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Trabajo arqueológico y representaciones del pasado
en la provincia de Buenos Aires

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COLECCIón SABERES CS
LC

Trabajo arqueológico y representaciones


del pasado en la provincia de Buenos Aires

Virginia M. Salerno

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Decano Secretario General Consejo Editor
Héctor Hugo Trinchero Jorge Gugliotta Amanda Toubes
Secretaria Académica Secretario Lidia Nacuzzi
Graciela Morgade de Posgrado Susana Cella
Secretaria de Hacienda Pablo Ciccolella Myriam Feldfeber
y Administración Subsecretaria Silvia Delfino
Marcela Lamelza de Bibliotecas Germán Delgado
María Rosa Mostaccio Sergio Castelo
Secretario de Extensión
Universitaria y Bienestar Subsecretario Mercedes Domínguez Valle
Estudiantil de Publicaciones Directora de Imprenta
Alejandro Valitutti Matías Cordo Rosa Gómez

Editorial de la Facultad de Filosofia y Letras


Colección Saberes
Edición: Martín G. Gómez
Diseño de tapa e interior: Magali Canale

Salerno, Virginia Mariana


Trabajo arqueológico y representaciones del pasado en la provincia de Buenos Aires. - 1a ed. - Ciudad
Autónoma de Buenos Aires: Editorial de la Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires, 2014.
432 p.; 14x20 cm. - (Saberes)
ISBN 978-987-3617-10-2
1. Arqueología. 2. Antropología Social. I. Título
CDD 809

ISBN: 978-987-3617-10-2
© Facultad de Filosofía y Letras, UBA, 2013
Subsecretaría de Publicaciones
Puan 480 - Ciudad Autónoma de Buenos Aires - República Argentina
Tel.: 4432-0606, int. 167 - editor@filo.uba.ar

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Agradecimientos

Muchas personas e instituciones contribuyeron a hacer


posible la realización de este libro. Originado en mi tesis
doctoral, su realización implicó varios años de investiga-
ción y escritura. En este largo camino, quisiera destacar el
sostén afectivo de mis padres, Orlando y Alejandra, y mis
hermanos, quienes me acompañaron durante mis estudios
de grado y posgrado. Particularmente, quisiera mencionar
el incondicional esfuerzo de Andrés, cuya “magia” en varias
ocasiones “salvó” la computadora y los datos en ella procesa-
dos. Durante el último año, el cariño y la paciencia de Juan
fueron primordiales para que el trabajo de escritura final no
perdiera su encanto. Además, muchos de mis amigos mos-
traron la incondicionalidad de los familiares y acompañaron
de diversas maneras la realización de este proyecto.
A la Dra. María Isabel González, cuya dirección permitió
que esta tesis se transformara en lo que es. Gracias por facili-
tar que esta investigación se elabore a mi manera: un híbrido
entre la antropología y la arqueología. A la Dra. María Luz
Endere le agradezco por aceptar co-dirigir esta tesis aún sin
conocerme. De ambas destaco el incentivo, sus consejos, las

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numerosas lecturas, correcciones y comentarios. De la misma
manera agradezco al Dr. Mariano Ramos, que en este pro-
ceso se convirtió en un compañero y guía que me permitió
participar de sus trabajos de campo en Vuelta de Obligado;
y a los oportunos consejos brindados por la Dra. Victoria
Horwitz (Consejera del plan de estudios).
Quiero agradecer particularmente a mis compañeros del
equipo de investigación: Dra. Paula Escosteguy, Lic. Ma-
riana Vigna, Pablo Bianchi y Cristina Squitieri, por hacer
del trabajo cotidiano una tarea agradable y enriquecedora.
Asimismo, agradezco al Dr. Guillermo Mengoni Goñalons,
director del Instituto de Arqueología de la Facultad de Filo-
sofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, y a todos
sus integrantes, por permitirme desarrollar en esas depen-
dencias mis tareas de laboratorio.
A todos los miembros del Grupo Arqueología en las Pam-
pas: María Isabel González, Magdalena Frère, Paula Escoste-
guy, Mariana Vigna, Cristina Squitieri, Pablo Bianchi, Nora
Flegenheimer, Cristina Bayón, Alejandra Pupio, Celeste
Weitzel, Romina Frontini, Natalia Mazzia, Rodrigo Vecchi,
Clara Scabuzzo, Mariano Colombo y Cecilia Simón.
A aquellos con quienes he podido discutir aspectos gene-
rales o parciales del trabajo, grupo en el cual incluyo a: Lic.
Alejandra Pupio, Lic. María Magdalena Frère y Lic. Nora Fle-
genheimer. En este proceso, también a: Lic. Mariana Vigna,
Dra. Paula Escosteguy, Dra. Natalia Mazzia y Dina Fayos, quie-
nes revisaron cuidadosa y repetidamente los textos. Además,
Lic. Matilde Lanza y Lic. Maria de Hoyos, que me ayudaron a
no perder la perspectiva. Por su parte, Lic. Dolores Estruch,
Lic. Mercedes Hirsch y Lic. Lorena Cañardo enriquecieron
este trabajo con sus invalorables aportes desde la antropolo-
gía. También es importante mencionar aquí al “grupo de los
miércoles”, los colegas de Didáctica, con quienes desde el año
2009 he compartido lecturas y discusiones fundamentales
para resignificar mi formación como antropóloga.

6 Virginia M. Salerno

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Agradezco a las personas que durante el trabajo de cam-
po, tanto en la relevación de documentos como en la reali-
zación de entrevistas y participación en reuniones y observa-
ciones en Chascomús y en Vuelta de Obligado, me hicieron
sentir a gusto, me facilitaron el acceso a los materiales, y me
brindaron su confianza y colaboración.
En Chascomús hay dos instituciones con las cuales trabajé
intensivamente: el Instituto Historiográfico y el Museo Muni-
cipal Pampeano. Allí conté con la constante colaboración de
Alejandra, Gabriela, Sergio, Viviana, Elisa, Elsa, Hildara, Vivi,
Manuela y Ana Paula. También he de mencionar a Gustavo,
guía de la municipalidad, que me brindó la confianza para
presenciar sus guiadas dentro del museo. De la misma mane-
ra, los participantes del ex colectivo Movimiento de Artistas
y Artesanos (MAYA) me brindaron su confianza y aportaron
documentos y materiales que enriquecieron este trabajo.
En Vuelta de Obligado merecen una mención especial la
invalorable paciencia de Marita y la gente del “Taormina”,
quienes me recibieron y orientaron en el pueblo. Además,
fue importante la colaboración brindada por las docentes de
la Escuela y Jardín de infantes Nº 15 E. Tornú, así como de
los integrantes de la Sociedad de Fomento y la Junta Vecinal.
De igual forma, los miembros del Programa de Arqueología
Histórica y Estudios Pluridisciplinarios de la Universidad de
Luján, junto con los estudiantes rosarinos, me acompañaron
en cada campaña de Vuelta de Obligado.
Además, la síntesis de la investigación doctoral que se pre-
senta en este libro está enriquecida con los comentarios de los
jurados de tesis: Dra. Paola Ramundo, Dra. Andrea Pegoraro
y Dr. Javier Nastri, así como también por los consejos referidos
al quehacer editorial que gentilmente me brindaron Maria de
Hoyos, Lidia Nacuzzi y Odlanyer Hernández de Lara.
En el plano institucional, el marco en el que se realizó
este trabajo de investigación fueron las becas doctorales del
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas

Agradecimientos 7

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(CONICET), y mi inserción en proyectos regionales dirigi-
dos por la Dra. María Isabel González, con subsidios de la
Universidad de Buenos Aires (UBACyT F026 2008-2010 /
Exp. UBA Nº 18829/2010 2011-2014) y la Agencia Nacional
de Promoción Científica y Tecnológica (PICT 00717 2008-
2010 / PICT 2010-1517, 2011-2013).
Finalmente, quisiera destacar que la decisión de reorga-
nizar y sintetizar la tesis de investigación en este libro fue
producto de la experiencia de dictar el seminario de grado
“Construcción y uso del conocimiento arqueológico en el
presente” en la Facultad de Filosofía y Letras de la Univer-
sidad de Buenos Aires durante el año 2012, luego de haber
finalizado la investigación de doctorado. Uno de los princi-
pales propósitos de este libro es que pueda convertirse en
una guía e inspiración para aquellos que decidan explorar
las complejas tramas de los procesos de apropiación y pro-
ducción de conocimientos arqueológicos en el presente.

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Prólogo
María Isabel González

En este libro de Virginia Mariana Salerno el lector se aden-


tra en un tema de reciente reflexión en el ámbito de la ar-
queología. Se trata de la cuestión del destino del producto de
la arqueología en la comunidad y, en definitiva, de la utilidad
social de la práctica arqueológica. La autora ha realizado con
esta investigación una labor relevante que permite entender
adecuadamente las representaciones sociales de la disciplina
arqueológica, y caracterizar los distintos contextos en que se
producen sus discursos. Tras interpretarlos, nos muestra un
exhaustivo relevamiento de registros documentales, entrevis-
tas y observaciones, y un adecuado análisis de los mismos,
permitiendo así que el lector llegue a apreciar las diferen-
cias y los movimientos entre las representaciones del pasado
producidas por la arqueología y por otros actores sociales;
además, valorar las representaciones museísticas y los usos
sociales actuales del paisaje local históricamente demarcado.
El caso de estudio es Chascomús, localidad en la cual se
vienen realizando investigaciones arqueológicas sistemáticas,
con continuidad en el tiempo, por parte del equipo del cual
Virginia Salerno es una de sus integrantes. Varias décadas de

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trabajo permitieron que este equipo creciera en la experien-
cia de comunicación pública de los trabajos arqueológicos,
tanto desde el punto de vista teórico como práctico, e hicie-
ron posible el inicio del proceso de una arqueología orienta-
da al público, en un sentido amplio, particularmente en el
ámbito local y la educación formal y no formal. Así pues, la
autora toma para su investigación el análisis exhaustivo, en
este caso concreto, de los usos actuales de la materialidad
prehispánica. Este aporte general al conocimiento en la dis-
ciplina arqueológica es propuesto como una metodología de
exploración que puede ser aplicada a otros contextos.
La inclusión de Vuelta de Obligado como caso compara-
tivo permite introducir, dentro de este análisis, las implican-
cias de una mayor o menor “visibilidad” durante el trabajo
de campo. Además, este paralelo permite considerar dife-
rentes relaciones de alteridad que, en la actualidad, se esta-
blecen con el pasado arqueológico investigado.
A lo largo de los capítulos de esta obra, la autora indaga
sobre el papel de la arqueología en la sociedad, y los cam-
bios en el conocimiento sobre el pasado a partir de procesos
de apropiación del mismo. A partir de estos problemas se
actualizan los conceptos de la arqueología pública. En el dis-
currir por la figura del coleccionista local, la autora destaca
el significado que esta actividad tiene tanto para la compren-
sión de las representaciones orales del pasado como para
visualizar la circulación de la materialidad arqueológica
de Chascomús. Y no queda ahí esta incursión en tanto que,
mediante las entrevistas, la autora indaga sobre los motivos
y la construcción de sentidos que los coleccionistas hacen,
buscando conocer, para su investigación y recuperación del
pasado indígena, los efectos del coleccionismo.
Con el estudio del Museo Municipal Pampeano de Chas-
comús logra mostrar las enmarañadas formas de represen-
tar el pasado, y la huella dinámica que estas representacio-
nes dejan en la comunidad. En este recorrido, se pone de

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manifiesto el lugar de la otra arqueología, la que se dirige
al público, principalmente, a los no especialistas y los esco-
lares. La propuesta es analizar esa otra dimensión —de he-
cho, también arqueológica— en sus múltiples manifestacio-
nes discursivas: publicaciones de carácter general, distintos
espacios de divulgación, museos, sitios arqueológicos, aulas
arqueológicas, y otros espacios donde circulan discursos de
los diferentes agentes que intervienen en la comunicación
pública de estos conocimientos.
Por otra parte, la cuestión de las demarcaciones en el pai-
saje amplía la mirada acerca de la vinculación de la comuni-
dad con el pasado, más allá del objeto tradicional que repre-
senta el museo. La autora incluye en su análisis un conjunto
de localizaciones ancestrales que hasta el momento han sido
muy poco consideradas en el discurso arqueológico. Mues-
tra así cómo las representaciones del pasado prehispánico
se reproducen mediante la organización de monumentos,
espacios y propuestas turísticas y recreativas del municipio.
Además, este estudio llama la atención sobre los proce-
sos de transformación social, económica y política que com-
porta la actividad turística impulsada en los pueblos de la
provincia de Buenos Aires en las últimas dos décadas. En el
marco de estas actividades se elaboran narrativas sobre el
pasado que se articulan con las producidas desde la investi-
gación arqueológica.
Una parte de este libro gira en torno a la documentación
escrita generada a partir de los trabajos arqueológicos (libre-
tas de campo, notas en los diarios, anécdotas de quienes par-
ticiparon en las excavaciones) y que Salerno logra traducir,
luego de un arduo ejercicio, en información sumamente sig-
nificativa. Así pues, se trata de un trabajo que abre un univer-
so poco conocido y explora numerosas dimensiones para el
análisis del mismo. Esto hace que el lector se encuentre frente
a un estudio reflexivo y riguroso acerca de los intereses y nece-
sidades de los agentes insertos en ámbitos locales en relación

Prólogo 11

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con los materiales arqueológicos. En consecuencia, este traba-
jo constituye un conocimiento clave para el desarrollo de una
práctica arqueológica en términos de actividad social.
Varios son los aspectos del libro que deben ser resaltados,
entre ellos, las diversas fuentes utilizadas para generar una
comprensión del modo en que se resignifican los materia-
les recuperados en las excavaciones arqueológicas. Estas
incluyen diversas y cuantiosas entrevistas, registros de ob-
servación, y análisis de documentos publicados e inéditos,
sumamente valiosos para comprender el devenir de su trata-
miento en esta obra.
Cabe mencionar también otros aportes dominantes de esta
lectura. Me refiero al compromiso profundo de Virginia Sa-
lerno con la producción de conocimiento que logra transmi-
tir en este trabajo. La gran solidez desde el punto de vista teó-
rico con la que logra expresar un visible manejo bibliográfico
de diferentes disciplinas, la muestra a ella como un integrante
más de esta producción, un papel que, por lo que hemos con-
versado largamente, le costó mucho transitar, y finalmente re-
sulta aquí en una integración particularmente valiosa.
Sin duda, en esta obra se enfatiza que los discursos sobre
el conocimiento arqueológico son producidos y reproducidos
en el presente. Como bien señala la autora, estos forman par-
te del quehacer cotidiano de la práctica arqueológica, y habi-
tualmente se incluyen dentro de los objetivos de los proyectos
de investigación. Es así como la arqueología, producto de una
construcción colectiva en un tiempo y lugar determinados,
integra distintos agentes e instituciones cuyas trayectorias
históricas se entrelazan en el presente. De esto se despren-
de que los estudios arqueológicos se producen desde lugares
y momentos particulares, y no es posible comprenderlos sin
considerarlos inmersos en esos contextos que le dan sentido.
Para finalizar, quiero destacar que este trabajo aporta una
mirada clara acerca de la participación de distintos agentes so-
ciales con la materialidad y los conocimientos arqueológicos.

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Muestra que este vínculo es anterior a las investigaciones ar-
queológicas, es complejo e involucra diversos procesos y cono-
cimientos previos con respecto a lo que se define como objeto
de conocimiento. Interviene en las relaciones que se estable-
cen entre arqueología, comunidad, conocimiento y objetos, y
es en estas relaciones que se construyen nuevos saberes que
pueden, o no, ser significativos para el ámbito local. Al mismo
tiempo, a partir de los casos analizados y presentados en esta
obra, es posible afirmar que en estos procesos de construc-
ción de conocimientos, las producciones de un equipo de ar-
queología se entrelazan con los trabajos previos realizados en
un lugar en torno a la materialidad estudiada.

Prólogo 13

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Introducción

¿Para qué y para quién se hace arqueología? ¿Cuál es el


sentido de los estudios sobre el pasado en las sociedades
occidentales? ¿Cómo se construyen las diversas representa-
ciones de la arqueología en el presente? ¿En qué espacios
ocurren, quiénes participan, y cómo afectan los procesos de
resignificación social en la manera en que los arqueólogos
realizan sus investigaciones?
Estos interrogantes dieron origen a la investigación de
doctorado que aquí se presenta. En la búsqueda de res-
puestas, la investigación se organizó con un enfoque his-
tórico y relacional que permitiera explorar los modos en
que los profesionales1 de la arqueología, en sus relaciones

1 En este caso se utiliza la noción de “profesional” para designar a aquellos sujetos que viven de realizar una
actividad científica. La existencia de profesionales implica que la actividad es socialmente reconocida como
tal, y que su organización se encuentra pautada institucionalmente (Bourdieu, 2003). Desde una perspecti-
va histórica, la profesionalización y especialización de la ciencia posibilitaron su crecimiento y consolidación
durante el siglo XX. Algunos factores comunes en estos procesos fueron la injerencia de los estados nacio-
nales en el impulso de la actividad científica, de tal forma que los científicos se convirtieron en trabajadores
de las universidades, de centros de investigación estatales y/o industriales (Bowler y Morus, 2007). Para las
ciencias sociales, Wallerstein (1996) planteó que su especialización conllevó la organización de la produc-
ción de conocimientos de acuerdo con las necesidades de expansión del mundo capitalista.

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y experiencias cotidianas de trabajo, interactúan con otros
agentes en procesos de construcción y resignificación de co-
nocimientos del pasado elaborados a partir del estudio de
la materialidad. Además, se procuró aportar herramientas
para considerar las actividades de socialización de produc-
tos arqueológicos, entendidas como acciones que forman
parte del quehacer cotidiano en la práctica de investigación
en arqueología.
Cuando un equipo de arqueología comienza a investigar
en un determinado lugar se construyen relaciones institu-
cionales y personales. Por estas vías circulan una serie de
conocimientos relacionados con los objetivos de las investi-
gaciones, el modo de trabajo y las expectativas de los agentes
locales, entre otros. Se trata de procesos de conocimiento
y reconocimiento de actividades, de sujetos, saberes y ma-
teriales en los que participan los miembros del equipo de
arqueología y diversos agentes de la comunidad. Mediante
estas prácticas se generan múltiples sentidos que responden
a la lógica propia de cada grupo, según su situación en la
estructura social (De Certeau, 2002). En estas interacciones
se elaboran criterios de valor y acción relacionados con los
contenidos y materiales arqueológicos. Para explorar estos
procesos, esta investigación se organizó articulando una do-
ble mirada que contemplara:

1. Las trayectorias históricas de agentes e instituciones vincu-


ladas con la producción y gestión del conocimiento sobre el
pasado prehispánico.
2. El análisis de las representaciones de estas producciones
desde y en el presente.
Este estudio fue formulado con la convicción de que la ar-
queología tiene el potencial de generar información válida
para construir narrativas que incluyan una perspectiva am-
plia del pasado humano en tiempo y espacio. Este tipo de aspi-
raciones se integra con propuestas que se vienen formulando

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dentro de las ciencias sociales producidas en Latinoamérica
desde la segunda mitad del siglo pasado. Se resalta la impor-
tancia de generar conocimiento científico a la luz de proble-
máticas, prácticas y modos locales de conocer que posibiliten
actuar sobre la realidad (Cardoso y Faletto, 1969; Freire, 1970;
Dussel, 1994; Vessuri, 1992). Si bien existen diversas perspecti-
vas, la transformación de la realidad fue siempre considerada
una posibilidad que descansa en la concepción de la historia
como un proceso dinámico, continuo y dependiente de las ac-
ciones humanas (Freire 1970; Lander 2003; Walsh et al., 2002;
Herrera et al., 2004; entre otros). Así pues, gran parte de este
trabajo de investigación estuvo dirigido a comprender cómo,
y en cuales universos de sentidos, la información arqueológi-
ca se integra en el presente, con vistas a lograr información de
base para proyectar líneas de acción que promuevan el diálo-
go y el uso local del conocimiento arqueológico.
Los procesos de apropiación y resignificación del conoci-
miento arqueológico que tienen lugar en los ámbitos locales
llevaron a discutir las relaciones entre saberes cotidianos y
científicos, así como las relaciones que se entablan entre in-
vestigadores y distintos miembros de la comunidad. Al res-
pecto, es importante recordar que las diferencias entre quie-
nes producen ciencia (científicos, especialistas) y quienes no
(no científicos, no especialistas, público en general) es el re-
sultado de un proceso complejo de legitimación de la ciencia
moderna como actividad socialmente válida para producir
conocimiento (Feher, 1990). En este proceso se crearon aso-
ciaciones, espacios físicos, dispositivos de registro y observa-
ción, y un lenguaje distintivo con el cual comunicar e inter-
cambiar (Feher, 1990; Lafuente y Sariva, 2002). Con estos
aportes, las prácticas científicas se terminaron integrando en
ámbitos institucionales y se transformaron en profesiones.
En el presente trabajo es relevante destacar que en los
procesos de institucionalización y profesionalización se ela-
boran categorías de sujetos (especialistas, no especialistas)

Introducción 17

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y de objetos (de conocimiento, de comunicación, de con-
servación) que prescriben formas de participación y acción
en relación con el conocimiento (Bourdieu, 2003). En el
caso de la arqueología latinoamericana, su desarrollo como
actividad profesional, desde mediados del siglo pasado, re-
quirió la organización de espacios de formación e investi-
gación, junto con el reconocimiento de los materiales que
refieren al pasado como patrimonio arqueológico (Lumbre-
ras, 1990). Por estos requerimientos, la investigación de las
formas en que la arqueología es objeto de representación
por diversos grupos de agentes sociales dentro de la comu-
nidad no se propone como una comparación entre el saber
cotidiano y el saber científico; al contrario, la relación entre
estos conocimientos es considerada asumiendo la especifici-
dad de cada tipo de saber (Jodelet, 1986), los procesos de
dominación que median en sus relaciones (Bourdieu, 1997;
Gramsci, 1999), y el hecho de que ambas formas de conoci-
miento son producciones históricas y colectivas (Castorina
y Kaplan, 2003).
En función de estos aspectos, un interrogante cuya res-
puesta se convirtió en parte del recorrido de investigación
refiere al posicionamiento de los arqueólogos y a las modali-
dades de gestión de los conocimientos producidos. ¿En qué
medida las historias que construye la arqueología se organi-
zan en relatos unidimensionales y esencialistas que expresan
el triunfo ideológico de una cultura impuesta mediante la
negación de sujetos y conflictos sociales? Se argumenta, ade-
más, que la socialización de conocimientos es parte del pro-
ceso de investigación desde el momento en que un proyecto
se comienza a diseñar. Por estos motivos su gestión no puede
reducirse a la presentación de resultados.
Con este objetivo, se analizaron las relaciones entre ar-
queólogos profesionales y diversos miembros de la comuni-
dad de Chascomús en la provincia de Buenos Aires. En esta
localidad las investigaciones arqueológicas realizadas por

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profesionales comenzaron en el año 1985 (González, 2005),
en un contexto de transformación política e institucional, a
partir del restablecimiento del régimen democrático en la
Argentina. Para la actividad científica en general y las cien-
cias arqueológicas en particular, esto significó el incremento
de la financiación de proyectos de ciencia, la apertura de
programas de investigación y de colaboración entre institu-
ciones nacionales e internacionales, la formación de equipos
de trabajo, y el aumento de investigadores profesionales y
becarios (Vessuri, 1992; Politis, 1995; Ramundo, 2008; entre
otros). Desde entonces, la continuidad de las investigaciones
en Chascomús, desarrolladas siempre por el mismo equipo
de trabajo, posibilitó que se establecieran diversos lazos ins-
titucionales y personales entre arqueólogos y comunidad
(González de Bonaveri y Grisendi de Macchi, 1991; Frère,
2000; entre otros). Así, las narrativas sobre el pasado prehis-
pánico construidas a partir de las investigaciones arqueoló-
gicas se entrelazaron, en el ámbito local, con otras narrativas
sobre este pasado.
Para discutir algunos aspectos de los procesos de resigni-
ficación de la información arqueológica en el ámbito local, y
las maneras en que se relacionan el equipo de arqueología y
la comunidad, en la investigación que dio origen a este libro
se incluyó la comparación con otra localidad de la provincia
de Buenos Aires: el paraje de Vuelta de Obligado, ubicado a
18 km de la localidad de San Pedro. En Vuelta de Obligado,
un equipo de arqueólogos profesionales realiza investigacio-
nes sistemáticas desde el año 1998 (Ramos, 1999). La rique-
za de esta comparación reside en las diferencias entre ambas
localidades tanto en el tipo del conocimiento arqueológico
producido, como en la manera en que los equipos de arqueó-
logos realizan sus actividades de campo. En Chascomús, las
investigaciones están orientadas a caracterizar el modo de
vida de poblaciones de grupos de cazadores-recolectores
no reconocidos como parte de la historia oficial nacional.

Introducción 19

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En cambio, en Vuelta de Obligado, las investigaciones están
dirigidas a reconstruir el campo de batalla de un contro-
vertido evento de la historia oficial argentina. En cuanto a
la modalidad de trabajo, las excavaciones en Chascomús se
realizan en el ámbito rural, por lo que los arqueólogos se
encuentran geográficamente distanciados de la mayor parte
de la población que reside en zonas urbanas, y su trabajo no
tiene visibilidad directa en el ámbito local. En contraste, el
campo de batalla en Vuelta de Obligado está integrado al
pueblo, por lo que los arqueólogos excavan bajo la constante
observación de los vecinos.

Puntos de partida

Los inicios de la investigación que sustenta los contenidos


sintetizados en este libro se remontan a 2004, año en que
el tema comenzó a ser abordado en nuestro proyecto de in-
vestigación de licenciatura. En ese momento, llevaba seis
años participando del equipo de arqueología que investiga
en la localidad de Chascomús, y del cual aún formo parte.
Las investigaciones en la zona se realizan desde el año 1985
de forma sostenida, posibilitando, con el paso del tiempo, la
consolidación del equipo de investigación y de las relaciones
establecidas en y con la comunidad. Además, en la última dé-
cada, se estrecharon lazos con investigadores de la región
pampeana para facilitar el desarrollo de un enfoque regional
(a partir de los proyectos PICT 2003-15015, PICT 2006-0717,
PICT 2010-1517), a la vez que se impulsaron distintas líneas
de trabajo dentro de las que se incluye este trabajo de inves-
tigación (Pupio, 2005; Vigna, 2010; Salerno, 2008; Mazzia,
2010 y 2011; Vecchi, 2010; Weitzel, 2010; Escosteguy, 2011).
En ese marco se comenzó a organizar, en forma de pro-
yecto, un tema que fue parte de los objetivos del equipo de
arqueología desde que se iniciaron las investigaciones en la

20 Virginia M. Salerno

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localidad: ¿cómo construir vías de comunicación y partici-
pación entre los arqueólogos y la comunidad? En principio,
se analizaron las representaciones sobre arqueología que cir-
culaban en periódicos de distribución local, asumiendo que
esta información sería de utilidad para generar vínculos en-
tre ambas partes. Ese proyecto se convirtió en nuestra tesis
de licenciatura defendida en el mes de marzo de 2007. Su
título resume el tema: “La comunicación de conocimientos
arqueológicos mediante la prensa diaria en la localidad de
Chascomús”. Uno de los supuestos que se modificaron des-
de entonces fue el de considerar lícita la indagación de los
medios masivos como forma de conocer las representaciones
del público acerca de la arqueología. En primer lugar, por-
que ¿qué es el público? —si es que acaso existe un público—,
y ¿cómo se define la diferencia con el “no-público”? En se-
gundo lugar, porque las ideas e imágenes que circulan en los
medios son productos complejos en cuya construcción inter-
vienen distintos factores, los que a su vez son objeto de discu-
sión y resignificación en diversos espacios (Martini, 2000). Al
finalizar ese primer ciclo se llegó a la conclusión de que, para
comprender los sentidos que se construyen sobre un saber
específico, el análisis de su representación mediática es insu-
ficiente. El carácter dinámico e interactivo de estos procesos
justifica un enfoque que explore el entrecruzamiento de dis-
cursos y prácticas, desplegados en espacios institucionales y
no institucionales, con la participación de diferentes agentes.
La investigación realizada permitió generar cierto conoci-
miento sobre la representación de la arqueología en general y
sobre nuestro equipo de investigación en particular. Además,
se pudieron identificar algunas formas concretas en las que
el conocimiento generado se vincula con la representación
del pasado prehispánico local. Estos saberes se convirtieron
en la base para la formulación de la presente investigación.
En el discurso de los diarios locales, el conocimiento y
los materiales arqueológicos eran objeto de noticia más allá

Introducción 21

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de su dimensión disciplinar: estaban integrados a relatos fol-
clóricos, chistes, metáforas y propuestas turísticas. En algu-
nos casos, los contenidos arqueológicos aparecían en textos
argumentativos que utilizaban información sobre el pasado
para justificar situaciones del presente. Esta diversidad im-
plicaba distintos agentes y modos de generar conocimiento,
siendo los arqueólogos profesionales, y su forma de trabajo,
una vía entre otras. En la información de los diarios se pudo
identificar el uso de distintas fuentes y relatos sobre el pa-
sado prehispánico del área, de acuerdo con necesidades y
criterios del enunciador. Esto recuerda que la producción
y reproducción del conocimiento arqueológico, construido
en el ámbito científico, no puede considerarse sin tener en
cuenta la mediación de los distintos factores que intervienen
cuando la arqueología se hace visible en la sociedad.
Con respecto al equipo de arqueología local, fue inte-
resante observar en los medios masivos su caracterización
como asesor del museo. A pesar de dos décadas y media de
trabajo sistemático, que incluyeron variadas formas de inte-
racción, la información sobre los resultados de las investiga-
ciones que aparecía en los medios era muy escasa. Por estos
motivos, se comenzó a explorar cómo se legitima el carácter
de experto sin que sea necesaria la información sobre el pro-
ducto de esa experticia, y de qué manera esta representación
influye en el modo en que los resultados de las investigacio-
nes son considerados. En busca de respuestas, en ese mo-
mento, se indagó sobre qué otros espacios y de qué manera
estaba circulando la información sobre los resultados de las
investigaciones. En este camino, en la tesis de doctorado, se
retomó el análisis pendiente sobre el modo en que inciden
otras formas de interacción entre arqueólogos y distintos
agentes de la comunidad, no relacionadas con la comunica-
ción de resultados de investigación.
Resultó clave la figura del museo local como institución
mediadora entre investigadores y comunidad, dado que es

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el único espacio público donde la información y los objetos
arqueológicos tienen visibilidad (Salerno, 2008). La valora-
ción positiva de este espacio como institución cultural fue
un aspecto reiterado en el discurso mediático, tanto por ser
el ámbito de referencia y consulta educativa sobre el pasado
local para los chascomunenses, como por ser el espacio don-
de se organiza y expone a los visitantes la narración sobre la
historia de la localidad.
También se examinaron discursos difundidos mediante
documentos oficiales sobre la historia local, para considerar
el lugar que se otorgaba a las poblaciones que habitaron el
área en tiempos prehispánicos. Se pudo identificar la omi-
sión y relación de distancia como punto en común entre los
discursos de los medios, de la municipalidad y del museo. El
pasado prehispánico aparecía excluido de la narrativa sobre
la historia de los chascomunenses. En el museo, la organiza-
ción de la exposición sigue un esquema que sitúa a los ma-
teriales y a la información arqueológica dentro de una histo-
ria natural regional. En tanto construcciones históricas, las
publicaciones y exposiciones son el resultado de la negocia-
ción de distintos agentes en movimiento, con una particular
trayectoria espacio temporal, que le da forma configurando
contenidos específicos (De Certeau, 2002).
A partir de esta conjunción, se concluyó en que el compo-
nente principal de la interacción comunicativa entre arqueó-
logos y comunidad estaba centrado en la arqueología más que
en los conocimientos arqueológicos locales. La importancia
otorgada a la explicación de los procedimientos metodoló-
gicos de la arqueología fusionó el producto (conocimiento)
con el proceso de producción (la investigación arqueológica),
haciendo que este se constituya en un bien, valor exclusivo
de los especialistas. Así, la información arqueológica sobre el
pasado local es organizada mediante una relación de distan-
cia y extrañamiento con la comunidad. A la vez, estas repre-
sentaciones se configuran de distintas maneras construyendo

Introducción 23

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discursos que legitiman alteridades e identidades que en oca-
siones pueden estar en contradicción. Estos aspectos adquirie-
ron mayor complejidad desde fines de 1990, en consonancia
con los cambios derivados de la crisis socioeconómica, y el
aumento progresivo de población en el espacio local como
consecuencia de migraciones internas. Para superar la crisis,
la proyección turística fue una de las principales estrategias
seguidas por los gobiernos locales, lo que trajo discusiones
públicas sobre la identidad y la historia local (Salerno, 2008).
La investigación realizada para la tesis de licenciatura
generó los interrogantes que dieron lugar al trabajo de doc-
torado que sustenta este libro. Se buscó conocer la medida
en que las relaciones que se construyen entre un equipo
de investigación arqueológica y diferentes miembros de
una comunidad inciden en los procesos de construcción de
conocimientos y representaciones del pasado. Para ello, se
indagaron los procesos de formación de criterios colectivos
a partir de los cuales los agentes construyen sentidos sobre
el conocimiento arqueológico, en función de su presente.
Por estas razones, se estudiaron las representaciones del
conocimiento considerando las trayectorias de los agentes
involucrados y los contextos relacionales. Como parte del
presente, estos procesos sociales no pueden pensarse de ma-
nera aislada: su historicidad es importante para poder dar
cuenta de cómo se conforman ciertas estructuras poblacio-
nales en las que se elaboran las subjetividades a partir de la
confluencia de diferentes culturas, creencias y relaciones,
tanto de hegemonía y subalternidad como de complemen-
tariedad (Menéndez, 2002).

Comentarios previos a la lectura

En este libro se encontrarán referencias a distintos ti-


pos de citas: de entrevistas, de registros de observación, de

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documentos publicados y documentos inéditos. Las fuentes
de cada una de estas citas se detallan en notas al final de
cada página. También se utilizaron citas de obras publi-
cadas, cuyas fuentes se explicitan en el apartado final de
referencias bibliográficas. Los registros de observación y
trascripciones de entrevistas se identifican con un código
alfanumérico, lo que permite mantener el anonimato de los
agentes participantes. En todos los casos, se hace constar
las trayectorias y lugares de pertenencia que particularizan
el discurso de los entrevistados. Además, cuando las citas
incluyeron nombres o personas, estos fueron reemplazados
por seudónimos. El formato del estilo tipográfico de todas
las citas es cursiva, los cortes operativos de la selección de
fragmentos se indican entre paréntesis (...), y las aclaracio-
nes y comentarios se colocan entre corchetes [ ].

Introducción 25

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CAPÍTULO 1
Arqueología en sociedad

Desde que la arqueología se consolidó como disciplina


científica, durante el siglo XIX, los arqueólogos se erigieron
como los agentes habilitados para su ejercicio. Los dispositi-
vos de registro y procedimientos específicos requeridos para
el trabajo de campo fueron claves para la distinción entre
la aptitud del especialista para producir los datos frente a
otros: aficionados, viajeros, lugareños (Trigger, 1992; Pod-
gorny, 2009). Estos procesos de diferenciación conllevaron
tensiones que fueron tempranamente objeto de reflexión
por parte de los arqueólogos (Pupio, 2005; Bonnin, 2008).
En la actualidad, continúan siendo una tensión estructu-
rante de la práctica arqueológica. Fue recién en la década
de 1980 cuando las dimensiones sociales de la disciplina co-
menzaron a delinearse como un problema específico a ser
investigado dentro del campo. Las circunstancias sociales e
históricas que dieron lugar a estos abordajes forman parte
del modo en que se pensaron las relaciones entre arqueolo-
gía y sociedad. Con esta base, el presente capítulo se organi-
za en dos partes. En la primera se presentan los principales
supuestos teóricos de esta línea de investigación, en relación

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con los recorridos sociohistóricos que posibilitaron su for-
mulación. Estos refieren a los usos del pasado en el presente,
y el lugar de la actividad arqueológica y de los arqueólogos
en esos procesos. Además, se consideran ciertas particulari-
dades de la investigación arqueológica en las sociedades lati-
noamericanas. En la segunda parte del capítulo se presenta
la estrategia de investigación seguida en el trabajo de tesis
doctoral, y los lineamientos metodológicos que guiaron el
proceso de construcción de referentes empíricos en las loca-
lidades de Chascomús y en Vuelta de Obligado.

La arqueología pública

En las reflexiones sobre qué es la arqueología pública y


cómo surge, existe un acuerdo general con la propuesta for-
mulada por Merriman (2004). Este autor plantea que la ar-
queología pública, como línea de investigación, se desarrolló
con el aporte de teorías críticas dentro del campo arqueoló-
gico, en un momento social e histórico caracterizado por la
confluencia de diversos procesos. Entre ellos, destacan las
luchas de comunidades indígenas y de otras minorías socia-
les por participar en la interpretación de su propio pasado y
que, de acuerdo con el autor, fueron visibilizadas mediante
los World Archaeological Congress (WAC). Además, Merri-
man menciona los movimientos de capital que llevaron a la
definición de los materiales arqueológicos como bienes cul-
turales, con nuevas modalidades de exposición y un crecien-
te proceso de mercantilización.
Esta selección de circunstancias puede entenderse como
una forma de autolegitimación de la actividad en el presen-
te, ya que a partir de este relato se señalan “logros institucio-
nales, instrumentales y teóricos y de los ‘héroes’ asociados a
ellos, que destaca las incumbencias de la disciplina y reivin-
dica su especificidad, necesidad y fertilidad para el futuro”

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(Hurtado de Mendoza y De Asúa, 2002: 144). A pesar del
sesgo dirigido a la autolegitimación, la selección propuesta
por Merriman resulta operativa porque permite identificar
agentes involucrados en las formas en que el pasado arqueo-
lógico es hoy interpelado. En este sentido, se considera acer-
tado identificar la apertura teórica y el reconocimiento de la
dimensión conflictiva de la interpretación del pasado, como
dos factores fundamentales para dar visilibilidad a las pro-
blemáticas abordadas en esta línea de trabajo.
La apertura teórica y el reconocimiento de la dimensión
conflictiva en la interpretación del pasado son procesos que
deben ser entendidos en el marco de los movimientos de las
ciencias sociales durante el último cuarto del siglo XX. Es-
tos movimientos propiciaron la introducción de la “reflexivi-
dad” dentro de las mismas (Hidalgo, 2006), los desarrollos
teóricos en relación con el sentido del pasado en el presen-
te (Berger y Luckman, 1968; Hobsbawm y Ranger, 1988;
Lowenthal, 1998; entre otros), y las redefiniciones de lími-
tes y ámbitos de incumbencia producto de los procesos de
profesionalización, de la arqueología en particular, y de las
ciencias sociales en general (Wallerstein, 1996; Merriman,
2004; Bowler y Morus, 2007).
En este contexto, los arqueólogos formularon nuevos
interrogantes y expectativas en torno a su práctica. Sin
embargo, la posibilidad de que estas preguntas se pudie-
ran desplegar como problemas teóricos y metodológicos
específicos, no solo quedó supeditada a su reconocimiento
como problema, sino también, a las condiciones materiales,
políticas e institucionales en el campo académico (Daston,
2000). Por estas razones, se asumen como principales ante-
cedentes de esta línea de trabajo las formulaciones elabo-
radas en el primer World Archaeological Congress (WAC),
celebrado en el año 1986, y en la Taos Conference, Nuevo
México, organizada en 1988 por la Society for American Ar-
chaeology (SAA). Mediante estos espacios, diversas líneas

Capítulo 1. Arqueología en sociedad 29

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de trabajo en relación con este tema adquirieron visibili-
dad internacional. Además, se generaron condiciones ma-
teriales para delinear acciones concretas en función de las
mismas. Otros antecedentes pueden rastrearse en torno a
discusiones promovidas desde lugares menos privilegiados,
como es el caso de los planteos generados desde la arqueo-
logía social latinoamericana durante la década de 1970.
Desde estos diferentes lugares de enunciación, las pre-
guntas giraron en torno a la manera en que la arqueología,
como actividad productora de conocimiento sobre el pasa-
do, construye argumentos cuyo valor se establece en función
de su sentido en el contexto social del que es parte (Binford,
1983; Shanks y Tilley, 1987; Gamble, 1990; Bond y Gilliam,
1994; Bate, 1998). En este camino, la arqueología pública se
delineó como un campo de trabajo que trata sobre produc-
tos arqueológicos —programas educacionales, materiales
de transferencia, actividades museísticas, etcétera—, y sobre
procesos de negociación y creación de sentidos en torno a la
materialidad arqueológica (Funari, 2004; Merriman, 2004;
Segobye, 2006).
La expresión arqueología pública se impuso como nombre
de esta línea de trabajo a pesar de las ambigüedades que se
derivan en torno al adjetivo “pública”. Este es el nombre que
tomaron las primeras revistas especializadas dedicadas ín-
tegramente al tema: la revista inglesa Public Archaeology, des-
de el año 2000, y la revista brasilera con el mismo nombre
—Arqueología pública— desde el año 2006. Además de estas
ediciones, las discusiones sobre este tema tienen amplia vi-
sibilidad en espacios virtuales de intercambio académico.1

1 Para un análisis crítico sobre las formas de comunicación entre arqueólogos y públicos en estos
espacios, cfr. McDavid (2004). Páginas dedicadas específicamente a este tema, entre otras: <http://
www.flpublicarchaeology.org/>; <http://www.publicarchaeology.eu/>; <http://publicarchaeology.
blogspot.com/>; <http://www.arqueologiapublica.es/>; <http://www.saa.org/publicftp/PUBLIC/
home/home.html>; <http://www.arqueologiapublica.com.br>.

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La definición y delimitación de las áreas de incumbencia
de la arqueología pública son aún amplias y ambiguas. In-
cluyen una gama diversa de temáticas que van desde la con-
sideración de estrategias de comunicación por parte de los
investigadores, hasta la investigación de procesos de trans-
formación de los referentes del pasado en mercancías o en
lugares emblemáticos que, como parte del patrimonio cultu-
ral, legitiman ciertas narrativas por sobre otras. Por su parte,
la reflexión sobre las acciones destinadas a generar formas
de comunicación, diálogo e interconsulta con distintos gru-
pos sociales, se relaciona con imperativos éticos y responsa-
bilidades derivadas de la arqueología entendida como una
profesión social (Rance y Salinas, 2001; Merriman, 2004).
Además, en la definición de la arqueología pública, es pro-
minente el carácter situado que se le otorga. Esto ocurre por-
que no es posible pensar la articulación entre arqueología y
sociedad sin anclar estas indagaciones en las características
del universo que le dan sentido: recorridos históricos, insti-
tuciones que hicieron posible la investigación arqueológica
en un determinado lugar, relaciones humanas que se entre-
tejieron articulando ideas, objetos, presente y pasado, e ins-
tituciones y agentes sociales que en distintos momentos dis-
putaron —y disputarán— el valor simbólico del precedente.
De lo antedicho se desprende que los problemas suscepti-
bles de ser investigados son inseparables de las trayectorias
históricas mediante las cuales, en un determinado lugar,
la arqueología se organizó como actividad social. En rela-
ción con estas trayectorias se advierten algunas diferencias
en las formas de abordajes de la arqueología pública entre
distintos centros de estudio (anglosajones y latinoamerica-
nos). Diferencias que se derivan, entre otras cosas, de los
modos en que la arqueología se organizó como disciplina
constructora de conocimiento sobre el pasado. En el caso
de los centros anglosajones, los abordajes de la arqueología
pública ponen el acento en la necesidad de reconocimiento

Capítulo 1. Arqueología en sociedad 31

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del arqueólogo como un profesional, y de los materiales ar-
queológicos como objetos de conservación. En el caso de
los centros latinoamericanos, la discusión de la articulación
arqueología-sociedad se construye en torno a una toma de
posición con respecto al lugar del profesional. Este último
posicionamiento busca comprometerse con la diversidad
de trayectorias históricas y discutir el controvertido papel
de la arqueología en Latinoamérica. Desde esta perspecti-
va, la dimensión conflictiva de la articulación arqueología-
sociedad es fundante, en tanto se desprende del rol legi-
timado de los arqueólogos como agentes autorizados para
llevar a cabo ciertos procedimientos, con el fin de construir
conocimiento sobre el pasado. En consecuencia, pensar la
arqueología y sus objetos en términos de productos, y no
en términos de procesos de construcción social y simbólica,
implicaría desconocer las relaciones de desigualdad en las
que se constituyó (Galison, 1991; Bourdieu, 2003).
En las últimas dos décadas, el desarrollo de esta línea de
trabajo ha permitido abrir nuevas discusiones, y recontex-
tualizar las relaciones arqueología-sociedad considerando
diversos aspectos referidos a los procesos de circulación y
apropiación de conocimientos arqueológicos y sus referentes
materiales en el presente. Al mismo tiempo, se promovieron
líneas de trabajo reflexivas y éticas. La importancia de la in-
formación y los materiales sobre el pasado en el presente
ha sido documentada mediante estudios sobre su uso para
legitimar versiones identitarias, proyectos económicos, turís-
ticos y/o culturales (Ballart, 1997), y para sostener supuestos
ideológicos discriminatorios y situaciones de desigualdad
del presente en distintas partes del mundo (Scham, 2001;
Hernando, 2006; Salerno y Pupio, 2009; Lemaitre y Schall,
2009). Desde una perspectiva histórica se han revisado, y
puesto de manifiesto, las vinculaciones entre arqueología
y poder en los contextos sociales donde participa (Bond y
Gillam, 1994). En Latinoamérica se discutieron los modos

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en que las prácticas arqueológicas de fines del siglo XIX
generaron información para construir visiones del pasado
americano funcionales a los proyectos de los estados-nación
(Díaz Andreu, 1999; Gnecco, 2004; Ramos, 2009a). En estos
procesos se construyeron versiones de alteridad asociadas a
las disciplinas que abordaron el estudio del pasado america-
no. Mientras que el estudio de la historia se asoció al cono-
cimiento sobre el pasado del “nosotros” de los estados-nacio-
nales (Dussel, 1994), las investigaciones de la arqueología
fueron vinculadas con el conocimiento de “otros” excluidos
de las identidades nacionales y situados en un tiempo mítico
(Díaz Andreu, 1999; Haber, 2004; Londoño, 2007).
Estas enunciaciones generales son un punto de partida
ineludible, no porque expliquen las singularidades de las
prácticas involucradas en los procesos cotidianos de cons-
trucción de conocimientos científicos en distintos lugares y
tiempos, sino porque constituyen sus condiciones históricas
de posibilidad. Como resultado de estos procesos, surgie-
ron representaciones sobre el pasado americano que, con
el tiempo, involucraron diversas actitudes y valoraciones,
entre las cuales, la exclusión del pasado indígena es un lu-
gar común. En esta construcción dinámica, la apropiación y
resignificación que las comunidades hacen del conocimien-
to arqueológico, junto a las relaciones que entablan con los
investigadores, ponen de relieve la necesidad de discutir la
dimensión social de la arqueología.
En este punto, un aspecto que es transversal a la propues-
ta de este trabajo de investigación, remite a la relación entre
la investigación y la acción. Si bien ambas partes pueden con-
siderarse constitutivas del mismo proceso, la efectiva puesta
en práctica de los desarrollos teóricos implica un complejo
proceso atravesado por contradicciones. Estas se relacionan
tanto con el lugar de los profesionales y el discurso que se
sustenta, como con el contexto social en que se producen
y circulan los conocimientos (McGuire y Navarrete, 1999).

Capítulo 1. Arqueología en sociedad 33

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Las relaciones entre teoría y práctica, consideradas desde
el punto de vista de los investigadores, se pueden enmarcar
dentro de la reflexión sobre los aspectos éticos. Se trata de
la ética entendida como una faceta dentro del proceso de
investigación, que aspira a la igualdad en las relaciones asi-
métricas de saber y poder que se establecen entre los sujetos
involucrados (Rance y Salinas, 2001). Por estos motivos, la
ética no se reduce a un conjunto de reglas prescriptas o al
consentimiento expreso informado al inicio de una investi-
gación, sino que se trata de un proceso continuo, dialógico
y reflexivo en el que, además de anticipar posibles dilemas,
se reconozcan nudos problemáticos en el desarrollo de la
investigación, y se posibilite una reflexión retrospectiva que
ayude a futuras investigaciones. Así, la autocrítica con res-
pecto al lugar histórico de la arqueología, y la búsqueda de
construir caminos para visibilizar a poblaciones histórica-
mente no visibles, pueden considerarse móviles teóricos que
se enmarcan con estos ideales.

Estrategia de investigación
Con el fin de identificar distintos sentidos elaborados en
relación con la información arqueológica, la arqueología y
el pasado, se priorizó un enfoque cualitativo centrado en las
relaciones que se establecen entre agentes sociales (arqueó-
logos y distintos miembros de la comunidad), materiales y
conocimientos referidos a eventos del pasado (Menéndez,
2001). La unidad de análisis y observación se definió consi-
derando los diferentes ámbitos de interacción en el espacio
local. En lo local confluyen contextos espaciales y tempora-
les específicos en los que se despliegan las relaciones socia-
les durante la vida cotidiana. De esta manera, lo local no
se reduce a la delimitación geográfica de las localidades de
Chascomús y de Vuelta de Obligado.

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Partiendo de este supuesto se exploraron distintos tipos
de registros producidos a partir del análisis de documentos,
de la observación de prácticas concretas y de entrevistas rea-
lizadas en diferentes ámbitos de interacción en Chascomús y
Vuelta de Obligado. Estos registros entrelazan verbalizacio-
nes explícitas con objetivaciones oficiales y no oficiales (que
responden a distintos momentos), así como los diferentes
sentidos que se construyen en las prácticas e interacciones
(Jodelet, 1986). Tal selección estuvo guiada por la convic-
ción de que, en la actualidad, las representaciones del pa-
sado distante en el presente se articulan a partir de conoci-
mientos de distinto origen y características, que influyen en
la manera en que las personas hacen uso del conocimiento
(Whiteley, 2002). Estas particularidades refieren a los mo-
mentos, lugares, procedimientos, instituciones y agentes in-
tervinientes en el proceso de construcción de conocimientos,
así como a los elementos utilizados para sustentarlos, difun-
dirlos y legitimarlos socialmente. Junto con la información
producida por las investigaciones arqueológicas en distintos
momentos sobre un determinado lugar, circulan otros co-
nocimientos generados por distintos agentes sociales locales
(historiadores, aficionados, coleccionistas, medios masivos,
colectivos culturales) con distintas motivaciones, a partir de
diverso sustento y con dispar grado de formalidad.
Mediante los registros generados en este trabajo de inves-
tigación, se buscó discutir las diversas representaciones men-
cionadas. Estas circulan en referentes materiales (museos, ré-
plicas, juegos, colecciones privadas, monumentos, nombres
de las calles y lugares, entre otros) y en discursos yuxtapuestos
(científicos, turísticos, medios masivos, historias oficiales,
ámbitos y prácticas privadas). Para el estudio de estas repre-
sentaciones sobre el pasado prehispánico se identificaron
los ámbitos de producción de las mismas, considerando que
responden a distintos contextos históricos y son fruto de di-
versas formas de legitimación y grados de formalidad dentro

Capítulo 1. Arqueología en sociedad 35

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de la sociedad civil. Entre los agentes productores pueden
mencionarse: aficionados, historiadores, artistas e interesa-
dos en el pasado. En algunos casos, estos saberes llegaron a
formar parte de las instituciones escolares, el museo local y
los proyectos municipales. A lo largo de este libro se discuten
las modalidades en que estas producciones se vinculan con
las elaboradas por el equipo de arqueología que trabaja en
Chascomús, conformando un corpus de conocimiento sobre
el pasado prehispánico amplio y contradictorio. Se propo-
ne que los procesos de apropiación y resignificación del co-
nocimiento arqueológico se organizan en diálogo con estas
representaciones.
La diferenciación entre arqueólogos (especialistas) y co-
munidad (otros agentes no arqueólogos del ámbito local)
se entiende como una construcción social e histórica que
prescribe formas de participación en relación con el cono-
cimiento y sus referentes materiales. Estas distinciones no
reducen la complejidad de los agentes sociales, que se des-
pliega en escenarios relacionales con múltiples direcciones
que son parte de la vida cotidiana, e involucran no solo sus
pertenencias institucionales y profesionales sino también sus
experiencias, historias y saberes cotidianos (Giddens, 1979;
Bourdieu, 1987; De Certeau, 2002). Los límites entre los su-
jetos no pueden considerarse de forma fija, sino al contrario:
se trata de distancias y cercanías que se redefinen de manera
dinámica en distintas situaciones, ambientes y momentos. Si-
guiendo esta concepción de sujeto, en este trabajo se utilizan
de forma indistinta las categorías agentes sociales, sujetos y per-
sonas con el fin de facilitar la lectura.
Se procuró identificar distintos momentos, ámbitos y for-
mas de interacción que incidieron, a lo largo del tiempo, en
las formas en que se definieron las relaciones entre equipo
de arqueología, comunidad y conocimiento sobre el pasado
prehispánico. Se analizó si estas interacciones conllevaron
procesos de construcción de conocimientos y si posibilitaron

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la participación de los pobladores locales para establecer vín-
culos más o menos cercanos con el conocimiento arqueoló-
gico producido. En relación con las formas de participación
de los agentes locales en la producción de conocimiento pre-
hispánico, es importante recordar que el pasado es utilizado
siempre que tenga significatividad en el presente (Layton,
1994). Puede decirse que la posibilidad de que agentes so-
ciales de la comunidad interpelen o busquen la construcción
de alternativas con respecto a los discursos hegemónicos so-
bre un determinado pasado, depende del vínculo identitario
y emocional que los sujetos establecen con ese pasado. Para
este tema, fue de suma utilidad la comparación entre Vuelta
de Obligado y Chascomús, dado que la información arqueo-
lógica que se construye en ambas localidades forma parte
de narrativas identitarias que se vinculan con el pasado de
la población local, en el primer caso, y que no se vinculan
directamente, en el segundo.
Gran parte de las interacciones y relaciones aquí discuti-
das ocurren y/o se enmarcan en espacios institucionales es-
tatales, oficinas municipales y museos locales. Desde la teoría
social, las instituciones han sido usualmente discutidas por
sus vínculos con el Estado, como poder que establece, legiti-
ma y garantiza su ordenamiento mediante la coacción. Tal es
así, que estos espacios fueron estudiados como el lugar de lo
establecido, donde se expresaría el ordenamiento racional y
normativo. Sin embargo, las instituciones también son espa-
cios donde los agentes se apropian de la cultura y establecen
formas de participación alternativas (Rockwell, 1987). Den-
tro de las instituciones la participación se construye a par-
tir de las formas asignadas por la institución en conjunción
con distintas trayectorias y posicionamientos de los agentes.
Por estos motivos resulta operativa la propuesta de Rockwell
(1987) de pensar los espacios institucionales desde su com-
plejidad e historicidad, y a partir de los problemas concretos
de investigación con los que se está trabajando. Desde esta

Capítulo 1. Arqueología en sociedad 37

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mirada, las prácticas e interacciones que tienen lugar en el
marco institucional se entienden como el resultado de un
complejo proceso de negociación, en el cual los agentes in-
troducen de forma desigual sus intereses y miradas mediante
prácticas cotidianas.
En el espacio de la sociedad civil, los conocimientos legi-
timados se articulan con otro tipo de saberes y funciones,
dando lugar a la construcción de representaciones sociales
(Jodelet, 1986). Los medios de comunicación masiva, el mu-
seo, las bibliotecas populares, la organización de eventos cul-
turales, las agrupaciones vecinales y el ordenamiento de los
espacios turísticos y públicos son parte de los ámbitos donde
se elaboran sentidos, a la vez que se construyen categorías de
sujetos. Estos ámbitos incluyen el uso de diversos soportes y
dispositivos de comunicación (libros, revistas, visitas, videos,
publicidad, marcas en el paisaje, monumentos, etcétera) me-
diante los cuales el conocimiento circula.
Debido a su carácter tangible, la materialidad arqueoló-
gica es otra forma de representación del pasado. Por ello
se tuvo en cuenta el modo en que los objetos arqueológicos
circulan dentro de contextos privados y en asociación a otro
tipo de materiales, espacios y prácticas. En este punto, es
importante recordar que lo público y lo privado se entrela-
zan en la sociedad civil, espacio de encuentro y de lucha de
múltiples fuerzas políticas. La sociedad civil no puede pen-
sarse como un corpus homogéneo en oposición al Estado, a
pesar de que tiene un rol fundamental en la construcción
del consenso y difusión de las ideas dominantes (Rockwell,
1987; Gramsci, 1999).
Finalmente, se destaca que, en todos los casos, el análi-
sis se realizó considerando el contexto político e institucio-
nal en donde se enmarcan las acciones sociales (Nacuzzi,
2002). Con este objetivo se incluyó el uso complementario
de técnicas cuantitativas y cualitativas. Mediante el análisis
de datos censales y poblacionales, estadísticas de los museos

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locales y bibliotecas populares, se identificaron trayectorias y
regularidades estructurales. Además, la cuantificación de la
información recopilada en los medios masivos de comunica-
ción de Chascomús y Vuelta de Obligado, los libros de visitas
del Museo de Chascomús y el Museo de Sitio de la Batalla
de Vuelta de Obligado, de agentes, espacios y temas de las
entrevistas, así como de las observaciones desarrolladas, fue-
ron de utilidad para discutir la representatividad de ciertas
prácticas y discursos en el contexto general de la localidad.
De la misma manera, el análisis cualitativo de las publicacio-
nes, textos, entrevistas, documentos y registros de observa-
ciones participantes y no participantes permitió reconocer
trayectorias individuales y profundizar en la comprensión de
problemas asociados a las condiciones micro de los agentes
sociales (Menéndez, 2001).
En este abordaje se incluyó el estudio del caso Vuelta de
Obligado, como recurso comparativo, para discutir ciertas
particularidades de los contextos en que se desarrollan las
actividades realizadas por arqueólogos que investigan en
la provincia de Buenos Aires. Lejos de realizar generaliza-
ciones, se buscó atender a las especificidades de cada caso
y utilizar la comparación como estrategia de visualización
de distintas realidades. Diferencias que se relacionan con
las diversas modalidades en las cuales las trayectorias histó-
ricas de los agentes involucrados se entrelazan en un lugar,
no solo en relación con otros agentes, sino con relación a
sus propias historias. Por estos motivos, la información que
se discute en referencia a cada una de estas localidades no
está equiparada, pues no se realizó la misma cantidad de
trabajo de campo ni revisión documental en un lugar que
en el otro.
La elección de Vuelta de Obligado, como caso comparati-
vo, se justifica porque, junto con Chascomús, ambos espacios
forman parte de un mismo escenario de lineamientos polí-
ticos, legales e institucionales: la provincia de Buenos Aires.

Capítulo 1. Arqueología en sociedad 39

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Las poblaciones bonaerenses comparten una trayectoria his-
tórica vinculada con los movimientos de apropiación de la
tierra durante el siglo XIX, cuyo resultado fue la instalación
de un modelo agroexportador con el dominio político de
élites conservadoras que sostuvieron sus ganancias mediante
la especulación en torno a la mercantilización de la tierra
(Banzato, 2002; Néspolo et al., 2007). En la zona de los ac-
tuales partidos de Chascomús y San Pedro, estos procesos
continuaron durante el siglo XX (Balsa, 2001). El paisaje
pampeano se fue configurando como un territorio comer-
cial interconectado, en principio, mediante el tendido de la
red ferroviaria, y luego, con el trazado de rutas y autovías
(Diez Tetamanti, 2006). Tanto Chascomús como San Pedro
son localidades próximas a la Capital Federal y a otros im-
portantes centros urbanos (Mar del Plata y Rosario, respec-
tivamente), cualidades que las han situado como enclaves
estratégicos del paisaje pampeano.
Además, como parte del área fisiográfica de la región
pampeana, Chascomús y Vuelta de Obligado integran un
mismo espacio-objeto de estudio de la arqueología: la re-
gión pampeana. Este espacio se organizó mediante referen-
cias temporales naturalizadas derivadas de la segmentación
del Holoceno (Politis y Madrid, 2001), a la par que se orga-
nizó el trabajo de investigación (Podgorny, 1999b; Pegora-
ro, 2009). Con el paso del tiempo, se delinearon agendas de
problemas relevantes para estudiar, modelos interpretativos
y formas de aproximación cuya consolidación se manifestó
en la organización de los Congresos de Arqueología de la
Región Pampeana Argentina (CARPA) desde el año 1998.
Uno de los problemas que hoy enfrentan estas localidades
se relaciona con las activaciones patrimoniales con fines tu-
rísticos impulsadas desde la década de 1990 en el marco de
políticas desarrollistas. La necesidad de definir una oferta
turística propició que los distintos agentes de la sociedad ci-
vil discutieran formas de identificación con la historia local,

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de manera que pudieran entenderse como objetos y produc-
tos de distinción cultural. En este libro se analiza de qué
manera, mediante la actividad turística, se impulsaron movi-
mientos de resignificación de la materialidad arqueológica2
no solo como vínculo entre pasado y presente, sino también,
como proyección hacia el futuro.

Definiendo el punto de vista. Nuestro lugar en el proceso


de investigación

Estudiar la forma en que se establecen relaciones entre el


equipo de investigación propio y la comunidad, requirió un
ejercicio reflexivo durante todo el proceso de investigación
(Bourdieu y Wacquant, 1997). Esa perspectiva reflexiva es-
tuvo dirigida a considerar de qué manera las condiciones
de la investigación (durante el trabajo de campo y el traba-
jo de escritorio) formaron parte del modo en que se selec-
cionaron las preguntas, y se construyeron e interpretaron
los datos. Los ejes de esta reflexión tuvieron en cuenta las
formas en que se dieron las interacciones con los sujetos
de estudio, en relación con la simetría social y profesional
existente (Marcus y Fisher, 2000). Se tuvo en cuenta la si-
tuación de la autora en relación con los miembros de los
equipos de arqueología, con quienes comparte un sentido
de pertenencia profesional, ciertas formas de situacionali-
dad relacionadas con los ámbitos de trabajo y el lugar de
vivienda. Estos aspectos en común permitieron establecer
un consenso en cuanto a las preguntas de la investigación

2 La categoría materialidad se utiliza para hacer referencia a la dimensión material de la práctica


social. Se entiende que objetos y sujetos son recíprocamente constituidos en las relaciones sociales
que se establecen durante la vida cotidiana. Con esta acepción, y por fines prácticos, aquí se utiliza
indistintamente esta categoría junto con la de cultura material. Para una discusión más detallada sobre
el uso de las relaciones de ambas categorías, cfr. Landa (2010), entre otros.

Capítulo 1. Arqueología en sociedad 41

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y el modo de abordarlas. Además, se consideró la relación
de la autora con los diversos agentes de las comunidades
que históricamente han interactuado con los miembros del
equipo de diversos modos: observando, asistiendo en deter-
minados momentos del trabajo de campo, formando parte
de actividades de excavación y, en el caso de Chascomús,
participando de talleres y actividades educativas.
Las diferencias no se limitan a las formas en el manejo
del tiempo y el desplazamiento espacial, hábitos de traba-
jo, herramientas, formas de vestimenta, posibilidades de ac-
ción en momentos concretos, entre otros, sino también, a las
experiencias y trayectorias particulares que se entrecruzan
y que llevaron a compartir un espacio en un determinado
momento. De acuerdo con estas experiencias, varían los
sentidos que condensan la identificación de los arqueólogos
como una particular clase de “bichos académicos”3 con los
cuales los profesionales que ejercen en los ámbitos locales
se ven obligados a tratar, así como la de los profesionales lo-
cales como “empleados estatales”4 con los cuales los arqueó-
logos también se ven obligados a tratar. A partir de estas
asimetrías sociales y profesionales, durante el proceso de in-
vestigación se fueron negociando los lugares de observación
y las formas de participación de los agentes involucrados.
En el progreso de esta investigación se fueron adquirien-
do diferentes roles que contribuyeron a la construcción de
sentidos en el marco de situaciones interactivas. Así, en oca-
siones, oficiamos de intermediarios canalizando demandas
y expectativas con respecto al modo en que se realizan las
actividades de investigación arqueológica y de comunica-
ción en la comunidad (especialmente en el museo de Chas-
comús, y con los representantes de la sociedad de fomento y

3 Registro de reunión entre arqueólogos, trabajadores del municipio y representantes Qom, Vuelta de
Obligado, diciembre de 2010.
4 Registro de reunión entre arqueólogos y trabajadores del Museo Pampeano de Chascomús, marzo de 2011.

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de la escuela en Vuelta de Obligado). En otras ocasiones, fui-
mos testigos y participantes de encuentros y desencuentros
de puntos de vista entre miembros de la misma localidad
y/o entre arqueólogos y miembros de la comunidad. Estas
diferentes formas de interacción produjeron una lógica de
inclusión-exclusión que estuvo en juego en los modos en
que se accedió a la información, así como en el momento de
construir las interpretaciones en los diferentes momentos de
la investigación.
Se diferenciaron las instancias de trabajo de campo y es-
critorio en el proceso de investigación, porque en ellas ope-
ran distintas formas de procesamiento de los datos, tiempos
y espacios que permitieron generar reformulaciones cons-
tantes, de acuerdo con los efectos de nuestra doble partici-
pación. Por un lado, como agente que observa y construye
formas de registros para analizar y generar discursos sobre
dichas situaciones; por otro, como miembro del equipo de
arqueología y portador de una función explícita asociada a
esa pertenencia: excavando, participando en reuniones, or-
ganizando y haciendo actividades específicas relacionadas
con la comunicación de resultados.
Se entiende el trabajo de escritorio como una instancia
de diálogos múltiples. Como investigadores ponemos en
interacción y recontextualizamos, en función de objetivos
propios, discursos producidos en distintos ámbitos, con di-
versas formas de registro que responden a objetivos, sen-
tidos y lógicas distintivas. Este es el caso de los discursos
construidos mediante los dispositivos de registros de obser-
vaciones, entrevistas y selección de documentos que remon-
tan a situaciones, sujetos y temporalidades diferentes del
ámbito de la investigación. Estos llevan a repetir el proceso
de ver imágenes, escuchar grabaciones, producir y releer
registros en busca de relaciones en función de preguntas
propias. También participan en este diálogo aquellos dis-
cursos construidos en el ámbito académico, en registro oral

Capítulo 1. Arqueología en sociedad 43

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y lenguaje informal, en el caso de las charlas y discusiones
con colegas, así como en registro escrito, cuando se lee a
aquellos que establecieron estrategias para indagar las mis-
mas preguntas —o algunas de ellas—, y que vuelven en este
espacio para recordarnos la diferencia con aquel caso, o la
mirada puesta en aquel proceso o en determinada forma de
registro, etcétera. Es así como, en este ámbito, se generaron
nuevas dudas, preguntas y reflexiones en torno a nuestro
lugar, que redirigieron la mirada, la escucha y las decisio-
nes en relación con la selección de registros (contenido y
soportes) que median las relaciones establecidas durante la
instancia del campo.
El campo, en esta investigación, está conformado por los
espacios de los ámbitos municipales de las localidades donde
trabajan los equipos de arqueología, y por el propio espacio
de trabajo de los integrantes del equipo de investigación. El
conocimiento previo que los agentes locales tenían del equi-
po de arqueología y del lugar de la autora dentro de este
equipo, así como la manera en que los agentes estaban invo-
lucrados con los objetivos de la investigación, facilitó y limitó
el acceso al campo. Como resultado, las interacciones en las
que se dieron las entrevistas y las observaciones estuvieron
atravesadas por momentos de mayor confianza-desconfianza
(Bourdieu, 1999). Tanto en los ámbitos institucionales mu-
nicipales de Chascomús y de Vuelta de Obligado, como en
el espacio del equipo de trabajo propio, los agentes entre-
vistados y observados participaron como sujetos y objetos
de la investigación. Sin embargo, puede diferenciarse entre
los agentes de los ámbitos municipales y los miembros de
los equipos de arqueología, tanto de Chascomús (que es el
propio) como de Vuelta de Obligado (con el que se colabo-
ra). El mayor involucramiento de estos últimos en el proceso
de investigación (diseño del proyecto y preguntas formula-
das), así como en las construcciones discursivas en que esa
participación se fue materializando con el paso del tiempo,

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posibilitó generar una mayor simetría que con los agentes
de los ámbitos locales. En este sentido, fue fundamental el
reconocernos como parte del mismo espacio social, sujetos
poseedores de un capital simbólico común. En el caso de
los investigadores a cargo de los equipos, la relación asimé-
trica derivada de su posición jerárquica mayor dentro de la
academia y del lugar de la autora como aprendiz, permitió
equilibrar la desigualdad que conlleva nuestro lugar como in-
vestigadora de sus prácticas.
En los espacios municipales la situación fue diferente. Es
importante aclarar que nuestra presentación como miem-
bro del equipo de arqueología fue apenas necesaria. En el
caso de Chascomús, porque la autora no solo era conocida
por los agentes locales como miembro del equipo, sino como
ciudadana de esa localidad que vuelve a investigar en ese
espacio. Por su parte, en Vuelta de Obligado el acceso estuvo
mediado por la intermediación del arqueólogo a cargo del
equipo. Tomando estas instancias como punto de partida,
se optó por presentar el proyecto de investigación de doc-
torado haciendo una particular selección que permitiera
establecer canales de colaboración mutua que pusieran el
acento en los propósitos generales de la tesis. Fue impor-
tante aclarar que nuestro interés en observar situaciones y
reuniones, así como revisar documentos, no estaba dirigido
a evaluar su trabajo y su conocimiento sobre la arqueología
local o socializarlo con otros agentes de la localidad, sino a
indagar las relaciones establecidas con el equipo, en pos de
generar estrategias que permitieran mejorar estas relaciones
y definir metas comunes.
Una mención aparte merecen los agentes que no perte-
necen a ámbitos de gestión municipal y que fueron interpe-
lados en esta investigación por diversas razones. Entre estas
se destacan la de poseer materiales arqueológicos, haber
participado de forma directa o indirecta de actividades en
relación con los trabajos arqueológicos en la localidad o en

Capítulo 1. Arqueología en sociedad 45

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actividades relacionadas con la cultura e historia local, o bien
ser referentes locales reiteradamente mencionados por otros
sujetos de la localidad. La relación que se estableció en estos
casos varió ampliamente, dependiendo de cómo se desarro-
lló el primer contacto, y si los agentes conocían el trabajo
arqueológico que se venía desarrollando en la localidad. Así,
en todos los casos, uno de los primeros aspectos a los que se
accedió se relacionó con las ideas y representaciones que los
agentes habían construido en relación con el objetivo expli-
citado de la investigación y del que, en diferente grado, eran
parte interesada: mejorar estas relaciones y definir metas co-
munes. Como estrategia, se siguió el camino que los agentes
decidieran organizar, poniendo especial atención a lo que
ellos consideraran significativo mostrar, decir o recomendar.
Luego, y en la medida en que se volvió a los mismos espa-
cios, fuimos socializando preguntas e inquietudes reelabo-
radas en función de temas específicos, que nos permitieron
acceder a otro tipo de discursos y documentación, a la vez
que se establecía un consenso entre lo que se buscaba docu-
mentar y lo que los agentes querían mostrar. Este tipo de re-
laciones, en constante redefinición, fueron cruciales para el
acceso a información documental inédita, pues parte de ella
procede de colecciones privadas y otra parte de archivos que
no cuentan con catálogos e inventarios públicos. En estos ca-
sos, nos encontramos en una relación de dependencia don-
de el acceso a la documentación estuvo mediado por la mi-
rada de los agentes con respecto al trabajo de investigación,
y lo que ellos desearon y consideraron de utilidad facilitar.

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CAPÍTULO 2
De “elementos indígenas” a “materiales arqueológicos”.
El conocimiento sobre el pasado prehispánico
en Chascomús

Desde la década de 1990, la producción de conocimiento


sobre el pasado prehispánico en Chascomús fue trabajo exclu-
sivo del equipo de arqueología que se desempeña en la zona.
Sin embargo, los primeros informes sobre recolección y es-
tudios de materiales prehispánicos de la zona datan del siglo
XIX. Los mismos están vinculados con actividades de esparci-
miento en estancias, y fueron realizados por parte de agentes
que participaban de redes comerciales e intelectuales más allá
del contexto local (Banzato, 2002). Una importante colección
fue obtenida a orillas de la laguna de Chascomús, en la es-
tancia La Alameda, fundada por la familia Girado en el año
1785 (Dorcasberro, 1930). En este capítulo se discutirá de qué
manera los 3.148 “elementos indígenas” de esta colección se
convirtieron en el punto de partida para el estudio y visibili-
dad pública de las poblaciones prehispánicas de la zona.
Dos estudiosos que trabajaron en el ámbito local duran-
te el siglo pasado hicieron importantes aportes y se convir-
tieron en referentes locales para el conocimiento del pa-
sado prehispánico. El equipo de arqueología retomó estas
producciones como antecedentes de trabajos en la zona.

47

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En conjunto, se trata de estudiosos y profesionales que actua-
ron en distintos momentos y participaron de determinadas
redes de sociabilidad en el marco de instituciones locales
y extra-locales. Formularon preguntas e interpretaciones
en función de sus tradiciones teórico-metodológicas y ám-
bitos de pertenencia y socialización. En el presente, estas
producciones se socializan y resignifican mediante publi-
caciones escritas, conmemoraciones relacionadas con las
actuaciones de los autores en el ámbito público, y diversos
usos de la materialidad prehispánica estudiada.
Para contextualizar las producciones en relación con
instituciones, ámbitos de socialización y modos de circu-
lación y accesibilidad, se utilizaron las producciones bi-
bliográficas de los estudiosos y profesionales junto con
entrevistas realizadas a distintos agentes con los que inte-
ractuaron en distintos momentos. También se consideró
información publicada en medios periodísticos locales, in-
formación producida mediante relevamiento de documen-
tación, y entrevistas en las bibliotecas populares y munici-
pales; asimismo, información proveniente de documentos
administrativos, fotografías y registros de libretas de cam-
po del equipo de arqueología.

Querandíes, paraderos y vasijas de indios

Con motivo del 150 aniversario de la fundación de Chas-


comús, la Comisión de Fiestas resolvió dar respaldo oficial
al trabajo que el profesor Rolando Dorcasberro venía rea-
lizando desde hacía varios años atrás: una investigación
sobre la historia local, cuyo resultado se materializó en un
álbum de 336 páginas de amplias dimensiones1 titulado

1 Páginas de 50 x 30 cm, dispuestas de forma apaisada.

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Chascomús (Dorcasberro, 1930). Por el carácter compilato-
rio, por la variedad de temas abordados, y por tratarse de
una de las primeras obras que organizó una narrativa sin-
tética sobre la historia local, este trabajo se convirtió en un
referente ineludible. En el año 1988 el Museo Pampeano
puso a la venta ejemplares de dicha publicación, ofrecidos
especialmente a las escuelas. Esta acción fue difundida por
el diario El Imparcial, donde se presentó al álbum como “la
obra más completa que se ha publicado sobre la historia de
la ciudad”.2 En la actualidad, este álbum puede consultarse
de forma completa en la biblioteca del Museo Pampeano y
en dos bibliotecas populares, aunque su tamaño y estado
de deterioro limita las posibilidades de consulta.
Para trabajar con el público escolar, las bibliotecarias
comentan que suelen utilizar reproducciones de algunos
capítulos. Entre ellos, el informe que es objeto de análisis
en este capítulo es utilizado como información sobre indí-
genas de Chascomús: “es viejito pero, junto con un capítu-
lo de Luzian, es lo único que hay para la zona”. 3 El álbum
comienza con un texto metafórico donde se argumenta
que Chascomús es un pueblo glorioso. El pueblo converti-
do en sujeto es el que: presenció, pudo admirar, contribuyó,
albergó, abrió, posee, vio, exporta, registra, tuvo. Pasado y pre-
sente de genealogías ilustres, promotores de la ciencia,
de las escuelas rivadavianas, de la vida democrática, de
innovaciones técnicas y de desarrollo industrial, se entre-
mezclan en la clasificación, anticipando la resolución del
conflicto que se menciona en la sentencia final: “el que,
durante un siglo, fue límite dramático entre civilización
y barbarie”.

2 El Imparcial, “El Álbum de Dorcasberro en el Museo Pampeano”, 14 de enero de 1988.


3 Entrevista a bibliotecaria y docente, 25 de agosto de 2011. Las producciones de Luzian se discuten en el
siguiente capítulo.

Capítulo 2. De “elementos indígenas” a “materiales arqueológicos”... 49

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En sintonía con el contexto del centenario, en este álbum
se propone un recorrido histórico desde la fundación del
fuerte San Juan Bautista (en el año 1779) hasta la llamada
revolución del sur, en oposición el gobierno de Juan Manuel
de Rosas, en el año 1839. Luego se presenta información bi-
bliográfica sobre las familias ilustres de la localidad y sobre
la formación de clubes sociales, instituciones religiosas, ar-
tísticas, deportivas y educativas.
Después de la mitad del libro hay un capítulo que es de
particular interés para este trabajo, redactado por el arqui-
tecto Héctor Greslebin: “Algunos datos sobre la arqueología
del partido de Chascomús”. El libro continúa con la descrip-
ción de instituciones de beneficencia pública y privada. En
la página 245 se encuentra una detallada introducción sobre
“el rasgo peculiar de Chascomús”: el trabajo agropecuario
y la estructura de la ganadería de la zona. En el tramo final
se dedican algunas palabras a las actividades artísticas, el
desarrollo periodístico, y un capítulo donde se reproducen
documentos de la batalla de San Gregorio4 seguido de una
serie de fotos sobre el “pasado y presente urbano”. Cierra
esta compilación un inventario de comercios e industrias
existentes para la fecha de su publicación.
El informe producido por Greslebin describe, con textos
e imágenes, dos cuantiosas colecciones arqueológicas que
estaban en su poder y que habían sido recolectadas, entre
1880 y 1884, en la cuenca de las lagunas encadenadas que
desembocan en el río Salado (colección de C. Girado y E.
Greslebin). El arquitecto trabajó en el ámbito arqueológi-
co como discípulo de Eric Boman en el Museo de Cien-
cias Naturales de Buenos Aires (Patti y Schávelzon, 1997).
Para explicar el sentido de esta información, en el álbum
conmemorativo de la historia local, Dorcasberro subrayó

4 Enfrentamiento que tuvo lugar a orillas de la desembocadura del río Salado en enero de 1853, como
parte de las luchas armadas entre la Confederación Argentina y el Estado de Buenos Aires.

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su papel de evidencia en cuanto a “la importancia que
Chascomús tuvo como región inspiradora y auspiciadora
para las más grandes vocaciones científicas del país” (1930:
212). De esta forma, el compilador ubicó a la información
de hallazgos de poblaciones prehispánicas en la región
—y a la historia que estos representan— como un insumo
para la ciencia, descuidando su parte en la historia de la
localidad. Setenta y cuatro años más tarde, en el marco de
las III Jornadas de Historia de Chascomús y las I Jornadas
de Historia de la Microregión del Río Salado, se retomó
la misma argumentación para destacar el rol importante
de hallazgos y de agentes vinculados con la localidad en el
origen de la arqueología y la paleontología (D´Alessandro
de Brandi, 2004).
Mediante la presentación de las colecciones en un ál-
bum de estas características, tanto la información como
las imágenes sobre la materialidad del pasado prehispáni-
co local adquirieron dimensiones públicas. Esos materia-
les fueron una fuente alternativa a la documental para la
elaboración de interpretaciones sobre las poblaciones que
representaban. De las seis amplias páginas que tiene el in-
forme de H. Greslebin, la mitad se compone de imágenes
con los materiales que se describen. Organizadas en cin-
co figuras, se describen en los epígrafes respectivos como:
material arqueológico, puntas de flecha, láminas retocadas, frag-
mentos de cerámica con decoraciones incisas e instrumentos de
piedra. Cuatro de estas láminas representan materiales de
las colecciones que el autor estaba presentando (Figura
2.1), y otra lámina (Figura 2.2) presenta “fragmentos de
cerámicas con decoraciones incisas del partido de Chasco-
mús pertenecientes a las colecciones del Museo Nacional
de Historia Natural de Buenos Aires” (216). Con esta com-
paración, el autor construye un argumento que refuerza el
valor científico y expositivo de los materiales de la colec-
ción Girado-Greslebin.

Capítulo 2. De “elementos indígenas” a “materiales arqueológicos”... 51

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Figura 2.1. Imágenes de las colecciones Girado y Greslebin publicadas en
el Álbum de Dorcasberro (1930). A) Corresponde a la Figura 1, p. 214;
B) corresponde a la Figura 2, p. 215; C) corresponde a la Figura 4, p.
217; y D) corresponde Figura 5, p. 218.

Capítulo 2. De “elementos indígenas” a “materiales arqueológicos”... 53

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La reproducción en blanco y negro de fragmentos de ce-
rámicas decoradas, instrumentos de piedra y puntas de fle-
cha, puede pensarse como una representación metafórica
del pasado indígena local. De modo que la organización de
la materialidad de acuerdo con esquemas de valor asociados
al campo arqueológico (sentido connotado en la producción
fotográfica), se transfiere a las poblaciones prehispánicas (la
realidad denotada), que en el proceso adquieren estatus de
realidad presente. El impacto de las imágenes que aparecen
en estas láminas reside en la analogía de lo real que se cons-
truye mediante las fotografías. Entendidas como artefactos
culturales, las fotografías son un modo de representación de
lo real con pretensiones de verdad, porque desvinculan lo
denotado del sentido connotado en la producción fotográfi-
ca (Kossoy, 2001; Saletta, 2008: 9).
Con anterioridad a la publicación de este álbum, la mate-
rialidad que representa el pasado indígena local ya forma-
ba parte de la experiencia cotidiana de trabajadores y ha-
bitantes de la localidad. Una de las consecuencias de esta
cotidianeidad es la abundancia de colecciones particulares
en la región, con variadas características según los intereses
y prácticas de los agentes. En la actualidad, estas prácticas
pueden pensarse en una escala que va desde aquellos que
conservan los materiales y salen a realizar sus propias reco-
rridas en busca de nuevos objetos (los que llamaré coleccionis-
tas-aficionados), hasta agentes que juntan algunos materiales
encontrados por azar y solo a veces los guardan (a los que
llamaré recolectores casuales). Estas prácticas suelen ser obser-
vadas desde los arqueólogos profesionales como factores que
condicionan la potencialidad analítica de los conjuntos ar-
queológicos (Mazzanti, 2010). Aquí se busca enfatizar otra
dimensión de la recolección de material en el campo que
refiere a las construcciones de conocimientos elaboradas, en
este tipo de interacción entre agentes y materiales. A lo largo
del siglo XX, en el paisaje rural bonaerense, estas prácticas,

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además de afectar la integridad de los conjuntos arqueológi-
cos, también les otorgaron visibilidad y carácter de realidad.
Las prácticas asociadas a las experiencias de los recolecto-
res casuales son amplias y fragmentarias. Entre los materiales
que se conservan, puede decirse que las bolas de boleadora,
junto con artefactos de piedra pulida, son objetos que cir-
culan ampliamente en colecciones privadas (Vecchi, 2010).
No obstante, en las observaciones y entrevistas realizadas du-
rante esta investigación, también se registraron fragmentos
de alfarería y materiales líticos tallados. Algunos pobladores
de la llanura bonaerense tienen como costumbre guardar

Figura 2.2. Fragmentos de cerámicas pertenecientes a las colecciones del


Museo de Historia Natural de Buenos Aires, publicadas en el Álbum de
Dorcasberro (1930), p. 216.

Capítulo 2. De “elementos indígenas” a “materiales arqueológicos”... 55

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un lítico pequeño en la billetera porque “da suerte”. Las va-
sijas de indios, conservadas en el ámbito privado, suelen or-
ganizarse en cajas diferentes según se trate de fragmentos
con decoración o lisos, partes del cuerpo o del borde de una
pieza. En ocasiones, las boleadoras y objetos de molienda
son parte de los objetos decorativos dentro de las casas. 5
Algunos materiales se reciclan al ser utilizados para armar
nuevos objetos decorativos, práctica que también se ha regis-
trado en otras partes del país (Miotti y Podgorny, 1995; Jofré
et al., 2009). En contraste con lo que sucede en otros lugares
(Nalda, 1996; Rex González, 2000; Londoño, 2003), en esta
región no se observó que los pobladores locales6 utilicen los
materiales como mercancías. A pesar de la disparidad invo-
lucrada, estas prácticas fragmentarias tienen en común el
hecho de que no son acciones planificadas sistemáticamen-
te y, por esta razón, pueden agruparse en un rótulo común
en comparación con las experiencias de los coleccionistas-
aficionados. Estos últimos no solo se diferencian porque la
recolección de material es una acción planificada y sosteni-
da en el tiempo, sino que además, los conjuntos formados
suelen ser cuantitativamente superiores.
En Chascomús solo se ha podido conocer a dos colec-
cionistas-aficionados que actualmente continúan con su
actividad y tienen en su poder colecciones integradas por
más de cien objetos. También se contactó a un coleccionista
que abandonó la práctica y decidió donar sus materiales al
museo. En las entrevistas con estos agentes se pudo conocer
algunos aspectos de su práctica. Los coleccionistas cuentan
con una red de colaboradores espontáneos y amistosos quie-
nes juntan el material que encuentran durante su quehacer

5 Registro de observación de colecciones privadas de trabajadores rurales durante campañas


arqueológicas (noviembre de 2006, diciembre de 2009, enero de 2011).
6 Distinto es el caso de agentes que no viven en el campo y viajan al interior de la provincia de Buenos
Aires para recolectar material.

