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La controversia teológica carolingia/ El culto a las imágenes

En el ámbito cultural carolingio tuvieron lugar cinco controversias teológicas importantes, desde el
año 776 hasta mediados del siglo siguiente.
La querella por el culto a las imágenes tuvo tres fases importantes.
La primera:
Que fue de opresión iconoclasta, duró desde el año 725 al 780. Durante este tiempo, y bajo el
emperador León III el Isaurio (717-740), se procedió a la destrucción de las imágenes,
especialmente en el año 725. El siguiente emperador, Constantino V (740-755), impuso
absolutamente la iconoclastia en un concilio celebrado en el año 753. Los grandes campeones de
la ortodoxia católica de esta primera fase fueron San Germán y San Juan Damasceno.
La segunda:
Etapa de restauración católica, entre el año 780 y el año 813, fue posible gracias a la emperatriz
Irene y al patriarca San Tarasio. El II Concilio de Nicea (VII Concilio Ecuménico), celebrado el año
787, definió la legitimidad del culto a las imágenes.
El tercer:
Momento del debate (813-842) supuso el retorno a la iconoclastia. Fue inaugurado por el
emperador León el Armenio (813-820) y se prolongó durante treinta años. En este tiempo los
defensores de la ortodoxia fueron San Nicéforo y San Teodoro Estudita. La ortodoxia católica
triunfó definitivamente en el año 842.
Para entender la polémica iconoclasta, conviene hacer algunas precisiones terminológicas:
LOS GRIEGOS:
Solían hablar de dos tipos de culto:
- Un culto absoluto, que solamente se debe dar a Dios.
- Un culto relativo, que se da a la Virgen y a los santos.
A la Virgen María se da un culto pleno relativo y a los santos un culto parcial relativo.
Las palabras griegas empleadas, con relación al culto, eran las siguientes:
- Latría, que significa adoración.
- Dulía, que significa servicio.
- Temor-í/mé, que significa honor.
- Prosquínesis, que significa veneración (adoración).
El culto a Dios se denominaba latría, como término exclusivo aplicado a Dios, aunque también se
le atribuían los otros términos antes citados. En cambio, el culto a los santos se denominaba
habitualmente culto de dulía o de honor; a las imágenes se les tributaba sólo honor.
La gran confusión venía motivada por el término prosquínesis. Esta palabra, que literalmente
significa adoración, expresaba el culto de latría, pero también podía significar veneración.
Por lo tanto, se podía hablar de una veneración latréutica, que sería propia de Dios, o latría en
sentido absoluto o simple; y también se podía hablar de una prosquínesis de honor o
prosquínesis timetiqué, que se daba a los santos y a las imágenes.
Los occidentales:
E cambio, la terminología, si bien era la misma, ofrecía un uso un poco distinto.
Se empleaba el término:
- Latría o de adoración para el culto exclusivo a Dios.
- Para el culto a los santos se empleaba la palabra dulía: de hiperdulía si se trataba de María la
Madre de Dios, y de dulía simplemente si se trataba de los santos.
Los occidentales:
- Evitaban por todos los medios hablar de adoración con relación a los santos y a la Virgen
María.
Los orientales:
- Por el contrario, hablaban de una adoración latréutica con relación a Dios y de una adoración
de honor con relación a los santos y a sus imágenes.
Y aquí estuvo fundamentalmente el tema del conflicto o de la discusión.
Concilio II de Nicea:
Cuando aprobó el culto a las imágenes, empleó la terminología al uso entre los orientales, y
dijo que los santos y sus imágenes merecían una «adoración de honor» (prosquínesis timetiqué).
Esta adoración de honor no era una adoración a la imagen en cuanto tal, sino a la persona que
era venerada detrás de la imagen y, en última instancia, al Creador de todas las cosas y Señor
del universo. Hasta aquí la doctrina de los orientales.
La doctrina sancionada por el II Concilio de Nicea fue recibida en Occidente y traducida al
latín.
Al traducir literalmente, los occidentales se asombraron de que los griegos hablasen de «adorar»
las imágenes.
De esta forma se produjo en Occidente una fuerte aversión hacia los decretos del Concilio de
Nicea.
Tuvo tres fases fundamentales:
- En la primera:
Fueron compuestos los llamados Libros carolingios, en ellos se impugnaba todo culto a las
imágenes, incluso el culto relativo, y solamente se permitía el uso de ellas. Se rechazaba el culto
porque se entendía que el culto preconizado por Nicea era un culto de estricta adoración.
- En el segundo:
Acto de la polémica se celebró el Concilio de Frankfurt (794), que condenó la «adoración» de las
imágenes e incluso condenó al Concilio de Nicea, creyendo que éste había permitido su estricta
adoración.
- El tercer acto:
Coincide con el Concilio de París (825), que repitió la doctrina de los Libros carolingios. A pesar
de los malentendidos de una y otra parte y de los excesos iconoclastas de Oriente, la verdadera
doctrina sobre el culto de las imágenes se impuso poco a poco en Occidente y, a fines del siglo
IX, la polémica había terminado.

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