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Descartes

1. Contexto social y filosófico

René Descartes nació en 1596 en La Haye, Francia, durante el periodo


de la monarquía absoluta. Estudió en el colegio jesuita de La Flèche y más
tarde cursó Derecho, pero insatisfecho con la educación recibida, inició un
itinerario personal en busca de un conocimiento consistente y sistemático. En
1619, descubrió los fundamentos de "una ciencia admirable", estableciendo
los cimientos de su método filosófico y destacando el famoso principio
"Cogito, ergo sum" (Pienso, luego existo). En 1637, publicó El Discurso del
Método, obra en la que expuso dicho método, diseñado para alcanzar
verdades incontrovertibles, llenando así su profundo vacío gnoseológico y
existencial. Descartes falleció en Estocolmo el 11 de febrero de 1650.

El Discurso del Método se considera una respuesta a la crisis de su


tiempo, promoviendo la razón como herramienta para establecer un nuevo
orden epistemológico y social. La Reforma Protestante de Lutero, con su
énfasis en la autoridad de la razón y el juicio individual sobre las escrituras,
puede considerarse un precedente del racionalismo cartesiano. Sin embargo,
es esencial mencionar la Contrarreforma, un movimiento dentro de la Iglesia
Católica que buscó responder a la Reforma mediante la reafirmación de sus
doctrinas, la reforma interna, y el fortalecimiento de sus estructuras
educativas y misionales, como la fundación de la orden jesuita, que influyó
significativamente en la educación de Descartes..

La situación política de su tiempo estuvo marcada por la Guerra de los


Treinta Años, en la que Descartes participó. Este conflicto, además de ser un
enfrentamiento entre católicos y reformistas, reflejaba las tensiones entre
una estructura de poder antigua y emergentes fuerzas socioeconómicas,
como la burguesía comercial y financiera que empezaba a ganar influencia.
Este periodo de turbulencia contribuyó al desarrollo del pensamiento de
Descartes, especialmente en su interés por encontrar un fundamento estable
que superase las divisiones ideológicas y religiosas.

El auge del mercantilismo y el fortalecimiento de la burguesía,


impulsados por la expansión del comercio marítimo y colonial, crearon un
nuevo contexto socioeconómico que favoreció el surgimiento de ideas
innovadoras y el cuestionamiento de las estructuras tradicionales de poder.
La imprenta jugó un papel crucial en este proceso, democratizando el acceso
al conocimiento y permitiendo la diseminación de nuevas ideas. En este
entorno, El Discurso del Método, publicado en francés, ejemplificó la
modernidad y el efecto de la nacionalización de la cultura, apelando a un
público más amplio y diverso, no limitado a las élites tradicionales.

Las revueltas sociales y el Barroco, con su énfasis en el contraste y la


complejidad, reflejaron el tumultuoso contexto en el que Descartes desarrolló
su pensamiento. Mientras que las revueltas pueden verse como expresiones
de tensiones socioeconómicas y descontento popular, el Barroco
representaba en las artes una respuesta a la incertidumbre de la época,
paralela al esfuerzo de Descartes por encontrar certeza y claridad a través
de la razón.

La influencia del nominalismo de Ockham, que defendía una distinción


clara entre razón y fe, resuena con el enfoque cartesiano de comenzar el
proceso filosófico desde la duda metódica, buscando llegar a verdades
indubitables mediante la razón. Este enfoque marca un desplazamiento
hacia una visión más antropocéntrica del conocimiento, centrada en el
individuo y su capacidad de razonar.

Además de su contribución a la filosofía, Descartes fue un matemático


y físico destacado, cuyo trabajo preparó el camino para figuras posteriores
como Isaac Newton. Aunque Newton llevaría adelante la ciencia utilizando
un enfoque empírico que difería del racionalismo puro de Descartes, ambos
compartían un compromiso con la búsqueda de una comprensión
sistemática del mundo natural.