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cotidiano. La recolección del material es tan importante
como la elaboración de criterios para su ordenamiento, y la
búsqueda de información en relación con el significado de
los mismos. En lo que refiere al conocimiento arqueológico
e histórico, estos coleccionistas tienen en común una forma-
ción autodidacta forjada a partir de lecturas aisladas, y la
experiencia adquirida en el acto de coleccionar, seleccionar
y organizar los materiales. Lo mismo se ha propuesto para
coleccionistas del sur bonaerense durante mediados del si-
glo pasado (Pupio, 2005).7 De acuerdo con las entrevistas
realizadas, las principales referencias bibliográficas utiliza-
das por estos agentes llevaron a los trabajos de Mario López
Osornio y Carlos A. Moncaut. Ambas producciones serán
analizadas en este capítulo y el siguiente.8
En el ámbito rural, la figura del coleccionista local es im-
portante como autoridad y fuente de conocimiento sobre
el pasado prehispánico. En ocasiones, también actúa como
colaborador en la escuela rural ofreciendo la exposición de
parte de su colección y/o brindando explicaciones sobre la
misma. Estas prácticas cotidianas, relacionadas con la mate-
rialidad prehispánica, refieren a un modo de existir de di-
cha materialidad. Junto con ella, el pasado indígena local
también es parte de historias e imágenes populares trasmi-
tidas de forma oral. En estas representaciones son comunes
los estereotipos que ligan lo indígena al peligro, la amenaza
y el miedo. Un ejemplo se desprende del siguiente fragmen-
to de una entrevista en la que el interlocutor (artista local)
reflexiona sobre el lugar de lo indígena en la toponimia de

7 En su estudio sobre el proceso de creación de museos municipales en el sur bonaerense, Pupio (2005)
analiza cómo los propios coleccionistas organizaron la transferencia de sus materiales desde el ámbito
privado al público, convirtiéndose en los directores de los nuevos museos locales. En este proceso, la
autora destaca el modo en que estos coleccionistas elaboraron criterios y estrategias conjuntas para
organizar el ingreso, selección y exhibición de las colecciones arqueológicas.
8 Entrevistas realizadas el 5 y 15 de diciembre de 2009, 4 de agosto de 2010, y 24 de enero de 2011.

Capítulo 2. De “elementos indígenas” a “materiales arqueológicos”... 57

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la zona, y lo vincula con una anécdota de infancia (momento
en que vivía en el campo de una localidad próxima). Cabe
destacar que esta anécdota fue elaborada por el entrevistado
en un escrito:

—Estábamos en una siesta jugando arriba de los vellones, la


oveja se esquila, lo que se agarra y se le saca, no sé sí sabés
cómo es, se ata, es el vellón, es toda la lana que se le saca
a cada animal y se amontona en el piso, la zafra de lana.
Nosotros estábamos arriba de toda la lana jugando, es una
desgracia, te ensucias, te queda un olor...
—Sí, yo también jugué en el campo.
—Era la siesta en verano, el galpón estaba abierto y por la
puerta del galpón vemos la loma llena de cardos negros en
verano y a mí se me dio la ocurrencia; ahora, el tema es
cómo me vino esta idea de que algunos cardos se movían
así, eran como chuzas, con lanzas de indios que estaban ahí.
¿De dónde salió esa imagen? ¿De dónde venía? ¿De charlas?
¿De algún cuento? ¿De dónde me sale eso? Mi hermano era
más chiquito y le dije: “¡uh, vienen indios!”. Dije eso y nos
asustamos ahí, entonces nos escondimos con miedo de los
indios. Eso es como un conocimiento. ¿De dónde vino ese
conocimiento? Es todo de grandes eso. Quiero decir, que es-
cuchamos a los grandes hablar de los indios. Yo me pregun-
to: ¿de dónde recibíamos imágenes? Eran los indios. Des-
pués lo elaboré (...) [cuenta que retomó este recuerdo de su
niñez para escribir una historia sobre la presencia indígena
en la zona]. El hecho real es que dije: “¡Van los indios!”.
Nos escondimos, nos asustamos. Pasados unos minutos, me
animé a levantar la cabeza (me estaba haciendo en mi pro-
pio cuento, me lo había creído) a ver si ya habían pasado.
Y dije (yo sabía cómo venía el tema): “Bueno, ya pasaron”.
Nos levantamos y nos fuimos para abajo, dejamos de jugar.
Nos quedó el miedo, fue como que los indios volvieron a la
realidad y nosotros los volvimos a sacar, tratamos de escapar

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de esa ilusión y nunca más hablamos de los indios. Es como
que nos hicimos cómplices del silencio que nos mantiene
fuera de esto.9

El mismo tipo de historias fueron comentadas por una


coleccionista-aficionada entrevistada:

—Bueno, acá tenemos al R. H. que tiene historias de verdad.


De verdad, verdad: los primitivos que se murieron ahí en el río
Salado, ahogados. Mataron al padre y cuando el padre quiso
salvar al hijo, lo lancearon también (...). En la estancia hay un
arroyo. Está el arroyo todavía, el arroyo que le hace de...
—De protección.
—Claro. Y los indios, vinieron unos, los hicieron salir, cuan-
do estos salieron, volvieron al ataque y ahí los agarraron. No
alcanzaron a pasar el río. A eso lo cuentan siempre así.10

Este tipo de representaciones estereotipadas se vinculan


con las experiencias y los modos en que se organizó el sa-
ber en torno a los pueblos originarios de la zona desde el
poblamiento hispánico. Al respecto, Mazzanti señala que
la perspectiva etnocéntrica fue un principio ordenador y
hegemónico mediante el cual “se gestaron discursos desva-
lorizantes y estereotipados sobre los pueblos indígenas del
período posconquista, logrando producir su invisibilidad
social e histórica” (2010: 189), tanto en el campo académi-
co como en ámbitos escolares. En estas representaciones,
la violencia es entendida como un acto justificado que lo-
caliza a los indios del lado de la barbarie, y legitima la ne-
cesidad del proceso de apropiación de la tierra desplegado
durante el siglo XIX.

9 Entrevista realizada a artista de la localidad que vivió en el campo y actualmente vive en la ciudad, 4 de
agosto de 2010.
10 Entrevista a coleccionista, 24 de enero de 2011.

Capítulo 2. De “elementos indígenas” a “materiales arqueológicos”... 59

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Volviendo a 1930, es válido pensar que los textos, junto
con las fotografías difundidas en el álbum de Chascomús,
otorgaron a la materialidad prehispánica local otra dimen-
sión dentro de lo real. En esta dimensión, el origen de las
colecciones presentadas se entrelaza más con la historia de
Ceferino Girado que con las poblaciones prehispánicas que
representan. Puede decirse que, mediante la difusión pública
de la colección, la materialidad prehispánica se asoció con la
actividad e instituciones científicas, y con la historia de una
familia patricia instalada en la zona en el año 1785 (Dorcas-
berro, 1930; Banzato, 2002). La significatividad de este pasa-
do, como parte de la estancia La Alameda, explica su actual
puesta en valor en términos turísticos y patrimoniales. Hasta
1884, Girado solía utilizar su tiempo libre para recorrer el
campo y recolectar material arqueológico y paleontológico
junto a primos, hermanos y amigos, desarrollando una se-
rie de prácticas categorizadas como aventureras y científicas, y
recordadas como un modelo a seguir. Entre los sujetos que
participaron de estas recolecciones se destacan, por su per-
tenencia al campo de la investigación arqueológica, Emilio
Greslebin y Juan Alberto Montes (Greslebin, 1932).
Los materiales fueron conservados por Girado a lo lar-
go de toda su vida y, en el año 1890, obsequiados a Emilio
Greslebin, quien los guardó junto con una colección propia
hasta su muerte. Desde entonces, los materiales de las dos
colecciones quedaron bajo la custodia de Héctor Greslebin
(hijo de Emilio), quien decidió donar la parte paleontoló-
gica de ambas al Museo Nacional de Historia Natural de
Buenos Aires, por “razones de espacio” (Greslebin, 1932),
y conservar los materiales arqueológicos para estudiarlos.
Quince años más tarde, en el marco del proyecto de la crea-
ción del museo en Chascomús, H. Greslebin inició una lar-
ga serie de negociaciones para concretar la donación de los
materiales arqueológicos y publicar sus interpretaciones so-
bre los mismos.

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En los informes de H. Greslebin (1929 y 1932), el foco del
tema está puesto en fundamentar la autenticidad de los mate-
riales. Con este fin, el arquitecto utilizó como argumentos la
información referida al lugar de procedencia y al contexto de
los mismos. Si bien durante las recolecciones del material Gi-
rado realizó una serie de anotaciones, solo quedó el registro
de las localidades recorridas y la indicación de su primo, José
Girado, de que “la mayor parte de las alfarerías y de las pie-
dras de moler y bolas son de Camarones y de Chascomús”.11
A partir de las pocas fichas que solo documentaban la proce-
dencia general, las piezas arqueológicas fueron reclasificadas
por H. Greslebin. El hecho de que solo uno de los conjuntos
contase con una bala de plomo le hizo pensar que los hallaz-
gos habían permanecido aislados hasta el momento en que
fueron recolectados por Girado. Al mismo tiempo, el arqui-
tecto señaló que, en el momento en que los materiales fueron
recogidos, la densidad de población y actividades del arado
no habían afectado significativamente los contextos donde se
realizaron los hallazgos (Greslebin, 1932).
Tanto los miembros de la familia Girado como los de la
familia Greslebin integraban un mismo ámbito de sociabili-
dad en el que el intercambio de información y objetos fue
clave para dar visibilidad a la colección, y establecer criterios
de clasificación y organización para la misma. En este caso,
los materiales fueron observados por Juan B. Ambrosetti y Fé-
lix Outes, quienes recibieron de un primo de Girado algunas
puntas de proyectil como obsequio (Greslebin, 1932). Aficio-
nados, autodidactas y profesionales compartieron preguntas
en torno a los materiales y discutieron formas de responderlas
haciendo coincidir, en algunos casos, prácticas y formas de
pensar provenientes de otras disciplinas. En el caso de Ceferi-
no Girado convergieron la ingeniería civil, la paleontología, la

11 Carta de José I. Girado a Héctor Greslebin, París, 28 de abril de 1920, publicada en Dorcasberro (1930).

Capítulo 2. De “elementos indígenas” a “materiales arqueológicos”... 61

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arqueología y las ciencias naturales. Es importante recordar
que hacia fines del siglo XIX la arqueología no era un campo
delimitado y consolidado (Babot, 1998); de hecho, en el ámbi-
to institucional, esta disciplina constituía una materia dentro
de carreras de ciencias naturales y humanidades (Fernández,
1982). En ese momento, el uso de dispositivos para el registro
y representación de los materiales en el campo tuvo un rol
fundamental en el proceso de autentificación de las coleccio-
nes, así como en la distinción entre aficionados y coleccionis-
tas (Podgorny, 2009).
El énfasis de H. Greslebin en los procedimientos para el
registro y recolección de los materiales en el campo permi-
te pensar que, para 1930, tales procedimientos se vinculaban
con el reconocimiento de la autoridad científica; a tal punto,
que el arquitecto intentó reivindicar el carácter de “precurso-
res de la investigación científica” para su padre y para Ceferi-
no Girado, inclusive basándose en las historias de vida como
“punto de partida del entusiasmo científico de dos de nues-
tros más grandes americanistas” —en referencia a Ambrosetti
y Outes— (Greslebin, 1932). De esta manera, la organización
y clasificación de los materiales hecha primero por C. Girado
a fines del siglo XIX, y luego reelaborada por H. Greslebin,
pueden pensarse como productos que no responden sola-
mente a la lógica interna del coleccionista, sino a la trama de
relaciones en que la actividad se desarrolla. En el caso de los
trabajos de H. Greslebin, puede contemplarse la intersección
del diálogo con sus contemporáneos y con sus antecesores,
quienes estructuraron la colección en primer término.
Una vez establecida la autenticidad de los hallazgos, H.
Greslebin los interpretó como conjuntos étnicos, y se focalizó
en el análisis de las características de los materiales líticos y el
estilo decorativo de la cerámica (1929 y 1932). Con respecto
al material lítico, aclaró que la mayor cantidad correspondía
a “simples láminas” de cuarcita que determinó como muste-
rienses, y para su clasificación utilizó las categorías sugeridas

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por F. Ameghino de piedra hendida y piedra quebrada. La pri-
mera fue caracterizada por la utilización de la técnica bipolar
para la talla de los rodados costeros, y la segunda consistía en
lascas y guijarros de cuarcita (Ameghino, 1909). Además, el
arquitecto destacó que toda la alfarería se encontró fragmen-
tada, lo cual era considerado un rasgo característico de la
provincia de Buenos Aires, de la región del litoral y de la pa-
tagonia. El hecho de que algunos fragmentos “toquen entre
sí” fue interpretado como indicador de que estos materiales
procedían de un mismo paradero, esto es:

Lugar donde se encuentran los instrumentos de piedra más o


menos perfectos mezclados con los residuos de fabricación de
silex y cuarcita, mezclados también con fragmentos de cerá-
mica lisos y decorados, con piedras de pintar, cantos rodados
y algunas pocas valvas de moluscos. (Greslebin, 1932: 215)

Con respecto a las decoraciones de la alfarería, el autor se-


ñaló que las similitudes entre las mismas daban cuenta de la
unidad de escuela, y que era indudable la influencia que sobre
ellas había ejercido la técnica realizada en tejido o cestería
(Greslebin, 1929).
A partir de estas descripciones, señaló que ambos tipos
de materiales reflejaban una técnica avanzada que permitió
diversificar la forma de algunos instrumentos según los dife-
rentes usos, y lo ubicó en una etapa “inmediatamente ante-
rior y posterior a la conquista hispánica” (Greslebin, 1929).
Así, Greslebin utilizó las categorías de Ameghino (piedra hen-
dida y piedra quebrada) para clasificar el material lítico des-
de el punto de vista técnico, pero otorgándoles un sentido
temporal diferente. Para Ameghino (1909) estas industrias
líticas estaban definidas por una amplia profundidad tempo-
ral que se remontaba al límite Mioceno-Plioceno. Es relevan-
te mencionar que la temporalidad de dichas categorías fue
un aspecto discutido por otros investigadores como Outes

Capítulo 2. De “elementos indígenas” a “materiales arqueológicos”... 63

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(1909), quien sostuvo que el período temporal asociado a las
mismas era el Neolítico.
En estas formas de estudiar los objetos se hace evidente
la relación directa que se establecía entre los conjuntos ma-
teriales y los grupos étnicos. Tal asociación es parte de los
supuestos teóricos de la escuela histórico-cultural, en la cual
la cultura es entendida como un conjunto de rasgos únicos,
detenida en el tiempo y el espacio. Desde este enfoque, los
materiales se utilizaron como diagnósticos para definir los
rasgos peculiares específicos de cada cultura. El observar y
clasificar similitudes y diferencias técnicas entre conjuntos
tuvo como fin definir grupos étnicos (Trigger, 1992). A su
vez, la utilización de categorías europeas para describir los
conjuntos locales, da cuenta de la universalidad subyacente
en el concepto de cultura, y de la manera en que se conci-
bió el cambio cultural en el transcurso del tiempo. En esta
mirada se admitía una sola trayectoria posible en la historia
humana, cuyo esquema se formuló a principios del siglo XIX
con el estudio de la prehistoria europea, utilizando un mar-
co teórico evolucionista unilineal (Trigger, 1992).
Diez años después, el odontólogo Mario López Osornio
(1899-1950) estudió los materiales arqueológicos de la zona,
y dejó plasmadas sus teorías en un libro de amplia circulación
en el ámbito local y nacional: Paraderos querandíes (1942). La
influencia de sus trabajos se relaciona con las redes acadé-
micas de las que participó, y con su posicionamiento social
dentro de la localidad de Chascomús. A diferencia de H.
Greslebin, este autor participó activamente en la vida públi-
ca del lugar, desempeñándose como juez de paz, presidente
de la Biblioteca Popular “Domingo Faustino Sarmiento”, y
secretario del Museo Pampeano en sus primeros años (Dor-
casberro, 1930; Luzian, 1976; El Cronista, 1979). En el museo,
su presencia excedió el tiempo de su nombramiento, pues
trabajó como asesor en la clasificación y organización de sus
colecciones, especialmente los relacionados con la industria

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del cuero (Luzian, 1976). Este es el tema de la mayor parte
de los textos informativos y literarios que conforman su obra
(López Osornio, 1934, 1938, 1941 y 1944; entre otros).
Sus trabajos se encuentran ampliamente distribuidos
y son usualmente utilizados en las bibliotecas populares,
en el Centro de Investigaciones Educativas y en el museo.
Además, su nombre, junto al libro Paraderos querandíes, es
citado como referencia por coleccionistas, habitantes y
trabajadores del ámbito rural. Entre los aspectos que los
entrevistados mencionaron de este libro se destacan la no-
ción de paradero, y la presencia de un mapa con la posible
ubicación de los mismos (Figura 2.3). De esta manera, la
representación del pasado prehispánico y su materialidad
adquieren coordenadas espaciales y se ligan a un lugar
concreto de la campaña bonaerense; a tal punto, que los
coleccionistas entrevistados han mencionado el uso de
este libro y del mapa como guías para orientar sus búsque-
das en el campo.12
En cuanto a sus interpretaciones sobre los materiales ar-
queológicos, puede decirse que este autor también discutió
la adscripción temporal y étnica de los grupos prehispánicos
a los que se asignaban los materiales estudiados. Con este
fin utilizó fragmentos de alfarería india y conjuntos líticos reco-
lectados por un trabajador rural a orillas del río Samborom-
bón, y guió sus interpretaciones con los relatos de viajeros
y exploradores de fines del siglo XIX. En sus escritos, son
recurrentes las referencias a los textos Una excursión a los in-
dios ranqueles, de Lucio V. Mansilla (1870), y Viaje al país de
los araucanos, de E. Zeballos (1880). Estudió los fragmentos
de alfarería y asignó los materiales a los grupos querandíes,
proponiendo que habrían habitado la región durante el neo-
lítico pampeano. Esta adscripción temporal se justifica con

12 Entrevistas a coleccionistas, 5 y 15 de diciembre de 2009, 4 de agosto de 2010, y 24 de enero de 2011.

Capítulo 2. De “elementos indígenas” a “materiales arqueológicos”... 65

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la presencia de morteros, que le permitieron adherir a la
teoría de Ameghino acerca de que estos grupos fueron agri-
cultores. La atribución de esta condición fue suficiente para
establecer vínculos de ascendencia guaranítica y para inferir
un bajo grado de nomadismo. Por otro lado, basándose en
el reconocimiento de las piedras con las que se fabricaron
los instrumentos, el odontólogo también dedujo que estas
poblaciones tuvieron un “área geográfica dispersiva” amplia
(López Osornio, 1942). El estudio de los fragmentos de alfa-
rería le permitió concluir que:

Los querandíes tenían un arte especial que los colocaría en


un grado avanzado en el estado superior de salvajismo, con-
forme a la clasificación de Luis Enrique Morgan sobre la po-
blación precolombina. (López Osornio, 1942: 45)

Para este análisis, en primer lugar, asoció la forma de las


vasijas con la función que las mismas habrían desempeña-
do. Por ejemplo, señaló que las “cazuelas sin tapas” debían
haberse usado como platos, mientras que “unos vasos en
forma de macetas” se habrían empleado para beber. En se-
gundo lugar, resaltó el alto grado de “inteligencia de los
nativos” a partir de la imaginación y capacidad con las que
los mismos habían realizado las decoraciones de las vasijas.
Consideró que la inteligencia era un rasgo que los queran-
díes compartieron con otros pueblos, como los araucanos y
los puelches. En el caso de los primeros, esta característica
les había sido asignada en base a la práctica de métodos de
anestesia durante las operaciones por parte de los “hechi-
ceros”, mientras que para los segundos se consideraron las
habilidades en la caza y la pesca. En tercer lugar, asignó
la “inspiración” de los motivos decorativos a las urdimbres
de los tejidos que servían para la vestimenta femenina. Fi-
nalmente, interpretó el hecho de que la alfarería estuvie-
ra presente solo en forma fragmentada, como una prueba

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del carácter “díscolo y bravío de estas tribus que vivían en
continuas reyertas”. Como una explicación alternativa de
este fenómeno, López Osornio sugirió que los fragmentos
encontrados podrían ser parte de basureros.

Figura 2.3. Mapa con la ubicación de paraderos indígenas de la zona.


López Osornio (1942: 29)

Capítulo 2. De “elementos indígenas” a “materiales arqueológicos”... 67

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Otras publicaciones de este autor contribuyen a ampliar
el sentido con que construyó sus interpretaciones sobre el
pasado prehispánico local (López Osornio, 1939, 1944 y
1946). La novela Un poblador de Monsalvo (1939) resulta rele-
vante a estos propósitos, porque en ella se organiza un para-
lelo entre la historia de vida de un reconocido ciudadano de
la localidad, con la historia de Chascomús. Se trata de Don
Vicente Casco, ciudadano ampliamente reconocido por ha-
ber construido la primera casa de dos pisos de Chascomús,
y por haber participado en la llamada revolución del sur en
contra del gobierno rosista.13 En dicha novela, Vicente Casco
es presentado como un ciudadano ejemplar cuyo itinerario
histórico se entrecruza con el de la localidad a partir de dos
acontecimientos que estructuran su vida: el rapto de uno de
sus hijos como consecuencia del ataque de un malón (quien
luego vuelve casado con una india), y su participación en la
ya mencionada revolución. Ambos acontecimientos resultan
también cruciales para la narrativa de la historia de Chasco-
mús, en tanto el primero refiere a las condiciones de su ori-
gen como fuerte de frontera, y el segundo a un evento que se
utiliza para construir la heroicidad de la lucha por la libertad
en la escala local. Como se verá en los siguientes capítulos,
esta mirada de ambos eventos se reitera en diferentes discur-
sos y prácticas (materiales, textuales e institucionales).
Desde una perspectiva integradora, puede notarse que
tanto M. López Osornio como H. Greslebin formaron par-
te de la misma red de sociabilidad científica, a pesar de la
decena de años que los separa. Ambos autores discutieron
con otros estudiosos reconocidos dentro del campo discipli-
nar como Ameghino y Outes, y abordaron los mismos temas:
la adscripción étnica y temporal de los conjuntos materiales

13 La casa de Vicente Casco es actualmente sede del Instituto Historiográfico “Teofilo V. Bordeu” y, como
se verá en el capítulo 5, es uno de los espacios que desde el ámbito oficial se ofrecen para ser visitados
con fines recreativos y turísticos.

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estudiados. Estos trabajos iniciales conllevaron el reconoci-
miento social del pasado prehispánico de Chascomús como
objeto de estudio, y a sus materiales como objetos de valor:
para el análisis científico, y para su exposición en la sala de un
museo (aspecto que se desarrolla más adelante). Las gestio-
nes para la donación de la colección al museo, las publicacio-
nes realizadas, así como las comunicaciones e intercambios
que H. Greslebin sostuvo con otros arqueólogos y coleccio-
nistas, pueden entenderse como una estrategia dirigida a lla-
mar la atención sobre la colección para que sea considerada
como objeto científico; por su parte, M. López Osornio puso
en práctica una serie de análisis y comparaciones con otros
materiales, generó implicancias y nuevas preguntas que con-
tribuyeron a dar sentido al tema y objeto de estudio dentro
del campo disciplinar, favoreciendo de esta manera a su pro-
ductividad científica (Daston, 2000). Su amplia participación
en ámbitos públicos de la localidad, su reconocimiento como
ciudadano de Chascomús que aporta a la propia historia, y
su trabajo en la organización de las primeras colecciones del
museo local le permitieron socializar estas interpretaciones,
que fueron luego ampliamente retomadas y consultadas por
otros agentes.
Ambos estudiosos, con sus interpretaciones y gestiones,
permitieron dar visibilidad en el ámbito público local a las
colecciones de materiales arqueológicos y a ciertas represen-
taciones de las poblaciones prehispánicas. Otros aspectos en
común entre Greslebin y López Osornio remiten a la utiliza-
ción de categorías europeas en concordancia con las inter-
pretaciones de la prehistoria universal y el enfoque evolucio-
nista, y al uso de información proveniente de documentos
para fundamentar sus interpretaciones. De esta manera,
imágenes de materiales con ubicaciones precisas dieron un
estatus científico dentro de lo real a las representaciones so-
bre “paraderos con vasijas de indios bravíos”. Esta visibilidad
se materializó, en principio, en las descripciones e imágenes

Capítulo 2. De “elementos indígenas” a “materiales arqueológicos”... 69

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presentadas en el álbum de Chascomús, luego en la inclusión
de las colecciones en el museo local y, finalmente, en la publi-
cación de Paraderos querandíes. En estos casos prima el lugar
de objetos como evidencia material unívoca sobre los hechos
que los produjeron (Shanks y Tilley, 1987; Nastri, 2004).

Estrategias de subsistencia de cazadores, recolectores y pescadores


El año 1985 marca el inicio de una nueva etapa en la pro-
ducción de conocimiento sobre el pasado prehispánico del
área y, en consecuencia, en las relaciones que se establecieron
con ese conocimiento. En ese año, la Dra. A. M. Lorandi, Di-
rectora del Instituto de Ciencias Antropológicas (ICA) de la
Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Ai-
res, y la Dra. Hilda Brandi, Directora del Museo Pampeano de
Chascomús, firmaron un convenio de colaboración entre am-
bas instituciones para que un arqueólogo profesional traba-
jara en el ordenamiento de las colecciones arqueológicas del
museo.14 El acuerdo institucional sucedió en un momento en
que el país se estaba reorganizando a nivel político e institu-
cional, como consecuencia de la reinstauración del régimen
democrático. En este contexto, las preocupaciones sobre el
papel que la actividad científica debía ocupar en la sociedad
fueron parte de la agenda del nuevo gobierno nacional (Hur-
tado de Mendoza, 2010). Para esta investigación, es relevante
mencionar dos situaciones que tuvieron impacto en el ámbito
local y favorecieron la introducción de proyectos vinculados
con la actividad científica. Por una parte, los cambios de las
políticas institucionales del museo asumieron la participación
de nuevos sujetos, perspectivas y modalidades de trabajo, en
donde la profesionalidad fue un criterio fundamental para eva-
luar la idoneidad de los agentes involucrados.15

14 Información generada a partir de entrevista con Dra. Hilda Brandi, 6 de agosto de 2010.
15 Estos cambios se discuten con mayor detalle en el capítulo 4, donde se aborda la historia institucional
del museo.

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Por otro lado, Chascomús fue seleccionada como sede
para la creación del Instituto Tecnológico (INTECH), de-
pendiente del Consejo Nacional de Investigaciones Cientí-
ficas y Técnicas (CONICET). El objetivo de este instituto
fue “generar ciencia y tecnología para su transferencia di-
recta al sector primario, confiando en el valor agregado que
proveerían a la producción las investigaciones en biotecno-
logía y ecología ambiental” (Vallejo, 2011: 511). Este autor
señala que su localización fue parte de un proyecto mayor
que buscó reorientar el centro del saber científico hacia el
sur, y promover el desarrollo regional. Con el tiempo, el IN-
TECH funcionó como nucleador de diversos proyectos que,
en distintos momentos, involucraron a profesionales de las
universidades nacionales de La Plata y de San Martín. Fue
un espacio que, de diferentes maneras, colaboró con las in-
vestigaciones arqueológicas desarrolladas en el área.16
Durante este período, los ámbitos universitarios en los
que se desarrollaba la ciencia en Argentina —dentro de ellos
la arqueología—, se vieron favorecidos por la apertura de
programas de investigación y de colaboración entre institu-
ciones nacionales e internacionales, la formación de equipos
de trabajo, y el aumento de investigadores profesionales y
becarios (Vessuri, 1992; Politis, 1995; Ramundo, 2008; entre
otros). En consonancia con este impulso, el ICA fue reorga-
nizado en diferentes secciones, generando espacios concre-
tos para el desarrollo de distintas líneas de especialización
disciplinar: antropología biológica, arqueología, etnología y
folklore y, a partir de 1985, etnohistoria y antropología so-
cial (CGA, 1989).
En el marco de esta coyuntura, la entonces Licenciada en
Ciencias Antropológicas —orientación Arqueología— María
Isabel González, quien realizaba trabajos de investigación y

16 Estas colaboraciones se formalizaron mediante convenios y se materializaron, por ejemplo, con el uso de
las instalaciones del instituto para la realización de jornadas.

Capítulo 2. De “elementos indígenas” a “materiales arqueológicos”... 71

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formación en el mencionado instituto, estuvo a cargo del es-
tudio de las colecciones del museo de Chascomús. La media-
ción institucional y la obtención de una beca de iniciación
otorgada por la Universidad de Buenos Aires17 hicieron po-
sible su accionar. En principio, la arqueóloga estudió las co-
lecciones que estaban en el Museo Pampeano y reclasificó los
materiales de acuerdo con nuevas categorías y preguntas.18
Estos trabajos iniciales se desarrollaron bajo la dirección de
la Dra. A. M. Lorandi y Dra. A. M. Aguerre. Desde mediados
de la década de 1990, González dirigió sus propios proyectos
de investigación arqueológica junto a su colega M. Magdale-
na Frère.19
González introdujo una serie de categorías de análisis y
procedimientos de investigación destinados a considerar el
aprovechamiento de recursos, la utilización del espacio y
la interacción con otras poblaciones. El objetivo inicial fue
“aseverar cuál fue el modelo de subsistencia de los grupos
que en épocas prehispánicas habitaron el área”.20 Para ello
se propuso estudiar el poblamiento prehispánico de la zona
como “una unidad particular, vista desde su problemática
interna, mediante la conjunción del estudio etnohistórico
y arqueológico”.21 Las preguntas y modos de abordaje utili-
zados por esta investigadora se fueron organizando y legiti-
mando en consonancia con el desarrollo del campo de la ar-
queología. González guió sus propuestas con los postulados

17 Beca interna de iniciación (Res. 1817/85), comenzada el 1 de marzo de 1986 y finalizada el 30 de mayo
de 1988. Secretaría de Ciencia y Técnica / Instituto de Ciencias Antropológicas, Facultad de Filosofía y
Letras, Universidad de Buenos Aires.
18 González, M. I. 1985. Informe preliminar sobre el análisis del material cerámico del Museo Pampeano
(Chascomús). Datos aportados por la etnohistoria para el área. Inédito.
19 Beca interna de iniciación y perfeccionamiento; participación en los proyectos UBACyT FI019; FI053;
FI119; TL10; FI087; F610; F104; F026; PICT 2003-15015 y PICT 2006-00717.
20 González, M. I. 1984 (agosto). Área de los Querandíes: laguna de Chascomús como ámbito favorable para
el poblamiento indígena. Presentación del proyecto.
21 González, M. I. 1985. Informe preliminar. Ídem.

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teóricos del procesualismo, marco teórico que tuvo su origen
en el movimiento norteamericano de la llamada nueva ar-
queología durante la década de 1960 (Binford, 1965), y utili-
zado por los investigadores argentinos como una alternativa
a las interpretaciones de la escuela histórico-cultural.
La propuesta de aquel movimiento significó un cambio
en la concepción de la disciplina; sin embargo, no debe ser
entendido como un programa homogéneo y cerrado. Al
contrario, se trató de un movimiento dinámico que se refor-
muló con el transcurso del tiempo, pasando a denominarse
procesualismo (Trigger, 1992). Su productividad se vinculó
con la posibilidad de conectar modelos explicativos, generar
nuevos resultados, y propiciar discusiones en concordancia
con los estándares científicos de esos momentos (Daston,
2000). Con el fin de estudiar la variabilidad cultural, se di-
señaron metodologías y teorías específicas para el campo
arqueológico, como la teoría de rango medio, definiendo al
registro arqueológico como objeto científico (Binford, 1983).
En la arqueología argentina, las ideas de este movimiento
se comenzaron a discutir y revisar desde principios de 1970,
aunque su adopción mayoritaria dentro de los programas
de investigación fue posterior (Farro et al., 1999; Ramundo,
2008). Esta manera de concebir al objeto de estudio se di-
ferencia de los trabajos previos, los cuales consideraban al
pasado como el objeto a estudiar. En la región pampeana,
este abordaje posibilitó la elaboración de modelos y estudios
específicos sobre los materiales recuperados, promovió el
uso de enfoques interdisciplinarios, y el mejoramiento de las
técnicas utilizadas para el registro y la conservación durante
el trabajo de campo (Berón y Politis, 1997; Politis y Madrid,
2001; Flegenheimer, 2004).
El uso de estos nuevos marcos interpretativos y metodoló-
gicos por parte de González provocó un cambio sustancial en
el modo de considerar las poblaciones prehispánicas del área
que determinaron ontológicamente el objeto analizado. En la

Capítulo 2. De “elementos indígenas” a “materiales arqueológicos”... 73

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práctica, esto significó el uso de nuevas categorías y la reali-
zación de nuevas búsquedas de materiales mediante procedi-
mientos específicos. En comparación con los trabajos de Gres-
lebin y López Osornio, las categorías de análisis introducidas
por esta investigadora se distanciaron de las europeas, y de la
finalidad de ubicar las poblaciones prehispánicas de la zona
en un esquema universal evolutivo. Utilizó pues una concep-
ción sistémica y dinámica de la cultura que la entendía como
un medio de adaptación al ambiente circundante (Binford,
1965). En coherencia con el marco teórico procesual, elaboró
sus explicaciones desde una perspectiva antropológica e inter-
disciplinaria para dar cuenta de la diversidad de las conduc-
tas humanas y los procesos sociales a largo plazo (González,
2005). Siguiendo estos criterios, las poblaciones prehispánicas
del área pasaron a ser entendidas en términos de sociedades
cazadores recolectores, los “paraderos” se transformaron en sitios
arqueológicos, y los materiales en registro y patrimonio arqueológi-
co. González postuló que, con excepción del material lítico, el
uso del espacio se organizó en función de la disponibilidad
de los recursos materiales de la zona: agua, coipo, madera y
arcilla (González de Bonaveri et al., 1997). En cuanto a la defi-
nición cronológica, el uso de las técnicas vigentes de datación
de mayor precisión le permitieron resolver el debate sobre
la antigüedad de las poblaciones en el área, asignándolas al
período temporal del holoceno tardío (González de Bonaveri,
1989 y 1991; González de Bonaveri y Horovitz, 1991; González
de Bonaveri y Zárate, 1993 y 1994; entre otros).
El estudio de sociedades cazadoras-recolectoras ha sido
señalado como uno de los nuevos temas vinculados con la
nueva arqueología. Sirvió como “campo de pruebas para la
aplicación de una serie de teorías (por ejemplo, microeco-
nomía, teoría de decisiones y juegos, ecología evolutiva), mé-
todos y técnicas (por ejemplo, análisis estadístico, modelos
formales, simulación)” (Mena Larraín, 1989: 31). En el caso
de las investigaciones en la región pampeana, se empezó a

74 Virginia M. Salerno

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incorporar la perspectiva de la organización tecnológica cuyo
auge fue alcanzado en el año 1988 (Bayón y Flegenheimer,
2003). En el caso de Chascomús, González integró la infor-
mación proveniente de otras disciplinas, como la química
para el análisis de los materiales, y la geología en el estudio
del ambiente y de las secuencias estratigráficas.22 Esto se rea-
lizó mediante la incorporación de geólogos al proyecto, y la
consolidación de diversos lazos institucionales. En el marco
de proyectos de intercambio institucional, fue importante la
visita al sitio arqueológico La Guillerma de los asistentes a
un curso sobre geoarqueología dictado por el Dr. Marcelo
Zarate en la Universidad de La Plata.
Con el paso del tiempo, los trabajos de esta investigado-
ra se reorientaron en sintonía con los estudios arqueológi-
cos de la región pampeana. Desde mediados de la década
de 1990 estos incluyeron ejes espaciales y temporales más
amplios y flexibles en la organización de los datos y en la
discusión de modelos interpretativos. También se utilizaron
nuevos enfoques para responder a problemas específicos
vinculados con el aprovisionamiento de materias primas
líticas, las pinturas rupestres, la organización tecnológica,
conjuntos zooarqueológicos y procesos tafonómicos, entre
otros. En conjunto, estos abordajes comenzaron a dar cuen-
ta de la gran variabilidad cultural de los poblamientos pre-
hispánicos de la región. Los estudios realizados en la locali-
dad de Chascomús se plantearon ampliando la perspectiva
regional, para integrar información proveniente del curso
medio e inferior del río Salado bonaerense, la zona serrana
de Tandilia, el área interserrana costera y el sudoeste bo-
naerense (proyectos PICT 2003-15015 y PICT 2006-0717).
Además, la consolidación del grupo de trabajo dio lugar a

22 González, M. I. 1987. Área Querandí. La laguna de Chascomús como ámbito favorable para el poblamiento
indígena. Tercer informe de beca interna de iniciación (Res. 1817/85). Secretaría de Ciencia y Técnica /
Instituto de Ciencias Antropológicas, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad de Buenos Aires.

Capítulo 2. De “elementos indígenas” a “materiales arqueológicos”... 75

Trabajo arqueologico_int.indd 75 24/04/14 09:02


estudios especializados y a distintas líneas de investigación
en el área (Pupio, 2005; Vigna, 2010; Salerno, 2008; Mazzia,
2010 y 2011; Vecchi, 2010; Weitzel, 2010; Escosteguy, 2011).
Para analizar las dimensiones sociales de esta forma de
producción de conocimiento, se estableció una distinción
analítica entre tres instancias de la organización del trabajo
de investigación arqueológica que ocurren en interacción
con agentes de la localidad. Atendiendo diferencias en los
modos en que se despliegan las prácticas cotidianas del tra-
bajo de investigación, se distinguió entre: el trabajo de cam-
po (con la actividad de excavación como figura central), las
gestiones e investigaciones en instituciones locales (archivos,
museos, otros), y las acciones destinadas a la socialización
del conocimiento. Cada una de estas instancias reúne mo-
mentos y actividades específicas cuyos objetivos se enmarcan
dentro de la estrategia mayor. Es decir, no se trata de esfe-
ras separadas sino de prácticas superpuestas en un continuo
temporal, que en este caso es la suma de veinticinco años
de trabajo sistemático. En los medios gráficos masivos loca-
les estas instancias no tienen la misma visibilidad. En estos
espacios, el trabajo arqueológico está caracterizado por in-
formación vinculada a las instancias de trabajo de campo y
las acciones de socialización del conocimiento. Las gestiones
e investigaciones desarrolladas en la localidad, así como el
trabajo de investigación en gabinete, tienen muy baja visibi-
lidad pública:

Trabajo de campo Investigación/ gestión Comunicación


en la localidad de resultados
El Argentino 32% 15% 53%
El Cronista 29% 19% 52%
El Imparcial 36% 2% 62%

Tabla 2.1. Tipo de noticias referidas al campo disciplinar publicadas en


los medios locales entre 1985 y 2007.

76 Virginia M. Salerno

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En esta dimensión pública del trabajo arqueológico, el co-
nocimiento sobre las poblaciones prehispánicas es referido
indirectamente por sus formas: imágenes y descripciones de
la materialidad categorizada en términos de hallazgos arqueo-
lógicos, actividades, instituciones y sujetos que intervienen en
su construcción. Se trata de una organización mediática de
la información en la que la participación activa de agentes e
instituciones locales y la cientificidad del equipo de investi-
gación son dos rasgos fundamentales que invisten de valor
a los eventos haciéndolos noticiables (Martini, 2000). Estos
aspectos se observan en el discurso de los diferentes diarios
locales analizados. Cabe destacar que, en la mayor parte
de los casos, la fuente citada por los diarios son boletines
informativos distribuidos por el municipio. De manera tal
que son los agentes de las instituciones involucradas (museo,
escuela de cerámica, instituto historiográfico, entre otros)
quienes establecen una primera organización de la informa-
ción. Esto sucede, especialmente, en el caso de las noticias
incluidas en “Comunicación de resultados” que presentan
convocatorias para diversas actividades. En estos casos, la
presentación de la información varía mínimamente en los
titulares y el contexto dentro de cada diario. En las otras ca-
tegorías de notas se observa mayor variación en los titulares
y, en contadas ocasiones, la información del boletín es pu-
blicada en parte y/o ampliada por los redactores del diario
con otro tipo de información, como entrevistas y fotografías.
Usualmente, el boletín se publica textual y se modifica el
titular. Por ejemplo, el 1 de abril de 1987 los tres diarios pu-
blicaron bajo diferentes titulares la misma noticia:
Titulares:

El Cronista: “Investigaciones arqueológicas en el museo pam-


peano”
El Argentino: “Rastros de los indios querandíes en Vitel”
El Imparcial: “Investigación Arqueológica en el museo pampeano”

Capítulo 2. De “elementos indígenas” a “materiales arqueológicos”... 77

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Noticia:

De acuerdo con el convenio permanente firmado por Mu-


seo Pampeano con el Instituto de Ciencias Antropológicas
de la Universidad de Buenos Aires, continúan los trabajos de
investigación arqueológica. La Licenciada Isabel González
(...) fue la encargada de clasificar material cerámico y lítico
existente en el museo.
Actualmente se halla realizando trabajos de campo en el
arroyo Vitel y laguna La Limpia. En estos parajes encontró
trozos de cerámica y piedra semejantes al ya clasificado, lo
que corrobora que esta zona fue habitada por un mismo
grupo étnico, los querandíes, que por tratarse de pueblos
nómadas no dejaron rastros de asentamientos importantes.

En este caso El Cronista agrega un párrafo en el que anticipa la


publicación de más información:

Tratando de dilucidar algunas cuestiones acerca de los asen-


tamientos en Rincón de López y la localidad de Guerrero
(Partido de Castelli), donde se instalara la reducción gua-
ranítica Nuestra Señora de la Concepción, dícese de indios
guaraníes pero en investigaciones realizadas por el equipo
arqueológico del doctor Eduardo Cigliano (...) se habrían
asentado comunidades de la parcialidad querandí, grupo ét-
nico de ascendencia guaranítica.

Un aspecto del trabajo arqueológico que los diarios sos-


tuvieron en el tiempo fue la participación de chascomunen-
ses en las actividades de campo y en el proceso de investiga-
ción, así como la figura mediadora y beneficiaria del Museo
Pampeano:

El lunes 21 del actual continuaran los trabajos de investiga-


ción arqueológica en la zona (...). Se cuenta con el apoyo de

78 Virginia M. Salerno

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dos jóvenes estudiantes de Chascomús que por intermedio del
Museo, han adquirido la capacitación necesaria para desen-
volverse como ayudantes de campo, siendo invitados por la
Licenciada González, distinción que debe destacarse ya que
es inusual en nuestro medio tener acceso a tal oportunidad.23

Las tareas arqueológicas no solo concentran la labor de im-


portantes especialistas de la materia, sino también de estu-
diantes chascomunenses, que así recaban una experiencia
invalorable para su futuro profesional.24

Ahora se han sumado como colaboradores los profesores de


nuestro medio MBM y AFD, quienes en una primera etapa
realizaron experiencias con arcillas colectadas de la zona,
para conocer probables materias primas usadas en el pasa-
do, las elecciones de los alfareros en cuanto a selección, tra-
tamiento y modificación de arcillas.
Para esta tarea se contó con el apoyo del equipo de geólogos
de Mar del Plata y La Plata.25

Revalorización de la investigación arqueológica. (...) una


reunión en la que se proyectaron las actividades que se lle-
varán a cabo en lo que resta del año, relacionadas con la ar-
queología en nuestra zona. En la oportunidad, la Lic. María
Isabel González de Bonaveri, que se encuentra investigando
en el Partido de Chascomús aspectos relacionados sobre los
primeros pobladores en nuestra zona, desde hace 16 años,
acercó al Museo Pampeano una vasija de alfarería de 330
mm de abertura que fue hallada en la localidad arqueológi-
ca ‘La Guillerma’ (...).26

23 El Argentino, 15 de octubre de 1991.


24 El Cronista, 28 de marzo de 1992.
25 El Imparcial, 2 de abril de 1993.
26 El Cronista, 29 de abril de 2001.

Capítulo 2. De “elementos indígenas” a “materiales arqueológicos”... 79

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En las notas periodísticas también aparecen mencionados
los sujetos que integran el equipo de investigación. En estas
menciones se destacan las pertenencias institucionales y los
títulos/preparación que los habilita para la tarea: licenciada,
doctor, profesora, estudiante universitario, arqueóloga, geólogo, ce-
ramista. Por su parte, la excavación se presenta como sínte-
sis del proceso de investigación arqueológica. Las salidas al
campo son instancias en que las investigaciones prosiguen, se
reanudan, continúan, se retoman y los hallazgos son suficiente
evidencia del éxito de las mismas:

Investigaciones arqueológicas en yacimientos del distrito.


Continuará con los trabajos de investigación ya iniciados me-
ses atrás (...).27

Realizarán investigaciones arqueológicas en la zona.


En el curso del mes entrante se consignará la fecha de la
próxima campaña destinada a proseguir con las investigacio-
nes arqueológicas en la zona rural.28

Han retomado las tareas de excavación en el lugar conoci-


do como “La Guillermina I” (...) son la continuación de un
trabajo que comenzara en 1990 y sus resultados serán dados
a conocer en el curso de las II Jornadas Antropológicas Re-
gionales a desarrollarse en la sede del Museo Pampeano de
Chascomús.29

La centralidad del trabajo de campo, como información


referida a la investigación, puede responder a que estos son
momentos en que el equipo de investigación se hace pre-
sente en la localidad, moviliza recursos y personas. Ade-

27 El Argentino, 6 de agosto de 1989.


28 El Imparcial, 16 de agosto de 1992.
29 El Cronista, 18 de abril de 1991.

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más, la noticia de la excavación arqueológica conlleva un
cierto impacto y visibilidad pública, que no puede atribuir-
se a otras instancias del trabajo de investigación arqueo-
lógica. En parte, esto se debe a que excavación y hallazgo
son dos caras de las representaciones estereotipadas de lo
arqueológico que circulan ampliamente en la sociedad oc-
cidental en distintos medios (Hall, 2004; Salerno, 2009). El
modo en que estos estereotipos reproducen relatos maes-
tros, reduciendo la arqueología a una fantástica actividad
de excavación, lleva a pensar en el proceso de disneyficación
descripto por Simpson (2009). Tal como señala este autor,
junto con esta imagen atractiva, las representaciones cen-
tradas en la excavación contribuyen a sostener la distancia
entre el público y la arqueología profesional. Los criterios
para la distinción se ubican en el conocimiento del espe-
cialista en torno a las técnicas y dispositivos de registro em-
pleados en esta actividad. Tal como se ha señalado en otros
espacios, el lugar central de la excavación en la organiza-
ción del trabajo arqueológico es una representación social
que también refiere a la historia disciplinar (Trigger, 1992;
Podgorny, 2009).
En perspectiva histórica, y sin perder de vista que la
información sobre arqueología publicada en los diarios
es escasa, excavación y jornadas o actividades de sociali-
zación conformaron hitos y claves que en determinados
momentos aumentaron la visibilidad del trabajo arqueoló-
gico (Tabla 2.2). En esos momentos, esta información fun-
cionó como recordatorio público de que en la localidad
hay —y continúa— trabajando un equipo de investigación
arqueológica.
En la siguiente tabla puede observarse el alto porcentaje
de notas entre los años 1991 y 1995. Las mismas refieren a
actividades de trabajos de campo y comunicación de resul-
tados. Los eventos que se destacan de este período son: la re-
novación de la sala arqueológica en el año 1992, en el marco

Capítulo 2. De “elementos indígenas” a “materiales arqueológicos”... 81

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de las discusiones por el quinto centenario de la colonización
americana (ver Capítulo 4); una serie de jornadas anuales de
arqueología local organizadas en conjunto con el museo
entre los años 1989 y 1995; y una exposición temporal que
sintetiza los resultados de la investigación, realizada en la
capital del país en el año 1995. Estas actividades se promo-
vieron desde el equipo de arqueólogos para presentar los
resultados logrados. Fueron espacios que dieron cuenta de
la consolidación del trabajo de investigación arqueológica,
e hicieron visible un nuevo discurso en torno a la materiali-
dad prehispánica.
En el conjunto de las notas periodísticas se reitera lo
que ya se observó para los diarios El Cronista y El Argenti-
no: la información que se presenta sobre la investigación
arqueológica en la localidad es organizada como parte de
una misma “esfera pública que involucra a: investigadores,
el Museo Municipal Pampeano, la dirección Municipal de
Cultura y Difusión y la Biblioteca Municipal F. Sarmiento”
(Salerno, 2008: 89); y debe agregarse la participación de
distintos agentes del ámbito local: estudiantes, docentes y

Tabla 2.2. Cantidad de noticias referidas al campo disciplinar publicadas


en los medios locales entre los años 1985 y 2007.

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trabajadores en el ámbito de la cultura, entre otros. De esta
forma de representación resulta que, en la socialización de
resultados, el equipo de arqueología trabaja como asesor de
las instituciones que organizan actividades, principalmente
el museo, mientras que en las tareas de trabajo de campo
el equipo de arqueología es el protagonista de la aventura.
En contados casos el componente de la comunicación me-
diática está situado en el conocimiento a investigar, a di-
fundir o trabajar en el marco de una actividad específica.
En consecuencia, el conocimiento generado es asumido
como un valor-objeto de los profesionales e instituciones
que participan.
Otras miradas y formas de acercamiento al conocimien-
to sobre el pasado prehispánico ocurren en las interaccio-
nes que tienen lugar en la vida cotidiana. A continuación
se exploran estos aspectos, teniendo en cuenta las distintas
formas de interacción involucradas en las tres instancias de
la organización del trabajo arqueológico. Con este fin, se uti-
lizó la información elaborada mediante: entrevistas a gente
de la comunidad que participó de esas actividades; observa-
ciones participantes en reuniones y trabajos de campo, reali-
zadas entre 2008 y 2010; y revisión de informes y de libretas
de campo confeccionadas por el equipo de arqueología a
lo largo del tiempo. Los registros de informes y libretas de
campo permitieron establecer un enfoque diacrónico, que
fue interpretado en conexión con las elaboraciones produ-
cidas en las entrevistas y los registros de observación. La in-
formación proveniente de las entrevistas aportó una mirada
retrospectiva en la que los entrevistados elaboraron narrati-
vas considerando su participación en eventos concretos, de
acuerdo con su situación en el presente y el contexto de la
entrevista. Las observaciones y registros de campo permitie-
ron poner en tensión las diferentes lecturas (de las entrevis-
tas y los registros), teniendo en cuenta la complejidad de la
situación analizada.

Capítulo 2. De “elementos indígenas” a “materiales arqueológicos”... 83

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En los diarios de campo elaborados por el equipo de
González se describen las actividades diarias realizadas
durante el trabajo de campo. También incluyen informa-
ción sobre gestiones y revisiones bibliográficas realiza-
das en el espacio local, apreciaciones e ideas que surgen
durante actividades cotidianas, fichas de revisión biblio-
gráfica, registro de actividades de experimentación, y de
reuniones de trabajo y detalles de viajes de estudio. Esta
información se analizó teniendo en cuenta que representa
una selección del investigador y, por tal razón, estos textos
pueden pensarse como productos de actos interpretativos
que evocan representaciones de acciones en un momento
concreto y en función de “cuestiones relevantes de su in-
vestigación, aspectos técnicos y tecnológicos, factores éti-
cos y la voluntad de los registrados” (Dicks et al., 2006, en
Dabezies, 2011: 161).
La información referida al trabajo de campo incluye una
gran diversidad de datos: las condiciones climáticas del día;
listas e inventarios vinculados a la organización logística de
la campaña (listas de alimentos; de gente que participa; de
instrumentos que se llevan y se dejan); detalle de activida-
des y de materiales hallados; decisiones que se toman en
el campo y que modifican las acciones planificadas; regis-
tros de nombres y teléfonos de contactos y relaciones con
las personas que viven en el campo; instrucciones de uso
de un equipamiento específico; información sobre otros
registros que se realizan (fotografías, muestras, dibujos,
puntos GPS); información sobre la gente que participa en
las actividades del día; registro de experimentaciones (re-
colección de arcillas y modelado de piezas); observaciones
de actividades realizadas por pobladores del lugar (pesca,
preparación y cocción de alimentos); información suminis-
trada por los pobladores rurales en relación con el traba-
jo que los arqueólogos están realizando (comentarios in-
cluidos con menor frecuencia); visitas de distintos agentes

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y anécdotas sobre actividades recreativas y cotidianas (prin-
cipalmente asociadas a la cena y el lugar donde dormir);
entre otros.

Vida cotidiana e investigaciones arqueológicas en Chascomús


A lo largo del tiempo, uno de los principales objetivos de
las investigaciones arqueológicas en Chascomús fue cons-
truir conocimiento sobre los usos del espacio por parte de
poblaciones prehispánicas. Un objetivo que en principio
se formuló en términos de “modelo de subsistencia de los
grupos que en épocas prehispánicas habitaron el área, y
modelo de ocupación para la Depresión del Salado a tra-
vés de evidencias ambientales y etnohistóricas que serán
contrastadas con el registro arqueológico”. 30 Hacia fines
del período analizado se resignificó como: “Cazadores-re-
colectores-pescadores: tecnología y uso de recursos en los
humedales de la cuenca del río Salado”31 y “Arqueología
de la cuenca del río Salado bonaerense: escenarios y cul-
tura material”. 32
Para el cumplimiento de este objetivo, fue necesario
generar conocimientos sobre la organización del paisaje:
características del ambiente natural, de los procesos de
transformación del paisaje en escala regional, y lugares con
concentración de material arqueológico. Por estos motivos,
las tareas de campo siempre fueron una actividad central
de los diseños de investigación desarrollados en este lugar.
No obstante, la organización de estas actividades fue cam-
biando de acuerdo con las redefiniciones de la estrategia
general del proyecto de investigación. Entre los factores
que influyeron en la planificación de esta actividad pueden

30 Beca interna de iniciación UBA, 1986-1988 (Res. 1817/85).


31 UBACyT F104, 2004-2007.
32 UBACyT, Exp. UBA Nº 18829/2010, 2011-2014.

Capítulo 2. De “elementos indígenas” a “materiales arqueológicos”... 85

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mencionarse: la reorganización del proyecto en función de
nuevos problemas y preguntas de investigación, la dispo-
nibilidad fluctuante de recursos (económicos y humanos)
con que contó el proyecto de investigación, las historias
de vida de los miembros del equipo, la consolidación del
equipo de trabajo, y la incorporación de nuevos miembros,
entre otros.
De acuerdo con los registros de las libretas de campo, es
posible afirmar que, desde diciembre del año 1985 y has-
ta 2010, el trabajo arqueológico incluyó por lo menos una
salida al campo por año. En la siguiente tabla se detalla la
cantidad de salidas a lo largo del tiempo. Como puede ver-
se, en los primeros ocho años de investigación en el área,
estas actividades tienen una frecuencia mayor, llegando a
un máximo de cinco campañas en el año 1988. Con el fin
de detectar sitios arqueológicos, González y su equipo rea-
lizaron prospecciones, sondeos y excavaciones según las es-
trategias metodológicas definidas para cada momento. Las
diferentes actividades a realizar definieron, en parte, la du-
ración (que fluctuó entre tres y quince días) y la cantidad
de miembros del equipo comprometidos en las salidas de
campo (entre dos y ocho personas).

Tabla 2.3. Cantidad de trabajos de campo realizados por el equipo de


arqueología a lo largo del tiempo.

86 Virginia M. Salerno

Trabajo arqueologico_int.indd 86 24/04/14 09:02


En los primeros años de investigación, el equipo de ar-
queología priorizó las salidas al campo en relación con
otras actividades, con el fin de obtener sus propios ma-
teriales. Si bien las colecciones existentes en el museo le
permitían generar algunos estudios, la arqueóloga sostuvo
que “en realidad, es la excavación arqueológica la que nos
brinda una gran cantidad de información para interpre-
tar procesos de devenir histórico”. 33 En su argumentación,
dos factores tuvieron un peso importante: la ausencia de
excavaciones arqueológicas previas, y la importancia de
los procedimientos aplicados en el trabajo de campo para
construir la autenticidad de los hallazgos y de sus poste-
riores interpretaciones. Durante estas actividades, los in-
vestigadores estuvieron condicionados en su actuar por los
permisos de ingreso al campo, y aspectos prácticos afines
al movimiento e instalación de personas —estudiantes y
profesionales— y recursos en el campo —desde carpas y
bidones de agua, hasta herramientas para el registro y con-
servación de materiales arqueológicos—. En general, los
permisos se fueron gestionando junto con las autoridades
del museo, mientras que la organización logística fue va-
riando de acuerdo con las colaboraciones recibidas, no solo
del museo sino también de diversos agentes locales. En las
notas periodísticas de estos primeros años, además de in-
formar sobre la realización de trabajos de campo, también
se agradece las buenas disposiciones de los dueños de los
campos, y la donación de agua por parte de una empresa
local. En este modo de hacer público se construye una vía
indirecta de inclusión y participación de agentes locales en
la investigación arqueológica. Una inclusión investida de
prestigio, en tanto su participación se presenta como pri-
mordial para la realización de las actividades.

33 González de Bonaveri, M. I. 1988. Arqueología: ¿qué encontramos en el museo pampeano? Informe


elaborado para Museo Pampeano. Chascomús, Archivo Museo Pampeano. Inédito.

Capítulo 2. De “elementos indígenas” a “materiales arqueológicos”... 87

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En la vida cotidiana en el campo, los arqueólogos esta-
blecen contactos, intercambian bibliografía e informaciones
sobre la ubicación de material, y sobre cómo llegar a ciertos
lugares. En estas interacciones se construye un reconoci-
miento mutuo: se habilitan y condicionan formas de parti-
cipación en relación con el conocimiento y la materialidad
prehispánica. Por ejemplo, las libretas de campo recuerdan
que “las entrevistas realizadas a pobladores de la zona, cono-
cedores de lugares y acontecimientos del pasado, resultaron
de suma utilidad para orientar nuestras recorridas”.34 En es-
tos documentos se encuentran explicaciones sobre cómo tal
persona procesó un animal de caza, formas de preparación
de alimentos, o si en tal o cual lugar antes había o no un
monte. También figura información sobre colecciones priva-
das con pocos objetos, y referencias sobre lugares donde los
habitantes del ámbito rural encontraron material. En algu-
nos casos, también se mencionan intercambios de bibliogra-
fía. Este intercambio de material e información tuvo lugar
en el marco de relaciones informales que se establecieron
con distintos sujetos.
Por una parte, los agentes que viven en el campo suelen
ayudar a los miembros del equipo de investigación para que
puedan instalarse. Se trata de una colaboración espontánea,
primordial en el éxito de la actividad del campo. Los arqueó-
logos conviven con sujetos que, en oportunidades, también
se convierten en esporádicos ayudantes de campo. En estas
relaciones se construyeron amistades y conocimientos mu-
tuos, y se fue difundiendo parte de la investigación: el tipo
de materiales hallados, interpretaciones hipotéticas elabora-
das en el campo, procedimientos metodológicos, etcétera.
En este proceso, los criterios sobre lo que forma parte de la
materialidad prehispánica se fueron ampliando:

34 Registro en libreta de campo de 1987.

88 Virginia M. Salerno

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Nos entusiasmábamos cada vez que ellos encontraban cosas.
Una vez trajeron unas piedritas y uno decía, ¿y esto para qué
les puede servir? Para ellos eran valiosísimas (...), ellos ha-
blaban todo el día, venían, tomaban mate, y contaban lo que
encontraban. Al final uno sin entender viste, pero también
se entusiasma y contentos de que ellos pudieran encontrar
cosas. (...) era un hombre interesante [en referencia a un
investigador acompañante], que se ponía a conversar, ahí en
la mesa, te podía dar una lección hasta a uno que no sabía
nada, mirá.35

En cuanto a los procesos de selección de material, es in-


teresante observar que la arqueología utiliza una noción in-
clusiva de lo que se entiende como arqueológico, que se am-
plía de acuerdo con patrones construidos en el marco de la
disciplina (como técnicas de estratificación, nociones sobre
interacción entre humanos y ambiente reflejadas en las fre-
cuencias de polen, entre otros). En cambio, para otros agen-
tes, los criterios pueden relacionarse con el tipo de material,
tamaño y fragmentación de un objeto o características del
paisaje, entre otros (Layton, 1994).
En ocasiones, diversos agentes realizaron visitas al lugar
donde los arqueólogos excavaban. Un factor a tener en cuen-
ta es que, por las distancias de los lugares de excavación,
y por tratarse de propiedades privadas, las visitas durante
el trabajo del campo son poco usuales. Cuando ocurrieron,
fueron importantes como agentes replicadores de la infor-
mación que observaron. Las mismas fueron registradas en
las libretas de campo y, en algunos casos, fueron informadas
en los periódicos locales. Desde la mirada local, los agentes
visitantes pueden pensarse como testigos y colaboradores de
la acción, cuyo rol fue importante para generar veracidad

35 Entrevista a habitantes del campo, 10 de marzo de 2011.

Capítulo 2. De “elementos indígenas” a “materiales arqueológicos”... 89

Trabajo arqueologico_int.indd 89 24/04/14 09:02


en torno a la misma. Además, en una ocasión, los investi-
gadores organizaron una vista al sitio junto con docentes y
estudiantes de la escuela rural cercana, y a partir de este
encuentro se establecieron importantes lazos con otros po-
bladores rurales.
Las visitas de agentes vinculados a la academia (especialis-
tas, colegas de los investigadores, y la visita al sitio en el mar-
co del curso de geoarqueología mencionado anteriormen-
te), permitieron construir la legitimidad del trabajo que se
estaba realizando, porque daban cuenta del reconocimiento
del equipo de arqueología por parte de otros especialistas.
En 1992, la Directora de Cultura del municipio visitó a los
arqueólogos en el lugar de excavación. El relato de lo obser-
vado se publicó en los periódicos locales36 con detalles sobre
la forma de excavación y el tipo de materiales hallados. Me-
diante este relato se difundieron representaciones del traba-
jo arqueológico que destacaron el esfuerzo y la paciencia de
los arqueólogos durante su día de trabajo. Se trata de una
mirada diferente en tanto humaniza la representación de la
actividad arqueológica. Esta perspectiva reduce la distancia
construida a partir del discurso de los espacios de comuni-
cación y de las gestiones del museo, en los que se enfatiza el
carácter de especialistas de los arqueólogos.
En cuanto al proceso de llegar y volver del campo, el mu-
seo fue —y es— un lugar que funciona como posta: es a
donde el equipo llega desde Buenos Aires, se reorganiza y
continúa viaje al campo, y a la inversa, cuando se vuelve del
campo. Se trata de un momento fugaz; los arqueólogos es-
tán ansiando estar en otro lado (o llegar al campo, o bien
regresar a sus casas luego del trabajo de campo), y los agen-
tes del museo interrumpen su quehacer cotidiano, reciben y
colaboran con la futura campaña, o se ponen al corriente de

36 El Argentino y El Imparcial, 31 de marzo de 1992.

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lo que sucedió en la campaña actual. Usualmente, el equipo
de arqueología deja una caja con herramientas de campo en
la institución (cuyo inventario se detalla en las libretas de
campo cada fin de campaña), y avisa sobre contactos nue-
vos para que el museo pueda gestionar los futuros permisos
y entradas al campo. En esta mediación, el museo facilita
el acceso al campo, establece los contactos iniciales con los
dueños de las estancias, y ofrece su nombre como respaldo
y garantía a los investigadores. Este proceso fue sistemática-
mente registrado en las libretas de la siguiente manera:

En Chascomús nos recibe HB, quien nos traslada al museo.


Allí conversamos sobre efectuar un trabajo a nivel divulga-
ción para publicar. Llegamos a la Intendencia, hablo con X
quien me comunica con R para arreglar viaje al río Salado.
El Director PP me consulta sobre antigüedad de unas valvas
halladas en la cordillera. Somos recibidas por el Intendente,
quien se interesó por nuestro trabajo y prometió ayuda de
vehículos, autorizándonos a viajar con los chicos al Salado
[se refiere a los transportes escolares que el municipio dis-
pone para los chicos que viven en áreas rurales sin escuela
cercana]. Nos traslada el Sr. P a lo de PP y allí instalamos la
carpa. Caminamos para llegar al casco de la horqueta (...).37

Por la mañana nos vino a buscar un camión de la municipa-


lidad, llegamos al museo 11:30 de la mañana, separamos el
material que queda en el museo y lo que regresa a Buenos
Aires [sigue detalle del inventario]. AB hizo que una com-
bi de la municipalidad nos llevara hasta Buenos Aires con
todo el equipaje. Conversamos acerca de los resultados de
la excavación. 38

37 Registro en libreta de campo, 20 de febrero de 1987.


38 Registro en libreta de campo, 15 de marzo de 2003.

Capítulo 2. De “elementos indígenas” a “materiales arqueológicos”... 91

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Las excavaciones son instancias que prometen nuevos ma-
teriales para el Museo Pampeano, y nuevas posibles formas
de participación y actuación institucional vinculadas con las
actividades de difusión de los materiales y conocimientos ge-
nerados. Para los arqueólogos, se trata de una acción indis-
pensable, en cuanto es el momento en que se “recuperan” los
vestigios que sustentan las investigaciones. En los primeros
diez años de investigación, la Asociación Amigos del Museo
Pampeano tuvo un importante rol como difusor y soporte
material de las actividades. Estas acciones fueron útiles para
sumar miembros, y contribuyeron a ampliar el prestigio de la
institución. Durante este período, las investigaciones arqueo-
lógicas se enmarcaron en un contexto de reformulaciones
institucionales signadas por la búsqueda de generar nuevas
políticas de gestión que hicieran del museo un espacio “de
puertas abiertas”. Además, los miembros de la Asociación re-
cuerdan que en ese momento mucha gente participaba, y que
el museo necesitaba muchas cosas, pues el edificio “se venía
abajo y se llovía”; la Asociación generó espectáculos, talleres
y diversas actividades destinadas a recaudar fondos y sumar
gente: “hicimos muchísimos socios, y con eso se puso la mem-
brana, se agrandó el ala del museo, se puso calefacción (...)”.39
En este marco, el acompañar e impulsar un proyecto de
investigación científica respaldado por la Universidad de
Buenos Aires fue un elemento que contribuyó con el nuevo
perfil que la institución estaba elaborando. Los miembros de
la Asociación recuerdan que colaboraban con los trabajos
arqueológicos, principalmente en la organización de even-
tos de difusión y la logística del trabajo de campo:

A raíz de mi incorporación al museo tuve la oportunidad de


conocer a María Isabel, aunque yo había asistido a algunas

39 Entrevista a ex integrante de la Asociación Amigos del Museo, 31 de julio de 2010.

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de sus charlas. Ahí empezamos a conversar mucho y a veces
ayudaba a preparar cosas que llevaban para realizar el tra-
bajo de campo (en particular me acuerdo cuando iban a La
Guillerma; creo así se llamaba el sitio arqueológico). Parti-
cipaba GG. Conocí varios arqueólogos ya que participé de
todas las reuniones que se hacían en el museo. Me acuerdo
en especial una que venía, una chica tipo de alemana, muy
alta y con la característica de arqueóloga. Después a Isabel
la vi dando charlas sobre lo hallado en sus trabajos en la sala
del museo, donde recuerdo había pedazos de gliptodontes,
piedras, restos indígenas. Era una sala más.40

Un evento especialmente recordado fue cuando:

Conseguimos un subsidio, usamos la mitad para hacer un


fechado y la otra para arreglar el edificio. El fechado se hizo
en Estados Unidos, nos sentíamos muy importantes, era algo
que se hacia por primera vez acá...).41

Con el paso del tiempo, entre miembros del equipo de ar-


queología y del museo se construyó un sentido de pertenen-
cia, de colectivo que trabaja para el mismo objetivo. Mediante
estos espacios de colaboración se generaron diversas activi-
dades destinadas a la comunicación de resultados. Durante
los primeros diez años de investigaciones en la localidad, la
organización anual de las Jornadas Municipales de Arqueo-
logía fue primordial en distintos aspectos que se discuten a
continuación. Estos encuentros se organizaron en conjunto
con otros arqueólogos que estaban trabajando en la provin-
cia de Buenos Aires, y fueron parte de los primeros ámbitos

40 Entrevista a ex integrante de la Asociación Amigos del Museo, 2 de agosto y 30 de julio de 2010.


41 Entrevista a ex integrante de la Asociación Amigos, 15 de marzo de 2011. Subsidio para la investigación
arqueológica otorgado a la Asociación Amigos del Museo Pampeano. Cámara de Diputados de la
Nación, art. 34 de la Ley 24191, orden nº 2832/94. Investigadora responsable: María Isabel González.

Capítulo 2. De “elementos indígenas” a “materiales arqueológicos”... 93

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de socialización de los avances de los estudios arqueológicos
en la región pampeana.42 Los arqueólogos profesionales de la
provincia compartieron una serie de eventos sociales (fiestas,
cenas, exposiciones, visitas a sitios, entre otros) que promovie-
ron el sentido de pertenencia de los participantes. A la vez, se
discutieron ciertos aspectos vinculados a su práctica profesio-
nal, y se consensuaron criterios que contribuyeron a legitimar
la selección de la región pampeana como unidad espacial de
análisis integrada por microregiones, entre ellas, el área de
la Depresión del Salado. La consolidación de este abordaje
regional se cristalizó en 1998 con la organización del I Con-
greso de Arqueología de la Región Pampeana (CARPA).
Los trabajos socializados en las I Jornadas Regionales se
registraron en los números 2 y 3 de la revista del Centro de
Registro del Patrimonio Arqueológico y Paleontológico de la
provincia de Buenos Aires (1991). En dichos trabajos, se su-
braya la importancia de los museos locales como mediadores
entre comunidad e investigación, y como espacios públicos
donde el conocimiento puede ser aprehendido. En la mis-
ma línea, se destaca la necesidad de generar acciones para
que los conocimientos generados en las investigaciones sean
incorporados a los ámbitos de educación formal. Los temas
referidos a la circulación del pasado en el presente también
fueron abordados en el I Encuentro Nacional de Antropólo-
gos en 1987, el I Encuentro Regional de Antropólogos de la
Provincia de Buenos Aires en 1988, y las I y II jornadas-taller
sobre “el uso del pasado” en 1989 y 1992, respectivamente. Lo
notable, en este proceso de construcción y legitimación de la
arqueología de la región pampeana como área de estudio, es
que se dio simultáneamente con las preocupaciones sobre la

42 Las I Jornadas Arqueológicas Regionales se habían realizado en Pigüé en 1989. Dos años después,
se celebraron las II Jornadas Arqueológicas Regionales en Chascomús, y se organizó una serie de
prospecciones, relevamiento de colecciones y museos, y visitas a sitios arqueológicos y yacimientos
paleontológicos de catorce localidades de la provincia de Buenos Aires, entre ellas Chascomús.

94 Virginia M. Salerno

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articulación de esta actividad en el contexto social. Esto lleva
a pensar en el lugar de la comunicación del conocimiento
dentro de todo el proceso de investigación, y no como una
etapa diferenciada al final del mismo. Es a partir de este tipo
de actividades que los arqueólogos profesionales fueron de-
finiendo límites y ámbitos de incumbencia en relación con
otros agentes vinculados a la materialidad prehispánica.
En el caso de Chascomús, la articulación entre investiga-
ción y comunicación se sintetizó en una muestra organizada
en el año 1995 (“Hace 1.700 años en Chascomús...”), en el
Archivo Histórico y Museo del Banco de la Provincia de Bue-
nos Aires de la Capital Federal. Esta muestra no solo sintetizó
la información generada durante los primeros diez años de
trabajo arqueológico en la zona, sino que también expresó la
consolidación del intercambio institucional entre el Museo
Pampeano y la Universidad de Buenos Aires. De hecho, el
diseño y montaje expositivo se coordinó entre agentes del
museo y del equipo de arqueología. Además, en la redac-
ción de los guiones se incluyó información de otros lugares
de la provincia de Buenos Aires, integrando la historia de
las poblaciones prehispánicas de la localidad dentro de una
narrativa mayor vinculada a los procesos de poblamiento de
la región pampeana. En Chascomús esta exposición tuvo un
fuerte impacto, y su información se reprodujo en los distin-
tos medios locales, asistieron las autoridades municipales, y
se organizó la visita de contingentes escolares. En total hubo
alrededor de mil personas que visitaron la exposición.43
En la memoria de una trabajadora del museo, se trató de
un momento particular porque:

Teníamos capacidad de respuesta en ese momento. No te


digo que nadábamos en recursos pero había; entonces estaba

43 Sobre esta exposición se registraron notas en El Imparcial (8, 10 y 17 de agosto, y 6 de septiembre), El


Argentino (10, 16, 23 y 26 de agosto) y El Cronista (10, 16, 27 de agosto).

Capítulo 2. De “elementos indígenas” a “materiales arqueológicos”... 95

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la posibilidad de ir a ver el sitio, de trabajar con la escuela
rural, articulando con la arqueóloga. De hecho, ella trabajó
mucho tiempo en una escuela. Los chicos de la escuela iban
al sitio. Fue un trabajo de onda expansiva que era muy inte-
resante. Tal vez el sistema educativo era diferente, no había
tantas trabas, ni tantas cuestiones burocráticas como ahora,
ni tanta sensibilidad en cuanto al tema de la responsabilidad
civil y demás. Entonces, la dinámica de las instituciones era
otra, también. Nos permitía manejarnos de otra manera. De
hecho, nosotros íbamos a la escuela, hacíamos la motivación
y después los chicos venían a la sala arqueológica del mu-
seo; es más, hasta hemos hecho simulacros de excavaciones
arqueológicas, de tender hilos, armar cuadrículas, porque
María Isabel venía acá, pero fue un trabajo que seguía en
el museo, no era que venía siempre (...). Yo en ese momento
lo que hice fue capacitarme bastante en esos temas, porque
lógicamente el museo tiene ese rol de mediar entre lo que es
el conocimiento científico y la comunidad. (...) Lo que pasa
es que una vez que se detectó este sitio La Guillerma, ahí se
profundizó el trabajo y la mayoría de los viajes que venían,
venían a profundizar en La Guillerma. Después se abrió otra
cuadrícula, La Guillerma Nandú, dentro de la misma zona,
en un sector más alejado, que también aparece otro tipo de
material. Otro suelo y otro material, también cosas que hasta
el momento no habían aparecido, como materiales dentarios
y otras cositas que no habían aparecido. Después de ahí, no sé
más nada. O sea, lo que sé es lo que me entero, y sí sé todo lo
que ocurrió en el transcurso, porque no era que Isabel venía,
investigaba y después se llevaba... No. Paralelamente a esto,
nosotros organizábamos jornadas arqueológicas, hicimos jor-
nadas provinciales de arqueología en Chascomús.44

44 Entrevista a trabajadora del museo, 5 de agosto de 2010.

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En el discurso mediático, las Jornadas de Arqueología
y Trabajo de Campo se asociaron en una síntesis de la in-
vestigación arqueológica estableciendo un estrecho vínculo
entre el pasado prehispánico, conocimientos científicos, ha-
llazgos, y la aventura de la excavación:

Durante la campaña, la arqueóloga (...) registrará documen-


tación ilustrativa que se exhibirá en la próxima Jornada Muni-
cipal de Arqueología prevista para junio venidero en el propio
museo, donde el tema central será la cerámica, previéndose
el testimonio de las vivencias recabadas por los protagonistas
de esta realización, que es posible merced al convenio entre el
Instituto de Antropología de la Facultad de Filosofía y Letras
de la UBA y el Museo Pampeano, el aporte de la Asociación
Amigos y la ayuda de comercios e industrias de Chascomús.45

Este entrelazamiento de la información sobre poblaciones


que vivieron con la producción del conocimiento arqueoló-
gico también se hizo explicitó en la carátula de la muestra
“Hace 1.700 años en Chascomús...”.
Las poblaciones prehispánicas, representadas como excelen-
tes artesanos y cazadores, recolectores y pescadores, fueron ubi-
cadas en un tiempo definido objetivamente mediante fechados
radiocarbónicos y un espacio referenciado arqueológicamente:

Los sitios de la localidad arqueológica La Guillermina (partido


de Chascomús, provincia de Buenos Aires) brindan un testimo-
nio importante de la vida y actividades de cazadores recolectores
pescadores que ocuparon las lomas de la margen izquierda del
río Salado, las cuales han perdurado como ambientes estables
durante un período muy prolongado (más de 10.000 años).46

45 El Argentino, 2 de abril de 1993.


46 Información contenida en el folleto de la muestra “Hace 1.700 años en Chascomús...”, y reproducida en
los distintos medios locales.

Capítulo 2. De “elementos indígenas” a “materiales arqueológicos”... 97

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Figura 2.4. Carátula del folleto explicativo sobre la muestra “Hace 1.700
años en Chascomús...” (1995).

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Objetos y puntos en el paisaje son indefectiblemente fun-
didos en coordenadas que otorgan al pasado indígena una
nueva dimensión dentro de lo real. Una dimensión podero-
sa, pues se hace necesario invertir dinero en ella, darla a co-
nocer, protegerla. Con el tiempo, en este proceso la gestión
de los materiales y el conocimiento sobre el pasado indígena
de la zona se convirtió en un problema compartido, tanto
por los arqueólogos como por el museo —aspecto que se
aborda en profundidad en el capítulo referido al museo—.
Mediante las jornadas de arqueología se habilitaron diversas
formas de intercambio entre el museo y otras instituciones
educativas y/o vinculadas a la gestión de la cultura local, que
buscaron ampliar la información sobre el tema —pueden
mencionarse la Escuela de Cerámica, Rotary Club, y escuelas
secundarias—.47
Otro aspecto que interesa destacar es que estos eventos de
comunicación de resultados incidieron positivamente en el de-
sarrollo de las investigaciones arqueológicas, puesto que per-
mitieron el acercamiento directo entre arqueólogos y diversos
agentes de la comunidad. Estudiantes de secundario, artistas
y docentes se involucraron de diferente manera en las inves-
tigaciones arqueológicas. Como se mencionó anteriormente,
estas vías de participación fueron expuestas y valoradas po-
sitivamente en los diarios locales. Los diarios destacaron la
figura mediadora del Museo Pampeano, así como la participa-
ción de chascomunenses en las actividades de campo y en el
proceso de investigación. En el caso de uno de los estudiantes
de escuela secundaria que se incorporó como ayudante en las
tareas de campo, esas experiencias terminaron siendo crucia-
les en sus elecciones personales y profesionales.48 Al respecto,
una ex integrante del museo recuerda que al mismo:

47 Grisendi, G. 1990. “Museo de Chascomús: sus inicios”, trabajo presentado en las Jornadas de Historiadores
de los Museos Bonaerenses. Cincuentenario del Museo y Parque “Libres del Sur” de Dolores. Manuscrito.
48 Entrevista a estudiante que participó en excavaciones, publicada en El Imparcial, 18 de septiembre de 2005.

Capítulo 2. De “elementos indígenas” a “materiales arqueológicos”... 99

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Se acercaba gente a querer participar, es más, voluntarios,
gente a colaborar con la investigación arqueológica como L.
por ejemplo, eso sí, sí. Y avisando que ven tal cosa (...).49

En otros casos, las formas de participación fueron limi-


tadas en el tiempo, aunque luego los conocimientos y prác-
ticas puestos en circulación se replicaron en otros espacios
con distintos fines, de acuerdo con los intereses de los agen-
tes. En el caso de un artista y escritor local, se activaron
procesos de búsqueda y recolección de material que no du-
raron en el tiempo. No obstante, la inquietud con respecto
a la existencia de poblaciones prehispánicas categorizadas
en términos de indios, se mantuvo presente en asociación
con lo rural:

—Por una visita, por amigos, por el afecto que teníamos, por
eso nos acercamos en ese momento [se refiere a las jornadas
de arqueología]. (...) Luego hicimos búsqueda de cerámicas,
de restos, en la laguna... seguimos trabajando nosotros.
—¿Trabajaron haciendo qué?
—Dimos algunas charlas.
—¿Y excavaron también?
—Sí, en una laguna pelada que tiene, no sé si Fernández o
Gutiérrez, tiene un nombre gallego, estuvimos un día cavan-
do, que estaba lleno de cerámica, pero hay casco de estancia,
parte de ahí, se ve que estaba concentrada. Hay una loma,
una barranca que termina ahí. Claro, el rancho está en el
mismo lugar, habrá estado de antes. ¿Tenés idea, no? Que
cuando el blanco hizo habitaciones es porque ya estaba el
indio ahí.
—¿Y esto a usted le sirvió para su trabajo como artista, pudo recu-
perar alguna clase de experiencia?

49 Entrevista realizada el 5 de agosto de 2010.

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—Yo escribo. Escribo sobre campo. Lo rural está más rela-
cionado con lo indígena, me siento más cerca del indio que
una persona de ciudad.50

Uno de los entrevistados relacionó las jornadas de arqueo-


logía con un momento de acceso a un conocimiento sobre
un pasado considerado propio y hasta entonces desconocido:

—Y después, cuando vino Isabel he participado de uno de


los encuentros... ¿cómo se le dice a los encuentros de...?
—Jornadas.
—Jornada de arqueología. Estuve en una, sí. Después he se-
guido... diferente, pero ya no tanto, porque a la vez que me
puse a trabajar más en el sindicato, me llegó todo más de otra
cosa. Otra cosa que me llevó a los mismos lugares, porque la
verdad que por eso me siento tan cómoda e identificada. (...)
estaba trabajando con pueblos originarios (...) Yo también re-
laciono la llegada de Isabel al museo y a la parte de arqueolo-
gía como muy importante para nosotros, acá para Chascomús
y para el museo. Porque vos fíjate que se ha acercado mucha
gente. Yo, una de las veces que fui, prepararon cacharros con
la arcilla de la laguna y se cocinó comida con la misma técni-
ca. Me pareció muy interesante. Mira, nosotros hace dos años,
cuando vino R. (...) y uno siempre cuando viene alguien, in-
tenta darle algo de Chascomús, hecho acá, le regalamos una
vasija de A [se refiere a réplicas elaboradas por artesanos loca-
les]. Vos lees que estaba hecha con arcilla de la laguna, hecha
por escultores. Es hermosísimo que vos tengas eso.51

Un caso especial se dio por el intercambio construido con


dos ceramistas y docentes del Instituto Superior de Formación

50 Entrevista a artista y asistente a las Jornadas de Arqueología, también integrante del MAYA (ver Capítulo
3), realizada el 4 de agosto de 2010.
51 Entrevista a trabajadora del ámbito educativo, realizada el 3 de agosto de 2010.

Capítulo 2. De “elementos indígenas” a “materiales arqueológicos”... 101

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Artística de Chascomús (en adelante: Escuela de Cerámica),
que comenzaron a trabajar con el equipo de arqueología des-
de principios de la década de 1990. El objetivo de esta inte-
gración fue ampliar la organización interdisciplinaria en la
producción de saberes del proyecto de investigación arqueo-
lógica.52 Los problemas abordados en esta propuesta se en-
cauzaron con el fin de indagar distintos aspectos del proceso
de manufactura de alfarería en tiempos prehispánicos. Con
el tiempo, una de las ceramistas terminó incluyéndose dentro
del equipo de trabajo arqueológico. En este caso, el intercam-
bio institucional fue fundamental para hacer materialmente
posible que la colaboración informal pudiera sostenerse en
el tiempo. Esto se canalizó mediante convenios instituciona-
les (entre la Escuela de Cerámica y la Facultad de Filosofía
y Letras) que permitieron dar solidez a la colaboración. Así,
se generaron líneas de experimentación y producción de co-
nocimiento entre arqueólogos y ceramistas locales que conti-
núan en la actualidad (Francese et al., 2011). La investigación
e inserción de resultados dentro de la enseñanza formal (de
la arqueología y de la formación artística) fueron los ejes que
articularon este trabajo conjunto. En los últimos años, este
espacio de encuentro dio lugar a un proyecto de elaboración
de réplicas de materiales locales para el reciclado de la sala
con materiales arqueológicos en el museo.
En el recuerdo de una de las ceramistas, su experiencia
fue significativa para su tarea como docente en la Escuela de
Cerámica, y para habilitar otras líneas posibles de trabajo en
su carrera profesional:

—Bueno, yo estaba dando en las clases de química la cocción,


distintos tipos de horno, y entre ellos la cocción indígena. Y
bueno, conversando con ella qué sé yo... me invitó. Empezamos

52 Proyecto de Intercambio de la Escuela de Cerámica de Chascomús con Universidad de Buenos Aires.


Chascomús, Archivo del Museo Pampeano. Manuscrito.

102 Virginia M. Salerno

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haciendo extracciones, después la invité a A. y bueno, después
terminó yendo ella porque a mí se me complicaba mucho ir
todos los fines de semana, viste... pero A. era soltera, iba y se
quedaba, viste. Yo iba y venía porque estaba con los chicos
(...) tampoco en la escuela [Escuela de Cerámica] teníamos
espacio para hacer ese tipo de cosas [se refiere a la cocción
a cielo abierto de alfarería]. Yo me los llevaba a los chicos al
campo, a hacer los hornos en la tierra viste, todo eso... pero la
experiencia, bueno para mí fue muy buena. A ellos les debe
haber servido viste... porque ellos nunca habían trabajado con
arqueólogos, yo resolví un montón de cosas y uno le pudo dar
la parte práctica ¿no cierto?, y entre todos hicimos un buen
conjunto creo (...). Nosotros lo que hacíamos era, cuando se
empezaban a encontrar todos los restos, ver cómo hacer las in-
cisiones [probar para ver]. ¿Qué utilizaban? Los dientitos de
las nutrias, distintos huesos... era un trabajo bastante... [con
voz y gestos que indican tedio] o sea, sin tener documenta-
ción, cómo ibas con los elementos de la zona, con lo que en-
contrabas en la cava. ¿Cómo se llama?
—Las cuadrículas.
—Las cuadrículas, con los mismos elementos intentar hacer
las mismas decoraciones... con los que tenían ellos (...); es tra-
tar de recrear lo que ellos hacían, en toda época hay distintas
inclinaciones (...). Acepté eso porque siempre me gustó y para
dar clases... Cuando nosotros estudiamos no nos enseñaron
nada sobre cómo se inició, de como los aborígenes elabora-
ban sus piezas... nada, nada. Nosotros no sabíamos nada. (...)
Luego yo aprendí con este ceramista que convivió con los in-
dígenas en varias partes, y hacía reconstrucciones y estuvo en
varias partes (...) y es una persona que sabe mucho. Es de La
Plata y daba clases en Ranchos. Yo hice clases con él, aprendí
mucho para enseñar en la escuela y después apareció lo de
Isabel. (...) Ahora trabajo en forma particular. Hago y cocino
de esa manera viste... a cielo abierto, con hornos en la tierra,
con estiércol con hojas, todo de forma natural, y me encanta.

