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FAUSTINO

CORDÓN
LA BIOLOGÍA
EVOLUCIONISTA
Y LA
DIALÉCTICA
Colección Emancipación
Obrera
GMM
Ibagué-Tolima
2009

¡Por una Cultura Nacional, Científica y Popular!


CONTENIDO

 RELACIONES ENTRE EL MATERIALISMO


DIALECTICO Y EL MATERIALISMO
HISTORICO.

 ALGUNAS APORTACIONES DE LA
BIOLOGÍA A LA
CONCEPCION CIENTIFICA DEL MUNDO

 Biografía científica

 Notas

¡Por una Cultura Nacional, Científica y Popular!


RELACIONES ENTRE EL MATERIALISMO DIALECTICO Y
EL MATERIALISMO HISTORICO.

ALGUNAS APORTACIONES DE LA BIOLOGÍA A LA


CONCEPCIÓN CIENTÍFICA DEL MUNDO

Relaciones entre el materialismo dialéctico y el


materialismo historico

En mi opinión, el materialismo dialéctico constituye la


interpretación teórica del conjunto de los fenómenos naturales
que corresponde a la ciencia actual a su máximo nivel de
abstracción; por tanto, el materialismo dialéctico debe presidir
hoy toda pesquisa genuinamente científica y, en particular, las
referentes a la evolución humana, objeto de la ciencias
sociales, y, muy principalmente, debe guiar la práctica política
que pretende modificar la sociedad conforme a las grandes
leyes de su desarrollo. Mi experiencia de científico me ha
demostrado que el materialismo dialéctico en el estado actual
del pensamiento constituye una primera guía certera para
ordenar los conocimientos de no importa que ciencia y de que,
a su vez, él puede ser ampliado o corregido a la validez
universal por los avances más generales de cualesquiera de
las grandes ciencias. En particular, pues, el materialismo
histórico, si, conforme a su designación misma, pretende ser
la interpretación científica (la interpretación en términos del
conjunto de los procesos materiales) de la evolución del
hombre, y de la sociedad, no sólo tiene que esforzarse
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continuamente en precisar, al modo científico, sus leyes
generales por el contrastes de los hechos concretos
concernientes (en su caso los de la actividad social humana
guiada por ellos), sino, además, 1) ha de fomentar el estudio
de sus propias leyes (esto es, la compresión científica de la
evolución humana) con ayuda de las enseñanzas de los
progresos de materialismo dialéctico (esto es, de los
progresos en la comprensión científica de toda la realidad,
como parte que el hombre es de la naturaleza) y 2), a la
inversa, ha de verificar continuamente la validez del estado
actual del materialismo dialéctico y fomentar su progreso por
su contrastes crítico con propios avances reales esto es, con
los del materialismo histórico si consideramos a éste –
repetimos– comola teoría correcta de la evolución del hombre.

Por consiguiente, mi convicción firme de hombre de ciencia


(esto es, de hombre que basa su propia actividad profesional
en el mismo: en el hecho, ratificado por todo el progreso
científico, de que todo cuanto ocurre depende de algún modo
inteligible del progreso del resto de la realidad, al que nada
escapa) es que el materialismo dialéctico y el materialismo
histórico, 1)son dos legados inestimables, dos programas de
trabajo basados, uno y otro, en la máxima experiencia
humana (continuamente ampliable) en si respectivo campo –
en una palabra que son la ciencia actual en su respectivo nivel
de problematica–, y 2)que no pueden ser el uno sin el otro, ya
que cada uno recibe pleno sentido del otro y se brindan
mutuamente la piedra de contraste principal de la corrección
de sus teorías respectivas. Y –dada la posibilidad inmediata de
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que otras ciencias, en particular la biología, puedan impulsar
eficazmente el materialismo dialéctico, es decir nuestra
concepción general de la naturaleza– me parece que en este
momento, el estado general del pensamiento humano hace
que la dependencia sea particularmente urgente para el
materialismo histórico con respecto al dialéctico. Hablando en
términos más generales (a los que me lleva mi experiencia de
biólogo y no de sociólogo), el estado actual de las ciencias
particulares (sin duda, las biológicas pero, asimismo, las
fisicoquímicas) está frenado por la necesidad de elevar su
conjunto, en beneficio de cada una, a un sistema teórico que
las comprenda a todas, que dé cuenta de los sistemas teóricos
de unas por los de otras, sin que pierdan los respectivos
objetos de conocimientos (bien al contrario los precisan). A
esta necesidad general de todas las ciencias no pueden hacer
excepción el materialismo histórico: el esfuerzo por interpretar
científicamente la evolución humana.

Procuremos, pues, plantear las relaciones que, en nuestra


opinión, se dan entre el materialismo dialéctico y el histórico.
El propósito del materialismo dialéctico es el de la ciencia a su
nivel de generalización y de abstracción máximo: es el
descubrimiento de las leyes de toda la realidad, precisamente
de las que han de relacionar fecundamente entre sí a las
distintas ciencias y a cuya comprensión, por tanto, pueden y
deben contribuir todas ellas. Por consiguiente, al desarrollo del
materialismo dialéctico (al progreso de la teoría científica
general de la realidad) pueden y deben contribuir las leyes
generales que conocemos de la evolución de la humanidad, en
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cuanto que esta evolución es parte de los procesos reales, y
parte con la que, en cuanto hombres que somos, estamos
más familiarizados (sabemos más) que con ningún otro tipo
de proceso natural. Ahora bien, por importante que, por este
motivo, haya sido históricamente la contribución de la teoría
científica de la teoría humana (la contribución de materialismo
histórico) al desorrollo inicial del materialismo dialéctico,
igualmente importante a sido y, sobre todo, a de llegar a serlo
en el futuro, la contribución del conocimiento científico de los
demás procesos naturales: tanto el de los entes unitario y
procesos inorgánicos de diversa naturaleza producidos en el
curso de la evolución cósmica como el de los seres vivos
producidos en el curso de la evolución biológica terrestre,
culminación, en este punto del universo, de la evolución
cósmica, del mismo modo que, a su vez, la evolución biológica
culmina en la humana y es lo único que puede enseñarnos lo
que es hombre por su origen. Por tanto, el materialismo
histórico (el conocimiento de las leyes de la evolución humana
que debe ayudarnos a conducirla, con máximo provecho
humano, conforme a sus leyes objetivas) no es sino uno de
los diversos cuerpo de conocimientos parciales que a de ser
elevado a teoría de un grado superior de integración por el
materialismo dialéctico. En cambio,materialismo histórico para
confirmar la validez de sus concepciones teóricas (para
enjuiciarlas cientificamente) a de contrastarlas, paso a paso,
con lo que sabemos de todo el conjunto de la realidad, ya
que –para los hombres de ciencia, monistas en cuanto tales–
el hombre y la sociedad humana no son sino una parte del
conjunto integrado de los procesos reales, conjunto del que
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proceden, sobre el que se sostienen y en los que
exclusivamente pueden encontrar explicación. Por ello, el
materialismo dialéctico, la teoría que
consideramos mças coherente, menos contradictoria, más
comprehensiva, en una palabra, más verdadera para dar
cuenta del proceso conjunto de la realidad, es el nivel
superior de la ciencia que puede servirnos de piedra de toque
para contrastar la veracidad de todo presunto avance en
elmaterialismo histórico (cada nueva inducción, cada
rectificación); piedra de toque que, por su parte, se va
perfeccionando un punto cada vez que se usa
convenientemente por una ciencia, lo que se percibe en el
hecho de que se convierte en un instrumento más eficaz y
certero para orientar todas y cada una de las demás ciencias.

Tales son, pues, las relaciones de ayuda y contraste mutuo


incesantes que, en mi opinión, han de darse continuamente, a
favor del progreso de ambos, entre el materialismo dialéctico,
considerado como teoría científica del conjunto global de los
procesos reales, y el materialismo histórico, considerado como
la teoría científica de un determinado proceso de dicho
conjunto, a saber la evolución del hombre en términos de la
sociedad y viceversa. Claro que, según lo dicho, esta relación
está condicionada por los supuestos mismos que acabamos de
hacer: por el de que, realmente, el materialismo histórico sea
la ciencia del hombre, y por el de que el materialismo
dialéctico sea la ciencia del conjunto de la realidad. ¿Los son
realmente? ¿Qué podemos decir de esto?.

¡Por una Cultura Nacional, Científica y Popular!


Pienso que una respuesta conveniente exige varias
puntualizaciones previas. La primera es la de que una ciencia
es un producto, de la acción y experiencia humana que se
caracteriza, ante todo, por el hecho de que no se considera
nunca como un edificio terminado sino un proceso
permanente de rectificación y ampliación; en consecuencia, un
carácter esencial de la ciencia es el de confundirse con el
ejercicio mismo de construirla, y tanto es así, que los
momentos de máxima vitalidad de una ciencia son lo de su
crisis interna en los que los científicos la perciben errónea e
insuficiente y sienten la imperiosa necesidad de renovarla; en
cambio, cuando una ciencia se estanca (y ese peligro acecha
tanto almaterialismo histórico como al materialismo dialéctico)
está en riesgo inminente de dejar de ser ciencia, conquista
activa de conocimiento verdadero, para convertirse en dogma.
Por consiguiente, el materialismo histórico y el materialismo
dialéctico sólo se elevan a ciencia, si sus conquistas anteriores
se someten a constante elaboración científica; en caso
contrario, desconectadas de la acción, se reducen a letra
muerta.

Pero lo anterior es una condición necesaria pero no suficiente,


por lo que se impone una segunda puntualización. La ciencia
comparte su progresividad con otras modalidades de la
actividad humana (si bien, en ella, la progresividad sea
eminente). Es más, un carácter de toda la evolución biológica
es el hecho de que, en la filogénesis y en la ontogénesis de
todos los seres vivos, progresa, por lentamente que sea, la
acción y experiencia. Reduciéndonos a considerar la acción y
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experiencia propia del nivel superior del ser vivo (a la acción y
experiencia animal) la acción y experiencia (tanto específica
como individual) progresa tanto más rápidamente cuanto más
avanzada sea la especie animal que se considere. En el
hombre, animal culminante y con un modo de acción y
experiencia sui genesis) el progreso de la acción y experiencia
es, relativamente a la evolución animal, muy rápido y muy
acelerado. Como culminación de este progreso acelerado
surge la ciencia experimental moderna, cuyo impetuoso
avance no es sino la manifestación del progreso de la
actividad humana en un determinada etapa de él. Ahora bien,
la ciencia, tanto la ciencia experimental como a mayor
abundamiento, la evolucionista o dialéctica, se diferencia de
las demás formas de actividad humana por estos dos
caracteres: 1) porque profesionalmente el científico procura la
experiencia colectiva conseguida en un campo más o menos
amplio, y 2) por el esfuerzo constante de elevar a ley (a
teoría) los hechos concretos descubiertos, interpretándolos
por el pensamiento vigente (lo que confirma y enriquece a
éste) o probando la insuficiencia o algún aspecto erróneo de la
teoría científica vigente y forzando así e progreso científico y
teórico; con el forzamiento de este progreso hay, de hecho,
que identificar el ejercicio de la ciencia estrictamente
considerado.

Me parece que teniendo en cuenta las dos puntualizaciones


que acabamos de hacer respecto al ejercicio de la actividad
científica, podemos afirmar que, en las manos de Marx y
de Engels, los creadores del materialismo histórico y
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delmaterialismo dialéctico, uno y otro cuerpos de doctrina
aparecen como rigurosamente científicos, es más, como
ciencias modelo, paradigamas de los que debe ser el ejercicio
de la ciencia y, es más, de la ciencia en la etapa
evolucionista (o dialéctica) que ellos inician y que, sin duda,
habrá de progresar impetuosamente en un futuro inmediato,
probablemente tras romper trabas de pensamiento irracional
dominante que lo dificultan.

