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¿Qué es cultura?
La cultura la construimos y reafirmamos todos los días, es inherente al ser humano y no puede
darse solamente de forma individual. A lo largo de los años, las culturas se han convertido en
civilizaciones debido a que sus integrantes muestran los mismos intereses, creencias e idioma. Es
así como, a través del cultivo de las tierras, cultivo social y del culto a lo que representa algo
sagrado para el grupo se crea la sociabilidad y la civilización.
derivado de lo expuesto anteriormente, se considera que la cultura tiene al menos dos funciones
principales:
Es importante destacar que dentro de una misma cultura se pueden desarrollar subculturas y
éstas presentan características específicas que las distinguen de las demás, pero continúan
compartiendo la identidad general de la cultura a la que pertenecen.
En el caso de nuestro país, todos somos mexicanos, pero a la vez estamos subdivididos por
regiones o por el estado de la república en que vivamos. En la siguiente imagen se ejemplifica esa
subdivisión que se puede generar en una cultura: todos los personajes de la siguiente ilustración
pueden pertenecer a un mismo país, sin embargo, cada región que lo conforma presenta
características propias y aspectos sociales que los distinguen de los demás, por ejemplo:
vestimenta, creencias, actividades productivas, entre otras.
De acuerdo con Marín (1994), las culturas poseen las siguientes características:
Son dinámicas. Se encuentran en un devenir histórico y geográfico determinado que puede ser
modificado por la propia sociedad o por algún factor externo.
No son completamente heterogéneas. Siempre existirán la diversidad, intereses, concepciones,
escala de valores, etcétera.
Reciben influencias internas y externas. Reciben efectos positivos y negativos del contexto en el
que se encuentran.
Se influyen entre ellas mismas. Ya sea por relaciones positivas o negativas, las culturas comparten
ciertos elementos que se manifiestan con mayor o menor medida a partir de la relación que exista
entre ellas.
Para explicar más fácilmente las características de las culturas, basta con pensar en nuestra
historia como país y cómo ésta se ha modificado a lo largo de los años, dando pie a diversas
épocas y culturas que interactuaban entre sí y que, a pesar de que cada una presentó
características, organización y creencias propias, lograron influirse entre ellas.
¿Qué es autoprotección?
Ya hemos definido qué es la cultura y cuáles son sus características básicas, ahora vamos a
describirte qué es la autoprotección para construir más adelante el concepto de cultura de
autoprotección y logres entenderlo y adoptarlo más fácilmente.
Todas las especies, incluyendo al hombre, practican la autoprotección de forma natural, nace
dentro de cada ser vivo debido a que es un recurso individual utilizado para preservar la especie,
su integridad y su ambiente.
Por lo anterior, es importante que tengas en mente que la autoprotección la podemos ejercer en
el entorno o entornos donde nos desenvolvamos cotidianamente, con la finalidad de reducir los
riesgos a los que estamos expuestos y saber qué hacer en caso de que una emergencia o desastre
ocurra.
Por lo tanto, a continuación, se señala el objetivo de la autoprotección que consiste en que:
Recuerda: los riesgos provocados por fenómenos naturales o por el hombre se pueden evitar si
cada uno de nosotros adoptamos medidas y actitudes preventivas (CENAPRED, 2012).
Ahora vamos a unir estos dos conceptos, autoprotección y familia, para continuar avanzando en la
comprensión de qué es la cultura de autoprotección. Dentro del núcleo familiar es posible
desarrollar una serie de actividades que permitan autoprotegerse dentro y fuera del hogar, éstas
pueden adaptarse a cualquier tipo de fenómeno o amenaza, por lo que se integran en un Plan
Familiar de Protección Civil y, como su nombre lo indica, requiere de la participación de cada uno
de los individuos que integran la familia con el firme propósito de llegar a la meta: autoprotegerse.
Como puedes observar en la siguiente imagen, el Plan Familiar se elabora a partir de cuatro pasos
básicos, mismos que puedes repetir en otros entornos como el trabajo, la escuela, el deportivo,
etcétera.
