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TEMA 2. EVALUACIÓN Y TRATAMIENTO DEL ESTRÉS (Punto 6 del libro no es materia de examen)
1. INTRODUCCIÓN
Estrés Término introducido en el ámbito de la Salud por Selye en 1936. Es de los más utilizados en la actualidad, quizá por ello tiene un significado menos preciso
Selye lo utilizó para designar la respuesta general del organismo a un estresor o situación estresante; posteriormente se ha aplicado tanto para designar esa respuesta
general, como la situación que la desencadena o los efectos de ésta.
Unanimidad en atribuirle la responsabilidad de gran cantidad de trastornos psicológicos y fisiológicos: Episodios depresivos, brotes esquizofrénicos, disfunciones
sexuales, problemas de sueño, hipertensión, alteraciones del sistema inmunológico, deterioro en el rendimiento laboral o en la sensación de bienestar personal...; estos
problemas y muchos más, parecen facilitarse o ser producto directo del estrés.
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Intervención Psicológica y Salud: Control del Estrés y Conductas de Riesgo
4º grado. 2019 Cari Blanco Rodríguez
Los recursos y procedimientos para hacerle frente no parecen estar a la altura de las necesidades, siendo ello uno de los retos actuales de las ciencias de la salud.
Una persona está en una situación estresante o bajo un estresor cuando ha de hacer frente a situaciones que conllevan demandas conductuales que le resulta
difícil llevar a cabo o satisfacer. Es decir, depende tanto de las demandas del medio como de sus propios recursos para hacerle frente; o, avanzando un poco más,
de las discrepancias entre las demandas del medio, externo e interno, y la manera en que el sujeto percibe que puede dar respuesta a esas demandas.
El tema aborda los aspectos implicados en la respuesta de estrés, la forma en que el estrés puede facilitar la aparición de trastornos y las posibles estrategias de
intervención en cada momento del desarrollo del trastorno. Todo ello basado en los trabajos de Labrador (1992).
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Tipos y características de los estímulos o situaciones estresantes
Fuentes de estrés en el ámbito natural
2. CONDICIONES AMBIENTALES QUE GENERAN ESTRÉS Factores que modulan o mitigan los efectos negativos del estrés
Psicosociales: situaciones o estímulos que no causan directamente la respuesta de estrés, sino que se convierten en estresores a través de la
Principales interpretación cognitiva, o del significado que la persona les asigna. Son los más frecuentes.
Tipos de
Biológicos: son situaciones o estímulos que se convierten en estresores por su capacidad para producir en el organismo determinados cambios
Estresores
bioquímicos o eléctricos que automáticamente disparan la respuesta de estrés, con independencia de la interpretación cognitiva que hagamos de esta
situación (un cigarrillo, exponerse a calor o frío intenso, un pinchazo, ...).
Ambos tipos de estresores pueden provenir de estímulos externos o internos, pudiendo ser tanto eventos positivos o percibidos como agradables, como eventos aversivos o
amenazantes. En la mayor parte de los trabajos, los acontecimientos amenazantes o desagradables han sido mejores predictores de consecuencias negativas para la salud.
Falta de información.
Cambio en la situación o demandas estimulares (es necesario adaptarse a una nueva situación).
Principales Incertidumbre (“no sé qué me pasará”, sospecha de que puede implicarse cierto peligro).
Características de las Ambigüedad en algún parámetro de la situación estimular (intensidad, severidad, duración o inminencia ...).
Situaciones Estresantes Sobrecarga de los canales de procesamiento (imposibilidad de manejar e integrar toda la información que llega).
Alteración de las condiciones biológicas del organismo.
El «estilo de vida» de la persona, su profesión, familia, relaciones sociales, aficiones, pensamientos, expectativas... determinan en gran parte las demandas a que se verá sometida,
facilitando en mayor o menor grado la aparición de situaciones de estrés.
Sucesos vitales intensos y extraordinarios. Cambios importantes en la vida (casarse, separarse, empezar a trabajar, despido, sufrir un
accidente, perder a un ser querido…). En los casos más extremos, esto es, acontecimientos traumáticos que implican la amenaza o la ocurrencia de
lesiones graves o muerte, para el propio sujeto o para otros, pueden dar lugar a un trastorno por estrés agudo (durante el primer mes tras el
trauma) e incluso a un trastorno por estrés postraumático (diagnosticado una vez transcurrido un mes de la experiencia traumática).
Diferentes
Fuentes de Estrés Sucesos estresantes cotidianos. Demandas irritantes, frustrantes y perturbadoras que en alguna medida caracterizan las interacciones con el
ambiente (Kanner). Múltiples situaciones que se repiten diariamente (un atasco de tráfico, fumar, discutir con la pareja) ...
