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Universidad Distrital Francisco José de Caldas

Facultad de Ciencias y Educación


Seminario de literatura latinoamericana
Docente: Bibian Paola Fernández Luna
Estudiantes: Angie K. Vargas, Katherin.Pinto, Laura V. Bernal, Liseth N. Bernal, Valeria.
Martínez.

No, calladita no estás más guapa,


si no que un poco más muerta,
y si algo sé sobre ti
es que no he visto a nadie,
jamás,
con tantas ganas de vivir.

Miguel Gane

Título: Entre dominación y libertad; una perspectiva desde Catalina y su construcción como
mujer mexicana.

Introducción:

“Arráncame la vida”, novela publicada en 1986 por Ángeles Mastretta, narra las
experiencias vividas por Catalina Guzmán, una adolescente oriunda de Puebla-México, cuya vida
cambia drásticamente al conocer al General Andrés Ascencio, un emergente símbolo político del
país, quien le impone un estilo de vida totalmente nuevo, es de esta manera que resulta inmersa
ineludiblemente en ambientes amorosos, sociales y políticos distintos a los que estaba
acostumbrada. Cabe señalar que es a través de estos mismos ambientes que Catalina, se construye
subjetivamente en el México de los años 30 dentro de su contexto posrevolucionario, se vuelve
testigo principal de las injusticias y corrupciones políticas, las desigualdades de género y los
papeles atribuidos a hombres y mujeres. En el presente trabajo, se mostrará de qué forma, esta
novela se encarga de fomentar la memoria social construida, tanto en un México en pleno auge
gubernamental, como de una Latinoamérica, expuesta a compartir cánones culturales, esto desde
una serie de reflexiones críticas en torno al machismo personificado en el General Ascencio, los
roles asignados a la mujer mexicana y la intención de revelar la trascendencia de la imagen
femenina en dichos espacios sociales y políticos. Adicionalmente, se justificará la forma en la
que también se busca reconfigurar y explicar los procesos de la emancipación femenina desde el
desprendimiento, que deviene en la construcción de una subjetividad cimentada en la liberación
del yugo machista, el autorreconocimiento y la autorrealización.

Desarrollo:

Lucha por un espacio femenino.

Uno de los pilares encontrados a lo largo en esta novela de Mastretta, es la repetición y


normalización de posturas machistas principalmente llevadas a cabo por Andrés Ascencio, y en
general dentro del contexto sociopolítico mexicano. Es necesario destacar que, en cuanto a la
participación política por parte de las mujeres, específicamente en cuanto al sufragio, su
implicación fue controversia pública en el transcurso del siglo XX, sin embargo “la discusión se
ocupó, de manera más amplia, de las identidades y los papeles sociales apropiados para hombres
y mujeres, dentro de un discurso nacionalista” (Cano, 2013, Pág. 8). Lo anterior da cuenta de la
dificultad del maduramiento de los movimientos feministas y la participación activa de la
colectividad femenina; la diplomacia mexicana del momento, conformada principalmente por
hombres, daba por hecho y perpetuaba el lugar e identidad de la mujer desde contextos familiares
de crianza y maternidad, en palabras de Catalina, vemos su inconformidad con el hecho y su afán
constante por evadir dichas sentencias tradicionalistas: “Yo no sé quién inventó que las mujeres
somos felices y bellas embarazadas. [...] Qué milagro de la vida ni qué la fregada.” (Mastretta,
1986, Pág. 48). Esta es en definitiva una herramienta fuerte y eficaz utilizada por la autora para
retratar y consolidar la importancia de la lucha feminista desde la evocación de prácticas sociales
arcaicas que dan cuenta de la transformación del lugar asignado por defecto a la mujer dentro de
una sociedad latinoamericana.

