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APUNTE DE CLASE UNIDAD 2

TIPO DE APUNTE: PAPER


PSICOTERAPIA SISTÉMICA I
HERRAMIENTAS PARA LA
ENTREVISTA CLÍNICA Y PRIMERA
SESIÓN DESDE EL MODELO
SISTÉMICO
Índice
I. Introducción ................................................................................................. 3

II. Primera entrevista: objetivos......................................................................... 4

III. Fases o etapas de la primera entrevista ....................................................... 7

IV. Herramientas para la entrevista .................................................................. 18

V. Conclusiones. ............................................................................................. 26

VI. Bibliografía. ................................................................................................. 28


3 Apunte de clase

I. Introducción

Una de las características de la terapia familiar sistémica es su brevedad (Hoffman,

1992). Por un lado se considera que los sistemas, ya sean familias, parejas o

individuos, cuentan con los recursos para resolver sus conflictos (Haley, 1990) y el

sostener la relación terapéutica por mucho tiempo desalienta al consultante al

cambio, ya que delega al terapeuta esta responsabilidad, estableciendo relaciones

de dependencia que, sistémicamente, serían bidireccionales (Minuchin y Fishman,

2004).

Por otro lado, pero completando la primera idea, al ser toda conducta comunicación

(Watzlawick, Weakland y Fisch, 2011), ya desde el primer contacto entre los sujetos

se establecen mecanismos de retroalimentación posibles de colaborar con el

cambio, lo que debe ser tomado en cuenta por el terapeuta para ayudar a resolver,

junto con el sistema, los conflictos que los movilizan a consultar.

En el presente documento se revisará el mencionado primer contacto que, como se

podrá intuir, es clave en el quehacer terapéutico, ya que, a diferencia de otras

orientaciones, en la primera entrevista familiar se espera lograr generar una relación

y contar con información del sistema que oriente un trabajo plausible en el ámbito

de sus relaciones.
II. Primera entrevista: objetivos

2.1. Consideraciones iníciales

Antes de mencionar las etapas y los objetivos de la primera entrevista se debe

recordar las premisas de una mirada sistémica, las cuales guían la forma de

desarrollar el encuentro con el sistema familiar:

• Totalidad: lo que ocurra en el sistema afecta a todas sus partes y todo lo

que ocurra en cada parte afecta a todo el sistema.

• Circularidad: todo suceso o conducta que acontezca en el sistema se

encuentra dentro de circuitos de retroalimentación. En el caso de conductas

descritas como sintomáticas es central preguntarse cómo se sostiene en el

tiempo y una de las posibles respuestas tendrá que ver con las soluciones

intentadas.

• Homeostasis: si bien es un concepto muy discutido por diversos modelos

(Bertrando y Toffanetti, 2004; De Shazer, 1996; Hoffman, 1992), es legítimo

preguntarse cómo es que los sistemas persisten en mantenerse estables y

demandar el cambio al mismo tiempo.


5 Apunte de clase

• Recursividad: las redes de retroalimentación, en la medida que se dan de

manera regular entre las partes del sistema, tienden a incluirse dentro de

redes de mayor complejidad que se afectan mutuamente.

2.2. Objetivos de la primera entrevista

Se podría hablar de dos ámbitos a lograr en la primera entrevista. El primero indica

los elementos basales para estructurar el proceso terapéutico, en términos

sistémico relacionales y, el segundo, sobre el tipo de información a recopilar. Ambas

áreas son complementarias, pero acá se hace una distinción didáctica para efectos

de la revisión de contenidos.

2.2.1. Objetivos relacionales

a. Generar un contexto colaborativo: siguiendo los planteamientos de diversas

escuelas de terapia familiar (Andolfi, 1991; Haley, 1990; Hoffman, 1992;

Minuchin y Fishman, 2004), el terapeuta debe orientar la entrevista validando

o legitimando a cada integrante del sistema, estableciendo una relación que

sea percibida por la familia como colaborativa por parte del terapeuta. Es

clave para esto evitar juicios y, en cambio, se debe mostrar curiosidad

respecto de las opiniones y descripciones de cada integrante.


