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LA ETICA JURIDICA

UNIDAD V
LA ÉTICA EN LOS ÁMBITOS DE
APLICACIÓN DEL DERECHO.

MTRA. ANTINIA MINERVA MUÑOZ RODRIGUEZ


MATERIA: LA ETICA JURIDICA
CARRERA: ABOGADO PUERTO VALLARTA, JALISCO
ALUMNA: SANDRA MARLEN CUETO RUIZ CODIGO: 215597127

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INDICE
5.1 LA ÉTICA EN EL ÁMBITO LEGISLATIVO...............................................................3
5.2 LA ÉTICA EN LA PRÁCTICA JUDICIAL..................................................................5
5.3 NORMAS ÉTICAS QUE REGULAN LA ACTUACIÓN DEL LITIGANTE.................6
5.4 LA ÉTICA EN LA CONSULTORÍA JURÍDICA........................................................10
5.5 ÉTICA EN LA FUNCIÓN NOTARIAL......................................................................14
I. ACTUAR CON JUSTICIA....................................................................................15
ACTUAR CON HONESTIDAD...................................................................................15
III. ACTUAR CON VERACIDAD............................................................................16
ACTUAR CON IMPARCIALIDAD..............................................................................16
ACTUAR CON INDEPENDENCIA.............................................................................16
ACTUAR CON DIGNIDAD.........................................................................................16
ACTUAR PERSONALMENTE Y CON ATINGENCIA................................................17
ACTUAR CON CALIDAD PROFESIONAL................................................................17
ACTUAR CON DISCRECIÓN, RESERVA Y SECRETO...........................................17
BIBLIOGRAFIAS:..........................................................................................................18

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5.1 LA ÉTICA EN EL ÁMBITO LEGISLATIVO.

La ética parlamentaria es definida por Ramírez Altamirano en Gómez 2012, como "el
conjunto de normas de conducta elaboradas para el ejercicio de la función
parlamentaria, es decir, el conjunto de reglas éticas que rigen la actividad de los
diputados o representantes a las asambleas, congresos o parlamentos".

Como advierte Rodríguez Arana, las normas escritas permiten conocer con mayor
objetividad los criterios de actuación de los funcionarios; proporcionan un importante
mecanismo para la resolución de controversias; impiden o dificultan la corrupción en
cualquiera de sus diferentes modalidades; pueden servir al funcionario para rechazar
formalmente determinadas propuestas; permite exigir responsabilidades a los
servidores públicos por sus actos; y hacen que aumente la confianza de los ciudadanos
hacia aquellos que realizan estas medidas.

Actualmente en México, existe una gran desconfianza en las instituciones, así como en
los servidores y funcionarios políticos en general. Incluso encuestas recientes muestran
la percepción que la ciudadanía tiene de los actores políticos y estos muestran una
gran desconfianza hacia los diputados. Instituciones como Latinobarometro,
Governance Matter, Transparencia Internacional muestran los bajos índices de
aceptación de los legisladores entre los ciudadanos, un ejemplo de ello es el dato de
Instituto Mexicano para la Competitividad, la cual señala que 7 de cada 10 electores no
se siente representado por sus legisladores y más del 80% considera al Congreso
como una institución corrupta.

La ética orientada al legislador tiene como eje dotarle de cualidades a fin de formarlo
en el espíritu de lo público para comprender así la misión encomendada: servir a la
sociedad a la que se representa mirando siempre por el beneficio del Estado. De esta
manera todas las tareas y actividades que realizan los legisladores han de estar
orientadas a la satisfacción de la pluralidad de intereses de los miembros de la
comunidad política.

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La potencializarían de valores en los servidores del Poder Legislativo es un poderoso
mecanismo de control de las arbitrariedades y vicios practicados en el uso del poder
público. De igual manera, cuando estos valores son interiorizados por los
representantes públicos y se logra actuar con responsabilidad, se convierten entonces
en un factor esencial para la recuperación y el mantenimiento de la confianza en las
instituciones, a la vez que instrumento clave para elevar la calidad en las decisiones
políticas gracias a la conducta honesta, eficiente e integra de los de liberadores
públicos. La excelencia de los asuntos en el ámbito legislativo sólo se alcanzará y
mantendrá si se cuenta con legisladores con sólidos criterios de conducta ética.

