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Es preciso indicar que las variables económicas para poder constatar la existencia de un
patrón de acumulación de capital deben cumplir dos requisitos:
➔ Regularidad en su evoluciòn
Se refiere a la cadencia que exhibe el recorrido de una variable económica, es decir el ritmo o
repetición de determinado fenómeno a intervalos más o menos regulares. Por supuesto, la
cadencia o regularidad no es exacta sino que se trata de ciclos que se repiten con etapas de
expansión o crisis que comprometen tiempos diferentes porque en su desarrollo intervienen
factores circunstanciales que las acortan o las alargan (una crisis internacional, una sequía,
etc).
➔ Orden de prelaciòn
1. La importancia relativa: paso clave para poder dilucidar el carácter del proceso en
marcha. En el caso de la producción agropecuaria pampeana primero y la producción
industrial luego, fueron hasta mediados de la década de 1970 los sucesivos ejes
rectores de la economía argentina a los que se les subordinaban –y articulaban- el
comportamiento de las restantes actividades económicas.
2. la causalidad o dependencia: si se le presta atención a la segunda etapa de
sustitución de importaciones, surge claramente la dependencia que mantenían los
fenómenos monetarios respecto a la marcha de la economía real y específicamente en
relación a la economía industrial. Más aún, el endeudamiento externo de esos años
-tanto la deuda externa estatal como la contraída por las grandes empresas
oligopólicas privadas- estaba en función de consolidar el proceso de industrialización
imperante en esos años.
Tanto la regularidad en el comportamiento de las variables económicas como el orden de
prelación de las mismas, están asociadas a una determinada estructura económica que si bien
expresa los avances tecnológicos y de los proceso productivos, todos ellos finalmente se
aplican como resultado de las luchas sociales que se entablaron entre el capital y el trabajo e
involucran a las diferentes fracciones del capital y los distintos estratos sociales dentro de los
trabajadores.
Cabe señalar que las fracciones del capital no aluden necesariamente a sectores de actividad
económica sino que dentro de los capitales más poderosos predominan los grupos o
conglomerados económicos, tanto de capital local como extranjero, que controlan múltiples
firmas que actúan en diversas actividades económicas (industria, agro, finanzas, servicios,
etc.). Por el contrario, los estratos dentro de la clase trabajadora están vinculados a las
características sectoriales (dinamismo, importancia en la estructura económica, niveles de
productividad, etc.).
La crisis de 1930 dio comienzo a una prolongada agonía del modelo agroexportador que tuvo
como contrapartida un afianzamiento de la producción industrial que se expandió al calor de
las nuevas políticas que algunos años después John Maynard Keynes fundamenta desde la
teoría económica
A partir del golpe militar de 1943, llevada a cabo por una fracción del ejército, comienza el
final de ese orden conservador que durante los años 30 se denominó como “década infame”
por haberse basado en el “fraude patriótico”, los negociados y las pugnas de poder. Se
consolida de allí en más una acentuada expansión industrial que en buena medida permitió
que la cantidad de trabajadores de esa actividad se duplicara entre 1935 y 1946, al calor
ahora de las migraciones internas de zonas rurales a las urbanas que se originaron a raíz de la
crisis del planteo agroexportador. Durante esos mismos años, se pusieron en marcha políticas
orientadas a enfrentar uno de los mayores problemas sociales derivados de la debacle del
modelo agroexportador: la crisis de los arrendatarios.
Un proceso que termina con las bases estructurales del modelo agroexportador como
resultado de nuevas alianzas sociales que impulsan un capitalismo de Estado sustentado
en la industrialización como el eje fundamental del desarrollo económico
● Las fracciones del capital dominante contrajeron deuda externa para luego realizar
con esos recursos colocaciones en activos financieros en el mercado interno (títulos,
bonos, depósitos, etc.) con el propósito de valorizarlos debido a la existencia de un
diferencial positivo entre la tasa de interés interna e internacional, y posteriormente
fugarlos al exterior
● Se abandona la preocupación por la expansión industrial y se pasa a impulsar la
obtención de renta financiera
El proceso de acumulación de capital durante el siglo XX (la expansión del stock de medios
de producción generado por el proceso de inversión), estuvo regido principalmente por las
grandes firmas oligopólicas (locales y extranjeras) que controlaban los núcleos técnicos y
económicos de los principales bloques sectoriales. Es decir, la unidad económica
predominante era la empresa y el proceso de acumulación avanzó al calor de la concentración
económica.
Para analizar esta característica tan significativa, se expone la composición del bloque
sectorial algodonero pero ahora acompañado por las empresas textiles que controlaba el
grupo económico Alpargatas a principios de la década de 1990:
Sin realizar un análisis exhaustivo, se comprueba que parte de sus numerosas empresas están
insertas en los núcleos técnicos y económicos, pero además otras de sus firmas actúan en
otras producciones de este bloque sectorial respondiendo a una lógica de integración vertical
de sus actividades. A pesar de que el grupo Alpargatas es uno de los de mayor integración
vertical también tiene una notable diversificación de actividades.
Conclusión general: mientras que las empresas que no forman parte de un grupo o
conglomerado (sean pequeñas, medianas o grandes firmas) por su inserción económica tienen
como horizonte una determinada actividad o a lo sumo un bloque sectorial, los grupos o
conglomerados tienen como referencia al conjunto de la economía local e incluso la
economía internacional
Argentina disponía potencialmente de grandes recursos naturales, pero debía traer del
exterior los capitales y la mano de obra necesarios para instalar el sistema de transportes,
especialmente el ferroviario, y la infraestructura portuaria y urbana, y modernizar la
agricultura y la ganadería.
➢ En 1873 se produce una crisis a nivel mundial, dando inicio al período denominado
la Gran Depresión, que afecta particularmente el poder hegemónico británico. La
Argentina juega un rol importante en ese esquema, porque Gran Bretaña está
perdiendo mercados en el mundo, justamente por la competencia de países
emergentes, por lo que otras colonias (como Arg) proporcionan los alimentos y las
materias primas que el Reino Unido necesita para alimentar a su población.
La poderosa elite que gobernaba el país tenía como principales características una
cultura fuertemente rentística (sus principales ingresos provenían de la renta de la tierra); una
conducta en el poder antidemocrática, basada en la marginación de gran parte de la
ciudadanía, la corrupción y el fraude electoral; y una visión del mundo dependiente.
A partir de los años de la primera guerra mundial dos fenómenos marcaron una
diferencia con respecto al proceso anterior. Gracias a la ley Saénz Peña, de 1912, se instaura
un sistema democrático, con la UCR a la cabeza y se desarrolla un triángulo comercial y
financiero anglo-argentino-norteamericano de profundas consecuencias internas y externas en
los años futuros.
2. El proceso de industrialización:
I.
Este proceso recesivo se caracterizó por una severa deflación en un sentido amplio,
dado que generó restricciones monetarias y financieras, bajas de precios y salarios, y
retroceso de las actividades económicas. La caída de la producción industrial indujo a una
contracción de los mercados internacionales y a una disminución de la demanda de materias
primas, cuyos precios bajaron acentuadamente. Los países productores de bienes primarios
entraron en bancarrota o devaluaron sus monedas, y los países industriales debieron soportar
la caída de los precios de sus productos, aunque protegieron sus mercados con barreras
arancelarias o de otro tipo.
La Argentina, sufrió de llenó ese impacto con una severa caída de sus exportaciones y
un amplio déficit en su balanza comercial.
La industria, a partir de los años 30, se convertirá en uno de los sectores impulsores
del crecimiento económico. En general, las ramas de mayor crecimiento producían bienes de
consumo finales. Las maquinarias y los insumos intermedios utilizados eran, en una alta
proporción, importados. De esta forma, comenzó a perfilarse una característica que se
acentuaría en las décadas siguientes: el crecimiento de la producción impulsaba un
incremento de las importaciones, lo que en el futuro enfrentaría al país a serios problemas en
la balanza de pagos. En este marco, las ramas tradicionales vinculadas al modelo
agroexportador, crecieron mucho más lentamente, perdiendo participación relativa en el PBI,
mientras que el PBI industrial se duplicó.
II.
Pese a que Perón fue reelegido y se produjeron cambios en la política económica que
permitieron superar la crisis, en septiembre de 1955, el presidente se vio desplazado del poder
por un golpe de estado cívico-militar.
