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ELOY ALFARO
INTEGRANTES
MOREIRA COBEÑA ADELINDA ISABEL
ZAMBRANO ZAMBRANO ERIKA DANIELA
DOCENTE
LÍDER LANCHE
ASIGNATURA
INVESTIGACIÓN EDUCATIVA HISTORIAS DE VIDA
TEMA
INFORME SOBRE HISTORIAS DE VIDA, BIOGRAFÍA Y AUTOBIOGRAFÍA
NIVEL
2 DO A
2022-2
EXTENSIÓN EL CARMEN- MANABÍ
Introducción
Las historias de vida forman parte del campo de la investigación cualitativa, cuyo paradigma
fenomenológico sostiene que la realidad es construida socialmente mediante definiciones
individuales o colectivas de una determinada situación (Taylor y Bogdan, 1984); es decir, se
interesa por el entendimiento del fenómeno social, desde la visión del actor. De ahí que los
datos obtenidos al utilizar la metodología cualitativa constan de ricas descripciones verbales
sobre los asuntos estudiados (Kavale, 1996). Además, toma en consideración el significado
afectivo que tienen las cosas, situaciones, experiencias y relaciones que afectan a las personas.
En tal sentido, los estudios cualitativos siguen unas pautas de investigación flexibles y
holísticas sobre las personas, escenarios o grupos, objeto de estudio, quienes, más que verse
reducidos a variables, son estudiados como un todo, cuya riqueza y complejidad constituyen la
esencia de lo que se investiga (Berríos, 2000).
Esto nos permite inferir que una historia de vida es un relato con los sucesos que una persona
vivió a lo largo de su existencia. Por supuesto, dicho relato nunca será exhaustivo ya que
resulta imposible reseñar cada acontecimiento que ocurrió en la vida de un sujeto desde el
nacimiento hasta el presente o su muerte.
Además, las residencias o centros de día, como MIT Centro de Día en Madrid, utilizan los tipos
de historias de vida como práctica para la personalización de la atención, en la que cada
persona, como caso único, participa y se sienta parte de esa atención, esta técnica de relato
autobiográfico es una herramienta vital que aporta información sobre la persona, además de
mejorar las relaciones sociales.
Podemos vincular la historia de vida a la biografía, que es la narración escrita que resume los
principales hechos en la vida de una persona o el género literario en el que se enmarcan dichas
narraciones, de la biografía se diferencia por la identidad entre el narrador y el protagonista
del relato, que no se da en la primera.
De las memorias se distingue por poner el acento en la vida íntima del narrador, en el
desarrollo de su personalidad. Las memorias se caracterizan por centrarse, más bien, en los
hechos externos de la vida.
En este sentido tendríamos que matizar la diferencia existente entre lo que es biografía y
autobiografía. La primera es aquella que redacta una persona, normalmente periodista o
escritora, exponiendo los acontecimientos más importantes de la vida de otra: nacimiento,
fracasos, éxitos, matrimonios, hijos, accidentes, tragedias familiares.
El autor de una autobiografía describe de manera literaria su vida privada y los cambios que
han ocurrido en su personalidad y manera de ser. Se puede elaborar en el momento que se
desee, en ocasiones a petición de alguien. Su escritura es, por lo regular, en prosa y en ella se
deben cuidar todos los detalles, pues el interés del texto es literario por encima de otras
consideraciones.
Lo que caracteriza a la autobiografía es la identidad entre el autor, esto es, la persona que
escribe el libro; el narrador la persona que dice «yo» en el texto y relata la historia y el
protagonista de esa narración, cuya vida, estados de ánimo, emociones, evolución personal,
etc. Constituyen el asunto del relato. Generalmente, la identificación entre el narrador y el
personaje del relato se realiza mediante el uso del pronombre personal «yo», que identifica al
sujeto de la enunciación (el narrador) con el sujeto del enunciado (personaje).
En el mundo antiguo es un género poco practicado. Escribió una obra de sesgo autobiográfico
el emperador romano Marco Aurelio (Meditaciones). Con el Cristianismo, en parte gracias a su
inclinación espiritual e introspectiva, nació el género de la autobiografía religiosa, cuyo primer
caso fue el de san Agustín (Confesiones). También es importante el elemento religioso en la
profana Historia calamitatum de Pedro Abelardo; en cuanto a las mujeres medievales, los
testimonios conservados no suelen pasar de los veinte folios y son escasos: Leonor de Córdoba
y Helena Kottanner. Este género adquirió gran auge durante el Renacimiento, dado el
antropocentrismo de la época. En España destacan las autobiografías santas Teresa de Jesús
(Libro de la Vida) y san Ignacio de Loyola, y el subgénero autobiografías de soldados españoles,
con figuras como Bernal Díaz del Castillo y los posteriores Alonso de Contreras y Diego Duque
de Estrada.
Todas las personas tienen una historia de vida. Sin embargo, lo habitual es que estas historias
se hagan públicas o se conviertan en biografías sólo en los casos en que el protagonista goza
de popularidad o reconocimiento ya que entonces su vida se convierte en interesante para el
resto de la sociedad.