En cuanto a mí, muy absorbido por la biología, rara vez


estudio a estos grandes autores y en general lo hago en
conexión con algún tema biológico que me lleva a ellos; no
obstante, estoy convencido de que su labor fue
ejemplarmente científica, modelo de lo que –en mi opinión–
habría de ser y será el ejercicio de la ciencia, precisamente
por los siguientes rasgos que la distinguen:
1) en lo que respecta a lo que podemos considerar el
ejercicio de la ciencia concreta (la sociología y, en particular,
la economía), en primer lugar, procuran continuamente
confirmar la teoría por la práctica, es decir, llegan a la
enunciación y desarrollo del materialismo histórico a través de
una práctica que, por ellos se esfuerzan en comprenderla con
profundidad creciente, se elevó a pensamiento científico y, en
consecuencia adquiere el carácter revolucionario peculiar de la
verdadera ciencia: en una palabra, se constituye en
instrumento eficaz de transformación. Bien entendido que, en
segundo lugar, se esfuerzan en elevar la máxima suma de
datos típicos y de pensamiento organizado previo a la teoría
más integradora capaz de dar cuenta de ellos; en los
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fundadores del marxismo es notorio el esfuerzo de organizar
críticamente todo el pensamiento científico anterior, no en un
sistema ecléctico, sino en síntesis rigurosa. Hemos dicho que
la ciencia sabe muy bien su propia limitación, esto es, que el
conocimiento que va conquistando no es sino un acercamiento
paulatino hacia la verdad; pero esta afirmación en modo
alguno significa que el científico no haya de tener la convicción
(y precisamente por la eficacia de su pensamiento teórico
como guía de su actividad) de que está en el buen camino: de
que posee la verdad de su época; el científico verdadero (que
se esfuerza en poseer la experiencia integrada humana sobre
su campo) es, en consecuencia, apasionadamente
incompatible con concepciones idealistas, dualista, que, en el
fondo, sabe que implican desviaciones de toda actividad
eficaz; en otras palabras, los marxistas, en cuanto herederos
de una actividad científica, deben perseguir y defender
irreductiblemente en todo momento el pensamiento riguroso,
racional; y hay que hacerlo sin descuidarse un momento, ya
que, bajo los más diversos disfracespseudocientíficos, irrumpe
continuamente el entrenado pensamiento idealista de la clase
dominante (como muy bien sé que sucede en las ciencia
biológicas y con mayor motivo ha de ocurrir en la sociales).
Hay pues, que esforzarse en establecer asociaciones útiles
para la acción, pero procurando que esta acción común
contribuya a difundir y a perfeccionar el pensamiento
verdadero, científico. En resumidas cuentas, este carácter (de
audacia intelectual y de atención al pasado para preparar el
porvenir) está patente en Marx y Engels y me parece
ejemplarmente científico.
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2) Un segundo carácter general de la ciencia que
aparece patente en Marx y Engels es el del
internacionalismo. Me parece que un carácter esencial de la
evolución del hombre (inherente a la capacidad de la palabra
que lo define) es la aptitud de integrar una experiencia social
cada vez más rica en la realización de acciones casa vez más
previsoras, que exigen la cooperación de más hombres y
cuyos resultados afectan a grupos humanos cada vez más
amplios. En nada se acusa tan manifiestamente este carácter
de la evolución humana como en la ciencia moderna que,
evidentemente, integra(o, al menos, procura integrar contra
los obstáculos que a ello opone la actual organización
económica) los conocimientos que progresivamente se van
ganando en todo el mundo en las distintas ramas del saber.
Por otra parte, la técnica, hija de la ciencia, ha adquirido tal
desarrollo que exige cada vez más imperiosamente (para
armonizar esfuerzos realmente progresivos y para evitar
peligros) la unificación social de todos los hombres. A mi
modo de ver, esta unificación tiene dos caras
complementarias difícilmente separables, la superación de las
contradicciones de clase y la demolición de las barreras entre
estados, doble objetivo inmediato que parece inherente al
sentido de la evolución del hombre y al socialismo como etapa
inmediata de esta evolución. Considero, pues, una aportación
no sólo todavía válida, científica, sino cada vez más
apremiante, el esfuerzo de Marx y Engels por extrapolar este
carácter general de la ciencia a la práctica política de quienes
pretenden transformar racional. Científicamente, la sociedad
humana.
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3) Por otra parte, en sus creadores, el materialismo
histórico (su concepción de la evolución social y
sus perpectivas) intenta de manera plenamente conciente otra
gran exigencia de la ciencia (mejor sería decir otro gran
resultado de la ciencia verdadera): el constituirse en fuente de
racionalidad. Significamos con esto que, dada la radical
coherencia de todos los procesos reales (coherencia que ha de
considerarse como una de las conclusiones firmes del
desarrollo de la ciencia), cada progreso verdadero de la
ciencia debe contribuir a hacer más nítida, más unificadora
nuestra concepción general (unitaria) del universo. Me parece
que en Marx y Engels está notablemente clara esta
preocupación (que, por lo demás, comparten con ellos los
científicos más señeros); a ella responde, precisamente, la
formulación del materialismo dialéctico que no es sino la
inducción de leyes universales de lo observado en el campo, al
fin y al cabo, particular, del acontecer humano, y, además, al
notorio esfuerzo realizado por ellos para contrastar la validez
en el campo de las ciencias naturales de la leyes dialécticas
así transcendidas. En lo que a mi respecta, este esfuerzo por
elevarse a pensamiento general hizo que, en mi juventud el
marxismo se me ofreciera con un carácter de ciencia de nivel
superior, conquistadora de verdades más altas, que las demás
ciencias que me enseñaban. Hoy estoy convencido de que es
realmente así y que de la profundidad de esa impresión
juvenil ha constituido la influencia más favorable para toda mi
investigación biológica; pero hay más, estoy firmemente
convencido de que el materialismo dialéctico (que, en buena
parte, no pasa de ser un conjunto de leyes formales de
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aplicación general, transcendidas del proceso humano) no son
sino el primer genial esbozo de una tarea científica de primer
orden que pide el estado actual de las ciencias experimentales
encerradas cada una en un nivel de realización y que (so pena
de convertirse en focos de irracionalidad) hay que conexionar
racionalmente unas con otras. Volverse de espaldas al
esfuerzo (muy de vanguardia) de Marx yEngels es traicionar
una necesidad palpitante de la ciencia en este momento.

Parece evidente que El Capital, no sólo es la economía política


de su época, sino un análisis definitivamente vigente de la
sociedad capitalista de su época y en sus caracteres básicos.
Un tratado en plena vigencia aún y que es fundamento
imprescindible para ulteriores desarrollos de esta ciencia. Pero
el rigor del pensamiento científico general de Marx y
deEngels puede apreciarlo un biólogo en las raras ocasiones
en uno u otro tratan de pasada, con su aparato especulativo,
temas biológicos. Recuerdo, por ejemplo, que Marx, en una
nota a pie de página del volumen I de El Capital (aparecido
sólo dos años después de El origen de las especies) glosa en
pocas líneas el significado del libro de Darwin con una
profundidad sin duda superior a la idea que del sentido de su
propia obra podía formarse su autor, a pesar de la vigorosa
imaginación y de pensamiento racional y riguroso del
eminente biólogo. No cabe duda de que la problemática y el
aparato especulativo que aplica Marx a su pesquisa científica
tienen un grado de profundidad mayor que los de Darwin
(Darwin cabía en Marx, no Marx en Darwin); no me parece
lejos de la verdad aseverar que Marx, al menos en potencia y
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llevado a ello por su tema, es el primer científico
evolucionista, en tanto que Darwin a pesar del suyo, cuenta,
como Einstein y Pavlov, entre los últimos grandes científicos
experimentales. También hay que destacar la
profundidad(también superior a la de Darwin) con
que Engels esboza el origen del hombre, tema éste que, como
el anterior exige de los biólogos una revisión a fondo.

En lo anterior, he procurado mostrar el carácter científico,


riguroso y de vanguardia en su época del
pensamientosistematico por Marx y Engels en el materialismo
histórico y el materialismo dialéctico: bien entendido que eso
no significa que otra cosa sino que son progresos en el camino
de la verdad y aún más que son la verdad en su época. Pero
la verdad científica se desvirtúa en la inacción; es algo que
hay que conquistar y remodelar continuamente. El problema
acuciante es saber en qué medida las concepciones científicas
conservan vigencia y en qué medida el estado de los
conocimientos exige superarlas y cómo hacerlo. En resumidas
cuentas ¿cuál es el valor científico, la vigencia actual del
materialismo histórico y del materialismo dialéctico?

Sin duda, en Marx y Engels el materialismo histórico estaba


conducido por el materialismo dialéctico y los avances
quelograrón en cada campo, impulsarón su teoría del otro, de
modo que ambos sectores eran profundamente coherentes.
Esta armonía, esta coherencia es la garantía de la veracidad –
del valor científico– de las dos doctrinas. No perder este
precioso contacto, que marca la dirección correcta del trabajo,
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me parece que es la primera necesidad, el primer deber, de
todo el que se proponga comprender científicamente el
proceso social. Bien entendido que el cultivo delmaterialismo
histórico, y, por tanto, de la actividad práctica eminente que
en él se apoya (contribuir a que la sociedad acelere su
transformación conforme a sus leyes), exige, no la mera
conformidad con el materialismo dialéctico clásico, sino con lo
que el materialismo dialéctico (nuestra concepción científica
del todo) debe ser en la actualidad. En mi opinión afirmada en
la experiencia científica de toda mi vida:

1) El materialismo dialéctico clásico, basado en el histórico y


en una amplia consideración del conjunto de las ciencias,
constituye la concepción científica de la realidad más
integradora y más racional que se logró en el siglo XIX.

2) Esta concepción del cosmos, es sus tres características (de


dinamismo, de integración e histórica evolutiva) ha ofrecido y,
todavía ofrece una orientación fundamental, no sólo para el
avance de la teoría de la trasformación social humana (capaz
de guiar, así, una actividad política racional), sino para
orientar la problemática y corregir y ampliar el pensamiento
teórico de otras ciencias, a su nivel más alto; pienso, ante
todo, en la biología, cuya crisis de crecimiento está al orden
del día, pero lo mismo y tal vez con igual urgencia puede
aplicarse a otras ciencias a su estado actual.

3) Pero, además, por tanto sé de la biología, el estímulo que


una ciencia natural moderna (con su sistema teórico y su
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riquísimo acervo de conocimientos concretos) está en
condiciones de recibir del materialismo dialéctico clásico (si
éste consigue operar sobre la realidad objetiva que estudia la
ciencia en cuestión, es decir, si no es aplicado de modo
puramente formal) puede resultar tan vigoroso que trascienda
a nuestra concepción general de la realidad, que puede, de
este modo, quedar sustancialmente enriquecida y mejor
trabada. Pienso en definitiva que el materialismo dialéctico, de
ser un conjunto de abstracciones formales de lo que se
observa en las diversas ciencias, separadas entre si por
soluciones de continuidad todavía insalvables, está, en
situación propicia de llegar a constituir el motor principal que
permita salvar estas discontinuidades. Más en concreto, el
materialismo dialéctico, de ser un método descriptivo de los
más diversos fenómenos reales, ciertamente coherentes pero
poco eficaz para conquistar nuevos conocimientos (de ser
letra verdadera pero poco operante), están en trance
inmediato de constituirse en ciencia viva, alumbradora de
pensamiento teórico capaz de orientar con penetrante luz la
conquista de nuevos conocimientos en todas y cada una de las
grandes ciencias experimentales.

4) Avanzando un punto más en nuestro análisis ¿a qué


objetivo, a qué tipo de problemas, debe aplicarse en
pensamiento científico educado por el materialismo dialéctico
clásico? Me parece indudable que tiene que esforzarse (y que
ésta en condiciones de hacerlo) en salvar al modo
científico (bajo la concepción dinámica, integradora e histórica
del universo) las soluciones de continuidad entre las distintas
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ciencias experimentales. Cada una de estas ciencias distingue
y se concentra en el estudio (y tal ha sido su aportación
imperecedera a la experiencia social humana) de antes de un
determinado nivel de integración (por ejemplo, la química, en
el de las moléculas, la citología, en el de las células, la
zoología en amplio sentido, en el de los animales, etc.) entes
entre los cuales (surgidos en un mismo periodo de la
evolución y operantes unos sobre otros de modo reversible –
moléculas sobre moléculas, células sobre células, animales
sobre animales–) se establecen, dentro de cada campo de
ellos, reacciones reversibles y, por ello, susceptibles de ser
interpretadas por teorías capaces de prever lo no observado:
de ser elevadas a ciencia. Pues bien, mi convicción,
sustentada por toda mi reflexión ya larga de biólogo, es que la
tarea que urgentemente pide nuestra época es explicar la
naturaleza íntima de los entes unitarios (de los individuos) de
cada uno de estos niveles (lo que íntimamente son,
necesariamente en términos del todo en evolución, en los
ejemplos aducidos, respectivamente, las moléculas, las
células, los animales). Como, según el materialismo
dialéctico (en una aseveración suya profundamente de
acuerdo con el postulado básico de toda ciencia: la coherencia
general de toda la realidad), nada se entiende por su proceso
de origen, comprender cada una de estas básica unidades de
los diversos niveles remite a comprender su respectivo
proceso de origen. Hay pues que pasar, desde la tarea
científica (propia de la ciencia experimental) de establecer la
teoría que permita prever las transformaciones de unas
unidades en otras del nivel cuando se las sitúa en
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determinadas condiciones, a investigar lo que tales unidades
son por su origen (ancestral, evolutivo). Problema de otro
orden, ante todo porque toda unidad está contrapuesta (de
algún modo sostenida e influyendo) al todo en evolución, de
modo que esta evolución del todo se sitúa en el centro de la
atención del científico. Más concretamente, cada unidad de un
nivel surge sobre la evolución conjunta del nivel inmediato
anterior; y, en definitiva, hay que dominar el proceso
evolutivo del nivel inmediato inferior (que sólo puede inducirse
dominando todos los datos de la ciencia experimental que
entiende en este nivel y enfocados con una perspectiva y
aparato especulativo adecuados) para estar en condiciones de
entender el surgimiento y el mantenimiento instante a
instante de cada uno de los individuos del nivel inmediato
superior: único modo de abordar el estudio del dinamismo,
concreto y distinto en cada caso, del cambio de cantidad en
calidad más esencial de la naturaleza: el surgimiento de los
individuos de un nivel sobre la evolución conjunta de
individuos del nivel inmediato inferior (por ejemplo, de una
conciencia humana de un proceso ontogénico de una
asociación de células). Sólo el conocimiento científico de un
nivel, enfocado, además, por el materialismo dialéctico (esto
es, tratado por una mentalidad esforzadamente integradora),
puede abordar esta problemática que, llenando las soluciones
de continuidad entre las distintas ciencias experimentales, de
hecho transforma el materialismo dialéctico.
Tal me parece la acuciante tarea actual y el brillante del
materialismo dialéctico; alumbrar la ciencia unificada del
futuro, lo que, como no podía dejar de ser corresponde al
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máximo legado de la ciencia que hay que adscribir al
pensamiento deMarx y Engels. Sin duda, esta tarea que,
vivificando unas por otras, ha de elevar a un nuevo nivel de
problemática y de pensamiento teórico a cada ciencia, tiene
que repercutir con trascendencia sobre el campo científico
específicamente marxista: el del materialismo histórico. Lejos
de abjurar de su base científica (de la aplicación del
pensamiento integrado de lo que sabemos de la trasformación
del hombre en términos de la sociedad y viceversa) en el
esfuerzo por transformar la organización social de modo
racional, progresivo, lo materialistas históricos, los marxistas
consecuentes, habrán de ahondar en el conocimiento científico
de la transformación humana basándose en el conocimiento
científico de la naturaleza esencial del hombre (del hombre
por su origen en términos de la evolución general). Lejos de
estar caducados, el materialismo dialéctico y el histórico son
la genuina base (o tradición) científica o sus respectivos
niveles que urge elevar al nuevo grado de eficacia que pide la
época.