6 Apunte de clase

b. Establecer distinciones compartidas y concretas: es central el lograr instituir

una forma de narrativa que dé cuenta de distinciones concretas, que puedan

ser observadas tanto por el terapeuta como, principalmente, por el sistema

consultante, permitiendo dejar de lado explicaciones o encuadres que leen lo

que ocurre en la familia de manera rígida, sosteniendo el problema en el

tiempo (De Shazer,1996).

2.2.2. Objetivos relacionados con información crítica


a. Conocer el motivo de consulta: el terapeuta, en la primera entrevista, debe

tener claridad del motivo que llevó a la familia a consultar para entender

cuáles son los cambios concretos que se desean lograr en terapia. El motivo

de consulta obedece a una descripción concreta de las conductas que son

identificadas por el sistema como más problemáticas (De Shazer, 1996;

Haley, 1990; Watzlawick et al., 2011).

En este sentido se debe evitar aceptar motivos de consulta como:

• Demandas ambiguas: “Conocerse a sí mismo” o “mejorar la autoestima”.

• Multiplicidad de quejas: “Tenemos problemas en la pareja, con los niños,

con la escuela…”.
7 Apunte de clase

• Explicaciones: “El problema es que él no sabe cómo conversar las cosas

y cree que yo no lo entiendo”.

b. Describir con claridad las secuencias que sostienen el síntoma en el tiempo:

el terapeuta debe lograr pesquisar todas las conductas que se relacionan con

la conducta identificada como sintomática, haciendo un enlace circular entre

aquellas (De Shazer, 1996; Watzlawick et al., 2011).

c. Describir el funcionamiento familiar general: una tarea complementaria al

segundo objetivo es identificar las reglas generales que caracterizan al

sistema como, por ejemplo, quién decide tal o cual cosa o mejor planteado,

cómo se toman las decisiones en el sistema, cómo se resuelven los

conflictos, qué valores comparten y con cuáles tienen conflictos (Minuchin y

Fishman, 2004).

III. Fases o etapas de la primera entrevista

3.1. Presesión

Varios autores proponen el considerar el momento previo a la primera entrevista

como relevante (Andolfi, 1991; Haley, 1990; Hoffman, 1992). Esta etapa es en la

que se acuerda con el terapeuta (vía telefónica, por mail, etc.) la citación a la primera

entrevista.
8 Apunte de clase

En esta fase se debe establecer quiénes componen el sistema (nombres, edades,

vínculos familiares), quién de los integrantes solicita la consulta y, en el caso de ser

una solicitud de otra entidad (escuela, psiquiatra, otro terapeuta, etc.), el motivo de

la solicitud.

Algunos terapeutas recomiendan solicitar información general sobre la temática por

la cual consultan, con el objeto de enlazar esta información con los antecedentes

señalados en el párrafo anterior, con el objeto de poder preparar preguntas a

propósito de una hipótesis tentativa que oriente la primera entrevista. Sobre este

mismo punto, otros autores prefieren evitar recopilar mucha información con el

interlocutor dado que estos datos responden a una puntuación de la secuencia de

los hechos particulares, lo que contribuiría a aceptar, en algún nivel, una visión lineal

preconcebida al contacto inicial, lo que podría obstaculizar el trabajo del terapeuta.

3.2. Fase o etapa social

La primera etapa de la entrevista es definida como la fase social. En este momento

el terapeuta se presenta con la familia e informa sobre las condiciones generales de

la entrevista (si atenderá solo, con un equipo en una sala de espejo, en coterapia,

la duración de la sesión, etc.). Lo relevante, más que el contenido que se entregue

por parte del terapeuta, es el cómo este interactúa con el sistema consultante

(Andolfi, 1991; Haley, 1990). En este sentido, el terapeuta se preocupa de

establecer un ambiente confidencial (dentro de las posibilidades de las normativas


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legales) y seguro. En esta etapa, el terapeuta solicitará a la familia que se presente.

