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Economía en el oncenio de Leguia

1 Durante el Oncenio de Leguía (1919-1930) se consolidó y amplió el trabajo


asalariado en las minas y las haciendas capitalistas, se incrementó la actividad
financiera y comercial,2 se produce al mismo tiempo, un desarrollo relativo de
la industria manufacturera. Entre 1920 a 1931 la población ocupada en la
metalurgia, el mueblaje y la industria de la construcción aumentó en 45%, 62%
y 45%, respectivamente.209 Se produce igualmente una ampliación de la
actividad manufacturera destinada a productos de consumo popular. Todo ello
determinó la ampliación de los sectores asalariados y las capas medias en el
marco de una mayor división del trabajo y la consecuente diferenciación
social.3 La política implementada por el gobierno de Leguía aceleró y
profundizó el desarrollo de estas tendencias en íntima relación con la
penetración del capital norEapital extranjero. En el Perú el capital
norteamericano desplaza al inglés.

En este periodo se produjo el incremento del capitalismo norteamericano en


nuestro país a través de los empréstitos, los que dejaron una cuantiosa deuda
externa.
El régimen concebido como intervencionista se distingue claramente con la
constitución de 1920 que otorga una serie de poderes al gobierno central para
apoyar al sector exportador de materias primas de manera ilimitada. Para ello se
desarrolló todo un proyecto de construcción de infraestructura de transporte y
comunicación necesaria para los centros de producción de materias primas y sus
respectivos puntos de embarque. Así, los ingresos del estado quedaban
asegurados con los impuestos recaudados por la exportación de materias primas
y con los préstamos externos. Debe recordarse sin embargo que el efímero éxito
de Leguía estaba en función a los altos precios de la materia prima en el mundo
lo que permitió que los banqueros de Nueva York nos facilitaran créditos. El
costo de este proyecto fue muy alto: la deuda externa pasó de 12 millones de
libras esterlinas en 1919 a 116 millones en 1929 y la deuda interna de 27
millones en 1919 se elevó a 30 millones de libras esterlinas.
Para desarrollar el proyecto vial, Leguía no solo hecho mano de los créditos
sino también del recurso humano pues en 1920 dio la tan criticada “Ley de
Conscripción Vial” estableciendo el trabajo obligatorio para todos los varones
entre 18 y 60 años por doce días al año en la construcción y reparación de
carreteras, trabajo del que podían redimirse si pagaban el equivalente a los
jornales dispuestos por ley. Al final, la conscripción solo la hicieron aquellos
que no podían pagar las exoneraciones: la

