al respecto, parece que la teoría

tradicionalista es la que ha sido aceptada en general por la mayoría de los teóricos de la

literatura.

1.2. ¿Qué es un cantar de gesta?

El cantar de gesta es un relato heroico en verso en el que se exaltan las hazañas

de seres superiores cuyo único objetivo es la persecución del honor a través del riesgo y

el esfuerzo. Estos personajes y los hechos que protagonizan están vinculados a la

colectividad a la que van destinados los poemas. Según el teórico Cecil Bowra, en su

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obra La poesía heroica, en la poesía épica de los cantares de gesta no se pone en

entredicho el sistema de valores vigente de la sociedad, sino al contrario, se defiende el

sistema de valores de la sociedad medieval convirtiendo al héroe en un símbolo de

cómo se debe actuar para ser recompensado con la honra.

Uno de los temas más frecuentes de la épica castellana es el enfrentamiento entre

el rey y el vasallo. El vasallo lucha para obtener la honra y la valoración del rey, que es

su señor. El teórico Carlos Alvar, en el prólogo de la obra Épica española medieval

(1981), escribe que en los cantares de gesta la actitud del rey siempre es expresada

desde el respeto hacia él, nunca se pone en duda que el rey es un principio sólido de la

sociedad y que por encima de él solo está Dios, que actúa para mantener la jerarquía y

evitar el derrumbamiento de la estructura de la sociedad, la cual se construye teniendo

como base el poder del rey. En el Cantar de Mio Cid, varios nobles de la corte del rey

Alfonso VI, a los que se les llama en la obra “mestureros”1, son quienes engañan al rey

con respecto al Cid y le hacen pensar que el Cid había traicionado al rey quedándose

con parte del dinero de impuestos, los cuales el Cid había sido enviado a recoger en

nombre del rey. Por ello, los responsables del error del rey por el que destierra al Cid

son otros nobles, pero no el rey mismo, que es mostrado en la obra como una persona

respetable. Por su parte, el héroe de los cantares de gesta también respeta los principios

cristianos que rigen las sociedades medievales en las que se escriben estos textos.

Según Menéndez Pidal, en su obra La Chanson de Roland y el

neotradicionalismo (Orígenes de la épica románica) (1959), los cantares de gesta son

textos que se producen en una época en la que una sociedad está en su fase nacional

incipiente, es decir, en una fase primeriza de creación de una nación. En este período, el

objetivo de la sociedad es la ejecución de una empresa común que da lugar a la

1
“Mesturero” significa persona cizañera, chismosa, es decir, alguien que a través de la palabra y
la conversación tiene como intención crear problemas y hablar de los secretos de otras personas.

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formación de una nación, normalmente unida bajo su rey y victoriosa de sus enemigos.

En el caso de España, este período era la Edad Media, el siglo X y XI en el que el

objetivo común de los varios reinos cristianos (los más destacados: Castilla, León y

Aragón) que había en la península Ibérica era la reconquista. En estas circunstancias, la

sociedad requiere textos relacionados con relatos históricos y careciendo del uso de la

escritura (pues esta es una actividad que se practica únicamente en los monasterios) fija

por medio del verso y del canto sus memorias históricas.

Los cantares de gesta se basan en hechos históricos, pero no siempre los

describen con total veracidad. Normalmente, en un cantar de gesta se mezcla la historia

y la creatividad poética. En los cantares de gesta, suelen exagerarse las características de

los personajes protagonistas y modificarse en algún aspecto la realidad histórica que

ocurrió para que el texto sea más atractivo para el público. No obstante, la épica

castellana se caracteriza por ser más realista que la de otros países de lengua romance,

como Francia. En la poesía épica castellana hay menos elementos fantásticos que en la

poesía épica de otros países.

Otra de las características de la poesía épica de los cantares de gesta es su

transmisión oral, la cual condiciona la naturaleza del texto. Hasta el día de hoy solo ha

llegado alguna fijación por escrito de la narración oral que era popular en la Edad Media

y en la que se recoge una de las diferentes versiones que debieron existir de un cantar de

gesta en concreto.

