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Respecto del Estudio de la Toráh

[1] He aquí, el estudio de la Toráh es algo absolutamente necesario; sin él, es


imposible llegar a la observancia, pues si no sabrá que le fue ordenado hacer,
¿cómo podrá hacerlo? Sin embargo, además de esto, el estudio de la Toráh
tiene una función muy importante en la perfección del hombre. Y ya hemos
mencionado este punto brevemente en la primera parte capítulo cuatro (secc.
9), y ahora ampliaremos este tema.

[2] Entre todas las influencias que Él, Bendito Sea, envía en beneficio de Sus
criaturas hay una que es superior al resto de las influencias, y cuya esencia es
más importante y excelsa que todas las demás que pudieran existir, es decir
que es lo máximo que puede ser encontrado en la creación parecido a Su
realidad verdadera, Bendito Sea, y de importancia y excelencia parecidas a la
realidad de Su importancia. Y esto es realmente lo que representa que el
Señor, Bendito Sea Su Nombre, comparte Su gloria y excelencia con Sus
criaturas. Y en verdad el Creador. Bendito Sea Su Nombre, vinculó esa
influencia con algo que Él, Bendito sea, creó para este objetivo, y es: la Toráh
(La palabra Torá proviene del verbo lehorot, que significa: "enseñar", "instruir” Una

traducción bastante literal para Toráh, por lo tanto, sería: "enseñanza" o "instrucción”.) .

Y esto se logra a través de dos aspectos: a través de la lectura y a través de la


comprensión (Nuestra traducción está basada en el comentario Mesilot El Dérej
Hashem así también explica el autor del comentario Or Hadérej. Según Mare Dérej la
explicación de higaion (“la lectura”) es: “la lectura y el aspecto de la reflexion externa y
superficial”, y luego, cuando el Ramjal dice “la comprensión” (hahaskala) se refiere,
según él, a la reflexion y la profundización en el estudio. Y así también explica aquí el

Dérej Lajaim). Y esto es, como fue explicado allí (En la primera parte, capitulo 4,
sección 9), porque el Señor, Bendito Sea, compuso un conjunto de palabras y
alocuciones —que son los cinco libros de la Toráh y en un nivel más bajo, los
Profetas y los Escritos sagrados, y vinculó a ellos esta influencia de manera tal
que cuando las personas hablen aquellas palabras (Incluso si no las comprenden
(Dérej Lajaim). De todos modos, véase el final de este párrafo, y lo que escribimos en la
primera parte, nota 72, que de todos modos la persona debe intentar comprender lo que
lee pues el estudio completo no incluye sólo la lectura y el habla de las palabras

sagradas sino también la comprensión de las mismas.) Les sea proyectada esta
influencia a quienes lo hagan; pero esto, con la condición de que esa lectura
sea realizada siguiendo las reglas que fueron establecidas (Se refiere a las reglas
particulares de las cuatro áreas de interpretación de la Toráh: el peshat (la literalidad del
texto), y el remez, el derash y el sod (caminos de interpretación basados en las
parábolas, las alegorías, la mística y la Kabalá). Y esto claramente excluye

interpretaciones contrarias a la leyó al espíritu del texto bíblico véase Mare Dérej.) ,

como será explicado seguidamente con la ayuda del Cielo. Asimismo, al


dedicarse a la comprensión del contenido de estas palabras de acuerdo a sus
caminos verdaderos, esta influencia le será proyectada a quien las comprende
(Vease el párrafo siguiente y la sección siguiente.)

Y en verdad, esta influencia tiene muchos grados diferentes, al igual que


en el caso de todas las otras influencias y conceptos de la creación, y estos
niveles están divididos en las distintas partes de la lectura y la comprensión
como le pareció a la Sabiduría Suprema apropiado, de modo que a través una
parte de la lectura sea proyectado un nivel de influencia y a través de otra parte
otro nivel; y lo mismo sucede respecto de la comprensión; pero no existe
ninguna parte del estudio de la Toráh mediante la cual no sea proyectado algún
grado esta excelsa influencia, mientras se cumplan las condiciones necesarias
(Es por eso que la persona tiene la obligación y el deber de estudiar todas las partes de
la Torah, pues de estudiar solo algunas, le faltara la influencia de las partes que no
estudio, y no obtendrá la influencia y la perfección completa Dérej Lajaim véase la

sección siguiente.).