Capítulo 2. De “elementos indígenas” a “materiales arqueológicos”... 103

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A pesar de que yo tengo horno eléctrico y todo no lo usé nun-
ca más (...).53

Mediante este proyecto interdisciplinario se difundieron,


difundió ciertos conocimientos que promovieron la explora-
ción artística basada en la recuperación de un legado milena-
rio, vinculado a la manufactura alfarera de la región. Tal como
señala una de las ceramistas entrevistadas, el intercambio es
un proceso lento, que requiere un conocimiento experto que
se forja con la inversión de tiempo, dedicación y recursos:

Y en realidad, el conocer que el propio contexto te da la ma-


teria prima, que se puede seguir, incluso, con una línea de
trabajo, que yo insisto bastante con eso. Es difícil de tomarlo,
porque hay una realidad también: un ceramista o un artista,
como vos quieras, un productor en el campo del arte, tiene
que apoyarse en varias patas, es decir, en un conocimiento
fuerte del oficio, que es importante este terreno de la alfare-
ría y en el de la investigación también, porque muchas de las
cosas que pasan, yo siempre le digo a Isabel, estos tipos sa-
bían muy bien lo que hacían, porque vos lo ves en el espesor
de las vasijas, en la minuciosidad, en todo, en la producción
que tenían, un conocimiento muy arduo y muy profundo —
aparte de la práctica— de los materiales. Cosa que hoy en
día, claro, es mucho más simple. Por eso también creo que
ha contribuido en mucho esta cosa de ir trabajando con los
materiales de la zona, que a veces se va perdiendo, porque
implica un conocimiento. No es lo mismo modelar con la
arcilla local, que modelar con la arcilla que comprás. 54

En este punto, es interesante tener en cuenta que las diver-


sas formas de participación dependen de distintos aspectos

53 Ceramista, entrevista realizada el 13 de julio de 2010.


54 Entrevista realizada el 2 de febrero de 2009.

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asociados a los vaivenes en las historias de vida de los agentes
involucrados, la posible confluencia de intereses, así como
las posibilidades de generar sostenes materiales para mante-
ner los intercambios en el tiempo. Estos son decisivos en el
tipo y grado de compromiso que cada agente invierte en un
determinado momento. En todos estos casos, las jornadas
arqueológicas promovidas por el equipo de arqueología fun-
cionaron como espacios que promovieron la participación
en torno a los objetivos del proyecto de investigación, y en el
marco de acciones destinadas a comunicar resultados. En la
perspectiva de una de las participantes, las tareas realizadas
tuvieron un fin delimitado:

No se hace por hacer, sino que se trabaja con una idea que es
en definitiva, la de contribuir al conocimiento y a la ciencia.
(...) Desde el punto de vista de la motivación, a mí siempre me
ha preocupado, tal vez por una cuestión de posicionamiento
ideológico también, el hecho de conocer lo que nosotros so-
mos y, dentro de lo que nosotros somos, fundamentalmente
lo que es la raíz indígena. Yo siempre les digo a mis alumnos
que en definitiva son de los que hemos heredado este oficio
de ceramistas, que después se ha ido nutriendo, a lo largo del
tiempo con muchos aportes de distintas vertientes, también
de nuestra identidad, pero la raíz indígena es la más profun-
da, la más negada, la más desconocida, la más desvalorizada.
Entonces, la motivación personal tiene que ver también con
eso, con contribuir al rescate de la identidad, del patrimonio
arqueológico, de lo que es nuestro pasado directo y revalori-
zarlo. Primero conocerlo, en realidad, porque a veces no se
puede querer lo que uno no conoce. Conocerlo, defenderlo
y a partir de ahí, ha sido la motivación y el fundamento de
seguir y de darle continuidad a este trabajo.55

55 Entrevista realizada el 2 de febrero de 2009.

Capítulo 2. De “elementos indígenas” a “materiales arqueológicos”... 105

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En este caso la docente pudo hacer confluir los propósitos
científicos con sus motivaciones ideológicas; no obstante, la
definición de la propuesta no fue un espacio compartido: los
especialistas fueron quienes iniciaron la investigación, deli-
mitaron temas y objetivos, detentaron el manejo de recursos,
y el uso de sus resultados. Así, las actividades de comunica-
ción realizadas funcionaron con un doble efecto: pusieron
a circular la información generada, y dieron el espacio para
ampliar el compromiso local con el desarrollo de las investi-
gaciones arqueológicas. Entre otras cosas, esto permitió ge-
nerar y sostener en el tiempo el proyecto interdisciplinario
vinculado a la producción de alfarería, así como también fa-
cilitar el acceso de los investigadores a documentación depo-
sitada en los archivos locales. En otros casos, estas interaccio-
nes se convirtieron en acciones que sirvieron tanto a agentes
del equipo de arqueología como a diversos agentes locales.
Por ejemplo, en ocasiones se facilitaron diversos aspectos lo-
gísticos y circuló información sobre lugares con materiales
arqueológicos. En otra dirección, la información arqueoló-
gica producida se convirtió en insumo para la realización
de proyectos personales, principalmente artísticos, literarios
y docentes. Además, los estudiantes que participaron como
ayudantes de campo se convirtieron en agentes multiplica-
dores, en tanto sus experiencias fueron compartidas en sus
escuelas mediante charlas con apoyatura visual, elaboradas
junto con el equipo de investigación.
Luego de la muestra de 1995, la frecuencia de las jorna-
das y las propuestas destinadas a la comunicación de resul-
tados cambiaron su rumbo. El equipo de arqueología orga-
nizó otro tipo de acciones para generar la comunicación del
conocimiento: producción de réplicas y materiales didácti-
cos, productos literarios, elaboración de gacetillas perio-
dísticas, jornadas docentes, asesoramiento y participación
en jornadas de historia local organizadas por instituciones
municipales (ver Anexo). A diferencia de las primeras, estas

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acciones tienen como protagonista al museo como institu-
ción local beneficiaria del trabajo, pero no como institución
que organiza y gestiona. Además, los espacios de interac-
ción directa con agentes locales se redujeron, y con ellos
también disminuyeron los flujos de agentes participantes
en el equipo de arqueología. Esto no quiere decir que los
agentes locales comprometidos con el tema dejaron de par-
ticipar, sino que se redujo la posibilidad de incluir nuevos
agentes del ámbito local.
En paralelo, durante este segundo período también se
observaron escasas pero interesantes iniciativas de agentes
locales que utilizaron el conocimiento arqueológico en el
marco de proyectos propios. Estas iniciativas dan cuenta de
procesos de apropiación de la información. Por ejemplo, du-
rante el año 2010 una biblioteca popular convocó a miem-
bros del equipo de arqueología para invitarlos a participar
en una serie de actividades de narración oral vinculadas a
la historia lugareña.56 El título de la propuesta —“Las histo-
rias del Chadi-comú. Andanzas de viajeros con historias del
patrimonio chascomunense”—recupera el nombre Chadi-
comú, como vocablo de origen indígena que dio lugar a la
palabra Chascomús. De la misma manera, los organizadores
de estas actividades utilizaron la información producida des-
de la arqueología como antecedentes de las poblaciones que
luego habitaron el lugar.
Los cambios mencionados deben entenderse en asocia-
ción con las trayectorias del equipo de investigación que
trabaja en el área, así como de las instituciones locales invo-
lucradas en la gestión del pasado y la cultura local. Las di-
ferentes dimensiones de estas transformaciones se analizan
en los capítulos siguientes.

56 “Biblioteca Popular Ambulante y Rural”, actividades organizadas con el asesoramiento general de la


Dirección de Patrimonio Histórico, dependiente de la Secretaría de Desarrollo Social, Municipalidad de
Chascomús. Octubre de 2010.

Capítulo 2. De “elementos indígenas” a “materiales arqueológicos”... 107

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En relación con el equipo de arqueología, es importante
recordar que los equipos de trabajo están integrados por
profesionales investigadores y docentes, estudiantes e inves-
tigadores en formación. La continuidad del proyecto de in-
vestigación y las estrategias de trabajo adoptadas se definen
en función de tres aspectos: la productividad del tema inves-
tigado en tanto se generan nuevos interrogantes y líneas de
trabajos; los ciclos de vida profesionales de los integrantes
del proyecto, que posibilitan la creación y consolidación de
los grupos de trabajo; y la disponibilidad de recursos mate-
riales. Aquí puede diferenciarse entre equipamiento, lugar
de trabajo y subsidios que hacen posible la formulación del
proyecto general, y los espacios de inserción institucional
que permiten la participación de los miembros en tiem-
po completo (sistema de becas, y docencia e investigación
universitaria).
Además, en nuestro país la actividad científica se realiza
en instituciones estatales y, en consecuencia, estos aspectos
se entrelazan con los cambiantes contextos políticos, insti-
tucionales y disciplinares. Este esquema no busca reducir la
complejidad del tema sino recordar ciertas dimensiones que
contribuyen a la existencia, formación y consolidación de
grupos de trabajo; cuestiones que son relevantes para pen-
sar los cambios de las estrategias desarrolladas durante las
tres décadas de investigaciones arqueológicas en la localidad
de Chascomús.
Como ya se mencionó, la exposición de 1995 generó una
primera síntesis pública de los primeros quince años de
trabajo, dando cuenta de la consolidación del grupo de
investigación y del tema abordado. En los siguientes años
se redefinieron los objetivos en función de nuevas pre-
guntas y se diversificaron las líneas de investigación. Se
incorporaron nuevos miembros al equipo y se redefinieron
estrategias que ampliaron el enfoque regional. Este largo
trayecto de investigación en la localidad de Chascomús se

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vio reflejado en presentaciones en congresos científicos y
artículos publicados en revistas nacionales e internaciona-
les. Dos libros condensan esta información: el libro referi-
do al trabajo de tesis doctoral de la directora del proyecto
(González, 2005), y una síntesis destinada a la divulgación
(González y Frère, 2010b).
En esta organización de los procesos de producción de
conocimiento, no existe una figura que permita incorporar
al equipo de investigación agentes cuyo trabajo se pueda
definir como gestión y no como investigación. De modo
que los momentos, lugares y modalidades en que se orga-
nizan actividades dedicadas a la comunicación e interac-
ción con el espacio local son sustentados por los esfuerzos
e intenciones de los miembros del equipo de investigación,
junto con instituciones locales. A mediados de la década
de 1980 los contextos políticos, científicos y sociales expli-
cados en este capítulo facilitaron los trabajos de comuni-
cación, y permitieron que se establecieran vínculos sólidos
en el espacio local. Las transformaciones en el espacio ins-
titucional local, junto con la falta de institucionalización
de las prácticas dirigidas a la extensión, hicieron que los
esfuerzos e intenciones de los miembros del equipo fueran
más difíciles de sostener. En este marco, el equipo de ar-
queología de la localidad conformó un grupo de trabajo
mayor junto con arqueólogos de distintas localidades: el
Grupo Arqueología en las Pampas (Pupio et al., 2008). De
esta forma, se continuaron generando espacios para la co-
municación de resultados.
Estas acciones no dejan de ser tácticas fragmentarias (De
Certeau, 2002). Por estos motivos, para sostener su existen-
cia, se hace necesario que sus productos sean valorados do-
blemente: como materiales didácticos, recreativos y comu-
nicativos en los contextos sociales e institucionales locales
específicos; y como parte de la producción de conocimiento
científico, en los contextos institucionales académicos. De

Capítulo 2. De “elementos indígenas” a “materiales arqueológicos”... 109

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este modo, las producciones realizadas para la comunica-
ción del conocimiento tendieron a priorizar ciertos forma-
tos y soportes por sobre otros. Las acciones comunicativas
realizadas en los últimos años priorizaron la elaboración de
materiales escritos y de réplicas, por sobre la organización
de espacios de encuentro e interacción directa entre agen-
tes de la comunidad y arqueólogos.

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CAPÍTULO 3
El pasado prehispánico en las narrativas
de la historia local

En instituciones educativas, bibliotecas y ámbitos privados


de Chascomús, circulan diversas narrativas que, mediante
libros y propuestas culturales, seleccionan acontecimientos
y lugares de la localidad susceptibles de ser incluidos dentro
de la narrativa de la historia local. En conjunto, estas enun-
ciaciones condensan y articulan diversos significados de las
trayectorias históricas que se consideran fundacionales para
la localidad. Los relatos construidos sobre el pasado local fun-
cionan como instrumentos para conocer y definir a diversos
agentes dentro de una determinada trayectoria histórica. En
estos procesos se elaboran conocimientos sobre otros seres hu-
manos y sus relaciones con el nosotros y el presente (Grimson
et al., 2011). Se indagó sobre las maneras en que estas formula-
ciones incorporan el pasado prehispánico, y las producciones
sobre el mismo presentadas en el capítulo anterior. En todos
los casos, se trata de discursos que fueron materializados con
diferente grado de formalidad, y que perduraron en el tiempo
gracias a posicionamientos sociales estratégicos de los agentes
productores. Entre sus autores se incluyen historiadores, afi-
cionados, poetas, artistas e interesados en la historia local.

111

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Para contextualizar los trabajos y considerar los ámbitos
de circulación y accesibilidad de las publicaciones, se utilizó
información proveniente de documentos, entrevistas y me-
dios periodísticos locales, y del relevamiento realizado en
las bibliotecas de la localidad. Con la misma finalidad, se
contemplaron las trayectorias de los autores y los diferentes
contextos de producción en los que se inscriben. En función
de la identificación de sus autores, los ámbitos de circulación
y la presencia a lo largo del tiempo, se diferenciaron dos gru-
pos con distinto grado de formalidad.
El grupo de las producciones identificadas como narrati-
vas oficiales es el presentado en la primera parte de este capí-
tulo. Los autores de estas narrativas fueron —y/o son— ciu-
dadanos individualmente reconocidos como ilustres dentro
de la localidad por su participación en instituciones públi-
cas, en espacios educativos, y en la organización de actos
conmemorativos, entre otros. Estos personajes fueron o son
objeto de homenajes en notas periodísticas, y sus trabajos se
utilizan como fuentes para la elaboración de nuevos relatos
sobre el pasado local.
En la segunda parte de este capítulo se presenta el otro
grupo de narrativas, las que son producidas con menor grado
de formalidad, y fueron socializadas mediante movimientos
culturales y eventos específicos. Estas propuestas constituyen
perspectivas fragmentarias, cuya visibilidad estuvo condicio-
nada por las coyunturas sociales que las impulsaron.

Versiones locales de las narrativas oficiales

Están el libro de Dorcasberro, los de Lahourcade, varias co-


sas... también el de El Cronista (...) pero si vos les das Dorcas-
berro o el libro de El Cronista, los chicos te dicen “no, dejá”
(...). Muchas veces la maestra les dice que busquen el tema
en el libro “chiquito” de Luzian [muestra el libro Hombres

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y hechos] (...) para pueblos indígenas de acá, solo el capí-
tulo de Hombres y hechos, los Guénaken... ese capítulo, los
mandan con el dato. Y para pueblos de la provincia ya hay de
todo. De arqueología nada, no se consulta.1

—Acá hay uno, que fue el más editado: Hombres y hechos,


por ejemplo, es el básico [libro de Juan Luzian]. Después, yo
tengo uno grandote, que está allá arriba de todo, que ese ha-
bla de las especies, de la laguna, de las plantas [se refiere al
álbum de Dorcasberro]. No sé si lo alcanzaste a ver (...) Ah,
te lo voy a mostrar. Porque lo que está allá, por lo general,
no se presta, si hay muchos repetidos sí, pero se trata de no
prestar, porque después no podés volver a comprar (...) Para
indígenas de Chascomús no tengo nada... está Dorcasberro
que es viejito, y un capítulo de Luzian, y después de eso nos
manejamos con cosas generales (...) Como que no queda
otra, la historiadora... ¿cómo se llama?
—¿Alicia Lahourcade?
—Uso sus textos principalmente para trabajar con cosas de
inmigrantes y de personajes de la ciudad.2

Ante la pregunta sobre los materiales que se utilizan para


abordar temas vinculadas a la historia local, las bibliotecarias
y docentes entrevistadas destacaron, en primer lugar, una se-
rie de libros referentes y, además, mencionaron el uso de ma-
nuales escolares, una compilación titulada Historias de mi pue-
blo elaborada por docentes de la localidad3 y compilaciones

1 Entrevista realizada a bibliotecaria, 29 de julio de 2010.


2 Entrevista realizada a docente y bibliotecaria, 31 de julio de 2010.
3 Este documento fue elaborado en 1987 por un grupo de docentes de la localidad, y es frecuentemente
utilizado. En la presentación se explica que la compilación se organiza “por rubros para que los niños
accedieran más fácilmente a fuentes bibliográficas de diverso autores locales”. Entre sus objetivos se
postula: “1. recopilar datos de documentos y tradiciones orales, sin que por ello deje de reconocerse
la autoría de los mismos, que se mencionan en forma especial en la parte de bibliografía consultada,
dejándose bien estipulado que este trabajo solo es un documento pedagógico para niños de escuela

Capítulo 3. El pasado prehispánico en las narrativas de la historia local 113

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producidas por los propios agentes, que incluyen una selec-
ción de diversos materiales tales como manuscritos, recortes
de diarios, guías de turismo, informes institucionales, e infor-
mación turística sobre Chascomús bajada de páginas de In-
ternet, entre otros. En este espacio se pone la atención en los
“libros referentes” que se reiteraron en las entrevistas, y que
también son utilizados en la compilación Historias de mi pueblo.
Los libros fueron escritos por dos autores de la localidad: la
historiadora Alicia Lahourcade, y el escritor Juan Luzian.
El reconocimiento para ambos autores excede los espa-
cios escolares e institucionales vinculados a la gestión del
campo de la cultura. Estos autores también son menciona-
dos en páginas de Internet sobre Chascomús, homenajeados
en los diarios locales, y retomados por estudiosos, periodis-
tas y escritores locales en la actualidad.4 Desde la mirada
de un coleccionista y trabajador rural, ambos autores son
percibidos como un valor del y para el lugar: “acá hay gente
que sabe mucho, como Lahourcade y Luzian”.5 De la misma
manera, treinta años atrás las lecturas de Luzian fueron re-
comendadas a miembros del equipo de arqueología por un
antiguo poblador:

Quien nos da el dato del arroyo Los Toldos, ubicado en la


avenida costanera, cuando termina el asfalto (...). Nos acon-
sejó hablar con el Sr. Juan Luzian, historiador de Chasco-
mús, hombre de ascendencia alemana que se ha ocupado
mucho de recopilar documentación sobre los orígenes de
la ciudad.6

primaria; 2. difundir la obra de escritores locales que con su valioso aportes han contribuido al
conocimiento de la historia de Chascomús”.
4 Entre la amplia bibliografía sobre diversos temas de la localidad producida por agentes locales que citan
a estos referentes de la historia chascomunense, pueden mencionarse: El Cronista, 1979; Casalins et al.,
2003; Pieske, 1994 y 2009; Lucero de Ortega, 2006 y 2008; entre otros.
5 Entrevista realizada a coleccionista, 4 de agosto de 2010.
6 Libreta de campo, 26 febrero de 1987.

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En el discurso de los diarios locales, sus trabajos son pre-
sentados como valiosas contribuciones a la historia de Chas-
comús.7 Se trata de un aspecto en el cual coinciden las pers-
pectivas de los distintos diarios. Mayormente en el caso de
Luzian, los diarios analizados suelen reproducir fragmentos
de sus trabajos, con el fin de incorporar información históri-
ca en la conmemoración de una efeméride local.8 En menor
cantidad, esta forma de dar visibilidad a las producciones
también se utiliza para Lahourcade.9 Además, en el caso
de esta autora —cuya producción es contemporánea—, los
periódicos funcionan como importantes alicientes y promo-
tores de los eventos en los que ella participa. Por ejemplo,
una presentación a cargo de Lahourcade organizada en la
Biblioteca Sarmiento es presentada en los distintos diarios
de la siguiente manera:

La distinguida historiadora y docente chascomunense abor-


dará en esta oportunidad los siguientes ejes temáticos.10

Oportunidad que generosamente nos ofrece Alicia Lahou-


rcade de conocer un poco más la historia de nuestro pago
chico.11

Con estas referencias, se busca mostrar que ambos casos


constituyen referentes indiscutidos y legitimados dentro del

7 El Argentino, 4 de julio de 1996. Nota referida a los trabajos de Don Juan Luzian.
8 Pueden mencionarse, como ejemplos, las citas de los diarios: El Fuerte, en el aniversario de “La
Fundación de Chascomús”, el 30 de mayo de 2006; El Imparcial, en la conmemoración del bicentenario
de una estancia, el 13 de diciembre de 1985; El Argentino, “Son doscientos años de historia” (sobre la
familia Girado), 4 de julio de 1996; y El Cronista, “Un recuerdo en el centenario de una muerte”, 10 de
noviembre de 1992.
9 Como ejemplos se destacan una serie de notas de El Cronista publicadas durante enero y febrero de 1985,
con el título: “Chascomús, su historia a través de su vida social, política y cultural”.
10 El Argentino, 10 de agosto de 1995.
11 El Imparcial, 10 de agosto de 1995.

Capítulo 3. El pasado prehispánico en las narrativas de la historia local 115

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ámbito local. En distintos momentos y con diferentes trayec-
torias que les permitieron construir su legitimidad, ambos
referentes de la historia chascomunense integraron redes
de sociabilidad vinculadas al campo de la historia. En pers-
pectiva diacrónica, los modos en que las producciones de
Luzian y Lahourcade fueron reconocidas y legitimadas en el
ámbito social, pueden pensarse como parte del movimiento
historiográfico argentino que desde distintos espacios pro-
movieron los estudios locales y regionales (Devoto y Pagano,
2009). De origen alemán, Luzian se radicó en Chascomús
en 1940 “en busca de vientos más libres y un clima espiritual
más tolerante”.12 Desde mediados de la década de 1950, y
hasta su muerte en 1996, el escritor participó activamente en
instituciones públicas y privadas de la sociedad civil vincula-
das con la gestión de la cultura y el pasado.13 En el campo de
la historia, fue reconocido como miembro del Instituto de
Investigaciones Históricas de Dolores y de la Junta de Estu-
dios Históricos de Tandil y de La Plata (Luzian, 1976).
Por su parte, y en el marco de otro contexto social y polí-
tico, Lahourcade publicaba los resultados de sus estudios de
posgrado realizados en España durante la década de 1970
(Lahourcade, 1970). De esa manera, iniciaba un camino que
la llevaría a convertirse en “la historiadora más reconocida de
Chascomús y la región, y cuenta con más de veinte publica-
ciones sobre la historia de nuestro pueblo”.14 Su legitimidad
descansa en el carácter profesional y su pertenencia al cam-
po académico. Sus modos de participación social estuvieron

12 “Juan Luzian, su pensamiento, sus recuerdos, su obra en Chascomús”, entrevista realizada por Eva
Lucero de Ortega publicada en El Fuerte, 15 de octubre de 1993.
13 Fue miembro del Rotary Club, y presidió las comisiones de la Biblioteca Popular Domingo Faustino
Sarmiento y la Asociación Amigos del Museo Pampeano. Junto con Francisco Romay, fue parte del
grupo de vecinos que formaron la agrupación de Bomberos Voluntarios en 1960. Además, formó la
Editorial del Lago, donde publicó varios de sus libros; fue colaborador en la redacción de los tres diarios
locales (El Argentino, El Cronista y El Imparcial), y participó en programas de radio locales.
14 Cfr. <http://www.orquesta-escuela.com.ar/frame_libro.htm>.

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ligados a estos formatos: dictado de conferencias en ámbitos
de educativos, organización de cursos, y conmemoraciones
de instituciones y personajes de la localidad. Además, se des-
empeñó como Directora de Patrimonio Histórico de la Mu-
nicipalidad de Chascomús, entre los años 1995 y 1999, en el
marco de la única gestión municipal de orientación peronis-
ta que hubo en la localidad durante el período aquí analiza-
do. En su paso por la Dirección de Patrimonio, implementó
dos políticas que tuvieron significativos efectos en la década
siguiente: unificó la dirección del Museo Pampeano y del Ins-
tituto Historiográfico15 e implementó la realización bianual
de las Jornadas de Historia Local.
Con respecto a las obras realizadas por estos autores, es
preciso señalar que los textos de Luzian abordan temas de
historia lugareña a partir de la información generada por
otros historiadores. En cambio, los trabajos de Lahourcade
presentan interpretaciones realizadas a partir del estudio
de documentos. En ambos casos, los textos se destacan por
su ágil lectura. La calidad literaria es un importante capital
simbólico que estos autores canalizaron, haciendo posible
el desarrollo de una vocación intelectual que les proporcio-
nó un medio de subsistencia. Esto queda más claro en el
caso del escritor alemán, cuyas actividades se desplegaron
en las esferas señaladas: escribió novelas históricas, fundó
e impulsó diversas instituciones de la sociedad civil, e inter-
vino activamente en la prensa periódica. Mediante poesías,
ensayos y cuentos, procuró reconstruir itinerarios de perso-
najes y episodios vinculados con el transcurrir histórico en
Chascomús. Sus textos se complementan con ilustraciones
realizadas por dibujantes locales que representan paisajes,
edificios, monumentos, reconstrucciones históricas de viejos
espacios y caricaturas de personajes lugareños. Su proyecto

15 Esta unificación generó efectos en el modo en que ambas instituciones trabajaron en la gestión de la
historia y cultura local (cfr. Capítulo 4).

Capítulo 3. El pasado prehispánico en las narrativas de la historia local 117

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de escribir sobre la historia local se fundaba en la creencia
de que el pasado era una fuente de legitimación moral, polí-
tica y social de las sociedades:

La memoria, la historia, que debe mantenerse para que todo


lo que tenga que ver con nuestros orígenes no se diluya...
porque sin memoria no hay historia y sin historia el hombre
pierde el sentido de su existencia. Cuando viví ese tiempo en
que el hombre era perseguido por tal o cual raza o ideología,
dejé los libros por un tiempo sabiendo que el regreso a ellos
sería inevitable. Cuando eso sucedió me dije que un libro sin
los reflejos de la vida humana sería algo aburrido (...) me
dije que no quería libros “científicos”, pues no tengo talento
para las ciencias pero reflejaría, sí, la observación constante.
Pensé en escribir todo lo que he visto y vivido en el amparo
cordial de la pequeña ciudad donde eché mis raíces, en com-
pañía de mis seres amados y algunos amigos. Voy a escribir
lo que exprese mi cariño por esta comarca a la cual pertenez-
co... me gusta estudiar y revolver libros y documentos pero
más me gusta vivir... ser... sentir... y compartir... Mis páginas
tendrán algo de lo inmediato y vivido, nada extraordinario,
por supuesto, pero algo colorido, en un paisaje que a prime-
ra vista no se abriría a todos pues, sus tonos serían suaves y
su carácter retraído, como lo es la gente de sus campos (...).16

Desde esta perspectiva, la observación constante organizada


por la experiencia, concibe el pasado como entidad prece-
dente y objetiva, cuya función esencial se vincula a la conti-
nuidad del orden social. En este enfoque se desconoce que
el pasado no puede ser fijado definitivamente, y que su valor
puede transformarse en un recurso político y económico
(Hobsbawm y Ranger, 1988; Ballart, 1997).

16 “Juan Luzian, su pensamiento, sus recuerdos, su obra en Chascomús“, entrevista realizada por Eva
Lucero de Ortega, publicada en El Fuerte, 15 de octubre de 1993.

118 Virginia M. Salerno

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En el caso de los trabajos de Lahourcade, una particula-
ridad es que incluyen un apéndice de recomendaciones bi-
bliográficas y didácticas para docentes (1985, 2002 y 2005).
Al igual que Luzian, esta autora reconoce en el pasado una
fuente modélica, educativa y objetiva esencial para el presen-
te. En los prólogos expone esta concepción en los siguientes
términos:

Luchar contra la indiferencia y el desamor con que las jó-


venes generaciones miran la historia de su patria chica, y la
necesidad práctica de contribuir a la formación de los futu-
ros docentes (...) es todo un desafío hacer descubrir en el
presente la imagen del pasado, valorizando cada antiguo rin-
cón, cada papel, cada objeto con sabor a otros tiempos, para
que todos, jóvenes y viejos, puedan mirarlos con ojos nuevos,
mente más sabia y corazón más abierto. (1985: 5)

Quisiera que estas páginas fueran algo así como el espejo


mágico del país de las maravillas, el portal de entrada a otro
mundo: rico en sugestiones, estimulante (...). (1980: 3)

El sustento de la objetividad de las narrativas históricas que


Lahourcade propone como esenciales para el presente de la
localidad, se encontraría en el apoyo documental y el uso de
una metodología apropiada para su análisis. Esta docente e
investigadora reconoció en Félix Luna a un maestro.17
Los contenidos de la historia local abordados por Luzian
y Lahourcade guardan algunas similitudes y diferencias.
Entre las similitudes, la más significativa es que el origen
de Chascomús se sitúa en el siglo XVI con la fundación del
fuerte de frontera (Luzian, 1967; Lahourcade, 1985, 2002 y
2005). Las diferencias residen en la selección de los agentes

17 Canal 5, Chascomús. Entrevista a Alicia Lahourcade con motivo del fallecimiento de Félix Luna, 9 de
noviembre de 2009.

Capítulo 3. El pasado prehispánico en las narrativas de la historia local 119

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sociales vinculados con el desarrollo de instituciones polí-
ticas, educativas y religiosas de la sociedad civil, durante
los siglos XIX y XX (Luzian, 1954, 1972, 1976, 1986 y 1992;
Lahourcade, 1980, 1985, 1991, 2002 y 2005; entre otros).
Entre los personajes que aportaron a la formación de la
historia de la localidad, las obras de Luzian enfatizan las
figuras de los inmigrantes europeos. Entre ellos, el inglés
Newton fue protagonista de un libro en el cual se exalta la
importancia de su presencia y la nueva tecnología que trajo
aparejada, para la vida en la campaña durante el siglo XIX
(Luzian, 1954). De la misma manera, la vida del español
Pedro Escribano, a cargo de la fundación del fuerte de fron-
tera durante el siglo XVIII, se narra como una gesta heroica
en La Fundación de Chascomús (1967). La importancia que
este autor otorgó a la instalación del fuerte de frontera se
materializó en 1979, cuando, junto a un grupo de vecinos,
impulsó la construcción de una réplica del mismo como
modo de festejar el bicentenario de la localidad.18
En cuanto a la perspectiva que ofrecen los libros de
Lahourcade, sobresale la participación de múltiples suje-
tos colectivos que aportaron a la formación de la sociedad
chascomunense (1980). Con este fin, establece las siguientes
categorías: estancieros, profesionales, comerciantes, depen-
dientes (artesanos y obreros), y las comunidades extranje-
ras (ingleses, españoles, italianos y franceses). Además, esta
autora realizó importantes —y hasta el momento, únicos—
aportes referidos a las trayectorias históricas vinculadas con
“la comunidad negra de Chascomús” (1973 y 2008).
Con respecto a la utilización de referencias bibliográficas
sobre la historia de la localidad, ambos autores citan usual-
mente el ya mencionado álbum de Chascomús, compilado
por Dorcasberro en 1930; el libro Historia de Chascomús,

18 El Argentino, 11 de noviembre de 1979.

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escrito por el periodista y comisario chascomunense Fran-
cisco L. Romay, publicado en 1967; y las obras del historia-
dor y coleccionista platense Carlos Antonio Moncaut, a las
que se hará referencia en el próximo apartado. En los tres
casos, se sostiene una mirada etnocéntrica sobre la histo-
ria local, que presenta la fundación de Chascomús como
consecuencia del problema mayor de la la defensa contra el
indio, en el contexto del Virreynato del Río de la Plata del
siglo XVIII.
Los textos de Luzian y Lahourcade reorganizan estas mi-
radas en una matriz compartida que ordena las narrativas
históricas a partir de ciertos acontecimientos de la localidad.
El avance del poblamiento hispano es situado como punto de
origen; luego, ciertas historias de vida e instituciones urba-
nas son identificadas como factores principales de progreso
y modernidad. Estos acontecimientos y personajes son parte
del conjunto de efemérides locales, y su conmemoración se
organiza en espacios concretos: monumentos, plazas, recons-
trucciones que recuerdan el fuerte de frontera, la batalla de
los Libres del Sur, el avance del ferrocarril, la presencia de
inmigrantes, y nuevos actores del siglo XX. Más adelante se
discutirá cómo algunos de estos espacios se resignificaron en
términos de valores turísticos patrimoniales. En lo que sigue,
se profundiza en torno al modo en que cada autor concep-
tualizó, dentro de estas narrativas, a las poblaciones prehis-
pánicas y a las materialidades que las representan.

El país de los Guénaken

El libro Hombres y hechos (1976), de J. Luzian, es uno de


los más populares en cuanto a circulación y consulta. En pa-
labras del autor, es un “libro de hechos y eventos reales. De
gentes que han vivido y de cosas que han pasado en esta
comarca. En esta historia lugareña con tapas provincianas”

Capítulo 3. El pasado prehispánico en las narrativas de la historia local 121

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(1976: 9). Estas páginas referidas a la historia local se orga-
nizan en treinta y cuatro textos cuya extensión varía entre
tres y once páginas. Cada texto aborda anécdotas e histo-
rias referidas a un hombre y/o hecho considerado significativo
dentro de la historia de la localidad. El ordenamiento de
estos capítulos sigue un criterio cronológico. Las referencias
a las poblaciones prehispánicas de la región aparecen en los
primeros capítulos, junto a textos que relatan exploraciones
hispanas del territorio durante los siglos XVI y XVII. Siete
capítulos son dedicados a la vida en el fuerte de frontera, y
tres a la vida en las estancias bonaerenses de la zona. El resto
del libro aborda distintos temas de la vida en Chascomús,
desde fines del siglo XIX y durante el siglo XX. Esta última
parte representa, en extensión, la mitad del libro. Se diferen-
cia de la primera parte porque los capítulos se organizan a
partir de nombres de personajes o instituciones, como por
ejemplo: “Natcho Echeverría”, “Caballero y soñador” o “Bre-
ve historia de la Sociedad Rural”.
En esta selección temática, la información sobre pobla-
ciones prehispánicas de la zona es elaborada a partir de dos
ejes que se definen en dos capítulos diferentes: el primero
—“Desenterrando un gliptodonte”—, y el sexto —“El país
de los Guénaken”—. En el primero se introduce al lector
en la existencia de un tiempo, de larga duración, habitado
por especies animales y humanas hoy desaparecidas, cono-
cidas mediante la arqueología y la paleontología. En cam-
bio, el otro refiere a la existencia de grupos indígenas que
habitaron la zona en tiempos previos a la llegada hispana
a la región, cuya información es conocida por los relatos
de viajeros.
En “Desenterrando un gliptodonte”, la veracidad del re-
lato se construye a partir de los vestigios-hallazgos. Los pro-
tagonistas de este texto son aquellos quienes descubren y se
sobresaltan y emocionan con los hallazgos: Greslebin, Moreno,
Azara y los Padres jesuitas. Las poblaciones, referenciadas por

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los hallazgos (gliptodontes, cacharros y huesos), son situadas en
un tiempo prehistórico, y descriptas en los siguientes términos:

Hombres velludos, oscuros, cubiertos de pieles, que desen-


terraron lo que había vivido una vez. Antes de ellos. Y antes
de todo antes. Sin recuerdo y sin tiempo. En las leyendas de
piedra. En el sol de hielo. En las brumas. En el Génesis. Y su
Libro Primero, versículos 2,3 en adelante... Hasta que por
estas llanuras reverdecidas vagaron los seres humanos. Los
primeros hombres de estas pampas húmedas. No sabemos
de qué raza, ni de qué pelo. Pescaron en los ríos. Cazaron
nutrias en los esteros, donde conocían sus comederos. En las
barrancas de la laguna había cuevas. Allí dormían de noche.
Como hoy las ovejas de la “Punta Negra”. O a veces los lin-
yeras. Eran cazadores andantes. Pero un día, descubrieron
que con la caparazón de los grandes armadillos podían ha-
cerse un techo. Un abrigo en la intemperie. Y volvieron a él
cuando caía la noche. El cazador. Y su mujer. Y los cachorros.
(...) Sintiendo calor. Y un tosco cariño. Sintiendo hogar. Y
en su mente primitiva pensaban: ¡Qué bueno!... Sí, era bue-
no tener hogar, no siempre vagar entre los esteros (...) y se
quedaron aquí. Lejos de las desnudas sierras y las amargas
salinas, de donde habían venido. Ellos ya no. Otros. Muchos
años antes. Muchas vidas antes. Lo que nosotros hoy llama-
mos historia. (6-7)

Esta perspectiva retoma el paradigma de la prehistoria


(Trigger, 1992; Podgorny, 2009). El carácter incompleto,
primitivo, de estos primeros hombres velludos que habitaron
la zona en un tiempo antes de todo antes se convierte en el
principio. Ubicado fuera del tiempo, en una geografía ima-
ginada a semejanza de la europea, estos seres habitaron
cuevas. El autor posiciona la historia del poblamiento de la
zona dentro de un esquema universal lineal. La alteridad in-
completa se transformaría en un nosotros mestizo, poblado de

Capítulo 3. El pasado prehispánico en las narrativas de la historia local 123

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estancias, caminos de trenes e inmigrantes: de un sujeto
colectivo, reconocido en sus cacharros y huesos, objeto de
estudio, a un sujeto individual, protagonista activo y sujeto
de enunciación.
En el capítulo “Topónimos y gentilicios”, el registro de
la palabra es utilizada por el autor para diferenciar entre
aquellos seres míticos, cuya existencia es solo documentada
por la materialidad, y los indígenas-políglotas, cuya informa-
ción se aborda de forma completa en el relato sobre “El país
de los Guénaken”:

No sabemos si los antediluvianos ya tenían noción de sus ac-


cidentados parajes, de sus cuevas con estalactitas. Pero desde
que el hombre escribe historia, también da nombres a ríos
y montañas, pueblos y gentes. Veamos pues lo que descubri-
mos en nombres y orígenes de este Chascomús, de esta “pam-
pa húmeda”. Con su rica toponimia, indígena-políglota, con
cientos de lenguas autóctonas, en araucano, mapuche, puel-
che, tehuelche, en fin, pampa, para generalizar. Y a los bor-
des también un poco de guaraní o querandí. Más fácil le
resulta al vecino Ranchos o General Paz. Su existencia como
pueblo no cuenta más que 200 años, y años bien archivados
en las crónicas del cabildo de Buenos Aires. (11)

De esta cita se desprende que el poblamiento indígena


también es utilizado para caracterizar la unicidad de Chas-
comús frente a otros distritos donde los topónimos de origen
no indígena confirman la inexistencia de poblaciones previas.
En este caso, las memorias que recuerdan los nombres del
paisaje (por relatos de viajeros y estudiosos de lo araucano) con-
forman el conjunto de vestigios que hace creíble la presencia
de poblaciones prehispánicas. Si bien estas poblaciones da-
rían cuenta de una antigüedad mayor para el poblamiento de
Chascomús, su historia es reconocible como tal solo a partir
del momento en que interactúan con el poblamiento hispano.

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Las trayectorias previas se confunden con el tiempo ahistórico
de aquellos hombres antediluvianos, y por este motivo, pueden
ser objeto de aventuras y descubrimientos científicos, pero no
sujetos de narrativas históricas.
Una vez presentada su existencia, el libro aborda otras di-
mensiones que caracterizan a las poblaciones prehispánicas.
Nuevamente se retoman historias de viajeros; desde la me-
moria de esas interacciones registrada por la mirada “audaz”
de los “hombres, vestidos de hierro y cuero. Empujados por
un gran sueño” (14)19 se establecen las características de los
pobladores previos. El perfil nómada es suficiente para ex-
plicar la escasez de gente, la falta de dueños de la tierra y un
romántico estado natural/salvaje en su forma de vida:

Por las llanuras de la soledad. Espantando avestruces y cier-


vos, liebres y vizcachas. A veces zorros y pumas. Lo que me-
nos ven, son hombres. Todas esas praderas y aguadas no
tienen dueño. Los pocos nómades y cazadores no cuentan
(...) Hallan una toldería de indios mansos. Muchos cueros
de potros. Muchas pieles y plumas, De garzas blancas. De
mirasoles. De ñandúes. Los canjean por baratijas. Los abo-
rígenes muestran ponchos de lana. Tejidos en vivos colores
destilados de plantas desconocidas. También tienen metales,
aros de un metal blanco, planchas de cobre. Los saben can-
jear una vez al año en una región levísima. Donde los cerros
tocan el cielo. (...) Pero Garay ya no tiene más ánimo para el
asombro o la desilusión. Algún día vendrá otra gente. Otra
gente hispana, vasca, flamenca. Gente para labrar la tierra.
Pues “es buena para sementeras”, anota en el diario. (15)

A tal punto la presencia indígena es construida a partir


de la ausencia, que un capítulo, titulado “Los pobladores del

19 El cuento se titula: “La audaz entrada de don Juan de Garay”.

Capítulo 3. El pasado prehispánico en las narrativas de la historia local 125

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samborombón”, es destinado a las historias de la primera es-
tancia instalada en la zona a mediados del siglo XVII. Este
capítulo empieza con la oración: “Y empieza el remate del
Desierto. La gran travesía en las huellas de Garay. Hacia el
sur (...)”. En contraste, para describir la vida de las poblacio-
nes prehispánicas, se hace referencia a un mundo que ya no
existe: el País de los Guénaken (25-28).
Este texto es al que los docentes y bibliotecarios remi-
ten para leer sobre el tema indígenas de Chascomús. En es-
tas cuatro hojas, Luzian describe la vida de los pobladores
prehispánicos que habitaron la zona en momentos previos
a la llegada hispana. La fuentes utilizadas anticipan el ses-
go del contenido: Un poblador Monsalvo (1939), de López
Osornio, y Diario del Capitán D. Juan Antonio Hernández ha
hecho, de la expedición contra los indios Tehuelches, en el gobierno
del Señor D. Juan José de Vértiz, Gobernador y Capitán General
de estas Provincias del Río de la Plata, en 1º de Octubre de 1770,
publicado en De Angelis (1910). No se incluye información
arqueológica. El capítulo caracteriza el estilo de vida de la
siguiente forma:

Guénaken es un nombre genérico de razas afines, brotadas


del gran manantial araucano (...) A los Guénaken pertenecen
las amargas salinas y los blancos médanos del mar. En cada
región pueden variar sus gentilicios, sus nombres de gentes
y parajes. No importa, en todas partes tienen los Guénaken
su fugitivo hábitat, sus tolderías de cuero y pieles. (...) Una
raza esteparia, sin hogar fijo. Nómadas por su forma de vivir
y como todos los nómadas, con poco equipaje. Tosca y primi-
tiva. Como el material para su artesanía. Cuero y arcilla. Hay
alfarería primitiva. Cacharros, vasijas, sin más adornos que
rayas, cruces y ondas. Ninguna imagen. Ni de hombres, ni de
animales. No alcanzan a imaginarse la forma de demonios y
espíritus. Su horizonte es chato como las llanuras. Viven de
sus instintos, don de su Dios, la Naturaleza. (25-26)

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Llegando al final de la narración, se reproducen textos de
las fuentes mencionadas que informan sobre malos tratos
inflingidos a las mujeres en general y a las cautivas en parti-
cular. Los indígenas son representados por sus adjetivos ne-
gativos: salvajes, crueles, viciosos, tramposos, traicioneros. A
partir de estas imágenes, se explica porqué “mutuamente se
invaden las dos razas en exterminación. Y la jurisprudencia
del futuro le dará la razón al más fuerte” (28). La desapari-
ción del mundo de los Guénaken se explica como si fuera
parte de la naturaleza del desarrollo histórico; al respecto
se afirma:

De los pampas, los Guénaken, no ha quedado nada. Dios los


creó con el amargo condimento de la sal... Y al oriente de
esta invisible frontera se hallan los campos de los blancos.
Los de que se han apoderado los blancos. Cortando con la
espada, como Garay, hierbas y cardos y preguntando por sus
dueños y sus dueños eran los vientos... Se pueblan cada año
más y están por reventar, como una bolsa. Desde que Ceba-
llos publicó su bando de libre entrada de buques mercantes
en el Puerto, se vislumbran riquezas en esta parte marginada
del reino. (28)

En coherencia con esta capitulación, el resto de los temas


seleccionados para la historia chascomunense solo vuelve a re-
cordar la existencia de esta raza exterminada por la fuerza de
la razón para argumentar sobre el carácter necesario de la
conquista. Pues es esta empresa la que dará lugar al domino
de la tierra y de los salvajes que la habitaban para dar paso a
la modernidad y el regocijo espiritual. En conjunto, la pro-
puesta de Luzian organiza un recorrido que se sostiene en la
afirmación de un proceso lineal, en el cual los inmigrantes
europeos se proponen como lugar privilegiado de enuncia-
ción. En principio para conquistar la tierra y dominar las
almas salvajes, luego para traer el progreso y la modernidad.

Capítulo 3. El pasado prehispánico en las narrativas de la historia local 127

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Las poblaciones indígenas de la zona representan un sujeto
colectivo indiferenciado, genérico, desaparecido. Como objeto
desaparecido también es objeto de misterio, de aventuras,
depositario de un lugar ambiguo entre lo humano y lo na-
tural. Su rastro es explorado por la arqueología y la paleon-
tología, disciplinas que junto con su objeto de estudio, se
invisten de aventura y misterio. Por todo lo antedicho, estos
textos forman parte de las formulaciones etnocéntricas que
reproducen el mito de la modernidad (Dussel, 1994).

El sabio equilibrio con la naturaleza

Quisiera que todos los investigadores de todas las ciudades


y pueblos de la Argentina pusieran el resultado de sus es-
fuerzos al alcance de sus maestros y alumnos. Quisiera que
se generase un vasto, lúcido movimiento de revalorización
de la Historia Local y Regional. Quisiera que estas Historias
fueran realmente para mi pueblo. (Lahourcade, 2002: 5)

Una diferencia con Luzian es que la producción bibliográ-


fica sobre historia local de Alicia Lahourcade es más amplia
en cantidad y en temas. En principio, es posible decir que, en
su selección en torno a la historia local, privilegia temas vin-
culados a la vida urbana, y la sociedad tradicional del Chasco-
mús desde fines del siglo XIX hasta la actualidad. En palabras
de la autora, este recorte temporal se justifica por ser “algo
nuevo y diferente, intocado”, en contraste con “temas tradicio-
nales y ya totalmente agotados”, como sería el caso de la épica
de la conquista y el gobierno de la confederación argentina.
De los siete libros que más circulan en las bibliotecas locales,
dos abordan exclusivamente temas relacionados con la vida
urbana en el Chascomús de fines del siglo XIX y XX (1980 y
1991), otros dos se dedican a difundir diversos aspectos de la
historia de poblaciones africanas en la sociedad colonial chas-

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comunesne (1973 y 2008), y tres libros forman parte de un
mismo proyecto reelaborado con el paso del tiempo: generar
una síntesis de “historias para mi pueblo” (1985, 2002 y 2005).
Estos libros incluyen, a modo de manual escolar, un apéndice
con sugerencias y recursos para docentes.
En el primer libro de la trilogía (1985) se propone un
recorrido por “los hechos fundamentales del pasado luga-
reño”, comenzando con la fundación del fuerte San Juan
Bautista. En el segundo libro (2002), los mismos temas se
abordan desde una perspectiva más amplia, para “anudar
cada paso de nuestro acontecer con la vida argentina”. Por
último, el tercer trabajo se propone “tender puentes entre
la antigua villa y el mundo: esos puentes tienen nombre: el
inglés Osborne, el judío Gerchunoff, o el húngaro Kalnay
(...), también el paso de la provinciana Chascomús al status
de ciudad turística, el calor de obras como la ruta nacional
N° 2 o la avenida costanera” (2005: 3). De cara a los festejos
nacionales del bicentenario, en este caso, el recorrido histó-
rico se inicia en 1806 con las invasiones inglesas.
En esta amplia bibliografía, son escasos los espacios don-
de se abordan temas vinculados a las poblaciones prehis-
pánicas. Esto ocurre en los primeros capítulos de las dos
primeras partes de la trilogía Historias para mi pueblo. El re-
ducido tratamiento del tema implica un sesgo en sí mismo,
que da cuenta del lugar de las poblaciones indígenas dentro
de la narrativa de la historia regional. Además de las incli-
naciones personales de la autora, en la selección temática
también operan criterios vinculados al campo disciplinar de
la historia. Tradicionalmente, en esta disciplina, el estudio
de la historia de los pueblos originarios fue escaso y sesga-
do (Mandrini, 2007). En esta selección, los estudios histó-
ricos que tradicionalmente abordaron la temática indígena
lo hicieron como parte de las problemáticas vinculadas a la
frontera entre el mundo hispano y el mundo indígena. Al
respecto Mandrini señala:

Capítulo 3. El pasado prehispánico en las narrativas de la historia local 129

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El tema de las fronteras indias —fronteras interiores, como
se las llamaba entonces— formaba parte de una heroica gesta
nacional, la “lucha contra el indio”, las sociedades nativas mis-
mas quedaban borradas de esa historia. Los historiadores se
desentendieron del análisis de la sociedad indígena y dejaron
su estudio en manos de arqueólogos y etnólogos (...), hasta
hace unas dos décadas y media (...) la historiografía argen-
tina tradicional —asentada en el ideario romántico liberal y
la metodología positivista decimonónica— fue dominada por
una tendencia muy marcada a reducir la problemática fron-
teriza al tema de la “guerra de fronteras”, una guerra tras la
cual subyacía la oposición entre “civilización” y “barbarie” en
la que esa guerra encontraba su justificación. Dicho de otro
modo, la larga y costosa guerra contra las sociedades nativas
se legitimaba como empresa civilizadora frente a un mundo
bárbaro e irreducible. (...)
Una visión diferente surgió en la Argentina poco después de
mediados del siglo XX en algunos trabajos vinculados, espe-
cialmente, a la historia económica y social. Trabajos científica-
mente rigurosos, redujeron sin embargo el problema de la fron-
tera al de la “ocupación” del territorio, concibiéndola como un
espacio vacío, como una tierra virgen. (Mandrini, 2007: 21-22)

El espacio otorgado a la cita se justifica porque ilustra el


enfoque teórico metodológico que organizan los trabajos
de Lahourcade. En ellos, las poblaciones prehispánicas for-
man parte del pasado de Chascomús, en tanto enemigos so-
bre el que se gestó la épica de fronteras. El carácter salvaje que
legitima la conquista se introduce en los dos primeros capí-
tulos del primer libro (Historias para mi pueblo, 1985). Bajo
el título “Historias de alumnos, de sabios y de fósiles”, la
autora describe la vida de las poblaciones prehispánicas me-
diante el relato de descubridores de fósiles. Luego presenta
una historia-ficción: “El casi encuentro de Mayu y Garay”.
La materialidad es utilizada para dar validez y certeza a la

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información brindada sobre las poblaciones prehispánicas;
un capítulo se ilustra con la imagen de líticos acompañada
del siguiente epígrafe: “Hacha, bolas de boleadoras y mor-
tero con su mano, instrumentos de piedra hallados todos
en campos de la zona. Pertenecen a la colección del Museo
Pampeano” (24).
Las citas al museo y las imágenes de los materiales son un
primer aspecto que diferencia estas formas de representa-
ción de las propuestas por Luzian. Además, la historiadora
no aplica directamente categorías provenientes del estudio
de la prehistoria, tales como antediluvianos y salvajes. Sin em-
bargo, las caracterizaciones que emplea dejan entrever una
perspectiva etnocéntrica que sostiene el desarrollo de una
historia lineal y universal.20 Lo indígena aparece asociado a
lo incompleto en la comparación que Lahourcade construye
en “El casi encuentro de Mayu y Garay”, tanto en la presenta-
ción de los personajes —“un joven indio, con cabello negro y
áspero, era un pampa, nómada y cazador (...) era Juan de Ga-
ray el más amado y brillante de todos los capitanes españoles
del Río de la Plata” (25-26)—, como en la descripción de sus
acciones —“hablaban rápido y fuerte... ¡tan distinto al hablar
quedo y cansado de los indios!” (26)—. Hacia el final del
relato, el carácter civilizador de la conquista se explica me-
diante su contradicción: “Mayu conocía historias de los que
habían llegado (...) los odiaban pero también les habían traí-
do el caballo... que era el mayor tesoro de los pampas” (27).
Por otra parte, al igual que la propuesta de Luzian, esta
autora asimila la representación de indígenas desaparecidos y
habitantes de tiempos lejanos con el trabajo de la arqueología:

20 En otros trabajos presentados por la autora es posible detectar el uso de los estudios prehistóricos como
marco interpretativo general. Este es el caso de una actividad didáctica organizada en el año 1994
en el Museo Pampeano, en la que se explica la diferencia entre las tres edades de la prehistoria: “Los
verdaderos Picapiedras”. Esta actividad fue objeto de registro auditivo y se encuentra disponible para su
consulta en el Instituto Historiográfico.

Capítulo 3. El pasado prehispánico en las narrativas de la historia local 131

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1871, laguna de Chascomús. Mientras Muñiz rinde su vida
como medico cabal, y Moreno excava febrilmente en las ori-
llas del arroyo Vitel, un niño vaga por la ribera de la laguna:
Ceferino Girado (...) Sabido es que el agua es la primera ne-
cesidad de hombres y bestias. Los enormes animales prehis-
tóricos deambulaban por esta zona, rica en agua, e incluso
venían a morir a ella. Otro tanto hicieron las tribus de abo-
rígenes, que habitaron junto a ríos y arroyos para asegurarse
ese elemento vital.
Todo esto supieron los tres científicos, y su fe y sus hallazgos
comprobaron sus teorías. Lamentablemente, ya nada queda
en Chascomús de aquella intensa búsqueda científica. Cada
tanto, orgullosos estancieros muestran aquel hueso enorme
o aquella punta de flecha que encontraron roturando el cam-
po; agrimensores o geólogos se topan, inesperadamente, con
la caparazón de un gliptodonte en el transcurso de sus tra-
bajos, y hasta niños de escuela sienten que el corazón se les
sale por la boca cuando se enfrentan con restos de animales
extinguidos... es que el tesoro esta ahí, dormido, y espera de
espíritus curiosos que acudan a despertarlo. (1985: 20)

En la segunda parte de la trilogía (Nuevas Historias para mi


pueblo, 2002), la historiadora presenta una nueva perspectiva
que da cuenta de su actualización teórica. En este caso, el
primer capítulo se titula “Crónica de tres siglos”, y propone
pensar la historia de las poblaciones prehispánicas durante
los siglos XVI, XVII y XVIII:

Si bien la fundación del Fuerte de San Juan Bautista es un


hecho capital para los hijos de Chascomús, es preciso consi-
derar que mucho antes de ese acontecimiento otras gentes
vivieron, lucharon y adoraron a sus dioses en estos campos
de la provincia de Buenos Aires.
Si solo consideramos los siglos XVI, XVII y XVIII, pronto
comprobaremos que fueron épocas de historia riquísima,

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plenas de conflictos y personajes, lamentablemente poco
conocidos. Podemos distinguir tres épocas perfectamente
caracterizadas: de la primera fueron protagonistas las dife-
rentes tribus aborígenes y la fauna autóctona que constituía
su principal fuente de subsistencia; la segunda comienza con
la llegada de los españoles y el ganado europeo, que provoca-
ron enormes cambios en la vida bonaerense; por último, la
aparición de los araucanos volverá a alterar por completo la
convivencia de indios y españoles, y provocará una honda cri-
sis en medio de la cual vendrá a nacer Chascomús. (2002:12)

Las fuentes utilizadas para organizar esta propuesta son


documentales; en ningún caso la historiadora recupera la
información arqueológica producida para la localidad. Así,
las descripciones que introduce refieren a nombres de tri-
bus (querandíes, guaraníes), definidas por su modo de sub-
sistencia (cazadores de guanacos, nómadas, poseían el secreto del
cultivo). El transcurrir histórico de las poblaciones prehis-
pánicas se ubica en los siglos previos al XVI, en un tiempo
estable, detenido:

La vida en relativa tranquilidad hasta el siglo XVI, había mu-


cho espacio, la caza abundante, las tribus aborígenes vivían
en sabio equilibrio con la naturaleza. Los españoles cambia-
rían todo. Otras gentes, otros animales, disputarían su ho-
gar a lo antiguos señores de la tierra. (13)

Se trata de una representación simplificada que anula la


posibilidad de considerar la profundidad temporal del po-
blamiento prehispánico en el área, y dirige la atención al
vínculo entre seres humanos y naturaleza, como la única
dimensión cognoscible de estas sociedades. De este modo,
se define a las poblaciones prehispánicas como objetos na-
turales en contraposición a sujetos culturales. Esta forma de
representación actualiza la dicotomía civilización-barbarie,

Capítulo 3. El pasado prehispánico en las narrativas de la historia local 133

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y es parte de un discurso hegemónico que en la actualidad
circula en distintos formatos (Podgorny, 1999a; Salerno y
Pupio, 2009; Pupio et al., 2010). Otro capítulo del mismo
libro es organizado con el título “Fotos, indios y tatarabue-
los”. Nuevamente, el mensaje se vincula con la gestión de la
materialidad y sus posibles usos didácticos, en este caso, la
fotografía. De las diversas imágenes que conforman la colec-
ción del Museo Pampeano, la historiadora eligió ilustrar su
valor histórico mediante una imagen producida entre 1860
y 1865, que describe mediante la ficción de un diálogo entre
un niño y su padre mientras ordenan fotografías familiares:

Ese señor tan imponente es tu tatarabuelo (...) había nacido


en Francia; vino a la Argentina cuando tenía 16 años, en ple-
na época de Rosas. En Chascomús abrió el hotel “San Juan”
en la calle (...) Mis tías me contaron que una vez llegaron a
la ciudad dos indios de la zona de Tandil y se hospedaron
en el hotel; por aquellos días un fotógrafo alemán, Alexan-
der, estaba en Chascomús, los indios quisieron fotografiarse,
pero desconfiaron tanto de ese invento misterioso, que le pi-
dieron al dueño y a un empleado que posaran con ellos (...)
estos señores tenían sangre india, pero no eran enemigos;
estaban en paz con las poblaciones blancas y comerciaban
con ellas; quizás ya eran cristianos... Ya ves, usaban chaqueta
y sombrero, se alojaban en un hotel y hasta quisieron sacarse
una foto. (128-129)

De esta manera, la autora introduce el tema de las com-


plicadas relaciones entre blancos e indios que involucraron la
vida en la frontera. Esta mirada se organiza a partir del eje
barbarie-civilización como trasfondo discursivo sobre el que
se organiza la representación. Esto puede observarse en el fi-
nal de la primera cita, donde la importancia adjudicada a las
marcas civilizadoras (forma de vestir, de dormir y religión) se
utilizan para explicar el carácter amigable de los fotografiados.

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En conjunto, este texto distingue entre el nosotros y los otros
que conforma el panteón de personajes de nuestra historia, así
como la importancia adjudicada a la inmigración europea.
Por último, es preciso mencionar que, en variadas oca-
siones y, principalmente, durante el período que se desem-
peñó como Directora de Cultura (1995-1999), Lahourcade
compartió espacios de gestión del conocimiento sobre el
pasado local con los miembros del equipo de arqueología.
A pesar de ello, no incluyó los aportes de las investigaciones
arqueológicas dentro de la perspectiva de la historia local.
Este sesgo pudo relacionarse con la representación de la
arqueología como disciplina constructora de conocimiento
sobre otros, pertenecientes a un tiempo previo al inicio de
la historia local. Así por ejemplo, entre los diversos eventos
que organizó durante su gestión, uno de ellos se realizó en
conjunto con el equipo de arqueología. Se trató de un semi-
nario para docentes titulado “Chascomús, el pasado vive en
el presente”, dictado en 1996.

Historia y coleccionismo
Durante las últimas tres décadas del siglo XX, Carlos
Antonio Moncaut construyó lazos de colaboración e inter-
cambio (de información y de objetos) con otros coleccio-
nistas de la zona y pobladores del ámbito rural. Entre otras
cosas, en estas interacciones se fueron definiendo criterios
para orientar la recolección de materiales y su conservación
en esferas privadas. Además, se socializaron las interpre-
taciones que el historiador plasmó en sus publicaciones,
usualmente referidas como fuente por coleccionistas e in-
teresados en la historia local. A pesar de las importantes co-
lecciones de materiales que Moncaut recolectó en sus viajes,
estas no fueron utilizadas como fuente de conocimiento en
sí mismas: sus trabajos se integraron dentro del campo de

Capítulo 3. El pasado prehispánico en las narrativas de la historia local 135

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la historia y se elaboraron a partir de la interpretación de
documentos escritos.
La compleja trama que convoca la figura de este his-
toriador, apasionado viajero, lector, investigador, escritor,
editor y coleccionista 21 se advierte en el siguiente registro
de una conversación informal que tuvo lugar en el museo,
mientras otro miembro del equipo y la autora ultimaban
detalles para salir al trabajo de campo. El interlocutor, un
poeta, periodista, escritor y trabajador público en el ám-
bito de la cultura, había sido entrevistado cinco meses an-
tes en el marco de esta investigación. En esa oportunidad,
llegó al museo para realizar una consulta en la biblioteca
acerca de la historia local, y generó una charla con todos
los presentes acerca del trabajo de campo arqueológico, ta-
rea en la que nos íbamos a embarcar, describiéndolo como
una aventura y estableciendo un paralelo con el trabajo
del coleccionista.

Cuando nos vio relacionó nuestro trabajo con el trabajo de


Moncaut. Cuenta que Moncaut andaba por el campo y estu-
diaba los materiales. También dice que él y todos los que es-
criben sobre la historia local “vamos a los libros de Moncaut
porque esos son la fuente”. Comenta que él tuvo la oportu-
nidad de conocerlo porque de joven estuvo noviando con al-
guien relacionado a la estancia a dónde el asistía [explica los
vínculos de parentesco] y desde allí recorría el campo jun-
tando materiales. En ese momento la persona del museo que
lo estaba escuchando pregunta con desaprobación “¿dónde
están ahora esos materiales?, son patrimonio de Chasco-
mús”, a lo que responde afirmativamente con una sonrisa
casual y, para responder a la pregunta, cambia el eje del
relato y cierra la conversación: cuenta que en un almuerzo

21 La Nación, “Carlos Antonio Moncaut y su aporte a la cultura bonaerense”, 27 de diciembre de 2008.

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en el campo “alguien se atragantó cuando alguien contó que
las puntas chicas las vendió en San Telmo”.22

Nacido en 1927 y radicado en La Plata, Moncaut realizó


sus investigaciones dividiendo su tiempo:

Entre lo que necesitaba hacer para comer y lo que verdade-


ramente me gustaba: la naturaleza, el campo y su pasado.
Me atrapó su encanto y su misterio. De noche estudiaba, y
de a poco empecé a recopilar y escribir. En 1957 publiqué mi
primer trabajo.23

Sus colecciones están compuestas por materiales arqueo-


lógicos, paleontológicos, documentales y bibliográficos reco-
lectados en distintas áreas rurales de la provincia de Buenos
Aires (Luján, Azul, Chascomús, Ranchos y Magdalena, entre
otros). Al respecto, en el prólogo de Estancias Bonaerenses,
Julián Cáceres Freyre destaca el valor de estas colecciones
y fondos documentales recolectados en cada uno de los lu-
gares que este historiador presentó en sus libros (Moncaut,
1977). Por su parte, José Cresto, Director de la Academia Ar-
gentina de Historia, lo describe como un:

Formidable estudioso, de recoger directamente de las ca-


pas sociales la información de sus libros, la iba a buscar
a los ranchos, a las familias, los almacenes del campo. No
sé sí tenia formación universitaria pero era un auténtico
investigador.24

22 Entrevista realizada el 24 de enero de 2011.


23 La Nación, “Un buscador de historias. Entrevista a Carlos Antonio Moncaut, autor de varios libros del
pasado rural”, por Susana Pereyra Iraola, 17 de agosto de 2002.
24 Entrevista realizada el 28 de septiembre de 2011, sobre la incorporación de Moncaut como miembro a la
Academia Argentina de Historia en el año 2003.

Capítulo 3. El pasado prehispánico en las narrativas de la historia local 137

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Mediante historias de viajeros, comerciantes y pobladores
de origen hispano-criollo, este autor describió itinerarios
cotidianos de inmigrantes, trabajadores del campo, milita-
res y reducciones jesuíticas que se fueron entrelazando en
procesos de apropiación de la tierra en la provincia de Bue-
nos Aires (Banzato y Quinteros, 1992). Gauchos, estancias y
pulperías fueron los protagonistas y escenarios privilegiados
de las publicaciones de Moncaut. Las poblaciones indíge-
nas, sin ser el tema central, son usualmente mencionadas
en sus textos como parte de las amenazas que implicaban la
conquista de los campos de afuera por parte de los pobladores
de origen, mayormente, europeo y criollo. Amenazas que se
materializan en los textos como historias concretas de asal-
tos de indios y/o salvajes en el campo, en caminos, a estan-
cias, cuyas consecuencias son caracterizadas en términos de
muerte, pérdida de bienes y, en ocasiones, la ruina de estan-
cias enteras. Esta selección temática que pone el acento en la
historia provincial-regional y local, se vincula con el enfoque
historiográfico promovido por Levene en distintos momen-
tos, mediante la Junta de Historia y Numismática Americana
y el Archivo Histórico Provincial (Devoto y Pagano, 2009).
Los textos de Moncaut no abordan el conflicto derivado de
los procesos de apropiación de la tierra que permitirían con-
textualizar la complejidad de las relaciones entre indígenas e
hispano criollos. Al contrario, la polarización que se despren-
de de los mismos contribuye a consolidar la noción de una
frontera fija que dividiría el espacio de la campaña bonaeren-
se entre la civilización y la barbarie. De un lado, el ámbito a
domesticar, conquistar, limpiar, habitado por ganado cimarrón e
indios salvajes, a los que se unieron, a mediados del siglo XIX,
los vagabundos y perturbadores del orden. Del otro lado de la
frontera, la vida de los aventureros, inmigrantes y criollos que
arriesgaron sus vidas en pos de trabajar la tierra, traer el pro-
greso y cuidar la propiedad privada con amplia destreza y co-
nocimiento (Moncaut, 1977, 1978, 1981 y 1996; entre otros).

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En las presentaciones y prólogos de sus libros podemos
desandar el camino de apoyo y colaboración que Moncaut
sostuvo con autoridades y sociedades rurales de distintas
localidades de la provincia de Buenos Aires (por ejemplo,
Monte, Chascomús y Ranchos). Este es el caso de los cuatro
libros que circulan ampliamente en las bibliotecas populares
de Chascomús. Tres de ellos refieren a la vida en las estan-
cias bonaerenses (1967, 1977 y 1978) y uno a la historia de
la reducción jesuítica Nuestra Señora de la Concepción de
las Pampas (1981). Dos de estas publicaciones cuentan con
prólogos de Julián Cáceres Freyre, Director del Instituto Na-
cional de Antropología (1977 y 1978). Además de los libros,
el estudioso redactó artículos sobre el pasado bonaerense
para el diario platense El Día y el diario de distribución na-
cional La Nación. En el año 2008, con motivo de su falleci-
miento, ambos periódicos publicaron notas en homenaje a
su labor.25 Con esta información, se puede argumentar que
este autor estaba inmerso en redes de sociabilidad vincula-
das al ámbito académico del campo disciplinar de la historia
y la antropología, y sectores influyentes del agro pampeano.
Ambas pertenencias posibilitaron investir de prestigio y le-
gitimidad a su trabajo, y le proporcionaron los medios para
darle visibilidad.
En sus producciones, las escasas referencias sobre hallaz-
gos antropológicos y paleontológicos se limitan a informes
del siglo XIX, especialmente los trabajos de Ameghino y La-
fone Quevedo. En contraste, la presentación de documentos
tiene un lugar central en el proceso de validación de las in-
terpretaciones. Moncaut defendió la existencia de una his-
toria verdadera que “se escribe de una sola manera sobre la
base de hechos documentados, lo que no quiere decir que

25 La Nación, “Carlos Antonio Moncaut y su aporte a la cultura bonaerense”, 27 de diciembre de


2008. El Día, “Falleció el historiador Carlos Moncaut”, 23 de diciembre de 2008. En línea: <http://
tradicionesbonaerenses.blogspot.com/2009/01/carlos-antonio-moncaut.html>.

Capítulo 3. El pasado prehispánico en las narrativas de la historia local 139

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tenga que estar despojada de otros elementos que la tor-
nen atractiva, pero que no se contrapongan con la realidad
probada”.26 Devoto y Pagano (2009) señalan que la retórica
objetivista y la presencia de una metodología clara para el
uso de los documentos fue un rasgo distintivito fundamen-
tal en el proceso de legitimación y delimitación del histo-
riador profesional, sin que por esto la profesionalización se
convirtiera en un criterio excluyente de la actividad historio-
gráfica. Esto marca una distinción con lo que sucedió en la
arqueología, donde los coleccionistas y aficionados que no
se integraron a instituciones museísticas (Pupio, 2005) fue-
ron excluidos de la actividad mediante diversos mecanismos
(Londoño, 2003).
En Historia de la historiografía argentina, Devoto y Pagano
(2009) destacan que desde la década de 1930, la línea histo-
riográfica promovida por Levene, entre otras cosas, generó
espacios de participación social e institucional para historia-
dores profesionales, junto con diversos agentes de la socie-
dad civil. Así se promovieron los estudios históricos locales,
provinciales y regionales en asociación con estudiosos, afi-
cionados, coleccionistas, representantes del clero y del esta-
blishment político. En estos espacios, los procesos de profesio-
nalización e institucionalización disciplinar de las décadas
posteriores no restringieron la producción historiográfica al
campo académico, sino que se generaron espacios legítimos
para versiones polifónicas de la historia. Estos incluyeron
interpretaciones de diferentes historiadores, junto con el
trabajo de estudiosos, colaboradores y aficionados del inte-
rior. En lo que refiere a la producción historiográfica de la
provincia de Buenos Aires, el I Congreso de Historia de los
Pueblos, organizado en 1950 por el Archivo Histórico Pro-
vincial de Buenos Aires, inauguró una prolongada tradición

26 La Nación, “Estancia histórica”, por Carlos A. Moncaut, correo de lector, 1 de abril de 2006.

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que convoca a historiadores y estudiosos y da cabida a “todas
las expresiones e inquietudes históricas relacionadas con la
búsqueda y recuperación de la memoria bonaerense” (2009:
192). En esta misma línea también se sitúa la revista fundada
en 1967 por Félix Luna: Todo es Historia. En esta revista Mon-
caut realizó dos publicaciones durante 1994.
Las publicaciones destinadas a la difusión tienen la par-
ticularidad de sintetizar, reorganizar y presentar conoci-
mientos a una variedad de audiencias, incluyendo la pro-
pia comunidad disciplinar. Estos textos pueden pensarse
como meta-narrativas que permiten a los autores escribir
revisiones, síntesis, expresar más ideas y especular sobre
sus propios trabajos, sin los apremios que tiene los textos
académicos. Por estos motivos, Hochadel (2009) propone
que el dominio público es un espacio de creación que am-
plía los espacios tradicionales de las discusiones sobre las
teorías científicas (revistas especializadas y congresos) y
cumple un rol importante en el proceso de construcción de
consenso sobre las ideas en discusión. En el caso de Mon-
caut, son los distintos sectores del ámbito público quienes
invisten su trabajo de prestigio y autoridad. Por ejemplo,
en el marco de los festejos del Bicentenario de Chascomús,
el diario El Cronista realizó una edición especial en la que
menciona a Moncaut como parte de los “talentos nutridos
en tradiciones camperas, que se encuentran vinculados al
pueblo por sus trabajos en lo que refiere a la cultura y en
especial a las tradiciones de nuestro ambiente campero”
(1979). De la misma manera, en La Nación se menciona que
a lo largo de su vida Moncaut:

Fue declarado “Ciudadano Ilustre” por el Concejo Delibe-


rante platense y Miembro de Número de la Academia Ar-
gentina de la Historia. Además recibió el premio “José María
Rey” de la Municipalidad de La Plata (1970), el Gran Premio
Consagración de la SEP (1980), el premio Cóndor 95 de la

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Asociación “Estampas y Memorias”, y el premio Santos Vega
de Plata (2007), entre otros.27

Reivindicado dentro del campo de la historia y sancionado


dentro del campo de la arqueología, Moncaut es una figura
que da cuenta de las transformaciones disciplinares ocurridas
por los procesos de profesionalización. Su presencia en la lo-
calidad fue constante a lo largo del tiempo; participó de redes
oficiales hasta que, con la introducción de la arqueología pro-
fesional, se cambiaron las reglas del juego y se redefinieron los
sujetos autorizados a participar en la misma. Como se descri-
be más adelante, este proceso estuvo signado por relaciones
de conflicto con el equipo de arqueología. Desde entonces, la
visibilidad pública de su actuación en Chascomús comenzó a
limitarse, aunque continúa trabajando con coleccionistas lo-
cales. En algunos casos, se establecieron relaciones duraderas
de amistad y mutua colaboración. Al respecto, una coleccio-
nista, recordando a Moncaut, nos contó:

—Él pasaba, siempre, siempre cuando estudiaba los pájaros, tam-


bién iba a Mar de Ajó, a esos lugares. Y a mí me encantaba, porque
era la única persona que podía hablar, porque decía las cosas de
acuerdo a cómo escuchaba, entonces, vos hablás y te sentís cómoda
con una persona que más o menos... Ahora, como ser, vienen otros:
“¡ah, qué lindo eso para un collar, para una cosa!”, ¿viste? Porque
es una persona que más o menos te explica, que sabe, que le da el
valor que realmente tiene. Decía un artículo que había salido, que al
que tenía cosas se las decomisaban, se las guardaban (...)
—¿Y se aprende con los objetos?
—Sí, sí, sí. Y yo digo, si en la época mía hubiese habido computa-
doras... Yo no tengo, pero pueden sacar informes, pero veo cosas que
antes eran inalcanzables. Yo comencé a aprender desde que vino

27 La Nación, “Carlos Antonio Moncaut y su aporte a la cultura bonaerense”, 27 de diciembre de 2008.

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Moncaut, si no, iba a seguir guardándolos igual, pero no sabiendo
bien la utilidad.28

Mientras mostraba sus colecciones la entrevistada expli-


có, refiriéndose a las lascas, que comenzó a juntarlas cuando
Moncaut le advirtió que también eran producto humano. En
estas charlas informales, el estudioso instalaba ideas y pre-
guntas en torno a determinados objetos (como los anzuelos),
compartiendo y haciendo partícipe al coleccionista de los te-
mas que estaba considerando sobre los materiales. Con sus
sesgos, las producciones de Moncaut contribuyeron a incluir
a las poblaciones prehispánicas de la localidad dentro de la
narrativa de la historia regional. Sus publicaciones circularon
tanto en ámbitos especializados como de difusión de la histo-
ria bonaerense, convirtiéndose en parte de la bibliografía de
referencia cuando se pregunta por la historia local. Además,
al igual que López Osornio, este autor es usualmente referi-
do por coleccionistas, aficionados y diversos pobladores del
área rural. Cabe destacar que al coleccionar no solo se juntan
objetos sino también la información en torno a ellos. En este
sentido, Moncaut fue un ejemplo y un referente para otros
coleccionistas y aficionados.29
Un caso particular lo constituye una coleccionista aficiona-
da que recuerda con orgullo la ayuda de Moncaut para que
pudiera participar en el área cultural de los Torneos Bonae-
renses.30 El historiador ayudó a disponer “los materiales sobre

28 Entrevista realizada el 27 de enero de 2011.


29 Entrevista realizada el 15 de diciembre de 2009.
30 Los Torneos Bonaerenses son un evento anual que organiza el estado provincial desde 1981 (a partir
de 2008 se denominan Juegos Deportivos Buenos Aires). Se trata de una competencia de disciplinas
artísticas, culturales y deportivas, organizada en etapas (municipal, interregional, final), con el fin de
dar participación a “jóvenes” y “abuelos” de toda la provincia. Si bien la convocatoria principal se realiza
mediante instituciones educativas, los individuos pueden participar por intermedio de organismos
privados o estatales que los representen (en el caso de “abuelos” esto incluye escuelas de adultos,
centros de educación física, clubes, centros de fomento, centros de jubilados, instituciones barriales,

Capítulo 3. El pasado prehispánico en las narrativas de la historia local 143

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un fieltro rojo, con letreros, así los presenté en los bonaeren-
ses y gané, pero luego se prohibió participar”; la colección y
su formadora fueron explícitamente premiadas por el estado
provincial, el que luego las excluyó mediante la amenaza: “el
que tenía cosas se las decomisaban, se las guardaban”.31
La prohibición a la que refiere la entrevistada se vincula
directamente con el proceso de profesionalización de las in-
vestigaciones arqueológicas en la provincia de Buenos Aires,
iniciado a mediados del siglo pasado. Junto con la legitima-
ción del profesional, este proceso trajo aparejada la asunción
de responsabilidades éticas e institucionales con respecto a
la gestión del objeto de conocimiento, conceptualizado en
términos de patrimonio arqueológico (Merriman, 2004). Así,
se organizaron nuevos modos de participación y exclusión de
agentes e instituciones locales y no locales, en relación con
el conocimiento y la materialidad prehispánica. En las expe-
riencias de la entrevistada se pone de manifiesto el conflicto
implicado en este traspaso de la legalidad a la ilegalidad de
prácticas, sujetos y objetos; entre ellos, el historiador y colec-
cionista Moncaut. En el momento en que se inició la arqueolo-
gía profesional en Chascomús (mediados de 1980), estas ten-
siones devinieron en problemas con los nuevos profesionales
y el museo local en tanto institución mediadora y beneficiaria
de las nuevas formas de hacer arqueología.
Sin embargo, en algunos lugares del ámbito rural, estas
delimitaciones profesionales no inhabilitaron la autoridad y
prestigio de Moncaut. Inclusive en una ocasión, el historia-
dor excavó en el área donde los arqueólogos profesionales
venían trabajando. Al respecto, es interesante la mirada de
un habitante del campo que fue testigo del conflicto y obser-
vó el trabajo de ambos agentes:

comercios, fábricas, asociaciones de beneficencia, Iglesias, sindicatos), o como representantes del


propio municipio. Para más información: <http://www.juegos.gba.gov.ar/>.
31 Entrevista realizada a coleccionista, 24 de enero de 2011.

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Como era escritor, yo lo había leído poco, ¿viste? Había leído
la historia del río Salado, nada más. Y bueno, él se presentó,
me regaló los libros de él, yo estaba chocha... cuando le digo
a Isabel (...) él desvalorizaba el trabajo de Isabel, se puso a
excavar en el mismo lugar, ella lo denunció, le prohibieron
volver, duró poco, nunca más (...) los libros de él eran de la
historia del rio Salado, de la zona, es interesante el de los je-
suitas (...) él anduvo mucho tiempo por toda esta zona. Decí
que es interesante lo que el escribió. Lo que pasa es que ahí...
de contrabando, se vino a excavar justo esos sitios... podría
haber ido a otra parte y no justo ahí.32

Lo que llama la atención es que la diferenciación entre


ambos agentes, el coleccionista y el arqueólogo profesional,
se propone a partir de la falta cometida por Moncaut al en-
gañar y no cumplir con normas de respeto del trabajo del
otro. A los ojos del entrevistado, las formas de trabajo en el
campo y el título profesional no son aspectos que diferen-
cien a ambos agentes, dado que ambos llegan a los vestigios
materiales. El implícito, en esta mirada, se relaciona con el
carácter que se adjudica a la arqueología y la importancia
de los hallazgos materiales. Aspectos que también se repro-
ducen en las propuestas de Luzian y Lahourcade (en su
primer trabajo), ya presentados en la primera parte de este
capítulo. En la perspectiva de estos estudiosos, la arqueo-
logía se presenta como una aventura de espíritus inquietos
que hizo posible el conocimiento de lo desaparecido. Las
iniciativas de coleccionistas se observan como una acción
positiva, a imitar y promover. En el caso de Moncaut, no se
pudo conocer si el objetivo de la colección se vincula con
la docencia, la investigación o la mercantilización de las
mismas. Lo que sí es posible afirmar es que la materialidad

32 Entrevista realizada el 10 de marzo de 2011.

Capítulo 3. El pasado prehispánico en las narrativas de la historia local 145

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no fue utilizada como objeto de análisis ni como fuente de
conocimiento. En el caso de Luzian, se destaca, simplemen-
te, como acción que lleva al conocimiento, y cuya defensa
se comprende teniendo en cuenta su contexto histórico y
su propio carácter autodidacta. En el caso de Lahourcade,
historiadora y profesora profesional, el coleccionismo se
promueve como actividad didáctica que posibilita una
forma de aprendizaje significativo, dado que conlleva una
aventura inolvidable:

Los mayores tomaron cartas en el asunto, y se acabó la fies-


ta. Otras manos se encargaron de continuar la faena y se
quedaron con el resto del botín, pero los alumnos de pri-
mer año de la Escuela Normal aprendieron de la forma más
práctica y más real que la laguna de Chascomús es un gran
cementerio de especies prehistóricas, tal cual lo supieron
los grandes naturalistas que en el siglo pasado trabajaron a
lo largo de sus riberas. Ellos fueron nada menos que Fran-
cisco Javier Muñiz, Francisco Moreno y Ceferino Girado.
(1985: 13)

De la misma manera, en 1996, esta investigadora envió


una nota al diario El Imparcial para reflexionar sobre la no-
ticia de un hallazgo arqueológico en Chascomús. A con-
tinuación se transcriben partes de la misma. Se trata de
una nota significativa, dado que en ella se hace presente
una tensión que es parte del modo de hacer arqueología
en la provincia de Buenos Aires: En su reflexión, la histo-
riadora define a los hallazgos como tesoros y pone en el
mismo plano a los naturalistas del siglo XIX, coleccionis-
tas, aficionados y arqueólogos profesionales. Cabe destacar
que la legitimidad de la acción descansa en la certeza de
que la sola presencia del objeto es suficiente para generar
conocimiento:

146 Virginia M. Salerno

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En el campo de la arqueología, como en tantos otros, Chasco-
mús es privilegiado. Basta recordar los trabajos del pionero,
el doctor Francisco Javier Muñiz (...) los afanes del Perito
Moreno recogiendo fósiles en Vitel, y también el grupo de
naturalistas y arqueólogos que, desde la estancia patricia de
los Girado, desenterraron el tesoro inmenso que yacía en la
cuenca del Salado.
Pero la actividad arqueológica de Chascomús, no se agota
en el siglo pasado, sino que ha renacido con nuevo vigor.
Desde 1985, Chascomús es sede del Proyecto “Geoarqueoló-
gico del Partido” propiciado conjuntamente por el Instituto
de Ciencias Antropológicas de la Facultad de Filosofía y Le-
tras y el Museo Pampeano. Con motivo de este Proyecto, a
partir de 1889, en seis oportunidades se han celebrado las
“ jornadas de arqueología” que despertaron inquietudes en
grandes y chicos.
Toda esta actividad rinde hoy sus frutos: cuatro estudian-
tes, amantes de este difícil pero apasionante mundo de la
arqueología, han dedicado sus vacaciones al trabajo de cam-
po, y con todo éxito han hallado un rico yacimiento de restos
fósiles, con el que están trabajando. (...) Muchas voluntades
se han unido para ayudarlos: la Dirección de Cultura del
Museo Pampeano e Instituto Historiográfico, que brindaron
ayuda material y técnica, se sumó la desinteresada y valiosa
colaboración de la Estación Hidrobiológica (...) Es una ma-
ravilla para Chascomús contar con un grupo de estudiantes
y aficionados apasionados por esta difícil tarea de sacar a la
luz los restos del pasado.33

33 El Imparcial, 11 de enero de 1996.

Capítulo 3. El pasado prehispánico en las narrativas de la historia local 147

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Recordar, mirar, contar desde y para el “Chascomús nuestro”
En lo que sigue de este capítulo se presentan otras na-
rrativas sobre el pasado, elaboradas y puestas a circular en
el ámbito local durante los últimos veinticinco años. Se
presentan y analizan dos perspectivas organizadas en con-
textos socio-históricos diferentes. Un caso corresponde a
eventos promovidos desde el ámbito oficial a mediados de
la década de 1990 y hasta la actualidad; otro es el de un co-
lectivo cultural cuya actuación se sitúa entre 1986 y fines de
la década de 1990. Ambos casos se caracterizan por promo-
ver una amplia participación de agentes locales. El grado
de formalidad y la manera en que se organizaron saberes
en torno a la historia local los hace incomparables. Se trata
de unas Jornadas de Historia Local y de un Movimiento de
Artistas y Artesanos (MAYA). En las jornadas, las produc-
ciones se formalizaron en resúmenes archivados en el Ins-
tituto Historiográfico, mientras que las producciones del
MAYA se formalizaron mediante diversos eventos cultura-
les y folletos que en la actualidad se conservan en ámbitos
privados. Para el análisis de estos materiales, se realizaron
entrevistas a distintos participantes de los eventos, se revi-
saron las publicaciones referidas al tema en medios masi-
vos locales, folletos y registros de actividades (públicos y
privados) facilitados por los entrevistados. Además, en el
caso de las Jornadas de Historia Local se incluyen registros
de observaciones participantes.
Se trata de propuestas fragmentarias en contenido y en
posibilidades de enunciación. En contenido, porque cada
una de estas formulaciones aborda ciertos temas, personajes
o instituciones sin llegar a construir una narrativa comple-
ta. Además, estas selecciones se pronunciaron en referencia
a las propuestas oficiales. Gran parte de las perspectivas or-
ganizadas en las Jornadas de Historia Local resultaron en
reproducciones y resignificaciones de ciertos aspectos de la

148 Virginia M. Salerno

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narrativa oficial —personajes, situaciones y eventos que se
reorganizan dentro de una trayectoria ya establecida—. En
cambio, las propuestas del MAYA se organizaron como un es-
pacio de discusión de la cultura e historia lugareña alternativo
a las propuestas “oficiales”.
Como toda lectura del pasado, estas perspectivas cobran
sentido teniendo en cuenta los contextos particulares en
los que se pronunciaron. Por esta razón es importante re-
cordar ciertos procesos que tuvieron lugar en los últimos
veinticinco años, que son significativos porque propulsaron
particulares formas de acercamiento al pasado. Por una
parte, el año 1983 marca el inicio de un nuevo período en
el que la democracia se erigía con un sentido de ilusión,
como la base sobre la cual se construirían nuevas relacio-
nes sociales y políticas (Romero, 1998). A diferencia de lo
que había sucedido en los distintos retornos a la democra-
cia durante el siglo XX, el regreso al orden constitucional
de 1983 fue vivido como una “verdadera refundación” bajo
las consignas de modernización cultural, participación
amplia, pluralismo y rechazo de todo dogmatismo (Brown
y Fernández Hasan, 2005). Así, la activa y amplia partici-
pación social que acompañó el gobierno de Alfonsín se
fundamentó en las grandes expectativas depositadas en la
promesa democrática. En busca de remover el autoritaris-
mo de las instituciones, prácticas y formas de pensamiento,
este gobierno trabajó, principalmente, para generar espa-
cios de participación de la sociedad civil con políticas cul-
turales y educativas (Romero, 1998). En el municipio de
Chascomús, esta refundación implicó una serie de modifi-
caciones en las instituciones, entre las cuales se incluyen las
modificaciones del Museo Pampeano que se abordan en el
siguiente capítulo.
Distintos agentes sociales confluyeron en la revisión del
lugar de la cultura y la historia. En el ámbito educativo,
fueron significativas las propuestas dirigidas a incluir la

Capítulo 3. El pasado prehispánico en las narrativas de la historia local 149

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“prehistoria de los pueblos aborígenes en los lineamientos
curriculares de educación básica” y la afirmación del mo-
delo pluricultural para pensar la nación (Podgorny, 1999a:
7). El lugar de las poblaciones indígenas en las historias
nacionales del continente americano fue un tema que tuvo
amplia visibilidad pública en los años previos a las accio-
nes recordatorias del quinto centenario —en 1992— de
la llegada de hispanos al continente americano (Dussel,
1994). Desde mediados de la década de 1990, en el mar-
co de la crisis general del orden neoliberal imperante, el
pasado cobró importancia como fuente de cultura y como
última referencia frente a la inestabilidad, convirtiéndo-
se en un bien “consumible equilibrador de ciertos déficit
de simbolismo y pertenencia que comportan los tiempos”
(Ballart, 1997: 127). Una de las implicancias de estas for-
mas de acercamiento a la historia fue la activación de cri-
terios de valor de la información, de materiales históricos
y arqueológicos asociados más con el potencial de promo-
ción y proyección turística que con la generación de nuevo
conocimiento sobre el pasado prehispánico (aspectos que
para el caso de Chascomús se desarrollan más adelante en
este libro).
En Chascomús, la crisis de la década de 1990 se reflejó
en el aumento del desempleo, de pobreza y de ciudadanos
locales que viajaban a otros centros urbanos para trabajar.
La población urbana aumentaba como consecuencia de
procesos de migración interna —desde el conurbano bo-
naerense a sectores periféricos— en busca de un hábitat
más “seguro” (Salerno, 2008). El crecimiento sostenido de
barrios privados reflejó, en la configuración espacial, la
profundización de la desigualdad económica y social (Díaz,
2010). En este marco, se impulsaron diversos mecanismos
que permitieran definir narrativas sobre la historia del de-
sarrollo local, acordes a las políticas, acciones y proyectos
oficiales aplicados en el territorio. Una de las estrategias

150 Virginia M. Salerno

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seguidas con este propósito fue la activación y promoción
de encuentros que involucraron la participación de agentes
locales en la revisión y promoción de la historia local. Fue
así que, durante la primera década del siglo XXI, se cele-
braron en la localidad un total de once eventos de este tipo
(ver Tabla 3.1), junto a foros de participación ciudadana
para generar documentos de base y delinear las futuras es-
trategias para el desarrollo local.
Esta tendencia se tradujo, en los diarios chascomunen-
ses, en un mayor caudal de notas con temas vinculados a la
historia local, el desarrollo turístico de la ciudad, la nece-
sidad de conservar o no la identidad ciudadana, y los bienes
que hacen al patrimonio cultural de Chascomús (Salerno,
2008). El diario El Argentino construyó un discurso que de-
fendió los intereses de la élite conservadora local mediante
la reafirmación de la historiografía oficial local y la pro-
puesta de “preservar el tradicionalismo que identifica a los
ciudadanos chascomunenses”.34 Las notas de este diario
pusieron el acento en la valoración de la arquitectura colo-
nial. En cambio, el resto de los diarios locales promovieron
una posición reflexiva en torno a la importancia del cono-
cimiento del pasado local y regional. Con este fin, incorpo-
raron dentro de la selección temática contenidos referidos
a la historia local. Tal como señala una nota de El Imparcial,
la idea que subyace en estos posicionamientos es que “co-
nociendo nuestro pasado histórico y cultural se afianzará
nuestra idiosincrasia”.35 En el caso del diario El Fuerte, los
contenidos históricos se incluyeron dentro de una “Guía
del Turista”, junto con información comercial.