¡Por una Cultura Nacional, Científica y Popular!


ALGUNAS APORTACIONES DE LA BIOLOGÍA A LA
CONCEPCION CIENTIFICA DEL MUNDO

Para terminar, debo referirme a mi experiencia propia de


biólogo en lo que respecta al enfoque científico del
pensamiento dialéctico, esto es al afianzamiento, desde uno
de los campo de la ciencia, del pensamiento que vamos
ganando sobre los procesos generales de la naturaleza, sobre
el universo como un todo. He pensado que, según todo lo
dicho, el tema de consideración más conveniente es el de
los niveles de integración, (1) por una parte, con el origen y
características de las ciencias experimentales, (2) sen
segundo lugar, como no podía dejar de ser, con el
pensamiento marxista mismo, y (3) por último, con lo que
parece imponernos el estudio del ser vivo. Voy a apuntar unas
primeras ideas sobre estos tres puntos, que, sin duda,
requieren una reflexión y exposición rigurosas que no es este
el momento de desarrollar. Mi propósito es sólo sugerir, con el
ejemplo concreto de la biología, las posibilidades que en su
estado actual brindan las ciencia experimentales, no sólo de
ampliar el gran fondo de verdad del materialismo dialéctico,
sino de elevarlo a un nuevo tipo de conocimiento científico (el
propio de la ciencia evolucionista) que, en resumidas cuentas,
puede considerarse que está en germen en el materialismo
dialéctico por las raíces científicas de éste.

¡Por una Cultura Nacional, Científica y Popular!


1. Los niveles de integración como condición
determinante del origen y naturaleza de las ciencias
experimentales: En primer lugar, hay que saber que el
hecho objetivo de que la realidad esté estructurada en niveles
(energia radiante, partículas elementales, átomos, moléculas)
y el hecho de que el progresivo afinamiento de la
actividadempíriaca del hombre sobre la naturaleza (ganado
principalmente en el trabajo) haya terminado por llevar esta
actividad a distinguir y a enfrentarse algunos de estos niveles
es lo que determinó precisamente el origen de la ciencias
experimentales modernas: la mecánica, la química, por
ejemplo. Hay que insistir en que la capacidad de distinguir del
resto de los demás a las individualidades (unidades) de un
nivel (por ejemplo, a las moléculas por los creadores de la
química a finales del siglos XVIII) se ha logrado por la aptitud
que tales unidades poseen de actuar unas sobres otras de un
modo especial, notabilísimo, que permite resultados
fácilmente orientables por el hombre y predecibles. Hoy
sabemos que esta aptitud se debe a que las unidades de cada
nivel (en nuestro ejemplo, las moléculas) se han producido,
todas, interactuando unas sobre otras en una misma fase de
la evolución del universo; de modo que el desarrollo de las
grandes ciencias experimentales (en nuestro ejemplo la
química) consiste en el aprendizaje de las propiedades de los
distintos tipos de unidades del nivel correspondiente,
propiedades que, por su ley de origen, se manifiestan siempre
dentro del nivel, es decir que son los resultados de
transformaciones de una de sus unidades de él en otras; a
pesar de esta confinación dentro del nivel (mejor dicho,
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gracias a ella) se han ido obteniendo aceleradamente los unos
de los otros, conocimientos concretos, muchos útiles para el
hombre, hasta constituir sumas riquísimas de datos; y, en fin,
de la consideración integrada de tal conjunto de datos se han
deducido las leyes generales que presiden el mantenimiento
interno y el proceso del nivel en cuestión. De este modo, cada
una de las distintas ciencias experimentales se elevaron a
teoría y este logro exaltó su creatividad de resultados
concretos y su productividad al servicio del hombre (base de
la revolución industrial); ha sido, pues, históricamente
obligado, y, es más, en su momento muy progresivo, que los
científicos de las diversas ciencias experimentales se
encerraran en el estudio de su nivel, se especializarán, y
considerarán las unidades de él ahistóricamente, como si el
nivel mismo no tuviera origen y si, en definitiva, las unidades
que lo constituyen y su conjunto no hubieran de ser
explicados esencialmente por tal proceso de origen (1).

2. Relación entre la teoría de los niveles de integración


con el pensamiento de Marx y Engels. Por conforme que,
de hecho, esté con su pensamiento general Marx y Engels no
podían comprender la organización de la realidad en niveles
de integración energético-material, porque el estado de las
ciencias experimentales de su época les oponía obstáculos
infranqueables que vamos a considerar a continuación. El
primero de estos obstáculos (que no haremos sino señalar) se
refiere a los niveles inorganicos en que entienden las ciencias
físicas y químicas, y el segundo que consideraremos con
alguna extensión más, se refiere a los niveles biológicos.
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En lo que respecta a la dificultad en
que Marx y Engels estaban para concerbir los niveles
inorgánicos baste recordar el prejuicio dualista y creacionista
que padecía la física y la química de su época, al que
evidentemente no podían sustraerse Marx y Engels. Me refiero
a la distinción de la materia y energía como entidades
radicalmente irreductibles y dadas la una a la otra desde el
principio en cantidades que se conservan, la materia en forma
de átomo (es decir, de piezas de peso definido
intransmutables unas a otras y dadas desde siempre);
interpretación que, no sólo oscurece el inmenso horizonte de
la evolución del universo hacia el átomo, sino que impide
investigar los átomos como lo que necesariamente han de ser:
unidades internamente activas que han de sostenerse de una
continua aportación energética del resto de la realidad y que,
complementariamente, son un foco contínuo de acción. (De
pasada, digamos, que Marx yEngels consideran certeramente
que el movimiento es el modo de ser de la naturaleza, pero –
por esta limitación de la ciencia coetánea– no pueden
entender cómo el movimiento transcurre, cómo da cuenta de
la realidad en su conjunto). Tal dualismo entre materia y
energía y la consiguiente concepción ahistórica y sustantiva de
ambas se derrumba a comienzos de este siglo con los
descubrimientos –en los que, por lo demás, culminan las
principales líneas de progreso de la física y de la química del
siglo XIX– de la radioactividad (de la energía atómica) y de la
relación cuantitativa de los cambios de materia en energía y
viceversa por Einstein, sin duda uno de los hombres que más
han dado a favor de la concepción monista de la realidad.
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Pasemos al segundo obstáculo, ahora el ofrecido por la
biología, que el estado científico coetáneo oponía a
que Marxy Engels concibieran con suficiente claridad los
niveles de integración biológicos; a saber, en sus tiempos
existía una total confusión (que persiste hasta hoy) en lo que
respecta a los distintos niveles de seres vivos, de la que
penosamente estamos procurando salir. Baste recordar que,
en 1859, se enuncia la teoría celular, pero se remite la
cualidad de ser vivo a la célula y se reduce el animal a una
mera asociación de células y la célula sólo es enfocada en su
vinculación originaria con las demás células, lo que, dentro de
su limitación, constituye ciertamente una aportación del más
alto valor científico ya que, de hecho, diseña a la célula como
un nivel de la realidad (2). Podemos decir
que Virchow descubre empíricamente el nivel celular pero sin
aprender a actuar experimentalmente sobre las células (3). Y,
sobre todo descubre el nivel celular (como los grandes
químicos de fines del siglo XVIII habían descubierto el
atómico) sin ser conciente de ello, esto es sin comprender que
las células constituyen un nivel energéticomaterial de la
realidad, es decir unidades originadas por la actividad
cooperante de unidades del nivel inferior y originantes, a su
vez, de unidades del nivel inmediato superior (el
animal). Virchow y desde entonces los citólogos consideran de
modo ahistórico e idealista la célula como el sustrato
“esencial” de toda vida, y, en consecuencia, por una parte,
hacen caso omiso de su origen t relación permanentes con el
nivel inmediato inferior (ante todo por el desconocimiento de
la existencia de seres vivos de nivel intermedio entre la célula
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y las moléculas: los individuos protoplásmicos); y, por otra
parte, niegan su carácter de ser vivo genuino,
de individualidad del nivel supracelular, al animal (no obstante
lo obvio que este carácter es para nosotros en cuanto
animales que somos) y reduce el individuo animal, como si
fuese una planta, a una mera asociación de células a las que
considera portadoras exclusivas –yo diría
mágicamente exclusivas– de la cualidad abstracta de la vida
(4). Teniendo en cuenta esta incapacidad de la biología de
establecer ni siquiera empíricamente –ni
menosexperimentalmente– los diversos niveles de ser vivo
(por lo que siguen inextrincablemente enmarañados
fenómenos procedentes de tres niveles de integración
distintos) explica que los biólogos con voluntad de elevar la
biología desde el conocimiento puramente empírico (la
descripción y clasificación de los seres vivos) al conocimiento
experimental (operar sobre ellos conforme a la previsión
teórica) hayan tendido a apartarse del objeto del conocimiento
propio de la biología y a remitir los problemas del ser vivo al
nivel inorgánico superior, tal como este se presenta en los
seres vivos, nivel este que sí, desde mucho antes de Marx, era
objeto de conocimiento experimental: el propio de la química.
De esta tendencia, que ha desviado de la biología de su
objetivo genuino aunque ha conquistado (por la bioquímica y
la genética) un gran acervo de datos, inestimable si se
interpreta debidamente, no puede escapar Engels cuando
afirma, enLa dialéctica de la naturaleza que la vida es la
química de la albúmina.

¡Por una Cultura Nacional, Científica y Popular!