[3] Y he aquí, es algo claro que cuanto más alto sea el nivel de comprensión
más alta será la influencia correspondiente proyectada de ella, y no se podrá
comparar alguien que entienda sólo el lenguaje básico de un pasaje bíblico
con alguien que también entienda su significado, y tampoco se compara quien
entiende sólo el significado superficial con quien lo hace con profundidad, y
tampoco quien ahonde poco con quien ahonde mucho. Sin embargo, Su
benevolencia, Bendito Sea, dispuso que en cada nivel de comprensión se
proyecte un grado de esta influencia de modo que quien la estudia (Quiere decir:
de modo que quien estudia cualquier parte de la Torá.) ganará la parte de esa gran
influencia vinculada con esa comprensión, y quien no ha llegado a ninguna
comprensión sino que sólo se ha dedicado a la lectura de la misma (Véase la
nota 16.), eso también será para él un medio para recibir un poco de esta
influencia. De esta manera, la mayor parte del pueblo de Israel tiene este
mérito (El Ramjal no concibe la idea de que la mayor parte del pueblo no haya abierto un
libro de estudio de Toráh en su vida (véase Maré Dérej.) , quien más quien menos.

[4] No obstante, además de esta categorización que existe respecto de la


recompensa (Se refiere a la influencia, la cual es llamada aquí "recompensa". Esto nos
enseña que la verdadera recompensa que el hombre recibe por dedicarse a la Torah es la

influencia Celestial que lo perfecciona (Or Hadérej.) por la dedicación de las


personas a ella en base a su cantidad real (Quiere decir: conforme a cuánto cada
uno se haya esforzado en el estudio de la Toráh (Maré Dérej.) , hay otra categorización
y diferenciación ("Categorización" en lo que hace a la cantidad de esfuerzo en el
estudio, y “diferenciación” en lo que se refiere a las distintas partes de la Torah (Mare

Dérej.) respecto de la reparación de toda la creación a través de ella, de modo


que no hay ninguna parte de ésta que no sea reparada a través de él (Quiere
decir, a través del hombre al estudiar Toráh.) , perfeccionando así una parte de toda
la creación. Entonces, quien desea servir delante del Creador en forma íntegra
(El deseo de estudiar la Toráh debe provenir del deseo de servir a Dios, no de un deseo
intelectual de incrementar los conocimientos o la sabiduría; nótese que aquí el Ramjal se
refiere al estudio de la Torah como una avodá, “servicio”. Y así escribió el Ramjal en
Mesilat Yesharim cap.19: “… y la verdadera intención que debe tener la persona es servir
solo para que el honor del Señor, Bendito Sea, se incremente y crezca… pues esta es la
mejor intención, ya que está completamente alejada de cualquier forma de beneficio
personal y solo es por el honor de Dios… y también debe desear lo mismo respecto del

resto de las personas” (basado en Or Haderej y Mare Dérej) debe dedicarse a todas
sus partes de acuerdo con su posibilidad (Esto se refiere al tiempo que la persona
posee para dedicarse al estudio, y también se refiere a como se relaciona con la Torah,
pues “la persona siempre debe estudiar Torah en el lugar (el tema) que su corazón

desea” (Mare Dérej citando Avoda Zara 19a.) , para que así le llegue la reparación a
todas las partes de la creación. Y con relación a esto dijeron nuestros Sabios,
de bendita memoria: "Que el hombre siempre divida sus días: un tercio en las
Escrituras, otro tercio en la Mishná y otro tercio en la Guemará" (Kidushin 30a;
Avodá Zará 19b). Y esto incluye todas las partes de la Torah, en las cuales el
hombre se debe dividir el tiempo de modo que se dedique a todas, sin omitir
ninguna de ellas (Aunque no pueda concluir su estudio (Or Hadérej.). Sin embargo,
el tiempo que se ha de dedicar a cada una de ellas es correcto que dependa de
lo que es la persona y lo que le esté ocurriendo (Esto es así porque el
perfeccionamiento del mundo depende del perfeccionamiento de la persona; y si al
estudiar la persona se hace peor, en lugar de repararse, lo mismo hace con el mundo (Or

Hadérej). Véase la sección siguiente.) . Y ya nos hemos referido a esto en un


ensayo aparte (Se refiere al ensayo llamado en hebreo Maamar Dérej Jojmá, el cual es
una Guía para el estudio de la Torá y el objetivo del estudio.) , véase allí.

