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CONTEXTO SOCIAL

Tras la dictadura de Primo de Rivera (1923-1930) se llega a un acuerdo entre diversos


sectores para establecer una República, algo que se convertirá en una realidad en Eibar
(Gipuzkoa) el 14 de abril de 1931 de una forma pacífica. Durante este periodo de la II
República, Lorca escribió sus principales obras teatrales, como Bodas de sangre, Yerma, Doña
Rosita la soltera o la que nos ocupa.

Frente al ambiente elitista, culto e intelectual que Lorca vivió en la Residencia de


Estudiantes, la realidad española de la primera mitad de la década de los 30 (años 1931-
1936) estaba muy lejos de parecerse a ese núcleo cultural. En la II República España era un
país atrasado y pobre, con una esperanza de vida de 50 años y una población de
aproximadamente 25 millones de habitantes. Económicamente, la República tiene que
enfrentarse a una crisis económica mundial que había tenido su origen en el crack de la Bolsa
de Nueva York en 1929 y que Lorca refleja en su obra Poeta en Nueva York. Las huelgas se
suceden ininterrumpidamente durante los seis años que dura la República y el Gobierno
tiene que enfrentarse a una economía
predominantemente agraria, aunque con importantes focos industriales en el País Vasco,
Cataluña y Madrid.

A pesar de los diversos intentos de reforma social y económica, los distintos gobiernos
republicanos no llegaron a cumplir las expectativas de progreso, lo cual, unido al
descontento de militares no afines al Gobierno, hizo que estos últimos se levantaran contra
el Gobierno el 18 de julio de 1936, con el general Francisco Franco a la cabeza, dando
comienzo así a la Guerra Civil y otra vez a las “dos Españas” de las que ya nos había hablado
Machado.

CONTEXTO CULTURAL Y ARTÍSTICO

En una España en la que el 45% de la población era analfabeta, en la que no llegaba a 4000 el
número de libro impresos y a 38000 el de estudiantes universitarios, el referente cultural y
artístico tenemos que buscarlo sobre todo en la Residencia de Estudiantes de
Madrid, en la que coincidieron personajes tan importantes e influyentes como el
cineasta Luis Buñuel, el pintor Salvador Dalí, el científico Severo Ochoa, el poeta Rafael
Alberti, Valle-Inclán, o los filósofos y escritores Miguel de Unamuno y Ortega y Gasset.
Asimismo, por sus salones, tertulias, comedores o sala de conferencias pasaron algunos de
las personas más ilustres del panorama científico y cultural, como Einstein, Marie Curie, o
Santiago Ramón y Cajal.
Los intelectuales de la Residencia de Estudiantes tuvieron un protagonismo especialmente
relevante en este periodo, ya que muchos de los dirigentes políticos provenían de este
mundo cultural, como Manuel Azaña, y otros simplemente no dudaron en apoyar al nuevo
régimen.

Muchos intelectuales colaboraron con las acciones de extensión cultural, que llevaban
la cultura a los pueblos más apartados del país, tal y como hizo Lorca con su compañía
teatral La Barraca, con la que escenificó las obras teatrales más importantes del repertorio
teatral español. Junto a este tipo de proyecto, también es importante mencionar las
Misiones Pedagógicas, que tenían como objetivo difundir la cultura entre una población
mayoritariamente analfabeta mediante bibliotecas ambulantes, charlas, recitales de poesía,
proyecciones de películas, exposiciones con reproducciones de obras pictóricas…
En lo artístico, Lorca convive con artistas como Salvador Dalí, al que le llegó a unir una
estrecha amistad y un fuerte vínculo artístico gracias al Surrealismo que ambos adoptaron;
es contemporáneo de Pablo Ruiz Picasso, que alcanzará una de sus cimas pictóricas con el
cubismo, movimiento de vanguardia, y de Luis Buñuel, cuyas primeras películas se
integraron en la órbita surrealista; y fue gran amigo del músico Manuel de Falla.