Pues bien, a pesar de la imposibilidad en
que Marx y Engels estaban de distinguir los niveles de
integración de la naturaleza, y muy en particular los biólogos,
y por tanto de plantearse los problemas científicos (propios de
la ciencia evolucionista) que son planteados por esta
existencia, a saber, las relaciones de origen y de
sostenimientos de unos niveles con otros, me parece que este
tipo de problemas está, en cierto modo en germen en el
materialismo histórico. En efecto, dentro del amplio marco de
la evolución biológica, Marx se ciñe al estudio de una fase de
la evolución interna de un nivel (la evolución del animal
culminante, el hombre, en términos de su medio genuino, la
sociedad), y prescinde del estudio del origen del hombre a
partir de la evolución conjunta de los animales y, aún más, del
origen y naturaleza de los animales incluyendo al hombre (5);
ahora bien, tiene en cambio Marx el mérito inmarcesible de
haber estudiado –el primero– la fase evolutiva humana en su
conjunto, analizando cómo la acumulación de pequeños
cambios provoca inflexiones bruscas del proceso de todo el
nivel (de la sociedad en su conjunto). No hay duda de que su
genial enfoque, integrador, dinámico e histórico, debe
considerarse ya ciencia evolucionista en acción ante un primer
problema que, si no corresponde aún a los de mayor
profundidad de la etapa de la ciencia (6) sí es de máxima
importancia y urgencia.
Para comprender este gran salto en la problemática que
da Marx (desde la ciencia experimental a la evolucionista)
podemos comparar el tipo de problemas que aborda Marx con
el de los problemas que acucian a Darwin y que este
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genialmente pero sin rebasar aún los límites de la ciencia
experimental (7). Para plantearnos con claridad las diferencias
de profundidad con que Darwin y Marx atacan sus respectivos
campos de estudio conviene que nos pongamos en claro la
relación objetiva que existe entre uno y otro campo. Ante
todo, desde el marco general de la evolución biológica, hay
que decir que los eminentes científicos se ocupan de una
misma gran etapa de la evolución biológica. La etapa
presidida por la evolución de los seres vivos de nivel superior,
los animales. En esta etapa como en las dos precedentes (la
de la evolución del nivel protoplásmico y la de la evolución del
nivel celular (8), se distinguen dos grandes subetapas:
la subetapa de la evolución de los heterótrofos del nivel (en
nuestro caso, la evolución conjunta de las especies animales
hasta la aparición del hombre) y la subetapa presidida por la
evolución del autótrofo del nivel (en nuestro caso, la evolución
biológica presidida por el hombre). Los dos grandes científicos
que nos ocupan se plantean coetáneamente de modo riguroso
el estudio, respectivamente, de una y de otra subetapa:
Darwin, la de la evolución de los animales y Marxla de la
evolución del hombre. Ambos hicieron conquistas definitivas,
señeras, en sus respectivos campos; ahora bien, como hemos
anunciado, entre el tipo, y es más entre la altura de los
problemas de uno y otro científico, existe una clara diferencia
que vamos a señalar sucintamente.
Analicemos, primero, la contribución imperecedera de Darwin
a la biología, la teoría de la selección natural. Esta teoría
significa el descubrimiento del modo de producirse cada uno
de los cambios ínfimos que, sumamos a los largo del tiempo,
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determinan la evolución lentísima de todas y cada una de las
especies animales –y vegetales– (la mínima diferencia que
normalmente ha de producirse entre los individuos de una
generación y los de la siguiente). Como es sabido por todos,
Darwin induce que, a semejanza de lo que ocurre con las
razas de animales domésticos (que se modifican por la
selección ejercida por el hombre que escoge para progenitores
de los ejemplares más convenientes paralos objetivos del
criador), los animales de cualquier especie se van modificando
lentísimamente, de generación a generación, por selección
natural de los individuos más aptos para subsistir en sus
convicciones peculiares de vida.
Lo anterior significa que Darwin se limita a considerar cómo se
produce el cambio cuántico o elemental (la unidad de cambio)
dentro de todas y cada una de las especies; pero, en cambio,
a pesar del título de su obra fundamental –El origen de las
especies por selección natural–, queda fuera de su sistema de
preguntas comprender de qué modo la acumulación de
numerosos cambios cuánticos (generacionales) así producidos
desemboca, de tarde en tarde, en el hecho de que una
especie experimente un notorio cambio cualitativo, a saber, su
desdoblamiento en dos especies nuevas y distintas (de
desdoblamiento de lo que contituía una comunidad de
reproducción en dos comunidades aisladas, una de otra, en la
reproducción) (9).
Con la imposibilidad con que Darwin (la biología de su época)
tropezaba de plantearse cómo el cambio cualitativo se
produce sobre la modificación contínua paulatina está muy
relacionada su incapacidad de diferenciar cualitativamente el
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ambiente en medios específicos (propios de las diferentes
especies): para Darwin una misma naturaleza indiferenciada
selecciona el león y la gacela, el cangrejo y la avispa y, es
más, simultáneamente las especies vegetales además de las
animales (10). No se plantea, pues, qué es lo que realmente
selecciona a cada especie con la tremenda continuidad de
modo que permanezca progresando en unas direcciones
invariables: no procura diferenciar cualitativamente el
ambiente en diferentes medios específicos. Ni que decir tiene,
que todavía más lejos del horizonte conceptual de Darwin está
el problema de cómo s originan y se mantienen los seres vivos
de un nivel sobre la coordinación de nivel inmediato inferior
(cómo, por ejemplo, ha surgido, en la filogénesis, la primera
conciencia animal y, en la ontogénesis, toda conciencia
animal, de la evolución conjunta de células). Esto en cuanto a
Darwin.
Pasemos a considerar como enfoca Marx su campo peculiar de
estudio, que, como hemos dicho, es, en términos biológicos,
la evolución del animal autótrofo, del hombre. Claro es
que Marx –análogamente a Darwin en el suyo– no deja de
descubrir y analizar, en la evolución humana, el
correspondiente cambio elemental, cuántico, que, en todo
momento y con intensidad creciente, determina el progreso de
la actividad humana: a saber, los avances de la actividad
productiva realizada siempre en cooperación, socialmente
(11). Pero Marx da una nueva proyección a este análisis
elemental suyo: por una parte, considera cada cambio
concreto, no aisladamente, sino en el marco de toda la
sociedad a la que comprende como la
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totalidad interdependientemente que indudablemente es,
sujeta a leyes generales (a tenciones interna muy distintas de
las que presiden la vida conjunta de los animales), que él
estudia y que condicionan los cambios cuánticos, particulares;
y, por otra parte, descubre la ley fundamental (las relaciones
económicas) que determinan que este conjunto –la
sociedad humana– esté sometida a un cambio sostenido,
global, en una dirección determinada –que esté sujeta
a evolución–; cambio en el que la transformación paulatina
provoca de tarde en tarde, en periodos cortos señeros, la
sustitución de una modalidad de relaciones generales
humanas ante la producción (básica de las demás relaciones)
por una nueva; por ejemplo, la sustitución de la relaciones de
producción esclavistas por las feudales y las de éstas por las
capitalistas.
De este modo, en lo que respecta al tema propuesto de los
niveles de integración de la realidad, Marx es el primero que
enfoca el estudio de un nivel –en concreto, la segunda etapa
del nivel animal presidida por el hombre– de un modo que
supera el propio de la ciencia experimental clásica y que,
apoyado en los datos de esta, es el propio ya de la ciencia
evolucionista (12). Marx percibe, por una parte, que el
conjunto de todo el nivel influye sobre lo que acontece en
cada unidad o punto en él, de modo que el nivel que él
investiga –la sociedad humana– aparece como un todo
integrado, y, por otra parte, observa que este conjunto, y, en
función de él cada uno de sus elementos se va modificando
paulatinamente de modo que tiene una historia en la que cabe
percibir direcciones principales de cambio, es decir, es un
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conjunto sujeto a evolución. Descubre también que la
acumulación de estos pequeños cambios en una misma
dirección provoca, de tarde en tarde, el surgimiento de algo
nuevo, superior; de cambios de estructuras que afectan al
conjunto y que determinan la modificación irreversible de lo
particular. Tal es el tipo de problemas con que se
enfrenta Marx en su investigación de la sociedad humana que
se caracteriza por dos rasgos: 1) por ser genuinamente
científico en cuanto se apoya en el conocimiento aportado por
la ciencia experimental de procesos elementales,
cuantitativos, reversibles dentro de su nivel, y 2) por elevar
este conocimiento a un nuevo tipo de problemas y de
conceptos: la dinámica del conjunto y su evolución conjunta
que culmina en cambios irreversibles. Con toda razón hay que
afirmar que Marx es el científico que logra el acceso a la
ciencia evolucionista que, con él, inicia una nueva etapa en el
desarrollo de la acción y experiencia humanas (13).
Claro que para hacer avanzar el pensamiento evolucionista
sobre el gran legado de marx hay que esforzarse en precisar
el significado y alcance de sus conquistas lo que equivale a
comprender sus limitaciones y, así, a ponerse en situación de
superarlas. Según hemos visto, dentro del marco general de
la realidad estructurada en niveles de
integraciónenergéticomateriles, Marx estudia, de hecho, la
evolución conjunta del nivel biológico superior –del
nivel animal– en su segunda etapa, la conducida por la
actividad humana. En este nivel, Marx estudia las leyes
comunes a todos los hechos particulares del campo (por
ejemplo, la primacía en ellos de lo económico), es decir,
¡Por una Cultura Nacional, Científica y Popular!
estudia su campo hasta el nivel experimental de la ciencia;
investiga luego la coordinación general de la sociedad en su
estado actual (el capitalismo); y, en fin, el origen y evolución
del capitalismo y, es más, las leyes generales del cambio
integrado de la sociedad a lo largo de la historia.
Ahora bien, este enfoque científico evolucionista de la
investigación marxista del nivel animal en su fase humana
plantea de inmediato nuevos problemas que Marx no podía
plantearse, ni menos resolverlo, por limitaciones de su época,
como son: el origen del modo de acción y experiencia humana
sobre la evolución conjunta de la acción y experiencia animal,
y, por tanto, la cualidad diferencial entre la conciencia
humana y la de los demás animales; en qué consiste (cómo se
origina y se mantiene) cada individuo humano (y, en general,
animal), problema de máximo alcance evolucionista porque,
por una parte, remite a comprender estas unidades en
términos de fuente de energía (de acumulaciones de
alimentos) ambientales, y, por otra, exige comprender cómo
cada una de ellas surge sobre la evolución conjunta del nivel
inmediato inferior (el celular) y, escalonadamente, las
unidades celulares sobre las inmediatas inferiores, etc., lo
que, en una palabra, obliga a plantearse el conocimiento de lo
individual sobre la comprensión científica del todo y de la
evolución de éste.

3. Los niveles de integración desde la biología. Voy a


terminar señalando muy brevemente el conocimiento que la
biología va conquistando sobre los niveles de integración y
cómo este avance puede contribuir a enriquecer y
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perfeccionar la interpretación sobre la naturaleza ganada por
el materialismo dialéctico, elevando, de hecho, la ciencia a un
nuevo nivel de problemas y conceptos.
Hemos señalado que los seres vivos nos ofrecen dos niveles
de integración (14), accesibles a nuestros sentidos: el de las
individualidades animales, a las que pertenecemos, y que se
han ido formando, en interacción con otras a lo largo de la
última etapa de la evolución biológica (la etapa de la evolución
animal), de modo que son directamente perceptibles, en su
actividad misma que las define, por nuestros órganos de los
sentidos, órganos que se han ido originando y perfeccionando
a los largo de la etapa, precisamente buscando alimento de un
mismo tipo y compitiendo unas con otras ante él; y el nivel de
las individualidades celulares, que constituyen directamente el
soma de los animales y que se pusieron al alcance de nuestra
vista, en el siglo pasado, con ayuda de microscopios
perfeccionados. Razones firmes, que no es este lugar d aducir
(15), parecen demostrar inequívocamente el hecho de que
existe un tercer nivel biológico, el protoplásmico, cuyos
individuos cooperando íntimamente dan origen y mantienen a
cada individuo celular, en tanto que cada uno de ellos se
origina y mantiene directamente de la íntima cooperación de
individuos del nivel inorgánico superior: de moléculas. Pues
bien, a la biología, con esta estratificación de niveles de
integración, se le plantea un sistema de problemas, para cuya
satisfactoria solución parece contar con conocimientos
concretos de suficiente riqueza y diversidad para elevar a
ciencia evolucionista, la orientación meramente formal,
aunque certera, que alcanzan a proporcionar los enunciados
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del materialismo dialéctico. Para terminar y a
título orientativo, voy a recoger algunas de estas cuestiones
actuales de la biología evolucionista que me parecen abordar
–es más que ocupan preferentemente miesfuerzo– y que,
como hoy parecen serlo en los niveles biológicos, con el
tiempo se plantearán en los niveles inorgánicos, resultado
estos de la evolución cósmica; con lo que, no sólo tendremos
una interpretación coherente del universo, sino un
conocimiento científico de cómo se produce integradamente el
acontecer universal en los distintos estratos y del modo de
sostenerse y de interinfluirse continuamente unos a otros (es
decir, lo que es cualitativamente distinto). Pero sin más
dilación paso a señalar algunos ejemplos de problemas de la
biología evolucionista en los que aparecen realizándose
científicamente el materialismo dialéctico.
1). Dentro de cada uno de los tres niveles (protoplásmico,
celular y animal) hay que precisar cuestiones como: 1) en qué
consisten y el modo concreto de producirse los cambios
elementales en los individuos de todas y cada una de las
estirpes del nivel (análisis científico de la naturaleza del
cuánto de progreso en cada nivel); 2) cómo cada cambio
elemental de los seres vivos de un nivel modifica el medio
específico del ser vivo en cuestión, de un modo tal que el
medio así alterado cuánticamente exija el siguiente cambio
elemental del ser vivo y que éste cambio se produzca en el
mismo sentido de los cambios anteriores y de los sucesivos, y
así se establezca una línea de progreso cuantitativo
(comprensión científica del ser vivo que se estudie en
términos de su medio correspondiente y viceversa y de cómo
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se mantienen y afinan a lo largo del tiempo cuantitativamente
el uno al otro); 3) estudio de cómo la acumulación de los
cambios cuantitativos producidos –a los largo
de generaciones– en una extirpe en un nivel, determina de
tarde en tarde el cambio cualitativo que consiste en la
diferenciación de la estirpe considerada en dos, y la obvia
diferenciación complementaria del medio de la estirpe previa
en los dos medios de las estirpes resultantes del cambio
cualitativo (explicación científica de la diferenciación de
estirpes en cada uno de los tres niveles del ser vivo, como
consecuencia inteligible de la evolución paulatina, cuantitativa
–por suma de cuantos–, dirigida) (16); y 4) establecimiento,
dentro de los seres vivos de cada nivel, de sus principales
tipos, diferenciados por su adaptación a modalidades distintas
del alimento propio del nivel y orden y modo de haberse
sucedido estos tipos (de este modo, en cada uno de los tres
niveles, hay que distinguir los heterótrofos, que siempre
inician el nivel viviendo de restos del nivel anterior, de
autótrofos (17) y, en el nivel protoplásmico y en el celular,
diversos tipos de asociaciones biológicas caracterizadas por
sendos tropismo).