Es a partir de lo anterior, que a lo largo de su vida Catalina, decide desbaratar muchos de los
conceptos establecidos que consolidan su feminidad y a la par su lugar previamente fijado dentro
de una sociedad mayoritariamente patriarcal. Su maternidad prematura y su indiscutible
participación en contextos políticos burocráticos en los cuales debía tomar un papel de “ama de
casa” son algunos ejemplos del constante descontento que sentía por el papel social que tenía la
obligación de ocupar, en sus palabras: “Prefería oír la plática de los hombres, pero no era
correcto. Siempre las cenas se dividían así, de un lado los hombres y en el otro nosotras hablando
de partos, sirvientas y peinados.” (Mastretta, 1986, Pág. 30). Teniendo en cuenta el momento
histórico en el cual se encontraba, el comienzo del crecimiento personal y la construcción
subjetiva dentro de Catalina puede ser considerada reflexiva y adelantada a su tiempo, esto puede
verse reflejado en ocasiones específicas en las cuales se enfrentó a la imagen dominante de
Andrés, adueñándose de su identidad y ejerciendo prácticas que hoy relacionaríamos al
crecimiento feminista desde la sororidad, en donde —casi sin darse cuenta de lo que hacía— dio
su ayuda a varias mujeres a lo largo de la novela: a las sirvientas que llegó a tener, a las mujeres
instaladas en el manicomio de San Roque e incluso a una de las esposas de los hombres
asesinados por su esposo.

Entre el dominio y la liberación.

Cadenas simbólicas, ¿a que hacemos referencia con esto? En cualquier otro escenario
imaginaríamos a las cientos de mujeres negras sometidas a la esclavitud de su cuerpo y de su
identidad, pero en este caso nos referimos a la estrategia que por muchos años le ha resultado
funcional al machismo para someter a las mujeres, hablamos del matrimonio forzado, propuesto
por una sola parte y llevado a cabo sin la mínima objeción, es en este punto donde evidenciamos
una de las formas como Andrés, inicio su dominación sobre aquella pueblerina quinceañera “Ni
siquiera me has preguntado si me quiero casar contigo —dije. ¿Quién te crees? —¿Cómo que
quién me creo? Pues me creo yo, Andrés Ascencio. No proteste y súbase al coche” (Mastretta,
1986, Pág. 6). Recurriendo a silenciar a Catalina, no sé dialoga más alrededor de este tema, todo
parece aceptado con sencillez, pero si recordamos Catalina, era en ese momento tan solo una
jovencita que esperaba que muchas cosas le pasaran y que tomaba los cortejos de Andrés de
forma inocente y jocosa, además, tampoco encontramos mayor objeción en sus padres, pero esto
puede deberse al hecho de que sospecharan que Andrés, le había quitado la virginidad a Catalina,
y esta primera jugada por parte de Andrés, nos expone el porqué fue tan sencillo tomarla en
matrimonio, pues quitándole esto aseguraría que solo fuera de él, debido a que esta época, una
mujer que no fuese virgen, quedaba expuesta y era la última opción que un hombre consideraría
para convertir en esposa. Sumado a esto, Andrés, reafirma constantemente su poder, incluso
menospreciando al padre de Catalina, pues le recuerda que él ya no manda sobre ella, aquí
Catalina, se da cuenta de lo que le espera y es una mujer con un rol sumamente pasivo, que
espera las decisiones de su esposo para adaptarse a las mismas, se convierte en la mujer de
Ascencio, un título que difícilmente se podrá quitar.

Ahora bien, otras maneras de dominación que encontramos es la imposición de la maternidad,


Catalina manifiesta antes de quedar embarazada su negativa al rol de mamá, pues lo considera
como una restricción más a su libertad, y va en contra de que las mujeres embarazadas han
recibido una bendición como lo dice la religión y que son felices y bonitas “Si quieres te digo
que todas las mujeres embarazadas son preciosas, pero no lo creo. Yo nunca me sentí más fea. ”
(Mastretta, 1986, Pág. 49). Posteriormente, vemos que Catalina, no solo tiene que cargar con su
nulo deseo de tener hijos sino que en un acto de sexismo y descaro Andrés, le impone a los hijos
extramatrimoniales que ya tenía, esto coadyuva al establecimiento del ideal de que las familias
debían ser numerosas sin importar lo demás.