34 El Argentino, 13 de julio de 2003.


35 El Imparcial, 7 de noviembre de 1995.

Capítulo 3. El pasado prehispánico en las narrativas de la historia local 151

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Año Denominación del encuentro Instituciones organizadoras
1998 I Encuentro de Fotografía Antigua de Dirección de Patrimonio Histórico, Museo
Chascomús y la Cuenca del Salado Pampeano e Instituto Historiográfico
1999 I Jornadas de Historia de Chascomús Dirección de Patrimonio Histórico, Museo
y la Cuenca del Salado Pampeano e Instituto Historiográfico
2000 VI Jornadas de Arqueología Dirección de Patrimonio Histórico, Museo
Pampeano e Instituto Historiográfico
2000 XXXVIII Encuentro Regional de Histo- Cátedra Dr. Arturo Jauretche del Archivo
ria Bonaerense y Museo Histórico del Banco Provincia
de Buenos Aires, Instituto Nacional de
Investigaciones Históricas Juan Manuel
de Rosas, y Municipalidad de Chascomús
2001 II Jornadas de Historia de Chascomús Dirección de Patrimonio Histórico, Museo
Pampeano e Instituto Historiográfico
2004 III Jornadas de Historia de Chascomús Dirección de Patrimonio Histórico, Museo
y I Jornadas de Historia de la microre- Pampeano e Instituto Historiográfico
gión del Río Salado
2005 I Jornadas de Historia de la Diócesis Dirección de Patrimonio Histórico, Museo
de Chascomús Pampeano e Instituto Historiográfico
2008 II Encuentro Bonaerense de Memoria Archivo Histórico de la provincia de Bue-
e Historia Oral nos Aires Ricardo Levene, Instituto Cultu-
ral de la provincia de Buenos Aires
2009 IV Jornadas de Historia de Chasco- Dirección de Patrimonio Histórico, Museo
mús Pampeano e Instituto Historiográfico
2011 I Jornadas de Historia y Patrimonio Círculo de Historiadores e Investigadores
del Samborombon del pago del Samborombon, Municipios
de Chascomús y Brandsen

Tabla 3.1. Eventos organizados durante la última década del siglo XXI
en la localidad de Chascomús, con temas de historia local y regional.
Información elaborada a partir de Memorias de Actividades de la Di-
rección de Patrimonio Histórico, Museo Pampeano e Instituto Historio-
gráfico, correspondientes al período 1998-2011, actas y carpetas con los
resúmenes de los trabajos de cada encuentro. Instituto Historiográfico.

152 Virginia M. Salerno

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Jornadas de Historia Local
En los siguientes párrafos se analizan los seis eventos de
los años 1999, 2001, 2004, 2008, 2009 y 2011 (ver Tabla 3.1).
Estos tienen en común la amplitud del tema (distintos as-
pectos de la historia local) y los requisitos mínimos solicita-
dos a las exponentes. De esta manera, agentes con diversas
trayectorias y posibilidades de enunciación (ensayistas, afi-
cionados, investigadores y estudiantes, entre otros) pusieron
en discusión diversos temas y lugares vinculados con la his-
toria de la localidad. La revisión de los trabajos presentados
en estos espacios es otra vía para considerar el proceso de
selección de ciertos eventos, historias de vida, lugares espe-
cíficos, como parte de las trayectorias históricas lugareñas
susceptibles de ser valoradas, y recordadas u olvidadas. Se
trata de miradas, sentimientos e ideas construidas desde y
para la localidad.
Como puede verse en la Tabla 3.1, la organización de es-
tos encuentros se realizó con el aporte de agentes e institu-
ciones de diferentes lugares. Estas asociaciones no solo dan
cuenta de las redes en las que participan los agentes locales
involucrados, sino que también ponen de manifiesto diver-
sas estrategias utilizadas para situar la historia local en un
contexto mayor.36 Así, las jornadas de 2004 se propusieron
como III Jornadas de Historia de Chascomús y I Jornadas
de Historia de la Microregión del Río Salado. Los trabajos
presentados en ese momento corresponden a agentes de
Chascomús y de localidades cercanas: Ranchos, Brandsen y

36 Las políticas asociativas intermunicipales que se impulsaron en la provincia de Buenos Aires desde
mediados de la década de 1990, son parte de estrategias desarrolladas desde los municipios ante la
carencia de políticas nacionales o provinciales de desarrollo (Villar, 2007). Al respecto, Villar señala
que estas políticas se consolidaron en una amplia gama de cuestiones, que van desde planificaciones
estratégicas, compras conjuntas, administración de rutas, construcción de obras hidráulicas, viales y de
gas, y promoción del turismo, entre otras.

Capítulo 3. El pasado prehispánico en las narrativas de la historia local 153

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Lezama. Lo mismo sucedió en las jornadas de 2011, organi-
zadas en conjunto con el municipio de Brandsen, impulsan-
do un enfoque regional.
Además, las cuatro Jornadas de Historia de Chascomús
(celebradas en 1999, 2001, 2004 y 2009), se organizaron en
fechas significativas de la localidad. En el caso de las jorna-
das de 1999, se cumplían doscientos veinte años del aniversa-
rio de la ciudad. En ese momento, la Dirección de Patrimo-
nio Histórico del municipio estaba a cargo de la profesora
Alicia Lahourcade, quien no solo se propuso “generar un
amplio movimiento de interés por la historia de Chasco-
mús”, sino también habilitar un espacio en el cual investiga-
dores locales compartieran sus trabajos referidos a “hechos
y personajes del pasado local”.37 La importante aceptación
pública de estas jornadas puede vincularse al prestigio de la
organizadora, así como también al hecho de que fueron las
primeras. Los balances del evento no se limitaron al cierre
de las mismas; cada diario publicó sus propias reflexiones. El
Cronista se focalizó en la calidad de los trabajos presentados:

Feliz Iniciativa. El nivel de los trabajos presentados jerarqui-


zó la primera jornada de historia. (...) el público que colmó
el Salón de los Espejos (...) la presentación de numerosos tra-
bajos que reflejaron diversos aspectos de nuestra historia.38

En cambio El Imparcial, desde una perspectiva menos ex-


cluyente en cuanto a los modos de producción de la historia,
festejó en un editorial la participación de distintos agentes
en las jornadas, y planteó como una necesidad la falta de
manuales escolares que aborden distintos aspectos de la his-
toria lugareña:

37 Memorias de actividades de 1999. Dirección de Patrimonio Histórico, Museo Pampeano e Instituto


Historiográfico.
38 El Cronista, 16 de mayo de 1999.

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La historia de la ciudad vista a través de sus escritores, na-
rradores, investigadores y convecinos que hacen docencia en
este tema, resulta cautivante para todos aquellos que tienen
oportunidad de leer o escuchar cómo se sucedieron los he-
chos a lo largo de la bicentenaria vida de esta región lagu-
nera (...) no es nueva esta idea de insertar en las escuelas
la historia de Chascomús y que hay establecimientos educa-
cionales que dictan clases al respecto. De lo que se trata es
de ampliar este horizonte que servirá para profundizar los
conocimientos de la tierra en que vivimos.39

El diario El Argentino también dedicó una nota editorial al


tema, reflexionando sobre el uso de las fuentes de informa-
ción. Primero este diario destaca sus propias publicaciones
como:

La exclusividad de la fuente informativa, la única existente


aquí para historiar los acontecimientos de cien años a esta
parte (...) el diario ha sido reiteradamente citado en los nu-
merosos trabajos presentados a las I Jornadas de Historia de
Chascomús, lo que nos agrada.40

Luego critica un trabajo presentado por un estudiante


universitario vinculado a familias chacomunenses, en el que se
analiza el discurso del diario en distintos momentos de su
historia. Para desestimar el trabajo, el redactor utilizó dos
argumentos: la falta de seriedad del autor, e indirectamente la
falta de reciprocidad y buena fe de las instituciones que le facili-
taron el material para realizar el estudio:

Sabíamos entonces [refiriéndose a 1981, momento en que


donaron la colección del diario al Instituto Historiográfico]

39 El Imparcial, 24 de junio de 1999.


40 El Argentino, 16 de mayo de 1999, nota editorial.

Capítulo 3. El pasado prehispánico en las narrativas de la historia local 155

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que poco teníamos que ganar y solo quisimos resguardar
un principio de reciprocidad y buena fe, que del lado de
EL ARGENTINO ya estaba acreditada con el gesto. Pero
restaba saber si de la otra parte siempre sería así (...) Como
para hacer algo serio debe haber consultado la fuente y
aquí no le conocemos la cara, debemos pensar que ha sido
en el Instituto Historiográfico donde obtuvo tal fuente do-
cumental. Que le aproveche y nada hay que nos cause ver-
güenza, excepto algunos pecados o escritos de juventud.
Tampoco hacemos recriminación al Instituto si es que ha
sido de esta manera, porque los diarios están para la con-
sulta. Pero no podemos obviar la molestia y la descortesía
que produce el fisgoneo, investigando en el pensamiento
de tres generaciones familiares para criticarlas, aunque sin
poder evitar dejar de reconocer una línea de consecuen-
cia. Lo cual es, a nuestro juicio bueno: por lo menos, no
nos damos vuelta.

Estos argumentos llaman la atención en tanto no se dis-


cute directamente el contenido del trabajo en cuestión, sino
la relación sujeto/objeto de estudio. Al verse objeto de aná-
lisis, la exclusiva fuente informativa discute la primacía de la
participación del objeto (en este caso los redactores del dia-
rio) en la investigación, como una vía indispensable para
construir la validez de los datos generados. En el resto de los
diarios, la polémica fue aludida de forma indirecta y sin dar
espacio u omitir mayores comentarios al respecto. En nin-
gún caso se discutió que la selección temática y la autoridad
de los trabajos se construyan menos en la metodología apli-
cada para el estudio, que en el testimonio de los participan-
tes sobre un acontecimiento, historia institucional, familiar
u otros. Por estos motivos, puede decirse que el conflicto se
deriva del hecho de la existencia de diferentes parámetros
de valoración y legitimidad de la investigación. Mientras
que para el autor del trabajo discutido la legitimidad del

156 Virginia M. Salerno

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mismo se funda en la metodología y marcos de referencias
provenientes del campo disciplinar, para una parte de los
agentes participantes la legitimidad se construye por la par-
ticipación de los protagonistas.
Dentro de esta última lógica, tiene sentido considerar que
un análisis sobre el discurso del diario es una forma de fis-
goneo que invade la privacidad de tres generaciones familiares,
y que es una total falta de seriedad que se realice sin conocer
la cara de los redactores. De la misma manera, se entiende
el argumento de la falta de buena fe en el hecho de que se
facilitara la información para su consulta. Se trata, en últi-
ma instancia, de distintas formas de acercarse al relato his-
tórico y de elaborar la escritura de la historia (De Certeau,
1993). En los encuentros posteriores no hubo exposiciones
de temas que pudieran tornarse polémicos y gran parte de
los trabajos presentados fueron testimoniales. Consideran-
do estos aspectos, surge la pregunta sobre el valor modélico
que pudo tener este conflicto para la organización de las
siguientes jornadas.
Con el mismo espíritu que este primer encuentro, y en
busca de perspectivas conciliadoras de la historia local, las
gestiones posteriores de la Dirección de Patrimonio, a cargo
de la museóloga Alejandra Bilbao, organizaron los siguien-
tes encuentros. Toda la información previa a estos eventos
fue sistemáticamente publicada en los diarios locales, inclu-
yendo los programas con el cronograma de presentaciones,
y en algunos casos, con el título y autor de cada trabajo. En
general se repiten los textos de los boletines municipales ela-
borados en la Dirección de Patrimonio, y registrados en las
Memorias de Actividades Institucionales. A continuación se
transcribe, a modo ilustrativo, las convocatorias de las I y IV
Jornadas de Historia de Chascomús: 41

41 Ambas convocatorias publicadas en diarios locales. Memorias de Actividades de la Dirección de


Patrimonio Histórico, Museo Pampeano e Instituto Historiográfico.

Capítulo 3. El pasado prehispánico en las narrativas de la historia local 157

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Podrán presentarse no solo trabajos de investigación exhaustiva,
sino también estudios breves sobre hechos puntuales, anecdota-
rios o simples relatos que rescaten el pasado. (I Jornadas, 1999)

Dado el objetivo de la jornada, que es conocer y difundir la


historia de Chascomús a través de hechos, personajes e insti-
tuciones, desde el área convocante se destaca la importancia
de la participación con distintos aportes. Podrán presentarse
desde investigaciones exhaustivas, hasta estudios breves sobre
hechos puntuales, anecdotarios o simples relatos que rescaten
la historia local, basados en documentos escritos, orales o con-
frontación de ambos; trabajos o investigaciones que estén en
proceso y puedan ser transmitidos a la comunidad. También es
una excelente oportunidad para las distintas entidades como
las sociedades de fomento u organizaciones de la comunidad,
que hayan comenzado a recopilar sus datos fundacionales e his-
toria, para exponerla ante sus convecinos. (IV Jornadas, 2009)

En suma, lo que se busca argumentar es que la participa-


ción en estos espacios no solo fue facilitada por los escasos
requerimientos en cuanto a la formación académica de los
autores; también fue impulsada por la visibilidad y prestigio
que conlleva la aparición del nombre de cada autor, con el
título de su trabajo en los diarios, en un evento que en todos
los casos es percibido como favorable y prestigioso. Además,
desde la perspectiva de agentes de la localidad, estos espa-
cios son una oportunidad para poner en valor instituciones
y proyectos culturales. En la Tabla 3.2 se observa la fluctua-
ción en la cantidad de trabajos presentados en las sucesivas
jornadas, y la cantidad de asistentes.
Como puede notarse, las primeras jornadas, realizadas en
1999, registraron la mayor cantidad de trabajos presentados. Si
bien en el resto de los encuentros la participación se redujo en
cantidad, se mantuvo constante en el tiempo, con una media
de dieciseis propuestas. A su vez, la diferencia entre cantidad

158 Virginia M. Salerno

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de exponentes y asistentes permite considerar la existencia de un
amplio grupo interesado en el tema de las exposiciones.
En todos los casos, la mayor parte de los exponentes fue-
ron estudiosos, trabajadores en el ámbito de la cultura, afi-
cionados o interesados en algún aspecto de la historia local.
En los encuentros de 2008 y 2009 hubo presentaciones reali-
zadas por grupos de estudiantes de escuelas secundarias.42
La presencia de profesionales fue minoritaria y correspondió a
agentes ligados a los organizadores del evento, por lazos insti-
tucionales y/o personales. Así, en todas las jornadas hay pre-
sentaciones realizadas por miembros del equipo de arqueo-
logía, por los profesionales de la Estación Hidrobiológica43

Tabla 3.2. Cantidad de asistentes y trabajos presentados en encuentros


sobre historia local. En el caso de las presentaciones de 2008, sólo se
contabilizaron los trabajos presentados por agentes de la localidad.

42 Memoria de Actividades de 2008 y 2009. Dirección de Patrimonio Histórico, Museo Pampeano e Instituto
Historiográfico. Registro de observaciones.
43 Desde 1943 funciona en la localidad una Estación Hidrobiológica que depende del Ministerio de Asuntos
Agrarios de la provincia de Buenos Aires. En ella se llevan a cabo actividades relacionadas con el cultivo de
pejerrey, estudios limnológicos e ictiológicos. En las Jornadas de Historia Local, los investigadores suelen
presentar trabajos vinculados a las transformaciones del ambiente lagunar y la historia de la institución.

Capítulo 3. El pasado prehispánico en las narrativas de la historia local 159

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y por la profesora Lahourcade —quien además promovió en
primer lugar la organización de los eventos—. Las jornadas
de 2008 fueron un caso diferente porque la propuesta de tra-
bajo (memoria e historia oral) y las instituciones vinculadas
con la organización excedieron las propuestas y objetivos refe-
ridos al espacio local de los encuentros previos. No obstante,
su información se incluye en este espacio porque de los 56
trabajos presentados, el 37,5% correspondieron a trabajos de
agentes de la localidad. Además, en los requisitos para la par-
ticipación se sostuvo la amplitud de criterios.
Los trabajos presentados son mayormente testimoniales
y basados en historias de vida y/o documentos que pertene-
cen a archivos familiares o están depositados en el Instituto
Historiográfico. La consulta a este último es usual en el caso
de los aficionados y estudiosos locales más familiarizados
con el trabajo de archivo44 y que, a lo largo de estos diez
años, participaron continuadamente en los encuentros. De
tal forma, la validez de los trabajos se construye en torno a
la fuente que trasmite el relato. Las únicas presentaciones
validadas a partir del análisis de objetos materiales fueron
las presentadas por el equipo de arqueología que trabaja en
la localidad. En términos generales, pueden diferenciarse
las presentaciones realizadas por autores situados en una
red más amplia de legitimación discursiva e institucional.
Esto se perfila en los criterios de selección de un tema, en el
lenguaje y soporte utilizados para la exposición, y el modo
de organizar la información. En 2008, esta distinción fue
más evidente por la cantidad de exponentes profesionales
de la historia y ciencias afines, en contraste con los agentes
locales. En esa oportunidad las exposiciones se organizaron
con mesas en simultáneo, y la mayor parte de los agentes
que abordaron temas referidos al ámbito local terminaron

44 Entrevista a trabajadora del archivo, 13 de julio de 2010.

160 Virginia M. Salerno

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exponiendo en un mismo espacio. Por ello, la diferencia en-
tre ambos grupos de agentes se tradujo en diferentes diná-
micas y formas de interactuar que se dieron en el espacio de
cada mesa de trabajo.45
Las presentaciones de los profesionales se organizaron en
función de un problema/tema construido en el marco de
un campo disciplinar, mientras que, en los otros casos, las
propuestas no necesariamente se organizaron en base a un
interés o problema consensuado previamente. Al respecto,
las sugerencias temáticas dispuestas en la convocatoria ofi-
cial inicial pudieron haber funcionado como ordenadores
y parámetros de la selección. Estas se mantuvieron dentro
de los mismos ejes temáticos, con diferencias mínimas que
incluyeron el agregado de nuevos temas, y cambios en el
modo de presentación de los mismos temas (ver Tabla 3.3).
En relación con la historia de las poblaciones prehispáni-
cas, puede verse una continuidad en la distinción entre los
primeros pobladores, vinculados al conocimiento arqueológi-
co, y la población aborigen, vinculada a la vida en la frontera.
En tanto primeros pobladores, las poblaciones prehispánicas se
hacen presentes como materialidad expuesta en el museo
y objeto de conocimiento científico. El rótulo de trabajos ar-
queológicos, que acompaña la convocatoria para este eje temá-
tico, excluye otras posibles formas de conocimiento respecto
de esa materialidad. De esta manera, tanto el tema como la
posibilidad de enunciación se convierten en patrimonio ex-
clusivo de los investigadores. Al respecto, cabe preguntarse
si la inclusión de esta categoría puede pensarse como una
forma que encontraron los organizadores locales para inte-
grar al equipo de arqueología, que al momento de la organi-
zación de la primera jornada llevaba quince años trabajando
en la zona.

45 Registro de observación participante, 2008.

Capítulo 3. El pasado prehispánico en las narrativas de la historia local 161

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I Jornadas (1999) IV Jornadas (2009)
Ámbito geográfico. La laguna, flora y fauna ídem
Los primeros pobladores. Trabajos arqueológicos ídem
La población aborigen. Rebeliones entre indios y Fundación, vida cotidiana, relaciones de distintas
cristianos en los tiempos previos al nacimiento de culturas, malones
Chascomús
La fundación del fuerte San Juan Bautista. Prota-
gonistas, vida cotidiana

- Época de Rosas, la batalla, personajes de la época


Autoridades: comandantes, alcaldes, juez de paz, ídem
corporaciones municipales, intendentes, comisio-
nados, concejales
La sociedad y sus estratos: comunidades extranjeras. La sociedad: comunidades extranjeras, barrios,
Los barrios. Sociedades de fomento. Las fiestas popu- sociedades de fomento, fiestas populares y cívicas
lares: kermeses, romerías, carnavales. Las fiestas cívicas

La economía: actividades agrícolas ganaderas, las La economía: actividades agrícolas ganaderas, las
estancias, las industrias, el comercio, gremios y estancias, las industrias, el comercio, gremios y
sindicatos, obras hidráulicas y viales, comunica- sindicatos, obras hidráulicas y viales, comunica-
ciones y trasporte. Crecimiento urbano y rural ciones y trasporte
La salud pública y la beneficencia, hospitales, mé- ídem
dicos, curanderismo
La vida religiosa. Curatos y parroquias y figuras de la La vida religiosa: edificios, sacerdotes, instituciones
iglesia católica. Templos y fiestas patronales. Otras religiosas, templos, fiestas patronales
manifestaciones religiosas

La vida cultural. La educación: instituciones, pro- Vida cultural: teatro, música, plástica, literatura,
fesores y maestros. Manifestaciones artísticas: fotografía
teatro, música, plástica y literatura. Biblioteca e
instituciones de fomento cultural Educación: instituciones, maestros, profesores,
edificios
Periodismo: escrito, radial y televisivo; sus expre- Periodismo: escrito, radial y televisivo
siones y cultores

Deportes: clubes deportivos. Deportistas destaca- Deportes: clubes y deportistas


dos en las diversas disciplinas

- Instituciones intermedias: bibliotecas, asociaciones


civiles y ONG

- Arquitectura y urbanismo
- Personajes chascomunenses

Tabla 3.3. Ejes temáticos sugeridos en jornadas de 1999 y 2004. En color,


los temas cuyo modo de formulación se modificaron.

162 Virginia M. Salerno

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Por su parte, las poblaciones aborígenes vinculadas a la vida
en la frontera son situadas, en la convocatoria de 1999, en
el marco de conflictos entre indios y cristianos en los tiempos
previos al nacimiento de Chascomús y separados del origen
de Chascomús, identificado con la fundación del fuerte de
frontera. En 2009 esta distinción se deja de lado; la mención
a las poblaciones prehispánicas se realiza a partir de catego-
rías como malón o “encuentros entre distintas culturas”. Los
ejes temáticos que incluyen personajes, instituciones espe-
cíficas o temas que den cuenta de la diversidad interna de
la sociedad, fueron referidos a poblaciones poshispánicas.
En cambio, las poblaciones prehispánicas son representadas
en estas convocatorias como un todo homogéneo, vincula-
das a momentos previos o al origen de Chascomús, pero sin
continuidad.
A lo largo del tiempo puede observarse un cambio en los
temas y la diversidad de propuestas formuladas. Para este
análisis, los trabajos presentados se agruparon en categorías
de acuerdo con los temas abordados. A partir de este agru-
pamiento, se confeccionó la siguiente tabla calculando los
porcentajes de cada categoría, con el fin de considerar la
recurrencia de ciertos temas (ver Tabla 3.4).
En todos los años, el tema con mayor representación per-
tenece a la categoría vida urbana. En ella se incluyeron las
propuestas que refieren a la historia de instituciones e in-
dustrias vinculadas a la vida urbana en distintos momentos
del siglo XX. Puede mencionarse, por ejemplo, un trabajo
realizado por estudiantes de la secundaria, sobre “la His-
toria de la Industria en Chascomús, a través de empresas
arraigadas en nuestra ciudad, como Gándara, Villa del Sur,
EMAPA, Atalaya y Fadecya, entre otras”.46 Además, dentro
de esta categoría tienen amplia representación los trabajos

46 El Fuerte, 4 de octubre de 2009.

Capítulo 3. El pasado prehispánico en las narrativas de la historia local 163

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sobre características e historia de los medios masivos loca-
les. Aspecto abordado, principalmente, mediante historias
de vida de periodistas, editores o fotógrafos de diarios y
radios. Otras instituciones que están representadas en esta
categoría son: Rotary Club, la Estación Hidrobiológica, el
Museo Pampeano, los bomberos voluntarios, escuelas, bi-
bliotecas populares, sociedades de fomento, instituciones
religiosas y espacios de participación política, entre otros.
A este grupo temático le sigue, en representación, las histo-
rias de vida de Inmigrantes radicados en la localidad. En este
caso, la mayor parte de los trabajos refieren a trayectorias
de vascos, italianos y españoles que arribaron en distintos
momentos, entre fines del siglo XIX y mediados del XX.
Esta categoría coincide con las propuestas oficiales de consi-
derar a la sociedad local como un conjunto de comunidades
extranjeras que aportaron al desarrollo de la historia local.
Un trabajo que aborda la migración desde otra perspectiva
se presentó en las jornadas de 2008. Con el título “Los lao-
sianos, últimos inmigrantes del siglo XX en Chascomús”,47

Tabla 3.4. Porcentajes de distribución de temas a través del tiempo.

47 Bilbao, M. A., Actas del II Encuentro Bonaerense de Memoria e Historia Oral, 2008.

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este trabajo no giró en torno a la introducción de nuevas
tecnologías, conocimientos o costumbres con las cuales
los inmigrantes, convertidos en un sujeto social estereoti-
pado, enriquecieron y modernizaron la localidad. En cambio,
este trabajo construyó un sentido diferente en torno a los
inmigrantes, vinculado con historias de vida de refugiados
que encontraron un lugar habitable. Así, la presencia de in-
migrantes permite afirmar el componente civilizado de los
chascomunenses, más en su carácter hospitalario que en
base a conocimiento y técnica incorporada.
Además, la vida cotidiana en el campo y las presentacio-
nes sobre el Ferrocarril del Sud son temas recurrentes en
todas las jornadas. En conjunto, las cuatro categorías que
reúnen personajes y acontecimientos de los siglos XIX y XX
(vida urbana, inmigrantes, estancias y vida cotidiana en el campo,
varios siglo XIX), conforman la mayor cantidad de trabajos
en los encuentros de los años 1999 (88%), 2008 (95%), 2009
(83%) y 2011 (75%). El año 2004 es diferente porque hay
una mayor diversidad de temas minoritarios y una mayor
cantidad de trabajos presentados por el equipo de arqueolo-
gía. En este caso, las categorías mencionadas reúnen al 50%
de los trabajos.
Dentro de los temas con baja representación pero con
continuidad en todos los encuentros, es lícito mencionar a
“El Fuerte San J. Bautista y la vida en la frontera durante el
siglo XVIII”. El mismo es objeto de reflexión con relatos que
resaltan el patriotismo, la valentía y religiosidad de las primeras
familias hispanas. Así, un trabajo presentado en las jornadas
de 1999 profesa:

Una revisión histórica nos servirá, de cara al año 2000, para


adquirir confianza en la fuerza que tenemos como familia,
para sobrevivir en la FE, a la violencia y a los miedos actua-
les. No demasiado diferentes de lo que sufrimos también
como familia en el pasado. Para formarla se exigió a sus

Capítulo 3. El pasado prehispánico en las narrativas de la historia local 165

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miembros un compromiso con otro y con la vida misma. La
gracia especial del sacramento nos ha venido acompañan-
do en muchas ramas continuamente durante los últimos
300 años.48

Este tema también es abordado por una parte de los tra-


bajos incluidos en la categoría inmigrantes; en ellos la genea-
logía familiar va desde “la Buenos Aires de fines del siglo
XVII a la inmensidad de la pampa argentina atravesando
todo el siglo XIX”. 49 Se mencionan historias de encuentros
con el mundo indígena, vinculadas a la vida en la frontera,
que reiteran las representaciones de los discursos oficiales
trabajados en la primera parte de este capítulo: el conflicto
y la dicotomía civilización- barbarie.
Finalmente, los temas con reducida representatividad
y sin continuidad en el tiempo son: historias de vida de
afroamericanos y las presentaciones de la categoría lugares,
que resaltan ciertos aspectos de la laguna, los monumentos
y los cementerios de la localidad, como espacios que con-
densan valores históricos y patrimoniales. Es lícito recor-
dar que la presencia de afroamericanos en la localidad es
referenciada mediante las historias de vida de las agentes
que tuvieron a su cargo la llamada Capilla de los Negros 50
o historias vinculadas con el Barrio del Tambor. Además,
este tema fue objeto de investigación de los trabajos desa-
rrollados por Lahourcade (1973 y 2008).
En la selección de temas para pensar el “Chascomús
nuestro”, predominan las experiencias y formas de vida

48 Casalins, Á., “Manual de una familia argentina. Tres siglos de compromiso con la Fe, con la vida y con la
tierra”, en Actas del I Jornadas de Historia de Chascomús, 1999.
49 De la Canal, R., “Materializando historias de la infancia”, en Actas del II Encuentro Bonaerense de
Memoria e Historia Oral, 2008.
50 Templo construído a mediados del siglo XIX y puesto en valor como parte del patrimonio histórico
(Lahourcade, 1973).

166 Virginia M. Salerno

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relacionadas con la vida cotidiana en la ciudad y en las
estancias. La presencia abundante de historias sobre in-
migrantes pone de manifiesto el reconocimiento e identi-
ficación de una parte de los pobladores locales con esta
variada herencia. Los trabajos presentados en la categoría
lugares, así como parte de las presentaciones referidas a la
vida en las estancias (aquellas que ponen el acento en la
arquitectura) y las historias de afrodescendientes, pueden
pensarse como una estrategia para dar visibilidad y poner
en valor ciertos espacios del paisaje local: el cementerio lo-
cal, la laguna y las construcciones coloniales.
En el siguiente apartado se reflexiona sobre las alterna-
tivas a la historia oficial elaboradas en el marco del MAYA.

Los cuatro abuelos

Surgido como aspiración luego del PRIMER Encuentro de


Actividades Creativas, profundizado durante el SEGUNDO,
y dispuesto a cristalizarse en este nuevo ámbito, nace el MO-
VIMIENTO DE ARTISTAS Y ARTESANOS DE CHASCO-
MÚS (MAYA).
Tenemos el propósito de mantener viva y en acción la feliz
experiencia de lo compartido y propio, gestado desde y por
nosotros. Guiados por su espíritu solidario y abierto, busca-
mos un cauce en el que las distintas expresiones de nuestra
cultura, la CULTURA LUGAREÑA, puedan manifestarse
en plenitud y crecer sin censuras ni criterios selectivos. De
este modo dejamos atrás arcaicas concepciones elitistas, des-
echando el individualismo vicioso que lejos de alentar, devo-
ra esfuerzos...51

51 Manifiesto del MAYA, 1986. Las mayúsculas son parte del original.

Capítulo 3. El pasado prehispánico en las narrativas de la historia local 167

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A mediados de la década de 1980, en el marco de las
exposiciones realizadas por un pequeño grupo de artistas
locales, se gestó la construcción de un espacio inclusivo de
intercambio. El resultado fue la formación del Movimiento
de Artistas y Artesanos de Chascomús (MAYA). Las diversas
manifestaciones elaboradas a partir de este colectivo resul-
tan de interés porque:

Tuvo que ver con el arte y tuvo que ver con la mirada de
la Historia. Nosotros veníamos de una cuestión muy Alicia
Lahourcade, muy qué sé yo y esta era otra mirada. Y como en
el MAYA había escritores que tenían otra mirada (...), escul-
tores, pintores, músicos, actores. (...) Mi enganche era más
que nada porque yo también escribía, algunas cosas las mos-
traba, otras no, pero era un poco desde ahí.52

Puede decirse que el MAYA fue acción colectiva. Los dis-


cursos de los entrevistados dan cuenta de estas diversas mi-
radas, consensos y disensos en el modo en que se definió,
en su desarrollo y su disolución. En parte esta pluralidad
tiene que ver con los posicionamientos de los entrevistados y
sus modos de participación en el movimiento. Estos últimos
aspectos abarcan una amplia gama que va desde los que se
reconocen a sí mismos y son reconocidos por otros como
parte del grupo gestor-fundador, hasta los que se reconocen
como participantes esporádicos, casuales, en los encuentros
anuales o en los talleres. Además, la diversidad de miradas
tiene que ver con la dinámica misma del movimiento, con
la resistencia a la individualización de lo creado en el colec-
tivo, y a la homogeneidad del colectivo sobre lo individual.
Para respetar este espíritu es importante destacar que, en
este espacio, la reflexión que se realiza en torno a ciertas

52 Entrevista realizada el 4 de agosto de 2010.

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manifestaciones del MAYA se elaboró a partir del manifies-
to, entrevistas y textos publicados en medios masivos locales,
y las entrevistas propias realizadas a aquellos miembros que
formaron parte del grupo gestor-fundador. Se asume que, a
pesar de que se trató de un movimiento colectivo cuyas de-
cisiones se tomaron en el marco de asambleas, la presencia
del grupo gestor-fundador tuvo una importante influencia en
la elaboración de los objetivos e ideales principales que guia-
ron la actuación del colectivo.
Esta suposición se basa en que estos fueron los únicos en-
trevistados que se reconocen a sí mismos como miembros
del MAYA y, con pocas excepciones, fueron parte del movi-
miento en sus casi doce años de duración. Además, ellos son
quienes conservan documentación sobre la organización
de los encuentros y las actividades realizadas. Las entrevis-
tas a otros agentes sirvieron para contextualizar y poner en
tensión ciertos aspectos generales. A diferencia del grupo
fundador, estos agentes limitan sus reflexiones a un deter-
minado período en el que circunscriben su participación en
el movimiento. Esto marca una distinción importante entre
los miembros del grupo fundador, quienes se reconocen a sí
mismos como parte del colectivo, y los agentes que se identi-
fican como participantes o adherentes individuales (“estuve
en el MAYA”).
No se propone aquí construir una narrativa sobre el ori-
gen y desarrollo del MAYA sino indagar sobre ciertos as-
pectos de su accionar que son aquí significativos. Mediante
sus prácticas, los integrantes de este colectivo expusieron
el carácter dinámico e histórico del concepto de cultura:
siempre negociable y en proceso de aprobación, discusión
y transformación. En sus diversas búsquedas, parte de los
integrantes asistieron a las I Jornadas de Arqueología. En
el año 1992 discutieron el modo en que se exponían los
materiales arqueológicos en el museo. Un caso particu-
lar está dado por una ceramista que terminó trabajando

Capítulo 3. El pasado prehispánico en las narrativas de la historia local 169

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en conjunto con el equipo de arqueología. Es importan-
te destacar que este grupo fundador estuvo conformado
por artistas (que transitaron una formación académica de
nivel superior) y trabajadores del ámbito de la cultura, cu-
yas redes de sociabilidad incluían instituciones artísticas y
educativas locales y no locales. 53 En distintos momentos el
MAYA contó con el apoyo de algunos medios masivos lo-
cales, instituciones escolares y diversas organizaciones de
la sociedad civil (principalmente barriales). Estas redes de
legitimidad y sociabilidad dan cuenta del prestigio y capi-
tal simbólico y político de los miembros del colectivo. Estos
fueron fundamentales para que el MAYA pudiera generar
vías no oficiales de exposición e impulsar y sostener el mo-
vimiento colectivo a lo largo del tiempo. Estas posibilida-
des de enunciación sitúan las narrativas elaboradas en el
marco del colectivo MAYA, en un nivel de fragmentación
mucho menor que las narrativas presentadas en el aparta-
do anterior.
La elección de los tres elementos que identificaron el mo-
vimiento se consensuó mediante asambleas. Estos fueron:
un nombre cuya sigla remite a una icónica civilización pre-
colombina, un logo con el dibujo de una paloma remitiendo
a la libertad, y un manifiesto donde se declaran objetivos y
principios.
A continuación, se transcriben fragmentos de entrevistas
en las que distintos agentes que participaron desde sus ini-
cios reflexionan sobre el origen del mismo:

El grupo “Etapas” decide convocar en el ‘86 más o menos, a


un encuentro interdisciplinario, de alguna manera también

53 En diversas notas periodísticas se informa sobre la presencia del MAYA en exposiciones y encuentros
de otros lugares de la provincia (cfr. El Imparcial, 6 de octubre de 1992; El Cronista, 2 de abril de 1992; El
Argentino, 28 de agosto de 1993). La visibilidad de Chascomús en espacios fuera de lo local es un factor
que inviste de prestigio a los agentes que generan dicha visibilidad (Salerno, 2008).

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poniendo ya en discusión. En Chascomús, los dueños de la
cultura eran cuatro o cinco que eran palabra santa y que
decidían qué es arte y qué no es arte, qué es valioso y que no
es valioso. Ese era el contexto. Además, en el ‘86 veníamos
ya de haber pasado todo un período de dictadura, entonces,
ellos convocan a un encuentro en el Regatas, como una pri-
mera idea, sin saber demasiado lo que iba a ser. Y empieza a
aparecer un montón de gente de distintas disciplinas, por-
que eso de alguna manera fue marcando lo que fue después
el MAYA. A partir de ahí se empieza a conformar como un
grupo de gente más estable y se decide formar un movimien-
to que se forma. MAYA significa Movimiento de Artistas y
Artesanos y se realizó un manifiesto.54

Fue tan lindo... Te estaba contando, estábamos en el II


Encuentro de Creativos de la Escuela Municipal. Fue tan
linda la experiencia que, ¿cómo vamos a hacer todo esto
para que dure una semana al año? No puede ser... Éramos
tres, cuatro personas, que hablábamos de eso, ya. (...) Está-
bamos juntos, haciendo cosas, mostrando cosas desde acá,
desde abajo. Cuadros, actuando, se habían formado grupos
de teatro. En lo oficial, diríamos que el mismo conflicto de
siempre, el mismo discurso reaccionario. Y ahí sucedió que
como repercusión de eso, había una sociedad de fomento
que cumplía veinticinco años y nos llamaron para que hicié-
ramos algo similar con ellos, allá. Fuimos a la sociedad de
fomento y se convocó al barrio. Inmediatamente, surgió la
misma inquietud. 55

Se constituye ahí el MAYA justo cuando empieza a asomar-


se las primeras luces, pese a haber vivido la noche negra.
Y rescatar y revalorizar el patrimonio, porque nosotros nos

54 Entrevista realizada el 2 de febrero de 2009.


55 Entrevista realizada el 4 de agosto de 2010.

Capítulo 3. El pasado prehispánico en las narrativas de la historia local 171

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gustaba el tema de la identidad. ¿Quiénes somos? Si no se
muestra, si no conocemos, no podemos hablar. Porque par-
timos de la base, la mayoría, un grupo bastante grande, de
que este era un país dependiente, de mentalidad puesta en
los Estados Unidos y no era capaz de revalorizar lo propio,
porque el campo cultural es una de las vías de penetración
más importantes para la dominación. Por lo tanto, si nada
de lo nuestro valía y no existía, lo que había que hacer era:
hacerlo surgir, hacer que se fortaleciera, revalorizar y que
la propia gente fuera la gestora de ese propio hecho cultu-
ral. Entonces, fuimos definiendo una política, una política
cultural, no una política partidaria. Te digo, había de todos
los colores. 56

Estas perspectivas ponen el origen en el marco de dis-


tintos eventos y vínculos sociales, pero tienen en común el
destacar la apertura democrática, como coyuntura social e
histórica en la que se situó el movimiento, y la incomodidad
con las políticas oficiales locales. Ambos aspectos fueron,
indudablemente, una parte importante del impulso inicial
para la formación del colectivo y su amplio impacto social. El
contexto coyuntural puede pensarse en retrospectiva como
un momento de apertura cultural que facilitó la participa-
ción de diversos actores:

Vos imagínate que había expresión de gente que nunca más se


ha vuelto a expresar. Ahora sí, porque están surgiendo por ahí,
otros espacios, ferias artesanales... ¡Pero en aquel momento no
había! (...) Y la gente traía lo que había hecho, lo que había bor-
dado, lo que había trabajado en plástica. Ahora hay tres, cuatro
ferias artesanales, pero era un momento muy especial.57

56 Entrevista realizada el 6 de agosto de 2010.


57 Entrevista realizada el 4 de agosto de 2010.

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Hubo días que hubo mucha gente, otros días, poca. Nosotros
teníamos la intención. Tuvo mucha repercusión. Se convir-
tió en el acontecimiento cultural del año. Digamos que no
teníamos mucho con quien competir tampoco, porque en
ese tiempo la actividad cultural... Fue uno de los fenóme-
nos posmodernosos de la estética, del arte y de la actividad
cultural, o sea, es como que el esteticismo, en una cantidad
de fenómenos, se ha expandido, ha inundado casi toda la
actividad, la del consumismo está digitada por la estética.
Nosotros, cabalgamos ese momento, también.58

En cuanto a la incomodidad con la gestión cultural, tiene


que ver con el modo en que se diagramaron los espacios de
exposición y creación. Al respecto, es ilustrativa una edito-
rial publicada por El Imparcial el 20 de febrero de 1986, bajo
el título: “La Cultura que supimos conseguir”:

Cultura de nuestra ciudad es, tal vez, la receptora de la ma-


yor cantidad de críticas que la prensa y el comentario popu-
lar, suelen vertir con cierta asiduidad, en referencia a una
intrascendente gestión.
Esto surge por una notoria superficialidad para encarar las
tareas inherentes, que son aquellas con proximidad al espíri-
tu, motor único capaz de impulsar al hombre a la maravilla
de crear, para deleite propio y del prójimo.
El concepto que por cultura se tiene es amplio y generoso
por lo cual no puede limitárselo a lo popular o a aquello con
tendencia a ser aceptado masivamente, tal como puede serlo
un festival de música o una representación teatral, olvidan-
do las expresiones artísticas de menor adhesión pero casi se-
guramente de un mayor fuste intelectual y/o trascendencia
existencial.

58 Entrevista realizada el 4 de agosto de 2010.

Capítulo 3. El pasado prehispánico en las narrativas de la historia local 173

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Cultura debería ser algo así como una base de lanzamiento
con capacidad para sacar a los artistas de la reclusión y ais-
lamiento a la que normalmente recurren, para permitir que
sus creaciones merezcan el favor de la exhibición, para la
crítica o el reconocimiento...59

En este contexto, el MAYA se convirtió en un espacio


de creación y exposición alternativo a los oficiales. Duran-
te poco más de una década (1986-1998), el MAYA convocó
a encuentros anuales con muestras colectivas de distintos
artistas y artesanos, talleres abiertos, debates y actos de ho-
menaje, entre otros.60 Estos eventos se realizaron en socie-
dades de fomento, bibliotecas populares y escuelas munici-
pales. El III Encuentro de Actividades Creativas organizado
del 10 al 18 de diciembre de 1988, se destacó por la amplia
participación: alrededor de 800 expositores y 3.000 perso-
nas circulando en las muestras.61 Dos años después, el co-
lectivo se ancló en una sede; “pasamos a necesitar una casa,
a necesitar un lugar para hacer los talleres, para reunirnos
en esos pequeños encuentros”62 donde las actividades pu-
dieron continuar realizándose durante el año. En 1995, el
IX encuentro se anunciaba en los medios recordando a la
comunidad que este era parte de un colectivo que llevaba:

Más de diez años de duro y persistente trabajo, en la bús-


queda de rescatar y revalorizar nuestro patrimonio cultural,
urbano y rural, en la búsqueda de redescubrir y reafirmar
nuestra identidad americana.63

59 El Imparcial, 20 de febrero de 1986. Nota editorial.


60 Información obtenida a partir de la publicación de las convocatorias en medios locales y los programas
del V, VII y IX encuentro facilitados por entrevistados.
61 Memorias de actividades del año 1989. Documentación privada.
62 Entrevista realizada el 4 de agosto de 2010.
63 El Imparcial, 14 de diciembre de 1995.

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Este también fue un momento de desencuentros, cambios
y reorientaciones. La modificación más visible que tuvo lu-
gar en el marco de este evento fue que, por primera vez,
se ofrecieron a la venta los trabajos expuestos. Los distintos
puntos de vista de los entrevistados con respecto a esta ac-
ción permiten suponer que esta decisión fue resultado de un
proceso de negociación y de crisis. El ideal de una cultura
que no se mercantiliza se puso en tensión con las crecientes
dificultades económicas. En abril de 1996, cuando se cum-
plían diez años de su existencia, los problemas económicos
se dejan ver por el reclamo al municipio de apoyo económi-
co al movimiento. Estos incluyeron homenajes públicos rea-
lizados en El Imparcial y una nota especial sobre la historia
del MAYA, televisada en el Canal 5 (dirigido por el director
del mismo diario). En ambos espacios se reprodujo el mismo
mensaje, que resaltaba el aporte del movimiento para la lo-
calidad y la falta de apoyo:

Muchas veces, y conocido es que, ha sido tildado este Movi-


miento con diversos calificativos, desde “zurdos” hasta “me-
diocres”, pero nada más alejados estos preconceptos de la
realidad. El MAYA es una herramienta útil para Chascomús,
para toda persona con intenciones de crecer en uno de los
aspectos más ricos que tiene el hombre, la transformación
de la naturaleza material —como en realidad hace cualquier
artista—, salvo que aquí es diferente porque el objetivo está
por encima, permanentemente, de lo individual. Entonces
esa transformación, siempre hablando del proceso cultural,
lleva al conocimiento de la capacidad colectiva para transfor-
mar no solo lo objetivo y material, sino también lo subjetivo y
espiritual. De manera tal que podemos afirmar que el hom-
bre se enriquece con estas creaciones. El MAYA, le dio a Chas-
comús una vez más, la posibilidad de disfrutar de lo suyo, y de lucir-
se ante los turistas. La pregunta, para quien valga es: ¿Cómo
el MAYA no cuenta todavía con el apoyo que se merece?

Capítulo 3. El pasado prehispánico en las narrativas de la historia local 175

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¿Por qué el MAYA no es reconocido como lo que en verdad
es, y no por los falsos prejuicios? Si hay algo detrás del MAYA
es la infinita paciencia y la capacidad de creer en lo colectivo
y apostar al crecimiento conjunto.64

El MAYA no contó con sostén oficial. Hacia fines de la


década de 1990 sus actividades dejaron de tener visibilidad
y, con el tiempo, el movimiento se disolvió. Esta disolución
no solo tuvo que ver con las posibilidades materiales para
dar continuidad y sostén a un proyecto colectivo de este
tipo. También se vinculó con fracturas ideológico-políticas
derivadas de la dificultad de sostener un posicionamiento
que integrara la pluralidad organizada bajo el principio
de “Mantener el carácter independiente del Movimiento,
respecto de cualquier otra forma de organización (...) des-
echando aquellos compromisos políticos-partidarios o reli-
giosos que pudieran desvirtuarlo”.65 Esta posición autode-
finida fue puesta en tensión por otras miradas que actuaron
como estigma. Así, ante la pregunta “¿usted es del MAYA?”,
una tallerista respondió:

Yo en esto tengo mucho cuidado porque muchas veces por el


hecho de pertenecer al MAYA se lo encajona a una de que es
zurda. Yo no soy ninguna agitadora social ni nada. Yo ahora
tengo esta inquietud que voy a defender a capa y espada. Y
soy del MAYA porque hace tres años que vengo dando cla-
ses ininterrumpidamente. Trabajé en Cultura y cuando me
sacaron me recogió el MAYA. Pero yo, ideológicamente soy
distinta, porque yo soy peronista.66

64 Texto reproducido de la nota editorial publicada en El Imparcial, 6 de abril de 1996. El texto que se
presenta en el homenaje televisado en el Canal 5 de Chascomús durante abril del mismo año, no incluye
la oración descatada en cursivas.
65 El Imparcial, 20 de febrero de 1986. Nota editorial.
66 Entrevista publicada en El Imparcial, 2 de abril de 1996.

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Durante el tiempo que este colectivo funcionó, sus acti-
vidades fueron objeto de noticia en los diarios locales, con
mayor frecuencia entre los años 1989 y 1996. Para este pe-
ríodo se registran una media de cuatro notas por año, en
cada uno de los diarios locales. La mayor parte de esta in-
formación refiere a la convocatoria de los encuentros anua-
les, ofertas de talleres y exposiciones temporales. Distinto
son los casos de El Imparcial y El Argentino, cuyas notas acom-
pañaron y criticaron, respectivamente, al movimiento y a las
diversas acciones que interpelaron las políticas culturales
oficiales. En el caso de El Imparcial, también se registraron
notas que convocan a las asambleas e información sobre la
participación de miembros del MAYA en espacios fuera del
ámbito local. Esto último puede considerarse como una for-
ma de construir legitimidad y prestigio en torno a la figura
de esos artistas.
En cuanto al debate que el MAYA movilizó en torno a la
cultura e historia lugareña, puede decirse que los argumen-
tos comunes se esgrimieron en base a la crítica elaborada en
el manifiesto inicial. A continuación se reproduce un frag-
mento en el que pueden delinearse algunos aspectos vincu-
lados al modo de pensar lo nuestro:

Procuramos afirmar antes que nada lo nuestro, para valo-


rarlo, proyectarlo y así contribuir a reencontrar NUESTRA
IDENTIDAD como pueblo y nación, rechazando modelos
externos impuestos desde los grandes centros, que presen-
tados bajo la forma ingenua de aproximaciones culturales,
esconden intentos de dominación en campos más vastos.
Reafirmamos en cambio una cultura popular, nacional y
democrática, que conceptuamos indispensable para alcan-
zar el país independiente y soberano que soñamos, sueño
compartido con aquellos pueblos y naciones que hoy luchan
también por alcanzar esta esperanza. Buscamos que crezcan
con la acción del conjunto, en buena voluntad y tolerancia,

Capítulo 3. El pasado prehispánico en las narrativas de la historia local 177

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experiencias integradoras de la creación artística y artesanal
brotadas de nuestro terruño, sin temor a reconocernos en el
espejo que somos .67

En esta formulación tiene un papel primordial la ilusión


democrática (Romero, 1998), entendida como base inicial
que posibilita la construcción de nuevos lazos sociales. La
figura de una nación independiente y soberana se constru-
yó en contraposición a un pasado calificado como negativo
y definido mediante modelos externos e impuestos. En la
perspectiva del MAYA, la democracia nacional se sostiene
con el apoyo del colectivo definido como popular. Median-
te expresiones culturales se buscó generar mecanismos que
llenaran de contenido el colectivo popular que caracterizaría
lo chascomunense como parte de la nación. Esta propuesta se
formuló con los ideales de una democracia social y parti-
cipativa que, en la crisis política de 1987, se encontró con
fuertes obstáculos en el contexto nacional (Romero, 1998).
No es este el espacio para dar cuenta de los debates sociales
y políticos en los que se enmarcan estos procesos. Solo es
necesario señalar que los ideales asumidos por el colectivo
MAYA integraron tradiciones teóricas y políticas que en ese
momento se constituyeron como oposición a las políticas ofi-
ciales municipales.
Para integrar las distintas vertientes de lo popular se partió
de una definición amplia y dinámica de cultura:

Nosotros tratamos de redefinir el concepto de cultura, Bah...


con poco temario, porque acá se identificaba cultura con
información, no se identificaba con una cosa que nosotros
entendíamos como la capacidad de transformar la realidad.
Porque culto viene de cultivar y un tipo que sabe cuándo

67 El Imparcial, 20 de febrero de 1986. Nota editorial.

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hay que sembrar y cuándo hay que recoger tiene una gran
cultura y en otros aspectos menos información. Por lo tanto,
nosotros trabajábamos con un concepto de cultura mucho
más amplio que el de la información o a lo que se lo circuns-
cribe a lo del arte.68

Esta perspectiva, que pone el acento en la acción, se for-


mula en discusión con la concepción de cultura como saber
erudito. Remite su sentido al campo de las artes, de modo
que se asocia la persona culta con alguien que gusta de
ciertas artes consagradas (como la música clásica, las artes
plásticas que pueden —y suelen— exhibirse en museos, la
literatura de aquellos autores aceptados por la élite intelec-
tual, etcétera).69 En contraste, la propuesta del MAYA uti-
liza el concepto en un sentido más amplio, integrando arte
y artesanía, a pesar de que las voces mayoritarias de quienes
enunciaron este manifiesto estaban compuestas por agentes
autoidentificados como artistas. Puede decirse que dichos
artistas buscaron la superación de la dicotomía entre arte y
artesanía, como crítica a su propia formación académica70 y
como vía para integrar a diversos otros que conformaban el
campo de la artesanía, vinculado a lo popular.

El artista se supone que tiene un trabajo intelectual superior,


un conocimiento mayor. Más creativo. Por lo general tiene...
No todos, pero es una tarea. Un tema: primero, nosotros nos
necesitábamos juntar, porque un poco lo de artista y artesa-
no empieza cuando se separa el Renacimiento y se jerarquiza

68 Entrevista realizada el 6 de agosto de 2010.


69 En el ámbito cotidiano puede no obstante señalarse que dicho término se ha ampliado, incorporando
las manifestaciones del “arte popular”, donde el tango, las murgas y el rock son parte de la cultura, por
mencionar algunos ejemplos. De cualquier forma, el término sigue estrechamente circunscrito a los
límites de las “bellas artes”.
70 Entrevista realizada el 2 de febrero de 2009.

Capítulo 3. El pasado prehispánico en las narrativas de la historia local 179

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el trabajo intelectual sobre el trabajo manual. Se establecen
dos categorías que es ya cuando empieza todo el run-run
que lleva al capitalismo, por lo tanto, se desvaloriza todo lo
que tiene que ver con la manualidad y se potencia todo lo
que tiene que ver con el intelecto. Y como el artículo tiene
un componente de desarrollo, nosotros no hablábamos ni
de mejores ni de peores: hablábamos de distintas etapas del
desarrollo. Muy bueno eso, porque a vos entonces te habilita
que todo el mundo exponga.71

Claro, estábamos en pro de todo. Esa continuidad fue cen-


tral. Todo era cultura y la cultura principal era la popular,
la que surgía no de la academia. Sí, sí, eso era parte del ma-
nifiesto, era la intención. Me gustaban, me acuerdo, los con-
cursos, las ficciones.72

Los contenidos construidos para superar la contraposición


arte/artesanía colocaron la dualidad en relación con otras for-
mas de expresar el régimen de separaciones del pensamien-
to moderno. Estas falsas oposiciones fueron fundamentales
para erigir el modelo civilizatorio universal (Lander, 2003).
Entre ellas se mencionan la oposición entre ciudad/campo, y
moderno/tradicional:

Entonces, definimos cosas muy importantes, por ejemplo,


genio no se nace, se hace. Son cuestiones claves. Por lo
tanto, valorábamos el tema del trabajo y del esfuerzo, más
que el trabajo de iluminación y genialidad. Descartábamos
esa idea de la creación de la nada (...) Fuimos armando
un bloque muy heterogéneo a toda la cosa de unidad. Fui-
mos entrevistando a los barrios, entrevistamos a distintas
personas. Y las sumamos. Cuando hablamos con ellos,

71 Entrevista realizada el 6 de agosto de 2010.


72 Entrevista realizada el 4 de agosto de 2010.

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hablamos en un lenguaje tan sencillo y con una idea tan
clara y tan franca que se sumaron montones. Aparecieron
personajes (...) Convivían personas, relaciones, desde ro-
pas, vestimentas, inexplicable. Y después tiende la gente a
agruparse, los jóvenes con los jóvenes, los del campo con
los del campo, pero bien, como flechazos que iban inte-
grando a las personas (...) aparecía un ama de casa, un
obrero rural.73

Así como la separación entre creación/reproducción:

El artista tiene características de destrucción, de modificador,


y el artesano de conservación. Esas dos actitudes muy distin-
tas, de algún modo representábamos lo artesanal, que es in-
dígena, que es lo territorial con lo invasivo que es del mundo
artístico. La idea de arte, de estética, de vanguardias, de movi-
mientos culturales es invasiva, es europea. De algún modo re-
presentábamos las dos cosas: lo indígena y lo invasivo, a nivel
cultural. (...) Son actitudes complementarias, contradictorias,
son partes, además, de nuestra característica como comuni-
dad nacional. Si hablamos de lo nacional, la actitud de las na-
ciones es inclusiva.74

Entre otras cosas, esta forma de pensar la cultura la integra


a todo aquello producido “por manos humanas”. Esta concep-
ción se liga a las nociones tradicionales que definen cultura
como parte de la herencia social o el legado cultural. La cultura
de un grupo determinado sería producto de esa herencia e
involucraría un proceso de transmisión del conjunto de pau-
tas culturales, valores y conocimientos que la conforman. Por
esta razón, la revisión de la cultura lugareña requirió observar
las raíces y conocer las diferentes herencias que integran la

73 Entrevista realizada el 6 de agosto de 2010.


74 Entrevista realizada el 4 de agosto de 2010.

Capítulo 3. El pasado prehispánico en las narrativas de la historia local 181

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historia lugareña. En estas se incluyeron las voces del campo,
vinculadas a lo artesanal, lo territorial e indígena.
La formulación de estas ideas se materializó en un en-
cuentro, en el espacio de una escuela pública, organizado
en 1989, con la participación de Guillermo Magrassi. Bajo el
nombre “Los Cuatro Abuelos”, este encuentro es recordado
por todos los entrevistados como una importante instancia
de aprendizaje:

Realmente causó un impacto en nuestra conciencia histórica.75

Dio una charla sobre identidad en la escuela media (...) habla-


ba de esta idea, de que nosotros tenemos cuatro abuelos: el
abuelo indio, el abuelo negro, el abuelo inmigrante y el abuelo
criollo, como que esos eran los cuatro abuelos y abuelas que
conformaban nuestra identidad y donde la raíz más profunda
era la indígena, pero que lo que hoy nosotros somos, tiene
que ver con todos esos aportes. Pero, de alguna manera, la
más negada, la más ocultada, la más desvalorizada era la raíz
indígena.76

La propuesta se reprodujo en los diarios locales. El Im-


parcial lo presentó en términos de “rescate de la otra cara
de la historia”,77 anteponiéndolo al discurso de las narrati-
vas oficiales de la localidad que se erige en el discurso de la
fundación del fuerte de frontera, y estigmatizan la herencia
indígena. Por su parte, el diario El Cronista publicó una nota
que afirma el compromiso mediático con el proyecto del co-
lectivo. Bajo el título “El MAYA y el 210° Aniversario de nues-
tro distrito”, planteaba:

75 Canal 5, abril de 1996. Entrevistas a miembros del MAYA.


76 Entrevista realizada el 2 de febrero de 2009.
77 El Imparcial, 22 de mayo de 1989.

182 Virginia M. Salerno

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La cultura que queremos recuperar (...) [la acción del
MAYA] pretende revalorizar nuestros orígenes, esta vez
desde una óptica cuya amplitud y profundidad, lo habrán
de convertir en motivo de reflexión, toda vez que en mo-
mentos plagados de penurias e incertidumbres como el
actual, la recurrencia al pasado, a nuestras raíces, podrá
servirnos para proyectar nuevos caminos hacia el futuro.78

Estos argumentos se desplegaron, con amplia visibilidad


mediática, en el marco del debate sobre el sentido del “V
Centenario”. El programa del VII Encuentro de Creativos
de 1991 incluyó un texto reflexivo que describe las diversas
herencias a recuperar:

América nuestra: un camino andado por todos los que nos


animamos a amar y defender lo nuestro a pesar de todo. La
posibilidad de recuperar la memoria y reconocer la verdade-
ra historia; esa que siempre ha estado oculta porque nada
mas fácil para los intereses de los poderoso que un pueblo
que ignore su historia, su pasado; que no pueda valorar sus
culturas, ni a los hacedores genuinos de ellas.
América nuestra: esa que integra a los aborígenes, que son
la raíz más profunda, la más antigua, la más ligada a nuestra
tierra; junto a criollos, negros e inmigrantes que también
aprendieron a sentir este suelo. (...) Reafirmar lo que nos
une, lo que tenemos en común, sea cual fuere el color de
la piel. Nuestra cultura lugareña, la del encuentro que nos
permite año a año mirarnos... el arte como comunicación,
como reflejo crítico de la realidad que juntos debemos
transformar.

78 El Cronista, 20 de mayo de 1989.

Capítulo 3. El pasado prehispánico en las narrativas de la historia local 183

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Entre las diversas actividades realizadas, se organizaron
charlas con la actriz mapuche Luisa Calcumil y la profesora
Josefina Racedo.79 De esta manera:

Se empieza a preparar para encarar el tema de los 500 años


de la conquista, donde el MAYA tienen una posición muy
clara y militante y (...) Así es como adherimos al movimiento
por la verdadera historia en el año 1992, hacemos los mura-
les, adherimos al contra festejo organizado en Villa Luján y
tenemos nuestra presencia en la Av. 9 de julio en la jornada
del 12 de octubre. Inmediatamente somos invitados a la Bie-
nal de Psicología Pichon Riviere.80

Poníamos en discusión si realmente era descubrimiento y


donde tratábamos de plantear la necesidad de rescatar y de
recuperar esa parte de nuestro patrimonio y porque ade-
más, esta idea todavía sigue siendo hoy, de otra manera: lo
que los indios fueron, en ese momento, siguen siendo hoy
los bolitas, los perucas. (...) Esta cuestión de discriminación,
entre opresores y oprimidos en realidad, que desde ahí la
planteábamos. No indio-blanco, porque eso es una falsa con-
frontación. En definitiva, es una cuestión de poder. En ese
momento, me acuerdo que también en España también se
dio todo un movimiento.81

Además se organizaron una serie de movimientos


que interpelaron al municipio para generar medidas en
los espacios e instituciones públicas de la localidad “por

79 Josefína Racedo es un importante referente del campo de la psicología social, que trabajó en temas
vinculados a la identidad regional y nacional. Actualmente, dirige el Instituto de Recuperación y Re-
valorización del Patrimonio Cultural (CERPACU) de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad
Nacional de Tucumán.
80 Petitorio elevado al Secretario de Gobierno de la Municipalidad de Chascomús, junio de 1992.
Documentación privada.
81 Entrevista realizada el 2 de febrero de 2009.

184 Virginia M. Salerno

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necesidad expresa de dejar testimonio indeclinable de un
estado de conciencia que apreciamos justo y mayoritario
ante esta polémica conmemoración”. 82 Dentro del petito-
rio, se incluyeron solicitudes para modificar el modo en
que se abordó la información referida a los pueblos in-
dígenas americanos en el marco de la educación pública
(haciendo una crítica explicativa al modelo estigmatizan-
te sostenido en la dicotomía barbarie/civilización), e incluir
otro tipo de bibliografía en la capacitación educativa de
los profesionales. Además, otros petitorios se presentaron
solicitando un conjunto de acciones que de forma conjun-
ta reclamaban que:

Realicen los esfuerzos tendientes a mudar el concepto ge-


neral sobre los pueblos aborígenes, estigmatizados como
salvajes, incultos y belicosos, inculcado en nosotros desde la
infancia, principalmente en los organismos encargados de la
educación pública.83

Entre las solicitudes realizadas se encuentran: la modi-


ficación del nombre de la entonces calle “Avenida de los
Conquistadores a las Campañas del Desierto” por “Aveni-
da de los Querandí”; el emplazamiento de un monumento
en un espacio público en homenaje al “pueblo mapuche”
a realizarse con artistas plásticos chascomunenses; y el re-
conocimiento público de un artista indígena local. Uno de
los reclamos presentados estuvo dirigido al Museo Pampea-
no para solicitar la revisión del estado de la entonces “Sala
Aborigen”. En ese momento, el museo respondió que su
reciclado se encontraba en proceso y que contaban con re-
cursos limitados. Con esta respuesta, los representantes del

82 Petitorio enviado al municipio en septiembre de 1992. Documentación privada.


83 Petitorio elevado al Secretario de Gobierno de la Municipalidad de Chascomús, junio de 1992.
Documentación privada.

Capítulo 3. El pasado prehispánico en las narrativas de la historia local 185

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MAYA extendieron una carta al Secretario de Gobierno de
la Municipalidad de Chascomús explicando la situación y
solicitando se generen recursos para que el museo pueda
realizar el reciclado proyectado. 84

Arqueología, pasado y alteridad

A diferencia de las propuestas presentadas en el capí-


tulo anterior, las narrativas presentadas en este capítulo
se formularon en diálogo con —y/o desde— el campo de
la historia. Las distancias entre arqueología e historia no
solo tienen que ver con el tipo de registro y las escalas tem-
porales y espaciales que ambas disciplinas utilizan, sino
también con las particularidades de cada campo, las tra-
diciones académicas y, en el caso de América, el desarro-
llo disciplinar en ámbitos institucionales independientes
(Trigger, 1992). Estas distancias implicaron diferencias en
los modos de organización del pasado bonaerense como
objeto de estudio, los medios para abordarlo y los temas de
discusión que articulan el conocimiento producido. Como
resultado, estas propuestas contribuyeron a difundir una
mirada de las poblaciones prehispánicas diferente a las
presentadas en el capítulo anterior. En estas miradas es
posible aplicar la definición de objeto arqueológico natu-
ralizado a partir del distanciamiento en tiempo y espacio
(Haber, 2004).
Las representaciones producidas en las narrativas oficia-
les pueden pensarse como versiones que, en el nivel local,
reorganizan el estereotipado imaginario de la población na-
cional argentina: homogénea, blanca y europea. Tal como
señala Briones, en Argentina el imaginario nacional se

84 Documentación privada, facilitada por los entrevistados.

186 Virginia M. Salerno

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organizó en torno a tres lógicas que contribuyeron a forjar
representaciones de alteridad:

Una de incorporación del progreso por el puerto y de ex-


pulsión de los “estorbos” por las puertas de servicio, primera
lógica que se liga a una segunda de argentinización y extran-
jerización selectiva de alteridades, estando a su vez ambas
lógicas en coexistencia con una tercera de negación e inte-
riorización de las líneas de color. (2005: 22)

En los relatos presentados en este capítulo, las represen-


taciones de alteridad colocan a las poblaciones prehispáni-
cas en dos ejes de realidad. Por un lado, los indígenas como
figura que condensa los elementos que tuvieron que elimi-
narse para dar lugar a la construcción de lo chascomunense.
Por el otro, lo arqueológico en tanto población desaparecida
ubicada en un tiempo ahistórico y en clave natural. En el
primer caso, el conocimiento se elabora a partir de narrati-
vas documentales en las que prevalece la dicotomía barbarie/
civilización, y la reproducción de imágenes estereotipadas y
estigmatizantes vinculadas a lo indígena y que forman parte
de la historia nacional oficial. Desde esta óptica, la historia
chascomunense se elabora en base al aporte heroico y moderni-
zante de inmigrantes que hicieron de Chascomús un lugar
que “no estuvo ausente en el nacimiento de la Patria”.85 En
la imagen del inmigrante europeo, en tanto sujeto social, se
construyen ciertas representaciones de alteridad definidas
como modelo a seguir.
En cambio, la información sobre poblaciones identifica-
das con lo arqueológico y temporalmente ubicadas fuera de
la historia, se organizan en torno a colecciones de obje-
tos misteriosos. La sola presencia de los objetos denota su

85 El Argentino, 24 de mayo de 2010.

Capítulo 3. El pasado prehispánico en las narrativas de la historia local 187

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existencia, y el exotismo que representan es adjudicado in-
distintamente a las disciplinas que los descubren: arqueó-
logos y paleontólogos. En consecuencia, la representación
de estas poblaciones es ligada no con lo indígena, sino con
un otro universal, incompleto, salvaje y natural. El potencial
de estas imágenes reside en situar la historia chascomunense
dentro de una narrativa histórica universal, y a sus relatores
en una situación de igualdad con el nosotros civilizado. A su
vez, el valor científico involucrado en el proceso de cono-
cimiento de este otro universal es la principal herramienta
sobre la que se sostiene su validez.
En correspondencia con este modelo, en las entrevis-
tas realizadas en las bibliotecas locales, así como en la
organización de la información en cajas y estanterías, se
observó el uso de un criterio diferenciador entre histo-
rias de Chascomús, indígenas y arqueología. A modo de
ejemplo, en un caso se observaron las siguientes catego-
rías para rotular la información: pueblos aborígenes (con
información de revistas, recortes de diarios y fotos, entre
otros); arqueología y paleontología (con recortes de diarios
nacionales, principalmente información de hallazgos), y,
por último, historia de Chascomús (con recortes de diarios
locales, folletos turísticos y manuscritos de escritores loca-
les, entre otros).
Este esquema diferenciador también se asume en las Jor-
nadas de Historia Local a partir del vacío de conocimiento
referido a poblaciones y tiempos prehispánicos, y su con-
traposición con el rótulo poblaciones aborígenes. Se trata de
un vacío elaborado mediante la distancia y la despersona-
lización en que se organizan y proponen los temas sobre
los primeros pobladores. El vínculo establecido entre el tema
(primeros pobladores) con su evidencia (materialidad ex-
puesta en el museo) y las posibilidades de conocimiento so-
bre el mismo (trabajos arqueológicos), lo reduce a un obje-
to de conocimiento científico y de exposición patrimonial.

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De este modo se excluyen otras posibles narrativas en torno
a la materialidad. Una diferencia en esta forma de presen-
tación comienza a visualizarse en la organización de los
ejes temáticos de las convocatorias para fines del período
analizado, en las cuales se observa una tendencia a separar-
se de las distinciones antes mencionadas, y poner la mirada
en procesos y situaciones vinculados a lo que se entiende
como parte del poblamiento inicial de la localidad: rela-
ciones de distintas culturas-malones. En este caso, el pobla-
miento prehispánico es definido por el vínculo con los po-
bladores hispanos.
Por otra parte, la mayoría de las propuestas presentadas
en los espacios de las jornadas constituyen resignificaciones
de las narrativas oficiales. Si bien se incorporan variaciones
que ponen en valor lugares y personajes específicos, no se
discute ni modifica la estructura principal sobre la que se
erigen las propuestas oficiales. Estas variaciones pueden
pensarse como formas de apropiación y reordenamiento de
los relatos principales que articulan la pertenencia del co-
lectivo a un territorio específico. Esto pone de manifiesto el
proceso activo y conflictivo que da lugar a la organización
del pasado en un determinado presente: los contenidos son
elaborados y disputados por actores diferencialmente posi-
cionados dentro de relaciones de poder. La posibilidad de
discutir los relatos oficiales, en el marco de un espacio ge-
nerado desde el mismo ámbito oficial, se reduce a interven-
ciones tácticas (De Certeau, 2002). No por ello el uso que
los agentes hacen del espacio oficial puede considerarse
pasivo: en las variaciones que cada presentación ofrece, se
introducen modificaciones que resignifican las narrativas
oficiales. Son ejemplos el trabajo sobre laosianos y las pro-
puestas sobre la activación de algunos lugares del paisaje
local. La apariencia, como un todo coherente, consensua-
do y no ideológico de las narrativas hegemónicas, fue pues-
ta en tensión en las propuestas del MAYA. En los próximos

Capítulo 3. El pasado prehispánico en las narrativas de la historia local 189

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dos capítulos se analiza el modo en que estas narrativas
se entrelazan con las elaboradas a partir de la materiali-
dad (presentadas en el capítulo anterior) en las propuestas
expositivas del museo pampeano, y en la organización del
paisaje local.

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CAPÍTULO 4
Un lugar para los objetos: el Museo Municipal Pampeano

Desde su fundación, el actual Museo Municipal Pampea-


no fue una institución clave para dar visibilidad al pasado
prehispánico local. Los procesos de construcción de diferen-
tes narrativas sobre el pasado indígena se materializaron en
la organización de sus exposiciones, actividades y recursos
específicos. Estos procesos fueron producto del trabajo en
conjunto de distintos agentes que confluyeron en determi-
nados momentos. El museo, como espacio físico, es un lugar
para la acción: interacción, negociación, enunciación, repre-
sentación y objetivación. En tanto institución, que habilita y
condiciona, es constituida y constituyente en los múltiples
discursos y prácticas que le dan sentido y que, a veces, son
irreconciliables (Rockwell, 1987). Mediante la selección y
clasificación de los materiales en las listas de inventarios, así
como su organización en las exposiciones, se elaboran com-
posiciones que describen las propiedades atribuibles a los
objetos que representan (Roca, 2008).
En este capítulo se presenta un estudio diacrónico sobre
las circunstancias en las que asistentes, coleccionistas, estu-
diosos y personal de la institución elaboraron sentidos con

191

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respecto al museo, su contenido, y la organización de los
materiales prehispánicos. Estas elaboraciones se llevaron a
cabo en una trama que involucró las diversas trayectorias
de los agentes y las diversas políticas institucionales. Las na-
rrativas organizadas en las exposiciones pueden pensarse
como el producto de contingencias y discursos convergentes
de los distintos agentes involucrados. Dentro de la trayec-
toria institucional se analizan los vínculos que se forjaron
entre los agentes del museo y los miembros del equipo de
arqueología, y, de qué modo, estos incidieron en la gestión y
producción de conocimiento sobre el pasado prehispánico.
Finalmente, se revisan prácticas y representaciones de los vi-
sitantes del museo.
En la elaboración de este capítulo se tuvieron en cuenta
las memorias institucionales, fotografías, correspondencia y
documentos administrativos, registros auditivos de activida-
des del museo y registro del libro de visitas, que conforman
los fondos documentales de los archivos del Museo Munici-
pal Pampeano y del Instituto Historiográfico. A este mate-
rial se suma el análisis de información proveniente de no-
tas periodísticas, entrevistas a agentes que participaron en
la institución de diferente manera y en distintos momentos,
observaciones de interacciones entre personal del museo y
arqueólogos, observaciones de visitas guiadas y no guiadas, y
documentos administrativos del equipo de arqueología.

Un lugar para la historia

En el museo de Chascomús se organizaron las primeras


exposiciones y narrativas generales que incluirían la exposi-
ción de la materialidad prehispánica. Las circunstancias en
las que se creó esta institución remiten a finales de la década
de 1930, momento en que las clases gobernantes buscaron
homogeneizar el relato histórico de la nación argentina con

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la confluencia de las tradiciones hispano-católicas y criollas.
Con este fin se promovieron iniciativas museográficas en dis-
tintas partes del país (Blasco, 2007). Esta discusión se arti-
culó en el contexto del debate público, político y cultural en
torno a la figura de Rosas, en tanto arquetipo de la barbarie,
de forma tal que la batalla de Caseros y la sanción de la Cons-
titución de 1853 se instauraron como hitos fundacionales de
la nación (Blasco, 2007; Cattaruzza, 2007). La construcción
del gaucho como ícono de la argentinidad, puede pensarse
como una forma específica de erigir la diferencia en el con-
texto de formación del estado-nación y con relación a otros
grupos sociales, en este caso indígenas e inmigrantes (Sega-
to, 2002; Blache 1991 y 1992; Prieto, 1988).
En la provincia de Buenos Aires, el gobernador Dr. Ma-
nuel José Fresco desarrolló un programa de políticas cultu-
rales y educativas tendientes a reafirmar la tradición nacio-
nal. Durante su gobierno conservador, Fresco elaboró un
programa de reorganización social introduciendo una nue-
va forma de Estado bajo la fórmula Dios, Patria y Hogar. Este
proyecto se sostenía en la fuerte presencia del Estado con
respecto a la organización y disciplinamiento de la acción,
otorgando particular importancia a las políticas culturales
(Bejar, 1997). Así se llevaron a cabo una serie de acciones
para conmemorar los cien años del llamado “levantamiento
de los Libres del Sur” en contra del gobierno de Juan Ma-
nuel de Rosas. Con este fin, se planificó la construcción de
parques recreativos y museos en distintas localidades de la
provincia de Buenos Aires: San Antonio de Areco, Tandil,
Dolores, Chascomús.1

1 En el discurso pronunciado el 29 de octubre de 1939 por el Ministro de Obras Públicas de la provincia,


José M. Bustillo, durante la inauguración del parque en Dolores, se cita como antecedentes y parte del
mismo programa a: Parque y Museo Ricardo Güiraldes en San Antonio de Areco (1938); parque en Tandil
en predio cedido por Martín Tornquist (en construcción hacia 1939); y parque de “Los Libres del Sur” en
la ciudad de Dolores (1939). Archivo Museo Pampeano, Chascomús.

Capítulo 4. Un lugar para los objetos: el Museo Municipal Pampeano 193

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En el discurso pronunciado por el Ingeniero José M. Bus-
tillo, Ministro de Obras Públicas de la provincia de Buenos
Aires, durante la inauguración del parque de “Los Libres
del Sur” en la ciudad de Dolores, la lucha de 1839 fue repre-
sentada como una cruzada redentora que “recorrió el territo-
rio nacional en contra de un régimen que había suprimido
todas las manifestaciones de la libertad y de la cultura”. En-
tre las formas de representación, se menciona la figura del
fortín, como espacio que simboliza la ruptura histórica, al
representar “desde los tiempos de la colonia, una avanzada
de la civilización en sus luchas de fronteras con la barbarie”.
El objetivo de estos futuros espacios conmemorativos fue
conjugar las funciones educativas y recreativas y difundir la
ideología nacionalista, pues, señalaba Bustillo en ese mismo
discurso del 29 de octubre de 1939, se asumía que:

No basta conmemorar los acontecimientos en la inexpresiva


frialdad de los monumentos, sino que es mejor crear lugares
de esparcimiento y de educación donde los ciudadanos que
buscan reposo espiritual encuentren, también, la oportuni-
dad de instruirse sobre acontecimientos históricos sobre la
evolución social del país.

El vínculo entre museo histórico y parque evocativo impli-


caba “una ampliación de la concepción museográfica así como
un intento de integración selectiva de componentes de la tradi-
ción” (Blasco, 2007). De esta manera, el acto de rememorar el
acontecimiento histórico requirió un compromiso mayor que
el de asistir a una inauguración. La propuesta aspiró a cons-
truir espacios de conservación y reproducción de discursos
sobre la identidad nacional, en los que el proyecto educativo
vinculaba la instrucción histórica o científica con el turismo.
Se formó la Comisión Provincial Honoraria de Homenaje
a los Libres del Sur con doce miembros, entre los cuales ha-
bía dos representantes de Chascomús: Mercedes J. Aldalur

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y Roberto N. Plorutti, más una persona de Dolores, una de
La Plata, y ocho de la Capital Federal.2 Todos los miembros
de esta comisión participaban en instituciones sociales y/o
puestos gubernamentales de la provincia. En los casos de
los representantes locales, pertenecían a reconocidas fami-
lias.3 En los adjetivos que acompañan los nombres, tanto
en la nómina de la comisión como en documentos posterio-
res donde la misma es invocada, es posible desandar el cami-
no de selección de los miembros. La importancia otorgada
al estatus social es uno de los caracteres que se resaltan: ca-
balleros y señoritas de importante trayectorias, doctores, in-
genieros, y “descendientes directos de aquellos mártires”4
entre otros.
La localidad de Chascomús fue considerada por las au-
toridades de ese momento como un lugar estratégico, y no
solo por ser el lugar donde ocurrió la batalla del evento
conmemorado. Además, la ubicación cercana a las grandes
urbes y sus características paisajísticas le otorgaban un im-
portante potencial para el desarrollo turístico. El proyecto
para Chascomús preveía la construcción del Museo y Parque
Libres del Sur, cuyas gestiones quedaron a cargo de Aldalur.
La noticia fue construida y reproducida en los periódicos
locales El Argentino y El Cronista, durante 1938 y 1939, con un
mismo discurso en el que la creación del futuro museo fue
entendida en términos de progreso e importancia económi-
ca y cultural para la localidad. En estos artículos periodísti-
cos, la legitimación de los agentes a cargo descansaba en sus
participaciones previas en espacios locales de sociabilidad.
Además, se invitaba al resto de la comunidad a participar

2 Nómina de la Comisión Libres del Sur. Archivo Museo Pampeano, Chascomús.


3 En el caso de Chascomús, Mercedes Aldalur presidía la Comisión de Bellas Artes y de Historia Regional,
y Roberto Plorutti era el presidente de la Sociedad de Fomento y Turismo.
4 M. Aldalur. 1939. Centenario de la Revolución del Sur 1839. Álbum con reseñas históricas y recortes
periodísticos sobre la creación del museo. Archivo Museo Pampeano, Chascomús.

Capítulo 4. Un lugar para los objetos: el Museo Municipal Pampeano 195

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con donaciones de objetos para contribuir a hacer realidad
la instalación del museo.5
Es decir, la construcción del museo en Chascomús fue par-
te de un proyecto que se llevó a cabo a partir del ideario domi-
nante, y como parte de una estrategia dirigida a la consolida-
ción y reproducción de la ideología nacionalista hegemónica
en la provincia de Buenos Aires. En este proyecto participa-
ron representantes de la sociedad política y civil provincial y
local: funcionarios estatales, y vecinos con alto estatus social.
Sin embargo, si se consideran las acciones y decisiones de los
agentes sociales que intervinieron, puede observarse que en
el espacio local, y mediante prácticas fragmentarias, se im-
provisaron tácticas ampliando y multiplicando los sentidos en
torno al proyecto. A la propuesta inicial de generar un espacio
evocativo de “Los Libres del Sur”, Aldalur presentó un ante-
proyecto alternativo. En el mismo se propuso la formación de
un museo regional a llamarse “Museo Pampeano”, organiza-
do en cinco salas, con el fin de dar cuenta de la “evolución de
nuestra cultura”.6

La civilización indígena en la historia regional


Aldalur diseñó un modelo expositivo siguiendo un recorri-
do histórico que se iniciaría con una sala sobre la civilización

5 Las noticias periodísticas fueron publicadas en El Argentino el 24 de septiembre de 1937 (“En principio
el gobierno está dispuesto a convertir en un parque los T. de la Costanera”), el 6 de diciembre de 1938
(“Esperamos que la visita del Ing. Bustillo será más provechosa para nuestra ciudad”), y en octubre de
1939 (“Con muchas posibilidades de éxito ha iniciado ya algunos trámites la Comisión de Bellas Artes de
esta ciudad”). Por su parte, en El Cronista la cobertura se realizó durante octubre de 1939, con los siguientes
titulares: “Volvió a reunirse la Comisión Asesora nombrada para la construcción de los parques y museos
en Chascomús y en Dolores”; “La instalación del Museo Pampeano en Nuestra Ciudad”; “El edificio para el
Museo Pampeano que debía construirse en esta ciudad con los fondos del legado Bunge” (6 de octubre).
6 M. Aldalur. 1939. Anteproyecto sobre la organización del Museo Pampeano. Archivo Museo Pampeano,
Chascomús.