CONTEXTO LITERARIO

Lorca es uno de los autores más destacados del siglo XX. Su figura se inscribe dentro de la
Generación del 27, grupo poético que toma su nombre de la celebración del tercer centenario
de la muerte de Góngora, autor que reivindicaron frente al olvido institucional y académico.
Los poetas de esta generación tuvieron una relación de estrecha amistad entre ellos, nacida
de la rica convivencia en la Residencia de Estudiantes madrileña, y de su activa
participación en los actos organizados por ella, sus investigaciones, la publicación de poemas
en las mismas revistas… Además, tuvieron un talante abierto, liberal y progresista, reflejado
en la amplitud de sus conocimientos, su labor investigadora y profesoral en universidades de
todo el mundo y en sus opciones políticas. Todos ellos (excepto Gerardo Diego) fueron
decididos defensores de la república, lo que les llevó al exilio y, en el caso de Lorca, a la
muerte.
La Generación del 27 no imitó la vocación iconoclasta de los movimientos de vanguardia. Lo
único que despreciaron fue la mala poesía. No hubo ruptura con el pasado, sino integración

de sus elementos más valiosos (Manrique,


Garcilaso, San Juan, Lope, Quevedo, poetas como
Bécquer, poetas inmediatamente anteriores como
Rubén Darío, Juan Ramón Jiménez) con el
atrevimiento y complejidad de los hallazgos
vanguardistas (Gómez de la Serna, el surrealismo).
Rasgos de su estilo son la fusión de elementos
opuestos como vanguardia y tradición, lo culto y lo
popular y lo intelectual y lo humano. Todo ello
acompañado de la perfección técnica, en una constante búsqueda del trabajo bien hecho.
En cuanto al teatro, los años veinte, cuando el autor emerge a la vida literaria, se definían
por el triunfo del drama burgués y de las comedias de humor castizo. El teatro innovador
de Valle-Inclán, con la creación del esperpento, tuvo poca aceptación en los escenarios. En
este ambiente teatral es en el que Lorca pretendía abrirse camino con obstinación digna
de admirarse.
Tras algún fracaso inicial (El maleficio de la mariposa), estrenó Mariana Pineda, drama
histórico modernista, que conoció una acogida discreta. Lorca escribía ya La zapatera
prodigiosa y Amor de don Perlimplín (prohibida por la dictadura debido a su presunta
inmoralidad, algo que afectó mucho al autor).
Muy alejado del teatro comercial escribió Lorca sus obras más audaces: El público y Así que
pasen cinco años. Estrena más adelante La zapatera prodigiosa y decide hacer un teatro
más cercano al público. El éxito se produce al fin con Bodas de Sangre (1933). A partir de
ahí el camino del poeta es firme y estrena sus obras más famosas: Yerma (1934), Doña
Rosita la soltera o El lenguaje de las flores (1935) y La casa de Bernarda Alba (1936).

CLAVES PARA INTERPRETAR LA OBRA DE LORCA

La mujer en el teatro de
Lorca
Las mujeres en las obras de Lorca son el compendio y resumen de todas las virtudes y
defectos del género humano, desde la matriarca absolutista y dominadora hasta la esposa
callada y obediente.

Supo hacer de la mujer un referente político (Mariana Pineda), un “padre” autoritario y


dominador (Bernarda Alba), una esposa fiel y callada (Yerma) o una amante irrenunciable (la
Novia de Bodas de Sangre).

La tragedia femenina de las obras teatrales de Lorca está originada por la represión sexual a
la que se ven sometida las mujeres.

En el caso de la obra que nos ocupa, Bernarda no es una simple matriarca, sino tiranía pura:
es autoritaria, dominante, represiva, no admite réplicas, sojuzga y somete a sus hijas a una
cárcel en vida, vírgenes laicas de clausura y dispone de sus vidas y haciendas. Bernarda
no tiene corazón y piensa que sus hijas tampoco lo tienen, domina todos los resortes de la
casa excepto el corazón de sus hijas, y ese es el error desencadenante de la tragedia.

La
simbología
En esta obra se pueden observar los innumerables símbolos utilizados por Federico
García Lorca (símbolos muy característicos y habituales de toda su obra dramática). Gracias
a la influencia del Simbolismo, común entre los artistas de la Generación del 27, esta obra
conocida mundialmente como una de las mejores de Lorca está llena de imágenes
simbólicas y metáforas. Estas son algunas de ellas:

El caballo: Es el símbolo más utilizado y es


repetido numerosas veces durante la obra.
Básicamente, el caballo es una forma de simbolizar el
deseo sexual, generalmente oprimido; la libertad, en
este caso, hace contraste con las hijas, que están
recluidas en la casa de su madre, e incluso la figura del
caballo simboliza también la fuerza desatada por la
naturaleza. Con todo esto, aunque en ningún momento
se vea el caballo, se oye en numerosas ocasiones su
relinchar y el sonido de los cascos al galope. Además,
encima de él va Pepe el Romano, prometido de
Angustias y amante de Adela, el cual galopa sobre este
animal como el símbolo de la persona que llega lleno de
erotismo y pasión.