Situaciones de tensión crónica mantenida . Situaciones capaces de generar estrés de forma intensa y que, además, perduran durante períodos
de tiempo más o menos largos, como una enfermedad prolongada, el mal ambiente laboral, o estar en paro durante varios meses.
Aunque tradicionalmente se ha otorgado mucha importancia a los sucesos vitales intensos, los acontecimientos estresantes cotidianos y las situaciones de tensión crónica mantenida se
han mostrado superiores en su capacidad predictiva del funcionamiento psicológico y somático de los individuos, y de su bienestar.
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ASPECTOS COGNITIVOS
La forma en que el sujeto percibe su medio, es decir, filtra y procesa la información, evaluando si la situación debe ser consideradas como relevante o irrelevante, aterrorizante,
inocua..., determinará su forma de responder ante ella y el modo en que se verá afectado por el estrés.
Fisiológicamente, ambas respuestas comparten ciertos componentes (ej, activación dermoeléctrica, vasoconstricción periférica, incremento del tono muscular); la
principal diferencia es la respuesta vasomotora central (vasodilatación en la RO y vasoconstricción en la RD), y en el ritmo cardiaco, con cambios en el período
inmediatamente posterior a la presentación del estímulo (aceleración en la RD y enlentecimiento para la RO).
Una alteración en este patrón, de forma que la persona interprete como amenazantes (RD) estímulos que en sí mismos no deberían serlo, facilitará una aparición más
frecuente de respuestas de estrés. Diversos trabajos han relacionado la aparición de la RD ante situaciones o estímulos neutros con diversos trastornos
psicofisiológicos, fundamentalmente cefaleas, aunque existen algunos datos a favor de su relación con hipertensión.
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Implica un procesamiento de la información no automático, sino controlado, que actúa con posterioridad. El organismo valora las demandas
de la situación (analiza si la situación tiene algo que podría afectarle y derivar en algún daño o beneficio para su integridad biológica, sus
valores u objetivos personales) y produce cambios en consecuencia, no en función de cómo es en sí la situación, sino de su propia evaluación
de la misma. La forma en que se valore el medio determinará de manera importante la respuesta de afrontamiento del organismo. La
historia personal, aprendizajes y experiencias anteriores… pueden determinar esta valoración y, en consecuencia, la respuesta.
Lazarus y Folkman (1984) denominan a esta fase Evaluación Primaria. Distinguen. 3 tipos básicos de valoración del medio y sus
Valoración de las demandas: Irrelevante, Benigno-Positiva y Estresante. Las evaluaciones estresantes pueden ser a su vez de 3 tipos:
demandas de la situación Daño o pérdida: casos en los que el individuo ha recibido ya un perjuicio (lesión, pérdida de un ser querido...,).
(Evaluación Primaria)
Amenaza: casos en los que se prevén daños o pérdidas, aunque todavía no han ocurrido y se puede tratar de solucionar o afrontar la
situación de manera anticipada.
Desafío: implica la previsión anticipada de situaciones de daño o pérdida, como la amenaza, pero a diferencia de ésta se acompaña de
la valoración de que existe fuerzas o habilidades suficientes para afrontarlas con éxito y pueden obtenerse ganancias.
La mayoría de los estudios sobre estrés optan, más, que, por una consideración categorial, por la valoración de dimensiones básicas de la
evaluación de la situación estresante. Entre ellas destacan: el grado de control sobre el suceso estresante, la severidad, significación o
intensidad percibida del suceso, la deseabilidad de la situación, el grado de anticipación o predictibilidad de su ocurrencia o aparición, el grado
de amenaza que representa el suceso para la propia autoestima ...
La evaluación primaria da paso a la secundaria en la que el individuo valora lo que puede hacer en una situación determinada (“¿cuáles son
Valoración de las mis habilidades y capacidades para hacer frente de manera efectiva a esta situación”?). Lo hace en relación con sus habilidades y capacidades,
habilidades para hacer estimando qué debe hacerse y hasta qué punto dispone de los recursos para ello.
frente a la situación El resultado de esta evaluación está muy determinado por la evaluación primaria (de hecho, en la práctica es difícil establecer una clara
(Evaluación Secundaria) diferenciación entre ambos tipos de evaluación), y por las conductas o habilidades para afrontar las situaciones de las que dispone la
persona. De hecho, en algunas de las dimensiones habitualmente utilizadas para establecer la evaluación de la situación estresante se
entremezclan evaluación primaria y secundaria, las cuales no son separables en muchos contextos y casos.
De acuerdo con las valoraciones anteriores, el organismo selecciona las posibles respuestas a las demandas percibidas, decidiendo cuáles debe utilizar.