1. EL PAPEL DE LOS EMPRÉSTITOS La base de su proyecto económico


eran los empréstitos, con lo que inició una serie de entrega como forma de
garantía las riquezas, servicios y rentas del Perú. Todos estos préstamos eran
gestionados por los bancos norteamericanos, concordando así con los planes de
EEUU para apaciguar sus contradicciones de acumulación interna obtenidas en
el proceso de la Primera Guerra Mundial. “En efecto después de la primera
guerra el interés del capital norteamericano por ampliar y diversificar sus
inversiones en el exterior, a fin de sostener la acumulación lograda durante la
guerra, hizo posible que pudiera acudir a dichos recursos” (Cotler, 2005 p. 184).
Los antecedentes para que durante el Oncenio de Leguía se desarrolle esta
política de consolidación Norteamérica se puede enmarcar en cuatro periodos
muy significativos: 1er Periodo (1821 a 1850): en esta primera etapa se da el
desarrollo del capital británico en nuestra economía seguido del capital
norteamericano. “Las exportaciones peruanas se dirigieron casi exclusivamente
a Gran Bretaña (en promedio cerca al 80%) las que se destinaban a EE. UU eran
aún insuficientes” (Palacios, 2000 p. 278). 2do Periodo (1850 a 1900): todavía
continúa la hegemonía inglesa, pero ya se comienza a sentir un cambio de la
presencia norteamericana. Las importaciones estadounidenses crecieron
considerablemente. 3er Periodo (1900 a 1921): etapa en la cual se da un
debilitamiento por parte del capital inglés para ceder su lugar al capital
norteamericano, esto debido al estallido de la primera guerra mundial. Este
enfrentamiento bélico marcaría el punto de desplazamiento de la hegemonía
británica a EEUU, en el proceso de subyugar las economías latinoamericanas al
poderoso país del norte. En el caso peruano, el mercado se vio en la necesidad
de depender de capital norteamericano para sus incentivas las exportaciones e
importaciones con el resto del mundo. 1901: formación de la Cerro de Pasco
Mining Company (dominaría todas las minas alrededor de la sierra central)
1903: William R. Grace comienza a comprar fábricas textiles. 1907:
establecimiento de la American Vandium Company. 13 1913: la International
Petroleum Company (IPC), filial de la Standard Oil de New Jersey (del grupo
Rockefeller), adquiere los derechos y las instalaciones de la London and Pacific
Petroleum Company (de origen inglés). 1916: fundación del Banco Mercantil
Americano, sucursal de los bancos norteamericanos Guarantee Trust, Brown
Brothers y J. W. Seligman de New York. 1920: fundación del National City
Bank of New York (representados los intereses de la W. R. Grace). 1921:
formación de la Northern Perú Mining and Smelting Company Como se puede
advertir, durante estos años fue significativa la presencia del capital
norteamericano en nuestros medios; preludio de lo que vendría en la fase
siguiente. 4to periodo (1921 a 1930): claramente en este periodo como se
podido observar se va a desarrollar la consolidación de los estados unidos en la
economía peruana que coincidentemente va estar ligada a los años más largos
que va representar el gobierno de Augusto B. Leguía. Palacios (2000) afirma:
“En el campo de las inversiones privadas directas, el panorama está muy claro:
Norteamérica desplazo en este lapso a Gran Bretaña como principal
inversionista en el Perú” (p. 281). De ese modo el estado se restringía
virtualmente al acto pasivo de recoger impuestos. Poco a poco durante el
Oncenio, la hegemonía mundial paso de Inglaterra a EEUU, determinando su
dominio político y económico sobre nuestro país. A medida que se va acercando
el centenario de la independencia, se incrementan los empréstitos que realiza el
estado al mercado financiero de Nueva York. De esta forma lograría un contrato
con la Guaranty Trust Company, acompañada del Banco Italiano (hoy Banco de
crédito) una emisión de bonos por dos millones y medio de dólares. El acuerdo
consistía en que La Guaranty adquiriría una comisión del 5%, mientras el Banco
Italiano recaudaría las ganancias del petróleo como una forma de garantía.
Basadre (1983) afirma: “el 14 de julio de 1922 de acuerdo a la ley No. 4387
(…) la garantía de esta operación estuvo constituida por la renta del petróleo.
Tenía como finalidad atender al servicio de intereses y amortizaciones de
algunas operaciones del Estado que se hallaban pendientes” (p. 364). La última
transacción con Londres por un monto de un millón doscientas cincuenta mil
libras esterlinas serian con la Casa de J. Henry Schoroder y Co. y Baring
Brothers. Colocándose como garantía las ganancias del guano, provocando que
el estado peruano deje la administración directa de estos recursos como también
su recaudación tributaria. Basadre (1983) afirma: Con el propósito cancelatorio
de idénticas deudas se autorizó por las leyes No. 4545 de 18 de noviembre de
1922 y 2574 de 11 de diciembre del mismo año 14 (…) con la garantía de la
renta proveniente de la venta del guano a la agricultura nacional. (p. 364). De
ahí en adelante se iniciaría negocios con los banqueros norteamericanos Blyth,
Witter y Co. y White, Weld y Co. En relación a empréstitos de saneamiento, su
monto bordearía los 7 millones de dólares en 1924. El cobro del agua se tendría
como garantía, así como pavimentación, arbitrios y canalización urbana.
Seguidamente el empréstito por Petróleo con un total de 7.5 millones en 1925.
Su finalidad fue amortizar extraordinariamente los bonos de los empréstitos de
julio de 1922 que quedaban en circulación, cancelar los déficit de los
Presupuestos de los años 1922, 1923 y 1924, intensificar las obras de las
pampas de Olmos y atender a otras necesidades del Estado (Basadre, 1983, p.
365) Posteriormente continuaría con el segundo empréstito de saneamiento por
un valor de 2 millones de dólares en 1926. No obstante, el primer bono de oro
alcanzaría la cifra de 16 millones de dólares, con una ampliación de hasta 30
millones de dólares en 1926. Esto con la finalidad de impulsar las obras
públicas, la creación del Banco Agrícola y cubrir los gastos de la campaña
plebiscitaria de las provincias cautivas por Chile. En 1926 se pactó un préstamo
con la Electric Boat Company para adquirir una flota de submarinos al precio de
4.1 millones de dólares. Con este nuevo panorama, donde el estado peruano se
convertía en un socio muy fiable, es que decide conducir una serie de
empréstitos en cantidades mucho más mayores, tal como: Por concepto de
tabaco, un empréstito de 15 millones de dólares en 1927. El primer Empréstito
Nacional con un valor de 50 millones de dólares, donde participaría El National
City Bank en 1927. Con la intención de comprar una cierta parte en oro de la
deuda externa, el restante en primer lugar a establecer un fondo de oro para
cambios para obtener una estabilización de la moneda nacional y por ultimo
para proseguir con las obras públicas especialmente la del puerto del callao.
Basadre (1983) afirma: “Por la ley No. 5930 de 18 de diciembre de 1927 fue
autorizado el Ejecutivo para contratar un nuevo empréstito que recibió el
nombre de Empréstito Nacional Peruano” (p. 366). La segunda serie del
Empréstito Nacional Peruano por veinticinco millones de dólares y dos millones
de libras esterlinas (1928). Basadre (1983): “el 15 contrato de emisión de la
segunda serie del Empréstito Nacional Peruano autorizado por la ley No 5930
ya citada, se firmó el 1 de octubre de 1928”

