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I. ASUNTO
La Regional del Cauca, con auto del 12 de febrero de 2007, le formuló el cargo a la
doctora BLANCA INÉS CHÁVEZ JIMÉNEZ, en los siguientes términos (Fls. 198 a
203):
1
Le fueron citadas y transcritas como normas reguladoras de la conducta, el artículo
48 numeral 17 de la ley 734 de 2002, el artículo 8º numeral 2º literal b) de la ley 80
de 1993.
V. FUNDAMENTOS DE LA IMPUGNACIÓN.
2
2. Precisa que en ningún momento su defendida actuó con dolo, porque firmó los
contratos amparada en un pronunciamiento del Tribunal Administrativo del Huila, en
sentencia del 13 de abril de 2004, que fue confirmado por el Consejo de Estado el 19
de agosto de 2004, con ponencia del doctor Darío Quiñones Pinilla, en la demanda
instaurada por el señor Carlos Humberto Rojas Joven, contra del alcalde del
municipio de Palestina. Trae a colación el siguiente aparte, que según el apoderado,
se menciona en la decisión citada: “(…) En efecto, el vínculo solamente desaparece
mediante divorcio o la muerte, tal y como lo dispone el artículo 152 del Código Civil,
modificado por el artículo 1º de la Ley 1ª de 1976, también modificada por el artículo
5º de la Ley 25 de 1992 (…)” para significar que cuando el Consejo de Estado habla
de “vínculo” se refiere al de afinidad.
Considera que los comentarios del tratadista Roberto Suárez Franco, aludidos en el
fallo de primera instancia, en relación con el parentesco, no pueden estar por encima
de la postura de la altas Cortes.
1.1 Le asiste razón al recurrente cuando señala que con la muerte del señor Gustavo
Adolfo Acosta López, se disolvió la unión existente entre éste y la doctora BLANCA
INÉS CHÁVEZ JIMÉNEZ, pero se equivoca al afirmar, que por esta circunstancia,
también desapareció el parentesco por afinidad, entre su defendida y los hermanos
de su extinto esposo, con quienes ella contrató.
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en los siguientes términos:
“Afinidad legítima es la que existe entre una persona que está o estado casada y los
consanguíneos legítimos de su marido o mujer. La línea o grado de afinidad legítima de una
persona con un consanguíneo de su marido o mujer, se califica por la línea o grado de
consanguinidad legítima de dicho marido o mujer con dicho consanguíneo. Así un varón
esta en primer grado de afinidad legítima, en la línea recta con los hijos habidos por su
mujer en anterior matrimonio; y en segundo grado de afinidad legítima, en la línea
transversal, con los hermanos legítimos de su mujer”. (Subrayado fuera de texto).
De acuerdo con la norma transcrita, resulta claro que el parentesco por afinidad no
desaparece con el tiempo, ni siquiera en los casos de divorcio de los cónyuges o
muerte de uno de ellos, sino que se mantiene, por el simple hecho de haber estado
casadas dos personas, independientemente de las circunstancias que sobrevengan
después del vínculo.
1.2. Por lo anterior, carece de respaldo el argumento de defensa del apoderado, que
su prohijada firmó los contratos cuestionados, supuestamente amparada en
pronunciamientos de lo Contencioso Administrativo, porque escapa a toda lógica,
que una profesional del derecho, interprete una disposición legal, basada en
aplicaciones analógicas, pretendiendo acomodarlas al caso en estudio, cuando en
realidad a lo que se refiere la sentencia no es al “parentesco por afinidad”, sino al
“vínculo matrimonial” que es el que desaparece por “divorcio o la muerte”, tal y como
lo dispone el artículo 152 del Código Civil, modificado por el artículo 1º de la ley 1ª de
1976, también modificada por el artículo 5º de la ley 25 de 1992, norma que se
encuentra ubicada en el Título VI, denominado “De la disolución del matrimonio”,
concretamente a la cesación de efectos civiles de matrimonios de cualquier religión
por esas causales, cuyo contenido es del siguiente tenor:
“El matrimonio civil se disuelve por la muerte real o presunta de uno de los cónyuges o por
divorcio judicialmente decretado. Los efectos civiles de todo matrimonio religioso cesarán
por divorcio decretado por el juez de familia o promiscuo de familia. En materia del vínculo
de los matrimonios religiosos regirán los cánones y normas del correspondiente
ordenamiento religioso”.
1
Sentencia C-4516-93, M.P. Antonio Barrera Carbonell.