A lo largo de este material habrás notado que la mejor medida de autoprotección es la
prevención, sobre todo si la entiendes como la identificación de riesgos, la preparación y
coordinación de medidas anticipadas para reducir el impacto de éstos o evitar los daños.
Por ejemplo, cuando vas al cine, ¿te detienes un minuto a observar las salidas de emergencia,
ubicación de extintores o a detectar los posibles riesgos? Ésta es una medida muy sencilla que
podrá ser de mucha ayuda en caso de una emergencia.
Para los fines de esta asignatura se entenderá la cultura de la autoprotección como la:
Estas acciones se realizarán a través de conocer y reconocer las prácticas, códigos gráficos y
cromáticos establecidos a partir de las características propias de la sociedad en la que se
implementará, e involucrará un compromiso de cooperación por parte de todos bajo un mismo
fin: proteger a la población.
Es por esto que la protección civil es considerada una actividad social en la que la participación de
promotores culturales dentro de los planes que la impulsan resulta muy favorable, ya que
permiten introducir este tema dentro de la sociedad de una forma activa y participativa.
Entre otras acciones de promoción de la cultura de protección civil está el desarrollo de actos
académicos y exposiciones (como pueden ser ferias o jornadas de protección civil) y campañas de
comunicación social en diversos medios de comunicación con la finalidad de generar cambios en la
sociedad en beneficio de su autoprotección.
Es importante que sepas que el artículo 6° de nuestra Constitución Política menciona el acceso
libre a la información como un derecho de los ciudadanos, y se plasma dentro de los planes
nacionales y estatales de desarrollo, mientras que el artículo 41, en el capítulo VII de la Ley
General de Protección Civil (2012) menciona que “las autoridades federales de las entidades
federativas, del Distrito Federal, municipales y delegaciones, fomentarán la cultura en materia de
protección civil entre la población, mediante su participación individual y colectiva” (p. 51).
Siguiendo por la línea de cultura de la autoprotección, en este apartado conocerás algunos puntos
de vista de diferentes autores sobre por qué, aunque la gente conozca los riesgos y los peligros de
donde habita, no se previenen los desastres.
Debes saber que un desastre se produce cuando se dan principalmente cuatro condiciones al
mismo tiempo, como se muestra a continuación:
Que las personas vivan en lugares peligrosos, por ejemplo, vivir cerca de un volcán activo, de
laderas con peligro de deslizamiento o próximo a ríos que se puedan desbordar.
Cuando el medio ambiente se ha alterado como producto de la actividad del ser humano.
Los desastres causados por fenómenos naturales o antrópicos impactan negativamente en la
calidad de vida tanto en la urbe como en el campo, reducen el capital social y productivo de un
país, y afectan en mayor medida a los segmentos más pobres de la población. Seguramente has
escuchado en la televisión o en la radio sobre el impacto de fenómenos naturales en diversos
países y en el nuestro: erupciones volcánicas, sismos, huracanes, sequías o tormentas eléctricas.
Es así que, para este tipo de eventos, es necesario crear una cultura de la prevención con el
propósito de reducir las pérdidas económicas y sociales, principalmente de seres vivos, adoptando
un enfoque proactivo de reducción del riesgo.
La discusión acerca de los desastres y sus impactos en la sociedad es un tema que se aborda desde
dos perspectivas: una es desde las ciencias exactas, que se preocupan por entender la forma en la
que se manifiestan los fenómenos naturales y sus impactos físicos en la sociedad, y que se
conforman de áreas del conocimiento que se enfocan en el desarrollo de tecnologías para
enfrentar dichos fenómenos perturbadores; y la otra a partir de las ciencias sociales, que se
interesan en estudiar cómo los fenómenos extremos impactan a la sociedad y cómo ésta responde
y se adapta a las nuevas condiciones que generan los desastres.
