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Instituto de Terapia Racional Emotiva – ITRE

¿Por qué la psicoterapia cognitiva es constructivista?


Y ¿por qué la racionalidad sigue siendo vigente?

Por Pedro Reyes Mispireta


Director de ITRE

Aclarando ciertos mitos sobre la Psicoterapia Cognitiva


La psicoterapia cognitiva no sólo ha probado su eficacia y eficiencia en distintos
aspectos de la problemática humana, sino también expresa un paradigma tal
como el psicoanálisis y el conductismo lo hicieron en su momento. Como
paradigma, constituye una nueva forma de interpretar y entender tanto el problema
como el método terapéutico.
En este sentido, constituye un movimiento integracionista que está plenamente
articulado al movimiento filosófico humanista y constructivista de las ciencias
humanas de esta era. Es necesario revisar el surgimiento de las ciencias de la
mente o la ciencia cognitiva y constructivista para entenderlo. En relación a la
psicoterapia cognitiva, creemos que existen algunos mitos que es necesario
aclarar.

La psicoterapia cognitiva no se origina ni se deriva de la terapia conductual


La psicoterapia cognitiva contemporánea, que incluye a la TRE actual, es un
movimiento constructivista. La terapia cognitiva no fue desarrollada por terapeutas
conductuales como se piensa, sino por terapeutas de distintas tendencias.
Fundadores como Ellis y Beck, fueron disidentes del psicoanálisis, interviniendo
también otros terapeutas independientes como Nelly que fue un científico cognitivo
cabal. El agregado conductual a las denominaciones de ambas escuelas
fundadoras (Terapia Racional Emotiva Conductual y Terapia Cognitiva
Conductual) fue posterior al ser éstas formuladas y aceptadas como escuelas con
derecho propio. Al comprender con entusiasmo integracionista que debía
enfatizarse también la acción en el cambio terapéutico.
Las terapias cognitivas constituyen un movimiento profesional de evolución
permanente y cuya articulación con el movimiento cognitivo en las ciencias
humanas no fue inmediato ni coordinado pero si un destino natural. Los terapeutas
y psicólogos cognitivos actuales somos constructivistas y estamos plenamente
integrados al movimiento cognitivo. Somos contrarios a la postulación conductual,
empirista y positivista propia de las psicoterapias comportamentales que asumían
a los seres humanos como seres pasivos que se adaptan en un mundo dado de
manera receptiva.

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El movimiento cognitivo cree que los seres humanos son seres proactivos que
construyen social e individualmente la realidad con la que interactúan. En
ese sentido creemos que la realidad no es descubierta ni accesible sino en cierta
forma, construida.
Existen dos tendencias dentro del movimiento constructivista: el Constructivismo
Radical y el Constructivismo Crítico.

El Constructivismo Radical lleva estos postulados al extremo del relativismo al


negar la posibilidad de conocimiento y objetividad, incluso la realidad externa, por
que estaría constituida solamente por las representaciones de la experiencia
interna. Señala que la objetividad es una ilusión imposible y que no existe
diferencia importante entre el arte y la ciencia.

El Constructivismo Crítico planteado por Karl Popper, Kuhn, Lorenz, Fodor entre
otros, constituye la opción a nuestro juicio más fértil y próspera. Sostiene los
mismos principios del movimiento radical pero difiere en las posibilidades de la
razón. El constructivismo crítico sostiene la validación intersubjetiva mediante
procedimientos racionales, asume el carácter transitorio del conocimiento, la figura
del paradigma como entidad funcional del conocimiento y la comunidad de
pensadores. El constructivismo crítico está en contra de la relativización
exagerada y de toda visión solicita del conocimiento y de la experiencia humana.