Una relectura de la teoría política sobre el origen y razón de ser de la política conduce
al uso de la disciplina ética como instrumento esencial al realizar una doble función: por
un lado, sirve de freno a comportamientos negativos o desviados que son nocivos en el
servicio público, y por otro, refuerza los valores y comportamientos positivos
contribuyendo así a la calidad moral de las personas y de las instituciones. El fomento
de los valores éticos en los legisladores permite concienciar en responsabilidad y
compromiso generando así una mayor excelencia en la calidad y gestión de los
intereses colectivos. De ahí que el comportamiento íntegro de los representantes
públicos sea una condición sine qua non para que exista una eficiente legislatura que a
su vez marque las guías adecuadas por las que debe avanzar el país.

El Poder Legislativo será legítimo y digno si defiende y aplica una verdadera ética
pública en sus integrantes en virtud de que ésta conlleva responsabilidad, espíritu de
servicio, así como atención, equidad y justicia para el ciudadano. Para ello se requiere
contar con individuos, además de capaces, buenos. Es aquí donde hace su aparición la
ética al formar y mejorar a las personas. Sin embargo, esto, por sencillo que parezca,
es difícil de alcanzar, como lo demuestran las numerosas conductas indebidas que se
practican a diario. La pérdida de la confianza en los legisladores y en las instituciones
en las que operan es asunto grave porque sin ella sociedad y gobierno se dividen
generando una fractura en el Estado. La confianza se ve cuestionada, entre otras
causas, por los malos resultados en las decisiones y por los constantes casos de
antivalores encontrados en la conducta de políticos tales como: abuso de autoridad,

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tráfico de influencias, mentira, prevaricación, transfuguismo, desenfreno o uso indebido
del patrimonio público. Estas situaciones se repiten con frecuencia, más aún, tienden a
incrementarse.

Los antivalores en general y la corrupción en particular, generan ineficiencia en el


funcionamiento del Poder Legislativo. Pese a existir diversos mecanismos que intentan
combatir las prácticas corruptas en diputados y senadores tales como contralorías,
leyes y reglamentos, códigos normativos, controles burocráticos (informes), auditorias,
sanciones, etcétera, se trata normalmente de meros instrumentos de control externo al
individuo que dejan de lado lo esencial, es decir, todo lo que se refiere al desarrollo
interno de la persona, a la práctica de valores, al autocontrol. La ética no pretende ser
la panacea a los problemas que enfrentan los legisladores, sino un instrumento más en
la “caja de herramientas” para auxiliar en la búsqueda de soluciones. Cualquier
iniciativa orientada a la resolución de los asuntos públicos podrá tener mayor impacto si
se acompaña de sabiduría, prudencia o justicia, valores que la ética enseña.

5.2 LA ÉTICA EN LA PRÁCTICA JUDICIAL.

Mediante la ética del Juzgador, se busca llegar a una identidad entre las normas
morales y las normas jurídicas, de tal forma que el legislador vuelve normas jurídicas a
las morales, formando un Código de Ética, cuyas características idóneas son
alcanzadas a través del cultivo de las virtudes Judiciales. Para ello las características
idóneas del Servidor Público del Poder Judicial en forma general incluyen la Aptitud o
capacidad técnica, la Honestidad entendida como la verticalidad Moral del individuo, la
Diligencia entendida como la capacidad de trabajo, la Justicia como condición previa a
la verticalidad Moral, y específicamente la ética especial de la judicatura, envuelve
cuestiones como la Idea de Pertenencia, el Orgullo de formar Parte, así como la
Vocación (Mística) para tal desempeño.

