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Introducción
La fiesta fue sistematizada por los antiguos pobladores de la zona norte del país, mucho antes de la
conquista española. Cada 21 de septiembre los pueblos andinos rinden culto al símbolo de la
fecundidad y a la mujer, por el hecho de que es la responsable de dar vida al cosmos. Se hacen
compromisos para comenzar un año agrícola de la mejor forma, se siembran sueños y buenos
deseos, aguardando ver florecer los frutos, no únicamente materiales, sino también la buena energía
en la vida familiar y social.
El Kulla Raymi se lleva a cabo durante el solsticio de verano en junio, marcando el inicio de la
temporada de siembra y honrando a la Pachamama, la Madre Tierra. En este período, el sol alcanza
su punto más alto en el cielo, trayendo consigo días más largos y mayor luz solar. Para las
comunidades agrícolas andinas, esto es fundamental, ya que indica el momento perfecto para
sembrar las cosechas que sustentarán a sus familias durante el año (González, 2005).
La Veneración de la Pachamama
En el corazón del Kulla Raymi se encuentra la veneración de la Pachamama, la Madre Tierra. Para los
pueblos indígenas andinos, la Pachamama es una entidad sagrada que provee todo lo necesario para
la vida: alimentos, agua, refugio y fertilidad (Rojas, 2010). El Kulla Raymi es una oportunidad para dar
gracias a la Pachamama por su generosidad y pedir su bendición para la cosecha que está por venir.
Esto se hace a través de rituales y ofrendas que incluyen el uso de elementos naturales como hojas
de coca, flores y alimentos (Paredes, 2018).
Simbolismo y Celebración
El simbolismo del Kulla Raymi también se manifiesta en la vestimenta y la danza. Los participantes
suelen llevar trajes tradicionales ricamente decorados que reflejan la riqueza y la diversidad de la
naturaleza (Mendoza, 2015). La danza es una parte integral de la festividad, y cada movimiento tiene
un significado particular, a menudo relacionado con la fertilidad y la unión entre el ser humano y la
tierra (Chávez, 2008). La música, los tambores y las flautas acompañan a los danzantes, creando una
experiencia sensorial única que conecta a las personas con la naturaleza de manera profunda y
espiritual (López, 2012).
Conclusión
El Kulla Raymi, en esencia, es una expresión de la armonía y el equilibrio que existen entre los seres
humanos y la naturaleza en la cultura andina. Representa el respeto por la Tierra y la comprensión de
que debemos cuidarla y agradecerle por sus dones. En un mundo cada vez más urbanizado y alejado
de la naturaleza, el Kulla Raymi es un recordatorio de la importancia de mantener una relación sana
con nuestro entorno y de reconocer nuestra dependencia de la tierra y sus ciclos. Es fundamental
que abordemos estos desafíos y encontremos un equilibrio entre el uso de la tecnología y la
preservación de nuestros valores y derechos fundamentales.
Referencias