Selección de Las respuestas posibles pueden ser específicas para la situación concreta o generales para una amplia gama de situaciones. Es posible que no disponga de
la respuesta ninguna respuesta para hacer frente a la situación y deberá decidir qué conducta llevar a cabo, desde arriesgar una nueva respuesta, hasta permanecer pasivo
tratando sólo de aguantar o soportar la situación. Según el tipo de respuesta seleccionada se movilizarán los recursos del organismo.
En resumen, una situación de estrés afectará al organismo provocando respuestas diferenciales en función de la forma en que es evaluada por éste (evaluación automática y
primaria) y de que perciba que tiene o no estrategias o habilidades para hacerle frente (evaluación secundaria), así corno de la selección de respuestas de afrontamiento.
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ASPECTOS MOTORES
Las Respuestas Motrices Básicas ante situaciones de estrés pueden ser: enfrentamiento (ataque), huida o evitación y, menos frecuentemente, pasividad o inhibición (colapso).
El tipo de respuesta determinará la forma de activación del organismo, el tipo de recursos que se utilizarán, las estructuras fisiológicas implicadas, así como los posibles
trastornos psicofisiológicos que puedan generarse. La eficacia de estas conductas vendrá determinada por sus efectos sobre el medio y/o por sus consecuencias de acuerdo con
las leyes del condicionamiento operante.
Ej, el enfrentamiento y la huida, implican intensa activación fisiológica con una importante liberación de recursos para que el organismo pueda llevar a cabo, si es necesario,
intensas conductas motrices. Esta activación suele tener poca utilidad en el mundo industrializado, donde habitualmente para superar situaciones de estrés son más útiles
respuestas cognitivas que físicas, y además presenta la agravante de unir al desgaste del organismo por su puesta en marcha, el problema de una acumulación excesiva de
productos no utilizados.
Ordinariamente el afrontamiento de situaciones de estrés se desarrollará en forma de respuestas más o menos específicas, según la historia de aprendizaje del organismo. La utilidad o
incorrección de estas respuestas vendrá determinada por sus consecuencias.
Girdano y Everly (1986) enfatizan que las estrategias de afrontamiento pueden ser adaptativas (reducen el estrés y promueven estados de salud a largo plazo) o
desadaptativas (reducen el estrés a corto plazo, pero con importantes deterioros para la salud a largo plazo). En la mayoría de los casos el valor adaptativo de una estrategia
depende del tipo de situación y las circunstancias en que se aplica (ej, centrarse en las emociones y desahogarse puede ser una estrategia de afrontamiento poco adaptativa
ante un despido, siendo preferible estrategias que supongan la planificación y acción directa para la búsqueda de un nuevo empleo; sin embargo, esta misma estrategia puede
resultar adaptativa para hacer frente a la enfermedad terminal de un ser querido).
Por ello, se tienden a agrupar en estrategias fundamentales, con las que se establece la estructura básica del afrontamiento, configurada por 2 polaridades:
la que hace referencia al objeto de los esfuerzos del afrontamiento (es decir. a qué se dirige el afrontamiento) y que diferencia entre afrontamiento centrado en el
problema vs. en las emociones.
la que indica cómo se realizan esos esfuerzos, distinguiendo afrontamiento-acercamiento vs. escape-evitación.
A éstas se puede añadir una tercera, referente al tipo de esfuerzo realizado o nivel de respuesta, que diferencia respuestas conductuales vs. cognitivas.
Así mismo, existen patrones de respuesta específicos. Los estudios sobre el patrón de conducta Tipo A como predictor del desarrollo de trastornos cardiovasculares muestran como
una determinada forma de comportamiento puede facilitar el desarrollo de un trastorno específico. En concreto, los sujetos con patrón de conducta tipo A, frente a los Tipo B
presentan diferencias de comportamiento marcadas que no sólo implican distintas maneras de abordar y tratar de superar situaciones de estrés, sino también una diferente forma de
activación orgánica, lo que facilita una mayor predisposición al desarrollo de trastornos cardiovasculares.
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CARACTERÍSTICAS CONDUCTUALES DE LAS PERSONAS PERTENECIENTES A LOS PATRONES DE CONDUCTA TIPO-A y TIPO-B
TIPO-A TIPO-B
1. Expresión general de vigor, energía, vigilancia y confianza. 1. Expresión general de relajación, calma y atenta quietud.
