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Lección 4(1): Capacidad jurídica y capacidad de obrar. Menores.

INTRODUCCIÓN
La cualidad de sujeto de Derecho, se trate de personas físicas o jurídicas, es un presupuesto para la
existencia y ejercicio de los derechos subjetivos. Pero no supone la titularidad actual de ningún
derecho (salvo los de la personalidad).
Para ser sujeto de Derecho -o persona en sentido técnico-jurídico- no es necesario tener voluntad ni
una inteligencia lo suficientemente desarrollada.
*Otra solución implicaría privar de derechos a quien nace con una malformación congénita o síndrome de
Down, padece Alzheimer o demencia senil o entra después en estado de coma irreversible tras un accidente.
Al margen de la autonomía y madurez psíquica o mental, que se puede poseer en mayor o menor
grado, la mera condición de ser humano confiere una posición ante y frente al Derecho positivo
(según algunas corrientes ius-filosóficas por principio elemental de Justicia o una exigencia de Derecho natural, que
inspiran el art. 10 CE).
El hecho de que cualquier ser humano por su mera existencia pueda ser soporte de derechos y
obligaciones ha llevado a la doctrina de Derecho continental a establecer una distinción tradicional
entre dos conceptos: capacidad jurídica y capacidad de obrar.
CAPACIDAD JURÍDICA
Este concepto comprende la aptitud para ser titular de derechos (v.gr. titular de un derecho real,
como la propiedad) y deberes (p. ej. ser deudor en una obligación dimanante de un contrato). Y le
permite ser parte en actos o negocios jurídicos: participar en la vida jurídica (ser un agente
económico en el mercado).
Se trata de una titularidad abstracta y potencial: se confiere la posibilidad de ser titular… el
patrimonio está abierto a recibir relaciones jurídicas, con independencia de que se sea o no
propietario en el caso concreto (p. ej. pobre de solemnidad=patrimonio vacío…)
*Tal es un planteamiento típico del liberalismo del S. XIX en cuya virtud los hombres nacen
libres e iguales y las diferencias entre ellos son fruto de su esfuerzo y sacrificio (y no de la clase
social a la que pertenecen según el Antiguo Régimen).
* Esta potencialidad se cumple con los derechos subjetivos patrimoniales (derechos reales, de crédito…) pero no
con los llamados “derechos de la personalidad” que acompañan a la persona desde el primer momento: derecho
a la vida, a la integridad física y moral, al honor, a la intimidad, a la identidad (nombre) y, más modernamente, a
la identidad de género. El hecho de que sean innatos implica que la persona nace con ellos y no requiere, por
tanto, una adquisición ni originaria ni derivativa, como sucede con los derechos subjetivos.
Es un concepto “absoluto”, consustancial a la persona y de orden público: es decir, o se tiene o se
carece de él, pero no caben zonas grises o intermedias
La admisión de una gradación o traería como resultado una jerarquización contraria a los arts. 10 y 14 CE: daría
lugar a ciudadanos de distintas clases, unos con plenos derechos y otros sin ellos: ciudadanos, libertos, esclavos,
personas sujetas a una potestad ajena a pesar de ser mayores de edad (alieno iuris), etc., típicos de una sociedad
esclavista como p. ej. la regida por el Dº romano.
No cabe descartar, sin embargo, que un futuro no tan remoto se incorpore al OJ el caso de
ciertos seres pertenecientes a una segunda clase (o tertium genus): animales y máquinas
avanzadas dotadas de IA (robots); eso sí, dicha personificación limitada correspondería
siempre a seres distintos de nuestra especie.
* Una ley manteniendo la esclavitud o arrebatando la capacidad de testar a los sujetos de una
determinada raza sería inaplicable en España como contraria al orden público (DELGADO
ECHEVERRÍA)
CAPACIDAD DE OBRAR
La teoría clásica de los países de tradición jurídica romana, sea latina o germánica (no así en el
Common Law) contrapone a la capacidad jurídica -equivalente hoy en la práctica al de personalidad-
el concepto de capacidad de obrar.
La capacidad de obrar es siempre una capacidad de ejercicio o de actuar la propia capacidad jurídica
de forma autónoma e independiente en el tráfico
P. ej. a la que se refiere el notario cuando autoriza un contrato y señala “a mi juicio los comparecientes tienen la
capacidad legal suficiente para otorgar la siguiente escritura de”: compraventa de vivienda, o aportación de un
inmueble a la sociedad de gananciales, constitución de una SRL, dotación patrimonial para crear una
fundación….
DIFERENCIAS ENTRE CAPACIDAD
Cabe ofrecer dos definiciones de este concepto: JURIDICA Y LA C. DE OBRAR