De acuerdo a lo anterior, observamos otra manera de dominación, el miedo, la figura de Andrés,


es la de un hombre narcisista y dispuesto a cometer todo tipo de actos con tal de conservar el
poder, sus expresiones de frialdad y desinterés se ven a lo largo del libro, verbigracia, cuando
Virginia su hija, pensaba contraer nupcias con un hombre diferente al impuesto por su padre, este
muere en extraños acontecimientos, siguiendo este hilo, encontramos otro momento sorprendente
y es cuando Virginia, una de sus hijas, desaparece, el no se inquieta y simplemente la da por
muerta como si fuese un precio que tuviera que pagar de todas maneras, en ese juego de
estrategias por la obtención del poder, vemos pues, la indiferencia de Andrés por las mujeres, y
los patrones de violencia que reproduce en su hijo Sergio (precisamente un varón). “Ay, hijo, qué
cosas te imaginas —le dije. ¿Crees que matar es juego? —No. Matar es trabajo, dice mi papá”
(Mastretta, 1986, Pág.32). En este punto, Catalina ha crecido no solo en edad, sino en
pensamiento, pasa de ser una niña inocente que se niega a ver defectos en Andrés, a una mujer
que es consciente de las atrocidades y del hombre que tiene por esposo.

Es por todo lo anterior que Catalina, busca su libertad y su comodidad individual, pasa de velar
los intereses de su marido a priorizar los propios, ejerciendo así un proceso de
autoreconocimiento y autorrealización, uno de los primeros avances que observamos en este
personaje es la apropiación de su sexualidad encontrando en esta una forma de contraatacar la
dominación de Andrés, Catalina para este punto ya sabe como sentir, debido a la gitana, que tiene
un papel muy importante en la enseñanza de esa sexualidad, aparte se desenvuelve con gran
poder desde la intimidad pues la masturbación no es un tabú para ella, sino que antes bien es un
proceso de conocimiento y de libertad; el hecho de que Catalina, coquetee y sea más extrovertida
es un desafío para Andrés y empieza a surgir el ataque, Catalina, encuentra a través de su
corporalidad la forma de decir que no y de negarse a aceptar Andrés, no solo en el acto sexual,
sino que también rechaza al hombre que asesina y siembra terror:

¿Quién lo mató? —pregunté. —No sé. Las almas puras tienen muchos enemigos —dijo. Quítate esas
mierdas. Está resultando más difícil coger contigo que con una virgen poblana. Quítatelas —dijo mientras
sobaba su cuerpo contra mi vestido. Pero yo seguí con las piernas cerradas, bien cerradas por primera vez
(Mastretta, 1986, Pág. 37).

Con lo anterior, podemos evidenciar una postura de firmeza frente a Andrés, Catalina desafía los
cánones establecidos lo cual termina en la ruptura de los mismos, pues Catalina se niega a
cumplir con sus “deberes maritales” elevando su descontento hacia las conductas de su esposo.
Por último, encontramos la infidelidad como un método de venganza, claramente la ruptura con
lo establecido por la religión el patriarcado se hace más evidente, pues aunque el adulterio es
condenado con severidad, Es mediante este que Catalina realiza un desprendimiento de Andrés,
primero con Pablo, su amigo, en el cual encontró la atención que no halló en Andrés, esto
contraataco la indiferencia y la ausencia de Andrés, durante el primer embarazo de Catalina,
estableciendo con su primer amante una relación de igualdad y comunicación, en un segundo
momento encontramos a Carlos, el gran amor de Catalina, en él encuentra lo opuesto a Andrés,
encuentra un hombre atento y cariñoso, es así como se refugia en él para escapar de su esposo,
pese a que este tiene un trágico final indirectamente causado por Andrés, Catalina, nunca lo
olvida y termina su historia con ambos hombres expresando su amor por Carlos y su indiferencia
hacia Andrés, logrando así su objetivo de liberación:

Cuántas cosas ya no tendría que hacer. Estaba sola, nadie me mandaba. Cuántas cosas haría, pensé bajo la
lluvia a carcajadas. Sentada en el suelo, jugando con la tierra húmeda que rodeaba la tumba de Andrés.
Divertida con mi futuro, casi feliz. (Mastretta, 1986, Pág.115)

Conclusiones:
El proceso de indeterminación que rodeo a la mujer en el contexto mexicano fue enmarcado
como lo expone Gilíes, “en función de las vías sociales y naturalmente pre-trazadas: casarse,
tener hijos, ejercer las tareas subalternas definidas por la comunidad social”(Gilíes,1999,pág.218)
es decir, la mujer es sacralizada en la tríada (madre-esposa-educadora) que define directamente su
papel o rol en la sociedad. Con la inmersión en los escenarios sociales de una mujer como
Catalina, el destino de lo femenino toma dirección hacia un cambio estructural que permite que
se desarrolle un proceso de discernimiento acerca de cómo puede desarrollarse su vida, esto
entendiéndose como una forma de reconocimiento en la cual se pueden realizar conductas de
elección, cuestionamiento y juicios a manera de autocreación de sí misma.