2. Postura firme y caminar rápido. 2. Postura apacible y caminar moderadamente lento.
3. Voz fuerte y vigorosa. 3. Voz suave usualmente con poco volumen.
4. Habla tensa y respuestas concisas 4. Respuestas extensas y divagantes.
5. Habla recortada (fallando en la pronunciación final de las palabras). 5. Sin evidencia de habla recortada.
6. Habla rápida y aceleración final de una frase larga. 6. Respuestas verbales moderadamente lentas. Sin aceleración al final de las
frases
7. Habla explosiva que puede contener maldiciones (pronunciando ciertas 7. Inflexión mínima en el habla general un poco monótona.
palabras con una entonación enfatizada)
8. Frecuentes interrupciones por respuestas rápidas dadas antes de que el 8. Raramente interrumpe al interlocutor.
interlocutor haya terminado su pregunta.
9. Habla apresurada en la forma de “sí, sí” o “um, um” o por movimientos de 9. Habla no apresurada
cabeza en respuesta al interlocutor
10. Reacciones vehementes a cuestiones relacionadas con el tiempo 10. Reacciones no vehementes a cuestiones relacionadas con la utilización del
tiempo
11. Uso de las manos para enfatizar su conversación. 11. Nunca usa gestos para enfatizar su habla.
12. Frecuentes suspiros especialmente relacionados con cuestiones acerca del 12. Raramente suspira a menos que esté «hiperventilado» y ligeramente
trabajo ansioso
13. Hostilidad directa a la entrevista o a los tópicos de la entrevista 13. La hostilidad se observa raramente.
14. Frecuentes respuestas con exabruptos y respuestas enfáticas con una sola 14. Ausencia de respuestas enfáticas de una sola palabra .
palabra a las preguntas (“sí”, “nunca)
Entre las conductas motrices que mitigan los efectos nocivos del estrés, podemos incluir los denominados hábitos de conducta sanos (ej, no fumar, no beber alcohol, hacer
ejercicio, alimentación equilibrada ...) que propician un estado físico favorable, haciendo al individuo más «resistente» a los efectos negativos del estrés.
Especialmente importante, por las características de la vida actual, es el ejercicio físico por su doble efecto: mejorar las condiciones del organismo (en especial del sistema
cardiovascular) y gastar productos no utilizados movilizados por las respuestas de estrés.
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ASPECTOS FISIOLÓGICOS
Las situaciones de estrés producirán un aumento general de la activación del organismo.
Aunque inicialmente se consideró que la activación fisiológica en condiciones de estrés era genérica e indiferenciada para cualquier estresor (Selye, 1956), actualmente es
evidente la especificidad de las respuestas psicofisiológicas.
Ejes de Activación de la
Respuesta Fisiológica de Estrés
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Eje Neural (eje I): parece activarse de manera inmediata en todos los casos, provocando una activación simpática y, en casos excepcionales, también parasimpática, así
como un incremento en la activación del Sistema Nervioso Somático.
Su actuación no suele provocar trastornos psicofisiológicos, pues el Sistema Nervioso Simpático no puede estar mandando señales de forma continua mucho tiempo. Los únicos
problemas pueden deberse a un mantenimiento excesivo de la tensión muscular por activación del Sistema Nervioso Somático. Sólo en ocasiones excepcionales, una activación
simpática inicial excesivamente intensa y/o el estado precario de alguno de los órganos podría producir algún trastorno (ej, infarto de miocardio u otra alteración vascular), pero
siempre con carácter excepcional y frecuencia muy escasa.
Eje Neuroendocrino (eje II): es más lento en su activación y necesita unas condiciones de estrés más mantenidas. Su disparo implica la activación de la médula de las
glándulas suprarrenales, con la consiguiente secreción de catecolaminas (adrenalina y noradrenalina), lo que ayuda a aumentar y mantener la actividad adrenérgica, produciendo
efectos similares a los producidos por la activación simpática, si bien con un efecto más lento y duradero.
La activación de este eje prepara al organismo para una intensa actividad y dar respuesta a posibles amenazas externas, bien haciéndole frente (luchando) o escapando de ella.
Everly (1989) asocia el disparo de este eje a lo que Canon (1929) denominó respuesta de «lucha o huida». Es un eje que se dispara especialmente cuando la persona percibe
que puede hacer algo para controlar la situación estresante (hacerle frente, escapar, evitarla). Se le considera el eje más directamente relacionado con la puesta en marcha
de las conductas motrices de afrontamiento a las demandas del medio, siempre que este afrontamiento implique alguna actividad.
Su activación mantenida facilita la aparición de problemas cardiovasculares. De ahí la supuesta relación entre patrón de conducta Tipo-A (caracterizado por conductas de
enfrentamiento activo) y trastornos cardiocoronarios.