III.
Hubo una fuerte inestabilidad del sistema político, que comenzó con la proscripción
del peronismo. Esto condujo, por un lado, a la radicalización de vastos sectores populares, y
llevó, por otro, a un endurecimiento del «partido de derecha», que se expresaba a través de
las fuerzas armadas.
Ese proceso de industrialización fue cambiando en los años 50 y pasando a otra etapa,
poniendo énfasis en la necesidad de capitales externos y de que el aumento de los salarios
esté ligado al incremento de la productividad.
3. El modelo rentístico-financiero:
Factores externos: la crisis del dólar y la del petróleo, creó una amplia disponibilidad
de capitales dispuestos a reciclarse en los países del Tercer Mundo. Por su parte, los
organismos financieros internacionales, como el FMI y el Banco Mundial, querían facilitar la
inserción de los países en desarrollo a los nuevos circuitos financieros.
Factores internos: La Argentina había vivido un proceso de agudos conflictos sociales
y políticos. Los levantamientos obreros (tales como el «Cordobazo» y el «Viborazo») así
como la existencia de fuertes grupos radicalizados, concluyeron en una seria dificultad para la
persistencia de los modos de producción vigentes e iban a llevar al abandono del proceso de
sustitución de importaciones, a la liberalización de la economía y a un nuevo tipo de
inserción en la economía mundial.
En 1976, convicción por parte de las elites tradicionales de que las proscripciones
políticas ya no servían para eliminar las alianzas populistas y que, como éstas se asentaban
sobre el aparato productivo industrial, concluyó en que era imprescindible modificar
radicalmente la estructura económica. Ello suponía también la reformulación del papel del
estado.
Argentina tenía hasta mediados de los 70 un aparato industrial con problemas pero de
dimensiones respetables, ciertos niveles de protección, un sistema financiero bastante
controlado y, a pesar de diversas crisis en la balanza de pagos y procesos inflacionarios, tasas
de crecimiento relativamente buenas y sostenidas. Todo eso se destruyó:
A principios de los 80, sin embargo, se produjo otro ciclo recesivo mundial: las tasas
de interés pasaron del 6 % al 14 %, volviéndose a captar capitales del exterior en los países
centrales y creando una década perdida para América latina, al expandirse notablemente el
endeudamiento externo de la región.
La derrota en la guerra de las Malvinas terminó por hundir al régimen militar y fue en
ese momento crítico en el que retornó la democracia. Pero el gobierno de Alfonsín en el
terreno económico, a pesar de algunos esfuerzos iniciales por trazar un rumbo diferente,
reconoció y sostuvo el endeudamiento anterior con más endeudamiento y a costos más altos,
impidiendo que el país pudiera volver a recuperarse económicamente.
En 1989 Carlos Menem gana las elecciones presidenciales y comienza allí la etapa
más dura del neoliberalismo en Argentina. Se implementó por ley un sistema de
convertibilidad que llevó al abandono de toda política monetaria y a la sobrevaluación del
peso; a la apertura irrestricta de la economía, sobre todo de la cuenta de capital; a la
desregulación total del sector financiero; a la flexibilización laboral y al ajuste salarial, junto
con importantes privatizaciones como las de YPF y la del sistema de previsión social.
★ Clave del sistema: convertibilidad con un tipo de cambio fijo, el cual contradijo todas
las otras medidas de liberalización.
Entonces llegamos a la crisis de 2001, cuyos primeros síntomas se advierten desde los
años finales del último gobierno de Menem y se agravan con el gobierno de De la Rúa, que
siguió las recetas ortodoxas del FMI. Se intentó una dolarización de los depósitos bancarios a
través de un tipo de cambio artificial la cual no se sostuvo provocando el colapso del sistema
bancario. Con esto, se arribó finalmente a una explosión social, que produjo por primera vez
la caída de un gobierno sin ninguna intervención militar. La devaluación posterior y el cese
del pago de la deuda externa fueron una consecuencia de estos procesos.
4. Comparación entre los modelos:
5. Después de la crisis:
Entre 2003 y 2007 el PBI creció en forma notable, casi un 9 % anual, mientras que la
desocupación descendió sensiblemente y se redujeron los niveles de pobreza. Por otra parte,
se terminó el default con el canje de la deuda y se pagó el total de la deuda pendiente con el
FMI, aunque el nivel de endeudamiento que queda es aún considerable.
Las ùltimas dècadas en la Argentina se han caracterizado por cambios muy bruscos y muy
frecuentes de la polìtica econòmica que muestran una oscilaciòn pendular entre dos corrientes
antagònicas: la corriente expansionista o popular y la ortodoxia o el liberalismo
econòmico.
La justificación que esgrimen cada una de las tendencias por su falta de éxito: alegan la
insuficiencia de poder político para concretar su proyecto. Que el empate de fuerzas políticas
les impide avanzar.
La tesis de este trabajo es que esta visiòn es errònea. Aunque es cierto que cualquier polìtica
econòmica para triunfar necesita un apoyo polìtico, ni la polìtica popular ni la polìtica
ortodoxa, tal como se ejecutaron en el pasado, hubieran podido triunfar aunque hubiesen
contado con un poder político total. Eso se debe a que ninguna de ellas tenía viabilidad
instrìnseca y ambas estaban condenadas al fracaso por motivos puramente económicos.
“La aptitud para ser un paìs industrial eficiente se logra ùnicamente a travès de la
industrializaciòn misma”
Diamand habla de que la transición de una economía primaria a una industrial es dificultosa
al principio. Lo suelen pintar como que es realidad es el país que no está hecho para ser
industrial pero, en realidad, si se observan los paìses industrializados de hoy en día, todos
sufrieron turbulencias al principios. No les salió todo de una. Es un proceso, pero hay que
transitarlo y mantener una cierta estabilidad. No darse por vencido, realizar una falsa
transición a la industrialización. No sirve.
La actividad primaria, que tiene una marcada ventaja comparativa respecto a las demás
actividades. fija un standard de referencia de una productividad excepcional, imposible de
alcanzar por el resto del país. De allí los altos precios en dòlares y la aparente ineficiencia de
las demàs actividades, y en especial la de la industria.
Esta ilusiòn de ineficiencia industrial lleva al primer problema con el que se enfrenta la
Argentina y muchas otras EPD. Dicho problema, que afecta profundamente las políticas
económicas, consiste en la hostilidad de la sociedad hacia su propio proceso de
industrialización. Porque la convicción de que la industria es ineficiente lleva inmediatamente
a la conclusión de que podría ser más eficiente si sòlo quisiera y que, si no lo es, el hecho se
debe a la incapacidad o desidia de los empresarios. Los regímenes de protección se pasan a
visualizar como instrumentos creadores de ineficiencia, impuestos por la presión política pura
para beneficiar a los empresarios ineptos en perjuicio del resto de la población. Aparece así
un estereotipo anti industrial que inspira los periódicos planes de “eficientistas”, destructivos
de la capacidad productora industrial y , segùn veremos, bloquea las políticas econòmicas
màs necesarias.
Dado que estas desventajas se repiten en todos los países exportadores primarios en proceso
de industrialización, resulta muy poco probable que se puedan deber a una ineficiencia
culposa que por obra de causalidad aqueje justamente a todos ellos. Resulta màs lògica la
conclusiòn de que estamos frente a una diferencia de productividades de caràcter estructural,
que aparece siempre entre el sector primario y el industrial en las primeras dècadas de la
insdustrializaciòn.
Salidas que propone: programas recesivos de estabilizaciòn que coinciden con los famosos
planes de estabilizaciòn del FMI y polìticas de endeudamiento externo acumulativo
Volviendo al pèndulo
El pèndulo argentino tiene causas más profundas que el llamado empate polìtico. Los ciclos
de expansiòn-recesiòn obedecen siempre a un problema no resuelto de la balanzas de pagos
que por una vìa u otra aflora como un resultado inherente a la polìtica que se aplica.
(lo que màs o menos fuimos diciendo pero lo incluyo por las dudas)
Este trabajo
Propone:
➔ Reactivaciòn del mercado interno, con una política del sector externo basada en el
reconocimiento explícito de las productividades diferenciales en las EPD, lo que
implica acentuar expresamente la diversificación cambiaria.