La indicación es que cada integrante se presente a sí mismo, transmitiendo el

mensaje que cada miembro del sistema es importante.

Otro aspecto relevante tiene que ver con que el terapeuta observe elementos

interaccionales de la familia (Andolfi, 1991; De Shazer, 1996; Haley, 1990;

Watzlawick et al., 2011), no solo en su lenguaje, sino que en aspectos analógicos y

relacionales de la comunicación como, por ejemplo, en qué lugar se sienta cada

integrante, cómo reacciona cada uno de manera verbal y no verbal cuando otro

integrante está siendo entrevistado, entre otros elementos que se puedan pesquisar

de la dinámica. Así también, el terapeuta puede rastrear alianzas entre distintos

miembros (incluso triángulos) y la disposición de cada uno respecto de su

participación en la entrevista.

Esta fase puede tomar unos pocos minutos o extenderse más si el terapeuta decide

explorar temáticas generales antes de entrar en el motivo de consulta, como por

ejemplo, a qué se dedica cada integrante (trabajo, estudios, etc.) o a otros

contenidos más amplios. Si bien esto puede propiciar que la familia perciba interés

por parte del terapeuta, posibilitando el ambiente de colaboración, también es un

riesgo en términos que se puede derivar la conversación hacia temáticas diversas

y ambiguas, dificultando la formulación de un problema claro.

3.3. Fase de focalización del problema


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En la fase de focalización el terapeuta deberá pedir información sobre el problema

(Andolfi, 1991; Haley, 1990; Hoffman 1992). Esto se puede preguntar de forma

general a la familia o dirigida a cada integrante, siempre y cuando se resguarde que

cada uno dé su versión, asegurando de esta manera que cada miembro tenga un

espacio autónomo de respuesta.

La pregunta inicial debe obedecer la lógica de validar a cada integrante.

Algunos ejemplos:

a. ¿Por qué consultan? Al ser una pregunta formulada en plural, se intenta

transmitir la idea de que el problema es del sistema y no de algún integrante

en particular.

b. ¿Qué los motivó a consultar? Esta pregunta indica que hay un problema

actual que los movilizó a realizar la consulta y que se quiere conocer qué es

lo que a este sistema en particular le preocupa, más allá de que hayan

llegado por una solicitud de otros sistemas (escuela, trabajo, etc.).

c. Luego de que alguno de los integrantes exponga su punto de vista es muy

común que otro se sienta interpelado, por lo que puede que intente responder

a las ideas del anterior. En esta situación se puede mencionar. “Su pareja
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dijo tal cosa, pero me interesa entender, qué es lo que a usted le preocupa”.

De esta manera, se suspende la secuencia de escalada y se le da legitimidad

a la versión del otro integrante.

d. Otra manera de preguntar por el problema es consultando: ¿qué esperan

lograr con la terapia? Esta pregunta implica la idea de focalizarse en las

expectativas de la familia y movilizarlos desde ya al cambio.

La información que recibe el terapeuta sobre el motivo de consulta debe evitar ser

interpretada o reformulada de manera distinta a lo que se expone en una primera

instancia (Andolfi, 1991; Haley, 1990). En este sentido se debe recibir todo lo que

se le presente para luego contextualizarlo en términos relacionales. Tampoco se

deben dar consejos pedagógicos o soluciones dado que esto impide que sea el

sistema el que re encuadre su realidad y sean partícipes del cambio.

El terapeuta debe tener extremo cuidado con los tiempos que dedica a cada

integrante (Minuchin y Fishman, 2004), dando el espacio y aliarse con cada uno en

esta primera etapa. Las interrupciones que realice un integrante cuando esté

hablando otro deben registrase por parte del terapeuta, ya que entregan mucha

información sobre secuencias, límites, alianzas y triángulos, pero rápidamente en

esta fase el terapeuta debe bloquearlas, manteniendo la atención con quien esté

conversando, con gestos o explícitamente indicando que se necesita “conocer la


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opinión de cada uno”. Esta acción también genera reglas propicias para organizar

el sistema terapéutico, ya que indica que el que guía la conversación en este

espacio es el terapeuta (Andolfi, 1991; Haley, 1990; Minuchin y Fishman, 2004).