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Eje Adrenal-hipofisiario. El más importante. Provoca la liberación de glucocorticoides (cortisol y corticosterona), y mineralcorticoides (aldosterona y desoxicorticosterona),
que facilitan la retención de sal por los riñones con la consecuente retención de líquido y un incremento de los depósitos de glucógeno en el hígado. El aumento de
mineralocorticoides facilita el desarrollo de problemas como hipertensión, el síndrome de Cushing o las necrosis de miocardio. Se facilita también la secreción de andrógenos
(testosterona) e incluso puede aparecer un efecto de limitación en la secreción de catecolamina por las cápsulas suprarrenales. Paralelamente, la hipófisis anterior libera en
sangre diversos opiáceos endógenos (endorfinas), que incrementan la tolerancia al dolor en situaciones de estrés.
Los otros tres subejes implican la secreción de la hormona del crecimiento (su papel en la respuesta de estrés no está tan claro), el incremento en la secreción de las
hormonas tiroideas, en especial tiroxina, que aumenta el metabolismo, y en consecuencia el desgaste general, y la secreción de vasopresina, con sus efectos de alteración del
funcionamiento de los riñones y el consiguiente incremento en la retención de líquidos, pudiendo así colaborar al desarrollo de la hipertensión.
El disparo de este tercer eje, más lento que los anteriores y así mismo de efectos más duraderos, necesita una situación de estrés más mantenida. A diferencia del eje II, este
tercer eje parece dispararse selectivamente cuando la persona no dispone de estrategias de afrontamiento (coping), es decir, cuando solamente le queda resistir o soportar el
estrés. Sus efectos más importantes tienen que ver con depresión, indefensión, pasividad, no percepción de control, inmunosupresión y sintomatología gastrointestinal.
Uno de los órganos activados específicamente por el disparo del eje endocrino es el cerebro, facilitando, en consecuencia, patologías o trastornos de corte predominantemente
psicológico, como depresión, ansiedad, miedo...
Tras analizar por separado los aspectos implicados en la respuesta de estrés, es necesario integrarlos, dado que el organismo funciona como un todo. Se hace hincapié en cómo se
traduce la actuación de los distintos aspectos a nivel fisiológico, para poder explicar la aparición de trastornos psicofisiológicos.
Eje I (Neural). Los individuos ante una situación estresante tienden a revelar patrones de reactividad fisiológica diferentes si intentan respuestas de confrontación
(incremento de la actividad muscular estriada, vasodilatación en los músculos esqueletales, gasto cardíaco y presión arterial) o no disponen de respuestas de confrontación
(aumento de la vigilancia, de la resistencia periférica total y de la presión arterial, así como otras manifestaciones del Sistema Nervioso Simpático acompañadas por una disminución
del movimiento esqueletal y de la tasa cardíaca mediada vagalmente).
Eje II (Neuroendocrino). Su disparo depende de cómo se perciba la situación (evaluación primaria) y de la capacidad para hacerle frente (evaluación secundaria).
Si percibe que puede hacer algo para controlar la situación (sea enfrentarse, sea escapar), se pondrá en marcha este eje.
Si percibe que no se puede hacer nada, sólo soportar pasivamente la situación a la espera de que se termine, se activará en su lugar el eje III.
Frankenhauser y Lundberg, han comprobado que:
las situaciones caracterizadas por esfuerzo con distress (alto grado de malestar) producen un aumento de catecolaminas y cortisol (activación de ejes II y III).
las situaciones que implican esfuerzo sin distress, se acompañan de incremento en la secreción de catecolaminas y supresión de la secreción de cortisol
(activación del eje II pero no del eje III).
las situaciones que implican distress sin esfuerzo, conllevan un incremento en la secreción de cortisol (eje III), aunque también puede haber elevación de
catecolaminas.
Goldstein y Halbreich, señalan que la secreción de adrenalina se asocia con atención y vigilancia (vuelo, conducción de coches, estrés mental, hablar en público...) y la de
noradrenalina responde más a estrés físico y actividad.
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Eje III (Endocrino). Se dispara selectivamente cuando no se dispone de estrategias de afrontamiento (coping) en las situaciones de estrés, tal y como se ha señalado al
hablar de la secreción de cortisol. El máximo incremento de cortisol ocurre ante la primera exposición a un estímulo estresor, con progresiva disminución con exposiciones repetidas.
La hormona del crecimiento (GH) se incrementa con menor frecuencia que el cortisol, lo que para Goldstein y Halbreich puede estar en relación con la intensidad del estímulo
(se precisa un estímulo más intenso para provocar la secreción de GH que para la secreción de cortisol), o bien con el estilo de afrontamiento (siendo la GH específica de un
estilo independiente). No obstante, la interpretación de este hecho se ve notablemente dificultada por la secreción normal episódica, independiente del estrés.
Aunque existen algunos datos más acerca de la relación entre diversas hormonas y los aspectos ambientales, conductuales y cognitivos de la respuesta de estrés, el panorama es
bastante complejo, precisándose más investigación al respecto.