La llegada del crack a Europa:

Las quiebras bancarias causaron que muchos depositantes optasen por el oro y
el dinero en efectivo frente a los depósitos bancarios, con lo que la inversión
quedó paralizada.

Por otra parte, el descenso de los precios dejó con escaso poder de decisión a los
vendedores, mientras que los compradores continuaban a la expectativa. A todo
ello, hay que añadir que el aumento del paro provocó una disminución del
consumo, con lo que las empresas paralizaron la inversión para renovar sus
infraestructuras. Ante la grave situación económica que se vivía en Estados
Unidos, el comercio internacional disminuyó notablemente, sobre todo, cuando
los estadounidenses optaron por repatriar sus inversiones en el extranjero.

Ya en 1931, la crisis había hecho mella en una debilitada Europa y las


repatriaciones de capital estadounidense habían provocado quiebras en los
bancos austriacos y alemanes, al tiempo que se producían fuertes tensiones en la
bolsa de Londres. El hundimiento de la economía norteamericana hizo que
disminuyeran considerablemente las exportaciones a Estados Unidos y en
consecuencia el desempleo también aumentó en Europa. En otras palabras,
Estados Unidos cayó pero llevándose con ellos a gran parte de Europa.

El crack de 1929 tuvo claros precedentes en Europa y también en EEUU. En


1927 se produjo la caída del mercado de valores de Alemania, en 1928 esto se
repite en Gran Bretaña, y en febrero de 1929 en Francia. El carácter
espectacular del hundimiento de la Bolsa de Nueva York no debe eclipsar, sin
embargo, otro tipo de manifestaciones que dan cuenta de la difícil situación por
la que atravesaba el capitalismo.

En diciembre de 1928, la poderosa industria del acero de Renania- Westfalia


había hecho suspensión de pagos y provocó una fuerte recesión en toda
Alemania. Los signos que precedieron al colapso en EEUU fueron
contradictorios. Por una parte, el mercado de valores conoció una actividad
febril, con fuertes beneficios y un incremento sostenido de los precios de las
acciones. Por otra parte, de Europa, y de la misma economía estadounidense,
provenían signos inequívocos: la caída de la construcción (debido en gran
medida al menor ritmo de inmigración); la debilidad del índice de producción
industrial daba también señales claras de una inminente recesión.

