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VOLUMEN 11

MANUALDE
PSICOPATOLOGIA
Amparo Belloch I Bonifacio Sandín I Francisco Ramos
fERCERA EDICIÓN

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celetenino
Graw
Hill

índice abreviado de la obra completa

Volumen I
PARTE l. ASPECTOS HISTÓRICOS, CONCEPTUALES Y DIAGNÓSTICOS DE LA PSICOPATOLOGÍA
Parte 2. PSICOPATOLOGÍA DE LOS PROCESOS v LAS FUNCIONES PSICOLÓGICAS
Parte 3. TRASTORNOS ASOCIADOS A NECESIDADES BÁSICAS v ADICCIONES

Volumen 11
Parte l. TRASTORNOS EMOCIONALES
Parte 2. TRASTORNOS PSICÓTICOS, DE PERSONALIDAD v ANTISOCIALES
PARTE 3. TRASTORNOS ASOCIADOS AL NEURODESARROLLO Y CICLO VITAL

.
MANUAL DE
PSICOPATOLOGIA
,;

VOLUMEN 11
TERCERA EDICIÓN

Amparo Belloch
Universidad de Valencia

Bonifacio Sandín
Universidad Nacional de Educación a Distancia

Francisco Ramos
Universidad de Salamanca

(11
MADRID • LONDRES • MÉXICO • NUEVA YORK • MILÁN • TORONTO
LISBOA· NUEVA DELHI • SAN FRANCISCO· SIDNEY •
SAN JUAN • SINGAPUR • CHICAGO • SEÚL
MANUAL DE PSICOPATOLOGÍA VOLUMEN 11

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Contenido general

RELACIÓN DE COLABORADORES (VOLUMEN llj ........ ............ .. .................... ..... ............................................................................................................ ix

Prefacio . . xi

PARTE l. Trastornos emocionales . .


Capítulo l. Psicopatología de la ansiedad y trastornos de ansiedad:

Bonifacio Sandín, Paloma Chorot y Rosa M Valiente......................... . . . ..... .... ... . . .. . ... . . .... . .. . .... ... . . . ... . . . . .. . . .. . ... . ... . . .. . . ... . . ... ...... . . ..
Hacia un enfoque transdiagnóstico
3

Capítulo 2. Trastornos de ansiedad


Bonifacio Sandín, Rosa M Valiente y Paloma 35

Capítulo 3. Trastorno de ansiedad social


Cristina Botella y Javier Fernández-Álvarez. 77

Capítulo 4. Trastornos asociados a traumas y estresores


Enrique Echeburúa y Pedro J. Amor . .......... ..... ..... . . ... ..... . ..... . . . . .............. .. . ....... .......... . . . .. . . . . ... . . . . . ... . .. ....... . .. . . . . . ...... . . . .......... ........ . 109

Capítulo 5. Trastorno obsesivo-compulsivo y trastornos relacionados


Amparo Bel/och, Gemma García-Soriano y Martha Gira/do O'Meara ... . . . . . .. . . .. . . . ... . . . . . . .. . ... . .. . ... . ... . . . . ..... . . . . ..... .. . ... . 135
Capítulo 6. Trastornos depresivos
Carmelo Vázquez y Jesús 199

Capítulo 7. Trastornos bipolares


Luis Gutiérrez-Rojas, Jesús García-Jiménez, Pablo González Oomenech
y Alfonso Jiménez Medina. .. ................ . . . ... ...... ... . .. ... . .. . .. ... . .. . . . .. ...... .. ...... . . . ... . .. . ... . .. . . .. . ... . .. . . . . ... . . . . . .. . ... .. . . .... .. ... . ... . .. . ... . .. ......... ...... . . ...... ... 233
Capítulo 8. Trastornos disociativos
Anabel Gonzalez Vazquez, Milagros Molero-Zafra y Marión Pérez-Marín ····· ·---- .............................. 259
Capítulo 9. Trastornos de síntomas somáticos y trastornos relacionados
José López-Santiago, Sandra Arnáez y Amparo Belloch . .. .. . . .. . . ...... . . .. . . . .... . . .. . .............. .. . . . . .. ...... ....... . . .... . ... . . . . . . . . .. . . . . . . .... . .... . .. . ..... 281
Capítulo 10. Trastornos de adaptación
María José Ga/dón, Rosa María Baños y Marta Miraga//. 325

PARTE 11. Trastornos psicóticos, de personalidad y antisociales. ... . . . ..... .... . . ... . . .. ..... ..... ... . ...... ..... . .. . . .... . . . . . . .. . ... . ... 343
Capítulo 11. El espectro de la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos
Juan F. Rodríguez-Testa/, Eduardo Fonseca-Pedrero, Gloria Bellido-Zanin,
Cristina Senín-Calderón y Salvador Perona-Garcelán .... ___ . . . ... . ........ ...... ... ........... . . . . . . . . . .. 345
Capítulo 12. Trastornos destructivos, del control de los impulsos y de la conducta
Iñigo Ochoa de A/da y Aitor Berna/. . - - - - -·· ··········•···••·• ·• . .. . .. . . ... . ...... . . . . ......... . . . . .. . . . . . . . . . . . ....... . 375
Capítulo 13. Trastornos de la personalidad
Héctor Fernández-Álvarez, Belén Pascual-Vera y Amparo Belloch .... ------- 399

Capítulo 14. Trastorno de la personalidad límite


Azucena García Palacios y M ª Vicenta Navarro Haro . .

V
Manual de psicopatología. Volumen 2

PARTE III. Trastornos asociados al neurodesarrollo y ciclo vital··- - -


-·----­ 461
Capítulo 15. Trastorno del espectro del autismo
Francisco Ramos Campos, Miguel Pérez Fernández y Ana Victoria Torres García . . .. .. . ... . . . . . . . .. . .... . ... . ... . . .... ... . 463
Capítulo 16. Trastorno por déficit de atención/hiperactivad
Miguel Ángel Santed Germán y Almudena del Pino Borque · ·- ---
Capítulo 17. Los trastornos neurocognitivos
Israel Contador Castillo, Bernardino Fernández-Calvo, Francisco Ramos Campos
y Félix Bermejo-Pareja . . ___ 523

Respuestas a la autoevaluación . . ····························································· 553

Índice analítico . . ----········································································································································ 555

vi
Relación de colaboradores (Volumen 11)

Pedro J. Amor Andrés


... Enrique Echeburúa Odriozola
Profesor Titular de Universidad. Catedrático de Psicología Clínica.
..
Departamento de Psicología
' de la Personalidad,
Evaluación y Tratamiento Psicológicos.
Departamento de Psicología Clínica y de la Salud
y Métodos de Investigación.
Facultad de Psicología. Facultad de Psicología.
Universidad Nacional de Educación a Distancia Universidad del País Vasco (UPV/EHUl.
Héctor Fernández-Álvarez
(UNEDl, Madrid.

Sandra Arnáez Sampedro Catedrático de Psicología Clínica.


Técnico superior de investigación. Fundación Aiglé y Universidad de Belgrano,
Facultad de Psicología. Buenos Aires (Argentina).
Universidad de Valencia. Javier Fernández-Álvarez
Rosa María Baños Rivera Investigador - Marie Sklodowska-Curie Innovative Training
Catedrática de Psicopatología. Networks (ITN).
Universidad Jaume I, Castellón.
Facultad de Psicología.
Universita Cattolica del Sacro Cuore, Milán, Italia.
Bernardino Fernández-Calvo
Universidad de Valencia.

Gloria Bellido-Zanin
Personal Investigador Distinguido. Departamento de Psicología.
Especialista Psicología Clínica.
Facultad de Ciencias de la Educación.
CSMIJ Les Corts, Centre d'higiene mental, Barcelona

Amparo Belloch Fuster


Universidad de Córdoba.
Eduardo Fonseca-Pedrero
Catedrática de Psicopatología.
Profesor Titular.
Facultad de Psicología.
Departamento Ciencias de la Educación.
Universidad de Valencia.

Félix Bermejo-Pareja
Universidad de la Rioja.
María José Galdón Garrido
Asesor Senior. Catedrática de Psicopatología.
Instituto de Investigación '1+12' Facultad de Psicología.
Hospital Universitario «12 de Octubre», Madrid. Universidad de Valencia.
Aitor Berna/ Jesús García-Jiménez
Psicólogo general sanitario. Departamento de Psiquiatría.
Pausoka Elkartea: Asociación de padres y madres Facultad de Medicina.
con hijos con necesidades especiales. Universidad de Granada.
Cristina Botella Arbona Azucena García-Palacios
Catedrática de Universidad. Catedrática de Universidad.
Universidad Jaume I, Castellón. Facultad de Ciencias de la Salud.
Israel Contador Castillo Universitat Jaume I, Castellón.
Gemma García-Soriano

Profesor Titular de Psicobiología.
Facultad de Psicología. Profesora Titular de Psicopatología.
Universidad de Salamanca. Facultad de Psicología.
Paloma Chorot Raso Universidad de Valencia.
Catedrática de Psicopatología. Martha Gira/do O'Meara
Facultad de Psicología. Postdoctoral Fellow.
Universidad Nacional de Educación Anxiety and Obsessive-Compulsive Disorders Laboratory.
a Distancia (UNED), Madrid. Universidad de Concordia, Montreal (Canadá).
il - ••

vii
Manual de psicopatología. Volumen 2
'
Pablo González Domenech Salvador Perona-Garcelán
Departamento de Psiquiatría. Especialista en Psicología Clínico.
Facultad de Medicino. Hospital Virgen del Rocío, Sevilla.
Almudena del Pino Borque
Universidad de Granado.
Anabel Gonza/ez Vazquez Psicóloga Sanitario.
Psiquiatra y Coordinadora del Programa de Trauma y Disociación. Excmo. Ayto. de Sigüenzo.
Francisco Ramos Campos
Servicio de •Psiquiatría.
Hospital Universitario de A Coruña.
Catedrático de Psicopatología.
Luis Gutiérrez-Rojas Facultad de Psicología.
Departamento de Psiquiatría. Universidad de Salamanca.
Juan F. Rodríguez-Testa/
Facultad de Medicina.
Universidad de Granado.
Alfonso Jiménez Medina
Profesor Titular.
Departamento de Personalidad, Evaluación
Departamento de Psiquiatría. y Tratamiento Psicológicos.
Hospital Clínico San Cecilia de Granado. Universidad de Sevilla.
José López Santiago Bonifacio Sandín Ferrero
Facultativo Especialista en Psicología Clínico. Catedrático de Psicopatología.
Hospital Universitario de Albocete. Facultad de Psicología.
Marta Miraga/1 Montilla Universidad Nacional de Educación a Distancio
Profesora Ayudante Doctoro. (UNEDl, Madrid.
Facultad de Psicología. Miguel Ángel Santed Germán
Universidad de Valencia. Profesor Titular de Universidad.
Milagros Molero-Zafra Facultad de Psicología.
Profesora Adjunto. Universidad Nocional de Educación a Distancio
Universidad Internacional de Valencia. (UNEDl, Madrid.
Directora del centro de investigación y terapia Jesús Sanz Fernández
Sintest Psicólogos (Valencia).
Catedrático de Psicología de la Personalidad.
M. ª Vicenta Navarro Haro Universidad Complutense de Madrid.
Cristina Senín-Ca/derón
Profesora Ayudante Doctor.
Universidad de Zaragoza.
Profesora Ayudante Doctoro.
Instituto de Investigación Sanitario de Arogón.
Departamento de Psicología.
Iñigo
• Ochoa de A/da Universidad de Cádiz.
Ana Victoria Torres García
Profesor
• Agregado
Facultad de Psicología.
Universidad del País Vasco (UPV/EHU) Profesora Asociado.
Belén Pascual-Vera
Facultad de Psicología.
Universidad de Salamanca.
Profesora Asociado.
Facultad de Ciencias Sociales y Humanas. Rosa María Valiente García
Universidad de Zaragoza. Profesora Titular de Psicopotologío.
Miguel Pérez Fernández
Facultad de Psicología.
Universidad Nocional de Educación o Distancio
Profesor Titular de Psicopatología. (UNEDl, Madrid.
Facultad de Psicología.
Universidad de Salamanca. Carmelo Vázquez Va/verde
Marión Pérez-Marín
Catedrático de Psicopatologío.

• Departamento de Personalidad, Evaluación
Profesora Titular. y Psicología Clínico.
Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Universidad Complutense de Madrid.
Psicológicos.
Facultad de Psicología.
Universidad de Valencia.

viii
i
11 1 Prefacio

A principios de los años noventa del siglo posado quienes coordinamos este manual, tres psicólogos profesores
de psicopotologío, coincidimos en lo creciente insatisfacción que sentíamos cuando nuestros estudiantes y nues­
tros colegas interesados en lo clínico nos pedían recomendaciones y sugerencias sobre manuales que fueron no
solo comprehensivos, sino también actuales y acordes con los conocimientos disponibles sobre lo psicopotologío,
materia que impartíamos en nuestros respectivos universidades y sobre lo que versaban tonto nuestros intereses
de investigación como nuestro práctico clínico. No quiere esto decir que no hubiera entonces textos de psicopo­
tologío, algunos de ellos sin dudo magníficos, aunque lo denominación Manual de Psicopatología ero inusual o
anecdótico. Pensábamos que todos adolecían de un problema que, poro nosotros, ero fundamental afrontar: no
recogían, o lo hacían muy de posado, los muchos aportaciones que lo psicología científica estaba proporcionando
o lo comprensión de las alteraciones psicopotológicos. Eso, y no otro, fue lo principal motivación que nos llevó o
plantear un manual de psicopotologío firmemente anclado en lo psicología. En el prólogo de lo primero edición
del manual de 1995, hoce ahora 25 años, decíamos: «Se están realizando importantes avances en áreas como los
neurociencias, lo psicopotologío experimental, lo medicino conductuol, lo psicofisiologío, etc., que involucran
tonto a los aspectos estrictamente teóricos o conceptuales como o los metodológicos. Así mismo, se está
produciendo un importante y necesario acercamiento, codo vez más visible, entre los ciencias biológicos, los
psicológicos y los sociales en todo lo que concierne o la salud y lo enfermedad humanos. Lo psicopotologío es,
probablemente, uno de los áreas de conocimiento científico donde más se han hecho notar estos cambios y
avances. Nuestros métodos de investigación son más potentes y eficaces, lo que nos permite disponer de más y
mejores datos poro comprender lo naturaleza de los diversos alteraciones psicopotológicos;
.' se están formulando
nuevos teorías, capaces de proporcionar• • mejores respuestas o los viejos problemas que tiene planteados nuestro
disciplina, o la vez que se han reformulado y adaptado muchas de las que ya existían». Hoy seguimos suscribiendo
esas palabras y, en coherencia con ellas, decidimos que había llegado el momento de renovar en profundidad este
manual paro incluir las nuevos aportaciones que lo psicología ha hecho durante estos años o lo comprensión de las
psicopatologías e integrarlos, siempre que fuero posible, con los más consolidadas.
Así pues, desde el primer momento planteamos uno decidida apuesto por la ciencia psicológica como morco de
referencia imprescindible poro el desarrollo de la psicopatología que, desde siempre, hemos concebido como una
disciplina básica de lo psicología científica, entendiendo por «básica» aquella que trota de encontrar respuestas
a los problemas e interrogantes que plantea la realidad que, en nuestro coso, es la relacionada con los trastornos
mentoles y del comportamiento humano. Dicho en otros términos, lo que verdaderamente nos motivo e impulso
es, antes que nada, trotar de entender qué le sucede a una persono cuando dice que le pasan pensamientos
«raros» por la cabeza, o que escucha voces, o que no consigue afrontar con eficacia los inevitables y necesarios
cambios en su entorno vital, o que se pregunta por qué, a pesar de que se supone que debiera ser una persona
«sana y feliz», no consigue encontrar sentido o su existencia, o que tiene miedo de perder la razón y volverse
«loco». Estamos convencidos de que si no somos capaces de entender y encontrar respuestos convincentes o esos
dilemas, difícilmente lo psicopotologío podría resultar de ayuda. Por eso pensamos también que la psicopatología
es la ciencia base que, partiendo de los conocimientos que aporta la psicología científica, permite establecer las
bases para diseñar nuevos y mejores modos poro evaluar y diagnosticar y, como consecuencia, poro intervenir
eficazmente y mejorar lo vida de las personas. En este sentido, concebimos la psicopatologío como una disciplina,
un conjunto de saberes, cuya finalidad último es lo de servir de puente entre lo psicología y la clínica psicológica;
y los puentes tienen por definición una doble dirección. En definitiva, esto y no otro ha sido desde el principio la
finalidad de este manual.
Lo primero porte del Volumen I está dedicado o analizar los referentes históricos fundamentales de lo psico­
potologío y los cambios conceptuales que ha experimentado o lo largo de los siglos, con el fin de llegar o entender
dónde se ubico actualmente y cómo todo ello se reflejo en los modos de clasificar primero, y diagnosticar después,
los distintos trastornos y anomalías que pueden calificarse como psicopotológicos. Hemos intentado no caer en el
presentismo o lo hora de exponer la evolución histórica y conceptual de nuestro disciplino, conscientes de que ana­
lizar el pasado desde contextos del presente no solo no contribuye a entender la realidad, sino que la distorsiono
y perturba de manera, por qué no decirlo, irresponsable y dañina. Esto porte se cierra con un capítulo dedicado o
la entrevista diagnóstica, el procedimiento ineludible que cualquier interesado en el funcionamiento humano debe
conocer y ser capaz de utilizar.

ix
e ,. Manual de psicopatología. Volumen z
La segunda parte, psicopatología de los procesos y las funciones psicológicas, está dedicada a presentar las
anomalías y disfunciones q_ue se producen en los procesos mentales, desde los aparentemente más simples, hasta
los más complejos, sin olvidar el hecho cierto de q_ue todos ellos están íntima e ineludiblemente interconectados y
q_ue, por lo tanto, las anomalías o disfunciones en uno de ellos tiene repercusiones en los demás. El estudio de los
procesos y las funciones mentales es, sin duda, uno de los fundamentos básicos de la psicología desde sus mismos
orígenes como disciplina científica. A ellos recurrimos y de ellos partimos para intentar entender cuándo esos
procesos y funciones se «desvían» de su trayectoria esperable y predecible y, sobre todo, cómo lo hacen y q_ué con­
secuencias tiene todo ello en la salud mental. Pero estaríamos eq_uivocando nuestro propósito si olvidáramos incluir
aq_uí también las anomalías y disfunciones q_ue se producen en otros ámbitos, tradicionalmente entendidos como
«no cognitivos», como son los comportamientos y las emociones q_ue, como no podía ser de otro modo, actúan a
modo de bumerán sobre los procesos cognitivos, modificándolos, regulándolos, mediando en sus efectos y conse­
cuencias: produciendo, en suma, un efecto dominó de alta complejidad y de consecuencias a veces imprevisibles.
Todo ello, las relaciones de interdependencia entre funciones mentales, comportamientos, y emociones, se eviden­
cia de un modo palmario en el gran tema del estrés, q_ue además remite a otras connotaciones de orden fisiológico.
Esta parte del manual no trata, por tanto, de un mero «regreso al síntoma», objetivo postulado y reivindicado
desde algunos enfoq_ues de la psicopatología, sino de re-situar el objeto de la psicopatología en el lugar q_ue nunca
debió abandonar, esto es, la investigación de los procesos y funciones mentales y comportamentales, incluyendo
las emociones, q_ue atraviesan todos los denominados trastornos mentales y del comportamiento. En consecuencia,
se trata de procesos, funciones y comportamientos cuya naturaleza primigenia es de índole transdiagnóstica.
La tercera parte del primer volumen está dedicada a los trastornos asociados a necesidades básicas y adic­
ciones. Con ello se aborda el estudio de un grupo heterogéneo de alteraciones comportamentales y emocionales
relacionadas, en muchos casos, con necesidades y/o impulsos de naturaleza biológica, si bien es evidente q_ue,
aunq_ue necesaria, la perspectiva biológica dista mucho de ser suficiente para comprender la génesis y el mante­
nimiento de esos trastornos. El componente social de los mismos es imprescindible para abordarlos de un modo
cabal, especialmente en el caso de algunos de esta sección, q_ue tienen en común, además, el carácter adictivo y
de control del propio comportamiento por parte del individuo.
El segundo volumen está dedicado íntegramente a presentar los diferentes trastornos mentales y del compor­
tamiento siguiendo, en parte, la agrupación q_ue de ellos se realiza actualmente en los sistemas oficiales de clasi­
ficación y diagnóstico psiq_uiátricos. La primera parte, dedicada a los trastornos emocionales, agrupa un conjunto
diverso de entidades q_ue, de un modo genérico, aunq_ue con algunas excepciones (p. ej., los trastornos bipolares y
algunas manifestaciones depresivas), se agrupaban históricamente bajo el rótulo general de «neurosis», término
denostado desde los años ochenta por sus referentes psicoanalíticos, pero también por su incoherencia tanto eti­
mológica como conceptual -recuérdese q_ue, en su origen, hacía referencia a «inflamación de los nervios»-. La
ansiedad es, sin duda, un componente esencial q_ue impregna todos los trastornos q_ue se incluyen en esta parte:
desde los estrictamente denominados como trastornos de ansiedad hasta los disociativos, pasando por los vincula­
dos con las respuestas al estrés, los obsesivo-compulsivos, o los somatoformes. Pero ese componente no es el único
ni, en algunos casos, el más importante. Entre otras razones, es la acumulación de evidencias q_ue ponen en cuestión
el rol predominante de la ansiedad lo q_ue ha dado lugar a la disgregación de los trastornos de ansiedad en grupos
diferenciados q_ue, además, se configuran como «espectros» de trastornos. Esos espectros, q_ue se postulan sobre
la base de elementos comunes (comorbilidad, edad de inicio, referentes neurobiológicos, respuesta al tratamiento,
entre otros), no siempre están justificados por evidencias sólidas. Sea como fuere, más allá de los debates sobre
la configuración concreta de cada espectro o conjunto de trastornos (es decir, sobre los trastornos concretos q_ue
se incluyen en cada agrupación o espectro), lo cierto es q_ue, como decíamos, la ansiedad no es el único ni el más
importante elemento aglutinador de todos ellos. Tampoco los cambios en el estado de ánimo y la modulación de los
afectos y las emociones son exclusivos de los trastornos depresivos ni responden únicamente (ni en algunos casos,
mayoritariamente) a causas psicológicas. Pero al mismo tiempo configuran el núcleo fundamental de lo q_ue hoy
sabemos sobre los trastornos depresivos y sobre los bipolares, dos conjuntos de trastornos q_ue hoy se consideran
diferentes y por tanto se presentan aq_uí en capítulos separados.
El segundo bloq_ue del volumen está dedicado a exponer los trastornos psicóticos y de la personalidad, dos
conjuntos de problemas q_ue, ya en la primera edición de este manual, calificábamos como los más complejos a
los q_ue se enfrenta la psicopatología. No debemos olvidar q_ue, de hecho, la historia misma de esta disciplina está
unida inextricablemente a la historia de las psicosis, consideradas como sinónimo de locura o, al menos, como su
más genuina expresión; y la locura era el objeto primigenio del estudio de la psicopotología. Su carácter a menudo
devastador, considerado irreversible, y su indudable impronta biológica, dejaban poco margen tanto a la investi­
gación como a la práctica clínica de los psicólogos. Afortunadamente, también aq_uí la psicología ha demostrado,
una vez más, q_ue precisamente por su complejidad no pueden ser entendidos ni abordados desde una óptica
exclusivamente biológica. Por lo q_ue se refiere a los trastornos de la personalidad, siguen siendo uno de los retos
más complicados q_ue tiene hoy planteados la psicopatología y todas las disciplinas de ella derivadas y/o con ella
asociadas, desde la evaluación y el diagnóstico hasta las diversas orientaciones psicoterapéuticas. Una muestra de
X
Prefacio

esa complejidad es el enconado debate que han suscitado y siguen provocando entre los expertos, cuyo resultado
más evidente es la falta de acuerdo, tal y como se pone de manifiesto tanto en la actual edición del manual de
diagnóstico y estadística de los trastornos mentales propuesto por la Asociación Americana de Psiquiatría, el DSM,
como en el capítulo dedicado a los trastornos mentoles de lo clasificación internacional de enfermedades, lo CIE,
propuesto por lo OMS. Es muy probable que este conjunto de trastornos experimente cambios sustantivos en los
próximos años, aspecto en el que insisten los dos capítulos dedicados o ellos.
Lo tercera y última parte del Volumen 2 está dedicado o los trastornos del neurodesorrollo y o los neurocog­
' ..
nitivos, íntimamente vinculados con el ciclo vital. De nuevo nos hollamos frente o un conjunto de problemas y
trastornos altamente complejos, que están experimentado una remodelación profunda en lo última década debido,
en porte, al descubrimiento de nuevos datos y hechos, pero también al elevado impacto que tienen sobre lo salud
mentol de los personas y al notable incremento que están experimentando en nuestras sociedades actuales.
Más allá de lo organización temático seguida en el manual, queremos hacer notar oigo que nos parece de la
máximo importancia y que hemos intentado poner en valor o lo largo de todo el libro. Se trato de lo noción de
lo dimensionolidod y, estrechamente vinculado con ello, lo del transdiognóstico, ambos subrayadas e integrados
desde los primeros capítulos del primer volumen. Lo dimensionolidod de los psicopotologíos significo entenderlos
y abordarlos no como oigo diferente de lo «normalidad mentol», sino como claramente vinculado con ello, hasta
el punto de que no es posible comprender las psicopotologías prescindiendo del hecho ampliamente contrastado
de la continuidad entre lo «normal» y lo psicopotológico. Lo psicología científico siempre reivindicó eso ideo y el
tiempo, lo investigación, y lo realidad, le han dado lo razón. Baste como ejemplo lo propuesta que hoce el DSM-5
de dimensiones y síntomas transversales que «atraviesan», y por tonto trascienden, los diferentes trastornos men­

...
toles (ansiedad, depresión, ira, ideación suicido, conductos repetitivos, etc.l, o lo opuesta de la CIE- 11 por caracte­
rizar los distintos trastornos no como conjuntos más o menos estables y definidos de síntomas (o no solo así>, sino
como problemas crecientes en gravedad partiendo de lo que denominan «trastornos subumbroles». Pero, además,
la noción de dimensionolidad permite, nos parece, abordar de un modo eficaz el peligro del estigma que tan

algún problema mentol, estigma que agravo todavía más su sufrimiento. El viejo aforismo hipocrático, no existen
injustamente ha recaído desde hoce siglos sobre los personas que, en algún momento de sus vidas, experimentan

enfermedades sino enfermos, ocupo también un lugar de honor en el ámbito de lo salud mentol: no hoy depresivos,
o esquizofrénicos, o hipocondríacos, sino personas con depresión, con esquizofrenia o con hipocondría. Y esos
personas, y su sufrimiento, no son ton diferentes de quienes no tienen esos problemas, porque comporten con ellos
lo mayor parte de los característicos que configuran lo vida mentol humano.
Poro concluir, es obligado poner de manifiesto nuestro más profundo y sincero reconocimiento y gratitud a
todos los personas que han contribuido ton generosamente o hacer realidad este nuevo proyecto. Sin su concurso y
su trabajo, hubiera sido imposible haber llegado hasta aquí, o esta tercero edición del manual. Tampoco queremos
dejar posar lo oportunidad de agradecer el apoyo y el impulso incondicional que, desde el principio, hemos reci­
bido de lo editorial McGrow-Hill Interamericano de España, representado de manero notable por nuestro editora
Cristino Sánchez. Por último, no queremos dejar de mostrar nuestro agradecimiento o todos los personas que se
disponen a dedicar uno porte de su tiempo o lo lectura y estudio de los diferentes capítulos que conforman el
manual. A todos, muchos gracias.

En Valencia, Madrid y Salamanca, en junio de 2020.


Amparo Belloch, Bonifacio Sandín y Francisco Romos.

xi
.
PARTE 1
Tra stornos e moc i o na l e s
CAPÍTUL0 1

PSICOPATOLOGÍA DE LA ANSIEDAD Y TRASTORNOS DE


ANSIEDAD: HACIA UN ENFOQUE TRANSDIAGNÓSTICO
Bonifacio Sandín, Paloma Chorot y Rosa M. Valiente

l. Introducción: delimitaciones conceptuales J B. Nivel de rasgos clínicos /5

emocional) /9
A. Ansiedad y otros conceptos afines 1/ C. Nivel de afrontamiento (estrategias de regulación

20
B. Ansiedad, emoción y afecto 7
II. Componentes de la ansiedad
20
D. Nivel de síndromes clínicos
7

F. Análisis funcional del modelo 20


E. Nivel de sintomatología
A. El triple sistema de respuesta 7

VI. Recomendaciones para la evaluación


B. Disociación entre los sistemas de respuesta 8
111. Clasificación de los trastornos de ansiedad 8 y el tratamiento 22
8
/O
A. Neurosis y ansiedad: la aportación de Freud A. Procedimientos de evaluación relevantes en el marco

de ansiedad 23
B. DSM-III: nueva era de los trastornos de ansiedad del modelo transdiagnóstico de los trastornos

el DSM-5 /O
C. Clasificación actual de los trastornos de ansiedad:

de ansiedad 23
B. Tratamiento transdiagnóstico de los trastornos
IV. Características transdiagnósticas de la ansiedad /O
VII. Resumen de aspectos fundamentales y tendencias
futuras 26
A. El problema de la comorbilidad entre los trastornos
de ansiedad //
B. Modelo tripartito sobre el afecto, la ansiedad TÉRMINOS CLAVE 29
LECTURAS RECOMENDADAS JO
V. Modelo transdiagnóstico jerárquico de los trastornos
y la depresión /2

emocionales /5 REFERENCIAS JO
A. Nivel de rasgos de temperamento generales /5 AUTOEVALUACIÓN JI/

l . I ntroducción: delim itaciones conceptuales


La ansiedad es un concepto central en psicopatología y psicolo­ La ansiedad es una respuesta anticipatoria ante un peligro o
gía clínica y uno de los conceptos más empleados en la psicología amenaza futuros, caracterizada por sensaciones emocionales de
en general. Es un componente presente en la mayor parte de los aprensión e inquietud, acompañadas de manifestaciones corpora­
trastornos psicológicos y psicosomáticos. La ansiedad es una de les de tensión muscular y activación del sistema nervioso simpático
las principales razones por las que las personas buscan ayuda en (sudoración, taquicardia, palpitaciones, temblor, respiración acele­
salud mental. El presente capítulo se centra en un tipo de trastor­ rada, etc.>. El peligro o amenaza puede ser interno o externo, real
nos psicológicos en los que el núcleo de perturbación afecta a la o imaginario. Se trata, por tanto, de un estado emocional negativo
ansiedad propiamente dicha, e implica a trastornos conocidos como que incluye sentimientos de inquietud, tensión, vigilancia, alarma,
las fobias, el trastorno de ansiedad de separación, el trastorno de aprensión hacia el futuro o nerviosismo (Sandín, 1997; Sandín et al.,
pánico <TP> y el trastorno de ansiedad generalizada <TAG). 20180).

3
Manual de psicopatología. Volumen 2

Una propiedad importante de la ansiedad es su naturaleza anti­


cipatoria. Esto quiere decir que la respuesta de ansiedad posee la
o que al menos no deberían confundirse en algunos contextos psi­
copatológicos. Por ello, resulta necesario hacer una distinción entre
capacidad de anticipar o señalar un peligro o amenaza para el pro­ estos conceptos, así como su ubicación en el concepto más amplio
pio individuo. Esto confiere a la ansiedad un valor funcional impor­ de lo emoción y el afecto.

fundirse con el estrés. El estrés es un concepto más amplio que


tante, ya que posee una utilidad biológico-adaptativa. Esta utilidad, Como punto de partida diremos que la ansiedad no debe con­
no obstante, se convierte en desadaptativa cuando, como en la
ansiedad clínica, se anticipa un peligro irreal o inexistente. Dicho
• en implica un conjunto complejo de mecanismos y procesos psicobio­
otros términos, la ansiedad no siempre varía en proporción directa lógicos que se asocian a respuestas biológicas y psicológicas carac­

forma irracional, esto es, produciéndose ante situaciones de escaso


al peligro real (objetivo) de la situación, sino que puede ocurrir de terísticas, siendo la ansiedad únicamente una de estas respuestas.
La ansiedad es una de las muchas formas de respuesta psicológica

Otra característica de la ansiedad es su capacidad para moti­


peligro objetivo, o bien que carecen de peligro real. que pueden producirse en situaciones de estrés, especialmente

var la conducta (motivar para la acción), preparar al organismo


durante las situaciones de estrés agudo <la depresión suele asociar­
se más a las situaciones de estrés crónico) (una exposición deta­
para acciones futuras. En este sentido, la ansiedad es algo positivo y llada sobre el estrés puede encontrarla el lector en el Capítulo 1 2

Los términos de ansiedad y angustia derivan de la raíz indo­


adaptativo; por ejemplo, un cierto nivel de ansiedad puede ayudar­ del Volumen D.

germánica angh, que significa estrechez y constricción, y también


nos a preparar mejor un examen, o a rendir más en un partido de
competición deportiva. Sin embargo, un exceso de ansiedad pertur­

anxietas y angor), y posteriormente mediante el influjo de la psi­


ba el rendimiento y puede interferir en la vida de la persona. malestar o apuro. A partir de la influencia latino (se distinguió entre

quiatría francesa, que diferenció entre anxieté (malestar e inquie­


Como puede deducirse a partir de lo que hemos expuesto,

tud del espíritu) y angoisse (sentimiento de constricción epigástri­


la ansiedad puede ser entendida como una respuesta normal y

ta desadaptativa (ansiedad patológica). En principio, la ansiedad


necesaria. Sin embargo, también puede consistir en una respues­
ca, dificultades respiratorias e inquietud), se estableció en nuestro
patológica difiere de la ansiedad no patológica (ansiedad normal o país (tradición psiquiátrica española) la separación entre ansiedad
adaptativa) por ser más frecuente, más intensa y/o más persistente. (predominio de componentes psíquicos) y angustia (predominio
Es decir, a nivel general la ansiedad patológica se caracterizaría en de componentes físicos). Por tanto, la angustia suele entenderse
principio por presentar ciertas diferencias cuantitativas respecto a la como una forma de ansiedad (i. e., ansiedad en la q_ue predomi­
ansiedad normal (esto es, un nivel más elevado de ocurrencia, inten­ nan las manifestaciones somáticas), aunque apenas se utiliza en la
sidad y duración). Si la perturbación es tal que interfiere significa­ psicopatología actual, permaneciendo únicamente el concepto de
tivamente en la vida del individuo (p. ej., alterando su vida familiar, ansiedad, con sus variantes somática y cognitiva, algo semejante
social o laboral> o produce un nivel elevado de malestar personal a lo que ocurre en el ámbito anglosajón (véase Sandín y Chorot,

término de angustia con el concepto de distrés, contribuyendo con


(i. e., de sufrimiento personal>, entonces la manifestación patológica 1991l. En algunos contextos actuales a veces se ha identificado el
de la ansiedad es considerada como un trastorno de ansiedad (es
decir, un trastorno mental>. ello a incrementar la confusión de dicho término, ya que el distrés
representa un estado de malestar emocional global producido por el

)) Ansiedad. Respuesta anticipatoria ante un peligro o ame·


estrés que implica a las emociones negativas en general (ansiedad,
tristeza, miedo, disgusto, etc.> y un estado de agobio o abatimiento

La distinción entre ansiedad y miedo debe hacerse necesaria­


naza futuros, caracterizada por sensaciones emocionales ( «sentirse estresado»)_
de aprensión e inquietud, acompañadas de manifestacio­
nes corporales de tensión muscular y activación del sis- mente pues, aunque no pocas veces se confunden en la literatura
científico, son conceptos que poseen aspectos diferentes. Como
' tema nervioso simpático. El peligro o amenaza puede ser indicamos arriba, un aspecto central de la ansiedad es que se trata
interno o externo, real o imaginario.
)) Trastorno de ansiedad. S índrome clínico en el que la El miedo es un fenómeno equivalente al de ansiedad pero difiere de
de una respuesta anticipatoria ante un peligro o amenaza futuros.

ansiedad es la perturbación predominante [central]. Puede esta porque la reacción está orientada hacia el presente, es menos
caracterizarse, bien por ansiedad manifiesta, como en el difusa, menos cognitiva y más primigenia (alarma primitiva), y ocu­
trastorno de pánico o en la ansiedad generalizada, bien por rre como respuesta a un estímulo concreto (próximo o inminente).
A no ser que se produzca de forma excesiva, el miedo, al igual que
conductas de evitación para reducir la ansiedad, como en
la ansiedad, suele ser una respuesta adaptativa para el individuo. El
las fobias. miedo nos motiva para reaccionar de forma rápida ante un peligro
presente (respuesta de «lucha-huida»), mientras que la ansiedad
nos alerta y activa para hacer frente a un peligro o amenaza futu­
ra (p. ej., ante una próxima entrevista importante con el jefe de
A. Ansiedad y otros conceptos afines la empresa). Esta separación básica implica diversas característi­

Tabla l.ll.
Al ser la ansiedad un concepto muy empleado e n psicología, su utili­ cas que definen diferencialmente la ansiedad y el miedo (véase la
zación generalmente ha estado asociada al uso de diversos términos

conducta, esta propiedad de actuar como drive la posee más cla­


relacionados, como el estrés, la angustia, el miedo, la fobia, y el Así mismo, aunque la ansiedad puede ser motivadora de la

ramente el miedo, ya que este motiva la conducta de evitación (o


pánico. Estos términos unas veces se han empleado con un significa­
do más o menos equivalente, y otras veces no. No obstante, lo que
resulta claro actualmente es que se trata de conceptos diferentes, escape) ante la percepción de un estímulo amenazante, mientras

q
·:i
Capítulo 1. Psicopatología de la ansiedad y t rastornos de ansiedad : Hacia un enfoqu e transdiagnóstico

)) Tabla 1.1. Diferencias entre ansiedad y miedo

Respuesta contextual.
• Tensión, aprensión.
Respuesta universal e innata. • Respuesta personal.
• Activación autónoma. • Activación somático-general.
• Tensión muscular, vigilancia.
• Actuar ante una situación de emergencia próxima Anticipar la posible ocurrencia de eventos negativos.
inminente. Reacción anticipatoria.
• Reacción de supervivencia. No presencia de peligro real.
• Presencia de peligro real o imaginario. Preparación para sucesos negativos inesperados.
• Ataque de pánico (activación de un sistema Preocupación ansiosa (trastorno de ansiedad
de alarma ancestrall. generalizada).
Emoción orientada al presente. Emoción orientada al futuro.
Urgencia comportamental de evitar o escapar. Incontrolabilidad y/o impredecibilidad sobre eventos
potenciales futuros.
Cerebro subcortical primitivo. Neocórtex.
Amígdala. Córtex cerebral izquierdo.

Adaptado de Sandín et al. [2018a).


)

Nota:

que la ansiedad constituye un estado de activación que no posee LeDoux (1994-) subrayó la importancia de una v ía nerviosa que
una dirección específica tras la percepción de amenaza. A este comunica directamente el tálamo con la amígdala en las reacciones
respecto algunos autores (p. ej., Barlow, 1988) han identificado la emocionales, y que puede representar un papel crucial en los proce­
ansiedad con la «aprensión ansiosa». Barlow sugirió que el miedo sos emocionales automáticos (no conscientes) (véase la Figura l.ll.
consiste en una alarma primitiva en respuesta a un peligro presen­ El hecho de que se ubique en la amígdala la memoria emocional
te, caracterizado por elevada activación y alto afecto negativo. (se almacena lo información primitiva), dice LeDoux, posee un enor­
En cambio, la ansiedad es una combinación dif usa de emociones me valor adaptativo para las respuestas de ansiedad. Los estímulos
(estructura cognitivo-afectiva) orientada hacia el f uturo. De este visuales (p. ej., una serpiente) se procesan inicialmente en el tálamo,
modo, mientras que el miedo se caracterizaría por presentar com­ el cual transmite una información rudimentaria (de forma esque­
ponentes más primigenios, biológicos y en cierto modo automá­ mática) a la amígdala. Esta transmisión se produce de forma casi
ticos (reacciones de alarma-defensa), y una orientación hacia el instantánea (ya que el procesamiento exige muy poca elaboración),
presente, la ansiedad (aprensión ansiosa) es f undamentalmente de permitiendo un rápido cambio en la focalización de la atención y/o
naturaleza cognitiva y de marcada orientación hacia el futuro (Sandín la emisión por el organismo de una respuesta automática de evita­
y Chorot, 199D. ción/huida ante el peligro potencial. Paralelamente, la corteza visual
recibe información del tálamo y lleva a cabo una representación
precisa y detallada sobre el estímulo (percepción consciente de la
¿) Miedo. Emoción equivalente a la ansiedad, pero difiere de serpiente y sus características como color, movimientos, tamaño,
esta por estar orientada hacia el presente, ser menos difu­ contexto, etc.l. Tal información cognitiva se transmite a la amígdala,
induciendo activación autónoma y muscular.
sa, menos cognitiva y más primigenia [alarma primitiva), y
ocurre como respuesta a un estímulo concreto [ próximo o LeDoux argumenta que tanto los animales como el ser huma­
no necesitan disponer de un mecanismo de respuesta rápida ante
inminente J.
lo peligroso. La v ía tálamo-amígdala permite que las respuestas
emocionales se inicien en la amígdala antes de ser conscientes
del estímulo que nos hace reaccionar o de que identifiquemos las
Como indicamos en la Tabla 1.1, el miedo y la ansiedad difieren sensaciones experimentadas. El autor enfatiza las ventajas de este
sobre la base de diferentes factores, incluyendo la forma en que mecanismo emocional no consciente de la siguiente manera:
se manifiestan (p. ej., una respuesta automática vs. una respuesta
contextuan, la función primaria que desempeña la emoción (p. ej., La v ía talámica puede ser muy útil en situaciones que requieran
una reacción de supervivencia vs. una reacción anticipatoria), el una respuesta rápida. Fracasar en la respuesta ante el peligro resul­
prototipo de manifestación clínica con el que se asocian (p. ej., un ta bastante peor que desencadenar una respuesta desproporciona­
ataque de pánico vs. un trastorno de ansiedad generalizada), las da ante un estímulo intrascendente. Basta, por ejemplo, un ligero
características o propiedades generales (p. ej., una emoción orien­ crujido de hojas cuando caminamos por el bosque para ponernos
tada al presente vs. una emoción orientada al f uturo) y la estructura en alerta sin que hayamos tenido tiempo de identificar el origen
neurobiológica subyacente (p. ej., la amígdala vs. el neocórtexl. de ese ruido. Lo que necesita el cerebro es almacenar unas claves

5
Manual de psicopatología. Volumen 2

CORTEZA VISUAL

AMÍGDALA

RITMO CARDÍACO

PRES! N SANGUINEA

~•1~ RESPIRACI;

~
)) Figura 1.1. Diferenciación entre las vías nerviosas correspondientes al procesamiento emocional automático y controlado
[adaptado de LeDoux, 1 994].

primitivas y detectarlas. Después, la coordinación de esta informa­ «frío» hecho declarativo (p. ej., información concurrente a un con­
ción básica con la corteza nos permitirá realizar la verificación (si dicionamiento de miedo). Un aspecto importante que señala este
es q_ue se trata de una serpiente) o suspender la respuesta (gritos, autor se refiere a que los recuerdos emocionales y declarativos se
hiperventilación o huida) (p. 44). almacenan y se recuperan (se hacen conscientes) en paralelo, lo
cual «no significa que tengamos acceso consciente directo a la
Los descubrimientos de LeDoux sobre la memoria emocional memoria emocional, sino que lo tenemos a las consecuencias (modo
primigenia (almacenada en la amígdala) revisten un especial interés de comportarnos o sensación que experimentamos)».
para los estudios sobre la psicopatología de la ansiedad. Aportan, Tanto la ansiedad como el miedo pueden ser adaptativos y por
por ejemplo, una base neurobiológica específica a la teoría de la tanto útiles en determinados momentos. Sin embargo, pueden ser
preparación de las fobias. También permiten dar una explicación a patológicos cuando se experimentan de forma excesiva o inapropia­
muchos trabajos experimentales q_ue sugieren un papel primordial
en fobia. El miedo puede considerarse una respuesta normal y apro­
da. A este respecto, el miedo resulta patológico cuando se convierte
a los componentes automáticos y no conscientes de la ansiedad.
En concreto, los datos e ideas aportados por este autor apoyan la piada ante un peligro real; por ejemplo, es normal que cualquier
hipótesis de Zajonc (1980) sobre la primacía del afecto (respecto a persona experimente cierto miedo a viajar en avión. Sin embargo, el
la cognición) y sobre la existencia de un procesamiento en paralelo miedo se considera fobia cuando concurren una serie de circunstan­
entre el afecto y la cognición. cias particulares (véase el Capítulo 2). Las fobias son miedos inten­
Para LeDoux es de enorme importancia la distinción entre sos asociados a situaciones u objetos diversos, incluyendo ciertos
«memoria declarativa» y «memoria emocional». La memoria animales, entornos naturales (p. ej., las aguas profundas), situacio­

El ataque de pánico consiste en una reacción súbita y aguda,


declarativa se refiere a la reproducción consciente de hechos ocu­ nes particulares (p. ej., viajar en avión), o las situaciones sociales.
rridos de forma consciente. Este tipo de memoria depende del hipo­
campo y la corteza cerebral. La memoria emocional puede heredar­ de intenso miedo o malestar, que se acompaña de una serie de
se (memoria filogenétical, o bien puede adq_uirirse por aprendizaje síntomas fisiológicos característicos (generalmente síntomas de
(p. ej., aprendizaje de una fobial. El aprendizaje emocional, dice hiperactivación autónoma; p. ej., sudoración, taquicardia) y cogni­
LeDoux, opera independientemente de nuestros procesos conscien­ tivos (p. ej., miedo a perder el controll. Aparte de consistir en un
tes, si bien la información emocional puede almacenarse como un miedo intenso, a veces de naturaleza inesperada (puede sorprender

6
Capítulo l. Psicopatología de la ansiedad y trastornos de ansiedad: Hacia un enfoque transdiagnóstico i rt�
,
al individuo), de breve duración, etc. (véanse las características del En los ámbitos de la psicopatología y la psicología clínica se
ataque de pánico en el Capítulo 2), una característica peculiar es ha utilizado con frecuencia el concepto de trastornos emociona­
su asociación con síntomas corporales, similares a los síntomas de les para referirse a los trastornos de ansiedad y a los trastornos
hiperventilación, más que a peligros o amenazas externas. Por tan­ depresivos (trastornos unipolaresl, aunque en algunos casos también
to, el pánico constituye una forma extrema de miedo asociado a la han sido sugeridos otros trastornos relacionados como los trastornos
percepción de síntomas somáticos. asociados a estresores (p. ej., el trastorno de estrés postraumático;
TEPTl, los trastornos somatomorfos, el trastorno obsesivo-compulsivo
B. Ansiedad. e moción y afecto (TOCl y los trastornos disociativos. Bullís et al. (2019) propusieron los
siguientes criterios para la definir los trastornos emocionales: (al el
Como indicamos atrás, la ansiedad y el miedo son formas princi­ trastorno se caracteriza por la experiencia de emociones negativas
pales en que se dan las emociones negativas. Otros tipos de emo­ frecuentes e intensas; (bl existe una reacción aversiva a la propia
ciones negativas son la tristeza, el enfado/ira, el asco, la culpa, experiencia emocional, la cual es impulsada por una evaluación
el odio, la rabia, la vergüenza, etc. Afortunadamente no todas las negativa de la emoción y una reducida percepción de control, y
emociones son negativas; también hay emociones positivas, tales (cl el individuo realiza esfuerzos para reducir, escapar o evitar la
como la alegría, la felicidad, el interés, o el entusiasmo. Una emo­ experiencia emocional, bien de forma preventiva o como reacción
ción consiste en cambios fisiológicos, subjetivos y conductuales al inicio del estado emocional negativo. De acuerdo con estos auto­
que se producen en respuesta a algún suceso desencadenante. La res, también cabría considerar como trastorno emocional otros tipos
emoción incluye, por tanto, al menos tres elementos importantes: de trastornos mentales, como los trastornos alimentarios (anorexia
(al la experiencia emocional (estado emocional subjetivo), (bl la nerviosa y bulimia nerviosa) y el trastorno de personalidad límite.
conducta motora (tendencias a la acción, y expresiones faciales)
y (cl el estado fisiológico (a veces el estado fisiológico puede ser
el mismo ante emociones positivas y negativas: p. ej., las lágrimas 1 1 . Co m p o n e nte s d e_ la a n s i e d a d
aparecen igualmente ante experiencias subjetivas de dolor y de
felicidad). La cualidad específica de cada emoción (p. ej., tristeza A. E l triple sistema de respue sta
o miedo) viene determinada por el significado (valoración cogniti­
va) del suceso. Así, por ejemplo, si el significado implica crítica o Es bien conocido que la ansiedad no es un fenómeno unitario (San­
desaprobación en público por otras personas, una emoción proba­ dín y Chorot, 1986). Desde hace bastante tiempo se conoce que la
ble es la vergüenza. Si el significado es de una amenaza presente ansiedad, al igual que cualquier otra emoción, implica al menos
o futura, la emoción más probable es el miedo o la ansiedad, tres componentes, modos o sistemas de respuesta <«triple sistema
respectivamente. de respuesta»): subjetivo (o cognitivo), fisiológico (o somático) y
Comparado con las emociones, el estado de ánimo es algo más motor (o conductuall. De forma resumida, el contenido de la ansie­
general y más prolongado en el tiempo (p. ej., una persona pue­ dad según estos sistemas es como sigue:
de sentirse con ánimo decaído durante largos períodos de tiem­ l. Subjetivo-cognitivo. También denominado verbal-cognitivo,
po). Así mismo, en contraste con la emoción, el estado de ánimo es el componente de la ansiedad relacionado con la propia expe­
no suele asociarse a desencadenantes específicos. Las emociones, riencia interna. Incluye un amplio espectro de variables relacio­
en cambio, se generan en respuesta a sucesos desencadenantes y nadas con la percepción y evaluación subjetiva de los estímulos y
son de naturaleza más específica; por ejemplo, el miedo, la ira, los estados asociados con la ansiedad. Así, por ejemplo, a esta dimen­
celos, etc., se producen como respuesta a estímulos concretos. sión pertenecen las experiencias de miedo, pánico, alarma, inquie­
El afecto (o afectividad) es un concepto más amplio; incluye las tud, preocupación, aprensión, obsesiones, pensamientos intrusivos,
emociones, los estados de ánimo, y las respuestas de estrés (males­ etc. La persona con ansiedad experimenta subjetivamente un esta­
tar emocional o distrésl. Las emociones pueden diferenciarse de los do emocional desagradable, cualitativamente diferente de la ira y
estados de ánimo y del distrés por ser reacciones más breves y por tristeza y semejante a la experiencia conocida comúnmente como
poder diferenciarse cualitativamente más allá de la distinción entre miedo. A nuestro juicio, el componente subjetivo es el elemento
afecto positivo y afecto negativo. central, ya que sin él difícilmente la ansiedad puede tener algún
valor clínico.
2. Fisiológico-somático. La experiencia de ansiedad suele
2) Afecto negativo. Estado afectivo caracterizado por sen­ acompañarse de un componente biológico. Los cambios fisiológicos
saciones de estados emocionales aversivos como nerviosis­ más característicos consisten en un incremento de la actividad del
mo, miedo, disgusto, culpa e ira. Se trata de una dimensión sistema nervioso autónomo, que puede reflejarse tanto en cambios
general de distrés ¡ malestar emocional] y participación no externos (sudoración, dilatación pupilar, temblor, incremento de la
placentera. El bajo afecto negativo es un estado de calma tensión muscular, palidez facial, etc.) como internos (aceleración
y serenidad. cardíaca, descenso de la salivación, aceleración respiratoria, etc.l;
algunos pertenecen a funciones corporales que pueden ser controla­
2) Afecto positivo. Estado afectivo caracterizado por sen­ das voluntariamente (agitación, defecación, respiración, etc.) y otros
saciones de entusiasmo y de estar activo/a y alerta. El alto a funciones involuntarias o parcialmente voluntarias (palpitaciones,
afecto positivo es un estado de elevada energía, buena vómitos, temblor, etc.l. La experiencia subjetiva de estos cambios
concentración y participación placentera. En el bajo afecto orgánicos suele ser percibida de forma molesta y desagradable,
positivo predomina la tristeza y el letargo. pudiendo contribuir de esta manera a conformar el estado subjetivo
de ansiedad.

7
j; Manual de psicopatología. Volumen 2

3. Motor-conductua/. Corresponde a los componentes observa­ ) ) Tabla 1.2. Posibles patrones de respuesta de la ansiedad
bles de conducta que, aparte de implicar variables como la expre­ a partir de los tres sistemas de respuesta (subjetivo,
sión facial y movimientos o posturas corporales, fundamentalmente fisiológico y conductualJ
hacen referencia a las respuestas instrumentales de escape (huida)
y evitación.

8. D isociación e ntre los sistemas


, :l¡!i_1' :
de re spuesta Patron. 2 '' '
,,
+ +
La investigación centrada en el triple sistema de respuesta de la + +
ansiedad ha sugerido que las tres modalidades de respuesta pueden
Patrón IJ +
conocido como fraccionamiento de respuestas> (Sandín y Chorot,
estar disociadas, esto es, pueden no covariar entre sí (fenómeno
Pat¡ón 5 + +
1996). La asincronía entre los tres modos de respuesta, y en conjun­
to el propio modelo, ha sido criticado y cuestionado por algunos Patrón 6_,¡,, +
autores (p. ej., Hughdal, 1981). No obstante, la disociación entre los
tres tipos de respuesta parece estar bastante aceptada en el ámbito +
científico. Un área de investigación derivada de este fenómeno se
relaciona con la búsqueda de patrones o perfiles de respuesta dife­
renciales en los pacientes con trastornos de ansiedad. Nota: [+] manifestación de la modalidad de respuesta;
A este respecto, se han señalado diversos perfiles de respues­ [-] ausencia de manifestación de la modalidad de respuesta.
ta de la ansiedad combinando las distintas posibilidades (véase la Adaptado de Rachman [ 1976, p. 128].
Tabla 1.2). De acuerdo con lo indicado en la tabla, pueden darse
ocho patrones de respuesta de la ansiedad diferentes basándonos
en los sistemas de respuesta subjetivo (fenomenológico), fisiológico allá de los períodos normales de desarrollo (p. ej., la ansiedad de
y conductual <Rachman, 1976). No obstante, únicamente los primeros separación o ciertos miedos pueden ser apropiados en las primeras
cuatro patrones poseen relevancia clínica, por poseer elevado el etapas del desarrollo evolutivo (Sandín, 1997>.
componente fenomenológico (i. e., percepción subjetiva de ansie­
La clasificación actual de los trastornos de ansiedad más acep­
dad). El primer patrón se da cuando los tres componentes aparecen
edición del Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders
tada y utilizada a nivel internacional es la establecida por la quinta
con niveles elevados; i. e., los individuos perciben subjetivamente la
ansiedad, pero también manifiestan a nivel elevado los componen­
<DSM-5; APA, 2013). No obstante, esta clasificación, ni es la misma
tes conductuales (p. ej., evitación) y fisiológicos (p. ej., frecuencia
que ha existido en épocas anteriores ni ha surgido de forma espon­
cardíaca elevada). En los tres patrones siguientes se mantiene ele­
tánea, pues es el resultado, acertado o no, de años de investigación
vado el componente subjetivo, pudiendo darse o no los dos restantes
y cambios en la conceptualización de los trastornos de ansiedad. El
componentes.
primer gran paso importante en este sentido fue dado por Sigmund
La importancia de los perfiles de respuesta se ha demostrado a Freud ( 1856-1939) al establecer el concepto y clasificación de las
diferentes niveles: (1) a nivel de diagnóstico (permite separar grupos neurosis. Esta clasificación influyó de forma significativa en la cla­
de pacientes); (2) para la implementación de tratamientos (se maxi­ sificación que se plasmó a este respecto en el DSM-II (APA, 1968).
miza la eficacia del tratamiento optimizando la consonancia per­ No obstante, la era moderna de la clasificación de los trastornos
fil-terapia; por ejemplo, en un paciente que exhiba un perfil cogniti­ de ansiedad no se inicia hasta 1980 con la publicación del DSM­
vo puede maximizarse el beneficio terapéutico incluyendo técnicas III <APA, 1980). El gran cambio no se produce hasta la aparición
de reestructuración cognitiva), y (3) para lograr un mejor pronóstico de esta publicación; en posteriores revisiones se refinan las des­
(a mayor concordancia, mejor pronóstico terapéutico>. Para una cripciones clínicas y los criterios de diagnóstico, hasta llegar a la
presentación extensa sobre la relación entre perfiles de respuesta y situación actual reflejada en su quinta edición. La aportación de

de las sucesivas ediciones de la Clasificación Internacional de las


tratamiento de la ansiedad, véase Sandín y Chorot <1986). las clasificaciones de la Organización Mundial de la Salud, a través

Enfermedades <Cm, ha sido más limitada, y ha tenido menor reper­


.;, 1 1 1 . C lasificación de los cusión en la comunidad científica.
trasto rnos de ansiedad
A. N e urosis y ansiedad: la aportación
Una característica d e los trastornos d e ansiedad es que el miedo
de Freu d
y/o la ansiedad se experimentan de forma excesiva, tanto en inten­
sidad como en frecuencia. El miedo y la ansiedad pueden solapar­ Hace más d e 2.000 años que los antiguos «médicos» diferenciaron
se en un mismo trastorno, aunque, como indicamos atrás, también muchas de las característi cas clínicas que hoy identificamos como
pueden diferenciarse. Los trastornos de ansiedad difieren entre sí componentes de los trastornos de ansiedad. La clasificación de los
en función del tipo de situaciones elicitadoras del miedo/ansiedad trastornos de ansiedad tiene un largo pasado, aunque su historia
y según la ideación cognitiva asociada (pensamientos o creencias es muy reciente. Observaciones sobre conductas fóbicas, obsesi­
asociados al trastorno>. Los trastornos de ansiedad difieren de la vo-compulsivas y otras manifestaciones de la ansiedad existen desde
ansiedad o miedo normales por ser excesivos y mantenerse más antiguo, pero solo recientemente se han integrado en los sistemas

8
Capítulo 1. Psicopatología de la ansiedad y trastornos de a nsiedad: Hacia un enfoque transdiagnóstico

nosológicos. Por ejemplo, el término «ansiedad» no aparece en la trastornos emocionales de las alteraciones psicóticas. Las neurosis
CIE hasta su séptima revisión, publicada en 1955 <Barlow, 1988). se han entendido generalmente como trastornos contrapuestos a la
Lo q_ue hoy entendemos como ansiedad, históricamente hablan­ psicosis, ya q_ue en aq_uellas ( 1 ) permanece intacto el contacto con
do ha sido el componente central incluido en el tradicional concepto la realidad; (2) no existe violación de las normas sociales; (3) los sín­
de neurosis. El término de neurosis fue utilizado por primera vez tomas son reconocidos por el paciente como inaceptables, y (4) el
por William Cullen (1710-1790), el cual estableció una interpreta­ principal foco de alteración lo constituyen los síntomas de malestar/
ción vitalista de la enfermedad; consideró q_ue la «irritabilidad» sufrimiento emocional (básicamente ansiedad).
del sistema nervioso se asociaba al «tono» general del organismo, La consolidación del concepto de neurosis como término des­
estando ambos factores determinados por un fluido q_ue llena el criptivo y predictivo de los problemas de ansiedad también depende
sistema nervioso (Pinillos et al., 1966). Cullen consideró q_ue las neu­ en gran medida de la influencia de Hans J. Eysenck (1916-1997) a
rosis (irritabilidad, nerviosismo, estado de ánimo deprimido, etc.) partir de sus trabajos sobre el concepto de «neuroticismo», si bien
eran trastornos producidos por una alteración del sistema nervioso este autor planteó la conducta anormal en términos dimensionales
(alteración en los fluidos neuralesl. Esta concepción, q_ue coincidía más q_ue categoriales (Eysenck, 1957, 1967; Eysenck y Eysenck, 1976).
con la moda «neurocéntrica» de la segunda mitad del siglo xvm, Una diferencia fundamental entre la descripción de las neurosis q_ue
significó conceptualizar los trastornos emocionales como alteracio­ hacen Eysenck y Freud, aparte de las notables diferencias en cuanto
nes del sistema nervioso. a los supuestos etiológicos, se refiere a q_ue mientras q_ue el primero
Es a partir del último tramo del siglo x1x, mediante la influencia entiende las neurosis y las psicosis según dimensiones independien­
de Freud, cuando comienza a desarrollarse de forma consistente el tes (asociadas a las dimensiones de neuroticismo y psicoticismo,
concepto de neurosis y, en particular, la psicopatología de la ansie­ respectivamente), Freud consideró que las categorías de neurosis y
dad. Freud conceptualizó la ansiedad en términos de una «teoría de de psicosis se sitúan sobre una única dimensión de «funcionamiento
señal de peligro», destacando q_ue la ansiedad consistía en una reac­ del yo». Este último autor separó las neurosis de las psicosis en base
ción emocional q_ue servía para señalar la presencia de una situación a que las psicosis poseen mayor grado de «regresión» del yo que
peligrosa, i.e., la presencia de una amenaza (concepto muy similar las neurosis, y estas mayor que en las personas normales.
al q_ue se tiene actualmente sobre la ansiedad). En línea con el concepto de neurosis, desde la psiquiatría, Roth
Freud, por otra parte, estableció q_ue la ansiedad constituía el (1992) desarrolló la idea del «síndrome neurótico general» referido
componente central de las neurosis. Este autor empleó el concepto de inicialmente por Tyrer (1989) como un continuo unitario en cuyos
«neurosis» (o «psiconeurosis»l con fines descriptivos y etiológicos. polos opuestos se sitúan la ansiedad y la depresión. El planteamien­
Freud no solo utilizó el término neurosis para describir los síntomas de to de Roth es equivalente al punto de vista teórico de Tyrer, q_ue
malestar emocional, sino también para referirse a los procesos q_ue entendió y clasificó
• las neurosis como pertenecientes a una entidad
se ponen en marcha para defenderse contra la ansiedad; pensó q_ue nosológica unitaria, estando los pacientes neuróticos distribuidos a
cuando un conflicto inconsciente produce ansiedad, estos procesos lo largo de un continuo, ocupando un extremo aquellos individuos
subyacentes o mecanismos de defensa afrontan patológicamente la en los q_ue predominan los síntomas de ansiedad, y el otro extremo
ansiedad (tratando de reducirla) causando los síntomas neuróticos. los que exhiben depresión como síntomas predominantes. El sín­
La teoría de Freud sirvió para conceptualizar definitivamente las drome neurótico general consiste únicamente en una estructura
neurosis como trastornos de origen no orgánico (en contra de los subyacente, ya que solo puede ser diagnosticado en presencia de
supuestos originales de Cullenl. un perfil premórbido específico de «personalidad inhibida o depen­
diente», y en ausencia de sucesos vitales antecedentes, los cuales,
Una aportación importante de Freud fue su clasificación de como sabemos, suelen desempeñar un papel importante como des­
las neurosis. Distinguió entre dos grandes tipos de neurosis, según encadenantes de los trastornos de ansiedad (Sandín y Chorot, 1993;
q_ue la ansiedad fuera experimentada o inferida. En el primer tipo Sandín et al., 2004).
<«ansiedad sentida o experienciada»l incluyó las neurosis fóbicas
y las neurosis de ansiedad, y en el segundo («ansiedad inferida») Más recientemente algunos autores (p. ej., Barlow et al., 20I4b)
la neurosis obsesivo-compulsiva y la histeria. Desde una óptica retomaron el concepto de neuroticismo como constructo transdiag­
actual, las neurosis fóbicas incluirían los distintos tipos de fobias nóstico temperamental involucrado en el desarrollo y curso de los
(fobias específicas, fobia social y agorafobia) y el TEPT, mientras trastornos emocionales (especialmente de los trastornos de ansie­
q_ue las neurosis de ansiedad englobarían al TAG y al TP. La neurosis dad y depresivos). El neuroticismo se define como la tendencia a
obsesivo-compulsiva correspondería al actual TOC. Finalmente, la experimentar con frecuencia emociones negativas intensas en
histeria incluía los tipos de histeria de conversión e histeria disocia­ respuesta a las situaciones de estrés. Estas emociones pueden ser
tiva descritos en el DSM-II, y se correspondería con los trastornos diversas (incluyendo, por ejemplo, la irritabilidad y el enfado e ira),
actuales <DSM-5) descritos como trastorno de conversión o trastor­ pero generalmente se han referido a la ansiedad, el miedo y el
no de síntomas neurológicos funcionales (incluido en el espectro ánimo depresivo.
de los trastornos de síntomas somáticos) y trastornos disociativos,
respectivamente. Cabe destacar q_ue, de acuerdo con Freud, todos
estos trastornos podrían conceptualizarse como trastornos de ansie­ 5-) Neuroticismo. Rasgo de personalidad asociado estrecha­
dad, ya q_ue esta constituye el elemento psicopatológico primario mente a la hiperfunción del sistema nervioso autónomo; se
en todos ellos. identifica con labilidad emocional y se ha sugerido como el
El concepto de neurosis fue ampliamente aceptado en el campo principal factor de predisposición a padecer los trastornos
de la psicopatología durante gran parte del pasado siglo. Dicho con­ emocionales. Posee solapamiento con el afecto negativo.
cepto ha sido de gran utilidad teórica y práctica para separar los

9
Manual de psicopatología. Volumen 2

B. DS M-1 1 1 : nueva era de los trastornos son ubicados en dos nuevos grupos de trastornos. El TOC se ubico en
el nuevo grupo de «Trastorno obsesivo compulsivo y trastornos rela­
de ansiedad cionados», mientras que el TEPT y trastorno de estrés agudo forman
Como punto de partido es importante indicar que el grupo de porte del nuevo grupo de «Trastornos asociados o traumas y estreso­
«Trastornos de ansiedad», como grupo separado de otros tras­ res». Lo evidencio de lo literatura sugiere que estos trastornos, aunque
tornos mentoles, se establece por primero vez con lo publicación poseen componentes comunes o los trastornos de ansiedad, poseen

dad propiamente dichos. En lo Tabla 1.3 indicamos lo clasificación que


de lo tercero edición del DSM WSM-III; APA, 1980l. Este manual otros característicos que les diferencian de los trastornos de ansie­
definió el grupo de los trastornos de ansiedad como síndromes en
los que lo ansiedad es lo perturbación predominante del cuadro, establece el DSM-5 sobre los trastornos de ansiedad, así como también
como en el trastorno de pánico <TPl o en el trastorno de ansiedad los correspondencias con lo clasificación llevado o cabo por el DSM-III
generalizado <TAGl, o bien lo ansiedad es experimentado cuando lo 33 años antes (primero clasificación de los trastornos de ansiedad)
persono troto de dominar los síntomas, como ocurre cuando afronto (un análisis sobre los cambios introducidos por el DSM-5 respecto al
los situaciones u objetos temidos en el trastorno fóbico o se resiste DSM-IV pueden consultarse en Sondín et al., 20160). También se
o los obsesiones o compulsiones en el TOC. Este grupo de trastornos indican en lo tablo los categorías propuestos por lo CIE-11.
de ansiedad incluía los trastornos fóbicos (agorafobia, fobia social Merece lo peno señalar que el DSM-5 incluye un trastorno de
ansiedad (i. e., el trastorno de ansiedad a la enfermedad) en el gru­
(véase lo Tabla 1.3). El DSM-III también incluyó un subgrupo de
y fobia simple), los estados de ansiedad <TP, TAG, y TOCl, y el TEPT
po de «Trastorno de síntomas somáticos y trastornos relacionados».
«Trastornos de ansiedad de lo infancia y lo adolescencia», en el El manual asume que puede clasificarse en este grupo o en el grupo
grupo de «Trastornos de inicio en lo infancia, lo niñez o lo adoles­ de los trastornos de ansiedad, habiendo optado por incluirlo en el
cencia», el cual incluía el trastorno de ansiedad de separación, el primero por simple conveniencia. No obstante, lo CIE- 1 1 clasifica
trastorno de evitación, y el trastorno de hiperonsiedod. la hipocondría (equivalente o este trastorno) en el grupo de «Tras­
Lo publicación DSM-III significó un cambio radical respecto o torno obsesivo-compulsivo y trastornos relacionados». Finalmente,
sus antecesores (véase Sondín, 2013, y el Vol. 1, Capítulo 3). Supuso puede apreciarse que lo clasificación que establece lo CIE- 1 1 es
uno notable mejoro respecto o cualquier sistema al uso de clasifi­ prácticamente ,.. idéntico o lo publicado en el DSM-5, lo cual supo­
cación categorial de los problemas de ansiedad y, en particular, ne asumir lo organización establecido por este último y facilitar lo
significó el comienzo de uno nuevo ero en lo conceptualización y homologación y codificación de los diagnósticos.
diagnóstico de los trastornos basados en lo ansiedad. Comparado
con los anteriores ediciones del DSM, es más descriptivo y detalla­
do, más específico (los trastornos de ansiedad son definidos con I V. Características
gran especificidad y operatividad de criterios), más fiable y válido,
elude los supuestos etiológicos psicodinámicos (es oteóricol y se transdiagnósticas de la ansiedad
centro más en conductos observables que en conductos inferidos. El E l tronsdiognóstico es un nuevo enfoque en psicopotologío y psico­
DSM-III describe y operotivizo por primero vez cuadros clínicos de logía clínico que implico uno nuevo formalización de los trastornos
ansiedad ton relevantes como el TP, el TEPT, el TAG y el trastorno de mentoles y uno nueva protocolización de lo terapia cognitivo-con­
ansiedad de separación, proporcionando criterios objetivos poro su ductuol [un análisis más amplio sobre el tronsdiognóstico puede
diagnóstico. Su influencio fomentando lo investigación psicopotoló­ encontrarlo el lector en el Vol. 1, Capítulo 3, y en Sondín et al. (2012)
gico y el tratamiento de estos trastornos ha sido enorme. y Belloch (2012)1. Desde el punto de visto psicopotológico, el punto
central consiste en que ciertos grupos o espectros de trastornos
C. C lasificación actual de los trastornos mentoles pueden organizarse en base o un conjunto de procesos
de ansiedad: el DS M-5 cognitivos y conductuales causales o de mantenimiento comunes
(i. e., procesos etiopatogénicos que son compartidos por el grupo
Los últimos revisiones y ediciones del DSM consistieron básicamente de trastornos). Se ha sugerido, así mismo, que los trastornos de
en refinamientos y mejoras del DSM-III. Aunque el DSM-5 (APA, ansiedad y depresivos comparten muchos de estos procesos, lo cual
2013) pretendió llevar o cabo un cambio de paradigma hacia un justificaría su elevado comorbilidod. El tronsdiognóstico posibilito,
sistema de clasificación dimensional, desde el comienzo estuvo con­ por tonto, un enfoque más realista de lo psicopotologío al partir de
denado al fracaso yo que su pretensión ero establecer lo clasifica­ lo comunolidod que se da entre los trastornos de ansiedad, así como
ción de los trastornos mentoles basándolo en dimensiones biológicos también entre estos y otros trastornos emocionales, especialmente
(p. ej., circuitos cerebrales y variables neuroquímicosl. Finalmente los trastornos depresivos. Tras subrayar el problema de lo comorbili­
se conformó con efectuar algunos retoques al DSM-IV (APA, 199�), dad y lo estructuro jerárquico de los trastornos emocionales, en este
recolocondo trastornos y retocando algunos de los criterios, inclu­ epígrafe examinaremos brevemente algunos constructos tronsdiog­
yendo algunos nuevos trastornos y suprimiendo otros; introdujo nósticos relevantes paro los trastornos de ansiedad.
lo ideo de lo necesidad de un acercamiento más dimensional o lo
clasificación psiquiátrico, aunque finalmente no lo aplicó (véase
Sondín, 2013 y Sondín et al., 20160, paro un análisis detallado sobre 1 J) Transdiagnóstico. Enfoque de la psicología clínica que
..
los cambios más significativos introducidos por el DSM-5). formaliza los t rastornos mentales sobre la base de un con­
En lo que concierne o los trastornos de ansiedad, el principal junto de procesos o factores etiológicos, cognitivos y con­
cambio introducido por el DSM-5 consistió en eliminar del grupo de ductuales, que son compartidos por grupos de t rastornos
trastornos de ansiedad el TOC y los trastornos asociados o estresores [ p . ej., los trastornos emocionales].
(el TEPT y el trastorno de estrés agudo). Estos dos tipos de trastornos

10
C a p ítulo 1. Psicopatología de la ansiedad y trastornos de a nsiedad: Hacia un e nfoque transdiagnóstico

) ) Tabla 1.3. C lasificación de los t rastornos de ansiedad según el DSM-5 y correspondencias con las clasificaciones establecidas
por el DSM-111 ( primera clasificación de los t rastornos de ansiedad! y la C IE- 1 1

Mutismo selectivo2 Mutismo selectivo Mutismo selectivo


Fobia simple Fobia específico Fobia específico
Fobia social Trastorno de ansiedad social (fobia social) Trastorno de ansiedad social
Trastorno de pánico Trastorno de pánico Trastorno de pánico
Agorafobia Agorafobia Agorafobia
Trastorno de ansiedad generalizado Trastorno de ansiedad generalizado Trastorno de ansiedad generalizado
Trastorno de ansiedad inducido por Trastorno de ansiedad inducido por sustancias
drogo/medicoción3
Trastorno de ansiedad debido o uno Síndrome de ansiedad secundario
condición médico3
Otro trastorno de ansiedad especificodo4 Otro trastorno de ansiedad o miedo especificado
Trastorno de ansiedad atípico Trastorno de ansiedad no especificado Trastorno de ansiedad o miedo no especificado
Trastorno de ansiedad o lo enfermedod 5

Trastorno obsesivo-compulsivo
Trastorno de estrés postraumático
Trastorno de evitación en lo infancia o adolescencia'
Trastorno de hiperansiedod1

Nota: 'C lasificado en el grupo de «Trastornos de inicio en la infancia, la niñez o la adolescencia», subgrupo de «Trastornos de ansiedad
l'n la infancia o adolescencia». 2 C lasificado en el grupo de «Trastornos de inicio en la i nfancia, la niñez o la adolescencia», subgrupo de
«Otros trastornos de la infancia, la niñez o adolescencia». 3 Trastorno de ansiedad introducido por el DSM-IV. • N ueva categoría del DSM-5.
•, Aunque este trastorno es ubicado por el DSM-5 en el grupo de «Trastorno de síntomas somáticos y trastornos relacionados», asume
que puede incluirse igualmente en el grupo de los trastornos de ansiedad. Las categorías CIE-1 1 se basan en el borrador de esta edición
recuperado el 1 8 de mayo de 2020 de: https://icd.who.int/en

A. El prob lema de la comorbilidad entre la fobia específica es el trastorno que, como diagnóstico principal,
menos diagnósticos secundarios asociados posee. El primer fenóme­
los trastornos de ansiedad
no (esto es, la fobia específica como síndrome comórbido) indica
Un problema asociado a los trastornos emocionales (trastornos que la fobia específica se asocia de forma muy común con otros
de ansiedad y depresivos) es que son muy comórbidos. El término síndromes de ansiedad; dicho en otros términos, es muy probable
«comorbilidad» puede referirse al solapamiento de síntomas que se que un paciente con algún trastorno de ansiedad tenga también
da entre varios trastornos, o a que dos o más trastornos diferentes algún tipo de fobia específica. El segundo fenómeno, por otra parte,
se dan conjuntamente en la misma persona (solapamiento diagnósti­ sugiere que pocos pacientes con fobia específica como diagnóstico
co). Ambas formas de comorbilidad son elevadas entre los trastornos principal reciben a su vez otros diagnósticos de trastorno de ansie­
de ansiedad, así como también entre los trastornos de ansiedad y la dad. Esto es congruente con la asunción de que las fobias específi­
depresión (véase la Tabla l.ij)_ En la tabla indicamos los porcentajes cas son las que implican menor grado de gravedad clínica (al menos
promedio obtenidos a partir de varias publicaciones. Cada valor de si asumimos que los síndromes más graves clínicamente suelen tener
la tabla indica el porcentaje de pacientes de cada trastorno (diag­ más diagnósticos comórbidos que los síndromes leves).
nóstico principal> que, a su vez, son diagnosticados con otro tras­ La depresión es un trastorno que parece darse frecuentemente
torno (diagnóstico secundario o comórbido). Si observamos la tabla asociado a algún trastorno de ansiedad. Los pacientes con diagnós­
se evidencia que la fobia específica es el trastorno de ansiedad más tico principal de depresión mayor tienden a exhibir tasas elevadas
concurrente como diagnóstico secundario (en particular concurre y consistentes de diagnósticos comórbidos de ansiedad (véase la
de forma elevada con la fobia social y la agorafobia). En cambio, Tabla l.ij)_ Pero la depresión también se asocia de forma elevada a

11
Manual de psicopatología. Volumen 2

)) Tabla 1.4. Tasas de comorbilidad entre los trastornos de ansiedad [porcentaje promedio de sujetos clínicos con comorbilidad
entre los trastornos que se especifican)

04 17 17 33 57

12 50 66 38 28 57

06 11 29 34 06 25

11 06 06 06 08 21

19 07 04 07 07 10

61 47 41 48 68 67 67

Nota: 'No incluye agorafobia. 2 Con o sin pánico. TDM = trastorno depresivo mayor. Elaborado a partir de los datos referidos por Barlow
[ 1 988), de Ruiter et al. [ 1 989), Sanderson y Wetzler [ 1991), Oakley-Browne y Joyce [ 1 992), y Wittchen y Essau [ 1 993).

los síndromes de ansiedad como diagnóstico comórbido (secunda­ q_ue la presencia de un trastorno de ansiedad incrementa la posibi­
rio). La frecuente coexistencia de síntomas de ansiedad y depresión lidad de q_ue aparezca otro trastorno de ansiedad y algún trastorno
en un mismo individuo ha llevado a designar como entidad clínica depresivo.
el «trastorno mixto de ansiedad-depresión». De hecho, la ansiedad
y la depresión pocas v eces se dan como entidades puras. Esto, no
obstante, no implica q_ue ambos conceptos se confundan. Ansiedad
B. M o d e l o tripartito sobre e l afecto,
y depresión comparten aspectos comunes, pero también poseen la ansiedad y la depresión
fenómenos específicos. La diferenciación entre ambos constructos El modelo tripartito sobre la afectividad, la ansiedad y la depresión
o dimensiones es necesaria, y aporta información fundamental para fue formulado por Clark y Watson (1991) para explicar las comunali­
el conocimiento psicopatológico y para el tratamiento de los tras­ dades y diferencias entre la ansiedad y la depresión. Según estable­
tornos de ansiedad y depresivos. cieron estos autores, el modelo está constituido por tres elementos,
los cuales fueron denominados como ( 1 ) afecto negativo (o distrés
afectivo general, no específico); (2) hiperactivación fisiológica, y
2') Comorbilidad. C uando concurren síntomas semejantes (3) anhedonia (disminución del afecto positivo). El primer compo­
en diferentes trastornos [ comorbilidad de síntomas), o nente es común a la ansiedad y la depresión; el segundo (hiperac­
cuando concurren diferentes diagnósticos en una misma tivación) es específico de la ansiedad; finalmente, el bajo afecto
positivo o anhedonia (apatía, pérdida de entusiasmo, pérdida de
persona [comorbilidad de diagnósticos). interés, etc.l sería específico de la depresión. Clark y Watson sugie­
2') Diagnóstico principal (o primario). Diagnóstico efectua­ ren q_ue la presencia de niveles elevados de afecto negativo es un
do respecto a un trastorno que, cumpliendo los requisitos indicador común de los trastornos de ansiedad y depresivos.
1

[criterios) para ser diagnosticado como síndrome específico,


produce mayor perturbación al paciente que otros trastor­
2') Anhedonia. Pérdida notoria de la capacidad para experi­
1

nos comórbidos ( diagnósticos secundarios).


mentar placer con objetos o situaciones físicas (anhedonia
física) o a través de la interacción con otras personas (anhe­
El hecho de q_ue un paciente tenga más de un diagnóstico de donia social).
ansiedad en un momento dado posee notables implicaciones. En pri­
mer lugar tiene implicaciones terapéuticas; la ca-ocurrencia de dos
diagnósticos diferentes suele implicar estrategias de intervención El modelo se basa en los conceptos de afecto positivo y afecto
diferenciales para cada cuadro y el uso de protocolos de interven­ negativo como dos dimensiones generales de la afectividad inde­
ción diferentes. Pero tiene también muchas otras implicaciones rela­ pendientes. Los autores construyeron un instrumento psicométrico
cionadas con el origen, curso y pronóstico del trastorno. La creencia para evaluar estas dos dimensiones del afecto, denominado Positive
de q_ue la presencia de un trastorno psicopatológico incrementa el and Negative Affect Schedule (PANAS; Watson et al., 1988). Nuestro
riesgo de sufrir otro trastorno parece ser aq_uí aún más válida, ya grupo llevó a cabo la traducción y validación de la versión española

12
C a pítulo l. Psicopatología d e la ansiedad y trastornos de ansiedad : Hacia un enfoque t ransdiagnóstico

)) Tabla 1.5. Versión española del cuestionario Positive and Negative A/fect Schedule [PANASj
A continuación se indican diversos sentimientos y emociones que suele experimentar la gente. Lea cada uno de ellos y,
refiriéndolo a usted, conteste indicando cómo suele sentirse habitualmente':
1--/abitualmente {en general} suelo sentirme:

1 NADA O 1 U POCO 1 MOD ADAM MUCHO O


CASI NADA
N ER ENTE 1 BASTANTE 1 MUCHÍSIMO

Interesado/a (que muestro interés por la gente o las cosas)


Estresado/a, con sentimiento de malestar o agobio
Emocionado/a, animado/a
Disgustado/a, o molesto/a
Enérgico/a, con vitalidad
Culpable
Asustado/a
Enojado/a, hostil
Entusiasmado/a
Orgulloso/a (de algo), satisfecho/a
Irritable, malhumorado/a
Alerta (despierto/al, despejado/a
Avergonzado/a
Inspirado/a
Nervioso/a
Decidido/a, atrevido/a
Atento/a o consciente (pongo atención)
Intranquilo/a o inquieto/a
Activo/a
Temeroso/a, con miedo

Nota: 'Modificando esta instrucción el PANAS puede aplicarse referido a: 1 1) el momento actual, 12) el día de hoy, 13) los dias recientes, (4) la
�emana pasada, IS) las semanas pasadas y (6) el último año.
© 1988 D. Watson, L. A. C lark y A. Tellegen, American Psychological Association, lnc. © 1993 B. Sandin para la versión española. Adaptado
de Sandín, Valiente y C horot (2008d), El estrés psicosocial: Conceptos y consecuencias clínicas. Madrid : Klinik ( p. 322). Traducido y
reproducido con permiso.

de este cuestionario (véase la Tabla 1.5), proporcionando evidencia importancia de distinguir entre los niveles de síntomas y de diag­
sobre su val idez y fiabilidad, y sobre la convergencia transcultural nóstico. La ansiedad y la depresión comparten síntomas de males­
de estas dos dimensiones básicas del afecto <Sandín et al., 1999) 1• tar emocional, más que significar un solapamiento de diagnóstico
Una aportación importante del modelo es que permite expli­ (Clark y Watson, 1991>. Dicho en otros términos, el aspecto común
car el solapamiento de los síntomas ansioso-depresivos, y refleja la a la ansiedad y la depresión consiste en que ambas están relacio­
nadas con la variable temperamental de afecto negativo o neuroti­
cismo. Por otra parte, si bien el modelo explica la comunalidad que
Esta publicación sobre la validación de la versión española del PANAS se da entre la ansiedad y lb depresión en base al afecto negativo,

de investigación originales) publicados por la revista Psicothema, y


es el artículo más citado entre todos los artículos empíricos (trabajos explica también su distintividad sobre la base del afecto positivo. El
modelo explica que lo que caracteriza y diferencia a los pacientes
registrados en las bases de Scopus y Web of Science. Esto demuestro depresivos de los pacientes con ansiedad es el bajo afecto positivo.
el gran interés y relevancia que ha tenido el cuestionario PANAS en Datos a favor de este modelo han sido presentados por varios auto­
la investigación l levada a cabo en los países de habla española. res ( p. ej., Joiner et al., 1996).

13
!;, Manual d e psicopatologia. Volumen 2

DEPRESIÓN . ANSIEDAD

BAJO AFECTO HIPERACTIVACIÓN


, % "' f>OSITÍVó 1i/i ,;, FlSIOLÓGlCA
ALTQ AFECTO ,
111 '"NÉGATIVO ,l!ull'i¡¡¡ ,,
Tristeza Irritabllidad Miedo
• Anhedonio Pánico
"
• Preocupación
'\ , P�fdidó de interés • Baja concentración • Nerviosismo
• Apatía t, • Insomnio Evitación
• Tendencias suicidas • Fatiga Inestabilidad
. • Baja a�tivación �irnpótico • Agitación psicomotora • Alto activación simpático
'ii • Pérdida de apetito • llanto • Tensión muscular
. • Inhibición pskomotoro •,,,.'ienf.
rmrentos de rn
' eno'rr o d • Hipervigilancio
, , Sentimientos de .ir:iutilidod • Percepción de amenaza/
'') 'Pefc�pdón de pérdida , , :: �;¡, ��;�,;����[�t' peligro

DESESPERANZA INDEFE�SIÓN , INCERTIDUMBRE


¡:

)) Figura 1.2. Ansiedad y depresión: aspectos comunes y aspectos específicos !explicación en el texto) [ elaborado basándonos
en C lark y Watson, 1991, Alloy y cols., 1990, y otras fuentes).

En la Figura 1.2 representamos esquemáticamente las relaciones (trastornos de ansiedad y depresivos). En uno de estos estudios basa­
entre la ansiedad y la depresión basándonos, por una parte, en el do en pacientes con diagnóstico de trastornos de ansiedad y depre­
modelo y las aportaciones del grupo de Watson sobre el concepto sión, Brown et al. (1998) confirmaron la estructura jerárquica de la
de afecto positivo y negativo y, por otra parte, en la hipótesis de ansiedad y la depresión formulada por Clark y Watson, en el sentido
Alloy et al. (1990) sobre la interrelación entre ansiedad y depresión de que la combinación de alto afecto negativo y elevada activa­
según la teoría de la indefensión-desesperanza. Puede observarse ción autónoma se asociaba a los diferentes trastornos de ansiedad,
la faceta común a la ansiedad y depresión, representado por el mientras que la combinación de alto afecto negativo y bajo afec­
área más sombreada. Con letras de mayor tamaño representamos to positivo se vinculaba con la depresión. No obstante, los auto­
las variables básicas relacionadas con ambos modelos (arriba el res introdujeron algunos cambios en el modelo, ya que ni el afecto
modelo tripartito, abajo el modelo de indefensión-desesperanza). negativo se asociaba de forma similar a todos los trastornos, ni el
Los síntomas se circunscriben entre los conceptos generales de afecto positivo ni la activación autónoma son tan específicos como
ambas teorías (p. ej., bajo afecto positivo y desesperanza). A medi­ se había señalado inicialmente (i. e., específicos de la depresión y
da que el síntoma se aproxima más al concepto general, significa los trastornos de ansiedad, respectivamente). Estos autores encon­
que el síntoma está aproximadamente más próximo al concepto traron, por ejemplo, que el alto afecto negativo parece ser más
en cuestión. La indefensión, aunque se trata de un componente específico del TAG que de los restantes trastornos de ansiedad. El
común a la depresión y la ansiedad, en general tiende a ser más bajo afecto positivo parece relacionarse también con la fobia social,
propia de la depresión. El diagnóstico de un trastorno de ansiedad y la activación autónoma es más específica del TP y mucho menos
del TAG. En realidad, Brown et al. encuentran que la hiperactiva­
vendría caracterizado por una predominancia de los factores de
ción autónoma no es una característica de todos los trastornos de
«hiperactivación fisiológica» e «incertidumbre». El diagnóstico de
ansiedad, sino que más bien parece ser específica del TP (aunque
un trastorno depresivo, en cambio, estaría dominado por el «bajo también se ha relacionado con el TEPT>. Un aspecto importante de
afecto positivo» y la «desesperanza». Finalmente, el diagnóstico esta estructura jerárquica viene dado por el carácter etiopatogéni­
del síndrome mixto de ansiedad-depresión se asociaría a la pre­ co otorgado a los dos factores generales del temperamento, esto es,
sencio de los síntomas vinculados al «alto afecto negativo» y a la el afecto negativo o neuroticismo y el afecto positivo o extraversión.
«indefensión». Existe evidencia de que estos constructos son heredables en gran
Partiendo de la base de los tres constructos básicos del modelo medida y estables en el tiempo. Brown et al. resaltaron que estos
tripartito (afecto negativo, afecto positivo e hiperactivación fisioló­ dos factores de orden superior han demostrado estar implicados en
gica), se han llevado a cabo diversos estudios posteriores con objeto la causa, desarrollo y mantenimiento de los trastornos de ansiedad
de examinar la estructura jerárquica de los trastornos emocionales y depresivos.
Capítulo 1. Psicopatología de la ansiedad y trastornos de ansiedad: Hacia un enfoque transdiagnóstico

rasgo. Tales experiencias podrían ser responsables de las expecta­


V. M o d e l o transdiagnóstico tivas de impredecibilidad e incontrolabilidod, aspectos psicológicos
j e rárqu ico d e los trastornos nucleares del neuroticismo (constitutivos de lo denominado «vul­
nerabilidad psicológica» del neuroticismo) (Barlow et al., 201 4a).
emociona l e s
la inhibición conductua/. Más específicamente, es la tendencia a
En la infancia, este rasgo temperamental está representado por
En este apartado exponemos brevemente un modelo etiopatogéni­
co jerárq_uico sobre los trastornos emocionales basado en procesos reaccionar con miedo y evitación ante personas o situaciones no
transdiagnósticos (véase la Figura 1.3). El modelo se basa en otras familiares. «Es una predisposición a ser irritable cuando el niño es
propuestas transdiagnósticas previas (Barlow et al., 2004, 2014b; bebé, a ser miedoso y triste cuando el niño comienza a andar, y o
Ehrenreich-May et al., 2018; Hofmann et al., 2012), así como también ser callado y retraído cuando durante la edad escolar, con marca­
en evidencia reciente sobre la identificación de constructos trans­ da evitación, restricción comportamental (inhibición) y activación
diagnósticos relevantes en la etiología de los trastornos emociona­ fisiológico en situaciones no familiares» (Sondín, 1997, p. 1 4). Como
les. El modelo lo estructuramos según cinco niveles de organización tal, lo inhibición conductuol es un factor general de riesgo hacia los
jerárq_uica, los cuales incluyen (a) un primer nivel (nivel superior) trastornos de ansiedad.
constituido por el afecto negativo (o neuroticismo); (b) dos niveles El modelo, también incluye como constructo de nivel superior
intermedios constituidos, respectivamente, por los rasgos clínicos el afecto positivo (o extraversión). Generalmente se asume q_ue el
(segundo nivel) y las respuestas de afrontamiento (estrategias de afecto positivo se asocia a repertorios
' ' de conducto más amplios
regulación emocional; tercer nivell, y (c) dos niveles inferiores refe­ q_ue el afecto negativo, predominando las conductas de aproxima­
ridos a los trastornos emocionales (cuarto nivel) y a los síntomas y ción (en el afecto negativo predomina lo evitación). También se ha
signos clínicos (q_uinto nivell. En lo q_ue sigue se describe la estructu­ relacionado con mayor bienestar subjetivo y felicidad. Aunq_ue su
ra y funcionamiento del modelo. papel como variable transdiognóstico de los trastornos emocionales
es menos relevante q_ue el del neuroticismo, el bajo afecto positivo
A. N ive l de rasgos de te mperamento (junto con el alto afecto negativo) se ha asociado de formo relevan­
te con lo depresión y algunos trastornos de ansiedad (trastorno de
generales
E l afecto negativo o neuroticismo e s u n constructo transdiagnós­
ansiedad social y agorafobia). El afecto positivo, por tonto, parece
actuar como factor protector general de lo sintomotologío emocio­
tico de nivel superior (primer nivel; véase la Figura 1 .3). Como se nal negativa.
indica en la figura, el neuroticismo se relaciona etiológicamente
con todos los trastornos emocionales. Al igual q_u e establecieron B. N ivel de rasgos c lí n icos
Sandín (1999) y Barlow et al. (2004, 2014b), en el presente modelo
retomamos el papel central del afecto negativo como variable etio­ En un nivel más bojo (segundo nivel) q_ue el ocupado por el afecto
lógica general
, de la psicopatología de los trastornos emocionales. negativo se sitúan los constructos q_ue ocupan un puesto intermedio.
El afecto negativo o neuroticismo (aplicado a la infancia se ha defi­ Son constructos transdiagnósticos q_ue se relacionan etiológicamen­
nido habitualmente como «inhibición conductual») es una variable te con algunos de los trastornos emocionales (explican su inicio o
temperamental q_ue predispone al individuo a experimentar sínto­ mantenimiento). Estos constructos son lo sensibilidad o lo ansiedad,
mas emocionales negativos en situaciones de estrés (p. ej., miedo, lo intolerancia a la incertidumbre, la tolerancia al estrés, la sensi­
ansiedad, tristeza, ira, etc.). Los personas con niveles elevados de bilidad al osco, la fusión pensamiento-acción, y el perfeccionismo1.
afectividad negativa tienden o experimentar emociones negativos Toles constructos son variables cognitivos de diferencias individua­
con mayor frecuencia e intensidad q_ue las personas con niveles más les (variables de rasgo o disposicionolesl, consistentes en creencias
bajos. De formo similar, desde hoce años se conoce q_ue los personas personales o expectativos sobre los síntomas emocionales negativos
con diagnóstico de trastornos emocionales suelen presentar niveles experimentados y/o los situaciones asociadas; pueden relacionarse
elevados de neuroticismo, tal y como fue formulado por Eysenck y cousalmente con el afecto negativo (al menos parcialmente pueden

Lo sensibilidad a la ansiedad es lo tendencia o experimentar


Eysenck (1976) depender de esto variable).
Se ha sugerido q_ue el neuroticismo se debe o uno perturbación
neurofisiológica caracterizado por un exceso de activación de lo miedo ante los síntomas de ansiedad, miedo q_ue se supone es debi­
amígdala y un déficit de control inhibitorio desde las estructuras do o lo creencia de q_ue lo ansiedad y sus sensaciones poseen con­
prefrontales, dando lugar o hiperexcitobilidod de los circuitos corres­ secuencias peligrosos o dañinas (Reiss y McNolly, 1985). Muchos per­
pondientes ante estímulos de estrés y miedo. Se entiende, por tanto, sonas tienen un elevado rasgo de ansiedad (i. e., tienen tendencia
q_ue el neuroticismo es un factor transdiognóstico de vulnerabilidad a experimentar ansiedad ante cuolq_uier situación estresante), pero
general hacia los trastornos emocionales, y depende tonto de fac­ sin experimentar miedo a los propios síntomas de ansiedad. Por
tores genéticos tanto, la sensibilidad a la ansiedad no debe confundirse con el rasgo
• como ambientales (Eysenck, 1967). Se ha estimado
una contribución genética entre el 40 % y el 60 % de la varianza en
la expresión del rasgo de neuroticismo (Barlow et al., 2014a). Los
efectos de lo influencio ambiental se producen fundamentalmente o 2 Estos constructos transdiognósticos de nivel intermedio son algunos
través experiencias adversos durante períodos tempranos del desa­ de los q_ue se han sugerido en el contexto de los trastornos emociona­
rrollo. Tanto las experiencias de estrés traumático (p. ej., maltrato les (véase Sondín et al., 2012). Son los variables q_ue, o nuestro juicio,
infantil) como los estilos de crianza adversos (p. ej., estilo de crianza poseen elevada relevancia relacionada con la etiología de los trastor­
aversivo o de rechazo) pueden contribuir al desarrollo del neuro­ nos emocionales y están apoyadas por un mayor grado de evidencia
ticismo, y o las perturbaciones neurofisiológicos asociadas o este empírico.

15
Manual de psicopatología. Volumen 2

Nivel tronsdia9nóstico Constructo/trastorno Genética/ambiente

-
!!;

Nivel 1

-
Afecto negativo Genética
Temperamento Neuroticismo
Inhibición conductual
i,

-
-
Experiencias
tempranas
Nivel 2 • Apego
Rasgos
clínicos
Tolerancia
al
Fusión
pensamiento-
acción l Perfec-
cionismo
• Crianza
• Estrés y
traumas
• Aprendizaje

Nivel 3
1

Afrontamiento

w Evitación
conductual
__::_
1.._
Evitación
cognitiva
J [ Reevaluación
[ Resolución de
problemas
Aceptación

-
Experiencias
de aprendizaje
• Directas
• Vicarias
• Transmisión
de informa-
Nivel ll
ción
Experiencias
Síndromes de estrés
clínicos

Nivel 5
Signos y síntomas clínicos
Sintomatología

) ) Figura 1.3. Modelo transdiagnóstico jerárquico de los trastornos emocionales [exp licación en el texto]. TAS = trastorno
de ansiedad de separación; TP = trastorno de pánico; TAG = trastorno de ansiedad generalizada; TDM = trastorno depresivo
mayor; TEPT = trastorno de estrés pos traumático; TOC = trastorno obsesivo-compulsivo.

de ansiedad (tendencia a experimentar ansiedad) (Sandín et al., de ansiedad en general. La sensibilidad a la ansiedad tiene tres

de tipo físico, cognitivo o social (Taylor et al., 2007). En la Tabla 1.6


2001>. En el marco de esta teoría, la sensibilidad a la ansiedad ha dimensiones separadas, según que se refiera a síntomas de ansiedad

reproducimos la Childhood Anxiety Sensitivity Index (Silverman et


sido conceptualizada como un «miedo fundamental», en contraste
con otros miedos no fundamentales (i. e., miedos derivados), como,
por ejemplo, el miedo a volar en avión o el miedo a los perros. al., 1991; Sandín, 1997), una escala diseñada para evaluar la sensibili­
Si nos fijamos en estos dos últimos miedos, vemos que no existe dad a la ansiedad en niños y adolescentes; a través de sus diferentes
una conexión lógica entre ellos: nadie dice que tiene miedo a volar ítems puede observarse el contenido de este constructo aplicado al
ámbito infantojuvenil.
La intolerancia a la incertidumbre ha sido definida como la
porque teme a los perros, o viceversa. Sin embargo, sí cabe afirmar
que uno tiene miedo a volar, o a los perros, porque tiene miedo a
los síntomas de ansiedad (p. ej., miedo a los síntomas de un posible forma en que un individuo percibe la información en situaciones
ataque de pánico asociado a estas situaciones). Aunque la sensibili­ inciertas o ambiguas y responde a esa información con un conjun­
dad a la ansiedad se asocia más específicamente con el TP (Sandín to de reacciones cognitivas, emocionales y conductuales (Ladou­
et al., 1996; Taylor et al., 1992), existe evidencia de que también ceur et al., 1997>. También se ha definido como la tendencia de un
se relaciona con otros trastornos emocionales incluida la depresión individuo a considerar inaceptable la posibilidad de que ocurra un
<Taylor, 1999), lo cual es consistente con la propuesta inicial de Reiss suceso negativo, con independencia de la probabilidad que tenga
0991); este autor propuso el constructo de sensibilidad a la ansiedad de ocurrir (Carleton et al., 2007). Los individuos con intolerancia a
como un factor de vulnerabilidad para el desarrollo de los trastornos la incertidumbre están predispuestos a interpretar la información

16
Capítulo l. Psicopatología de la ansiedad y trastornos de ansiedad: H acia un enfoque transdiagnóstico ,;; 1!

)) Tabla 1.6. Versión española del cu estionario de sensibilidad a la ansiedad para niños Childhood Anxiety Sensitivity lndex [CASIJ
de Silverman, Fleising, Rabian y Peterson [ 1991]
.
: :;/·:- . .
. CUESTIONAR}�-CASI
.

Instrucciones: A continuación se indican algunas frases que los niños y niñas utilizan para describirse a sí mismos.
Lee detenidamente cada frase y marca con una «X» la casilla correspondiente a la palabra (Nada, Un poco, Mucho) que tú consideras
más descriptiva de ti mismo.
No existen contestaciones buenas ni malas. Recuerda que tienes que señalar la palabra que mejor te describa.

l. Cuando me siento asustado/a, quiero que la gente no se dé cuenta. _ Nada _ un poco _ Mucho
1

2. Cuando no puedo concentrarme en mis deberes de clase, me preocupa que pueda estar
_ Nada _ Un poco _ Mucho
volviéndome laca/a.
3. Me asusto cuando siento que tiemblo. _ Nada _ Un poco _ Mucho
4. Me asusto cuando siento como si me fuera a desmayar. _ Nada _ Un poco _ Mucho
5. Es importante para mí controlar mis sentimientos. _ Nada _ Un poco _ Mucho
6. Me asusto cuando mi corazón late rápidamente. _ Nada _ Un poco _ Mucho
7. Me siento violento/a cuando mi estómago hace ruidos. _ Nada _ Un poco _ Mucho
B. Me asusto cuando siento como si fuera a vomitar. _ Nada _ Un poco _ Mucho
9. Cuando noto que mi corazón late rápido, me preocupa que pueda tener algo malo. _ Nada _ Un poco _ Mucho
10. Me asusto cuando no respiro bien. _ Nada _ Un poco _ Mucho
11. Cuando me duele el estómago, me preocupa que pueda estar realmente enfermo/a. _ Nada _ Un poco _ Mucho
12. Me asusto cuando no puedo concentrarme en los deberes del colegio. _ Nada _ Un poco _ Mucho
13. Cuando sienta que tiemblo, los otros chicos(as) pueden también darse cuenta. _ Nada _ Un poco _ Mucho
14. Me asusto cuando noto en mi cuerpo sensaciones nuevas o poco habituales. _ Nada _ Un poco _ Mucho
15. Cuando tengo miedo, me preocupa que pueda estar loco/a. _ Nada _ Un poco _ Mucho
16. Me asusto cuando me siento nervioso/a. _ Nada _ Un poco _ Mucho
17. Me gusta no mostrar mis sentimientos a los demás. _ Nada _ Un poco _ Mucho
18. Me asusto cuando siento en mi cuerpo sensaciones raras o inesperadas. _ Nada _ Un poco _ Mucho
.J
© Silverman, W. K.; Fleisig, W.; Rabian, B., y Peterson, R. A. [ 1991). Adaptado de Sandín [ 1 997), Ansiedad, miedos y fobias en niños
y adolescentes. Madrid: Dykinson. Traducido y reproduc ido con permiso.

ambigua como amenazante, y a reaccionar negativamente ante las será su frecuencia de preocupación. La intolerancia a la incerti­
situaciones ambiguas. Se trata de intolerancia ante la posibilidad dumbre se ha relacionado especialmente con la etiología del TAG,
de que puedan ocurrir sucesos negativos sin que exista una forma de pero también con otros trastornos emocionales, incluyendo el TOC,
predecirlos. el trastorno de ansiedad social y la depresión (Boelen et al., 2010;
La intolerancia a la incertidumbre se ha relacionado con la Boswell et al., 2013; Dugas et al., 1998; Tolin et al., 2003).
preocupación excesiva, la rumiación y los estados de ansiedad. El También se ha asociado a los miedos, especialmente en con­
individuo puede preocuparse por la posibilidad de que ocurra algún textos de ambigüedad y peligro (véase la Figura 1.1.Jl. En la figura
suceso negativo (p. ej., que se repita algún suceso) (Carleton et al., se indican los resultados obtenidos en un reciente estudio l levado
2007l. Las preocupaciones son validadas por el propio individuo a cabo por nuestro grupo de investigación durante el período de
por el hecho de que la probabilidad de que se repita el suceso no confinamiento (marzo-abril de 2020) por la pandemia de COVID-19
es de cero (aunque tenga escasa probabilidad de repetirse). Por (Sandín et al., 2020)_ Como se muestra en la figura, los individuos
ello, cuanto menor tolerante sea una persona a la incertidumbre con elevada intol erancia a la incertidumbre presentan niveles de
asociada a la probabilidad de que ocurra el suceso negativo, mayor miedos relacionados con la COVID-19 significativamente superiores

17
ji,
'"
1
Manual de psicopatología. Volumen 2

Sexo
40,00 ■ Varón
¡¡j Mujer

30,00

u 20,00

:e
10,00

00,00

Intolerancia a la incertidumbre
Baja intolerancia Alta intolerancia

) ) Figura 1.4. Puntuac iones medias en la Escala de Miedos al Coronavirus en función del nivel de i ntolerancia a la incertidumbre
[ puntuación total en la lntolerance of Uncertainty Sca/e- 12) [grupos de alta y baja intolerancia a la incertidumbre). Adaptado
de Sandín et al., 2020 [reproducido con permiso).

a los que poseen bajos niveles de intolerancia (estos parecen estor al., 2008bl. Se ha sugerido que, al igual que ocurre con el miedo,
protegidos del impacto negativo del coronavirus). Un aspecto l la­ el asco podría desempeñar un papel protector de la salud al moti­
mativo fue que la intolerancia a la incertidumbre resultó ser mejor var la conducta de evitación ante estímulos o situaciones poten­
predictor del miedo al coronavirus (miedos asociados a la COVID-19) cialmente generadoras de enfermedad o contaminación. Por tanto,
que otras variables conocidas de vulnerabilidad a los miedos en similarmente a lo que ocurre con el miedo, las respuestas de asco
general, como el afecto negativo o pertenecer al género femenino. podrían ser entendidas como respuestas emocionales preparadas
Este resultado podría explicarse por el elevado nivel de incertidum­ filogenéticamente. Aunque el asco ha sido definido como la «emo­
bre y peligro que rodea a los miedos a la pandemia de COVID-I9. ción olvidada», en las últimas décadas se ha producido un renovado
La tolerancia al estrés se refiere a la capacidad de la persona interés por la investigación sobre la sensibilidad al asco debido a su
para experimentar y soportar estados psicológicos negativos (dis­ naturaleza transdiagnóstica, al haber sido asociada etiológicamente
trésl. Las personas con baja tolerancia al estrés tienen tendencia a diversos trastornos emocionales, tales como ciertas fobias (fobias a
a experimentar las emociones negativas como inaceptables o ina­ la sangre y a los animales relevantes al asco), el TOC (obsesiones de
propiadas y poseen poca capacidad para tolerarlas y aceptarlas. contaminación, impulsos de limpieza, etc.>, los trastornos alimenta­
Ha sido conceptual izada como variable de diferencias individuales rios y los síntomas hipocondríacos (Chorot et al., 2013; Sandín et al.,
relacionada con evaluaciones y expectativas sobre las experien­ 2008a, 2008b, 20130, 20l3b, 2014).
cias de estados emocionales negativos (Simons y Gaher, 2005). La fusión pensamiento-acción es una variable cognitiva que ini­
Las personas con baja tolerancia al estrés suelen percibir el distrés cialmente fue asociada al TOC como un paso intermedio entre un
como insoportable e inaceptable y ser excesivamente reactivas a pensamiento intrusivo y la realización de la compulsión; son creen­
la experiencia de malestar emocional (distrés). Se ha relacionado cias subyacentes sobre el significado o efecto de las obsesiones
con múltiples problemas o trastornos psicológicos, entre los que se < Rachman, 1998). Según este autor, tales atribuciones son críticas
incluyen los síntomas de ansiedad y depresión, el TEPT, los trastor­ para la transformación de los pensamientos intrusivos en obsesio­
nos alimentarios y el trastorno de personalidad límite (Leyro et al., nes. La fusión pensamiento-acción puede ser de dos formas: (a) de
2010; Sandín et al., 2017). probabilidad (creencia de que un suceso tiene mayor probabilidad
La sensibilidad al asco es la tendencia o predisposición a experi­ de ocurrir por el mero hecho de tener un pensamiento sobre dicho
mentar la emoción de asco. Se refiere, por tanto, al grado en que un suceso; p. ej., si pienso que voy a suspender un examen, esto hace
individuo suele sentir asco en respuesta a diversos estímulos (la sen­ que sea más probable que suspenda), y (b) moral (creencia de que
sibilidad al asco también ha sido entendida como reacción negativa el hecho de pesar en algún acto equivale a llevarlo a cabo; p. ej., si
a los síntomas o experiencias de asco; véase Sandín et al., 20080). pienso en robar algo en un supermercado es moralmente igual de
El asco es una emoción básica con componentes cognitivos, fisio­ reprobable que si lo hubiera hecho realmente). Aunque esta variabl e
lógicos y conductuales que actúa para prevenir la contaminación y s e relacionó inicialmente con e l TOC, actualmente s e sabe que no
la enfermedad. Se asocia primigeniamente al rechazo de la ingesta es un fenómeno específico de este trastorno, pudiendo relacionarse
oral de alimentos posiblemente contaminantes, protegiendo así al etiológicamente con otros trastornos emocionales. Entre estos tras­
organismo de la incorporación de posibles sustancias peligrosas y tornos se incluyen el TAG, el trastorno de ansiedad social, el TP, y la
promoviendo la evitación de la enfermedad (Davey, 1992; Sandín et depresión (Thompson-Hollands et al., 2013); estos autores encontra-

18
C apítulo 1. Psicopatología de la ansiedad y t rastornos de ansiedad: Hacia un enfoque transdiagnóstico
"
ron que la fusión pensamiento-acción de probabilidad era significa­ emociones (Gross, 1999). Partiendo de este segundo enfoque cabe
tivamente mayor en el grupo de TAG que en el resto de trastornos, diferenciar entre estrategias adaptativas y desadaptotivos. Entre
pero no encontraron diferencias entre los grupos de trastornos en las las primeras han sido sugeridas la reevaluoción, la resolución de
puntuaciones de la subescala moral. problemas y la aceptación (incluye la conciencia y el conocimien­
El perfeccionismo ha sido considerado recientemente como un to emocionall. Las estrategias desadaptativas incluyen la evitación
proceso transdiagnóstico (Egan et al., 2012l. El perfeccionismo es emocional conductuol (interoceptiva y exteroceptival y cognitiva
uno variable de personalidad caracterizada por esforzarse en esta­ (supresión, rumiación y preocupación).
blecer estándares de desempeño extremadamente altos junto a En lo Figuro 1.3 se indican algunos de las principales estrategias
evaluaciones excesivamente críticos de lo propio conducto (Frost et de regulación emocional cuya implicación en los trastornos emo­
al., 1990)_ El perfeccionismo de relevancia clínico se ha denomina­ cionales ha sido establecida de forma más consistente. La principal
do como <<perfeccionismo clínico», y consiste en uno dependencia estrategia y forma más común de regulación emocional es la evita­
excesivo de lo consecución de estándares outoimpuestos y personal­ ción emocional. Mediante esta estrategia el individuo simplemente
mente exigentes, a pesar de sus consecuencias negativos (Stoeber trata de evitar la experiencia emocional negativa, y puede incluir
y Domian, 2014). Existe evidencio significativo en la literatura indi­
cativo de que un elevado nivel de perfeccionismo se asocia a diver­
..
emociones, pensamientos, memorias, sensaciones, etc., que se aso­
cien a su experiencia emocional actual o pasado (si bien también
sos trastornos de ansiedad, lo depresión, los trastornos alimentarios se ha utilizado el término de «evitación experiencia!» para referirse
(anorexia y bulimia nerviosos), y los trastornos somotomorfos (Egon a la evitación emocional, este último término hace referencia a un
et al., 2012). Entre los trastornos relacionados con la ansiedad desta­ concepto equivalente aunque menos preciso). La evitación emocio­
can el TOC, la ansiedad social, el TP, el TAG y el TEPT. Los dos tipos nal es una estrategia desadaptativo y puede adoptar múltiples for­
de trastornos somotomorfos que se han vinculado etiológicamente mas, tanto de tipo comportamental como de tipo cognitivo (supre­
con el perfeccionismo son el trastorno dismórfico corporal y el sín­ sión, rumiación, preocupación, distracción).
drome de fatiga crónico. En el primero, el perfeccionismo juega un La evitación comportamental tiene como finalidad evitar o esca­
r ol similar a como
• lo hoce en los trastornos alimentarios (los pacien­ par de las emociones intensas. Puede consistir en evitar situaciones
tes con elevado perfeccionismo expresan intensa preocupación por exteroceptivas <«evitación exteroceptiva»l más o menos específicos
lo perfección de su cuerpo). En lo que concierne al síndrome de o generales, como ocurre, por ejemplo, en la fobia social, en las
fatigo crónico, el perfeccionismo es uno de las principales variables fobias específicas, o en la agorafobia. También puede consistir • en
q_ue mantienen el síndrome (véase Sandín, 2005). «evitación interoceptiva», como ocurre cuando se evitan las sen­
saciones corporales de ansiedad o miedo; por ejemplo, no tomar
C. N ivel de afrontamiento !estrategias bebidas estimulantes o no hacer ejercicio físico poro evitar los sen­
de regulación emocionalJ saciones corporales de activación autónoma, es característico en el
TP <véase Sandín, 2005bl. También pueden darse formas más sutiles
Uno diferencio entre este nivel y los dos anteriores consiste en que de evitación comportamentol, tales como evitar el contacto ocular
en los dos primeros niveles se trota fundamentalmente de variables durante una conversación (en la fobia social), conductas compulsivas
de personalidad o diferencias individuales, que se relacionan etioló­ (en el TOC>, o llevar a cabo «conductas de seguridad», como tener
gicamente con todos los t rastornos emocionales (afecto negativo) o que ir acompañado de otras personas en situaciones que generan
con grupos amplios de trastornos emocionales (rasgos clínicos). En miedo o ansiedad (p. ej., en un agorafóbico al viajar en autobús),
el coso del afecto negativo se troto de una variable temperamental o llevar ansiolíticos en el bolso o una botella de agua, en personas
general. Los rasgos clínicos consisten en variables que se refieren con TP. Un concepto relevante relacionado con la evitación com­
a expectativas o creencias desadoptotivos. En cambio, este tercer portomental fue introducido por Barlow et al. (2004) mediante el
nivel se refiere o las estrategias de regulación emocional, es decir
·. término de «conductas impulsados por emociones». Los emociones
acciones que llevo a cabo el individuo (afrontamiento) para hacer negativas intensas impulsan al individuo a llevar a cabo conductas
frente al malestar o temor que le produce la experiencia de los desodaptotivos, llevando o que se produzca el círculo vicioso de la
síntomas emocionales negativos <p. ej., experimentar los síntomas evitación; uno persono con agorafobia evitará coda vez más • el uso
de ansiedad). Lo regulación emocional suele definirse en términos de del trasporte público; una persona con depresión se aislará coda
estrategias cognitivas y conductuoles que utiliza un individuo para vez más en su casa evitando los contactos y actividades sociales.
modificar la ocurrencia, experiencia, intensidad y expresión de un Por ello, los nuevos tratamientos de terapia cognitivo-conductuol
conjunto amplio de emociones (véase el Vol. 1, Capítulo I D. transdiagnóstica recomiendan al paciente hacer lo contrario de «lo
Uno de los enfoques sobre la regulación emocional ha consis­ que piden las emociones»; i. e., si la emoción intensa le pide no ir a
tido en examinar déficits generales en el funcionamiento emocio­ cierto sitio (p. ej., en un caso de fobia específica) o no salir de cosa
nal (Gratz y Roemer, 2004). Según esta orientación, se evalúo la (p. ej., en un cuadro depresivo), el paciente debe hacer lo contrario
regulación emocional en términos de ( 1 ) capacidad de aceptación, paro superar el problema.
conocimiento y conciencia emocional; (2) habilidad para llevar a Aparte de la evitación comportamental, la evitación emocio­
cabo conductas dirigidas a objetivos y para inhibir conductas impul­ nal puede incluir diversos formas de evitación cognitiva; las más
sivas ante la experiencia de emociones negativas; (3) uso flexible de
estrategias apropiadas o lo situación emocional, y (4) disponibilidad Mediante la supresión el individuo trata .. - .
estudiadas han sido lo supresión, la rumioción y la preocupación.
• deliberadamente de alejar
a experimentar emociones negativas como parte de las activida­ o suprimir de su conciencia los pensamientos relacionados con emo­
des del proyecto de vida personal. No obstante, ha tenido mayor ciones negativas o la expresión emocional. Esta estrategia produce
relevancia el enfoque centrado en el estudio de la relevancia de las paradójicamente el efecto contrario; véase, por ejemplo, la prueba
diferentes estrategias que utiliza lo persona paro hacer frente a sus de supresión del pensamiento del «oso blanco» <Jiménez-Ros et al.,

19
ÍH Manual de psicopatología. Volumen 2

2015). Se ha constatado que la supresión emocional puede darse a supresión, rumiación, reevaluación, resolución de problemas y acep­
nivel elevado en diversos trastornos emocionales, entre los que se tación), y varios trastornos psicológicos. Concluyeron que, excepto
incluyen la depresión, el TAG, el TOC, y el TEPT. Se ha hipotetizado para la resolución de problemas, otras estrategias consideradas
que la supresión emocional, al igual que ocurre con otras formas de adaptativas (aceptación y reevaluaciónl resultaron ser menos influ­
evitación, es una conducta reforzada negativamente que produce yentes que las consideradas desadaptativas (i. e., rumiación, evita­
reducciones del afecto negativo a corto plazo, aunque a largo plazo ción y supresión). Así mismo, dichas estrategias parecían asociarse
incrementa las emociones negativas (Barlow et al., 2014bl. de forma más intensa con los trastornos de ansiedad y la depresión
Otra forma de evitación cognitiva es la rumiación. Mediante que con otros trastornos (adicciones y trastornos alimentarios). El
la rumiación el individuo focaliza su atención de forma repetida y tamaño del efecto de la rumiación fue elevado, los efectos de la
pasiva en los síntomas de distrés o ánimo negativo, y en las posi­ evitación, lo resolución de problemas y lo supresión fueron medios, y
bles causas. Se ha considerado que se trata de una estrategia de los efectos de la reevaluación y la aceptación fueron bajos (el efecto
evitación porque, al focalizarse de forma pasiva en aspectos super­ de la aceptación no fue significativo estadísticamente). Esto sugiere
ficiales, sirve para proteger al individuo de preocupaciones más que no todas las estrategias de regulación emocional parecen tener
estresantes (Lyubomirsky y Nolen-Hoeksema, 1995). Se ha sugeri­ la misma relevancia clínica referida a los trastornos emocionales.
do que la rumiación incrementa el afecto negativo, lo cual lleva a El estudio de meta-análisis de Sloan et al. (2017) constató que el
más rumiación (círculo vicioso). La evidencia de la literatura indica uso de estrategias de evitación emocional se reducía en consonan­
que la rumiación exacerba la depresión, incrementa el pensamien­ cia con la eficacia del tratamiento, en pacientes con trastornos de
to negativo, perturba lo resolución de problemas, interfiere con la ansiedad y otros trastornos emocionales.
conducta instrumental, y erosiona el apoyo social. La rumiación es
elevada en los trastornos emocionales, e incrementa prospectiva­ O. N ive l de síndromes c línicos
mente los síntomas de ansiedad y depresión (Aldao et al., 2010; Este nivel incluye los síndromes clínicos correspondientes a los dife­
Calmes y Roberts, 2007). rentes trastornos emocionales. Habitualmente suelen considerarse
La preocupación (worry) es un proceso cognitivo repetitivo como trastornos emocionales los trastornos de ansiedad, los tras­
emparentado con la rumioción, e implico lo focalización en ame­ tornos depresivos (trastorno depresivo mayor y distimial, el TOC y el
nazas futuras. De acuerdo con Borkovec (2004), la preocupación TEPT. No obstante, más recientemente se ha sugerido ampliar esta
facilita la evitación del malestar asociado a la activación física y por categoría con otros trastornos por su relación con el neuroticismo
tanto es reforzada negativamente. Cuando un paciente se preocupa o afecto negativo, entre los cuales podrían incluirse los trastornos
en exceso, se imagino diversos resultados negativos asociados a uno somatomorfos y disociativos, los trastornos alimentarios, y el tras­
situación determinada; sin embargo, su preocupación le previene de torno de personalidad limite (Barlow et al., 2018; Bullis et al., 2019).
centrarse completamente en algún pensamiento negativo, reducien­
do su respuesta autónoma global a los pensamientos negativos. Por E . N ivel de sintomatología
tanto, la preocupación excesiva funciona como un tipo de estrategia
de evitación. Aunque la preocupación se ha asociado fundamental­ Finalmente, el quinto nivel corresponde al nivel de signos y síntomas
mente con el TAG, existe evidencia de que podría asociarse también clínicos. Aunque diversos individuos puedan coincidir en la sintoma­
a otros trastornos emocionales, incluidos el TOC y la depresión. Al tología de un mismo trastorno emocional, pueden diferir significati­
igual que la rumiación, predice prospectivamente los síntomas de vamente entre sí debido a que el DSM-5 utiliza criterios politéticos
ansiedad y depresión (Calmes y Roberts, 2007; Hong, 2007). para determinar los diagnósticos; es decir, los diagnósticos pueden
Como hemos visto, las estrategias basadas en lo evitación son variar de forma notable ya que pueden no coincidir los síntomas
estrategias desadaptotivas. Aunque a corto plazo pueden producir que describen el criterio (el criterio puede exigir que se dé cierto
bienestar, a largo plazo incrementan la sintomotología emocional y número de ítems entre un amplio repertorio de síntomas, por lo cual
el malestar, llevando al círculo vicioso de la evitación. No obstan­ puede ocurrir que exista poca coincidencia de síntomas). Por otra
te, algunas estrategias han sido consideradas en la literatura como parte, individuos con diferentes trastornos emocionales pueden
estrategias positivos, porque facilitan el funcionamiento emocional tener síntomas comunes de ansiedad y depresión por el hecho de
y su regulación. Entre estos estrategias se han incluido la reevalua­ compartir procesos transdiagnósticos (al igual que también pue­
ción, la resolución de problemas, y la aceptación. La reevaluación den compartir trastornos).
consiste en reinterpretar el significado de un suceso con objeto de
modificar (reducir) su impacto emocional. Mediante la resolución F . Análisis funcional del modelo
de problemas se pretende cambiar conscientemente una situación En la Figura 1.3 se representa gráficamente el modelo transdiognós­
o contener sus consecuencias; aunque su objetivo sea modificar la tico de los trastornos emocionales. El modelo, no obstante, se refiere
situación, es una estrategia similar a la reevaluación pues indirec­ a los trastornos emocionales en general, no exclusivamente a los
tamente modifica el impacto emocional. La aceptación consiste en trastornos de ansiedad. En la columna de la izquierda se especifica
permanecer en contacto con sentimientos, pensamientos y sensacio­ el nivel transdiognóstico de cada tipo de componentes del modelo.
nes físicas, sin intentar cambiarlas y sin establecer juicios evaluati­ El Nivel I es el más general, y afecta a todos los trastornos emocio­
vos (se asocia o claridad y conciencia emocionall. nales. Los Niveles 2 y 3 son niveles intermedios, y afectan a grupos
En los últimos años se ha consolidado la idea de que las estra­ de trastornos emocionales (cada constructo no necesariamente
tegias de regulación emocional pueden entenderse como construc­ afecta por igual a todos los trastornos emocionales; p. ej., la sensi­
tos transdiognósticos (Aldao, 2012; Aldado et al., 2010; Sloan et al., bilidad a la ansiedad se relaciona de forma más estrecha con el TP,
2017). Aldao et al. examinaron en un meta-análisis la relación entre mientras que la intolerancia a la incertidumbre lo hace con el TAGl.
seis estrategias de regulación emocional (evitación conductual, Los componentes de estos tres niveles constituyen constructos de

20
Capítulo 1. Psicopatología de la ansiedad y trastornos de ansiedad: Hacia un enfoque transdiagnóstico ;ij!

naturaleza transdiognóstico, yo q_ue consisten en factores o procesos Aunq_ue el modelo incluye varios niveles jerárq_uicos, esto no
q_ue se relacionan etiológicamente (desarrollo y/o mantenimiento) q_uiere decir q_ue los diferentes procesos deban actuar necesaria­
con grupos de trastornos mentoles. Los últimos niveles (Niveles 4 mente de formo secuencial, ya q_ue puede no ser necesario alguno
y 5) se refieren o los diferentes síndromes y síntomas clínicos, y de los niveles intermedios poro el desarrollo del trastorno. Así mis­
definen los característicos más específicos del modelo (niveles de mo, ounq_ue el papel de los factores ambientales es más determi­
característicos no transdiognósticosl. nante durante los edades tempranos (el neurotícismo, como factor
Lo columna de lo derecho represento uno líneo temporal referi­ temperamental, se desarrollo tempranamente por el efecto de lo
do o lo influencio de los factores etiológicos genéticos (herencia) y herencia y los experiencias tempranos, Íílcluyendo el estrés materno
ambientales. Aunq_ue se sobe q_ue los factores genéticos tienen un pre y perinotoll, su influencio es permanente durante todo el ciclo
peso importante, se desconoce lo naturaleza de los posibles genes vital y puede afectar o todos los niveles del modelo.
implicados en lo etiología de los trastornos de ansiedad. Los facto­ Un análisis funcional del modelo podría describirse de lo formo
res genéticos interactúan con los factores ambientales en los dife­ q_ue sigue. Una persono con nivel elevado de afecto negativo (o
rentes niveles del modelo, especialmente durante los etapas tempra­ neuroticismol, ante situaciones de estrés experimento respuestos de
nos del desarrollo (etapas críticos en lo organización del cerebro y emociones negativos (síntomas emocionales) con mayor intensidad
lo personalidad). y frecuencia q_ue otros personas con niveles bajos o moderados. Las
Durante los edades tempranos del desarrollo juegan un papel emociones podrían consistir, por ejemplo, en respuestos de miedo,
importante los factores ambientales, toles como los experiencias de ansiedad, tristeza o ira, q_ue otras personas apenas experimentarían.
apego, los experiencias relacionados con los estilos de crianza prac­ Dicho persona puede tener también niveles elevados en alguno
ticados por los podres, y los experiencias de estrés (especialmente o algunos de los rasgos clínicos (constructos transdíognóstícos del
los traumas durante lo infancia). Un apego inseguro se ha relaciona­ Nivel 2), desencadenando una reacción negativo o lo emoción. Por
do con trastornos de ansiedad en lo infancia (Méndez et al., 2008). ejemplo, si lo persono en cuestión experimentó miedo y ansiedad,
El apego inseguro puede ocurrir cuando los podres o cuidadores y tiene un elevado nivel de sensibilidad o lo ansiedad, reaccionará
son ansiosos, depresivos o negligentes. Se ha indicado q_ue un bebé negativamente o estos síntomas de miedo y ansiedad. Reacciones
en un ambiente de apego inseguro está en uno situación de riesgo típicos en este sentido son las q_ue se indican en lo Tabla 1.6.
para desarrollar conductos de inhibición conductuol (el niño se tor­ Así, puede asustarse si nota q_ue su corazón lote de formo muy
no miedoso e inhibido) (Mílrod et al., 2014). rápido, puede tener miedo a perder el control o «volverse loco», o
Los prácticas de crianza también juegan un papel central duran­ sentir miedo o ansiedad ante lo posibilidad de q_ue otras personas
te el proceso de desarrollo del niño. Se han destocado diversos tipos noten sus síntomas. Estos reacciones negativas se deben a q_ue las
de prácticos de crianza de los podres, toles como los tipos afectivo/ personas con elevada sensibilidad o lo ansiedad
.. tienen creencias de
comunicativo, oversívo (los podres rechazan y son agresivos con el q_ue los síntomas de miedo o ansiedad pueden tener consecuencias
niño), controlador, sobreprotector, negligente y permisivo (Chorot et negativos y ser dañinos para la persono. Estos reacciones negativos
al . , 2017). Los estilos oversívo, controlador, negligente y sobrepro­ amplifican directo o indirectamente (p. ej., o través de lo estimula­
tector han sido sugeridos como factores de riesgo de ansiedad en lo cíón de interpretaciones cotostrofistosl los respuestos emocionales
infancia (Chorot et al., 2017; Ehrenreich et al., 2008; Wood, 2006); iniciales de ansiedad y miedo.
por ejemplo, mediante los prácticos de crianza, los podres pueden La persona puede trotar de afrontar y manejar estas emocio­
modelar los reacciones de ansiedad en los hijos. A este respecto, nes empleando alguno de los estrategias de regulación emocio­
se ha sugerido q_ue lo influencio de los prácticos de crianza podría nal (constructos transdiognósticos de Nivel 3). Uno estrategia muy
establecerse o través de diversos mecanismos, toles como el conta­ común poro manejar los niveles elevados de ansiedad o miedo es lo
gio emocional, el moldeamiento de los podres, y el modelado de los evitación emocional. Lo evitación puede llevarse o cabo de distin­
podres (Méndez et al., 2008). tas formas, tonto conductuoles como cognitivas. La persono puede
Más recientemente se ha puesto énfasis en lo necesidad de utilizar lo evitación interoceptivo, uno formo de evitación compor­
desarrollar modelos etiológicos q_ue integren los efectos de los prác­ tomentol consistente en evitar actividades, sustancias o situaciones
ticos de crianzas con los estilos de apego, pues son dos tipos de q_ue estimulan de formo natural los sensaciones corporales de ansie­
factores q_ue parecen actuar conjuntamente. En uno investigación de dad (incremento de lo frecuencia cardíaco, sensación de mareo,
nuestro grupo sobre este aspecto, constatamos q_ue el nivel de grave­ respiración irregular o sensación de falto de aire, temblor, etc.l
dad de los síntomas de ansiedad (incluidos los síntomas de ansiedad (Sondín, 2005bl. De este modo, lo persono puede evitar tomar café,
de separación) era predicho por los estilos de crianza aversívo, con­ hacer deporte, salir a cenar con sus amigos, practicar actividades
trolador y negligente, y sus efectos estaban mediados por el estilo sexuales, utilizar el coche, etc. Tal evitación puede solucionar el
de apego miedoso/preocupado (Chorot et al., 2017). problema o corto plazo, pero a largo plazo se produce el «ciclo
Durante los edades tempranos el estrés y otras adversidades de lo evitación» (codo vez se evito más), y se agravan los sínto­
también pueden influir en el desarrollo de trastornos emocionales. A mas. Ante una situación de estrés (p. ej., durante uno comida de
este respecto son particularmente relevantes los traumas infantiles, trabajo) lo persono puede experimentar un incremento inesperado
en particular el abuso físico y sexual o lo negligencia. Los diversos de lo ansiedad y sufrir un ataq_ue de pánico, q_ue podrá repetirse y
experiencias de aprendizaje incluyen los experiencias directos de asociarse posteriormente o situaciones externas, desarrollando un
condicionamiento, el aprendizaje vicario y lo transmisión de infor­ TP y agorafobia.
mación (Echeburúa, 2009; Valiente et al., 20030). Estos experien­ Un resumen esq_uemático sobre el funcionamiento del modelo
cias, así como también los distintas experiencias de estrés, podrán se indico en lo Figura 1.5. Lo figura describe gráficamente cómo se
influir negativamente durante el desarrollo, mantenimiento o agra­ relaciono el individuo con sus emociones negativos (síntomas emo­
vamiento de los trastornos emocionales. cionales) desde q_ue estos se inician asociados o algún estímulo o

21
�i Manual de psicopatología. Volumen 2

( Estrés
!-- J (
Afecto
•r +-----------� negativo
--.-
,(

------
Síntomas
emocionales

Reacciones
negativas
a las emociones

---
--- ----
Afrontamiento
__

--------
_ ___
___
_
,.
-------
[Estrategias de regulación emocional]
_ __
_ __
---
_ __
___

)) Figura 1.5. Representación esquemática sobre el funcionamiento general del modelo transdiagnóstico jerárquico
de los trastornos emocionales. Con líneas discontinuas se indican los objetivos de tratamiento de la terapia
cognitivo-conductual transdiagnóstica [TCC-T).

amenaza (externa o interna) y son amplificadas por un nivel elevado figura se especifica q_ue la terapia cognitivo-conductual transdiag­
de afecto negativo (neuroticismo) (la personas con elevado afec­ nóstica <TCC-Tl se dirige fundamentalmente a modificar estos tres
to negativo tienen tendencia a experimentar en mayor grado los tipos generales de procesos transdiagnósticos (afecto negativo, rasgos
síntomas emocionales negativos). Los rasgos clínicos potencian las clínicos y reacciones negativas ante las emociones, y estrategias de
reacciones negativas a las emociones y favorecen q_ue el individuo regulación emocionall, en lugar de centrarse en los síntomas especí­
interprete los síntomas emocionales como peligrosos, fomentando ficos de cada trastorno emocional (véase también el epígrafe sobre
las evaluaciones negativas al experimentar tales síntomas. Por ejem­ recomendaciones para el tratamiento).
plo, un individuo con elevado perfeccionismo puede interpretar q_ue
sentirse triste es un signo de debilidad; una persona con elevada
intolerancia a la incertidumbre podría reaccionar con excesivo mie­ ¿) Terapia cog nitivo-conductual transdiagnóstica
do y preocupación por lo incierto de la situación asociada los sínto­ ITCC-Tj. Forma de TCC que se focaliza en los procesos psi­
mas emocionales, y con una orientación negativa hacia el problema copatológicos transdiagnósticos que son comunes a grupos
(pesimismo, falta de confianza, etc.l; una persona con elevada sen­ de trastornos mentales [p. ej., a los trastornos emociona­
sibilidad a la ansiedad reaccionaría con mayor ansiedad ante los les), en lugar de centrarse en síntomas específicos de cada
síntomas de ansiedad. Estas reacciones incrementan por feedback
positivo las respuestas emocionales negativas iniciales, generando trastorno.
mayor malestar emocional (distrésl en la persona. El individuo tra­
tará de afrontarlo poniendo en práctica algún tipo de estrategias
de regulación emocional. Aunq_ue hay estrategias adaptativas (p.
ej., la reevaluación cognitiva), suele ser f recuente q_ue se utilicen
V I . R eco me ndac iones para la
estrategias desadaptativas, generalmente basadas en la evitación
emocional (tanto conductuales como cognitivas). Por ejemplo, un
eva l uación y e l tratamiento
individuo con elevada intolerancia a la incertidumbre puede hacer En los últimos años se han producido importantes avances en el
uso de estrategias de rumiación y preocupación; un individuo con desarrollo de nuevos programas de tratamiento de los trastornos
baja tolerancia al estrés tendrá baja capacidad para tolerar y acep­ emocionales basados en el transdiagnóstico. Sin embargo, se ha
tar su distrés y podrá hacer uso de formas div ersas de evitación puesto menos atención en los procedimientos de evaluación de
cognitiva. Un individuo con elevada sensibilidad a la ansiedad podrá constructos transdiagnósticos, tal v ez porq_ue muchos de ellos ya
llevar a cabo acciones de evitación interoceptiva para prevenir los existen desde hace algunas décadas y únicamente ha sido nece­
síntomas físicos de ansiedad. La utilización de estrategias negativas, sario integrarlos en los nuevos protocolos de intervención. En este
especialmente la evitación, producirá efectos muy negativos a largo apartado se resumen y comentan algunos de los procedimientos de
plazo incrementando la sintomatología emocional. Finalmente, en la evaluación y tratamiento más relevantes en este sentido.

'll.
Capítulo 1. Psicopatología de la ansieda d y t rastornos de ansieda d : Hacia un enfoqu e transdiagnóstico �� iij

un mismo paciente dificulta significativamente la práctica clínica,


especialmente en los servicios donde el tiempo disponible es más
A. Procedimientos de evaluación re levantes
limitado (p. ej., en los servicios públicos de salud mentan, pudiendo
en e l marco d e l modelo transdiagnóstico
ser esto un obstáculo importante. Aunque existen buenos protocolos
específicos, un problema serio viene dado por las diversas barreras
de los trastornos de ansiedad
En la Tabla 1.7 se describe una selección de instrumentos de autoin­
asociadas a su aplicación en los centros clínicos, entre las cuales se
forme y entrevistas clínicas relevantes para la evaluación de cons­
incluyen los costes para el paciente (tanto económicos como por
tructos transdiagnósticos y variables generales de resultado clínico
el tiempo requerido), la carencia de profesionales formados en la
(síntomas y trastornos). Aparte de los constructos transdiagnósticos
aplicación de los diferentes protocolos, y las dificultades de utilizar­
(temperamento, rasgos clínicos y estrategias de regulación emocio­
los en la práctica clínica rutinaria. Lo cual redunda en una pobre
nan, también se incluyen instrumentos genéricos relacionados con diseminación de los protocolos de intervención basados en la evi­
los trastornos emocionales, tales como la ansiedad y la depresión, dencia, y en una pobre atención psicológica especializada (Sandín
así como también cuestionarios sobre síntomas relacionados con et al., 2019).
más de un trastorno emocional. Estas medidas de resultado son
importantes tanto en investigación como en terapia, ya que los tras­ Una de las principales aplicaciones del transdiagnóstico ha
tornos emocionales suelen presentar niveles elevados de comorbili­ sido el desarrollo de nuevos protocolos de intervención basados en
dad general de ansiedad y depresión. TCC transdiagnóstica (TCC-Tl. Este n uevo enfoque terapéutico ha
sido definido como una forma de terapia dirigida a individuos que
En general se trata de instr umentos conocidos internacional­ presentan múltiples diagnósticos (elevada comorbilidad), no a indi­
mente y validados en español. Al final de la tabla se indican dos viduos con un solo trastorno, y ha sido caracterizado por: (a) foca­
cuestionarios breves desarrollados por nuestro grupo para evaluar lizarse en procesos cognitivos, conductuales y fisiológicos que son
la ansiedad ( EA) y la depresión (CD) (se incluyen v ersiones para compartidos o comunes a través de los diferentes trastornos (i. e.,
niños y adolescentes). A unque reconocemos que los dos instrumen­ denominados factores unificadores, como el temperamento, los ras­
tos más utilizados para evaluar estos dos constructos son el BDI gos clínicos y las estrategias de regulación emocional desadapta­
(Beck Depression Inventory) y el BAI (Beck Anxiety Inventoryl. El tivas); (b) adoptar un enfoque científico convergente o integrativo,
primero, no obstante, tiene el inconveniente de ser un instrumento y (c) no focalizarse en un trastorno específico (Sandín et al., 2012).
excesivamente largo, y resulta inviable en muchos contextos clínicos Por tanto, la TCC-T se focaliza en las características psicopatoló­
y de investigación que requieren protocolos breves de evaluación; el gicas que son comunes a trastornos (o síntomas) e individuos, no
segundo tiene un problema importante de validez de contenido, ya en las características diferenciales y propias de un trastorno o un
que se centra en los aspectos físicos de la ansiedad, especialmente individuo concreto (tratamiento individualizado). Obviamente esto
los síntomas relacionados con el ataque de pánico. Otros instrumen­ no implica que la TCC-T no pueda aplicarse individualmente, pues
tos bien conocidos sobre la evaluación de la ansiedad (p. ej., el STA!; lo esencial para que sea un tratamiento transdiagnóstico no es su
State-Trait Anxiety Inventory) evalúan el afecto negativo tanto como forma de aplicación individual o grupal, sino que la intervención
la ansiedad, resultando ser instr umentos híbridos de evaluación del aborde primariamente procesos etiopatogénicos (factores causa­
ofecto y la ansiedad, más que de la ansiedad propiamente dicha. les de v ulnerabilidad y/o mantenimiento) comunes a más de un
trastorno (p. ej., común a los trastornos emocionales). Por ello, en
la elaboración y aplicación de un protocolo de TCC-T debe esta­
blecerse la implicación etiológica de tales procesos o mecanismos
8. Tratamiento transdiagnóstico
de los trastornos de ansiedad transdiagnósticos en el conjunto de los trastornos correspondientes
La terapia cognitivo-conductual (TCCl de los trastornos de ansiedad, (Sandín et al., 2019l 3.
así como también de otros trastornos emocionales, ha experimen­ En la Tabla 1.8 se indican algunos de los principales protocolos
tado un gran desarrollo en las últimas décadas, con excelentes pro­ de TCC-T que se utilizan actualmente en España sobre los trastor­
tocolos manualizados de terapia basada en la evidencia (Mariana y nos emocionales. El protocolo pionero a nivel internacional es el UP
Martínez, 2011; Nathan y Gorman, 20!5). Esta aproximación, centra­
da en trastornos específicos, ha progresado enormemente, habién­
dose introducido nuevos desarrollos que maximizan la eficacia de las
diferentes técnicas de TCC, tales como el uso de potenciadores cog­
3 Aunque este es un aspecto central de la TCC-T, tal vez por lo atractivo de

nitivos (p. ej., la utilización del antibiótico D-cicloserina para facili­


este nuevo enfoque, desafortunadamente se está produciendo un abuso
y uso incorrecto del concepto de transdiagnóstico, y especialmente en lo
tar la extinción) o el desarrollo de n uevos protocolos de terapia de
que concierne a la consideración de un tratamiento como «tratamiento

exposición basados en el aprendizaje inhibitorio, en lugar de centra­


transdiagnóstico» propiamente dicho. Esto perturba y enturbia el desa­

se en la extinción (Sandín et al., 2016b; Torrents-Rodas et al., 2015).


rrollo científico de este nuevo enfoque, al considerar como tal cualquier

La terapia basada en la evidencia dirigida a trastornos especí­


tipo de tratamiento que pueda tener efectos genéricos, tales como el

ficos presenta importantes limitaciones, especialmente cuando se


mindfulness, la psicoterapia psicodinámica, la terapia de aceptación y

aplica a los trastornos emocionales. El principal problema consiste


compromiso, etc. (Sauer-Zavala et al., 2017). El hecho de que un trata­

en que, al dirigirse a un trastorno específico, no aborda el pro­


miento tenga un efecto genérico sobre múltiples trastornos no significa

blema de la comorbilidad, por lo que generalmente se requiere la


que sea un tratamiento transdiagnóstico. Este error puede observarse,
por ejemplo, en el estudio de meta-análisis de Newby et al. (2015) sobre
aplicación secuencial de varios protocolos a un mismo paciente,
la eficacia del tratamiento psicológico transdiagnóstico en los trastornos

pues lo más común es que este reúna los criterios para el diag­
emocionales; de los 47 estudios examinados en este meta-análisis, solo 15

nóstico de otros trastornos emocionales comórbidos. El hecho de


fueron incluidos en el posterior meta-análisis
• llevado a cabo por García-Es­
tener que aplicar diversos protocolos y manuales de tratamiento a
calera et al. (2016a) sobre el mismo tema. El meta-análisis de Newby et
al. (2015) es una especie de «totum revolutum», pues mezcla estudios

23
t ii Manual de psicopatología. Volumen 2

)) Tabla 1.7. Instrumentos para la evaluación de constructos transdiagnósticos y síntomas relacionados con los trastornos
emocionales

INSTRUMENTO AUTOR(ES) 1 .
[VERSIÓN ESPAÑOLA] CARACTERÍSTICAS · ·

Cuestionario PANAS Watson et al., 1988 20 ítems; diseñado para evaluar el temperamento (afecto).
CSandín et al., 19991 Dimensiones: afecto positivo y afecto negativo.

Cuestionario PANAS para niños y Sandín, 1997, 2003a 20 ítems; diseñado para evaluar el temperamento (afecto) en
adolescentes CPANASNJ niños y adolescentes. Dimensiones: afecto positivo y afecto
negativo.
Basado en el PANAS

Eysenck Personality Questionnaire Revised­ Francis et al., 1992 24 ítems; evalúa tres dimensiones básicas de la personalidad:
Abbreviated CEPOR-AJ [Sandín et al., 2002a, neuroticismo, extraversión y psicoticismo. Forma abreviada del
2002bl EPQR.

Anxiety Sensitivity Index-3 CASl-3) Taylor et al., 2007 18 ítems; evalúa el nivel de sensibilidad a la ansiedad.
[Sandín et al., 2007l Dimensiones: física, cognitiva y social. __ J
Childhood Anxiety Sensitivity Index CCASIJ Silverman et al., 1991 18 ítems; evalúa el nivel de sensibilidad a la ansiedad.
[Sandín, 1997 Dimensiones: física, cognitiva y social.
Sandín et al., 20021 Versión para niños/adolescentes.

Intolerance to Uncertainty Scale (IUS-I2) Carleton et al., 2007 12 ítems; medida abreviada del nivel de intolerancia a la
[Sandín et al., 20121 incertidumbre. Dimensiones: ansiedad prospectiva y ansiedad
inhibitoria.
Distress Tolerance Scale CDTSJ Simons y Gaher, 2005 15 ítems; evalúa el nivel de tolerancia a la experiencia
[Sandín et al., 2017] de distrés. Dimensiones: tolerancia, evaluación, absorción,
y regulación.

Escala Multidimensional de Sensibilidad al Sandín et al., 20I3a 30 ítems; medida del nivel de propensión a experimentar asco.
Asco CEMAJ Dimensiones: higiene, moral, sexual, trasgresión corporal,
animales y deterioro/enfermedad.

Thought-Action Fusion Questionnaire CTAF-OJ Shafran et al., 1996 19 ítems; evalúa el nivel de fusión entre el pensamiento y
[Jáuregui-Lobero et al., la acción. Dimensiones: moral, probabilidad uno mismo,
20131 y probabilidad otros.

Frost Multidimensional Perfectionism Scale Frost et al., 1990 35 ítems; evalúa las siguientes dimensiones de perfeccionismo:
CFMPSJ [Carrasco et al., 20091 exigencias personales, preocupación por los errores, dudas
sobre acciones, expectativas paternas, críticas paternas,
y organización. (Nota: la estructura de la versión española no se
corresponde con la de la versión originall.

Emotional Regulation Questionnaire (EROJ · Gross y John, 2003 10 ítems; mide dos estrategias básicas de regulación emocional.
[Pineda et al., 20181 Dimensiones: reevaluación cognitiva y supresión emocional.
Difficulties in Emotion Regulation Scale Gratz y Roemer, 2004 41 ítems; evalúa las dificultades de regulación emocional
CDERSJ [Hervás y Jódar, 20081 clínicamente relevantes. Dimensiones: no aceptación, metas,
impulsos, conciencia, estrategias y claridad. (Nota: la estructura
de la versión española no se corresponde con la de la versión
originall.

(Continúa)
Capítulo l. Psicopatología de la ansiedad y trastornos de ansiedad: Hacia un enfoque transdiagnóstico

)) Tabla 1.7. {Continuación}

AUTORCES>
INSTRUMENTO CARACTERISTICAS
[VERSIÓN ESPAÑOLA]
1 1 1

Cuestionario de Estrategias de Regulación Sandín et al., 2008c 28 ítems; evalúa el uso de siete estrategias de regulación
--- --- -- -------------- -

Emocional (CERE) emocional: atención/conciencia, aceptación/tolerancia,


reevaluación cognitiva, autoinstrucciones, supresión, rumiación
y distracción.

Emotional Avoidance Strategy Inventory Kennedy y Ehrenreich-May, 17 ítems; medida multidimensional de la evitación emocional.
for Adolescents (EASI-A) 2016 Evalúa las siguientes dimensiones: evitación de la expresión
[García-Escalera et al., emocional, evitación de pensamientos y sentimientos,
2016bl y distracción.
Versión para adolescentes.

,, Sfndrom~~}línic~s
Entrevista para el diagnóstico de los Valiente et al., 2003b Entrevista clínica estructurada. Evalúa los trastornos de ansiedad
·1::L
----~-~-~------------------- ~-~----------~~-----~-----'
trastornos de ansiedad (ADIS-M) y otros trastornos emocionales según criterios DSM-IV.

Entrevista para el Diagnóstico de los Silverman et al., 2003a, Entrevista clínica estructurada. Evalúa los trastornos de
Trastornos de Ansiedad en Niños (ADIS-IV: 2003b; Sandín, 2003b ansiedad y otros trastornos emocionales según criterios DSM-IV.
cm Versión para niños/adolescentes.

Anxiety and Related Disorders Interview Brown y Barlow, 201� Entrevista clínica estructurada. Evalúa los trastornos de
Schedule for DSM-5 (ADIS-5) ansiedad y otros trastornos emocionales según criterios DSM-5.
--- .¡:!'·,·: ¡¡ . ,,.: .. ,r:r •,
Síntomqs°de los trostornos .einocionoles
Escala de Síntomas de los Trastornos de Sandín et al., 2018b 35 ítems; medida de los síntomas de los trastornos emocionales
..... :.,::!1, ...... .-,,·., ',·;, "·''"·)1' ·''. . .:. ,_,.•.•.,,•:

Ansiedad y Depresión (ESTAD> según criterios DSM-5. Dimensiones: agorafobia, TP, TAG, fobia
social, trastorno de ansiedad a la enfermedad, TOC, y TDM.

Revised Child Anxiety and Depression Sandín et al., 2010 30 ítems; medida de los síntomas de los trastornos emocionales
Scale-30 (RCADS-30> según criterios DSM-IV/5. Dimensiones: TP, TAG, fobia social,
trastorno de ansiedad de separación, TOC y TDM.
Versión para niños/adolescentes.

DSM-5 Self-Rated Level I Cross-Cutting APA, 2013 23 ítems; medida general de síntomas psicopatológicos.
Symptom Measure-Adult [Sandín et al., 20l3al Incluye 13 áreas psicopatológicas (7 corresponden a síntomas
emocionales).

DSM-5 Self-Rated Level I Cross-Cutting APA, 2013 25 ítems; medida general de síntomas psicopatológicos.
Symptom Measure-Child Aged 11-17 [Sandín et al., 2013bl Incluye 12 áreas psicopatológicas (8 corresponden a síntomas
emocionales).
Versión para niños/adolescentes.

Escala de Ansiedad (EA) Sandín et al., 2016b 10 ítems; medida breve de ansiedad general.

Escala de Ansiedad para Niños Sandín et al., 2016b 10 ítems; medida breve de ansiedad general. Versión para niños
y Adolescentes (EAN) y adolescentes.

Cuestionario de Depresión (CD) Sandín y Valiente, 1998; 16 ítems; medida breve de la depresión clínica basada en los
Sandín et al., 2008d síntomas del TDM y la distimia <DSM-IV/5).

Cuestionario de Depresión para Niños (CDN) Sandín y Valiente, 1998; 16 ítems; medida breve de la depresión clínica basada en los
Sandín et al., 2008d síntomas del TDM y la distimia <DSM-IV/5).
Versión para niños y adolescentes.

Nota: TAG = trastorno de ansiedad generalizada; TDM trastorno depresivo mayor; TOC = trastorno obsesivo-compulsivo; TP = trastorno
de pánico.
=

25
�• .,, Manual de psicopatología. Volumen 2

Wnified Protocol for Transdiagnostic Treatment of Emotional Disor­ ciación entre perfiles de respuesta, adq_uisición y tratamiento de
ders [UPD desarrollado por el grupo de Barlow. Este es el programa las fobias. La eficacia terapéutica puede mejorarse si se aplica en
de TCC-T más consolidado y con mayor grado de apoyo empírico consonancia con los perfiles de respuesta predominantes. También
en el ámbito de los trastornos emocionales (García-Escalera et al., se han constatado relaciones entre la concordancia de los sistemas
2016a; Sakiris y Berle, 2019). Partiendo de los principios y estruc­ de respuesta y el pronóstico terapéutico. No deben confundirse, no
tura de este protocolo, el grupo de Ehrenreich-May desarrolló el obstante, los sistemas de evaluación con los sistemas de respuesta.
Unified Protocol for Transdiagnostic Treatment of Emotional Disor­ Así, por ejemplo, los tres sistemas de respuesta, esto es, cognitivo,
ders in Children and Adolescents (UP-C y UP-A, respectivamente; somático y conductual, pueden evaluarse utilizando un solo sistema
Ehrenreich-May et al., 2018). Este es el programa más consolidado de evaluación como, por ejemplo, el autoinforme.
entre los programas de TCC-T aplicados a niños y adolescentes en La conceptuación y ordenamiento de los trastornos de ansiedad
el ámbito de los trastornos de ansiedad y depresivos (Osma, 2019; ha sufrido cambios muy significativos durante las últimas décadas.
García-Escalera et al., 20160). Nuestro grupo de la UNED desarrolló La primera definición y clasificación de la ansiedad fue llevada a
recientemente una adaptación del UP-A para ser aplicado a través cabo por Freud. Este autor incluyó los síndromes q_ue hoy enten­
de internet (iUP-Al mediante la plataforma web Aprende a Mane­ demos como trastornos de ansiedad en el grupo de los trastornos
jar tus Emociones (AMTE; Sandín et al., 2019), el cual se encuentra neuróticos. El concepto de neurosis, si bien también se ha empleado
actualmente en proceso de validación. Otros programas de TCC-T en el campo de la psicopatología experimental (p. ej., en la investi­
q_ue se utilizan actualmente en España incluyen el programa trans­ gación de las «neurosis experimentales»), ha estado dominado por
versal (EmotionRegulation) desarrollado por el grupo de Botella de una acepción psicoanalítica según la cual el elemento central es la
la Universidad Jaime I de Castellón (González-Robles et al., 2015) ansiedad. Los síntomas neuróticos, desde esta perspectiva, se han
aplicable a través de internet, el programa en formato grupal desa­ entendido como reacciones defensivas contra la ansiedad incons­
rrollado por el grupo de Cano-Vindel de la Universidad Complutense ciente del yo. Este concepto dominó durante gran parte de este siglo
de Madrid (Cano-Vindel et al., 2016) basado en TCC-T para ser apli­ toda la psiq_uiatría occidental.
cado en atención primaria, y el programa Super-Ski/Is for Life (SSU
Un concepto de neurosis más vinculado al ámbito psicológico
adaptado a población española por los grupos de Espada de la
(defendido por Eysenckl coexistió con el concepto psicoanalítico.
Universidad Miguel Hernández de Elche ffernández-Martínez et al.,
Entre ambos conceptos existían notables diferencias, aparte de
2019) y Bornas de la Universidad Islas Baleares (de la Torre-Luq_ue las irreconciliables diferencias de tipo etiológico. La principal era
et al., 2020l. Uno de los retos futuros de la TCC-T es la implemen­
q_ue mientras el psicoanálisis entendía la neurosis, y por tanto los
tación de programas q_ue maximicen el acceso a la terapia basada
trastornos neuróticos, según un modelo unidimensional, ocupando
en la evidencia, tales como los q_ue se aplican a través de internet
una posición menos regresiva q_ue las psicosis, el modelo psicológico
(Etzelmueller et al., 2020; Sandín et al., 2019).
asumía la existencia de varias dimensiones independientes (p. ej.,
neuroticismo y psicoticismol. El concepto de neuroticismo, por otra
parte, ha servido, y aún sirve, para diferenciar a los trastornos emo­
V I l . Resumen de aspectos cionales de otros trastornos psicopatológicos más graves como las
fundamentales psicosis y los trastornos de personalidad.
La aportación de Freud también ha sido altamente relevante
y tendenc ias futuras respecto a la categorización de la ansiedad. De hecho, aún se man­
tiene cierta tendencia a considerar los trastornos de ansiedad de
La ansiedad e s algo natural en la vida; posee características moti­
acuerdo con sus dos grandes agrupaciones, es decir, según q_ue la
vacionales y a niveles normales puede ayudarnos a afrontar los
ansiedad fuera experimentada o inferida. Incluso dentro del pri­
problemas en el funcionamiento diario. Sin embargo, cuando es
muy intensa y excesivamente frecuente puede ser perturbadora e mer grupo (por ansiedad experienciadal sugirió dos subgrupos en
función de q_ue la ansiedad fuera inespecífico (pánico y ansiedad
interferir en la vida personal, social, laboral o familiar; en este caso
generalizada) o como reacción a objetos o situaciones específicos
se trata de ansiedad patológica y constituye la base de los trastor­
(fobias)
nos de ansiedad. La ansiedad, tanto la normal como la subclínica
o clínica, no es un concepto unitario. Posee diversos componentes El panorama del diagnóstico de los trastornos de ansiedad cam­
q_ue han sido sistematizados históricamente mediante el denomina­ bia drásticamente a partir de 1980 con la publicación por la APA de
do modelo del «triple sistema de respuesta». Como se sugiere en la tercera edición del DSM. Se organiza definitivamente el grupo de los
este modelo trifactoriol, los tres tipos de componentes básicos de «trastornos de ansiedad», independientemente de otros trastornos
la ansiedad se organizan en torno a las dimensiones subjetivo-cog­ tradicionalmente neuróticos. Pero tal vez lo q_ue más significó el
nitiva, fisiológico-somática y motor-conductual. Se han demostrado DSM-III para los trastornos de ansiedad fue un cambio conceptual:
importantes implicaciones clínicas relacionadas con el triple siste­ descripción específica de los trastornos de ansiedad con criterios
ma de respuesta. Las más significativas se relacionan con la aso- diferenciales claros y operativos, y supresión del concepto psicoa­
nalítico de neurosis como entidad causal relevante. Precisamente el
carácter ateórico (no doctrinal) del DSM-III es uno de los fenóme­
nos q_ue justifican el enorme éxito de este manual de diagnóstico.
Podríamos decir q_ue, a pesar de sustentarse sobre uno estructura
con enfoques heterogéneos que no pueden ser considerados como trata­
..
mientos transdiagnósticos, basados, por ejemplo, en protocolos clásicos
clasificatoria categorial, gracias al DSM-III claudicó lo Babel de los
trastornos de ansiedad; por fin, los investigadores (y los terapeutas)
de TCC aplicados a grupos de trastornos, protocolos híbridos, protocolos

comienzan a hablar un lenguaje común. Los estudios sobre fiabilidad


individualizados o terapias psicológicas meramente genéricas (mindful­
ness, psicoterapia psicodinámica, etc.l. (Citado en Sandín et al., 2019,
p. 199).

26
Capítulo 1. Psicopatología de la ansiedad y t rastornos de ansiedad: Hacia un enfoque transdiagnóstico

)) Tabla 1.8. Protocolos de TCC·T para el tratamiento de los trastornos emocionales

· PROTOCOLO TCC-T ~UTORES~ COMPONENTES DEL TRATAMIENTO 1


CVERSION ESPANOLAJ (MÓDULOS> CARACTERÍSTICAS GENERALES

,.¡;¡Uni,;;,;;,,}.. ~~
.;: Protocol, Barlow et al. (2018) - Estableciendo objetivos y manteniendo El programa (2. 0 ed.l está dirigido a
· i!i!»' fü11;1 Trqn~d¡~~n~stl~,;
. :i , il' [Osma y Crespo, la motivación. adultos (� 18 años).
Treatme,-¡t'. of 20191 - Comprendiendo las emociones. En la actualidad es el protocolo de
Emotío
,,<�t�!li
- Conciencia emocional plena. TCC-T más consistente y con mayor
- Flexibilidad cognitiva. grado de validez empírica.
- Oponiéndose a las conductas Está recomendado para el
emocionales. tratamiento de los siguientes
trastornos: TP, agorafobia, TAG,
- Comprender y afrontar las sensaciones
trastorno de ansiedad social, TDM,
físicas.
distimia, TOC, TEPT, TPL, TCA.
- Exposiciones emocionales.
Incluye manual del terapeuta
- Pasos a seguir a partir de aquí: y manual del paciente.
Reconociendo tus logros y mirando
hacia el futuro.

,, Oílified . Protocol Ehrenreich-May - Desarrollar y mantener la motivación. Se trata de una versión del UP
'" f�r Transdiagnostic et al., 2018 - Comprender tus emociones y para población infantil (7-13 años)
Treatment of [Sandín y García­ comportamientos y adolescente 0 3-18 años). Está
. •��.tional DisQrders Escalera, 2020; - Experimentos conductuales centrados recomendado para el tratamiento de
iit1 �hildren Cl;IP-C> and García-Escalera en las emociones (activación los siguientes trastornos: Trastorno
Á�o,.escents CUP-A) et al., 20171 conductua\l. de ansiedad de separación, TP,
agorafobia, TAG, trastorno de
- Tomar conciencia de las sensaciones
ansiedad social, TDM, distimia, TOC,
físicas.
TEPT, trastorno de estrés agudo,
- Pensar de forma más flexible. y trastorno de adaptación.
Resolución de problemas.
Incluye manual del terapeuta y
- Tomar conciencia de las experiencias dos manuales del paciente (niños
emocionales. y adolescentes).
- Exposición a situaciones emocionales.
- Sigue actuando: Mantener lo que has
conseguido.

Protocolo Unificado Sandín et al., 2019 - Fomentando la motivación. Es una adaptación del UP-A para
""para el .Tratamiento, - Empieza a comprender tus emociones. ser aplicado a través de internet.
,,. Ttansdi�gnóstiéo · - Disfruta de actividades positivas El programa puede aplicarse
de los Trastornos (activación conductuall. a adolescentes a partir de los
Emocionales en '. ,. 12/13 años de edad. Utiliza la
- Conciencia de tus experiencias
Adole���i,t�s: �trrav�� , . plataforma web Aprende a Manejar
emocionales.
.. dé IntElrrJet (iUP-A> tus Emociones (AMTEl .
- Aprende a ser flexible en tu forma de
Está recomendado para el
pensar. Resolución de problemas.
tratamiento de cuadros mixtos
- Afronta tus sensaciones físicas. de ansiedad y depresión y de los
- Afronta situaciones emocionales. siguientes trastornos: Trastorno
- Trata de mantener lo conseguido. de ansiedad de separación, TP,
agorafobia, TAG, trastorno de
ansiedad social, TDM, distimia.
También pueden beneficiarse del
programa adolescentes con TOC,
TEPT, trastorno de estrés agudo,
o trastorno de adaptación.

(Continúa)

ll
Manual de psicopatología. Volumen 2

)) Tabla 1.6. (Continuación}

González-Robles - Trastornos emocionales y regulación Se trata de un programa diseñado


et al., 2015 emocional. para ser aplicado a población adulta
- Motivación para el cambio. (2: 18 años) a través de internet.
Se basa en gran medida en el UP,
- Comprendiendo el papel de las
aunq_ue incluye aspectos diferenciales
emociones.
relacionados con la regulación
- Aceptando las experiencias emocional. Está recomendado para
emocionales. el tratamiento de los siguientes
- Practicando la aceptación. trastornos: TDM, distimia, TP,
- Aprendiendo a flexibilizar. agorafobia, trastorno de ansiedad
social, TAG, y TOC.
- Practicando la flexibilidad cognitiva.
- La evitación de las emociones.
- Conductas impulsadas por las
emociones (CIEsl.
- Aceptando y afrontando las emociones
físicas.
- Afrontando las emociones en los
contextos donde ocurren.
- Prevención de recaídas.

Cano-Vindel et al., - Psicoeducación (ansiedad, trastornos Programa de tratamiento diseñado


2016 emocionales, sesgos cognitivos, terapia para ser aplicado en población adulta
grupal, etc.>. (2: 18 años), en contextos de atención
- Relajación (respiración. abdominal, primaria y en formato grupal. Está
relajación muscular progresiva, recomendado para el tratamiento
visualización). de los siguientes trastornos: TDM,
trastornos de somatización, trastorno
- Técnicas de reestructuración cognitiva
de ansiedad social y TP.
(detectar sesgos cognitivos, auto­
instrucciones positivas, etc.)
- Terapia de conducta (activación
conductual, exposición, habilidades
sociales, etc.>.
- Prevención de recaídas

Essau y Ollendick, - Psicoeducación (emociones, Programa diseñado para prevenir


2013 autoestima, pensamientos). tempranamente la ansiedad y la
[Fernández­ - Detectar y cambiar pensamientos depresión infantil. Posee una versión
desadaptativos. para niños (SSL-Cl y otro poro
adolescentes (SSL-A).
Martínez et al.,
2019; de la Torre­ - Afrontamiento de las situaciones
Luq_ue et al., 20201 de estrés (relajación, resolución de
problemas).
- Entrenamiento en habilidades sociales
y resolución de problemas.
- Fomentar la auto-percepción mediante
video feed-back.

Nota: TAG = trastorno de ansiedad generalizada; TCA = trastorno de la conducta alimentarla; TDM = t rastorno d prHIVO m11yor;
TEPT = trastorno de estrés postraumático; TOC = trastorno obsesivo-compulsivo; TP = trastorno de pánico,

28
Capítul o l. Psicopatología de la ansiedad y trastornos de ansiedad: Hacia un enfoque transdiagnóstico � ,�\

y validez de los diagnósticos de ansiedad comienzan a tener relevan­ entre ellos. El transdiagnóstico ha supuesto una nueva formaliza­
cia a partir de este momento. ción de los trastornos mentales, y especialmente de los trastornos
El DSM-IV mejora estos aspectos y, en lo que concierne a los emocionales, incluidos los trastornos de ansiedad. En el capítulo se
trastornos de ansiedad, evita el problema de la excesiva generali­ propone un modelo transdiagnóstico comprensivo sobre los trastor­
zación de ciertas categorías al establecer tipos específicos diferen­ nos emocionales, en el que se integran los trastornos de ansiedad.
ciales (p. ej., en las fobias específicas). Adicionalmente, describe y Incluye cinco niveles de organización; los tres primeros están cons­
operativiza nuevos trastornos de ansiedad no considerados en ante­ tituidos por constructos transdiagnósticos (afecto negativo, rasgos
riores ediciones (los asociados al uso de sustancias) y reestructura clínicos, y estrategias de regulación emocional) y los tres últimos por
algunas categorías. El DSM-5 no introduce cambios significativos aspectos más relacionados con trastornos específicos. En el modelo
en la descripción y diagnóstico de los trastornos de ansiedad. El se sugiere que los tratamientos de TCC-T deben dirigirse a los tres
mayor cambio es de tipo organizativo, ya que reduce el número de primeros niveles de organización del modelo, es decir a los aspectos
trastornos emocionales considerados como trastornos de ansiedad, comunes de los trastornos.
quedando fuera de este grupo los trastornos asociados a estresores Los trastornos de ansiedad son trastornos bastante bien cono­
(TEPT y trastorno de estrés agudo) y el TOC. Incluye definitivamen­ cidos desde el punto de vista psicopatológico, pero se asocian a
te en el grupo de trastornos de ansiedad los siguientes trastornos: retos importantes que deberían despejarse en la investigación
fobias específicas, trastorno de ansiedad social, TP, agorafobia, TAG, futura. La separación de la agorafobia del TP es uno de los cam­
mutismo selectivo, y trastornos de ansiedad debidos al consumo de bios introducidos por el DSM-5, pero esto no ha quedado suficien­
sustancias/medicamentos y debidos a una condición médica. temente justificado ni teórica ni prácticamente (en la aplicación
Un fenómeno característico de los trastornos de ansiedad es la de los diagnósticos clínicos), pues existe mucho solapamiento entre
elevada comorbilidad que se da entre ellos, tanto desde el punto de ambos trastornos. Por otra parte, un efecto inmediato puede ser el
vista sintomatológico como diagnóstico. Los diferentes trastornos incremento artificial del número de trastornos diagnosticados en la
de ansiedad poseen muchos síntomas comunes. Una misma persona población. Un segundo reto viene dado por la necesidad de com­
puede poseer simultáneamente varios trastornos de ansiedad (varios prender y describir mejor la etiología de algunos trastornos, tales
diagnósticos). La elevada comorbilidad no ocurre solo entre los como el TAG. Sobre la etiología de este trastorno se han propuesto
trastornos de ansiedad, sino también entre estos y otros trastornos múltiples hipótesis, pero falta aún un modelo integrativo que aúne
emocionales, especialmente los trastornos depresivos, el TOC y el comprensiva y funcionalmente las diferentes piezas de los distintos
TEPT. Esto ha planteado importantes problemas teóricos y prácticos. modelos. No obstante, tal vez el reto más importante corresponda a
Los primeros tienen que ver con la caracterización y validez de los la conceptualización transdiagnóstica de los trastornos de ansiedad,
diagnósticos. Los segundos se han relacionado con el tratamiento y del resto de trastornos emocionales. Actualmente contamos con
de estos trastornos. La TCC de los trastornos de ansiedad dirigida evidencia empírica relevante, pero se precisan más estudios que
a trastornos específicos posee actualmente un notable desarrollo y permitan describir con mayor precisión la estructura lógica y las
grandes niveles de eficacia, siendo sin duda alguna el tratamiento relaciones funcionales entre los diversos tipos de constructos trans­
de elección de estos trastornos. Sin embargo, la excesiva prolifera­ diagnósticos, y su relación con la etiología, mecanismos etiopato­
ción de programas de TCC específicos para los distintos trastornos génicos, gravedad, curso y pronóstico de los trastornos de ansiedad
de ansiedad puede ser un escollo en muchos contextos clínicos, (y otros trastornos emocionales). Unido a esto está la necesidad de
especialmente en los centros públicos de salud mental. avanzar en el desarrollo y refinamiento de los protocolos de TCC-T,
fomentando el desarrollo de programas que posibiliten el acceso a
El transdiagnóstico es un enfoque innovador y prometedor que
terapias validadas empíricamente a todas las personas que lo nece­
ha surgido recientemente en psicología clínica. Parte de la hipótesis
siten, potenciando, por ejemplo, los programas aplicables a través
de que algunos trastornos mentales poseen mecanismos etiológicos
de internet.
comunes, los cuales explicarían la elevada comorbilidad que se da

•• Térm inos c lave


Afecto negativo 7 Comorbilidad 12 Terapia cognltivo-conductual
Afecto positivo 7 Diagnóstico principal lo prlmariol 72 transdlagnóstica ITCC-TI 22
Anhedonia 72 Miedo 5 Transdiagnóstlco 70
Ansiedad 4 N euroticlsmo 9 Trastorno de ansiedad 4
tt Manual de pslcopatología. Volumen 2

•• Lecturas recome ndadas


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30
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32
Capítulo 1. Psicopatología de la ansiedad y t rastornos de ansiedad: Hacia un enfoque transdiagnóstico 41 t

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33
tt Manual de psicopatología. Volumen 2
•• Autoevaluación
l. ¿cuál de los siguientes conceptos define mejor la respues­ 6. ¿A qué constructo transdiagnóstico corresponde preferen­
ta de miedo? temente la siguiente descripción: «Me asusto cuando mi
a) Respuesta anticipatoria ante un peligro futuro. corazón late rápidamente»?:
b) Respuesta asociada a la vía nerviosa «ojo-tálamo-amíg­ al Sensibilidad a la ansiedad.
dala». b) Intolerancia a la incertidumbre.
c) Reacción de preocupación ansiosa. c) Intolerancia al estrés.
dl Reacción asociada primariamente a tensión muscular y d) Aceptación/conciencia.
vigilancia.
7. Indique cuál de los siguientes trastornos se ha relacionado
2. El DSM-III se destacó, entre otras cosas, por caracterizar
en mayor grado con la sensibilidad al asco:
al Trastorno de ansiedad social.
ciertos trastornos de ansiedad por primera vez en un sis­
tema de clasificación de los trastornos mentales. Indique
cuál de los siguientes trastornos, que se clasifica actual­ bl Trastorno de ansiedad generalizada.
mente como trastorno de ansiedad CDSM-5), se definió por cl Fobias a la sangre-inyección-daño.
d) Trastorno de pánico.
primera vez en el DSM-III:
a) Trastorno de estrés postraumático.
b) Trastorno obsesivo-compulsivo. 8. Según el modelo transdiagnóstico jerárquico de los tras­
c) Trastorno de pánico. tornos emocionales, cuál de los siguientes conceptos ocu­
d) Neurosis fóbicas.
pa una posición más general o superior en la jerarquía:
al Un trastorno mental (síndrome clínico).
3. Entre los siguientes trastornos hay uno que aparece con bl La preocupación.
c) El perfeccionismo.
mucha frecuencia como trastorno comórbido (no como
diagnóstico principal> a otros trastornos emocionales.
Indique de qué trastorno se trata: dl La evitación exteroceptiva.
a) Trastorno de ansiedad generalizada.
b) Trastorno obsesivo-compulsivo.
9. La conducta de inhibición conductual en el niño se asocia
fundamentalmente a experiencias tempranas de:
el Fobia específica. a) Apego inseguro.
dl Agorafobia. bl Sobreprotección de los padres.
ll-. ¿A qué constructo transdiagnóstico corresponde preferen­ c) Experiencias de permisividad de los padres.
temente la siguiente descripción: «Me siento irritable o d) Experiencias de aprendizaje vicario.
con mal humor»?:
a) Ansiedad. 10. En la descripción que hizo S. Freud sobre la psicopatología
b) Sensibilidad a la ansiedad. de las neurosis, este autor estableció:
c) Intolerancia al estrés. al Una dimensión de gravedad, situándose la ansiedad en el
d) Afecto negativo. extremo de menor gravedad y la depresión en la de mayor
gravedad.
5. De acuerdo con el modelo tripartito de Clark y Watson bl Un continuo de gravedad, situándose las neurosis en el
(1991), ¿qué aspecto diferencia la depresión de la ansie­ extremo de menor gravedad y las psicosis en el de mayor
dad, siendo más característico de la primera? gravedad.
a) El bajo afecto positivo. c) Dos dimensiones separadas, una referida a las neurosis y
bl El nivel elevado de neuroticismo. otra referida a las psicosis.
cl La elevada sensibilidad al asco. dl Dos categorías separadas, una referida a las neurosis y
d) El nivel elevado de activación fisiológica. otra referida a las psicosis.
Wi~lli'
·i!efinMMiilllifM1!111ffi��•k�•m1. .
tE
CAPÍTUL0 2

TRASTORNOS DE ANSIEDAD
Bonifacio Sandín, Rosa M. Valiente y Paloma Chorot

l. Introducción 35
11. Fobia específica 36
B. Epidemiología y curso evolutivo 63
C. Etiología
VI. Mutismo selectivo
61./
A. Diagnóstico y características clínicos 36 61./
B. Epidemiología y curso evolutivo 37 A. Diagnóstico y características clínicas 61./

III. Trastorno de pánico y agorafobia


C. Etiología 39 B. Epidemiología y curso evolutivo 65
1./1./
VII. Trastornos de ansiedad inducidos por sustancias
C. Etiología 65

y trastornos de ansiedad debidos a una condición


A. Pánico y agorafobia: dos fenómenos emparentados 1./1./
B. Diagnóstico y características clínicas del trastorno
de pánico y lo agorafobia 1./6 médica 66
C. Epidemiología y curso evolutivo 1./9 VIII. Recomendaciones para la evaluación y tratamiento 66
50 A. Evaluación de los trastornos de ansiedad
IV. Trastorno de ansiedad generalizada 51./
D. Etiología 66
B. Tratamiento psicológico de los trastornos de

IX. Resumen de aspectos fundamentales 69


A. La preocupación ansiosa: el trastorno de ansiedad ansiedad 69
generalizada no es un trastorno residual 54

TÉRMINOS CLAVE
B. Diagnóstico y características clínicas 55
71
LECTURAS RECOMENDADAS
C. Aspectos epidemiológicos 56
71
V. Trastorno de ansiedad de separación REFERENCIAS
D. Etiología 56
61 71
A. Diagnóstico y característicos clínicas 62 AUTOEVALUACIÓN 76

l . 1 ntroducción
De acuerdo con la clasificación que establece actualmente el Diag­ La ansiedad y el miedo son conceptos fundamentales en psico­
nostic and statistical manual of mental disorders (DSM-5; APA, patología, y son los componentes básicos involucrados en los tras­
2013), el grupo de los trastornos de ansiedad incluye los siguien­ tornos de ansiedad. No obstante, en los trastornos de ansiedad el
tes síndromes: fobia específica, trastorno de ansiedad social (fobia miedo y la ansiedad son excesivos en intensidad y frecuencia y, en
sociall, trastorno de pánico (TP), trastorno de ansiedad generaliza­ el caso de los niños, suelen mantenerse más allá de los períodos de
da (TAG), agorafobia, trastorno de ansiedad de separación (TAS), desarrollo evolutivo en los que los miedos y la ansiedad pueden ser
y mutismo selectivo (MSl. Como trastornos adicionales el manual fenómenos esperables y normativos; por ejemplo, la ansiedad de
incluye también los trastornos de ansiedad inducidos por drogas o separación es una reacción normal del desarrollo humano durante
medicamentos y los trastornos de ansiedad debidos a alguna condi­ las primeras etapas del ciclo evolutivo, por lo que puede darse sin
ción médica. El trastorno de estrés postraumático (T EPTl y el tras­ que constituya una reacción patológica. Así mismo, en los trastornos
torno obsesivo-compulsivo (TOCl no son considerados actualmente de ansiedad, las reacciones de miedo y/o ansiedad son significati­
como trastornos de ansiedad (APA, 2013). vas clínicamente, ya que interfieren en el funcionamiento normal

35
tt Mdmial de pslcopatologfa. Volumen 2

)) Tabla 2.1. Criterios para el diagnóstico de la fobia específica según el DSM-5 IAPA, 2013]

r A. Intenso miedo o ansiedad a un objeto o situación específico (p. ej., volar, las alturas, ciertos animales, las inyecciones, ver sangre).
Nota: En niños, el miedo o la ansiedad puede expresarse como llanto, rabietas, quedarse congelado o aferrarse.
B. El objeto o situación fóbico casi siempre provoca miedo o ansiedad de forma inmediata.
C. El objeto o situación fóbico se evita activamente o se soporta con miedo o ansiedad intenso.
D. El miedo o ansiedad es desproporcionado al peligro real que tiene el objeto o situación específico y al contexto sociocultural.
E. El miedo, ansiedad o evitación es persistente, durando generalmente seis meses o más.

F. El miedo, ansiedad o evitación causa malestar clínicamente significativo, o deterioro en el ámbito social, laboral, o en otras áreas
importantes del funcionamiento.
G. La alteración no se explica mejor por los síntomas de otro trastorno mental, incluyendo el miedo, la ansiedad, y la evitación de situaciones
asociadas a síntomas similares al pánico u otros síntomas incapacitantes (como en la agorafobia), los objetos o situaciones relacionadas con
obsesiones (como en el TOCl, los recuerdos de sucesos traumáticos (como en el TEPn, la separación del hogar o de las figuras de apego
(como en el trastorno de ansiedad de separación), o las situaciones sociales (como en el trastorno de ansiedad social).
Especificar si (codificar el tipo según el estímulo fóbico):
• Animal (p. ej., arañas, insectos, perros, serpientes).
Ambiental (p. ej., alturas, tormentas, aguas profundas).
Sangre-inyecciones-daño (p. ej., agujas, procedimientos médicos invasivos, heridas o lesiones) [Pueden codificarse los siguientes subtipos:
miedo a la sangre, miedo a inyecciones y transfusiones, miedo a otra atención médica, y miedo al dañol
Situacional (p. ej., volar en avión, ascensores, lugares cerrados.
Otros (p. ej., situaciones que pueden llevar a atragantarse o vomitar; en niños, p. ej., sonidos intensos o personas disfrazadas).

del individuo (p. ej., en las relaciones personales, sociales, laborales


o familiares) o producen niveles elevados de malestar o sufrimiento ¿) Fobia (= miedo. pavorl. Reacciones de intenso miedo a
en la persona. situaciones u objetos no justificadas por la amenaza real
En el Capítulo I tratamos diversos aspectos generales relacio­ de estos, siendo dichas respuestas persistentes y desadap­
nados con la psicopatología de la ansi edad y los trastornos de tativas.
ansiedad. En d icho capítulo se clarifican ciertos fenómenos con­ ¿) Fobia específica. Trastorno de ansiedad en e l que las
ceptuales básicos, se aborda su conceptualización y clasificación, y
reacciones de miedo o ansiedad se asocian a un objeto o
se describen las características transdiagnósticas de la ansiedad
situación espec ífico. Existen cuatro tipos: animal, ambien­
y los trastornos de ansiedad. Se presenta, así mi smo, un modelo
transdiagnóstico jerárquico sobre los trastornos de ansiedad y otros tal, sangre/inyecciones/daño y situacional.
trastornos emocionales. Por ello, en el capítulo actual nos centra­
remos únicamente en la descripción por separado de cada uno de
los trastornos de ansiedad. En ella abordaremos el diagnóstico y
las características clínicas, la epidemiología y curso evolutivo (pre­ A. Diagnóstico y características c l í n icas
valencia, inicio y curso cl ínico, comorbilidad e interferencia), y la a. Características diagnósticas
etiología. Finalmente nos referiremos de forma breve y selectiva a
los procedimientos de evaluación y tratamiento de estos trastornos. La característica central de los trastornos fóbicos es que el miedo
(El trastorno de ansiedad social se aborda en el Capítulo 3). y la evitación estén asociados a objetos o situaciones claramente
circunscritos (estímulos fóbicos). En contraste con otros trastornos
de ansiedad, aquí no se produce una cognición específica ( ideación
•; · , 1 1 . Fobia específica cognitiva). Los criterios DSM-5 para el diagnóstico de la fobia espe­
cífica se indican en la Tabla 2.1.
L a palabra fobia deriva del término griego phobos (miedo, pavor), Una lista sobre posibles fobias podría ser interminable, aunque
y se uti liza para denotar reacciones de miedo intenso acompaña­ se han agrupado en cuatro tipos generales: ani m a l, ambiental,
do de evitación inducidas por situaciones ( reales o anticipadas) sangre-i nyecciones-daño, y situacional (véase la Tabla 2.1). E sta
que objetivamente no justifican tales respuestas (aun cuando suele agrupación de las fobias es consistente con investigaciones previas
asumirse que es necesario que se produzca evitación para que se llevadas a cabo sobre la estructura de los miedos y las fobias, tanto
considere la existencia de fobia, clínicamente suele asumirse la no en población adulta (Arrindell et al., 1991) como en población infan­
absoluta necesidad de que se produzca evitación para establecer el tojuvenil <Ollendick, 1983; Sandín y Chorot, 1998). Para un análisis y
diagnóstico de fobia, siempre que la persona soporte las situaciones descripción de las principales categorías de miedos, véase Sandín
temidas con excesiva ansiedad. (2008) y Valiente et al. ( 2003).

36
Capítulo 2. Trastornos de ansiedad 1lll111l1

Como puede apreciarse en la tabla, uno de los tipos de fobia ) ) Tabla 2.2. Prevalencia vital de las fobias específicas en
específica es el relativo a las fobias a la «sangre-inyecciones-da­ adultos según sexo y áreas geográficas
ño». Al margen del interés clínico que puedan tener los restantes
tipos, la diferenciación de este grupo de fobias es particularmente ÁREA GEOGRÁFICA HOMBRES MUJERES 1 TOTAL
importante, ya que los pacientes con tales fobias tienden a exhibir
un patrón fisiológico de respuesta único cuando son confrontados Europa (n = 48.324) 4,9% 11,5% 8,2%
con los estímulos fóbicos (p. ej., la sangre). El patrón es bifásico, se
inicia con un incremento inicial de la presión sanguínea y de la tasa EE. UU. y Canadá
cardíaca, seguido por un rápido descenso de estos parámetros que, 7,4% 14,3% 10,3%
(n = 83.390)
eventualmente, conduce al desmayo del paciente si este permane­
ce en la situación <óst et al., 1984). Este tipo de reacción, esto es, Países de América Latina
6,4% 12.4% 8,2%
reducción de la presión sanguínea y frecuencia cardíaca, que es de <n = 18.406)
naturaleza opuesta a la que se produce en otros tipos de fobias,
Oriente Medio y África
implica un tratamiento específico y diferente a los que se emplean 4,0% 10,2% 5,6%
(n = 12.174)
habitualmente con otras fobias comunes (Óst y Sterner, 1987), ya
que es necesario incrementar la frecuencia cardíaca y la presión Asia (n = 26.833) 4,7% 9,8% 5,2%
sistólica de los pacientes ante los estímulos fóbicos. Para un análisis
más detallado sobre la psicopatología, evaluación y tratamiento de Muestra total*
5,5 % 11,7% 7,5 %
las fobias específicas, véase Sandín (2008). <N = 189.127)
World MHS (24 países)
- 7,3 %
, = 124.902)
<N
b. Diagnóstico diferencial
Los principales problemas de diagnóstico diferencial suelen referirse
a otros trastornos de ansiedad, incluidos la agorafobia, el trastor­ Nota: Elaborado a partir de Eaton et al. [2018] y Kessler
no de ansiedad de separación y el TP. La posible confusión con la et al. [2012]. Los datos proceden de los siguientes proyectos
agorafobia puede darse cuando se trata de fobias de tipo situacio­ colaborativos:
nal (lugares cerrados, ascensores, viajar en avión, etc.l. En tal caso, Epidemiologic Catchment Area [ ECA].
debe tenerse en cuenta que para poder establecer el diagnóstico Epidemiologic Catchment Area Replication [ ECA-R].
de agorafobia se requiere que al menos sean temidas dos categorías European Study of the Epidemiology of Mental Disorders
de situaciones (entre las cinco establecidas para su diagnóstico). [ESEMeD].
Por otra parte, en la agorafobia debe darse ideación cognitiva rela­
Mexican American Prevalence and Services Survey; [ MAPSS).
cionada con la evitación (i. e., las situaciones se evitan por temor a
experimentar síntomas similares a los del ataque de pánico u otros Mexican National Comorbidity Survey [MNCS].
síntomas incapacitantes o humillantes). Para la diferenciación con National Comorbidity Survey [NCS].
respecto al trastorno de ansiedad de separación puede ser impor­ National Comorbidity Survey Replication [ NCS·R).
tante examinar la existencia de posibles fobias específicas relacio­ National Epidemiologic Survey of Alcohol and Related Conditions
nadas con el contexto escolar. En cualquier caso, el foco central [NESARC).
de la ansiedad de separación es el temor del niño a alejarse de sus Netherlands Mental Health Survey and lncidence Study [NEMESIS].
padres o figura principal de apego. Las fobias específicas pueden Sao Paulo Megacity Mental Health Survey Sample [SPMMHS].
asociarse a ataques de pánico, pero estos son pánicos situacionales World Mental Health Survey [World MHS].
y, por tanto, no justificarían el diagnóstico de un trastorno de páni­ ' No incluye World MHS.
co. En otros tipos de trastornos el miedo situacional puede asociarse
a otros tipos de trastornos, tales como el TOC (miedo a pensamien­
tos obsesivos; p. ej., miedo a conducir debido a ideas obsesivas de
poder dañar a otras personas), el TEPT (temor a una situación tras
un suceso traumático (solo se diagnosticará fobia específica si no
B. Epidemio logía y c urso evolutivo
se cumplen los criterios de un TEPT), un trastorno alimentario (la a. Prevalencia
evitación se reduce a los alimentos o aspectos relacionados con los Los miedos y las fobias son fenómenos muy comunes en la población
alimentos). general, tanto en la población adulta (Eaton et al., 2018; Sandín,
2008) como en los niños y adolescentes (Echeburúa, 2009; Méndez,
2013; Sandín. 1997; Sandín et al., 2018). Nuestro grupo de investi­
J) Agorafobia I= miedo a los lugares públicos!. Se trata de gación ha constatado que los niños y los adolescentes españoles
una categoría de fobia, cuyo miedo/evitación se asocia a informan entre 15 y 20 miedos que evalúan como temores excesivos
situaciones donde resulta difícil escapar o es embarazoso, (Sandín y Chorot, 1998; Sandín et al., 1998; Valiente et al., 2002,
o donde resultaría difícil recibir asistencia, caso de que le 2003b), lo cual es consistente con los datos obtenidos en otros paí­
ocurriese un ataque de pánico o apareciesen síntomas de ses (Valiente et al., 2003al. Estos miedos tienen que ver fundamen­
tipo pánico. Estas situaciones se agrupan en cinco catego­ talmente con peligros de tipo físico, como no poder respirar, recibir
rías: transporte público, espacios abiertos, sitios cerrados, una descarga eléctrica, ser atropellado por un coche, los desastres
las multitudes y estar solo fuera de casa. naturales (terremotos, inundaciones, etc.l, la muerte o gente muer­
ta, caerse desde lugares altos, el fuego o quemarse, o la muerte

J7
' !/! Manual de psicopatología. Volumen 2

) ) Tabla 2.3. Prevalencia vital de los miedos y fobias específicos en adultos [ N = 58.267)

TIPO DE MIEDO/FOBIA MIEDO ESPECÍFICOª FOBIA ESPECÍFICAb FOBIA ESPECÍFICAC


Las alturas 19,4% 25,4%
1 1 1

4,9 %
Los animales 18,2% 25,3% 4,6 %
Los espacios cerrados 10,8% 29,7% 3,6 %
Viajar en avión 10,4% 33, 3 % 3,0 %
La sangre 10, 3 % 31,3% 3,3 %
E l agua 8,7% 30,1 % 2,7%

"Las tormentas 7,8% 31,6% 2,3 %

Nota: Elaborado a partir de Eaton et al. [2018). Los datos proceden de los siguientes proyectos colaborativos: NCS, NESARC y NEMESIS.
./

a Prevalencia vital de miedos específicos en la muestra total.


b Prevalencia de fobia especifica a partir de la submuestra de individuos con miedo específico a cada estimulo correspondiente.
c Prevalencia vital de fobia especifica en la muestra total.

de los padres. Otros tipos de miedos como los relacionados con ser La APA (2013) ha estimado que la tasa de prevalencia de las
violado/a, la separación de los padres, el SIDA, la violencia domés­ fobias específicas es más elevada en la adolescencia (16 %) que
tica, el maltrato entre iguales ( bullying), los ataques terroristas, los durante la infancia (5 %l. También parecen ser más elevadas que en la
raptos de menores, etc., parecen desempeñar un papel más relevan­ población adulta. No obstante, la más reciente publicación del NCS-R
te actualmente. (Kessler et al., 2012) a este respecto constató tasas de prevalencia
Los datos basados en estudios epidemiológicos indican que los vital de las fobias específicas ligeramente superiores en niños y ado­
principales miedos específicos se dan aproximadamente entre el 8 % lescentes de Estados Unidos <N = 5.223), siendo superior en las chicas
y el 20 % de la población (véase la Tabla 2.3), siendo más comunes (23 %) que en los chicos 07, 1 %) (para la muestra total = 20%).
los miedos a las alturas y los miedos a los animales. Otros tipos de
miedos que se dan con elevada frecuencia son los miedos a los b. Inicio y curso clínico
espacios cerrados, a viajar en avión, a la sangre y al agua (p. ej., las La fobia específica suele iniciarse en edades infantiles (entre los
aguas profundas). siete y los anee años de edad), apareciendo generalmente antes de
Los trastornos de ansiedad son los trastornos más prevalentes los diez años, siendo las fobias a las alturas las que suelen originarse
entre todos los trastornos mentales, y las fobias específicas son los más tardíamente (APA, 2013). De acuerdo con los datos del estudio
trastornos más prevalentes entre todos los trastornos de ansiedad. NCS-R (Kessler et al., 2005), a los siete años ya había aparecido
Por ejemplo, de acuerdo con el NCS-R (Kessler et al., 2012), la preva­ alguna fobia específica en el 50 % de los casos. No obstante, a la
lencia vital de los trastornos de ansiedad en Estados Unidos durante hora de establecer el diagnóstico de fobia específica es muy impor­
la adolescencia es el triple que de la depresión mayor (32,4 % vs. tante tener en cuenta el proceso evolutivo de los miedos (véase
10,6 %), y casi el doble durante la edad adulta (33, 7 % vs. 18,3 %). Tal Sandín, 1997) con objeto de no confundir un miedo normal, dentro
como indicamos en la Tabla 2.2, la prevalencia vital de las fobias del proceso de desarrollo del niño, con un miedo patológico.
específicas varía aproximadamente entre el 5 y el 10 % de la pobla­ En contra de lo que se ha venido creyendo, los principales estu­
ción, siendo menor en los países de Asia, Oriente Medio y África. dios epidemiológicos indican que las fobias no son trastornos transi­
Las diferencias pueden deberse no solo a las características cultu­ torios y, por tanto, pueden requerir atención psicológica. De acuer­
rales propias de los distintos países, sino también a determinaciones do con estos estudios, entre el 11-19 % de los casos se mantienen a los
a la hora de establecer los procedimientos de evaluación y diagnós­ tres años (NESARCl, entre el 25-38 % se mantienen a los diez años
tico. La prevalencia es siempre mayor en la mujer que en el varón, (NCSl, y entre el 6-28 % se mantienen a los doce años (ECAl (Eaton
con una proporción aproximada de 2:1. et al., 2018). Si bien las fobias específicas son menos frecuentes en
A unque los miedos son m uy prevalentes en la población en las edades avanzadas, continúan siendo uno de los trastornos más
general (más del 70 % de la gente suele experimentar uno o más comunes en estas edades, p udiendo incrementarse las fobias a las
miedos irracionales), muchos de estos miedos no reúnen los crite­ caídas y las fobias del tipo ambiental.
rios para el diagnóstico de una fobia (Tabla 2.3), pues requieren
la presencia de evitación y perturbación clínicamente significati­
c. Comorbilidad
va. Como se indica en la tabla (columna de porcentajes centrall, Las fobias específicas suelen presentar menos problemas clínicos
entre el 25-33 % reúnen los criterios para el diagnóstico de la fobia que otros trastornos de ansiedad. No obstante, pueden asociarse
específica correspondiente a cada tipo de miedo específico. En la a otros problemas de ansiedad (especialmente la fobia social) y
columna de la derecha se indica la prevalencia de fobias específicas depresivos (véase el Capítulo ll. Debido a s u aparición temprana,
correspondiente a la muestra total. temporalmente hablando suele considerarse un trastorno primario.