Científicos sociales, como sociólogos, antropólogos y geógrafos, entre otros, han propuesto
enfoques y diseñado metodologías que han sugerido el uso de herramientas para acercarse al
tema de prevención de desastres y a las problemáticas derivadas de ello. Una de sus inquietudes
ha girado en torno a utilizar y aplicar teorías para el estudio de la realidad contemporánea de los
desastres. Una de ellas radica en el hecho de que la gente no quiere prevenirse. El por qué es
complicado de conocer puesto que, según Rodríguez (2007) se involucran factores psicológicos,
culturales y, sobre todo, los relacionados con la comunicación.
En una explicación, Guerrero (1995) comenta que la población no previene debido a que
consideran que los desastres y los accidentes están alejados de su realidad. Es por eso que
podemos comentar que los mensajes de las autoridades hacia la población deben ser directos para
conseguir su participación. Para una campaña de comunicación del riesgo es indispensable que se
muestre al receptor que los efectos de un desastre o un accidente se pueden disminuir en la
medida que la gente conozca sobre los fenómenos perturbadores que se encuentran a su
alrededor, sus riesgos y cómo disminuir el peligro; esto con el fin de que el receptor tenga mayor
interés y un sentido de responsabilidad.
García, Gil y Valero (2007) señalan que investigaciones en el área de las ciencias sociales centradas
en el estudio de la conducta humana en situaciones de emergencia sugieren que la respuesta
común de la población ante los avisos de desastres es de incredulidad, desmitificando la creencia
de que en tales situaciones se genera una conducta de pánico. Esta conducta se encuentra
asociada con un rechazo, por ello, es frecuente que en situaciones en las que se da la advertencia
de peligro inminente, algunas personas hagan caso omiso de ella. Dicho problema de
interpretación de mensajes también se intensifica cuando una persona no ha tenido otras
experiencias previas relacionadas a desastres o cuando han ocurrido falsas alarmas anteriores.
Como existen distintos puntos de vista por parte de investigadores que estudian los desastres en
el ámbito social, al retomar la pregunta inicial sobre por qué la gente no previene, la respuesta
depende de factores como la experiencia previa de la persona; en qué lugar del país habita; las
características del ambiente que la rodea; la situación en la que se encuentra respecto a sus
círculos sociales; sus características sociodemográficas, como el género, estatus social y
económico; y sus características psicológicas, como habilidades, personalidad o actitudes.
Dado lo anterior, podemos decir que en el país existe la necesidad de una mayor difusión y
educación sobre lo que debe hacerse para protegerse en caso de tragedias de origen natural, por
lo que es necesaria una población mejor informada y preparada ante cualquier eventualidad.
Imagina un escenario donde está a punto de ocurrir un desastre. Las personas generalmente
tienen la sensación de que algo está fuera de lo normal, y en su entorno suelen existir señales de
alerta de lo que puede suceder, éstas van desde sonidos de sirenas hasta mensajes en los medios
de comunicación.
Ahora imagina que las personas reciben el aviso de un peligro inminente. La primera reacción que
tienen es intentar verificar lo que están oyendo a través de otras fuentes de información
inmediatas, como el radio, la televisión o Internet, que confirmen o nieguen la amenaza y, en
función de toda la información, tomar o no medidas de protección.
Slovic et ál (1981) y Lindell (1994) (citados en Mendoza, 2005), clasifican las variables que
determinan si una persona percibe mayor o menor riesgo. La lista se muestra a continuación.
Relación costo-beneficio
Cuando un riesgo es el costo que hay que pagar por un beneficio derivado de correrlo, la magnitud
de este último determina la tolerancia al primero.
Control
Los eventos sobre los cuales consideramos que tenemos mayor control se perciben como de
menor riesgo.
Los eventos naturales suelen conllevar menor percepción de riesgo que los eventos generados por
el hombre.
Confianza
Cuando se confía en las personas o instituciones encargadas del auxilio, hay una menor
preocupación por los riesgos.
Temor
Los eventos que suscitan mayor temor se perciben como de mayor riesgo.
Capacidad de elección
Los eventos que nos imponen suelen ser percibidos como de mayor riesgo que aquellos que
elegimos, nuestras decisiones se autojustifican como seguras.