La deflación, la caída de la producción, la acumulación de stocks, el desempleo


masivo, la contracción del comercio mundial y la ruptura del sistema de pagos
internacionales marcaron la coyuntura en la mayoría de países capitalistas
avanzados. El paro superó los 12 millones en EEUU, siete millones en
Alemania y tres millones en Gran Bretaña. La producción industrial cayó entre
1929 y 1932 un 38 por ciento a escala mundial, y un 50 por ciento en EEUU.
Galbraith («El crac del 29», 1955) distingue entre el crac propiamente y lo que
él llama la «Gran Crisis», período este último que se prolonga hasta 1939.

Como afecto y afronto nuestro país la crisis:

Segun contreras, la situación en 1929 es totalmente comparable a lo que pasa


hoy en día, “Cuando en el norte del hemisferio, es decir Estados Unidos hay
crisis se ven afectados los países latinoamericanos ya que la mayoría de ellos
suelen depender de la economía y las exportaciones extranjeras. Asimismo
empresas dependientes de exportaciones decrecen y se resienten”
Según Contreras, lo ocurrido a partir de 1929 puede compararse al actual
periodo de crisis económica. “Cuando en el hemisferio norte hay crisis, y el año
29 ocurrió esto, sobretodo en EE.UU., los precios de las materias primas que
esos países compran se vienen abajo. Como las economías latinoamericanas se
caracterizan por depender mucho de la exportación de sus materias primas, el
ingreso de sus gobiernos decrece porque, a su vez, sus sistemas tributarios están
prendidos de este sector. Asimismo, las empresas que dependen de las
exportaciones se resienten, lo mismo que aquello que podemos llamar la
aristocracia obrera, que son los trabajadores sindicalizados”, comenta.
El especialista asegura que, a diferencia de México, que vendía metales,
primordialmente, Perú pudo paliar el mal momento y recuperarse en poco más
de tres años a partir de la diversificación de sus exportaciones y de los países a
los cuales éstas iban dirigidas. Además, otras razones que facilitaron su
acelerada mejoría tuvieron que ver con las medidas adoptadas por su gobierno,
entre ellas, la decisión de no pagar la deuda externa.
“Perú y los otros países de la región tomaron medidas audaces. Por ejemplo,
dejar de pagar la deuda externa (por un lapso de casi 20 años). Este fue un
acuerdo del que solamente se apartó Argentina y que le brindó alivio fiscal.
Otro acuerdo fue devaluar la moneda. Nuestro país tenía un sistema monetario
muy rígido basado en la libra peruana de oro (que físicamente era de oro), así
que se cambió este a papel y se adoptó el Sol de Oro. Este cambio le dio al
gobierno la posibilidad de apoyar la industria interna y dar crédito a los
empresarios a través de una banca de fomento (se creó el Banco Agrícola, el
Banco Minero y el Banco Industrial). Así se le inyectó liquidez a la economía
y se le reactivó”, detalla Contreras.