➔ Compatibilizar la política que se desea implementar con las exigencias presentadas
por los acreedores del FMI. Lo que requiere es comprenderlas bien para ver cómo
actuar: el primer objetivo del Fondo es asegurar la capacidad de repago de los
servicios de deuda por parte de los países deudores. Pero como su trasfondo es de la
libertad de comercio internacional y las ventajas comparativas, se ve impedido de
proponer medidas equilibrantes que vayan en contra de estas ideas. Esto le deja como
única alternativa, los planes recesivos de estabilización o las políticas de
endeudamiento acumulativo. Pero NO TODO ESTÀ PERDIDO porque SON RE
COPADOS AL FINAL ahre→ Si los funcionarios del paìs lo proponen, se hacen los
dolobus los del FMI y aceptan la heterodoxia. Saben que los EPD tienen
características especìficas. Lo único es que los planes que presenten los funcionarios
tienen que ser coherentes y cerrar desde el punto de vista técnico.
Igual una kk todo porque la experiencia muestra que la situación señalada se da pocas
veces. Existe una TOTAL confusión de ideas respecto a la deuda externa y a la forma
de enfrentarla, originada en el falso dilema ortodoxia-corriente popular.
El modelo emergió de la descomunal debacle del 2001. Esta crisis fue superada con la
reconstitución de este sistema y el consiguiente mantenimiento de los privilegios de las clases
dominantes. Es decir, se mantuvo la supremacía del cimiento agrícola sobre una esfera
industrial subordinada.
Objetivos y conflictos
Los cuestionamientos del modelo no modificaron su continuidad, pero hay una enorme
brecha entre lo buscado y los conseguido. Se registró un alto crecimiento de la industria, que
recuperó la ocupación y frenó el desmantelamiento fabril, sin embargo, el continuado peso de
la extranjerización socavó el intento de reconstruir la vieja burguesía nacional. Estas
limitaciones de los capitalistas nacionales coinciden con una tendencia opuesta hacia la
argentinización de los servicios. El modelo frenó la privatización foránea para incentivar un
reingreso de los empresarios nacionales, pero nuevamente se verifica la ausencia de una clase
capitalista dispuesta a asumir el riesgo de la inversión fabril.
Otra restricción fue en el escenario agrario. La Pampa Húmeda atravesó un intenso proceso
de modernización capitalista que generó una rentabilidad que disolvió cualquier intento de
potenciar otras actividades de la economía. Además, la supremacía de la soja instauró un
monocultivo regresivo que incrementó la vulnerabilidad externa de la economía y bloqueó así
la expansión del empleo genuino. El gobierno cuestionó la especialización sojera pero no
adoptó medidas drásticas para revertir esa primacía.
Otro tipo de límite estuvo relacionado con que la estructura bancaria se ha reconstituido, pero
no suministra el crédito de inversión que requeriría un proceso de reindustrialización.
Contradicciones y escenarios
Durante el período 2002-7 el modelo funcionó con pocas perturbaciones. Sin embargo, en el
2007 comenzaron los problemas: se frenó el intenso crecimiento, resurgió la preocupación
por la deuda y se acentuó la desaparición del superávit fiscal. La inflación fue uno de los
principales focos de tensión: los precios aumentaron principalmente para mantener la
rentabilidad de las grandes empresas.
El gobierno se auto-asigna los méritos del crecimiento y se vanagloria de una orientación que
contuvo los vendavales externos con superávit fiscal, excedente comercial y colchones de
reservas. Sin embargo, se oculta que el aprovechamiento de la coyuntura internacional ha
estado muy conectado con la sangría que provocó la mega-devaluación y la confiscación de
los depósitos.
Los Kirchner encabezan una administración de centroizquierda, que acepta las conquistas
democráticas y recurren al asistencialismo en gran escala, evitando el uso de la violencia
estatal contra los oprimidos.
Ciertamente la insurgencia del 2001 se desactivó y la autoridad estatal fue reconstituida, pero
persiste la inestabilidad, la erosión de los viejos paridos y un significativo bloqueo a la
gestación de un proyecto conservador El gobierno no reconstruyó el lazo popular duradero
que forjó el viejo peronismo, pero mantiene una política de contemporización con los
oprimidos. Prioriza la contención y por eso combina la instrumentación de las exigencias de
los capitalistas con la aceptación de demandas populares.
El esquema económico recompuso todos los índices sociales frente a las dramáticas
magnitudes del 2001, pero no restituyó los niveles de pobreza, salario o empleo
predominantes en los ciclos de mayor normalidad.
Programa y alternativa
Como el modelo y sus alternativas derechistas expresan proyectos de las clases dominantes,
resulta necesario construir otra opción al servicio de las mayorías populares. Esta opción es
indispensable para superar la falsa polarización que han creado el gobierno y la derecha. Para
lograr un país de igualdad, justicia y democracia hay que crear una alternativa de izquierda; y
la coyuntura actual es propicia para avanzar sobre la construcción de esta tercera fuerza.
Apuntes para analizar la política económica kirchnerista – Castillo
Los grandes ejes del modelo siguen siendo las características centrales para entender la
estructura económica argentina y sus políticas actuales:
● Endeudamiento externo
● Fuga de capitales financiada por la apertura cambiaria
● Prioridad a la concentración y centralización del capital
Evidentemente las políticas económicas de este gobierno son diferentes a las de la década del
´90. Sin embargo, esto no supone ninguna excepcionalidad ya que el régimen de acumulación
de valorización financiera ya tuvo diferentes políticas económicas incluso dentro de un
mismo gobierno.
Las políticas económicas en sus grandes rasgos, han mantenido continuidades desde la
maxidevaluación de 2002.
Además, estos dos momentos coinciden con diferencias en relación con el apoyo de la
burguesía. En un primer momento se encuentra la existencia de una mayoría muy sólida y
homogénea de la burguesía nacional y extranjera que se alineaba con el gobierno. Luego, se
abre un segundo momento donde se da una división muy importante en la burguesía con un
sector que pasa claramente a la oposición. Y se inicia así un periodo de un gobierno
claramente a la defensiva.
Sector financiero → sector donde hubo menos modificaciones, tales como la mayor presencia
de los bancos estatales en los mercados de depósitos y créditos.
Las políticas económicas post 2003 no logran romper la matriz regresiva del modelo de
valorización financiera.
Otro elemento importante, que orada constantemente la lógica del modelo económico, es la
persistencia de la inflación con sus efectos sobre la distribución del ingreso y la revaluación
del tipo de cambio.
Un tercer ítem es la calidad de la inversión. Que más allá de que el porcentaje de inversión
con respecto al PBI este evidentemente alto su desagregado presenta serios problemas cuando
analizamos su impacto sobre la matriz reproductiva.
El cuarto elemento tiene que ver con los actores sociales en os que se apoya el gobierno.
Ausencia de una burguesía nacional con un proyecto de desarrollo capitalista autónomo para
la Argentina.
La crisis mundial abierta en julio del 2007 desnudo que el modelo dependía y depende de
precios internacionales y de la posibilidad de refinanciar la deuda.
Resulta imposible realizar un análisis comparativo de Argentina con respecto a los otros
países de la región desvinculado del análisis político. Sin embargo, esto no debe hacernos
caer en la trampa de la “excepcionalidad de la política económica argentina”. Nuestro país
comparte muchos rasgos comunes con otros: su subordinación a los pagos de la deuda
externa, la matriz de saqueo de ciertos recursos naturales, y también los intentos de
aprovechar mercados internos regionales.
Este ciclo de fuerte expansión estuvo sostenido por dos elementos decisivos:
Dos períodos:
● Duhalde y Néstor Kirchner. El gobierno hace una fuerte apuesta a los factores de
mercado que impulsaron una rápida recomposición del ritmo productivo y de las
inversiones.
● Desde 2007, se puso de manifiesto un mayor énfasis en la política asistencial,
tendiente a corregir los duros indicadores de pobreza y de marginación social.
Como elementos distintos de la política económica desplegada durante este período podemos
encontrar que por primera vez en décadas la tasa de ganancia del conjunto de la economía
ostentó niveles muy elevados y crecientes alcanzados a las distintas fracciones del capital. Y
por otro lado el gobierno argentino dio pasos concretos para reencausar las relaciones
financieras con el exterior.
