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Alfredo G O N Z A L E Z RUIBAL
a_ruibal@yahoo. co. uk.
RESUMEN: Al contrario que en otras regiones ibéricas, los lugares centrales y la jerarquización territo-
rial en el norte de Portugal y noroeste de España (Gallaecia) se han considerado tradicionalmente un fenó-
meno tardío, derivado de la conquista romana del área. A partir de la revisión de un castro gallego escasa-
mente conocido, se ofrece una nueva aproximación a los lugares centrales de fines de la Edad del Hierro
en Gallaecia.
Palabras clave: Edad del Hierro tardía. Complejidad social. Lugares centrales.
ABSTRACT: Unlike in other Iberian regions, central places and regional hiérarchisation in northern
Portugal and the NW of Spain (Gallaecia) have been traditionally considered late phenomena, a by-pro-
duct of the Roman conquest of the area. Starting from a re-examination of a scarcely known hillfort from
Galicia (NW Spain), a new interpretation of the Late Iron Age central places in Gallaecia is offered.
Key words: Late Iron Age. Social complexity. Central places.
1. Introducción: jerarquización territorial y costa levantina, desde fines del siglo V a.C. (Buri-
lugares centrales en el noroeste ibérico llo, 1998: 2 2 0 ) . El m i s m o proceso en el sur de
Iberia seguiría pautas mediterráneas que explica-
Gracias a los datos arqueológicos y a las rían el surgimiento de "ciudades" desde el siglo
fuentes clásicas sabemos de la aparición de gran- VII a.C. al menos y la existencia de un paisaje de
des p o b l a d o s , con funciones de lugar central, oppida bien desarrollado en el siglo V-IV a.C.
entre diversos pueblos de la Hispania i n d o e u r o - (Ruiz y Molinos, 1993: 113-122, 191-199). Fren-
pea antes de la conquista romana (p. ej. Burillo, te a este panorama, el norte de la Península habría
1998: 216 y ss.; Álvarez Sanchís, 1999: 112-113). sido u n a zona retardataria en la cual los lugares
En la Meseta española, el proceso de concentra- centrales no habrían hecho aparición más que a
ción poblacional d u r a n t e los siglos III y II a.C. raíz de la conquista romana y como un fenóme-
sería paralelo al que se produce en otras regiones n o relativamente marginal, en comparación con
de la Europa templada (Collis, 1984; Audouze y las grandes "ciudades" celtibéricas, por ejemplo
Büchsenschütz, 1989; Woolf, 1993), a u n q u e es (Almagro, 1995; Alma gro y Dávila, 1995). Se ha
posible que en la Celtiberia haya que adelantar considerado incluso q u e los castros de mayores
el origen a fechas no m u y diferentes a las de la dimensiones serían resultado de la reorganización
Las primeras noticias sobre la existencia del vendría dada por una fecha de C 1 4 de la que
poblado prerromano de Saceda se encuentran en no se ha publicado el resultado, si bien sabemos
Taboada (1953: 333-334). Antonio Rodríguez que situaba el nivel en el 450 a.C. Damos por
Colmenero lo incluyó en su tesis en la nómina supuesto que se trata de una fecha calendárica
de castros romanizados, aunque dice que no exis- no calibrada y que, por lo tanto, el nivel a que
ten vestigios romanos en su superficie, al contra- nos referimos se situaría en torno al siglo VIII-V
rio que en unas huertas que se extienden a sus a.C. calibrado, pues se encuentra en la meseta
pies (Rodríguez Colmenero, 1977: 107). A este de la curva de calibración para este segmento
arqueólogo y a Covadonga Carreño Gascón se temporal. Este nivel antiguo se extiende dentro
deben varias campañas de excavaciones llevadas del primer recinto del castro por debajo de las
a cabo entre 1982 y 1988 en el yacimiento. Pese a casas de piedra posteriores, desde la que deno-
la amplitud de los trabajos, los datos publi- minamos n.° 1 hasta la n.° 8, cerca de la prime-
cados se reducen a algunas breves referencias ra muralla. Las estructuras lignarias se extienden
ofrecidas en Carreño (1991: 59-61), Rodríguez en los espacios vacíos entre las cabanas de piedra.
Colmenero (1995) y en una guía turística sobre Sólo en algún caso (cabana 8) se citan distintos
los castros gallegos (Dorribo y Reboredo, 2000: niveles dentro de una estructura de piedra.