a) La idoneidad para ejercitar los derechos y cumplir los deberes de que se es titular con plena
autonomía
b) La posibilidad de realizar actos y negocios jurídicos válidos y con plenitud de efectos.
No se trata de una aptitud genérica y abstracta -como la capacidad jurídica- sino concreta, concedida
a cada persona no en atención a la naturaleza humana, sino una determinada aptitud psíquica. Por
tanto, admite matices y gradación (zonas grises)
La capacidad de obrar plena se identifica con el autogobierno e implica tener autonomía, poder
gestionar bienes y asuntos por uno mismo sin ayuda de terceros (p. ej. padres ostenten la patria
potestad, la asistencia de curador, de un defensor judicial…).
CIRCUNSTANCIAS MODIFICATIVAS DE LA CAPACIDAD DE OBRAR
LA EDAD: APROXIMACIÓN GENERAL
Una correcta atribución de la capacidad de obrar exigiría el examen individualizado y pormenorizado
de cada persona física lo que es imposible -o al menos poco aconsejable- para garantizar una mínima
celeridad de la operaciones -p. ej. económicas-
*De ahí que el Derecho, desde tiempos antiguos, se deba manejar con presunciones, al igual que sucede, p. ej. con la
atribución de la paternidad al marido ex art. 116 CC, sin práctica de prueba biológica/ADN a cada recién nacido.