La contracara de estos dos hechos –altas ganancias y transferencias a los acreedores- está
dada por la situación del salario real.
El análisis de los datos de largo plazo muestra que, desde 1976, el salario real de la economía
presenta una tendencia hacia la baja, que no conoce interrupciones. Es cierto que a lo largo de
todo este periodo se verifican fases cíclicas en las cuales el aumento de la producción
posibilita incrementos del salario real. Sin embargo, en ningún momento las alzas cíclicas
exhiben la fuerza suficiente para poder revertir la tendencia a la desvalorización del salario. A
pesar del crecimiento del PBI y de la productividad del trabajo, aquella tendencia de largo
plazo no se revirtió.
Los datos oficiales muestran que, más allá del discurso oficial, no estamos frente a un
programa de reforma social ni de redistribución del ingreso en favor de las clases populares
El cambio trascendental fue la retirada del Estado como motor de la expansión económica y
de redistribución progresiva del ingreso, y el intento (fracasado, como veremos) de ceder el
liderazgo del proceso de crecimiento y desarrollo al sector privado. Este cambio tenía una
traducción macroeconómica bien precisa: en lugar del consumo financiado vía gasto público
o mediante aumentos de salarios, los motores del crecimiento serían ahora la inversión
privada y las exportaciones.
El requisito de este cambio estratégico era la reducción del tamaño del Estado y el ajuste de
su déficit, lo que suponía un fuerte ajuste del gasto público para aliviar la "insoportable"
carga tributaria que pesaba sobre el sector privado. Había que desandar el camino abierto
desde 2003, donde el gasto público habría crecido no menos de 15 puntos del PIB según
estimaciones del gobierno.
¿Qué rol juega el consumo en el crecimiento según este enfoque? Como mucho, puede tener
una papel de muy corto plazo, pero "el consumo nunca es la base del crecimiento. Es al revés:
es el aumento de la riqueza lo que nos permite vivir mejor y, por tanto, aumentar el consumo.
La administración kirchnerista cambió la causalidad y terminamos en una economía
estancada y cada vez más regulada y distorsionada" (énfasis nuestro).
En este contexto, como el ajuste del sector público adquiría dimensiones épicas (debido al
nuevo criterio de medición), se acuñó la denominación de "gradualismo" para referirse a una
política de ajuste paulatino del déficit. En esa etapa de transición había que decidir cómo
financiar el desequilibrio de las cuentas públicas.
Como es sabido, existen tres opciones: la deuda pública, el financiamiento monetario del
banco central ('monetización'), o la suba de impuestos. La "monetización" fue
inmediatamente descartada al ser considerada per sé inflacionaria. El aumento de los
impuestos fue igualmente descartado porque se asumió que el sector privado ya estaba
soportando una carga fiscal "asfixiante" (que incluso debía disminuir). Quedaba el expediente
del endeudamiento, que presentaba dos alternativas: tomar deuda en moneda doméstica o
emitir deuda en moneda extranjera.
1) Desde diciembre de 2015 hasta junio de 2016 tiene lugar una etapa caracterizada por
una política de shock apuntada a la "liberación" de los precios claves (el tipo de cambio
nominal y los precios de los servicios públicos), lo que lleva a una caída abrupta del
nivel de actividad. La contracción del PIB fue muy rápida, llegando a -7% anual en
julio de ese año
➔ El nuevo gobierno eliminó completamente los controles de capitales.
Impedían-aunque no totalmente- la compra de dólares por parte de empresas y
familias, y habían originado un mercado paralelo donde el tipo de cambio era
sustancialmente más alto. Consideraba el gobierno que los precios tenían incorporado
el valor del tipo de cambio del mercado paralelo.
➔ Tras la liberación del mercado, el tipo de cambio nominal tuvo un ajuste del 40% en
un día.
➔ El banco central (BCRA) adhirió al sistema de metas de inflación con flotación del
tipo de cambio y anunció que el objetivo de una inflación baja era independiente de la
evolución del valor del tipo del cambio.
➔ Fuerte devaluación del peso.
➔ El BCRA subió las tasas de interés.
➔ Ajuste del gasto público y una reducción de la carga tributaria.
➔ Cambios introducidos en la medición del déficit fiscal
➔ Disminución de los impuestos a las exportaciones ("retenciones") agropecuarias y
mineras.
➔ Baja del impuesto de las ganancias y sobre los bienes personales (beneficiaron a los
grupos sociales más ricos de la sociedad).
➔ Fuerte aumento de precio de los servicios públicos (y la consecuente reducción de los
subsidios).
➔ El gobierno decidió pagarles 9.300 millones de dólares a los denominados "fondos
buitres" (vulture funds o holdouts). El pago se hizo con el argumento de que
permitiría al país salir de un supuesto default en el que se encontraría. El pago a los
holdouts fue interpretado como un regreso triunfal de Argentina a los mercados de
capitales y como un hito en su "reinserción" en la economía mundial. Generó un
rápido endeudamiento externo.
➔ Al final de 2016 la economía argentina mostró una caída de 2,1% del PIB y una
reducción aún mayor de la inversión, lo que se tradujo en una suba de la tasa de
desempleo promedio A su vez, el tipo de cambio real había subido, mientras los
salarios reales del sector privado formal habían disminuido, mientras la inflación
minorista anual creciò.
➔ El Gobierno impulsó la ampliación de los beneficiarios de programas sociales, pero
esto no llegó a compensar el impacto de la caída de los salarios reales en el consumo
privado.
JUSTIFICACIÒN DEL GOB → Argentina tenía los precios relativos "fuera de lugar", lo
que impedía al sector privado liderar el proceso de crecimiento a través de la inversión
privada y las exportaciones.
Esta dinámica parecía insinuar un patrón de "ciclo económico político", donde "el
pleno empleo sólo se lograría en la cúspide del auge, pero los auges serían relativamente
moderados y breves. Sin embargo, como veremos luego, ese patrón no se confirmó y
derivó en una crisis abierta.
3) Desde noviembre de 2017 en adelante se inicia una fase de recesión y crisis cambiaria.
La desaceleración comienza inmediatamente después de las elecciones de octubre. Entre
noviembre de 2017 y febrero de 2018 la contracción es suave, pero desde marzo de 2018
se transforma en un colapso del nivel de actividad, coincidiendo con la crisis cambiaria
y la corrida contra el peso.
Hay que observar que el gobierno, pese a todo, consiguió varios de los objetivos planeados:
al final de 2019 hay un tipo de cambio real mucho más alto (tiene como contraparte un nivel
de salario real más bajo), un menor déficit fiscal, una reducción significativa del costo laboral
y un aumento de la rentabilidad media. La evolución macroeconómica general del período se
caracterizó por una disminución global del PIB, que será más profunda al cabo de 2019, una
disminución del consumo y un colapso de la inversión.
Solo crecen muy moderadamente las exportaciones, y se produce un brutal ajuste de las
importaciones que sigue al derrumbe de la inversión y la disminución del consumo, lo que
permitió reducir el déficit de la cuenta corriente externa.
El salario real medio disminuyó en 2016, alcanzando sus menores registros hacia mitad del
año, recuperó solo parte de la pérdida real en la "fase electoral" y se derrumbó a partir de
junio de 2018. En julio de 2019 el salario real medio (del sector privado formal) era 14%
inferior al de diciembre de 2015.
Un aspecto interesante para observar es que en las fases de aceleración de la inflación
(impulsadas por la devaluación de la moneda) la tasa de crecimiento del gasto nominal se
mantiene (e incluso aumenta) pero la inflación disminuye su poder de compra y contrae el
gasto real. Este es el caso de la primera y la tercera fase señaladas, mientras en la fase
"electoral" expansiva (desde mediados/fines de 2016 hasta noviembre de 2017) el gasto
nominal y su poder de compra se mueven en la misma dirección. En particular, resulta
notable que desde abril de 2018 el gasto público nominal acelera su ritmo de crecimiento,
mientras el gasto real se contrae sin pausa.
Dado que las variaciones en la masa salarial real fueron fuertemente determinadas por la
evolución del salario real (aunque el empleo se movió a la baja en la misma dirección que el
salario), la participación de los asalariados en el ingreso se movió en la misma dirección:
luego de caer en 2016, se mantuvo en 2017 y registró una caída aún peor en 2018.