38
Capítulo 2. Trastornos de ansiedad ft
to clásico, sugiriendo q_ue cualquier situación o estímulo <«princi­
Los fobias específícos son un factor de riesgo poro padecer otros teoría experimental de las fobias sobre la base del condicionamien­
pio de eq_uipotencialidad»l, inicialmente neutro, puede adq_uirir la
trastornos mentoles, especialmente otros trastornos de ansiedad, del
estado de ánimo (trastornos depresivos y bipolares) y por consumo
de sustancias. propiedad de elicitar respuestas de miedo por su asociaci �n con
estímulos nocivos traumáticos (elicitadores naturales de miedo o
d. Interferencia dolor; estímulos incondicionados: Ell. Un estímulo neutro puede con­
Algunos publicaciones sobre lo prevalencia de los fobias en lo pobla­ vertirse en un estímulo condicionado (ECl de miedo, por lo q_ue su
presencia evocará en el individuo respuestas condicionadas (RCl de
ción general han sugerido q_ue muchos aparecen con una gravedad
temor. Por esto, la ansiedad es entendida como una respuesta emo­
media o baja, sin q_ue resulten excesivamente perturbadoras paro la
modelo son: (1) la repetición de la asociación entre los EC y los El
cional condicionada. Tres de las características principales de este
persona q_ue las padece. Ciertas fobias, al no implicar contingencias
de aproximación, no son relevantes clínicamente. Por eJemplo, la
fóbico se favorecen cuando la intensidad de miedo inducido por los
incrementará la fuerza de la RC de miedo; (2) las reacciones de miedo
fobia a las serpientes no suele ser problemática para las personas
El es elevada (El traumáticos), y (3) otros estímulos neutros similares
q_ue viven en una zona urbana.
No obstante, existe evidencia de q_ue las fobias específicas pue­ a los EC pueden elicitar reacciones de miedo (principio de eq_uipoten­
den generar deterioro en el funcionamiento psicosocial (problemas cialidadl, siendo estas mayores a mayor semejanza con los EC.
en el trabajo, la familia, etc.l y reducir la calidad de vida de forma
El trabajo de Watson y Rayner puede ser considerado como el
similar a otros trastornos de ansiedad. El miedo a las caídas en per­
primer modelo del enfoq_ue conductual sobre la génesis de las fobias
sonas mayores puede hacer q_ue el individuo reduzco su movilidad y
específícas o monosintomáticas. Este modelo constituyó la base de
sufra pérdidas a nivel físico y social. El distrés y el deterioro produ­
posteriores formulaciones más o menos identifícados con la psicopo­
cido por las fobias específicas se incrementan cuando oumenta el
_ tología experimental y la naciente terapia de conducta. El aspecto
número de situaciones u objetos temidos. Cuando se da la fobia a la
central en lo teoría de Watson y Rayner consistió en asumir q_ue un
sangre-inyecciones-daño, las personas suelen rechazar acudir a cen­
estímulo neutro se convierte en estímulo condicionado de ansiedad
tros médicos, pudiendo ello influir en el deterioro de su salud. Otros
y cuya propiedad poro elicitor ansiedad puede generalizarse a otros
tipos de fobias, como la fobia a vomitar o la fobia a atragantarse,
estímulos similores q_ue recuerden al estímulo inicial.
pueden perturbar en la conducta alimentaria.
Sin embargo, pronto se vio q_ue esta teoría tenía importantes
limitaciones. Posiblemente una de las más importantes consistió
C. Etiología
a respuestas de ansiedad; es decir, no parece q_ue el principi� de
en q_ue no cualq_uier estímulo puede ser asociado (condicionado)
equipotencialidad defendido por Watson y Rayner sea compatible
Aunq_ue en la etiología de los trastornos de ansiedad intervi�n�n en
general tanto factores de vulnerabilidad <p. ej., factores genet1cos y
temperamento) como factores ambientales (estilos de apego, prác­ con la propiedad selectiva y no arbitraria q_ue parecen presentar
ticas de crianza, experiencias traumáticas, etc.l, la etiología de las las fobias (Seligman, 1971l. Tal vez por esto algunos de los intentos
fobias específicas se relaciona fundamentalmente con experiencias iniciales fracasaron al trotar de replicar los experimentos de Wat­
personales. Las principales teorías sobre las fobias se han basado son y Rayner; en dichos intentos se incluían estímulos condiciona­
fundamentalmente en experiencias de aprendizaje. Algunas de estas dos «no preparados» (p. ej., un pato de juguete), en lugar de los
segunda crítica giró en torno al carácter traumático de la situación
teorías, aunq_ue se centran primariamente en respuestas de miedo, estímulos preparados (rotas) empleados por Watson y Rayner. Uno
se han fo rmulado también paro explicar la ansiedad en general, por
de condicionamiento, puesto q_ue ni es necesaria la presencia de
lo q_ue también pueden ser generalizables en gran medida a otros
eventos traumáticos (p. ej., fobias q_ue se originan de forma gra­
trastornos de ansiedad. En lo q_ue sigue nos centraremos fundamen­
dual), ni todas las experiencias traumáticas llevan a condiciona­
talmente en las teorías basadas en el aprendizaje, incluyan o no
miento de miedo < Rachman, 1977). En tercer lugar, el modelo de
la intervención de factores cognitivos. Para un análisis comprensivo
condicionado de miedo en ausencia de reforzamiento. Según indico
condicionamiento clásico no explica la no-extinción de la respuesto
sobre la vulnerabilidad cognitiva relacionada con la etiología del
miedo, véase Armfíeld (2006).
la ley de extinción del condicionamiento pavloviano, las RC suel�n
a. Teorías iniciales sobre la adquisición de las fobias extinguirse con facilidad una vez q_ue desaparece la contmgenc10
EC-EI (cuando dejan de aparearse dichos estímulos), aun cuando el
Inicialmente se formularon diversas teorías basadas en el condicio­ El fuese un evento traumático. Sin embargo, las respuestas fóbicas
namiento poro explicar las fobias y la ansiedad. Estas teorías inclu­ no solo no se extinguen cuando no son reforzados, sino q_ue a veces
yen el modelo de Wotson y Rayner (1920), el modelo bifoctorial-me­ pueden incluso incrementarse.
diacional de Mowrer (1939, 1950l, las alternativas operantes no Entre los distintos modelos de aprendizaje formulados poro sub­
mediacionales [teoría de señal de seguridad (Delproto y McGlynn, sanar las inconsistencias del modelo de Watson y Rayner cabría
1984) y teoría del estímulo discriminotivo (D'Amoto, 1970ll, las alter­ destocar el modelo bifoctorial mediacional de Mowrer (1939). Se
nativas operantes mediacionales (Solomon y Wynne, 1954; Rescorla denomina bifoctorial porq_ue integro el condicionamiento clásico y
y Solomon, 1967) y el enfoq_ue de las influencias operante � sobr: los el operante. Se denomina mediacionol porq_ue propone q_ue el miedo
respuestas autónomas (paro un análisis sobre estos teonas, vease (condicionado clásicamente) media y motiva la conducta de evita­
Sandín, 2009; Sandín y Chorot, 1986). ción (condicionado instrumentalmente). El modelo incluye dos fases:
propiedades de drivel; (b) fose de condicionan:iiento de evitación
La teoría de Watson y Royner (1920) se basó en los resultados (al fose inicial de condicionamiento clásico del miedo <este posee
de estos autores sobre el condicionamiento del miedo en el «Peq_ue­
ño Albert» (un niño de once meses). Estos autores formularon una activa (la presencia posterior del EC genero miedo q_ue motiva la
39

..
r
1/ll ," Manual de psicopatología. Volumen 2

conducta de evitación activa). De este modo, la conducta de evita­ la teoría de la preparación incluyendo el concepto de que los «sis­
ción queda reforzada negativamente. Según Mowrer, lo importante temas conductuales» correspondientes a distintos tipos de fobias
es que el sujeto aprende a escapar del EC, más que a evitar un pueden poseer orígenes evolutivos diferentes. Por ejemplo, las
castigo (El)_ Otros modelos que describimos a continuación corres­ fobias a las alturas y a los espacios cerrados implican miedos de
ponden a las teorías de la preparación y de la incubación, respec­ tipo no comunicativo, mientras que las fobias a los animales y las
tivamente. fobias sociales son ejemplos de miedos comunicativos. Las fobias a
los animales difieren de las sociales porque las primeras constituyen
b. Teoría de «preparación» de las fobias miedos interespecíficos, y las segundas miedos intraespecíficos. En
Una teoría que ha tenido una gran influencia en relación con la su más reciente formulación, óhman y Mineka (2001) introducen el
etiología de las fobias es la teoría de preparación de las fobias concepto de «módulo producto de la evolución» («evo/ved modu­
(Seligman, 1971; para un análisis detallado, véase óhman y Mineka, le» o módulo de miedo) para explicar el aprendizaje y provocación
2001; Sandín, 2009). La idea central de esta teoría consiste en que del miedo.
no todos los estímulos se asocian (se condicionan) por igual a las En los seres humanos, el módulo de miedo se activa outomáti­
respuestas de miedo; es decir, se parte de que los estímulos no camente por estímulos relevantes al miedo, los cuales no necesitan
son arbitrarios como mantenía el principio de «equipotencialidad» ser procesados conscientemente antes de que se produzca la res­
de las fobias, ya que ciertos EC pueden asociarse más fácilmente puesta. El módulo de miedo es un mecanismo: (a) selectivo; res­
a respuestas de miedo. Esta idea, no obstante, no fue original de ponde ante estímulos preparados; (b) automático; puede provocar
Seligman, sino del grupo de García (véase García et al., 1972). Estos la respuesta sin que exista conciencia del estímulo); (c) encapsu­
autores, trabajando sobre condicionamiento interoceptivo en ratas, lado; es relativamente impenetrable a otros módulos con los que
demostraron que la aversión al sabor ( EC; por ejemplo, agua con no tenga conexión directa (una vez activado, la respuesta sigue su
sabor a sacarina) era muy fácil de condicionar (el El consistió en curso sin apenas ser interferido o interrumpido por otros procesos;
una radiación de rayos X; mediante este tipo de radiación puede por ello son resistentes a las influencias cognitivas conscientes), y
generarse enfermedad y reacciones gastrointestinales aversivas). Tal (d) incluye un circuito neura/ específico. El módulo de miedo refle­
condicionamiento, en cambio, era difícil de condicionar cuando el ja la actividad del circuito neural que controla la evocación y el
EC consistía en algún estímulo exteroceptivo (p. ej., una luz o un condicionamiento del miedo, cuya estructura central se localiza
sonido). García et al. sugirieron que las ratas están «preparadas» en la amígdala. La amígdala recibe inputs más o menos procesa­
por la historia evolutiva de su especie (significado biológico-evoluti­ dos de varias áreas del cerebro, incluyendo el tálamo y el córtex,
vo) para asociar el sabor con la enfermedad. Un ejemplo frecuente y controla el output emocional vía hipotálamo y núcleos del tron­
de este tipo de condicionamiento preparado es la fácil adquisi­ co cerebral ( Ledoux, 1996); según este autor, la amígdala posee
ción de náusea en los contextos hospitalarios (p. ej., por estímulos una mayor densidad de vías hacia el córtex de tipo eferente que de
olfativos) en pacientes oncológicos sometidos a tratamiento qui­ tipo aferente, es decir, envía más información al córtex de la que
mioterápico. recibe. El módulo de miedo representa una adaptación evolutiva,
Seligman (1971) generalizó a las fobias esta teoría y la estructuró y sirve para integrar muchos de los resultados que se han obteni­
sobre la base de los cuatro principios siguientes: (a) Selectividad; las do sobre el miedo, tanto basados en el condicionamiento humano
fobias son selectivas, i. e., suelen limitarse a ciertos tipos de estímu­ o animal como evidencia clínica sobre los miedos y las fobias,
los (p. ej., un ser humano puede desarrollar fácilmente una fobia a aunando datos procedentes de la psicología y la neurociencia.
los animales, pero difícilmente a los pijamas). Las situaciones «pre­ Las fobias son, pues, instancias de aprendizaje preparado que
paradas» (estímulos relevantes al miedo) parecen relacionarse con poseen, por tanto, un significado biológico evolutivo. De esta for­
peligros especiales que fueron importantes durante la evolución de ma, estímulos como arañas, serpientes, espacios abiertos o cerra­
la especie humana. (b) Las fobias son de fácil adquisición; las fobias dos, situaciones sociales, situaciones agorafóbicas, etc., se han
pueden adquirirse con un solo ensayo y sin necesidad de estímulos convertido en objetos potencialmente fóbicos porque, en el curso
traumáticos. (c) Las fobias son resistentes a la extinción (aspecto de la evolución (épocas pretecnológicasl, los individuos que por
característico de la «paradoja neurótica»)1; la resistencia a la extin­ su constitución genética se condicionaban o sentían miedo fácil­
ción es una de las propiedades del aprendizaje preparado y una de mente ante estos estímulos, sobrevivieron y se adaptaron más efi­
las propiedades más características de las fobias y los trastornos cazmente transmitiendo a sus descendientes esta tendencia (aun­
de ansiedad. (d) Irracionalidad; desproporción entre el peligro real que actualmente algunos de estos miedos solo tienen un carácter
del estímulo y las respuestas de ansiedad. Los argumentos lógicos vestigiall. Las fobias, al ser instancias de aprendizaje preparado,
aplicados por los individuos fóbicos son ineficaces para reducir la se forman predominantemente por asociaciones primitivas y no
ansiedad, aunque estos reconozcan la ausencia objetiva de peligro­ cognitivas y, al contrario que en el aprendizaje no preparado,
sidad del estímulo temido. no son fácilmente modificables por argumentos lógicos (carác­
óhman et al. (1985; Óhman, 1993) sugieren que las fobias difie­ ter irracionall. Esta teoría no asume que las fobias sean innatas,
ren de acuerdo a sus aspectos filogenéticos. Estos autores amplían sino que el individuo posee una capacidad innata para aprender
reacciones fóbicas (es decir, para adquirir fobias mediante con­
dicionamiento). Aunque la teoría no ha estado exenta de críticas
(McNally, 1987), se ha proporcionado abundante evidencia empí­
La denominada paradoja neurótica o paradoja de la ansiedad es un rica que apoya sus principales postulados, tanto con población
concepto sugerido por Mowrer (1950) para indicar que la conducta clínica (p. ej., De Silva, 1988) como no clínica (p. ej., Chorot y
neurótica se automantiene, y a veces se incrementa, a pesar de ser Sandín, 1 993; óhman, 1 979, 1 993; óhman y Mineka, 2001; Sandín
desfavorable y desadaptativa, y a pesar de no ser reforzada (véase y Chorot, 1989).
Sandín y Chorat, 199D.
"'

40
Capítulo 2. Trastornos de ansiedad ,1!1 'd!

c. Teoría de incubación de la ansiedad tante consiste en que la teoría de la incubación, al enfatizar la


interacción entre ambos parámetros (intensidad de la RC y tiempo
La teoría de la incubación fue formulada por Eysenck ( 1968, 1985)
con objeto de explicar la «paradoja neurótica», i. e., el incremento de exposición del ECl, explica <y facilita su corrección) la existen­
de miedo en situaciones de no reforzamiento. Según este autor, tan­ cia de posibles casos de incremento paradójico o no reducción de la
to la teoría bifactorial mediacional como la teoría de la preparación ansiedad, que ocurren a veces cuando se aplica inadecuadamente
explican la resistencia a la extinción de la ansiedad, pero no el la terapia de las fobias (p. ej., un error frecuente consiste en retirar
incremento paradójico. Mediante esta teoría, y de acuerdo con la el estímulo fóbico ante la aparición de un incremento inesperado de
ley de incubación, Eysenck explica que en ciertas condiciones de no ansiedad). Explica también que una fobia se incremente si el indivi­
reforzamiento la ansiedad puede aumentar en lugar de reducirse. duo escapa del estímulo fóbico al experimentar la reacción de mie­
do o ansiedad. Una exposición más amplia sobre la teoría y sobre
En su teoría, Eysenck se basa en que la ansiedad se adquiere evidencia empírica de este modelo puede encontrarla el lector en
a través de condicionamiento pavloviano tipo B (condicionamiento Chorot (1989, 1991) y Sandín et al. (1989).
naturaleza) como el EC (por asociación con el El) poseen propie­
aversivol 2 . En esta forma de condicionamiento, tanto el EI (por su

dades de drive (i. e., propiedades motivadoras). Por tanto, la mera


presentación del EC (esto es, sin el El reforzador) no necesariamente ¿) Ley de incubación. Postula que se producirá incremento
' de la ansiedad cuando, bajo la aparición de respuestas condi­
va seguida de no-reforzamiento, ya que la propia RC puede actuar
como agente reforzador por su similitud con la RI. Otra importante cionadas fuertes, el EC no reforzado es presentado durante

es el concepto de respuesta nociva. Eysenck sugiere que, desde el


propiedad del condicionamiento tipo B indicada por Eysenck (1985) breves periodos de exposición. Se opone a la ley de extinción.

existe una respuesta nociva Gestaltlike en la que el sujeto experi­


punto de vista del sujeto (no desde la visión del experimentador),
Davey ( 1989) llevó a cabo una modificación del concepto de

shock doloroso). Esta respuesta nociva es asociada al EC por conti­


menta simultáneamente el El y la Rl <p. ej., el sujeto experimenta un incubación centrándose en la representación cognitiva del El («ree­
valuación del EI»l. Según Davey, los factores que influyen sobre la
güidad, con lo que la RC eventualmente añade otro incremento de evaluación del El pueden reducir o incrementar el valor de este,
dolor/miedo que introspectivamente resulta muy difícil o imposible afectando a la fuerza de la RC independientemente de los cam­
de diferenciar de la respuesta nociva original (Sandín et al., 1989). bios que se produzcan en la fuerza asociativa EC-EI. Mediante este
La ansiedad se genera, mantiene e incrementa merced a dichas modelo Davey explica el efecto de incubación de la ansiedad por
propiedades del condicionamiento pavloviano tipo B. La mera pre­ la existencia de cambios en la evaluación que hace el individuo del

sobrevalorado Unflatedl durante sucesivas presentaciones del EC,


sentación del EC puede producir incremento de la RC en lugar de El; es decir, se puede producir incubación cuando el valor del EI es
extinción. Pero para que esto ocurra se precisa la interacción de dos

sidad del El) y la duración de la exposición del EC no reforzado (se


parámetros, esto es, la interacción entre la fuerza de la RC (o inten­ de tal forma que la mera presentación del EC evoca una RC fuer­
te como resultado de tal «inflación». La tendencia hacia la infla­
entiende que se trata de una exposición no seguida del Ell. Para ción del valor del El, y por tanto hacia la incubación, puede estar
que exista resistencia a la extinción o incremento (incubación) de potenciada por factores como (l) la predisposición para procesar los
la RC, esta debe actuar como agente reforzador (de la conexión aspectos aversivos de los eventos y (2) la tendencia a discriminar y
EC-RCl. Este tipo de reforzamiento solo se produce si la RC es sufi­ sobrestimar la intensidad de las propias reacciones de ansiedad. En
cientemente fuerte, y si la duración del EC es corta <la fuerza de la su forma revisada de la teoría, Davey 0992b) introduce en su estruc­
RC declina con el tiempo y con la presentación prolongada del ECl. tura teórica el concepto cognitivo de «expectativa de resultado»:
Por tanto, Eysenck establece como novedad principal el princi­ los sujetos evalúan la relación entre la señal (ECl y el resultado (El)
pio o ley de incubación, en virtud del cual la mera presentación del mediante la asimilación de información relevante a partir de una
EC no siempre lleva a la extinción de la RC, tal y como establece la variedad de fuentes, y sobre la base de esta información se constitu­
ley de extinción. Además de dar cuenta del fenómeno clínico deno­ ye una expectativa de resultado ( E l ) cuando el sujeto es expuesto a
minado incremento paradójico de la ansiedad, posee importantes una señal particular. La información relevante, indica Davey, puede
implicaciones teóricas y prácticas respecto a la terapia conductual incluir la información situacional contenida en algún episodio EC-EI,
de la ansiedad. Permite interpretar, por ejemplo, que dos técnicas la información transmitida social y verbalmente acerca de la contin­
aparentemente opuestas como la desensibilización sistemática (tra­ gencia, o las creencias existentes sobre la relación EC-El

d_ Enfoque multifactorial sobre las fobias


baja con RC débiles) y la inundación (trabaja con RC fuertes) sean
eficaces para reducir la ansiedad. Una implicación clínica impor-
Actualmente no hay razón para pensar que la adquisición y mante­
nimiento de las fobias pueda explicarse a través de un único proce­
2 En el condicionamiento clásico tipo A (p. ej., el condicionamiento de
so de aprendizaje, pues existe evidencia de que pueden intervenir
salivación), en contraste con el tipo 8, la motivación debe ser mani­
múltiples factores que pueden relacionarse de forma diferente con
pulada externamente, y las respuestas condicionada e incondiciona­
distintos tipos de fobias. Ciertas fobias pueden adquirirse a través
da son diferentes (p. ej., RC = salivación, RI = ingestión de comida). En
cambio, en el condicionamiento tipo B la motivación es generada por de experiencias traumáticas, pero otras pueden hacerlo mediante
el propio paradigma de condicionamiento y posee menor dependen­ mecanismos cognitivos (p. ej., a través de transmisión de informa­
cia del estado motivacional del organismo (p. ej., condicionamiento ción y/o aprendizaje observacional). Incluyen, pues, experiencias
aversivol; además, las respuestas condicionada e incondicionada son traumáticas (experiencias directas), aprendizaje observacional
similares (la RC actúa como sustituto parcial de la Rll. (experiencia vicaria) y transmisión de información < Rachman, 1977;

41

ii' M a nual de psicopatología. Volumen 2

MODOS DE ADQUISICIÓN DE LAS FOBIAS

Animales 1
(N :::;:: 95)
--'
-t� •Hr'"• ""
,m·= ri<�
l ---r-

Claustrofobia
Vías de adquisición
(N :::;:: 35)
1
■ Condicionamiento
1!)!\¡'líf""' .¡

O Experiencia vicario
Sangre-
□ Información
inyección 1 ■ No recuerdo
(N :::;:: 210>

:
Fobia social
(N :::;:: 3ll
1
....:¡

Agorafobia 1
(N :::;:: 80) ' ' ' '
'' '' ''
'
20 40 60 80 100
,_
1 l 1 1 T
o
)) Figura 2.1. Adquisición de los diferentes tipos de fobias de acuerdo con los modos de experiencia directa
[condicionamiento] o indirecta [experiencia vicaria y transmisión cognitiva de i nformación]. Elaborado a partir
de los datos referidos por óst [ 1 991], óst y H ugdahl [ 1 981, 1983, 1985], M cNally y Steketee [ 1 985] y Merckelbach,
Arntz y De Jong [ 1 991, 1 992].

Valiente et al. , 20030). Los primeros consisten en experiencias de procesos de transmisión de sensibilidad hacia la repugnancia/con­
condicionamiento clásico y son la causa de la mayor parte de las taminación relativa a dichos animales.
fobias (véase la Figura 2.ll. Puesto que bastantes individuos son incapaces de recordar las
Las formas indirectas de aprendizaje (vicario y transmisión de v ías de adq_uisición de sus fobias, algunos autores han sugerido q_ue
información) pueden estar determinadas en gran medida por las las fobias pueden tener un origen no asociativo (Menzies y Clark,
prácticas de crianza de los padres (p. ej., un niño puede observar 1993; Poulton y Menzies, 2002). Aunq_ue en general parece claro
las reacciones negativas de uno de sus padres a ciertas situaciones q_ue los procesos asociativos (aprendizaje) están involucrados en
fóbicasl. En la figuro se indican las v ías de adquisición de cinco la adq_uisición y mantenimiento de las fobias (paro un análisis más
tipos de fobias <tres de ellas son fobias específicas). Aunq_ue las for­ detallado, véase Valiente et al., 2003a) , también se ha sugerido q_ue
mas indirectas parecen ser más relevantes en la adq_uisición de los al menos algunos miedos y/o fobias podrían originarse sin necesidad
miedos subclínicos (Valiente et al., 20030), la figuro refleja q_ue el de la participación de tales procesos asociativos (es decir, serían
papel más relevante en la adquisición de las fobias (incluidas la miedos innatos). Esta hipótesis se ha relacionado con ciertos miedos,
fobia social y la agorafobia) lo desempeña la vía directa de condi­ tales como los temores al agua, a las alturas, a los extraños y a la
cionamiento. Curiosamente , en contra de lo q_ue en un principio se separación; el origen de estos tipos de miedos/fobias con frecuencia
podría sospechar , las fobias a los animales son las q_ue más estre­ no se ha podido asociar a ninguna de las tres v ías de adq_uisición
chamente se asocian a factores distintos de las experiencias directas de los miedos (condicionamiento, experiencia vicaria, transmisión de
de condicionamiento. Aq_uí el aprendizaje vicario alcanza valores información) señaladas originalmente por Rachman (1977).
tan elevados como los indicados paro el condicionamiento (27 %
vs. 39 %l. Por otro parte, en estas fobias el porcentaje de pacientes e. Factores cognitivos: las expectativas
q_ue no recuerda el origen de sus miedos es significativamente ele­ Las fobias pueden adq_uirirse a través de mecanismos asociativos,
vado (26 %). Entre las fobias a los animales predominaban las rela­ pero puede no ser necesaria la asociación por contigüidad EC-EI
cionadas con animales peq_ueños (arañas, ratas, serpientes, etc.l. para explicar la adquisición del miedo. Basándose en principios del
Este fenómeno podría sugerir q_ue algunas de estas fobias, más q_ue neocondicionamiento pavloviano (p. ej., Rescorla, 1988), Reiss (1980)
originarse por experiencias aversivas directas, se generan mediante elaboró un modelo sobre la etiología de la ansiedad y las fobias. El

I.J2
Capítulo 2. Tra stornos de ansiedad ..,. (li

) ) Tabla 2.4. Conceptos de «expectativa» y «sensibilidad» en el modelo de expectativa de la ansiedad

CONCEPTO DEFINICIÓN
Expectativa de peligro Expectativa sobre un peligro/daño del medio físico externo (p. ej., «Es probable que el avión se caiga»).
1

Sensibilidad al daño Sensibilidad al daño físico personal (p. ej., «No puedo soportar ser lastimado»).
Expectativa sobre la posibilidad de experimentar ansiedad o estrés (p. ej., «Sé que volar es seguro,
Expectativa de ansiedad
pero puedo tener un ataque de pánico durante el vuelo»).
Sensibilidad a la ansiedad Sensibilidad a experimentar ansiedad (p. ej., «Puedo tener un ataque al corazón si experimento pánico»).
Expectativa de reaccionar de tal forma que lleve a una evaluación negativa (p. ej., «No seré capaz de
Expectativa de evaluación social
dominar mi miedo a volar»).
Sensibilidad a la evaluación social Sensibilidad a la evaluación negativa (p. ej., «Siento vergüenza cuando fallo en algo»l.

Nota: Elaborado a partir de Reiss [ 1991).


\.

modelo se basa en ideas del neocondicionamiento pavloviano, tal el Capítulo 1, la sensibilidad al asco ha sido definida en términos de
como la no necesidad de asociación por contigüidad EC-EI para diferencias individuales como la sensibilidad para experimentar la
explicar la adquisición de miedo, o el papel de las expectativas <«lo emoción de asco (Haidt et al., 1994; Sandín, 1997). Recientemente
que se aprende en el condicionamiento pavloviano son expectativas se ha intensificado el interés por esta emoción debido a su posible
sobre ocurrencia o no ocurrencia de un evento»). Dada la impor­ relación con algunos trastornos de ansiedad y otros trastornos men­
tancia que concede a las expectativas, su teoría suele denominarse tales (véase Sandín et al., 2008b). Nuestro grupo de investigación
modelo de expectativa. Distingue entre expectativas de ansiedad demostró que la sensibilidad al asco predecía de forma significativa
y expectativas de peligro. Aun cuando el modelo es básicamente los síntomas fóbicos relacionados con ciertos animales ( «animales
pavloviano-cognitivo, integra aspectos operantes como el reforza­ relevantes al asco» y con la sangre e inyecciones (Sandín et al.,
miento negativo (idea semejante a la de Mowrer) y el autorrefor­ 2008a, 2013). En uno de nuestros estudios se demostró por primera
zamiento. vez que tal asociación se mantenía incluso controlando el efecto de
El modelo ha experimentado revisiones con el paso del tiempo. otras variables relevantes de vulnerabilidad para las fobias, como
En la primera revisión, Reiss y McNally (1985) introducen el concep­ el afecto negativo y la sensibilidad a la ansiedad (Sandín et al.,
to de sensibilidad a la ansiedad, un concepto que ha demostrado 2008a).
poseer enorme relevancia en relación con los trastornos de ansiedad Otra aportación importante de nuestro grupo fue determinar
(especialmente con el TP) y otros trastornos mentales. En la segunda que ciertos tipos de asco se relacionaban de forma diferente con
revisión (Reiss, 1991) se enfatiza la implicación de la sensibilidad a los tipos de síntomas fóbicos. Aparte de constatar que el asco a los
la ansiedad como variable de vulnerabilidad para el desarrollo y animales repulsivos (animales relevantes al asco, como las cuca­
mantenimiento de los trastornos de ansiedad, diferenciando entre rachas, las lombrices, las arañas, etc.> se asociaba a los miedos a
los conceptos de expectativa y sensibilidad (véase la Tabla 2.11-l dichos animales, encontramos que el asco a la transgresión corporal
De hecho, el aspecto nuclear del modelo ha pasado a ser el nuevo (p. ej., ver partes internas del cuerpo), no solo predecía los miedos
concepto de sensibilidad a la ansiedad (anteriormente lo era el con­ del tipo sangre-inyecciones-daño, sino también los miedos a estos
cepto de expectativa de ansiedad). Este cambio se justifica por la animales3. Estos resultados son importantes, pues demuestran que
novedad y relevancia que supuso este nuevo constructo y su especial ciertas fobias podrían tener que ver más con el asco que con el
influencia en la etiología del TP. miedo propiamente dicho. Tal evidencia, aparte de fundamentar
la hipótesis de «evitación de la enfermedad» sugerida por Davey
(1992a), implica la posibilidad de establecer diferencias entre los
¿) Sensibilidad a la ansiedad. Sensibilidad a los síntomas de distintos tipos de fobias, incluyendo la separación entre las propias
ansiedad. Se refiere a la tendencia a experimentar miedo fobias a los animales (p. ej., las fobias a los animales depredadores
ante los síntomas de ansiedad; se asocia a la creencia de no son relevantes al asco).
que tales síntomas poseen consecuencias peligrosas.
3 Los animales relevantes al asco son animales pequeños y se aso­
cian a posible transmisión de enfermedades, tales como los animales
f. Fobias y sensibí/ídad al asco reptantes, las ratas y ratones, las arañas, los gusanos, las cucara­
chas, etc. Difieren de los animales relevantes al daño, tales como los
Aparte de la atención que haya suscitado el estudio del asco des­ perros, los lobos, los gatos y, en general, los animales depredadores.
de su consideración como emoción básica, recientemente se ha Posiblemente los primeros están preparados evolutivamente para es­
producido un particular interés por el estudio de la sensibilidad al tablecer asociaciones condicionadas de asco, mientras que los se­
asco desde el punto de vista psicopatológico. Como indicamos en gundos lo son para asociaciones de miedo.

IJ3
'//!· ·¡¡ Manual de psicopatología, Volumen z

soldado, o el síndrome de hiperventilación. Estos términos solían


• 1 1 1 . Trastorno de pá n i co tener como denominador común lo preponderancia de lo sintoma­
y agorafo b ia tología somático de hiperoctivoción, particularmente la vinculado
al sistema cardiorrespirotorio, y la ausencia de lesión orgánica. No
En las últimas décadas de investigación y terapia, el trastorno de obstante, esta orientación basada en una medicina somática enfa­
pánico <TP) y la agorafobia han seguido caminos paralelos o el mis­ tizaba en el trastorno la sintomatología fisiológica, en particular las
mo camino, Aunque actualmente el DSM-5 los clasifica como tras­ manifestaciones cardiorrespiratorias, considerando por tanto que se
tornos separados, históricamente han formado parte de un mismo trotaba de un problema de naturaleza fisiológico.
trastorno. Por esta razón serón tratados conjuntamente en este epí­
Tuvieron que pasar más de 20 años hasta que Freud, con una
grafe. En adelante, cuando hablemos de TP de forma genérica, y a
visión más psicológica o psicosomótica del problema, lograse «res­
no ser que se especifique otra cosa, nos referiremos indistintamente
catar la ansiedad de detrás de los síntomas físicos», es decir, redefi­
al trastorno de pánico con o sin diagnóstico de agorafobia,
niendo el síndrome desde el problema central del mismo, que Freud
denominó «ataque de ansiedad» (Sandín, 1997>. Como casi siempre

¿) Trastorno de pánico. Trastorno de ansiedad producido


que se abordan cuestiones relativas a la ansiedad, necesariamente
debemos remontarnos a las aportaciones de Freud (1856-1939). Este
por la existencia de ataques de pánico inesperados y recu­ autor, en su publicación La neurastenia y las neurosis de ansiedad
rrentes, acompañados de inquietud o preocupación, o cam­ 0894), describió por primero vez lo «neurosis de ansiedad» como
bios comportamentales relacionados con los ataques. trastorno separado de otros neurosis (neurastenia, neurosis obsesiva,
histeria, etc.>. El síntoma fundamental de este tipo de neurosis era la
«expectativa de ansiedad», la cual solía manifestarse en forma de
ansiedad «libremente flotante» (similar a la que ahora entendemos
A. Pán ico y agorafobia: dos fenómenos como ansiedad generalizada), y se acompañaba de irritabilidad y
emparentado s otros síntomas generales de ansiedad. Esta expectativa de ansiedad
podía irrumpir de repente provocando así un «ataque de ansie­
a. El pánico como concepto psicopatológico dad». El ataque de ansiedad descrito por Freud era muy similar a lo
que hoy entendemos como ataque de pánico:
El término pánico deriva del griego panikon deima, que signifi­
ca el miedo causado por la acción del dios Pan. Este era el dios Tal ataque puede consistir ton solo en la sensación de angustio
griego de la naturaleza (era el dios de las montañas, los bosques, [ansiedad] no asociado o ninguno representación, o unido a la
los riachuelos, los rebaños, los pastores y los animales salvajes>. de lo muerte o lo locura, o también en dicho mismo sensación
Como vivía en el campo, Pan tenía sus guaridas en los montes y acompañado de uno parestesia cualquiera ... , o enlozada o la
colinas, especialmente en las zonas correspondientes a su tierra perturbación de uno o más funciones físicos, toles como la res­
natal (Arcadia y Lycaeus). Una característica peculiar de este dios piración, lo circulación, lo inervación vosomotoro o lo actividad
era su estridente voz y su afición a asustar a los viajeros despre­ glandular. De esto combinación hace el paciente resaltar ton
venidos que transitaban por sus aledaños. Al contrario que otros pronto unos factores como otros, quejándose de palpitaciones,
dioses griegos, el dios Pan era feo, pequeño y no tenía un aspecto disnea, sudores, bulimia, etc., y en sus lamentos deja con fre­
completamente humano (algunas partes de su cuerpo recordaban a cuencia sin mencionar la sensación de angustia [ansiedad], o
una cabra). El dios Pan era temido por casi todos los humanos, bien alude ligeramente a ella calificándola de malestar (Freud, 1967,
por su aspecto, bien por sus gritos, o por ambas cosas. El pánico se p. 182; original alemán 1894).
refiere a una forma muy particular de miedo, esto es, a un miedo
intenso que aparece de forma súbita o inesperada (en cierto modo Vemos, por tanto, que Freud se anticipó en casi 90 años en la
en forma de susto), del mismo modo que podría ocurrir tras un descripción del pánico como reacción patológica de la ansiedad, De
grito repentino del dios Pan. hecho, en la mencionada publicación describió con bastante preci­
sión los principales síntomas de lo que hoy conocemos como ataque
Un aspecto central en la psicopatología actual del pánico es
de pánico (disnea, taquicardia, sudoración, temblores, vértigo, mie­
lo que se conoce como ataque de pánico. Este concepto no fue
do a morir o o volverse loco, etc.). Curiosamente, Freud definió el
definido hasta 1980 tras su descripción en el DSM-III publicado por
ataque de ansiedad como un fenómeno de naturaleza inesperada,
la APA. El concepto de ataque de pánico, tal y como se definió por
pues indicó que «irrumpían repentinamente en la conciencia, sin ser
primera vez en este manual (y posteriormente en sucesivas edicio­
evocados por ninguna asociación de pensamiento».
nes), describe muy bien las características del miedo provocado por
el dios Pan, de acuerdo con el legado de la mitología griega. Sin
embargo, con anterioridad a esta fecha (durante el siglo XIX y prin­
fue observado por él con frecuencia en soldados que combatieron en
cipios del xx) ya se habían sugerido algunos términos para referirse
lo guerra civil de Estados Unidos. Este síndrome fue observado por Do
al ataque de pánico, tales como el síndrome de corazón irritable Costo en muchos soldados que combatían, y consistía en un conjunto
(o síndrome de Da Costa)4, la taquicardia nerviosa, el síndrome del de síntomas físicos que sugerían un trastorno funcional del corazón,
toles como pulso acelerado, «ataques de palpitaciones», dolor to­
rácico (dolor intenso en la región cardíaco), síntomas de frecuencia
4 Da Costa (1871) fue tal vez el primer autor que describió el ataque de cardíaco irregular, etc. Hipotetizó que esta alteración cardíaca se
pánico, si bien desde un punto de visto meramente médico. Do Costo debía o un exceso de excitación nervioso y anticipación del peligro,
describió un síndrome que denominó «corazón irritable» (conocido más que a sobrecargo del corazón (p. ej., por el duro ejercicio físico
como «síndrome de Do Costo» o «síndrome del soldado»), el cual propio de lo situación bélica).

qq
Capítulo 2. Trastornos de ansiedad 1�1

b. Pánico y agorafobia Paralelamente Klein, desde la psiquiatría, llegó a una conclu­


sión similar a partir de la investigación farmacológica. Freud había
En 1871 Westphal describió por primera vez un nuevo trastorno que diseccionado las neurosis, separando la neurosis de ansiedad Oo que
denominó «agorafobia». Aunque el término significa miedo a los posteriormente se llamarán «estados de ansiedad») de otros tras­
lugares públicos (del griego agoró = plaza pública y phóbos = fobia), tornos de ansiedad (en su terminología, de otras neurosis), pero no
Westphal definió el trastorno como «miedo a los espacios abiertos» separó el pánico de la ansiedad generalizada (de hecho, consideró
(p. ej., andar o pasear por la calle u otros lugares abiertos), algunos que los ataques de ansiedad y la ansiedad libre flotante constituían
de los cuales pueden ser públicos y otros no. La descripción la basó un mismo trastorno, i. e., la neurosis de ansiedad). Para ello, era
en cuatro casos clínicos; cuatro hombres que tenían miedo a los necesario diseccionar la propia neurosis de ansiedad, fenómeno que
grandes espacios abiertos, como, por ejemplo, una plaza vacía de no se llevará a cabo hasta la aparición de los trabajos de Klein
una ciudad. (1964, 1981) basados en la administración de imipramina a pacientes
Siguiendo la conceptualización de Westphal (1871), la agorafobia con trastornos de ansiedad.
se entendió durante muchos años como una fobia más, relacionada Klein efectuó dos correcciones a la teoría de la ansiedad de Freud.
con un tipo de situaciones que implicaba los espacios abiertos, los En primer lugar, cambió la denominación de «ataques de ansie­
lugares públicos, los transportes públicos, las multitudes y, a veces, dad» por la de «ataques de pánico». Este autor consideró que lo
ciertos miedos situacionales (túneles, puentes, etc.l, de los cuales denominación de ataque de ansiedad era confusa, puesto que se
podría ser difícil escapar en caso de incapacitación súbita. En con­ identificaba en cierto modo con el propio concepto de ansiedad
secuencia, los tratamientos conductuales de la agorafobia (con o sin anticipatoria. Más aun, Klein invirtió la lógica de Freud al proponer
pánico) se focalizaron en reducir la evitación a estas situaciones, de que los ataques de pánico aparecen espontáneamente, con frecuen­
forma similar a como se hacía con otros tipos de fobia. El énfasis se cia de forma súbita en personas calmadas y en situaciones no ame­
ponía, por tanto, en las características de la situación. nazantes, siendo después de varios ataques cuando se desarrolla
Por aquella época Freud anticipó también un nuevo enfoque «la ansiedad anticipatoria secundaria entre los ataques de pánico,
de la agorafobia en su escrito sobre la neurastenia y la neurosis de referida con frecuencia como ansiedad libre flotante». Vemos, por
ansiedad, publicado originalmente en 1894. En él decía que: «En los tanto, que Klein invierte la relación causal entre ansiedad anticipa­
casos de agorafobia, etc., se encuentra con frecuencia el recuerdo toria y los ataques de ansiedad/pánico. Klein no solo consideró a la
de un ataque de angustia [ansiedad], y en realidad lo que el enfer­ ansiedad anticipatoria como secundaria a los ataques de pánico,
mo teme es la emergencia de tal ataque en aquellas circunstancias sino también que la evitación agorafóbica era secundaria a tales
especiales en las que cree no podrá escapar a él» (p. 203). Freud ataques (tal y como habían propuesto Godstein y Chambless con su
diferenció la agorafobia de otras fobias, situando en la primera el concepto de «miedo al miedo»).
foco de atención en las sensaciones f ísicas, en lugar de las situacio­ La segunda corrección a la teoría de Freud es incluso más tras­
nes externas. cendente que la primera y se relaciona con ella (en realidad no se
Tuvieron que pasar muchos años hasta que Goldstein y Cham­ trata únicamente de una corrección a la teoría de Freud, sino a
bless publicaran en 1978 su teoría sobre el «miedo al miedo» basa­ toda la comunidad científica, incluida la clasificación del DSM-Im.
da en los principios del condicionamiento interoceptivo (condiciona­ Klein constató, en pacientes con pánico, que el tratamiento con
miento clásico de las sensaciones corporales). Según estos autores, imipramina (un antidepresivo tricíclico) era eficaz para eliminar y/o
el agorafóbico teme la experiencia de miedo/ansiedad en sí misma prevenir el pánico espontáneo, pero no los síntomas de ansiedad
más que el simple miedo a las situaciones, lo cual se produce como anticipatoria. Con ello, Klein «diseccionó» farmacológicamente las
resultado del condicionamiento interoceptivo. Los autores separaron neurosis de ansiedad o, dicho de otra forma, diseccionó el pánico
dos componentes del miedo al miedo: (a) el miedo a las sensaciones de las neurosis o estados de ansiedad. Klein sugirió, por tanto, una
corporales asociadas a los ataques de pánico y (b) los pensamien­ distinción cualitativa entre el pánico y la ansiedad crónica anticipa­
tos desadaptativos relacionados con las posibles consecuencias del toria (ansiedad generalizada).
pánico (p. ej., morir o volverse loco por la experiencia de elevada Klein sugirió tres importantes hipótesis que han tenido una enor­
ansiedad o miedo). me influencia sobre la investigación y teoría del TP (Klein, 1964,
Las teorías iniciales de condicionamiento sobre los trastornos de 1981)_ En primer lugar, separó el pánico de la ansiedad, indicando
ansiedad explicaban la agorafobia y los ataques de pánico en tér­ que la diferencia sustantiva del TP, respecto a los restantes trastor­
minos de procesos de condicionamiento a las situaciones externas nos de ansiedad, venía dada por la presencia de «pánico espon­
(p. ej., un supermercado o un restaurante>. Sin embargo, Goldstein táneo», el cual ocurre de forma repentina y sin desencadenantes
y Chambless (1978) introdujeron un cambio esencial al desarrollar ambientales. Según este autor, esta diferencia cualitativa entre el
el proceso que describieron como «miedo al miedo». El foco de pánico espontáneo (característico del TP) y la ansiedad tiene una
la teoría de condicionamiento cambió radicalmente desde una base biológica. El error de Klein fue, sin embargo, explicar el pánico
explicación de la agorafobia y los ataques de pánico situacionales como un fenómeno biológico y extrapolarlo al tratamiento (según
basada en el condicionamiento exteroceptivo, hacia una explica­ él, este debería ser de tipo farmacológico -por ejemplo, a base de
ción basada en el condicionamiento interoceptivo, donde no solo es imipramina o alprazolaml.
posible explicar la agorafobia, sino también la ocurrencia de ata­ La segunda hipótesis fue sugerir que en el transcurso del T P
ques de pánico aparentemente espontáneos (no señalados). Como s e desarrolla ansiedad anticipatoria relacionada con l a posible
sugieren Goldstein y Chambless, el miedo al miedo puede conducir ocurrencia de nuevos ataques, debido a la repetición de los ata­
a una rápida generalización de la agorafobia, ya que las señales ques de pánico espontáneos. Esta forma de ansiedad constituye
asociadas a las respuestas de miedo son internas, transportables por un elemento importante y central del T P, ya que viene a repre­
uno mismo, y potencialmente omnipresentes. sentar la preocupación por la ocurrencia de nuevos ataques (esta

45
¡¡, ·_,, Manual de psicopatología. Volumen z

característica se emplea actualmente para el diagnóstico de este B. D iagnóstico y características c l í n icas


trastorno). Merece la pena indicar q_ue el propio Klein señaló q_ue del trastorno de pán ico y la agorafobia
la imipramina, si bien era eficaz contra los ataq_ues de pánico, no
lo era contra esta forma de ansiedad, la cual surge a consecuencia a. El ataque de pánico
de los ataq_ues.
La presencia de ataq_ues de pánico es una característica necesaria
En su tercera hipótesis establece q_ue otra consecuencia de los para el diagnóstico del trastorno de pánico. El DSM-5 (APA, 2013)
ataq_ues de pánico inesperados es la evitación agorafóbica. Klein define el ataq_ue de pánico como un acceso súbito de miedo intenso
conceptualizó la agorafobia como una respuesta condicionada de o malestar q_ue alcanza su máximo en minutos y durante este tiempo
los ataq_ues de pánico. Los individuos con agorafobia no temen los se producen cuatro (o más) de los siguientes síntomas:
lugares públicos o los espacios abiertos por sí mismos, sino por el
temor a sufrir allí un ataq_ue de pánico y no poder escapar o recibir l.Palpitaciones, sacudidas del corazón, o ritmo cardíaco acelerado.
ayuda. Como vimos atrás, esta idea basada por este autor en la psi­ 2. Sudoración.
cofarmacología fue desarrollada también y paralelamente por otros 3. Temblor o sacudidas musculares.
autores desde los principios del condicionamiento clásico (Goldstein
y Chambless, 1978). ij_Sensación de dificultad para respirar o de asfixia.
Como puede apreciarse, los estudios de Klein sobre la «disec­ 5. Sensación de atragantarse (ahogo).
ción» farmacológica del pánico y la ansiedad no se limitaron a la 6. Dolor o molestias torácicas.
separación entre estos dos conceptos, sino q_ue derivaron en con­ 7. Náuseas o malestar abdominal.
ceptualizaciones e implicaciones sobre el TP de mayor alcance. Tal 8. Sensaciones de vértigo, inestabilidad, mareo o desmayo.
vez la implicación e influencia más importante fue sobre la nueva
conceptualización de la agorafobia como agravación del TP, q_ue se 9. Escalofríos o sofocaciones.
plasmó en la nueva entidad clínica denominada «trastorno de páni­ 10. Parestesias (sensación de entumecimiento u hormigueo).
co con agorafobia», la cual ha estado vigente desde 1987 (DSM­ 11.Desrealización (sensación de irrealidad) o despersonalización
III-R) hasta la publicación del DSM-5 en 2013. Uno de los hechos (sentirse separado de uno mismo).
q_ue ha fomentado la hipótesis de q_ue la agorafobia es básicamente 12. Miedo a perder el control o «volverse loco».
una agravación del TP, es q_ue la mayor parte de los individuos con
agorafobia q_ue acuden a centros clínicos en busca de ayuda tienen 13. Miedo a morir.
también diagnóstico de TP (actual o pasado). Según la APA (2000), El ataq_ue de pánico es un fenómeno muy común en la población
más del 95 % de los pacientes q_ue acuden por motivos de agorafo­ clínica, y no es algo exclusivo del TP. El ataq_ue de pánico no se
bia a los centros asistenciales presentan igualmente un diagnóstico considera un trastorno mental (por ello no se codifica como tal en el
(o historio) de TP. DSM-5). Los ataq_ues de pánico son frecuentes en otros trastornos de
De acuerdo con el DSM-5, el diagnóstico de agorafobia es ansiedad, y en otros trastornos mentales, tales como la depresión, el
independiente del diagnóstico de TP; si un individuo reúne los cri­ TEPT, los trastornos asociados al consumo de sustancias, y en diver­
terios para el diagnóstico de TP y de agorafobia, se diagnostica­ sas enfermedades médicas (cardiopatías coronarias, enfermedades
rán ambos trastornos de forma separada. Se han invocado varias respiratorias, asma, alergia, etc.l. Por ello, aparte de constituir un
razones para justificar la separación de la agorafobia respecto al fenómeno necesario para el diagnóstico del TP, en el DSM-5 se utili­
TP, entre las cuales caben citarse las siguientes (Asmundson et al., za como especificador en los diagnósticos de otros trastornos (p. ej.,
2014; Wittchen et al., 2010l: ( 1 ) datos epidemiológicos q_ue sugieren «trastorno depresivo mayor con ataq_ues de pánico»).
tasas elevadas de agorafobia sin evidencia de síntomas de pánico, El DSM-5 ha establecido dos tipos básicos de ataq_ue de pánico:
por lo cual la agorafobia puede desarrollarse sin la ocurrencia pre­ (a) ataques de pánico esperados; son los ataq_ues en los q_ue exis­
via de ataq_ues de pánico; (2) evidencia de q_ue la agorafobia sin te una señal obvia o un desencadenante, como las situaciones en
ataq_ues de pánico puede asociarse a deterioro funcional significa­ las q_ue previamente se han producido ataq_ues de pánico (p. ej., al
tivo y un curso crónico; (3) diferencias entre la agorafobia y el TP volar en avión), y (bl ataques de pánico inesperados; son aq_uellos
en incidencia y respuesta al tratamiento, y (4) diferencias (aunq_ue q_ue no pueden asociarse a una señal obvia (externa o interna) o
limitadas) entre los tres síndromes (trastorno de pánico, trastorno desencadenante en el momento en q_ue se producen. A veces la
de pánico con agorafobia, y agorafobia) en la estabilidad y progre­ determinación de un ataq_ue de pánico como esperado o inesperado
sión temporal del trastorno. Al margen de estas posibles diferencias puede ser difícil de determinar, por no decir imposible (p. ej., puede
basadas en datos epidemiológicos más q_ue en datos clínicos (i. e., haber señales internas apenas perceptibles q_ue señalan la aparición
basadas fundamentalmente en muestras no clínicas), lo cierto es del ataq_ue). Quizás el único ataq_ue auténticamente inesperado es
q_ue los síntomas de pánico, o similares a los síntomas del ataq_ue el q_ue ocurre por primera vez. En cualq_uier caso, el DSM-5 deja
de pánico, forman parte de los criterios diagnósticos de la agora­ a juicio del clínico la decisión, el cual deberá valorar si el ataq_ue
fobia (Criterio 8). Por tanto, aunq_ue el DSM-5 especifica q_ue el TP ocurrió con o sin alguna razón aparente. Algunos autores han suge­
y la agorafobia son dos trastornos diferentes, ambos siguen unidos rido q_ue el hecho de q_ue un ataq_ue sea referido por el paciente
conceptualmente puesto q_ue los síntomas de uno de ellos están como esperado o inesperado (p. ej., basándose en señales internas)
incluidos en los criterios diagnósticos del otro. Este solapamiento no constituye una característica nosológica esencial, ya q_ue ello
conceptual puede dificultar la validez de la separación diagnóstica depende de la sensibilidad del paciente para detectar los cambios
entre ambos trastornos, así como la investigación futura de los mis­ fisiológicos, y no tanto de los cambios en sí mismos (Meuret et al.,
mos (Sandín et al., 20160). 20lll. La distinción de los ataq_ues inesperados es importante, ya
Capítulo 2. Trastornos de ansied a d
111
�r¡;

q_ue el diagnóstico del TP req_uiere q_ue al menos hayan ocurrido dos )) Tabla 2.5. Dimensiones factoriales de los síntomas
ataq_ues de este tipo. del ataque de pánico I N = 89)

DIMENSIÓN <FACTOR> SÍNTOMAS DE PÁNICO


- -- --- -- -- ---

¿) Ataque de pánico esperado. Modalidad de ataque de


1

pánico en el que existe una señal obvia o un desencade­ Sensación de atragantarse.


1

nante, como las situaciones en las que previamente se ha Dolor o molestias en el pecho.
producido un ataque de pánico I p. ej., estar cerca de un Parestesias o entumecimiento.
perro grande). Sensación de falta de aire o asfixio.
Miedo a morir.
¿) Ataque de pánico inesperado. Modalidad de ataque de
• Vértigos, mareos, inestabilidad.
pánico que no puede asociarse a una señal obvia !exter­
na o interna) o desencadenante en el momento en que se Sudoración.
produce. Escalofríos o sofocaciones.
Palpitaciones o taq_uicardia.
• Temblores musculares.
Como tipo adicional, el DSM-5 define los ataques de pánico
con síntomas limitados para referirse a los ataq_ues q_ue cumplan Miedo a perder el control o volverse
los criterios de diagnóstico excepto en lo q_ue concierne al número loco/a.
'1u. P6nico"~bgnitivo"
de síntomas (estos ataq_ues c ursan con menos de cuatro síntomas). Sensaciones de irrealidad
Excepto en el número de síntomas, estos ataq_ues son idénticos a o despersonalización.
los ataq_ues «completos». A unq_ue en general suele asumirse q_ue
Náuseas o malestar en el estómago.
los ataq_ues limitados son menos graves q_ue los ataq_ues de pánico
completos, los primeros se dan también con bastante frecuencia y
pueden ser comórbidos a los ataq_ues completos. Nota: Adaptado de Sandín et al. (2004}.

Los ataq_ues de pánico pueden ser muy heterogéneos entre sí,


tanto entre distintos indiv id uos como en un mismo individuo. Las
combinaciones de cuatro síntomas pueden variar significativamente pecto a los otros dos criterios q_ue describen el diagnóstico del TP,
entre los distintos ataq_ues; por ejemplo, puede predominar cierto el Criterio C indica q_ue la alteración no es atribuible a los efectos
tipo de síntomas f ísicos o pueden predominar los síntomas cogni­ fisiológicos de alguna sustancia (p. ej., una droga o un medicamen­
tivos. En una investigación de n uestro grupo (Sandín et al., 2004) to), ni a una enfermedad médica (p. ej., hipertiroidismo, trastornos
estudiamos la estructura factorial de los 13 síntomas de pánico des­ cardiopulmonares). Finalmente, el Criterio D establece q_ue la alte­
critos en el DSM-IV-TR. Como se indica en la Tabla 2.5, obtuvimos ración no se explica mejor por otro trastorno mental; por ejemplo,
tres factores bien delimitados. El primer factor estaba representado los ataq_ues de pánico no se producen únicamente en respuesta a
f undamentalmente por síntomas respiratorios y relacionados con la sit uaciones sociales temidas (trastorno de ansiedad socia/l, obje­
hiperventilación (p. ej., disnea, sensación de atragantarse, dolor o tos o situaciones fóbicos específicos < fobia específica), obsesiones
molestias en el pecho). El segundo factor estaba conformado por ( TOC>, recuerdos de sucesos traumáticos ( TEPn, o separación de las
ítems q_ue denotan activación del sistema nervioso autónomo (p. figuras de apego (trastorno de ansiedad de separación).
ej., sudoración). El tercer y último factor corresponde a los síntomas Puede observarse q_ue para poder establecer el diagnóstico de
cognitivos del pánico <p. ej., miedo a perder el control o volver­ un TP, deben darse al menos dos ataq_ues de pánico inesperados. Así
se loco/al. Esta estructura del ataq_ue de pánico es eq_uivalente a mismo, se observa q_ue el Criterio B2 incluye conductas de evitación
la obtenida por otros grupos, tal como la referida por Whittal et relacionadas con n uevos ataq_ues, lo cual supone cierto solapamien­
al. (1994). Investigar hasta q_ué punto el predominio de un grupo u to con la agorafobia (muchos trastornos diagnosticados de TP pue­
otro de síntomas se relaciona con mayor gravedad del pánico es un den tener síntomas agorafóbicosl.
aspecto de relevancia f utura.
Un fenómeno común en los pacientes con pánico es la ansiedad
anticipatoria de desarrollar un nuevo ataq_ue de pánico (Criterio BD.
Este tipo de ansiedad anticipatoria es eq_uivalente al concepto de
b. Diagnóstico del trastorno de pánico
El DSM-5 establece dos criterios básicos para el diagnóstico del «miedo al miedo» descrito por Goldstein y Chambless (1978). Algu­
TP (A y Bl. El Criterio A indica q_ue deben darse ataq_ues de pánico nos pacientes con trastorno de pánico desarrollan esta «fobofobia»
inesperados y recurrentes. El Criterio B indica q_ue al menos uno como miedo anticipatorio a nuevos ataq_ues de pánico inesperados.
de los ataq_ues de pánico ha sido seguido durante un mes (o más) de Otros, la mayoría, asocian la ansiedad anticipatoria a estímulos
uno o los dos fenómenos siguientes: ( 1 ) inq_uietud o preocupación externos, es decir, a situaciones o lugares donde el escape es difícil
persistente por nuevos ataq_ues o sus consecuencias (p. ej., perder el o embarazoso, o donde resultaría imposible recibir asistencia, caso
control, tener un ataq_ue al corazón, «volverse loco») y (2) un cam­ de q_ue ocurriese un ataq_ue de pánico o síntomas del ataq_ue de
bio desadaptativo significativo en la conducta relacionada con los pánico (p. ej., desmayarse, sensación de ahogo, etc.>. Estos últimos
ataq_ues (p. ej., conductas dirigidas a evitar nuevos ataq_ues, como pacientes terminan desarrollando conductas de evitación (más o
la evitación del ejercicio físico o de situaciones no familiares). Res- menos graves) a dichas situaciones (evitación agorafóbica).

q7
� Manual de psicopatología. Volumen 2

)) Tabla 2.6. Criterios para el diagnóstico de la agorafobia seg ún el DSM-5 [APA, 2013]

A. Nivel elevado de miedo o ansiedad acerca de dos (o más) de las cinco situaciones siguientes:
l. Uso del transporte público (p. ej., automóviles, autobuses, trenes, barcos, aviones).
¡'

2. Estar en espacios abiertos (p. ej., zonas de estacionamiento, mercados, puentes).


3. Estar en sitios cerrados (p. ej., tiendas, teatros, cines).
!J. Hacer cola o estar en medio de una multitud.
5. Estar fuera de casa solo.
B. El individuo teme o evita estas situaciones debido a la idea de q_ue escapar podría ser difícil o podría no disponer de ayuda si aparecen
síntomas similares a los síntomas de pánico u otros síntomas incapacitantes o embarazosos (p. ej., miedo a caerse en personas de edad
avanzada; miedo a la incontinencia).
C. Las situaciones agorafóbicas casi siempre provocan miedo o ansiedad.
D. Las situaciones agorafóbicas se evitan activamente, req_uieren la presencia de un acompañante, o se resisten con intenso miedo o ansiedad.
E. El miedo o ansiedad es desproporcionado al peligro real q_ue supone la situación agorafóbica y el contexto sociocultural.
F. El miedo, la ansiedad, o la evitación es persistente, y dura típicamente seis o más meses.
G. El miedo, la ansiedad, o la evitación causa malestar clínicamente significativo o deterioro en el ámbito social, laboral u otras áreas
importantes del funcionamiento.
H. Si existe una condición médica (p. ej., enfermedad inflamatoria intestinal, Parkinsonl, el miedo, la ansiedad, o la evitación es claramente
excesiva.
l. El miedo, la ansiedad, o la evitación no se explica mejor por los síntomas de otro trastorno mental (fobia específica tipo situacional,
trastorno de ansiedad social, TOC, trastorno de ansiedad de separación, TEPT, trastorno dismórfico corporal, etc.l.
Nota: Se diagnostica la agorafobia independientemente de la presencia de trastorno de pánico. Si un individuo cumple los criterios para
el trastorno de pánico y la agorafobia, se asignarán ambos diagnósticos.
\. ,,

c. Diagnóstico de la agorafobia síntomas «incapacitantes o embarazosos», tales como los vómitos


y los síntomas inflamatorios del intestino, o el miedo a caerse en las
En la Tabla 2.6 se indican los criterios DSM-5 para el diagnóstico personas mayores.
de la agorafobia. El DSM-5 especifica el diagnóstico de la agorafo­
bia sobre la base de cinco tipos de situaciones (deben darse dos o
más), relacionadas con el transporte público, los espacios abiertos,
d. Diagnóstico diferencial

los lugares cerrados, las multitudes, y estar fuera de casa solo. Aco­ El TP debe diferenciarse de otros trastornos q_ue también cursan
tando de este modo las situaciones, se pretende evitar el solapa­ con ataq_ues de pánico. Debe tenerse en cuenta, en primer lugar, el
miento con el diagnóstico de fobia específica de tipo situacional. carácter inesperado de los ataq_ues de pánico y la ideación cogni­
Estas situaciones producen más ansiedad cuando el sujeto no está tiva (el paciente teme nuevos ataq_ues de pánico por el temor a los
acompañado, cuando está lejos de casa, cuando está en situaciones síntomas o sus consecuencias). Debe diferenciarse de los trastornos
poco familiares, y cuando ha anticipado permanecer en la situación de ansiedad debidos a una condición médica (aq_uí los ataq_ues de
temida. pánico están causados por alguna enfermedad médica, como el
Por lo demás, el conjunto de criterios para el diagnóstico de la hipertiroidismo, las alteraciones pulmonares, etc.l o al consumo de
agorafobia se asemeja al de otras fobias (seis meses de duración sustancias (aq_uí los ataq_ues de pánico son producidos por los efec­
mínima, temores excesivos dado el peligro real de la situación, etc.l. tos fisiológicos de alguna droga>. También pueden ser frecuentes
En el caso de q_ue se reúnan los criterios para el diagnóstico de ago­ los ataq_ues de pánico q_ue se dan como síntomas en otros trastor­
rafobia y de TP, estos deben diagnosticarse como trastornos sepa­ nos emocionales (trastornos de ansiedad, TEPT, TOC, etc.) y en los
rados, lo cual contrasta con las anteriores ediciones (DSM-III-R y trastornos psicóticos. En estos trastornos, los ataq_ues de pánico
DSM-IV) q_ue para este caso especificaban un único diagnóstico de suelen ser esperados y no presentan la ideación cognitiva de pre­
TP con agorafobia. Vemos, no obstante, q_ue el foco de atención del ocupación o miedo a los síntomas de pánico. Así, por ejemplo, en
miedo y la evitación es la posible ocurrencia de síntomas similares el trastorno de ansiedad de separación, los ataq_ues ocurren aso­
al ataq_ue de pánico, es decir, síntomas similares a cualq_uiera de ciados a la separación del hogar o de las figuras de mayor apego,
los 13 síntomas q_ue configuran el ataq_ue de pánico, en situacio­ en el trastorno de ansiedad social, están asociados a situaciones
nes en q_ue sea difícil escapar o poder obtener ayuda. Esto sugiere sociales, etc.
q_ue puede resultar difícil separar entre los conceptos de pánico (o El diagnóstico de agorafobia exige q_ue al menos se den dos de
trastorno de pánico) y agorafobia. El DSM-5 incluye también otros las cinco situaciones agorafóbicas, lo cual es importante para dife-

48
Capítulo 2. Trastornos de ansiedad

renciarla de otras fobias, especialmente las fobias de tipo situacional. b. Inicio y curso clínico
Si existiera alguna duda, por ejemplo, porque se evitara más de una
situación, la diferenciación puede hacerse sobre la base de la idea­ Según la APA (2013), la edad media de inicio de los síntomas del TP
ción cognitiva (temor a experimentar síntomas similares a los del en Estados Unidos es de 20-24 años. Un pequeño número de casos
ataque de pánico, u otros síntomas incapacitantes o embarazosos). comienza en la infancia, y la aparición del trastorno después de
Por ejemplo, si un paciente teme volar por miedo a que se estrelle el los 45 años es poco frecuente. Algunos autores han sugerido que
avión, se trataría de una fobia específica, ya que la ideación cogni­ la edad de inicio es anterior en la mujer (entre los 25-34 años)
tiva se refiere a temor al daño y posiblemente a matarse. En cambio, que en el varón (30-44 años) (Wittchen y Essau, 1993). Aunque la
si el paciente evita volar por temor a tener un ataque de pánico APA (2013) sitúa la edad media de inicio de los ataques de pánico
durante el vuelo, la ideación cognitiva se refiere a temor a los sín­ en la juventud, existe evidencia de que tanto los ataques de páni­
tomas de ansiedad, por lo que se trataría de agorafobia. Aplicando co (Sandín et al., 1998b) como el TP y la agorafobia (Macaulay y
estos mismos principios puede diferenciarse de otros síndromes como Kleinknecht, 1989) pueden iniciarse de forma significativa durante
el trastorno de ansiedad de separación (la evitación se relaciona con las primeras etapas de la adolescencia.
el entorno del hogar), el trastorno de ansiedad social 0a evitación El curso clínico del TP y de la agorafobia tiende a ser crónico y
se focaliza en el miedo a ser evaluado negativamente), el TEPT y el debilitante si estos trastornos no son tratados adecuadamente (i. e.,
trastorno de estrés agudo (la evitación se limita a las situaciones mediante terapias basadas en la evidencia; por ejemplo, programas
que recuerdan un suceso traumático), el trastorno depresivo mayor de terapia cognitivo-conductual>. Debido a las dificultades de dise­
0a evitación puede ser debida a la apatía, la baja autoestima, la minación de estos programas, estos trastornos pueden cronificar­
pérdida de energía o la anhedonia), y ciertas condiciones médicas se y agravarse con el tiempo con otras formas de tratamiento. Por
(no se diagnosticará agorafobia si la evitación es consecuencia de la ejemplo, el proyecto longitudinal Harvard-Brown constató tasas de
enfermedad médica; por ejemplo, un paciente con enfermedad de recaídas del 37 % para el TP y del 17 % para el TP con agorafobia un
Parkinson puede evitar salir a la calle por sentir vergüenza debido a año después de recibir tratamientos varios (Schmidt et al., 2014). El
los síntomas de la enfermedad). curso clínico del TP puede complicarse por la comorbilidad con otra
serie de trastornos, tanto de tipo mental (p. ej., otros trastornos de
C. Epidemiología y curso evo lutivo ansiedad, trastorno bipolar, depresión, adicciones, etc.> como físico
(enfermedades cardiovasculares, respiratorias, etc.>.
La información que se comenta a continuación sobre la epide­
miología y curso del TP se basa fundamentalmente en los criterios c. Comorbilidad
del DSM-IV. Por tanto, cuando hagamos referencia al TP de modo El trastorno de pánico es un trastorno mental muy comórbido. Como
genérico significa que este incluye ambos síndromes (TP con y sin se indica en el DSM-5, no es frecuente encontrar casos del trastor­
agorafobia). no en la práctica clínica sin otras patologías. Aparte de la carac­
a. Prevalencia terística asociación entre el pánico y la agorafobia, y aunque las
tasas de comorbilidad reportadas son muy variables, cabría afirmar
El DSM-5 (APA, 2013) sitúa la tasa de prevalencia anual del TP entre que en los pacientes con trastorno de pánico suelen darse con fre­
el 2-3 % de la población general en adultos y adolescentes (muestras cuencia otros trastornos mentales, especialmente otros trastornos
de Estados Unidos y varios países europeos). La prevalencia es más de ansiedad, depresión mayor, trastorno bipolar, y trastornos por
baja en estudios con muestras de países asiáticos, africanos y lati­ consumo de sustancias. El trastorno de pánico suele tener una edad
noamericanos, que varían entre el 0,1 y el 0,8 % (APA, 2013). de inicio anterior a la del trastorno comórbido; no obstante, a veces
Los datos obtenidos a partir del proyecto epidemiológico NCS-R se inicia posteriormente, en cuyo caso puede considerarse como
( N = 9.282; Kessler et al., 2006) indican porcentajes elevados de un marcador de gravedad del trastorno comórbido. Por ejemplo, la
personas de la población general (Estados Unidos) que al menos han comorbilidad vital (i. e., tasa referida a prevalencia vital) entre el
experimentado un ataque de pánico (prevalencia vital = 28,3 %, TP y el trastorno depresivo mayor varía entre el 10 y el 65 %, prece­
prevalencia
• anual = 11 %). No obstante, la mayor parte de estas diendo el TP al trastorno depresivo en dos tercios de los casos (APA,
personas no desarrollan TP, siendo la prevalencia del TP del 4,7-5, 1 % 2013). La comorbilidad de otros trastornos de ansiedad en pacientes
(vital) y el 2,1-2, 8 % (12 meses). La prevalencia del TP sin agorafobia diagnosticados de TP con agorafobia es muy elevada, con tasas de
fue del 3,7-4 % (vital) y 1,6 % 02 meses). La tasa vital de agorafobia comorbilidad vital que varían entre el 56 y el 95 % (consideradas
sin TP (pero con síntomas de ataque de pánico) fue del 0,8 %. individualmente, las tasas más altas se han reportado con el TAG).
Al igual que en las fobias, la mujer tiene aproximadamente el En general las tasas de comorbilidad en pacientes con diagnóstico
doble de probabilidad de desarrollar TP y/o agorafobia que el hom­ de TP sin agorafobia son ligeramente más bajas (Schmidt et al.,
bre (Kessler et al., 2006). La diferenciación entre ambos géneros se 2014).
produce en la adolescencia y es observable antes de la edad de 14 Un aspecto de gran relevancia psicopatológica y clínica es la
años; la prevalencia del TP en menores de 14 años es baja (menor del elevada comorbilidad que existe entre el TP y las enfermedades
0,4 %) CAPA, 2013). También se han descrito diferencias relacionadas físicas (para una revisión, véase Meuret et al., 2017). El TP es comór­
con la edad. El proyecto epidemiológico NESARC (N= 43.093) ha bido con múltiples síntomas y enfermedades médicas, entre los que
referido tasas de prevalencia vital del TP, en población de Estados se encuentran las arritmias cardíacas, la hipertensión, la cardiopa­
Unidos, del 3, 9 % (adultos entre 18-29 años de edad), 6 % (30-64 tía coronaria, la angina microvascular coronaria, la cardiomiopatía
años) y 2,8 % (65 años o más) (Grant et al., 2006). Se constata, por idiopática, la angina de pecho, el prolapso de válvula mitral, el
tanto, que a partir de los 65 años disminuyen de forma marcada los hipertiroidismo, el síndrome de intestino irritable, problemas pul­
casos de TP. monares (p. ej., la enfermedad pulmonar obstructiva crónica), y el

119
lj¡,1�- Manual de psicopatología. Volumen 2

asma (Sandín, 1999). La elevada asociación entre la sintomatología males de compañía, portan algún objeto personal (paraguas, etc.>,
cardiorrespirotoria y el TP hace que sean frecuentes los casos de T P una botella de agua, o una caja de ansiolíticos. Otros se acomodan
que acuden a los servicios médicos, incluidas las urgencias, en busca en lugares aportados, no lejos de la salida, o cerca de algún telé­
de atención médica (p. ej., por dolor el pecho y/o palpitaciones). fono, cuando asisten a teatros, cines, iglesias, etc., de forma que
Aunque muchas veces no está claro la naturaleza de la asociación podrían escapar fácilmente ante la inminencia de un posible ataque
entre el TP y la enfermedad médica, en general parece que puede de pánico.
darse en ambas direcciones; por ejemplo, la enfermedad arterial
coronaria puede facilitar el desarrollo del trastorno de pánico, y D. Etio logía
viceversa.
Los ataques de pánico (sin diagnóstico de TP) también poseen Desde la descripción del TP por el DSM-III en 1980 se han venido
elevada comorbilidad con otros problemas psicopatológicos. Los elaborando diversos modelos teóricos sobre su etiología, los cua­
individuos con ataques de pánico son propensos a padecer trastorno les han puesto mayor o menor énfasis en los aspectos biológicos y
depresivo mayor y abuso de sustancias (especialmente de alcohol), psicológicos. Al igual que ocurre con otros trastornos de ansiedad,
psicosis, y TAG. cualquier teoría sobre el T P debe implicar aspectos de vulnerabi­
lidad y aspectos ambientales (sucesos estresantes, experiencias
• de
d. Interferencia aprendizaje, etc.) (hipótesis de diátesis-estrés) (Sandín et al., 2006;
Taylor, 2000>. Aunque se han sucedido múltiples modelos, tanto bio­
El T P se asocia a niveles elevados de discapacidad relacionada con lógicos como psicológicos, vamos a referirnos únicamente a algunos
el funcionamiento físico, laboral y social, siendo mayor la discapaci­ de los modelos psicológicos que en estos momentos resultan ser
dad cuando también está presente la agorafobia. Las personas con más relevantes. Si bien existen datos sobre el posible papel de la
ataques de pánico, sin TP, también pueden experimentar niveles herencia (genética), así como teorías basadas en el funcionamiento
significativos de discapacidad. El malestar físico característico en neurofisiológico y el papel de la amígdala como estructura central
los pacientes con TP (sintomatología cordiovasculor, neurofisiológi­ del circuito del miedo, la relevancia clínica y psicopatológica de
ca, etc.) les lleva a buscar ayuda médica con frecuencia, siendo el estos modelos es aún de escasa utilidad para la psicopatología y el
trastorno mental que se asocia a mayor uso de los servicios médicos tratamiento del pánico.
(visitas médicas, asistencia a urgencias, etc.>. Por ejemplo, en los
Avanzados los años ochenta, aparecieron tres grandes enfoques
centros médicos de asistencia general, la prevalencia del TP puede
teóricos sobre el TP: un enfoque cognitivo (Clork, 1986), un enfo­
llegar al 60 % entre los casos de patología cardíaca (APA, 2000>.
que basado en la hiperventilación (Ley, 1987) y un enfoque basado
A nivel laboral también suelen producirse interferencias impor­ en el condicionamiento clásico (Wolpe y Rowan, 1988). Entre estos
tantes debidas al T P. Las personas con TP pueden causar absentis­ modelos, sin duda el que ha tenido mayor influencia es el modelo
mo laboral o académico (en estudiantes) debido a la frecuente asis­ cognitivo. A continuación describimos brevemente estos modelos,
tencia a consultas médicas o servicios de urgencias, lo que puede para centrarnos finalmente en un modelo integrotivo elaborado ori­
llevar a perder el trabajo o al abandono escolar (APA, 2013). Se ha ginalmente por Sandín (1997>.
reportado que las personas con T P tienen la mitad de probabilidad
de tener un trabajo a tiempo completo, y más del doble de proba­ a. Modelo de hiperventi/ación
bilidad de experimentar discapacidad laboral por rozones de salud
Ley (1987) describió un modelo de hiperventilación del TP; lo fun­
<Bystritsky et al., 2010>.
damentó en la semejanza que hoy entre los síntomas del ataque de
El TP se ha relacionado con múltiples problemas tanto de tipo pánico y los cambios psicofisiológicos que se producen asociados a
personal como social. Por ejemplo, a nivel personal se ha asociado a la hiperventilación. La hiperventilación (nivel excesivo de oxígeno
conductas de suicidio (ideación suicida e intentos de suicidio) <John­ para los requerimientos metabólicos del organismo) produce una
son et al., 1990>. Puede ser causa, así mismo, de perturbaciones serie de síntomas físicos y psíquicos que son muy similores o equi­
significativas en el funcionamiento social (salir a comer, actividades valentes a los síntomas del ataque de pánico. Efectos directos de la
al aire libre, fiestas, etc.) y familiar (relaciones de pareja, con los hiperventilación son la hipocapnia (reducción de C02) y el aumen­
hijos, etc.>, especialmente en los individuos que reúnen los criterios to de pH sanguíneo (asociado este a la hipocapnia). El incremento
paro el diagnóstico de ambos síndromes <TP y agorafobia). de pH sanguíneo induce inicialmente síntomas físicos como disnea
Aunque el T P sin agorafobia puede producir cierta perturba­ (sensación de falta de aire o ahogo), taquicardia y palpitaciones.
ción en el paciente, la mayor incapacitación se produce con el T P Mediante un proceso de feedback positivo (el individuo trata de
con agorafobia. Este trastorno es el que en general produce mayor incrementar la respiración), se incrementa la hipocapnia y la disnea,
malestar, desajuste e incapacitación entre todos los trastornos de provocándose de forma rápida el ataque de pánico. La hiperventi­
ansiedad, siendo algunos pacientes incapaces de salir de su domici­ lación puede iniciarse por un nivel elevado de ansiedad, o tras vivir
lio. Morks (1987) describió los efectos de la agorafobia sobre la vida una situación de elevado estrés.
de los pacientes que sufren este trastorno. Los principales efectos Basándose en el fenómeno de la hiperventilación, Klein (1993)
son la incapacitación laboral, las restricciones sociales, otros pro­ elaboró la teoría de la alarma de asfixia. En él propuso que los
blemas psicológicos personales (depresión, obsesiones, alcoholismo, individuos con TP poseen detectores de la asfixia hipersensibles que
despersonalización, sentimientos de inutilidad, etc.>, el deterioro producen alarmas de falsa asfixia. El detector de asfixia propuesto
marital, y las restricciones de viajes. Es notorio, no obstante, que monitoreo la presión arterial parcial de los niveles de dióxido de
muchos ogorafóbicos (leves o moderados) desarrollan estrategias carbono (pC0 2 ) y desencadena una alarma de asfixia cuando el
personales (señales de seguridad) poro afrontar las situaciones ame­ aumento de los niveles de pC02 indican que la alama de asfixia es
nazantes. Así, algunos pacientes cuando salen de casa utilizan ani- inminente. Como apoyo a su teoría, Klein sugirió que (a) la disnea

50
1
Capítulo 2. Trastornos de ansiedad '.1 1fj¡

(sensación de falta de aire) es un fenómeno común en los pacientes interpretación ímisinterpretationl catastrofista de las sensaciones
con TP, pero raro en otras personas con reacciones de miedo; (b) el corporales. Según este autor, los ataques de pánico se producen
malestar respiratorio es habitual en los pacientes con TP durante los porque el individuo interpreta catastróficamente ciertas sensacio­
ataques, y (c) la inducción experimental de condiciones fisiológicas nes corporales, las cuales suelen corresponder con las habituales
relacionadas con la asfixia (p. ej., generando altos niveles de pCO2) respuestas de ansiedad (taquicardia, palpitaciones, mareo, vértigo,
provoca síntomas similares al pánico en los pacientes con TP; la evi­ descontrol, etc.). Estas sensaciones, normales y benignas, son perci­
dencia en este último punto, no obstante, no es consistente (Schmidt bidas por el individuo como evidencia de un peligro inminente (sufrir
et al., 2014). un infarto, un desmayo, un ictus cerebral, etc.>. Un aspecto central
de este modelo consiste en que la errónea interpretación de los sín­
b. Modelo de aprendizaje interoceptivo tomas conduce a un rápido incremento de los mismos, el cual lleva
a un círculo vicioso o espiral que culmina en el ataque de pánico.
Wolpe y Rowan (1988) elaboraron un modelo basado en el condi­
cionamiento pavloviano de tipo interoceptivo. Estos autores parten Entre la evidencia aportada para apoyar este modelo se encuen­
de que el primer ataque de pánico es una respuesta incondicionada tra la relacionada con la manipulación experimental de las cog­
(RI) a una alteración endógena aversiva, de la cual la hiperventila­ niciones catastrofistas (p. ej., mediante palabras con contenidos
ción es un antecedente (estímulo condicionado, EC). La experiencia catastrofistas). La activación de las interpretaciones catastrofistas
aversiva producida por el miedo intenso del ataque es asociada, en el laboratorio, por ejemplo, leyendo pares de palabras (p. ej.,
por contigüidad, a los estímulos internos (sensaciones corporales) y «respirar-asfixiarse») desencadena el ataque de pánico en perso­
externos, los cuales (EC) adquieren la propiedad de provocar nue­ nas con trastorno de pánico. En estudios sobre inducción de pánico
vos ataques de pánico (respuestas condicionadas, RC>. Los EC de (p. ej., mediante infusiones de lactato, o inhalación de dióxido de
posteriores ataques de pánico pueden consistir en pensamientos carbono), también se ha constatado que la manipulación de las
de temor, sensaciones corporales relacionadas con la hiperventila­ interpretaciones catastrofistas se asocia a la probabilidad del ata­
ción y diferentes estímulos ambientales como los múltiples contextos que de pánico (p. ej., reduciendo la tendencia a interpretar catas­
agorafóbicos. Para estos autores las «interpretaciones catastrofis­ tróficamente las sensaciones corporales se reduce también el efecto
tas» de las sensaciones corporales (véase el modelo cognitivo) son del procedimiento experimental de inducción de pánico) (Austin y
un epifenómeno del condicionamiento. Richards, 2001; Taylor, 2000>.
Esta teoría, al igual que la propuesta por Goldstein y Chambles Posteriormente, Casey et al. (2004) propusieron una modifica­
0978) sobre el «miedo al miedo» (véase atrás), se basa en el condi­ ción del modelo cognitivo de Clark basándose en la incorporación
cionamiento interoceptivo descrito originalmente por Razran (1961), del concepto de autoeficacia hacia el pánico (i. e., enfatizando el
según el cual las sensaciones somáticas (incluso débiles) pueden papel de las cogniciones positivas). El modelo, que ha sido denomi­
convertirse en estímulos condicionados y asociarse a respuestas de nado por los autores como un «modelo cognitivo integrativo sobre
elevada ansiedad y activación (p. ej., un ataque de pánico). Para el trastorno de pánico», trata de ofrecer una visión sobre el trastor­
una descripción más reciente y comprensiva sobre la teoría de con­ no de pánico incorporando e integrando las cogniciones positivas
dicionamiento del pánico, véase Bouton et al. (2001>. y las negativas. La base de lo que podríamos denominar «faceta
positiva» (refiriéndome a las cogniciones positivas) de la teoría de
estos autores deriva de la teoría de autoeficacia de Bandura (1988)
5,) Interpretaciones catastrofistas. Tendencia que poseen
y de la perspectiva de Beck et al. (1985). La teoría de la autoeficacia
supone asumir que el peligro percibido que caracteriza a los pacien­
los pacientes con trastorno de pánico a efectuar i nterpre· tes con pánico es un efecto de la baja autoeficacia, y los cambios en
tac iones negati vas asociadas a una inminente catástrofe autoeficacia deberían llevar a cambios en la percepción del peligro.
[ataque al corazón, desmayo, morir, volverse loco, etc.] Casey et al., así mismo, retoman de Beck et al. (1995) el concepto
cuando experimentan sensaciones corporales de tipo hiper­ de interacción entre las cogniciones positivas (percepción sobre la
ventilatorio [taquicardia, sensación de ahogo, palpitaciones, capacidad de afrontamiento) y las cogniciones negativas (gravedad
sudoración, etc.]. Facilitan la aparición del ataque de pánico. del peligro). El modelo integrativo permite establecer dos hipótesis
alternativas respecto a la influencia de las cogniciones positivas y
negativas sobre el trastorno de pánico, esto es, que ambos factores
actúen de forma independiente y/o que actúen de forma interactiva.
c. Modelo cognitivo Este modelo establece que tanto las cogniciones negativas (interpre­
El modelo cognitivo del pánico fue publicado por Clark en 1996, taciones catastrofistas) como las cogniciones positivas (autoeficacia
y ha tenido una gran repercusión en la psicología contemporá­ ante el pánico) constituyen los elementos mediadores del trastorno
nea5. Clark ( 1986) explicó el trastorno de pánico basándose en la de pánico (i. e., mediación entre la percepción de amenaza y las
respuestas de pánico), y ambos tipos de factores deben influir en la
etiología, mantenimiento y gravedad del trastorno de pánico. Como
tal, el modelo es básicamente una ampliación del modelo de Clark.
5 La teoría cognitiva del pánico desarrollada por Clark (1986) ha tenido Más recientemente, Sandín et al. (2015) reformularon el modelo
una enorme influencia en la psicología contemporánea. Su artículo de Casey et al. (2004) proponiendo un modelo cognitivo trifactorial
publicado en 1986 en la revista Behaviour Research and Therapy fue
(tripartito) del TP. La principal aportación de este nuevo modelo es
el segundo artículo más citado en psicología durante el período 1986-
1990 (Garfield, 1992). El impacto real de este artículo es aún mucho la incorporación de la sensibilidad a la ansiedad al modelo cognitivo
mayor si tenemos en cuenta que en dicho ranking no se incluyeron las del pánico (véase la Figura 2.2>. La propiedad de la sensibilidad
citas correspondientes a las revistas de psiquiatría. a la ansiedad para amplificar las reacciones de ansiedad sugiere

51
tt Manual de pslcopatologla. Volumen 2

Estímulo desencadenante
(interno o externo)

Percepción
--- ...e l-------,-- J ---
de amenaza

Autoeficacia Sensibilidad
ante el ...,. Aprensión
I!]
� a la ansiedad J
Físico/cognitivo
pánico

Sensaciones
corporales
J
)) Figura 2.2. Modelo cognitivo trifactorial [tripartito) sobre el trastorno de pánico. Explicación en el texto. Adaptado de Sandín
et al., 2015, p. 38 [reproducido con permiso].

que puede desempeñar un papel relevante en la intensificación de et al. sugieren que dos componentes de la sensibilidad a la ansiedad
las sensaciones corporales que llevan al ataque de pánico (para y las interpretaciones catastrofistas (i. e., los componentes físico y
más información sobre el constructo de sensibilidad a la ansiedad, cognitivo, pero no el componente social) son relevantes en el círculo
véase el Capítulo ll. Previamente se había supuesto que la relación vicioso del ataque de pánico. Evidencia empírica en apoyo del mode­
entre la sensibilidad a la ansiedad y el ataque de pánico podría lo ha sido presentada por los autores (Sandín et al., 2015).
estar mediada por las interpretaciones catastrofistas (McNally, 1994,
2002; Taylor, 2000l. d. Modelo integrativo cognitivo-conductual
Como se indica en la figura, este nuevo modelo integra la sensi­ Por lo que hemos expuesto sobre la etiología del TP, parece cla­
bilidad a la ansiedad junto a los conceptos previos de interpretacio­ ro que pueden influir diversos tipos de factores. En general, cada
nes catastrofistas (introducido por Clark) y autoeficacia (introducido modelo tiende a enfatizar alguno de estos factores. y en la práctica
por Casey et al.l. El modelo trifactorial (tripartito) del trastorno de clínica es también posible que en unos pacientes predominen unos
pánico integra las relaciones entre los tres factores cognitivos nuclea­ factores más que otros. Por ello, aunque actualmente existen mode­
res y el mecanismo circular del pánico. De acuerdo con este modelo, los relevantes, se precisa de un modelo que integre los principales
la sensibilidad a la ansiedad puede influir sobre el pánico mediante factores implicados y nos proporcione una visión más comprensiva
efectos directos e indirectos, mediados estos últimos por las interpre­ sobre la etiopatogenia del TP. El modelo integrativo que describimos
taciones catastrofistas. Cuando la elevada sensibilidad a la ansiedad
brevemente a continuación fue desarrollado por Sandín 0997) con
se combina con bajo nivel de autoeficacia hacia el pánico, el indivi­
duo puede reaccionar de forma exagerada a las amenazas internas esta finalidad. El modelo se presenta en la Figura 2.3 (para una
(sensaciones corporales), y esto puede conducir a un aumento de la descripción más detallada del modelo, véase Sandín, 1997).
experiencia de miedo y al ataque de pánico, con o sin la interven­ Como se indica en la figura, el modelo se basa en tres tipos de
ción de las interpretaciones catastrofistas. Por lo tanto, en algunos procesos diferentes. ( 1 ) El primero incluye las respuestas de hiper­
casos el círculo vicioso del pánico funcionaría sin la concurrencia de ventilación (o respuestas similares) y el condicionamiento de las
las interpretaciones catastrofistas. Por otra parte, la sensibilidad a sensaciones corporales (condicionamiento pavloviano de tipo inte­
la ansiedad también puede actuar a través de las interpretaciones roceptivo). (2) El segundo proceso hace referencia a la evaluación
catastrofistas para facilitar el ataque de pánico. Así mismo, Sandín cognitiva de las sensaciones corporales, con la participación de

52
Capítulo 2. Trastornos de ansiedad lll1�

Síndromes
orgánicos
Sensibilidad
o lo onsi¡¡dad
Estrés/ansiedad
Interpretaciones
cotostrofistos

Autoeficocio
hacia el pánico

Condicionamiento
pavloviano

) ) Figura 2.3. Modelo integrativo cognit ivo-conductual sobre la etiología del trastorno de pánico. Explicación en el texto.
Modificado de Sandín, 1997, p. 214 [reproducido con permiso).

lo sensibilidad o lo ansiedad y/o los interpretaciones cotostrofis­ de ahogo, etc.l. Por tanto, mediante el proceso de feedback positivo
tas, los cuales amplifican el miedo a las sensaciones corporales. se incrementa la hipocapnia y lo disnea (ante lo sensación de ahogo se
En esta fose también es relevante la outoeficacia hacia el pánico, activo voluntariamente la respiración incrementándose, a su vez, lo
inhibidora del temor a las sensaciones corporales. (3) Finalmente, el disnea), lo cual suele precipitar el ataq_ue de pánico. Podría decirse
tercer proceso se refiere a lo posibilidad de q_ue se produzca condi­ q_ue el afrontamiento q_ue suele adoptar el individuo ante los sínto­
cionamiento pavloviano a las señales externas (condicionamiento mas de hiperventiloción (i. e., tratar de respirar más incrementando
exteroceptivol. lo taso respiratorio) es lo q_ue facilita y provoca el atoq_ue de pánico.
La hiperventilación puede darse (a diversos niveles de inten­ El trastorno de pánico se establece cuando esta respuesta se
sidad) o causo de experimentar una situación de elevado estrés o condiciono pavlovionamente. Como indicaron Wolpe y R owan
ansiedad. Los síntomas de hiperventilación son similares a los del 0988), el primer ataq_ue es una RI o las sensaciones corporales aver­
atoq_ue de pánico (p. ej., sensación de dificultad poro respirar o sivos producidas por lo hiperventiloción. Los siguientes ataq_ues (RC)
asfixia, mareo, desmayo, palpitaciones, sofocación, parestesias, podrán ser provocados ante nuevas apariciones de las sensaciones
sensación de irrealidad, temblor, etc.l. Las personas difieren en la corporales (EC), las cuales se asociaron por contigüidad a lo expe­
mayor o menor vulnerabilidad para la hiperventilación. Por ejemplo, riencia de intenso miedo del atoq_ue de pánico. Esta es una forma
tienen mayor predisposición los personas q_ue suelen respirar por la de condicionamiento interoceptivo según el cual las sensaciones
boca, las q_ue tienen niveles elevados de lactato en sangre, o las q_ue corporales (incluso si son débiles) pueden convertirse en estímulos
habitualmente tienen tasas respiratorios altos. Los sensaciones cor­ condicionados y asociarse o respuestas de elevado nivel de miedo,
porales pueden sorprender a la persona, especialmente los primeras ansiedad y/o activación (p. ej., un ataq_ue de pánico). En este tipo
veces, y son amplificadas si el nivel de sensibilidad a la ansiedad y/o de condicionamiento se cumple la hipótesis formulada por Eysenck
los interpretaciones cotostrofistos de la persona son elevados (las 0985) en su teoría de incubación de la ansiedad, según la cual el EC
interpretaciones catastrofistas son características en los personas actúa como parcial sustituto del El, y la RC es parcialmente idéntica
con elevado sensibilidad a la ansiedad), incrementándose el temor a o la RI, así como también su concepto de «respuesta nociva gestál­
las sensaciones corporales. En estas circunstancias, se outoolimenta tica» (el individuo experimenta simultáneamente el El y la RI como
el circuito por feedback positivo; el temor a los síntomas (p. ej., uno repuesta nociva en su totalidad).
miedo a no poder respirar y asfixiarse) hace q_ue el individuo incre­ Finalmente, puede darse condicionamiento pavloviano de
mente la hiperventilación y, con ello, las sensaciones corporales, segundo orden, mediante el cual el EC (sensaciones corporales) es
llevando a mayor temor y al ataq_ue de pánico. Los efectos directos emparejado con un nuevo EC (señales externas), dando lugar a lo
de la hiperventilación son la reducción progresiva del CO 2 parcial evitación exteroceptiva o ogorafóbica. Estas señales externas son
(pCO2) respiratorio y sanguíneo (i. e., hipocopnia) y el aumento del las situaciones típicamente agorafóbicas, en las cuales suelen darse
pH sanguíneo. Ambos cambios son responsables del aumento pro­ los ataq_ues de pánico inesperados (o parcialmente inesperados),
gresivo de los síntomas de hiperventiloción (palpitaciones, sensación toles como los supermercados, los lugares públicos, etc. Cuando esto

53
l l,¡ Manual de psicopatología. Volumen 2

ocurre, puede desarrollarse la agorafobia como complicación del


TP, o simplemente como trastorno secundario a la sintomatología ¿) Trastorno de ansiedad generalizada. Trastorno de
similar a la del ataq_ue de pánico. ansiedad caracterizado por manifestar un estado crónico
Aparte de las situaciones típicamente agorafóbicas, las perso­ o difuso de ansiedad !ansiedad no focalizada), asociado a
nas con trastorno de pánico también suelen llevar a cabo otra forma preocupación excesiva e incontrolable.
de evitación q_ue ha sido denominada como evitación interoceptiva
(véase Sandín, 2005). Esta es una forma de evitación más sutil
mediante la cual se pretenden evitar las sensaciones corporales;
incluye diversos tipos de actividades como tomar café, tomar comi­ A. La preoc upación a nsiosa: e l trastorno de
das demasiado fuertes, subir escaleras rápidamente, hacer deporte, a nsiedad genera lizada no es un trastorno
realizar actividades sexuales, ver películas de suspense, practicar
aeróbic, tomar una sauna, bailar, etc. A través de la evitación inte­
re sidua l
roceptiva, en principio, el individuo no evita estímulos condiciona­ El TAG, como muchos otros trastornos, fue descrito por primera
dos (como ocurre en la evitación exteroceptiva), sino conductas vez en el DSM-III (APA, 1980>. Sin embargo, fue caracterizado sin
asociadas de forma natural a la ocurrencia de ciertas sensaciones poseer una entidad de trastorno específico con propiedades pro­
corporales. Esto no implica, no obstante, q_ue en este tipo de evita­ pias, tratándose más bien de un trastorno residual de ansiedad bási­
ción no exista también condicionamiento. Pues, en primer lugar, el ca (semejante al concepto de «rasgo de ansiedad»); un trastorno,
condicionamiento interoceptivo es muy fácil de establecer y es muy en último término, de «ansiedad difusa» subyacente (se ha sugerido
resistente a la extinción (una peq_ueña dosis de café es suficiente incluso q_ue el TAG podría conceptualizarse como un trastorno de
para producir condicionamiento a las sensaciones corporales). Por personalidad dominado por la ansiedad, o «trastorno de personali­
otra parte, es probable q_ue los individuos q_ue llevan a cabo estas dad ansiosa». En el DSM-III se definió en base a cuatro categorías
actividades para evitar las sensaciones corporales, ya hayan sido de síntomas (debían darse al menos tres): ( 1 ) tensión motora (dolores
condicionados aversivamente a las mismas, por ejemplo, a partir musculares, fatigabilidad, etc.>; (2) hiperactivación autónoma (sudo­
de la ocurrencia de algún ataq_ue de pánico. Pero también puede ración, palpitaciones, etc.>; (3) expectación aprensiva (preocupa­
ocurrir q_ue simplemente teman estas sensaciones, tal vez por un ción, anticipación de desgracias, etc.>, y (4) vigilancia y escrutinio
nivel elevado de sensibilidad a la ansiedad. (estado de hiperatención, impaciencia, etc.>.
Como puede apreciarse, ei modelo integra los tres pilares fun­ En trabajos llevados a cabo durante la década de los 1980s se
damentales de la etiología del TP: la hiperventilación, el condicio­ vio q_ue el TAG podía conceptualizarse como una entidad propia e
namiento pavloviano y los factores cognitivos. A modo de resumen independiente del resto de los síndromes de ansiedad (no ya como
podría decirse q_ue una situación de estrés puede producir una serie una entidad residual>. Lo q_ue realmente
... parecía caracterizar a los
de reacciones corporales, similares a las de la hiperventilación, q_ue pacientes con ansiedad generalizada, es decir, lo q_ue podía consti­
no tienen efectos relevantes sobre el individuo a no ser q_ue dichas tuir la sintomatología primaria, era la «expectativa de aprensión» o
reacciones sean amplificadas cognitivamente por la sensibilidad a preocupación. Pero esta preocupación no coincidía con la ansiedad
la ansiedad y, en su caso, por las interpretaciones catastrofistas <por anticipatoria q_ue acontece en el trastorno de pánico, en la fobia
la creencia de q_ue tales reacciones son peligrosas). Como establece social, o en otros trastornos de ansiedad, sino q_ue se trataba de
el modelo trifactorial del TP (véase atrás), la sensibilidad a la ansie­ una preocupación crónica bastante inespecífico, relacionada con
dad puede actuar de forma dual, directamente y/o potenciando las .
múltiples circunstancias
. de la vida. Basándose en esta evidencia, el
interpretaciones catastrofistas. El modelo también incluye el posible DSM-III-R CAPA, 1987) modificó el diagnóstico del TAG dejando este
papel de la autoeficacia hacia el pánico, un factor cognitivo de tipo de ser definitivamente un trastorno residual. En este nuevo diagnós­
positivo incorporado recientemente al modelo cognitivo, el cual pro­ tico, la característica principal fue la presencia de preocupación
tegería al individuo del desarrollo del TP. El modelo tiene sin duda no realista relacionada al menos con dos temas (p. ej., familia y
claras implicaciones clínicas relacionadas con el tratamiento del TP trabajo) (esta condición constituye por sí misma un criterio necesa­
y la agorafobia. rio para el diagnóstico del TAG). Así mismo, los síntomas req_ueridos
consistieron en 18 síntomas asociados (al menos seis debían estar
presentes) a tres categorías: ( 1 ) tensión motora, (2) hiperactivación
I V. Trasto rno d e ansie dad autónoma y (3) vigilancia y escrutinio.
g e n e ra l izada El DSM-IV CAPA, 1994) se limitó posteriormente a mejorar y
depurar los criterios diagnósticos del trastorno, manteniendo la pre­
En otros trastornos de ansiedad como las fobias específicas, el tras­ ocupación como característica principal para el diagnóstico. Uno
torno de ansiedad social, la agorafobia, o el TP, la sintomatolo­ de los cambios más importantes fue la eliminación de los síntomas
gía se asocia a ciertas situaciones externas (fobias), a sensaciones de hiperactivación autónoma como parte de los criterios diagnós­
corporales (pánico y agorafobia), o a la separación de los padres ticos. Este cambio se debió a la evidencia acumulada sobre la pre­
(ansiedad de separación). Sin embargo, en el trastorno de ansie­ ponderancia de la tensión motora asociada a la preocupación, en
dad generalizada <TAG> la ansiedad no se limita a ninguna situación contraste con una reducción de la activación autónoma. En diversos
particular, sino q_ue ocurre de forma crónica, sin q_ue la persona sea estudios se constató q_ue los pacientes con excesiva preocupación y
capaz de discriminar q_ué situaciones producen exactamente sus sín­ ansiedad, así como las personas con preocupación crónica subclí­
tomas. En el TAG el paciente responde a señales internas cognitivas nica, presentaban reacciones de activación autónoma mucho más
y/o somáticas y a señales externas de amenaza muy sutiles y de un modestas q_ue el resto de pacientes con ansiedad <Borkovec et al.,
amplio rango de contenidos <Borkovec et al., 1993). l991>. En los pacientes con diagnóstico de TAG parecen predomi-

54-
Capítulo 2. Trastornos de ansiedad , iÍ[

)) Tabla 2.7. Criterios para el diagnóstico del trastorno de ansiedad generalizada [TAG] según el DSM·S [ APA, 2013]
,-
A. Ansiedad y preocupación (expectativa aprensiva> excesivos, que están presentes más días de los que están ausentes durante al menos
'
seis meses, relacionados con diversos sucesos o actividades (tales como el rendimiento laboral o escolar).
B. A la persona le resulta difícil controlar la preocupación.
C. La ansiedad y la preocupación se asocian a tres <o másl de los seis síntomas siguientes (algunos síntomas han estado presentes más días que
ausentes durante los pasados seis meses):
Nota: Solo se requiere un síntoma si se trata de niños.
l. Inquietud o sensación de «estar al límite».
2. Fatigarse fácilmente.
3. Dificultad para concentrarse o tener la mente en blanco.
q_ Irritabilidad.
5. Tensión muscular.
6. Alteraciones del sueño (dificultad para conciliar o mantener el sueño, o sueño inquieto o no satisfactoriol.
D. La ansiedad, preocupación, o síntomas físicos causan malestar clínicamente significativo o deterioro en el ámbito social, laboral u otras
áreas importantes del funcionamiento.
E. La alteración no es atribuible a los efectos fisiológicos de alguna sustancia (p. ej., una droga o un medicamento), ni a otra afección médica
(p. ej., hipertiroidismol.
F. La alteración no se explica mejor por otro trastorno mental (p. ej., ansiedad y preocupación por los ataques de pánico en el trastorno de
pánico, evaluación negativa en la fobia social, contaminación u otras obsesiones en el TOC, separación de las figuras de apego en el TAS,
recuerdos de sucesos traumáticos en el TEPT, ganar peso en la anorexia nerviosa, quejas físicas en el trastorno de síntomas somáticos,
percibir defectos del aspecto físico en el trastorno dismórfico corporal, preocupación por tener una enfermedad grave en el trastorno
de ansiedad a la enfermedad, o el contenido de creencias delirantes en la esquizofrenia o el trastorno delirante).
./

nar los síntomas somáticos relacionados con estados mantenidos poción, lo facilidad y rapidez poro cambiar de uno o otro temo, y el
de tensión y vigilancia (p. ej., tensión muscular). Otro cambio fue lo grado de preocupación por cosas menores (Montorio et al., 20l7l.
especificación de que lo preocupación debía ser excesivo, afectar o
diversos facetos de lo vida, y ser incontrolable. Esto caracterización
del TAG se mantiene idéntico en los criterios del DSM-5 (véase lo ¿) Preocupación. Forma de pensamiento repetitivo sobre
Tabla 2.ll.
posibles amenazas futuras, sobre catástrofes imaginadas,
Lo preocupación se ha tendido o ver de formo categórico (p. ej., sobre incertidumbres y sobre posibles r iesgos. Consiste en
normal vs. patológico), siendo lo patológico lo que se relaciona con
una actividad lingüística verbal del pensamiento que inhibe
el TAG. Sin embargo, lo preocupación parece darse de formo dimen­
sional (Ruscio et al., 2001>, es decir, más que representar dos formas las imágenes mentales vívidas y la activación autónoma y
diferentes de preocupación, existirían personas con mayor o menor emocional asociadas, por lo que trata de un proceso de evi­
grado de preocupación. En este sentido, lo preocupación patológico tación cognitiva. La preocupación se dirige a eventos que
sería aquello que es excesivo y menos controlable, es decir lo que poseen muy poca probabilidad de ocurrir.
está en el extremo del continuo de mayor gravedad. Los personas.
por tonto, se diferenciarían en preocupación cuantitativamente pero
no cualitativamente.
Lo preocupación consiste en uno anticipación aprensivo. Algu­ B. Diagnóstico y características c l í n icas
nos autores lo han definido como uno formo de pensamiento repeti­
tivo sobre posibles amenazas futuros, sobre catástrofes imaginados,
a. Características diagnósticas
sobre incertidumbres, y sobre posibles riesgos (Wotkins, 2008). Tam­ Los criterios poro el diagnóstico del TAG se especifican en lo
bién ha sido definido como uno cadena de pensamientos e imáge­ Tabla 2.7 (APA, 2013). Como puede observarse, los cuatro primeros
nes, con predominio de afecto negativo y relativamente incontrola­ criterios se refieren o lo ansiedad y lo preocupación. Los dos últimos
ble (Borkovec et al., 1983). Al igual que ocurre con lo ansiedad, o se refieren únicamente o aspectos de diagnóstico diferencial res­
ciertos niveles lo preocupación puede ser adaptativo, yo que posi­ pecto o otros trastornos que puedan cursar con síntomas similares.
bilito o lo persona anticipar futuros amenazas; es desodoptotivo El primer criterio (Criterio A) hoce referencia a que la ansiedad y
cuanto esto es excesivo e incontrolable. Los formas de preocupación preocupación deben ser excesivos y crónicas. El Criterio B especifico
adaptativo y desodoptotivo también parecen diferir en otros aspec­ que lo preocupación debe ser de naturaleza incontrolable (o pesar
tos, siendo superior en esto último lo variedad de temas de preocu- de los esfuerzos que puedo hacer el individuo para controlarlo). El

55
11 ;11 Manual de psicopatología. Volumen 2
!!:

Criterio C especifica los síntomas que se asocian a la ansiedad/ tivamente constantes a lo largo de la vida. Los contenidos de la
preocupación; como puede apreciarse, se refieren a tensión mental preocupación suelen ser apropiados a la edad; un adolescente suele
y nerviosa, no existiendo síntomas de activación autónoma (sudo­ preocuparse más por el colegio y el rendimiento deportivo, un adul­
ración, taquicardia, irregularidades respiratorias, etc.). El Criterio D to de mediana edad lo es más por la salud, el trabajo o el bienestar
matiza que los síntomas deben tener significación clínica. de la familia, mientras que una persona de edad avanzada suele
preocuparse más por motivos de seguridad (caídas, olvidos, etc.>. El
b. Diagnóstico diferencial inicio temprano del trastorno es un marcador de peor curso (mayor
En primer lugar, debe descartarse que la ansiedad y la preocupa­ comorbilidad y deterioro).
ción no dependan de trastorno de ansiedad debido a una condi­ De acuerdo con Durham (2007), existen algunos factores gene­
ción médica (p. ej., hipertiroidismo) o al consumo de sustancias o rales que se han asociado a un peor pronóstico a largo plazo en
medicamentos (p. ej., abuso de cafeína). Respecto al diagnóstico los pacientes con TAG. Entre ellos se incluyen las siguientes circuns­
diferencial con otros trastornos, la ansiedad y preocupación no debe tancias:
relacionarse: (a) exclusivamente con una posible evaluación social Comorbilidad con otros trastornos de ansiedad y depresivos.
< trastorno de ansiedad social); (b) con los pensamientos obsesivos Comorbilidad con trastornos de la personalidad.
característicos del TOC; en el TAG las preocupaciones se refieren a Elevada gravedad de los síntomas.
problemas futuros, y lo habitual es que estas sean excesivas, mien­ Elevados niveles de neuroticismo.
tras que en el TOC las obsesiones son ideas inadecuadas (son pen­
samientos, impulsos o imágenes intrusivos y no deseados); (c) con Ajuste social pobre.
los síntomas asociados a un trauma (no debe diagnosticarse el TAG Nivel socioeconómico bajo.
si la ansiedad y preocupación se explican mejor como síntomas del Estar sin trabajo.
TEPD o a un factor estresante < trastorno de adaptación; aquí la
ansiedad se produce en respuesta a un agente estresor), y (d) con
las características clínicas de un trastorno depresivo, bipolar o psi­
c. Comorbilidad
El TAG raramente se da de forma aislada. La comorbilidad de este
cótico (si la preocupación solo aparece durante el curso de alguno trastorno es muy común con otros trastornos de ansiedad y los
de estos trastornos, no debe diagnosticarse TAG). trastornos depresivos (trastorno depresivo mayor y distimia) (véase
el Capítulo ll. Esta elevada comorbilidad puede deberse a que el
C. Aspectos epidemiol ógicos TAG se asocia a elevados niveles de neuroticismo o afecto nega­
tivo, aunque esta es una característica común en otros trastornos
a. Prevalencia de ansiedad (véase la descripción del modelo transdiagnóstico en
El TAG es un trastorno relativamente común, y su prevalencia varía el Capítulo ll. Algunos individuos con diagnóstico de TAG también
en función de diversos aspectos, incluidos la edad y el sexo. La pre­ reúnen los criterios para el diagnóstico de trastornos de la per­
valencia anual del TAG en Estados Unidos es más baja en población sonalidad, especialmente el trastorno de personalidad límite, el
adolescente <O, 9 %) que en población adulta (2, 9 %); en otros países evitativo y el obsesivo-compulsivo (Stevens et al., 2014). Cuando
las tasas de prevalencia anual han variado entre el 0,4 % y el 3,6 %. la comorbilidad es más elevada, los pacientes suelen tener mayo­
La mayor tasa de prevalencia suele darse en la edad media de la res niveles de gravedad clínica y mayor grado de discapacidad o
vida, disminuyendo en edades más avanzadas. Como en varios tras­ perturbación.
tornos de ansiedad, la mujer tiene el doble de probabilidad que el
hombre de ser diagnosticada de TAG. Así mismo, el trastorno es
d. Interferencia
más prevalente en los países desarrollados que en los países poco El TAG suele interferir de forma muy significativa en la vida del
desarrollados. (APA, 2013). paciente. La preocupación patológica consume mucho tiempo y
Basándonos en datos de los proyectos epidemiológicos NCS energía. Así mismo, los síntomas asociados como el nerviosismo, la
(Wittchen et al., 1994), NCS-R (Kessler et al., 2005) y NESARC (Grant tensión muscular el cansancio, la dificultad para concentrarse, y los
et al., 2005), se ha estimado una tasa de prevalencia vital media del problemas del sueño contribuyen a incrementar el deterioro en
TAG del 5 %, variando entre el 4,2 % y el 12,7 % <Stevens et al., 2014). las diversas áreas de funcionamiento del individuo (personal, social,
En atención primaria, la prevalencia puntual estimada de casos de laboral, etc.>. El TAG se asocia a discapacidad y distrés significati­
TAG ha variado entre el 3,7 % y el 13,4 % (Wittchen et al., 1994). vos, independientes del posible efecto producido por los trastornos
comórbidos CAPA, 2013).
b. Inicio y curso clínico
Muchas personas con diagnóstico de TAG informan haber sentido O. Etiología
ansiedad y nerviosismo durante toda la vida CAPA, 2013). Aunque la Al igual que en cualquier otro trastorno de ansiedad, la etiología
edad media de inicio de los síntomas de TAG es a los 30 años, esta del TAG está determinada por la influencia de factores genéticos
varía a lo largo de un amplio rango de edad y es más tardía que en y ambientales. Un tercio del riesgo de sufrir TAG es genético; los
cualquier otro trastorno de ansiedad. Cuando los síntomas de ansie­ factores genéticos se solapan con el riesgo de neuroticismo, y son
dad y preocupación aparecen en edades tempranas, suelen mani­ compartidos con otros trastornos de ansiedad y especialmente con
festarse en forma de temperamento ansioso. Aunque el TAG puede el trastorno depresivo mayor CAPA, 2013). La heredabilidad estima­
diagnosticarse en niños, raramente se inicia antes de la adolescencia. da del TAG ha variado entre el 30-40 %, bastante más baja que
El curso del TAG suele ser crónico y las tasas de remisión com­ para el trastorno depresivo mayor (70 %) <Fisher, 2007). Los facto­
pleta son muy bajas. Los síntomas del TAG suelen mantenerse rela- res ambientales, como en otros trastornos de ansiedad, incluyen las

56
Capítulo 2. Trastornos de ansiedad '.n f
J

experiencias tempranas de estrés y traumas (p. ej., maltrato infantil), memorial, que da como resultado que el individuo intente afrontar
los estilos de apego, y las prácticas de crianza de los padres. la ansiedad. El individuo trata de resolver los problemas o reducir
Los factores constitucionales son el resultado de la interacción el afecto negativo mediante la evitación conductual o la preocupa­
entre ambos tipos de factores (i. e., genéticos y ambientales), y en ción. Es importante indicar que la evitación conductual (de estímu­
conjunto conforman la vulnerabilidad constitucional, una vulnerabi­ los de contextos situacionales que disparan la ansiedad) parece ser
lidad psicobiológica que para los trastornos de ansiedad viene dada bastante común en el TAG, especialmente de los estímulos relacio­
por el afecto negativo o neuroticismo y la inhibición conductual nados con situaciones de tipo social (Fisher, 2007).
(equivalente del neuroticismo en las edades infantiles). Aunque la Este modelo, aunque tuvo el mérito de diferenciar esta forma de
vulnerabilidad constitucional puede afectar a todos los trastornos ansiedad (i. e., ansiedad generalizada o preocupación ansiosa) de
emocionales (véase atrás nuestro modelo transdiagnóstico), Bar­ otros trastornos de ansiedad, y caracterizarla parcialmente, no pro­
low et al. ( 2014a) han sugerido que su efecto es particularmente porcionó mecanismos etiológicos específicos del TAG. No obstante,
influyente en la etiología del TAG. Según estos autores, el eleva­ progresivamente incorporó elementos de los modelos de evitación
do neuroticismo puede ser suficiente para el desarrollo del TAG. El cognitiva basada en la preocupación <Borkovec) y de intolerancia
neuroticismo posee una base de perturbación neurofisiológica y se a la incertidumbre mugas). En sus más recientes versiones <Barlow,
caracteriza psicológicamente por presentar elevadas expectativas 2000, 2002), Barlow sugiere que las personas con TAG aprenden a
de impredecibilidad e incontrolabilidad respecto a los sucesos nega­ estar hipervigilantes hacia posibles amenazas externas o internas
tivos <Barlow, 2002). Los diversos factores ambientales relacionados y tienden a interpretar la información ambigua como amenazante.
con la etiología del TAG influyen también en otros trastornos de También enfatiza que utilizan la preocupación como mecanismo de
ansiedad, e incluyen las experiencias tempranas, los estilos de ape­ evitación del malestar emocional, aunque tal mecanismo solo le
go y las conductas de crianza de los padres. Por ejemplo, un apego lleva a un círculo vicioso (la supresión de las imágenes amenazantes
inseguro con los padres durante la infancia puede favorecer que el genera más ansiedad y más preocupaciones).
niño se convierta en una persona más vigilante respecto a posibles
amenazas, tanto hacia sí mismo como hacia sus padres, y favorezca b. Modelo de evitación emocional basado
el desarrollo del TAG. Las experiencias tempranas traumáticas, tales en la preocupación
como haber sufrido maltrato infantil (p. ej., abuso físico o sexual) o
Borkovec et al. (Borkovec e Inz, 1990; Borkovec et al., 2004) par­
prácticas negativas de crianza, se han asociado con la frecuencia de
ten de que la preocupación es una actividad del pensamiento de
trastornos de ansiedad, y en particular el TAG.
tipo lingüístico-verbal, que inhibe las imágenes mentales vívidas y
El conocimiento sobre la etiología del TAG es menor que respec­ la activación autónoma y emocional asociadas. Se trata, por tan­
to a otros trastornos como las fobias específicas o el T P. No obstan­ to, de un proceso de evitación cognitiva: mediante el pensamiento
te, en las últimas décadas se han elaborado algunos modelos diri­ repetido se evitan las imágenes generadoras de elevada ansiedad,
gidos específicamente a dilucidar los mecanismos etiopatogénicos reduciéndose de este modo la activación emocional. Esta inhibición
de este trastorno, aunque su aportación es aún limitada. El modelo de la experiencia fisiológica y emocional impide el procesamiento
original fue desarrollado por el grupo de Borkovec, el cual se centra emocional del miedo que es necesario para su habituación y extin­
en la preocupación como mecanismo de evitación cognitiva. Otros ción. El modelo se basa en la teoría bifactorial de Mowrer ( 1939) y
modelos posteriores son sobre todo extensiones o correcciones al en el modelo de Foa y Kozak (1986) sobre el procesamiento emocio­
modelo de evitación cognitiva de Borkovec. Sin ser tan originales, nal del miedo. Borkovec et al. elaboraron este modelo partiendo,
proporcionan información adicional para el conocimiento de la etio­ por tanto, de la asunción de que la preocupación es una forma
logía del TAG. de evitación cognitiva que trata de reducir la activación simpática
ante las amenazas y eliminar las imágenes desagradables. Existe
a. Modelo de aprensión ansiosa evidencia de que los pacientes con TAG suelen focalizar sus preocu­
Partiendo de su concepto de «aprensión ansiosa», Barlow (1988, paciones sobre todo en las relaciones interpersonales. Se trata, por
2000) propuso un modelo sobre la etiología del TAG sugiriendo tanto, de una forma de preocupación patológica, la cual es excesiva

El grupo de Borcovec (Meyer et al., 1 990) desarrolló el Penn


que se trataba del trastorno de ansiedad «básico». La apren­ e incontrolable.

State Worry Questionnaire (PSWQ), un cuestionario de autoinforme


sión ansiosa, según este autor, se caracteriza por una estructura
cognitivo-afectiva difusa, cuyo componente central es el elevado
afecto negativo (puede asociarse a muchos tipos de amenazas). La diseñado para evaluar la preocupación patológica, el cual ha tenido
estructura es «difusa» porque no se asocia a ningún tipo de suceso una gran repercusión internacional por su utilidad en la psicología
particular. Este tipo de ansiedad es de naturaleza «anticipatoria» clínica y psicopatología del TAG. En la Tabla 2.8 se describe la ver­
por excelencia. Los principales componentes psicopatológicos de sión española del cuestionario.
la aprensión ansiosa son las elevadas expectativas de impredeci­ Por tanto, la preocupación puede ser entendida como un inten­
bilidad e incontrolabilidad, asociadas a un esquema cognitivo de to cognitivo de solucionar el problema y así eliminar la amenaza
hipervigilancia. Desde el punto de vista fisiológico se caracteriza percibida, mientras que simultáneamente se evitan las experiencias
por activación de los circuitos del sistema de inhibición conductual. aversivas somáticas y emocionales. De este modo, la experiencia
Los individuos con elevado afecto negativo responden a los de preocupación se refuerza negativamente, ya que las imágenes
estímulos negativos (amenazas) con percepción de elevada incon­ mentales catastrofistas que transcurren durante el proceso de la
trolabilidad y activación fisiológica. Según el modelo, esto lleva a preocupación son reemplazadas por una actividad lingüístico-ver­
la activación de sesgos cognitivos e hipervigilancia hacia la ame­ bal menos estresante y de menor activación somática. Además, la
naza (sesgos atencionales, orientación hacia la amenaza, sesgos de preocupación es adicionalmente reforzada por creencias positivas,

57
ilf' Manual de psicopatología. Volumen 2

)) Tabla 2.8. Versión española del cu estionario de preocupación Penn State Worry Questionnaire [PSWQ) 1 de Meyer, Miller,
Metzger y Borkovec ( 1 990)

de ellos y, aplicándolo a usted, conteste rodeando con un círculo el número que mejor se ajuste o su formo de sentir habitual. Tenga en
A continuación encontrará uno listo de 16 enunciados relacionados con formas de sentir que tiene lo gente. Leo detenidamente codo uno

cuenta que existe un rango posible de respuesta que oscila entre I y 5, es decir:
No es en absoluto Es muy típico
típico en mí en mí
1 1 1 1 1

2 3 4 5

Así, por ejemplo, si estima que lo que dice un enunciado no es nada típico en usted, debería rodear el número I; pero si cree que es
poco típico en usted, entonces debe rodear el número 2; si considera que es relativamente típico en usted deberá rodear el número 3;
si es bastante típico, marque el número 4; finalmente, si es muy típido en usted rodee el número 5. No piense demasiado cada enunciado.
Conteste lo que a primera visto crea que es lo que mejor le define.

l. Cuando no dispongo de tiempo suficiente para hacer todo lo que tengo que hacer, no me preocupo por ello 2 3 4 5
2. Me agobian mis preocupaciones . . . . . 2 3 4 5
3. No suelo preocuparme por las cosas . . . . 2 3 4 5
4. Son muchas las circunstancias que hacen que me sienta preocupado/a . . . · · · · · · · · · · · · · · · · · · ····· 2 3 4 5
5. Sé que no debería estor tan preocupado/a por las cosas, pero no puedo hacer nodo por evitarlo . 2 3 4 5
6. Cuando estoy bajo estados de tensión tiendo a preocuparme muchísimo 2 3 4 5

8. Me resulta fácil eliminar mis pensamientos de preocupación


7. Siempre estoy preocupado por algo ............................. .. ... ........... 2 3 4 5
2 3 4 5
9. Tan pronto como termino una tarea, enseguida empiezo a preocuparme sobre alguna otra coso que debo hacer
- --··-··-'
_ I 2 3 4 5
10. Nunca suelo estar preocupado/a .. . . . . ······• · ·····•· · · · ·•······· - · ··•········ · · · · · ···········•···· -·· ___ I 2 3 4 5
11. Cuando no puedo hacer nodo más sobre algún asunto, no vuelvo a preocuparme más de él 2 3 4 5
12. Toda mi vida he sido una persona muy preocupada . ... 1 2 3 4 5
13. Soy consciente de que me he preocupado excesivamente por las cosas ····•············· ... 1 2 3 4 5
14. Una vez que comienzan mis preocupaciones no puedo detenerlas
15. Estoy preocupado/a constantemente . .
················
---• ... 1
2
2
3
3
4
4
5
5
16. Cuando tengo algún proyecto no dejo de preocuparme hasta haberlo efectuado . . ... 2 3 4 5

' Los ítems 1 , 3, 8, 10 y 11 puntúan de forma inversa. Pueden eliminarse estos c inco ítems y utilizar la forma abreviada de once ítems
(véase Sandín et al., 2009].
© 1990 T. J. Meyer, M. L. Miller, R. L. Metzger y T. O. Borkovec, Pennsylvania State University, PA [ USA]. Versión española de B. Sandín
y P. C horot [1 995]. Reproducido con permiso.

tales como que lo preocupación ayudo o resolver el problema. Los preocupación es un intento de evitar lo activación fisiológico de
creencias positivos son reforzados cuando los sucesos negativos futu­ ansiedad o lo catástrofe anticipado asociados a los sucesos nega­
ros no ocurren o son manejados de forma eficaz. Se ha documenta­ tivos o a quejas emocionales más profundos. La función final de lo
do, por ejemplo, que entre los rozones por los que se mantiene la preocupación es lo de prevenir lo exposición o material más estre­
preocupación patológico están lo creencia de que la preocupación sante emocionalmente, tal como el relacionado con problemas de
prepara para resolver el problema, o lo creencia supersticiosa de la infancia. El modelo, por tanto, sugiere que los pacientes con TAG
que se evito la ocurrencia de los sucesos negativos (Roemer y Orsi­ parecen estar eligiendo preocuparse por aspectos menos salientes
llo, 2002). Lo preocupación reduce lo probabilidad percibida de que emocionalmente en lugar de pensar en aspectos más significativos

En la Figura 2.ll- se representan de formo esquemático los aspec­


ocurran sucesos negativos, por lo que también reduce lo sensación (Fisher, 2007).
de incertidumbre (los individuos con TAG predicen sucesos que tie­
nen muy poco probabilidad de ocurrir, por lo cual la preocupación tos más nucleares sobre el funcionamiento de este modelo. En resu­
suele reforzarse de formo supersticioso). Borkovec sugiere que lo men, tras lo percepción de alguna amenaza se produce incremento

58
Capítulo 2. Trastornos de ansiedad •ti

Amenazo Amenazo percibido


percibido
C.-------.-------
(ambigüedad)

Activación fisiológico Intolerancia o


,,-
__ .,,, Ansiedad
Emociones
la incertidumbre

//
''
'''
Creencias Creencias
''
''
''
[ Preocupación
(lingüístico-verbal)
positivas sobre
lo preocupación
Preocupación
crónico
positivas sobre
la preocupación
' '
( Ansiedad )

....... .. ...... '


Imágenes negativas
(cotostrofistosl
J Orientación
negativo hacia
cognitiva
) ) Figura 2.4. Esquema simplificado del modelo de evitaci ón el problema
emocional basado en la preocupación sobre el trastorno
de ansiedad generaliza da. Las lineas continuas indican
) ) Figura 2.5. Esquema simplificado del modelo de intolerancia
un efecto positivo, y las discontinuas un efecto negativo
a la incertidumbre sobre el trastorno de ansiedad
o un efecto reducido. Exp licación en el texto. Elaborado
generalizada. Explicación en el texto. Elaborado a partir
a partir de Borkovec et al. [ 2004).
de Dugas et al. [ 1 998).

de lo activación fisiológico simpático (p. ej., con síntomas de taqui­ c. Modelo de intolerancia a la incertidumbre
cardia, malestar en estómago, temblor, etc.) y activación emocional
(ansiedad). Ante el malestar emocional negativo, el individuo reac­ El modelo propuesto por Dugas et al. (1995, 1998, 2004) gira en
ciona utilizando la preocupación focalizada en la situación ame­ torno al concepto de intolerancia a la incertidumbre, el cual desem­
nazante. Esta preocupación repetida es de tipo lingüístico-verbal peña un papel central en el desarrollo y mantenimiento del TAG; el
y a través de ella se reducen las imágenes negativas generadoras modelo se basa, no obstante, en el modelo de evitación emocional
de elevada ansiedad (generalmente imágenes de tipo catastrofistal de Borkovec centrado en la preocupación (el modelo también inte­
que pudieran asociarse a lo situación actual o o situaciones posa­ gra algunas ideas de la teoría de Barlow sobre la aprensión ansiosa
das (p. ej., imágenes traumáticas de experiencias vividas durante y los conceptos de impredecibilidad e incontrolabilidadl. La intole­
la infancia). Mediante este proceso también se reduce la ansiedad rancia a la incertidumbre es la predisposición a reaccionar negati­
y la activación fisiológico asociado. Lo reducción de las imágenes vamente ante las situaciones ambiguas.
negativos protege al individuo de incrementos de la ansiedad. Por El modelo consta de cuatro componentes básicos: (al intoleran­
tonto, la preocupación repetido impide el procesamiento emocional cia a lo incertidumbre; (b) creencias positivas sobre preocupación;

(véase la Figura 2.Sl. Como se indica en la figura, la intolerancia a la


del miedo y la ansiedad, manteniéndose estos de forma crónica. Así (el orientación negativa hacia el problema, y (dl evitación cognitiva

incertidumbre juega un papel clave por su implicación en la preocu­


mismo, la preocupación es adicionalmente reforzada por creencias
positivas sobre esto <p. ej., «preocupándome por el problema podré
solucionarlo») y por la no ocurrencia de lo catástrofe (generalmente pación (la asociación entre ambos constructos ha sido ampliamente
esta tiene poca probabilidad de ocurrir). demostrada). De acuerdo con este modelo, las personas con TAG
El modelo está apoyado por abundante evidencio empírica poseen elevada intolerancia a la incertidumbre, por lo que perciben
sobre la naturaleza de la preocupación ansiosa. En este sentido se las situaciones de incertidumbre o ambigüedad como estresantes o
han demostrado los siguientes aspectos: (al en la preocupación hoy molestas, y experimentan preocupación crónica en respuesta a estas

que la preocupación ( creencias positivas sobre la preocupación) les


una preponderancia de diálogo interno de tipo verbal, mayor que situaciones. En línea con el modelo de Borkovec, estas personas creen
centrado en la imaginación; (bl hay un efecto inhibitorio de lo pre­
ocupación sobre el procesamiento emocional de material relaciona­ ayudará a afrontar más eficazmente los sucesos temidos o a prevenir

que suele acompañarle llevan a una orientación negativa hacia el


do con amenazas, y (cl existe una asociación significativa entre el que estos ocurran. Esta preocupación y la experiencia de ansiedad

problema, la cual se acompaña de falta de confianza para resolver


TAG y los factores interpersonales. Los programas de intervención
basados en este modelo suelen centrarse en aspectos relacionados
con la reducción de la preocupación y la tensión generalizada, tales los problemas, percepción de los problemas como amenazas, fácil
como la monitorización de preocupaciones específicas, el control frustración al enfrentarse a los problemas, y pesimismo acerca del

ocupación y ansiedad motivan también la evitación cognitiva (uso


gradual de estímulos, la relajación, la reestructuración cognitiva, resultado del esfuerzo para resolver los problemas. Así mismo, la pre­
la focalización de la atención en el momento presente, etc. <Behar
et al., 2009). de estrategias cognitivas de evitación, como la supresión del pensa-

59
W 11 Manual de psicopatología. Volumen 2

)) Ejemplos de meta-creencias positivas y negativas asociadas a la preocupación según el modelo metacognitivo


del TAG
Tabla 2.9.

META-CREENCIAS POSITIVAS META-CREENCIAS NEGATIVAS


I
La preocupación me ayuda a afrontar el problema. El preocuparme puede hacerme daño.
El preocuparme me ayuda a resolver problemas. • Mis preocupaciones son incontrolables.
• Si me preocupo, siempre podré estar preparado. • Las preocupaciones podrían volverme loco.
• No haría nada si no me preocupara. Mis preocupaciones continuarán siempre.
Si me preocupo, puedo evitar que ocurran cosas malas. • Mis preocupaciones tomarán las riendas y me controlarán.
Nota: Adaptado de Wells [ 1 999, 2004].

miento, la distracción, la sustitución del pensamiento, etc.>. Tanto la ejemplo, el uso de la preocupación como estrategia de seguridad
orientación cognitiva hacia el problema como la evitación cognitiva puede observarse en un paciente con temor a ser asaltado cuando
perpetúan y agravan la preocupación y la ansiedad. pasea en solitario por la calle; la preocupación le proporciona una
La intolerancia a la incertidumbre actúa como elemento causal forma de «estar siempre preparado» para enfrentarse a dicho pro­
activador de la cadena de preocupación, de la orientación negativa blema. Algunos ejemplos de estas creencias positivas se indican en
hacia el problema y de la evitación cognitiva. Por ello, las terapias la Tabla 2. 9.
derivadas de este modelo suelen poner especial énfasis en incre­ 2. El uso de la preocupación como estrategia de afrontamiento
mentar la tolerancia y aceptación de la incertidumbre (Robichaud genera sus propios problemas. La preocupación incrementa la sensi­
y Dugas, 2006). bilidad a la información relacionada con la amenaza, por lo que pue­
den activarse las creencias negativas (meta-creencias negativas). Los
d. Modelo metacognitivo
individuos con TAG no solo tienen creencias positivas sobre la preo­
Este modelo sobre el TAG fue propuesto por Wells (1999, 2004) par­ cupación, sino también creencias negativas sobre el proceso y las
tiendo de la distinción entre das formas de preocupación (i. e., Tipos consecuencias de la preocupación, dando lugar a las preocupaciones
1 y 2). La preocupación Tipo I se refiere a preocupaciones cotidianas, Tipo 2 (meta-preocupaciones) (para ejemplos de creencias negativas,
tales como el dinero, el bienestar de la pareja, situaciones socia­ véase la Tabla 2.9). Las creencias meta-cognitivas negativas y la pre­
les, etc., así como también preocupaciones sobre sucesos internos ocupación Tipo 2 resultante es lo que diferencia a los individuos con
no cognitivos como los síntomas f ísicos. Se propone que las razones TAG de las personas no clínicas con preocupación elevada.
por las que las personas llevan a cabo este tipo de preocupacio­ 3. En relación con la emoción, las preocupaciones Tipo 2 inten­
nes radican en creencias «positivas» sobre la necesidad de con­ sifican la ansiedad, especialmente si la preocupación es interpreta­
tinuar preocupándose para afrontar el problema más eficazmente da como inminentemente peligrosa. La relación entre la preocupa­
(meta-creencias positivas). En contraste, la preocupación Tipo 2 se ción Tipo 2 y la emoción constituye un círculo vicioso: los síntomas
focaliza en la naturaleza y ocurrencia de los propios pensamientos somáticos y cognitivos de ansiedad pueden ser interpretados como
(p. ej., preocuparse de que la preocupación puede llevar a la locura). evidencia de pérdida de control y/o de la naturaleza peligrosa de
La preocupación Tipo 2 es básicamente preocuparse acerca de la la preocupación.
preocupación (o «meta-preocupación»); se activa por las creencias
negativas (meta-creencias negativas) sobre la incontrolabilidad y 11-. Para prevenir las consecuencias negativas de la preocupación,
peligrosidad de la preocupación. El modelo parte de la asunción las personas con TAG ponen en marcha diversas conductas, general­
de que diversas formas anormales de preocupación, tales como las mente de tipo sutil. Por ejemplo, pueden buscar reaseguración (para
que se observan en las personas con TAG, corresponde a una ele­ finalizar la secuencia de preocupación). Pueden llevar a cabo diver­
vada incidencia de preocupaciones de Tipo 2, mediante las cuales sas conductas de evitación para prevenir la preocupación y los peli­
estas personas evalúan negativamente la actividad de preocuparse. gros asociados a esta, evitando diversos tipos de estímulos externos
Estas valuaciones negativas, o preocupaciones de Tipo 2, reflejan (eventos sociales, nuevas situaciones desagradables, peligros exter­
creencias negativas que tienen los pacientes sobre la preocupación. nos, etc.l. Estas estrategias de evitación comportamental previenen
El modelo se articula en torno a los conceptos de meta-creencias la exposición a la evidencia desconfirmatoria que probaría que la
(positivas y negativas) y preocupación (Tipos I y 2), los cuales se preocupación no es peligrosa, por lo que las preocupaciones Tipo 2 y
relacionan con respuestas emocionales (ansiedad) y de afrontamien­ las creencias negativas son mantenidas por el propio individuo.
to (conductas y cogniciones desadaptativasl. El modelo establece 5. Finalmente, la preocupación Tipo 2 también se asocia a
la secuencia de acontecimientos que describimos a continuación: estrategias ineficaces de tipo cognitivo, como la supresión del pen­
l. Una vez que se ha desencadenado la preocupación (p. ej., samiento, la distracción, y la evitación de situaciones que generan
por algún suceso, problema, amenaza, etc.l, el proceso de preocu­ preocupación. Wells integra en su modelo la idea de Borkovec de que
pación se mantiene por la activación de meta-creencias positivas la preocupación (o la rumiaciónl puede tener una función de evita­
sobre la necesidad de preocuparse. Estas creencias mantienen la ción emocional cognitiva. El uso de la preocupación para distraerse
preocupación Tipo /. La persona puede estar impulsada a preocu­ de pensamientos más molestos puede llevar a un fracaso del pro­
parse para encontrar alguna solución o prevenir alguna catástrofe; cesamiento emocional, no desconfirmándose la creencia de que la
o también para mantener cierto grado de seguridad subjetiva. Por preocupación es peligrosa e incontrolable.

60
Capítulo 2. Trastornos de ansiedad ,¡¡¡ ,�!
• I'

genera un fenómeno de retroalimentación, generándose también


¿) Meta-preocupación. Preocuparse por la preocupación. excesiva hipervigilancia, y (dl utilizan estrategias desadaptativas de
regulación y manejo de las emociones, las cuales suelen empeorar
su estado emocional (aquí, la preocupación j ugaría un papel fun­
Se cent ra fundamentalmente en creencias negativas

damental como estrategia ineficaz en el manejo de las emociones).


!meta-creencias] sobre la incontrolabilidad y la peligrosidad

Como puede apreciarse, aparte de tener el mérito de integrar el


de la preocupación.

TAG en el marco actual de la regulación emocional, el modelo no


En suma, la preocupación excesiva, generalizada e incontrolable aporta muchas novedades sobre la etiología específica del TAG y
resulta de la interacción entre los efectos de creencias positivas y podría ser válido para otros trastornos de ansiedad.
negativas sobre la preocupación. Las personas con TAG tienen la Roemer y Orsillo (2002) propusieron extender e integrar la con­
tendencia a preocuparse como medio de afrontamiento al peligro ceptualización del TAG, integrando el mindfulness y otros enfoques
anticipado. Esto puede incrementar la ansiedad a corto plazo, pero basados en la aceptación emocional con los modelos cognitivo-con­
se asocia a una reducción de la ansiedad si las metas de la preocu­ ductuales del TAG (fundamentalmente con los modelos de evitación
pación se consiguen. Esta reducción de la ansiedad potencia el uso emocional y de intolerancia a la incertidumbre). La propuesta de
posterior de la preocupación como estrategia de afrontamiento. Sin estas autoras ( modelo basado en la aceptación) enfatiza los siguien­
embargo, cuando las creencias negativas de la preocupación son tes componentes: (al relaciones problemáticas con las experiencias
activadas, y la preocupación es evaluada como peligrosa, la ansie­ internas (sentimientos, sensaciones corporales, pensamientos), tales
dad se intensifica y disminuye la capacidad para obtener el objetivo como reaccionar de forma negativa a estas experiencias; (bl la evi­
que podría dar fin a la preocupación. En este punto, es probable tación experiencia! (concepto equivalente a la evitación emocional;
que el individuo experimente una mayor sensación de vulnerabilidad p. ej., la preocupación patológica sobre posibles sucesos cotidianos
porque el modo de afrontamiento predominante (la preocupación) o f ut uros para evitar pensamientos más traumáticos), y (cl la res­
desarrolla sus propios problemas y la preocupación es evaluada en tricción conductual (equivalente a la evitación conductual, aunque
si misma como incontrolable y peligrosa. Se ha proporcionado evi­ reducida a situaciones valoradas culturalmente; p. ej., pasar tiempo
dencia empírica sobre este modelo, y sobre la terapia centrada en con familiares). El enfoque se centra en la preocupación y en la
la reducción de las meta-creencias negativas y las meta-preocupa­ aceptación y tolerancia de la incertidumbre (p. ej., aceptación de la
ciones <Behar et al., 2009; Wells, 1999, 2004, 2006). incapacidad para predecir lo que pueda ocurrir). Esta propuesta,
como las propias autoras indican, tiene una finalidad enfocada al
e. Otras aportaciones teóricas sobre el TAG tratamiento más que al conocimiento de la etiología del TAG.
Aparte de estos modelos principales se han llevado a cabo algunas Otras aportaciones que han sido sugeridas con respecto a la
propuestas teóricas que proporcionan aportaciones complementa­ etiología del TAG se han referido a alteraciones en el procesamiento
rias sobre la etiología específica del TAG. Newman et al. (2013) han de la información (p. ej., sesgos en la interpretación de informa­
propuesto una modificación al modelo de evitación emocional del ción ambigua de naturaleza amenazante) (MacLeod y R utherford,
grupo de Borkovec, que han denominado como modelo de evita­ 2004), a procesos de aprendizaje (Mineka et al., 2002), a influen­
ción del contraste. Los autores sugieren que las personas con TAG cias familiares y ambientales (Newman et al., 2013) y a mecanismos
llevan a cabo preocupación crónica debido a que prefieren vivir un neurobiológicos (p. ej., exceso de reactividad de la amígdala) (Por­
estado prolongado de distrés como forma de estar preparado emo­ ta-Costeras et al., 2020l.
cionalmente ante lo peor que pudiera ocurrir. Basan esta hipótesis
en que los individuos con TAG se sienten muy perturbados cuan­
do experimentan un cambio brusco desde una estado eutimico o
relajado a otro abrumadoramente negativo. Esto es descrito como
V. Trastorno de ans iedad
una «experiencia de contraste emocional negativo». Esta hipótesis de s e parac ión
se apoya en la teoría cognitiva del «contraste afectivo», según la La ansiedad de separación es un componente del sistema comporta­
cual el impacto de una experiencia emocional es moderado por el mental h umano mediante el cual el niño consigue su apego y unión
estado que la precede; de forma que un estado desagradable es a las personas significativas. A medida que se desarrolla el sistema
experimentado como más desagradable si es precedido por un esta­ de apego afectivo, los niños comienzan a evitar a los extraños y a
do positivo, y de forma menos desagradable si es precedido por un buscar protección acercándose a las personas significativas afec­
estado negativo <Dermer et al., 1979). Las personas con TAG prefieren tivamente. La ansiedad del niño a separarse de las personas que
generar un estado emocional negativo prolongado porque ello redu­ lo cuidan y con las que está afectivamente unido (generalmente la
ce la posibilidad de experimentar un incremento brusco en su emo­ madre) es uno de los temores más arraigados en la especie humana,
cionalidad negativa caso de que ocurriera algo malo. Aun siendo de así como también en los primates (Méndez et al., 2008). El meca­
interés el énfasis en el contraste emocional, este fenómeno de algún nismo de la ansiedad de separación reviste particular importancia
modo ya está contemplado en el modelo de evitación emocional. en la especie h umana debido al prolongado período de dependen­
Mennin et al. (2004) llevaron a cabo una conceptualización del cia que tiene el niño respecto a sus cuidadores. La ansiedad de
TAG basada en la regulación emocional < modelo de desregulación separación es un fenómeno universal adaptativo que se observa
emociona/l. Estruct uraron el modelo en base a que los individuos normalmente después de los 6-8 meses de edad, y que persiste en
con TAG: (al experimentan las emociones muy intensamente (espe­ diferentes grados de intensidad hasta los 2-3 años de edad (Sandín,
cialmente las emociones negativas); (bl poseen un pobre conoci­ 1997l. Solo después de estas edades podría ser considerada como
miento de sus emociones; (el ambos (a y bl causan excesiva ansie­ posible ansiedad patológica si se asocia a malestar o interferencia
dad y malestar cuando se producen las emociones intensas, y se clínicamente significativos.

61
''• M anual d e psicopatología. Volumen 2

)) Tabla 2.10. Criterios para el diagnóstico del trastorno de ansiedad de separación ITAS] según el DSM-5 IAPA, 2013)
rA. Miedo o ansiedad excesivo e inapropiado para el nivel de desarrollo del individuo, concerniente a su separación de las personas '
con q_uienes está vinculado, puesto de manifiesto por al menos tres de las siguientes circunstancias:
1 l . Malestar excesivo recurrente cuando ocurre o se anticipa una separación del hogar o de las principales figuras de apego.
2. Preocupación excesiva y persistente por la posible pérdida de las principales figuras de apego, o a q_ue estas sufran un posible daño,
como una enfermedad, lesiones, desastres, o la muerte.
3. Preocupación excesiva y persistente de q_ue ocurra algún suceso adverso q_ue dé lugar a la separación de una figura principal de apego
(p. ej., perderse, ser raptado, tener un accidente, enfermar).
IJ. Resistencia o rechazo persistente a salir, lejos de casa, al colegio, al trabajo, o a otro lugar por miedo a la separación.
5. Miedo persistente y excesivo, o resistencia, a estar solo o sin las principales figuras de apego en casa o en otros sitios.
6. Resistencia o rechazo persistente a dormir fuera de casa o a ir a dormir sin estar cerca una figura de apego principal.
7. Pesadillas repetidas sobre el tema de la separación.
8. Quejas repetidas de síntomas físicos (p. ej., dolor de cabeza, dolor de estómago, náuseas, vómitos) cuando se produce o se anticipa
la separación de las principales figuras de apego.
B. El miedo, la ansiedad o la evitación es persistente, durando al menos cuatro semanas en los niños y adolescentes y generalmente seis meses
1

o más en los adultos.


C. La alteración causa malestar clínicamente significativo o deterioro en el ámbito social, académico, laboral, o en otras áreas importantes
del funcionamiento.
1

D. La alteración no se explica mejor por otro trastorno mental, como el rechazo a salir de casa por la excesiva resistencia al cambio en un
trastorno del espectro del autismo, los delirios o alucinaciones relacionados con la separación en los trastornos psicóticos, el rechazo a
salir sin una compañía de confianza en la agorafobia, las preocupaciones por los problemas de salud y otros daños q_ue puedan suceder
1

l_ a personas significativas en el TAG, o preocupaciones por padecer una enfermedad en el trastorno de ansiedad a la enfermedad.

En este sentido, es frecuente que el individuo evite quedarse solo en


'¿¡ Trastorno de ansiedad de separación. Trastorno consis­ casa, asistir al colegio o al trabajo, i r de camping o irse a dormir
tente en ansiedad o miedo excesivos e inapropiados para el solo a su habitación.
nivel de desarrollo del individuo, como respuesta a la sepa­ La principal novedad que se observa en los actuales criterios
ración del hogar o de las personas ligadas afectivamente al respecto a ediciones anteriores del DSM es la consideración del TAS
individuo. Aunque es más específico de la infancia, también como un trastorno que también puede diagnosticarse en la pobla­
puede darse en la edad adulta. ción adulta (anteriormente el trastorno no podía diagnosticarse más
allá de los 18 años de edad). Esto ha generado inicialmente cierta
controversia en clínicos e investigadores, ya que este trastorno ha
sido tradicionalmente una parte nuclear de la psicopatología infan­
til. No obstante, la teoría del apego ha reconocido desde hace tiem­
po que el impulso para formar y mantener lazos estrechos es algo
A. Diagnóstico y caracte rísticas c línicas •
a. Características diagnósticas
fundamental en el ser humano durante todo el curso vital (Silove et
Los criterios para el diagnóstico del trastorno de ansiedad de sepa­ al., 2016). Por ello, cabría esperar que la ansiedad de separación
ración <TAS) se especifican en la Tabla 2.10. La característica esen­ sea una respuesta que se dé en las personas de cualquier edad.
cial del TAS es la presencia de excesivo miedo o ansiedad asociado
a la separación de las personas ligadas afectivamente al individuo;
nótese q_ue la ansiedad o miedo debe ser superior a la que se
b. Diagnóstico diferencial
El DSM-5 resalta diversos trastornos mentales con los que no debe­
espera para el nivel de desarrollo del individuo. Esta característica ría confundirse el diagnóstico del TAS. En todos los casos debe
central es descrita en el DSM-5 mediante ocho síntomas formales. tenerse en cuenta que la característica central para el diagnóstico
Como puede apreciarse en la tabla, el individuo puede presentar del TAS es que la ansiedad se refiera específicamente a la sepa­
diversos tipos de síntomas que reflejan el temor o ansiedad ante la ración del hogar y/o de las personas vinculadas. En otros trastor­
separación de las personas con las que se vincula afectivamente. nos de ansiedad como el TAG, el TP, la agorafobia, el trastorno de
Existen, por una parte, manifestaciones cognitivas como lo denotan ansiedad social y el trastorno de ansiedad a la enfermedad pueden
las preocupaciones excesivas de pérdida-separación, y el miedo o darse también elevados síntomas de ansiedad y miedo que podrían
malestar ante la separación (real o anticipada). También existen confundirse con la ansiedad de separación. No obstante, en los tras­
síntomas de tipo psicosomático (p. ej., síntomas físicos, pesadillas tornos de ansiedad indicados, la ideación cognitiva se focaliza en
nocturnas). Finalmente, son frecuentes las manifestaciones conduc­ múltiples tipos de amenazas ( TAG>, en el temor a sufrir un ataque
tuales de resistencia, rechazo o evitación a todas aquellas circuns­ de pánico o síntomas de un ataque de pánico ( TP y agorafobia),
tancias que suponen separación de las figuras-vínculo o del hogar. en ansiedad a ser juzgado negativamente ( trastorno de ansiedad

62
Capítulo 2. ,!t
Trastornos de ansiedad 1l.

social), y en el temor a padecer alguna enfermedad < trastorno de momento antes de los 18 años, aunq,ue es infrecuente en plena ado­
ansiedad a la enfermedad>. lescencia. De acuerdo con esto, los casos de TAS q,ue se observan en
Tampoco debe confundirse con otros trastornos emocionales la edad adulta se originarían generalmente antes de la adolescen­
como el T EPT, el duelo y los trastornos del estado de ánimo (tras­ cia. En contraste, de acuerdo con el estudio multinacional de Silove
tornos depresivos y bipolares). El miedo a la separación es común et al. (2015), la edad media de comienzo del TAS fue al final de la
después de algún suceso traumático (p. ej., desastres naturales); no adolescencia (en la muestra correspondiente a los países pobres
obstante, en el TEPT el foco de atención de los síntomas suele girar
..
fue en torno a los 25 años). La discrepancia con lo indicado por
en torno a las intrusiones y la evitación de recuerdos asociados al la APA podría deberse a q,ue antes del DSM-5 un criterio para el
trauma, en lugar de a la separación o peligro de las figuras de ape­ diagnóstico del TAS era q,ue el trastorno se iniciara antes de los 1 8
go. El duelo suele implicar intenso desconsuelo y dolor emocional años d e edad. Silove e t al. encontraron también q,ue casi l a mitad
por la pérdida, así como preocupación por la persona fallecida; en de los casos (43, 1 %) se originaban en la edad adulta (después de
el TAS el núcleo central es el temor a separarse de las personas los 18 añosl.
vinculadas. Los trastornos del estado de ánimo podrían confundirse Los trastornos q,ue se inician durante la infancia o la adolescen­
con el TAS cuando el paciente evita salir del hogar; no obstante, en cia pueden continuar durante años, alternando períodos de agrava­
estos trastornos la evitación se debe a una baja motivación para miento y remisión, aunq,ue en general parecen evolucionar de forma
relacionarse con el mundo exterior. más positiva q,ue otros trastornos de ansiedad tendiendo a remitir
En algunos trastornos exteriorizados como el trastorno de con­ con la edad <Méndez et al., 2008). Aunq,ue se • ha sugerido q,ue la
ducta y el trastorno negativista desafiante pueden presentar en ansiedad de separación es un factor de riesgo para el desarrollo
algún grado sintomatología similar. Por ejemplo, los individuos con futuro del trastorno de pánico y la agorafobia en la edad adulta,
trastorno de conducta pueden faltar al colegio con frecuencia, pero también se ha visto q,ue es un factor de riesgo de otros trastornos
no lo hacen por temor a la separación de las figuras de apego. de ansiedad (Kossowsky et al., 2013; Sandín, 1997; Silove et al., 2016).
Aunq,ue los niños y adolescentes con TAS pueden mostrar conducta
oposicionista cuando se les fuerza a separarse de las figuras de c. Comorbilidad
apego, podría diagnosticarse un trastorno negativista desafiante El TAS es un trastorno muy comórbido con el resto de trastornos
únicamente si dicha conducta oposicionista no esté motivada por la de ansiedad (especialmente con las fobias específicas y el TAG) y
separación de las personas vinculadas. con otros trastornos emocionales (trastornos depresivos y T EPTl. De
En el contexto de la infancia y la adolescencia, a veces se ha acuerdo con Silove et al. (2016), también presenta elevada comorbi­
confundido la ansiedad de separación con el rechazo escolar <térmi­ lidad con el trastorno de déficit de atención e hiperactividad.
no más apropiado q,ue el de «fobia escolar»). Sin duda el principal
problema relacionado con el TAS es la presencia de rechazo escolar d. Interferencia
(rechazo a asistir al colegio). No obstante, el rechazo escolar pue­ El principal problema asociado al TAS infantojuvenil es su asociación
de asociarse a múltiples causas, de las cuales el TAS es solo una con el rechazo escolar, y en consecuencia con un notable deterioro
de ellas; otras causas pueden deberse a problemas de conducta académico y social (Sandín, 1997l. Se ha indicado q,ue aproxima­
<«hacer novillos»), fobia social, diversos tipos de fobia específica damente el 75 % de los niños con ansiedad de separación poseen
asociada al contexto escolar, etc. (Sandín, 1997). alguna forma de rechazo escolar. El rechazo escolar puede llevar a
fracaso académico, problemas de maduración e interacción social,
B. Epidemiología y curso evolutivo y conflictos familiares. El TAS puede resultar extremadamente per­
turbador del desarrollo social y emocional del niño. El trastorno pue­
a. Prevalencia de llevar al niño o adolescente a evitar ciertos lugares, actividades,
En niños, la prevalencia 6-12 meses es del 4 %, y es el trastorno de relaciones con los iguales y experiencias q,ue son cruciales para un
ansiedad más prevalente en los niños menores de 1 2 años CAPA, desarrollo saludable de su personalidad. La falta de relaciones con
..
201 3). En adultos, y de acuerdo con el informe del proyecto World los iguales constituye un factor de riesgo de futuro deterioro y ais­
lamiento social.
Mental Health Survey (Silove et al., 201 5), basado en 38.993 par­
ticipantes adultos < > 18 años de edad) de 18 países del mundo, la Cuando se han comparado los pacientes con diagnóstico de TAS
prevalencia vital media es del 4,8 %; la media encontrada fue similar con pacientes q,ue poseen otros trastornos de ansiedad, q,ue son
con independencia del nivel económico del país (se utilizaron crite­ tratados rutinariamente en centros de salud mental, se ha visto q,ue
rios DSM-5). No obstante, el estudio encontró notables diferencias
entre los países, variando la prevalencia entre el 9,8 % (Colombia) y
..
los pacientes con TAS poseen mayor grado de discapacidad, tienen
síntomas más graves de ansiedad y depresión, y tienen mayor sen­
el 0, 2 % (Nigeria) <la prevalencia en España era del 1,2 %l. Aunq,ue sibilidad al estrés. Así mismo, se ha encontrado q,ue un porcentaje
la influencia del género no parece ser tan marcada como en otros alto (75 %) de pacientes adultos diagnosticados de algún trastor­
trastornos de ansiedad, la prevalencia encontrada fue mayor en la no de ansiedad q,ue buscan tratamiento indican haber tenido TAS
mujer (5,6 %) q,ue en el hombre (4,0 %l. En población clínica adulta durante la infancia (Milrod et al., 2014).
la prevalencia es elevada en centros de atención psiq,uiátrica (entre En general el TAS puede tener efectos dañinos tanto sobre el
el 1 2 % y el 40 %) (Milrod et al., 201 4). desarrollo del propio niño como sobre su familia (también puede
producir efectos negativos sobre la familia) (Ehrenreich et al., 2008).
b. Inicio y curso clínico
Los niños con TAS suelen ser muy dependientes y demandantes de
Según indica la APA ( 201 3), el comienzo del TAS puede producir­ atención <«niños lapa»). Pueden tener dificultades a la hora de ir a
se en la edad preescolar, pero también es posible en cualq,uier dormir y durante el sueño, con pesadillas relacionadas con la sepa-

63
/i', 1/if Manual de psicopatología. Volumen 2

ración de los padres. Así mismo, puede resultar perturbadora para 2006). Este estilo se caracteriza porque los padres se involucran
la familia la conducta oposícional y negatívista de algunos niños con excesivamente en la regulación emocional y la toma de decisiones
diagnóstico de TAS. del niño. Suele implicar una excesiva
• asistencia en las actividades
diarias del niño, tales como las rutinas de vestirse o ir a acostarse,
C. Etiología evitando de este modo que el niño participe en el dominio de activi­
dades propias de su edad. Estas prácticas parentales intrusivas, que
En general las diversas hipótesis sobre la etiología del TAS sugieren en principio tienen como finalidad reducir o prevenir el malestar y
que pueden estar implicados diversos factores, tanto de tipo gené­ estrés del niño, pueden en su lugar favorecer en este la dependencia
tico como ambiental. La inhibición conductual es un rasgo tempe­ de los padres.
ramental asociado a conductas de ansiedad e inhibición durante la ..
Aparte de la implicación del mal funcionamiento familiar, tam­
infancia, y es producto de ambos tipos de factores. Es la tendencia bién se ha demostrado la relevancia de las adversidades del niño en
a reaccionar con miedo y evitación ante personas o situaciones no la familia como factores de riesgo del TAS. En este sentido cabría
familiares. Aunque es un factor general de riesgo hacia los trastor­ destacar condiciones como que los padres padezcan algún tipo
nos de ansiedad, se ha sugerido que desempeña un papel principal de trastorno mental, incluido el abuso de sustancias, o que existan
en el desarrollo del TAS. Así mismo, se ha indicado que los factores situaciones de violencia doméstica, abuso físico o sexual, y negli­
ambientales juegan un papel fundamental en el desarrollo del TAS. gencia. Así mismo, los estresores traumáticos parecen desempeñar
Entre estos factores se han destacado los factores familiares (estilos un papel relevante como factores de riesgo, habiéndose destacado
de apego y conductas de crianza) y las situaciones de estrés durante como particularmente influyentes la violencia sexual, sufrir algún
edades tempranas (especialmente situaciones traumáticas). accidente, y la muerte de algún familiar (Méndez et al., 2008; Silove
Podría decirse que la ansiedad de separación es una alteración et al., 2015). Méndez et al. (2008) incluso han resaltado el papel de
referida en gran medida al apego, ya que es el temor a separarse sucesos vitales más normativos, como la escolarización (p. ej., asis­
de las personas con las que el niño posee la vinculación afectiva. tir por primera vez a una escuela infantil), los viajes de los padres
Las relaciones de apego constituyen el núcleo del desarrollo emo­ (p. ej., por cuestiones laborales), el divorcio, la hospitalización, o la
cional del ser humano. El apego es una propiedad de las relaciones muerte de alguno de los padres.
psicosociales, donde un sujeto más débil y menos capaz confía en la
protección que le brinda otro sujeto más fuerte y poderoso. Ambos
sujetos desarrollan vínculos emocionales recíprocos y construyen una • • V I . M utismo s e l ectivo
representación interna de la relación vincular. Para Bowlby (1982),
. .
este modelo de funcionamiento interno continuará influyendo en el
desarrollo futuro del niño y en la conducta que asuma en las relacio­
E l mutismo selectivo (MSJ e s un trastorno mental que s e da durante
la infancia y se caracteriza por la ausencia de habla en situacio­
nes a través de su vida. Generalmente suele asumirse que el apego nes públicas específicas, situaciones en las que se espera que el
se establece tempranamente durante las relaciones del niño con los niño hable, tales como el colegio, encuentros sociales, etc. En otras
padres (especialmente con la madre), permaneciendo relativamente situaciones, como, por ejemplo, el hogar, el niño habla normal o
estable durante la adolescencia y la vida adulta (Magaz et al., 2011>. aparentemente normal. Generalmente ocurre durante en fases tem­
pranas de la infancia, aunque los síntomas se hacen más visibles
El apego seguro constituye para el niño una base firme para
explorar el ambiente de forma confiada. En este contexto, los padres
reaseguran y animan la conducta exploratoria bajo el dominio del
.. cuando el niño se incorpora al colegio. Es un trastorno en el que el
niño sufre y expresa su ansiedad en silencio. Tal vez porque el MS
es un trastorno relativamente raro, es muy poco lo que se conoce
propio niño; este desarrolla un sentido seguro de competencia en sobre él (para un tratado amplio sobre este trastorno, véase Olivares
sus diversos ambientes, especialmente el ambiente social. En con­ y Olivares (2018).
traste, el apego inseguro se produce cuando los padres o cuidadores
son ansiosos, depresivos, ambivalentes o negligentes, y se genera
d) Mutismo selectivo. Trastorno de ansiedad que ocurre
en el niño inhibición y evitación ansiosa. En un ambiente de apego
inseguro, el bebé se transforma en ansioso, inhibido y miedoso, y
responde con conductas de inhibición conductual cuando es separa­ durante la infancia y se caracteriza por ausencia de habla
do de sus padres (lloros, enmudecimiento, «quedarse congelado», en situaciones públicas específicas I p. ej., el colegio]. En
inhibición comportamental, etc.l. Algunos autores han sugerido que otras situaciones I p . ej., el hogar] el niño habla aparente·
los estilos de apego inseguro y miedoso/preocupado podrían ser mente normal.
un factor de riesgo del TAS, aunque también de otros trastornos de
ansiedad (Milrod et al., 2014).
Otras variables de tipo familiar que han sido asociadas a la etio­ A. Diagnóstico y caracte rísticas c l ínicas
logía del TAS son las prácticas de crianza que llevan a cabo los
padres con sus hijos. Entre los distintos tipos de prácticas parenta­ Aunque podría pensarse q u e s e trata d e u n trastorno del habla,
les se incluyen los estilos afectivo/comunicativo, permisivo, sobre­ existe amplia evidencia de que se trata de un trastorno de ansie­
protector, controlador, aversivo (incluye el rechazo) y negligente dad (Muris y Ollendick, 2015). Y así lo ha identificado el DSM-5 al
(Chorot et al., 2017). Los estilos sobreprotector y controlador se han incluirlo en el grupo de los trastornos de ansiedad. Los criterios para
relacionado con el desarrollo y mantenimiento de la ansiedad en la el diagnóstico del MS se indican en la Tabla 2.11. Los niños con MS
infancia (Ehrenreich et al., 2008). La intrusión parental es un com­ hablan en casa con sus familiares más cercanos, pero a veces no
ponente que puede estar representado en estos dos estilos, y ha hablan ni siquiera con otros familiares o amigos. El trastorno suele
sido propuesto como factor de riesgo específico del TAS (Wood, manifestarse en las situaciones de interacción social (se evidencia

6ij
Capítulo 2. Trastornos de ansiedad · 1 1!

)) Tabla 2.11. Criterios para el diagnóstico del mutismo cuando accede por primera vez al colegio. La duración del trastorno
selectivo [MS) según el DSM-5 [APA, 2013) es variable; en bastantes casos el individuo supera el mutismo, pero
en algunos casos puede prolongarse en el tiempo (en los casos en
A. Fracaso constante para hablar en situaciones sociales que se prolonga, la duración media suele ser de ocho años, disipán­
'
específicas en las 9.ue se espera 9.ue se hable (p. ej., en el dose después con el tiempo).
/

colegio) a pesar de hablar en otras situaciones. El MS es muy comórbido con otros trastornos de ansiedad, espe­
cialmente el trastorno de ansiedad social, seguido del TAS y de las
B. La alteración interfiere con los logros educativos o laborales, fobias específicas. Aproximadamente la mitad de los casos de MS
o en la comunicación social. tienen también algún diagnóstico de otros trastornos de ansiedad.
C. La duración de la alteración es de al menos un mes (no se En general se ha constatado que los niños con MS presentan ele­
limita al primer mes del colegio). vados niveles de ansiedad, con niveles de síntomas de ansiedad
comparables a los de la fobia social u otros trastornos de ansiedad.
D. El fracaso para hablar no es atribuible a la falta de Muchas características del MS se solapan con la fobia social <p. ej.,
conocimiento de, o comodidad con, el lenguaje hablado intenso miedo y evitación asociados a situaciones que puedan pro­
requerido en la situación social. vocar sentimientos de vergüenza). También se ha demostrado que
un porcentaje significativo de niños con MS reúnen los criterios para
E. La alteración no se explica mejor por un trastorno de la el diagnóstico de algún trastorno de la comunicación.
comunicación (p. ej., un trastorno de la fluidez de inicio en
la infancia [tartamudeo]) y no se produce exclusivamente Aunque el curso del MS no suele ser crónico, se asocia a niveles
durante el curso de un trastorno del espectro del autismo, significativos de interferencia en los ámbitos educativo, laboral y
la esquizofrenia, u otro trastorna psicótico. social (Criterio de diagnóstico Bl. Algunos estudios han demostrado
, que los niños que han sufrido previamente el trastorno continúan
con problemas de comunicación en períodos posteriores (durante
'
la edad adulta), rinden poco en el colegio o en el trabajo, y suelen
de farma característica en la escuela), en las cuales el niño no ini­ poseer elevadas tasas de trastornos mentales. El MS puede dar lugar
cia el diálogo o no responde a los demás. Aunque se trata de un a deterioro social debido a la dificultad para participar en situacio­
trastorno de elevada ansiedad en general, predomina sobre todo la nes de interacción social y al aislamiento social que suele implicar.
ansiedad social, de tal forma que a veces ha sido considerado como
un trastorno de ansiedad social. En algunos estudios se ha visto que
casi la totalidad de individuos con MS reunían los criterios de fobia
C. Etiología

social (Muris y Ollendick, 2015). El MS puede diagnosticarse junto a Como cabría suponer, en la etiología del MS pueden intervenir
cualquier otro trastorno de ansiedad. diversos tipos de factores, incluyendo la influencia genética, el
temperamento (inhibición conductuall y la influencia de variables
Hay algunas características clínicas que suelen asociarse al MS ambientales, aspectos estos que pueden ser comunes a otros tras­
y pueden apoyar su diagnóstico. Entre ellas se encuentran la excesi­ tornos de ansiedad. Se ha sugerido, además, que en el desarrollo
va timidez, el miedo a ser humillado socialmente, y el aislamiento y y mantenimiento del MS pueden desempeñar un papel relevante
retraimiento sociales, así como también signos exteriorizados como los factores de neurodesarrollo y la evitación (Olivares y Olivares,
conductas oposicionistas, conductas negativistas y «pataletas» o 2018; Muris y Ollendick, 2015). Todas estas hipótesis proporcionan
berrinches (APA, 2013). evidencia sobre la participación de múltiples factores en la etiolo­
Los principales problemas de diagnóstico diferencial se relacio­ gía de este trastorno, muchos de las cuales podrían relacionarse o
nan con los trastornos de la comunicación, los trastornos del neu­ interaccionar entre sí. A continuación resumimos brevemente cada
rodesarrollo, los trastornos psicóticos, y el trastorno de ansiedad una de estas hipótesis.
social (fobia sociall. Los trastornos de la comunicación (trastornos Algunos estudios han puesto de relieve que el MS y los sínto­
del lenguaje, etc.), a diferencia del MS, implican alteraciones del mas o características de este trastorno se producen en familias. Por
habla que no se limitan a las situaciones sociales específicas. Los ejemplo, se ha visto que existe elevada probabilidad de que los
trastornos del neurodesarrol/o, la esquizofrenia y otros trastornos padres y hermanos de los niños con MS tengan también historia de
psicóticos pueden cursar con conductas de mutismo, pero en estos MS, niveles elevados de timidez y ansiedad social, y frecuencia alta
casos se producen porque el niño no tiene capacidad para hablar de casos de fobia social generalizada y trastorno de personalidad de
en las situaciones sociales. Los casos de MS suelen presentar con evitación. Esto se ha interpretado como evidencia indirecta a favor
frecuencia sintomatología del trastorno de ansiedad social; caso de de la contribución genética en la etiología del MS.
reunir también los criterios para este último, deben diagnosticarse El temperamento (inhibición conductual) también parece des­
ambos trastornos. empeñar un papel especialmente relevante en la etiología de este
trastorno, al igual que en el trastorno de ansiedad de separación
(Muris y Ollendick, 2015; Sandín, 1997). La relación entre la inhi­
bición conductual y el MS parece evidente, pues uno de los indi­
8. Epidemio logía y c urso evo lutivo
La prevalencia del MS es baja, oscilando en muestras clínicas cadores de la inhibición conductual durante los años preescolares
y escolares entre el O, 03 % y el 1 %; suele ser mayor en los niños en el niño es el retraimiento en presencia de adultos y la falta de
pequeños, y no parece haber diferencias en función del género habla espontánea con personas desconocidas. Así mismo, varios
(APA, 2013). El trastorno suele iniciarse entre los dos y los cinco años estudios han demostrado que los niños con MS muestran caracte­
de edad, aunque la sintomatología se manifiesta más claramente rísticas que sugieren la existencia de un temperamento inhibido.

65
1iH jií1 Manual de psicopatología. Volumen 2

Por ejemplo, se ha informado que la timidez, una variante social de una modificación o cambio en el consumo); además, el trastor­

por sustancias/medicamentos. En el trastorno de ansiedad debido


de la inhibición conductual, es observada con frecuencia en niños no no se explica mejor por un trastorno de ansiedad no inducido

a una condición médica, el cuadro predominante es la consecuen­


con MS, con porcentajes que varían entre el 68 % y el 85 % (Muris

El efecto del ambiente es similar al que se produce en otros


y Ollencick, 2015)
cia fisiopatológica directa de una condición médica (p. ej., hiperti­
trastornos de ansiedad, siendo importante la influencia familiar (mal roidismo, arritmias cardíacas, hipoglucemia); además, el trastorno
funcionamiento familiar) y el estrés psicosocial temprano (espe­ no se explica mejor por otro trastorno mental. En ambos tipos de
cialmente los traumas). Los aspectos relacionados con la familia trastornos la alteración causa malestar clínicamente significativo o
que han sido asociados al MS de forma más consistente incluyen deterioro en las diferentes áreas de funcionamiento (familiar, social,

delirium (trastorno neurocognitivo).


el abuso sexual y físico, pertenecer a familias divorciadas, y tener laboral, etc.), y no se produce exclusivamente durante el curso de un
padres con trastornos mentales. Aparte del abuso y el divorcio, otros
estresores o sucesos traumáticos familiares para el niño que se han
asociado al MS ha sido la hospitalización, la mudanza, y la muerte
de algún miembro de la familia, aunque sobre esto la evidencia es V I 1 1 . R ecomendaciones para la
menos consistente.
eva l uación y trata m i e nto
sistir en un trastorno del neurodesarrollo. Para ello se basan en que
Muris y Ollendick (2015) han enfatizado que el MS podría con­
En lo que sigue en este apartado nos referimos brevemente a algu­
la prevalencia de problemas del habla y del lenguaje en niños con nos aspectos relacionados con la evaluación y el tratamiento. Dada
MS es elevada. Muchos niños con diagnóstico de MS también reúnen la enorme cantidad y extensión de aportaciones y publicaciones
los criterios para el diagnóstico de algún trastorno de la comunica­ que existen actualmente sobre estos dos aspectos referidos a los
ción. Esto indicaría que el MS podría asociarse en muchos casos a diferentes trastornos de ansiedad, únicamente haremos referencia a
déficits del lenguaje (p. ej., habilidades en vocabulario receptivo, algunos aspectos puntuales que consideramos podrían ser de mayor
habilidades de comprensión fonética, gramática, etc.>. También se interés y utilidad.
han encontrado déficits en habilidades sociales y retrasos del desa­
rrollo en los niños con MS. Entre los retrasos en el desarrollo han sido A. Evaluación de los trastornos de ansiedad
subrayados retrasos en la función y coordinación motoras, y cierta
asociación con trastornos de eliminación, retraso mental y trastornos La evaluación de los trastornos de ansiedad puede llevarse a cabo
del espectro del autismo. a través de diversos procedimientos, entre los que se incluyen las
Finalmente, estos autores han enfatizado que la «conducta de entrevistas clínicas estructuradas, los instrumentos de autoinforme,
las escalas de estimación por el clínico, los autorregistros, la obser­
esencialmente una estrategia de regulación emocional ( evitación).
no hablar» que caracteriza a los niños con MS podría constituir
vación de la conducta (en contextos naturales o en contextos de
Permaneciendo en silencio, estos niños reducen la ansiedad u otras laboratorio o clínicos) y los procedimientos psicofisiológicos. Aun­
emociones negativas en situaciones amenazadoras (p. ej., asocia­ que la utilización de uno u otro tipo de procedimiento depende de
das al colegio). Algunos estudios han aportado evidencia preliminar los objetivos que se persigan, la evaluación de la ansiedad suele
sobre esta hipótesis. requerir siempre el uso de instrumentos de autoinforme. Las entre­
vistas estructuradas son necesarias para establecer el diagnóstico
clínico. Los autorregistros, las escalas de estimación clínica y los

•;¡r • V I l . Trastornos de a ns ie da d procedimientos observacionales suelen ser de utilidad especialmen­


te para valorar los cambios durante un proceso de tratamiento. Los
inducidos por s usta ncias y procedimientos psicofisiológicos se utilizan más en contextos de
investigación.
trasto rnos d e ansiedad debidos Los instrumentos de autoinforme son de gran utilidad en la
a u na condición mé dica evaluación de los trastornos de ansiedad, ya que generalmente se
requiere tener información sobre la experiencia de ansiedad, los
El DSM-5 incluye como dos categorías adicionales de trastornos de procesos fenomenológicos relacionados con la ansiedad (p. ej.,
ansiedad el trastorno de ansiedad inducido por sustancias/medica­ creencias o expectativas asociadas a cada trastorno) y los sínto­
mentos y el trastorno de ansiedad debido a una condición médica. mas de los trastornos de ansiedad que experimenta el individuo
Ambos tipos de trastornos han sido definidos etiológicamente, el (p. ej., síntomas fóbicos o síntomas de pánico). Los procedimientos

establecer el diagnóstico, establecer un screening, cuantificar la


primero por los efectos del consumo de drogas o medicamentos, de autoinforme pueden ser útiles o necesarios como ayuda para
y el segundo por los efectos de una enfermedad médica. Es decir,
en ambos trastornos la ansiedad es un efecto secundario al con­ gravedad clínica, evaluar los efectos del tratamiento y su eficacia, y
sumo de sustancias o a una enfermedad médica. En el cuadro clí­ hacer el seguimiento del curso y evolución del cuadro clínico. En la

la ansiedad. En el trastorno de ansiedad inducido por sustancias o


nico de ambos trastornos predominan los ataques de pánico y/o Tabla 2.12 presentamos una selección de instrumentos de autoinfor­

medicamentos, el cuadro clínico predominante está justificado, a


me de interés para la evaluación de los trastornos de ansiedad. Véa­
se el Capítulo I para información sobre otros instrumentos relevantes
partir de pruebas de la historia clínica, la exploración física o los para la evaluación de constructos relacionados con la ansiedad y los
análisis de laboratorio, por la intoxicación o abstinencia de una trastornos de ansiedad. El lector puede encontrar una descripción
sustancia (p. ej., cafeína, cannabis, cocaína) o después de la expo­ exhaustiva sobre un amplio repertorio de pruebas para la evaluación
sición a un medicamento (p. ej., al iniciar la medicación o después de la ansiedad basadas en la evidencia en Antony et al. (2001).

66

C apítulo 2. Trastornos de ansiedad

) ) Tabla 2.12. Instrumentos de autoinforme relevantes para la evaluación de los trastornos de ansiedad

Inventario de Sandín, 2008 66 ítems; versión española elaborada a partir de los 76 ítems originales del FSS-III de
Miedos FSS-III-66 Wolpe y Long (I964l. Dimensiones: miedos interpersonales, miedos sangre-inyecciones­
daño, miedos a los animales y miedos agorafóbicos.

Cuestionario de Valiente et al., 80 ítems; cuestionario de miedos para niños y adolescentes elaborado a partir de muestras
miedos para niños 2003a españolas. Dimensiones: miedos al peligro y a la muerte, miedos a los animales, miedos
FSSC-Español sociales, miedos a lo desconocido, y miedos médicos.
ffSSC-El Existe una versión abreviada de 25 ítems ffSSC-E-25) (Sandín et al., 20I6a).

Inventario de Pelechano, 1984 103 ítems; dirigido a niños entre dos y nueve años de edad (el cuestionario es contestado
Miedos UMl por los padres). Dimensiones: miedos sociales, miedos físicos, miedos a la muerte y a sus
símbolos.

Inventario de Méndez et al.. 2008 Incluye tres versiones: !ME para Niños UME-N; 26 ítemsl, !ME para Preadolescentes (IME­
Miedos Escolares PReA; 26 ítemsl, e IME para Adolescentes (!ME-A; 40 ítemsl. Evalúa aspectos relacionados
UMEl con el contexto escolar. Subescalas: miedo al fracaso y al castigo, miedo al malestar físico,
ansiedad anticipatoria y por separación. miedo a la evaluación social y escolar, y miedo
a la agresión en la escuela.

Trastorno de pánico CTP>

Cuestionario de Sandín et al., 2004 40 ítems [subítems para las escalas de ataque de pánico (17), interpretaciones
Pánico y Agorafobia catastrofistas (15), evitación interoceptiva (18), y evitación agorafóbica (25ll. Diseñado
(CPAl para la evaluación y diagnóstico del TP y la agorafobia (según criterios DSM-IVl. Posibilita
determinar: las características de los ataques de pánico (tipo, gravedad, etc.l, el
diagnóstico del TP y la agorafobia, el afrontamiento ante el pánico, las interpretaciones
catastrofistas, la evitación interoceptiva, la evitación agorafóbica, y los aspectos
psicosociales asociados.

Cuestionario Sandín, 1997 28 ítems [subítems para las escalas de ataque de pánico (13), e interpretaciones
de Ataques de catastrofistas (7ll. Diseñado para la evaluación y diagnóstico del TP (según criterios
Pánico para Niños DSM-IVl. Posibilita determinar: las características de los ataques de pánico (tipo,
y Adolescentes gravedad, etc.l, el diagnóstico del TP, las interpretaciones catastrofistas, y los aspectos
(CAPNl psicosociales asociados. Diseñado para niños y adolescentes.

Cuestionario Sandín et al., 2013; 14 ítems [subítems para las escalas de ataque de pánico (15 subítemsl e interpretaciones
Abreviado del Sánchez-Arribas catastrofistas (12 subítemsll. Evalúa tres aspectos centrales del TP mediante tres escalas
Trastorno de Pánico et al., 2015 breves: gravedad del pánico, interpretaciones catastrofistas al pánico, y autoeficacia ante
CCATPl el pánico.

Panic Disorder Houck et al., 2002 7 ítems; versión española abreviada de la PDSS-SR. Proporciona una medida global sobre la
Severity Scale-Self­ [Sandín, 2010; gravedad del trastorno de pánico.
Report CPDSS-SRl Sánchez-Arribas
et al., 20151

Inventario de Echeburúa et al., 69 ítems; diseñado para la evaluación de la agorafobia. En la primera parte se evalúa la
Agorafobia (!Al 1992 evitación, las sensaciones corporales (21 ítems) y las cogniciones (14 ítemsl relacionadas
con 34 situaciones. En una segunda parte se asocian estos ítems a 20 posibles factores
moderadores de las respuestas de ansiedad (compañía, tomar alcohol, etc.l.

(Continúa)

67
ID ,. Manual de psicopatología. Volumen 2

) ) Tabla 2.12. {Continuación}

Penn State Worry Meyer et al., 1990 16 ítems; evalúa la preocupación generalizada y patológica (preocupación excesiva
Ouestionnaire [Sandín y Chorot, e incontrolable). Existe una versión de once ítems (PSWQ- lll (Sandín et al., 2009).
(PSWQ) 1995; Sandín et al.,
2009)

Cuestionario para Sandín, 1997 11 ítems; diseñado para establecer el diagnóstico del TAG (según criterios DSM-IV) en
el diagnóstico un período breve de tiempo. Proporciona información sobre las características de las
del trastorno preocupaciones.
de ansiedad
generalizada
(GADQ-Ml

Generalized Anxiety Spitzer et al., 2006 7 ítems; diseñado para detectar casos de TAG en estudios de screening o en contextos
Disorder-7 (GADQ-7) [García-Campayo de atención primaria.
et al., 20I0J

Meta-Worry Wells, 2005 7 ítems; evalúa meta-cogniciones (meta-preocupaciones) negativas sobre el hecho
Questionnaire de preocuparse (enfermar por la preocupación, volverse loco, etc.>'.
(MWQ)

Trastorno de �nsiedáct ,d e separ��i,ón <TAS>


Cuestionario de Méndez et al., 2008 24 ítems; diseñado para evaluar la ansiedad de separación en niños entre 3-5 años. Incluye
Ansiedad por 3 subescalas sobre ansiedad de separación relacionada con la pérdida o daño de un ser
Separación de Inicio q_uerido, con el dormir y con acontecimientos cotidianos. Es aplicado por los padres.
Temprano (CASIT)

Cuestionario de Méndez et al., 2008 26 ítems; evalúa la ansiedad de separación en niños (6-11 años) a través de 3 subescalas:
Ansiedad por malestar por la separación, preocupación por la separación, y tranq_uilidad ante la
Separación en la separación. Posee dos versiones paralelas (para niños y para padres, respectivamente).
Infancia <CASD

Separation Anxiety Silove et al., 1993 15 ítems; evalúa la ansiedad de separación de forma retrospectiva en las personas adultas.
Symptom Inventory [Sandín, 19971 Aunq_ue se aplica en adultos, cuantifica la historia de ansiedad de separación ocurrida en
(SASD edades tempranas.
�U1 ,1 1 ,·i 11ll:
M. "" l�. ?.:1� '

Selective Mutism Bergman et al., 2013 23 ítems; evalúa la conducta de habla del niño en relación con tres contextos (subescalas):
Questionnaire (SMQ) [Olivares y Olivares­ la escuela, en casa/en familia, y en situaciones sociales. Incluye una subescala de
Olivares, 20181 interferencia/malestar. El cuestionario es contestado por los padres.

1 El MWQ incluye los siguientes siete ítems !adaptado de Wells, 2005, p. 1 19):
1. Me estoy volviendo loco de preocupación.
2. Mi preocupación aumentará y dejaré de funcionar.
3. Estoy enfermando por la preocupación.
4. Soy anormal debido a la preocupación.
s. Mi mente no puede soportar las preocupaciones.
6. Estoy perdiendo la vida debido a la preocupación.
7. Mi cuerpo no puede soportar las preocupaciones.
Cada ítem se evalúa seg ún dos escalas de respuesta: Frecuencia !entre 1 -4; «nunca», «a veces», «frecuentemente» y «casi siempre»)
y Creencia len cada pensamiento; entre 0-100; «no creo en este pensamiento en absoluto» [o], «estoy completamente convencido de
que este pensamiento es cierto» [100].

68
Capítulo 2. Trastornos de ansiedad :; �

B. Tratam iento ps ico lógico de los trastornos nentes relacionados con la modificación de las preocupaciones y
la intolerancia a la incertidumbre, integrando estrategias de entre­
namiento en relajación, reestructuración cognitiva sobre el conte­
de ansiedad
Aunque se dispone actualmente de protocolos psicológicos valida­ nido de las preocupaciones, resolución de problemas, exposición
dos empíricamente para el tratamiento de la mayor parte de los por imaginación a los miedos relacionados con la preocupación y
trastornos mentales, los trastornos de ansiedad se encuentran entre resolución de problemas. Para una presentación más detallada sobre
los que poseen mayor respaldo en este sentido (un análisis sobre el el tratamiento psicológico del TAG, véase Bados (2015).
papel de nuevos tratamientos de tipo transdiagnóstico se presenta En lo que concierne al tratamiento de las fobias específicas,
en el Capítulo ll. La aplicación de la terapia cognitivo-conductual la aplicación de la TCC tiene un largo recorrido y ha demostrado
<TCCl en trastornos específicos de ansiedad posee una larga tra­ elevados niveles de eficacia (Mariana y Martínez, 2011), habiéndose
yectoria, habiendo sido validada empíricamente para la mayoría desarrollado tratamientos específicos para el abordaje de diversos
de los trastornos de ansiedad, incluidas las fobias, el trastorno de tipos de fobias. Recientemente se ha puesto cierta atención en la
pánico y la agorafobia, el trastorno de ansiedad generalizada y, en aplicación de tratamientos intensivos basados en una sola sesión,
menor grado, el trastorno de ansiedad de separación; tal grado de tanto en población adulta como en niños y adolescentes <Davis III
evidencia no existe para ningún otro tipo de intervención psicoló­ et al., 2012). Aunque la TCC de las fobias puede incluir varios com­
gica dirigida a estos trastornos (Moriana y Martínez, 2011; Moraina ponentes, sin duda el más efectivo es la exposición. Para un análisis
et al., 20l7), siendo por tanto la TCC el tratamiento de elección de sobre el tratamiento de las fobias específicas, véase Sandín (2008).
los trastornos de ansiedad. Para obtener información más detallada Sobre el trastorno de ansiedad de separación existe evidencia
relacionada con el tratamiento de los trastornos de ansiedad véase empírica que apoya la eficacia de la TCC, así como también de
Emmelkamp y Ehring (2014); véase García-Vera y Sanz (2016) para otros enfoques como el manejo de la ansiedad familiar, el mode­
el ámbito de la infancia y la adolescencia. lamiento, la exposición en vivo, el entrenamiento en relajación y
En términos generales, los protocolos dirigidos a los diferentes la práctica de reforzamiento. No obstante, el nivel de evidencia es
trastornos de ansiedad se han basado en algún tipo de marco o menor que para los trastornos comentados anteriormente (Mariana
modelo teórico relacionado con cada trastorno. Así, entre los pro­ y Martínez, 201D. Un tratamiento preceptivo de TCC de la ansiedad
tocolos de TCC dirigidos al tratamiento del trastorno de pánico y de separación suele incluir módulos sobre relajación, autocontrol
la agorafobia cabe destacar los programas de tratamiento cogni­ y cognición (manejo de distorsiones cognitivas, como sobreestima­
tivo desarrollados por Salkovskis y Cark (1991) y por Craske y Bar­ ción del peligro, etc.l, psicoeducación, manejo de contingencias, y
low (2007l. El primero se basa sobre todo en técnicas cognitivas exposición; y suele implicar tanto al niño como a los padres (véase
(restructuración cognitiva, método socrático, etc.l y experimentos Méndez et al., 2008).
conductuales para modificar la interpretaciones catastrofistas. Cras­ Finalmente, el mutismo selectivo ha recibido menor atención
ke y Barlow, en contraste, hacen también uso de la exposición y el que otros trastornos de ansiedad, limitándose en su mayor parte
entrenamiento en respiración, al dar mayor relevancia al proceso de a estudios de caso. Aun así, los resultados de la TCC aplicada al
la hiperventilación. En España, Botella y Ballester (1997) desarrolla­ tratamiento del MS muestran su potencial de eficacia respecto a los
ron un programa de TCC del TP que integra componentes de ambos criterios de la Task Force (comisión de la American Psychological
enfoques, y Cano-Vindel y Dongil (2017) presentaron un enfoque de Association) para los estudios de caso único. Para una presentación
tratamiento basado en el modelo de la ansiedad de M. W. Eysenck. detallada sobre este trastorno, véase Olivares y Olivares (2018). Entre
En relación con el tratamiento del trastorno de ansiedad gene­ los componentes más frecuentes en los tratamientos basados en TCC
ralizada también se han venido proponiendo protocolos de interven­ del mutismo selectivo se encuentran el manejo de contingencias, el
ción sustentados en los modelos teóricos. Así, Borkovec et al. 0991, moldeamiento, el establecimiento de metas y el desvanecimiento
2004; Behar y Borkovec, 2005) sugieren un tratamiento compren­ estimular (transición gradual del habla desde un contexto cómodo
sivo centrado en la preocupación, con diversos ingredientes como a una situación temida en la que no se dal.
la prevención de respuestas de evitación, el control de estímulos,
la reestructuración cognitiva y la relajación. El enfoque cogniti­
vo-conductual basado en la intolerancia a la incertidumbre <Dugas I X . R e s umen d e as p ectos
y Robichaud, 2007) se centra fundamentalmente en la modificación fundamenta le s
de este constructo, junto al uso de diversas técnicas dirigidas al
manejo de la preocupación, las creencias negativas sobre el problema En primer lugar, es preciso tener en cuenta que, si bien la ansie­
y la evitación cognitiva (psicoeducación sobre las preocupaciones y la dad está presente en muchos trastornos psicológicos y orgánicos, el
incertidumbre, entrenamiento en solución de problemas, exposición «trastorno de ansiedad» se define por la presencia predominante
en la imaginación a los miedos, etc.l. Wells (2009) ha planteado el de síntomas de ansiedad, siendo estos irracionales y excesivamente
tratamiento del TAG dirigido no tanto a reducir la preocupación en intensos, persistentes y perturbadores para el paciente. Solo en los
sí misma como a modificar la preocupación Tipo 2 y las creencias trastornos de ansiedad el cuadro clínico está dominado por reaccio­
negativas sobre la preocupación (meta-creencias). Incluye compo­ nes de ansiedad, las cuales constituyen las características primarias
nentes sobre la incontrolabilidad de la preocupación, la socializa­ del trastorno (no son, por ejemplo, reacciones secundarias a otro
ción, y sobre la modificación de la peligrosidad de la preocupación trastorno mental presente en el individuo). Las reacciones de ansie­
y las creencias positivas sobre la preocupación. Finalmente, otro de dad pueden presentar diferentes formas de manifestación, dando
los programas consolidados de TCC diseñados para el tratamiento lugar, así mismo, a distintos cuadros clínicos o categorías de tras­
del TAG es el desarrollado por el grupo de Barlow (Zinbarg et al., tornos de ansiedad. En este capítulo se han analizado las siguien­
2006). Este es un programa ecléctico en el que se aúnan compo- tes categorías: ( 1 ) fobia específica; (2) trastorno de pánico <TPl;

69
11/i )i; Manual de psicopatología. Volumen 2

(3) agorafobia; (4) trastorno de ansiedad generalizada (TAGl; (5) del número de diagnósticos, con los consecuentes efectos sobre
trastorno de ansiedad de separación (TAS); (6) mutismo selectivo el incremento artificial del número de trastornos mentales en la
(MSl; (7) trastornos de ansiedad inducidos por drogas o medicamen­ población. La agorafobia también puede ocurrir independiente­
tos y trastornos de ansiedad y (8) trastornos de ansiedad debidos a mente del pánico (sin historia de ataques de pánico y/o trastorno
una condición médica. de pánico), aunque estos casos son muy poco frecuentes en los
Las fobias específicas se definen por la existencia de reaccio­ contextos clínicos.
nes intensas de miedo o ansiedad asociadas a objetos o situaciones La teoría más influyente sobre el TP está representada por el
específicos como, por ejemplo, las aguas profundas, las tormentas, enfoque cognitivo desarrollado por Clark, en el cual desempeñan un
la oscuridad, los lugares cerrados, los animales, los procedimien­ papel central las interpretaciones catastrofistas. Esta teoría, no obs­
tos quirúrgicos, volar en avión, etc. Debe tenerse en cuenta que, tante, ha sufrido recientemente dos reformulaciones. En la primera
aunque las fobias suelen implicar siempre la conducta de evitación se introduce el concepto de autoeficacia hacia el pánico (Caseyl. En
(activa o pasiva), en términos clínicos se asume que basta con que la segunda se integra el concepto de sensibilidad a la ansiedad en
el paciente tolere con dificultades la presencia del estímulo fóbico un modelo tripartito que incluye también las interpretaciones catas­
(p. ej., presencia de excesivo miedo, necesidad de un acompañan­ trofistas y la autoeficacia hacia el pánico (Sandínl. Otros modelos
te, etc.l. Las fobias se categorizan en base al tipo de estímulos que se han focalizado en la hiperventilación (Ley) o en el aprendizaje
desencadenan las reacciones de ansiedad. Así, se diferencian cuatro interoceptivo (Wolpe y Rowanl. Finalmente, se presenta un modelo
categorías de fobia específica: animal, ambiental, sangre-inyeccio­ integrativo sobre la etiopatogenia del TP (Sandínl.
nes-daño y situacional. El trastorno de ansiedad generalizada contrasta con otros tras­
Las teorías iniciales sobre las fobias se basaron en el condi­ tornos de ansiedad porque en él no existen estímulos, más o menos
cionamiento y forman parte de los primeros acercamientos experi­ específicos, a los que el paciente asocie sus síntomas. Se trata de
mentales al estudio de la etiología del miedo y la ansiedad. Entre una forma difusa y crónica de ansiedad, uno de cuyos síntomas más
estas teorías destacan las descritas por Watson y Rayner (modelo característicos es la preocupación excesiva e incontrolable por el
de condicionamiento del miedo), Mowrer (teoría bifactoriall, Selig­ sujeto. Se ha producido un importante avance sobre el conocimiento
man (teoría de la preparación de las fobias), y Eysenck (teoría de de este trastorno merced, sobre todo, a los trabajos del grupo de
la incubación de la ansiedad). Posteriormente se enfatizó el papel Borkovec sobre la preocupación ansiosa. Las aportaciones que se
de los factores cognitivos ( Reiss y McNallyl y la integración de las han producido en relación con este trastorno han posibilitado que
tres formas básicas de aprendizaje del miedo, i. e., experiencias de definitivamente se haya desterrado el concepto de que el trastorno
condicionamiento, aprendizaje vicario y transmisión de información de ansiedad generalizada es únicamente un trastorno residual de
(Rachmanl. Más recientemente se ha subrayado el papel de la sen­ ansiedad («ansiedad flotante»). Actualmente se entiende como una
sibilidad al asco como factor etiológico de algunos tipos de fobias. entidad nosológica con características propias. A veces se ha aso­
El trastorno de pánico posee como característica central la pre­ ciado al rasgo de ansiedad y se ha especulado que podría tratarse
sencia recurrente de ataques de pánico. El ataque de pánico es un de una forma de trastorno de personalidad.
estado de ansiedad que presenta ciertas peculiaridades, como la El modelo etiológico sobre el TAG más influyente es el modelo
aparición súbita de intenso miedo acompañada de una serie de de evitación emocional basado en la preocupación (Borkovecl. Los
síntomas físicos que generalmente se denominan como «síntomas posteriores modelos se han basado en este y han aportado nuevas
del ataque de pánico» (el DSM-5 refiere trece síntomas asociados hipótesis basadas en nuevos constructos como la intolerancia a la
al ataque de pánico). Aunque todos estos síntomas suelen ocurrir en incertidumbre (Dugasl y las meta-cogniciones (Wellsl. También se
la mayoría de los ataques de pánico, se ha visto que unos ocurren han presentado modelos integrativos; por ejemplo, Barlow ha inte­
con más frecuencia que otros. Un ataque de pánico implica que el grado su hipótesis sobre la aprensión ansiosa (incontrolabilidad e
individuo experimente cuatro o más de estos síntomas (en el caso impredecibilidad) con los conceptos de preocupación e intolerancia
de ser menos, se denomina «ataque de pánico de síntomas limita­ a la incertidumbre. Otras orientaciones han tratado de integrar la
dos»). El DSM-5 diferencia entre dos tipos de ataques de pánico: desregulación emocional (Mennin) y la aceptación (Roemer y Orsi­
ataques de pánico esperados (se dan, por ejemplo, en las fobias) llol en el marco teórico que proporciona el modelo de evitación
y ataques de pánico inesperados (deben estar presentes para el emocional basado en la preocupación.
diagnóstico del TPl. No parece que existan suficientes razones para apoyar la hipó­
Un factor de particular relevancia en el trastorno de pánico y la tesis tradicional de que el trastorno de ansiedad de separación
agorafobia es la existencia de ansiedad anticipatoria relacionada sea un trastorno propio de la infancia y la adolescencia. El DSM-5
con posibles ataques de pánico futuros. El concepto de ansiedad entiende que este trastorno también cursa durante la edad adulta,
anticipatoria equivale al tradicional concepto de «miedo al mie­ con porcentajes tan elevados como durante la etapa infantojuvenil.
do», esto es, miedo a experimentar síntomas de pánico o similares No obstante, al diagnosticarse este trastorno es importante valorar
a los del ataque de pánico. La ansiedad anticipatoria es un fenóme­ la posibilidad de que la ansiedad sea una reacción normal vinculada
no común en el trastorno de pánico y en la agorafobia. Se trata, por al período de desarrollo evolutivo del individuo. La etiología de este
tanto, de una ansiedad anticipatoria inducida por estímulos intero­ trastorno es menos conocida que en otros trastornos de ansiedad,
ceptivos (sensaciones corporales). si bien se ha documentado que tanto la inhibición conductual como
Aunque el DSM-5 diferencia entre TP y la agorafobia, tal dife­ ciertas variables ambientales juegan un papel relevante, destacán­
renciación no queda del todo clara debido al elevado solapamiento dose entre estas últimas el apego inseguro y las prácticas de crianza
que se da entre los criterios de diagnóstico de ambos trastornos. protectoras y controladoras (intrusión); así mismo, se ha subrayado
Por otra parte, el diagnóstico separado de ambos síndromes cuan­ la influencia de estresores traumáticos (p. ej., abuso sexual) y nor­
do estos se dan comórbidamente supone una inflación innecesaria mativos (p. ej., divorcio de los padres).

70
Capítulo 2. Trastornos de ansiedad ,;\ ill¡

El mutismo selectivo es un trastorno de ansiedad poco frecuente dad, intervienen factores temperamentales (inhibición conductual) y
y poco conocido. Gran parte de la evidencia procede de estudios ambientales (p. ej., traumas tempranos). También se ha sugerido q_ue
de caso. Es un trastorno muy comórbido con otros trastornos de podría tratarse de un trastorno del neurodesarrollo por su elevada
ansiedad, especialmente con la fobia social y el TAS. Su etiología es comorbilidad con problemas del habla y el lenguaje.
escasamente conocida aunq_u e, como en otros trastornos de ansie-

•• Té r m i n o s c lave
Agorafobia [= miedo a los lugares I nter p retaciones S ensibilidad a la ansiedad
públicos) 3 7 catastrofistas 57 Trastorno de ansiedad
43

Ataque de pánico esperado 4 7 Ley de incubación 4 7 generalizada 54


Ataque de pánico inesperado 4 7 Meta-preocupación 67 Trastorno de ansiedad de
Fobia [= miedo, pavor) 36 Mutismo selectivo 64 separación 62
Fobia específica 36 Preocupación 55 Trastorno de pánico 44

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•• Autoeva luación
Westphal definió en 1871 la agorafobia como: 6. El diagnóstico del trastorno de ansiedad generalizada
al Miedo a los lugares públicos. requiere que, junto a la ansiedad y la preocupación, el
l.

bl Miedo a los espacios abiertos. individuo haya experimentado al menos tres síntomas de
un conjunto de seis. Indique cuál de los siguientes sínto­
cl Miedo a los síntomas similares a los del ataque de pánico. mas NO se incluye para dicho diagnóstico CDSM-5):
dl Miedo a los lugares cerrados. a) Dificultad para concentrarse.
2. Indique cuál de los siguientes síntomas NO corresponde al b) Temblor muscular.
conjunto de 13 síntomas a partir de los cuales se define el e) Tener la mente «en blanco».
ataque de pánico CDSM-5): d) Dificultades paro dormir.
al Miedo a morir. 7. lCuál de los siguientes modelos sobre la etiología del tras­
bl Sensación de atragantarse. torno de ansiedad generalizada diferencia entre dos tipos
c) Sensación de asfixia. de preocupaciones (preocupaciones Tipo I y preocupacio­
d) Irritabilidad o tensión muscular. nes Tipo 2):
a) Modelo de aprensión ansiosa.
3. Partiendo de los datos que nos proporcionan los estudios
epidemiológicos, señale cuál de las siguientes fobias espe- b) Modelo de intolerancia a la incertidumbre.
cíficas posee la mayor tasa de prevalencia: c) Modelo de evitación emocional basado en la preocupación.
a) Fobia a las alturas. d) Modelo metacognitivo.
b> Fobia a los espacios cerrados. 8. Aunque los trastornos de ansiedad son los trastornos más
prevalentes entre todos los trastornos mentales, no todos
c) Fobia a viajar en avión.
tienen similares tasas de prevalencia. Entre los trastornos
d) Fobia a las tormentas. que se indican a continuación lcuál tiene la tasa más baja
4,, Klein (1961.J, 1981) llevó a cabo varias aportaciones que de prevalencia?
mejoraron el conocimiento psicopatológico del trastorno a) Mutismo selectivo.
de pánico. Indiqué cuál de las siguientes aportaciones NO b) Trastorno de pánico.
corresponde a Klein: c) Trastorno de ansiedad de separación.
al Establecer que la agorafobia es una consecuencia de los d) Trastorno de ansiedad generalizada.
ataques de pánico.
9. En la etiología del trastorno de ansiedad de separación
b) Diferenciar entre ataque de pánico y ataque de ansiedad. intervienen diversos factores familiares que también sue­
c) Considerar el ataque de pánico como una neurosis de an- len asociarse a otros trastornos de ansiedad. No obstante,
siedad. se ha sugerido (Wood, 2006) como factor específico de
d) Establecer que, tras la experiencia de ataques de pánico, este trastorno:
se desarrolla ansiedad anticipatoria hacia nuevos ataques. a) El abuso sexual durante la infancia.
5. Entre los diferentes modelos que se han formulado espe­ b) El estilo de apego inseguro y miedoso/preocupado.
cíficamente sobre la etiología del trastorno de pánico, c) La práctica de crianza permisiva.
lcuál de los siguientes integra como conceptos centrales d) La práctica de crianza intrusiva.
las interpretaciones catastrofistas y la sensibilidad a la 10. El mutismo selectivo suele presentar elevada comorbilidad
ansiedad? con otros trastornos de ansiedad, pero especialmente con:
al El modelo cognitivo tripartito. a) El trastorno de ansiedad social.
b) El modelo cognitivo de Clark. b) La fobia específica.
c) El modelo cognitivo integrotivo. c) La agorafobia.
d) El modelo cognitivo basado en la hiperventilación. d) El trastorno de ansiedad generalizada.