Otro aspecto muy relevante en la focalización es ayudar a la familia a definir los

problemas de manera concreta. Como se mencionaba en los objetivos, las

preguntas deben indagar en descripciones priorizadas sobre lo que más le preocupa

a cada integrante y en aspectos que sean observables por todos. Por ejemplo, frente

a respuestas que señalen problemáticas ambiguas, abstractas o muy generales se

puede focalizar o insistir en descripciones más concretas:

a. Ejemplo 1: madre que consulta por su hijo que “tiene depresión”

Terapeuta: ¿A qué se refiere con depresión? ¿Me podría comentar qué hace

su hijo que usted entiende como depresión? ¿En qué momento usted lo ve

con depresión?

b. Ejemplo 2: pareja que consulta por “problemas de comunicación”.

Terapeuta: Cuéntenme, ¿cómo notan qué tiene problemas de comunicación?

Hay que recordar que otro de los objetivos de la primera sesión es lograr formular

un problema concreto y observable por todos, dado que de esa manera se podrá

definir cuál es la meta de la terapia y, además, se entregan luces de cómo reformular

o reencuadrar, posteriormente, las definiciones que se hacen de conductas que son


13 Apunte de clase

interpretadas desde la puntuación de cada integrante que se enlazan y se

retroalimentan entre sí, sosteniendo el conflicto en el tiempo. En otras palabras, las

personas cuando consultan están entrampadas en conductas y definiciones

contrapuestas desde la organización del sistema, cuya complejidad se reduce al

obligar a que su descripción se oriente a situaciones específicas, permitiendo luego

reorganizarlas en planteamientos alternativos.

Durante la focalización, también es relevante considerar el incluir la consulta por

desde cuándo el problema es un problema. Es decir, así como se debe definir de

manera concreta las situaciones que son problemáticas para la familia, también se

debe establecer el desde cuándo estas situaciones son problemáticas. Esto es

relevante para reencuadrar que el problema no es “desde siempre”, sino que hay

un período en donde la situación se ha vuelto problemática y no que es una

propiedad del integrante sintomático.

En este mismo sentido, cuando alguien plantea que “siempre” ha existido el

problema, la pregunta del terapeuta podría ser: “¿Pero desde cuándo se transformó

en no manejable para usted?” O, cuestionando directamente la definición del

problema se podría preguntar: “¿Por qué no consultó antes? ¿Por qué ahora?”.

Una última consideración tiene que ver con el ciclo vital (Hoffman, 1992). Si bien

cada familia se organiza según reglas de funcionamiento particular, hay que

considerar que el desarrollo de cada integrante estará sujeto también a su edad. En

este sentido, las preguntas además de ser entendibles desde el lenguaje que usa

el sistema, también deben ser entendibles desde las características de cada


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miembro en este contexto. Por ejemplo, a un adulto se le puede preguntar por qué

consulta, pero a un niño pequeño se le podría preguntar: “qué le gustaría que

cambiara de su familia”. O, en el caso de un adolescente que se muestre en

desacuerdo con estar en la sesión, se lo podría consultar: “dado que ya estamos en

este espacio, ¿hay algo que te gustaría que pudiésemos conversar, algo que te

preocupe?”. La premisa es tratar de qué, desde el lenguaje de cada uno, todos

logren participar en la formulación del problema.