Aunque cada persona es distinta, en nuestro Derecho se recurre a un sistema objetivo –la edad- a
partir del cual se supone que la persona ya es adulta y puede desenvolverse por sí misma en tráfico
(ciertas actuaciones, celebrar contratos…)
La edad puede definirse por el tiempo de vida de una persona desde su nacimiento hasta el momento en el que se
computa (LASARTE ÁLVAREZ)
CAPACIDAD DE OBRAR GENERAL: Esa situación de poder gobernar la propia persona y los
bienes sin intervención de terceros produciendo actos y negocios válidos y eficaces se corresponde
con la mayoría de edad (cfr. arts. 240 y 246 CC)
CAPACIDAD DE OBRAR SINGULAR: La ley puede autorizar la exigencia de una edad inferior (-18
años) o superior (+18 años) para la celebración de determinados actos y negocios jurídicos: p. ej.
otorgar testamento abierto, contraer matrimonio, adquirir la posesión (¡no la propiedad!), aceptar
donaciones puras, celebrar un contrato de trabajo… y, en polo opuesto, adoptar, negocio jurídico de
Derecho de familia para el que el CC exige haber cumplido 25 años (art. 175.1)
ESTADOS CIVILES POR RAZÓN DE LA EDAD:
MAYORÍA DE EDAD:
Adquisición de plena independencia para desempeñar los cometidos que cada sociedad exige a un
adulto (portar armas, montar a caballo…):
Se adquiere a los 18 años cumplidos* (art. 240 CC y 12 CE*) y confiere capacidad para realizar
todos los actos de la vida civil (art. 246 CC) pasando el sujeto a asumir plena responsabilidad por su
conducta en el tráfico jurídico… (art. 1903.II a contrario CC).
* Fue la Real Decreto-ley 33/1978, de 16 de noviembre el que modificó el entonces art. 320 del CC para que la mayoría
de edad se alcanzase a los 18 recién cumplidos, pensando en garantizar una mayor adhesión a la CE, tanto en las
elecciones constituyentes como, después, mediante referéndum, pues hasta entonces se había situado a los 21 y al tiempo
de promulgarse el Código a los 23 (antiguo art. 320 CC)
posible pregunta de examen sobre el d.foral
*Ha sido tradicional en el Derecho foral adquirir la mayoría de edad al contraer matrimonio; desaparecida la dispensa de
edad (art. 48.I CC), y teniendo en cuenta que los requisitos son competencia estatal (“formas de matrimonio” ex art.
149.1.8ª CE), en la que práctica la única posibilidad existente es quien ostente vecindad civil aragonesa, se haya
emancipado (art. 46.1 CC) –con arreglo a su Derecho aplicable –entonces a partir de los 14 (art. 30 CDFA) y, después, se
case. En cuyo caso, el art. 4.1 CDFA –como ya hiciera la Comp. 1967- ordena que se le tenga por mayor de edad 1.
Ello no debe llevar a pensar que exista una contradicción –entre el art. 4 CDFA- con lo dispuesto en el art. 12 CE, dado
que la DA2ª CE a excepciona esta regla general pensando, justamente, en el Derecho aragonés al señalar “La declaración
de mayoría de edad contenida en el artículo 12 de esta Constitución no perjudica a las situaciones amparadas por los
derechos forales en el ámbito del Derecho privado”. Por tanto, cuando el art. Código de Comercio que para ejercer el
comercio hacer falta ser mayor de edad (art. 4), quien cumpla los requisitos del párrafo anterior podrá ser empresario
individual sin necesidad de que se den los presupuestos del art. 5 CCom.
Así lo explica BAYOD LÓPEZ “un aragonés casado de 14, 16 o 17 años es mayor de edad, por ello deja de estar sujeto a la
autoridad familiar o la tutela y tiene plena capacidad de obrar, salvo las limitaciones que marque la ley, por lo tanto,
cualquiera de ellos podrá sí solo comprar e hipotecar una casa, venderla, abrir una cuenta corriente, tomar dinero a
préstamo, ejercer la autoridad familiar sobre sus hijos, otorgar pactos sucesorios, consentir actos médicos, ser
comerciante, etc.”2
* Más problemas generarán las normas a) de Derecho público (si no son autonómicas o no cuentan con una previsión
expresa); b) otras, con independencia de su naturaleza, que establezcan una edad concreta, p. ej. 18 años.
Coincide, por tanto, con la adquisición de capacidad de obrar plena, interviniendo en el tráfico por sí
solo, sin la sustitución (representación legal) ni asistencia (padres o defensor judicial) de nadie.
Del mismo modo, en caso de que una actuación dolosa o negligente ocasione daño o tercero, será la
persona física –y no sus guardadores (padres o tutores) quien debe responder por ello.
No se trata de una norma de derecho dispositivo y, en tal sentido, el cambio de estado civil –de