La ética es una disciplina filosófica eminentemente práctica que no puede ser relegada
a las buenas intenciones de normas abstractas; las virtudes no pueden concebirse si
no se realizan en la vida de relación. El objetivo primario de la Ética Judicial consiste en
que el servicio de administración de Justicia sea cumplido por los Juzgadores,

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cualquiera que sea su rango, salvaguardando la dignidad de las personas,
especialmente de los sectores vulnerables. La Ética judicial persigue la excelencia
judicial, para lo cual habrá de tomarse en cuenta entre diversas cuestiones que
implican poner la Justicia en manos de Jueces de clara idoneidad técnica profesional e
integridad ética, ya que de ello depende en última instancia, la buena calidad de la
Justicia. Si bien la de mérito se traduce en un comportamiento humano que se
caracteriza en ser unilateral, inherente a la conciencia del sujeto y solo imperativo para
él, resulta vital para la sana convivencia dentro de una colectividad, y particularmente
en la función judicial por la trascendencia social que adquiere, pues en este quehacer
debe imperar en el Juzgador un sentido ético que equilibre el poder que el Estado
deposita en su persona, para que al conocer de los procedimientos emita sus
resoluciones conforme a la técnica jurídica y los principios éticos, procurando la Justicia
desde el Derecho.

La ética del Juzgador, se encuentra sustentada en fundamentos legales sobre el


quehacer jurisdiccional el que tiene que llevarse a cabo con política, como un elemento
de la búsqueda del bien común, social o colectivo; así como alertar y procurar el apego
de los servidores judiciales a los principios y virtudes éticas que deben regir su
conducta. En el caso concreto del Estado de Guanajuato, si bien no existe un
“CODIGO DE ETICA JUDICIAL” como tal, esta se encuentra prevista en equivalencia
tanto en la Constitución Política del Estado, como en la Ley Orgánica del Poder Judicial
del Estado, al precisarse en ellas tanto las Obligaciones a cargo de los funcionarios
Judiciales así como la Responsabilidad de estos ante su incumplimiento, ambas para el
establecimiento de una eventual responsabilidad ética de los funcionarios Judiciales
con sanciones específicas previstas en la Ley.

5.3 NORMAS ÉTICAS QUE REGULAN LA ACTUACIÓN DEL LITIGANTE.

En su carácter de auxiliar principal de la administración de justicia, el abogado debe


ser desinteresado y probo, llevar hasta muy lejos el respeto de sí mismo, y guardar
celosamente su independencia hacia los clientes, hacia los poderes públicos, y
especialmente, hacia los magistrados. Debe actuar con irreprochable dignidad, no sólo

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en el ejercicio de su profesión, sino también en su vida privada: llamado a apreciar, a
veces a juzgar los actos de otros, ejerce un ministerio que no puede desempeñar con
autoridad sino a condición de ser él mismo respetable. En suma, su conducta
profesional o privada, no debe jamás infringir las normas del honor de la delicadeza
que caracterizan la del hombre de bien.

 PROBIDAD. La probidad que se exige al abogado no importa tan sólo


corrección desde el punto de vista pecuniario: requiere además lealtad personal,
veracidad, buena fe. Así, por ejemplo, no debe aconsejar ningún acto
fraudulento, formular afirmaciones o negaciones inexactas, efectuar en sus
escritos citaciones tendenciosamente incompletas, aproximativas o contrarias a
la verdad, retener indebidamente documentos ni demorar la devolución de
expedientes.
 DESINTERES: El desinterés que debe caracterizar al abogado no consiste en el
desprecio del provecho pecuniario, sino en el cuidado de que la perspectiva de
tal provecho no sea nunca la causa determinante de ninguno de sus actos.
 DIGNIDAD EN LA VIDA PRIVADA: En su vida privada el abogado debe eludir
cuanto pueda afectar su independencia económica, comprometer su decoro o
disminuir, aunque sea en mínima medida, la consideración pública que debe
siempre merecer. Debe evitar que se le protesten documentos, se le haga objeto
de persecuciones judiciales o procedimientos precautorios, pues la repetición de
tales medidas revelaría un desorden incompatible con el ejercicio profesional.
Debe abstenerse de evacuar consultas o conferencias con sus clientes en
lugares públicos, poco adecuados a tal objeto. Por su situación especial de
técnico del derecho no debe usar ciertas defensas como la excepción de juego.
En suma, debe tratar de conducirse con el máximo de rigor moral, para
asegurarse así la mayor estimación pública.
 RESPETO DE LA LEY: Es deber primordial de los abogados respetar y hacer
respetar la ley y las autoridades públicas. Deben cumplir estrictamente las
disposiciones fiscales que gravan la profesión, pagando en su oportunidad, los
impuestos o derechos que correspondan.