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A pesar de tratarse de etapas diferentes, debe tenerse en cuenta que la indagación
no es obligatoria ni imprescindible, tal como lo ha sostenido la misma Corte
Constitucional2. Al comparar los fines de cada una, se observa que responden a
necesidades procesales distintas, aunque guardan similitud o pueden coincidir en
algunos de ellos, pues ambas buscan verificar la ocurrencia de la conducta y la
determinación de sí es o no constitutiva de falta disciplinaria. Pero debe recalcarse,
que la indagación es de carácter eventual y previa a la investigación disciplinaria y
sólo se ordena, cuando se tiene duda sobre la identificación o individualización del
autor de una falta disciplinaria, mientras que la segunda procede directamente sí ya
se tiene determinado el posible sujeto disciplinable, pero la primera no constituye un
requisito de procedibilidad de la segunda.
Lo cierto es, que para cumplir con los fines tanto de la indagación como de la
investigación disciplinaria, esto sólo se logra a través del recaudo de las pruebas
suficientes y necesarias. Es precisamente en este sentido en que se ha pronunciado
la Corte Constitucional en la sentencia citada por el apelante, donde dejó en claro
que el término de duración de la indagación no es a primera vista insuficiente entre
otras razones porque: “…el lapso de los seis meses no comprende el tiempo
necesario para la evaluación de las pruebas recopiladas durante el período de
indagación, lo que permite que ese período sea utilizado íntegramente para la
recopilación de pruebas…”3.
2
Sentencia C-430 de 1997. En las sentencias C-728 de 2000 y C-175 de 2001, se reiteró este
concepto de eventualidad de la indagación preliminar.
3
Sentencia C-728 del 21 de junio de 2000, M.P. Dr. EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ.
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Si bien, hubo un posible incumplimiento de los términos procesales señalados en el
artículo 161 de la ley 734 de 2002 para la evaluación del material probatorio, ya que
la Regional profirió el respectivo pliego de cargos, hasta el 12 de febrero de 2007,
sin embargo, esta circunstancia en nada configura una vía de hecho, pues se
observa que la disciplinada contó con las debidas garantías procesales, las pruebas
se recaudaron dentro de los seis (6) meses previstos para la investigación y en todo
caso el trámite de la primera instancia duró menos de 18 meses, término más que
razonable si se tiene en cuenta que el artículo 30 de la ley 734 de 2002, prevé un
plazo de cinco (5) años para adelantar la acción disciplinaria. Por consiguiente, no se
evidencia vulneración del debido proceso, ni hay razón para que afirme el
apoderado, que se mantuvo sub – judice a su defendida.
1.4 En cuanto al error alegado por el apoderado, se advierte por este despacho, que
aún aceptando en gracia de discusión, que en la investigada pudo concurrir esta
circunstancia al momento de contratar, porque consideró que su vínculo de afinidad
con los señores Pedro Alonso y Carmen Leonor Acosta López, terminó con ocasión
de la muerte de su esposo, sin embargo, no puede aceptarse como una causal
excluyente de responsabilidad disciplinaria, por cuanto el presunto error era vencible,
pues como bien lo señaló el ad quo, podía superarlo, indagando en la Oficina
Jurídica de la entidad estatal o con la simple lectura del artículo 47 del Código Civil
Colombiano, sin entrar en mayores razonamientos, ya que su grado de preparación
como abogada, le permitía perfectamente concluir, que el parentesco de afinidad no
se extingue.
Por consiguiente, este argumento tampoco sirve de excusa, por cuanto el error que
contempla la ley 734 de 2002 como causal de justificación es el invencible, evento
que en este caso no se dio.
También esta probado que los señores Carmen Leonor y Pedro Alonso Acosta
López son hermanos entre sí y a su vez del señor Gustavo Adolfo Acosta López,
(fols. 148 y 149) con quien la investigada BLANCA INÉS CHÁVEZ JIMÉNEZ, estuvo
casada (fol. 194). En consecuencia, está acreditado el parentesco de afinidad entre
la contratante y los contratistas y en ese orden la inhabilidad existente para contratar,
de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 8º numeral 2º literal b) de la ley 80 de
1993.
3.1 Tipicidad.
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“Artículo 48. Faltas gravísimas. Son faltas gravísimas las siguientes:
…
17. Actuar u omitir, a pesar de la existencia de causales de incompatibilidad,
inhabilidad y conflicto de intereses, de acuerdo con las previsiones
constitucionales y legales.”
3.3 Culpabilidad.
RESUELVE:
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doctora BLANCA INÉS CHÁVEZ JIMÉNEZ, en su condición de Secretaria de
Educación y Cultura del departamento del Cauca, del cargo formulado en su día y la
sancionó con suspensión en el ejercicio del cargo por el lapso de seis (6) meses e
inhabilidad especial por el mismo término.
NOTIFÍQUESE Y CÚMPLASE
PDMP
Exp. 087- 3416-06 P. R. del Cauca
SGS/MHGC.