El profesor de Economía de la PUCP sostiene también que en aquella época se


realizaron una serie de medidas de incentivo a los empresarios relacionadas con
la represión del movimiento laboral, el cual se desarrolla aceleradamente a
consecuencia de la llegada simultánea al país de corrientes políticas, como el
comunismo, el nazismo o el catolicismo social. “Lo que hicieron los gobiernos
de Sánchez Cerro y Benavides fue aplicar mano dura. De esta forma, los
empresarios se animaron a invertir de manera que a partir del año 33 la
economía se recompuso”, comenta.
La economía del guano y el salitre (1845-1878):
Durante el período que transcurre desde 1820-1824 hasta 1845 la economía
peruana estuvo al ritmo de la disputa política interna entre los distintos caudillos
hasta que se logró cierta estabilidad, con la elección que consagró el presidente
a Ramón Castilla (1845-1851). El principal elemento que se destaca de este
período es una fuerte caída en la producción minera. En cambio, aparecen el
guano y el salitre en las zonas costeras del sur, como nuevas producciones
orientadas a la exportación, que ordenan el funcionamiento de la economía y
serán sumamente relevantes para financiar al Estado.
Respecto al contexto internacional, si bien la economía peruana ya estaba
integrada a un tipo de división internacional del trabajo desde el período
colonial, el crecimiento de la exportación de guano y salitre marcó el ritmo de la
economía peruana y, en la misma sintonía que el resto de la región donde se
consolidaron los modelos primario-exportadores, lo hizo marcado por la
influencia de la hegemonía global inglesa.
A pesar de que el cambio se produjo desde la explotación de un recurso mineral
metálico a la explotación de un recurso mineral no metálico, este cambio tuvo
una serie de consecuencias muy importantes sobre la economía peruana. Por un
lado, durante la época virreinal y el auge de la explotación minera existía una
suerte de reparto de funciones entre las sierras del interior (donde estaban los
yacimientos) que se encargaban de la explotación del recurso, y las costas
(donde estaban los puertos de exportación) que organizaba su comercio. Pero, a
diferencia de la plata, la producción de guano no necesitaba ser transformada ni
transportada para su comercialización, ya que se hallaba en unas cuantas islas al
lado del mar. Por ello, los encadenamientos hacia el resto de la economía fueron
menores: la exportación de guano no requería demanda de insumos (sal, mulas,
llamas, mercurio, tejidos, cuero, sebo y pólvora), ni de los servicios de
infraestructura y transporte (construcción de caminos). De esta forma, “el
multiplicador” de la demanda resultaba mucho menor. En relación al Cuadro 1 a
continuación, la mayor relevancia del guano en la economía peruana se refleja
en un aumento de la recaudación fiscal y en las exportaciones hacia 1850, en
tanto que la producción total de plata disminuye.
Respecto a la organización interna de la explotación del guano, antes de 1842 la
explotación se producía mediante un sistema de licencias, primero privadas y,
entre 1842-1847, de sociedad mixta de capitales ingleses y franceses con el
Estado. Hacia 1850 el presidente Castilla entregó grandes concesiones para la
extracción y comercialización de guano a las elites peruanas. Un tiempo más
tarde, el presidente José Rufino Echenique (1851-1855) dispuso el
reconocimiento de las deudas impagas durante el periodo guerra. De este modo,
en base a los recursos del guano y el negocio financiero, se buscó fortalecer el
orden interno mediante la creación de un sistema de alianzas con las elites
locales.
Esta nueva estructura dio lugar al nacimiento de una élite comercial y financiera
alrededor de los “consignatarios del guano”. Estos, además, pudieron actuar
como prestamistas de un Estado en hambruna monetaria, lo que les permitió
convertirse en agentes financieros del gobierno, un negocio mucho más
lucrativo que el de la inversión de esos mismos capitales en otras actividades
como la agricultura o minería (Bonilla (2010).
Desde el punto de vista de la clase dirigente peruana, las principales trabas al
desarrollo económico en esta etapa se debían principalmente a la falta de vías de
comunicación, la falta de población y, sobre todo, a la escasez de capitales.
Aquí encontramos un punto de conexión con las teorías del desarrollo, en
particular con las de Nurkse (1952, 1964), Rosenstein-Rodan (1943, 1957),
Chenery y Strout (1965) y Kalecki (1991[1960, 1966]): todos estos autores
desarrollan en torno a la insuficiencia de ahorro doméstico y a la escasez de
capitales para realizar inversiones productivas como limitantes al desarrollo.
Según Kalecki 1991[1960, 1966]) de hecho, este problema se convierte en el