minoría a mayoría de edad- se produce de forma automática, por el mero transcurso del tiempo y sin
necesidad de ninguna voluntad en tal sentido de parte de la persona física
La persona no puede renunciar a ella, posponerla ni evitar sus consecuencias (LACRUZ MANTECÓN,
68).
El art. 240 CC contiene una previsión especial a la hora de realizar el cómputo, contra la norma
general art. 5.I CC, señalando que “para el cómputo de los años de la mayoría de edad se incluirá
completo el día del nacimiento”.
Se es mayor, por tanto, desde que comienza el día del 18º aniversario (0 horas del décimo octavo
cumpleaños), con independencia de la hora a la que tuvo lugar el nacimiento (p. ej. 16:00 h.)
(LACRUZ MANTECÓN, 68).
MINORIA DE EDAD:
El sujeto no es un incapaz (DE CASTRO Y BRAVO) pero sufre una restricción de su capacidad de
ejercicio en su propio beneficio –protección o defensa de sus intereses- sujetándola a la guarda de un
tercero (patria potestad [autoridad familiar en DCA], tutela…) y, además, no asume ninguna clase de
responsabilidad por propios actos (art. 1903.II a contrario CC).
1
“Es mayor de edad: a) El que ha cumplido los dieciocho años. b) El que ha contraído matrimonio” (art. 4 CDFA).
2
BAYOD LÓPEZ, María del Carmen, El Derecho civil aragonés en el siglo XXI: algunas cuestiones prácticas, Gobierno
de Aragón, Zaragoza, 2022, p. 19.
“La doctrina más antigua venía considerando al menor como un incapaz, sobre todo en base a su sumisión a
patria potestad y su representación paterna. A mediados del siglo pasado, con De Castro, se comienza a cambiar
de idea, entendiéndose que, salvo que se trate de un niño muy pequeño, la situación de un menor no tiene por
qué ser la de un incapaz, sino que se trata de un sujeto cuya capacidad se ve restringida […] para su protección y
defensa, y no existe en el Código ninguna norma que afirme la falta de capacidad del menor”3.
Así nos los recuerda también el Preámbulo del CDFA: “La minoría de edad no es una situación de incapacidad,
sino un estado de las personas en los primeros años de su vida, cuando su personalidad se está desarrollando y
requieren una formación adecuada a este desarrollo” (ap. IV.4º).
La tendencia actual es a considerarlo en situación de progresiva adquisición de autonomía;
aproximación que parece más razonable y coincide, además, con el desarrollo habitual del ser
humano que van incrementando su madurez mental:
no es lo mismo un niño en su más tierna infancia –que carece de la “capacidad natural” o “capacidad de
entender y querer”, cuya opinión carece de transcendencia jurídica- que un adolescente, que no llegar a ser
todavía adulto, pero tiene algo que decir en los asuntos que le conciernan, y cuya voluntad comienza a tener
cada vez más relevancia para el Derecho.
Esta visión conlleva la necesidad de oírlo en decisiones que le afecten, en particular desde la Ley
Orgánica 1/1996, de 15 de enero, de Protección Jurídica del Menor (art. 9 LOPJM 1996), que
también consagra el interés superior del menor como criterio primordial y rector en todas las
acciones adoptadas que le afecten (p. ej. custodia) y que, en tanto principio general del derecho,
también resulta informador de la interpretación de todas las normas en esta sede del OJ (art. 1.4 CC).
En el ámbito del CC, encontramos el art. 154 CC, destinado al ejercicio de la patria potestad –
recordad una función y no un derecho subjetivo- que también establece este principio inspirador de
las relaciones paterno-filiales:
“Si los hijos o hijas tuvieren suficiente madurez deberán ser oídos siempre antes de adoptar
decisiones que les afecten sea en procedimiento contencioso o de mutuo acuerdo […],
recabando el auxilio de especialistas cuando ello fuera necesario”.
También es de interés recalar en la modificación que la Ley 26/2015, de modificación del sistema de
protección a la infancia y adolescencia incorporó al art. 1263.1 CC:
a) Hasta entonces se venía expresando en términos muy taxativos conteniendo una prohibición:
“no podrán prestar válidamente consentimiento contractual: los menores de edad no
emancipados”
a. Aunque tales negocios jurídicos eran meramente impugnables y, en caso de
transcurrir el plazo de caducidad de 4 años, se reputaban válidos desde un primer
momento; del mismo modo resultaba admisible su convalidación.
b. La prohibición chocaba con una realidad en la que los menores contrataban por sí
mismos: comprar chucherías, pagar el billete del autobús o del tranvía, sacar entrada
de discoteca light, un forfait para esquiar…