En resumen, las respuestas fisiológicas activadas y los órganos implicados están en función del tipo de estímulo estresor y de la valoración que de él hace la persona. El
mantenimiento de una respuesta de estrés, una vez que se ha activado, dependerá de que el sujeto siga percibiendo la situación como estresante y busque una solución. Cuando la
situación de estrés ha finalizado, sea por haberla solucionado la persona o por otras causas, o mejor, cuando el sujeto percibe que lo ha hecho, se pondrá fin a esta respuesta.
Las conductas que emite el organismo para tratar de afrontar la situación de estrés, ya sean específicas para esa situación o generales para una amplia gama de situaciones,
pueden ser más o menos adecuadas, La adecuación de las conductas dependerá de sus consecuencias, determinando éstas el que dichas conductas vuelvan a utilizarse o no, de
acuerdo con las leyes del condicionamiento instrumental. Es importante tener en cuenta las consecuencias a corto y largo plazo de las conductas de afrontamiento del estrés
para poder explicar su presencia, mantenimiento o extinción. Por ejemplo, en el caso de la persona con patrón d conducta Tipo-A, y elevados niveles de presión arterial y colesterol,
sería más adaptativo que pasara a desarrollar conductas próximas al Tipo-B, pues éstas disminuirían el riesgo de trastornos cardiovasculares; pero dicho cambio es difícil, ya que
sus conductas Tipo-A son muy reforzadas por el medio (percibe que soluciona más rápidamente los retos laborales, consigue prestigio profesional y social, controla mejor...)
Cuando no se dispone de estrategias o estas no consiguen una solución, se mantendrá la hiperactivación, lo que puede llevar a la aparición de trastornos de diversa índole,
entre ellos, los trastornos psicofisiológicos, tales como hipertensión, cefaleas, asma, úlceras, disfunciones sexuales ..., han centrado de manera preferente la investigación.
Un par de factores más parecen importantes en el desarrollo de los trastornos asociados al estrés:
o el patrón de estereotipia de la respuesta de estrés (cuanto más similar sea la respuesta de activación ante las distintas situaciones de estrés, más fácil es que se
produzca algún deterioro en los órganos implicados en ésta).
o la predisposición psicobiológica (predisposición genética o aprendida a desarrollar cierto trastorno).
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7. PROCEDIMIENTOS DE INTERVENCIÓN
Los trastornos asociados al estrés pueden estar determinados por problemas o fallos en alguno o varios de los siguientes sistemas implicados:
Demandas del medio
Percepción y procesamiento de la información (nivel cognitivo)
Emisión de respuestas motrices y el consiguiente feedback sobre el sistema de percepción y procesamiento
Consecuencias del medio sobre la emisión de respuestas motrices y fisiológicas
Una vez que el análisis conductual señale en que sistema se está produciendo el problema que facilita el trastorno, se deberá intervenir con las técnicas adecuadas para su
solución. No es necesario esperar a que se produzca un trastorno para intervenir. De hecho, la detección del inicio de un problema, o de cuál es el punto más «débil» del sujeto,
permite el tratamiento temprano del problema o incluso su prevención, siendo estos procedimientos preferibles a la intervención sobre un trastorno ya consolidado.
La Modificación de Conducta y la Terapia Conductual proporcionan un gran número de estrategias y técnicas de intervención susceptibles de ser utilizadas en pacientes con un
trastorno asociado al estrés y en personas con alto riesgo de padecerlo, debido a su modo de respuesta ante las demandas ambientales. La selección de las técnicas concretas a
utilizar depende de los sistemas de organización de las conductas afectadas, así como del tipo de alteración específica presente.
En la mayor parte de los casos será necesario utilizar terapias multicomponente, ya que los diferentes aspectos analizados en la respuesta de estrés (cognitivo, motor y
fisiológico) están estrechamente relacionados. Así, por ejemplo, es difícil que una persona presente una evaluación cognitiva inadecuada de los estímulos (ej, percibirlos como
amenazantes cuando no lo son) y no manifieste una alta activación fisiológica, aun cuando, por poseer estrategias de afrontamiento adecuadas consiga reducir dicha
activación de manera temprana. Los aspectos básicos de esos componentes se pueden resumir en el siguiente decálogo contra el estrés (Labrador, 1994):
Entrenamiento en Inoculación de Estrés. Es una técnica de gran utilidad para el tratamiento de los problemas de estrés y cuyo manual (Meichenbaum, 1985) está incluido dentro de los
listados de manuales de tratamiento con apoyo empírico de la Asociación Psicológica Americana (APA). Tomando como punto de referencia los modelos transaccionales de estrés, se
centra en la prevención y control del estrés a través de un entrenamiento en habilidades que permitan al sujeto hacer frente de manera más eficaz a aquellas situaciones que
desencadenan este tipo de respuestas. El objetivo es dotar al sujeto de las estrategias necesarias para hacer frente de manera adecuada a los distintos estresores que pueden
surgir en su vida, por lo que tiene un eminente valor preventivo (de ahí su nombre) de problemas futuros. Para ello, aúna diferentes procedimientos conductuales y cognitivos que
se enmarcan dentro de un entrenamiento en 3 fases: conceptualización, que proporciona al sujeto un marco conceptual; adquisición o aprendizaje de habilidades, en la que se
desarrollan las habilidades que van a permitir que el sujeto haga frente de manera efectiva a diversas situaciones estresantes; aplicación y puesta en práctica, en la que se ponen en
marcha las habilidades y estrategias aprendidas en situaciones estresantes.