Por otra parte, en el México de aquellos días la participación de las mujeres en roles políticos se
debe generalmente a las impresiones y la desconfianza que sobre este ámbito se tienen, además
que para las mujeres de aquella época la política se consideraba como un aspecto al cual se le
proporciona menor interés, es decir, que su participación no se basaba en un querer estar, sino en
un poder estar. “Andrés me nombró su representante. Me la pasé metida en juntas, mítines, actos
cívicos y todas esas cosas que me hartaban”.(Mastretta,1986,pág.44)

La sociedad utópica, está compuesta por hombres y mujeres que trabajan de manera conjunta e
igualitaria para lograr progresos en la sociedad; sin embargo, el rol que tiene la mujer ha sido
menospreciado y determinado a las labores que se desarrollan dentro del hogar, el uso de su
cuerpo para complacer a sus parejas y los estándares sociales ajenos a sus deseos. De tal manera,
se termina enajenando su derecho a ser parte activa de esta construcción como se muestra en la
historia de Catalina, teniendo que vivir bajo la sombra y los secretos que rodean la vida de su
marido, ya que en esa época, la mujer no tenía derecho de estar abiertamente en contra de su
marido, así Catalina, tuviese tantas cosas que la descontentaron, al final terminaba siendo una
prisionera más que no tenía derechos que le permitieran desarrollarse libremente y es justo con la
muerte de Andrés, que ella da un paso más hacia esa libertad, a una nueva vida donde no tenga
que vivir bajo las órdenes de alguien más
Aunque la participación política de la mujer no se tomaba con mucha importancia, en el caso de
Catalina, desde el principio de la obra se vio como mostraba interés por los temas de política con
los que trabajaba Andrés y siempre se vio su interés por involucrarse con estos temas a pesar de
que su esposo de manera constante le repitiera que eran temas en los que ella no se tenía que
involucrar y que de hecho no tenía derecho a hacerlo, esto se muestra en temas como el derecho
al voto, haciendo una relación con el contexto de la novela, Patricia Galeano, en su libro “La
revolución de las mujeres en México”:
Si nos preguntamos para qué querían el voto las mujeres, probablemente la primera respuesta no sea “para
tener poder” sino “para cambiar la vida”, su vida. O tal vez, de manera más clara y sencilla, lo quisieran
para ejercer un derecho que se les había negado por mera arbitrariedad, es decir, el de tener incidencia
directa o indirecta en las normas y leyes que se les imponían (Galeano, P. 2014, pág. 107)
El voto fue para las mujeres de comienzos del siglo XX el derecho usurpado arbitrariamente
como lo que fue la libertad para Catalina, a quien desde su sexualidad, maternidad y modo de
actuar fue controlado, a pesar de ello se generó resistencia y valentía en las mujeres mexicanas
partícipes y promotoras del sufragio y la revolución femenina o feminista de este siglo. De no
haber sido por mujeres como Catalina Guzmán y su búsqueda impetuosa de no estar atada a un
hombre la mujer contemporánea no sería lo que es. En efecto, la figura de Catalina durante toda
la obra transcurre no como el estereotipo de mujer sufrida y obediente, sino en un proceso de
crecimiento y evolución que representa la autonomía como ideal de independencia sin importar
qué medios han sido abordados para alcanzar el objetivo.

Referencias: (ORDEN ALFABÉTICO)

Cano, G. (2006) Debates en torno al sufragio y la ciudadanía de las mujeres en México. Estudios
Sociológicos, XXXI 15

Galeano, P., (2014), Un recorrido histórico por la revolución de las mujeres en México. La
revolución de las mujeres en México.

Lipovetsky, G., (1999). La tercera mujer. Barcelona: Anagrama.

Mastretta, A., (1986), Arráncame la vida, España, Alfaguara.

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