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A pesar de los diversos intentos de reforma social y económica, los distintos gobiernos
republicanos no llegaron a cumplir las expectativas de progreso, lo cual, unido al
descontento de militares no afines al Gobierno, hizo que estos últimos se levantaran contra
el Gobierno el 18 de julio de 1936, con el general Francisco Franco a la cabeza, dando
comienzo así a la Guerra Civil y otra vez a las “dos Españas” de las que ya nos había hablado
Machado.
En una España en la que el 45% de la población era analfabeta, en la que no llegaba a 4000 el
número de libro impresos y a 38000 el de estudiantes universitarios, el referente cultural y
artístico tenemos que buscarlo sobre todo en la Residencia de Estudiantes de
Madrid, en la que coincidieron personajes tan importantes e influyentes como el
cineasta Luis Buñuel, el pintor Salvador Dalí, el científico Severo Ochoa, el poeta Rafael
Alberti, Valle-Inclán, o los filósofos y escritores Miguel de Unamuno y Ortega y Gasset.
Asimismo, por sus salones, tertulias, comedores o sala de conferencias pasaron algunos de
las personas más ilustres del panorama científico y cultural, como Einstein, Marie Curie, o
Santiago Ramón y Cajal.
Los intelectuales de la Residencia de Estudiantes tuvieron un protagonismo especialmente
relevante en este periodo, ya que muchos de los dirigentes políticos provenían de este
mundo cultural, como Manuel Azaña, y otros simplemente no dudaron en apoyar al nuevo
régimen.
Muchos intelectuales colaboraron con las acciones de extensión cultural, que llevaban
la cultura a los pueblos más apartados del país, tal y como hizo Lorca con su compañía
teatral La Barraca, con la que escenificó las obras teatrales más importantes del repertorio
teatral español. Junto a este tipo de proyecto, también es importante mencionar las
Misiones Pedagógicas, que tenían como objetivo difundir la cultura entre una población
mayoritariamente analfabeta mediante bibliotecas ambulantes, charlas, recitales de poesía,
proyecciones de películas, exposiciones con reproducciones de obras pictóricas…
En lo artístico, Lorca convive con artistas como Salvador Dalí, al que le llegó a unir una
estrecha amistad y un fuerte vínculo artístico gracias al Surrealismo que ambos adoptaron;
es contemporáneo de Pablo Ruiz Picasso, que alcanzará una de sus cimas pictóricas con el
cubismo, movimiento de vanguardia, y de Luis Buñuel, cuyas primeras películas se
integraron en la órbita surrealista; y fue gran amigo del músico Manuel de Falla.
CONTEXTO LITERARIO
Lorca es uno de los autores más destacados del siglo XX. Su figura se inscribe dentro de la
Generación del 27, grupo poético que toma su nombre de la celebración del tercer centenario
de la muerte de Góngora, autor que reivindicaron frente al olvido institucional y académico.
Los poetas de esta generación tuvieron una relación de estrecha amistad entre ellos, nacida
de la rica convivencia en la Residencia de Estudiantes madrileña, y de su activa
participación en los actos organizados por ella, sus investigaciones, la publicación de poemas
en las mismas revistas… Además, tuvieron un talante abierto, liberal y progresista, reflejado
en la amplitud de sus conocimientos, su labor investigadora y profesoral en universidades de
todo el mundo y en sus opciones políticas. Todos ellos (excepto Gerardo Diego) fueron
decididos defensores de la república, lo que les llevó al exilio y, en el caso de Lorca, a la
muerte.
La Generación del 27 no imitó la vocación iconoclasta de los movimientos de vanguardia. Lo
único que despreciaron fue la mala poesía. No hubo ruptura con el pasado, sino integración
La mujer en el teatro de
Lorca
Las mujeres en las obras de Lorca son el compendio y resumen de todas las virtudes y
defectos del género humano, desde la matriarca absolutista y dominadora hasta la esposa
callada y obediente.
La tragedia femenina de las obras teatrales de Lorca está originada por la represión sexual a
la que se ven sometida las mujeres.
En el caso de la obra que nos ocupa, Bernarda no es una simple matriarca, sino tiranía pura:
es autoritaria, dominante, represiva, no admite réplicas, sojuzga y somete a sus hijas a una
cárcel en vida, vírgenes laicas de clausura y dispone de sus vidas y haciendas. Bernarda
no tiene corazón y piensa que sus hijas tampoco lo tienen, domina todos los resortes de la
casa excepto el corazón de sus hijas, y ese es el error desencadenante de la tragedia.
La
simbología
En esta obra se pueden observar los innumerables símbolos utilizados por Federico
García Lorca (símbolos muy característicos y habituales de toda su obra dramática). Gracias
a la influencia del Simbolismo, común entre los artistas de la Generación del 27, esta obra
conocida mundialmente como una de las mejores de Lorca está llena de imágenes
simbólicas y metáforas. Estas son algunas de ellas:
El Agua: Junto con el caballo, se repite en varias ocasiones a lo largo de la obra, pero en este
caso tiene significados muy distintos dependiendo de lo que quieran expresar: por un lado el
agua estancada es símbolo de muerte, mientras que el agua que se mueve simboliza la vida
(por ello se dice que en el pueblo no hay ríos pero sí pozos, de los que Bernarda dice que el
agua está envenenada).