Los postulados del Psicoterapia Racional Emotiva contemporánea


Nuestro postulado es que los seres humanos construyen sistemas de
creencias para interactuar exitosamente con su medio, en cierta forma estos
esquemas de pensamiento son parte de la realidad misma, por lo menos de
una dimensión de ella, ya que son imprescindibles para interactuar tanto
consigo mismo como con su medio.
Creemos que estos sistemas o esquemas de creencias son útiles al individuo en
el sentido que le brindan una matriz de interpretación coherente de sí mismo, del
mundo y de los demás, una herramienta estable y funcional pero transitoria ya que
necesariamente deben ser abandonadas cuando la persona prueba que ya no le
sirven adecuadamente para poder funcionar.
- Creemos que en la evolución personal del individuo este sufrirá diversas
crisis en sus sistemas de creencias en función del éxito o fracaso en sus
interacciones con el medio y consigo mismo. Estas crisis son superables y
positivas por que les sirve para obtener un esquema mejor más coherente y
funcional.

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- Creemos que es posible explicar el sufrimiento humano como consecuencia


de una crisis, es decir un choque frontal con las incoherencias o anomalías
pero que el individuo encuentra difícil de superar, de construir uno nuevo y
mejor.
- Creemos que la “sanación” constituye al mismo tiempo un desarrollo. Para
nosotros los temas tratados por la psicoterapia son asuntos de desarrollo
humano, más que alteraciones de la homeostasis “natural”. Son
necesariamente un hito de evolución, una evidencia de la crisis de los
sistemas de creencias del individuo y una evidencia que el momento de
evolucionar ha llegado.

La persistencia de la racionalidad
Los terapeutas racionales emotivos sostenemos que existe la racionalidad en
diversas manifestaciones aunque es muy diferente a las denominaciones clásicas.
Creemos que se ha confundido la razón con el discurso público, deliberado y
dirigido. Así, la razón aparece caricaturizada a una función normativa superficial
impuesta por fuentes externas y alejadas de la experiencia personal y biográfica.
Las ciencias de la mente nos han demostrado que en la comprensión de la
racionalidad se ha omitido los otros aspectos de la cognición humana que influyen
en las decisiones que esta toma. Estos procesos cognitivos no son
necesariamente procesos discursivos, deliberados y públicos sino que también
pueden ser privados, inconscientes o parcialmente conscientes, automáticos y
hasta simbólicos. Estos procesos buscan en sus esfuerzos ayudarnos a tomar
decisiones racionales.
Creemos que las personas aún en su aparente irracionalidad se están esforzando
por alcanzar una racionalidad. Es decir, la racionalidad no es un estado
permanente ni un estado per se, es un proceso permanente de apertura a la
evidencia, a la búsqueda de sentido y de coherencia. Asumimos los aportes de
Piaget y la psicología evolutiva cognitiva que demuestran que los seres humanos
buscamos permanentemente una mayor evolución cognitiva, una mayor
racionalidad.
Por ello los usuarios de los servicios psicoterapéuticos, por más que no lo
parezcan, son seres racionales que agradecerán la co-operación intersubjetiva
con su terapeuta como fuente de verificación y legalidad de sus conocimientos, de
sus juicios morales, de sus dilemas y de sus tendencias actualizantes, de sus
estrategias para realizar sus deseos y metas.
Creemos en la persistencia de la racionalidad, no de la manera tradicional y
aristotélica sino integral y crítica. Incorporamos a las emociones como fuente de
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conocimiento y nos alejamos de la oposición entre razón y emoción, entre otros


aspectos.