3.4. Fase interactiva

Luego de formular con claridad y de manera concreta el motivo de consulta, será

tarea del terapeuta realizar nuevas preguntas y contrapreguntas, solicitando

aclaración principalmente del espacio relacional del sistema (Andolfi, 1991;

Minuchin y Fishman, 2004). En este momento, se puede consultar a cada uno sobre

su propio comportamiento y sus explicaciones, pero lo más relevante es conocer

cómo entiende uno lo que hace el otro e incluso proponiendo que los integrantes

simulen diversas situaciones entre ellos. Es muy importante que el terapeuta use

todos sus recursos para propiciar este espacio, evitando las escaladas que se

puedan dar entre los integrantes.

Ejemplos:
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a. Terapeuta: “Cuénteme María, cuando usted dice que Pedro discute con

Fabiola ¿qué hace usted?”. Esta pregunta apunta a que María busque una

nueva puntuación en donde ella se vea como “participante” y no como

“observadora” y, además, hace que Pedro y Fabiola escuchen una versión

distinta a cómo ellos puedan estar entendiendo “sus discusiones”.

b. Terapeuta: “Raquel, usted me dice que le cuesta ‘manejar’ a su hijo y me

dice: ‘Ve cómo ahora está saltando en la sala’. ¿Podría intentar ‘manejarlo’

para ver cómo lo hace?”. El terapeuta puede agregar que: “Es para entender

mejor la situación”, con el objeto de que no se sienta evaluada. Esta

pregunta/indicación podría incomodar o no (dependiendo de la relación que

se haya establecido en las primeras fases con el sujeto), pero si se tiene

claridad de que el sistema es una totalidad y funciona de manera recursiva,

permite entender reglas de cómo se resuelven los conflictos y de cómo estos

intentos fracasan.

Un elemento muy relevante para indagar en esta etapa, tiene que ver con las

secuencias interaccionales que sostienen el síntoma y las premisas que se

configuran dentro de este circuito (De Shazer, 1996; Watzlawick et al., 2011). Para

indagar sobre estas dinámicas se debe consultar por lo que hace cada uno de los

integrantes frente a determinadas situaciones:


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Ejemplos:

a. Cuando usted me describe esta situación, ¿qué hace usted antes? ¿Qué

hace usted después? ¿Qué hace X?

b. Según usted, ¿cómo parte esta situación? ¿Cómo termina?

c. Si usted me indica que X hace esto, ¿qué hace C?

Dentro de las secuencias, para muchos modelos sistémicos, es central preguntarse

por las soluciones intentadas, que serían parte de la secuencia y, generalmente,

gravitantes en la mantención del problema.

Ejemplos:

a. Terapeuta: ¿Qué ha intentado usted para solucionar este problema?

Consultante: De todo.

Terapeuta: Cuénteme, ¿qué ha sido de todo?

También es importante preguntar por cómo cada integrante se explica lo que

sucede, mostrando los encuadres con los que puntúan las secuencias:
17 Apunte de clase

Ejemplo:

a. ¿Cómo entiende que ocurra esto en su familia?

b. ¿Cómo se explica que X haga esto y C esto otro?

c. Usted me dice que cree que C hace esto, porque no confía en usted, ¿cómo

es que usted llega a entender eso?

En síntesis, en esta etapa se espera activar la comunicación directa entre la familia,

lo que provee de información importante sobre el funcionamiento familiar en relación

con el problema, las reglas, las transacciones que conforman el encuadre de la

familia. Con esto se inicia la definición de un objetivo terapéutico y se comienzan a

organizar las futuras sesiones.

3.5. Fase cierre y definición de metas

En el cierre de la primera entrevista se debe dejar concertada una nueva sesión y

definidos aspectos formales como horarios y quiénes asistirán a cada entrevista.

Ahora, en el ámbito clínico es determinante acordar con el sistema metas claras

para trabajar en la terapia. Si en la fase de focalización se aceptan motivos de

consulta vagos, lo más probable es que las metas que se fijen también sean vagas,

no pudiendo establecerse con claridad cuándo se termina la terapia. En este

sentido, al formular problemas concretos se podrán determinar con la familia

objetivos también concretos (De Shazer, 1996; Haley, 1990).