b) Después de 2015, la norma se adecúa a la corriente doctrinal formulada por DE CASTRO y


Bravo, acogiendo los argumentos aducidos con anterioridad, y el legislador se adhiere
normativamente a tales planteamientos, mostrándose a la letra mucho más permisivo:
“Los menores de edad no emancipados podrán celebrar aquellos contratos:
a) que las leyes les permitan realizar por sí mismos(1) o con asistencia de sus
representantes(2)
b) y los relativos a bienes y servicios de la vida corriente propios de su edad de conformidad
con los usos sociales(3)

3
LACRUZ MANTECÓN, Miguel Luis, Síntesis…. op. cit., p. 69.
Algunos ejemplos que aparecen diseminados por el Código Civil (o en otras normas del OJ español):
(1) Otorgar testamento notarial: 14 años (art. 663CC); Celebrar un contrato de trabajo (art. 7
ET)4; Adquirir la posesión (art. 443 CC); Aceptar donaciones simples (no condicionales ni
onerosas) (art. 626 a contrario CC)
(2) En otras ocasiones, puede hacerlo contando con asistencia de su representante legal: optar
por la vecindad civil (art. 14.3 CC), optar o solicitar la nacionalidad española (art. 20 y 21)
En algunos supuestos, su consentimiento será necesario para el negocio jurídico: p. ej.
solicitar o consentir la emancipación (16 años), para ser adoptado si tiene más de 12 años…
(3) Casos ya vistos, como p. ej. compras de poca entidad en una papelería, kiosco…
* Se hace preciso señalar que el Derecho civil foral, siguiendo una tradición histórica que puede remontarse al
Fuero “De contractibus minorum” (1247) y “Ut minor viginti annorum” (1348), los aragoneses menores de
edad, pero mayores de 14 años, pueden realizar toda clase de actos y contratos con la asistencia de uno
cualquiera de sus padres o, en su defecto, de su tutor (art. 23.1 CDFA).
Caso en que padre retira los fondos de la cuenta corriente abierta en una entidad financiera cuya única titular es
su hija de 17 años: al carecer de representación legal, no ser cotitular ni autorizado, y corresponder al menor su
disposición contando con la asistencia paterna, se declara nula la extracción condenándose a la restitución de los
30.000 € depositados (cfr. STSJA 14 junio 2011).
EMANCIPACIÓN: posible pregunta de examen

En antecedente histórico de esta figura la encontramos en la triple venta (mancipatio) simbólica y


consecutiva que realizaba el paterfamilias romano en cuya virtud el hijo de familia dejaba de estar
sujeto a su potestad (alieno iuris) y pasaba a ser cabeza de su propia gens (sui iuris).
En la actualidad, y salvando las distancias, se conserva la misma la esencia de la institución:
a) Se trata de un acto que libera al menor edad de verse sujeto al poder-función de un tercero
(sea la patria potestad o, en su defecto, tutela –en cuyo caso recibe el nombre de beneficio de la mayor
edad o habitación de edad [art. 245 CC])-)
b) Ve ampliada su capacidad de obrar asimilándola a la de un mayor de edad, pero estando
todavía sujeto a unas pocas restricciones que persiguen la protección del emancipado
(LACRUZ MANTECÓN)
Por tanto, la emancipación, en sentido moderno es una situación intermedia –estado civil- entre la
minoría y la mayoría de edad, concebida como un período de aprendizaje (SANCHO REBULLIDA)
El menor ha llegado a un desarrollo y madurez suficiente para regir su persona y bienes tomando él
la iniciativa (LETE DEL RÍO), lo que conllevará la extinción de la representación legal (arts. 154.1 a
contrario, y 169.2º CC) y su asimilación a la mayoría de edad (art. 1263 CC), aunque con ciertas
limitaciones (art. 247 CC).
a) El menor emancipado cuenta, como norma general, con plena capacidad de obrar contractual
(art. 1263 a contrario sensu y primera parte del art. 247: “la emancipación habilita al menor )
b) Pero dicha autonomía patrimonial aparece limitada, cuando para ciertos actos de especial
transcendencia, se requiere un complemento de capacidad de obrar llamado asistencia, que
han de prestar los padres o, en su defecto, el defensor judicial para que el negocio jurídico no
resulte anulable:
a. Tomar dinero a préstamo (p. ej. préstamo bancario, salir fiador o avalista, librar o
aceptar letras de cambio…).