Respecto a la métrica, el cantar de gesta castellano está formado por versos de

medida muy variada, los cuales oscilan en su mayoría entre 14 y 16 sílabas, aunque los

hay de mayor y menor extensión. Estos versos suelen dividirse en dos partes, llamadas

hemistiquios, por ejemplo, de 7 + 7 sílabas, 7 + 8 sílabas, 8 + 8 sílabas, etc. El hecho de

que haya diferentes medidas de sílabas en los versos de un cantar de gesta se denomina

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“anisosilabismo” y esta es una característica de los cantares de gesta castellanos. La

rima que se produce en los cantares de gesta castellanos es asonante, es decir, riman

solo las vocales del final de cada palabra que hay al final del verso.

Otra de las características de la poesía épica castellana es la existencia de

fórmulas o estructuras que se repiten a lo largo del poema. Estas fórmulas facilitan la

labor del poeta y del juglar para recordar mientras canta el argumento de la historia que

narra.

2. El mester de juglaría.

2.1. El oficio del juglar

Ramón Menéndez Pidal, en su obra Poesía juglaresca y orígenes de las

literaturas románicas. Problemas de historia literaria y cultural (1957), define juglar

como: «todos los que se ganaban la vida actuando ante un público, para recrearle con la

música, o con la literatura, o con la charlatanería2, o con juegos de manos, de

acrobatismo, de mímica, etc.».

El término «juglar» se utiliza por primera vez en España a mediados del siglo

XI. El término «juglar» pasó a significar también ‘poeta en lengua romance’ 3, ya que a

menudo eran autores de las composiciones que cantaban.

En los primeros tiempos en los que se usaban las lenguas romances, como, por

ejemplo, el castellano, los juglares eran los únicos que se ocupaban de recrear y difundir

obras que no eran latinas, es decir, que no estaban escritas en latín.

2
De charlatán, es decir, persona que habla mucho y su discurso tiene poca profundidad.
3
Los juglares componían y cantaban en lengua romance, por ejemplo, el castellano, en
contraposición al latín, que era la lengua que usaban los escritores cultos para los asuntos de mayor valor
cultural.

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Había juglares que se dedicaban a relatos heroicos, épicos, es decir, en los que

eran protagonistas nobles guerreros. Estos relatos eran dignos de mayor aprecio que

otras actividades a las que se dedicaban otros juglares, como podía ser, por ejemplo, la

exhibición de animales amaestrados. Otros juglares se dedicaban también a textos

literarios, pero de tipo lírico, esto es, relacionados con la expresión de sentimientos,

normalmente amorosos. También había juglares especializados en un instrumento

musical, por ejemplo: órganos, trompetas, tambores, etc.

Según el teórico Dámaso Alonso, en su libro Obras completas, II. Estudios y

ensayos sobre literatura. Primera parte. Desde los orígenes románicos hasta finales del

siglo XVI, el recitado de los juglares debía tener alguna característica propia de una

especie de representación teatral en la que el artista no solo cantaba, sino que también

desarrollaba recursos dramáticos, como la mímica.

2.2. El público de los juglares

Los juglares actuaban ante todas las clases sociales, igual divertían al pueblo en

calles y plazas que actuaban ante los señores en sus castillos. Algunos juglares se

hallaban permanentemente en la corte al servicio del rey. Siguiendo este ejemplo, otros

grandes señores también tenían juglares contratados de modo permanente. Otros

juglares eran contratados por los concejos municipales de las ciudades. Una ciudad en la

estaban asentados varios juglares desde comienzos del siglo XII fue Sahagún, en León,

España. De esta ciudad son los primeros juglares de los que se tiene noticia.

No obstante, aunque algunos juglares tenían un puesto de trabajo fijo, la mayoría

ejercía su oficio de modo itinerante, yendo de una ciudad a otra y buscando en cada

lugar su público, fuera de la clase que fuera, para así conseguir ganarse la vida. En

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ocasiones, estos juglares eran contratados por los nobles para sus celebraciones. Era

posible incluso que los juglares intervinieran en actos religiosos entonando cánticos

sagrados. Normalmente, los juglares viajaban a pie y muy raramente a caballo.