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indígena pampeana. En este diseño se planeaba utilizar la colec-
ción arqueológica Girado-Greslebin presentada en el álbum
de Dorscaberro (1930), cuya donación estaba en negociación.
El recorrido continuaría con la representación de la civiliza-
ción colonial mediante material documental sobre la fundación
de las ciudades de la zona. Luego se expondría la civilización
gaucha mediante artefactos realizados en cuero, para lo cual
se contaba con el asesoramiento del Dr. Mario López Osornio
(cuyas producciones fueron analizadas en el Capítulo 2). Por
último, una sala sobre la civilización actual, estaría centrada en
los eventos de la revolución del sur. En esta selección de conte-
nido para el museo, Aldalur proponía un recorte geográfico y
temporal: la pampa “desde la prehistoria hasta nuestros días”.
Además, este proyecto incluía la formación de biblioteca, dis-
coteca y cineteca para reunir obras científicas, literarias y ar-
tísticas relacionadas con la pampa.
El debate tuvo carácter público y el anteproyecto fue re-
producido en los periódicos locales. A pesar de que la pro-
puesta implicaba una importante variedad de cambios que
apuntaron a considerar el sentido del museo como instituci-
ón social, en los diarios se destacaron solo dos puntos: la mo-
dificación en el nombre de la institución, y la ampliación del
mismo para incluir otras materiales. Al mismo tiempo, los
diarios fueron publicando listados de objetos donados o cuya
donación se encontraba en gestión, así como de objetos dese-
ados para su exposición en la futura institución. En el caso
de los objetos donados, se describen destacando los apellidos
de las familias a las que pertenecieron, y que “generosamen-
te los entregaron”.7 En su mayor parte se trata de muebles,
documentos y objetos de uso cotidiano representativos de
distintos momentos históricos de la localidad. Es posible
aplicar aquí la distinción entre los donantes que propone

7 El Argentino, 27 de abril de 1941.

Capítulo 4. Un lugar para los objetos: el Museo Municipal Pampeano 197

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Blasco, para los que a principios del siglo XX contribuyeron
a formar las colecciones del museo de Luján. Mientras algu-
nos se deshacían de los objetos a cambio del reconocimiento
público materializado en las noticias periódicas, otros “bus-
caban conservar su linaje a través de la exposición pública
de piezas que hasta el momento circulaban solo dentro del
ámbito privado” (Blasco, 2009: 184). Entre los objetos cuya
donación sería deseable, los diarios subrayan aquellos que
podrían mostrar la rudimentaria industria del cuero, técnica
desarrollada por el gaucho y ejemplo de la vida tradicional,
gloriosa y pasada.8 En las noticias se repitió la solicitud he-
cha a “los buenos criollos: aquellas personas que conservan
como reliquias trabajos realizados en cuero crudo, los donen
para dicho museo”.9
Con respecto a los objetos cuya donación se estaba ges-
tionando, es interesante considerar el valor indiscutido
del acto de la anticipación. Dos donaciones en particular
tuvieron representación mediática: la colección arqueoló-
gica Girado-Greslebin, y la bandera que enarbolaron las
tropas del 2° Batallón del Sud, formado por individuos de
Chascomús y Ranchos, en la batalla de San Gregorio en
1853. Los materiales arqueológicos se describieron como
colecciones magníficas 10 con un alto valor científico.11 En
cambio, la bandera se destacaba por ser un símbolo indis-
cutido del compromiso de los chascomunenses en la for-
mación de la patria (Dorcasberro, 1930). Es posible que el
valor respectivo, científico e histórico, ya reconocido para
ambos objetos (bandera y colección arqueológica) pudo
haber funcionado como un sólido argumento para dirimir

8 M. Aldalur. 1939. Anteproyecto sobre la organización del Museo Pampeano. Archivo Museo Pampeano,
Chascomús.
9 El Cronista, “La instalación del Museo Pampeano en nuestra ciudad”, 6 de octubre de 1939.
10 El Cronista, ídem.
11 Cfr. Capítulo 2.

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y alegar acerca de la ampliación impulsada por Aldalur.
Además, en el caso de la bandera, es posible que haya sido
investida de un valor adicional, por el hecho de encontrar-
se en el Museo de Luján (dirigido por E. Udaondo), cuyo
prestigio e influencia modélica en la formación de los mu-
seos regionales del período fueron notorios (Pupio, 2005;
Blasco, 2007).
Para la autora del anteproyecto, se trataba de generar
un espacio educativo que podría pensarse como “elemento
de cultura, como ejemplos de dignidad humana, y como
cátedras de civismo”.12 Así, el argumento de Aldalur hacía
hincapié en el valor educativo para toda la población, ci-
tando, como antecedente de sus principios teóricos, los li-
neamientos de Víctor Mercante.13 Este autor fue uno de los
representantes más destacados del normalismo pedagógico
sobre el que se estructuró el sistema educativo argentino de
principios del siglo XX (Dussel, 1993). Dentro de esta línea
pedagógica, los objetos materiales fueron vistos como me-
diadores de los procesos de aprendizaje, pues se considera-
ba que constituían un estímulo suficiente para impulsar la
inteligencia de los sujetos (García, 2007). Siguiendo estas
tendencias, en el ámbito escolar se construyeron coleccio-
nes de materiales diversos que proporcionaban un medio
“para cultivar espontánea y agradablemente los objetivos
de la educación” (Dussel, 1993: 815). Entre otras cosas, esto
permitió desarrollar una industria escolar “alrededor de la
producción y la circulación a escala internacional y nacio-
nal de textos y manuales de enseñanza, mobiliario y diver-
sos materiales didácticos” (García, 2007: 175).

12 M. Aldalur, del manuscrito donde se presenta el plan educacional del museo y las razones de su
fundación. Archivo Museo Pampeano, Chascomús.
13 M. Aldalur. 1961. Reseña Histórica del Museo Pampeano a 25 años de su fundación. Archivo Museo
Pampeano, Chascomús.

Capítulo 4. Un lugar para los objetos: el Museo Municipal Pampeano 199

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Por otra parte, al considerar al museo un espacio de en-
señanza del civismo, Aldalur se estaba remitiendo a las ideas
de Udaondo en cuanto al carácter de las instituciones muse-
ográficas. La metáfora del museo como un templo cívico sitúa
a esta institución como un espacio de difusión de valores pa-
trióticos y nacionales, y asemeja el rol de su director al de un
militante de dichos valores (Blasco, 2007). Sin embargo, es
importante recordar que la posibilidad de aplicar las ideas
teóricas a la práctica está condicionada por diversos factores
contextuales (económicos, políticos, institucionales, etcéte-
ra) que a veces exceden los intereses de los agentes. Desde
fines del siglo XIX, la identificación dentro de tendencias
teóricas modernas funcionó en muchas instituciones educa-
tivas y museísticas como estrategia declarativa para obtener
beneficios dentro de la coyuntura política, más que como
una guía directa para la puesta en práctica (Blasco, 2009).
Tal observación nos recuerda las distintas dimensiones que
convergen en la formación de una institución, cuyo resul-
tado es, entre otras cosas, el entrecruzamiento de discur-
sos y prácticas puestos en juego por los diferentes agentes
involucrados.
La puesta en marcha de la construcción del museo generó
una larga serie de negociaciones sobre el proyecto original,
que dieron como resultado el cambio del emplazamiento
inicial del edificio y la reducción del personal involucrado
en el ordenamiento de las colecciones. En las cartas que
Udaondo, administrador de los museos de la provincia de
Buenos Aires, intercambió con Aldalur, a fines de 1939 y
durante 1940, se puede ver el conflicto de intereses y las di-
ficultades en la disponibilidad y destino de los fondos (pro-
venientes de la donación de Félix Bunge). En las cartas, la
definición de intereses comunes y la materialización de la
colaboración mediante la entrega de objetos para el mu-
seo, llevan a considerar el fortalecimiento de alianzas en
pos de “no demorar más la construcción y correr el riesgo

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de que no se haga”.14 Varios autores señalan que este tipo
de alianzas fueron comunes en los procesos de creación
de museos en Argentina entre 1910 y 1940 (Blasco, 2009;
Pupio, 2005). Los intereses particulares se entretejen con
proyectos políticos macro que no necesariamente están en
sintonía. En el caso del museo para Chascomús, uno de los
puntos discutidos por iniciativa de Aldalur, fue la selección
y organización de los objetos a representar en el museo a
crearse. De esa forma, la futura directora proponía ciertas
formas de considerar el pasado regional en función de su
presente.
En la argumentación de Aldalur, los materiales arqueo-
lógicos representan la población precedente, el origen de la
evolución cultural en la región y, como tal, el punto de parti-
da imprescindible para la tarea educativa del museo. En sus
propias palabras:

Insistir en la civilización gaucha sin establecer un nexo en-


tre ella y las que le precedieron es, además de reeditar lo
hecho, dar una idea incompleta de la evolución de nuestra
cultura. La civilización alcanzada por los indios pampas
es apenas conocida, existen sin embargo, colecciones ar-
queológicas importantes que no han sido expuestas y están
todavía inéditas las obras que las documentan. Lo mismo
sucede con la civilización colonial, la historia de la funda-
ción de los pueblos recién empieza a difundirse gracias a
las publicaciones del Archivo Histórico de la Provincia de
Buenos Aires.15

En esta cita se puede observar la concepción evolucionista


de cultura que subyace. La misma es entendida en términos

14 Carta de Udaondo a Aldalur del 23 de enero de 1940. Archivo Museo Pampeano, Chascomús.
15 M. Aldalur. 1961. Ídem.

Capítulo 4. Un lugar para los objetos: el Museo Municipal Pampeano 201

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universales, como una característica humana y como sinó-
nimo de civilización. Desde esta perspectiva, la diversidad
cultural fue considerada como evidencia de distintas etapas
evolutivas. Es por ello que Aldalur propuso iniciar el reco-
rrido histórico del museo con la civilización indígena, al con-
siderarla el primer estadio de evolución cultural. A partir
de esta cita, también puede inferirse otro argumento que
remite a las tendencias museísticas del momento: incluir en-
tre los ideales educativos la posibilidad de generar nuevos
conocimientos sobre el pasado, en este caso sobre la civiliza-
ción indígena.
Las vísperas del centenario llegaron en el marco de es-
tas discusiones y las negociaciones por la falta de financia-
miento. El 7 de noviembre de 1939 se fundó, en Chasco-
mús, el Museo Evocativo de la Revolución del Sur, en una
sede provisoria facilitada por la Sociedad Española, mien-
tras continuaba la construcción del edificio definitivo y la
discusión sobre su contenido. Para la exposición inaugural,
en la sede provisoria, se utilizaron retratos de personajes
y objetos relacionados con los acontecimientos de 1839.16
La inauguración del edificio y el museo definitivo tuvo
lugar dos años después, el 27 de abril de 1941, con el nom-
bre de “Museo Pampeano”. En ese momento la institución
constaba de tres salas: 1) Sala Libres del Sur, compuesta por
una serie de retratos que representaban a los participantes
de la batalla; 2) Sala Chascomús, donde se representaba la
vida de la ciudad urbana; 3) Sala Pampeana, donde se re-
presentaba la vida en el campo y el gaucho.17 En los diarios
locales se publicaron fotos de la inauguración, mostrando
la alta asistencia del público, así como también detalles del
edificio:

16 M. Aldalur, del manuscrito. Ídem.


17 Ídem.

202 Virginia M. Salerno

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A

Capítulo 4. Un lugar para los objetos: el Museo Municipal Pampeano 203

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B

Figura 4.1. A) Imágenes del nuevo edificio del Museo Pampeano. Merce-
des Aldalur. Centenario de la Revolución del Sur 1839-Chascomús-1939.
Archivo Museo Pampeano, Chascomús; B) Imágenes del acto inaugural,
diario El Argentino, 29 de abril 1941.

Durante la inauguración del edificio, la directora del mu-


seo expresó su preocupación por la falta de recursos para
acondicionar y organizar las nuevas salas mencionadas, des-
tacando que en esa fecha lo que se inauguraba era el edi-
ficio, ya que el museo con la sala Libres del Sur había sido
inaugurado dos años antes, durante los festejos del cente-
nario.18 Así, quedó conformada la institución con el doble
objetivo de conmemorar el centenario de la batalla contra
Rosas, y organizar un museo regional con fines educativos.
Dentro de este último objetivo, se explicitó la voluntad de

18 El Argentino, 9 de abril de 1941.

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identificar las raíces de la evolución cultural de la región con
los materiales que representaban a las poblaciones prehispá-
nicas. Como se verá en el próximo apartado, esta idea pudo
concretarse diez años después, cuando se efectivizó la dona-
ción de la colección arqueológica, hasta entonces en poder
de Greslebin.
En esta primera etapa, los espacios expositivos organiza-
ron un relato de la historia local en base a la diferenciación
de tres temporalidades. Un momento que puede pensarse
como fundacional, es representado por la batalla de los Li-
bres del Sur. Su exposición se organizó más con el propósito
de conmemorar que con el objetivo de estudiar los eventos
en torno al mismo. Se trata de un relato fundacional por-
que conforma una gesta patriótica, que incluye a la localidad
como protagonista activo dentro de los relatos de la historia
nacional. En la sala Chascomús, la memoria del tiempo co-
lonial se recupera y reorganiza mediante la yuxtaposición
de objetos referentes de los siglos XVIII, XIX y XX. En esta
composición prevalecen objetos asociados a la vida urbana
que representan:

La tradición patricia en el doble sentido del término.


Chascomús conservaba en sus hogares bellos y significa-
tivos tesoros del pasado. Por generosidad de sus dueños,
muchos de ellos han ido a enriquecer el nuevo museo. Se-
rán así de la colectividad en el futuro las heredadas piezas
de plata señoril, el mueble de noble talla, y el lienzo que
perpetúa los rasgos hidalgos de las damas y caballeros de
tiempos idos.19

Se define así un tiempo histórico que representa al


Chascomús urbano y próximo. Sus protagonistas pueden

19 El Argentino, 27 de abril de 1941.

Capítulo 4. Un lugar para los objetos: el Museo Municipal Pampeano 205

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encontrarse en las genealogías familiares de los donantes.
Por último, la sala Pampeana evoca la tradición y el cono-
cimiento del gaucho, mediante objetos de la industria del
cuero. En las descripciones, reproducidas en los medios,
sobre esta sala, se observa una importante distinción con
respecto a las dos salas anteriores: en vez de describir a los
materiales, se explica que estos fueron objeto de estudio
y clasificación por un prestigioso agente local: M. López
Osornio. En la organización de esta sala, también se men-
ciona la exposición de elementos indígenas sobre los cuales
no se brinda ninguna información. En contraste con los
dos espacios anteriores, esta propuesta expositiva se orga-
nizó a partir de la distancia construida mediante la presen-
tación del saber erudito.

Sala arqueológica e indígena

En 1941, cuando el museo aun continuaba bajo la direc-


ción de Aldalur, se había recibido la donación de una colec-
ción por parte de la familia Echayde. Esta colección estaba
formada por 363 elementos; entre ellos se encontraban dife-
rentes tipos de fotos y retratos, objetos relacionados con ac-
tividades campestres (por ejemplo bancos, cuernos de astas,
fajas, estribos y cencerros, entre otros) y 136 elementos indíge-
nas que incluían bolas de boleadora y puntas de flecha. Esta
colección también incluía collares, cacharros, lanzas, arcos y
elementos de madera clasificados como indios.20 La donación
de la colección Girado-Greslebin se encontraba en proceso
de negociación. Como ya se mencionó en el Capítulo 2, esta
colección estaba conformada por 3.148 elementos indígenas,
entre los que había materiales líticos, pigmentos (piedras de

20 Expediente de la donación de la colección Echayde. 1941. Archivo Museo Pampeano, Chascomús.

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pintar) fragmentos de alfarería, instrumentos óseos y valvas
recolectados en la zona de Chascomús.21
La colección Girado-Greslebin fue considerada cen-
tral para el proyecto de la sala de la civilización indígena,
a tal punto que esta sala no se organizó hasta que su do-
nación se hizo efectiva. Entre los motivos por los cuales
esta segunda colección fue investida con un mayor valor
expositivo para los fines educativos del museo, pueden
mencionarse: que se tratara de materiales de procedencia
local, y el valor científico potencial expuesto por Gresle-
bin (Ballart, 1997). Este valor fue uno de los aspectos que
se hizo público en las notas periodísticas, en las que se
anticipaba el contenido del futuro museo. Además, la di-
ferencia cuantitativa entre ambas colecciones (la Girado-
Greslebin y la Echayde) también pudo ser un factor que se
tuviera en cuenta.
Como ya se mencionó en capítulos anteriores, el arquitec-
to Héctor Greslebin había estudiado los materiales arqueoló-
gicos heredados de la colección Girado y la de su padre. Des-
pués de quince años, el proyecto del museo en Chascomús
se le presentó como una oportunidad para dar visibilidad
a las colecciones y a sus estudios. La información sobre las
gestiones para la donación, en las vísperas del centenario,
quedó documentada en los comentarios de Aldalur en su
fundamento del anteproyecto, junto con las notas periodísti-
cas del momento. La primera carta donde Greslebin expresó
formalmente su intención de donar data del 20 de octubre
de 1939, y fue dirigida al Secretario de Obras Públicas, José
M. Bustillo. El arquitecto pidió, a cambio de la donación, la
publicación de una obra suya titulada El arte de las pampas ar-
gentinas, en la que se plasmaban los estudios realizados sobre
las colecciones. Pero la donación no se hizo efectiva y, como

21 Expediente de la donación de la colección Girado. 1949-1953. Archivo Museo Pampeano, Chascomús.

Capítulo 4. Un lugar para los objetos: el Museo Municipal Pampeano 207

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ya se mencionó, el museo se inauguró sin una sala donde
exponer estos materiales.
Diez años después, hacia fines de 1949, Greslebin deci-
dió donar los materiales de la colección Girado e insistir en
el financiamiento de la publicación de su obra a cambio de
la colección de su padre. Las exigencias fueron discutidas
y revisadas. Circularon borradores del índice de su libro y,
en marzo de 1950, Bruno Jacovella, a cargo del Instituto de
la Tradición, propuso la intervención de los arqueólogos
Milcíades Vignati y Enrique Palavecino, del Instituto del
Museo de la Universidad Nacional de La Plata, como ase-
sores para “evitar inútiles superposiciones de material cien-
tífico en un museo provincial que, hasta ahora al menos,
no tiene por fin la investigación arqueológica”.22 En este
sentido, se destaca que el carácter educativo del museo de
Chascomús por sobre el investigativo fueron determinantes
en los resultados de la negociación. Estas condiciones no
fueron aceptadas por Greslebin y el expediente se cerró el
27 de septiembre del año 1953, sin que la colección de su
padre fuera donada. Actualmente se desconoce el destino
de la misma. Las negociaciones ocurrieron en el contexto
de los gobiernos peronistas que, como señala Pupio (2005),
desde el año 1946 habían puesto en acción una serie de
reformas dirigidas a centralizar la administración de los
museos de la provincia de Buenos Aires. Con este fin se
creó la Dirección de Museos Históricos, dependiente de la
Subsecretaría de Cultura del Ministerio de Educación Pro-
vincial, en 1950, y se fundaron nuevas instituciones en los
espacios locales.
En el Museo Pampeano de Chascomús los cambios or-
ganizativos tuvieron como consecuencia la renuncia de
Aldalur, el 18 de enero de 1947, quien hasta el momento

22 M. Aldalur, del manuscrito donde se presenta el plan educacional del museo y las razones de su
fundación. Archivo Museo Pampeano, Chascomús.

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se había desempeñado ad honorem. 23 Esta renuncia tuvo
repercusión pública: fue objeto de varias notas periodís-
ticas en las que se discutió su significado y se puso de ma-
nifiesto la crisis institucional que conllevaban las nuevas
políticas. Además, en una carta enviada a Udaondo con la
misma fecha de la renuncia, Aldalur expresaba su preocu-
pación por la continuidad de los proyectos institucionales
en curso y el cumplimiento del compromiso adquirido
con los donantes de materiales. 24 Durante los dos años
siguientes, el cargo de director del museo fue ocupado
por la secretaria de Aldalur, con carácter interino, y en
abril de 1949 Francisco Romay asumió la dirección. Este
director y su sucesor, Pedro Boloqui (director a cargo en-
tre 1953 y 1955), continuaron con la misma política insti-
tucional de Aldalur, que se vio reflejada en la ampliación
de las exposiciones del museo y en su reforma edilicia. 25
Fue durante este período que se hizo efectiva la donación
de la familia Girado y se preparó la exposición de la sala
arqueológica e indígena.
La manera en que las colecciones privadas de la provin-
cia de Buenos Aires fueron traspasadas al ámbito público
durante esta época, fue analizada por Pupio (2005). Esta
autora mostró el sistema de relaciones que los coleccionistas
de la provincia mantenían entre sí para el intercambio de
información y objetos, consensuando un modelo interpre-
tativo para los mismos. La autora destaca que los coleccio-
nistas no solo donaron sus materiales, sino que participaron
activamente en su organización expositiva, convirtiéndose,
en algunos casos, en directores de las nuevas instituciones.

23 Carta de renuncia de Mercedes Aldalur fechada el 18 de enero de 1947. Archivo Museo Pampeano,
Chascomús.
24 El Argentino, 1947. Archivo Museo Pampeano, Chascomús.
25 M. Aldalur. 1961. Reseña Histórica del Museo Pampeano a 25 años de su fundación. Archivo Museo
Pampeano, Chascomús.

Capítulo 4. Un lugar para los objetos: el Museo Municipal Pampeano 209

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En el caso del Museo Pampeano, Greslebin y López Osor-
nio fueron dos importantes personajes que donaron ma-
teriales arqueológicos y plasmaron en publicaciones sus
estudios sobre los mismos. Estas publicaciones forman
parte de la biblioteca del museo. Ambos estudiosos fueron
referentes institucionales y colaboraron en diferente grado
en la organización de los montajes expositivos. Mientras
que las actuaciones de Greslebin estuvieron limitadas a la
materialidad prehispánica, López Osornio se ha destaca-
do, principalmente, por sus estudios sobre los trabajos en
cuero crudo. Además, este estudioso participó como miem-
bro de la institución durante sus primeros años. Ambos son
recurrentemente citados en los diarios, en memorias del
museo y en catálogos y guías de la institución. Por estos
motivos, es posible afirmar que las categorías de análisis y
el marco teórico utilizados por ambos agentes, mediaron
en la forma en que los funcionarios a cargo del montaje, en
1952, organizaron la exposición.
Las primeras referencias sobre la exposición de esta sala
se remiten al proyecto de ampliación edilicia presentado
en 1950 por el entonces director del museo, el periodista
Francisco Romay.26 En este proyecto se incluía la creación
de la sala arqueología sobre la base de los materiales de la
colección Girado. De la gestión de Romay, se subraya que la
posibilidad de recibir una colección como la de Girado, no
solo estuvo supeditada a que se hiciera la donación, sino que
también fue necesario generar reformas y habilitar el espa-
cio para su exposición. Así, en su descripción del estado del
museo, Romay afirmaba necesitar:

26 Carta de Francisco Romay dirigida al Director de Museos Históricos de la provincia, Dr. Juan Beltrán, en
la que se explican las condiciones del Museo y los motivos de la solicitud de las ampliaciones edilicias,
con fecha del 14 de marzo de 1950. Archivo del Museo Pampeano, Chascomús.

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Para una mejor distribución de los elementos con que cuen-
ta y para poder colocar en forma adecuada, la gran cantidad
de objetos que se me han ofrecido, se hacen necesarias dos
salas más, cuya construcción ya he solicitado (...), estoy es-
perando la provisión de vitrinas, solicitadas oportunamen-
te y ya licitadas por las oficinas del ministerio, para efectuar
la creación de la SALA DE ARQUEOLOGÍA, sobre la base
de la importante colección recogida en la zona entre los
años 1880 y 1895, por el ingeniero Ceferino I. Girado, cuya
donación obtuve. Además se cuenta con otros elementos y
las donaciones que ya me han sido prometidas y no reclamo
por falta de lugar para ubicarlas.27

Además, el director describía los servicios del museo e in-


formaba que para ese momento la institución ya contaba con
una sala del gaucho y una sala del aborigen. Sobre esta última,
no se encontraron documentos previos que remitieran a su
creación. Romay la describía como una sala que:

Entre otras cosas curiosas e interesantes, cuenta con las


charreteras el mandil y una faja que pertenecieron al ca-
cique Cipriano Catriel. Ya he obtenido la donación de uno
de los ponchos que usaba y pronto ingresará al museo. Di-
versos objetos curiosos dan la realidad indígena de la zona,
que si no se exhiben convenientemente es por la falta de
vitrinas. 28

En la extensa carta de Romay se describen los elementos


que están en el museo y aquellos cuya donación se encontra-
ba en gestión. Uno de los principales argumentos para jus-
tificar las ampliaciones solicitadas es el aumento constante
de las colecciones. En función de esto, Romay fundamentó

27 Carta de Francisco Romay. Ídem.


28 Ídem. Si bien estos objetos son parte del museo, actualmente no se encuentran en exposición.

Capítulo 4. Un lugar para los objetos: el Museo Municipal Pampeano 211

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la proyección de espacios expositivos organizados en salas y
vitrinas en una cantidad que superaba lo que el museo podía
materialmente contener. En total, el autor aspiró a generar
diez espacios temáticos diferentes. A continuación se trans-
criben fragmentos de misma carta al director, donde Romay
describe los objetos y criterios asumidos:

SALA DE LOS DAGUERROTIPOS. Esta sala llamaría mu-


chísimo la atención, por cuanto no se conoce ningún museo
en América que tenga esos elementos reunidos en cantidad
(...), La SALA NUMISMÁTICA, sobre la base de unas 350
medallasy monedas donadas por el suscripto. Ya tengo ade-
más 600 piezas metálicas y otro tanto de papel moneda de
todas las épocas (...), como contribución del museo de mi
Dirección a la memoria preclara del general José de San
Martín, me encuentro ocupado en las tareas de preparar,
por ahora, algo así como el ALTAR SANMARTINIANO
[describe elementos que se tienen y otros que se encontra-
ban en gestión], sus gestiones están bien encaminadas y sus
actuales poseedores son patriotas y desinteresadas (...), la
SALA CHASCOMÚS RELIGIOSO para lo cual se cuenta
con un gran número de imágenes antiguas, solamente de la
ciudad de Chascomús. Una SALA DE LOS ESTANCIEROS,
que en realidad han sido los precursores del mejoramiento
de las razas, habiendo sido este partido el primero que tuvo
alambrados sus campos (...), una SALA ESPECIAL para ex-
hibir en ella todos los elementos con que ya cuenta el esta-
blecimiento y tienen relación con la coquetería de la mujer
chascomunense antigua, representados por más de treinta
magníficos abanicos antiguos (...), otra SALA ESPECIAL
para contener la platería (...), la posibilidad de una SALA
DE ARMAS, donde tendrán cabida todos los elementos que
ya existen en número elevado (...), una ballesta del siglo XV
(...), existen actualmente la SALA EL GAUCHO que más

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adelante deberá ser trasladada a una de mayor capacidad y
la SALA ABORIGEN (...).

Una parte de los espacios de esta propuesta estan pen-


sada para reunir conjuntos de un mismo tipo de elemento:
platería, daguerrotipos, numismática, armas, aquellos re-
lacionados con la coquetería, e imágenes religiosas. Estos
podrían pensarse como representaciones de las cualidades
que forman parte de lo chascomunense. Otra parte de los es-
pacios, agrupan elementos que representan alteridades: el
gaucho, el aborigen y los estancieros. En esta organización,
el recorrido cronológico deja de ser el eje que estructura
la narrativa sobre la historia local. En 1951 se efectivizaron
parte de las ampliaciones edilicias solicitadas por Romay, y
se organizaron dos de los espacios expositivos planificados:
la sala numismática, con materiales donados por ciudada-
nos locales29 y la sala arqueológica e indígena, organizada en
base a los materiales finalmente donados por Greslebin. En
1955, Aldalur se reincorporó como directora de la institu-
ción, por orden de un decreto municipal. 30 Con su presen-
cia, la organización proyectada por Romay se reestructuró
dentro de una propuesta cronológica que tenía por obje-
to explicar la evolución de la historia regional. Diez años
después esta directora fue sucedida por M. Josefa Zuloa-
ga, quien se mantuvo en funciones hasta el advenimiento
de la democracia en 1984, con la excepción de un período
de dos años (1974-1976). La extensión de ambas gestiones
dejó una marcada impronta en las características del mu-
seo. Con el paso del tiempo se fueron incorporando nue-
vos materiales y espacios expositivos como se observa en la
Tabla 4.1.

29 El Argentino, 22 de febrero de 1951.


30 Decreto N° 1419. M. Aldalur. 1961. Reseña Histórica del Museo Pampeano a 25 años de su fundación.
Archivo Museo Pampeano, Chascomús.

Capítulo 4. Un lugar para los objetos: el Museo Municipal Pampeano 213

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Directores del museo Incorporación y reorganización de espacios expositivos
Mercedes Aldalur Sala Libres del Sur
(1939-1947) Sala Pampeana
María Esther Deytieux Sala Chascomús
(1947-1949, interina)
Francisco Romay Sala Libres del Sur
(1949-1953) Sala Pampeana
Hebert Smith Sala Chascomús
(1953-1955, interino) Sala Numismática (inaugurada en 1951)
Pedro Boloqui Sala Arqueológica e indígena (inaugurada en 1952)
(1953-1956)
María Josefa Zuloaga Sala 1: Arqueológica e indígena
(1964-1974) Sala 2: Pampeana I
Dora Ugarte Sala 3: Pampeana II (inaugurada entre 1964 y 1974)
(1974-1976) Sala 4: Los libres del sur
María Josefa Zuloaga Sala 5: Chascomús (reciclado entre 1984 y 1989)
(1976-1984) Sala 6: Numismática
Hilda D’Alessandro de Brandi Sala 7: Evocativa religiosa (inaugurada entre 1964 y 1974)
(1984-1989)
Gabriela Grisendi Sala 1: Arqueológica y paleontológica (reciclado 1992)
(1989-1992) Sala 2: Pampeana I (reciclado entre 1992 y 1995)
Mónica Sanucci Sala 3: Pampeana II (reciclado 1991)
(1992-1995) Sala 4: Batalla de Chascomús o Libres del sur (reciclado 1989)
Sala 5: Chascomús (reciclado 1990)
Sala 6: Numismática
Sala 7: Religiosa
Alicia Lahourcade Sala 1: Arqueológica y paleontológica (reciclado 2011)
(1995-1999) Sala 2: Pampeana I (reciclado 2009)
Alejandra Bilbao Sala 3: Pampeana II (reciclado 2010)
(1999-2010) Sala 4: Los libres del sur (reciclado 2004)
Gabriela Grisendi Sala 5: Chascomús
(2010-actual) Sala 6: Mercedes J. Aldalur (reciclado entre 1995 y 1999)
Sala 7: Religiosa

Tabla 4.1. Detalle de espacios expositivos que se fueron organizando a lo


largo del tiempo de acuerdo a la información detallada en las memorias
del museo. Obsérvese en negrita los espacios nuevos y/o reciclados que
incluyeron renovación de guión y diseño.

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El siguiente registro, en el que se encuentran descrip-
ciones de la sala con materiales arqueológicos, nos lleva al
año 1977, momento en que la institución publicó una guía
informativa. En ella se describen siete salas de exposición:
sala 1, arqueológica e indígena; salas 2 y 3, pampeana; sala 4,
libres del sur; sala 5, Chascomús; sala 6, numismática; y sala 7,
evocativa y religiosa. El catálogo invitaba a conocer las salas,
y de esta manera, seguir la “evolución de la cultura” en la
zona pampeana. El recorrido empezaba con la sala arqueo-
lógica e indígena donde se exhibía una vitrina (ver Figura
4.2) con:

Un rústico violín construido con un tronco de árbol; pecto-


rales de indios pampas, collares de dientes y huesos, varias
cerámicas, algunas de modelado y dibujos antropomórficos.
Llamarán su atención, seguramente, las piezas de alfarería
e industria textil originarias de los aborígenes de la zona.
Decoran las paredes de esta sala diversas piezas escultóricas
y pictóricas. Sobre la pared del frente un carcaj con flechas,
arcos y boleadoras. Nos detenemos extrañados a leer el reci-
bo por la compra de un indio cuya fecha data del año 1838.
La vitrina del centro guarda importantes colecciones proce-
dentes en casi su totalidad de las lagunas de Chascomús. Su
organización fue confiada a la competencia del señor Héc-
tor Greslebin. 31

De acuerdo con estas descripciones, puede decirse que


no hubo cambios sustanciales en la forma general de or-
ganizar las salas, proyectada inicialmente por Aldalur. Las
salas se montaron con un criterio cronológico en donde
la materialidad prehispánica refirió al inicio de la “evolu-
ción cultural” de la zona. Sin embargo, la forma en que los

31 Guía del Museo Pampeano y Parque Los Libres del Sur. Chascomús, 1977.

Capítulo 4. Un lugar para los objetos: el Museo Municipal Pampeano 215

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objetos fueron organizados fue motivo de sutiles modifica-
ciones: cambios de nombre, incorporación de materiales, y
referencia de asesores. Estos cambios representan un mo-
vimiento que implicó el reconocimiento de la exhibición
misma: se pasó de una no mencionada sala aborigen a una
anunciada sala arqueológica e indígena en base a la colección
Girado.
Por último, es lícito mencionar algunos aspectos rela-
cionados con la organización espacial del museo. Esta se
delineó con la ampliación edilicia y, en la actualidad, se
conserva de la misma manera. En la Figura 4.3 puede verse
que el espacio físico designado para la sala 1 se destaca por
su rol marginal en relación con las otras salas. Tal como se
ha planteado en otros trabajos, esto se manifiesta en la difí-
cil accesibilidad, reducida visibilidad y baja disponibilidad
del espacio (Salerno, 2008). Esta forma, que condiciona

Figura 4.2. Vitrinas de la Sala Arqueológica e Indígena, Archivo Museo


Pampeano, Chascomús.

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tanto como habilita, lleva a preguntar si el lugar marginal
de la exposición de la materialidad prehispánica dentro del
recorrido del museo, puede estar vinculado con el lugar
marginal de las representaciones del pasado prehispánico
dentro de las narraciones del pasado local.

Figura 4.3. Plano del Museo Pampeano Municipal, con la distribución de


las salas. La Sala 1 corresponde al espacio destinado a la exposición de
materiales arqueológicos.

Capítulo 4. Un lugar para los objetos: el Museo Municipal Pampeano 217

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Sala arqueológica y paleontológica
En 1980 la administración del Museo Pampeano y Par-
que Los Libres del Sur fue transferida al ámbito municipal
por medio del Decreto 1483/80. 32 La dirección continuó
a cargo de Zuloaga hasta 1984, momento en que la nueva
administración municipal designó a la Dra. Hilda Brandi,
marcando el inicio de una nueva etapa para la institución.
Los reemplazos de los agentes a cargo fueron parte de la
reorganización institucional del municipio, en el marco del
reciente gobierno democrático. En este caso, la asignación
de la directora se realizó enfrentando una importante re-
sistencia por parte de los agentes que en ese momento esta-
ban vinculados al museo. Desde la Asociación Amigos (en-
tonces dirigida por Juan Luzian), se impulsó un petitorio
para solicitar la reposición de Zuloaga al cargo directivo
del museo. Los argumentos de la resistencia a las modifica-
ciones también se expresaron mediante el diario conserva-
dor El Argentino. Un petitorio se distribuyó en una serie de
comercios locales con el fin de que los ciudadanos incor-
poren su firma en adhesión. 33 El mismo tipo de conflictos
ocurrió durante la elección de nuevos representantes para
la Asociación Amigos. 34
Uno de los principales objetivos formulados por la nueva
dirección del museo fue desarrollar “una política de puer-
tas abiertas, dejando de lado aquello de cultura elitista y
aburrida”. 35 Se incorporaron jóvenes profesionales en el
marco de un programa de becarios de la municipalidad. En-
tre ellos, fue importante la incorporación de las museólogas
Gabriela Grisendi y Alejandra Bilbao. La primera se integró

32 La Plata, 27 de agosto de 1980.


33 El Argentino, 4 y 6 de enero de 1984.
34 Entrevista realizada a ex miembro de la Asociación Amigos, 15 de marzo de 2011.
35 Memoria del período 1984-1987. H. Brandi. Archivo Museo Pampeano Chascomús.

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al Museo Pampeano (Dirección de Cultura) y la segun-
da al Instituto Historiográfico (Dirección de Patrimonio
Histórico). 36 Desde entonces y hasta la actualidad, ambas
profesionales trabajaron en colaboración en la puesta en
práctica de proyectos culturales asociados con la gestión
del patrimonio histórico. A lo largo del tiempo, sus des-
empeños fueron organizándose desde distintas posiciones
dentro de la estructura organizativa municipal. Inclusive
ambas estuvieron a cargo del museo: Gabriela Grisendi en-
tre 1989 y 1991, y Alejandra Bilbao entre 1999 y 2010. Des-
de fines de 2010, nuevamente Gabriela Grisendi asumió el
cargo en la dirección del museo.
Volviendo a 1984, los objetivos planificados requirieron,
entre otras cosas, la formulación de una agenda tendiente
a modernizar y reciclar las salas del museo.37 Para el acon-
dicionamiento de los espacios expositivos, la conservación
y el inventariado de las colecciones, se buscó asesoramiento
técnico “en la parte de armas, en la parte de vestido, en nu-
mismática, fotografía, (...)”.38 En el caso de las colecciones
de la sala arqueológica e indígena, el contacto con arqueólogos
derivó en un convenio de colaboración entre el museo y la
Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos
Aires, y el inicio de las investigaciones arqueológicas sis-
temáticas en la zona. La entonces licenciada María Isabel
González comenzó a estudiar las colecciones arqueológicas
depositadas en el museo, y sumó nuevos materiales que fue-
ron recuperados en excavaciones arqueológicas. La relación
entre arqueólogos y museólogos se fue redefiniendo con el
paso del tiempo. Algunos puntos estables fueron la sosteni-
da colaboración entre las instituciones involucradas (Museo

36 El Argentino, 7 y 11 de febrero de 1984. Entrevista realizada a Alejandra Bilbao, 14 de febrero de 2011.


37 G. Grisendi. 1993-1994. Las colecciones existentes en los museos: un punto de partida para una acción sin
fronteras. Archivo Museo Pampeano Chascomús. Manuscrito inédito.
38 El Argentino, 7 y 11 de febrero de 1984.

Capítulo 4. Un lugar para los objetos: el Museo Municipal Pampeano 219

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y Facultad), la organización de actividades educativas en
conjunto, y las diversas formas de apoyo que el museo sostu-
vo para el trabajo de campo arqueológico.
Desde el punto de vista institucional, es posible decir
que la incorporación del equipo de arqueología conllevó
la introducción de otros criterios para clasificar e interpre-
tar la materialidad prehispánica. Tales criterios se vieron
reflejados en el reciclado de la sala arqueológica e indígena
en 1992.39 No obstante, la reorganización de la sala en ese
momento implicó un conjunto de necesidades políticas e
institucionales que excedían el proceso de incorporación
de nuevas colecciones, marcos interpretativos y asesores ex-
ternos. Se trató de un momento en el que las voluntades
políticas y económicas necesarias para reorganizar la sala
pudieron estar motivadas por la confluencia de diversos fac-
tores que exceden la situación institucional. En el contexto
nacional, fueron importantes el impulso dado a las políticas
culturales y las discusiones en el marco del “V Centenario”.
En el contexto municipal, es relevante recordar las acciones
propulsadas por el MAYA y el inicio de procesos de activa-
ción patrimonial de la historia local.
Para el montaje de este espacio expositivo se utilizaron
los materiales recuperados en las excavaciones arqueológi-
cas del equipo dirigido por González. Arqueólogos y museó-
logos trabajaron juntos en la redacción de los guiones, la
selección y organización de los objetos en la sala (González
de Bonaveri y Grisendi de Macchi, 1991). De esta manera, se
dio lugar a nuevas formas de producción e interacción con
el conocimiento sobre el pasado prehispánico. La sala pasó
a llamarse “Sala de Arqueología-Paleontología”, y en su pre-
sentación se explicó:

39 Carpeta con información sobre la renovación de la sala de arqueología. Archivo Museo Pampeano.

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Esta sala está dedicada a ilustrar los comienzos de la vida en
la Tierra, y la presencia en la zona de animales extinguidos.
Luego informa sobre los trabajos arqueológicos que se vie-
nen cumpliendo desde 1986 en las márgenes del Río Salado,
y a través de paneles y objetos de piedra, hueso y cerámica,
prueba la existencia de asentamientos humanos desde 1.700
años antes del presente.40

Se expusieron materiales organizados en cuatro secciones:

1) Sección Introductoria con las investigaciones pioneras, es


decir, las colecciones arqueológicas que dieron origen a la
creación de la sala.
2) Sección Arqueológica con el acervo incorporado recien-
temente como resultado de las investigaciones efectuadas,
donde se exponen a su vez las etapas de la investigación, se
expresan cuáles son las características de la arqueología mo-
derna y cómo trabaja el arqueólogo.
Los fechados radiocarbónicos, los procesos de manufactura,
la tecnología cerámica y lítica (...) le dan un marco científi-
co, metódico y sistemático, destacándose de esta realización
la importancia fundamental que radica en efectuar un tra-
bajo interdisciplinario entre el especialista, en este caso el
arqueólogo y el museo a través del museólogo, para lograr
una mutua interacción como primera medida y en conse-
cuencia un mensaje optimizado.
3) Sección Etnográfica cuyo contenido esta conformado por
piezas pertenecientes a la colección Jorge Echayde (existen-
tes también en el museo desde su creación).
4) Sección Paleontológica. La tarea no ha finalizado.41

40 Guía del Museo Pampeano y Parque Los Libres del Sur Chascomús, 1992. Archivo Museo Pampeano.
41 Guía del Museo, Ídem. El Argentino, 7 y 11 de febrero de 1984.

Capítulo 4. Un lugar para los objetos: el Museo Municipal Pampeano 221

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En este proceso, la continuidad y el lugar preponde-
rante del trabajo arqueológico hicieron que la gestión de
la materialidad prehispánica del museo sea parte de un
proyecto más amplio, que excede el papel educativo de la
exhibición de las colecciones. En la exhibición se incluyó
todo el proceso de investigación arqueológica: recolección
de datos, análisis y transferencia. Además, se diferenció
entre paleontología y arqueología, y se recontextualizó la
historia de las poblaciones prehispánicas a partir del uso
de categorías temporales elaboradas desde la arqueología.
Las poblaciones prehispánicas fueron vinculadas al origen
del poblamiento local y se las situó en un proceso geoló-
gico mayor. La proximidad entre información geológica y
origen de la historia local posibilitó que se construyera un
mensaje en donde ambas dimensiones se asociaron a un
todo vinculado con la historia natural del lugar, enfoque
que también concuerda con la concepción de la cultura
por parte del procesualismo.
La presentación de la nueva sala coincidió con el aniver-
sario de los cincuenta años de su creación42 y se organizó
en el marco de la III Jornada Municipal de Arqueología,
Arte y Artesanía, cuyo nombre recuerda la distinción en-
tre artistas y artesanos asumida por el MAYA. Además, el
museo contó con la colaboración de instituciones locales
como el Rotary Club y la Escuela de Cerámica. Se llevaron
a cabo una serie de actividades de promoción que tuvie-
ron visibilidad en los periódicos locales. Estas incluyeron
la elaboración de guías educativas, con sugerencias para
los docentes, y la confección de cajas didácticas para abor-
dar los contenidos expuestos en el ámbito escolar. Entre
los materiales que contenían dichas cajas se encontra-
ban restos fósiles, tiestos de cerámica, puntas de flecha y

42 Memorias del período 1992-1995. Archivo Museo Pampeano Chascomús.

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bolas de boleadora.43 En los periódicos, estas propuestas
se visibilizaron con la reproducción casi sin modificaciones
del discurso institucional del museo, puesto a circular en
boletines periodísticos.44 En estas notas se subrayan los cri-
terios utilizados para la realización del montaje, tal como
se señala a continuación:

El reciclaje de la Sala Arqueológica e Indígena teniendo en


cuenta criterios museográficos modernos y pedagógicos,
donde se expondrán los resultados obtenidos hasta el pre-
sente [resultados de las investigaciones arqueológicas].45

En el montaje se ha intentado expresar a través de leyendas


claras y mediante gráficos incorporados, lo inherente a la sala,
procurando que el mensaje sea captado por el observador.46

El espacio físico ha sido dotado de cuadros sinópticos con


claros y precisos mensajes para facilitar al visitante el conoci-
miento del patrimonio exhibido.47

Se vienen concretando labores de albañilería, carpintería y


elaboración de paneles, destinados a que el visitante, a través
de mensajes claros y concisos, pueda conocer la evolución de
los poblamientos emplazados en nuestra región.48

43 Guía del Museo, Ídem. El Argentino, Ídem.


44 Boletines periodísticos del museo, noviembre de 1992. Archivo Museo Pampeano. El Argentino, 22 y 27
noviembre de 1992; El Cronista, 4, 5 y 27 de noviembre de 1992; El imparcial, 27 noviembre y 1 diciembre
de 1992.
45 El Argentino, 15 de agosto de 1992; El Imparcial, 16 de agosto de 1992.
46 El Argentino, 22 de noviembre de 1992; El Imparcial, 1 de diciembre de 1992.
47 El Argentino, 27 de noviembre de 1992; El Cronista, 25 y 27 de noviembre de 1992; El Imparcial, 5 y 27 de
noviembre de 1992.
48 El Cronista, 25 de noviembre de 1992.

Capítulo 4. Un lugar para los objetos: el Museo Municipal Pampeano 223

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Con respecto al contenido de la sala, los diarios informa-
ron sobre la diferenciación en secciones de acuerdo a quie-
nes fueron los agentes que intervinieron en la producción de
conocimiento:

El recinto cuenta con un sector Paleontológico donde se ex-


ponen restos de gliptodontes hallados en la zona, y otro ar-
queológico que incluye los últimos resultados de investigación
en la Cuenca del Salado, además de los pioneros en el tema,
Mario López Osornio, Héctor Greslebin y Ceferino Girado.49

Los diarios también destacaron que el reciclado se realizó


en el marco de las III Jornadas Municipales de Arqueología
y como parte de las actividades previstas para recordar el “V
Centenario del Descubrimiento de América”.50 En estas noti-
cias, el equipo de arqueología se identificó con la experticia
y el asesoramiento, y el museo con la organización del evento
y el principal objeto de la promoción. Desde la mirada local,
la colaboración del trabajo del equipo de arqueología impli-
có un referente de prestigio; su presencia y colaboración en
el espacio institucional comportó un agregado de valor en
sí mismo.
Desde el primer reciclado de la sala han transcurrido vein-
te años. En este tiempo las distintas salas del museo fueron
objeto de reestructuración y diversas acciones destinadas a
la conservación de las colecciones. Anualmente, los diarios
locales publican información sobre el museo con motivo de
su aniversario. Estas suelen incluir recordatorios sobre los
servicios educativos del museo, y descripciones de las salas
y de las colecciones que tiene la institución. En el caso de la
información sobre arqueología, esta se presenta ligada a la

49 El Argentino, 27 de noviembre de 1992.


50 El Argentino, 27 de noviembre de 1992; El Cronista, 4, 25 y 27 de noviembre de 1992; El Imparcial, 5 y 27
de noviembre de 1992.

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investigación, a tal punto que la información sobre el pasado
prehispánico y las investigaciones arqueológicas se funden
en un todo indistinguible. Las reseñas de la sala arqueológica-
paleontológica la describen como un espacio donde:

Se albergan restos arqueológicos de los diversos grupos hu-


manos que habitaron la zona. Dichos restos, fragmentos de
cerámica, puntas de flecha, bolas y herramientas de piedra
fueron hallados en los alrededores de la laguna de Chasco-
mús y sus encadenadas.51

Se conservan los restos extraídos en las distintas campañas


arqueológicas que desde 1986 llevan adelante la doctora M.
Isabel González y la Licenciada Magdalena Frere.52

En 1996 las autoridades municipales crearon la Dirección


de Cultura y Patrimonio Histórico, unificando en la autori-
dad de la profesora Lahourcade la administración de las dos
instituciones locales vinculadas con la gestión del pasado: el
Instituto Historiográfico53 y el Museo Pampeano. Mientras
que la primera fue asociada a la investigación y difusión del
pasado lugareño “a través de su patrimonio documental, y
asume una misión de apoyo a los ámbitos escolares formales
(apoyo con fuentes bibliográficas, fotográficas, documenta-
les, y periodísticas)”, la segunda se relacionó con la valora-
ción, restauración y organización de los testimonios del pasa-
do. Con el tiempo, esta forma de organización administrativa
derivó en que ambas instituciones trabajaran en conjunto
como parte de los mismos proyectos culturales, aunque con
menor presupuesto y personal especializado para cada espa-
cio. De esta suerte, las posibilidades materiales de acción del

51 El Argentino, 20 de mayo de 2003; El Cronista, 12 de abril de 2003.


52 El Cronista, 10 de abril de 2005.
53 El Instituto Historiográfico fue creado por Ordenanza Municipal Nº 1182 en 1978.

Capítulo 4. Un lugar para los objetos: el Museo Municipal Pampeano 225

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museo estuvieron fuertemente condicionadas a los ingresos
generados por las gestiones de la Asociación Amigos.
Desde inicios de la primera década del siglo XXI, museos y
arqueólogos proyectaron un nuevo reciclado de la sala, cuya
puesta en marcha aun continúa en proceso. El objetivo fue
dar cuenta de los avances en el conocimiento e incorporar
nuevos materiales de exposición al museo. El proyecto fue
anunciado en los periódicos locales adquiriendo dimensiones
públicas. El reciclado se presentó como parte del intercambio
entre arqueólogos y museo, en tanto que un cambio de la sala
se hacía necesario para incluir nueva información generada
por las investigaciones en curso:

Ayer se realizó una reunión de trabajo en el Museo Pampea-


no con la participación de la arqueóloga María Isabel Gon-
zález, Alejandra Bilbao, Directora de Patrimonio Histórico y
Cultural y Gabriela Grisendi, Directora de Administración y
Gestión Cultural. Los temas tratados tuvieron que ver con la
renovación del convenio entre el área cultural y la Facultad
de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Buenos
Aires (UBA).
Por otra parte, se habló sobre la incorporación de informa-
ción y nuevos datos a la sala arqueológica del museo y la co-
rrespondiente actualización del inventario de los materiales
arqueológicos.
También se dialogó sobre el calendario para el año en curso
con temas referentes a la arqueología como son: la campaña
arqueológica, las jornadas de actualización, entre otros te-
mas que surgieron en la oportunidad. 54

Se ha previsto que en el presente año, se reciclara la Sala


Arqueológica y Paleontológica, aportando nuevos datos de

54 El Argentino, 12 de enero de 2000.

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las investigaciones y fechados realizadas durante el año en
curso. 55

En 2004 el proyecto nuevamente se anunció en los medios


con el título: “Un proyecto de reciclaje de la sala arqueo-
lógica del Museo Pampeano”. Al igual que tres años antes,
en esta nota se informa sobre la existencia de una reunión
entre arqueólogos, representantes del museo y autoridades
locales, para renovar un convenio de colaboración “destina-
do a la continuidad de las investigaciones arqueológicas en
nuestro medio”, y desarrollar:

La labor destinada a revalorizar la sala arqueológica del Mu-


seo Pampeano de Chascomús. Algunos de los temas que se
consideraron durante el encuentro (...), diferentes aspectos
vinculados a las pautas de trabajo destinadas al reciclaje de
la Sala Arqueológica-Paleontológica y se planificó organizar
además, las VII Jornadas de Arqueología durante el mes de
abril del 2005.56

Según estas publicaciones mediáticas, el reciclado de la


sala se planificó en el marco de otras actividades que tam-
bién incluyeron la gestión de la información arqueológica:
realización de jornadas municipales de arqueología, dictado
de conferencias, organización de campañas arqueológicas, y
confección de inventario de materiales arqueológicos acor-
de a las nuevas reglamentaciones de la actividad derivadas
de la sanción de la Ley nacional 25.743.57 Si bien el proyecto

55 El Cronista, 29 de abril de 2001.


56 El Cronista, 8 de agosto de 2004.
57 Entre otras cosas, esta ley nacional establece obligaciones para los tenedores de bienes arqueológicos,
coleccionistas e instituciones estatales y un marco regulatorio para las actividades de investigación en
torno a estos bienes. Se generó un sistema de registro de las colecciones existentes y procedimientos
específicos, para la concesión de permisos para la investigación (Guraieb y Frère, 2008: 107-108).

Capítulo 4. Un lugar para los objetos: el Museo Municipal Pampeano 227

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de reciclado de la sala aún continúa inconcluso, el resto de
las actividades planificadas se fueron realizando: en el año
2000 se organizaron las VI Jornadas de Arqueología; ade-
más, en el transcurso de la última década se dictaron confe-
rencias, se organizaron campañas arqueológicas, se entrega-
ron al museo materiales que se encontraban en tránsito para
su estudio, y se actualizaron los inventarios de las colecciones
del museo de acuerdo con la nueva reglamentación vigente
(Guraieb y Frère, 2008). En varias oportunidades, mediante
un trabajo en conjunto entre personal del museo y arqueólo-
gos, se elaboraron nuevos guiones y se proyectaron posibles
reorganizaciones del espacio expositivo.
A partir de las entrevistas realizadas, es posible sostener
que la sala arqueológica-paleontológica es un asunto pendiente
que genera incomodidad, tanto a miembros del museo como
a miembros del equipo de arqueología, dado que en esas cir-
cunstancias, la impresión negativa que podrían llevarse los
visitantes alcanzaría a la institución y al trabajo arqueológi-
co que originó las colecciones. La gravedad de esta situación
motivó que durante el año 2009 el museo decidiera cerrar
este espacio expositivo con el objetivo de efectuar la poster-
gada renovación. Desde el punto de vista del personal entre-
vistado, el reciclado de esta sala necesita más que un simple
mantenimiento, puesto que “ha pasado demasiado tiempo”; 58
además de elaborar guiones e incorporar nuevos materiales
y narrativas en el montaje, resulta indispensable la inversión
para la conservación edilicia (arreglo del techo y pintura) y
del mobiliario donde los objetos se exponen (cambio de las
vitrinas). Por su parte, tanto los arqueólogos como los agentes
del museo concuerdan en la necesidad de actualizar el guión
original, de modo de lograr incluir los conocimientos elabo-
rados en los últimos años de investigación, así como de fijar

58 Entrevista a personal del museo, 18 de marzo de 2009.

228 Virginia M. Salerno

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criterios expositivos que permitan establecer una distinción
entre objetos paleontológicos y objetos arqueológicos.
En este proceso, las renovaciones planificadas se vieron
condicionadas por las posibilidades concretas de realización,
como la falta de presupuesto y la realidad institucional que
atraviesa el museo. Es así como se llegó al final del trabajo de
tesis que originó esta obra, con el proyecto de remodelación de
la sala aún en proceso. El hecho de que la concreción de este
proyecto se haya dilatado de tal manera también da cuenta de
que los materiales arqueológicos pasaron a ser un problema
de gestión compartida en el que los intereses de arqueólogos
y museólogos no siempre confluyeron. A lo largo de estas ne-
gociaciones, los trabajadores del museo han expresado como
un problema el tiempo que las colecciones se encuentran en
tránsito. Los arqueólogos justifican este tiempo refiriéndose a
las particularidades de los procedimientos involucrados en el
proceso de investigación. Estas diferencias remiten a distintas
expectativas y prácticas en torno a la materialidad arqueológi-
ca que es entendida, en un caso, como objeto de exposición, y
en otro, como objeto de análisis. No se trata de concepciones
contrapuestas sino de miradas que acentúan dos dimensiones
diferentes de la materialidad que comportan distintas prácti-
cas y tiempos. Ambas perspectivas asumen la importancia de
cada una de estas dimensiones como partes de un proceso
de investigación interdisciplinario. La reflexión en torno a la
puja de intereses en el marco de esta tensión constituye una
oportunidad para pensar acerca del modo en que las relacio-
nes institucionales median en los vínculos entre arqueólogos
y miembros de la comunidad.

Los públicos del museo

En este apartado se cambia el enfoque del análisis, para con-


siderar las representaciones y características de los visitantes

Capítulo 4. Un lugar para los objetos: el Museo Municipal Pampeano 229

Trabajo arqueologico_int.indd 229 24/04/14 09:02


al museo. Esta línea de indagación se propone para consi-
derar de qué modo las propuestas expositivas en torno a la
sala son objeto de apropiación por diferentes sujetos que
asisten al museo. Varios estudios han dado cuenta de cómo
los visitantes de museos interpretan lo que observan o leen,
se apropian y construyen nuevos sentidos de acuerdo a sus
trayectorias particulares (Chierico, 1991; Massa, 1993; Cou-
sillas, 1997; Bialogorski y Lander, 1999; Schmilchuk, 1999;
Hurcombe, 2007; Roca, 2008). Con el fin de conocer par-
te de estas miradas, se analiza la caracterización del público
que asiste al Museo Pampeano. Luego, se reflexiona sobre
algunos aspectos observados durante visitas guiadas en la
sala arqueológica-paleontológica en el mes de enero de los años
2008 y 2009. Finalmente, se indagan las valoraciones regis-
tradas en los comentarios del libro de visitas.
En cuanto a los públicos que visitan el museo, desde 1992
la información de las memorias institucionales diferencia la
cantidad de visitantes de acuerdo con distintas categorías de
público. Estas clasificaciones remiten a diferentes formas en
que los asistentes se relacionan con el museo y sus coleccio-
nes. Por medio de las mismas es posible conocer algunos as-
pectos sobre qué es lo que el visitante busca en la institución,
qué hace y con quiénes, y si utiliza o no servicios educativos o
guías que se ofrecen en el museo, entre otros. En las memo-
rias relevadas se describe a los visitantes particulares (adultos y
menores) como aquellos que acuden al museo por su cuenta,
espontáneamente, sin formar parte de un grupo organiza-
do. En cambio, los asistentes que forman parte de un grupo
organizado se contabilizan bajo el rótulo contingente. Dentro
de estos contingentes se diferencian diversos grupos. Entre
ellos, los que más visitan el museo son los que provienen de
instituciones escolares primarias y secundarias. Le siguen,
en número, las asociaciones de jubilados, los contingentes
turísticos y los grupos escolares del nivel terciario (principal-
mente de tecnicaturas en turismo y profesorados). Otro tipo

230 Virginia M. Salerno

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de visitante que se distingue en la documentación adminis-
trativa corresponde a los asistentes a las actividades culturales.
Estas actividades se planifican y organizan anualmente junto
con diversos agentes colaboradores y asesores del museo. Se
trata de propuestas cuyo contenido, duración y objetivos va-
ría ampliamente. Puede mencionarse, por ejemplo: el dicta-
do de conferencias y cursos destinados a docentes y público
en general; propuestas lúdicas destinadas a público infantil
o adolescente; espectáculos recreativos (musicales, teatrales
y otros); y talleres de artesanías. Algunos eventos se realizan
de forma única mientras que otros se reiteran cada año. Este
último fue el caso de las Jornadas Municipales de Arqueolo-
gía, entre 1989 y 1995, que luego continuaron realizándose
con una frecuencia menor (un evento en 2000 y otro 2004).
Desde 1992 dos tipos de público conforman el mayor caudal
de visitantes anuales: el público escolar y los asistentes a activida-
des culturales. Cada una de estas categorías representa entre
30% y 40% de los visitantes anuales. Siguen en representati-
vidad los visitantes particulares (entre 15% y 20%) y contingen-
tes de jubilados o turísticos (entre 5% y 10%). Los asistentes
a actividades culturales realizan un acercamiento a la institu-
ción de acuerdo con la actividad que los convoca 59 y no sue-
len visitar las exposiciones del museo en su totalidad. Los
contingentes escolares suelen asistir a la institución utilizando
los servicios educativos del museo. Estas visitas se organizan
en relación con temas particulares, de acuerdo al calendario
escolar y las necesidades de los docentes. Los trabajadores
del museo destacan que hay meses clave en los que las escuelas
solicitan asesoramiento para los mismos temas:

Marzo y abril suele ser meses de consulta de la sala de ar-


queología; abril, septiembre, octubre y noviembre son meses

59 Entrevista personal del museo, 30 de julio de 2010.

Capítulo 4. Un lugar para los objetos: el Museo Municipal Pampeano 231

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de consulta de historia de Chascomús, con la sala de la Bata-
lla de los Libres del Sur y las salas pampeanas.60

En las visitas escolares, los contenidos trabajados en el


museo se presentan y utilizan como un complemento di-
dáctico. De acuerdo con las docentes entrevistadas, la visita
brinda la posibilidad de ampliar los contenidos curricula-
res con información referida a Chascomús.61 Mediante la
interacción con los objetos se busca enfatizar y profundizar
el conocimiento sobre determinados procesos temporales.
Además de las visitas guiadas especiales, los servicios edu-
cativos del museo cuentan con diversos soportes materia-
les para organizar actividades en algunas salas. En la sala
pampeana se utilizan rompecabezas de paisajes y situaciones
vinculadas al campo y a la vida en las estancias. En el caso
de la sala arqueológica-paleontológica, se utilizan dos cajas;
una contiene réplicas de artefactos líticos recuperados en
sitios de la zona serrana de la región pampeana, corres-
pondientes al Holoceno temprano. Las réplicas fueron ela-
boradas por el Grupo Arqueología en las Pampas 62 como
parte de un proyecto que contempla la futura elaboración
de réplicas de otros materiales arqueológicos de la región
pampeana, con asignaciones temporales más recientes. La
otra caja utilizada contiene materiales del museo recibidos
en donación: placas de caparazón de gliptodonte, puntas
líticas de distintos tamaños y materias primas (sílices, ba-
saltos, andesitas y riolitas).63 No fue posible realizar ob-
servaciones de visitas escolares que recorrieran la sala de

60 Entrevista del 16 de marzo de 2010.


61 Entrevista a docentes realizada los días 2, 3 y 5 de agosto de 2010.
62 Como se mencionó en el Capítulo 2, este grupo reúne el trabajo de tres equipos de investigación
arqueológica de la provincia de Buenos Aires, con el fin de socializar los resultados obtenidos en ellas.
63 De acuerdo a lo informado por el personal del museo, estos materiales provienen de recolecciones
realizadas por agentes privados en el sur argentino.

232 Virginia M. Salerno

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arqueología porque, como se explicó en el apartado ante-
rior, esta sala se cerró con el fin de realizar las renovaciones
planificadas. A pesar de ello, los servicios educativos brin-
dados por el museo continuaron utilizando esta sala para
trabajar temas vinculados con “el gliptodonte y el proceso
de petrificación”.64
Durante el tiempo en que transcurre la visita, los asisten-
tes realizan una serie de elecciones para definir un posible
recorrido, e interactúan con los objetos propuestos en el
despliegue expositivo: se sorprenden, hacen comentarios,
los relacionan con lo ya conocido, se identifican o se distan-
cian (Cousillas, 1997). En estas interacciones, los objetos son
recontextualizados en un marco significativo que involucra
las trayectorias particulares de los observadores (Cousillas,
1997; Roca, 2008). Para indagar estos aspectos se realizaron
observaciones de visitas guiadas durante enero de los años
2008 y 2009. Las guiadas estaban a cargo de guías contra-
tados por el municipio, y formaron parte de un recorrido
mayor que incluía distintos puntos de la ciudad. Además, se
observaron recorridos de visitantes particulares.
En el caso de los visitantes particulares, pudo observarse
que recorren las salas siguiendo diferentes órdenes: la sala
arqueológica suele ser visitada al final del recorrido y no al
principio (lo que no concuerda con la propuesta del museo).
Asimismo pudo observarse que, dentro de esta sala, los visi-
tantes se detienen mayor tiempo frente a la vitrina con ma-
teriales líticos o en el lugar donde se expone el gliptodonte.
El resto de las vitrinas y textos que se encuentran en esta
sala no fueron objeto de contemplación durante las visitas
observadas. En el caso de las visitas guiadas, la secuencia del
recorrido, los objetos y tiempos de observación frente a las
vitrinas son organizados y secuenciados por el guía. Es este

64 Entrevista del 16 de marzo de 2010.

Capítulo 4. Un lugar para los objetos: el Museo Municipal Pampeano 233

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quien indica qué, cuándo y cómo mirar, mientras brinda
una explicación sobre el objeto. Mediante su exposición y
dirección, los guías marcaron los tiempos de contemplación
y circulación dentro del museo, y los visitantes que se salían
del recorrido automáticamente perdían el ritmo organiza-
do. La presencia del guía es importante, a tal punto que en
varias ocasiones se observó que la atención de los visitantes
estuvo más centrada en el guía y su exposición que en los
objetos a los que refería.
Los dos guías observados estructuraron el discurso y
los recorridos de la misma manera. Este se inició en la sala
arqueológica-paleontológica:

Vamos a arrancar por acá porque todo el museo esta orde-


nado cronológicamente, y así empezar por el principio de
esta zona. Es más que nada el principio que nosotros po-
demos llegar a conocer, a través de restos paleontológicos,
hablando de animales, y restos arqueológicos, hablando de
personas.65

En ambos casos la exposición comenzó junto al glip-


todonte. Al respecto, se informa sobre la etología de este
animal y su posible relación evolutiva con los peludos ac-
tuales. La información sobre la asignación cronológica
de los gliptodontes, junto con la reflexión sobre la posible
convivencia de estos mamíferos con humanos, fue utilizada
como pie para introducir a los seres humanos dentro de
la exposición. Luego de concluir con que esta convivencia
fue “comprobada en otros lugares del país pero no acá”,
los guías invitaban a los visitantes a observar las vitrinas
con materiales arqueológicos e imaginar cómo vivían los
primeros pobladores de la zona. En este punto, uno de los

65 Inicio de guiada, observada el 7 de febrero de 2009.

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guías centraba su exposición en las características de la
alfarería, mientras que el otro se centró en los materiales lí-
ticos. A partir de la descripción de estos objetos, se introdu-
jo al visitante en “la vida de los primeros pobladores”. En las
exposiciones se mencionó el uso de arcillas locales para la
elaboración de la cerámica, y detalles sobre la decoración;
también se subrayaba la actividad de pesca y la movilidad.
En un caso, la exposición se organizó a partir de la compa-
ración de lo que los visitantes pueden ver en otros lugares
(“si van al noroeste van a ver que las cerámicas están deco-
radas, tienen iconografías... acá no, acá la cerámica solo se
utilizaba para cocinar y guardar alimentos...”). En el otro,
la exposición se articuló a partir de información sobre la
etimología de la palabra chascomús, su posible vinculación
con grupos pampas, y anécdotas vinculadas a la vida coti-
diana que remitían a historias de viajeros. Es decir, en nin-
guno de los dos casos los guías utilizaron la información
generada desde la arqueología y desplegada en los guiones
de la sala para organizar sus exposiciones y explicaciones
en torno a los objetos expuestos. El recorrido del museo,
en ambos casos, continuó con la sala el gaucho sin que las
poblaciones indígenas ni la materialidad prehispánica vol-
vieran a ser mencionadas en todo el resto de la visita.
En este tipo de interacciones, los visitantes articulan las
historias representadas por los objetos con otros conocimien-
tos, en direcciones que trascienden la organización de obje-
tos y narrativas de la exposición. Desde el punto de vista de
la historia de los objetos, las interacciones y relaciones en las
que estos participan amplían sus historias porque se los sitúa
en diferentes contextos temporales: aquellos en los que se or-
ganiza la exposición, y aquellos en los que se sitúan durante
la interacción ocurrida por la visita (Hurcombe, 2007; Roca,
2008). Desde la propuesta expositiva, la materialidad prehis-
pánica se sitúa en un tiempo geológico y su información se
organiza en clave natural. No obstante, en el tiempo de las

Capítulo 4. Un lugar para los objetos: el Museo Municipal Pampeano 235

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visitas guiadas observadas, esta temporalidad se reorganizó
en conexión con un tiempo histórico, documentado en los
relatos de viajeros: aquel que remite al avance hispánico so-
bre el territorio. En estas articulaciones, el proceso histórico
de larga duración documentado en la materialidad se reduce
y simplifica en una imagen estereotipada descripta a partir
de usos y costumbres: fabricaban la cerámica, pescaban, se mo-
vían en el territorio.
Otra línea de indagación que se desarrolló para cono-
cer parte de las perspectivas del público en relación con la
experiencia de la visita, fue el análisis de los comentarios
registrados en el libro de visitas desde el año 1984, mo-
mento en que comenzó a utilizarse. Los registros dejados
en dicho libro varían ampliamente: en algunos casos, los
visitantes consignan sus apreciaciones sobre la experiencia
vivida en el museo, en otros casos, solo registran su nom-
bre. En total se contabilizaron 6.126 firmas desde enero
de 1984 hasta enero de 2009. Solo 446 son expresiones
breves que hacen menciones a objetos o temas presentados
en el museo. En este análisis se asume que la decisión de
registrar una determinada mención en estos libros indica
que los objetos, temas y experiencias registradas causaron
algún tipo de impacto durante la visita. La siguiente tabla
muestra la distribución de estas firmas durante ese tiempo
(ver Tabla 4.2).
Como puede observarse, entre 1985 y 1992 se registra
una cantidad de firmas significativamente mayor que en
el resto de los años. Las razones de estas diferencias son
diversas; entre ellas puede observarse que ambos años co-
rresponden a momentos particulares. Ya se mencionó que
el año 1985 se vincula a un momento de reorganización
de la institución. El año 1992 fue un momento en el que el
despliegue en torno al “V Centenario” de la llegada de los
españoles a América pudo haber motivado diversas lectu-
ras durante las visitas al museo.

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En conjunto, en estos registros, el museo es representado
como “una muestra fascinante de nuestro pasado”66 donde
se puede conocer, recordar, conservar. No obstante, los registros
destacan diferentes aspectos del pasado expuesto en la insti-
tución. De acuerdo con estas diferencias, se clasificaron los
registros en siete categorías. Se tipificaron palabras claves
equiparables que aparecen como objetos en los predicados
de las oraciones, y como sujetos de oraciones subordinadas.
Por ejemplo en la frase: “Gracias por sobre todas las cosas al
patrimonio de nuestros indios”, la palabra clave es patrimonio
de nuestros indios, cuyo sentido se equipara a la cultura indí-
gena, información de tribus indígenas, joyas indígenas, nuestros
hermanos querandíes, indios.
La representatividad de las siete categorías clasificadas
se distribuye en la Tabla 4.3. Esta distribución se mantiene
constante a lo largo de los años, con excepción de las ca-
tegorías patria, tradición, gauchos y tesoros: con el transcurso

Tabla 4.2. Porcentaje de firmas analizadas distribuidas entre 1984 y 2009.

66 Registro del 23 de diciembre de 1984.

Capítulo 4. Un lugar para los objetos: el Museo Municipal Pampeano 237

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del tiempo la primera tiende a disminuir y la segunda a au-
mentar. A pesar de ello la categoría patria, tradición, gauchos
es la que mayor representatividad tiene en todos los años
analizados.

Tabla 4.3. Porcentaje de firmas clasificadas de acuerdo con los temas


objetos que se mencionan.

238 Virginia M. Salerno

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En las categorías tesoros y antepasados se agrupan comen-
tarios a partir de los cuales se podrían proyectar ciertas
representaciones en torno a la forma en que los visitantes
entienden el museo. En el primer caso, los registros buscan
admirar la institución, expresando atributos de valor para
los objetos que se exponen. Estos objetos son caracterizados
indistintamente como tesoros, reliquias, antigüedades, por lo
que puede deducirse que lo que prevalece en estos adjetivos
es su vínculo con el pasado. Por su parte, los comentarios de
la categoría antepasados asocian las muestras expositivas del
museo con un pasado propio o de Chascomús mediante el
uso de los adjetivos: nuestros antepasados, antecesores o nuestras
raíces. Lo que aúna estos registros es que no se discrimina en-
tre las diferentes propuestas expositivas que aparecen en el
museo. Dentro de esta categoría, algunos comentarios son:

Es grato redescubrir nuestras raíces. (17 de enero de 1985)

Es hermoso saber que todavía hay quienes se preocupan por


nuestro patrimonio, conservando, en lo posible, nuestras raí-
ces. (1 de diciembre de 1992)

Con orgullo encontramos en Chascomús un hermoso museo


pampeano donde encontramos parte de nuestra historia y
nuestros antepasados. (1 de agosto de 1996)

Muy interesante conocer cómo vivieron los antiguos habitan-


tes de Chascomús, y la forma en que conservan los utensilios
y muebles. (20 de noviembre de 2005)

En cambio, los registros dentro de la categoría patria, tradi-


ción, gauchos, enfatizan la memoria de un determinado pasa-
do. Este refiere a aquel que permite inscribir a la trayectoria
de la localidad dentro de proceso histórico mayor: la historia
nacional. Algunos comentarios dentro de esta categoría son:

Capítulo 4. Un lugar para los objetos: el Museo Municipal Pampeano 239

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Un tesoro del acervo nacional. (14 de octubre de 1984)

En mil años de vida ignoraba tanta riqueza de mi patria. (28


de mayo de 1986)

Para que se siga manteniendo nuestro origen y se reivindi-


que al gaucho. Gracias. (27 de octubre de 1991)

Felicitaciones a todo el personal con espíritu patriótico que


crearon y aún quienes lo mantienen en este magnífico estado.
Gran aporte al sentir básico de nuestra argentinidad. (17 de
enero de 1992)

Hermoso recuerdo de nuestros ancestros y la vida rural, algo


que no debemos perder. (6 de mayo de 2006)

De la misma manera, las categorías inmigrantes, Chascomús


colonial y J. M. de Rosas, aglutinan comentarios de un mayor
nivel de detalle, en los que los visitantes rescatan, de su ex-
periencia en el museo, la recuperación y memoria de ciertos
objetos y temas que remiten a un pasado específico. En el
caso de los inmigrantes, su recuerdo se rescata como parte de
los aportes para la construcción de lo nacional. Algunos ejem-
plos de estas categorías:

Nos encantó descubrir sus lazos con los españoles! Volvere-


mos. (18 de febrero de 1996)

Hermoso museo, donde concurre nuestra rica historia, con


la presencia de Newton, inglés inteligente y progresista, con
las ricas luchas de nuestra historia del siglo XIX. ¡Felicitacio-
nes! (13 de abril de 2006)

En cuanto a los registros referidos a temas y objetos de la


sala arqueológica-paleontológica, en principio lo que se despren-

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de de la Tabla 4.3 es que tienen una alta representatividad en
la selección de temas que los visitantes decidieron registrar.
Vale destacar que la misma se mantiene en el tiempo sin va-
riaciones, inclusive en los años que podría esperarse mayor
impacto, como 1992 (momento de reciclado de la sala) o 1995
(momento en que se realizó la exposición en Capital Federal).
Los comentarios registrados se clasificaron en las siguientes
categorías: indígenas, arqueología y paleontología. De forma glo-
bal, la categoría indígena está presente en el 57% de los co-
mentarios, mientras que arqueología y paleontología comparten
el mismo porcentaje de representatividad: 19%. Sin embargo,
desde una perspectiva diacrónica, las últimas dos categorías
aparecen a partir de 1991, y desde ese momento disminuye la
cantidad de referencias a lo indígena, sin que esto signifique
que deje de ser nombrado.
Dado que los registros agrupados dentro de arqueología y
de indígena hacen referencia a la materialidad de la presen-
cia de poblaciones prehispánicas en el territorio, también
puede decirse que las narrativas en torno a estas poblacio-
nes parecen tener un mayor impacto en las visitas que lo pa-
leontológico, a pesar de que los objetos paleontológicos tienen
grandes dimensiones y ocupan más de la mitad de la sala.
Cabe destacar que los comentarios sobre los objetos paleon-
tológicos refieren al gusto que el visitante experimentó ante
los fósiles o a sugerencias que manifiestan preocupación so-
bre la conservación de los mismos.
Por su parte, la distribución de registros en torno a las
categorías arqueológica e indígena da cuenta de los cambios
en las exposiciones de estos materiales tal como se presen-
taron en la primera parte de este capítulo. Con respecto a
la categoría indígena —única forma en que los materiales de
esta sala se nombran hasta junio de 1991—, los registros de
esta primera etapa muestran lo indígena como un colectivo
anónimo, parte del nosotros y del pasado.

Capítulo 4. Un lugar para los objetos: el Museo Municipal Pampeano 241

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Es un museo muy original, completo y variado, en especial la
sala de la cultura indígena. (7 de agosto de 1985)

Me agradó mucho y además enriqueció mis conocimientos de


la historia argentina, y además pude rescatar información de
tribus indígenas de lo cual sabía muy poco. (21 de julio de 1990)

En la década de 1990, algunos registros ofrecen un discur-


so alternativo que propone repensar la cultura indígena como
agentes sociales activos y no como un grupo genérico. Esto
se observa, por ejemplo, en las sugerencias que piden infor-
mación sobre los nombres de los pueblos indígenas. Inclusive,
en 1992, varios comentarios refieren a la sala como el lugar
donde hay materiales de Querandíes. De la misma manera, al-
gunos registros solicitan información que contextualice sobre
qué pasaba en otras partes del país, y otros comentarios su-
gieren modificar la desigual representación de las distintas
trayectorias históricas que aparecen en el museo:

Creo que faltan explicaciones y ubicaciones sobre el tiempo


donde se han desarrollado ciertos hechos, sobre todo y prin-
cipalmente en la sala de arqueología y paleontología, falta
material y desarrollo del tema. Pero sí se reconoce un amplio
espectro de costumbres y usos de la cultura inmigratoria oc-
cidental. (28 de abril de 1996)

Desde el año 2000 se acentúa este tipo de comentarios que


ponen el acento en la necesidad de mayor información en tor-
no a la materialidad prehispánica, así como en lo vinculado
con lo arqueológico. Los comentarios agrupados en la categoría
arqueología apuntan a reconocer y felicitar el trabajo de investi-
gación, ya que permite conocer lo indígena. Inclusive algunos
registros expresan el deseo de que se continúen encontrando
más cosas. De esto se desprende que la información sobre el
trabajo arqueológico pasó a ser un componente del mensaje

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expositivo, valuado de la misma manera que la información
sobre el modo de vida de los pobladores prehispánicos.
Como última observación, se menciona que en ningún
caso se nombran los objetos. Esto contrasta con lo que sucede
en los comentarios de otras salas, en los que es común que se
mencionen objetos específicos como espejos, banderas, pei-
nes, nombres propios y armas, entre otros. La información
vinculada a las poblaciones prehispánicas se nombra a partir
de sus rótulos, ya sea en términos de arqueología o de indígena.
También se destaca que en solo dos casos (en 1985 y 1997) las
poblaciones prehispánicas son mencionadas por los visitantes
mediante representaciones que remiten a las perspectivas es-
tereotipadas construidas en torno al concepto de malón:

Formó parte de la primera colonia de inmigrantes de esta ciu-


dad, eran escoceses que llegaron en 1820-1830, luego de la fun-
dación (por Escribano) en 1779, y que tuvieron que luchar con-
tra los indios... gente que hizo patria... (7 de agosto de 1985)

El museo pampeano nos transportó a viejos tiempos, en don-


de la vida estaba de continuo a merced de los malones, y
otras redadas propias de la época. Pero a la vez esa época nos
enseñó muchas cosas elementales como por ejemplo defen-
der a la patria, pese a las injusticias que siempre existieron y
existen. (14 de septiembre de 1997)

La escasez de este tipo de comentarios junto con la canti-


dad de menciones a la necesidad de profundizar y brindar
mayor información en esta sala, da cuenta de una mirada
crítica con respecto a la narrativa que se desprende de la
organización de las exposiciones.
Para terminar este apartado, puede decirse que las distin-
tas vías exploradas han permitido reconocer ciertas particula-
ridades sobre quienes visitan el museo pampeano, y los modos
en que la exposición de la sala arqueológica y paleontológica

Capítulo 4. Un lugar para los objetos: el Museo Municipal Pampeano 243

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es visitada y reinterpretada. Al respecto, se destaca la impor-
tancia de las actividades culturales y los servicios educativos de la
institución. Ambas formas de acercamiento se organizan en
una selección de los contenidos del museo para facilitar a los
visitantes la interacción con determinadas propuestas exposi-
tivas. En las actividades culturales, las únicas propuestas que re-
toman los contenidos de la sala arqueológica-paleontológica son
las organizadas con el equipo de arqueología. Por su parte,
en la selección de salas consultadas de acuerdo con los objeti-
vos escolares, la exposición arqueológica-paleontológica no es
parte de los contenidos utilizados para abordar temas referi-
dos a la historia de Chascomús.
Con respecto a las visitas guiadas observadas, puede
decirse que reorganizan la propuesta expositiva de la sala
arqueológica-paleontológica en conexión con un tiempo his-
tórico. En este tiempo histórico, las representaciones de
las poblaciones prehispánicas retoman imágenes estereoti-
padas que forman parte de la perspectiva etnocéntrica he-
gemónica ya mencionada en los capítulos precedentes. En
contraste, el análisis de los registros en el libro de visitas da
cuenta de otras formas de rearticulación del mensaje. Entre
ellas, vale destacar los modos en que en la última década los
asistentes interpelan las muestras para solicitar una amplia-
ción del mensaje y una mirada que permita humanizar las
exposiciones sobre las poblaciones prehispánicas. Si bien en
esta línea de trabajo se detectaron diversas cuestiones que
merecen ser objeto de investigaciones posteriores, a los fines
de este trabajo lo investigado permite reconocer diversas for-
mas en que los mensajes expositivos se interpelan, critican y
reestructuran en el tiempo de las visitas.
En el próximo capítulo se analiza el modo en que estas
propuestas, organizadas desde el museo como institución,
se articulan en el ordenamiento del paisaje chascomunense
elaborado desde las políticas municipales.

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CAPÍTULO 5
Chascomús Week-end. Pasado, turismo y desarrollo

El balneario brillaba: cientos de personas se daban cita en el lugar: había


caras conocidas, familias enteras, y visitantes atraídos por la laguna
hermosa y el ambiente acogedor: los sábados y domingos por la tarde
las instalaciones se iluminaban (...), por los parlantes, las melodías
cautivantes de los valses vienenses giraban en el aire. Cuando el verano
traía algunos de esos días de fuego, con ese viento caliente que no
refresca, el Balneario resultaba chico; podría decirse que todo Chascomús
se tiraba al agua, y por las noches, la Banda Municipal sacaba a relucir su
repertorio, mientras los mayores se deleitaban sentados en un banco.
(Lahourcade, 2005: 168-169)

Desde mediados de la década de 1920, una serie de em-


prendimientos contribuyeron a la transformación de la pam-
pa bonaerense posibilitando la inclusión de actividades de
ocio, recreación y turismo. Se inició así un ciclo de fundacio-
nes costeras, trazas camineras, parques y balnearios (Bruno
y Lemme, 2010). Una década después, el Estado nacional
se hacía eco de los requerimientos provenientes de distintos
ámbitos vinculados con la naciente actividad turística:1 se
iniciaron obras de infraestructura y se habilitaron espacios
con el fin de coordinar la organización del turismo en el país
(Ospital, 2005). Durante la presidencia de Agustín P. Justo,
iniciada en 1932, fue crucial la creación de la Dirección Na-
cional de Vialidad dedicada a la construcción de caminos,

1 Entre los intereses movilizados para una organización integral del turismo, sobresale la influencia
ejercida por los clubes sociales y deportivos como el Automóvil Club Argentino, el Touring Club
Argentino, y las asociaciones de fomento junto con legisladores, arquitectos y urbanistas de los
nacientes distritos turísticos (Ospital, 2005; Piglia, 2008; Bruno y Lemme, 2010).

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entre los que se destaca el trazado de la ruta pavimentada
que une Buenos Aires con Mar del Plata (actual autovía 2).
Esta obra no solo revolucionó el transporte de pasajeros y
mercaderías en la provincia de Buenos Aires, sino que con-
tribuyó a la configuración del paisaje bonaerense, iniciando
una creciente diferenciación entre el litoral atlántico y los
pueblos del interior (Ballent y Gorelik, 2001).
Para la localidad de Chascomús, el proyecto de la ruta 2
alimentó las expectativas construidas en torno al potencial
turístico, y se convirtió en el puntapié para la organización
de la Sociedad de Fomento y Turismo en 1934.2 Rápidamente,
esta asociación encaró diversas obras de infraestructura que
hicieron del paisaje ribereño un centro de veraneo turístico:
con la confluencia de diversos intereses provinciales y muni-
cipales se construyó un refugio en la costanera y un Balnea-
rio Popular. En 1936 se inauguraron obras de defensa de las
barrancas y un sistema de iluminación en la costanera, y la
laguna fue liberada de juncos y camalotes, para comodidad
de los bañistas. Además, esta asociación gestionó descuentos
en los boletos del Ferrocarril Sud y cuyos horarios se ajustaran
a las necesidades de los turistas. Al mismo tiempo, se promo-
vió que los propietarios de las chacras ribereñas permitieran
campamentos de turistas, y se comenzaron a realizar materia-
les de promoción, fiestas y eventos de apertura de temporada
(Lahourcade, 2005). Cuando en 1938 se inauguró el tramo
Avellaneda-Dolores de la ruta nacional 2, Chascomús ya se ha-
bía posicionado como destino turístico.
Desde el punto de vista de la diversidad de asociaciones e
instituciones que se involucraron en la actividad turística de la

2 Durante la primera década de existencia, esta asociación tuvo el apoyo de amplios sectores de la so-
ciedad: profesionales, comerciantes, deportistas y representantes de distintas instituciones y empresas
de Chascomús: Sociedad Rural, el Banco Comercial, Automóvil Club, Biblioteca Popular, Sociedad Cos-
mopolita, Unión Gandarense, Centro Militar, Club Social, Club de Pelota, Club de Regatas y Club Atlético
(Lahourcade, 2005).