Esto revela que la política macroeconómica de Macri tuvo como foco principal a la cuestión
distributiva, siendo la tasa de inflación un factor completamente subordinado. De facto, el
medio para alcanzar el objetivo distributivo en una economía caracterizada por alta
resistencia del salario real fue una casi permanente aceleración de la inflación, espoleada por
las tarifas públicas y, muy especialmente, por el tipo de cambio.
Un hecho notable es que el gobierno esperaba que, como resultado de sus políticas, se
produjera un aumento significativo de la inversión privada, en particular de la afluencia de
inversión extranjera directa (IED). Respecto de esta última variable, aunque creció
ligeramente, se mantuvo bien por abajo del pico máximo del último gobierno kirchnerista
registrado en 2012.
Cabe entonces preguntarse cuáles fueron los factores que lideraron la fugaz recuperación de
2017. La casi totalidad del fuerte despegue de la construcción en 2017 provino del sector
público y solo tardíamente (y en una medida mucho menor) se sumó la construcción
privada.34 Esta expansión de la actividad de la construcción implicó una fuerte demanda
hacia la industria, en particular sobre aquellas ramas de bienes intermedios que producen
bienes relacionados con la construcción (como el sector de metales básicos y el de minerales
no metálicos, entre otros). Enseguida, esa expansión fue aumentando los grados de utilización
de la capacidad en el conjunto de la industria, aunque fuertemente apoyada en las ramas de
bienes intermedios, y comenzó a estimular la inversión en capacidad productiva. El aumento
de la inversión, a su vez, disparó parcialmente las importaciones, pero también constituyó una
nueva demanda (inducida por la expansión) sobre la propia industria para producir los bienes
de capital.
Por estos motivos, en 2017 tuvo lugar una de las primeras expansiones en muchos años donde
la mejora asalariada (y por ende la demanda de bienes de consumo) fue un factor de segundo
orden en la recuperación.
En ese marco, el gobierno anunció en diciembre de 2017 el cambio de las metas de inflación,
consistente en una tasa de interés más baja y un tipo de cambio más alto. Este movimiento es
la raíz de la crisis cambiaria e inicia un sendero creciente del tipo de cambio que se
transformará en una inusitada corrida contra el peso desde mayo de ese año.
La irrupción de la fase de crisis tiene relación directa con este manejo de la política monetaria
y cambiaria, aunque tal cambio se relaciona muy estrechamente con las restricciones que
impone el conflicto distributivo.
Del acuerdo con el FMI se impuso una política fuertemente contraccionista, incorporando
una meta de eliminación del déficit fiscal primario en 2019 ("déficit cero"). Pero el acuerdo
potenció la inestabilidad ya que el gobierno se comprometió a mantener "un tipo de cambio
flexible y determinado por el mercado", limitando las intervenciones del BCRA a períodos en
los que se detecte "una clara disfunción del mercado" (FMI, 2018b). El FMI consideraba que
la corrida contra el peso era un síntoma del desequilibrio interno (fiscal) que se traducía en
más déficit externo y endeudamiento. El ajuste fiscal y cambiario corregirían las cosas.
Al tiempo que disminuía el peso de la deuda pública intraestatal, el endeudamiento público
en moneda extranjera con el mercado privado prácticamente se multiplicó. Este exceso de
deuda es un rasgo específico de Argentina y no tiene paralelo en la región. La diferencia
crucial reside en que el acelerado endeudamiento de Argentina tuvo lugar mayormente en
moneda extranjera. Este tipo de "exceso" de deuda encierra un verdadero riesgo de default del
cual están exentos los otros países (y el mercado lo sabe).
Tras las elecciones generales de octubre, con la derrota en primera vuelta, el gobierno
extremó el control cambiario hasta niveles más rígidos que los aplicados en el último
gobierno kirchnerista.
Antes, los préstamos del FMI tenían lugar después de la crisis, mientras en Argentina el
rescate se producía en el intento de evitar la crisis. La actitud del FMI tuvo estrecha relación
con la política de Estados Unidos hacia Argentina, y en particular hacia el gobierno de Macri.
Así, "desde el advenimiento de la democracia en 1983 y la reforma constitucional de 1994,
ningún presidente había contado con tanto apoyo político en Estados Unidos para ser reelecto
como Mauricio Macri".
En el transcurso de la crisis cambiaria, la salida de divisas y la dolarización prácticamente
consumieron el total del préstamo del FMI, en un contexto de abrupta contracción del nivel
de actividad y de las importaciones.
➔ En primer lugar, queda evidenciado una vez más que el sector privado no puede, por
su propia naturaleza, liderar ningún proceso de crecimiento sostenido. Análogamente,
ni la inversión privada ni las exportaciones pueden liderar el crecimiento del
producto. La inversión privada no puede hacerlo porque es una demanda derivada y
por tanto una variable inducida por el propio nivel de actividad. En pocas palabras,
depende del crecimiento (más que a la inversa). Las exportaciones tienen una
importancia estratégica (así como la sustitución de importaciones) porque son el
aporte genuino de divisas que se requiere para financiar el crecimiento de los gastos
domésticos. Pero su aporte por el lado de la demanda agregada, el producto y el
empleo es insuficiente para asegurar un crecimiento mínimamente aceptable tanto
económica como socialmente.
El crecimiento de la economía argentina depende orgánicamente de la expansión
de la demanda interna (gasto público, transferencias sociales, salarios reales). Es
una característica estructural, y no una opción de política ("populista" o como se la
quiera denominar). Simplemente, dado su tamaño, Argentina no puede crecer de otro
modo.
Los primeros dos años de la política económica de Macri: ajuste para los trabajadores, “fiesta
financiera” y endeudamiento astronómico.
El gobierno llevó adelante una batería de medidas que provocaron una traslación de ingresos
de más de 20.000 millones de dólares desde los trabajadores y otros sectores populares hacia
las fracciones más concentradas del capital. Devaluación, liberación de precios y
consiguiente inflación, quita de retenciones, pago a los buitres, tarifazos, entre otros. Se
generó una ola de despidos y una fuerte pérdida adquisitiva del salario.
El gobierno fracasó rotundamente en 2016 en los objetivos: reducción de la inflación y
reactivación económica.
Períodos
A. diciembre 2015-marzo 2016. Incluye las baterías de medidas iniciales, que suman la
devaluación retóricamente encubierta detrás de la “salida del cepo cambiario”, la
eliminación de las retenciones, la primera tanda de tarifazos y la primera ola de
despidos en el sector público (enero-marzo 2016). Este período incluye hasta el
acuerdo con los fondos buitres
B. abril-diciembre 2016. Mientras el gobierno anunciaba una “reactivación inminente”
y proclamaba la llegada de una ola de inversiones extranjeras, la economía se fue
hundiendo en la recesión, a la vez que seguía creciendo la inflación. El panorama a
mediados de 2016 era clásicamente el de “estanflación”. El gobierno instaló entonces
la muletilla de que la reactivación se vería “en el segundo semestre”. El pico recesivo
se vivió entre los meses de julio-setiembre. Los salarios terminaron el año con una
pérdida del poder adquisitivo de entre el 5 y el 10%.
C. enero-setiembre 2017. El año 2017 mantuvo los parámetros claves de la política
macrista: continuaron el endeudamiento creciente y siguieron los tarifazos. Se va a ir
verificando una muy lenta recuperación de la economía. El gobierno realizó algunos
recursos “reactivantes” de corto plazo: básicamente un crecimiento del crédito del
55% interanual y una aceleración de la obra pública una nueva caída del consumo
D. octubre-diciembre 2017. Después de las elecciones legislativas el gobierno se lanzó
a un intento fuerte de profundizar el ajuste. Lo hizo a través de reforma fiscal
(básicamente ajuste hacia las provincias), reforma laboral y reforma jubilatoria. La
crisis política y social abierta tras esta reforma obligó al macrismo a posponer todo el
paquete de reforma fiscal y a archivar el proyecto de reforma laboral.
E. Fin de diciembre 2017-abril 2018. Suba del tipo de cambio, el dólar se disparó y se
produjo un salto inflacionario. El consumo, que ya había comenzado a ralentizarse y
siguió este camino
● Que se produjera una reforma laboral que hubiera permitido flexibilizar las
actividades y redujera, por incrementos de productividad el costo salarial, en
particular el costo salarial en dólares.