3. Cantares de gesta castellanos. Mocedades de Rodrigo. Roncesvalles. Cantar

de Mio Cid

3.1. ¿Qué cantares de gesta castellanos se han conservado?

Se ha conservado muy poco de la épica castellana, solo se han conservado unos

5000 versos, la mayoría de ellos pertenecientes a dos obras incompletas: el Cantar de

Mio Cid y las Mocedades de Rodrigo. Estos dos cantares de gesta están centrados en el

mismo personaje, que es el caballero Rodrigo Díaz de Vivar. El Cantar de Mio Cid

cuenta la historia de cuando Rodrigo Díaz es adulto y lucha en numerosas batallas para

recuperar el favor del rey Alfonso VI. En el poema épico Mocedades de Rodrigo (que

pertenece a una época posterior al Cantar del Mio Cid) se cuenta la juventud del

caballero Rodrigo Díaz, por ejemplo, cómo llega a casarse con su esposa Jimena.

Existe una tercera obra de poesía épica castellana con el título Roncesvalles, de

la que se han conservado solo cien versos aproximadamente.

Roncesvalles es un pueblo que se encuentra en Navarra, en la frontera entre

España y Francia. Este lugar es famoso y tiene relación con los cantares de gesta porque

allí fue derrotado el ejército de los francos en una batalla en el año 778 d. C. contra los

vascones. Los vascones es el nombre con el que los romanos conocían al pueblo que se

encontraba al norte de la Península Ibérica. Carlomagno (742-814 d. C.) fue rey de los

francos desde el 768 d. C. y fue nombrado emperador romano desde el 800 d. C. hasta

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su muerte. En la batalla de Roncesvalles murió Roldán, comandante del ejército del

pueblo de los francos y quien da nombre a la Canción de Roldán (o Chanson de

Roland), cantar de gesta más importante de Francia. Los francos fueron un pueblo que

dominó la zona de Francia, Bélgica, Países Bajos y una pequeña parte de Alemania

desde el siglo V d. C. hasta el siglo IX d. C. Los francos fueron un pueblo que provenía

de las tribus germánicas y que eran independientes, no obstante, en su última etapa

fueron también reconocidos como parte del Imperio Romano. Aunque la realidad

histórica es que la derrota de los francos fue contra los vascones, en el cantar de gesta

Roncesvalles y en la Chanson de Roland se cuenta que la batalla fue entre los francos y

los moros que dominaban entonces parte de la Península Ibérica.

Se tiene noticia de que existieron otros cantares de gesta castellanos, porque se

reconstruyeron escritos en prosa en obras posteriores de carácter histórico llamadas

crónicas. Un ejemplo de estas crónicas es la Primera Crónica General escrita entre

1270 y 1274 bajo el reinado de Alfonso X, el Sabio. El título Primera Crónica General

es un título asignado en una publicación de este libro realizada en el siglo XX, pero el

título original de este libro es Estoria de España. Por tanto, solo se han conservado

manuscritos originales de cantares de gesta castellanos del Cantar de Mio Cid, de las

Mocedades de Rodrigo y de Roncesvalles. De los otros cantares de gesta castellanos no

se han conservado manuscritos originales, pero se conoce que debieron existir porque se

reconstruyen escritos en prosa posteriormente en libros de carácter histórico, los cuales

se conocen con el nombre de crónicas.

La causa de que se haya conservado tan poca cantidad de manuscritos

pertenecientes a la poesía épica castellana medieval es que este tipo de literatura tenía

una naturaleza de carácter oral. Además, los pergaminos en los que se fijaba por escrito

este tipo de textos eran muy costosos, por lo que había muy pocas copias escritas.

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Incluso los juglares se ahorraban las copias escritas en muchas ocasiones y trataban de

reproducir estas historias en verso de modo oral, es decir, cantándolas y recurriendo

para ello a su memoria.