137-145). Aquí utilizaremos los amplios infor- Posteriormente, en un momento que sus
mes preliminares depositados en el Servicio de excavadores sitúan a partir del 300 a . C , sin que
Arqueoloxía de la Xunta de Galicia (Rodríguez conozcamos los motivos, empieza un nuevo
Colmenero, 1983; Rodríguez Colmenero y Ca- período de ocupación en el castro que remataría
rreño, 1984; Carreño, 1985, 1986) 1 , los datos a inicios de nuestra era. A este segundo episodio
recogidos en la visita al yacimiento y la revisión corresponderían todas o la inmensa mayoría
de una parte significativa de los materiales depo- de las cabanas de piedra (Fig. 3). Las casas son de
sitados en el Museo Arqueolóxico Provincial de planta circular en su mayor parte, aunque las
Ourense 2 . de planta cuadrada o rectangular de ángulos
A partir de los datos procedentes de infor- vivos no son en modo alguno escasas. La super-
mes y publicaciones se deduce la existencia de, ficie de estas estructuras es bastante reducida, si
al menos, dos niveles importantes de habitación. la comparamos con las que conocemos de otros
El más antiguo de ellos pertenecería a la Prime- castros, como Santa Trega, Briteiros o Sanfins.
ra Edad del Hierro y estaría compuesto por En estos oppida, el diámetro canónico para las
estructuras realizadas en materiales perecederos. viviendas principales es de 5,5 metros. En cam-
El final de esta etapa vendría marcado por un bio, las cabanas de Saceda suelen tener una
gran incendio en el que se detectan restos abun- amplitud de entre 3,5 a 4 metros. La organiza-
dantes de semillas (mijo, trigo, habas y bello- ción del espacio tampoco recuerda a la de los
tas), cerámica y vestigios de manteados de barro oppida occidentales: no encontramos aquí las
y ramas. Este nivel reposa directamente sobre habituales casas-patio, es decir, los conjuntos de
la roca madre, en la que se realizaron agujeros habitación formados por varias construcciones
de poste y zanjas correspondientes a las cabanas de de función especializada pertenecientes a una
material perecedero mencionadas. Su datación misma familia y que aparecen bien delimitados
por muros perimetrales y las propias paredes de
las construcciones. Los elementos claves en la
organización del espacio, en este caso, parecen
ser los aterrazamientos en que se ubican las
1
Agradezco al Prof. Dr. Antonio Rodríguez Col- estructuras (Fig. 4). Es posible que estos aterra-
menero, de la Universidad de Lugo, su amabilidad al
zamientos permitiesen delimitar los conjuntos
dejarme consultar la información recogida en dichas
memorias. familiares de forma semejante a las casas-patio
2
Agradezco al Sr. D. Francisco Fariña Busto, direc- de la zona occidental. De hecho, hemos de con-
tor del Museo Arqueolóxico Provincial de Ourense, las siderar que cada familia poseería varias construc-
facilidades otorgadas para consultar los materiales arqueo- ciones, dado su reducido tamaño. Así, las casas
lógicos del castro de Saceda.
momento dentro del noroeste, donde la media que se encontraba ocupado supuestamente des-
superficial de los poblados se sitúa en torno a de la Primera Edad del Hierro, debió ser cicló-
una hectárea hasta avanzado el siglo II a.C. Las pea en origen, con una entrada directa, flan-
murallas resultan interesantes desde un punto de queada por jambas de piedras colosales (Fig. 5).
vista arquitectónico y cronológico. La cerca más El muro aprovecha los múltiples afloramientos
antigua, la que ciñe la parte superior del poblado rocosos en su recorrido. Posiblemente en un
momento indeterminado de
fines del Hierro se revistió este
muro en determinadas zonas con
aparejo helicoidal. Los otros dos
recintos presentan aparejo heli-
coidal desde el origen, de muy
buena factura, semejante al que
encontramos en otros poblados
de la zona de Ourense, como el
recinto interior de San Millán
(Rodríguez González y Fariña,
1986), Mosteiro (Orero, 1988),
Laias (López González y Alvarez
González) y Las (Pérez Outeiri-
ño, 1985) y de Chaves (Portu-
gal), como Muro da Pastoría
(Soeiro, 1985-1986). La puerta
del segundo recinto (Fig. 6) pre-
senta ya más complejidad que la
del primero: se trata de una
entrada en rampa acodada, ado-
sada al muro, de indudable uti-
lidad poliorcética. La tercera
FlG. 5. Entrada al primer recinto.