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 NOMBRAMIENTOS DE OFICIO, DEFENSA DE POBRES, SUPLENCIA DE
LOS MAGISTRADOS: Son deberes ineludibles de los abogados la aceptación
de los nombramientos de oficio y defensa de pobres, así como la suplencia de
magistrados y juris de enjuiciamiento. Estas obligaciones son de tal modo de la
esencia de la profesión, que debe computarse su incumplimiento como falta
grave cuando no mediaron causas verdaderas y suficientes de excusa.
 ESTILO: En sus expresiones verbales o escritas el abogado debe usar de la
moderación y energía adecuadas, tratando de decir todo lo necesario y nada
más que lo necesario al patrocinio. En la crítica del fallo o de los actos de un
magistrado, debe cuidarse de proceder con el máximo de respeto a la persona
del mismo, absteniéndose de toda expresión violenta o sarcástica. En cuanto al
colega adversario, toda personalización constituye falta contra la solidaridad
profesional y es, además, grave error de técnica del patrocinio. Finalmente, aún
la parte contraria debe ser objeto de consideraciones, pues si puede tratarla con
adecuada severidad cuando lo impongan las exigencias de la defensa, el
abogado sólo se ajustará a su verdadero rol evitando toda vejación inútil, toda
violencia impropia.
 FORMACION DE LA CLIENTELA: El abogado debe evitar escrupulosamente
la solicitación directa o indirecta de la clientela, absteniéndose de toda publicidad
sospechosa o excesiva. Al sólo efecto de dar noticia de su dirección y teléfono,
horas de consulta o especialidad, puede publicar avisos en los periódicos: en tal
caso no debe hacerlo de un modo demasiado llamativo o en formato de gran
tamaño, limitándose a emplear el tipo general o corriente de texto y superficie,
tanto mejores cuanto más discreto aquél y más reducida ésta
 SOCIEDADES DE ABOGADOS: Los abogados pueden asociarse entre sí y aún
es recomendable que lo hagan para asegurar una mejor atención de los
asuntos. Sin prohibirlo en absoluto, no es aconsejable que se asocien con
procuradores, ya que la diferencia del rol profesional puede dar lugar a
situaciones poco compatibles con la independencia del abogado.
 NCOMPATIBILIDADES: El abogado debe respetar escrupulosamente las
disposiciones legales que establecen las incompatibilidades de la profesión,

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absteniéndose en absoluto de ejercerla cuando se encuentre en algunos de los
casos previstos. Debe evitar, en lo posible, su acumulación con cargos o tareas
susceptibles de comprometer su independencia, tomarle demasiado tiempo o
resultar inconciliable con el espíritu de la profesión.
 EJERCICIO DE LA PROCURACION: No sólo está permitido el ejercicio
simultáneo de la abogacía y la procuración, sino que es en muchos casos
plausible que tal acumulación se produzca porque determinará una más eficaz y
menos costosa defensa del litigante.
 ABUSOS DE PROCEDIMIENTO, OBSTACULIZACION DEL TRAMITE: El
abuso del procedimiento es una de las manifestaciones más resaltantes de la
falta de conciencia profesional, oculta tras la observancia aparentemente
meticulosa de las reglas legales. El abogado debe abstenerse en absoluto de la
realización de todo trámite innecesario, y en especial de toda articulación
puramente dilatoria, cuidándose de no entorpecer el normal desarrollo del juicio.
 RESPONSABILIDAD DEL ABOGADO: El abogado debe adelantarse a
reconocer su responsabilidad en los casos en que ella resultare comprometida
por su negligencia, error inexcusable o dolo, hallándose a indemnizar los daños
y perjuicios ocasionados al cliente.
 EJERCICIO NO JUDICIAL DE LA PROFESION: El abogado puede prestar sus
servicios profesionales ante cuerpos legislativos, poderes ejecutivos o
administrativos y diversas reparticiones públicas. Pero debe hacerlo ajustándose
a las mismas reglas éticas que gobiernan su actuación ante los Tribunales,
procediendo ostensiblemente y sin ocultaciones y cuidándose de no emplear
otros medios que los de la persuasión y el razonamiento.
 SECRETO PROFESIONAL: El secreto profesional constituye a la vez un deber
y un derecho del abogado. Es hacia los clientes un deber de cuyo cumplimiento
ni ellos mismos pueden eximirle: es un derecho del abogado hacia los jueces,
pues no podría escuchar expresiones confidenciales si supiese que podía ser
obligado a revelarlas. Llamado a declarar como testigo, debe el letrado concurrir
a la citación; pero en la audiencia y procediendo con absoluta independencia de