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IV. Herramientas para la entrevista

Las entrevistas familiares deben ser siempre guiadas desde un mirar sistémico,

comprendiendo que los sistemas son una totalidad y como entidades que se

organizan desde su particular historia de interacciones, las que cuentan con los

recursos para resolver los conflictos que se sostienen en su propia dinámica.

Al respecto, los terapeutas sistémicos a lo largo del desarrollo de sus

investigaciones con familia, han tenido que diseñar una serie de herramientas para

lograr canalizar esta visión relacional en sus prácticas clínicas.

A continuación, se revisarán dos herramientas relevantes de los modelos

sistémicos, en cuanto a recopilar información crítica para el desarrollo de hipótesis

y, como se menciona en la introducción de este apunte, orientar e, incluso, movilizar

el cambio.

4.1. Preguntas relacionales (preguntas circulares)

4.1.1. Definición

Como se ha revisado anteriormente, el enfoque sistémico cambia la causalidad

lineal por la circularidad, lo que implica que cada parte del sistema influye y es

influido por las demás (Hoffman, 1992). La forma en que esta reciprocidad se
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muestra en cada familia será diferente y el rol del terapeuta es advertir estas

relaciones. En este sentido, las preguntas circulares son herramientas que trasladan

la circularidad de la relación a la conversación (Tomm, 1987), explorando las redes

relacionales del sistema, pidiendo información, pero también generándola, ya que

pueden contener afirmaciones implícitas que modifican la forma de encuadrar las

situaciones dentro de la familia e incluyendo al problema como parte de un proceso

del que todos los integrantes del sistema son parte. La estructura de las preguntas

circulares es que se orientan principalmente a responder sobre el cómo en vez de

al por qué.

Se debe mencionar que, por ejemplo, para la escuela de Milán, el cuestionamiento

circular a través de la indagación o búsqueda de diferencias y o de definiciones de

relaciones es uno de los ejes más relevantes para el proceso terapéutico sistémico

(Hoffman, 1992).

4.1.2. Tipos

Las preguntas circulares se pueden clasificar según el área que pretenden explorar.

A continuación, se presentan algunas clasificaciones:

a. Preguntas sobre el problema: indagan sobre las definiciones del problema,

contextualizándolo en una relación. Ejemplos:


20 Apunte de clase

Búsqueda de diferencias: “¿Esta conducta de A se da igual cuando está o

no está C en la casa?”.

Búsqueda de acuerdos/desacuerdos: “¿Quién más comparte la

explicación de A respecto del problema?”.

Hipotéticas/futuro: “Si tomara una decisión distinta, ¿quién la apoyaría?”.

b. Preguntas sobre las secuencias:

Preguntas tríadicas: “¿Cuándo pelean tus papás, qué hace tu hermana?”.

“¿Reaccionó diferente su marido cuando estaba su hijo presente?”.

Búsqueda de diferencias/excepción: “¿En qué momentos las discusiones

han sido menos intensas?”. “¿Cuándo se ha comportado de manera

distinta?”. “¿Quiénes intervienen en estas situaciones específicas y les

resulta?”. “¿Qué hace distinto usted cuando observa que su pareja discute

con su hijo?”.

Búsqueda de alianzas: “Cuando discuten la mamá con el papá, ¿quién se

pone lado de la mamá?”.


21 Apunte de clase

Sobre las soluciones hipotéticas: “¿Qué cosas diferentes pudiese haber

hecho usted en esas circunstancias?”.

c. Preguntas sobre clasificación:

Diferencias: “¿Quién cree más lo que usted plantea y quién estaría en

desacuerdo?”.

Hipotéticas: “¿Qué harías diferente si tus padres dejaran de discutir y qué

seguirías haciendo igual?”.

Este tipo de preguntas permite bloquear secuencias repetitivas fundadas en

descripciones y explicaciones lineales que trae el sistema consultante (Tomm,

1987), ya que obliga a los integrantes del sistema a reflexionar sobre cómo definen

y entienden los problemas, además de incluir, a través de la escucha de las

respuestas, a los otros integrantes. Esto permite en la sesión un espacio alternativo

de interacción poco probable en el espacio privado de la familia.