2). Después de señalar algunos de los problemas principales


que el conocimiento de los niveles de integración plantea en
cada uno de estos considerado aisladamente, pasamos a
enunciar las cuestiones científicas que nos plantea el problema
de la relación entre cada dos niveles consecutivos. Se trata de
esclarecer problemas como: 1) cual sea el proceso de origen
de los primeros seres vivos de cada uno de los tres niveles,
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sin duda surgidos sobre la evolución conjunta de seres vivos
del nivel inferior, y, concretamente, sobre un tipo culminante
de asociaciones de ellos, analizando en este proceso las
distintas fases que elevaron la asociación ancestral al primer
individuo del nivel inmediato superior: a) adaptación de la
asociación ancestral a un tipo de alimento que es propio ya de
los individuos del nivel superior, b) establecimiento para
lograrlo mejor de una actividad cooperante que esboce la
acción del futuro ser vivo de nivel inmediato superior, c)
producción por esta actividad cooperante del tipo de estímulo
característico del ser vivo de nuevo nivel (capaz de conducir la
actividad asociativa según sus efectos), y, por último, d)
diferenciación en este estimulo (o, complementariamente, en
la actividad asociativa que lo produce) de dos porciones (que
desde su diferenciación permanecerán íntimamente
interdependientes), una, la que continúa actuando de estímulo
por depender de la actividad asociativa sobre el alimento y la
otra, que denominamos el organismo del ser vivo de nivel
superior; 2) cual sea la naturaleza física del campo unitario en
el que radica la individualidad de los seres vivos de cada nivel
(del organismo de éstos), naturaleza física que es la misma en
los ejemplares de todos los tipos del nivel, ya que siempre
proceden directamente de organismos de seres vivos de nivel
inmediato inferior constituyentes del soma de aquellos,
organismos, éstos, que, a su vez, poseen todos una misma
naturaleza física; 3) en qué consiste la acción somática propia
de los individuos de cada nivel, y, complementariamente, en
qué consisten el medio característico de ellos sobre el que
opera la acción, y la experiencia ganada de ésta (definición de
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los seres vivos por su acción y experiencia que, en cada nivel,
es siempre acción y experiencia nueva, pero resultante de
acción y experiencia integrada de seres vivos del nivel
inmediato inferior); 4) desentrañar cómo la acción y
experiencia (y complementariamente el medio) de los seres
vivos de un nivel va progresando en el curso de la vida de
cada individuo e influyendo secundariamente sobre las
estructuras somáticas (sobre la organización el nivel inferior),
y cómo las modificaciones ontogénicas se traducen en la
evolución de las estirpes (relación entre filogénesis,
ontogénesis y mantenimiento de la vida en cada instante,
explicación científica de la selección natural por la existencia
de los niveles biológicos, evolución de los individuos de un
nivel en homeostasis del superior, desde que este surge,
etc.); etc.

3). Terminamos considerando los problemas que la


estratificación de los seres vivos en sus tres niveles de
integración plantea en lo que respecta a la evolución conjunta
de todos los seres vivos (evolución biológica) y a lo que esta
evolución conjunta nos dice del progreso y naturaleza de toda
la realidad (evolución cósmica). Respecto a este último punto,
a la biología se le plantean problemas como los siguientes: 1)
cómo evolucionan simultanea y coordinadamente en cada
etapa de la evolución biológica los seres vivos de los distintos
niveles que integran escalonadamente el soma de los
superiores (por variaciones que supongan alguna ventaja
selectiva para éstos que, en definitiva, son los que aplican sus
acción y experiencia a beneficiar la fuente exterior de energía
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de donde se obtiene el alimento de todos los niveles) y,
asimismo cómo, en cada etapa, evolucionan los seres vivos –
libres o asociados– del nivel inferior en presencia de los
superiores (por variaciones que les supongan ventaja selectiva
para adaptarse a los del nivel alto, de acción y experiencia
superior) –en resumen en cada etapa el conjunto de los seres
vivos de toda la biosfera evoluciona conducido por la
evolución rectora del nivel alto–; 2) cómo, a lo largo de la
evolución biológica, han sido sucediéndose los tipos de
alimentos, los trofismos (18): por una parte, los heterótrofos
de un nivel están adaptados a un tipo de alimentos de un
grado más de complejidad que el que aprovechan los
heterótrofos del nivel inmediato inferior (los heterótrofos de
cada nivel se alimentan de restos del nivel inmediato inferior),
y, por otra parte, los autótrofos de un nivel han aprendido a
recurrir para obtener su alimento a fuentes extrabiológicos de
materia cuyo nivel de complejidad, en cambio, es un grado
más bajo que el propio de la fuente de energía que
aprovechan los autótrofos del nivel inmediato inferior; 3) dado
que el organismo de todo ser vivo –es decir la sede de la
individualidad del ésta– consiste en un campo circunscrito de
una forma de energía física, peculiar del nivel, que es
elemental respecto a la propia de los organismos del nivel
inferior, campo que después de remansado el momento, es
canalizado hacia el campo general de su forma de energía
establecido en la tierra por la evolución cósmica, la biología
evolucionista, por una parte, nos impone que los seres vivos
se reducen a puro dinamismo (a genuina unidad) en la
intimidad de su organismo (dinamismo tan conforme con los
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postulados del materialismo dialéctico) y, por otra parte, nos
plantea, en términos concretos, las líneas principales en que
se produce este dinamismo que vemos surgir, en sus
respectivos niveles de energía, de los focos de acción que son
las unidadesenergeticomateriales de todo nivel y perderse en
dirección marcada por la evolución de lo inorgánico
(problemas este vinculado a la teoría de niveles y por tanto
fuera del alcance del materialismo dialéctico clásico); y 4)
complementariamente, el surgimiento de cada organismo (es
decir, de cada unidad genuina contrapuesta a un soma)
implica la capacidad, consustancial con el organismo, de
percibir los efectos que sobre el mismo causan las acciones
somáticas del ser vivo correspondiente, a fin de guiarlas a
favor del propio mantenimiento; lo anterior plantea a la
biología evolucionista todo un orden de problemas nuevos
como son: la aparición de niveles de existencia (de
conciencia) integrados sobre las inferiores; la integración
complementaria de acciones somáticas (y, por tanto, de los
medios correspondientes) de cada nivel sobre las acciones
somáticas (y medios) del nivel inmediato superior; cómo se
producen los acuses que vinculan continuamente las acciones
somáticas con los respectivos organismos y cómo dan cuenta
del medio correspondiente (origen, naturaleza y significación
de los estímulos de cada nivel de ser vivo); y, en fin, el hecho
de que la conciencia propia de nuestro nivel (la conciencia
animal en su modalidad humana) aparezca como la forma
culminante de algo que, estratificándose en niveles, se
manifiesta como una propiedad general de la realidad
(interpretación científica, histórica, de la conciencia).
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Biografía científica
HASTA 1945. PERÍODO DE FORMACIÓN COMO QUÍMICO Y BIOQUÍMICO.

El científico español Faustino Cordón Bonet nació en Madrid en


1909. Estudió la carrera de farmacia en la Universidad Complutense
de esta ciudad, donde se licenció en 1931. Al comenzar la guerra
civil española preparaba la oposición a cátedra de química orgánica,
pero al finalizar ésta le obligaron a apartarse de la enseñanza.
Desarrolló su carrera profesional en la industria privada dedicado a
la investigación experimental.

Desde 1941 hasta 1945 trabajó en los laboratorios Zeltia. Su


director fue el Dr. Fernando Calvet (bioquímico formado con los
premios Nobel Euler y Wieland, y apartado de su cátedra
universitaria por sus opiniones políticas) al que F. Cordón siempre
consideró su maestro. Con él logró una buena preparación de
químico experimental y aprendió a desarrollar con rigor su
capacidad de observación en el laboratorio.

Su primer trabajo fue analizar por qué la insulina de ciertas


marcas comerciales, una vez disuelta, presentaba una gran
inestabilidad. Descubrió que la causa era la existencia de un enzima
pancreático que denominó insulinasa y del que describió sus
características.

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DE 1945-1958. COMIENZO DE SU TRABAJO TEÓRICO DESDE LOS
EXPERIMENTOS EN INMUNIDAD.

Los hechos de inmunidad le sugieren la existencia de un ser


vivo,
de naturaleza proteínica, entre la molécula y la célula.

En 1945, en Madrid, continuó su trabajo para la industria


farmacéutica en el Instituto de Biología y Sueroterapia (IBYS)
especializado en sueros y vacunas.

Allí su experimentación en inmunidad le llevó a inducir que el


primer hecho de cualquier proceso de inmunización en un animal es
la multiplicación de la proteína externa inmunizadora (antígeno) en
un tipo de sus células que posee una proteína muy similar,
multiplicación que provoca en estas células un trastorno; en tanto
que las células afectadas sintetizan la proteína extraña también la
expulsan y es neutralizada por otra proteína (anticuerpo) producida
por las células de su sistema inmunitario. Para la inmunología
vigente el efecto primero de toda inmunización es la multiplicación
del anticuerpo, para F. Cordón este efecto es una respuesta
secundaria a la continua multiplicación intracelular del antígeno en
un tipo de células perturbadas del animal que posee una proteína
propia muy semejante a él.

Después de elaborar esta hipótesis estudió y tradujo el Tratado


de Inmunología de R. Doerr (Die Inmunitätsforschung), publicado
en ocho tomos. Esta obra le permitió: considerar hasta que punto
su opinión difería de la que es comúnmente aceptada; constatar
que todos los hechos observados por la inmunología eran

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conciliables con su interpretación; comprobar que los hechos mal
interpretados o no interpretados en la teoría actual se integraban
bien en la suya. Por todo ello se mantuvo fiel a su hipótesis de que
proteínas extrañas se multiplican en determinadas células
específicas del animal provocando en él procesos de inmunidad.

Para comparar la explicación en uso de los fenómenos de


inmunidad y la propia realizó un experimento en el que midió los
determinantes inmunológicos de la toxina tetánica (un antígeno)
que inyectó en el cerebro de cobayos. Demostró que los animales
inoculados multiplican en su cerebro los determinantes
inmunológicos del tétanos hasta rebasar ampliamente la toxina
introducida, determinantes que pudo medir por su capacidad de
neutralizar el suero antitetánico. En 1954 expuso su interpretación
de la inmunidad en el libro Inmunidad y automultiplicación
proteica.

Su investigación en inmunidad le fue imponiendo que la proteína


globular no es reducible a una simple macromolécula, ni su
comportamiento se puede explicar exclusivamente por las leyes de
la química. Sus observaciones señalaban la existencia de una
organización intermedia entre la célula y la molécula, con un
comportamiento característico que la diferencia de la una y de la
otra. Postuló la existencia de un ser vivo de naturaleza proteínica,
directamente subcelular y supramolecular, que denominó
provisionalmente individuo protoplásmico.

“Claro que inicialmente la idea de que hubiera un nivel de foco de


acción, experiencia y conciencia inferior a la célula me repugnaba,
iba contra mis prejuicios. Durante cien años la célula se había
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impuesto como la unidad primordial de la vida, aunque ciertamente
antes la célula era concebida como una suerte de caja donde
funcionaba la materia viva. Mi descubrimiento conectó con este
pensamiento clásico”.

Sus trabajos en inmunidad determinaron el comienzo de su


actitud crítica respecto a la biología vigente. Mientras la
inmunología actual, como la biología en general, trata de explicar
los seres vivos estudiando el comportamiento de sus moléculas
(busca inútilmente explicar los hechos biológicos mediante las leyes
de la química), a F. Cordón, por el contrario, sus experimentos en
inmunidad le impulsaron a transformarse de químico en biólogo,
desde su convicción de que la interpretación de los fenómenos de
inmunidad son inabordables sin entender los seres vivos que los
provocan.

Aunque en esta época F. Cordón ya estaba convencido de la


existencia de un nivel proteínico entre la molécula y la célula, aún
no comprendía con claridad la naturaleza de la proteína (cuestión
que contestaría posteriormente), por lo que se propuso entender lo
que llamaba nivel proteínico o protoplásmico. Comenzó por
comparar el comportamiento de las proteínas con el de las
moléculas y por preguntarse por el proceso de surgimiento de las
proteínas desde moléculas complejas, esto es, se planteó el origen
del ser vivo desde lo inorgánico en la superficie terrestre.

Crítica a la interpretación reduccionista del surgimiento de la


célula directamente desde la molécula, en especial desde los
ácidos nucleicos.

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El origen de la vida para los biólogos es sinónimo del surgimiento
de la célula desde la molécula, ya que para ellos la célula es el ser
vivo más sencillo. Además, la interpretación dominante sobre el
origen de la célula es la de que ésta se organizó desde los ácidos
nucleicos y que, desde entonces, la mutación aleatoria de los ácidos
nucleicos en la célula es el motor de la evolución biológica.

Para F. Cordón esta suposición dota a los ácidos nucleicos de


capacidades incongruentes con el nivel molecular, capacidades que
ningún químico ha observado en ninguna molécula. F. Cordón
afirmó que 1) suponer que los ácidos nucleicos pueden inducir la
propia reproducción, producir otras moléculas de composición
notoriamente distintas a ellos, las proteínas, y todo ello sin
consumo de sí mismos, y 2) suponer que las proteínas son
moléculas capaces de reconocerse espacialmente y coordinarse
entre sí para establecer el incesante dinamismo del interior de la
célula, es atribuir tanto a los ácidos nucleicos como a las proteínas
propiedades que rebasan el comportamiento de todo tipo de
molécula.

El descubrimiento posterior en biología (que pone en entredicho


la interpretación inicial de los ácidos nucleicos) de que la producción
de los ácidos nucleicos y de las proteínas en el interior de la célula
son procesos causados por la actividad de proteínas coordinadas en
la célula, y no por los ácidos nucleicos, no ha cuestionado la noción
de que las moléculas de ácidos nucleicos posean las misteriosas
capacidades sustantivas que se les atribuyen. F. Cordón razonó que
el hecho de que se mantengan estas incongruencias en la
interpretación de las capacidades de los ácidos nucleicos se debe,

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una vez más, al peso del desarrollo de la química sobre la biología
o, dicho de otro modo, al peso del reduccionismo a lo molecular de
lo biológico, que lleva a considerar a los seres vivos como sistemas
moleculares mas o menos complejos, y que obliga al biólogo a
prescindir de plantearse su objetivo: entender el ser vivo en su
condición esencial de agente. Introducción a la reproducción y a
la herencia de las unidades de integración.