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criterio negarse a contestar aquellas preguntas cuya respuesta sea susceptible a
su juicio de violar el secreto profesional.
 LEALTAD HACIA EL CLIENTE: Después de aceptado un asunto y aunque no
haya sido aún iniciado el juicio, el abogado no puede revocar su determinación
para sumir la defensa del adversario de su cliente
 NO ASEGURAR EL ÉXITO DEL ASUNTO: El abogado no debe nunca asegurar
al cliente el éxito del pleito. Debe limitarse a significarle si su derecho está o no
amparado por la ley y cuáles son, en su caso, las probabilidades de éxito
judicial; pero no debe darle una certeza que él mismo no puede tener.

5.4 LA ÉTICA EN LA CONSULTORÍA JURÍDICA.

El Consultor es el elemento esencial en el negocio de los servicios de consultoría y es


el factor determinante para la obtención del valor agregado por parte de su institución,
ya que de él parten el conocimiento, la competencia, los valores y el potencial
innovador dentro de la organización.

En los últimos tiempos, la figura del Consultor se ha convertido en un recurso esencial


tanto para garantizar la identidad y fidelización de la institución que representa como
para perfeccionar el desempeño y elevar la competitividad de las organizaciones
empresariales que solicitan este novedoso servicio.

Si tomamos en cuenta que los servicios de consultoría se definen como aquellos


encaminados a prestar asesoría especializada a los empresarios y ayudarles a
solucionar los problemas de sus organizaciones, fácilmente podremos darnos cuenta
de la importancia del papel que juega el consultor y que del éxito de su trabajo,
dependerá el prestigio de la institución que representa, en el mercado.

En virtud de su profesión, el Consultor ocupa una posición que le confiere deberes y


derechos especiales que se detallan a continuación:

 La Vocación. Es la disposición que hace al Consultor especialmente apto para


su actividad profesional. Quien elige de acuerdo a su propia vocación tiene
garantizada ya la mitad de su éxito en su trabajo.

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 La finalidad de la Profesión. La profesión de Consultor no debe convertirse en un
medio de lucro, El Consultor debe capacitarse constantemente en función de un
mejor rendimiento dentro de las actividades especializadas para el beneficio de
la sociedad.
 La utilidad de la profesión: y no su beneficio personal. La mayoría de las
profesiones entrañan determinados sacrificios que al final producen una
satisfacción en el profesional.
 La capacidad profesional. Un profesional debe ofrecer una preparación especial
dirigida a fortalecer su capacidad intelectual y su capacidad moral.
 La capacidad intelectual es en el conjunto de conocimientos que dentro de su
profesión, hacen al Consultor apto para desarrollar trabajos especializados.
Estos conocimientos se adquieren básicamente durante los estudios
universitarios, pero se deben actualizar mediante la superación sistemática del
profesional.
 La capacidad moral es el valor del consultor como persona, lo cual proporciona
integridad, seriedad y nobleza a su trabajo. Comprende no sólo la honestidad en
el trato y en los negocios en el sentido de responsabilidad en el cumplimiento de
lo pactado, sino además la capacidad para abarcar y traspasar su propia esfera
profesional en un horizonte mucho más amplio.
 El secreto profesional que le impide divulgar información que le fue confiada
para poder llevar a cabo su labor. Revelar confidencias ajenas es una obvia
violación ética. Si alguien le pide al consultor que guarde información privada y
él acepta, pero no lo hace, su comportamiento no es ético.
 La solidaridad como uno de los medios más eficaces para incrementar la calidad
del nivel intelectual y moral de los especialistas.