El Agua: Junto con el caballo, se repite en varias ocasiones a lo largo de la obra, pero en este
caso tiene significados muy distintos dependiendo de lo que quieran expresar: por un lado el
agua estancada es símbolo de muerte, mientras que el agua que se mueve simboliza la vida
(por ello se dice que en el pueblo no hay ríos pero sí pozos, de los que Bernarda dice que el
agua está envenenada).

El Bastón: Símbolo de poder tiránico y de mandato autoritario. En muchos actos se


puede observar cómo Bernarda no suelta un bastón, de manera que queda claro quién
tiene el poder en la obra. En un momento de la obra, en el que Adela rompe el bastón, se
intenta reflejar la rebeldía de Adela, que de esta manera rompe con la tiranía infligida por
Bernarda.
Blanco-Negro: El uso del contraste de colores también es muy
utilizado, y sobre todo el de los colores blanco y negro. El
blanco es símbolo de todo lo positivo (vida, libertad,
sexualidad) y el negro es símbolo de la muerte. Ambos son
utilizados durante toda la obra como parte del decorado. Las
paredes de la habitación son de color blanco, mientras que
los vestidos de las mujeres son siempre negros como
símbolo de luto. De esta manera se puede observar el
contraste de colores, que también simboliza el contraste de los
sentimientos.

El color verde: No aparece en muchas escenas pero sí conlleva un gran significado dentro de
la obra. Si los vestidos negros quieren simbolizar la muerte, el color verde es signo de
esperanza.
La luna: Es el símbolo más frecuente de Lorca, aunque en esta obra no sea el más relevante.
La luna puede simbolizar muchas cosas: erotismo, belleza, muerte, etc… En este caso la
muerte de Adela sucede en presencia de la luna y ella misma cuenta que le encantan la luna
y las estrellas (símbolo de belleza y pasión por Pepe el Romano).

La casa: Es la prisión. El blanco de las paredes, como el apellido de su dueña, representa la


pureza, la virginidad impuesta por los convencionalismos sociales a toda mujer soltera. La
blancura es el encierro que envuelve a los personajes e impide su realización personal.

Los nombres: Cada nombre de la obra tiene su propio significado, acorde con
sus sentimientos y forma de comportarse:

 Bernarda: Significa “con fuerza


de oso”. Es un nombre muy
masculino (Bernardo).
Parece que todas las
frases de Bernarda incluyen signos de
exclamación. Proyecta su poder con
gritos, mandos, y violencia. Nunca
vemos características simpáticas en
Bernarda, en toda escena
está intimidando a los otros
personajes. Bernarda (y su bastón) es
el símbolo de la autoridad, de la
dictadura y de la represión.
 La Poncia: Es un nombre con connotaciones bíblicas, concretamente a Poncio
Pilato, quien tenía el poder para parar la muerte de Jesucristo pero se lavó sus
manos en cuanto a la
responsabilidad. Poncia sabe que
hay una relación sexual entre Pepe y
Adela, pero decide que no puede
hacer nada para evitarla. Va a
dormir en vez de observar y vigilar,
y por eso, la situación explota y
Adela muere.
La Poncia también representa
la antihipocresía. Cuando
están con ella las hijas de Bernarda hablan, se ríen y preguntan con libertad.

 Mª Josefa: Es la persona que representa la vejez y la locura. Vive encerrada en


un cuarto de la casa y muestra un constante anhelo de libertad
(quiere casarse a la orilla del mar). Y, desde el principio, se enfrenta con su hija Bernarda,
diciéndole la verdad y defendiendo su deseo de ser esposa y madre. Lleva los dos
nombres de los padres de Jesucristo. Tal vez por ello, en el tercer acto, afirma que
quiere ir a “los ramos del Portal de Belén”.

Angustias: Es la heredera de la propiedad familiar, y es enfermiza, fea y vieja.

 Angustias siempre está acongojada. Tiene una prisa tremenda por casarse y
tener hijos. Angustias representa la suerte por partida doble, porque es la
heredera y porque va a casarse y, por lo tanto, es la única que va a huir de la
tiranía de Bernarda. También representa la desgracia ya que, al final de la obra, es
la que más pierde con la muerte de su hermana. Todas las hijas excepto Adela
tienen nombres con connotaciones negativas, todas son infelices.

 Magdalena: Es una chica muy triste y desconsolada. Según la tradición,


María
Magdalena conoció a Jesús, lloró y lavó sus pies. Magdalena es la única que llora
la muerte de su padre, y además, aparece como una mujer miserable,
siempre quejándose e insultando.