Aquellos fenómenos que afectan al grupo infantil suelen generar mayor conciencia de riesgo en la
población que aquellos que afectan a los adultos, posiblemente por su relación con la
reproducción del grupo.
Riesgos nuevos
Los eventos nuevos generan mayor percepción de riesgo que otros que nuestra experiencia
colectiva o individual han ayudado a poner en perspectiva.
Aquellos eventos que nos afectan de manera directa son percibidos como de mayor riesgo.
Para Vallejo y Vélez (1997), la percepción del riesgo difiere de un individuo a otro y está
condicionada por los siguientes factores:
Sociales
Culturales
Económicos
Donde el nivel de representación del riesgo varía conforme a la calidad de vida de las personas, ya
que existe una alta probabilidad de que la comunidad preste mayor atención a los riesgos diarios
que enfrentan. Por ejemplo: el desempleo, la falta de alimento, el déficit en educación y vivienda,
etcétera, que a los posibles riesgos ambientales o naturales que le circundan.
La gente que habita en un lugar determinado ubica los riesgos y las amenazas a los que están más
expuestos, por ejemplo vivir cerca de una planta nuclear, cerca de un volcán activo, cerca de una
presa, en una ladera, etcétera
Ahora, al hacer la revisión de los elementos anteriores, puedes entender que la percepción del
riesgo es un producto socio-cultural complejo que impacta en la participación de la población en
cuanto a la prevención, la preparación, la respuesta y la recuperación de una situación de
emergencia. También es un proceso cognitivo y emocional que depende de la disposición mental
para que una persona reciba y decodifique que el mensaje que está recibiendo es de alerta. Y que
también debe ser muy importante la credibilidad de las fuentes y del foco emisor. La información
de alerta y su importancia para prevenir desastres es de una gran relevancia debido a que
involucra a la comunidad científica, a los medios de comunicación, a los tomadores de decisiones y
a la presencia de la población a la que eventualmente se le destina la información de alerta
(Macías, 1999)
Ahora, es importante que comprendas la importancia de entender que, si bien existen muchos
factores que influyen en la percepción del riesgo, uno muy importante en el ámbito de la
protección civil es la información adecuada.
Fitzpatrick y Mileti (1994) (citado en García, Gil y Valero, 2007) hablan de dos tipos de factores que
muestran una relación entre sí e influyen en la percepción de riesgo y la respuesta al mismo. El
primero es la fuente de información y el segundo es la persona que recibe el mensaje de aviso y el
contexto en el que se desenvuelve. La siguiente imagen te muestra los factores que influyen en la
respuesta de aviso ante un desastre.
Si analizamos la sección correspondiente a la percepción individual, podemos apreciar que los
individuos, de acuerdo con diversas variables confirman un aviso, formulan una idea respecto a
éste y toman una decisión.
También podemos sugerir que lo importante es que, ante el aviso de un riesgo, se tome la
respuesta adecuada; lo que implicará que la percepción ante un riesgo fue la pertinente.
Finalmente, diremos que la percepción del riesgo implica que diferentes grupos, en función de sus
características socio culturales, tendrán diferentes interpretaciones de un mismo hecho y
diferentes necesidades de información, por lo tanto, responderán de manera distinta a los
estímulos que genera su exposición a un riesgo determinado y a los mensajes que reciban. Por
ello, la comunicación del riesgo y los procesos de culturización en protección civil para sectores tan
distintos de la población deben considerar sus creencias, diversidad de realidades y
preocupaciones. Recuerda que para modificarlas positivamente se requiere que estos grupos se
apropien del conocimiento e información sobre los riesgos a los que están expuestos y con ello se
detonen acciones concretas para reducirlos y enfrentarlos responsablemente.
En el tema anterior se explicó la percepción del riesgo, así como su construcción individual y social;
ahora se te explicará qué es la resiliencia y cuáles son las características que hacen a un individuo y
a una comunidad resilientes.