Un Consultor integral dentro de nuestro entorno debe trabajar sobre la base de un


conjunto de principios éticos esenciales:

- La credibilidad: El Consultor debe garantizar que su información sea creíble, a


partir de la convicción y seguridad con la que realice sus funciones. Un Consultor que

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muestre incertidumbre o duda en lo que hace nunca podrá ganarse el crédito de su
Cliente y perderá credibilidad, prestigio y mercado.

- La profesionalidad: El Consultor debe ser un profesional de su actividad y este


requerimiento se adquiere a partir de la formación, experiencia y conocimientos
técnicos adquiridos a lo largo de su trayectoria laboral; sus habilidades y destrezas
para dar solución a los problemas del Cliente.

- La calidad en su trabajo: El trabajo del Consultor debe ejecutarse al más alto


nivel en todos los órdenes, tanto en la técnica, como en los recursos utilizados, la
tecnología y métodos aplicados, la creatividad y la adecuación del mismo a las
particularidades e intereses del Cliente.

El Consultor debe ser capaz de distinguir las necesidades y peculiaridades de cada


Cliente aunque todos le soliciten el mismo tipo de servicio. Este aspecto también incide
de manera determinante en la calidad de su trabajo.

- La confianza. La calidad del trabajo del Consultor, su credibilidad, su


profesionalidad, su comunicación, la veracidad de sus análisis y su sistema de atención
al Cliente son factores determinantes para ganarse la confianza de la organización
donde presta el servicio. Su actitud ante el trabajo, los resultados alcanzados, la
fidelización de sus Clientes a partir de su eficacia en los negocios, y su prestigio como
Consultor, le permiten ganarse la confianza de su institución y comprometerla para una
mejor gestión en su desarrollo profesional.

- La confidencialidad. Ante todo, un Consultor debe ser discreto, capaz de respetar


la confidencialidad de los documentos, informaciones, datos o hechos a los que acceda
como parte del trabajo que realiza en una organización así como también debe
mantener discreción respecto a la información confidencial, proyectos en desarrollo,
secretos industriales o comerciales, Know-how no autorizado a divulgarse o cualquier
otra información relativa a la propiedad intelectual de su entidad.

- La integridad: La honradez, lealtad y honestidad son cualidades morales de un


Consultor que conforman su ética como profesional de la información que tiene la
responsabilidad de orientar al Cliente de manera objetiva.

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- La objetividad: El Consultor debe ser imparcial en sus análisis, debe actuar con
desinterés y ser justo en sus apreciaciones sin dejarse llevar por apreciaciones o
influencias subjetivas. Debe fundar sus opiniones y decisiones en evidencias y hechos
objetivos.

- La competitividad: La inteligencia, el talento, los conocimientos, capacidad de


trabajo, creatividad en las soluciones, habilidades para negociar y la experiencia de que
disponga determinan la idoneidad del Consultor y su competencia como profesional.

- La legalidad: El Consultor debe observar estrictamente las disposiciones


normativas y actuar en consecuencia. Prestar sus servicios en correspondencia con las
normas técnicas promulgadas por los diferentes organismos.

- La formación profesional: Mientras el Consultor se mantenga en activo, debe


actualizar permanentemente sus conocimientos profesionales. Debe contribuir a su
superación y desarrollo así como también a la formación de las nuevas generaciones
de técnicos y empresarios.

En el desarrollo de su actividad profesional y fuera de ella, el consultor, como activo


promotor del cambio, debe observar una determinada ética. Entre las normas de
conducta que deben conformar la ética del consultor tenemos:

1. La Modestia.

2. La organización y disciplina.

3. No emplear más tiempo que el requerido por el problema.

4. La confidencialidad.

5. Utilizar las reglas de la comunicación como herramientas para su óptima relación


con el personal consultante.

6. Actuar como mediador en los conflictos evitando el enfrentamiento con el


personal de la empresa, o entre esta y los organismos territoriales y superiores.