“...Desde que, hacia mis cuarenta años, percibí la inseguridad de


algunos principios de la ciencia admitida (desde que se me
desmitificó la ciencia y la vi como lo que es, no un edificio concluso
sino una tarea a realizar) mi pensamiento adquirió una cualidad
nueva: ...he tenido la tendencia, no a negar la convicción propia,
sino a tratar de apoyarla en el pensamiento general admitido.
Siempre he procurado una crítica constructiva que buscara poseer a
fondo no las lagunas y debilidades de lo que leo (lo que en general
es fácil) sino el fondo de verdad descubierto…”

La necesidad de conceptos biológicos, y no químicos, para


una interpretación de los seres vivos.

Por entonces su respuesta al origen de los seres vivos desde la


molécula se redujo a argumentar que la propuesta de la existencia
de un nivel proteínico entre el molecular y el celular obliga a
interpretar el proceso de evolución desde la molécula hasta la
primera célula en dos grandes etapas sucesivas: 1/ la etapa de la
evolución molecular de la cual surge la primera proteína, y 2/ la
etapa de la evolución proteínica que culmina con el origen de la
primera célula. Ahora bien, su conclusión fundamental fue la de que

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no es posible comprender el origen y evolución de los seres vivos
sin una interpretación correcta de la naturaleza de éstos.

En esta época F. Cordón consideraba ya con firmeza la necesidad


de definir, desde los datos experimentales, los conceptos biológicos
que permitan fundamentar una biología interpretada desde el
proceso de la evolución, lo que para él implicaba comprender como
en este proceso han ido apareciendo sucesivamente los seres vivos
de diferentes niveles de complejidad, ya que la jerarquía de la
composición de éstos sugiere implícitamente que no han surgido
simultáneamente sino que lo han hecho de modo secuencial en
etapas progresivas de la evolución biológica.

En 1958 reunió una serie de conferencias sobre sus reflexiones


más generales de entonces en un libro que tituló Introducción al
origen y evolución de la vida.

Además, durante este periodo realizó las


primeras traducciones al castellano de libros claves de la biología
de la época, como Genetics and the origin of species de Th.
Dobzhansky o Animal Species and Evolution de E. Mayr, que le
permitieron intuir las implicaciones de sus incipientes conceptos en
biología.

Así, a partir de sus trabajos experimentales en inmunidad, surgió


el núcleo originario de su teoría sobre los seres vivos y empezó a
cuestionarse qué es un ser vivo, cómo un ser vivo surge de seres
vivos del nivel inmediatamente inferior y cuántos niveles de ser vivo
hay. CRITICA

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DE 1958 A 1966. DE BIÓLOGO EXPERIMENTAL A BIÓLOGO
EVOLUCIONISTA. EL INICIO DE SU CONCEPTO DE SER VIVO.

En 1958 creó el Departamento de Investigación de IBYS que


dirigió hasta 1966. Esta actividad le obligó a una desespecialización
forzada y a desplazar su atención desde la inmunidad hacia otros
problemas de la biología. En esta época abarcó temas y técnicas
muy diversos: purificaciones de antitoxinas y de toxoides de
depósito, preparados relacionados con la coagulación de la sangre,
protectores hepáticos, prevención y tratamiento de ateromatosis,
sustitución de enzimas digestivos, reposición de la flora intestinal,
diuréticos, remedios contra la úlcera gastroduodenal, estudio de un
antiácido, etc.

El estudio del animal le aproxima a su interpretación del ser


vivo.

Al tiempo que F. Cordón experimentaba un preparado que


equilibrara el efecto de la secreción gástrica, estudió la función
gástrica y, después, el animal mismo.

El animal es el tipo de ser vivo al que pertenecemos, con el que


estamos más familiarizados y del que sabemos más y más
profundamente (taxonomía, anatomía, fisiología, embriología
zoológica, teoría de la selección natural, estudios de la conducta
animal y humana...). Nuestro autor comenzó su trabajo sobre el
animal tratando de comprender las leyes de su evolución, para lo
que efectuó una revisión sistemática del pensamiento de Darwin.
Las conclusiones de su reflexión correspondiente a esta etapa las

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resumió en el libro La evolución conjunta de los animales y su
medio.

"...(los biólogos experimentales) han aplicado diversidad de


técnicas a dilucidar fenómenos y procesos desde puntos de vista
muy distintos, en general relativos a la intimidad de los seres vivos,
lo que les ha ido especializando en el desarrollo de cuerpos de
conocimientos experimentales (fisiología animal, fisiología vegetal,
citología, bioquímica, inmunología, etc.) muy desconectados entre
sí, y cada uno, en general, carente de sistema teórico propio
general. Pienso que la tarea actual de la biología evolucionista ha de
ser no sólo basarse en el riquísimo acervo de datos experimentales
para avanzar en el desentrañamiento del proceso de la evolución
biológica, sino complementariamente (como hizo el darwinismo con
las ciencias biológicas empíricas que le precedieron) ha de
conseguir una interpretación teórica general para cada una y para
el conjunto de las ciencias biológicas experimentales, en cuanto que
toda manifestación de todo ser vivo y de sus asociaciones ha tenido
que originarse dentro del proceso general de la evolución biológica.
En el último párrafo del Origen de las especies, su concepto de la
proliferación, a lo largo de las eras, de las especies animales, en
virtud de distanciados procesos de bifurcación de una especie en
dos, llevó a Darwin a formular su poderosa inducción de que todas
las especies pueden proceder de un muy contado número de
remotas especies originarias, tal vez, dice, de una sola.
A pesar de esta aseveración, él no podía enunciarse el problema,
que hoy puede parecernos inmediato, de cómo surgió el primer
animal; se entiende que, para su mente objetiva y racional,
careciese de sentido el surgimiento del primer animal que, antes de

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haberse explorado la célula y el complejo acontecer intracelular, él
tenía que imaginar producido directamente desde lo inorgánico, lo
que de hecho es un problema sin sentido, a saber, cómo de materia
muerta puede surgir un ser animado íntimamente tan complejo.
Pero el orden de nuestros problemas evolucionistas ha de ser otro
que en tiempos de Darwin. El avance de las ciencias experimentales
ha acumulado un gran caudal de conocimientos que, por una parte,
permite plantear preguntas de nuevo tipo como la de cómo pudo
producirse la primera célula, sobre la evolución de los seres vivos
de nivel directamente supramolecular e infracelular, y la de qué
sea, pues, la unidad celular por su proceso de origen.”

El estudio de la obra de Darwin le llevó a preguntarse por el


origen y la naturaleza del animal y el trabajo experimental que
estaba realizando sobre la secreción gástrica le sugirió respuestas,
algunas de las cuales se recogen en su prólogo (I y II) al libro de
Antonio Colodrón, La medicina corticovisceral. Sus fundamentos
fisiológicos (p. 7-83) y en Antonio Núñez, Conversaciones con
Faustino Cordón sobre biología evolucionista(p. 199-240).

En esta época propuso una primera hipótesis sobre el origen del


animal y la refiere a una asociación de fagocitos que, por ventajas
selectivas concretas, se fue constituyendo en una gástrula que
acabó por coordinar con creciente eficacia las células
protomusculares y protonerviosas hasta culminar en el primer
sistema nervioso y, con ello, en el primer animal. Por primera vez
en la evolución la acción mecánica privativa del animal permite la
captura de alimento sólido que, después de ser degradado por sus
células digestivas, es repartido a todas las células del soma animal

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e incorporado por éstas para reponer su desgaste.
FIBE, Introducción al origen de una unidad de integración en
la filogenia.

Su primera definición de ser vivo: un agente capaz de acción


y experiencia.

Su reflexión sobre la naturaleza del animal permitió a F. Cordón


seguir avanzado en su intento de comprender el ser vivo de forma
más objetiva que la basada en su descripción (esto es, la basada en
los datos sobre su composición y su estructura). Fue por esta época
cuando expresó su primera definición de ser vivo en la que destacó
las propiedades que consideraba consustanciales a él.

Definió a todo ser vivo como un agente que realiza acciones


sobre su ambiente y nota los efectos útiles o perjudiciales de ellas
para corregirlas en su propio provecho, esto es, como una unidad
capaz de acción y experiencia.

Su definición de ser vivo implica que sólo hay seres vivos de


tres niveles: la proteína, la célula y el animal.

Esta definición incipiente de F. Cordón de ser vivo de como una


unidad dotada de acción y experiencia le llevó a aseverar que los
únicos seres vivos que existen son la proteína, la célula y el animal,
ya que ellos son los únicos agentes biológicos capaces de realizar
una acción unitaria sobre su ambiente y de tomar noticia de su
efecto para decidir la sucesiva; el resto de los fenómenos biológicos
(...organelos, tejidos, órganos, sistemas de órganos, vegetales,

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ecosistemas...) son consecuencias de las acciones de seres vivos de
estos tres niveles.

Además, para F. Cordón, la naturaleza de la acción de los seres


vivos de estos tres niveles es cualitativamente distinta:

1) la proteína globular (que también denominó basibión, ser


vivo básico) maneja moléculas de una en una en agua quieta
para reponer su desgaste; su evolución da lugar al surgimiento
de la primera célula. Conversaciones con Faustino Cordón
sobre biología evolucionista. A. Núñez. I, II y III (p. 1-
113). Introducción a la proteína como unidad de
integración del primer nivel biológico.

2) la célula mueve masas de agua que aportan moléculas


disueltas a sus proteínas; su evolución da lugar al origen del
primer animal. A. Núñez,Conversaciones con Faustino
Cordón sobre biología evolucionista I, II (p. 113-189).

3) el animal ejerce un movimiento mecánico que le permite


actuar sobre sólidos para asegurar el alimento a sus células. A.
Núñez, Conversaciones con Faustino Cordón sobre
biología evolucionista I, II y III (p. 197-343).
1969. LA EXPERIENCIA DEL SER VIVO COMO UN CAMPO FÍSICO,
ABORDABLE CIENTÍFICAMENTE.

Durante una estancia en la Universidad de Puerto Rico dedicada


a la docencia, F. Cordón publicó un artículo en el que expuso el
resultado de su esfuerzo de quince años por interpretar el ser

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vivo. "La experiencia como carácter esencial de los seres
vivos".

La experiencia como un campo físico (y la conciencia como


un sector de éste), un avance fundamental en su
interpretación del ser vivo.

Para el autor los seres vivos son entes susceptibles de


experiencia, que han de estar adquiriéndola y aplicándola
persistentemente para perdurar mediante la ejecución de acciones
continuamente ajustadas a los cambios de su ambiente, acciones
que realizan guiando la actividad de los seres vivos de nivel inferior
que constituyen sus somas. Dando un paso más, identificó el ser
vivo con su experiencia y ésta con un campo físico (de naturaleza
cualitativamente distinta para los seres vivos de los tres niveles
biológicos: electromagnética en el animal, de hidrogeniones en la
célula y de fuerzas intermoleculares en la proteína).

F. Cordón consideró que el campo físico de la experiencia (en el


que incluye el de la conciencia) es tan real como el cuerpo del ser
vivo. La afirmación de que el campo de la experiencia es el carácter
esencial del ser vivo es confirmada por el hecho de que su
desaparición determina de inmediato la interrupción de la actividad
asociativa de los seres vivos de su soma y con ello la
transformación de éste en cadáver. Por primera vez se considera la
experiencia (y conciencia) -no como objeto filosófico sino científico-
como la característica de todo ser vivo, por lo que si se ignora su
existencia es imposible tener noticia exacta de la naturaleza y
conducta de cada ser vivo.

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Para el autor cada tipo de ser vivo puede ser potencialmente
explicado (por su origen ontogénico y filogénico) si los datos
empíricos y experimentales acumulados sobre los seres vivos
actuales se ordenan adecuadamente de modo que reflejen su
aparición real en el proceso natural de la evolución biológica,
aparición provocada por ventajas selectivas concretas inteligibles.

Su definición de ser vivo como un agente capaz de acción y


experiencia le obligó a tratar de comprender el soma que realiza su
acción, el ambiente en que se desarrolla su acción, y la experiencia
(de la que forma parte el sector de la conciencia) capaz de dirigir tal
acción.

En esta etapa de su vida había entrado de lleno en el estudio del


problema biológico que centraría desde entonces su mayor
esfuerzo: entender el surgimiento instante a instante de la
experiencia de un ser vivo a partir de la actividad asociativa de los
seres vivos inferiores que constituyen su soma, experiencia (y
conciencia) que está en relación directa con su ambiente específico,
en constante cambio.

Años después, al interpretar la célula, presentaría un modelo


concreto sobre el surgimiento de la experiencia (y conciencia)
celular, desde un soma de proteínas, y frente al ambiente que le
caracteriza; su principal aportación teórica a la biología.

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DE 1969 A 1999. MADUREZ TEÓRICA: UN TRATADO EVOLUCIONISTA DE
BIOLOGÍA COMO LA HISTORIA NATURAL DE LA ACCIÓN Y LA
EXPERIENCIA.