La palabra resiliencia proviene del latín resilio, que significa “volver hacia atrás, volver de un salto,
resaltar, rebotar”. En la década de 1980 el adjetivo resiliente, del inglés resilient, hace referencia a
las personas que desarrollan competencias a pesar de haber sido criadas en condiciones adversas
o en circunstancias que incrementan las posibilidades de padecer patologías mentales o sociales;
en cambio, en francés, résilience, al igual que en el español, se utiliza en áreas como la metalurgia
y la ingeniería civil para describir la capacidad de algunos materiales de recobrar su forma original
después de ser sometidos a una presión deformadora.
En la década de 1970, el concepto, que se tomó de la física, fue introducido en la psicología por el
psiquiatra Rutter (1993), quien refería la idea de “flexibilidad social adaptativa”. En este sentido, el
concepto de resiliencia fue adaptado a las ciencias sociales para describir a las personas que, a
pesar de nacer y vivir en condiciones de alto riesgo, logran desarrollarse psicológicamente sanos y
exitosos.
Es precisamente esta propiedad la que se espera que las comunidades desarrollen para ser
resilientes y se recuperen de cualquier desastre (Enciclopedia de la ciencia y de la tecnología,
1964), no obstante, esta condición sólo la alcanzan las comunidades que están mejor preparadas,
cuando en ellas se ha desarrollado la cultura de la autoprotección a través de acciones de
prevención, mitigación y recuperación, elaboradas en cada sitio con los habitantes de dicha
comunidad.
Dado que la resiliencia es una capacidad intrínseca al ser humano y, por ende, adaptable a las
comunidades, tiene la virtud de permitir construir bases para prevenir situaciones de riesgo. En
este sentido, el desarrollo humano está vinculado en un contexto específico que comprende el
entorno físico y social en el que se desenvuelve el individuo, por ello, la resiliencia, como un
recurso para la prevención, se adecúa a aspectos de protección y de riesgo, además de la
personalidad del ser humano.
Un individuo resiliente tiene control de sus emociones, de sus impulsos, posee alta capacidad de
comunicarse y de percibir la situación que está atravesando y la de los demás integrantes de su
comunidad. Al centrarse en las cualidades personales, los aspectos que distinguen al individuo son
la capacidad de autonomía y alta autoestima, lo que condujo a establecer factores en el desarrollo
de la resiliencia, sobre todo, en los niños: (1) atributos, (2) aspectos de su familia y, (3)
características de su ambiente social (Masten y Garmezy, 1985).
Como se ha mencionado, la resiliencia es una cualidad que puede desarrollar cualquier persona o
grupo. Podrá encontrar y utilizar adecuadamente dentro de sí mismo y en el ambiente en el que se
desenvuelve herramientas para protegerse, tomar la situación de riesgo como una oportunidad de
crecer y fortalecerse.
Hablamos de una ciudad, idealmente, resiliente (ONU, 2010) cuando en ésta los desastres son
minimizados porque la población ha tomado conciencia de habitar viviendas que cuenten con
servicios e infraestructura adecuados, lugares que cumplen con códigos de construcción
razonables y en los que no existen asentamientos informales ubicados en llanuras aluviales o
pendientes debido a la falta de otro terreno disponible en el cual puedan construir sus casas.
Una ciudad resiliente es donde las autoridades y la población comprenden los riesgos a los que
están expuestos y crean una base de información compartida sobre las pérdidas generadas por la
presencia de desastres, las amenazas y los riesgos, y sobre quién está expuesto y quién es
vulnerable. Ha tomado medidas para anticiparse a los desastres y mitigar su impacto, mediante el
uso de tecnologías de monitoreo y alerta temprana para proteger la infraestructura y los
integrantes de la comunidad, incluyendo sus casas y bienes, el patrimonio cultural, la riqueza
medioambiental y económica. Además, una ciudad es resiliente cuando es capaz de minimizar las
pérdidas físicas y sociales derivadas de fenómenos meteorológicos extremos, terremotos u otras
amenazas naturales o inducidas por el hombre; también cuando es capaz de implementar
estrategias inmediatas de recuperación y restaurar rápidamente los servicios básicos necesarios
para reanudar la actividad social, institucional y económica después de un desastre.