76 ·
CAPÍTUL0 3

TRASTORNO DE ANSIEDAD SOCIAL


Cristina Botella y Javier Fernández-Álvarez

l. Introducción 71 V. Recomendaciones para la evaluación 98


11. Clasificación 78 A. Instrumentos para el diagnóstico de TAS 98

79
B. Utilización de tecnologías 99

8/ VI. Recomendaciones para el tratamiento


A. Evolución del diagnóstico clínico
B. Comorbilidad, heterogeneidad y estructura 99

VII. Resumen de aspectos fundamentales 102


C. Epidemiología y curso evolutivo 82
D. Diagnóstico diferencial 82
III. Características transdiagnósticas 83 TÉRMINOS CLAVE /02
LECTURAS RECOMENDADAS
IV. Comprendiendo la ansiedad social y el trastorno
103
de ansiedad social 86 REFERENCIAS 103
A. Factores etiológicos: aportaciones iniciales 86 AUTOEVALUACIÓN /08
B. La importancia de la cognición y la imaginación
(modelos cognitivo-verbales y cognitivo­
imaginativosl 89

Tendremos que desarrollar nuevas formas de interacción y cola­


El mundo social es un lugar peligroso. Con pocos leones o la vis­
boración en el modo hedónico, si queremos seguir siendo seres,
ta y demasiada comida dulce y calórica alrededor, son las personas,
eminentemente, sociales».
más que los depredadores o el hambre, las que constituyen los prin­
cipales peligros de la vida moderna. Las personas que acabamos
de conocer pueden ser hostiles y sardónicas. Las potenciales pare­ - l . 1 ntroducción
jas románticas podrían ignorar o rechazar tajantemente nuestros
avances. Los amigos pueden pensar que carecemos de destrezas Los seres humanos, como organismos vivos, somos ejemplos para­
sociales. El público puede burlarse de nosotros cuando presentamos digmáticos de sistemas abiertos capaces de interactuar con nues­
nuestro charlo o nuestro discurso. Nuestros jefes pueden poner en tro universo participativo y con lo fundamental de dicho universo,
peligro nuestros esfuerzos paro ascender en la escala corporativa esto es, con el resto de los seres humanos. Una característica cla­
de la empresa. Por lo tanto, no es sorprendente que en las socie­ ve que nos define es, precisamente, nuestra naturaleza gregaria.
dades modernas el temor a hablar en público sea más prevalente Hemos podido progresar como especie gracias a las relaciones que
que el temor a las serpientes o las arañas» CGilboa-Schechtman, hemos sido capaces de establecer con el resto de los seres huma­
Shachar y Helpman, 2014, p. 599). nos. Durante milenios, esas interacciones con los demás nos han
proporcionado una gran cantidad de información, conocimientos,
Con la aparición de nuevas amenazas de la naturaleza, como así como un intercambio de habilidades y destrezas que nos han
el COVID-19, se pondrán en marcha estrategias adicionales de permitido sobrevivir y habitar con éxito todo nuestro planeta e
defensa y protección frente a los congéneres en el modo agónico. incluso empezar a ir más allá. Vistos desde el presente, los frutos de

77
•t Manual de pslcopatología. Volumen 2

esa colaboración entre seres humanos resultan increíbles, desde la Ante esto, no es posible dejar de plantear una serie de pregun­
fabricación de las primeras herramientas y las estrategias de trabajo tas: (al lCÓmo es posible que la mayoría de las personas pueda
en grupo necesarias para la supervivencia, pasando por el lenguaje, colaborar con otros y dar forma a proyectos magníficos en beneficio
los distintos alfabetos, el arte, la filosofía, la imprenta, o las actuales de todos?, lcómo es posible que la mayoría de personas disfrute
tecnologías de la información y la comunicación, por no citar más estando en grupo y busque la compañía de los demás, precisa­
que algunos ejemplos paradigmáticos. mente, para aumentar ese disfrute?; (b) lpor qué algunas personas
Para algunas personas este proceso, aparentemente simple, de tienen tantas dificultades para actuar, interactuar, colaborar o dis­
interactuar o mantener algún tipo de relación con,. otros, provoca un frutar con otros?, lcómo podemos explicar la aparición y el mante­
terror insuperable y, a menudo, se evita. Su efecto respecto al tra­ nimiento de esa ansiedad social patológica que puede tener efectos
bajo y la calidad de vida puede ser totalmente devastador <Barlow, tan devastadores para quien la sufre?, les posible hacer algo para
1988). En este sentido, cabe señalar que un cierto grado de ansie­ ayudar a las personas que presentan ansiedad social patológica' El
dad social, en relación con las interacciones que podamos mantener objetivo de este capítulo es intentar dar algunas respuestas a estas
con las personas que nos rodean, es una emoción completamente preguntas.
normal, una emoción necesaria y adaptativa, una herramienta muy Sin duda, el interés en este tema está totalmente justificado,
útil para nosotros. Nos ayuda a prever, anticipar y a hacer pla­ tanto desde un punto de vista clínico como social. Como a conti­
nes acerca de nuestro futuro, nos motiva para prepararnos para nuación veremos, se trata de un problema que afecta a un gran
actuar de forma eficaz ante determinadas situaciones, sobre todo, sector de la población, además suele estar asociado a otro tipo de
en situaciones interpersonales nuevas o importantes para la persona. problemas, como la dependencia del alcohol, el bajo rendimiento
La ansiedad social es incluso necesaria para guiarnos a la hora de académico y laboral, o una notable perturbación de las relaciones
seguir normas y convenciones sociales, o para prepararnos mejor sociales, etc. Si tenemos en cuenta también el importante sufrimien­
para afrontar determinadas situaciones y, como resultado, realizar to personal que conlleva y la interferencia que ocasiona en numero­
mejor una amplia variedad de tareas que suponen interacción social. sas áreas vitales, cabe concluir que la ansiedad social y la ansiedad
Además, anticipar o vivir con nerviosismo una determinada interac­ social patológica constituyen un importante problema de salud que
ción social (p. ej., una entrevista de trabajo, una primera cita con merece toda nuestra atención.
una persona que nos interesa), o una actuación en público (p. ej.,
dar una charla, responder a un examen orall es algo muy común y
totalmente normal. La mayoría de nosotros experimentamos cierto
2) Ansiedad social (ASj. La ansiedad social es una experien­
grado de ansiedad cuando afrontamos alguna situación de interac­
cia h umana común caracteri zada por un intenso temor a
ción social que consideramos importante y, por tanto, deseamos dar
una buena impresión a los demás. Pero, algunas personas van más la evaluación [ya sea negativa o positiva) por parte de los
allá. En esos momentos, pueden experimentar síntomas fisiológicos demás, en situaciones sociales.
de ansiedad (p. ej., sudoración, palpitaciones, rubor, temblores, difi­ 2) Trastorno de ansiedad social (TASI. C uando la AS lle­
cultades para tragar), o tener pensamientos catastróficos o dudas ga a un punto máximo de gravedad y de interferencia, de
acerca de cómo será (o cómo ha sido) su actuación y cómo la verán
forma tal que el funcionamiento de la persona en su vida
y juzgarán l os demás (o cómo la han visto y la han juzgado), e
incluso puede que deseen abandonar la situación cuanto antes. En cotidiana se ve afectado, se denomina TAS. Se define como
suma, un cierto grado de ansiedad social resulta de gran ayuda un marcado miedo o ansiedad intensos que aparecen prác­
para numerosas tareas relacionadas con las interacciones que rea­ ticamente siempre en relación con una o más situac iones
lizamos con los demás, aunque si se exacerba, puede tener efectos sociales en las que la persona se expone al escrutinio por
perjudiciales. Por tanto, la ansiedad social, como la ansiedad en parte de otros y teme actuar de modo embarazoso, ridículo
general, tiene un enorme valor para la supervivencia. Se ha llegado o h umillante, o a mostrar signos de ansiedad que puedan
a afirmar que la ansiedad es la sombra de la inteligencia y que,
ser perci bidos y valorados negativamente por los observa­
si desapareciese de la faz de la tierra, esto tendría un efecto más
devastador que la explosión de miles de bombas atómicas en una dores. Estas preocupac iones pueden ser tan pronunciadas
guerra nuclear (Liddell, 1949. Citado en Barlow, 1988). De la misma que la persona evita la mayoría de los encuentros interper­
forma, sin ansiedad social, sería enormemente difícil que progresá­ sonales, o soporta tales situaciones con una intensa inco­
ramos como seres humanos. modidad.
Ahora bien, los demás nos pueden ayudar, pero los demás tam­
bién pueden ser una gran amenaza. De hecho, las respuestas defen­
sivas emergen, a lo largo de la evolución, como adaptaciones ante

..
peligros de la naturaleza y contra las amenazas de los enemigos; y
los amigos y los enemigos se pueden dar tanto dentro como fuera
.. 1 1 . C la s ificación
de la especie. Como señala Marks (1987), la evolución sería enton­ La ansiedad social (AS) es una experiencia humana común caracte­
ces una carrera armamentística entre las adaptaciones defensivas rizada por un intenso temor a la evaluación, por parte de los demás,
de las víctimas y los intentos de los predadores para superarlas. La en situaciones sociales. Cuando la AS llega a un punto máximo de
adaptación no es nunca perfecta; amenazar, escapar, o colaborar gravedad y de interferencia, de forma tal que el funcionamiento
tiene diferentes ventajas y/o
• inconvenientes, dependiendo de los de la persona en su vida cotidiana se ve afectado, se denomina
enemigos, de los posibles amigos, de las armas, recursos o habilida­ trastorno de ansiedad social <TAS) (Morrison y Heimberg, 2013).
des disponibles, así como del contexto o la situación. Se define como un miedo o ansiedad intensos que aparecen, prác-

78
Capítulo 3. Trastorno de ansiedad social üf,

ticamente siempre, en relación con una o más situaciones sociales «Pensarán que soy tonto», «No valgo nada», «Nadie querrá estar
en las que la persona se expone al escrutinio por parte de otros y conmigo», «Me van a rechazar», «Si me dicen que lo hago bien
teme actuar de modo embarazoso, ridículo o humillante, o a mos­ ahora, cada vez me exigirán más y no podré hacerlo», etc. Estos
trar signos de ansiedad que puedan ser percibidos y valorados nega­ pensamientos, o bien anticipan con aprehensión ansiosa el fraca­
tivamente por los observadores. Estas preocupaciones pueden ser so que se va a producir en la situación o se producen mientras
tan pronunciadas que la persona evita la mayoría de los encuentros la situación está teniendo lugar, o bien rememoran obsesivamen­
interpersonales, o soporta tales situaciones solo con una intensa te el supuesto fracaso que ya se ha producido. La persona puede
incomodidad. continuar anticipando o rumiando minuciosamente acerca de sus
Se trata de situaciones en las que la persona considera que va a posibles fallos, errores y/o debilidades. Puede criticarse a sí misma
ser observada y evaluada por los demás, con independencia de que repetidamente, preguntándose por qué es tan estúpida. Además,
esta observación y evaluación se produzca o no. La persona piensa estos pensamientos y críticas destructivas pueden estructurarse y
que es probable que dicha evaluación pueda tener efectos perju­ cristalizarse en auto-imágenes negativas acerca de cómo cree la
diciales para ella. Además, este temor o ansiedad ante situaciones persona que la veían los demás durante la situación, auto-imágenes
sociales no ha disminuido o desaparecido a lo largo del tiempo, con que acuden a su mente cada vez que anticipa otras situaciones
independencia de las veces que la persona que padece este proble­ sociales y hacen que todavía se perciba la próxima situación social
ma haya tenido que afrontarlas. Bien al contrario, dichas situaciones con más aprehensión ansiosa (Heimberg et al., 2010; Heimberg, Bro­
se suelen anticipar ansiosamente (a veces días, semanas o meses zovich, et al., 2014).
antes de que se produzcan), así como vivir y recordar cuando la Como ya se ha señalado, la AS es muy común. Por tanto, es
situación ya ha pasado (también durante días, semanas o meses) importante diferenciar entre niveles normales y niveles clínicos de
de forma negativa. Esto suele crear círculos viciosos en los que la AS que lleguen a alcanzar el estatus de TAS. Hace ya años se pro­
AS/TAS provoca pensamientos y síntomas de ansiedad, que pueden pusieron algunos criterios generales (Leitenberg, 1990) para dife­
dar lugar a que se produzca, precisamente, aquello que tanto se renciar entre esos niveles como: la intensidad del miedo, el grado
teme: actuaciones deficitarias o insatisfactorias que, a su vez, gene­ de malestar emocional experimentado las situaciones temidas, la
ran más ansiedad y confirman la creencia que mantiene la persona evitación, la incapacitación que produce, así como el grado en que
acerca de la peligrosidad o la amenaza que las situaciones sociales interfiere en el funcionamiento cotidiano. Las personas que pade­
tienen para ella. cen este problema experimentan un nivel de ansiedad que excede,
Las situaciones sociales temidas pueden ser muy variadas: con mucho, la realidad de la situación y, aunque tanto el miedo
hablar en público, realizar alguna acción delante de otras personas como la evitación pueden manifestarse de formas muy variadas,
(p. ej., comer, hablar, escribir, leer, etc.), iniciar y mantener conver­ suelen limitar las posibilidades de desarrollo personal y afectar de
saciones (ya sea con desconocidos, o con personas fuera del círculo forma muy importante la calidad de vida. Por ejemplo, la persona
familiar íntimo, etc.l, asistir a reuniones, fiestas y actos sociales, puede no implicarse en relaciones de amistad, o en relaciones de
situaciones en las que la persona pueda ser observada (p. ej., entrar pareja, rechazar oportunidades educativas o de trabajo, o aislarse
en una cafetería, un teatro o, simplemente, en casos extremos ir por de cualquier encuentro social, etc. (Baños, Ouero, Botella y Perpiñá,
la calle), hablar con figuras de autoridad (profesores, jefes, etc.), 2003). Además, aunque es un problema que tiene tratamiento, a
reunirse o interactuar con una persona por la que se siente atrac­ menudo no se recibe ya que tarda mucho en obtenerse un diagnós­
ción, hablar por teléfono, utilizar un lavabo público, etc. La forma tico adecuado. Algunas personas acuden a buscar tratamiento solo
que tiene de manifestarse la AS/TAS es similar a la de otras emo­ después de años de sufrimiento y, desgraciadamente, después de
ciones, esto es, a nivel fisiológico, comportamental y cognitivo. Por haber sufrido complicaciones asociadas a la AS/TAS, como depre­
lo que respecta a correlatos fisiológicos, pueden aparecer distin­ sión grave o abuso de alcohol (Wittchen y Fehm, 2001l.
tos síntomas corporales, como taquicardia, molestias estomacales,
mareos, etc., los síntomas más típicos de este trastorno son el rubor, A. Evolución del d iagnóstico c lín ico
los temblores y la sudoración (Stein y Stein, 2008). En cuanto a
las respuestas comportamentales, pueden ser también muy diver­ Las primeras descripciones de ansiedad en situaciones sociales o
sas. Generalmente, la persona intenta evitar las situaciones sociales constructos relacionados, como el miedo a hablar en público, se
temidas o, si está obligada a ir o a estar en ellas, lo hace protegién­ remontan a Hipócrates y, en la literatura, se recuerda que incluso
dose de algún modo. Es lo que se denomina conductas de seguridad, Cicerón «L.l temblaba al principio de su discurso» (Burton, 1621.
por ejemplo, rehuir el contacto ocular con los demás para evitar que Citado en Hyett y McEvoy, 2018. p. 261). Esto no es de extrañar ya
alguien se le acerque o le pregunte, utilizar alguna treta (como con­ que, como hemos señalado, esas cautelas, miedos o ansiedades res­
sultar el móvil o fingir que está muy interesada leyendo algo), apo­ pecto a situaciones sociales son algo inherente al funcionamiento y
yar las manos en algún lugar por si tiemblan, ponerse ropa gruesa las relaciones que se establecen entre los seres humanos.
para que se perciba menos el sudor, etc. En cuanto a pensamientos, Los problemas relacionados con la interacción social han sido
estos suelen centrarse en desprecios hacia uno mismo, o posibles denominados con muy diversos términos, cada uno presenta mati­
fracasos en la situación temida (p. ej., lo voy a hacer mall, que van ces distintos en cuanto a su significado: vergüenza, timidez, retrai­
a ocasionar determinados juicios por parte de los demás -ya sean miento, turbación, azoramiento, inhibición social, miedo a hablar
estos negativos o positivos- (Gilbert, 2001; Heimberg, Brozovich, y en público, ansiedad social, ansiedad interpersonal, ansiedad de
Rapee, 2010; 2014), que tendrán consecuencias catastróficas o que evaluación, miedo escénico, etc. Como recuerdan Hyett y McEvoy
la persona percibe como posibles amenazas presentes o futuras. (2018), tanto Dugas (1898)
• como Hartenberg (1901) escribieron acer­
Ejemplos de pensamientos típicos, serían: «Lo voy a hacer fatal» ca de estos tipos de ansiedad y, este último, en su libro Les timides
o «Lo he hecho fatal», «Soy un desastre», «No les gusto nada», et la timidité, llegó a caracterizar la timidez como «una combina-

79
· Manual de psicopatología. Volumen 2

ción de miedo, vergüenza y bochorno que se experimenta en situa­ problema se amplió en la versión revisada de 1987. Específicamen­
ciones sociales y que afecta la competencia psicosocial a través de te, se incorporó el subtipo de fobia social generalizada, aplicado a
ataques ("acces"l de miedo» (Berrios, 2013, p. 273) Janet (1903) personas con miedo a situaciones genéricas de interacción social
introdujo el concepto de psicastenia e incorporó en el mismo las <DSM-III-R: APA, 1987>. Asimismo, esta versión revisada eliminó la
características de la ansiedad social < phobie des situations sociales) exclusión del diagnóstico en personas que cumplieran criterios de
para describir a los pacientes con miedo a ser observados mientras trastorno de personalidad por evitación, permitiendo la comorbili­
hablaban, escribían o tocaban el piano; quizás por ello se atribuye dad entre ambas condiciones clínicas.
a Janet la acuñación del término fobia social (Berrios, 2013). En la cuarta edición del DSM-IV, publicada en 1994, no se lleva­
Sin embargo, a pesar de esta larga historia, no se llevó a cabo ron a cabo modificaciones sustanciales, aunque cabe destacar que
una consideración minuciosa de lo que hoy entendemos por AS/TAS por primera vez aparece la denominación de trastorno de ansiedad
hasta la publicación en 1970 por parte de Isaac Marks de un trabajo social (Ballenger et al., 1998), aunque en ese momento no se aceptó
titulado The classification of phobic disorders. En dicho trabajo se y consolidó este término. Además, en esta edición se defendió la
clasificaron como fobias sociales el miedo a comer, beber, temblar, idea de que los ataques de pánico pueden estar presentes en todos
ponerse rojo, hablar, escribir o vomitar si podían ser observados los trastornos de ansiedad, lo cual permitió reconocer los ataques
por otras personas. Además, Marks defendió que las personas que de pánico limitados al miedo provocado por situaciones de interac­
padecían este problema formaban un grupo de pacientes situados ción social.
entre la fobia específica y la agorafobia, ya que presentaban más
La última versión del DSM-5 (2013) introdujo algunas variaciones
miedos que las personas con fobias a los animales, pero menos que
importantes en el diagnóstico de este problema. La más evidente
los agorafóbicos. Con sus propias palabras; «Los psiquiatras ven
es el cambio de nombre de fobia social a trastorno de ansiedad
una gran variedad de fobias sociales en forma de miedos a comer,
social, como un intento de capturar la experiencia más global y
beber, temblar, sonrojarse, hablar, escribir o vomitar en presencia
discapacitante respecto a la fobia específica que tiene realmente,
de otras personas. Estos difieren de los temores a las multitudes
en muchos casos, un estímulo bien concreto y delimitado (Liebowitz
que se encuentran en los agorafóbicos, en que estos últimos son
et al., 2000l. Sin embargo, también se produjeron cambios respecto
más aprensivos acerca de una masa de personas juntas que a los
a los criterios generales, así como la inclusión de un tipo específico
individuos que forman la multitud» ( Marks, 1970, p. 383). En ese
que antes no existía.
momento, Marks ya señaló algunas características clínicas: las
fobias sociales constituían aproximadamente el 8 % de los trastor­ En cuanto a los criterios, se generó un criterio específico para el
nos fóbicos atendidos en el Hospital Maudsley de Londres, ocurrían miedo a la evaluación negativa (criterio Bl. Esto responde al intento
tanto en hombres como en mujeres, solían comenzar después de la de subrayar la idea de que en la AS son fuentes importantes de mie­
pubertad, con un pico en los últimos años de la adolescencia y la do, no solo la posibilidad de ser humillado, avergonzado o evaluado
edad de inicio era similar a la de la agorafobia. negativamente, sino también el miedo al rechazo y a ofender a los
A partir de esta aportación fundamental de Isaac Marks, otros (Heimberg et al., 2014). Asimismo, se modificó el anterior cri­
el diagnóstico formal de fobia social se incluyó, por primera vez, terio C, que respondía al reconocimiento del miedo como excesivo
en la tercera edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los e irrazonable, por el actual criterio E, que plantea que el miedo
Trastornos Mentales <DSM-III; American Psychiatric Association, o la ansiedad son desproporcionadas respecto a la amenaza que
[APA1I980l. supone la situación social y el contexto sociocultural. Por último, se
incorpora el criterio F que requiere que la AS/TAS tiene que haber
a. La ansiedad social en el DSM estado presente durante, al menos, seis meses.

En las dos primeras ediciones del DSM, en las décadas de los años Por otro lado, se ha incluido el especificador de actuación < per­
cincuenta y sesenta, se refleja el predominio de la psiquiatría psi­ formance) si el miedo o la ansiedad se limita a una situación espe­
coanalítica de la época, y la ansiedad social patológica no tenía cífica como hablar o actuar en público, y se ha eliminado el anterior
lugar como entidad específica, sino que existía un diagnóstico especificador de fobia social generalizada. Además de lograr una
genérico denominado reacciones o neurosis fóbicas. Con la publica­ mejor confiabilidad diagnóstica, la evidencia existente, aunque no
ción del DSM-III en 1980, se reconoce formalmente este problema, es concluyente, sugiere que hay criterios empíricos que apoyan esta
aunque con una visión acotada en relación con lo que se entiende categoría específica (Heimberg et al., 2014).

b. La ansiedad social en la CIE


hoy en día por AS/TAS. De hecho, en ese momento se consideraba
una fobia simple que se diagnosticaba únicamente ante situaciones
como el miedo a hablar en público, el miedo a comer en público o a La Clasificación Internacional de las Enfermedades, incluye a la
escribir en presencia de otras personas. Además, si estaba presente ansiedad social como categoría diagnóstica independiente en
la depresión mayor o el trastorno de personalidad por evitación, la décima edición (CIE-IOl (Organización M undial de la Salud
el diagnóstico de fobia social quedaba descartado. En rigor, esto [OMSJ, 1992). En línea con el DSM de esa época (el DSM III-TR y
excluía del diagnóstico de fobia social a personas con miedos inter­ el DSM-IVl, la CI E conceptualiza la ansiedad social dentro de la
personales generalizados y con altos niveles de disfuncionalidad, lo categoría de «Trastornos de ansiedad fóbica», junto con las fobias
cual queda recogido en el DSM III en tanto el texto explicita que, específicas, la agorafobia y otros trastornos de ansiedad fóbica. A
por lo general, las personas presentan un solo un estímulo fóbico, su vez, los trastornos de ansiedad están recogidos dentro de lo sec­
que es un trastorno poco habitual y poco incapacitante (Heimberg, ción « Trastornos neuróticos, secundarios a situaciones estresantes
et al. 2014). y somotomorfos», incluyendo los «Trastornos de ansiedad fóbica»,
Sin embargo, dado que muchas personas presentaban un miedo «Otros trastornos de ansiedad», «Trastorno obsesivo-compulsivo» y
intenso a numerosas situaciones sociales, esta visión restringida del «Reacciones o estrés grave y trastornos de adaptación».

80
Capítulo 3. Trastorno de ansiedad social

La última edición, publicada en 2019, y en período de transición depresión presentan altos niveles de afectividad negativa y bajos
a su incorporación como herramienta diagnóstica, lógicamente pre­ niveles de afectividad positiva. Esta estructura afectiva común per­
senta algunos cambios en la conceptualización y diagnóstico de la mite explicar la comorbilidad existente (Cohen et al., 2017).
ansiedad social. En primer lugar, en línea con los desarrollos descri­ Asimismo, el uso y abuso de sustancias constituye un cuadro clí­
tos en el DSM, incorpora la noción de ansiedad social para modifi­ nico frecuente en personas q_ue padecen AS/TAS. En muchos casos,
car la clásica de fobia social. Asimismo, se enfatiza la aprehensión el consumo constituye una estrategia conductual y emocional para
como un aspecto clave q_ue describe la dimensión experiencia! y intentar superar las dificultades q_ue supone la AS/TAS. Si bien el
conductual de retracción debido a la evaluación negativa (y positi­ alcohol constituye la principal sustancia a la cual recurren las perso­
va) por parte de los demás. Por último, hay un intento por atender nas con AS/TAS (Oliveira et al., 2018), no es infrecuente el consumo
a las diferencias contextuales, lo cual lleva a contemplar síndromes de psicofármacos, como ansiolíticos, y otras sustancias psicoactivas.
específicos como el takikin kyofusho como variante japonesa de la En rigor, el alcohol funciona como una estrategia de afrontamiento
ansiedad social en la q_ue el foco está puesto en no ofender a los desadaptativa q_ue permite a la persona focalizar la atención en
otros más q_ue en la concepción de humillación y vergüenza occi­ estímulos externos y, por lo tanto, reducir momentáneamente los
dental (Kogan et al., 2016) . niveles de ansiedad. En otras palabras, se trata de una conducta
de seguridad.
B. Comorbilidad, heterogeneidad
b. El problema de la heterogeneidad: la ansiedad social
y estructura y sus múltiples formas
Recientemente, se ha publicado un excelente análisis con impor­ Muchas condiciones clínicas, y la AS no es la excepción a la regla,
tantes repercusiones clínicas de los principales problemas de q_ue suelen adoptar una diversidad de formas muchas veces heterogé­
adolece la psicopatología categorial: la comorbilidad, la heteroge­ neas entre sí. Es decir, se llama por el mismo nombre a entidades
neidad, y la estructura (Hopwood et al., 2019). muy diversas. En el caso del TAS, esto ha dado lugar a los subtipos,
cuya organización ha variado a lo largo del tiempo.
a. El problema de la comorbílidad: la ansiedad social
y condiciones asociadas Además de las formas más específicas o generalizadas, en los
años noventa apareció con fuerza la idea de organizar la AS en
En psicopatología, en particular en los trastornos emocionales, la función de los tipos de situaciones temidas (p. ej., Turner et al.,
comorbilidad es más la norma q_ue la excepción, lo cual es una clara 1992). En esa taxonomía se plantearon, fundamentalmente, situacio­
manifestación de la existencia de procesos y mecanismos subyacen­ nes relacionadas con la ejecución, como hablar en público y otras
tes de orden superior, q_ue están alterados y pu_eden causar manifes­ situaciones de interacción social, como conocer gente nueva. Esta
taciones diversas en un mismo individuo (p. ej. el afecto negativo). distinción se ha reflejado incluso en algunos cuestionarios q_ue, hoy
La AS/TAS raramente ocurre de manera aislada. Por el contra­ en día, son todavía muy utilizados, tanto en la investigación como
rio, suele presentarse de manera comórbida con un amplio conjunto en la práctica clínica (Liebowitz, 1987; Mattick y Clarke, 1998).
de signos y síntomas clínicos, q_ue plantean el desafío de desen­ Un interrogante relevante en este punto sería cuáles son las
trañar q_u é rol cumple la AS en la organización de la disfunción diferencias y similitudes, si es q_ue las hay, entre los distintos subti­
compleja q_ue presenta un individuo. La evidencia indica q_ue un pos propuestos en su momento, especialmente, entre la fobia social
elevado porcentaje de las personas con AS/TAS presenta una con­ generalizada y la no generalizada. En los últimos años, se han lleva­
dición clínica adicional (Szafranski et al., 2014), en particular, otros do a cabo numerosos estudios cuyo objetivo ha sido precisamente
trastornos de ansiedad, la depresión y el abuso de sustancias serían ese y, en general, los resultados apoyan la validez de esta distinción
los más prevalentes. (Heimberg et al., 2014).
Dentro de los trastornos de ansiedad, los q_ue suelen aparecer Los datos parecen indicar q_ue la fobia social generalizada, a
con más frecuencia asociados al AS/TAS son las fobias específicas, diferencia de la específica (o discreta), suele tener una edad de
el trastorno de pánico, la agorafobia y el trastorno de ansiedad comienzo más temprana y presentarse en personas con un nivel
generalizada. Esta asociación, a su vez, está íntimamente relaciona­ de estudios más bajo; además estas personas parecen presentar
da con el subfactor miedo q_ue identifican los estudios q_ue exploran mayores niveles de ansiedad y depresión, así como un curso evoluti­
modelos dimensionales jerárq_uicos (Kotov et al., 2017). vo más deteriorante.
. ' Además, q_uienes presentan la forma específica
Por lo q_ue respecta a la depresión, los estudios epidemioló­ han mostrado tener un mayor nivel de reactividad psicofisiológica
gicos indican q_ue la comorbilidad es elevada. Por ejemplo, Oha­ al confrontarse con estímulos temidos. Finalmente, la forma genera­
yon y Schatzberg (2010) han reportado q_ue hasta el 19,5 % de las lizada pareciera estar más vinculada con una vulnerabilidad estruc­
personas padecen ambos trastornos. Los puntos de contacto entre tural, tanto a nivel biológico (una base genética) como en patrones
ambas condiciones no. son pocas. La perseveración cognitiva, la básicos de personalidad alterados (por ejemplo inhibición compor­
baja autoestima y autoeficacia así como los altos niveles de perfec­ tamental; Heimberg et al., 2014).
cionismo son solo algunas de las tantas características q_ue pueden
presentar tanto personas con depresión como con TAS (Hofmann y c. los problemas de estructura: las limitaciones de los
Otto, 2008). modelos categoría/es y la aparición de propuestas
En los casos q_ue la AS/TAS se presenta junto a la depresión,
dimensionales
la evidencia muestra q_ue aumenta significativamente la gravedad Los modelos q_ue subyacen al DSM y la CIE definen los trastornos
clínica y la disfunción general de las personas q_ue padecen ambos a partir de conjuntos de síntomas q_ue se organizan en trastornos
problemas. En cuanto al perfil afectivo, tanto la AS/TAS como la y, a su vez, en grupos de trastornos. Si bien esta taxonomía permite

81
t t Manual d pslcopatologla. Volumen 2
"
guiar tanto la evaluación como el tratamiento, no está sustentada por ejemplo, en el miedo a la evaluación positiva y los problemas
en resultados empíricos, sino en una combinación de juicio clínico de de relaciones interpersonales y de interacción que presentan las
autoridad y tradición histórica. Esto da lugar a que conjuntos de sínto­ personas que sufren AS/TAS.
mas muy heterogéneos sean etiquetados del mismo modo (Hopwood El RDoC le otorga a la dimensión biológica un rol preponde­
et al., 2019). rante. De este modo, además de las descripciones de auto-infor­
En el caso de la AS/TAS, si bien el criterio A debe estar inva­ me, el RDoC contempla las potenciales contribuciones celulares,
riablemente presente, el miedo o ansiedad intenso en una o más moleculares y neuronales, así como la psicofisiología y la conduc­
situaciones sociales puede variar de manera significativa según el ta observable como la neuropsicología. En el caso de la AS/TAS,
contexto. Lo mismo con el criterio B, cuyo contenido fundamental dada la enorme cantidad de avances que se han realizado en
es la evaluación negativa (esto es, la posibilidad de ser humillado o relación con los circuitos neuronales y la activación psicofisiológi­
avergonzado) pero que puede estar vinculada con situaciones muy ca, esta estructura integrada puede ser de utilidad. Sin embargo,
diversas. no son pocas las voces que expresan su preocupación respecto al
Lo mismo ocurre al contrario. Es decir, las mismas disfunciones reduccionismo biologicista que supone un sistema de estas carac­
se han identificado en un conjunto diverso de trastornos. En este terísticas.
sentido, se ha incrementado sustancialmente, en los últimos años, el
estudio de modelos de variables latentes que han permitido arrojar C. Epidemio logía y curso evo lutivo
luz en relación con las estructuras jerárquicas organizativas (Kotov
Como se ha señalado, la AS/TAS es uno de los trastornos mentales
et al., 2017). Si bien hay distintas propuestas de modelos jerárqui­
más prevalentes. El estudio epidemiológico más exhaustivo hasta el
cos, una constante es su agrupación en dos grandes bloques de
momento se ha llevado a cabo por investigadores de los cinco con­
trastornos del espectro internalizante y externalizante. La AS/TAS
tinentes; con una muestra de 142.405 personas, tiene una notable
comparte un subfactor del espectro internalizante, junto a la fobia
representatividad, y en el mismo se toman en consideración una
específica, la agorafobia y el trastorno por pánico, organizados en
amplia gama de variables. La prevalencia de la AS/TAS a lo largo de
torno al miedo como elemento constitutivo.
toda la vida y tomando en consideración todos los países es del 4 %.
La noción de espectro internalizante ha sido adoptada por la Sin embargo, existen diferencias significativas, atendiendo al nivel
última, y quizá más ambiciosa, de las propuestas dimensionales, de ingresos de los países (mayor nivel de ingresos, más prevalencia)
que es la Taxonomía Jerárquica de Psicopatología (HiTOP por sus y en ciertas regiones (en regiones de África y el este del Mediterrá­
siglas en inglés). El HiTOP posiciona la AS/TAS como una de las neo son más bajas, y en América y el Pacífico oeste son más altas)
formas posibles en las que se organiza la disfunción (Kotov et al., (Stein et al., 2017) .
2017>. En la misma dirección, existe notable evidencia que muestra
El problema suele iniciarse en la adolescencia y tiende a pre­
que la afectividad negativa alta y afectividad positiva alta, no solo
sentar un curso crónico (Wong y Rapee, 2016). El estudio epidemio­
están presentes en la AS/TAS, sino también en la depresión y el
lógico anteriormente citado ha identificado que la edad de inicio
trastorno de ansiedad generalizado (Watson, Clark y Tellegen, 1988;
es baja en todo el mundo, pero la cronicidad es mayor en países de
Naragon-Gainey y Watson, 2019). Lo mismo es posible afirmar res­
ingresos medios-altos, así como en África y el este del Mediterráneo
pecto a determinados procesos disfuncionales como la utilización de
(Stein et al., 2017>. Asimismo, existen diferencias de género y, en
la regulación emocional, que se ha identificado en la AS/TAS, pero
línea con el resto de los trastornos internalizadores, la prevalencia
también en una muy diversa y heterogénea cantidad de trastornos
es mayor en mujeres que en hombres. El curso del trastorno tiende
mentales (Aldao et al., 2010), sesgos en la memoria autobiográfi­
a ser semejante, aunque hay evidencia que muestra mayores niveles
ca (Moscovitch et al., 2011) o en los sesgos atencionales (Schultz y
de disfuncionalidad en mujeres (Asher et al., 2017).
Heimberg, 2008).
Habitualmente, la AS/TAS comienza de manera más tempra­
En esta misma dirección, otra propuesta dimensional que ha
na que muchos de los trastornos que suelen presentarse de forma
cobrado fuerza en los últimos años es el desarrollo del Research
comórbida, con algunas excepciones como las fobias específicas,
Domain Criterio < RDoC), liderado por el Instituto de Salud Mental el trastorno de déficit por atención o el trastorno de ansiedad a
de los Estados Unidos. El RDoC persigue una clasificación dimen­ la separación. Asimismo, el inicio temprano de la AS/TAS predice la
sional con una fuerte impronta en los hallazgos neurocientíficos, aparición posterior de cuadros depresivos y abuso de sustancias,
basada en una matriz bidimensional que comprende dominios y lo cual, además, predice altos niveles de disfuncionalidad e interfe­
constructos, por un lado, y unidades de análisis por el otro <Cuth­ rencia en la vida de las personas.
bert, 2014).
En el caso específico de la AS/TAS, muchos de los desarro­
O. Diagnóstico dife rencial
llos conceptuales y resultados empíricos se pueden ordenar en
el dominio de sistemas de valencia negativa, que, entre ot ras Uno d e los mayores desafíos clínicos d e l a AS e s realizar u n diagnós­
facetas, comprende la amenaza aguda (el miedo) y la amenaza tico diferencial adecuado. Si bien esto ocurre en todos los cuadros
potencial (la ansiedad). De este modo, los aspectos distintivos clínicos, la AS/TAS puede presentarse de maneras muy diversas,
de la AS/TAS, como el miedo a la evaluación de los demás, o el desde una AS pronunciada, pero no patológica, hasta manifestacio­
uso de conductas de seguridad y la evitación en general, pueden nes de AS patológica como resultado secundario de otra condición
ser operacionalizadas como parte de los sistemas de amenaza (p. ej., una enfermedad física). Asimismo, la AS puede tener desde
aguda y potencial del RDoC. Asimismo, los dominios de sistemas una manifestación puntual, como el miedo específico a hablar en
de valencia positiva y procesos sociales resultan de gran valor público, a manifestaciones muy generalizadas, con un compromiso
para la AS/TAS, en función de los desarrollos que se han hecho, de base en los patrones básicos de la personalidad. Ante ese pano-

82
Capítulo 3. Trastorno de ansiedad social i:i!

rama, resulta de sumo valor identificar los principales cuadros aso­


ciados a los q_ue hay q_ue atender cuando se realiza un diagnóstico 2) Miedo a la evaluación (negativa y positiva!. La AS/TAS
diferencial. se define básicamente por el temor que provocan los otros,
AS/TAS, el trastorno de pánico y la agorafobia. Las manifes­ es decir, el posible juicio que los demás tengan sobre la
taciones de pánico y de temores agorafóbicos se presentan como persona. Esto imp lica naturalmente la posible evaluación
uno de los principales desafíos clínicos en el diagnóstico diferencial negativa [ p. ej., que los demás piensen que la persona
de muchos individuos con AS/TAS. En muchas ocasiones, en la AS se no es capaz o no tiene valor!; pero, también la evaluación
pueden observar síntomas de pánico cuando las situaciones sociales positiva, en tanto eso puede elevar las exigencias futuras a
activan fuertemente el miedo de sufrir una crisis de pánico. En esos niveles que la persona no cree poder alcanzar y, por tanto,
casos, el cuadro clínico se agrava, en tanto el miedo ya no está
circunscrito a la evaluación negativa, sino además se centra en el también percibe la evaluación positiva como una amenaza.
posible desencadenamiento de una crisis de pánico. Asimismo, la
agorafobia está marcada por la ansiedad provocada por situaciones
y lugares en los q_ue la persona no puede escapar. En ese sentido, un AS/TAS y los trastornos de personalidad. Las manifestaciones
individuo con este problema evitará, por ejemplo, un centro comer­ clínicas y los procesos subyacentes a la AS/TAS están íntimamente
cial por la multitud, mientras q_ue alguien con AS/TAS lo evitará por relacionadas con una disfunción de la personalidad. En línea con los
la posibilidad de interacción social y el miedo a la evaluación q_ue modelos dimensionales descritos anteriormente, la separación entre
ello conlleva (Szafranski et al., 2014). trastornos de personalidad y otras condiciones clínicas ha comenza­
do a desaparecer. En el DSM 5 se plantea una modificación clave,
AS/TAS y depresión. La alta comorbilidad entre la depresión y
..
esto es, la desaparición de los ejes, y en la literatura abunda la
la AS/TAS da lugar a q_ue, en muchas ocasiones, sea difícil diferen­ investigación conceptual y empírica q_u e apoya modelos dimensio­
ciar cuál es el cuadro principal y, por lo tanto, realizar un diagnós­ nales en los q_ue la personalidad actúa como eje vertebrador de la
tico clínico adecuado. Es imprescindible considerar si la evitación psicopatología. Por lo tanto, un diagnóstico diferencial de cualq_uier
a las situaciones sociales se debe, principalmente, al miedo a la trastorno de ansiedad implica la necesidad de llevar a cabo una
evaluación por parte de los demás junto con una conducta de evi­ adecuada evaluación de los niveles de funcionamiento de la perso­
tación respecto a relaciones interpersonales o como producto de nalidad (Skodol et al., 2014).
elevados niveles de anhedonia, pérdida de interés y de energía. Es
decir, es habitual encontrar temor a la evaluación en ambas condi­ Precisamente por ello resulta muy importante realizar una dis­
ciones, y, por tanto, resulta esencial realizar una exploración minu­ tinción precisa, en particular con el trastorno de personalidad por
ciosa. Asimismo, cabe destacar q_ue la depresión atípica constituye evitación (TPEl. Tanto la AS/TAS como el TPE tienen puntos comu­
una forma particularmente grave cuando se asocia con la ansiedad nes desde un punto de vista fenomenológico, en la medida en q_ue
social, tanto respecto a la edad de inicio como a los niveles de dis­ ambos expresan la necesidad de evitar situaciones q_ue suponen
funcionalidad e incluso a la asociación significativa con el desarrollo la interacción social. Sin embargo, mientras q_ue la AS/TAS suele

de trastorno bipolar (Koyuncu et al., 2015). afectar a algunas áreas específicas de la conducta y la experiencia,
el TPE expresa una disfunción vinculada con aspectos temperamen­
tales de la persona, y, por tanto, un comportamiento generalizado
alimentarios. Estas tres condiciones pueden compartir manifes­
AS/TAS, el trastorno dismórfico corporal y los trastornos
de evitación. Mientras q_ue en la AS/TAS la evitación actúa como
taciones fenomenológicas vinculadas con la evitación/alejamien­ conducta de seguridad con el propósito de neutralizar la ansiedad,
to y posible inhibición como producto de un aspecto nuclear q_ue en el TPE constituye precisamente un modo de organización de la
es la presencia de una autoimagen negativa, profundamente dis­ experiencia, q_ue se define por el desinterés en la interacción social
torsionada. En ese sentido, es fundamental lograr distinguir cuál y componentes de marcada desconfianza hacia los otros. Por esta
es el rol del cuerpo en cada una de estas condiciones clínicas, razón, además de una evaluación precisa de personalidad, es esen­
lo cual puede arrojar luz para realizar un adecuado diagnóstico cial incorporar herramientas de evaluación sobre el funcionamiento
diferencial. interpersonal (Belloch et al, 2019).
Por ejemplo, la diferenciación diagnóstica de la AS/TAS y el Cabe destacar, sin embargo, q_ue la asociación q_u e se puede
trastorno dismórfico corporal puede resultar una tarea compleja. establecer con la personalidad es más amplia, y los signos de AS
Las similitudes no son pocas, desde las características de su cur­ pueden presentarse en relación con otros rasgos y facetas de la
so evolutivo como la edad de inicio y el curso crónico, el modo personalidad.
de funcionamiento de ciertos procesos como la atención autofo­
calizada, o los sesgos de interpretación, así como los patrones de
relaciones interpersonales evitativos ffang y Hofmann, 2010l. Sin
embargo, mientras q_ue en el trastorno dismórfico corporal el miedo • ,, 1 1 1 . Caracte rísticas
a la evaluación negativa, la evitación y la autoimagen se origina
principalmente en una cuestión f ísica y de apariencia, en la AS/
tra n s d iagnósticas
TAS el problema se extiende a una dimensión más profunda de la En función d e los avances q_ue s e han realizado e n los últimos
identidad personal y el self Asimismo, en relación con los trastornos 15 años, comienza a haber cada vez más consenso acerca del valor
alimentarios, el punto fundamental gira en torno a la imagen corpo­ de las características transdiagnósticas como un modo de organizar
ral y a cómo su distorsión puede llevar a conductas y experiencias la disfuncionalidad. En el caso de la AS, como trastorno de ansiedad
muy similares a las de la AS/TAS. Esto es, altos niveles de perfec­ y, por lo tanto, como trastorno emocional, no caben dudas acerca
cionismo, miedo a la evaluación y preocupación por la apariencia de la i mportancia de considerar una serie de variables transdiag­
(Levinson et al., 2016). nósticas.

83
tt Manual de pslcopatologla. Volumen 2

En particular, resultan relevantes aq_uellos procesos q_ue actúan da (p. ej., un estudiante q_ue tiene q_ue hacer una presentación en
de manera transdiagnóstica en el desarrollo y mantenimiento de las público) se dispara la ansiedad y los pensamientos empiezan a estar
disfunciones mentales. La posible identificación de dichos procesos dominados por recuerdos aversivos en clave de imágenes (p. ej.,
constituye uno de los avances más notables de la psicopatología Ng et al., 2014) y por predicciones negativas acerca del devenir de
actual, y el campo de la AS patológica no es una excepción. los acontecimientos. Este mecanismo anticipatorio da lugar a q_ue
Regulación cognitiva y emocional. A lo largo de los últimos la persona evite la situación, o bien se enfrente a ella con elevada
....
años, la regulación emocional se ha convertido en uno de los cons­ ansiedad y niveles elevados de auto-focalización. Asimismo, después
tructos más estudiados en psicología clínica. Una rápida búsq_ueda de haberse enfrentado a la situación, la persona se implica en un
en las bases de datos digitales bastará al lector para dimensionar
el crecimiento exponencial de una literatura q_ue resulta sumamente
• ..
procesamiento sesgado, minucioso y con niveles elevados de rumia­
ción obsesiva, acerca de los fallos q_ue haya podido provocar en la
interacción social, así como las posibles implicaciones negativas q_ue
relevante por las implicancias clínicas q_ue tiene. De hecho, todas las
tradiciones psicoterapéuticas contemplan los aspectos emocionales pueda tener. La autojustificación q_ue suele encontrar la persona
como una dimensión fundamental. para llevar a cabo este procesamiento rumiativo se relaciona con
la idea de q_ue así podrá planificar mejor las interacciones futuras
alteraciones en la regulación emocional, cabe mencionar la supre­
Entre las estrategias transdiagnósticas q_ue se ven afectadas por
y, por lo tanto, reducir la incertidumbre acerca de la impresión q_ue
sión expresiva, q_ue se define como el intento de esconder o eliminar
social generalmente se basa en una apreciación negativa del self y,
ha causado en los demás. El procesamiento post-evento/situación
la expresión emocional. Es decir, el intento por no transmitir hacia
por lo tanto, aumenta las probabilidades
• de q_ue la persona conside­
afuera la emoción q_ue el individuo siente de manera interna. El
ejemplo más ilustrativo es la frase «poner cara de póq_uer», q_ue •
..
re q_ue la ejecución ha sido peor de lo q_ue realmente fue, o peor de
lo q_ue las personas presentes en la situación
• valoraron.
alude indudablemente a q_ue se expresa gestual, postura! y ver­
balmente algo disímil de aq_uello q_ue se experimenta de manera

2) Procesamiento pre-evento social. En línea con la apre­


interna.
La evidencia disponible muestra q_ue la supresión expresiva
aumenta las emociones negativas y disminuye las positivas, por lo hensión ansiosa descrita por Barlow [ 1 9881, se trata de la
q_ue constituye una estrategia generalmente desadaptativa, a pesar anticipación que realizan las personas con ansieda d, que
de q_ue, en casos específicos, pueda ser útil utilizarla < Dryman y ayuda a activar el modo agónico, dado que las situaciones
Heimberg, 2018). A largo plazo, esta estrategia se asocia con meno­ sociales futuras se perc iben de manera amenazante.
2) Procesamiento post-evento social. Proceso en el que
res niveles de bienestar, satisfacción vital y autoestima.
Si bien es una estrategia q_ue se ha identificado en un conjun­ el individuo revisa sus propias acciones y las reacciones de
to diverso de condiciones clínicas, el componente intrínsecamente
los demás después de una situac ión de interacción social,
interpersonal de la supresión expresiva la convierte en un foco par­
así como en previsión de un evento próximo similar. Este
ticularmente relevante para la AS/TAS. La utilización de la supre­
sión expresiva da lugar a compartir en menor medida tanto las proceso de pensamiento perseverante, rumiativo y autofo­
emociones positivas como las negativas, e inclusive con los vínculos calizado es habitual en las personas que padecen AS/TAS,
primarios. En consecuencia, las personas q_ue utilizan esta estrate­ provoca más autovaloraciones negativas y recuperación de

cercanas, y, obviamente, tienen un menor grado de rapport con per­


gia también suelen recibir menos apoyo por parte las personas más memorias sesgadas y negat ivas y, por lo tanto, constituye
un factor de mantenimiento central en la AS/TAS.
sonas poco conocidas o desconocidas. A su vez, este ciclo se retroa­
limenta de manera negativa en la medida en q_ue da lugar a menos
-------
motivación para la interacción social, sesgos en el procesamiento de Sesgos atencionales. La atención, como proceso básico, es
la información durante
.•. las situaciones sociales, menor desarrollo relevante en distintos trastornos psicológicos. El sistema atencional
de habilidades y un incremento de las conductas de evitación. está implicado directamente en la detección de estímulos, propor­
•.
Otra de las estrategias de regulación emocional q_ue se han cionando los mecanismos necesarios para detectar y supervisar tan­
estudiado a lo largo de los últimos años y q_ue tiene un peso especí­ to los estímulos ambientales como los interoceptivos (internos), q_ue
fico en la AS/TAS es la reevaluación cognitiva < Dryman y Heimberg, son relevantes para el estado motivacional del organismo. A pesar
2018). Asimismo, la rumiación, muchas veces entendida como una del valor evolutivo de detectar potenciales amenazas, es posible q_ue
estrategia de regulación emocional, también tiene un valor trans­ las personas con AS hayan desarrollado excesivamente este aspecto
diagnóstico importante. En particular, en la AS/TAS se materializa y el sesgo atencional se vincule con la sobredetección de estímu­
en el procesamiento anticipatorio y post-evento q_ue ha sido incre­ los amenazantes. Si bien este aspecto está contenido en todos los
mentalmente estudiado en la literatura (Morrison y Heimberg, 2013). modelos cognitivo-comportamentales de la AS/TAS, existen diferen­
Estos dos procesos cognitivos también desempeñan un impor­ cias sustanciales respecto a este punto entre ellos.
tante papel en el mantenimiento del trastorno ya q_ue sesgan el pen­ Por ejemplo, se ha defendido (Clark y Wells, 1995) q_ue el miedo
samiento e influyen en la ansiedad y el afecto. Antes de enfrentarse a la evaluación negativa, un elemento nuclear de la AS/TAS, se
a una situación, las personas q_ue sufren de AS/TAS suelen analizar conjuga con la autoimagen negativa q_ue las personas con este pro­
detenidamente y de forma expectante los eventos q_ue potencial­ blema suelen tener de sí mismas y, por lo tanto, tienden a focalizar
mente pueden suceder (q_ue, lógicamente, son infinitos), así como la atención en indicios internos, con la intención de verificar si los
las posibles maneras de hacer frente a los problemas q_ue se puedan temores anticipados respecto de su ejecución se confirman (p. ej., el
presentar. De esta forma, días (o meses) antes de la situación temi- tartamudeo, el rubor, la falta de claridad expositiva, la inseguridad

8ij
Capítulo 3. Tra storno de ansiedad social �; •íl\

al hablar, en la postura corporal, etcétera). Esto da lugar a q_ue se rior, es la existencia o lo utilización de patrones cognitivos basa­
reduzcan los recursos otencionoles disponibles para tomar en consi­ dos en imágenes mentoles q_ue presentan individuos con diversos
deración los estímulos externos (p. ej., lo respuesto de los personas condiciones clínicas, y también los personas con AS/TAS (Holmes

..
de lo audiencia en el coso de uno exposición o o lo conducto del
interlocutor en el caso de uno interacción social) y o q_ue lo persono
y Mothews, 2010; Ji et al., 2019). Existe amplio evidencia empí­
rico q_ue muestro q_ue los imágenes negativos sobre el se/f q_ue
tengo en mayor medido lo sensación de haber sido el centro de presentan los personas con AS desempeñan un importante papel
atención, aun cuando realmente no lo hoyo sido. en el desarrollo y mantenimiento del problema < Dobinson et al.,
Hoy posturas q_ue enfatizan q_ue lo atención se dirige particu­ 2019; Hirsch et al., 2003; Stopa, 2009). Los imágenes mentoles se
larmente o las amenazas, tonto internos como externos, y hoy otras refieren a «representaciones y lo experiencia q_ue acompaño o la
q_ue consideran q_u e el sesgo otencionol es producto de conductos información sensorial sin un estímulo directo externo» ( Pearson et
de evitación más q_ue de uno atención excesivo o los estímulos ame­ al., 2013, p. 590), un proceso q_ue, a menudo, se ha descrito como
nazantes ( Wermes et al., 2018). Seguramente lo outo-focolizoción ver con el ojo de la mente <Blockwell, 2018). Lo utilización de imá­
juegue un rol preponderante, así como lo atención focalizodo, en genes mentoles ha mostrado ser un medio con mayor capacidad
estímulos externos distintos de oq_u ellos q_ue lo persono juzgo como motivacional, desde el punto de visto emocional, q_ue otros formas
amenazantes (Schultz y Heimberg, 2008). De hecho, resulto plausi­ simbólicas de cognición, como el pensamiento basado en palabras
.,
ble q_ue, o un primer momento de hipervigiloncio hacia estímulos o el conocimiento semántico (Hirsch et al., 2003; Holmes et al.,
negativos, le sigo uno evitación pronunciado de dichos estímulos 2006) y, por lo tonto, lo utilización de imágenes positivos puede
(Claudino et al., 2019). En este sentido, resulto interesante recordar ser un potente octivodor de afectividad positivo <Blockwell, 2018),
lo diferenciación entre AS y los fobias específicos (antaño consi­ y lo utilización de imágenes negativos, un indicador presente en
deradas porte de uno condición clínico similor). Por ejemplo, uno trastornos en los q_u e se observo un bojo afecto positivo, lo depre­
persono con fobia
• o los cucarachas no reduce su ansiedad en los sión o lo AS/TAS (Ji et al., 2019).
situaciones temidos por evitar el contacto visual con el estímulo Asimismo, el ojo de la mente con el q_ue los personas con AS/
temido. Al contrario, los niveles de ansiedad pueden aumentar debi­ TAS estructuran imágenes mentoles negativos está íntimamente
do o la incontrolobilidod del estímulo. En cambio, en lo AS/TAS sí
q_ue se observo este comportamiento entendido como uno conducto.. relacionado con eventos conflictivos q_ue se produjeron en lo vida
de los personas ( Hockmonn et al., 2000l, o situaciones socialmen­
de seguridad habitual y q_ue, como todo conducto de seguridad, te traumáticas ocurridos en lo infancia o adolescencia (Tokonashi
permite lo reducción momentáneo de ansiedad. et al., 2019). En ese sentido, lo memoria autobiográfico juego
un papel esencial en el mantenimiento de esta representación
negativo del se/f por medio de imágenes y, por lo tonto, esto do
¿) Focalización d e la atención a estímulos internos y lugar o conceptuolizor lo AS/TAS, del mismo modo q_ue otros tras­
externos. La a utofocali zac ión se defi ne como la gene­ tornos del espectro afectivo y traumático, como un déficit en el
guión o lo narrativo personal de la persono afectado. Lo memoria
ración interna de i nformación autorreferida. El contenido
puede ser tanto corporal y físico, como c ognitivo y emo­
..
autobiográfico es entendida como un tipo de memoria episódico
q_ue involucro determinados memorias explícitos, y la evidencio
cional, incluyendo creencias, actitudes y recuerdos [ Spurr y disponible muestro q_ue los personas con AS/TAS muestran mayor
Stopa, 2002). Los modelos cognitivo-conductuales sugieren nivel de detalle respecto o memorias oversivos, los valoran de un
que una mayor atención centrada en uno mismo juega un modo más ongustionte e intrusivo q_ue los participantes sanos,
papel importante en el mantenimiento de la AS/TAS. además de juzgarlos como más relevantes a lo hora de conformar
lo autopercepción (Moscovitch et al., 2018; Romano et al., 2019).
Variabilidad del ritmo cardíaco. En los últimos años, se ha
Sesgos de memoria. En lo AS/TAS también es importante
tomar en consideración los sesgos de memoria q_ue permiten, por
ejemplo, q_u e la información oversivo y confirmatorio de los esq_ue­
. .
enfatizado el rol q_ue juegan variables psicofisiológicas en lo apari­
ción y mantenimiento de distintos trastornos psicológicas. En parti­
cular, se ha estudiado el vínculo existente entre lo variabilidad del
mos disfuncionoles seo más propenso o ser codificado respecto o
• ritmo cardíaco y los trastornos emocionales, pues constituye porte
otro tipo de estímulos y/o información. En particular, lo memoria sustancial de lo orq_uitecturo sobre lo cual se cimentan procesos

implícito parece mostrar la presencio de un sesgo en lo medido mentoles de regulación emocional <Thoyer y Lone, 2009). Lo arrit­
..
en q_ue los personas con AS suelen mostrar un priming mayor en mia sinusol respiratorio,
• q_ue responde o lo sincronía entre lo fre­
situaciones de interacción negativo respecto o sujetos sanos (Amir cuencia alto de lo variabilidad del ritmo cardíaco y la respiración, se
y Brower, 2003). En cuanto o lo memoria explícito, si bien hoy estu­ ha propuesto como un factor tronsdiognóstico general de psicopo­
dios q_ue sugieren q_ue los personas con AS suelen reconocer mejor y tologío < Beouchoine y Crowell, 2020l. Este proceso psicofisiológico
recordar más los expresiones faciales negativas respecto o los neu­ ha mostrado • estor particularmente afectado en todos los trastornos
trales y o los positivas <Foa, Gilboa-Schechtmon, Amir y Freshmon, de ansiedad (Cholmers et al., 2014), y la AS/TAS no es lo excepción
2000l, la evidencia es mixta. En líneos generales, tal como morcan o la reglo CAivares et al., 2013). En líneos generales, estos •
índices son
Kuckertz y Amir (2014), q_uedo de manifiesto q_ue o diferencio de los uno muestro de lo menor flexibilidad del sistema parasimpático o lo
sesgos atencionoles y de interpretación, los estudios sobre sesgos de hora de posar de momentos de activación o momentos de reposo. Es
memoria en AS/TAS no son suficientemente conclusivos para esta­ decir, la dificultad poro inhibir las respuestos excitotorios.
blecer determinaciones contundentes. Finalmente, también cabe subrayar q_ue el estudio de variables
Imágenes mentales y memoria autobiográfica negativa.
• tronsdiognósticos en el coso de lo AS/TAS puede verse beneficia­
Un factor transdiagnóstico, íntimamente relacionado con lo ante- do por lo incorporación de los tecnologías de lo información y lo

85
"r Manual de psicopatología. Volumen 2

comunicación, por ejemplo, los teléfonos móviles inteligentes y los irracionales, miedos desproporcionados, ya que, objetivamente no
sensores. El registro continuo, en el contexto de vida cotidiano, de hay razones que justifiquen la reacción de miedo ( Marks, 1987).
experiencias y conductas de manera repetida en el tiempo permite La ansiedad es una emoción más compleja que el miedo (Bar­
estudiar cómo se relacionan determinados eventos en un contexto low, 1988); en la ansiedad suelen estar presentes muy distintos sen­
específico, con distintos procesos transdiagnósticos. timientos (p. ej., incertidumbre, excitación, alarma, cólera, tensión,
En cuanto a los sensores, no solamente permiten la evaluación enfado, frustración, nerviosismo, preocupación, tristeza, etc.>, junto
de medidas psicofisiológicas de relevancia, como el electrocardio­ con un componente fundamental de miedo. Por tanto, la ansiedad
grama, para identificar la variabilidad del ritmo cardíaco, sino tam­ es distinta del miedo, aunque tiene con este importantes similitu­
bién determinados procesos atencionales por medio de tecnologías des. Las manifestaciones que se producen en ambos casos (pensa­
como el eye tracker o evaluación pasiva, a través de sensores como mientos, conductas y respuestas fisiológicas) son similares (Long,
la geolocalización, que permite evaluar niveles de activación con­ 1968); ahora bien, el miedo se produce ante algo concreto e identi­
ductual (Mohr et al., 2017). ficable, mientras que la ansiedad es más difusa, el peligro es menos
En conjunto, las variables transdiagnósticas responden a proce­ claro, se reacciona ante una vaga sensación de amenaza. Además,
sos de regulación en su sentido más amplio. Es decir, procesos de el miedo está centrado en el presente, en lo que está sucediendo
regulación emocional, cognitivo, social, comportamental y fisiológi­ o puede suceder ahora; la ansiedad está más orientada hacia el
ca que, a su vez, pueden funcionar como variables moderadoras y futuro, hacia algo que podría ocurrir si no estamos atentos para
mediadoras entre las situaciones estructurales de vulnerabilidad anticiparnos y hacer algo al respecto. Barlow 0988) lo denominó
y los signos y síntomas vinculados con las distintas condiciones clí­ aprensión ansiosa, esto es, la posibilidad de controlar y predecir los
nicas, en este caso, la AS/TAS. acontecimientos. Al igual que el miedo, cierto grado de ansiedad
tiene un gran valor y facilita la acción, haciendo que prestemos
atención a lo que sea necesario hacer (p. ej., estudiar ante un exa­
men); pero, si se sobrepasa cierto nivel, la ansiedad puede resultar
I V. Compre ndie ndo la ansiedad muy perjudicial y alterarnos tanto que ya no seamos capaces de
s oc ia l y el trastorno de atender a los aspectos fundamentales de la tarea (p. ej., buscar y
encontrar la salida en un incendio).
ansi edad soc ial En el caso de los animales, las amenazas provienen de dife­
E n este epígrafe s e presentan los principales modelos que intentan rentes fuentes: situaciones naturales (p. ej., el fuego), depredación
explicar el surgimiento y el mantenimiento de la AS/TAS. por parte de animales de otras especies y de miembros de la mis­
ma especie (congéneres) que compiten por los recursos existentes.
Según Marks ( 1987), la ansiedad social puede considerarse como
A. Factores etiológicos: aportaciones un aspecto de un sistema de respuesta defensiva que evolucionó
iniciales para hacer frente a las amenazas. Dicho de otra forma, la ansiedad
social sería una parte de la dotación genética de nuestra especie
Como s e h a señalado anteriormente, Isaac Marks (1970) tiene el que desempeñó un papel fundamental en la evolución de la vida
mérito de haber llamado la atención sobre la ansiedad social y se individual a la vida social (Chance, 1988; Gilbert, 1989). Ahora bien,
debe a él su inclusión en los sistemas diagnósticos, en el marco de en el caso de los seres humanos cabría hacerse algunas pre­
lo que se denominó trastornos fóbicos. No obstante, en ese momen­ guntas en relación con la AS o el TAS. En primer lugar, ldónde
to, Marks ya diferenció entre lo que llamó fobias monosintomáti­ está la amenaza en las interacciones sociales, en las relaciones que
cas (miedo a animales, o miedos a otras situaciones específicas) y podamos mantener con otros seres humanos 7 La respuesta es que,
fobias difusas <agorafobia y algunas fobias sociales). por desgracia, sí existen amenazas reales. Ejemplos claros son los
Años después, este autor, analizó con mucha más profundidad actos terroristas, las guerras, los conflictos entre castas, naciona­
el tema, desde una perspectiva evolucionista (Marks, 1987). En su lismos, estados totalitarios, clases sociales, clubs o países cerrados
análisis sobre miedo, evolución y defensa, subraya el enorme valor que, de hecho, limitan y excluyen a buena parte de la humanidad
adaptativo del miedo, como un primitivo sistema de alarma que se del acceso a recursos fundamentales para la supervivencia. De la
dispara ante la presencia de un peligro, protegiendo así a la perso­ misma forma, determinados tipos de valores culturales, como la
na. Con sus propias palabras, «El miedo es un legado evolutivo vital consideración de las mujeres como seres inferiores, o la noción de
que conduce a un organismo a evitar la amenaza y tiene un valor ganadores o de perdedores, etiquetas basadas, simplemente, en el
obvio para la supervivencia» ( Marks, 1987, p. 93). Sin miedo, sería logro de dinero, éxito y prestigio social. En segundo lugar, lcómo se
muy difícil sobrevivir a las amenazas de la naturaleza. El miedo nos producen estas amenazas? Esta pregunta es algo más difícil; para
señala la presencia de un peligro, activa los sistemas de alarma del encontrar posibles respuestas recurriremos a algunas las aporta­
organismo, así como la energía o la fuerza para hacerle frente y, ciones de Marks (1987) y otras perspectivas evolucionistas (Gilbert,
dependiendo del tipo de peligro, hace que actuemos con pruden­ 2001; Gilbert y Trower, 1990; Gilboa-Schechtman, Shachar y Help­
cia. Se habla de miedo cuando existe un objeto o situación iden­ man, 2014; Trower y Gilbert, 1989; Trower, Gilbert y Sherling, 1990;
tificable (p. ej., una serpiente, un león, un coche que viene hacia Trower y Turland, 1984).
nosotros sin control>, ante el que reaccionamos con rapidez para El análisis de Marks 0987) sobre evolución y conducta defensiva
intentar escapar o para defendernos. Cierta cantidad de miedo es resulta muy ilustrativo. Al hablar de AS o TAS, básicamente, se está
normal y muy adaptativa: evitar ir por el borde de un preci picio, apelando a amenazas que pueden provenir del exterior del grupo
mirar a ambos lados antes de cruzar una calle, etc. Sin embargo, el social, esto es, el miedo al extraño; o de nuestro propio grupo social
criterio fundamental para identificar las fobias es que son miedos de referencia, esto es, el miedo a los congéneres. Para Marks, las

86
Capítulo 3. Trastorno de ansiedad social 1 'Ü
••
respuestas defensivas emergen como adaptaciones frente a los peli­ de la que se deriva la moderna ansiedad respecto a la interacción
gros existentes en la naturaleza y frente a las amenazas de posibles y las relaciones sociales. Estos autores se plantean varias preguntas
enemigos; además, los enemigos se pueden dar tanto dentro como respecto a esta moderna ansiedad. lExiste un fenómeno como la
fuera de la especie. Por tanto, como ya hemos señalado, para este ansiedad social, que se puede distinguir de otras formas de ansie­
autor la evolución no sería más que una carrera armamentística dad? Y si es así, ¿qué es? lPor qué y cómo es diferente de otras
entre las adaptaciones defensivas que llevan a cabo las víctimas formas de ansiedad? lPor qué los seres humanos tienen ansiedad
para sobrevivir y los intentos de los predadores para superarlas. social? ¿A qué propósito sirve, dada su aparente omnipresencia, en
Desde esta perspectiva ( Marks, 1987l, la adaptación sería un la organización de la vida social humana? lPor qué hay personas
proceso sin fin, siempre podrá haber adaptaciones cada vez más que están asustadas ante la posibilidad de desaprobación por parte
exitosas e intentos más sofisticados para vencerlas. En cada momen­ de los demás, en lugar de asustarse solo por la posibilidad de ser
to y en cada situación, amenazar o escapar pueden tener ventajas o heridas físicamente por los demás?
desventajas, dependiendo del enemigo, del armamento disponible Con ello abordamos otra fuente de miedo, ya no se trata de
y del contexto en el que se produzca la amenaza. Por otra parte, amenazas ante congéneres enemigos, sino de amenazas prove­
las reacciones de miedo son similares ante amenazas procedentes nientes de miembros del propio grupo. Aunque resulte paradójico,
de predadores de otras especies o ante congéneres de la propia muchos de nuestros temores y preocupaciones derivan de la nece­
especie. Es una lucha que supone dominar o ceder. Los animales sidad y la presión para adaptarnos a grupos sociales jerárquicos
con más miedo ceden ante las amenazas de los agresores y sobrevi­ y complejos. Grupos que han desarrollado multitud de normas y
ven; pero, siempre a costa de algo. Se trata de lograr un equilibrio directrices que, a veces, resultan difíciles de comprender y seguir
difícil: el miedo y la conducta defensiva (p. ej., la sumisión) permi­ para algunos de sus miembros. La cautela, la prudencia, la sumi­
ten la supervivencia ante un agresor, pero reducen la probabilidad sión, el coraje, la iniciativa, la sinceridad, la autoafirmación, etc.
de éxito en el grupo. Los animales de rango social superior tienen pueden ser más o menos adaptativas dependiendo de la situación.
más acceso a comida, territorio y parejas, pueden proporcionar más Algunos momentos requieren notable prudencia, en otros hacen
cuidados a sus crías y tienen más crías. Los animales temerosos falta grandes dosis de valor y resulta difícil identificar cuándo y
( tímidos) quedan relegados a la periferia del grupo o incluso son cómo hacerlo para sobrevivir y/o tener éxito en un determinado
obligados a dejarlo. El miedo al extraño, que es posible observar grupo social.
en niños entre los 8 y los 24 meses, no tendría explicación desde El planteamiento teórico evolucionista puede resultar útil para
la perspectiva de nuestra sociedad actual, pero puede resultar muy ayudar a comprender estos difíciles equilibrios que es necesario
adaptativo desde una perspectiva evolucionista: habría aparecido tener en cuenta en las relaciones sociales. Ya se ha señalado que
como una protección eficaz ante amenazas de los congéneres. De la AS desempeñó un papel clave en la transición de la forma de
hecho, muchos animales matan a miembros de su misma especie: vida individual a la social, pues (irónicamente) hizo posible que los
«arenques, gaviotas, el pájaro negro europeo, las águilas, los cone­ individuos vivieran juntos en grupo, una importante ventaja para
jos, las ratas, las hienas, los perros salvajes, los osos, los lobos, los la supervivencia. Según Trower et al. (1990l, la AS en la sociedad
hipopótamos, los leones y, al menos, 16 grupos de primates incluido moderna probablemente se ajusta a la misma forma y función, y,
el hombre» (Marks, 1987. p. 33). Normalmente se mata a extraños, para explicarlo, recurren a las aportaciones iniciales de Gilbert
esto es, congéneres no relacionados, especialmente a las crías más (1989) y Chance (1988) sobre los sistemas de defensa y de seguridad.
jóvenes ya que, la desaparición de las crías de otros en el grupo A continuación, se expone lo fundamental de estas aportaciones.
aumenta la probabilidad de supervivencia de las propias y ese mis­ Gilbert y Trower (1990), en la línea de Seligman (1971l, defien­
mo patrón también se observa en la especie humana. Marks ( 1987) den la naturaleza biológicamente preparada de la AS y, al igual
apela incluso a una serie de episodios trágicos, como la orden de que Marks (1987), afirman que la AS surge de la activación de pri­
Herodes de matar a todos los niños, o la del Faraón de matar a los mitivos sistemas de va/oración/respuesta evolucionados para hacer
hijos de los hebreos, o la decisión de matar a un niño concebido por frente a amenazas intra-especie y defienden que el desencadena­
otro varón en distintas culturas. En suma, el hombre es el mayor pre­ miento de dichos mecanismos de valoración/respuesta de forma
dador del hombre y, aunque se ha observado que es más probable inadecuada subyace a los procesos patológicos característicos de
la amenaza por parte de los extraños, también existe riesgo con las personas que experimentan ansiedad en las interacciones socia­
miembros del propio grupo o en la propia familia. Por ejemplo, entre les. Para estos autores, los seres humanos somos el eslabón final
los esquimales o en China fue frecuente el infanticidio (especialmen­ de una larga historia de evolución y esa herencia filogenética ha
te de niñas), desgraciadamente, sigue siendo demasiado habitual quedado reflejada en la actual morfología de nuestro cerebro que
el abuso y el maltrato en la infancia (incluso en la actual sociedad incluye distintas áreas con distintas funciones: (al el cerebro reptil,
occidental) (Botella, Baños y Perpiñá, 2003). con un papel central en la conducta competitiva (la adquisición y
Ahora bien, como señala Marks (1987l, las especies no son ni defensa del territorio, mostrar amenaza; (bl el cerebro paleoma­
buenas ni malas. Es una mera lucha por la supervivencia, los con­ mífero (sistema límbicol que supone la transición de los animales
géneres cooperan y cuidan unos de otros, cortejan y copulan, pero de sangre fría a los animales de sangre caliente y también hacia
también luchan y se matan entre ellos. El contacto entre compañe­ el advenimiento del cuidado de los niños (sistemas de crianza) y
ros y la vida en grupo proporciona muchas ventajas y ello ha dado los vínculos de apego; (cl el cerebro neomamífero (neocortexl con
lugar a la evolución de las conductas sociales y también a la AS estructuras corticales que permiten la representación simbólica de
( Marks, 1987l. Como señalan Trower, Gilbert y Sherling (1990), la las contingencias externas. Estas estructuras permiten a nuestra
AS existe en toda la raza humana y también en otros primates y en especie realizar cometidos bastante complejos como prever posibles
algunas otras especies de mamíferos como nosotros. La AS no es un consecuencias, esperar determinados acontecimientos, hacer planes
desarrollo reciente, sino que tiene una larga historia filogenética o incluso fantasear. Para explicar la AS, estos autores (Gilbert y

'ifl
I!> t Manual de psicopatología. Volumen 2

Trower, 1990; Trower y Gilbert, 1989) postulan dos grandes sistemas: tos agónicos. En los animales, los miembros del grupo actúan
el sistema de defensa y el sistema de seguridad. juntos y realizan acciones beneficiosas paro la supervivencia
de todos (p. ej., lo caza o la defensa frente a los depredado­
l. El sistema de defensa incluye, por uno porte, el poder que
res). No se utilizan señales de amenaza, sino señales de col­
surge o partir del territorio ganado y mantenido en especies
mo, seguridad y tranquilidad (saludos, besos, abrazos, y otros
territoriales (p. ej., los reptiles) y, por otro, los jerarquías de
formas de comportamiento socioll. En los humanos, el modo
dominancia que surgen en otros animales no territoriales (p.
hedónico se ejemplifico en los numerosos conductos y rutinas
ej., los mamíferos>. Los mamíferos viven en grupo, pero han
de cortesía (saludos, despedidos, peticiones indirectos, guar­
desarrollado jerarquías muy importantes poro lo estructuro y
dar turnos, pedir disculpas, etc.> profundamente arraigados
lo cohesión del grupo. En codo grupo lo jerarquía de poder se
en el comportamiento social. Estas señales de seguridad dis­
estructuro alrededor de lo atención dirigido o los miembros
minuyen las conductos defensivas y facilitan lo cooperación
modo agónico ( agonic mode>, que permite o los subordinados
dominantes. Chance (1980> denomino esto formo de interacción
mutuo, la interacción y lo aparición de conductas creativos e
innovadoras.
reconocer y anticipar amenazas (p. ej., expresiones de ira o
rechazo por porte del miembro dominante), paro poder reac­ Por tonto, en el modo hedónico cambio todo: los miembros del
cionar de inmediato dando muestras de sumisión y apacigua­ grupo pueden ser uno importante fuente de seguridad. Se troto
miento que harán que el dominante abandone las amenazas y de detector y reconocer esas señales de seguridad. Cabe recordar

o lo ausencia de seguridad <Rachmon, 1984). En efecto, es posible


la posibilidad de infligir daño. Un buen ejemplo es el contacto aquí que lo ansiedad es el resultado de la presencia de un peligro
ocular, en muchas especies animales y en los primates, el con­
tacto ocular directo significa amenaza, y desviar lo mirada suele observar que los niños, ante uno posible amenaza se acercan o los
indicar sumisión y obediencia. En la especie humano, aunque personas con los que se sienten seguros. El sistema de apego es el
estas respuestos están moduladas por factores culturales y de encargado de suministrar normas y directrices esenciales paro lo
aprendizaje, también se reconoce que el patrón de mirado fijo y supervivencia o los miembros jóvenes del grupo o través del cuida­
directo supone confrontación, y que desviar la mirada suele ser dor primario. Uno de ellos es la seguridad bojo amenaza, el niño
un signo de sumisión o de malestar. Estamos evolutiva y biológi­ regreso o lo madre poro protegerse, paro colmarse y esto le per­
camente preparados paro temer rostros que expresan enfado, mite volver o alejarse y explorar <Bowlby, 1969). Merece subrayarse

dado lugar a sistemas de evaluación-respuesta/cooperación que


crítica o rechazo (Óhman, 1986>. En resumen, la evolución ha que es precisamente en el momento en el que el niño empiezo o
desplazarse cuando surge el miedo al extraño, una formo precurso­
hacen posible la vida en grupo. En gran medida, la organización ra de AS. Además, tal y como subrayan Trower et al. (1990>, el modo
del comportamiento social está controlada por relaciones de en el que se manejen estos temores en un determinado sistema de
poder, en las que la AS es un componente muy importante, por crianza tiene cloros implicaciones para el surgimiento de lo AS. Por
no decir vital. El modo agónico, típico del sistema de defensa en tonto, el tipo de apego (seguro o patológico> se convierte en un
el que surge la AS, es un logro evolutivo que permite vivir juntos elemento o tomar en consideración poro explicar lo AS y quizás
al miembro dominante del grupo y al subordinado; pero tiene también el TAS.
un coste ya que inhibe otros tipos de iniciativas como la explo­ El modo hedónico ha supuesto un avance sustancial, hoce que

Gilbert (1989), en el modo agónico lo importante es seguir al


ración, la creatividad o la innovación. Como subrayan Trower y el ambiente social seo seguro y, de este modo, facilito lo depen­

líder (p. 2D.


dencia mutuo y lo cooperación. Los seres humanos que trabajan y
resuelven problemas juntos pueden lograr y superar muchos más
retos que los que trabajan solos o en un entorno amenazador. Ero
necesario el surgimiento de una organización social cooperativo
y horizontal, que permitiera la cooperación entre sus miembros,
¿) Modo agónico. El modo agónico es una forma de fun­
poro que fuero posible el desarrollo de lo inteligencia humano y lo
cionamiento que permite a los miembros subordinados del culturo (Chance, 1984).
grupo reconocer y anticipar amenazas [p. ej., expresiones En resumen, lo evolución ha dado lugar a sistemas complejos
, de ira o rechazo por parte del miembro dominante] para que permiten lo vida en grupo, y lo AS es el producto de un fraca­
poder reaccionar de inmediato dando muestras de sumi­ so paro activar un sistema filogenéticamente más tardío, el modo
sión y apaciguamiento que harán que el dominante aban­ hedónico. Ahora bien, el sistema de defensa y el de seguridad no
done las amenazas y la posibilidad de infligir daño. Es un tienen por qué ser excluyentes. Uno persono puede reaccionar de
logro evolutivo que permite vivir juntos al miembro domi­ uno formo u otro dependiendo de la situación. Muchos personas
nante del grupo y al subordina do; pero tiene un coste ya experimentan habitualmente ambos sistemas, pero suelen funcio­
nar en el modo hedónico lo mayor porte del tiempo <Trower y Gil­
que inhibe otros tipos de iniciativas como la exploración, la
bert, 1989). Sin embargo, los personas con AS están predispuestos
creatividad o la innovac i ón. o utilizar lo mentalidad agónico y tienen dificultades poro construir
formas hedónicos de interacción social. Esto hoce que, en los inte­
racciones sociales de estos personas se active un sistema más anti­
2. El sistema de seguridad, según Gilbert (1989), se estructuro guo, el modo agónico y los procesos de pensamiento atencionoles

(1980> denomina modo hedónico. El modo hedónico ha hecho


en relación con una forma de organización social que Chance y simbólicos se filtren a través de eso perspectivo agónico, esto
es, desde un punto de visto defensivo: se presto atención al daño
posible que los miembros de la misma especie cooperen en potencial, lo persono se percibe o sí mismo como inferior en jerar­
estrecha proximidad unos de otros sin activar comportamien- quías hostiles y se ponen en marcho conductos de sumisión poro

88
Capítulo 3. Trastorno de ansiedad social ' iijl

impedir el rechazo o la pérdida de estatus. En el modo agónico, la y una mayor repercusión por lo q_ue se refiere a la evaluación y el
persona opero con un predominio de una mentalidad competitiva/ tratamiento de la AS/TAS.
defensiva: la atención se centro en el self y se comparo frente al
otro, sus interacciones sociales son, como paro muchos animales, a. Modelo de C/ark y We/1s (1995)
situaciones amenazadoras y peligrosas. En el modo hedónico, la Este modelo parte de planteamientos q_ue subrayan la importan­
atención ya no se centro en el self, ni el individuo se comparo frente cia de factores cognitivos en la ansiedad social q_ue defienden q_u e
al otro; la percepción de señales de seguridad amigables hace q_ue las personas se preocupan por sus pensamientos acerca del arousal
esto ya no sea necesario. Ahora bien, según estos autores (Gilbert y fisiológico q_ue experimentan en situaciones sociales, su ejecución
Trower, 1990; Trower y Gilbert, 1989), esto no se produce por igual y las percepciones q_ue puedan tener los demás acerca de ellas
en todos los miembros del grupo, por tanto, la AS puede ser el fra­ y también ponen mucho énfasis en la auto-evaluación (Hartman,
caso de algunos individuos paro identificar las señales de seguridad. 1983). Con sus propias palabras (Clark y Wells, 1995), «las personas
La persona con AS operaría bajo el predominio de una mentalidad con estos problemas utilizan la información interoceptiva paro cons­
competitiva/defensiva y la ansiedad surgiría del temor a ser consi­ truir una impresión de sí mismas, q_ue asumen refleja lo q_ue otros
derada sin valor o carente de atributos positivos por otros miembros personas observan, y q_ue esta información es relativamente más
del grupo. Estos autores apelan también a una serie de factores q_ue importante q_ue la observación del comportamiento real por parte
explicarían por q_ué algunas personas pueden no sentirse seguros en de los demás» (p. 82).
las interacciones sociales con los demás: fundamentalmente, el tipo
de apego, factores relacionados con el desarrollo como el sistema Según estos autores, para la persona con AS el problema
de crianza de los padres y las relaciones con otros allegados signi­ comienza con la detección de una audiencia q_ue la puede observar
ficativos, las expectativas, la capacidad de coping, el contexto, los y juzgar. Además, esta persona mantiene una serie de creencias y
valores y la culturo. supuestos disfuncionales respecto a las interacciones sociales, por
ejemplo, los demás tienen altos estándares acerca del desempeño
social, creencias disfuncionales con respecto a la importancia de la

¿) Modo hedónlco. Un logro evolutivo que ha hecho posible


evaluación social y supuestos incondicionales sobre el self De estos
supuestos surgen una serie de cogniciones negativas, q_u e le hacen
que los miembros de la misma especie cooperen en estre­ pensar q_ue siempre está en riesgo de comportarse de una manero
cha proximidad unos de otros sin activar comportamientos q_ue será considerada (por los demás) defectuosa e inaceptable y
agónicos. En los animales, los miembros del grupo actúan q_ue esto dará lugar a su rechazo y/o la pérdida de estima y valor.
juntos y realizan acciones beneficiosas para la superviven­ Por lo tanto, la mera presencia de otros activa la posibilidad de ser
cia de todos [p. ej., la caza o la defensa frente a los depre­ juzgada por un comportamiento inaceptable y q_ue los resultados
dadores]. No se utilizan señales de amenaza, sino señales temidos se produzcan. Clark y Wells enfatizan q_ue la activación
del programa de ansiedad social giro alrededor de un proceso q_ue
resulta crítico: la atención foca/izada en uno mismo y la creación de
de calma, seguridad y tranquilidad [saludos, besos, a brazos,
y otras formas de comportamiento social]. En los h umanos, la impresión del self como un objeto social.
el modo hedónico se ejemplifica en las numerosas conduc­
En el modelo se asumen una serie de premisas:
tas y rutinas de cortesía [saludos, despedidas, peticiones
indirectas, g uardar turnos, pedir disculpas, etc.] profunda­ La persona está motivada y desea presentar una impresión favo­
mente arraigados en el comportamiento social. Estas seña­ rable de sí misma (selfl. Pero duda acerca de su capacidad paro
lograrlo en situaciones sociales concretas.
les de seguridad disminuyen las conductas defensivas y
facilitan la cooperación m utua, la interacción y la aparición Esta inseguridad es una manifestación de un procesamiento
autofocalizado negativo. Está también asociada a una serie
de conductas creativas e innovadoras.
de conductas de seguridad q_ue la persona utiliza paro prote­
gerse, salvaguardar su autoestima y evitar juicios negativos de
otros.
8. La importancia de la cog n ición y la Se asume q_ue, al contrario de lo q_u e la persona espero, algu­
nas de estas conductas de seguridad q_ue pone en marcha para
imaginac ión !mode los cogn itivo-verbale s protegerse dan lugar a síntomas problemáticos, aumentan la
y cogn itivo-imag inativos! probabilidad de una ejecución deficitaria y de q_ue se produzcan
las consecuencias temidas.
En los últimos años, han aparecido algunos modelos q_ue intentan
comprender la AS/TAS desde planteamientos más cognitivos. Estos A lo largo del proceso, la persona experimenta una serie de
modelos, aunq_ue prestan cierta atención a posibles factores etioló­ síntomas de ansiedad y, estos síntomas, junto con las conse­
gicos, de modo fundamental se centran en factores q_ue permitan cuencias negativas de las conductas de seguridad, alimentan la
explicar su mantenimiento (Barlow y Hofmann, 2002; Botella et al., auto-evaluación negativa y refuerzan las impresiones distorsio­
2004; Clark y Wells, 1995; Heimberg Brozovich y Rapee, 2010; Hof­ nadas del self.
mann, 2007; McEvoy et al., 2018; Moscovitch et al., 2009; Rapee y Se produce un procesamiento distorsionado de la información
Heimberg, 1997; Schlenker y Leary, 1982; Stopa, 2009; Wells, 1997). respecto a las situaciones sociales en tres fases: (al El procesa­
Dada la importancia q_ue han tenido dichos modelos en el diseño y miento q_ue se lleva a cabo anticipando la situación; (bl El pro­
desarrollo de los actuales programas de tratamiento, a continua­ cesamiento acerca de la ejecución en misma situación; (el El
ción, presentaremos aq_uellos q_ue han tenido una mayor difusión procesamiento q_ue se realiza una vez ha finalizado la situación

89
tt Manual de pslcopatologla. Volumen 2

Procesamiento del self como un objeto social. Estos autores


d) Conductas de seguridad. C onductas que pone en mar­
l.
defienden q_ue un proceso crucial en la AS/TAS es un procesa­
cha la persona con AS/TAS para protegerse y evitar que se miento negativo de uno mismo. Cuando la persona se enfren­

en el foco de su atención. La atención se focaliza en el se/f, y


produzcan las catástrofes temidas, cuando se encuentra en ta a una situación social, se produce un cambio fundamental

la persona percibe imágenes vívidas del self como un objeto


1 una situación social. Por ejemplo, eludir el contacto ocu­
lar con los demás para evitar que alguien se le acerque o
social, esto es, como cree q_ue la ven los demás. Este cambio
le pregunte, utilizar alguna treta [como consultar el móvil
atencional, q_ue sigue a la valoración de la persona acerca del
o fingir que está muy interesada leyendo algo), apoyar las
mento en la autoconciencia y la persona manifiesta q_ue el self
peligro q_ue supone la situación, se experimenta como un incre­
manos en algún lugar por si tiemblan, ponerse ropa gruesa
para que se perciba menos el sudor, etc. Estos comporta­ se hace perceptivamente más saliente (p. ej., «Soy el centro
mientos pueden reduc ir la ansiedad en el momento, pero de la atención»). Además, se centra en analizar cómo pien­
en última instancia, evitan que la persona compruebe que sa ella q_ue aparece ante los otros: «Tiemblo tanto q_ue todos
sus miedos sociales son infundados y, por tanto, contribu­ lo están viendo, piensan q_ue soy incompetente». La persona
yen al mantenimiento del problema. realiza este análisis, desde la perspectiva de un espectador
externo (es decir, se imagina a sí misma a través de los ojos

verse a sí misma temblando de forma violenta mientras intenta


de un miembro de la audiencia) durante su ejecución y puede

social o procesamiento post-mortem. En esta fase, la persona


hablar. Según Clark y Wells, esta imagen vívida resulta convin­
cente para la persona porq_ue le parece coherente con lo q_ue un
revisa una y otra vez lo q_ue ha sucedido en la situación, así
observador podría ver o pensar. En consecuencia, la impresión/
como lo q_ue debería haber ocurrido y las consecuencias q_ue
imagen negativa exacerba la AS/TAS en la situación al hacer
podría tener.
q_ue la persona perciba el peligro como más probable e inmi­
Se defiende la existencia de una serie de supuestos y creencias nente. Este análisis se basa en información interna (información
disfuncionales q_ue aumentan la vulnerabilidad de la persona a interoceptiva de los síntomas o pensamientos) y suele contener
padecer AS o TAS: representaciones distorsionadas acerca de lo visibles q_ue son
Creencias básicas acerca del self. Estas creencias se cen­ para los demás las manifestaciones de la ansiedad (p. ej., sudo­
tran sobre el self como un objeto social. No están siempre ración, palpitaciones). Además, la persona, utilizando un razo­
activadas, se activan en situaciones sociales: «Soy incom­ namiento emocional, concluye q_ue, dado q_u e ella siente q_ue
petente», «Soy raro», «Soy aburrido». Son similares a los lo está haciendo mal, también lo deben percibir así los demás.
esq_uemas disfuncionales q_ue se observan en otras patolo­ Todo este proceso de autofocalización, reduce los recursos aten­

si se produce algún feedback positivo de los demás) y desvía la


gías, como la depresión, aunq_ue en la AS se asocian de cionales disponibles para procesar la información externa (p. ej.,
forma fundamental a situaciones sociales. Estas creencias
acerca de la propia incapacidad hacen q_ue la persona sea atención de otras fuentes de información necesarias para reali­
proclive a valorar las situaciones sociales como potencial­ zar adecuadamente la tarea. Esto necesariamente perjudica el
mente peligrosas. rendimiento y hace q_ue sean más probables las consecuencias

Supuestos disfuncionales. Se refieren a representaciones Conductas de evitación y de seguridad. La forma más senci­
temidas.
2.
explícitas q_ue lleva a cabo la persona acerca de las posi­ lla de impedir las posibles catástrofes q_ue la persona con AS/
bles consecuencias q_ue puede tener comportarse de cierta TAS teme es evitar las situaciones sociales. Al evitarlas, la per­
forma. Por ejemplo, «Si no digo nada, pensarán q_ue soy sona elimina la posibilidad de fracasar, pero por ello paga un
aburrido», «Si perciben mis síntomas de ansiedad, pensa­ alto precio, ya q_ue la evitación hace q_ue disminuyan las oportu­
rán q_ue soy incompetente». Son patrones de pensamiento nidades de desconfirmar las creencias acerca de la peligrosidad
rígidos q_ue favorecen un procesamiento disfuncional auto­ de las situaciones, por lo tanto, los temores se mantienen. Si
focalizado, elemento central en la AS/TAS.
Reglas rígidas respecto a la ejecución en situaciones
esa evitación total no es posible, la persona empieza a poner

sociales. Conjunto de reglas rígidas q_ue rigen las interac­ can las catástrofes temidas, esto es, las llamadas conductas de
en marcha estrategias para protegerse y evitar q_ue se produz­

ciones sociales. Por ejemplo, «Es importante ser siempre seguridad. Clark y Wells (1995), plantean cuatro mecanismos a
muy ingenioso en las situaciones sociales», «Jamás se través de los cuales las conductas de seguridad mantienen las
deben dar signos de ansiedad ya q_ue indican debilidad». creencias negativas acerca de las situaciones sociales:
Estas reglas conducen a la persona al fracaso, ya q_ue antes Exacerbación de los síntomas, ya q_ue, si la persona se con­
o después se encontrará en una situación en la no se cum­ centra en encontrar una frase ocurrente, o en evitar a toda

un incidente crítico en el q_ue la persona haya fracasado,


plen estos estándares imposibles q_ue mantiene. Después de costa tartamudear, puede acabar perdiéndose en su discur­
so y fracasando en la exposición.
empieza a percibir las situaciones sociales como peligrosas
ya q_ue pueden dar lugar cada vez a más fracasos y, por Impiden la desconfirmación de las creencias negativas, pues
la persona llega a pensar q_ue no se producen las catástrofes
tanto, contribuyen a un autoprocesamiento negativo del self.
temidas (p. ej., q_ue se burlen de ella) porq_ue se ha protegido
Clark y Wells ( 1995) apelan a tres procesos adicionales para al poner en marcha las conductas de seguridad, y no porq_ue
explicar el mantenimiento de la AS/TAS: la catástrofe temida es poco probable.

90
C a p ítulo 3. Trastorno de ansiedad social

en el self la persona consume recursos atencionales que


Mantienen la auto-atención, ya que al centrar la atención En cualquier caso, según Clark y Wells (1995) el aspecto central

cesamiento disfuncional del self como un objeto social) que genera


del trastorno es la atención focalizada en uno mismo (esto es, el pro­
deberían dirigirse a analizar lo que realmente sucede (p. ej.,
que no es rechazada). ansiedad, perjudica el rendimiento e impide que la persona perci­
Contaminan la situación social, pues la persona, sin ser ba información inconsistente con el temor respecto a la interacción
consciente de ello, puede hacer que se produzca la catás­ social. A partir de este modelo se han desarrollado estrategias de
trofe temida; por ejemplo, para protegerse puede desviar intervención (Wells, 1997) que han tenido notable influencia respec­
la mirada y no ser capaz de mantener el contacto ocular, to al tratamiento de la AS/TAS. No obstante, según Schultz y Heim­
o concentrarse en un móvil o en un libro, etc., y los demás berg (2008), algo que Clark y Wells (1995) no incluyen en su modelo
pueden pensar que es rara o que tiene poco interés en la es la posibilidad de diferenciar entre un sesgo atencional hacia las
interacción social. señales de amenaza externa, frente a otras señales. Dicho de otra

3. Síntomas cognitivos o somáticos. En el modelo se insiste en


forma, la importancia de la vigilancia que pueda mantener la per­
sona con AS/TAS respecto a estímulos de amenaza social existentes
que estos síntomas captan recursos atencionales y, por tanto, en el ambiente, a saber, indicios de una posible evaluación negativa
perturban la ejecución real en la situación social. Ahora bien, por parte de miembros de la audiencia. Esto es, tomar en considera­
el grado en que resulten problemáticos depende de la interpre­ ción la mayor o menor probabilidad, así como los posibles efectos,
tación que la persona realice. Generalmente, los percibe como de que una persona socialmente ansiosa perciba que un miembro
un signo de fracaso inminente, piensa que no va a alcanzar los de la audiencia bostece o que otro esté sonriendo y asintiendo con
estándares establecidos (por los demás) y ello tendrá unas con­ la cabeza. Este sesgo atencional hacia la amenaza externa ha sido
secuencias catastróficas respecto a pérdida de estatus, valía considerado por otros teóricos como particularmente importante,
personal, rechazo y/o humillación. No es de extrañar, por tanto, tanto en la ansiedad general como en la AS/TAS. En eso entramos
que la persona esté hipervigilante hacia la posible aparición a continuación.
de los síntomas, y ello no hace más que perturbar más todo el
proceso. A medida que se incrementa la intensidad de los sínto­ b. Modelo de Rapee y Heimberg (1997)
mas, debido al efecto paradójico de las conductas de seguridad,
Según estos autores, su modelo se basa en las aportaciones iniciales
ta negativamente el contenido de la imagen pública del self, lo
aumenta la percepción de peligro y la hipervigilancia; esto afec­
de Carver y Scheier 0988) y Schlenker y Leary (1982) y debe mucho
también a los planteamientos de Clark y Wells (1995). Al igual que
cual produce más síntomas.
Clark y Wells 0995) plantean distintos ciclos de feedback invo­
Schlenker y Leary 0982), plantean que la AS/TAS surge cuando

lucrados en el mantenimiento de este procesamiento auto-foca/iza­


la persona está motivada para dar una determinada impresión a

do disfuncional mientras la persona está en la situación social: (al


los demás y, sin embargo, no está segura de lograrlo. Por tanto,

El procesamiento del se/f como un objeto social puede servir para


depende de dos factores, la motivación que tenga la persona para
producir una determinada impresión en los demás y la probabilidad
aumentar o disminuir las valoraciones de peligro, dependiendo de la subjetiva que tenga de conseguirlo. De manera similar a Clark y
naturaleza de las auto-valoraciones realizadas. (bl Las conductas de Wells (1995), definen las situaciones sociales de manera amplia. La

tivas, al impedir obtener feedback corrector e impedir la descon­


seguridad mantienen los pensamientos y las interpretaciones nega­ mera presencia de una audiencia puede constituir una importan­
te amenaza. Cuando se encuentra en una situación de interacción
firmación de las creencias acerca de la peligrosidad de la situación social, las personas con AS/TAS experimentan temor porque asumen
social y las consecuencias catastróficas temidas. (cl Los síntomas de que los demás son naturalmente críticos y, por tanto, es probable que
ansiedad alimentan la construcción de autovaloraciones distorsiona­ realicen una evaluación negativa de su ejecución. A la vez, dan una
das. (d) Las conductas de seguridad pueden contaminar la situación importancia fundamental a conseguir la aprobación por parte de los
social, sesgar negativamente las valoraciones de otras personas y demás y, sin embargo, no están seguros de poder lograrlo. En pre­
hacer que se produzcan las catástrofes temidas. sencia de una amenaza (es decir, después de la detección de una
Además, estos autores insisten en la importancia de dos pro­ audiencia), las personas con AS/TAS se focalizan en varias fuentes

el mantenimiento del trastorno: el procesamiento anticipatorio y el


cesos cognitivos que también desempeñan un importante papel en para obtener información acerca de la posibilidad de que se produz­

procesamiento post-mortem. El primero hace referencia a que antes


can los resultados temidos: estímulos ambientales, una representa­
ción mental de cómo creen que los ven los demás, y percepción de
de enfrentarse a una situación, la persona anticipa detalladamente síntomas cognitivos, conductuales y afectivos que experimentan en
lo que piensa que podría ocurrir e intenta prever qué podría hacer ese momento (Rapee y Heimberg, 1997). Partiendo de estas premisas
para evitar la situación temida, aumentando de este modo su ansie­ generales, Rapee y Heimberg 0997) plantean una serie de conceptos

samiento post-mortem hace referencia a la revisión detallada de la


dad y sus predicciones negativas acerca de lo que ocurrirá. El proce­ y procesos que alimentan y mantienen la AS. Estos procesos son
bastante similares a los de Clark y Wells (1995). Ahora bien, existen
situación social, centrándose de forma fundamental en los síntomas algunas diferencias fundamentales entre ambos modelos (Heimberg,

La audiencia. Con este término se refieren tanto a un grupo de


de ansiedad y la sensación de fracaso al no lograr los estándares Brozovich y Rapee, 2010; Schultz y Heimberg, 2008).

do por la percepción negativa del se/f y es probable que la persona


deseados que ha experimentado. Este procesamiento está domina­
personas que tiene la intención de observar algo (p. ej., personas
perciba su ejecución de forma más negativa de lo que realmente que presencian un discurso, una obra de teatro) como a cualquier
fue. Ahora bien, todos procesos no se producirían de la misma forma persona o grupo que potencialmente pueda observar, o percibir,
en todas las personas. Por tanto, en la formulación de cada caso la presencia, la apariencia y/o la conducta de la persona con AS
individual se recomienda insistir más en unos o en otros. (p. ej., personas que van andando por una calle). Una situación

91
tt M1nu11 a, p1tcopatolo9l1, VOiumen 2
10clal vatuotlvo sería, pues, cualq_uier situación en la q_ue tal cibir en el entorno social. Esto es, la persona desdobla sus recursos

audiencia estó presente. Así, para que se produzca ansiedad no atencionales: (a) sobre los aspectos más destacados de la imagen
es necesario que exista una interacción entre los miembros de la interna (las características que son relevantes para la situación y
audiencia y la persona, el simple hecho de ir en el autobús o estar potencialmente valoradas por la persona de forma negativa); pero
en un restaurante puede ser suficiente. Una serie de característi­ (b) también vigila posibles amenazas externas para ir ajustando
cas de la audiencia (p. ej., importancia, atractivo) a los ojos de la su imagen a partir de ellas. Subrayan, además, q_ue las personas
persona con AS, así como características de la situación (p. ej., con AS/TAS suelen focalizarse en señales negativas procedentes del
el grado en que es conocida la persona con AS, si se trata de un entorno social, a pesar de que se puedan producir señales o estí­
examen importante, etc.) también ejercerán influencia en el nivel mulos positivos por parte de la audiencia (p. ej., darse cuenta de
de ansiedad que se experimente. que alguien de la audiencia bosteza, mientras q_ue varias personas
La representación mental del self como cree la persona con sonríen). La hipervigilancia hacia las señales externas de amenaza
AS que es percibido por la audiencia. Rapee y Heimberg (1997), sería similar a la que se produce respecto a las señales internas de
al igual que Clark y Wells (1995), defienden que cuando la persona amenaza, en ambos casos la persona está atenta a información
con AS se encuentra ante una situación social, se forma (o accede acerca de la probabilidad de que se produzcan los resultados nega­
al una representación mental acerca de cómo cree es percibida tivos temidos. Finalmente, esta división de los recursos atencionales
por la audiencia. Esta representación mental puede ser una imagen puede perturbar la ejecución (sobre todo, si la tarea es compleja y
o una vaga sensación acerca de cómo cree que aparece ante los requiere bastante atención) y aumentar la probabilidad de que se
demás, q_ue se percibe desde la perspectiva de un observador exter­ produzcan dichos resultados.
no, esto es, como si la viera a través de los ojos de las personas de La comparación de la representación mental del self, vista
la audiencia (que recordemos son la fuente de una posible evalua­ por la audiencia, frente a los estándares que la persona con
ción negativa), por tanto, para la persona con AS/TAS es importan­ AS espera utilice la audiencia. La persona formula también una
te modelar o influir en cómo piensan. Esta representación mental predicción acerca de la ejecución adecuada o criterios que espera
deriva de varios inputs. va a utilizar la audiencia para juzgar su ejecución. Generalmente,
Información previa procedente de la memoria a largo plazo que cree que van a utilizar unos criterios extremadamente altos y, en la
tiene la persona con AS/TAS acerca de cómo se ve a sí misma medida en que considere que su comportamiento no está a la altura
y cómo cree que aparece ante los demás (apariencia general de las expectativas de la audiencia, es más probable que anticipe
derivada de espejos, fotografías). una evaluación negativa, así como las consecuencias temidas (p. ej.,
Situaciones sociales pasadas en las que se hayan producido rechazo, desprecio). Estas valoraciones pueden fluctuar en función
experiencias difíciles consistentes con las creencias centrales de las percepciones cambiantes de la audiencia, las exigencias de
acerca del self. «Soy un inútil», «No valgo nada». Esta infor­ la situación social y su propio comportamiento.
mación se combina para dar lugar a una imagen del self que se
puede modificar (e incluso empeorar) a partir de las experien­
cias sociales que tenga la persona con AS/TAS. ¿) Representación del self. Tal y como es visto por la
Los síntomas de ansiedad q_ue la persona cree que resultan visi­ aud iencia, i mágenes mentales que son emoc ionalmente
bles para la audiencia (p. ej., rubor, temblor, sudor), así como el activantes y que juegan un rol central en la aparición y
significado que dicha audiencia les puede dar (p. ej., incompe­ mantenimiento de la AS/TAS. En las personas que padecen
tencia). este problema, se activan imágenes sobre el self y los otros
Además, la persona con AS/TAS también puede presentar défi­ ..
[la audiencia! que son negativas y están vinculadas a even­
cits reales en la ejecución, (p. ej., tartamudear) o experimen­
tar la sensación de que su ejecución resulta inadecuada (p. ej.,
tos de la memoria autobiográfica que tienen una caracteri­
«estoy siendo aburrido»). zac ión similar a los eventos traumáticos.

Posibles señales externas de rechazo que perciba en los miem­


El juicio acerca de la probabilidad y las consecuencias de la
bros de la audiencia.
Todo ello conforma y retroalimenta esa representación mental evaluación negativa por parte de la audiencia. La persona con
del self y hace que cada vez reajuste su imagen en una dirección AS/TAS juzgará la probabilidad de recibir una evaluación negativa
negativa y la convierta todavía más en el foco de su atención. En por parte de la audiencia (alta) y las consecuencias q_ue se pueden
resumen, la focalización en las señales de amenaza externa, así derivar de dicha valoración (muy negativas). Además, los recuerdos
como en la representación mental del self, que se va modificando q_ue tenga acerca de fracasos sociales del pasado también hacen
a partir de las percepciones q_ue tiene la persona de los síntomas más probable que la persona considere que la interacción social
de ansiedad internos (fisiológicos, conductuales y cognitivos), y las salga mal y les lleva a sobreestimar las consecuencias negativas que
señales externas (p. ej., bostezos en miembros de la audiencia) sir­ se derivan de la situación social.
ven para mantener el problema. La respuesta de ansiedad en las personas con AS/TAS.
El foco de la amenaza y la distribución de los recursos La interacción de la información procedente de señales internas y
atencionales. A diferencia de Clark y Wells (1995), Rapee y Heim­ externas suele proporcionar a la persona pruebas de q_ue su actua­
berg (1997) defienden que cuando la persona está en una situación ción ha sido deficiente. Teniendo en cuenta dicha información, así
social, centra sus recursos atencionales en ambos focos de posibles como lo q_ue cree espera la audiencia, valora la probabilidad de
amenazas. por una parte, la representación interna q_ue mantiene que las catástrofes temidas se hagan realidad. Estas expectativas
acerca del sel� por otra, sobre cualq_uier amenaza q_ue pueda per- negativas contribuyen a una serie de síntomas conductuales, cogni-

92
Capítulo 3. Trastorno de ansiedad social .'ji

tivos y fisiológicos de lo ansiedad, los cuales, o su vez, influyen en lo do la situación social, pero le don uno importancia mayor en los
representación mentol negativo que mantiene lo persono acerco de actualizaciones del modelo (p. ej., Heimberg, Brozovich y Ropee,
cómo cree que lo ve lo audiencia. Cerrándose, así, un círculo vicioso 2014). Plantean que, después de lo situación social, lo persono se
que se renuevo en codo situación social. centro en revisor minucioso y reiteradamente todo lo sucedido, sus
acciones y su comportamiento, así como los reacciones y comporta­
c. Actualizaciones del modelo mientos de los miembros de la audiencia. Se troto de un patrón de
El modelo ha tenido algunos actualizaciones (Heimberg et al., 2010; pensamiento reiterativo, focolizodo en los detalles de lo situación o
Heimberg, Brozovich, et al., 2014; Hyett y McEvoy, 2018; McEvoy et lo rumio posterior al acontecimiento. Estos autores, sugieren que,
al., 2018; Schultz y Heimberg, 2008; Spence y Ropee, 2016; Wong y quizás lo persono se involucre en este análisis poro entender mejor
Ropee, 2016). Dados los limitaciones de espacio, no resulto posible su comportamiento, troto de examinarlo minuciosamente en busco
de momentos potencialmente embarazosos, que puedan requerir
algún grado de control de daños, o poro prepararse mejor poro
presentar en detalle dichos actualizaciones, por ello, nos limitare­
mos o comentar brevemente los aspectos fundamentales.
afrontar lo próximo situación social en un intento de evitar los temi­
las imágenes en la AS/TAS. Se ha comprobado que los imáge­ dos resultados negativos.
nes afectivos activan uno red que evoco respuestos fisiológicos, con­
ductuoles y cognitivos de miedo, lo mismo red que se activo cuando Los datos indican que el PES puede ser un importante factor
lo persono se enfrento o un estímulo amenazador (Long, 1979). Esto de mantenimiento en la AS/TAS. Facilito lo activación de sesgos
respuesto o los imágenes afectivos se produce en todos los personas; de memoria respecto a eventos pasados y también las prediccio­
sin embargo, se intensifica entre los personas ansiosos. Además, tam­ nes sobre el éxito en situaciones futuros. Este proceso hoce que la
bién se ha comprobado que los imágenes activan respuestos emo­ persono genere uno visión codo vez más distorsionado de la situa­
cionales más potentes que el procesamiento verbal (p. ej., Holmes y ción, del resultado de su ejecución, así como lo responsabilidad que
Mothews, 2010)_ Por lo tonto, es probable que, cuando lo persono tiene en ello. Al igual que sucede en los patrones de pensamiento
con AS/TAS se focoliza en lo imagen de su representación mentol, obsesivos, en lo medido en que la persona se involucre en un mayor
está potenciando lo experiencia emocional que vive en ese momento número de iteraciones de PES, tendrá más dificultades paro tener un
y esto puede tener efectos perturbadores en su desempeño social. recuerdo preciso y real de lo sucedido; sin embargo, esta memoria
Teniendo esto en cuento, estos autores (p. ej., Heimberg, Brozovich reconstruida/distorsionada estará más fácilmente accesible. Así, la
y Ropee, 2014) plantean lo conveniencia de analizar tres cuestiones memoria que tiene lo persono con AS/TAS acerco de las situaciones
que parecen ser importantes poro el estudio de lo AS/TAS: sociales es cado vez más negativa y aumento la ansiedad antici­
l. LLos personas socialmente ansiosos se involucran de formo potoria respecto o situaciones sociales futuros. Por lo tanto, este
espontáneo en imágenes que pueden tener un efecto negativo proceso de PES sirve paro conectar una situación social con otro y
en lo representación mentol? Los datos de los primeros estudios perpetúo la ansiedad social a través del tiempo y los situaciones.
indican que lo respuesto es sí. También es importante señalar que este proceso puede perturbar
la buena marcha del tratamiento, yo que las experiencias de éxito
2. LRecuerdon preferentemente situaciones sociales desde lo pers­ que puede tener la persona cuando afronto las situaciones temidos
pectivo de lo audiencia (esto es, desde lo perspectivo del obser­ pueden convertirse en verdaderos fracasos. Por lo tonto, es funda­
vador) y esto perspectivo está asociado o resultados negativos? mental tener esto en cuenta e incluir en el tratamiento estrategias
Los datos iniciales, también indican que lo respuesto es afirma­ específicos poro abordar el PES.
tivo, esto es, adoptar lo perspectivo del observador aumento
lo outocrítico y los emociones negativos y, fundamentalmen­ El miedo a la evaluación positiva. Tradicionalmente, el mie­
te, cuando se recuerdan situaciones evocadoras de ansiedad. do o lo evaluación negativo se ha considerado uno característica
Además, adoptar lo perspectivo del observador aumento con el central de lo AS/TAS; sin embargo, la investigación realizado por
poso del tiempo, y está asociado o tener pensamientos nega­ el grupo de Heimberg (p. ej., Weeks et al., 2008) indico que lo que
tivos con más frecuencia, uno outoevoluoción del rendimiento temen los personas con AS/TAS es cualquier tipo de evaluación,
más negativo, más sensaciones físicos y un uso más frecuente yo sea negativo o positiva. El miedo a la evaluación positiva (MEP)
de conductos de seguridad. se puede producir de distintos formas. Por ejemplo, si una persona
3. LEI hecho de tener uno imagen negativo del self mientras se con AS/TAS tiene éxito en una situación, esto puede activar la idea
realizan diversos toreos en situaciones sociales afecto negati­ de que los demás esperarán un éxito igual o incluso mayor en el
vamente al rendimiento? De nuevo lo respuesto es afirmativo. futuro, y experimentar profundas dudas acerca de su capacidad
Lo focolizoción en uno imagen negativo puede afectar en gran poro lograrlo y, por tanto, se genero más temor acerca de cumplir
medido o lo formo en que uno persono experimenta ansiedad y con estas expectativas mayores. Estos autores, señalan que su con­
en cómo lo perciben los demás en uno situación social. También ceptualización del MEP se deriva de lo perspectiva evolucionista de
afecto negativamente o lo ejecución de lo persono con AS/TAS Gilbert (2001), ya comentado en un aportado anterior. Como vimos,
y aumento lo utilización de los conductos de seguridad. lo AS sería un mecanismo evolutivo que facilito los interacciones
no violentos entre los congéneres; pero uno determinada persono
A este respecto, cabe señalar que los formulaciones posterio­ puede temer las evaluaciones positivos que puedan dar lugar o un
res del modelo original (p. ej., Heimberg, Brozovich y Rapee, 2014) aumento de su estatus, incrementando, por tonto, lo posibilidad de
incluyen como un aspecto central del modelo lo imagen que tiene lo
persono de esto representación mentol del self tal y como considero
tener conflictos con otros individuos más poderosos. Un ejemplo lo
tenemos también en nuestro sociedad en personas que no desean
lo persono que es visto por lo audiencia. en absoluto una mejor posición en su trabajo debido a las responsa­
Procesamiento pos-evento social (PES). Estos autores también bilidades y riesgos que conllevo. Gilbert denominó a este concepto
contemplan el procesamiento que se produce uno vez ha finalizo- el miedo a hacerlo bien (p. 742). La escala que el grupo de Heimberg

93
t t Manual de pslcopatología. Volumen 2

ha desarrollado para medir el MEP (Fear of Positive Evaluation Sea­ Planteamientos evolucionistas. En la anterior propuesta <Bote­
/e; Weeks et al., 2012) correlaciona con el miedo a la evaluación lla, Baños y Perpiñá, 2004) subrayamos la necesidad de considerar
negativa, aunq_ue los datos indican q_ue se trata de dos factores los planteamientos evolucionistas, anteriormente mencionados, para
independientes. Dicha escala ha mostrado tener buenas caracte­ explicar el surgimiento de la AS y el TAS (p. ej., Chance, 1988; Gilbert
rísticas psicométricas, y se ha comprobado q_ue las personas con y Trower, 1990; Marks, 1987; óhman, 1986; Trower y Gilbert, 1989,
TAS obtienen una puntuación más alta en el MEP q_ue personas q_ue 200D. Defendimos la naturaleza biológicamente preparada de la
padecen otros trastornos de ansiedad. AS, q_ue surge de la activación de primitivos sistemas de valoración/
Desregulación emocional en el trastorno de ansiedad social. respuesta evolucionados para hacer frente a amenazas entre miem­
Hay poca investigación sobre el tema de la regulación emocional bros de la misma especie. Al igual q_ue estos autores, pensábamos
respecto a la AS y el TAS, sin embargo, los estudios existentes indi­ q_ue la AS ha tenido y tiene gran utilidad para nuestro funcionamien­
can q_ue las personas con AS inhiben la expresión de un conjunto to como especie, ya q_ue, aunq_ue en momentos pueda resultar muy
de emociones en un intento de controlar las consecuencias socia­ perturbadora e incapacitante para la persona q_ue la padece, ha
les potencialmente negativas (p. ej., rechazo, evaluación negativa) posibilitado importantes avances para la vida humana, como la vida
y estos intentos de supresión de las emociones pueden interferir en grupo. En un epígrafe anterior, hemos llamado la atención sobre
con su funcionamiento en situaciones sociales. Podrían considerarse lo q_ue Chance (1980) denomina modo agónico, esto es, una forma
formas específicas de conducta de seguridad q_ue tendrían así una de interacción social q_ue permite a los subordinados reconocer
función reguladora de las emociones. y anticipar amenazas y, si consideran q_ue no es posible controlar y
Estos nuevos planteamientos se han incorporado a protocolos dar respuesta a las mismas, dar muestras de sumisión para lograr
de tratamiento q_ue dan una importancia clave al tema de cómo q_ue el miembro dominante abandone la amenaza. Chance (1980>
abordar la imagen del self q_ue mantiene la persona con AS/TAS también plantea, en estrecha relación con el modo agónico, lo q_ue
y q_ue ya han comenzado a mostrar utilidad (McEvoy et al., 2018). denomina modo hedónico, una estructura fundamental para facili­
tar la interacción social q_ue, a lo largo de la evolución, no solo ha
c. Modelo de Botella, Baños y Perpiñá (2001/,J permitido la cooperación entre miembros del grupo, sino también
ha posibilitado la aparición y el desarrollo de otras dimensiones
Hace ya años planteamos una propuesta q_ue pretendía arrojar luz específicamente humanas, como la creatividad, la innovación y la
sobre el surgimiento y el mantenimiento de la AS/TAS, así como cultura, q_ue resultan bastante difíciles de comprender sin apelar a
plantear estrategias de evaluación y de tratamiento derivadas de la ese modo de interacción hedónico.
misma. Esta propuesta se basaba en la experiencia obtenida en la
evaluación y el tratamiento de numerosas personas con problemas Aportaciones más recientes (Gilboa-Schechtman et al., 2014),
de AS/TAS, tomaba también en consideración las dos aportaciones siguen insistiendo en la importancia de considerar estos plantea­
más importantes realizadas hasta ese momento respecto a posibles mientos evolucionistas para explicar el surgimiento y el manteni­
derivaciones de utilidad para el diseño y desarrollo de interven­ miento de la AS/TAS. La vida en grupo tiene claras ventajas, pero
ciones en clínica (Clark y Wells, 1995; Rapee y Heimberg, 1997), para mantener la estabilidad y el funcionamiento del grupo es
así como otros trabajos fundamentales (Marks, 1987; Barlow, 1988; necesario recurrir a sistemas jerárq_uicos q_ue implican complejas
Schlenker y Leary, 1982; Trower y Gilbert, 1989; Kanfer y Hagerman, manifestaciones, ya sea dominio, ya sea sumisión, y las personas con
1981; Rapee, 1997). AS/TAS parecen tener dificultades para lograr un saludable eq_ui­
librio entre ellas. Por tanto, examinar el funcionamiento de estos
Entonces ya defendimos q_ue el problema denominado enton­
dos sistemas bio-comportamentales nos puede ayudar a compren­
ces fobia social era diferente del miedo irracional q_ue define a las
der «los mecanismos básicos de la ansiedad social: el rango social
fobias. Esto es, muchos temores sociales serían más razonables y,
(incluyendo dominancia, competencia o capacidad, agencia, poder,
funcionalmente, adaptativos de lo q_ue cabría pensar. Una persona
con fobia a los espacios cerrados, las alturas, las cucarachas o las instrumentalidad y autoridad) y la afiliación (incluyendo comunión,
tormentas experimenta un miedo terrorífico, a veces insuperable, seguridad, calidez, moralidad y expresividad)» (Gilboa-Schechtman
ante la posibilidad de entrar en un ascensor, subir a un décimo piso, et al., 2014, p. 600>. Entonces y ahora coincidimos en q_ue estos dos
andar por lugares en los q_ue puede haber cucarachas o estar al aire grandes factores (modo agónico y modo hedónico> resultan funda­
libre si el tiempo amenaza tormenta. Sin embargo, el peligro objeti­ mentales para comprender la AS/TAS y, asimismo, para su trata­
vo q_ue corre en todos estos casos es más bien escaso, por no decir miento. Por otra parte, merece también subrayarse q_ue, además de
prácticamente nulo. Por el contrario, el temor o la ansiedad q_ue las posibles implicaciones para la evaluación y el tratamiento de la
experimenta una persona acerca de la posibilidad de ser evaluada AS/TAS, estos planteamientos evoluc.ionistas tienen puntos de con­
en una situación social dada (p. ej., ir por primera vez a la casa de tacto con perspectivas recientes acerca de los factores etiológicos
su pareja) o de experimentar dificultades al hablar o interactuar con y mantenedores de la AS/TAS. Por ejemplo, Wong y Rapee (2016)
otras personas (p. ej., mantener un punto de vista diferente ante el defienden la importancia crucial del valor de amenaza q_ue se otor­
jefe, o entablar una conversación con una persona del sexo opuesto) ga a los estímulos sociales, al guiar a un individuo en su entorno. Lo
pueden estar justificados hasta cierto punto. Dicho de otra forma, plantean como un principio al q_ue denominan valor de amenaza de
las personas q_ue nos rodean son la parte fundamental de nuestras los estímulos socio-evaluativos o, simplemente, valor de la amenaza
vidas, desde q_ue nacemos hasta q_ue morimos. Temer a los demás social («threat value of social-evaluative stimuli ... or ... social-eva­
puede tener implicaciones cruciales, y para comprender ese temor, luative threat principie», p. 87).
no solo hay q_ue analizar una parte de la ecuación (uno mismo), sino Factores genéticos, evolutivos y familiares. Al igual q_ue otros
..
también la otra (las personas q_ue nos rodean). Además, en aq_uel autores, defendimos la importancia de una vulnerabilidad, tanto bio­
momento prestamos atención a otras aportaciones. A continuación, lógica como psicológica y social, a padecer trastornos emocionales
resumimos los aspectos fundamentales. (p. ej., Barlow, 1988; Hudson y Rapee, 2000>. Existen factores genéti-

94
Capítulo 3. Trastorno de ansiedad social

cos que pueden explicar una vulnerabilidad general, que se mani­ o menor exposición que haya tenido una persona a las situaciones
festaría en una tendencia a centrar la atención en posibles peligros, sociales y la posibilidad de practicar y familiarizarse con determi­
en magnificarlos y/o reaccionar excesivamente ante determinados nadas normas. Si una persona está poco familiarizada con la inte­
estímulos considerados amenazadores. Asimismo, se ha propuesto racción social, es poco probable que se sienta eficaz en estas situa­
una vulnerabilidad más específica para la AS/TAS (p. ej., Hudson ciones; al contrario, quizás las perciba como algo misterioso y, sin
y Rapee, 2000), que dependería de factores familiares y estilos de pautas de referencia, no tendrá muy claro cómo comportarse en
crianza determinados (p. ej., la sobreprotección o el control exce­ ellas (Heimberg, et al., 2010l.
sivo) u otros factores como el modelado, el sistema de apego y el Otro aspecto a considerar es el papel de determinados esque­
may¿r o menor apoyo que recibe el niño por parte de sus cuid?do­ mas que guían la conducta de una persona con problemas de AS,
res. Determinados mensajes ayudan a cristalizar el problema: mmus­ por ejemplo, creencias básicas sobre el self, reglas rígidas respecto
valoración («Tú no puedes manejarte solo», «No eres capaz»), avi­ al funcionamiento social que actuarían como filtros de la informa­
sos acerca de posibles peligros («Cuidado con hacer el ridículo»), ción (Clark y Wells, 1995).
o la necesidad de lograr desempeños excelentes o ser siempre el
Por otro lado, como se ha señalado anteriormente, se ha com­
primero («Tienes que ser el mejor»>. Algunos de estos mensajes
probado que algunos procesos cognitivos como la atención, la
pueden transmitirse a través de determinadas pautas que presenten
memoria y los juicios e interpretaciones juegan un papel importante
los padres (p. ej., evitar las relaciones sociales o dar muestras de
en la vulnerabilidad y el mantenimiento de la AS/TAS (p. ej., Baños,
alivio cuando terminan).
Quera y Botella, 2005). Como se ha mencionado, Clark y Wells
Por otra parte, determinados acontecimientos durante la primera (1995) defienden que en la AS/TAS el sesgo atencional se focaliza

infancia y la adolescencia pueden contribuir al desarrollo de la AS/ en la propia persona (atención auto-focalizadal y no en posibles
TAS, por ejemplo, haber padecido alguna enfermedad con repercu­ amenazas externas. Sin embargo, Rapee y Heimberg (1997) defien­
siones en la apariencia física (p. ej., acné, cojera, etc.l, o haber sido den que la atención se centra tanto en la propia persona como en
víctima de rechazo o acoso por parte de los compañeros, etc. Recien­ las señales externas de amenaza. Por nuestra parte, coincidimos con
temente, se ha prestado una gran atención al hecho de haber sufrido esta última postura.
eventos traumáticos, experiencias negativas en situaciones sociales
El interés también se ha centrado en la posible existencia de
o acoso por parte de los compañeros ( Norton y Abbott, 2017) L�s
sesgos memoria y sesgos de juicio y de interpretación en la etiolo�ía
datos indican que están asociadas al surgimiento y la smtomatolog1a
y mantenimiento de la AS/TAS. Por lo que respecta a la mem?na,
de la/TAS. Además, dichas experiencias están relacionadas con el
se ha observado que las personas con AS/TAS reconocen meJor y
desarrollo de una autoimagen negativa distorsionada y la valoración
recuerdan más las expresiones faciales negativas que las neutrales
de dichas experiencias media la relación de la sintomatología del
o positivas, en comparación con las personas sin AS/TAS (Foa et al.,
TAS con las creencias y las imágenes negativas acerca del self Por
2000l. En cuanto a los sesgos de juicio, muestran este tipo de distor­
tanto, se recomienda prestar atención en el tratamiento al proce­
siones en el caso de sucesos negativos relacionados con sus miedos
samiento de dichas memorias traumáticas utilizando, por ejemplo,
específicos (p. ej., creen que la probabilidad de acontecimientos
las técnicas de reescritura de imágenes <imagery rescripting) (p. ej.,
sociales negativos es mayor y que van a tener un elevado coste [Foa
Wild y Clark, 2011l. En resumen, las experiencias traumáticas en la
et al., 1996D. Finalmente, respecto a los sesgos de interpretación,
infancia y la adolescencia se podrían considerar una causa proximal
muestran una tendencia a percibir de forma inadecuada su propia
clave en el desarrollo de la AS/TAS, que conduce al desarrollo de
conducta y tienden a interpretar los sucesos sociales ambiguos de
creencias e imágenes negativas acerca del se/f que, posteriormente,
modo negativo (p. ej., Stopa y Clark, 2000l.
mantiene el trastorno (Norton y Abbott, 2017).
En suma, las personas ansiosas socialmente presentan una serie
Todo esto, junto con otros factores, como la capacidad de tener
de sesgos cognitivos que les lleva a sobrestimar la probabilidad de
en cuenta la perspectiva del otro, los primeros pasos hacia la inde­
peligro en situaciones sociales, a subestimar su ejecución social
pendencia y la autoafirmación, o el desarrollo de la auto-conscien­
cuando se enfrentan a situaciones sociales reales y a interpretar de
cia, son factores importantes para que pueda emerger la AS/TAS.

Factores sociales y culturales. La teoría de la auto-presenta­


un modo negativo estímulos o sucesos sociales ambiguos.
Sin embargo, aunque la mayoría de las personas hemos experimen­
tado en algún grado AS en la infancia o la adolescencia, no todos
desarrollamos el TAS. Para ello es necesaria la confluencia de otros ción postula que la AS aparecerá cuando la persona esté � otivada
para dar una determinada impresión y, sin embargo, no este segura
Factores psicológicos. Se ha estudiado la relación entre dis­
factores.
de lograrlo (Schlenker y Leary, 1982). Desde esta perspectiva, la peor
situación en la que se puede ver una persona es estar enormemen­
tintos factores psicológicos y la AS/TAS. Tradicionalmente, se ha te motivada para dar una determinada impresión en algún sentido
considerado que el temperamento tiene un papel esencial en la (p. ej., inteligencia, simpatía, capacidad de trabajo, honradez, etc.l
psicopatología en general; en el caso de la AS, la investigación se y, sin embargo, sentirse incapaz de lograrlo. Esto no implica que
ha centrado en la inhibición comportamental ( Kagan et al., 1988).
queramos siempre dar una imagen positiva, lo que plantea la teoría
También se ha observado una relación positiva entre la AS, la
es que actuamos para dar una impresión que ejerza influencia en
introversión y el neuroticismo (Leary y Kowalski, 1993). En la misma los demás para que reaccionen o actúen de la forma que queremos
línea, se ha comprobado una relación positiva entre AS y autocon­ (p. ej., mostrarnos muy serios ante la demanda inadecuada de un
ciencia ( Pilkonis, 1977) y cabe recordar también lo dicho anterior­ niño). De la misma forma, muchas consecuencias sociales negativas
mente acerca de la teoría de la auto-presentación ( Schlenker y que nos pueden suceder (abandono, rechazo, abuso, humillación
Leary, 1982). pública, castigo físico o psicológico, etc.l dependen del juicio y la
También se ha subrayado el papel que pueden desempeñar conducta de otras personas (Leary y Kowalski, 1995). Por tanto, la
algunos factores de aprendizaje y, por tanto, considerar la mayor mayor parte de la vida social implica la posibilidad de influir en

95
tt Manual dr pslcopatologla. Volumen 2

otras personas o de ser influido por ellas: buscar reconocimiento o en cómo percibe los situaciones sociales uno persono con AS/TAS
recompensas, evitar castigos, plegarse a nuestras demandas, etc. como en los planteamientos que se pueden establecer en terapia
También habría que tomar en consideración la siguiente cues­ para ayudarla.
tión: Lqué significa para la persona socialmente ansiosa dar una Una vez comentados algunos de los factores que consideramos
determinada impresión y de qué depende esto? O, dicho de otra relevantes o la hora de explicar lo aparición y el mantenimiento de
forma, qué estándar de funcionamiento desea alcanzar. Si alguien lo ansiedad social, trataremos de analizar las relaciones hipotéticas
dice, «Quiero hablar bien en público», cabe preguntarse qué que se establecen entre ellos.
entiende esa persona por bien. Pretende simplemente transmitir lo
información que ha preparado; o, por el contrario, lo que desea es d. Cómo surge y cómo se mantiene la AS/TAS
dar una charla brillante que el auditorio recuerde toda su vida. En lo
Nuestra postura sigue de cerco los planteamientos defendidos por
medida en que el objetivo que se desee alcanzar sea muy elevado,
,-

la persona se sitúo a sí mismo en una trampa sin solido y estará Clark y Wells (Clark y Wells, 1995; Wells, 1997) y Ropee y Heimberg
insatisfecho al no poder nunca alcanzar el nivel absurdamente ele­ (1997), presentados anteriormente, por lo tanto, solo contempla­
remos con mayor detenimiento aquellos aspectos que no resulten
coincidentes (véase la Figura 3.ll.
vado que utiliza para juzgarse. Se trataría del problema típico de los
modelos de outocontrol respecto al criterio de ejecución frente al
cual lo persono comparo su conducto (p. ej., Bandura, 1976; Kanfer Como ya expusimos en nuestra anterior propuesto <Botella,
y Karoly, 1972). Bajo nuestro punto de vista, este aspecto resulta de Baños y Perpiñá, 2003), por una parte, habría que considerar la vul­
gran importancia en el mantenimiento de lo AS/TAS. nerabilidad biológico, psicológica y social. Nacemos con un deter­
Cabe subrayar elementos de contacto entre la teoría de la minado equipamiento genético y biológico, con un temperamento.
auto-presentación, con lo visto anteriormente sobre las bases filo­ Además, pertenecemos a una cultura con un determinado sistema
genéticos de la AS respecto a la importancia de la necesidad de de valores. Hemos nacido y hemos sido educados en un marco fami­
pertenecer a un grupo y lo jerarquía y los relaciones de dominancia liar y social, en el que se nos ha sometido a un sistema de crianza y
dentro del grupo y su valor para lo supervivencia (leory y Kowolski, de disciplina concretos. A lo largo de nuestro desarrollo personal, se
1995). Ahora bien, estos autores discrepan respecto o que lo AS evo­ nos han transmitido y hemos internalizodo unas normas y criterios
lucionó en el marco del modo agónico. En su opinión, la interacción estándares de funcionamiento social, más o menos adecuados y/o
con un miembro del grupo dominante puede dar lugar a AS, pero lo adaptativos. También hemos vivido una serie de experiencias socia­
AS también se puede producir en otras situaciones que no requieran les más o menos positivos <y en algunos casos, incluso traumáticas).
sumisión y/o apaciguamiento, por ejemplo, cuando la persono no es Todo ello ha dado lugar en cado uno de nosotros a: (a) una estruc­
capaz de percibir las señales de aceptación. Por lo tanto, defienden tura de personalidad; (b) determinados esquemas cognitivos en los
que la AS evolucionó filogenéticamente como un mecanismo muy que rigen unos supuestos básicos acerca de lo que significan, y las
valioso para lograr que un individuo sea aceptado en grupos sociales implicaciones que pueden tener las situaciones sociales, en cómo
capaces de proporcionar apoyo y potenciar la colaboración mutua. nos percibimos nosotros mismos en ellas y en cómo procesamos la
Otro aspecto importante hoce referencia o valores existentes información relacionado con lo interacción social; (cl la adquisición
en determinados culturas, que pueden guiar de alguno formo lo (o lo no-adquisición) de uno serie de repertorios comportomento­
conducto de sus miembros. Como ejemplo, cabe recordar las creen­ les y capacidad de afrontamiento. Todo ello delimita la forma en
cias que se mantienen en determinados sociedades respecto a los
.. que anticipamos los situaciones sociales, cómo los afrontamos y
conceptos de ganador y perdedor, asociados a éxito, dinero y pres­ las recordamos; esto es, las circunstancias hocen que percibamos
tigio social, o o fracaso y ostracismo. No se incluyen aspectos de dichas situaciones de forma más o menos amenazadora y también
superación personal, entrego a los demás, o logro de la confianza y implican que dispongamos de un determinado equipamiento, habi­
respeto por parte de los demás. Ejemplos adicionales de la impor­ lidades y/o recursos para manejarnos en ellos.
tancia de los valores respecto a lo AS/TAS serían, por uno parte, En segundo lugar, la persona con problemas de AS/TAS tiene
estructuras de funcionamiento social basados en el grupo frente a importantes dificultades para activar el modo hedónico de funciona­
posturas individualistas; modos de funcionamiento típicos en gran­ miento (Chance, 1980) y, habitualmente, funciona desde el sistema
des ciudades en los que muchas personas viven solas y mantienen de defensa (Trower y Gilbert, 1989), esto es, en el modo agónico. Por
contactos sociales de modo puntual frente a otras sociedades que lo tanto, percibe las situaciones sociales como peligrosas, teme ser
dan gran valor al apoyo y la colaboración del grupo (p. ej., familia, rechazada, perder estatus, o no alcanzar lo valoración que deseo (o
vecinos, clan, etc.>. Por otra parte están los creencias respecto o cree que necesito) alcanzar. Además, deseo pertenecer al grupo,
lo sumisión a lo autoridad (sea sumisión a los jefes, a los varones, quiere ser aceptada y bien valorado; sin embargo, duda de poder
o o los progenitores, etc.l. A este respecto, cabe preguntarse si se lograrlo. Se percibe como subordinado e inferior a los otros y teme
podrían catalogar como AS/TAS los comportamientos y creencias lo valoración de los demás. Teme, no solo la valoración negativa,
de una mujer educada y criado en Arabia Saudita o perteneciente o sino también uno valoración positiva, esto es, el MEP (Weeks et al.,
una cultura gitana o, incluso, de algunas mujeres de nuestra propio 2008), debido al peligro que tal valoración pudiera tener respecto
cultura. a posibles exigencias futuras que no se considera capaz de lograr.
Por tanto, a la hora de comprender y de tratar los problemas Cuando esta persona anticipa o se enfrenta a una situación
de AS/TAS, habría que tomar en consideración tonto al sistema de social, se activan en ella muchas señales de alarma, ya que para
valores en uno determinada cultura como o posibles ideos sobreva­ ella la audiencia constituye una gran amenaza que inmediatamente
loradas respecto a cualquiera de estos aspectos. Estos valores pue­ desencadena ansiedad. Se activa en ella una representación mental
den estar también relacionados con el funcionamiento en el modo del self, tal y como considera es visto por lo audiencia. Además, sus
agónico versus el modo hedónico y pueden ejercer influencia tanto recursos atencionoles se focolizon en los amenazas. Por uno parte,

96
Capítu lo 3. Trastorno de ansiedad social

VULNERABILIDAD
Biológica/ social / psicológica.

Estructuras cognitivas (memoria, auto-esquema. etc.)/ dimensiones de personalidad /


repertorios comportamentales/ memorias situaciones sociales traumáticas.

Modo hedónico: cooperación.

Recursos atencionales
hacia la amenaza.

- Situación social.
- Audiencia percibida.
Fuentes internas. Fuentes externas. - Representación mental Procesos de
c>.. --=o de los otros. regulación ,!
- Impresión que quiero - Supresión
e
lQué criterio
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lQué criterio causar. fü¡j¡
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creo que tiene expresiva.
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quiero alcanzar? - Miedo a la evaluación


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la audiencia? - Reevaluación
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negativa y positiva.
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Representación mental
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interpretación.
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es percibido por la
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No estoy alcanzando el criterio.


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memoria.
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audiencia.
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o
No es probable que lo alcance. - Inflexibilidad
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....
parasimpática.
o
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o
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Percepción de ejecución deficitaria.
Ejecución deficitaria.

( Evitación. Conductas
de seguridad.
Síntomas físicos:
ansiedad.
Síntomas cognitivos:
ansiedad.
l~-_.,.--"T',
J[ -----,,,---
)
)) Figura 3.1. U na aproximación biológica, psicológica y social para explicar la AS/TAS.

rastrea posibles amenazas provenientes de fuentes internas al pro­ Dependiendo de lo situación social y de los personas que forman
ducirse un incremento de lo atención outofocolizoda. La persona lo audiencia, lo persono comparo lo representación mentol que tie­
forma esa representación mentol utilizando información interocep­ ne de sí mismo y lo que cree que tienen de ello los otros personas.
tivo e información proveniente de posibles memorias traumáticos Además, anticipo y se preocupo por: (o) el criterio que cree va o
(o negativos). En lo situación social, experimento que eso represen­ utilizar lo audiencia poro juzgarlo, así como sus posibilidades poro
tación mental del se/f se hoce más visible y se percibe o sí mismo igualar o superarlo; (b) el criterio que ello quiere (o considero nece­
como lo haría un espectador externo poro juzgar la impresión que sito) alcanzar y sus posibilidades poro igualarlo o superarlo. A partir
está causando en los demás. Pero, por otro porte, como señalan de todo ello, establece lo probabilidad de recibir uno determinado
Ropee y Heimberg (1997), también rastreo otros posibles amenazas evaluación por porte de los demás y los repercusiones que tal valo­
que puedan llegar desde el exterior (p. ej., gestos de aburrimiento o ración puedan implicar.
de rechazo en lo audiencia).

97
D J Manual de pslcopatología. Volumen 2

Para una persona con AS/TAS, la probabilidad de que la eva­ likes) (Gilboa-Schechtman et al., 2014). Habrá que dedicar esfuerzos
luación (ya sea negativa o positiva) pueda tener consecuencias a comprender el impacto que tienen estos desarrollos tecnológicos
catastróficas será alta, por lo tanto, experimentará ansiedad que en la AS/TAS. De momento, cabe señalar algunos patrones de fun­
se manifestará desde un punto de vista fisiológico, cognitivo y com­ cionamiento social patológicos, como la absurda colección intermi­
portamental. Además, no es extraño que la persona perciba su eje­ nable de selfies que hace que, al menos, algunos miembros de la
cución como deficitaria; o, incluso, dado que en la situación experi­ llamada Generación X, sean reconocidos en el idioma inglés como
..
menta una notable ansiedad y que, muchas veces, no ha practicado los me, me, me, me.
previamente una determinada conducta o habilidad, la ejecución
puede ser deficitaria. Todo ello influirá, a su vez, en la representa­ V. R ecom e ndacione s para
ción mental que tenga de sí misma.
Ante estos peligros, la persona intentará protegerse, si es posi­ la eva l uación
ble, evitando la situación social y, si no es posible, empezará a A . I nstrumentos para e l diagnóstico de TAS
poner en marcha una serie de conductas de seguridad. Cuando la
A lo largo de los años, se ha desarrollado un conjunto de instru­
. •

situación finalice, la persona empezará a rumiar acerca de todo lo


sucedido, revisando de forma reiterativa sus acciones y las respues­ mentos que ofrecen alternativas para llevar a cabo una evaluación
tas de los demás. Estará atrapada en una trampa de difícil salida, adecuada de este problema. En el trabajo de Wong et al., (2016) se
cada vez tiene más evidencia confirmatoria de sus supuestos previos recogen los principales instrumentos, tanto para ser aplicados por
acerca de la peligrosidad de las situaciones sociales, cada vez se el clínico como cuestionarios de autoinforme.
• Asimismo, dicho tra­
confirman más sus creencias acerca de su incapacidad, cada vez bajo incorpora las principales herramientas diseñadas para explo­
mantiene una autorrepresentación más negativa y, además, no se rar los aspectos centrales del TAS, pero también procesos específi­
da a sí misma la oportunidad de comprobar si estos temores eran cos como el miedo a la evaluación (negativa y positiva) o distintos
infundados, o que la autoimagen que mantiene acerca del se/fpue­ sesgos cognitivos que se ha demostrado resultan importantes en
de modificarse. Se establece un círculo vicioso que va perturbando este trastorno.
cada vez más a la persona. Además, la persona ante la próxima Las entrevistas clínicas más utilizadas son la SCID-5 y la ADIS-
situación social empieza a anticipar todas las catástrofes que teme. 5, que se fundamentan en el DSM 5, y la CIDI 3.0 que se basa en
Esta anticipación aumenta la sensación de amenaza, lo cual incre­ la CIE. Entre los instrumentos de evaluación más utilizados cabe
menta, a su vez, el deseo de evitar las situaciones sociales y el destacar la Escala de Ansiedad Social de Liebowitz (LSAS; Lie­
temor hacia ellas. Cuando finaliza la situación, la persona empieza bowitz, 1987), la Escala de Fobia Social y la Escala de Ansiedad
a revisar de forma obsesiva todo lo sucedido y se recrimina los fallos a la Interacción Social (SPS y SIAS; Mattick y Clarke, 1998), que
que considera ha tenido, potenciando ese círculo vicioso negativo. suelen aplicarse junto con el Cuestionario de Ansiedad Social (SAO;
En este epígrafe, hemos intentado presentar una perspectiva Caballo et al. 2012), el Inventario de Fobia Social y Ansiedad (SPAI;
que ayude a aclarar el surgimiento y el mantenimiento de la AS/ Turner et al., 1989) o el Inventario de Fobia Social (SPIN; Connor et
TAS. No obstante, consideramos que ahondar en los distintos patro­ al., 2000), entre muchos otros. Estos instrumentos han demostrado
nes que pueden darse en la interacción social humana, puede resul­ tener buenas propiedades psicométricas y suelen incluir puntos de
tar de utilidad, no solo para comprender y estar mejor preparados corte que sirven, por un lado, para complementar el diagnóstico
para abordar el tratamiento de los temores sociales, marcados por y, por otro, para realizar evaluaciones periódicas a lo largo del
el miedo, la inseguridad y la hipersensibilidad a ser sometidos a la tratamiento.
evaluación y el juicio por parte de los demás; sino también en otros Por otra parte, también existen otras herramientas de evalua­
problemas denominados trastornos de personalidad en los que cla­ ción que pueden utilizarse, dependiendo del propósito específico
ramente se observan patrones alterados de interacción social; por que se desee explorar y monitorear. Entre las más utilizadas, cabe
ejemplo, la frialdad y la escasa necesidad de contacto social del destacar la Escala Breve de Miedo a la Evaluación Negativa (BFNE;
patrón esquizoide, la desconfianza y la suspicacia del paranoide, Leary et al., 1983), la Escala de Miedo a la Evaluación Positiva (FPES;
la inestabilidad en las relaciones interpersonales del límite, la con­ Weeks, 2012), la Escala Conductas de Seguridad (SAFE; Cumming
ducta sumisa del dependiente, la grandiosidad y la necesidad de et al., 2009) la Escala de Pensamientos y Creencias Sociales (STABS;
admiración del narcisista, la búsqueda de atención del histriónico, Turner et al., 2003), la Escala de Dificultades para la Regulación
la despreocupación por los derechos de los otros y su violación, o el Emocional mERS; Gratz y Roemer, 2004), entre otras.
avasallamiento del antisocial (Botella, Baños y Perpiñá, 2003). En resumen, en estos momentos disponemos de un amplio aba­
A esto habría que incluir las importantes modificaciones que se nico de instrumentos de evaluación para explorar la presencia y
están produciendo en las relaciones e interacciones sociales con la las manifestaciones clínicas de la AS/TAS. Ahora bien, resulta tam­
llegada de las tecnologías de la información y la comunicación. Las bién fundamental poder realizar una evaluación más minuciosa en
redes sociales como Facebook, Youtube, Instagram o Snapchat son relación con la historia, las características clínicas y psicológicas
una revolución, sobre todo, social. A medida que la tecnología evo­ más generales que presente cada individuo. En el modelo descrito,
luciona, las interacciones sociales se están ampliando, pero también se plantea que el desarrollo de la AS/TAS se produce a partir de
se están modificando y, de forma fundamental, entre los jóvenes, los una vulnerabilidad biológica, psicológica y social, y que existen una
así llamados nativos digitales. En esta comunicación social, media­ serie de factores, que pueden ejercer también influencia en el sur­
da por los ordenadores se utilizan otros códigos y otras señales (p. gimiento y el mantenimiento del trastorno. Por tanto, dependiendo
ej., emoticonosl, pero la necesidad de afiliación, las jerarquías del del nivel de alteración funcional y la situación clínica que presen­
grupo social y la estructura de dominancia y/o de afiliación se man­ te un determinado paciente, el abordaje clínico que se tenga que
tienen (p. ej., las fotos en Instagram y la búsqueda desesperada de realizar puede ser diferente. Resulta muy aconsejable incluir en la

98
Capítulo 3. Trastorno de ansiedad social ¡, /ij

evaluación instrumentos que puedan rastrear la personalidad (p. ej., Eye tracking
el PID-5-SF que se desprende del DSM 5 - Krueger et al., 20!2-l,
las relaciones interpersonales (p. ej., el Inventario de Problemas Eye tracking o el seguimiento de ojos permite evaluar el proceso
Interpersonales; IIP -Horowitz et al., 1988-) y el funcionamiento atencional en función de los movimientos oculares que realiza un
general, como la escala desarrollada por la Organización Mundial individuo, y ha mostrado ser una herramienta útil en la explora­
de la Salud (WHODAS; Ustün et al., 2010). ción del procesamiento emocional. En particular, en la AS/TAS se
han observado mayores niveles de fijación de la mirada respecto a
sujetos sanos (coincidente con la hipervigilancia a estímulos negati­
B. Utilización de tecnologías
vos), así como mayor evitación en la mirada después de ese primer
En los últimos años, también s e ha demostrado la utilidad de la momento de hipervigilancia (coincidente con la evitación de la AS/
tecnología para la evaluación de la ansi edad, en la medida en TAS; Gomes e Claudino et al., 2019). Sin embargo, es una técnica
que permite explorar procesos que, de otro modo, no son accesi­ que todavía necesita un mayor desarrollo antes de poder ser utiliza­
bles al clínico ni pueden ser captados por los autoinformes de los da de manera rutinaria en los ámbitos clínicos.
pacientes.

Evaluación psicofisiológica V I . R ecome ndac i o n e s para


Una importante ventaja que permite el uso de tecnología es poder e l trata m i e nto
evaluar procesos psicofisiológicos. La ansiedad social está carac­
terizada por alteraciones, tanto en el sistema nervioso periférico E n este punto, presentamos brevemente una serie de recomenda­
como en el central. En relación con el sistema nervioso periférico, ciones generales para el tratamiento de la AS/TAS. Previamente,
la actividad simpática (a través de la actividad dermal y el ritmo ya analizamos un plan de tratamiento detallado (Botella et al.,
cardíaco), y la actividad parasimpática (a través de la variabi­ 2004), aquí ampliamos dicho plan, teniendo en cuenta los avances
lidad del ritmo cardíaco), disponer de biosensores para electro­ que se han producido desde entonces. Si el lector desea profundi­
cardiograma y para la conductancia de la piel permite obtener zar en el tema, puede recurrir también a otras fuentes (ej., Heim­
información útil. berg et al., 2014; McEvoy et al., 2018). En la Tabla 3.1, aparecen
Asimismo, el sistema nervioso central puede proporcionar infor­ los puntos fundamentales a los que habría que prestar atención y
mación relevante sobre el funcionamiento de áreas tanto corticales recomendaciones acerca de cómo hacerlo. La utilización de todos
como subcorticales. En este sentido, se puede mencionar el aumento o solo algunos componentes del protocolo de tratamiento queda
de la actividad insular, de la amígdala, hiperreactividad del córtex a juicio del clínico, atendiendo a las características clínicas de
del cíngulo anterior y de la corteza prefrontal. En todos los casos, el cada paciente.
aumento es en comparación con personas sin ansiedad social ante Un primer punto fundamental, que se desprende de la evalua­
la presencia de estímulos relevantes para la ansiedad social (como ción, es delimitar los niveles generales de disfuncionalidad, incluyen­
caras de desaprobación) (Syal y Stein, 2014). Ahora bien, para obte­ do cronicidad, grado de interferencia y grado de funcionalidad de la
ner medidas rigurosas en este sentido, se requiere tecnología de personalidad. En ese sentido, las respuestas pueden ser muy hetero­
difícil uso y costosa, como escáneres de imágenes por resonancia géneas, desde manifestaciones circunscritas a estímulos concretos
magnética funcional. (p. ej., miedo a hablar en público) a formas generalizadas en las que
los niveles de desorganización de la conducta y la experiencia, la
Evaluación ecológica momentánea cronicidad y la interferencia general son muy elevados. En un caso
La evaluación ecológica momentánea ofrece numerosas oportunida­ y en otro se deberá optar por cursos y estrategias acordes con la
des, tanto por poder medir dinámicas temporales, como para evitar situación clínica de los pacientes.
los sesgos que produce la evaluación retrospectiva. Si bien es útil En todos los casos, resulta imprescindible estructurar el trata­
para toda la psicopatología, en el caso de la AS/TAS resulta de par­ miento a partir de principios de cambio genéricos en los que se
ticular relevancia por la posibilidad de indagar la interrelación entre contemplen variables como las expectativas al cambio (¿cree
contextos, actividades y procesos experienciales y conductuales. De el paciente que el tratamiento podrá ser útil?), la motivación al
hecho, se han identificado 30 estudios que han utilizado evaluación cambio kestá realmente preparado el paciente para cambiar?), la
ecológica momentánea para el estudio de la ansiedad social <Fer­ alianza terapéutica (¿están estructurando terapeuta y paciente de
nández-Álvarez y Botella, en preparación). manera consensuada objetivos, tareas y estableciendo una relación
de confianza?), el estilo del terapeuta (les adecuado el modo de
Realidad virtual hacer terapia del profesional para el tipo de paciente y sus necesi­
-.
La realidad virtual se ha utilizado en mayor medida para el trata­ dades?), entre otras consideraciones (Castonguay et al., 2019).
Para las manifestaciones específicas de la AS/TAS se ha demos­
miento de los trastornos de ansiedad y no tanto para la evaluación.
Sin embargo, en los últimos años se han llevado a cabo trabajos trado que los tratamientos que integran componentes psicoedu­
que demuestran la utilidad de los ambientes virtuales para llevar a cativos, técnicas cognitivas y ensayos de conducta para la exposi­
cabo tareas conductuales de manera muy ecológica <Felnhofer et ción a los estímulos temidos resultan eficaces y, en muchos casos,
al. 2019). Incluso, se ha sugerido que la realidad virtual se podría suficientes para lograr resultados beneficiosos para el paciente. En
utilizar para el diagnóstico del TAS y cabe hipotetizar que en los estos casos, desgraciadamente, uno de los mayores problemas es
próximos años sea factible utilizar esta tecnología como procedi­ la infrautilización de técnicas de exposición en vivo (McAleavey et
miento de screening y/o complemento del juicio clínico <Delchant al., 2014; Pittig et al., 2019; Schumacher et al., 2018). Por tanto, la
et al., 2017). utilización de realidad virtual puede significar una ayuda práctica

99
tt Manu I de pslcopatologla. Volumen 2

de gran valor. Poro los formas más complejos de lo AS/TAS existen búsqueda de mediadores y moderadores de cambio que permitan
menos certezas. Los datos disponibles indican buenos tosas de recu­ estructurar uno psicoterapia basado en procesos (Hofmonn y Hoyes,
peración entre el inicio y finalización de los tratamientos (Moyo Wil­ 2019). Este esfuerzo de encontrar p rocesos de cambio que estruc­
son et al., 2014). Sin embargo, los tosas de recaídos son elevados, turen lo actividad clínico coincide con lo propuesto de principios
incluyendo renovación del miedo o lo mismo situación u otros formas transdiagnósticos mecanísticos (Sauer-Zovolo et al., 2017>. Tarea
de recaído (Croske et al., 2014). Poro estos cosos, lo integración de fundamental que, o su vez, implica la necesidad de personalizar los
los últimos avances técnicos y conceptuales vistos en los modelos tratamientos y encontrar, en función de determinados característi­
que se han presentado puede ser de utilidad. cas clínicas y sociodemográficas, qué tipo de técnicas (y/o compo­
Merecen subrayarse las innovaciones que se han realizado res­ nentes), qué tipo de terapeuta y qué tipo de modalidad de trata­
pecto o lo exposición (Croske et al., 2014) y en reescritura de imá­ miento, puede necesitar una persona en una determinada situación,
genes (imagery rescripting> (McEvoy et al., 2018). En relación con en un determinado marco cultural, así como de q_ué forma, cuándo
el avance conceptual, cado vez es más necesario integrar las dife­ y cómo se debe aplicar dicho tratamiento.
rentes técnicas existentes a partir de un modelo psicopatológico en En suma, los desarrollos que se han producido en el campo de
el que las variables estructurales, anteriormente descritas, sean los lo AS/TAS son importantes, pero se esperan cambios todavía más

el campo de lo psicopotologío y la clínico en general. En lo Tabla 3.1


que se tomen en consideración para delimitar lo funcionalidad de profundos en línea con las transformaciones que se están dando en
los individuos, en lugar de recurrir simplemente o lo sintomotologío
al estilo clásico. En este sentido, las distintos tradiciones psicotera­ se presentan los posibles aspectos que convendría tomar en consi­
péuticos están empezando a traspasar los límites, anteriormente deración en el tratamiento de la AS/TAS, así como recomendacio­
demarcados de un modo tajante, para centrar los esfuerzos en lo nes acerca de cómo hacerlo.

)) Tabla 3.1. Técnicas para el abordaje del AS/TAS

Problema. aspecto a considerar I Componente/estrategia


' Desconocimiento de Jo AS y"el TAS Psicoeducación acerca de la AS/TAS.
- Detección y análisis de la auto-imagen negativa.
- La perspectiva del observador: El «ojo de la mente».
- Reescritura de la auto-imagen negativa.
- Puesta en marcha de la nueva versión de la auto-imagen.

·' Análisis de la audiencia y el temor percibidos.

- Exposición in vivo (p. ej., ensayos planificados en sesión).


- Auto-exposición en el ambiente natural entre sesiones.
- Auto-exposición utilizando un espejo, utilizando vídeos de audiencias grabados.
- Exposición por medio de realidad virtual.
Realizar ensayos de conducta frente a audiencias que proporcionen evaluaciones negativas
y evaluaciones positivas.
• jt�i.ili En todos los casos, ayudar a generar y fortalecer nuevas asociaciones inhibidoras, respecto a las
::,�,.,��;; antiguas asociaciones de temor por medio de dos mecanismos: (al violación de las expectativas
•�(·���J.i negativas; y (b) generalización de las asociaciones inhibitorias.

Detección de las conductas de seguridad, análisis del papel que desempeñan y retirada de las mismas,
-,r de acuerdo con el paciente, al llevar a cabo la exposición.

Análisis del criterio esperado de la audiencia y modificación ajustada a expectativas más realistas.

Disminución realista del criterio, atendiendo al grado de habilidad y dominio que tiene una persona
cuando empieza a realizar conductas nuevas.

Análisis de la probabilidad y consecuencias de no alcanzar el criterio.

ii Procesamiento ,c;mtes de la sesión


.

'. y procesamiento post:.:s�sión


;C;:,P.
!1'

Análisis de las expectativas y análisis de las rumiaciones post-sesión. Estrategias para modificar
el procesamiento: aceptación.
-�· . . ·:

(Continúa)
11 ¡ll
Capítulo 3. Trastorno de ansiedad social · il

)) Tabla 3.1. (Continuación}

Problema, aspecto a considerar Componente/estrategia

Percepción ,err.pnec;i de lo eJec�ción ,, Grabación de ensayos de conducta planificados y utilización del video feedback para corregir también
j
;:; l¡ ' f ¡ f \ 'l i! T ,

,
en los en$oyos de exposicion · ;, ,.' 11 la auto-imagen.
,,¡ :.:1 i, i:, ' :!: ¡· ¡:.,. ,
,;,,_,......_ _ __ _ _ _ _ _ __ _ _ _ _ __ _ ___ _ _ _ _ __ _ ____.

Normalizar la ejecución deficitaria, teniendo en cuenta el grado de práctica o de dominio q_ue tiene
la persona respecto a dicha conducta. Anticipación de «posible ejecución» deficitaria y estrategias
de aceptación si se produjera.

Entrenamiento en focalización de la atención en estímulos no amenazantes (internos o externos), ya


sean estímulos facilitadores o neutros.
Entrenamiento en asociaciones implícitas positivas.

·1¡�e�h¡��tó�':·�¡;���l. • 't>�' '1:. " '1 Entrenamiento en reconocimiento, aceptación y expresión de emociones.
1
11
,. 'l• T ''
evitación emocional, sUpresl
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·expresar , '
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óf
l

Bojo ecto posifjvo. Entrenamiento en generación de afecto positivo.


1
Dificultades RQ�O manejo!' lo, 1, • 1 jlL Entrenamiento en reconocimiento, aceptación y expresión de emociones positivas.
' estifuü,Ja'�l�ii p�siti:Yq ., · Entrenamiento en manejo de situaciones sociales en las q_ue haya estímulos positivos.
¡;¡!lj'"'.¡; :¡,,lt\ ¡¡i 11 , .ill li 1,
Las ' ;r,
¡s
. ,��ncios y'1o pensomien'tos 'lh(H
Reestructuración cognitiva I: reestructuración clásica.
err Registro de pensamientos
::1· 1
¡¡ .,l
1lr 1

�� �· • Discusión y reto de pensamientos automáticos negativos

Reestructuración cognitiva II: el papel del lenguaje.


Las cadenas semánticas.
La confusión de los órdenes de abstracción.
- Lo q_ue soy.
- Lo q_ue hago.
- Lo q_ue pienso q_ue soy.
- Lo que los demás dicen de mí.
- Lo que los demás piensan de mí.
- Lo que yo creo que los demás piensan de mí.

La cooperación humana.
Sistema de defensa vs. sistema de seguridad y cooperación.
Alarma/defensa/protección.
Confianza/cooperación/ayuda.
El contacto ocular: la comprobación de la amenaza.
El cambio de perspectiva: modo agónico vs. modo hedónico.
La práctica y el ensayo: modo agónico vs. modo hedónico.

Las relaciones sociales interpersonales.


- La asertividad vs. el anciano de la tribu.
- Ganador-perdedor vs. la persona en que se confía.

- El baturro: Cá uno es cá uno y denguno es más que naide.


Sabiduría acumulada, los refranes, los clásicos.

- La imperfección: Lo mejor es enemigo de lo bueno.


Las metas: los intereses sociales, la cooperación humana.

Autodistanciamiento y auto-transcendencia.
Aprendiendo de nuestros errores.
La autoaceptación.
La tolerancia.

IOI
t\ Manual de psicopatologia. Volumen 2

la reescritura d e imágenes (imagery rescriptingl. Otro aspecto q_ue


V I l . R e s u m e n de aspectos merece ser considerado en profundidad es el tema del afecto posi­
fundame nta les tivo, y unido a ello, el análisis del papel q_ue desempeña el temor a
la evaluación positiva y no solo a la evaluación negativa, como tra­
E n este capítulo, se lleva a cabo un somero análisis del concep­ dicionalmente se venía aceptando. Sin olvidar el posible papel q_ue
to de ansiedad social y el trastorno de ansiedad social (AS/TAS). desempeña el minucioso y reiterativo procesamiento post-evento de
Se contempla cómo ha evolucionado, desde su inclusión en los la situación social q_ue lleva a cabo la persona.
sistemas de clasificación internacionales hasta la actualidad: el Además, sería muy deseable seguir investigando la utilidad de
diagnóstico y el diagnóstico diferencial y su comorbilidad, así las tecnologías de la información y la comunicación en la evaluación
como su epidemiología, curso evolutivo, prevalencia y factores y el tratamiento de la AS/TAS. Ya existen numerosos desarrollos,
asociados. También se analizan una serie de características trans­ especialmente diseñados para esta condición clínica, q_ue se han
diagnósticas, q_ue pueden funcionar como variables moderadoras sometido a prueba y han demostrado tener utilidad. Respecto a la
y mediadoras entre los patrones estructurales de vulnerabilidad y evaluación, los teléfonos inteligentes permiten una evaluación activa
los signos y síntomas presentes en las distintas manifestaciones clí­ (p. ej., evaluación ecológica momentánea) y pasiva (sensores y bio­
nicas de la AS/TAS. Asimismo, se presentan distintos modelos q_ue sensores) q_ue, sumados a los nuevos desarrollos tecnológicos, permi­
han intentado explicar el surgimiento y el mantenimiento de este tirán comprender de manera más precisa aspectos hasta ahora des­
trastorno, fundamentalmente, desde perspectivas evolucionistas y conocidos de la AS/TAS. En cuanto al tratamiento, las intervenciones
cognitivo-comportamentales. Finalmente, se hace un esfuerzo para basadas en Internet (desde videoconferencias hasta programas apli­
presentar brevemente una serie de directrices y estrategias q_ue cados a través de móviles y ordenadores) han demostrado eficacia y
pueden resultar de utilidad para la evaluación y el tratamiento de están facilitando el acceso al tratamiento y la reducción del estigma
este trastorno. asociado con la solicitud de ayuda. Asimismo, las tecnologías q_ue
En cuanto a recomendaciones para la investigación futura, se contemplan el continuo de la virtualidad (realidad virtual, realidad
subraya la necesidad de profundizar en aspectos claves del tras­ aumentada, realidades mixtas) también han demostrado utilidad y

negativa del se/f, q_ue mantiene la persona acerca de cómo cree q_ue
torno. Por una parte, el papel q_ue desempeña la representación se augura q_ue su implementación clínica permitirá dotar a los tera­
peutas de herramientas innovadoras para llevar a cabo de forma
la ven los demás. Asociado a esto, conviene estudiar el impacto de más ecológica la exposición y otras intervenciones basadas en la
utilizar en el tratamiento técnicas basadas en la visualización, como evidencia.

•• Té rm inos c lave
Ansiedad social IASI 78 Modo agón ico 88 R epresentación d e l sel[ 92
"
Conductas d e seguridad 90 Modo hedónico 89 Trastorno de ansiedad
Focallzación de la aten ción a Proce samiento pre-evento social !TASI 78
estímulos internos y externos 85 social 84
Miedo a la evaluación !negativa Procesamiento post-evento
y positiva! 83 social 84

102
Cap ítulo 3. Trastorno de ansiedad social tt

•• Lecturas recomendadas
Botella, C., Baños, R . M. y Perpiñá, C. (2003). Fobia social: Avances en Revisión detallado d e los variables principales o tomar e n consi­
la psicopatología, la evaluación y el tratamiento psicológico del deración en lo conceptualización y la intervención en lo AS/TAS.
trastorno de ansiedad social (325 pp.l. Barcelona: Poidos. ISBN: Destocan las aportaciones más recientes del modelo de Heimberg,
84-493-1404-6. tomado en consideración el papel de lo regulación emocional y el
Libro en el que se presento lo primera versión del modelo de Bote­ procesamiento post-evento de lo situación social.
lla, Baños y Perpiñá en el cual integran los aportaciones fundamen­ Norton, A. R. y Abbott, M. J. (20I7l. Bridging the Gap between Aetiologi­
tales de los modelos cognitivo-comportomentoles más utilizados y col ond Mointoining Foctors in Social Anxiety Disorder: The Impoct
se incluyen recomendaciones respecto o lo evaluación y el trata­ of Sociolly Traumotic Experiences on Beliefs, Imogery ond Sympto­
miento. Destoco el hecho de tener, además, uno descripción de matology. Clínica/ Psycho/ogy and Psychotherapy, 24, 747-765.
dichos modelos y de lo AS/TAS en general en idioma español. Artículo en el que se analiza el papel central de los situaciones
Gilboo-Schechtmon, E., Shochar, I. y Helpmon, L. (2014). Evolutionory sociales traumáticos como factor explicativo clave en el desarrollo
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Capítulo en el que se presento actualizado lo perspectivo evolucio­ 8/ackwell handbook of social anxiety disorder (pp. 1-23). Chichester,
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doi.org/l0.I017/S0033291717003816 teorías que los sustentan y se llevo o cabo un análisis comparativo
Artículo en el que se presentan de formo exhaustivo algunos de de los mismos.
los desafíos actuales en lo conceptuolzoción del TAS, destoco lo Wong, Q. J. J, y Ropee, (2016). The oetiology and mointenance of social
discusión sobre los modelos dimensionales y jerárquicos. anxiety disorder: A synthesis of complementory theoretical models
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9781462533053. Revisión exhaustivo en la que se presentan los principales modelos
El modelo más actual en el campo cognitivo-comportomentol, en el de lo AS/TAS, tonto desde el punto de visto etiológico como de
que se subrayo el papel central de las imágenes mentoles para lo mantenimiento del trastorno. Asimismo, los autores presentan el
conceptualización y tratamiento de lo AS/TAS. principio de amenazo socio-evaluativa, en líneo con lo perspectivo
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107
tt Manual de psicopatología. Volumen 2

•• Autoeva luac i ó n
l. El trastorno de ansiedad social <TAS) se caracteriza por: 6. ¿Qué comparte el TAS con la depresión y la ansiedad
generalizada, pero no con el resto de trastornos de
ansiedad?
al Miedo a la evaluación negativa.
b> Miedo a comer delante de otros.
al El alto nivel de afecto negativo.
cl Un marcado pesimismo sobre el futuro.
b) El tipo de estrategia disfuncional para regular las emocio­
dl Miedo a la evaluación en general.
nes positivas.
2. La principal diferencia entre el TAS y el trastorno de per­ cl El bajo nivel de afecto positivo.
sonalidad por evitación <TPE> es: dl El pensamiento perseverante ante la activación del circuito
al En el TPE la conducta de evitación es más general y cons­ del miedo.
7. Las conductas de seguridad permiten:
tituye una forma global de organización de la experiencia,
pero los síntomas de ansiedad son menos graves.
bl El TPE es una forma grave de TAS, pero la interferencia al Reducir la ansiedad a largo plazo, pero la intensifican a
es menor. corto plazo.
cl En el TPE la conducta de evitación es más general, la evi­ b) Afrontar de manera satisfactoria las situaciones temidas.
tación constituye una forma global de organización de la el Reducir la ansiedad a corto plazo, pero la intensifican a
experiencia y los síntomas de ansiedad son más graves. largo plazo.
d) No existen diferencias entre el TAS y el TPE. d) Reducir la ansiedad, tanto a corto como a largo plazo.
3. Desde la perspectiva evolucionista, la ansiedad social se 8. ¿cuál de los siguientes enunciados caracteriza mejor a las
entiende como: personas con TAS?
al Una respuesta adaptativa para responder a las amenazas al Las personas con TAS siempre regulan las emociones y los
a las q_ue estamos expuestos como especie. pensamientos de manera desadaptativa.
bl Una respuesta exacerbada q_ue se produce como conse­ bl Las personas con TAS suelen tener miedo a la evaluación
cuencia del miedo a la evaluación negativa. negativa, pero se sienten cómodas con la evaluación po­
cl Una anticipación patológica a situaciones de interacción sitiva.
social. c) Las personas con TAS suelen tener imágenes mentales so­
dl Una respuesta desadaptativa para responder a las amena­ bre eventos negativos del pasado, lo cual activa y mantie­
zas a las q_ue estamos expuestos como especie. ne la representación negativa del self

IJ. El modo agónico es:


dl Las personas con TAS poseen niveles de interferencia muy
elevados y el miedo, la ansiedad o la evitación se dan de
a) Un mecanismo q_ue las personas con TAS activan siempre. forma generalizada en muchos ámbitos.
9. ¿Qué modelo estipula q,ue la atención se focaliza princi­
bl Un mecanismo q_ue las personas con TAS suelen activar al
palmente en la amenaza externa?
detectar una amenaza social.
cl Un mecanismo emocional q_ue activa la persona con TAS al Rapee y Heimberg, 1997.
para hacer frente a las situaciones temidas.
bl Trower y Gilbert, 1989.
dl Un mecanismo emocional, cognitivo y conductual q_ue las
personas con TAS activan después de las interacciones so­ cl Clark y Wells, 1995.
ciales. dl Barlow y Hofmann, 2002.
5. ¿cuál de los siguientes enunciados no constituye una dife­ 10. ¿sobre q,ué aspecto(s) se considera necesario prestar
rencia incluida en el DSM 5 paro el diagnóstico del TAS? atención en el tratamiento de la AS/TAS?
al Ya no estipula la presencia de miedo intenso en el criterio al La evitación a las situaciones sociales.
principal. bl El criterio q_ue la persona cree q_ue utilizará la audiencia
b) Ya no estipula la presencia de miedo persistente en el cri­ para juzgar su ejecución, así como el criterio q_ue ella de­
terio principal. sea alcanzar.
cl Incluye un nuevo especificador para situaciones de actua­ cl La auto-imagen negativa acerca del se/f.
ción. dl Todas las alternativas son correctas.
dl Ya no existe un especificador general.

108
CAPÍTUL0 4

TRASTORNOS ASOCIADOS A TRAUMAS Y ESTRESORES


Enrique Echeburúa y Pedro J. Amor

l. Introducción /09 B. Trastorno de relación social desinhibida 123


11. Sucesos traumáticos y daño psicológico //0 C. Trastornos adaptativos /21/
III. Trastorno de estrés agudo 110 VI. Recomendaciones poro la evaluación
y el tratamiento del TEPT 725
IV. Trastorno de estrés postraumático 112
A. Características clínicas 112 A. Evaluación 125
B. Evolución temporal de los síntomas 115 B. Tratamiento 125
C. Epidemiología //6 VII. Resumen de los aspectos fundamentales
D. Tipos //6 y tendencias futuras 12 7
1/8
TÉRMINOS CLAVE
E. Comorbilidad y diagnóstico diferencial
F. Etiología 119 129
G. Vulnerabilidad y resistencia al trauma /20 LECTURAS RECOMENDADAS 129
/2/
REFERENCIAS
H. Factores predictores de recuperación

V. Otros trastornos
130
122
A. Trastorno de apego reactivo 122 AUTOEVALUACIÓN /33

· l . I ntroducc ión
Según el DSM-5 (American Psychiatric Association [APAl, 2013), el máticos y porq_ue, al contar con una mayor tasa de prevalencia y
trauma y los cuadros clínicos relacionados con factores de estrés ofrecer un mayor nivel de gravedad, presentan una mayor relevancia
son trastornos en los q_ue la exposición a un suceso traumático o clínica y son más frecuentemente objeto de consulta. También se
estresante aparece de manera explícita como un criterio diagnósti­ tratan brevemente los dos cuadros clínicos específicos de la infancia
co. Estos cuadros clínicos son el trastorno de apego reactivo nARl, vinculados a situaciones estresantes, como son el TAR y el TRSD.
el trastorno de relación social desinhibida (TRSDl, el trastorno de Por el contrario, los trastornos adaptativos van a recibir una
estrés agudo (TEA), el trastorno de estrés postraumático (TEPTl, y mera mención porq_ue son objeto de estudio detallado en otro capí­
los trastornos adaptativos. Los dos primeros aparecen en el ámbito tulo de este mismo texto.
de la primera infancia, en los q_ue la negligencia -es decir, la ausen­ E n este capítulo se va a comenzar por establecer la relación
cia de un cuidado adecuado por parte de los padres o cuidadores existente entre los sucesos traumáticos y el daño psicológico (lesio­
durante las primeras etapas del niño- es un req_uisito necesario para nes psíq_uicas y secuelas emocionales) porq_ue constituye el marco
el diagnóstico de estos trastornos. necesario para comprender la significación clínica y el grado de
En este capítulo se van a abordar especialmente el TEA y el interferencia en la vida cotidiana de los cuadros clínicos estudiados
TEPT porq_ue son aq_uellos q_ue están más vinculados a sucesos trau- con mayor detalle: el TEA y el TEPT.

109
ri/. ;¡; Manual d e psicopatología. Volumen 2

En síntesis, el alcance del daño psicológico está mediado por


'ii: 1 1 . S uce sos traumáticos la gravedad del suceso, el daño físico o grado de riesgo sufrido, la
y daño psico l óg ico mayor o menor vulnerabilidad de la víctima, la posible concurren­
cia de otros problemas actuales (p. ej., a nivel familiar y escolar/
Los sucesos traumáticos generan terror e indefensión, ponen e n peli­ laboral> y pasados (historia de victimización), el apoyo social exis­
gro la integridad física o psicológica de una persona y dejan con tente y los recursos psicológicos de afrontamiento disponibles. Todo
frecuencia a la víctima en tal situación emocional que es incapaz ello configura la mayor o menor resistencia de la víctima al estrés
de afrontarla por sí misma. (Tabla 4-.D.
Cualquier acontecimiento traumático (una agresión sexual, un Las reacciones psicológicas a un acontecimiento traumático
atentado terrorista, la violencia contra la pareja, el asesinato de un varían también en función de la mayor o menor proximidad tem­
padre o de una madre, etc.) supone una quiebra en el sentimiento poral al suceso. Por ello, se han categorizado, por un lado, el TEA,

to. El daño psicológico sufrido se refiere, por un lado, a las lesiones


de seguridad de una persona y le produce un profundo desvalimien­ cuando la sintomatología clínica emerge en las cuatro primeras

psíquicas agudas producidas inmediatamente tras un suceso vio­


semanas tras el acontecimiento; y, por otro, el TEPT, que se diag­

lento; y, por otro, a las secuelas emocionales que pueden persistir


nostica solo cuando han transcurrido más de cuatro semanas del
suceso.
en algunas personas de forma crónica como consecuencia de lo
ocurrido y que afectan negativamente a su desarrollo futuro (Amor
et al., 2010; Wittchen et al., 2009)
1 1 1 . Trastorno de e strés agudo
Lo que genera habitualmente daño psicológico suele ser la
amenaza a la propia vida (en el caso, p. ej. , de una acción terro­ El TEA se puede diagnosticar solo cuando el suceso traumático ha
rista) o a la integridad psicológica (en el caso, p. ej., de un abuso tenido lugar entre el tercer día y la cuarta semana después del
sexual>, una lesión física grave, la percepción del daño como inten­ suceso traumático. Este período es crítico para la fijación del pro­
cionado y la pérdida violenta de un ser querido. El daño generado ceso patológico. Es el punto de transformación entre una respuesta
suele ser mayor si las consecuencias del hecho violento son múl­ orientada a la recuperación, reajuste y reevaluación de lo ocurrido
tiples, como ocurre, por ejemplo, en el caso de un adulto que ha y lo que constituye propiamente una entidad clínica.
sufrido un atentado y le han quedado secuelas físicas o en el de un Se trata de una reacción postraumática intensa que desborda
menor que ha sido objeto de un abuso sexual y a cuyo testimonio la capacidad de afrontamiento de la persona y que se caracteriza
no se le confiere credibilidad <Baca y (abanas, 2003; Echeburúa fundamentalmente por la presencia de síntomas disociativos, como
et al., 2005). el embotamiento emocional, el aturdimiento, la extrañeza respecto
Sin embargo, las diferencias de reacción ante un mismo hecho a la realidad, la despersonalización y la amnesia disociativa, que
traumático son muy variables de unas personas a otras. Desde lleva consigo la incapacidad para recordar aspectos significativos
una perspectiva psicológica, una fragilidad emocional previa, un del suceso traumático. Asimismo, las personas afectadas sufren
historial de victimización, un estrés acumulativo, una red de apo­ síntomas de reexperimentación del suceso, conductas de evitación
yo familiar y social débil y una mala adaptación a los cambios y síntomas intensos de ansiedad (Tabla 4-.2). Todo ello genera un
debilitan la resistencia a las frustraciones y contribuyen a generar malestar clínico significativo e interfiere negativamente en su vida
una sensación de indefensión y de desesperanza (Echeburúa et al., cotidiana (Echeburúa et al., 2014a).
2013; Finkelhor, 1999). Este trastorno aparece con más frecuencia en víctimas vulnera­

solo cuando el acontecimiento supera en una persona el umbral


En este sentido, un suceso traumático genera un cuadro clínico bles, pero también puede darse en personas sin ningún factor pre­

para el trauma e interfiere negativamente de forma grave en su


disponente, sobre todo cuando el suceso resulta muy traumático. La
detección de las reacciones postraumáticas en esta fase temprana
vida cotidiana. Es decir, el trauma viene definido por la respuesta posibilita la identificación de las personas en riesgo de padecer un
traumática, no por el suceso traumático en sí mismo. TEPT ulterior y el establecimiento de unas estrategias de interven-

) ) Tabla 4.1. Variables facilitadoras del trauma (Echeburúa et al., 2 0 1 1 ]

- Psicopatología previa personal o familiar.


FACTORES PREDISPONENTES - Exposición previa o traumas.
<PRETRAUMA> - Personalidad vulnerable.
- Estrés acumulativo.

FACTORES PRECIPITANTES - Tipo de suceso traumático (intencionalidadl.


(SUCESO TRAUMÁTICO> - Gravedad del suceso traumático (modelo dosis/efecto o modelo dosis/dependiente).
- Anclaje en el pasado.
FACTORES DE MANTENIMIENTO - Hacerse preguntas sin respuesta o buscar explicaciones imposibles de obtener.
<POSTRAUMA> - Necesidad de buscar culpables.
- Negación cognitivo o emocional del suceso.

110
Capítulo 4. Trastornos asociados a traumas y estresores

)) Tabla 4.2. Criterios diagnósticos del trastorno de estrés ag udo en el DSM-5 [APA, 20131
í
A. Exposición a la muerte, lesión grave o violencia sexual, ya sea real o una amenaza, en una (o más) de las formas siguientes:

2. Presencia directa del(losl suceso(sl ocurrido(s) a otras.


l. Experiencia directa del(losl suceso(sl traumático(sl.

3. Conocimiento de q_ue el(losl suceso(s) traumático(sl ha(nl ocurrido a un familiar próximo o a un amigo íntimo.
Nota: En los casos de amenaza o realidad de muerte de un familiar o amigo, el(losl suceso(s) ho(nl de haber sido violento(s) o

11-. Exposición repetida o extrema o detalles repulsivos del(los) suceso(s) traumático(s) (p. ej., socorristas q_ue recogen restos humanos;
occidental(es).

Nota: Esto no se aplica a la exposición a través de medios electrónicos, televisión, películas o fotografías, a menos q_ue esta exposición
policías repetidamente expuestos a detalles del maltrato infantill.

esté relacionada con el trabajo.

B. Presencia de nueve (o más) de los síntomas siguientes de alguna de las cinco categorías de intrusión, estado de ánimo negativo,
disociación, evitación y alerta, q_ue comienza o empeora después del(los) suceso(s) traumático(sl:
Síntomas de intrusión

Nota: En los niños, se pueden producir juegos repetitivos en los q_ue se expresen temas o aspectos del(losl suceso(s) traumático(sl.
l. Recuerdos angustiosos recurrentes, involuntarios e intrusivos del(losl suceso(sl traumático(s).

2. Sueños angustiosos recurrentes en los q_ue el contenido y/o las emociones generados están relacionados con el(losl suceso(sl.
Nota: En los niños, pueden existir sueños aterradores sin contenido reconocible.
3. Reacciones disociativas (p. ej., escenas retrospectivas) en las q_ue el individuo siente o actúa como si se repitiera el(los) suceso(sl
traumático(sl. (Estas reacciones se pueden producir de forma continua, y la expresión más extrema es una pérdida completa de

Nota: En los niños, la representación específica del trauma puede tener lugar en el juego.
conciencia del entorno presente.)

11-. Malestar psicológico intenso o prolongado o reacciones fisiológicas importantes en repuesta a factores internos o externos q_ue
simbolizan o se parecen a un aspecto del(los) suceso(s) traumático(s).
Estado de ánimo negativo
Incapacidad persistente de experimentar emociones positivas (p. ej., felicidad, satisfacción o sentimientos amorosos).
Síntomas disociativos
5.

6. Sentido de la realidad alterado del entorno o de uno mismo (p. ej., verse uno mismo desde la perspectiva de otro, estar pasmado,
lentitud del tiempo).
7. Incapacidad de recordar un aspecto importante del(losl suceso(s) traumático(s) (debido típicamente a amnesia disociativa y no a otros
factores como una lesión cerebral, alcohol o drogas).
Síntomas de evitación
8. Esfuerzos para evitar recuerdos, pensamientos o sentimientos angustiosos acerca o estrechamente asociados al(los) suceso(s) traumático(sl.
9. Esfuerzos para evitar recordatorios externos (personas, lugares, conversaciones, actividades, objetos, situaciones) q_ue despiertan
recuerdos, pensamientos o sentimientos angustiosos acerca o estrechamente asociados al(los) suceso(s) traumático(s).
Síntomas de alerta
IO. Alteración del sueño (p. ej., dificultad para conciliar o continuar el sueño, o sueño inquieto).
11. Comportamiento irritable y arrebatos de furia (con poca o ninguna provocación) q_ue se expresa típicamente como agresión verbal

12. Hipervigilancia.
o física contra personas u objetos.

13. Problemas con la concentración.


111-. Respuesta de sobresalto exagerada.

Nota: Los síntomas comienzan en general inmediatamente después del trauma, pero es necesario q_ue persistan al menos durante tres días
c. La duración del trastorno (síntomas del Criterio 8) es de tres días a un mes después de la exposición al trauma.

y hasta un mes para cumplir los criterios del trastorno.

1'

D. La alteración causa malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.

E. La alteración no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia (p. ej., medicamento o alcohol) u otra afección médica
1,

(p. ej., traumatismo cerebral leve) y no se explica mejor por un trastorno psicótico breve.
1
' /

111
,,, Manual de psicopatología. Volumen z

ción profiláctica encaminadas a evitar la cronificación del trastorno En este contexto es importante diferenciar entre sí algunos de
(NICE, 2018; Zohar et al., 2009). los síntomas del TEPT, como, por ejemplo, establecer la distinción
La diferencia principal del TEA con el TEPT es la duración de los existente entre pensamientos invasivos y flashbacks. Los pensa­
síntomas y el énfasis del TEA en las reacciones disociativas (disocia­ mientos invasivos constituyen recuerdos (eso sí, muy vívidos) recu­
ción peritraumátical (Checa y Regueiro, 2014). rrentes de lo que sucedió antes y durante el suceso traumático. Un
f/ashback, sin embargo, supone además revivir el acontecimiento
con pensamientos e imágenes (personas, luces, sonidos, olores, etc.l,
como si estuviese ocurriendo ahora mismo. Esto es lo que experi­
menta una persona con un TEPT. La intensidad de la vivencia y su
1 V. Trastorno de estrés
carácter impredecible generan en la víctima a menudo una sensa­
ción de terror (Echeburúa et al., 2005).
postraumático
Según el DSM-5, el TEPT puede aparecer cuando la persona ha sufri­
do una grave agresión física, violencia/abuso sexual o una amenaza
para su vida, bien de forma directa (lo sufre en primera personal, ¿) Flashback. Reexperi mentac ión intensa y repetida de
bien de forma indirecta (en algún familiar). También puede desa­ hechos amenazantes sucedidos con ante rioridad que
rrollarse el TEPT cuando la persona ha sido testigo directo de agre­
acuden a la mente bajo la forma de secuencias de pen·
siones físicas o sexuales o de violencia doméstica (esto último tiene
una especial significación en el caso de los menores). samientos o imágenes de las experiencias vividas más
traumáticas.
Habitualmente, los sucesos desencadenantes suelen ser las
agresiones intencionadas (violaciones, actos terroristas, tortura,
robos con violencia, secuestros o maltrato familiar) o, en menor
medida, ciertos sucesos accidentales (catástrofes o accidentes de A los sucesos traumáticos suele estar también asociada la
coche/moto graves). Las agresiones intencionadas son las que cau­ amnesia disociativa, que consiste en la imposibilidad o dificultad de
san el trastorno con mucha mayor probabilidad y las que presentan recordar la información relacionada con el acontecimiento negativo
una mayor gravedad porque denotan crueldad y suponen para la y que no puede ser atribuida a las leyes naturales del olvido. La
víctima una quiebra de la confianza en los demás seres humanos. existencia de este tipo de amnesia puede explicarse por los sen­
timientos de v ergüenza, de rabia o de culpa experimentados, así
como por la tendencia a olvidar hechos desagradables (Echeburúa y
A. Características c l í n icas Amor, 2019). La amnesia disociativa tiene, sin embargo, unos efectos
Aunque los criterios para el diagnóstico del TEPT son similares en negativos: impide la expresión emocional del suceso, evita el apoyo
adultos, adolescentes y niños según el DSM-5, existen algunas dife­ social adicional que se da en estos casos, bloquea la reevaluación
rencias definitorias y sintomatológicas entre personas mayores y cognitiva de lo ocurrido y, en último término, facilita las conductas
menores de seis años, tal como se puede observar en la Tabla 4-.3. de evitación.
Específicamente, para las personas mayores de seis años son En estas personas puede haber reacciones paradójicas: o una
cuatro (en lugar de los tres que aparecían en el DSM-IV-TR, porque hipermnesia (persistencia de los recuerdos dolorosos, pesadillas,
se ha subdivido el núcleo de evitación/embotamiento afectivo) los vivencias invasivas); o en otras, por el contrario, hay una amnesia
aspectos nucleares presentes en este cuadro clínico: la reexperimen­ total o parcial (recuerdos inconexos, incompletos, fragmentados y
tación de la agresión sufrida o de la experiencia vivida, en forma de erráticos, lagunas de memoria, olvido total de la experiencia trau­
pesadillas y de imágenes y de recuerdos repetitivos e involuntarios mática). En la memoria se graban más fácilmente los recuerdos
Washbacksl; la evitación conductual y cognitiva de los lugares o repetidos o los que tienen una carga emocional (Medina, 20l5l.
recuerdos asociados al hecho traumático; las alteraciones cognitivas En resumen, son dos los polos que constituyen el núcleo de la
y los cambios en el estado de ánimo; y las respuestas de hiperacti­ sintómatología postraumática: la reexperimentación (la omnipresen­
vación, en forma de dificultades de concentración, de irritabilidad, cia de lo vivido) y la evitación (los intentos de soslayar todo aquello
de problemas para conciliar el sueño y, como nueva aportación del que remite directa o indirectamente al trauma).
DSM-5, de conducta autodestructiva o temeraria. Finalmente, en este cuadro clínico es conveniente distinguir los
Sin embargo, en los niños menores de seis años hay un peque­ síntomas positivos (reexperimentación, alteraciones cognitivas, evi­
ño cambio: en lugar de los cuatro núcleos sintomáticos necesarios tación y activación) de los síntomas negativos (apatía, embotamien­
(reexperimentación, evitación, hiperactivación y alteraciones cogni­ to afectivo, sensación de indefensión), que resultan más difíciles de
tivas/cambios en el estado de ánimo), se requiere la presencia de la tratar (Echeburúa y Amor, 2014).
reexperimentación de la vivencia traumática, de la hiperactivación Para poder diagnosticar el TEPT se requiere que el suceso
y de, al menos, algún síntoma relacionado con las conductas de traumático produzca una interferencia significativa en el funciona­
evitación o con alteraciones emocionales y sociales. miento social y escolar/laboral, una pérdida de interés por lo que
Por otra parte, la evolución espontánea del TEPT es muy varia­ anteriormente resultaba atractivo desde el punto de vista lúdico e
ble. Así, la cantidad y el tipo de síntomas del TEPT pueden oscilar interpersonal y -lo que supone una limitación muy importante- un
con el transcurso del tiempo. Incluso la duración de los síntomas cierto embotamiento afectivo (anestesia emocional) para expe­
varía de unas personas a otras: en unos casos (hasta el 50 %), los rimentar sentimientos de intimidad y ternura. Solo se puede llevar
síntomas desaparecen en los tres primeros meses; en otros, por el a cabo el diagnóstico del TEPT cuando los síntomas descritos se
contrario, pueden prolongarse o reaparecer meses o años después mantienen más allá de un mes de haber sufrido la persona el suceso
del suceso traumático. traumático.

112
Capítulo 4. Trastornos asociados a traumas y estresores

) ) Tabla 4.3. Criterios diagnósticos del trastorno de estrés postraumático en el DSM·S [APA, 2013]

CRITERIOS APLICABLES PARA MAYORES DE SEIS AÑOS CRITERIOS APLICABLES PARA MENORES DE SEIS AÑOS
I
A. Exposición a la muerte, lesión grave o violencia sexual, ya sea A. Exposición a la muerte, lesión grave o violencia sexual, ya sea
real o se trate de una amenaza, en una (o más) de las formas real o se trate de una amenaza, en una (o más) de las formas
siguientes: siguientes:
l. Experiencia directa del<losl suceso(sl traumático(sl. l. Experiencia directa del(losl suceso(sl traumático(s).
2. Presencia directa del<los) suceso(s) ocurrido a otros. 2. Presencia directa del(los) suceso(sl ocurrido(sl a otros,
3. Conocimiento de que el(losl suceso(sl traumático(sl ha(nl
Nota: no incluye sucesos que solamente se han visto en
especialmente a los cuidadores primarios.
ocurrido a un familiar próximo o a un amigo íntimo. En los
medios electrónicos, televisión, películas o fotografías.
3. Conocimiento de que el(los) suceso{s) traumático(sl ha(nl
casos de amenaza o realidad de muerte de un familiar o
amigo, el(losl suceso(s) ha(nl de haber sido violento(sl o
accidental(esl. ocurrido a uno de los padres o cuidadores.
11-. Exposición repetida o extrema a detalles repulsivos del(losl
suceso(sl traumático(s) (p. ej., socorristas que recogen
restos humanos; policías repetidamente expuestos a

Noto: el criterio A4 no se aplica a la exposición a través


detalles del maltrato infantill.

de medios electrónicos, televisión, películas, o fotografías,


a menos que esta exposición esté relacionada con el
trabajo.

B. Presencia de uno (o más) de los síntomas de intrusión B. Presencia de uno (o más) de los síntomas de intrusión
siguientes asociados al suceso(sl traumático(sl, que comienza siguientes asociados al suceso(s) traumático(s), que comienzan
después del(losl suceso(sl traumático(sl: después del suceso(s) traumático(s):
l. Recuerdos angustiosos recurrentes, involuntarios e l. Recuerdos angustiosos recurrentes, involuntarios

Noto: en los niños mayores de seis años, se pueden Noto: los recuerdos espontáneos e intrusivos pueden no
intrusivos del<los) suceso(sl traumático(sl. e intrusivos del(losl suceso(sl traumático(sl.

producir juegos repetitivos en los que se expresen temas ser necesariamente angustiosos y se pueden expresar
o aspectos del(los) suceso(s) traumático(sl. como recreación en el juego.
2. Sueños angustiosos recurrentes en los que el contenido y/o 2. Sueños angustiosos recurrentes en los que el contenido y/o
las emociones generados están relacionados con el(los) las emociones generados están relacionados con el<los)

Noto: en los niños, pueden existir sueños aterradores sin Noto: puede resultar imposible determinar que el
suceso(s) traumático(s). suceso(s) traumático(sl.

contenido reconocible. contenido aterrador está relacionado con el suceso


3. Reacciones disociativas (p. ej., escenas retrospectivas)
traumático.
en las que el sujeto siente o actúa como si se repitiera 3. Reacciones disociativas (p. ej., escenas retrospectivas)
el(los) suceso(sl traumático(sl. (Estas reacciones se pueden en las que el niño siente o actúa como si se repitiera
producir de forma continua, y la expresión más extrema es el{los) suceso(s) traumático(sl. (Estas reacciones se pueden

Nota: en los niños, la representación específica del trauma


una pérdida completa de conciencia del entorno presente.) producir de forma continua, y la expresión más extrema es
una pérdida completa de conciencia del entorno presente.>
puede tener lugar en el juego. La representación específica del trauma puede tener lugar
en el juego.
11-. Malestar psicológico intenso o prolongado al exponerse a
factores internos o externos que simbolizan o se parecen 11-. Malestar psicológico intenso o prolongado al exponerse
a un aspecto del(los) suceso(s) traumático(s). a factores internos o externos que simbolizan o se

5. Reacciones fisiológicas intensas a factores i nternos


parecen a un aspecto del(losl suceso(sl traumático(sl.

o externos que simbolizan o se parecen a un aspecto 5. Reacciones fisiológicas importantes a los recordatorios
delOos) suceso(s) traumático(s). del<losl suceso(s) traumático(sl.

' {Continúa}

113
Manual de psicopatología. Volumen 2

)) Tabla 4.3. {Continuación}

CRITERIOS APLICABLES PARA MAYORES DE SEIS AÑOS CRITERIOS APLICABLES PARA MENORES DE 6 AÑOS
C. Evitación persistente de estímulos asociados al<losl suceso(sl
1

c. Ha de estar presentes uno (o más) de los síntomas siguientes,


traumático(sl, q_ue comienza tras el(losl suceso(sl traumático(sl, q_ue representan evitación persistente de los estímulos asociados
como se pone de manifiesto por una o las dos características al<los) suceso(sl traumático(sl o alteración cognitiva y del estado
siguientes: de ánimo asociado ol<losl suceso(sl traumático(sl, q_ue comienzo o
l. Evitación o esfuerzos poro evitar recuerdos, pensamientos empeora después del(losl suceso(sl:

Evitación persistente de los estímulos


o sentimientos angustiosos acerca o estrechamente asociados

2. Evitación o esfuerzos para evitar recordatorios externos


ol<losl suceso(sl traumático(sl.
l. Evitación o esfuerzos poro evitar actividades, lugares
(personas, lugares, conversaciones, actividades, objetos, o recordatorios físicos q_ue despiertan el recuerdo del(losl

2. Evitación o esfuerzos poro evitar personas, conversaciones o


situaciones) q_ue despiertan recuerdos, pensamientos suceso(sl traumático(sl.
o sentimientos angustiosos acerca o estrechamente asociados
al<losl suceso(sl traumático(sl.
- -t
D. Alteraciones negativos cognitivas y del estado de ánimo asociadas
situaciones interpersonales q_ue despiertan el recuerdo del(losl
suceso(sl traumático(sl.
al(losl suceso(sl traumático(sl, q_ue comienzan o empeoran Alteración cognitiva
después del<losl suceso(sl traumático(sl, como se pone de
3. Aumento importante de la frecuencia de estados emocionales
manifiesto por dos (o másl de las características siguientes:
negativos (p. ej., miedo, culpa, tristeza, vergüenza,
l. Incapacidad de recordar un aspecto importante del(losl confusión).
suceso(sl traumático(sl (debido típicamente a amnesia
IJ. Disminución importante del interés o lo participación
disociativa y no a otros factores como una lesión cerebral,
en actividades significativas, q_ue incluye disminución
2. Creencias o expectativas negativas persistentes y exageradas
alcohol o drogas).

5. Comportamiento socialmente retraído.


del juego.
sobre uno mismo, los demás o el mundo (p. ej., «Estoy mal»,
«No puedo confiar en nadie», «El mundo es muy peligroso», 6. Reducción persistente de la expresión de emociones positivas.
«Tengo los nervios destrozados»).
3. Percepción distorsionada persistente de la causo o las
consecuencias del<losl suceso(sl traumático(sl q_ue hace q_ue
el individuo se acuse o sí mismo o o los demás.
IJ. Estado emocional negativo persistente (p. ej., miedo, terror,
enfado, culpa o vergüenza).
5. Disminución importante del interés o lo participación
en actividades significativos.
6. Sentimiento de desapego o extrañamiento de los demás.
7. Incapacidad persistente de experimentar emociones positivas
(p. ej., felicidad, satisfacción o sentimientos amorosos).

E. Alteración importante de la alerta y reactividad asociada al(losl D. Alteración importante de la alerto y reoctividad asociada
suceso(sl traumático(sl, q_ue comienza o empeora después del(losl al<losl suceso(s) traumático(sl, q_ue comienza o empeora después
suceso(sl traumático(sl, como se pone de manifiesto por dos del(losl suceso(sl troumático(sl, como se pone de manifiesto por
(o más) de los características siguientes: dos (o más) de los característicos siguientes:
l. Comportamiento irritable y arrebatos de furia (con poca o l. Comportamiento irritable y arrebatos de furia (con poca
ninguno provocación) q_ue se expresan típicamente como o ninguno provocación) q_ue se expresa típicamente como

2. Comportamiento imprudente o autodestructivo.


agresión verbal o físico contra personas u objetos. agresión verbal o física contra personas u objetos (incluidas

2. Hipervigiloncia.
pataletas extremos).
3. Hipervigilancia.
11-. Respuesta de sobresalto exagerada. 3. Respuesta de sobresalto exagerada.
5. Problemas de concentración. 11-. Problemas de concentración.
6. Alteración del sueño (p. ej., dificultad poro conciliar o 5. Alteración del sueño (p. ej., dificultad poro conciliar
continuar el sueño, o sueño inq_uietol. o continuar el sueño, o sueño inq_uietol.

F. Lo duración de lo alteración (Criterios B, C, D y E) es superior a E. Lo duración de lo alteración es superior o un mes.


un mes.
\.. ,I

{Continúa}

114-
Capítulo 4. Trastornos asociados a t raumas y estresores •i!

) ) Tabla 4.3. {Continuación}

CRITTRIOS APLICABLES PARA MAYORES DE SEIS AÑOS 1 · CRITERIOS APLICABLES PARA MENORES DE 6 AÑOS
. _ _
G. La alteración causa malestar clínicamente significativo F. La alteración causa malestar clínicamente significativo o
o deterioro en lo social, laboral u otros áreas importantes problemas en la relación con los podres, hermanos, compañeros u
del funcionamiento. otros cuidadores, o en el comportamiento en la escuela.

La alteración no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia <p. ej., medicamento, alcohol) o a otro afección médica.
H. G.

