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LA CONQUISTA DE MEXICO

Hernan Cortés llegó a la isla de La Española (Haití/República Dominicana) en 1504, cuando todavía no se sabía si aquellas tierras descubiertas por Colón eran Asia o un nuevo mundo. Tras unos años de vida insular, Cortés partió a la conquista de Cuba bajo el mando
de Diego de Velázquez en 1511 donde, después de una campaña exitosa, sirvió durante siete años al gobernador.
Con las Antillas ya prácticamente controladas, los diferentes gobernadores mandaron expediciones para explorar diversas zonas de la costa. Dos de estas, en 1517 y 1518, fueron encargadas por Diego de Velázquez, entonces gobernador de Cuba, para explorar la
costa mexicana. A pesar de no contar con la total confianza de Velázquez, Cortés consiguió liderar la siguiente expedición, cuyo objetivo era continuar explorando las costas mexicanas del Yucatán.
La huida y el comienzo de la conquista
No obstante, el conquistador extremeño nacido en Medellín tenía otros planes. Quería encontrar nuevas tierras en las que asentarse y dejar de servir en Cuba. De hecho, las relaciones con Diego de Velázquez eran más que tensas. El gobernador no terminaba de
confiar en Cortés y tenía pensado suspender la expedición, pero el extremeño partió precipitadamente de Santiago de Cuba en 1518 para evitarlo. Continuó unos meses en la ciudad de Trinidad para abastecerse y partió desde La Habana en 1519, donde, como ha
señalado Hugh Thomas, Velázquez había mandado una orden de arresto.
Diego de Velázquez | Fuente
La expedición comenzó entablando contacto con los mayas de la isla de Cozumel, un importante puerto y centro religioso indígena. Allí tuvo noticia de algunos españoles que fueron apresados tras un naufragio en 1511 y trató de rescatarlos. Uno de ellos fue
Gonzalo Guerrero, quien se había naturalizado y escalado dentro de la sociedad indígena: llegó a ser un jefe militar y formó una familia con una princesa maya. Rechazó el rescate de Cortés y, años después, luchó contra los españoles durante la conquista del
Yucatán.
Tras bordear la península, las naves de Cortés llegaron a las costas del actual estado de Tabasco, en la desembocadura del río Grijalva. Los nativos de Potonchán recibieron a los exploradores en son de guerra pero perdieron frente a los hombres de Cortés en la
batalla de Centla. El conquistador fundó entonces Santa María de la Victoria sobre Potonchán. Del cacique local consiguió a Malinalli (también llamada «la Malinche» y bautizada como Marina), la india que le sirvió como intérprete y espía en los posteriores meses y
con quien, años después, tuvo un hijo llamado Martín, uno de los primeros mestizos del Nuevo Mundo.
camino tenochtitlan
El camino a Tenochtitlán | Fuente
Tras pasar unas semanas en Santa María de la Victoria, los conquistadores continuaron el camino bordeando la costa mexicana hasta llegar a Cempoala, en el actual estado de Veracruz. Allí un cacique local lo invitó a sus palacios y fue quien contó a Cortés la realidad
política del mundo mexica.
El Imperio Azteca
En los palacios de Cempoala Cortés entendió que el llamado Imperio azteca o mexica no era una unidad perfectamente cohesionada. Realmente estaba dirigido por tres centros de poder: Tenochtitlan, Tlacopan y Tezcoco (utilizo esta denominación para diferenciar
la ciudad del lago Texcoco, en realidad homónimos). No obstante, las dos últimas estaban un escalón por debajo de Tenochtitlan, verdadera capital del imperio, con el tlatoani (rey) Moctezuma II a la cabeza de todos.