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DEMANDAS AMBIENTALES
Los primeros problemas pueden aparecer cuando las demandas ambientales son excesivamente intensas, frecuentes o duraderas. Sin embargo, desde el punto de vista de los
modelos interaccionales de estrés, las demandas se conceptualizarán como «excesivas» o «estresantes» sólo en los casos en los que el individuo las perciba como tales, por lo
que la intervención sobre esta área problemática va a estar estrechamente vinculada al tratamiento del procesamiento y la valoración cognitiva de las situaciones con las que el individuo
se encuentra.
No obstante, determinadas condiciones o sucesos tienen en sí mismos características que los hacen estresantes para la mayoría de las personas.
Esquema general para el tratamiento de los problemas de estrés relacionados con las demandas ambientales
Cambiar el medio
Situaciones duraderas,
¿Es posible cambiar el medio? Control de estímulos
frecuentes o intensas
Autocontrol
Administración del tiempo
En estos casos, los procedimientos de intervención pueden dirigirse a conseguir que el sujeto produzca un cambio importante en su medio o trate de abandonarlo, de
manera que suponga demandas más ajustadas a las características el individuo. Con objeto de conseguir cambios parciales en el medio, se pueden utilizar técnicas operantes
como Control de Estímulos y Técnicas de Autocontrol.
Uno de los principales factores de estrés en nuestro contexto cultural es la constante «falta de tiempo», que interfiere de forma importante en nuestra calidad de vida
generando un notable malestar. Esta falta de tiempo se relaciona con una organización inadecuada del tiempo, y puede requerir la aplicación de estrategias específicas para la
mejor administración del tiempo. Este tipo de procedimientos enseña al sujeto a organizar el tiempo tomando decisiones previas sobre a qué tareas o actividades se va a
dedicar, basándose en la importancia o valor de cada tarea para la consecución de los objetivos personales, dejando espacio para el descanso adecuado y el ocio.
Dentro de la valoración cognitiva pueden desarrollarse problemas a partir de un fallo en cada uno de los distintos pasos implicados (evaluación automática inicial, evaluación primaria,
evaluación secundaria y elección y organización de respuestas).
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Esquema general para el tratamiento de los problemas de estrés relacionados con la evaluación automática inicial de la situación
Cuando el sujeto no evalúa como estresantes situaciones que en realidad lo son, o cuando tarda en identificar una amenaza (hipovaloración), la persona puede someterse
a importantes peligros o riesgos, y su respuesta, cuando se produce, tiene un valor muy limitado. Lo recomendable es la utilización del Entrenamiento en Solución de
Problemas. Este tipo de técnicas enseña al sujeto a llevar a cabo una búsqueda de información más eficaz, que posibilita una definición más operativa de la situación, y
permite generar y analizar una variedad de soluciones posibles a la situación con la que el sujeto se enfrenta
Esquema general para el tratamiento de los problemas de estrés relacionados con la evaluación de las demandas de la situación
Evaluación DS
Hipervaloración Exposición
inadecuada de
las demandas de Solución de problemas
la situación Hipovaloración
Solución de problemas
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Esquema general para el tratamiento de los problemas de estrés relacionados con la evaluación de los propios recursos
Reorganización cognitiva
Evaluación Hipervaloración Solución de problemas
inadecuada de
los propios Hipovaloración
recursos Inoculación de estrés
Esquema general para el tratamiento de los problemas de estrés relacionados con la evaluación de los propios recursos
De modo más específico, se puede producir un desajuste en la valoración de las demandas situacionales y los propios recursos para hacerles frente, que se manifiesta por la respuesta a
aspectos colaterales o parciales de la situación o por la incapacidad para decidir qué respuesta emitir (problema de toma de decisiones). En estos casos, habrá que incidir sobre la
modificación de las respuestas cognitivas del sujeto y en el entrenamiento para alcanzar una evaluación objetiva de diversos aspectos situacionales y personales (recursos). Las
técnicas más útiles son las que entrenan al sujeto en la solución de problemas y las que se centran en la reestructuración cognitiva.