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localidad, la década de 1940 puede pensarse como una nueva
etapa. Las gestiones de la Sociedad de Fomento y Turismo se
entrelazaron con las de la reciente Comisión de Bellas Artes
e Historia Regional, y el entonces Museo Pampeano y Parque
Libres del Sur. Además, el Teatro Brazzola y la Biblioteca Po-
pular Sarmiento comenzaron a tener mayor concurrencia
(Lahourcade, 1991). Estos ámbitos contribuyeron a hacer de
la localidad, no solo un destino acogedor en sus ofertas turís-
ticas vinculadas con el recreo y el deporte en la laguna, sino
también en sus propuestas culturales.
El movimiento de ampliación y generalización de las prác-
ticas turísticas tuvo lugar en un contexto de modernización
y urbanización general que alcanzó distintos lugares de la
provincia de Buenos Aires (Ballent y Gorelik, 2001). Median-
te la publicidad, el turismo también funcionó como un im-
portante promotor de lugares históricos (Podgorny, 2004;
Ospital, 2005; Piglia, 2008; Bruno y Lemme, 2010). Es im-
portante aquí recordar lo observado en capítulos previos: en
este contexto, también se promovió la creación de museos y
el reconocimiento de lugares históricos con el fin de cons-
truir una representación de la identidad nacional en base
a las tradiciones hispano-católicas y criollas (Blasco, 2007).
En este capítulo se propone considerar otra dimensión del
mismo proceso histórico: la activación del interés del pasado
por su valor económico (Ballart, 1997).
Un aspecto central de la actividad turística es la elabo-
ración de representaciones de los lugares a partir de una
selección de cualidades y valores naturalizados en térmi-
nos de atractivos (Piglia, 2008). La particularidad de Chas-
comús como destino turístico residió en la naturalización
de dos atributos: la belleza de sus recursos naturales, y su
ubicación, dentro del territorio interior, en torno al área
metropolitana y en la vía de acceso al litoral atlántico. Estas
características fueron primordiales para promover el tras-
lado del flujo turístico en busca de actividades deportivas y

Capítulo 5. Chascomús Week-end. Pasado, turismo y desarrollo 247

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recreativas (asociadas a la laguna), junto con la tranquilidad
y naturaleza que identifica a la localidad. Como parte de los
atractivos locales, los contenidos históricos y culturales se
fueron redefiniendo de acuerdo con las expectativas de los
distintos momentos.
Mediante la actividad turística, se construyen represen-
taciones sobre los turistas y las poblaciones locales, enten-
didos como colectivos anónimos pero diferenciados. Estas
representaciones pueden pensarse como un producto rela-
cional y negociado que debe satisfacer los requerimientos
del turista (de recreación, descanso, conocimiento), y de las
poblaciones locales, para constituirse como un atractivo in-
teresante (Augé, 1998). Por estos motivos, es posible asumir
que en la actividad turística se construyen alteridades que:
visitan/son visitadas, conocen/son conocidas, y observan/
son observadas.
Para analizar de qué manera estas actividades habilitaron y
condicionaron sentidos en torno al pasado local en las últimas
décadas, se relevaron los lugares que organizan los circuitos
turísticos chascomunenses oficiales (guías, mapas y folletos
turísticos, información administrativa sobre los servicios de
visitas guiadas ofrecidas por el municipio, y publicaciones con
proyecciones sobre el turismo local), páginas de Internet y pu-
blicaciones periodísticas. Además, se realizaron entrevistas a
agentes clave vinculados con la gestión municipal del turismo
en la localidad. En las guías y mapas turísticos se elaboran
relatos mediante intervenciones en el paisaje. En estas se des-
tacan puntos del paisaje en pos de resignificar y/o ampliar la
calidad de observación y experimentación. Se trata de una
selección y superposición de espacios y referencias históricas
que el turista tiene la posibilidad de recorrer, comenzando
por distintos puntos de acceso y combinando los elementos
de acuerdo con su preferencia. Los circuitos que se presentan
describen elementos y lugares puntuales organizados en una
red de sentidos que conforman una totalidad: el paisaje chas-

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comunense. Entendida de esta manera, la planificación para
el desarrollo turístico promovida desde los espacios oficiales,
organiza relatos sobre la historia local que son transmitidos a
partir de recortes temáticos sobre el paisaje. Dentro de estas
propuestas se buscó considerar la incorporación o exclusión
de información sobre el poblamiento prehispánico del área.

La década de 1990: turismo y desarrollo

Los estudios y políticas del desarrollo deben pensarse como


parte de:

Un régimen de representación, como una “invención” que


resultó de la historia de la posguerra y que, desde sus inicios,
modeló ineluctablemente toda posible concepción de la rea-
lidad y la acción social de los países que desde entonces se
conocen como subdesarrollados. (Escobar, 1998: 14)

Este régimen de representación gira en torno al concepto


de desarrollo asociado con la noción de progreso económico. Se
elaboró mediante teorías y modelos que intentaron expli-
car la forma en que los países categorizados como subdesa-
rrollados podían convertirse en desarrollados. Estos serían los
países con altos niveles de industrialización y urbanización,
tecnificación de la agricultura, rápido crecimiento de la pro-
ducción material y de los niveles de vida, y adopción gene-
ralizada de la educación y los valores culturales modernos.
Tal como señala Escobar (1998), el discurso del desarrollo
inventó el Tercer Mundo como una forma de ejercer poder
sobre él.
Desde su origen, la noción de desarrollo estuvo presente
en los ámbitos de formulación e implementación de políti-
cas públicas, en organismos internacionales, empresas y or-
ganizaciones de la sociedad civil, así como en el ambiente

Capítulo 5. Chascomús Week-end. Pasado, turismo y desarrollo 249

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académico, dando lugar a numerosos proyectos e investiga-
ciones. A partir de estos movimientos, se dieron revisiones
críticas y reformulaciones de las teorías del desarrollo. Las
perspectivas críticas acuerdan en que estas teorías son una
falacia que posiciona a la civilización europea como proyec-
ción de la historia mundial (Dussel, 1994). En sus reformu-
laciones a lo largo del tiempo, las teorías del desarrollo no
solo recogen las formulaciones eurocéntricas y evolucionis-
tas del siglo XIX, sino que invisibilizan las relaciones de des-
igualdad existentes entre los países clasificados con diferen-
tes grados de desarrollo (Escobar, 1998; Ramos, 2005). Las
formulaciones de la teoría de la dependencia de la década de
1970 dieron cuenta de que estas relaciones de desigualdad y
dependencia pueden pensarse como parte de las causas y no
de las consecuencias de los diferentes desarrollos (Cardoso
y Faletto, 1969). Conjuntamente se ha mostrado que, en La-
tinoamérica, una consecuencia de la aplicación de este tipo
de políticas fue la fragmentación de la cultura, producto de
la formación de instituciones de acuerdo con las demandas
del mercado internacional y en detrimento de las necesida-
des locales (Vessuri, 1992).
Otros enfoques más conciliadores buscaron reformular
algunas dimensiones o considerar los elementos que condi-
cionan la eficacia de las políticas desarrollistas. Al respecto,
se ha discutido la importancia de la participación del Estado
junto con diversos agentes de la sociedad civil para generar
políticas activas. La misma noción de desarrollo fue variando
desde conceptos que lo entienden como algo adquirido por
un territorio (mediante la provisión de capital físico, cono-
cimiento y recursos) a una concepción del desarrollo como
algo generado a partir de las capacidades de los agentes loca-
les (Varisco, 2008). Estos enfoques son producto de una serie
de articulaciones impulsadas en pos del desarrollo, tendien-
tes a fijar una representación de la realidad que solo sería
modificable mediante el despliegue de ciertas capacidades

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cognoscitivas: inversión de recursos humanos y materiales,
creación de programas y establecimiento de redes institucio-
nales. No obstante, es importante recordar que estas articula-
ciones también pueden implicar una pérdida de autonomía y
el bloqueo de modos alternativos de conocimiento (Escobar,
1998). Esto ocurre porque se establece una escala jerárquica
para valorar los conocimientos y las formas de producción de
los mismos. La ciencia y la tecnología se establecen como fac-
tores necesarios para el desarrollo y, en consecuencia, con-
forman un único lugar de enunciación (Dussel, 1994).
En Argentina, en el marco de las reformas neoliberales
de la década de 1990, las localidades bonaerenses se con-
virtieron en objeto de investigación social y promoción de
políticas de corte desarrollistas (Ratier, 2004; Diez Tetaman-
ti, 2006; Villar, 2007; Varisco, 2008). Estos procesos deben
pensarse como parte del contexto de cambio del sistema ca-
pitalista, en el que las contradicciones se agudizan en torno
a una homogeneización planetaria y a una fragmentación al
interior de las sociedades. Las relaciones entre lo local y lo
global se replantearon, de modo tal que lo global se asumió
como el espacio que identifica al capital, a la historia y a su
agencia, mientras que lo local encuentra su anclaje en el lu-
gar, el trabajo y las tradiciones (Lander, 2003). En el caso
de Chascomús, este proceso se reflejó en la reestructuración
del espacio urbano mediante la fijación de distinciones que
dan cuenta de una creciente desigualdad social y económi-
ca. También se hizo visible en los modos en que los discur-
sos oficiales promovieron una reinvención de la localidad en
términos turísticos.
En Chascomús se realizaron estudios de base para pro-
mover políticas desarrollistas en dos oportunidades: a
mediados de la década de 1990 (Tauber, 1993 y 1994) y
a mediados de la década siguiente (Plan Estratégico de
Chascomús —PECH—, 2005 y 2007). Los mismos se sostie-
nen en una concepción del municipio como coordinador,

Capítulo 5. Chascomús Week-end. Pasado, turismo y desarrollo 251

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promotor y orientador de actividades públicas y privadas
en el espacio local. Por esta razón, la gestión local tuvo un
lugar protagónico frente al ámbito provincial y nacional,
sin que esto implicara una redistribución de los ingresos
(Benseny, 2005; Altschuler, 2006; Gorenstein et al., 2007).
En cada una de estas ocasiones, el conocimiento se asumió
como punto de partida para el diseño de la acción. En la
década de 1990:

Para asumir el protagonismo y encarar un proceso de trans-


formación real y positivo, ya no es suficiente el oficio para
tomar esas decisiones, ahora es necesario el conocimiento
preciso del estado de situación de nuestra sociedad. (Tauber,
1993: 2)

En la segunda propuesta, la búsqueda de conocimiento


tuvo:

La finalidad de condensar las principales cuestiones estruc-


turales que caracterizan la situación actual del Partido (...).
La gestión y la administración de la información, contribu-
yen en la construcción de un diagnóstico de la ciudad, per-
mitiendo describirla desde una dimensión objetiva en sus
aspectos más diversos. (PECH, 2005: 11-12)

Los estudios del primer plan se formularon con la par-


ticipación de un equipo de investigadores en el marco del
Programa de Apoyo a los Municipios de la Universidad de La
Plata. El objetivo de este programa fue generar:

Extensión, transferencia y articulación de conocimiento


científico con el medio local, aportando experiencia, aseso-
ramiento y asistencia técnica, con el objetivo de satisfacer
los requerimientos de las comunidades locales y regionales.
(Tauber, 2002: 156)

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Para presentar los resultados de los estudios y considerar
los lineamientos y rumbos a seguir se organizaron entrevis-
tas y jornadas de discusión en la localidad. En contraste, el
Plan Estratégico (PECH) elaborado diez años después se
implementó con la creación de un programa dentro de la
Secretaría de Planificación y Desarrollo Municipal: el Sis-
tema de Información Integral. El mismo contó con el ase-
soramiento de investigadores de la Dirección de Asuntos
Municipales de la Secretaría de Extensión Universitaria de
la Universidad Nacional de La Plata (PECH, 2005). En este
caso, los estudios sobre la realidad local contemplaron la
participación de agentes de la localidad en cada instancia.
Con este fin se generó una primera etapa de sensibilización
del tema, que consistió en su difusión mediante los medios
de comunicación masiva locales. Luego se organizaron en-
trevistas, grupos focales, talleres temáticos y barriales cuyos
emergentes se integraron a la presentación del estado de
situación de la realidad chascomunense. Si bien esto implicó
una importante diferencia con la planificación elaborada en
la década de 1990, el programa del PECH se posicionó como
continuación más que como ruptura del anterior.3
En ambas ocasiones se elaboraron y difundieron amplia-
mente dos libros: uno descriptivo que caracteriza el presente
de la localidad (Tauber, 1993; PECH, 2005) y otro reflexivo
que propone pautas y acciones requeridas para alcanzar el
futuro deseado (Tauber, 1994; PECH, 2007). En la actuali-
dad, estos libros son parte de las referencias bibliográficas
utilizadas en las bibliotecas para abordar diversos aspectos
referidos a la localidad. Su contenido se percibe como in-
formación descriptiva y objetiva, útil “para trabajar en la es-
cuela con datos de Chascomús”.4 Tal legitimidad descansa

3 Boletín Informativo. Abril de 2003. Banco de Información Municipal. Secretaría de Planificación y


Desarrollo, Municipalidad de Chascomús.
4 Entrevista a docente, 23 de septiembre de 2009.

Capítulo 5. Chascomús Week-end. Pasado, turismo y desarrollo 253

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en el hecho de que son productos del trabajo conjunto de
especialistas universitarios (arquitectos, sociólogos, econo-
mistas, trabajadores sociales) en el marco de instituciones
municipales y provinciales. Además, en el caso de los libros
que presentan el PECH, también se incluye el aporte de
agentes locales coordinado mediante foros y talleres. De esta
manera, los datos compilados trascendieron el tiempo de los
gobiernos municipales que los gestaron y funcionaron como
marcos interpretativos de la realidad local.
En los dos casos, el mensaje oficial, junto con el de los
medios masivos locales, centró el futuro de la economía en
el potencial de la actividad turística, de manera que turis-
mo y desarrollo se posicionaron como dos caras de la mis-
ma moneda: la actividad turística fue entendida como un
catalizador que promueve el mejoramiento del nivel de vida
de las personas, y por ello se constituye en una alternativa.
Como se verá más adelante, las primeras propuestas for-
muladas enfatizaron una visión económica del desarrollo
turístico. Por su parte, las planificaciones elaboradas entre
2005 y 2007 ofrecieron una perspectiva más compleja de la
actividad turística. Esta contempló, junto con lo económico,
aspectos culturales, sociales y políticos. Desde un punto de
vista diacrónico, estos enfoques son coherentes con las trans-
formaciones del concepto de desarrollo local en la Argentina
de las últimas dos décadas (Villar, 2007; Varisco, 2008).
Por todo lo antedicho, en el análisis propuesto aquí se
consideraron las formulaciones de estos dos estudios como
el marco general en el que se inserta la actividad turística
de la localidad. La presentación que sigue se organiza en las
dos etapas que correspondieron a ambos estudios. En la pri-
mera, el gobierno municipal estuvo a cargo de tres intenden-
tes con diferentes posturas partidarias: dos representes del
partido Radical (1991-1995 y 1999-2003) y un candidato del
partido Justicialista (1995-1999). A pesar de estos cambios
de gobierno, se discute la presencia de cierta continuidad en

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cuanto al modo de organizar y definir las representaciones
turísticas de la localidad. La segunda etapa se inicia con las
gestiones del gobierno municipal que impulsaron el PECH.
En este caso, se contemplan dos gobiernos sucesivos a cargo
de la intendente Liliana Denot, candidata del partido Radi-
cal (2003-2007 y 2007-2011).
Finalmente, es importante destacar que la actividad tu-
rística es el producto del accionar de distintos agentes que
forman parte de complejas tramas sociales, políticas e ins-
titucionales que suelen estar en tensión. 5 No obstante, en
este estudio se prioriza el análisis de las propuestas genera-
das desde el ámbito oficial-municipal porque, en este caso,
es a partir de ellas que se formulan, planifican y elaboran las
estructuras básicas para el desarrollo de la actividad turís-
tica.6 Esta decisión también se justifica por los propósitos
de esta investigación. El objetivo fue conocer el proceso de
creación y selección de atributos, lugares y relatos sobre lo
chascomunense como lugar a ser visitado, objeto y producto de
distinción cultural.
En este aspecto, se observó que durante las últimas dos dé-
cadas los medios masivos gráficos locales y las páginas de In-
ternet7 tienden a replicar los lineamientos básicos promovidos

5 Entre otros, son importantes los trabajos de promoción que realizan la Comisión de Turismo de la Cámara
de Comercio de Chascomús, y la Agrupación de Colaboración Empresaria (ACE). Estas asociaciones
realizan publicidad en medios masivos gráficos y virtuales, asisten a encuentros de comercialización
nacional e internacional, y a eventos vinculados a la actividad turística organizados por organismos
provinciales y nacionales (Benseny, 2009). Estos ámbitos representan a grupos de prestadores de
servicios vinculados directa o indirectamente con la actividad turística. Además, existen asociaciones
sin fines de lucro, organizaciones no gubernamentales y asociaciones comunitarias que pueden ejercer
influencia en este tipo de actividades.
6 En tanto es desde la gestión municipal que se establecen “las normas de calidad en instalaciones y
servicios turísticos; la calificación y ordenación del uso del suelo y reglamentación de protección
ambiental; el fomento de la educación y formación en turismo; la promoción de productos, los estímulos
a la inversión, la presencia/ausencia de plan estratégico turístico” (Benseny, 2009: 41).
7 Cfr.: <www.chascomus.com.ar>; <www.aquichascomus.com.ar>; <www.chascomus.net>;
<http://www.acechascomus.com.ar>, y la página oficial <http://www.chascomus.gov.ar/turismo>.

Capítulo 5. Chascomús Week-end. Pasado, turismo y desarrollo 255

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desde el municipio. Un ejemplo es la Guía del Turista publica-
da por el diario El Fuerte. En la actualidad este suplemento se
publica semanalmente en papel y se actualiza en su versión
digital.8 El contenido incluye información sobre circuitos tu-
rísticos, historia local, comercios y actividades de la localidad
(espectáculos, eventos culturales y deportivos, horarios de fe-
rias, exposiciones y charlas, entre otros). De acuerdo con lo
informado por el editor del periódico y lo relevado, es posible
decir que el contenido de esta guía varía en la publicidad y
actividades específicas. En cambio, la información sobre cir-
cuitos turísticos y sobre historia local permanece estable de
un número a otro, y se elabora retomando información dis-
tribuida por el municipio. Asimismo, en la guía publicada en
papel puede observarse una selección variable de estos últi-
mos contenidos dentro de una gama que se puede consultar
en su totalidad en la versión digital. Esta incluye datos sobre
historia de Chascomús, circuito histórico, el centro, lugares
para visitar, circuito lagunero, la laguna, planos y datos útiles.

Chascomús, un paraíso cercano


Las Reflexiones y datos para una estrategia de desarrollo publica-
das en 1993 por el arquitecto F. Tauber comienzan con un re-
lato sobre la historia local, que se organiza a partir de la tasa de
crecimiento poblacional como principal indicador del cambio en
el proceso histórico. Esta variable se presenta como un índice
del grado en que los individuos desean habitar y desarrollar
sus vidas en el lugar, y se asume que sus cambios reflejan el po-
tencial crecimiento económico del partido (Salerno, 2008).
Con este criterio, la selección de acontecimientos considera-
dos significativos para el relato histórico está directamente re-
lacionada con el aumento-descenso de población. El recorri-
do propuesto señala como momento de origen la fundación

8 <http://usuarios.advance.com.ar/antejo/>.

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del fuerte de frontera en 1779. El siguiente acontecimiento
significativo para la localidad remite al año 1836, cuando se
registra la primera reducción poblacional. Este descenso se
explica como consecuencia del llamado “levantamiento de los
Libres del Sur” contra el gobierno de Rosas, y las posteriores
represalias que marcaron a los pobladores con exilios masivos
y abandono de propiedades y estancias.
Luego se destaca el período que va de 1845 a 1869, por-
que es cuando se registra la mayor tasa anual de crecimien-
to poblacional, vinculada a las transformaciones sociales y
económicas derivadas de la instalación del Ferrocarril del
Sud. Con el tiempo, la continuación de las vías férreas hacia
Dolores, habilitadas en 1875, estabilizan el crecimiento po-
blacional. Desde entonces, los procesos recesivos del campo
y el interior, conjugados con el poder de convocatoria de los
grandes conglomerados urbanos y su desarrollo industrial,
intervinieron en una constante reducción de la tasa de creci-
miento poblacional hasta 1970. En los veinte años que siguie-
ron, a lo largo de la ruta nacional 2 se desarrolló un proceso
de reubicación de los asentamientos industriales, privile-
giando alternativas de localización cercanas a los mercados
consumidores y concentradores. Como consecuencia, Chas-
comús se convirtió en un lugar privilegiado para el estableci-
miento de industrias.9 Para mediados de 1990, esta situación
fue revirtiéndose con la crisis general del orden neoliberal
imperante, lo que se reflejó en el aumento del desempleo y la
marginación, y en que muchos ciudadanos locales viajaran a
otros centros urbanos para trabajar.

9 Entre los establecimientos que se instalaron en la localidad durante este período puede mencionarse
a Uzal, Conarco SA, Villa del Sur y UZAL. Estos se sumaron a otros emprendimientos industriales que
ya funcionaban en la localidad (Gándara, EMEPA SA, FADECIA, entre otros). En recuerdo de un vecino
de la localidad, “en eso los setenta fueron una época maravillosa, podías elegir donde trabajar, era
impresionante. La gente se cambiaba constantemente, iba de una fábrica a otra” (entrevista realizada el
30 de noviembre de 2010).

Capítulo 5. Chascomús Week-end. Pasado, turismo y desarrollo 257

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En esta representación del pasado, la distancia con el pre-
sente marca el lugar desde donde se enuncia y se proyecta
el futuro: la vida urbana y moderna en contraposición a la
vida rural y la tradición. Así, el origen de Chascomús privi-
legia las actividades agropecuarias y el enfrenamiento con
el indio, mientras que el progreso técnico (identificado con
la incorporación del alambre y el ferrocarril) es el principal
motor de cambio en el desarrollo histórico de la localidad.
El crecimiento poblacional funciona como indicador y expli-
cación del cambio social que, a su vez, se interpreta como el
producto de factores contextuales (medioambientales y cul-
turales). En todos los casos, las posibilidades de crecimiento
se vinculan con modificaciones externas en las que la loca-
lidad se benefició por su ubicación estratégica, entendida
como un factor objetivo. La capacidad transformativa de los
agentes locales no es considerada parte del proceso históri-
co. La única excepción a esta mirada es el levantamiento de
los Libres del Sur. En este caso, las consecuencias de la mo-
vilización de agentes locales son planteadas en términos de
retroceso. Por otra parte, el desconocimiento de las trayec-
torias de poblaciones prehispánicas reduce la profundidad
temporal y el reconocimiento de la diversidad en el pobla-
miento local.
Desde este punto de partida, la descripción de la situa-
ción del partido a inicios de 1990 se organizó en base a lo
económico y lo urbano y social (Tauber, 1994). El primer tér-
mino remite a la situación de distintos sectores productivos
(industrial, agropecuario, servicios). Mientras que lo urbano
y social se describe mediante información estadística referida
a la estructura poblacional y distribución de viviendas, insti-
tuciones educativas, infraestructura, etcétera. En base a este
modo de considerar la realidad, se pronosticaron transfor-
maciones en las características de lo urbano y social a partir
del crecimiento constante de la población, y se discute sobre
las inundaciones como un problema impostergable. Por su

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parte, el potencial de la actividad turística se destacó dentro
de las conclusiones elaboradas en el eje económico:

El turismo es una actividad que debe interesar particularmen-


te a Chascomús, no solo por las importantes atracciones pro-
pias, naturales e históricas (lagunas, ciudad, museo, capilla,
etc.); “a un paso” de la mayor concentración de población del
país: once millones de personas del Gran Buenos Aires y la
Capital Federal. Sino, y fundamentalmente, porque la auto-
pista-ruta 2, principal cordón conector entre esa multitud y
la costa marítima, pasa por sus puertas; y por ella, unos ocho
millones de personas por año en algún sentido (...) Referido
a la oferta para el turismo receptivo, es evidente que el gran
atractivo de Chascomús es la laguna, su contexto y su signifi-
cado. Recordemos que el perfil actual e histórico del turista
que elige a Chascomús es del tipo psico-céntrico, es decir el
que valora y busca la tranquilidad, en un clima familiar, pre-
visible y controlable, imperturbable, sedentario y de descanso.
(Tauber, 1994: 103)

Durante este período los cambios de gobiernos del munici-


pio implicaron modificaciones en la estructura administrativa
organizativa. En lo que refiere a la actividad turística, esta fue
programada desde la Subsecretaría de Promoción Turística,
Cultural y Recreativa durante la primera gestión del período
analizado (1991-1995). Luego, con el gobierno del partido Jus-
ticialista (1995-1999), esta subsecretaría pasó al estatus de Di-
rección Municipal de Turismo y, en la gestión de 1999, se con-
virtió en Secretaría de Turismo. Si bien estas nominaciones
dan cuenta de que la actividad turística siempre tuvo un lugar
central para las autoridades municipales respectivas, puede
decirse que, con el paso del tiempo, el turismo fue adquirien-
do mayor jerarquía dentro de la estructura organizativa muni-
cipal. Al asumir el estatus de secretaría, el turismo deja de ser
una actividad subsidiaria integrada a otras áreas de gestión.

Capítulo 5. Chascomús Week-end. Pasado, turismo y desarrollo 259

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Los logotipos de cada gestión (ver Figura 5.1) fueron acom-
pañados de los siguientes mensajes: “Chascomús está cerca,
¡acérquese!” (gestión 1991-1995); “Chascomús un paraíso cer-
cano” (gestión 1995-1999), y “Chascomús, un lugar especial
pintado de verdes, azules y amarillos” (gestión 1999-2003).

Figura 5.1. Logos de promoción turística de las gestiones municipales


entre 1991-1995 (A), 1995-1999 (B) y 1999-2003 (C).

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En estos diseños se enfatiza la proximidad de la localidad
de Chascomús (en términos de distancia y accesibilidad) y las
bellezas naturales sintetizadas en el paisaje lagunar. Solo el
logo de la gestión 1995-1999 incluye en la representación una
imagen diferente al incluir la cúpula de la catedral. El logo
difundido durante la gestión 1999-2003 se organiza con una
serie de folletos que presentan propuestas de actividades de-
portivas y recreativas en torno a la laguna, dando sentido a los
colores identificatorios: verde/arbolados, amarillo/sol y azul/
laguna. Conjuntamente, la información que se despliega en
los folletos permite construir una red de sentidos en torno a
los logos. Cabe destacar que en las tres gestiones municipales
de este período aparece el siguiente texto:

A solo 120 km de Buenos Aires, aparece Chascomús, con


todo el verde, el sol y el aire libre. La oportunidad para
reencontrarse con la naturaleza. Un lugar tranquilo y vivo al
mismo tiempo. Aquí esta la casa antigua, la calle angosta, la
esquina sin ochava, una capilla extraña, un Museo Pampea-
no. Y por las noches una ciudad Joven, con pubs, confiterías
y boliches...10

Además, durante 1995-1999, el municipio difundió folle-


tos que priorizaron la representación en lenguaje visual. En
la selección de imágenes se retoman los mismos íconos que
aparecen en las propuestas escritas (ver Figura 5.2).
De la misma manera, los mapas turísticos distribuidos
durante esta década se organizan dando un lugar central
a la laguna. Junto con ellos se distribuyen otros mapas que
representan el casco urbano y el centro cívico (ver Figura
5.3, 5.4 y 5.5). La mayor parte de los lugares señalados como
de interés son estructuras que se distribuyen en la avenida

10 Texto que se repite en los folletos de ambas gestiones radicales (1991-1995 y 1999-2003).

Capítulo 5. Chascomús Week-end. Pasado, turismo y desarrollo 261

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Figura 5.2. Folleto turístico, Municipalidad de Chascomús, gestión
1995-1999.

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costanera España: balnearios, campings, el Parque Libres
del Sur y el Museo Pampeano, la Estación Hidrobiológica,
el edificio de Club de Regatas, el Edificio del Turista, el
casco histórico de la estancia La Alameda,11 el INTECH, el
Castillo de la Amistad12 y una réplica del fuerte San Juan
Bautista construída para el bicentenario de la localidad en
el año 1979.

Figura 5.3. Mapa turístico distribuido durante la gestión municipal de


1991-1995.

11 Este lugar recupera con fines turísticos el casco de la estancia que perteneció a la familia Girado.
12 Este castillo fue construido por un grupo de vecinos con el fin de festejar el Día del Amigo. El grupo
se identificó con el nombre “Reino de la Amistad”. Redactaron un estatuto, y entre 1948 y 1952
convocaron a la participación de otros vecinos, conformando un espacio de encuentro y sociabilidad
(Lahourcade, 1980). En los folletos turísticos se lo promociona como un lugar que alberga “una
historia de amistad y humor”.

Capítulo 5. Chascomús Week-end. Pasado, turismo y desarrollo 263

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Figura 5.4. Mapa turístico distribuido durante la gestión municipal de
1995-1999.

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Figura 5.5. Mapa turístico distribuido durante la gestión municipal de
1999-2003.

Fuera del circuito lagunar, los recorridos proponen al tu-


rista conocer la historia y cultura local representada en los
edificios del casco urbano (centro cívico) en los siguientes
términos:

Para los amantes de la historia es un lugar ideal. Ya que por


haber sido un pueblo de fronteras, y contar con más de 200
años, Chascomús es una de las ciudades con más riqueza his-
tórica y cultural de la provincia. Dentro del Casco Antiguo de
la Ciudad puede visitarse: Plaza Independencia, antiguamen-
te llamada Plaza Mayor (...), Palacio Municipal (...), Teatro

Capítulo 5. Chascomús Week-end. Pasado, turismo y desarrollo 265

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Brazzola (...), Club de Pelotas (...), Casa de Casco (...), Iglesia
Catedral de Nuestra Señora de la Merced.13

En estos mapas solo algunos de los lugares señalados en


las referencias son enfatizados mediante fotos y descripcio-
nes. Así se reduce la oferta tanto fuera como dentro del cir-
cuito lagunar. En el primer caso destacan la catedral, la casa
de Casco y el Museo Pampeano; en el segundo el Castillo
de la Amistad, la réplica del fuerte San Juan Bautista y la
estancia La Alameda. La Capilla de los Negros se ubica al
margen del casco urbano y centro cívico, y a una cuadra de
la avenida costanera; a veces se la presenta integrada a uno u
otro circuito. Esta capilla se describe acentuando lo exótico
y el misterio como parte de la historia local:

En la zona ribereña también encontramos importantes lega-


dos históricos: La Capilla de los Negros, humilde y venerado
templo que fue lugar de oración de la comunidad negra de
Chascomús, es uno de los lugares más visitados por quie-
nes llegan a esta ciudad. Sus humildes paredes de adobe,
que datan de principios del siglo pasado, albergan encanto
y misterio.14

Por su parte, las representaciones de las poblaciones pre-


hispánicas son referidas indirectamente en las descripciones
de las salas del Museo Pampeano en los folletos de gestión:

Posee siete salas testimonio de la historia de esta bicentena-


ria ciudad y de los pueblos indígenas. (Gestión 1991-1995)

13 Folleto turístico gestión 1995-1999. La llamada “Casa de Casco” corresponde a la casa de Don Vicente
Casco, cuya historia fue novelada por M. López Osornio, y se presentó en el Capítulo 2. Este lugar es
actualmente la sede del Instituto Historiográfico de la localidad.
14 Folleto turístico gestión 1995-1999.

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En sus ocho salas se albergan exponentes de la primitiva cul-
tura indígena, la indumentaria del gaucho, y distintos aspec-
tos de la sociedad del siglo XIX. (Gestión 1995-1999)

Como puede observarse, estas descripciones refieren a


la sala arqueológica mediante sus exposiciones: testimo-
nio de los pueblos indígenas, que a su vez son caracterizados
como primitivos y representantes de otra cultura. A la vez,
otras representaciones de las poblaciones prehispánicas se
vislumbran de forma indirecta en los relatos que acompa-
ñan la memoria de la vida en la frontera: la casa de Casco
y una réplica del fuerte San Juan Bautista construida en
1979. En todos los casos, la promoción de la casa de Casco
se realiza a partir de la tragedia producto del ataque de
un malón:

Después que un malón le robara su hijo, Don Vicente Casco


decidió construir una casa de alto con escalera de mano le-
vantable para protección. (Guía del Turista 1992)

Sus paredes de adobe guardan fabulosas leyendas. Fue la pri-


mera casa con planta alta y la más antigua que actualmente
posee la ciudad. (Folleto 1995-1999)

En cuanto a la réplica del fuerte San Juan Bautista, puede


decirse que los folletos reproducen la asociación de este es-
pacio con el origen de la ciudad y de la historia local:

A orillas de la laguna, sobre la calle González Chávez, se le-


vanta una réplica del Fuerte de San Juan Bautista, que dio
origen a la ciudad. (Guía del Turista 1992)

La reconstrucción del fuerte a partir del que nació Chasco-


mús, se realizó en 1979, para el bicentenario de la fundación
de nuestra ciudad. (Folleto 1995-1999)

Capítulo 5. Chascomús Week-end. Pasado, turismo y desarrollo 267

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En fin, puede decirse que en los folletos y mapas turís-
ticos distribuidos durante la década de 1990, la cercanía de
Chascomús se construyó como un atributo de valor positivo
en ligazón con la representación del paisaje lagunar. Esta
oferta turística basada casi exclusivamente en la naturaleza
como atractivo conlleva una transformación del paisaje local
que amplía los sentidos en torno al balneario y a la posibi-
lidad de reposo y recreación. De esta manera se incluye la
noción de paraíso, un lugar a donde fugarse de lo cotidiano
y de la rutina laboral. Un lugar donde la relajación y sosiego
del paisaje natural se organiza con una serie de actividades,
cosas para descubrir y conocer vinculadas con la historia y la
tradición. La publicidad de la magia posible de descubrir en
un lugar tan diferente y tan cerca estimula la imaginación del
turista para experimentar el lugar que visita (Augé, 1998).
En este proceso, los referentes materiales a visitar funcio-
nan como condensadores de sentidos, mediante los cuales
el pasado se hace presente y visible. En el caso de las po-
blaciones prehispánicas esto sucede mediante las propues-
tas expositivas del museo, el fuerte de frontera y la casa de
Casco. Un aspecto que contrasta con la memoria de la co-
munidad afrodescendiente que cuenta con su propio lugar:
una capilla extraña. En ambos casos, morenos e indígenas son
visibilizados como agentes que no son parte del presente. En
principio puede decirse que esta invisibilidad está asociada
a las representaciones negativas de estas trayectorias pobla-
cionales que reproducen las narrativas oficiales presentadas
en el Capítulo 3. De este modo, la memoria de los morenos,
al igual que su único referente material, se integra en histo-
rias que se encuentran al margen de lo chascomunense y que
permiten afirmar lo exótico y el misterio. En el caso de las
poblaciones indígenas, la afirmación de su desaparición y, en
consecuencia, de ingredientes primitivos en el pasado local,
se presenta como el requisito necesario para dar inicio a la
trayectoria propia.

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Por último, quisiera mencionar que estas representaciones
se organizan en concordancia con los lineamientos elabora-
dos en los estudios para el desarrollo (Tauber, 1993 y 1994).
En ellas el pasado se hace presente como modelo excluyente
afirmando una trayectoria lineal: aquella que dio origen a la
ciudad, y cuyo motor está dado por el progreso documentado
en los edificios del centro cívico y las salas del museo, y la lucha
contra contenidos primitivos (remitida en las historias vincu-
ladas a la casa de Casco y el fuerte de frontera). En esta trayec-
toria, lo chascomunense se organiza en una serie de oposicio-
nes que remiten a las distinciones entre modernidad-urbano
y tradicional-campo: vida acelerada frente a vida tranquila;
registro auditivo y visual vinculado a lo urbano (ruidos de au-
tos, bullicio, paisaje de edificios y cemento) frente al registro
auditivo y visual vinculado al paisaje lagunar (silencio y ruidos
naturales). En concordancia con las formulaciones proyecta-
das (Tauber, 1993 y 1994), la oferta turística se elaboró en
respuesta a la demanda de los sectores de los centros urbanos
próximos (principalmente la Capital Federal), de modo que
la visita a Chascomús se definió como una oportunidad para
superar las constricciones de la vida en la ciudad.

Chascomús, tres siglos para descubrir


En el año 2003 asumió la dirección municipal Liliana De-
not, licenciada en trabajo social, representando al partido
Radical. Por su propuesta de gobierno fue reelegida para el
período 2007-2011. En el marco de sus gestiones se realizó
el Plan Estratégico de Chascomús (PECH, 2005 y 2007). En
contraste con las propuestas elaboradas una década antes,
los lineamientos resultantes del PECH definen la situación
presente de la localidad a partir de una concepción del pro-
ceso histórico que enfatiza la agencia local:

La aceleración de la historia sumerge a las ciudades en


la confusión y las obliga a implementar grandes cambios

Capítulo 5. Chascomús Week-end. Pasado, turismo y desarrollo 269

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para integrarse al concierto internacional. Chascomús se
encuentra en un punto de inflexión histórico en el que
debe jugarse su entrada al mundo contemporáneo, y para
lograrlo proponemos recurrir a nuestra mayor riqueza: el
potencial humano. Los chascomunenses y lezamenses tene-
mos un pasado común, una historia de esfuerzo y supera-
ción personal manifiesta tanto en la gesta colonizadora de
los fortines de nuestros antepasados como en la indómita
resistencia de los anteriores pobladores de esta tierra. Este
es el tiempo de volver a poner esos valores a hacer ciudad.
(PECH, 2005: 3)

Otras diferencias con las descripciones y lineamientos


elaborados en el programa de la década de 1990 es que
en esta ocasión no se presenta un relato inicial sobre la
historia local. Además, para la información básica del partido
se da mayor espacio y desarrollo a ciertos aspectos referi-
dos a lo social, que en los documentos del primer progra-
ma solo estuvieron enunciados. Lo social, entendido como
“todo aquello referido al bienestar de la comunidad en ge-
neral: la infraestructura, la salud, la educación, la cultura
y la vivienda” (PECH, 2005: 51), incluye en su formulación
dos aspectos que son de interés para este trabajo: la cultura
e identidad local (expresada en términos de recitales, con-
ciertos, festivales, presencia de artesanos, teatros, pintores,
jornadas de historia local, picnic de lecturas) y el patrimo-
nio. El primer caso se expresa como un problema discutido
en los talleres participativos:

La falta de una identidad chascomunense, que se percibe


como difusa. Ante el desconocimiento de la historia y el patri-
monio local, se produce la pérdida del sentido de pertenencia,
y la desvalorización de las fuentes que nos hablan de nuestras
raíces, con escasa valoración de una identidad cultural que
contemple todas las manifestaciones, no solo las característi-

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cas del regionalismo, y que pueda aprovechar el sistema edu-
cativo como medio difusor de la cultura local. (40)

Al mismo tiempo, el patrimonio es definido por los autores


del documento como:

Un valioso patrimonio natural, histórico y cultural, cuyo re-


conocimiento se ha reflejado en parte en una larga tradición
provincial en el ámbito de la recreación y el turismo. (58)

Es en este marco de legitimación del valor patrimonial


donde se incorpora al informe un relato sobre la historia
local. Fijado en términos patrimoniales, el pasado es recupe-
rado principalmente por su valor económico (Ballart, 1997):

En el tema del patrimonio, la conservación es el objetivo de


más alto nivel al que debe tenderse, ya que más allá de su
importancia básica relativa a la identidad y a la cultura, se
trata de valiosos recursos capaces de promover actividades
asociativas, y proveer crecimiento y dinamismo a las econo-
mías regionales. (PECH, 2005: 59)

Desde esta perspectiva, se propone un horizonte amplio


dirigido a recuperar todo relato del pasado local que pueda
ser convertido en atractivo turístico como parte de las rique-
zas patrimoniales de la localidad. La prioridad de la activi-
dad turística para las autoridades oficiales se manifiesta en
la creación de la Secretaría de Producción y Turismo, que
pasó a ser una de las cuatro secretarías que dependen direc-
tamente del intendente (Benseny, 2009). Entre las diversas
acciones que realiza esta secretaría se destaca la coordina-
ción de acciones promocionales:

Las funciones que tiene hoy en día la secretaría se fueron


ampliando a lo largo de los años; no fue lo mismo hace

Capítulo 5. Chascomús Week-end. Pasado, turismo y desarrollo 271

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cinco, ocho años atrás que ahora. Por ejemplo, hay distintas
áreas dentro de la estructura del organigrama de la secre-
taría que son bastante móviles y que se van adecuando a
los servicios y a las posibilidades que vamos creando. Hay
una parte puramente administrativa que es la que calcula
presupuestos, costos, todo lo que es el papelerío. Hay una
parte que es más de promoción que es todo lo que tenga
que ver con la imagen; se ve en cuanto a gráfica, folletería,
páginas de Internet y todo lo que es promoción por todos
los medios de comunicación radiales, televisivos y gráficos,
y después también se ocupan las autoridades de la parte
de concientización turística que es más difícil, más com-
plicado, y siempre se trabaja mucho con la Secretaría de
Turismo de la Provincia. Por ejemplo, en capacitaciones en
distintas temáticas que hacen a la actividad, y en esto no
hicimos tanto, de lo otro hacemos más.15

El municipio definió su imagen turística basada en la


combinación de seis elementos: naturaleza-campo, aventu-
ra-deportes y laguna-historia, siendo la laguna el principal
atractivo:

Figura 5.6. Logo de promoción turística municipal, gestión 2003-2011.

15 Entrevista a trabajador municipal del área de turismo, 6 de febrero de 2009.

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A lo largo del período dos lemas acompañaron la pro-
puesta: “Chascomús, un ritmo diferente” (2003-2007) y
“Chascomús, tres siglos por descubrir” (2007-2011), con el
siguiente texto:

A tan solo 120 km de la ciudad de Buenos Aires y erigida


sobre la margen este de la mayor de las siete lagunas Enca-
denadas, se encuentra Chascomús. Fundada en el año 1779
esta ciudad vive en sus calles la historia, cultura y tradición,
donde aún se puede percibir el ritmo y estilo de vida de una
sociedad representativa de siglos pasados.
Todo esto podrá evidenciarlo a través de un recorrido por el
Casco Histórico con su Plaza Independencia, el Palacio Mu-
nicipal, la Casa de Casco, la Iglesia Catedral, sus casas con
singulares fachadas, las calles de empedrado, las esquinas
sin ochava, el Museo Pampeano, el Fuerte San Juan Bautista
y un Monumento Histórico Nacional como es la Capilla de
los Negros.
Además de la laguna de Chascomús junto a sus encade-
nadas, ubicadas todas dentro del partido de Chascomús,
conforman un sistema lacustre considerado único en el
mundo. En ella podrá deleitarse realizando un paseo por la
impactante Avenida Costanera con sus frondosos parques,
recrearse en sus balearios y paradores, intentar la pesca del
pejerrey, realizar deportes náuticos, tomar un baño en su
cálidas aguas, o simplemente despreocuparse de todo sen-
tado a orillas de la laguna sintiéndose un espectador de
lujo de los imponentes atardeceres que allí suceden. (...)
Por todo esto y mucho más cambie su rutina y venga a Chas-
comús para encontrarse con la tranquilidad y el descanso
que se merece.16

16 Texto en folletos turísticos distribuidos durante las gestiones municipales de 2003-2007 y 2007-2011.

Capítulo 5. Chascomús Week-end. Pasado, turismo y desarrollo 273

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Al igual que en los períodos anteriores, la construcción
de lo chascomunense como producto turístico se organizó en
torno al paisaje lagunar, el descanso y la recreación. No obs-
tante, en este caso el paisaje lagunar se presenta como parte
principal de un todo mayor: el sistema de lagunas encadena-
das. Además, la oferta del destino turístico se amplía con la
definición del pasado como una cualidad a descubrir. A tal
punto, que el pasado se convierte en parte de la definición
de lo local. En consonancia, en los mapas turísticos que se
difunden durante esta década, el paisaje se organiza a par-
tir de diversos ordenadores que dan mayor visibilidad a los
recorridos urbanos:

Figura 5.7. Mapa turístico distribuido durante la gestión municipal


2007-2011.

274 Virginia M. Salerno

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La selección de lugares a ser visitados ofrece recorridos
que pueden seguirse mediante los mapas, o participando de
visitas guiadas ofrecidas por la Secretaría de Turismo. Estos
recorridos prevén diferente duración, y en todos los casos
organizan circuitos que parten de la Plaza Independencia y
sus atractivos cercanos (municipalidad, teatro Brazzola, ca-
tedral, Club de Pelota, casa de Casco). Se incluyen el paseo
al Museo Pampeano, y diversos hitos costeros de la laguna
(Parque Libres del Sur, Capilla de los Negros, Mausoleo Li-
bres del Sur y fuerte San Juan Bautista).17 Cabe destacar que
las visitas guiadas no solo se ofrecen a turistas sino que for-
man parte de servicios educativos que la Secretaría de Turis-
mo organiza como parte de un plan de:

Concientización [que] intenta crear y fomentar en los niños


en etapa preescolar y escolar, los valores de aprecio, cuidado
y respeto por la historia autóctona y por los sitios y monu-
mentos históricos de nuestra ciudad.18

En cuanto a los lugares destacados, puede verse que a


la selección centrada en el casco urbano (centro cívico) se
agregan una serie de edificios con valor histórico y arquitectó-
nico. Así se señalan para su contemplación edificaciones de
mediados a fines del siglo XIX, y de la primera mitad del
siglo XX. De esta forma, el conjunto queda integrado con
tres templos religiosos (dos cristianos, y la ya mencionada
Capilla de los Negros), dos escuelas, tres clubes sociales, dos
edificios de sociedades de inmigrantes (italiana y francesa),
el reloj de los italianos, el banco Nación, la estación ferrovia-
ria y edificios de la administración pública (municipio, casa
de cultura, museo, teatro).

17 Información relevada en archivo administrativo de la Secretaria de Turismo. Febrero de 2009.


18 Presentación de programa de visitas guiadas. Archivo administrativo de la Secretaria de Turismo.
Febrero de 2009.

Capítulo 5. Chascomús Week-end. Pasado, turismo y desarrollo 275

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Se incluyen dentro de esta propuesta la visita al cemente-
rio San Andrés, también conocido como “cementerio de los
ingleses”:

Muestra fiel del paso de la sangre británica por estas tierras,


llenas de promesas y de prosperidad. Aun se pueden ver las
antiguas lápidas del siglo XIX con sus epitafios en inglés y la
pintoresca capilla. A 5 kilómetros de la ciudad por Av. Cam-
paña del Desierto.19

Otra incorporación a la imagen turística local remite al


paisaje rural como cualidad susceptible de ser explotada
mediante el turismo de estancias. Esta opción se organiza
a partir de gestiones privadas, iniciadas durante la década
de 1990, y no está integrada en una continuidad con el pai-
saje urbano. Sin embargo, las estancias rurales conforman
un ícono importante del imaginario del paisaje chascomu-
nense vinculado a lo tradicional y a la vida en el campo. De
esta forma se integra, discursivamente, el partido y la tota-
lidad del paisaje de las lagunas encadenadas. En los folle-
tos turísticos municipales el turismo rural es mencionado
como una invitación a experimentar la vivencia criolla. En
la última década, en torno a estas opciones, se registraron
importantes inversiones privadas en la estancia La Alame-
da (Benseny, 2009), que es el único espacio de este tipo
perteneciente al municipio. En su página de Internet La
Alameda es promocionada como un lugar donde “es po-
sible revivir más de 200 años en un día y vivir el día de la
tradición todos los días”.20
Además, durante este período, el municipio hace explíci-
ta la búsqueda de trabajar en coordinación con otras áreas

19 Folleto turístico distribuido durante la gestión municipal 2007-2011.


20 <http://www.estancialaalameda.com/>.

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de la gestión, para promocionar las actividades recreativas y
generar propuestas dinámicas:

Lo que promocionábamos era el calendario anual, que es


algo muy variado, son fechas de eventos anuales fijos, que
por ahí, uno lo hace en septiembre y otro lo hace en octubre;
tratamos de difundir todo lo que puede llegar a tener un
atractivo turístico mes por mes. (...) nos pasan la agenda de
actividad que tienen y yo los incorporo a la página, difundo
los espectáculos que hace Cultura, teatrales, recitales, lo que
sea, y a su vez tenemos acá armadas nosotros carteleras con
los eventos, para que la gente venga.21

En el marco de esta agenda turística, se incorporan al pro-


yecto local ofertas de contenidos culturales e históricos. El
municipio construyó estructuras fijas en las que los fines de
semana se instalan ferias artesanales con presencia de agen-
tes locales y no locales. Entre los productos que se ofrecen en
estos espacios, se destacan aquellos que recogen expresiones
de la vida en el campo, cuyo ícono condensa la industria del
cuero y alimentos regionales. De la misma manera, para el día
de la tradición se invita a participar en jineteadas, domas
y desfiles. Además, existen iniciativas privadas que comer-
cializan objetos artesanales, que retoman diseños indígenas
del norte y sur del país.22 En los últimos años tuvieron una
amplia convocatoria eventos recreativos y deportivos orga-
nizados por asociaciones de inmigrantes de la localidad.23
Por ejemplo, en 2010 la Dirección de Patrimonio Histórico

21 Entrevista a trabajador municipal del área de turismo, 6 de febrero de 2009.


22 Para consultar información sobre uno de los principales comercios de este tipo instalados en la localidad:
<http://www.tierraartesanias.com.ar/>.
23 Entre los grupos de inmigrantes que suelen organizar encuentros con asociaciones de otras localidades,
así como exposiciones culturales o deportivas, puede mencionarse al Centro Vasco de Chascomús, la
comunidad argentino-árabe, la Sociedad Española, la Sociedad Italiana, la Sociedad Francesa y, en los
últimos años, la comunidad laosiana.

Capítulo 5. Chascomús Week-end. Pasado, turismo y desarrollo 277

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y Museos organizó, por segunda vez, la “fiesta del inmigran-
te” en conjunto con las asociaciones respectivas. En palabras
de una de las organizadoras, esta fiesta se proponía como
un espacio recreativo al que los turistas pueden acceder, y
principalmente:

El motivo de esta fiesta, que se vuelve a realizar después


de unos años, es aunar a las colectividades de Chascomús
y honrar a nuestros antepasados, en algunos casos padres,
abuelos o bisabuelos que formaron este Chascomús, que vi-
nieron con ganas de trabajar, que llegaron por diferentes
motivos. Algunos nunca más volvieron a su tierra y aquí tu-
vieron sus retoños, que somos nosotros, quienes los vamos
a honrar.24

En igual sentido se difunden diversos servicios que brin-


da la ciudad en tanto sede de delegaciones provinciales que
administran justicia, salud y educación (Universidad Nacio-
nal de La Plata, Piscicultura del Ministerio de Asuntos Agra-
rios / INTECH, Universidad de San Martín) y en la que,
usualmente, se organizan eventos académicos sobre temas
específicos.
En cuanto a la representación de las poblaciones prehis-
pánicas, en estas formulaciones se observa un cambio de
lenguaje:

“Chascomús... pueblo que nació como avance de frontera,


que fue punta de rieles, polo de desarrollo económico agrí-
cola-ganadero y turístico, cuna de maestros, poetas, artistas
y deportistas; donde vive una comunidad solidaria y pujante;
ciudad de figuras que han contribuido al afianzamiento de
la Patria y entre ellas el honor de haber dado un Presidente

24 Noticia digital publicada el 3 de septiembre de 2010 en Vivir Chascomús. En línea: <http://


vivirchascomus.com/fiesta-del-inmigrante-de-chascomus/>.

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a la Nación Argentina, a ellos nuestro reconocimiento en el
225 Aniversario de su fundación.25

En este caso, la referencia al conflicto no se menciona


como una instancia de lucha contra el indio, sino como par-
te del proceso histórico. Este cambio implica no tomar un
posicionamiento con respecto al desenlace; no obstante, las
representaciones de las poblaciones prehispánicas en térmi-
nos de amenaza continúan presentes en las descripciones de
la casa de Casco.
A la vez, las caracterizaciones del museo pampeano se or-
ganizan en base a la distinción entre lo arqueológico y lo indí-
gena que se mencionó en capítulos previos:

Museo Pampeano. Pequeña caja de cristal que resume la his-


toria de la ciudad de Chascomús analizada cronológicamen-
te. Además se pueden observar las distintas salas temáticas
dedicas al indio, la religión, la arqueología y la sociedad.26

El mismo cuenta con siete salas permanentes en donde se


puede apreciar en orden cronológico la historia de esta
región desde la prehistoria hasta nuestros días. Rico en
cantidad y calidad de elementos, se destacan una serie de
objetos considerados únicos por su valor, entre ellos: un
caparazón de gliptodonte, parte de lo que fue el primer
alambrado del país colocado en nuestra ciudad, boleadoras
de marfil y plata pertenecientes a hacendados de la región,
armas utilizadas en épocas del enfrentamiento entre Fede-
rales y Unitarios y gran cantidad de piezas que invitan a
visitar este museo.27

25 Folleto elaborado para el 225 aniversario de la fundación de Chascomús. Municipalidad de Chascomús,


30 de mayo de 2004.
26 Información reiterada en folletos turísticos de gestiones municipales 2003-2007 y 2007-2011.
27 Información de folleto turístico distribuido durante la gestión municipal 2007-2011.

Capítulo 5. Chascomús Week-end. Pasado, turismo y desarrollo 279

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Lo arqueológico, en este caso, es asociado con la mate-
rialidad y desvinculado de lo indígena. En el listado de ob-
jetos únicos que aparece en la segunda cita, el caparazón de
gliptodonte es el objeto destacado de la sala arqueológica y
paleontológica. Al respecto, el responsable de turismo in-
formó sobre esta sala:

Resultó muy interesante la primera sala del museo, la de ar-


queología, sobre todo a los chicos les llamaba la atención el
gliptodonte (...) Sobre todo para atraer chicos, les llama la
atención a ellos, la mejor experiencia de todas fue esta con
los dinosaurios.28

Desde esta perspectiva, el interés por lo arqueológico re-


side en que estos materiales generan atractivo, y tienen un
potencial turístico desvinculado de las narrativas históricas
que estos materiales pueden evocar. Al respecto, el entrevis-
tado explica que:

Todo el tiempo estamos pensando en productos nuevos. Es


así, cada vez hay más turistas. Ahora, cualquier ciudad chica,
la veta turística... Hay mucha competencia. No es solamente
la laguna, que vengan por la laguna, hay que ir buscando el
producto y creando productos nuevos.

Este interés se puso de manifiesto cuando la Secretaría de


Turismo elaboró un banner con información sobre arqueolo-
gía local para participar de una exposición sobre turismo en
la provincia de Buenos Aires, y decorar el espacio en donde
funciona la oficina de atención al turista en la ciudad. Allí,
arqueología y paleontología, tiempos prehistóricos y caparazón de glip-
todonte se funden en un mismo horizonte de sentidos.

28 Entrevista a trabajador Municipal del área de turismo, 6 de febrero de 2009.

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Dado que el mensaje promovido no se terminó de ajustar
a las proyecciones de renovación de la sala arqueológica, este
dispositivo informativo fue objeto de conflicto institucional.
Por este motivo, actualmente se encuentra enrollado y guar-
dado en la oficina de turismo.
En síntesis, lo que se observa durante esta gestión es que,
siguiendo los lineamientos elaborados en el marco del PECH
(2003 y 2007), se intentó generar una ampliación y diversi-
ficación de la propuesta turística mediante la organización
de diversos recorridos turísticos. Con este objetivo, el pasado
se incorporó como recurso para dirigir la imaginación del
turista hacia la aventura de descubrir tres siglos de historia que
definirían a lo chascomunense en términos de mucho más que
una laguna. Esto no solo se hace visible en los lugares se-
leccionados para los recorridos turísticos, sino también en
el impulso y promoción de eventos culturales, recreativos y
deportivos que suelen conceptualizarse en términos de patri-
monio intangible.
Esta forma de recuperar el pasado como insumo para la
actividad turística se organiza en un modelo incluyente en
el que se seleccionan elementos de la diversidad del pasado
para construir una singularidad territorial. Las representa-
ciones de experiencias, legados e identidades se presentan
como susceptibles de ser esencializadas y mercantilizadas en
términos turísticos, siempre que exista un anclaje-referente
material. Entre las trayectorias históricas locales que se re-
toman en este caso, tienen un lugar principal las referidas
a inmigrantes europeos y al desarrollo de instituciones so-
ciales, educativas, comerciales y administrativas vinculadas
con la vida urbana durante el siglo XX. La representación
de las poblaciones prehispánicas es parte de un discurso que
convoca los relatos sobre la frontera como parte de la histo-
ria del territorio, y las desliga de la información arqueológi-
ca que documenta su historia. A su vez, lo arqueológico se
proyecta en función de una imagen disneyficada (Simpson,

Capítulo 5. Chascomús Week-end. Pasado, turismo y desarrollo 281

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2009) que la equipara a la paleontología, en tanto ambas
disciplinas se asocian a la aventura y el misterio.

Demarcaciones de la historia en el paisaje

La organización del paisaje, elaborada a partir de estas re-


presentaciones, es una forma en que lo chascomunense se relata
y se hace visible. Las calles y avenidas, monumentos, plazas y
lugares históricos o de interés se ordenan jerárquicamente en
un esquema que incluye instituciones, personajes y tempo-
ralidades. En todos los casos la laguna aparece como refe-
rente que otorga sentido al espacio urbano. En los mapas, el
trazado del ferrocarril divide la ciudad. Al sur de esta línea
se sitúa el casco urbano y centro cívico, núcleo desde el cual
se organizan los principales recorridos visibles. Junto a las
edificaciones y puntos de interés señalados, se destacan las
principales plazas y plazoletas cuyos nombres identifican a
los héroes del bastión nacional29 y a personajes importantes
de la historia local (plazoleta Pedro Escribano, reloj de los
italianos, Mausoleo de Los Libres del Sur).
Esta forma se presenta estable y tangible, desplegada en el
plano y materializada en las edificaciones y actividades pro-
mocionadas desde los ámbitos oficiales. Sin embargo, lejos
de esta proyección, el análisis realizado manifiesta el carácter
dinámico de estas representaciones. El paisaje puede pensar-
se como una forma vivida, organizada en múltiples formas
que se elaboran sobre la ciudad, y que en los casos presenta-
dos aquí remiten a los vínculos entre sus habitantes, el paisaje

29 Las principales plazas y plazoletas de la ciudad son la Plaza Independencia (con estatua ecuestre del
General San Martín e imagen de la virgen de Luján), Plaza Sarmiento, Plazoleta Newton (ciudadano de
origen inglés que trajo el alambrado), Plaza Libertad, Plazoleta Bicentenario que actúa como rotonda y
puerta de acceso a la ciudad; Mausoleo Libres del Sur (monumento en la laguna que conmemora a los
caídos en el levantamiento contra Rosas).

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y los visitantes turistas. En tanto proceso de selección entre
lo mostrable y lo no mostrable, estas formas son un producto
relacional que se organiza en función de determinada de-
manda (la del turista que habita los grandes centros urbanos
próximos y llega a Chascomús en busca de tranquilidad). De
esta forma, los registros turísticos otorgan una dimensión ma-
terial y presente a ciertas representaciones sobre la historia, a
la vez que hacen visibles una parte de sus transformaciones.
La réplica del fuerte, la organización colonial, administrativa
y espiritual, en torno a la plaza y la presencia de afrodescen-
dientes, son los eventos del pasado que cobran significativi-
dad en el presente. Estos remiten a un momento fundacional
vinculado al avance de poblaciones de origen hispano. Otros
pasados posibles, registrados en objetos y conocimientos cul-
turales y en las ampliaciones y reestructuraciones de las áreas
urbanas, no aparecen en las representaciones turísticas. Este
es el caso de la construcción de los barrios durante el siglo
XX, el trazado urbano al norte de las vías y las urbanizacio-
nes de las últimas décadas en espacios cerrados en torno al
paisaje lagunar. Estas marcas del paisaje dan cuenta del cre-
cimiento poblacional, y de una creciente desigualdad social
que contrasta con la imagen de pueblo colonial que se orga-
niza en las representaciones turísticas.
En estas propuestas, el pasado prehispánico se resignifi-
ca como recurso para el turismo mediante narrativas frag-
mentarias circunscriptas a los espacios del museo, la casa de
Casco y la réplica del fuerte. En principio, puede observarse
que el museo tiene un lugar central como atractivo turístico,
y en las caracterizaciones sobre esta institución lo prehispá-
nico se hace presente. En estas propuestas los discursos que
hacen inteligible a las exposiciones del museo retoman las
narrativas oficiales de la historia local. Lo indígena se asocia
a la amenaza durante la vida de frontera y el carácter pri-
mitivo y superado sobre el que se erige la historia local. Por
su parte, lo arqueológico se valora como actividad científica,

Capítulo 5. Chascomús Week-end. Pasado, turismo y desarrollo 283

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símbolo de modernidad y como conocimiento exótico que
remite al misterio. Como pudo notarse en el conflicto en
torno al banner realizado por la Secretaría de Turismo, estas
representaciones no necesariamente se vinculan con las na-
rrativas que el propio museo busca construir.
Las poblaciones prehispánicas son representadas en dos
flujos escindidos: poblaciones arqueológicas y poblaciones
indígenas. Las primeras son situadas en un tiempo mítico
y lejano, en una escala temporal natural (Podgorny, 1999a),
entendidas como objeto de conocimiento científico y de
exposición en el museo. Las segundas son situadas dentro
del tiempo histórico, en tanto se asocian a la amenaza de la
frontera. En ambos casos la característica en común de estas
poblaciones es su no existencia como parte de lo chascomu-
nense. Otros referentes materiales son la casa de Casco y la
réplica del fuerte San Juan Bautista: en estos espacios los re-
latos transmitidos apuntan a recordar el peligro de lo indíge-
na. Por otro lado, la activación patrimonial de la estancia La
Alameda, y junto con ella las historias de la familia Girado,
recuerdan la importancia de lo arqueológico como actividad
científica. Contribuyen a estas formas de representación la
ausencia de propuestas intangibles que recuperen y resignifi-
quen conocimientos sobre las poblaciones prehispánicas de
la localidad. De la misma manera, la Capilla de los Negros
permite dar visibilidad a otras trayectorias tradicionalmente
negadas en la historia nacional argentina.
Como pudo verse, en la última década las propuestas ofi-
ciales se organizan en torno a un discurso que promueve
la activación de todo pasado susceptible de ser utilizado
como recurso turístico. De este modo las activaciones pa-
trimoniales se organizaron en función del ocio y el turis-
mo, más allá de otro tipo de conocimientos que pudieran
condensar. El pasado, en este caso, se evaluó como recurso
y se valoró como factor de desarrollo a partir de las deman-
das de la sociedad de consumo. A pesar de este sesgo, esto

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permitió visibilizar diversas trayectorias poblacionales que
confluyeron en el paisaje chascomunense. En estos procesos
los criterios que organizan la selección son claves para en-
tender el modo en que el conocimiento sobre las poblacio-
nes prehispánicas se resignifica; prima lo urbano como or-
ganizador del relato, y la materialidad como condensador
de sentidos y atractivo.
Con respecto a la urbanidad como característica del pre-
sente, la misma se utiliza para establecer los límites de lo
chascomunense: a partir de ella se proyecta el pasado y el futu-
ro. Desde esta perspectiva, el pasado local se explica en una
serie de transformaciones del fuerte de frontera de acuerdo
con diferentes criterios de materialización mediante los cua-
les la ciudad se fue ampliando. Luego de crearse el Virrei-
nato del Río de la Plata en 1776, la creación del fuerte San
Juan Bautista fue parte de una estrategia de ocupación de
un territorio hasta entonces habitado por indígenas. Con la
ruptura del dominio español, el caserío colonial reorganizó
sus prioridades en torno a la explotación agropecuaria en
amplias extensiones de territorio. Durante el siglo XIX, es-
tos procesos de ocupación dieron lugar al desarrollo de los
centros urbanos. No obstante, como ya se ha mencionado,
dentro de este amplio y diverso proceso histórico se priori-
zó la memoria del caserío colonial organizado en torno a la
plaza. En contraste con esta narrativa, el conocimiento sobre
las poblaciones prehispánicas del área da cuenta de otras
formas de organización del paisaje que implicaron la ocupa-
ción de amplios espacios geográficos mediante estrategias
de movilidad específicas.
A partir de las investigaciones arqueológicas se ha pro-
puesto que el conjunto de ambientes lagunares asociadas
con la cuenca del río Salado fueron ocupados de forma re-
dundante por grupos cazadores recolectores y pescadores
durante el Holoceno tardío (González, 2005). Según estas
investigaciones, se estableció que una de las actividades

Capítulo 5. Chascomús Week-end. Pasado, turismo y desarrollo 285

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principales llevadas a cabo en estos lugares fue la confec-
ción de alfarería, cuyo proceso de manufactura se encuen-
tra representado de forma completa en sus diferentes eta-
pas. Además, se propuso que las poblaciones prehispánicas
del río Salado realizaron un uso intenso del paisaje, que
incluyó la explotación de los montes de tala y el consumo
de diferentes especies animales (González, 2005; González
y Frère, 2010a; Escosteguy, 2011; entre otros). Por su parte,
la tecnología lítica se presenta de una manera particular
debido a la gran distancia en que se ubican los sitios con
relación a las fuentes de aprovisionamiento de rocas (entre
150 y 400 km). Esto llevó a proponer la existencia de redes
de contacto con grupos de otras áreas para la obtención
de este recurso, principalmente la zona de canteras de los
sectores oriental y noroccidental de Tandilia, la costa atlán-
tica, las sierras de Ventania y el sector centro-sur de Uru-
guay. Con estas rocas se confeccionaron diferentes tipos
de artefactos, a partir de la implementación de diferentes
técnicas de manufactura (González et al., 2009; Vigna y Di
Lello, 2010).
En consecuencia, al poner la ciudad como centro del
relato, se omiten estas trayectorias previas y se legitima la
afirmación de un único estilo de vida. En el imaginario
occidental europeo, las ciudades se entienden como un
factor de progreso, en tanto la transformación urbana es
conceptualizada en términos del incremento de la com-
plejidad en la organización social (Mignolo, 2003). Desde
estos enfoques, los procesos de urbanización se han visto
como esenciales para el nacimiento de las civilizaciones,
involucrando cambios en los mecanismos organizativos y
las formas de integración institucional: las ciudades serían
asentamientos estables que condujeron a la especialización
y división del trabajo, propiciaron el desarrollo de merca-
dos, y la existencia de una clase religiosa e intelectual (Red-
man, 1990; Romero, 1976). Es decir, en una buena parte

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de las narrativas hegemónicas sobre la historia occidental,
la ciudad se constituye en el símbolo del progreso mani-
festado en el comercio y la industria, el arte y las ciencias
(Mignolo, 2003). De este modo, la afirmación de lo urbano
como centro del relato de la historia local puede pensarse
como otra forma en la que el discurso desarrollista legitima
la superioridad de un estilo de vida por sobre otros (Dus-
sel, 2003). Aplicado a este caso, se desconoce la diversidad
en las trayectorias de poblamiento de la región y se reduce
la complejidad de procesos poblacionales.
Otra dimensión que condiciona el modo en que se es-
tablecen relaciones con el pasado prehispánico tiene que
ver con los criterios a partir de los cuales un elemento se
constituye en objeto turístico. En este caso, la visibilidad
y la presencia de estructuras materiales parecen tener un
lugar fundamental. Cabe recordar que, en las sociedades
occidentales, la apelación a los sentidos visuales y auditivos
funcionan como importantes estímulos que posibilitan la
construcción de valores positivos en torno a un determina-
do bien (Gaarder, 1994). Asimismo, estos atributos permi-
ten establecer un anclaje con lo territorial y, de esa manera,
construir un objeto de valor, a la vez que se amplían, en tér-
minos cuantitativos, los posibles recorridos turísticos. Este
podría ser el caso, por ejemplo, de las activaciones turísti-
cas de la última década en torno al Castillo de la Amistad
y el cementerio inglés. Visto de esta manera, la reducida
visibilidad de los referentes materiales de las poblaciones
prehispánicas en el paisaje es otro factor que limita su re-
conocimiento por parte de diversos agentes locales y no lo-
cales. Esta baja visibilidad se relaciona con los lugares en
que se sitúan los sitios arqueológicos (alejados de centros
urbanos) y con la manera en que se presenta la materiali-
dad. En este sentido, las características de conservación de
los sitios hacen que los principales materiales recuperados
sean restos líticos y cerámicos, en menor medida óseos, y

Capítulo 5. Chascomús Week-end. Pasado, turismo y desarrollo 287

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que se encuentren ausentes las evidencias vegetales. Ade-
más, esta reducida visibilidad se relaciona con el modo en
que esta materialidad se organiza en los espacios expositivos
que le dan carácter público. Al respecto, esta baja visibilidad
contrasta con la presencia cotidiana de la materialidad prehis-
pánica para agentes que viven o trabajan en ámbitos rurales.

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CAPÍTULO 6
Cuando la arqueología trata de “nosotros”:
el caso de Vuelta de Obligado

En Vuelta de Obligado las investigaciones están dirigi-


das a conocer los eventos de una batalla ocurrida durante
la Guerra del Paraná (1845-1846), cuando el gobierno de la
Confederación Argentina se enfrentó con un frente aliado
anglo-francés (Ramos et al., 2011).1 El trabajo arqueológi-
co en este paraje presenta una situación contrastante con
el caso de Chascomús, no solo porque los eventos históricos
estudiados son parte de las narrativas oficiales, sino tam-
bién, porque las excavaciones arqueológicas se realizan en
el “medio del pueblo”, lo que genera una amplia visibilidad
y accesibilidad para los pobladores locales. Aquí se discuten
parte de estas particularidades, con el fin de establecer un

1  La Guerra del Paraná fue impulsada por ingleses y franceses contra el gobierno de Juan Manuel de
Rosas, con el fin de forzar militarmente el acceso a los pasos fluviales del río Paraná. Con estas acciones,
las potencias europeas pretendían habilitar nuevas vías de intercambio comercial para el nordeste
argentino y el Paraguay (Halperin Donghi, 1989). En el marco de este conflicto tuvieron lugar una serie
de batallas (en Vuelta de Obligado, Tonelero, Quebracho y San Lorenzo), y como antecedente se incluye
el bloqueo al Río de la Plata entre 1838 y 1840 (Ramos et al., 2011).

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punto de comparación con el caso de Chascomús y visuali-
zar las complejas tramas en las que se involucran las prácti-
cas de investigación arqueológica. En este caso, el análisis
se centró en los modos de interacción entre arqueólogos
y miembros de la comunidad. Junto con la memoria de la
batalla ocurrida a mediados del siglo XIX, otros ordena-
dores que estructuran el relato de la historia en este para-
je son la instalación de la estancia de la familia Obligado,
la construcción de un castillo y el emplazamiento de un
puerto. Vuelta de Obligado es un paraje que no supera los
doscientos cincuenta habitantes, la actividad principal de
los hombres es la pesca y el trabajo asalariado en el campo,
mientras las mujeres se dedican en su mayoría a ser amas
de casa, y otras trabajan en el servicio de limpieza de las
estancias (Astorga, 2007: 118).
El carácter rural de Vuelta de Obligado y su situación en
el partido de San Pedro lo diferencian del caso de Chas-
comús, que es ciudad cabecera. Ambos aspectos imprimen
ciertas particularidades en cuanto al modo en que circu-
lan los conocimientos, y a las tensiones que definen las re-
laciones entre el paraje y el municipio. En cuanto a los
conocimientos, es destacable que una de las principales
vías de circulación remite a las interacciones informales
vinculadas con la vida cotidiana (encuentros privados y no
planificados, interacciones en el bar-almacén, entre otras).
En cuanto a la situación del paraje en el partido de San
Pedro, es necesario primero recordar que cada municipio
es una entidad diferenciada a partir del reconocimiento
constitucional, con atributos jurídicos, competencias, fa-
cultades, límites geográficos y un determinado nivel de
autonomía (Hernández, 1997). Dentro de la provincia de
Buenos Aires, los municipios se definen sobre una base
territorial que se extiende más allá de la ciudad cabece-
ra, de forma que no existe territorio sin gobierno muni-
cipal. Las ciudades, villas y pueblos comprendidos dentro

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del partido dependen de la cabecera (Moreno Terrero,
2009). Esta situación jurídica sitúa a Vuelta de Obligado
en una relación de dependencia con San Pedro, lo que a
lo largo del tiempo ocasionó conflictos de legitimidad y
representación de las instituciones y agentes municipales
que funcionan como intermediarios entre arqueólogos y
miembros de la comunidad.
En la elaboración de este capítulo se utilizó informa-
ción proveniente de distintos registros: un cuaderno de
firmas y sugerencias para visitantes junto al sitio arqueo-
lógico, así como también observaciones y entrevistas en
el contexto de excavación y otros espacios donde arqueó-
logos y distintos agentes de la comunidad interactúan en
diversos momentos de la vida cotidiana. 2 También se re-
gistró la circulación de objetos referidos a la batalla tanto
en ámbitos privados y públicos, y se realizaron entrevistas
a distintos ciudadanos del pueblo.

Investigación interdisciplinaria acerca de una batalla

Los trabajos de investigación arqueológica en Vuelta de


Obligado fueron iniciados en 1999 por un equipo de ar-
queólogos dirigidos por el Dr. Mariano Ramos, del Depar-
tamento de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional
de Luján. A diferencia de lo que ocurrió en Chascomús,
donde las primeras intervenciones de los arqueólogos res-
pondieron a una necesidad institucional planteada por
el Museo Pampeano (inventariar colecciones arqueoló-
gicas), el inicio de la investigación arqueológica sobre la
batalla de Obligado se vincula con necesidades formula-
das desde el campo académico. Además de los intereses

2 En este caso no se utilizó la información de las notas de campo porque estas se organizan mediante
protocolos preestablecidos referidos a aspectos metodológicos-técnicos.

Capítulo 6. Cuando la arqueología trata de “nosotros”: el caso de Vuelta de Obligado 291

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personales y profesionales del investigador, otro factor
que Ramos señala para explicar cómo empezó a trabajar
este tema, se relaciona con los interrogantes surgidos en
el marco de un seminario de grado en la Universidad Na-
cional de Luján:

Y entonces, en el año 1995, di un seminario de Arqueología


Histórica en la Universidad Nacional de Luján. Los chicos,
los estudiantes que cursaron presentaban las monografías
cuyos temas elegían ellos. Siempre tenían que ser temas
históricos, pero al tema lo elegían ellos. Una chica que se
llama Miriam Larrosa presentó el tema que se podía hacer:
la arqueología histórica de la Vuelta de Obligado. Y el tema
a mí me gustó. Yo conocía algo de la batalla de la Vuelta de
Obligado, muy poco pero algo conocía. En ese momento se
me ocurrió hacer un estudio, durante esos años, del ‘95 al
‘98 más o menos. Fui imaginando cómo podía desarrollar
un proyecto en relación con eso y la invité a esta chica a
participar del proyecto; me dijo que no podía, porque en
ese momento tenía uno o dos chiquitos; ella era de la carre-
ra de Historia. Después la volví a invitar pero nunca podía.
(...) Así fui hablando con otros especialistas y fui armando
el equipo ahí, esto fue en el año ‘98, momento en que pre-
senté el proyecto a la UNLu. En 1999 lo aprobaron, fue eva-
luado externamente; los proyectos de la UNLu se mandan
a universidades de afuera, a la UBA, a la Universidad de
Rosario, o a otras, te lo evalúan los investigadores, vuelve y
si se aprueba, lo comenzás. 3

El título original del proyecto fue: “Investigación inter-


disciplinaria acerca de una batalla: la Vuelta de Obligado”.

3 Entrevista realizada el 4 de octubre de 2011.

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Se mantuvo invariable durante los primeros años. Su objeti-
vo principal fue aportar conocimientos sobre el proceso de
la batalla a partir de su registro material:

En este caso podría brindarse una novedosa perspectiva


desde el desarrollo de una arqueología integral del sitio;
una nueva investigación histórica reorientada —también
reorientadora— por aquella y por los resultados de otros es-
tudios; además, la intervención de otras disciplinas, como el
aporte de un novedoso registro botánico (...) o el estudio de
las estructuras arquitectónicas ubicadas en el sitio. Este tipo
de información interactuando en forma dinámica y dialécti-
ca contribuiría a una más acabada e integral interpretación
del evento histórico. (Ramos, 1999)

En este proyecto de investigación, el enfoque interdisci-


plinario fue primordial, a tal punto que la propuesta ini-
cial integraba ocho subdirectores de áreas especializadas 4 bajo
la coordinación del Dr. Ramos. En la formulación inicial,
además de los objetivos vinculados a la generación de cono-
cimiento sobre la batalla del siglo XIX, también se propuso
producir innovaciones en torno a los modos de generar co-
nocimiento dentro de las ciencias sociales:

El trabajo de análisis documental en relación permanente


con la arqueología, intenta contribuir al enriquecimiento de
cuestiones vinculadas con aspectos teórico-metodológicos y
por otro lado, intenta efectuar aportes a cuestiones relacio-
nadas con el abordaje del objeto de estudio dentro del cam-
po de las investigaciones de la arqueología histórica (Ramos
y Néspolo, 1998, citado en Ramos, 1999).

4 Las disciplinas integradas en el proyecto de 1999 fueron: arqueología terrestre, arqueología subacuática,
historia política, social y económica, botánica ambientalista, arquitectura, conservación de materiales,
antropología social y transferencia.

Capítulo 6. Cuando la arqueología trata de “nosotros”: el caso de Vuelta de Obligado 293

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Con el tiempo la propuesta original se amplió, para
incluir dentro de la investigación una perspectiva que
diera cuenta del proceso histórico en el que se inscribe
el evento de la batalla de la Vuelta de Obligado. Por estos
motivos, desde 2009 el título del proyecto se replanteó
como: “Investigación interdisciplinaria acerca de la ba-
talla de la Vuelta de Obligado en el marco de la Guerra
del Paraná”.
Ramos es un arqueólogo profesional graduado en la
Universidad de Buenos Aires, e integra los mismos espa-
cios de intercambio y sociabilidad académica que María
Isabel González. Las propuestas de investigación en Chas-
comús y en Vuelta de Obligado se articulan en contextos
específicos del desarrollo de las investigaciones arqueoló-
gicas en la región pampeana. 5 En ambos casos, la novedad
de los temas y metodologías utilizadas las convierte en in-
vestigaciones pioneras. Como ya se señaló, las investiga-
ciones impulsadas por González en Chascomús se inicia-
ron en el contexto de cambios políticos e institucionales
producto de la apertura democrática y la introducción de
nuevos abordajes teóricos y metodológicos en la investi-
gación arqueológica. En la década de 1980, sus aportes

5 Si bien ambos investigadores son contemporáneos, sus trayectorias formativas siguieron caminos
diferentes. González comenzó sus estudios universitarios en 1970 y obtuvo su título de Licenciada
en Ciencias Antropológicas en 1977. Luego de una primera etapa de trabajos de investigación en
el norte de la Patagonia, se especializó en el estudio de la tecnología cerámica en sociedades de
cazadores, recolectores y pescadores de la región pampeana. La formación académica de Ramos se
inició en 1972 en la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, en la carrera de Geología, la que luego
abandonó para continuar en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA en 1973. Esta carrera fue
interrumpida durante las intervenciones a las universidades por parte de distintos gobiernos de la
Argentina (civiles como el de María Estela Martínez de Perón —1974-1976—, y militares, como
por ejemplo, las dictaduras de 1966-1973 y 1976-1983). Este investigador retomó su formación en
1980 y obtuvo el título de Licenciado en Ciencias Antropológicas en 1987. Sus primeros trabajos
abordaron temas de tecnología lítica en la región patagónica, sobre todo en Tierra del Fuego. En
1988 se incorporó a la Universidad Nacional de Luján, e inició sus investigaciones sobre arqueología
histórica en la región pampeana (Ramos, 2008).

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contribuyeron a la legitimación y construcción de la divi-
sión de subáreas de la región pampeana. Con el tiempo, la
productividad de esos abordajes se cristalizó en nuevos
resultados y nuevas preguntas de investigación.
Por su parte, la propuesta de Ramos para Vuelta de
Obligado, iniciada hace más de diez años, fue parte de los
primeros estudios de la arqueología histórica en la región
(Mazzanti, 2010). Se trató de la primera investigación ar-
queológica sobre campos de batalla que se abordó en el
país. Hasta ese momento, las investigaciones arqueológicas
sobre problemáticas militares se habían abocado al estudio
del emplazamiento de fuertes y fortines (Lagiglia, 1983;
Ramos y Gómez Romero, 1994; Gómez Romero, 1996),
y contextos militares de frontera (Goñi y Madrid, 1996;
Mugueta y Guerci, 1997; Ormazábal et al., 1997; Endere y
Curtoni, 2007; Langiano et al., 2009). Recientemente, otros
proyectos de arqueología histórica en el país comenzaron a
incluir el estudio de campos de batalla (Landa et al., 2010).
En conjunto, estos temas de investigación comparten una
serie de problemas teóricos y metodológicos dentro de lo
que comienza a llamarse arqueología de la violencia (Ramos
et al., 2011).
Los resultados de las investigaciones de Vuelta de Obli-
gado fueron presentados en reuniones de antropología,
arqueología e historia, y publicados en diversas revistas na-
cionales y extranjeras (Ramos, 2005; Ramos et al., 2003,
2006, 2007, 2010 y 2011; Helfer y Rivas, 2004; Ramos y
Socolovsky, 2005; Luque, 2007). La productividad de los
estudios realizados en este marco posibilitó la formación
de un nuevo espacio institucional dentro de la Universidad
Nacional de Luján: el Programa de Arqueología Histórica y
Estudios Pluridisciplinarios (ProArHEP). Desde 2003, este
espacio articula actividades de investigación y docencia.
En la actualidad, se desarrollan cinco proyectos de arqueo-
logía histórica y uno de antropología social; uno de ellos

Capítulo 6. Cuando la arqueología trata de “nosotros”: el caso de Vuelta de Obligado 295

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corresponde a las investigaciones de la Guerra del Paraná y
a Vuelta de Obligado.6
Como parte de la arqueología “profesional”, el proyecto
de investigación dirigido por Ramos contempló la comu-
nicación de resultados y la promoción de la conservación
del objeto de análisis entendido en términos patrimonia-
les. En este caso, las actividades de comunicación se pla-
nificaron a partir de una propuesta de extensión universi-
taria: “el conocimiento científico y su transferencia como
conocimiento escolar” (Ramos, 1999: 28). En el marco de
este programa de extensión se organizan actividades en
conjunto con los espacios institucionales del sistema edu-
cativo formal y obligatorio de todo el municipio de San
Pedro, y no solo con las escuelas de Vuelta de Obligado.
En el paraje solo funcionan una escuela primaria (la N°
15) y un jardín de infantes de categoría rural. Ambas ins-
tituciones comparten el nombre: Coronel de Marina Juan
Bautista Thorne, en homenaje al marino inglés que en-
frentó heroicamente a los anglofranceses en el Combate
de Obligado.7 Los docentes a cargo viven en San Pedro, y
se trasladan diariamente a Vuelta de Obligado para rea-
lizar su trabajo. Para la organización de actividades y el
acceso al material bibliográfico, estas escuelas trabajan
en red con otras dos instituciones que se ubican en áreas
próximas al paraje. 8
Otra forma de comunicación promovida por el equi-
po de investigación fue el contacto con representantes de
medios de difusión masiva del municipio de San Pedro
(radio y televisión). Por esta vía se difundió la existencia
del trabajo de investigación arqueológica en torno a la ba-
talla. A su vez, durante los primeros años de estudio, el

6 Más información sobre este espacio institucional: <http://www.proarhep.com.ar/>.


7 Cfr.: <http://www.laguiaclub.com/nota/vuelta-de-obligado-y-la-escuela>.
8 Entrevista realizada a directivos de la escuela y el jardín de Obligado, 15 y 16 de noviembre de 2010.

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municipio de San Pedro publicó boletines con información
sobre la batalla y la investigación arqueológica. Además,
en noviembre de 2007 los arqueólogos fueron filmados du-
rante una semana de trabajo de campo por el equipo de
“Científicos Industria Argentina”, en un programa espe-
cial que se emitió por la televisión oficial (Canal 7 y Canal
Encuentro).9 El trabajo de investigación arqueológica rea-
lizado en torno a la batalla fue ampliamente difundido en
el espacio nacional, lo que tuvo un importante impacto en
el partido de San Pedro. Al respecto, es interesante recor-
dar la activación de criterios de valor del trabajo arqueoló-
gico vinculados con la posibilidad de exceder las fronteras
de lo local.10 Esto se expresa en una nota del diario La
Opinión de San Pedro el 11 de febrero de 2009 con el título
“De Obligado al País”:

El último hallazgo de los vecinos de Vuelta de Obligado, que


será restaurado y expuesto posteriormente en el Museo del
paraje Histórico. No es la primera vez que los pobladores del
lugar encuentran elementos que son testigos de la historia
de nuestra Patria.
El domingo pasado, en su sección Sociedad, el diario Clarín
publicó el hallazgo de una hoja de bayoneta y el fragmento
de bala explosiva e incluso, estos elementos se mostraron a
los lectores con foto y texto en la parte superior de la pri-
mera página de la sección. Una manera de hacer conocer
las bondades de estos pagos en toda la Argentina e incluso,
el mundo.

9 El video difundido tiene una duración de 12 minutos y puede consultarse en: <http://www.proarhep.
com.ar>.
10 Este aspecto también se ha observado en Chascomús con la promoción de la muestra realizada en
Capital Federal en 1995 (Salerno, 2008).