En conclusión, Descartes es considerado el padre de la filosofía


moderna, situándose en un cruce de caminos histórico caracterizado por el
cuestionamiento de las autoridades tradicionales, el surgimiento de una
nueva orden socioeconómica, y la búsqueda de un nuevo fundamento para
el conocimiento y la sociedad. Su enfoque en la centralidad del sujeto y el
desarrollo de un método para alcanzar verdades indubitables reflejan tanto
las influencias de su tiempo como su legado duradero en el pensamiento
occidental.
2. Comentario de texto

El fragmento que comentamos pertenece a la obra cartesiana El


Discurso del Método, publicada en el año 1637. Esta obra es considerada
como una de las más representativas de la filosofía cartesiana, ya que
muestra plenamente la intención de Descartes de demostrar las verdades
según el orden que impone la razón, pretendiendo hacer de la filosofía un
saber válido.
El fragmento pretende mostrar .....................
El texto presenta la siguiente estructura argumentativa:
1) ...
2) El texto termina diciendo ...
Por tanto, el tema fundamental del texto es ...
1. a
2. a
3. Filosofía de Descartes.

Teniendo en cuenta el periodo de cambios y crisis que rodean a la obra


y al autor, podemos entender la necesidad de someter a revisión todo el
conocimiento anterior, ya que este apenas aporta garantías. Para ello,
Descartes parte de la idea de que así como la razón es única, la ciencia
también debe serlo. La tarea consistirá en encontrar la manera de “dirigir
bien la razón y buscar la verdad en las ciencias”. El tema del conocimiento, el
análisis de nuestra capacidad de conocer para determinar sus límites y saber
hasta dónde puede llegar, ocupa el centro de las preocupaciones de
Descartes y de esta obra.

Descartes entiende como conocimiento, a la representación en la


mente humana de lo que se da fuera de ella. Lo que representa a las cosas
en la mente son las ideas, contenidos de la mente que se refieren a cosas,
que son imágenes o representación de las mismas. El conocimiento puede
tener grados, no todo lo que es conocimiento, dice Descartes, tiene que ser
verdadero ni cierto.

Distingue, pues, tres tipos de ideas según su origen: las ideas facticias,
fruto de la imaginación y nada fiables; las ideas adventicias, que obtiene el
ser humano de su experiencia con el mundo a través de los sentidos, poco
fiables; y las ideas innatas, que forman parte de la propia razón y que son
verdaderas. Dependiendo de cómo se presentan al sujeto, las ideas pueden
ser clasificadas en claras u oscuras y distintas o confusas, admitiendo como
evidencias aquellas que se presentan clara y distintamente a una mente
abierta. Una evidencia se presenta como tal a un espíritu atento, no
cualquiera será capaz de verlo.

Así pues, el conocimiento estará basado en evidencias captadas de


modo intuitivo, pero que para completar su tarea exige de un método que
haga crecer esa evidencia a cotas mayores. Lo que pretende Descartes es la
unificación y reconstrucción de la estructura del saber en forma de un
proceso deductivo en el que no queden lagunas, así pues se basará en un
método único apoyado en el matemático. Plantea por tanto, un método
intuitivo y deductivo, siendo la intuición una especie de “luz natural” que
permite que la razón capte inmediatamente ideas simples sin que haya
posibilidad de duda o error, y la deducción el modo de conocimiento por el
que la razón descubre las conexiones que se dan entre ideas simples. Así
pues, el método consiste en, a partir de una evidencia, verdad absoluta,
enlazar sucesivamente ideas de manera que cada una de ellas se apoye en
la anterior y constituya un encadenado de razones.

Así pues, se establecen 4 reglas del método. La primera y más


importante es la regla de la evidencia intelectual, que consiste en aceptar
como verdades sólo aquello que se presenta con claridad y distinción,
ejercicio de la intuición y no de los sentidos. La segunda regla es el análisis,
es decir, reducir un problema a los aspectos más simples. La tercera regla o
de la síntesis, método de composición y que consiste en proceder con orden
en nuestros pensamientos, comenzando desde los objetos más simples y
fáciles de conocer al resto de proposiciones, que rigen necesariamente a lo
anterior. Método puramente inductivo y que constituye las cadenas de
razones. Por último, la cuarta regla, la de enumeración o revisión de cada
uno de los pasos de los que consta para garantizar no haber cometido
ningún error.

