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Alberto Barrera Tyszka

Manifiesto

27/06/2010

He decidido crear un nuevo movimiento político. Tras analizar seriamente las


condiciones objetivas del país y la difícil coyuntura en la que nos encontramos, creo
que ya es hora de dar un salto en la conciencia y en la praxis para proponer un
movimiento de masas amplio, diverso, policlasista, genuinamente venezolano y
revolucionario.

El objetivo es uno solo: lograr un inmenso pacto nacional en contra del disparate.

No es un proyecto complicado. Este nuevo movimiento no busca otra cosa que la


sensatez, que la cordura ciudadana, tan común y tan corriente como el sujeto, verbo y
predicado de todos los días. "Un poquito de coherencia, carajo". Ese podría ser el
lema de enganche para la campaña de lanzamiento.

Nada de patrias, nada de sistemas sociales, nada de vidas y muertes... este


movimiento es menos melodramático y mucho más concreto. La lógica también
puede ser un ideal político.

Para sumarse a esta iniciativa no se requiere tener una ideología específica, ni


siquiera un cuerpo de postulados doctrinarios más o menos elaborados. Aquí usted
puede ser marxista, antimarxista, marciano y hasta simplemente marchista.

No hay problema. Usted puede ponerse una camisa roja o una camisa amarillo pollito.
Como más le guste. Como se lo pida el cuerpo.

Puede, también, pensar que Marta Harnecker es la versión leninista de la madre


Teresa de Calcuta, o que Ronald McDonald ha hecho más por la humanidad que el
Che Guevara.

No importa. Todas las diferencias son bienvenidas, eso sí, siempre y cuando exista un
mínimo de sindéresis, de congruencia. De eso se trata. Este país está pidiendo a gritos
que dos y dos sean cuatro.

Es sorprendente que, después de once años, no nos hayamos destruido y todavía


limitemos por el norte con el mar Caribe; que todavía hablemos todos español, que
creamos que el sol sale por el este y que, en verdad, los chimi chimitos estaban
bailando el coro corito/ tamboré. Si Simón Rodríguez viviera, tal vez diría: "Erramos,
compadre. Así que mejor paremos esta vaina porque si no alguien nos va a tener que
inventar de nuevo".
Todos los días los venezolanos asistimos a un espectáculo delirante. Desde hace
tiempo, Venezuela dejó de ser país para convertirse en un absurdo con petróleo.
Rasque usted cualquier página del periódico, asómese a cualquier espacio informativo
de la televisión.

El sinsentido es la noticia de cada día. Vea y escuche usted a Aristóbulo Istúriz, por
ejemplo, diciendo que tienen pruebas "en inglés" sobre la falta de soberanía de la
oposición: "Sabemos que está dirigida desde fuera", denunció esta semana.

Es insólito. En caso de que fuera cierto, y de que todo aquel que cuestione al
Gobierno -incluyendo a Maza Zavala, a los obreros de Guayana, a Margarita López
Maya o a Domingo Alberto Rangel, por citar nombres diversos- estuviera dateado por
la CIA, ¿cómo es posible que el funcionario de un gobierno que se reconoce
directamente asesorado por Cuba, incluso en temas militares, intente descalificar a
alguien, acusándolo de estar asesorado por el extranjero? Ni de vaina. De eso se trata.
Dile no al disparate.

Otro ejemplo: Diego Arria danzando por el mundo, lanzando desafíos, proponiéndole
al Presidente que le acepte una hacienda como regalo pero que, a cambio, le devuelva
el país a los venezolanos. ¿De qué habla? ¿En qué historia vive? ¿Qué parte de la
realidad hay que traducirle? Es asombroso que no sepa, que no intuya o que ni
siquiera sospeche, la percepción que tiene de él gran parte de los venezolanos
mayores de 40 años. La imagen de Arria sigue siendo un emblema de la Venezuela
corrupta que todos queríamos borrar en 1998 ¿Cómo se presenta ahora así, como un
simple ciudadano que viene de la nada? No. Tampoco califica. No te dejes ganar por
la desesperación política. Dile no al disparate.

Lo de Pdval más que un ejemplo es un monumento.

Lo último es ver al Partido Comunista tratando de que más de 120.000 toneladas de


comida podrida sean solamente una maniobra mediática, parte de "una campaña de la
ultraderecha". Es un desatino demoledor. No hay manera de escuchar esa frase sin
sentirse estúpido. ¡Sálvate ya! ¡Dile no al disparate! Todavía no tengo un nombre
para esta nueva organización.

A mí me gusta algo así como Movimiento Nacional Contra la Loquetera. Pero quizás
le falte sonoridad. Se necesita expresar nítidamente una idea tan sencilla: no somos
los heroicos hijos de Bolívar. No aspiramos a liberar el planeta. No deseamos más
paraísos revolucionarios... Ya sólo queremos un poco de sentido común. Esa es
nuestra única utopía.

Se aceptan sugerencias. Los voluntarios y voluntarias, por favor, pónganse en la fila.

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