3.2. El cantar Mocedades de Rodrigo

La producción de cantares de gesta sufre una decadencia en el siglo XIV. En esta

época, aparecen cantares en los que hay interés por la juventud de los héroes que habían

aparecido en los cantares de gesta anteriores. Este es el caso del cantar Mocedades de

Rodrigo, cuyo manuscrito conservado ha sido datado de finales del siglo XIV. Se cree

que la obra pudo ser escrita entre 1360 y 1370. Este tipo de cantares posteriores en los

que hay interés por la juventud de los héroes se caracterizan por tener una mayor

cantidad de invenciones en torno a la vida de los mismos, mientras que los primeros

cantares, como el Cantar de Mio Cid, trataban de tener una relación más cercana al

personaje histórico y a los hechos ocurridos.

El manuscrito conservado de Mocedades de Rodrigo se interrumpe en el verso

1164 y a partir de esta interrupción hay cuatro folios en blanco. Desde el principio del

cantar hasta el verso 292 se hace un resumen de la historia del reino de León, desde la

muerte del rey Pelayo hasta la independencia en reino propio de Castilla. Entre los

versos 204 y 260, se trata del árbol genealógico del Cid, para resaltar su ilustre rango.

Entre el verso 293 y el 746, se cuenta, en primer lugar, cómo el Cid mata al conde de

Gormaz por robar ganado. El conde de Gormaz tiene una hija llamada Jimena, quien

pide al rey justicia y el rey para reparar su situación, le concede que se case con el Cid.

Se celebra el matrimonio entre el Cid y Jimena. Además, el Cid lleva a cabo numerosas

batallas contra moros y contra condes castellanos que son rebeldes al rey. En estas

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batallas siempre sale victorioso el Cid. A partir del verso 746, se narra la expedición

castellana a Francia, capitaneada por el Cid, para hacer frente al rey francés y al

emperador alemán, quienes exigen a Castilla que les pague tributo. Esta empresa

también acaba con la victoria del Cid, aunque se trata de una parte de la narración que

no está basada en hechos históricos. En este punto, que es el verso 1164, el manuscrito

se interrumpe.

En el Cantar de Mio Cid, el personaje del Cid es prudente, maduro y respetuoso

con su rey. En cambio, en el cantar Mocedades de Rodrigo, el personaje del Cid se

muestra insolente y soberbio, incluso con su propio rey, a quien se niega a besarle la

mano en un episodio de la obra.

3.3. El cantar Roncesvalles

De este cantar solo se han conservado dos folios en los que hay 100 versos. Se

cree que este cantar debió de componerse en la primera mitad del siglo XIII, aunque el

manuscrito parece haber sido escrito en 1310 en Navarra. Este cantar de gesta castellano

imita al famoso cantar francés la Chanson de Roland, pero no lo traduce, sino que

presenta muchas diferencias.

En los cien versos conservados del cantar Roncesvalles, Carlomagno, rey de los

francos, encuentra muertos tras la batalla los cuerpos de varios de sus caballeros, entre

ellos el de Roldán. Carlomagno llora la muerte de Roldán y cae desmayado. Esto es

todo lo que se ha conservado en estos dos folios manuscritos.

La realidad histórica es que la batalla de Roncesvalles fue en el año 778 d. C. En

ella, un pueblo del norte de la Península Ibérica conocidos como vascones derrotaron a

los francos. Sin embargo, debido a la influencia de la religión cristiana en el

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pensamiento medieval y en los textos de esta época, tanto en el cantar de gesta

castellano Roncesvalles como en la Chanson de Roland se cuenta que la batalla fue

entre francos y moros, pues los moros (o árabes) eran el enemigo contra el que se

enfrentaban los reinos cristianos.

3.4. Cantar de Mio Cid

 El manuscrito conservado del Cantar de Mio Cid, la fecha de composición y

la autoría

El manuscrito del Cantar de Mio Cid se conserva hoy en la Biblioteca Nacional,

en Madrid. Está compuesto por 74 hojas de pergamino escrito por las dos caras que se

agrupan en 11 cuadernos. Faltan algunas hojas, por lo que el manuscrito de la obra está

incompleto. Por ejemplo, falta la primera hoja del primer cuaderno, entre otras. Así

pues, en el manuscrito conservado del Cantar de Mio Cid hay 3730 versos. Sin

embargo, se supone que el poema completo tendría unos 4.000 versos.