En 1970, a su regreso de Puerto Rico, creó el Instituto de


Biología Aplicada (IBA). A partir de entonces F. Cordón, sin dejar su
actividad de dirección de trabajo experimental (entonces en el
campo de la industria de la alimentación), se propuso sistematizar
su trabajo anterior e inició la redacción del Tratado evolucionista de
biología. Historia natural de la acción y la experiencia de los seres
vivos.

Una historia natural de la acción y experiencia para un


estudio ordenado de los seres vivos de los tres niveles, las
proteínas, las células y los animales.

Para F. Cordón este Tratado responde a la necesidad objetiva de


la biología actual de ordenar sistemáticamente la enorme suma de
datos empíricos y experimentales de modo que permitan interpretar
de modo inteligible cada tipo de ser vivo actual (con todas sus
particularidades anatómicas, fisiológicas, de conducta, etc.), y
hacerlo a partir de los supuestos de que este ser vivo es un campo
de naturaleza física concreta, que surge y desaparece
instantáneamente desde un soma internamente coherente, que está
en interacción explicable con un ambiente específico, y que se ha
originado en una etapa determinada de la evolución biológica.

”Es un tratado que se refiere a los seres vivos sin proponerse


clasificarlos y describirlos lo que constituiría un tratado empírico de
biología, ni tampoco compendiar ordenadamente modos de

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responder los seres vivos de los diversos tipos a acciones humanas
dirigidas a esclarecer particularidades estructurales o funcionales de
variada índole lo que constituiría un tratado experimental de
biología; un tratado evolucionista de biología se ocupa de un orden
de problemas superior, o mejor, ulterior, a saber, intenta dar
cuenta de los conocimientos empíricos y experimentales que el
hombre ha reunido, principalmente en los dos siglos y medio
últimos, acerca de los seres vivos, intentando comprender por qué
son como son -ante todo su característica esencial de ser vivo- y las
causas de sus analogías y diferencias, mediante la investigación de
cómo se han podido originar y diferenciar en términos del marco
particular que para cada uno haya ido estableciendo el cambio
paulatino de la biosfera terrestre”.

F. Cordón dividió el Tratado en tres partes dedicadas,


respectivamente, a los seres vivos de cada uno de los tres niveles:
una Parte Primera, relativa al origen naturaleza y evolución de la
proteína y sus asociaciones; una Parte Segunda relativa al origen
naturaleza y evolución de la célula y sus asociaciones; y una
Tercera Parte relativa al origen, naturaleza y evolución de los
animales, incluido el hombre.
DE 1969 A 1978. TRATADO EVOLUCIONISTA DE BIOLOGÍA. PARTE
PRIMERA. ORIGEN, NATURALEZA Y EVOLUCIÓN DE LAS PROTEÍNAS Y SUS
ASOCIACIONES.

Parte Primera del Tratado, un estudio del proceso de origen


y de la naturaleza de la proteína.

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Durante esta década F. Cordón redactó la Parte Primera del
Tratado, cuyo título en la primera edición fue La alimentación base
de la biología evolucionista, dedicada al origen, naturaleza y
evolución de las proteínas y sus asociaciones.

Esta Parte Primera se inicia con una extensa Introducción


General (p. 3-131) que es una exposición del orden de conceptos
biológicos desarrollados hasta entonces. Su interpretación de ser
vivo como un agente capaz de acción y experiencia, cuya
naturaleza sólo se puede entender por su origen en el proceso de la
evolución, le obligó definir conceptos muy precisos sobre:

- La experiencia, como un campo de fuerzas de naturaleza física


concreta, cualidad esencial del ser vivo.
- La acción, como un efecto que resulta de la actividad coordinada y
conjunta de los seres vivos de su soma.
- El soma, como los conjuntos de seres vivos de nivel inferior que
cooperan en establecer los campos físicos de la experiencia, de la
acción y de los estímulos del ser vivo superior.
- El medio, como el ambiente influido por la acción del ser vivo en
cada instante.
- El ambiente, como el ámbito de la biosfera objeto potencial de
acción y experiencia de cada de ser vivo, y cuyo núcleo es su
alimento.

Después de esta exposición introductoria, el autor desarrolló su


propuesta sobre el proceso evolutivo que debió dar origen a la
proteína y a la evolución de las proteínas y sus asociaciones.

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Hoy no se poseen datos directos del proceso de origen de la
proteína ni del proceso de la evolución de las proteínas libres, pero
estos procesos se puede inducir desde el estudio de las proteínas
actuales (todas ellas intracelulares o procedentes de células). En
esta etapa de su vida F. Cordón estaba en condiciones de explicar
con rigor, a partir de los datos experimentales comunes a todas las
proteínas, los tres tipos de razones que señalan la naturaleza de la
proteína:

1) el soma proteínico siempre está constituido por


polipéptidos plegados por fuerzas intermoleculares (y a veces
también intramoleculares) de modo perfectamente
determinado en el soma de cada tipo de proteína;
2) la acción proteínica, guiada por la experiencia
proteínica, siempre se caracteriza por ser un campo de fuerzas
intermoleculares que reconoce y maneja, de una en una, sus
moléculas especificas; y
3) el ambiente proteínico siempre está constituido por
moléculas disueltas en agua remansada.

F. Cordón se basó en su concepto de la naturaleza de la proteína


y en los datos conocidos sobre la evolución de la composición
molecular en la superficie terrestre para inducir una primera
hipótesis del proceso de la evolución molecular en la zona externa
de la corteza de la Tierra hasta el origen de la primera proteína,
explicando las ventajas selectivas de cada una de las etapas que
propone.

"La evolución hacia la proteína se entiende por la dinámica


creciente de asociaciones moleculares (los polipéptidos). En un
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momento determinado dio una inflexión cualitativa. Esas
asociaciones adquirieron un campo físico concreto de valencias
secundarias, de afinidades químicas, capaz de orientar el entorno
de moléculas sueltas y de adquirir unas y soltar otras cuando le
convenía. Es la primera vez que se da el fenómeno de que un ser
gobierne moléculas y las incorpore a su soma”.

Y el autor indujo el siguiente orden evolutivo de los grandes


tipos de proteínas globulares y sus asociaciones hasta originar la
célula: primero surgieron las proteínas heterótrofas que se
alimentaron de moléculas complejas, L-α-aminoácidos, que
incorporaban a su soma para reponerlo; cuando se agotaron éstos
se originaron las proteínas autótrofas que aprendieron a
alimentarse de metano atmosférico y amoniaco disueltos, y que
acabaron constituyendo asociaciones; a continuación se
diferenciaron las proteínas neoheterótrofas, que se adaptaron a
vivir de restos de asociaciones de proteínas autótrofas; y, por fin,
una asociación de proteínas neoheterótrofas culminante, que
denominó asociación heterótrofa precelular, debió originar la
primera célula.Tratado evolucionista de biología. Parte
Primera (p. 139-602).

La interpretación razonada y detallada de la evolución de las


proteínas hasta una asociación decisiva de ellas, especializada en
alimentarse de restos degradados de asociaciones de proteínas
autótrofas, permitió a F. Cordón plantearse el origen, desde las
proteínas, de la primera célula (una sencilla membrana celular).

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DE 1978 A 1990. TRATADO EVOLUCIONISTA DE BIOLOGÍA. PARTE
SEGUNDA. ORIGEN, NATURALEZA Y EVOLUCIÓN DE LA CÉLULA Y SUS
ASOCIACIONES.

En 1980 F. Cordón, a los setenta y un años, dejó de realizar


trabajo experimental y creó la Fundación para la Investigación
sobre Biología Evolucionista, un centro de investigación que
tenía, y tiene, como única función la investigación biológica teórica.
En la fundación constituida por él pasó sus últimos diecinueve años
de actividad científica, con un grupo reducido de colaboradores.

Durante estos años de trabajo teórico el autor investigó y


redactó los dos primeros volúmenes de la Parte Segunda de su
Tratado dedicada al origen, a la naturaleza y a la evolución de las
células y sus asociaciones. El Volumen I relativo al origen y
naturaleza de la célula, y el extenso Volumen II relativo a la
primera etapa de la evolución celular, la de la célula primitiva con
un metabolismo común a toda célula (y en el que analiza los datos
de la bioquímica).

El Volumen I, un modelo de cómo la experiencia de la célula


surgió en la filogenia y cómo surge en cada instante de la
ontogenia, desde una asociación de proteínas.

Durante cinco años, desde 1978 hasta 1983, F. Cordón realizó su


trabajo de investigación sobre el origen y naturaleza de la célula
que redactó en el Tratado evolucionista de biología. Parte
Segunda. Volumen I (p. 1-425). Este libro ha de considerarse
esencial en su obra porque en él logró su definición final de ser vivo
y, con ello, su contribución a lo que durante mucho tiempo había

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considerado la condición indispensable para el desarrollo adecuado
de la biología actual, un orden de conceptos sobre los hechos
biológicos que los explique exclusivamente desde el proceso
evolutivo de la realidad.

En este trabajo expuso detalladamente un modelo concreto del


origen filogénico de la célula, y razonó las ventajas selectivas
consecutivas por las que una asociación culminante de proteínas se
pudo transformar en la célula originaria, célula que debió estar
estructurada como una sencilla membrana celular, pero ya dotada
de las propiedades comunes a las membranas de las células
actuales.

A continuación, apoyado en su modelo del surgimiento de la


primera célula, razonó un modelo de la naturaleza de la célula, esto
es, propuso un modelo de cómo se puede establecer, instante a
instante, la experiencia celular (un campo de hidrogeniones en la
bicapa de fosfolípidos de determinadas proteínas de membrana)
desde la actividad de las proteínas de su soma, e interpretó cómo
puede surgir la experiencia de toda célula desde las proteínas
asociadas de su soma -sin que las proteínas perciban la experiencia
celular-, y cómo la experiencia de la célula puede gobernar la
intensidad de la actividad de las proteínas de su soma -sin que la
experiencia celular conozca la existencia de las proteínas somáticas-
, con el resultado de que la célula puede tantear las acciones que,
en cada momento de su vida y a lo largo de ella, aprovechen al
máximo el ambiente celular en permanente variación.
FIBE, Introducción al surgimiento de una unidad de
integración en cada instante de la ontogenia.

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“El problema de nuevo tipo (porque no conocíamos ningún
precedente en la literatura científica y porque, en la Primera Parte,
no había tenido datos, ni siquiera me lo había planteado al inquirir
el origen y la naturaleza del individuo protoplásmico) fue inducir
cómo al alcanzar su clímax evolutivo la actividad asociativa entre
las proteínas globulares de la asociación heterótrofa precelular,
surgió, de esta actividad, algo nuevo y netamente distinto de ella;
en concreto, se trataba de entender -y de entender por su origen-
cuál pueda ser la naturaleza física y el dinamismo interno de algo
imponderable que, desde que surge de la actividad asociativa
conjunta de las proteínas globulares de la asociación precelular,
pasa a dirigir tal actividad conjunta, esto es, se constituye en un
foco de acción y experiencia de nuevo nivel (el celular) capaz de
coordinar la actividad de los focos múltiples del nivel inferior, que
desde que el superior se establece, no pueden prescindir de
obedecerlo, de tomarlo como guía.”

La demostración de la eficacia de su modelo de ser vivo para


interpretar los datos de la bioquímica: el Volumen II analiza
la primera etapa de la evolución celular, la célula con
metabolismo.

F. Cordón indujo que el logro de la primera etapa de la evolución


celular debió ser el despliegue del metabolismo común a todas las
células actuales.

El autor se valió de su modelo de la célula originaria, una


pequeña membrana celular, para el estudio de su evolución hacia
una célula con un citoplasma incipiente, célula que denominó célula
heterótrofa con metabolismo, que -por ventajas selectivas
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explicables- acabó por diferenciar todos los tipos de proteínas
metabólicas que establecen el metabolismo común a todas las
células actuales.

La eficacia del modelo de célula que F. Cordón había alcanzado


previamente se demostró al permitirle reinterpretar los datos de la
bioquímica sobre el metabolismo celular con más coherencia que la
explicación vigente. Este análisis constituye el tema del
extenso Volumen II de la Parte Segunda del Tratado (p. 681-
1592).

He aquí algunos de los avances logrados en el estudio de la


primera etapa evolutiva de la célula, la de la célula heterótrofa con
metabolismo:

En primer lugar, su convicción de que la primera célula tuvo que


alimentarse de restos de asociaciones de proteínas le llevó a
postular que el primer sector metabólico que se debió desplegar
hubo de ser el de los aminoácidos (constituyentes de las proteínas),
y luego los sectores de las grasas y de los azúcares, que hubieron
de basarse en el de los aminoácidos. La eficacia de su análisis del
metabolismo celular confirmó este postulado. Chomin
Cunchillos, Las principales etapas del metabolismo celular.
Una aproximación al estudio del metabolismo.

En segundo lugar, realizó el análisis monográfico de cada una de


las transformaciones metabólicas del metabolismo, y, para ello,
siguió un esquema de representación. Este análisis le permitió
concretar cómo cada proteína enzimática gobierna su reacción
específica: reconoce uno a uno sus metabolitos, los desplaza hasta
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un lugar de su soma (el ”centro activo”), los coordina en una
disposición conveniente y a distancias interatómicas, y provoca en
ellos desplazamientos de electrones tales que, sistemáticamente,
producen una reacción química determinada. Cada transformación
metabólica depende de la que le precede y de la que le sigue en su
ruta: todo metabolito, desde que es captado del agua externa hasta
que es expulsado a ella, está siempre bajo el gobierno de una
proteína. Este análisis le obligó a revisar la interpretación actual de
la cinética de enzimas que reduce a éstos a simples moléculas con
función de catalizador. Chomin Cunchillos, Interpretación de la
función enzimática a partir de la teoría de unidades de nivel
de integración.