[5] Sin embargo, las condiciones que deben acompañar al estudio son las
siguientes: la reverencia por el estudio propiamente dicho (La palabra yirá
significa la reverencia, el temor y la veneración que el hombre debe sentir por el estudio
de la Torah en el momento mismo del estudio. Y esto es en adición a la obligación

permanente de tener reverencia y temor a Dios (basado en Dérej Lajaim.), y la


reparación de las acciones en todo momento (No solo durante el estudio (Dérej
Lajaim.)

Y esto es así (El Ramjal pasa ahora a explicar la primera de las dos condiciones que
deben acompañar al estudio: la reverencia por el estudio propiamente dicho.) pues, he
aquí, todo el poder de la Torah proviene sólo de que Él, Bendito Sea, vinculó e
hizo depender de ella Su influencia excelsa de modo que al hablarla y
comprenderla llega esa gran influencia; pero si no hubiera sido por esto, hablar
de ella sería como hablar de cualquier otra cosa, o como los libros de ciencias,
o como el conocimiento de las distintas ciencias naturales, mediante lo cual
solo se obtiene información pero el alma no recibe de ello en absoluto ningún
incremento en la excelencia y la importancia al leerlos, al hablar de esos temas
o al comprenderlos (Traducción basada en la versión en inglés del Rab Arie Kaplan;
véase otra opción en Or Haderej.) , y tampoco llega de ello una reparación de la
creación en su totalidad. Y en verdad, esta influencia es algo Divino, como ya
mencionamos, y no sólo eso sino que además es el más elevado y excelso de
los conceptos que son proyectados y comunicados por Él, Bendito Sea, a los
seres creados. Y puesto que esto es así, por supuesto que el hombre debe
sentir temor y estremecimiento al dedicarse a algo así, pues a través de esto él
se presenta delante de su Dios y se dedica a atraer Su gran luz hacia él. Y he
aquí, correspondería que sintiera vergüenza de su insignificancia humana y
temblara ante Su gran magnificencia, Bendito Sea. Por otro lado, he aquí,
debería regocijarse mucho de la buena parte que tuvo el mérito de recibir (Y
esta alegría inmensa debe ser la consecuencia del amor a Dios, el cual debe venir
después de la yirá, la reverencia y el temor, y debe estar entrelazado con ella (Or

Hadérej.), pero con estremecimiento, como mencionamos, y esto incluye que no


se siente de manera frívola (El Rab dice aquí que además de que el hombre debe ser
cuidadoso de que el estudio mismo no esté acompañado de frivolidad, como es obvio, él
también ser cuidadoso incluso de que la manera en que está sentado mientras estudia la

Tora denote frivolidad (Dérej Lajaim.), y que no haga nada que denote desprecio ni
por sus palabras ni por sus libros. Y debe saber delante de Quién se encuentra
y estudia. Y si la persona se cuida en todo esto, su estudio será lo que
realmente debe ser y ella provocará que se proyecte la influencia que
mencionamos, y se incrementará en ella la excelencia Divina (Y se hará parte de
su esencia (Or Haderej), como explicamos respecto del verbo lehitatzem en la primera

parte, nota 58), y se proyectará una reparación y una iluminación (El concepto de
heará, “iluminación”, encierra la idea de un incremento en la excelencia espiritual (Mare
Dérej). El tikún, la “rectificación”, significa quitar lo malo y preparar la cosa para lo

bueno, es decir, para “la iluminación” (Or Haderej.) a toda la creación. Pero si faltará
esta condición (Quiere decir: si falta el temor al Cielo que debe acompañar al estudio,
lo cual denota una falta de estima y valorización de la Torah (basado en Mare Dérej y

Dérej Lajaim.), no se proyectará ninguna iluminación a través de él, y sus


palabras serán sólo como cualquier otra conversación de los seres humanos
(La cual puede incrementar sabiduría, pero no sabiduría Divina (Derej Lajaim.) , su
lectura será como leer una carta, y su reflexión será como la reflexión sobre
cualquier otro asunto terrenal. Y además, por el contrario, le será considerado
de culpa, pues él se acerca a la santidad sin ningún temor y se comporta
frívolamente ante su Creador mientras habla delante de Él y se dedica a lo que
es sagrado para Él, Bendito Sea. No obstante según el nivel de temor, el grado
de honor y el cuidado en esto, así será el nivel del valor del estudio y el nivel de
influencia que se proyecta a través del mismo.