Al final del manuscrito aparece que este libro fue escrito por “Per Abbat”. La

palabra “escribir” en la Edad Media tenía el significado en la mayoría de casos de

‘copiar’. Por este motivo, la mayoría de los teóricos no consideran que Per Abbat es el

autor, lo que consideran es que Per Abbat realizó una copia de otro manuscrito anterior

del Cantar de Mio Cid que se ha perdido.

Además, en el manuscrito conservado aparece la fecha de 1207. Sin embargo, el

manuscrito conservado es posterior a esta fecha. El manuscrito conservado es del siglo

XIV.

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Una interpretación que explica esta diferencia entre la fecha escrita (1207) y la

antigüedad del manuscrito (siglo XIV) es pensar que un monje en el siglo XIV escribió

la copia conservada del Cantar del Mio Cid y, al hacerlo, copió la fecha y, quizá, el

nombre que aparecían en el manuscrito original del cual realizó la copia. Otra

interpretación es considerar que hay un error en la fecha y que Per Abbat es el nombre

del monje que realizó la copia en el siglo XIV, pero se equivocó al escribir la fecha.

Hay diferentes interpretaciones que explican la diferencia entre la fecha escrita

(1207) y la antigüedad del manuscrito, que es el siglo XIV. No obstante, el hecho es que

el manuscrito conservado del Cantar de Mio Cid pertenece al siglo XIV, algo de lo que

es una prueba, por ejemplo, el tipo de letra con el que está escrito. Sin embargo, al final

de este manuscrito conservado del siglo XIV aparece que fue escrito por Per Abbat en

1207.

Según el teórico Menéndez Pidal, el Cantar de Mio Cid debió de fijarse por

escrito por primera vez a finales del siglo XII o principios del siglo XIII. Por tanto,

parece ser que el momento en que fue fijada la historia del Cid por escrito no fue mucho

después de que ocurrieran los hechos históricos del caballero Rodrigo Díaz de Vivar,

quien vivió entre el año 1048 y 1099.

Como hemos escrito, la mayoría de los teóricos consideran que Per Abbat fue un

monje que realizó una de las copias del manuscrito del Cantar de Mio Cid, pero no es

considerado por la mayoría como el autor. La mayor parte de los críticos no consideran

que hay un autor único de la obra, sino que es el resultado de un período previo de

literatura oral por parte de juglares y otro período en el que debió haber varias versiones

escritas. La complejidad del texto escrito en el manuscrito conservado del Cantar de

Mio Cid hace pensar que es resultado de diferentes versiones que fueron cambiando y

ampliando las versiones anteriores. Si se acepta la teoría de la mayoría de los críticos

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por la cual Per Abbat no fue el autor, sino un copista del manuscrito, entonces se da el

hecho de que no hay una autoría individual que corresponde a una persona que hace

público su nombre y apellidos junto con la obra y, por tanto, se considera que la obra es

anónima.

 Resumen del argumento y partes en las que se divide el Cantar de Mio Cid.

El tema de la honra en esta obra

Menéndez Pidal dividió el Cantar de Mio Cid en tres partes en la edición de la

obra que preparó. Esta división de la historia del cantar de gesta realizada por Menéndez

Pidal ha sido seguida por otras ediciones publicadas de la obra.

La primera parte del Cantar de Mio Cid es el destierro. Esta parte va desde el

principio del cantar hasta el verso 1084. En esta parte, el rey Alfonso VI envía al Cid a

cobrar impuestos al rey moro de Sevilla. A la vuelta, los enemigos del Cid en la corte

del rey Alfonso VI le hacen creer a este que el Cid se ha quedado con parte del dinero

de los impuestos. Por este motivo, el rey Alfonso VI destierra al Cid.

El Cid sale de Burgos porque nadie puede acogerle, ya que el rey lo ha

prohibido. En su salida de Castilla por haber sido desterrado, el Cid se despide en el

monasterio de San Pedro de Cardeña de su mujer y de sus hijas, que se quedan

amparadas allí. Su mujer se llama Jimena y sus hijas Elvira y Sol.