principal en las economías subdesarrolladas; en palabras del autor, “el
desempleo en los países subdesarrollados […] resulta de una escasez de capital
más que de una deficiencia en la demanda efectiva” (Kalecki (1991[1960]:3).
Ahora bien, las fuertes transferencias de recursos por las concesiones de guano
y el sistema de endeudamiento buscaron solucionar dicha escasez de capitales,
transfiriendo capitales a manos privadas con los que se sentaron las bases de las
primeras relaciones capitalistas (Bonilla (1974). Sin embargo, una parte de la
literatura cuestiona estas políticas. Esta élite no estaba verdaderamente
interesada en llevar adelante su propia revolución democrática en la economía y
en el Estado, así como avanzar en la desintegración de las relaciones de
producción de origen precapitalista, que liberasen recursos y mano de obra para
iniciar la acumulación, sino que seguía vinculada social e ideológicamente con
las formas de acumulación dominadas por las clases terratenientes (Mariátegui,
1928). El problema era que estos comerciantes no sólo no eran “burgueses” (en
el sentido de organizadores de fuerza de trabajo) sino que tampoco eran
normativamente “nacionales”: en la práctica resultaban profundamente
dependientes de las relaciones comerciales con el extranjero.
Respecto a la infraestructura, hacia 1870 y con la llegada de la elite liberal
modernizadora al gobierno, representada por Manuel Pardo (1872-1876), se
generó un importante programa de construcción de ferrocarriles con la visión de
que éstos removerían los obstáculos al crecimiento y prepararían al país para su
desarrollo económico, tomando créditos extranjeros en base a las rentas del
guano.
Durante todo este período, los ingresos fiscales del Estado peruano estuvieron
casi completamente determinados por la exportación de guano, y en segundo
lugar por los préstamos tomados con el grupo de los “consignatarios” locales y
el exterior.
Sin embargo, hacia 1870 la extracción de guano también se hizo más
dificultosa. Como se observa en el Gráfico 2, a partir del año 1870 las
exportaciones de guano sufren una fuerte caída con un leve repunte en el año
1874, aunque sin lograr recuperarse. Al mismo tiempo, los precios de venta
disminuyeron por la competencia con fertilizantes químicos, a la vez que las
necesidades financieras del Estado no habilitaban retrasos en la liquidación de
los consignatarios. Ante esta situación, el gobierno liberal de Pardo decidió
entregar el monopolio comercial y financiero a la firma francesa Dreyfus,
obteniendo mejores condiciones financieras para el Estado, con la intención de
sacar un importante flujo de ingresos de aquéllos. Lamentablemente, estas
medidas no dieron el resultado esperado, lo que culminó con el default de la
deuda del Estado peruano y puso fin al ciclo de expansión guanero.
En cuanto a la explotación de salitre, ésta tuvo un régimen diferente ya que su
incorporación como mercancía al comercio internacional se produjo algo más
tarde. Hasta 1868, la explotación era libre, momento a partir del cual se
establece un impuesto. Hacia 1873, para igualar la explotación con el nuevo
régimen monopólico privado del guano, se estableció el monopolio estatal de su
comercialización, y en 1875, en medio de la crisis fiscal del Estado, se dispuso
la expropiación de las salitreras.
La estatización de las salitreras y otros elementos desataron el conflicto armado
conocido como “Guerra del Pacífico” en 1879 entre Perú y Bolivia con Chile.
La guerra culmina en 1883 con la victoria chilena, y con la anexión a territorio
chileno de las provincias salitreras de Tarapacá y Arica en el desierto de
Atacama, y la clausura de la salida al mar del territorio boliviano.
Como balance de este período, podría decirse que el resultado de los ingresos
del guano y el salitre en términos de desarrollo fue casi nulo. La renta del guano
que obtenía el Estado peruano se esfumó en cubrir las necesidades de su
burocracia interna (ejército, administración, estructuras políticas, etc.) y la otra
parte, obtenida por los consignatarios nacionales, por un lado fluía al Estado
para valorizarse bajo la forma de nuevos empréstitos y, por otro lado, servía
para pagar la importación de bienes de consumo suntuarios. Fue debido a este
tipo de consumo, como muestra el Cuadro 1, que en el período 1850-5 a 1860-6
las importaciones totales crecieron un 51%. A su vez, y a contramano de cómo
se lo había planificado, los ferrocarriles no lograron traccionar el resto de la
economía debido a la fragmentación y estrechez del mercado interno, la baja
productividad de muchos sectores, y la existencia de relaciones coloniales
ejercidas por algunos grupos que detentaban sobre una porción relevante de la
fuerza de trabajo.