Desarrollo
Por eso, la historia de vida, en la práctica no solo recoge hechos cronológicos y objetivos, sino
la visión, ideas e interpretaciones de la persona.
Esto es muy positivo, ya que les requiere acceder a su memoria emocional. Además, ayuda a
configurar en su mente, los acontecimientos que han sido representativos e importantes en su
vida.
Para confeccionar la historia de vida o los diferentes tipos de historias, es necesario que
participe una segunda persona, normalmente un terapeuta, que será quien recoja a través de
una entrevista la biografía de la persona y le ayude a estructurarla y escribirla.
Para la confección de esta historia de vida, es necesaria la colaboración de otra persona, que
puede ser el propio terapeuta o un familiar.
La estructura de una historia de vida es variable, ya que esta se enfocará en función de los
objetivos que el terapeuta esté buscando. El terapeuta para desarrollar los distintos tipos de
historias de vida de una persona basará sus técnicas en una investigación cualitativa. Por
ejemplo, existe una estructura específica para los tipos de historia de vida enfocada desde el
punto de vista gerontológico.
Infancia: fecha y lugar de nacimiento, nombre de los padres, amistades, escuela, amigos,
familiares.
La biografía sirve como un testimonio de una vida grande (o común) que cruza la barrera del
tiempo y nos permite comprender, a través de historias personales, el modo de pensar, ver y
entender una época.
Características de las biografías.
-El narrador puede ser omnisciente es decir que conoce toda la información.
-Está ubicada en un tiempo preciso, en los años durante los cuales transcurre la vida del
personaje.
-Se pueden explicar los sucesos históricos importantes que influyen en la vida del personaje,
por ejemplo una guerra.
-La descripción del personaje principal es necesaria, tanto física como moral pues de esta
forma conoceremos más al personaje.
-Investigar a fondo sobre la vida de la persona elegida, puedes utilizar diarios personales,
cartas, periódicos (aunque no sea una persona pública los sucesos de los periódicos ayudan a
enmarcar el contexto histórico), entrevistas con quien conoció a la persona, datos de sus
familiares, etc. Debes saber el lugar y fecha de nacimiento de la personaje sobre la que
escribirás la biografía, la época en que se desarrolla su vida, el contexto histórico, sus
características físicas básicas, sus características morales básicas. Investiga cómo fue su niñez,
qué hizo en su juventud, cómo fue su etapa de adulto y vejez.
-Redacta el primer borrador, en esta parte de la realización de la biografía redacta todo lo que
investigaste, no te preocupes mucho por la gramática, después harás una corrección para
quitar los errores y las frases que no se entienden. Si se te complica escribir puedes usar la
técnica de grabarte primero, como si le estuvieras contando la biografía a un amigo, y después
transcribes lo que grabaste.
Justifica la elección de tu personaje explicando las razones por las quieres escribir sobre él o
ella y lo que te interesa de su vida.
La confección de una historia de vida, por parte de la persona mayor, se realiza a través de una
entrevista personal, que tiene por objeto potenciar la memoria, ya que la persona mayor verá
obligada a evocar todos los recuerdos de su propia existencia. Además, este método de
investigación le ayudará a reforzar su identidad como persona, algo que puede resultar
especialmente útil en personas con algún grado de demencia o Alzheimer.
Jorge creció entre mujeres porque su madre enviudó al poco tiempo de casada. Su madre y
tías querían que fuera ingeniero, él entró a la facultad de Ingeniería de la UNAM, pero
abandonó la carrera dos años antes de graduarse. Entró a Filosofía y letras, estudió con
Rodolfo Usigli y en 1962 ganó el Premio Casa de las Américas con la obra EL ATENTADO.
Después escribió su primera novela LOS RELAMPAGOS DE AGOSTO. Entre sus obras están: La
ley de Herodes, Maten al León, Estas ruinas que ves, Las muertas, Dos crímenes, Los pasos de
López, Instrucciones para vivir en México y Autopsias rápidas.
El escritor mexicano se fue a vivir a París junto con su esposa y ahí pasó los últimos años de su
vida.
Características de la autobiografía.
-No siempre está regido por un orden cronológico de vida. Es decir, desde el nacimiento hasta
el momento actual. Se puede empezar por eventos significativos que el narrador quiera
resaltar al empezar su autobiografía y que no necesariamente sucedieron al comienzo de su
vida.
Estructura de la autobiografía.
-Ambientación para acercarse al tema. Ten en cuenta aspectos que puedan despertar el
interés de tus posibles lectores.
-Selección de hechos o acontecimientos importantes de tu vida que quieras comentar.
-Aspiraciones y proyectos.
-Decide los momentos de tu vida que quieres comentar: personal, familiar, académico, metas y
pasatiempos.
- Organiza tus pensamientos antes de empezar a escribir y selecciona el hecho de tu vida con el
cual quieres empezar.
- Complementa tu plan con aspectos específicos de tu vida en los que quieras enfatizar.
-Escribe la primera versión de tu texto teniendo en cuenta el plan elaborado en los puntos
anteriores.
-Lee tu autobiografía en voz alta con el objetivo de revisar y editarla. Para este punto, recuerda
que puedes consultar a alguno de los tutores de CELEE.