22 Apunte de clase

Además, el interrogatorio circular ayuda al terapeuta no solo a pesquisar

información relacional del sistema, sino que también a lograr no entramparse en

discursos lineales a los que invita permanentemente el sistema familiar.

4.2. Genograma o diagrama familiar

4.2.1. Definición

El genograma es una representación gráfica de la estructura familiar. Contiene

información básica de, al menos, tres generaciones de una familia, incluyendo los

datos demográficos de los miembros, relaciones vinculares entre ellos y, lo más

importante, una descripción de patrones relacionales.

Es una herramienta que permite una impresión rápida y general del sistema que

ayuda a proponer hipótesis acerca de las relaciones y de los conflictos, permitiendo

crear un marco de referencia para el terapeuta.

También orienta al terapeuta en la exploración de las experiencias familiares y a

encontrar eventos relevantes como enfermedades, conflictos o muertes. Esta visión

panorámica de los patrones relacionales permite al terapeuta y a la familia observar


23 Apunte de clase

sus comportamientos desde una perspectiva distinta, abriendo la posibilidad de

descripciones alternativas que permitirían encontrar soluciones novedosas.

4.2.2. Introducción a su diseño y análisis

Para que el genograma sea útil como herramienta terapéutica, debe realizarse y

analizarse de manera ordenada y metódica.

4.2.3. Diseño

La construcción de un genograma familiar posee tres etapas sucesivas:

a. Representación gráfica de cómo los miembros de una familia que están

biológica y/o legalmente relacionados. Para esto se dibujan figuras

geométricas (cuadrados y círculos) que representan personas, para luego

unirlas con distintas líneas que representan las relaciones que mantienen

entre ellas. Se añade una línea discontinua, rodeando al grupo para indicar

a las personas que comparten domicilio.

b. Recopilación de la información básica, en esta fase se pueden añadir datos

demográficos como nacimientos, muertes, matrimonios, divorcios y


24 Apunte de clase

separaciones. También en esta fase se agregan datos médicos y presencia

de descripciones diagnósticas como: depresión, alcoholismo y eventos

familiares críticos como cambios de relación o migración.

c. Finalmente, se delinean los patrones relacionales familiares. Estos se basan

tanto en la información proporcionada por la familia como en las distinciones

realizadas por el terapeuta en sesión. Para ello, se utilizan distintos tipos de

líneas que representan una primera impresión de conflictos y alianzas. Este

mapa de las relaciones permite advertir pautas relevantes dentro del

funcionamiento familiar, presencia de problemas o relaciones que se repiten

a través de las distintas generaciones y también permite enlazar las fechas

de acontecimientos simultáneos a la aparición de síntomas.

4.2.4. Análisis

Así como su construcción, el análisis también debe ser ordenado y metódico

(McGoldrick y Gerson, 2000). Existen diversas formas de abordar esta tarea, una

de ellas se realiza por áreas tales como:

a. Estructura familiar: esta aporta datos de cómo se constituye la familia

(nuclear, extensa, monoparental, etc.). Dentro de esta área se observa


25 Apunte de clase

también la constelación fraternal (Bowen), que provee valiosa información

sobre los roles que adopten los hermanos dentro del sistema.

b. Ciclo vital de la familia: esta área aporta datos sobre la o las etapas por la

que está transitando la familia, así como de las transiciones entre esos

estadios y cómo el sistema familiar se va adaptando a ellos. Además,

posibilita que se puedan observar crisis “no normativas”, que alteran el curso

del ciclo vital familiar como podría ser la muerte prematura de un hijo.

c. Patrones que se repiten a lo largo de generaciones. Estas repeticiones

pueden darse asociadas a la estructura, al funcionamiento o a la morbilidad

que presente la familia. Si bien se pueden establecer pautas aparentemente

idénticas, se debe ser cuidadoso en no entender que la transmisión de

patrones es un aprendizaje lineal, sino más bien formas de organizarse

similares que, de manera recursiva, en cada generación cobra su propia

identidad.