Especificar si:
Con síntomas disociotivos: los síntomas cumplen los criterios poro el trastorno de estrés postroumático y, además, en respuesta al factor
de estrés, el individuo experimenta síntomas persistentes o recurrentes de una de los características siguientes:
l. Despersonalización: experiencia persistente o recurrente de un sentimiento de desapego y como si uno mismo fuero un observador externo
del propio proceso mental o corporal <p. ej., como si se soñara; sentido de irrealidad de uno mismo o del propio cuerpo, o de que el tiempo
pasa despacio).
2. Oesreolización: experiencia persistente o recurrente de irrealidad del entorno (p. ej., el mundo alrededor del individuo se experimenta
como irreal, como en un sueño, distante o distorsionado).
Nota: paro utilizar este subtipo, los síntomas disociativos no se han de poder atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia
<p. ej., desvanecimiento, comportamiento durante la intoxicación alcohólica) u otro afección médica (p. ej., epilepsia parcial compleja).
Especificar si:
Con expresión retardado: si lo totalidad de los criterios diagnósticos no se cumplen hasta al menos seis meses después del acontecimiento
(aunque el inicio y la expresión de algunos síntomas puedan ser inmediatos).
"-- ----- ------- ---- --- - - - -- - ---- ----------------'

de sobrevivir cuando ha habido una desgracia colectiva, como en el


¿) Anestesia emocional. E mbotamiento afectivo para caso de un atentado terrorista masivo o una catástrofe natural (la
culpa del superviviente). Esta autoinculpación puede dañar seria­
mente la autoestima de los pacientes y dificultar la readaptación
experimentar sentimientos de intimidad y ternura hacia los

emocional posterior. Todo ello puede llevar a una reducción de


seres queridos que puede surgir en una persona a raiz de

la actividad social y lúdica de los sujetos y, en último término, a


haber sufrido un suceso traumático, sobre todo cuando ha

una disminución de la capacidad paro disfrutar de la vida (Foa y


sido causado intencionadamente por otra persona.

Riggs, 1995).
En relación con el perfil psicopatológico específico del TEPT Más a medio y largo plazo pueden aparecer, si bien no en
según el tipo de suceso, la reexperimentoción es muy alto en los todos los casos, ciertos trastornos de conducta, como irritabilidad,
víctimas de agresiones sexuales, de terrorismo y de maltrato; la dependencia emocional excesiva, actitudes victimistas, pasividad,
evitación es muy marcada en todos las categorías de pacientes etcétera, e incluso una mayor tendencia a la introversión y al embo­
(excepto en el caso de los accidentados, que presentan, sin embar­ tamiento afectivo, que pueden enturbiar las relaciones familiares.
go, muchos síntomas de sobresalto); y, por último, la hiperoctivación Asimismo, puede haber una cierta tendencia a la desconexión
y los cambios en el estado de ánimo afectan a todas las v íctimas entre el relato del suceso traumático y la vivencia emocional. A su
<Echeburúa et al., 2005). vez, la irritabilidad es resultado de una baja tolerancia a la frustra­
ción ante los contratiempos cotidianos (los problemas escolares, la
convivencia familiar, las dificultades en las relaciones interpersona­
les, etc.l y puede traducirse en reacciones agresivas, normalmente
8. Evolución te mporal de los síntomas
Más allá de las reacciones inmediatas -malestar emocional genera­ dirigidas a los familiares (a quienes tienen más próximos y cuentan
lizado, aislamiento, pérdida de apetito, insomnio, etc.-, que tienden con una mayor capacidad de aguante) o hacia sí mismos (en forma
a remitir a las pocas semanas, las víctimas pueden experimentar de ideas de suicidio, de abuso de alcohol o incluso de adopción
síntomas de ansiedad y de depresión, con una pérdida de autoesti­ de conductas de riesgo). A largo plazo, el TEPT puede producir
ma y una cierta desconfianza en los recursos propios para encauzar una transformación persistente de la personalidad de la v íctima Ua
la vida futura. Los sentimientos de culpa existentes pueden derivar persona ya no es la que eral, que es muy resistente al tratamiento
de la atribución sesgada de lo ocurrido a los errores cometidos por (Echeburúa, 2004).
la v íctima, de la omisión de las conductas adecuadas (p. ej., no Por último, el trauma, sobre todo cuando han pasado meses o
haber hecho lo suficiente paro evitar el suceso) e incluso del hecho años del suceso traumático, puede manifestarse de forma enmas-

115
!), !i, Manual de psicopatología. Volumen 2

carada. En lugar de las cuatro patas básicas del trauma (imágenes te. En otros casos, sin embargo, esta presentación diferida puede
invasivas, conductas de evitación, alteraciones cognitivas y estado tratarse de un síndrome subclínico que se identifica de forma tardía
de alerta), el cuadro clínico puede mostrarse en forma de depre­ (Echeburúa y Corral, 2008).
sión, de alteraciones del sueño, de consumo excesivo de alcohol Por otra parte, según el DSM-5, se debe especificar si el TEPT
o de distanciamiento emocional respecto a las personas queridas viene acompañado de forma persistente de síntomas disociativos,
<Trujillo, 2002). es decir, de una sensación de distancia y de extrañeza respecto a
uno mismo (como si uno permaneciera en un sueño o estuviera fuera
C. Epidemio logía de su propio cuerpo) o de una sensación de irrealidad (como si uno
La tasa de prevalencia de este cuadro clínico puede oscilar entre estuviera en otro mundo).
el 0,5 % y el 3, 5 % de la población adulta, según el DSM-5 CAPA, Otra modalidad de presentación (no descrita, sin embargo, en
2013). En concreto, el TEPT puede estar presente en el 15-30 % de el DSM-5) es el TEPT complejo, que está asociado a una sintomato­
quienes sufren un suceso traumático, con una incidencia más baja logía más grave y variada y a la comorbilidad con otros trastornos
en los supervivientes de una catástrofe o accidente y más alta (depresión, alcoholismo o trastornos de personalidad). Esta variante
en el caso de las víctimas de hechos violentos. Así, las tasas más del TEPT es más frecuente en situaciones de aislamiento social o en
elevadas de este trastorno se han descrito entre las víctimas de personas que han sufrido una exposición precoz en la infancia a la
violencia o de agresiones sexuales, que pueden alcanzar hasta el violencia o una revictimización prolongada, como ocurre en el caso
50-70 % de las personas afectadas (Wittchen et al., 2009). de las víctimas de abuso sexual infantil, de violencia de pareja o de
Desde una perspectiva de género, el trastorno es más frecuente secuestros prolongados (Taylor et al., 2006).
y más grave en mujeres, sobre todo cuando sufren una agresión En concreto, la presencia del trauma a una edad temprana
sexual o la muerte violenta de un hijo. En los varones se da con interrumpe el normal desarrollo del sentido de uno mismo y de
menos frecuencia y los estímulos implicados están relacionados, fun­ los otros. Debido a que el daño emocional, sexual y/o físico o
damentalmente, con el abuso sexual infantil, con la violencia y, en la negligencia fue infligida por figuras de apego como padres,
menor medida, con los accidentes de tráfico. hermanos y/o parientes cercanos, estas personas pueden sentir
A su vez, la tasa de prevalencia del TEPT entre la población que hay algo intrínsecamente malo en ellas y que no se puede
adolescente podría situarse entre el 1,6 % y el 9,2 % (Cohen et al., confiar en nadie.
2010), siendo mucho más frecuente en chicas que en chicos. Por La situación es aún más compleja si el suceso traumático es
otra parte, la tasa de prevalencia del TEPT en la población infantil grave o prolongado en el tiempo, si sucede a una edad temprana,
estaría comprendida entre el 1 % y el 10 %, dependiendo del tipo de si es causado por un padre/madre u otro cuidador, si la víctima
suceso traumático, del momento de la evaluación y del método
está aislada o se mantiene todavía en contacto con el abusador,
de diagnóstico empleado <De Young et al., 2011l. En general, los
lo que contribuye a amenazar la seguridad de la víctima (Timms,
sucesos traumáticos que están relacionados con una mayor preva­
lencia del TEPT en niños son el haber presenciado el asesinato de 2010l. En la Tabla 4.4 se indican algunos de los síntomas propues­
uno de los padres, el secuestro, los abusos o agresiones sexuales, el tos para esta posible modalidad del TEPT. Según la CIE- 11 (WHO,
maltrato físico y el abandono infantil. 2018), el diagnóstico del TEPT complejo requiere cumplir, por una
parte, con los criterios para el TEPT, (al reexperimentación del
trauma; (b) evitación de pensamientos y recuerdos del evento o
D. Tipos evitación de actividades, situaciones o personas que recuerden el
El TEPT es un cuadro clínico que se puede manifestar de formas suceso traumático, y (cl percepción persistente de una amenaza
diversas, según el momento de aparición, la sintomatología com­ actual acentuada) y, por otra, con problemas en la regulación
plementaria presente o la complejidad y resistencia al tratamiento del afecto, creencias negativas con respecto a uno mismo (p. ej.,
del trastorno. sentirse sin valía, derrotado, tener sentimientos de culpa o fracaso
relacionados con el suceso traumático, etc.) y, finalmente, difi­
a. Modalidades del TEPT cultades para mantener relaciones y sentirse cerca de los demás
Una variante adicional es la presentación diferida de este trastor­ (Figura 4.ll.
no (denominada en el DSM-5 «expresión retardada»), que, aun
habiéndose iniciado con algunos síntomas desde el mismo momento
del suceso traumático, solo llega a reunir todos los criterios diagnós­ ¿) Trastorno de estrés postraumático complejo. Es resul­
ticos tiempo después -al menos seis meses- de haber ocurrido el tante de la exposición a estresores que son muy intensos,
acontecimiento referido. La explicación del TEPT con un comienzo repetitivos o prolongados en el tiempo [como sucede en las
diferido resulta incierta. Si bien los síntomas de este cuadro clínico víctimas de abuso infantil, de violencia contra la pareja o
-especialmente la evitación- parecen estar presentes desde el prin­
cipio, aunque de una forma atenuada, algunas situaciones nuevas ­ , de secuestros prolongados]. Hay unos síntomas específicos,
como el establecimiento por vez primera de una relación de pareja como la alteración en la identidad personal, las dificultades
en las víctimas de abuso sexual en la infancia-, algunos estresores en la reg ulación emocional, el descontrol de los impulsos,
de la vida adulta -el divorcio o la pérdida de empleo- o las vicisi­ la desconfianza generalizada en los demás y el aislamiento
tudes del envejecimiento -el abandono del hogar por parte de los social, y hay una frecuente comorbilidad con otros trastor­
hijos, la jubilación anticipada o las enfermedades crónicas- pueden nos, como el alcoholismo o la depresión.
actuar como sucesos desencadenantes que reactivan el TEPT laten-

116
Capítulo 4. Trastornos asociados a traumas y estresores 'I
·!

)) Tabla 4.4. Síntomas del trastorno de estrés ,- - - - - - - - - - - -,


postraumático complejo [Timms, 2010; modificado]
1 1
1 ,_
1 1

'------ -----.-... ' ' ,


SÍNTOMAS SUGERIDOS PARA DIAGNOSTICAR EL TEPT COMPLEJO COMPLEJO
1

---------
... ... .... .... ....
, _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ _ ,,
• Alteraciones en la regulación del afecto y los impulsos.
1¡¡,1t[
''

Alteraciones en la atención y la conciencia.


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Alteraciones en la percepción de uno mismo.


,
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Alteraciones en las relaciones con otros. ,•,


\ I \
\/ "'~ai<;l \
\

Somatización.
1/i
\
1 \ 1

4. Problemas en la regulación
\

Alteraciones en el sistema de valores.


1 1
1 1

del afecto
1 1
1 1

OTROS SÍNTOMAS DESCRITOS POR PACIENTES CON TEPT COMPLEJO


,
''
1 1

5. Creencias negativas sobre


Sentir vergüenza y culpa. uno mismo
,, I
\
\
\

6. Dificultades interpersonales ,/
,,
Tener una sensación de embotamiento, de falta de sentimientos. '
\
\
\

• No poder disfrutar de nada.


\

',, ... , ,,'


\

',,
Controlar las emociones mediante el uso de drogas, alcohol, - ... _ _ _ _ _ _ _ _ _ ... , , , '
o haciéndose daño a sí mismo.
Aislarse de lo que está sucediendo a su alrededor (disociación).
Tener síntomas físicos causados por la angustia. ) ) Figura 4.1. Criterios diagnósticos del TEPT y del TEPT
No poder expresar las emociones con palabras. complejo según la CIE- 1 1 .
A veces, tener deseos de querer acabar con la vida.
Asumir riesgos y hacer cosas «sin pensarlo».

La reacción emocional en los menores de uno y otro sexo puede


ser más intensa, lo que implica un nivel más amplio de desorgani­
zación de la conducta, pero menos duradera que en los adultos.
b. El TEPT en la infancia y adolescencia Los menores tienden, más a menudo que los adultos, a culparse
Muchos niños ante un suceso traumático presentan dificultades para a sí mismos, directa o indirectamente, del suceso traumático. Sin
relatar sus pensamientos o etiquetar sus emociones. En su lugar , embargo, el grado de recuperación suele ser mayor que en el caso
tienden a expresarse a través de sus comportamientos (Echeburúa de los adultos (Echeburúa, 2004).
y Amor, 2014). A largo plazo, algunos menores albergan sentimientos de ira
Los niños más pequeños tienden a mostrar su dolor de una for­ y presentan una predisposición a comportamientos violentos y de
ma más global que los adultos, con conductas de retraimiento y con venganza; otros, a su vez, van a implicarse en conductas de riesgo
pérdida de los aprendizajes y hábitos adquiridos. También se puede que pueden poner en peligro su integridad f ísica. Ello va a depen­
manifestar una ansiedad de separación respecto a los seres queri­ der, en buena medida, de la reacción de los seres queridos. La
dos, lo que provoca una dependencia exagerada. La capacidad de traumatización de los padres y la ausencia de una atmósfera de
expresión verbal va aumentando con el desarrollo, y solo a partir apoyo y comunicación tienden a agravar el desarrollo psicológico
de los ocho-nueve años el niño es capaz de aportar una cronología del menor.
fidedigna de los acontecimientos. Cuando el niño se hace adolescente, puede haber una tendencia
En la infancia los síntomas experimentados pueden ser muy a adoptar cambios radicales de comportamiento y de estilo de vida.
variables (alteraciones del sueño, cambios en los hábitos de ali­ Se trata, a veces, de actitudes escapistas, como alejarse del hogar ,
mentación, irritabilidad, miedos generalizados, culpa y vergüenza, consumir alcohol y drogas, ponerse en situaciones de riesgo o mos­
sobresaltos, disminución de la autoestima, etc.> y reflejan, en último trar un interés extremo por buscar experiencias nuevas.
término, un grado intenso de malestar emocional y de dificultad En cuanto a la evolución de algunos de los síntomas del T EPT,
de adaptación a la vida cotidiana. El trauma se puede expresar la expresión clínica de la reexperimentación varía en las fases del
también en forma de manifestación de síntomas físicos (náuseas, desarrollo evolutivo y puede mostrarse de forma distinta que en la
molestias en el estómago, dolores de cabeza, etc.) o de comporta­ vida adulta. Los niños más pequeños pueden expresar los síntomas
mientos regresivos en cuanto al lenguaje, la autonomía personal o de reexperimentación del suceso traumático directa o simbólicamen­
el control de esfínteres. te mediante juegos o escenificaciones relacionadas con el trauma
El trauma puede manifestarse de forma distinta en función del de naturaleza ansiosa, repetitiva y rígida o mostrar sueños de terror
sexo. En general, los niños tienen más dificultades para expresar recurrentes sin un contenido reconocible. También pueden actuar
sus emociones que las niñas. En las niñas tienden a predominar los con reacciones emocionales o físicas intensas cuando se exponen a
síntomas ansiosos y depresivos; en los niños, por el contrario, son recuerdos internos o externos relacionados con el trauma.
más frecuentes los trastornos de conducta, las conductas temerarias A su vez, las conductas evitativas pueden manifestarse, en el
y la irritabilidad. En uno y otro sexo pueden surgir la inadaptación caso de niños preescolares, en una implicación escasa en las acti­
escolar y las dificultades de socialización. vidades escolares; en el de niños más mayores, en una reducida

117
j I Manual de psicopatología. Volumen 2

participación en conductos exploratorios o de juego; y en el de E . Comorbilidad y diagnóstico diferencial


adolescentes, en uno restricción de nuevos oportunidades (estable­
cer relaciones de parejo, viajar, etc.). Asimismo, los adolescentes Lo comorbilidod del TEPT es muy alto (hasta un 80 %, según el
pueden ver resentido su autoestima, considerarse poco atractivos DSM-5), pero puede ser fruto de lo imprecisión de los límites con
poro los demás personas y limitar sus aspiraciones de futuro (De otros entidades nosológicos, así como de lo definición mismo del
Young et al., 2011). trastorno. Respecto o los relaciones fronterizos con otros cuadros
Por otro parte, los síntomas de hiperoctivoción suelen presen­ clínicos, el TEPT puede estar asociado o categorías psicopotológicos
tarse fundamentalmente como alteraciones del sueño, elevado irri­ muy diversos. Así, por ejemplo, lo depresión, el abuso de alcohol y
tabilidad, rabietas, un constante estado de alerto ante el peligro, drogas, los conductos antisociales y el trastorno del control de los
dificultades de concentración e incremento exagerado en los nive­ impulsos son los cuadros clínicos comórbidos que aparecen con más
les de actividad (cfr De Young et al., 2011). frecuencia en pacientes aquejados de este cuadro clínico. De hecho,
el TEPT puede manifestarse inicialmente en formo insidioso, con sín­
c. El TEPT en la vida adulta como consecuencia tomas de ansiedad; después, con depresión; más tarde, con conduc­
de sucesos traumáticos en la infancia tos antisociales y de abuso de alcohol <Echeburúo y Corral, 2008).
En cuanto o los repercusiones psicopotológicos en lo vida adulto En lo vida adulto, hoy uno alto comorbilidod de este cuadro
de un trauma en lo infancia, son difíciles de predecir. En primer clínico con lo depresión, el trastorno de ansiedad generalizado, lo
lugar, no se don en todos los víctimas, sino, aproximadamente, en fobia social y el trastorno obsesivo-compulsivo (TOCl. En hombres
un 20 % del total de los personas afectados. Y en segundo lugar, en es más frecuente que en mujeres lo comorbilidod del TEPT con las
el coso de que ocurran, las alteraciones psicopotológicas concretas adicciones y con los trastornos de conducto.
varían de unos personas o otros y no se pueden establecer tampoco En lo infancia y adolescencia, es más habitual lo comorbilidod
en función del tipo específico de suceso traumático experimenta­ del TEPT con la ansiedad de separación y con el trastorno oposi­
do (abuso sexual, maltrato infantil, pérdida del padre por un acto cionista desafiante. En concreto, en niños menores de seis años se
terrorista, etc.). Los distintos tipos de victimizoción infantil generan ha observado uno alto comorbilidod con el TOC, con lo ansiedad
en la vida adulto, en el coso de hacerlo, unas alteraciones emocio­ de separación, con el trastorno de déficit de atención con hiperac­
nales poco predecibles. tividad (TDAH) y con lo depresión (Scheeringo y Zeonoh, 2008). A
Es decir, no se puede cartografiar la psicopotologío de un su vez, en niños mayores de seis años se ha encontrado uno mayor
adulto según el tipo de acontecimientos negativos sufridos en la comorbilidod con los trastornos de ansiedad, el TDAH, el trastorno
infancia. Vincular, por ejemplo, lo bulimia o el trastorno múltiple de psicótico breve y lo ideación suicido <Fomuloro et al., 1996).
lo personalidad o haber sufrido abuso sexual en lo infancia no se El diagnóstico diferencial del TEPT de otros cuadros clínicos se
corresponde con la realidad de los hechos, más allá de la observa­ establece en función de dos criterios del DSM-5: (a) la presencio
ción de ciertos casos clínicos aislados. Todo acontecimiento trau­ imprescindible de un factor traumático desencadenante que supone
mático genero en el niño una cicatriz psicológica, que puede o no lo exposición real o amenazo de muerte, lesión grave o violencia
reabrirse en lo vida adulto -y, además, de diversos maneros- según sexual (lo que permite diferenciar o este cuadro clínico de los dife­
los circunstancias presentes en eso persono cuando yo es mayor rentes trastornos adaptativos o de otros trastornos ansioso-depresi­
(Echeburúo y Guerricoechevarrío, 2000). vos, en los que no figuro necesariamente este criterio [AJ); y (b) lo
Lo mayor vulnerabilidad de un adulto víctima de un suceso presencia de síntomas específicos de este cuadro clínico, como
traumático en lo infancia o trastornos mentoles va o depender de lo lo reexperimentoción del suceso traumático en formo de pesadi­
frecuencia, magnitud o diversidad de los sucesos sufridos (polivicti­ llas, f/ashbacks o recuerdos involuntarios invasivos e intensos [crite­
mizociónl, así como de lo inestabilidad emocional previo. • Desde el rio B31, que no están presentes en los trastornos ansioso-depresivos,
punto de visto del trauma en sí mismo, lo que predice uno peor evo­ adictivos o del control de impulsos.
lución o largo plazo es lo duración prolongado de lo exposición a Los diferencias del TEPT con los trastornos relacionados con el
los estímulos traumáticos (es decir, lo revictimizoción continuado), trauma y con el estrés o con otro tipo de trastornos más o menos
uno alto intensidad de los síntomas experimentados por el niño y lo afines son los siguientes (Cohen et al., 2010; Echeburúo y Amor,
presencio de uno disociación peritroumático, es decir, de síntomas 2014):
disociotivos (amnesia psicógeno, especialmente) en los horas y días
posteriores al suceso (Griffin et al., 1997). a. TEA. Se troto de un cuadro clínico que surge también como
No se puede negar que lo victimizoción infantil constituye un resultado de lo exposición o un suceso traumático, pero se dife­
factor de riesgo importante de desarrollo psicopotológico en lo vida rencio del TEPT en que el cuadro clínico se puede diagnosticar
adulto. Pero, o pesar de ello, el impacto psicológico o largo plazo solo en un intervalo temporal entre tres y treinta días después
del suceso traumático puede ser pequeño si lo víctima no cuento del suceso y en que el abanico de síntomas es más heterogéneo
con otros adversidades, como el abandono emocional, el maltrato y se agrupo en cinco categorías: intrusión, estado de ánimo
físico, el divorcio traumático de los podres, uno patología familiar negativo, disociación, evitación e hiperoctivoción.
grave, etcétera. Es más, los problemas de uno víctima en lo vida b. Trastornos adaptativos. Constituyen un conjunto heterogéneo de
adulto (depresión, ansiedad, abuso de alcohol, etc.l surgen en un síndromes de respuesto al estrés que se presentan tras lo expo­
contexto de vulnerabilidad generado por el suceso traumático en lo sición o un suceso estresante
• (seo traumático o no traumático).
infancia, pero provocados directamente por circunstancias próximos Existen diversos subtipos en función de los síntomas predomi­
en el tiempo (conflictos de parejo, aislamiento social, problemas en nantes: de tipo ansioso, de tipo depresivo o con trastornos del
el trabajo, etc.) <Finkelhor, 1999). comportamiento. Lo diferencio con el TEPT es que el estresor no

118
Capítulo 4. Trastornos asociados a traumas y estresores

tiene por qué ser traumático y que la sintomatología presente en desaparición del temor refuerza, de este modo, las conductas de
estos subtipos no responde a los núcleos sintomáticos del TEPT. evitación. Pero la reducción de las actividades sociales y de ocio pro­
c . Trastornos de ansiedad. A diferencia del TEPT, la sintomatología voca una disminución de la cantidad de reforzamiento positivo, que
presente en el trastorno de pánico o en el trastorno de ansie­ facilita, a su vez, la aparición de la depresión. Asimismo, la depresión
dad generalizada no está asociada a un suceso traumático, sino está también en función de la disminución de la autoestima, que
que surge de forma inesperada o está permanentemente pre­ depende de la atribución de responsabilidad en la agresión sufrida o
sente. En el ámbito de la infancia y adolescencia, los síntomas en las conductas inapropiadas manifestadas durante la misma.
del trastorno de ansiedad de separación se relacionan con la ..
separación del hogar o de la familia más que con un suceso b. Teoría de lo indefensión aprendido y de lo evaluación
traumático. cognitivo
d. TOC. En el TOC el contenido de los pensamientos intrusivos no se Los modelos de condicionamiento explican la ansiedad y los miedos
relaciona con un suceso traumático y hay, además, un acompa­ de las víctimas de un suceso traumático, pero no dan cuenta de
ñamiento de rituales compulsivos, que no aparecen en el TEPT. otros síntomas presentes en el TEPT. La teoría de la indefensión
e. TDAH. En el TDAH las conductas impulsivas y los déficits aten­ aprendida explica por qué algunas víctimas se muestran paraliza­
cionales generan conductas desadaptativas, pero no están rela­ das, pasivas y culpables tras un suceso traumático. Los síntomas
cionados con un suceso traumático concreto. No aparecen los depresívos se desarrollan cuando los sujetos están expuestos a situa­
síntomas específicos del TEPT. ciones aversivas que perciben como incontrolables y en las que su
conducta no tiene consecuencias efectivas <Foa et al., 1992; Kusher
f. Trastorno oposicionista desafiante <TOD>. En el TOO los patrones
et al., 1992).
de comportamiento negativistas y hostiles provocan un deterioro
clínicamente significativo en la actividad académica, familiar A su vez, la mayor o menor intensidad de la indefensión expe­
y social, pero no están relacionados con un suceso traumático rimentada por las vícti mas está modulada por las atri buciones
concreto. No aparecen los síntomas específicos del TEPT. efectuadas. De este modo, las personas que se atribuyen la res­
ponsabilidad de lo ocurrido pueden experimentar un agravamien­
to del cuadro clínico. En concreto, las víctimas que llevan a cabo
F . Etiología
atribuciones internas, estables y globales -p. ej., «yo soy el tipo de
La etiología del TEPT se explica parcialmente por los modelos de persona que siempre tiene problemas por su torpeza y nunca va a
condicionamiento, la teoría de la indefensión aprendida y la teoría conseguir salir adelante»- se sienten peor que las que desarrollan
del procesamiento de la información (Echeburúa y Corral, 2008). atribuciones externas, inestables y específicas -p. ej., «tuve mala
suerte», «me pasó a mí como le podía haber pasado a otra perso­
o. Modelos de condicionamiento na>:-- (Abramson et al., 1978).
Los sentimientos de terror y de indefensión que experi mentan las La evaluación cognitiva de lo ocurrido desempeña, asimismo,
víctimas durante el suceso traumático permiten predecir, según un papel importante al interpretar y otorgar el sujeto un significado
las diversas teorías del aprendizaje -condicionamiento clásico, a los sucesos. Los esquemas cognitivos pueden llevar a una víctima
generalización de estímulos, condicionamiento de orden superior y a percibirse a sí misma, al entorno y al futuro como negativos y a
aprendizaje de evitación-, el desarrollo futuro de problemas rela­ desarrollar pensamientos irracionales relacionados con lo ocurrido,
cionados con el trauma. con atribuciones de culpabilidad. Por el contrario, también se expli­
El acontecimiento amenazante actúa como una situación de ca desde esta misma perspectiva por qué se pueden producir cam­
condicionamiento clásico en la que las vivencias negativas expe­ bios positivos en una víctima después de la experiencia traumática,
rimentadas por la víctima funcionan como estímulos incondiciona­ como, por ejemplo, mostrar un gran aprecío por la vida, percibirse
dos que producen una respuesta incondicionada de ansiedad y de a sí misma como valiente o valorar el hecho de haber sobrevivido o
terror. A través de un proceso de condicionamiento por contigüidad de saberse querida por las personas que la rodean.
temporal o física, los estímulos condicionados en esa situación -la
oscuridad, los ruidos bruscos, las personas desconocidas, la acti­ c. Teoría del procesamiento de lo información
vidad sexual, las imágenes violentas, etc.- llegan a generar res­ Los modelos expuestos anteriormente no son capaces de explicar
puestas de ansiedad. Asimismo, ciertos estímulos cognitivos -como satisfactoriamente la reexperimentación persistente del aconteci­
relatar lo ocurrido o declarar en un juicio- actúan como estímulos miento traumático, que es el núcleo de síntomas más específico del
condicionados que generan respuestas de ansiedad por asociación TEPT. La teoría del procesamiento de la información trata de dar
con la experiencia del trauma. De este modo, cuanto mayor es el cuenta de las estructuras cognitivas del miedo y, desde esta pers­
número de estímulos condicionados presentes en el trauma, mayor pectiva, de explicar la reexperimentación (Foa et al., 1991; Resick y
es la magnitud del miedo (Corral et al., 1989). Schnicke, 1992).
El proceso de generalización de estímulos y de condicionamien­ El TEPT surge a partir de sucesos aversivos impredecibles/incon­
to de orden superior explica la generalización de las respuestas de trolables que no han sido procesados emocionalmente de forma
ansiedad y de alarma a otros estímulos nuevos -ir de viaje, oír adecuada y que interfieren en la integración cognitiva y emocional
un ruido brusco, salir por la noche o quedarse solo en casa- y la de otras experiencias y conductas. En concreto, las estructuras cog­
ampliación, por tanto, del número de estímulos generadores de miedo. nitivas del miedo patológico se distinguen de las del miedo normal
La ansiedad anticipatoria propicia la presencia de conductas en que contienen elementos erróneos. De este modo, reflejan la
de evitación ante situaciones lúdicas y de relación interpersonal. La existencia de una amenaza percibida, que no tiene que coincidir

119
� �- Manual de psicopatología. Volumen 2

)) Tabla 4.5. Factores de vulnerabilidad ante un suceso traumático [ Echeburúa, 2004)

- Historio de victimización en la infancia (abuso sexual, malos tratos, etc.).


Biográficos
- Antecedentes de otros sucesos traumáticos en el pasado.
- Elevado grado de neuroticismo.
Psicobiológicos
- Baja resistencia al estrés.
- Escasos recursos de afrontamiento.
Psicológicos - Mala adaptación a los cambios.
- Inestabilidad emocional previa.
Psicopatológicos - Trastornos psiquiátricos anteriores (trastornos adictivos, del estado de ánimo, de ansiedad, de personalidad, etcJ.
- Falta de apoyo familiar.
Sociofamiliares
- Falta de apoyo social. ,I

necesariamente con la existencia de una amenaza real y funcionan d. Otros modelos


como un programa de escape y de evitación conductual.
Por otra parte, existen, entre otros diversos modelos, algunos desa­
Solo cuando un estímulo adquiere un significado de amenaza, rrollos teóricos de gran interés <Brewin y Holmes, 2003): por una
la estructura mnésica se transforma en una estructura de miedo. parte, la teoría de la representación dual de Brewin, que plantea
Así, por ejemplo, las v íctimas de agresiones sexuales tienen mayor que la información vinculada al sufrimiento de un suceso traumático
probabilidad de desarrollar un TEPT cuando los estímulos y las res­ se almacena de forma dual a través de dos tipos de representa­
puestas seguros antes de la agresión dejan de serlo. En concreto, ciones (memoria verbalmente accesible y memoria situacionalmen­
una chica violada en casa por un conocido puede desarrollar un te accesible) y que las respuestas patológicas surgen cuando los
cuadro clínico con mayor probabilidad que si el suceso aversivo ha recuerdos traumáticos se disocian del sistema de memoria ordinario;
ocurrido a manos de un desconocido y en un lugar alejado. La modi­ y, por otra, el modelo cognitivo de Ehlers y C/ark, que señala que las
ficación de las reglas de seguridad permite la integración de una respuestas patológicas al trauma surgen cuando el individuo proce­
gran variedad de estímulos en la estructura de miedo que, junto con sa la información traumática de forma que produce una sensación
la perversidad del estímulo -una persona conocida-, la intensidad de amenaza actual, ya sea una amenaza externa para la seguridad
de las respuestas fisiológicas y conductuales y el bajo umbral de o una amenaza interna para la persona y el futuro. En este últi­
activación, contribuyen a perturbar seriamente el funcionamiento mo modelo resulta fundamental la memoria del evento traumático
cotidiano de la v íctima. (pobre elaboración y falta de integración), así como la evaluación
negativa o inadecuada que hace la persona de múltiples aspectos
Cuando determinados estímulos activan una estructura de
(p. ej., las señales de peligro que tienden a generalizarse, la eva­
miedo ya generalizado, se puede producir una fuerte explosión de
luación de sus comportamientos, de la relación con los demás y la
activación -p. ej., en forma de alarma- y una reexperimentación perspectiva de vida que tiene).
del acontecimiento traumático, que traen como consecuencia unas
estrategias de afrontamiento basadas en intentos de evitación o
escape del miedo: por ejemplo, paralización, despersonalización, G . Vu lnerabilidad y re sistencia a l trauma
evitación conductual o cognitiva, etcétera. A su vez, el miedo inten­ La reacción psicológica ante una situación amenazante no solo
so y el malestar refuerzan el TEPT al impedir a la v íctima el enfren­ depende de la intensidad y de las circunstancias del suceso, sino
tamiento prolongado con las situaciones que evocan el trauma. Al también de la edad, del historial de agresiones previas, de la esta­
contrario que las exposiciones largas, la tendencia a escapar de los bilidad emocional anterior, de los recursos psicológicos propios, de
estímulos sensibiliza a los sujetos. De hecho, las exposiciones cortas la autoestima, del apoyo social y familiar y de la calidad de las
impiden la modificación de la estructura de miedo, que permanece relaciones afectivas actuales. Todos estos elementos interactúan de
inaccesible y, por tanto, no puede desactivarse. De este modo, la forma variable en cada caso y configuran las diferencias individuales
evitación sistemática impide la habituación a los estímulos y está que se constatan entre las víctimas de un mismo hecho traumático
asociada a la cronificación de los síntomas (Echeburúa et al., 2008). <Medina, 2015).
En definitiva, la evolución del sujeto está en función del mayor
o menor peso de los factores de vulnerabilidad y de los factores de
¿) Habituación. Exposición prolongada sin escape a lugares, protección, que pueden contribuir, según los casos, a agravar o a
pensamientos o imágenes traumáticos, que llegan a perder metabolizar el suceso sufrido (Echeburúa y Corral, 2009) (Tabla IJ.5).
progresivamente, de este modo, la capacidad de suscitar La mayor o menor repercusión psicológica de un suceso traumá­
respuestas de ansiedad o de evitación. tico en una persona depende de su vulnerabilidad psicológica, que
se refiere a la precariedad del equilibrio emocional, y de su vulnera-

120
Capítulo 4. Trastornos asociados a t ra umas y estresores 14

)) Factores peritraumáticos. Son las circunstancias espe­


dades de desarrollo y crecimiento. De hecho, puede haber incluso
un crecimiento postraumático, referido a tres áreas <Tedeschi y
cificas del suceso t raumático que pueden facilitar la apari­ Calhoun, 2004): (al cambios en uno mismo (aumento en las propias
c ión posterior del TEPT. Ahí se incluyen la gravedad ( dosis) capacidades de afrontamiento); (bl modificaciones en las relaciones
del acontecimiento, el peligro vital percibido, las lesiones interpersonales (fortalecimiento de las relaciones con los verdaderos
experimentadas, la violencia interpersonal o la amnesia psi­ amigos); y (el cambios en la espiritualidad y en la filosofía de vida
(modificación en la escala de valores).
cógena respecto a lo ocurrido.
Las personalidades resistentes al estrés se caracterizan por el
control emocional, la autoestima adecuada, una confianza en los

bilidad biológica, q_ue surge de forma innata y q_ue está relacionada


propios recursos, unas aficiones gratificantes, una vida social esti­
mulante, un mundo interior rico y una actitud positiva ante la vida.
con un menor umbral de activación psicofisiológica. Ambos tipos de Todo ello posibilita echar mano de los recursos disponibles para
vulnerabilidad pueden amplificar, a modo de caja de resonancia, el hacer frente de forma adecuada a los sucesos negativos vividos,
daño psicológico del suceso traumático en la víctima. superar las adversidades y aprender de las experiencias dolorosas,
Desde una perspectiva psicológica, un deseq_uilibrio emocional sin renunciar por ello a sus metas vitales. Este tipo de personalidad
previo, una autoestima baja y una mala adaptación a los cambios, funciona como un amortiguador o como una vacuna protectora q_ue
así como una actitud de fatalismo y una percepción de lo sucedido tiende a debilitar la respuesta de estrés <Brooks y Goldstein, 2004).
como algo extremadamente grave e irreversible, debilitan la resis­ En suma, la resiliencia se relaciona con aspectos previos al suce­
tencia a las frustraciones y contribuyen a generar una sensación so traumático (características de la personalidad, tipo de apego
de indefensión y de desesperanza. Estas personas cuentan con muy existente en la infancia, ausencia de victimizaciónl, pero también de
poca confianza en los recursos psicológicos propios para hacerse aspectos posteriores al suceso, como el tipo de recursos psicológicos
con el control de la situación. La fragilidad emocional se acentúa utilizados o el apoyo familiar, social o judicial recibido ( Echeburúa
cuando hay una salud precaria o una historia de victimización, un y Amor, 2019).
estrés acumulativo, antecedentes psiq_uiátricos familiares y una falta
de apoyo familiar y social (Amor y Echeburúa, 2015; Finkelhor, 1999). H. Factores predictores de recuperación
A nivel biológico, hay personas q_ue san más vulnerables q_ue
Como ya se ha señalado, las reacciones ante un suceso traumático
otras. La vulnerabilidad heredada tiene relación con una cierta
son muy variables de unas personas a otras. Pero también es muy
hipersensibilidad (sensibilidad ansiosa o neuroticismol, q_ue hace
diversa la capacidad de recuperación a medio y largo plazo q_ue tie­
q_ue la persona perciba como una amenaza • lo q_ue es un simple nen las víctimas q_ue han sufrido un suceso amenazante para su vida
problema (tendencia a dramatizar) y entonces reaccione en forma
o para su integridad psicológica ( Echeburúa, 2004; Medina, 2015).
exagerada (desadaptada, estresadal. También existe una predispo­
sición genética al estrés. Por ejemplo, los portadores de alelo corto a. Indicadores positivos de recuperación
del gen q_ue regula el transportador de serotonina (SERTl cuentan
con más posibil idades de tener niveles anormales de ansiedad, Un indicador positivo del proceso de mejoría de la víctima es cuan­
adq_uirir respuestas condicionadas al temor y padecer trastornos do se recupera la expresión verbal de l os sentimientos y se pone
afectivos (Merikangas et al., 1999). orden en el caos de las imágenes y recuerdos del suceso traumático.
La reaparición de expresiones de afecto gestuales, como la sonrisa,
Por lo q_ue se refiere a las víctimas de agresiones sexuales, la
o físicas, como l os abrazos o los besos, es una señal de recupe­
intensidad del trauma va a depender de diversas circunstancias.
ración, como lo es también la implicación en actividades lúdicas
Algunas de ellas están vinculadas a la gravedad del hecho trau­
cotidianas y el establecimiento de nuevas metas.
mático en sí, como la duración de los abusos o la existencia de
penetración, y otras, a las circunstancias ambientales, como la cre­

)) Resiliencia. Capac idad del ser humano para superar el


dibilidad del testimonio, la reorganización familiar a raíz del abuso
o el impacto de la intervención judicial. El tipo de apoyo familiar y
social recibido, así como la actuación de la justicia, van a contribuir dolor ante una grave contrariedad o para adaptarse posi­
a atenuar el impacto del suceso traumático o, por el contrario, a tivamente a sucesos de vida desafiantes o t raumát icos.
agravarlo (Rojas Marcos, 2010l. La res ilienc ia su pone la presencia de dos componentes:
Sin embargo, como se puede observar en la vida cotidiana, hay [a) resistir a la adversidad; y (b) transformar las situaciones
personas q_ue se muestran resistentes a la aparición de síntomas adversas en oportunidades de desarrollo y c rec imiento.
)) Crecimiento postraumático. C onjunto de cambios posi­
clínicos tras la experimentación de un suceso traumático. Ello no
q_uiere decir q_ue no sufran un dolor subclínico ni q_ue no tengan
recuerdos desagradables, sino q_ue, a pesar de ello, son capaces de tivos experimentados por algunas personas tras haber sufri­
hacer frente a la vida cotidiana y pueden disfrutar de otras expe­ do una adversidad o un suceso traumático, bien en uno
riencias positivas (Avia y Vázq_uez, 1998; Seligman, 1999) mismo [aumento en la capacidad de afrontamiento), bien
La resiliencia es la capacidad del ser humano para responder en las relaciones interpersonales (fortalec imiento de las
positivamente ante una grave contrariedad, es decir, el proceso de relaciones con los verdaderos amigos) o bien en la espiri­
adaptación positiva a sucesos de vida desafiantes o traumáticos. La tualidad y en la filosofía de vida [modificación en la escala
resiliencia supone la presencia de dos componentes: (al resistir a la de valores).
adversidad; y (bl transformar las situaciones adversas en oportuni-

l2J
ff11 m; Manual de psicopatología. Volumen 2

Se consigue a veces transformar el odio o el dolor en energía A. Trastorno de apego reactivo


positiva cuando se cuenta con una red de apoyo social, se forma
parte de un grupo solidario o se recurre a la espiritualidad en busca Los menores necesitan cuidadores sensibles y receptivos para desa­
de consuelo. En este sentido los grupos de autoayuda pueden desem­ rrollar vínculos seguros. El TAR se caracteriza porque un menor de
peñar un papel muy significativo, pero solo para algunas personas. al menos nueve meses de edad no establece vínculos saludables con
De hecho, hay víctimas que se recuperan mejor del trauma cuando los padres o las personas responsables de su cuidado. El trastorno
cuentan con la ayuda de una red de apoyo social natural, sin nece­ debe hacerse visible antes de que el menor cumpla cinco años. Este
sidad de estar integrados en ese tipo de grupos. En estos casos los cuadro clínico puede manifestarse si los adultos no satisfacen las

dado en general (Sandín et al., 2017) (Tabla 4-.6).


grupos de autoayuda, en la medida en que está presente de forma necesidades básicas del menor en cuanto a afecto, nutrición y cui­
permanente el dolor de lo sucedido a otras personas, pueden consti­
tuir una rémora en su proceso de recuperación (Zohar et al., 2009). Según el DSM-5, el trastorno se califica de persistente si ha
estado presente durante más de doce meses y de grave cuando el
b. Indicadores negativos de recuperación
menor presenta todos los síntomas del trastorno en un grado alto
En general, los factores más problemáticos para la recuperación de intensidad. Algunos de l os signos y síntomas de este cuadro
de la víctima son la inestabilidad emocional anterior al suceso y la clínico son:
duración prolongada de la exposición a los estímulos traumáticos,
Aislamiento, miedo, tristeza o irritabilidad sin causa aparente.
como sucede, por ejemplo, en las situaciones de abuso sexual intra­
familiar en la infancia. Aspecto triste y desganado.
Cuando ocurre un suceso traumático, el riesgo más alto de sufrir No buscar consuelo o no reaccionar cuando se recibe consuelo.
una cronificación de los síntomas es cuando las personas muestran Incapacidad de sonreír.
respuestas de embotamiento afectivo < anestesia emocional)_ Aun­
Observar a los demás de cerca, pero no interactuar socialmente.
que las conductas de sobresalto y de hiperactivación pueden ser las
más espectaculares en los primeros momentos, lo peor que le puede Incapacidad de pedir apoyo o ayuda.
suceder a una persona afectada por un suceso de este tipo es que Incapacidad de tender la mano cuando alguien ofrece ayuda.
pierda su capacidad de atender y responder emocionalmente a su Desinterés por los juegos interactivos.
entorno habitual.
Son asimismo indicadores negativos de recuperación el haber Es decir, se trata de un estilo de comportamiento de los menores
sido hospitalizado por heridas relacionadas con el suceso traumático en el que se manifiesta una elevada inhibición emocional y afectiva
y el haber padecido un trastorno ansioso-depresivo grave, así como hacia sus cuidadores. Ello les lleva a no buscar e incluso evitar con­
haber sido victimizado anteriormente y haber mostrado una mala tacto y consuelo en ellos, incluso cuando se produce algún estímulo
capacidad de adaptación a diferentes situaciones en la vida anterior. o situación que les asusta o les causa dolor o inquietud. Este patrón
Pero, en general, la evolución de la recuperación depende de de conductas inhibidas puede extenderse también al entorno social,
las estrategias de afrontamiento utilizadas para superar el trauma. por lo que estos menores suelen mostrar pocos sentimientos o emo­
En concreto, el pronóstico es más sombrío cuando la víctima, en ciones positivas en la interacción social.
lugar de encarar el problema adecuadamente, adopta estrategias Tal situación puede ser consecuencia de graves experiencias de
de afrontamiento negativas (como beber alcohol en exceso, auto­ negligencia, abuso y separación brusca de los cuidadores, especial­
medicarse con tranquilizantes, evadirse mentalmente o volcarse en mente a partir de los nueve meses, o de la falta de respuesta por
el trabajo de una forma compulsiva), se refugia en el pasado o alien­ parte del cuidador a los esfuerzos comunicativos del menor (San­
ta sentimientos de venganza (Echeburúa et al., 2013). Finalmente, dín et al., 201 7l. A su vez, el riesgo de presentar este trastorno es
la presencia de culpa y rabia son predictores de un peor pronósti­ mayor cuando los niños viven en un hogar o institución de menores,
co, así como el uso de determinadas estrategias de afrontamiento cambian de residencia o de persona responsable del cuidado con
cognitivo, tales como la rumiación y la evitación intencionada de frecuencia, tienen padres que padecen problemas de salud mental
pensamientos intrusivos (Brewin y Holmes, 2003). graves que afectan a la crianza o experimentan períodos prolonga­
dos de separación de sus padres o de otras personas responsables
V. Otros trastornos del cuidado debido a una hospitalización.

En e l DSM-5 figuran codificados diversos cuadros clínicos, además

¿) Apego reactivo. Estilo de conducta infantojuvenil que se


del T EPT y del T EA, dentro del nuevo apartado de «trastornos rela­
cionados con traumas y estresores». Así, se incluyen dos cuadros
clínicos relacionados con la infancia (trastorno de apego reactivo y caracteriza porque el menor presenta habitualmente con­
trastorno de relación social desinhibida, descritos en el DSM-5 como ductas inhibidas y retraimiento emocional hacia los cuida­
de tipo inhibido y desinhibido, respectivamente), y otro con la vida dores adultos.
adulta (trastornos adaptativos).
Estos trastornos infantiles (el TAR y el TRSDJ, si bien comportan
una etiología común <la negligencia de los cuidadores), el primero
se expresa como un trastorno de la internalización de los síntomas No obstante, se trata de un trastorno poco frecuente, incluso
depresivos y por comportamientos de retraimiento y el segundo, en los menores que han experimentado las circunstancias citadas.
como un estilo de conducta desinhibido y con comportamientos Conviene hacer un diagnóstico diferencial de este cuadro clíni­
externalizantes (APA, 2013). co de los trastornos del espectro del autismo o de la discapacidad

12'2
Capítulo 4. Trastornos asociados a traumas y estresores

) ) Tabla 4.6. Criterios diagnósticos del trastorno de apego reactivo en el DSM-5 (APA, 2013)

A. Patrón constante de comportamiento inhibido, emocionalmente retraído hacia los cuidadores adultos,
que se manifiesto por los dos característicos siguientes:
l. El niño raramente o muy pocos veces busco consuelo cuando siente molestar.
2. El niño raramente o muy pocos veces se dejo consolar cuando siente molestar.

B. Alteración social y emocional persistente que se caracterizo por dos o más de los síntomas siguientes:
l. Reacción social y emocional mínima o los demás.
2. Afecto positivo limitado.
3. Episodios de irritabilidad, tristeza o miedo inexplicado que son evidentes incluso durante las interacciones no amenazadoras con
cuidadores adultos.

C. El niño ha experimentado un patrón extremo de cuidado insuficiente como se pone de manifiesto por una o más
de las característicos siguientes:
l. Negligencia o carencia social que se manifiesto por lo falto persistente de tener cubiertas las necesidades emocionales básicas paro
disponer de bienestar, estímulo y afecto por porte de los cuidadores adultos.
2. Cambios repetidos de los cuidadores primarios que reducen la oportunidad de elaborar un apego estable (p. ej. , cambios frecuentes de
lo custodio).
3. Educación en contextos no habituales que reduce en gran manero la oportunidad de establecer un apego selectivo (p. ej., instituciones
con un número elevado de niños por cuidador).

D. Se supone que el factor relativo al cuidado del criterio C es el responsable de la alteración del comportamiento del criterio A
(p. ej. , las alteraciones del criterio A comienzan cuando falta el cuidado adecuado del criterio Cl.

E. No se cumplen los criterios para el trastorno del espectro del autismo.

F. El trastorno es evidente antes de los cinco años.

G. El niño tiene una edad de desarrollo de al menos nueve meses.

Especificar si:
Persistente: el trastorno ha estado presente durante más de doce meses.
Especificar la gravedad actual:
El trastorno de apego reactivo se especifica como grave cuando un niño tiene todos los síntomas del trastorno, y todos ellos se manifiestan en
un grado relativamente elevado.
\.

intelectual, que pueden afectar a los comportamientos relacionados meramente i mpulsivo, como ocurre en el T DAH. Este trastorno se
con el apego, pero que presentan una sintomatología mucho más diagnostica cuando el niño tiene, al menos, una edad de desarrollo
amplia. Asimismo, los criterios diagnósticos para el TAR son diferen­ de nueve meses (Tabla 4-.7).
tes a los utilizados en la valoración o categorización de los patrones Estos niños presentan una conducta totalmente desinhibido , en
de apego, como el inseguro o el desorganizado. la cual se sienten cómodos hablando, iniciado contacto físico o
Si bien hay una falta de claridad sobre la presentación en eda­ incluso marchándose con uno persono que es ajeno o extraña para
des más tardías del menor, este cuadro clínico puede conducir a ellos.
problemas posteriores de comportamiento, tales como el TDAH o las Como en el coso del TAR , este cuadro clínico se considera como
alteraciones de conducta en las relaciones interpersonales. persistente si ha estado presente durante más de doce meses y de
grave cuando el menor presenta todos los síntomas del trastorno en
B. Trastorno de re lación social desin hibida un grado alto de intensidad.
Se trata de cuadro clínico i nfantojuvenil que se manifiesta en for­ Este cuadro clínico puede coexistir con retrasos del desarrollo,
ma de un estilo de conducta de aproximación e interacción activa sobre todo con retrasos cognitivos y del lenguaje y estereotipias,
con adultos desconocidos y que no se limita a un comportamiento así como con otras señales de negligencia grave por parte de los

123
f�•" Manual de psicopatología. Volumen 2

)) Tabla 4.7. Criterios diagnósticos del trastorno de relación social desinhibida en el DSM-5 [APA, Z013j

A. Patrón de comportamiento en el q_ue un niño se aproxima e interacciona activamente con adultos extraños y presenta dos o más de las
'\

características siguientes:
¡'

l. Reducción o ausencia de reticencia para aproximarse e interaccionar con adultos extraños.


2. Comportamiento verbal o físico demasiado familiar (q_ue no concuerda con lo aceptado culturalmente y con los límites sociales
apropiados a la edad).
3. Recurre poco o nada al cuidador adulto después de una salida arriesgada, incluso en contextos extraños.
ij_ Disposición a irse con un adulto extraño con poca o ninguna vacilación.

B. Los comportamientos del criterio A no se limitan a la impulsividad (como en el trastorno por déficit de atención con hiperactivídadl
pero incluyen un comportamiento socialmente desinhibido.

El niño ha experimentado un patrón extremo de cuidado insuficiente como se pone de manifiesto por una o más de las características
siguientes:
c.
l. Negligencia o carencia social q_ue se manifiesta por la falta persistente de tener cubiertas las necesidades emocionales básicas para
disponer de bienestar, estímulo y afecto por parte de los cuidadores adultos.
2. Cambios repetidos de los cuidadores primarios q_ue reducen la oportunidad de elaborar un apego estable (p. ej., cambios frecuentes
de la custodia).
3. Educación en contextos no habituales q_ue reduce en gran medida la oportunidad de establecer un apego selectivo (p. ej., instituciones
con un elevado número de niños por cuidador).

D. Se supone q_ue el factor de cuidado del criterio C es el responsable de la alteración del comportamiento del criterio A
(p. ej., las alteraciones del criterio A comienzan tras el cuidado patógeno del criterio Cl.

E. El niño tiene una edad de desarrollo de al menos nueve meses.

Especificar si:
Persistente: el trastorno ha estado presente durante más de doce meses.
Especificar la gravedad actual:
El trastorno de relación social desinhibida se específica como grave cuando un niño tiene todos los síntomas del trastorno, y todos ellos se
manifiestan en un grado relativamente elevado.
\.. .J

padres, como desnutrición o cuidados deficientes. Asimismo, puede


haber una comorbilidad con el TDAH.
C. Trastornos adaptativos
Tal como se ha expuesto con anterioridad, los trastornos adaptativos
Este trastorno está asimismo vinculado a un entorno de negli­
constituyen un conjunto heterogéneo de síndromes de respuesta al
gencia social, especialmente en los dos primeros años de vida del
estrés q_ue se presentan dentro de un período de tres meses tras la
menor. Si bien el trastorno es poco frecuente, p uede aparecer en
exposición a un s uceso estresante (sea traumático o no traumático).
un 20 % de los niños q_ue han sido abandonados y posteriormente
Es decir, el trastorno surge cuando las adversidades de la vida coti­
acogidos en instituciones especiales.
diana (sucesos vitales concretos o estresores crónicos) desbordan las
El comportamiento social desinhibido y la falta de reserva para respuestas de afrontamiento del estrés en una persona e interfieren
acercarse a los adultos extraños se acompañan de conductas de negativamente en la calidad de vida de la persona.
búsqueda/demanda de atención en la etapa preescolar. Cuando el
Existen diversos subtipos en f unción de los síntomas predomi­
trastorno persiste en la infancia media, los síntomas se manifiestan
nantes: de tipo ansioso, de tipo depresivo o con trastornos del com­
como una excesiva familiaridad v erbal y física y una expresión no
portamiento, así como diversos tipos mixtos. La diferencia con el
genuina de las emociones.
TEPT es q_ue el estresor no tiene por q_ué ser traumático y q_ue la
sintomatología presente en estos subtipos no responde a los núcleos
i » Relación social desinhibida. Estilo de conducta infanto­ sintomáticos del TEPT.
juvenil caracterizado por una aproximación e interacción En cualquier caso, estos trastornos no se describen con detalle
activa anómalas con adultos desconocidos.
aq_uí porque se abordan específicamente y de forma amplia en otro
capítulo de este manual.

124
Capítulo 4. Trastornos a sociados a t ra umas y estresores ·,

V I . Recomendac iones para la B. Tratamiento


eva luación y e l tratamiento Lo terapia para el T EPT es, fundamentalmente, psicológico. En con­
creto los terapias centrados en el trauma (exposición y reestructu­
del T E PT ración cognitivo) han mostrado ser útiles paro el tratamiento de
este cuadro clínico. Sin embargo, hoy ocasiones en q_ue los psico­
En este apartado se establecen unas breves recomendaciones para fármocos constituyen uno ayudo complementario para hacer frente
la evaluación y el tratamiento del T EPT. En otros textos se puede o la vida cotidiano y para potenciar lo terapia psicológica (Baile y
encontrar un desarrollo más amplio de la evaluación en adultos o Rabito, 2020; Foa et al., 2010; Fundación Española de Psiq_uiatría y
en niños (Carrasco, 2013) o del tratamiento (Baile y Rabito, 2020; Salud Mental, 2007>.
Foa et al., 2010).
Tratar de eludir y enterrar en el olvido una realidad intolerable
(el suceso traumático) para mantener el eq_uilibrio emocional y la
A. Evaluación cohesión social es una reacción protectora natural. Por ello, el silen­
El T EPT req_uiere una evaluación cuidadosa. La naturaleza misma cio y la distracción, junto con el paso del tiempo y la reanudación
de los síntomas -especialmente la evitación por parte del pacien­ de la vida cotidiana, constituyen, a veces, una estrategia útil. La
víctima prefiere no pensar en la experiencia vivida y no hablar con
rimentado-, así como la existencia de fenómenos disociativos,
te de cualq_uier estímulo o referencia asociados al trauma expe­
otras personas de lo ocurrido para no revivir el sufrimiento ni cargar
pueden inducir al clínico a no ver la conexión entre los síntomas a los demás con su drama.
presentes -ansiedad, depresión, irritabilidad, consumo abusivo de Sin embargo, no siempre ocurre así ni se obtiene ese resultado
alcohol, etcétera- y la experiencia del trauma, y, en último término, con el recurso al olvido. Por ello, si las víctimas presentan síntomas
a no ofrecer el tratamiento adecuado. Desde esta perspectiva, la de reexperimentación (pesadillas reiteradas o pensamientos o imá­
evaluación multimodal del T EPT por medio de entrevistas estructu­ genes recurrentes de las experiencias vividas) o conductas de ira,
radas y de autoinformes puede ser de gran interés para la detección la evitación cognitiva constituye una estrategia contraindicada. En
del cuadro clínico, la planificación del tratamiento y una completa estos casos, el tiempo no lo cura todo por sí solo y el intento por
evaluación de los resultados
• terapéuticos (Echeburúa et al., 2005). olvidar los malos recuerdos resulta infructuoso. Si hay reexperimen­

asunto no cerrado (Echeburúa y Corral, 2005).


tación o irritabilidad manifiesta, se trata, en cierto modo, de un

2) Fenómenos disoclativos. Amnesias psicógenas referidas En estos casos exponerse a las imágenes del suceso traumá­

el suceso) ayuda a digerir emocionalmente el empacho emocional


a un acontecimiento t raumático y/o negat iva a atribuir al tico bajo el control del terapeuta (es decir, pensar y hablar sobre
suceso aversivo sufrido los síntomas experimentados en la
q_ue una persona ha sufrido. Así, recordar y verbalizar lo ocurrido
actualidad. A veces se pueden manifestar también como
de forma prolongada y sistemático en un ambiente de apoyo faci­
una sensación de extrañeza respecto a uno mismo o de
trauma, mantenidas en la memoria emocional, en sucesos ordena­
lita la transformación de las imágenes caóticas y fragmentadas del

dos espacial y temporalmente bajo el control de la memoria verbal.


una sensación de irrealidad.

En cierto modo, se trata de poner nombre a lo q_ue la v íctima ha

los recuerdos en el archivador correspondiente para q_ue lo persona


A su vez, la evaluación, más allá de lo estrictamente clínico, vivido, de modificar los pensamientos distorsionados y de guardar
debe tratar de conocer lo probabilidad de revictimizoción, los habi­
lidades de afrontamiento y los estrategias de regulación emocional pueda ejercer un cierto control sobre ellos. Es en este proceso de

de estos, ya digeridos, en la biografía de la persona cuando la víc­


cognitiva q_ue utiliza lo persono ante situaciones positivos y negativos transformación de las vivencias en recuerdos y en la reintegración
y explorar su estilo de atribuciones, así como analizar lo calidad y
disponibilidad de las redes de apoyo familiar, social e institucional. tima puede experimentar un alivio de los síntomas y una recupera­
En definitivo, se trato de delimitar los factores de vulnerabilidad y ción de la capacidad de control (Echeburúa, 2004, 2007).
Una variante de la exposición es la desensibilización por medio
de resistencia ante el desarrollo de sintomotologío psicopotológico
del movimiento ocular y el reprocesamiento (Shapiro, 1995), q_ue
paro poder orientar mejor el tratamiento desde uno perspectivo idio­
gráfico.
consta de dos componentes: exposición en imaginación y movimien­
El desarrollo en los últimos años de diversos instrumentos de tos sacádicos (rápidos y rítmicos) de los ojos. Se trota de hacerle

cuados en función del objetivo deseado ( screening, diagnóstico clí­


medido en el ámbito del T EPT permite seleccionar los pruebas ade­ rememorar al sujeto los pensamientos traumáticos al tiempo q_ue,
con la cabeza inmóvil, sigue con la vista los movimientos laterales
nico o evaluación de los resultados terapéuticos) o de lo edad del en vaivén, repetidos en diferentes secuencias de 10 a 25 veces, del
paciente (niños/adolescentes o adultos). Algunos de estas pruebas dedo índice del terapeuta, q_ue está situado o 30 cm de su caro y
son de utilidad en un contexto clínico (EGS-R; Echeburúo et al., 2016) q_ue recorre todo el arco visual del sujeto. A continuación, el pacien­
o forense (EGS-F; Echeburúa et al., 2017). te debe dejar la mente en blanco y tomar aire profundamente. El
Muchos de estos instrumentos cuentan, además, con uno versión tratamiento consta de 3/5 sesiones de 90 minutos de duración.

las. En lo Tabla IJ.8 se presentan algunos de los instrumentos de


españolo o se han elaborado directamente con muestras españo­ Según Shapiro (1995), los movimientos oculares laterales facilitan
la iniciación del procesamiento cognitivo del trauma por parte del
evaluación relacionados con el T EPT. La selección se ha realizado paciente. Las bases teóricas de esta técnica son, sin embargo, con­
atendiendo o sus propiedades psicométricos, o su accesibilidad y fusas y poco consistentes. No hay una evidencia clara de la eficacia
utilización, así como o su aportación relevante en el ámbito clínico. de esta técnica más allá del componente de exposición y de repro-

125
t Manual de pslcopatología. Volumen 2

)) Tabla 4.8. Instrumentos de evaluación del trastorno de estrés pos traumático con una versión española

TESI-C maumotic Events Screening Inventory; Ippen Ribbe 0996) Screening poro lo identificación de sucesos
et al., 2002) traumáticos. Existe uno versión poro podres <0-6 años)
y outoinformodo (6-18 años).
PEDS (Pediotric Emotionol Distress Scole; Echeburúa et al. (2005) Screening del TEPT (2-10 años).
Soylor et al., 1999)
SCARED-R (Screen for Child Anxiety Related Conals et al. (2012) Screening del TEPT (7-19 años).
Emotional Disorders; Muris et al., 1999)
CPSS CChild PTSD Symptom Scale; Foa et al., 2001) Bustos et al. (2009) Evaluación del impacto psicológico del suceso
Serrono-lbáñez et al. (2018) traumático (8-18 años).

Adultos

TO <Trauma Questionnaire; Escalono et al., 1997) Bobes et al. (2000) Screening del TEPT y gravedad de los síntomas.
EGS-R (Escalo de Gravedad de Síntomas del TEPT- Echeburúa et al. (2016) Diagnóstico y cuantificación de la gravedad de
Revisada (Echeburúa et al., 2016) síntomas del TEPT.
EGS-F (Escalo de Gravedad de Síntomas del TEPT- Echeburúa et al. (2017) Cuantificación de la gravedad de síntomas del TEPT
Forense; Echeburúa et al., 2017) y valoración del riesgo de simulación de síntomas.
EGEP (Escala Global de Estrés Postraumático; Crespo Crespo et al. (2017) Diagnóstico y cuantificación de la gravedad de síntomas
et al., 2017) del TEPT.
CAPS (Clinicion-Administered PTSD scale; Rendan (2016) Entrevista diagnóstica estructurada para diagnosticar
Blake et al., 1990; Blake et al., 1995); CAPS-5 y evaluar lo gravedad del TEPT (evalúa intensidad y
<Weathers et al., 2013). frecuencia de síntomas por separado).
IES-R (Weiss y Marmor, 1997) Báguena et al. (2001) Evaluación del impacto psicológico del suceso traumático
en los síntomas de intrusión/hiperactivación y evitación.
DTS <Davidson Trauma Scale; Davidson et al., 1997) Bobes et al. (2000) Frecuencia y gravedad de los síntomas del TEPT.

N ota. TEPT [PTSD) = Trastorno de estrés pos traumático [Post-Traumatic Stress Disorder].

cesamiento de la información (y quizá del componente hipnótico y Un indicador de la conveniencia de un tratamiento psicofar­
de sugestión) que implica < Foa et al., 20I0l. macológico es la afectación grave del funcionamiento diario y la
Algunas emociones son predictoras de la eficacia del tratamien­ presencia de alteraciones clínicas específicas relacionadas con el
to de exposición en imaginación a los recuerdos traumáticos. En trauma, como la depresión severa, o de síntomas psicopatológicos
concreto, el miedo -incluso el horror- responde bien al tratamiento; intensos, como la impulsividad, la labilidad afectiva, la irritabilidad,
por el contrario, la ira y la venganza o la culpa responden peor al la ideación suicida o el insomnio grave. Los psicofármacos pueden
tratamiento. La reestructuración cognitiva puede ser útil en estos constituir un tratamiento complementario para la terapia psicoló­
casos como ayuda complementaria (Cloitre, 2009). Las terapias psi­ gica en el caso del T EPT. Los antidepresivos actúan probablemente
cológicas con mayor apoyo empírico figuran en la Tabla IJ. 9. más sobre los síntomas asociados al trauma (depresión, impulsivi­
dad, pensamientos obsesivos, irritabilidad, etc.) que sobre el trauma
propiamente dicho, pero lo cierto es que en algunos casos, sobre
todo en las semanas posteriores al suceso traumático, contribuyen
a reducir los síntomas que interfieren negativamente en la reanu­
j) Sensibilización. Exposiciones cortas a lugares, pensa­

dación de la vida cotidiana y, en definitiva, a mejorar el funciona­


mientos o imágenes traumáticos, que suscitan una respues­

miento y la calidad de vida de la víctima <Fundación Española de


' ta intensa de ansiedad y que llevan al sujeto a respuestas

Psiquiatría y Salud Mental, 2007; Stein et al., 2009)


de escape conductual o cognitivo.

126
Capítulo 4. Trastornos asociados a traumas y estresores

)) Tabla 4.9. Terapias psicológicas con mayor apoyo empírico para el TEPT en adultos (APA, 2020; NICE, 2018; modiflcadoj

Terapia de exposición prolongada


Terapia de exposición narrativa
Terapia de procesamiento cognitivo
Terapia cognitiva para el TEPT
Terapia de desensibilización y reprocesamiento de los movimientos oculares (EMDR)
Terapias para aplicar en otras circunstancias Condiciones de aplicación
Terapia cognitivo-conductual centrada en el trauma asistida - Cuando el paciente rechaza la terapia «cara a cara» o el EMDR.
por ordenador - Ante la presencia de síntomas del TEPT de menor gravedad (p. ej.,
ausencia de síntomas disociativos, autolíticos o de dañar a otras personas).
Terapia cognitivo-conductual - Para tratar síntomas específicos (p. ej., insomnio, ira).
Tratamiento farmacológico - Cuando el paciente prefiere este tipo de tratamiento.
- Ante la presencia de síntomas del TEPT incapacitantes y conductas muy
problemáticas (p. ej., hiperactivación grave, síntomas psicóticos, etc.)
o que no han respondido a otros tratamientos.

Por lo que al ámbito infantojuvenil se refiere, en los últimos años ma viene definido por la respuesta traumática, no por el suceso
se han desarrollado y puesto a prueba múltiples intervenciones diri­ traumático en sí mismo. A su vez, el alcance del daño psicológico
gidas a los niños y adolescentes que han sufrido uno o más sucesos está mediado por la gravedad del suceso, la mayor o menor vul­
traumáticos. Como se puede observar en la página web del National nerabilidad de la víctima, la posible concurrencia de otros proble­
Child Traumatic Stress Network (NCTSN; http://www.nctsnet.org/l, mas presentes (p. ej., a nivel familiar y escolar/laboral) y pasados
existen más de 40 intervenciones que se han analizado desde la (historia de victimización), el apoyo social existente y los recursos
perspectiva de los tratamientos empíricamente validados. De todas psicológicos de afrontamiento disponibles. Todo ello configura la
ellas, las psicoterapias centradas en el trauma son las que cuentan mayor o menor resistencia de la víctima al estrés (Echeburúa, 2010l.
con un mayor apoyo empírico para el tratamiento del TEPT infan­ El cuadro clínico más frecuentemente asociado a un suceso de
tojuvenil, sobre todo la terapia cognitivo-conductual centrada en el este tipo es el TEPT. Los criterios diagnósticos del T EPT en el DSM-5
trauma (TCC-CTJ, que debería ser la primera opción de tratamiento (APA, 2013) difieren considerablemente de los expuestos en el DSM-IV
en estos casos (Cohen et al., 2010). En la Tabla 4.10 se indican los (APA, 1994). En concreto, en el DSM-5, respecto a su versión anterior,
principales componentes de esta terapia. los estresores se exponen de forma más explícita, sin tener en cuenta
la reacción subjetiva genérica de la víctima (criterio Al, y se señalan
cuatro núcleos de síntomas (a diferencia de los tres de la versión ante­
rior): reexperimentación; evitación conductual/cognitiva; alteraciones
V I l . R e su m e n de los as pectos
fundame nta l e s y cognitivas/estado de ánimo negativo, que no figuraban explícitamente
en el DSM-IV, y aumento de la activación y reactividad psicofisioló­
te ndencias futuras gica, que se amplía para incluir también las conductas de riesgo o
Los sucesos traumáticos generan terror e indefensión, ponen en peli­ autodestructivas. Asimismo, se debe especificar ahora si se presentan
gro la integridad física o psicológica de una persona y dejan con adicionalmente síntomas disociativos; además, se indican los síntomas
frecuencia a la víctima en tal situación emocional que es incapaz de específicos en niños menores de seis años y se elimina la distinción
afrontarla por sí misma. Cualquier acontecimiento de este tipo (p. ej., entre el TEPT agudo y crónico. También es preciso especificar si el
una agresión sexual o la violencia machista) supone una quiebra pro­ TEPT aparece con un inicio diferido (expresión retardada), cuando los
funda en el sentimiento de seguridad de una persona (Echeburúa et síntomas comienzan a manifestarse después de los seis meses de ocu­
al., 2014a). Sin embargo, muchas personas se muestran resistentes a rrido el suceso (Bovin et al., 2015; Echeburúa et al., 2014b; Keane et
la aparición de miedos intensos, de gravedad clínica, tras la vivencia al., 2014).
de un suceso traumático y son capaces de retomar la vida cotidiana La tasa de prevalencia de este cuadro clínico puede oscilar
y de disfrutar de otras experiencias positivas <Rojas Marcos, 2010l. entre el 0,5 % y el 3,5 % de la población adulta, según el DSM-5.
Un suceso traumático genera un cuadro clínico solo cuando el En concreto, el TEPT puede estar presente en el 15-30 % de quienes
acontecimiento supera en una persona el umbral para el trauma sufren un suceso traumático, con una incidencia más baja en los
e interfiere negativamente en su vida cotidiana. Es decir, el trau- supervivientes de una catástrofe o accidente y más alta en el caso

127
";¡, ·,¡, Manual de psicopatología. Volumen 2

) ) Tabla 4.10. Componentes y estrategias de intervención de la terapia cognitivo- conductual centrada en el trauma [TCC-CT)
[ Cohen et al., 2010; Echeburúa y Amor, 2014)

COMPONENTES ESTRATEGIAS DE INTERVENCIÓN


I
- Informar a la víctima y a sus padres sobre:
• El suceso traumático y las reacciones normales que produce, a cuántos niños les ocurre, ek
• En qué consiste el tratamiento.

- Enseñarles habilidades de manejo conductual:


• Atención positiva y selectiva.
• Control de contingencias.
• Tiempo-fuera.

- Enseñar técnicas para manejar el estrés y las reacciones fisiológicas:


• Relajación muscular progresiva.
• Otras actividades de relajación y respiración.
- Identificar sentimientos, reconocer y regular los estados afectivos negativos.
- Utilizar un lenguaje interno positivo, parada de pensamiento e imágenes positivas.
- Entrenar en solución de problemas y habilidades sociales.
- Aprender a observar las relaciones entre pensamientos, sentimientos y conductas.
- Cambiar los pensamientos imprecisos o inútiles para la regulación afectiva.

- Crear el relato de las experiencias traumáticas sufridas, corrigiendo distorsiones cognitivas.


- Situar esas experiencias en el contexto de toda la vida del niño.

- Exponerse gradualmente a los estímulos temidos.

- Compartir con sus padres y otros familiares el relato del trauma y otras cuestiones abordadas.

- Prevenir nuevos traumas abordando cuestiones relacionadas con la seguridad.


- Fomentar la vuelta a la trayectoria normal del desarrollo.

de las víctimas de hechos violentos. Así, las tasas más elevadas se se pueden aplicar en pacientes poco colaboradores, con dificultades
han descrito entre las víctimas de violencia o de agresiones sexua­ de concentración o con problemas para entender el lenguaje escri­
les, que pueden alcanzar hasta al 50-70 % de las personas afectadas to. Asimismo, han contribuido a aumentar el acuerdo entre evalua­
(Miller et al., 2013; Wittchen et al., 2009). dores, sobre todo cuando son empleadas por clínicos experimen­
El T EPT requiere una evaluación cuidadosa. La naturaleza misma tados (García-Portilla et al., 2015). En España se han desarrollado
de los síntomas -especialmente la evitación por parte del paciente diferentes instrumentos, como, por ejemplo, la Escala de Gravedad
de cualquier estímulo o referencia asociados al trauma experimen­ de Síntomas del Trastorno de Estrés Postraumático <EGS-R) (Eche­
tado-, así como la existencia de fenómenos disociativos, pueden burúa et al., 2016), que es una entrevista estructurada que sirve
inducir al terapeuta a no ver la conexión entre los síntomas que para diagnosticar el T EPT en víctimas diversas, así como para eva­
presenta el paciente -ansiedad, depresión, irritabilidad, consumo luar la gravedad e intensidad de los síntomas de este cuadro clínico,
abusivo de alcohol, etcétera- y la experiencia del trauma y, en según los criterios diagnósticos del DSM-5. La EGS-R -a diferencia
último término, a no ofrecer el tratamiento adecuado (Echeburúa et de la CAPS- evalúa la frecuencia e intensidad de los síntomas del
al., 2002; McDonald y Calhoun, 2010; Stewart et al., 2016). T EPT de forma conjunta. Las propiedades psicométricas de la EGS-R
Los instrumentos empleados con más frecuencia para evaluar son satisfactorias (Echeburúa et al., 2016).
el TEPT han sido, por una parte, las entrevistas diagnósticas y, por La terapia para el T EPT es, fundamentalmente, psicológica. En
otra, los autoinformes y los listados de síntomas (García-Portilla et concreto las terapias centradas en el trauma (exposición, reestruc­
al., 2015). Entre las entrevistas más difundidas figura la Escala del turación cognitiva y EMDR) < Baile y Rabito, 2020) o la terapia de
Trastorno de Estrés Postraumático <CAPS) (Clinician-Administered exposición narrativa para el TEPT complejo (Cáceres y Crespo, 2019)
PTSD Scale; Blake et al., 1995; validación española de Bobes et al., han mostrado ser útiles para el tratamiento de este cuadro clínico.
2000> o la versión adaptada al DSM-5 (CAPS-5; Weathers et al., Sin embargo, hay ocasiones en que los psicofármacos <los antidepre­
2013; validación española de Rendón, 2016). sivos IRSS) constituyen una ayuda complementaria para hacer frente
Las entrevistas estructuradas son de gran ayuda para el diag­ a la vida cotidiana y para potenciar la terapia psicológica, sobre todo
nóstico del TEPT y tienen una ventaja sobre los autoinformes porque cuando hay una impulsividad alta y una depresión comórbida.

128
Capítulo 4. Trastornos asociados a traumas y estresores m

Algunas emociones son predictoras de la eficacia del tratamien­ Por último, el TEPT es un cuadro clínico complejo que presenta
to de exposición en imaginación a los recuerdos traumáticos. E n diversos retos para el futuro de lo investigación psicopatológica.
concreto, e l miedo -incluso e l horror- responde bien al tratamiento; Algunos de ellos se relacionan con sus diferentes formas de pre­
por el contrario, la ira y la venganza o la culpa responden peor al sentación (subtipos) y con la comorbilidad asociado. Otros tienen
tratamiento. La reestructuración cognitiva puede ser útil en estos que ver con el TEPT complejo, que presenta uno clínico particular y
casos como ayuda complementaria (Cloitre, 2009). que se muestra especialmente resistente al tratamiento. Y otros se
Desde una perspectiva predictiva, la evolución de los síntomas vinculan, desde un enfoque de la psicopatología del desarrollo, a la
o la remisión o a lo fose crónica puede depender de lo existencia diverso sintomatología que aparece en este cuadro clínico cuando
de un trastorno psicopatológico previo, de la intensidad y gravedad se tienen en cuentan los diversos ciclos evolutivos de las víctimas
de los estresores y del apoyo psicológico y social recibido durante y afectadas. Todo ello puede dar luz para desarrollar tratamientos
después del suceso traumático. No se sabe aún con detalle lo impor­ mejor diseñados a la medida específica de las necesidades de las
tancia relativa de estos factores ni si hay algunos otros significativos. víctimas.

•• Té r m inos c lave
Anestesia emocional 7 75 Fenómenos disociatlvos 725 R e siliencia 12 1
A pego reactivo 122 Flashback 1 12 Sensibilización 726
Crecimiento postraumático 121 Habituación 120 Trastorno de estrés postraumático
Factores peritraumáticos 121 R elación social desin hibida 724 com plejo 1 76

•• Lectura s reco me ndadas


Amor, P. J . y Echeburúo, E. (2015). Violencia introfamilior y resiliencia en Society for Traumatic Stress Studies ( 2. 0 ed.l. New York: Guilford

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niños y adolescentes. En M. F. Rodríguez, J. M. Morell y J. Fresneda Press.
Este texto, publicado por la Comisión de Guías de Tratamiento de
(pp. 205-230l. Madrid: Pirámide. la Sociedad Internacional del TEPT, supone un análisis detallado
En este capítulo se analizan las consecuencias psicopotológicos de los tratamientos empíricamente validados para hacer frente o
de la exposición o la violencia de pareja en niños y adolescentes. este cuadro clínico, seo cual seo el origen del trauma y el tipo de

Fundación Española de Psiquiatría y Salud Mental (2007) Consenso:


Se indican los factores de riesgo y de protección relacionados que población afectada (menores o adultos).

evaluación y tratamiento del trastorno por estrés postraumático.


explican las diferencias individuales y se señalan las vías paro pro­

Echeburúa, E. (2004). Superar un trauma. El tratamiento de las víctimas


mover la resiliencia.

de sucesos violentos. Madrid: Pirámide.


Madrid. Ars Médico.
En este texto se analizan los factores de la personalidad, la existen­
En este texto se analizan las características del trauma, cualquiera cia de traumas previos y los antecedentes psiquiátricos que contri­
que seo su origen, así como sus posibles manifestaciones clínicos, buyen al desarrollo del TEPT, así como los ventajas de la interven­
las diferencias individuales y, muy especialmente, los vías para su ción inmediato y los pautas de diagnóstico y tratamiento de este

Medina, J. L. (20l5l. Trauma psíquico. Madrid: Paraninfo.


superación. cuadro clínico.

L. Ezpeleta y J. Toro (Eds.l, Psicopatología del desarrollo (pp. 421-


Echeburúa, E. y Amor, P. J. (2014). Trastorno de estrés postraumático. En
Es un manual que ofrece una visión amplio y detallado del trauma
439). Madrid: Pirámide. psíquico, tanto en lo que se refiere a los distintos tipos de estreso­
En este capítulo se analiza el trastorno de estrés postraumático res traumáticos como a los aspectos psicopatológicos y de manejo

Rojas Marcos, L. (2010). Superar la adversidad. El poder de la resiliencia.


desde lo perspectiva de la psicopotologío del desarrollo. Así, se clínico de este trastorno.
describe con detalle el TEPT en la infancia y en la adolescencia,
así como el pronóstico y la continuidad de este cuadro clínico en la Madrid: Esposa.
vida adulta. Se hace hincapié en los factores vinculados a la vulne­ En este texto se describen los mecanismos psicológicos para afron­

Foa, E. B., Keane, T. M., Friedman, M. J. y Cohen, J. A. ( 2010). Effecti­


rabilidad y a lo resiliencia. ,,
,.'
tar las adversidades y los sucesos traumáticos. La autoestima, el

ve Treatments for PTSD. Practice Guidelines from the International


autocontrol, el optimismo y el pensamiento positivo, como pilares
de la resiliencia, son objeto de análisis.
(Continúa)

129
tt Manual de pslcopatología. Volumen 2

VV. AA. (2017). Guía clínica para el tratamiento de los trastornos por
estrés agudo y estrés postraumático. Barcelona: Ars Médica.
comprensión personal de sus síntomas postraumáticos, creencias,
conductas, sentimientos, relaciones y funcionamiento biológico

Yehuda, N. (2019). Comunicar el trauma. Criterios clínicos e intervencio­


Se trata de una guía clínica aprobada por la American Psychiatric interno, así como una vía para poder gestionarlos adecuadamente.

nes con niños traumatizados. Bilbao: Desclée de Brouwer.


Association (APA) y reúne las estrategias terapéuticas elaboradas
por la APA para ayudar a los profesionales en la toma de decisiones
clínicas, con el propósito de mejorar la calidad de la atención a sus En este libro se analiza cómo diferentes aspectos del lenguaje y de

Williams, M. B. y Poijula, S. (2015). Manual de tratamiento del TEPT.


pacientes. la comunicación interpersonal se ven afectados por el trauma y el
desbordamiento emocional de los menores. Se presenta información
Bilbao: Desclée de Brouwer. y consejos prácticos para mejorar la conexión y el comportamien­
Se trata de un texto práctico que ofrece la posibilidad de llevar a to y paliar la falta de comunicación. así como para conseguir que
cabo numerosos ejercicios que pueden proporcionar al lector una los menores más problemáticos sean escuchados.

•• R eferencias
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132
Capítulo 4. Trastornos asociados a traumas y estresores 4141

•• Autoeva luac ión


l. Cuando los síntomas de estrés tras un acontecimiento 6. Según el DSM-5, se debe especificar si el TEPT viene
traumático se diagnostican entre el tercer día y las pri­ acompañado de forma persistente de:
meras cuatro semanas después del suceso, se habla espe­
cíficamente de un:
a) Síntomas ansiosos.
b) Síntomas disociativos.
a) Trastorno de estrés agudo.
e) Síntomas depresivos.
b) Trastorno de estrés postraumático agudo.
d) Síntomas obsesivos.
c) Trastorno adaptativo ansioso.
d) Trastorno explosivo íntermitente. 7. Las exposiciones cortas a las imágenes traumáticas, q,ue
suscitan una respuesta intensa de ansiedad y q,ue llevan
2. ¿cuáles son los núcleos sintomáticos centrales del trastor­ al sujeto a respuestas de escape conductual o cognitivo,
no de estrés postraumático en las personas adultas según encajan con el concepto de:
el DSM-5?
a) Sensibilización.
a) Reexperimentación, evitación e hiperactivación.
b) Habituación.
b) Hiperactivación, embotamiento afectivo, disociación y ri­
tuales cognitivos. e) Flashback.
c) Reexperimentación, evitación, hiperactivación y alteracio­ d) Disociación.

8. ¿cuál es el modelo teórico q,ue mejor explica la reexperi­


nes cognitivas/cambios en el estado de ánimo.
mentación persistente del suceso traumático en el trastor­
d) Reexperimentación, evitación conductual, evitación cogni­
no de estrés postraumático?
tiva e hiperactivación.

3. En el trastorno de estrés postraumático los flashbacks a) El condicionamiento clásico.


están asociados a las conductas de: b) El condicionamiento instrumental.
a) Reexperimentación. c) El condicionamiento de orden superior.
b) Evitación conductual. d) La teoría del procesamiento de la información.
c) Evitación cognitiva.
d) Hiperactivación. 9. ¿A partir de q,ué edad se puede hacer el diagnóstico de
trastorno de apego reactivo según el DSM-5?
!J. Señala, entre los propuestos, un síntoma negativo del tras­
torno de estrés postraumático:
a) Tres meses.
b) Seis meses.
a) Reexperimentación del suceso.
c) Nueve meses.
b) Evitación conductual y cognitiva de los estímulos asocia­
dos al suceso. d) Doce meses.
c) Aumento de la activación psicofisiológica. IO. Según el DSM-5, el trastorno de relación social desinhibida
d) Embotamiento afectivo. se considera persistente cuando este cuadro clínico ha
estado presente más de:
5. En el trastorno de estrés postraumático de inicio diferido
(o con expresión retardada) el período transcurrido entre
al Seis meses.
el suceso traumático y el comienzo de los síntomas es, al b) Doce meses.
menos, de: c) Dieciocho meses.
a) Un mes. dl Veinticuatro meses.
b> Tres meses.
c) Seis meses.
d) Doce meses.

133
.
CAPÍTULO S

I
,.

~
t
TRASTORNO OBSESIVO-COMPULSIVO
Y TRASTORNOS RELACIONADOS
Amparo Belloch, Gemma García-Soriano y Martha Gira/do O'Meara
I. Introducción /35 IV. Recomendaciones para la evaluación
11. El espectro obsesivo-compulsivo en los sistemas y el tratamiento 181
oficiales de diagnóstico psiquiátrico /36 /8/
B. Trastorno dismórfico corporal /83
A. Trastorno obsesivo-compulsivo
C. Trastorno de acumulación /83
A. Razones para un espectro de trastornos obsesivo­
compulsivos 136
B. Diferencias y semejanzas entre los dos sistemas D. Tricotilomanía y excoriación /83
V. Resumen de aspectos fundamentales 181.J
de clasificación psiquiátrica (DSM-5 y CIE- 11) 139
III. Caracterización clínica y etiológica de los trastornos
del espectro obsesivo-compulsivo 11./1./ TÉRMINOS CLAVE /81
A. Trastorno obsesivo-compulsivo /1./1./ LECTURAS RECOMENDADAS /81
REFERENCIAS
B. Trastorno dismórfico-corporal <TDCl 161./
/87
AUTOEVALUACIÓN /98
/1/
/16
C. Acumulación
D. Tricotilomanía
E. Excoriación 178
l . I ntroducción
Este capítulo está dedicado a un grupo heterogéneo y complejo de de diagnóstico psiquiátrico de la OMS, la CIE-11 (OMS, 2019), incluye
cinco trastornos que, hasta hace poco, se incluían en distintos grupos otros dos: la hipocondría y el síndrome de referencia olfativo.


diagnósticos: el trastorno obsesivo-compulsivo <TOC> que formaba La mera enumeración que acabamos de realizar da una idea
parte de los trastornos de ansiedad; el trastorno dismórfico corporal de la complejidad que reviste el capítulo que presentamos: todos
(TDC) que se agrupaba junto con los trastornos somatomorfos (y como los trastornos mencionados se agrupan ahora bajo un único rótulo,
una modalidad o variante de hipocondría en la clasificación de la el del espectro de trastornos obsesivo-compulsivos. una categoría
OMSl; el trastorno de acumulación que se encontraba mal definido y ampliamente demandada por muchos expertos, como comentare­
disperso en diferentes categorías o grupos (p. ej., entre los trastornos mos después, cuya marca de contraste es la de situar las obsesio­
de la personalidad, o como una variante del TOO; la tricotilomanía nes y las compulsiones características del TOC como los síntomas
que se ubicaba en el grupo de los trastornos relacionados con el con­ nucleares y aglutinadores de un conjunto diverso de psicopatologías.
trol de los impulsos, y la excoriación, que ocupaba un lugar marginal Ahora bien: ni todos los expertos están de acuerdo con establecer
en ese mismo grupo en el manual DSM-IV, pero en la CIE-10 se rese­ una nueva categoría de trastornos que tenga el TOC como elemen­
ñaba en una categoría diferente a la de los trastornos mentales y del to aglutinador, ni los que están de acuerdo con ello coinciden en
comportamiento, concretamente en el de las enfermedades de la piel los trastornos que deberían incluirse en esa categoría. La muestra
y del tejido subcutáneo (con la denominación de excoriación neuró­ palmaria de esto último es la enorme discrepancia entre el DSM-5
tica). Además de estos cinco trastornos, la última versión del manual CAPA, 2013) y la CIE - 1 1 <OMS, 20!9).
135
m 11 Manual de psicopatología. Volumen 2

En este capítulo seguiremos la agrupación de trastornos que sistemas de diagnóstico. En este apartado resumimos, en primer
presenta el DSM-5 pues esa es la norma que se ha decidido seguir lugar, las trayectorias dispares que han seguido los trastornos que
en este manual, pero sin olvidar las aportaciones que la CIE- 1 1 está actualmente se incluyen en este grupo, para comentar después los
haciendo a los trastornos del grupo. Por último, dado que se trata criterios diagnósticos específicos de cada uno de ellos en los dos
de reunir en un único capítulo las características clínicas y etiológi­ sistemas de diagnóstico psiquiátrico.
cas de trastornos muy diversos, la exposición será necesariamente
breve intentando, en todo caso, resaltar los aspectos más importan­ A. Razones para un espectro de trastornos
tes y característicos tanto de la categoría general como de los cinco
trastornos que se incluyen en ella. obsesivo-co mpulsivos
Las razones para establecer una nueva categoría en la que el TOC
11 , 1 1. El espectro obsesivo-compulsivo sea el trastorno organizador vienen debatiéndose desde hace lus­
tros, especialmente desde que tanto la OMS (sistema cm como la
en los sistemas oficiales de American Psychiatric Association (DSM) decidieran incluirlo en el
diagnóstico psiquiátrico grupo o categoría general de trastornos neuróticos y de ansiedad
desde 1977 (CIE-9) y desde 1980 (DSM-IIIl. Las razones para ello
La inclusión de una nueva categoría de trastornos del espectro eran varias, si bien la mayoría guardaban relación con la preeminen­
obsesivo-compulsivo tanto en el DSM-5 <APA, 2013) como en la cia de la ansiedad en la génesis y mantenimiento de las obsesiones,
CIE- 1 1 (2019), supone un importante cambio en la consideración así como considerar las compulsiones como el mecanismo regulador

la Tabla 5.1. se ofrece una relación de estos trastornos en ambos


diagnóstica de los trastornos que se incluyen en esta categoría. En de la ansiedad (causada por las obsesiones) y el papel de la evita­
ción, común a todos los trastornos de ansiedad.

) ) Tabla 5.1. Trastornos del espectro obsesivo-compulsivo en los sistemas actuales de diagnóstico psiquiátrico

DSM-5 (APA, 2013) CIE-11 <OMS, 2019)


Trastorno obsesivo-compulsivo y trastornos relacionados Trastorno obsesivo-compulsivo y trastornos relacionados
1

l. Trastorno obsesivo-compulsivo.* l. Trastorno obsesivo-compulsivo.*


- Especificar si relacionado con tics.
2. Trastorno dismórfico corporal.* 2. Trastorno dismórfico corporal.*
- Especificar si con dismorfia muscular.

3. Trastorno de acumulación.* 3. Trastorno de acumulación.*


- Especificar si con adquisición excesiva.

!l. Tricotilomanía. q_ Trastornos por conductas repetitivas focalizadas en el propio cuerpo.


4a. Tricotilomanía.
4b. Excoriación.

s. Excoriación. s. Hipocondría <Trastorno de ansiedad por la salud).*


6. Trastorno obsesivo-compulsivo y trastornos relacionados inducidos 6. Síndrome de referencia olfativo.*

- Especificar inicio: durante intoxicación; durante abstinencia;


por sustancias/medicamentos.

después del consumo.

7. Trastorno obsesivo-compulsivo y trastornos relacionados debidos 7. Otro trastorno obsesivo-compulsivo o relacionado.

- Especificar si: con síntomas de TOC; con preocupación por aspecto;


a otra afección médica.

con síntomas de acumulación; con tricotilomonía; con excoriación.

8. Otros trastornos obsesivo-compulsivos y trastornos relacionados


especificados.

9. Trastorno obsesivo-compulsivo y trastornos relacionados no especificados.

enfermedad (insightl: enfermedad (insightl:


* Especificar grado de introspección, comprensión o conciencia de * Especificar grado de introspección comprensión o conciencia de

- Bueno o aceptable. - Bastante bueno o bueno.


- Poco. - Pobre o ausente.
- Ausente /con creencias delirantes.
. ..

136
Ca pítulo s. Trastorno obsesivo-compulsivo y trastornos relacionados � ,f

La decisión de separar el TOC de los trastornos de ansiedad ha 2. Las obsesiones de contaminación se encuentran entre las pre­
dado lugar a un amplio debate: véanse, por ejemplo, las recomen­ sentaciones más habituales y características del TOC. En muchos
daciones del grupo de trabajo del DSM-5 CAPA 2012), o las nume­ casos, el miedo patológico <y, por tanto, la ansiedad) es la varia­
rosas publicaciones esgrimiendo argumentos tanto a favor como en ble q_ue actúa como disparadora. Pero en otros muchos, es el
contra (p. ej., Abramowitz y Jacoby, 2014, 2015; Hollander y Ben­ asco, una emoción básica, diferente de la ansiedad, la variable
zaq_uen, 1997; 2011; Phillips et al., 2010; Stein et al., 2010; Storch, et motivadora de las obsesiones de contaminación y de las diver­
al., 2008; Van Ameringen et al., 2014). Clark (2020) resume así los sas estrategias de neutralización q_ue los pacientes llevan a cabo
argumentos a favor: (habitualmente, limpiezas repetidas excesivas o injustificadas).
l. Hay muchos datos en los q_ue se pone de manifiesto la importan­ 3. Las personas con TOC tienen dificultades para inhibir o detener
te y significativa semejanza sintomatológica entre el TOC, el tras­ un comportamiento una vez iniciado, y en otras ocasiones las
torno dismórfico corporal (TDCl y el trastorno de acumulación, y tienen para no iniciarlo. Estas dificultades de inhibición, q_ue
algunas semejanzas con la tricotilomanía y la excoriación. tienen un correlato neurológico evidente, no son explicables
2. Los trastornos del espectro comparten un síntoma nuclear: la apelando exclusiva ni prioritariamente a la ansiedad.
compulsividad o comportamientos repetitivos, q_ue varían a lo En suma, más allá de las dudas acerca de las evidencias por las
largo de un continuo en cuyo extremo opuesto se sitúa la impul­ q_ue, especialmente desde perspectivas médico-psiquiátricas, se ha
sividad (Hollander et al., 2005). justificado la separación del TOC de los trastornos de ansiedad,
3. Los trastornos del espectro comparten características clínicas lo q_ue resulta poco discutible es q_ue la ansiedad no es la única
importantes, como edad de inicio, curso, e historia familiar, ade­ fuente q_ue explica la etiopatogenia del trastorno, como veremos
más de una elevada comorbilidad entre los distintos trastornos después. Otra cuestión, muy diferente, es si hay suficientes razones
'"'
q_ue forman la categoría. q_ue avalen, en sus aspectos sustanciales, la selección de trastornos
IJ. Los trastornos incluidos en el espectro O-C comparten un mismo q_ue, finalmente, se han incluido en esta agrupación.
circuito neuronal, caracterizado por una hiper-activación de la
región fronto-estriada, q_ue contrasta con el circuito caracte­
rístico de los trastornos de ansiedad en los q_ue es nuclear la 2) Compulsión. Comportamiento repetitivo que se lleva a
activación de la amígdala. cabo de manera más o menos ritualizada, como respuesta
5. El TOC y el resto de los trastornos del grupo tienen una res­ a una obsesión y con la finalidad de atenuar el malestar
puesta similar al tratamiento farmacológico, en especial a los emocional provocado por aquella. Las compulsiones forman
inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina <ISRSl. parte de un conjunto más amplio de comportamientos,
Estos argumentos han sido objeto de numerosas críticas, en genéricamente denominados «estrategias de neutraliza­
especial por parte de autores de la orientación cognitivo-conductual ción», que pueden ser observables o encubiertos.
(p. ej., Abramowitz y Jacoby, 2015; Stein et al., 2010; Storch et al., 2) Obsesión. S íntoma fundamental del TOC que consiste
2008). Entre ellas destacaremos las siguientes: en la intrusión en el flujo normal de consciencia de pen­
l. La tasa de comorbilidad intra-trastornos del espectro no es mayor samientos, dudas, sensaciones, imágenes o impulsos con
q_ue la q_ue existe entre el TOC y los trastornos de ansiedad. contenidos desagradables, inoportunos y no deseados. Sus
2. El tratamiento psicológico por excelencia para el TOC, la expo­ características fundamentales son la intrusividad, la recu­
sición con prevención de respuesta, no es el indicado para la rrencia, la inaceptabilidad o inoportunidad, la irracionalidad
excoriación ni para la tricotilomanía.
y la incontrolabilidad.
3. La nueva agrupación de trastornos asume q_ue compulsividad e
impulsividad son los extremos de un único continuo, aun cuando 2) Trastorno obsesivo-compulsivo. Trastorno que se carac­
no hay evidencias q_ue avalen ese supuesto. teriza por la experimentac ión repetida y persistente de
obsesiones, de compulsiones, o de ambos síntomas.
En realidad, todos estos argumentos hacen más bien referencia
a la idoneidad de una nueva clase diagnóstica, diferente a la de
los trastornos de ansiedad, en la q_ue incluir el TOC junto con otros El segundo trastorno de la categoría es el dismórfico corporal
trastornos (i. e., el espectro obsesivo-compulsivo), pero no hacen (TDCl, cuya trayectoria por los sistemas oficiales de diagnóstico ha
referencia a las razones por las cuales estaría justificada la sepa­ sido extraordinariamente errática. Fue descrito por primera vez por
ración del TOC del grupo de trastornos de ansiedad. Desde esta Morselli (1891), q_uien lo denominó dismorfofobia, para referirse a
perspectiva, otras razones más específicamente vinculadas con la una sensación subjetiva de fealdad o a un defecto físico, a pesar
fenomenología misma del TOC q_ue avalan esa separación son, en de q_ue la apariencia se encuentre dentro de unos límites normales.
nuestra opinión, las tres siguientes: El término deriva de la palabra griega dismorfia, q_ue significa mal
l. La persistencia en los rituales de muchos pacientes con TOC no cuerpo o poco atractivo y era el nombre por el q_ue se conocía, en la
se explica únicamente apelando a la necesidad de disminuir antigüedad griega, a la calificada como «mujer más fea de Espar­
los elevados niveles de ansiedad q_ue provoca la irrupción de ta», mito q_ue ha llegado hasta nosotros a través de las historias de
las obsesiones. Muchos pacientes relatan q_ue esa persistencia Herodoto. El trastorno también recibió otras denominaciones, como
se debe a la necesidad de q_ue el comportamiento q_ue están hipocondría dermatológica cuando la preocupación por el defecto
realizando «esté completo o acabado». En consecuencia, esta físico estaba centrada en la piel y el pelo, o hipocondría de la belle­
necesidad de «terminar o completar» es, en esos casos, el ele­ za, hasta q_ue en 1963 Finkelstein lo denominó TDC. Estos vaivenes
mento motivador de las compulsiones, y no la ansiedad. terminológicos tienen q_ue ver, sobre todo, con las dificultades para

137
tHu
M a nual de p sicopatología. Volumen 2

ubicar este trastorno en una categoría específica. A pesar de que estudios realizados con pacientes con TOC y, en el momento de
Janet, Kraepelin o Jaspers consideraron que se situaba en el ámbito publicación del DSM-5 (APA, 201 3), se contaba con suficientes evi­
de las neurosis obsesivo-compulsivas, predominó la idea de su vin­ dencias para considerar la acumulación no solo como un síntoma,
culación con el propio cuerpo y, a partir de ahí, con los trastornos sino como un trastorno independiente y diferente del TOC. En la
somatoformes en general y con la hipocondría en particular, ya que versión actual del DSM-5 el criterio de acumulación sigue estando
ambos trastornos, hipocondría y TDC, comparten características entre los síntomas para realizar el diagnóstico de TPOC, aunque no
como las creencias disfuncionales relacionadas con el cuerpo y la se incluye en el modelo alternativo de ese mismo trastorno ni en la

La hipocondría o ansiedad por la salud únicamente se inclu­


necesidad de reasegurarse constantemente. Su incorporación como versión oficial vigente actualmente de la CIE <CIE-10).
trastorno con entidad propia ha sido tardía: en la clasificación psi­
quiátrica americana (i. e., DSM), la dismorfofobia aparecía en la ye en el espectro O-C en el sistema de la CIE- 1 1. Dado que este
tercera edición (APA, 1980) como un ejemplo de trastorno somato­ manual adopta como criterio general organizador el DSM-5, la
forme atípico, pero sin criterios diagnósticos específicos. Hasta la hipocondría se ha abordado en el capítulo correspondiente a los
revisión de esa edición <DSM-Ill-R; APA, 1987) no se incluyó como trastornos somatoformes. Señalaremos, no obstante, que tanto por
trastorno diferenciado, manteniéndose, eso sí, en la categoría de lo que se refiere a su ubicación nosológica (trastorno del espectro
trastornos somatoformes, pero con la posibilidad de una doble codi­ O-C en la CIE- 11 vs. trastorno somatoforme en el DSM-5) como a su

ciones dismórficas fueran mantenidas con poco o nulo insight. La


ficación como trastorno delirante en el caso de que las preocupa­ caracterización clínica (ansiedad por la salud vs. ansiedad por la
enfermedad, en la CIE- 11 y el DSM-5 respectivamente), constituye
publicación del DSM-5 (APA, 2013) supuso un cambio radical en hoy por hoy el punto de mayor discrepancia entre los dos sistemas
la ubicación del trastorno al incluirlo en la categoría diagnóstica de diagnóstico psiquiátricos (véase el capítulo dedicado a los tras­
obsesivo-compulsiva, recuperando con ello los planteamientos de
Aunque la tricotilomanía (o trastorno de arrancarse el pelo) se
tornos somatoformes).
Janet, Kraepelin o Jaspers.
En la clasificación de la OMS el T DC no se incluyó como tras­ ha descrito en la literatura desde hace tiempo (Hipócrates reco­
torno hasta la décima versión de la CIE en 1999 y, además, como mendaba incluir la evaluación de cualquier conducta de tirarse del
variante o modalidad de hipocondría, no como trastorno indepen­ pelo en pacientes como parte de la conducta de evaluación general,
diente. A su vez, la hipocondría se incluyó en la categoría más gene­ según Stein et al., 1999), hasta el DSM-Ill-R (APA, 1987) no se incluyó
ral de trastornos somatomorfos. De hecho, los criterios diagnósticos como trastorno. En versiones anteriores del DSM y en la CIE-10 esta­
hacían escasa referencia a la entidad nuclear del T DC y se orien­ ba clasificada como un trastorno del control de los impulsos, espe­
taban más hacia la hipocondría. La misma situación se mantuvo cialmente debido a que algunas personas pueden experimentar una
prácticamente en la siguiente edición de 2010 (CIE-10), en la que tensión previa a la conducta de arrancarse el pelo y gratificación o
se incluyeron dos posibles denominaciones para el mismo problema: alivio tras realizarlo. Sin embargo, no todas las personas que pre­
dismorfofobia y T DC. Se especificaba, además, que la dismorfofobia sentan esta alteración manifiestan una tensión interior ni gratifica­
no debía tener carácter delirante pues, en ese caso, debía incluirse ción posterior al comportamiento de arrancarse el pelo <Stein et al.

los trastornos del control de los impulsos. La excoriación (o trastorno


en el grupo denominado «trastornos delirantes persistentes» (espe­ 2010b), razón por la que se ha optado por eliminarla del grupo de
cíficamente, como «otros trastornos delirantes»). En otro apartado
diferente se mencionaban asimismo los síntomas dismórficos dentro de rascarse la piel) también estaba ubicada en ese mismo grupo
del trastorno esquizotípico, uno de cuyos posibles criterios diag­ en el DSM-IV, si bien únicamente se mencionaba como un ejemplo
nósticos era la presencia de «rumiaciones sin resistencia interna, de «trastorno del control de impulsos no clasificado en otros apar­
a menudo con contenidos dismorfofóbicos, sexuales o agresivos». tados», y no contaba con criterios diagnósticos específicos. En la
Con la nueva edición en marcha (CIE- 1 1), la OMS sigue la misma CIE-10, se denomina «excoriación neurótica» y está ubicada en el
orientación que el DSM-5, incluyendo este trastorno en el espectro apartado de «Otros procesos del CIE-10 frecuentemente asociados

El tercer trastorno de la categoría es el de acumulación, cuyo


obsesivo-compulsivo. con alteraciones mentales y del comportamiento» en el capítulo
dedicado a «Enfermedades de la piel y del tejido subcutáneo».
diagnóstico como entidad específica ha aparecido por primera Tanto el DSM-5 como la futura edición de la CIE- 11 han optado
vez tanto en el DSM-5 como en la propuesta de la CIE- 1 1. Ambos por ubicar ambos trastornos en el grupo de trastorno obsesivo-com­
manuales coinciden, además, en incluirlo en la misma categoría pulsivo y relacionados. Son varios los motivos que se esgrimen para
de trastorno obsesivo-compulsivo y relacionados, si bien los moti­ ello, como la elevada comorbilidad con el TOC, el hecho de que
vos para esa inclusión parecen estar más asociados con razones se observe en las mismas familias y algunas similitudes sintomá­
históricas que con similitudes funcionales. De hecho, aunque hay ticas puramente fenotípicas (p. ej., ambos trastornos implican la
algunas semejanzas con el TOC, no son mayores que las que se realización de comportamientos repetitivos). De hecho, la CIE- 1 1
pueden constatar con otros trastornos emocionales, del control de agrupa ambas entidades bajo ese rótulo (véase l a Tabla 5.1.l. Pero
los impulsos o con los del neurodesarrollo (p. ej., el trastorno de esta decisión no está exenta de controversia, ya que presentan tam­
déficit de atención con hiperactividad). En el DSM-IV (APA, 1994), bién numerosas diferencias sintomatológicas (p. ej., la ausencia de
la acumulación se consideraba uno de los criterios para un diagnós­ obsesiones, o el hecho de que a veces arrancarse el pelo o rascar­
tico de trastorno de la personalidad obsesivo-compulsivo (TPOC>. Sin se produzca placer) y clínicas (p. ej., distribución por sexos, curso,
embargo, aunque no aparecía de forma explícita como un síntoma o patrones de comorbilidadl. Algunos autores han propuesto que
del TOC, en el diagnóstico diferencial con el TPOC se sugería que ambas alteraciones estarían mejor ubicadas en una categoría pro­
en caso de que el comportamiento de acumulación fuera grave, pia, bajo la denominación de «comportamientos repetitivos centra­
se considerara hacer un diagnóstico de TOC. De hecho, gran parte dos en el cuerpo», que agrupara también otros comportamientos
de la investigación sobre el trastorno de acumulación proviene de que comparten el hecho de ser repetitivos, estar centrados en el

138
Capítulo s. Trastorno obsesivo-compulsivo y trastornos relacionados r" iltt

propio cuerpo, y tener secuelas dermatológicos, como morderse los


uñas, morderse los labios, o chuparse el pulgar (Stein et al., 2010bl.
8. Dife renc ias y semejanzas entre los dos
Pero en el DSM-5 esos trastornos repetitivos centrados en el cuerpo
siste mas de c lasificación psiquiátrica
(morderse los uñas, morderse los labios, morderse lo mucoso de los
mejillas) son uno de los ejemplos o posibilidades que se especifican
I D S M-5 y C I E -11)
La comparación entre los dos modelos de diagnóstico psiquiátrico
en el grupo 8 de la Tabla 5.1, además de contemplarse (junto con poro los trastornos del espectro obsesivo-compulsivo sugiere cuatro
el TOC, el TDC, la acumulación, lo tricotilomanío y la excoriación)
consideraciones: lo primero y más evidente es que ambos sistemas
como consecuencia de uno enfermedad médico (i. e., grupo 7 de lo coinciden en incluir uno categoría nuevo de trastornos que se deno­
Tabla 5.1) Por su porte lo CIE- 11 ha agrupado o lo tricotilomonío minan del mismo modo: «Trastorno obsesivo-compulsivo y trastornos
y lo excoriación en la categoría «Trastornos de comportamientos relacionados»; lo segunda es que lo justificación que ambos siste­
repetitivos centrados en el cuerpo» que incluye, o su vez, entre los
mas proporcionan poro esto categoría es prácticamente idéntica,
trastornos obsesivo-compulsivos y otros trastornos relacionados. Como· como veremos enseguida; lo tercero hoce referencia, a lo vez, o un
apoyo o esto propuesto, los evidencias empíricos sugieren uno elevado
aspecto coincidente y a otro discrepante, como se evidencio en la
comorbilidod entre lo tricotilomonío y lo excoriación, así como con Tabla 5.1: en ambos se incluyen los mismos trastornos independien­
otros conductos repetitivos centradas en el cuerpo; así mismo, diver­ tes o principales, es decir, no secundarios o debidos a otros proble­
sos estudios muestran una elevado frecuencia de morderse las uñas mas (i. e., TOC, TDC, acumulación, excoriación y tricotilomaníol,
en familiares de pacientes con tricotilomonía y excoriación, además pero el sistema de lo OMS incluye dos trastornos más: la hipocondría
de observarse uno asociación genético entre estos alteraciones. y el síndrome de referencia olfativo; por último, mientras que en el
Por último, algunos estudios sugieren que tonto lo tricotilomonío,
DSM-5 se ofrecen criterios diagnósticos específicos y concretos poro
como lo excoriación y el morderse los uñas tienen lo función de codo trastorno en términos normativos <«debe cumplirse» etc.,), la
regular la activación (arousa/l o los emociones, como v eremos
CIE- 1 1 opto por dibujar una especie de cuadro general de cado
más adelante (Snorroson et al., 20120).
trastorno, bajo lo denominación de «característicos esenciales»,
cuyo finalidad es servir de guía al usuario del sistema poro valorar
2) Comportamientos repetitivos centrados en el cuerpo. la adecuación de lo sintomotologío que presento un paciente parti­
cular o uno u otro trastorno.
..
Categoría que incluye un conjunto de comportamientos
problemáticos que la persona realiza de forma repetida Por lo que se refiere o los criterios diagnósticos específicos
sobre su propio cuerpo como arrancarse el pelo, rascarse la para los distintos trastornos, o pesar de los controversias en torno
piel, morderse las uñas, morderse los labios o el interior de o la re-ubicación del TOC que comentamos al inicio, lo cierto es
que los criterios propuestos poro su diagnóstico son muy pareci­
la boca. La persona intenta dejar de realizar este comporta­ dos o los de los versiones anteriores, especialmente en el caso del
miento de forma repetida, aunque no lo consigue. DSM-5 (véase lo Tabla 5.2). Los cambios más significativos son los
siguientes:
Por último, mencionaremos el síndrome de referencia olfativo, l. En lo versión original en inglés, el término impulse (impulso) se
trastorno que se incluye en lo propuesto de lo CIE- 1 1 pero no en sustituye por el de urge (apremio, urgencia). Ambos términos
el DSM-5 como trastorno diferenciado. En este manual se mencio­ tienen significados muy similores, pero hoy un matiz que los
no dentro del grupo de «Otros trastornos obsesivo-compulsivos y diferencio: impulse hace referencia o un deseo repentino, breve,
trastornos relacionados especificados» como uno presentación par­ de hacer o decir oigo, mientras que urge conlleva uno mayor
ticular con raíces culturales, denominado Jikoshu-kyofu. Los carac­ dificultad poro resistirse, es más duradero y se acompaño de
terísticos esenciales que definen este trastorno en lo CIE-1 1 son los uno sensación interno, casi visceral, desagradable. Sin embar­
mismos que se plantean poro el TDC, pero modificando el objeto de go, en lo traducción al castellano, urge simplemente se traduce
lo preocupación dismórfico, en el sentido siguiente: «preocupación por impulso, como en la anterior edición del DSM. Nos interesa
persistente por un olor corporal o del propio aliento (halitosis) perci­ hacer mención o este aspecto porque son varios los expertos
bido como asqueroso u ofensivo, que no es observable o es muy sutil que resaltan el hecho, en términos positivos, de que en el DSM-5
poro otros personas, de modo que los preocupaciones del individuo desaparezco lo noción de «impulso» y se sustituyo por la de
son claramente desproporcionados en relación con el olor, en coso «urgencia» (p. ej., Clork, 2020; Van Ameringen et al., 2014),
de que existo». El resto de los característicos esenciales que definen aspecto este que ha sido ignorado por los traductores al caste­
el trastorno, incluyendo el grado de insight, son exactamente los llano del DSM-5.
mismos que los que se plantean poro el TDC. Por tonto, en realidad, 2. En lo definición de los obsesiones, «inadecuada» se sustituye
se troto más bien de uno variante o modalidad del trastorno dis­ por «no deseado».
mórfico que de un trastorno que, en nuestro opinión, merezco uno
3. Desaparece el criterio de que los obsesiones y/o los compulsio­
consideración separado y diferenciado.
nes deban ser reconocidas por el paciente, en algún momento,

como excesivos o sin sentido. En bueno medido, esto desapari­
2) Preocupación. Preoccupation en inglés, es un proceso ción obedece o lo ampliación del criterio de «insight», como
cognitivo caracterizado por un estado de ensimismamien· explicamos a continuación.
to que fluctúa desde un estado transitorio de distracción !J. El antiguo especificador de «insight pobre» se amplío, poro
hasta un síntoma de un trastorno mental. En el DSM-5 se establecer tres grados (bueno, escoso, y ausente/delirante). Esto
considera la característica definitoria del TDC. es uno mejoro importante porque permite evitar falsos diag­
_.,. nósticos de esquizofrenia (o trastorno de lo esfera psicótico)

139
� ·� Manual de psicopatología. Volumen 2

)) Tabla 5.2. Criterios diagnósticos para el trastorno obsesivo-compulsivo [TOC)

CRITERIOS DSM-5 CRITERIOS CIE-11


1

Las obsesiones se definen por (1) y (2):


A. Presencia de obsesiones, compulsiones o ambas: l. Presencia de obsesiones y/o compulsiones persistentes.
(al Las obsesiones consisten en pensamientos repetitivos y
(1) Pensamientos, urgencias (impulsos), o imágenes recurrentes y persistentes (p. ej. de contaminación), imágenes (p. ej., de escenas
persistentes q_ue se experimentan, en algún momento durante el violentas), o impulsos/incitación (p. ej., acuchillar a alguien), q_ue
trastorno, como intrusas y no deseadas, y q_ue en la mayoría de los se experimentan como intrusas y no deseadas y q_ue habitualmente
sujetos causan ansiedad o malestar importante. se acompañan de ansiedad. El individuo intenta ignorar o suprimir
(2) El sujeto intenta ignorar o suprimir estos pensamientos, las obsesiones o neutralizarlas mediante compulsiones.
urgencias (impulsos) o imágenes, o neutralizarlos con algún otro (bl Las compulsiones (o rituales) consisten en comportamientos
pensamiento o acto (es decir, realizando una compulsión).
Las compulsiones se definen por (1) y (2):
repetitivos, incluyendo actos mentales repetitivos, que el individuo
se siente impelido a realizar como respuesta a una obsesión,
(1) Comportamientos (p. ej., lavarse las manos, ordenar, comprobar siguiendo ciertas reglas, o para conseguir una sensación de
las cosas) o actos mentales (p. ej., rezar, contar, repetir palabras «acabado».
en silencio) repetitivos, que el sujeto se siente impulsado a realizar Ejemplos de comportamientos manifiestos: lavar, comprobar y
como respuesta a una obsesión o de acuerdo con reglas que debe ordenar repetitivamente objetos. Ejemplos de actos mentales
aplicar de manera rígida. análogos: repetir frases concretas para impedir sucesos negativos,
(2) El objetivo de los comportamientos o actos mentales es impedir revisar los recuerdos para asegurarse de que no se ha causado
(prevenir) o disminuir la ansiedad o el malestar, o impedir (evitar) ningún daño, y contar mentalmente objetos.
que ocurra algún suceso o situación temida; sin embargo, estos Las compulsiones no están conectadas de manera realista con el
comportamientos o actos mentales no están conectados de una evento que se teme (p. ej., arreglar objetos de forma simétrica
manera realista con los destinados a neutralizar o prevenir, o bien para impedir hacer daño a un ser querido), o son claramente
resultan claramente excesivos. excesivas (p. ej., ducharse diariamente durante varias horas para
Nota: Los niños pequeños pueden no ser capaces de articular los impedir une enfermedad).
objetivos de estos comportamientos o actos mentales.

B. Las obsesiones o compulsiones requieren mucho tiempo 2. Las obsesiones y las compulsiones consumen tiempo (p. ej., más de
(p. ej., ocupan más de una hora diaria) o causan malestar una hora al día), o dan lugar a malestar o deterioro significativos
clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral en los ámbitos familiar, social, educativo, laboral o en otras áreas
u otras áreas importantes del funcionamiento. importantes. En caso de que el funcionamiento se mantenga, es a
costa de un esfuerzo adicional importante.
C. Los síntomas obsesivo-compulsivos no se pueden atribuir 3. Los síntomas o los comportamientos no son la manifestación de otra
a los efectos fisiológicos de una sustancia (p. ej., una droga, condición médica (p. ej., accidente cerebrovascular isq_uémico de los
un medicamento) o a otra afección médica. ganglios basales) y no se deben a los efectos de una sustancia o un
medicamento sobre el sistema nervioso central (p. ej., anfetaminas),
incluyendo efectos relacionados con la abstinencia.
D. La alteración no se explica mejor por los síntomas de otro La referencia al diagnóstico diferencial se proporciona en una sección
trastorno mental (p. ej., preocupaciones excesivas, como en el adicional, posterior a la de los criterios diagnósticos. Específicamente,
trastorno de ansiedad generalizada; preocupación por el aspecto, se menciona la necesidad de establecer diferencias entre el TOC
como en el trastorno dismórfico corporal; dificultad de deshacerse y la normalidad <TOC subclínico o sub-umbral) y la de realizar un
o renunciar a las posesiones, como en el trastorno de acumulación; diagnóstico diferencial con los trastornos siguientes:
arrancarse el pelo, como en la tricotilomanía; rascarse la piel, - Hipocondría o trastorno de ansiedad por la salud.
como en el trastorno de excoriación; estereotipias, como en - Otros trastornos del grupo obsesivo-compulsivo.
el trastorno de movimientos estereotipados; comportamiento - Trastornos del espectro autista.
alimentario ritualizado, como en los trastornos de la conducta - Trastorno de movimientos estereotipados.
alimentaria; problemas con sustancias o con el juego, como en - Trastorno delirante y otros trastornos psicóticos primarios.
los trastornos relacionados con sustancias y trastornos adictivos; - Trastornos depresivos.
preocupación por padecer una enfermedad, como en el trastorno - Trastornos de ansiedad.
de ansiedad por enfermedad; impulsos o fantasías sexuales, como - Trastorno de estrés postraumático.
en los trastornos parafílicos; impulsos, como en los trastornos - Trastornos de la conducta alimentaria.
disruptivos, del control de los impulsos y de la conducta; - Trastornos de tics primarios (incluyendo el síndrome de Tourettel.
rumiaciones de culpa, como en el trastorno de depresión mayor; - Trastornos de personalidad con características anancásticas
inserción de pensamientos o delirios, como en la esquizofrenia predominantes.
y otros trastornos psicóticos; o patrones de comportamiento

,. . . ..
repetitivo, como en los trastornos del espectro autista).
\..

(Continúa)

. 1
40
Capítulo s. Trastorno obsesivo-compulsivo y trastornos relacionados il ,,\
i

) ) Tabla 5.2. (Continuación}

CRITERIOS DSM-5 CRITERIOS CIE- 11


Especificar Especificaciones:
1
• si:
- Con introspección bueno o aceptable: E l sujeto reconoce - Con insight entre aceptable y bueno. La mayor porte del tiempo
q_ue las creencias del trastorno obsesivo-compulsivo son claro el individuo puede considerar la posibilidad de q_ue las creencias

- Con poca introspección: El sujeto piensa q_ue las creencias del


o probablemente no ciertas, o q_ue pueden ser ciertas o no. específicas del trastorno pueden no ser ciertas y está dispuesto
a aceptar una explicación alternativa de sus experiencias.

específicas el individuo no muestro insight (p. ej., cuando está


Este especificador es aplicable incluso cuando, en circunstancias
- Con ausencia de introspección/con creencias delirantes: El
trastorno obsesivo-compulsivo son probablemente ciertas.

- Con insight escaso o ausente. Durante la mayor parte del


muy ansioso)
sujeto está completamente convencido de q_ue las creencias del
trastorno obsesivo-compulsivo son ciertas.
tiempo el individuo está convencido de que las creencias
específicas del trastorno son ciertas y no es capaz de aceptar

insight no cambia significativamente en función del nivel


una explicación alternativa de su experiencia. La falta de

de ansiedad.

Especificar si:
El sujeto tiene una historia reciente o antigua de un trastorno
de tics.

Nota: Las palabras subrayadas son modificac iones o añadidos de las autoras del capitulo sobre la traducción del DSM-5
al castellano. Entre paréntesis se indican los términos que aparecen en la versión en castellano del mencionado manual.

en pacientes con TOC grave en los q_ue las creencias sobre sus
obsesiones pueden adquirir carácter delirante, alertando ade­ ' )) lnsight. Literalmente «mirar hacia dentro», hace referen­
más de una peor respuesta al tratamiento en esos cosos (Abro­ c ia a la capac idad de darse cu enta de una realidad o de
mowitz y Jocoby, 2014). una condición. Aunqu e en el DSM-5 se refiere al grado de
5. Se ha añadido un nuevo especificador «relacionado con tics» convicción en las creenc ias relacionadas con el trastorno
con el fin de valorar si el paciente ha tenido, o tiene, un tras­ mental, en términos generales se aplica al grado de com­
torno relacionado con tics, porque l os pacientes con TOC e prensión, la capacidad de introspecc ión o la consc ienc ia
historio (actual o posada) de tics presentan un perfil clínico de una persona acerca de que tiene un problema o una
diferente en términos de sintomotologío, comorbilidod, curso
enfermedad.
e historio familiar (APA, 201 3). En el manual se indica que lo
comorbilidad entre el TOC y lo historio (vital) de tics es del 30 %
En la Tabla 5.3 se resumen los criterios diagnósticos para el
y es especialmente común en hombres con TOC de inicio en lo
infancia.
TDC. El primero es lo definición del trastorno (i. e., lo preocupación
Los criterios que establece lo OMS en lo CIE- 11 son, por su por­ por defectos percibidos en la apariencia física), en la q_ue coinciden

trastorno, tal y como puede apreciarse en la Tabla 5.2. Con todo,


te, muy parecidos a los del DSM-5 en los aspectos más centrales del plenamente el DSM-5 y lo CIE- 1 1. Sin embargo, lo secuencio de
presentación del resto de criterios es bastante más exhaustiva en
merece lo pena destacar tres diferencias: el coso de la CIE- 1 1, que incorpora la idea de un exceso de auto­
o. En el caso de las compulsiones, se incl uyen las sensaciones
consciencia del propio cuerpo como base para la aparic i ón de
ideas de autoreferencia, aspecto muy importante de este trastorno
de «inacabado» o «incompleto» como motivadoras de los
al que nos referiremos más adelante, pero que no se menciona en

b. El grado de insight se reduce o dos niveles y se ofrece, además,


síntomas.
el DSM-5. Asimismo, la CIE- 1 1 es más explícito a la hora de descri­
bir los posibles concomitantes asociados al síntoma fundamental,
una mejor explicación sobre sus significados respectivos de la entre los que se destocan tres modalidades de comportamiento:
que ofrece el DSM-5. de comprobación y comparación ( repetitivos, además); de camu­
c. La información sobre el diagnóstico diferencial no se incluye flaje u ocultación, y de evitación. En ambos sistemas se incluye la
como criterio diagnóstico (que es en realidad lo que indica el necesidad de especificar el grado de comprensión o consciencia
punto D del DSM-5), sino que se explica en un aportado diferen­ del problema, manteniéndose para ello los mismos criterios que los

hemos señalado en la Tablo 5.2.


te («Límites con otros trastornos y con la normalidad»), como planteados poro el TOC. Finalmente, solo en el DSM-5 se incluyen
dos posibles especificadores que, en realidad, hacen referencia a

11.11
fflr i Manual de psicopatología. Volumen 2

) ) Tabla 5.3. Criterios diagnósticos para el trastorno dismórfico corporal [TDC]

CRITERIOS DSM-5 CRITERIOS CIE-11


A. Preocupación por uno o más defectos o imperfecciones
1

l. Preocupación por uno o más defectos o imperfecciones percibidos


percibidos en el aspecto físico que no son observables o son muy en el aspecto físico que no son observables o son muy sutiles para
sutiles para otras personas. otras personas.

B. En algún momento durante el curso del trastorno, el individuo ha 2. Excesiva autoconsciencia acerca del defecto/s o imperfección/es
realizado comportamientos (p. ej., mirarse en el espejo, arreglarse percibidas, incluyendo a menudo ideas autoreferentes ( i.e., la
en exceso, rascarse la piel, búsqueda de reaseguraciónl o actos convicción de que la gente se da cuenta, juzga, o habla sobre ellos).
mentales (p. ej., comparar su aspecto con el de otros) como
respuesta a la preocupación por el aspecto físico.

c. La preocupación genera malestar clínicamente significativo 3. La preocupación se acompaña por alguno de los siguientes

a) Comportamientos repetitivos y excesivos, como examinar la


o deterioro en el área social, laboral, u otras áreas importantes aspectos:
del funcionamiento.
apariencia o la gravedad del/os defecto/s o imperfección/es
(p. ej., comprobándolo en superficies reflectantesl, o comparándose

b) Intentos excesivos de camuflar o alterar el defecto percibido


con otros.

(p. ej., mediante formas específicas y muy elaboradas de vestirse,


o someterse a intervenciones cosméticas o quirúrgicas dañinas).
c) Evitación importante de situaciones sociales o de otro tipo, o
de estímulos, que puedan aumentar el malestar por el defecto
percibido (p. ej., superficies reflectantes, vestuarios, piscinas).

D. La preocupación por la apariencia no se explica mejor por IJ. Los síntomas no son una manifestación de otra condición médica y
preocupaciones por el peso o la grasa corporal en una persona no se deben a los efectos de una sustancia o un medicamento sobre
cuyos síntomas cumplen los criterios diagnósticos de un trastorno el sistema nervioso central, incluyendo los debidos a la abstinencia.
de la alimentación.

Especificar si: Especificaciones:


Indicar el grado de comprensión o insight con respecto a las - Con insight entre aceptable y bueno. La mayor parte del tiempo
creencias relacionadas con el trastorno dismórfico corporal (p. ej., el individuo puede considerar la posibilidad de que las creencias

Con introspección buena o aceptable: El sujeto reconoce que


«Me veo feo/a» o «Me veo deforme»). específicas del trastorno pueden no ser ciertas y está dispuesto
a aceptar una explicación alternativa de sus experiencias. Este

el individuo no muestra insight (p. ej., cuando está muy ansioso).


las creencias del trastorno dismórfico corporal son claramente especificador es aplicable incluso cuando, en circunstancias específicas

Con poca introspección: El sujeto piensa que las creencias - Con insight escaso o ausente. Durante la mayor parte del tiempo
o probablemente no ciertas, o que pueden ser ciertas o no.

Con ausencia de introspección/con creencias delirantes: El


del trastorno dismórfico corporal son probablemente ciertas. el individuo está convencido de que las creencias específicas del

alternativa de su experiencia. La falta de insight no cambia


trastorno son ciertas y no es capaz de aceptar una explicación
sujeto está completamente convencido de que las creencias del
trastorno dismórfico corporal sen ciertas. significativamente en función del nivel de ansiedad.

Especificar si:
Con dismorfia muscular: Al individuo le preocupa la idea de que
su estructura corporal es demasiado pequeña o poco musculosa.
Este especificador se utiliza incluso si el sujeto está preocupado
'- por otras áreas corporales, lo que sucede con frecuencia.

Los criterios para el trastorno de acumulación son similares en


los dos sistemas de diagnóstico psiquiátrico (Tabla 5.1.Jl. La única
modalidades o subtipos de presentación del trastorno: el referido a
la musculatura (dismorfia muscular) y el denominado por «poder»
o por «proxi midad», en el que el i ndividuo está preocupado por diferencia es que l a C I E- 1 1 incluye en su descri pción que la acu­
defectos percibidos en otra persona que posee un aspecto normal. mulación de bienes se puede producir de forma p asiva, es decir,
No obstante, ambas modalidades se recogen también en la CIE-11 porque la persona no se deshace de los objetos que llegan al hogar,
en el apartado adicional al de los criterios diagnósticos al que antes o de forma activa, adquiriendo nuevos bienes al comprar de forma
hicimos referencia («Características adicionales»). excesiva, recoger elementos gratuitos, o robar. Pese a que el DSM-5

142
,, '
Capítulo s. Trastorno obsesivo-compu lsivo y trastornos re l acionados f

) ) Tabla 5.4. Criterios diagnósticos para e l trastorno de acumulación

CRITERIOS DSM-5 CRITERIOS CIE-11


l. Acumu l ación de posesiones que dan l ugar a que los espacios de
1
A. Dificultad persistente d e deshacerse o renunciar a las posesiones,
independientemente de su valor real. lo vivienda estén abarrotados hasta el punto de que su uso o su

Noto: En el caso de que no haya áreas de la vivienda abarrotadas,


seguridad sean problemáticos.

únicamente se debe a la intervención de terceros (familiares,


limpiadores, autoridades, etc.l.
B. Esta dificu l tad es debida a una necesidad percibida de guardar l as 2. La acumulación se debe a una o ambas de estas circunstancias:
cosas y a l molestar que se siente cuando uno se deshace de el l as. a) Necesidad urgente o comportamientos repetitivos de amasar
objetos, que puede ser pasiva (p. ej., fo l letos, correos) o
activa (i. e., adquisición excesiva de objetos ya sean gratis,
comprados, o robados).
b) Dificu l tades para deshacerse de las posesiones por una
necesidad percibida (sentida) de salvarlos y malestar asociado
con deshacerse de el l as.
C. La dificultad de deshacerse de l as posesiones da lugar a l a acumu lación
de cosas que congestionan y abarrotan las zonas habitab les y alteran en
gran medida su uso previsto. Si l as zonas habitabl es están despejadas,
solo es debido a la intervención de terceros (p. ej., miembros de la
familia, personal de limpieza, autoridades).
D. La acumulación causa malestar clínicamente significativo o deterioro 3. Los síntomas causan ma l estar emocional o deterioro significativos
en lo social., laboral u otras áreas importantes de l funcionamiento en los ámbitos personal, familiar, socia l, educativo, laboral, o en
(incluido el mantenimiento de un entorno seguro para uno mismo y otras áreas importantes
para los demás).
La referencia al diagnóstico diferencial se proporciona en una sección
adicional posterior a la de los criterios diagnósticos. Específicamente,
E. La acumu l ación no se puede atribuir o otra afección médica

se menciono la necesidad de establecer diferencias entre el trastorno y


(p. ej., lesión cerebral, enfermedad cerebrovoscular, síndrome de

la normalidad (Acumulación subcl ínica o sub-umbral) y lo de real izar un


Prader-Willil.
,_._ L-
F- □-a-
c- -
um ci_
□-
ul- ó_
n_ o_s_
n_ e_ e_
x- mej_
c□--
i-
pl- o_
r_ or__
p- l o_sí-
s- nt_o_
m_a_s_d_ ro_ __--<
ot_
e__
trastorno mentol (p. ej., obsesiones en el trastorno obsesivo- diagnóstico diferencial con los trastornos siguientes:
- TOC.
compulsivo, disminución de lo energía en el trastorno de depresión
mayor, de l irios en la esquizofrenia u otros trastornos psicóticos, - TraStornos de l espectro de l autismo.
- Trastornos primarios del espectro psicótico.
déficit cognitivo en el trastorno neurocognitivo mayor, disminución
del interés en los trastornos del espectro autista). - Trastornos de l estado de ánimo.
- Trastornos de la conducta alimentaria.
- Demencia.
- Síndrome de Prader-Wil l i.
Especificar si:
Con adquisición excesiva: Si la dificultad de deshacerse de l as
posesiones se acompaña de la adquisición excesiva de cosas que no se
necesitan o para l os que no se dispone de espacio.
Especificar si: Especificadores:
- Con introspección buena o aceptable: El sujeto reconoce que - Con insight entre aceptable y bueno. La mayor parte del
las creencias y comportamientos rel acionados con la acumu l ación tiempo el individuo reconoce que sus creencias y comportamientos
(re l acionados con la di ficu l tad de deshacerse de las cosas, el relacionados con la acumulación (ya sean sobre el exceso en

- Con poca introspección: El sujeto está convencido en su mayor


abarrotamiento o la adquisición excesivo) son problemáticos. adquirir, la dificultad en deshacerse, o el abarrotar espacios) son

circunstancias específicas, el individuo no muestra insight (p. ej.,


problemáticos. Este especificador es aplicabl e incl uso cuando en

cuando se le fuerza a deshacerse de objetos).


parte de que las creencias y comportamientos re l acionados con

- Con insight escaso o ausente. La mayor parte de l tiempo el


la acumu l ación (relacionados con la dificu l tad de deshacerse de
los cosas, el abarrotamiento o la adquisición excesiva) no son

- Con ausencia de introspección/con creencias delirantes: E l sujeto


problemáticos a pesar de la ev idencia de lo contrario. individuo está convencido de que sus creencias y comportamientos
relaci onados con l a acumul ación (ya sean sobre e l exceso en

son problemáticos, a pesar de las evidencias en contra. La fa l ta


está totalmente convencido de que los creencias y comportamientos adquirir, la dificultad en deshacerse, o el abarrotar espacios) no

de insight no cambia significativamente en función del nivel de


re l acionados con lo acumu l ación (relacionados con la difi cu l tad de
deshacerse de las cosas, el abarrotamiento o l a adquisición excesiva)
'- no son problemáticos a pesar de lo evidencio de lo contrario. ansiedad. ,/

143
tt Manual de psicopatología. Volumen 2

)) Tabla 5.5. Criterios diagnósticos para la tricotilomanía [trastorno de arrancarse el pelo)

CRITERIOS DSM-5 CRITERIOS CIE-11


A. Arrancarse el pelo de formo recurrente, lo que do lugar o su
1

l. Arrancarse el pelo de formo recurrente.


pérdida.
B. Intentos repetidos de disminuir o dejar de arrancar el pelo. 2. Intentos infructuosos de parar o de disminuir el arrancarse el pelo.
3. Pérdida significativo de pelo como consecuencia del
comportamiento.
C. Arrancarse el pelo causo molestar clínicamente significativo IJ. Los síntomas causan molestar emocional o deterioro significativos
o deterioro en lo social, laboral u otros áreas importantes del en los ámbitos personal, familiar, social, educativo, laboral, o en
funcionamiento. otros áreas importantes.
D. El hecho de arrancarse el pelo o lo pérdida del mismo no se La referencia al diagnóstico diferencial se proporciona en una sección
puede atribuir o otro afección médico (p. ej., una afección adicional. Específicamente, se menciona la necesidad de establecer
dermatológico). diferencias entre el trastorno y la normalidad (Tricotilomonío
E. El hecho de arrancarse el pelo no se explico mejor por los
subclínico o sub-umbral) y lo de realizar un diagnóstico diferencial con
los trastornos siguientes:
síntomas de otro trastorno mentol (p. ej., intentos de mejorar
- Otros trastornos del espectro obsesivo-compulsivo.
un defecto o imperfección percibido en el aspecto, como en el
trastorno dismórfico corporall. - Trastornos de movimientos estereotipados.
- Esquizofrenia y otros trastornos psicóticos primarios.
- Enfermedades médicos y trastornos por abuso de sustancias.
'- ./

no describe esto característica como un criterio diagnóstico especí­ de que los pacientes a menudo tratan de dejar de arrancarse el pelo

(véase la Tabla 5.5). Como hace con el resto de los trastornos, la


fico, sí que la recoge al solicitar que se especifique si la dificultad o de disminuir la frecuencia de dicho comportamiento (Criterio Bl
para deshacerse de las posesiones se acompaña también de adqui­
sición excesiva. A diferencia del DSM-5, la CIE- 11 no incluye entre CIE- 1 1 no incluye como criterios diagnósticos los relativos al diag­
los criterios diagnósticos ninguno referido al diagnóstico diferencial nóstico diferencial, aspecto al que dedica un espacio separado.
(i. e., Criterios E y F del DSM-5), sino que dedica un apartado espe­ Por último, los criterios diagnósticos para la excoriación no esta­
cífico a ello. ban descritos en las ediciones anteriores de los dos manuales de

en lo Tabla 5.6 y, como puede observarse, son similares en los dos


diagnóstico. Los criterios que se proponen actualmente se muestran
¿) Acumulación !trastorno de). Trastorno mental que se
sistemas de diagnóstico y prácticamente idénticos a los de la trico­
caracteriza por la dificultad para deshacerse de pertenen­ tilomanío: la única diferencia notable es lo modalidad de comporta­
c ias que provoca un abarrotamiento del hogar, y que con miento repetitivo que caracteriza a ambos trastornos.
frecuencia se asocia a una adquisición excesiva.

Respecto a la tricotilomanía, tanto el DSM-5 como la CIE- 1 1


'1 1 1 . Caracte rización clín ica y
tilomanía o trastorno de arrancarse el pelo» (Tabla 5.5). Ambas
amplían s u denominación al referirse a la alteración como «trico­ etiológica de los trastornos del
versiones coinciden también en sus criterios diagnósticos, que modi­ espectro obse sivo-compu lsivo
fican sustancialmente los incluidos en las versiones previas, dado
que en ambos manuales se elimina la referencia a los sentimientos A. El trastorno obsesivo-compulsivo
de placer, gratificación, o alivio asociados al comportamiento de
arrancarse el cabello. Concretamente, en el DSM-5 se eliminan los '' Me dirij o o Usted desesperado tras once años de sufrimiento...

mi cabeza se volvió en un ¿ Y SI...?: ¿y si me do por suicidarme?,


Criterios B <«sensación de tensión creciente inmediatamente antes Hoce once años di o luz o mi único hijo y unos seis horas después
del arrancamiento de pelo o cuando se intenta resistir la práctica
de ese comportamiento») y C («bienestar, gratificación o liberación ¿y si me do por apretarle lo fontanela?, ¿y si me do por ponerle
cuando se produce el arrancamiento del pelo») del DSM-IV (APA, lejía en el biberón en lugar de leche?, etc. Lo peor de todo es que
1994). Además, se elimina la mención a que la pérdida de cabellos en mi mente yo lo veía, lo cual me producía gran taquicardia y
fuera perceptible, dado que esta pérdida no siempre es visible, por ansiedad ... , mi familia solía decir que tenía cara de haber visto un
ejemplo, en pacientes que se arrancan el pelo por todo el cuero fantasma y lo cierto es que lo hubiera preferido yo que no entendía
cabelludo y en los que la pérdida queda disimulada o igualmente como una persona pacífico como yo podía pensar en hacer estos
distribuida, o aquellos que lo hacen en áreas corporales no visibles. barbaridades C . .l. En lo actualidad sumo matrículas o cualquier
Finalmente, el DSM-5 incluye un nuevo criterio que recoge el hecho número que se me ponga por delante y escribo a máquina casi
Capítulo s. Trastorno obsesivo-compulsivo y trastornos relacionados li

) ) Tabla 5.6. Criterios diagnósticos para la excoriación [rascarse la piel)

CRITERIOS DSM-5 CRITERIOS CIE-11


A. Dañarse la piel de forma recurrente hasta producirse lesiones l. Pellizcarse (hurgarse) la piel de forma recurrente.
1

cutáneas.
B. Intentos repetidos de disminuir o dejar de rascarse la piel. 2. Intentos infructuosos de parar o de disminuir el pellizcarse la piel.
3. Lesiones cutáneas significativas consecuentes a los pellizcos
o rascados.
C. Rascarse la piel causa malestar clínicamente significativo o IJ. Los síntomas causan malestar emocional o deterioro significativos
deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del en los ámbitos personal, familiar, social, educativo, laboral, o en
funcionamiento. otras áreas importantes.
D. El daño de la piel no se puede atribuir a los efectos fisiológicos La referencia al diagnóstico diferencial se proporciona en una sección
de una sustancia (p. ej., cocaína) u otra afección médica adicional. Específicamente, se menciona la necesidad de establecer
<p. ej., sarna). diferencias entre el trastorno y la normalidad (excoriación subclínica)
y la de realizar un diagnóstico diferencial con los trastornos siguientes:
E. El hecho de rascarse la piel no se explica mejor por los síntomas
- Otros trastornos del espectro obsesivo-compulsivo.
de otro trastorno mental <p. ej., delirios o alucinaciones táctiles
en un trastorno psicótico, intentos de mejorar un defecto o - Trastornos de movimientos estereotipados.
imperfección percibida en el aspecto, como en el trastorno - Esquizofrenia y otros trastornos psicóticos primarios.
dismórfico corporal, estereotipias como en el trastorno de - Síndrome de Prader-Willi.
movimientos estereotipados, o el intento de dañarse uno mismo - Enfermedades médicas y trastornos por abuso de sustancias.
en la autolesión no suicida). - Comportamientos autolíticos y de automutilación.
"

todo lo que leo... y ahora lo de escribir a máquina lo he trasladado tuar las cosas, nunca (o casi nunca) consigo empezar, ya que se
a la respiración, si yo leo PACO como la P está en la línea más alta me antoja como una tarea titánica y antes de empezar, ya estoy
del teclado mi inspiración es más profunda, luego como la letra cansado solo de pensar la de cosas que tendré que hacer para dar
A está en el teclado de en medio expulso aire, la C como está algo por válido y finalizado» (Antonio, 42 años).
en la fila inferior expiro todo el aire y así sucesivamente L .. ). Un
nuevo síntoma que ha aparecido en mi desde hace unos 15 días es Cada vez que toco algunas cosas en particular que creo que
la agresión verbal (para mí misma, claro está, no lo digo en voz me pueden contaminar de alguna forma, luego siento la necesi­
alta)» <Ana, 35 años). dad de lavarme la/s mano/s con la/s que lo he tocado L.), evito
colocar juntas ciertas cosas, porque pienso que si entran en con­
Soy diplomado en Magisterio y actualmente estudio Biología. tacto se podrían contaminar entre ellas. También tengo un par
Desde hace tres años tengo un problema muy grave ... consiste en de guantes de plástico para cada uso en particular, así como un
mirar al pecho a las mujeres... , es generalizado y no distingue entre recipiente y un estropajo para cada uno de estos usos. Cuando voy
una mujer conocida, desconocida o perteneciente a mi familia, y a la peluquería, trato de vestir prendas claras, para que así luego,
se da en cualquier tipo de contexto social. Cuando más patente cuando llegue a casa, me sea más fácil detectar los pelos que se
se hace es cuando intento mantener una conversación cara a cara han quedado en las prendas, y así poder retirarlos con precisión.
con una mujer, ya sea una compañera de clase, una profesora, en Cuando me ducho, me aseguro de que no queda ni el más mínimo
una reunión familiar, etc. Puede imaginarse lo que esta situación resto de jabón en mi piel o pelo, ya que pienso que, si me quedara
limita mi vida cotidiana, además del malestar personal que con­ algo de jabón, eso me haría sentir sucia o contaminada o al menos
lleva L . .l no encuentro otra solución que aislarme... ya no salgo de no perfectamente limpia <...>, la mayoría de mis miedos, temores
casa, no estudio, no hago nada... todo el día encerrado y solo ... » y dudas están relacionados no con hechos que hayan sucedido,
<Mario, 31 años). sino con hechos que yo pienso que pueden suceder en el futuro.
La posibilidad de que yo pueda provocar un mal hipotético en el
Por decirlo de alguna manera, tengo la profunda creencia de futuro, condiciona mis acciones del presente en la mayoría de los
que si hago algo en mi vida imperfecto, o por debajo de mis posi­ casos, anulando o inhibiendo cualquier acción por mi parte, lo cual
bilidades (ordenar y clasificar las prendas de ropa de mi armario, es aún más frustrante para mí» <Luisa, 25 años).
decidir qué zapatos me compro, etc.>, esta «acción imperfecta»
.;¡"
luego va a tener un «efecto negativo» en todos los actos que yo Mi TOC es cognitivo y consiste, en muchas ideas y explicacio-
pueda llevar a cabo en el futuro <...l. Este es uno de los motivos nes, ... repasármelas compulsivamente ... sobre todo dirigido a mi
principales por los que no hago muchas de las cosas que me gus­ entorno familiar, como para que me valoren aunque en el fondo yo
taría hacer en mi vida, ya que como yo, de entrada, me pongo el sé que ya lo hacen, ... como con miedo a que no me entiendan, que
listón lo más alto posible en relación al modo en que debo efec- no me entiendan porque no tienen los suficientes conocimientos

ILJ5
tt Manual de pslcopatología. Volumen 2

técnicos en esa materia, que no me acuerde, que no lo explique dad o inoportunidad, irracionalidad e incontrolabilidadl hacen que
yo bien, que no dé todos los detalles, ... si estoy muy ansioso lo estos productos mentales sean experimentados con un alto grado
puedo hacer también verbalmente y si no, solo mental..., aunque de egodistonía y, por lo tanto, provoquen mucho malestar y motiven
el mental también lleva mucha ansiedad. A veces son cosas sim­ intentos activos por modificarlos, controlarlos o suprimirlos.
ples cotidianas, a veces mas complejas ... Las cosas simples como Los temas sobre los que pueden versar las obsesiones son muy
que necesito que me quede muy claro que la otra persona lo ha variados y no siempre resultan especialmente extraños, absurdos o
entendido para calmarme la ansiedad y por eso se lo repito varias imposibles, hasta el punto de que la mayoría de la gente los experi­
veces. En ocasiones es sobre situaciones pasadas...cómo hubiera menta en algún momento de la vida, como demostraron Rachman y
hecho o explicado algo mejor, repasármelo por si volviera a ocurrir de Silva (1978) y ha sido ratificado después en diferentes contextos
la situación, o sobre situaciones hipotéticas futuras ... , todo esto me sociales y culturales (p. ej., Belloch et al., 2004; Pascual-Vera et al.,

Tabla 5.7.
crea mucha ansiedad, intranquilidad, angustia física, etc. » <Pedro, 2019; Radomsky et al., 2014). Los más habituales se presentan en la
34 años).
La mayoría de estos contenidos se experimentan como pensa­
a. Caracterización clínica mientos o como impulsos. Otras modalidades de obsesiones se expe­
Los cinco relatos que acabamos de exponer, extraídos de narracio­ rimentan más bien como sensaciones, en especial las relacionadas
nes de personas con TOC que acudieron a nuestra consulta, ejem­ con la necesidad de estar seguros de que todo está «como debería
plifican bien la complejidad de este trastorno, el enorme grado de estar » o que está «completo y terminado » (sensaciones de inaca­
sufrimiento que lleva aparejado y lo invasivo que resulta para quienes bado), y las relacionadas con el asco.
lo padecen y, a menudo, también para quienes conviven con la per­ Los contenidos de las obsesiones y las compulsiones no siempre
sona afectada. Ejemplifican además algo que, en muchas ocasiones, se refieren a uno mismo, sino que pueden dirigirse a, o focalizarse
se olvida: la diversidad y heterogeneidad del trastorno, como ya se en, otras personas con las que se mantiene una relación afecti­
expuso en el capítulo dedicado a los trastornos del pensamiento al va estrecha, especialmente la pareja o los hijos. Esta modalidad se
describir las obsesiones. Como hemos comentado en el apartado denomina TOC relacional y ha sido objeto de investigación especial
anterior, el TOC se caracteriza por dos síntomas nucleares: obsesio­ por el grupo de Doran (p. ej., Doran et al., 2012, 2014). Los conte­
nes y compulsiones. Las primeras son productos cognitivos, mientras nidos de estas obsesiones relacionales adquieren normalmente la
que las segundas se refieren a comportamientos (observables o encu­ forma de duda («lOuiero realmente a mi pareja7», «lEs correcta
biertos) cuya finalidad (y supuesta utilidad) es atenuar el malestar y mi relación con X 7»), pero pueden experimentarse de otros modos
la egodistonía que provocan las obsesiones: por esta razón, se suele (p. ej. «Cuando estoy con mi pareja, me asaltan pensamientos des­
afirmar que existe una relación funcional entre las obsesiones y las agradables sobre sus defectos, su inteligencia, su aspecto, etc. »
compulsiones. La idea de esa relación funcional fue defendida ini­ «Cuando miro a mi hijo jugando en el parque, sin querer, me asal­
cialmente por Hodgson y Rachman (1972) y más tarde por el grupo tan pensamientos de que no es guapo, o de que los demás hacen las
de Foa (p. ej., Foa, et al., 1985). Actualmente este planteamiento está cosas mejor que él, ... »l. En cuanto a las compulsiones asociadas, las

tanto en el DSM-5 como en la CIE- 1 1 (véase la Tabla 5.2).


presente en la caracterización clínica del TOC y, como tal, se recoge más habituales son las de comprobación. Se han propuesto diferen­
tes explicaciones del TOC en función de la modalidad predominante
Obsesiones

) ) Tabla 5.7. Principales contenidos de obsesiones


Como se explicó en el capítulo dedicado a los trastornos relaciona­
dos con el pensamiento, las obsesiones son una modalidad de pen­
samientos repetitivos que constituyen el síntoma nuclear del TOC. Se -.,

í
experimentan como pensamientos, pero también como imágenes, Agresión o daño hacia uno mismo o hacia otros.
como sensaciones, o como urgencias/apremios de hacer o decir
Comportamientos o actos sexuales no congruentes con lo deseado
algo. Sus contenidos son casi siempre desagradables, o inoportunos
o valorado como normativo por la persona.
en otros casos, y la persona los experimenta como intrusos y no
deseados, aunque reconoce perfectamente su origen, es decir, que Ideas en contra de los propios valores morales, éticos o religiosos.
no los vive como impuestos por algún agente o fuerza exterior, sino
como productos de su propia mente, lo que distingue con claridad Dudas de diversos tipos: existenciales, sobre las relaciones
estos productos mentales de otros como los delirios de control y de personales, sobre sí-mismo, religiosas, etc.
inserción de los pensamientos. Los esfuerzos por eliminar las obse­
Temores de contaminación y enfermedad (por contacto físico
siones del flujo normal de pensamientos resultan infructuosos, lo
o contaminación mentall.
que conlleva su reaparición en la consciencia de la persona que
acaba por considerarlos como incontrolables. Dependiendo de su Miedos sobre errores <y necesidad de comprobar).
contenido, del momento de aparición, y del grado de recurrencia, la
persona los considera, además, irracionales o absurdos: por ejem­ Búsqueda de orden o simetría.
plo, puede valorar que la limpieza o el orden son mejores que la
Pensamientos mágicos o supersticiosos.
suciedad y el desorden, pero la repetitividad de pensamientos sobre
suciedad o desorden, a pesar de los esfuerzos por mantener la lim­ Temor a desprenderse de objetos.
pieza y el orden en su entorno, se valora como absurda, excesiva
o irracional, al menos en algún momento del trastorno. En suma, Sensaciones de inacabado, incompleto, o de que «algo no está
todas estas características (intrusividad, recurrencia, inaceptabili- bien».

146
Capítulo s. Trastorno obsesivo-compulsivo y trastornos relacionados

de contenidos obsesivos, especialmente en el caso de la contamina­ sideren bien realizadas. Esas sensaciones parecen estar relacionadas
ción, que es una de las más prevalentes. de forma causal con los síntomas y, por lo tanto, no son un mero
La mayoría de las personas con TOC experimenta varias de epifenómeno de ellos. El «regreso» de las sensaciones de inacaba­
estas modalidades o contenidos, ya sea en un momento determi­ do janetianas a la escena psicológica se produjo inicialmente de
nado, ya a lo largo de la evolución del trastorno: por ejemplo, las la mano de Rasmussen y Eisen (1992) que propusieron un modelo
primeras obsesiones pueden ser de contaminación motivadas por explicativo de la psicopatología obsesiva basado en tres elementos:
el asco, para con el paso del tiempo incluir otros contenidos como la evaluación excesiva o anormal del riesgo, la duda patológica, y la
la necesidad de orden y simetría. En este sentido, los intentos por sensación de inacabado o incompleto. Desde esta perspectiva, plan­
establecer subtipos de TOC sobre la base de los contenidos obsesi­ tearon que las compulsiones llevadas a cabo por los pacientes con
vos predominantes en un momento dado han sido en general infruc­ TOC tendrían la finalidad de conseguir un estado de perfección y
tuosos, pues han dado lugar a escasa concordancia y acuerdo entre «completud». Según Summerfeldt (2004), mientras que la evitación
las diferentes investigaciones. Pero, sobre todo, la realidad clínica del daño se produce en otros trastornos en los que la ansiedad tiene
indica, como acabamos de decir, que la mayoría de las personas un papel predominante, la sensación de inacabado es única de los
con TOC experimenta, o ha experimentado, obsesiones de diferen­ fenómenos obsesivo-compulsivos. Las obsesiones relacionadas con
tes contenidos. Esta realidad clínica se evidencia también en las orden/simetría, magia y superstición, y las compulsiones de orden
investigaciones: por ejemplo, el estudio epidemiológico de Ruscio (y algunas de comprobación) estarían motivadas por las sensaciones
et al. (2010) indica que el 81 % de las personas con TOC tienen obse­ de inacabado.
siones de varios tipos, y Matsunaga et al. ( 2010) observaron que Una aproximación intermedio entre el enfoque de subtipos y
alrededor del 26 % de los pacientes no se pueden encuadrar en un el dimensional es la que plantearon Lee y su grupo (Lee y K won,
único subtipo o contenido obsesivo, ya sea porque presentan obse­ 2003; Lee y Telch, 2005; Lee et al., 2005) para diferenciar entre
siones de varias modalidades, ya porque sus obsesiones versan sobre dos grandes grupos de obsesiones, autógenas y reactivas, teniendo
contenidos muy idiosincrásicos. en cuenta un amplio conjunto de parámetros y no solo los conte­
Un enfoque distinto a la clasificación de las obsesiones en sub­ nidos (de las obsesiones y/o de las compulsiones) presentes en un
tipos es el que busca identificar cuáles son las dimensiones de sín­ momento dodo 1• Esta distinción, a diferencia con lo que sucede con
tomas que mejor capturan la diversidad de contenidos obsesivos y las basadas en subtipos, no excluye la posibilidad de que un mismo
en qué grado se manifiestan en un individuo particular. Según este paciente presente ambos conjuntos de contenidos obsesivos y, dadas
las repercusiones que uno y otro tienen de cara al tratamiento (i. e.,
planteamiento, un paciente puede ser caracterizado, por ejemplo,
como alguien cuyas obsesiones son predominantemente agresivas, mejor respuesto en el caso de las autógenas que en el de las reac­
tivas), es importante tenerla en consideración. Además, la distin­
pero también experimenta otras sobre contaminación, aunque en
ción entre ambos contenidos obsesivos
• se ha constatado también de
menor medida (i. e., con menor frecuencia, recurrencia, interferencia,
manera consistente en los estudios con población general y personas
etc.) y aun otras sobre orden y simetría con una frecuencia y malestar
con TOC que evalúan lo frecuencia de pensamientos intrusos desa­
asociado menores. Los instrumentos actuales para la evaluación de
gradables con contenidos obsesivos (p. ej., García-Soriano y Belloch,
las obsesiones siguen en general esta orientación y enfoque, como
2013, 2014; García-Soriano et al., 201 1).
se comentará en el apartado dedicado a ello. Además, la carac­
terización que hace la CIE- 1 1 del TOC apuesta claramente por la Por último, es necesario hacer referencia a un problema adi­
consideración dimensional de los síntomas y recalca la idea de que cional que puede surgir a la hora de caracterizar la presentación
los pacientes pueden presentar obsesiones de diversos contenidos. clínica de una persona con TOC: el de las denominadas «obsesiones
puras», es decir, sin compulsiones ni otras estrategias de neutra­
La caracterización dimensional de los contenidos obsesivos ha
lización asociadas a, o derivadas de, los contenidos obsesivos. Lo
dado lugar a la búsqueda de dimensiones etiológicas en las que
idea de este subtipo de TOC proviene de autores clásicos, como
agruparlos. Entre las diferentes propuestas destaca la que establece
Ingram (1961) o Lewis (1936), que describieron casos de personas con
dos causas motivadoras de síntomas: las relacionadas con evitar el
TOC sin compulsiones manifiestas y cuyas obsesiones versaban sobre
daño y las motivadas por la necesidad de conseguir o alcanzar un
estado de «estar completo o acabado» (completeness, en inglés)
temáticas de tipo religioso, inmoral, agresivo o sexual (es decir,
obsesiones de tipo autógeno, según la diferenciación en subtipos
(Summerfeldt et al., 201 4). En el primer grupo se incluirían sobre
o la que aludimos antes). Sin embargo, como afirma Clark (2020),
todo las obsesiones vinculadas con la necesidad o el impulso de
el término «puras» es inadecuado porque en la inmensa mayoría
evitar el riesgo o el daño que sugiere la obsesión, por pequeño o
de estos cosos las estrategias de neutralización son encubiertas: de
improbable que este pueda ser. Las obsesiones relacionadas con
hecho, en torno al 25 % de los pacientes con TOC utilizan sobre todo
agresión, conductas sexuales inadecuadas, actos inmorales, conta­
este tipo de estrategias (Clark y Guyitt, 2008), lo que tiene conse­
minación, y las compulsiones de lavado/limpieza y comprobación
cuencias desde el punto de vista clínico, como veremos en el apor­
serían ejemplos prototípicos de este grupo. Por su parte, la dimen­
tado siguiente. En definitiva, si bien la ausencia de compulsiones
sión de terminación o acabado, tiene sus raíces en la noción des­
manifiestas u observables tiene gran importancia clínica, la etiqueta
crita por Janet en su libro Les obsessions et la psychasténie (1903)
de «obsesiones puras» no se considera actualmente adecuada pues
sobre las sensaciones de inacabado o incompleto que muchos
puede llevar a errores de diagnóstico y tratamiento.
pacientes con TOC describen en relación, sobre todo, a sus com­
pulsiones. Estas sensaciones, internas y subjetivas, hacen referencia
a la vivencia de imperfección que tortura a muchos pacientes que La diferenciación entre estas dos modalidades de obsesiones y sus
se sienten incapaces de realizar «bien» sus acciones (i. e., compul­ implicaciones para la clínica del TOC los comentamos yo en el ca­
siones), o sienten que esas acciones no les producen la satisfacción pítulo sobre psicopatología del pensamiento de este manual, al que
que esperaban obtener con ellas, a pesar de que los demás las con- remitimos al lector interesado.

lti7
t Manual de psicopatología. Volumen z

Compulsiones y otras estrategias de neutralización y control Aunq_ue lo habitual es q_ue las estrategias de neutralización
estén ritualizadas, es decir, q_ue se realicen siempre del mismo o
Las compulsiones, entendidas como comportamientos repetitivos
parecido modo, en ocasiones no lo están (Abramowitz y Jacoby,
q_ue se llevan a cabo de manera más o menos ritualizada, forman
2014). Además, el mismo paciente no se da cuenta de q_ue muchas
parte de un conjunto más amplio de comportamientos, genérica­
de las cosas q_ue hace o dice diariamente, tienen la finalidad de
mente denominados «estrategias de neutralización», q_ue pueden
controlar la irrupción de las obsesiones y de sus temidas consecuen­
ser observables o encubiertos (i. e., no observables directamente).
cias en su vida. Esta es una de las razones por las q_ue el TOC es tan
Las personas con TOC llevan a cabo una amplia gama de estrate­
invasivo y devastador, hasta el punto de convertirse en una especie
gias de neutralización, incluyendo las compulsiones, para mane­
de estilo de vida q_ue Rachman y Hodgson (1980) calificaron como
jar, afrontar o atenuar el malestar emocional y la incertidumbre
«TOC a jornada completa».
q_ue provocan las obsesiones: por ejemplo, evitar, preguntar, rea­
segurarse, no pensar (intentarlo), etc. (Bocci y Gordon, 2007l. En La relación funcional entre obsesiones y compulsiones (o estra­
muchas ocasiones están directamente relacionadas con el conteni­ tegias de neutralización en general) se produce también, como vere­
do obsesivo (p. ej., lavarse o lavar como respuesta a obsesiones de mos después, en otros trastornos del espectro obsesivo-compulsivo,
contaminación), como ejemplifica el caso de Luisa antes descrito. muy especialmente en el trastorno dismórfico corporal y, en parte,
Pero en otros casos no lo están o, al menos, la relación no es tan en la hipocondría o ansiedad por la salud (q_ue, como ya hemos
evidente, como le sucedía a Ana, la primera de las pacientes q_ue dicho, el DSM-5 no incluye en el grupo de trastornos objeto de este
hemos descrito (p. ej., recitar, preguntar a alguien cualq_uier cosa, capítulo). No obstante, debido al, a menudo, largo recorrido del TOC
buscar ciertos números, fijar la atención en una luz e imaginar en el transcurso vital de los afectados, es posible q_ue con el tiempo
cómo aumenta o disminuye en intensidad, etc.>. Las estrategias y se diluya esa relación funcional, hasta el punto de q_ue la persona
compulsiones manifiestas más comunes son las de lavado o limpie­ afectada «simplemente» lleve a cabo, de manera más o menos
za, comprobación, orden y simetría, repetición, acumulación y bús­ ritualizada, una serie de estrategias y comportamientos (i. e., las
q_ueda de reaseguro. Sin embargo, entre las encubiertas la variedad compulsiones y otras estrategias de neutralización y control), cuya
es mucho mayor (se han descrito hasta 200 variantes) y, por tanto, finalidad es manejar la ansiedad y/o evitar q_ue irrumpan de nuevo
son muy idiosincrásicas. las obsesiones. Tener en cuenta este aspecto es importante, pues
La utilización de estrategias observables o encubiertas tiene un puede dar lugar a pensar q_ue la persona no tiene un TOC, sino, q_ui­
impacto desigual en las diferentes variables implicadas en el TOC. zá, otro trastorno (p. ej., de la esfera psicótica) o q_ue, simplemente,
Los pacientes q_ue utilizan más las estrategias encubiertas, compa­ tiene «manías».
rados con q_uienes las utilizan menos, experimentan más síntomas La aparente falta de relación funcional entre obsesiones y com­
emocionales negativos (culpa, tristeza, vergüenza) y con mayor pulsiones en algunos pacientes ha llevado a plantear la existencia
intensidad cuando experimentan obsesiones, lo q_ue se asocia a un de un subtipo de TOC: el de los «compulsivos puros». En reali­
mayor grado de egodistonía por los síntomas. Además, estos pacien­ dad, se trata de un supuesto q_ue tiene muy poco apoyo empírico.
tes interpretan peor, o más disfuncionalmente, sus obsesiones, lo Por ejemplo, en el estudio de campo q_ue se realizó sobre el TOC
q_ue aumenta todavía más la egodistonía y, como consecuencia de para el DSM-IV (Foa et al., 1995), menos del 1 % de los pacientes
todo ello, el trastorno produce una mayor interferencia en la vida tenía sobre todo compulsiones, según las puntuaciones obtenidas
cotidiana. Por el contrario, los pacientes q_ue sobre todo utilizan en el cuestionario-entrevista clínica más utilizado en la clínica,
estrategias observables, en comparación con q_uienes las utilizan la Yale-Brown Obsessive-Compulsive Scale (Y-BOCSJ. Un estudio
menos, experimentan mayores niveles de ansiedad cuando tienen retrospectivo más reciente (Leonard y Riemann, 2012) con más de
las obsesiones pero no les atribuyen un contenido ilógico, absurdo o 1.000 personas con TOC reveló q_ue el 94,4 % tenía tanto obsesiones
irracional («este pensamiento me avisa del peligro, me dice lo q_ue como compulsiones. Como indica Clark (2020) seguir manteniendo
debo hacer»). Por tanto, para estos pacientes, el contenido obsesivo la existencia de un subtipo de pacientes «compulsivos puros» es,
no resulta especialmente egodistónico, y lo más probable es q_ue la como mínimo, poco representativo de la realidad clínica. Además,
egodistonía por los síntomas esté más vinculada con la recurrencia es posible q_ue, en el caso de q_ue realmente exista este subgrupo
de las obsesiones q_ue con su contenido, porq_ue la reaparición de la de pacientes, se trate de personas q_ue se encuentran en estadios
obsesión es interpretada como una señal de q_ue «sigue habiendo previos del desarrollo del trastorno (como sucede, por ejemplo, en
peligro» por no «hacer bien» lo q_ue dicta el pensamiento. Desde los niños), o por el contrario, q_ue se encuentren en fases muy avan­
esta perspectiva, las compulsiones observables vinculadas con esos zadas del mismo (y, por tanto, realicen, como hemos comentado
contenidos obsesivos responden a la necesidad de asegurarse de antes, sus compulsiones como un modo de prevenir y/o impedir la
q_ue «hago bien lo q_ue me dice el pensamiento» hasta q_ue dis­ aparición de las obsesiones), o q_ue su comprensión del problema
minuyen la ansiedad y el malestar (Amir et al., 1997; Belloch et al., < insight) y de los síntomas sea muy precaria, incluyendo su capa­
2015; Purdon et al., 2011). Otro aspecto diferencial entre las compul­ cidad metacognitiva (como sucede, de nuevo, en los niños, q_ue
siones manifiestas y las encubiertas es su impacto en el tratamiento: tienen muchas dificultades para explicar las razones por las q_ue
q_uienes utilizan muchas estrategias encubiertas responden peor a llevan a cabo sus rituales). Hay q_ue decir, además, q_ue entre
los tratamientos y tienen más recaídas <Belloch et al., 2015). Este las características adicionales q_ue la CIE-11 plantea al describir
resultado puede deberse a las dificultades q_ue tienen los pacientes este trastorno, se incluye precisamente la idea de q_ue, en algunos
para darse cuenta y, por tanto, para comunicar el uso q_ue hacen de casos, especialmente en las primeras fases del desarrollo del TOC,
esas estrategias encubiertas. En consecuencia, en el proceso de eva­ las compulsiones pueden evidenciarse antes q_ue las obsesiones,
luación es imprescindible detectarlas con el fin de q_ue el paciente lo q_ue desde luego no significa q_ue existan «compulsivos puros»
adq_uiera consciencia de ellas y puedan ser por tanto incluidas en (como tampoco existen, como ya comentamos antes, «obsesivos
el tratamiento. puros»).

148
Capítulo s. Trastorno obsesivo-compulsivo y trastornos relacionados ,¡¡\ 11[

Por último, es importante señalar que las compulsiones no son de gravedad, en un rango que oscila entre menos de una hora al
las únicas estrategias de neutralización que llevan a cabo las per­ día (leve) y más de ocho horas cada día (extremo). Pero, además
sonas con TOC. Entre las más importantes destacaremos, en primer del tiempo, es necesario tener en consideración otros indicadores: el
lugar, la evitación, ya sea de forma activa o pasiva, de lugares, obje­ grado de interferencia que producen los síntomas en la vida diaria,
tos o personas que la persona afectada piensa que pueden activar el grado de malestar (consecuencias emocionales) que provocan los
sus obsesiones y sus compulsiones. Evitar es, pues, uno de los com­ síntomas, el grado de control que la persona es capaz de ejercer
portamientos habituales que se debe evaluar en todos los casos, ya sobre las obsesiones y las compulsiones (mayor gravedad cuanto
que representa uno de los principales motivos de aislamiento social menor es la capacidad de control) y el grado en el que la persona
y restricción de actividades para las personas con TOC, además de es capaz de resistirse a los síntomas (mayor gravedad cuanto menor
interferir significativamente con la recuperación. En segundo lugar, resistencia, es decir, cuando la persona cede por completo a las
los intentos activos, repetidos e infructuosos para suprimir las obse­ «exigencias» de los síntomas). Precisamente por el tiempo que con­
siones (i. e., intentar «no pensar» en ellas). La investigación sobre sume el TOC en la vida cotidiana de los pacientes, en muchas oca­
los intentos activos por parte de personas con TOC de suprimir sus siones es necesario planificar actividades alternativas y funcionales
obsesiones, de dejar de pensar en ellas, surge del trabajo de Weg­ que ocupen, de un modo adaptativo, el espacio vital que durante
ner et al. (1987). Desde entonces, aunque los resultados no siempre mucho tiempo ha ocupado el TOC en la vida de estas personas.
han sido coincidentes, la mayoría de los expertos considera que esos Otro aspecto fundamental es el nivel de ínsight que la persona
intentos de supresión son contraproducentes porque interfieren con tiene sobre sus síntomas. Tanto el DSM-5 como la CIE-11 incluyen la
la habituación normal a los pensamientos, sean o no desagradables evaluación de este aspecto entre los especificadores del trastorno
(Abramowitz et al., 2001; Belloch et al., 2004; Purdon y Clark, 2001l. (véase la Tabla 5.2). Como sucede en todos los trastornos menta­
De hecho, esta es una de las razones por las que desde hace tiempo les, valorar la capacidad de introspección del paciente sobre sus
se considera que el uso de estrategias de supresión como procedi­ síntomas, hasta qué punto se da cuenta de lo excesivo de sus com­
miento terapéutico en personas con TOC (i. e., técnicas como la de portamientos y/o de sus miedos, resulta fundamental de cara a la
«stop thinking») no solo son ineficaces, sino que, además, resultan planificación de los tratamientos y el pronóstico. La mayoría de las
contraproducentes y hasta nocivas. personas con TOC reconocen que sus obsesiones y miedos asociados
Un aspecto relacionado con la supresión es el de las estrategias son excesivos, pero al mismo tiempo temen que si no hacen algo
que se utilizan para conseguirla. Entre ellas destacan las siguien­ para controlarlos puede suceder algo grave. Por otro lado, el grado
tes: (al distracción (p. ej., involucrarse activamente en actividades de ínsíght fluctúa a lo largo de la evolución del trastorno y según
que requieran una cierta concentración o que resulten agradables); los contenidos obsesivos: por ejemplo, es menor en las obsesiones
(bl control social (p. ej., hablar con otras personas sobre las obse­ religiosas, agresivas y sexuales, probablemente porque estos conte­
siones, reasegurarse con otros, preguntar qué opinan, etc.l; (cl pre­ nidos son más amenazantes para la propia identidad de la persona
ocupación (p. ej., centrarse en otros pensamientos más «normales» y más contrarios a sus creencias y valores. En todo caso, se sabe que
que puedan ser objeto de preocupación para la persona: familiares, un ínsíght bajo se asocia con una mayor gravedad del trastorno,
de salud, laborales, etc.); (dl autocastigarse (p. ej., decirse ya bas­ mayor comorbilidad con otros problemas, mayor duración del TOC
ta, enfadarse con uno mismo por tener los pensamientos, etc.), y (i. e., cronicidad) y un inicio temprano de los síntomas (Alonso et al.,
(el revaloración (p. ej., retar o poner en cuestión la validez, la reali­ 2008; Catapano et al., 2010l. En aquellos casos en donde el grado
dad objetiva, o la utilidad de las obsesiones). de insight es muy escaso hasta el punto de que la persona puede
Aunque la mayoría de estas estrategias no son específicas o transmitir la idea de que realmente cree en la veracidad de sus
exclusivas del TOC (p. ej., también las utilizan personas con trastorno obsesiones, los límites con una creencia de tipo delirante pueden
de estrés postraumático, con insomnio grave, con hipocondría, con ser muy sutiles.
depresión o con trastornos de ansiedad), son en su mayor parte Por último, hay que mencionar un aspecto especialmente impor­
disfuncionales y, por lo tanto, mantienen e incrementan la gravedad tante si se quiere comprender la naturaleza del TOC y su persis­
del problema. Las más problemáticas para el TOC son las de auto­ tencia en el tiempo: las consecuencias que el paciente teme que
castigo y preocupación (p. ej., Abramowitz et al., 2003). Además, sucedan si no realiza sus compulsiones e ignora, por tanto, lo que le
el autocastigarse por tener obsesiones es la estrategia más carac­ «dictan» las obsesiones. Habitualmente se dice, no sin razón, que
terística de las personas con TOC y, por tanto, una firme candidata los pacientes realizan sus compulsiones para disminuir el malestar
a ser considerada como específica de este trastorno <Belloch et al., emocional (ansiedad, pero también asco, ira, tristeza, vergüenza,
2009b). Por último, ambas pueden producirse aun en ausencia de sensaciones de inacabado, o de que algo no está bien, etc.l que le
intentos activos de supresión, es decir, que pueden considerarse provocan las obsesiones. Muchos pacientes han experimentado crisis
como estrategias adicionales y, en parte, distintas a la supresión. de angustia extremadamente incapacitantes cuando han intenta­
do resistirse a las compulsiones, otros se han sentido invadidos por
Gravedad, insight, y consecuencias de las obsesiones ideas de muerte o suicidio, y otros han podido experimentar sínto­
y las compulsiones mas físicos desagradables (p. ej., vómitos, dolores musculares). Tener
Uno de los criterios importantes para valorar la gravedad del TOC en cuenta estas posibilidades es importante si se quiere entender
es la cantidad de tiempo que, diariamente, consumen o dedican las el problema y ayudar a la persona en el proceso de recuperación.
personas al trastorno. Tanto en la CIE- 11 como en el DSM-5, se esta­
b. Epidemiología
blece que el trastorno debe consumir un mínimo de una hora al día,
y en el instrumento más utilizado para evaluar la gravedad del tras­ Los datos sobre prevalencia vital estimada del TOC varían según
torno que mencionamos antes (Y-BOCSl el tiempo consumido con los estudios, debido sobre todo a diferencias metodológicas y a
las obsesiones y con las compulsiones es un marcador fundamental los criterios diagnósticos utilizados. Pese a todo, la mayor parte de

149
!m Manual de psicopatología. Volumen 2
.,

1
las publicaciones coinciden bastante en las cifras de prevalencia muchos pacientes experimentan una instauración gradual e insidiosa
vital, aunque la coincidencia es menor en la prevalencia anual: por de los síntomas, en otros se produce un inicio agudo, especialmente
ejemplo, en el estudio ECA <Epidemiologic Catchment Area; criterios cuando se manifiestan después de un acontecimiento o suceso de
DSM-IID, se ofrecía una tasa de prevalencia vital del 2,5 % (Karno naturaleza estresante, ya sea negativo o positivo (Lensi et al., 1996;
et al., 1988), cifra prácticamente igual a la del 2,3 % informada más Rachman y Hodgson, 1980l. De hecho, algunos expertos consideran
de 20 años después en el National Comorbidity Study Replication muy probable que los sucesos vitales estresantes jueguen un papel
(NCS-R; Ruscio et al., 2010). En cuanto a la prevalencia anual, las importante en el inicio y/o exacerbación del cuadro, afectando con­
cifras oscilan entre el 1,2 % (Ruscio et al., 2010) y el 0,7 % (Adam et siderablemente o su curso. En este sentido, se ha informado que
al., 2012). Tomados en conjunto, estos datos indican que el TOC es entre la mitad y un tercio de los pacientes informa de un suceso vital
un trastorno mucho más prevalente de lo que se estimaba hasta la significativo previo a la aparición de los síntomas. Entre esos sucesos
década de los setenta del siglo pasado. De hecho, según los autores se relatan la pérdida de un ser querido o problemas económicos
del estudio ECA, el TOC ocupa el cuarto lugar en cuanto a prevalen­ graves (Lensi et al., 1996). Los síntomas suelen comenzar coincidien­
cia de los trastornos mentales, precedido por la depresión, la ansie­ do con un período en la vida en el que aumenta la responsabilidad
dad social, y los trastornos debidos a abuso de sustancias y alcohol. personal: por ejemplo, comienzo de la vida laboral, matrimonio, y
Si, además, se examinan los datos desde la perspectiva de los algunos estudios han destacado la importancia de las experiencias
síntomas subclínicos o de la presencia de obsesiones y/o compul­ traumáticas fortuitas (de Silva y Marks, 1999; Rhéaume, et al., 1998)
siones sin un diagnóstico formal, las cifras aumentan considerable­ o de los sucesos vitales normativos, como el embarazo y el parto
mente. En el estudio NCS-R antes citado, el 28,8 % de las personas (Abramowitz, et al., 2003b). No obstante, aunque parece claro que
informaba haber experimentado obsesiones o compulsiones alguna ciertas circunstancias de la vida pueden aumentar la vulnerabilidad
vez en su vida, y en el de Adam et al. (2012) realizado en Alemania, a presentar un trastorno mental (sea un TOC o cualquier otro), es
el 4,5 % de la población había experimentado síntomas subclínicos importante tener en cuenta que la mayoría de los pacientes tiene
de TOC en el año precedente y el 8, 3 % sintomatología TOC clara. dificultades para identificar un desencadenante claro del problema,
Aunque es evidente que el TOC subclínico es menos grave y su curso quizá porque el inicio es gradual e insidioso, lo que puede haber
influido en las dificultades para encontrar evidencias convincen­
es menos deteriorante que el del trastorno clínico, la elevada pre­
tes acerca de la relación entre inicio del TOC y factores de riesgo
sencia de sintomatología sugestiva de TOC entre la población gene­
ambientales <Brander et al., 2016).
ral sugiere que un número significativo de personas es vulnerable
a padecer el trastorno o, como indican algunos autores, presenta En la mayoría de los casos, el TOC sigue un curso crónico, con
un elevado riesgo de padecer otros trastornos mentales y consumir distintas remisiones y exacerbaciones, como demuestra el estudio
recursos sanitarios (Adam et al., 2012; Ruscio et al., 2010l. de seguimiento a largo plazo (media de seguimiento de 47 años) de
Skoog y Skoog 0999). Según los sistemas oficiales de diagnóstico psi­
Por lo que se refiere a la incidencia del trastorno en función quiátrico solamente un 5 % de pacientes presenta un curso episódico,
del sexo, varios estudios informan de una incidencia ligeramente con síntomas mínimos o inexistentes entre episodios.
superior entre las mujeres (Kringlen et al., 2001; Rasmussen y Eisen,
1992). No obstante, en otros estudios se ofrecen datos sobre una Un aspecto importante que interfiere mucho con la evolución
mayor o menor incidencia en función del contenido o modalidad del trastorno es el tiempo que transcurre entre el inicio de los sínto­
obsesiva-compulsiva predominante: por ejemplo, hay más mujeres mas y el tratamiento, que normalmente depende de que el paciente
con obsesiones de contaminación y compulsiones asociadas de lim­ pida ayuda profesional. Los datos indican que únicamente entre el
pieza que hombres, y más hombres con obsesiones de tipo sexual y 34 % y el 40 % de las personas que cumplen criterios diagnósticos
mágico (Lensi et al., 1996; Rachman y Hodgson, 1980; Steketee, et para un TOC han recibido alguna vez en su vida tratamiento para
al., 1985), lo que sugiere que la temática obsesiva no está libre de este problema. Además, en comparación con el resto de los tras­
influencias socio-culturales. Los hombres suelen presentar un inicio tornos mentales, se encuentra en un punto medio en cuanto a la
más temprano que las mujeres y, en consecuencia, lo mismo ocurre probabilidad de que los afectados busquen activamente tratamiento
con la solicitud de iniciar tratamiento (p. ej., Lensi, et al., 1996). para el problema: por ejemplo, las personas que sufren depresión o
Asimismo, el TOC de inicio en la infancia es más frecuente en los trastornos por angustia suelen buscar ayuda con mayor rapidez y en
niños que en las niñas. mayor proporción que las personas con TOC <Del Valle et al., 2017).
En nuestro contexto <Belloch et al., 2009; Del Valle et al., 2017), el
c. Curso evolutivo y complicaciones asociadas tiempo que los pacientes esperan para buscar ayuda profesional
desde el inicio de los síntomas oscila entre dos y cinco años. Entre
El inicio del trastorno suele situarse en la adolescencia o principios las razones que aducen para explicar el retraso en solicitar ayuda
de la edad adulta. La mayor probabilidad para desarrollar un TOC profesional, destacan dos: ocultar los síntomas e intentar disimu­
aparece en la franja de edad entre los 1 8 y los 25 años (Karno et larlos por sentirse culpables (a causa de los síntomas) y creer que
al., 1988). En el 65 % de las ocasiones, el TOC se manifiesta antes de podrán llegar a mantenerlos bajo control o eliminarlos si se esfuer­
los 25 años y menos del 5 % de los pacientes informa de un inicio zan «lo suficiente».
posterior a los 40 años <Rasmussen y Eisen, 1992). Diversos estudios El TOC es un trastorno que interfiere intensa y significativamente
muestran, además, que un número sustancial de adultos informa de en el funcionamiento general del individuo y en las diversas áreas
síntomas significativos en la infancia o en la adolescencia temprana, de su vida (social, laboral, familiar... ). No obstante, también en este
y que los niños y adolescentes con un TOC grave tienden a experi­ aspecto existen amplias diferencias individuales. Como comentamos
mentar síntomas durante bastantes años después (Thomsen, 1995). antes, Rachman y Hodgson (1980) hablan de estilo de vida TOC a
Por lo que se refiere a cómo aparece el trastorno en la vida <<jornada completa» (con gran deterioro asociado) y a <<jornada
de los pacientes, no parece haber un patrón típico. Mientras que parcial» (con vidas relativamente productivas y satisfactorias). Pero,
150
Capítulo 5. Trastorno obsesivo-compulsivo y trastornos relacionados ,¡¡\ i�

en todo caso, e incluso en niveles de gravedad leve o moderada, habitual es que la depresión sea secundaria al TOC, debido a
todos los expertos coinciden en afirmar que el TOC conlleva un que este trastorno es «depresógeno» (p. ej., Rasmussen y Eisen,
importante grado de deterioro personal. Una revisión reciente sobre 1992; Rickelt et al., 2016). Sea o no así, lo cierto es que en la clí­
la calidad de vida de personas afectadas por TOC revela un deterio­ nica es muy frecuente observar una progresión de los síntomas
ro significativo en todas las áreas, en comparación con personas sin obsesivo-compulsivos a la depresión más que el patrón contra­
el trastorno (Coluccia et al., 2016). rio. Por otra parte, en algunos cuadros depresivos mayores, se
El trastorno tiene también un impacto notable en la vida de los detectan síntomas típicamente obsesivos, aunque con mucha
familiares y allegados del paciente. De hecho, uno de los problemas menor frecuencia que a la inversa. Según Anthony et al. (1998),
asociados al curso deteriorante de este trastorno es la acomoda­ cuando los síntomas obsesivo-compulsivos se inician con el cam­
ción familiar que se observa en muchos casos de las personas que bio de estado de ánimo, es bastante probable que se pueda
conviven con el paciente: acaban cediendo a sus peticiones (p. ej., descartar el TOC, especialmente si esos síntomas aparecen en
lavarse a menudo y de un determinado modo, no utilizar ciertas una época tardía de la vida y/o cuando desaparecen al recupe­
zonas, muebles u objetos, no traer amigos a casa, «obedecer» a rarse el paciente del episodio depresivo. Cabe señalar también
sus rituales, etc.l en aras de disminuir la conflictividad familiar, a que, en ocasiones, como indicaba Tallis (1995), la depresión
bien para que el paciente no entre en crisis, o bien bajo la creencia «enmascara» a un TOC subyacente: a veces el paciente acude
(infundada) de que, actuando conforme a las normas y exigencias a consulta relatando los síntomas depresivos, por considerar más
del paciente, este se dará cuenta de lo innecesario de sus compor­ «adecuado» consultar por ello que por el TOC o, simplemente,
tamientos y su estado mejorará. Una revisión metaanalítica de los porque los síntomas depresivos son más reconocibles. En todo
estudios publicados sobre el problema de la acomodación familiar caso, cuando se produce la comorbilidad TOC-Depresión, la
en el TOC concluye que esta se asocia con una mayar gravedad del gravedad del trastorno es mayor, empeora la calidad de vida y
trastorno, independientemente de la edad, el sexo, o la comorbili­ el deterioro funcional es significativamente más acusado que
dad <Wu et al., 2016). si no se produce esa asociación <Huppert et al., 2009; Rickelt
et al., 2016). Además, algunos estudios indican que la depre­
Por último, reci entemente se ha reconocido que el riesgo de
sión tiene un mayor impacto sobre las obsesiones que sobre las
suicidio en afectados por TOC es un problema significativo. Así al
2. TOC y trastornos de ansiedad. Los datos publicados indican
compulsiones (McNally et al., 2017).
menos lo indican los resultados de los estudios (Angelakis et al.,
2015; Brakoulias et al., 2017; Torres et al., 201 1), según los cuales
entre el 36 % y 63 % de pacientes informa de ideación suicida a lo tasas muy altas de comorbilidad entre el TOC y la mayoría de
largo de su vida y entre el 11 % y el 26 % ha llevado a cabo algún los trastornos de ansiedad. Considerando conjuntamente diver­
intento autolítico. Los contenidos obsesivos sexuales y religiosos sos estudios, podemos concluir que muchas personas con diag­
incrementan el riesgo suicida, así como la gravedad del propio tras­ nóstico principal de TOC experimentan trastornos de ansiedad.
torno y la comorbilidad con depresión. La fobia social es el más frecuente, seguida de la ansiedad
generalizada y las fobias específicas (p. ej., Brakoulias et al.,
d. Comorbilidad y diagnóstico diferencial 2017; Torres et al., 2006), con tasas en torno al 30-34 %. Los
resultados son menos concluyentes respecto al trastorno de
El TOC tiene unas tasas de comorbilidad extraordinariamente altas: pánico, aunque algunos estudios (p. ej., Adam et al., 2012) indi­
en algunos estudios se informa que entre el 50 % y el 75 % de los can que las crisis de pánico están presentes en cerca del 34 %
pacientes tienen al menos un trastorno adicional en el momento del
3. TOC y otros trastornos del espectro O-C. Una de las razones
de los pacientes.
diagnóstico, o lo han padecido en algún momento de su vida < Rus­
cio et al., 2010l. Además, se trata de una comorbilidad asimétrica,
que se ha argumentado para la nueva categoría de TOC y tras­
es decir, que la mayor parte de las personas con TOC tienen otro
tornos relacionados es la elevada tasa de comorbilidad con los
trastorno (especialmente, de la esfera ansiosa o la depresiva), pero
diferentes trastornos que se incluyen en la misma. Sin embargo,
la mayoría de los pacientes con un trastorno de ansiedad o una
los datos disponibles no avalan ese argumento, sobre todo si se
depresión no tienen, además, un TOC. La ordenación temporal de la
tienen en cuenta los datos de prevalencia de los trastornos de
comorbilidad difiere según el trastorno de que se trate: por ejemplo,
ansiedad y la depresión entre personas con TOC. En estudios con
los trastornos de ansiedad preceden a la aparición clara del TOC,
muestras de pacientes con TOC las cifras de comorbilidad vital
mientras que la depresión aparece después de que se instaure el
con el T DC oscilan entre el 8,7 y el 15 %, entre el 5,3 y el 11 %
TOC <Rickelt et al., 2016; Ruscio et al., 2010l.
con tricotilomanía, entre el 17 y el 31 % con excoriación, y entre
En cuanto al diagnóstico diferencial nos referiremos a continua­ el 7 y 11 % con acumulación <Bienvenu et al., 2012; Brakoulias et
ción a las entidades de las que resulta especialmente importante al., 2017; Chakraborty et al., 2012; Lochner et al., 2014; Torres
distinguir el TOC. Son las siguientes:
l. TOC y depresión. La ca-ocurrencia de un episodio depresivo
et al., 2016). No obstante, en individuos con un T DC de inicio
.. temprano, la tasa de TOC es considerablemente alto: entre el
31-35 % <Bjornsson et al., 2013). En consecuencia, con la excep­
mayor o de distimia en pacientes con TOC es francamente alta,
en un rango que oscila entre el 30 y el 50 % <Brakoulias et al., ción de la ca-ocurrencia entre TOC y TDC, los datos disponibles
2017; Lensi et al, 1996). Si se considera la prevalencia vital de no avalan la idea de que los trastornos incluidos en el espectro
la depresión en el TOC las tasas aumentan hasta un rango que O-C sean especialmente comórbidos, sobre todo si se comparan
oscila entre el 65 y el 8 0 % (Crino y Andrews, 1996; Rasmussen y como hemos dicho, con las cifras obtenidas en relación con los

4. TOC y trastornos del espectro de la psicosis. Hay evidencias


Eisen, 1992). En los muchos casos en que coexisten en el tiempo trastornos de ansiedad y los depresivos.
ambos trastornos, el problema principal consiste en dirimir cuál
es el primario. La mayoría de los expertos señalan que lo más de que un pequeño porcentaje de pacientes obsesivos, en torno

151
tt Manual de psicopatología. Volumen z

al 4,3 % en el estudio multicéntrico de Brakoulias et al. (2017), diferencial. Además, la presencia de tics y compulsiones puede
presentan síntomas psicóticos, especialmente relacionados con darse de manera conjunta en una misma persona: de hecho, la
insight pobre, o escasa resistencia a las obsesiones y las com­ historia de tics es un especificador del TOC en el DSM-5 (véase
pulsiones, una posibilidad que contempla la CIE- 11. Por tanto, la Tabla 5.2). En el caso de que concurran ambas condiciones,
en estos casos, lo más probable es que se trate de personas lo adecuado es aplicar ambos diagnósticos.
que no comprenden bien la naturaleza de sus síntomas y de 8. TOC y trastornos de la personalidad. La mayoría de las
' 1

la relación que existe entre sus obsesiones y sus compulsiones, publicaciones indican que gran parte de los pacientes con TOC
o que no sean capaces de expresarla. Además, existen pocas presenta algún trastorno de personalidad asociado, siendo los
evidencias que sugieran una especial relación entre ambos tras­ más frecuentes el dependiente, el evitativo y el histriónico <Baer
tornos <Tallis, 1995), destacando que es extremadamente raro y Jenike, 1992). Según el estudio de revisión de Summerfeldt
que se produzca una transición del TOC hacia la esquizofrenia. et al. (1998), los trastornos de personalidad más frecuentes en
Por otra parte, es mucho más común la presencio de síntomas individuos con TOC fueron el evitativo (30 %) y el dependiente
obsesivo-compulsivos en individuos diagnosticados de esquizo­ 00-20 %), seguidos por el histriónico (5-25 %) y el esquizotípico
frenia, que lo contrario. En cualquier caso, hay que recordar que (15 %), siendo el trastorno obsesivo-compulsivo de la personali­
el diagnóstico de un trastorno de la esfera psicótica requiere la dad <TPOC) menos prevalente de lo que quizás cabría esperar
presencia de más síntomas (positivos y/o negativos). En el caso (en torno al 6 %l. No obstante, estudios más recientes revelan
de que esos síntomas estén claramente presentes, o lo hayan que este trastorno es mucho más frecuente de lo que sugerían
estado en períodos anteriores recientes, la CIE- 11 sugiere valo­ los primeros trabajos: el metaanálisis de Friborg et al. (2013)
rar el diagnóstico de esquizofrenia en lugar de TOC. Por último,
como ya comentamos en el apartado dedicado al insight, en
sobre la prevalencia de los trastornos de la personalidad en las
algunos pacientes con un bajo nivel de insight sobre sus obse­
personas con trastornos de ansiedad (incluido el TOCl indica
..
siones y, como consecuencia, con un grado elevado de creencia
que el TPOC es el más frecuente entre personas con TOC. Estos
datos han sido reproducidos en otros trabajos (p. ej., Bulli et al.,
en la veracidad o realidad de las mismas, puede resultar difícil 2016) y en un estudio más reciente con más de 3.000 personas
delimitar si se trata de una ideación obsesiva o si, por el contra­ con TOC, la tasa de quienes tenían además un TPOC fue del
rio, se ajusta más a una ideación de tipo delirante. En general, 44,5 % <Brakoulias et al., 2017), cifra prácticamente idéntica a
las personas con delirios no llevan a cabo compulsiones ni otras la que encontraron Gordon et al. (2013).
estrategias de neutralización como consecuencia de los mismos,
mientras que, como ya vimos, la inmensa mayoría de las perso­ Estas elevadísimas cifras de comorbilidad entre el TOC y el TPOC
nas con obsesiones despliegan un a menudo amplio abanico de pueden deberse no tanto a la co-ocurrencia de síntomas, sino
comportamientos, manifiestos o encubiertos, para neutralizarlas a características o dimensiones de personalidad compartidas
o mantenerlas bajo control. entre personas con TOC y personas con TPOC. Samuels et al.
5. TOC y trastornos del espectro del autismo. En ocasiones
(2000) plantearon que el patrón característico del TPOC rela­
cionado con el orden, el perfeccionismo y el control mental e
los pensamientos y comportamientos repetitivos, ritualizados y interpersonal a expensas de la flexibilidad, la apertura y la efi­
estereotipados de las personas con TOC pueden ser indistingui­ ciencia se asocia con frecuencia al TOC. Tallis et al. (1996) obser­
bles de los que realizan algunas personas con autismo y trastor­ varon que, controlando el estado de ánimo y la ansiedad, se
nos relacionados. Sin embargo, en estas personas no se suelen producía una asociación significativa del TOC con rasgos obse­
observar obsesiones ni sus comportamientos se producen como
sivo-compulsivos y pasivo-agresivos de la personalidad. Así pues,
consecuencia de ellas. Además, el rango de intereses y activida­
es posible que, por un lado, ciertos aspectos de la personalidad
des, incluyendo las relaciones interpersonales, es muy limitado,
obsesiva pueden ser más relevantes para el TOC que otros: el
lo que no sucede en las personas con TOC.
6. TOC y trastorno de estrés postraumático <TEPT>. Muchas
perfeccionismo, rasgo característico del TPOC suele ser habitual
en personas con TOC en comparación con sujetos control sin
personas con TEPT experimentan pensamientos, imágenes, trastornos <Frost y Steketee, 1997). Pero también es posible que
y sensaciones repetitivas, intrusas y desagradables, es decir, los rasgos de personalidad que caracterizan el TPOC estén más
acontecimientos mentales que reúnen todas las características estrechamente vinculados con algunas clases de manifestación
de las obsesiones. Además, evitan lugares, actividades, obje­ clínica del TOC que otras. Por esta razón Coles et al. (2008)
tos, y personas, con la finalidad de impedir que aparezcan esos concluyen que las personas en las que co-ocurren TOC y TPOC
pensamientos que les provocan un enorme malestar emocional. representan un grupo específico de TOC caracterizado por un
Sin embargo, los contenidos de esos productos mentales están • inicio temprano de los síntomas, elevadas tasas de comorbilidad
claramente vinculados con el acontecimiento traumático que ha con trastornos de ansiedad, mayor frecuencia de algunos sínto­
dado lugar al TEPT, lo que diferencia este trastorno del TOC. No mas obsesivo-compulsivos y mayor deterioro funcional. En todo
obstante, en algunos caos, las personas con TEPT crónico pue­ caso, como sucede siempre que están presentes los trastornos
den desarrollar además un TOC que, como es natural, complica de la personalidad, su concurrencia con un TOC es un marcador
el curso del trastorno inicial y su tratamiento. de peor evolución y mayor resistencia al tratamiento (Keeley et
7. TOC y trastornos de tics (incluyendo el síndrome de Toure­
.. al., 2008; Thiel et al., 2013). Desde el punto de vista del diagnós­
tte). A diferencia de las compulsiones, los tics no tienen una tico diferencial entre un TOC y un TPOC, la CIE-11 indica que las
finalidad concreta y se circunscriben a grupos musculares personas con características de personalidad anancásticas (que
específicos. No obstante, algunos tics están precedidos, como es como denomina la OMS la personalidad O-Cl no informan
algunas compulsiones, por una sensación física de urgencia o de obsesiones ni se involucran en comportamientos compulsivos
necesidad' de hacer algo, que puede complicar el diagnóstico
. relacionados con ellas, pero que en el caso de que se cumplan

152
Capítulo 5. Trastorno obsesivo-compulsivo y t rastornos relacionados i"' �

criterios diagnósticos para ambos trastornos, hay que aplicar los reducir la ansiedad (i. e., condicionamiento instrumentall. En el TOC

9. TOC y abuso de sustancias. Algunos expertos han plantea­


dos diagnósticos. las respuestas de escape o evitación adquieren la forma de compul­
siones o rituales que se mantienen por su capacidad para reducir la
do que el TOC puede ser considerado como una modalidad de ansiedad (Foa et al., 1985). Por tanto, en las primeras formulaciones
«adicción comportamental», en el que la compulsividad juega que el conductismo ofreció sobre el TOC, el núcleo del razonamien­
un papel fundamental al igual que sucede en las adicciones, to se centraba en las compulsiones, cuya persistencia se explicaba
incluido el consumo de alcohol (i. e., Koob y Le Moal, 2005). apelando a su capacidad para disminuir la ansiedad que provocan
La compulsividad, tanto en el TOC como en las adicciones, las obsesiones. Por su parte, las obsesiones se conceptúan como
comparten un circuito neurológico que se caracteriza por un estímulos condicionados nocivos que han adquirido propiedades
deterioro en el procesamiento de la recompensa y del castigo ansiógenas por su asociación con un evento muy desagradable. En
ubicado en el cuerpo estriado ventral, una disminución de la definitiva, la explicación conductista sobre el TOC era una extensión
capacidad de autoregulación debida al funcionamiento ate­ de la ofrecida para explicar las fobias.
nuado de la región prefontral ventromedial, y a desequilibrios Por estas razones, el planteamiento conductista inicial se basaba
entre las áreas estriadas dorsal y frontal ( Figee et al., 2015l. en la denominada hipótesis de la reducción de la ansiedad, dirigida
Por su parte, la compulsividad, tal y como la define el DSM-5 fundamentalmente a explicar las compulsiones pero no las obse­
(i. e., sensación de urgencia, disminución del control voluntario, siones. Comoquiera que cualquier comportamiento que disminuya
repetitiva, etc., cuya finalidad es reducir el malestar), recuerda la ansiedad o el malestar emocional tiene efectos reforzantes, su
bastante a lo que sucede en una persona adicta a sustancias. En repetición en otros momentos en los que la persona sienta (o espere
consecuencia, el TOC y las adicciones tienen una fenomenología sentir) ansiedad está asegurada. Además, la compulsión protege a
muy parecida (Clark, 2020) y, por lo tanto, cabría esperar que la persona de la capacidad que tiene la obsesión de activar o pro­
las personas con TOC tuvieran un riesgo importante asociado vocar miedo, lo que lleva al individuo a entrar en un círculo vicioso
con el consumo de sustancias. en el que las obsesiones y las compulsiones se hacen cada vez más
Los datos sobre la asociación TOC-consumo de sustancias frecuentes (Eysenck y Rachman, 1965; Rachman y Hodgson, 1980).
son, no obstante, muy variables. En el estudio de Ruscio et al. Además, los rituales compulsivos <limpiar, comprobar, reasegurar­
(2010), un 24 % de pacientes con TOC presentaban comorbili­ se, etc.) persisten por el aprendizaje de evitación, que se produce
dad vital con alcoholismo y el 14 % con dependencia de drogas. cuando un comportamiento aprendido impide o previene que la per­
Sin embargo, otros trabajos ofrecen tasas mucho menores, que sona se enfrente :....o se exponga- a un estímulo (situación, objeto,
oscilan entre el 1 3,6 % para una prevalencia vital de consumo de persona o pensamiento) nocivo y/o productor de miedo.
cualquier sustancia ( Hofmeijer-Sevink et al., 2013), hasta solo el En suma, pues, esta hipótesis general explica el TOC como el
5, 1 % de consumo excesivo de alcohol y entre un 2, 1 y 3, 4 % de producto final de una combinación de diferentes procesos de apren­
dependencia de alcohol (Brakoulias, et al., 2017; Subramanian dizaje, según una secuencia similar a esta:
et al., 2012). Entre las conclusiones que se pueden extraer de
a. Las obsesiones son estímulos condicionados nocivos que provo­
los estudios publicados, resaltaremos las siguientes: (al el TOC
can malestar emocional, que se traduce en un aumento de la
activación o arousal. La cualidad de nocividad se ha adquirido
está más asociado con el consumo (o la dependencia) de alco­
hol que con otras sustancias; (bl las tasas de prevalencia de
por aprendizaje asociativo (i. e., asociación entre un pensamien­
consumo de sustancias son mayores en hombres que en mujeres;
to y un acontecimiento o suceso traumático o desagradable).
(el al contrario de lo que sucede cuando ca-ocurren el TOC y
Pero, además, la nocividad se explica apelando a los efectos
otro trastorno (p. ej., con la depresión), cuanto más grave es el
emocionales negativos que induce.
TOC menor es la probabilidad de que haya una historia vital de
consumo de alcohol <Cuzen et al., 2014). b. El aumento de activación (asociado al malestar emocional) es,
a su vez, desagradable y motiva el desarrollo de conductas diri­
e. Etiología: las causas del TOC gidas a disminuirlo: las compulsiones. Las compulsiones se con­
vierten, por tanto, en un procedimiento por el que la persona
En este apartado revisaremos las aportaciones de los dos modelos o
c. A corto plazo, las compulsiones reducen o alivian el malestar
consigue evitar (activa o pasivamente) el malestar.
enfoques psicológicos explicativos generales más influyentes sobre
el TOC en la actualidad: el conductual y el cognitivo. Esta selección,
y, por tanto, se refuerzan negativamente, vía condicionamiento
que forzosamente hemos de realizar en un texto como este, deja
instrumental.
de lado otras aportaciones valiosas que han proporcionado otros
modelos psicológicos (p. ej., las de autores relevantes del enfoque d. A medio plazo, las compulsiones impiden que la persona se
psicodinámico, como Janetl, así como otras explicaciones sobre habitúe al malestar provocado por las obsesiones y, por tanto,
formas o modalidades específicas de presentación clínica del tras­ que con el paso del tiempo se vaya atenuando el malestar has­
torno, o las importantes aportaciones procedentes de los estudios ta que desaparezca por completo.
neuropsicológicos y genéticos. En un intento por explicar también la persistencia de las obse­
(I) La explicación conductua/
siones y no solo la de las compulsiones (que es, como hemos dicho,
el aspecto en el que se centra sobre todo el modelo), Rachman
La explicación conductual del TOC se basa, fundamentalmente, < 1971) introdujo una hipótesis adicional especialmente importante
en la teoría bifactorial de Mowrer (p. ej., 1960) sobre el miedo y que será recogida después por los enfoques más centrados en la
la evitación. Según el modelo, las conductas de escape o evita­ cognición y en el procesamiento emocional que en el aprendizaje.
ción ante estímulos productores o inductores de miedo (como las La idea fundamental es que las obsesiones persisten por dos aspec­
obsesiones) son reforzadas negativamente por su capacidad para tos relacionados:

153
t �¡, Manual de psicopatología. Volumen 2

a. Porq_ue la persona fracasa en (o no consigue) habituarse a su cual los alteraciones emocionales van amortiguándose y disminu­
irrupción en el flujo normal de pensamientos. yendo en lo medido en q_ue otros experiencias y comportamientos
b. Porq_ue se ha producido un aumento de la sensibilización a los puedan desarrollarse sin interrupción» (Rachmon, 1980, p. Sil. Desde
productos cognitivos conscientes (i. e., los pensamientos). esto perspectivo, lo ansiedad, en tanto q_ue alteración emocional,
se mantendrá mientras no se haya producido un procesamiento
Este aumento de sensibilidad es, a su vez, originado por un completo de la emoción, y disminuirá cuando se hoyo conseguido
amplio conjunto de variables, entre las q_ue R achman destaca el elaborar (procesar) de forma satisfactoria.
estado de disforia en el q_ue se producen los obsesiones, los carac­ Entre los indicadores q_ue alertan sobre un deficiente procesa­
terísticas previos de personalidad (p. ej., introversión, rigidez, minu­ miento emocional, Rachman señaló aspectos y variables tan diversos
ciosidad, etc.), acontecimientos estresantes, activación (arousa/l como la persistencia de las obsesiones (su recurrenciol, las pesadi­
elevado, y percepción de falto de control sobre uno mismo y el llas, la expresión inadecuada de las propias emociones, o el regre­
entorno. Además, la concurrencia de comportamientos de evitación so del miedo. Pero más allá de las variables concretas, su plantea­
tanto activos (p. ej., rituales compulsivos) como pasivos (p. ej., evitar miento incidía sobre todo en q_ue la persona no había conseguido
objetos o situaciones q_ue puedan activar la obsesión), contribuyen procesar de manero adecuada su estado emocional ( incluyendo lo
decisivamente o q_ue la persona fracase en habituarse o la presencio ansiedad, obviamente) y esta era la clave para el mantenimiento del
de obsesiones, pero también a q_ue aumente su sensibilidad a ellas. problema, y no solo (o no principalmente) el hecho de q_ue las com­
En definitivo, lo q_ue Rochmon propuso es q_ue no es necesario q_ue pulsiones hubieran fracasado a lo hora de disminuir o eliminar ese
se hayo producido un acontecimiento traumático q_ue convierte los estado emocional (i. e., lo ansiedad provocada por las obsesiones).
pensamientos q_ue la persona tenga en ese momento en estímu­ Este planteamiento fue objeto de una mayor elaboración posterior
los condicionados nocivos, sino q_ue la concurrencia de un conjunto por Foa y Kozok (1986) y es lo base sobre la q_ue se asiento desde
diverso de variables explica q_ue ciertos pensamientos sean experi­ entonces el tratamiento del TOC q_ue cuento con mayor evidencia
mentados como desagradables y motiven intentos activos de neu­ científica: la exposición con prevención de la respuesta (EPRl. De
tralización, impidiendo así otros posibilidades como la habituación un modo ciertamente paradójico, ha sido precisamente el éxito
a esos pensamientos. de la EPR en el tratamiento del trastorno lo q_ue ha impulsado dos
Las primeros investigaciones proporcionaron un apoyo sustan­ de los actuales desarrollos del modelo conductisto sobre lo explica­
cial a lo hipótesis de la reducción de la ansiedad (para uno revi­ ción del TOC: la teoría del procesamiento emocional y la del apren­
sión, p. ej., R achman y Hodgson, 1980; R ochman y Shofran, 1998). dizaje inhibitorio.
Sin embargo, o medida q_ue progresó el conocimiento sobre el TOC Muy resumidamente, la teoría del procesamiento emocional
y se sucedían las investigaciones sobre las propuestas conductistas, plantea lo siguiente: el miedo, q_ue es la emoción básica sobre la
surgieron dudas y críticas sobre su utilidad para explicar adecuada­ q_ue asienta la ansiedad, está almacenado en una red de memoria
mente el trastorno. Siguiendo o Clark (2020l, los principales críticos q_ue incluye información sobre los estímulos q_ue lo provocan, los res­
son las siguientes: en primer lugar, hay pocos datos q_ue apoyen la puestas (verbales, fisiológicos y conductualesl q_ue suscita, además
idea de q_ue las obsesiones se hayan adq_uirido v ía asociación con de lo información sobre su significado, q_ue es lo q_ue conecta los
una experiencia traumático. Además, algunos contenidos obsesivos estímulos con las respuestos o q_ue estos dan lugar. Para conseguir
(p. ej., los relacionados con el orden) no se asocian con ansiedad, reducir el miedo, cualq_uier intervención terapéutica debe ser capaz
sino con otros variables como el perfeccionismo o las sensaciones de de activar esa red de memoria de manera q_ue puedo confrontarse
inacabado. Segundo, muchas compulsiones persisten a pesar de q_ue con (y acceder al información incompatible con la almacenada.
aumentan la ansiedad y causan unos niveles considerables de males­ Solo entonces la nueva información, una vez integrada en la red,
tar emocional. En tercer lugar, el contenido de los obsesiones no es será capaz de provocar un cambio emocional. Y solo entonces lo
siempre el mismo: muchos pacientes presentan diferentes conteni­ persono conseguirá habituarse al miedo (y o lo ansiedad) q_ue le
dos obsesivos o lo largo del tiempo y en un momento determinado. provoq_uen sus obsesiones, de modo q_ue dejará de ser el foco prin­
Además, los compulsiones no siempre se realizan poro disminuir lo cipal de su atención y, por tanto, dejará de realizar los compor­
ansiedad provocado por uno obsesión: en ocasiones se llevan o cabo tamientos (i. e., los compulsiones) q_ue hasta entonces hacía para
paro prevenir o impedir q_ue sucedo un acontecimiento negativo q_ue disminuir lo ansiedad. En consecuencia, es la habituación al miedo
lo persona ha imaginado o pensado q_ue podría ocurrir. Por último, (y a la ansiedad), y no tonto su extinción, lo q_ue persigue el tra­
reducir lo ansiedad no es siempre el criterio en el q_ue se baso lo tamiento de EPR. Desde el punto de vista de la explicación de las
persono poro dar por finalizados sus rituales: lograr lo sensación de causas del TOC, este planteamiento sugiere q_ue este trastorno se
acabado, o de q_ue «los cosos yo están como deben», es uno de los produce porq_ue ante un pensamiento (o impulso, sensación, o ima­
motivadores más importantes paro terminar los rituales. gen) inesperado y desagradable, se activan las redes de memoria
A estas críticos, hoy q_ue añadir otro más, planteado entre otros en las q_ue se almacena el miedo q_ue, a su vez, está conectado con
por Rochmon < 1980), o propósito de los' dificultades q_ue planteo ciertos comportamientos.
lo hipótesis conductisto poro explicar cómo es posible q_ue, tras Jocoby y Abromowitz (2016) criticaron este planteamiento por­
t

uno exposición repetido al estímulo nocivo <lo obsesión) sin q_ue q_ue sitúa el énfasis en lo habituación a lo ansiedad y, si esto fuero
se produzcan los consecuencias temidos (p. ej., contaminarse, o así, sería este proceso de habituación lo q_ue verdaderamente expli­
q_ue se hoyo producido lo agresión, etc.), lo ansiedad vuelvo o estar caría y podría predecir el éxito de lo EPR. Sin embargo, los datos
presente cuando retorno lo obsesión. Poro explicar esto paradojo, no avalan este supuesto de manero ineq_uívoca. Además, tampoco
Rochmon introdujo el concepto de procesamiento emocional como explica por q_ué, en muchos casos, se produce un retorno del miedo
explicación alternativo y/o complementario o lo hipótesis inicial de (y de lo ansiedad) incluso después de un entrenamiento satisfacto­
reducción de lo ansiedad. Lo definió como «un proceso según el rio en EPR. Para solucionar este problema, proponen incorporar a

15ij
Capítulo s. Trastorno obsesivo-compulsivo y trastornos relacionados " .:

la explicación los principios de la teoría del aprendizaje inhibito­ distinto, es el enfoq_ue centrado en la búsq_ueda de errores o déficits
rio <TA[), q_ue es una extensión del enfoq_ue del condicionamiento de razonamiento como elemento característico del TOC. En tercer
pavloviano. La TAI plantea q_ue la asociación inicial entre el esti­ lugar, cabe hablar también de un enfoq_ue más basado en déficits
...
mulo condicionado (ECl y el incondicionado (ED original, aprendi­ de procesamiento, vinculados a los procesos y funciones mentales
da durante el condicionamiento del miedo, no desaparece durante (atención, percepción, memoria, etc.>. Este apartado resume las
el proceso de extinción, sino q_ue permanece intacta mientras se aportaciones de estas tres perspectivas. Por otro lado, hay otro tipo
desarrolla un nuevo -y secundario- aprendizaje inhibitorio sobre el de aportaciones específicamente relacionadas con algunas modali­
EC-EI: específicamente, q_ue el EC ya no predice el El (Torrens-Ro­ dades o dimensiones de síntomas de TOC propuestas por diferentes
das et al., 2015). Aplicado al TOC, la persona con este trastorno ha autores (muy especialmente, Rachmanl, q_ue tienen implicaciones
aprendido a asociar un pensamiento desagradable con miedo y esa interesantes de cara a la evaluación y, sobre todo, al tratamiento. A
asociación permanece intacta en la red de memoria (por decirlo pesar de su indudable interés no las trataremos aq_uí en aras a ofre­
gráficamente, «no se borra» de la memoria), aunq_ue el tratamiento cer una perspectiva general sobre las aportaciones del paradigma
con EPR tenga éxito. Lo q_ue sucede en realidad con la EPR es q_ue la cognitivo a la comprensión del TOC.
persona ha aprendido a asociar ese pensamiento, q_ue sigue siendo
desagradable,
r con otras cosas diferentes al miedo: por ejemplo, q_ue Modelos basados en las valoraciones disfuncionales
no sucede nada malo por pensar en ello, q_ue nadie enferma porq_ue sobre los pensamientos intrusos
tenga un pensamiento de contaminación, o q_ue no ha agredido a
nadie, aunq_ue haya sentido el impulso de hacerlo. Es decir, se crea La irrupción del modelo cognitivo en psicopatología a finales de la
(se aprende) una nueva asociación no amenazante, en la q_ue el década de los sesenta del siglo pasado, siguiendo la estela de A. T.
miedo no está presente, y q_ue además es incompatible con la ante­ Beck, no tuvo prácticamente ningún impacto en la explicación del
rior. Desde esta perspectiva se plantea q_ue la eficacia de la EPR se TOC. Hubo q_ue esperar a la década de los ochenta para encontrar
debe al hecho de q_ue las nuevas asociaciones aprendidas inhiben dos publicaciones q_ue introdujeran el enfoq_ue cognitivo para abor­
o dificultan la accesibilidad a, y la recuperación de, la asociación dar este trastorno: el artículo de Rachman y Hogdson (1980) titulado
basada en el miedo q_ue se había aprendido antes. Por ejemplo, en Obsesiones y compulsiones, y pocos años después el de Salkovskis
el caso de las obsesiones de contaminación y las compulsiones de (1985) en el q_ue propone un análisis cognitivo-conductual del TOC.
lavado/limpieza, la antigua red de memoria sobre contaminación Como después veremos, ambos autores coinciden en algunos de
permanece intacta, pero se ha debilitado porq_ue la idea obsesiva los planteamientos nucleares del abordaje cognitivo. No obstante,
condicionada (contaminación) se asocia ahora con un nuevo El (p. otros expertos habían hecho ya aportaciones significativas a la con­
ej., «no sucede nada malo»). En suma, la EPR es eficaz porq_ue la ceptuación cognitiva del TOC. Ante las limitaciones de la hipótesis
persona aprende a tolerar el miedo, y no tanto porq_ue se habitúe conductista sobre la reducción de la ansiedad,
. '. Carr (1974) planteó
a tenerlo. q_ue, en el TOC, cualq_uier situación q_ue represente un daño o ame­
Para mejorar la eficacia del tratamiento, se proponen algunos naza potencial se traduce en un estado anormalmente elevado de
cambios en el modo habitual de dispensar el tratamiento (véase ansiedad porq_ue la persona adscribe a esa situación una exagerada
Craske et al., 2014; Torrens-Rodas et al., 2015), cuyo objetivo es probabilidad de ocurrencia. Las compulsiones se desarrollan para
maximizar la discrepancia entre las asociaciones basadas en el mie­ intentar disminuir la probabilidad de q_ue suceda la amenaza. Por
do durante la fase de adq_uisición del TOC y las nuevas asociaciones tanto, los síntomas obsesivo-compulsivos dependen de la valoración
no basadas en el miedo, q_ue la persona ha aprendido durante el subjetiva q_ue haga la persona sobre el riesgo o amenaza q_ue repre­
tratamiento de exposición. Cuanto mayor sea la discrepancia entre sentan los pensamientos obsesivos y, solo secundariamente, de la
la nueva y la antigua información aprendida y almacenada, más ansiedad q_ue provocan. Este enfoq_ue no explica, sin embargo, por
probable será q_ue las nuevas asociaciones inhibitorias adq_uiridas q_ué las personas evalúan como muy probable la amenaza o daño
durante el tratamiento de exposición inhiban y/o anulen la red de potencial de las obsesiones.
memoria del miedo. McFall y Wollesrheim (1979) complementaron el planteamien­
Los datos q_ue avalan estas reformulaciones del modelo con­ to de Carr, apoyándose en los planteamientos de Lazarus (1966).
ductista del TOC, q_ue como hemos dicho, se basan en el intento Añadieron un segundo proceso de valoración de la amenaza cen­
por explicar por q_ué la EPR es eficaz, no son todo lo positivos q_ue trado, en este caso, en la evaluación q_ue hace el propio individuo
cabría esperar, según las revisiones de expertos (Craske et al. (2014; de sí mismo como incapaz de afrontar la amenaza y, por tanto,
Jacoby y Abramowitz, 2016). No obstante, como ha señalado Clark muy vulnerable al daño. Según este planteamiento, las personas con
(2020), algunos de los aspectos centrales de las teorías del procesa­ TOC realizan un doble proceso de valoración disfuncional: el prime­
miento emocional y del aprendizaje inhibitorio son compatibles con ro focalizado en la amenaza en sí misma, es decir, en la obsesión
los planteamientos cognitivos sobre el trastorno. A ellos se dedica el (valoración primaria) y, el segundo, centrado en la autovaloración
apartado siguiente. de incapacidad para afrontar la amenaza (valoración secundaria).
Añadían, además, q_ue ambos procesos de valoración se producían
(2) La explicación cognitiva
merced a la activación de ciertas creencias disfuncionales precons­
Dentro del enfoq_ue cognitivo de la psicopatología hay varias pers­ cientes, como las de perfeccionismo <«es necesario hacer las cosas
pectivas diferentes q_ue se han revelado como particularmente perfectamente»), intolerancia a la incertidumbre, o catastrofismo.
importantes a la hora de explicar el TOC. La más conocida e inves­ Además, como los pacientes valoran q_ue no son capaces de afrontar
tigada es la q_ue se conoce como el modelo de las valoraciones el malestar de un modo realista, desarrollan rituales compulsivos
disfuncionales, q_ue es la q_ue abordaremos en primer lugar. Com­ para disminuirlo. Basándose en este enfoq_ue, los autores propusie­
plementario a esta orientación, pero adoptando un planteamiento ron utilizar estrategias de reestructuración cognitiva, basadas en la

155
...
PII Opttolo;f•. Vofum n 2

terapia racional-emotiva de Ellis, para modificar esas creencias y paciente, acerca de cuándo o cómo un determinado comportamien­
valoraciones disfuncionales. to o estrategia de neutralización está «terminado correctamente».
En el importante trabajo de Salkovskis (1985) al que aludimos La otra publicación a la que nos referimos al principio de
al principio, el autor criticaba abiertamente el planteamiento de este apartado (Rachman y Hogdson, 1980) representa, según Clark
McFall y Wollesrheim por su falta de elaboración y concreción, ade­ (2020), la piedra fundacional de la «revolución cognitiva» en la
más de por intentar establecer un puente entre los planteamientos explicación del TOC. Entre otras aportaciones fundamentales, des­
conductistas y los psicoanalíticos: entre otras cosas, criticaba el tacaremos las cuatro siguientes: (a) las personas sin ningún trastorno
énfasis de esos autores en conceptos como las cogniciones pre-cons­ experimentan pensamientos intrusos no deseados cuyos contenidos
cientes y las no conscientes sin ofrecer una operacionalización espe­ son similares a los de las obsesiones que tienen las personas con
cífica de tales conceptos o su «traducción» en términos de compor­ TOC; (b) el problema del TOC radica en que cuando las personas
tamientos o de cogniciones, además de la ausencia de concreción con el trastorno tienen ese tipo de pensamientos, les atribuyen un
y de especificidad para el TOC de las valoraciones primarias y las significado amenazante y revelador de su «auténtico yo»; (c) los
secundarias. Aunque estas críticas estaban bien fundamentadas lo esfuerzos por neutralizar esos pensamientos y los comportamien­
cierto es que, con el paso del tiempo, algunos de los conceptos tos de evitación asociados son fundamentales para que persistan
centrales de McFall y Wollersheim sobre el papel de las creencias las obsesiones; (d) las personas con obsesiones se caracterizan por
disfuncionales en la génesis y el mantenimiento del trastorno iban a poseer un escaso control sobre sus productos mentales (i. e., los
adquirir una importancia nuclear en el enfoque cognitivo del tras­ pensamientos).
torno, incluido el del propio Salkovskis. Una premisa inicial de su A partir de estos planteamientos surge, como hemos dicho, el
planteamiento era la de que el pensamiento obsesivo tiene su origen modelo cognitivo actual del TOC y, como es natural, las investi­
en los pensamientos intrusos normales que experimentan muchas gaciones dirigidas a verificar sus postulados. Como veremos, este
personas. La escalada desde un pensamiento intruso normal has­ enfoque sobre el trastorno tiene muchas similitudes con los modelos
ta una obsesión clínica se produce cuando el individuo evalúa ese explicativos del trastorno de pánico desarrollado por Clark 0986) y,
pensamiento como significativo, en el sentido de que se siente res­
ponsable bien de las consecuencias nocivas que puede tener (para
en esencia, se basa en las teorías de la valoración según las cuales
el elemento característico de cualquier alteración emocional es la
sí mismo o para terceros), bien de impedir que suceda o se haga evaluación subjetiva, o la valoración, que realiza una persona sobre
realidad. Las consecuencias de ese pensamiento pueden tener lugar el significado que para ella tiene un determinado evento, estímulo,
en el mundo real u objetivo o en el contexto de la moralidad o la o situación (Scherer, 1999). En psicopatología, estas teorías se cen­
ética (Salkovskis, 1999). tran en los sesgos de procesamiento que se producen tanto en los
En un trabajo posterior (Salkovskis y Wahl, 2003), situará las contenidos como en la forma que adquieren los productos cognitivos
valoraciones de responsabilidad excesiva en la mera ocurrencia (i. e., pensamientos, imágenes, conductas, etc.> en sí mismos para
del pensamiento o en su contenido. Por ejemplo, la persona puede explicar la etiología y la persistencia de los síntomas. Aunque esta
interpretar erróneamente que su fracaso en disminuir la irrupción teoría general ha sido objeto de diversas críticas (p. ej., MacLeod,
constante de obsesiones en su flujo de pensamientos es un indica­ 1993), también ha sido defendida por su validez y por los muchos
dor de que no es capaz de controlarse y de que, por tanto, será el datos disponibles acerca de ella, entre ellos su significativa contri­
responsable de algún acto terrible. En este caso, la valoración de bución a la mejora de los tratamientos de distintos trastornos, entre
responsabilidad es independiente del contenido obsesivo, porque se los que sin duda se encuentra el TOC (McNally, 2001>.
centra en la incapacidad personal para controlar la frecuencia de Desde estos modelos se postula que las personas con TOC se
los propios pensamientos desagradables. Pero en el caso de que caracterizan, ante todo, por una reacción de miedo desproporciona­
el contenido de la obsesión sugiera un comportamiento concreto da ante algunos de sus pensamientos intrusos con temática obsesiva
(p. ej., agredir, contaminar), entonces la persona es responsable de (PIOl, que se consideran los análogos normales de las obsesiones
impedir que suceda, independientemente de lo frecuente que sea la clínicas y que se conceptúan como los auténticos precursores de
obsesión. En suma, desde su primera formulación, Salkovskis postuló estas2. La pregunta a responder es, entonces, por qué ante un pen­
que las valoraciones inadecuadas y erróneas de responsabilidad en samiento que es normal (aunque sea desagradable, no deseado,
relación con el daño asociado al pensamiento (su frecuencia y no no esperado, etc.> y experimentado por la inmensa mayoría de la
poder controlarla, o su contenido) eran específicas del TOC. Los gente, en una pequeña proporción de personas esos pensamientos
cambios en el estado de ánimo (malestar, culpa, ansiedad, tristeza) se «convierten» en un problema clínico grave como es el TOC. La
que se observan asociados a las obsesiones surgen, por tanto, de respuesta que ofrece el enfoque cognitivo es, en síntesis, la siguien­
las interpretaciones erróneas de responsabilidad (Salkovskis, 1999). te: las reacciones extremas de ansiedad que experimentan algunas
Las estrategias cognitivas y comportamentales de neutraliza­ personas ante un pensamiento se producen porque realiza una valo­
ción son, a su vez, inadecuadas, ineficaces y contraproducentes ración o interpretación inadecuada de sus PIO <valoración disfun­
por varias razones, entre ellas: (a) porque fortalecen las creencias cional primaria). Una vez producida esta valoración, que siempre es
previas sobre responsabilidad haciendo que la persona se preocupe negativa o inadecuada, el individuo se embarca en intentos activos
todavía más por la reaparición de la obsesión (o por su conteni­ de control y/o supresión de esos PIO. En consecuencia, los intentos
do), y (b) porque el individuo vulnerable a TOC maneja criterios no por controlar, afrontar, o manejar las obsesiones, son secundarios
realistas acerca de cuándo un comportamiento ha sido eficaz para
detener la obsesión o impedir que reaparezca. En un trabajo pos­
terior (Wahl et al., 2008) amplía este segundo aspecto al incluir en 2 Remitimos al lector al capítulo sobre trastornos del pensamiento del
su explicación la noción de «inacabado» que, como ya explicamos, primer volumen, en el que se explica con mas detalle en qué consis­
remite a criterios subjetivos, internos, difíciles de explicar por el ten los PIO y los datos sobre su universalidad.