● Una reducción en el poder adquisitivo local del salario, para consolidar un modelo
económico que se base en la inversión y no en el consumo.
● Una reducción del tamaño del gasto público, en aproximadamente 20 puntos Esto
incluía un incremento de las tarifas de servicios a valores internacionales y la
privatización tanto de empresas públicas como de otras actividades e incluso la
re-privatización del sistema de seguridad social (jubilaciones).
Sector externo
La balanza comercial 2017 culminó con un déficit de 8.471 millones de dólares. El déficit
comercial industrial era monstruoso. La Argentina tenía déficit con todos sus socios
comerciales más importantes y hubo un fuerte crecimiento en importaciones, muchas de ellas
de productos de consumo que desplazaban producción local. El total de la cuenta corriente de
la balanza de pagos terminó con déficit.
Endeudamiento
Desde fines de 2015 hasta abril de 2018 el endeudamiento se había incrementado en 108.173
millones de dólares. La realidad mostraba que el endeudamiento argentino no era sustentable.
El sector público
El macrismo terminó el 2017 con un déficit fiscal total de 612.700 millones de pesos. Se
reducía el déficit primario bajando el gasto público, pero eso era más que compensado por los
nuevos pagos de servicios de deuda.
Se produjo una abrupta y violentisima reversión del ingreso de capital especulativo que se
venía daño hasta entonces.
Macri terminó su mandato fracasando: atravesaron una corrida especulativa como nunca se la
hubieran imaginado. Terminaron con cepo cambiario, retenciones y una parte de la deuda
defaulteada.
No bajaron la inflación, sino que la subieron. Hubo recesión en 3 de los 4 años de mandato.
Las
exportaciones no incrementaron y la deuda externa aumentó en 150.000 millones de dólares.
Los salarios perdieron el 30% de su poder adquisitivo → más pobreza y desempleo.
La política económica de Macri fue diferente a los tres gobiernos previos, conceptualmente y
en la práctica. Sin embargo, las consecuencias no fueron solo producto de sus políticas
económicas, sino que corresponden al régimen de acumulación iniciado en el 76. La
estructura impositiva argentina, regresiva desde hace décadas, fue funcional a todo lo que
desarrolló y profundizó el macrismo.
El régimen de valorización financiera sigue rigiendo el funcionamiento del capitalismo
argentino. Hubo distintas políticas económicas, algunas profundizaron los efectos del
régimen, como la dictadura, el menemismo y el macrismo, pero el resto tampoco rompió los
hilos estructurales. El incremento de la semi-colonización, el saqueo de recursos, la
concentración y extranjerización de la propiedad, la desindustrialización y el endeudamiento,
fueron las marcas de la continuidad del régimen de valorización financiera.
La post-convertibilidad no terminó con el régimen, el macrismo es una de las expresiones
más extremas del clasismo de las clases dirigentes y fue posible porque funcionó sobre este
mecanismo de acumulación que impide el desarrollo de la economía argentina.
Teóricos
El auge de las CGV se considera una de las características más importantes de la acelerada
globalización económica de las últimas décadas. se trata de la manera en cómo se hace gran
parte de los bienes que se producen en el planeta y cómo se prestan los servicios.
Una CGV comprende una serie de tareas necesarias para la entrega de un producto desde su
creación a los consumidores finales. Hay partes del proceso productivo que se realizan en
distintos países y a veces por distintas empresas.
Es decir, puede ser realizado por empresas que pertenecen a un mismo grupo económico (una
multinacional, que pueden ser diferentes filiales o sucursales), que tiene el control total o
parcial sobre el capital de cada una, en cuyo caso se trataría de transacciones entre ellas,
dando a lugar al comercio intrafirma.
O también, las actividades pueden ser realizadas por diferentes empresas de distintos dueños
y hay una decisión tomada fundamentalmente por alguien o algunos –que en el proceso
fungen como unos agentes económicos, privados o estatales– para producir un bien o brindar
un servicio de una manera determinada.
Las CGV y su estudio resultan útiles para conocer el grado en el cual las exportaciones al
mundo de una economía son dependientes de una determinada cantidad de insumos
provenientes de terceras economías o, lo que es lo mismo, para conocer el grado de
dependencia que tienen sus exportaciones de las importaciones que deba realizar para tales
fines.
También, los estudios de las CGV pueden ser útiles para poder analizar de qué manera las
economías en vías de desarrollo se integran y/o podrían integrarse en dichas cadenas
globales.
La participación en las CGV manufactureras permitiría que las empresas capturen algunas de
las ganancias asociadas con el bien manufacturado en la cadena sin tener que dominar todas y
cada una de sus etapas de producción.
El tema de las CGV es importante, y más lo es para las economías en vías de desarrollo.
quienes se insertan son empresas, básicamente, y ellas tienen dueños, que no necesariamente
son guiados por los mismos intereses que tienen aquellos que toman decisiones en las
economías mencionadas.
Diferenciar la propiedad del capital. Tomar a la economía- nación como un agente económico
que exporta e importa es, por lo menos, un error. Son las empresas que trabajan dentro de
ellas las que realizan las actividades económicas, que a su vez tienen dueños, los que pueden
estar dentro o fuera del país en cuestión.
Los países desarrollados son los que se industrializaron durante el siglo XIX; tienen elevada
productividad laboral e ingresos per cápita, lideran el proceso de cambio tecnológico y por lo
tanto acaparan la mayor parte del comercio internacional de productos industriales complejos.
Constituyen el núcleo de la acumulación de capital a escala global y son por lo tanto la
principal fuente (actualmente, también el principal destino) de inversión y crédito
internacional. Esta supremacía económica les confiere también capacidad de dominación
política y militar (y viceversa).
Los países periféricos son aquellos que experimentaron una industrialización parcial,
distorsionada y tardía y en los que la acumulación depende de la tecnología, el capital y los
mercados de los países desarrollados. La dominación social de la burguesía en las sociedades
periféricas refleja el carácter dependiente que allí adquiere el capitalismo; el empresariado
local comparte la apropiación del producto del trabajo local con el capital extranjero.
Autónomo: su desarrollo capitalista ha sido autónomo, desde su origen como Estado nación,
es decir, se trata de países que tuvieron un desarrollo propio, endógenamente impulsado, y no
por imposición exterior. Una estructura económica configurada en torno a las clases sociales
típicas del capitalismo (burguesía y proletariado). Son países de Europa Occidental, EEUU,
Canadá, Japón, Australia y Nueva Zelanda.
Expansión exterior: desde el centro se articula la dinámica del sistema capitalista mundial, a
partir de las fuerzas que empujan a estas formaciones centrales a la expansión exterior.
Especialización: a partir de la expansión del capital desde los países centrales en busca de
materias primas minerales, explotación agrícola-ganadera, etc., crearon colonias y
destruyeron bases económicas anteriores no capitalistas generando estructuras productivas
especializadas: regímenes exportadores en base a sistemas de plantación de café, azúcar,
caco, caucho, cereales, etc. y exportadoras de minerales como cobre, plomo, cinc, estaño,
plata, oro, fosfatos y petróleo, etc.
Dependencia: debilidad en cuanto al control nacional de los motores del desarrollo, débil
poder de decisión autónoma. Concepto que se desarrolla más adelante.
El estructuralismo de CEPAL
⦁El foco está puesto en la configuración de las estructuras económicas a partir de la lógica
histórica específica derivada de la expansión del capitalismo y, en particular, del rol de los
países periféricos en el comercio internacional.
⦁Propone tomar al desarrollo como cambio estructural, es decir, diversificar y complejizar la
estructura productiva mediante la industrialización. A partir de una acción consciente del
Estado (planificación económica), instrumentando políticas específicas de desarrollo
industrial que tiendan a remover esos obstáculos estructurales, en especial, los “puntos
críticos” derivados de la falta de integración de su aparato productivo.
-la tendencia a la caída de los términos del intercambio (relaciones de precios expo-impo)
para los países exportadores de materias primas, que expresaba y reproducía una distribución
desigual de los frutos del progreso técnico (repartos de productividad obtenida) entre países
centrales y periféricos y al interior de estos últimos 3 Commodities remite a la idea de bienes
sin diferenciación, sometidos a las reglas más duras de la competencia, por precio y no “por
calidad” (p.e. exportaciones a granel, sin diferenciación o marca registrada).