El papel de la inconsciencia y la conciencia en la TRE


La cultura psicológica asume una natural oposición entre conductistas y
psicoanalistas. Sin embargo, hay aspectos comunes entre ambos paradigmas.
Entre esas similitudes resalta la reducción del papel de la conciencia en la
determinación de los asuntos psicológicos.
Creemos, a diferencia de los viejos conductistas (y para aclarar a nuestros amigos
psicoanalistas), que la mente existe y existen los asuntos mentales, y que estas
instancias participan activamente en la manera en que la persona interactúa con
su medio. No son una construcción ilusa ni ilusoria. Recordemos que para el
conductismo, lo mental constituye la caja negra y para el psicoanálisis lo mental es
fundamentalmente lo inconciente y la conciencia un aspecto residual y
dependiente.
Para los terapeutas TRE, se ha subestimado el papel de la conciencia, se le ha
reducido o simplemente se le ha eliminado. La conciencia no es ni un espejismo ni
un derivado pasivo, es la máxima entidad autorreguladora, la meta entidad de las
entidades. Los estados de conciencia constituyen una instancia crucial en la
determinación de lo psicológico. Las personas poseen una conciencia reflexiva y
proactiva que permanentemente establece decisiones, relaciones, juicios y
evaluaciones, se hace cargo del input y del ouput y provee orden, dirección y
jerarquía.
Para los TRE, los procesos inconscientes existen, son complementarios y
necesarios para los procesos conscientes. Sin embargo, nuestra concepción de
inconciencia o no conciencia quizá discrepe de las concepciones psicoanalistas. El
inconsciente no es un caldero hirviendo de impulsos, represión y mecanismos de
defensa, sino una estructura compleja de procesamiento de información.
Creemos que lo inconsciente no es inaccesible, en principio, y menos aún por
factores tales como los mecanismos de defensa, sino que existe la auténtica
ignorancia, la escasa reflexión, la autoconciencia rudimentaria y la limitación del
lenguaje del individuo entre otros aspectos explicativos.
Los terapeutas TRE contemporáneos, asumen que las operaciones cognitivas
conscientes están influenciadas por procesos de elaboración inconsciente y
viceversa. Existe amplia evidencia empírica que muchos procesos cognitivos no
son necesaria ni plenamente conscientes pero no son inaccesibles. Las personas
pueden operar, es decir, interactuar, procesar y actuar sin necesariamente ser
conscientes de sus conceptos involucrados. Demos un ejemplo: Un niño puede al
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jugar canicas aplicar todos los principios de la física de vectores sin poder
explicarla en términos claros. No podríamos decir que no opera con esos
principios, que no cree en ellos, que no los posee, sino que para él significan
esquemas de acción, emoción y postulados muy personales que el entrevistador
entrenado podría ayudar a hacer explícitos y formales mediante preguntas
pertinentes a la conciencia, como en el ejemplo en el que Sócrates ayudó a
formular un teorema matemático a un esclavo sin instrucción previa.
Tenemos mucha evidencia para sostener que los mismos fenómenos ocurren con
juicios morales y estrategias de interacción interpersonal entre otros muchos
aspectos humanos.
Para la TRE el proceso de terapia consiste en ampliar los niveles de conciencia
del paciente brindándole más libertad, haciéndolo más consciente de sus procesos
de toma de decisiones. La psicoterapia en ese sentido es una educación del
individuo en el uso de su conciencia y de sus conexiones.

La relación entre razón y emoción


Creemos que las personas actúan y sienten en función de sus sistemas de
creencias.
Creemos que las creencias y emociones constituyen una disposición a la acción.
Sentimos porque interpretamos. Interpretamos en función de nuestras creencias
más profundas y nucleares y actuamos porque estamos entendiendo y sintiendo.
Nos es imposible actuar sin al mismo tiempo estar activamente procesando
información, evocando recuerdos y esquemas aprendidos y adecuándolos a la
situación presente, ajustando nuestras acciones por medio de una cadena sinfín
de feedback y procesamiento, por decir una mínima manifestación de lo cognitivo.

Estamos permanentemente en una determinada sintonía emocional, con una


cualidad y una intensidad emocional que puede ser sutil o evidente, baja o alta,
simple o compleja. Actuamos porque sentimos y pensamos. Sentimos cuando
estamos pensando en un sentido claro y definido, cuando decimos que estamos
reflexionando, concentrados y absortos. Seguimos sintiendo cuando estamos
quietos, en blanco, sin un proceso deliberado de pensamiento, ya que aún ahí
estamos procesando información de manera automática y poco consciente, pero
procesándola.
Estamos funcionando en una determinada frecuencia emocional. Si pensamos
distinto, si obtenemos información pertinente que nos permita interpretar de una
manera distinta, nuestras emociones cambian al mismo tiempo que nuestra forma
de ver las cosas, los acontecimientos, incluso los recuerdos. Si estamos enojados,
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deprimidos, alegres o serenos, alertas o idos, nuestras ideas y juicios, nuestras