d. Acontecimientos vitales y recursos familiares. Los acontecimientos vitales

estresantes podrían alterar el funcionamiento del sistema y al observarlos

gráficamente se podrá evaluar su conexión con otros elementos que podrían

sostener el conflicto. Ante estos eventos críticos, la familia desplegará una

serie de recursos para adaptarse a esta nueva realidad, en un genograma se

podrá ver los recursos personales, familiares o externos. El análisis de estos


26 Apunte de clase

recursos es muy valioso a la hora de diseñar estrategias para enfrentar los

acontecimientos.

e. Patrones relacionales familiares: en esta área el genograma aportará una

visión panorámica actual de los patrones relacionales. Dado que estas

pautas son complejas y dinámicas, es dable reformular el genograma a lo

largo de la terapia y de esa forma observar los cambios que se presenten.

En esta área se podrá observar los subsistemas contenidos dentro de la

familia: conyugal, parental, fraternal, las triangulaciones, además de las

relaciones con miembros externos a la familia, si estas provocan tensión o

pueden ser consideradas como recurso.

V. Conclusiones

Uno de los aspectos distintivos de la entrevista sistémica es que su eje se sustenta

en la mirada relacional permanente del terapeuta, lo que implica que sus preguntas

e intervenciones deben estar siempre dirigidas a las relaciones y a cómo estas se

configuran en el sistema.

Si bien se pone atención a cada integrante de la familia como una forma de validar

sus legítimas visiones, siempre debe orientarse esta atención a cómo se despliegan

las acciones en el particular sistema del que forman parte.


27 Apunte de clase

Finalmente, el terapeuta sistémico también debe estar atento a que él, como

sistema, afecta y es afectado por el sistema consultante al compartir el espacio

relacional en el sistema terapéutico, por lo que todas sus observaciones y

descripciones son también distinciones sujetas a la relación. Esta premisa obliga a

considerar el trabajo del terapeuta como un ejercicio de facilitación del cambio, con

intervenciones que sean más o menos útiles para el sistema, perspectiva alternativa

al tradicional rol de tratante de enfermedades mentales derivado de los modelos

analíticos.
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VI. Bibliografía

Andolfi, M. (1991). Terapia familiar: un enfoque interaccional. Buenos Aires: Paidós.

Bertrando, P., Toffanetti, D. (2004). Historia de la terapia familiar: los personajes y

las ideas. Barcelona: Paidós.

De Shazer, S. (1996). Pautas de terapia familiar breve: un enfoque ecosistémico.

Barcelona: Paidós.

Haley. J. (1990). Terapia para resolver problemas. Buenos Aires: Amorrortu.

Hoffman, L. (1992) Fundamentos de la terapia familiar: Un marco conceptual para

el cambio de sistemas. México: Fondo de Cultura Económica.

McGoldrick, M. y Gerson, R. (2000). Genogramas en la evaluación familiar.

Barcelona: Gedisa.

Minuchin, S. y Fishman, H. C. (2004). Técnicas de terapia familiar. Barcelona:

Paidós.

Tomm, K. (1987). La entrevista como intervención. Parte I: El diseño de estrategias

como una cuarta directriz para el terapeuta. En M. Beyebach y J. L.


29 Apunte de clase

Rodríguez-Arias (1988): Terapia familiar: lecturas I, (pp. 37-52). Salamanca:

Universidad Pontificia de Salamanca.

Watzlawick, P., Weakland, J. H. y Fisch, R. (2011). Cambio: formación y solución

de los problemas humanos. Barcelona: Herder.

Si usted desea referenciar este documento, considere la siguiente

información:

Palma, J. (2019). Herramientas para la entrevista clínica y primera sesión desde el

modelo sistémico. Apunte de clase unidad 2, Psicoterapia Sistémica I, Universidad

UNIACC.
30 Apunte de clase

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