156
celetenino Capítulo s. Trastorno obsesivo-compulsivo y trastornos relacionados ,;11 ,i¡•

a, y dependen de, la valoración negativa que el paciente hace de tes, o intentará «pensar» en otros cosas diferentes que le alejen

6. Estas «estrategias de afrontamiento» ante la intrusión resultan


su aparicíón, de su contenido, o de ambas cosas. Por supuesto, de la idea temida, entre otros posibles acciones.
estos modelos asumen también que una vez se ponen en marcha
los mecanismos de neutralización, estos contribuyen a mantener el eficaces a corto plazo, puesto que, en efecto, la persona con­
problema por refuerzo negatívo, tal como establecieron ya los pos­ sigue «alejar» de su mente las intrusiones desagradables que
tulados conductuales. iniciaron el proceso, lo que no solo atenúa su malestar, sino
Paro explicar esta escalada desde los pensamientos intrusos a que además incrementa su sensación subjetiva de que es capaz
los cuadros obsesivos, según esta perspectiva, es necesario cono­ de controlar sus pensamientos y su conducta. Este efecto positi­
cer las creencias disfuncionales que las personas tienen sobre sus vo se debe, entre otros cosas, a la imposibilidad que la mayoría
pensamientos en general, puesto que son estas creencias las que de las personas tenemos de «hacer dos cosas a la vez», es
favorecen que se hagan interpretaciones y valoraciones inadecua­ decir, de mantener un buen nivel de atención consciente en dos
das de los pensamientos intrusos, dado que estos se experimentan, actividades simultáneas que, además, se valoran como incom­

7. Sin embargo, a medio plazo estos esfuerzos de control resultan


además, en contra de los propios deseos o voluntad. De este modo, patibles.
se entiende que las obsesiones tienen su origen en pensamientos
intrusos normales, que si fueron valorados adecuadamente (p. ej.: infructuosos por dos rozones básicas: la primera, por la impo­
«Qué roro que se me haya ocurrido esto, pero no tiene importan­ sibilidad de mantener un elevado nivel de atención consciente
cia»), no adquirirían relevancia posterior. En el caso de evaluarse durante un período prolongado de tiempo en una sola actividad;
de forma sesgada, se generará una reacción emocional más intensa la segunda, porque es prácticamente imposible detener el flujo
y por tanto una mayor implicación en comportamientos de neutra­
8. En consecuencia, es muy probable que la intrusión reaparezca
de nuestros pensamientos.
lización, de modo que se establece un círculo vicioso que lleva a

a convertirse en un TOC. En la Figura 5.1. se ejemplifica este modelo


que el problema vaya progresivamente aumentando hasta llegar y se reinicie el ciclo de nuevo: esto es lo que se conoce como
«efecto rebote» de los pensamientos que se intentan controlar

l.
en su formulación más sencilla, siguiendo esta secuencia.
9. Pero en esta «segunda» ocasión (representado en la Figura 5.1
y/o suprimir.
Bajo determinadas circunstancias personales (estados de áni­
mo negativos, tales como tristeza, preocupación, estrés, ansie­ por líneas de puntos) es muy probable que la persona se sienta
dad, etc.) y/o situaciones o experiencias vitales amenazantes más alarmada que la primera vez, porque aquella intrusión que
o problemáticas (enfermedades familiares, discusiones, aconte­ creía haber controlado y que, sin embargo, reaparece de nuevo
cimientos vitales desagradables o problemáticos, etc.>, es muy en su flujo de pensamientos, captura más capacidad o volumen

2. Experimentar intrusiones mentales desagradables, en forma de


habitual de atención consciente: es decir, aumenta su saliencia, o resulta
más llamativa porque, por ejemplo, a la valoración negativa ini­
pensamientos, imágenes, o impulsos a actuar, con contenidos cial se suma ahora la interpretación de que se ha fracasado en
análogos a los de las obsesiones clínicas (de agresión, de com­ el proceso de control anterior.
portamientos moral o éticamente rechazables, dudas sobre la 10. El efecto sumativo a lo largo del tiempo de estos micro-proce­
propia capacidad o rendimiento, miedos a padecer enfermeda­ sos (malestar - valoración negativa - esfuerzos de control y/o

3. Estas intrusiones o PIO pueden inducir un estado valorativo


des o a sufrir desgracias, etc.). estrategias de afrontamiento - fracasos de control) acaban por
aumentar la frecuencia de apariciones y re-apariciones de la
sobre su aparición y/o su contenido («lPor qué estoy pensan­ intrusión inicial, que acaba finalmente convirtiéndose así en una

veces se repita el ciclo (líneas punteadas de la Figura 5.ll, más


do en esto?», «lQué significa esto?»l. Este proceso valorotivo obsesión clínicamente significativa. En definitiva, cuantas más
está bajo la influencia de creencias nuclearse relacionadas con
los pensamientos y la necesidad de controlarlos. Si el proceso aumentan las probabilidades de que aquello que inicialmente
evaluativo es aceptado en sí mismo como válido y por lo tanto ero una simple idea molesta, inoportuna, o desagradable, aca­
prosigue, aumentan las posibilidades de que su resultado final be por convertirse en una obsesión y el paciente se encuentre
sea negativo («Si lo pienso es que puede suceder», «Este pen­ atropado en un círculo vicioso del que no consigue salir.
samiento me está avisando de algo», «lY si lo que pienso es Según este planteamiento, las valoraciones o interpretaciones
verdad7»l.
inadecuadas de los pensamientos intrusos desagradables se ubi­
IJ. Como consecuencia del proceso de valoración, el malestar emo­ can en el primer momento de la instauración del ciclo obsesivo,
cional inicial provocado por la irrupción de la intrusión aumenta. mientras que las estrategias de afrontamiento (neutralización, com­
5. Si ese malestar resulta intolerable, motivará el inicio de com­ pulsiones, etc.> se conciben como una consecuencia prácticamente
portamientos activos (manifiestos o encubiertos) dirigidos a inevitable de aquellas. Los diversos enfoques enmarcados en este
atenuarlo. Por tanto, estos comportamientos actúan de forma modelo cognitivo general coinciden en otorgar un papel nuclear a
similar a como lo hacen las estrategias de afrontamiento disfun­ ciertas creencias y valoraciones disfuncionales sobre los pensamien­
cionales ante el estrés, que en este caso estaría generado por la tos intrusos no deseados, creencias que están en la base de las valo­
intrusión. Así, por ejemplo, la persona puede preguntar a otros raciones primarias disfuncionales que la persona realiza sobre esos
sobre si «eso» que piensa lo ha hecho o puede hacerlo, o se pensamientos. La principal diferencia entre unos y otros enfoques
esforzará por evitar la posibilidad de agredir o hacer daño a radica en el tipo de creencias que se postulan como importantes y/o
otros o a sí mismo, o comprobará todo lo que esté a su alcance necesarias paro que se inicie el ciclo.
paro asegurarse de que en realidad no sucederá lo que piensa y Como ya hemos dicho, Salkovskis y su grupo, afirman que los
teme, o se involucrará en realizar tareas que resulten absorben- pensamientos intrusos aumentan en frecuencia e intensidad cuan-

157
'1/11 Manual de p sicopatología. Volumen 2

Estímulos, situaciones, o acontecimientos 1 Estados de ánimo alterados


vitales negativos desencadenantes (ansiedad, tristeza, ira .. .l

; - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -► 2. Intrusión mental Creencias


' ,·········•························· ►
no deseada, desagradable disfuncionales sabre
' ' los pensamientos
1 '
8. Efecto «rebote» '' ''
f l
!. 9. 1 AUMENTAN LA SALIEt)ICJA .· ¡............... , :
:' ' :F.
' ;l , JJ, \· - - · - - · - - - · · •

7. Fracaso/imposibilidad
i'. · •,., ' v u MOl.'.ESTI' A ' 'i .--'-t�•��- --- �--
�..____ ·,- .----.....,.,..•.¡-«
' '',---------:,.-··:L,•· .rr . -�' 3. Valoraciones negativas o

..
en mantener la conducta de :
neutralización/supresión disfuncionales (catastrofistas)
'

6. Disminuye el malestar
�- )" ' '
emocional y aumenta
f l
la sensación de autocontrol OBSESIÓN

f.
4. Aumento del malestar
emocional inicial
+
·-------------------------
----------------
S. Estrategias de afrontamiento
del malestar (neutralización,
,...........................: •• .
◄- - - - - - - - - - - - - - - - -�
compulsiones, evitación) J

) ) Figura s.1. Modelo cognitivo general del TOC basado e n las valoraciones y creencias disfuncionales.

do ante su presencio se activan creencias disfuncionales sobre la caso, esa limpieza se llevará a cabo hasta que se consiga eliminar
responsabilidad de causar daño: por ejemplo, «Si pienso que pue­ (controlar, neutralizar) el pensamiento. Clark (2004) añade un ele­
do contaminar la nevero con los gérmenes que puedo haber en mento interesante al modelo general: las valoraciones secundarias
los alimentos que acabo de comprar, y no hago nada por evitar o de las intrusiones. Se trata de un constructo similar al que, con el
impedir la contaminación, seré responsable de cualquier enferme­ mismo nombre, introdujeron Lazarus y Folkman (1984) para distin­
dad que pueda contraer mi familia». Por tanto, los comportamien­ guir entre la valoración que inicialmente se realiza ante un estímulo
tos de neutralización y control que se pongan en marcha una vez estresante (en nuestro caso, el PIO) y la que se realiza tras la puesta
experimentado el pensamiento serán consecuencia directa de que en marcha de estrategias de afrontamiento acerca de su eficacia.
lo persona asume que es responsable de cualquier acontecimiento Según Clark, las valoraciones secundarias lo son acerca del control
relacionado con el contenido del pensamiento o con su recurrencia. de las obsesiones, y hacen referencia a la importancia y consecuen·
En el ejemplo que se acaba de poner, una consecuencia habitual es cias percibidas del fracaso en dicho control, que puede ser valorado
que la persona inicie diversos comportamientos de lavado y limpieza de manera adaptativa o desadaptada. Esto último daría lugar a
(las bolsas de la compro, sus manos, sus ropas, los lugares por los esfuerzos adicionales (e infructuosos) de control, que incrementa­
que ha transitado en su casa con las bolsas, etc.). rían el problema, ya que la persona con TOC está preocupada no
solo por las obsesiones y su control, sino por las consecuencias de
Por su parte, Clark y Purdon (1993) abogan por prestar una espe­ no poder controlarlas completamente. Las valoraciones secundarias
cial atención a la importancia que poseen las creencias disfuncio­ desadaptadas o disfuncionales tendrían contenidos semejantes a las
nales sobre la importancia de los pensamientos en sí mismos y la primarias, pero harían referencia directa al fracaso en la supresión.
necesidad de conseguir controlarlos: por ejemplo, «Si pienso que Por ejemplo, el paciente TOC podría: (1) interpretar dicho fraca­
la nevero puede contaminarse con los gérmenes que pueda haber so como indicador de un significado personal; (2) valorarlo como
en los alimentos que acabo de comprar, es importante que preste amenazante; (3) incrementar las valoraciones de responsabilidad
atención al pensamiento y que consiga controlarlo». La forma típi­ como consecuencia de dicho fracaso, y (4) realizar interpretaciones
ca de controlar un pensamiento de contaminación o suciedad como inadecuadas sobre la incontrolabilidad de los pensamientos, seme­
el del ejemplo es prácticamente idéntica a si la creencia fuero de jantes a la fusión pensamiento-acción. Existen algunas evidencias,
responsabilidad. Por tanto, es muy posible que la persona se embar­ provenientes sobre todo de los propios autores (p. ej., Purdon et al.,
que en una secuencia más o menos compleja de limpieza y lavado. 2005), de que las personas con TOC son más propensas a realizar
La diferencia con la explicación de Salkovskis radico en que, en este estas interpretaciones sobre el fracaso de control que aquellas sin

158
Capítulo s. Trastorno obsesivo-compulsivo y trastornos relacionados

trastornos, lo que, j unto a las claras implicaciones terapéuticas del un individuo mantiene creencias disfuncionales o inadecuadas sobre
modelo, hace que esta aportación resulte prometedora. la nat uraleza de sus productos mentales, a umenta su predisposi­
En cuanto a Rachman (1997, 1998), pone el énfasis en el signifi­ ción a valorar de una forma asimismo inadecuada el mero hecho
cado personal que se concede a estos pensamientos: «Si pienso que de tener determinados pensamientos, y a partir de aquí, a poner
puedo contaminar la nevera con los gérmenes que pueda haber en en marcha una serie de estrategias (de nuevo inadecuadas) para
los alimentos que acabo de comprar, significa que es muy posible controlarlos.
que eso ocurra de v erdad»
·• o «..., significa que debo hacer caso En 1996 se constituyó un grupo de trabajo internacional formado
a mis pensamientos» o « ..., significa que no soy lo bastante cui­ por investigadores y clínicos expertos en el TOC y en psicopatología
..
dadoso con las cosas». De nuevo en este ejemplo es muy posible cognitiva bajo la denominación Obsessive Compulsive Cognitions
que la consecuencia de esta valoración disfuncional sea la misma Working Group (OCCWG), , liderado por Gail Steketee y Randy O.
que en los ejemplos anteriores (limpiar, lavar, etc.>, pero el matiz Frost. El objetivo del grupo f ue examinar las aportaciones dispersas

diferente radica en la a utoreferencia de los pensamientos: o bien que muchos de los componentes del grupo estaban realizando a la
se interpretan como una especie de aviso o señal de algún aspecto comprensión y manejo del TOC (5. Rachman, P. Salkovskis y D. Clark,
negativo de la propia personalidad, o bien se les otorga una credi­ entre ellos), con el fin de hallar las claves comunes y los puntos de
bilidad exagerada simplemente por el hecho de que aparecen en encuentro que permitieran avanzar realmente en el tratamiento psi­
la propia mente. J unto a ello, Rachman (1998, 2003) introduce un cológico de las personas con este trastorno. Su primera aportación
aspecto importante: las personas con TOC interpretan las sensacio­ fue consensuar las áreas de creencias que, según su propia expe­
nes físicas de la ansiedad (p. ej., sudoración, rubor, temblores, etc.) riencia clínica y sus investigaciones, podrían estar implicadas en la
que pueden experimentar ante un pensamiento desagradable como génesis del TOC, y considerar que todas ellas, y no solo algunas de
indicadoras de pérdida de control personal, es decir, las interpre­ forma aislada, podían tener implicaciones en el origen y manteni­
tan de un modo disf uncional. Esta interpretación ref uerza la idea miento del trastorno. Además, se asumió desde el inicio que, como
de que el pensamiento y sus posibles consecuencias negativas eran cualquier otra creencia, debían ser tratadas en términos dimensio­
importantes. nales: es decir, según un continuo de intensidad de adscripción, que
Estos tres enfoques forman parte, como se ha dicho, del modelo puede variar de unas personas a otras y, probablemente también de
cognitivo centrado en las valoraciones disfuncionales. Pero no debe unos pensamientos a otros, incluso en un mismo individuo. Una vez
olvidarse que, aunque se enfaticen los componentes cognitivos en la consensuadas cuáles podían ser estas creencias, se comenzó a dise­
génesis y mantenimiento del problema, ninguno de ellos obvia la idea ñar investigaciones específicas con el fin de analizar las evidencias
de que el segundo factor f undamental para que se produzca final­ que realmente podían apoyar cada una de ellas.
mente el problema consiste en la puesta en marcha de un conj unto Por lo demás, todos los miembros del grupo estaban de acuerdo
muy variado de estrategias de afrontamiento ineficaces y contrapro­ en asumir <y, por tanto, en someter a investigación empírica) los

ducentes, que la persona utiliza para manejar el malestar generado postulados básicos del modelo cognitivo del TOC tal y como se ha
por la intr usión primero, y por la valoración negativa de la misma descrito antes: las valoraciones disf uncionales sobre la ocurrencia
después. En consecuencia, tales estrategias (compulsiones, neutrali­ de pensamientos • con determinados contenidos análogos a las obse­
zación, evitación...) suponen un importante factor de mantenimiento siones clínicas son las que explican la transición de la normalidad

y/o agravamiento del problema. Así pues, se trata en realidad de (pensamientos intrusos desagradables, inoportunos o molestos) a la
modelos cognitivo-conductuales. La diferencia con los modelos con­ psicopatología (obsesiones), sin olvidar el papel que j uega el fac­
ductuales pioneros estriba, f undamentalmente, en que es el com­ tor «comportamiento» en la consolidación de esa transición. Las
..
ponente valorativo-cognitivo el factor (necesario) que media entre dimensiones de creencias finalmente consensuadas se presentan a
la experimentación de una intr usión y el inicio de estrategias para continuación. Hay que tener en cuenta que una misma persona pue­
controlarla. Por lo tanto, si ante el pensamiento intruso la persona de mantener varias creencias disfuncionales distintas (y a menudo,
reaccionara de un modo diferente (por ejemplo, «no haciéndole encadenadas) acerca de una misma obsesión.
caso», o diciéndose a sí misma «vaya tontería»), la consecuencia l. Sobrevalorar la importancia del pensamiento. Esta creen­
sería que ese pensamiento simplemente se extinguiría y no tendría cia incluye tres componentes que deben ser claramente diferencia­
que hacer nada especial para afrontarlo o controlarlo. La propuesta dos: (a) sobrevalorar la importancia de los pensamientos, que en
de tratamiento psicológico que se deriva de este modo de enfocar sentido estricto o restringido implica atribuir un significado personal
el TOC es congruente con esta línea argumental: eliminar o sustituir y negativo al pensamiento (Rachman, 1997, 1998); (b) la f usión pen­
las valoraciones inadecuadas sobre los propios pensamientos por samiento-acción ff PA) de tipo moral, y (c) la FPA de tipo probabili­
otras más realistas y acordes con la verdadera naturaleza del pensa­ dad. La primera conlleva otorgar un significado personal relevante y
miento humano, el cual, por sí solo, no es capaz de realizar cambios

negativo a la ocurrencia de los pensamientos, o de sus contenidos,
en el entorno en ningún sentido (ni positivo, ni negativo). como reveladores de la propia y auténtica naturaleza. En cierto sen­
Finalmente, todos los a utores de estos modelos señalan, de for­ tido esta modalidad de creencia es similar al concepto de «idea
ma más o menos explícita, que las valoraciones primarias que se sobrevalorada». Como sucede en las ideas sobrevaloradas, estas
realizan ante los pensamientos intrusos desagradables pueden ser creencias inducen a otorgar una gran importancia a los contenidos
la expresión de ciertas creencias disfuncionales sobre el origen, la de las obsesiones, de tal manera que estas acaban por convertirse
naturaleza, o el contenido de los propios procesos mentales (imáge­ en el centro del flujo de pensamiento consciente de la persona. Sin
nes, impulsos, recuerdos, pensamientos, etc.>. En consecuencia, una embargo, a diferencia de las ideas sobrevaloradas que son acep­
adhesión elevada a esas creencias formaría parte del conj unto de tadas y «queridas» por el individuo, los contenidos obsesivos son
factores que configuran la v ulnerabilidad a padecer un TOC y, posi­ repudiados o, cuanto menos, temidos y, desde luego, no deseados
blemente, actuarían como «disparador» del trastorno. Así pues, si (lo que, obviamente, influye también en la necesidad de mantener-

159
Manual de psicopatología. Volumen 2
'
los bajo control>. Y precisamente porque les da una importancia repercusiones de estos, como los efectos paradójicos hallados por
excesiva, la persona con obsesiones se siente forzada a controlarlas Wegner et al. (1987) en relación con la supresión: el efecto de rebo­
de algún modo (mediante compulsiones, evitación, o cualquier otra te o reaparición de un pensamiento cuando se intenta suprimir de
estrategia de control): esto es justamente lo contrario de lo que forma consciente. En esta creencia se distinguen varios componen­
sucede con las ideas sobrevaloradas, ya que en este caso la persona tes: (al la necesidad de supervisar los propios pensamientos o de
desea comportarse siguiendo los «dictados» de su pensamiento. En mantener la atención focalizada en ellos; (b) el mantenimiento de
definitiva, la persona con ideas sobrevaloradas concede una impor­ unas expectativas de control elevadas, o claramente irreales, sobre
tancia enorme a esos pensamientos, al igual que sucede con los la capacidad para controlar el flujo mental: el paciente obsesivo
pacientes obsesivos que conceden una importancia muy grande a frecuentemente aspira a tener bajo completo control voluntario sus
sus pensamientos. Pero el contenido de las ideas sobrevaloradas es pensamientos, entre los cuales no «deben» tener cabida ciertos
congruente con lo que la persona desea y anhela para sí misma (de contenidos considerados inaceptables; (c) la creencia de que la falta
ahí que se califiquen como ego-sintónicas), mientras que el de las de control puede tener consecuencias muy negativas, tanto mora­
obsesiones no es agradable para el individuo ni para la imagen o les como comportamentales, y (d) el significado que se da a los
idea que tiene de sí mismo (son ego-distónicas) y por ello intenta fracasos en el control (p. ej., «Si no consigo controlarlo, es porque
evitarlas, suprimirlas o neutralizarlas de algún modo. realmente puedo llegar a hacerlo»).
En suma, ante la ocurrencia de un pensamiento intruso, habitual­ 3. Sobrevalorar el peligro o las amenazas. Esta modalidad
mente en estos casos de contenido altamente egodistónico (agresi­ de creencia hace referencia al mantenimiento de unas expectativas
vo, sexual y/o moralmente rechazable, etc.l, la persona reacciona generalizadas sobre la peligrosidad de las situaciones u objetos, o
otorgando una excesiva importancia a la mera presencia del pensa­ dicho de otro modo, la tendencia a prever daños o consecuencias
miento, o sea, le da un gran valor al simple hecho de pensar en ello. dañinas en situaciones de la vida cotidiana. Esta creencia fue des­
Esta valoración se sustenta en un razonamiento circular: «Pienso en tacada como especialmente importante por las primeras formula­
algo porque es importante, y es importante porque pienso en ello». ciones cognitivas del trastorno (Carr, 1974; McFall y Wollersheim,
Además, el individuo puede llegar a valorar que el simple hecho de 1979) Con posterioridad, el grupo de Foa (Foa y Kozak, 1986) desa­
que se le pase por la mente esa idea es algo significativo sobre el rrolló la investigación sobre este constructo. Sus trabajos parten del
tipo de persona que es o en la que puede llegar a convertirse <«Si supuesto de que las personas con TOC tienen problemas de razona­
pienso esto, es porque estoy loca, o me puedo volver loca». miento epistemológico, que se caracterizan por un excesivo temor
El segundo componente de estas creencias es la FPA de tipo a posibles daños y por la creencia de que muchas situaciones son
moral. Este tipo de interpretaciones hacen referencia al carácter peligrosas «mientras no se demuestre lo contrario», al contrario de
inmoral o inaceptable de determinados pensamientos. Shafran et al. lo que le ocurre a la mayoría de la gente. La idea básica es, por
0996) consideran que hay varios factores implicados en el desarrollo tanto, que muchas actividades cotidianas implican riesgos, que la
de esta creencia, como los determinados culturalmente. Así, señalan mayoría de las personas asumen sin excesivos problemas, pero pue­
el papel de las máximas católicas relacionadas con el <<pecado de de que los obsesivos sobrevaloren de forma excesiva estos riesgos
pensamiento», cuya gravedad se iguala a los «pecados» por obra y por ello no estén dispuesto a asumirlos (p. ej., ante la posibilidad
o por omisión, que resumen bastante bien lo más importante de de haber dejado el grifo abierto, valorar que es muy probable que
esta dimensión. haya una inundación que cause daños graves en todo el edificio).
El tercer elemento es la FPA de tipo probabilidad. Esta creencia Un problema relacionado con ello, observado habitualmente en la
está relacionada con el pensamiento mágico y con la superstición, clínica del TOC, es una confusión entre la posibilidad y la probabi­
de modo que la persona llega a creer que sus pensamientos pue­ lidad de que «ocurran cosas malas». El paciente obsesivo se pone
den influir «mágicamente» sobre los hechos del mundo real. Estas habitualmente en la peor de las situaciones posibles: si es posible
creencias suelen encontrarse asociadas a la baja conciencia de la que ocurra una desgracia, entonces es muy probable que suceda.
irracionalidad del trastorno, lo que influye en que la persona se Es decir, la persona sobrevalora las posibilidades («Es posible que
sienta aterrorizada ante el hecho de que exista la probabilidad, por con el dinero que me gasto en la ropa esté financiando el trófico
mínima que sea, de que sus pensamientos se conviertan en realidad. de armas y las guerras que matan niños»>, cuya comprobación es
Este tipo de valoraciones suelen tener como consecuencia la reali­ prácticamente imposible, por encima de las probabilidades reales
zación de conductas de neutralización carentes, en muchos casos, para cuya estimación normalmente nos basamos en la experiencia
de cualquier conexión lógica con lo que se intenta evitar: por ejem­ pasada o en los datos a los que verdaderamente tenemos acceso.
plo, tocar repetidas veces una imagen de la Virgen «para evitar IJ. Responsabilidad excesiva. El autor que inicialmente se cen­
tener mala suerte en un examen»; ducharse y vestirse de un modo tró en esta creencia y a partir de cuyos trabajos se han producido
ritualizado y durante un tiempo determinado «para evitar tener gran número de investigaciones fue Salkovskis (1985, 1989), como ya
cáncer»; no sentarse en la silla donde le asaltó por primera vez la dijimos antes. En su modelo, esta es la creencia clave para el TOC,
idea de que su hija podía tener un accidente «para que no suce­ ya que está implicada en la génesis misma del trastorno, a diferen­
da». Es decir, en este tipo de cogniciones disfuncionales los propios cia de lo que sucede en otros trastornos de ansiedad o en los tras­
pensamientos se asocian tanto a la posibilidad de provocar sucesos tornos depresivos, en donde los pacientes pueden mantener también
negativos como a la necesidad de prevenir o impedir su aparición. creencias de responsabilidad, pero en estos casos su influencia en
2. Importancia de controlar los pensamientos. Nos referimos el trastorno está, a lo sumo, relacionada con su mantenimiento. Las
aquí esencialmente a las valoraciones y creencias relacionadas con valoraciones disfuncionales de responsabilidad implican que, ante
el control, pero teniendo en cuenta también las implicaciones que la ocurrencia de un pensamiento sobre un posible daño, la persona
tienen en los procesos meta-cognitivos relacionados con el control interpreta que es responsable de impedir que ese daño se produzca.
de los pensamientos obsesivos <p. ej., esfuerzos de supresión), y las Cabe señalar algunos componentes característicos de las creencias

160
Capítulo s. Trastorno obsesivo-compulsivo y trastornos relacionados

de responsabilidad q,ue fundamentan este tipo de valoraciones: un va por la evaluación (perfeccionismo negativo). El perfeccionismo
primer componente es considerar q,ue si uno puede tener alguna negativo hace referencia a q,u e la función de la conducta es evi­
influencia personal (aunq,ue sea fortuita, o muy escasa) sobre la tar los errores y el fracaso. En nuestra opinión, también habría q,ue
ocurrencia de un suceso negativo, es responsable de q,ue este no se prestar atención en el estudio del TOC al perfeccionismo positivo,
produzca. Se trata de lo q,ue el propio Salkovskis denomina «sentirse más vinculado a la consecución de estándares positivos extremos.
agente» (Salkovskis y Forrester, 2002). Es frecuente observar una En la práctica clínica se puede observar q,ue, por ejemplo, algunos
extrema preocupación por las consecuencias remotas q,ue pueden pacientes parecen utilizar los rituales de limpieza no tanto para
tener acciones cotidianas y la responsabilidad por los daños q,u e remediar o evitar la contaminación, sino para conseguir un estado
puedan acarrear. El sentimiento exagerado de responsabilidad pue­ de limpieza perfecta. En estos casos, la persona no es capaz de
de llevar a consecuencias conductuales extremas, como incitar a dejar de limpiar, o de ordenar, porq,ue siente q,ue «las cosas no
una persona a «confesar» crímenes o accidentes de los cuales no están tan bien, o tan exactamente, como deberían». En consecuen­
tiene ni siq,uiera apenas conocimiento (Salkovskis et al., 2000l. cia, no da por concluidas sus actividades (de orden, de limpieza,
Otro componente, q,ue Wroe y Salkovskis (2000) consideran de comprobación, etc.l hasta q,ue consigue alcanzar la sensación
derivado del anterior, es la creencia en q,ue los errores de omi­ de q,ue las cosas «ya están como deben estar». Esta modalidad de
sión son tan condenables o imperdonables como los de comisión experiencia obsesiva hace referencia a la sensación de inacabada
(«Es tan malo no impedir un daño como causarlo»). Una hipótesis o incompleto q,ue mencionamos en un apartado anterior. La dimen­
derivada de ello es q,ue las personas con TOC carecen de un sesgo sión de perfeccionismo, al igual q,ue la de intolerancia a la incerti­
atribucional q,ue caracteriza a las personas sin patología, q,ue hace dumbre, parecen afectar de forma generalizada al funcionamiento
q,ue se sientan más culpables por errores de comisión q,ue por los de del individuo q,ue las presenta, en múltiples situaciones. Por otro
omisión. Es decir, q,ue los pacientes obsesivos tienden a sentir q,ue lado, al igual q,ue para la dimensión anterior, se considera q,ue se
son muy responsables y culpables no solo de lo q,ue hacen mal «a trata de creencias relevantes en el TOC, pero no específicas de este
propósito» (p. ej., herir a alguien con un cuchillo), sino también de trastorno (OCCWG, 2001, 2003, 2005).
lo q,u e «dejan de hacer bien» por un descuido, aunq,ue sea poco El enfoq,ue cognitivo sobre las valoraciones disfuncionales ha
relevante para la mayoría de las personas (p. ej., olvidar guardar impulsado una gran cantidad de investigaciones en los últimos
en un cajón un cuchillo y q,ue alguien se dañe fortuitamente con 30 años. Resumimos a continuación sus principales supuestos y las
éll. Como es natural, esto amplía extraordinariamente el rango de evidencias q,ue los avalan. Las personas con TOC, en comparación
acciones y situaciones ante las cuales la persona puede sentirse con q,uienes no padecen este trastorno: (al experimentan con mayor
responsable. frecuencia intrusiones mentales desagradables, aunq,ue los conteni­
5. Intolerancia a la incertidumbre. Un aspecto especialmente dos de esas intrusiones son en muchos casos similares a las q,ue tie­
asociado a la intolerancia a la incertidumbre (o a la necesidad de ne la mayoría de la gente sin el trastorno (García-Soriano y Belloch,
certeza) es el fenómeno cognitivo de la duda, q,u e se manifiesta 2013; García-Soriano et al., 2011; Morillo et al., 2007; Rachman y de
de forma extraordinaria en las personas con TOC y q,ue, desde el Silva, 1978); (b) esas intrusiones mentales dan lugar a interpreta­
punto de vista clásico, constituye el elemento nuclear del trastorno. ciones disfuncionales debido, sobre todo, a las creencias nucleares
De hecho, las primeras formulaciones teóricas consideraron el fenó­ q,ue mantienen sobre la importancia de mantener un control mental
meno de la duda como un aspecto esencial del TOC, hasta el punto adecuado (Cougle y Lee, 20l4; Fergus y Wu, 2010; Hezel y McNally,
de etiq,uetar el trastorno como «la enfermedad de la duda». Efec­ 2016; OCCWG, 2005); (c) se esfuerzan mucho en controlar su men­
tivamente, es frecuente observar en la clínica una extrema preocu­ te (sus pensamientos), y tienden a interpretar muy negativamente
pación por conseguir estar seguros, o por disipar cualq,uier sombra sus fracasos de control (Corcoran y Wooay, 2009; Purdon, 2004);
de duda en la realización de una tarea. A veces da la impresión de (d) recurren a comportamientos exagerados o extremos de control
q,ue los pacientes no se f ían de sus propios sentidos o de su expe­ (compulsiones, búsq,ueda de reaseguro, etc.l (Belloch et al., 2009b;
riencia. La necesidad de certeza conlleva, de forma muchas veces Morillo et al., 2007), y las compulsiones observables o manifiestas se
irremediable, la puesta en marcha de conductas de neutralización asocian con una mayor gravedad del trastorno (Belloch et al., 20l5l;
en forma de comprobaciones repetidas. Otro componente q,ue suele (e) se basan en criterios subjetivos, internos, inadecuados para deci­
incluirse en esta dimensión es el de la indecisión, o dificultad para dir cuándo se puede dar por terminada una compulsión o cualq,uier
tomar decisiones. El O-CCWG plantea q,ue, en el TOC, la indecisión otra conducta o estrategia de neutralización (Bucarelli y Purdon,
proviene de, o es una consecuencia de, las creencias sobre lo intole­ 2015; Salkovskis et al., 2017; Wahl et al., 2008); (f) los constructos
rable q,ue resulta la incertidumbre. Los resultados de la investigación generales del modelo (i. e., valoraciones inadecuadas, creencias dis­
sobre el vínculo entre esta dimensión de creencias y el TOC apun­ torsionadas esfuerzos excesivos de control mental, estrategias de
tan a q,ue se trata de un aspecto cognitivo estrechamente asociado neutralización) tienen una relación causal con la experiencia de las
al trastorno, pero no específico del mismo (Steketee, et al., 1998; obsesiones (o de los pensamientos intrusos desagradables), aunq,ue
OCCWG, 2001). La relación más intensa q,ue se ha encontrado de la dirección de la causalidad no está del todo clara (Clark, 2020).
esta dimensión con manifestaciones concretas del TOC se produce
con las comprobaciones. Modelo basado en estilos de razonamiento disfuncional
6. Perfeccionismo. Muchos de los desarrollos teóricos sobre Mientras q,ue los modelos basados en las valoraciones se centran
el TOC han tenido en cuenta el perfeccionismo como una de las en explicar cómo las intrusiones se convierten en muy frecuentes y
dimensiones cognitivas y de funcionamiento personal relevantes en persistentes debido a la valoración disfuncional q,ue se hace de las
el TOC. Intentos de clarificación del constructo (Frost y Shows, 1993) mismas y, a partir de ahí, escalan hasta convertirse en obsesiones
constatan la existencia de dos componentes: la orientación a logros clínicas, el modelo basado en el razonamiento patológico postula
positivos (perfeccionismo positivo), y la preocupación no adaptati- q,ue en la base de la aparición de las obsesiones se encuentran

161
t t Manual de p\lcopdtologlc1. Volumen 2

estilos de razonamiento erróneos (O'Connor, 2002; O'Connor y Robi­ aunque los pensamientos intrusos y las obsesiones puedan tener
llard, 1995; O'Connor et al., 2005) relacionados, esencialmente, con contenidos similares, difieren en al menos dos elementos fundamen­
lo que para estos autores constituye la fenomenología fundamental tales: el contexto en el que se producen y el significado que tienen
de las obsesiones: la duda. para el sí-mismo. Por lo que se refiere al contexto, plantean que
El interés por la duda como fenómeno cognitivo y su relación con mientras los pensamientos intrusos se producen en contextos ade­
el TOC está presente desde el siglo xv11. En el siglo xvm Jean-Pierre cuados o coherentes con su contenido (p. ej., en un baño público
Falret (1794-1870) acuñó la expresión «enfermedad de la duda» con suciedad observable, puede asaltarnos el pensamiento: «Puedo
para referirse al TOC, idea que sería posteriormente reforzada por contagiarme de algo si toco la taza del retrete con las manos»), las
las contribuciones de Maudsley, Freud y Janet y abordada por prác­ obsesiones se producen en contextos inapropiados, es decir, sin evi­
ticamente todos los expertos en el TOC, hasta el punto de que, dencias contextuales que apoyen la realidad de su contenido (p. ej.,
según Reed (1976), «prácticamente cualquier autoridad psiquiátrica el mismo pensamiento de contagio sin evidencias de suciedad).
que haya escrito sobre el tema ha enfatizado la indecisión y la duda Además, los contenidos de las obsesiones (pero no los de los
como características centrales del trastorno obsesivo-compulsivo» pensamientos intrusos) representan una amenaza para alguno o más
(p. 443). Actualmente, Kieron O'Connor y su grupo han retomado el de los ámbitos que son relevantes para el sí-mismo <«self-themes»l,
estudio de la duda como fenómeno central del TOC desde un enfo­ de modo que algunos de esos contenidos constituyen un factor de
que cognitivo y la han definido como «una inferencia acerca de un vulnerabilidad para el desarrollo del TOC porque cuando la persona
posible estado de las cosas como si se estuvieran produciendo en experimenta obsesiones con esos contenidos, entra en el proceso
la realidad» (O'Connor y Aardema, 2012, p. 29), es decir, un estado de confusión inferencia! mediante el cual otorga más credibilidad al
en el que las posibilidades de que algo suceda se llegan a confun­ «posible yo» que se deriva de ese pensamiento que al «yo real»:
dir con su ocurrencia real. Así pues, este enfoque se diferencia con por ejemplo, ante obsesiones agresivas, la persona otorga mayor
claridad de la caracterización del TOC que plantean los enfoques
conductuales y cognitivos centrados, básicamente, en la ansiedad y
..
peso de realidad al sí-mismo agresivo que indica la obsesión <«Soy
una persona peligrosa») que a su sí-mismo real (i. e., nunca ha agre­
la relación funcional entre obsesiones y compulsiones. dido a nadie). El miedo al sí-mismo o «yo temido», que es definido
Los elementos básicos del modelo se pueden resumir como sigue: como el miedo a convertirse en la persona que indica el contenido
de las obsesiones de agresión, sexuales, o inmorales, es el ámbito
l. Todas las obsesiones conllevan un componente esencial de más investigado por los proponentes del modelo mediante un cues­
duda, cuyo contenido es significativo para la persona y tiene tionario específicamente desarrollado para ello, el Cuestionario de
carga emocional. A este componente lo denominan «inferencia miedo al sí-mismo <Julien et al., 2016; Llorens-Aguilar et al., 2019).
primaria» y constituye el inicio del TOC. Por tanto, el ciclo que Los escasos estudios realizados sobre este aspecto avalan su rele­
inicia el trastorno no es una intrusión cognitiva que la persona vancia en las obsesiones sobre temas agresivos, sexuales o religiosos
valora de manera disfuncional, sino una duda que adquiere la (Llorens-Aguilar, 2020; Melli et al., 2016).
forma de inferencia con significado personal y emocional.
Los autores del modelo han desarrollado también un autoin­
2. La duda obsesiva (inferencia o premisa primaria) deriva de un forme para evaluar la confusión inferencia! (lnferential Confusion
..
estilo de razonamiento inductivo típico de las personas con TOC Questionnaire, ICQl, cuyas puntuaciones se relacionan con síntomas
que los autores
•· denominan «confusión inferencia!» cuya carac­ 0-C (Aardema et al., 2005, 2006; Llorens-Aguilar et al., 2020) y
terística esencial es que se confunde lo que es real «aquí y explican una parte importante de las relaciones entre síntomas 0-C
ahora» con lo posible (aunque la posibilidad sea muy remota). y las creencias disfuncionales postuladas por el modelo de valora­
La confusión inferencia! tiene su origen en dos factores: (al la ción (Aardema, et al., 2006).
desconfianza de los propios sentidos, que lleva a la persona a
no diferenciar claramente entre lo que es real y lo que imagina Aunque inicialmente el modelo se presentó como alternativa a
que puede ser real, y (bl el otorgar mayor credibilidad a una los basados en las valoraciones disfuncionales, actualmente se con­
posibilidad remota y ficticia (i. e., algo que no es relevante para sidera como complementario. De hecho, Clark y O'Connor (2005)
el «aquí y ahora») que a la realidad (a la que se tiene acceso han propuesto un modelo integrador según el cual se asume el rol
a través de los sentidos). del contexto como incitador de pensamientos intrusos con conteni­
dos obsesivos. Estos pensamientos se equiparan con las inferencias
3. La duda obsesiva (inferencia primaria: «lMe habré dejado el primarias que dan lugar al proceso de confusión inferencia!. Una
coche abierto?») induce a la persona a anticipar las conse­ vez establecido el proceso, entrarían a formar parte del proble­
cuencias negativas (inferencias secundarias: «Si me lo dejé ma las valoraciones primarias disfuncionales que, a su vez, darían
abierto, alguien puede robarlo») que podrían producirse en el lugar a las valoraciones secundarias (creencias disfuncionalesl y a
caso de que lo que se duda se materializara en su aspecto más los esfuerzos por controlar o suprimir las obsesiones.
negativo y dañino <«...y atropellar a alguien por mi culpa») y,
como consecuencia, a experimentar un alto grado de males­ La principal aportación del modelo es, en nuestra opinión, la
tar emocional (ansiedad) y a la necesidad de poner en marcha relectura de la duda patológica en términos cognitivos y, a partir de
comportamientos para atenuar el malestar y/o las amenazas ahí, el ofrecer un marco para comprender mejor las obsesiones en
las que la duda patológica constituye el elemento diferenciador más
anticipadas <«Debo asegurarme y comprobar que dejé el coche
importante y las compulsiones asociadas de comprobación y repeti­
bien cerrado»).
ción. De hecho, hay varios estudios que muestran cómo la confusión
Los autores reconocen que el hecho mismo de dudar es común inferencia! aumenta la duda patológica. Por ejemplo, en tareas de
a la naturaleza humana y que las personas con TOC no «cometen» razonamiento inductivo, la estrategia que utilizan las personas con
estos errores de razonamiento de manera habitual, sino únicamente TOC se asocia con una mayor indecisión o duda que la que mues­
cuando razonan sobre sus obsesiones. En este sentido, sugieren que, tran las personas sin el trastorno (Pélissier et al., 2009). Además, la

162
Cap ítulo s. Trastorno obsesivo-compulsivo y t rastornos relacionados " ·1

creencia en la probabilidad real de que suceda el contenido de la Un buen número de trabajos se ha centrado en la búsqueda de
duda se relaciona con una menor capacidad para resistirse a las alteraciones atencionales que sean específicas del TOC, ya que las
compulsiones (Grenier et al., 2010l. anomalías en el funcionamiento de la atención son muy caracte­
rísticas de los trastornos de ansiedad (p. ej., Kyrios y Lop, 1998). La
Modelos basados en déficits de procesamiento conclusión más habitual es que, efectivamente, los pacientes TOC
En este marco se sitúan las investigaciones sobre anomalías en algu­ tienen sesgos atencionales específicos que consisten en atender de
nos de los procesos mentales involucrados en el procesamiento de la manera selectiva (y preferente) a los estímulos relacionados con el
información (especialmente, atención y memoria), así como algunos contenido de sus obsesiones. Estos sesgos provocarían que, entre la
modelos neuropsicológicos del TOC, según los cuales las personas información ambiental a la que están atendiendo (y, por tanto, que
con este trastorno tienen anomalías estructurales o neuroquímicas, están codificando), hubiera una hiper-representación de estímulos
que afectan al procesamiento de la información. Desde esta pers­ o indicios amenazadores (i. e., relacionados con el contenido de sus
pectiva se han desarrollado numerosas investigaciones encaminadas obsesiones). Y, en la medida en que esa información es amenazante,
a detectar la existencia de déficits en procesos mentales básicos resulta más difícil de ignorar o de suprimir de la consciencia o, si se
específicos del trastorno. prefiere, del flujo de pensamientos (Muller y Roberts, 2005).
Una de las líneas más fructíferas de investigación se ha centra­ Este tipo de investigaciones es sin duda interesante. Sin embar­
do en la búsqueda de problemas de memoria en las personas con go, todavía no sabemos cuáles son sus repercusiones reales para la
TOC, o en todo caso, en las peculiaridades de su funcionamiento. comprensión del TOC, ni su <<traducción» en términos terapéuticos.
Se ha analizado, por ejemplo, si los pacientes obsesivos tienen defi­ La conclusión más adecuada por el momento es que aún no se sabe
ciencias generalizadas de memoria, no atribuibles a la comorbilidad cuál es el papel que juegan estos déficits y sesgos de memoria y
entre el TOC y la depresión (p. ej., la duda obsesiva sobre acciones atención en la génesis e inicio del TOC, en su mantenimiento, en la
cotidianas), o si, por el contrario, su problema fundamental radica respuesta a los tratamientos, y en las recaídas. Es posible que ten­
en la falta de confianza en el funcionamiento de su memoria (Ash­ gan un papel causal, pero también lo es que sean la consecuencia
baugh y Radomsky, 2007; Hermans, et al., 2003; Tolin et al., 2001>. de la instauración de un trastorno que, como ya sabemos, tiende a
Este segundo aspecto dispone de más evidencias que el primero, y cronificarse o al menos a presentar una evolución prolongada en el
se ha examinado sobre todo en las personas con rituales de com­ tiempo.
probación, siguiendo la propuesta de Rachman (2002) sobre esta Por último, otros autores han buscado evidencias sobre la posibi­
modalidad de TOC. Uno de los hallazgos más interesantes (Tolin lidad de que el déficit sea más generalizado, esto es, no circunscrito
et al., 2001) fue que cuantas más veces se exponía a pacientes a un proceso o función mental específico como la atención o la
comprobadores a situaciones o estímulos relacionados con sus obse­ memoria, sino relacionado con el control cognitivo en general (Tolin
siones (p. ej., la llave del gas), más disminuía su confianza en poder et al., 2002) La existencia de deficiencias en este último aspecto
recordar después estos estímulos o situaciones. permitiría explicar, por ejemplo, las dificultades que presentan las
Otros investigadores han analizado cuáles son los mecanismos personas con TOC para controlar la intrusión repetida de sus pen­
o procesos de la memoria que podrían estar alterados en el TOC, samientos en el flujo habitual de su consciencia mediante procedi­
por ejemplo, si las personas con obsesiones olvidan con la misma mientos como la supresión activa de los mismos, o el uso de estrate­
facilidad información (estímulos) relacionada con sus obsesiones gias de neutralización como la distracción, cuya correcta utilización
que información neutra o positiva: se ha constatado que la facili­ exige poseer un buen control sobre los propios procesos mentales.
dad para olvidar información positiva o neutra es absolutamente Uno de los paradigmas experi mentales más utilizado para inves­
normal, mientras que les cuesta mucho más que a personas sin TOC tigar la existencia de deficiencias en los mecanismos inhibitorios
olvidar información relacionada con sus miedos y obsesiones. Esta es el denominado «priming negativo» que consiste básicamente
conclusión se refuerza con la procedente de estudios que muestran en pedir a la persona que ignore, o que no atienda a ciertos estí­
cómo los pacientes con TOC de comprobación y de lavado presen­ mulos (normalmente verbales). Un experimento típico es presentar
tan sesgos de memoria a favor de estímulos amenazantes, es decir, en varias ocasiones seguidas dos palabras superpuestas, cada una
que recuerdan mejor los estímulos relacionados con sus obsesiones escri ta en un color distinto, y pedir a la persona que lea la de un
que los no relacionados o los neutros. color (por ejemplo, la que está en rojo) y que ignore la otra (en ver­
Otro de los aspectos que se ha investigado guarda relación con de). La correcta realización de la tarea exige, en consecuencia, que
la búsqueda de deficiencias de memoria en función de si el material la persona mantenga intacta su capacidad de inhibir información
a recordar (o a olvidar) es verbal o visual. Muller y Roberts (2005) irrelevante o distractora. Después de varios ensayos, se presenta uno
han realizado una exhaustiva revisión de estos y otros aspectos y inverso, es decir, se pide que lea la del color que hasta entonces
concluyen que, en personas con TOC, hay más datos a favor de un tenía que ignorar 0a verde). Si el proceso de inhibición activa previo
funcionamiento deficiente de la memoria episódica no verbal que de ha funcionado bien, en esta ocasión es de esperar que la persona
la verbal. Explican este
• hecho aludiendo a que el funcionamiento de tarde más en leer la palabra escrita en verde de lo que antes tar­
la memoria no-verbal depende más que la verbal de las funciones daba en leer las escritas en rojo. Los primeros estudios realizados
ejecutivas superiores y, por tanto, es más vulnerable a un deterioro por el grupo de Enright (p. ej., Enright et al., 1995) mostraron que
en esas funciones (p. ej., a deficiencias en las estrategias que per­ las personas con TOC, a diferencia de otros grupos con trastornos
miten codificar adecuadamente la información). No obstante, como de ansiedad diferentes al TOC, presentaban deficiencias claras en
estos mismos autores señalan, las investigaciones en este ámbito no su capacidad para realizar la tarea, es decir, para no hacer caso o
son concluyentes, entre otras cosas por el escaso número de personas no atender a la información que se les pedía ignorar (las palabras
con TOC con las que se han realizado los estudios y la ausencia de en verde en el ejemplo anterior). Estos datos fueron los primeros en
controles adecuados (i. e., pacientes con otros trastornos). indicar que, en el TOC, a diferencia de lo que sucedía en otros tras-

163
� � Manual de psicopatología. Volumen 2
tornos de ansiedad, había un déficit en la capacidad inhibitoria que a. Caracterización clínica
podría ser el reflejo, o el resultado, de una deficiencia de inhibición
más general. La característica principal del T DC es una preocupación excesiva
sobre un defecto físico o imperfección percibidos, pero inexistente
Las implicaciones teóricas de los hallazgos sobre la existencia o apenas perceptible para otras personas (APA, 2013). Esta preocu­
de un déficit central de inhibición en el TOC pueden ser cruciales pación por el defecto físico genera mucho malestar y sufrimiento ya
para la comprensión del trastorno. El fracaso en inhibir de manera que la persona está convencida de que alguna parte de su aspec­
preconsciente estímulos irrelevantes o no deseados tendría como to, o todo él, es horrible o, incluso, deforme. Junto a este elemen­
resultado una especie de bombardeo en la experiencia consciente to central de naturaleza cognitiva, las preocupaciones, el TDC se
de pensamientos e imágenes no deseados. Al mismo tiempo, estas caracteriza por una serie de comportamientos consecuentes con el
dificultades para controlar los propios pensamientos e imágenes contenido de la preocupación fundamental. Veamos a continuación
provocaría y mantendría un nivel elevado y grave de ansiedad, las características fundamentales de ambos elementos.
especialmente en el caso de que surjan en el contexto de meta­
cogniciones relacionadas con interpretaciones catastrofistas sobre Las preocupaciones
el significado de estas intrusiones, que es precisamente el objeto de
investigación de los modelos sobre las valoraciones disfuncionales La preocupación dismórfica se caracteriza por ser insidiosa, repe­
que hemos comentado. titiva y muy difícil de resistir y de controlar. Produce un marcado
malestar emocional y, a menudo, consume una buena cantidad de
Los problemas de inhibición podrían explicar también por qué tiempo cada día, lo que provoca interferencia significativa en el
las personas con TOC tienen tantas dificultades en suprimir sus funcionamiento habitual de la persona que la padece. La preocu­
obsesiones. Sabemos que los intentos conscientes 0os esfuerzos) pación puede ser sobre cualquier parte del cuerpo, aunque las más
que hacen las personas con TOC para conseguir suprimir sus pen­ comunes están relacionadas con la cara, especialmente la nariz, el
samientos no deseados producen el efecto paradójico de aumentar pelo, la piel y los ojos (Neziroglu y Yaryura-Tobias, 1993; Veale et
su frecuencia (Purdon, 1999). Pero seguimos sin saber en qué medi­
• al., 1996). En muchos casos los genitales, el abdomen, los senos, las
da esos fracasos inhibitorios son iguales o no dependiendo de las extremidades o las manos también son objeto de preocupación de
diferentes presentaciones clínicas del trastorno, o hasta qué punto las personas con TDC.
pueden estar en la base de los déficits de memoria y los sesgos
atencionales antes comentados. Por otro lado, las dificultades en La preocupación se puede centrar, además, en cualquier carac­
tareas de «priming» negativo se han encontrado también en otros terística del cuerpo como el tamaño, la forma, la coloración o la
grupos de pacientes (por ejemplo, en esquizofrenia o en depresión simetría, o por otro tipo de imperfecciones como acné, cicatrices,
mayor), lo que abre más interrogantes todavía acerca del TOC, en arrugas o marcas vasculares (Veale y Matsunaga, 201 4). Algunas
especial en lo que se refiere a su relación con trastornos mentales personas informan sentirse preocupadas por una sensación de
muy diferentes a los de ansiedad. fealdad en general, de desproporción, de ser demasiado femenino
o masculino, o de que «algo en mi cuerpo no está del todo bien»
En suma, existen muchas hipótesis y aportaciones interesantes o «no está como debería», en lugar de centrarse en una caracte­
en este campo, y es muy posible que en los próximos años sean rística específica (Summers et al., 2016; Veale y Neziroglu, 2010>. En
especialmente relevantes para comprender mejor la psicopatología general, la persona suele tener más de una preocupación al mismo
del TOC y proporcionen nuevas vías para mejorar los tratamientos tiempo, y el defecto o defectos físicos percibidos tienden a variar
disponibles. con el tiempo.
Un aspecto importante relacionado con las preocupaciones es la
B. Trastorno d ismórfico-corporal ITDCJ convicción que mantiene la persona sobre el defecto físico o la apa­
Manuel llevaba padeciendo preocupaciones por su aspecto físico riencia, pues es muy variable hasta el punto de que puede alcanzar
desde los 13 años. Su principal preocupación se centraba en la en ocasiones niveles delirantes (Phillips et al., 2014). El bajo nivel de
delgadez y desproporción que percibía de su cuerpo. Acudía cinco insight, asociado a un alto grado de convicción, se puede observar
veces por semana al gimnasio durante varias horas cada vez con el en la presencia de ideas de referencia, centradas en el defecto,
objetivo de ganar masa corporal y parecer más fuerte. Comparaba muy comunes en este trastorno <«Las personas se dan cuenta de mi
constantemente su apariencia con la de otras personas que consi­ defecto», «Me miran por la calle porque soy horrendo»). De hecho,
deraba más fuertes que él, incluidos desconocidos, amigos, y fami­ un bajo nivel de insight se asocia a un peor funcionamiento social y
liares. También comparaba su cuerpo y su cara en diferentes fotos a una mayor gravedad de los síntomas (Phillips et al., 2006)
con una en la que consideraba que su apariencia era la adecuada. Los comportamientos
Esto lo hacía de forma tan repetitiva que experimentaba episodios
disociativos cuando observaba las fotos. Estos episodios, junto a la El segundo síntoma fundamental del TDC son los comportamien­
insistencia de su padre, fue lo que le convenció para buscar ayuda. tos que llevan a cabo las personas con este trastorno en respuesta
Manuel pasaba varias horas frente al espejo intentando lucir de la a sus preocupaciones. Al igual que sucede con estas, los compor­
forma que deseaba. Los veranos eran particularmente difíciles, ya tamientos son excesivos, repetitivos, muy difíciles de controlar, y
que le preocupaba mostrar su cuerpo en la piscina y ser juzgado suelen realizarse en forma de ritual (Wilhelm et al., 201 3). Con el
por su apariencia, pero también por evitar la constante compara­ objetivo de modificar el defecto, de evitar o desviar la atención del
ción que hacía con las otras personas, que le generaba ansiedad, mismo, y/o de comprobar el estado del aspecto físico, las personas
vergüenza y tristeza. Durante el curso del problema, la gravedad con TDC suelen realizar un gran número de comportamientos tan­
de los síntomas fue variando, llegando al confinamiento total en to manifiestos como encubiertos, que consumen mucho tiempo y
casa cuando tenía 1 7 años (Manuel, 21 años). esfuerzo. Entre los más frecuentes se encuentran los siguientes:
1191
Capítu lo s. T rastorno obsesivo-compulsivo y t rastornos relacionados ,¡\: •'ffl

l. Compararse con otras personas. Es un comportamiento m uy para reducir el malestar y la ansiedad generados cuando se
frecuente. Por ejemplo, Phillips y Diaz (1997) encontraron que sienten observados (Neziroglu et al., 2008). La evitación puede
el 90 % de las personas con TDC comparan el área, parte o llevar al confi namiento del paciente en su propia casa durante
atributo considerado como defectuoso con el de otras personas, largos períodos de tiempo.
tendiendo a fijarse en la misma característica del defecto en
Actualmente no está muy claro cuál es el criterio para conside­
una persona del mismo sexo y edad similar.
rar como finalizados estos comportamientos. Se ha propuesto que,
2. Hacer ejercicio físico excesivo y/o localizado. Este compor­ como en el caso de las compulsiones, especialmente en el lavado de
tamiento suele estar más presente en el subtipo de dismorfia manos (Wahl et al., 2008), las personas con T DC buscan alcanzar un
m uscular, como medio para alcanzar un cuerpo más esbelto, estado subjetivo emocional interno de tranquilidad. M uchos pacien­
fibroso y/o m usculoso (Pope et al., 2005). tes indican que realizan estas conductas hasta «sentirse bien» o
3. Examinar la apariencia en espejos y superficies reflectantes. «cómodos», es decir, hasta alcanzar un estado interno de bienestar.
Examinarse fijamente en superficies reflectantes, como las lunas No obstante, Veale y Riley (2001) proponen que las personas dejan
de los escaparates, las superficies brillantes o acristaladas y, de realizarlos por razones externas, tales como malestar, rabia,
específicamente, en espejos, es uno de los comportamientos frustración o falta de tiempo debido a un compromiso ya que son
más frecuentes y típicos <Veale et al., 1996) y un factor clave en incapaces de alcanzar ese estado interno de tranquilidad.
el mantenimiento del trastorno. Se estima que entre el 80 y el
90 % de los pacientes lo hace, ya sea por largos períodos, o por
múltiples pero breves períodos de tiempo. Tras períodos largos
Variantes del TDC
En la última versión del DSM se han incluido dos subtipos del TDC,
de autoobservación p ueden presentarse episodios disociativos de acuerdo con el objeto específico de preocupación. El primero es
(Veale, 2001l. Además de utilizar el espejo como un medio para la dismorfia muscular que consiste en que la persona está excesiva­
ocultar o modificar el defecto (p. ej., maquillarse, peinarse, mente preocupada porque su cuerpo no sea suficientemente esbelto
comprobar la vestimenta, etc.l, Veale y Riley (2001) encontraron y m usculado. Pope et al. (1993) f ueron los primeros en mencionar
que las personas con T DC también se miran porque tienen «la este subtipo y lo describieron como una forma de «anorexia inver­
esperanza» de que su apariencia sea diferente a la temida, por sa» por la similitud en los patrones alimentarios de este subtipo
una necesidad de saber cuál es su aspecto, y/o por la creencia con los trastornos de la alimentación como la excesiva atención a
de que se sentirán peor si no lo hacen. Cabe mencionar que la la dieta. Este subtipo suele coexistir con preocupaciones por otros
evitación de espejos y superficies reflectantes suele estar pre­ defectos físicos. El segundo subtipo es el denominado por «poder»
sente en la sintomatología del trastorno. o por «proximidad», en el cual la persona está preocupada por
ll. Someterse a (o buscar) intervenciones estéticas y dermatoló­ defectos percibidos en otra persona de su entorno (pareja, familiar,
gicas. La realización de operaciones estéticas, tratamientos amigo/a íntimo) que, sin embargo, posee un aspecto normal CAPA,
cosméticos o dermatológicos son comportamientos típicos del 2013; Greenberg et al., 2016).
TDC. De hecho, el profesional médico más buscado por personas Como ya señalamos en el segundo apartado del capítulo, la
con el trastorno son los dermatólogos (Phillips et al., 2000l. En OMS incluye en su versión actual de la CIE el síndrome de referencia
varios estudios se ha encontrado que entre el 48 y el 72 % de olfativo, cuyas características clínicas son las mismas que las del
personas con T DC se habían sometido a cir ugía estética o a TDC con la única diferencia en cuanto al contenido de la preocupa­
un tratamiento dermatológico (p. ej., Phillips et al., 2001l. En ción, que en ese caso, se centran en el olor corporal. En realidad,
algunos casos también se ha observado que estos pacientes se se trata de una forma de presentación particular del TDC con raíces
realizan procedimientos «caseros» con el objetivo de alterar culturales, denominada en japonés jikoshu-kyofu, que se experimen­
su apariencia, ya sea porque son rechazados por profesionales ta en Japón y otros países del entorno. Otras dos variantes cultura­
médicos, o porque no pueden permitirse pagar la intervención y les del TDC que, como el anterior, son mencionados en el DSM-5
suponen que, tras el daño autoinfligido, no se les podrá rechazar como síndromes dependientes de la cultura son el llamado koro en
y serán necesariamente objeto de intervención urgente (Veale, malayo-indonesio y suoyang en chino, y el taijin kyofusho. El primero
2000l. La realización de estos procedimientos, tanto los realiza­ hace referencia al miedo o creencia de que el pene (o los labios
dos por profesionales como los autoinfligidos, no suele aliviar los vaginales, pezones o senos, en la m ujer) se encogerá o se retraerá
síntomas, sino que, por el contrario, aumentan la insatisfacción, y desaparecerá en el propio cuerpo. El otro síndrome literalmente
el malestar, y la preocupación y, en última instancia, son un
significa «miedo a las relaciones interpersonales» en japonés, y se
mecanismo más para el mantenimiento del trastorno (Veale, et
caracteriza por la presencia de ansiedad y evitación de situaciones
al., 2003).
interpersonales debido a la creencia de que el propio aspecto físico
5. Ocultar el defecto. Comportamientos como camuflar, u ocultar o comportamiento puede ofender o ser inadecuado ante los demás,
el defecto mediante ropa, maquillaje, posturas, o cualquier otro razón por la cual algunos expertos lo consideran más una forma de
medio, son muy característicos del trastorno. presentación cultural de la ansiedad social.
6. Rascarse o pellizcarse la piel. Este comportamiento, que es la
característica f undamental del trastorno de excoriación, suelen El grado de insight: un elemento esencial
realizarlo hasta un tercio de las personas con T DC (Phillips y El insight es especialmente relevante para comprender la natura­
Taub, 1995). leza del T DC. Algunos pacientes pueden llegar a comprender que
7. Evitar. Las personas con TDC suelen evitar situaciones sociales su preocupación es excesiva porque, en realidad, su aspecto f ísico
o públicas, desde acudir a la escuela o al trabajo, hasta las es normal e incluso atractivo. Pero, en realidad, son los menos. Y,
relaciones personales, afectivas, e íntimas, como una estrategia aun así, esa comprensión no les libra de sentirse contin uamente

165
U11 W1 Manual de psicopatología. Volumen z

atenazados por el malestar que les provoca la intrusión constante no están focalizados en el problema mental primario, es decir, trata­
de imágenes y pensamientos sobre su defecto, que les mantiene en mientos no psicoterapéuticos, están condenados al fracaso pues sus
un estado casi constante de preocupación y rumiación. La mayoría tasas de éxito son muy escasas (y, en algunos casos, francamente
mantiene ideas sobrevaloradas sobre lo que significa una apariencia discutibles). Pero, además, deberían alertar a los profesionales que
física adecuada y, a partir de aquí, cualquier defecto o imperfec­ realizan estos tratamientos en pacientes con T DC, o con sospecha
ción física son consideradas insoportables. En otros casos, pueden razonable de síntomas del trastorno, para replantearse la utilidad,
experimentar ideas de referencia de naturaleza delirante, como que además de la ética, de aplicar dichos «tratamientos».
la gente los mira u observa porque «se da cuenta» de sus defectos,
de su «deformidad», y llegan a creer que los demás hablan de b. Epidemiología
ello y se burlan. El aislamiento social es en estos casos lo habitual,
El TDC es más frecuente de lo que cabría esperar, a pesar de las
pero también en ocasiones la ira, el enfado, y los comportamientos
dificultades para su detección y diagnóstico. Los estudios sobre
agresivos hacia sí mismos o hacia aquellos que «los observan y criti­
población general no diagnosticada ni tratada indican tasas que
can». En el extremo más patológico del continuo, algunos pacientes
oscilan entre el 1 , 7 y el 2, 4 % (Koran, et al., 2008), que aumen­
pueden experimentar auténtica ideación delirante, convencidos de
tan hasta un 13 % en estudiantes universitarios (Giraldo-O'Meara y
que sus defectos son auténticos, enormes y horrorosos, lo que los
Belloch, 2019). Estas cifras revelan una incidencia muy superior a la
lleva a describirse a sí mismos como «monstruos». En un estudio
de otros trastornos también frecuentes en la adolescencia o princi­
con insight pobre o nulo con respecto a su creencia más importan­
con 129 pacientes, el 84 % fueron clasificados como delirantes o
pio de la vida adulta, como la esquizofrenia o la anorexia nerviosa.

pacientes y los que presentaban un insight adecuado en variables


te sobre su defecto físico, sin que hubiera diferencias entre estos Por lo que se refiere a la prevalencia en contextos clínicos, los
estudios indican tasas entre el 9 y el 12 % en personas que acuden
sociodemográficas (Phillips, 2004). a especialistas en dermatología, y entre el 3 y el 53 % en personas
que acuden a cirugía estética (Aouizerate et al., 2003). Entre los
Una de las consecuencias de la creencia en la «realidad ina­ pacientes psiquiátricos ingresados por otros trastornos mentales, las
pelable» de que los defectos físicos son auténticos, y no producto cifras oscilan entre el 13 y el 16 % (Conroy et al., 2008). No obstante,
de su imaginación o su excesiva preocupación (y por lo tanto de las cifras pueden ser mucho mayores de lo que indican los estudios,
naturaleza más psicológica que física) es el hecho de que entre el ya que los pacientes tienden a ocultar sus síntomas, como antes
27 y el 76 % de los pacientes buscan soluciones médicas para sus señalamos. En este sentido resultan reveladores los datos de diversos
preocupaciones, ya sean dermatológicas, quirúrgicas, cosméticas, o estudios hechos con pacientes psiquiátricos adultos en cuyas histo­
dentales, entre otras (Phillips et al. 2001l. Aouizerate et al. (2003), rias clínicas no constaba diagnóstico alguno de T DC, ni de sospecha
en el primer estudio europeo sobre la prevalencia del T DC entre de síntomas del trastorno: el porcentaje de pacientes que cumplía
personas que acuden a cirugía plástico-cosmética, constataron que criterios diagnósticos para TDC fue superior al 13 % (p. ej., Grant et
el 9 % cumplía criterios diagnósticos del trastorno. La edad media al., 2005).
era de 35 años, y las preocupaciones más comunes se centraban en
la piel (41,7 %), la nariz (33,4 %), los pechos (25 %), y las piernas o En cuanto a las diferencias de prevalencia en función del géne­
las rodillas (25 %). Además, presentaban comorbilidad con depresión ro, aunque los datos no son concluyentes, el estudio más reciente
mayor <33,4 %), agorafobia (33,4 %), ansiedad social (25 %) y ansie­ publicado hasta la fecha (Veale et al., 2016) revela diferencias de
dad generalizada (25 %). La prevalencia de personas con T DC entre género en las distintas muestras estudiadas: comunidad, estudian­
quienes acuden a consultas dermatológicas es, asimismo, muy ele­ tes, pacientes ambulatorios, pacientes hospitalizados y entornos
vada. Por ejemplo, en un estudio realizado entre personas que acu­ cosméticos. En todas ellas se encontró una mayor prevalencia de
dían a tratamientos dermatológicos por problemas de acné, ecze­ mujeres, con la excepción de los entornos cosméticos en los que
..
mas, caída del cabello, o problemas con las uñas, el 6, 7 % cumplía hubo una mayor tasa de hombres.
criterios diagnósticos claros para T DC. Esta tasa aumentaba hasta el
c. Curso evolutivo y complicaciones asociadas
mínimamente invasivos ( peeling, micro-dermo-abrasión, inyecciones
14 % entre las personas que solicitaban procedimientos cosméticos
Se han descrito casos de inicio tan temprano como los cinco años
botulínicas, tratamientos con láser, etc.>. y tan tardíos como los 80 < Bjornsson et al., 201 3). No obstante, la
El problema es que, por lo general, estas «soluciones» solo en edad de inicio habitual se sitúa en torno a los 16 años (Coles et al.,
contadas ocasiones mejoran los síntomas. Los estudios que analizan 2006), aunque pueden detectarse síntomas claros a los 12 o 13 años
.' <Bjornsson et al., 2013). Además, por las propias características del
en qué medida se produce una mejoría sintomática después de que
el paciente haya recibido tratamientos estéticos de algún tipo coin­ trastorno, tiende a la cronicidad: actualmente, la probabilidad de
ciden en ofrecer cifras muy bajas de mejoría, que oscilan entre el remisión total es muy baja (en torno al 20 % de los casos tratados) y
3,6 y el 7 % (Crerand et al., 2005; Phillips et al., 2001l. Si los datos las tasas de recaída son muy elevadas (en torno al 42 % de los casos
se examinan desde el punto de vista de la satisfacción del paciente tratados con éxito) (Phillips et al., 2013).
con el tratamiento estético o quirúrgico recibido, la perspectiva es El trastorno puede permanecer muchos años sin ser diagnosti­
muy similar: en torno al 80 % de los pacientes informan no estar cado: Veale et al. (1996) situaron en 15 el número de años que pasan
satisfechos con el tratamiento recibido (Veale et al., 1996). Desde la desde los primeros síntomas clínicamente significativos hasta que
perspectiva de los profesionales de cirugía estética, los datos son el TDC es diagnosticado y, sin un tratamiento adecuado, el TDC
también reveladores. Por ejemplo, en el estudio de Sarwer (2002), el tiende a cronificarse (Phillips et al., 2006). Uno de los aspectos más
40 % de los cirujanos señalaron que habían recibido amenazas lega­ influyentes en la cronicidad del TDC es la ocultación de los síntomas
les y/o físicas por parte de pacientes con T DC insatisfechos. Todos por parte de los afectados (Veale y Riley, 2001l. Las personas suelen
estos datos indican que la probabilidad de que los tratamientos que ocultar sus síntomas a familiares y amigos, e incluso al profesional

166
Capítulo s. Trastorno obsesivo-compulsivo y trastornos relacionados ft

sanitario al que acuden buscando ayuda para otro tipo de síntomas 2. TDC y trastornos por consumo de sustancias. La tasa de comor­
comórbidos que también están presentes, como ansiedad y/o bajo bilidad entre ambos trastornos se encuentra entre el 30 y el 48 %
estado de ánimo, pero no para los síntomas dismórficos. Una de las <Phillips et al., 2005), siendo el alcohol la sustancia más utilizada,
causas de dicha ocultación es la vergüenza experimentada debido probablemente como estrategia para reducir el malestar genera­
a las preocupaciones que muchos pacientes reconocen como super­ do por la insatisfacción con el aspecto físico (Kelly et al., 2016).
ficiales o vanas (Veale y Neziroglu, 2010l, y por los comportamien­ 3. TDC y trastornos alimentarios <TA) y de la ingestión de alimen­
tos que realizan en respuesta a estas preocupaciones. La vergüenza tos. La prevalencia de los TA entre afectados de TDC es relativa­
facilita el retraimiento y aislamiento sociales y está asociada a un mente alta. Entre el 10 y el 32,5 % de las personas con TDC pre­
bajo estado de ánimo, confinamiento, y riesgo suicida (Weingarden sentan también un TA (Ruffolo et al., 2006). Ambos trastornos,
y Renshaw, 2015). especialmente la anorexia nerviosa, comparten varias caracte­
El TDC también está asociado a un pobre funcionamiento social, rísticas que plantean problemas para el diagnóstico diferencial3,
una mala calidad de vida, y aproximadamente el 50 % de las per­ pues ambos trastornos se caracterizan por insatisfacción con la
sonas con TDC están desempleadas por aspectos relacionados con imagen corporal y distorsiones asociadas a la misma, además
el t rastorno (Didie et al., 2006, 2008, 2012). Con todo, una de las de que la apariencia física tiene un papel central en la eva­
complicaciones más graves asociadas al trastorno es el elevadísimo luación de la autovalía (Hartmann et al., 2015). Existen no obs­
riesgo de suicidio (Show et al., 2016; Snorrason et al., 2019), que tante diferencias entre ambos trastornos, especialmente cuando
es alrededor de 45 veces mayor al que se encuentra en población la preocupación del TDC no está relacionada con el peso o la
general. Un estudio prospectivo a cuatro años constató que hasta figura (Didie et al., 2010; Veale y Neziroglu, 2010l: entre otras,
el 57,8 % de los pacientes informaron de ideación suicida, entre el el objeto de preocupación (Hrabosky et al., 2009), la proporción
25 y el 30 % había llevado a cabo un intento suicida, y un número de hombres y mujeres (más mujeres en los TA) y la respuesta al
afortunadamente menor W,3 %) había logrado consumar el suicidio tratamiento (Hartmann et al., 2013). Por ejemplo, en el subti­
(Phillips et al., 2005). En consecuencia, una de las complicaciones po de dismorfia muscular, las alteraciones alimentarias (i. e.,
más graves asociadas al TDC es, sin duda, el alto riesgo de suicidio. exceso de consumo de proteínas) o el exceso de ejercicio están
Esta situación es más grave aún si se tiene en cuenta que, aunque motivados por el deseo de adquirir masa muscular y no por el
de disminuir el peso.
es relativamente común y se ha descrito desde hace siglos, sigue
siendo un trastorno infra-diagnosticado y silencioso (Fang y Wil­ 4. TDC y trastornos depresivos. La mayoría de los estudios revelan
helm, 2015). que la depresión mayor es el trastorno comórbido más frecuen­
te, con una prevalencia vital entre el 36 y el 69 %. La aparición
d. Comorbilidad y diagnóstico diferencial de la depresión
• suele ser posterior a la instauración del TDC y
suele también ser el motivo de consulta de las personas con
Las preocupaciones por la apariencia y el aspecto físico son muy TDC, junto a síntomas de ansiedad. Por otro lado, en ocasiones
habituales en todas las culturas y, especialmente, en la adolescen­ las personas con depresión mayor pueden experimentar preo­
cia. En este sentido, el grado de preocupación y la frecuencia con cupaciones por defectos de su apariencia, congruentes con su
la que se llevan a cabo comportamientos como los antes descritos, baja autoestima, pero normalmente no se asocian a comporta­
destinados a atenuar el malestar generado por la preocupación, mientos dirigidos a atenuar el defecto percibido (o lo hacen en
así como el nivel de interferencia en las actividades cotidianas y el un grado variable, inconsistente) y desaparecen o regresan al
desarrollo personal que provocan -tanto los comportamientos como nivel normal cuando remite la depresión.
el estado de preocupación-, son los elementos clave a tener en
5. TDC y trastorno de ansiedad social. Aunque las tasas de preva­
cuenta para diferenciar entre una preocupación normal por la apa­
lencia varían mucho, la ansiedad social es uno de los trastornos
riencia y la presencia de un TDC. Otro aspecto crucial es, sin duda,
comórbidos más frecuentes del TDC (Veale y Neziroglu, 2010l. En
el grado de convicción que la persona mantiene sobre la impor­
los diferentes estudios realizados sobre el tema, se encontró que
tancia y gravedad del o los defectos físicos en los que centra su
entre el 12 y el 68% de las personas que tenían un TDC presen­
preocupación. Pero, más allá de que las preocupaciones dismórficas
taban además un diagnóstico de ansiedad social (p. ej., Coles et
leves sean muy comunes, lo cierto es que el TDC suele coexistir con
al., 2006; Fang y Hofmann, 2010). Ambos trastornos comparten
otros trastornos mentales, lo que complica los síntomas dismórficos varias características, entre ellas el miedo a la evaluación nega­
y su tratamiento. Entre los trastornos comórbidos más comunes se tiva (Pinto y Phillips, 2005), la evitación de interacciones sociales
encuentran los siguientes: (Kelly et al., 2010l, la interpretación de información social ambi­
l. TDC y trastornos de la personalidad. Varios estudios muestran gua como hostil o amenazante (p. ej., Buhlmann et al., 2006), y
que aproximadamente el 50 % de • las personas con TDC tienen la presencia de altos niveles de vergüenza (Buhlmann y Wilhelm,
también un trastorno de la personalidad (Didie et al., 2012), 2004). Sin embargo, las diferencias en el objeto de preocupa­
siendo los más frecuentes los del grupo ansioso (i. e., evi­ ción establecen una diferencia clara entre ambos trastornos. El
tativo, dependiente y obsesivo compulsivo). Dada la elevada foco de preocupación en la ansiedad social se centra en el com­
ca-ocurrencia de los trastornos de la personalidad con el resto portamiento ante los demás y/o en las manifestaciones visibles
de los trastornos mentales, es esperable que una persona con de su ansiedad (p. ej., ruboración, sudoración, temblores), por el
TDC presente algún trastorno de la personalidad comórbido y/o miedo a que los demás lo evalúen negativamente como persona,
rasgos y características disfuncionales de personalidad: por tan­ mientras que en el TDC se centra en defectos de su aspecto y
to, es siempre necesaria una evaluación amplia de las caracte­
..
rísticas disfuncionales de la personalidad ante la presencia de
un TDC. 3 Para uno revisión, consúltese el trabajo de Phillipou et al. (2019).

167
, 111! Manual de psicopatología. Volumen 2

en el hecho de q_ue los demás se dan cuenta de ello. En todo los aspectos emocionales del problema. La investigación sobre los
caso, el doble diagnóstico en estos casos es frecuente, porq_ue mecanismos cognitivos está directamente vinculada con el modelo
ambas condiciones llevan asociados comportamientos similares cognitivo-conductual del TDC según el cual ciertos sesgos de per­
(especialmente, evitación sociall. cepción, interpretación, y memoria de estímulos relacionados con la
6. TDC y trastornos del espectro O-C. La tasa de comorbilidad apariencia física están en la base del trastorno, ya sea en su génesis
entre el TOC y el TDC se encuentra en un rango muy amplio q_ue o en su mantenimiento. En todo caso, como sucede con el resto
oscila entre el 6 y el 38 % (p. ej., Frare et al., 2004). El hecho de trastornos mentales, existe el convencimiento del origen multi­
de q_ue el TDC haya pasado a formar parte del espectro de factorial del trastorno, en el q_ue se combinan factores biológicos,
trastornos obsesivo-compulsivos responde a la evidencia acumu­ psicológicos y socioculturales. A continuación, se resumen los q_ue
lada sobre las similitudes entre ambos trastornos. No obstante, cuentan con alguna evidencia empírica.
además de las diferencias en el contenido de las intrusiones y (I) Factores neurobiológicos
preocupaciones y en el tipo de comportamientos repetitivos, las
personas con TDC suelen presentar peor insight, mayores tasas Las teorías biológicas del desarrollo del TDC se basan, por un lado,
de suicidio y mayor comorbilidad con depresión q_ue las perso­ en la desregulación de la serotonina y, por otro, en las alteraciones
nas con TOC (p. ej., Phillips et al., 2007). neurológicas. Desde la biología, el desarrollo del TDC se ha centra­
7. TDC y trastornos del espectro de las psicosis. Como ya se ha do en la desregulación del sistema y los receptores serotoninérgi­
comentado, el nivel de insight en personas con un TDC puede ser cos (Grant y Phillips, 2005). Sin embargo, el debate está abierto ya
escaso o, en casos extremos, prácticamente inexistente: algu­ q_ue los síntomas exacerbados tras la reducción del triptófano (un
aminoácido precursor de la serotoninal no es específica del TDC, y
nas personas creen realmente q_ue tienen uno o varios defectos
la desregulación del sistema serotoninérgico podría ser una conse­
físicos realmente importantes y buena parte de su existencia
cuencia, y no la causa, de la respuesta inhibitoria del cerebro en los
gira en torno a esa creencia, hasta el punto de q_ue el grado de
circuitos frontoestriados, cuya función es reducir la ansiedad (Veale
convicción con q_ue la mantienen es similar al q_ue presenta una
y Neziroglu, 2010>.
persona con delirios. La ausencia de otros síntomas sugerentes
de un trastorno psicótico primario (alucinaciones, delirios no (2) Alteraciones en los procesos cognitivos y emocionales
relacionados con defectos, trastornos formales del pensamiento, (procesamiento de la información}
síntomas negativos, etc.), ya sea en el episodio actual o en la
historia reciente de la persona, junto la presencia del resto de Los estudios sobre los mecanismos cognitivos subyacentes al TDC
características clínicas del TDC, indican q_ue la persona presenta han mostrado diferentes sesgos en la percepción, interpretación y
este trastorno y no otro de naturaleza psicótica. memoria de estímulos relacionados con la apariencia en personas
con el trastorno (para una revisión detallada, véase Johnson et al.,
8. TDC y ansiedad generalizada. El estado constante de preocupa­ 2018). En distintos estudios, se ha encontrado q_ue las personas con
ción por la posibilidad de q_ue ocurran diversos acontecimientos un TDC presentan una mayor tendencia a centrarse en los deta­
de la vida cotidiana es una característica esencial de la ansie­ lles (Deckersbach et al., 2000>, dificultades en el procesamiento de
dad generalizada. Se trata de una preocupación orientada al caras ffeusner et al., 2011; Yaryura-Tobias et al., 2002) y una aten­
futuro y centrada en eventos q_ue pueden suceder, mientras q_ue ción selectiva visual a los defectos o imperfecciones, tanto en ellos
las preocupaciones dismórficas se circunscriben a defectos en mismos como en las zonas correspondientes en caras desconocidas
el propio aspecto físico (actual, pasado, y futuro) y, en todo (Greenberg et al., 2019). También se han encontrado déficits en el
caso, a cómo esos defectos pueden interferir en la vida coti­ procesamiento emocional (Buhlmann et al., 2006), relacionados con
diana (amistades, trabajo, etc.). Además, los comportamientos una predisposición a malinterpretar las expresiones faciales neutras
asociados a las preocupaciones dismórficas no se producen en de forma negativa.
la ansiedad generalizada.
9. TDC y disforia o discordancia de género. Tanto cuando se pre­ (3) Factores de riesgo
senta en la infancia como si lo hace en la adolescencia o en la Entre ellos destacan, en primer lugar, las experiencias tempranas
vida adulta, la disforia de género se caracteriza por la insatis­ negativas. Un buen número de personas con TDC informan de expe­
facción (y malestar asociado) q_ue siente la persona debido a la riencias negativas en la infancia. En un estudio sobre la aparición de
incongruencia entre su sexo biológico y el género con el q_ue imágenes espontáneas en el TDC, Osman, et al. (2004) encontraron
la persona se identifica. La consecuencia entre la incongruen­ q_ue la mayoría de las personas con TDC experimentaban frecuente­
cia con la identidad sexual q_ue marca la biología y lo q_ue la mente imágenes relacionadas con un evento anterior estresante de
persona siente q_ue es y significa su propia identidad sexual, es burla o acoso por algún aspecto de la apariencia, o por los cambios
el deseo de modificar sus características sexuales primarias y de apariencia típicos de la adolescencia. Buhlmann et al. (2007l
secundarias para ajustarlas a su identidad de género. Esta incon­ también encontraron q_ue, en comparación con población general,
gruencia no es delirante y se centra exclusivamente en la expe­ las personas con TDC informaron haber experimentado más episo­
riencia subjetiva de esa marcada incongruencia entre el género dios de burlas tanto por la apariencia como por alguna habilidad
sentido y el sexo biológico. en general, las cuales se asociaron con la gravedad de los síntomas
dismórficos.
En segundo término, los factores socioculturales q_ue, aun siendo
e. Etiología
La mayor parte de los estudios publicados sobre los mecanismos importantes en cualq_uier trastorno mental, en el TDC lo son espe­
y procesos q_ue subyacen a la psicopatología del TDC se han cen­ cialmente dado el objeto de preocupación (la apariencia física) y
trado en la cognición, y solo unos pocos han abordado además la presión social en relación con la imagen corporal. La continuada

168
Capítulo s. Trastorno obsesivo-compulsivo y trastornos relacionados ,¡ ;ij

exposición a estándares irreales de belleza en los medios podría espejo, camuflar el defecto o evitar situaciones sociales, las perso­
tener un impacto en el desarrollo del T DC, favoreciendo y/o forta­ nas con T DC están intentando reducir o evitar emociones negativas
leciendo las creencias sobrevaloradas sobre el atractivo físico y la como ansiedad, asco o depresión.
sobreestimación del significado y la importancia de ser físicamente Por su parte, la propuesta de David Veale (2001, 2004) se cen­
atractivo presente en este trastorno. tra en el rol de las imágenes, los sesgos atencionales y en proce­
sos cognitivos como la rumiación. El concepto del «yo» como un
(1.1) Modelos y teorías cognitivo-conductuales generales
objeto estético es también un elemento clave del modelo y hace
Desde la perspectiva cognitivo-conductual se han propuesto varias referencia a la experimentación de una extrema autoconsciencia y
teorías y modelos para explicar el desarrollo y mantenimiento del a una autofocalización en la imagen distorsionada. El ciclo comien­
T DC. Todas ellas comparten la premisa de que las emociones y los za con la activación de la representación externa de la imagen
comportamientos están determinados por la forma en que unas corporal de la persona. Es entonces cuando se pone en marcha el
y otros son interpretados y, por tanto, que la modificación de los proceso de atención selectiva y la persona se centra en aspectos
patrones desadaptativos o disfuncionales de pensamiento, creen­ de la representación externa (p. ej., el reflejo en el espejo), lo cual
cias y comportamientos, conducen a una mejoría en los síntomas conlleva a un aumento de la autoconsciencia y a la exageración
dismórficos. También incorporan dentro de la génesis del trastorno, relativa de ciertas características (el «yo» como objeto estético).
los factores de riesgo de tipo biológico, psicológico y social mencio­ Como resultado de este proceso, la persona con T DC construye una
nados antes. Sin embargo, cada modelo enfatiza más unos aspectos imagen mental, una representación, distorsionada de su imagen cor­
que otros. Algunos incluyen el concepto de sensibilidad estética, poral. La imagen es utilizada para construir el modo en que la per­
el concepto de «yo» como un objeto estético <p. ej., Baldock y sona se ve en el espejo y, además, le brinda información sobre cómo
Veale, 2017l, el aprendizaje social y el condicionamiento operante le ven los demás. Esta imagen también suele ser vista como si fuese
(Neziroglu et al., 2004, 2008), mientras que otros se centran más en de otro observador, desde una perspectiva externa, como ocurre en
aspectos neurobiológicos <p. ej., Feusner et al., 2008; Yaryura-Tobias la ansiedad social y en las experiencias de despersonalización. La
et al., 2002). En este apartado resumimos los tres modelos teóricos activación de la imagen está asociada a su vez, con un aumento en
que han tenido mayor influencia en el estudio actual del T DC y que, la autofocalización.
en cierto modo, resumen los aspectos relacionados con este trastor­ El siguiente paso es la activación de valores y supuestos acerca
no. Aunque estos modelos fueron diseñados específicamente para el de la importancia de la apariencia <p. ej.: «Si no soy atractivo, no
T DC, incorporan varios elementos del modelo cognitivo-conductual vale la pena vivir», «Si soy defectuoso, estaré solo toda mi vida»).
de la ansiedad social, del TOC, y del modelo cognitivo de aprendi­ En el T DC, la apariencia define en gran medida la identidad de la

En primer lugar, la propuesta de aprendizaje social de Fugen


zaje social de la distorsión de la imagen de Cash (2002). persona, junto a otros valores como la aceptación social, el perfec­
cionismo, la simetría, o la juventud, lo cual a su vez refuerza el «yo»
Neziroglu et al. (2004, 2008) hace hincapié en el condicionamiento como objeto estético. Este modelo también tiene en cuenta procesos
clásico y operante, así como en el papel que tienen los marcos rela­ cognitivos relacionados con la preocupación, como las metacog­
cionales en el desarrollo de las creencias relacionadas con el T DC. niciones. Las personas con T DC se preocupan de forma anticipa­
Según esta propuesta, las experiencias tempranas, tanto positivas da por eventos futuros, y realizan constantemente comparaciones
como negativas, pueden hacer que una persona se focalice en la entre los distintos tipos de imágenes (la representación externa, la
apariencia, lo que contribuye a la formación de creencias nucleares imagen corporal ideal y la distorsionada). Las comparaciones repe­
acerca del valor del atractivo físico. Otro aspecto importante es el tidas entre las tres imágenes generan dudas e incertidumbre sobre
aprendizaje social o vicario. El ejemplo más claro se encuentra en la apariencia real, lo que refuerza el comportamiento de mirarse en
los medios de comunicación, que envían constantemente mensajes el espejo. El deseo del paciente por saber exactamente cómo luce,
relacionados con la importancia del aspecto físico y del éxito de solo se ve satisfecho al mirarse en el espejo. Sin embargo, cuanto
las personas atractivas. Posteriormente, el desarrollo de los sínto­ más tiempo pasa mirándose en el espejo, peor se siente, y más se
mas dismórficos comenzaría a través de experiencias aprendidas refuerza la creencia en el defecto y en la fealdad. Generalmente
mediante condicionamiento clásico. Neziroglu et al. (2008) ilustran existe una gran discrepancia entre la imagen corporal deseada y la
este proceso con un ejemplo en el que un evento aversivo relacio­ real, lo que induce un estado de ánimo depresivo.
nado con el aspecto físico, como ser acosado por tener una cabeza

J) Imagen corporal. C onstructo multidimensional referido


grande (estímulo incondicionado, rn, genera vergüenza (respuesta
incondicionada, RD, lo que posteriormente conduce a la experien­
cia de vergüenza o desagrado con cualquier aspecto asociado a la a cómo se experimenta el propio cuerpo, especialmente ,
cabeza, como por ejemplo la línea del pelo (estímulo neutro, EN).
Como el acoso es percibido como aversivo, la línea del pelo también
con respecto, pero no exclusivamente, al aspecto físico. La r t
imagen corporal tiene dos componentes complejos y multi-
es percibida de la misma forma, generando ambos estímulos la mis­
1 facéticos: el perceptivo, y el actitudinal.
ma respuesta de vergüenza.

con la teoría de los marcos relacionales (Hoyes et al., 2001) que, a


Un segundo aspecto importante de esta propuesta es su relación
Otro componente importante del modelo son las emociones,
través del condicionamiento clásico y operante, busca explicar la entre las que destacan las siguientes: (a) vergüenza interna o asco
naturaleza generativa del lenguaje y las cogniciones. Con respecto hacia sí mismo; (b) la vergüenza externa por el temor a cómo se
al mantenimiento del problema, Neziroglu et al. (2008) proponen va a ser evaluado por los demás; (c) tristeza y desesperanza tan­
que el T DC se mantiene a través de condicionamiento operante, to por el fracaso en conseguir los estándares estéticos, como por
específicamente mediante el refuerzo negativo. Al mirarse en el las dificultades en el área social; (d) rabia y frustración hacia sí

169
tt Manual de pslcopatología. Volumen z

mismo y hacia los demás, y, (e) culpa por dañar su apariencia ya pensatorios», como la comprobación, la ocultación y/o el camuflaje
sea por sí mismo o mediante intervenciones estéticas más o menos del/os defecto/s, o la evitación de situaciones sociales y/o de per­
agresivas. Por último, los comportamientos que las personas reali­ sonas que puedan activar un estado emocional negativo. Se postula
zan en respuesta a las preocupaciones son uno de los factores de que estos comportamientos claramente disfuncionales mantienen
mantenimiento más importantes del trastorno de acuerdo con este las creencias e interpretaciones disfuncionales vía refuerzo negativo,
autor. Aunque inicialmente disminuyen el malestar o la incertidum­ puesto que permiten reducir el estado emocional negativo a corto
bre, son contraproducentes, pues incrementan la autoconsciencia, plazo. El modelo reconoce la influencia que pueden tener otros fac­
la preocupación y las valoraciones negativas. Además, requieren de tores en la génesis y/o el mantenimiento del trastorno, tales como
un esfuerzo mental y atención enormes, conducen a un mayor con­ la sensibilidad al rechazo, el miedo a la evaluación social negativa,
trol de la apariencia, objetivamente pueden empeorar el aspecto experiencias tempranas, valores familiares y culturales, o factores
físico y, con ello, aumentar la atención de los demás sobre la propia neurobiológicos y genéticos todavía en estudio.
apariencia. Una buena parte del modelo se sustenta en datos procedentes
La tercera propuesta importante es la que plantea Sabine de diversas investigaciones sobre la presencia de sesgos atenciona­
Wilhelm (2006). Esta autora ha elaborado un modelo explicativo les, perceptivos e interpretativos. Sin embargo, no hay prácticamen­
general sobre el TDC que guarda muchas semejanzas con el actual te datos que avalen el supuesto inicial (i. e., que las preocupaciones
modelo cognitivo del TOC y que se resume en la Figura 5.2. El sobre defectos en la apariencia física son comunes y seguramen­
modelo parte de asumir que, si bien todas las personas experimen­ te universales), ni sus consecuencias funcionales (i. e., emociones
tan pensamientos negativos sobre la apariencia, las personas con negativas y comportamientos compensatorios) en personas con TDC
TDC reaccionan de manera disfuncional a tales imágenes y pensa­ y en diferentes contextos sociales y/o culturales. Esta cuestión es
mientos. La disfuncionalidad se traduce en sesgos como la atención importante, en nuestra opinión, por dos motivos: primero, porque
selectiva a los defectos físicos, separándolos de la totalidad de la si se quiere establecer un paralelismo entre el TDC y el TOC, es
apariencia, lo que provoca que se perciban como más importantes necesario obtener datos que lo avalen; segundo, porque todas las
y «grandes» de lo que en realidad serían si se tuviera en cuenta el variables que contiene el modelo, desde las preocupaciones hasta
contexto general. A partir de aquí, entran en juego otros sesgos de las emociones, las creencias y los comportamientos, asumen la idea
tipo interpretativo, tales como la sobrevaloración de la importancia de dimensionalidad o continuo desde la normalidad hasta la psico­
del aspecto físico, presencia de estándares muy elevados y exigentes patología. Y aunque la literatura científica aporta datos parciales
sobre la belleza y la perfección de la propia apariencia, además de sobre ello, hay pocos datos que analicen, de manera conjunta, la
sesgos de interpretación autoreferenciales en situaciones sociales. dimensionalidad de tales variables y su relación funcional con las
El siguiente paso del modelo propone que estos sesgos activan preocupaciones sobre defectos en la apariencia.
un estado emocional negativo (ansiedad, vergüenza, asco, disforia), Entre los pocos datos disponibles sobre este importante modelo
que la persona intenta regular mediante comportamientos «com- se encuentran los obtenidos por las autoras de este capítulo. Los

DISPARADORES VULNERABILIDAD
Estrés, disforia, problemas 1 Experiencias vitales,
relacionales, comentarios -------;�\ Intrusiones sobre defectos en la apariencia valores sociales­
r
negativos, cambios
------��--------------
culturales y familiares,
físicos (adolescencia, personalidad (sensibilidad
embarazo), etc. al rechazo, miedo a
la evaluación social>,
creencias nucleares
<perfeccionismo, rigidez),
neurobiología y genética
(historia familiar de
depresión, trastornos O-C,
ansiedad social, tics, etc.l

Emociones negativas (ansiedad, culpa, asco...l


.,¡

Estrategias de neutralización/control
• Evitar (situaciones sociales, luces brillantes...l
• Rituales (tocarse, mirarse en el espejo, maquillarse, ocultar. ..

)) Figura s.2. Modelo cognitivo-conductual del trastorno dismórfico corporal (adaptado de Fang y Wilhelm, 2015).

170
Capítulo s. Trastorno obsesivo-compulsivo y trastornos relacionados

resultados avalan, en conjunto, los supuestos enunciados. En un estu­ y las monedas que utilizaba para pagar, a los vehículos que se
dio con más de 900 personas de la población general, encontramos encontraba de cara al conducir o los que le adelantaban en la
que la práctica totalidad había experimentado intrusiones mentales carretera, todos los documentos que pasaban por sus manos en el
(imágenes, pensamientos, impulsos) desagradables sobre defectos trabajo, las personas con las que se cruzaba por la calle, etc. El
de la apariencia, siendo las más habituales las relacionadas con paso siguiente fue guardar todos los billetes y monedas en cajas y
la necesidad de hacer algo para ocultar o disimular el defecto. La únicamente utilizaba tarjetas de crédito. Además, sin que su mari­
frecuencia de estas intrusiones era mayor en las mujeres y su inten­ do lo supiera, alquiló una nueva vivienda junto a la suya en la que
sidad disminuía con la edad. Por otro lado, el 13 % de las personas seguía guardando cajas, papeles de todo tipo, ropas y zapatos ya
cumplía criterios diagnósticos para el T DC, si bien a partir de un inservibles y, en ocasiones, bolsas de basura doméstica que solo se
instrumento de cribado pero no de una entrevista diagnóstica indi­ decidía a tirar cuando notaba un fuerte olor a podrido. Por supues­
vidualizada (lo que puede influir en un exceso de falsos positivos). to, guardaba en un armario especial todas las tarjetas de memoria
Las intrusiones y preocupaciones sobre defectos más molestas y de los teléfonos móviles que utilizaba para sus «reportajes», que
frecuentes se asociaron funcionalmente con estados emocionales era como denominaba a sus fotos y videos. La razón que aducía
negativos (ansiedad, tristeza), creencias disfuncionales sobre la para este comportamiento era esta: «En cualquier momento puedo
importancia del aspecto físico, y con estrategias de neutralización querer recordar algo, por ejemplo, si le puse el plátano a mi hijo en
y control (sobre todo, control sociall. En otro estudio, estos mismos la papilla, o si el coche con el que me crucé era el de un conocido,
resultados se pudieron observar también en un grupo de personas o si hice bien el adelantamiento, o si el billete con el que pagué
con TDC diagnosticado que acudían a tratamiento psicológico por en el súper tenía una numeración especial, y entonces puedo ir a
su trastorno (Giraldo-O'Meara y Belloch, 2017, 2018, 2019). En con­ comprobarlo... Son cosas que forman parte de mi vida y no quiero
junto, nuestros datos avalan la universalidad de las preocupaciones olvidarlas ... Tirarlas sería perder una parte de mi... de mi memoria
dismórficas, su carácter dimensional desde la normalidad hasta la como persona, me siento bien si sé que los tengo ahí, para mirarlos
patología, la validez de los modelos cognitivo-conductuales, como el o revisarlos cuando quiera». Cuando guardaba objetos o los foto­
de Wilhelm, para explicar el TDC, y las similitudes fenomenológicas grafiaba sentía alivio y bienestar, mientras que cuando su marido
entre este trastorno y el TOC. tiraba cualquier cosa se enfadaba muchísimo e intentaba recupe­
rarlo. La vivienda alquilada estaba absolutamente abarrotada de
Las tres propuestas que acabamos de resumir integran los
objetos y su hogar empezaba también a presentar abarrotamiento
aspectos más investigados sobre el TDC y, sobre todo, se ajustan a
de objetos en algunas zonas (su despacho, especialmente, pero
la fenomenología del trastorno tal y como se presenta en quienes también parte de la cocina y los cuartos de baño). Cuando acudió
lo padecen. No obstante, aunque algunos supuestos y procesos de a nuestra consulta, presentaba una depresión mayor y su motiva­
estos modelos tienen apoyo empírico, otros aún carecen de la sufi­ ción para seguir un tratamiento era muy escasa. La única razón
ciente evidencia. que esgrimió fue esta: «Quiero que me ayuden a controlar un poco
el problema en casa, porque mi marido me ha amenazado con
separarse de mi y quedarse con la custodia del niño... yo solo quie­
ro sobrellevar esto un poco y aguantar hasta que mi hijo pueda
C. Acumulación
Amparo, de LQ años, tiene un hijo de 5, y trabaja en una empresa valerse por sí mismo, para entonces poder irme a vivir sola y hacer
multinacional en tareas de gran responsabilidad. El embarazo estu­ todo lo que me venga en gana con mis cosas ... ». Su conciencia del
vo rodeado de problemas médicos graves que la obligaron a guar­ problema era, obviamente, escasa: entendía que a su marido le
dar reposo durante prácticamente los nueve meses de gestación y, molestara su comportamiento, pero se excusaba diciendo que por
después del parto, precisó ingreso en cuidados intensivos durante esa razón había decidido alquilar la otra casa.
un mes. Cuando regresó a su hogar, ya recuperada, comenzó a
incrementar su comportamiento acumulador que, hasta entonces,
se restringía a guardar la mayoría de facturas y tickets de lo que a. Caracterización clínica y criterios para el diagnóstico
adquiría diariamente. Comenzó por guardar las cajas y los papeles La característica principal del trastorno por acumulación es la difi­
de regalo en las que habían estado las ropas y cualquier otro obje­ cultad persistente de deshacerse de posesiones independientemente
to relacionado con su bebé y fue aumentando paulatinamente las de su valor real, que interfiere de forma clínicamente significativa,
cosas que guardaba relacionadas con el niño <p. ej., las cajas ya como ejemplifica el caso anterior. Las personas con esta alteración
vacías de cereales, de leche, de huevos, botellas de agua, etc.l. Al tienen dificultad para deshacerse de los objetos de cualquier modo,
poco tiempo, guardaba también las pieles o cualquier desperdicio es decir, tanto si se trata de tirarlos como de reciclarlos, regalarlos,
de comida que habían consumido en la familia, lo que ocasionaba donarlos o venderlos, por lo que acaban «conservando» o «acumu­
grandes disputas con su pareja que terminaba por tirar la basu­ lando» muchas más posesiones que la mayor parte de las personas.
ra acumulada. A partir de entonces, todas las noches, cuando la Los objetos pueden ser de cualquier tipo y valor: desde los que la
familia estaba en la cama, se vestía de nuevo y salía a la calle a mayoría de personas definirían como inútiles o de poco valor (p. ej.,
«comprobar si hay algo en los contendores de basura del barrio publicidad, periódicos viejos, cajas vacías de medicamentos o de
que mi marido haya tirado sin yo enterarme». No recogía nada ropa, etc.l, hasta objetos de valor como ropa sin estrenar, apara­
(por temor a las disputas familiares), pero hacía fotos de todo lo tos eléctricos que pueden conservar en su caja original sin desem­
que contenían esos contenedores «por si se me escapa u olvida balar, o joyas. Aunque prácticamente cualquier objeto puede ser
algo importante, poder comprobarlo y recordarlo después». En susceptible de ser guardado y acumulado, los más habituales son
muy poco tiempo, «descubrió» en su teléfono móvil un gran alia­ ropas, cosas de papel como revistas, periódicos, correo, documentos
do y comenzó a fotografiar cualquier cosa que se «cruzara» en o libros, lápices/bolígrafos, música, vídeos y cajas (Pertusa et al.,
su camino, tanto en su casa, como en el trabajo: desde los billetes 2008). Aunque en muchas ocasiones se conservan/guardan objetos

171
tt M nu I de pslcopatologla. Volumen 2

por el simple hecho de que han «entrado en casa», se estima que trastorno, pero con frecuencia cubre más del 70 % del hogar (Per­
entre un 80 y un 100 % de las personas con trastorno de acumulación tusa et al., 2008), abarcando también en algunos casos el jardín, el
también adquiere de forma excesiva, bien sea comprando, recogien­ vehículo, o el hogar de familiares. En el caso de nuestra paciente, el
do cosas gratuitas de la calle u objetos que otros han desechado, abarrotamiento se daba sobre todo en la vivienda que había adqui­
por ejemplo, en contenedores y, con menor frecuencia, robando rido ad hoc para su comportamiento acumulador, además de en su
(Steketee y Frost, 2014). Esta característica, la adquisición exce­ espacio personal (su despacho).
siva, es un especificador en el DSM-5. Algunas personas acumulan En casos extremos puede asociarse a situaciones de abandono
también animales domésticos (gatos y perros, especialmente) a los o negligencia en el propio cuidado y a miseria doméstica o condi­
que no pueden asegurar una correcta nutrición, higiene o salud. ciones insalubres en la vivienda. Aunque en la actualidad hay poca
Aunque hay pocos estudios al respecto, los que existen sugieren investigación sobre la relación entre el trastorno de acumulación y
que esta última modalidad podría considerarse como un subtipo las condiciones insalubres en la vivienda, que a menudo se han reco­
del trastorno y, de hecho, se sugirió como un posible especificador gido bajo el término de síndrome de Diógenes4, es importante clari­
para el DSM-5 que finalmente no se ha incorporado. En todo caso, ficar que ni todas las personas que viven en situaciones de miseria
si ben el comportamiento de acumular animales comparte síntomas doméstica presentan comportamientos de acumulación, ni todas las
con el patrón general observado en quienes acumulan otro tipo de personas que tienen trastorno de acumulación viven en situaciones
elementos, implica un mayor peligro y riesgo tanto para la persona insalubres, como ejemplifica el caso de nuestra paciente. De hecho,
como para los animales. en la mayor parte de las personas con trastorno de acumulación no
El comportamiento de acumulación se produce porque la per­ se observan las características centrales del síndrome de Diógenes
sona siente la necesidad de guardar los objetos para así evitar el (i. e., negligencia y miseria doméstica) (Pertusa y Fonseca, 2014),
malestar que le provoca deshacerse de los mismos. Se han estable­ aunque algunos estudios sugieren una elevada prevalencia de mise­
cido tres grandes categorías de motivos: por su valor emocional, por ria doméstica entre los pacientes con trastorno de acumulación del
su valor instrumental o por su valor intrínseco (estético en la mayor 35 al 72 % (Kim et al., 2001; Luu et al., 2018). En los casos en que
parte de los casos) (Frost et al., 2012). Con frecuencia se acumulan se observe que la que persona con trastorno de acumulación vive
objetos por su valor sentimental dado que los objetos se asocian a en una situación insalubre, habrá que valorar si se trata de una
personas o sucesos relevantes de la vida. Por otro lado, muchas per­ consecuencia de la imposibilidad de limpiar debido a la congestión
sonas acumulan objetos inútiles de los que les cuesta desprenderse, del hogar, si se asocia a una alteración de las funciones ejecutivas,
lo que indica que el comportamiento en sí de acumular objetos o si la acumulación de basura es consecuencia de que la persona
es dimensional. La diferencia entre la acumulación patológica y la atribuye algún valor instrumental o sentimental a elementos insa­
normal es que, en el primer caso, son muchos los objetos a los que lubres como comida podrida o productos corporales (p. ej., heces)
se les atribuye valor sentimental y, por tanto, un grado disfuncional (Norberg y Snowdonse, 2014; Snowdon et al., 2012). Esta es una línea
de apego: Amparo, la paciente que hemos descrito, lo expresaba de investigación abierta, y sobre la que queda mucho por explorar.
con claridad «Forman parte de mi vida y no quiero olvidarlas»). Es importante enfatizar que la acumulación es una consecuen­
Además, los objetos proporcionan bienestar emocional («Me siento cia ambiental de las dificultades descritas anteriormente para
bien si sé que los tengo ahí, para mirarlos o revisarlos cuando quie­ deshacerse de objetos, así como de las adquisiciones excesivas.
ra») e, incluso, forman parte de su identidad («Tirarlas sería perder
una parte de mi... »l.
En otros casos, los objetos se acumulan porque se considera que 4 Se han empleado diferentes términos como síndrome de Diógenes,
tienen un valor instrumental, que pueden tener una utilidad futura. miseria doméstica grave, miseria senil, negligencia con el autocuidado
En este sentido, algunas personas con el trastorno sienten una gran (en inglés: severe domestic squa/or; senile breakdown, self-neglecfJ
responsabilidad respecto al destino de sus posesiones y hacen todo para referirse a aquellas personas cuyo hogar está tan sucio, de­
lo posible por evitar derrochar y deshacerse de algo que pudiera sastrado e insalubre, que personas de su mismo contexto y cultura
tener aún una vida útil. También se puede acumular por miedo a consideran que es esencial una limpieza en profundidad y despejar el
perder información relevante, a menudo asociado a la baja con­ hogar. Aunque en la actualidad no hay una definición consensuada
fianza en la propia memoria y a la necesidad de control sobre los sobre este cuadro y se conoce poco sobre su etiología, hay acuerdo
bienes. Nuestra paciente lo expresaba así: «por si se me escapa u en incluir en su descripción la presencia de negligencia doméstica y
olvida algo importante, poder comprobarlo y recordarlo después ... falta de higiene personal. Además, a menudo se han descrito com­
en cualquier momento puedo querer recordar algo». portamientos de acumulación: posesiones apiladas en el hogar que
Las dificultades para desprenderse de los objetos dan lugar a dan como resultado dependencias abarrotadas que no pueden ser
una acumulación tal, que los espacios habitables se abarrotan y utilizadas para lo que fueron diseñadas. La acumulación en este con­
congestionan de forma que su uso se ve comprometido y no pueden texto a menudo se refiere a objetos sucios, alimentos en mal estado,
o basura humana o animal que se acumula de forma indiscriminada,
ser empleados para aquello para lo que fueron diseñados. El DSM-5 sin un propósito o finalidad. Los hogares a menudo desprenden un
especifica que se trata de espacios habitables, para descartar que olor nauseabundo debido a la mezcla de comida en estado de putre­
la congestión se dé en otros espacios como trasteros o garajes don­ facción, excrementos e infestación. Se estima que entre las personas
de es frecuente, en población general, que se observe congestión y mayores de 65 años que viven en condiciones insalubres, un tercio
abarrotamiento. Además, tanto el DSM-5 como la CIE- 11 establecen vive en hogares abarrotados/congestionados por objetos. De estos,
que en caso de que no sea visible la congestión del hogar, será dos tercios presentan algún tipo de trastorno diagnosticable que pue­
debido a que terceras personas lo despejan. El nivel de conges­ de explicar las situaciones ambientales, siendo en la mayor parte de
tión, desorden y abarrotamiento del hogar varía entre pacientes los casos demencias, daños cerebrales relacionados con el alcohol,
de moderado a elevado y es una forma de valorar la gravedad del esquizofrenia o trastorno delirante (Snowdon y Halliday, 2006).

172
Capítulo 5. Trastorno obsesivo-compulsivo y t rastornos relacionados ul

A estas dificultades se une la dificultad para tener las posesiones que haya más probabilidad de fallecer en caso de incendio, ame­
ordenadas, que se ha asociado con déficits de procesamiento de la nazas que son más evidentes en personas mayores ( Kim et al., 2001;
información relacionada con la categorización, atención y toma de Steketee y Frost, 2014). En los casos más graves puede ser también
decisiones (Steketee y Frost, 2014). De hecho, las dificultades en la una amenaza para la seguridad y salubridad de las personas que
toma de decisiones están involucradas en todas las características viven cerca de la afectada y, obviamente, sobre todo para quienes
centrales de la acumulación: la adquisición, las dificultad en desha­ conviven con ella.
cerse de algo, y el abarrotamiento y congestión de los hogares. Lo
veremos más adelante. La persona que acumula, con frecuencia c. Comorbilidad y diagnóstico diferencial
tiene mezcladas cosas de valor con otras que no lo tienen (p. ej., Antes comentamos que el comportamiento acumulador debe ser
periódicos y trípticos viejos con documentos importantes como la
entendido, en sí mismo, desde una perspectiva dimensional: todos
escritura de su casa, o tornillos y tuercas desgastadas con joyas>.
guardamos objetos inservibles o inútiles, o nos cuesta desprender­
El comportamiento de acumulación impide llevar una vida nor­ nos de ellos, aunque sepamos que no nos sirven, o adquirimos más
mal y adaptada a las normas sociales, y provoca importantes inter­ cosas de las que realmente necesitamos e, incluso, podemos llegar
ferencias debido, por ejemplo, a la ocupación de estancias de la a utilizar. En determinadas épocas de la vida, además, (p. ej., en la
vivienda que impiden dormir cómodamente en la cama o cocinar, adolescencia), la acumulación tiene más que ver con prestar poca
la vergüenza asociada a la acumulación de objetos que hace que la atención a ciertas cosas (p. ej., procastinar la tarea de ordenar la
persona evite tener visitantes, o la inversión a nivel económico que propia habitación) porque el interés está puesto en otras (p. ej.,
supone la adquisición excesiva. Clínicos y familiares frecuentemente chatear con amigos, estudiar, jugar, etc.): es el típico caso de la
expresan que los pacientes tienen un bajo nivel de insight sobre la habitación abarrotada de cosas del adolescente que desespera a
presencia o la gravedad de sus síntomas. Se estima que la mitad de sus progenitores. Otro caso, no menos habitual, de acumulación nor­
los pacientes tienen un bajo insight, que además es menor que el mal es la que llevan a cabo personas a las que les gusta coleccio­
observado en pacientes con otros trastornos del espectro. Este bajo nar y guardar objetos. En estos casos la adquisición es claramente
nivel de insight se ha asociado a la naturaleza egosintónica de la selectiva, planificada, y dirigida a una finalidad concreta. Además,
sintomatología. No obstante, no está claro hasta qué punto el bajo las «posesiones» se suelen mantener organizadas de algún modo,
insight se debe a la incapacidad para valorar que tienen un proble­ cuidadas, y no simplemente amontonadas.
ma y las complicaciones que este provoca en su día a día (p. ej.,
Por tanto, en ninguno de esos casos estaríamos ante un trastor­
incapacidad para reconocer que la congestión del hogar interfiere
no de acumulación. Además, las personas con este trastorno sue­
en su día a día) (i. e., anosognosial, o si se debe a la presencia de
len presentar comorbilidad con otras condiciones. Se estima que la
ideas sobrevaloradas sobre la importancia de las posesiones y de
mitad de ellas presenta también un trastorno depresivo mayor. Tam­
guardar objetos que pueden ser utilizados en el futuro, o si se trata
bién son frecuentes los trastornos de ansiedad, especialmente los de
más bien de un comportamiento defensivo consciente o inconsciente
ansiedad social y ansiedad generalizada. Otros trastornos, como los
(Worden et al., 2014).
del control de los impulsos, especialmente en condiciones asociadas
a la adquisición, como la cleptomanía o la compra compulsiva, así
b. Epidemiología, curso evolutivo y complicaciones
como el trastorno de déficit de atención con hiperactividad (TDAH),
asociadas
son asimismo relativamente comunes. No obstante, en los estudios
La edad media de inicio de los síntomas de acumulación se ha esta­ que examinan la acumulación en el TDAH este trastorno se suele
blecido en los 1 3,4 años. La mayor parte de las personas con tras­ evaluar con autoinformes, por lo que sería más apropiado hablar de
torno por acumulación (80 %) describen un inicio de los síntomas la presencia de síntomas de TDAH en personas con trastorno de acu­
anterior a los 18 años y el 60 % lo describen anterior a los 12 años mulación, especialmente en relación con el componente atencional
(Grisham et al., 2006). La acumulación se considera un trastorno (Wheaton y Van Meter, 2014).
crónico que se va agravando con la edad (Ayers et al., 2013). También es frecuente la comorbilidad con trastornos de la per­
Aunque los datos de prevalencia del trastorno son dispares, en sonalidad, especialmente con el obsesivo-compulsivo: de hecho, uno
parte debido a que hasta las versiones actuales del DSM (APA, 2013) de los síntomas de este último es la incapacidad para deshacer­
y la CIE- 1 1 (OMS, 2019) no se han definido con claridad los criterios se de objetos deteriorados o inútiles, aunque no tengan un valor
para el diagnóstico, un reciente estudio de metaanálisis estima que sentimental. Pese a que en algunos casos la comorbilidad pudiera
la prevalencia es del 2,5 %, y que se distribuye de modo similar entre deberse al solapamiento de criterios diagnósticos, las personas con
mujeres y hombres (Postlethwaite et al., 2019). También se ha obser­ trastorno por acumulación presentan también otras características
vado que las personas con este trastorno viven solas y nunca se han del mencionado trastorno de personalidad, como el perfeccionismo
casado o vivido en pareja con mayor frecuencia que pacientes con o la preocupación por los detalles, por lo que incluso excluyendo
otros trastornos mentales, como los de ansiedad o el TOC (Steketee el criterio que implica la dificultad para deshacerse de objetos, se
y Frost, 2014). observa una elevada comorbilidad (Landau et al., 2011). Se presenta
Como se ha señalado, el trastorno de acumulación se asocia a también comorbilidad con otros trastornos de la personalidad como
graves dificultades a nivel personal, familiar, social, económico y el evitativo, el límite, el paranoide y el esquizotípico. Además, se
de salubridad. La situación de acumulación en el hogar se asocia puede presentar comorbilidad con el TOC, aunque no es tan elevada
a riesgos importantes para la seguridad de las personas debido a como con la depresión mayor o con los trastornos de ansiedad.
que facilita las caídas, las avalanchas de objetos, la intoxicación En cuanto al diagnóstico diferencial, se debe descartar que el
a través de la comida, infestación de insectos o ratas, incendios y comportamiento acumulador se deba a una enfermedad médica,
la imposibilidad de escapar en caso de ser necesario, lo que hace como la acumulación de comida en el síndrome de Prader-Willi, que

173
1 t Manual de psicopato/o&me n 2

se asocio con otros síntomas muy diferentes a los de acumulación psicótica hay otros síntomas asociados además de la acumula­
(p. ej., baja estatura, hipogonadismo, hipotonío muscular, dificulta­ ción. Cuando el trastorno psicótico es el primario, no es adecua­
des de alimentación en el período neonatal, entre otros), o que se do un diagnóstico adicional de trastorno por acumulación.
..
explique mejor por los síntomas de otro trastorno mental. Entre ellos 5. Trastorno de acumulación y trastornos del neurodesarrollo. El
destacan los siguientes: comportamiento de acumulación puede observarse también en
l. Trastorno de acumulación y otros trastornos del espectro O-C. el contexto de un trastorno del neurodesarrollo, por ejemplo,
Se pueden observar comportamientos de acumulación como asociado a intereses particulares y al malestar por los cambios en
parte de la si ntomotología del TOC: por ejemplo, el paciente el entorno característico de los trastornos del espectro autista.
que acumula gel de manos para poder realizar sus rituales de Además, las personas con autismo presentan otros síntomas que
lavado, o el que acumula piezas de ropo o cualquier otro objeto no aparecen en el trastorno de acumulación, como las dificul­
para evitar los compulsiones de comprobación y lavado a que tades en la comunicación social y los problemas en el lenguaje.
«debe» someterlas antes de guardarlas o utilizarlas. En estas 6. Trastorno de acumulación y trastornos neurocognitivos. En los
ocasiones, la acumulación constituiría un síntoma del TOC y no trastornos neurocognitivos el comportamiento de acumulación
se realizaría un diagnóstico adicional de trastorno por acumu­ se incrementa de forma progresivo a medido que lo enfermedad
lación. Cuando la acumulación es un síntoma del TOC, no es
degenerativo evoluciono (p. ej., Alzheimer), y se suele caracteri­
deseada ni reforzante. Cabe destacar además que cuando la
zar por guardar (o esconder) objetos inapropiados como comi­
acumulación se da como síntoma de un TOC, con mayor fre­
da en bolsillos, cojones o bolsos. Además, este comportamiento
cuencia se acumulan objetos extraños como heces, orina, uñas,
puede acompañarse de abandono del cuidado y miseria domés­
cabello, comida estropeado o pañales usados (Pertusa et al.,
tica. Con relación a este último aspecto, y en contraste con lo
2008). En todo caso, si la acumulación es grave, y se considera
que ocurre en el trastorno de acumulación, los personas que
independiente de los obsesiones y compulsiones, se puede hacer
viven en situaciones de miseria doméstico o menudo acumulan
un diagnóstico comórbido de trastorno de acumulación. Según
basura y suciedad de forma indiscriminada sin un propósito o
la CIE- 1 1, la comorbilidad entre TOC y trastorno de acumula­
finalidad. Sin embargo, como hemos comentado antes, algu­
ción es más frecuente en hombres.
nos personas con trastorno de acumulación viven en situaciones
2. Trastorno de acumulación y trastornos de personalidad. Como insalubres, y en la actualidad no se dispone de suficientes estu­
ya hemos señalado, la acumulación es uno de los síntomas para dios para precisar lo relación entre esta alteración y el trastorno
el diagnóstico de trastorno de la personalidad obsesivo-com­ de acumulación (Norberg y Snowdonse, 2014).
pulsivo. Sin embargo, el comportamiento de acumulación des­
crito en ese trastorno no se ajusto al típico del trastorno de
acumulación dado que se refiere o lo acumulación de objetos
..
7. Trastorno de acumulación y trastornos alimentarios. La CIE-11
establece también la necesidad de realizar un diagnóstico dife­
rencial con los trastornos de lo conducta alimentario. Algunas
gastados o inútiles, incluso sin valor sentimental. En el trastorno
de acumulación el patrón es más amplio, y se acumulan tonto personas con bulimia pueden acumular grandes cantidades de
objetos de valor como sin él y por diversos razones, entre ellas, comida con la finalidad de ingerirla posteriormente, y otras con
las emocionales. anorexia nervioso pueden guardar alimentos con la finalidad

3. Trastorno de acumulación y trastornos depresivos y bipolares.


concreta de que sus cuidadores crean que los han ingerido. Nin­
guno de estos características está presente en las personas con
Los comportamientos de acumulación pueden estar presentes trastorno de acumulación, y tampoco aparecen preocupaciones
en los trastornos del estado de ánimo, tonto si se trato de uno
sobre la dieto ni distorsiones de la imagen corporal. Por tanto,
depresión como de un estado maníaco. En el caso de lo depre­
en esos cosos, no es adecuado un diagnóstico adicional de tras­
sión, lo acumulación es el resultado de lo apatía, lo onhedonio,
torno de acumulación.
y la falta de energía, pero no está vinculada con uno intención
específico de guardar objetos, de manera que la acumulación d. Etiología
es más el resultado de la inacción que de un comportamiento
activo y dirigido. De hecho, cuando los personas del entorno Las propuestas cognitivo-conductuales actuales para el trastorno de
eliminan los objetos acumulados, la persona con depresión no acumulación parten del modelo propuesto por Frost ffrost y Hartl,
siente molestar especial por ello e, incluso, puede mostrarse 1996; Steketee et al., 2003), que se ha ido refinando, desarrollando
indiferente. En el coso de los episodios de manía, pueden pro­ y contrastando a nivel empírico o lo largo de los últimos décadas.
ducirse acumulaciones como consecuencia de un exceso de Se describen uno serie de variables de vulnerabilidad distales (i. e.,
adquisición de objetos innecesarios. Pero a diferencio de las ambiental y familiar), aunque el énfasis se sitúa en los variables de
personas con trastorno de acumulación, no tienen dificultades o vulnerabilidad próximas (i. e., alteraciones en los procesos cogniti­
no sienten un molestar apreciable cuando deben deshacerse de vos, creencias y patrones conductuales/emocionolesl que contribu­
esos objetos. Además, es muy poco probable que se produzca yen de formo más directo al desarrollo y mantenimiento de la sinto­
abarrotamiento de objetos en el entorno de lo vivienda. matología del trastorno de acumulación y que son susceptibles de
!l. Trastorno de acumulación y trastornos del espectro psicótico. La cambio. Las hemos recogido en la Figura 5.3. A modo de resumen
acumulación también puede producirse como consecuencia de los describimos o continuación junto a las evidencias que las apoyan
determinados delirios o alucinaciones, o de lo incapacidad para (Kyrios et al., 2018; Steketee, 2014; Tolin et al., 2017; Wheaton, 2016;
Woody et al., 2014).
l. Variables distales. Los propuestas describen variables de
deshacerse de objetos asociado a lo sintomotología negativa de
lo esquizofrenia. En todos estos casos, en especial cuando hoy
delirios, es el contenido del delirio el que motivo el comporta­ vulnerabilidad ambiental y familiar. Respecto o los pri meras, se
miento de acumulación. Además, en los trastornos de lo esfera ha observado que los pacientes con trastorno de acumulación han

174
Capítulo s. Trastorno obsesivo-compulsivo y trastornos relacionados ir: ,H!i

Variables distales de vulnerabilidad:


r Alteraciones procesamiento de la información:
biológicas, familiares, experiencias tempranas, Atención
'··
l
. sucesos traumáticos, historia familiar, creencias
li

¡i'
nucleares a nivel familiar
1'
,,.1 Memoria
1
¡;
Ejecutivo

Creencias disfuncionales sobre los bienes


Responsabilidad por los bienes
Necesidad control sobre los bienes
Preocupaciones sobre la memoria
Apego emocional a los bienes

I
Emociones
Negativas Positivas

Refuerzo
.,.,..-------_.
negativo
.,.-
)

Dificultad deshacerse de los bienes


Adq_uisición excesiva
Abarrotamiento/ congestión del hogar

)) Figura 5.3. Propuesta del modelo cognitivo-conductual aplicado al trastorno de acumulación [basado en Steketee et al., 2014;
Wheaton et al., 2016).

experimentado con mayor f recuencia sucesos estresantes y trau­ punto de vista empírico, se ha encontrado apoyo para la influencia
máticos a lo largo de su vida q_ue pacientes con otros trastornos, de algunas, pero no de todas estas variables (Woody et al., 2014).
como el TOC, o q_ue la población no clínica. Además, los sucesos Los pacientes informan de mayores dificultades para mantener la
estresantes parecen guardar relación con el inicio de la sintomato­ atención en una tarea q_ue la población general y q_ue muestras
logía de acumulación dado q_ue aproximadamente la mitad de los clínicas con otras alteraciones. De hecho, se ha observado comor­
pacientes describen haber experimentado algún suceso estresante bilidad con la sintomatología de inatención del TDAH, como antes
al inicio de los síntomas. Estos datos apoyan la hipótesis de q_ue la comentamos. Además, en tareas de capacidad atencional muestran
acumulación podría ser una estrategia empleada para incrementar menor rendimiento en la atención a estímulos no verbales, mayor
la sensación de seguridad tras haber experimentado sucesos trau­ variabilidad en los tiempos de reacción, mayor impulsividad, y
máticos o haberse criado en ambientes desestructurados. Respecto menor habilidad para detectar el estímulo objetivo. En cuanto a las
a la vulnerabilidad familiar, se ha observado q_ue la mayor parte de alteraciones de la memoria, aunq_ue los pacientes a menudo descri­
los pacientes tienen algún familiar de primer grado con tendencia ben q_ue tienen poca memoria y q_ue conservan algunos bienes para
a acumular. Esta influencia familiar, probablemente sea tanto gené­ no olvidar información importante, las evidencias empíricas no son
tica como ambiental a través del modelado. De hecho, a menudo tan firmes como en el caso de las alteraciones atencionales, por lo
los pacientes describen q_ue aprendieron en sus familias creencias q_ue parece tratarse más bien de una baja confianza en la memo­
y comportamientos relacionados con la importancia de acumular. ria q_ue de déficits reales. A nivel ejecutivo se ha hipotetizado q_ue
También recuerdan menos experiencias cálidas en su familia, en los problemas para deshacerse de las posesiones se deben, en par­
comparación con otros grupos clínicos. te, a dificultades en la toma de decisiones y en la capacidad para
2. Variables próxi mas. El modelo sugiere q_ue la dificultad categorizar. Las personas con trastorno de acumulación describen
para deshacerse de objetos, la adquisición excesiva y el abarrota­ mayores dificultades en la toma de decisiones y mayor indecisión:
miento son el resultado de alteraciones en los procesos cognitivos, ambas pueden estar en la base de sus dificultades para deshacerse
las creencias disfuncionales y el apego hacia las posesiones, además de objetos al tener problemas a la hora de decidir de q_ué desha­
de un patrón comportamental y emocional específico. Por lo q_ue se cerse. Estas dificultades podrían a su vez explicarse por la influen­
refiere a las alteraciones en los procesos cognitivos ( procesamiento cia de procesos cognitivos más básicos, como los atencionales y de
de la información), se ha propuesto la influencia de problemas a memoria q_ue acabamos de describir. Asímismo se han observado,
nivel atencional, de memoria y funcionamiento ejecutivo. Desde el tanto a nivel clínico como de laboratorio, dificultades para agrupar

175
t li Manual de psicopatología. Volumen 2

los bienes en grandes categorías, una habilidad q_ue podría ayudar vedad. A menudo los pacientes disfrutan con cada adq_uisición, siendo
a mantener el orden. En este sentido, cuando se pide a los pacientes una de las actividades con las q_ue más disfrutan y q_ue es capaz de
q_ue organicen sus posesiones, tardan más y crean más categorías generar emociones (placer, emoción) y pensamientos positivos (p. ej.,
q_ue otros grupos clínicos o no clínicos. sentirse importante por poseer un objeto determinado). Por último,
El segundo grupo de variables próximas son las creencias y también se plantea q_ue adq_uirir bienes puede ser una forma de regu­
patrones de apego disfuncionales. Se ha propuesto q_ue las creencias lar las emociones negativas, por lo q_ue en este caso el comporta­
disfuncionales sobre las posesiones juegan un papel muy relevan­ miento de adq_uirir se vería reforzado de forma negativa: por ejemplo,
te en la acumulación. Los pacientes encuentran más razones para el paciente q_ue siente q_ue si no compra determinado objeto, habrá
guardar objetos q_ue la población no clínica. Asímismo describen perdido una gran oportunidad; o el q_ue reconoce q_ue adq_uirir objetos
q_ue sienten una gran responsabilidad hacia sus posesiones, creencia le sirve para regular sus emociones negativas (ira, tristeza, etcJ
q_ue incluiría entre otras la necesidad de estar preparado de cara
al futuro (teniendo los objetos necesarios), y de evitar desperdiciar D. Tricotilomanía
o malgastar los objetos de modo q_ue el mero hecho de pensar q_ue Martha, de 21 años, comenzó a arrancarse el pelo de las cejas
un objeto podría tener algún tipo de uso en el futuro, por impro­ cuando tenía 13. En los últimos meses el comportamiento se ha
bable q_ue sea, implica q_ue la persona no pueda deshacerse de agravado, coincidiendo con la enfermedad de su madre, que ha
él. Muestran también una necesidad excesiva de control sobre sus
sido diagnosticada de cáncer de mama, y el período de exámenes
posesiones, de modo q_ue el hecho de compartirlas o de q_ue alguien en la universidad. En la actualidad se arranca pelos a diario duran­
las toq_ue o cambie de lugar les provoca mucho malestar. Como
te una o dos horas. Después juguetea con el pelo, lo pasea por su
hemos comentado, se ha observado también q_ue los pacientes pre­
boca sin tragarlo, y hace bolas con el mismo que acaba tirando a
sentan poca confianza en su memoria, lo q_ue los lleva a utilizar
la basura. Frecuentemente se arranca el pelo mientras está estu­
sus posesiones como «claves» visuales paro facilitar el recuerdo;
diando o delante del ordenador. Lleva siempre cintas muy anchas
así mismo consideran q_ue las consecuencias de olvidar información
en el pelo o pañuelos para tratar de disimular la calva que se le ha
son más graves de lo q_ue opinan personas con otros trastornos y
formado en la zona de la coronilla. Le avergüenza admitirlo, pero
la población general. Los pacientes también muestran un apego
le gusta la sensación que nota en el momento en que se arranca
excesivo a los objetos, tanto a nivel intrínseco (p. ej., por el valor
el cabello, siente un impulso que le lleva a hacerlo, y sigue hacién­
artístico del objeto) como sobre todo a nivel sentimental y afectivo.
dolo hasta que siente que «ya está bien». Tras realizar la conduc­
En algunos casos los pacientes dicen estar más apegados a objetos
ta se siente culpable y avergonzada. Nunca ha tenido uno cito, y
q_ue a otras personas y en algunos casos «dotan» a los objetos de
únicamente se relaciona con dos amigos del colegio. Hoce tiempo
cualidades humanas. Los objetos pueden representar a una persona
que evito ir o clase, oigo que le está ocasionando problemas con
q_uerida, un recuerdo, o constituir una parte de su identidad. Dada
la entrega de actividades y seguimiento de las clases, y que se ha
la importancia q_ue pueden adq_uirir los objetos, la persona se ve
visto reflejado en su rendimiento académico. Tampoco va nunca
en la responsabilidad de cuidar de los bienes, de asegurarse q_ue
a la playa ni a piscinas para que no se descubra su falta de pelo.
encuentra un lugar y un «hogar» adecuado para los mismos. Por
a. Caracterización clínica y criterios para el diagnóstico
último, también se ha relacionado el perfeccionismo excesivo con la
incapacidad para deshacerse de objetos por el miedo a eq_uivocarse
deshaciéndose del objeto eq_uivocado. La característica esencial de la tricotilomanía o trastorno de arran­
En cuanto a las variables relacionadas con los patrones de res­ carse el cabello, tal y como se observa en el relato anterior, es el
.......
puestas emocionales y conductuales disfuncionales, se plantea q_ue comportamiento de arrancarse de forma repetida el propio pelo
las creencias disfuncionales podrían tener un papel causal en la dando lugar a una pérdida del mismo y malestar e interferencia en
sintomatología de la acumulación dado q_ue llevarían a la persona áreas del funcionamiento de la persona. Las personas con tricotilo­
a evitar deshacerse de objetos, a ser incapaz de ordenarlos, y/o a manía tratan de forma repetida de dejar de arrancarse el pelo, pero
adq_uirirlos de forma excesiva. Así, cuando la persona se ve ante la sienten q_ue no pueden evitar o detener el comportamiento. Pese a

nósticos recogidos en la Tabla


• 5.5 son prototípicos (en el sentido
necesidad de deshacerse de algo o de organizar sus bienes, siente q_ue estos síntomas parecen sencillos y, de hecho, los criterios diag­
un gran malestar y angustia, q_ue le lleva a evitar estas conductas y,
por tanto, a la decisión de no tirar (p. ej., «Soy responsable de no q_ue se tienen que dar todos), en lo actualidad, la tricotilomanía
desperdiciar nada») o de no ordenar (i. e., «Si q_uito este jarrón de se considera un trastorno complejo y heterogéneo ( Mansueto, 2013;
la vista no recordaré a mi madre q_ue siempre lo llenaba de marga­ Woods y Houghton, 2014).
ritas»). Deshacerse de los objetos se interpretará como perder a un Respecto a la heterogeneidad, aunq_ue como ya comentamos
ser q_uerido, un recuerdo importante de la vida, o parte de la propia en un apartado anterior se observa q_ue las zonas de donde más
identidad, dependiendo del tipo de apego q_ue la persona tenga frecuentemente se arranca el pelo son el cuero cabelludo (73 %), las
hacia los objetos. Estos comportamientos de evitación disminuyen, a cejas (56 %) y las pestañas (53 %), las personas con tricotilomanía a
corto plazo, la intensidad y la presencia de las emociones negativas menudo se arrancan el pelo de otras zonas como la región del pubis
q_ue genera la mero idea de deshacerse de los objetos, reforzándo­ (46 %), las piernas (15 %), los brazos (12, 4 %) o las axilas (12,4 %). De
se de forma negativa y contribuyendo a mantener el problema a hecho, la mayor parte de los adultos se arrancan pelo de varias
largo plazo. Estas mismas creencias disfuncionales sobre los bienes zonas (Woods et al., 2006). Normalmente los cabellos se arrancan
pueden llevar a la persona a experimentar emociones positivas al de uno en uno, pero también se pueden arrancar en manojos. En
adq_uirir objetos, reforzándose esta conducta de forma positiva. algunos casos se observa q_ue la persona, además de arrancar sus
Como ya hemos comentado, la mayor parte de los pacientes propios pelos, arranca los de otras personas, • mascotas o muñecos
adq_uiere de forma excesiva, siendo esta variable un criterio de gro- <Tay et al., 2004; Woods et al., 2006).

176
Capítulo 5. Trastorno obsesivo-compulsivo y t rastornos relacionados 'll

¿¡ Tricotilomanía lo trastorno de arrancarse el pelo l.


algunos autores hablan de una proporción de 10:1 (APA, 2013). No
obstante, no hay acuerdo entre estudios sobre esta proporción, ni
Trastorno mental que se caracteriza por el comportamien- sobre si es real, o si es el resultado de que las mujeres busquen ayu­
to excesivo de arrancarse el propio cabello que da lugar a da con más frecuencia por el problema, debido, entre otros motivos,
la pérdida del mismo, que se presenta junto con intentos a que en los hombres la pérdida de cabello está más aceptada o a
repetidos de dejar de hacerlo, e interferencia significativa. que pueden emplear recursos como afeitarse la cabeza (Duke et al.,
2010l. De hecho, en estudios en que se ha analizado la conducta de
arrancarse el cabello en población general, no se han observado
El comportamiento de arrancarse el pelo se puede realizar de estas diferencias en función del sexo, y en los estudios realizados en
forma automática o, por el contrario, consciente (p. ej., Flessner menores, o no se observan diferencias, o no son tan pronunciadas
et al., 2008l. En el primer caso, la persona se arranca el pelo sin como en adultos.
ser consciente de que lo está haciendo: únicamente se da cuenta
cuando ya lo ha hecho. En el segundo caso, se concentra en el com­ c. Comorbilidad diagnóstico diferencial,
portamiento de arrancarse el cabello, que a menudo es la respuesta y complicaciones asociadas
a una emoción negativa o impulso. En todo caso, lo más habitual es Se estima que aproximadamente entre un 60 y un 82 % de los adul­
que ca-ocurran ambas modalidades. Antes de llevar a cabo el com­ tos con tricotilomanía presenta comorbilidad con al menos otro
portamiento, las personas suelen describir que se sentían aburri­ trastorno mental (Christenson et al., 1991), siendo los más frecuentes
das, tensas, ansiosas, o que sentían una especie de necesidad física la depresión mayor, la excoriación (rascarse la piell, los trastornos
de realizar la conducta. También puede pensar que determinados de ansiedad, el TOC, consumo de sustancias y el trastorno de estrés
cabellos (p. ej., canosos o rizados) no son deseables, o que el largo post-traumático. Respecto al TOC, se estima que entre un 13 y un
de todos los pelos debería ser simétrico, o que no es una persona 27 % de las personas con TOC presentan también tricotilomanía
atractiva. En un estudio con más de 800 personas extraídas de la <Lovato et al., 2012; Swedo et al., 1992). Además, es frecuente que
población general, en aquellos casos que presentaban tricotiloma­ las personas con este trastorno presenten también otros comporta­
nía, los pensamientos más frecuentemente asociados a arrancarse
cabello o rascarse la piel, como morderse las uñas ( onicofagia), que
mientos repetitivos centrados en su cuerpo diferentes a arrancarse el
el pelo fueron «parece grueso» (53, 3 %), «siento que no está bien»
(30 %), «es rizado» (26, 7 %), y «no tiene buen aspecto» (23,3 %) en el DSM-5 se describe dentro de la categoría de otros trastornos
muke et al., 2009). Antes de arrancarse el cabello, la persona pue­ obsesivo-compulsivos y trastornos relacionados especificados O. e.,
de realizar comportamientos como buscar determinados cabellos trastorno de comportamientos repetitivos centrados en el cuerpo).
(p. ej., más gruesos o rizados), o tocarse el pelo. Tras arrancar el
pelo, puede tirarlo, a menudo de forma estereotipada, pero también En cuanto al diagnóstico diferencial, es importante verificar que
los síntomas de arrancarse el cabello no se pueden atribuir a otra
puede examinarlo, fijarse en la raíz, olerlo, jugar con el pelo arran­
afección médica como por ejemplo una alteración dermatológica,
cado (p. ej., formando bolas o enrollándole en sus dedos), meter­
ni se explican mejor por otro trastorno mental. En este sentido, los
lo en la boca, masticarlo o tragarlo. Esta última conducta, ingerir
principales trastornos con los que debe realizarse un diagnóstico
pelo, puede causar problemas gastrointestinales graves. La perso­
diferencial son los siguientes:
na puede mostrarse preocupada por las consecuencias de haberse
arrancado el pelo, y a menudo se siente avergonzada, culpable, l. Tricotilomanía y espectro 0-C. Si la persona se arranca
y se autorreprocha el comportamiento. Como consecuencia de la el pelo como parte de su estrategia para mejorar su apariencia
vergüenza asociada a su sintomatología, la persona suele ocultar el en el contexto de un TDC, ese comportamiento no sería considerado
problema y hace grandes esfuerzos por ocultar sus síntomas espe­ tricotilomanía.
cialmente mediante comportamientos de evitación activa o pasiva: La tricotilomanía presenta algunas similitudes con el TOC: en
por ejemplo, evitan relacionarse con otras personas, especialmente ambos trastornos se dan comportamientos repetitivos (i. e., arran­
en situaciones que implican intimidad, evitan participar en activi­ carse el pelo y compulsiones) y, en algunas ocasiones, arrancarse
dades sociales, o evitan actividades de tipo deportivo como nadar. el cabello tiene la función de disminuir la ansiedad al igual que
Además, la mayor parte de los pacientes realizan comportamientos sucede con las compulsiones. Sin embargo, arrancarse el pelo no
de acicalamiento para ocultar o disimular las calvas resultantes, por es la respuesta a una obsesión, ni resulta siempre egodistónico: de
ejemplo, llevando gorras o sombreros (51 %), pelucas (29 %), pañue­ hecho, la persona experimenta alivio de la tensión e incluso placer
los (36 %) o pestañas postizas. mientras está arrancándose el pelo, algo que no ocurre en el caso
de las compulsiones u otras estrategias de búsqueda de seguridad
b. Epidemiología y curso evolutivo que se dan en el contexto del TOC. Además, el comportamiento de
Aunque la tricotilomanía puede debutar en cualquier edad, la edad arrancarse el pelo se da asociado a estados de ánimo negativos
media de inicio son los 13 años (Mansueto et al. 1997l. El inicio suele como el aburrimiento o la tristeza, pero no en respuesta a una obse­
ser durante la infancia o adolescencia y el inicio tardío (post-pu­ sión como ocurre en el TOC. Por otro lado, en ocasiones arrancarse
bertad) se asocia a un curso más grave y resistente al tratamiento el cabello puede formar parte de los rituales de simetría en el TOC
(Odlaug et al. 2012). En general, el curso de la tricotilomanía es cró­ y/o en el TDC, en cuyo caso no es adecuado aplicar un diagnóstico
nico y fluctuante. Se estima que su prevalencia en población general adicional de tricotilomanía.
está en torno al 1-3 % (Christenson et al., 1991; Duke et al., 2009), y 2. Tricotilomanía y otros trastornos mentales. Tampoco se
entre un 1,3 y 4, 4 % en muestras clínicas con trastorno mental (p. ej., diagnostica tricotilomanía si el comportamiento de arrancarse el
Müller et al., 2011l. En adultos con tricotilomanía se observa una pelo se realiza en el contexto de un delirio o si forma parte de una
mayor frecuencia en mujeres que en hombres (Franklin et al., 2007), estereotipia o de un trastorno de tics.

rn
tt M•nu I d1t p11copttoloola. Volumen 2

Por último, es importante mencionar que el arrancado ocasio­ La persona intenta de forma repetida de dejar de rascarse la piel,
nal de cabello puede ser un comportamiento muy extendido en la sin éxito o durante un breve período de tiempo. Estas característi­
población normal y que muchas personas juguetean con su cabello cas, al igual que el resto de sintomatología y los criterios diagnós­
y otras pueden mordisquearlo o romperlo, en lugar de arrancarlo. ticos recogidos en la Tabla 5.6, presentan grandes similitudes con
Ninguno de estos comportamientos es suficiente para un diagnóstico las descritas antes sobre la tricotilomanía. De hecho, como hemos
de tricotilomanía: recuérdese que este trastorno se asocia a un com­ comentado, muchos expertos consideran que se trata de trastornos
portamiento recurrente que produce casi siempre calvas visibles, lo similares que forman parte de un grupo general de comportamien­
que no se produce en el arrancado de pelo ocasional normal. tos repetitivos centrados en el propio cuerpo y, por esta razón, hay
En cuanto a las complicaciones físicas asociadas a la tricoti­ bastantes autores críticos con la inclusión de estos trastornos en el
lomanía, están relacionadas con la irritación o sangrado del cue­ espectro obsesivo-compulsivo.
ro cabelludo, el síndrome del túnel carpiano, o la erosión dental
en caso de manipulación del cabello con la boca. Además, como
hemos comentado, una parte de las personas con tricotilomanía ¿) Excoriación o trastorno de rascarse la piel. Trastorno
ingieren su propio pelo < tricofagia), lo que puede tener consecuen­ mental que se caracteriza por el comportamiento excesivo
cias graves dado que las bolas de pelo ( tricobezoar) pueden produ­ de rascarse la piel que da lugar a lesiones cutáneas, que se
cir obstrucción intestinal e incluso perforación (Gorter et al., 2010). presenta junto con intentos repetidos de dejar de hacerlo,
Además, debido al ocultamiento del comportamiento de arrancarse ' e interferencia significativa.
el cabello, así como de sus consecuencias, y al tiempo que diaria­
mente se dedica a ello, el trastorno produce una importante inter­
ferencia en la mayor parte de los ámbitos de la vida, especialmente Por otro lado, como también hemos comentado respecto a la
en las áreas social y académica/laboral (p. ej., aislamiento social, tricotilomanía, la manifestación de los síntomas de excoriación
menor productividad en el trabajo). es heterogénea: el comportamiento puede dirigirse hacia zonas
de la piel normales, o hacia otras con alteraciones como granos,
d. Etiología costras, pequeñas imperfecciones o picaduras de insectos, como
Los modelos explicativos de la tricotilomanía suelen ser ampliacio­ indica la CIE-1 1. Las zonas donde más frecuentemente se produce
nes y extensiones de las explicaciones que se ofrecen para describir el rascado incluyen la cara (74,3 %), el cuero cabelludo (49, 9 %), los
lo que ocurre en otros comportamientos repetitivos centrados en el brazos (48,8 %), las piernas (44,6 %), el pecho/abdomen/estómago
cuerpo, como la excoriación o la onicofagia. Por esta razón, este (40,5 %), y el interior de la boca, aunque cualquier parte del cuerpo
apartado se desarrollará conjuntamente con las explicaciones para es susceptible de ser objeto del rascado, siendo frecuente que se
la excoriación. produzca en diversas áreas según el estudio de Tucker et al. (201D.
En este mismo estudio, realizado con 760 personas con excoriación,
se observó que, como media, el rascado se producía en 4,73 áreas
distintas del cuerpo. También se constató que, aunque lo más fre­
¿) Onicofagia. C omportamiento repetitivo y excesivo de
cuente es que la persona emplee sus uñas (94,6 %) y dedos (76,8 %),
morderse las uñas. también se emplean pinzas (74,7 %) y otros elementos como los
dientes o alfileres. Además, aunque los comportamientos de rascado
(83, 9 %), apretar (80,7 %) y hurgar (73,6 %) eran los más frecuentes,
al menos un 25 % de las personas empleaban también otros métodos
E . Excoriación como frotarse, arañarse, pellizcarse, morderse, o masticar su piel.
Gemma, de 33 años, describe que empezó a rascarse la piel de Los episodios pueden darse de forma dispersa durante el día, o en
forma esporádica hace tres años, pero en el último año lo hace períodos menos frecuentes, pero más sostenidos, pudiendo dedicar
a diario, especialmente en las manos, dedos, y antebrazos. Este varias horas al día al comportamiento de rascado, y conductas aso­
rascado excesivo le ha producido numerosas lesiones en la piel, ciadas de disimulo que describiremos después.
hasta el punto de que el dedo pulgar lo tiene deformado. Describe Al igual que en el caso de la tricotilomanía, se han descrito dos
que la conducta la realiza especialmente en situaciones en las que tipos de comportamiento de rascado: uno que se realiza de forma
se encuentra estresada o aburrida: comienza a hurgarse la piel de automática de modo que la persona no es consciente de que se está
forma insistente produciéndose numerosas lesiones. Cuando acaba dañando o rascando continuamente la piel, y otro que se realiza de
siente una sensación de alivio. Se siente culpable por realizar la con­ forma consciente (p. ej., en los casos en que el rascado se produce
ducta, pero, pese a las consecuencias tan antiestéticas de la misma, como respuesta a una sensación de tensión interior). No obstante,
describe cierto disfrute con ella. A veces evito lugares públicos y, a menudo se combinan ambas modalidades, especialmente porque
cuando acude, suele hacerlo con guantes para ocultar las lesiones el inicio del comportamiento puede realizarse de forma automática,
en los dedos y con manga larga para ocultar las lesiones de los pero se v uelve consciente a medida que evoluciona el trastorno.
brazos. El inicio del comportamiento de rascado suele asociarse a la
presencia de granos, picaduras de insectos, heridas, costras, irregu­
a. Caracterización clínica y criterios para el diagnóstico laridades cutáneas, o para aliviar una sensación corporal incómoda.
La característica central de la excoriación (o trastorno de rascarse A nivel emocional, antes de iniciar el comportamiento de rascado,
la piel) es el comportamiento de rascarse, pellizcarse o arañarse la la persona suele experimentar emociones negativas como ansie­
piel de forma recurrente, que da lugar a lesiones cutáneas y males­ dad, aburrimiento o tensión, que incrementan su intensidad inme­
tar e interferencia en varias áreas del funcionamiento de la persona. diatamente antes del rascado, y disminuyen tras el mismo. Además,

178
Capítulo s. Trastorno obsesivo-compulsivo y trastornos relacionados •· '· /

algunos pacientes informan que en lo mayoría de los episodios, el causo dermatológico se manifiestan con síntomas parecidos o los de
comportamiento de roscado está precedido de sensación de tensión, lo excoriación (p. ej., lo sorno se asocio o picor y roscado excesivo),
..
y tiene como consecuencia placer, gratificación o alivio (Tucker et es importante realizar uno exploración dermatológico completa si
al., 2011l. Tras lo conducto, lo persono puede examinar lo costra se sospecho que los alteraciones en lo piel pudieron tener uno causa
jugar con ello, metérselo en lo boca o tragarlo. médico. Cabe tener en cuento que el trastorno de excoriación pue­
Tonto el comportamiento como los lesiones que se producen de verse precipitado por uno afección dermatológico como el acné,
como consecuencia del mismo se asocian o vergüenza y culpo y, por en estos cosos habrá que valorar si el roscado es independiente de
ello, lo persono troto de ocultar tonto lo conducto como los lesio­ lo afección médico y hacer en estos casos un diagnóstico adicional.
nes mediante estrategias como lo evitación de situaciones en que Asimismo, debe descartarse el trastorno de excoriación si el roscado
pudieron verse expuestos, o recurrir al maquillaje u otros formas de se explico por otro trastorno mentol.
acicalamiento y vestimento que disimulen los lesiones. l. Excoriación y espectro O-C. Si lo persono se daño lo piel
Aunque se troto de un trastorno mentol, los pacientes suelen de formo esporádico, como porte de un intento por mejorar su apa­
solicitar ayudo en contextos médico-dermatológicos en primero ins­ riencia o algún defecto percibido en el contexto de un TDC, no se
tancio, probablemente porque desconocen (o no desean afrontar) el realizará un diagnóstico adicional de excoriación, que se reservará
componente psicológico de lo alteración, además de que hoy trata­ poro aquellos cosos en que el daño de lo piel seo uno respuesto a
mientos psicológicos efectivos. Esto falto de información sobre dón­ un estado emocional negativo, y el comportamiento en sí provoque
de acudir, demoro el tratamiento adecuado y agravo la situación. placer o agrado. Aunque algunos pacientes con trastorno de exco­
No obstante, también lo presencio de afectaciones dermatológicos riación puedan trotar de «eliminar» el acné con su comportamien­
graves explico que los pacientes recurran o soluciones médicos, en to, no lo hocen únicamente con el motivo de intentar corregir un
un intento por mejorar su aspecto y atenuar lo intensidad y grave­ defecto de su apariencia. En algunos pacientes con TOC se producen
dad de los lesiones. también lesiones cutáneas ocasionados, en estos cosos, por lavados
excesivos, utilizando incluso elementos abrasivos.
b. Epidemiología y curso evolutivo 2. Excoriación y espectro de la esq,uizofrenia. Tampoco se
Es frecuente el inicio en lo adolescencia asociado o lo aparición de hará un diagnóstico de excoriación si el roscado se hoce en respues­
acné, aunque puede darse también en lo edad adulto. Se ha descri­ to o otro tipo de sintomotologío como por ejemplo un delirio en que
to un curso crónico y fluctuante paro el trastorno, de modo que pue­ lo persono crea que su piel está infectada por bichos o parásitos
de desaparecer y aparecer durante semanas, meses o incluso años. (i. e, delirio de tipo zoopático, porositosis, infestación o síndrome
Lo prevalencia se estimo entre un 1,4 y un 5,4 % dependiendo de los de Ekbom), o en respuesto o uno alucinación táctil o somática
..
estudios, que observan uno mayor prevalencia en mujeres (Hoyes et que haga que el paciente «siento» dichos seres (p. ej., sentir a los
al., 2009; Keuthen et al., 2010; Mochado et al., 2018), aunque esto bichos o parásitos reptando bajo lo piel: formicación>.
tendencia podría ser reflejo de uno mayor tendencia o buscar ayudo 3. Excoriación y otros trastornos. No es correcto diagnosti­
por porte de los mujeres o o diferencias culturales respecto o lo car excoriación cuando el roscado formo porte de un trastorno de
apariencia, tal y como yo describimos en lo tricotilomanío. movimientos estereotipados o cuando es resultado de un intento
de outolesión.
En cuanto a los complicaciones asociados, el roscado recurren­
c. Comorbilidad, diagnóstico diferencial,
y complicaciones asociadas te de la piel provoco diversas alteraciones cutáneas que pueden
Lo excoriación se presento frecuentemente comórbido con otros provocar infecciones, ulceraciones o cicatrices que pueden llegar o
trastornos mentoles, en especial con el trastorno bipolar, lo depre­ producir desfiguraciones importantes e, incluso, provocar infeccio­
sión mayor, el TOC, el TDC, el trastorno de ansiedad generalizado, y nes graves incluyendo septicemia (Odlaug y Grant, 2008; Neziroglu
otros trastornos que implican comportamientos repetidos centrados et al., 2008b). Además, suele producir una importante interferencia
-.
en el cuerpo como lo tricotilomonío o morderse los uñas (CIE-1 1; a nivel psicosocial y laboral/escolar, debido tanto a lo cantidad de
Mutosim y Adoms, 2009; Neziroglu et al., 2008b). Por otro lodo, tiempo que la persona dedico al comportamiento de roscado, o
como yo comentamos en lo tricotilomonío, en ciertos momentos pensar en el mismo, o a trotar de evitarlo, como o los comporta­
vitales pueden producirse comportamientos similores a lo exco­ mientos poro ocultar los lesiones que provoca el roscado. Así mismo,
riación: por ejemplo, en adolescentes con acné son frecuentes puede tener un importante coste sanitario y económico pues la per­
los intentos de eliminar los granos y los imperfecciones cutáneos sono puede requerir tratamientos dermatológicos específicos y, en
..
pellizcándose o arañándose, empleando incluso pinzas u otros ins­ ocasiones, quirúrgicos.
trumentos similores. En estos cosos no es adecuado establecer un
diagnóstico de excoriación. d. Etiología
Respecto al diagnóstico diferencial, es importante valorar si el Los modelos explicativos de la tricotilomanía y la excoriación son,
-
daño de lo piel se debe o los efectos de determinados sustancias

en general, ampliaciones o especificaciones de los que se plantean
(p. ej., cocaína). Si así fuero, no debe aplicarse un diagnóstico de paro describir lo que ocurre en otros comportamientos repetitivos
trastorno de excoriación, sino que se debe valorar la posibilidad centrados en el cuerpo. Aunque los causas específicos de este tipo
de que se trote de un trastorno inducido por sustancias (i. e., tras­ de comportamientos siguen siendo en gran medida especulativas,
torno obsesivo-compulsivo inducido por sustancias/medicamentos y probablemente son el resultado de lo interacción entre diversos
trastornos relacionados según el DSM-5>. Es importante descartar variables de vulnerabilidad. Entre ellos se han descrito los siguientes
también que el roscado se debo o alguno afección médico subya­ en la literatura más reciente (Duke et al., 2010; Roberts et al., 2013,
cente. En este sentido, dado que diversos alteraciones de lo piel con 2016; Snorroson et al., 2012b):

179
:[:;i �: Manual de psicopatología. Volumen 2

l. Vulnerabilidad genética y variables neurobiológicas. Aun­ emplear una estrategia alternativa para afrontarlo. Penzel (2002)
que en la actualidad se dispone de pocos estudios genéticos y de plantea que las personas con trastornos de este tipo presentan una
neuroimagen para poder extraer conclusiones en este sentido, sí alteración en los mecanismos que facilitan la homeostasis del siste­
se ha observado que tanto la tricotilomanía como la excoriación ma nervioso. Los comportamientos de arrancarse el pelo o rascarse
son más frecuentes en familiares de primer grado de pacientes con la piel tendrían la función de regular de forma externa tanto los
tricotilomanía que en la población general, dato que sugiere un niveles elevados de activación (p. ej., la ansiedad) como los bajos

2. Déficits neuropsicológicos. Algunos estudios sugieren que


componente hereditario. (p. ej., el aburrimiento). Además, sugiere que este tipo de compor­
tamientos se inician, entre otros motivos, porque implican áreas del
los pacientes con tricotilomanía y excoriación muestran mayores cuerpo (pelo, piel, uñas) abundantes y siempre accesibles, además
déficits en la capacidad para inhibir conductas motoras que la de que pueden ser una fuente de estimulación al tener múltiples
población general y que otros grupos clínicos, como pacientes con terminaciones nerviosas.
TOC (Bohne et al. 2008; Chamberlain et al. 2006). Estas alteraciones A nivel empírico, se ha observado que tanto las personas con
se valoran a través del análisis de la ejecución en tareas como la tricotilomanía como con excoriación presentan mayores dificulta­
de parada de señal (Stop-Signa/ Task) y Go-No-Go que se emplean des de regulación emocional, o mayores niveles de emocionalidad,

3. Variables conductuales. Desde los modelos conductuales


para valorar impulsividad. cuando se evalúan a través de autoinformes. Además, diferentes
estudios en los que se solicita a adultos y menores con tricotilo­
se ha propuesto que la tricotilomanía se produce a través de un manía que valoren de forma retrospectiva cómo se sentían antes,
proceso de aprendizaje, similar al de la formación de los hábitos durante e inmediatamente después de arrancarse el pelo muestran
(Azrin y Nunn, 1973). El grupo de Mansueto (Mansueto et al., 1997; una elevada frecuencia de estados negativos como el aburrimiento
Stemberger et al., 2003) describe diversas variables implicadas en o la ansiedad antes de arrancarse el pelo, que disminuye durante
el comportamiento de arrancarse el pelo, ya sea como desenca­ y tras habérselo arrancado. Estos estudios también muestran que
denantes o como mantenedoras: (al variables internas, tales como con posterioridad a la conducta aumenta la vergüenza. Por tanto,
sensaciones físicas (p. ej., notar que un cabello es más grueso), la investigación en esta línea sugiere que, al menos en algunas per­
comportamentales (p. ej., ver la televisión o leer), cognitivas (p. ej., sonas, los comportamientos de arrancarse el pelo o rasgarse la piel
lPor qué mis cejas son tan espesas?), o afectivas (p. ej., tristeza, cumplen la función de modular el afecto negativo. En este mismo
aburrimiento, ansiedad); (bl externas, como estar en un lugar en sentido se ha observado que las emociones con las que los pacientes
concreto, o ver un objeto determinado (p. ej., cepillo del pelo, pinzas tienen una mayor dificultad para regular son las mismas que descri­

5. Estresores ambientales. Diferentes trabajos de investigación


de depilar, tijeras, etc.l; (cl facilitadoras o, por el contrario, inhibí­ ben antes de arrancarse el pelo (Shusterman et al., 2009).
doras del comportamiento (objetos, lugares, personas, pensamientos
o emociones): por ejemplo, estar ante un espejo o pensar «Nadie describen una historia de trauma en personas con tricotilomanía.
me está viendo ahora» puede facilitar el comportamiento de arran­ Sin embargo, se trata en su mayoría de estudios de caso, y no se ha
carse el pelo o rascarse la piel, mientras que estar con otra persona comparado si la historia de trauma es mayor que en otras muestras
o sentir vergüenza por realizar el comportamiento pueden inhibirlo; psiquiátricas. Se ha sugerido que esta pudiera ser también relevante
(dl reforzadoras del comportamiento: el placer que puede producir en la excoriación. También se ha propuesto que la restricción de acti­
el comportamiento a nivel sensorial, o la satisfacción de haber con­ vidades o la baja estimulación podrían ser factores de vulnerabilidad
seguido eliminar la imperfección del cabello o de la piel, reforzarían para el desarrollo tanto de la tricotilomanía como de la excoriación.
de forma positiva la conducta, mientras que el alivio de la tensión o
de las emociones negativas previas a realizar el comportamiento, lo

ij_ Dificultades para regular las emociones o el nivel de


reforzarían de forma negativa.
Precipitante: suceso negativo
activación ( arousan. De forma complementaria a las propuestas
conductuales, se ha planteado que los comportamientos repetitivos

~+
centrados en el cuerpo tienen la función de regular las emociones Déficits en la
Emociones

..
negativas de la persona, asumiendo por tanto también que estas regulación de las
negativas r'-...-----J
conductas se ven precipitadas por emociones negativas <Diefenbach emociones
et al., 2008; Snorrasson et al., 2010l. Los modelos de regulación
emocional parten del supuesto de que las personas que presentan
este tipo de comportamientos muestran un déficit en la regulación
de sus emociones que facilita que empleen estrategias de afronta­ Comportamiento repetitivo
miento no adaptativas, en este caso comportamientos repetitivos centrado en el cuerpo
centrados en el cuerpo para hacer frente a sus afectos negativos
<Roberts et al., 2013; Roberts et al., 2016; Snorrason et al., 2010l. A
pesar de las consecuencias negativas del comportamiento, este se Alivio de las emociones
mantendría porque permite a la persona distraerse o escaparse de negativas: refuerzo negativo
del comportamiento repetitivo
negativa. En la Figura 5.ij se recoge esta propuesta.
una emoción o situación no deseada, viéndose reforzado de forma

Desde esta perspectiva, los comportamientos repetitivos centra­ )) Figura 5.4. Propuesta del modelo de regulación emocional
dos en el propio cuerpo serían el resultado de un intento por dejar aplicado a los comportamientos repetitivos centrados en
de experimentar un estado negativo, junto con la i mposibilidad de el cuerpo !basado en Roberts et al., 2016)

180
Capítulo s. Trastorno obsesivo-compulsivo y trastornos relacionados il

I V. R ecomendaciones para la et al. (2010) realizaron una revisión que redujo el cuestionario a
30 items agrupados en cinco subescalas: contaminación, compro­
eva luación y e l trata m i e nto bación, acumulación, simetría/orden y obsesiones. Por último, el
Dimensional Obsessive-Compulsive Sea/e <DOCS; Abramowitz et
Dada la diversidad de trastornos que estamos analizando, presenta­ al., 2010. Versión en castellano: López-Solá et al., 2014) presenta
mos a continuación un resumen sobre los instrumentos de evaluación primero una descripción de posibles contenidos obsesivos para, a
específicos para cada uno de ellos, así como unas breves nociones continuación, preguntar sobre su frecuencia, evitación asociada,
sobre los tratamientos psicológicos disponibles desde el enfoque impacto emocional, interferencia y dificultad para controlar/supri­
cognitivo-conductual. mir el pensamiento obsesivo. La persona debe responder haciendo
referencia al último mes.
A. Trastorno obses ivo-compulsivo Entre los instrumentos utilizados para evaluar creencias dis­
funcionales cabe mencionar el Obsessive Beliefs Questionnaire
Actualmente existen diversas medidas para la evaluación y el
<OBQ) que, tras sucesivas revisiones, se redujo a 44 items (OBO-
diagnóstico del trastorno y para algunas de las variables asocia­
44; OCCWG, 2005. Versión en castellano: Ruiz et al., 2008), que
das a su génesis y desarrollo. Los más conocidos y utilizados se
presentan en la Tabla 5_8, junto con la descripción de sus caracte­
es la versión más utilizada. Nuestro grupo diseñó un autoinforme
similar, el Inventario de Creencias Obsesivas que, tras diversos
rísticas más importantes. Entre los instrumentos de evaluación clí­
estudios con población general y clínica, se redujo a 50 items
nica, destaca la Yale-Brown Obsessive-Compulsive Sea/e (Y-BOCS;
<ICO-R: Belloch et al., 2010b). Entre los ocho dominios de creencias
Goodman et al., 1989a,b. Versión en castellano Nicolini et al.,
que se evalúan, cabe destacar las de fusión pensamiento-acción
1996), una entrevista semi-estructurada que tiene dos partes: la
de tipo probabilidad y de tipo moral que no están incluidas como
primera consiste en un listado de hasta 58 síntomas (obsesiones
y compulsiones) para los que se pide que el paciente responda tales en el OBO-44.
sobre su presencia o ausencia en la semana previa. Esta parte se Por último, mencionaremos instrumentos que están diseñados
puede utilizar también como autoinforme. En la segunda parte para poner a prueba los principales supuestos del modelo cognitivo
el clínico evalúa la gravedad de las obsesiones y de las compul­ de las valoraciones sobre el TOC: la experimentación de pensa­
siones (cinco preguntas para cada síntoma), ya sea preguntando mientos intrusos con contenidos obsesivos (PIOl, las valoraciones
disfuncionales asociadas, y las estrategias de neutralización y con­

directamente
, al paciente, a sus allegados, o a partir de los datos
e información previamente recabados. Ambas partes se pueden trol, incluyendo compulsiones, funcionalmente asociadas con los
administrar por separado. De hecho, la segunda parte (que deno­ PIO. El primer instrumento de autoinforme desarrollado para valo­
minaremos Y-BOCS-gravedad) se considera la medida por excelen­ rar estos aspectos fue el Revised Obsessional Intrusions
• Inventory
cia para evaluar la gravedad del TOC en todos los estudios sobre (RQII; Purdon y Clark, 1993).
• Posteriormente, debido a los proble­
eficacia de los tratamientos. La puntuación total oscila entre O y mas de estructura detectados con el ROII, se desarrolló el Inven­
40 W-20 para obsesiones y 0-20 para compulsiones). En general, tario de Pensamientos Intrusos Obsesivos <INPIOS; García-Soriano
se considera que puntuaciones totales inferiores a 7 indican TOC et al., 2011) que, a diferencia del anterior, establece un período de
subclínico; entre 8 y 15, TOC de gravedad leve; entre 16 y 23 TOC tiempo concreto para la evaluación de los PIO, amplía el rango de
de gravedad moderada; entre 24 y 31, TOC grave, y entre 32 y 40, contenidos a evaluar, además de otras mejoras para la evaluación
TOC extremo, muy grave. de las consecuencias funcionales asociadas al PIO más molesto (i.
Por lo que se refiere a cuestionarios de autoinforme, hay una e., el más cercano a una obsesión). Sobre la base del INPIOS, se
amplia variedad. Destacaremos aquí únicamente los más utiliza­ desarrolló posteriormente una entrevista estructurada, la Interna­
dos que cuentan con versión o adaptación al castellano (véase la tional Intrusive Thoughts Interview Schedule <IITIS; RCIF, 2007)
Tabla 5.8). Entre ellos destaca por su amplia utilización el Obses­ que fue objeto de investigación en una amplia muestra con perso­
sive-Compulsive Inventory-Revised (OCI-R; Foa et al., 2002). Ha nas procedentes de trece países (Radomsky et al., 2014). Por último,
sido traducido y validado a un gran número de idiomas, entre ellos siguiendo la misma filosofía de análisis, presentamos el Inventario
el castellano (Belloch et al., 2013). En nuestro contexto, puntua­ de Pensamientos Desagradab/es/Ouestionnaire of Intrusive Thou­
ciones totales > 21 se consideran sugestivas de un TOC y diferen­ ghts <INPIDES/QUIT; Pascual-Vera y Belloch, 2018; Pascual-Vera et
cian a personas con el trastorno de personas con trastornos de al., 2017, 2019), que evalúa la experiencia de pensamientos intru­
ansiedad. El Clark-Beck Obsessive-Compulsive Inventory (CBOCI; sos desagradables sobre diferentes contenidos: obsesivos, hipocon­
dríacos, alimentarios, dismórficos y obsesivo-relacionales (véase la
Tabla 5.8).
Clark et al., 2005) sigue el formato de otros autoinformes de la
escuela de Beck. Está validado para su uso en población clínica
de habla castellana (Belloch et al., 2009) y puntuaciones totales Finalmente, por lo que se refiere al tratamiento psicológico del
> 30 diferencian entre presencia/ausencia de TOC. El Vancouver TOC, el que sin duda cuenta con mayor número de evidencias sobre
Obsessional Compulsive Inventory (VOCI; Thordarson et al., 2004. su eficacia en todos los niveles de gravedad del trastorno (véase,
Validación en castellano: Nogueira et al., 2009) es la formulación por ejemplo, la guía del National Institute far Clinical Excellence
actualizada del Maudsley Obsessive-Compulsive Inventory (MOCD. británico, NICE> es el cognitivo-conductual. Según las guías de uso
Entre sus ventajas, destaca la inclusión de una subescala para eva­ clínico, la exposición con prevención de la respuesta <EPR> es el
luar las sensaciones de inacabado o de que «algo no está bien» componente indispensable. No obstante, el tratamiento cognitivo
(not just rightl. Sin embargo, no incluye ítems para síntomas de que sigue el modelo de las valoraciones es, en la actualidad, igual­
orden ni para los de dudas y estrategias de neutralización encu­ mente aceptado como eficaz por los expertos y, en muchos casos,
biertas, y en su formato inicial presentaba problemas de validez su asociación con la EPR mejora la eficacia de esta y disminuye de
discriminante y de estabilidad en la estructura factorial. Gonner manera significativa el riesgo de recaídas.

181
' ' Manual de psicopatología. Volumen 2

)) Tabla 5.8. Instrumentos para la evaluación y el diagnóstico del trastorno obsesivo-compulsivo [TOCJ

5 ítems sobre gravedad de obsesiones y 5 sobre gravedad de compulsiones en la


semana previa: tiempo diario, interferencia, malestar, resistencia y grado de control.
Puntuación de cada ítem: O a 4.