 Amelia: Es la hermana amable, pero también se resigna a vivir lo que le ha tocado.

 Martirio: Un “martirio” es un “sufrimiento lento y duro”. Primeramente,


Bernarda acaba con su relación con Enrique Humanes. Después, se enamora
de Pepe el Romano, pero Adela tiene su cuerpo y Angustias su anillo, así que
no hay nada para Martirio. Ella simboliza la envidia y la maldad; también está
enamorada de Pepe y, con su envidia, desencadena la tragedia.

 Adela: Su traducción literal es “nobleza”, aunque puede tener cierta simbología


con el término “adelante”. Es uno de los personajes trágicos por antonomasia, ya
que intenta ir contra el destino, pero este la vence. Por otro lado, la alusión a
“adelante” viene motivada porque, aunque es la última, la hermana más joven, se
adelanta a todas a la hora de tener relaciones sexuales con Pepe el Romano y a la
hora de casarse, quiere ser también la primera, sin respetar el orden lógico
impuesto por Bernarda. Adela representa la rebeldía, el ansia de libertad, la
juventud y la pasión por la vida. Todo esto representa su vestido verde.

Representatividad de La casa de Bernarda Alba en la producción


literaria de García Lorca
El gran tema que da unidad a su obra dramática es la frustración, causada por el
enfrentamiento entre las costumbres sociales de la época (honor y normas sociales
representadas en Bernarda) y el ansia de libertad y las ganas de vivir (representadas,
sobre todo por Adela): la sociedad impide la felicidad del individuo. La obra termina en
tragedia, en fracaso el ansia de vivir de los personajes (suicidio de Adela y luto de por vida
para el resto de sus hermanas) que desafían lo establecido. Los conservadurismos
sociales impiden la realización personal.

Esta frustración se da, como en todo el teatro


y en la obra lorquiana en general, en la mujer.
Esto se enmarca en la atracción que sentía
García Lorca hacia grupos marginados,
oprimidos bajo el yugo de
convencionalismos sociales. En estos
personajes marginados se muestra la
frustración y la tiranía que sobre ellos ejercen
las normas sociales y la falsa moral que matan
los sueños y anhelos individuales. La mujer
encarna (igual que en Yerma o en Bodas de sangre) la tragedia de cualquier persona
condenada a una vida estéril, a la frustración vital. La represión de la mujer y la
intolerancia que sufre acompaña al amor y conlleva la esterilidad y la muerte.

El tiempo es enemigo de la felicidad del individuo: en La casa de Bernarda Alba esos ocho
años de luto acabarían con la juventud de las hijas de Bernarda, serían tras ellos ya mayores
para cumplir sus sueños. Bernarda lleva la tiranía social del luto hasta lo irracional con esos
ocho años que caen como una losa a sus hijas. Ante el conflicto entre la autoridad y el
deseo, el autor sugiere la rebeldía, representada en el personaje de Adela. Ella es la
representante del deseo de libertad ante la represión de unas normas que las mujeres
tenían que respetar e, incluso, luchar por su cumplimiento. Junto a la abuela, es el único
personaje que se atreve a enfrentarse a Bernarda.
Junto al simbolismo antes explicado, también debemos hacer mención al realismo, con el
que consigue llegar al público y que este se identifique fácilmente con los personajes
y sus pasiones. El éxito de su teatro es buena prueba de ello:

1. Real es la incomprensión de la sociedad ante el sufrimiento de estas mujeres.


También la tiranía de la madre está llena de realismo y es la que se impone
hasta conseguir eliminar a Adela y todo lo que representa.
2. La muerte, como en toda la obra de este autor, es la condena que se impone al
ansia de vida plena.
3. En la forma, el realismo se pone de manifiesto en el lenguaje cotidiano,
refranes, expresiones populares…

Es destacable también el tema recurrente del amor. Como en otras


de sus obras teatrales aparece el amor falso, el amor verdadero
(Adela y Pepe), el amor no correspondido (Martirio) matrimonio
por interés (Pepe y Angustias). Lorca se sirve del teatro para crear
personajes con mucha pasión, personajes que representan un
sentido profundo de las fuerzas de la naturaleza y de la vida
(Adela). Los sentimientos aparecen con muchísima intensidad
en este drama social y humano que acaba en tragedia con el
suicidio de Adela y la muerte en vida de las demás hermanas.
El amor no tiene límites y muestra hasta dónde se puede llegar
por alcanzarlo. El lirismo que desprende la obra junto con la fuerza dramática de los
personajes le confiere una innegable dimensión real. El marco cerrado, sofocante (la casa, el
calor) simbolizan una represión extrema (prohibición de salir a la calle) y acentúan, como en
todas las obras de Lorca, el erotismo trágico, la fatalidad de raíces sociales (el orgullo de
casta, la moral del honor, que representa Bernarda) y las actitudes de las hijas, que van de
la rebeldía más resuelta (Adela) hasta la absoluta sumisión (Magdalena).