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Moctezuma ya había enviado representantes para entablar conversaciones con la expedición de Cortés; esperaba convencer al conquistador de que no avanzara hacia Tenochtitlán. El tlatoani, profundamente religioso, vaciló en todo momento ante la llegada de los
extranjeros. Estaba convencido, según los presagios que contempló, de que las fuerzas de Cortés eran en realidad la vuelta de Quetzalcoatl, el dios tolteca barbudo que venía a reclamar su territorio. Por este motivo no quiso entablar combate de manera inmediata.
territorios aztecas
Territorios controlados por la Triple Alianza antes de la llegada de Cortés | Fuente
Mientras tanto, Cortés supo del descontento que diversos territorios habían desarrollado contra Moctezuma. Su antecesor había expandido formidablemente las posesiones del imperio, mientras que él se dedicó a asentar el poder sobre las nuevas tierras: depuró
las élites locales para introducir a los suyos y mandó al ejército a aplastar rebeliones.Aquellas campañas necesitaron una fuerte financiación y fueron, en gran medida, los nuevos territorios los que cargaron con altos impuestos la política expansionista de
Tenochtitlán.
En Cempoala, Cortés también supo dónde encontrar aliados que todavía resistían independientes al dominio tenochca (de Tenochtitlán). Las puertas de la conquista se abrieron de par en par para Cortés y comenzó a preparar la campaña. Estableció una cabeza de
puente en la isla de San Juan de Ulúa y fundó más al norte la Villa Rica de la Vera Cruz (con cabildo, para dotar de legitimidad la conquista). El siguiente paso era aliarse con los tlaxcaltecas, enemigos jurados de Tenochtitlán y situados a poca distancia del lago
Texcoco.
El camino a Tenochtitlán
El 8 de agosto de 1519, los hombres de Cortés emprendieron el camino hacia la capital tenochca. Iban acompañados por totonacas de la costa, algo que hizo desconfiar a los tlaxcaltecas: un ejército armado que marchaba desde territorio mexica y acompañado por
sus súbditos no era de fiar. En Tlaxcala se prepararon para la guerra mientras las fuerzas de Cortés avanzaban en estado de máxima alerta. A partir del 31 de ese mismo mes, los españoles y los tlaxcaltecas lucharon durante varios días en diversas escaramuzas hasta
que los nativos fueron derrotados en una gran batalla.
Tras la victoria, la expedición de Cortés continuó hasta Tlaxcala, donde esta vez fue recibida en son de paz. El conquistador consiguió forjar una duradera alianza con los tlaxcaltecas, con muchos beneficios en forma de guerreros y conocimiento del terreno. A pesar
de haber empezado como enemigos, Cortés convenció a los nativos de unirse a su causa, lo que revela una de las principales cualidades del extremeño.
Hernan Cortes
Hernán Cortés | Fuente
Cortés era un encantador de serpientes que, en primer lugar, consiguió que Velázquez lo pusiera al mando de la expedición aun sin contar con su entera confianza. Fue capaz de convertir a enemigos en aliados y, otra de sus mayores virtudes, luchó codo con codo
con sus hombres. Gracias a su dominio de la palabra y su constante demostración de lealtad sobre el campo de batalla logró convencer a buena parte de su expedición, que contaba con hombres leales a Velázquez. Estos llegaron a ver a Cortés como un hermano de
sangre y lo siguieron en su aventura de conquista (y los leales al gobernador de Cuba fueron duramente castigados).
Los españoles, ahora con más aliados nativos, continuaron el camino a Tenochtitlán mientras que Moctezuma mandaba representantes ofreciendo oro. Pero Cortés quería llegar a la capital para reunirse cara a cara con el tlatoani. Tras un camino que se saldó con el
saqueo y matanza de Cholula (ciudad tributaria de Tenochtitlán), en lo que fue uno de los episodios más negros de la conquista, los españoles llegaron a la capital el 18 de noviembre y Moctezuma, aunque muy contrariado y dubitativo, accedió a recibirlos.