58 ítems sobre presencia/ausencia de síntomas (formato de respuesta sí/nol.


(síntomas O-Cl
18 ítems en 6 subescalas (3 ítems cada una): limpieza, obsesiones, acumulación,
orden, comprobación, y neutralización. Escala de respuesta de intensidad del
malestar: O (nada) a 4 (muchísimo).

25 grupos de afirmaciones graduadas de O a 3. Evalúa la frecuencia y gravedad de


los síntomas. 14 ítems para obsesiones y II para compulsiones.

obsesiones, acumulación, sensaciones de inacabado <«notjust right») e indecisión.


55 ítems que evalúan la gravedad de síntomas de contaminación, comprobación,

Escala de respuesta de 0-4.

inaceptables, simetría/orden/just right. Cada ítem se puntúa entre O y 4.


DOCS 20 ítems distribuidos en 4 subescalas: contaminación, daño/agresión, pensamientos

OBO-44 44 ítems distribuidos en 6 dimensiones de creencias: responsabilidad, sobrestimación


de la amenaza, importancia de los pensamientos, importancia de controlar los
pensamientos, perfeccionismo, e intolerancia a la incertidumbre. Evaluación en
escalas de 7 puntos <«muy en desacuerdo» a «muy de acuerdo»).

50 ítems distribuidos en 8 dimensiones de creencias: responsabilidad excesiva


(7 ítems), importancia de los pensamientos (5 ítems) fusión pensamiento-acción
(FPA) de tipo probabilidad (5 ítemsl, FPA de tipo moral (7 ítems), importancia de
controlar los pensamientos (5 ítemsl, sobrestimar el peligro (8 ítems), intolerancia a
la incertidumbre (6 ítems) y perfeccionismo (7 ítems).
Evaluación en escalas de 7 puntos (1 = totalmente en desacuerdo, 7 = totalmente
de acuerdo).
Parte /: 52 ítems sobre PIO (frecuencia 0-6).
Parte 2: se escoge el PIO más molesto y se evalúa en impacto emocional,
valoraciones disfuncionales, interferencia, intentos de control, evitación y estrategias
de neutralización y compulsiones (frecuencia 0-5).
Parte /: 48 PIO en 6 subescalas: agresivos (10 ítems), sexuales/inmorales/repugnantes
04 ítems), de simetría y orden (4 ítems), dudas y necesidad de comprobar (10 ítems),
limpieza y contaminación (6 ítems) y superstición (4 ítems). Frecuencia entre O

Parte 2: el PIO más molesto (últimos 3 meses, frecuencia 2: 1) se evalúa en


(nunca) y 6 (siempre, continuo).

impacto emocional (5 ítems), interferencia y dificultad de control (3 ítemsl, 8 tipos


de valoraciones disfuncionales (importancia del pensamiento, FPA-moral, FPA­
probabilidad, significado personal, importancia de controlar, responsabilidad,
sobrestimar el peligro o amenaza, incertidumbre), y 18 estrategias de control o
neutralización, incluyendo compulsiones (frecuencia 0-4).

Entrevista estructurada (101 ítems) que evalúa la experiencia (3 meses previos) de PIO
sobre 7 contenidos: contaminación, agresión, dudas, religiosos/inmorales, sexuales,
victimización, y otras. Se pregunta por la presencia, frecuencia, malestar, y dificultad
en suprimir de cada uno de los PIO que se haya tenido. Como en RO! e INPIOS,
la segunda parte evalúa las valoraciones disfuncionales y estrategias de control/
neutralización utilizadas con el PIO que la persona selecciona como más molesto.

(Continúa)

182
Capítulo s. Trastorno obsesivo-compulsivo y trastornos relacionados :1\

) ) Tabla 5.6. {Continuación}

Se presentan 5 grupos diferenciados de PID: obsesivos (12 ítems), dismórficos


(10 ítems), alimentarios-dieto-ejercicio (9 ítems), hipocondríacos (11 ítems),
y relacionales (11 ítems). Codo ítem se responde según lo frecuencia <0-6) y el
molestar asociado (0-4).
Después de responder o codo grupo de PID, se escoge el más reciente (últimos 3
meses), molesto y con frecuencia ;::=: 1, poro evaluarlo en 14 ítems sobre impacto
emocional, egodistonío, interferencia, valoraciones disfuncionoles, y estrategias de
neutralización y compulsiones (frecuencia 0-4).

• Véase el texto para una descripción completa de las siglas, así como para las referenc ias de autoría correspondientes a cada
Instrumento

B. Trastorno dismórfico corporal C. Trastorno de acumulación


Existen diversos medidos, tonto d e outoinforme como d e entrevisto La evaluación de la acumulación se realiza principalmente por

de síntomas dismórficos y aspectos relacionados. En la Tabla 5. 9 se


clínico, diseñados poro lo detección, el diagnóstico y lo valoración medio de la entrevista clínica. Se han desarrollado varias entre­
vistas clínicas centradas en la acumulación, como The Structured
presentan los más utilizados, junto con información sobre su valida­ Intervíew for Hoardíng Dísorder (SIH D; v. 2.0; Nordsletten et al.,
ción en castellano. El tratamiento psicológico de elección para el 2013). Es necesario valorar el grado de acumulación, las creencias
TDC es la terapia cognitivo-conductual <TCC>. Distintos estudios han asociadas, la dificultad asociada al deshacerse de pertenencias,
demostrado reducción de síntomas <Neziroglu et al., 1996; Wilhelm la adquisición excesiva, la interferencia que ocasiona, así como la
et al., 2013) con intervención individual y grupal, tanto si están cen­ posible comorbilidad. Dado el bajo nivel de insíght puede ser útil
trados en el componente conductuol, como en el cognitivo (Geremio emplear una escala visual para valorar el grado de acumulación
y Neziroglu, 200D. en el hogar. Frost et al. ( 2008) han desarrollado una escala en la
Se han realizado algunos ensayos controlados aleatorizados que se muestran fotografías de habitaciones con diferentes niveles
(ECA), con el objetivo de probar la eficacia de la TCC en pacientes de abarrotamiento y en la que se solicita a la persona que valore

( The Clutter Image Ratíng; Frost et al., 2008). En la Tabla 5.10, se


con TDC ( Phillipou et al., 2016). La TCC demostró ser superior a la que más se aproxima a cada una de las estancias de su hogar
las listas de espera, y a una intervención del manejo de la ansie­
dad (Veale et al., 20l4al. Sin embargo, los estudios son escasos, ofrecen diferentes autoinformes que pueden ayudar a completar
con muestras pequeñas, y no todos los pacientes presentan mejoría la información.
(Greenberg et al., 2019). Otras modalidades terapéuticas, como la El tratamiento cognitivo-conductual para la acumulación se
terapia metacognitiva < Rabiei et al., 2012), el tratamiento transdiag­ basa en el modelo expuesto con anterioridad, y aborda los siguien­
nóstico para trastornos emocionales (Mohajerin et al., 2019) o la tes componentes (p. ej., Steketee, 2014; Tolin et al., 2017>: psicoedu­
terapia del «reprocesamiento de imágenes» <Ritter y Stangier, 2016; cación, incremento de la motivación hacia el cambio, entrenamiento
Wilson et al., 2016) han proporcionado algunos resultados positivos en aquellas habilidades en las que se han observado déficits (p. ej.,
prometedores, aunque todavía preliminares. Junto con la TCC, el solución de problemas o toma de decisiones, o relación con las
farmacológico es el tratamiento de primera línea para este tras­ posesiones); reestructuración de las creencias disfuncionales; expo­
torno (Phillips y Hollander, 2008), específicamente con los ISRS. En sición gradual a la no adquisición; entrenamiento para clasificar y
un metaanálisis (Williams et al., 2006) y una revisión (lpser et al., descartar o deshacerse de objetos; así como en ordenar y organizar
2009) sobre la eficacia del tratamiento psicológico y farmacológico las posesiones.
del T DC, se encontró que ambas intervenciones son efectivas. No
obstante, de acuerdo con la guía NICE, el tratamiento farmaco­
lógico debe acompañarse de TCC en todos los niveles o fases del O. Tricotilomanía y excoriación
tratamiento.
L a evaluación d e l a tricotilomanía y l a excoriación conlleva eva­
luar, a través de la entrevista diagnóstica, la historia de la conducta
problemática (i. e., arrancarse el pelo o rascarse la piel), así como
¿) Trastorno dismórfico corporal. Trastorno que se carac­ el patrón de comportamiento que se da en la actualidad. Es impor­
teriza por una preocupación excesiva y desproporc iona­ tante analizar la secuencia del comportamiento, sus antecedentes
da por un defecto percibido en la aparienc ia que genera inmediatos (qué ocurre antes del comportamiento en sí, qué pien­
malestar clínicamente significativo o deterioro social, labo­ sa, qué hace y qué siente), las características del comportamiento
ral o personal. (p. ej., en qué situaciones se da, con qué frecuencia, las áreas de
las que arranca el pelo), así como las consecuencias (qué hace,

183
tt Manual de psicopatología. Volumen 2

) ) Tabla 5.9. Instrumentos para la evaluación del trastorno dismórñco corporal

MDDI: Muscle Dysmorphic Disorder Inventory Hildebrandt et al. Galiana-Llinares et al. (2017)

BDD-YBOCS: Body Dysmorphic Disorder Phillips et al. <1997)


Modification of the Yale-Brown Obsessive
Compulsive Scale
BDDE: Body Dysmorphic Disorder Examinati�n Versión entrevista: Rosen
y Reiter < 1996)

Versión autoinforme: Senín-Calderón et al. (2017)


Rosen y Reiter (1994)
MBSRQ-AS: Multidimensional Body-Self Relations Brown et al. (1990) Roncero et al. (2015)
Ouestionnaire Appearance Subscales
BIDO: Body Image Disturbance Questionnaire Cash et al. (2004)
BICI: Body Image Concern Inventory Littleton et al. (2005) Littleton y Radecki Breitkopf
(2008)
BABS: The Brown Assessment of Beliefs Scale Eisen et al. (1998)
1 DCQ: Dysmorphic Concern Questionnaire Oosthuizen et al. (1998) Senín-Calderón et al. (2017)
INPIAF: Inventario de Pensamientos Intrusos Giraldo-O'Meara y Giraldo-O'Meara y Belloch
sobre el Aspecto Físico Belloch (2019) (2019)
' BDD-SS: Body Dysmorphic Disorder Symptom Scale Wilhelm et al. (2016)
BDDQ: Body Dysmorphic Disorder Questionnaire Phillips et al. (1995)
COPS: Cosmetic Procedure Screening Veale et al. (2012)
Questionnaire

siente, piensa tras el comportamiento problemático). Asimismo, se


pueden emplear escalas clínicas como la Psyehiatrie Institute Tri­
V. Resumen de aspectos
ehotillomania Sea/e (PITS) o las escalas del National Institute of fundamenta les
Mental Health- Triehotillomania q_ue valoran el deterioro (NIMH-TIS>
y gravedad (NIMH-TSS) de la tricotilomanía (Stanley et al., 1999) Este capítulo está dedicado al grupo o espectro d e trastornos obse­
o la Yale-Brown Obsessive Compulsive Sea/e Modified far Neurotic sivo-compulsivos, un conjunto heterogéneo y complejo de trastornos
Exeoriation (NE-YBOCS; Arnold et al., 1999). Así mismo, se dispone q_ue, hasta hace poco, se incluían en categorías diagnósticas dis­
de una serie de autoinformes q_ue pueden completar la evaluación y tintas: el obsesivo-compulsivo (TOC>, el dismórfico corporal, el de
q_ue listamos en la Tabla 5.IO. acumulación, la tricotilomanía y la excoriación. Además de estos
El tratamiento más empleado para estos trastornos es la téc­ cinco trastornos, la última versión del manual de diagnóstico psi­
nica de conducta de inversión de hábito (Azrin y Nunn, 1973) q_ue q_uiátrico de la OMS, la CIE- 11, incluye también la hipocondría y
consiste en: (1) favorecer q_ue la persona sea consciente de aq_uellas el síndrome de referencia olfativo. Analizamos, en primer lugar, las
circunstancias en las q_ue es más probable q_ue se dé la conducta razones q_ue se esgrimen para esta nueva agrupación de trastornos
problema; (2) genere una conducta q_ue compita o sustituya a la q_ue, en síntesis, hacen referencia a similitudes sintomatológicas,
problemática (p. ej., cerrar el puño> de modo q_ue cuando vaya a comportamientos repetitivos, edad de inicio, curso, historia fami­
realizar la conducta problema ponga en práctica esta nueva con­ liar, elevada comorbilidad mismo circuito neuronal, caracterizado
ducta, y (3) cuente con apoyo social, de modo q_ue se implica a por una hiper-activación de la región fronte-estriada, y respuesta
familiares y amigos para motivar al paciente <Flessner et al., 2010; similar al tratamiento farmacológico con ISRS. No obstante, algunos
McGuire et al., 2014). expertos consideran q_ue estas razones son muy discutibles, especial-

184
Capítulo s. Trastorno obsesivo-compulsivo y trastornos relacionados i q�

)) Tabla 5.10. Instrumentos para la evaluación de los trastornos de acumulación, tricotilomanía y excoriación

SCI: Saving Cognitions Inventory Steketee et al., 2003


HD-D: Hoarding Disorder Dimensional Scale APA, 2013
CAS: Compulsive Acquisition Scale Frost et al., 2002
MGH-HPS: Massachusetts General Hospital Keuthen et al., 1995
Hairpulling Scale
M-DOTS: Milwaukee Inventory of Styles of Flessner et al. 2007
Trichotillomania
MIST-A: Milwaukee Inventory for subtypes of Flessner et al., 2008
trichotillomania- Adult version
SPI-S: Skin Picking Impact Scale, y la versión Keuthen et al., 2001; Torales y Barrios (2016a)
breve Snorrason et al., 2013
SPS-R: Skin Picking Scale-Revised Snorrason et al., 2012b Torales y Barrios (2016b)

SPD-D: Excoriation (skin-picking disorder) LeBeau et al., 2013


dimensional scale
MIDAS: The Milwaukee Inventory for the Walther et al., 2009
Dimensions of Adult Skin Picking

mente en cuanto a la respuesta al tratamiento y la comorbilidad. A explicaciones psicológicas del TOC desde las perspectivas conduc­
continuación, se exponen las características clínicas y diagnósticas tual y cognitiva. Mientras que los modelos conductuales situaban
de los cinco trastornos que según el DSM-5 y la CIE- 11 forman parte el énfasis en las conductas (i. e., las compulsiones) y consideraban
de este conjunto. las obsesiones como estímulos condicionados ofreciendo de ellas
El TOC, que es el trastorno central de la nueva categoría, se explicaciones similares a las de las fobias, los enfoques cognitivos
define por dos síntomas que están funcionalmente interconectados: sitúan el énfasis en las obsesiones, en tanto que productos cogni­
las obsesiones y las compulsiones. Las obsesiones se consideran el tivos conscientes cuyos contenidos son similares a los de los pen­
síntoma fundamental del trastorno y se definen por su intrusivi­ samientos intrusos desagradables que experimenta la mayoría de
dad, recurrencia, inaceptabilidad o inoportunidad, irracionalidad e la gente. Para explicar la transformación de estos pensamientos
incontrolabilidad. Por su parte, las compulsiones consisten en com­ en obsesiones clínicamente significativas, los modelos cognitivos
portamientos repetitivos que se llevan a cabo de manera más o más investigados y conocidos se centran en las valoraciones disfun­
menos ritualizada, y que forman parte de un conjunto más amplio cionales que hacen las personas cuando experimentan esos pen­
de comportamientos, genéricamente denominados «estrategias de samientos. Sin embargo, otros enfoques cognitivos más recientes
neutralización», que pueden ser observables o encubiertos. Aunque consideran que, en las personas con TOC, las obsesiones son una
hasta hace relativamente poco se consideraba un trastorno poco modalidad patológica de duda que adquiere la forma de inferen­
frecuente, actualmente se sabe que su prevalencia vital está en cia o premisa primaria, cuyo significado es personal. Estas dudas
torno al 2,5 %, lo que lo sitúa en el cuarto lugar de los trastornos activan procesos anómalos o disfuncionales de razonamiento que
mentales más frecuentes. El inicio del trastorno suele ser relativa­ llevan a confusión inferencia!, cuya característica esencial es que
mente temprano y su curso es crónico y, a menudo, deteriorante se confunde lo que es real «aquí y ahora» con lo posible (i. e., lo
a no ser que se instaure un tratamiento eficaz. Además, es comór­ observable o tangible con lo imaginado o pensado). Por último, se
bido en muchos casos con depresión (más del 60 % de los casos), revisan los datos procedentes de investigaciones centradas en la
con trastornos de ansiedad (más del 30 % de los casos), con otros búsqueda de déficits de procesamiento característicos del TOC,
trastornos del mismo espectro 0-C y con diferentes trastornos de la especialmente los relacionados con la memoria y la atención.
personalidad. Asimismo, su presencia es frecuente en personas con El segundo trastorno que se analiza es el TDC. Aunque la inves­
trastornos del espectro de las psicosis, con los del espectro autis­ tigación sobre el trastorno ha aumentado de manera considerable
ta, con el trastorno de estrés postraumático y con los trastornos en la última década, siguen siendo poco conocidos muchos aspectos
por abuso de sustancias (alcohol, especialmente). Se analizan las relacionados con su fenomenología clínica y con los procesos invo-

185
, l··111 Manual de psicopatología. Volumen 2

lucrados en su inicio, desarrollo, y mantenimiento. El trastorno se mica q_ue supone la adq_uisición excesiva). Uno de los problemas
caracteriza por una preocupación excesiva por un defecto percibido más importantes del trastorno es el bajo nivel de insight q_ue pre­
en la apariencia q_ue es inexistente o apenas perceptible para otras sentan muchas de las personas q_ue lo padecen, lo q_ue se ha aso­
personas. Esta preocupación está acompañada de un amplio reper­ ciado a la naturaleza egosintónica de la sintomatología. No obs­
torio de comportamientos, entre los q_ue el más habitual consiste en tante, no está claro si el bajo insight es atribuible a la incapacidad
examinar lo apariencia en espejos y superficies reflectantes de cual­ para valorar q_ue tienen un problema y las complicaciones q_ue este
q_uier tipo. Aunq_ue este comportamiento es un medio para realizar provoca en su día a día, o a la presencia de ideas sobrevaloradas
otros asociados a la preocupación (p. ej., ocultar el defecto percibi­ sobre la importancia de las posesiones y de guardar objetos q_ue
do), tiene una finalidad en sí mismo: comprobar la apariencia con la pueden ser utilizados en el futuro, o si se trata de un comporta­
esperanza de verse a sí mismos de forma diferente. Muchas personas miento defensivo consciente o inconsciente. La edad media de ini­
con T DC se someten a tratamientos médicos (dermatológicos y/o cio de los síntomas de acumulación es temprana, pues se ha esta­
q_uirúrgicosl siendo los profesionales q_ue realizan estas intervencio­ blecido en los 13,4 años. La prevalencia vital es elevada, en torno al
nes los más buscados por los pacientes, por encima de psicólogos 2,5 %, y se distribuye de modo similar entre mujeres y hombres. El
clínicos y psiq_uiatras. En buena medida, ello está relacionado, por trastorno se asocia a graves dificultades a nivel personal, familiar,
un lado, con el bajo insight q_ue por lo general tienen estos pacien­ social, económico y, a menudo, también de salubridad. La comor­
tes, y, por otro, con la vergüenza q_ue experimentan por sus preocu­ bilidad con otros trastornos es más la norma q_ue la excepción:
paciones, q_ue dificulta la búsq_ueda de ayuda de profesionales de la mitad de las personas presenta también un trastorno depresivo
salud mental. El T DC es un trastorno común tanto en mujeres como mayor. También son frecuentes los trastornos de ansiedad, espe­
en hombres, y las tasas de prevalencia varían considerablemente cialmente los de ansiedad social y ansiedad generalizada. Otros
dependiendo del contexto estudiado, lo cual refleja en cierta medi­ trastornos, como los del control de los impulsos, especialmente en
da la ocultación de los síntomas por parte de estos pacientes. Por condiciones asociadas a la adq_uisición, como la cleptomanía o la
lo común, este trastorno tiene su inicio en la adolescencia, asociado compra compulsiva, así como el trastorno de déficit de atención
a episodios de burlas generalmente relacionadas con la apariencia, con hiperactividad (TDAHl, son asimismo relativamente comunes.
y suele permanecer muchos años sin ser diagnosticado, lo q_ue se También es frecuente la comorbilidad con trastornos de la perso­
asocia con una mayor ideación e intentos suicidas. Existen algunas nalidad, especialmente con el obsesivo-compulsivo, pero además
teorías para explicar el desarrollo y mantenimiento del TDC desde con el evitativo, el límite, el paranoide y el esq_uizotípico. Las pro­
un enfoq_ue cognitivo conductual y, aunq_ue algunos de los factores y puestas cognitivo-conductuales actuales para el trastorno de acu­
procesos propuestos cuentan con evidencia empírica, se req_uiere de mulación parten del modelo propuesto por Randy Frost, q_ue se ha
mucha más investigación para comprender mejor este trastorno. Por ido refinando, desarrollando y contrastando a nivel empírico a lo
último, aunq_ue el T DC ha posado a ser parte del capítulo del TOC largo de las últimas décadas. Se describe una serie de variables de
y trastornos relacionados debido a diversos aspectos compartidos vulnerabilidad distales (i. e., ambiental y familiar), ounq_ue el énfasis
entre ambos trastornos, el T DC comparte también características se sitúa en las variables de vulnerabilidad próximas (i. e., alteracio­
esenciales con otros trastornos mentales, en especial con los tras­ nes en los procesos cognitivos, creencias y patrones conductuales/
tornos alimentarios y con la ansiedad social. Por ejemplo, lo investi­ emocionales) q_ue contribuyen de forma más directa al desarrollo y
gación sobre las alteraciones de la imagen corporal y otros aspectos mantenimiento de la sintomatología del trastorno de acumulación
relacionados en los trastornos alimentarios, y la autofocalización y y q_ue son susceptibles de cambio.
la «perspectiva de observador» adoptada en el procesamiento de Por último, se describen la tricotilomanía y la excoriación, dos
situaciones sociales en el trastorno de ansiedad social pueden servir trastornos q_ue se caracterizan por comportamientos repetitivos cen­
de base para nuevos estudios q_ue permitan entender mejor estos trados en el propio cuerpo, bien sea arrancarse el cabello o rascarse
aspectos en el T DC. la piel, q_ue a menudo provocan consecuencias nocivas a nivel der­
A continuación, hemos descrito el trastorno de acumulación, matológico. Desde el punto de vista de las características clínicas
q_ue aparece por primera vez en el DSM-5 y en la C I E- 1 1 como y etiológicas, estos dos trastornos son los q_ue más dudas suscitan
un trastorno independiente caracterizado por la dificultad para entre los expertos en cuanto a su inclusión en el espectro 0-C. No
deshacerse de pertenencias dando lugar a una congestión y aba­ obstante, su edad de inicio se suele situar en la adolescencia tem­
rrotamiento del hogar, y en el q_ue además a menudo se dan com­ prana, al igual q_ue sucede con los otros trastornos del grupo. Su
portamientos de adq_uisición excesiva. El comportamiento de acu­ prevalencia es relativamente elevada (entre el 1,5 y casi el 5 %) y con
mulación impide llevar una vida normal y adaptada a las normas frecuencia se presentan asociados. Desde el punto de vista etioló­
sociales y provoca importantes interferencias (p. ej., ocupación de gico, parecen estar asociados sobre todo a problemas para regular
estancias de la vivienda q_ue impiden dormir cómodamente en la estados emocionales negativos. Por último, a diferencia de lo otros
cama o cocinar; vergüenza asociada a la acumulación de objetos trastornos del grupo, el tratamiento de elección es similar al q_ue se
q_ue hará q_ue la persona evite tener visitantes; la inversión econó- utiliza para los trastornos de tics.

186
Capítulo
'" s. Trastorno obsesivo-compulsivo y trastornos relacionados tt

•• Términos c lave
Acumulación !trastorno del 144
lnsight 147 Trastorno o bsesivo-compulsivo 137
I magen corporal 169 Trastorno dismórflco corpora l 183

Obsesión 737
Comportamientos re petitivos

Compulsión 737
centrados en el cuerpo 139
Onlcofagia 778
Tricotilomanía lo trastorno
de arrancarse el p eloj ,177

de rascarse la piel 178


Excoriación o trastorno Preocupación 739

•• Lecturas recomendadas
Belloch, A., Cabedo, E . y Corrió, C . (2010). TOC. Obsesiones y compulsio­ Manual que profundiza en las conductas repetitivas asociadas al
nes. Manual de tratamiento cognitivo. Madrid, Alianza. cuerpo como arrancarse el cabello o rascarse la piel abordando
Manual breve centrado en la descripción y explicación del TOC y su también la evaluación y tratamiento tanto para niños como adultos.

Clark, D. A. (2020)_ Cognitive-behavioral therapy for OCO and its sub­


tratamiento desde el enfoque cognitivo. Roberts, S., O'Connor, K. y Bélanger, C. (2013). Emotion regulation and

types (2. ª ed.J. Nueva York: Guilford Press. Clinica/ Psychology Review, 33(6), 745-762.
other psychological models for body-focused repetitive behaviors.

Manual actualizado respecto a ediciones anteriores del mismo autor Artículo que revisa las evidencias de los modelos explicativos para

Veale, D., Wilson, R. y Clark, A. (2004). Overcoming body image pro­


sobre el TOC y sus múltiples variantes. Explica con detalle los pro­ la tricotilomanía y la excoriación.

blems (including body dysmorphic disorder): a self-help guide using


cedimientos terapéuticos cognitivo-conductuales mós eficaces para

Frost, R. O. y Steketee, G. (2014). The Oxford Hondbook of Hoarding and Cognitive Behavioral Techniques. Londres: Constable & Robinson.
abordar este trastorno y sus diferentes presentaciones.

Acquiring. Nueva York: Oxford University Press. Libro de autoayuda con un enfoque cognitivo conductual para
Texto centrado en la descripción, evaluación y tratamiento del tras­
Wilhelm, S. (2006). Feeling good about the way you look: a program far
abordar los problemas relacionados con la imagen corporal.
torno de acumulación.
overcoming body image prob/ems. Nueva York: Guilford.
ral: Un problema infra-diagnosticado. Revista de Psicopatología y
Giraldo-O'Meara, M. y Belloch, A. (20I7l. El trastorno dismórfico corpo­

Psicología Clínica, 22, 69-84.


Libro de autoayuda con base científica, donde la autora, desde
un enfoque cognitivo-conductual, ofrece un programa para superar
Artículo que presenta una actualización sobre el estatus del TDC,
Wilhelm, S., Phillips, K. y Steketee, G. (2013). Cognitive-Behaviora/ The­
problemas relacionados con la imagen corporal, incluyendo el TDC.

rapy for Body Dysmorphic Disorder: A Treatment Manual. Nueva


así como investigaciones recientes sobre aspectos cognitivos involu­

Grant, J. E., Stein, D. J., Woods, D. W. y Keuthen, N. J. (2012) Body-focu­


crados en el desarrollo y mantenimiento del problema.

sed repetitive behaviors. Arlington: American Psychiatric Publishing,


York: Guilford.
Uno de los pocos manuales disponibles para el tratamiento del TDC
Inc. desde un enfoque cognitivo-conductual.

•• Refere ncias
Aardema, F., Kleijer, T. M. R., Trihey, M., O'Connor, K . y Emmelkamp, Abramowitz, J. S., Deacon, B. J., Olatunji, B. O., Wheaton, M. G., Ber­

compulsive disorder. Psychological Reports, 99, 213-220.


P. (2006). Inference processes, schizotypal thinking and obsessive­ man, N. C., Losardo, D. et al. (2010). Assessment of obsessive-com­

dimensional obsessive-compulsive scale. Psychological Assessment


pulsive symptom dimensions: development and evaluation of the
Aardema, F., Moulding, R., Radomsky, A. S., Doron, G., Allamby, J., &

validation of the Fear of Self Questionnaire. Journal of Obsessi­


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.. ...

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197
•• Autoeva l uac ión
l. lCuál de las siguientes características es necesaria para
realizar un diagnóstico de TOC?
cl El papel de los imágenes mentoles.
dl Ninguno de los anteriores.

7. En la tricotilomanía, el comportamiento de arrancarse el


a) Experimentar preocupaciones constantes sobre posibles

cabello:
problemas futuros.
b) Que lo persono trote de ignorar, suprimir o neutralizar sus
obsesiones, con algún pensamiento o acción. o) Siempre do lugar o uno pérdida perceptible del mismo.
c) Que existo conciencio de enfermedad. b) Siempre do lugar o uno pérdida del mismo, aunque esto
puede no ser perceptible.
d) Que existo alguno relación entre el contenido de los obse­
siones y el tipo o modalidad de compulsión. c) Algunos veces do lugar o lo pérdida del cabello y otros no.

2. Cuál de los trastornos q,ue se enumera presenta las mayo­


dl Se asocio o bajos niveles de interferencia.
res tosas de comorbilidad con el TOC: 8. Los modelos explicativos actuales sobre los compor­
tamientos repetidos centrados en el cuerpo <p. ej .. la
excoriación) plantean q,ue estos podrían tener la fun­
al Trastornos de lo conducto alimentario.

ción de:
b) Depresión mayor.
c) Gilles de lo Tourette.
al Evitar enfrentarse al molestar que generan los creencias
dl Esquizofrenia.
3. «Si tengo estos pensamientos es q,ue me estoy volviendo
disfuncionoles sobre el propio cuerpo.

loco» lCon cuál de las creencias disfuncionales sobre los


bl Regular los emociones negativos, tonto aquellos que impli­

pensamientos se corresponde mejor esta afirmación, rea­


can niveles elevados (p. ej., lo ansiedad) como bajos (p. ej.,

lizada por una persono con TOC?


el aburrimiento) de activación.
cl Disminuir lo ansiedad que genero mirarse ante el espejo
al Sobrestimar lo importancia de los pensamientos. y ver uno imagen que no se ajusto o lo deseado (p. ej.,
b) Fusión pensamiento-acción, tipo moral. acné).
c) Perfeccionismo. d) No cumplen ninguno función, son el resultado de un com­
dl Necesidad de controlar el pensamiento. ponente básicamente hereditario.

!J. Uno de los comportamientos más frecuentes y claves en el 9. lCuál de estas alteraciones se caracteriza por uno menor
mantenimiento del TDC es: conciencio de enfermedad?
o) Realizar ejercicio físico. al El trastorno obsesivo-compulsivo.
bl Examinarse en el espejo. bl Lo tricotilomonío.
c) Hacer dieto. cl Lo excoriación.
d) Consumir alcohol. dl El trastorno de acumulación.
5. Cuál de los siguientes modelos ha sido propuesto para la IO. En el trastorno de acumulación. la adq,uisición excesiva:
explicación del desarrollo y mantenimiento del TDC?
al Siempre se observo, y hoce referencia o lo compro de ob­
o) El modelo de F. Neziroglu. jetos por su valor artístico.
bl El modelo de P. Solkovskis. bl Se observo con frecuencia, pudiendo ser objetos compra­
cl El modelo de S. Wilhelm. dos, gratuitos, o robados.
d) Los opciones o y c. cl Es poco frecuente, y suele caracterizarse por acumular
6. Uno de los aspectos en los q,ue se centra el modelo de
objetos robados.
David Veale para explicar el desarrollo y mantenimiento
del TDC es:
dl Siempre se observo, y suele caracterizarse por acumular
objetos comprados.
al El papel del condicionamiento clásico.
bl El papel de los reacciones disfuncionoles.

198
CAPÍTUL0 6

TRASTORNOS DEPRESIVOS*
Carmelo Vázquez y Jesús Sanz

l. Introducción /99 B. Trastorno disfórico premenstrual 213


11. Clasificación 200 C. Trastorno depresivo debido a una afección médica 214
A. lDepresión o depresiones? Un dilema conceptual 200 D. Trastorno depresivo inducido por una sustancia/
B. Dicotomías descriptivas 20/ medicamento 215
C. El problema de la heterogeneidad de síntomas E. Otro trastorno depresivo especificado 215
y su diagnóstico 202 F. Otro trastorno depresivo no especificado 215
D. El problema de la comorbilidad 203 VI. Etiología de los trastornos depresivos 215
E. lTienen todos los síntomas el mismo valor? Teoría A. Factores y modelos biológicos 215
de redes 203 B. Factores y modelos psicológicos 216
F. La estructura del DSM-5: cambios y novedades C. Modelos integradores 218
en la depresión 204
VII. Características transdiagnósticas 221
G. El espectro de síntomas depresivos 204
H. Clasificación y cuadros clínicos 206 VIII. Recomendaciones para la evaluación
y el tratamiento 222
111. Trastorno depresivo mayor 206
A. Evaluación 222
A. Diagnóstico y características clínicas 206
B. Tratamiento 224
B. Epidemiología y curso evolutivo 208
C. Diagnóstico diferencial y comorbilidad 211 IX. Resumen de aspectos fundamentales y tendencias
futuras 227
IV. Trastorno depresivo persistente (trastorno
distímico) 212 TÉRMINOS CLAVE 228
A. Diagnóstico y características clínicas 212
LECTURAS RECOMENDADAS 228
B. Epidemiología y curso evolutivo 212
V. Otros trastornos depresivos 213 REFERENCIAS 228
A. Trastorno de desregulación disruptiva del estado AUTOEVALUACIÓN 231
de ánimo (TDDl 213

l . I ntroducc ión
Teniendo en cuenta su duración, su elevada frecuencia, sus efectos enorme cantidad de investigación sobre su etiología, psicopatología
en el funcionamiento psicosocial y su mortalidad, la depresión es y tratamientos, y de la existencia de revistas especializadas y de
el problema mental más incapacitante y con mayores costes eco­ numerosos profesionales dedicados a su atención, su naturaleza es
nómicos y de sufrimiento personal asociados. Pero, a pesar de la aún relativamente incierto. En aras de la brevedad, en este capítu-

* Agradecimientos
La elaboración de este capítulo ha sido posible en parte gracias a las ayudas a los proyectos de investigación del Ministerio de Ciencia,
Innovación y Universidades PID2019-1087IIGB-IO0 y PGC20l8-098387-B-IO0 concedidas al primer y segundo autor, respectivamente.

199
tt M 1 nual de pslcopatologla. Volumen 2

' lo nos centraremos en la depresión en adultos. Aunque la inmensa


mayoría de las características, factores de riesgo y modelos teóricos
de la depresión en adultos son similares a los de la depresión infantil
síntoma (es decir, sentirse patológicamente triste) está presente en
Esta distinción es importante, pues la depresión entendida como

la mayor parte de los cuadros psicopatológicos (p. ej., esq_uizofrenia,


y adolescente, el lector interesado específicamente en esta última obsesiones, etc.l y en muchas condiciones médicas (p. ej., cáncer).
puede consultar García-Vera y Sanz (2016) para una exposición más Además de la tristeza patológica, pueden aparecer otros síntomas

no es un trastorno en sí mismo, sino un síndrome depresivo (lo que


detallada. concomitantes (p. ej., insomnio, pérdida de peso, etc.l, lo que aún
Los sentimientos de abatimiento o de depresión son muy habi­
tuales y, en sus formas menos graves, probablemente tienen unas habitualmente se mide en escalas o cuestionarios de síntomas). En
funciones filogenéticas adaptativas como, por ejemplo, recabar la el caso de los sistemas DSM, esta idea de síndrome (o conjunto
atención y el cuidado de los demás, constituir un modo de comu­ de síntomas covariantesl es lo que define los llamados «episodios
nicación de situaciones de pérdida o separación, o ser un modo de depresivos» (que no son categorías diagnósticas, sino un mero con­

ticar un trastorno de depresión mayor (TDMl.


conservar «energía» para poder hacer frente a ulteriores procesos junto de síntomas) los cuales son la base sintomática para diagnos­
de adaptación (Badcock et al., 201 7l. Pero estar triste no siempre
es una emoción adaptativa. En ocasiones, bien por su duración, por No resulta conceptualmente fácil diferenciar la depresión clíni­
su frecuencia, por su intensidad o por su aparente «autonomía» (es ca de los estados de ánimo «depresivos» más o menos transitorios
decir, su aparición sin que, aparentemente, haya desencadenadores y cotidianos. La idea más tradicional de que la depresión normal
claros, como pueden ser los estresores vitales), estos sentimientos difiere cualitativamente de la depresión patológica es difícilmente
pueden interferir extraordinariamente con la capacidad adaptativa sostenible porque hay evidencias muy robustas de que los estados
de la persona que los sufre y así convertirse en motivo de atención depresivos simplemente varían en un continuo de gravedad en los
clínica. que no hay una clara división entre la normalidad y la patología,
Los intentos más remotos de comprender «científicamente» lo que tiene profundas implicaciones para la investigación, la pre­
la tristeza se deben a los escritos de la escuela de Hipócrates vención y el tratamiento (Ruscio, 2019). Que una persona busq_ue
(siglo 1v a. C.l. En ellos se emplea el término genérico de «melan­ ayuda profesional o no, por ejemplo, depende más de variables
como el sexo, el nivel socioeconómico o la información sobre tra­
tión de la bilis negra ( me/aina cho/el. Esta concepción humoral de
colía», la cual se debería a problemas en la secreción o combus­
tamientos eficaces disponibles que del tipo o cualidad de síntomas
los trastornos mentales se conservará prácticamente intacta en la existentes.
medicina occidental hasta el siglo x1x y en cierto modo persiste
metafóricamente en las hipótesis explicativas basadas en neuro­
transmisores. El término «depresión» se comienza a utilizar con 1 1 . C lasificación
..
frecuencia durante el siglo x1x, y ya se populariza desde principios
del siglo xx hasta ahora. A . ¿ Depresión o depresiones? U n dilema
conceptual
¿) Melancolía. Término hipocrático que designaba cualquier La depresión clínica conecta obviamente con la emoción básica
estado de inhibición generalizada [ incluyendo la depresión). universal de la tristeza y, sin duda, esta es el foco fundamental del
problema y en lo que deberíamos centrar más nuestra investiga­
En su sentido más moderno se refiere a una depresión con
ción psicológica y neurobiológica más que en ningún otro síntoma
síntomas más vegetativos y más anhedonia. No debe usar­
de ese cuadro clínico (Arias et al., 2020l. Como veremos en este
se para aludir a supuestas causas probables [biológicas) del capítulo, aún hay dudas sobre si, bajo las aparentes variedades
trastorno. de manifestación de los cuadros de depresión clínica, subyace en
realidad una única dimensión general reconocible (es decir, un gra­

El cambio conceptual fundamental lo proporciona el psiquiatra


..
diente de gravedad de la tristeza o emociones semejantes), siendo
esa dimensión la única con propiedades psicométricas suficiente­
alemán Kraepelin a finales del siglo pasado. En la sexta edición de mente robustas. De hecho, no hay diferencias cualitativas entre los
su influyente manual de psiquiatría (1896), diferenció la demencia síntomas depresivos en muestras clínicas y en la población general
precoz (llamada «esquizofrenia» poco después por Bleulerl de la (Watson, 2009). La otra alternativa, más clásica, es defender que
enfermedad maníaco-depresiva, separando esos dos grandes cua­ hay variaciones o subtipos distintivos (como exponen sistemas de
dros, hasta entonces entremezclados, y que se han venido diferen­ clasificación como los DSM o los CIEl, lo que se asume más bien
ciando hasta la actualidad. El término «maníaco-depresivo» de por inercias históricas.
Kraepelin incluía cuadros heterogéneos que hoy englobarían cual­ Quizás el punto más debatible del concepto de «trastorno
quier tipo de trastorno depresivo o bipolar. En palabras del propio depresivo», como de cualquier otra etiqueta diagnóstica, es asumir
autor, se incluían «todos los casos de excesos en la afectividad». erróneamente que, como ocurre en las enfermedades que se estu­
Veremos que las clasificaciones actuales acotan mucho más el con­ dian en medicina, se trata de entidades latentes de las cuales emer­
cepto de depresión y este no se restringe a formas tan graves como gen síntomas. Es común que digamos q_ue alguien llora, tiene anhe­
las incluidas en el marco kraepeliniano. donia o no tiene apetito «porque tiene una depresión» cuando, en
La depresión es el diagnóstico clínico que se emplea con más realidad, llamamos depresión justamente a una combinación varia­
frecuencia y el que potencialmente tiene más peligro de mortalidad ble de síntomas. En esa idea de problemas latentes, los síntomas no
debido a las conductas suicidas. Sin embargo, sentirse triste o depri­ aparecerían por azar, sino por una serie de mecanismos impulsados
mido no es un síntoma suficiente para diagnosticar una depresión. o derivados por ese trastorno subyacente. Esta concepción médica

200
Capítulo 6. Trastornos depresivos •!rn 1rn

de los problemas (se les llame trastornos o enfermedades) es lo q,ue «neurótica», etc.l, de validez no demostrada. Lo mismo sucede
está detrás de q,ue en sistemas clasificatorios como el DSM o el CIE con propuestos dicotómicas populares q,ue, o bien aluden o cau­
se empleen esq,uemas diagnósticos politéticos. Es decir, apenas hay sas hipotéticos no demostrados (como lo distinción endógena-re­
síntomas estrictamente necesarios y se pueden hacer combinacio­ activo o biológico-psicológica) o son uno categorización confuso
nes de varios porq,ue se presupone q,ue el problema real subyace en la q,ue se mezclan tipos de síntomas o conceptos vagos (como
(sea malaria, gripe, cáncer, depresión o infección por COVID-19) o lo de psicótico-neurótica). Además, normalmente estas dicotomías
pesar de los variaciones en sus manifestaciones. Esto idea de partido se basan en realidad en el nivel de gravedad del paciente más q,ue
es seguramente errónea y ha impedido el avance conceptual de la en características particulares (véase Vázq,uez y Sanz, 2008, para
psicopatologío y el descubrimiento consistente de causas psicoló­ más detalles).
gicas y biológicos <Fried y Nesse, 2015), pues nos ha creado uno La único dicotomía implícita q,ue ha sobrevivido en los sistemas
fidelidad excesiva a las etiq,uetas y sistemas diagnósticos imperantes de clasificación oficiales es la de los cuadros unipolores-bipolores.
de uno dudosa validez. Esto división clasificatorio, efectuada a finales de la década de los
Por lo tonto, conviene aproximarse a los etiq,uetos clasifica­ cincuenta por el psiq,uiotra Korl Leonhard, plantea uno clasificación
torios con cierto escepticismo sobre su validez (Vázq,uez et al., puramente descriptiva y sintomatológico, y no asume ninguno hipó­
2014l. No obstante, con el fin de hacer manejable cognitivamen­ tesis o supuestos implícitos sobre las causas de ambos trastornos. Un
te el mapa de las dificultades psicológicas, en particular de lo aspecto de interés es q,ue, aunq,ue puede haber diferencias en lo
depresión, seguiremos en este capítulo la ordenación clasifica­ frecuencia de síntomas entre las depresiones q,ue podríamos llamar
torio del DSM-5. unipolores (situados en el capítulo de los trastornos depresivos) y
los depresiones de tipo bipolar (es decir, depresiones en el morco
de un trastorno bipolar), así como en algunos características epide­
miológicos y clínicos asociados (véase lo Tabla 6.ll, las depresiones
B. Dicotomías desc riptivas
¿cuántas depresiones hay? Las respuestos a esta pregunto han «unipolares» no tienen cualidades diferentes de las q,ue se observan
generado una polémico sin fin en la psicopotologío y psiq,uiatrío en los trastornos bipolares (Moreno et al., 2012). Esto íntima cone­
en los últimos cien años, describiéndose decenos de supuestos xión entre estos problemas clínicos sugiere q,ue la separación de los
tipos (p. ej., «enmascarado», «existencial», <�uvenil», «alcohó­ trastornos depresivos de los bipolares, ahora en capítulos separados
lica», «endorreactiva», «poséxito», «endógeno», «reactivo», del DSM-5, es cuestionable.

)) Tabla 6.1. Características diferenciadoras de los trastornos depresivos y los trastornos bipolares [adaptado de Vázquez
y Sanz, 2008; Moreno et al., 2012¡

Historia de manía o hipomanía No Sí


Carai:;!~fi:{~i~ai, ,personales,: Y f,amiliare~
- ----"'-'-------"-'-"--'--'----''"'-'-'-'---'-----'--'-'--'------'--"'--'-'==

Historia familiar Unipolar Unipolar y bipolar


Riesgo de trastornos anímicos en familiares Más bajo Más alto
Antecedentes de varias generaciones con trastornos anímicos Infrecuente Frecuente
-~ll"""Jf:l~ífü~l~ T

Porcentaje sobre el total de trastornos afectivos 90 10


.Epideíniológía "
_ !!l• .,., mll,~-'-"-'--"---'-"-----'-"--"'-'-"--'----''----'---.:..;c_.:..._--"'-----'-='-"-~--'-'-'--'-'-=---...:.U..'--L"'-'-.C.:...:--"--"'---..:.....,_...=_.._¡;.;_"-'""-"'""-.:....;..--"-'-""-'-""'--'--"-'-~.=......=...:....u...,_;_;_c.:::..;""--!

Edad media de comienzo 35 años 20 años


Mujeres/hombres 2/1 1/1
Prevalencia vital total <Español 14 % 2-4% (?)
Mujeres 18%
Hombres 9%
Prevalencia 12 meses (España) 4%
Mujeres 6%
Hombres 3%

(Continúa)

20I
tt Manual de psicopatología. Volumen 2

)) Tabla 6.1. {Continuación/

Número medio de episodios vitales 4-5 8-9

Duración media del episodio depresivo (meses) 8 4

Existencia de síntomas atípicos (p. ej., hipersomnio, psicóticos, Menos frecuentes Más frecuentes
retardo psicomotorl

Quejas somáticas, insomnio, pérdida de apetito o ansiedad Más frecuentes Menos frecuentes
- - ---------------------------------+-------------
Porcentaje de recaídas a lo largo de la vida 75 % 90 %
Cronicidad media 10-15 % 25 %

Fracaso en relaciones de pareja Menos frecuente Más frecuente


Episodios depresivos en periparto Menos común Más común

Riesgo de suicidio durante la depresión Menor Mayor

Terapias psicológicas Buena Buena

Antidepresivos tricíclicos Buena Menos buena, puede cambiar


a hipomanía

Litio Sin efecto agudo Efecto intenso antimaníaco


y moderado antidepresivo
-------------------------------------------------.,,.·

C. E l problema de la heterogene idad centenares de ellos se han encontrado en series amplias de pacien­
tes. Y el panorama no es mejor en otros cuadros como el pánico o el
de s í ntomas y s u diagnóstico
TEPT (en el q_ue las combinaciones diagnósticas posibles son ni más
A pesar de incluir la palabra de «estadístico» en el título, el DSM ni menos q_ue 636.120> (Galatzer-Levy y Bryant, 2013).
nunca ha tenido en cuenta en su confección la estadística ni pro­ La heterogeneidad de la depresión ocurre además no solo en
cesos de selección e inclusión de síntomas apoyados en pruebas cuanto a los síntomas, sino también dentro de la misma persona y
empíricas. Los nueve criterios sintomáticos diagnósticos para el respecto al tiempo. Una variable muy relevante es ver q_ué estados

de 1980 (véase la Tabla 6.3) a pesar de q_ue nunca haya habido una
TDM no han cambiado desde su primera publicación en el DSM-III anímicos en un momento o un día dado pueden predecir otros esta­
dos. Pero estas aproximaciones para capturar variaciones de sínto­
buena justificación empírica o estadística de por q_ué considerar mas x tiempo x personas (de Jonge et al., 2015), más interesantes
esos nueve síntomas definitorios de episodio depresivo y no otros. Si para la psicología, req_uieren una metodologías menos estáticas q_ue
se revisan los cientos de instrumentos de depresión existentes, estos el diagnóstico categorial DSM.
reflejan decenas de síntomas diferentes y, sin embargo, no hay gran­
des diferencias de comportamiento psicométrico entre esos nueve En definitiva, la filosofía del DSM encaja mal con un concepto
q_ue fueron elegidos un tanto arbitrariamente y las otras docenas más dinámico de los síntomas y sus interrelaciones: (al solo plantea
de síntomas (Fried, 2016). Esto hace pensar q_ue nuestra visión de la una covariación estática entre un grupo de síntomas, q_ue es lo q_ue
«depresión» es artificialmente restrictiva pues ignora otros posibles permite el diagnóstico; (b) no capta la interrelación posible entre los
síntomas q_ue pudieran ser relevantes. síntomas; (c) los síntomas se limitan a un grupo seleccionado y arti­
ficialmente peq_ueño, y (dl no analiza ninguna dinámica de cambio
El uso de combinaciones abiertas de unos cuantos síntomas
temporal o incluso causal entre los propios síntomas.
genera un escenario comprometido. La combinación de solo esos
nueve síntomas conduce a 227 grandes tipos posibles de TDM. Si El diagnóstico categorial siempre es una foto fija de un fenó­
además se tienen en cuenta las variaciones dentro de un síntoma meno más rico y dinámico. En el ámbito clínico, las relaciones entre
(p. ej., hipersomnio vs. insomnio), esto conduce a 10.377 perfiles síntomas pueden ser a veces capturadas por análisis funcionales
posibles. Y, si se contabilizan especificadores (q_ue indicaremos idiosincrásicos (no restringidos a síntomas DSM, sino q_ue pueden
brevemente más adelante), la combinatoria alcanza 341.737 tipos incluir otros factores como, por ejemplo, elementos causales hipoté­
posibles de síntomas q_ue, aunq_ue en muchos casos sean improba­ ticos) y, en el ámbito de la investigación, esta interrelación comple­
bles en la clínica, son estadísticamente posibles y, de hecho, varios ja y dinámica de síntomas puede ser capturada, por ejemplo, por

7JJ2
Capítulo 6. Trastornos depresivos ' !¡
1

métodos de análisis de redes, q,ue veremos más adelante. Respecto latente (Borsboom, 2017). Más bien, los síntomas y sus retroalimen­
a los cambios temporales (a veces a microescala) de los síntomas, taciones dinámicas son en sí mismos el problema y no uno supuesta
pueden ser capturados por métodos de muestreo de experiencia. entidad latente. En TR, se utilizan herramientas matemáticas y aná­
Todo ello de difícil conjugación con sistemas categoriales estáticos. lisis de grafos para analizar y representar dichas conexiones y, en
caso de disponer de datos longitudinales, sus conexiones causales.
O. E l problema de la comorbilidad Esto abre nuevas vías para abordar de un modo novedoso problemas
clásicos de los sistemas categoriales tales como la comorbilidad, el
Un problema adicional es q,ue los sistemas DSM o CIE se basan en mismo peso diagnóstico q,ue recibe cada síntoma en el DSM y el

pan personas bajo una etiq,ueta diagnóstica porq,ue aparentemente


clasificar a las personas en base a los síntomas y en definitiva agru­ análisis de variables diferentes a los síntomas (p. ej., eventos estre­
santes). El análisis de redes permite representar los signos y síntomas
son similares a otras clasificadas con la misma categoría. Esta apro­ (y otros elementos relevantes de la red) e identificar la magnitud de
ximación de basarse en las similitudes superficiales de los síntomas la relación entre los mismos (representada según el grosor del trazo
(en vez de procesos cognitivos, mecanismos neurobiológicos u otros de las conexiones), y su posible causalidad. La TR rompe con la idea

tificar, con los llamados índices centralidad, síntomas más centrales


factores más sólidos) permite una comorbilidad excesiva. No es nada de los sistemas politéticos como los DSM y CIE porq,ue permite iden­
infrecuente q,ue determinadas categorías diagnósticas como los tras­
tornos depresivos, el trastorno obsesivo, los trastornos de personali­ en la red (p. ej., síntomas más interconectados con otros). Identifi­
dad, etc., coexistan (a veces con tasas de comorbilidad superiores car síntomas más centrales o importantes q,ue otros podría permi­
al 50 %) con otros trastornos. Y es igualmente frecuente q,ue den­ tir identificar objetivos de intervención prioritarios pues su mejora
tro de una misma clase de trastornos haya también solapamientos; probablemente conllevaría una mejora simultánea o en coscada de
por ejemplo, en el estudio epidemiológico norteamericano National otros síntomas interconectados. Este tipo de aproximación de T R

ticaba también un trastorno de ansiedad (Krueger y Morkon, 2006).


Comorbidity Study, en el 58 % de las personas con TDM se diagnos­ puede permitir analizar cómo diferentes tratamientos modifican
las relaciones de síntomas de uno red ayudando así o comprender
Estas cifras parecen demostrar q,ue q,uizá más q,ue la coexistencia de mejor los mecanismos de funcionamiento de los tratamientos.
problemas distintos, la construcción de criterios del DSM permite un
solapamiento excesivo de categorías. Más adelante veremos cómo
hoy perspectivos diferentes, desde la teoría de redes, por ejemplo, 2) Redes de síntomas. Conceptualización de los trastornos
paro comprender lo comorbilidod desde otra perspectivo. mentales como una red interconectada, y con relac iones
causales, de síntomas y signos. Se apoya en teoría de grafos
E . ¿Tienen todos los síntomas e l mismo y describe gráficamente las conexiones estadísticas [ basa­
valor? Teoría de redes das en relaciones lineales) entre los elementos de la red.

Uno alternativa conceptual a los sistemas diagnósticos actuales es la


teoría de redes (TR), q,ue concibe los problemas psicológicos simple­ En el caso de lo Figura 6.1, se representan los datos hipotéticos
mente como cadenas de síntomas causalmente relacionados entre sí de una persona con problemas genéricos de ansiedad y depresión,
y no como elementos emergentes de un trastorno o uno enfermedad tras series de medias de repetidos, q,ue permiten analizar lo cone-

( RED DE SÍNTOMAS A ) RED DE SÍNTOMAS B


r
SÍNTOMAS
PUENTE
Insomnio
(-----------
Preocupación

Culpa Fatiga

Anhedonia

)) Figura 6.1. Representación esquemática de un problema clínico de ansiedad y depresión [adaptado de Borsboom, 201 7).

203
1

)) Tabla 6.2. Organización de las principales categorías diagnósticas de los trastornos depresivos en el DSM·IV-TR y el DSM·S
(en cursiva los cuadros nuevos descritos en el DSM-5)

TRASTORNOS DEL ESTADO DE ÁNIMO CTRASTORNOS


TRASTORNOS DEPRESIVOS, DSM-5 CAPA, 2013)
DEPRESIVOS), DSM-IV-TR CAPA, 2000>
Trastorno depresivo mayor (episodio único/episodio recurrente) Trastorno de depresión mayor (episodio único/episodio recurrente)
1

Trastorno distímico (distimial Trastorno depresivo persistente (distimial


Trastorno depresivo inducido por una sustancia/medicamento Trastorno depresivo inducido por una sustancia/medicamento
Trastorno depresivo debido a condición médica Trastorno depresivo debido a condición médica
Trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo
Trastorno disfórico premenstrua/

lOtros trastornos Otros trastornos )

xión entre los síntomas y sus influencias dinámicas mutuas. Es inte­ ambos figuraban bajo un único capítulo de Trastornos de estado
resante resaltar q_ue esta perspectiva se aproxima conceptualmente de ánimo. Probablemente esta separación forma parte de un
a los análisis funcionales individuales q_ue se hacen en psicología deseo del mundo psiq_uiátrico de primar la naturaleza propia
clínica, aunq_ue las conexiones mostradas en la red se derivan de de los trastornos bipolares, pero puede crear algunos problemas
análisis matemáticos. En el caso de la Figura 6.1, parece q_ue hay clínicos. El hecho de q_ue manía y depresión estén muy entrelaza­
dos problemas diferentes (muerte de su pareja y un asalto en la das, y q_ue incluso haya transiciones de ciclo bien descritas en la
calle) q_ue han iniciado una serie de síntomas cada uno de los cua­ literatura, favorecía integrar estos problemas con una perspecti­
les ha ido llevando a otros en uno coscado de conexiones causales. va más unitaria q_ue ahora se pierde con esta escisión.
Aunq_ue q_uizás se podría diagnosticar como un TDM y un trastorno 2. Inclusión del «trastorno de desregulación disruptiva del estado
de pánico con agorafobia, lo TR planteo q_ue solo existen conexiones de ánimo» y del «trastorno disfórico premenstrual» como dos
entre síntomas q_ue se alimentan entre sí. La comorbilidad no sería categorías nuevos de depresión.
más q_ue lo existencia de uno serie de síntomas puente (en este caso
3. El término de «trastorno depresivo persistente (distimial» para
anhedonia y preocupación) q_ue conectan dos tipos de redes diferen­
denominar simultáneamente lo q_ue se conocía como trastorno
ciados de síntomas; o diferencio de lo ideo común de comorbilidod,
distímico y TDM crónico.
no se planteo q_ue hoyo coexistencia de dos «entidades esenciales»,
sino q_ue hoy síntomas q_ue son comunes y engarzan ambas redes. 4-. La controvertida eliminación del criterio de exclusión de duelo
Aunq_ue no exento de problemas conceptuales y analíticos, incluido en la definición de episodio depresivo mayor.
el de lo replicabilidod de los resultados (Contreras et al., 2019), la 5. Inclusión de especificadores nuevos (depresión con «ansie­
TR en psicopatologío se presento como una alternativa prometedora dad» y «mixto»> o ampliados (depresión «con inicio en el
a los concepciones categoriales clásicos y tiene el reto de demos­ periparto»l.
trar q_ue es una herramienta definitivamente útil poro lo clínico y
la investigación como alternativa radical conceptual a los sistemas
diagnósticos <Blanco et al., 2019). ¿) Depresión doble. Término empleado en protocolos de
1 investigación -no en sistemas diagnósticos oficiales- para
denotar condiciones en las que coexiste un t rastorno de
depresión mayor y un trastorno distímico.
F . La e structura d e l OS M-s: cambios
y novedades en la depresión
Los cambios en el DSM-5 han sido descritos en detalle en otros luga­
res (Moller et al., 2014; Park y Kim, 2018). No se trota de hacer aq_uí
una comparación entre sistemas, sino de realzar el sentido histórico
y las implicaciones posibles clínicas y diagnósticas de algunos de
G. El espectro de síntomas depresivos
El cuadro q_ue presenta una persona deprimida puede ser muy varia­
los cambios introducidos. En la Tabla 6.2 presentamos la clasifica­ do en cuanto o sus síntomas y también en cuanto a su evolución
ción actual de los trastornos depresivos del DSM-5 y lo anterior del temporal y gravedad. Pero, en general, cualq_uier persona deprimi­
DSM-IV-TR.
da es probable q_ue presente un conjunto de signos y síntomas (o
De un modo esq_uemático, en el ámbito de la depresión estas son síndrome depresivo) q_ue se puede reducir a cinco grandes núcleos
las modificaciones conceptualmente más relevantes en el DSM-5: (Vázq_uez y Sanz, 2008).
l. Quizás, el mayor cambio es la separación de los trastornos
depresivos de los trastornos bipolares en dos capítulos diferen­
a. Síntomas anímicos
tes. Rompiendo la tradición unitaria kroepeliniana del espectro La tristeza es el síntoma anímico por excelencia de la depresión.
maníaco-depresivo, se ha decidido realzar los problemas bipola­ Pero, y esto es muy común, se acompaña de irritabilidad, sensa­
res otorgándoles una categoría propia cuando, desde el DSM-III, ción de vacío o nerviosismo. Incluso, paradójicamente, en casos de

2()ij
Capítulo 6. Trastornos depresivos .�

depresiones graves el paciente puede llegar a negar tener senti­ sino también los problemas de rendimiento cognitivo que pueden
mientos de tristeza, mostrando una especie de anestesia o falta de afectar a las personas con un bajo estado de ánimo. Junto a los ses­
reactividad emocionales. De hecho, la «incapacidad para llorar» gos en el procesamiento de la información emocional («cognición
puede ser un síntoma que indica una mayor gravedad de la depre­ caliente»), que típicamente plantean las teorías cognitivas de la
sión. Aunque se sabe muy poco sobre las consecuencias clínicas depresión, la memoria, la atención y la capacidad de concentración

sobreproducción emocional recoge la idea de la coexistencia de


y terapéuticas de que varias emociones coexistan, el concepto de en tareas cotidianas normales o en neuropsicológicas («cognición
fría») pueden llegar a resentirse drásticamente. Varios metaanálisis
tristeza
• con otras emociones negativas <p. ej., ira, ansiedad, miedo, recientes han mostrado que las personas con un primer episodio
vergüenza, etc.) que no se mencionan en los criterios diagnósticos de depresión clínica rinden peor en muchas de estas tareas que
de depresión pero son muy comunes como acompañantes de la tris­ las personas sanas sin depresión, aunque la mayor parte de estas
teza. En concreto, diversos estudios han hallado que esta sobrepro­ dificultades, excepto la velocidad de procesamiento, remiten tras la
ducción es un predictor de mayor rumiación y, por lo tanto, de más mejoría (Semkovska et al., 2019). Estas dificultades son normalmente
dificultades en el manejo emocional por parte de quien sufre este de tamaño pequeño o medio y ligadas al número de episodios. No
estado de emociones simultáneas (Hervás y Vázquez, 2011l. obstante, hay evidencias claras de que parte del mal funcionamien­
to en tareas neuropsicológicas de las personas con depresión se
Otro aspecto igualmente importante, y relativamente olvidado
debe, en parte, a lo poco motivantes que son y al mal estado aními­
en psicología clínica, es la reducción de emociones positivas en
co y emocional del participante (Villalobos et al., 2020l.
la depresión (Vázquez, 2017). De hecho, las emociones negativas
anteriormente citadas no son específicas de la depresión. Pero uni­ En general, las tareas que requieren esfuerzo y control ejecutivo
das a una disminución paralela de las emociones positivas o de la son en las que las personas deprimidas muestran un mayor dificul­

da anhedonia) constituyen una característica más distintiva de la


capacidad de disfrute con las cosas normales de la vida (la llama­ tad, aunque también las tareas automáticas pueden verse afectadas
bajo ciertas condiciones pero en menor magnitud (Vázquez y Her­
.
depresión
' frente a otros cuadros (Watson y Naragon-Gainey,
' .
Hay evidencia de que en la depresión se da una atenuación de los
2010l. nangómez, 2008). En particular, lo que se denomina control cogniti­
vo, que se ha descrito como la capacidad de atender selectivamen­
sistemas de recompensa más que una sensibilización de los sistemas te los estímulos y objetivos relevantes e inhibir procesar o responder
de castigo (Hervás y Vázquez, 2013), lo que es congruente con la a estímulos no relevantes y que se ha considerado un componente
idea de la importancia de la atenuación de las emociones positivas clave de las funciones ejecutivas <Friedman y Miyake, 2017), parece
y del sistema de recompensas como elemento distintivo de la depre­ especialmente alterado en la depresión y puede explicar las dificul­
sión. En línea con esto, un estudio con centenares de pacientes ha tades asociadas a la depresión para redirigir la atención e inhibir
mostrado que lo que ellos mismos consideran el objetivo terapéutico pensamientos negativos que están asociados a un estado de ánimo
más importante no es tanto eliminar sus síntomas como recobrar la negativo (véase la Figura 6.2).
esperanza, el optimismo y la ilusión <Demyttenaere et al., 2015). En Es posible que las rumiaciones depresivas o la dificultad para
este sentido, las «terapias psicológicas positivas» estructuradas han luchar contra muchos sesgos cognitivos (p. ej., no poder desengan­
comenzado a mostrar una eficacia igual • o superior a las terapias charse de pensamiento negativos o interpretar todo de un modo
cognitivo-conductuales tradicionales intentando justamente tratar la negativo) puedan, en parte, deberse a dificultades de control cog­
depresión clínica centrándose en la recuperación de estos síntomas nitivo. Es posible que en el futuro se desarrollen estrategias terapéu­
anhedónicos y en el desarrollo de fortalezas psicológicas
.. _, y resilien­ ticas que combinen un entrenamiento para fortalecer habilidades
cia (Chaves et al., 2019). de control ejecutivo con intervenciones clínicas más tradicionales.

d. Síntomas físicos
¿) Anhedonia. Pérdida en la capacidad para anticipar (anhe­ Un síntoma típico, que afecta a un 70-80 % de los pacientes depresi­
donia anticipatoria] o disfrutar [ anhedonia consumatoria] vos, son los problemas de sueño. Normalmente se trata de insomnio
experiencias positivas o recompensas. (problemas para quedarse dormido, despertares frecuentes a lo lar­
go de la noche o despertar precoz), si bien en un pequeño porcen­
taje de pacientes puede darse hipersomnia (normalmente bajo la
b. Síntomas motivacionales y conductuales forma de somnolencia diurna). Otros síntomas físicos comunes son
la fatiga, la pérdida de apetito y una disminución de la actividad y
La apatía y la falta de motivación son síntomas muy dolorosos e el deseo sexuales que, en los hombres, puede incluso acompañarse
incapacitantes y suelen estar conectados además a pensamien­ con dificultades en la erección. Curiosamente, mientras que la pér­
tos negativos de desesperanza, falta de control o de no poder dar dida de energía aparece como un síntoma «central» en los nove­

conductual se conoce como retardo psicomotor, un enlentecimiento


sentido a la vida. En su forma más grave este tipo de inhibición dosos estudios de redes sobre la depresión (Contreras et al., 2019),
la CIE- 11 ha dejado de considerar el síntoma de pérdida de energía
generalizado de las respuestas motoras, el habla, el gesto y una inhi­ o fatiga un síntoma tan importante como la tristeza y la anhedonia,
bición motivacional casi absoluta, cabiendo incluso la posibilidad de para así unirse al criterio DSM de dar mayor importancia al binomio
especificar un tipo de depresión catatónica. tristeza-anhedonia.
c. Síntomas cognitivos También, la tristeza se asocia con frecuencia a molestias cor­
porales difusas (dolores de cabeza, de espalda, náuseas, vómitos,
Un modo nuevo de avanzar en la comprensión del funcionamiento estreñimiento, micción dolorosa, visión borrosa, etc.l. De hecho, es
cognitivo global en la depresión es no solo considerar el papel de el médico internista o de medicina general, y no el profesional de
.,
los sesgos cognitivos en el origen y mantenimiento de la depresión, la salud mental, el que trata en primera instancia a los pacientes

205
tt Manual d pslco palologla. Volumen 2

Déficit en el control
Sesgos cognitivos -( cognitivo

Interpretación
Memoria
Modos de procesamiento
(p. ej., rumioción, evitación
funcional...>

Estrategias de regulación
emocional
J Alternancia
Actualización
Inhibición

j Estado de ánimo negativo

! Estado de ánimo positivo

)) Figura 6.2. Relación entre dificultades de control cognitivo, sesgos cognitivos, estilos rumiativos, y estado de ánimo (Villalobos
et al., 2020].

deprimidos en la mayoría de los casos y la vía de entrada de estos H . C lasificación y cuadros c l í n icos
pacientes suele ser el declarar síntomas físicos. Aunque cerca de un
5 % de la población sufre al menos un episodio de depresión grave En el diagnóstico categorial de la depresión resulta fundamen­
durante su vida, relativamente pocas personas (aproximadamente tal el análisis de la tristeza y la anhedonia. Esto, junto con la
solo una de cada cinco) buscan ayuda para solucionarlo. Parece existencia de otros síntomas añadidos, su persistencia durante
que es más probable buscar ayuda profesional si existe una mayor más de dos años, o no, y la exclusión de síntoma de manía e

la Figura 6.3).
sintomatología vegetativa y somática (pérdida de sueño, apetito, hipomanía, es la clave de la lógica diagnóstica del DSM-5 (véase
cansancio, etc.l. Así pues, los síntomas físicos a veces se consideran
como una importante línea divisoria entre la depresión normal y
la depresión clínica o entre aquellos que buscan ayuda médica o
psicológica y aquellos que no lo hacen. 1 1 1. Trastorno depresivo mayor
e. Síntomas interpersonales A. Diagnóstico y características c l í n icas
El deterioro en las relaciones con los demás es habitual en la depre­
emplea para describir a una persona que presenta un episodio
Desde el DSM-III (APA, 1980), el término de TDM es el que se
sión. De hecho, un 70 % d ice haber disminuido su interés por la
depresivo mayor (el conjunto de síntomas descritos en los criterios
gente (Beck, 1976) y normalmente sufren el rechazo de las perso­
del TDMl y, además, cumple una serie de condiciones adicionales
nas que les rodean, lo que a su vez reobra aislándolas aún más.
Incluso algunas terapias, como las interpersonales, se centran en
(interferencia cotidiana, no haber tenido nunca episodios de manía
estos aspectos. En el caso del DSM-5, hay una alusión de pasada
o de hipomanía y no tratarse de un caso del espectro de las esquizo­
a estos problemas para caracterizar las «depresiones atípicas»,
(véase la Tabla 6.3).
pero, en realidad, hay evidencia de que las dificultades interper­ frenias ni que se deba a medicamentos, sustancias o enfermedades)
sonales son una dificultad muy habitual en la depresión. La teoría
de la «generación de estrés» ha mostrado que la depresión no es
solo una consecuencia de experimentar estresores, sino que es en
sí misma una fuente generadora de estrés sobre todo en el ámbito 5:) Episodio depresivo mayor. Presencia durante al menos
interpersonal (p. ej., dificultades interpersonales, discusiones e inclu­ dos semanas de intensa tristeza y/o anhedonia, acompa­
so mayor probabilidad de conductas violentas, especialmente en los ñada de al menos c inco síntomas depresi vos más. Debe
jóvenes), incrementando así la propia depresión (Liu y Alloy, 2010). interferir con la vida cotidiana de la persona y no se debe a
una enfermedad médica ni a la ingesta de sustancias. Es un
¿) Episodio depresivo atípico. Cualquier episodio depresivo conjunto de síntomas (es decir, síndrome] que puede estar
presente en trastornos depresivos pero en otros trastornos
1 mayor en el que se observen síntomas que no son los más
habituales en el típico paciente depresivo. Serían «atípicos» mentales también.
síntomas de exceso más que de déficit (p. ej., hipersomnio

TDM de episodio único (para aquellos casos en los que el episodio


o aumento de peso/apetito), relaciones interpersonales difí­ Solo se pueden diagnosticar dos tipos de trastorno depresivo:
c iles de larga duración y reactividad del estado de ánimo

recurrente (para aquellos otros casos en los que ha habido por lo


(es decir, mejora del estado de ánimo en respuesta a suce­ actual sea el primero que han tenido en su vida) y TDM de episodio
sos positivos reales o potenciales].
menos algún otro episodio depresivo mayor en su vida).

206
Capítulo 6. Trastornos depresivos

lEstado de Sí ¿cinco de lEpisodio maníaco Wos años o


Sí No
ánimo triste nueve síntomas o hipomaníaco más de síntomas


o depresivo? actualmente? previo? persistentes?

No

TRASTORNO 1
¿cinco de nueve lEpisodio maníaco
BIPOLAR1 1
Sí '¡,,
síntomas en el o hipomaníaco
pasado7 previo?

TRASTORNO
1
QE'.PREsivo MAfoR··
No

DISUMIA I coN' sf�TOMAS


RESIDUALES
Wos años o Sí
DEPRES�V-0
1"
más de síntomas ' (TRASTORNO

PE�St�JEKT;E>
t '

persistentes? No
'
¡ji

omo'' í-RÁSTORNO
DEPRESIVO

)) Figura 6.3. Esquema sintético del esquema diagnóstico de los t rastornos de depresión [adaptado de Lam, 2018].

) ) Tabla 6.3. Características básicas del trastorno de


depresión mayor, según el DSM·S [APA, 2013] a. Especificadores
Los especificadores son una serie de adjetivos q_ue se añaden a la
Durante al menos dos semanas, presencia casi diaria de al menos etiq_ueta diagnóstica principal para indicar subtipos particulares de
cinco de los siguientes síntomas, que representan un cambio del los cuadros o para añadir alguna información adicional sobre, por
funcionamiento previo, incluyendo el (1) o el (2) necesariamente: ejemplo, curso o gravedad. La Tabla 6.IJ muestra un resumen de

2. Disminución del placer o interés en cualquier actividad.


l. Estado de ánimo deprimido <p. ej., triste, vacío, sin esperanza). especificadores de gravedad y curso para el TDM (Park y Kim, 2018).

a./. Especificadores de gravedad y curso


3. Aumento o disminución de peso/apetito.
IJ. Insomnio o hipersomnio. El DSM-5 requiere para dar un diagnóstico formal de depresión
5. Agitación o enlentecimiento psicomotor. aportar información sobre el tipo de episodio (único o recurrente;
6. Fatiga o pérdida de energía. véase la Tabla 6.3), así como sobre la gravedad y curso (véase la
7. Sentimientos excesivos o inapropiados de inutilidad o culpa Tabla 6.IJ). Esto conduce a una etiq_ueta categorial diagnóstica q_ue,
(sean delirantes o no). por lo tanto, conlleva un código numérico (p. ej., 296.23. Trastorno
8. Problemas de concentración o toma de decisiones. de depresión mayor, de episodio único, grave).
9. Ideas recurrentes de muerte o de suicidio que van más allá de En los criterios de gravedad del DSM se mezclan conceptos
un mero miedo a morir. como la intensidad de los síntomas, su manejabil idad o su inter­
Estos síntomas causan malestar clínicamente significativo o deterioro ferencia. No obstante, valorar la gravedad (bien mediante estos
en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento. criterios clínicos o mediante cuestionarios o medidas de otro tipo)
es importante porq_ue puede influir en las opciones de tratamiento.
Los síntomas no se pueden atribuir a los efectos fisiológicos de una
sustancia (p. ej., una droga, un medicamento) o a otra afección a.2. Especificadores de subtipos
médica (p. ej., hipotiroidismo). Estos especificadores son un adjetivo adicional al diagnóstico. La
El cuadro no se explica mejor por un trastorno del espectro de la Tabla 6.5 muestra un resumen de especificadores de subtipos para
esquizofrenia o de otros trastornos psicóticos. el TDM, pero q_ue, salvo la excepción de los síntomas psicóticos, no
implican categorías diagnósticas distintas en el DSM-5.
La historia clínica refleja que nunca ha habido un episodio de Respecto a su uso práctico en el DSM-5, el sistema sugiere q_ue,
hipomanía o de manía. para dar un diagnóstico, por ejemplo, de TDM, se ordenen los tér­
Nota: El episodio puede ser el primero que aparece en la vida de minos de este modo: trastorno de depresión mayor, episodio único
la persona (episodio único) o la repetición de un episodio (episodio o recurrente, añadiendo los especificadores de gravedad y curso y,
recurrente) habiendo habido al menos un intervalo de dos meses sin a continuación, todos los especificadores q_ue se cumplan (algunos
cumplir criterios de episodio de depresión mayor. conllevan código numérico y otros no) q_ue sean aplicables al epi­
sodio actual.
! .' Manual de psicopatología. Volumen 2

)) Tabla 6.4. Especificadores de gravedad y curso en el diagnóstico del TDM en el DSM-5. Entrecomillamos los calificativos que
consideramos más imprecisos.

Leve l. Se cumple el número mínimo de los síntomas diagnósticos o «pocos» más.


2. Los síntomas causan malestar «manejable».
3. Poco deterioro en el funcionamiento social u ocupacional.
Moderada El número de síntomas, su intensidad y/o el deterioro funcional son intermedios entre las otras dos categorías.
Grave l. Se «supera notablemente» el número mínimo de síntomas diagnósticos.
2. Los síntomas causan gran malestar y no son «manejables».
3. Interferencia «notable» en el funcionamiento social u ocupacional.
, ¡

En remisión parcial Síntomas aún presentes del episodio de depresión mayor inmediatamente anterior, pero no se cumplen todos los criterios
i• I

o hay un período todavía inferior a dos meses sin ningún síntoma significativo de un episodio de depresión mayor.
En remisión total Durante los últimos dos meses no ha habido signos o síntomas significativos del trastorno.

)) Tabla 6.5. Especificadores que se pueden añadir al diagnóstico de TDM en el DSM-5

Presencia de síntomas de ansiedad la mayoría de los días (p. ej., nerviosismo, inquietud, o preocupaciones invasivas).
Presencia de síntomas maníacos/hipomaníacos observables por otros (p. ej., estado de ánimo elevado, grandiosidad,
o fuga de ideas).
Presencia necesaria de anhedonia o falta de reactividad a sucesos positivos junto con síntomas cognitivos <p. ej., culpa
excesiva o sensación de vacío) y físicos (p. ej., despertamiento temprano, anorexia o síntomas motores).
Pacientes que reaccionan ante sucesos positivos junto con otros síntomas poco frecuentes <p. ej., sensibilidad
aumentada al rechazo interpersonall.
Alucinaciones y/o delirios, ya sean congruentes con el estado de ánimo (temas de ruina física, económica o moral)

Presencia de síntomas motores (p. ej., catalepsia, flexibilidad cérea, excitación, negativismo, mutismo, etc.l.
Inicio del episodio depresivo durante el embarazo o dentro de las cuatro semanas posteriores al parto.
TDM recurrentes en los que parece haber un ciclo regular estacional. Suelen aparecer más en otoño/invierno y
desaparecer en primavera y no están ligados a elementos externos (calendario escolar, trabajos estacionales, etc.l. j
factores demográficos asociados a la depresión para el conjunto de
los 18 países.
B. Epide m io logía y curso evo lutivo
a. Prevalencia Si nos atenemos a episodios depresivos mayores en los últimos
Los estudios epidemiológicos efectuados en la población general 12 meses, las mujeres tienen un riesgo 1,8 mayor de padecerlos que
iniciados en la década de los ochenta del siglo xx pusieron de mani­ los hombres, el riesgo mayor es para la franja de edad entre 28-34
fiesto que la depresión es más frecuente de lo que se pensaba, años (2,7 veces en comparación con el grupo de mayores de 65
aunque ciertamente las cifras varían bastante de estudio a estudio e años), y cualquier estado civil diferente al de casado incrementa el
incluso de país a país (véase Vázquez et al., 2006l. En la Tabla 6.6 riesgo (desde 1,4 en los v iudos hasta 3,6 veces más en separados).
se presentan los índices de prevalencia de la depresión en diversos Igualmente, vivir solo y tener un nivel bajo de ingresos también
países según el estudio World Mental Health (WMHl de la OMS duplican el riesgo de depresión, mientras que el nivel educativo
efectuado en 18 países y que recoge datos de encuestas nacionales apenas afecta en su conjunto las tasas de depresión. En los datos
usando entrevista estructurada y criterios del DSM-IV <Bromet et al., particulares de España, hay algunas diferencias interesantes respec­
2011l. Siguiendo los resultados de este mismo estudio, hay algunos to a la media de este estudio internacional. Por ejemplo, parece que

208
Capítulo 6. Trastornos depresivo s

)) Tabla 6.6. Datos seleccionados de alg unos países recogidos diferencias de sexo están ligadas a diferencias socioculturales y psi­
en el World Mental Health Survey de la OMS, respecto a la cológicas. En cualq_uier caso, hay muchos indicios de q_ue las mayo­
prevalenc ia de episodio depresivo mayor según el DSM-IV res tasas de depresión en mujeres pueden estar ligadas a roles de

PREVALENCIA EDAD DE
género y esq_uemas cognitivos aprendidos (Nolen-Hoeksema, 2004)

PREVALENCIA
A LOS COMIENZO
más q_ue a otras diferencias (Seedat et al., 2009). Finalmente, l o

VITAL
12 MESES i <MEDIANA>
depresión está entretejido con muchos variables culturales y socia­
I_ les y en general, los datos convergen en indicar q_ue lo cargo de lo
depresión es mayor en los países más ricos (Kessler y Bromet, 2013).
íFrancia 21,0 5,9 28,4
Alemania 9,9 3,0 27,6 b. Inicio y evolución
El curso del T D M es muy variable. Aunq_ue lo mayor porte de los
Italia 9,9 3,0 27,7
personas q_ue sufren un episodio depresivo acaban recuperándose
Países Bajos 17,9 4,9 27, 2 en uno o dos años, aproximadamente un 15 % de los casos va o
tener un curso crónico (dos años o más deprimido). En concreto,
Japón 6,6 2,2 30,1
el 18 % de los pacientes con depresión permanecía deprimido tras
Nueva Zelanda 17,8 6,6 24,2 dos años de seguimiento y el 10 % estaba aún deprimido al cabo
de cinco años.
EE. UU. 19,2 8,3 22,7
Uno de los grandes problemas de la depresión, y su tratamiento,
España 10,6 4,0 30,0 es la recurrencia (Burcusa e Iacono, 2007). Al menos el 50 % de los
q_ue se recuperan de un primer episodio de depresión vuelven o
México 8,0 4,0 23,5
tener al menos otro episodio en su vida, y aproximadamente el 80 %
Colombia 13,3 6,2 23,5 de aq_uellos con antecedentes de dos episodios tendrán un tercero.
Ucrania 14,6 8,4 27,8
Media de los 2) Depresión estacional. Trastorno de depresión mayor
países de ingresos 111-,6 5,5 25,7
elevados
recurrente que tenga una tendencia casi sistemática a apa­

Media de todos los


recer periódicamente en ciertas épocas del año [p. ej., oto­

11, 1 5,9 211-,0


' países
ño] y a disiparse en otras épocas [p. ej., primavera]. La esta·

-
c ionalidad puede aparecer también en trastornos bipolares.

Como hemos vi sto, el diagnóstico del T D M req_uiere indicar

l a Tabla 6.7 se exponen los criterios consensuados sobre diver­


la edad de comienzo suele ser mayor en nuestro país y el factor de si es el primer episodio o se trata de un episodio recurrente. En
riesgo de edad es tener entre 50-64 años, frente al grupo q_ue tiene
menos riesgo 08-34 años). Las mujeres en España tienen, en compa­ sos conceptos relacionados con el curso clínico del trastorno. Los

la Tabla 6.8) parecen indicar q_ue las personas q_ue tienden a la


ración a los hombres, aún más riesgo q_ue en otros países (2, 7 veces datos existentes sobre el riesgo de recaídas y recurrencias (véase
más de riesgo q_ue los hombres), lo q_ue refuerza la idea de q_ue las

)) Tabla 6.7. Definiciones de curso [ basado en Frank et al., 1991; Thase, 2003; APA, 2013; c itados por Vázquez et al., 2006]

CURSO I CARACTERÍSTICA
Respuestq al �ratomiento Reducción de más de un 50% de la gravedad de síntomas respecto a la l ínea base.
Remi.sión porcic¡i' - Menos síntomas, pero aún presentes.
'
- Ya no se cumplen criterios diagnósticos.
m ,1 ,r

- Han transcurrido menos de dos meses desde el último episodio.


- Sin síntomas significativos durante al menos los dos meses últimos.
- No se cumplen criterios diagnósticos.
- Remisión mantenida durante más de seis meses.
- Retorno a funcionamiento normal.
- No se cumplen criterios diagnósticos.
Reaparición de sintomatología depresiva durante el período de remisión.
Recurrencio
I•
" Aparición de síntomas de un nuevo episodio.
Croni¿idod Criterios diagnósticos plenos mantenidos durante más de dos años seguidos.

~
tt M nwil de pslcopatologla. Volumen z

)) Tabla 6.8. Factores que incrementan la probabilidad de la En cuanto a la edad de aparición de los episodios, los datos
recurrencia y/o recaídas en la depresión [Vázquez et al., epidemiológicos más recientes están cuestionando lo que se sabía
2006; Burcusa y lacona, 2007]
hasta ahora. La edad modal de inicio del TDM se sitúa entre los
25-35 años (ya hemos visto que España parece ser un país tardío),
a. Historia de episodios maníacos o hipomaníacos
" pero ha decrecido en las últimas cuatro generaciones. Esta apari­
ción cada v ez más precoz es importante porque existe evidencia
/

b. Historia familiar de trastornos depresivos de que un comienzo en la adolescencia y con un mayor número de
recurrencias está asociado a mayores problemas de discapacidad en
c. Mayor número de episodios previos. la vida adulta (Wilson et al., 2015).
d. Mayor gravedad del episodio inicial. Por último, las recurrencias sucesivas no son solo una fría cues­
tión de números. Cada nueva aparición de un episodio en la vida de
e. Mala respuesta al tratamiento agudo. una persona implica un progresivo agravamiento y empeoramiento
f. Comienzo tardío del primer episodio. del paciente puesto que suponen un peor funcionamiento general
y una mayor necesidad asistencial, todo ello sin tener en cuenta
g. Presencia de estresores psicosociales crónicos. la sensación de fracaso vital y desesperanza que supone volver a
padecer la temida depresión. Cuando uno está deprimido se sien­
h. Presencia de distorsiones cognitivas no tratadas. te mal, pero es que, además, se puede decir que «la depresión
i. Altos niveles de neuroticismo (emocionalidad negativa) deprime» pues rompe nuestras expectativas personales y sociales
de buen funcionamiento, reduce las ilusiones vitales y limita seria­
j. Escaso apoyo social mente un funcionamiento general normal.
'-
Un aspecto muy interesante para la evaluación y la planificación
,/

del tratamiento es que cada episodio sucesivo parece cada vez más
cronificación son aquellas que han tardado mucho (normalmente «autónomo» o menos ligados a factores estresantes, lo que ha sido
varios años) en buscar tratamiento; así mismo, una edad avanzada interpretado como un fenómeno de kindling o sensibilización: canti­
al inicio del episodio y un nivel socioeconómico bajo son también dades cada vez más pequeñas de estresores pueden disparar reac­
predictores de un mal pronóstico. Estos casos son de difícil manejo ciones de una intensidad comparable. Lo que en realidad sucede es
clínico. Sin embargo, factores como la edad, el estado civil o el nivel que mínimas dosis de estresores pueden provocar reapariciones de
socioeconómico, no parecen estar relacionados con las recurrencias. episodios depresivos en personas con sesgos cognitivos no tratados
Las cifras sobre recaídas son algo peores de lo que se pensaba (véase una revisión en Vázquez et al., 2010l.
hace algunos años y, de hecho, este es el mayor reto existente en
la actualidad para cualquier intervención que se quiera denominar
c. Complicaciones
eficaz: se trata no solo de reducir síntomas, sino de mantener la En los trastornos anímicos siempre se aprecia, por definición, una
mejoría el mayor tiempo posible y con el menor riesgo de recaídas alteración del funcionamiento social y laboral. En algunos casos,
(véase Vázquez et al., 2006). El objetivo de las intervenciones debe este estado puede llegar a ser incapacitante: el paciente puede
ser más ambicioso y no deberían conformarse con lograr menos que permanecer en la cama casi todo el día, tener bajas laborales con­
una recuperación completa. tinuadas y descuidar las tareas normales de funcionamiento, inclui­
do el aseo personal. Naturalmente, estas consecuencias son mucho
más fuertes en casos de depresiones mayores recurrentes que en
2) Recuperación. Se considera que una persona muestra depresiones mayores de episodio único; en los pacientes recurren­
tes se incrementa además el riesgo de aparición de enfermedades
una recuperación total de un trastorno del estado de áni­
médicas y de una mayor necesidad de servicios asistenciales, con el
mo cuando permanece durante seis meses sin mostrar sig­ coste económico que esto conlleva.
nos o síntomas significativos del trastorno. Este debería ser
Pero la complicación más grave de la depresión es el suicidio,
el objetivo de cualquier tratamiento desde el punto de vista que no solo está relacionado con la gravedad de los síntomas, sino
de reducción de síntomas. también, e incluso más, con otras variables <p. ej., ser varón, mayor
de cuarenta años y con deseos comunicados a otros de quitarse la
vida). También el consumo abusivo de alcohol, que a su vez suele
El mayor riesgo de recurrencias está en los primeros meses des­ estar aumentado en la depresión, incrementa mucho la probabilidad
pués de recuperarse de un episodio depresivo. El primer año cons­ de riesgo de suicidio. El clínico debe sondear la posible existen­
tituye un período de alto riesgo, pero a medida que transcurre el cia de ideas de suicidio dado que, entre pacientes con depresio­
tiempo sin que haya una recurrencia, la probabilidad de un empeo­ nes recurrentes, aproximadamente comete suicidio el 1 % cada año.
ramiento o de aparición de otro episodio es cada vez menor. Otro Paradójicamente, el riesgo mayor de suicidio no sucede durante el
dato relevante para el clínico es que normalmente los primeros epi­ momento peor del episodio depresivo, sino unos ocho o nueve meses
sodios suelen tener una duración menor, para después estabilizarse después de la remisión sintomática.
su duración. Todo esto significa que el TDM es un trastorno con una Así mismo, bajo un estado de depresión un paciente puede
fuerte tendencia a la recurrencia, aunque naturalmente existan tera­ tomar decisiones precipitadas (abandonar los estudios, el trabajo,
pias -como, por ejemplo, las terapias cognitivo-conductuales- que la familia, etc.). El clínico ha de aconsejar al paciente que posponga
de hecho han demostrado empíricamente que pueden mejorar estos cualquier decisión crucial hasta que esté en remisión y pueda hacer
índices <Sanz y García-Vera, 2017bl. las cosas de un modo más sereno y claro.

210
Capítulo 6. Trastornos d epresivos

Un modo de cuantificar este impacto es emplear el denominado el punto de vista de la clínica, la distinción fundamental para el
DALY (año de vida ajustado por la discapacidad), que se puede diagnóstico diferencial es tanto cronológica (LQué empezó antes?)
entender como un año perdido de «vida sana». Si se evalúa de este como causal <p. ej., LPueden los síntomas de ansiedad o de abuso
modo, el impacto de los trastornos mentales resulta extraordinario de alcohol, por ejemplo, haber causado complicaciones que lleven
pues superan a enfermedades como todos los cánceres combinados a una depresión o es al revés?>. Esto puede orientar para establecer
o incluso las infecciones de VIH y, en el caso de la depresión, está estrategias y metas de tratamiento además de, naturalmente, la
entre las tres causas mundiales de más discapacidad (junto con los interferencia que causa cada problema.
dolores de espalda y de cabeza) (James et al., 2018). Estos datos
generales han de tenerse en cuenta para sensibilizar al clínico de
la necesidad, a menudo ignorada, de centrar la evaluación de los J) Estado de ánimo deprimido. A veces se emplea el tér­
pacientes depresivos no solo en los aspectos estrictamente sintoma­ mino « depresión» simplemente para describir una elevada
tológicos, sino también en las consecuencias discapacitantes. tristeza y abatimiento. Es un término inespecífico y un con­
cepto aplicable a casi todas las situaciones de padecimien­
C. Diagnóstico dife rencial y comorbi lidad
to psicológico [sea un «trastorno depresivo» o no).
Como ya hemos analizado, el estado de ánimo deprimido por sí solo
no es determinante diagnóstico de ningún cuadro psicopatológico.
La tristeza es un estado de ánimo frecuente y ubicuo (en personas Merecen una mención especial las reacciones de duelo por la
sanas y en cualquier condición física o mental> por lo que su pre­ pérdida de un ser querido. En los DSM previos al DSM-5, la presencia
sencia debe evaluarse de modo diferencial. Siguiendo una lógica de episodio depresivo mayor no debía diagnosticarse en una situa­
categorial, la primera medida diagnóstica a considerar consistirá, ción de duelo a menos que continuase dos meses después de la pér­
por lo tanto, en si la persona con estado de ánimo deprimido u otros dida o que los síntomas fueran muy graves (p. ej., ideación suicido,
síntomas de depresión tiene o no un «trastorno depresivo» y para síntomas psicóticos, incapacidad funcional grave, enlentecimiento
ello conviene tener en cuenta otros problemas con los que puede psicomotor). Pero el DSM-5 ha acabado con esto tradición, lo que
confundirse y/o coexistir (véase la Tabla 6.9). En general, desde ha sido muy controvertido pues, en parte, se debe o la presión de

)) Tabla 6.9. Síndromes clínicos que pueden confundirse con un diagnóstico de depresión (adaptado de Vázquez et al., 2006)

SÍNDROME CLÍNICO INFORMACIÓN A TENER EN CUENTA PARA EL DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL


l. Trastorno bipolar - Es necesario explorar si ha habido episodios previos de manía o hipomanío poro poder descartar lo
1

existencia de bipolaridad.
2. Trastornos de ansiedad y obsesivos - Lo ansiedad subjetiva o lo inquietud es un síntoma emocional que suele coexistir con la depresión
en un 70-80 % de los cosos.
- La ansiedad suele comenzar en etapas más tempranas de la vida que la depresión.
- En la ansiedad no suele haber tanto onhedonio y falto de ganas de vivir como en la depresión.
3. Reacciones normales de duelo - Considerar un trastorno depresivo si persiste lo reacción depresiva dos meses después de lo pérdida.
IJ. Trastornos de adaptación con - Diagnosticar si se considero evidente que está directamente causado por un estresor identificable
estado de ánimo deprimido (p. ej., ser despedido del trabajo) y su finalización está también asociado o lo desaparición de ese
mismo estresor.
- Los trastornos adaptativos suelen infrodiognosticorse cuando en realidad deberían tener un mayor
papel diagnóstico.
5. Trastornos del sueño (insomnios, - Aunque la fatiga diurna es un síntoma común, los pacientes depresivos no suelen sentirse somnolientos
narcolepsio, apneas nocturnas, etc.l durante el día y, si lo están, no padecen irresistibles ataques diurnos de sueño (narcolepsial.
6. Trastornos esquizofrénicos (en - En las depresiones psicóticas, la presencia de síntomas delirantes y alucinatorios suelen ser de tipo
especial, esquizoafectivos de tipo congruente con el estado de ánimo (típicamente alrededor de temas de culpo, ruina o enfermedad).
depresivo) - Trastornos formales del pensamiento (neologismos, habla incoherente o desorganizada, etc.) son
menos frecuentes en las depresiones.
7. Quejas somáticos vagos, - Normalmente en la hipocondría la atención se centro en la propia preocupación somática con un
hipocondría órgano o una enfermedad particular (crónica o mortal, con frecuencial y es grande el recelo hacia
la eficacia diagnóstica del clínico.
8. Demencia y pseudodemencia - Considerar un trastorno depresivo si persiste la reacción depresiva dos meses después de la pérdida.
9. Trastornos sexuales - La inhibición del deseo sexual es síntoma de la depresión. Si se acompaña de anergia,
anhedonia, etc., es probable que se trote de un trastorno depresivo más que de un trastorno
sexual.
\. .. .. ...

211
Manual de psicopatología. Volumen 2

las aseguradoras médicas. Desde tiempos inmemoriales se ha distin­ un diagnóstico de TDM. El DSM-5 elimina esta posibilidad y permite
guido en psicología entre depresión y duelo (recordemos el conocido diagnosticar una depresión en los dolientes si presentan los con­
trabajo de Freud titulado «Duelo y melancolía»). Con el fin de no sabidos 15 días seguidos de síntomas la mayor parte del día y casi
patologizar reacciones humanas normales ante la pérdida, tradicio­ todos los días (véase la Tabla 6.3). El DSM-5 propone una serie de
nalmente se ha venido proponiendo que los síntomas de depresión indicaciones diagnósticas para permitir separar lo que constituye un
surgidos en el duelo (durante unos meses) eran incompatibles con TDM y un episodio de duelo (véase la Tabla 6.IOl.

)) Tabla 6.10. Características diferenciadoras de un episodio de duelo y un TDM

CARACTERÍSTICA DUELO TRASTORNO DEPRESIVO MAYOR


Estado anímico Sentimientos de pérdida o vacío Tristeza o anhedonia persistentes
1 1 -- -- - ----- - -

Emociones positivas Conservadas Menos presentes


Baja autoestima Ausente Presente
Ideas suicidas Ausentes Comunes
Delirios de culpa, ruina o enfermedad Ausentes Posibles
Cambios psicomotores Posible agitación Enlentecimiento o retardo
Deterioro funcional Ligero Marcado o grave

Aunque es verdad que los síntomas anímicos del duelo son muy El DSM-5 ha cambiado la categoría centrándose en el aspecto
parecidos a los de la depresión clínica, esta eliminación puede crear de la cronicidad. La nueva reformulación del trastorno depresivo
problemas de sobrediagnóstico y la psicologización o psiquiatriza­ persistente (T DP) -véase la Tabla 6.11- integra lo que se denomina­
ción de fenómenos naturales. La única ventaja puede ser el no igno­ ba trastornos depresivo mayor «crónico», con episodios depresivos
rar cuadros depresivos auténticos que podrían incrementar conduc­ de dos años o más de duración, y la antigua categoría de distimia o
tas de riesgo (p. ej., suicidio) o no permitir intervenciones tempranas trastorno distímico en una única categoría, en base a la escasa dife­
terapéuticas o preventivas en personas que pudieran necesitarlo en rencia sintomatológica y de factores relacionados entre ambas cate­
cuadros que podrían continuar tras la pérdida. gorías (McCullough et al., 2000l. Pero, conceptualmente, lo defini­
ción de T DP es algo inconsistente (Porker y Molhi, 2019). Aunque
habrá que esperar para v er la eficacia y utilidad de combinar en
esto único categoría los depresiones mayores crónicas y las antiguos
distimios, sí parece cloro que el hecho de haber experimentado sín­
".Uh
IV. Trastorno depresivo persistente
!trasto rno d istím ico) tomas subumbral depresivos durante años es un factor predictor de
episodios completos depresivos cuando los síntomas se exacerban.
A. Diagnóstico y características c l í n icas
El término de «distimia» se introdujo en del DSM-III de 1980 como
un remedio a la desaparición de una categoría de «personalidad
B. Epide miología y c urso evolutivo
Respecto o los cifras de esto nuevo categoría, no hoy apenas datos.
depresiva» porque se pensó que esta era más bien estigmatizante. Como aproximación, los datos del amplio estudio ESEMED en lo
La idea era incluir personas con síntomas no elevados de depresión, población general de España (Horo et al., 2006), indican un 1, 1 de
pero permanentes en el tiempo. Pero esta idea de que hay estilos de prevalencia o los 12 meses y un 4,1 % de prevalencia vital empleado
personalidad depresivos caracterizados por una ideación negativa los criterios DSM-IV de distimia (con tosas aproximadamente dobles
general sobre la realidad (p. ej., la tríada cognitiva negativa) o por en mujeres que en hombres). Un amplio estudio comunitario realiza­
una falta de reactividad ante experiencias potencialmente positivas, do en 8.841 hogares australianos (Murphy y Byrne, 2012) cuantificó
no queda bien resuelta en los sistemas diagnósticos. uno prevalencia vital de lo depresión crónica (con uno duración de
al menos dos años) del 4,6 %, incluyendo tonto el trastorno distímico
como el T DM. Sobre lo fiabilidad interjueces tampoco hay resulta­
d) Distimia. Estado de ánimo depresivo de larga duración dos porque la categoría de TDP no se comprobó en los estudios de
(al menos dos años continuados) acompañado de otros sín­ campo previos a la publicación del DSM-5.
tomas propios del episodio depresivo mayor. El trastorno Sobre factores de riesgo, probablemente son muy parecidos a
es menos intenso que el episodio depresivo mayor y no los de la depresión en general. Aunque sorprende el claro sesgo
se trata de un estado de remisión parcial de un episodio biológico en el texto que acompaña los criterios diagnósticos en el
depresivo. DSM-5, cuando se alude de pasada solo a factores temperamentales
ligados a neuroticismo y pérdidas parentales para, ignorando otros

2J2
Capítulo 6. Trastornos depresivos

)) Tabla 6.11. Características básicas del trastorno depresivo de cólera verbal o de conductas agresivas «cuya intensidad o dura­
persistente [distimia), según el DSM-5 [APA, 2013) ción son desproporcionadas a la situación o provocación», estos
accesos se producen al menos tres veces por semana, durante más
de doce meses y, entre los accesos, hay una irritabilidad persistente.
Estado de ánimo deprimido (en niños y adolescentes, puede
Resulta llamativo el alejamiento de los criterios normales de tris­
ser irritación durante un año o más) durante la mayor parte del
teza/anhedonia que caracterizan la depresión y, por otra lado, en
día y de los días de la semana durante un mínimo de dos años,
acompañado de dos o más de los siguientes seis síntomas: este caso, los criterios de comparación social (definidos como algo
«desproporcionado») son evidentes como definición del «síntoma».

2. Insomnio o hipersomnia.
l. Apetito aumentado o disminuido
La idea inicial en la creación de esta nueva categoría fue incluir
casos infantiles y adolescentes con problemas de regulación emo­
3. Poca energía o fatiga. cional relacionados con irritabilidad permanente. Parte de este inte­
�- Baja autoestima. rés es que hay estudios longitudinales que muestran que la irritabi­
s. Falta de concentración o dificultad para tomar decisiones. lidad de los adolescentes, informada por los padres, es un predictor
significativo de problemas de ansiedad y depresión autoinformados
6. Sentimientos de desesperanza. 20 años más tarde (Stringaris et al., 2009). Como en el pasado
algunos casos así eran incorrectamente clasificados como bipolares,
Estos síntomas causan malestar clínicamente significativo o se decidió, algo forzadamente, incluirlos en la sección de trastornos
deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del depresivos. Pero crear nuevas categorías, de modo improvisado y
funcionamiento. forzado, para intentar solucionar un problema clínico y social como
es el sobrediagnóstico y sobretratamiento del trastorno bipolar en
Los síntomas no se pueden atribuir a los efectos fisiológicos niños, no es una buena solución porque persiste el riesgo de psi­
de una sustancia (p. ej., una droga, un medicamento) o a otra quiatrización y medicalización (Axelson et al., 2011>. Además, parece
afección médica (p. ej., hipotiroidismo). una categoría innecesaria porque ya existen categorías diagnósticas
para problemas semejantes, como la de trastorno negativista desa­
Durante ese período de dos años (un año en niños y adolescentes) fiante, en los que la irritabilidad o los accesos de cólera podrían
nunca se ha estado sin los síntomas descritos durante más de simplemente haberse considerado como un especificador de los
dos meses seguidos, pudiendo estar presentes durante todo ese trastornos desafiantes, como se opta en la CIE- 11
tiempo los criterios completos de un TDM. Aunque el T DD intenta reflejar casos con dificultades emocio­
nales complejas, una perspectiva más sistémica y conductual que
La historia clínica refleja que nunca ha habido un episodio de psicopatológica seguramente podría ayudar a explicarlos mejor
hipomanía o de manía. que crear categorías ad hoc. En suma, la evidencia empírica exis­
tente indica que son casos de baja prevalencia, en los que la depre­
El cuadro no se explica mejor por un trastorno del espectro de la sión no tiene que aparecer necesariamente, y es difícil de distinguir
esquizofrenia o de otros trastornos psicóticos. de problemas como la conducta desafiante. Su inclusión en un siste­
ma diagnóstico tiene más que ver con elementos de sociología de
\

la ciencia que con argumentos empíricos sólidos.

factores psicológicos, sociales o ambientales, aludir a la implicación


de algunas regiones cerebrales (córtex prefrontal, amígdala, hipo­ B. Trastorno disfórico preme nstrual
campo), cuando realmente no hay evidencia clínicamente útil al La inclusión de este nuevo trastorno tiene tras de sí una historia de
respecto (Parker y Malhi, 2019). décadas de controversias en la que habido muchos debates clínicos
En todo caso, esta categoría multiplica innecesariamente el y teóricos sobre la conveniencia de incluir «como trastorno mental»
árbol diagnóstico pues podría ser simplemente un asunto relaciona­ unos síntomas asociados, en algunas mujeres, a un ciclo biológico
do con la gravedad de los síntomas y su duración (dos parámetros normal (Epperson et al., 201 2). Los estudios indican que hasta un
dimensionales). Además, hay estudios que indican que existe un 20 % de las mujeres en edad reproductiva manifiestan síntomas psi­
solapamiento diagnóstico con otras categorías como el trastorno cológicos premenstruales molestos que pueden ser realmente inter­
de ansiedad generalizada y, por otra parte, diversos estudios (p. ej., ferentes en la esfera personal o de funcionamiento en un 2 % de las
Chaves et al., 2017) han mostrado que no hay diferencias de efecti­ mujeres en edad fértil (Gehlert et al. 2009). Los criterios propues­
vidad entre tratar el TDM y la distimia. tos para el DSM-5 requieren cumplir cinco síntomas de un conjunto
de dos categorías diferentes, lo que ya sabemos que incrementa
mucho la heterogeneidad de perfiles diagnósticos. En la primera,
V. Otros trastornos d e p re s ivos se exige cumplir al menos uno de los siguientes cuatro (labilidad
afectiva, irritabilidad, depresión y ansiedad), y en la segunda, se
A. Trastorno de desregulación disruptiva del exige cumplir al menos uno de siete (anhedonia, problemas de con­
estado de á n i m o ITDOJ centración, falta de energía, cambios de apetito, cambios de sueño,
sensación de agobio o pérdida de control y síntomas físicos como,
Esta es una nueva categoría que tampoco tiene una validez y utili­ por ejemplo, tumefacción o sensación de hinchazón). Estos síntomas
dad clínica probadas. El T DD es aplicable en el rango de edad de deben comenzar la semana anterior a la menstruación y mejorar
6-18 años cuando se presentan unos accesos de comportamientos unos días después de su inicio. Para el diagnóstico se requiere que,

213
Hr t� Manual de psicopatología. Volumen 2

) ) Tabla 6.12. Algunas condiciones médicas que pueden causar secundariamente síntomas depresivos. [Vázquez y Sanz, 2008;
Lam, 2018)

CONDICIONES NEUROLÓGICAS CONDICIONES METABÓLICAS Y ENDOCRINAS


( .....1

Epilepsia Relacionadas con menstruación


Parkinson Porfirio
Demencias degenerativas Enfermedades de tiroides y paratiroides
Hidrocefalia normotensa Enfermedades de Cushing y de Addison
Traumatismos encefálicos Déficit de vitamina B12
Infecciones del SNC
Migrañas OTRAS CONDICIONES
Esclerosis múltiple Enfermedades cardiopulmonares
Narcolepsia Infarto de miocardio
Estados postoperatorios
TRASTORNOS INFLAMATORIOS Y AUTOINMUNES Enfermedades renales
Artritis reumatoide Anemia
Síndrome de Sjogren Colitis ulcerosa
Lupus eritematoso sistémico
Reúmas EFECTOS DE SUSTANCIAS Y MEDICAMENTOS
Porfirio Plomo
Mercurio
CÁNCERES Antíhipertensivos
Hipófisis Betabloqueantes
Aparato digestivo
Hormonas (estrógenos, progesteronal
INFECCIONES VÍRICAS Y BACTERIANAS Alcohol
Síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) Antiparkinsonianos
Gripe Corticosteroides (cortisona)
Neumonías virales Anti neoplásicos
Mononucleosis Antituberculínicos
Hepatitis vírica
Sífilis ENFERMEDADES INCAPACITANTES
Déficit de ácido fálico Todas

en la mayoría de los ciclos menstruales, durante el año anterior, pues se enfocan estas dificultades psicológicas con una perspectiva
los síntomas hayan ocurrido de un modo habitual durante la última medicalizadora.
semana del ciclo y remitido a los pocos días después del inicio de
la menstruación.
Como en otros trastornos, se requiere que haya interferencia y
C. Trastorno depresivo debido
que no sean simplemente exacerbaciones de otros problemas pre­
a una afección médica
existentes (p. ej., un TDM o un trastorno de ansiedad) ni debidos a Este trastorno se define no por una combinatoria relativamente
consumos de medicamentos, sustancias o enfermedades médicas amplia de síntomas, sino por algo excesivamente sencillo: solo se
( p. ej., problemas hormonales diagnosticados). Es interesante que requiere el criterio de un estado de ánimo deprimido o de anhe­
el DSM-5 recoja, de modo excepcional, que para su diagnóstico donia durante un «período importante y persistente», sin más con­
se requiere una «evaluación diaria prospectiva» de al menos dos creciones, pero deben existir pruebas a partir de los análisis de
ciclos con síntomas, lo que recuerda a un registro de m uestreo de laboratorio, de la historia clínica o de la exploración física de que
experiencias. esos dos síntomas son la consecuencia fisiopatológica directa de
La idea de incluir esta categoría se hizo tras sopesar v entajas una enfermedad médica.
e inconvenientes, pero es una decisión tan política como científica. Desde ediciones anteriores, el DSM reserva una categoría espe­
Incluirla puede ayudar a conocer mejor el alcance del problema, cífica a trastornos depresivos que se deben a enfermedades médi­
factores predictores y estrategias de intervención. A la vez, puede cas. En cualquier caso de depresión hemos de examinar cuidado­
ayudar a visibilizar un problema relacionado con el género y a ofre­ samente la existencia de una etiología orgánica de los síntomas
cer ayuda m ujeres que lo necesiten. Por ejemplo, se ha observado <véase la Tabla 6.12). Aunque no siempre es fácil hacer un historial
que, como sucede con otras circunstancias vitales o psicológicas, completo y atribuir de modo claro las causas a un factor orgánico,
el riesgo de ideación, de planes o intentos suicidas es aproximada­ se estima que entre un /O y un 20 % de los casos diagnosticados
mente el doble en m ujeres con una historia de síntomas psicológicos como «trastorno de depresión mayor» o como «distimia» están
premenstruales graves que en m ujeres sin estos síntomas (Pilver et causados, en realidad, por factores orgánicos de diversos tipos no
al., 2013). Pero, a su vez, su diagnóstico tiene algunos inconvenientes bien valorados (Rush, 1990l.

211.J
Capítulo 6. Trastornos depresivos t(

D. Trastorno de presivo inducido por una suponen que estos serían el resultado de un déficit central de esos
neurotransmisores monoaminas (hipótesis noradrenérgica, serotoni­
susta ncia/medicamento nérgica y dopaminérgica, respectivamente) y que en su conjunto se
También aquí se emplea solo el criterio de depresión o anhedonia denominan hipótesis de las monoaminas (Vallejo y Urretavizcaya,
durante un «período importante y persistente». Para su diagnóstico, 2015). Esta reducción en los niveles de monoaminas en el sistema
se requiere añadir un código numérico según la sustancia, legal o nervioso central sería a su vez el resultado de algún tipo de dis­
no, que parezca ser la causa inequívoca del cuadro. función en los procesos de síntesis, almacenamiento o liberación
de esos neurotransmisores, o de anormalidades en los receptores
presinápticos o postsinápticos.
E . Otro trastorno de presivo especificado
Sin embargo, los argumentos y los datos que apoyan la hipótesis
Esta categoría se aplica a presentaciones en las que predominan de las monoaminas son problemáticos <Delgado, 2000; Sanz y Gar­
los síntomas característicos de un trastorno depresivo que causan cía-Vera, 2017a). En primer lugar, la respuesta a los antidepresivos
malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral no es en sí misma una prueba sólida de que un déficit en los neuro­
u otras áreas importantes del funcionamiento, pero que no cumplen transmisores monoaminas sea la causa de la depresión. Como bien
todos los criterios de ninguno de los trastornos de la categoría diag­ señalaban los psiquiatras Delgado y Moreno (2000, p. 5): «algunos
nóstica de los trastornos depresivos. Se sugieren en el DSM-5, aun­ han argumentado que la depresión puede deberse a una deficiencia
que no conllevan un código numérico específico, especificaciones de NE [norepinefrina o noradrenalinal o de 5-HT [serotoninal ya
como las siguientes: depresión breve recurrente o episodio depresivo que un aumento en la neurotransmisión noradrenérgica o serotoni­
de corta duración (4-13 días). nérgica mejora los síntomas de la depresión. Sin embargo, esto es
como decir que, puesto que una erupción en el brazo mejora con el
F . Otro trastorno de pre sivo no espec ificado uso de una crema con esteroides, la erupción debe deberse a una
deficiencia de esteroides».
Como en el caso anterior, no se cumplen los criterios, pero el clínico En segundo lugar, los resultados de los estudios que han eva­
no puede identificar claramente ningún subtipo o bien no puede luado los niveles de monoaminas en personas deprimidas y los han
recoger suficiente información (p. ej., diagnóstico hecho en un servi­ comparado con los de las personas normales no han encontrado
cio de urgencias o en un triaje iniciall. Obviamente estas categorías consistentemente niveles más bajos en las primeras, tal y como
de «otros trastornos» son un «cajón de sastre» y, por esta razón, esperaría la hipótesis de la deficiencia de monoaminas (Sanz y Gar­
no tiene sentido ofrecer datos epidemiológicos, de curso clínico o cía-Vera, 2017a).
de cualquier otro parámetro, puesto que comprende entidades muy
En tercer lugar, los resultados de los estudios de disminución
heterogéneas.
de las monoaminas también son inconsistentes. En estos estudios se
disminuye transitoriamente los niveles de monoaminas en el sistema
nervioso central a través de restricciones en la dieta o de la admi­
V I . Etiología de los tra stornos nistración de una sustancia, y, posteriormente, cuando tales niveles
depre s ivos se han recuperado, se miden los efectos en el estado de ánimo de
esos cambios <Delgado, 2000l. La hipótesis de las monoaminas pre­
No existe actualmente un modelo o teoría de los trastornos depre­ deciría que la reducción de los niveles de serotonina, noradrenalina
sivos consensuada y, de hecho, no se conocen con exactitud los o dopamina produciría en las personas una disminución en su estado
mecanismos causales de los trastornos depresivos. Sin embargo, la de ánimo, pero esta disminución solo se produce en algunas perso­
literatura científica ha sido capaz de identificar una serie de fac­ nas (Ruhé et al., 2007).
tores de riesgo, ligados teóricamente a diversas teorías y modelos, En resumen, pues, los resultados de los estudios que han pues­
que supuestamente interactúan entre sí. Estos factores de riesgo se to a prueba las predicciones de la hipótesis de las monoaminas,
refieren tanto a variables psicológicas y biológicas de las personas aunque sugerentes, son inconsistentes y, en todo caso, indican alte­
como a características ambientales, todas las cuales muestran una raciones en los niveles de las monoaminas en algunos grupos de
relación empírica significativa con la depresión, y se sospecha que, personas con depresión o con factores de riesgo para la depresión,
en general, las causas de la depresión incluyen una combinación de pero no en otras. En consecuencia, pues, tales estudios indican que
todos ellos, aunque distintas teorías hacen más hincapié en unos la deficiencia de las monoaminas por sí misma no es una explica­
que en otros. ción suficiente de las causas de la depresión y que el papel de los
sistemas de neurotransmisión de serotonina, noradrenalina
·• y dopa­
A. Factores y mode los biológicos mina en el origen y mantenimiento de la depresión es más complejo
de lo que se pensaba inicialmente. De hecho, a pesar del número
En este ámbito, quizá los modelos más populares e investigados son tan elevado de posibles anomalías biológicas que se han estudiado
las que proponen que la mayoría de los trastornos depresivos se como potenciales marcadores biológicos para el diagnóstico de la
producen por desequilibrios en los niveles cerebrales de ciertos neu­ depresión (más de 25 según Vallejo y Urretavizcaya, 2015), incluyen­
rotransmisores, especialmente por una reducción en los niveles de do diversas medidas de la actividad de la serotonina, la noradrena­
serotonina, norepinefrina y dopamina. El hecho de que los fármacos lina o la dopamina, no existe actualmente ningún test biológico con
antidepresivos sean eficaces para tratar la depresión en adultos y de suficiente sensibilidad y especificidad para diagnosticar los trastor­
que parezcan ejercer su acción aumentando los niveles cerebrales nos depresivos y, en consecuencia, ni el DSM-5 ni la CIE-11 incluyen
de serotonina, noradrenalina o dopamina ha dado lugar al desarro­ tales marcadores biológicos entre los criterios diagnósticos de esos
llo de varias hipótesis etiológicas sobre los trastornos depresivos que trastornos.

215
tt Manual de pslcopatología. Volumen 2

En cuarto lugar, esta explicación no resuelve del todo la cuestión lo cognitivo-conductuol de Lewinsohn et al., 1985), y los déficits en
del origen de la depresión ya q_ue, más allá de los problemas empí­ los conductos de outocontrol (según el modelo de o utocontrol de
ricos para sustanciarla anteriormente señalados, plantea a su v ez la depresión de Rehm, 1977). A continuación, se verán brevemente
la pregunta de cuál es la causa de esos deseq_uilibrios bioq_uímicos. codo uno de estos factores en el morco de sus correspondientes teo­
La investigación ha demostrado q_ue estos deseq_uilibrios pueden rías psicológicos de lo depresión (véase uno exposición más amplio
ocurrir en respuesta a factores ambientales como los acontecimien­ de estos teorías en Sonz y Vázq_uez, 2008).
tos estresantes, especialmente los acontecimientos q_ue supongan la Los actitudes disfuncionoles (o creencias irracionales) son creen­
pérdida de algo q_ue la persona considera importante. Por ejemplo, cias q_ue establecen condiciones poco realistas, inflexibles e inade­
la pérdida de un ser q_uerido por m uerte o separación, un fracaso cuadas paro determinar la propia valía (p. ej., «Si no hago las cosos
laboral, el rechazo social o uno enfermedad grave pueden precipi­ siempre bien, seré un inútil y nadie me respetará», «Si alguna vez
tar un episodio depresivo. Sin embargo, todos los personas, tarde o disgustos a un amigo, no puedes ser feliz»). Las actitudes disfuncio­
temprano, se ven sometidos o alguno de estos acontecimientos y, nales favorecen la aparición de la depresión porq_ue es muy fácil q_ue
aun así, solo un porcentaje m uy peq_ueño de ellos desarrollan uno los acontecimientos normales de la vida diaria obstaculicen los inten­
depresión. tos de la persona por cumplir tales condiciones (todas las personas
Uno posibilidad es q_ue ciertos personas hayan heredado uno cometen alguna vez fallos y siempre hay algún compañero de trabajo
predisposición biológico o un mol f uncionamiento de los mecanis­ a q_uien, con rozón o sin razón, una persona no cae bien), de forma
mos de regulación de los neurotransmisores q_ue hoce q_ue seo más q_ue estas actitudes facilitan q_ue tales acontecimientos cotidianos se
fácil q_ue cuolq_uier acontecimiento estresante, por leve q_ue seo, vivan como estresantes. Pero, además, tales actitudes son un elemen­
desencadene deseq_uilibrios en los niveles de serotonino, norepinefri­ to de v ulnerabilidad a la depresión porq_ue, según la teoría cognitiva
na o dopomino. De hecho, se ha estimado q_ue los personas cuyos de la depresión de Beck, están almacenadas en la memoria forman­
podres sufren depresión tienen aproximadamente tres veces más do esq_uemas cognitivos, es decir, formando estructuras f unciona­
probabilidad de desarrollar un episodio depresivo o lo largo de su les de representaciones relativamente duraderas del conocimiento
vida q_ue los personas de podres sin depresión (Lieb et al., 2002), y la experiencia anterior q_ue dirigen la percepción, codificación,
y está bien documentado, siguiendo modelos estadísticos, el papel organización, almacenamiento y recuperación de la información del
de los genes en lo transmisión familiar de lo depresión (Poldermon entorno. Los estímulos consistentes con los esq_uemas se elaboran
et al., 2015). Sin embargo, aún no se han encontrado genes espe­ y codifican, mientras q_ue la información inconsistente se ignoro y
cíficos ligados o este trastorno, debido en porte, q_uizós, o la gran olvida. Los esq_uemas cognitivos, por tanto, actúan como filtros a
heterogeneidad sintomático de lo depresión q_ue yo hemos comen­ través de los cuales se percibe, interpreta y recuerda la realidad.
tado (Luo et al., 2016). Además, no todos los personas q_ue tienen lo En el caso de las personas v ulnerables a la depresión, puesto q_ue el
predisposición genético paro lo depresión lo padecen y lo depresión contenido de sus esq_uemas son actitudes disfuncionales, la actua­
también p uede afectar o personas q_ue no tienen uno historio fami­ ción de esos filtros, de esos esq_uemas disfuncionales depresógenos,
liar de depresión. Es más, el entorno tiene un peso importante en q_uedaría reflejada en ciertos errores cognitivos sistemáticos en la
los modelos modernos de interacción genes x ambiente; por ejem­ forma en q_ue se procesa la información del entorno (Beck et al.,
plo, se ha estimado, dentro de estos modelos, q_ue el 34 % de la 1979/1983): inferencias arbitrarias, abstracción selectiva, sobrege­
variabilidad en lo depresión se debe o la variabilidad genético entre neralización, maximización y minimización, personalización y pen­
individuos y el 66 % o lo variabilidad ambiental:
, 11 % relacionado con samiento dicotómico y absolutista. No obstante, aunq_ue esta es la
el ambiente compartido y el resto con el ambiente no compartido conocida teoría de Beck, un reciente metaanálisis ha mostrado q_ue,
(Poldermon et al., 2015). Y conviene también recordar q_ue los facto­ en realidad, la evidencia más consistente sobre sesgos cognitivos en
res externos y los experiencias influyen en lo expresión de los genes la depresión es para la catastrofizoción y los sesgos negativos inter­
(epigenética). pretativos (Nieto et al, 2021>. A unq_ue estas operaciones cognitivas
son evidentes en cierto grado en todas las personas, en la depresión
ocurren en mayor grado y son congruentes con el contenido disfun­
cional de los esq_uemas depresógenos. Así, por ejemplo, se atiende
B. Facto res y modelos psico lógicos
Otro posibilidad poro explicar los diferencias individuales en lo selectivamente y se magnifica la información negativa, mientras q_ue
presencio de trastornos depresivos es q_ue ciertos personas tengan se ignoro o minimiza la información positiva; los errores y fallos se
una predisposición o v ulnerabilidad psicológica o lo depresión q_ue personalizan y sus efectos negativos se exageran y sobregenerolizan.
habrían odq_uirido o lo largo de su vida por el tipo de ambiente A la postre, cuando esos errores cognitivos negativos en el pro­
familiar o social y por los aprendizajes y los circunstancias vitales cesamiento de la información se producen, el resultado serían imá­
q_ue habrían experimentado. Esto v ulnerabilidad psicológica facilita­ genes y pensamientos, tanto voluntarios como automáticos, negati­
ría q_ue esos personas sufran más acontecimientos estresantes y q_ue vos y distorsionados sobre uno mismo, el mundo y el fut uro, lo q_ue
su impacto seo más adverso y duradero. se conoce como tríada cognitiva negativa o depresiva (p. ej., «Soy
Entre los factores psicológicos de v ulnerabilidad identificados un inútil», «No caigo bien a ningún compañero del trabajo y todos
destocan los actitudes disfuncionoles (dentro del morco de la teoría se ríen de mí», «Nunca tendré pareja») o, lo q_ue es lo mismo, a
cognitivo de lo depresión de Beck, 1987; Beck et al., 1979/1983), el una baja autoestima, indefensión y pesimismo. Esos pensamientos
estilo otribucionol negativo (en el contexto de la teoría reformulodo de comprenden el diálogo interno de la persona y son dañinos psico­
lo indefensión aprendido de Abromson et al., 1978, y de lo teoría de lo lógicamente puesto q_ue interfieren tanto en las actividades q_ue la
desesperanzo de Abromson et al., 1989), los déficits en habilidades persona realiza en ese momento como, evidentemente, en su estado
sociales y en habilidades de sol ución de problemas (en el morco de ánimo. Por tanto, la tríada cognitiva negativo, según Beck, sería
de lo teoría conductuol de lo depresión de Lewinsohn, 1974, y de la causa próxima f undamental del resto de síntomas depresivos. De

216
Capítulo 6. Trastornos depresivos ,ii ij¡
los dos tipos de pensamientos que forman parte de la tríada cog­ el repertorio de conductas que las personas necesitan para rela­
nitiva negativa, los voluntarios y los automáticos, merecen especial cionarse eficazmente con los demás y para resolver problemas (un
atención estos últimos por su carácter especialmente dañino y por déficit en las habilidades sociales, en las habilidades de solución
las dificultades que entraña su modificación, ya que son ideas o de problemas o en las habilidades de afrontamiento del estrés) o
imágenes estereotipadas de aparición repetitiva e inintencionada, para autocontrolar su comportamiento (un déficit en las conduc­
que no son fácilmente controlables y que parecen creíbles a la per­ tas de autocontrol: conductas de autoobservación, autoevaluación
sona en el momento en que ocurren. y autorreforzamientol favorecen que la persona no sea capaz de
En resumen, la actuación o activación de los esquemas depresó­ afrontar, resolver y adaptarse a los cambios negativos que implican
genos, con sus actitudes disfuncionales, sería, pues, responsable del los acontecimientos estresantes y que, por tanto, el estrés perdure,
procesamiento distorsionado de la información que aparece en las se intensifique, y que se desencadene una depresión incluso ante
personas que sufren trastornos depresivos. Para que tal activación un estrés inicialmente muy leve. Por ejemplo, la falta de habilidades
tenga lugar es necesaria la aparición de un suceso estresante (p. sociales podría conducir a una persona que se hubiera cambiado
ej., un fracaso laboral, una discusión con la pareja, un desengaño recientemente de trabajo a situaciones de rechazo social o de ais­
amoroso) similar a aquellos sucesos que proporcionaron durante el lamiento social en su nuevo trabajo y, por consiguiente, a un incre­
proceso de socialización la base para la formación de los esquemas, mento de las experiencias negativas (p. ej., burlas, críticas) y a un
es decir, para la formación de las actitudes disfuncionales almace­ descenso o ausencia de reforzadores positivos sociales (p. ej., falta
nadas en ellos (p. ej., un fracaso académico en los años escolares). de comunicación) y, finalmente, a la depresión.
La teoría de Beck hipotetiza, pues, que los esquemas depresógenos, Por otro lado, es mucho más probable que esa persona sufra
con sus actitudes disfuncionales, son la diátesis cognitiva (o factor una depresión si muestra una tendencia a:
de vulnerabilidad cognitivo) para la depresión.
l. Prestar mayor atención a los sucesos negativos que a los posi­
Igualmente, y siguiendo la teoría reformulada de la indefensión tivos y a las consecuencias inmediatas de la conducta que a
aprendida de Abramson et al. (1978), la tendencia de algunas per­ las consecuencias a largo plazo (déficit en las conductas de
sonas a pensar que la causa de todos los acontecimientos negativos autoobservaciónl.
que les ocurren está en ellas mismas, que esa causa afectará a todo
2. Tener criterios muy rigurosos o muy altos de autoevaluación así
lo que hagan y que no cambiará (p. ej., «Me han despedido por
como un estilo atribucional depresivo (déficit en las conductas
mi culpa, porque soy un torpe y todo me sale mal y nunca podré
de autoevaluaciónl.
mantener un trabajo»), esto es, la presencia de un estilo atribucio­
nal depresivo, facilita que, cuando tales acontecimientos suceden, 3. Administrarse, como consecuencia de los dos déficits anteriores,
provoquen desesperanza e indefensión y, por ende, depresión. La recompensas insuficientes o castigos excesivos (déficit en las
investigación también sustenta una relación entre la depresión y conductas de autorreforzamientol.
un estilo atribucional depresivo para los acontecimientos positivos Finalmente, algunos modelos psicológicos de los trastornos
complementario al anterior, esto es. la tendencia de algunas per­ depresivos se han centrado no tanto en los factores de vulnerabi­
sonas a pensar que la causa de los acontecimientos positivos que lidad que explicarían el origen de dichos trastornos, sino en los
les ocurren es ajena a ellos, afecta solo a algunas parcelas poco factores que explicarían su curso. Este es el caso de la teoría de
importantes de su vida y cambiará de un momento a otro (p. ej., «Al los estilos de respuesta de Nolen-Hoeksema (1991) que propone que
final me han subido el sueldo porque al jefe le di pena, pero eso no la manera en que las personas responden a los primeros síntomas
ocurrirá siempre y vete a tú a saber si al final no cambia de opinión depresivos influye en su duración y gravedad. En concreto, las perso­
y me baja el sueldo»). nas que presentan respuestas rumiativas sufrirán durante más tiem­
Es más, en el marco de la teoría de la desesperanza de Abram­ po y con mayor intensidad los síntomas depresivos que aquellas que
son et al. (1989), el estilo atribucional propio de las personas vulne­ sean capaces de distraerse de los mismos. Las respuestas rumiativas
rables a la depresión se caracterizaría no solo por esa tendencia a a la depresión pueden definirse como «conductas y pensamientos
explicar los sucesos negativos a partir de causas internas, estables que focalizan la atención de una persona en sus síntomas depresivos
y globales, sino también por una tendencia a predecir un mayor y en las implicaciones de estos síntomas» (Nolen-Hoeksema, 1991,
número de consecuencias negativas para sí mismos ahora y en el p. 569), incluyendo conductas como aislarse para pensar sobre los
futuro y a concluir que, si dichos sucesos negativos han tenido lugar, síntomas depresivos que se experimentan, hablar todo el tiempo
eso significa que algo importante falla en uno mismo. A este estilo sobre ellos o pensar de forma recurrente y contemplativa sobre las
atribucional depresivo fatalista y autodespreciativo se le denomina posibles causas y consecuencias de los mismos (p. ej., «lQué he
estilo atribucional de la desesperanza. Las personas con este estilo hecho yo para merecer esto?»; «No voy a ser capaz de trabajar si
atribucional de desesperanza hacen una interpretación «fatalis­ sigo en este estado»). Las respuestas rumiativas que, como dijimos
ta» de los problemas que les ocurren, pensando que «no tienen anteriormente, parecen producto de la llamada sobreproducción
solución», que «no hay nada que puedan hacer para mejorar la emocional, difieren de otras conductas y pensamientos de afronta­
situación» y que las consecuencias «son inevitables, permanentes y miento de la depresión como las estrategias de solución de proble­
que afectarán a todos los ámbitos de la vida». Además, se «echan mas, en que las personas tan solo piensan o hablan sobre lo tristes,
la culpa» de lo que les sucede y piensan que les «seguirá pasando desmotivadas, cansadas o hartas que están, pero no hacen nada
en el futuro». para aliviar sus síntomas, o simplemente piensan de forma repetitiva
Otros factores psicológicos de vulnerabilidad a la depresión, no sobre las causas de sus síntomas sin hacer planes para cambiar la
incompatibles con los anteriores, son los propuestos en el contex­ situación.
to de la teoría cognitivo-conductual de la depresión de Lewinsohn La teoría postula, además, que las personas tienen estilos de
(1974; Lewinsohn et al., 1985l. Siguiendo esta teoría, un déficit en respuesta ante la depresión, es decir, patrones de conductas y pen-
w_
tt Manual de pslcopatologla. Volumen 2

samientos que se manifiestan de forma consistente y estable en benignas y eficaces de distracción o de solución de problemas
distintas situaciones y momentos en los que se sienten deprimidos. (Nolen-Hoeksema, 199D.
Así, algunas personas, cuando están deprimidas, tienden a dar res­
puestas rumiativas, es decir, tienen un estilo de respuesta rumiati­ C. Mode los integradores
vo, mientras que otras manifiestan de forma consistente y estable
conductas y pensamientos de distracción como, por ejemplo, salir E n resumen, hoy s e cree que ciertas características específicas (fac­
con los amigos, practicar deportes o concentrarse en su trabajo, tores de vulnerabilidad o diátesis) de algunas personas les hacen
respuestas todas ellas que implican intentos activos por ignorar los más propensos a una depresión tras la aparición de acontecimientos
síntomas depresivos y centrarse, en su lugar, en actividades neutra­ ambientales estresantes, bien crónicos o bien puntuales. Por ejem­
les o placenteras. plo, aunque se encuentran tasas más altas de depresión entre las
Habría varios mecanismos psicológicos que explicarían el personas con enfermedades crónicas como cáncer o diabetes, no
efecto del estilo rumiativo todas las personas que padecen dichas enfermedades llegan a sufrir
• de respuesta en el mantenimiento o
exacerbación de los síntomas depresivos (Nolen-Hoeksema, 1991, un trastorno depresivo.
2000>. Primero, las rumiaciones intensifican los efectos del esta­ Más allá de la propuesta común de concebir los trastornos
do de ánimo deprimido sobre las cogniciones, haciendo que los depresivos como productos de la interacción entre acontecimientos
pensamientos negativos sobre el pasado, el presente y el futuro estresantes y factores de vulnerabilidad (modelos de diátesis-estrés),
estén más accesibles y sean más sobresalientes; estos pensamientos parece que no existe mucho acuerdo sobre cuáles son los factores
negativos, a su vez, exacerban el estado de ánimo deprimido y los de vulnerabilidad más importantes para explicar el origen y curso
restantes síntomas depresivos, de manera que se establecen una de dichos trastornos. De hecho, cuando se comparan las principales
serie de círculos viciosos entre el pensamiento negativo y el estado teorías sobre la depresión
• (la teoría cognitivo-conductual de Lewin­
de ánimo negativo basados en una relación recíprocamente refor­ sohn, la teoría cognitiva de Beck, la teoría de la desesperanza y el
zante entre ambos y que hacen que el estado inicial de depresión modelo biológico), tal y como se ha hecho de forma esquemática
se agrave y persista durante más tiempo. Segundo, la actividad en la Figura 6.4, el desacuerdo no solo alcanza a los factores de
rumiativa reduce la generación de soluciones efectivas a los proble­ vulnerabilidad más remotos, sino también a las causas próximas que
mas. Tercero, las respuestas rumiativas interfieren en la puesta en son el producto de su interacción con el estrés. A grandes rasgos,
marcha de conductas instrumentales tales como salir con los ami­ la teoría cognitivo-conductual subraya el papel de los déficits de
gos o practicar las aficiones, las cuales permiten obtener reforza­ habilidades sociales, de habilidades de solución de problemas y
mientos positivos, aumentar la sensación de control o simplemente de habilidades autocontrol como factores de vulnerabilidad remotos,
elevar el estado de ánimo. Siguiendo la teoría reformulada de la los cuales, al interactuar con el estrés, producen una pérdida o falta
indefensión aprendida, la baja tasa de reforzamiento positivo y la de refuerzos positivos que serían la causa próxima de la depresión.
pérdida de control podían contribuir, a su vez, a la indefensión e Por su parte, la teoría de Beck considera que el factor de vulnera­
intensificar la depresión. Finalmente, el estilo rumiativo disminuye bilidad remoto es la existencia de actitudes disfuncionales en forma
el efecto beneficioso que el apoyo social tiene sobre la depresión de esquemas cognitivos depresivos, que, al interactuar con el estrés,
al provocar más fricción en las redes sociales de la persona depri­ producen errores cognitivos o distorsiones negativas que, a su vez,
mida. La persona que presenta un estilo rumiativo continuamente conducen a pensamientos negativos sobre el yo, el mundo y el futuro
habla de sus síntomas depresivos y de sus preocupaciones con su ..
(la tríada cognitiva negativa), siendo estos últimos la causa próxima
pareja, sus familiares, sus compañeros de t rabajo y sus amigos, de la depresión. Para la teoría de la desesperanza la causa remota
sin que estos puedan apreciar progresos hacia su resolución, de principal de la depresión sería la presencia de un estilo atribucional
manera que, a la postre, es muy probable que, por ejemplo, sus depresivo y, especialmente, un estilo atribucianal de desesperanza,
amigos se alejen de la persona con depresión, se sientan molestos mientras que la causa principal próxima sería la indefensión y la
e irritados con ella, rechacen sus preocupaciones o la critiquen por desesperanza que se produce cuando un acontecimiento estresante
continuar rumiando. interactúa con ese estilo atribucional. Finalmente, para el modelo
El estilo de respuesta rumiativo constituye, pues, otro factor cog­ biológico, la causa próxima de la depresión sería algún tipo de
nitivo de vulnerabilidad a la depresión, compatible con los demás defecto o desequilibrio en el funcionamiento de ciertos neurotrans­
factores psicológicos ya señalados, que, tras la ocurrencia de un misores (p. ej., serotonina, norepinefrina o dopaminal que, a su vez,
acontecimiento estresante y la aparición de los primeros síntomas es el resultado de la interacción entre un acontecimientol. estresantes

depresivos, haría más probable que, en algunas personas, tales sín­ y un factor de vulnerabilidad remoto de tipo genético que predis­
tomas, en lugar de remitir, aumentasen en número, intensidad, fre­ pone a un mal funcionamiento de los mecanismos de regulación de
cuencia o duración y que, por tanto, se agravasen hasta conformar los neurotransmisores.
un trastorno depresivo. Sin embargo, tal y como se ha repetido en los epígrafes ante­
El estilo de respuesta rumiativo se aprendería, fundamentalmen­ riores, todos esos factores de vulnerabilidad y todas esas causas
te, durante la infancia y la adolescencia de la persona a partir de próximas no son incompatibles entre sí, sino que pueden y se deben
las conductas de los padres y de otras figuras relevantes. Este apren­ integrar, máxime cuando las interacciones entre todos esos facto­
dizaje tendría una doble vía; por un lado, a través del modelado de res causales, remotos o próximos, y entre esos factores y el estrés
los estilos de respuesta que los padres y las otras figuras relevantes son múltiples, y cuando, además, las interacciones entre los propios
manifiestan cuando se encuentran deprimidos; por otro lado, a tra­ síntomas depresivos y entre los factores causales, el estrés y los sín­
vés de sus prácticas de socialización si tales prácticas no enseñan tomas depresivos también son múltiples, de manera que entre todos
a los niños y adolescentes repertorios de conductas más adaptati­ estos elementos se producen múltiples fenómenos de reforzamien­
vas para manejar las emociones negativas, tales como estrategias to recíproco de tipo círculo vicioso o de tipo espiral escalonada.

218
Cap ítulo 6. Trastornos depresivos ::: !íl

Repertorios
conductuoles (déficits Pérdida-falto de
de habilidades refuerzos positivos
y outocontroll

Estilo otribucionol
depresivo y de
desesperanzo
~ /
Indefensión y
desesperanzo
DEPRESIÓN
'i'

(estado de ánimo

Esquema cognitivo
depresivo (actitudes
disfuncionoles)
y :ii.·
,,.
Distorsión y tríada
cognitivo negativos
deprimido, desinterés,
inhibición, etc)

/\
Estrés

Factores Defectos de
genéticos neurotransmisión

Causas remotos Causas próximos TIEMPO

)) Figura 6.4. Representación esquemática de las cuatro princ ipales teorías explicativas de los trastornos depresivos: de arriba
abajo, teoría cognitivo-conductual de Lewinsohn, teoría de la desesperanza, teoría cognitiva de Beck e hipótesis de las
monoaminas [García-Vera y Sanz, 2016).

De hecho, todas las teorías recogidas en la Figura 6.4- presuponen Aunque el estado actual de conocimiento no permite aún dar
muchas de esas interacciones, aunque para facilitar la investigación una respuesta definitiva sobre las causas de los trastornos depresivos,
o el trabajo terapéutico a veces se utilizan como modelos lineales el hecho de que la literatura científica haya avalado empíricamente
y unifactoriales (con un solo factor causal principal, usualmente el el papel de un buen número de factores de vulnerabilidad, inicio y
más próximo) o, o lo sumo, bifactoriales (con un factor de vulnera­ mantenimiento de la depresión sugiere que ninguna teoría explica­
bilidad remoto y un factor próximo de origen), tal y como se han tiva lineal y unifactorial o bifactorial puede explicar las causas de
representado en esa Figura 6.4-. Obsérvese, por ejemplo, que a dichos trastornos, y que una teoría válida y útil de los trastornos
pesar de que los modelos biológicos presuponen la existencia de un depresivos debería integrar múltiples ideas y constructos relativos
factor genético de vulnerabilidad, las terapias actuales derivadas de tanto a las experiencias internas de las personas como a sus inte­
esos modelos biológicos, en concreto, los fármacos antidepresivos, racciones con el medio ambiente. Una teoría así debería además
se limitan a tratar de modificar los supuestos defectos o desequili­ diferenciar y explicar los diferentes aspectos del curso clínico del
brios en los neurotransmisores, es decir, la supuesta causa próxima, trastorno depresivo (inicio, mantenimiento, mejoría, recaída, remi­
pero no están dirigidos a modificar el factor de vulnerabilidad gené­ sión), y las diferencias entre distintos tipos de trastornos depresivos
tico. Quizás esto limitación podría explicar el hecho de que, tal y (p. ej., TDM frente a trastorno distímico o depresivo persistente). En
como se comenta en Sanz y García-Vera ( 2017b), los tratamientos este contexto, parece oportuno señalar algunas ideas que parecen
farmacológicos no han tenido, hasta ahora, mucho éxito en la pre­ importantes y que merecen ser consideradas a la hora de desarrollar
vención de las recaídas y las recurrencias de los episodios depresivos una teoría de los trastornos depresivos y que aparecían recogidas en
y, en todo caso, intentan lograrlo manteniendo de forma prolongada varias de las teorías que se han expuesto en este capítulo:
el consumo de los antidepresivos a pesar de que el paciente yo no l. Las teorías más útiles parecen ser aquellas que: (a) se formu­
presente síntomas depresivos. Por el contrario, la terapia cognitiva lan como modelos multivariables y, por tanto, pueden integrar
(o cognitivo-conductuall de la depresión, que aborda tanto la modi­ el mayor número de factores posibles, tanto psicológicos como
ficación de los pensamientos automáticos negativos que forman lo biológicos, y (b) se formulan además como modelos de diáte­
tríada cognitiva negativo (causa próxima) como la modificación de sis-estrés, proponiendo que ciertas personas, por poseer ciertas
los actitudes disfuncionales (factor de vulnerabilidad), tiene más características específicas (bioquímicas, genéticas, cognitivas,
éxito a la hora de prevenir las recaídas y recurrencias de la depre­ de personalidad), tienen una mayor vulnerabilidad a desarrollar
sión, quizá, precisamente, porque no solo modifico lo causo próxi­ un trastorno depresivo tras la aparición de ciertas circunstancias
ma, sino también el factor psicológico de vulnerabilidad. estresantes.

219
//i '!,b Manual de psicopatología. Volumen 2

2. Las variables cognitivas son muy importantes para comprender al prescindir de la linealidad de las relaciones q_ue incluyen dichas
los trastornos depresivos, ya q_ue al caracterizar las diferencias teorías y al utilizar la metáfora del círculo vicioso para expresar
individuales en cómo las personas interpretan las circunstancias esas mismas relaciones así como las interacciones entre sus dife­
externas, mediarían el impacto emocional de estas al determi­ rentes factores de vulnerabilidad y sus diferentes causas próximas,
nar, por ejemplo, su naturaleza estresante. En Vázq_uez et al. y entre todos esos elementos y los síntomas depresivos y el estrés.

en la Figura 6.5. Como se puede observar en dicha figura, este


(2010) se pueden consultar los nuevos desarrollos elaborados en De manera esq_uemática, ese modelo integrador aparece reflejado
los últimos años en relación con aspectos cruciales del modelo' .
rías explicativas de los trastornos depresivos (véase la Figura 6.ll
cognitivo de la depresión, así como los nuevos procesos cogniti­ modelo conserva todos los elementos de las cuatro principales teo­

y compárese con la Figura 6.5) , pero ahora es posible entender e


vos q_ue se han empezado a estudiar, y cómo todos estos nuevos
desarrollos y procesos se integran en un modelo reformulado de

3. Las cogniciones negativas relacionadas con el yo, incluyendo


la teoría cognitiva clásica de la depresión. investigar las relaciones múltiples bidireccionales y circulares q_ue
guardan o pueden guardar todos esos elementos y utilizarlas en el

Además, en la Figura 6.5, también se recogen otros factores


aq_uí las cogniciones q_ue se recogen bajo los constructos de trabajo terapéutico.
autoestima, desesperanza, indefensión
• y visión negativa del
yo (dentro de la tríada cognitiva negativa), son los elementos de vulnerabilidad, de origen o de mantenimiento de la depresión
cognitivos precursores del estado de ánimo depresivo. Una vez q_ue no pertenecen a las cuatro teorías anteriormente mencionadas,
q_ue una persona manifiesta un estado de ánimo deprimido, este pero q_ue también gozan de aval empírico y se han revisado en este
estado sesga diversos procesos cognitivos (percepción, atención, capítulo (p. ej., el estilo de respuesta rumiativo y las respuestas de
memoria, atribución, etc.l de tal manera q_ue son accesibles más rumiación, el déficit en el control cognitivo). Así mismo, se recoge

.
cogniciones negativas asociadas, las cuales a su vez afectan a la
duración y gravedad. de la depresión, formándose una relación
recíprocamente reforzante entre estado de ánimo negativo y
el posible papel de otros factores y conceptos q_ue han generado
mucha investigación en los últimos años y q_ue es probable q_ue se
configuren como elementos importantes para explicar los trastornos

ll. Estas cogniciones y los procesos cognitivos q_ue las generan ope­
cogniciones negativos. depresivos (p. ej., las experiencias familiares tempranas de apego
inadecuado o de abuso o negligencia, los factores externos aso­
ran a distintos niveles de conciencia, de forma q_ue mientras algu­ ciados a situaciones crónicas de pobreza o carencias educativas,
nas no son accesibles a la conciencia de la persona, otras sí, y aun los procesos de sensibilización ligados a la experiencia repetida
otras lo son, pero únicamente bajo ciertas condiciones (p. ej., bajo de estresores y al impacto de los estresores en distintas edades

2010l. Así, por ejemplo, se ha incluido en la Figura 6.5 el concepto


o momentos críticos, etc.) <véase una revisión en Vázq_uez et al.,
5. Estas cogniciones parecen tener su origen en los esq_uemas cog­
un estado depresivo o ante la aparición de ciertos estresoresl.

de sensibilización respecto a la influencia de los sucesos estresan­


nitivos q_ue la persona desarrolla para entender el mundo y q_ue
tes, ya q_ue es un dato contrastado q_ue, a medida q_ue aumenta la
se formarían en el contexto de sus experiencias infantiles tem­
experiencia personal de episodios de depresión mayor, se req_uie­
pranas de apego y de creación de lazos afectivos con los padres
ren estresores ambientales de menor magnitud para provocar la
o con las personas significativas de su entorno. Estos esq_ uemas
recaída o la recurrencia de un episodio depresivo (Vázq_uez et al.,
influyen no solo en las interpretaciones y reacciones emociona­
2010l. Curiosamente, este concepto ha sido reconceptualizado en
les de las personas, sino también en el resto de sus conductas,
términos cognitivos por Teasdale para aludir a q_ue la activación

6. Las habilidades interpersonales, el estilo de respuesta a la


habilidades y competencias.
repetida de los esq_uemas cognitivos negativos durante los episodios
previos de depresión produciría un descenso en el nivel de activación
depresión y las habilidades de solución y afrontamiento de pro­ de estas estructuras cognitivas (Sega! et al., 1996). En el contexto de
blemas q_ue la persona ha adq_uirido a lo largo de su vida y la reconceptualización de Teasdale, a medida q_ue la persona experi­
en cuyo desarrollo han influido, aunq_ue no exclusivamente, las menta más episodios depresivos, habría una mayor facilidad para la
experiencias infantiles antes comentadas, tienen un papel muy activación de todos los procesos cognitivos negativos en su conjunto y
importante en la depresión. Primero porq_ue afectan al tipo de habría un descenso en el umbral de activación de tales procesos, todo
cogniciones q_ue preceden a la depresión (p. ej., «No voy a ser lo cual crearía una espiral escalonada de relaciones recíprocamente
capaz de hacerlo», «Esto me supera», «No sé cómo hacerlo»), reforzantes entre procesamiento cognitivo negativo y estado de ánimo
y segundo porq_ue determinan en alguna medida la cantidad y deprimido; por tanto, la próxima vez solamente se req_ueriría un estí­
naturaleza de las situaciones estresantes con las q_ue la perso­ mulo estresante muy peq_ueño para activar la estructura completa de
na puede encontrarse a lo largo de su vida. En este sentido,
El modelo de depresión recogido en la Figura 6.5 permite, por
los esq_uemas cognitivos negativos y, por ende, la depresión.
es importante señalar q_ue los acontecimientos estresantes son
también consecuencia de cómo las personas conducen su vida,
tanto, integrar un buen número de factores causales de la depresión
tanto antes como durante la depresión. De hecho, aunq_ue las
ya consolidados empíricamente, pero también integrar nuevos con­
personas con depresión manifiestan cierta distorsión en sus
ceptos q_ue están bajo investigación e hipotetizar nuevas relaciones
interpretaciones, estas algunas veces son correctas, ya q_ue estas
entre todos ellos. De hecho, otra ventaja del modelo, debido a su
personas se encuentran a menudo en circunstancias realmente
naturaleza circular, es q_ue permitiría explicar por q_ué diferentes
negativas y sobre las cuales, muchas veces, no tienen mucho
tratamientos psicológicos (p. ej., las terapias cognitivo-conductuales,
control o mucha capacidad de influencia.
la terapia interpersonal y las terapias conductualesl tienen efectos
A partir de esas ideas se puede esbozar un modelo integrador parecidos (véase Sanz y García-Vera, 201 7b), incluso en personas

rías recogidas en la Figura 6.ll e integrándolas en un solo modelo


de los trastornos depresivos tomando como punto de partida las teo­ q_ue presentan factores causales distintos y perfiles sintomatológicos
distintos (p. ej., déficits de habilidades sociales, actitudes disfun-

220
Capítulo 6. Trastornos depresivos , ¡¡¡

Experiencias Vulnerabilidad
familiares tempranas biológico
Factores externos Factores genéticos

Estrés
(sensibilización)

Pérdida-falta de
refuerzos positivos
Vulnerabilidad psicológico
neurotransmisión
J
Déficit de hablidades
Estilo atribucional depresivo
Esq_uema cognitivo depresivo
Desinterés poÍ el Estilo rumiativo de respuesta
medio • Déficit en control cognitivo
Iohibición

Indefensión.desesperanza
Distorsión-tríada cognitiva
negativa
Rumiación

)) Figura 6.5. Modelo integrador de los trastornos depresivos: el círculo vicioso de la depresión [adaptado de García-Vera
y Sanz, 20 16].

cionales, relaciones interpersonales conflictivas). Es más, también cos, en la Tabla 6.13 se presentan los procesos cognitivos y conduc­
permitiría explicar por q_ué los fármacos antidepresivos también tie­ tuales para los que, según la literatura empírica, hay datos buenos o
nen éxito en las personas con trastornos depresivos. Quizá, la razón moderados de su existencia en los trastornos depresivos y, además,
para ambos fenómenos resida en el hecho de q_ue, a pesar de q_ue son comunes a otros trastornos mentales (transdiagnósticos), según
cada una de esas intervenciones teóricamente modificaría elemen­ las revisiones realizadas por Harvey et al. (2004). Además de los
tos causales diferentes del modelo, todas conseguirían romper de recogidos en esa tabla, también son transdiagnósticos los factores
alguna manera el círculo vicioso de la depresión, ya q_ue todos los psicológicos relacionados con las habilidades sociales, las habilida­
elementos causales de la depresión y sus propios síntomas están de des de solución de problemas y las estrategias de afrontamiento (p.
alguna manera relacionados circularmente. Por tanto, lo importante, ej., el déficit en algunas habilidades de solución de problemas, la
al menos inicialmente, sería romper las relaciones recíprocamen­ utilización de estrategias de afrontamiento poco adaptativas).
te reforzantes de los elementos del modelo en alguna secuencia o La existencia de un número tan grande de factores comunes a
eslabón del círculo, ya que su rotura afectaría también al resto. Pos­ otros trastornos mentales supone una dificultad adicional a la hora
teriormente, la intervención quizás debería dirigirse al elemento de de desarrollar un modelo explicativo de la depresión, ya que es
vulnerabilidad específico del paciente, para así obtener un resultado necesario explicar por qué, ante un mismo acontecimiento estre­
más a largo plazo y un efecto preventivo de recaídas y recurrencias. sante (p. ej., un accidente de coche), unas personas desarrollan, por
ejemplo, un trastorno depresivo, otras un trastorno de estrés pos­
traumático y otras una fobia específica a conducir. Es posible que la
, , ·, V 1 1 . Caracte rísticas interacción entre esos factores comunes sea distinta en cada trastor­
transdiagnósticas no o que la interacción entre esos factores y las conductas (síntomas
y signos) que definen cada trastorno así como la propia interacción
La mayoría d e los factores biológicos y psicológicos que s e han men­ entre esas conductas, en la dirección en la que apuntan las teorías
cionado como causas del origen, mantenimiento o exacerbación de de redes ya mencionadas, sean distintas en cada trastorno. Lamen­
los trastornos depresivos son comunes a otros trastornos mentales, en tablemente, el estudio de todas esas interacciones está todavía en
especial a los trastornos de ansiedad. Centrándonos en los psicológi- sus inicios, debido, en gran parte, a las dificultades metodológicas

221
•• ICOpttOIOQII, Volumen 2

poro abordarlos. De formo complementaria, puede q_ue, como dice


el refrán anglosajón, «el diablo esté en los detalles», es decir, q_ue
V I 1 1 . R eco me n daciones para la
es necesario analizar con mayor profundidad esos factores comu­
nes para poder ver sus diferencias en distintos trastornos. En este
eva luac ión y el tratam ie nto
sentido, por ejemplo, Beck sigue defendiendo, en el marco de su
teoría cognitiva de la depresión y de otros trastornos mentales, su
A. Evaluación
hipótesis de la especificidad de contenido cognitivo <Beck y Haigh, Para la evaluación de los trastornos depresivos, sería aconsejable
2014). Esta hipótesis supone q_ue, aunq_ue los constructos cognitivos q_ue la evaluación inicial se basara en la realización de una serie
explicativos sean comunes a varios trastornos emocionales (p. ej., de entrevistas clínicas poco estructuradas q_ue permitieran, además
actitudes disfuncionales, interpretaciones negativas, expectativas del establecimiento de una alianza terapéutica óptima, recoger una
negativas), es el contenido específico de esos constructos cognitivos cantidad amplia de información sobre las características, causas y
lo q_ue distingue unos trastornos de otros. Por ejemplo, ante un acci­ consecuencias de los problemas depresivos, sus orígenes y su his­
dente de coche, las personas q_ue interpreten y tengan expectativas toria, sus repercusiones negativas no solo en la vida del paciente,
de esa situación sobre la base de actitudes disfuncionales del tipo sino también en la de su entorno familiar y social, así como sobre
«Nada de lo q_ue hago está bien» y, por tanto, coherentes en su la motivación y expectativas q_ue el paciente tiene sobre el trata­
contenido con el contenido de esta actitud disfuncional específica, miento. Además, dichas entrevistas también deberían proporcionar
es más probable q_ue desarrollen un trastorno depresivo, mientras información sobre la presencia de acontecimientos vitales negativos,
q_ue las personas q_ue interpreten y tengan expectativas basadas la existencia de problemas laborales, académicos o psicosociales, la
en una actitud del tipo «El mundo es peligroso y no tengo poder historia psicopatológica familiar, el apoyo social, los recursos perso­
para protegerme», es más probable q_ue desarrollen un trastorno de nales positivos, el estilo interpersonal, la historia médica, el consumo
estrés postraumático. Los datos actuales son todavía poco conclu­ de sustancias, y, dada la alta comorbilidad de los trastornos depre­
yentes sobre la validez general de esta hipótesis, aunq_ue el conteni­ sivos, la posible existencia de otros trastornos psicológicos. En Váz­
do cognitivo depresivo es el q_ue parece mostrar mayor especificidad q_uez et al. (2006) se pueden encontrar algunas pautas y preguntas
(Beck y Perkins, 2001l. para la realización de estas entrevistas.

) ) Tabla 6.13. Factores psicológicos t ransdiagnósticos y específicos implicados en el origen, mantenimiento o exacerbación
de los trastornos depresivos [elaborada a partir d e Harvey et al., 2004)

FACTORES PSICOLÓGICOS I TRANSDIAGNÓSTICO I ESPECÍFICO


Procesos �en�fonales .""
- Sesgo atencional de autoprotección (sesgo atencional a la información positiva) reducido. X

Procesos efe ()'lemc;,ria,r,


- Recuerdo selectivo explícito de información negativa. X

- Recuerdos negativos recurrentes. X


, Ml!! ·!I ¡\¡ -!
Pto~es' q,s ,éJe razon~mi~nt~,
- Sesgo negativo de interpretación*.
, ,;/ ,, :h · , h · • ,f\ :!: __ 1!'•m
Fi .:. 11

- Estilo atribucional negativo. X

- Sesgo negativo en las expectativas (pesimismo, desesperanza). X

Procesos de i:1ensamiento
- Pensamiento recurrente negativo (rumiaciónl.
1 n 'i.. m · · ·,mt:mjr:,· 1

- Creencias metacognitivas (creencias positivas o negativas sobre los propios pensamientos). X

- Conciencia metacognitiva (capacidad de ver los pensamientos como eventos mentales más
q_ue como expresiones de la realidad) reducida.
X

- Evitación (inactividad, retraimiento). X

Nota. 'Aunque en Havery et al. [20041 se indica que los datos son poco concluyentes, revisiones posteriores han encontrado datos más
concluyentes sobre su existencia en la depresión [Everaert, Podina y Koster, 2017; Nieto et al., 20211.

m
Capítulo 6. Trastornos depresivos

Posteriormente, la evaluación debería ser más estructurada y cía-Vera, 2017cl, y, en la medida de lo posible, se aconseja la utili­
específica, y estar encaminada a: (1) realizar un diagnóstico que zación simultánea de instrumentos de ambos tipos porque muchas
guíe el resto de la evaluación y oriente la elección del tratamiento; de sus ventajas y limitaciones son complementarias. No obstante,
(2) cuantificar la sintomatología depresiva presente para monito­ si hace unos años se afirmaba que ningún procedimiento era en sí
rizar la marcha del proceso terapéutico, y (3) identificar y cuan­ mismo mejor que el otro o que los instrumentos de heteroevaluación
tificar los determinantes actuales del problema y los factores de se debían considerar la principal medida para la evaluación de la
vulnerabilidad psicológica que permitan realizar una formulación gravedad de la sintomatología depresiva, los datos indican, de
clínica del caso (también conocido, en el contexto de la terapia de manera consistente en los últimos 25 años, que los instrumentos
conducta, como análisis funcional) y elaborar el tratamiento en el de heteroevaluación son más liberales que los de autoinforme a la
que tales determinantes y factores deberían constituir los objetivos hora de medir la eficacia de las intervenciones terapéuticas para
terapéuticos finales. Para conseguir estas metas más específicas la depresión, quizá como resultado de los sesgos que afectan a
se cuenta en España con varios instrumentos que además ofrecen los clínicos (p. ej., efecto halo, inferir la gravedad de un síntoma a
propiedades psicométricas aceptables. partir de otro), ya que con los primeros se obtienen cambios entre
Para poder llegar a un diagnóstico fiable y válido se recomien­ el pretratamiento y el postratamiento en la sintomatología depresiva
da el uso de una entrevista diagnóstica estructurada o semiestruc­ mayores en términos de tamaño del efecto que con los segundos,
turada, bien pluridimensional, que evalúa diferentes trastornos, o y esto tanto después de tratamientos farmacológicos como psicoló­
bien específica, centrada exclusivamente en los trastornos depre­ gicos (véanse las revisiones metaanalíticas de Cuijpers et al., 2010;
sivos. Estas entrevistas presentan diversas ventajas en su utilización Pinquart et al., 2006). En la actualidad, el número de estos tipos ins­
en el ámbito clínico (p. ej., mejoran la fiabilidad de la información trumento es muy numeroso, especialmente de los autoinformes. Por
obtenida), pero también algunos inconvenientes (p. ej., llevan mucho ejemplo, de estos últimos, Sanz et al. (2013) identificó al menos 3 1
tiempo y requieren más entrenamiento). Sin embargo, actualmente, que habían sido creados e n España, tenían una adaptación española
el «patrón oro» del diagnóstico psicopatológico es la aplicación o contaban con al menos un estudio sobre sus propiedades psicomé­
de una entrevista diagnóstica estructurada o semiestructurada de tricas en población española. Sin embargo, de todos ellos, destacan
fiabilidad y validez contrastadas por parte de un clínico con expe­ dos: el Inventario de Depresión de Beck (BDil y la Escala de la Valo­
riencia, y es en relación con este estándar con el que se compara ración de la Depresión de Hamilton (HAM-D, HRSD o HDRS), ya que,
cualquier otro procedimiento diagnóstico en psicopatología (p. ej., en sus diferentes versiones, se han convertido en los instrumentos
cuestionarios e inventarios, marcadores biológicos). En consecuen­ para evaluar la depresión, de autoinforme y de heteroevaluación,
cia, cuando el objetivo prioritario de la evaluación psicológica en el respectivamente, más utilizados en el mundo. En Sanz (2013) se pue­
ámbito clínico sea llegar a un diagnóstico psicopatológico (p. ej., en de consultar una revisión de las diferentes adaptaciones del BDI en
el ámbito de la psicología forense), ese tipo de entrevistas son, sin España, especialmente de la última versión, el BDI-II, mientras que
duda, el mejor instrumento que puede utilizar el profesional clínico. en Sanz y García-Vera (2017cl, se puede consultar una revisión de
Existen varias entrevistas diagnósticas estructuradas y semiestruc­
las diferentes adaptaciones de la HDRS. Otros instrumentos también
turadas en español para la evaluación de los trastornos depresi­
muy utilizados en España se pueden consultar en la Tabla 6.11.J (véa­
vos en adultos (véase Sanz y García-Vera, 201 7c), entre las cuales
se también Sanz et al., 20l3; Sanz y García-Vera, 2017c; Vázquez
destacan la Entrevista Clínica Estructurada para los Trastornos del
et al., 2006)
Eje I del DSM-IV, Versión Clínica (SCID-I VCl, la Entrevista Diag­
nóstica Internacional Compuesta de la Organización Mundial de la Cuando se sospeche la existencia de un problema depresivo,
Salud (CIDI; véase Haro et al., 2006), la MINI Entrevista Neurop­ uno de los síntomas que siempre se debe evaluar expresamente a
siquiátrica Internacional (MINil y la entrevista semiestructurada partir de las entrevistas clínicas y, complementariamente, a través
diagnóstica de Vázquez y Muñoz (2002). Aunque todas ellas han de escalas, cuestionarios o inventarios, es la existencia de conduc­
sido diseñadas para evaluar y diagnosticar los trastornos depresivos tas de suicidio (intentos, planes e ideas suicidas y autolesionesl,
según los criterios del DSM-IV, dado que los criterios para estos dado que, como ya se ha mencionado, la depresión es el factor más
trastornos prácticamente son iguales a los del DSM-5, pueden utili­ importante de riesgo de suicidio. La evaluación del suicidio debería
zarse también para la evaluación y el diagnóstico de los trastornos abarcar todos los factores de riesgo (p. ej., desesperanza, abuso de
depresivos según el DSM-5, realizando, en todo caso, pequeñísimas alcohol u otras sustancias, enfermedad física crónica o dolorosa,
modificaciones (véase Vázquez, 2018). trastorno bipolar), incluidas la historia de conductas suicidas pre­
Para cuantificar la gravedad de la sintomatología depresiva vias, la historia familiar de suicidios o la facilidad para acceder a
para, por ejemplo, estimar la gravedad del trastorno y monitorizar métodos letales (p. ej., armas, objetos punzantes, medicamentos,
la marcha del proceso terapéutico, hay dos grandes tipos de instru­ tóxicos), así como los factores de protección (p. ej., pareja, apoyo
mentos: las escalas, cuestionarios o inventarios de heteroevaluación familiar y social, valores religiosos). Para la evaluación de las con­
(o heteroaplicadosl y los de autoinforme (o autoaplicadosl. En los ductas suicidas y del riesgo del suicido se pueden utilizar las pautas
primeros, el clínico es quién evalúa la presencia y la gravedad de de entrevista propuestas por Vázquez et al. (2006) o el Grupo de
los síntomas de un paciente, mientras que en los segundos es el Trabajo de la Guía de Práctica Clínica de Prevención y Tratamiento
propio paciente quien lo hace, y casi todos, de heteroevaluación de la Conducta Suicida (Grupo, 2011), y algunos de los instrumentos
o de autoinforme, evalúan la gravedad de los síntomas utilizando adaptados al español que miden el riesgo global de suicidio como,
tres, cuatro o cinco niveles de gravedad y empleando criterios de por ejemplo, la Escala de Riesgo Suicida de Plutchik, o que miden
duración de los síntomas, de su frecuencia o de su intensidad. Los

alguno de sus factores de riesgo como, por ejemplo, la Escala de
dos tipos de instrumentos tienen ventajas e inconvenientes para eva­ Desesperanza de Beck (véase una revisión de instrumentos en Gru­
luar la gravedad de la sintomatología depresiva (véase Sanz y Gar- po, 2011).

113
t t M nulll de pslcopdlologla. Volumen 2

)) Tabla 6.14. Algunos instrumentos para la evaluación de la sintomatología depresiva

INSTRUMENTO TIPO REFERENCIA ORIGINAL I REFERENCIA DE LA VERSIÓN ESPAÑOLA


Inventario de Depresión de Beck-11 (BDI-m Autoinforme, 21 ítems Beck et al. 0996) Beck et al. (2011)
1
1

Escala Autoaplicada de Depresión de Zung Autoinforme, 20 ítems Zung (1965) Conde et al. (1970, 1973)
<SDS>
Subescala de Depresión de la Escala Autoinforme, 7 ítems Zigmond y Snaith (1983) Snaith, Bulbena y Berrios (véase Tejero et
Hospitalaria de Ansiedad y Depresión (HAD) al., 1986); Caro e lbáñez (1992)
Escala de Depresión del Centro de Estudios Autoinforme, Radloff (1977) Soler et al. (1997); Vázq_uez et al. (2007)
Epidemiológicos (CES-Dl versiones de 20 ítems
Subescala de Depresión del SCL-90-R Autoinforme, 13 ítems Derogatis 0977) Derogatis (2002)
Subescala de Depresión del Cuestionario de Autoinforme, 7 ítems Goldberg y Hillier (1979) Lobo et al. (1986; véase Goldberg
Salud General (GHQ-28) y Williams. 1996)
Subescala de Depresión del Cuestionario de Autoinforme, 9 ítems Kroenke et al. (2001) Diez-Quevedo et al. (2001; Pinto-Meza et
Salud del Paciente (PHQ-9) al., 2005)
Escalas de Distimia o Depresión Persistente Autoinforme, 36, 14 o Millon (1987); Millon et Millon (2002) y Millon et al. (2007, 2018)
<Dl y Depresión Mayor (CC) del MCMI-II, 21 ítems <Dl y 31, 17 al. (1997, 2015)
MCMI-III o MCMI-IV o 17 ítems (CC)
Escala de la Valoración de la Depresión de Heteroevaluación, 21 Hamilton (1960, 1967) Conde y Franch (1984); Ramos-Brieva et
Hamilton (HAM-D, HRSD o HDRSl o 17 ítems al. 0986)
Escala de Depresión de Montgomery-Ásberg Heteroevaluación, Montgomery Conde y Franch (1984); Lobo et al. (2002)
<MADRSl 10 ítems y Ásberg (1979)
\ .J

Para la evaluación de los constructos q_ue se han propuesto Para prevenir las recaídas, las estrategias terapéuticas que
como factores de v ulnerabilidad a la depresión o como determi­ gozan de mayor aval empírico son, entre las farmacológicas, la con­
nantes actuales de la misma y que se han analizado en un epígrafe tinuación de la medicación con inhibidores selectivos de la recapta­
anterior (p. ej., actitudes disfuncionales, pensamientos automáticos ción de la serotonina <ISRS) durante al menos seis meses tras la remi­
negativos, estilo atribucional depresivo, rumiación cognitiva, sucesos sión de un episodio depresivo o durante al menos dos años si hay
estresantes, habilidades sociales, habilidades de solución de proble­ un riesgo muy alto de recaídas/recurrencias (p. ej., si se han sufrido
mas, etc.>, se cuenta también con varios instrumentos que o bien dos o más episodios depresivos en el pasado reciente y durante los
han sido creados en España o bien ha sido adaptados a la población mismos se ha experimentado un deterioro funcional significativo)
española. Sin ánimo de ser exhaustivos, en la Tabla 6.15 se mencio­ (National Collaborating Centre far Mental Health, 2010l. Entre los
nan algunos de ellos (véase también Vázquez et al., 2006). tratamientos psicológicos, los que gozan con mayor aval empíri­
co son la terapia cognitivo-conductual, la terapia interpersonal y la
terapia cognitiva basada en la atención plena ( mindfulness), ya que,
en un reciente metaanálisis, estos tres tratamientos consiguieron, a
B. Tratamiento
Actualmente, existe una gran variedad de tratamientos, tanto far­ los 12 meses, una reducción significativa del 22 % de las recaídas
macológicos como psicológicos, que se han mostrado eficaces para en comparación con las condiciones de control, entre las cuales se
el tratamiento agudo de los trastornos depresivos. En la Tabla 6.16 incluía el tratamiento habitual, el apoyo no específico y la evalua­
se presentan los tratamientos que, actualmente, se consideran más ción continuada, pero también los fármacos antidepresivos (Clarke
eficaces según algunas de las guías clínicas o listas de tratamientos et al., 2015).
eficaces para la depresión más importantes. Lamentablemente, las Quizá, otro reto muy importante, al menos desde el punto de
tasas de eficacia de los tratamientos que se recogen en la Tabla 6.16 visto de la psicología, es combatir las ideas equivocadas que sobre
oscilan entre 50% y 60%, por lo que todavía queda mucho margen el tratamiento de la depresión aparecen en medios de comunicación
de mejora (Sanz y García-Vera, 2017bl. Es más, uno de los retos más de amplia difusión en internet o en algunas guías de práctica clínica
importantes a los que se enfrenta el tratamiento de la depresión es y manuales de psicopatología/psiq_uiatría de prestigio como, por
conseguir no solo la remisión aguda del trastorno en el 100% de los ejemplo, que la psicoterapia no es eficaz en la depresión grave,
pacientes, sino prevenir que vuelva a aparecer, ya que, como se ha sino tan solo en la leve o moderada, o que la psicoterapia es menos
comentado con anterioridad, el TDM muestra una tasa muy elevada eficaz que la medicación antidepresiva. Estas ideas minusvaloran la
de recaídas y recurrencias. eficacia de la psicoterapia y, por tanto, colaboran en impedir que
Capítulo 6. Trastornos depresivos

)) Tabla 6.15. Algunos instrumentos para la evaluación de los principales constructos psicológicos causales relacionados con la
depresión

González de Rivera y Revuelta


y Morera Fumero (1983)

Cuestionario de Sucesos Vitales (CSV) Sandín y Chorot (1987, 2017)

Escalas de Apreciación del Estrés (EAE) Fernández-Seara y Mielgo Robles (2017)

Cuestionario de Estrés Diario, versión Santed ( 1995)


abreviada (CED-44)

Escala de Actitudes Disfuncionales, Weissman y Beck (1978) Sanz y Vázquez 0993, 1994)
forma A <DAS-Al

Escala de Actitudes Disfuncionales­ Graaf et al. (2009) Ruiz et al. (2015)


Revisada <DAS-R)

Autorregistro diario de pensamientos Beck et al. (1979) Beck et al. (1979/1983)


distorsionados

Automáticos (Automatic Thoughts


Cuestionario de Pensamientos Hallan y Kendall (1980) Belloch y Baños (1990; véase

Ouestionnaire, ATQ)
Revuelta Pérez, 1995); Otero et
al. (2017)

Inventario de Autodiálogo <Self-Talk


Inventory, SITl
Calvete et al. (2005)

Cuestionario de Pensamientos Kendall y Hollon (1989) Calvete y Connor-Smith (2005)


Automáticos- Revisado (ATQ-Rl

Inventario de Autodiálogo (SITl Calvete et al. (2005)

Cuestionario de Pensamientos Kendall y Hallan 0989) Calvete y Connor-Smith (2005)


Automáticos- Revisado (ATQ-Rl

Cuestionario de Estilo Atribucional Peterson et al. (1982) Sanjuán y Magallares (2006)


<ASQl

Escala de Desesperanza <HSl Beck et al. (1974) Aguilar et al. (1995); Viñas et al.
(2004)

Autorregistro de actividades diarias Beck et al. (1979) Beck et al. (1979/1983)

Escala de Eventos Placenteros (PES) MacPhillamy y Lewinsohn (1972, 1982) Carrillo et al. (1979)

Escala de Observación de Recompensa Armento y Hopko (2007) Barraca y Pérez-Álvarez (2010)


desde el Entorno (EROS)

Escala de Activación Conductual para Kanter et al. (2007) Barraca et al. (2011)
la Depresión <BADSl

Cuestionario de Habilidades Sociales Caballo et al. (2017)


(CHASOl

Escala de Habilidades Sociales (EHSl Gismero González (2010)

Inventario de Solución de Problemas D'Zurilla et al. (1999) Maydeu-Olivares et al. (2000)


Sociales-Revisado (SPSI-Rl

(Continúa)

'lE,
ir, !j¡, Manual de psicopatología. Volumen 2

)) Tabla 6.15. {Continuación/

Cuestionario COPE Carver et al. (1989) Crespo y Cruzado (1997)

Cuestionario de Afrontamiento del Sandín y Chorot (2003)


Estrés (CAEl

Inventario de Estrategias de Tobin et al. ( 1989) Cano García et al. (2007)


Afrontamiento (CSIJ

Habilidades de Escala de Autocontrol (SCS) Rosenbaum (1980) Capafóns (1989)


outocontrol ,, ...
,li :1,· m Cuestionario de Frecuencia Heiby (1983) García Hurtado (1989)
del Autorreforzamiento (FSRQ)
• l1¡1¡
1
. :r .· ¡'lllhll\t
Rllmioción cdgnitiva '!! Escala de Respuestas Rumiativas-Forma Nolen-Hoeksema y Morrow (1991) Extremera y Fernández-Berrocal
' ,, ,, . :;,,,,, Hi,,. Breve <RRS-SF)
m (2006)

Escala de Respuestas de Distracción Nolen-Hoeksema y Morrow (1991) Extremera y Fernández-Berrocal


<DRSJ (2006)

Escala de Respuestas Rumiativas <RRSl Nolen-Hoeksema y Morrow (1991) Hervás (2008)

)) Tabla 6.16. Tratamientos con mayor apoyo empírico sobre su eficacia para los trastornos depresivos según algunas de las
principales guías clínicas o listas de t ratamientos eficaces para la depresión

GUÍA CLÍNICA/LISTA TRATAMIENTOS PSICOLÓGICOS TRATAMIENTOS FARMACOLÓGICOS


1 - -----------------~~- 1

Instituto Nacional de Salud y Excelencia Clínica - Terapia cognitivo-conductual - Inhibidores selectivos de la


(NICEl del Reino Unido (National Collaborating - Terapia de activación conductual recaptación
Centre for Mental Health, 2010/2018)* - Terapia interpersonal de la serotonina (ISRSl
- Terapia conductual de parejas

División 12 de la Asociación Americana - Terapia de activación conductual (o terapia - No ofrece información.


de Psicología <Division 12 of the American conductuall
Psychological Association, 2016)** - Terapia cognitivo-conductual (o terapia
cognitiva)
- Terapia interpersonal
- Terapia de solución de problemas
- Sistema de psicoterapia del análisis
cognitivo-conductual de McCollough
- Terapia de autocontrol de Rehm

Sistema Nacional de Salud de España (Grupo de - Terapia cognitivo-conductual - Inhibidores selectivos de la


Trabajo de la Guía de Práctica Clínica sobre el - Terapia de solución de problemas recaptación de la serotonina
Manejo de la Depresión en el Adulto, 2014)*** - Terapia interpersonal (ISRSl
.,/

Nota. *Tratamientos de primera elección. * *Tratamientos con apoyo fuerte de la investigación [antes denominados bien establecidos].
* * *Tratamientos con niveles más altos en la fuerza de las recomendaciones [niveles A y Bj.

los pacientes accedan a un tratamiento adecuado para su depresión tratamiento agudo, menores tasas de recaídas, menor riesgo de
y fomentan, sin fundamento científico, la medicalización del trata­ abandono precoz del tratamiento, menor duración y prácticamente
miento de los trastornos depresivos en detrimento de la aplicación ausencia de efectos adversos. En otros trabajos hemos combatido
de tratamientos psicológicos, incluso cuando estos y, en particular, con detalle, basándonos en los resultados de múltiples metaanálisis,
la terapia cognitiva conductual, tiene un perfil de eficacia mejor estas ideas equivocadas que, incluso, a veces también comparten
que el de la medicación antidepresiva: igualdad de eficacia en el muchos psicólogos, haciendo bueno el refrán que dice «en casa del

ll.6
Capítulo 6. Trastornos depresivos w

herrero, cuchillo de palo» (Sanz y García-Vera, 20I7a, 20I7b, 2020l. de síntomas posibles, y se han ido refinando o cambiando algu­
Merece la pena, sin embargo, recordar brevemente algunas de las nos aspectos menores (p. ej., especificadores como el de depresión
ideas correctas sobre el tratamiento psicológico de la depresión, periparto) o introduciendo algunos elementos controvertidos (p. ej.,
al menos teniendo en cuenta los datos empíricos actualmente dis­ posibilidad de diagnosticar un trastorno depresivo durante un perío­
ponibles (véase Sanz y García-Vera, 20I7b, para los metaanálisis y do de duelo y la introducción del trastorno disfórico premenstruall.
estudios empíricos que sustentan estas ideas correctas): Pero el núcleo diagnóstico, y sus dificultades emparejadas, sigue
l. La psicoterapia, o al menos la terapia cognitivo-conductual, es siendo parecido al de hace décadas.
igual de eficaz para la depresión que los antidepresivos. Desde el punto de vista de la evaluación, la estrategia funda­
2. Los tratamientos psicológicos son igual de eficaces para la mental diagnóstica consiste, primero, en determinar si un cuadro
depresión menos grave que para la más grave. afectivo tiene origen orgánico o no. Para averiguar esto normalmen­
te nos valemos de la historia del problema (cuándo aparecieron los
3. La medicación antidepresiva y la terapia cognitivo-conductual síntomas, si son paralelos con una posible enfermedad médica, etc.l.
no difieren en su eficacia en el tratamiento agudo de los pacien­ A veces pueden emplearse pruebas diagnósticas de laboratorio para
tes con TDM grave. confirmar la sospecha de una enfermedad que pudiera ser la cau­
4. La terapia cognitivo-conductual es más eficaz previniendo las sa del cuadro afectivo. Descartada una causa orgánica concreta,
recaídas y recurrencias de la depresión que el tratamiento agudo debemos tomar una importante decisión: comprobar si se trata de
con medicación antidepresiva y, cuanto menos, es igual de eficaz un cuadro depresivo <TDM o distimia) o bien de un cuadro bipolar
que el tratamiento continuado con medicación antidepresiva. (trastorno bipolar I, bipolar II o ciclotimia). El criterio básico es
5. Las terapias psicológicas que actualmente se consideran efica­ comprobar si en la historia clínica presente o pasada del sujeto ha
ces para la depresión (véase la Tabla 6.16) son terapias breves, habido una fase maníaca o hipomaníaca. Si es así, se trata de un
que suelen aplicarse en 16-20 sesiones, a razón de una sesión trastorno bipolar.
semanal, realizadas durante 3-4 meses, aunque podrían alar­ La evaluación de la depresión exige una doble aproximación.
garse en función de las características del caso (p. ej., con una Por un lado, hay que valorar la intensidad, gravedad o frecuencia de
comorbilidad elevada y un deterioro funcional muy importante). los síntomas. Para esta primera aproximación dimensional existen
Es más, cuando dichas terapias incluyen tres o cuatro sesiones multitud de escalas e instrumentos que pueden utilizarse en dife­
de refuerzo adicionales para prevenir las recaídas, estas tera­ rentes circunstancias. Pero esta evaluación no debe nunca sustituir a
pias, en particular la terapia cognitivo-conductual, son igual de una aproximación categorial que determine (normalmente a través
eficaces que la medicación antidepresiva continuada, pero con de entrevistas) si efectivamente se trata de un trastorno depresivo
mucha menor duración (un mes adicional frente a 6-12 meses y, de ser así, del subtipo concreto (p. ej., el TDM). En este mismo
adicionales de medicación). eje categorial hay que situar el diagnóstico diferencial. La presen­
cia de síntomas completos de un episodio de depresión no implica
I X. Resumen de aspectos automáticamente que el cuadro sea un trastorno depresivo. Por el
contrario, existen muchos cuadros (esquizofrenia, paranoia, trastor­
fundamentales y te ndencias no esquizoafectivo, etc.l que son motivo de exclusión diagnóstica
de los trastornos depresivos; así mismo, existen muchos cuadros que
futuras pueden parecer inicialmente trastornos depresivos (alcoholismo,
Por s u alta prevalencia y las complicaciones vitales y funcionales trastornos de ansiedad, trastornos del sueño, etc.l, pero un examen
que conlleva, la depresión es un estado psicológico de enorme minucioso puede determinar si se trata o no, en realidad, de un
relevancia. Es probablemente la condición psicológica que se apro­ trastorno primario depresivo o más bien de problemas anímicos que
xima más a la infelicidad y, por ello, debe ocupar una posición complican ese otro cuadro.
de privilegio en la prevención, intervención e investigación. Pero Los trastornos depresivos pueden interferir extraordinariamente
la definición y clasificación de los estados depresivos se enfrenta con la vida cotidiana de las personas afectadas. El caso más crítico
a restos muy relevantes y suponen en cierto sentido un paradig­ es el del suicidio. Un porcentaje muy alto de los suicidas -o personas
ma claro de las tensiones y dificultades con las que se enfrenta que intentan suicidarse- ha padecido o padece un trastorno depre­
la psicopatología entre la tradición <p. ej., sistemas clasificatorios sivo. Esto requiere que la evaluación detallada del suicidio sea un
categoriales y modelos biomédicos explicativos) y la modernidad elemento indispensable en la valoración de cualquier paciente con
(p. ej., sistemas dimensionales y modelos multifactoriales). En este estas características psicopatológicas.
sentido, hemos repasado algunos problemas clave (heterogeneidad Finalmente, el hecho de que en este capítulo se hable, al igual
diagnóstica, combinatoria casi ilimitada de síntomas, limitada fia­ que hace el DSM-5 o la CIE- 11, de trastornos depresivos y no de
bilidad y validez de las categorías, aceptación acrítica de teorías enfermedades depresivas no es baladí, ya que actualmente no se
biológica) así como algunas potenciales alternativas (teoría de conocen con exactitud los mecanismos causales de la depresión y
redes, modelos complejos de vulnerabilidad) que pueden abrir vías el término «trastorno» subraya el hecho de que, aceptando su mul­
de futuro científicamente más sólidas y que, en definitiva, generen ticausalidad biopsicosocial, la depresión puede tener como causas
conocimiento más útil para la comprensión e intervención eficaz en fundamentales tanto factores biológicos como ambientales, socio­
tales problemas. culturales o psicológicos. De hecho, muchos de estos últimos tienen
La clasificación de los problemas depresivos no ha sufrido gran­ más respaldo empírico que los biológicos a la hora de explicar el
des ajustes desde su instalación en el DSM-III de 1980. La definición TDM o el TDP, aunque, en general, las causas de la depresión inclu­
de TDM ha continuado casi intacta, descansando en un grupo de yen una combinación de todos ellos que interactúan entre sí de
nueve síntomas elegidos un tanto arbitrariamente entre decenas forma compleja.

'l1J
tt Manual de psico
.• patologfa. Volumen 2

•• Términos c lave
Anhedonia 205 Episodio depresivo atípico 206 Recuperación 2 10
Depresión doble 204 E pisodio depresivo mayor 206 R edes de síntomas 203
Depresión e stacional 209 Estado de ánimo deprim ido 2 1 7
Distimia 212 M e lancolía 200

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•• Autoeva luación
l. Para poder hablar de un episodio depresivo mayor, el
DSM-5 req,uiere la presencia durante un período de al
el En el TDM pueden aparecer delirios y alucinaciones con­

menos dos semanas de cinco o más síntomas entre los


gruentes con el estado de ánimo, pero no en el T DP.

cuales uno debe ser o bien estado de ánimo depresivo o


dl Los tres alternativos anteriores son incorrectos.

bien: 4. El trastorno depresivo q,ue en el DSM-IV se llamaba tras­


torno distímico, en el DSM-5 se incluye dentro del:
al Pensamientos recurrentes de muerte o ideación suicida.
al Trastorno depresivo persistente.
bl Disminución acusada del interés o de lo capacidad poro
el placer. bl Trastorno depresivo no especificado.
el Ansiedad y preocupación excesivos sobre uno amplio el Trastorno de distimia.
goma de acontecimientos. dl Trastorno depresivo mayor.
5. En el DSM-5, la distinción entre trastorno depresivo mayor
<TDM) y duelo se basaría en q,ue si la persona presen­
dl Dificultades poro conciliar o mantener el sueño.
2. Los tres elementos clave de la teoría cognitiva de la
depresión de Beck son: ta síntomas depresivos tras la muerte de un ser q,uerido
(siendo uno el estado de ánimo deprimido o la anhedonia),
si tales síntomas:
al Esq_uemas cognitivos depresógenos; errores cognitivos;
pensamientos automáticos negativos sobre el yo, el mun­
do y el futuro. al Duran más de dos meses haríamos el diagnóstico de T DM,
no de duelo.
bl Errores cognitivos; pensamientos automáticos negativos
sobre el yo, el mundo y el futuro; habilidades de solución b) Son muy incopocitontes o incluyen síntomas muy graves
de problemas sociales. ( p. ej., suicidio), haríamos el diagnóstico de T DM, no de
duelo.
el Actitudes disfuncionoles; esq_uemos cognitivos depresóge­
nos; habilidades de afrontamiento. el Duran más de un año, haríamos el diagnóstico de T DM,
no de duelo.
dl Rumioción cognitivo; errores cognitivos; tríada cognitivo
negativo. dl Incluyen insomnio y cansancio, haríamos el diagnóstico de

3. Una de las diferencias fundamentales entre el trastorno


T DM, no de duelo.

depresivo persistente <TOP> y el trastorno depresivo mayor 6. En el DSM-5 se distinguen al menos los siguientes trastor­
<TDM> en el DSM-5 es q,ue: nos depresivos:
al En el TDM, los síntomas producen molestar clínicamente al Trastorno depresivo mayor, trastorno disfórico menstrual,
significativo o deterioro laboral, social o en otros áreas trastorno depresivo breve y trastornos de desreguloción
importantes, mientras q_ue en el T D P no es necesario q_ue disruptivo del estado de ánimo.
los síntomas produzcan ese molestar o ese deterioro. bl Trastorno depresivo mayor, trastorno depresivo endóge­
bl En el TDP se pueden producir episodios maníacos o hipo­ no, trastorno depresivo persistente y trastorno disfórico

(Continúa)
moníocos, pero no en el TDM. menstrual.

231
ltlt Manual de psicopatología. Volumen 2

c) Trastorno depresivo mayor, trastorno de desregulación dis­ el La terapia cognitiva es igual de eficaz q_ue la medicación
ruptiva del estado de ánimo, trastorno depresivo posparto antidepresiva tanto en las depresiones leves y moderadas
y trastorno disfórico menstrual. como en las depresiones graves.
d) Trastorno depresivo mayor, trastorno disfórico menstrual, d) La terapia cognitiva es igual de eficaz q_ue la medicación
trastorno depresivo persistente y trastornos de desregula­ antidepresiva en las depresiones leves, pero es menos efi­
ción disruptiva del estado de ánimo. caz en las depresiones moderadas o graves.
7. Según el DSM-5, una de las características clave para el 9. Según el DSM-5, uno de los síntomas clave para el diag­
diagnóstico del trastorno depresivo persistente en adultos nóstico del trastorno de desregulación disruptiva del esta­
es que la persona: do de ánimo es la presencia, entre los accesos de cólera
al Presento un estado de ánimo crónicamente depresivo du­ verbal y conductas agresivas, de:
rante al menos cuatro años. al Tristeza persistente.
b) Durante dos años no ha estado sin síntomas depresivos b) Anhedonia persistente.
más de dos meses seguidos. cl Irritabilidad persistente.
c) Presenta síntomas depresivos en respuesta a un estresante dl Ansiedad persistente.
identificable dentro de los tres meses siguientes a la pre­
sencia del estresante. IO. Ha pasado un mes desde el fallecimiento de su esposa,
y Juan, su marido, presenta casi todos los días, la mayor
dl Presenta un estado de ánimo crónicamente depresivo du­
parte de los días, sentimiento de pérdida o vacío, cansan­
rante al menos un año.
cio, insomnio y agitación psicomotora. Según el DSM-5, lo
8. Los datos actualmente disponibles sobre la eficacia de la más probable es que Juan presente:
terapia cognitiva para la depresión indican que: al Trastorno depresivo mayor.
al La terapia cognitiva es igual de eficaz q_ue la medicación bl Trastorno de duelo complicado.
antidepresiva en las depresiones leves y moderadas, pero
el Trastorno depresivo breve.
es menos eficaz en las depresiones graves.
dl Duelo.
bl La terapia cognitiva es más eficaz q_ue la medicación an­
tidepresiva tanto en las depresiones leves y moderadas
como en las depresiones graves.

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1

232
CAPÍTUL0 7

TRASTORNOS BIPOLARES
Luis Gutiérrez-Rojas, Jesús García-Jiménez,
Pablo González Domenech y Alfonso Jiménez Medina

l. Introducción 233 V. Evaluación de la manía y la depresión bipolar 21/8


11. Caracterización clínica del trastorno bipolar 231/ VI. Tratamiento del trastorno bipolar 21/9
A. Síntomas de la manía 231/ A. Tratamientos psicológicos 21/9
B. Síntomas de la depresión bipolar 236 B. Tratamiento farmacológico 250
C. Sintomatología mixta 236 VII. Resumen de aspectos fundamentales y tendencias
• 236
D. Epidemiología, comorbilidad y curso futuras 252
III. Diagnóstico del trastorno bipolar 21/0 TÉRMINOS CLAVE 251/
LECTURAS RECOMENDADAS 251/
A. Criterios diagnósticos 21/0
B. Subtipos de trastorno bipolar 21//
C. Diagnóstico diferencial del trastorno bipolar 21/3 REFERENCIAS 251/
IV. Etiología y factores de riesgo 21/5 AUTOEVALUACIÓN 257

. l . I ntroducción
E l trastorno bipolar (TB) es un trastorno crónico de la afectividad, amarilla y la melancolía al exceso de la bilis negra. El concepto
que se caracteriza por fases de hiperactividad e hiperexcitación moderno del trastorno bipolar surge en Francia a través de los escri­
(manía o hipomanía) que se alternan con fases de inhibición y áni­ tos de Falret (1851) y Baillarger (1854), mientras que Kraepelin, no
mo triste (fases depresivas) y fases de estabilidad clínica (eutimial. sin ciertos reparos expresados por el propio autor, unificó todos los
Además, hoy día cobran cada vez mayor importancia los denomi­ trastornos afectivos en la denominada «locura maníaco-depresiva»,
nados episodios mixtos que consisten en la presentación simultánea concepto que fue aceptado globalmente.
de síntomas maníacos y depresivos. Como decimos, es un trastorno Como curiosidad histórica, añadiremos que Andrés Piquer-Arru­
crónico que tiende a presentar recaídas a lo largo del tiempo, se fat, médico turolense de la corte española entre 1751 y 1759, obser­
asocia a empobrecimiento funcional, es una de las principales cau­ vó y trató de comprender la enfermedad de Fernando VI, que al
sas de discapacidad en el mundo y tiene altas tasas de mortalidad igual que su padre Felipe V, padecía episodios de una tremenda
prematura por suicidio y por otras patologías asociadas (Rowland y excitación durante los cuales no necesitaba dormir y se mostraba
Marwaha, 2018). agresivo frente a sus cortesanos. Tras la muerte de su esposa Bárba­
A lo largo de la historia, el TB ha recibido otras denominaciones. ra de Braganza, el rey se retiró al palacio de Villaviciosa de Odón
Tal vez, la primera persona que definió a la manía y a la melancolía donde enmudeció, intentó ahorcarse y murió postrado en cama, a
como dos estados fenomenológicamente distintos pero pertenecien­ los 45 años, envuelto en sus propios excrementos. Piquer-Arrufat
tes a la misma enfermedad fue el médico griego Areteo de Capado­ escribió un tratado llamado «Discurso sobre la Enfermedad del Rey
cia en el siglo I d. C. En aquella época continuaba vigente el modelo Nuestro Señor Don Fernando Sexto (que Dios guarde)», en el que
de los cuatro humores (bilis negra, bilis amarilla, sangre y flema) postula que la manía y la melancolía forman parte de la misma
según el cual el desequilibrio humoral provocaba las enfermedades. enfermedad, para lo cual fue imprescindible la observación longitu­
En concreto, la manía se asociaba al exceso de sangre o de bilis dinal del paciente y la sintomatología (Pérez et al., 2011l.