7. Convencer y no imponer sus criterios.

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8. Incidir positivamente con sus soluciones en la economía nacional y no solamente
en el cliente tomando en cuenta los efectos sociales y ambientales que de ellas se
deriven.

9. Ser un baluarte del cumplimiento de las leyes establecidas y no establecer


recomendación alguna que implique efectos adversos para el cliente, la sociedad o
terceros.

10. Ser honesto en el más amplio sentido de la palabra tanto en su actividad


profesional como en lo personal.

5.5 ÉTICA EN LA FUNCIÓN NOTARIAL.

El notario es un profesional del Derecho, investido de fe pública por el Estado, que


brinda seguridad jurídica y certeza en los actos y hechos de los que da fe, manteniendo
siempre un alto nivel de profesionalismo, total imparcialidad con los prestatarios del
servicio y plena autonomía en sus decisiones, las cuales sólo tienen por límite el marco
jurídico y el Estado de Derecho.

El notario ejerce su función con independencia del poder público y los particulares. Es
así como recibe, interpreta, redacta y da forma legal a la voluntad de los
comparecientes al plasmarla en un instrumento público y auténtico, redactado bajo su
responsabilidad y que puede ser una escritura pública, si se trata de dar fe de un acto
jurídico; por ejemplo, un contrato; o bien un acta notarial, si se certifica un hecho
jurídico o material, por ejemplo, una notificación o una fe de hechos.

El notario conserva y reproduce el instrumento, brindando así seguridad y tranquilidad


a la sociedad. También auxilia a las autoridades locales y federales en el cálculo y
cobro de impuestos y derechos; y vigila que se registren los actos que ante él se
otorgan.

El Código de ética del Notariado del Distrito Federal, elaborado por el Decanato del
Notariado del Distrito Federal en el año de 2006, establece como deberes generales de
los Notarios, en desarrollo del deber de amar, proteger y conservar a la función notarial
que desempeñan, actuar siempre con (art. 2o. del “Código”):
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1) Justicia;

2) Honestidad;

3) Veracidad;

4) Imparcialidad;

5) Independencia;

6) Lealtad;

7) Dignidad;

8) Atención personal y atingencia;

9) Preparación;

10) Calidad profesional;

11) Discreción;

12) Reserva; y

13) Secreto.

I. ACTUAR CON JUSTICIA


El Notario debe pretender que, en el ejercicio de su profesión, se logre la justicia. En la
doctrina notarial el Notario es un “profesional del derecho”, guía de voluntades (Núñez
Lagos y González, Palomino), que debe escuchar a las partes para conocer el negocio
que han celebrado y le plantean para, en un examen detallado del mismo, determinar
los elementos a satisfacer para que el “trato económico” de estos se convierta en un
contrato de los reglamentados por la ley o, incluso, de los no reglamentados pero que
reúna los elementos de existencia y requisitos de validez que contemple el
ordenamiento jurídico.

ACTUAR CON HONESTIDAD


El Notario debe actuar con probidad, en todos los actos en que intervenga. (art. 3o. de
la “Ley”).

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Probidad, de la voz probitas, que significa bondad, rectitud de ánimo, hombría de bien,
integridad y honradez en el obrar, sinónimo de honorabilidad, que la “Ley” regula
ampliamente y castiga su falta en nosotros, los Notarios, con la sanción más grave
que contempla, esto es, la revocación de la patente (art. 229-III de la “Ley”), pues el
Estado, al concedernos el privilegio de la fe pública, pone en nuestras manos,
encomienda a nuestra capacidad y protege con la rectitud de nuestra conciencia, las
piedras angulares en que descansa el edificio social y que son:

1) El respeto a la ley;

2) La garantía de la propiedad;

3) La seguridad de la familia; y

4) La supervivencia del individuo, a través de su sucesión.

III. ACTUAR CON VERACIDAD


El Notario debe ser veraz en su actuación, esto es, debe actuar de tal manera que el
instrumento que elabore refleje la verdad de lo sucedido y planteado al Notario, para lo
cual deberá agudizar sus sentidos a fin de captar fielmente el planteamiento que se le
formule.