4
Podrán contratar la prestación de su trabajo: a) Quienes tengan plena capacidad de obrar conforme a lo dispuesto en el
Código Civil. b) Los menores de dieciocho y mayores de dieciséis años, que vivan de forma independiente, con
consentimiento de sus padres o tutores, o con autorización de la persona o institución que les tenga a su cargo.
b. Gravar o enajenar bienes inmuebles y establecimientos mercantiles o industriales u
objetos de extraordinario valor (p. ej. vender, hipotecar, constituir servidumbre
voluntaria o usufructo sobre tales bienes, p. ej. pisos, empresas, aportación a SA-SL).
Así pues, para dotar de cierta flexibilidad al sistema –contra el criterio objetivo e inflexible de la
edad- teniendo en cuenta el caso concreto -la madurez mental del menor- a partir de los 16 años,
cabe que vea ampliada su autonomía en virtud de un acto de concesión –paterna o judicial (art. 239
CC)- o por vida independiente (243 CC). Requisitos:
a) Concesión paterna: En situaciones de normalidad, dentro de la convivencia familiar, es
posible que los titulares de la patria potestad, a su libre criterio, y sin necesidad de
motivación, concedan a su hijo la emancipación. Pero es preciso que el joven tenga 16 años y
que la consienta. Se puede otorgar ante notario en escritura pública o por manifestación ante
el encargado del Registro Civil (art. 241 CC). Una vez concedida e inscrita, resultará
irrevocable (art. 242 CC).
b) Concesión judicial: Ante situaciones más anómalas, donde existe una crisis matrimonial,
como p. ej. divorcio y nuevo matrimonio o convivencia marital con otra persona [padrastro o
madrastra] o una separación, así como cualquier otra que pueda entorpecer el correcto
funcionamiento de la patria potestad, cabe que sea el propio menor, con mínimo de 16 años,
quien la solicite. En tal caso, será el juez, con previa audiencia de los padres y tras sopesar el
interés del menor, quien dictamine sobre la necesidad de su concesión (art. 244 CC)
c) Emancipación tácita: El supuesto de la emancipación tácita o por vida independiente, antes
regulada en el antiguo art. 319 CC, y tras la Ley 8/2021, en el vigente art. 243 CC, parte del
presupuesto de que el menor “lleva una vida económica separada de la familia, al ejercer una
profesión, empleo, oficio o comercio… que es administrada por sí y para sí” (DE CASTRO); lo
opinión más extendida es que “vida independiente” debe ser entendida como autonomía
económica, al margen de donde viva el menor5.
* Este caso siempre ha resultado un tanto particular; de una parte por las dificultades
probatorias que ofrece y la ausencia –hasta hace bien poco tiempo- de una constancia oficial
(DELGADO ECHEVERRÍA), tratándose de una situación fáctica –que se produce de hecho- en
vez de jurídica –con un reconocimiento pleno y legal; y, de otra, por ser la única que resulta
revocable, pudiendo desaparecer por un posterior arrepentimiento paterno; circunstancia que
hacían dudar la conveniencia de su inscripción registral (GETE-ALONSO Y CALERA); además,
solo permite efectos del art. 247 CC.
*De nuevo, el Derecho foral aragonés ofrece una diferencia sustancial frente al régimen del Código
Civil al permitir el acceso a la emancipación, por idéntica causas, pero a partir de los 14 años -en vez
de cumplidos los 16- en el arts. 30 y ss. CDFA.
La emancipación tiene en la actualidad un sentido práctico muy reducido y revestía mayor interés
cuando la mayoría de edad se encontraba situada en los 23 años, y se abría esta posibilidad a partir de
los 18 años (LACRUZ MANTECÓN). Además, cuando lo pretendido es enajenar un inmueble o
asimilado del menor suele recurrirse a la fórmula prevista en el art. 166.II CC. Otros países de
nuestro entorno cultural, como v.gr. Alemania, la han suprimido.