El color verde: No aparece en muchas escenas pero sí conlleva un gran significado dentro de
la obra. Si los vestidos negros quieren simbolizar la muerte, el color verde es signo de
esperanza.
La luna: Es el símbolo más frecuente de Lorca, aunque en esta obra no sea el más relevante.
La luna puede simbolizar muchas cosas: erotismo, belleza, muerte, etc… En este caso la
muerte de Adela sucede en presencia de la luna y ella misma cuenta que le encantan la luna
y las estrellas (símbolo de belleza y pasión por Pepe el Romano).
Los nombres: Cada nombre de la obra tiene su propio significado, acorde con
sus sentimientos y forma de comportarse:
Angustias siempre está acongojada. Tiene una prisa tremenda por casarse y
tener hijos. Angustias representa la suerte por partida doble, porque es la
heredera y porque va a casarse y, por lo tanto, es la única que va a huir de la
tiranía de Bernarda. También representa la desgracia ya que, al final de la obra, es
la que más pierde con la muerte de su hermana. Todas las hijas excepto Adela
tienen nombres con connotaciones negativas, todas son infelices.
El tiempo es enemigo de la felicidad del individuo: en La casa de Bernarda Alba esos ocho
años de luto acabarían con la juventud de las hijas de Bernarda, serían tras ellos ya mayores
para cumplir sus sueños. Bernarda lleva la tiranía social del luto hasta lo irracional con esos
ocho años que caen como una losa a sus hijas. Ante el conflicto entre la autoridad y el
deseo, el autor sugiere la rebeldía, representada en el personaje de Adela. Ella es la
representante del deseo de libertad ante la represión de unas normas que las mujeres
tenían que respetar e, incluso, luchar por su cumplimiento. Junto a la abuela, es el único
personaje que se atreve a enfrentarse a Bernarda.
Junto al simbolismo antes explicado, también debemos hacer mención al realismo, con el
que consigue llegar al público y que este se identifique fácilmente con los personajes
y sus pasiones. El éxito de su teatro es buena prueba de ello:
El mundo masculino está representado por un único personaje (Pepe), que desencadena
tensiones pero nunca aparece en escena. Su símbolo es el caballo, que representa la fuerza
sexual y el deseo, igual que en otras obras lorquianas.
En conclusión, La casa de Bernarda Alba une tradición (lenguaje cotidiano, tres actos con
planteamiento, nudo, desenlace) y renovación (símbolos, metáforas), algo característico de
la Generación del 27 y, por supuesto, de Federico García Lorca. La forma cuidada con ese
extraordinario manejo del lenguaje poético y el contenido (con temas como el amor, la
frustración, la mujer, el tiempo, la muerte, la rebeldía, el erotismo) unidos por la
expresividad y fuerza de sentimientos de los personajes y sus anhelos y pasiones hacen de
esta obra una de las más representativas de su autor y de su época.
FRAGMENTO 2
Bernarda: Menos gritos y más obras. Debías haber procurado que todo esto
estuviera más limpio para recibir al duelo. Vete. No es éste tu lugar. (La Criada se
va sollozando) Los pobres son como los animales. Parece como si estuvieran
hechos de otras sustancias.
FRAGMENTO 3
FRAGMENTO 4
Muchacha: (con timidez) Comer es necesario para vivir.
Bernarda: A tu edad no se habla delante de las personas mayores.
FRAGMENTO 5
La Poncia: Era la única que quería al padre. ¡Ay! ¡Gracias a Dios que estamos
solas un poquito! Yo he venido a comer.
Criada: ¡Si te viera Bernarda...!
La Poncia: ¡Quisiera que ahora, que no come ella, que todas nos muriéramos de hambre!
¡Mandona! ¡Dominanta! ¡Pero se fastidia! Le he abierto la orza de chorizos.
FRAGMENTO 6
Adela: (Rompiendo a llorar con ira) ¡No, no me acostumbraré! Yo no quiero estar encerrada.
No quiero que se me pongan las carnes como a vosotras. ¡No quiero perder mi blancura en
estas habitaciones! ¡Mañana me pondré mi vestido verde y me echaré a pasear por la calle!
¡Yo quiero salir!
FRAGMENTO 7
La Poncia: Cuando una no puede con el mar lo más fácil es volver las espaldas para no verlo.
FRAGMENTO 8
Adela: Es inútil tu consejo. Ya es tarde. No por encima de ti, que eres una criada, por encima de
mi madre saltaría para apagarme este fuego que tengo levantado por piernas y boca. ¿Qué
puedes decir de mí? Que me encierro en mi cuarto y no abro la puerta? ¿Que no duermo? ¡Soy
más lista que tú! Mira a ver si puedes agarrar la liebre con tus manos.
La Poncia: No me desafíes. ¡Adela, no me desafíes! Porque yo puedo dar voces, encender luces
y hacer que toquen las campanas.
Adela: Trae cuatro mil bengalas amarillas y ponlas en las bardas del corral. Nadie podrá evitar
que suceda lo que tiene que suceder.
FRAGMENTO 9
Bernarda: Y no quiero llantos. La muerte hay que mirarla cara a cara. ¡Silencio! (A otra hija)
¡A callar he dicho! (A otra hija) Las lágrimas cuando estés sola. ¡Nos hundiremos todas en un
mar de luto! Ella, la hija menor de Bernarda Alba, ha muerto virgen. ¿Me habéis oído?
¡Silencio, silencio he dicho! ¡Silencio!