? 5
En cuanto a los materiales
metálicos, se d o c u m e n t a r o n
numerosos elementos de hie-
Vasijas de borde engrosado
rro y bronce, algunos de los
cuales se p u e d e n considerar
siglo I a.C. e inicios del siglo II d.C. —el castro IV a.C, con el claro aumento de la población, la
continuó ocupado (o fue reocupado) en época territorialización de las comunidades políticas,
tardorromana— (Rodríguez González y Fariña, la mayor presión sobre la tierra, y la conquista
1986). De hecho, parece que la gran ampliación de las tierras de fondo de valle tuvieron que faci-
de San Millán se construyó en pleno declinar de litar la aparición de una mayor jerarquización
Saceda, quizá para acoger a los habitantes de este no sólo intracomunitaria, sino intercomunitaria
castro. No sería descartable pensar, incluso, que también (González Ruibal, e. p.). ¿Por qué Sace-
antes de que San Millán comenzase a crecer, da aumentó durante la Segunda Edad del Hie-
Saceda pudiese haber desempeñado la función rro, hasta el punto de cuadriplicar su espacio ori-
de caput populi para alguna de las dos etnias ginal, mientras otras aldeas fortificadas de la zona
mencionadas, que se consideran habitantes de la apenas crecieron o no lo hicieron en absoluto?
cuenca del Támega y el Búbal. Algunas de las razones que se pueden apuntar es
la existencia de amplios terrenos cultivables de
suelos profundos en el entorno de Saceda, un
4. Conclusión: jerarquización territorial elemento que parece tener un papel muy impor-
prerromana en el noroeste tante en la elección de emplazamiento en el
Segundo Hierro (Parcero, 2002). También se
Volviendo a la cuestión que abría este artícu- puede señalar su situación estratégica a lo largo
lo, Saceda demuestra que el origen y devenir de una vía de comunicación natural que discu-
de los lugares centrales - o la jerarquización terri- rre en dirección norte-sur, desde Portugal hacia
torial— en el noroeste no pueden vincularse sim- la zona central ourensana. Esta buena comunica-
ple y directamente a la presencia romana en la ción explicaría la aparición de las importaciones
zona. Por lo que respecta al origen, es evidente prerromanas del castro. El entorno de Saceda es
que Saceda no sólo se fundó mucho antes de la rico en recursos estanníferos, pero esta causa
conquista romana, sino que su expansión pobla- afecta de igual o mayor manera a otros enclaves
cional y su auge como lugar central son también de la región, como el castro de Outeiro de Bal-
anteriores a la ocupación del noroeste por parte tar —donde se localizaron restos de trabajo mine-
de Roma. Es obvio que Saceda puede difícilmen- ro y metalúrgico (López Cuevillas, 1958a)—.
te considerarse una "ciudad", ni puede equipa- Motivos de índole política y social que difícil-
rarse a los grandes poblados bracarenses. Sin mente dejan rastro en el registro arqueológico
embargo, se trata de un castro que muestra indi- debieron jugar un papel fundamental en la pree-
cios claros de una mayor jerarquización social minencia regional de Saceda a fines del Hierro.
dentro del poblado -por los materiales señala- En cuanto a la evolución de los lugares cen-
dos— y de una mayor jerarquización territorial trales, no todos los grandes poblados de fines del
en la región -por sus tres recintos, la calidad de Hierro se debían encontrar ocupados a inicios
sus defensas, la organización del espacio y el del siglo I d.C. ni tuvieron en época julio-clau-
tamaño—. Cualitativamente, por lo tanto, Saceda dia su momento de "esplendor" —cualquiera que
se emparenta más fácilmente con los oppida que sea el significado que se atribuya a esta palabra—.
con los pequeños castros habituales en la Segun- Los procesos de sinecismo debieron ser muy
da Edad del Hierro en la zona. ¿A qué se debe variados: es posible que, como señala García
esta mayor desigualdad social a partir del siglo II Quíntela (2004), algunos grupos se unieran sin
a.C? Los motivos son los mismos que operan en que el sinecismo diera lugar a una agregación
el resto del noroeste y, a una escala mayor, en la poblacional, también pudieron producirse seg-
Europa templada. De forma indirecta, la expan- mentaciones de poblados ya agregados, la unifi-
sión romana y las guerras peninsulares sin duda cación de dos lugares centrales o la sustitución
debieron contribuir al incremento de las jerar- de determinados oppida por otros. Esto último
quías en la periferia del conflicto. Desde un es lo que sucedió en Saceda y no se trata de un
punto de vista endógeno, el propio desarrollo caso único en el noroeste: quizá el mejor parale-
local de las sociedades castreñas a partir del siglo lo que podemos encontrar sea el del castro de
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