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El documento discute los vínculos entre pares y su relación con el conocimiento en el contexto universitario. Los estudiantes forman grupos con otros estudiantes que les ayudan a navegar la experiencia masiva de la universidad y median su relación con el conocimiento. Formar estos vínculos es fundamental para el bienestar psicosocial de los estudiantes y su proceso de aprendizaje, ya que pueden aprender mejor juntos y apoyarse mutuamente en sus estudios.
El documento discute los vínculos entre pares y su relación con el conocimiento en el contexto universitario. Los estudiantes forman grupos con otros estudiantes que les ayudan a navegar la experiencia masiva de la universidad y median su relación con el conocimiento. Formar estos vínculos es fundamental para el bienestar psicosocial de los estudiantes y su proceso de aprendizaje, ya que pueden aprender mejor juntos y apoyarse mutuamente en sus estudios.
El documento discute los vínculos entre pares y su relación con el conocimiento en el contexto universitario. Los estudiantes forman grupos con otros estudiantes que les ayudan a navegar la experiencia masiva de la universidad y median su relación con el conocimiento. Formar estos vínculos es fundamental para el bienestar psicosocial de los estudiantes y su proceso de aprendizaje, ya que pueden aprender mejor juntos y apoyarse mutuamente en sus estudios.
Los vínculos entre pares y la relación con el Conocimiento
Autora: Dra. Claudia Torcomian
Resulta casi imposible entender el desarrollo de las personas con independencia de la comunidad más próxima en la que les ha tocado vivir y de las prácticas cotidianas que cada día llevan a cabo en ella. (Lacasa, Blanco & Herranz-Ybarra, 2000). Los vínculos que se construyen con la institución abarcan a pares, docentes como a otros agentes que trabajan en la organización. En la historia escolar los estudiantes vienen participando de la vida grupal con pares en distintos escenarios de intercambio, diferentes al que deberán asumir en los universitarios. En éstos las reglas de juego cobran transformaciones al mismo tiempo que se apropian de nuevos lenguajes y estrategias comunicacionales. La apropiación de los mismos es fundamental para la vida psicosocial de los jóvenes, la que se vincula con sus procesos de estudio y la relación con el conocimiento. Siguiendo a Elichiry (2013: 22) consideramos que “las aulas se miran como comunidades culturales y de procesos de sentido constituidas como prácticas de lenguaje, explorándose en forma más general las experiencias y los discursos”. Conformar un grupo es una de las primeras necesidades y requiere la generación de los recursos para cubrirla. Sin embargo, las maneras en que dos o más alumnos inician las interacciones en un espacio público nuevo, son diversas. Los objetivos pueden ser desde la simple necesidad de conocer a alguien y conectarse, hacer amigos, hasta la ayuda mutua durante el proceso de estudio. El concepto de creación de zonas de desarrollo próximo propuesto por la teoría de Vygotski (1978) indica que se puede aprender mejor con otras personas, ya sea porque saben algo que no sé sabe y en el intercambio se benefician, o porque las interacciones grupales en contextos institucionalmente organizados (entre ellos trabajos grupales en clases, fuera de ella con consignas o informales a propósito del proceso de estudio) habilitan la reconstrucción de saberes aprendidos de tal modo que permitan solucionar problemas nuevos. Estos procesos se producen bajo singularidades y semejanzas en muchos de los estudiantes pudiendo identificar los lazos dialécticos entre el desarrollo de recursos psicológicos y lo socio-cultural en contextos específicos. Acerca del modo en el que se establecen las interacciones entre pares aparecen una diversidad de alternativas. Al comienzo de la carrera los vínculos con pares resultan dificultosos, derivados en parte por la experiencia de ruptura en el pasaje a la Universidad en carreras masivas. En éstas los y las estudiantes a pesar de haber compartido una clase pueden no haberse encontrado. Las redes sociales les permiten conectarse. Los estudiantes narran que, en los últimos años, se han instrumentado canales de comunicación que antes no estaban: Facebook, Twitter, Mailyng oficiales, además de los cuales existen espacios similares alternativos, creados por otros estudiantes, donde se consultan y encuentran, aunque no se conozcan personalmente. Esta cooperación entre sí muestra que en la Universidad muchas veces la relación con el conocimiento está mediatizada por los pares. Al llegar a la Universidad los jóvenes atraviesan momentos de gran angustia hasta establecer vínculos con compañeros, y los trabajos grupales en las materias lo facilitan, aunque en ocasiones sean fuente de competitividad. En el cursillo de ingreso algunos conforman sus primeros grupos. En los extremos tenemos aquellos que lo logran en este momento para toda la carrera y otros que pasados algunos años aún no lo han conseguido. Sin embargo, identificamos en nuestras investigaciones que los estudiantes valoran pertenecer a un grupo. Esta necesidad es mayor en las carreras donde los pares son imprescindibles para el resultado de un producto elaborado por ej. Arquitectura. Pensamos que esta ayuda mutua en los procesos de estudio se vincula con la posibilidad de desarrollar recursos psicológicos, que aparecen en primera instancia en la interacción con otros, el grupo, los compañeros para poder luego, en segunda instancia, ser internalizados o apropiados por los sujetos individuales y transformar los modos de apropiación del conocimiento. “…es difícil hacer grupo. Me siento como una hormiga en una multitud…” “…porque para cada materia te tenés que armar un grupo...”. (Grupo de discusión 1er. año) La búsqueda por conservar los primeros compañeros conocidos los mueve a inscribirse de modo conjunto para intentar cursar en los mismos horarios, sin embargo, muchas veces la organización institucional o de cada cátedra los y las ubica en comisiones de trabajo diferentes. La experiencia subjetiva que provoca sentirse sola/o en un mundo de estudiantes resulta paradójica en un escenario lleno de gente, donde relatan ver un sinnúmero de rostros sin reconocer un amigo, lo que en algunos jóvenes es generador de angustia. Según Goffman (1970), esta sería la razón que explica que las personas en las interacciones presentan una faz (face), como un actor, que los proteja de salir heridos y a la vez preserve la posibilidad del intercambio social. Esto, a su vez, se relaciona con el proceso de estudio en particular y con las actividades grupales en general. Este estar solo/a lleva incluso a no cursar, a quedarse en la casa y no concurrir a clases. Cuando se consigue establecer vínculos con pares o formar un grupo de compañeros, el grupo, el otro, el par, es/son quien/es sostiene en la enormidad. Armar un grupo, o vincularse con un par significa establecer un lazo que mejora la situación, quedar enlazado, lo que colabora en ayudar con la información/ orientación y con las actividades prácticas obligatorias. El grupo atempera la experiencia de masividad, por ser un espacio pequeño de conocimiento que a la vez está integrado a la masa pero que, sin embargo, permite mejorar las coordenadas para la organización, transformándose en un sistema en el sistema de relaciones sociales. (Guitard, 2010) En los trabajos prácticos los grupos ofician de mediadores, de espacios intermedios para construir vínculos con pares en la masividad –“porque el grupo va en masividad”-. Allí se intercambia información, se encuentra ayuda para avanzar con formas que en ocasiones sorprenden –“sí, esto lo dejaron en fotocopiadora”, o alguien que lee carteles y le comunica al grupo –“leí esto, y hay paro”-, o soporte para seguir adelante reconstruyendo la motivación - “vamos, nos sentemos, nos juntemos”-. El grupo de compañeros es una alternativa para estudiar. Algunos chicos prefieren hacer esta actividad con otros, ya sea compartiendo el estudiar la misma materia o bien juntarse para sentirse acompañados, aunque se aborden diferentes temas o hasta carreras.