El mundo masculino está representado por un único personaje (Pepe), que desencadena
tensiones pero nunca aparece en escena. Su símbolo es el caballo, que representa la fuerza
sexual y el deseo, igual que en otras obras lorquianas.
En conclusión, La casa de Bernarda Alba une tradición (lenguaje cotidiano, tres actos con
planteamiento, nudo, desenlace) y renovación (símbolos, metáforas), algo característico de
la Generación del 27 y, por supuesto, de Federico García Lorca. La forma cuidada con ese
extraordinario manejo del lenguaje poético y el contenido (con temas como el amor, la
frustración, la mujer, el tiempo, la muerte, la rebeldía, el erotismo) unidos por la
expresividad y fuerza de sentimientos de los personajes y sus anhelos y pasiones hacen de
esta obra una de las más representativas de su autor y de su época.

FRAGMENTOS DE LA CASA DE BERNARDA


ALBA
PARA
COMENTAR
FRAGMENTO 1

Martirio: ¿Qué piensas, Adela?


Adela: Pienso que este luto me ha cogido en la peor época de mi vida para pasarlo.
Magdalena: Ya te acostumbrarás.
Adela: (Rompiendo a llorar con ira) ¡No, no me acostumbraré! Yo no quiero estar
encerrada. No quiero que se me pongan las carnes como a vosotras. ¡No quiero perder mi
blancura en estas habitaciones! ¡Mañana me pondré mi vestido verde y me echaré a pasear
por la calle! ¡Yo quiero salir!

FRAGMENTO 2

Bernarda: Menos gritos y más obras. Debías haber procurado que todo esto
estuviera más limpio para recibir al duelo. Vete. No es éste tu lugar. (La Criada se
va sollozando) Los pobres son como los animales. Parece como si estuvieran
hechos de otras sustancias.

FRAGMENTO 3

Adela: “¡Aquí se acabaron las voces de presidio!”

FRAGMENTO 4
Muchacha: (con timidez) Comer es necesario para vivir.
Bernarda: A tu edad no se habla delante de las personas mayores.

FRAGMENTO 5
La Poncia: Era la única que quería al padre. ¡Ay! ¡Gracias a Dios que estamos
solas un poquito! Yo he venido a comer.
Criada: ¡Si te viera Bernarda...!
La Poncia: ¡Quisiera que ahora, que no come ella, que todas nos muriéramos de hambre!
¡Mandona! ¡Dominanta! ¡Pero se fastidia! Le he abierto la orza de chorizos.

FRAGMENTO 6

Adela: (Rompiendo a llorar con ira) ¡No, no me acostumbraré! Yo no quiero estar encerrada.
No quiero que se me pongan las carnes como a vosotras. ¡No quiero perder mi blancura en
estas habitaciones! ¡Mañana me pondré mi vestido verde y me echaré a pasear por la calle!
¡Yo quiero salir!

FRAGMENTO 7

La Poncia: Cuando una no puede con el mar lo más fácil es volver las espaldas para no verlo.

FRAGMENTO 8

Adela: Es inútil tu consejo. Ya es tarde. No por encima de ti, que eres una criada, por encima de
mi madre saltaría para apagarme este fuego que tengo levantado por piernas y boca. ¿Qué
puedes decir de mí? Que me encierro en mi cuarto y no abro la puerta? ¿Que no duermo? ¡Soy
más lista que tú! Mira a ver si puedes agarrar la liebre con tus manos.

La Poncia: No me desafíes. ¡Adela, no me desafíes! Porque yo puedo dar voces, encender luces
y hacer que toquen las campanas.

Adela: Trae cuatro mil bengalas amarillas y ponlas en las bardas del corral. Nadie podrá evitar
que suceda lo que tiene que suceder.

FRAGMENTO 9

Bernarda: Y no quiero llantos. La muerte hay que mirarla cara a cara. ¡Silencio! (A otra hija)
¡A callar he dicho! (A otra hija) Las lágrimas cuando estés sola. ¡Nos hundiremos todas en un
mar de luto! Ella, la hija menor de Bernarda Alba, ha muerto virgen. ¿Me habéis oído?
¡Silencio, silencio he dicho! ¡Silencio!

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