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De modo alternativo, los problemas en esta fase pueden provenir de ciertos supuestos desadaptativos subyacentes (ej, creencias, sistemas de valores…) y/o del establecimiento de
objetivos inadecuados o desadaptados a conseguir con la respuesta seleccionada. En estos casos pueden utilizarse la Reestructuración cognitiva y Entrenamiento en solución de
problemas, pero centradas en la modificación de esos supuestos subyacentes. Más específicamente, cuando el sujeto parte de objetivos inadecuados, lo indicado es utilizar
adaptaciones de las técnicas de solución de problemas que entrenan a los sujetos en el establecimiento de objetivos ajustados a sus propias capacidades y circunstancias.
Cuando la selección de respuestas se encuentra bloqueada por la aparición de respuestas emocionales o cognitivas (ej, pensamientos automáticos) que imposibilitan el correcto
análisis de la situación y/o de los recursos, habrá de incidir directamente sobre ellas, recurriendo a técnicas como la Inoculación de Estrés (para la modificación de respuestas
emocionales) o la Detención de Pensamiento (para la modificación o eliminación de pensamientos automáticos).
Esquema general para el tratamiento de los problemas de estrés relacionados con conductas de afrontamiento inadecuadas
Modelado
Faltan conductas adecuadas Moldeado
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Intervención Psicológica y Salud: Control del Estrés y Conductas de Riesgo
4º grado. 2019 Cari Blanco Rodríguez
Esquema general para el tratamiento de los problemas de estrés relacionados con la activación fisiológica
Relajación
General Control respiración
Activación
Biofeedback (activación general)
fisiológica
inadecuada Relajación
Específica Control respiración
Biofeedback (RR específica)
Por un lado, se pretende reducir el nivel de activación general del organismo, en especial en aquellos momentos que facilitan el exceso de respuesta. Este objetivo parte del
supuesto de que, si el sujeto es capaz de reducir de manera voluntaria su nivel de activación fisiológica, los problemas debidos al mantenimiento de niveles de activación elevados
pueden obviarse o, cuando menos, disminuirse. Por otro lado, las técnicas pueden aplicarse para controlar o modificar los niveles de activación de un determinado órgano
diana o de alguna respuesta fisiológica específica responsable de un determinado trastorno que queremos tratar.
A pesar de la simplicidad del esquema, la realidad no es tan simple. Estos pasos no siempre se dan de manera ordenada y secuencial, pueden producirse saltos, vueltas atrás,
detenciones o reiteraciones, haciendo más complejo el proceso. Por tanto, la aparente linealidad del esquema de todas estas figuras tiene una finalidad didáctica. En realidad, se
produce un continuo de interrelaciones entre los distintos aspectos implicados, con bucles de feedback entre ellos.
8. CONSIDERACIONES FINALES
La respuesta de estrés es una respuesta ventajosa para nuestro organismo, ya que en breves momentos permite disponer de recursos excepcionales que permiten hacer
frente a demandas excepcionales. Pero la emisión excesiva de esta respuesta (ya sea por su frecuencia, emisión o intensidad) puede producir efectos negativos, dado que
supone un “gasto” excepcional de recursos. Afortunadamente, en la actualidad existen estrategias eficaces para abordar la mayor parte de los problemas asociados al estrés.
En los últimos años se ha producido un cambio fundamental en la conceptualización del estrés y sus trastornos asociados, especialmente los psicofisiológicos. Ello ha supuesto
el paso de su consideración como problemas periféricos (determinados, por ejemplo, por el exceso de tensión de un determinado grupo muscular), a problemas centrales
relacionados con el modo en que la persona, como un todo, hace frente a las demandas del medio.
En consecuencia, es el modo de vida de la persona, en su sentido más amplio (incluyendo sus emociones, modo de pensar y actuar) lo que determina su salud y enfermedad.
Desde este nuevo punto de vista, es evidente la necesidad de considerar el estrés como un proceso global en el que se tienen en cuenta las características de la situación
que desencadena la respuesta, así como la interpretación que el sujeto hace de ellas y el balance que establece entre las necesidades requeridas por la situación y sus propias
capacidades, los patrones de activación fisiológica, las conductas que pone en marcha y las consecuencias de todo ello (a corto y largo plazo>).
No se puede, por tanto, estudiar, evaluar o tratar el estrés considerando un único factor (ya sea éste el estresor o cualquiera de las respuestas del individuo). Es más
complejo, por lo que sólo el análisis del continuo juego de interacciones entre todos estos aspectos puede dar el fruto a la hora de evaluar o intervenir ante el estrés.
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