Capítulo 6. Cuando la arqueología trata de “nosotros”: el caso de Vuelta de Obligado 297

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La batalla en el paisaje y en la historia de Vuelta de Obligado
La Batalla de Obligado es geopolíticamente la consecuencia
de la defensa de los primeros intereses económicos para el
país. Se produjo en momentos en que las potencias europeas
(Inglaterra y Francia) buscaban nuevos mercados para sus
productos comerciales y además le interesaban nuestros sue-
los que producían materia prima muy barata para la época.
Por otra parte, Brasil impulsaba la política expansionista
iniciada por los portugueses sobre los territorios del Río de
la Plata.
Francia e Inglaterra ejercían el imperialismo económico y
trataron de aprovechar el momento propicio que ofrecía la
situación reinante en el Río de La Plata. Creían posible de-
sarrollar una acción más amplia de la libre navegación de
nuestros ríos.11

A continuación, se presentan las complejas tramas que


hicieron de la batalla de Obligado un tema controvertido
dentro de la historia oficial argentina. Esta presentación no
pretende ser un análisis completo de las distintas narrativas
construidas en torno al acontecimiento ni a la figura de Juan
Manuel de Rosas. En cambio, busca mostrar la complejidad
de estos movimientos historiográficos y llamar la atención
sobre el modo en que el anclaje del acontecimiento histórico
en un espacio determinado (el campo de batalla) propició
la extensión del debate a un plano tangible, que requirió
la inversión de recursos económicos, políticos y simbólicos.
Estas prácticas contribuyeron a hacer del campo de batalla
un lugar de conmemoración y registro del acontecimiento
(Lowenthal, 1996; Curtoni et al., 2003).

11 Producción y Turismo, Municipalidad de San Pedro. El valor de la Historia (Vuelta de Obligado). Cfr.:
<http://www.sanpedro.gov.ar/turismo.obligado.php>.

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Durante la década de 1930, el revisionismo histórico se
consolidó como nuevo actor historiográfico. Si bien esta lí-
nea de reflexión intelectual tiene sus antecedentes en los de-
bates en torno al pasado argentino formulados en el marco
del primer centenario de la Revolución de Mayo, sus aportes
continuaron a lo largo de todo el siglo XX (Devoto y Paga-
no, 2009). Por ello, es posible decir que el revisionismo se
propuso como:

Una nueva interpretación del pasado argentino, especial-


mente referida al período que va de 1820 a 1852 [que] solo
puede ser entendido en una dinámica temporal, a la vez
como una secuencia de etapas y como una tradición acumu-
lativa de rasgos, problemas y elementos identificatorios. A la
manera de un río correntoso las sucesivas épocas revisionis-
tas se dilatan, se contraen, se reformulan, se combinan en
diferentes contextos políticos y culturales y a la vez se sedi-
mentan en un conjunto de motivos y de lugares de la memo-
ria que sirven a los partícipes para identificarse. (Devoto y
Pagano, 2009: 202-203)

Entre los personajes de la historia nacional reivindica-


dos, la figura de Juan Manuel de Rosas tuvo un lugar cen-
tral. Su imagen fue parte de un debate que en ese momen-
to “trascendía ampliamente el ámbito historiográfico y se
estaba transformando en una cuestión central del debate
público, político y cultural” (Blasco, 2007: 10). La destitu-
ción militar del gobierno democrático de Yrigoyen marca-
ba el inicio de un largo y violento período de inestabilidad
política (Romero, 1998), mientras que el contexto interna-
cional marcaba una agenda signada por la crisis económi-
ca mundial, el creciente reconocimiento de la masas como
actor social, y el avance de las corrientes ideológicas nacio-
nalistas y tradicionalistas (Devoto y Pagano, 2009). En este
marco, los diversos sentidos construidos en torno a Rosas

Capítulo 6. Cuando la arqueología trata de “nosotros”: el caso de Vuelta de Obligado 299

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pueden pensarse como parte de los mecanismos que ape-
laron a la movilización popular, en pos de hacer un pre-
sente comprensible e imaginar un futuro nacional posible
(Cattaruzza, 2007).
Con el paso del tiempo, esta reivindicación fue impulsada
desde posicionamientos ideológicos y políticos que ilustran
los distintos lugares desde los cuales se escribe la historia.12
La figura de Rosas no solo fue objeto de reflexión de la histo-
riografía argentina durante todo el siglo XX, sino que tam-
bién fue objeto de representación y resignificación en distin-
tos ámbitos sociales y mediante diversos registros: canciones
populares, poemas, cuentos, obras de arte y representacio-
nes cinematográficas (Jacubowicz, 2005; Cattaruzza, 2007;
Devoto y Pagano, 2009; Ramos, 2009b).
La batalla de Vuelta de Obligado se erigió como un hito
significativo del gobierno de la Confederación; el campo de
batalla sirvió de anclaje para la producción y revisión de esta
parte del pasado argentino. Por estos motivos, en diferen-
tes contextos sociopolíticos del siglo XX, el paraje Vuelta de
Obligado fue escenario de diversas prácticas que implicaron
el movimiento de recursos económicos y simbólicos prove-
nientes de distintas organizaciones políticas de la sociedad
civil, así como del Estado nacional y provincial. El primer ho-
menaje público y masivo a la batalla de la Vuelta de Obligado
tuvo lugar el 20 de noviembre de 1934. En ese momento se
inauguró un monumento en el área del campo de batalla y
se colocó una cruz de ñandubay, ambos elementos financia-
dos por miembros de la familia Obligado.13 El homenaje se
completó con un desfile militar, el oficio de una misa y un

12 Cfr.: Corvalán Mendilaharsu, 1919; García Mellad, 1946; Ibarguren, 1948; Palacio, 1954; Piccirilli et al.,
1955; Rosa, 1965; Saldías, 1968; Irazusta, 1981; Perrone, 1981; Halperin Donghi, 1989; Ramírez Juárez,
1995; Salvatore, 1998; Galasso, 2004; Goebel, 2005; Devoto y Pagano, 2009; O´Donell, 2010; entre otros.
13 Como se comentó anteriormente y en el Capítulo 1, la historia de esta familia de origen español se
enlaza con las narrativas locales sobre el origen y desarrollo del poblado.

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baile popular (Ermaccora y Revello, 2009). La confluencia
de una serie de eventos vinculados al movimiento historio-
gráfico en Argentina, señala ese año como fundacional del
revisionismo y de la reivindicación de la figura de Rosas (De-
voto y Pagano, 2009).
Desde entonces, cada 20 de noviembre se organizan even-
tos conmemorativos de la batalla de Vuelta de Obligado, cu-
yas diversas características deben colocarse en relación con
el cambiante clima político e ideológico. Se trata de actos ofi-
ciales y no oficiales que implican distintas puestas en escena,
y la participación de agentes locales y no locales. Entre los
agentes extra-locales que participan, pueden mencionarse
autoridades militares y gubernamentales, agrupaciones po-
líticas, movimientos tradicionalistas y religiosos, academias
y sociedades de historia con disímil posicionamiento. En la
memoria de los vecinos del paraje, hubo momentos en que
los actos conmemorativos implicaban formas de resistencia.
Por ejemplo, un vecino recordó los festejos en momentos
previos a la década de 1990 en los siguientes términos:

Se armó lío, nomás acá... Sí, cuando a los peronistas no los


dejaban venir... ahí se armó la podrida acá. Yo tenía el diario
y todo... ¿Sabe lo que pasaba? Que a la gente le ponían po-
licía y cuando la gente ve la policía se pone... Mal, mal, mal.
Acá, un año, vino hasta la policía montada.14

Es importante destacar que estos movimientos para re-


cordar/olvidar el acontecimiento no fueron generados por
los vecinos de Vuelta de Obligado. Es por esta razón que el
recuerdo de la conmemoración está organizado en función
de los agentes que llegan al pueblo (grupos políticos, repre-
sentantes nacionales y provinciales, autoridades militares,

14 Entrevista a vecino de la localidad, 13 de noviembre de 2010.

Capítulo 6. Cuando la arqueología trata de “nosotros”: el caso de Vuelta de Obligado 301

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entre otros) y el tipo de acciones que llevan a cabo (discur-
sos, desfiles, enfrentamientos). En palabras de los propios
pobladores entrevistados:

Siempre, siempre vinieron. Ya desde chico, cuando se hizo


la primera torre, siempre se hizo fijo así. Se hacía el palco
acá, el discurso ahí, se hacía el palco siempre. Y si no, aden-
tro (...). A mí me encanta así, el desfile. Yo siento la banda
y los barcos... Y eso que hice diesciseis meses el servicio, en
el tiempo de Perón (...) pero este es un lugar donde murió
gente, no es para andar pisoteando. (...)
Era una Fiesta, que no terminaba más... por todos lados...
había siempre gente (...). Me acuerdo que yo también era
muy chica, muy joven. En esos años tampoco no había tanto
auto como hay ahora, viajaban en otros medios, los desfiles
eran largos, no para de pasar gente [se refiere a la década
de 1940].15

Te hablo de la época del ‘60, eran muy buenos actos. Después


se fue desvirtuando el tema en la década del ‘70, porque es-
taban las antinomias y las cuestiones políticas, pero los que
mantuvieron siempre el acto vivo fueron los gobiernos jus-
ticialistas (...). Generalmente venían muchas familias, pero
después es como que se fueron alejando por los conflictos
que había, venían los de izquierda, los de derecha querían
tener el patrimonio del acto, los rosistas, los antirosistas, to-
dos querían estar en el aporte y se agarraban a palos. Había
batallas campales (...). Hubo épocas que... Yo me acuerdo
de un hombre, que ahora es grande que tenía un auto, un
Fiat 1600 blanco o 125 blanco nuevo, se lo destruyeron. Yo
tenía una Torino y lo tuve que remolcar, pero saltaban arriba
del techo, del capot, de los vidrios, le robaron todo lo que

15 Entrevista realizada el 18 de noviembre de 2010.

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tenía, se lo destrozaron y aparte se quedaban más tiempo
(...). Tenías esas agrupaciones sindicales que siempre están
en componendas y te desvirtuaban lo que era el acto, porque
vos venías a un acto a conmemorar, a honrar a los caídos y
te encontrabas que en el medio había una batalla campal.16

De la misma manera, en los días previos a la inauguración


del último monumento en 2010, y ante las noticias sobre la
gran cantidad de gente que arribaría al paraje para el even-
to, la memoria de estas prácticas conmemorativas incluyó el
miedo a que “se arme despelote entre los diferentes bandos
de rosistas”.17 Esto llevó a los vecinos a organizarse y coordi-
nar acciones con el fin de mantener la seguridad.18 Desde
el punto de vista de un periodista de San Pedro, hasta hace
diez años:

La batalla solo estaba presente en los aniversarios, donde se


juntaban. Por ahí, había tres o cuatro actos, eso sí, porque
eran el agua y el aceite entre los que se quejaban y los que
festejaban (...). No, no, no, venían acá, hacían sus actos chi-
quitos ahí en la zona de los mástiles y por ahí, venían de la
extrema derecha, venían nacionalistas, liberales y durante el
día eran tres o cuatro actos, a diferente hora porque no se
querían encontrar y también estaba el acto que hacía de vez
en cuando el municipio. Pero Vuelta de Obligado era una
cosa que no existía para nadie, ni siquiera... ya te digo, en
los ‘90, ‘90 y pico, no hubo ni siquiera pavimento, como que
para las autoridades tampoco contaba eso.19

16 Entrevista realizada el 19 de noviembre de 2010.


17 Entrevista realizada a vecino de la localidad, 13 de noviembre de 2010.
18 Entre las cosas que se planificaron, puede mencionarse la decisión de que no se vendería alcohol en el
pueblo durante el día del evento. Además, los vecinos se dividieron y distribuyeron puestos callejeros
para vender alimentos, refrescos y artesanías a los visitantes, y se cambió la fecha de la doma que se
realiza anualmente.
19 Entrevista realizada a periodista de San Pedro, 18 de noviembre de 2010.

Capítulo 6. Cuando la arqueología trata de “nosotros”: el caso de Vuelta de Obligado 303

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En este contexto, desde 1995, un grupo de vecinos del
paraje formó la Comisión del Fortín Tradicionalista, con el
propósito de realizar un homenaje propio. Se acondicionó
un predio que funcionó como sede de actividades y, desde
entonces, cada 20 de noviembre se organiza un desfile y
una doma con una fiesta que dura todo el día. El grupo de
la comisión organizadora pasa la noche previa en vigilia
preparando las vaquillonas para la fiesta. Los organizado-
res definen su propuesta como una forma de reivindicar el
pueblo frente al municipio de San Pedro:

En un tiempo se había olvidado esto... el acto del 20 se ha-


cía en San Pedro y ¡la batalla fue acá! Nos juntamos entre
unos cuantos y decidimos hacer un fortín... para homenaje.
Aparte te digo más, después del fortín, dos años seguidos
tuvimos que ir a San Pedro con los abanderados, la bande-
ra bonaerense y el estandarte, dos años seguidos, no nos
dieron ni una cosa. Tuvimos que ir a representar, los chi-
cos representando la fiesta de la Vuelta de Obligado (...).
Igual nosotros no paramos, seguimos haciendo siempre
el fortín... una vez sola tuvimos que parar por la lluvia... y
este año lo adelantamos porque el 20 viene la presidenta...
y estos años fue siempre tranquilo, nosotros somos de la
comisión y la policía somos nosotros (...). Todos los años
tratamos de hacer el desfile y la doma (...). Cada año viene
más gente, todas familia.20

En la organización de este evento participan diversos ve-


cinos de la localidad y se instalan puestos de venta de arte-
sanías y productos regionales. Muchas familias de los pue-
blos vecinos asisten. Entre los aspectos que lo caracterizan,

20 Entrevista a miembros de la comisión organizadora del Fortín Tradicionalista, 13 de noviembre de 2010.

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los organizadores se jactan de que no se cobra entrada.
Quien asiste solo debe pagar la comida.

El que viene se hace la doma acá. Hace diez años que están
peleando y es en el único lado donde vos vas a una cancha de
doma y no pagás... es el único lado que te podés quedar. Todos
los 20 para el día de la Soberanía (...). Ellos pelearon por ha-
cerlo. Nadie colaboró nada, solo ellos. Independientemente
fue pasando la gente por acá. El año pasado para el desfile
vinieron todos juntos, una lista de todos lados. Seis horas, sa-
lieron todos a caballo hasta el monumento, hermoso.21

En la actualidad, el área donde se ubica el monumento


instalado en 1934 está integrada a un parque, en cuya entra-
da un cartel anticipa al visitante su carácter de sitio histórico.
Acompañan al monumento inicial un mástil con la bandera
del país, una cruz de madera, la imagen de una virgen y una
pared con cadenas colgantes sobre la que, año tras año, se
colocan placas conmemorativas. Este conjunto monumental
está ubicado en una barranca, y desde allí puede accederse a
la costa del río mediante escaleras de cemento. Un observa-
dor parado en la costa, de espaldas al río, puede visualizar a
lo alto el monumento con la bandera, la cruz y la virgen. Al
pie de la escalera un ancla y dos cañones completan la esce-
na, resumiendo la metáfora de la cruz y la espada en defensa
de la soberanía (ver Figura 6.1). En la ribera, un montículo
de escombros señala la ubicación de un antiguo monumento
cuya única referencia obtenida es una postal facilitada por
una vecina del paraje. En el dorso de esta postal se lee: “Mo-
rro donde estuvo atada la cadena en costa firme, para frenar
los buques enemigos. Excelente elección del lugar, hecha
por el General Mansilla”. Según el recuerdo de los vecinos,

21 Entrevista realizada a poblador que participó durante un tiempo en la organización de la doma, 18 de


noviembre de 2010.

Capítulo 6. Cuando la arqueología trata de “nosotros”: el caso de Vuelta de Obligado 305

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este monumento fue destruido en tiempos de proscripción
peronista. Sobre esta destrucción, una versión señala que al
producirse la denominada “Revolución Libertadora”, un gol-
pe de estado que derrocó al presidente constitucional Juan
Domingo Perón, la Marina de Guerra (tradicionalmente de
ideología conservadora y reaccionaria) dinamitó el morro
donde se habían sujetado las cadenas que cortaban el río en
1845, con el propósito de destruir las placas conmemorativas
y eliminar parte de la memoria. Si bien no se pudo hallar
información certera al respecto, es interesante que el recuer-
do de la prohibición y destrucción del monumento formen
parte de la memoria de los habitantes del paraje.

Figura 6.1. Conjunto monumental del Sitio Histórico de Vuelta de Obli-


gado instalado en 1934.

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Las placas conmemorativas ubicadas en esta área monu-
mental recuerdan el evento a la vez que destacan la presen-
cia de nombres, agrupaciones e instituciones que impulsa-
ron el acto correspondiente. El análisis de su distribución en
el tiempo deja entrever ciertos períodos de mayor o menor
expresión pública del acto conmemorativo (ver Tabla 6.1).
En total, para octubre de 2010, se contaban veintiocho
placas que identifican a diversas agrupaciones e institucio-
nes de la sociedad civil de distintos lugares del país. Solo
cuatro placas identifican a agentes del municipio de San
Pedro y dos —colocadas en 2008 y 2009— al paraje Vuelta
de Obligado. Las variaciones históricas de esta distribución
deben entenderse en relación con las expresiones de movi-
mientos revisionistas en los diferentes contextos sociales y
políticos del siglo XX. Para este trabajo, la presencia de las
placas es significativa porque representa la compleja trayec-
toria histórica en la que se inscribe la memoria de la batalla,
y que, en la actualidad, es parte del modo en que los habi-
tantes del paraje construyen sentidos en torno a la misma.

Años Cantidad de placas


1973 a 1975 5
1989 1
1995 3
1996 2
1997 1
1999 2
2004 1
2007 3
2008 3
2009 6

Tabla 6.1. Cantidad de placas conmemorativas ubicadas en el primer


conjunto monumental.

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En la Tabla 6.1 puede observarse un aumento en la cantidad
de placas por año desde 2007. Es justamente en este período
en el que se inscriben las placas de una asociación del paraje
Vuelta de Obligado, dando cuenta de un nuevo y creciente
nivel organizacional, inversión y movimiento en torno a la
batalla por parte de habitantes del paraje.
Un camino de acceso al río separa el sitio histórico del resto
del campo de batalla, donde hasta 2007 funcionaba el anti-
guo camping municipal. En esta parte del campo de batalla
se ubicaba la cruz de ñandubay, instalada en 1934 por gestión
de R. Obligado, y que se mantuvo en pie hasta 2010; en el
extremo de la barranca se erigía un faro con una baliza con
la inscripción “Soberanía Nacional”. Su fecha de instalación
no se pudo determinar, pero los pobladores de la zona la re-
cuerdan como uno de los primeros mojones monumentales.
A su vez, el recorrido por este paisaje se organiza con una
serie de monolitos cuyas diferencias estilísticas y materiales
permiten reconocer dos momentos de construcción y emplaza-
miento. El primero corresponde al 20 de noviembre de 1979. El
segundo puede situarse en un momento posterior a 1982. An-
tes de la instalación de los conjuntos de monolitos, algunos ve-
cinos del paraje recuerdan que esta zona era de difícil acceso:

No hay más garabatos, que había un garabato que te dejaba


la ropa en pedazos. El garabato tenía espinas. Y no podías,
era todo bosque. Todo, todo ahí donde está el camping. Ahí
estaba más tupido todavía. Ahí donde está el otro camping,
también era todo eso (...). Donde se hicieron los monumen-
tos, se limpia un poco y sí, sí.22

Todos los monolitos se distribuyen en el paisaje confor-


mando una totalidad con temporalidades superpuestas,

22 Entrevista realizada a vecino de la localidad, 13 de noviembre de 2010.

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marcando espacios y recordando agentes que estuvieron
presentes en el campo de batalla.
El conjunto emplazado para el 20 de noviembre de 1979
está integrado por cuatro monolitos que ubican espacial-
mente las cuatro baterías defensivas, un solar informativo
y un monumento in situ con un simbólico eslabón de acero,
con un recipiente en el que se prendía una llama: 23

Figura 6.2. Monumento “in situ”, construido en 1979.

23 De acuerdo a lo informado por los vecinos entrevistados, la llama dejó de encenderse cuando
desapareció el caño de cobre que llevaba el gas, junto con una placa.

Capítulo 6. Cuando la arqueología trata de “nosotros”: el caso de Vuelta de Obligado 309

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Todas estas construcciones están identificadas con placas
de bronce y con su fecha de instalación. El solar informativo
contiene una placa en la que se identifica a los autores de
esta conmemoración:

Este Solar fue donado por Don Emilio Castro Soto. Siendo
gobernador Gral Br. (H) Ibérico M. Saint Jean. En el inicio
de la barranca. Siendo intendente Don Eduardo Luis Dona-
ti. Siendo Director de Cultura y Turismo Don Eduardo A. del
Pardo. Proyecto y colaboración de la Dirección de arquitec-
tura del M.O.P. de la Pcia. de Buenos Aires. Ejecutado con
aportes de la Subsecretaria de Turismo de la Nación para la
preservación y conservación del ejido de interés histórico-
turístico. 20/XI/1979

El segundo conjunto está formado por siete monolitos cu-


yas características estilísticas los diferencian de los anterio-
res, y permiten incluirlos dentro de un mismo conjunto. La
fecha estimada de instalación de este segundo conjunto es
posterior a 1982 (ver Figura 6.3).
Se trata de pilares de ladrillo, donde cada uno tiene
una de sus caras cubierta por azulejos blancos. Su ubica-
ción organiza un recorrido circular a lo largo del campo
de batalla. En seis pilares se reproducen citas documenta-
les: una corresponde a la proclama del 18 de noviembre de
1845 de Lucio Mansilla, y las otras cinco recuperan textos
referidos a los distintos cuerpos del ejército participantes
en el acontecimiento bélico: (infantería, caballería, artille-
ría, ingenieros y marina). Otro pilar reproduce un texto de
dedicatoria que refiere al momento y los autores del acto
conmemorativo:

Resurrectio Carnis. A los caídos en los combates de Vuelta de


Obligado 20/XI/1845 y Batalla de Las Malvinas 2/IV/1982.
San Pedro, madre de héroes, cuna de valientes.

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Entre ambos eventos de producción de monolitos es posible
distinguir dos propuestas en el modo de interpretar el aconte-
cimiento histórico. En el primer caso la atención es puesta en
la ubicación espacial de cada batería, y en los nombres de los
sujetos a cargo. En cambio, el conjunto de siete pilares, cons-
truido en fecha posterior a 1982, incluye una nueva lectura
sobre el evento. En esta se exalta el coraje, la diferencia tecno-
lógica bélica entre las fuerzas combatientes, la presencia de la
Iglesia y el objetivo relacionado con la defensa de la soberanía,
que hace comparables a los combatientes de Obligado con los

Figura 6.3. Monolito construido a mediados de la década de 1980.

Capítulo 6. Cuando la arqueología trata de “nosotros”: el caso de Vuelta de Obligado 311

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combatientes de Malvinas. La utilización de textos provenien-
tes de documentos puede pensarse como una forma de inves-
tir de validez y legitimidad al acto conmemorativo.
En los últimos diez años tuvo lugar una serie de procesos
que nuevamente transformaron este paisaje, que deben si-
tuarse en la convergencia de tres procesos de carácter nacio-
nal, provincial y local. En el ámbito nacional, como parte de la
revisión historiográfica impulsada en las vísperas del bicente-
nario de la llamada Revolución de Mayo, Vuelta de Obligado
fue recuperada por las voces hegemónicas como símbolo de
la defensa de la soberanía nacional. Así, en 2010, el 20 de no-
viembre se declaró feriado nacional. En este movimiento de
recordar la “batalla olvidada” (O’Donell, 2010), se construyó
un nuevo monumento en el parque histórico que incluyó la
instalación de veredas de “material” y pasarelas de madera,
descansos con asientos, iluminación, un cartel informativo
referido a la fauna y flora de la reserva y un puesto de Prefec-
tura. Por sus amplias dimensiones y por el impacto político y
mediático que su instalación e inauguración produjo (a nivel
nacional y local), puede decirse que este monumento reduce
la visibilidad del resto de los conjuntos de monolitos que se
distribuyen en el paisaje. En el ámbito local, se realizaron es-
tudios de impacto natural (en julio de 2010) y arqueológico
(durante agosto y septiembre de 2010), y su aprobación fue un
tema de debate en el Consejo Deliberante del municipio. Por
recomendación del estudio de impacto arqueológico, la traza
original fue levemente modificada para no afectar el registro
arqueológico de la primera batería. La inauguración se reali-
zó con la presencia de la presidenta de la nación, en un acto
donde arribaron al paraje miles de personas.24
Como gran parte de los pueblos de la provincia de Buenos
Aires, el partido de San Pedro intentó recuperarse del influjo

24 La Opinión de San Pedro, 24 de noviembre de 2010.

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de la crisis económica que afectó al país durante la década de
1990, reorientando su economía hacia la actividad turística
como eje central. Al igual que Chascomús, este municipio
tiene una posición estratégica por su accesibilidad y cercanía
a grandes centros urbanos. San Pedro se comunica por me-
dio de la autopista por la ruta nacional 9 (Panamericana), a
165 km de la Capital Federal, y a 155 km de Rosario, impor-
tante polo económico y social de la provincia de Santa Fe. En
retrospectiva, un funcionario de la Secretaría de Turismo y
Producción recuerda el proceso de activación turística como
un proceso de repensar el espacio local, y de seleccionar lu-
gares y relatos susceptibles de ser mostrados y aprovechados
con objetivos turísticos:

Nosotros empezamos con lo que tenía valor jurídico para


la gente, no para nosotros, porque incluso nosotros a ese
concepto no lo manejábamos. Manejábamos los conceptos
históricos o políticos, pero no manejábamos el concepto del
turismo. Así que entonces, a partir de lo que la gente hizo,
de las señales que dio la gente... la gente dio señales de que
el movimiento en el centro era incesante, el microcentro
de San Pedro(...) el flujo de gente no iba a localidades, sino
que venía al centro histórico, que por otro lado, no sé si te
interesará o no, porque yo lo debo decir: por la formación
que tenemos, en general, se valora mucho una iglesia, un bar
antiguo, en fin, todo lo que hace a la arquitectura, a lo arqui-
tectónico más que a lo que a los valores previos, por ejemplo,
la arquitectura tiene un valor previo que tiene que estudiar
matemática, tener que estudiar geometría y un montón de
cosas por la arquitectura, pero todas esas cosas hicieron que
la gente mirara a San Pedro como está acostumbrada a ver,
por los valores clásicos. Por eso nos abocamos a darle valor a
ese atractivo, darle el valor que le dio la gente. A posteriori
empezamos a caminar las localidades, esa actividad terciaria
de servicios empezó a dar su fruto, tuvimos una instancia de

Capítulo 6. Cuando la arqueología trata de “nosotros”: el caso de Vuelta de Obligado 313

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reflexión que llegó a poner en valor también a las localida-
des. (...) Y en segundo lugar fue la localidad o el paraje de
Vuelta de Obligado. Lo primero que vimos, a pesar de que
vivimos aquí fue ya con esa mirada, esa reeducación que nos
dio la mirada del turismo de los colores y las formas de otra
manera, vimos que estaba muy a cargo, muy tomado de la
mano de Dios, de la naturaleza, y nos abocamos a intentar
un proceso de recuperación mínima de lo que era Vuelta de
Obligado. Hicimos ese trabajo, capaz que no está registrado,
de reeducación de nosotros hacia las autoridades naciona-
les, de propiciar o asesorar, mucho trabajo. (...) Una de las
primeras cosas que hicimos fue (...) ofrecerle a un personaje
amateur, que es estudioso de las aves, los pájaros, la natura-
leza y conoce historia, o sea, le interesa la historia, sumarse a
esta Secretaría (...), nos dio una visión que teníamos que ha-
cer un plan de manejo de Vuelta de Obligado; entonces nos
dirigimos a la División de Parques Nacionales, obviamente,
trajo al responsable de estudiar los parques.25

Lo interesante de esta mirada es que deja entrever algu-


nas claves sobre el modo en que se promovió la revisión del
lugar del paraje de Vuelta de Obligado dentro de las políti-
cas municipales. Siguiendo los presupuestos del enfoque de-
sarrollista, el “plan estratégico” que señaló el área de campo
de batalla por su valor como objeto turístico, fue diseñado
mediante la mirada de expertos. El valor del área del cam-
po de batalla no solo se relaciona con su carácter de sitio
histórico, sino también con sus características naturales. La
mirada de los vecinos de la localidad se incorporó mediante
la organización de talleres participativos. En estos, la activi-
dad turística fue parte de los aspectos discutidos, aunque las
prioridades de los vecinos estuvieron puestas en otro tipo de

25 Entrevista realizada a funcionario municipal que participó en el proceso, 21 de septiembre de 2010.

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acciones: la construcción de un muelle para los pescadores
y la activación de una fábrica para procesar pescado. Ade-
más, los vecinos realizaron diferentes observaciones sobre el
olvido del paraje por parte de las autoridades del municipio
de San Pedro. En función de ello, los vecinos propusieron:
“que el Intendente, los funcionarios y políticos asistan con
frecuencia a localidad para ver las problemáticas y no solo
para la fecha patria”.26
Como consecuencia de estos procesos, el paraje ha vivi-
do ciertas mejoras vinculadas con la inversión para obras
de infraestructura, tales como el mejoramiento de cami-
nos y aquellas vinculadas a “solucionar el problema del
agua”.27 La puesta en valor del área del campo de batalla
en los últimos diez años se entiende, desde la perspectiva
de los pobladores, como una promesa de recursos cuyos
efectos ya se han vivenciado en otros momentos de revisión
historiográfica:

26 Actas de Talleres en Vuelta de Obligado. Plan Estratégico de San Pedro (PESP), julio de 2002. En línea:
<http://www.infoguiasanpedro.com/download/P_E_TALLER_VUELTA_DE_OBLIGADO.pdf>.
Entre los principales inconvenientes mencionados por los vecinos se destacó la falta de obras públicas
(arreglo y construcción de veredas y de la plaza, iluminación, cartelería informativa dentro del pueblo),
la escasez de recursos en los servicios de salud y educación pública, la falta de un servicio de correo
postal y sistema de agua potable; y por último, la necesidad de contar con un subdelegado frente al
municipio.
27 En este paraje no existía red de agua potable; es por ello que se instalaron una bomba, una torre y un
tanque, para abastecer a los habitantes del lugar. De acuerdo a la información periodística, la realización
del proyecto comenzó a gestarse en 2008 y se puso en marcha en etapas durante 2009, 2010 y octubre
de 2011. Sin embargo, aunque todo esto esté instalado, existen grandes dificultades para abastecer
de agua a todo el pueblo, ya que sucede lo siguiente: a) el tanque no contiene la suficiente agua para
todo el poblado; b) no se cuenta con la suficiente presión para alcanzar a todas las casas, pero sobre
todo a las más alejadas del tanque (pocos cientos de metros); c) falta de solidaridad de los nuevos
vecinos que riegan sus parques y llenan su tanques y piletas de natación y dejan sin agua a los antiguos
vecinos, de menores recursos económicos, que no cuentan con la misma infraestructura para el acopio
de agua. Cfr.: <http://www.laopinionsemanario.com.ar/archivo/realizan-obras-de-agua-potable-en-
bajo-tala-y:19316.html>; <http://www.sanpedroinforma.com.ar/index.php/component/content/
article/1-timas/1112-convenio-para-la-provisi-de-agua-potable-en-vuelta-de-obligado>.

Capítulo 6. Cuando la arqueología trata de “nosotros”: el caso de Vuelta de Obligado 315

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Vuelta de Obligado es un lugar que hasta hace... te puedo
decir... quince... hasta el ‘94, no se construye pavimento,
ese de donde ustedes ingresaron y llegaron acá. Hasta ese
momento era un camino de tosca que daba dolor de cabeza
venir a Obligado. El asfalto no venía, esto era un yuyal. Esto
era solo... unas casitas con pescadores, porque era imposible
venir por ese camino de tierra. Y cuando traen los restos de
Rosas, en el ‘91, vienen Menem, Duhalde, Cafiero que era
gobernador. Cuando llegaron: un convoy de barcos traían
los restos de Rosas, bajaron para Buenos Aires. Ahí dijeron:
“por fin vienen autoridades nacionales y van a ver en dónde
estamos viviendo” (...), sin teléfono, ni agua, ni gas, ni nada.
Se empezó a mover la cosa y en el ‘94 se hace el pavimento
(...) lo que era en los ‘90, el acceso, la entrada, ese camino de
tierra, yo tengo imágenes que he recuperado donde está ese
caserón de la entrada, que está la plaza.28

En los últimos diez años, las inversiones se concentraron


en el desarrollo de un “plan de manejo” impulsado por la
Secretaría de Turismo y Producción de San Pedro, que re-
conceptualizó el espacio del campo de batalla en términos
patrimoniales. Se zonificó un área de nueve hectáreas de
propiedad municipal bajo el nombre de Reserva Natural
Histórica y Refugio de Vida Silvestre29, junto a diecinueve
hectáreas correspondientes al ejido urbano lindante, de-
claradas como áreas de interés municipal. De esta manera, el
campo de batalla se convirtió en un paisaje que “tiene sin-
gulares valores por resguardar muestras en buen estado de

28 Entrevista realizada a poblador, 18 de noviembre de 2010.


29 Ley provincial 13.004/02, decreto provincial 1.372, B.O. 24.634, 2003. “Reconstrucción Histórica, insta-
lación de museo, reserva y monumento en Vuelta de Obligado”, en línea: <http://www.gob.gba.gov.ar/
dijl/DIJL2002_buscador.php>. Ordenanza 5.333/03, B.O. 2003, Municipalidad de San Pedro. “Reserva
Natural Histórica y Refugio de Vida Silvestre”, en línea: <http://www.hcdsp.gov.ar/resultaordenan-
zas_sql.asp?numero=5333&Submit2=Buscar>.

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la naturaleza típica del norte bonaerense y el escenario ori-
ginario de sucesos históricos de trascendencia nacional”. 30
Además, el nuevo estatus de reserva y sitio histórico requirió
la suspensión del funcionamiento del camping municipal
en ese espacio.
A diferencia del resto de las intervenciones hasta aquí
presentadas, para los habitantes del pueblo estos cambios
incidieron en los modos de utilización del espacio. El nue-
vo estatus de reserva y sitio histórico limitó el acceso al mis-
mo y el tipo de actividades que allí podrían realizarse. En
principio, algunos vecinos afectados por estas modifica-
ciones observaron que esto implicó un problema, en tan-
to que los turistas se quedaron sin lugar donde acampar
dentro de Vuelta de Obligado. 31 Al respecto, otro vecino
recuerda que:

¿Te acordás que estaba el camping? Ese camping tenía


vida, en los baños de ahí funcionaba. La gente por lo me-
nos venía y se quedaba. Y nosotros vivíamos. Donde eran
los baños hicieron... y le pusieron un alambre y no dejaron
entrar a nadie. ¿Vos como turista qué hacés? ¿Qué servicio
le estamos brindando al turista? Ninguno. Playa no tenés.
Se hacen cosas que... (...). ¿Y a nosotros quién nos da de
comer? Los pajaritos llenos de yuyos. Porque si se hubie-
ran acordado de Vuelta de Obligado... una semana antes
que venían los políticos, venían, ponían una flor y hacían el
acto en San Pedro. 32

30 Propuesta de lineamientos del Plan de Manejo de la Reserva Municipal Vuelta de Obligado. San Pedro,
informe elaborado en 2005.
31 Entrevista realizada el 13 de noviembre de 2010. Si bien en principio este pudo ser un problema, en
la actualidad existen otros predios (de tamaño mucho menor) donde los turistas pueden acampar.
Además, en Vuelta de Obligado se ofrecen hospedajes mediante el alquiler de cabañas construidas para
ese fin, y casas de familia.
32 Otra entrevista realizada el 18 de noviembre de 2010.

Capítulo 6. Cuando la arqueología trata de “nosotros”: el caso de Vuelta de Obligado 317

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Las transformaciones ocurridas en este contexto dieron
lugar a la revalorización de las tierras dentro de lo que se
ha llamado el boom inmobiliario.33 Esto puso de manifiesto la
precaria situación de vivienda de gran parte de los poblado-
res, quienes residen en terrenos pertenecientes a la Funda-
ción Obligado: 34

Hasta hace poco tiempo, la informalidad dominó la re-


lación entre la Fundación y los vecinos de Obligado, que
alquilaban grandes terrenos de más de 1.000 metros cua-
drados a valores simbólicos remunerados anualmente. In-
cluso, muchas familias viven desde hace más de 20 años en
terrenos de la Fundación, sin haber firmado jamás un solo
contrato ni documento. 35

A la vez que el paraje comenzó a ser objeto de negociación


de parte de distintos intereses políticos y económicos que
excedían el espacio local, emergieron nuevos agentes y for-
mas de organización y participación política de los vecinos.
Entre los proyectos impulsados por estos, se retomarán más
adelante la movilización emprendida bajo el lema “la nue-
va batalla de Obligado”, y la construcción de un “Museo de
Sitio” en 2008, con materiales provenientes de colecciones
personales y de la excavación arqueológica.

33 Entrevista a Secretario de Producción y Turismo, septiembre de 2010. Puede consultarse también las
notas periodísticas de La Opinión de San Pedro del 27 de octubre de 2009, y la nota del semanario Colón
del 5 de enero de 2009, en línea: <http://www.colonbuenosaires.com.ar/semanariocolondoce/cgibin/
hoy/archivo/2008/00000289.html>.
34 La Fundación Obligado es una institución sin fines de lucro que financia y promueve la acción médica y
social destinada a la prevención de la parálisis cerebral. Fue creada en 1963 por decreto 8.910 del Poder
Ejecutivo, con el legado que Dolores Ignacia Obligado (heredera de la mencionada familia Obligado)
dejó al Estado nacional. Cfr. los fundamentos de la ley 14.182, en línea: <http://www.gob.gba.gov.ar/
legislacion/legislacion/f-14182.html>.
35 La Opinión, agosto de 2008. En línea: <http://www.laopinionsemanario.com.ar/archivo/es-la-nueva-
batalla-de-obligado:9524.html>.

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En resumen, puede decirse que a la delimitación de un
parque conmemorativo y la fundación de un monumento
en 1934, le siguió una serie de eventos que incluyeron la des-
trucción (en 1955) y construcción de monumentos y espa-
cios para la memoria del acontecimiento (en 1979, mediados
de 1980, 2008 y 2010). De esta forma, el espacio que otrora
fue el campo de batalla, en la actualidad es un parque histó-
rico y natural en el que confluyen materialidades elaboradas
en el marco de distintas relaciones entre los pobladores y
agentes extralocales, con el acontecimiento histórico (ver
Figura 6.4).
De esta forma, este paisaje puede pensarse como un
campo de batalla simbólico en el que distintos agentes e
instituciones de la sociedad civil y del Estado compitie-
ron por instalar su rastro-interpretación en la memoria
del acontecimiento. En este marco, la presencia del equi-
po de arqueología en forma continua durante los últimos
once años puede pensarse como una práctica que otorga
visibilidad a ciertos aspectos del acontecimiento. De modo
constante, durante dos períodos anuales, las excavaciones
arqueológicas hacen visibles improntas que remiten a una
de las baterías defensivas (ver Figura 6.5). En este paisaje,
la práctica arqueológica puede pensarse como un “monu-
mento intermitente” en tanto su presencia implica una se-
lección de determinados aspectos del acontecimiento a par-
tir de los cuales se hace inteligible el pasado conmemorado
(Ballart, 1997). Como se verá más adelante, a diferencia
del resto de los conjuntos descriptos en este parque, la vi-
sibilidad del acontecimiento que se construye mediante la
práctica arqueológica ofrece una lectura alternativa que
interpela a quienes lo observan. Algunos pobladores en-
trevistados destacan el efecto que produce poder ver los
negativos y estructuras que se hacen visibles durante la ex-
cavación arqueológica, y que los lleva a considerar la ar-
queología desde otra perspectiva:

Capítulo 6. Cuando la arqueología trata de “nosotros”: el caso de Vuelta de Obligado 319

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Es un trabajo didáctico, investigativo y que va llevando a
descubrir nuestras raíces de cómo se hicieron las cosas,
porque imaginate que acá hubo una batalla, sí, pero ¿cómo
se armó? Vos podés mostrar dibujitos, en teoría, pero ¿es-
tuviste en el sitio? El otro día que estuve viendo las excava-
ciones, eso es muy didáctico, eso es muy importante porque
yo a eso no lo sabía. El I. y M. me lo mostraron y de ahí en
más en la mente vas imaginando cómo era todo en esa épo-
ca. Después, si vos no ves eso, te podrán decir “ya vio esta”,
pero vos podés decir dónde estaban anclados cañones, al-
gún cañón, un pequeño cañón, entonces, estás imaginando
en tu mente, se te hace toda una película. 36

Figura 6.4. Plano del Parque Histórico Vuelta de Obligado donde puede
verse el área de excavación y la ubicación de los diferentes monumentos
(fotografía facilitada por el Dr. Mariano Ramos).

36 Entrevista a poblador local realizada el 13 de noviembre de 2010.

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Yo estuve, no podía creer las cosas que encontraban. Por-
que yo digo, ¿por qué miércoles excavan siempre en el mis-
mo lugar? Qué van encontrar digo... si ya escarbaron, ¿para
qué escarban de nuevo? Y resulta que las cosas suben, yo no
entendía eso. Porque ellos vienen y excavan en el mismo lu-
gar y vuelven a encontrar cosas [le explica a otro poblador
sobre el trabajo de la arqueología]. Van moviendo siempre
en el mismo lugar. 37

Figura 6.5. Área de excavación donde pueden verse las estructuras en


negativo de la Batería Guillermo Brown (fotografía facilitada por el Dr.
Mariano Ramos).

37 Entrevista a poblador local realizada el 14 de noviembre de 2010.

Capítulo 6. Cuando la arqueología trata de “nosotros”: el caso de Vuelta de Obligado 321

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Trabajo arqueológico y vida cotidiana
De la misma manera que en Chascomús, en el proyecto de
investigación propuesto para Vuelta de Obligado las excava-
ciones arqueológicas son una parte central de la estrategia
de investigación; a tal punto, que se ligan al inicio efectivo
de las investigaciones:

En ese momento estaba esta gente de arqueología subacuá-


tica de la Universidad de Rosario, sobre todo. Después, algu-
nos historiadores muy jovencitos que estaban recién recibi-
dos (...). Y después eran todos chicos jóvenes, estudiantes la
mayoría de arqueología o de historia, pero el equipo más o
menos se formó así. Y empezamos a desarrollar concretamen-
te las actividades de campo, las actividades arqueológicas y la
investigación de documentos escritos, en el año 2000. A fines
de 1999 nos habrán dado el subsidio, entonces empezamos
en el año 2000. En mayo de 2000 fuimos a hacer la primera
campaña de arqueología. Los primeros días fue arqueología
subacuática, vinieron unas treinta personas de la Fundación
Albenga, de la Universidad Nacional de Rosario.38

Los trabajos de campo se iniciaron en 2000, y desde enton-


ces se realizan regularmente dos campañas anuales en los me-
ses de abril o mayo y en noviembre. La elección de estas fechas
responde a las posibilidades de los investigadores de acuerdo
con su ciclo de trabajo en la universidad, y a las estaciones de
otoño y primavera, más benignas respecto del clima. La dura-
ción de cada campaña es de aproximadamente diez o quince
días y, a lo largo del tiempo, la cantidad de gente que participa
en estas actividades (estudiantes e investigadores) fluctúa de
quince a treinta personas aproximadamente.

38 Entrevista realizada el 4 de octubre de 2011.

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Para comenzar a excavar en Vuelta de Obligado, el equi-
po de arqueología se comunicó con las autoridades mu-
nicipales y firmó un convenio con el intendente de San
Pedro y un acta con el jefe de la División Operaciones de
la Subprefectura de San Pedro, con el fin de generar un
compromiso de ambas partes que hiciera posible “trabajar
sin ningún tipo de inconvenientes” en los distintos ámbitos
del sitio arqueológico: el terrestre y el acuático (Ramos y
Hernández, 2000).

En ese momento no existían los permisos que te dan ahora,


los trámites en la provincia de Buenos Aires; en ese momen-
to tenías que avisar a municipalidad. Cuando vos llegabas,
que ibas a excavar a un partido de la provincia de Buenos
Aires, por ejemplo, tenías que llegar y en algunos casos avi-
sar a la policía que era la que daba cuenta, avisar que habías
llegado y cada actividad, porque si ibas rumbo a un campo,
por ahí, te cubrían de alguna manera. Ibas como represen-
tante de la universidad donde trabajabas.39

Los permisos y trámites a los que el entrevistado se re-


fiere se relacionan con la nueva reglamentación vigente
desde 2003. Desde el punto de vista de la práctica cotidia-
na, esta reglamentación implicó un importante cambio,
no solo por los informes y trámites que los arqueólogos
deben realizar, sino también por la representación institu-
cional de la que se invisten los profesionales autorizados.
Además de estos vínculos institucionales y oficiales esta-
blecidos con representantes municipales que residen en la
ciudad de San Pedro, en Vuelta de Obligado se construye-
ron otro tipo de relaciones en función de la presencia del
equipo de arqueología en el lugar. Las mismas se analizan

39 Entrevista al investigador a cargo del proyecto.

Capítulo 6. Cuando la arqueología trata de “nosotros”: el caso de Vuelta de Obligado 323

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a continuación. Los subtítulos respectivos se seleccionaron
teniendo en cuenta la mirada de los agentes locales.

“Podemos levantar todo el museo y te lo prestamos para que lo estudies”


Desde la perspectiva de un funcionario municipal que
a lo largo del tiempo acompañó el proceso de investiga-
ción, las relaciones de los arqueólogos con el lugar fueron
cambiando:

En principio, claro, fue como una invasión de alguna ma-


nera, [pero] el equipo de la Universidad de Luján trabaja
con un bajo perfil, con mucha profesionalidad. Yo pienso
que también tiene que ver con la educación y con la profe-
sión, que es una forma de reeducarnos a quienes tenemos
funciones políticas. (...) Lo que también han iniciado, es lo
que integró mucho al pueblo. Son muy bien recibidos, en
principio no, pero se integraron al pueblo y hoy por hoy
son personas muy queridas, muy bien recibidas por la co-
munidad.40

No obstante, otras miradas de representantes municipa-


les —que también retoman las voces de la gente del pobla-
do— proponen una situación diferente:

Hay gente de Vuelta de Obligado que se ha quejado del tema


de llevar y traer. Si bien conocemos a MR y tenemos toda la
confianza, hay muchos vecinos que no, y se necesitaría algu-
na forma más formal para que todo lo que MR se lleva esté
registrado, para generar transparencia.41

Ambas reflexiones son formuladas desde un posiciona-


miento específico que remite a ciertas necesidades político-

40 Entrevista a funcionario municipal, 21 de septiembre de 2010.


41 Entrevista a otro funcionario municipal, 21 de septiembre de 2010.

324 Virginia M. Salerno

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institucionales, las cuales en ocasiones entran en conflicto
con los tiempos y procesos de la investigación arqueoló-
gica. De la misma manera que se observó en el caso de
Chascomús, con el correr del tiempo las gestiones en torno
al trabajo arqueológico pasaron a formar parte de la coti-
dianeidad de los funcionarios municipales. En este caso la
tensión en torno al tiempo en que los materiales se encuen-
tran en tránsito para ser investigados, se amplifica porque el
conocimiento producido desde la arqueología no tiene ex-
clusividad, en tanto existen otro tipo de conocimientos que
ya circulan en torno al tema. En este sentido, puede decirse
que el tiempo necesario para que la investigación arqueo-
lógica genere nuevo conocimiento, en ocasiones entra en
contradicción con los tiempos requeridos en el marco de
las gestiones institucionales municipales.
En este caso, estas tensiones se profundizaron con la for-
mación del Museo de Sitio en 2008. La nueva institución re-
quirió nuevos materiales para exposición, y el aporte de obje-
tos del equipo de arqueología se equiparó cuantitativamente
al aporte de objetos recolectados en ámbitos privados. Desde
la inauguración de este espacio, se registraron noticias pu-
blicadas en diarios de San Pedro en las que se informa sobre
nuevos hallazgos de materiales de la batalla realizados por
vecinos de la localidad. En todos los casos, la noticia se cons-
truyó en torno al modo en que los objetos se “descubrieron
y que desde ese momento pasan a formar parte de la colec-
ción del museo que reúne los elementos históricos”.42 En el
caso del equipo de arqueología, la entrega de piezas para el
museo fue objeto de una nota con un título sugerente: “De
Vuelta a Obligado”:

42 La Opinión de San Pedro, 22 de diciembre de 2010. Otras noticias de este tipo se registraron en el mismo
semanario en 2009 (11 de marzo) y 2011 (2 y 29 de marzo, 10 y 17 de mayo). También se registró
información el 24 de febrero de 2009 en San Pedro Informa, en línea: <http://www.sanpedroinforma.
com.ar/index.php?option=com_content&task=view&id=1749>.

Capítulo 6. Cuando la arqueología trata de “nosotros”: el caso de Vuelta de Obligado 325

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El histórico paraje Vuelta de Obligado, tenía hace un tiem-
po un grupo de personas que lo visitaba asiduamente con
un claro objetivo, el de investigar lo que allí pasó en la Ba-
talla. Para esto, el arqueólogo Licenciado Mariano Ramos,
de la Universidad Nacional de Luján, trabajó junto a su
equipo para recoger algunos objetos sepultados en el lugar.
Clavos, pertenecientes a los cajones utilizados por los sol-
dados, botellas de alcohol que tomaban los miembros del
ejército para poder tener coraje y mosaicos, entre otros,
fueron algunos de los elementos encontrados, llevados a la
Casa de Altos Estudios para saber más sobre ellos y ahora,
entregados al Director de Cultura el pasado sábado en la
Municipalidad, para que sea este el encargado de entre-
garlos al museo del lugar. Ramos, prometió ante vecinos
de Obligado allí presentes, regresar a la ciudad, ya que se
realizarán nuevas entregas de objetos que se estudian en la
actualidad.43

Desde la inauguración de este museo, las relaciones en-


tre arqueólogos y funcionarios municipales vinculados a la
administración del mismo está mediada por la tensión en
torno al uso de los objetos arqueológicos. Los funcionarios
solicitan a los arqueólogos que entreguen piezas al museo y
reduzcan los tiempos de investigación. Los arqueólogos re-
quieren que los funcionarios les den la posibilidad de estu-
diar las piezas que llegan al museo producto de donaciones
particulares. Se trata de un conflicto que remite a las nece-
sidades institucionales y políticas que cada parte represen-
ta. Así se ponen en juego distintos significados, códigos y
criterios en relación con la materialidad. Desde la mirada
de algunos agentes locales y, particularmente, para los fun-

43 La Opinión de San Pedro, 23 de julio de 2008.

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cionarios a cargo de las gestiones respectivas, la distinción
en el modo en que se formaron las colecciones pierde rele-
vancia, al igual que el nuevo conocimiento generado desde
la investigación arqueológica. No obstante, desde el punto
de vista de los profesionales de la arqueología, la diferencia
es crucial, puesto que es la información del contexto de los
hallazgos la que brinda la posibilidad de generar nuevos co-
nocimientos en torno al tema.

“Los he visto en el Taormina”


Desde un ángulo diferente, las entrevistas, observacio-
nes y registros de comentarios relevados durante los tra-
bajos de campo permiten afirmar que las relaciones entre
objetos, conocimientos y agentes (arqueólogos y habitantes
del paraje) ocurren en otro marco de mediaciones. En es-
tas relaciones cobran fuerza parámetros de valor diferentes
a los establecidos desde las necesidades de las institucio-
nes municipales. Como ya se ha mencionado, el trabajo de
campo requiere de cierto movimiento y logística de recur-
sos y personas. En este caso, y a diferencia de lo que sucede
en Chascomús, la visibilidad de estos movimientos no se
reduce a las instancias de llegar y volver del campo. El equi-
po de arqueología se instala en Vuelta de Obligado y con-
vive con la gente del pueblo durante el tiempo que dura la
campaña. Se trata de un grupo compuesto por arqueólogos
profesionales y estudiantes de arqueología e historia prove-
nientes de las universidades nacionales de Luján, Rosario,
Buenos Aires y La Plata.
El tiempo que cada uno de los agentes permanece en la
campaña varía de acuerdo a sus necesidades privadas; en
este aspecto, la accesibilidad del sitio facilita el movimiento
independiente de cada miembro del grupo. Por esta razón,
durante el trabajo de campo se observa una alta rotación en
la composición del grupo, sin que esto afecte la dinámica del
trabajo arqueológico. En términos cuantitativos, el grupo

Capítulo 6. Cuando la arqueología trata de “nosotros”: el caso de Vuelta de Obligado 327

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que permanece en Vuelta de Obligado durante cada cam-
paña representa en promedio el 10% de la población asen-
tada en el lugar. Sin embargo, al no ser siempre las mismas
veinte personas, es posible que desde el punto de vista de los
pobladores sean percibidos como muchos más. Esta presen-
cia constante durante quince o veinte días, dos veces al año,
genera cierto impacto en la dinámica social y el movimiento
económico en el pueblo.
Durante los primeros años, el equipo de arqueología uti-
lizó como lugar para hospedaje las antiguas instalaciones
del camping municipal, acampando y durmiendo en carpas.
Desde 2006, se alquilan una o dos cabañas que cuentan con
un amplio terreno. Estos hospedajes disponen de una capa-
cidad que no suele superar las diez camas, por lo que du-
rante el trabajo de campo el grupo de veinte personas (en
promedio) se instala con carpas y diversos pertrechos en el
terreno de la cabaña. Para que esto sea posible, es necesario
que los dueños de estos espacios realicen una excepción res-
pecto del modo en que usualmente se alquilan y se utilizan
las instalaciones. En general, las cabañas o casas cuentan
con precarias instalaciones de agua. La numerosa cantidad
de personas del equipo de arqueología que usan las insta-
laciones hacen que se produzcan algunos desarreglos en el
funcionamiento. Es común que durante el trabajo de campo
y de manera informal, algunos miembros del equipo de ar-
queología realicen acciones de mantenimiento y reparación
de parte de las instalaciones de la cabaña (principalmente
de baños y cocinas). Este tipo de acciones permiten restable-
cer el equilibrio alterado mediante la excepción.
Desde el punto de vista comercial, la presencia de los ar-
queólogos también se hace notar en la demanda de alimen-
tos, principalmente pescados y verduras requeridos para la
vida cotidiana. Es preciso destacar que la comercialización
de estos productos, que se realiza en el pueblo, no inclu-
ye intermediarios ni puestos de venta abiertos al público.

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Otros productos consumidos por los arqueólogos son los
alimentos regionales, a modo de souvenir (quesos caseros,
escabeches de pescados y de pequeños mamíferos, y miel,
entre otros).
Por último, merece un comentario aparte la presencia de
los arqueólogos en el bar-almacén Taormina, al finalizar la
jornada de trabajo. Se trata de una construcción de adobe
ubicada en la única calle asfaltada: la avenida Gral. Mansilla.
Esta calle funciona como conector y organizador principal
del poblado. Al igual que el resto de los restaurantes de Obli-
gado, este bar-almacén es atendido por sus propios dueños
(la familia Navarro), quienes en el pasado también tuvieron
a su cargo la cantina del camping municipal ubicado en el
actual parque histórico. Por estos motivos, sus relaciones con
el equipo de arqueología se remontan al momento mismo en
que comenzaron a realizarse las excavaciones arqueológicas
en el lugar. La mirada de los dueños del bar, con respecto
al trabajo arqueológico, pone el acento en la cotidianeidad:

Yo los vi varias veces, removían el terreno, luego ponían un


pedazo de nylon, lo tapaban. Cuando terminaban el trabajo
lo que veíamos era que quedaba todo tapado.44

El espacio interior de este bar se organiza en dos partes


divididas por una pared con ventana y una puerta cubierta
con una gran bandera de Argentina. En la parte de adelan-
te se distribuyen una serie de mesas con un televisor que
siempre está encendido (generalmente en los canales que
emiten partidos de fútbol o en Crónica TV). En el sector
de atrás hay una mesa de pool y una barra. En un costado,
con una puerta de acceso distinta, funciona el almacén. Las
paredes de este bar-almacén contienen diversos carteles que

44 Entrevista realizada el 13 de septiembre de 2010.

Capítulo 6. Cuando la arqueología trata de “nosotros”: el caso de Vuelta de Obligado 329

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informan sobre servicios de visitas guiadas para paseos tu-
rísticos dentro del pueblo, convocatorias a reuniones de veci-
nos en el salón comunitario, horarios de atención del centro
de salud, reuniones en la escuela, horarios de la biblioteca
comunitaria, y horarios de transportes que llegan y salen de
la Terminal de San Pedro. También sobre las paredes hay
algunos cuadros pequeños, con dibujos y fotografías fami-
liares, de paisajes del lugar, de imágenes y noticias referidas
a la batalla, de caballos y perros e incluso un cuadro que
destaca la frase “el mono no gana pero es vistoso”. Ante la
pregunta sobre el sentido de esta frase, se obtuvieron dos
respuestas diferentes: para unos recuerda a un mono que,
suelto, vivió durante años en el bar, mientras otros dicen
que la frase alude a un amigo de la casa, que solía asistir
para jugar a las cartas. Estos sentidos diferentes cristalizan
diversas representaciones vinculadas a quienes visitan el lu-
gar: lo extraño que llama al turismo y la vida cotidiana de
los pobladores. Por último, en el espacio exterior, al frente
de la puerta principal, se distribuyen cuatro mesas cuya vis-
ta permite observar el paso en la avenida principal junto a
una barra donde se encuentra la parrilla. Esta se habilita los
fines de semana y en ocasiones especiales. En este espacio
también se encuentra uno de los dos teléfonos semipúblicos
que hay en el pueblo.45
El Taormina tiene la particularidad de estar siempre abier-
to, por lo que, durante la semana, suele ser el punto de en-
cuentro para trabajadores rurales y pescadores al finalizar el
día laboral. Si bien hay varias personas que asisten a media
mañana, la mayor parte llega cuando cae el sol. En ocasiones,
algunos trabajadores llegan al bar para hacer un mandado en
el almacén y se quedan a tomar una copa en la barra e inter-
cambiar algunas palabras para luego seguir camino. En este

45 El otro teléfono se ubica dentro de la sala de enfermería, por lo que su disponibilidad se limita a los días
y escasas horas en que la misma se encuentra abierta.

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espacio no suele haber mujeres, excepto las que conforman
la familia dueña del lugar (cuatro personas en total). Todos
trabajan en una distribución de tareas flexible y variable, aun-
que las principales caras visibles del bar-almacén son las de los
hombres de la familia. En cambio, durante los fines de sema-
na funciona recibiendo turistas, de la misma manera que los
otros bares del pueblo. Puede decirse que este espacio es un
punto clave de socialización en el pueblo.
Cuando el equipo de arqueología llega al pueblo suele
detenerse en este lugar a saludar y hacer pública su llega-
da. En este almacén, los miembros del equipo van haciendo
compras de imprevistos que surgen en lo cotidiano (espira-
les para los mosquitos, un mazo de cartas, papel higiénico,
cigarrillos, comida, bebida, etcétera). Al igual que los traba-
jadores del pueblo, los arqueólogos (en este caso mujeres y
hombres) también asisten al bar al finalizar su día laboral.
Allí hablan por teléfono,46 beben, juegan al pool, ocasional-
mente comen y siempre pueden ver y escuchar el noticiero
de Crónica TV. En dos aspectos los arqueólogos cambian la
“normalidad” del lugar: en el hecho de que irrumpen en
el bar con una importante presencia femenina durante la
semana, y en que una gran parte del grupo suele ir al bar
directo de la excavación sin realizar su aseo personal. Estas
diferencias remiten a distintas representaciones y formas de
utilizar el lugar por parte de ambos grupos. A pesar de estos
aspectos, con el paso del tiempo las interacciones ocurridas
en este espacio devinieron en amistades y en un reconoci-
miento común de las partes. En ocasiones, estas relaciones se
tradujeron en la invitación a algunos miembros del equipo
a volver, para asistir a fiestas o asados. De estos intercambios
surgió un apodo para los arqueólogos: ginecólogos de la tierra.

46 En Vuelta de Obligado hay señal para teléfonos celulares en muy pocos lugares.

Capítulo 6. Cuando la arqueología trata de “nosotros”: el caso de Vuelta de Obligado 331

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En estas relaciones informales, los agentes locales se mues-
tran interesados en saber qué es lo que los arqueólogos están
haciendo, cómo y qué encuentran. En ocasiones realizan co-
mentarios acerca de los objetos que tienen en su poder y com-
parten historias en torno a la batalla, que muchas veces refie-
ren a lugares donde podrían encontrarse materiales. Otros
aprovechan estas interacciones para hacer comentarios con
respecto al modo en que vieron trabajar a los arqueólogos.
Por su parte, los arqueólogos suelen responder explican-
do cuál es el trabajo que están realizando, qué materiales
se hallaron, y terminan invitando a los agentes locales a
acercarse a la excavación. Si bien no todos lo hacen, todos
saben que existe. Entre los motivos por los cuales algunos
pobladores deciden no acercarse al lugar de la excavación,
han expresado durante las entrevistas que no quieren molestar.
Durante una entrevista, un poblador preguntó: “¿es cierto lo
que se dice que encontraron?”, refiriéndose a los hallazgos
de estructuras defensivas en el campo de batalla. En este
tipo de interrogantes, se pone de manifiesto la existencia
de otros espacios donde la información sobre la excavación
circula y es objeto de reflexión.
Con el tiempo, se fueron elaborando distintas miradas
sobre los arqueólogos, quienes son considerados como tra-
bajadores en tanto marca de distinción frente a otros agentes
que visitan el paraje asiduamente o tienen allí casas de fin
de semana:

Turista es el que viene el sábado, el lunes no está y no pasa


las vacaciones acá, porque se va a otro lugar a pasar sus va-
caciones. (...). Lo tiene como a un lugar para escaparse los
fines de semana. Es un lugar cerca, accesible. Ustedes no son
turistas, tienen que trabajar.47

47 Entrevista realizada el 18 de noviembre de 2010.

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A tal punto, que un entrevistado explicó que sabía sobre
los arqueólogos, y que estaban trabajando en el lugar por-
que “los he visto en el Taormina”.48
Como resultado de las interacciones mencionadas, algu-
nos vecinos comenzaron a participar en diferentes activida-
des en el lugar de la excavación, dando cuenta del acom-
pañamiento y reconocimiento de los profesionales y de su
trabajo. Así, durante las tardes, algunos vecinos se acercan
con tortas o dulces caseros, facilitan herramientas y carre-
tillas para tapar el sitio y, en ocasiones, algunos niños se
quedan parte del día con los arqueólogos, acompañando y
participando de la excavación. En este sentido —aunque en
mayor medida por el nivel de exposición—, es posible decir
que al igual que en Chascomús, durante la vida cotidiana
en campaña se construyen amistades y conocimientos mu-
tuos, y mediante estas interacciones se difunde parte de la
investigación. En especial, los conocimientos referidos a los
tipos de materiales hallados, su posible valor científico y el
modo de trabajo. También se intercambian informaciones
sobre la ubicación de material, cómo llegar a ciertos lugares,
historias sobre prácticas en el paisaje y memorias en torno al
evento investigado.
En otro marco de actividades realizadas por el equipo de
arqueología que no están relacionadas directamente con
la excavación ni con los momentos de descanso o logística,
ocurren otras formas de interacción. Fueron significativas
las relaciones construidas en el marco de una línea de traba-
jo vinculada con la recuperación patrimonial de la memoria
de la batalla (Astorga, 2007). Esta se desarrolló durante los
trabajos de campo entre 2003 y 2008 mediante entrevistas
y visitas a referentes locales.49 A partir de este trabajo, los

48 Entrevista realizada el 14 de septiembre de 2010.


49 Es importante mencionar que mediante las entrevistas y observaciones realizadas en la escuela
local se identificó que para abordar contenidos referidos a la batalla se utilizan fuentes orales de los

Capítulo 6. Cuando la arqueología trata de “nosotros”: el caso de Vuelta de Obligado 333

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arqueólogos pudieron conocer y documentar colecciones
privadas e historias y sentidos de los pobladores locales en
torno al evento estudiado. También fueron invitados a parti-
cipar en los talleres organizados por la municipalidad en el
marco del Plan Estratégico de San Pedro (PESP) comentado
en la primera parte del capítulo.
En 2008, representantes de la asociación indígena Lma
Iacia Qom50 de San Pedro se acercaron al lugar de excava-
ción para solicitar que se reconociera la presencia indíge-
na en la batalla, y consultar sobre el material cerámico que
había aparecido durante la excavación. 51 A partir de este
requerimiento fue necesario que los investigadores gene-
raran nuevas miradas y lecturas en los documentos, desde
una perspectiva que no había sido parte de los principa-
les interrogantes del proyecto original. Como resultado, se
abrieron nuevas preguntas y líneas de trabajo de investiga-
ción. El reconocimiento de la participación de indígenas en
la batalla, verificado mediante información documental, se
realizó en 2010 con la instalación de una placa en el ac-
tual museo del sitio. A partir de entonces, se llevó a cabo
un proceso de colaboración mutua entre los representantes
indígenas de San Pedro y del ProArHEP de la Universidad
de Luján. Incluso, en más de una ocasión, participaron y co-
laboraron en las excavaciones del sitio. Entre los proyectos
que fructificaron con el apoyo conjunto de estos agentes,
debe mencionarse la formación del primer Centro de Inter-
pretación Indígena dentro del partido de San Pedro duran-
te 2011: El Antigal. Este espacio reviste las características de
un centro de interpretación, con la particularidad de estar diri-
gido y administrado por los representantes indígenas de la

principales referentes del pueblo, y en los casos en que es posible, también objetos referidos a la batalla
provenientes de colecciones privadas.
50 Cfr.: <http://lmaiaciaqom.blogspot.com/>.
51 Entrevista al director del proyecto de arqueología realizada el 4 de octubre de 2011.

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asociación Lma Iacia Qom. El Antigal busca ser un espacio
interactivo dedicado a:

La interpretación y difusión de la Historia y las diversas cul-


turas de los Pueblos Indígenas, y busca establecer nuevas for-
mas de estudio con la arqueología y la antropología. Cuando
la historia es contada por sus protagonistas. 52

Para este trabajo de investigación, fue interesante ver


cómo la existencia de El Antigal permitió ampliar los ámbi-
tos institucionales vinculados con la gestión de la materia-
lidad arqueológica. El municipio de San Pedro puede en-
tregar los fragmentos de alfarería recuperados durante la
excavación del campo de batalla a una institución que tiene
dentro de sus objetivos generar un espacio de exposición y
encuentro con la materialidad indígena.

“Disculpen, ¿qué están haciendo?”


Otro tipo de visitas al sitio arqueológico lo constituyen
los turistas que usualmente recorren Vuelta de Obligado
durante los fines de semana. El mes de noviembre es una
fecha que tiene mayor convocatoria por los festejos conme-
morativos. Además de los eventos oficiales, el Fortín Tradi-
cionalista organiza un desfile con doma y fiesta. En estos
contextos de fiestas y visitas turísticas se realizaron observa-
ciones y entrevistas (durante 2008 y 2010). Además, se habi-
litó en el sitio un cuaderno de firmas. Durante las campañas
de 2006, 2007 y 2008, la cantidad de gente que circulaba en
Vuelta de Obligado y recorría la barranca hasta el área de
excavación, no alcanzaba —con pocas excepciones— a las
diez personas al día.

52 Cfr.: <http://elantigal-riotala.blogspot.com>.

Capítulo 6. Cuando la arqueología trata de “nosotros”: el caso de Vuelta de Obligado 335

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En 2008, en el cuaderno de firmas de visitantes, dispues-
to junto a la excavación con un cartel informativo sobre la
misma, se registró un total de nueve firmas. De ellas, seis
correspondían a personas de La Plata, dos a San Pedro y
una a Baradero. En todos los casos, el énfasis está puesto
en felicitar, alentar, elogiar la labor y agradecer las explicaciones
recibidas en los siguientes términos:

Fue una experiencia distinta el haber compartido unos mi-


nutos con historiadores y arqueólogos haciendo las cuadrí-
culas en el terreno para saber más de nuestro pasado. Gra-
cias por su tiempo.53

De acuerdo con las entrevistas realizadas a los asistentes


de los actos conmemorativos en 2008, se conoció que par-
te de las personas que asistían a los eventos no subía la ba-
rranca ni recorría el parque, no veía las excavaciones ni los
monumentos.
Respecto a las observaciones registradas, la gente que co-
nocía el sitio se detenía a observar y, a veces, a preguntar para
conocer qué es lo que se está haciendo. Ante estas inquietudes
particulares, algún miembro de la excavación explica y brin-
da mayor información de acuerdo con las demandas que sur-
gen. En los últimos años, el equipo de arqueología incorporó
a la actividad de excavación un cartel en el que se informan
los datos principales sobre el proyecto de investigación (perte-
nencia institucional, objetivos y principales resultados).
En el año 2010, con el clima del bicentenario y la puesta
en valor generada por el gobierno nacional, se marcó una
agenda diferente en los festejos. El municipio organizó una
serie de actividades recreativas y deportivas en el marco de
la Semana de la Soberanía; y el 20 de noviembre se inauguró

53 Registro del 18 de noviembre de 2008.

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el último monumento, con la presencia de la presidenta de
la nación, Dra. Cristina Fernández de Kirchner.
En contraste con los años anteriores, en esta ocasión
hubo un gran flujo de población y se modificaron los reco-
rridos circulatorios dentro del parque, debido a que el mo-
numento inaugurado se ubica en el extremo de la barran-
ca: se instalaron pasarelas de madera y veredas con ladrillo
y cemento. De este modo, muchas personas conocieron el
sitio arqueológico. Para este evento, el equipo de arqueo-
logía había preparado trípticos en los que se difundían los
resultados de la investigación. Ese día se distribuyeron mil
folletos. Durante el 21 de noviembre de 2010, como reper-
cusión por la inauguración del monumento, el flujo de vi-
sitantes requirió que las tareas de excavación debieran ser
suspendidas. El equipo dedicó el día a explicar a la gente
de qué se trataba la investigación. Se intercambiaron te-
léfonos, y diversas personas solicitaron que se le facilitara
algún medio que les permitiera seguir informados con res-
pecto a los avances de las investigaciones, a lo que se res-
pondió informando sobre la página de Internet del ProAr-
HEP. Varios se presentaron a sí mismos como docentes, y
expresaron su interés en generar una vía de comunicación
institucional. La mayor parte de este flujo no incluyó a
personas de Vuelta de Obligado, quienes en su mayoría se
encontraban comprometidos con la venta en puestos de ali-
mentos y artesanías.
Ese año, en el libro de firmas del sitio se contabilizaron 86
registros. Si bien, más de la mitad de estas firmas no men-
cionan el lugar de procedencia, dos corresponden a Vuelta
de Obligado, dos a Gobernador Castro (pueblo cercano) y
cuatro a San Pedro. El resto de las firmas identifican como
lugar de procedencia a lugares del conurbano bonaerense
y a la provincia de Santa Fe. En el 37% de los casos, estas
firmas observan al proyecto de investigación arqueológica
como parte del conjunto de las propuestas conmemorativas

Capítulo 6. Cuando la arqueología trata de “nosotros”: el caso de Vuelta de Obligado 337

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del año (acto presidencial y nuevo monumento). Los mensa-
jes de las mismas expresan felicidad, alegría y orgullo porque
estas acciones (excavación, acto, monumento) contribuyen a
recuperar, reconstruir, conmemorar el pasado y los héroes de la pa-
tria. De la misma manera, un 7% de los registros reitera este
mensaje pero haciendo hincapié en la necesidad del pasado
para pensar o proyectar el futuro. Otra gran parte de los regis-
tros (32%) afirmó su apoyo al gobierno nacional.
Respecto de las diferencias entre los registros obtenidos
en 2008 y 2010, es posible pensar sobre los efectos de los
procesos de activación y valoración en torno a un aconteci-
miento que también es objeto de investigación arqueológica.
En contraste con el impacto de los movimientos impulsados
en noviembre de 2010, los movimientos de 2008 posibilita-
ron que los visitantes pudieran reconocer más el trabajo ar-
queológico que el proyecto de generación de conocimiento
dentro del cual se puede inscribir. Además, en estos casos
también se observó que los contenidos abordados a partir
de la investigación arqueológica fueron parte de un tema de
interés para los visitantes, dado que, de diferentes maneras,
estos buscaron establecer líneas de comunicación para con-
tinuar informados al respecto.

Nuevas batallas en Vuelta de Obligado

El siguiente relato es repetido, de forma coincidente en


estos términos, por diferentes vecinos de la localidad:

Tenían varias balas de cañón en la casa y acostumbraban usar-


las para jugar a las bochas. Una tarde una de las balas explotó.
Se accidentó feo. Era un muchacho de apellido Batalla.

Su mera existencia resulta significativa, porque en ella se


cristalizan sentidos en torno a la materialidad vinculada con

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la batalla. Mediante la combinación de humor y tragedia,
esta historia advierte de una manera muy tangible que la
batalla, en tanto acontecimiento, no es para tomar a la lige-
ra, o como algo con lo que se puede simplemente andar ju-
gando; “yo por eso... regalé todo, no me quedé con nada”. 54
La acción de regalar las balas de cañón también surgió en
otras entrevistas de vecinos que afirman que tenían más,
pero las fueron regalando y ya no saben dónde están. Esta
afirmación también puede entenderse como una forma de
protección de los objetos cuyo destino pasa a ser desconocido
con el traspaso.
En la actualidad, las balas de cañón decoran jardines y
patios internos de las casas de Vuelta de Obligado. Estos ele-
mentos suelen colocarse junto a macetas, artefactos en des-
uso u otro tipo de objetos recogidos en el río o en el campo
(restos de navíos, y partes esqueletarias de peces o mamí-
feros). Los objetos se reúnen en una escena íntima, que es
parte de la vida privada. Aunque estas composiciones varían
mucho de acuerdo con las preferencias y deseos de cada ve-
cino, en los conjuntos que se conforman pueden observarse
algunos aspectos que nos remiten al carácter social y comu-
nicable (Pérez Villalobos, 2006). En principio, puede decir-
se que los objetos se organizan en espacios dentro de los ám-
bitos domésticos, en lugares visibles para las visitas. Además,
puede observarse cierta disposición a recolectar un mismo
tipo de objetos: aquellos encontrados en el paisaje que remi-
ten a eventos del pasado. Entre estos, los objetos vinculados
con la batalla son una constante en la casa de muchos veci-
nos, por lo que tienen una amplia visibilidad. Al respecto, es
interesante destacar que cuando los niños de Vuelta de Obli-
gado realizan visitas a la excavación, al observar los objetos
hallados comentan sobre la existencia de objetos similares

54 Entrevista a poblador de Vuelta de Obligado, 18 de septiembre de 2010.

Capítulo 6. Cuando la arqueología trata de “nosotros”: el caso de Vuelta de Obligado 339

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que hay en su casa o la de algún pariente; en comparación,
estas referencias suelen ir acompañadas de adjetivos que los
describen como más grandes y/o en mayor cantidad.
Los elementos que circulan en el ámbito privado remiten
a cierta presencia de la batalla en las familias, que no es posi-
ble reducir a los objetos. Su presencia puede pensarse como
una forma que adquiere la memoria, que suele ir acompaña-
da con la construcción de sentidos en torno al evento. Por
ejemplo, dos niñas entrevistadas en 2010 durante la fiesta de
la soberanía, aseguran que conocen la batalla porque:

Se pasa de generación en generación, digamos, la historia, el


pueblo tiene una historia que se va contando, a veces nos po-
nemos en la mesa así y papá empieza a contar cómo fue. Toda
la gente lo hace en Vuelta de Obligado, así. Para que por lo
menos le podamos contar a otra gente que no sabe nada (...),
lo que sabemos más es sobre las estrategias de los soldados de
acá. Hacían cuevas, hay cuevas en varias casas y se comunican
por todos lados, eran para que los soldados se escondieran y
mantenían las armas. Hay cuevas que llegan hasta el castillo,
pero están escondidas, nadie puede pasar.55

En estos relatos, la materialidad en torno a la batalla es


parte del presente cotidiano y de la construcción de los ho-
gares. En este espacio de la vida íntima, los habitantes del
pueblo reservan su protagonismo en torno a un evento in-
terpelado por diversos agentes y poderes políticos que los
exceden. Ellos saben y conocen cosas que otros no. De la
misma manera, muchos entrevistados afirman que juntan
los objetos para que se queden en el lugar, para “tener las co-
sas, porque así se quedan acá y no pasa que las tiene alguien
que se las lleva a otro lado”.56

55 Entrevista realizada a asistentes a la fiesta del 20 de noviembre de 2010.


56 Entrevista a poblador local, 14 de septiembre de 2010.

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Como ya se mencionó, en el transcurso de la primera
década del siglo XXI hubo una serie de transformaciones
sociales y políticas en el paraje Vuelta de Obligado. En ese
marco tuvieron lugar procesos de activación y organización
vecinal: este período comenzó con un paraje que carecía de
organizaciones y representantes vecinales frente a San Pe-
dro, y llegó a su fin con la existencia de tres agrupaciones
vecinales. En 2008, la experiencia de un proceso electoral en
el pueblo fue un hito en el marco de estas transformaciones.
Hasta el momento, los resultados de estos movimientos es-
tán favoreciendo la consolidación de la participación políti-
ca, a la vez que comienzan a tener visibilidad nuevos agentes
sociales.57 En este contexto, se indagó sobre el modo en que
el legado de la batalla de Vuelta de Obligado fue resignifica-
do para propiciar la participación política y la movilización
por y de los propios pobladores (ver Figura 6.6).58
En el relato de los pobladores, el origen de las organi-
zaciones vecinales se relaciona con los conflictos derivados
por la propiedad de las tierras mencionados en la primera
parte de este capítulo. Los vecinos comenzaron a organi-
zarse para evitar el desalojo de aproximadamente cincuen-
ta familias (lo que representa el 25% de los habitantes del
pueblo). Este grupo inicial se dividió, y en el año 2008 se
realizaron votaciones para elegir a los miembros de la So-
ciedad de Fomento que funcionarían como representantes
frente al Municipio de San Pedro. En 2009, un grupo de
vecinos consolidó vínculos con agentes políticos extraloca-
les dando origen a una tercera agrupación. A pesar de las

57 Entre los diversos pobladores del paraje que participan de estos movimientos, puede diferenciarse entre
quienes vivieron siempre en Vuelta de Obligado y mandan a sus hijos a la escuela local, y los “turistas”,
modo en que los primeros nombran a las personas que en los últimos años se instalaron en el pueblo y
construyeron una casa y lo visitan durante los fines de semana.
58 El énfasis puesto en la resignificiación del pasado en el presente no busca reducir la significación de los
procesos económicos y políticos en los que se inscriben los hechos, sino que responde al recorte teórico
necesario para este trabajo de investigación.

Capítulo 6. Cuando la arqueología trata de “nosotros”: el caso de Vuelta de Obligado 341

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diferencias, puede decirse que todos se movilizan en pos
de defender nuestro lugar, la tierra.

Entonces, nosotros no queremos que esto se haga un paraí-


so de casas de fin de semana; que vengan los turistas, pero
con un crecimiento controlado. Y hay cuatro instituciones:
Sociedad de Fomento, Junta Vecinal, estamos nosotros los
de las tierras... y el Fortín Tradicionalista que fue el primero
(...). Antes peleábamos por la soberanía, ahora pelemos por
el mejorado de Vuelta de Obligado, vamos a pelear para que
no se asfalten las calles, no queremos asfalto. Los chicos acá
que cruzan la calle, no están acostumbrados al tránsito y acá,
capaz que vienen y como locos pasan por esta calle. Los chi-
cos jugando. Entonces, si nos asfaltan va a ser peor.59

Figura 6.6. Folleto distribuido durante noviembre de 2008.

59 Entrevista realizada el 20 de noviembre de 2010.

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Entre las batallas ganadas en estos diez años, los vecinos
cuentan cada paso en el proceso de obtener su derecho a la
propiedad de las tierras. Además, en los últimos años logra-
ron el reconocimiento formal de la Sociedad de Fomento de
Vuelta de Obligado como una figura de representación y me-
diación vecinal frente al Municipio de San Pedro.60 Desde la
perspectiva de un funcionario de San Pedro, en los últimos
años hubo muchas mejoras para el pueblo:

La municipalidad empieza a poner un tanque de agua en la


entrada, para que tenga. La comunidad es la que empieza a
demandar. El municipio pone esto como para llegada del tu-
rismo, ingresos y todos. Bueno, también ellos quieren ser parte
de esto. El ser parte implica estar vinculados principalmente a
que sea la batalla lo que permite la inclusión de la gente en esto
(...). Es como que le da un sentido a los trabajadores. Para ellos
el sentido, sigue siendo por ahí, la pesca, porque ellos viven de
eso, pero han dicho muchos que la batalla les da la identidad,
lo que por ahí, la pesca no les da tanto. Si bien los identifica
como pescadores, como estímulo de vida, como construcción
social que pase eso, pero la batalla tiene mucha más polenta.61

El lugar que en estos procesos tuvo la memoria de la ba-


talla se reflejó en la presencia de placas conmemorativas y
en la voluntad expresada durante los últimos años de parti-
cipar y generar una mirada propia en torno al evento. Con
este propósito, uno de los grupos de vecinos se vinculó con
una asociación civil (la Unidad recreacionista histórica del
2do. Batallón de Patricios de Buenos Aires) 62 que desde
2008 realiza diversas acciones para recrear y rendir homena-
je a los Patricios que participaron de la batalla.

60 Entrevista realizada el 19 de septiembre de 2010.


61 Entrevista realizada el 18 de noviembre de 2010.
62 Cfr.: <http://patricios-vuelta-obligado.blogspot.com/>.

Capítulo 6. Cuando la arqueología trata de “nosotros”: el caso de Vuelta de Obligado 343

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En paralelo al reclamo de las tierras, los vecinos del pa-
raje impulsaron la construcción de un “museo de sitio”. Este
fue abierto en noviembre de 2008 como “Museo de la Batalla
Histórica”. Para su emplazamiento se recicló la construcción
que hasta ese momento había funcionado como almacén
del camping o depósito. Esto se hizo con el apoyo munici-
pal y la participación espontánea de los vecinos. El proceso
de reciclado y organización de la exposición se documentó
mediante un video que se expuso la noche de la inaugura-
ción. Además, junto a la edificación donde funcionaban los
baños públicos, la Dirección de Cultura creó un Centro de
Interpretación de Flora y Fauna con el fin de completar las
propuestas expositivas dentro del Parque Histórico Natural
de Vuelta de Obligado. El Museo de la Batalla Histórica or-
ganizó una nueva mirada sobre el acontecimiento, que puso
el acento en la formación de las colecciones con objetos de la
batalla: balas de cañón, fragmentos de armamento, botellas,
fragmentos de vidrio:

Desde hace 163 años un recuerdo flotaba sobre los bosques


de Obligado buscando su lugar, buscando su merecido lu-
gar; hoy ese recuerdo se ha metido en las vitrinas de este
museo para contarle a los visitantes que aquí se defendió lo
que nosotros hoy llamamos patria.63

El hincapié en los objetos y no en los cuerpos del ejérci-


to participante o los generales a cargo, implica una mirada
que remite a un doble colectivo. Por una parte, el anónimo
grupo de soldados que otrora lucharan en la batalla y, por
el otro, el grupo de pobladores de Vuelta de Obligado, inte-
resados y arqueólogos, que al juntar los objetos defendieron la
memoria del evento:

63 Discurso de inauguración del Director de Cultura, 22 de noviembre de 2008.

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Las mías son palabras de agradecimiento, agradecimiento
a todos los pobladores de Vuelta de Obligado que desde el
primer día apoyaron la idea de la creación del museo de la
batalla. Ellos conocen mejor que nadie lo que aquí sucedió, ya
que periódicamente encuentran algún objeto de aquel lejano
combate. Ellos siempre supieron que esos objetos debían reu-
nirse en este lugar, el lugar de donde salieron. La colección de
este pequeño museo se ha podido formar gracias al aporte de
los vecinos de Vuelta de Obligado, del equipo de arqueología
histórica a cargo del doctor MR de la Universidad de Luján,
y de un vecino de una localidad cercana con quien estamos
muy agradecidos, AP. La señora MLB no nos puede faltar en
el agradecimiento, ya que han depositado importantes piezas
a resguardo de este lugar, y así muchos más que han mostrado
un sincero y desinteresado afecto hacia este museo.64

Dentro de los objetos que representan a la batalla, aquellos


vinculados a las armas tienen un lugar principal: resaltan la
acción de la lucha por sobre otras lecturas que podrían ha-
cerse sobre la batalla. Si bien esta prioridad puede deberse
a que este tipo de elementos son en principio los que tienen
mayor visibilidad, también puede pensarse como un sesgo
relacionado con la forma de entender el acontecimiento, y
un proceso de selección de lo que se quiere recordar. Otros
objetos que se recuperaron y estudian en el marco de la in-
vestigación arqueológica están compuestos por fragmentos
de vidrios y gres cuya presencia podría estar relacionada con
la prevención de comportamientos de estrés e incluso terror
en situaciones de combate (Ramos et al., 2003). De la mis-
ma manera, se ha dado cuenta de diversos materiales que
permiten considerar aspectos simbólicos vinculados con el
gobierno de la Confederación (Ramos et al., 2010).

64 Discurso de inauguración del intendente, 22 noviembre de 2008.

Capítulo 6. Cuando la arqueología trata de “nosotros”: el caso de Vuelta de Obligado 345

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Desde el ámbito oficial —siguiendo con el discurso de in-
auguración del intendente—, la inauguración del Museo de
Sitio se propuso como parte de un plan turístico y cultural
que aspiraba a:

Recuperar el día de la soberanía, de recuperar la fiesta de


Obligado para el conjunto de los argentinos; esta gesta no
pertenece a nadie en particular, es de los argentinos y así nos
lo propusimos.

En cambio, desde la perspectiva de los vecinos, el museo es


un proyecto colectivo que posibilitó sacar del olvido al paraje
en relación con el Municipio de San Pedro. En esta direc-
ción, puede decirse que los inicios del proyecto se remontan
a otras gestiones y funcionarios municipales que tuvieron
mayor vinculación con vecinos de Vuelta de Obligado:

Había un funcionario, G. H., que murió hace un año y pico...