La resiliencia, aplicada a los organismos estatales y a las comunidades, hace países y ciudades que
soportan los diversos desastres y pueden recuperarse sin tener fuertes consecuencias económicas,
sociales, psicológicas y culturales; por tanto, una comunidad resiliente se caracteriza cuando tiene:
Prevención
Autonomía
Existe autonomía en los procesos de acción después del desastre en cada institución.
Control
Dentro de los beneficios sociales que trae consigo una ciudad resiliente, se puede mencionar la
protección de vidas y bienes materiales en caso de desastre, con una reducción considerable de
víctimas; la participación ciudadana y una plataforma para el desarrollo local; finalmente,
protección de logros alcanzados en la comunidad y del patrimonio cultural utilizando menos
recursos urbanos para la recuperación y respuesta ante el desastre.
En el siguiente cuadro se muestra que la reducción del riesgo de desastre y la resiliencia forman
parte de la dimensión ambiental, social y política del desarrollo sostenible.
En este sentido, se plantean diez aspectos para lograr ciudades resilientes (ONU, 2010) que se
muestran a continuación
Asignar un presupuesto para la reducci�n del riesgo de desastres y ofrecer incentivos a los
propietarios de viviendas, las familias de bajos ingresos, las comunidades, los negocios y el sector
p�blico para que inviertan en la reducci�n de los riesgos que enfrentan.
Invertir y mantener una infraestructura que reduzca el riesgo, como desag�es para evitar
inundaciones y, seg�n sea necesario, ajustarla de manera que pueda hacer frente al cambio
clim�tico.
Evaluar la seguridad de todas las instalaciones estrat�gicas, como escuelas, servicios de salud,
drenaje y alcantarillado, luz, abastecimiento de agua potable, alimentaci�n, caminos, puentes y
ferrocarriles, industria, etc�tera.
Aplicar y hacer cumplir reglamentos de construcci�n y principios para la planificaci�n del uso del
suelo que sean realistas y que cumplan con los aspectos relativos al riesgo. Identificar terrenos
seguros para los ciudadanos de bajos ingresos y, cuando sea factible, modernizar los
asentamientos informales.
Proteger los ecosistemas y las zonas naturales para mitigar las inundaciones, las marejadas
cicl�nicas y otras amenazas a las que las comunidades podr�an ser vulnerables.
Instalar sistemas de alerta temprana y desarrollar las capacidades para la gesti�n de emergencias
en las ciudades, y llevar a cabo con regularidad simulacros como preparaci�n del p�blico en
general, en los cuales participen todos los habitantes.
Despu�s de un desastre, velar porque las necesidades de los sobrevivientes se sit�en en los
esfuerzos de reconstrucci�n, que se les apoye a ellos y a las organizaciones comunitarias para el
dise�o y la aplicaci�n de soluciones, lo que incluye la reconstrucci�n de sus hogares y sus
medios de sustento.
A pesar del trabajo científico y todas las medidas que se tomen para aumentar la resiliencia en las
ciudades, los desastres pueden, las más de las veces, exceder la capacidad de un país, por ello es
importante contar con un sistema coordinado de protección civil que permita prever ese tipo de
situaciones. Por ejemplo, establecer planes y protocolos para activar en caso de emergencia;
evaluar y monitorear de manera sistemática los riesgos de desastres; incentivar la investigación
para comprender las causas y plantear soluciones a escenarios probables; mejorar sistemas de
alerta y crear formas de concientización de los riesgos a los que está expuesta la sociedad;
construir una cultura que fomente responsabilidad en la sociedad civil, incluyendo el sector
privado y organizaciones civiles para la planeación y cooperación en la prevención, respuesta y
recuperación; finalmente, cooperación internacional relativa a la planeación y respuesta rápida,
además de investigación y evaluación de los factores de riesgo.
