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SEMINARIO 1.

Lazos de Sangre Alicia Infante Rosa

En las sociedades fundamentales existen dos tipos de grupos sociales humanos: los grupos cercanos (un
individuo) y los grupos más extensos (150-200 individuos). Dentro del grupo social más pequeño existe la
familia nuclear (individuos del grupo donde se encuentran los padres y los hijos). A su vez, existe la familia
extensa (implica a muchos más miembros que los de la familia nuclear).
El concepto de familia en el ser humano va mucho más lejos de lo que suele ir en cualquier especie. Debido a
eso, nos adentramos en el concepto de extensas redes de parentesco, un concepto que involucra a muchos
más miembros aparte del padre, madre o hijos. Con todos estos parientes se tiene un vínculo y con muchos
de ellos se comparte sangre (una relación de consanguinidad). Además, la especie humana es la única que
otorga nombres propios a cada uno de sus miembros para poder diferenciar de mejor manera a cada
individuo. Añadir, que nuestra especie también utiliza apellidos que determinan a cada persona en una
familia. Los apellidos van unidos con la filopatría masculina, algo que forma parte de la patrilinealidad, en
buena parte de nuestro planeta el apellido hace referencia al padre o a la familia del padre.
Seguidamente, existe el matrimonio, con el que se establece un vínculo entre el macho y la hembra, que se
comprometen pública y mutuamente a obtener recursos necesarios para sacar adelante a su descendencia. La
hormona oxitocina desempeña un importante papel, tiene que ver activando circuitos cerebrales del placer
que implican al núcleo accumbens que es afín a la dopamina, implicadas en el comportamiento humano. El
cerebro humano, tanto el del padre como el de la madre, posee unos mecanismos para establecer estrechos
vínculos con el cónyuge y la progenie. Gracias a ellos, la descendencia recibirá cuidados y cariño más fácil.
El camino del ciclo vital, corresponde a que nuestra especie es muy altricial, es decir, muy inmadura cuando
viene al mundo, algo que se mantiene hasta que concluye la etapa juvenil. Hablando de etapas, nuestra
especie se compone de 4 etapas: la infancia (nacimiento - 6 o 7 años); la niñez (6 años - 11 años); la
adolescencia (comienza a los 11 o 12 años en las chicas y a los 13 o 14 en los chicos); y por último, la
juventud (15 o 16 años - 21 años aproximadamente). El aumento de la esperanza de vida ha traído la alta
frecuencia con que aparecen las enfermedades relacionadas con la edad. Como el caso de la enfermedad de
Alzheimer (trastorno que conlleva la pérdida progresiva e importante de las neuronas).
También existe la división del trabajo, reparto que se basa en las desigualdades biológicas entre los sexos.
Sin embargo, a lo largo de la evolución, las mujeres y los hombres han adquirido diferentes grados de
especialización. Como consecuencia de esta división del trabajo, ha surgido que las habilidades de los
machos parecen ser ligeramente superiores en comparación con las hembras. Así que, podemos decir que
existen pequeñas diferencias de sexo inevitables, desde un punto de vista evolutivo y biológico.
Cuando hablamos de “unión” nos referimos a lo sexual y sentimental. Nos adentramos a la selección sexual
que consiste en, en palabras de Darwin, «la lucha entre los individuos de un sexo, generalmente por los
machos, por la posesión del otro sexo». Para Darwin, la selección sexual es muy evidente en el ser humano.
El ser humano parece el más exigente a la hora de escoger pareja. El hombre tiende a buscar en la mujer
algo más visual, ya que se les activan determinadas zonas cerebrales del placer, algo que no ocurre en la
mujer, al menos no con tanta intensidad.
El sexo es una de las mayores y más importantes motivaciones de los animales y seres humanos. La
fisiología y la anatomía del ser humano son fenómenos que propician las relaciones sexuales, ya no solo para
tener descendencia. Es lo que se llama la conducta sexual posreproductiva, quiere decir que el ser humano
realiza el acto sexual principalmente con otros objetivos, además de los de la reproducción. El acto sexual,
además, permite fortalecer los vínculos de una pareja. El amor es otro mecanismo que facilita que una pareja
mantenga su unión más allá de la satisfacción del instinto de reproducción.
En el ser humano existe eso que llaman cortejo, que es una serie de normas no escritas, pero necesarias si se
quiere satisfacer adecuadamente el deseo de ejecutar el acto sexual. En nuestro cortejo, goza de un gran
protagonismo un gesto como es el beso, que sirve para estimar en qué medida es uno comprensivo, receptivo,
paciente, cariñoso, simpático, etc. El olfato también tiene cierta importancia en las relaciones humanas.
Nuestra educación, nuestra experiencia, nuestra sociedad o nuestra cultura tienen mucho que ver a la hora de
determinar qué será importante para la supervivencia y reproducción.
El sexo es, desde luego, uno de los mayores placeres de la vida.

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