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LAS CARTAS DE PABLO

Las Epístolas son generalmente divididas en las Epístolas Paulinas y las Epístolas No
Paulinas (Generales).
Las epístolas de Pablo entran en dos categorías:
 nueve epístolas escritas a las iglesias (Romanos a 2 Tesalonisenses) y
 cuatro epístolas pastorales y personales (1 y 2 Timoteo, Tito y Filemón).
1. A los Romanos
2. I a los Corintios
3. II a los Corintios
4. A los Gálatas
5. A los Efesios
6. A los Filipenses
7. A los Colosenses
8. I a los Tesalonicenses
9. II a los Tesalonicenses
10. I a Timoteo
11. II a Timoteo
12. A Tito
13. A Filemón

EL ÉNFASIS EN EL SEÑOR JESÚS


 Romanos: Cristo el poder de Dios para nosotros.
 1ª Corintios: Cristo la sabiduría de Dios para nosotros.
 2ª Corintios: Cristo el consuelo de Dios para nosotros.
 Gálatas: Cristo la justicia de Dios para nosotros.
 Efesios: Cristo las riquezas de Dios para nosotros.
 Filipenses: Cristo la suficiencia de Dios para nosotros.
 Colosenses: Cristo la llenura de Dios para nosotros.
 1ª Tesalonicenses: Cristo la promesa de Dios para nosotros
 2ª Tesalonicenses: Cristo el premio de Dios para nosotros

EL ÉNFASIS EN EL MENSAJE DEL EVANGELIO


 Romanos: El Evangelio y su mensaje
 1ª Corintios: El Evangelio y su ministerio.

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 2ª Corintios: El Evangelio y sus ministros.
 Gálatas: El Evangelio y sus mutiladores.
 Efesios: El Evangelio y su divinidad.
 Filipenses: El Evangelio y su terrenalidad.
 Colosenses: El Evangelio y sus filosofías.
 1ª Tesalonisenses: El Evangelio y el futuro de la Iglesia.
 2ª Tesalonisenses: El Evangelio y el Anticristo.

EL ÉNFASIS DEL EVANGELIO EN LA UNIÓN DE LOS CREYENTES


 Romanos: En Cristo — justificación.
 1ª Corintios: En Cristo — santificación.
 2ª Corintios: En Cristo — consolación.
 Gálatas: En Cristo — liberación.
 Efesios: En Cristo — exaltación.
 Filipenses: En Cristo — triunfo.
 Colosenses: En Cristo — cumplimiento.
 1ª Tesalonisenses: En Cristo — traslación.
 2ª Tesalonisenses: En Cristo — compensación.

Estas son seguidas de ocho epístolas cristiana hebreas (Hebreos a Judas).

LA SALVACIÓN ES POR FE
Romanos 3:21-26
“Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley
y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que
creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de
la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención
que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su
sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los
pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea
el justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús.”
Desde el antiguo testamento se anunciaba la venida de nuestro Señor Jesucristo, como
iniciador del periodo de la gracia, a través del cual se manifestaría la justicia de Dios en
forma gratuita para toda la humanidad.
1. Dios tenía que tomar una decisión en cuanto al pecado: O ejecutaba la sentencia de
muerte, lo que hubiera resultado en la desaparición de la raza humana, o le daba al
hombre otra oportunidad. El Padre optó por la segunda opción y en su infinita
paciencia, pasó por alto el pecado de la humanidad; con el fin de hacer manifiesta su

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justicia y dejar claro que solo Él es justo y también que solo Él puede justificar a los que
ponen su fe en su Hijo Jesucristo.
2. Era necesario un plan generalizado que considerase a judíos y gentiles, a pobres y
ricos, a blancos y negros, a esclavos y libres, a gobernantes y súbditos, dado que todos
quedamos bajo la maldición del pecado cometido por Adán y Eva, la cual consiste en
estar destituidos de la gloria de Dios.
3. Debido a que los sacrificios de machos cabríos en el antiguo testamento no eran
suficientes para santificar al hombre, por cuanto la sangre provenía de criaturas mortales
y creadas, entonces Dios entregó a su Hijo, debido a que Él estaba revestido de los
atributos necesarios para hacer un sacrificio vivo, santo y sin mancha de pecado. De ahí
que solo pueda existir un único intercesor para toda la humanidad y lo demás que el
hombre busque para remplazar este intercesor, resultará inservible.
Sin derramamiento de sangre no hay remisión de pecados; por eso en vano el hombre
busca otros intercesores diferentes de Jesucristo. Una estatua no puede derramar sangre,
a no ser que el diablo la haga llorar lágrimas de sangre, para que muchos crean en la
mentira. Un “santo” de los ya fallecidos, tampoco puede derramar sangre; pues aquí en
la tierra ya no estarán ni los huesos y si la derramó antes de morir no fue en sacrificio
por la humanidad. Un “santo” de los creados a través de la mitología y las leyendas
humanas, tampoco puede derramar sangre, pues solo se trata de un cuento de hadas. En
cambio, Jesucristo bajó del cielo y tomó cuerpo de hombre, para estar sometido a las
mismas tentaciones del hombre y luego poder derramar su sangre en la cruz, para
lavarnos en ella y darnos vida eterna.
4. Como no había forma de pagar por nuestra redención, dado que somos criaturas y
Dios es nuestro creador, este plan tenía que ser gratuito. No hay ninguna riqueza
terrenal con la que podamos pagar por la redención de nuestra alma; pues todo lo que
vemos le pertenece a Dios. Si pensáramos en darle a Dios varios millones de dólares,
de nada serviría, pues en el cielo no se usa el dinero. Si pensáramos en darle todo el oro
del mundo, sería una pérdida de tiempo; pues en el cielo se hacen las casas con oro
puro. Si pensáramos en pagarle a Dios con nuestra alma, sería un error, pues somos de
Dios, ya que Él mismo nos creó.

5. El único requisito para participar de este plan de redención es la fe en nuestro Señor


Jesucristo; es decir tenemos que creer que el Hijo nos puede justificar ante el Padre y de
esta forma el Padre como premio nos limpia y nos santifica a través de la sangre del
Cordero, su Hijo. Dios lo puso como propiciación por medio de la fe en su
sangre. Maravilloso, ¿verdad? Nadie más en el mundo nos puede rescatar del pecado y
hacernos hijos y herederos del reino de los cielos; dado que la obra de la cruz es única e
irrepetible; es decir, si alguien le diera el arrebato de hacerse crucificar; este sacrificio
quedaría incompleto, por cuanto ese alguien es pecador, ese alguien no es hijo de Dios y
ese alguien en vez de resucitar, bajaría derecho al infierno, así como sucedió a satanás
porque su corazón se llenó de orgullo y de altivez y porque quiso ser igual a Dios.
6. La fe verdadera conlleva a la obediencia y esta se traduce en poner la Palabra por
obra; de tal forma que la fe indiscutiblemente nos lleva al cumplimiento de la ley; es
decir, a los mandamientos, decretos y estatutos contenidos en la Palabra, desde el
antiguo testamento hasta el nuevo testamento. Si no hay fe, no podemos agradar a Dios
y por ende no hay redención ni justificación. El camino de la redención está ya abierto
para todos aquellos que lo desean; esto quiere decir que, si usted no acude a Jesucristo,

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no podrá esperar que Dios lo persiga y le convenza que debe cambiar de rumbo a su
vida. El hombre es libre de buscar a Jesucristo y salvar su alma; o de seguir caminando
en dirección del mundo, lo cual lo llevará al castigo eterno.

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