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La capacidad de razonar es, sin duda, una de las cosas que nos hace humanos. De hecho,
para muchas personas, es precisamente la habilidad de razonamiento la que nos separa
de otros animales menos evolucionados. Y es que nosotros somos capaces de interconectar
pensamientos de una forma muy compleja y variada.
Por razonamiento entendemos el proceso mental a través del cual somos capaces de
conectar unas ideas con otras utilizando unas reglas preestablecidas en nuestro intelecto.
Es decir, es una habilidad que permite interconectar pensamientos de forma muy
específica.
Ahora bien, pese a que hay quien considera que el razonamiento humano es una
herramienta universal y común para todos, lo cierto es que no hay una manera “buena” de
razonar. Cada persona establece unas conexiones propias, lo que hace que existan
distintos tipos de razonamientos.
¿Qué es el razonamiento?
En otras palabras, razonar consiste en hacer uso de nuestras facultades mentales para ligar
ideas entre sí y así llegar a unas conclusiones que, de acuerdo a las normas de la lógica,
son lo más correctas posible. Esto nos permite, pues, resolver problemas, extraer soluciones
y aprender de forma consciente de nuestras acciones.
Por lo tanto, el razonamiento es una capacidad exclusiva del ser humano que nos permite
enfrentarnos a problemas complejos (en cualquier ámbito de nuestra vida) para, a través
de la interconexión de los pensamientos, ideas y experiencias que habitan nuestra mente,
llegar a unas conclusiones complejas que nos permiten responder de forma adecuada a lo
que sucede a nuestro alrededor.
Es un proceso intelectual basado en la lógica que, a través de la conexión entre sucesos (lo
que estamos captando a través de nuestros sentidos) y premisas (ideas universalmente
aceptadas que son el punto de partida de nuestras interpretaciones lógicas), nos permite
extraer conclusiones que pueden servir tanto como final del razonamiento como punto de
partida para un nuevo proceso de razonamiento
En resumen, el razonamiento es el conjunto de habilidades cognitivas complejas propias de
la especie humana que nos permiten relacionar y vincular ideas de una forma
estructurada para llegar a unas conclusiones que, desde el punto de vista lógico, son
correctas.
1. Razonamiento deductivo
Como hemos dicho, las premisas son ideas cuya existencia (o inexistencia en la realidad)
está perfectamente comprobada y no requiere de confirmación por parte de nuestro
intelecto. El agua moja. Punto. Esto sería un ejemplo de premisa. Y las conclusiones, también
hemos dicho que son el resultado final del razonamiento, es decir, la resolución del
problema.
Por ejemplo, si sabemos que todos los habitantes de Francia son franceses y que París es
una ciudad de Francia (dos premisas generales), podemos razonar (de forma deductiva)
que todas las personas de París son francesas.
2. Razonamiento inductivo
3. Razonamiento hipotético-deductivo
Pero para que el razonamiento sea científico, debe entrar una segunda parte de
razonamiento: la deducción. Después de llegar a la hipótesis, utilizo esta como premisa
universal para ver si, a partir de ahora, todos los casos específicos que veamos, cumplen la
hipótesis. Solo entonces, cuando la premisa hipotética se cumpla siempre, puedo deducir
que nuestra conclusión es universal. Es decir, después de llegar a la conclusión hipotética
de que todas las aves ponen huevos, tengo que analizar todas y cada una de las especies
para deducir que, en efecto, mi premisa universal se aplica a todos los casos.
4. Razonamiento transductivo
No es que los niños no utilicen la lógica, sino que hacen uso de la suya propia. Su lógica no
está bien cimentada pues todavía tienen mucho que experimentar. Por ello, pese a que
por su propia lógica, la conclusión a la que llegan es correcta, para nosotros es totalmente
incorrecta y, generalmente, infantil.
Los niños vinculan causas y efectos que no tienen nada que ver y aceptan la conclusión a
la que han llegado sin pararse a pensar si tiene sentido o no. De algún modo, es también el
tipo de razonamiento usado en las creencias espirituales, pues no están basados en la
lógica pero tampoco pueden desmentirse al no estar asociados a esta lógica. Si un niño ve
que está lloviendo y asocia esto con que los ángeles están llorando, llegará a la conclusión
de que llueve porque los ángeles están tristes. No es que no sea lógico. Simplemente es la
lógica infantil.
5. Razonamiento lógico
Por lo tanto, es el tipo de razonamiento basado en la lógica, lo que significa que hacemos
uso de métodos y normas intelectuales que nos dan las herramientas necesarias para que
de nuestros argumentos deriven unas conclusiones que, ya sean correctas o no, se
fundamentan en unos procesos mentales “matemáticamente” correctos. Todos los tipos
que hemos visto antes son pensamientos lógicos, pues incluso el transductivo responde a
las normas lógicas que tenemos durante la infancia.
6. Razonamiento no lógico
Si nosotros vemos que las gallinas ponen huevos y que los peces también ponen huevos,
podemos razonar (sin ninguna lógica) que los salmones son aves. No tiene ningún sentido,
pues no estamos razonando de forma ni inductiva ni deductiva. En esto se base el
razonamiento carente de lógica.
7. Razonamiento lingüístico
¿Esto qué significa? Básicamente, que la persona usa las normas del lenguaje para razonar.
Es decir, para establecer sus pensamientos y llegar a conclusiones, se fundamenta en el
lenguaje y en los procedimientos que se necesitan para escribir de forma coherente. Dicho
de otra manera, imaginamos nuestros pensamientos como frases gramaticalmente
correctas para así conseguir que las conclusiones deriven adecuadamente de las premisas.
Evidentemente, depende mucho del nivel lingüístico de cada persona.
9. Razonamiento abstracto