En tercer lugar, interpretó la función que hubo de desempeñar,


desde su inicio, el metabolismo celular. En esta célula que se
alimentaba de aminoácidos, el metabolismo no pudo aplicarse a la
reposición de sus proteínas sino, demoliendo los aminoácidos
obtenidos, a establecer la acción celular como un gradiente de
concentración molar capaz de actualizarse en un movimiento de
agua que atrajese nuevo alimento, (función que se mantiene en los
procariontes, y en la mitocondria y el cloroplasto de los eucariontes
actuales).

En cuarto lugar, consiguió un modelo científico de cómo la


experiencia de la célula con metabolismo puede establecerse. A
partir de los datos experimentales de la regulación celular concibió
una hipótesis de cómo, en cada instante, la actividad de las
proteínas de su soma permite la toma de noticia del contraste entre
el resultado real obtenido en la acción anterior y el esperado en la

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acción presente, y cómo, a su vez, la autocorrección de este
contraste guía la intensidad de la actividad de sus proteínas
somáticas para establecer la siguiente acción.
ALGUNAS REFLEXIONES SOBRE SU OBRA.

Frente a la corriente de especialización que ha marcado la


ciencia del siglo XX, F. Cordón elaboró una teoría que integra los
datos que la biología experimental ha ido acumulando a lo largo de
los últimos doscientos años. Puede decirse que, radicalmente fiel a
Darwin, siguió desarrollando la teoría de la evolución hasta inducir
un método que le permitió ahondar en la interpretación de la
evolución de los seres vivos, y que le llevó a enfrentarse a un nuevo
orden de problemas biológicos, entre los que destacan tres: cómo
surgen, cuál es la naturaleza y cuál es la secuencia evolutiva de los
seres vivos.

“En esta etapa de mi vida tengo la impresión de que,


manteniéndome fiel a la corriente evolucionista anterior
personificada en Darwin, nuestro esfuerzo de cuarenta años esta
cooperando a una inflexión de la biología –necesariamente
evolucionista- que pide la época, a saber, centrar la atención en
definir los grandes tipos de ser vivo, por su proceso de origen
filogénico y ontogénico".

F. Cordón alcanzó el objetivo que su trabajo de biólogo le había


impuesto, el de ofrecer un modelo concreto de ser vivo explicado
desde el proceso evolutivo de la realidad. Pero con su muerte quedó
interrumpido su Tratado en la que consideró la segunda etapa de la
evolución celular, la de la célula autótrofa. Su obra, pues, debe ser

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continuada con la investigación y redacción de la Parte Segunda del
Tratado relativa a los tipos de células y asociaciones de células
ulteriores, y la Parte Tercera del Tratado relativa al origen,
naturaleza y evolución del animal (incluido el hombre).

Sus libros Cocinar hizo al hombre y La naturaleza del


hombre a la luz de su origen biológico son esbozos de lo que
hubiera sido el último capítulo de su Tratado, dedicado al hombre.

Su Fundación es depositaria de una enorme cantidad de notas


inéditas, referidas especialmente a cuestiones sobre la proteína, la
célula y el animal, acumuladas a lo largo de años y a las que su
autor no tuvo tiempo de dar forma definitiva.

Como atestiguan sus conferencias, cursos y seminarios, a


pesar de desarrollar su actividad alejado de la docencia, F. Cordón
gozó de gran prestigio en vida y tuvo una importante actividad
como conferenciante y formador de jóvenes investigadores. De
especial interés por su carácter didáctico es su libro Historia de la
bioquímica.

Su compromiso con la sociedad de su tiempo le llevó a


reflexionar sobre la ciencia y la cultura, de lo que da cuenta algunos
de sus artículos de divulgación, y libros comoLa actividad
científica y su ambiente social, Pensamiento general y
pensamiento científico y La función de la ciencia en la
sociedad.

El rigor científico exige que, como en toda nueva teoría, el


modelo de ser vivo de F. Cordón posea una capacidad interpretativa

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de lo conocido y previsora de lo por conocer superior a la de los
modelos actuales. Hasta ahora la capacidad explicativa de su teoría
del ser vivo ha cumplido esta exigencia al dar cuenta coherente del
conjunto de los datos bioquímicos referentes a la proteína y a la
célula. Pero el modelo de ser vivo por él inducido ha de mostrar la
misma aptitud explicativa para los tipos de seres vivos cuya
interpretación falta. Si esto fuese así, el modelo de ser vivo que ha
propuesto F. Cordón permitirá al biólogo no sólo dar una coherencia
superior a la gran cantidad de datos experimentales acumulados,
sino responder a problemas que la biología actual todavía no se
plantea, a saber: cuál es la naturaleza de cualquier tipo de ser vivo,
entendida como un campo físico, que continuamente surge de su
soma, y que está en permanente interacción con su ambiente, al
que constantemente transforma.

FIBE
http://www.faustinocordon.org/biografia_cientifica.php

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Notas:

(1) En este apartado 1) me limito a señalar ideas que he


desarrollado con algún detalle en el libro La función de la
ciencia en la sociedad, Madrid, Cuadernos para el diálogo,
1977.
(2) Pauster demuestra la ausencia de generación espontánea
en los seres unicelulares y Virchow asevera que
“ovniscellula ex cellula” en las células constituyentes de
vegetales y animales. Dentro de esta línea de pensamiento
está el descubrimiento capital de Wesimann de la “continuidad
del plasma germinal” enunciado de modo idealista pero
poseedor de un gran fondo de verdad en lo que al
establecimiento del nivel celular.
(3) De hecho, los únicos seres vivos sobre los que se sabe
influir experimentalmente (eso es, modificar su individualidad
reversible, sin destruirla) son los animales, es decir los
individuos de nuestro propio nivel con el que necesariamente
estamos familiarizados. Tal es la significación que tiene la
técnica de los reflejos condicionados, cuyo descubrimiento
personificamos en Pavlov, por ello una de las figuras cimeras
de la ciencia experimental.
(4) esta incapacidad de distinguir como dos niveles distintos,
superpuestos, de ser vivo a la célula y al animal impide
que Pavlov, a pesar de habernos enseñado a actuar
experimentalmente sobre el individuo animal, no lograse
interpretar el organismo animal como algo surgido de la
células somáticas (directamente de las neuronas) pero distinta
de ellas, e interpretase de cómo mecanicista el proceso de la
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acción y experiencia animal por él descubrimiento,
reduciéndolo a una mera cooperación entre células. La misma
confusión de niveles ha desorientado el enfoque de la
ontogénesis y herencia animal, reduciéndolas a la genética
celular.
(5) Marx, tuvo noticias por Darwin de que el hombre procedía
necesariamente, de un mono antropoide, pero Darwin se
limita a dar pruebas, anatómicas principalmente, de esta
ascendencia sin entrar en el estudio de cómo se verificó la
transformación.
En cuanto al conocimiento de la naturaleza animal, sólo
comprensible conociendo la naturaleza de la célula y el
proceso conjunto de nivel celular de cuya culminación surge el
animal, estaba fuera del horizonte conceptual de la biología de
tiempos de Marx, según se ha expuesto.
(6) Consideramos que el tipo de problemas de
máxima fundidad de la ciencia evolucionista es el
desentrañamiento del origen y de la naturaleza en términos
de este origen de los individuos de cada uno de los niveles de
integración (de los individuos protoplásmicos, de las células y
de los animales, entre los biólogos).
(7) Así es por paradójico que pueda parecer al hablar del
hombre de ciencia que demostró definitivamente el hecho de
la evolución biológica; ahora bien, considera e interpreta este
hecho, como vamos a ver, dentro del marco de conceptos y
problemas propios de la ciencia experimental, de hecho, eleva
este hecho desde la consideración empírica a la experimental.
(8) La evolución de cada uno de los dos niveles biológicos
inferiores (la del protoplásmico y la del celular) comienza con
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individuos aislados y heterótrofos, que aprovechan como
alimento restos del nivel anterior; y luego prosigue con
individuos autótrofos aislados, capaces de conseguir alimento
a partir de fuentes de energía antes inaprovechables por los
seres vivos; finalmente, la evolución prosigue con asociación
de individuos del nivel (inicialmente de autótrofos).
En el nivel biológico tercero y último (el animal), la evolución
hasta ahora no ha pasado de los individuos aislados,
heterótrofos (los animales) y autótrofos (los hombres), y hay
irrebatibles razones biológicas para afirmar que nunca se
producirán asociaciones biológicas entre animales que
pudieran conducir a un nivel supra-animal.
(9) Es decir, Darwin no aborda el fenómeno de la especiación,
ni la generalidad, ni como lo que debe ser: una consecuencia
del cambio paulatino general del conjunto de las especies. La
intenta basar en el fenómeno de la diferenciación de razas
geográficas, muy otro del cambio progresivo (por selección
natural) de las especies que él descubrió.
A mayor abundamiento, Darwin no se plantea el problema (de
un grado de discontinuidad mayor) de la diferenciación de los
grandes troncos taxonómicos (de los fila de animales en la era
paleozoica, de las clases de vertebrados en la mesozoica, y de
los órdenes de mamíferos y de aves en la cenozoica) sino que
considera la diferenciación biológica como una maraña de
especies desordenadamente emergentes unas de otras.
(10) Por lo demás esto significa remitir la evolución de cada
especie a tendencias dadas intrínsicamente en los individuos
de ella; o, dicho de otro modo, equivale a definir de modo
sustantivo o idealista cada especie. En una palabra, el
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creacionismo sigue agazapado en el pensamiento de Darwin a
este nivel de problemático.
(11) Así pues, por el hecho de ser social, la acción y
experiencia humana, la unidad de avance de la actividad
humana, supone siempre dos aspectos que se imbrican e
influyen de modo y en proporción variable: a) el conocimiento
sobre los procesos naturales que paulatinamente va
dominando en su provecho y b) las relaciones que se van
dando entre los hombres mismos en su actividad productiva.
Estos dos aspectos del progreso elemental humano son
inseparables.
(12) Me parece que toda ciencia experimental (que, por
definición, esta especializada en uno de los niveles de
integración de la realidad, deslindado como culminación de
conocimiento empírico) tiene como problemática propia el
descubrimiento de las leyes generales que, en todo nivel o en
un campo mayor o menor de este, se aplican a todos y cada
uno de los entes del nivel, a fin de influir convenientemente
sobre ellos, en provecho del hombre.
Ni que decir tiene que este conocimiento experimental del
modo general de comportarse un nivel frente a la acción
humana (siempre realizada por el cause del nivel) es básico –
previo– del conocimiento científico evolucionista.
(13) Pienso que la gran temática de Hegel, el gigante del
pensamiento en que se apoya Marx, es profundamente
evolucionista. La aportación de Marx es, precisamente, darle
su carácter científico: constituirla en instrumento de conocer
un aspecto de la realidad, considerada ésta como un todo
cerrado cognoscible potencialmente por sí mismo.
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(14) Es cecir, dos niveles de individuos genuinos, focos de
acción y experiencia, capaces de gobernar sus
correspondientes medios y, así, obtener de éstos la energía
necesaria para mantener la propia integridad.
(15) Véase La alimentación, base de la biología
evolucionista, Vol.I Editorial Alfaguara, 1978, dedicado,
precisamente al origen, naturaleza y evolución del primer
nivel biológico, el de los individuos protoplásmicos.
(16) este tipo de problemas, los relativos a la evolución
interna de un nivel (sin abordar aún lo que el nivel sea según
su proceso de origen) fue estudiado por mí para el nivel
animal hace ya años en el libro La evolución conjunta de los
animales y sus medios dedicado principalmente al problema
de la especiación animal y al complementario de la definición
de especie animal por su origen.
(17) A esta diferenciación corresponde la distinción, en el nivel
animal, del común de los animales (cuya subetapa estudia
Darwin) y del hombre (cuya subetapa evolutiva estudia Marx).
(18) O, con mayor generalidad cuales han sido los sucesivos
tipos de medio –de rutas hacia el alimento– y,
complementariamente, los sucesivos modos de acción y
experiencia que se ha ido aplicando al gobierno de tales tipos
de medio.
(19) Así es por el hecho de que el organismo de un ser vivo
de un nivel dado (por ejemplo, el organismo del animal)
resulta de alteraciones ambientales confluentes causadas por
cambios de estado sincrónicos de los organismos de seres
vivos de nivel inmediato inferior íntimamente coordinados (en
el ejemplo, de los organismos de neuronas) y tal organismo
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superior tiene, pues, la misma naturaleza física que el cambio
de estado de los organismos inferiores, cuya naturaleza física
es obviamente elemental respecto a la de estos organismos
inferiores mismos.

(*) Faustino Cordón (1909-1999), Biólogo, científico español


Obras:
Introducción al origen y evolución de la vida,
La Naturaleza del hombre a la luz de su origen biológico,
La función de la ciencia en la sociedad
La biología evolucionista y la dialéctica,
La actividad científica y el ambiente social (1962),
La evolución conjunta de los animales y su medio (1966),
Pensamiento genera1 y pensamiento científico (1976),
Origen, naturaleza y evolución del preotoplasma (1978) y
La naturaleza del hombre a la luz de su origen biológico
(1981).

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