El país después de la gran depresión:

Superada la crisis de 1893 hubo algunas breves coyunturas de enfriamiento de


los negocios en las primeras décadas del siglo veinte, hasta la gran depresión
iniciada en 1929. Esta tuvo un mayor impacto en la economía en la medida en
que, precisamente a raíz del auge exportador y la expansión del transporte y la
educación impulsados por los gobiernos desde 1900, el grado de compromiso
del país con el comercio había crecido significativamente. La crisis de 1929 se
manifestó para el Perú bajo la forma de una importante caída en el precio de las
exportaciones, en la interrupción del flujo de préstamos desde el exterior para el
gobierno y en el cese de las inversiones foráneas, hasta el punto de llegar a la
desinversión y la consiguiente liquidación de la inversión previa. Como en una
reacción en cadena, los precios internos también se derrumbaron, al punto de
que en 1933 se habían reducido en promedio en Lima en un 24% respecto al
año 192713. Una deflación así no se conocía en Lima desde los tiempos de la
posguerra con Chile. La caída del prolongado régimen de Augusto Leguía
(1919-1930) fue, por lo menos, precipitada por la crisis mundial. Esta también
produjo la quiebra del Banco del Perú y Londres, que era el más antiguo de los
que existían entonces en el Perú, y el que contaba con el mayor número de
oficinas en el país (Quiroz, 1989). El elemento más impresionante de la
recuperación de la economía peruana en el periodo corrido desde la Paz de
Ancón había sido el crecimiento del sector exportador. En libras peruanas, las
exportaciones crecieron de un promedio anual de dos millones en el trienio
1890-1892 (el más cercano a la Paz de Ancón que cuenta con cifras para los tres
años consecutivos) a uno de veintinueve millones en el trienio 1927-192914.
Bruno Seminario y Arlette Beltrán llegaron a una cifra similar, cuando
calcularon un crecimiento de las exportaciones de catorce veces entre 1896 y
192915. Un ritmo de incremento que superó largamente al de la población y al
del resto de la economía.

El fin de los préstamos estadounidenses al régimen leguiísta destruyó su


base económica y en gran medida su estabilidad política. La caída de los
precios mundiales agravó los problemas causados por la
sobreproducción de materias primas. La quiebra del banco más
importante del país, junto con la mengua de la ganancia, obligaron a los
sectores exportadores de la economía a adoptar, una tras otra, medidas
desesperadas contra sus trabajadores.
Socialmente en el escenario peruano, la gran crisis del capitalismo
repercutió en dos aspectos: la desocupación, la reducción de los salarios
Según los cálculos de la Junta Pro Desocupados, en el año 1931 existían
13 mil desempleados inscritos, y al año siguiente un poco más de 20 mil.
En Lima, la cifra de desocupados para el primer año fue de 5.808 y de
8.737 para el segundo. La paralización de muchas obras (red caminera,
por ejemplo) agudizó la situación de los trabajadores del país.
Los efectos de la crisis capitalista del año 1929 aumentaron también las
contradicciones de clase en el agro costeño: los patrones, lógicamente,
trataron de superar la crisis a costo de los trabajadores, bajando los
salarios, reduciendo otros beneficios (como las raciones) y aumentando
los quehaceres.
En aquel entonces el proletariado peruano, aún ayuno de líderes con
independencia de clase, se dejó engatusar por el movimiento populista
del APRA, grupo minoritario hasta antes de 1931 que se desarrolló en
esta coyuntura de agudos conflictos laborales, ya en julio de 1931 Haya
de la Torre paso en caravana por los pueblos y haciendas pronunciando
discursos e impresionando a los braceros con su oratoria sobre la
necesidad de la justicia social, la lucha contra el imperialismo, la
necesidad de cambiar la tenencia de la tierra, etcétera.
Otro sector del proletariado que contribuyo mucho a la expansión
vertiginosa del APRA en esta coyuntura, fue el de los profesores,
especialmente aquellos educadores que trabajaban en las zonas rurales y
en los pequeños poblados. Durante el oncénio de Leguía, la actividad
educativa del estado en cuanto a infraestructura y personal se
incrementó, pero cuando se produjo la crisis económica mundial en 1929
hubo cortes en el presupuesto, una reducción de sueldos y demoras en el
pago. Esto causo mucho descontento entre los maestros, quienes
reclamaron mejores salarios y un incremento en el presupuesto para su
sector. El APRA supo canalizar este sentimiento e impulso la
sindicalización del magisterio entre los primeros meses de 1931.