él fue uno de los que empezó y que creó la Comisión de Fo-
mento de Vuelta de Obligado. Tenía mucha vinculación con
M. [referente local que impulsó la creación del museo] por-
que también era uno de los que decía que quería rentalizar
todo esto. Él es el que comienza, después él pasa a otra fun-
ción y llega A. y empieza a dar. ¿Por qué? Porque a todo esto,
Vuelta de Obligado empieza a ser visitado por mucha gente,
principalmente se convierte en el objetivo de las inmobilia-
rias. Entonces empiezan a ver a Vuelta de Obligado como
country, pero sin cerrar. Ellos dicen: venimos, compramos
los lotes de la gente y nos queda todo esto para nosotros. Eso
es un poco la creación de la Comisión de Fomento en la que
permite organizarse y parar las inmobiliarias.65

65 Entrevista a poblador, 18 de noviembre del 2010.

346 Virginia M. Salerno

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Asimismo, en el proceso de negociación de los fondos
para hacer del proyecto una realidad, el trabajo arqueoló-
gico otorgó más visibilidad a la materialidad, y los miem-
bros del equipo actuaron como mediadores entre vecinos
del paraje y funcionarios municipales. Al respecto, ya se ha
mencionado la visibilidad que generó el programa Científicos
Industria Argentina, transmitido en 2007 y donde, junto a la
información de la batalla, se presentó el proyecto del museo
y entrevistas a pobladores locales que expresaban su com-
promiso con el mismo:

Porque lo que a nosotros nos interesa es el museo de sitio,


que estamos muy contentos si se pudiera hacer, y pensamos
que de la mano de M. [se refiere al trabajo arqueológico]
vamos a poder hacer algo.66

La negociación con el municipio en el proceso de hacer


el museo también requirió el compromiso de los vecinos de
entregar sus objetos. Al respecto, varios entrevistados expre-
saron que dieron parte de sus colecciones con temor, pues
muchos se encontraban escépticos con respecto a la posible
continuidad del museo. La principal preocupación en estos
casos aludía a la posibilidad de que el destino final de los obje-
tos fuera la ciudad de San Pedro, y no el paraje. Gran parte de
los vecinos entrevistados recuerdan haber participado en la
formación del museo (trabajando en su acondicionamiento y
entregando material para la exposición), y haber asistido a su
inauguración. En la fiesta de apertura, que se realizó al final
de la tarde —luego de los discursos oficiales y la proyección
del video mencionado—, se habilitó el espacio para que todos
pudieran ingresar, ver la muestra y dejar su firma. En el marco
de la inauguración se registraron 48 firmas; el 40% expresa

66 Fragmento de entrevista incluida en el programa.

Capítulo 6. Cuando la arqueología trata de “nosotros”: el caso de Vuelta de Obligado 347

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su acuerdo y felicita por el trabajo realizado para la concre-
ción del proyecto, mientras que un 27% expresa su acuerdo
en relación con el contenido del museo: recordar a los héroes del
museo. En un solo caso se menciona la expectativa de desarro-
llo turístico en torno al mismo:

¡Que este museo que hoy abre sus puertas sirva a los turistas
para conocer nuestra rica historia nacional y a los lugareños
enraizar su identidad!

En dos casos se menciona la importancia del proyecto


para Vuelta de Obligado en los siguientes mismos términos:

Cuánta falta hacía, es un logro muy importante.

La construcción de este museo posibilitó que los pobla-


dores tuvieran un espacio donde construir nuevos relatos
en torno al acontecimiento, mediante la exposición de los
propios objetos recolectados. En este sentido, puede pen-
sarse que el museo permitió establecer identificaciones
con el pasado a partir de las batallas de Obligado en el
presente: la defensa de la tierra. Tal como se mencionó
anteriormente, esto implicó una tensión entre los funcio-
narios municipales y el equipo de arqueología en lo refe-
rente al uso de los materiales recuperados en excavación.
Las mismas deben entenderse en el marco de mediacio-
nes institucionales en las que se inscriben los agentes. Al
respecto, el grupo de vecinos que conforma la Sociedad
de Fomento transmitieron cierta preocupación porque no
participan de las gestiones que el municipio realiza con
el equipo de arqueología. Esto llama la atención sobre un
conflicto de legitimidad dentro del espacio local, que po-
dría condicionar el modo en que los investigadores cons-
truyen relaciones de confianza con diferentes miembros
de la comunidad.

348 Virginia M. Salerno

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Finalmente, es de destacar que varios pobladores entrevis-
tados reflexionaron sobre otras posibles vías de conmemora-
ción de la batalla. En estas perspectivas se enfatiza el lugar
de los combatientes, en tanto héroes anónimos que dieron
su vida defendiendo las tierras:

En sí, acá se dirimían a veces, gracias a Dios había años que


no, cuestiones internas políticas antes de honrar a la gente
que murió en la batalla. Por eso se fue opacando un poco y
apagando la llama esta que queremos mantener todos viva,
el recuerdo de la gente que murió. Acá hay dos lecturas.
Yo te doy la mía. Murió gente defendiendo la soberanía,
unos pueden decir que era por una cosa, los otros por otra.
Siempre vas a tener las antinomias, que no nos benefician,
al contrario, yo creo que nos perjudican a todos (...). Hay
enterrada gente que ha muerto en la batalla y la mejor for-
ma de honrarlos es no pelearnos entre nosotros, si sos rosis-
ta o no sos rosista, esas antinomias nos llevó al país a tener
lo que tuvimos en la década del ‘70, porque si no hubiesen
actuado de esa manera quizás la cosa hubiese sido distinta
(...), hay que buscar un poco el camino interior, el diálogo,
el consenso. Yo creo que la mejor forma de honrarlos es
unirnos. Ya lo he dicho en varias oportunidades: vos podés
ser unitario, yo puedo ser federal o por ahí, no puedo ser
federal, pero defiendo la gesta de Vuelta de Obligado y no
porque vos sos unitario me tengo que agarrar de eso. Yo
tengo que respetar. Yo a veces los veo que discuten, nunca
se van a poner de acuerdo, pero los superé, mi idea es que
no te pelees, no le rompas la cabeza al otro para imponer
tus propias ideas.

Continuando con esta perspectiva, se construyen ciertas


expectativas en torno al trabajo arqueológico que delinean
una agenda posible:

Capítulo 6. Cuando la arqueología trata de “nosotros”: el caso de Vuelta de Obligado 349

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Yo creo que puede esclarecer muchísimo. No solo donde
estaban ubicadas las posiciones de defensa, sino que puede
ir mucho más allá. Yo creo que lo que está haciendo M.,
hace ya unos cuantos años, nos pone contentos, porque no
teníamos a nadie. Teníamos depredadores, tenemos gente
que venía de R. que tiene museos. Hay gente de B. que tie-
ne museo propio; en lo personal me parece que eso es una
aberración, que eso es patrimonio de todos los argentinos y
no patrimonio de una sola persona. Creo que el único que
ha trabajado con conciencia es M. [se refiere al proyecto de
arqueología]. Nos ha hecho partícipes a los ciudadanos de
lo que hace.67

Sobre bochas y batallas. Apropiación y resignificación


de la materialidad

A lo largo de este capítulo se analizó la manera en que la


historia en torno a la batalla circula en el presente del para-
je bajo distintas formas de registro y reelaboración, que se
superponen en la construcción del paisaje del actual Parque
Histórico y Natural. En estos procesos existen múltiples ca-
minos en los que el evento es resignificado en términos polí-
ticos (movimientos partidarios, reivindicaciones militares y
religiosas, agrupaciones vecinales). A su vez, las fiestas con-
memorativas cada 20 de noviembre trasmiten la memoria
del acontecimiento poniendo la atención en la defensa de
la soberanía y la exaltación del coraje de los combatientes.
Estos atributos se reiteran en las expresiones de los diversos
posicionamientos historiográficos y políticos que participan
de la conmemoración. En estos eventos, los habitantes del
paraje fueron participando de variadas formas que, con el

67 Entrevista realizada el 18 de noviembre de 2010.

350 Virginia M. Salerno

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paso del tiempo, cambiaron desde la posición de espectador
hasta la posición de activos organizadores de actos y desfi-
les. En todos los casos, para los pobladores estos encuentros
también son ocasiones para comercializar servicios e infraes-
tructura con los visitantes. En este marco, puede decirse que
el trabajo arqueológico contribuyó a generar una nueva lec-
tura sobre el evento sostenida en su materialidad, en su lu-
gar visible. En el parque conmemorativo, su presencia puede
entenderse como un monumento intermitente que contribuyó
a visibilizar ciertas dimensiones del acontecimiento. Entre
otras cosas, estas dimensiones propiciaron el impulso dado
al proyecto de museo de sitio.
Además, se buscó reflexionar sobre las implicancias del
trabajo arqueológico cuando se realiza a la vista de todos.
En varias direcciones se ha mostrado que las interacciones
a partir de los intercambios comerciales y recreativos de la
vida cotidiana durante el trabajo de campo, posibilitaron la
participación de los agentes del paraje en torno al proyecto
de investigación. Si bien esto también se ha observado para
el caso de Chascomús, la alta exposición de los trabajos de
campo en este paraje incide en la intensidad y complejidad
en que estos procesos se desarrollan. Al respecto, es im-
portante tener en cuenta que las relaciones establecidas, al
igual que los contenidos sobre la arqueología, se resignifi-
can más allá del tiempo que los arqueólogos permanecen
en el lugar.
Con las modificaciones ocurridas en Vuelta de Obliga-
do, en el transcurso de la última década surgieron nuevas
formas de organización y participación de los vecinos. Es-
tas posibilitaron la emergencia de nuevos agentes socia-
les, así como el planteo de diversas necesidades del pueblo
frente al municipio. En este proceso, se cuestionó la legiti-
midad de los agentes e instituciones municipales que hasta
ahora funcionan como intermediarios del trabajo arqueo-
lógico. Estas tensiones, que también se han observado en

Capítulo 6. Cuando la arqueología trata de “nosotros”: el caso de Vuelta de Obligado 351

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el caso de Chascomús, remiten a los modos en que se es-
tablecen las relaciones institucionales entre arqueólogos y
miembros de la comunidad, y a las formas en que se cons-
truyen conocimientos en torno al tema de investigación.
La discusión de estos aspectos se presenta en la síntesis del
próximo capítulo.

352 Virginia M. Salerno

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CAPÍTULO 7
La arqueología entre nosotros

En la introducción de este libro se propuso pensar la ar-


queología como actividad social, producto de una construc-
ción colectiva en un tiempo y lugar determinado. En este
capítulo se propone volver la mirada a la totalidad para re-
flexionar sobre el modo en que las distintas relaciones entre
sujetos, conocimientos y prácticas son constitutivas del modo
en que ocurren los procesos de apropiación-resignificación,
y de producción de conocimiento arqueológico. Considerar
la apropiación-resignificación como proceso implica asumir
la existencia de un saber-objeto posible de ser apropiado y
resignificado (Beillerot, 1998), mientras que la producción
de conocimiento arqueológico alude a la actividad científi-
ca como proceso social de organización y legitimación de
saberes-objetos (Echeverría, 1998). Esta diferenciación se
propuso con el fin de estudiar las particularidades de dichos
procesos, teniendo en cuenta que ambos comportan la crea-
ción de nuevos conocimientos, sin desconocer la desigual
forma en que se producen y legitiman los saberes sobre el
pasado en la sociedad actual.

353

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La actividad científica es una forma de conocer y comu-
nicar lo conocido en el marco concreto de las relaciones
de poder, que la sitúan en un lugar privilegiado de enun-
ciación y producción (Dussel, 1994; Mignolo, 1995). Esta
organización jerárquica de los conocimientos establece
distinciones entre quienes los poseen y los practican, gene-
rando asimetrías sobre las que se organizan las relaciones
sociales aquí investigadas. En los primeros capítulos de este
libro se discutió la importancia que tienen las alianzas y
redes de pertenencia de los agentes productores de cono-
cimiento sobre el pasado local (investigadores, estudiosos
y aficionados del campo de la arqueología y la historia)
para los modos en que los mismos se socializan y legitiman
como tales.
El carácter dinámico e interactivo de los procesos de cons-
trucción de conocimiento justificó un enfoque que explo-
re el entrecruzamiento de distintos discursos y prácticas en
distintos espacios institucionales y no institucionales, con
la participación de diferentes agentes. Se buscó articular
distintas dimensiones de las formas de vinculación de la
arqueología en los contextos locales. Estas dimensiones se
pueden sintetizar en:

a) Contexto de producción en que se enmarcaron las investi-


gaciones arqueológicas, y modos de interacción de los ar-
queólogos en el ámbito local.
b) Relaciones con otros saberes y registros sobre el pasado re-
ferido mediante la materialidad arqueológica.
c) Procesos de apropiación y resignificación de información
y materialidad.
d) Espacios de interacción y resignificación de la información.

La producción de distintas narrativas se incluyó con el fin


de analizar cómo las dimensiones sociales de estos procesos
forman parte de su socialización. De tal modo, se reúnen

354 Virginia M. Salerno

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temporalidades, redes de sociabilidad, y diferentes institu-
ciones locales y extralocales.
A partir de esta selección, se buscó generar una perspecti-
va que reconsidere la oposición dicotómica entre individuo
y sociedad y entre acontecimiento y estructura, a partir del
reconocimiento de su interacción (Bourdieu, 1997; Giddens,
1995; Gramsci, 1999; De Certeau, 2002). La práctica como
una instancia superadora constituye un tercer aspecto de la
relación que involucra la interacción en sí misma. En este
libro se revisó el modo en que diversas prácticas habilitan
y condicionan procesos de apropiación y resignificación de
los conocimientos y de los materiales arqueológicos. Estos
procesos deben pensarse como un acto relacional en el que
convergen contextos sociales e históricos, y las prácticas de
los agentes respecto de los conocimientos (Jodelet, 1986;
Beillerot, 1998).
En función de lo antedicho, la presente discusión se or-
ganiza, en primer lugar, considerando las formas en que
se articulan las relaciones entre arqueólogos y comunidad
en dos esferas de mediación: la institucional, y la vida coti-
diana durante el trabajo de investigación. Luego, se discu-
te el modo en que se construyeron criterios de selección y
organización como parte fundamental de los procesos de
apropiación y resignificación de los conocimientos. Para
concluir, se vuelve a las preguntas que motivaron este tra-
bajo de investigación. En una reflexión situada desde la
arquelogía, se cuestiona el sentido del conocimiento que
produce la misma: ¿cuáles son las modalidades de partici-
pación posibles entre quienes forman parte de la investiga-
ción (investigadores y diversos agentes de la comunidad)?
¿Qué sucede en los casos, como el de Chascomús, en los
cuales el saber arqueológico es el saber sobre un otro no
presente ? ¿Desde dónde y cómo se define lo que se investiga,
para qué y con quiénes?

Capítulo 7. La arqueología entre nosotros 355

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Sujetos y conocimientos en relación
Entiendo poco, pero me quedaría horas escuchando. Porque, aparte de
científicamente las vivencias que ha tenido para ir a buscar un huesito, las
penurias, entre comillas. ¿Me entendés? Entonces, todo eso hace que ese
científico no sea un científico de plástico. Es un ser humano que tiene una
pasión y a su vez puede transmitir esa pasión.
Poblador de Chascomús, enero de 2009

A partir de los casos presentados en este libro, pueden


plantearse ciertos aspectos sobre los modos en que las re-
laciones entre arqueólogos y diferentes miembros de la co-
munidad se fueron redefiniendo a lo largo del tiempo. En
el estudio de este tipo de relaciones, es ineludible tener en
cuenta la interrelación entre los diferentes niveles de análi-
sis de los cambios del contexto mayor, las trayectorias de las
instituciones y de los agentes. La forma en que María Isabel
González comenzó a actuar en la localidad de Chascomús
no pudo considerarse sin tener en cuenta que su trabajo se
viabilizó en el marco de la década previa a los movimientos
generados por el “V Centenario de América”, los inicios de
las investigaciones de la arqueología profesional en la región
pampeana, y las transformaciones políticas e institucionales
producto de la reinstauración del régimen democrático. De
la misma manera, las particularidades que adquirieron las
investigaciones desarrolladas en Vuelta de Obligado debie-
ron pensarse en el contexto de procesos de activación patri-
monial del objeto de estudio, junto con los procesos econó-
micos, políticos y sociales ocurridos en este paraje durante
la última década.
En ambos casos, la continuidad de las investigaciones de-
rivó en la inclusión de diversos agentes e instituciones es-
pecíficas en lo relativo a la gestión y producción de cono-
cimiento arqueológico. En Chascomús fueron significativas
las experiencias realizadas con el grupo de ceramistas que

356 Virginia M. Salerno

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participó de las investigaciones arqueológicas, así como el
trabajo en conjunto con el Museo Pampeano. En el caso de
Vuelta de Obligado, esto conllevó la participación activa de
vecinos del paraje en las tareas de campo, y las gestiones
realizadas por las secretarías de Turismo y de Cultura para
la creación del Museo de Sitio. En ambos lugares, las crisis
de los espacios municipales y las activaciones patrimoniales
con fines turísticos de la última década fueron parte de los
contextos que mediaron en la reformulación de las relacio-
nes establecidas. Aunque estas relaciones se encauzaron con
diferentes rumbos.
Pueden diferenciarse dos esferas de interacción y cons-
trucción de relaciones sociales entre arqueólogos y distintos
miembros de la comunidad, que implican formas disímiles
en que los procesos de producción y resignificación de cono-
cimientos ocurren. Por un lado, aquellas que forman parte
de la vida cotidiana durante los trabajos de investigación rea-
lizados en los espacios locales y, por otro lado, las relaciones
que se dan en el marco de espacios institucionales estatales.
Dentro de un proyecto de investigación arqueológico, el
trabajo de campo se define y organiza como parte del con-
junto de estrategias diseñadas para responder preguntas es-
pecíficas. Esta instancia no solo permite al investigador ob-
tener materiales arqueológicos in situ, sino que también se
trata de una experiencia de reconocimiento y aproximación
en —y con— el paisaje y la gente que lo habita. La actividad
principal que se desarrolla durante el trabajo de campo es
la excavación arqueológica. Sin embargo, esta no define la
complejidad de las experiencias e intercambios que ocurren
en su marco. A tal punto, que la experiencia del trabajo de
campo, como parte de la cotidianeidad de la vida profesio-
nal del arqueólogo, suele ser uno de los principales objetos
de reflexión y, en ocasiones, es mencionado como un aspec-
to definitorio de la elección profesional. Entre los aspectos
que los arqueólogos suelen destacar, tiene un lugar principal

Capítulo 7. La arqueología entre nosotros 357

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el contacto directo con la naturaleza, la acción de desente-
rrar materiales del pasado, y las relaciones que se establecen,
durante la cotidianeidad de la campaña, con los habitantes
del lugar donde se realiza (Rex González, 2000; Bianchi et al.,
2008; Matera et al., 2008).
Los casos desarrollados en esta investigación dan cuenta
de que estas interacciones posibilitan el reconocimiento mu-
tuo y la producción de sentidos en torno a la materialidad,
tanto para arqueólogos, como para los distintos agentes de
la comunidad que participan en ella. Por estos motivos, se
destaca la importancia que tienen las relaciones, experien-
cias y saberes que se ponen en juego en el contexto de la vida
cotidiana durante el trabajo de campo. En el marco de estas
relaciones se construyen criterios de valoración y represen-
tación sobre los objetos, poniendo de manifiesto el carác-
ter colectivo del proceso de construcción de conocimiento.
Las diferencias derivadas de la comparación entre Vuelta de
Obligado y Chascomús aluden, principalmente, al impacto
que conlleva el desarrollo del trabajo de campo a la vista de
todos los miembros de la comunidad o en un lugar aislado.
Ambas opciones afectan las posibles esferas de interacción
y la cantidad de agentes involucrados en las mismas. Estos
espacios de intercambio posibilitan que los profesionales de
la arqueología puedan ser vistos como trabajadores, en una
mirada que “humaniza” su actividad, a la vez que se redu-
ce el carácter disneyficado de los conocimientos producidos
(Simpson, 2009).
En lo que se refiere a las instituciones, es lícito decir que
forman espacios complejos donde la participación de dis-
tintos agentes se construye en un proceso de negociación
situada, entre estos y las formas asignadas por la institución
(Rockwell, 1987). Por estos motivos, las relaciones que se
organizan en las instituciones ponen en juego intereses y
objetivos que responden a distintas lógicas, en las que se en-
trelazan las normativas institucionales con las trayectorias

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y posicionamientos de los agentes participantes. Desde esta
perspectiva, la realización de los proyectos encarados en
una institución no solo varía de acuerdo con la historia y las
condiciones materiales institucionales, sino también con las
posibilidades e intereses sociales, políticos y profesionales de
los agentes involucrados.
Tanto en Chascomús como en Vuelta de Obligado, lo estu-
diado en este libro se centró en las relaciones que se constru-
yeron en el marco de instituciones estatales. Además, se tuvo
en cuenta el modo en que se hacen presentes las pertenen-
cias institucionales y profesionales en las que se inscriben
los arqueólogos. De este estudio resulta que las relaciones
establecidas en el espacio local se entrelazan en el marco
de dos lógicas institucionales diferentes: aquellas relaciona-
das con la organización y administración de la cultura, el
pasado y el turismo en los ámbitos municipales, y aquellas
vinculadas con la organización de la actividad científica don-
de se inscriben los investigadores participantes. Desde estos
espacios institucionales los agentes se posicionan, negocian
y actúan de acuerdo con sus propios intereses y necesidades.
A partir de estas lógicas e intereses puestos en juego, se defi-
nen distintas necesidades y requerimientos en relación con
la materialidad arqueológica que median los procesos de
producción y apropiación del conocimiento. En principio,
debe decirse que, de acuerdo con el lugar que se otorgue a la
gestión del pasado dentro de las estructuras administrativas
e institucionales, esta esfera de la gestión tendrá mayor o
menor cantidad de recursos materiales y humanos. En fun-
ción de los vínculos establecidos con otras áreas de la gestión
municipal (como por ejemplo: cultura, patrimonio, desarro-
llo social, turismo) se delinean determinadas orientaciones
y directrices normativas generales.
En el caso del Museo Pampeano de Chascomús, estas fluc-
tuaciones de la organización municipal hicieron que, con el
transcurso del tiempo, las posibilidades de acción y proyec-

Capítulo 7. La arqueología entre nosotros 359

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ciones de la institución se modificaran y reorganizaran en el
marco de diversas alianzas que los agentes construyeron con
otros espacios. Desde la perspectiva de la organización mu-
nicipal, las investigaciones arqueológicas son una actividad
significativa dentro de la gestión: permite generar prestigio,
establecer vínculos con otras instituciones locales y no locales,
y dar visibilidad a la institución o secretaría municipal parti-
cipante. De igual manera, para los investigadores formados e
insertos en el marco de relaciones laborales e institucionales
cientificistas (Varsavsky, 1969), la firma de convenios de colabo-
ración y las acciones vinculadas a la comunicación de resulta-
dos en el ámbito local constituyen un ítem importante en los
informes de actividades.
Desde el inicio de las investigaciones arqueológicas, el
museo funcionó como intermediario entre arqueólogos y
comunidad. Los arqueólogos fueron parte de los “agentes
externos” con los que los profesionales de los ámbitos locales
definieron objetivos comunes. Entre miembros del equipo
de arqueología y del museo se construyó un sentido de per-
tenencia, de colectivo que trabaja para el mismo objetivo.
El compromiso asumido posibilitó que durante la prime-
ra década de investigaciones se realizaran anualmente las
Jornadas Municipales de Arqueología. En el Capítulo 2 se
señalaron las diversas implicancias de estos eventos para la
socialización y producción del conocimiento sobre el pasado
prehispánico. Las mismas llamaron la atención sobre el lu-
gar constitutivo de la comunicación de conocimiento dentro
del proceso de investigación arqueológica, puesto que estas
acciones habilitaron nuevas formas de acercamiento al co-
nocimiento y a la materialidad prehispánica por parte de los
arqueólogos y de diversos miembros de la comunidad.
En un primer momento, el intercambio del Museo Pampea-
no con el equipo de arqueología trajo aparejada la introduc-
ción de otros criterios para clasificar e interpretar la materia-
lidad prehispánica, que se cristalizaron en la renovación de la

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sala arqueológica y paleontológica en 1992. En el Capítulo 4 se
discutieron los modos en que, a lo largo de las tres décadas de
investigaciones en el área, esta institución fue reorganizando
sus espacios y proyecciones. Dentro de la estructura organiza-
tiva municipal, el museo estuvo integrado a las gestiones de
la cultura y/o el turismo, respectivamente. Con pocas excep-
ciones, la gestión del museo estuvo caracterizada por contar
con un bajo presupuesto y reducido personal especializado.
En consecuencia, las posibilidades materiales de acción del
museo estuvieron fuertemente condicionadas por los ingresos
generados desde las gestiones de la Asociación Amigos.
A pesar de ello, las alianzas y redes construidas por los
agentes vinculados a estos espacios les permitieron negociar
y generar otras alternativas para canalizar las acciones y pro-
yectos institucionales. De este modo, las gestiones de Alicia
Lahourcade, a mediados de la década de 1990, reorientaron
la estructura organizativa de la institución para situarla junto
con la gestión del patrimonio y la cultura “lugareña”, en una
estrecha relación con el campo de la historia. Desde entonces,
las alianzas y gestiones de esta institución se mantuvieron y
orientaron de forma tal que el estudio y difusión del pasado
se asoció con el campo de la historia. En este proceso fue clave
la organización de las Jornadas de Historia Local. Las mismas
incluyeron a la arqueología en términos de “actividad científi-
ca”, excluyendo otras posibles formas de conocimiento respec-
to de la materialidad arqueológica (ver Capítulo 3). De esta
manera, tanto el tema como la posibilidad de enunciación se
convirtieron en patrimonio exclusivo de los investigadores.
En suma, los intereses y trayectorias personales y profe-
sionales de los agentes involucrados incidieron en la manera
en que, desde el espacio institucional, se delinean los obje-
tivos e intereses con respecto al trabajo arqueológico. Esto
remite, indefectiblemente, a la importancia de considerar
otros niveles de análisis que incluyan las historias de vida de
los agentes participantes. Al respecto, tanto en Chascomús

Capítulo 7. La arqueología entre nosotros 361

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como en Vuelta de Obligado llama la atención que, en la
última década, los agentes a cargo del museo y la secreta-
ría de cultura, respectivamente, se caracterizaron por tener
diversas pertenencias profesionales, personales e institucio-
nales asociadas con el estudio del pasado local. Estas parti-
cularidades y redes de pertenencia son parte del modo en
que estos profesionales, que trabajan dentro de la gestión
municipal, se relacionan con los arqueólogos promoviendo
o no la concreción de diversas acciones.
Otro aspecto a señalar es que, con el paso del tiempo, la
colaboración entre estos ámbitos municipales y los profesio-
nales de la arqueología comenzó a requerir de diversas ac-
ciones que le dieran sentido a su existencia en los tiempos
acotados de cada gestión. Es decir, en un principio la acción
de firmar un convenio y de dar inicio a investigaciones re-
sulta suficiente. Luego se requieren otro tipo de gestiones
relacionadas con la exposición de los resultados. Dentro de
estas redefiniciones, pasan a un primer plano las tensiones
respecto a quiénes y cómo se utiliza la materialidad arqueo-
lógica, puesto que la gestión de los materiales y el conoci-
miento sobre el pasado estudiado se convierte en un asunto
de interés, negociación y conflicto en el que los protagonis-
tas principales fueron los profesionales de las instituciones
locales y los profesionales que estudian los materiales. Cuán-
to, qué, cómo, quiénes y para quiénes se expone e investiga,
comienzan a ser problemas de agendas no siempre comparti-
das, atravesados por marcos teóricos, intereses y necesidades
que se fueron redefiniendo en función de las pertenencias
institucionales (municipales y universitarias). Tal como se
precisó en el Capítulo 4 y el 6, la exposición y la investigación
corresponden a diferentes dimensiones del mismo objeto, y
son entendidas por los agentes involucrados como parte del
proceso de investigación arqueológica. Por ello, la tensión no
refiere a que se desarrollen estas instancias, sino a los tiem-
pos y las modalidades involucradas en cada caso. En los dos

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casos estudiados, estos procesos ocurrieron con mediación
institucional; a tal punto que, en Vuelta de Obligado, este
tipo de tensiones no se hicieron presentes hasta la formación
del Museo de Sitio, momento en que los vínculos con los
funcionarios municipales se redefinieron a partir de las ne-
cesidades formuladas desde este nuevo espacio institucional.
En lo referente a la asociación de la gestión del pasado con
la actividad turística, es posible decir que durante la última
década se generaron nuevas activaciones y formas de reco-
nocimiento de la materialidad arqueológica. En ellas, el pa-
sado se evaluó como “recurso” y se valoró como “factor de
desarrollo” a partir de las demandas de la sociedad de con-
sumo (Ballart, 1997). Esto se evidenció, en el caso de Vuelta
de Obligado, en la confluencia de intereses que permitieron
materializar el proyecto de creación del Museo de Sitio. En
el caso de Chascomús, si bien el museo es un importante re-
ferente para el turismo, las acciones y proyectos generados
dentro de esta esfera de gestión funcionan separados de los
planificados por la gestión del turismo. Dentro de la estructu-
ra organizativa municipal, ambos espacios cuentan con una
larga trayectoria,1 alianzas institucionales y posibilidades de
autonomía que los agentes construyeron en función de su
identificación dentro de las instituciones. De esto resulta que,
más allá de las proyecciones municipales en torno al turismo,
los agentes del museo trabajaron en relación con la educación
y la recuperación de la cultura “lugareña”. Por su parte, la
gestión del turismo buscó líneas alternativas para vincularse
con la materialidad prehispánica, entendiéndola en términos
de patrimonio cultural e insumo para propuestas recreativas.
Lo que interesa destacar aquí es que los trabajos conjuntos
entre el museo y los arqueólogos generaron tal compromiso
que hicieron del primero un interlocutor casi exclusivo entre

1 Cfr. Capítulo 4 y el 5.

Capítulo 7. La arqueología entre nosotros 363

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arqueólogos y otros miembros de la localidad de Chascomús.
En el caso de la gestión del turismo, el pasado prehispánico se
resignificó mediante narrativas fragmentarias circunscriptas
a los espacios del museo, la casa de Casco y la réplica del fuer-
te, utilizando un marco interpretativo proveniente del campo
de la historia.
Asimismo, con el paso del tiempo, el modo en que se orga-
nizó el trabajo de los equipos de arqueología estudiados fue
variando, de acuerdo con las lógicas de los requerimientos
institucionales a los que pertenecían (Universidad de Buenos
Aires, Universidad de Luján y CONICET). Estas variaciones
se reflejaron en la fluctuación de los subsidios otorgados a la
investigación, y en la cantidad de miembros del equipo de tra-
bajo con dedicación completa. Esto incidió directamente en
las posibilidades de acción de los mismos. De diferente mane-
ra y en distintos momentos de los proyectos de investigación
estudiados,2 los arqueólogos han recibido de los municipios
algún tipo de colaboración en el momento de realizar los tra-
bajos de campo, principalmente referida a la organización de
la logística (facilitar movilidad, infraestructura, coordinar el
encuentro de personas, solicitar permisos a los dueños de los
campos, guardar equipamiento, entre otros).
A la vez, los proyectos de investigación de Chascomús y de
Vuelta de Obligado incluyeron la concreción de actividades
para la comunicación de resultados en el ámbito local. La fal-
ta de institucionalización de este tipo de acciones hizo que se
organizaran como parte de los intereses y esfuerzos persona-
les de los miembros de los equipos. En este sentido, de la mis-
ma manera que sucede en el caso de las instituciones locales,
las posibilidades de consecución de este tipo de proyectos se
encuentran íntimamente ligadas a las alianzas y redes que los
agentes participantes lograron construir. En el caso del equipo

2 Cfr. Capítulo 2 y el 6.

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que investiga en Chascomús, esto se llevó a cabo mediante la
formación del Grupo Arqueología en las Pampas, con el fin
de aunar estrategias de comunicación en conjunto con otros
equipos de la provincia de Buenos Aires (ver Capítulo 2). En
el caso del equipo que trabaja en Vuelta de Obligado, la crea-
ción del ProArHEP dentro de la Universidad Nacional de Lu-
ján fue importante para nuclear y viabilizar la concreción de
distintos proyectos investigación (ver Capítulo 6).
Por último, se destaca una observación que resulta de la
comparación entre las situaciones institucionales de Chas-
comús y Vuelta de Obligado. Ya se ha mencionado que la
organización territorial de la provincia de Buenos Aires si-
túa a las ciudades cabeceras de partido con otros parajes y
pueblos, en una relación jerárquica y de dependencia (Mo-
reno Terrero, 2009). Como consecuencia de la incomodidad
de estas relaciones de dependencia pudo verse, en el caso
de Obligado, que la legitimidad de los agentes municipales
como intermediarios entre arqueólogos y comunidad, en los
últimos años, comenzó a ser cuestionada por los pobladores
del paraje. Este aspecto alerta sobre la importancia de dar
espacio a otras vías de comunicación, más allá de las esta-
blecidas mediante las instancias formales e institucionales.
Puede decirse que, desde la perspectiva institucional, la
materialidad arqueológica condensa diversos intereses y agen-
cias cuyas relaciones se organizan en función de una serie de
intercambios recíprocos. Los términos de estas relaciones se
redefinen constantemente en función de los desiguales po-
sicionamientos de los agentes participantes. Estas diferen-
cias constituyen asimetrías sociales y profesionales que no se
limitan, entre otros, a los hábitos de trabajo, herramientas,
formas de vestimenta o posibilidades de acción en momentos
concretos, dado que comportan diferentes sentidos y prácti-
cas en torno a la materialidad arqueológica. Además, en los
dos casos de estudio se observó la importancia de las trayec-
torias particulares, de las redes de sociabilidad, y las alianzas

Capítulo 7. La arqueología entre nosotros 365

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establecidas por los agentes participantes como una vía por la
cual se concretan los proyectos encarados. Por estos motivos,
puede decirse que estos intereses y posicionamientos afectan
el modo en que se organiza el proceso de investigación ar-
queológica, entendida como actividad social que involucra
contextos de producción, enseñanza, valoración y legitima-
ción de los conocimientos (Echeverría, 1998).

Valoración y materialidad arqueológica

Tenía una esquirla de una bala, que me había regalado un amigo mío
de acá, que murió. Y vino uno que estaba enamorado de la batalla, que
sabía de todo y me cayó tan bien que le dije: “tomá, esto me lo regaló un
amigo, es una esquirla de la batalla, de una bomba que explotó”.
Poblador de Vuelta de Obligado, noviembre de 2010

Las técnicas de producción alfarera que están bastante desvalorizadas,


de todo lo que es proceso productivo, la manufactura, los procesos de
cocción, ahora hay un auge, te diría, de diez años atrás más o menos,
de rescatar y recuperar todas estas técnicas más tradicionales. A mí me
aportó en el sentido de conocer todo un pasado, que todavía hay mucho
por desocultar en esta zona. Conocer y revalorizar, porque hay toda una
historia también dentro de la cerámica de desvalorizar la cerámica de esta
zona y sobrevalorizar la cerámica de otras regiones. Es como que “acá,
¡qué va a haber!”. Hay mucha gente que desconoce que acá había una
vasta producción alfarera. (...) Depende de uno como ceramista si quiere
tomar todo esto para resignificarlo de alguna manera más actual y más
moderna y con una idea más artística. (...) Hice un camino, un recorrido
de aprendizaje en la medida que me fui involucrando y experimentando.
Por ahí, estaba el manejo de los procedimientos, pero el manejo de
los materiales se fue dando a lo largo de todos estos años. Y de ir, que
también hay que decirlo, rompiendo vasijas e ir aprendiendo. Es así el
proceso de construcción del conocimiento, que también eso está.
Ceramista de Chascomús, febrero de 2009

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En estos testimonios se observan ciertos aspectos que
caracterizan a los procesos de creación de nuevos conoci-
mientos en relación con los materiales y saberes arqueo-
lógicos. La historicidad que otorga sentido a los objetos-
conocimientos arqueológicos se reestructura de acuerdo
con diversas necesidades que entrelazan el contexto so-
cial, político e histórico con las historias de vida de quie-
nes enuncian. A partir de estas constelaciones específicas,
cobran sentido las relaciones establecidas entre personas,
objetos, lugares y actividades. En el caso de Vuelta de
Obligado, esto remite a la mediación del objeto, cargado
de sentidos emocionales, en las relaciones humanas. Por
su parte, en el caso de la ceramista chascomunense, esto
remite a la reivindicación dentro del campo del arte de la
cerámica “de” Chascomús, cuya manufactura se enraíza
en una historia de larga duración ligada a los procesos
de poblamiento. Al igual que sucede en estos ejemplos, la
producción de conocimiento sobre el pasado local puede
entenderse como una forma de hacer presentes materia-
les y conocimientos sobre el pasado, en el marco de una
red de sentidos vinculados con la ciencia. Aspecto que se
ha observado tanto para el caso de las investigaciones ar-
queológicas, como para las producciones elaboradas des-
de el campo de la historia. Inclusive en Chascomús, se
observó que las directrices oficiales del relato histórico se
reorganizaron a partir de otras formas de oficialidad y de
acuerdo con situaciones concretas.
En lo que refiere a las investigaciones arqueológicas, a lo
largo de este libro se mostró cómo, en la localidad de Chas-
comús, la materialidad prehispánica adquirió estatus de ob-
jeto científico. La legitimidad y jerarquía de esta forma de
conocimiento implica que en la actualidad, en gran parte
de los espacios en los que circula la materialidad arqueoló-
gica, esta fuera entendida como un valor indisociable de los
profesionales que la generan. Al respecto, el caso de Vuelta

Capítulo 7. La arqueología entre nosotros 367

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de Obligado es diferente porque las investigaciones arqueo-
lógicas no constituyen el relato exclusivo sobre el aconteci-
miento estudiado. Las múltiples voces, desde el campo de la
historia, se unen a las propuestas de los arqueólogos, cons-
tituyendo un campo más amplio, con relatos escindidos y
contrapuestos que a la vez se entrelazan con diferentes agen-
tes con grados de enunciación que discuten los discursos. A
pesar de esta diversidad de voces y discusiones, el carácter
científico y la apelación a la investigación arqueológica o his-
tórica continúa siendo un valor irrevocable.
Conjuntamente, las investigaciones arqueológicas am-
plían el horizonte de posibilidades de la construcción de
conocimiento mediante procesos de selección de material.
Esto sucede porque la arqueología utiliza una noción inclu-
siva de lo que se entiende como “arqueológico”. Estos crite-
rios de definición se organizan de acuerdo con patrones y
unidades de observación asociadas al ordenamiento estrati-
gráfico de los materiales. En cambio, para otros agentes, los
criterios pueden relacionarse con el tipo de material, tama-
ño y fragmentación de un objeto y características objetiva-
das en el paisaje, entre otros. De esta manera, se introducen
nuevos criterios que permiten ampliar el espectro de los ob-
jetos reconocidos como “arqueológicos”. Así, en Chascomús,
se incluyeron dentro de los materiales ya reconocidos (frag-
mentos de alfarerías, piedras pulidas, bolas de boleadoras,
puntas de flecha, huesos decorados), otros tipos de mate-
riales tales como masa de arcilla, restos óseos que no son
instrumentos, y lascas. De la misma manera, en el Capítulo 2
se analizó el modo en que los trabajos de Héctor Greslebin y
Mario López Osornio sirvieron para difundir representacio-
nes de materiales que permitieron generar un estatus cien-
tífico para las representaciones sobre paraderos con vasijas de
indios bravíos, reconceptualizados en términos de cazadores,
recolectores y pescadores. En Vuelta de Obligado, este proceso
tendió a generar un estatus reconocible para nuevos objetos

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vinculados al campo de batalla, tales como gres o vidrios, y
no exclusivamente armas.
Volviendo al caso de Chascomús, puede decirse que la ma-
terialidad prehispánica fue recuperada por el Museo Pam-
peano como objeto científico de investigación y exposición.
Al respecto, es posible afirmar que el carácter “científico”
invistió de valor expositivo a la materialidad prehispánica,
constituyéndola en un referente de prestigio.
Este también fue el caso de los ceramistas locales que co-
menzaron a participar de una propuesta de investigación in-
terdisciplinaria que involucró un profundo conocimiento de
la técnica y la investigación, que estuvo mediado por relacio-
nes personales y de amistad entre los distintos agentes involu-
crados. En ambos casos —museo y ceramistas—, los procesos
de apropiación y resignificación se dieron en el marco de re-
laciones con los arqueólogos. No obstante, puede establecerse
una importante diferenciación en tanto que en el museo los
conocimientos se organizan, clasifican y exponen, mientras
que los ceramistas manifiestan otra dimensión de los mismos,
vinculada con el hacer. Tal como se mencionó en el Capítulo
2, en ocasiones el conocimiento arqueológico se convirtió en
herramienta-insumo para la realización de proyectos perso-
nales, principalmente artísticos, literarios y docentes.
En este sentido, las propuestas elaboradas por los miem-
bros del colectivo MAYA reorganizaron las narrativas del
pasado local encauzándolas en la afirmación de la existen-
cia de cuatro abuelos para Chascomús. Estas formulaciones
buscaron discutir representaciones del pasado local que
comportaban determinadas prácticas y criterios para definir
la cultura lugareña. A su vez, en este proceso se observa un
uso político del pasado objetivado en cuatro herencias, con
vistas a elaborar nuevos criterios y prácticas sobre los cua-
les emprender la acción colectiva. El uso político del pasado
también se manifestó en los recientes movimientos vecinales
en Vuelta de Obligado, que recuperaron la memoria de la

Capítulo 7. La arqueología entre nosotros 369

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batalla para encauzar la movilización por la defensa de la tie-
rra. Estos ejemplos, al igual que las propuestas presentadas
por diversos agentes en el marco de las Jornadas de Historia
Local de Chascomús, ponen en primer plano las relaciones
de poder que median los procesos de resignificación y apro-
piación del pasado en un determinado presente. En muchas
ocasiones, la posibilidad de discutir los relatos oficiales se
reduce a intervenciones tácticas (De Certeau, 2002). Así, las
resignificaciones elaboradas por los pobladores de Vuelta
de Obligado, en el marco de su lucha política, recuperaron
los sentidos oficiales para sus propios fines, reorientando los
términos de lo que implicaría una segunda batalla: mientras
que en el pasado una colonia se enfrenta a un imperio, en el
presente un grupo de vecinos se enfrenta a una Fundación
con redes corporativas.
Otro aspecto a destacar en este libro refiere a la manera
en que los conocimientos generados mediante las investiga-
ciones arqueológicas se articulan con otros conocimientos
sobre el pasado que circulan en el ámbito local. Los mismos
se ordenan en diferentes jerarquías y racionalidades que
aluden a la formación de conocimientos de las disciplinas
científicas (principalmente arqueología e historia), las cons-
trucciones del sentido común, y de la práctica cotidiana (Jo-
delet, 1986). De este modo, se organizan en enunciaciones
con diferentes grados de formalidad y posibilidades de so-
cialización. En el caso de Chascomús se pudo observar que
el pasado prehispánico es representado principalmente me-
diante libros, revistas, exposiciones del museo, y materiales
presentes en la cotidianeidad de los agentes que frecuentan
ámbitos rurales y tradiciones orales. Además, el pasado pre-
hispánico es aludido indirectamente mediante el ordena-
miento del paisaje para la actividad turística. En contraste,
en Vuelta de Obligado tienen un lugar predominante las
marcas en el paisaje, el reciente Museo de Sitio, los monu-
mentos, las fiestas conmemorativas, las propuestas turísticas,

370 Virginia M. Salerno

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las tradiciones orales junto con imágenes, y la circulación de
objetos en el ámbito privado.
La apropiación y resignificación no refiere solo al conoci-
miento resultante sino al proceso dinámico en donde ocurre.
Por estos motivos, la objetivación del conocimiento sobre el
pasado, mediante estos diversos soportes y dispositivos de co-
municación, es parte de la construcción de nuevos sentidos
en torno al mismo. En Chascomús, el pasado se representa
como objeto estático, vinculado con lo científico y escindi-
do del relato de la historia local. Por su parte, en Vuelta de
Obligado se trata de un pasado vivido, experimentado en
lo cotidiano y asociado con la historia nacional. Un pasado
olvidado y un pasado defendido a partir de sus implicancias
en el presente. En Chascomús, las exposiciones y propuestas
de actividades del museo, ordenadas mediante la contrapo-
sición del discurso experto y no experto, fueron el lugar de
anclaje de la materialidad arqueológica. De esta manera, no
solo se construyeron legitimidades sobre los saberes, sino
que se reglamentaron formas de acercamiento a los mate-
riales y discursos específicos en torno a ellos, que habilitan
y a la vez condicionan. Como resultado, la materialidad se
convirtió en un objeto disputado por los profesionales del
museo, los investigadores y los coleccionistas.
En relación con estos aspectos, es importante recordar
que la presencia tangible de los objetos arqueológicos con-
lleva otras formas de acceso sobre el pasado que represen-
tan. La importancia de la materialidad reside en su capaci-
dad evocativa. Un aspecto que se observa en el espacio del
museo de Chascomús, donde los visitantes interactúan con
las muestras, construyendo sentidos que exceden a la orga-
nización de los objetos en la narrativa expositiva. Se trata
de un momento en el que se articulan valores, significados
y sentidos. Mediante los objetos, marcas en el paisaje y otros
recursos de conocimiento se organizan representaciones del
pasado con sentidos metafóricos. En los casos presentados

Capítulo 7. La arqueología entre nosotros 371

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aquí, se observó que los materiales circulan dentro de con-
textos privados y en asociación con otro tipo de materiales,
espacios y prácticas. Estos acercamientos pueden pensarse
como una forma de apropiación y resignificación, en tanto
la presencia de la materialidad en la vida cotidiana impli-
ca diversas formas de utilizar y conocer los materiales. Estas
formas involucran una puesta en escena, un hacer público
los objetos recolectados y organizados, que no solo respon-
de a los intereses de quién los recolecta. Entendida como
un proceso de apropiación, esta actividad da cuenta de la
existencia de una nueva realidad (aquella conformada en
la colección), y el establecimiento de criterios de selección y
orden de los materiales (Pérez Villalobos, 2006).
En la localidad de Chascomús, estos aspectos se visibilizan
en la socialización de los conocimientos y materiales que lle-
van a cabo los coleccionistas: su figura es importante como
autoridad y como fuente de conocimiento sobre el pasado
prehispánico. En ocasiones, el coleccionista también actúa
como colaborador con la escuela rural, ofreciendo la expo-
sición de parte de su colección o brindando explicaciones
sobre la misma. En el caso de Vuelta de Obligado, esto se
relaciona con la presencia de los objetos de la batalla en es-
pacios visibles del ámbito doméstico, presentados a las visi-
tas. Además, la materialidad de la batalla está conformada
por objetos de valor utilizados en intercambios amistosos.
De este modo, en el ámbito de la vida cotidiana y privada, los
pobladores de Obligado reservan su protagonismo en torno
a un evento que es interpelado por diversos agentes y pode-
res políticos que los exceden.
Finalmente, una reflexión que se desprende de lo plantea-
do en los párrafos anteriores es la importancia de la existencia
de la voluntad, de un interés por acercarse al conocimiento y
la materialidad en cuestión. En muchos casos, la curiosidad
por el pasado no tiene como objetivo profundizar el conoci-
miento sobre el mismo, sino pensar en el presente, legitimar

372 Virginia M. Salerno

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y/o enfatizar ciertas perspectivas o procesos. El vínculo que
se establece con el conocimiento no se refiere a la mera acu-
mulación sino a su puesta en acción: una forma de relacionar-
se con la realidad y poder transformarla. Entendidos de esta
manera, los procesos de apropiación y resignificación de co-
nocimiento implican necesariamente un recorrido de experi-
mentación. Una experiencia compartida que a veces involucra
romper vasijas: ya sea para resignificar la cultura lugareña, pro-
mover la movilización para la defensa de la tierra, o generar
nuevos insumos para la actividad turística.

Materialidad y representación del pasado

A lo largo de este libro se dio cuenta del modo en que los


relatos construidos sobre el pasado local funcionan como
instrumentos para conocer y definir a diversos agentes
dentro de una determinada trayectoria histórica. En estos
procesos se elaboran versiones de alteridad. Las distintas
narrativas que se presentaron aquí dan cuenta del carácter
histórico y activo de estos procesos, en tanto se reformulan
constantemente de acuerdo con diferentes necesidades que
entrelazan el contexto social, político e histórico con las his-
torias de vida de quienes los enuncian. Al respecto, es ilus-
trativa la recuperación del pasado que se organiza a partir
de la actividad turística en Chascomús. Allí se destacaron
el lugar del museo y la utilización de criterios de valor y
selección erigidos desde una perspectiva hegemónica, en la
que se afirma la supremacía del estilo de vida urbano y oc-
cidental por sobre otros. Además, en la última década, con
el propósito de ampliar la propuesta turística, los agentes
vinculados a esta actividad pusieron en juego otros valores
asociados al Museo Pampeano mediante los cuales se recu-
peraron dos valores vinculados a la materialidad arqueoló-
gica: lo exótico y lo científico.

Capítulo 7. La arqueología entre nosotros 373

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En otro orden de cosas, es relevante recuperar la expe-
riencia de las propuestas turísticas de la localidad de Chasco-
mús, para reflexionar sobre las dificultades que se presenta-
ron en estos proyectos por el carácter anónimo e impersonal
de la narrativa arqueológica. La materialidad es una crea-
ción subjetiva y a la vez colectiva, en tanto se inscribe dentro
de un contexto determinado que remite a una acumulación
de conocimientos, ideas, innovaciones, relaciones, sentidos y
prácticas que le otorgan sentido. Por esta razón, es posible
decir que el conocimiento arqueológico organiza un saber
anónimo y colectivo, un saber que se enraíza en el cuerpo, y
en esto radica su distinción dentro de las ciencias humanas
(Bermejo Barrera, 2002). Los objetos acumulados a lo lar-
go del tiempo se inscriben en el dinamismo que entrelaza
la relación individuo-sociedad, puesto que un objeto remite
tanto al individuo que lo creó, lo utilizó o lo decoró, como
al contexto social e histórico en el que tuvo sentido. Con el
tiempo, el mismo objeto se convierte en una acumulación, lo
que condiciona el grado de resolución en el que los arqueó-
logos interpretan la materialidad.
Si consideramos las investigaciones arqueológicas de Chas-
comús, puede decirse que la información generada refiere a
la forma de vida de grupos cazadores recolectores y pescado-
res que habitaron la zona en una escala temporal que se ex-
tiende desde 2.400 a 400 años antes del presente (González et
al., 2006; González y Frère, 2010a). Se trata de un período de
2.000 años en el que no es posible distinguir eventos con una
resolución temporal menor. Tanto es así, que la posibilidad
de construir una representación de las poblaciones prehispá-
nicas que den cuenta del dinamismo de la vida social y de los
procesos de cambio involucrados a partir del saber arqueoló-
gico, es limitada. El caso de las investigaciones de Vuelta de
Obligado, no solo es diferente porque abordan el estudio de
un acontecimiento acotado en tiempo y espacio, sino porque
cuentan con otro marco de referencialidad e inteligibilidad

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asociado al campo de la historia. A partir de este, es posible
reorganizar los conocimientos sobre el pasado aludiendo a
particularidades que comportan otras formas de acercamien-
to. Este es el caso de la proclama de Lucio Mansilla en 1845
que se reproduce en uno de los monolitos del Parque Históri-
co y Natural “Vuelta de Obligado”.
En la comparación entre las narrativas construidas a partir
de la materialidad y las construidas en base a otro tipo de
fuentes, queda claro que las distancias entre arqueología e
historia no solo tienen que ver con el tipo de registro y las
escalas temporales y espaciales que ambas disciplinas utili-
zan, sino también con las particularidades de cada campo,
las tradiciones académicas y, en el caso de América, el desa-
rrollo disciplinar en ámbitos institucionales independientes
(Trigger, 1992). En este punto, vale recordar lo planteado en
el Capítulo 1 sobre el modo en que se organizó el conocimien-
to sobre el pasado americano: mientras que el estudio de la
historia se cimentó en base a documentos escritos (Dussel,
1994), gran parte del conocimiento arqueológico se constru-
yó como el conocimiento sobre “otros” no reconocidos como
parte de “nuestra” historia. En este proceso es posible aplicar
la definición de objeto arqueológico naturalizado y objetivado a
partir del distanciamiento en tiempo y espacio (Augé, 1994).

Participación y apropiación de conocimientos arqueológicos

Tal como se enunció en la introducción, la aspiración de


este trabajo de investigación estuvo dirigido a comprender
cómo y en qué universos de sentidos la información arqueo-
lógica se integra en el presente, con vistas a lograr informa-
ción de base para proyectar líneas de acción que promuevan
el diálogo y uso local del conocimiento arqueológico. Llegan-
do al final del recorrido, es posible afirmar que cuando los
contenidos arqueológicos son objeto de reflexión social, se

Capítulo 7. La arqueología entre nosotros 375

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constituyen en la base para la construcción de nuevos sabe-
res sobre el pasado. En esta investigación se han observado
diferentes canales y direcciones mediante los cuales el cono-
cimiento participa de la vida social y se expande en procesos
transformativos de sí mismo y de los sujetos involucrados.
Los interrogantes generales que guiaron esta propuesta
giraban en torno a las maneras de participación posibles en-
tre quienes forman parte de una investigación arqueológica;
también, a los modos en que esta investigación se articula
en un lugar como Chascomús, donde el saber arqueológico
es el saber sobre un “otro no presente”. En estas inquietu-
des, la participación es entendida como un proceso comu-
nicativo y relacional que podría permitir a distintos agentes
apropiarse de los conocimientos y materialidades puestas en
valor mediante un proyecto de investigación arqueológica.
En este caso, por “agentes”, se alude a todos aquellos que for-
man parte de una investigación arqueológica: investigadores
y diversos integrantes de la comunidad. Entendida de esta
manera, los interrogantes sobre la participación se formulan
desde una determinada posición —la del investigador—, y
remiten a un cuestionamiento más general: ¿desde dónde y
cómo se define lo que se investiga, para qué, y con quiénes?
La participación existe desde el momento en que ocurren
las interacciones descriptas en este libro. De hecho, la par-
ticipación de distintos agentes sociales con la materialidad y
conocimientos arqueológicos existe con anterioridad a las in-
vestigaciones arqueológicas. Por estos motivos, se reformuló
la pregunta inicial en pos de reflexionar sobre las relaciones
entre arqueólogos y diferentes agentes que posibilitan y/o
dificultan diversas formas de participación. Estas relaciones,
situadas en un contexto social e histórico determinado, son
complejas e involucran diversos procesos y conocimientos pre-
vios con respecto a lo que se define como objeto de conoci-
miento. Los mismos median las relaciones que se establecen
entre arqueólogos, agentes locales, conocimientos y objetos.

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Es en estas relaciones que se construyen nuevos saberes que
pueden o no ser significativos en el ámbito local. En estos pro-
cesos de construcción de conocimientos, las producciones de
un equipo de arqueología se entrelazan con los trabajos pre-
vios realizados en un lugar, no solo en función de aspectos
teóricos y conceptuales, usualmente considerados en las “re-
visiones de antecedentes”, sino también con prácticas y repre-
sentaciones en torno a la materialidad estudiada.
Los agentes sociales construyen representaciones en su
vida cotidiana y actúan en base a ellas. Reconocer estas re-
presentaciones es un camino para habilitar otras posibili-
dades de interpretación en relación con la materialidad ar-
queológica. En este sentido, es interesante considerar que
las vías en que los agentes se vinculan con la materialidad
incluyen diversos marcos de referencia que no solo refieren
a procesos de identificación (Brubaker y Cooper, 2001). Al
respecto, resulta relevante retomar la reflexión de Parker
Pearson y Ramilisonina acerca de la ambigüedad de la cate-
goría indígena, que usualmente es utilizada para designar a
los principales agentes beneficiarios dentro de los objetivos
de una arqueología participativa:

It is from the perspective of self-definition that ‘indigenous’


has meaning: it serves to distingues insiders from outsiders.
As used by archaeologists, the term always possesses a politi-
cal dimension, in that ‘indigenous’ exists only in relation to
‘colonized’. People who are indigenous can only be defined
as such through their relationship to outsiders or to colo-
nists who have obtained rights over their current and former
lands. (2004: 226)

Lo interesante de esta propuesta es que nos lleva a con-


siderar que la categoría indígena puede tornarse una reduc-
ción que invisibiliza la dimensión política de su uso. Varios
autores han destacado la importancia del reconocimiento de

Capítulo 7. La arqueología entre nosotros 377

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los distintos agentes de las comunidades como sujetos políti-
cos, si se busca que el trabajo participativo no se convierta en
la reproducción de relaciones paternalistas (Angelo, 2005;
Ayala Rocabado, 2005; Crespo, 2005; Spinelli y Menéndez,
2006; Jofré, 2010; Bellelli et al., 2010). Asimismo, el uso de
la categoría indígena para designar a los principales sujetos
interesados en —y/o beneficiarios de— la investigación ar-
queológica, empobrece la diversidad de vínculos que los
agentes de una comunidad pueden establecer con la mate-
rialidad arqueológica, así como la posibilidad de reconocer
los diversos sujetos e instituciones vinculados con la misma.
Es relevante recordar que como parte de los legados de la
experiencia colonial, los relatos históricos se erigieron a par-
tir del rechazo de la diferencia, invisibilizando la desigual-
dad. Diferencias que, en la recuperación del pasado, se con-
cretan en la dualidad señalada entre arqueología e historia.
Para evitar estas perspectivas es necesario considerar que, a
lo largo del tiempo, los procesos de exclusión física y/o sim-
bólica de grupos nativos ocurrieron junto con movimientos
migratorios y la elaboración de nuevas subjetividades en el
marco de nuevos contextos sociales. Por estos motivos, en la
actualidad coexisten y se desarrollan subjetividades a partir
del entrelazamiento de prácticas fragmentadas y contradic-
torias que combinan estas diversas trayectorias históricas,
conformando lo que Mignolo (2003) denominó la “doble
conciencia criolla”, o lo que Couto (2003) observó en Mo-
zambique como “ciudadanías diferentes”.
Esto también se observa en la construcción de criterios de
valor a partir de los cuales se retoma el pasado. Puede men-
cionarse, como ejemplos, lo que se observó en Chascomús con
respecto al legado de los “cuatro abuelos” y con la resignifi-
cación de las técnicas de manufactura alfarera por parte de
ceramistas en el presente. Estas formas de apropiación convi-
ven junto con las representaciones que afirman la primacía de
lo urbano y ciertas maneras de concebir el proceso histórico,

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que son parte de los macrorelatos hegemónicos que contribu-
yen a desconocer otras formas posibles de vida. Los procesos
de apropiación del conocimiento sobre el pasado arqueoló-
gico están ligados a situaciones concretas. El modo en que
esta ligazón se construye puede variar dentro de un abanico
de posibilidades que van desde relatos fetichistas, ahistóricos,
que legitiman situaciones de dominación, a la producción de
relatos críticos, historizados, que fundan una práctica para la
transformación social. Dentro de este esquema, resulta com-
prensible que la organización de la materialidad arqueológica
en el presente se inscriba en el marco de distintos procesos de
identificación y categorización de sujetos, tradicionalmente
homogeneizados en la categoría identidad.
A la luz de estas consideraciones, se propone que es nece-
sario reorientar los objetivos de las propuestas de investiga-
ción en función de incorporar una dimensión reflexiva que
permita explicitar el para qué y con quiénes se investiga; pre-
guntar por qué los agentes de un determinado lugar debe-
rían aceptar que existan arqueólogos trabajando en el mis-
mo e indagar en qué medida los proyectos de investigación
contemplan, dentro de su formulación, intereses y necesida-
des de los ámbitos locales donde se desarrollan. Esto implica
pensar la arqueología como actividad social y no solo como
un proceso de elaboración de conocimiento.

Capítulo 7. La arqueología entre nosotros 379

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Epílogo

En este estudio, la estrategia de investigación se diseñó


con el propósito de articular niveles de análisis que permi-
tieran interrelacionar la perspectiva de los agentes sociales
en el contexto mayor del que forman parte. Se utilizaron
herramientas y saberes organizados en el marco de distintas
disciplinas, asumiendo el riesgo de “andar por el lugar sin
nombre fuera de los tradicionales límites disciplinares” (Ca-
rretero, 2007: 28). Así, para poner en perspectiva la discu-
sión sobre las relaciones entre arqueología y comunidad, se
recurrió a trabajos desarrollados en el marco de la historia
de la ciencia y la sociología del conocimiento. Los mismos
abordan distintos aspectos sobre la organización social de
la ciencia y los procesos de diferenciación entre especialistas
y otros sujetos sociales. Además, para estudiar los procesos
referidos a la producción y circulación del conocimiento, el
lugar de los saberes locales y la participación de distintos
agentes sociales en los procesos de construcción de conoci-
miento, se utilizaron conceptos que provienen de la antropo-
logía y la comunicación de la ciencia.

381

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En el diálogo abierto entre los discursos, perspectivas de
distintos campos disciplinarios y el conocimiento producido
a partir de las observaciones y entrevistas, los ejes que guia-
ron la investigación se ampliaron dando espacio a nuevas
preguntas y caminos posibles. En cuanto a la historia disci-
plinar, un tema que se desprende de este trabajo refiere a los
modos en que la introducción de la ley nacional de patrimo-
nio arqueológico afecta, condiciona y modifica los términos
de las interacciones en los ámbitos locales. Esta normativa
contribuyó a redefinir los límites y ámbitos de incumbencias
de los arqueólogos como trabajadores del ámbito estatal y
profesionales idóneos para actuar sobre los recursos arqueo-
lógicos en representación del público, en un movimiento
que, a la vez, reduce la participación de otros agentes socia-
les. Asimismo, su existencia otorgó nuevas herramientas a
las administraciones locales para intervenir activamente en
la decisión sobre el lugar donde permanecerán los objetos
recuperados en las investigaciones.
Otro camino futuro refiere al modo en que se articulan
las representaciones sobre el pasado local. En estas, el co-
nocimiento producido sobre la materialidad prehispánica es
apropiado y resignificado en diversos espacios formales e in-
formales (museos municipales, medios masivos de comuni-
cación, ámbitos turísticos, movimientos culturales, bibliote-
cas populares) produciendo representaciones de la historia
local que invisibilizan las trayectorias de las poblaciones pre-
hispánicas. Se asume una ruptura en el proceso poblacional,
consecuencia del cual la población local estaría compuesta
por descendientes europeos y nuevos procesos migratorios
que tuvieron lugar a fines del siglo XX. Sin embargo, en
el transcurso de este trabajo se corroboró que en algunos
casos la representación de estas poblaciones se reconoce
como parte de la historia propia en el marco de anécdotas
familiares. Sería interesante desarrollar una línea de estu-
dio que permitiera efectuar reformulaciones conceptuales y

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empíricas acerca de la historicidad de las poblaciones prehis-
pánicas y sus formas de representación en la localidad. En
relación con esto, otra línea de investigación que se despren-
dería sería la referida a los modos en que la exposición de
los museos locales se articula con los tiempos e interacciones
de las visitas. En este tema, es necesario desarrollar estudios
sistemáticos durante un período prolongado, analizando las
visitas con y sin guía. Por último, lo analizado también abre
nuevos interrogantes para investigaciones futuras respecto
de los modos en que el coleccionismo se organiza en la ac-
tualidad. Para generar un marco comprensivo respecto de
estas formas de acercamiento a la materialidad, resulta fun-
damental conocer las historias de vida de los coleccionistas,
así como las trayectorias en las que el valor de los materiales
se inscribe.
Como resultado de este trabajo de tesis es posible decir
que, con el paso del tiempo, la investigación del pasado pre-
hispánico en la localidad de Chascomús no solo se repre-
sentó como un asunto de interés para personas particulares,
sino también, como una tarea y asunto de interés público,
estatal e institucional. La materialidad prehispánica se orga-
nizó en nuevas redes de significación vinculadas con la inves-
tigación científica y, en este contexto, fue objetivada como
valor patrimonial. Junto con estos nuevos sentidos, se legiti-
mó el lugar de ciertos agentes, así como las acciones en rela-
ción con los objetos en términos de responsabilidades éticas
de los profesionales. Como resultado, puede decirse que,
en la actualidad, la existencia de los conocimientos arqueo-
lógicos en la localidad se asienta en objetos (materialidad,
libros, revistas, folletos turísticos), lugares (museo, bibliote-
cas, marcadores del paisaje), personas (investigadores, colec-
cionistas, ceramistas, empleados municipales) y actividades
(propuestas culturales, visitas al museo, proyectos privados,
trabajos de campo arqueológicos, talleres y propuestas edu-
cativas en el museo).

Epílogo 383

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Por su parte, en Vuelta de Obligado las resignificaciones
en torno a las producciones arqueológicas se entrelazan con
las narrativas históricas y los procesos de activación política
y patrimonial en torno al acontecimiento investigado. Sin
embargo, desde el punto de vista de los pobladores, lo ar-
queológico fue resignificado en términos de expectativas y
posibilidades de elaborar nuevos referentes materiales con-
memorativos. En este caso, las investigaciones arqueológicas
permiten visibilizar dimensiones del acontecimiento béli-
co que no están presentes en las narrativas del campo de
la historia. Al igual que en Chascomús, en este espacio la
confluencia de valoraciones científicas en torno a la materia-
lidad arqueológica, durante las últimas décadas contribuyó
a su resignificación como bienes de promoción turística.
De ambos casos estudiados se destaca la importancia de
considerar los procesos de apropiación y resignificación del
conocimiento, teniendo en cuenta las relaciones de poder
y jerarquías en el marco de contextos y necesidades espe-
cíficas en las que se articulan y reorganizan los relatos he-
gemónicos. Estos se difunden en los medios masivos de
comunicación y gran parte de los espacios de educación, y
pueden pensarse como potentes dispositivos de producción
de sentidos. Sin embargo, en los ámbitos locales los mismos
se rearticulan cobrando diversos sentidos.
En síntesis, a partir de este estudio puede afirmarse que el
conocimiento arqueológico se produce y legitima principal-
mente en espacios de poder institucionalizados: por un lado,
el discurso generado mediante las investigaciones arqueoló-
gicas sustentado en el aparato institucional de los investiga-
dores y en la autoridad del saber científico sobre otros tipos
de saberes; por el otro, el discurso sobre la historia lejana
forjado en el proceso de formación de la nación argentina,
aprehendido y reproducido en las instituciones escolares, en
las exposiciones del museo local y en los proyectos turísticos
municipales. Existen, además, otras formas de producción

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de conocimiento sobre el pasado arqueológico que tienen
menor visibilidad, y que se relacionan con las resignificacio-
nes de la vida cotidiana. Por estos motivos, es posible afirmar
que el desarrollo de una investigación arqueológica enten-
dida como actividad social, implica no solo un proceso de
generación de conocimientos sino también un proceso de
construcción de relaciones institucionales y personales.

Epílogo 385

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Apéndice

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I. Fuentes consultadas
Colección documental y archivo administrativo del Museo Municipal
Pampeano de Chascomús

Carpeta con expedientes de donaciones


Expediente donación colección Cebey, 2006.
Expediente donación colección Echayde, 1941.
Expediente donación colección Girado, 1949-1953.

Carpeta con correspondencia del personal del museo


Carta de Francisco Romay dirigida al Director de Museos Históricos
de la Provincia, Dr. Juan Beltrán, donde se explican las condicio-
nes del Museo y los motivos de la solicitud de las ampliaciones
edilicias, 14 de marzo 1950.
Carta de renuncia de M. Aldalur, 18 de enero de 1947.

Folletos e información turística producida por el museo


Catálogo Parque “Libres del sur y Museo Pampeano”, Chascomús.
Guía del Museo Pampeano y Parque “Los Libres del Sur”. Chascomús,
1977.
Guía Museo Pampeano. Nuestro patrimonio cultural. Chascomús, 1994.
Guía Museo Pampeano. Recuerdo. Municipalidad de Chascomús, 1997.

Manuscritos y documentación administrativa


Aldalur, M. 1939. Anteproyecto sobre organización del Museo Pam-
peano. Archivo Museo Pampeano, Chascomús.
Aldalur, M. Manuscrito donde se presenta el plan educacional del
museo y las razones de su fundación. Archivo Museo Pampeano,
Chascomús.
Discurso del Ministro de Obras Públicas de la provincia de Buenos
Aires, Ing. José M. Bustillo, en la inauguración del parque en Do-
lores, 29 de octubre 1939.
Fotografías vitrinas de la sala indígena.
Nómina Comisión Libres del Sur.
Registro de estadísticas de visitas y actividades.
Registros del Libro con firmas de visitantes, 1984-2009.

389

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Memorias de actividades y visitas del museo
Aldalur, M. 1961. Reseña Histórica del Museo Pampeano a 25 años de
su fundación.
Aldalur, M. Centenario de la Revolución del Sur 1839, Chascomús,
1939. Álbum con reseñas históricas y recortes periodísticos sobre
la creación del museo.
Memoria Institucional. Museo Municipal Pampeano. 1940-1941. Di-
rectora: M. Aldalur.
Memoria Institucional. Museo Municipal Pampeano. 1984-1987. Di-
rectora: H. Brandi.
Memoria Institucional. Museo Municipal Pampeano. 1988-1991. Di-
rectora: G. Grisendi.
Memoria Institucional. Museo Municipal Pampeano. 1992-1995. Di-
rectora: M. Sanucci.

Carpeta con documentación para la renovación de la sala con materiales


arqueológicos (1995)
Grisendi. G. 1993-1994. “Las colecciones existentes en los museos: un
punto de partida para una acción sin fronteras”, manuscrito inédi-
to. Archivo Museo Pampeano Chascomús.
Manuscrito con propuesta de caja didáctica.
Manuscritos de diseño de guiones, organización espacial.

Archivo del Instituto Historiográfico “Teofilo V. Bordeu”, Chascomús

Hemeroteca
Diario El Argentino.
Diario El Cronista.
Diario El Fuerte.
Diario El Imparcial.
Revisión de publicaciones sobre arqueología e historia local en forma-
to en papel de diarios locales, 1985-2004.

Sección Cartografía y Biblioteca


Actas de las I Jornadas Arqueológicas Municipales. 15 y 16 de septiem-
bre de 1989.
Actas de las II Jornadas Arqueológicas Municipales. 15 y 16 de junio
de 1991.

390 Virginia M. Salerno

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Actas de las III Jornadas Arqueológicas Municipales. 7 de no-
viembre de 1992.
Actas de las III Jornadas de Historia de Chascomús y I Jornadas de
Historia de la microregión del río Salado. Chascomús, 2004.
Actas de las IV Jornadas Arqueológicas Municipales, “Tras las huellas
de nuestra humanidad”. 23 de noviembre de 1993.
Actas de las V Jornadas Arqueológicas Municipales, “Señales que des-
piertan... de los cerros a las mesetas”. 23 de noviembre de 1994.
Actas de las VI Jornadas Arqueológicas Municipales, “Arqueología de
la provincia de Buenos Aires: Uso del territorio y vida cotidiana”.
12 y 13 de mayo de 2000.
Actas del II Encuentro Bonaerense de Memoria de historia oral. Chas-
comús, 2008.
Memoria Institucional. Museo Municipal Pampeano. 1996-1999. Direc-
tora: A. Lahourcade.
Memoria Institucional. Museo Municipal Pampeano. 2000-2010. Direc-
tora: A. Bilbao.

Carpetas temáticas
Bibliotecas.
Escuelas.
Historia local.
Monumentos y Plazas.
Periodismo.
Turismo.
Colección de documentos audiovisuales
Gandia, E. Conferencia para docentes en el Museo Pampeano, 5 de
julio de 1984.
Lahourcade, A. “Los verdaderos Picapiedras en el Museo Pampeano”,
taller, 1994.
Talleres de la Memoria. Periodismo en Chascomús, 2000.
Video conmemorativo, 70 años del Museo Pampeano, 2009.

Material de promoción turística elaborado por la Municipalidad


de Chascomús

Temporada 1972-1973
Gestión municipal 1990-2009

Apéndice 391

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Documentación privada

Facilitada por agentes de la comunidad de Chascomús, referente al MAYA


Folletos.
Manuscritos.
Programas de eventos.

Facilitada por agentes del paraje de Vuelta de Obligado, referente a la batalla


del 20 de noviembre
Fotografías.
Poesías.
Recortes periodísticos.

Facilitada por agentes del paraje de Vuelta de Obligado, referente a reclamos


por propiedad de la tierra
Cartas de reclamo.
Convocatorias para la organización dentro de la comunidad.
Fotografías.
Recortes periodísticos.

Archivos audiovisuales

Archivo Canal 5, Municipalidad de Chascomús


Documental sobre el MAYA.

Trabajos inéditos, documentación administrativa y otros, del equipo


de arqueología González-Frère (FFyL, UBA)

Trabajos e informes inéditos (Dra. María Isabel González de Bonaveri)


Arqueología: ¿qué encontramos en el museo pampeano? Informe
elaborado para el Museo Pampeano. Archivo Museo Pampeano.
Chascomús, 1985.
Informe preliminar sobre el análisis del material cerámico del Mu-
seo Pampeano (Chascomús). Datos aportados por la etnohistoria
para el área, 1985.
Informe preliminar sobre el análisis del material cerámico del museo
Pampeano. Chascomús, 1988.

392 Virginia M. Salerno

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Presentación del proyecto. Área del Querandí: laguna de Chasco-
mús como ámbito favorable para el poblamiento indígena.
Agosto de 1984.
Tercer informe de beca interna de iniciación, “Área Querandí. La la-
guna de Chascomús como ámbito favorable para el poblamiento
indígena”. Resolución 1817/85. Secretaría de Ciencia y Técnica,
Instituto de Ciencias Antropológicas, Facultad de Filosofía y Le-
tras (UBA), 1987.

Proyectos de investigación de la Universidad de Buenos Aires, Ciencia y Técnica


(UBACyT), en los que se enmarcaron las investigaciones de la Dra. María Isabel
González de Bonaveri para investigar en el área de Chascomús
Beca interna para graduados. Iniciación. Resolución nº 1817/85.
1986-1988. Proyecto “Área Querandí: laguna de Chascomús
como ámbito favorable para el poblamiento indígena”. Dirigido
por la Dra. Ana María Lorandi, co-dirigido por la Lic. Ana M.
Aguerre. Sección Prehistoria, Instituto de Ciencias Antropoló-
gicas, UBA.
Beca interna para graduados. Perfeccionamiento. 1988-1991. Proyec-
to: “Aprovechamiento de ambientes lagunares en momentos pre
y post-hispánicos (Partido de Chascomús; Bs. As)”. Dirigido por
la Lic. Ana M. Aguerre. Sección Prehistoria, Instituto de Ciencias
Antropológicas, UBA.
UBACyT 20020100100134, Exp-UBA 18829/2010. 2011-2014.
UBACyT F026, 2008-2010. Resolución (CS) 4477/08.
UBACyT F104, 2004-2007. Resolución (CS) 2706/04.
UBACyT F610, 2001-2003.
UBACYT FI019, Resolución (CS) Nº1335, 20 de mayo de 1987.
UBACYT FI053 (continuación del FI019), Programa 1990-1992.
UBACYT FI087, 2001-2003.
UBACYT FI119, Res. (CS) nº 1411/94.
UBACYT TL10, 1998-2000.

Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica. Proyectos de Investi-


gación Científica y Técnica (PICT), dirigidos por la Dra. María Isabel González de
Bonaveri y co-dirigidos por las Lic. Cristina Bayon y Nora Flegenheimer.
PICT 2003-15015.
PICT 2006-00717.
PICT 2010-1517.

Apéndice 393

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Otra documentación
Fotografías tomadas durante trabajos de campo.
Libretas de campo (1986-2009).
Registros audiovisuales de eventos.

Documentación administrativa relevada en bibliotecas populares y


municipales de Chascomús

Documentación de registro de materiales disponibles.


Documentación referida a asistencia.

Información obtenida de páginas de Internet

Páginas de información turística


http://chascomusliterario.blogspot.com/
http://www.acechascomus.com.ar
http://www.chascomus.com.ar/
http://www.chascomusturismo.com.ar/
http://www.hojasderuta.com.ar/
http://www.infoguiasanpedro.com/informacion/darse-una-vuelta-
por-obligado.html
www.aquichascomus.com.ar
www.chascomus.net

Medios masivos locales


http://elargentinoweb.com.ar/
http://usuarios.advance.com.ar/elfuerte/index.htm
http://www.canal5chascomus.com.ar/
http://www.chascomus.gov.ar
http://www.diarioelimparcial.com/
http://www.elcronistadiario.com/
http://www.laopinionsemanario.com.ar
http://www.sanpedroinforma.com.ar

Otros
http://lmaiaciaqom.blogspot.com/
http://patricios-vuelta-obligado.blogspot.com/

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http://www.proarhep.com.ar/
http://www.sanpedro.gov.ar/

Material distribuido en actos conmemorativos del Día de la Soberanía,


20 de noviembre (2008, 2009 y 2010)

Información conmemorativa.
Material de promoción turística.
Revistas y folletos.

Apéndice 395

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II. Principales actividades del equipo de arqueología
en Chascomús, destinadas a la comunicación de resultados

Año Tipo de actividad Otras instituciones participantes


1987 “Investigaciones arqueológicas en el Dirección del Museo Pampeano de Chas-
partido de Chascomús”, conferencia, comús.
30 de abril.
1987 Visitas al sitio donde se explicaba el tra- Alumnos y padres de escuelas rurales
1989 bajo arqueológico. locales.
1989 I Jornadas Municipales de Arqueología. Dirección del Museo Pampeano de Chas-
comús.
1990 Salida de campo a localidad arqueoló- Participantes: M. I. González, M. Zárate,
gica La Guillerma en el marco del curso A. Blassi, N. Dangavs, B. Daugherty, C.
de geoarqueología dictado por el Dr. Scattolin, V. Aldazábal, M. Silveira, M.
Marcelo Zárate (Universidad Nacional Leipus, M. Pérez Meroni, entre otros.
de La Plata).
Jornada de Capacitación y Participa- Dirección del Museo Pampeano de
ción Arqueológica y Antropológica Chascomús.
en la provincia de Buenos Aires. Des- Dirección de Educación Primaria y Di-
tinada a docentes de nivel primario, rección de Museos de la provincia de
secundario y público en general (con Buenos Aires.
puntaje para los docentes). Octubre y
noviembre, 30 horas.
“La cerámica indígena en el área de Escuela de Formación Artística de Chas-
Chascomús”, ciclo de perfeccionamien- comús (EFA), Escuela de Cerámica.
to docente. 20 de septiembre.
1991 II Jornadas Arqueológicas Regio- Dirección del Museo Pampeano de
nales, 15 y 16 de junio, en el marco Chascomús.
de las Jornadas de Arqueología Re- Dirección de Museos de la provincia de
gional. Asistencia: 208 personas. Los Buenos Aires.
trabajos abarcaron temáticas más
allá de la arqueología de Chascomús.
Como resultado se generó una publi-
cación, disponible en la biblioteca
del museo.

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1992 III Jornada Municipal de Arqueología Dirección del Museo Pampeano de
“Arte y Arte y Artesanía”, 7 de noviem- Chascomús.
bre, en el marco del “V Centenario del
descubrimiento de América”. Convoca-
toria con temas referentes a la arqueo-
logía, arte y artesanía. Asistencia: 30
personas.
Inauguración del reciclado de la Sala de Dirección del Museo Pampeano de
Arqueología y Paleontología del Museo Chascomús.
Pampeano, y formación de caja didác-
tica con “restos fósiles, trozos de cerá-
mica, puntas de flecha, bolas de piedra
para escuelas primaria con apoyaturas
de clases” (Boletín periodístico del mu-
seo, noviembre).
1993 IV Jornadas Municipales de Arqueolo- Dirección del Museo Pampeano de
gía. “Tras las huellas de nuestra huma- Chascomús.
nidad”, en adhesión al 25 aniversario de
la Escuela de Cerámica. 23 de noviem-
bre. Asistencia: 120 personas.
1994 V Jornadas de Arqueología, “Señales Dirección del Museo Pampeano de
que despiertan... de los cerros a las me- Chascomús.
setas”, 23 de noviembre.
1995 Cursos de perfeccionamiento docentes. Dirección del Museo Pampeano.
Escuela de Formación Artística de
Chascomús (EFA, cerámica).
“Hace 1700 años en Chascomús...”, ex- Dirección del Museo Pampeano de
posición en el Archivo Histórico y Museo Chascomús.
del Banco de la Provincia de Buenos
Aires.
1996 “Sociedades prehispánicas del río Sala- Delegación municipal, Dirección de Cul-
do”, conferencia, 5 de julio. tura de Lezama.
1997 Inicio formal de Proyecto de inter- Escuela de Formación Artística de Chas-
cambio de la Escuela de Cerámica de comús (EFA, cerámica).
Chascomús con la cátedra Tecnología
y Ergología de la Facultad de Filosofía y
Letras (UBA).

Apéndice 397

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2000 VI Jornadas de Arqueología, “Arqueolo- Dirección del Museo Pampeano de
gía de la provincia de Buenos Aires: Uso Chascomús.
del territorio y vida cotidiana”.
Taller de Arqueología experimental en Dirección del Museo Pampeano de
el que se confeccionaron piezas de alfa- Chascomús.
rería replicando técnicas prehispánicas. Escuela de Formación Artística de
Chascomús (EFA, cerámica).
“Cómo actuar ante el hallazgo de restos Escuela nº 11 José Bilbao, paraje Villa
faunísticos y culturales”, conferencia. del Sur, Chascomús.
Jornadas de trabajo en el marco del Escuela de Formación Artística de
proyecto “Arte Ciencia y Tecnología”, Chascomús (EFA, cerámica).
con docentes y estudiantes de las insti- Cátedra Ergología y Tecnología (FFyL,
tuciones participantes. UBA).
2004 Presentación del libro “Arqueología de Dirección de Patrimonio Histórico,
alfareros, cazadores y pescadores pam- Municipalidad de Chascomús.
peanos”, de M. I. González. Sociedad Ar-
gentina de Antropología, Buenos Aires.
2005 Elaboración de réplicas. Entrega de la Grupo Arqueología en las Pampas.
caja didáctica al museo.
2007 Redacción de gacetillas periodísticas Dirección de Patrimonio Histórico,
mensuales publicadas en periódicos Municipalidad de Chascomús.
municipales entre julio y diciembre. Secretaria de Prensa, Municipalidad
de Chascomús.
2007 Elaboración de CD interactivo con recur- Grupo Arqueología en las Pampas.
sos para docentes: “Sobre los primeros
pobladores de la pampa bonaerense.
Apuntes de arqueología para llevar a la
escuela”, A. Pupio, R. Frontini, M. Frère y
N. Mazzia (comps), ISBN 978-987-1450-
40-4. Departamento de Humanidades
de la Universidad Nacional del Sur y
Facultad de Filosofía y Letras (UBA).
2008 Participación de miembro del equipo Biblioteca Popular Ambulante y Rural,
como docente-tallerista e investigado- con el asesoramiento general de la Di-
ra asociada en proyecto de extensión rección de Patrimonio Histórico, Muni-
bibliotecaria de educación patrimonial: cipalidad de Chascomús.
“Las historias del Chadi comú. Andan-
zas de viajeros con historias del patri-
monio chascomunense”, octubre.

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2010 Organización de taller de extensión Grupo Arqueología en las Pampas.
universitaria “El pasado indígena en la Dirección de Patrimonio Histórico, Mu-
escuela: prejuicios y categorías de aná- nicipalidad de Chascomús.
lisis”. Destinado a profesores de escue-
las primarias y secundarias vinculadas
al área de ciencias sociales (FFyL, UBA,
Res. 2974).
2011 Entrega de réplicas de alfarería para Escuela de Formación Artística de Chas-
exposición en futura sala del Museo comús (EFA, cerámica).
Pampeano.

Fuente: elaboración propia en base a informes y documentos vinculados


a los proyectos de investigación.

Apéndice 399

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III. Organigramas municipales

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Fuente: elaboración propia en base a documentos administrativos, notas
periodísticas y entrevistas. En todos los casos se omitió la información
referida a la administración de Manuel J. Cobo. Instituto Historiográfi-
co, Municipalidad de Chascomús.

Apéndice 401

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La autora

Virginia M. Salerno
Doctora de la Universidad de Buenos Aires en el área de Arqueología e investigadora del
CONICET. Trabaja en el Instituto de Arqueología de la Facultad de Filosofía y Letras de la
Universidad de Buenos Aires. Desde 1999 integra proyectos de investigación dirigidos
por la Dra. M. Isabel González, financiados por la UBA y ANPCyT. Investiga procesos de
circulación de materiales arqueológicos en el presente, y el modo en que se establecen
relaciones entre especialistas y otros agentes sociales. Sus estudios combinan la antropo-
logía y la arqueología en el relevamiento de documentación en archivos, la realización de
entrevistas, como así también tareas de prospección y excavación de sitios arqueológicos
en diferentes localidades de la provincia de Buenos Aires. Ha publicado capítulos de libros
y artículos en revistas especializadas nacionales y extranjeras. También ha desarrollado
una intensa actividad de gestión y comunicación académica e institucional. Desde el año
2009 se desempeña como docente en la carrera de Ciencias Antropológicas de la Facultad
de Filosofía y Letras (UBA).

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Índice

Agradecimientos 5
Prólogo 9
María Isabel González
Introducción 15
Capítulo 1. Arqueología en sociedad 27
Capítulo 2. De “elementos indígenas” a “materiales arqueológicos”.
El conocimiento sobre el pasado prehispánico en Chascomús 47
Capítulo 3. El pasado prehispánico en las narrativas de la historia local 111
Capítulo 4. Un lugar para los objetos: el Museo Municipal Pampeano 191
Capítulo 5. Chascomús Week-end. Pasado, turismo y desarrollo 245
Capítulo 6. Cuando la arqueología trata de “nosotros”:
el caso de Vuelta de Obligado 289
Capítulo 7. La arqueología entre nosotros 353
Epílogo 381
Apéndice 387
I. Fuentes consultadas 389

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II. Principales actividades del equipo de arqueología
en Chascomús, destinadas a la comunicación de resultados 396
III. Organigramas municipales 400
Bibliografía 403
La autora 425

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