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EL PAÍS
El 80% de los jóvenes se siente
desasistido por el Estado.
Tres de cada cuatro encuestados por Metroscopia ve su
futuro peor que el de sus padres. El 66% admite tener
una menor cultura del esfuerzo.
“El grito del 15-M era un poco eso. El no nos representan”, argumenta el economista
Marcel Jansen, especialista en estudios sobre el mercado laboral de los jóvenes. Y
añade: “Ellos se consideraban, y se siguen considerando, víctimas de las crisis. Ahora se
acaba de llegar a un acuerdo en materia de pensiones. ¿Quién va a pagar eso? Pues los
que ahora son jóvenes. Pero los jóvenes ni siquiera estaban sentados a la mesa donde
eso se discutió”, recuerda Jansen.
Los españoles menores de 35 años ven, en su mayoría (el 71%), el futuro con
preocupación. Aquí también las mujeres se confiesan bastante más desconfiadas en el
porvenir (el 81%) que los hombres (el 61%). Sin embargo, en este apartado la encuesta
de Metroscopia muestra un dato que puede resultar contradictorio: el 85% se considera
satisfecho en la actualidad con la vida que lleva.
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Lo que sí tiene claro esta generación es que vivirá peor que sus padres: Tres de cada
cuatro menores de 35 años creen que su situación económica será peor. Y de nuevo, las
mujeres jóvenes son aún más pesimistas: el 84% de las chicas están convencidas que
retrocederán en la escala social con respecto a la que disfrutaron sus padres. Los
jóvenes, a este respecto consideran que, a diferencia de la generación de sus mayores,
ellos carecen de la cultura del esfuerzo de la que la generación anterior dispuso. En el
sondeo, un 66% de los jóvenes entrevistados piensa así. En los mensajes enviados por
integrantes de esta generación a EL PAÍS se daban algunas posibles respuestas a este
fenómeno: algunos aludían a una generación que disfrutó de una infancia y una
adolescencia doradas, otros a la falta de educación ante la adversidad o, en mayor
medida, a la certeza de que al final de tanto esfuerzo y tanto título no hay ninguna
recompensa esperando. A este respecto, es sintomático que, según el sondeo, la mayoría
de los jóvenes (un 62%) ha pensado alguna vez en emigrar, aunque solo el 10% lo ha
hecho.
Andrés Medina, director de Metroscopia, considera que, a diferencia de la generación
anterior, la que impulsó el 15-M y estuvo detrás de la formación de Podemos y de
Ciudadanos, más contestataria, esta de hoy es más “resignada”.
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Según el sondeo de Metroscopia, el 55% de los jóvenes consultados considera que estos
datos de paro “constituye una situación grave, que nunca antes se había dado en España
con tanta fuerza”. Al paro y la precariedad hay que añadir otro factor: la
hipercualificación. Uno de cada tres jóvenes desempeña una actividad por debajo de los
estudios que ha cursado.
A pesar de saber que el panorama es oscuro, a la hora de elegir carrera, los jóvenes se
guían principalmente por su gusto personal: el 66% hace primar sus intereses personales
y la realización personal a la hora de elegir una carrera en detrimento de ocupaciones o
estudios que ofrezcan más posibilidades de empleo. A este respecto hay que añadir que
sus padres —a diferencia tal vez de la generación de sus abuelos— les apoyan en esto:
los mayores de 35 años también creen que debe anteponerse la realización personal a la
facilidad de empleos a la hora de elegir una carrera. En consonancia, nueve de cada diez
menores de 35 años optan por un trabajo interesante antes que por otro, menos atractivo,
pero de sueldo mayor elevado.
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Sin embargo, los jóvenes de esta generación, prefieren un trabajo en el sector público
(46%) a uno en el privado o montar su propia empresa. Criados entre dos crisis y
zarandeados por un mercado laboral cada vez más precario, la estabilidad de un empleo
en la Administración es vista como un auténtico salvavidas. Otro dato: los jóvenes
prefieren, en un 56%, opositar a crear su propia empresa. En el caso de las mujeres, este
porcentaje crece hasta el 62%. De hecho, dos de cada tres mujeres menores de 35 años
se ha planteado en serio opositar. En el caso de los hombres, el porcentaje se queda en
un 41%.
Jorge Benedicto, catedrático de Sociología de la UNED, considera que para la
generación que se hizo joven en los años ochenta, la suya, el trabajo constituía el centro
de su vida porque les permitía el ascenso social. Y añade: “Los jóvenes de ahora
pertenecen a una generación más posmaterialista. El trabajo ya no sirve de ascensor
social. Es lo que yo denomino la promesa incumplida: estudias y progresarás. Ya no es
así. Es una generación que sabe adaptarse a lo que hay. Yo no hablaría de una
generación resignada, sino realista. No confía en las instituciones y sí en sí mismos”.
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El economista Jansen añade: “España, como el resto de los países mediterráneos, tiene
un modelo en que las familias soportan estos problemas y cuyo Estado de bienestar
beneficia a los mayores porque depende de las cotizaciones por el trabajo, un sistema al
que los jóvenes no tienen acceso. Y este modelo hace agua hace años. Cada vez que se
reforma el mercado de trabajo se hace flexibilizando los márgenes, pero el núcleo
mayoritario no se hace. Y la consecuencia es que los jóvenes no tienen acceso a un
empleo fijo. Y esto no se reforma, simplemente, porque los votantes decisivos, quienes
tienen la llave electoral, son los votantes con contratos de trabajo fijo: los mayores. La
estadística perjudica a los jóvenes”.
Freixa recuerda que “hace falta un pacto intergeneracional serio, algo como los Pactos
de la Moncloa, en el que no solo intervengan sindicatos y empresarios, sino también
jóvenes que representen a su generación”. Y añade que esto es urgente: “Se debe
abordar ahora, a la salida de esta crisis. Porque si no, será tarde, y se habrá perdido una
generación que ha soportado dos crisis, la del 2008 y la del coronavirus y que soportará
la del cambio climático, la generación que es, además, la más preparada, la más
imaginativa y la más dispuesta tecnológicamente”.
Ámbito: España. Universo: población mayor de edad y residente con derecho a voto.
Tamaño de la muestra: 1.000 entrevistas, de las cuales 700 se realizaron a menores de
35 años. Metodología: telefónica asistida por ordenador mediante marcación predictiva.
Las personas incluidas en la muestra son seleccionadas mediante llamadas a números de
teléfonos móviles. Margen de error: ±3,4 puntos para un nivel de confianza del 95,5% y
en la hipótesis más desfavorable de máxima indeterminación (p=q=50%). Fecha de
realización: del 14 al 18 de junio.