Economía peruana a comienzo del siglo XX (1895-1929):

En el plano económico, la principal actividad de la economía peruana continuó


siendo la exportación de materias primas. Sin embargo, culminada la etapa del
guano y el salitre, en este período aparece la exportación de cobre y petróleo.
Ambos productos de exportación irrumpieron con mucha fuerza: en el caso del
petróleo, entre 1900 y 1930 éste pasó de no tener registro dentro de las
exportaciones, a representar un 30% del valor total de las mismas.
En cuanto al cobre, en julio de 1901 se sanciona un nuevo código minero. Éste
declaraba la propiedad minera de los yacimientos perpetua e irrevocable, donde
la única causal de caducidad era la falta de pago del canon al Estado nacional. A
la vez, la importación de maquinaria e insumos requeridos para tal fin estaba
exenta del pago de derechos aduaneros. El régimen de trabajo en la mina se
regía por el sistema de “enganche” que consistía en el reclutamiento de trabajo
indígena por salarios insuficientes y muchas veces de manera compulsiva, con
un sistema de “endeudamiento” donde la calidad de deudor permanente los
sujetaba a una relación coercitiva con su empleador. En cuanto a su producción,
entre 1901 y 1929 la producción de cobre se incrementó cerca de un 460%; sin
embargo el fuerte crecimiento del resto de las exportaciones provocó que su
participación en el total no aumentará tanto (Dammert (1981).

En cuanto a la producción de azúcar, ésta estuvo controlada por los


terratenientes del sur, los cuales fueron muy importantes durante las primeras
etapas de los gobiernos civilistas-oligárquicos. Entre 1900 y 1920, las
exportaciones de azúcar representaron entre un cuarto y un tercio de las
exportaciones totales, para luego perder protagonismo frente a la expansión de
la actividad petrolera y minera.
El rasgo distintivo de esta época es la participación a gran escala del capital
extranjero en el control de los resortes centrales de la economía peruana, en
particular del capital norteamericano. El capital británico poseía la Peruvian
Corporation, una empresa que tenía un predominio absoluto del transporte
pesado y que en esta época obtuvo la concesión de los ferrocarriles por 75 años.
El capital norteamericano por su parte, poseía la Cerro Pasco Mining
Corporation y la Southern Peru Copper, las cuales tenían el control sobre la
explotación de cobre, la International Petroleum Corporation (IPC) que
dominaba la explotación de petróleo, y la compañía Grace, dedicada a la
producción agropecuaria y con participación en el transporte marítimo.

Respecto a la cuestión demográfica, la escasez de población siempre significó


un problema para el desarrollo de la economía peruana. Durante la época
anterior a la conquista el territorio del altiplano ocupado por el imperio Inca,
estaba muy poblado. Sin embargo, con la llegada de los conquistadores
españoles y el sometimiento de los pueblos originarios, la densidad demográfica
tardó cuatro siglos en recuperar sus niveles: no fue sino hasta los primeros años
del siglo XX que la población alcanzó el nivel que había tenido antes de la
conquista. En ese ínterin la política estatal estuvo fuertemente enfocada en los
programas de promoción de la inmigración europea y asiática.

Muchos autores del desarrollo económico como Nurkse (1952, 1964),


Rosenstein-Rodan (1943, 1957), Chenery y Strout (1965) y Lewis (1954)
advierten en sus escritos sobre los obstáculos al desarrollo que podría presentar
la escasez de mano de obra (particularmente de mano de obra calificada).

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