Descartes garantiza que si estas reglas se han aplicado


correctamente, el resultado será la certeza. En espera de que la razón
encuentre la certeza, Descartes formula cuatro reglas que permiten actuar
adecuadamente. Es pues, la formulación de unas reglas de moral provisional
que son: la cautela, obedecer las leyes y seguir las costumbres moderadas y
comúnmente aceptadas, no dudando de la praxis, sólo de los teorético;
evitar la indecisión; actuar decididamente una vez tomada la decisión de
hacerlo y, por último, el estoicismo, que identifica el bien con la virtud y la
vida feliz con la vida virtuosa, así pues, ordena practicar el control de los
propios deseos antes de tratar de imponerlos a los demás.

El método cartesiano empieza demoliendo inicialmente, para con


intención constructiva emplear la duda para ver si hay algo absolutamente
cierto, capaz de resistirla. Esta es metódica y no escéptica, como
consecuencia de la primera regla del método. La duda es universal, ya que
cuestiona todos los conocimientos, teniendo en cuenta la moral provisional.
Además, esta es exagerada, radical, ya que hemos de dudar de todo aquello
de lo que podamos dudar, de todo lo que podamos plantear la más mínima
duda. No descubre verdades nuevas, simplemente gana la certeza, el
conocimiento

Todo esto lleva a Descartes a plantearse seriamente hipótesis tales


como un genio maligno, supuesto Dios que nos habría creado
imperfectamente para que nos engañemos siempre, aún en las cosas que
pensamos conocer mejor; o la hipótesis del sueño, donde se cuestiona la
validez de la percepción, dado que no hay signos suficientes en la vigilia que
lo separan claramente del sueño.

Gracias a este método y a su duda, Descartes encuentra la primera


evidencia, la primera verdad, el cogito (cogito ergo sum), primera verdad, ya
que a ello llegamos a través del método cartesiano y porque a partir de ello
podemos fundamentar todas las demás verdades. Viene a ser la base a
partir de la cual desarrollar toda la
filosofía como un sistema de conocimiento absolutamente fundamentado, es
decir, de lo único que no puede dudar Descartes es de que está dudando;
mientras que está dudando debe existir, al menos en ese momento, de ahí el
origen del “Pienso, luego existo”. El cógito es una intuición, una evidencia
intuitiva, es captado con claridad y distinción. Es pues, un criterio de verdad
que no tiene garantía hasta que demuestra la existencia de Dios.

Y una vez que Descartes descubre el cógito, “pienso, luego existo”,


como primera evidencia, descubre el “yo”. Es, pues, el mayor descubrimiento
de Descartes, es la consecuencia de sí mismo, el sujeto. Su filosofía gira,
pues, en torno a esto, al sujeto cognoscente.
Definiendo sustancia como “una cosa que existe de tal modo que no
necesita ninguna otra para existir”, el ser humano se dividiría pues en cuerpo
y alma. El cuerpo sería la materia y tendría la facultad de la extensión,
constituyendo así la res extensa. En cambio, el alma sería la sustancia
pensante, es decir, lo que tiene la facultad de pensar, el pensamiento, sería
pues la res cogitans, cuyos modales son todos como pensar, imaginar o
dudar, por ejemplo, pudiendo sustituir en la proposición “pienso, luego
existo” con “imagino, luego existo” o “dudo, luego existo”, etc., sin que esto
aportase un significado distinto a la proposición vista.

Pero Descartes es dualista, dividiendo entre las sustancias finitas antes


nombradas y una sustancia infinita cuyo atributo es la infinitud, Dios.
Descartes demuestra la existencia de Dios apoyándose en el argumento
ontológico de San Anselmo y como continuador de Santo Tomás.

La existencia de Dios queda demostrada mediante la duda, pues esto


significa que no conoce, y esto, a su vez, significa que es imperfecto, pero, si
en sí mismo tiene la idea de perfección, lo perfecto no puede provenir de lo
imperfecto, sino de lo perfecto, que debe estar fuera de sí, quedando así
demostrada su existencia. La sustancia infinita garantiza la capacidad de la
razón humana para encontrar la verdad, así pues, Descartes se da cuenta de
que está fuera de toda duda que posee ideas sobre realidades exteriores a
su pensamiento, hay cosas que no son sí mismas, ni Dios, son realidades
materiales o cuerpos que las producen. Descartes descubre y justifica así la
res extensa, a la cual pertenece el cuerpo humano y la materia. Descartes
acaba de descubrir el mundo.