Mi madre me pidió que la acompañara a vender la casa. Había llegado a Barranquilla esa
mañana desde el pueblo distante donde vivía la familia y no tenía la menor idea de cómo
encontrarme. Preguntando por aquí y por allá entre los conocidos, le indicaron que me
buscara en la librería Mundo o en los cafés vecinos, donde iba dos veces al día a conversar con
mis amigos escritores. El que se lo dijo le advirtió: «Vaya con cuidado porque son locos de
remate». Llego a las doce en punto. Se abrió paso con su andar ligero por entre las mesas de
libros en exhibición, se me plantó enfrente, mirándome a los ojos con la sonrisa pícara de sus
días mejores, y antes que yo pudiera reaccionar, me dijo:
—Soy tu madre.
Algo había cambiado en ella que me impidió reconocerla a primera vista. Tenía cuarenta y
cinco años. Sumando sus once partos, había pasado casi diez años encinta y por lo menos otros
tantos amamantando a sus hijos. Había encanecido por completo antes de tiempo, los ojos se
le veían más grandes y atónitos detrás de sus primeros lentes bifocales, y guardaba un luto
cerrado y serio por la muerte de su madre, pero conservaba todavía la belleza romana de su
retrato de bodas, ahora dignificada por un aura otoñal. Antes de nada, aun antes de
abrazarme, me dijo con su estilo ceremonial de costumbre:
No tuvo que decirme cuál, ni dónde, porque para nosotros sólo existía una en el mundo: la
vieja casa de los abuelos en Aracataca, donde tuve la buena suerte de nacer y donde no volví a
vivir después de los ocho años. Acababa de abandonar la facultad de derecho al cabo de seis
semestres, dedicados más que nada a leer lo que me cayera en las manos y recitar de memoria
la poesía irrepetible del Siglo de Oro español. Había leído ya, traducidos y en ediciones
prestadas, todos los libros que me habrían bastado para aprender la técnica de novelar, y
había publicado seis cuentos en suplementos de periódicos, que merecieron el entusiasmo de
mis amigos y la atención de algunos críticos. Iba a cumplir veintitrés años el mes siguiente, era
ya infractor del servicio militar y veterano de dos blenorragias, y me fumaba cada día, sin
premoniciones, sesenta cigarrillos de tabaco bárbaro. Alternaba mis ocios entre Barranquilla y
Cartagena de Indias, en la costa caribe de Colombia, sobreviviendo a cuerpo de rey con lo que
me pagaban por mis notas diarias en El Heraldo, que era casi menos que nada, y dormía lo
mejor acompañado posible donde me sorprendiera la noche. Como si no fuera bastante la
incertidumbre sobre mis pretensiones y el caos de mi vida, un grupo de amigos inseparables
nos disponíamos a publicar una revista temeraria y sin recursos que Alfonso Fuenmayor
planeaba desde hacía tres años. ¿Qué más podía desear?
Más por escasez que por gusto me anticipé a la moda en veinte años: bigote silvestre, cabellos
alborotados, pantalones de vaquero, camisas de flores equívocas y sandalias de peregrino. En
la oscuridad de un cine, y sin saber que yo estaba cerca, una amiga de entonces le dijo a
alguien: «El pobre Gabito es un caso perdido». De modo que cuando mi madre me pidió que
fuera con ella a vender la casa no tuve ningún estorbo para decirle que sí. Ella me planteó que
no tenía dinero bastante y por orgullo le dije que pagaba mis gastos.
En el periódico en que trabajaba no era posible resolverlo. Me pagaban tres pesos por nota
diaria y cuatro por un editorial cuando faltaba alguno de los editorialistas de planta, pero
apenas me alcanzaban. Traté de hacer un préstamo, pero el gerente me recordó que mi deuda
original ascendía a más de cincuenta pesos. Esa tarde cometí un abuso del cual ninguno de mis
amigos habría sido capaz. A la salida del café Colombia, junto a la librería, me emparejé con
don Ramón Vinyes, el viejo maestro y librero catalán, y le pedí prestados diez pesos. Sólo tenía
seis.
Ni mi madre ni yo, por supuesto, hubiéramos podido imaginar siquiera que aquel cándido
paseo de sólo dos días iba a ser tan determinante para mí, que la más larga y diligente de las
vidas no me alcanzaría para acabar de contarlo. Ahora, con más de setenta y cinco años bien
medidos, sé que fue la decisión más importante de cuantas tuve que tomar en mi carrera de
escritor. Es decir: en toda mi vida.
Criterio personal
En mi aspecto la historia de vida nos brindan sabiduría para estimular los aspectos positivos
que llevan a una persona a tener éxito y a corregir aquellos que realmente no aportan a
nuestro bienestar, por algún motivo nos marcó la vida. En una historia de vida es como un
viaje, lo importante no es el final, si no el proceso, el camino que se sigue para rescatar y
elaborar esas experiencias presentes o del pasado.
Referencias
Delgado, P. (s.f.). CELEE. Obtenido de CELEE: https://celee.uao.edu.co/la-autobiografia-narrar-
la-vida-se-trata/