La matanza del Templo Mayor y la noche triste
Durante varios meses estuvieron los españoles en la capital azteca donde en un principio fueron bien tratados. No obstante, el ambiente se fue enrareciendo poco a poco, pues había una buena parte de la ciudad que, desde el principio, no quería a los
conquistadores allí. En ese tenso ambiente recibió Cortés la noticia de que, el 19 de abril de 1520, una expedición capitaneada por Pánfilo de Narváez había desembarcado en la costa para arrestarle; para Diego de Velázquez la aventura del extremeño ya había ido
demasiado lejos.
entrada cortes
La entrada de Cortés en Tenochtitlán | Fuente
Cortés partió de camino a la Villa Rica de la Vera Cruz con buena parte de sus hombres y venció a Pánfilo de Narváez en un ataque sorpresa. Con más efectivos, pues algunos se cambiaron de bando, Hernán Cortés tomó de nuevo el camino a Tenochtitlán, parece ser
que alertado de que la situación allí era dramática. En la capital, en torno al 20 de mayo, los españoles cometieron la matanza del Templo Mayor. Buena parte de la élite azteca realizaba una ceremonia religiosa y fueron masacrados por los conquistadores.
No está claro cómo ocurrió ni si la orden fue de Pedro de Alvarado (a cargo de los españoles que quedaron en la capital mexica), pues, como señala Miguel Ángel Cerón, algunas fuentes dicen que Cortés todavía no había vuelto y otras que sí. Tampoco está claro si
era simplemente una ceremonia religiosa o un plan mexica para atacar a los españoles, pues la situación era ya casi de guerra fría. Lo que sí sabemos es que, tras lo sucedido, los tenochcas se levantaron en armas contra los hombres de Cortés, quienes se
atrincheraron en el templo de Axayácatl con Moctezuma preso. Allí mandaron a este salir a calmar a su pueblo, pero le llovieron pedradas de la multitud. Moctezuma acabó muerto, pero tampoco sabemos exactamente cómo ocurrió: si a manos de su pueblo o de
los españoles, no obstante, a los conquistadores Moctezuma les servía más vivo, pues sus opositores estaban a favor de una guerra abierta contra los españoles.
noche triste
La noche triste | Fuente
Acorralados en una ciudad hostil, Cortés dio la orden de evacuarla la noche del 30 de junio tras semanas de luchas sin cuartel. El plan era salir al amparo de la oscuridad sin ser vistos, pero parece ser que una mujer los vio y dio la voz de alarma. Los invasores fueron
atacados por los costados mientras trataban de huir por una de las calzadas de Tenochtitlán, que consiguieron abandonar. No obstante, durante la noche triste quedaron atrás muchos españoles y aliados tlaxcaltecas muertos y capturados.
La batalla de Otumba
Cansados, heridos y en territorio enemigo, Cortés y sus hombres tenían por delante un duro camino de vuelta a Tlaxcala, donde estarían a salvo. Durante la marcha pudieron descansar y aprovisionarse en un par de ocasiones, pero incluso antes de abandonar el lago
Texcoco ya sufrieron ataques de diferentes pueblos leales a Tenochtitlán.
Ruta huida Cortés
La ruta seguida por la expedición de Cortés tras la huida de Tenochtitlán | Fuente
El ejército azteca persiguió y acosó al de Cortés de manera constante hasta que finalmente ambos se enfrentaron en la llanura de Otumba. Superados en número y en peores condiciones físicas, los españoles y tlaxcaltecas hicieron frente a la carga de los aztecas. No
tenemos un relato claro de lo sucedido como para relatar hora por hora qué ocurrió. No obstante, las fuentes coinciden en que Cortés vio al general del ejército que los estaba superando, lo derribó (y él, u otro soldado, lo mató de una lanzada), le arrebató el
estandarte con que daba órdenes y lo mostró a los aztecas, que se descompusieron como el cuerpo de una serpiente sin su cabeza.
batalla otumba
Momento en el que Cortés mata al jefe azteca. Lienzo de Tlaxcala | Fuente
Pese a la victoria, el camino de las tropas hacia Tlaxcala continuó entre el acoso de los súbditos de Tenochtitlán. Fueron días muy duros, pero consiguieron llegar a territorio aliado y entraron en la capital entre el 12 y el 13 de julio. Tras dos semanas de durísimo
camino luchando por la supervivencia, Cortés tuvo tiempo para reorganizar su campaña.