Ahora que conoces algunos aspectos de la percepción del riesgo, en el siguiente tema hablaremos
de la importancia de los medios informativos en la cultura de la protección civil.
Durante los últimos años huracanes, ciclones y sequías han afectado en mayor medida a las
comunidades vulnerables del planeta y han detenido su desarrollo, de acuerdo con datos de la
Organización de las Naciones Unidas (ONU) del 2014.
Por ello, en la actualidad son un reto para los gobiernos de distintos países del mundo que han
tenido que enfrentar algún tipo de desastre con resultados devastadores para sus comunidades,
pero que además mantienen una amenaza constante al bienestar de cientos de millones de
personas.
Ante la problemática anterior, los medios informativos mantienen una comunicación constante
con la audiencia que los sigue sobre los últimos acontecimientos y estragos del desastre cuando
éste se presenta. Esto es importante debido a que se estima, según cifras de la ONU en 2014, que
un episodio extremo de cualquier fenómeno perturbador pueda causar pérdidas de hasta 12% del
Producto Interno Bruto (PIB) y retrasar los avances del combate a la pobreza hasta por 2 años.
Cabe destacar que los medios informativos desde sus orígenes han colaborado como agentes
educativos y difusores de la cultura de manera informal, ya que, con frecuencia, de acuerdo con
Castillo (2006), llegan a sustituir el papel de la familia o escuela por la influencia que tienen en la
construcción del pensamiento social de los consumidores, debido a los contenidos llamativos e
interesantes que ofrecen.
De esta forma, los mensajes que transmiten los medios informativos, a través de sus contenidos,
llegan a provocar impactos en la forma y estilo de vida de sus seguidores porque suelen
transportar la realidad a sus espectadores de una forma tan eficaz que influyen en sus acciones y
tomas de decisiones.
Castillo (2006) explica que los medios informativos inciden más que nunca en la educación de las
nuevas generaciones, moldean gustos y tendencias en públicos de todas las edades, e incluso
influyen en la manera de cómo el individuo se relaciona consigo mismo, con sus semejantes y con
el mundo. Agrega también que los valores tradicionales que ha defendido la escuela han sido
reemplazados por el mundo creado desde el mensaje que han construido los medios audiovisuales
de comunicación, principalmente por la televisión, ante cuya pantalla los niños pasan más tiempo
que en la escuela.
El argumento anterior ha sido explotado por medios y organizaciones que han aprendido que
comunicar es compartir problemas, propiciar la participación y compartir la acción. Retomando lo
anterior, la educación sería en el contexto de los medios de información, la conversación entre la
sociedad civil, gobierno y organizaciones en torno a una problemática general, es por esto que en
el mundo actual los medios informativos tienen una enorme importancia en la vida social de todas
las personas, a tal punto que en nuestros días pocas son las personas que puede vivir sin estar
informadas, ya sea por la televisión, la radio, el periódico o Internet a través de las redes sociales.
La sociedad actual depende de una continua comunicación que posibilita la interacción entre las
personas, aun cuando éstas se hallen muy separadas entre sí y en lugares distintos. Es por esto
que:
Por ejemplo, México es uno de los países con mayor biodiversidad en el mundo, cada año perecen
alrededor de 300,000 hectáreas de bosques y selvas. Ante dicha problemática, en el año 2002
surgió Reforestamos México, campaña que busca promover la cultura forestal en todos los
sectores de la sociedad por medio de la creación de distintos proyectos culturales en el Distrito
Federal en conjunto con medios informativos, instituciones privadas y públicas, además de la
coordinación cultural.
Entre estos esfuerzos se encuentran las campañas “Adopta un árbol”, y “Por los bosques y selvas
de México”.
Para Sánchez (1997), la comunicación social es una actividad de servicio público, cuyo objetivo es
la emisión de información de carácter público de manera sistematizada, oportuna, ágil y veraz, con
el objetivo de informar, persuadir, convencer y crear consensos respecto al ejercicio de una
actividad pública.