[6] Y la segunda condición es la reparación de las acciones, pues he aquí,


quien desee recibir una influencia, debe ser apto y estar preparado para
recibirla, pero si él se impurifica con pecados y culpas, y se aleja de su
Creador, y se corrompe yendo en pos de las fuerzas de la impureza y el mal,
seguro se dirá de él: "Y al malvado Dios le dijo: “¿Por qué hablas de Mis
leyes...?" (Tehilim 50:16). Y así dijeron nuestros Sabios, de bendita memoria:
"Quién le enseña a un estudiante que no es apto, es como si le tirara una
piedra a Marculis (Marculis era el nombre de un ídolo, y arrojarle una piedra era la
forma de adorarlo. Entonces, lo que quieren decir los Sabios es que quien le enseña
Torah a un alumno que no es apto pues aún no ha refinado suficiente sus característica
de la personalidad, es como si hiciera idolatría. Explica el Dérej Lajaim: quien le tira una
piedra a Marculis piensa que está despreciando la idolatría, pero en realidad, puesto que
esa es la manera de adorar a ese ídolo, él está cometiendo el pecado de la idolatría. Así
también, quien le enseña a un alumno que no es apto, aunque piensa que está ayudando
a ese alumno a elevarse, está despreciando la Torah pues el alumno usara lo que

aprendió para hacer aún más el mal.) " (Julín 133a); y en una persona así seguro
que el estudio de la Torá no proyetará nada de la influencia que mencionamos,
en ningún grado en absoluto.
Y a pesar de esto, nuestros Sabios, de bendita memoria nos han
revelado un gran secreto: si los malvados no abandonaran el estudio de la
Toráh, al final ellos habrían de retornar al bien; pues aunque ellos no tienen el
poder de hacer que sea proyectada ninguna influencia de ante Él, Bendito Sea,
como ya vimos, las palabras mismas de la Toráh son intrínsecamente
sagradas, de modo que quien constantemente se dedique a ellas recibirla
continuamente de ellas un pequeño despertar (espiritual), como si fuera la más
pequeña de las iluminaciones que recibe quien se dedica a ellas; y ésta
finalmente perseveraría sobre él y haría que retornara al bien. Y esto es lo que
dijeron nuestros Sabios, de bendita memoria (En nombre de Dios): "Ojalá que
aunque a Mí me abandonaran, Mi Toráh cuidaran, pues la luz que hay en ella
haría que vuelvan al bien" (Midrash Ejá, petijtá 2). Y aun así es obvio que esto
no está dicho con relación a quien se dedica a ella en forma de broma y burla o
a quien adultera su significado verdadero, sino a quien se dedica a ella por lo
menos como si se dedicara a cualquier otro estudio (Es decir, con seriedad, con el
objetivo de conocer y comprender cabalmente y fidedignamente la Torah (basado en
Derej Lajaim; en sus propias palabras: “Esto se refiere al estudio lishmah en función del

conocimiento de la Torah”).

[7] No obstante, quien se purifica y se santifica a través de sus acciones, a


través de su estudio hace que se proyecte una influencia acorde al nivel de
preparación que él se preparó, y cuanta más preparación realice, mayor será la
excelencia y la fuerza de su estudio. Y esto es lo que encontramos en los
primeros Sabios, a quienes la Toráh les otorgó un gran poder y les confirió
elevación y excelencia como no encontramos en las generaciones posteriores,
a causa del incremento en su preparación, a diferencia de la preparación de las
últimas generaciones.
Y ya dijeron respecto de Yonatán ben Uziel, que cuando se dedicaba a la
Toráh, cualquier pájaro que volaba sobre él, se quemaba (Sucá 28a, Babá
Bacrá 134a), por lo fuerte que estaba envuelto por la Presencia Divina a través
de su estudio (Por la preparación que había realizado (Dérej Lajaim).
Nótese que aquí el Ramjal no habla de rúaj hakódesh, lo que traducimos como
"inspiración Divina", sino de hashraat haShejiná, concepto que hemos traducido como
"estar envuelto por la Presencia Divina" en base a la traducción al inglés del Rab Arie
Kaplan.)

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