La toma de Tenochtitlán
Mientras los hombres descansaban, Cortés mandó cuatro de sus barcos (sí, esos mismos que nunca quemó aunque sí inutilizó, no obstante podían repararse) a La Española para conseguir refuerzos y planeó el asedio de la capital mexica. Aseguró las alianzas con
tlaxcaltecas y otros pueblos descontentos con Tenochtitlán para tener una fuerte retaguardia. En el camino al asedio, las fuerzas de Cortés fueron venciendo metódicamente a los diferentes vasallos aztecas.
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Copia del lienzo de Tlaxcala del asedio de Tenochtitlán | Fuente
Para cuando las tropas se disponían a asediar Tenochtitlán, Cortés los había aislado por completo, sometiendo previamente las grandes ciudades del lago, entre ellas Tezcoco y Tlacopan. La Triple Alianza se asomaba a un inminente jaque-mate, pero la jugada final
era la más complicada de todas. Cortés contaba con unos 86 caballeros, 700 infantes, 118 escopeteros y ballesteros y 18 cañones (sólo tres de gran calibre), además de un número indeterminado, pero nada desdeñable, de aliados indígenas.
Pero la pieza clave del asedio fueron los bergantines (o galeras pequeñas), un total de 13 embarcaciones construidas para el asedio. Su trabajo era proteger el avance de la infantería por las calzadas. Gracias al apoyo de los bergantines, que destrozaron la flotilla de
canoas mexica, el avance por las calzadas fue viable. No obstante, el asedio llegó a un punto en el que no fueron suficiente.
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Representación del asedio de Tenochtitlán | Fuente
Tenochtitlán era una ciudad sobre el lago articulada en torno a canales y pequeños islotes conectados por puentes. Cortés acabó por dar la orden de derribar los edificios para nivelar el terreno con los escombros. Aunque quería conservar la impresionante ciudad
intacta, no vio otra forma de que sus tropas avanzaran de forma segura. El 12 de agosto de 1521, el asedio terminó cuando las fuerzas de Cortés masacraron y aprisionaron a unos 40.000 habitantes que se negaban a rendirse (entre ellos mujeres y niños).
Cuauhtémoc, el nuevo líder mexica, trató de huir pero fue apresado.
Una nueva era para México
El Imperio Azteca había caído con la disolución de la Triple Alianza y el cambio de bando de muchos de sus vasallos al lado de Cortés. La primera fase de la conquista de México estaba completada. Comenzaba ahora un largo proceso para la creación del virreinato de
Nueva España, cuyo control tardó más de una centuria en completarse y algunas zonas más tiempo en asimilarse.
Cortés finalmente consiguió del Consejo de Castilla el título de adelantado, repartidor de indios, capitán general y gobernador de la Nueva España en 1522. Entendieron que Diego de Velázquez tan solo puso una parte del dinero para la expedición, que debía ser
retribuido por Cortés.
Los mexicas ahora tenían un nuevo señor, con una cultura y una concepción de la vida y el tiempo diferentes, con otra religión y con un rey al otro lado de un océano cuyas dimensiones no alcanzaban a imaginar. Aunque los españoles aprovecharon estructuras
políticas y sociales preexistentes, el choque cultural superada la conquista existió, y es todavía motivo de acalorados debates a ambos lados del Atlántico.
No se puede dejar de lado la dureza y en ocasiones crueldad de los conquistadores, como tampoco la del Imperio azteca a la hora de crear y asentar su poder. Del mismo modo, sería ingenuo ignorar que los aliados indígenas de Cortés no cometieron actos de
venganza contra sus antiguos señores, como también, al igual que los tenochcas, realizaban sacrificios humanos. Aunque la conquista estuvo envuelta de violencia, el futuro de los conquistados también pasó por leyes de protección del indio (que generó problemas
entre la Corona y sus adelantados), así como por políticas de mestizaje. Un panorama que gestó una sociedad criolla y mestiza, hija de ambos lados del océano, que tendría, siglos después, las riendas del destino de México.

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