Tras despedirse de su mujer y de sus hijas, el Cid sale de Castilla y entra en

Aragón. El Cid lleva a cabo batallas contra los moros en las que logra la victoria. Las

primeras batallas contra los moros las realiza en Castejón de Henares y Alcocer. Tras la

victoria, consigue las riquezas de los moros que han sido vencidos. El Cid envía parte

de las riquezas que consigue con sus victorias al rey Alfonso VI, en señal de vasallaje y

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para recuperar su confianza. Otra de las batallas que lleva a cabo el Cid es contra el

conde de Barcelona, al que vence.

La segunda parte del Cantar de Mio Cid es la de las bodas de las hijas del Cid.

Esta parte va desde el verso 1085 hasta el verso 2277. El Cid sigue ganando batallas en

su camino hacia la ciudad de Valencia, la cual pretende liberarla de los moros. El Cid

asedia la ciudad de Valencia y gana la batalla. Gracias a esta victoria consigue nuevas

riquezas y se las envía al rey Alfonso VI. Además, le pide al rey que permita que su

mujer Jimena y sus hijas Elvira y Sol puedan reunirse con él en Valencia, lo cual es

aceptado por el rey, por lo que la familia se reúne en Valencia.

El rey Yúçef de Marruecos ataca Valencia con la intención de quitársela al Cid,

pero el Cid vence. El Cid vuelve a conseguir riquezas gracias a su victoria en la batalla

y le envía una parte al rey Alfonso VI. El rey Alfonso VI finalmente promete perdonar

al Cid y le pide que case a sus hijas con los condes de Carrión. El rey y el Cid se

reencuentran a orillas del río Tajo. El Cid acepta que sus dos hijas se casen con los

condes de Carrión. Se realizan los matrimonios de las hijas del Cid y de los condes de

Carrión. Transcurren dos años en paz y armonía.

La tercera parte del Cantar de Mio Cid es la afrenta de Corpes. Esta parte ocurre

entre los versos 2278 y 3730. Los condes de Carrión se comportan como cobardes en

varios sucesos. Uno de estos sucesos es cuando un león se escapa y ellos se esconden.

El Cid atrapa al león y lo mete en la jaula. Otro de estos momentos en los que los

condes de Carrión se comportan como cobardes es al no atreverse a luchar en la batalla

contra el rey Búcar, un rey moro. El Cid lucha contra el rey Búcar y vence. En esta

batalla, el Cid gana su famosa espada, a la que pone como nombre Tizona. Por el hecho

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de que los condes de Carrión actúan como cobardes, los hombres del Cid se burlan de

ellos. Los condes de Carrión planean vengarse por la humillación que les hacen los

hombres del Cid. En primer lugar, piden permiso al Cid para irse con sus esposas a

Carrión y el Cid concede el permiso. En el camino hacia Carrión, los condes paran en el

robledo en Corpes. Allí, azotan a sus esposas, que son las hijas del Cid, en venganza por

la humillación que han recibido de los hombres del Cid, quienes se rieron por su

cobardía. Después de azotar a sus esposas, las abandonan allí. Un caballero del Cid

llamado Félez Muñoz encuentra a las hijas del Cid y las rescata.

El Cid al descubrir lo que los condes de Carrión han hecho a sus hijas, pide

justicia al rey. El rey convoca cortes extraordinarias en Toledo para resolver este

conflicto. Allí, el Cid reta a los condes de Carrión. Los caballeros que representan al Cid

derrotan a los caballeros que representan a los condes de Carrión en un duelo. Las hijas

del Cid vuelven a casarse, pero en esta ocasión con los infantes de Navarra y de Aragón.

De este modo acaba la historia del Cantar de Mio Cid.