interpretaciones, nuestro procesamiento de información responden en armonía, en
coherencia con dichos procesos emocionales. Lo que diferenciamos como razón y
emoción son realmente, partes de lo mismo. Dos lados de la misma figura, caras
de la misma moneda, partes (¿?) del mismo mecanismo.
Razón y emoción son imposibles de separar. Son lo mismo. Quizás en cualidades
diferentes, pero constituyen una unidad. No son opuestos sino complementarios.
Ambos procesos se influyen mutuamente y se necesitan para que la persona logre
una adecuada interacción con el medio y consigo mismo. Creemos que la
diferenciación de ambos procesos son más un fenómeno de lenguaje heredado de
la cultura helénica que una realidad. Creemos que en sentido estricto es muy difícil
diferenciar cognición de razón así como es difícil diferenciar entre emoción y
razón. Sería preferible que hablemos de distintos niveles de procesamiento de
información, de conciencia, de meta conciencia, de autorregulación.
Todas estas entidades están involucradas en la toma de decisiones y en el
bienestar humano, por lo que es imperativo conocer los procesos por los cuales
las personas producen sus emociones y creencias.
Para la psicoterapia es crucial entender ese proceso así como el otro: ¿cómo es
posible el cambio? ¿mediante qué procesos, mecanismos, instancias y reglas, las
personas cambian sus creencias, emociones y estrategias de acción?
Creemos que toda psicoterapia efectiva que realmente funciona, genera dichos
cambios, sea que los terapeutas lo comprendan o no, lo declaren o no, lo ignoren
o lo prefieran ignorar, lo manifiesten en su credo, lo enfaticen o simplemente lo
obvien. Toda buena psicoterapia cambia al paciente en sus sistemas de creencias.

Es decir, todo paciente sometido por voluntad propia a una terapia exitosa, no
importa su tendencia, está generando cambios importantes en su manera de
entender su problema, de sentir frente a él, y de actuar frente al mismo. Se
expresará usando nuevos conceptos y lenguaje, interactuará de una manera
diferente con su medio, manejará de manera diferente sus emociones, se verá a sí
mismo de una manera distinta.
Esto es parte importante de nuestro debate para nuestro desarrollo como
profesión. Si esto es así, ¿cuáles deben ser lo procedimientos más eficientes y al
mismo tiempo, más respetuosos del paciente de psicoterapia? ¿Por qué no
discutir nuestros métodos buscando la mayor economía de esfuerzos, la mejor
relación costo beneficio? La TRE considera que el cambio es cognitivo, entonces
la psicoterapia debiera asumir una metodología y un lenguaje más cognitivo.

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Nuestra propuesta de Psicoterapia


- Creemos que la psicoterapia es una experiencia constructivista de mutua
colaboración entre un ser humano en evolución que se siente estancado en
su desarrollo y un colaborador profesional entrenado que co-operará con
este en la construcción de un nuevo esquema de creencias, emociones y
acciones más funcional y enriquecedor. Es decir, nuestra concepción de
la terapia es claramente de relación horizontal entre sus partes.
- Nos alejamos de las concepciones psicopatológicas que sospechamos son
un compendio social que busca establecer lo correcto y lo incorrecto.
Preferimos una aproximación crítica al problema del paciente o usuario de
la terapia, sin etiquetas ni preconcepciones.
- Desde ese punto de vista, creemos que la diferenciación entre síntoma y
causa es una secuela médica impuesta en el nacimiento de la psicoterapia
o una concepción conductista reduccionista (por que reduce el síntoma
visible al problema) ambas sin sentido actualmente.
- Finalmente invitamos a nuestros colegas de todas las tendencias a iniciar
un debate constructivo para avanzar en la formación y desarrollo de la
psicoterapia. Nuestro deber como profesionales y servidores no es adecuar
nuestros pacientes o usuarios a nuestras ideologías ignorando las
evidencias que no encajen. Y aunque, en alguna manera, estamos
condenados a hacerlo porque no podemos actuar sin un paradigma,
debemos afrontar la responsabilidad de confrontar nuestras premisas y
actualizar nuestras técnicas. Nos conviene un amplio debate y
confrontación de ideas. Que sea bienvenida.

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