233
11Cop1tolo9f41, Volumen 2

El término Kraepeliniono de psicosis moníocodepresivo fue q_ue­


dondo en desuso dado q_ue clasificaba este término dentro del gru­
1 1 . Caracte rización clín ica
po de los psicosis. Como veremos más adelante los trastornos afec­ de l trastorno bipo lar
tivos bipolares pueden acompañarse de síntomas psicóticos en los
foses agudos pero este tipo de sintomotologío no es lo más frecuen­ Dado que este capítulo hace referencia a l T B solo haremos refe­
te ni habitual. En 1957, el psiq_uiotro alemán Karl Leonhord propuso rencia a la sintomatología depresiva específica para la depresión
separar los términos monopolores (pacientes q_ue solo padecían bipolar pues el resto de los síntomas depresivos se explican en el
depresiones o episodios maníacos) del término bipolar (pacientes capítulo destinado al estudio de los trastornos depresivos. Básica­
con episodios de ambos polaridades, anteriormente conocidos como mente los pacientes con TB pueden presentar los mismos síntomas
circulares). La definición de bipoloridad fue ampliamente aceptada depresivos q_ue padecen los pacientes aq_uejados de depresión: lo
y se ha venido utilizando hasta nuestros días. Hubo tres autores que que marca la diferencia es que, en el TB, los episodios depresivos se
realizaron estudios en diferentes países (Perris en Suecia, Angst en alternan con episodios maníacos. Si bien es cierto q_ue los pacientes
Suiza, y Winokur en EE. UU. (véase la revisión de Perris, 1985) que con TB presentan con mayor frecuencia algunos síntomas depresivos
validaron el concepto de bipolar paro referirse a aquellos pacientes propios, por esta rozón en este apartado hemos incluido un epígrafe
que hubieron padecido episodios maníacos o hipomaníacos a lo sobre la depresión bipolar, pues algunos síntomas depresivos del TB
largo de su enfermedad. se diferencian de los que aparecen en las depresiones unipolares.
Finalmente, en la década de 1960 Angst , Perris y Winokur escri­
ben por separado sendos artículos que propugnan las diferencias
J) Depresión unipolar. Presencia de episodios depresivos
clínicas y evolutivas de los trastornos afectivos unipolores y bipo­
lares, sustituyendo el término «locura» por «trastorno» (Angst y [únicos o recurrentes] que no se asocian a episodios manía­
Momeros, 2001>. También se produce progresivamente una retira­ cos en el pasado. La depresión unipolar es m ucho más pre­
da del uso de la palabra «melancolía», que se reserva a cuadros valente que la bipolar.
graves con morcada inhibición y su sustitución por «depresión», J) Depresión bipolar. Este término se reserva para cuando
término más amplio que engloba a diversas manifestaciones en las el pac iente presenta un episodio actual depresivo pero
que existe un estado de ánimo deprimido.
en e l pasado ha padecido episodios maníacos. Es impor­
Posteriormente se incluyó la distinción entre trastorno bipolar tante diferenciarla de la unipolar pues tanto el tratamiento
tipo I y tipo II mepue y Monroe, 1978). Como explicaremos más
adelante en el tipo I debe haber aparecido episodios de manía y en como el abordaje de este cuadro suele ser diferente.
el tipo II episodios de hipomanía. Algunos autores pusieron en duda
la validez de dicha distinción (Andreasen, 1985; Keller et al., 1982)
debido sobre todo a problemas en la definición de la hipomanía,
q_ue son episodios de escasa intensidad y corta duración (de cuatro
A. S í ntomas de la manía
a siete días) , episodios que se han definido así por consenso paro Podríamos definir la manía como la otra cara de la moneda de la
distinguirlos de los maníacos, pero que no obedecen a una entidad depresión. Para aquellas personas que no hayan visto o tratado a
clínica que se haya podido demostrar de forma científica. pacientes que padecen episodios de esta enfermedad, pueden ima­
Dicha distinción apareció reconocida por primero v ez en el ginársela pensando en el contrario de los síntomas depresivos (véase
DSM-IV (APA, 1994) pues ha demostrado ser muy útil a la hora de la Tabla 7.ll. No obstante, como vemos en esa tabla no siempre
diagnosticar (y diferenciar) a los pacientes que solo presentan epi­ se trata de caras distintas u opuestas. Los problemas de sueño, de
sodios depresivos recurrentes frente a los que también presentan alimentación o cognitivos pueden compartirse con los que aparecen
episodios hipomaníacos. Por ese motivo la clasificación ha seguido en los episodios depresivos.
estando presente en el DSM-5 (APA, 2013) como veremos más ade­ Aunq_ue el síntoma característico clásico de la manía es la eufo­
lante a la hora de explicar los criterios diagnósticos. A pesar de los ria (la alegría patológica) tengamos en cuenta q_ue este síntoma no
avances de las últimas décadas, como señala Cohen (1992), todavía siempre está presente y que es normal q_ue la manía se acompañe
hoy se desconoce la fisiopatología y la etiología del TB y, como de síntomas depresivos (oigo propio de los episodios mixtos) o que
indican Vázquez y Sanz (2008), bajo este término se encubren posi­ dicho alegría patológico dé lugar o estados de irritabilidad y aba­
blemente varios trastornos diferentes que hoy día no somos capaces timiento.
de identificar. Por tonto, estamos hablando de uno enfermedad muy heterogé­
nea y polivalente donde, como sucede en muchas otras entidades,
no hoy dos pacientes iguales, si bien los episodios se acompañan de
J) Trastorno bipolar. Trastorno del estado de ánimo en el un mínimo común denominador que hace que su diagnóstico clínico
que exista o haya existido alguna vez un episodio maníaco sea relativamente sencillo de realizar , sobre todo en las formas más
o hipomaníaco. puras de enfermedad. Los síntomas más característicos se pueden
agrupar en las siguientes categorías:

En definitiva, lo q_ue intentan los clínicos es clasificar las dife­ a. Síntomas anímicos
rentes entidades clínicas q_ue ven en sus pacientes. Aunque hay un El estado del paciente suele caracterizarse por la euforia y lo expon­
importante porcentaje de pacientes que se adaptan a las mismas, sividad anímico y cognitivo. El paciente cree q_ue puede «comerse
hay muchos otros q_ue no lo hacen y eso ha llevado a desarrollar el mundo» y q_ue está capacitado para realizar acciones q_ue clara­
conceptos (que veremos más adelante) como el de espectro bipolar. mente exceden su capacidad. Estos estados de euforia suelen durar

234
Capítulo 7. Trastornos bipolares

)) Tabla 7.1. Manifestaciones clínicas de los episodios se centra en realizar proyectos inasequibles que suelen conllevar
depresivos y maníacos inversiones millonarias o que no miden las terribles consecuencias
de muchos de sus planes. El lenguaje es acelerado y con un tono
EPISODIO EPISODIO de voz alto. No permite las interrupciones. Hay verborrea y fuga de
CARACTERÍSTICAS ideas incluso puede haber un pensamiento saltígrado (cambia con­
DEPRESIVO MANÍACO
tinuamente de un tema a otro) o arboriforme (se va por las ramas y
Humor Triste Eufórico no lleva un hilo conductor claro). Dicho aceleramiento puede llevar
1 1

a que, en los casos graves, el lenguaje llegue a ser incoherente y


Respuesta afectiva Apatía Labilidad
desorganizado, incomprensible para quien lo atiende y escucha con
Conciencia de Casi siempre Casi siempre atención. Con frecuencia aparece una sinceridad extrema que le
enfermedad presente ausente lleva a decir cosas desagradables o desinhibidas a los conocidos, sin
ser consciente de las repercusiones negativas que puede tener todo
Actividad Reducida, Acelerada, aquello que dice.
enlentecida inquieta
Durante el episodio, la conducta sexual suele ser procaz y está
Comportamiento Indeciso, menos Errático, excéntrico aumentada. Con frecuencia interpreta de forma erótica la conducta
iniciativa ajena, pensando que los demás le provocan o plantean continuamen­
Concentración Con dificultad Más distraible te mantener relaciones sexuales. En ese sentido, lo impulsividad es un
rasgo característico de estos episodios apareciendo un descontrol en
Memoria Perturbación Hipermnesia el gasto de dinero, la conducta sexual (tendiendo a la promiscuidad),
subjetiva el consumo de sustancias (una de las comorbilidades más frecuentes)
o el descuido de la higiene y el autocuidado personal.
Curso del Lento, repetitivo Fuga de ideas,
pensamiento logorrea
Lenguaje En lentecido, Verborrea
c. Síntomas cognitivos
A niv el cognitivo el paciente puede tener una tendencia a la
monótono hipermnesia, sobre todo subjetiva, pues cree que todo lo sabe y
Contenido del Pesimismo, Optimismo, de todo se acuerda. La aceleración del pensamiento (taquipsiquia)
pensamiento sentimientos de megalomaníaco hace que tenga serias dificultades en fijarse en los detalles que se
minusvalía presentan a su alrededor: es como intentar recordar los detalles
de lo que uno está viendo cuando se encuentra subido a un tren
Sueño Insomnio/ Insomnio con de alta velocidad. El déficit de atención, el aumento de la distrai­
hipersomnia hiperactividad bilidad y la falta de concentración son características propias de
Apetito Reducido (a veces Caótico este cuadro.
aumentado)
Peso Pérdida o Variable
d. Síntomas físicos

incremento Los principales síntomas físicos que presento el paciente se deben


a la hiperactividad del área vegetativa que le lleva al insomnio, al
Deseo sexual Reducido Aumentado desorden alimentario y a un extraordinario incremento del umbral
para la fatiga física. En ese contexto pueden aparecer numerosos
Variabilidad Mejoría vespertina Sin patrón especial somatizaciones propias de la ansiedad (taquicardias, disnea, moles­
Adaptado y actualizado de Anderson 1 1 973). tias gastrointestinales, dolores de cabeza...>.
\ /

e. Síntomas interpersonales
Los pacientes presentan episodios de agitación psicomotriz e
poco y, al no ser capaz de cumplir sus fines o al no verse apoyado
inquietud. Realizan actividades imprudentes como gastos excesivos,
por familiares y amigos, la alegría patológica da lugar a momentos
conducción temeraria o promiscuidad sexual y desinhibición, que le
de hostilidad, irascibilidad, suspicacia y disforia. Lo normal no es
pueden llevar a inmiscuirse en actividades peligrosas e incluso puni­
que el paciente esté sonriente y feliz, sino enfadado y molesto por bles desde el punto de vista legal. Todo ello hace que las relaciones
la escasa eficacia de sus acciones y la nula aceptación de las mis­ familiares y personales se vuelvan conflictivas y difíciles. Autores
mas por los demás. A diferencio de otros trastornos y enfermedades clásicos (Hoover y Fitzgerald, 1981) ya señalaban que los divorcios y
mentales como la depresión, con frecuencia estos síntomas son ego­ separaciones eran más frecuentes en pacientes aquejados de esta
sintónicos, de tal forma que el paciente no sufre ni padece angustia enfermedad.
o malestar al padecerlos.
Como muchos de los síntomas son egosintónicos, pues el pacien­
te no solo no cree estar mol, sino que pienso que está mejor que
nunca, hay una gran resistencia a que se les haga ver lo absurdo
b. Síntomas motivacionales y conductuales
En este apartado el síntoma más característico es la hiperactividad. y/o inadecuado de su conducta. Por ese motivo se niegan a acudir
El enfermo maníaco intenta hacer mil cosas a la v ez y eso hace a consultas médicas o a recibir tratamiento farmacológico, y esta es
que no termine ninguna. Sus planes son tan diversos e intensos que la principal causa que justifica un ingreso hospitalario involuntario
hace que los que le rodean se cansen de convivir con él. Su vida del paciente aquejado de esta enfermedad.

235
:¡: Manual de psicopatología. Volumen 2

En las formas más leves (episodios hipomaníacosl el paciente ) ) Tabla 7.2. Características diferenciales entre la depresión
presenta una conducta simpática, locuaz y seductora, intentando unipolar y bipolar
engatusar o convencer a los demás de lo bien q_ue se encuentra.
Esta actitud suele aparecer con relativa frecuencia en las consultas CARACTERÍSTICAS BIPOLARES UNIPOLARES
médicas con el profesional, algo q_ue debe tenerse en cuenta de 1 1

cara al posible diagnóstico. Historia de manía Sí No

f. Síntomas psicóticos
o hipomanía

Durante los episodios agudos de enfermedad (tanto de manía como Edad de inicio Menor Mayor
de depresión) pueden aparecer síntomas psicóticos acompañantes.
Normalmente los delirios son más frecuentes en la depresión y las Inicio en el post-parto Más frecuente Menos frecuente
alucinaciones en la manía. Los delirios durante la depresión sue­
Abuso de sustancias Más frecuente Menos frecuente
len ser de culpa, ruina e hipocondría mientras que en la manía los
delirios suelen ser mesiánicos y megalomaníacos o de grandeza y Menor
Número de episodios Mayor
poder. La presencia de dichos síntomas es un criterio de gravedad
y, como veremos más adelante, tiene su propio especificador. Duración de los episodios Menor Mayor
Decimos que estos síntomas son congruentes o incongruentes
con el estado de ánimo si hay una concordancia entre la polaridad Suicidio Precoz Tardío
afectiva del episodio y el tipo de síntomas psicóticos. Por ejemplo
un delirio de culpa es propio de la depresión, y el creer que una Síntomas psicóticos Más frecuentes Menos frecuentes
persona tiene poderes extraordinarios (de curación o adivinación)
es propio de la manía. Si estos síntomas no coinciden diremos q_ue Síntomas atípicos Más frecuentes Menos frecuentes
son incongruentes, lo que a su vez es un criterio de la gravedad
del cuadro. Síntomas catatónicos Más frecuentes Menos frecuentes

En el caso de los menores de edad y los adolescentes hemos Labilidad emocional Más frecuente Menos frecuente
de tener en cuenta que los síntomas afectivos aparecen de forma
diferente. La depresión suele caracterizarse por tendencia al mutis­ Alteraciones del sueño Hipersomnia Insomnio
mo, el aislamiento, la negativa a jugar, a relacionarse o a comer
de forma adecuada, mi entas que en las fases maníacas suelen Disminución de apetito/ Menos frecuente Más frecuente
presentar síntomas de hiperactividad, tendencia al ruido y al mal peso
comportamiento, agresividad, mayor presencia de accidentes y más
problemas de falta de atención (como veremos más adelante habrá Retraso psicomotor Más frecuente Menos frecuente
que realizar un diagnóstico diferencial con el trastorno por déficit
de atención e hiperactividad nDAHl. Impulsividad Más frecuente Menos frecuente

Antecedentes familiares Más frecuentes Menos frecuentes


B. Síntomas de la depresión b ipolar de manía
Básicamente los pacientes con T B pueden sufrir los mismos sín­
tomas depresivos que los pacientes aquejados de depresión uni­ Eficacia antidepresiva Mayor Menor
polar, como antes señalamos. Sin embargo, hay algunas diferen­ del litio
cias entre ambos cuadros que se deben tener en cuenta (Vieta
Inducción de hipomanía Más frecuente Menos frecuente
y Pérez, 2019; véase la Tabla 7.2) La depresión bipolar también
por antidepresivos
se ha relaci onado con un riesgo elevado de padecer síntomas
psicóticos, ideación suicida, episodios postparto, más retardo psi­ Eficacia profiláctica de Menor Mayor
comotor, patrón estacional, menor grado de síntomas somáticos,
'-
los antidepresivos
pérdida de apetito, hipersomnia y síntomas depresivos atípicos
(Benazzi, 2000l.
Adaptado y actualizado de Dervic et al. (2015] y Vieta y Pérez
(2019]
C. Síntomato log ía m ixta
En los estados mixtos (sinónimos al término manía disfórica o manía
mixta) concurren síntomas depresivos y maníacos a la vez. Suponen
entre el 10-20 % de los episodios maníacos. Clásicamente aparece D. Epide m io log ía. comorbil idad y c urso
un cuadro de inq_uietud psicomotriz con tendencia a la hiperacti­
vidad, verborrea, taquipsiquia y taquifasia, insomnio en todas las La prevalencia a lo largo de la vida para el T B es un tema en conti­
fases, disforia, ansiedad, suspicacia, irritabilidad, aires de frustra­ nua revisión, pues no resulta fácil de determinar. Dentro del grupo
ción y reproche, labilidad afectiva, rumiaciones obsesivoides de de los trastornos afectivos, el TB no ha recibido tanta atención e
culpa y ruina, así como ideas de muerte y suicidio asociadas a un investigación como los depresivos. Además, al ser un trastorno mucho
incremento de la impulsividad (Segarra et al., 2000l. menos prevalente, los estudios epidemiológicos son más difíciles de

236
Capítulo 7. Trastornos bipolares
1
1

valorar. Por otro lado, debemos considerar la existencia de las mani­ et al., 2010). El TB es la 17.ª causa a nivel mundial de discapaci­
festaciones sub-sindrómicas, es decir, aquellas formas de presenta­ dad atribuible a una enfermedad (Vigo et al., 2016) y, dado q_ue
ción con repercusión clínica y funcional pero que no cumplen con el se trata de un trastorno de inicio en población joven, tiene un gran
total de los criterios para poder diagnosticar un TB tipo I o tipo II. impacto económico referido a costes directos (derivados de la pro­
Un episodio con una duración inferior a la descrita en los manuales pia atención) e indirectos (pérdida de la potencial productividad
diagnósticos, o que no cumpla la totalidad de los síntomas, pero que del individuo). Las consecuencias de la enfermedad no se limitan
repercuta negativamente en la calidad de vida del paciente, sería un exclusivamente al paciente, sino que los familiares muestran mayor
ejemplo de presentación subsindrómica o subumbral. prevalencia de sobrecarga, estrés y síntomas depresivos (Perlick et
Por tanto, hoy día se recurre al concepto de espectro bipolar, al., 2001) siendo muy frecuente presentar altos niveles de discapa­

la Figura 7 . ll. Otras variables como el nivel socioeconómico o vivir


para referirse al conjunto de las formas de presentación de este tras­ cidad laboral, social y familiar (Gutiérrez-Rojas et al., 2011) (véase
torno, q_ue incluye tanto a las formas típicas (tipo I y tipo II) como
a las subumbrales. De acuerdo con un estudio transversal realizado en ambiente urbano/rural, han mostrado resultados contradictorios
en los estudios, sin que se puedan establecer conclusiones claras al
en once países, la prevalencia del espectro bipolar se situaría en
el 2,4 %, con una prevalencia del 0,6 % para el T B-I y 0, 4 % para respecto (Rowland y Marwaha, 2018).
el T B-II (Merikangas et al., 2011l. No obstante, el estudio señaló
diferencias en los porcentajes entre los distintos países sin poder
aclarar si estas diferencias se debían a razones biológicas, étnicas,
culturales, o a variaciones metodológicas a la hora de aplicar los
criterios diagnósticos del T B entre países. Por citar un ejemplo, la
prevalencia del T B-I en EE. UU. ascendió hasta el 1 %. Estudios más 33 con
30 con
recientes basados en el DSM-5 (APA, 2013) han encontrado tasas discapacidad
discapacidad
más elevadas de prevalencia vital para el TB-I, q_ue están en torno laboral y
familiar
al 2,1 % (Blanco et al., 2017>. social
y laboral
En cuanto al sexo, la prevalencia del TB-I es similar para hom­
bres y mujeres, si bien la del TB-II parece ser algo mayor en mujeres
(Nivoli et al., 2011l. Esto puede deberse a que, en las mujeres, el 23 con
comienzo del primer ciclo maníaco-depresivo suele aparecer con discapacidad
un episodio depresivo, mientras que en los hombres suele aparecer laboral, social
y familiar
con un episodio maníaco, y, por tanto, puede q_ue en ellas se diag­
nostiq_ue en primera instancia una depresión unipolar cuando, en
realidad, se trataría del primer episodio depresivo de un auténtico
TB (Clayton, 1986, citado en Vázquez y Sanz, 2008).

2) Episodio maníaco. Presenc ia durante al menos una sema­


na de estado de ánimo expansivo y/o irritable, acompañado
de al menos tres síntomas maníacos más [p. ej., actividad
42 con discapacidad
social y familiar
-
) ) Figura 7.1. Grados de discapac idad en pac ientes
diagnosticados de TB [G utiérrez-Rojas et al., 201 1 ).
excesiva o disminuc ión de la necesidad de dormir). Debe
interferir con la vida cotidiana de la persona y no se debe a Por lo q_ue se refiere a la comorbilidad, es muy frecuente la aso­
una enfermedad médica ni a ingesta de sustancias.
2) Maníaco-depresivo. Término decimonónico que desig­
ciación del TB con otros trastornos mentales, entre los q_ue destacan
los trastornos de ansiedad y el consumo de sustancias (Merikangas
naba estados de depresión graves. A veces se ha emplea­ et al., 2007). Dentro de los trastornos de ansiedad q_ue se asocian
al T B, encontramos el trastorno de ansiedad generalizada, la ago­
do para designar exclusivamente trastornos cíclicos. En la
rafobia y los trastornos de pánico, entre otros. También es frecuente
actualidad debería emplearse el término de TB y especificar el trastorno por consumo de sustancias, el trastorno por déficit de
exactamente el subtipo. atención e hiperactividad, los trastornos de la conducta alimentaria
y los trastornos de la personalidad (Tabla 7.3). Los motivos de esta
elevada convivencia con otros trastornos no están claros, pero se
La edad de inicio más frecuente se sitúa al principio de la postula que comparten algunas vías neurológicas, algunos sínto­
segunda década de la vida, mientras que inicios a edades más tem­ mas característicos (p. ej., la elevada impulsividad presente en algu­
pranas se asocian a un peor pronóstico a largo plazo por sintoma­ nos trastornos de la personalidad, en la bulimia y en los pacientes
tología depresiva y mayor frecuencia de comorbilidad !Dagani et maníacos), sin olvidar que la angustia que pone en marcha todos los
al., 2017). Llegados a este punto se debe remarcar que, en el TB, es trastornos mentales es, en síntesis, muy parecida y solo cambia en
frecuente el retraso entre el inicio de la sintomatología y la elabo­ las formas mediante las q_ue se manifiesta. También se ha observado
ración de un diagnóstico correcto (Dagani et al., 2017>. Es decir, el que la prevalencia de trastornos médicos como el síndrome meta­
período de enfermedad no tratada es alto y, cuanto mayor es esta bólico, la hipertensión y los trastornos endocrinos es mayor en estos
circunstancia, el pronóstico se ensombrece, como demuestra que pacientes (Correll et al., 2017>. En cualquier caso, la comorbilidad
estos pacientes tengan tasas de suicidio más elevadas (Altamura repercute en que el diagnóstico y tratamiento sean más complica-

B7
,� Manual de pslcopatología. Volumen 2

)) Tabla 7.3. Comorbilidad en el trastorno bipolar y repercusiones

Prevalencia de comorbilidad
ITB: trastorno bipolar; PG: población general> Repercusión clínica y de pronóstico

- Inicio del TB a edades más tempranas.


- De ansiedad: 75 % en TB vs. 29 % en PG. - Probabilidad más baja de recuperación interepisódica.
Trastornos mentales y del comportamiento

- Abuso de sustancias: 60 % en TB vs. 15 % en PG. - Mayor recurrencia de los episodios.


- Déficit de atención e hiperactividad: 31 % en TB vs 8 % en PG. - La presencia de comorbilidad contribuye a que aumente la
- De la conducta alimentaria. probabilidad de otros trastornos asociados <TB -+ trastorno de
- Por atracones: 9 % en TB vs 2,8 % en PG. ansiedad -+ abuso de sustancias).
- Bulimia: 5 % en TB vs 1,0% en PG. - Peor calidad de vida y peor nivel de funcionamiento.
- Anorexia nerviosa: 3 % en TB vs 0,6 % en PG. - Conciencia de enfermedad más pobre.
- Explosivo intermitente. - Más impulsividad.
- De la personalidad: 51 % en TB vs 9 % en PG. - Más intentos de suicidio.
- De estrés postraumático.

- Artritis.
Enfermedades médicas:

- Dolor.
- Enfermedad cardiovascular.
- Diabetes.
- Dislipemia.
- Úlcera gástrica.
- Infección VIH y VHC.
- Hipertensión.
- Hipotiroidismo.
- Obesidad.
- Dependencia nicotínica.
\..

dos y, por tanto, en que el pronóstico a largo plazo sea peor, como trastorno, mientras que para los suicidios consumados el principal
indica el dato de que las tasas de muerte prematura sean más factor de riesgo es el antecedente de suicidio en familiares de pri­
altas en estos pacientes cuando se comparan con población gene­ mer grado (Schaffer et al., 2015).
ral <Roshanaei-Moghaddam y Katon, 2009) (Tabla 7.3.l. Por lo que se refiere al curso y los factores pronósticos, el TB
debuta habitualmente con un episodio depresivo (75 % en mujeres y
67 % en hombres) y tiene un curso recurrente, es decir, las fases de
¿) Comorbilidad. Presentación simultánea en la misma enfermedad se alternan con los períodos de estabilidad clínica. La
persona de dos o más trastornos. En el TB es frecuente estabilidad clínica no significa necesariamente estar asintomático
la asociación con trastornos mentales como los trastornos ya que se ha observado que los síntomas cognitivos o algunas alte­
de ansiedad o el consumo de sustancias pero también con raciones afectivas no responden adecuadamente a los tratamientos
trastornos orgánicos como alteraciones tiroideas o cardio­ actuales. Hasta el 20 % de los pacientes pueden presentar exclusi­
vamente episodios de manía, aunque lo habitual es presentar tanto
vasculares. En cualquier caso, la comorbilidad empeora el
fases maníacas como depresivas. Mientras que un episodio maníaco
curso y el pronóstico. tiene una instauración rápida, puede durar hasta 3-6 meses dejado
a su evolución y responde bastante bien a las terapias actuales, los
El suicidio es uno de los aspectos más destacables del TB. De episodios depresivos se inician de forma insidiosa, tienden a prolon­
hecho, entre los trastornos afectivos, es el que tiene las tasas de garse en el tiempo y su respuesta a los tratamientos es, en muchos
suicidio más elevadas (Gonda et al., 2012), que además son 20 veces casos, insatisfactoria. Un fenómeno que observamos en la clínica es
más altas si se comparan con población general. En la Tabla 7.4 que, conforme evoluciona el trastorno, el período ínter-episódico
resumimos los principales factores de riesgo asociados a la intencio­ disminuye y las recaídas se tornan independientes de los factores
nalidad y el suicidio consumado en pacientes con TB. Además, entre externos. Por último, entre el 5-15 % de los pacientes tienen cuatro o
un tercio y la mitad de los pacientes bipolares realizarán al menos más episodios en un mismo año: estos casos se denominan «cicla­
un intento de suicidio a lo largo de la vida. Las variables que más dores rápidos».
se han asociado a los intentos de suicidio son la polaridad depresiva Los datos señalan que el pronóstico del TB es peor que el del
(pacientes en los que predominan las recaídas depresivas frente a trastorno depresivo mayor. Aunque gran parte de los esfuerzos tera­
las maníacas), la comorbilidad y los debuts a edades tempranas del péuticos van dirigidos a alcanzar la estabilidad clínica y la recupe-

238
C a pítu lo 7. Trastornos b i polares

) ) Tabla 7.4. Factores de riesgo de la intencionalidad autolítica y el suicidio consumado en pacientes con trastorno bipolar

Factores de riesgo para la intencionalidad autolítico Factores de riesgo para el suicidio consumado

- Sexo femenino. - Sexo masculino.


- Edades extremas (muy joven o muy mayor). - Edad mayor.
- Pertenecer a una minoría (solo en jóvenes). - Padecer un primer episodio depresivo, mixto o maníaco
con síntomas psicóticos.
- Vivir en países de ingresos medios.
- Otras características de los episodios (desesperanza
- Trastorno bipolar tipo I. o agitación psicomotriz).
- Estado civil: soltero o divorciado. - Comorbilidad con los trastornos de ansiedad.
- Polaridad predominantemente depresiva. - Familiar de primer grado con trastorno afectivo
- Padecer un primer episodio depresivo o mixto. o conducta suicida.
- Otras características de los episodios: mixtos, alta recurrencia o severidad, - Antecedentes de intentos de suicidio.
ciclación rápida, síntomas de ansiedad, síntomas atípicos o ideación - Conflictos interpersonales, aislamiento, paro, pérdidas...
suicida).
- Comorbilidades psiquiátricas (consumo de sustancias, cuadros de ansiedad,
trastornos de la conducta alimentaria, trastornos de personalidad).
- Consumo de café y tabaco.
- Obesidad y sobrepeso.
- Familiar de primer grado con trastorno afectivo o conducta suicida.
- Antecedentes de intentos de suicidio.
- Trauma infantil.
- Conflictos interpersonales, aislamiento, paro, pérdidas...
- Disfunción sexual.
,.)

Adaptado de Carvalho et al [2020).

ración funcional, hasta el 60 % no alcanza un control satisfactorio de en remisión parcial y un 10 % tienen un curso crónico y progresiva­
la enfermedad. A largo plazo el 15 % de los pacientes están estables mente deteriorante. En la Tabla 7.5 se resume esta evolución y se
y bien controlados, un 45 % tiene buenos indicadores de funciona­ especifican los factores que se han asociado a buen y mal pronósti­
miento, pero presentan numerosas recaídas, el 30 % se encuentran co de la enfermedad.

) ) Tabla 7.5. C urso y factores pronósticos en el trastorno bipolar

. Factores pronósticos
,
Formas de evo1 uc1on . . ., .
<en continua rev1S1on, no es infrecuente encontrar resultados
esperadas en eI TB
contradictorios entre los estudios)
1

- 15 % están estables, con escasa o nula sintomatología residual y Buen pronóstico:


buen nivel de funcionamiento. - Episodios maníacos breves.
- 45 % aunque aparentemente no se encuentran muy sintomáticos, - Edad avanzada al inicio de la enfermedad.
sí tienen muchas recaídas, lo que dificulta su día a día. - Bajo índice de pensamientos suicidas.
- 30 % no tienen tantas recaídas pero quedan con mucha - Comorbilidad reducida.
sintomatología residual continua, por ejemplo dificultades
cognitivas. Mal pronóstico
- Mala situación laboral antes del debut del trastorno (mal ajuste
- 10% muy mal pronóstico, muy sintomáticos, numerosas recaídas y
premórbido).
calidad de vida muy pobre.
- Dependencia al alcohol y otras sustancias.
- Síntomas depresivos ínter-episódicos.
- Sexo masculino.
���;ador ráp;do. �..;
.-
1 1�·tl'�,;:�1 que se puede añadir � los ¿) Episodio hlpomaníaco. Presencia durante al menos cua­
i trastornos bipolares c uando en un período de doce meses tro días de un estado de ánimo expansivo y/o irritable,
se pueden diagnosticar al menos cuatro episodios [depresi­ acompañado de al menos tres síntomas maníacos más
vos, maníacos o hipomaníacos]. [p. ej., actividad excesiva o disminución de la necesidad de
¿) Recuperación. Se considera que una persona muestra dormir], que suponen un cambio apreciable en el modo de
una recuperación total de un trastorno del estado de áni­ ser habitual de esa persona. El episodio no llega a interfe- ¡
mo cuando permanece durante seis meses sin mostrar sig­ rir con la vida cotidiana de la persona y no se debe a una
nos o síntomas significativos del trastorno. enfermedad médica ni a ingesta de sustancias.

¿) Recaída. Acentuación de los s íntomas de una persona


que todavía no se había recuperado totalmente de un epi­
l. Leve. Están presentes pocos o ningún síntoma más q_ue los nece­
sodio previo. Supone el agravamiento de una fase de la que
sarios para cumplir los criterios diagnósticos; la intensidad de
aún no había mostrado plena recuperación. los síntomas causa malestar pero es manejable y los síntomas
producen poco deterioro en el funcionamiento social o laboral.
2. Moderado. El número de síntomas, la intensidad de los síntomas
y/o el deterioro funcional están entre los especificadores para
1 1 1 . Diagnóstico del trastorno
3. Grave. El número de síntomas supera notablemente a los nece­
leve y grave.
bipolar
sarios para hacer el diagnóstico, la intensidad de los síntomas
El diagnóstico del T B es eminentemente clínico y s e basa en una causa gran malestar y no es manejable, y los síntomas interfie­
completa historia clínica y en el manejo de una adecuada explora­ ren notablemente en el funcionamiento social y laboral.
ción psicopatológica, teniendo en cuenta aspectos tanto trasversa­
4. En remisión parcial. Los síntomas del episodio maníaco, hipo­
les como longitudinales, dejando la realización de las exploraciones
maníaco o depresivo inmediatamente anterior están presentes,
complementarias solo para descartar posibles causas orgánicas de
pero no se cumplen todos los criterios o, cuando acaba un epi­
la enfermedad.
sodio de este tipo, existe un período q_ue dura menos de dos
meses sin ningún síntoma significativo de un episodio maníaco,
A. Criterios diagnósticos hipomaníaco o de depresión mayor.
La piedra angular de la clasificación de estos trastornos es el 5. En remisión total. Los criterios completos se cumplieron en el
concepto de episodio hipomaníaco y maníaco (Vázq_uez y Sanz, pasado, pero no hay síntomas en los últimos dos meses.
2008), ya q_ue en el caso del episodio depresivo los criterios son Otros especificadores diagnósticos además del de la gravedad

depresivos para el episodio de depresión mayor. En las Tablas 7.6


los mismos q_ue se contemplan en el capítulo de los trastornos son los siguientes:

y 7 . 7, se presentan los criterios diagnósticos DSM-5 para ambos l. Con ansiedad: la aparición de dos o más síntomas de ansiedad
episodios, maníaco e hipomaníaco. A partir de las diferentes com­
2. Con características mixtas: la aparición de tres s íntomas
durante el episodio afectivo agudo de enfermedad.
binaciones de estos episodios se establecen cuatro subtipos de
T B: bipolares I, bipolares II, ciclotimia, y trastornos bipolares no depresivos durante un episodio maníaco o hipomaníaco (sería
especificados. Cabe resaltar como novedad q_ue la clasificación un episodio maníaco o hipomaníaco con características mix­
clásica de TB tipo I y tipo II también ha sido adoptada en la tas) o la aparición de tres síntomas maníacos durante un epi­
reciente publicación de la CIE- 1 1 (OMS, 2019) algo q_ue no pasaba sodio depresivo (sería un episodio depresivo con característi­
en la CIE-10 de 1992. cas mixtas).
En las últimas décadas se ha realizado un especial esfuerzo por 3. Con ciclos rápidos: presencia de al menos cuatro episodios del
definir la hipomanía, sobre todo en el DSM-IV (APA, 1994). Aunq_ue estado de ánimo en los 12 meses anteriores en los q_ue se cum­
por definición la hipomanía es una forma menos grave de la manía, plan los criterios de un trastorno afectivo.
los criterios para su diagnóstico han sido siempre bastante confusos.
El DSM-III de 1980 utilizaba como clave diferenciadora si el estado 4. Con características melancólicas: este especificador hace refe­
req_uería hospitalización (manía) o no (hipomaníal. El DSM-IV (APA, rencia a episodios depresivos en los q_ue predomina la anhedonia
1994) mejoró la precisión diagnóstica y estableció un conjunto más intensa o la falta de reactividad a estímulos placenteros. Suele
asociarse a episodios graves y con características psicóticas.
mantenido vigentes en el DSM-5 (APA, 2013); (véanse las Tablas 7.6
específico de req_uisitos diagnósticos sintomatológicos q_ue se han
5. Con características atípicas: hace referencia a depresiones q_ue
y 7.7). se acompañan de una intensa reactividad del estado de áni­
Una vez establecido el diagnóstico, es necesario valorar la gra­ mo, aumento del apetito, hipersomnia, parálisis plúmbea en las
vedad del episodio maníaco y/o del depresivo, mientras q_ue en el extremidades y alta sensibilidad al rechazo.
caso del episodio hipomaníaco no se consigna la gravedad pues, 6. Con características psicóticas: los episodios afectivos se asocian
por definición, no se considera grave. Las pautas para evaluar la a delirios y alucinaciones. Estos pueden ser congruentes (están
gravedad son, de nuevo, similares a las q_ue se aplican para el epi­ en consonancia con los síntomas afectivos) o incongruentes (los
sodio depresivo mayor: síntomas psicóticos no concuerdan con los afectivos).

21-W
r Capítulo 7. Trastornos bipolares

)) Tabla 7.6. Criterios para el diagnóstico de episodio hipomaníaco seg ún el DSM-5 ( APA, 2013)

A. Un período bien definido de estado de ánimo anormalmente y persistentemente elevado, expansivo o irritable, y un aumento anormal
y persistente de la actividad o la energía, que dura como mínimo cuatro días consecutivos y está presente la mayor parte del día,
casi todos los días.

B. Durante el período de alteración del estado de ánimo y aumento de la energía y actividad, han persistido tres (o más) de los síntomas
'
siguientes (cuatro si el estado de ánimo es solo irritable), representan un cambio notorio del comportamiento habitual y han estado
presentes en un grado significativo:
l. Aumento de la autoestima o sentimiento de grandeza.
2. Disminución de la necesidad de dormir
3. Más hablador de lo habitual o presión para mantener la conversación.
IJ. Fuga de ideas o experiencia subjetiva de que los pensamientos van a gran velocidad.
5. Facilidad de distracción.
6. Aumento de la actividad dirigida a un objetivo (social, en el trabajo o la escuela, o sexual> o agitación psicomotora.
7. Participación excesiva en actividades que tienen muchas posibilidades de consecuencias dolorosas.

C. El episodio se asocia a un cambio inequívoco del funcionamiento que no es característico del individuo cuando no presenta síntomas.

D. La alteración del estado de ánimo y el cambio en el funcionamiento son observables por parte de otras personas.

E. El episodio no es suficientemente grave para causar una alteración importante del funcionamiento social o laboral, o necesitar
hospitalización. Si existen características psicóticas, el episodio es, por definición, maníaco.

F. El episodio no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia. j


7. Con catatonía: los síntomas afectivos se asocian a síntomas tornos maníacos recurrentes, es decir, que podemos afirmar que
catatónicos (estupor, mutismo, manierismo, estereotipias, etc.>. las personas tienen una mayor tendencia natural a la depresión
8. Con i nicio en el periparto: el episodio afectivo actual tiene su que a la manía.
inicio durante el embarazo o en las primeras semanas después Una manera fácil de recordarlo es pensar que un paci ente
del parto. podría estar padeciendo un episodio depresivo durante meses o
9. Con patrón estacional: este especificador se aplica cuando los años y, sin embargo, el episodio maníaco, d ado el tipo de sínto­
episodios afectivos aparecen relacionados con el cambio de mas por los que se caracteriza, suele tender a ser limitado en el
estaciones (por ejemplo primavera u otoño). tiempo.
10. Polaridad predomina nte: consiste en clasificar el TB según el Lo normal y más frecuente es la a lternancia entre episodios
predominio de las fases maníacas o depresivas. Aunque es un maníacos y depresivos y, en algunas ocasiones, l a a pa rición de
especificador que no se ha incluido en las actuales clasificacio­ ambos tipos de síntomas a la vez (que es lo que se denomina como
nes diagnósticas, tiene utilidad clínica (véase García-Jiménez et episodio mixto).
al., 2019 para revisión).

B. S uptipos de trastorno bipolar ¿) Episodio mixto. Episodio caracter i zado por la presencia
sim ultánea de síntomas maníacos y depresivos al mismo
El TB, como sucede con la mayor parte de las entidades nosológicas, tiempo. También se conoce como manía disfórica o manía
no es un trastorno unitario. Se han propuesto diferentes modalida­
mixta.
des o subtipos, algunas de las cuales se plantean en los manuales
de diagnóstico psiquiátrico, mientras que otras son planteadas por
diferentes autores. A continuación, comentamos las más aceptadas.
b. Trastorno bipolar tipo II
a. Trastorno bipolar tipo I En este grupo se incluyen las personas que, habiendo padecido epi­
La característica principal para el diagnóstico de un TB tipo I es sodios depresivos e hipomaníacos, nunca han padecido un episod i o
tener un antecedente previo de haber padecido un episodio manía­ completo de manía. Aunque aparentemente este subtipo de enfer­
co en la vida. Existiría la posibilidad de que el paciente solo haya medad pueda considerarse más leve que el tipo I, se ha demostrado
presentado un episodio maníaco único, aunque lo normal es que que no lo es en gran parte por la cantidad de tiempo que los i ndivi­
este episodio se acompañe de episodios depresivos posteriores (por duos con esta afección pasan con depresión y porque la i nestabili­
..
eso el cuadro se llama bipolar). A diferencia de los trastornos depre­ dad del humor que experimentan se acompaña normalmente de un
sivos recurrentes, en la naturaleza humana no suelen aparecer tras- importante deterioro de funcionamiento laboral y social.

241
i�; ;,¡¡, Manual de psicopatología. Volumen 2

)) Tabla 7.7. C riterios para el diagnóstico de episodio maníaco según el DSM-5 IAPA, 2013)
r
A. Un período bien definido de estado de ánimo anormalmente y persistentemente elevado, expansivo o irritable, y un aumento anormal
y persistente de la actividad o la energía dirigida a un objetivo, que dura como mínimo una semana y está presente la mayor parte del día,
casi todos los días (o cualquier duración si se necesita hospitalización).

B. Durante el período de alteración del estado de ánimo y aumento de la energía y actividad, han persistido tres (o más) de los síntomas
siguientes (cuatro si el estado de ánimo es solo irritable), representan un cambio notorio del comportamiento habitual y han estado
presentes en un grado significativo:
l. Aumento de la autoestima o sentimiento de grandeza.
2. Disminución de la necesidad de dormir
3. Más hablador de lo habitual o presión para mantener la conversación.
!J. Fuga de ideas o experiencia subjetiva de que los pensamientos van a gran velocidad.
5. Facilidad de distracción.
6. Aumento de la actividad dirigida a un objetivo (social, en el trabajo o la escuela, o sexual) o agitación psicomotora.
7. Participación excesiva en actividades que tienen muchas posibilidades de consecuencias dolorosas.

C. La alteración del estado del ánimo es suficientemente grave para causar un deterioro importante en el funcionamiento social o laboral,
para necesitar hospitalización con el fin de evitar el daño a sí mismo o a otros, o porque existen características psicóticas.

D. El episodio no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia o a otra afección médica.

c. Ciclotimia ) ) Tabla 7.6. C riterios para el diagnóstico del trastorno


La ciclotimia se caracteriza por la presencia, durante al menos dos ciclotímico según el DSM-5 IAPA, 2013)
años, de numerosos períodos de síntomas hipomaníacos y numero­
sos períodos de síntomas depresivos que no cumplen criterios para A. Durante dos años como mínimo (al menos un año en niños y
un episodio depresivo mayor. Durante este tiempo los intervalos adolescentes) han existido numerosos períodos con síntomas
libres de síntomas deben tener una duración inferior a dos meses. hipomaníacos que no cumplen los criterios para un episodio
Normalmente un paciente ciclotímico presenta períodos breves hipomaníaco, y numerosos períodos con síntomas depresivos
(entre dos y seis días) con depresión y euforia alternantes. La ciclo­ que no cumplen los criterios para un episodio de depresión
timia estuvo tradicionalmente considerada una forma de trastorno mayor.
de la personalidad <DSM-III, APA, 1980; Akiskal et al., 1983) hasta B. Durante el período de dos años citado anteriormente (un año
que se la vinculó con las formas leves y moderadas de trastornos del en niños y adolescentes), los períodos hipomaníacos y
espectro bipolar, en las que la irregularidad del estado de ánimo es depresivos han estado presentes al menos la mitad del tiempo
una característica central. y el individuo no ha presentado síntomas durante más de dos
En este sentido esta entidad es un cuadro más leve de la enfer­ meses seguidos.
medad situándose entre el TB y las oscilaciones normales del esta­
C. Nunca se han cumplido los criterios para un episodio
(véanse los criterios diagnósticos en la Tabla 7.8).
do de ánimo que aparecen en las personas sin trastornos mentales
de depresión mayor, maníaco o hipomaníaco.
D. Los síntomas del criterio A no se explican mejor por un

' 2) Ciclotimia. Estado en el que aparecen períodos vitales con


trastorno esquizoafectivo, esquizofrenia, un trastorno
esquizofreniforme, un trastorno por ideas delirantes, u otro
síntomas hipomaníacos y períodos con síntomas de depre­ trastorno del espectro de la esquizofrenia y otros trastornos
sión !sin que su gravedad llegue a ser la de un episodio psicóticos especificados o no especificados.
depresivo mayor). N unca ha habido un episodio maníaco. E. Los síntomas no se pueden atribuir a los efectos de una
sustancia o de otra afección médica.

d. Espectro bipolar

TB, que se presentan en la Tabla 7. 9. A lo largo de este texto hemos


Entendiendo la enfermedad bipolar como un conti nuo en el que
cabe incluir determinados cuadros que no cumplen los criterios
diagnósticos que aparecen en los manuales de clasificación, Akiskal ido indicando algunas entidades clínicas que podrían englobarse
y Pinto (1999) han propuesto nueve clases o categorías distintas del dentro de esta gran categoría de espectro.

24-2
Capítulo 7. Trastornos bipolares

)) Tabla 7.9. Espectro bipolar [Akiskal et al., 1999J

Episodios hipomaníacos sin episodios depresivos.


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Bipolar tipo III _ _ __ _
Episodios depresivos con hipomanía inducida por antidepresivos.

Bipolar tipo IV Episodios depresivos con temperamento hipertímico.

Bipolar VI Bipolaridad en el contexto de una demencia.

e. Otros trastornos bipolares a. Trastornos depresivos


En este grupo se incluyen los cuatro siguientes: Cuando el paciente presenta un episodio de depresión mayor, se
l. T B secundarios al uso de sustancias: se considera que el uso de debe tener en cuenta si ha sufrido en el pasado episodios de manía
un determinado fármaco (p. ej., antidepresivos o corticoides) o hipomanía. De esa forma puede diferenciarse entre el trastorno
o una sustancia (p. ej., alcohol, cannabis, cocaína) ha sido el depresivo recurrente y el T B. Dado que dichos episodios raramente
principal desencadenante del episodio afe c tivo. llevan a la búsqueda de tratamiento, el diagnóstico preciso suele
aconsejar que no se entreviste al paciente solo, sino que también se
2. Trastornos bipolares secundarios a una afección médica: hay haga con algún familiar cercano que conviva con él. Como veremos
una determinada enfermedad o patología (p. ej., un proceso más adelante, herramientas como el Cuestionario de Trastornos del
neoplásico o endocrino) que es la causante principal del episo­ Humor (Hirsc hfeld et al., 2000) o la Lista de Valoración de Hipoma­
dio afectivo. nía (HCL-32) (Angst et al., 2005), pueden ser de gran utilidad. No
3. Otros trastornos bipolares especificados: se incluyen aquí algu­ olvidemos que, puesto que el paciente es más propenso a acudir
nos cuadros que cursan con malestar afectivo o emoc ional evi­ al médico por depresión que por hipomanía, muchos bipolares II
dentes, pero que no se ade c uan a los criterios diagnósticos del reciben tratamientos antidepresivos que, al no combinarse con los
T B aunque tienen un patrón de presentación específico, como reguladores del humor, favorecen el viraje y la ciclación rápida. En
por ejemplo: bipolares I, el riesgo de confusión es menos frecuente dado que el
- Episodios hipomaníacos de corta duración (2-3 días) y episo­ antecedente de manía es más fácil de detectar.
dios depresivos.
- Episodios hipomaníacos con síntomas insuficientes y episodios b. Trastornos de ansiedad
de depresión. Estos trastornos pueden aparecer de forma comórbida junto con los
- Episodios hipomaníacos sin episodio depresivo previo de T B, por lo que es importante valorar si el paciente c umple criterios
depresión. de ambos cuadros y recibir, en su caso, los dos diagnósti cos. Un
- Ciclotimia de corta duración (menos de 24 meses). especificador habitual de los episodios afectivos es el de «con sín­
4. Trastornos bipolares no especificados: se incluyen aquí episodios tomas de ansiedad» que se han explicado anteriormente. Hay que
afectivos que causan un malestar significativo en el paciente tener en cuenta que las rumiaciones ansiosas se pueden confundir
pero que no cumplen todos los criterios que permitan diagnos­ con la aceleración del pensamiento, y los esfuerzos por minimizar la
ticar la enfermedad. ansiedad con las conductas impulsivas.

c. Esquizofrenia
C. Diagnóstico diferencial del trastorno bipolar
Puede confundirse una esquizofrenia con el TB c uando en el pac ien­
Al igual que sucede con los síntomas depresivos, los síntomas manía­ te con T B hay un predominio de la irritabilidad sobre la euforia y
cos pueden deberse ocasionalmente a causas orgánicas específicas, por la presencia de clínica psicótica, especialmente si esta es incon­
como las que se listan en la Tabla 7.10. Si se cumpliera alguna de gruente con el estado de ánimo y se presenta en pacientes con una
ellas, el paciente tendría que ser diagnosticado de TB secundario, edad de inic io temprana. Para poder realizar un correcto diagnós­
ya sea al uso de sustancias o a una afección médica específica. Los tico diferencial, el proceso de diagnóstico debe ser longitudinal y
principales cuadros con los que hay que realizar un diagnóstico dife­ no solo transversal, analizando por tanto los antecedentes familiares
rencial cuando haya una sospecha de T B son los siguientes: psiquiátricos, la edad de inicio y el curso de la enfermedad. En la

214-3
tt M•nual dt p11cop11tologl•. Volurm•11 2

)) Tabla 7.10. Condiciones médicas que pueden causar secundariamente síntomas afectivos maníacos o depresivos [según
Vázquez, 1990]

SÍNTOMAS MANÍACOS I SÍNTOMAS DEPRESIVOS

L-dopa Plomo
EfeotoS-\de,
,_ · . .:-· ,¡
,sustancias

Benzodiacepínas
1 -: -'

Mercurio
Antidepresivos Antihipertensivos
Alucinógenos (LSD, mescalína, cocaína, etc.l Betabloqueantes
Anticonvulsivos Hormonas (estrógenos, progesteronal
Anticolinérgicos (Artane, Akinetón) Alcohol
Aminas simpaticomiméticas (metilfenidato, etc.l Antiparkinsonianos
Corticosteroides
Anti neoplásicos
Antituberculí nicos

...,Condiciones n.eurológicas
'

Tumores (meningioma, glioma diencefálico) Epilepsia


Infecciones (encefalitis posviral, gripe) Parkinson
Epilepsia Demencias degenerativas
Parálisis general (Lúes) Hidrocefalia normotensa
Esclerosis múltiple H emorragias s ubaracnoideas
Demencias Enfermedad de H untington
Confusión postraumática Procesos expansivos
,, Condiciones metabóli�as Y. - �n�o�tinas,
Estados post-operatorios Porfirio
l , 1 fi

Hemodiálisis Hipo e hipertiroidismo


Hipertiroidismo Enfermedades de Cushing y de Addison
Enfermedades de Cushing y de Addison Déficit de vitamina B12
Déficit de ácido fólico
Infecciones: gripe, neumonías virales, mononucleosis, hepatitis vírica,
sífilis
Enfermedades autoinmunes: lupus sistémico, reúmas
Cánceres: páncreas, gastrointestinal, renal, hipófisis, pulmonar
Otras: anemia, colitis ulcerosa
Enfermedades i ncapacitantes: todas

esquizofrenia hay un predominio de los síntomas psicóticos (si apa­ CIE-10, es necesario que los síntomas afectivos y psicóticos vayan
recen alucinaciones son más complejas y persistentes), más síntomas siempre j untos en un mismo episodio, mientras que para el DSM-5
defectuales (la enfermedad es más grave y conlleva un peor pronós­ debe haber durante al menos dos semanas síntomas psicóticos en
tico), más aplanamiento afectivo, conductas más extravagantes y ausencia de síntomas afectivos acusados.
bizarras y un lenguaje más incoherente y con un mayor predominio Para el diagnóstico diferencial se debería prestar atención a
de las asociaciones laxas. Sin embargo, en el TB, los síntomas de la historia personal y familiar del paciente, al funcionamiento pre­
tipo psicótico, si aparecen, son más episódicos y los pacientes sue­ mórbido, a la edad de inicio y a la secuencia de síntomas. Hay
len recuperarse tras el episodio, y hay más antecedentes de historia varios criterios que nos pueden servir: ( 1 ) si los síntomas psicóticos
familiar de trastornos afectivos. aparecen o han aparecido en el contexto de un episodio anímico, en
cuyo caso es más probable que se trate de un trastorno anímico con
d. Trastornos esquizoafectivos
características de gravedad psicótica (es decir un TB con síntomas
El diagnóstico diferencial entre ambas entidades no es nada fácil. psicóticos); si por el contrario los síntomas psicóticos aparecen sin
Estos pacientes se parecen más a los afectivos que a los esquizo­ estar acompañados de síntomas afectivos se tratará de un cuadro
frénicos y presentan características sociodemográficas y clínicas esquizoafectivo; (2) en el TB los síntomas psicóticos suelen ser evo­
prácticamente iguales a las de los pacientes bipolares <Benabarre lutivos, es decir, aparecen después de que el paciente lleve tiem­
et al., 2001l. Para empezar existen discrepancias entre los manua­ po padeciendo los síntomas afectivos, mientras que en el trastorno
les de clasificación a la hora de diagnosticar esta entidad. Para la esquizoafectivo estos comienzan a la vez, y (3) en el TB los síntomas

241-J
Capítulo 7. Trastornos bipolares 11

psicóticos suelen ser congruentes con el estado de ánimo con mayor luar adecuadamente la euforia, el aumento de la autoestima o la
frecuencia que en los esquizoafectivos. grandiosidad en este grupo de edad. Síntomas como la distraibilidad
o la hiperactividad son comunes al TDAH y al T B. Por ello, se plantea
e. Trastornos de la personalidad el diagnóstico diferencial entre ambos, lo que puede no ser fácil
En este coso la confusión principal se puede dar con la ciclotimia, en de realizar. En niños con T DAH puro, no aparecen síntomas como
especial cuando también hay cambios de humor bruscos o frecuen­ hipersexualidad o insomnio, por ejemplo. En algunos pacientes, el
tes (trastornos de la personalidad histriónica, límite y antisocial)_ T DAH puede representar una manifestación temprana de un tras­
Los trastornos de personalidad afectan «por entero» a la persona torno afectivo que se expresa plenamente en la época adulta. Una
en cualquier circunstancia y situación, no son cuadros episódicos. historia familiar positivo de TB apoyaría esta probabilidad diagnós­
No se debería realizar un diagnóstico de TB durante un episodio tica, en oposición al T DAH.
afectivo sin tratar. Esta es la principal clave para diferenciar entre Estos son los principales cuadros diagnósticos que se acompa­
los trastornos de la personalidad y el TB. ñan de cuadros afectivos depresivos o maníacos pero no son los
En lo personalidad histriónica hay muchas más conductas moni­ únicos. El DSM-5 recoge otras categorías diagnósticos que se carac­
pulativas y de llamada de atención y es raro que presenten sinto­ terizan por lo presencio de síntomas anímicos significativos como
matologío afectiva o psicótica (a no ser que se trate de una comor­ son los trastornos por consumo de sustancias o los inducidos por
bilidodl. El trastorno límite de la personalidad es el que presenta medicamentos o enfermedades médicos.
más dificultades. Para establecer el diagnóstico diferencial sería
recomendable valorar, junto con la clínica, la presencia de antece­
dentes familiares, los datos biográficos, la respuesta terapéutica y I V. Etio logía y factores de riesgo
lo reactividod del humor. Generalmente las alteraciones del estado
Lo etiología del T B e s el resultado de uno complejo interrelación
de ánimo en los pacientes con trastorno límite suelen ser reactivas
entre factores genéticos y ambientales. Aunque se han producido
al entorno y tienden a finalizar rápidamente en función del estímulo
avances importantes, actualmente no disponemos de factores etio­
o intervención.
lógicos causales, de modo que el modelo explicativo propuesto es
f. Trastorno por déficit de atención e hiperactividad el de interacción gen-ambiente y el papel de lo epigenético. Esta
(TDAHJ interacción iría produciendo cambios progresivos en lo persona
afectado o nivel biológico, psicológico y social, cuyo resultado son

(en lo Figura 7.2 se resume lo interacción de todos estos factores) .


En la infancia y en la adolescencia, el diagnóstico de TB entraña los manifestaciones clínicos que observamos en lo práctico diaria
dificultades específicas, que tienen que ver con aspectos como eva-

GENÉTICA EPIGE�ÉJWA,,r ,' FACTORES AMBIENTALES


'
,,

.
. 11,
Variantes genéticos con influencio sobre: - Maduración celula�., - Traumas iniciales.
- Transmisión de señales. - Mí�linizoción. - Abuso de sustancias y drogas.
- Vía del glutamoto. - Acontecimientos vitales
- Regulación hormonal e inmune. estresantes.

MODIFICACIÓN NEURONAL
- Hiperexcitabilidad.
- Disfunción mitocondriol.
- Podo simpático excesivo.
- Alteración de lo membrana.

CONEXIÓN Y TEJIDO CEREBRAL


- Pérdida de sustancio gris frontotemporal.
- Patología axonol.
- Procesamiento emocional alterado.

REPERCUSIÓN SISTÉMICA FUNCIONALIDAD REPERCUSIÓN CONDUCTUAL


,-
- Estrés oxidotivo. - Deterioro cognitivo. - Síntomas afectivos.
- Inflamación. - Ajuste social empobrecido. - Pensamiento y
- Síndrome metabólico. comportamiento alterados.

)) Figura 7.2. Resumen de la etiopatogenia del trastorno bipolar.


Manual de psicopatología. Volumen z

Por lo que se refiere a los factores genéticos, el TB es el tras­ madre tiene mayor nivel de evidencia que otras variables, como el
torno mental en el que más influye el papel de los genes, como nivel de estrés durante el embarazo o la presencia de complicacio­
demuestran los tasas de concordancia entre gemelos homocigóti­ nes obstétricas, actualmente sería un error afirmar que la infección
cos del 40-70 %, o que los familiares de primer grado de pacientes por ese parásito aumente directamente el riesgo de TB: simplemen­
bipolares tengan hasta un 10 % de riesgo de desarrollar el trastorno, te es una variable que merece ser analizada de otra manera, por
lo que supone siete veces más que para la población general (Cra­ ejemplo, con el desarrollo de estudios de seguimiento, que son más
ddock y Jones, 1999). En los familiares de primer grado también es complejos de realizar.
mayor el riesgo de otros trastornos mentales como la depresión, la El conjunto de factores postnatales es amplio y hacen referencia,
esquizofrenia, y el autismo (Craddock y Jones, 1999), lo cual parece por un lado, a variables relacionadas con situaciones vitales estre­
indicar que el papel de la genética trasciende las categorías diag­ santes y, por otro, o determinados comportamientos de riesgo. El
nósticas actuales. La herencia genética en el TB no sigue un patrón maltrato infantil es, sin duda, una experiencia vital estresante. Las
mendeliano, sino que se basa en el polimorfismo de los nucleótidos, personas que han sufrido abusos de cualquier tipo en lo infancia
concretamente de genes que codifican los canales de calcio y del tienen más probabilidad de desarrollar un trastorno mental. Con­
factor neurotrófico cerebral en las neuronas, entre otros. Los estu­ cretamente, los abusos psicológicos son los que parecen estar más
dios van mostrando que ciertas variantes en estos genes pueden relacionados con el espectro bipolar, ya que multiplican por cuatro
conferir un riesgo mayor de presentar un cuadro bipolar, pero hoy el riesgo de TB en la etapa adulta y aumentan la probabilidad de
en día no se ha aislado un determinado gen que ayude a predecir desarrollar un cuadro bipolar en pacientes con antecedentes depre­
el riesgo individual para el trastorno, su curso, o el efecto de los sivos (Palmier-Claus et al., 2016).
tratamientos (Fon y Sklor, 2008).
No obstante, en numerosas ocasiones la observación nos dice
Es necesario aclarar que los polimorfismos de nucleótidos se que en las etapas precoces de la enfermedad las descompensacio­
diferencian de los mutaciones aisladas en el hecho de que están nes guardan una relación con algún evento estresante en los seis
presentes en menos del 1 % de lo población, e indican determinados meses anteriores a la descompensación. Sin embargo, cuando lo
regiones de los genes con más probabilidad de presentar cambios enfermedad progresa y especialmente si no ha habido un buen con­
en una de las bases (odenina, guanina, citosina, timina) y, por tan­ trol clínico, aumenta la independencia entre las sucesivas recaídas
to, de estar asociados a un fenotipo dado. Existe un riesgo prome­ y la influencia de las causas externas. Variables como la pérdida de
dio diez veces superior de sufrir lo enfermedad entre los familiares un progenitor a edad temprana, el suicidio de un familiar directo,
adultos de los pacientes con TB tipo I y II y lo magnitud del riesgo cambios en el estado civil como el divorcio o casarse y perder el
aumento con el grado de parentesco. trabajo, son potentes acontecimientos en la vida de la persona que
En cuanto o los factores ambienta/es, diferenciaremos entre los se han relacionado con la presencia de recaídas (Palmier-Claus et
prenatales y perinotales, y los postnatales. Por lo que se refiere o al., 2016).
los primeros, en los dos últimos décadas son muchos los autores Para finalizar el apartado de los eventos estresantes, mencio­
que han intentado estudiar si los pacientes bipolares presentan cier­ naremos específicamente la relación entre las psicosis posparto y el
tos características que expliquen lo presencio del trastorno. Como posterior desarrollo de un trastorno mental crónico. La prevalencia
ocurría con los genes, si bien se van produciendo algunos avances, mundial de psicosis posparto es de O, 5 %. En algunos casos se trata
actualmente no se han establecido relaciones de causa y efecto ni se de psicosis agudas que ceden tras varias semanas, no se vuelven
ha podido aislar el riesgo individual de alguno variable clínica. Los a repetir y en las que tampoco se aprecia deterioro en algún área
metaanálisis tratan de sintetizar la evidencia disponible y median­ del funcionamiento personal. No obstante, otros casos pueden ser
te técnicas estadísticas resumen el grado de evidencia disponible, el inicio de un trastorno mental crónico como la depresión o la
es decir, resumen y combinan todos los estudios previos sobre uno esquizofrenia, pero la asociación más alta se produce con el TB. El
determinada materia para poder llegar a una conclusión general. nacimiento de un hijo supone un cambio hormonal muy intenso en
Pues bien, dos estudios recientes de este tipo han encontrado que la un espacio de tiempo muy reducido, sin olvidar el cambio a nivel
presencia de anticuerpos de Toxoplasma gondii 1 en la madre durante psicológico, familiar y social que ello supone para la madre y su
el embarazo aumentan la probabilidad de TB en la descendencia <De entorno. Hay estudios que indican que los doce meses posteriores al
Barros et al., 2017). Sin embargo, los propios autores recomiendan parto son críticos en cuanto a presentar un episodio psicótico que,
prudencia a la hora de trabajar con este doto ya que la mayoría de en un porcentaje importante, corresponderá al episodio inicial de un
los estudios que componen esos metaanálisis son de diseño transver­ TB Uones y Craddock, 200D.
sal (realizan una «foto de la situación», no la «película completa»),
En el contexto de los factores asociados con comportamientos
de modo que no permiten establecer relaciones de causa-efecto.
disfuncionales y su impacto potencial en el TB destaca el abuso de
Por tonto, si bien la presencia de anticuerpos de Toxoplasma en la
sustancias. Aunque todos podamos tener en mente que el alcohol y
otras drogas aumentan el riesgo de presentar un trastorno mental,
Toxoplasma gondii es un parásito oportunista. Esto significo que un realmente todavía no se ha podido establecer una relación causal
alto porcentaje de lo población ha tenido contacto en algún momen­ entre el consumo de sustancias y una descompensación psicopatoló­
to con este microrgonismo, pero lo mayoría de los veces lo infec­ gica posterior. Es decir, sabemos que, en ciertos pacientes, el consu­
ción es asintomático o simplemente curso como un proceso gripal mo dispara las probabilidades de una descompensación, pero tam­
leve, dejando recuerdo inmunológico en formo de anticuerpos en lo bién sabemos que no todas las personas que consumen desarrollan
sangre. Solo en circunstancias de inmunodepresión (SIDA, pacientes un trastorno mental con el tiempo. De nuevo queremos subrayar que
trasplantados, neoplasias, etc.), el parásito se multiplico y produce la interacción entre distintos tipos de variables (biológicas, socia­
trastornos graves, como abscesos cerebrales o pulmonares: de ahí les, psicológicas) confiere un determinado riesgo para un trastorno
que se use el término oportunista. mental que solo se desarrollará en las circunstancias adecuadas.

246
Capítulo 7. Trastornos bipolares

Dicho esto, el consumo de sustancias es claramente nocivo para Probablemente, lo razón de que los psicólogos hayan prestado tan
la población general y para los pacientes en particular. Al tratarse poca atención a este segundo tipo de trastornos afectivos reside,
de sustancias tóxicas producen lesiones celulares, que en muchos primero, en que en los T B parecen jugar un papel muy importante
casos son irreversibles, cambian la psicopatología provocando que los factores biológicos y genéticos, y segundo, en que estos tras­
el diagnóstico sea más difícil y tardío y, por último, interaccionan tornos suponen únicamente un 10 % del total de los trastornos del
con el metabolismo de los fármacos ensombreciendo el pronóstico. estado de ánimo.
Un factor muy importante a la hora de analizar el consumo de sus­ Los mismos teorías que se han utilizado para describir los episo­
tancias es saber a qué edad se inició el consumo y cuándo se con­ dios depresivos unipolares pueden utilizarse paro explicar los fases
virtió en crónico y mantenido, puesto que el efecto nocivo del tóxico depresivos de los TB. Para dar cuenta de la fase maníaca se han
es mayor en los más jóvenes, con un cerebro todavía en desarrollo. propuesto también algunas teorías psicológicos, pero están poco
El cannabis, el alcohol y los opioides se han asociado con mayor elaboradas yo que lo escoso investigación psicológico sobre este
riesgo de TB, mientras que para la cocaína no hay acuerdo entre los tipo de episodios no ha permitido un desarrollo mayor. Lo mayor
diferentes estudios, posiblemente porque en ocasiones resulta com­ parte de estos teorías provienen del psicoanálisis, cuyos autores
plicado distinguir entre una auténtica descompensación maníaca consideraron que lo manía ero uno reacción frente o la melancolía
de una excitación excesiva secundaria al consumo, ya que se trata de (Coderch, 1987).
una droga estimulante (Gibbs et al., 2015). Muchos pacientes persi­
Como señalan Sanz y Vázquez (2008), Freud (1917) concibió los
guen el efecto agudo de la sustancia, ya sea ansiolítica en el caso
fases maníacos de los T B dentro de un contexto energético. El yo ha
del cannabis y del alcohol, o estimulante para la cocaína. En este
superado lo pérdida del objeto ornado y el superyó, que contiene el
momento agudo puede haber problemas de auto y hetera-agresivi­
dad, pero también aparece un problema muy grave cuando la droga objeto introyectado, yo no mantiene uno actitud hipercrítico hacia
él. Toda la energía que se había utilizado para intentar resolver
se elimina del organismo. Entonces los pacientes se encuentran aún
más ansiosos, tristes o insomnes que antes de haber consumido la los conflictos propios de lo fose depresivo se libera dirigiéndose
droga, siendo un momento de alto riesgo clínico que, además, dis­ hacia el mundo exterior. Eso podría explicar lo hiperactividad, lo
para el círculo vicioso del consumo. impulsividad y los conductos disruptivas del paciente (de alguno
formo habría una victoria del yo sobre el objeto). El propio Freud
En suma, el modelo actual más extendido para explicar la apa­ reconocía que dicho teoría se quedaba corto a lo hora de explicar
rición y desarrollo de un TB consiste en la interacción entre factores el porqué, o pesar de que esa misma lucho del yo por dejar el obje­
genéticos y ambientales. Ciertas variantes genéticas relacionadas to amado aparece en otras circunstancias y estos no desembocan
con los canales de calcio y del glutamato en las neuronas, alte­ en la manía.
raciones hormonales e inmunes pueden entrar en contacto en la
misma persona con los efectos nocivos del consumo de sustancias, Fue un discípulo posterior de Freud ( Lewin, 1950, 1959) quien
los abusos físicos-psicológicos a edades tempranas o con el acúmulo concibió lo manía no como el desenlace de lo depresión, sino
de los denominados factores vitales estresantes. Dicha interacción como uno interrupción defensivo de la misma. Esta teoría se eng­
daría lugar a cambios estructurales y funcionales de las neuronas y lobaría dentro de lo explicación de los procesos regresivos y de
otras células del sistema nervioso (p. ej., hiperexcitabilidad neuronal, defensa. Para Lewin lo manía sería un proceso regresivo en el cual
disfunción en las mitocondrias, que son la fuente de energía de las el paciente vuelve o un momento en el cual el yo se relaciono con
neuronas, y alteraciones en la permeabilidad de la membrana celu­ la realidad mediante el principio del placer. La negación incons­
lar), todo lo cual se traduciría en los síntomas cognitivos, afectivos ciente de la realidad es la que conduce al paciente al estado
y funcionales que observamos en la práctica clínica diaria (Vieta et maníaco.
al., 2018>. Como recogen Sanz y Vázquez (2008), otros autores como Ale­
También es importante mencionar, aunque sea brevemente, ksondrowicz (1980) sugieren que el T B aparece en pacientes aque­
cómo otras aproximaciones a la enfermedad mental tratan de jados de uno personalidad caracterizada por lo falto de autoestima,
explicar el actual TB, antes denominado psicosis maníacodepresi­ una excesiva sensibilidad al apoyo, aprobación y amor de los demás
va. Según un modo estructural y subjetivo, la melancolía es uno y un follo en la regulación de los estados de ánimo. Este sería el
de los ejes comunes en la experiencia humana y tal vez por eso caldo de cultivo sobre el cual el paciente respondería de formo
empaticemos con ese sentimiento de inhibición y duelo que supo­ «maníaco-depresiva» ante las dificultades de la vida cotidiana.
ne la melancolía. En ciertas personas, el sentimiento melancólico Ambos polos no serían otra cosa que los intentos del yo por alcanzar
excede en intensidad y duración a las experiencias «normales» que lo homeostosis psíquico del organismo.
todos podemos experimentar en ciertas ocasiones y la manía surge Klein (1964) planteó que el principal mecanismo de defensa del
como un intento reparador del aparato mentol para salir de ello. maníaco es lo negación, que se gesto desde lo primero infancia
Lo manía no hace referencia tanto a felicidad o regocijo como o ante lo necesidad de autodefensa de un yo débil. Estos afirmaciones
excitación y activación, reflejando lo cara opuesto de lo melancolía son compatibles con la alto deseabilidad social y lo tendencia o
(Colino, 20lll. desarrollar relaciones de dependencia de muchos pacientes con T B.

Teorías psicológicas de los trastornos bipolares


Ese mecanismo de defensa les dificulta tener conciencio de enfer­
medad.
Lo mayor parte de los teorías psicológicos de los T B han sido for­ Fuera del ámbito psicoanalítico, Beck ha extendido su teoría
mulados para explicar el componente depresivo, mientras que cognitivo de lo depresión para explicar también lo manía ( Beck,
apenas existen teorías psicológicas sobre los trastornos bipolares 1976; Leohy y Beck, 1988). En vez de desarrollar lo tríada cognitivo
propiamente dichos, es decir, aquellos en los que existe actualmen­ de lo depresión, desarrolla lo de la manía. El paciente maníaco
te o ha existido en el pasado un episodio de manía o hipomonío. se ve a sí mismo como extremadamente atractivo, con recursos
tt ••
M nu I dt p1lcop•tologla. Volum n 2 •
para hacer cualquier cosa. Percibe el mundo ausente de todo tipo
de obstáculos, lleno de experiencias positivas, y predice un futuro
· V. Eva luac ión de la manía
repleto de maravillosas posibilidades. Beck afirma que los individuos y la d e pre s ión bipo lar
maníacos presentan también reglas vitales o actitudes disfuncio­
nales que, como en la depresión, son rígidas y poco realistas, pero L a gravedad de la manía h a sido valorada tradicionalmente de un
en este caso su contenido exagera los aspectos positivos y eleva la modo muy global y hasta los años setenta no comenzaron a apa­
autoestima, estando en muchos casos asociado con conductas que recer escalas de cuantificación. No obstante, la evaluación de la
son autodestructivas o violan los derechos de los otros (véase la manía es difícil, o imposible, mediante cuestionarios de auto-infor­
Tabla 7.IU. me o mediante auto-registros, por lo que se requiere la evaluación
por parte del observador de comportamientos tales como la agi­
tación, la fuga de ideas, el lenguaje tangencial, etc., que son poco
)) Tabla 7.11. Actitudes disfuncionales en la manía según la accesibles para el propio paciente (Vázquez y Sanz, 2008). Hemos
teoría de Beck de tener en cuenta que, a diferencia de la depresión, la sintomato­
logía maníaca suele asociarse a una escasa conciencia de padecer
un trastorno, lo que dificulta enormemente realizar la entrevista
- Si hay alguna posibilidad de éxito debería aceptar el riesgo, diagnóstica de forma adecuada.
porque ganaré.
A continuación señalamos las principales escalas que se usan
- Merezco más de lo que tengo. para evaluar la sintomatología maníaca en el T B. Añadimos una
escala específica para la evaluación de los síntomas depresivos en
- Mis recursos son ilimitados. pacientes con TB <véase García-Portilla et al., 2015).
La escala de Young para la manía (YMRS; Young et al., 1978)
- Cada éxito demuestra de nuevo lo superior que soy. consta de once ítems, que evalúan los síntomas de la manía, por
lo que su uso no resulta muy apropiado para los pacientes con T B
- Cuando la gente me mira, me admira. tipo II. Los síntomas han de ser puntuados por el clínico basándose
\. en el relato del paciente y en su propia observación. El marco de
referencia temporal son las últimas 48 horas. Hay cuatro ítems a los
Nota. Ejemplos tomados de Beck [ 1 976, p. 98) y Leahy y Beck que se les da un valor doble (se puntúan de O a 8 en vez de O a 4)
[ 1 988, p. 522). para compensar la escasa cooperación de los pacientes maníacos
graves. Es heteroaplicada por un clínico entrenado para su uso. Está
validada en español por Colom et al. (2002). Es la escala que se usa
con mayor frecuencia para valorar la eficacia de los tratamientos
¿) Tríada cognitiva positiva. En la tríada cognitiva de Beck, anti-maníacos.
i cogniciones que implican una versión grandiosa y extrema­ El Cuestionario de Trastornos del Humor (MDO; Hirschfeld et al.,
damente optimista del yo, del mundo personal y del futuro, 2000> es un instrumento diseñado para el cribado de los trastornos
y que formarían parte intrínseca de la manía. del espectro bipolar. Consta de 1 3 ítems formulados en forma de
preguntas a las que el paciente debe responder sí o no. A continua­
ción se formulan otras cuatro que hacen referencia a la presencia
Como señalan acertadamente Sanz y Vázquez (2008) el pro­ simultánea de varios síntomas, su repercusión y los antecedentes
blema de este tipo de elaboraciones teóricas cognitivo-conduc­ familiares y personales. Es un instrumento autoaplicado. Está adap­
tuales para explicar la etiología del TB, así como otras muchas tado y validado al español (Sánchez-Moreno et al., 2008). Se ha
teorías que inciden en la importancia de los factores psicosociales demostrado que una puntuación ?) tiene una buena sensibilidad
y estresantes para hablarnos del origen de la enfermedad, es que y especificidad para el trastorno del espectro bipolar en pacientes
parecen no tener en cuenta que en el TB (a diferencia de lo que psiquiátricos ambulatorios.
sucede en la depresión) el peso de la biología (genes predisponen­ La Lista de Valoración de Hipomanía (HCL-32; Angst et al.,
tes, factores biológicos externos como el consumo de sustancias 2005) es un cuestionario que ha sido desarrollado simultáneamen­
o la proporción de pacientes que están aquejados de la enfer­ te en diferentes países e idiomas (alemán, inglés, italiano, sueco y
medad) es mucho mayor. Por eso la teoría de Beck es bastante español) para identificar períodos de hipomanía en pacientes diag­
certera a la hora de explicar la depresión pero se queda corta nosticados de depresión. Se trata de un instrumento autoaplicado;
ante la manía y tampoco es capaz de explicar la alternancia entre el paciente dispone de escalas tipo Likert de frecuencia e intensidad
ambos episodios. y dicotómicas (Sí/No) para responder, dependiendo de la pregunta
En suma, ha habido un menor desarrollo de las teorías psico­ que se formule. El marco de referencia temporal es toda la vida,
lógicas que puedan explicar los T B, mientras que se han realizado excepto algunas preguntas que se refieren a un momento concreto
más avances en los campos de la genética y de la fisiopatología. (últimos 12 meses). Está adaptada y validada al español (Vieta et al.,
Donde sí que se ha producido un gran avance a nivel psicoterapéu­ 2007>. Es una escala especialmente útil para conocer si los pacien­
tico es en la elaboración de intervenciones psicológicas, como la tes con depresión unipolar han tenido antecedentes de hipomanía
psicoeducación, que permiten al paciente identificar los síntomas (y por tanto se trata de pacientes con TB tipo m.
de recaída y tener mayor conciencia de enfermedad, como veremos La Bipolar Spectrum Diagnostic Sea/e (BSDS; Ghaemi et al.,
más adelante. 2005) consiste en una historia descriptiva que captura rasgos sutiles
Capítulo 7. Trastornos bipolares , ilt

de los trastornos del espectro bipolar sobre los q_ue los pacientes
pueden asentir o no, frase por frase. Como la escala anterior, esta
V I . Tratamiento de l trasto rno
herramienta diagnóstica es especialmente sensible a la detección
del TB tipo II.
bipo lar
La Escala de Depresión Bipolar (BDRS-S; Berk et al., 2007) está A . Tratamientos psicológicos
diseñada específicamente para detectar y medir la gravedad de los El TB es una enfermedad biológica cuyo principal tratamiento es el
síntomas de depresión bipolar al incorporar los síntomas atípicos farmacológico. Aunq_ue no existe evidencia de q_ue la psicoterapia
(hipersomnia y aumento de apetito) y los mixtos (irritabilidad, labi­ sea efectiva en el tratamiento de los episodios maníacos, las prin­
lidad, hiperactividad, verborrea y agitación) q_ue son más propios cipales guías de práctica clínica recomiendan el uso de la medica­
de este tipo de depresión. Es una herramienta heteroaplicada q_ue ción en combinación con algunas intervenciones psicológicas para
consta de 20 ítems. el tratamiento de los episodios depresivos, con el fin de lograr una
Por último, la Escala de Quejas Cognitivos en el TB (COBRA; buena adherencia psicofarmacológica y para prevenir las recaídas
Rosa et al., 2013) fue desarrollado para detectar las principales q_ue­ del trastorno (Yatham et al., 2018).
jas cognitivas experimentadas por los pacientes con TB. Es autoapli­ Las modalidades de intervención psicosocial q_ue cuentan con
cada y consta de 16 ítems. mayor grado de evidencia científica son la psicoeducación, la psi­
Con el fin de medir los cambios y fluctuaciones q_ue pueden coterapia cognitivo-conductual y la terapia centrada en la familia
darse en los TB, se ha propuesto un método sencillo para q_ue tanto (Novick y Swartz, 2019). Otros tratamientos psicológicos como el
el paciente como sus familiares evalúen diariamente el estado de mindfulness, lo terapia dialéctica conductual o la psicoterapia psico­
ánimo, así como otros parámetros como el sueño, lo actividad diur­ dinámica req_uieren estudios adicionales para demostrar su eficacia.
na, etc. Consiste en señalar a diario, en una línea de 100 milímetros, La psicoeducación consiste en suministrar información al
la intensidad de estos síntomas u otros idiosincrásicos del paciente paciente y a la familia acerca de cuál es la naturaleza del TB, cómo
concreto. Esta estrategia de evaluación continua puede ser de gran se comporta a lo largo del tiempo y q_ué factores previenen o preci­
importancia no solo para recabar más datos sobre el curso de estos pitan una descompensación. De este modo, la persona aprenderá a
trastornos, sino por lo importancia q_ue las propias fluctuaciones identificar síntomas prodrómicos q_ue alerten sobre la llegada de un
pueden tener para optimizar la medicación y establecer el pronósti­ posible episodio maníaco o depresivo. La psicoeducación también
co (Vázq_uez y Sanz, 2008). Esto técnica permite desarrollar un grá­ ayuda a conocer los principales efectos, beneficiosos y adversos, de
fico vital (o Life-chartl q_ue puede servir para mejorar la conciencia la medicación para favorecer la adherencia al tratamiento y propor­
de enfermedad en el paciente (véase la Figura 7.3). ciona al paciente herramientas para desarrollar y mantener un estilo
En los últimos años la irrupción de las nuevas tecnologías ha de vida saludable. Existen varios programas de psicoeducación vali­
dado lugar también al desarrollo de numerosas herramientas y apli­ dados para el trastorno bipolar, entre los q_ue destacan el Manual
caciones adaptadas a los teléfonos inteligentes (smartphanes) , dise­ de Psicoeducación de Colom y Vieta, desarrollado en Barcelona,
ñadas para incrementar la conciencia de enfermedad, la adherencia q_ue se compone de 21 sesiones distribuidas a lo largo de seis meses
al tratamiento y la psicoeducación de los pacientes con TB (Depp et (Colom y Vieta, 2006).
al., 2015). La elaboración de una lista prodrómica de síntomas espe­ Así como la psicoterapia cognitivo-conductual ha demostrado
cífica para cada paciente ha mostrado ser una herramienta muy útil ampliamente su eficacia en el tratamiento de muchos trastornos
para poder detectar a tiempo un nuevo episodio de la enfermedad mentales como la depresión unipolar, los resultados en el trastor­
y poder pedir ayuda antes de la instauración de los síntomas más no bipolar son controvertidos. La eficacia de estas intervenciones
graves del TB. parece depender de variables como la gravedad del trastorno, el

Ingreso
Manía

Hipomanía

Hipotimia

Depresión
,r
r

)) Figura 7.3. Modelo de gráfico vital [ /ife chart) para un paciente diagnosticado de trastorno bipolar.
Adaptado de Vieta et al., 2004.
�- Manual de psicopatología. Volumen z

grado de deterioro cognitivo y social del paciente o el número de l. Afectivos.


episodios agudos previos, entre otros. Típicamente, la psicoterapia - Hipertímicos: irritabilidad, euforia, disforia, labilidad emocio­
cognitivo-conductual ayudo al paciente a identificar y a modificar nal, expansividad, desinhibición, disempatía.
asociaciones erróneas entre pensamientos y emociones (tanto por - Hipotímicos: ánimo deprimido, apatía, anhedonia, alexitimia,
el polo de la tristeza como de la euforia) y se aplica en aproximada­ abulia, hiperempatía.
mente 20 sesiones individuales a lo largo de un período mínimo de
2. Físicos.
seis meses (Lynch et al., 2010l.
- Alteraciones del apetito (anorexia o hiperfagial.
La terapia centrada en la familia (Miklowitz, 1997) pretende - Alteraciones de la l ibido (hipersexualidad o inapetencia
involucrar a los padres de niños, adolescentes y adultos jóvenes sexual>.
que tienen alto riesgo de desarrollar un trastorno bipolar o que - Alteraciones del sueño (insomnio o hipersomnial.
acaban de ser diagnosticados de un primer episodio. Este trata­
miento incluye tanto sesiones de psicoeducación como de psicote­ - Percepciones somáticas como dolor, aumento de algunas
rapia para mejorar las habilidades de comunicación afectiva en el sensaciones (hiperestesia), aumento o pérdida de energía
seno de la familia y proporcionar herramientas para la resolución (anergial.
de problemas. La terapia centrada en la familia, en combinación 3. Cognitivos.
con la medicación, ha demostrado ser efectiva en la mejoría del - Alteraciones de la memoria (amnesia, dismnesia o hiperm­
pronóstico de este trastorno (Miklowitz y Chung, 2016). Así pues, el nesial.
entorno del paciente constituye una pieza clave en el tratamiento !J. Yatrogénicos (debidos a la medicación).
del trastorno bipolar. Por ello, algunas modalidades terapéuticas - Extrapiramidalismos (parkinsonismol: rigidez, temblor de
como la psicoeducación deben ser ofrecidas también a los cui­ manos, enlentecimiento de la marcha, pérdida de expresión
dadores de los pacientes, ya que pueden prevenir y minimizar el facial (hipomimial, dificultad para permanecer q_uieto (aca­
síndrome de bumout (Baruch, et al., 2018), aumentar la adherencia tisial.
al tratamiento, prevenir las recaídas y disminuir la tasa de hospi­ - Sedación, mareo o inestabilidad.
talizaciones.
- Colinérgicos (sialorrea, taquicardia, seq_uedad bucal, estre-
ñimiento...>.
8. Tratamie nto farmaco lógico Otro aspecto importante es conocer el sustrato neurofisioló­
gico y neuroanatómico que subyace detrás de cada síntoma. La
Tabla 7.12 muestra los neurotransmisores y área cerebral involucra­
El tratamiento farmacológico del TB incluye un amplio grupo de
medicamentos, desde fármacos clásicos como las sales de litio,
los antidepresivos y los antiepilépticos, hasta los más modernos dos en cada uno de los síntomas. Una vez conocemos la base en
antipsicóticos atípicos. Esta diversidad de fármacos permite abor­ la q_ue se fundamenta el tratamiento psicofarmacológico, profun­
dar las distintas situaciones, como un episodio agudo (manía o dizamos en el manejo de las distintas opciones terapéuticas y sus
depresión mayor), o bien la prevención de recaídos en un paciente características más importantes.
estabilizado. Para poder escoger un tratamiento lo más individuali­ a. Sales de litio
zado posible, será clave un minucioso estudio de los síntomas con­
cretos a tratar en cada caso. Estos síntomas se clasifican en cuatro Los efectos beneficiosos del litio se remontan al siglo II con los escri­
grandes grupos: tos de Areteo de Capadocia, quien describió la mejoría de enfer-

) ) Tabla 7.12. Sustrato neuronsiológico y neuroanatómico de los síntomas del trastorno bipolar

Corteza prefrontal Desinhibición. Excitación. Grandiosidad. Dopamina (02), serotonina

Lóbulo temporal Alteraciones senso-perceptivas. Síntomas psicóticos. Dopamina

Sustancia negra y estriado Extrapiramidalismos (parkinsonismol.


Altér~~¡·~~es ·ilo~moriaies p;want,p~i~óti'c'~s'.1!f.:R,~Jl~i!r
~~----~--- -
250
Capítulo 7. Trastornos bipolares

mos que presentaban episodios de manía y depresiones, cuando aún El litio es un fármaco que requiere controles periódicos, ya que
no estaba consolidada siquiera la entidad de TB. Dichos enfermos tiene un rango terapéutico en sangre estrecho (i. e., solo es útil si su
mejoraban al beber ciertas aguas medicinales (ricas en litio) aun­ concentración en sangre se encuentra entre 0,6 y I mmol/U, siendo
que por entonces se desconocía este metal. Fue en 1817 cuando relativamente fácil que sus niveles se modifiquen por factores como
Johann Arfvedson aisló el litio como elemento químico en Suecia. la cantidad de sal en la dieta o el uso de otros fármacos como los
Durante el siglo x1x se empleó para otras enfermedades, como la antihipertensivos. Además de realizar litemias, es necesario contro­
artrosis. En 1949 John Cade fue el primero en administrar carbona­ lar otros marcadores como la f unción tiroidea y la función renal, ya
to de litio a varios enfermos agitados y maníacos e informó de su que su uso crónico puede acarrear alteraciones de estas que deben
efecto anti-maníaco específico. En 1954 se realizó el primer estudio detectarse a la mayor brevedad posible. Artículos recientes han
clínico doble ciego con litio en la manía. En 1970 la Food and Drug desarrollado cuál debe ser la información básica que debe recibir
Administration (FDA) estadounidense aprobó su uso terapéutico un paciente que va a comenzar con este tratamiento (González-Pin­
en la manía y en 1974 autorizó el carbonato de litio, un fármaco to et al., 2019).
imprescindible como anti-maníaco. En resumen, fue el primer esta­
bilizador del ánimo y sigue constituyendo un tratamiento de primera
línea para todas las fases del TB, especialmente para pacientes con ' ¿) Litio. Piedra ang ular del tratamiento farmacológico en el
episodios maníacos. TB. Aunque presente en población sana, no se ha demos­
Sobre su mecanismo neurofisiológico, podría simplificarse en el trado que juegue algún tipo de papel en la etiología o pato­
reemplazamiento de sodio por litio en la sinapsis neuronal, dando genia del trastorno.
como resultado una activación de la membrana celular pero más
lenta que con el sodio. También regula la concentración de neu­
rotransmisores implicados en el estado de ánimo, aumentando la b. Antidepresivos
serotonina y noradrenalina (efecto «antidepresivo»), a la vez que Los antidepresivos comprenden una amplia familia: desde los inhi­
tiene una regulación a la baja de otros como la dopamina (efecto bidores de la recaptación de serotonina USRS), los inhibidores de la
«anti-maníaco»). No obstante, es importante destacar que el litio no monoamino-oxidasa UMAOl, los tricíclicos, o los duales, hasta los
juega ningún papel en el origen del TB. La cantidad de litio depende más recientes denominados multimodales. El uso de este tipo de
de cada individuo, no asociándose su déficit a mayor riesgo de desa­ medicamentos en pacientes con un TB merece una especial aten­
rrollar dicho trastorno. ción ya que así como pueden ayudar a resolver episodios graves de
En cuanto a la utilidad del litio para el tratamiento del TB, hay depresión mayor, también pueden provocar descompensaciones en
que decir que es especialmente útil cuando nos encontramos ante el polo maníaco con cierta facilidad. Es importante pues, diferenciar
un episodio maníaco, sobre todo en pacientes que presentan un cuáles pueden suponer un menor riesgo de viraje y a su vez suponer
marcado perfil eufórico (véase la Tabla 7.13l. Por último, hay que una mayor utilidad terapéutica.
recordar que el litio es, junto con la clozapina ( un antipsicótico atí­ Dentro de este gr upo cabe destacar algunos aspectos que se
pico), uno de los pocos fármacos con efecto anti-suicida validado resumen en la Tabla 7.14. Además, deben evitarse algunos grupos
en estudios (Young, 2013). Por este motivo también será de ayuda en por su alto riesgo de viraje (p. ej., venlafaxinal, y deben emplearse
pacientes con historia de intentos de suicidio previos. siempre en combinación con antipsicóticos o con reguladores del

)) Tabla 7.13. Utilidad clínica de las sales de litio


MUY ÚTIL PARA... MENOS ÚTIL PARA...
- Manía eufórica del TB (Fase aguda). - Manía disfórica (fase aguda>.
1

- Manía con antecedentes de riesgo autolítico (manía post-depresión - Cicladores rápidos.


grave con ideas de suicidio). - TB en mujeres embarazadas o en edad fértil.
- En prevención de recaídas en TB tipo I y II. - Depresión mayor instaurada (fase aguda).
- Como coadyuvante del tratamiento antidepresivo en pacientes con - Episodios mixtos.
trastorno depresivo recurrente.

)) Tabla 7.14. Recomendaciones para el uso de antidepresivos en el trastorno bipolar [TB)


RECOMENDABLE EN.... NO RECOMENDABLE EN...
- Episodio depresivo agudo. - Depresión mayor tras fase hipomaníaca.
1

- Pacientes con buena respuesta previa a antidepresivos. - Cicladores rápidos.


- Combinado con reguladores del humor como litio o ácido valproico. - En prevención de recaídas depresivas en TB tipo l.
- Combinodo con antipsicóticos atípicos. - Episodios mixtos.
- Monoterapia para TB.

251
tt Manual de pslcopatologla. Volumen 2

) ) Tabla 7.15. Recomendaciones para el uso de antiepilépticos en el trastorno bipolar [TB]

Lamotrigina Prevención de episodios depresivos en TB tipo II. Embarazadas.


Trastorno depresivo recurrente unipolar. Mujeres edad fértil.

humor). Por último, el antidepresivo de primera elección debe ser de sodio voltaje-dependientes), pero posee mayor solidez o nivel de
un ISRS <p. ej., fluoxetina, citalopraml. evidencio científico en lo prevención de episodios depresivos en T B.

c. Antiepilépticos d. Antipsicóticos
Este grupo incluye algunos de los fármacos conocidos sobre todo En este grupo cabe diferenciar entre los ontipsicóticos tí picos y los
por su uso en la epilepsia. En pacientes con TB resultan útiles como atípicos. Los primeros son conocidos como los de primera genera­
reguladores del humor. Estos fármacos actúan modulando al alza ción. Su efecto anti-maníaco se baso en el bloqueo de receptores de
la acción del neurotransmisor GABA (principal inhibidor del SNCl, dopomino sobre todo por antagonismo D2 . Se incluyen en este grupo
así como inhiben los canales de sodio sensibles al voltaje, entre el holoperidol, zuclopentixol, flufenozino, clorpromozino, entre otros.
otras acciones. No obstante, su mecanismo específico tanto como Los ontipsicóticos atípicos, o de segundo generación, deben su efec­
antiepilépticos como reguladores del humor, es desconocido. Den­ to anti-maníaco o un bloqueo de lo dopomino (receptores D 2, D3) y o
tro de este amplio grupo de fármacos se emplean, sobre todo, los lo interacción sobre receptores serotoninérgicos (5HTl. También se
siguientes (véase la Tabla 7.15): incluyen los agonistas parciales que modulan lo dopomino prefrontol
El ácido valproico es, junto con el litio, uno de los reguladores y en sistema límbico sin llegar o bloquear los receptores dopomi­
del humor más ampliamente utilizado. Por otra parte, se trata de nérgicos. Se incluyen en este grupo dos tipos de ontipsicóticos: los
un fármaco del que se debe destacar también su capacidad de sedantes (por efecto ontihistomínicol como lo olonzopino, clozopino
provocar malformaciones en embarazadas, sobre todo relacionados y quetiopino y los más incisivos (aripiprazol, ziprasidono, risperido­

formo intramuscular ( depotl con duración de entre dos semanas


con lo formación del SNC, como lo espina bífida, por lo que su uso nol. También existe lo opción de administrar algunos de ellos de
debe evitarse en mujeres en edad fértil, siendo imprescindible el uso
concomitante de anticonceptivos orales <ACOJ si lo mujer tiene posi­ (risperidono, zuclopentixol, flufenozinol, un mes (aripiprazol, olonzo­
bilidades de embarazo. Al igual que el litio, se trato de un fármaco pino, poliperidonol, y hasta tres meses en lo actualidad (poliperido­
que es necesario monitorizar en sangre por su rango terapéutico, nol. Lo Tabla 7.16. recoge un listado de estos fármacos y los princi­
eso sí, más amplio que el del litio, en este coso debe mantenerse pales recomendaciones para su utilización en el tratamiento del TB.
entre 50 y 100 mg/L. Lo carbomozepino se empleo en el T B como
regulador del humor. Su mecanismo de acción es antagónico sobre
los canales de sodio voltaje-dependientes. Tiene cierto efecto tera­ V I l . Resumen de los aspectos
tógeno por lo que deberá evitarse también en mujeres embarazados
o en edad fértil sin ACO. Debe ser monitorizado como el litio o el
fundamentales y tendencias
ácido volproico debiendo encontrarse los niveles en sangre entre futuras
5 y 12 µg/ml. Puede provocar erupciones cutáneos (rash) y altera­
ción del sodio (hiponotremiol, como efectos secundarios o tener en S i analizamos l o historio del término TB observamos cómo ha evo­
cuento. Lo oxcarbomazepina es similar al anterior fármaco, pero lucionado desde los términos «melancolía» y «psicosis manía­
con varios ventajas, como menos efectos secundarios y no necesidad co-depresivo» al más específico de TB. Los actuales sistemas de
de monitorizar niveles plasmáticos. También puede producir hipo­ clasificación han buscado definiciones más claras y operativos que
notremio. Finalmente, lo lomotrigino, cuyo mecanismo de acción es permitan universalizar lo definición del cuadro así como homogenei­
similar al de los otros ontiepilépticos (i. e., ontogonizo los canales zar el desarrollo de ensayos clínicos y de proyectos de investigación.

152
Capítulo 7. Trastornos bipolares ii\

)) Tabla 7.16. Recomendaciones para el uso de antipsicóticos en el trastorno bipolar

1¡¡p. i<, lji :l¡:\!l


Pacientes'1con TB tipo II
," immi·_ . ,\ •,\

,red ·minan extitoció,, .• 'p��ientes,' ¿pn AP d� episodio dep


Hu'''.·
Típico$.'. Í' .:,'11.
iiili¡!' •\I '!1

Haloperidol · n·y ;i,

!!W!lll 'i!Jí¡;;j1¡/
éteroagres1vidad grave .· '', Episodio depresivo reciente 1 ,, \
FlutJ~ail~ rav • ji' f I I
!!:,:, erjcient�No11 elevélcl6,,1 • ;r¡esgd i

· ción conduc
·· • ' L, ' j 1>
¡l;r , ¡ , t

Antecedentes de depresión post-p�,k;ótic


.¡t'ii¡,,.,.¡.;,, l '-Hij 1,

ZuclPP.~hhxo

1cot1cos mor '" �Ujere� j�yenes en edoc;f f.értil ..( pu.•1�e�,,d,


1

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,,lt:. r, '1" • I:
¡¡:i:dlt�rotidrtes dJI ciclo rtl�nstrubl> .
Clorpromazina
• I ., , \\l,.,

Lev~W
¡ig::1W
·~a¡fü~::· ! ¡\!
\l!
¡j¡F'
' ¡(

Manía agudo eufórico Pacientes obesos o con diabetes mellitus


Olonzopino Predomino insomnio, ansiedad y tensión Mujeres jóvenes en edad fértil (pueden provocar
Atípicos sedativos

Quetiopino interno alteraciones del ciclo menstrual)


Clozapino Desinhibición

,¡¡¡';Mqnít( égü<¡ld eo'fótjco o disforicó Mujeres jóvenes en edad fértil <pueden provocar
'Heteroogt'esividod o agitación leve�' alternciones• del ciclo menstrual>
,:;;\(,,,. :'! .!! \\il
Atft1i 01 ��li!tit,Wos ·

, moderada.
Asena�in� ''i!i ·· '
Aripipr,ozol
Risp
Palip a,
""'
Ziprosido�o

Tratamiento de mantenimiento y Manía aguda


Aripiprazol prevención de episodios maníacos Depresión aguda
Depot (inyectables de larga duración)

Paliperidono en TB tipo I con mola adherencia al


Risperidona tratamiento oral
Olonzopina

Para realizar un correcto diagnóstico, primero se debe descar­ Dada la cronicidad del cuadro, la tendencia a la recurrencia y
tar q_ue el paciente esté padeciendo un proceso de causa orgánica los altos índices de discapacidad social, laboral y familiar q_ue lleva
q_ue j ustifiq_ue la etiología (fundamentalmente una enfermedad consigo, además de las altas tasas de suicidio, es fundamental q_ue
médica o el uso de una sustancia o un fármaco). En ese sentido, el paciente sea consciente desde el inicio de su enfermedad de
las exploraciones complementarias ( p. ej., análisis de laboratorio c uáles son los principales c uidados q_ue debe llevar a cabo para
o técnicas de imagen) no nos servirán para diagnosticar la enfer­ evitar las recurrencias de la enfermedad, q_ue son el factor de peor
medad, sino para descartar otras posibles causas. Una vez q_ue pronóstico en términos de disfuncionalidad cognitiva y de sintoma­
sepamos q_ue el cuadro es psiq_uiátrico se debe realizar un correcto tología residual.
diagnóstico diferencial con otras entidades clínicas, fundamental­
mente con los cuadros depresivos (cuando hay un predominio de la
sintomatología depresiva) y con los esq_uizoafectivos (cuando hay 2) Recurrencia. C uando una persona vuelve a mostrar un
un predominio de los síntomas psicóticos). Para ello disponemos de síndrome psicopatológico tras haber pasado una fase de
numerosas herramientas q_ue nos permiten conocer la intensidad de plena recuperación.
los síntomas maníacos y depresivos, y hacer un cribado para confir­
mar q_ue el paciente ha padecido episodios maníacos e hipomanía­
cos con anterioridad. Act ualmente disponemos de n umerosas herramientas para
Una vez confirmado el diagnostico categorial de T B debemos tratar (especialmente la manía) los episodios afectivos y prevenir
realizar una completa historia clínica q_ue nos permita conocer cuá­ sus recaídas. Aún se tienen q_ue realizar m uchos más avances en
les son los principales especificadores de curso de ese paciente en el terreno del tratamiento de la depresión bipolar, el diagnóstico
cuestión: edad de inicio, polaridad predominante, asociación con precoz de la enfermedad, el desarrollo de terapias psicológicas
síntomas mixtos o de ansiedad, inicio en el periparto, patrón esta­ q_ue combatan la sintomatología cognitiva y residual, así como
cional, comorbilidades asociadas, etc. Este diagnóstico será más i m plementar políticas sanitarias q_ue combatan el estigma de la
dimensional y nos permitirá poder identificar los principales sínto­ enfermedad y permitan la integración del paciente a nivel social
mas q_ue debemos tratar en ese paciente en concreto. y laboral.

253
•• Térm inos c lave
Ciclador rápido 240 Episodio hipomaníaco 240 Recaída 240
Ciclotimia 242 Episodio maníaco 237 Recuperac ión 240
Comorbilidad 238 Episodio mixto 241 Recurrencia 253
Depresión bipolar 234 Litio 257 Trastorno bipolar 234
Depresión unipolar 234 Maníaco-depresivo 237 Tríada cognitiva positiva 248

•• Lecturas reco me ndadas


Colom, F . y Vieta, A. (2003). Convivir con el trastorno bipolar. Madrid: Aconsejamos este libro para todo aquel psicólogo clínico que se
Editorial Médica Panamericana. quiera dedicar a la psicoterapia de pacientes con TB pues es el
Se trata de un libra de fácil lectura, ameno y sencillo especialmente manual clásico que describe cómo realizar la psicoeducación, que
destinado para los pacientes aquejados de esta enfermedad que es la psicoterapia con mayor grado de evidencia científica en esta

Vieta, E. y Pérez, V. (2019). Depresiones bipolares y unipolares. Madrid:


les permite poder reconocer la enfermedad, detectar los síntomas patología.
prodrómicos y saber cuáles son los principales cuidados que deben

Colom, F. y Vieta, E. (2006). Psychoeducation Manual for Bipolar Disor­


poner en marcha para tener una buena calidad de vida. Editorial Médica Panamericana. 2019.

der. Cambridge University Press.


Se trata de un libro muy actualizado sobre el diagnóstico clínico y
el abordaje de las depresiones unipolares y bipolares.

'• 'i'íl!

•• R efe re ncias

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r
Capítulo 7. Trastornos bipolares 4141

•• Autoeva luación
l. El trastorno bipolar (señale la frase incorrecta): 6. ¿cuál de los siguientes NO es un delirio congruente con el
a) Consiste en la aparición de episodios depresivos y de epi­ estado de ánimo en la fase depresiva del TB?
sodios maníacos e hipomaníacos. al Delirio de ruina.
bl Con el tiempo los episodios se atenúan y tienden a des­ bl Delirio de aliñamiento.
aparecer. el Delirio hipocondríaco.
cl Es una enfermedad mental grave asociada a altas tasas dl Delirio de culpa.
de discapacidad.
7. ¿cuál de las siguientes definiciones se adecua al trastorno
dl El suicidio no es infrecuente, sobre todo en las fases de­ bipolar tipo 11?
presivas.
al La alternancia entre episodios depresivos y episodios ma­
2. ¿cuál es la principal causa del trastorno bipolar? níacos.
al Factores genéticos. bl La aparición de sintomatología mixta en los episodios ma­
níacos.
bl Abuso de sustancias.
cl La alternancia entre episodios depresivos y episodios hi­
el Antecedentes de maltrato. pomaníacos.
dl Antecedentes de factores estresantes. d) La aparición de episodios maníacos tras el uso de anti­
depresivos.
3. De las siguientes cifras ¿cuál es la que más se acerca a
lo prevalencia del trastorno bipolar (incluyendo todos sus 8. Según el DSM-5 ¿cuánto deben durar los síntomas para
subtipos)?: poder ser diagnosticado de un trastorno ciclotímico en el
a> 0,5 % adulto?
bl 1 % al Dos años.
bl Un año.
cl 2%
cl Seis meses.
dl 5 %
dl Tres meses.
4. Según la teoría de Beck, ¿cuál de las siguientes N O es una
9. La psicoeducación en el trastorno bipolar:
actitud disfuncional en la manía?
al Es el tratamiento de primera elección.
al Si hay alguna posibilidad de éxito debería aceptar el ries-
go, porq_ue ganaré. bl Tiene eficacia demostrada para revertir un episodio agudo
maníaco.
bl Merezco más de lo q_ue tengo.
cl Está indicada para mejorar la adherencia al tratamiento y
cl Mis recursos son ilimitados. prevenir futuras recaídas.
dl Cuando la gente me mira, me desea lo peor. d) No tiene indicación en el trastorno bipolar.

5. ¿cuál de los siguientes NO es un síntoma anímico propio 10. Respecto al tratamiento farmacológico del TB ¿cuál es la
de la manía? entidad que menos responde a los tratamientos disponi­
al Euforia. bles en la actualidad?
b) Hiperactividad. al Prevención de los episodios maníacos y depresivos.
bl Tratamiento de la manía aguda.
c) Anhedonia.
cl Tratamiento de los síntomas psicóticos.
dl Insomnio.
dl Tratamiento de la depresión bipolar.
CAPÍTULO a

TRASTORNOS DISOCIATIVOS
Anabel Gonzalez Vazquez, Milagros Molero-Zafra y Marión Pérez-Marín

I. Introducción 259 VI. Recomendaciones para la evaluación


y el tratamiento 273
11. Delimitación conceptual y modelos explicativos 260
A. Evaluación 273
III. Los trastornos disociativos en las clasificaciones
B. Tratamiento 274
internacionales 263
VII. Resumen de aspectos fundamentales y tendencias
IV. Diagnóstico y características clínicas 263
futuras 276
A. Características clínicas y curso evolutivo 268
B. Epidemiología 271 TÉRMINOS CLAVE 276
C. Comorbilidad y diagnóstico diferencial 271
LECTURAS RECOMENDADAS 277
V. Etiología 272
A. Trauma y apego 272
REFERENCIAS 271
B. Regulación emocional 273 AUTOEVALUACIÓN 279

l . I ntroducción
La clínica d e los trastornos disociativos actuales, junto a la q_ue clasificado en ubicaciones próximos debido o este error conceptual
se incluye en los trastornos de síntomas somáticos, se deriva del q_ue se remonto a varios siglos atrás.
antiguo concepto de «histeria». El término histeria se deriva de la
palabra hystera (útero en griego) y hace alusión al carácter feme­
nino atribuido a esta dolencia. Más adelante se relacionará esta 2) Histeria. Categoría nosológica, no utili zada en la actuali­
patología mal definida con la insatisfacción sexual en las mujeres.
Será en el siglo x1x cuando el psicoanálisis empezará a considerar
dad en los sistemas de clasificación, que alude a un conjunto
q_ue los trastornos disociativos y conversivos (considerados fenó­
de trastornos mentales en los que los síntomas, que no son
menos distintos en el DSM-5 y clasificados juntos en la CIE-10) se de origen orgánico, se producen y mantienen por motivos
derivaban de graves traumas pasados. En las teorías freudianas
esta primera concepción traumática será cambiada después por
no conscientes, dirigidos a alguna ganancia real o imaginaria.

una segunda teoría en la q_ue el origen de los síntomas disociati­


vos estaría en la fantasía edípica de las pacientes. En esta etapa Las grandes guerras mundiales q_ue sacudieron el mundo con­
también se produjo una emergencia de la hipnosis como método temporáneo cambiarían profundamente lo visión del trauma psi­
terapéutico, y se generaron amplios debates sobre el papel de la cológico y, con ello, de los cuadros disociotivos. Eran entonces los
sugestión. Aunq_ue la asociación entre disociación y trauma ha sido soldados q_ue volvían del frente, y no los mujeres, los q_ue presenta­
posteriormente ovalada por los datos empíricos, esto asociación ban sintomotologío disociativo tonto psícomorfa como somatomorfa.
entre disociación, fantasía, simulación y sugestión ha persistido en Otro fenómeno social q_ue tendría gran influencio fue lo visibilidad
lo visión sobre estos cosos (Gonzolez, 2010; Gonzolez y Mosq_uera, q_ue se estaba empezando o dar en el posado siglo al maltrato intra­
2015), al tiempo q_ue se desarrollaban los teorías modernos sobre familiar y el abuso sexual. Frente o las historias de abuso sexual
lo disociación. Un ejemplo de ello es lo vinculación entre trastornos infantil q_ue empezaban o desvelarse, los podres acusados de dichos
disociotivos y facticios, q_ue se estudiaron conjuntamente y se han abusos y algunos académicos comenzaron o defender q_ue los cosos
eran reales y q_ue en muchos casos eran inducidos iatro­
g4nlcamente a partir de una entrevista sesgada por el terapeuta.
t\l\ll �11 1 1 . D e l i m itac ión conce ptual
Este grupo formó el denominado Movimiento de las falsas memorias, y m o d e l o s expl icativos
que hace muy poco se ha disuelto de modo definitivo. La investiga­
ción ha ido aclarando que, si bien los recuerdos recuperados des­ Los fenómenos disociativos n o son necesariamente patológicos. Por
pués de períodos de amnesia, o las memorias infantiles, no pueden un lado, algunos autores hablan de disociación normativa (Butler,
ser tomados con literalidad, la hipótesis de que las memorias de 2006) para referirse a fenómenos como quedarse absorto en una
abuso son sistemáticamente falsas no ha tenido ningún apoyo empí­ actividad, soñar despierto o quedarse inmerso en fantasías y enso­
rico (Chu et al., 1996). Sin embarga, pese a la evidencia empírica, ñaciones. E xisten además cambios en el estado de conciencia que
los relatos de abuso generan muchas veces en los terapeutas más no tienen como base una condición inducida orgánicamente o un
sospechas que el relato de otros tipos de traumas, y estos movimien­ trastorno mental, y que implican la alteración o separación tempo­
tos han contribuido también a la asociación entre simulación y diso­ ral de lo que se experimenta normalmente como procesos mentales
ciación que parece haber permanecido en el imaginario de muchos integrados (Butler, 2004). Así, la disociación, en ocasiones, podría
profesionales. atenuar la influencia de los acontecimientos vitales estresantes vivi­
dos, protegiendo a la persona al reducir el impacto psicológico de
Esta controversia se trasladó en cierto modo a un diagnóstico
los mismos y facilitando la supervivencia. Cuando es crónica, genera
en permanente debate: el trastorno de identidad disociativo (TID)
sufrimiento y/o deterioro significativo y se la considera psicopato­
o personalidad múltiple, que algunos autores consideraban un tras­
lógica. Esta caracterización clínica de la disociación se refleja en
torno inducido por determinados psicoterapeutas. Esta idea fue pro­
la escala más utilizada para evaluar sintomatología disociativa, la
puesta por Spanos (1996), que la denominó modelo sociocognitivo.
DES Wissociative Experiences Sea/e), que recoge tanto disociación
De aquí se ha pasado a poner bajo sospecha a cualquier persona
normativa como síntomas claramente patológicos considerándolos
que manifieste síntomas de TID, considerándolo cercano al trastor­
a lo largo de un continuo dimensional en cuyos extremos se sitúan
no facticio, y tratando de evitar preguntar por este tipo de síntomas
la normalidad y la psicopatología, respectivamente (Bernstein y
para no inducirlos. El resultado ha sido que, al no explorar este tipo
Putnam, 1986; Putnam, 1993; Ross, 1996).
de manifestaciones, pasan inadvertidas, retroalimentando la idea de
que son cuadros excepcionalmente raros. Sin embargo, como ocurre Tyer (1989) presentó una clasificación de las categorías diagnós­
con el abuso intrafamiliar, los datos empíricos han mostrado una ticas de la disociación según fuera la función afectada:
alta prevalencia y una presentación consistente del trastorno en dis­ l. Disociación de la personalidad, en donde se incluiría el TID.
tintas áreas geográficas, incluso en países donde el diagnóstico no
2. Disociación de conductas complejas, donde estarían la fuga
estaba popularizado y se veía con desconfianza (Sor et al., 2007).
disociativa y los estados de trance.
Sin embargo, pese a todo, como ocurre siempre en ciencia,
3. Disociación de movimientos o sensaciones: aquí estaría la histe­
el debate entre visiones polarizadas ha enriquecido los modelos ria de conversión.
de trauma. Si bien sabemos que no hay motivo para dudar de un
recuerdo de abuso sexual, es cierto que es necesario hacer una 4. Disociación de la función cognitiva, en donde aparecería la
exploración cuidadosa y no dirigida, ya que los recuerdos no son amnesia disociativa.
literales y pueden ser modificados por el entrevistador. También se 5. Disociación de la percepción, encontrando aquí la despersona­
ha entendido que, si bien el trauma (sobre todo el trauma temprano, lización y la desrealización.
grave e interpersonal) se asocia con la disociación, esta relación no 6. Otros tipos de disociación, que incluirían el trance y los estados
es directa y puede estar mediada por factores psicológicos indivi­ de posesión, los estados disociativos de corta duración en ado­
duales como la regulación emocional (Dalenberg et al., 2012; Del Río lescentes y jóvenes adultos, la pseudodemencia histérica o sín­
Casanova et al., 2018; Lynn et al., 2014). drome de Ganser (trastorno caracterizado por pararrespuestas,
En este capítulo describiremos los cuadros disociativos como trastornos de conciencia, amnesia disociativa, estrés emocional
trastornos mentales bien definidos, emparentados con los cuadros y posibles pseudoalucionacionesl.
conversivos y relacionados con la historia de trauma interpersonal Por su parte, Etzel Cardeña (1994) realizó una síntesis de los
grave y crónico, así como con el apego disfuncional con los cuida­ diferentes matices con los que el término «disociación» aparece en
dores primarios. Sin embargo, estos antecedentes no son el único la literatura científica, señalando las siguientes tres agrupaciones:
factor implicado, siendo preciso contar con otros elementos que
pueden dar lugar a la sintomatología disociativa. El más relevante l. Disociación como módulos o sistemas mentales no conscientes
parece ser el estilo de regulación emocional, que actuaría como o no integrados. Aquí no existiría una mente unitaria, pudiendo
mediador entre trauma, apego y el desarrollo de la disociación. aparecer tres situaciones:
a. Disociación como ausencia de percepción consciente de
estímulos entrantes o salientes (p. ej., estar percibiendo
¿) Disociación. Interrupción o discontinuidad en la integra­ algo sin darnos cuenta de ello en ese instante, o realizar
ción normal de la conciencia, la memoria, la identidad, la algún acto motor aprendido sin tener un control continuo y
emoc ión, la percepción, la representac ión del c u erpo, el constante de éll. En este punto, en la dimensión patológica
control motor y la conducta. Esta alteración de las funcio­ se encontraría, por ejemplo, la fuga disociativa.
nes normalmente integradas puede ser repentina o gradual, b. Disociación como coexistencia de sistemas mentales sepa­
transitoria o crónica. rados que deben estar integrados en la conciencia de la
persona, su memoria o identidad. Esto sería lo que algunos

260
Capítulo 8. Trastornos disociativos , iij

entienden como estados mentales o del ego. En el extremo


encontraríamos al T ID, en el que diversos estados mentales
1 2) Identidad. C onjunto de pensamientos, valores, recuerdos
se alternan en la misma persona, con barreras amnésicas y elementos contextuales que constituyen la personalidad,
entre los estados. el carácter, el modo de vida y la forma de actuar de un indi­
c. Disociación entre la conducta saliente o percepción incon­ viduo. Es un constructo complejo que proporciona la ima­
sistente con la introspección verbal relatada por el sujeto. gen consistente de uno mismo, y que se va transformando
A diferencia del punto a, aquí los actos motores no serían constantemente en cada persona, en un continuo proceso
automáticos y los individuos podrían acceder a la percep­ de adaptación al medio y a la cultura que la rodea.
ción o conducta, pero presentando inconsistencia/contra­
dicción (cuando existe una deficiente integración entre
aspectos somáticos y emocionales de una experiencia, No obstante, el concepto de disociación sigue careciendo, a día
como llorar sin experimentar tristeza, o relatar un evento de hoy, de una definición consensuada por los distintos expertos.
traumático propio sin ninguna emoción). Por ejemplo, Farina et al. (2019) señalan que esta falta de claridad
2. Disociación como alteración en la conciencia normal experi­ deriva de los distintos usos que se han dado al término disocia­
mentada como una desconexión del yo o del entorno. Aquí se ción. En psicopatología, disociación se ha empleado para definir
encontrarían la despersonalización y la desrealización. Estas son tres conceptos distintos: (a) una categoría diagnóstica, (b) un grupo
experiencias cualitativamente distintas de la experiencia ordina­ de síntomas, (c) algunos procesos patogénicos causados por expe­
..
ria, no son solo una simple disminución del nivel de conciencia. riencias
• traumáticas infantiles que interfieren con la integración de
3. Disociación como mecanismo de defensa. Por un lado, siguiendo las funciones mentales, o mantienen separadas a distintas partes
la perspectiva psicoanalítica, implicaría un rechazo intencional de la personalidad. Por su parte, Holmes, et al. (2005) proponen
(no necesariamente consciente) de contenidos emocionales una distinción entre la disociación como compartimentalización y
dolorosos. Los síntomas disociativos actuarían como meca­ la disociación como distanciamiento. La compartimentalizacíón se
nismos psicológicos de defensa, inhibiendo del conocimiento caracteriza por un fallo parcial o completo en la capacidad para
consciente recuerdos, sentimientos y percepciones asociados a controlar deliberadamente procesos o acciones que habitualmente
experiencias traumáticas. Desde otras visiones más conectadas están bajo el control voluntario. Un ejemplo de esto sería la amnesia
con la etología, la disociación supondría un equivalente a la como dificultad para acceder a contenidos mentales. Aunque no
respuesta de congelación de un animal cuando es alcanzado puede ser resuelto simplemente por un acto de voluntad, puede ser
por un depredador (ese mecanismo de supervivencia sirve para en ocasiones parcialmente reversible o fluctuante. Dada su inacce­
desanimar al depredador en su ataque y preservar energía para sibilidad, se dice que esta información está compartimentalizada.
una potencial huida, o generar auto-anestesia para minimizar el El distanciamiento, por el contrario, sería el alejamiento de los pro­
dolor). En ambas visiones se entiende la disociación como una cesos mentales, el cuerpo o la realidad externa. Un ejemplo es la
defensa ante el trauma, más compleja en el primer caso y más despersonalización, en la que la persona se observa como un espec­
automática en el segundo (Baita, 2015). tador mientras funciona en automático, se siente desconectado del
cuerpo, del dolor o de las emociones. Dell y O'Neil (2009) también
distinguen entre alteración de la integración de los contenidos men­
2) Trauma. Generalmente se denomina trauma psíquico o tales y multiplicidad, que implica la presencia de más de un centro
de conciencia del sí-mismo.
trauma psicológico tanto a un evento que amenaza pro­
fundamente el bienestar o la vida de un individuo como a la Hace ya algunos años Liotti (1992) describió la disociación como
compartimentalización/multiplicidad que se deriva de la desorgani­
consecuencia de ese evento en la estructura mental o vida
zación del apego. Al existir un conflicto entre motivaciones, y estar
emocional del mismo. expuesto el niño a experiencias de apego incompatibles de modo
simultáneo, o rápidamente alternante (p. ej., ha de vincularse a un
Por otra parte,
, en los actuales manuales diagnósticos, la diso­ adulto para protegerse, siendo este adulto a la vez atemorizante o
ciación se describe como «una interrupción y/o discontinuidad en atemorizado), se construirán modelos operativos internos mutua­
la integración normal de la conciencia, la memoria, la identidad mente incompatibles e incoherentes. Estos modelos contradictorios
propia y subjetiva, la emoción, la percepción, la identidad corporal, generarán una autopercepción fragmentada y compartimentalizada
el control motor y el comportamiento» (APA, 2013, p. 291>. La defi­ que comprometerá la organización de la autoconciencia. El indivi­
nición de la OMS (20!9), CIE- 1 1, es prácticamente idéntica en lo duo se distanciará de todo esto como modo de tolerar esa contra­
sustancial, aunque introduce un matiz de no-voluntariedad, además dicción. Lo mismo afirmaba Bromberg (1998), quien considera que
de la posibilidad de que la disociación pueda ser total o parcial la disociación es una solución contra la incoherencia afectivo-cogni­
junto con la idea de su labilidad o inestabilidad temporal: «Los tras­ tiva. Al existir, dice Bromberg, estados del sí-mismo que se sienten
tornos disociativos se caracterizan por una interrupción involuntaria, completamente ajenos entre sí, que son tan discrepantes que no
o la discontinuidad, en la integración normal de uno o más de los pueden coexistir en un simple estado de conciencia, estos no pue­
siguientes aspectos: identidad, sensaciones, percepciones, afectos, den estar activos simultáneamente sin generar una desestabilización
pensamientos, recuerdos, control sobre los movimientos corporales, de la estructura del sí-mismo.
o comportamiento. La interrupción o discontinuidad pueden ser Más recientemente, Farina et al. (2019) han señalado una dis­
completas, pero lo más habitual es que sea parcial y puede variar tinción, fundamentada en hallazgos empíricos, entre desintegración
de un día para otro, e incluso de hora en hora». y disociación:

261
Manual de psicopatologla. Volumen 2

l. Desintegración. Las emociones desbordantes y las defensas mayor cuanto más grave es la traumatización y más severo es el
arcaicas activadas por los eventos traumáticos y las memorias de trastorno. Se habla también en este modelo de síntomas disociativos
estas situaciones afectan, según estos autores, a la conectividad negativos, reflejando elementos ausentes en la PAN, como pérdidas
cerebral. Esto afectaría de forma importante a las funciones inte­ de memoria, sensaciones, funciones perceptivas o motoras, y sínto­
gradoras de alto orden que subyacen a la conciencia, la continuidad mas disociativos positivos como re-experimentaciones traumáticas,
de la identidad del se/f, la percepción y el control de las emociones, alucinaciones auditivas o síntomas egodistónicos, fenómenos que se
el control conductual, la representación corporal y del movimiento, experimentan como intrusiones por la PAN.
y la mentalización (Sar, 2017; Schimmenti, 2017). Estos procesos se 2. El modelo autohipnótico propone que la disociación se pro­
mantendrían debido a los efectos a largo plazo en las estructuras duciría en sujetos altamente hipnotizables que se distanciarían de
neurointegradoras de las hormonas del estrés. Corresponderían a la vivencia traumática a través de ese mecanismo, como modo de
esta desintegración síntomas como la despersonalización y desreali­ autoprotección (Dell, 2018).
3. El modelo BASK (behavior -conducta-, affect -afecto-,
zación, la desregulación emocional repentina y la disminución brus­

2. Disociación. La disociación, por el contrario, implica que


sensation -sensación somática-, knowledge -conocimiento-);
ca de monitorización metacognitiva.
Braun, 1988). Según este planteamiento, el funcionamiento integra­
ante el fallo de integración se produce una recomposición de los do del procesamiento de la información requiere un funcionamiento
elementos psíquicos de modo más separado (Van der Hart et al., sincrónico de los cuatro ejes. La disociación se produciría por la
2006). Se produciría una reorganización funcional de la mente en desconexión de uno de estos elementos del resto.
distintas
.... estructuras paralelas persistentes < Sar, 2017>. Estas estruc­
!l. El modelo SIBAM (sensaciones, imágenes, conductas -beha­
viors--, afectos, y significados -meanings-; Levine, 1997). Enfatiza los
turas, según Van der Hart et al. (2006) incluirían disposiciones
que favorecerían determinados tipos de recomposición. Entre los
aspectos somáticos de la respuesta traumática, compuestos de distin­
síntomas más relacionados con esta disociación estarían los que
tos elementos: sensaciones (respuestas cinestésicas y propioceptivas),
Holmes et al. (2005) definen como compartimentalización, como
imágenes (representaciones internas de estímulos externos incluyen­
la amnesia, la personalidad múltiple, los trastornos conversivos, la
fragmentación del sentido del se/f, los recuerdos traumáticos rela­
do los visuales, auditivos, táctiles, gustativos y olfativos), conductas
(voluntarias e involuntarias, incluyendo las gestuales, emocionales,
cionales implícitos y las somatizaciones persistentes o la alexiti­
posturales, autonómicas y arquetípicas), afectos (incluye la emoción
mia, que pueden verse como productos de los procesos disociativos
pero es más amplio) y significado (incluye cognición, pensamiento y
(Schimmenti, 2017>.
conocimiento pero es más extenso). En este modelo, el intento de los
sujetos traumatizados de «controlar» la sensopercepción, provocaría
que esta quedara bloqueada dando lugar a la clínica traumática
2) Personalidad múltiple o trastorno de identidad disocia­ posterior. Las teorías y propuestas terapéuticas de Scaer (2001) junto
con los modelos terapéuticos de Roschild (2000) y de Ogden, Minton
o estados de personalidad, manifestándose cada vez solo
tivo. Existenc ia de dos o más personalidades o identidades
y Pain (2006) irían también en esta línea.
una de ellas, tornando el control de la conducta de la per­ Por su parte, Frewen y Lanius (2014) proponen un Modelo 4-0,
sona de forma recurrente. en el que los síntomas de alteración de la memoria temporal, lo
cognitivo, lo somático y la perturbación emocional se codificarían
en estados alterados de conciencia, sobre todo en personas con
trauma temprano. Y Sar (2017> plantea un Modelo de Estructuras
Desde otras perspectivas de análisis se han propuesto también Paralelas Diferentes, en el que se da un papel predominante a la
distintos mecanismos y modelos explicativos para entender la diso­ relación conflictiva entre el mundo interno y la realidad. Por último,
ciación. Entre ellos, destacan los siguientes: el Modelo del Factor Traumático (Schimenti, 2018) postula que el
l. La teoría de la disociación estructural (Van der Hart et al., trauma de apego produce un deterioro en la posibilidad de proce­
2006) propone la disociación como un mecanismo de respuesta al sar, modular e integrar estados mentales y somáticos perturbadores
trauma, que abarca desde el trastorno por estrés postraumático sin desorganizar la estructura del sí-mismo.
(TEPT) hasta los cuadros postraumáticos graves, estando el trastorno En resumen, los distintos modelos hacen referencia en realidad
de identidad disociativo <TID> o personalidad múltiple en el extremo a distintos fenómenos, aunque tengan en común el empleo del tér­
de este espectro postraumático. La traumatización implicaría fun­ mino disociación. Los elementos que están disociados pueden ser
damentalmente un cierto nivel de disociación de los sistemas biopsi­ componentes básicos de la información que ha de ser procesada en
cosociales. Según esta teoría, el sistema de defensa frente a la ame­ los modelos más elementales como el BASK o el SIBAM (como pen­
naza (lucha, huida, sumisión: la parte emocional de la personalidad, samiento, emoción, sensación y acción), la conciencia de uno mismo
PE> y el sistema que lleva adelante las tareas de la vida cotidiana y los fenómenos de los que es objeto (en lo que algunos autores
(vinculación, cuidado de los hijos, alimentación, etc.: la personalidad han definido como distanciamiento), o bien elementos mentales más
aparentemente normal, PAN) se disociarían como respuesta al acon­ complejos y elaborados (lo que distintos autores han definido como
tecimiento traumático y permanecerían rígidamente fijados en ese compartimentalización, fragmentación o partes disociativasl. Lo que
estado. En la disociación se produciría una escisión entre ambos sis­ todos ellos tienen en común es que hablan de falta de integración
temas. Esta división entre las partes de la personalidad emocional y de los procesos mentales, pudiendo ir desde los elementos percep­
normal (PE y PAN) estaría presente en todos los trastornos derivados tivos y los componentes básicos de una experiencia, a fenómenos
del trauma, desde el TEPT al TID, siendo el nivel de fragmentación psicológicos complejos.

262
Capítulo a. Trastornos disociativos

) ) Tabla 6.1. Categoría diagnóstica de los trastornos disociativos en los sistemas de diagnóstico psiquiátrico actuales

OMS: CIE- 1 1 APA: DSM-5


1

l. Trastorno de identidad disociotivo parcial. l. Trastorno de despersonolizoción/desreolizoción.


2. Trastorno de identidad disociotivo. 2. Amnesia disociotivo.
3. Amnesia disociotivo. - Especificar si con fugo disociotivo.
4. Trastorno de tronce y posesión. 3. Trastorno de identidad disociotivo.
5. Trastorno de tronce. 4. Otros trastornos disociotivos especificados.
6. Trastorno disociotivo del movimiento, lo sensación o lo cognición. 5. Trastorno disociotivo no especificado.
7. Trastorno de despersonalización y desreolizoción.
8. Otros trastornos disociotivos.

ha creado la categoría «Otro trastorno disociativo especificado»,


1 1 1 . Los trastornos disoc iativos que es el equivalente al trastorno de identidad disociativo parcial
e n las c lasificac iones de la CIE- 11.
Los síntomas disociativos pueden alterar posiblemente todas las
inte rnaciona l e s áreas de funcionamiento psicológico. Estos se pueden experimentar
L a Organización Mundial d e la Salud (OMS) en 2019 en su ver­ bien como síntomas disociativos positivos: intrusiones espontáneas
sión 11 de la Clasificación Internacional de las enfermedades ha en la conciencia y el comportamiento, junto con pérdida de la conti­
propuesto una nueva categoría específica para los « Trastornos di so­ nuidad de la experiencia subjetiva (p. ej., fragmentación de la iden­
ciativos» que supone eliminar la previa de «Trastornos neuróticos, tidad, despersonalización, desrealización), o bien como síntomas
somatomorfos y con relación al estrés», en la que antes estaban di sociativos negativos: incapacidad poro acceder a información o
integrados hasta la edición anterior. La CIE- 1 1 ha tenido en cuenta controlar funciones mentales normalmente accesibles o controlables
las conceptualizaciones neurobiológicas recientes para formular las (p. ej., amnesia). (APA, 2013). En la Tabla 8.2 se describen en detalle
categorías diagnósticas de los trastornos disociativos, pero todavía los criterios diagnósticos que establece el DSM-5 para los diferentes
trastornos disociativos (APA, 2013).
retiene, en parte, el concepto histórico de disociación (Malhotra
y Gupta, 2018). Así, esta nueva versión de la CI E incorpora impor­
tantes cambios respecto a la anterior, separando los trastornos
disociativos de la sintomatología exclusivamente somática y de las 1 V. Diagnóstico y características
que se relacionan con la percepción del individuo y el entorno. Se c l í n icas
eliminan los conceptos de «conversión» y «personalidad múltiple».
El primero se sustituye por «Trastorno disociativo del movimiento, Héctor tenía 4 8 años, era aficionado al fitness y o correr con un
la sensación o la cognición» y el segundo por el de «Trastorno de grupo de amigos, y era enloce sindical en uno fábrica del polígono
identidad disociativo». Este, a su vez, se desdobla en dos diagnósti­ industrial donde trabajaba como personal de seguridad en lo solo
cos distintos: total y parcial. En la Tabla 8.1, pueden observarse las de videocontrol, donde llevaba trabajando los últimos diez años.
diferentes categorías diagnósticas mediante las cuales se definen Hacía siete años que se había casado con Moría, uno antiguo ami­
actualmente las diferentes presentaciones clínicas de los trastornos go o lo que acompañó en su proceso de separación, especialmente
disociativos en lo CIE- 1 1 y en el DSM-5. A pesar de los intentos de duro por haber sido víctima de violencia de género por porte de su
armonización entre los criterios de ambos sistemas de diagnóstico exmorido, que fue amigo de ambos. Ello tenía dos hijos (de once y
psiquiátrico, persisten diferencias significativas en la clasificación, nueve años) de esta exporejo violenta. Ambos habían conseguido
como se evidencia en la Tabla 8.1 (Malhotra y Gupta, 2018). crear un nuevo núcleo familiar confortable y seguro, pero con lo
sombra de que los niños todavía tenían que acudir dos veces al
mes o un punto de encuentro poro reunirse con su podre.
¿) Conversión. Transformación de un conflicto inconscien­ Cuando Héctor acudió por primero vez al psicólogo de la Unidad
te en manifestac iones somáticas, sensoriales o motoras. de Salud Mentol, había posado previamente por la Unidad de Neu­
Fenómeno típico que se asociaba al concepto de histeria o rología de su hospital poro descartar lo existencia de patología
neurosis de conversión. médico que explicara los brotes de agresividad que había presen­
tado, descartándose un origen biológico de sus síntomas.
Acude o lo primero visito con su esposo y un amigo de ambos,
En el DSM-5 (APA, 2013) hay también algunos cambios impor­ también compañero de trabajo de Héctor. Aunque o él no le gus­
tantes frente a la versión anterior (DSM-IV-TR de 2002) La fuga psi­ taba demasiado pedir ayudo, había considerado importante que
cógena (actualmente fuga disociativa) se integra como una subcate­ el profesional que le atendiera pudiera conocer todo lo que había
goría o subtipo del «Trastorno de amnesia disociativa». También se posado o través de personas de confianza, yo que él tenía lagunas

263
tt Manual de pslcopatología. Volumen 2

)) Tabla 8.2. Criterios diagnósticos de los trastornos disociativos seg ún DSM-5

AMNESIA DISOCIATIVA
_ . . <especificar si con fuga disociativa) ..
A. Incapacidad de recordar información autobiográfica importante, generalmente de naturaleza traumática o estresante, q_ue es

Nota: La amnesia disociativa consiste la mayoría de veces en amnesia localizada o selectiva de un suceso o sucesos específicos; o amnesia
incompatible con el olvido ordinario.

B. Los síntomas causan malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.
generalizada de la identidad y la historia de vida.

C. La alteración no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia (p. ej., alcohol u otra droga, un medicamento) u otra afección
neurológica o médica (p. ej., epilepsia parcial compleja, amnesia general transitoria, secuelas de una contusión craneal/traumatismo
cerebral, otra afección neurológica).
D. La alteración no se explica mejor por un trastorno de la identidad disociativo, un trastorno de estrés postraumático, un trastorno de estrés

Especificar si: Con fuga disociativa: Deambular aparentemente con un propósito o vagabundeo desorientado q_ue se asocia a amnesia de la
agudo, un trastorno de síntomas somáticos o un trastorno neurocognitivo importante o leve.

identidad o por otra información autobiográfica importante.

TRASTORNO DE DESPERSONALIZACIÓN/DESREALIZACIÓN

l. Despersonalización: Experiencias de irrealidad, distanciamiento o de ser un observador externo respecto a los pensamientos, los
A. Presencia de experiencias persistentes o recurrentes de despersonalización, desrealización o ambas:

sentimientos, las sensaciones, el cuerpo o las acciones de uno mismo (p. ej., alteraciones de la percepción, sentido distorsionado del
tiempo, irrealidad o ausencia del yo, embotamiento emocional y/o físico).
2. Desrealización: Experiencias de irrealidad o distanciamiento respecto al entorno (p. ej., las personas o los objetos se experimentan como

C. Durante las experiencias de despersonalización o desrealización, las pruebas de realidad se mantienen intactas.
irreales, como en un sueño, nebulosos, sin vida o visualmente distorsionados).

D. Los síntomas causan malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.
E. La alteración no se puede atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia (p. ej., droga, medicamento) u otra afección médica

F. La alteración no se explica mejor por otro trastorno mental, como la esq_uizofrenia, el trastorno de pánico, el trastorno de depresión mayor,
(p. ej., epilepsia).

·
el trastorno de estrés agudo, el trastorno de estrés postraumático u otro trastorno disociativo.

TRASTORNO DE IDENTIDAD DISOCIATIVO


A. Perturbación de la identidad q_ue se caracteriza por dos o más estados de la personalidad bien definidos, q_ue se puede describir en
algunas culturas como una experiencia de posesión. La perturbación de la identidad implica una discontinuidad importante del sentido
del yo y del sentido de entidad, acompañado de alteraciones relacionadas del afecto, el comportamiento, la conciencia, la memoria,
la percepción, el conocimiento y/o el funcionamiento sensitivo-motor. Estos signos y síntomas pueden ser observados por parte de otras

B. Lapsos recurrentes en la memoria de acontecimientos cotidianos, información personal importante, y/o sucesos traumáticos incompatibles
personas o comunicados por el individuo.

C. Los síntomas causan malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.
con el olvido ordinario.

D. La alteración no es una parte normal de una práctica cultural o religiosa ampliamente aceptada.
Nota: En los niños, los síntomas no deben confundirse con la presencia de amigos imaginarios u otros juegos de fantasía.
E. Los síntomas no se pueden atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia (p. ej., laguna mental o comportamiento caótico durante la
intoxicación alcohólica) u otra afección médica (p. ej., epilepsia parcial compleja).

OTRO TRASTORNO DISOCIATIVO ESPECIFICADO


Esta categoría se aplica a presentaciones en las q_ue predominan los síntomas característicos de un trastorno disociativo q_ue causan malestar
clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento, pero q_ue no cumplen todos los
criterios de ninguno de los trastornos de la categoría diagnóstica de los trastornos disociativos. La categoría de otro trastorno disociativo
especificado se utiliza en situaciones en las q_ue el clínico opta por comunicar el motivo específico por el q_ue la presentación no cumple los
criterios de ningún trastorno disociativo específico. Esto se hace registrando «otro trastorno disociativo especificado» seguido del motivo
específico (p.ej.: trance disociativo).

(Continúa)

264
Cap ítulo 8. Trastornos disociativos ril
)) Tabla 8.2. {Continuación}
OTRO TRASTORNO DISOCIATIVO ESPECIFICADO
Síndromes crónicos y recurrentes de síntomas disociativos mixtos: Esta categoría incluye el trastorno de identidad asociado
Algunos ejemplos serían:
a interrupciones no demasiado intensas del sentido del yo y del sentido de entidad, o alteraciones de la identidad o episodios de posesión
en un individuo que refiere amnesia no disociativa.
Alteración de la identidad debida a persuasión coercitiva prolongada e intensa: Los individuos que han estado sometidos a persuasión
coercitiva intensa (p. ej., lavado de cerebro, reforma de las ideas, adoctrinamiento durante el cautiverio, tortura, encarcelamiento político
prolongado, reclutamiento por sectas/cultos religiosos o por organizaciones criminales) pueden presentar cambios prolongados de su identidad
o duda consciente acerca de su identidad.
Reacciones disociativas agudas a sucesos estresantes: Esta categoría se aplica a afecciones agudas transitorias que duran por
lo general menos de un mes y, en ocasiones, solamente unas horas o días. Estas afecciones se caracterizan por la presencia de limitación
de la consciencia; despersonalización; desrealización; alteraciones de la percepción <p. ej., lentitud del tiempo, macropsial; microamnesias;
estupor transitorio; y/o alteraciones del funcionamiento sensitivo-motor (p. ej., analgesia, parálisis).
Trance disociativo: Esta afección se caracteriza por la reducción aguda o la pérdida completa de la consciencia del entorno inmediato
que se manifiesta como apatía o insensibilidad intensa a los estímulos del entorno. La apatía puede ir acompañada de comportamientos
estereotipados mínimos <p. ej., movimientos de los dedos) de los que el individuo no es consciente y/o que no controla, así como de parálisis
transitoria o pérdida de la consciencia La alteración no es una parte normal de ninguna práctica cultural o religiosa ampliamente aceptada.
TRASTORNO DISOCIATIVO NO ESPECIFICADO
Esta categoría se aplica a presentaciones en las que predominan los síntomas característicos de un trastorno disociativo que causan
malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento, pero que no cumplen
todos los criterios de ninguno de los trastornos de la categoría diagnóstica de los trastornos disociativos. La categoría del trastorno
disociativo no especificado <TDNEJ se utiliza en situaciones en las que el clínico opta por no especificar el motivo del incumplimiento
de los criterios para un trastorno disociativo específico, e incluye presentaciones para las que no existe información suficiente para hacer
un diagnóstico más específico (p. ej., en servicios de urgencias).

,-
de memoria y se sentía muy inseguro respecto a poder describir lo (fueron muy rápidos, pues se encontraban en las inmediaciones
que le estaba pasando, desde que cuatro meses antes había teni­ de la fábrica en su ronda por el polígono), Héctor intentaba salir
do su primer episodio de pérdida de control y conducta violenta. corriendo de la fábrica, con una expresión desencajada y gritando
Sus compañeros de trabajo decían no reconocerlo, ya que, a pesar insultos que i ncluían frases como «cobarde, quién te has creído
de su aspecto atlético y fuerte, Héctor siempre era muy amable y que eres» y otras similares. Le llevaron a urgencias, le hicieron un
respetuoso en su puesto de trabajo y en su entorno, siendo un gran examen mental en que se le encontró alerta, bien orientado, sin
defensor de la justicia. evidencia de psicosis, sin déficits de memoria (salvo del período
durante el cual tuvo el ataque), sin déficits de concentración ni de
Aparentemente no había tenido problemas emocionales antes de
atención y sin deterioro en el razonamiento. El psicólogo estaba
estos ataques. El primero de ellos ocurrió cuando, finalizando su
de acuerdo con la hipótesis del neurólogo que le había derivado
jornada laboral, estaba recogiendo sus cosas y metiéndolas en la a salud mental, ya que, en los episodios de pérdida de control y
mochila cuando empezó a sentir un «escalofrío que le recorría la amnesia de Héctor, se producía una especie de ataque convulsivo
columna y un peso en la cabeza, muy intenso». Después, lo único con desmayo posterior, que no incluía la pérdida del control de los
que recordaba era que la policía le tenía i nmovilizado en el suelo, esfínteres, y no parecía producirse una obnubilación posterior de la
en el vestíbulo de la fábri ca, y uno de sus compañeros estaba conciencia, características todas ellas de los verdaderos trastornos
sangrando por la nariz mientras le asistían. Se sentía como si le cerebrales con ataque. La exploración neurológica, que se realizó
hubieran dado una paliza, estaba confuso y tenía frío. Le contaron algunos meses más tarde, también fue negativa.
que, al despedi rse, ante una broma de mal gusto de un compa­
Héctor contó al psicólogo que no recordaba haber sufrido síntomas
ñero, su rostro cambió y se lanzó violentamente hacia él, con una
de ansiedad, depresión o cualquier otro tipo de estrés ambiental
gran fuerza que no pudieron contener entre otros tres compañeros.
o interpersonal crónico. Sin embargo, unos meses antes, cuando
Tuvieron que llamar a la policía, que lo i nmovilizó ya en la salida regresaba de madrugada de su jornada laboral, recibió la llamada
de la fábrica (a esa hora ya no había ningún trabajador, pues era de su esposa, aterrorizada, contando que unos ladrones habían
el horario nocturno) y en ese momento se había desmayado, pre­ entrado en casa de la vecina en plena noche, les habían robado
sentando un cuadro convulsivo. Cuando volvió en sí le contaron lo y habían sido muy violentos, pero habían sido sorprendidos por el
ocurrido y no podía creerlo. hijo mayor que volvía de una fiesta nocturna y fue él el que dio la
El informe de la policía señalaba que cuando ellos acudieron en voz de alarma. La esposa de Héctor llamó a la policía al escuchar
respuesta a una llamada de uno de los compañeros de trabajo los gritos y golpes en casa de sus vecinos. Luego llamó a Héctor,
265
tt Manu I d pslcopalologla. Volumen 2
••
que ya estaba de camina, y cuando l legó a casa, se encontró a extraños que había tenido desde el primer episodio. Por ejemplo,
su mujer y a los niños atendidos por una policía y personal asis­ comentó que cuando entraba o salía del vestíbulo del edificio don­
tencial, ya que ella había tenido una crisis de angustia tras vivir de vivía, o también en la entrada del trabajo, sentía un escalofrío
todo lo ocurrido y los niños se habían hecho pis encima y estaban y, más de una vez, cuando estaba atravesando esa zona para salir
aterrados. Al día siguiente, la pareja tuvo una conversación acer­ o entrar le pareció que podía ver por el rabillo del ojo una especie
ca de lo vulnerable que se sentía la mujer durante los días que de «sombra oscura» que parecía amenazadora. Hablaba, también,
Héctor hacía el turno de noche y que tenía mucho miedo de que de una sensación de que «algo dentro de sus entrañas presiona­
algo así le volviera a pasar estando sola con los niños. Uno de los ba como queriendo salir, provocando una especie de ardor», una
ladrones de la noche anterior había amenazado a la mujer con especie de fuerza que quería salir con virulencia, y contó situacio­
vengarse de ella por meterse donde no la llamaban y llamar a la nes en las cuales se había dado cuenta de que estaba haciendo
policía. Hablaron de trasladarse a un barrio más seguro, de poner cosas que no quería, pero se sentía impotente para pararlo, como
una alarma o, incluso, de que él cambiara a un trabajo donde no cuando a veces, al mirarse al espejo, empezaba a pronunciar insul­
tuviera que hacer turnos de noche, pero todavía no había podido tos como si los dirigiera a sí mismo <«no puedes con esto, eres un
llevar a cabo ninguno de esos cambios. Desde entonces, su mujer cobarde, nadie confía en ti ... »). También había cortado con tijeras
buscaba noticias sobre los robos con violencia en la ciudad, y a uno de los uniformes del trabajo, pero no recordaba bien cuándo
Héctor le preocupaba no haber conseguido cambiar a un trabajo lo había hecho ni sabía por qué: solo sentía «esa cosa fuerte» que
diurno y vivir en una zona más segura. Esto le preocupaba por no le empujaba a hacer algo en algunas ocasiones, pero que recor­
poder atender la necesidad de su mujer y ofrecer un entorno más daba con mucha confusión. Su esposa quedó perpleja al enterarse
seguro a su familia, de la que se sentía muy responsable. Tanto el de todo esto y le dijo que necesitaba hablar más sobre lo que le
amigo como la esposa de Héctor, confirmaron al psicólogo que pasaba, en lugar de preocuparse solo por los demás.
Héctor era muy cuidador y sufría mucho cuando no podía ayudar Héctor tenía una historia laboral estable, habiendo trabajado en una
a alguien o se daban situaciones de injusticia. Habían recalcado lo empresa como responsable de mantenimiento durante diez años tras
importante que había sido el apoyo de Héctor para que su esposa terminar sus estudios de formación profesional. Después de que la
y los niños salieran de la situación de violencia familiar en la que empresa para la que trabajaba cerrase el negocio, entró a trabajar
habían estado atrapados mucho tiempo con la anterior pareja. en esta fábrica, como vigilante de seguridad, tras haber hecho un
El segundo episodio de conducta violenta, del que tampoco recorda­ curso de habilitación para este tipo de trabajo. Después del tercer
ba nada, empezó otra vez con sensaciones de frío desde la columna episodio de conducta violenta, se le recomendó que dejara el trabajo
y de peso encima de la cabeza. Cuando «volvió en sí» vio que esta­ durante un par de meses, hasta que recuperara el control, por su pro­
ba de rodillas, golpeándose la cabezo contra el suelo, mientras su pia seguridad y la de los demás. Se trasladaron durante ese tiempo a
mujer estaba escondida bajo la mesa con los niños entre sus brazos un apartamento que su amigo les prestó cerca de la playa para que
sollozando. Más tarde ella le contó que, justo unos minutos antes él y su familia estuvieran más tranquilos durante su recuperación.
de irse al trabajo, comenzó a golpear la puerta del armario de la Su matrimonio actual era el primero. Héctor declaró que su matri­
entrada donde guardaba su bolsa de trabajo y al acercarse ella a monio era feliz y que no tenía problemas, aunque estaba preocupa­
ver qué le ocurría, él la golpeó haciéndola caer al suelo. Hacía un do por los hijos de su pareja, que cuando tenían que pasar algún día
rato que los niños ya estaban en la cama y ellos habían cenado con el padre por el régimen de visitas, volvían muy afectados. Esto,
tranquilamente, cuando él se preparaba para ir al trabajo de nuevo aunque solo sucedía una vez al mes, resultaba bastante estresante
en el turno de noche y tuvo ese episodio desconcertante para todos. para todos ellos. También confesó que, en el fondo de su corazón, no
Con los gritos y los golpes, los niños salieron llorando y la mujer de estaba seguro de si estaba siendo un buen padre con los niños y de si
Héctor tuvo que zafarse de él para protegerlos de ese hombre al podría defenderlos ante las amenazas de la sociedad. Se sentía muy
que no reconocía y que antes les había contado unas historias con impotente por no haber conseguido cambiar la situación judicial que
las que los niños habían disfrutado mucho. Él no le había contado a obligaba a su mujer a dejar que los niños vieran al padre y también
su mujer el episodio previo por no preocuparla. muy culpable por no haber estado la noche del robo y, sobre todo,
En el tercer episodio, que ocurrió unos días antes de su primer con­ por haberse comportado él también de modo violento.
tacto con la unidad de salud mental, él estaba en una reunión del El psicólogo observó que Héctor no presentaba desorientación
sindicato laboral al que pertenecía, en plena discusión acalorada espacio-temporal y presentaba un nivel adecuado de conciencia.
entre algunos de los asistentes, cuando experimentó los síntomas Sin embargo, los informes sobre sus sensaciones de que «había
usuales anteriores a un episodio. Cuando despertó, encontró que algo dentro de él» y de que «veía una nube negra cuando entra­
varios de sus compañeros estaban intentando que dejara de gol­ ba en el vestíbulo de los edificios» le hicieron pensar que podría
pearse de nuevo con la cabeza en el suelo. Sus manos y su frente haber sufrido breves experiencias psicóticas. Sin embargo, su con­
estaban sangrando. El compañero que le acompañó a la primera versación, fuera del contenido extraño, era relevante, organizada y
visita con el psicólogo confirmó que Héctor empezó a gritar a los lúcida. La capacidad de pensamiento abstracto permanecía intacta
compañeros que discutían y, cuando estos le increparon, se lanzó y su funcionamiento cognitivo general parecía estar dentro de los
sobre ellos y luego cayó al suelo y comenzó a golpearse la cabe­ límites normales.
za, hasta que entre cuatro o cinco hombres pudieron detenerle,
Héctor estaba muy afectado por todo lo ocurrido. La afectación
y, posteriormente, tuvo un desvanecimiento con convulsiones que
se debía, en parte, a su preocupación por la baja laboral y por
duraron menos de un minuto.
no poder ofrecer un entorno más seguro a su familia y, en parte,
Aunque Héctor se definía como trabajador, fuerte pero tranquilo, por las experiencias inquietantes que había sufrido, que no podía
sin tendencia hacia el dramatismo o pérdida de control, recono­ entender y que le provocaban ansiedad y sensación de falta de
ció al psicólogo ciertas experiencias, sentimientos y pensamientos control. Él siempre había defendido la justicia y se sentía muy cul-

266
Capítulo a. Trastornos d isoc iativos :1

¿) Transdiagnóstico. Expresión resultante de la conjunción


pable par haberse mostrado violento y haber asustado a su familia,
con lo que ya habían sufrido en la anterior relación. Él era como
el protector de su familia, había ayudado a su mujer cuando eran de dos palabras «transversal» y « diagnóstico» y que hace
amigos a que dejara a su anterior marido y luego, poco a poco, la referencia al enfoque centrado en buscar e identificar aque­
amistad se transformó en amor y le prometió que nunca más sufri­ llos factores esenciales que son comunes a muchos trastor­
rían violencia. Héctor se veía a sí mismo como un hombre fuerte, nos psicológ icos.
protector, amable y trabajador, con un gran sentido de la justicia y
rechazo a la violencia, pero había empezado a temer que podría,
en contra de su voluntad y posiblemente sin ser consciente de ello, Cardeña y Carlson (2011) resumen sus características comunes en
dañar seriamente a su familia, aunque al mismo tiempo no podía tres áreas: (1) una pérdida de continuidad en la experiencia subjetiva
verse como alguien violento. No tenía antecedentes de abusos de con intrusiones involuntarias y no deseadas en la conciencia y en la
drogas o alcohol. conducta; (2) una incapacidad para acceder a información, o para
Durante la segunda sesión, cuando el psicólogo le pidió que le rela­ controlar funciones mentales, manifestada mediante síntomas tales
tara con detalle los insultos de los que había hablado que emitía como lapsos en la conciencia, la memoria, o la identificación del
delante del espejo, de repente, empezó a respirar pesadamente, sí-mismo, que suelen estar sujetos a dicho control, y (3) una sensa­
a emitir sonidos de forma agitada, se puso violento, su cara se ción de desconexión experiencia! que puede incluir una di storsión
deformó, mirando de forma amenazadora. Su voz se tornó más perceptiva respecto al sí-mismo o al entorno.
grave y como la de una persona más mayor. Empezó a insultar al Steinberg y Schnall (2000) han descrito cinco ámbitos presentes
psicólogo diciéndole «deja de engañar a la gente aparentando en la disociación: amnesia, despersonalización, desrealización, con­
ser justo y bueno», «en el fondo sabes que eres mala persona, yo fusión de identidad y alteración de identidad. Estos dominios pueden
te conozco bien», «solo te preocupas por ti mismo y no puedes agruparse en tres grandes áreas:
a. Alteraciones de la memoria: memorias intrusivas, conductas no
cuidar ni defender a nadie». El psicólogo en esos momentos le
preguntó quién era, y él le dijo: «Yo te digo quién soy, isoy el ver­
recordadas, amnesia biográfica y lagunas de memoria.
dadero Héctor!, un cobarde que rezaba para que su padre dejara
de azotar a su hermano mientras él se escondía entre las faldas de b. Alteraciones perceptivas: distanciamiento perceptivo, emocio­
su madre sollozando». Mientras tanto, Héctor se había levantado nal, de la conducta y del cuerpo (despersonalización), distan­
de lo silla de forma agresiva y se dirigía hacia el psicólogo cuando ciamiento de la realidad (desrealizaciónl. Aparte del distancia­
este, sin pensarlo, cruzó los brazos frente a su cara para protegerse miento, se produce una alteración cualitativa de la percepción,
de forma impulsiva y Héctor se tiró al suelo y empezó a golpearse con sensación de extrañeza o de no pertenencia de los procesos
mentales y de las conductas.
la cabeza. Luego se desmayó. Estuvo inconsciente durante unos
segundos y, cuando volvió en sí, no recordaba nodo de lo sucedido c. Alteraciones de la identidad/autoconciencia: intrusiones egodis­
durante el episodio. Sentía la boca seca, y los músculos rígidos tónicas en forma de pensamientos, emociones o voces que no se
y doloridos. Esa parte de Héctor volvió a aparecer en una sesión sienten como propias, alteración del sentido de agencia (sentir
posterior, cuando el terapeuta trataba de indagar en el mensaje que no es uno mismo el que gestiona los procesos mentales o
que le expresó en el último episodio acerca de su cobardía y de conductas), sentirse controlado por una fuerza ajena o tener
su incapacidad de proteger a su hermano, tratando de comple­ percepción de distintas identidades, sin una sensación integrada
tar la información sobre su familia de origen y si eso ocurría en de conciencia.
la realidad durante su infancia. En esa ocasión, Héctor se lanzó Por su parte, Schimmenti y Sor (2019) plantean que los síntomas
contra la pared, golpeándose lo cabeza contra ella y, cuando el podrían agruparse en dos grandes núcleos: aquellos que se mani­
terapeuta, con ayudo de un celador del centro de salud mentol fiestan en el mundo interno y los que lo hacen en el mundo externo,
intentaba sujetarle y calmarle, volvió. a tener convulsiones durante denominándolos procesos disociativos intra-tensivos vs. extra-tensi­
unos segundos para a continuación caer al suelo. vos (Sor, 2017).
Este caso ejemplifica bien lo que sucede en muchos trastornos En la valoración clínica del paciente es importante detectar la
disociativos, en los que las situaciones, en lugar de experimentarse presencia de determinados aspectos cuya evaluación específica será
como una sucesión continua de hechos y percibirse desde un senti­ fundamental si se quiere hacer un diagnóstico adecuado de trastor­
do de continuidad de la conciencia, conforman memorias aisladas, no disociativo. A continuación, se presenta un listado de elementos
fragmentos de experiencia que no son integrados con otros proce­ que podrían indicar la presencia de un trastorno de este tipo. En el
caso de que aparezcan en la evaluación clínica, se podrá plantear
sos mentales. La fragmentación no siempre se basa en memorias
que el trauma actual está asociado con la disociación, lo que indica
completas, sino que puede consistir en determinada parte de ellas:
que será necesaria una valoración clínica más exhaustiva y centrada
emociones, sensaciones, tendencias de acción, etc., que no pueden
en la disociación en sí misma (Temple, 2019):
ser asimiladas. Alrededor de estos elementos, pueden organizarse
procesos mentales complejos que serían la base de la comparti­ Amnesia total o parcial en relación con la historia personal de la
mentalización (partes disociativas). Además, estos trastornos pueden infancia y adolescencia.
darse de forma súbita o gradual, transitoria o crónica (APA, 2013; M últiples diagnósticos psiquiátricos diferentes a lo largo del
OMS, 2019). tiempo y diferentes perfiles de síntomas (p. ej., psicótico, afecti­
Aunque hay diferencias en la presentación clínica de los distin­ vo, trastorno de personalidad).
tos trastornos que se incluyen en este grupo, comparten un conjunto Amnesia en relación con conversaciones, aspectos de la vida y
de síntomas, que pueden considerarse transdiagnósticos. el comportamiento, como el daño autoinfligido.

267
t� Manual de pslcopatología. Volumen z

La aparente «resistencia» de cualquier trastorno mental a pueden presentar confabulación paro cubrir sus dificultades al
mejorar con los tratamientos estándar. recordar, haciendo así que la amnesia no sea evidente sin una
Trastorno límite de la personalidad con daños graves autoinfligi­ exploración minuciosa. Siguiendo a Ellenberger (197ll las per­
dos, y sin responder a la terapia dialéctico-comportamental. sonalidades pueden presentarse de forma simultanea (al mis­
mo tiempo) o de formo sucesiva. Las distintas personalidades
Aparición reciente de síntomas en la edad adulta, en parti­ podrían relacionarse entre sí, simétrica o asimétricamente: en
cular, conductas de riesgo y un aparente «trastorno de per­ términos de conocimiento mutuo, ser mutuamente amnésicas,
sonalidad», tras una trayectoria previa de buenos niveles de amnesia unidireccional, o en algunos casos haber ca-conscien­
funcionamiento.
cia. A veces, una identidad que no esté actuando puede llegar
a la conciencia, por ejemplo, mediante alteraciones perceptivas
A. Caracte rísticas c línicas y curso evo lutivo visuales o auditivas, como una voz que da instrucciones.
a. Trastorno de identidad disociativo <TID) Síntomas depresivos: una o varias de las personalidades suelen
presentar síntomas depresivos, siendo frecuente la culpa.
En este trastorno, antes conocido como trastorno de personalidad Ideación suicida: existe gran malestar, pudiendo con frecuen­
múltiple, se observa la coexistencia en una misma persona de dos cia sentir deseos de morir como forma de paliar su sufrimiento,
o más identidades distintas, o estados de personalidad bien defini­ pudiendo llevar a cabo intentos autolíticos.
dos, cada uno con sus pautas relativamente constantes de percibir,
relacionarse y pensar sobre el ambiente y sobre el yo. Al menos dos Clínica de ansiedad: en diversas formas, tales como ansiedad
generalizada, crisis de ansiedad y clínica de estrés postroumá­
tico (pesadillas, f/ashbacks... ).
de las identidades o estados de personalidad toman el control de
la conducta de la persona de manero recurrente. Supone una dis­
continuidad importante del sentimiento del sí-mismo o de la propia Comportamientos agresivos: alguna de las personalidades suele
identidad, junto con alteraciones del afecto, el comportamiento, la mostrarse agresiva, bien hacia sí misma o hacia otro de sus per­
memoria, la percepción, la cognición y el funcionamiento senso­ sonalidades, con lo que pueden darse autoagresiones. También
rial-motor. Además, el sujeto manifiesta una incapacidad recurren­ pueden ser impulsivos y agresivos hacia otros (p. ej., por miedo
te paro recordar acontecimientos cotidianos, información personal a ser dañados por otros).
importante y/o sucesos traumáticos, que es demasiado extensa Somatizaciones: el malestar puede manifestarse también con
paro ser explicada por el olvido ordinario. Esta perturbación de la somatizaciones, tales como convulsiones, síntomas de conver­
identidad puede ser descrita en algunas culturas como una expe­ sión (cegueras sin causa orgánica, etc.), y dolores físicos.
riencia de posesión, pero, cuando hablamos de TID, la alteración no El curso suele ser fluctuante y tiende a ser crónico y recurrente.
es porte normal de una práctica cultural o religiosa ampliamente Estos pacientes habitualmente son diagnosticados varios años
aceptada (APA, 2013). después de la aparición de los primeros síntomas.
El TID está íntimamente ligado a experiencias infantiles trau­ Por último, el TID puede surgir en cualquier etapa evolutiva
máticas y los sujetos suelen haber padecido múltiples e importantes (desde la infancia a la vejez), aunque la clínica en los niños
tipos de maltrato interpersonal en la infancia y en la vida adulta. y adolescentes presenta algunas diferencias en sus manifesta­
Suelen también presentar patrones conductuales repetitivos de rela­ ciones: por ejemplo, los niños no suelen presentar cambios de
ciones que implican abuso físico y sexual (APA, 2013). identidad, sino solapamientos o interferencias entre los estados
La transición de una identidad a otro es, frecuentemente, repen­ mentales, con síntomas relacionados con las interrupciones de
tina. En muchos casos, el estrés genero el cambio a otro identidad, la experiencia (APA, 2013).
generalmente asociada a alguna situación conflictiva o angustiosa
poro el paciente, aunque también puede cambiar de una identidad
a otro de manero gradual. Los comportamientos normalmente aso­ ¿) Trastorno de identidad disociativo. Perturbación de la
ciados al cambio de estado suelen ser el parpadeo rápido, cambios identidad que se caracteriza por dos o más estados de la per­
faciales, cambios de voz o conducta, o interrupción del curso normal
del pensamiento.
sonalidad bien definidos, que se puede describir en algunas
culturas como una experiencia de posesión. La perturbación
La personalidad original o verdadero suele mostrarse más sumi­
sa, manteniendo el nombre real del paciente, y suele ser más pasiva,
de la identidad implica una marcada discontinuidad en el sen­

dependiente, culpable y depresiva. Habitualmente, hay otro/s perso­ tido de sí mismo y en la sensación de control de las propias
nalidad/es que se enfrenta/n a los problemas más conflictivamen­ acciones, que se acompaña de alteraciones relacionadas con
te: estas identidades alternantes poseen normalmente rasgos que el afecto, la conducta, la conciencia, la memoria, la percepción,
contrastan con la identidad primario (p. ej., hostilidad, agresividad, el conocimiento y/o el funcionamiento sensitivo-motor. Estos
dominancia.. .l. signos y síntomas pueden ser observados por parte de otras
Entre las características clínicas más habituales del TID se personas o comunicados por el individuo [Criterio A, DSM-SJ.
encuentran las siguientes (APA, 2013):
Alteraciones de la memoria: amnesia acerca de episodios o épo­ Como comentábamos anteriormente, en el sistema de clasifi­
cas amplias de la vida del paciente. cación CIE- 11, se diferencia el trastorno de identidad disociativo y
Cada identidad parece tener su propia configuración de memo­ el trastorno de identidad disociativo parcial. Ambos comparten la
ria, de manero que el sujeto presenta dificultades importantes definición principal de ser una disrupción de la identidad con dos o
paro recordar información personal relevante. Muchos pacientes más personalidades distintas con su propio patrón de percepción del

268
Capítulo 8. Trastornos disociativos

mundo y su relación con el mismo, pero con la diferencia de que en


el primero una de las personalidades es dominante y funciona nor­ :j) Desrealizaclón. Alteración de la percepción o experien­
malmente en el día (pero interferida por la no dominante a modo cia del mundo externo de manera que este parece extraño
de intrusiones disociativas) y en el segundo, las personalidades no e irreal [p. ej., las personas pueden parecer desconocidas o
dominantes no toman control ejecutivo recurrentemente, pero exis­ mecánicas].
ten episodios transitorios ocasionales en las que sí se produce ese
control ejecutivo. Además, se destaca en esta segunda categoría la
ausencia de amnesia durante los episodios disociativos y, en caso de Los sujetos con este trastorno suelen presentar dificultades para
darse, suele ser breve y relacionada con una respuesta a emociones describir o expresar su clínica y pueden llegar a pensar que «se
intensas, episodios de autolesiones o al revivir recuerdos traumá­ están volviendo locos o que están locos». La sintomatología ansio­
ticos. Esta categoría estaría más frecuentemente relacionada con sa, depresiva, así como la rumiación cognitiva y la clínica somática
historia de trauma en la vida de la persona (incluyendo abuso físico, (p. ej., hormigueo, sensación de desmayo) aparecen también asocia­
emocional o sexual> (OMS, 20!9). das. La desrealización suele acompañarse de distorsiones percepti­
b. Trastorno de despersonalizaciónldesrealización
vas visuales (p. ej., macropsias o micropsias) o auditivas.
El trastorno aparece con mayor frecuencia cercano a la edad
La despersonalización consi ste en una sensación de extrañeza, adulta, aunque puede surgir desde la infancia y/o la adolescencia.
como si la persona se observase funcionar «en automático», se La edad media de inicio se sitúa en los 16 años, siendo infrecuente
viera desde fuera de sí misma, o como si estuviese alejada de sí su aparición a partir de los 40 años. El inicio puede ser extremada­
misma o desconectada del cuerpo. En la desrealización, es el entor­ mente repentino o gradual. El curso suele ser crónico. La duración
no el que se percibe como extraño y las personas conocidas pueden de los episodios puede ser breve o prolongada (desde horas hasta
parecer no familiares. Ambas manifestaciones clínicas pueden ser años). Si su aparición está ligada a un acontecimiento vital traumá­
experimentadas por la población normal sin que esto requiera el tico suele manifestarse de forma súbita. (APA, 2013).
diagnóstico de un trastorno. Una diferencia importante es que cuan­
do se trata de una alteración patológica, la clínica altera la vida de c. Amnesia disociativa <incluyendo fuga disociativa)
la persona y le produce un profundo malestar.
Según vi ene definida por el DSM-5, esta modalidad de amnesia
El trastorno de despersonalización/desrealización implicaría supone la presencia de uno o más episodios de incapacidad para
experiencias persistentes o recurrentes de despersonalización, des­ recordar información personal, autobiográfica, importante, gene­
reali zación o de ambas (APA, 2013). En estas dos manifestaciones ralmente de naturaleza traumática o estresante, que no pueden ser
clínicas el sujeto experimenta distanciamiento, irrealidad, o extra­ explicados a partir del olvido normal. Suele surgir como consecuen­
ñeza. En el caso de la despersonalización, siente que está separado cia directa de la vivencia por parte del sujeto de una situación alta­
de sí mismo, como si fuera un observador externo o de sus propios mente estresante conflictiva y/o traumática. Afecta a lo memoria
procesos mentales, desde los pensamientos y los sentimientos hasta episódica explícita. La memoria episódica implícita, la memoria
las sensaciones, el propio cuerpo o las propias acciones. En la desrea­ semántica y de procedimientos suelen permanecer intactas (por
lización, siente esa irrealidad o distanciamiento respecto del entorno. tanto, no suele afectar a la red de memoria ligada a las habilida­
La persona se siente como si fuera un robot, un autómata o des sociales o laborales ni al lenguaje). Por lo general, tiende a ser
estuviera viviendo en un sueño, una nebulosa o una película. La retrógrada y selectivo sobre acontecimientos que tienen una alto
gente puede parecer no familiar o inani mada, y el entorno como carga emocional para el paciente. La alteración de la memoria, que
artificial, sin color o sin vida. El individuo conserva el sentido de la es habitualmente reversible, impide al sujeto recordar experiencias
realidad, aun a pesar de estar viviendo esta clínica de despersona­ previos, o en el coso de recordarlos temporalmente, no pueden rete­
lización y desrealización. La persona es consciente de que ese sen­ nerse por completo en la consciencia.
timiento es subjetivo y no se corresponde con ningún cambio real. La duración de la pérdida de memoria puede ser de minutos o
Cuando se produce de una forma extrema, la despersonalización años (e incluso décadas): algunos pacientes recuperan rápidamen­
puede vivirse como un «yo escindido», con una parte observadora te la información olvidada, otros la recuperan gradualmente y en
y otra partici pante, algo que se conoce como «una experiencia otros, la dificultad para recordar persiste largos períodos de tiem­
fuera del cuerpo». po. Estas personas suelen desconocer sus problemas de memoria, o
El sistema unitario de despersonalización se compone de varios solo ser conscientes parcialmente de ellos. Se sobe que quienes han
factores: experiencias corporales anómalas (como irrealidad del yo experimentado un episodio de amnesia disociativa tienen una mayor
y alteraciones perceptivas), entumecimiento físico o emocional y predisposición a volver o presentarlo ante futuros sucesos vitales
di storsiones temporales con memoria subjetiva anómala (sentido estresantes o traumáticos. Respecto a lo edad de inicio, la amnesia
distorsionado del tiempo, como sería vivirlo demasiado rápido o disociativa puede surgir en cualquier momento evolutivo, aunque en
lento) (APA, 2013). los menores es más difícil de evaluar (APA, 2013).
La amnesia disociativa puede presentarse en las sigui entes
modalidades o subtipos (APA, 2013):
)) Despersonalización. Experiencia de alteración de la per- i

cepción o experiencia de uno mismo, de modo que uno se l. Localizado: es la más común. Supone lo dificultad para recordar
siente distanciado del propio cuerpo o de los propios proce­ los acontecimientos ocurridos durante un período específico de
sos mentales, como si se tratara de un observador exterior tiempo (normalmente el de los primeras horas siguientes al trau­
ma o del propio hecho traumático, pudiendo llegar a abarcar
[p. ej., sintiéndose como si uno estuviera soñando).
hasta meses o años. Es frecuente tras catástrofes naturales o

269
t t Manual de pslcopatologlc1. Volumen 2

delitos violentos, pudiendo manifestarse tras horas/días o inclu­ línea, la CIE- 11 (OMS, 2019) también presenta la fuga disociativa
so más tiempo después del evento traumático. como una característica que puede darse o no darse dentro de
2. Selectiva: cumpliendo también los criterios de la localizada, su la categoría de la amnesia disociativa, describiéndola como una
matización es la existencia de un recuerdo parcial de los hechos pérdida del sentido de la identidad personal, que lleva a la persona
que ocurrieron en el período de tiempo ligado al olvido. Es la a viajar repentinamente lejos de su entorno habitual durante un
forma de aparición más frecuente, junto con la localizada. periodo de tiempo, pudiendo asumir una nueva identidad.
3. Generalizada: abarca una pérdida transitoria de memoria sobre
toda la vida del individuo, es decir, hay una pérdida completa
de memoria del pasado del sujeto. Es infrecuente, suele apa­ )) Fuga disociativa. Viaje repentino e inesperado lejos del
recer de repente, pudiendo la persona llegar a olvidarse de su hogar o entorno habitual, con la presencia de incapacidad
identidad personal o de algunos conocimientos semánticos o para recordar el propio pasado y posible asunción de una
procedimentales previamente adquiridos.
• nueva identidad.
!J. Continua: la pérdida de memoria está vinculada desde un
momento concreto del pasado hasta el presente incluyéndolo
(es el único caso en que se produce una amnesia anterógrada No es habitual que el sujeto llegue a tener que asumir una nue­
de carácter psicógenol. va identidad durante la fuga, pero si esta llega a producirse -entre
5. Sistematizada: pérdida de memoria que afecta solo a aconte­ otros motivos, podría ser por su posible prolongada duración-, el
cimientos específicos y al material relacionado con ellos. Está sujeto creará nuevos elementos que le ayuden a definirse e identifi­
vinculada al olvido de ciertos tipos de información: por ejemplo, carse personalmente, tales como darse un nuevo nombre, instalarse
los recuerdos vinculados a una persona que abusó del paciente en una nueva residencia y desempeñar actividades sociales y labora­
en su infancia. Entre la clínica asociada que suele acompañar les integradas. A veces esta nueva identidad es más desinhibida que
a estas personas, se encuentran los flashbacks disociativos, la la original, pero en ocasiones es más tranquila y prosaica.
automutilación, los intentos de suicidio y otras conductas de alto Respecto al funcionamiento de la memoria en los episodios de
riesgo, además de los síntomas depresivos, sexuales, auto-hipnó­ fuga, se manifiestan en los dos aspectos siguientes:
ticos y de despersonalización (APA, 2013).
a. Memoria autobiográfica (episódica): durante el estado de fuga
hay amnesia retrógrada para los acontecimientos premórbidos,
es decir, que no recuerdan acontecimientos anteriores al esta­
do de fuga. Cuando la fuga remite, pueden manifestar amnesia
)) Amnesia disociativa. Incapacidad para recordar infor-
mación relacionada con acontecimientos estresantes, que retrógrada localizada, total o parcial/selectiva, para los hechos
no es debida a un t rastorno mental orgánico y es dema­ ocurridos durante el estado de fuga y del acontecimiento trau­
siado extensa como para ser exp licada a partir del olvido mático que motivó la fuga.
ordinario. b. Memoria semántica: suele estar preservada, excepto alguna
información semántica relativa a la identidad personal (p. ej.,
nombre, fecha de nacimiento, nombre de los familiares, etc.).
d. Fuga disociativa
d. Trastorno de trance y trastorno de trance y posesión
En las anteriores ediciones del DSM la fuga disociativa estaba con­
figurada como un diagnóstico específico, pero en el DSM-5 apa­ En la CIE- 11 se recogen estas dos categorías diagnósticas para dar
rece como un aspecto a especificar dentro del diagnóstico más un espacio específico a estas experiencias disociativas particulares.
general de amnesia disociativa (APA, 20l3l. Se caracteriza básica­ En la definición de «Trastorno de trance» (OMS 2019), se hace
mente por un estrechamiento de la conciencia, errando lejos del referencia a una pérdida temporal del sentido de la identidad per­
entorno habitual, con amnesia posterior de lo ocurrido durante el sonal y de la plena consciencia del entorno, excluyendo a los esta­
periodo de fuga. Así, se manifiesta como un inesperado y súbito dos de trance que se presentan en la psicosis o en la personalidad
viaje fuera de casa o del lugar de trabajo, acompañado por la múltiple. Solo se incluyen en esta categoría los estados de trance
incapacidad para recordar el pasado, y por confusión acerca de que son involuntarios o no deseados, que interfieren en la actividad
la identidad personal o por la asunción de una nueva identidad cotidiana porque tienen lugar al margen de ceremonias religiosas o
<parcial o completa). culturales aceptadas. Se indica, además, que no debe usarse esta
categoría si esta experiencia puede estar relacionada con un tras­
'"
La fuga disociativa es rara en las personas con amnesia disocia­
tiva pero frecuente en los que tienen trastorno de identidad diso­ torno somático o con intoxicación por consumo de sustancias.
ciativo (APA, 2013). La persona escapa física y mentalmente, mani­ Por otro lado, en la definición de trastorno de trance y posesión,
festándose como un deambular, aparentemente con un propósito o la CIE-1 1 (OMS, 2019) describe esta experiencia como una pérdida
vagabundeo desorientado, que se asocia a amnesia de la identidad temporal del sentido de la identidad personal que es reemplazada
o de otra información autobiográfica importante. Es más frecuente por una «posesión» de identidad externa, en la que la perso­
en adultos, y los episodios de fuga suelen estar desencadenados por na experimenta acciones que son controladas por dicho agente
experiencias vitales altamente traumáticas y estresantes para los poseedor. Además, indica que los episodios han de ser recurrentes
sujetos. La duración del episodio es variable, desde horas a sema­ o el episodio debe durar varios días para ser diagnosticado y que
nas. El curso, por lo general, implica episodios (muchas veces úni­ la experiencia es involuntaria y no deseada, y tampoco es acep­
cos) con remisión espontánea <De Rezende et al., 2011). En la misma tada por el colectivo cultural o práctica religiosa. A nivel diag-

llO
Capítulo 8. Trastornos di soc iativos

nóstico diferencial, también indica la importancia de no ocurrir trastornos son del 1,5 % para el de identidad disociativo, del 1,8 %
exclusivamente durante otro trastorno disociativo y no ser mejor para la amnesia disociativa, y aproximadamente del 2 % para el de
explicada por otro trastorno o estar íntimamente relacionada con despersonalización/desrealización. En este caso, es menor para el
cualquier trastorno somático o con intoxicación por alguna sustan­ trastorno que para los síntomas transitorios que duran unas pocas
cia. El trastorno por trance de posesión también se distingue de horas, estando estos presentes con más frecuencia tanto en la pobla­
la esquizofrenia y el trastorno esquizoafectivo por la ausencia de ción clínica como en la población general. Por su parte, en la edi­
otros tipos de síntomas psicóticos positivos o síntomas negativos ción anterior del DSM, la fuga disociativa tenía una prevalencia del
de esquizofrenia. 0,2 % (APA, 2002).
También es importante para este sistema de clasificación mar­ En relación con las diferencias por sexo, tanto el trastorno de
car el límite con el trastorno de estrés postraumático y el trastor­ identidad disociativa como el de despersonalización/desrealización
no de estrés postraumático complejo, que también pueden incluir son más frecuentes en mujeres adultas que en hombres: de tres a
retrocesos u otros estados disociativos similares al trance, caracteri­ nueve veces más en el primero, y al menos dos veces más en el
zados por la disminución de la conciencia de los alrededores inme­ segundo (APA, 2013).
diatos y la nueva experiencia de la experiencia traumática como si
fuera sucediendo nuevamente en el aquí y ahora. Estos episodios
generalmente no se experimentan bajo el control voluntario de la
C. Comorbilidad y diagnóstico diferencial
persona. Si los estados similares al trance se limitan a episodios a. Comorbilidad
de reexperimentación en el contexto de T EPT o T EPT complejo, un
diagnóstico adicional de trastorno de trance no sería apropiado. Hay muchos estudios que coinciden en señalar que el trauma y las
respuestas del sujeto al mismo se encuentran en la base y el mante­
Por último, se señala la diferencia de estos cuadros, con la epi­
nimiento de muchos trastornos mentales. Así, no sorprende que los
lepsia y el delirio, aludiendo que las personas con trastorno de tran­
datos de las investigaciones subrayen cómo los trastornos basados
ce o trastorno de trance de posesión pueden presentar característi­
en el trauma -como el de estrés postraumático (T EPT), el T EPT
cas que se asemejen a convulsiones parciales complejas, pero tienen
EEG normales incluso durante los episodios. Los episodios de trance complejo, el TID o el trastorno disociativo no especificado- presen­
de posesión generalmente exhiben comportamientos más complejos ten una alta comorbilidad con otros trastornos mentales (OMS 2018).
que los observados durante los episodios ictales. A diferencia del En el estudio de Rodewald et al. (201 1) sobre comorbilidad se obser­
trastorno de trance o el trastorno de trance de posesión, el delirio vó que los individuos con trastornos disociativos presentaban de
es característico (OMS, 2019). media cinco diagnósticos comórbidos (criterios DSM-IV), mientras
que los individuos con T EPT simple, ansiedad o depresión, presenta­
ban dos. Algunos autores señalan que los trastornos de ansiedad y
B. Epidemiología los depresivos son los que presentan mayor comorbilidad asociada a
Diversas investigaciones llevadas a cabo independientemente en los trastornos disociativos (Reddy et al., 2018l.
diferentes países evidencian con claridad que los trastornos diso­ En población española psiquiátrica, el estudio de Bru et al.
ciativos constituyen un problema de salud mental frecuente, no solo (2009) muestra la alta comorbilidad clínica de los pacientes con
en la práctica clínica, sino también en la comunidad (Sor, 2006). trastornos disociativos con otros trastornos (cri terios DSM-IV):
La ausencia de subescalas específicas de evaluación de disociación 52,8 % con trastorno de conversión; 38, 9 % con trastorno afectivo
en las pruebas de diagnóstico clínico psiquiátrico de amplio espec­ unipolar; 41,7 % con trastornos de ansiedad, y 38,7 % con trastor­
tro ha dado como resultado que los trastornos disociativos sean los nos de la personalidad. En particular, señala cómo el 58, 3 % de las
grandes ausentes en los estudios epidemiológicos realizados a gran personas con trastorno disociativo presentaba más de uno de estos
escala. Así, aun a pesar de la alta frecuencia de estos trastornos diagnósticos comórbidos asociados. Temple (2019) insiste en que la
en la población clínica, no suelen diagnosticarse como deberían identificación de la comorbilidad es importante debido a sus reper­
(Romero, 2016) cusiones en los resultados del tratamiento. La comorbilidad de la
Los estudios epidemiológicos actuales, no obstante, señalan que clínica y trastornos disociativos suele ser común con los siguientes
la clínica disociativa es un problema de mayor prevalencia de la que cuadros clínicos:
se creía, llegando en algunos estudios hasta a un 29 % en pacientes Trastornos de ansiedad o relacionados con el trauma (como
psiquiátricos ambulatorios, de los que un 6 % tendrían un trastor­ estrés agudo, estrés postraumático, pánico).
no de identidad disociativo. Esta tasa es variable entre los países y Trastornos depresivos.
mucho mayor entre quienes tienen un trastorno mental y en aquellos
Trastornos de síntomas somáticos (como trastorno de somatiza­
que tienen una historia de sucesos vitales estresantes muy traumáti­
ción, trastorno de conversión/de síntomas neurológicos funcio­
cos (Foote et al., 2006). Algunos estudios han detectado trastornos
nales).
di sociativos entre aproximadamente el 20 y el 35 % de la población
clínica adulta y entre un 0,3 y un 1,8 % de población no clínica (p. ej., Enfermedades médicas relacionadas con estrés constante (p. ej.,
Spitzer et al., 2006). Además, estos diagnósticos presentan una alta colon irritable, migraña, lesiones producto de agresión física o
comorbilidad en la población clínica (Bru et al., 2009). La mayoría sexual>.
de los expertos indican que, en los países industrializados, la preva­ Estados de privación sensorial, fatiga, convalecencia, alteracio­
lencia global en la población general de los trastornos disociativos nes en el sueño.
está alrededor del 2,4 % <Devillé, et al., 20l4). Consumo de sustancias.
Según los datos que incluye el DSM-5, las tasas de prevalencia Trastornos de la conducta alimentaria y trastorno obsesivo-com­
anual 02 meses) en los adultos de Estados Unidos de los distintos pulsivo (especialmente, con el T ID>.

271
1 Manual de psicopatología. Volumen 2

La comorbilidad con trastornos del estado de ánimo, de la per­


sonalidad o del consumo de sustancias, aumenta el riesgo de pre­
A. Trauma y apego
sentar conductas de riesgo autodestructivas en los pacientes con La disociación se ha relacionado con el trauma, sobre todo el que se
trastornos disociatívos (Temple, 2019). A su vez, las tasas más altas produce en las primeras etapas del desarrollo. Son, sobre todo, las
de abandono del tratamiento, de malos resultados y la menor res­ experiencias q_ue se producen en las relaciones de apego primarias,
puesta a los tratamientos psicológicos estándar para el TEPT, tras­ como el abuso de distintos tipos y la negligencia o falta de cuida­
tornos de ansiedad, adicciones, trastorno límite de la personalidad, dos, los factores q_ue más inciden en la presencia y gravedad de los
obsesivo-compulsivo y los trastornos de la alimentación se dan entre síntomas disociativos en la edad adulta (Baita, 2015; Chu et al.,
las personas con trastornos disociativos comórbidos. Si los pacientes 1999; Dalenberg et al., 2012; Egeland et al., 1996, Lyons-Ruth et
en los q_ue existe comorbilidad no son, además, bien detectados en al., 2006; Van der Hart et al., 2006). Así, en la evaluación clínica
su parcela disociativa (i. e., en su diagnóstico de trastorno disocia­ es necesario examinar los vínculos afectivos y la historia de apego
tivo), no serán tratados adecuadamente, pudiendo ser estos sujetos para poder identificar posibles traumas en el desarrollo. En este
incorrecta y «sencillamente» etiq_uetados como «con diagnósticos sentido, la exploración de los siguientes aspectos puede ayudarnos
resistentes al tratamiento». a elaborar la base de desarrollo en la q_ue se pudieron construir
las experiencias positivas o traumáticas posteriores del individuo
b. Diagnóstico diferencial (Temple, 2019):
Entre los elementos comunes al diagnóstico diferencial destacare­ Presencia de alguien a quien recurrir constantemente durante
mos los siguientes (APA, 2013): los primeros años de vida; disponibilidad de una atención esta­
l. La alteración no se puede atribuir a los efectos fisiológicos ble y constante durante la crianza.
de una sustancia (p. ej., droga, medicamento, intoxicación por sus­ Aprendizaje y lenguaje relacionado con la experiencia y res­
tancias -blackouts-) u otra afección médica (p. ej., lesión cerebral, puestas a las emociones; invisibilidad -la necesidad de estar
traumatismo craneal, epilepsia, delirium, demencia, crisis parciales seguro y de no ser notado/visto-.
complejas, síndromes orgánicos mentales). La necesidad de ser visto y los comportamientos derivados de
2. La alteración no se explica mejor por otro trastorno mental, sentirse visto, como logros o acciones (para un niño q_ue experi­
especialmente: menta ser invisible, recibir cualq_uier atención puede ser extre­
Esq_uizofrenia u otros cuadros psi.(óticos y trastorno bipolar (en madamente poderoso).
el diferencial con TID y desrealización/despersonalización). Cambio de roles para no ser visto como niño (p. ej., asumir el
Trastorno depresivo (en el diferencial con desrealización/desper­ papel de cuidador).
sonalización, amnesia disociativa y TID>.
Ya en las propuestas de Janet, probablemente el autor clásico
Trastornos de ansiedad (como pánico, ansiedad social o fobia más influyente en las teorías modernas de la disociación, se plan­
específica), trastornos relacionados con el trauma (como estrés teaba q_ue cuando se produce abuso o negligencia en la infancia
agudo, TEPT) (en el diferencial con desrealización/despersonali­ temprana, y son extremos y prolongados, pueden generar una falta
zación, amnesia disociativa -con o sin fuga disociativa- y TID).
de síntesis (integración) en la personalidad Uanet, 1907l. También
Trastornos de personalidad y trastorno de síntomas somáticos se ha observado a nivel neurobiológico q_ue las sustancias q_ue se
(en el diferencial con TID, desrealización/despersonalización y liberan ante un estresor (noradrenalina, adrenalina, corticoides,
amnesia disociativa). opioides endógenos) se concentran particularmente en regiones
3. La clínica q_ue observamos no puede deberse a cuadros de relacionadas con las funciones integradoras, y ello puede interferir
simulación, trastornos facticios o al deterioro de las funciones cog­ en el desarrollo de capacidades para integrar las experiencias q_ue
nitivas debidas a la edad, o a trastornos neurocognitivos (sobre todo se van produciendo (McGaugh, 1990). Schalinski et al. (2016) señalan

en el diferencial con amnesia disociativa y TID>. q_ue habría ventanas especialmente sensibles en el neurodesarrollo,
�- La clínica disociativa observada tendrá q_ue analizarse ade­ y q_ue la negligencia física y emocional entre los cuatro y los cinco
cuadamente para obtener un correcto diagnóstico diferencial, tam­ años se relacionarían con la presencia de disociación en el adulto,
bién entre los propios trastornos disociativos. Así, cuando la amnesia mientras q_ue los mismos eventos ocurriendo más tarde (8-9 años)
disociativa (con o sin la presencia de fuga disociativa) o la desperso­ darían lugar a síntomas depresivos.
nalización/desrealización aparecen en un sujeto con TID, no serán Putnam (1997) propuso q_ue el niño pasa por una serie de esta­
diagnosticadas independientemente del trastorno de identidad diso­ dos conductuales discretos (caracterizados por un estado psicofi­
ciativo. De igual manera, cuando la despersonalización/desrealiza­ siológico y determinadas conductas) q_ue se van integrando en un
ción se da únicamente vinculada a un cuadro de amnesia disociativa sentido del sí-mismo coherente. Desarrollamos una unidad de la
(con o sin fuga disociativa), no se hará un diagnóstico independiente conciencia estemos como estemos. Esta adq_uisición evolutivamente
de desrealización/despersonalización. temprana se vería alterada por el trauma, y el control e integración
de estos estados no se produciría. Ante las situaciones traumáti­
cas, el cerebro puede «desconectarse», desarrollándose un estado
de conciencia diferente al normal q_ue se mantiene así aislado de
·: , V. Etiología
La clínica de los trastornos disociativos ha sido asociada a diferen­ experiencias abrumadoras. Frente al estrés excesivo y a la falta de
tes variables explicativas, estando la mayoría de ellas relacionadas control propia de un contexto relacional caótico, se produciría una
con impactos emocionales o experiencias traumáticas tempranas. reorganización defensiva del sí-mismo en la q_ue algunos elementos
A continuación, señalamos algunos de los aspectos fundamentales se separan de la conciencia y desarrollan así una cierta autonomía
a considerar. mental.

m
Capítulo 8. Trastornos disociativos

B. Regulación e mocional Disociación en Niños (Putnam et al. (1993); A-DES: Escala de


Experiencias Disociativas para Adolescentes (Armstrong et al.,
La investígacíón sobre desarrollo evolutivo sugiere que la disocia­ 1997); SDQ: Cuestionario de Síntomas Disociativos y Somatomor­
ción puede generarse en episodios repetidos de desregulación emo­ fos (Nijenhuis et al., 1996).
cional en la infancia. Sander (1987) mostró que cuando los niños
Escalas diagnósticas autoadministradas. MID: Inventario Multi­
mento de la activación o arousal (p. ej., llorando). Si no reciben
sufren estresores significativos se produce inicialmente un incre­
dimensional de Disociación de Dell (2006).
respuesta y el estrés continúa siendo abrumador, suelen quedarse Entrevistas estructuradas. Cuestionario de Examen del Estado
dormidos. Porges (2017) ha descrito estas respuestas relacionándo­ Mental para Disociación (Loewenstein, 1991); DDIS: Entrevista
las con la activación del sistema nervioso autónomo, primero en su de Trastornos Disociativos (Carien et al., 1993); SCID-D: Entre­
rama simpática (activación ante una situación que se percibe como vista Clínica Estructurada para Trastornos Disociativos para el
potencialmente peligrosa) y, luego, en la rama parasimpática dor­ DSM- IV (Steinberg, 2000>.
sovagal (la rama del nervio vago más primitiva, no mielinizad�, que A continuación, pasamos a detallar brevemente algunas de las
gestiona la respuesta ante una amenaza inescapable). � sta ultima
La Escala de Experiencias Disociativas: DES (Bersntein y
escalas y entrevistas más importantes.
sería una reacción de último recurso, cuando no hay salida posible
y supone una desactivacíón generalizada para preservar energía.
Esta secuencia de hiperactivación/desactívación ha sido también Putnam, 1986) <DES-II de Dalenberg y Carlson, 2010; en castellano:
descrita por Schore (2009). Si la falta de respuesta apropiada es Robelles et al., 2006) es la escala más utilizada. Escala autoadmi­
muy frecuente, puede alterarse el desarrollo de estrategias maduras nistrada que consiste en 28 ítems que se responden en una escala
de regulación emocional, y los estados emocionales no podrán ser Likert que va de O a 100 % en la que el sujeto indica el porcentaje
integrados en un sistema consistente de significados, ni tampoco de tiempo que cree que le ocurren las experiencias disociativas
podrán ser corporalizados, representados, ligados a estados con­ descritas en los ítems. Es un escala que permite inicialmente filtrar
ductuales o evocados. en amplio espectro la relevancia de la clínica disociativa existente
y determinar así aquellos pacientes que precisarían una evaluación
Se ha observado que el trauma del desarrollo (abuso y negligen­ más detenida (amnesia, despersonalización, desrealización, estar
cia en la infancia) puede afectar a la mielinización del córtex pre­ absorto). Los estudios señalan que dentro del cuestionario existen
frontal medial, implicado en las funciones ejecutivas y la regulación una serie de preguntas (8 de las 28) que son más representativas
de la amígdala <De Bellis, 2005). La exposición excesiva al cortisol de disociación patológica, agrupándose estos ítems en la llamada
debido al estrés crónico dañará también las células del hipocampo, subescala DES-T: encontrarse a uno mismo en un lugar sin saber
implicado en los procesos de memoria Uoseph, 1999). Lanius et al. cómo había llegado allí; encontrar cosas nuevas entre sus perte­
(2010) han sugerido que estas alteraciones neurobiológicas que se nencias sin recordar haberlas comprado; verse a uno mismo sen­
derivan del trauma temprano generarían una respuesta alterada al tado al lado de sí mismo, o viéndose del mismo modo que están
miedo y a emociones extremas. Se formarían así memorias emocio­ viendo a otra persona; no reconocer a veces a amigos o miembros
nales y sensoriales, pero no una memoria episódica y declarativa. de la familia; sentir que otras personas, objetos y el mundo que le
De todos modos, aunque el T EPT se ha asociado a una hipo­ rodea no es real; sentir que su cuerpo no le pertenece; actuar en
función del córtex prefrontal medial y el cingulado anterior y a una situación de modo completamente diferente comparado otras
una activación de la amígdala, el recientemente definido subtipo situaciones, hasta el punto de casi parecer otra persona; oír voces
disociativo de T EPT presenta un patrón funcional completamen­ dentro de la cabeza que le dicen cosas o comentan cosas que la
te opuesto: una hiperactivación en las áreas reguladoras y una
Cuestionario de Síntomas Disociativos y Somatomorfos: SDQ-20
persona está haciendo.
hipofunción de la amígdala y la ínsula (Lanius et al., 201 0l. Estos
patrones más uniformes se vuelven más complejos en los trastor­ (Nijenhuis et al., 1996). La fuerte correlación entre trastornos diso­
nos disociativos y conversivos (incluidos en el mismo capítulo en la ciativos, somatomorfos, síntomas conversivos y síntomas de somati­
clasificación CIE-IOl, con alteraciones muy diversas en función del zación hace recomendable el uso de instrumentos como este, que
tipo y combinación de síntomas <Del Río Casanova et al., 2016). Los parten de la idea de que pueden ser manifestaciones de un mismo
patrones de regulación emocional en la disociación pueden estar principio subyacente (Nijenhuis, 2000). Es un cuestionario autoad­
en los extremos entre la infra y la sobrerregulación emocional, que ministrado de 20 ítems, que incluye síntomas positivos como dolor o
caracteriza a los dos subtipos de T EPT, o en la alternancia entre
Examen del Estado Mental para Disociación (Loewenstein, 1991l.
pseudocrisis, y negativos como parálisis o anestesia.
uno y otro extremo.
Facilita una exploración exhaustiva de los síntomas disociativos:
V I . Reco m e n daciones para la amnesia, autohipnosis, síntomas de estrés postraumático, procesua­

Dissociative Disorders Interview Schedule <DDIS), versión DSM-5


les, somatomorfos, afectivos.
eva l uac i ó n y el tratam i e nto
A. Eva luación (Ross y Browning, 2016). Evalúa primero de modo indirecto indicios de
disociación: lapsos de memoria, pruebas de actos no recordados, etc.
Existen diversas escalas y entrevistas estructuradas que ayudan a Explora también síntomas más claros de disociación (sentir que tie­
hacer un diagnóstico sistemático de la disociación presente en los ne otra personalidad, actos controlados por otra persona, etc.>, así
pacientes. Entre los instrumentos de diagnóstico de síntomas y trastor­ como experiencias extrasensoriales (los síntomas disociativos son
nos disociativos existentes en castellano destacaremos los siguientes: muchas veces interpretados de ese modo por los pacientes). Ade­
Escalas de Cribado. DES: Escala de Experiencias Disociativas más, analiza en profundidad la historia de abuso sexual o físico en la
< B ernstein y Putnam, 1 986); C DC: Lista de Comprobación de infancia. También hace un barrido de síntomas somáticos de origen

113
i. � Manual de pslcopatologla. Volumen 2

todos a la regulación, tales como respiración, relajación, mindful­


ness, grounding (anclarse y establecer contacto con el momento
no orgánico, de psicopatología depresiva, consumo de tóxicos y sín­

Structured Clinical Interview for DSM-IV (R)-Dissociative Disor­


tomas de trastorno límite de personalidad.

ders (SCID-D-R) (Steinberg, 1994). Esta escala analiza: amnesia, des­


presente y el mundo externo inmediato a través de la conciencia
sensorial y cognitiva, usando los sentidos para mantenerse conec­
personalización, desrealización, confusión de identidad y alteración tado al momento presente). La persona necesita también aprender
de identidad. En ella pueden encontrarse subescalas breves q_ue per­ a tolerar emociones, tomar conciencia de ellas y modularlas, sin
miten realizar una evaluación inicial y decidir en q_ué sujetos sería juzgarlas. Por otro lado, es importante trabajar en la solución de
problemas, la aceptación, el autocuidado y la eficiencia interperso­
Trauma and Dissociation Symptoms Interview (TADS-D de (Boon
necesario pasar la escala completa.
nal (mejorar la relación con uno mismo y con los demás, aumentar
el respeto por sí mismo en las relaciones).
and Matthess, 2019) es una entrevista semiestructurada diseñada
para evaluar la gravedad y la calidad de los síntomas disociativos 2. Procesamiento del trauma
La segunda fase es la del procesamiento de los recuerdos ,y en ella
y otros síntomas relacionados con el trauma (incluyendo problemas
de sueño, problemas de alimentación, ansiedad y clínica del estado
de ánimo, síntomas de trastorno de estrés postraumático, y para abordaremos, desde el trabajo clínico, el trauma propiamente dicho
detectar la presencia de un trastorno disociativo. Esta escala está (recordando, tolerando, procesando e integrando estos recuerdos).
adaptada a la CIE- 1 1 y traducida al castellano. Actualmente está Esta fase se centrará en confrontar, trabajar e integrar memorias
siendo revisada para su publicación definitiva. traumáticas. Para ello es necesario el empleo de enfoq_ues adapta­
dos y orientados al trauma q_ue contemplen la clínica disociativa. El
proceso incluye q_ue puedan experimentarse y verbalizarse emocio­
B. Tratamiento
nes fuertes en relación con experiencias pasadas, pero no es tanto
Dada la relación de la disociación con el trauma, muchos abordajes una descarga, sino una elaboración e integración de la experiencia.
se focalizaron en esta base traumática como modo de abordar el Implica un recordar para sanar y procesar. Simplemente reactivar
trastorno. Sin embargo, se vio q_ue, independientemente de la orien­ el recuerdo traumático puede suponer revivir el trauma con escaso
tación, un acceso temprano a los contenidos traumáticos conllevaba beneficio, o con una potencial re-traumatización.
con frecuencia dificultades y, no pocas veces, descompensaciones.
3. Integración y rehabilitación
Por último, nos centraremos en facilitar la reconexión. Para ello
La sintomatología disociativa, q_ue se activó como una protección
frente a esas experiencias abrumadoras, se reactivaba de nuevo al
intentar acceder a los recuerdos de dichas experiencias. Dado el priorizaremos la reintegración de la personalidad y la recuperación
trasfondo postraumático de este tipo de trastornos, el esq_uema de de la funcionalidad interpersonal y social. Esta fase se centra en
trabajo en las intervenciones clínicas con los pacientes con trastor­ promover las habilidades q_ue la persona necesita para su futuro
nos disociativos suele venir marcado por las líneas de tratamiento en deseado más allá de la enfermedad, creando nuevas experiencias
fases de Herman (1992): estabilización, procesamiento de recuerdos de conexión. La integración de los recuerdos traumáticos genera
e integración. En la actualidad, las recomendaciones clínicas inter­ nuevas asociaciones adaptativas de los diferentes aspectos de las
nacionales para el tratamiento de los trastornos disociativos abogan experiencias traumáticas, recuerdos y secuencia de eventos, afectos
por una planificación en fases del proceso de tratamiento, con una asociados y representaciones fisiológicas y somáticas. Esas expe­
primera centrada en la estabilización y seguridad para, posterior­ riencias, ahora procesadas e integradas, pueden servir, así, como
mente, poder abordar más directamente el procesamiento de las aprendizajes. También implica, por un lado, establecer un nuevo
heridas ligadas al trauma (Guías clínicas ISSD, 2011; Subramanyam sentido de sí mismo y del impacto del trauma del pasado en la
et al., 2020l. Se recomiendan enfoq_ues de terapia integradores, con propia vida y, por otro lado, desafiar, con trabajo cognitivo, las
sesiones individuales, idealmente de duración media-larga, no aleja­ creencias centrales irracionales ligadas a los recuerdos traumá­
das en el tiempo, siendo tratamientos q_ue suelen durar años, sobre ticos del pasado y favorecer el procesamiento de la información
todo en los casos más graves (ISSTD, 201 1). hacia nueva información y asociaciones adaptativas.
Profundizando un poco más en el esq_uema de trabajo terapéu­ Este programa en tres fases no es una ruta de una sola dirección,
tico (especialmente en los casos de TID siguiendo la Guía Clínica de sino un proceso fluido, q_ue permite q_ue lo terapia pueda moverse
la Sociedad Internacional para el Estudio del Trauma y Disociación hacia atrás y hacia delante a través de las diferentes fases según
(ISSD, 2011), se proponen las siguientes directrices para el trata­ sea necesario, dependiendo de las necesidades del momento (Tem­
miento de los trastornos disociativos (Subramanyam et al., 2020l. ple, 2019). Más allá de los abordajes terapéuticos q_ue utilicemos,
un elemento central en el trabajo con estos pacientes se basa en la
l. Estabilización
relación terapéutica. Como afirma Herman (1992), las experiencias
Esta primera fase tiene como objetivo terapéutico conseguir fortale­ nucleares del trauma psicológico son el no tener poder y la desco­
cer y estabilizar al paciente. Se focaliza en la regulación emocional, nexión de los otros. La recuperación, entonces, está basada en un
el funcionamiento interpersonal y las relaciones, el autocuidado, la proceso de recobrar el poder o empoderamiento y en la creación de
conexión corporal, la comprensión de los síntomas y los disparado­ nuevas conexiones. La recuperación solo puede tener lugar dentro
res. Además, en pacientes con mucha fragmentación es necesario del contexto de las relaciones, no puede suceder en aislamiento.
trabajar con el sistema interno de partes (los distintos estados men­ En esas nuevas relaciones, la persona recobra elementos dañados
tales disociados), mejorando la comunicación y el autocuidado, y por la experiencia traumático, como las capacidades básicos para
entendiendo la función de cada una de estas partes en el sistema. la confianza, autonomía, competencia, identidad e intimidad. El
De cara a la estabilización, es importante también la planificación paciente ha de ser el autor y el árbitro de su recuperación. Los otros
de las crisis. Aq_uí será necesario utilizar recursos terapéuticos orien- pueden ofrecer consejo, sostén, afecto y cuidado, pero no cura.

