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La mujer en la edad media

Matronas y brujas
Durante siglos, las matronas y las brujas fueron figuras enigmáticas que comunmente se
asociaron con la magia y lo sobrenatural, sin embargo, su papel en la sociedad ha sido
mucho más complejo y significativo.

Comencemos con las matronas. Eran mujeres expertas en el cuidado de la salud materna.
Antes de la profesionalización de la medicina, las matronas eran consideradas como
guardianas de la vida y la muerte. Su conocimiento y habilidades se transmitían de
generación en generación, convirtiéndolas en pilares fundamentales de las comunidades.
Las matronas desempeñaban un papel muy importante en el cuidado de las mujeres
embarazadas, asistían el parto y brindaban atención postnatal. Su experiencia y sabiduría
eran invaluables ya que los conocimientos médicos eran limitados. Además, también eran
consejeras y confidentes para las mujeres, brindándoles apoyo emocional y orientación en
temas relacionados con la salud sexual.
Sin embargo, con la llegada de la medicina moderna, el papel de las matronas fue
minimizado y olvidado en gran medida por los médicos y los hospitales, lo que llevó a una
disminución de su estatus y reconocimiento.
Por otro lado, la imagen de la bruja se ha visto determinada por la fantasía y la
superstición, pero detrás de los estereotipos se encuentra una realidad mas compleja.
En la edad media, las brujas eran consideradas mujeres que practicaban la brujería y se
creía que estaban asociadas con el diablo, esto las llevo a ser temidas y perseguidas por la
sociedad. En muchos casos, las acusaciones de brujería eran utilizadas como una forma de
control social contra las mujeres que desafiaban las normas establecidas. Las mujeres
percibidas como independientes o con conocimientos alternativos eran señaladas como
brujas y sometidas a juicios y castigos
brutales. Muchas de estas mujeres
eran en realidad curanderas y
conocedoras de las propiedades
medicinales de las plantas, sin
embargo, sus prácticas se
consideraban una amenaza para la
autoridad religiosa y médica de la
época.
El juicio de Jacoba Felice
En el siglo XIV, en 1322, se llevó a cabo un juicio contra la doctora Jacoba Félicié en París.
A pesar de ser una mujer noble y dedicada a sanar a los enfermos, fue acusada de ejercer
como médico sin autorización y por ser mujer. Aunque carecía de formación profesional y
licencia oficial, los testimonios durante el juicio demostraron que era una médico
excelente, Jacoba seguía los mismos protocolos que los
facultativos profesionales y lograba curar a muchos
enfermos que no habían tenido éxito con otros doctores.
Igualmente, fue declarada culpable y se le prohibió ejercer
la medicina bajo amenaza de excomunión, es decir, su
expulsión de la comunidad religiosa a la que pertenecía.
Además, se le impuso una multa de 60 libras. Este caso
resalta la escasez de médicos en la época y cómo algunas
mujeres, a pesar de las restricciones sociales, adquirieron
valiosos conocimientos sobre medicina al cuidar de sus
familias. Fue solo muchos siglos después que las
universidades europeas aceptaron a las mujeres en sus
aulas de manera más abierta.

Trotula de Salerno, la primera ginecóloga


Trotula de Salerno fue una médica que vivió en el siglo XI y se convirtió en la primera
mujer en escribir y tratar sobre temas de ginecología y obstetricia. A pesar de que en su
época los saberes médicos estaban reservados a los hombres, Trotula aprovechó la
oportunidad que le dio la Escuela de Medicina de Salerno para aprender todo sobre el
área. Se convirtió en una médica capaz de tratar enfermedades como el cáncer, dolencias
oculares o problemas en la piel, pero sus ideas más revolucionarias para su tiempo
estuvieron relacionadas con el área de ginecología y la obstetricia. Su obra "Passionibus
Mulierum Curandorum" (Las Dolencias de las Mujeres) expuso temas muy peligrosos para
su tiempo, como la menstruación, la infertilidad y el uso de hierbas para aliviar los dolores
del parto, algo que estaba totalmente
prohibido en la Edad Media. En otra de
sus obras, "Ornatu Mulierum", también
defendió la higiene como necesaria para
prevenir enfermedades en las mujeres. A
pesar de que su autoría fue cuestionada y
atribuida a su esposo, sus ideas
perduraron y se enseñaron en
universidades por siglos.

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