ACTUAR CON IMPARCIALIDAD


El Notario debe ser “imparcial”, o sea, debe actuar libre de todo nexo que le impida
aconsejar a las partes y redactar los instrumentos con intereses distintos a los de la
equidad, justicia y seguridad jurídica; y su imparcialidad y probidad debe extenderse a
todos los actos en los que intervenga de acuerdo con la ley.

ACTUAR CON INDEPENDENCIA


El ejercicio de la función notarial es incompatible con toda restricción de la libertad
personal, de las facultades de apreciación y de expresión (art. 31 de la “Ley”); y no
podría ser de otra manera, puesto que si el Notario es el confidente de las partes (del
latín confidensentis, participio activo de confidére, confiar. Adjetivo que significa fiel,
seguro, de confianza. Persona a quien otro fía sus secretos o le encarga la ejecución
de cosas reservadas.

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ACTUAR CON DIGNIDAD
El Notario debe actuar con respeto y estima a sí mismo, a su labor y hacia los demás
que, igualmente, deben respetar y estimar, en su justa dimensión, la labor de aquel
que, conforme a la “Ley”, es una garantía institucional que significa que toda persona
tiene derecho al servicio profesional del Notario (art. 12) que se traduce en un
instrumento que goza del reconocimiento público y social con el fin de proteger la
seguridad jurídica de los otorgantes y solicitantes de sus servicios.

ACTUAR PERSONALMENTE Y CON ATINGENCIA


Para que un Notario de esta ciudad pueda ejercer su función (art. 67-III de la “Ley”),
debe establecer una oficina dentro del Distrito Federal, solo una (art. 40), que no
puede estar al interior de un despacho de abogados, de otros profesionales, empresas
u oficinas públicas (art. 40 de la “Ley”); debe atender las solicitudes de servicio en
cualquier día, hábil o inhábil y a cualquier hora y lugar, pudiendo cerrar su oficina en
días inhábiles y fuera del horario de trabajo que señale a la autoridad (art. 41 de la
“Ley”). Deberá atender de manera personal los asuntos que se le encomienden (art.
228-V de la “Ley”), por lo que es importante que solo acepte aquellos asuntos que
pueda atender de manera personal (art. 30 de la “Ley”) y esto es así, pues el Notario
debe orientar y explicar a los otorgantes y comparecientes el valor y las
consecuencias legales de los actos que vaya a autorizar.

ACTUAR CON CALIDAD PROFESIONAL


El quehacer profesional, como todo oficio que conjugue la teoría con la práctica, es de
difícil desempeño, requiere experiencia, que solo el diario contacto con el hecho
puede dar (el Notario se forma en la notaría); pide también una sólida formación
jurídica, difícil de adquirir (que permitirá redactar un instrumento que tienda a evitar
conflictos); y autoridad moral para lograr que las partes se sometan a su consejo que,
en ocasiones, es o parece ser contrario a la voluntad primitiva de los que solicitan su
intervención.

ACTUAR CON DISCRECIÓN, RESERVA Y SECRETO


El Notario debe guardar secreto profesional, a fin de evitar causar perjuicio a sus
clientes por la revelación de información que se le confía; obligación esta que se le

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extiende a los empleados del Notario y tan apreciada por la “Ley” que la violación a
este deber se sanciona con suspensión del ejercicio de la función notarial hasta por un
año (art. 128-II).

El secreto profesional tiene dos aspectos, por un lado la necesidad que tiene el cliente
de hacer confidencias al Notario para resolver sus problemas jurídicos y, por otro, la
certeza de que el Notario, como profesional discreto y consciente de sus deberes, no
va a revelar los secretos escuchados.

BIBLIOGRAFIAS:
https://www.hcnl.gob.mx/glpan/2016/09/etica-legislativa.php

https://contraloriadelpoderlegislativo.gob.mx/librosetica/Cuaderno_Etica_7_2011.pdf

http://www.poderjudicial-gto.gob.mx/pdfs/618.pdf

https://www.colabro.org.ar/contenidos/2015/08/20/Editorial_3135.php

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