-La tendencia a la consolidación de la heterogeneidad de la estructura productiva debido al
carácter asimétrico de la difusión del progreso técnico entre centro y periferia.
-El problema de las elasticidades ingreso de las importaciones y exportaciones. Altas las
primeras, bajas las segundas.
La tesis “Prebisch-Singer” del deterioro de los términos de intercambio
En línea con esta visión, Arthur Lewis destacaba que detrás de la tesis Prebisc Singer están
las características de los países periféricos, es decir, NO es un problema del tipo de bien en
que se especializan sino de cuestiones que hacen a la estructura económica y social, sobre
todo esta última.
¿Qué es lo que explicaba para Prebisch y para la CEPAL la tendencia al deterioro de los
términos de intercambio (TI) de los países productores de bienes primarios?
•El progreso técnico es mucho más acelerado en el Centro y posibilita mayores incrementos
de productividad laboral.
• Los frutos derivados de ese progreso técnico se concentran en los centros industriales.
•El progreso técnico sólo penetra en los sectores modernos exportadores de la Periferia
(heterogeneidad) y no en otros sectores, como sí sucede, en cambio, en las economías del
Centro con mayor homogeneidad sectorial.
La Teoría de la Dependencia
Implica otro marco de interpretación crítica acerca de la realidad de América Latina desde la
década de 1960, animando un rico debate que incluyó también la década siguiente en torno a
la interpretación del capitalismo periférico latinoamericano, criticando el evolucionismo
modernizador de Rostow, ciertas interpretaciones marxistas "mecanicistas", al “primo
hermano” estructuralismo de CEPAL y, por supuesto, al liberalismo.
Según los dependentistas, en pocas palabras, somos una modalidad de capitalismo deformado
creada a partir de la evolución de la economía mundial capitalista, la división internacional
del trabajo y las relaciones de poder.
No se trata de un simplismo tipo “país periférico explotado por país central imperialista”,
sino de un sistema mundial jerárquico pero más complejo en cuanto al sistema de relaciones
de poder y dominación. Sistema de dominación, con sus implicancias en términos de
coerción y dominación cultural.
⦁Razona en clave de las ideas de “atraso y modernización”. La idea de que existe un único
modelo capitalista de etapas a cumplir que, finalmente, conduciría a la convergencia o
nivelación de todas las naciones en cuanto a niveles de desarrollo y estándares tecnológicos y
de niveles de productividad y de vida.
⦁Optimismo en una dinámica de crecimiento más bien asociada a cierta libertad para el
funcionamiento de los mecanismos de mercado y para la conducción privada del proceso
evolutivo.
⦁Se apoyaba en el éxito de la difusión de ciertos valores modernos. Que se adquirieran estos
valores de modernidad era la clave para lograr luego el “take off” o despegue: las
transformaciones económicas que llevaban hacia el estadio desarrollado referenciado en su
máxima expresión en las características de EEUU.
⦁El subdesarrollo no constituye más que una fase o etapa evolutiva anterior respecto del
desarrollo pleno. Es decir, este último implicaría una situación accesible para todos los países
que lograran crear las condiciones adecuadas para el Take off, o “despegue”.
SÌNTESIS DE LOS 3: mientras en esta última visión rostowiana las diferencias entre
economías nacionales eran un problema de “falta de capitalismo”, de necesidad de una mayor
integración con este; en los primeros (CEPAL, Dependencia) se trataba de capitalismos
periféricos que eran la otra cara del capitalismo central. Se trata mas bien de una expresión de
ese mismo desarrollo capitalista mundial que generaba a la vez desarrollo en el Centro y
Subdesarrollo en la Periferia.
En primer lugar debemos mencionar que cuando hablamos de un país dependiente estamos
considerando una economía que se ve imposibilitada de actuar según lo que serían sus
propios intereses y objetivos políticos de desarrollo.
En este sentido, la conocida como “restricción externa” no es más que la expresión de los
vínculos de dependencia de los países que no logran el desarrollo de un sistema industrial con
mayores grados de integración y autonomía decisoria.
DESCARGO--> No se han fortalecido centros nacionales de decisión y transformación de los
Estados ni transformaciones agrarias o de la propiedad y gestión de recursos naturales en
profundidad ni se fijaron barreras efectivas a la penetración extranjera (aranceles a
importaciones, regulación de inversione extranjeras, regulaciones al capital financiero).
Tampoco se controlan procesos de desarrollo científico y tecnológico propios ni se garantiza
cierto margen para la asignación de divisas con prioridades vinculadas a objetivos nacionales
de desarrollo.
“Adultos y no niños”
"Un niño se parece a un enano, pero no es un enano. Un enano se parece a un niño pero no es
un niño.” Eduardo Galeano.
No se trata de economías “infantiles” que evolucionarán, crecerán y les irá bien convergiendo
con niveles de desarrollo de países centrales gracias a las reglas de juego del capitalismo, es
decir, con análisis del tipo de W.W. Rostow o las versiones más actuales celebratorias de las
posibilidades que daría la globalización.
Aquí se elige como opción teórica la necesidad de entender a la Argentina como parte
integrante de un sistema capitalista y un orden interestatal mundiales. Un marco económico y
político desplegado a nivel mundial, que integramos como parte de su “periferia” a partir de
la segunda mitad del siglo XIX. Y nos condiciona e incluso determina.
Matías Vernengo (2021) sitúa como clave en los que llama "Estados Desarrollistas"
exitosos, como EEUU, Alemania, Francia e Inglaterra, a la capacidad de endeudarse sin
límites o, al menos, con laxitud. Lo cual implica decir que el desarrollo capitalista periférico
es posible o requiere: ya sea ser un Estado Hegemónico o bien “subpotencia” o cercano, o de
interés económico especial o geopolítico, o asociado al país hegemónico en cada momento
histórico. Fueron pocos los casos exitosos en materia de desarrollo desde la Periferia, “late
comers” o de “industrialización tardía”: Corea del Sur, China, Japón, Taiwán, Israel,
Australia y Nueva Zelanda. Hablamos de un “desarrollo por invitación”
Las explicaciones del Take Off (Despegue) de los países occidentales industrializados, para
estos enfoques se relaciona con la transferencia de recursos desde las colonias y países
periféricos bajo relaciones políticas (de poder) y económicas desiguales: provisión de
materias primas baratas, endeudamiento, tratados asimétricos, apoyos condicionados por
interés geopolítico (disputa entre potencias), etc.
En Argentina, desde fines de los 70s, todas las operaciones registradas en distintos rubros de
la Balanza de Pagos pasaron a estar involucradas en el problema de “restricción externa”, es
decir, no sólo de la Cuenta Corriente sino también y especialmente la cuenta Capital y
Financiera.
La dependencia financiera de los países periféricos nos obliga a mantener la atención sobre
cuestiones que hacen a la economía y la geopolítica en el ámbito del sistema mundial, desde
el original maridaje entre Estado y Capitalismo hacia el siglo XVI, con el punto de inflexión
que implicó la revolución industrial desde el siglo XIX y su expansión “imperialista”, la
hegemonía británica y sus disputas (Francia), el surgimiento de un grupo privilegiado de
nuevos países capitalistas industriales o “estados desarrollistas” (EEUU, Japón, Alemania),
siempre en un escenario de competición económica y política que incluso desemboca en dos
terribles guerra mundiales “imperialistas”.
Se adopta aquí como marco inspirador principal (ordenador) a la perspectiva teórica del
cientista social brasileño José Luis Fiori (2004, 2009, 2018) sobre las características y la
historia de la constitución del sistema económico y político internacional, que llama “sistema
interestatal capitalista”, a partir de la integración de aspectos políticos y económicos (poder,
conquista, guerra, acumulación, hegemonía o sistemas imperiales, geopolítica, sistema
monetario, tecnología capacidades militares, etc.). Es decir, la relevancia de nociones de
“poder global” y de “Estados-economías nacionales”, además de “capitalismo” y su ley
rectora de acumulación de capital.
GEOPOLÍTICA: las políticas que se dan las potencias estatales en materia de relaciones
internacionales, en función de sus estrategias e intereses respecto del sistema mundial
económico y de poder. Se refiere a las cambiantes condiciones creadas por un sistema
mundial a la vez capitalista e interestatal en que los estados compiten. Esta competencia y
lucha en el centro de la economía mundial impacta asimétricamente y define campos de
acción que pueden ser aprovechados por algunos pocos países periféricos.