Puede decirse que el tema de la obra es la búsqueda por parte del Cid del

restablecimiento de su honra. El Cid pierde su honra en dos ocasiones. La primera de

ellas se produce cuando es desterrado. Tras ganar varias batallas a los moros, entre ellas,

la toma de Valencia, y enviar parte de las riquezas que consigue al rey Alfonso VI, el

Cid recupera el favor del rey y con ello su honra. La segunda ocasión en la que el Cid

pierde su honra es cuando los condes de Carrión azotan a las hijas del Cid en el robledo

de Corpes. De nuevo, el Cid busca restablecer su honra. Para ello, pide justicia al rey,

que organiza unas cortes extraordinarias en Toledo, donde los caballeros del Cid vencen

en un duelo a los de los infantes de Carrión. Tras esto, las hijas del Cid se casan de

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nuevo, con los infantes de Navarra y Aragón, por lo que el Cid recupera su honra otra

vez.

 Métrica y estilo repetitivo en el Cantar de Mio Cid

La mayoría de los versos del Cantar de Mio Cid oscila entre las 14 y las 16

sílabas. El hecho de que no haya regularidad en el número de sílabas de cada verso se

llama anisosilabismo. Salvo raras excepciones, los versos del Cid están divididos en dos

partes, cada una de las cuales se denomina hemistiquio. La pausa que se produce a

mitad de estos versos se le llama cesura. Normalmente, los hemistiquios tienen medidas

de 8, 7 o 6 sílabas. Puede ocurrir que un mismo verso compuesto de dos hemistiquios

tenga hemistiquios con diferente medida de sílabas entre sí, por ejemplo, un verso puede

tener un hemistiquio de 8 sílabas y otro de 7 sílabas.

La rima, aunque presenta algunas irregularidades, es fundamentalmente

asonante, es decir, riman las vocales del final de la palabra de cada verso, pero no

coinciden las consonantes.

Por otro lado, como parte de la tradición de la literatura oral, el Cantar de Mio

Cid presenta una gran cantidad de expresiones que se repiten a lo largo del poema. La

reiteración hace que se refuercen ciertos mensajes y crean un tono más solemne. Alguna

de las fórmulas que se repiten, son, por ejemplo, cuando se dice que el Cid nació en

buena hora y en buena hora ciñó4 espada:

- Verso 899, en que el narrador se refiere al público para expresar que quiere

contar la historia del Cid:

«Quiero vos dezir del que en buen ora nasco e çinxo espada».
4
Ceñir significa sujetar, en este caso, referido a sujetar su espada. Es decir, la expresión “en
buena hora ceñiste espada” es una expresión que celebra que el Cid sea guerrero porque hace mucho bien
llevando a cabo esa actividad.

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- Verso 41: «Ya Campeador, en buen ora çinxiestes espada».

 Personajes en el Cantar de Mio Cid

El Cid es presentado como un personaje que no tiene excentricidades, es decir,

se muestra con calma tanto en las victorias como en los momentos de deshonra. Es un

hombre íntegro, que actúa fiel a sus propios principios, por los cuales su mayor objetivo

es restaurar su honra. Consigue recuperar su honor gracias a su esfuerzo. Sus virtudes

heroicas se ven completadas con la ternura y el cariño que muestra hacia su familia. El

Cid es también un hombre religioso que en la cumbre de su gloria no se olvida de

agradecer a la divinidad los beneficios recibidos. Por todo ello, nos encontramos ante un

héroe idealizado, perfecto, pero de una perfección no sobrenatural.

Alfonso VI es un personaje que se muestra de modo positivo en la obra. Es rey

de Castilla y León, pues en su mandato ambos reinos están ya unidos. Cuando comete

errores, como el destierro del Cid, no se muestra en la obra que lo realice por cuenta

propia, sino por mal consejo de otros nobles de la corte. Por otro lado, sabe ver que el

Cid merece su perdón y se lo otorga. Alfonso VI es calificado como «bueno» y

«honrado» en diferente ocasiones a lo largo del poema.

Los infantes de Carrión son nobles de la corte de Alfonso VI. Aunque son dos y

cada uno de ellos se casa con una de las hijas del Cid, no se presenta ninguna diferencia

entre ambos, se les presenta como si fueran un solo personaje. Estos infantes son el

reverso del héroe, no se les concede ningún rasgo positivo.

Jimena, la esposa del Cid, tiene pocas intervenciones en la obra, pero en todas

ellas se muestra como un personaje de gran dignidad. Comparte la contención del Cid y

su prudencia en el modo de actuar.

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