REFLEJO DE LA EDAD EN EL REGISTRO CIVIL

5
Vid. COBACHO GÓMEZ, José Antonio y LECIÑENA IBARRA, Ascensión (dir.), Comentarios a la Ley del Registro Civil,
Aranzadi, Navarra, 2011, p. 1005.
La edad se ha concebido siempre como un estado civil y su constancia oficial tiene particular
transcendencia en el tráfico (no solo es relevante para el propio sujeto o su familia sino también para
terceros que se relacionan con la persona física en el tráfico, p. ej. contratando, y no quieren verse
expuestos con posterioridad a una impugnación judicial…)
A efectos prácticos, aquella materia que propiamente objeto de inscripción –asiento registral
autónomo en el folio personal del individuo- será:
La partida de nacimiento, que abre el registro personal, y donde constará, con carácter fehaciente,
entre otros datos, la fecha del alumbramiento (arts. 4.1, 5.2 LRC 2011): “La inscripción hace fe del
hecho, fecha, hora y lugar del nacimiento” (art. 44.2 LRC 2011). A partir de ahí y, en su caso,
mediante exhibición DNI se dilucidará si es mayor o menor de 18 años, realizando el cómputo,
incluyendo completo el día del parto (art. 240 CC)
La concesión de la emancipación –de los sujetos a patria potestad- o el beneficio de la mayor edad –
para aquellos sometidos a tutela- (art. 4.6 LRC 2011) con visos a que pueda surtir efectos frente a
terceros (art. 242 CC). En el caso de la emancipación por concesión el título será la escritura pública
otorgada por los interesados o la manifestación realizada directamente ante el Encargado del RC –el
menor debe consentirla- (art. 241 CC, 70.2 LRC)
En el de la emancipación por concesión judicial (art. 244 CC) el título inscribible será la resolución
que la otorgue (art. 70.3 LRC 2011). Lo mismo cabe decir del beneficio de la mayor de edad (art.
70.3 LRC 2011), que extinguirá la tutela y no puede ser dada por el tutor directamente a su pupilo
(art. 245 CC), como harían los padres en el supuesto anterior.
El caso de la emancipación por vida independiente es un tanto particular pues se ha considerado
tradicionalmente una situación de hecho y que, además, es revocable, por los progenitores, frente al
resto de hipótesis (arts. 243 y 242.II CC). Con todo, la LRC 2011 permite la inscripción de la
emancipación tácita mediante acreditación documental (art. 70.4 LRC 2011), seguramente para
intentar paliar las dificultades de prueba que ofrecía esta situación en el tráfico jurídico6.
*La regla tradicional, sin embargo, teniendo en cuenta la posible revocación del consentimiento paterno -lo que
parece atentar contra la estabilidad propia de los estados civiles- era no estimar inscribible la emancipación por
vida independiente, que tampoco permitiría al así emancipado otros actos personales, también accesibles al RC,
como p. ej. casarse u optar por la nacionalidad o vecindad civil 7.

BIBLIOGRAFÍA BÁSICA:
LACRUZ MANTECÓN, Miguel L., Síntesis del Derecho Civil español, I., Persona y Bienes, Kronos,
Zaragoza, 2022, pp. 55-57, pp. 67-75.

6
COBACHO GÓMEZ, José Antonio y LECIÑENA IBARRA, Ascensión (dir.), Comentarios a la Ley del Registro Civil,
Aranzadi, Navarra, 2011, p. 1006.
7
Lacruz Mantecón, Síntesis... op. cit., p. 74.

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