José Luis Fiori (2009) se basa en el rol primordial que habría jugado el poder y las
guerras para dar cuenta del origen del sistema mundial moderno. Las conquistas y la
monopolización de nuevas posiciones de poder político y económico constituyen las fuerzas
impulsoras del nuevo sistema que fue formando las unidades territoriales expansivas que
forjaron el régimen de producción capitalista y lo expandieron por el planeta. Se trató de
Estados y economías, alianzas del poder y el capital, articuladas en bloques nacionales
europeos con ambiciones expansivas imperialistas.
De ahí que, en esta visión, la guerra y la preparación para la guerra tienden a transformarse en
actividades humanas históricas “crónicas” en tanto es el instrumento para la conquista y la
acumulación de poder o, al menos, para la preservación de lo logrado. Y de paso, el poderío
militar guarda una íntima relación con el desarrollo tecnológico y los estímulos a este.
Los enfoques en término de poder son fecundos también a la hora de dar cuenta de las
jerarquías monetarias, la existencia de monedas periféricas y centrales, tema clave a la hora
de dar cuenta de los problemas y condicionamientos estructurales de los países capitalistas
periféricos como Argentina con sus péndulos, ciclos stop and go y la centralidad de la
conocida como “restricción externa” (tendencia a la escasez estructural de divisas, es decir,
de monedas aceptadas internacionalmente como medios de pago y transacciones) o
fenómenos como los problemas de demanda de divisas para ahorro y fuga (FAE, formación
de activos externos).
J.L. Fiori (2004) sostiene que la defensa del libre mercado o el libre comercio, es la retórica
de las potencias victoriosas, de las economías más fuertes. Interesante visión, compatible con
la idea de que usan “la escalera para ascender y después la patean” para que nadie más suba
(se desarrolle) en el juego de competencias y luchas internacionales.
A partir de los años 1970s más recientes, con el auge de las finanzas y la hegemonía
financiera, que se sumó al comercio, el endeudamiento se constituyó en un medio eficaz,
tanto a partir de los pagos de intereses y amortizaciones como del diseño de políticas. Una
relación colonial “sin rostro”
En línea con Fiori (2018), podríamos decir más bien que “Imperialismo” alude a una fuerza,
una característica y una dimensión que es ya constitutiva y “marca de origen” de todos los
Estados integrantes del sistema interestatal capitalista europeo desde sus orígenes asentados
en el siglo XVI. Un sistema en permanente movimiento de expansión territorial y económica,
competencia, luchas, guerras y acumulación de poder y riqueza.
Fue Immanuel Wallerstein quien planteó que la expansión planetaria del capitalismo se inició
allá por inicios del siglo XVI, coincidiendo con la irrupción de lo que se conoce como Edad
Moderna, y constituye una referencia teórica importante en la materia.
El moderno sistema mundial es una entidad económica pero no política, a diferencia de los
imperios, los estados naciones y las ciudades estado. Contiene en su interior, definido por
relaciones económicas, a los emergentes estados nacionales y a las ciudades estado. Es una
“economía mundo” en ese sentido: la base de las vinculaciones entre las partes del sistema
son económicas, si bien se refuerza con relaciones culturales y arreglos políticos y es también
un sistema interestatal y de expansión del capital privado.
Aquí cobra relevancia también el tipo de bienes que se comercia para definir la
conformación de un sistema, con zonas periféricas y centrales. Nos referimos al comercio de
larga distancia: se puede hablar de “sistema mundo” cuando hay intercambio entre bienes
“esenciales” o “básicos” y bienes “de lujo” o “suntuarios” o “no esenciales”, es decir entre
estos y aquellos.
Podemos hablar apropiadamente de “sistema” recién cuando empieza a darse una división
internacional del trabajo entre un centro y una periferia. Esta última como proveedora de
bienes esenciales, es decir de materias primas (energía, insumos, etc.) y “wage goods”, que
participan en la elaboración de otros bienes más complejos, fabricados en áreas industriales
centrales en ascenso. Un “sistema”, vale recordar, remite a la idea de partes relacionadas de
cierta manera, una funcionalidad.
Wallerstein reconoce como elementos claves del poder estatal en el desarrollo capitalista: la
jurisdicción estatal (delimitación de fronteras y su control); el derecho a legislar (normas que
rigen las relaciones de producción dentro del territorio); la capacidad impositiva (ingresos
estatales y su funcionalidad estructural en el apoyo a la acumulación de capital) y las fuerzas
armadas (en competencia mundial, fuerzas de seguridad en el orden territorial interno). Todo
ello en el proceso de lo que fue definiendo en última instancia el lugar en la jerarquía mundial
de poder efectivo: la capacidad de aumentar la acumulación de capital dentro de sus fronteras
y en relación con otros estados rivales.
A diferencia de un “imperio-mundo”, con una única estructura política global y una única
división del trabajo (como el romano, chino y turco), se propone como más adecuado el
concepto de Hegemonía para dar cuenta del rol de cada estado nacional en el marco
interestatal jerárquico moderno de la economía mundo, desde el siglo XVI y, en ese sentido,
coincidiendo con el enfoque de Fiori.
Asimismo, este autor estudia el proceso histórico de expansión del capital en el largo plazo e
identifica regularidades: centros históricos y “ciclos sistémicos de acumulación” sucesivos.
TENDENCIAS RECIENTES:
➔ Primacía de EEUU en cuanto a poder militar, financiero, económico, tecnológico y
como poder global. Los pilares: “diplomacia de las armas” y “diplomacia del dólar”,
es decir, la política imperial de las armas y del capital financiero (M.C. Tavares, 1999)
➔ Un patrón dólar flexible, que da poder a la Reserva Federal americana que maneja la
tasa de interés internacional y así ostenta una decisiva capacidad para influir sobre los
flujos de capitales internacionales. Desde 1970, con fin de patrón “oro –dólar” se
libera EEUU de las restricciones para elegir políticas, propias del período de post
segunda guerra: cuando el viejo orden de Bretton Woods con finanzas reguladas o
reprimidas (“embridadas”, en Harvey, 2005). La revancha del rentista en la segunda
mitad de los 70s, contra la “eutanasia” postulada por Keynes. (Vernengo, 2004)
➔ Auge de las finanzas, consolidado en los últimos 20 años del siglo pasado
(liberalización financiera): un contexto de mercados financieros globales desregulados
y expandidos
➔ Carácter predominantemente financiero de la dependencia de los países periféricos
como Argentina. La falta de moneda internacional en general, y las crisis de las
deudas en moneda extranjera (dólar), en particular, explican y expresan el carácter de
la dependencia financiera de América Latina. Ya no es sólo una problemática de
“dependencia tecnológica”, tal como la consideraban algunos de los trabajos de
CEPAL y de otros estructuralistas argentinos .
➔ Emergencia de China como nueva potencia nacional, con su revolución industrial
vigente y su constitución como “fábrica del mundo” y nuevo “centro cíclico” en
materia de comercio internacional (efectos de “desacople”, crecimiento del comercio
“sur-sur”).
➔ Cambios en la estructura productiva mundial a partir de la redistribución de
capacidades productivas en la industria manufacturera hacia Asia oriental
(deslocalizaciones y relocalizaciones, desintegración vertical, externalización).
➔ Concepto de CGV, Cadenas Globales de Valor, un fenómeno asociado a los flujos de
capitales hacia el este asiático centralmente.
➔ Integración mundial en la conocida como globalización, al menos en las finanzas.
La geopolítica es uno de los aspectos olvidados del estructuralismo latino-americano, hay que
revalorizarlo y actualizarlo. El contexto actual de dependencia financiera a partir de las
políticas de desregulación implementadas en América Latina constituye un factor clave de
limitación para el desarrollo, habiendo jugado los gobiernos de EEUU un papel determinante
en íntima relación con sus definiciones de intereses geopolíticos funcionales a su estrategia
de reproducción hegemónica. La que puede llamarse “diplomacia del dólar” tiene sus efectos
en materia de contexto de “dependencia financiera” que constituye el obstáculo principal para
el desarrollo periférico.