Completamos así el método cartesiano, pudiendo éste establecer los


pasos del proceso deductivo a modo de recapitulación, en primer lugar el
planteamiento de la duda metódica, posteriormente y a causa de lo anterior,
el descubrimiento del cogito, “pienso, luego existo”, como primera evidencia,
lo que ocasiona la demostración de la existencia de Dios en tercer lugar. En
cuarto lugar, la garantía de la veracidad de las ideas claras y distintas,
seguido de la certeza de que la esencia del alma, del yo, es el pensamiento, y
la esencia del cuerpo, la extensión. Y en sexto y último lugar, la certeza de la
existencia de las cosas materiales.

En conclusión, a pesar de explicar todo esto, no se terminaría de


entender la filosofía de Descartes si no aclaramos la relación cuerpo- alma,
es decir, tanto la res extensa como la res cogitans dependen de la res
infinita, pero también existe una relación entre la res extensa (cuerpo) y la
res cogitans (alma), o al menos así Descartes lo establece, y esto viene dado
por lo que él denominó la “glándula pineal”, que une cuerpo y alma, es decir,
que relaciona cuerpo y mente. La glándula pineal estaría localizada en el
cerebro, que comunica al cuerpo sus pensamientos y operaciones y recibiría
de éste las impresiones.

4. Comparación con Locke

René Descartes y John Locke representan dos tradiciones filosóficas


fundamentales en la modernidad: el racionalismo y el empirismo,
respectivamente. Mientras Descartes es considerado el primer gran filósofo
de la modernidad y el máximo exponente del racionalismo, Locke emerge
como una figura clave en el desarrollo del empirismo, una nueva línea de
pensamiento en la época moderna.

Descartes buscó establecer un método universal basado en la razón,


convencido de que la experiencia sensible no es confiable, lo que le llevó a
adoptar una postura parcialmente escéptica. Por el contrario, Locke
argumentó que nuestro conocimiento se fundamenta en la experiencia,
siendo esta el sustrato de todas nuestras ideas.

En cuanto a la tipología de las ideas, Descartes clasificó las ideas en


tres tipos: adventicias, derivadas de la experiencia sensible y consideradas
no válidas; facticias, fruto de nuestra imaginación y también no válidas; e
innatas, las únicas impresas en la mente desde el nacimiento y válidas para
construir conocimiento. Locke, en cambio, sostuvo que todas nuestras ideas
provienen de la experiencia, distinguiéndolas entre simples, recibidas
pasivamente por la mente, y complejas, creadas activamente por el
entendimiento.

Sobre el innatismo, Descartes aceptó la existencia de ideas innatas,


utilizándolas para argumentar la existencia de verdades fundamentales
como la de Dios. Locke rechazó esta noción, defendiendo que la mente al
nacer es una "tabula rasa", y que todas las ideas se adquieren a través de la
experiencia.

Respecto a la sustancia, Descartes identificó tres tipos de sustancias


que no necesitan de otra realidad para existir: el Yo, Dios y el Mundo. Locke,
sin embargo, consideró la sustancia como una idea compleja que suponemos
como soporte de nuestras ideas simples, pero cuya existencia no podemos
demostrar empíricamente.

En lo que concierne a la identidad personal, para Descartes el "Yo" se


caracteriza por el pensamiento, siendo esta la primera verdad en el orden del
conocimiento. Locke, por su parte, también vinculó el "Yo" con el
pensamiento, pero lo asoció a la conciencia, que es dinámica y cambia con
la experiencia, en lugar de relacionarlo con el alma, cuya existencia no
consideró demostrable.

Finalmente, en relación con la existencia del mundo, Descartes planteó


que podemos deducir su existencia de manera mecanicista, aunque con
escepticismo hacia las cualidades secundarias como la forma y el color.
Locke aceptó la existencia de un mundo exterior como causa de nuestras
sensaciones, pero advirtió que nuestro conocimiento de este es más bien
probable y que no conocemos el mundo exterior en sí mismo, solo las ideas
sensibles que nos provoca.

Así, mientras Descartes pone la razón en el centro de su filosofía,


fundamentando el conocimiento en ideas innatas y adoptando un enfoque
dualista de la realidad, Locke se centra en la experiencia como origen de
todo conocimiento, rechazando las ideas innatas y enfatizando la
importancia de la conciencia y la experiencia sensible en la construcción del
saber humano.

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