274
Capítulo a. Trastornos disociativos

Muchos intentos benevolentes y bien intencionados de asistencia Para que la terapia pueda avanzar de una forma estable y para
a los supervivientes fracasan por no observar este principio funda­ conseguir una buena evolución, es crucial mantener un morco tera­
mental. En palabras de una superviviente de incesto, dice Herman: péutico sólido y un entorno capaz de contener. Estos pacientes, al
«Buenos terapeutas fueron aquellos que realmente validaron mi igual que otros que padecen un estrés postraumático complejo, pre­
experiencia y me ayudaron a controlar mi comportamiento en lugar sentan muchas conductas autodestructivas que amenazan su segu­
de tratar, ellos, de controlarme a mí». ridad y que deben ser abordadas y neutralizadas desde el principio
El objetivo de construir un clima terapéutico que permita crear (Guías clínicas ISSTD, 2011l. En muchas ocasiones, el proceso de tera­
un equipo de trabajo basado en la seguridad, la confianza, el res­ pia puede parecer casi una carrera de obstáculos y la terapia un
peto y la aceptación será prioritario a lo largo de todo el proceso y, trabajo de continuo apagar fuegos. Las crisis pueden ser constantes,
fundamental, en las primeras etapas. Aquí, también, será necesaria con gran cantidad de comportamientos alterados, agresividad, hacia
la psicoeducación para poder facilitar la comprensión e integra­ ellos mismos u otros. En ocasiones, estas descompensaciones podrán
ción de sus problemas y del proceso de tratamiento en estos sujetos ser una fuente importante de información terapéutica significativa,
(Subramanyamet al., 2020). Teniendo en cuenta que en el origen sacando a la luz disparadores que antes no eran conocidos o nueva
de estos cuadros están profundas disrupciones en el apego tempra­ información relacionada con el trauma. Es importante tener presente
no, hemos de cuidar que la relación terapéutica pueda funcionar que los secretos suelen formar parte de las historias de vida de estos
como una experiencia emocional correctiva, sin caer en generar sujetos, siendo una información que cuesta poder presentar para
poder ser trabajada en terapia. Uno de los retos clínicos será poder
dependencia o restar protagonismo y responsabilidad al paciente
llegar a incorporar las crisis como una fuente de experiencias para
en el proceso terapéutico. A través de la mirada de un observador
superar los problemas e intentar aprender de ellas (Gonzalez, 2010l.
empático y de un trabajo colaborativo, la persona ha de aprender a
verse (aunque no hubiese sido visto) y aceptarse (aunque no hubiese La meta final de la intervención será favorecer la integración.
experimentado previamente una mirada de aceptación incondicio­ No obstante, sigue existiendo todavía un importante debate a este
nall, cambiando el modo en el que se trata a sí mismo y los patrones respecto, dado que no todos los sujetos que presentan TID podrán
de autocuidado con los que funciona (Gonzalez, 2017). alcanzar la meta de integrar sus recuerdos traumáticos <Boon, 1997;
Boon Steele y Van der Hart, 2014; Van der Hort, Steele y Boon,
La relación terapéutica con estos sujetos no siempre es fácil
2018). Teniendo presente esto, el objetivo terapéutico finalista con
(Gonzalez, 2010). En el clínico necesitan una base de contención
estos pacientes tenderá a buscar su funcionamiento integrado (Gon­
y seguridad, aunque también límites definidos y firmes, a la por
zález, 2010; González y Mosquero, 2015).
que flexibles. Necesitan aceptación por porte del terapeuta, no obs­
tante, ante posibles reacciones agresivas de los pacientes, los tera­ El sistema interno del paciente tendrá que asumir y trabajar con
peutas han de poder también responder con neutralidad y firmeza la responsabilidad. El modo en que los individuos manejan muchas
(sin caer en reacciones defensivas). Dada su historia de trauma, en veces su historia de vida traumática puede estar conectado con la
ocasiones, los sujetos pueden conducir el proceso de terapia a la responsabilidad negada o puesta en otros, de las figuras relevantes
reproducción de patrones relacionales de re-victimización, siendo de la infancia del sujeto. La culpa y la vergüenza forman parte de
muy importante que los terapeutas los identifiquen y no caigan en las respuestas normales del trauma, el paciente puede considerar­
la asunción de estos roles, detectando y manejando adecuadamen­ se culpable, indigno, sucio ... por los traumas que sufrió. También
te posibles bucles relacionales si se estuvieran reproduciendo en habrá que trabajar con la responsabilidad por las consecuencias de
el sistema terapeuta/paciente (victima/maltratador, maltratador/ las propias conductas en los demás y con la culpabilización interna
victima). Es importante tener presente que las personas gravemente desproporcionada de los pacientes (Gonzalez, 2010; Gonzalez, 20l7l.
traumatizadas suelen presentar una historia con importantes proble­ En la fase de integración la meta es alcanzar una mayor cone­
mas de apego temprano y, por ello, es muy posible que los sujetos xión y coherencia interna en los pacientes. Esto puede observarse a
con los que trabajemos presenten alta sensibilidad al rechazo o a partir de la presencia de un sentido más sólido y estable de cómo
la desatención. Enlazando con lo comentado anteriormente, Knipe son y de cómo relacionarse con los otros y con el mundo exterior.
(2008) señala que el trauma nuclear que sufren estos pacientes es Las identidades disociadas se irán fusionando y mejorando su fun­
no haber sido vistos con una mirada de aceptación y amor incondi­ cionamiento de un modo más unificado. Construirán poco a poco
cional. En la relación terapéutica ha de poder combinarse una plena una visión más unificada de la historia traumática, con un sentido
aceptación de una persona que muchas veces se rechaza a sí mis­ más coherente de su propia historia y podrán así abordar más efi­
ma, con el establecimiento de límites claros y sanos en alguien que caz y efectivamente las dificultades que atraviesan en el momento
no conoce esta forma de funcionar y puede desafiarla. Con algunos actual. Su energía deja de focalizarse en el pasado para centrarse
pacientes, este trabajo relacional se convierte en el eje central de la en el presente (Guías clínicas ISSTD, 2011l.
terapia. Para muchos pacientes, el control es un área central dado En definitiva, el reto terapéutico con los pacientes con trastornos
que su experiencia subjetiva es bien de una permanente falta de disociativos tendrá como metas asistenciales, siguiendo las líneas
control o bien una agotadora lucha por el control (Putman, 1989, marcadas por Van der Hart et al. (2018), las siguientes: (1) ayudar a
Gonzalez, 2010l. Ante la imposibilidad de establecer vínculos sanos, los pacientes a establecer una seguridad tanto interna como exter­
ya en la infancia el sujeto ha de recurrir a estrategias controladoras na sin la necesidad de ser rescatados; (2) trabajar sistémicamente
(Liotti, 2011) basadas en la dominación/sumisión o en el cuidado, con las partes disociativas del paciente de manera que se facilite
que pueden reflejarse en la relación terapéutica. El sistema desde el la integración en lugar de una mayor disociación; (3) establecer y
que establecer la relación es, según este autor, el de colaboración. mantener límites útiles; (4) facilitar formas específicas de mante­
De este modo, paciente y terapeuta trabajan juntos para mejorar nerse centrado en el proceso en lugar del contenido; (5) tratar com­
una situación, previniendo de este modo la activación de un sistema pasiva y eficazmente el apego desorganizado y la dependencia del
de apego aún muy disfuncional. terapeuta; (6) ayudar a los sujetos a integrar los recuerdos traumá-

]J5
tt Manual de pslcopatología. Volumen 2

ticos; aprender a manejar cuando están enfurecidos, avergonzados Teniendo en cuenta que los estudios epidemiológicos actuales
crónicamente, evitativos o incapaces de confiar en el terapeuta; (7) señalan una mayor prevalencia de clínica disociativa de la que se
comprender y trabajar compasivamente con las resistencias como creía, es necesaria una mayor atención al estudio y desarrollo de
una co-creación tanto del paciente como del terapeuta. esta población clínica, al desarrollo de recursos diagnósticos y, a
partir de ahí, a una mejora en el desarrollo de los recursos psi­
coterapéuticos. Además, el cambio en la propia conceptualización
, ,,i V I l . Resumen de aspectos de los términos relacionados con los fenómenos disociativos, que
ha favorecido la apertura a modelos explicativos diferentes, nos
fundamentales y tendencias pone ante el reto de seguir avanzando en el estudio y desarrollo
futuras de prácticas clínicas alternativas que recojan todos estos avances y
que den lugar al diseño de estrategias de intervención eficaces. En
La categoría clínica d e los trastornos disociativos e s compleja y ha cualquier caso, será necesaria una base de trabajo de estabilización
recibido una atención irregular en las diferentes etapas históricas de y regulación emocional, el tratamiento de la historia de trauma de
la psiquiatría y la psicopatología desde que se conceptualizó como la persona y su impacto sobre la estructura de su identidad. Habrán
«histeria» en sus inicios. Dejada en el olvido durante intervalos tem­ de repararse los vínculos de seguridad y la reorganización de los
porales por la ciencia de la mente, hace unas décadas que se ha sistemas de relación social.
ido recuperando y revisitando su conceptualización y actualización. Al existir una conexión entre procesos de regulación emocional
Esto es de gran relevancia para muchas personas que sufren sus y disociación ante vivencias de alta carga emocionalidad negativa,
consecuencias, como también el poner el foco en las vivencias trau­ pero no estar claro qué variables interactúan entre ambos procesos
máticas para explicar la etiología de estos cuadros. Ya desvinculada y de qué manera, esta área de investigación también será relevante
la disociación de la simulación, el estudio de la disociación está para aportar elementos cruciales en la intervención psicoterapéuti­
dando frutos muy interesantes para la conceptualización de teorías ca. Asimismo, los estudios sobre la eficacia y tamaño del efecto de
de personalidad pioneras que van abriendo caminos terapéuticos estas propuestas de intervención,
• serán necesarios para el desarro­
para ayudar a las personas afectadas por este tipo de trastornos. llo y mejora de esta terapéutica que, actualmente, a pesar de las
Uno de los elementos importantes en este cambio de paradigma mejoras, requiere de años de tratamiento.
ha sido el considerar a la disociación como una reacción adapta­ Otro tema interesante que seguirá creciendo a raíz de la mejora
tiva frente a situaciones de alto estrés, mientras que se convier­ de la conceptualización y el estudio de la disociación será su papel
te en patológica cuando se rigidiza y se cronifica, dando lugar a en la mejor comprensión de los procesos de memoria y del desa­
estructuras mentales fragmentadas que favorecen la aparición de rrollo de la identidad y la autoconciencia, sobre los que se están
un comportamiento disfuncional que deriva en el diagnóstico de obteniendo muchos datos clarificadores desde la neurobiología y
trastornos mentales. las neurociencias.
En el siglo xx1 la psicoterapia va adquiriendo cada vez más una Por último, destacar que la definición propuesta por la APA
perspectiva integradora, que también ha incluido el trabajo con los (2014) del proceso disociativo como «una interrupción o disconti­

aportaciones de las teorías de los estados del se/f, la teoría de la


síntomas disociativos y los cuadros clínicos que los presentan. Las nuidad en la integración normal de la consciencia, la memoria, la
identidad, la emoción, la percepción, la representación del cuerpo,
disociación estructural y otros modelos teóricos en los que el trau­ el control motor y la conducta» ha favorecido la investigación de
ma temprano, la teoría del apego y las últimas aportaciones de la los elementos dimensionales del fenómeno clínico, y esto se está
neurociencia al estudio del cerebro y la regulación neuro-emocional, plasmando en una posible identificación de un amplio espectro de
han contribuido a esta mayor clarificación del estudio y abordaje de problemas o trastornos clínicos (Lyssenko et al, 2017), que podría
los trastornos disociativos. definirse como un elemento transdiagnóstico <Indelli et al., 2018).
Todo este avance ha llevado a que los expertos internacionales Esta perspectiva transdiagnóstica pone el foco en los elementos
que actualizan las guías de clasificación de las enfermedades y los comunes del sufrimiento humano y el impacto que tienen sobre su
trastornos mentales, como la CIE y el DSM, hayan introducido en sus capacidad de funcionamiento, dando lugar a las etiquetas diagnós­
últimas versiones categorías propias para los trastornos disociativos, ticas, y no tanto en la diferenciación entre los distintos trastornos.
como vimos en los primeros apartados de este capítulo. Todavía Dentro del campo de la investigación en psicología, los aspectos
queda camino por recorrer para que los criterios diagnósticos de transdiagnósticos están teniendo cada vez una mayor atención por
ambos sistemas de clasificación sean más homogéneos y armónicos. la riqueza que pueden aportar a las propuestas terapéuticas.

•• Términos c lave
Amnesia disociativa 270 Fuga disociativa 270 Trastorno de identidad
Conversión 263 H isteria 259 disociativo 268
Despersonalización 26 9 Identidad 261 Trastorno disociativo
Desrealización 269 Personalidad múltiple 262 Trauma 261
Disociación 260 Transdiagnóstico 267

176
Capítulo 8. Trastornos disociativos tt

•• Lecturas recome ndadas


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•• Autoeva luación
l. Cuando hablamos de la conceptualización de los fenóme­ 3. En el trastorno de identidad disociativo <TID>, se observan
nos disociativos podemos afirmar: los siguientes elementos:
a) Que son fenómenos psicopatológicos graves que se dan en a) La coexistencia en una misma persona de dos o más iden­
trastornos de personalidad y otros trastornos de ansiedad. tidades distintas, o estados de personalidad bien defini­
dos, cada uno con sus pautas relativamente constantes de
bl Son fenómenos no necesariamente patológicos que, en
percibir, relacionarse y pensar sobre el ambiente y sobre
ocasiones, podrían atenuar el impacto del estrés vivido y
el yo.
facilitar la adaptación y supervivencia.
b) La coexistencia en una misma persona de más de tres
c) Que son fenómenos psicopatológicos graves que se dan en
identidades distintas, o estados de personalidad bien de­
trastornos psicóticos exclusivamente.
finidos, cada uno con sus pautas relativamente constantes
d) Son fenómenos que podrían atenuar el impacto del estrés de percibir, relacionarse y pensar sobre el ambiente y so­
vivido y facilitar la adaptación y supervivencia, pero siem­ bre el yo.
pre desde el punto de vista patológico.
el La coexistencia en dos personas que tienen un fuerte
2. Desde la teoría de la disociación estructural de Van der vínculo, de un pensamiento de tipo delirante compartido,
Hart (Van der Hart et al., 2006), se propone la disociación que influye en un perfil de personalidad bien definido y
como un mecanismo de respuesta al trauma, q_ue abarca: característico que les hace parecer casi idénticas en su
conducta habitual.
al Desde los cuadros somatoformes hasta los trastornos
dl Todas las alternativas anteriores son correctas.
adaptativos.
b) El trastorno por estrés postraumático (TEPT) y los trastor­ 4-. Señala la afirmación correcta:
nos de ansiedad en todas sus presentaciones clínicas.
al A la hora de abordar el trabajo terapéutico con los trastor­
c) Desde el trastorno por estrés postraumático (TEPT> hasta nos disociativos, independientemente de la orientación, es
los cuadros postraumáticos graves, estando el trastorno imprescindible un acceso temprano a los contenidos trau­
de identidad disociativo (TID o personalidad múltiple) en máticos para evitar descompensaciones de los pacientes.
el extremo de este espectro postraumático. bl A la hora de abordar el tratamiento de los trastornos diso­
dl Desde el trastorno por estrés postraumático (TEPT) has­ ciativos, hay que tener en cuenta su relación con el trau­
ta los cuadros postraumáticos graves, pero excluyendo el ma, pero valorando que un acceso temprano a los conte­
trastorno de identidad disociativo (TID) del espectro pos­ nidos traumáticos puede producir descompensaciones en
traumático. la persona.

(Continúa)

ll9
tt Manual de psicopatología. Volumen 2

cl En el abordaje terapéutico de los trastornos disociotivos, el Amnesia, despersonalización, desrealización, confusión de


lo relación de estos con lo historio traumático es poco fre­ identidad y alteración de identidad.
cuente, por lo que un trabajo centrado en lo regulación dl Amnesia retrógrada, desrealización, insomnio, aplana­
emocional será suficiente. miento afectivo y alteración de la identidad.
8. Cuando decimos que las experiencias de trauma temprano
dl En el abordaje terapéutico de los trastornos disociotivos,
están relacionadas con la etiología de los trastornos diso­
la relación de estos con la historia traumática es muy fre­
ciativos, nos referimos a:
cuente pero difícil de conceptuolizar, por lo que se des­
carta abordarla en el proceso.
al Las experiencias que se producen en las relaciones de
5. Señala la afirmación correcta: apego primarias, como el abuso de distintos tipos y lo ne­
al Cuando nos encontramos con personas que han sufrido gligencia o falto de cuidados.

trauma complejo, lo presencia de disociación suele ser bl Los experiencias tronsgenerocionales que están presentes
muy destacado, surgiendo la necesidad de identificarlo en las pautas familiares y vínculos de la vida adulto.
paro trabajarla a nivel de psicoterapia.
el Las experiencias que se producen entre los iguales durante
bl Cuando nos encontramos con personas que han sufrido la infancia, especialmente en el contexto escolar.
trauma complejo, la presencia de disociación suele ser
muy destocado, pero no se debe trabajar nunca o nivel dl El consumo de sustancias tóxicas por parte de la figura
psicoteropéutico con ella. materna durante la gestación.
el Cuando nos encontramos con personas que han sufrido 9. En el modelo de la disociación estructural que nos propor­
trauma complejo, la presencia de disociación suele ser ciona el Dr. Onno Van der Hart, algunos postulados son:
poco frecuente, por lo que la evaluación de su historia de al Existe una parte emocional, distinto a lo parte aparen­
vida será sencillo. temente normal, que es la que codifico y almaceno lo
dl Cuando nos encontramos con personas que han sufrido información sobre el trauma y lo revive o través de las
trauma complejo, la presencia de disociación suele ser emociones y las experiencias sensoriomotoras.
bastante frecuente, por lo que el establecimiento de su bl Existe una parte emocional, distinto o la parte aparente­
historia de vida no será indicado en ningún caso. mente normal, que evita físico y mentalmente cualquier
6. La despersonalización consiste en:
elemento relacionado con el trauma, intentando actuar
como si no hubiera ocurrido.
al Uno sensación de extrañeza del entorno y las personas cl Tonto lo parte aparentemente normal como lo parte emo­
conocidas, que pueden parecer no familiares. cional de la personalidad evitan física y mentalmente
b) Una sensación de extrañeza, como si la persono fuero cualquier elemento relacionado con el trauma, intentando
observada y controlada desde fuera, percibiendo intensas actuar como si no hubiera ocurrido.
sensaciones en su cuerpo. dl Tonto la porte aparentemente normal como lo parte emo­
el Una mezcla de sensación de familiaridad y extrañeza res­ cional codifican y almacenan la información sobre el trau­
pecto al entorno, las personas que rodean a la persona y ma y lo revive a través de los emociones y los experiencias
a su propio cuerpo. sensoriomotoras.
dl Una sensación de extrañeza, como si lo persono se • ob­ IO. A nivel de los estudios de epidemiología de los trastornos
servase funcionar «en automático», se viera desde fuero disociativos, se puede afirmar:
de sí misma, o como si estuviese alejada de sí misma o
desconectado del cuerpo. al Que los trastornos disociativos constituyen un problema de
salud mental frecuente, no solo en lo práctico clínico, sino
7. Los cinco ámbitos que han descrito Steinberg y Schnall también en la comunidad.
(2000>, presentes en la disociación, son: bl Que los trastornos disociotivos apenas tienen impacto en
o) Amnesia !acunar, despersonalización, hipersomnio, apla­ la población clínico, siendo muy rara su presencia.
namiento afectivo y alteración de la identidad. el Que los trastornos disociativos son más frecuentes y pre­
b) Desrealización, despersonalización, sentido de presencia, valentes que los trastornos de ansiedad en lo población
pseudoolucinaciones y activación desproporcionada del normal.
arousal. dl Todos las anteriores opciones son correctas.

:��-�imim��ll!IIIJ!llllfflffll!lHttnffll!!ffllITTIJ!l!!ffllrllJ:!fflll!ll!rnlliifi!!ll�ttml�fifflllffljl.l!!!ffl!lll!!iffilili!lil!!lnllffl!iffl!�illi!l!llllllllffllliffl.li:'!ll!lilflfflffl!!ill!lijlffl Hmffil!llllU!iill!IIW'.1lllrml!tt1lmilfflr!íl!!IDff,•

280
CAPÍTUL0 9

TRASTORNOS DE SÍNTOMAS SOMÁTICOS


Y TRASTORNOS RELACIONADOS
José López-Santiago, Sandra Arnáez y Amparo Bel/och

l. Introducción 281 C. Trastorno de conversión (trastorno de síntomas


11. El espectro de los trastornos de síntomas
neurológicos funcionales) 309
somáticos en los sistemas oficiales de diagnóstico D. Trastorno facticio 31/
psiquiátrico 28/J IV. Recomendaciones para la evaluación
A. La clasificación de la APA: DSM-5 285 y el tratamiento 315
B. La clasificación de la OMS: CIE-11 286 V. Resumen de aspectos fundamentales y tendencias
futuras 3/6
C. Características transdiagnósticas 289
111. Caracterización clínica y etiológica de los trastornos TÉRMINOS CLAVE 317
de síntomas somáticos 291 LECTURAS RECOMENDADAS 317
REFERENCIAS
A. Trastorno de síntomas somáticos <TSS) 291
3/1
B. Hipocondría o trastorno de ansiedad por
la enfermedad <TAE> 296 AUTOEVALUACIÓN 323

"" l . I ntroducción

En definitiva, y esto ha ocurrido más de una vez en la historia del consecuencia de la multitud de críticas que, prácticamente desde
pensamiento humano, dar por supuesto que a todo término con su incorporación en el DSM-III, se produjeron tanto con respecto a
la categoría general y su denominación como sobre la conceptua­
ción misma de somatización. En la Tabla 9.1 se resumen los principa­
un significado ha de corresponder una realidad objetiva precisa,
constituye un crasísimo error
J. L. Pinillos (/915) les argumentos que se han esgrimido para la abolición de la antigua
categoría de trastornos somatoformes (Mayou et al. 2005).
El grupo de «Trastornos de síntomas somáticos y relacionados» es Una comprensión adecuada de esta nueva agrupación de tras­
una nueva categoría del DSM-5 (APA, 2013), que sustituye a la ante­ tornos mentales, definida en su conjunto por la presencia de sínto­
rior de «Trastornos somatoformes», q_ue introdujo el DSM III de mas físicos que sugieren la existencia de una enfermedad orgánica,
1980. Además, modifica y sustituye el constructo de somatización, requiere hacer un sucinto recorrido sobre su historia. Tomados en
tanto en su acepción de «síntoma no explicado médicamente» conjunto, los trastornos de síntomas somáticos tienen como antece­
como de síndrome -«Trastorno de somatización»- (López-Santia­ dente más remoto el concepto de histeria, que deriva de la palabra
go y Belloch, 2002), en función del cual se organizaba y agrupaba griega hystera que significa «útero». Inherente a ese mero dato
el resto de trastornos incluidos en la categoría. Estos cambios son etimológico se encuentra el significado que originariamente se ha

281
tt Mdnudl de p!.lcopatologla. Volumen 2

) ) Tabla 9.1. C ríticas a la categoría de t rastornos


¿) Somatización. El término tiene d i versos usos, entre
somatoformes del DSM·III [Mayou et al., zoos)
los que destacan los sig uientes: [al categoría d iagnóstica
l. El término es inaceptable para los pacientes. Remite al antiguo [«trastorno de somat ización»; actualmente, «trastorno de
uso del término somatización y puede llevar
... a la negación del síntomas somáticos»); [b] tipo de síntoma que define un
sufrimiento y realidad de los síntomas. grupo de t rastornos [«trastornos de síntomas somáticos»)
2. La categoría es inherentemente dualista. Es cuestionable cuya característica común es la expresión d el malestar
la idea de q_ue los síntomas somáticos pueden dividirse en psicológico en forma de síntomas somáticos que el sujeto
síntomas q_ue reflejan enfermedad y otros q_ue tienen origen interpreta erróneamente como signo de alg una enferme­
psicógeno. dad médica y, en consecuencia, busca asistencia médica;
[c) tipo de «leng uaje» mediante el q u e se manifiesta el
3. No forman una categoría coherente. El solapamiento con
muchos otros trastornos mentales, definidos en parte por malestar psicológico; [ d] enfermedad en la q u e lo orgá­
síntomas físicos (como ansiedad y depresión), es una causa nico y ps icológico están íntimamente relac ionados [ i. e.,
potencial de error diagnóstico. somatización como sinónimo de psicosomático); [e) mani­
festación física de un t rastorno de ansiedad o depresión
11-. Es incompatible con culturas no occidentales. Por ejemplo, la
adaptación China del DSM excluye estos trastornos. [ «somatización d e presentación»J; [fl si nónimo del con­
cepto de conducta de enfermeda d , y [ g ) para referir un
5. Es ambiguo en los criterios de exclusión con otros trastornos. s íntoma físico para el q u e, hasta ese momento, no se
Un paciente puede ser clasificado por el mismo problema tanto ha encontrado una causa orgánica que pueda explicarlo
en el Eje I (p. ej., como trastorno somatoforme indiferenciado)
[«somatización funcional»].
como en el Eje III (p. ej., como colon irritable).
6. Muchas de las subcategorías no poseen fiabilidad.

7. Carece de clara definición del umbral de cuándo debe ser Janet, la histeria, al igual q_ue la hipnosis, eran producto de la suges­
diagnosticado un trastorno somatoforme. tión psicológica y propuso utilizar la hipnosis y la sugestión como
terapia. La culminación del modelo psicológico de la histeria se
8. La ambigüedad de la categoría ocasiona problemas y disputas. encuentra en los trabajos de Freud para q_uien el trastorno cons­
Causa confusión y disputas en medicina legal y con las tituye una neurosis básica a partir de la cual, �demás, estruct �ró
entidades de seguros. su teoría y su técnica psicoanalíticas. En las decadas de los anos
veinte y treinta del siglo xx, cuando la teoría ?e Freud estaba en su
..i
_ _
apogeo, a un gran número de pacientes neurot1cos se l�s d1agnost1-
caba de histeria, atribuyendo al trastorno causas relacionadas con
dado a la naturaleza y causa de ese trastorno y a todos los otros el conflicto sexual <Tyrer, 1992).
q_ue, con el paso de los siglos, se han relacio � ado con él, pu_es
_ ha cambia­ Pero en los años sesenta se sucedieron las críticas a la fiabilidad
como dijo Tyrer ( 1992), aunque el concepto de histeria
del diagnóstico de histeria y a la conceptuación misma del trastor­
do muchas veces, ha conservado siempre la idea de «simulación
no. Ejemplo de ello es esta afirmación: «el diagnóstico 'histeria'
de enfermedad» como característica esencial. Pero a la vez, los _ _ para el error
es una máscara para la ignorancia y un campo fert1I
debates sobre su naturaleza, origen y personas a las q_ue podía
clínico» (Slater, 1965; p. 1399). En esta misma línea, un grupo de
afectar han estado presentes desde su denominación misma. Ini­
investigadores y clínicos de la Universidad Wa_shington, en_ San Luis
cialmente se pensaba q_ue el trastorno afectaba únicamente a l? s
(Misuri, EE. UU.l, liderados por Perley y Guze, intentaron d1stanc1ar­
mujeres, ya q_ue se suponía causado por alteraciones de la matr1_z.
se del modelo i mperante de histeria a partir de sus estudios con
Esta idea persistió, con modificaciones menores, en la moyana
un grupo de pacientes mujeres, polisintomátic?s, q_ue se ajusta �an
de las culturas occidentales desde el antiguo Egipto, dos mil años
mejor al síndrome descrito por Briq_uet. Este sindrome adoptara e}
antes de nuestra era, hasta bien entrado el siglo x1x. No obstante,
apellido de su proponente («Síndrome de Briq_uet»l y se p�opondra
la asunción de q_ue era un trastorno exclusivamente «femeni no»
como denominación para lo q_ue más adelante sera_ conocido como
no siempre fue aceptada. Ejemplos notables de disc �epancia f� eron
«trastorno de somatización» en el DSM-III de 1980. El Grupo de
el médico i nglés Sydenham (1624-1689) y el frances Paul Bnq_u et
_ San Luis lo definió en estos términos:
(1796-1881). El trabajo fundamental de Sydenham verso_ sobre la his­
teria, q_ue describió como una enfermedad q_ue afectaba tanto a
las mujeres («histeria sensu stricto») como a los hombres (en cuyo
Se trata de un trastorno polisintomático q_ue comienza tem­
prano en la vida, fundamentalmente afecta a las mujeres y s_e
caso la denominación era la de hipocondría). Un siglo más tarde
caracteriza por molestias somáticas múltiples recurrentes, descri­
Briq_uet también defendió q_ue la histeria no tenía su orig:n en el
tas a menudo de forma espectacular. Las peculiares característi­
útero, pues podían padecerla los hombres, las muJ �res prepuber�s y
_ cas, todas ellas inexplicables por los demás trastornos orgánicos
las post-menopaúsicas, es decir, personas q_ue o � 1en no _d1sponian
conocidos son: dolores diversos, síntomas de ansiedad, trastornos
de útero, o en las q_ue este órgano no era todav1a funcional o ya
gastrointestinales, síntomas urinarios, trastornos menstruales, des­
había dejado de serlo. _
ajuste sexual y marital, nerviosismo, trastornos d � talante Y sinta­
Por lo q_ue se refiere a la etiopatogenia de la histeria, tanto _
mos de conversión. Las visitas repetidas a los medicas y dimeas,
Janet como Freud le atribuyeron una naturaleza psicológica. Para el uso de un gran número de medicamentos -a menudo al mis-

282
Capítulo 9. Trastornos de síntomas somáticos y trastornos relacionados

.,,
Histeria Hipocondría T. Sydenham

De conversión
- J-------'l'--------
Síndrome de Briquet Hipocondría
P. Bríquet

Grupo de San Luis


Trastorno de conversión
(neurosis histérica) J í Trastorno por
somatización
Hipocondría

DSM-III

Trastorno de síntomas
neurológicos funcionales r Trastorno de síntomas

·- - "
somáticos J
Ansiedad por
la enfermedad DSM-5

) ) Figura 9.1. Evolución del espectro de trastornos somatoformes.

mo tiempo- prescritos por médicos diferentes y hospitalización En suma, el trastorno de somatización se construye a partir del
frecuente con operaciones se encuentran en una historia médica concepto de histeria de Briquet, que el influyente grupo de San Luis
florida». (Woodruff et al., 1974; p. 44, de la edición en español -germen de la nueva nosología del DSM III- había ido desarrollan­
de 1978). do desde los años cincuenta en oposición al concepto de «histeria
de conversión» de los planteamientos psicoanalíticos. Según fuera
síndrome de Briquet -para ellos, la auténtica histeria- y los «sín­
Además, insistieron en la necesidad de diferenciar entre este
su presentación, el DSM-III fragmentará la «histeria» de Briquet
en cuatro trastornos: de somatización, indiferenciado, por dolor, e
tomas de conversión»:
hipocondríaco que, junto al de conversión (sustituto a su vez de
la antigua «neurosis histérica» freudiano), formarán la categoría
Los términos histeria y síntomas de conversión se utilizan con
de «trastornos somatoformes». La nueva clasificación del DSM-5,
frecuencia como sinónimos. Sin embargo, es importante hacer una
como comentaremos a continuación, mantiene estos mismos tras­
distinción entre ambos l...l. Los síntomas de conversión compren­
tornos, si bien re-denomina la categoría general como «Trastorno
den un grupo limitado de síntomas individuales que sugieren enfer­
de síntomas somáticos». No obstante, pese a la sustitución en el
medad psiquiátrica. La histeria es un síndrome polisintomático que
DSM-5 del término somatización por el meramente descriptivo de
típicamente incluye los síntomas de conversión» (Woodruff et al.
trastorno de síntomas somáticos -por el carácter estigmatizante
(1978, pp. 44-45).
atribuido al primero-, los principios que definen tanto la categoría
La redefinición que hizo el grupo de San Luis del síndrome de general, como los trastornos que en ella se incluyen, siguen siendo la
Briquet es, como hemos dicho, el que finalmente adoptó la Asocia­ presencia de síntomas físicos sin explicación médica suficiente y el
ción Psiquiátrica Americana CAPA) en el DSM-III de 1980, si bien concepto de somatización. Por eso mismo, el trastorno organizador
modificando su denominación por la de «Trastorno de somatiza­ y central de la categoría es el trastorno de síntomas somáticos. En
ción», y los criterios postulados por Feighner et al. (1972) para defi­ la Figura 9.1 se esquematizan los hitos principales que se han suce­
nir el síndrome serían posteriormente adoptados por el DSM-III y dido históricamente en la caracterización y denominación de los
sus ediciones sucesivas, hasta el DSM-IV-TR de 2001. Los criterios trastornos que se incluyen en la categoría de trastornos de síntomas
eran los dos siguientes: somáticos según la APA.
l. Una enfermedad crónica y recurrente que aparece antes de los En clara oposición a ese planteamiento, la OMS ha mantenido
30 años, que se presenta con una historia médica dramática, siempre el trastorno de conversión 0a neurosis histérica freudiano)
vaga y complicada. en un grupo diferente de psicopatologías: la de los trastornos diso­
ciativos, si bien bajo una denominación diferente <«Trastorno diso­
2. Los pacientes deben referir al menos 25 síntomas no explicados
ciativo del movimiento, la sensación, o la cognición»). Tampoco la
médicamente (de un listado de 60) para un diagnóstico «defi­
hipocondría, en su denominación actual de «ansiedad por la enfer­
nitivo» y 20 para un diagnóstico «probable». Los 60 síntomas
medad», es considerada actualmente como un trastorno del espec­
se organizan en diez grupos, nueve de los cuales deben estar
tro somatoforme por la OMS, como se explicará más adelante. Estas
representados al menos con un síntoma.
discrepancias entre los dos sistemas de clasificación y diagnóstico

283
¡n1 ,· Manual de psicopatología. Volumen 2

psiquiátrico más influyentes evidencian lo que en otro lugar deno­ de carácter etiológico. Concebía la somatización como una ten­
minamos como «el laberinto de la somatización» (López-Santiago dencia a experimentar y expresar malestar psicológico en forma
y Belloch, 2012) y otros han calificado como «pesadilla nosológica» de síntomas somáticos que la persona interpretará erróneamente
(Lloyd, 2005). como signo de una enfermedad física grave y, en consecuencia,
En este capítulo seguiremos, como en el resto del manual, los solicitará asistencia médica para ellos. Según su planteamiento, el
criterios y organización que ofrece de este grupo de trastornos el concepto de somatización incluía tres componentes: experiencia!,
DSM-5, no porque nos parezcan especialmente adecuados en com­ cognitivo y conductual. El experiencia! refiere a lo que las perso­
paración con los que está desarrollando la OMS (2019) en su pro­ nas perciben de su cuerpo (p. ej., sensaciones corporales dolo­
puesta de la CIE- 1 1, sino porque estos últimos no están de hecho rosas, molestas o no habituales). El modo en que se interpretan
vigentes todavía. En todo caso, debemos dejar claro desde el prin­ esas percepciones y el subsiguiente proceso de toma de decisio­
cipio que basarnos en los criterios DSM-5 solo tiene una finalidad nes sobre los síntomas es el elemento cognitivo, y el componente
didáctica y no representa nuestra opinión sobre el tema que, natu­ conductual lo forman las acciones y comunicaciones (verbales y
ralmente, expresaremos en cada momento. En consecuencia, nues­ no verbales) que emprenden las personas como consecuencia de
tro objetivo es presentar las características clínicas que caracterizan las atribuciones (o explicaciones) sobre sus percepciones e inter­
este grupo de trastornos y las explicaciones psicológicas que, basa­ pretaciones.
das en evidencias, se han mostrado más consistentes a la hora de Una acepción relativamente distinta del término somatización y
comprenderlos y, especialmente, a quienes los padecen. del proceso que explicaría su aparición, es la de conducta de enfer­
medad (Kirmayer y Robbins, 1991), término propuesto por Mechanic

d) Trastorno de síntomas somáticos. Denominación que


(1962) para referirse a la forma en que los síntomas y sensaciones
son percibidos, evaluados y representados por las diferentes perso­
proporciona el DSM-5 al trastorno que se caracteriza por nas. Por tanto, la conducta de enfermedad se configura como una
una combinac i ó n de s íntomas somáticos molestos jun­
fuente de diferencias individuales de los patrones de respuesta ante
las sensaciones corporales y el malestar somático. En este sentido,
to con pensamientos, sent i m i entos y comportamientos
podría ser concebida como un rasgo de personalidad que conlle­
excesivos o desadaptativos, como respuesta a estos sín­ varía una mayor o menor disposición a adoptar el rol de enfermo.
tomas. Jacob y Turner 0984) hipotetizaron que quienes tienen una tenden­
cia elevada a adoptar ese rol se caracterizan por tener umbrales
más bajos para el reconocimiento o la percepción del daño físico.
Por tanto, buscan ayuda médica para condiciones que son relativa­
, ,., 1 1 . E l e spectro de los trastornos mente inocuas. El concepto de conducta de enfermedad fue apli­
cado a la explicación de los trastornos somatoformes por Pilowski
de s í ntomas somáticos en (1969), que los consideró como una variante especial de una conduc­
los s iste mas oficia l e s d e ta de enfermedad anormal.
La generalización del uso del término somatización se produce
diagnóstico psiq uiátrico a partir de su introducción en el DSM-III como la denominación
del principal trastorno de los incluidos en la categoría de trastornos
D e l o expresado e n el punto anterior se deduce que, para abor­
somatoformes. En las últimas cuatro décadas el término ha pasado
dar el espectro de trastornos somatoformes, es necesario hacer una
referencia al concepto de somatización, ya que es la característica
a formar parte de nuestro léxico habitual, aunque son diversos los
significados con los que ha venido siendo utilizado. En un trabajo
diagnóstica esencial de estos trastornos, a la vez que elemento inse­
previo (López-Santiago y Belloch, 2012) identificábamos los siguien­
parable de los mismos (Chorot y Martínez-Narváez, 2008), si bien,
como dijo Lipowski (1987), la idea misma de somatización es un tes significados o usos actuales del término:
problema no resuelto de la medicina. La introducción del término l. Como una categoría diagnóstica («trastorno de somatización»;
somatización (organsprache, en su acepción alemana original) en actualmente, «trastorno de síntomas somáticos»).
la nosología psiquiátrica, se atribuye al discípulo de Freud, Wil­ 2. Como el tipo de síntoma que define a un grupo de trastornos
helm Stekel para referirse a un proceso hipotético mediante el cual <«trastornos somatoformes»; actualmente, «trastornos de sín­
una neurosis profundamente arraigada podría causar un trastorno tomas somáticos»).
corporal. Desde este planteamiento, el proceso de la somatización, 3. Como un tipo de lenguaje mediante el que se manifiesta el
entendido como la expresión somática de conflictos psicológicos o malestar psicológico.
la conversión de estados emocionales en síntomas físicos mediante
mecanismos de defensa inconscientes, designa un proceso práctica­ 4. Como una enfermedad en la que lo orgánico y psicológico están
mente idéntico al de la conversión, implícito a su vez en la noción íntimamente relacionados (i. e., somatización como sinónimo de
de histeria de conversión psicoanalítica. psicosomático).

Fue, precisamente, esa referencia a una etiología de corte 5. Como una manifestación física de un trastorno de ansiedad o
depresión <«somatización de presentación»).
6. Como sinónimo del concepto de conducta de enfermedad.
psicoanalítico lo que abrió un debate entre los expertos y fue
objeto de innumerables críticas por las dificultades inherentes a
su verificación y, en consecuencia, la carencia de evidencias que 7. Simplemente para referir un síntoma físico para el que, hasta
la avalaran. En parte por ello, Lipowski (1988) propuso una defi­ ese momento, no se ha encontrado una causa orgánica que
nición estrictamente descriptiva que eliminara las connotaciones pueda explicarlo <«somatización funcional»).
Capítulo 9. Trastornos de síntomas somáticos y t rastornos relacionados

Aunq_ue índudablemente todas estas acepciones tienen muchos no req_uiere la presencia de síntomas médicamente inexplicables
elementos en común, como el reconocimiento de una relación como una característica central; en su lugar, se hace hincapié en
inextricable entre lo «somático» y lo «psíq_uico», tal profusión de el impacto q_ue tienen los síntomas en la cognición, la emoción y el
significados convierte el término en un «cajón de sastre» q_ue ha comportamiento, recogiendo en este sentido planteamientos como
generado gran confusión sobre un problema clínico, ya de por sí el de Lipowski (1988) al q_ue nos referimos antes.
difícil de valorar. En síntesis, los cuatro cambios más notables del DSM-5, en com­
paración con las versiones anteriores del manual son:

¿) Conducta d e enfermedad. Té rmino introduc ido por l. Los diagnósticos de trastorno de somatización, somatomorfo
indiferenciado, por dolor, e hipocondría desaparecen como
Mechanic y Volkart para designar el modo en que los sínto­
condiciones diagnósticas separadas y se incluyen, bien en el
mas son percibidos, evaluados y representados. En general,
trastorno de síntomas somáticos (q_ue como ya hemos dicho es
hace referencia a la adopción habitual de comportamientos el organizador de la categoría), bien en el de ansiedad por la
tales como visitas recurrentes al médico y otros profesiona­ enfermedad, o bien en el de los factores psicológicos q_ue influ­
les de la salud que son «objetivamente» innecesarias, tomar yen en otras condiciones médicas.
medicación, permanecer en casa sin acudir al trabajo por 2. El trastorno de conversión se conceptualiza como «Trastorno de
sentirse mal, etc., que caracterizan a las personas que las síntomas neurológicos funcionales», aunq_ue se mantiene el térmi­
realizan de manera habitual como proclives a adoptar un -.
no «conversión». Esta especificación pretende enfatizar la impor­
«rol de enfermo» y, en este sentido, tienden a buscar ayuda tancia q_ue tiene el tipo de síntomas q_ue caracterizan el trastorno
médica ante situaciones físicas triviales. (i. e., neurológicos) así como su falta de correspondencia con ano­
malías neurológicas q_ue permitan explicarlos (i. e., funcionales).
3. Los factores psicológicos q_ue afectan a otras condiciones médi­
cas y el trastorno facticio, incluidos ambos en categorías distin­
A. La c lasificación de la APA: D S M-5 tas del DSM-IV, se añaden ahora aq_uí.
El grupo actualmente denominado Trastorno de síntomas somáticos
y trastornos relacionados, tal como se describen en el DSM-5 (APA,
IJ. El trastorno dismórfico corporal desaparece de la categoría
para incluirse en otra diferente: la del frastorno obsesivo-com­
2013), incluye los siguientes: pulsivo y relacionados.

l. Trastorno de síntomas somáticos.


2. Ansiedad por la enfermedad. ¿) Trastorno de conversión. Denominación que proporcio­
3. Trastorno de conversión (o trastorno de síntomas neurológicos na el DSM-5 al trastorno que se caracteriza por la pérdida
funcionales).
o deterioro de alguna función motora o sensorial para la
IJ. Factores psicológicos q_ue influyen en otras afecciones médicas.
que no existe una explicación médica. S ustituye al término
S. Trastorno facticio.
obsoleto de «histeria de conversión».
6. Otro trastorno de síntomas somáticos y trastornos relacionados
especificados.
7. Trastorno de síntomas somáticos y trastornos relacionados no Los criterios diagnósticos q_ue establece el DSM-5 para cada
especificados. uno de los trastornos se presentan en las secciones dedicadas a
La característica común de todos los trastornos del grupo es los trastornos principales q_ue configuran la categoría: trastorno de
la importancia q_ue tienen los síntomas somáticos, pues se asocian síntomas somáticos, ansiedad por la enfermedad, trastorno de con­
con malestar y deterioro significativos y a menudo son interpreta­ versión, y trastorno facticio. Con respecto a los criterios diagnósticos

más relevantes de los mismos. El diagnóstico de factores psicoló­


dos por la persona como síntoma de algún proceso de enfermedad del resto de trastornos, comentamos a continuación los aspectos

gicos que influyen


• en otras afecciones médicas puede aplicarse en
o anomalía orgánica. Como hemos dicho, la categoría sustituye a
la de trastornos somatoformes, vigente en las sucesivas ediciones
del DSM desde la tercera edición de 1980. Según sus proponentes, individuos q_ue sufren una condición médica (Criterio A) q_ue se ve
los cambios se han realizado para eliminar la superposición entre afectada negativamente por factores psicológicos o conductuales
trastornos, clarificar los límites entre los distintos diagnósticos, y (Criterio B). Los efectos sobre la afección médica pueden aumentar
"
reconocer q_ue estos trastornos pueden ir acompañados de una con­ las probabilidades de sufrimiento, discapacidad o muerte. Los fac­
dición médica identificable. Esta última consideración constituye un tores psicológicos o conductuales pueden considerarse perjudiciales
cierto avance en relación con ediciones anteriores, en las q_ue el si cumplen una de las siguientes condiciones: (a) los factores psi­
diagnóstico de un trastorno de naturaleza somatoforme se reali­ cológicos
• o conductuales preceden al desarrollo o empeoramiento
zaba una vez descartada la presencia de patología médica (o de de la afección médica, o retrasan la recuperación de la afección
cualq_uier otro trastorno mental) q_ue explicara mejor los síntomas (p. ej., exacerbando repetidamente una lesión después de ser dado
y el malestar del paciente. En consecuencia, el diagnóstico era difí­ de alta en el hospital); (b) los factores interfieren en el tratamiento;

cil, si no imposible, pues en muchas ocasiones se planteaba como
una especie de recurso final, una vez descartadas todas las posi­
..
(c) los factores constituyen otros riesgos para la salud del individuo,
o (d) los factores influyen en la patología médica, exacerbando los
bles opciones q_ue pudieran explicar los síntomas. Así, el principal síntomas o req_uiriendo atención médica. Los factores psicológicos
diagnóstico de esta categoría -el trastorno de síntomas somáticos- o conductuales no se explican mejor por otro trastorno mental (Cri-

28.5
� fflt1 Manual de pslcopatología. Volumen 2

terio Cl; por lo tanto, el empeoramiento de una condición médi­ experiencel1, con la que se pretende reunir bajo una única rúbrica
ca debido al trastorno de pánico o debido al abuso de sustancias todos los trastornos que en la edición anterior se incluían en el
no cumpliría los criterios de los factores psicológicos que influyen grupo (i. e., trastorno de somatización, somatomorfo indiferenciado,

cadores que reflejen un riesgo médico leve, moderado (agrava la


en otras afecciones médicas. Los clínicos pueden aplicar especifi­ disfunción vegetativa somatomorfa, dolor persistente somatomorfol

afección médica), grave (resulta en hospitalización o emergencia), o


con una excepción notable: la hipocondría, que pasa a formar parte

extremo (riesgo de muerte) de los factores psicológicos que influyen


del espectro obsesivo-compulsivo. Además del cambio de denomi­
nación de la categoría, únicamente se incluyen tres trastornos cuya
en otras afecciones médicas. denominación es, asimismo, nueva:
En el caso de los diagnósticos «otro trastorno de síntomas somá­ Trastorno por malestar somático ( bodily distress disorder).
Disforia por la integridad corporal (body integrity dysphorial.
l.
ticos y trastornos relacionados especificados» y «otro trastorno de
2.
síntomas somáticos y trastornos relacionados no especificados», se

poral Wther disorder of bodily distress or bodily experience).


trata de categorías residuales en las que se cumplen algunos, pero 3. Otro trastorno por malestar somático o por la experiencia cor­
no todos, los criterios de alguno de los otros trastornos del grupo.
El DSM-5 presenta cuatro ejemplos de trastornos específicos que El elemento común a estos trastornos es experimentar proble­
pueden utilizarse bajo la etiqueta de «otro trastorno de síntomas mas o alteraciones en la relación que la persona mantiene con
somáticos y trastornos relacionados especificados»: el trastorno de su cuerpo. Y, como sucede a lo l argo de toda la propuesta de la
síntomas somáticos breve, que puede asignarse cuando una perso­ CIE- 1 1, no se proporcionan (salvo en algunos casos concretos), cri­
na cumple con los criterios diagnósticos del trastorno de síntomas terios diagnósticos muy estrictos, sino una descripción que pretende
somáticos, pero con una duración inferior a seis meses; el trastorno destacar las características esenciales de cada trastorno, de modo
de ansiedad por la enfermedad breve, que puede asignarse cuando que esa descripción recoja los síntomas y elementos que cualquier
los síntomas del trastorno de ansiedad por la enfermedad duran clínico encontraría en todos los casos en los que se manifieste el
menos de seis meses; el trastorno de ansiedad por la enfermedad trastorno en cuestión. En consecuencia, el listado de características
sin comportamientos excesivos relacionados con la salud, que puede esenciales se parece solo superficialmente a los criterios diagnós­
asignarse cuando una persona cumple con todos los criterios del ticos más o menos estrictos que, por ejemplo, se muestran en el
trastorno de ansiedad por la enfermedad excepto el Criterio D; y, la DSM-5. También «se evita proporcionar puntos de corte arbitrarios
pseudociesis, que puede asignarse a mujeres con una falsa creencia y requisitos sobre la duración de los síntomas, a menos que haya
de estar embarazadas y que está asociada con signos objetivos de suficientes datos empíricos que los justifiquen en diferentes países
embarazo (p. ej., náuseas matutinas, sensibilidad en los senos). Por y culturas o que exista algún motivo importante para incluirlos»
su parte, el diagnóstico de «trastorno de síntomas somáticos y tras­ (Reed et al., 2019, p. 4). Teniendo en cuenta estos principios, presen­
tornos relacionados no especificados» puede aplicarse cuando un tamos a continuación las características fundamentales que definen
individuo presenta síntomas que provocan malestar o deterioro clíni­ los trastornos de este grupo, según las nuevas propuestas para l a
camente significativo similares a un trastorno de síntomas somáticos CIE- 11 que, e n e l momento de redactar este texto, están disponibles
y trastornos relacionados, pero que no cumple todos los criterios de en la página oficial de la OMS.
ninguno de los trastornos de la categoría.
El «trastorno por malestar somático» es el más importante de la
categoría. Su caracterización clínica pretende recoger los elemen­
¿) Trastorno de ansiedad por la enfermedad. Denomina­
tos esenciales que definen la idea de somatización, tal y como he­
mos venido comentándola hasta aquí, además de establecer una
ción que sustituye a la de hipocondría en los sistemas de diferenciación nítida con la (histeria de) conversión que se incluye
diagnóstico psiquiátrico actuales. S e caracteri za por nive­ en una categoría diferente (Trastornos disociativos). Las caracterís­
les elevados de ansiedad relacionados con la preocupación ticas esenciales del trastorno se muestran en la Tabla 9.2. Además
por estar enfermo a partir de síntomas somáticos mínimos del diagnóstico en sí, se debe especificar el nivel de gravedad te­
o inexistentes. En el caso de la CIE- 1 1 el trastorno se inclu­ niendo en cuenta el grado de malestar o de preocupación por los
ye en el grupo de trastornos obsesivo-compulsivos, mien­ síntomas físicos, la persistencia del trastorno, y el nivel de deterioro
que provoca en la vida de la persona.
tras que en el DSM-5 forma parte del grupo de trastornos
Estos criterios diagnósticos, genéricos como hemos dicho, se
somáticos.
matizan algo más al observar los que se proponen para estable­
cer el diagnóstico diferencial con, por ejemplo, la hipocondría, la
depresión, el trastorno de pánico, o la ansiedad generalizada: en
B. La c lasificación de la O M S : CI E -11 todos estos casos se enfatiza que uno de los aspectos diferenciales
del trastorno es la preocupación por los síntomas en sí mismos, por
La categoría de Trastornos somatomorfos de la v igente edición sus consecuencias, y por el impacto que ello tiene en la vida del
oficial de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10,
Organización Mundial de la Salud, OMS, 1992), ha experimentado
cambios importantes en la revisión que todavía está en curso, debi­ Comoquiera que la CIE- 11 no está disponible todavía en castellano y
do a su escasa utilidad clínica. El grupo de trabajo de trastornos la denominación en inglés de los distintos trastornos y de la categoría
somáticos y disociativos de la undécima edición (OMS, 2019, CIE- lD general en la que se incluyen puede ser provisional, advertimos al
ha propuesto una nueva denominación para la antigua categoría lector de que las denominaciones que vamos a adoptar a lo largo

por la experiencia corporal» <Disorders of bodily distress and bodily


de trastornos somatomorfos: «Trastornos por malestar somático o del capítulo pueden verse alteradas cuando se publique la edición
definitiva de la CIE-11, prevista para el año 2022.

286
Capítulo 9. Trastornos de síntomas somáticos y trastornos relac ionados
r
mayor al q_ue habitualmente se asociaría con la condición médico
¿) Trastorno por malestar somático. Es la denominación responsable de los mismos, en caso de q_ue tal condición existiera.
que proporciona la CIE· 1 1 al trastorno que imp lica la expe­ El segundo trastorno de la categoría, «disforia por la integridad
r ienc ia de síntomas corporales angust iantes a los que la corporal» (DIC) se incluye por vez primera en un sistema de diag­
persona dirige una atención excesiva, que suele manifestar· nóstico psiq_uiátrico y, de hecho, no está incluido en el DSM-5. El
se por el contacto repetido con los servic ios sanitarios. En único trastorno q_ue guarda alguna semejanza con el DIC en el siste­
términos generales, su concepto es análogo al de trastorno ma DSM-5 es el de autolesiones no suicidas q_ue, además, se incluye
de síntomas somáticos del DSM-5. entre las condiciones q_ue req_uieren más estudio. Las características
esenciales q_ue definen el trastorno se encuentran en la Tabla 9.3.
Junto a ellas, se incluye un listado de características adicionales
con las q_ue se intenta definir mejor el nuevo trastorno y los aspectos
paciente. Si tenemos esto en cuenta, entonces el componente cog­ diferenciales con otros ya conocidos.
nitivo de preocupación (y no solo el de atención), junto con el de Se trata de un trastorno raro, muy poco frecuente, q_ue desde las
emocionalidad negativa (o disforia) serían también necesarios a la primeras descripciones sistemáticas se ha denominado de diversos
hora de formalizar el diagnóstico. modos siendo el más habitual el de trastorno de identidad de l a
Además de los pautas para el diagnóstico diferencial se ofrecen integridad corporal (Body integrity identity disorder, BIID; Blom et
unas pautas generales para diferenciar las preocupaciones normales al., 2012, 2016; First y Fisher, 201 2), aunq_ue también se ha denomi­
sobre el estado de salud de las q_ue sugieren la presencia del trastor­
no: en este último caso se indica q_ue el nivel de malestar emocional McGeoch et al., 2011). Las diferentes denominaciones responden a
nado apotemnofilia (p. ej., Money et al., 1977) y xenomelia (p. ej.,
es mayor de lo q_ue cabría esperar en relación con la naturaleza de dónde se sitúa el énfasis q_ue define el trastorno: en problemas con
los síntomas, incluso cuando estos sean causados por una enferme­ la identidad corporal (BIID), similares a los q_ue se presentan en la
dad o condición médica conocida, y no disminuye ni con las prue­ identidad de género, o en una modalidad de parafilia de tipo com­
bas médicas adecuadas al posible problema ni con el reaseguro pulsivo (apotemnofilia), o en una alteración neurológica parecida a
q_ue proporcionan los profesionales sanitarios. Además, en el caso la q_ue se produce en pacientes con somatoparafrenia (un síntoma
del trastorno, el número de síntomas q_ue manifiesta el paciente es q_ue se produce como consecuencia de lesiones en el hemisferio
cerebral derecho).
La adición q_ue realiza la CIE añadiendo el término «disforia»
a la denominación más habitual (i. e., B11D) pretende recalcar el
)) Tabla 9.2. CIE- 1 1 : Características esenciales del trastorno
hecho por el q_ue se manifiesta en primera instancia el trastorno: el
por malestar somático* ( Bodily Distress Disorder]
estado de malestar emocional (i. e., la disforia) de q_uien lo padece.
\
Ese malestar es la consecuencia de q_u e la persona no admite la
l. Múltiples síntomas físicos q_ue son angustiantes para el
configuración de su cuerpo como una entidad compuesta por extre­
individuo y q_ue pueden cambiar con el paso del tiempo.
midades q_ue surgen de un tronco único (de ahí la expresión «inte­
Ocasionalmente, puede tratarse de un único síntoma q_ue suele
gridad corporal»). A partir de aq_uí, busca activamente romper con
ser cansancio o dolor.
esa estructura, o emplea tiempo en fantasear sobre ello, de manera
2. Se presta excesiva atención a los síntomas, lo q_ue se manifiesta q_ue se ajuste a su ideal corporal. Por tanto, entra en juego también
por centrarse en exceso sobre su gravedad o sus consecuencias un problema con la propia identidad en relación con el esq_uema
negativas. La excesiva atención se evidencia también por la corporal, en el q_ue la motivación para modificar drásticamente la
búsq_ueda repetida de consultas con los profesionales de la estructura y configuración del propio cuerpo es conseguir q_ue este
salud acerca de los síntomas, que van más allá de lo que sería se ajuste al esq_uema corporal q_ue tiene la persona de sí misma
necesario desde el punto de vista médico. En personas en las (Blom et al., 2012). Estableciendo un símil con la disforia de género,
q_ue hay una condición médica diagnosticada q_ue causa en el q_ue la persona siente un desajuste y malestar con el sexo bio­
(o contribuye al los síntomas, el grado de atención q_ue se les lógico q_ue le ha correspondido, en la disforia por la integridad del
presta es claramente excesivo teniendo en cuenta la naturaleza cuerpo, el paciente no siente q_ue su estructura corporal se ajuste al
y gravedad de la condición médica. esq_uema corporal q_ue le identifica como individuo. De hecho, como
se observa en la Tabla 9.3, la característica esencial n.º 5 establece
3. La atención excesiva a los síntomas físicos no disminuye un principio de diagnóstico diferencial con la disforia de género.
a pesar de los exámenes y pruebas médicas, ni con la
En relación con este último aspecto, el diagnóstico diferencial,
tranq_uilización q_ue, de manera correcta, proporcionan los
lo CIE- 11 le dedica un notable espacio, lo q_ue seguramente resulta
profesionales de la salud.
imprescindible dado q_ue se trata de un trastorno q_ue se incluye en
!J. Los síntomas físicos (aun cuando no sean siempre los mismos) el sistema por primera vez. En primer término, se establece una dife­
y la angustia asociada son persistentes: están presentes la rencia con la curiosidad q_ue pueden manifestar o sentir personas sin
mayoría de los días durante al menos tres meses o más y están el trastorno, especialmente niños y adolescentes, por «cómo sería»
asociados con un deterioro significativo en el ámbito personal, vivir con una discapacidad física e, incluso, fingir que se tiene una
1
familiar, social, educativo, ocupacional o en otras áreas discapacidad (p. ej., ceguera). En estos casos, el límite entre la nor­
importantes del funcionamiento. r malidad y el trastorno se evidencia tanto por el tiempo que dura la
curiosidad o el fingimiento, breve y en ningún caso persistente en el
Nota: La traducción al castellano puede cambiar en la edición caso de la normalidad, como por la ausencia de un deseo persistente
deñnitiva de la CIE- 1 1 . por sufrir la discapacidad o por sus consecuencias negativas.
'lJf1
tt Manual de pslcopatología. Volumen 2

)) Tabla 9.3. CIE· l l : Características esenciales y adicionales del trastorno de disfor ia por la integridad corporal*
{body integrity dysphoria}

CARACTERÍSTICAS ESENCIALES

l. Un deseo intenso y persistente por tener una discapacidad física importante (p. ej., amputación de una pierna, paraplejía, ceguera),
que se acompaña de una incomodidad persistente con, o de sentimientos negativos intensos sobre, el funcionamiento o la configuración
actual del propio cuerpo.
2. El deseo de quedar físicamente discapacitado tiene consecuencias perjudiciales, que se manifiestan por una o ambas de las
características siguientes:
a) La preocupación o rumiación sobre el deseo de estar discapacitado fí5icamente provoca un deterioro significativo en los ámbitos
personal, familiar, social, educativo, laboral, o en cualquier otro ámbito importante del funcionamiento personal y social
(p. ej., evitar relaciones íntimas, interferencia con la productividad laborall.
b) Intentos por convertirse realmente en discapacitado mediante auto-lesiones que han puesto en un riesgo significativo la salud
o la vida de la persona.
3. El inicio del deseo persistente de estar discapacitado comienza en la adolescencia temprana.
!J. El trastorno no se explica mejor por otro trastorno mental: p. ej., esquizofrenia u otro trastorno psicótico primario (p. ej., cuando
hay una convicción delirante de que la pierna pertenece a otra personal, un trastorno facticio, o simulación («malingering»l.
5. Los síntomas, o los comportamientos, no se explican mejor por disforia de género, por una enfermedad del sistema nervioso central,
o por otra condición médica.

CARACTERÍSTICAS ADICIONALES

l. La mayoría de las personas con este problema presentan un comportamiento «mentiroso», que puede constituir una manifestación
temprana del trastorno en la infancia. Por ejemplo, vendarse la pierna para simular una amputación, o utilizar una silla de ruedas o
muletas. Estos comportamientos se realizan casi siempre en secreto. La necesidad de mantener en secreto el deseo puede tener como
consecuencias la evitación, o la ruptura, de relaciones personales que pudieran interferir con las oportunidades de «mentir».
2. Algunos individuos que se provocan la discapacidad intentan disimular u ocultar el hecho de que son ellos mismos quienes se han
provocado el daño haciendo que parezca un accidente.
3. En muchas de las personas con el trastorno se aprecia un componente sexual asociado a su deseo de discapacidad, ya sea por sentir
atracción sexual por personas con ciertas discapacidades o porque experimentan una gran excitación sexual cuando piensan en ellos
mismos como discapacitados.
!J. Los informes sobre personas con el trastorno acerca de cuándo fueron conscientes de su deseo indican que comenzó en etapas muy
tempranas de la infancia o la adolescencia. Parece que la mayoría de quienes padecen el trastorno no han buscado nunca atención
especializada. Cuando lo hacen, generalmente en la adultez, suelen buscar la ayuda de un profesional de la salud para aliviar su
malestar o para que les ayude a hacer realidad su deseada discapacidad.

Nota: La traducción al castellano puede cambiar en la edición definitiva de la CIE· 11.

El elemento diferencial con lo esquizofrenia y otros trastornos rozones por los que los personas con TDC y con DIC experimentan
que cursan con síntomas de lo esfera psicótico radico, fundamen­ disforia sobre su cuerpo: en el coso del TDC, lo disforia deriva de
talmente, en que lo persono con DIC no alberga creencias delirantes los preocupaciones e intrusiones acerca de lo que considero como
ni alucinaciones de tipo somático sobre alguno porte de su cuerpo defectos físicos y el modo en que estos condicionan su relación con
(p. ej., «mis piernas no son míos» «alguien cambió mi brozo por el los demás y/o cómo los otros le evalúan y valoran. Por el contrario,
de otro persono» «alguien me extrajo los ojos y no veo»>, sino en lo disforia del DIC es consecuencia del modo en que lo persono
que siente que su estructuro corporal solo estará «correcto» si está pienso que debería estor configurado su cuerpo (en el coso de
discapacitado (p. ej., si le falta uno extremidad, o está ciego). En el quienes desean uno amputación) o en cómo sienten que debería
coso del trastorno obsesivo-compulsivo, los pensamientos e impulsos funcionar (poro quienes desearían estar parapléjicos o ciegos). En
obsesivos de tipo agresivo (p. ej., outolesiones) son egodistónicos, consecuencia, no están preocupados por si los demás piensan que
mientras que en el DIC son egosintónicos en lo medido en que lo su aspecto físico tiene defectos.
persono busca activamente que se hagan realidad. Los límites con los trastornos facticios y con lo simulación pue­
El diagnóstico diferencial con el trastorno dismórfico corporal den asimismo ser difíciles de establecer. La CIE- 1 1 planteo como
(TDC> puede ser más complejo y se centro, básicamente, en los criterio diferencial que, en el caso de los trastornos focticios, el

288
Capítulo 9. Trastornos de síntomas somáticos y trastornos relacionados

fingimiento de una discapacidad tiene como finalidad recibir aten­ sentaba síntomas comórbidos de depresión secundaria al trastorno
ción médica y asumir un rol de enfermo, y en el caso de la simula­ e informaba de q_ue la ideación sobre la necesidad de «librarse»
ción, el objetivo es obtener ganancias secundarias de tipo social o de la parte del cuerpo sobre la q_ue se focalizaban estaba presente
económico (p. ej., obtener un salario especial por enfermedad). Sin prácticamente todo el tiempo e, incluso, provocaba insomnio. En
ornbargo, las personas con DIC pueden fingir discapacidades (p. ej., cuanto al secretismo q_ue, según estudios previos, era característico
pasar la mayor parte del día en una silla de ruedas) con la finalidad de las personas q_ue padecen el trastorno, no parece confirmarse
de reducir su disforia, pero en general rehúyen la atención médica pues más de la mitad de los pacientes había comunicado sus deseos
porq_ue ello «desvelaría» ante los demás y ante ellos mismos q_ue y preocupaciones a algún allegado. Con todo, el dato más impac­
no tienen la discapacidad q_ue desean. tante y llamativo es q_uizá q_ue la calidad de vida, evaluada con la
El DIC debe distinguirse también de las parafilias en las q_ue Sheehan Disability Scale, de q_uienes habían conseguido finalmente
lo excitación y el deseo sexuales dependen de, o se asocian con, hacer realidad su deseo de amputación o parálisis era notablemente
comportamientos de riesgo físico hacia la pareja o hacia uno mismo mejor de la q_ue manifestaban los q_ue todavía no lo habían logrado.
(p. ej., restricción de la respiración por medios mecánicos, ahoga­ Finalmente, por lo q_ue se refiere a su etiología, aunq_ue hay varios
miento, comportamientos de tipo sadomasoq_uista, etc.l. En estos estudios q_ue indican la presencia de anomalías neurobiológicas en
casos, en los q_ue el deseo de lograr una discapacidad o daño físicos las personas afectadas, los datos no son concluyentes en parte por
se producen únicamente para lograr la excitación sexual, el diag­ la diversidad de metodologías empleadas, la escasa representativi­
nóstico a aplicar debe ser el de parafilia y no de DIC. dad de las muestras utilizadas, y la diversidad de datos encontrados
(Sedda y Bottini, 201 4). En definitiva, se trata sin duda de una pro­
Por último, se establece también la necesidad de realizar un
puesta realmente novedosa de la CIE- 1 1 sobre un trastorno poco
diagnóstico diferencial con ciertas entidades neurológicas, como la
somatoparafrenia, enfermedad en la q_ue una parte paralizada del
conocido y estudiado, sobre el q_ue no hay demasiado acuerdo entre
los expertos en torno a sus posibles causas ni, menos todavía, sobre
cuerpo se experimenta como ajena o perteneciente a otra persona.
su tratamiento.
Cuando el malestar por la configuración del cuerpo se explica por
una condición de causa neurológica, no debe realizarse el diagnós­

)) Disforia por la integridad corporal. Trastorno que se


tico de DIC.
En cuanto al curso, la CIE- 11 indica q_ue el inicio suele ser muy
caracteriza por el deseo de tener una discapacidad física,
temprano, aunq_ue algunos casos pueden debutar algo más tardía­
mente, ya en la adolescencia, dato q_ue confirman los estudios de acompañada por una incomodidad persistente o sentimien­
First (2005) y Sedda y Bottini (2014). La evolución típica de la inten­ tos intensos de inadecuación con respecto a la configura­
sidad del deseo de discapacidad y el consiguiente deterioro funcio­ ción actual del cuerpo sin discapacidades.
nal es fluctuante: en algunos momentos o períodos de tiempo, la
intensidad del deseo y la disforia subsiguiente son tan intensas q_ue
lo persona no puede pensar en otra cosa q_ue no sea cómo conseguir El tercer trastorno q_ue se incluye en este grupo, «otro trastor­
lo discapacidad, pero en otros puede disminuir ostensiblemente, no especificado por malestar somático, o de la experiencia con el
aunq_ue nunca desaparece del todo. cuerpo» es, en realidad, una categoría residual. Las características
q_ue lo definen se ofrecen en la Tabla 9.IJ.
Por lo q_ue se refiere a la epidemiología del trastorno, en rea­
lidad no hay datos, o los q_ue existen no son concluyentes, si bien, Por último, los dos sistemas nosológicos q_ue venimos comen­
en contra de lo q_ue indicaban algunos estudios iniciales, no parece tando presentan diferencias importantes en la categorización y
q_ue sea exclusivo de las culturas occidentales pues hay también caracterización clínico de los distintos trastornos q_ue se incluyen en
informes de casos de personas japonesas y chinas q_ue lo presentan esta categoría. Como se ha mencionado previamente, la CIE- 11 no
(Blom et al., 2016). En cuanto a las características demográficas, el incluye en este grupo a la hipocondría, pues se propone su inclusión
estudio más amplio publicado hasta la fecha con un grupo de 52 en el grupo de trastornos obsesivo-compulsivos y otros trastornos
personas ffirst, 2005) revela q_ue el trastorno se produce sobre todo relacionados y, secundariamente, en el de trastornos de ansiedad
en hombres, con un predominio de deseos de amputación de alguna o relacionados con el miedo. Tampoco en la CIE- 11 se incluyen los
extremidad de la parte izq_uierda del cuerpo, en especial la pierna, trastornos, facticios para los q_ue se propone una categoría diag­
ounq_ue también hay casos registrados de amputación completa de nostica independiente, ni el trastorno de conversión q_ue se incluye
una mano y/o de uno o más de los dedos de las manos o de los en el grupo de los trastornos disociativos. En cuanto a las similitu­
pies, según la revisión de Sedda y Bottini (2014) sobre los estudios des entre ambos sistemas, las dos más notables son el abandono
de caso publicados. El estudio de Blom et al. (2012) con 54 personas o eliminación en ambos casos de, primero, el criterio o especifi­
susceptibles de padecer DIC (42 de ellos completaron un cuestio­ cación de «médicamente no explicado» para definir los síntomas
nario a través de internetl arroja resultados similares al pionero de y/o las q_uejas de las personas con estos trastornos y, segundo, el
First en cuanto a preferencias de amputación, pero ofrece además req_uisito de q_ue hubiera diferentes síntomas somáticos q_ue afec­
otros datos de interés: por ejemplo, no hubo prácticamente dife­ taran a diversos órganos o sistemas corporales para el diagnóstico
rencias clínicas ni sociodemográficas entre q_uienes deseaban una de somatización.
amputación y los q_ue buscaban q_uedar paralíticos (p. ej., mediante
una lesión grave de la médula espinall. La orientación sexual era C. Características transdiagnósticas
mayoritariamente heterosexual, la mayoría deseaba una amputa­
ción de una extremidad del lado no dominante de su cuerpo, y solo Desde una perspectiva transdiagnóstica se han postulado variables
algo más del 25 % habían ido modificando con el transcurso del comunes a los diferentes trastornos asociados con preocupaciones
tiempo la parte del cuerpo q_ue deseaban eliminar. La mayoría pre- somáticas q_ue parecen actuar como predictoras y/o mantenedoras
!� � Manual de pslcopatología. Volumen 2

)) Tabla 9.4. CIE- 1 1 : Características esenciales de «Otro tendencia a seleccionar y centrarse en determinadas sensaciones
trastorno por malestar som'á tico o por la experiencia corporales relativamente débiles e infrecuentes, y predisposición
corporal»· [ Other disorder of bodily distress ar bodily a reaccionar a las sensaciones somáticas mediante respuestas
afectivas y cognitivas que las intensifican y las convierten en más
experience]
alarmantes o más perturbadoras y facilitando, por tanto, que sean
interpretadas como síntomas de enfermedad en vez de como sensa­
l. La presentación se caracteriza porque las alteraciones en la
ciones inocuas. Además, puede ser tanto un estado transitorio como
experiencia q_ue tiene la pe_rsona sobre su cuerpo comparten
un rasgo o tendencia estable, en cuyo caso la persona será catalo­
características con otros trastornos del grupo (p. ej., síntomas
gada como alguien que tiene un «estilo perceptivo amplificador»
somáticos a los q_ue se presta atención excesiva, o sentimientos
<Barsky, 1992). En las personas con preocupaciones somáticas, la
intensos de inadecuación sobre la configuración o el
tendencia a la amplificación se asocia con, y predice, las creencias
funcionamiento del propio cuerpo).
de enfermedad <Duddu et al., 2006; Sayar et al. 2003).
2. Los síntomas no cumplen todos los req_uisitos diagnósticos para En cuanto al pensamiento
• rumiativo, proceso que acompaña
otro de los trastornos del grupo. a los estados de preocupación, se relaciona tanto con la preocu­
pación por padecer una enfermedad grave como con los síntomas
3. Los síntomas no se explican mejor por otro trastorno mental, somáticos en sí mismos <Denovan et al., 2019; Sansone y Sansone,
del comportamiento, o del neurodesarrollo (p. ej., trastorno 20l2).
del estado de ánimo, esquizofrenia u otro trastorno psicótico Por lo que se refiere a las creencias disfuncionales sobre las pro­
primario o trastorno de la conducta alimentaria). pias preocupaciones, rumiaciones, y pensamientos, la intolerancia a
la incertidumbre parece ser una de las más relevantes pues, en el
4. Los síntomas han estado presentes durante varios meses, por lo
caso de las personas con preocupaciones somáticas parece actuar
menos.
como una fuente motivacional que les impulsa a perseguir sin des­
canso la certeza de que no están enfermos, o de que están sanos, y
5. Ni los síntomas ni los comportamientos son adecuados
de que van a seguir viviendo <Abramowitz y Braddock, 2008; Boelen
en términos evolutivos (p. ej., focalización en los cambios
y Carleton, 201 2; Melli et al., 2014). Ejemplos típicos de esta creen­
corporales en la pubertad) ni están aceptados culturalmente.
cia son los siguientes: «Tengo que estar seguro de que no me pasa
6. Ni los síntomas ni los comportamientos se explican mejor por nada», «Si no estoy seguro de que estoy sano, es por algo», «Si
incongruencia de género o por otra condición médica. me pasa algo malo, no podré afrontarlo... tengo que estar seguro de
que estoy bien». El catastrofismo, o la tendencia a dar más peso a

l7. Los síntomas provocan malestar o deterioro significativos en los


ámbitos personal, familiar, social, educativo, laboral o en otras
áreas importantes de funcionamiento.

Nota: La traducción al castellano puede cambiar en la edición


las posibles consecuencias negativas de un síntoma que a las neu­
tras o inocuas, independientemente de las experiencias previas o
las circunstancias que rodean a la persona, también ha sido objeto
de estudio reciente como variable transdiagnóstica a las diferentes
formas de presentación de los trastornos por preocupaciones somá­
ticas. Algunos ejemplos: «Si me canso cuando estoy corriendo, es
definitiva de la CIE-11. porque tengo un problema de corazón», «Si me duele la cabeza,
puede que sea porque tengo un tumor». Los datos publicados coin­
ciden en que los pacientes con estos trastornos tienden a sobreesti­
mar, catastrofizar, o minimizar su capacidad de afrontamiento ante
de todos ellos, tal y como se organizan en el DSM-5. Entre esas
la aparición de un s íntoma indicativo de algún problema médico,
variables, resaltan las investigaci ones sobre la sensibilidad a la
así como la información de seguridad que le proporciona el entorno
ansiedad, la amplificación somatosensorial, la rumiación o pensa­
<Fergus, 2014; Gellatly y Beck, 2016; Marcus et al., 2007; Reuman et
miento rumiativo, y creencias disfuncionales como la intolerancia
al., 2019; Scarella et al., 2016; Wheaton et al., 2010l.
a la incertidumbre, el catastrofismo (o sobrestimar la amenaza) y
sobrestimar la importancia de los pensamientos y preocupaciones También se ha observado que sobrevalorar la importancia de los
sobre los síntomas, especialmente una de sus variantes: la fusión pensamientos relacionados con la salud y las enfermedades, en el
entre pensamiento y acción (tipo probabilidad), entre otras. sentido de que su mera irrupción en el flujo normal de consciencia
«revela» que es importante y hay que prestarle atención, juega un
La sensibilidad a la ansiedad, entendida como el miedo a las
papel relevante en los trastornos somáticos <p. ej., «Si pienso que
sensaciones de ansiedad, parece tener un papel relevante en la pre­ puedo estar enfermo, es por algo», «Si no me puedo quitar de la
dicción tanto de los síntomas somáticos (Hensley y Varela, 2008; cabeza este pensamiento, tengo que hacerle caso»). Cuando este
Jakupcak et al., 2006) como de la ansiedad por la salud (Fergus y tipo de creencias son muy prominentes, suelen asociarse a una falta
Bordeen, 2013). de conciencia o comprensión del problema y revelar, por tanto, una
La amplificación somatosensorial, que se define como la ten­ mayor gravedad, además de mayor resistencia al tratamiento y a
dencia a experimentar las sensaciones somáticas como intensas, las explicaciones y evaluaciones médicas tranquilizadoras. En estos
nocivas, y perturbadoras, se ha planteado como una dimensión pre­ casos más extremos, se habla de fusión entre pensamiento y acción
sente en estos trastornos, especialmente la hipocondría y el tras­ de tipo probabilidad: por ejemplo, «Si pienso que este síntoma indi­
torno somatoforme (actual trastorno de síntomas somáticos). Esta ca que estoy desarrollando un cáncer, es más probable que lo esté
dimensión se compone de tres elementos (Barsky, 1992): hipervigi­ desarrollando» (Arnáez, 2019; Arnáez et al., 2019; Bailey y Wells,
lancia o aumento del foco atencional en las sensaciones corporales, 2015, 2016; Melli et al., 2018; Yavuz et al., 2019).

290
Capítulo 9. Trastornos de síntomas somáticos y trastornos relacionados

con T557, len qué se diferencia el TSS de otros trastornos en los que
1 1 1 . Caracte rización c l í n ica y la presencia de síntomas y la preocupación por los mismos es un
etio lógica de los trastornos aspecto relevante, como ro hipocondría? Una diferencia fundamental
entre el TSS y la hipocondría es que en los pacientes con TSS el foco
de síntomas somáticos de preocupación está en los síntomas en sí mismos, en el malestar y
la incapacidad que estos generan, mientras que en la hipocondría
E n este apartado analizaremos las principales características que,
el problema radica sobre todo en la interpretación catastrófica que
desde el punto de vista clínico, se ponen de manifiesto en los
hace la persona de los síntomas y no tanto en su mera presencia,
pacientes con estos trastornos y que, por tanto, son útiles para esta­
como se comentará más adelante (Belloch et al., 2019).
blecer un diagnóstico formal. Comenzaremos ejemplificando esas

para este trastorno se presentan en la Tabla 9.5. La característica


características con la presentación de un caso clínico. Expondremos Los criterios diagnósticos específicos que establece el DSM-5
también los principales datos sobre el curso y la epidemiología de

y deterioro de las actividades de la vida diaria (Criterio Al, aunque


cada trastorno, así como las explicaciones basadas en datos que principal del T SS es la presencia de síntomas que causan malestar
mejor permiten comprender estos trastornos actualmente.
en algunos casos puede presentarse un único síntoma, frecuente­

abdominal) o vagos e inespecíficos (p. ej., fatiga). El segundo cri­


mente el dolor. Los síntomas pueden ser específicos (p. ej., dolor
A. Trastorno de síntomas somáticos ITS S I
Como ya explicamos en la introducción, este trastorno es el «here­ terio ( 8) hace referencia a los productos cognitivos (pensamientos),
dero natural» del anterior trastorno somatoforme del DSM-III y malestar emocional (ansiedad) y tiempo que consumen los sínto­
sus posteriores ediciones en las que se establecía un conjunto de mas y las preocupaciones que suscitan, incluyendo comportamien­
criterios para el diagnóstico que se basaban en los formulados por tos (reaseguro, auto-comprobaciones, búsqueda de información
Feighner et al. ( 1972). Esos criterios han mostrado ser inadecuados

)) Tabla 9.5. Criterios DSM-5 para el diagnóstico del trastorno


y poco operativos, por dos razones: la primera porque, más que
el número o distribución de los síntomas, los elementos clave del
diagnóstico son la experiencia subjetiva, el estado de preocupación de síntomas somáticos
y el comportamiento con respecto a los síntomas (Dimsdale y Creed,

2009); la segunda porque se ha demostrado que es imposible e
\
A. Uno o más síntomas somáticos que causan malestar o dan
inadecuado hacer un diagnóstico negativo, es decir, por exclusión lugar a problemas significativos en la vida diaria.

B. Pensamientos, sentimientos o comportamientos excesivos


de otros diagnósticos orgánicos.

a. Características clínicas y pautas para el diagnóstico relacionados con los síntomas somáticos o asociados a la
preocupación por la salud como se pone de manifiesto por
Raquel, de 40 años, ha presentado desde niña frecuentes episo­ una o más de las características siguientes:
dios de dolores de cabeza, gastrointestinales y, desde la puber­
l. Pensamientos desproporcionados y persistentes sobre la
tad, menstruaciones dolorosas. Con 21 años quedó embarazada gravedad de los propios síntomas.
sin desearlo de su pareja y actual marido. Durante varios meses lo
2. Grado persistentemente elevado de ansiedad acerca de la
ocultó, hasta que en la semana 28 de gestación, tras varias quejas
salud o los síntomas.
por molestias abdominales, fue confirmado el embarazo en una
consulta en urgencias. Actualmente tiene dos niñas adolescentes 3. Tiempo y energía excesivos consagrados a estos síntomas
y una relación poco afectuosa con su marido. Desde el nacimiento o a la preocupación por la salud.
de su hija dejó de trabajar, dedicándose al cuidado de esta, pese c. Aunque algún síntoma somático puede no estar continuamente
a que le satisfacía mucho su trabajo y en sus planes de vida en esa presente, el trastorno sintomático es persistente (por lo general
época no entraban casarse ni ser madre. Al nacer la niña comenzó más de seis meses).

Especificar si:
a sufrir dolores de cabeza con más frecuencia, debilidad muscular y
dolor articular (p. ej., cuando la tenía que coger en brazos), moles­
tias abdominales y frecuentes contracturas musculares, que con el Con predominio de dolor (antes trastorno doloroso): este
tiempo fueron complicándose con otros síntomas como micciones especificador se aplica a individuos cuyos síntomas somáticos

Especificar si:
dolorosas o pérdida de estabilidad y agravamiento del dolor mens­ implican sobre todo dolor.
trual, con escasos períodos asintomática. Ha sido derivada a varios
especialistas, sin un diagnóstico claro, pero ha tomado múltiples Persistente: un curso persistente se caracteriza por la presencia
tratamientos farmacológicos que nunca han eliminado completa­ de síntomas intensos, alteración importante y duración
mente los síntomas. Suele hablar con frecuencia de su malestar y de
Especificar la gravedad actual:
prolongada (más de seis meses).
su incomprensión de que los médicos no puedan curarla. Cuando el
médico intenta explorar su estado anímico suele enfadarse y decir - Leve: solo se cumple uno de los síntomas especificados
que se encuentra bien y que lo que le preocupan son sus síntomas. en el Criterio B.
- Moderado: se cumplen dos o más de los síntomas
A diferencia de las versiones anteriores del DSM, en la versión
especificados en el Criterio B.
actual el TSS ha dejado de definirse por la presencia de un conjunto
- Grave: se cumplen dos o más de los síntomas especificados
y/o un número concreto de síntomas «no explicados médicamente»
en el Criterio B y además existen múltiples quejas somáticas
organizados en categorías y experimentados a lo largo de la vida
1

(o un síntoma somático muy intenso).


del paciente. Por tanto, ¿qué es lo que caracteriza a los pacientes l
291
·", Manual de psicopatología. Volumen 2

médica, etc.>. El tercer criterio (C) hace referencia a la duración en 3. Presentar un elevado grado de sintomatología depresiva, q_ue
el tiempo del Criterio A. Se incluyen además tres especificadores: se refleja tanto en puntuaciones de autoinformes (p. ej., BDil
dolor, duración y gravedad. El primero de ellos sustituye, de hecho, como en la presencia de comorbilidad clínica con trastornos
al diagnóstico de trastorno por dolor del DSM-IV. depresivos.
Aparte de la preocupación por la enfermedad, hay otras carac­ 4. Tendencia a interpretar los síntomas como debidos a una enfer­
terísticas q_ue se han relacionado con la presentación clínica del medad orgánica no diagnosticada, con el consiguiente incre­
T SS. Entre ellas destacaremos tres: el tipo de atribución q_ue se hace mento de intentos por encontrar una solución médica, además
de los síntomas, la amplificación somatosensorial, y la alexitimia. de presentar una elevada insatisfacción con la atención médica.
Por lo q_ue se refiere a la atribución de síntomas, se han identificado 5. Elevada amplificación somatosensorial (al igual q_ue personas
tres dimensiones relacionadas con la conducta de enfermedad: atri­ con diagnóstico de hipocondría).
bución a factores psicológicos, a factores somáticos o de enferme­
6. Respecto a la atribución de síntomas, no suelen hacer atribucio­
dad física, y a factores normales o ambientales (Robbins y Kirmayer,
nes psicológicas, sino somáticas.
.
1996). La tercera suele ser la más común en la población no clínica
. 1999), mientras q_ue los pacientes aq_uejados de otros
(Kessler et al.,
problemas psicológicos realizan más frecuentemente atribuciones
7. T ienden a presentar alexitimia, en especial respecto a la dificul­
tad para la discriminación de las señales emocionales.
de tipo psicológico (Kirmayer y Robbins, 1996; MacLeod et al., 1999),
y la atribución predominantemente somática de los síntomas la sue­
len realizar tanto los pacientes somatizadores (Wollburg et al., 2013) Jl Alexitimia. En su acepción original designa la dificultad
como los hipocondríacos (Henningsen et al., 2005). Además, parece para identificar y describir las propias emociones, junto con
q_ue la atribución de los síntomas influye en factores relacionados una reducción o ausencia de la capacidad para fantasear.
con la evolución y diagnóstico del trastorno: en un estudio realizado Actualmente se utiliza también para identificar personas
en atención primaria las personas q_ue no podían dar sentido a sus
que tienen dificultades para localizar y describir adecuada­
síntomas en ninguna dirección eran los q_ue presentaban un mayor
mente las sensaciones corporales, junto con pensamiento
malestar y las q_ue referían menor beneficio del tratamiento <Kir­
mayer et al. 2004). Por lo q_ue se refiere a la amplificación somato­ concreto y rigidez en la com unicación interpersonal.
sensorial, ya comentamos antes q_ue, además de en la hipocondría,
parece ser un factor relevante en el TSS (p. ej., Duddu et al., 2006;
Sayar et al. 2003).
La alexitimia, definida como la incapacidad para expresar el
..
b. Epidemiología y curso
El trastorno de somatización aparece escasamente representado
mundo emocional interno ya sea mediante palabras, ensueños o
en los estudios epidemiológicos q_ue han examinado su prevalencia
fantasías, se ha relacionado en muchos estudios con el TSS y, en
a partir de criterios diagnósticos DSM o CIE. Este aspecto resulta
especial, con el constructo de somatización. De Gucht (2003) rea­
lizó una revisión exhaustiva de la literatura publicada y concluyó especialmente paradójico teniendo en cuenta q_ue el fenómeno clí­
q_ue la mayoría de los estudios constatan una relación positiva entre nico de la somatización es habitualmente referido como muy fre­
ambas variables. De las tres dimensiones de la Escala de Alexitimia cuente: por ejemplo, los trastornos somatoformes <DSM IV-TR) se
de Toronto, la dificultad para identificar sentimientos es la q_ue suele suelen incluir en el grupo de los más frecuentes en las consultas de
presentar una mayor asociación con somatización (Pedrosa-Gil et atención primaria, con tasas muy similares a las de los trastornos
al., 2008; Wood et al., 2009). No obstante, cuando se comparan las de ansiedad y depresivos. Incluso algunos estudios epidemiológicos
personas con diagnóstico de somatización con población clínica de en atención primaria sitúan estos trastornos como tres veces más
ansiedad, hipocondría o depresión, las diferencias no son significa­ frecuentes q_ue los de ansiedad y del estado de ánimo (p. ej., Hanel
tivas <Duddu et al., 2003). et al., 2009; De Waal et al., 2008).

Todas estas variables, junto con otros rasgos asociados a los Por lo q_ue se refiere estrictamente al trastorno de somatización
pacientes somatizadores, han sido objeto de estudio en población (criterios DSM-III y DSM-IV), los resultados del Epidemiologic Cat­
atendida en centros especializados de salud mental también en chment Area Program desarrollado en la década de 1980 en EE. UU.
sobre una población total cercana a las 20.000 personas, indicaban
nuestro contexto (López-Santiago, 2011l. Los resultados reflejan un
perfil del paciente con TSS q_ue se caracteriza por: ..
prevalencias muy bajas: del 0, 1 2 % <Robins et al., 1984), del 0,03 %
(Escobar et al., 1 987) y del 0,38 % (Swartz et al., 1986), con una
l. Presentar un mayor número de síntomas somáticos no asociados media del O, 13 %. En el estudio epidemiológico de Gureje et al. 0997)
a una enfermedad somática diagnosticada. Específicamente auspiciado por la OMS en 14 países, se indicaba una prevalencia del
presentan más síntomas de dolor, gastrointestinales, sexuales/ trastorno del 2,8 % según criterios diagnósticos CIE-10, si bien se
.. . ..
urogenitales y pseudo-neurológicos q_ue otros grupos clínicos, si detectaba también gran variabilidad entre los países participantes•
bien, el número de síntomas pseudo-neurológicos es compartido en el estudio (rango de 17,7 % al 0,1 %). Cuando se toman los crite­
con los pacientes con diagnóstico de conversión. Por tanto, la rios DSM la prevalencia es del 1, 4 % (Gureje et al, 1997) Finalmente,
presencia predominante de este último conjunto de síntomas las principales ..
• • revisiones más recientes sobre la epidemiología del
debe orientar hacia el planteamiento de un diagnóstico de tras­ trastorno de somatización en población general reflejan resultados
torno de conversión. inferiores al 1 % (Creed y Barsky, 2004; Hiller et al., 2006). Debi­
2. Vivenciar los síntomas como incapacitantes. Además, son fuente do a las bajas • tasas de prevalencia q_ue acabamos de comentar y
de deterioro en varias áreas del funcionamiento psicosocial de su no coincidencia con la impresión clínica respecto a la elevada
la persona, especialmente en el ámbito laboral. frecuencia del fenómeno de la somatización, Escobar et al. 0987)

N2
Capítulo 9. Trastornos de síntomas somáticos y trastornos relacionados U

elaboraron el constructo de «somatización abreviada» consistente • Paralelamente, son varios los estudios que, desde un enfoque dimen­
en la presencia de cuatro síntomas en hombres y seis en mujeres. sional, muestran que cuando el número de síntomas somáticos se
Esta definición ha tenido una amplia repercusión en la literatura, incrementa, también lo hacen los niveles de ansiedad y depresión
utilizándose por muchos autores como criterio diagnóstico válido en (p. ej., Kroenke et al., 1998). Además, cuando los síntomas de soma­
la clínica del trastorno. Creed y Barsky ( 20041 resumen los datos de tización aparecen asociados a trastornos de ansiedad y/o depresión,
la somatización abreviada y encuentran que, en población general, se agrava significativamente el cuadro clínico CAiien et al., 2001).
la prevalencia oscila entre el 4, 4 % y el 19 %, y en pacientes consecu­ Respecto a la dirección de la asociación, no existe evidencia que
tivos atendidos en atención primaria la media es del 16, 6 % (rango: indique si la existencia de trastornos somatoformes primarios pre­
7,3-35 %l. En población española, se ha informado de una prevalen­ dice posteriores trastornos de ansiedad o depresivos, o viceversa
cia del 7,3 % (Lobo et al., 1996). <Lieb et al., 2007>.
Por otro lado, no disponemos actualmente de datos epidemioló­ El trastorno de somatización se ha asociado también con la
gicos fiables del TSS según los criterios diagnósticos DSM-5. No obs­ personalidad en dos sentidos. En primer lugar, diversas investiga­
tante, según Henningsen (2018), es muy posible que con los nuevos ciones mostraron una elevada comorbilidad en hombres entre el
criterios la tasa de pacientes con el diagnóstico se incremente, tanto trastorno de somatización y la sociopatía (equivalente al actual
en población general como en personas que acuden a centros de trastorno de personalidad antisocial), y con el trastorno histriónico
atención primaria y atención especializada, incluyendo salud men­ en mujeres (Woodruff et al., 1978; Tyrer, 1992). No obstante, estudios
tal, especialmente en comparación con las informadas siguiendo los más recientes, aunque ofrecen elevadas tasas de comorbilidad con
criterios previos. ..
trastornos de personalidad, no reflejan esa estrecha asociación
con los dos trastornos de personalidad mencionados (p. ej., Noyes •
Respecto a variables sociodemográficas, si bien sugieren una
et al., 20061. Por otra parte, aunque son pocos los estudios que han
mayor prevalencia en mujeres también indican que no es tan
evaluado dimensiones de personalidad en personas con trastorno de
«exclusivo» del sexo femenino como se presuponía históricamente
somatización <Noyes et al., 2006), gran parte de los que han relacio­
y se aproxima a las ratios
• hombre/mujer de otros trastornos, como
nado somatización con dimensiones de personalidad lo han hecho
los de ansiedad o depresivos: Por ejemplo, en el trabajo multicén­
con neuroticismo <Deary et al., 2007; López-Santiago, 2011), además
trico de Gureje et al. 0997), aunque la presencia del trastorno era
mayor en mujeres (3,3 %) que en hombres (1, 9 %), las diferencias no
..
de con una menor apertura a la experiencia (López-Santiago, 2011l.
eran tan pronunciadas como se había supuesto. Por lo que se refie­ d. Diagnóstico diferencial
re al constructo de somatización abreviada, la revisión de Creed y
Barsky (2004) concluye que la relación mujeres:hombres más habi­ La inespecificidad de los síntomas que configuran el TSS en cual­
tual es 2:1. Con relación a otras características sociodemográficas, quiera de sus denominaciones hace especialmente relevante anali­
observan que la asociación más consistente es con el bajo nivel de zar detenidamente el diagnóstico diferencial, en el que, además de
instrucción. Finalmente, el trastorno es definido habitualmente por tener en cuenta otros trastornos mentales, hay que poner especial
mantener un curso crónico. énfasis en valorar enfermedades médicas caracterizadas por sín­
tomas somáticos que podrían solaparse con los que constituyen la
c. Comorbilidad ..
categoría del TSS propiamente dicho. El DSM-5 enfatiza que la pre­
sencia de síntomas somáticos de etiología poco clara no es suficien­
Los estudios que analizan las tasas de ca-ocurrencia entre la hipo­
condría y el trastorno de somatización (criterios DSM-IV-TR) indi­
..
te para hacer el diagnóstico de TSS y, por otra parte, también incide
en que, a pesar de que pueda existir enfermedad médica diagnos­
can, en general, tasas que oscilan en un amplio rango, que va del ticada (p. ej., diabetes o enfermedades cardíacas), si se cumplen
7 % al 21 % si se usan los criterios completos para el trastorno de los criterios, no se excluye el diagnóstico de T SS. En relación con
somatización (Noyes et al., 2006) y del 32 % al 82, 9 % si se emplean el diagnóstico diferencial con otras enfermedades somáticas, la
criterios abreviados para este trastorno <Barsky et al., 1992; Escobar CIE- 1 1 pone el acento en que los pacientes con trastorno de soma­
et al., 1998; Noyes et al., 1994). Las cifras varían también dependien­ tización tienen la misma probabilidad de tener una enfermedad que
do del contexto en el que se lleve a cabo el estudio: por ejemplo, cualquier otra persona de su edad, lo que no ha de olvidarse en
mientras que en el trabajo de Escobar et al. (1998) el 20 % de los consultas o exploraciones posteriores al diagnóstico, sobre todo si
pacientes de atención primaria con trastorno de somatización cum­ se produce un cambio en el énfasis o en la estabilidad de las quejas
plía los criterios para hipocondría, en el de López-Santiago (2011) somáticas que sugiere una enfermedad física.
era del 7, 27 % entre pacientes atendidos en un centro de salud men­
Respecto a los trastornos de ansiedad, la dificultad del diagnósti­
tal. Estos resultados indican que, dependiendo del criterio diagnósti­
co diferencial es notable con los trastornos de pánico y de ansiedad
co utilizado y del contexto en que se realice la investigación, el TSS
generalizada en los que los síntomas somáticos adquieren una espe­
puede ser más o menos común en los pacientes hipocondríacos, si cial preeminencia. Por lo que se refiere al trastorno de pánico, los sín­
bien la comorbilidad entre ambos trastornos es, en general, elevada. tomas y la preocupación aparecen en los episodios agudos, mientras
Habitualmente se ha asumido una estrecha asociación entre que, en el TSS, la preocupación y los síntomas son más continuos. En
somatización y depresión. Los datos han venido a confirmar la vera­ la ansiedad generalizada, el matiz diferenciador se establece en que
cidad de esa asociación, y no solo con depresión, sino también con en este trastorno la preocupación no se ciñe exclusivamente a la pre­
ansiedad (Creed y Barsky, 2004), tanto en población general (Simon • sencia de las quejas somáticas. En cuanto a los trastornos depresivos,
y VonKorff, 1991) como en atención primaria ( Escobar et al., 1998; los síntomas somáticos, que tan frecuentemente están presentes, se
Gureje et al., 1997). Estos resultados han sido asimismo confirmados circunscriben al período en el que el individuo se encuentra deprimi­
en investigaciones más recientes del grupo de Lowe y Henningsen do, sin perder de vista que en los trastornos depresivos los síntomas
(p. ej., Hanel et al., 2009; Kroenke et al., 2010; Piontek et al., 2018). centrales son el bajo ánimo y la anhedonia. Respecto al trastorno de

193
�� � Manual de pslcopato l ogía. Volumen 2

t
Sensibilización física e intolerancia al malestar

t
SÍNTOMAS FÍSICOS
INTOLERANCIA AL MALESTAR

Procesos cognitivos ------ Fisiología Comportamientos ◄c�--•• Factores sociales


- Rumiación - Activación - Evitación - Incertidumbre sobre sistema
- Atención focalizada - Hipocortisolismo - Respuestas reparadoras de salud (médicos ... )
- Atribuciones de la enfermedad - Ausencia de guías
o explicaciones
FACTORES PERPETUADORES

) ) Figura 9.2. Modelo cognitivo-conductual para los síntomas no explicados médicamente [Deary et al., 2007).

2) Ansiedad por la salud. Término que en la literatura psi·


conversión, el síntoma implica la pérdida de la función (p. ej. extre­
midades), mientras que en el TSS la atención se centra en el malestar
y preocupación por los síntomas. cológica se suele utilizar de forma intercambiable con el de
El diagnóstico diferencial con trastornos psicóticos en los que hipocondría. Hace referencia a una dimensión en la que se
aparecen ideas delirantes somáticas se centra en que cuando existen sitúan las preocupaciones por la salud y que fluctúa desde
ideas delirantes somáticas, estas son más bizarras que las somatiza­ la preocupación leve, a menudo transitoria, por el estado
ciones, presentándose un número de síntomas más reducido y estable. de salud que se activa como consecu enc i a de la obser­
Por último, el diagnóstico diferencial con el trastorno de ansie­ vac ión o constatación de síntomas físicos, hasta la hipo­
dad por enfermedad (hipocondría), es especialmente controvertido, condría o preocupación mórbida por la salud, en la que el
porque si nos ceñimos a la caracterización del DSM-5, este ú ltimo individuo interpreta como indicadores de una enfermedad
diagnóstico solo debería hacerse cuando existen grandes preocupa­
grave los síntomas que observa.
ciones por la salud, y los síntomas son inexistentes o mínimos. Pero
de acuerdo con nuestra conceptuación de la hipocondría (Belloch et
al., 2019) y nuestros datos de investigación (López-Santiago, 2011>,
que coinciden con las propuestas de la CIE- 11 el TSS y el trastorno e. Etiología
de ansiedad por la salud se diferencian con bastante claridad. Y no
A pesar de que el concepto de somatización y su significado como
es la presencia o no de síntomas el aspecto crucial para diferenciar­
conversión de estados emocionales en síntomas físicos surge en un
los (puesto que se presentan en ambos), sino que es el foco de la
marco psicodinámico, en las últimas décadas los principales mode­
preocupación lo que fundamentalmente los distingue: más centrada
los explicativos del fenómeno de la somatización se han propuesto
en las consecuencias de los síntomas en sí mismos en el trastorno de
desde enfoques cognitivos y cognitivo-conductuales. Aunque todos
somatización, frente a un mayor peso de las creencias catastróficas
ellos tienen elementos en común, nos centraremos en la propuesta
de sufrir una enfermedad grave en la hipocondría. El matiz dife­
de Deary et al. ( 2007) pues resume y sintetiza las diversas apor­
renciador entre hipocondría y trastorno de somatización referido
perspectivas cognitivo-conductuales. La Figura 9.2 ejemplifica el
taciones de las explicaciones que se han planteado desde esas
por la OMS resulta especialmente clarificador cuando indica que
en el trastorno de somatización se pone un mayor énfasis sobre los
síntomas en sí mismos y sus efectos aislados, mientras que en la planteamiento de estos autores.
hipocondría se presta más atención a la enfermedad subyacente. La propuesta de Deary et al. (2007) distingue entre factores pre­
Además, se indica que en la somatización se solicita tratamiento disponentes y precipitantes, además de factores perpetuadores de
para paliar el malestar, mientras que en la hipocondría las explora­ tipo cognitivo, conductual, afectivo y fisiológico. El elemento clave
ciones médicas tienen como objetivo descartar la presencia de una del modelo es el concepto de círculo vicioso, habitual en los mode­
enfermedad grave. los cognitivo-conductuales, que hipotetiza que tanto los síntomas, el

291,1
Cap ítulo 9. Trastornos de síntomas somáticos y trastornos relacionados

Sistema de filtro Percepción cortical


J l
ii
1 '

Factores q_ue incrementan las Factores q_ue disminuyen


' '
señales físicas: 1' la actividad del filtro:
- Sobreoctivoción - Atención selectiva
- Molestar - Infecciones
- Estimuloción crónico eje HHS - Ansiedad por lo salud
- Condicionamiento físico - Ánimo depresivo
- Sensibilización - Ausencia de distracción
- Otros - Otros

)) Figura 9.3. Modelo de nitro para los síntomas somatomoformes [Rief y Barsky, zoos].

malestar, como el grado de discapacidad se autoperpetúon por lo otra parte, las conductas de evitación y la ausencia de estrategias de
interacción entre diferentes factores implicados en la génesis y man­ afrontamiento ante los síntomas pueden j ugar un papel preponderan­
tenimiento de esos elementos. El modelo toma prestado el concepto te en la perpetuación de síndromes como la fatiga crónica.
de outopoiesis de la biología celular ( Maturona y Varelal y la teoría Los autores reconocen q_ue en la literatura es difícil desenmara­
de sistemas (Luhnmanl. q_ue p uede definirse como lo capacidad q_ue ñar los factores propuestos, además de ser difícil teórica y experi­
tiene un sistema para, a pesar de no estar en eq_uilibrio, mantener mentalmente aislar cada uno de los distintos procesos teóricamen­
una estabilidad estructural absorbiendo energía del entorno o auto­ te invol ucrados. La dificultad para aislarlos no es eq_uivalente a la
rregulándose continuamente. evidencia respecto a su interacción, y son necesarios más trabajos,
Los autores identifican como principales factores predisponen­ tanto para los factores tomados individualmente, como respecto a
tes para el desarrollo de los síntomas, por un lado, ciertas expe­ su interacción.
riencias en la infancia (desde historia de enfermedades paternas, a Como alternativa a los enfoq_ues cognitivo-conductuales, Rief y
patrones de cuidado paterno sobreprotectores, o historio de abuso Barsky (2005) han propuesto un modelo psicobiológico de los sín­
sexual o físico). El segundo factor predisponente es el neuroticismo, tomas no explicados médicomente. Mantienen la postura de q_ue
rasgo estable de personalidad q_ue se caracteriza por la tendencia a la mayoría de los síntomas están f undamentados fisiológicamente:
experimentar afecto negativo. Respecto a los factores precipitantes, revisan las evidencias sobre los síntomas referidos por personas con
los eventos vitales aparecen de forma consistente: especialmente los síntomas somatoformes y concluyen q_ue en su mayoría se asocian
q_ue implican un dilema (estar obligado a elegir entre dos alternati­ a varios correlatos biológicos. Entre ellos destacan los siguientes:
vas igualmente indeseables) pueden tener una especial relación con aumento de la excitabilidad autonómica ( p. ej., una disminución de
los síntomas. El efecto de los eventos vitales puede deberse a q_ue la respuesta de recuperación de la frecuencia cardíaca después de
conllevan a una activación prolongada. Respecto a los factores per­ un episodio de malestar), cambios en el sistema neuroendocrino
petuadores. encuentran q_ue hay evidencia de este papel por parte (p. ej., alteraciones en el f uncionamiento del eje hipotálamo-hipó­
de varios factores cognitivos, conductuales, fisiológicos y sociales, fiso-suprarrenal q_ue conduce a hipocortisolismol, la activación dis­
entre los q_ue destacan la sensibilización o tendencia a responder f uncional del sistema inmune, anormalidades en relación con ciertos
más intensamente a estímulos debido a la experiencia prev ia con ácidos monoaminos y neurotransmisores, o déficits en los procesos y
ellos. Respecto a la atención, concluyen q_ue, aunq_ue parece j ugar filtros de atención y percepción identificados mediante potenciales
un papel importante, ha sido difícil aislar este proceso de las atribu­ evocados. Consideran q_ue los trastornos somatoformes pueden ser
ciones sobre los síntomas, de las creencias inadecuadas respecto a la considerados como trastornos en la percepción de las señales cor­
salud, o de la incertidumbre médica; factores q_ue podrían ocasionar porales. Proponen un modelo simplificado basado en el desarrollo,
la focalización de la atención en los síntomas. Según los autores, filtrado y percepción de las señales según el cual los síntomas de
parece existir consenso en q_ue realizar atribuciones de enfermedad los trastornos son la consecuencia de dos fenómenos principales: en
respecto a los síntomas experimentados, j unto con una baja atri­ primer lugar, un aumento de las señales corporales debido a nume­
bución de los síntomas como experiencias normales (no patológi­ rosos factores (en su mayoría biológicos), tales como la experiencia
cas), añadido a una elevada valoración de v ulnerabilidad personal, frecuente de malestar, la falta de condición f ísica, o una estimu­
predicen el incremento de la experiencia de síntomas y de las con­ lación crónica del eje hipotálamo-hipófiso-suprarrenal. En segundo
ductas de enfermedad como expresión de síntomas y búsq_ueda de lugar, similar a la teoría de la puerta-control en la investigación del
tratamiento. Sin embargo, realizar una atribución psicológica o mixta dolor, sugieren la existencia de un sistema de filtro deficiente q_ue
(psicológica y somática) predice mejores resultados. Por otra parte, puede amplificar las señales corporales, en lugar de inhibirlas o
las creencias catastrofistas respecto a los síntomas pueden contribuir seleccionarlas de manera eficaz como ocurre en personas sanas, lo
a conductas de evitación y, potencialmente, los síntomas somáticos y q_ue conduce a una mayor percepción consciente de las reacciones
la ansiedad pueden mantenerse por condicionamiento operante. Por corporales y de los síntomas (ver Figura 9.3).

29'.i
m. �I Manual de psicopatología. Volumen 2

Más recientemente, autores relevantes en la investigación de los medad mental y la física, dada la presencia de síntomas y quejas

grupo más amplio de las neurosis psicasténicas. Freud (1914) señaló


síntomas somáticos (Kube et al., 2020) han propuesto un modelo físicas, y Janet (1910> incluyó las «obsesiones hipocondríacas» en el
explicativo que pretende integrar teorías cognitivas de la expectati­
va, que enfatizan cómo las expectativas disfuncionales sobre la salud que en este trastorno realmente se producen alteraciones orgánicas

como neurosis verdadera.


y la enfermedad vuelven cada vez más inmunes a las personas que y lo catalogó, junto con la neurastenia y la neurosis de angustia,
sufren estos síntomas a la información no confirmatoria, a través de
procesos de reevaluación cognitiva, etiquetados como «inmuniza­ Esta conceptualización de la hipocondría dio paso a un período
ción cognitiva» (Rief et al, 2015), junto con recientes avances de las de su historia en el que, al encontrarse en «tierra de nadie», fue
neurociencias, como las teorías sobre el procesamiento predictivo. objeto de desatención tanto por parte de los fisiólogos como de los
La idea básica de los modelos de procesamiento predictivo es que psicoanalistas. El trastorno volvió a recobrar cierto interés a partir
el cerebro no procesa pasivamente las señales sensoriales entrantes, del trabajo de Gillespie (1928), que propuso una definición de la
sino que genera activamente predicciones de arriba hacia abajo hipocondría en donde la preocupación por padecer una enferme­
sobre la entrada sensorial esperada. Los datos sensoriales reales dad, desproporcionada en relación con los datos y acompañada
se combinan con predicciones previas y cualquier desviación de las de una afectación emocional importante, constituían los elementos
observaciones actuales sobre las anteriores, proporciona retroali­ básicos.
mentación correctiva para actualizar las predicciones. De este modo
Las cinco décadas siguientes estuvieron marcadas por un «olvi­
el cerebro es visto como una «máquina de predicción» (Clark, 2016)
do» casi completo de la hipocondría. Una de las causas de ese olvido
que intenta dar sentido al mundo mediante la generación de hipóte­
se debe, según Witthoft y Hiller (2010> a su inclusión por parte de
sis que se prueban permanentemente. No obstante, para mantener
la APA (i. e., DSM) en el grupo de los trastornos somatoformes, cuya
el procesamiento de la información más eficiente, el cerebro tiene
característica definitoria es la presencia de síntomas físicos que
como objetivo refinar las predicciones continuamente para tener
carecen de explicación médica, es decir, síntomas «L..l científica­
en cuenta los datos sensoriales entrantes y minimizar el error de
mente desconcertantes, terapéuticamente demandantes y con un
predicción. A diferencia de muchos modelos explicativos tradicio­
elevado coste social» (Witthoft y Hiller, 2010, p. 258). Otro conjunto
nales este enfoque de procesamiento predictivo no supone que la
de causas, no menos importantes, guarda relación con la considera­
percepción de los síntomas esté precedida por cambios fisiológicos
ción peyorativa que tiene el calificativo de «hipocondríaco/a» para
periféricos: más bien sugiere que los síntomas somáticos son per­
muchos pacientes y para no pocos investigadores y clínicos.
cepciones conscientes que resultan de un proceso constructivo, en
el que el cerebro interpreta la información del cuerpo a la luz de Las aportaciones de los modelos cognitivos de la psicopatología
las predicciones (Kube et al., 2020; Van den Bergh et al., 201 7). generaron un resurgir del interés por el estudio de la hipocondría,
Estos planteamientos, aun siendo extremadamente interesantes, son que se re-conceptualiza como ansiedad por la salud, y por lo tanto
todavía preliminares. Seguramente en los próximos años podremos como un trastorno que se ajusta mejor a la psicopatología ansiosa
valorar hasta qué punto la integración de modelos de base cognitiva (Warwick y Salkovskis, 1990>, como comentaremos más adelante.
con las neurociencias pueden proporcionar explicaciones eficientes Este cambio de enfoque dio lugar a un aumento importante de
que nos permitan comprender mejor este trastorno y, sobre todo, a las investigaciones, que han tenido una repercusión positiva en la
quienes lo padecen. atención clínica especializada de quienes padecen este trastorno
mediante el desarrollo de programas de tratamiento reconocidos
como válidos y eficaces por la comunidad científica (Thomson y
8. H ipocondría o trastorno de ansiedad Page, 2007). Además, ha influido de manera determinante en la
por la enfermedad ITA E ) revisión y el cambio de los criterios de diagnóstico psiquiátrico tan­
to de la OMS (CIE- 1 1} como de la APA (DSM-5). No obstante, como
A pesar de su más que dilatada historia, este trastorno, como el res­ ya se comentó antes, el DSM-5 sustituye la denominación de hipo­
to de los que se incluyen en este grupo, sigue siendo un rompecabe­ condría por «ansiedad por la enfermedad», mientras que la CIE- 11
zas, pero a la vez, su «resiliencia» como constructo psicopatológico, mantiene ambas denominaciones.
descrito desde la medicina hipocrática, es más que notable a pesar
de los muchos intentos por desacreditarlo (Starcevic y Noyes, 2014). a. Características clínicas y pautas para el diagnóstico

griego hypochondrion, acuñado por Hipócrates a partir de los voca­


Etimológicamente, la palabra hipocondría procede del término

blos hypó (debajo) y chondrion (cartílago), pero fue Diocles, en tor­


Desde que me recuerdo a mí mismo, siempre me ha dado
pánico ir al médico ... solo la idea de pensarlo me paraliza, me deja
no al año 350 a. C., quien lo utilizó para identificar un trastorno de inutilizado... nunca he tenido enfermedades, que yo sepa, más allá

buyendo al término hipocondrio el mismo significado, relacionándo­


los «órganos digestivos». Cinco siglos más tarde, Galeno siguió atri­ de las normales para cualquiera... cuando me resfriaba de peque­
ño y mi madre no me dejaba ir al colegio, me pasaba todo el día
lo con diversos trastornos abdominales, si bien se consideraba que llorando, pensando que si no me dejaban ir era porque estaba muy
el sistema nervioso tenía un papel mediador. Durante los siglos xv11 enfermo, y que podía hasta morirme ... , que ya nunca más iba a
y xvm continuó la búsqueda de las causas físicas del trastorno, sin volver a ver a mis amigos, que perdería el curso ... , cosas así.. .ideas

De / 'Hypochondrie et du Suicide, supuso un paso decisivo al sos­


que hubiera avances en ello. Ya en el siglo XIX, el tratado de Falret locas que se me metían en la cabeza, que me angustiaban y me
amargaban más que la fiebre o lo que tuviera ... En la adolescencia
tener que las causas de la hipocondría eran de índole «moral e encontré una válvula de escape en el deporte. Pensaba que si ejer­
intelectual» (Baur, 1988). A finales del siglo XIX y principios del xx, citaba bien mi cuerpo ahuyentaría las enfermedades. Me gustaba
la aportación, entre otros, de Charcot contribuyó a considerar la mucho correr y era bastante bueno, pero un día, en el que por
hipocondría como una condición a mitad de camino entre la enfer- cierto gané, me costó más de lo normal recuperarme, me seguía

2911
r Capítulo 9. Trastornos de síntomas somáticos y t rastornos relacionados 1 ,1 !;

sintiendo el corazón mucho rato, me costaba recuperar la respira­ de salud, y ante lo presencio de algún síntoma particular (p. ej.,
ción normal, o eso me parecía, y desde entonces ya no volví a correr dolor, molestar general de causo indeterminado, un resfriado que
más ... No sé, siempre me he preocupado por las enfermedades, dura más de lo esperable, dolores gástricos, problemas dermatoló­
enseguida me viene la imagen de que me muero, de que me estoy gicos, etc.), lo preocupación puede aumentar, con lo consiguiente
muriendo... y entonces me pongo a prueba: por ejemplo, estoy tres cohorte de consecuencias emocionales (aumento de la ansiedad,
o cuatro días sin comer casi y durmiendo menos de cuatro horas estado de ánimo disfórico), de comportamiento (comprobaciones,
y compruebo que no me he muerto y entonces se me pasa. Otras vigilancia, auto-observación, consulto con el médico), y cogniti­
veces me pongo a saltar en casa, hasta que me noto el corazón vos (pensamientos, dudas, o imágenes intrusivos y desagradables,
y me falta la respiración y, lo mismo, compruebo que no .. eso... rumiación, interpretaciones cotostrofistos). Pero lo habitual es que
que no me he... muerto... Otras veces, si creo que me he levantado todo ello desaparezco o se atenúe de formo considerable cuando el
con, mala cara, o he dormido mal, miro fijamente a las personas síntoma desaparece, o cuando disponemos de un diagnóstico y/o
con las que me cruzo y que conozco para ver si me preguntan si de un tratamiento que consideramos «razonables». Esto no sucede
me pasa algo... Si no me dicen nada, es que estoy bien ... Todo esto en lo hipocondría o, si ocurre, la duración de lo tranquilización es
me produce una sensación de locura, de que no estoy bien de la muy breve.
cabeza..., me enfado conmigo mismo, pero no puedo controlarlo... Por todo ello es importante tener en cuento que el rango o,
Hasta el día de hoy no me ha afectado en el trabajo ni antes en en palabras de Storcevic (2001, 2019), el espectro de posibilidades
los estudios, pero, si soy sincero, me afecta bastante en mi vida de los manifestaciones hipocondríacas es amplio, pues oscilo en un
social... Pongo excusas para no ir con los amigos si pienso que me continuo de gravedad que va desde uno excesivo «concienciación»
puede pasar algo... A veces evito las relaciones sexuales por miedo sobre la importancia de cuidar lo salud hasta una formación deliran­
a que me dé un ataque, sobre todo desde que oí en la tele que le te de los preocupaciones sobre lo enfermedad, que están más cerca
había pasado a un hombre... y me agobio, no me gusta ser así... » de lo ruptura psicótico que de los preocupaciones de tipo ansioso
(Manuel, 30 años, soltero, profesor). sobre la enfermedad y la salud. La Figura 9.IJ ejemplifica ese espec­
tro. En el nivel más leve se sitúan los comportamientos excesivos
Las características esenciales que suele presentar la hipo­ que se llevan o cabo poro mantener la salud en un nivel óptimo y
condría y que se reflejan en parte en e l rel ato anterior son las para minimizar al máximo los riesgos de contraer enfermedades. En
siguientes: gran medida, estos comportamientos están promovidos y, por tonto,
Miedo a la enfermedad y a la muerte que no se corresponde reforzados por valores sociales y económicos, que muchos personas
con la situación real del estado de salud. convierten en objetivo fundamental de sus vidas. Lo «inundación» o
Afectación emocional: estado de ánimo alterado, hipervigilan­ la que frecuentemente nos vemos sometidos para responsabilizarnos
cia, ansiedad por la salud. de nuestro propio estado de salud (comer «sano», hacer ejercicio,
evitar ciertos alimentos, mantenerse delgados, seguir ciertos die­
Estado persistente de preocupación y rumiación mental por la
tas, etc.l, puede inducir o perseguir un ideal de salud y, por tanto, o
posibilidad de estar enfermo, o de enfermar.
evitar cualquier actitud o comportamiento que lo puedo poner en
- Comportamientos de comprobación y reaseguro o, por el con­ riesgo, facilitando con ello el desarrollo de comportamientos excesi­
trario, de evitación. vos que acaben por convertirse en el objetivo primario y fundamen­
Interpretación distorsionada (catastrofistol de síntomas y signos tal de lo vida. En esos cosos, la búsqueda y/o el mantenimiento de
corporales menores o poco relevantes. lo salud puede llegar o adquirir característicos de uno ideo sobre­
Dificultades para tolerar lo incertidumbre con respecto al estado valorado, es decir, de uno creencia que lindo con lo psicopotológico.
de salud (propio o ajeno). Lo ansiedad por lo salud, un término que en lo literatura psi­
Evolución o duración prolongado en el tiempo de los miedos, los cológica se suele utilizar de forma intercambiable con el de hipo­
interpretaciones y los comportamientos asociados. condría, y del que nos ocuparemos más adelante, entraría en su
Interferencia del problema en lo vida cotidiano (p. ej., relaciones formo más leve en este nivel. En el segundo nivel de gravedad se
personales, desarrollo personal o profesional, ocio, etc.l. ubicaría lo hipocondría transitorio, entendiendo por ello uno dura­
Conciencio del problema. ción relativamente breve, inferior o seis meses. Es uno situación que
en muchos cosos atraviesan quienes han recibido un diagnóstico
No obstante, hoy que tener en cuento que no siempre están de enfermedad importante, o que se están recuperando de un pro­
presentes todas estos característicos en todos los pacientes, ni se ceso agudo amenazante (p. ej., un infarto de miocardio, un ictus),
presentan con la mismo intensidad a lo largo de lo evolución del pero también entre cuidadores de enfermos que padecen procesos
trastorno. Por otro lado, muchos de los síntomas que caracterizan o irreversibles, o en situaciones de duelo complicado, o como conse­
la hipocondría son, hasta cierto punto, comprensibles y normativos: cuencia de algún acontecimiento vital amenazante. También es rela­
la mayoría de los personas nos preocupamos por nuestro estado tivamente frecuente entre estudiantes de disciplinas relacionados

Sobrevaloración Hipocondrí~ Delirio


de la salud transitorio hipocondríaco

)) Figura 9.4. El espectro de las manifestaciones hipocondríacas en un continuo de gravedad.

'197
t t Manual de pslcopatologla. Volumen 2
1
con la salud, si bien lo que se suele encontrar en estos casos es más sustituye al anterior trastorno de somatización, pero no a la hipo­
bien un aumento de comportamientos de precaución sobre la propia condría. Ambos trastornos, hipocondría y TSS, tienen características 1
salud y una mayor atención a posibles síntomas físicos y/o mentales, diferentes que incluyen desde la forma de presentación y el tra­
que un incremento de preocupaciones, creencias y comportamientos tamiento, hasta comorbilidad, evolución, curso y pronóstico, como
típicamente hipocondríacos. demuestra la investigación. Por lo tanto, merecen ser considerados
Las formas secundaria y primaria de hipocondría conllevan un como tales.
nivel mayor de gravedad. La secundaria hace referencia al desa­ En nuestra opinión, y así lo consideraremos a lo largo de este
rrollo de sintomatología hipocondríaca como consecuencia de otro texto, el diagnóstico de hipocondría en el DSM-5 se ajusta bastante
trastorno mental, especialmente trastorno de pánico o angustia y más al TAE que al TSS, al contrario de lo que se afirma en ese
depresión. Habitualmente desaparece, o se mantiene en niveles manual. Este planteamiento coincide con el expresado por expertos
subclínicos, cuando remite el trastorno principal y, en este sentido, en el trastorno: por ejemplo, Olatunji et al., (2009) critican consi­
es similar a la hipocondría transitoria que antes mencionamos. La derar la hipocondría como un trastorno somatoforme caracteriza­
hipocondría primaria, sin embargo, hace referencia a que ese es el do por una serie de síntomas y signos corporales, es decir, como 1
trastorno principal y, por tanto, debe ser el foco primario de aten­ un TSS. Siguiendo la estela de las propuestas de Salkovskis de los •'
ción clínica, aunque en una gran mayoría de los casos coexiste con, años noventa, estos autores recalcan la similitud fenomenológica '
o da lugar a, otros trastornos mentales, como se verá más adelante. de la hipocondría con los trastornos de ansiedad sobre la base de
Por último, la presencia de una ideación delirante de contenido su característica clínica fundamental: la ansiedad extrema (pato­
lógica) por lo salud, y no tonto la presencio de síntomas somáti­
hipocondríaco es indicativa de un nivel máximo de gravedad que
cos, excesivos o anormales (por su falta de justificación médico).
remite a un diagnóstico del espectro psicótico en lugar del de hipo­
En consecuencia, sería el TAE, y no el TSS, el diagnóstico que, en
condría. En estos casos, la preocupación o el miedo a padecer una el mejor de los casos, reemplazaría al clásico de hipocondría. Y, si
enfermedad dan paso a la creencia o convicción de que se tiene en su mismo definición se hablo de ansiedad ( trastorno de ansiedad
una enfermedad, creencia que es inmune a la tranquilización, el por la enfermedad!, lo lógico es que se incluyo en la categoría de
reaseguro, o las evidencias en contra y que, además, se acompaña
de otros síntomas típicamente psicóticos. Cuando los delirios son
exclusivamente de contenido hipocondríaco, se suele calificar como
«psicosis hipocondríaca monosintomática» (Starcevic, 2001)_ )) Tabla 9.6. Criterios DSM-5 para el diagnóstico del trastorno
Por lo que se refiere a la ubicación y caracterización de la hipo­ de ansiedad por la enfermedad
condría en los sistemas actuales de diagnóstico psiquiátrico, hay rA.
que decir, en primer lugar, que, si bien el diagnóstico de hipocon­ Preocupación •por padecer o contraer una enfermedad grave.
dría ha estado presente tanto en el sistema de la OMS como en B. No existen síntomas somáticos o, si están presentes, son
el de la APA desde sus primeras versiones, no siempre ha habido únicamente leves. Si existe otra afección médica o un
coincidencia entre ambos sistemas y, de hecho, las discrepancias y riesgo elevado de presentarla (p. ej., antecedentes familiares
diferencias son especialmente notables en las versiones más recien­ importantes), la preocupación es claramente excesiva o
tes, como ya hemos comentado en apartados previos. desproporcionado.
El DSM-5 establece, de una forma bastante arbitraria (Starce­
vic y Noyes, 2014), que el 75 % de los pacientes diagnosticados de
c. Existe un grado elevado de ansiedad acerca de la salud y el
individuo se alarma con facilidad por su estado de salud.
hipocondría según el DSM-IV, se diagnosticarán ahora como TSS
y solo una minoría, el 25 % restante, se diagnosticarán como TAE. D. El individuo tiene comportamientos excesivos relacionados
Como ya se ha visto antes, el TSS se caracteriza por la presencia de con la salud (p. ej., comprueba repetidamente en su cuerpo si
síntomas somáticos que causan malestar y pensamientos, sentimien­ existen signos de enfermedad) o presenta evitación por mala
tos o comportamientos excesivos relacionados con esos síntomas o adaptación (p. ej., evita las visitas al clínico y al hospitall.
E. La preocupación por la enfermedad ha estado presente
asociados a la preocupación por la salud. Por su parte, la caracte­
rística principal del TAE es la preocupación por padecer o contraer
una enfermedad grave sin presencia de síntomas somáticos, o si al menos durante seis meses, pero la enfermedad temida
están presentes, son únicamente leves. Así, la clasificación de los específica puede variar en ese período de tiempo.
F. La preocupación relacionada con la enfermedad no se
IL

pacientes en la categoría de TSS o en la de TAE, dependerá de la


presencia (TSS) o no ffAEl de síntomas somáticos (Criterio Al junto explica mejor por otro trastorno mental, como un trastorno de
con la preocupación por la enfermedad, aun en ausencia de sínto­ síntomas somáticos, un trastorno de pánico, un trastorno de
mas (Criterio B) (véase la Tabla 9.6). Otra diferencia entre el TSS y ansiedad generalizada, un trastorno dismórfico corporal, un
el TAE refiere a las manifestaciones conductuales de la hipocondría. trastorno obsesivo-compulsivo o un trastorno delirante de tipo
En el TAE, la preocupación por la posibilidad de estar enfermo pue­ somático.
de llevar a la búsqueda de cuidados médicos o a todo lo contario,
su evitación o rechazo activos (Criterio Dl. En el TSS, la evaluación Especificar si:
de las manifestaciones conductuales resulta problemática, ya que se - Tipo con solicitud de asistencia: utilización frecuente de la
define vagamente como «tiempo y energía excesivos consagrados a asistencia médico, que incluye visitas al clínico o pruebas
estos síntomas» o a la «preocupación por la salud» (Criterio B-3). y procedimientos. ló
- Tipo con evitación de asistencia: raramente se utiliza la
La caracterización clínica que de la «antigua» hipocondría
asistencia médica.
hace el DSM-5 resulta como mínimo ambigua. En realidad, el TSS \. /

298
Capítulo 9. Trastornos de síntomas somáticos y t rastornos relacionados

trastornos de ansiedad. En todo caso, como señala Starcevic (2019), )) Tabla 9.7. Características comunes entre la hipocondría
lo situación conceptual y nosológica de la hipocondría sigue siendo o ansiedad por la enfermedad y el t rastorno obsesivo­
controvertida. compulsivo
La versión de la CIE q_ue está oficialmente en vigor al redactar
este texto es la décima. Los criterios para el diagnóstico de hipo­ Pensamientos, sensaciones, imágenes,
condría son similares a los q_ue se planteaban en el DSM-IV-TR, es o impulsos intrusivos, recurrentes, '
decir, creencia de q_ue se padece una enfermedad sobre la base desagradables y difíciles de controlar.
de síntomas, y persistencia de la creencia a pesar de las reiteradas Alta sensibilidad a la ansiedad.
Síntomas

explicaciones médicas sobre la ausencia de causas somáticas q_ue Hipervigilancia.


lo justifiq_uen. Sin embargo, esa caracterización de la hipocondría
cambia radicalmente en la nueva edición, CIE-11. Los cambios más Intolerancia a la incertidumbre.
Importantes son los siguientes: Catastrofismo o sobrevaloración de la amenaza.
Sobrevaloración de la importancia de los
l. La hipocondría desaparece del grupo de los trastornos soma­
Creencias
pensamientos.
tomorfos y se incluye en el del Trastorno obsesivo-compulsivo y
disfuncionales

- Fusión pensamiento-acción tipo


relacionados.
o distorsionadas

probabilidad.
2. El término de hipocondría se mantiene como el principal, pero
se hace análogo a los de ansiedad por la enfermedad, nosofo­ Comprobación.
bia, y neurosis hipocondríaca. Necesidad de reasegurarse.
3. El diagnóstico de hipocondría excluye los de trastorno dismór­ Evitación.
Comportamientos

fico corporal, trastorno por malestar somático (Bodily distress


Terapia cognitivo-conductual (incluyendo
disorder) y miedo al cáncer.
exposición con prevención de respuesta).
"· No especifica pautas sobre la duración del trastorno para esta­ Inhibidores selectivos de la recaptación
Tratamientos

blecer un diagnóstico de serotonina USRSl.


eficaces

5. Los criterios de diagnóstico hacen referencia a tres aspectos


nucleares de la hipocondría: cognitivos (preocupación, creen­ • Trastorno de pánico.
cias disfuncionales -catastrofismo e hipervigilancia de sínto­ • Depresión.
Comorbilidad

mas, aunq_ue sean inocuos o normales), emocionales (miedo),


..,
y de comportamiento (comprobación, evitación, búsq_ueda de
reaseguro).
Por otro lado, es importante hacer una referencia a la denomi­
Junto a estas características, mantiene uno de los criterios q_ue nación actual de hipocondría como ansiedad por la enfermedad en
en el DSM-IV fueron más criticados: la persistencia de la preocu­ los sistemas psiq_uiátricos de diagnóstico frente a la de ansiedad por
pación a pesar de las evaluaciones y explicaciones médicas, con la salud en los planteamientos psicológicos de la psicopatología. El
lo q_ue el mantenimiento del trastorno depende no solo de lo q_ue concepto de ansiedad por la salud fue propuesto por Salkovskis y
le preocupe al paciente, sino además de q_ue las explicaciones y Warwick (1986) para describir un continuo de preocupaciones por
evaluaciones médicas sean adecuadas y comprendidas <y q_ue el la salud q_ue fluctúa desde la preocupación leve, a menudo transi­
paciente tenga acceso a ellas, claro está). Otro aspecto importante toria, por el estado de salud, q_ue se activa como consecuencia de
hace referencia al nivel de comprensión o insight del paciente sobre la observación o constatación de síntomas físicos, hasta la hipocon­
la «racionalidad» o adecuación de su preocupación en relación dría o preocupación mórbida por la salud, en la q_ue el individuo
con los síntomas o signos. Este especificador es interesante, en la interpreta como indicadores de una enfermedad grave los síntomas
medida en q_ue permite establecer un continuo de preocupación q_ue observa. Por tanto, esta propuesta pretendía ubicar los miedos
hipocondríaca q_ue fluctúa desde un nivel leve Unsight adecuado) y preocupación hipocondríacos en el extremo patológico de una
hasta uno grave (delirante), si bien q_ueda al arbitrio del juicio clíni­ dimensión continua de ansiedad y miedo por la pérdida de salud,
co valorarlo ya q_ue la CIE no proporciona, por el momento, criterios en la q_ue todas las personas podemos situarnos en algún momento
más específicos para evaluarlo. de la vida, haciendo posible así una mejor comprensión de lo q_ue
El cambio más importante, no obstante, es la inclusión de la significa el trastorno hipocondríaco y permitiendo el desarrollo de
hipocondría en el grupo de trastornos q_ue tiene como eje central estrategias más eficaces de tratamiento psicológico. Es decir, iden­
al obsesivo-compulsivo. Este viene siendo propuesto y defendido tificar «hipocondría» con el concepto más amplio de «ansiedad»,
por muchos expertos (p. ej., Abramowitz y Braddock, 2006; R eu­ permitía aplicar los conocimientos sobre la adq_uisición y el mante­
man et al., 201 7), debido fundamentalmente a las muchas simi­ nimiento de la ansiedad a ese trastorno. Pero, además, la propuesta
litudes fenomenológicas y funcionales entre la hipocondría y el pretendía sustituir el término diagnóstico de hipocondría por el de
TOC q_ue, de manera esq_uemática se resumen en la Tabla 9.7. ansiedad por la salud, q_ue carece de connotaciones peyorativas y
q_ue hemos desarrollado en otro lugar (Belloch et al., 2019). Sobre no remite a ninguna disfunción orgánica (recuérdense los orígenes
la base de estas similitudes, el grupo de expertos de la OMS sitúa del término hipocondría q_ue comentamos al inicio de este capítulo).
ambos trastornos en el mismo grupo, si bien también presenta El concepto de ansiedad por la salud permite integrar en un
similitudes con los Trastornos de ansiedad y relacionados con el modelo coherente, a la vez q_ue compatible con los modelos cogni­
miedo (denominación propuesta en la CIE- 1 1 para los Trastornos tivos sobre la ansiedad, los datos y las observaciones clínicas q_ue
de ansiedad). se han ido publicando sobre las características de las personas con
¡� 11 Manual de psicopatología. Volumen 2

hipocondría: hipervigilancia, aumento de la atención hacia las posi­ conjunto, los datos indican que entre un 1 % y un 3 % de los pacientes
bles amenazas y, en especial, los relacionadas con riesgos paro lo atendidos en atención primaria cumplen el criterio completo o el
propia salud, pensamientos e imágenes intrusivos sobre lo enferme­ criterio abreviado para lo hipocondría.
dad y lo muerte, búsqueda de explicaciones sobre esos pensamien­ Otros estudios, más numerosos, han evaluado lo prevalencia de
tos que don lugar o creencias distorsionadas y comportamientos lo hipocondría en consultas de especialidades médicos. Uno de los
de «seguridad» que, o su vez, refuerzan los interpretaciones dis­ más amplios, con más de 5.000 pacientes ambulatorios en Chino,
funcionoles sobre los cambios corporales como amenazas para la utilizó uno entrevisto clínica estructurado y registró una prevalen­
salud, etc. (Rochmon, 2012). cia de 0,38 % (Liu et al., 2012). Estudios a menor escalo, utilizando
A pesar de ello, la denominación ansiedad por la salud no se también entrevistos estructurados poro evaluar o pacientes ambu­
utiliza como diagnóstico en los sistemas de diagnóstico psiquiátrico, latorios (Borsky et al. , 1990), pacientes hospitalizados ffink et al. ,
pues como hemos visto, el DSM-5 utiliza el de ansiedad por la enfer­ 2004) y pacientes quemados (Ter Smitten et al., 2011) , informan pre­
medad y lo CIE- 11 sigue utilizando el de hipocondría (que equipara valencias que oscilan entre el 3,5 % y el 6 , 3 %. Lo bojo prevalencia
al de ansiedad por lo enfermedad). Una de los razones que se ha del estudio de Liu et al. (2012) podría estor reflejando diferencias
esgrimido para ello es que la «ansiedad extrema o patológico por culturales en la expresión y aceptación de lo ansiedad en el con­
la salud» no conlleva lo creencia de enfermedad o pesar de las texto médico. Por último, en población psiquiátrico, lo prevalencia
explicaciones y evaluaciones médicos que o menudo presentan los de lo hipocondría es del 1,6 %, siendo más elevado en personas más
personas con hipocondría (Storcevic y Noyes, 2014) y, por lo tonto, mayores (Altomura et al., 1998).
no incluye ni permite evaluar el grado de insight o comprensión En cuanto al curso, el trastorno puede comenzar o cualquier
del problema, que es un indicador de gravedad y de resistencia al edad, aunque lo más frecuente es que lo hago en los primeros años
tratamiento. Otros autores (p. ej. , Fovo et al., 2017) proponen que el de vida adulto. El curso es generalmente crónico, aunque pueden
término «ansiedad por la salud» se reserve para denotar una preo­ existir períodos de mayor o menor intensidad relacionados con
cupación genérica por la salud y la enfermedad, que oscilo de leve períodos de estrés. El diagnóstico suele ser estable: hasta dos ter­
o grave, y en la que pueden ubicarse muchos pacientes hipocon­ ceras partes de los pacientes hipocondríacos continúan cumpliendo
dríacos, pero que no es suficiente para identificar todo el rango de los criterios para este trastorno al cabo de un año, y el tercio res­
características psicopotológicos que se producen en lo hipocondría. tante continúo presentando síntomas hipocondríacos Uyvosjorvi et
Sin entrar en estas consideraciones, o lo largo de este texto al., 1999). Se han descrito como factores de buen pronóstico un inicio
los términos «hipocondría» y «ansiedad por lo salud» no serán agudo, lo duración breve del trastorno, la levedad de los síntomas,
utilizados de manera intercambiable para evitar confusiones. Como lo presencio de uno enfermedad médico concomitante, lo ausen­
dijimos al inicio, el término «hipocondría» hará referencia especí­ cia de trastornos mentoles comórbidos, y la ausencia de ganancias
ficamente al diagnóstico basado en los nuevos criterios de lo OMS secundarios (p. ej., bajos laborales).
(CIE- 11} y al «Trastorno de ansiedad por la enfermedad» de la APA Por otro lodo, se han señalado diferentes factores que podrían
(DSM-5) , mientras que el de «Ansiedad por la salud» se reservará contribuir o un peor pronóstico del trastorno, como los siguientes:
para identificar las propuestas psicológicas asociados al modelo de
l. Uno mayor gravedad de los síntomas, uno mayor duración del
Worwick y Solkovskis, que se explican más adelante.
trastorno, lo concurrencia de otros trastornos psiquiátricos y los
b. Epidemiología, curso y pronóstico puntuaciones altos en neuroticismo (Noyes et al., 1994).
2. Uno mayor comorbilidod de trastornos depresivos y ansiosos y
Los investigaciones publicadas sobre la prevalencia de la hipocon­ uno mayor comorbilidod médico (Robbins y Kirmoyer, 1996).
dría están basadas en los criterios del DSM-IV y lo CIE-10. Por tanto,
los datos que resumimos se basan en estudios que utilizan los crite­ 3. Mayor somotizoción, menor morbilidad médico y mayor convic­
rios diagnósticos de los sistemas precedentes. ción de enfermedad (Borsky et al., 1998).
A nivel comunitario, cuando se ha aplicado el criterio de hipo­ IJ. Más somatizociones, más amplificación de los sensaciones cor­
condría del DSM-IV, la prevalencia ha sido generalmente boja, entre porales y atribución de síntomas somáticos o enfermedad grave
un 0,05 % y un 0,4 % (Bleichhordt y Hiller, 2007; Martín y Jacobi, (Borsky et al., 2000).
2006). En un estudio realizado en Canadá , se observó uno preva­ 5. Mayor gravedad del trastorno, más somotización , una mayor
lencia de 0,2 %, pero aumentaba al 1,3 % si se utilizaban criterios psicopotologío (evaluado con el «Cuestionario de 90 sínto­
abreviados, es decir, al excluir la resistencia al adecuado reaseguro mas-revisado»>, más cogniciones disfuncionoles acerco del
médico [Criterio B del DSM-IV]) (Looper y Kirmayer, 200D. En con­ funcionamiento corporal, un mayor deterioro psicosociol y una
junto, estos datos indican que lo hipocondría es poco frecuente en mayor utilización de los recursos sanitarios (Hiller et al., 2002).
lo población comunitaria, con uno prevalencia menor al 0,5 %, si Los estudios sobre lo influencio de variables demográficos
bien con un criterio menos restrictivo, que podría corresponder al (edad, sexo) , sociales, o culturales en lo hipocondría, son muy esca­
trastorno de ansiedad por la enfermedad del DSM-5, la prevalencia sos. En cuanto al sexo, lo mayor porte de los estudios epidemiológi­
se encontraría alrededor del 1 %, según Storcevic y Noyes (2014). cos generales no detectan uno prevalencia desigual de hipocondría
En atención primaria la estimación más fiable proviene del estu­ ni de ansiedad por lo salud en función del sexo o, en todo coso,
dio de lo OMS que constató uno prevalencia del 0,8 % (Gureje et al., se observo uno prevalencia ligeramente mayor en mujeres (p. ej.,
1997b) según criterios CIE-10. Este estudio también informó de una Clorke et al. , 2008) que podría estor reflejando en realidad lo dis­
prevalencia del 2,2 % para un diagnóstico abreviado de la hipocon­ posición o buscar ayudo especializado y, por tonto, a no ocultar los
dría. Sin embargo, en otro estudio realizado en atención primaria se problemas en el coso de los mujeres. Por último, los diferencias en
observó uno prevalencia de 3,4 % (Escobar et al., 1998). Tomados en prevalencia de lo hipocondría en diferentes contextos culturales se

300
Capítulo 9. Trastornos de síntomas somáticos y trastornos relacionados 'll

han examinado únicamente en un estudio propiciado por la OMS, cializados en algún tipo de enfermedad médica, centros de salud
llevado a cabo en el contexto de la atención primaria de 1 4 países y mental, etc.l, lo que complica las comparaciones entre los diferentes
basado en criterios de la CIE-10 (Gureje et al., 1997). La prevalencia estudios. Teniendo en cuenta todo ello, una conclusión evidente es
media de hipocondría fue del 0,8 %, en un rango que oscilaba entre la de que, hoy por hoy, la información de la que disponemos sobre
el 0, 2 % y el 1,2 %. Las excepciones se produjeron en Nigeria y Chile, la comorbilidad de la hipocondría con otros trastornos mentales es
con prevalencias más elevadas O, 9 % y 3,8 %, respectivamente). poco estable.

c. Comorbilidad d. Diagnóstico diferencial


Los estudios que analizan las tasas de co-ocurrencia entre la hipo­ Más allá de la escasa consistencia de los datos sobre comorbilidad,
condría y el trastorno de somatización (criterios DSM-IV-TRl ya han lo que es indudable es el hecho de que la hipocondría comparte
sido comentados en el apartado dedicado al TSS. características clínicas con otros trastornos. Por eso mismo, resulta
obligado valorar si se produce una coexistencia entre la hipocondría
La presencia de hipocondría en pacientes diagnosticados de
y otro trastorno mental y, si es así, hasta qué punto la hipocon­
trastorno de pánico, trastorno obsesivo-compulsivo, trastorno de
dría es el problema principal o diana o si, por el contrario, es el
somatización y depresión mayor se ha analizado en diferentes tra­
secundario o derivado. En todo caso, se tenga o no seguridad sobre
bajos. Con relación al trastorno de pánico, se ha observado que
ello, deben diagnosticarse todos los trastornos coexistentes. Star­
un 25 % de los pacientes de atención primaria con ese diagnóstico
cevic (2001, 2014) propone un proceso secuencial a modo de árbol
padece hipocondría (Barsky et al., 1994), y este porcentaje es mayor
de decisión para realizar un adecuado diagnóstico diferencial, de
entre los pacientes psiquiátricos con trastorno de pánico (entre el
modo que las condiciones que requieran atención inmediata sean
45 % y el 51 %) (Bach et al., 1996). Las tasas de ca-ocurrencia entre el
las primeras en descartarse o confirmarse, como es el caso de las
TOC y la hipocondría son inferiores a las encontradas para el tras­
enfermedades médicas y los trastornos de la esfera psicótica. La
torno de pánico: en torno al 10 % para la prevalencia actual (Gree­
Tabla 9.8, modificada de Starcevic (2001l, ejemplifica ese proceso
ven et al., 2006), y entre el 8,2 % y el 15 % para la prevalencia vital
cuyo contenido comentamos a continuación.
(du Toit et al., 2001l. Estas tasas son más altas que las tasas vitales
de la hipocondría o del TOC en la población general, pero más bajas Puesto que la preocupación excesiva por la salud no es un antí­

rencial es excluir la existencia de un trastorno físico o una enferme­


que la probabilidad de que la mayoría de los trastornos depresivos doto contra la enfermedad, el primer paso en el diagnóstico dife­

dad médica. Si bien es cierto que la presencia de una enfermedad


y de ansiedad ocurran en la hipocondría o en el TOC. Solem et
al. (2015) informan que el 30,4 % de los pacientes con TOC obtuvo
una puntuación superior al punto de corte para el Índice Whiteley médica no es incompatible con el diagnóstico de hipocondría, los
(auto-informe de cribado para la hipocondría), dato que supera al síntomas del paciente se considerarían desproporcionados en rela­
--
de las investigaciones epidemiológicas previas (p. ej., Tyrer et al., ción con la enfermedad. Según Schmidt (1994), cuando existe una
enfermedad o trastorno médicos, es posible establecer un diagnós­
2011) y que contradice las observaciones de Starcevic (2014) acerca
tico adicional de hipocondría en los cuatro casos siguientes: (1) el
de que la ansiedad por la salud no coexiste típicamente con el TOC.
paciente interpreta catastróficamente la información médica sobre
La co-ocurrencia entre la depresión y la hipocondría ha sido la enfermedad; (2) no se tranquiliza cuando el médico le confirma
objeto de investigación especial, con resultados dispares. Mientras el pronóstico favorable de su trastorno; (3) su temor o creencia se
que Demopulos et al. (1996) encontraron que únicamente un 2 % basa en síntomas físicos independientes de la enfermedad, o poco
de los pacientes con depresión mayor padecía hipocondría, otros relevantes, y (4) las preocupaciones hipocondríacas existían con

sión, entre un 18,1 % y un 69 % sufrían también hipocondría (p. ej.,


autores informan que, en los pacientes hospitalizados con depre­ anterioridad a la aparición de la enfermedad física actual.
En segundo lugar, es importante descartar que exista un delirio
El-Islam et al., 1989). El estudio de Gureje et al. (1997), basado en
sobre la presencia de una enfermedad grave. Los delirios se carac­
criterios CIE-10, constató sin embargo una tasa de comorbilidad
terizan por una gran convicción, una gran fijación o persistencia a
muy elevada (46, 3 %), que sin embargo desciende hasta el 15, 3 %
pesar de las evidencias en contra, y una disminución de la capaci­
en el trabajo más reciente de Fink et al. (2004). En ambos casos,
dad para reconocer que la creencia es consecuencia de un trastorno
el número de pacientes era muy pequeño y los datos se recabaron
mental (Brakoulias y Starcevic, 2011l. Un paciente con hipocondría
en atención primaria. En nuestro contexto, la tasa de comorbilidad
no tiene la certeza absoluta de que su creencia sobre la enferme­
entre hipocondría y depresión mayor (criterios DSM-IV-TRl en per­ dad sea cierta, lo que aumenta su incertidumbre; sin embargo, un
sonas que acuden a un centro de salud mental es del 31,8 %, cifra paciente con psicosis parece estar más seguro de que padece una
cercana a la tasa informada en el estudio mencionado de Gureje y enfermedad grave y rara vez pone en duda su creencia (Starcevic
cols. (López-Santiago, 2011l. y Noyes, 2014). Además, la convicción de enfermedad, y no tanto
Otros trabajos han investigado la comorbilidad con los trastor­ la preocupación, sería más característica de la hipocondría y, los
nos de personalidad, mostrando que los trastornos obsesivo-com­ delirios de tipo somático o hipocondríaco se acompañan habitual­
pulsivo, evitativo, y paranoide son frecuentes en los pacientes con mente de otros síntomas de la esfera psicótica que no se producen
hipocondría (p. ej., Fallon et al., 2012). en la hipocondría.
Como hemos dicho, la mayoría de los estudios son anteriores al La literatura sobre la relación entre hipocondría y depresión es
DSM-5 y, en muchos casos, incluso al DSM-IV. Además, el número amplia y se remonta a muchas décadas. La hipocondría suele estar
de pacientes que se incluye en muchos casos es reducido, lo que acompañada de síntomas depresivos, tales como un bajo estado
plantea dudas sobre su generalización. Un problema adicional es de ánimo, una baja autoestima, fatiga, disminución del apetito, e
que los datos publicados se han obtenido en contextos muy diferen­ insomnio, aunque estos síntomas no forman parte del cuadro clínico
tes (hospitalización psiquiátrica, atención primaria, centros espe- «puro» de la hipocondría <Starcevic, 201 4). En este sentido, y tal

30I
tt Manual de pslcopatología. Volumen 2

)) Tabla 9.8. Proceso para el diagnóstico diferencial del trastorno de ansiedad por la enfermedad (TAE) *

-
... Ante síntomas q_ue sugieren un TAE...

lHay enfermedad médica que explica los síntomas d e TAE? SÍ Enfermedad médica

-
l NO

-
¿cualidad delirante de los síntomas? ¿Más síntomas psicóticos? SÍ Trastorno psicótico
l NO

-
¿síntomas de DM? ¿síntomas de TAE solo presentes en el episodio de DM? SÍ Depresión mayor
l NO

-
llos síntomas de TAE forman parte del trastorno de pánico, o solo están presentes durante
SÍ Trastorno de pánico
los episodios de pánico 7
l NO
llos síntomos TAE se experimentan como intrusivos, no razonables, excesivos, injustificados? SÍ Trastorno obsesivo-compulsivo

-
l NO

-
LEI malestar se centra en los síntomas físicos y se busca explicación médica para ellos? SÍ Trastorno de síntomas somáticos
l NO
LEI miedo y los comportamientos de evitación se circunscriben a una enfermedad concreta,
SÍ Fobia a la enfermedad
y hay consciencia de lo excesivo del miedo?

-
l NO

-
Wuración de los síntomas de TAE < 6 meses7 SÍ TAE transitorio
l NO

-
¿La intensidad de los síntomas, su interferencia, el malestar asociado, etc., son subclínicos
SÍ Ansiedad por la salud
(p. ej., ansiedad por la salud, exceso de concienciación sobre la salud, etc.)?
l NO
LSe cumplen los criterios diagnósticos de TAE? SÍ TAE
\_

* Modificada de Starcevic (200 1 ).

como señalan Noyes et al. (1994), es más probable que la hipocon­ así como en la consideración de la hipocondría como el extremo
dría preceda a la depresión y, por tanto, que esta última sea con­ patológico de un continuo de ansiedad por la salud, como ya vimos.
secuencia directa de la hipocondría. De hecho, la depresión mayor La hipocondría y el trastorno de pánico se caracterizan por
puede ser el resultado de la naturaleza agotadora y desmoralizado­ un estilo de pensamiento focalizado en el cuerpo y los síntomas.
ra que a menudo tiene la hipocondría. En estos casos, suele haber Salkovskis y Clark (1993) sugirieron que la interpretación catastrófi­
una larga historia de síntomas de hipocondría previa a la depre­ ca de sensaciones y síntomas corporales inocuos podría estar en la
sión. En todo caso, debería hacerse un doble diagnóstico cuando base de ambos trastornos, y que la principal diferencia entre ambos
la depresión mayor es moderada o grave, además de tratar ambos estaba en la creencia en la inmediatez de la catástrofe («morir aquí
trastornos. Dubovsky ( 1988) señaló algunos aspectos que pueden y ahora») en el caso del trastorno de pánico, frente a la creencia
ayudar a diferenciar una depresión mayor de la hipocondría. Entre en una catástrofe demorada en el tiempo, insidiosa, dolorosa, y de
otros, indica que, en la depresión, pero no en la hipocondría, predo­ larga duración en la hipocondría <«la muerte»). Hay varios estu­
minan los síntomas de tipo vegetativo que además suelen agravarse dios que demuestran que las personas con estos trastornos presen­
en las primeras horas del día. Por nuestra parte, añadiremos que a tan niveles similares de vigilancia corporal meacon y Abramowitz,
las personas con depresión no les preocupan en realidad sus sínto­ 2008), miedo a los cambios corporales ( Neziroglu et al., 2000) y
mas físicos, o les preocupan mucho menos que a las que padecen amplificación somatosensorial (Martínez et al., 1999). Aunque los
hipocondría, sin olvidar que la ideación autolítica es poco habitual dos trastornos comparten una serie de rasgos comunes, también
en la hipocondría mientras que es un riesgo muy común en la depre­ poseen diferencias significativas entre sí. La primera de ellas hace
sión mayor. Por otro lado, hay que recordar que actualmente se referencia a la inmediatez de la amenaza temida, como ya hemos
considera que la hipocondría está más relacionada con la ansiedad dicho. Una segunda fuente de diferencias refiere a la forma en la
que con la depresión, y ello queda en parte reflejado en la denomi­ que se malinterpretan los síntomas: los pacientes con trastorno de
nación de «trastorno de ansiedad por le enfermedad» del DSM-5, pánico se centran en los síntomas de hiperactividad autonómica y

302
Capítulo 9. Trastornos de síntomas somáticos y trastornos relacionados

arousa/ (p. ej., taquicardia, dificultad para respirar, etc.l, que inter­ grave, un temor que es exclusivo de este trastorno <Fergus, 2014;
pretan como signo de muerte inminente en lugar de como síntomas Marcus y Church, 2003).
de ansiedad, mientras que el rango de síntomas que los pacien­ Hay una serie de características que distinguen el TAE del TSS
tes con hipocondría interpretan disfuncionalmente es m ucho más que ya comentamos antes. Las diferenciaciones que estableció
amplio y, a menudo, inespecífico y cambiante (Salkovskis y Clark, Murphy (1990> entre ambos trastornos, antes del DSM-5, pueden
1993; Deacon y Abramowitz, 2008). Por último, en la hipocondría los ser útiles para el diagnóstico diferencial. Resumidamente son éstas:
síntomas se manifiestan de manera persistente, mientras que en el (1) los hipocondríacos buscan información médica tranquilizadora en
pánico lo hacen sobre todo durante las crisis. las exploraciones a las que se someten; los que tienen TSS quieren
conseguir un diagnóstico de enfermedad médica que explique sus
síntomas físicos; (2) en la hipocondría la creencia se centra en la
¿) Amplificación somatosensorial. Tendencia a experi­ existencia de una o más enfermedades orgánicas graves; en el TSS
mentar las sensaciones somáticas como intensas, nocivas, la creencia de enfermedad es firme, pero no se relaciona necesa­
y perturbadoras. C onlleva hiper vigilancia o aumento del riamente con algo grave e irreversible; (3) los hipocondríacos se
preocupan por el significado de sus síntomas leves; los pacientes
foco atencional en las sensaciones corporales, tendencia a
con TSS centran su preocupación en el desacuerdo con los médicos
seleccionar y centrarse en determinadas sensaciones corpo­ en relación con el origen y las causas de tales síntomas que, ade­
rales débiles e infrecuentes, y predisposición a reaccionar a más, valoran como importantes y claramente significativos, y (4) en
las sensaciones somáticas mediante respuestas afectivas y la hipocondría al paciente le asusta poder sufrir una enfermedad
cognitivas que las intensifican. El estilo perceptivo amplifi­ grave; en el TSS lo que causa temor son las consecuencias que se
cador indica la tendencia a la amplificación somatosenso­ derivarían del hecho de enfermar sin haber recibido el diagnóstico
rial, adquiriendo, por tanto, características de rasgo estable. y tratamiento adecuados.
La fobia a la enfermedad y la hipocondría tienen en común el
miedo a la enfermedad. Pero la hipocondría se caracteriza por la
Las diferencias entre la hipocondría y el TOC parecen ser de creencia (que no la convicción) de que una enfermedad está ya pre­
naturaleza más cuantitativa que cualitativa, en muchos casos. Las sente (o se está gestando), mientras que la fobia a la enfermedad se
preocupaciones sobre la enfermedad en la hipocondría se experi­ caracteriza por el miedo a desarrollar o contraer una enfermedad
mentan de forma menos intrusa y más egosintónica que las obsesio­ concreta en el f uturo (Noyes et al., 2004), además de que el fóbico
nes, en buena medida porque la persona con hipocondría considera tiene un mayor insight sobre la naturaleza psicológica de su miedo,
normal y aj ustado a sus valores y ética preocuparse por su estado de modo que tiene menos dificultades para reconocer que es poco
de salud, mientras que muchos contenidos obsesivos son experi­ lógico o f undamentado y, por lo tanto, que es desproporcionado
mentados como egodistónicos porque contravienen las normas y o excesivo. A nivel comportamental, los pacientes con fobia a la
valores del paciente. Además, mientras que los contenidos de las enfermedad evitan frecuentemente estímulos relacionados con la
obsesiones son muy heterogéneos (agresivos, sexuales, morales, de enfermedad (p. ej., sensaciones, pensamientos, noticias, etc.l, mien­
contaminación, etc.l y los pacientes pueden presentar más de uno, tras que las conductas hipocondríacas típicas son la búsqueda de
o transitar entre unos y otros a lo largo de la evolución del trastor­ reaseguro y la comprobación del estado de salud. Esto comporta
no, los contenidos de las preocupaciones hipocondríacas se refieren la necesidad de plantear estrategias de tratamiento distintas para
siempre a la enfermedad y el significado amenazante o peligroso cada trastorno: exponerse a la enfermedad temida en el caso de
de los síntomas físicos. Los pacientes con TOC son más conscientes la fobia a la enfermedad (p. ej., Warwick y Marks, 1988), y terapia
de la irracionalidad o, en todo caso, de lo excesivo de sus miedos, cognitivo-conductual de más amplio espectro para la hipocondría
mientras que los pacientes con hipocondría pueden mantener sus <Belloch et al., 2019; Bouman, 2008; Cooper et al., 2017).
creencias sobre enfermedad con mucha intensidad. En consecuen­
cia, las conductas de comprobación y búsqueda de reaseguro se
e. Etiología
perciben como menos problemáticas, o menos ilógicas y excesivas, En las últimas décadas se han presentado varios modelos y teorías
en la hipocondría y, de hecho, los pacientes hacen pocos esfuer­ para explicar los mecanismos psicológicos que subyacen tanto a la
zos por resistirse a ellas (salvo cuando se sienten observados). Sin génesis como al mantenimiento de la hipocondría. Estos modelos se
embargo, las personas con TOC intentan resistirse a sus compulsio­ asientan en paradigmas teóricos tan dispares como el psicodinámi­
nes, al menos en algunas fases del trastorno. Y, salvo en los casos co, el psicosocial, el conductual, el cognitivo, o el cognitivo-conduc­
en los que el insight es muy bajo, son conscientes de lo excesivo e tual. Si bien es cierto que la mayoría de ellos reconocen que la hipo­
ilógico de sus comprobaciones. Los pacientes con hipocondría y con condría no obedece a una causa única, sino a un proceso interactivo
TOC se diferencian además en que los primeros presentan menos de variables de diversa índole, cada modelo ha subrayado la impor­
síntomas obsesivo-compulsivos (Hedman et al., 2017), más síntomas tancia de un elemento frente a los demás. Desde una perspectiva
somáticos (Lopez-Solá et al., 2014), niveles más altos de ansiedad psicodinámica ha sido conceptualizada como una manifestación
por la salud <Deacon y Abramowitz, 2008; Hedman et al., 2017), somática de fuerzas emocionales intrapsíquicas e inconscientes. Las
mayor vigilancia corporal <Deacon y Abramowitz, 2008), creencias formulaciones de corte psicosocial la han entendido en términos de
más catastróficas sobre la enfermedad (Abramowitz et al., 2007) y ganancias asociadas al hecho de asumir el rol de enfermo, o como
una mayor evitación (Neziroglu et al., 2000>. Así mismo, los pacien­ un modo de comunicación interpersonal. Finalmente, las aproxima­
tes con hipocondría se diferencian de los pacientes con TOC en que ciones conductuales y cognitivas la han considerado producto de
los primeros, tienen una tendencia a sobrestimar la probabilidad alteraciones o disfunciones en la atención, en el pensamiento, o en
de que los síntomas ambiguos sean indicativos de una enfermedad ambos. En este apartado resumimos las contribuciones más signi-

303
, '1 Manual de pslcopatologia. Volumen 2

ficativas realizadas desde planteamientos cognitivo-conductuales, acompaña siempre de síntomas físicos, característicos del estrés. A
puesto que de ellos se derivan a su vez los tratamientos psicológicos partir de esos síntomas se ponen en marcha las creencias y supues­
reconocidos como más eficaces. tos que la persona mantiene sobre lo que significa estar sano y, en
La mayor parte de las aportaciones cognitivas a la explicación concreto, sobre el significado y naturaleza de los síntomas que está
de la hipocondría se basan en conceptuar este trastorno como el experi mentando. Estas creencias y supuestos son importantes, pues
extremo más grave de la dimensión de ansiedad por la salud. Las de su contenido depende que se active el resto del proceso, y por
investigaciones en las que se basan estas aportaciones pueden esta razón Kellner los concibe como factores precipitantes especí­
agruparse en alguno de los siguientes ámbitos: ficos e idiosincrásicos. Pero también es importante la evolución de
los síntomas físicos. De hecho, puede suceder que sean transitorios
l. Alteraciones en los procesos y/o funciones cognitivas primaria­ y desaparezcan de manera espontánea, o puede que se acuda al
mente responsables de la recepción y/o entrada de la informa­ médico en busca de reaseguro y este le informe de que los síntomas
ción: atención y percepción. no son peligrosos. Si este es el caso, y la persona queda satisfecha
2. Alteraciones en los procesos cognitivos responsables de la ela­ con la explicación, es probable que ignore los síntomas hasta que
boración de la información: memoria y pensamiento. finalmente desaparezcan. En cualquiera de esas dos situaciones, se
3. Alteraciones en el comportamiento: conductas de seguridad y paralizaría el proceso y, por lo tanto, no se produciría la hipocondría.
evitación. Pero si la persona interpreta los síntomas que percibe como indi­
IJ. Alteraciones en los procesos emocionales y en la expresión de cadores de una enfermedad grave (p. ej., porque no ha obtenido
emociones: sensibilidad a la ansiedad y alexitimia. una explicación convincente del médico, o el reaseguro no ha sido
eficaz), se abre la puerta hacia el desarrollo de la hipocondría. La
5. Características de personalidad: neuroticismo y escrupulosidad.
primera consecuencia de esa interpretación es la de incrementar
Dadas las limitaciones que necesariamente se imponen en un la atención (y la consiguiente percepción) hacia los síntomas que
capítulo general como este, remiti mos al lector interesado a la preocupan, lo que a su vez provoca un incremento del estado de
bibliografía recomendada para obtener una información detallada
sobre estos aspectos (p. ej., Belloch et al., 2019). En este apartado
presentaremos únicamente los modelos integradores que incorpo­
ran, en un marco unificado, los distintos hallazgos y/o hipótesis de Factores predisponentes
uno o más de los cuatro ámbitos mencionados. Como se verá a con­
tinuación, todos los modelos propuestos siguen un mismo patrón de Estrés precipitante
tipo procesual, mediante el que se intentan explicar los diferentes
aspectos que inciden en el incremento de la vulnerabilidad a pre­ Síntomas somáticos
sentar el trastorno, siguiendo la lógica de la mayoría de los modelos
psicológicos de diátesis-estrés.

Kellner: la hipocondría como interpretación errónea


de síntomas físicos Idea personal
Precipitantes
Kellner ( 1985, 1989) di señó un proceso a través del cual se iban
de enfermedad específicos
incorporando los elementos implicados en la hipocondría y su evo­
lución hacia lo que él denominaba la neurosis hipocondríaca, que
se ejemplifican en la Figura 9.5. De acuerdo con su propuesta, un
conjunto amplio de factores actúan como predisponentes para el Percepción selectiva
desarrollo de la hipocondría: variables constitucionales y experien­
cias tempranas que hacen que la persona sea propensa a centrar
su atención sobre los síntomas corporales (p. ej., haber convivido
durante la infancia con fami liares enfermos, haber padecido una Factores de
Ansiedad
enfermedad, ambiente familiar interesado o preocupado por las mantenimiento
enfermedades, ambiente familiar inestable durante la infancia, o
las pérdidas y/o el duelo durante esa etapa de la vida). Ambos con­
juntos de variables constituyen el «caldo de cultivo» que facilitará
Interpretación errónea
la aparición de la hipocondría cuando se produzcan ciertos acon­
de la naturaleza de la
tecimientos precipitantes. Un factor precipitante de tipo genérico
enfermedad
es el estrés, que puede ser crónico (por acumulación de experien­
cias vitales estresantes), o agudo (provocado por un suceso inespe­
:!:

rado altamente estresante). Las posibil idades que Kellner incluye


como posiblemente estresantes son muy variadas: desde presenciar
la muerte de una persona u otras experiencias que acentúen la PREOCUPACIÓN
concepción de vulnerabilidad física, hasta padecer otros trastornos HIPOCONDRÍACA
psicológicos, tales como un trastorno de adaptación o cualquier
otro que se acompañe de si ntomatología física. La experimenta­
) ) Figura 9.5. Modelo explicativo de la neurosis
ción de cualquiera de estos acontecimientos vitales estresantes se
hipocondríaca, según Kellner 1 1 985).

304
Capítulo 9. Trastornos de síntomas somáticos y trastornos relacionados ]

ansiedad del q_ue ya partía desde el inicio como consecuencia del último factor hace referencia tanto al dolor y al sufrimiento que
estrés. Ante esta situación, es muy probable q_ue la persona comien­ acompañan al/la enfermo/a como a consecuencias más genera­
ce a interpretar en términos erróneos la naturaleza de los síntomas les, tales como perder un rol q_ue se está desempeñando (p. ej.,
q_ue advierte. Las explicaciones q_ue le da el médico acerca de q_ue ser madre) o la preocupación por la tristeza y el desconcierto que
no le pasa nada, lejos de tranq_uilizarle, afianzan su idea de que puedan sentir los seres queridos. El otro factor relevante es en qué
sufre una enfermedad física q_ue todavía no le han diagnosticado y medida la persona se considera capaz de interferir en el curso de
a partir de ese momento todos los síntomas y sensaciones que antes la enfermedad: esto es, si considera que tiene las estrategias de
habían sido ignorados adq_u ieren un significado concreto: «estoy afrontamiento adecuadas paro hacer frente a la amenaza perci­
enfermo/a». bida -la enfermedad-. El último factor se refiere a la posibilidad
Desde el momento en q_ue empieza a creer que está físicamente de contar con factores externos q_ue puedan intervenir en caso de
enfermo, asigna un valor amenazador a sus sensaciones somáticas necesitar ayuda, tales como el acceso a los servicios de salud y la
con lo q_ue se facilita el desarrollo de las estrategias de percep­ ayuda médica.
ción de síntomas y q_u e la focalización de la atención en su cuerpo Un aspecto relevante de este análisis es q_ue una persona puede
se convierta en un hábito sobre-aprendido. Además, la ansiedad experimentar una elevada ansiedad por la salud sin que exista una
puede llegar a estar condicionada a la percepción de sensaciones alta probabilidad de enfermar, por el simple de hecho de considerar
somáticas o pensamientos relacionados con la enfermedad, de tal que estar enfermo sería algo horrible, terrible y triste, o lo q_ue es
modo q_ue los incrementos de la ansiedad, que en algunos casos lo mismo, porq_ue se temen los costes asociados a la enfermedad,
pueden llegar a traducirse en crisis de pánico, pueden producir más como, por ejemplo, q_ue se acompañe de dolor y molestia, perder un
sensaciones corporales q_ue, a su vez, aumentan la ansiedad y la puesto de trabajo o sentirse una cargo para los familiares. Si, ade­
atención/percepción selectiva, estableciéndose así un círculo vicio­ más, la persona piensa que va a desarrollar una enfermedad o tiene
so q_ue perpetúa el trastorno. una alta probabilidad de padecerlo en un futuro, la ansiedad por la
salud aumentará. Estos factores cognitivos juegan un papel determi­
Salkovskis y Warwick: la hipocondría como ansiedad nante en la génesis del trastorno, puesto q_ue los pacientes perciben
por la salud las sensaciones y síntomas corporales como más peligrosos de lo
La formulación que realizan estos autores para explicar la hipocon­ q_ue realmente son y suelen considerar una enfermedad particular
dría se basa en un cambio conceptual de base: según su propuesta, más probable de lo q_u e realmente es. Además, se perciben a sí
se trata de un trastorno de ansiedad, y no un trastorno somatomor­ mismos como incapaces de prevenir la enfermedad o intervenir en
fo. A partir de aquí proponen un modelo explicativo similar a los su curso. En definitiva, consideran q_ue no disponen de los recursos
previamente propuestos para explicar otros trastornos de ansiedad necesarios para lidiar con la enfermedad.
como el pánico, con el que comparte inicialmente dos característi­ Este análisis ini cial se concreta en una formulación cogniti ­

planteaba en esa misma época para el trastorno de pánico. La Figu­


cas esenciales: la experimentación de síntomas físicos y su interpre­ vo-conductual que, como hemos dicho, e s muy parecida a la q_ue se

ra 9.7 ejemplifica el proceso. Las experiencias tempranas relaciona­


tación inicial como evidencias de una enfermedad grave (Salkovskis,
1989; Salkovskis y Clark, 1993; Salkovskis y Rimes, 1997; Salkovskis
y Warwick, 1986, 2001; Warwick y Salkovskis, 1989, 1 990)_ Ambos das con la enfermedad (propias o ajenas) y las experiencias negati­
trastornos comparten también el miedo a la muerte, pero en el caso vas con los servicios de salud conducen a la formación de creencias
del pánico el temor se concreta en un desenlace fatal inminente, disfuncionales sobre los síntomas, la enfermedad y las conductas
mientras q_ue en la hipocondría se trata de un proceso más lar­ de salud. Por tanto, se trata de creencias que la persona ha ido
go, pero igualmente doloroso y fatal. A partir de aquí, los autores adq_uiriendo o aprendiendo en diferentes momentos y situaciones,
plantean un esq_uema procesual a través del cual ilustran cómo se incluyendo las experiencias previas con enfermedades físicas o una
desarrolla la hipocondría y sugieren q_ue la interpretación q_ue hace experiencia médica insatisfactoria, eventos tales como la inespe­
una persona de sus sensaciones físicas depende de peligro percibi­ rada o problemática enfermedad de un ser q_uerido, o la informa­

se ejemplifican en la Figura 9.6.


do, que, a su vez, está en función de cuatro factores cognitivos que ción q_ue aparece en los medios de comunicación. Un ejemplo de
supuesto disfuncional sería pensar q_ue todos los cambios corporales
El más importante es la percepción de la probabilidad de desa­ tienen una causa justificada, o que se debe acudir al médico ante la
rrollar o padecer una enfermedad grave, q_ue interactúa con la mínima sospecha de enfermedad paro evitar un desenlace fatídico.
percepción de lo «terrible» q_ue sería sufrir esa enfermedad. Este Otras creencias pueden estar más relacionadas con enfermedades

Percepción de la probabilidad Percepción del coste, lo horrible


y la carga de la enfermedad
( ANSIEDAD J
de enfermedad

Percepción de la habilidad para Percepción de la medida en q_ue los

l hacer frente a la enfermedad factores externos nos ayudarán

) ) Figura 9.6. Factores cognit ivos implicados en la ansiedad ¡salkovskis y Warwick, 200 1 , p. 205).

305
t t Manu11I d1 p\lcopdtoloqlc:1. Volumen 2
síntomas tiene a su vez otras consecuencias perniciosas: por ejem­
plo, como consecuencia del arousal la persona experimentará más
Experiencias previas con la enfermedad sensaciones físicas, que podrá interpretar como indicadoras de
r J enfermedad. El aumento de la vigilancia corporal puede hacer que
la persona sea más consciente de sus funciones y cambios normales
¡·r f

)
y los interprete como anómalos. Y las conductas encaminadas a
Formación de creencias disfuncionales determinar si la enfermedad está o no presente contribuyen a man­
'I'

tener el problema mediante el incremento de la sintomatología y la


preocupación por la salud.
Una vez desarrollado el trastorno, entran en juego una serie de
factores que mantienen y exacerban la preocupación por la salud. El
proceso se ejemplifica en la Figura 9.8. En primer lugar, la ansiedad
por los síntomas y el estado de salud suelen tener como resultado
un aumento del arousal físico. Los pacientes pueden entonces malin­
terpretar esos síntomas de activación como una prueba adicional
de enfermedad física. En segundo término, la atención selectiva y
focalizada en el cuerpo puede hacer que la persona se percate de
variaciones (normales) de su funcionamiento corporal o aspectos de
su apariencia física, que de otro modo le habrían pasado desaperci­
bidos, y los interprete como anómalos. Finalmente, las conductas de
evitación, de auto-inspección corporal de las zonas problemáticas, y
de búsqueda de información tranquilizadora de fuentes médicas y/o
no médicas, contribuyen a fomentar la ansiedad por la salud. Estas
conductas funcionan de manera similar a como lo hacen los rituales
compulsivos en el trastorno obsesivo-compulsivo, ya que producen
una disminución transitoria de la ansiedad que viene seguida, pos­
teriormente, por un incremento de la misma. Este tipo de conductas
impide que el individuo aprenda que aquello que teme no le está
Conductual Afectiva/ Cognitiva Física ocurriendo, provoca que continúe prestando atención a sus pensa­
emocional mientos negativos, e incluso algunas de ellas influyen directamente
en los cambios corporales que elicitaron sus pensamientos iniciales
)) Figura 9.7. Warwick y Salkovskis [ 1990j: Modelo cognitivo (Warwick, 1989).
del desarrollo de la hipocondría. Los tres mecanismos descritos (arousal fisiológico, focalización
de la atención y conductas de evitación) llevan a la persona a preo­
cuparse por las sensaciones físicas percibidas como patológicas y a
específicas y debilidades personales, tales como considerar que se
es más vulnerable a una enfermedad determinada, o que una parte
específica del cuerpo no funciona como corresponde (p. ej., «mi
capacidad pulmonar no es buena»). Tales creencias pueden llevar
a la persona a prestar atención a los cambios corporales que son
indicativos de enfermedad y a ignorar los signos de buena salud.
ANSIEDAD POR LA SALUD

Esos supuestos o creencias pueden permanecer latentes hasta


que un incidente crítico los activa (p. ej., sensaciones corporales no Interpretación
habituales, aparición de un síntoma, muerte de un familiar o cono­ de sensaciones
cido de la misma edad, nueva información acerca de una enferme­ y/o de signos
dad), lo que provoca la intrusión de pensamientos e imágenes auto­ corporales como Atención
Conductas
Arousa/
máticos negativos y desagradables, que suscitan una interpretación indicadores de focalizada físico
catastrofista de las sensaciones y signos corporales. Se produce, enfermedad
asimismo, un aumento de la vigilancia corporal y la persona puede grave
observar más fácilmente otras sensaciones corporales. La interpre­
tación catastrofista de sus sensaciones y cambios corporales pro­
' . .

vocará un aumento de la ansiedad centrada en el estado de salud


(ansiedad por la salud).
Como todo trastorno de ansiedad, se manifiesta a través de (Preocupación por la percepción
síntomas de tipo conductual (comprobación, vigilancia corporal, �-----< de alteraciones/estado del cuerpo
búsqueda de reaseguro), afectivo/emocional (malestar, tristeza,
ira), cognitivo (vigilancia, atención selectiva, intensificación de las
creencias previas), y físico (síntomas característicos del arousal o )) Figura 9.8. Factores que mantienen la hipocondría
activación del sistema nervioso autonómico). La aparición de estos [ modificado de Salkovskis y Rimes, 1 997].

306
Capítulo 9. Trastornos de síntomas somáticos y trastornos relacionados

Creencias disfuncionales
Impide adquirir evidencia-- sobre enfermedad Atención selectiva
disconfirmatoria y tolerar ¡� - /
incertidumbre a las amenazas
/

Conductas de búsqueda
Vigilancia corporal
( de seguridad J (
i
Motivación para impedir Aumenta probabilidad
l
el daño y lograr seguridad de notar cambios

Percepción de síntomas
1

Ansiedad e incertidumbre
(._} ( físicos )
Activa el miedo � - ---- -
- �a/interpretación de
a la enfermedad Creencias catastrofistas / �ntomas ambiguos
sobre la enfermedad
J
) ) Figura 9.9. Modelo cognitivo-conductual de la hipocondría o ansiedad extrema por la salud [ modificado
de Abramowitz et al., 2007).

valorarlas como señales de la presencia de una enfermedad grave, lo


que, a su vez, aumenta la percepción de peligro, estableciéndose de
El modelo integrador cognitivo-evolutivo de P. Williams (20011)

este modo un círculo vicioso que prolonga y mantiene la hipocondría. A partir de la revisión de las investigaciones publicadas hasta ese
momento y los datos que apoyan los diversos supuestos del enfoque
Como comentamos antes, una parte muy importante de inves­ cognitivo-conductual de la ansiedad por la salud y la hipocondría,
tigación cognitivo-conductual sobre la hipocondría y la ansiedad esta autora propone un modelo integrador, de tipo evolutivo, en el
por la salud ha estado dirigida a poner a pr ueba los diferentes que incorpora no solo la información proveniente de los enfoques de
supuestos del modelo de Salkovskis y Warwick. En general, los resul­ Barsky (amplificación somatosensoriaD, Kellner (supuestos disfuncio­
tados avalan el modelo, tanto en lo que se refiere a las variables
nales) y Salkovskis y Warwick (ansiedad por la salud), sino además
que se proponen como iniciadoras o desencadenantes del proceso
otros datos y sugerencias que proporcionan las investigaciones sobre
como a las de mantenimiento. Además, como se verá en el capítulo
personalidad y sobre variables sociales.
siguiente, b uena parte de los desarrollos terapéuticos eficaces para
la hipocondría surgen de, o se basan en, este modelo que supuso La Figura 9.10. tomada con modificaciones de la autora, ejem­
un importante cambio de orientación para entender y abordar el plifica el proceso evolutivo que lleva al desarrollo de la hipocondría
trastorno de un modo significativamente más eficaz de lo que se y los mecanismos que actúan como mantenedores y agravantes del
había conseguido hasta entonces. proceso. El primer paso lo sitúa en la posesión de una v ulnerabilidad
Siguiendo la estela de este planteamiento, Abramowitz et al., personal a experimentar ansiedad, a través del rasgo de neuroticismo
(2007) sugieren ampliarlo, otorgando un papel central a las creen­ como disposición f undamental de personalidad, que, desde el punto
cias disfuncionales como elementos desencadenantes, a la vez que de vista del comportamiento, se caracteriza por la tendencia a aten­
perpetuadores, de la ansiedad por la salud. El esquema del modelo, der de manera preferente y selectiva a las amenazas. Esta disposi­
que se ofrece en la Figura 9. 9, es muy parecido al modelo general ción personal, j unto con experiencias tempranas relacionadas con la
que se propone para todos los trastornos de ansiedad, y especial­ enfermedad (que incluyen aprendizajes y procesos de socialización en
mente para el trastorno de pánico y el trastorno obsesivo-compul­ el entorno familiar y social>, inducirían en el caso de la hipocondría
sivo. Ello es así porque, según estos autores, tanto la hipocondría (a diferencia de otros trastornos de ansiedad) a prestar atención de
como los trastornos de ansiedad mencionados comparten: (a) una manera selectiva y preferente a cualquier amenaza a la propia salud
interpretación sesgada y defectuosa de experiencias benignas y y a las sensaciones físicas. Una vez establecida este estado atencio­
universales (como las relacionadas con la activación del sistema nal, entrarían a jugar un papel relevante dos factores adicionales que
nervioso autónomo, o los pensamientos intrusos no deseados sobre actuarían como activadores o instigadores finales de la ansiedad por
amenazas) que incrementan la ansiedad basal que (b) promueven la salud: uno de tipo constitucional (el rasgo de baja minuciosidad o
el uso de comportamientos de búsqueda de seguridad que, para­ perseverancia) y otro de tipo externo o ambiental (la experimentación
dójicamente, aumentan todavía más la ansiedad. En consecuencia, personal o vicaria de una amenaza hacia la salud y/o la información
desde este planteamiento, la hipocondría es una forma extrema de sobre enfermedades que proporcionan otros significativos, los medios
ansiedad por la salud. de comunicación, o los profesionales de la salud).

'307
�1 11
Manual de psicopatología. Volumen 2

r Experiencias evolutivas
con la enfermedad ) e Baja minuciosidad
,,,,.
Procesos
interpersonales

i
Neuroticismo /
vulnerabilidad
a la ansiedad
Atención selectiva
hacia amenazas
a la salud
" -LAnsiedad por la
salud/tendencia
hipocondríaca
HIPOCONDRÍA
CLÍNICA

,- Activadores:
- Experiencias personales
- Información
l...
j
) ) Figura 9.10. Modelo evolutivo cognitivo sobre la etiología y el mantenimiento de la ansiedad por la salud y la hipocondría
[Williams, 2004].

La combinación de esos tres elementos (atención selectiva, acti­ cuadas, es decir, de creencias desadaptativas sobre la naturaleza y
vadores, y personalidad) propicia la aparición de ansiedad por la el contenido de los propios pensamientos: por ejemplo, «pensar lo
salud y/o tendencias hipocondríacas. El paso de estas tendencias peor que puede suceder sobre los síntomas me mantendrá a salvo»
a la hipocondría clínicamente significativa (o la ansiedad por la o «no puedo controlar mis preocupaciones sobre la salud».
salud grave) se produciría por la intervención de nuevo del rasgo Desde esta perspectiva, el modelo explica la ansiedad por la
de personalidad de baja minuciosidad, al q_ue podrían unirse cier­ salud de un modo ligeramente distinto a como lo hacen otros mode­
tos procesos de relación interpersonal como los propuestos en los los cognitivos, como el de Salkovskis y Warwick, ya que la ansiedad
modelos psicosociales (conducta anormal de enfermedad y estilo de por la salud se concibe como el resultado de un proceso de pensa­
comunicación interpersonal), q_ue reforzarían y mantendrían el tras­ miento repetitivo y disfuncional sobre la enfermedad, en lugar de
torno en un proceso constante de retroalimentación, proceso q_ue a ser el resultado de la creencia de estar enfermo. Por lo tanto, en el
su vez aumentaría el valor y significado de los factores activadores desarrollo de la hipocondría las creencias (disfuncionalesl sobre el
de experiencia personal y obtención de información. Además, los pensamiento repetitivo son más importantes que las creencias sobre
procesos de relación interpersonal están a su vez influidos por las la enfermedad y la salud.
experiencias y aprendizajes evolutivos sobre la enfermedad q_ue, de Según los autores, la traducción al ámbito del tratamiento del
algún modo, están presentes desde el inicio del proceso. enfoque metacognitivo difiere del modo en que se trata la hipo­
Todos los supuestos del modelo se basan, como hemos dicho, en condría desde el modelo cognitivo-conductual tradicional. Desde
los datos proporcionados por las diferentes investigaciones q_ue se este enfoq_ue a un paciente q_ue cree q_ue el dolor de garganta que
han venido publicando desde los inicios del enfoq_ue cognitivo-con­ tiene se debe a un cáncer de laringe se le pediría que buscara
ductual de la hipocondría y la ansiedad por la salud. En consecuen­ otras explicaciones posibles, y benignas, a ese dolor con el fin de
cia, se trata en realidad de un modo de organizar y dar sentido poner a prueba su interpretación catastrofista. Sin embargo, en el
coherente a la información, a menudo dispersa, con la q_ue conta­ modelo metacognitivo el terapeuta explora con el paciente otras
mos para comprender la génesis de la hipocondría. No obstante, formas de relacionarse con la interpretación catastrofista dirigidas a
q_ueda por dilucidar si la secuencia propuesta en términos causales que el paciente disminuya el tiempo q_ue dedica a sus pensamientos
responde o no a la realidad clínica. como un medio para demostrarle q_ue reducir el tiempo de pensar
modifica las creencias sobre la incontrolabilidad de sus preocupa­
El modelo metacognitivo de Bailey y We/1s ciones sobre la salud. Para ello, puede plantearle q_ue posponga
Esta propuesta es una extensión del modelo metacognitivo de Wells cualquier intento de buscarle un significado a los pensamientos para
(1999) sobre la ansiedad generalizada a la ansiedad por la salud. otro momento.
El supuesto nuclear es la noción de que los trastornos de ansiedad, Hay bastantes datos a favor del modelo metacognitivo, aunq_ue
y en particular la ansiedad por la salud, son la consecuencia de su importancia es relativa dado q_ue en su mayor parte se trata de
pensamientos negativos recurrentes y difíciles de controlar, unidos estudios correlacionales en los que se comprueba q_ue las puntua­
a la utilización de estrategias mentales para suprimirlos, como la ciones en los cuestionarios de metacognición (elaborados por los
supresión intencional de pensamientos y la búsqueda de reaseguro, propios autores) se asocian con medidas de ansiedad por la salud
cuyos efectos sobre el control de los pensamientos es paradójico, aun controlando el neuroticismo y la amplificación somatosenso­
puesto que incrementan su recurrencia. El pensamiento repetitivo rial <Bailey y Wells, 2013), así como con sesgos atencionales hacia
y recurrente es el resultado, a su vez, de metacogniciones inade- información relacionada con la salud (Kaur et al., 2011l. Además, las

308
Capítulo 9. Trastorn os de síntomas somáticos y trastorn os relacionados '1 'li

creencias metocognitivos moderan o intervienen en lo relación entre nos y síntomas, aunque en un principio pueden sugerir un origen
ansiedad por lo salud y los interpretaciones (creencias) cotostrofis­ neurológico, son inconsistentes con los patrones de enfermedades
tos sobre los síntomas corporales, lo que pone en cuestión, según neurológicos conocidos u otros condiciones médicos. Además, los
los autores, lo importancia que se do o los creencias disfuncionoles síntomas no pueden controlarse o voluntad y no se consideran fin­
en los modelos cognitivos tradicionales yo que toles creencias por gidos intencionalmente. Como yo se ha indicado, el término con­
sí solos (o seo, sin lo ayudo mediocionol de lo metocognición) no versión fue introducido en psicopotologío por Sigmund Freud poro
predecían lo ansiedad por lo salud (Boiley y Wells, 2015). En un designar un mecanismo de formación de síntomas de lo histeria (de
estudio más reciente (Boiley y Wells, 2016) reproducen estos mismos conversión), consistente en lo trasposición de un conflicto psíquico
resultados utilizando un diseño longitudinal de seis meses. Lo tota­ y un intento de resolución de este en síntomas motores o sensitivos.
lidad de los estudios publicados se ha llevado o cabo con personas Probablemente seo el término conversión el que mayor similitud
sin diagnóstico formol de hipocondría. hoyo mantenido con los constructos del psicoanálisis freudiano en
En nuestro opinión, este enfoque ayudo o entender mejor lo las sucesivas versiones del DSM hasta la actual versión del DSM-5,
importancia de los procesos de pensamiento en lo génesis y man­ en que ha dejado de ser determinante en lo conceptualización del
tenimiento de lo hipocondría. No obstante, como hemos visto o lo cuadro y en el que los ideos de ganancia primario (por mantener
largo de este aportado, en lo hipocondría intervienen no solo proce­ fuero de lo conciencia un conflicto), ganancia secundario (obtener
sos de pensamiento disfuncionoles, sino además comportamientos, un beneficio económico o de otro tipo) o lo «bel/e indiference»
emociones, característicos de personalidad, estilos de procesamien­ han dejado de ser considerados rasgos relevantes poro definir el
to de lo información (i. e., atención selectivo, hipervigiloncio, etc.l, trastorno. Lo Tablo 9.9 recoge los criterios poro el diagnóstico del
creencias disfuncionoles sobre el significado de los signos y síntomas trastorno según el DSM-5.
físicos, problemas en los modos de establecer relaciones interper­
sonales, etc. En consecuencia, sin obviar lo aportación que puede
hacer este nuevo enfoque, lo cierto es que su reducción o un único ) ) Tabla 9.9. Criterios DSM-5 para el diagnóstico del trastorno
proceso mentol, lo metocognición, no parece suficiente poro expli­ de conversión o trastorno de síntomas neurológicos
car lo complejidad del trastorno hipocondríaco. Finalmente, lo esca­ funcionales
sez de datos del modelo en relación con personas diagnosticados de
hipocondría, además de lo ausencia de información sobre su utilidad
A. Uno o más síntomas de alteración de la función motora
en lo práctico terapéutico, no garantizan por el momento su mayor
r-
o sensitivo voluntaria.
utilidad en relación con otros enfoques cognitivos.
B. Los hallazgos clínicos aportan pruebas de la incompatibilidad entre
C. Trastorno de conversión !trastorno el síntoma y las afecciones neurológicos o médicas reconocidas.

C. El síntoma o deficiencia no se explico mejor por otro trastorno


de síntomas neuro lógicos funcionales)
a. Características clínicas y pautas para el diagnóstico médico o mental.
Andrés tiene 47 años. Desde hoce varios meses sufre episodios D. El síntoma causo molestar clínicamente significativo o deterioro en
de parálisis en su brozo izquierdo y una insensibilidad generali­ lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.
zada, que describe como un adormecimiento que le comienza
en el hombro y llega finalmente a los dedos. Ha sido explorado Nota de codificación: El código CIE-9-MC poro el trastorno de
en neurología y los síntomas han mostrado ser incongruentes con conversión es 300.11, que se asigna con independencia del tipo de
las exploraciones neurológicas y anatómicamente incompatibles síntoma. El código CIE-10-MC depende del tipo de síntoma (véase
con la funcionalidad normal del brozo. Los episodios remiten a los a continuación).
pocos días, en ocasiones de forma repentina. Andrés refiere no ser Especificar el tipo de síntoma:
consciente durante horas de no poder mover el brozo, e incluso (F44.4l Con debilidad o parálisis.
pasarle desapercibido hasta que toma conciencia. Actualmente <F44.4l Con movimiento anómalo (p. ej., temblor, movimiento
tiene pendientes frecuentes juicios y embargos relacionados con distónico, mioclonía, trastorno de la marcha).
graves problemas con los socios de su empresa. Aunque en varias <F44.4l Con síntomas de la deglución.
ocasiones su parálisis ha coincidido con comparecencias a juicios, (F44.4l Con síntoma del habla (p. ej., disfonía, mala articulación).
no había establecido ninguna asociación entre ambas circunstan­ (F44.5l Con ataques o convulsiones.
cias, ni es claramente consciente de que su afección se relacio­ (F44.6l Con anestesia o pérdida sensorial.
ne con estados emocionales. Relata una infancia morcada por un (F44.6l Con síntoma sensorial especial (p. ej., alteración visual,
padre alcohólico con episodios de agresividad «a los que al final olfativa o auditiva).
te acostumbras». (F44.7l Con síntomas mixtos.
Especificar si:
El trastorna de conversión, también denominado o partir del Episodio agudo: síntomas presentes durante menos de seis
DSM-5 trastorno de síntomas neurológicos funcionales, es un tras­ meses.
torno caracterizado por síntomas que afectan la función sensorial Persistente: síntomas durante seis meses o más.
o motora voluntario que alteran significativamente lo capacidad Especificar si:
funcional del paciente y o los que se suele atribuir uno etiología Con factor de estrés psicológico (especificar el factor de estrés).
psicógeno, de ahí que los síntomas conversivos se etiqueten tam­ Sin factor de estrés psicológico.
bién como «funcionales» o «psicógenos» (APA, 2013). Estos sig- ,I

309
tt Manual de pslcopatología. Volumen 2

Los síntomas conversivos pueden agruparse fundamentalmente (aunque este por sí solo no excluye todas las formas de epilepsia o
en tres categorías: síntomas motores (p. ej., parálisis, alteraciones síncope). Paradójicamente, este criterio de que debe confirmarse
de la coordinación o el equilibrio, debilidad localizada, acinesia, que el síntoma es funcional, que no era requerido en el diagnostico
discinesia, afonía, retención urinaria, disfagia), sensoriales (p. ej., anterior al DSM-5, es lo contrario a lo que ha ocurrido con el TSS,
ceguera, diplopía, anestesia, parestesias, sordera) y crisis no epilép­ ya que para este último no se requiere tal confirmación, a diferencia
ticas o convulsiones. Los síntomas suelen iniciarse de forma repen­ de lo que sucedía en las anteriores ediciones desde el DSM-III.
tina y exagerada (Abbey, 2006) y su remisión completa suele ser, Es habitual que hayan existido síntomas similares en el pasado a
asimismo, abrupta. los referidos por el paciente (Abbey, 2006) y también es común que
Hay una amplia gama de factores psicológicos, sociales o inclu­ se den conjuntamente otros síntomas disociativos como la desper­
so biológicos -tales como lesiones cerebrales traumáticas, procedi­ sonalización, la desrealización o la amnesia disociativa, en especial
mientos quirúrgicos o complicaciones más generales relacionadas durante el inicio de los síntomas. De hecho, persiste la controversia
con la salud (Chen et al., 2017)- que pueden contribuir, precipitar de si el trastorno de conversión está mejor diagnosticado dentro de
o perpetuar el trastorno de conversión. A menudo se asocia con un los trastornos disociativos como proponía la CIE-10 y mantiene la
trauma, un evento vital adverso, o un estresor agudo o crónico que CIE-11 (en este caso como trastorno de síntomas disociativos neuro­
precede a los síntomas del trastorno de conversión. Se considera lógicos). La «bel/e indiference», término acuñado por Pierre Janet
que muchos pacientes con este trastorno tienen antecedentes de para describir un rasgo de la histeria consistente en una actitud de
abuso infantil, tanto emocional como sexual, que además dificulta indiferencia o despreocupación ante síntomas que en principio pare­
su evolución favorable (Van der Feltz-Cornelis et al., 2020l. No obs­ cen graves, ha acompañado habitualmente a la descripción feno­
tante, una revisión sistemática de Sharpe y Faye (2006) concluye menológica del trastorno de conversión. No obstante, esta actitud
que la frecuencia de abuso infantil en pacientes con ataques no no parece estar presente en la mayoría de los pacientes diagnosti­
epilépticos fue del 36 % en comparación con el 16 % en la epilep­ cados (Stone et al., 2006). Además, a diferencia de las narrativas
sia, lo que deja a la mayoría de los pacientes estudiados sin este de pacientes con epilepsia, que generalmente reflejan los esfuerzos
factor de riesgo. De manera similar, Stone y Carson (2011) afirman para normalizar las experiencias de convulsiones, los pacientes con
que, aunque en algunos estudios los eventos vitales adversos son crisis no epilépticas catastrofizan con mayor frecuencia sus expe­
más comunes antes del inicio de los síntomas, este hecho no es riencias convulsivas (Robson et al., 2012). El DSM-5 también propone
consistente en muchos estudios. A este respecto, Espay et al. (2018) desvincular el trastorno del concepto de ganancia secundaria. Sin
concluyen que, si bien las experiencias aversivas pueden aumentar embargo, no exige que deba demostrarse que los síntomas no sean
el riesgo de trastorno de conversión, estas no pueden explicar com­ causados intencionalmente, ya que en la mayoría de las ocasiones
pletamente su desarrollo debido a varias limitaciones: no es posible discriminar de forma fiable y convincente la ausencia
de simulación.
l. El desconocimiento del mecanismo neurofisiológico de la con­
versión. b. Epidemiología y curso
2. El hecho de que exposiciones similares generan síntomas dife­ Aunque se estima que los síntomas de conversión son frecuentes, lo
rentes en diferentes pacientes.
cierto es que no hay datos fiables de prevalencia, entre otras cosas
3. La larga latencia entre la exposición y el inicio del trastorno en
algunos pacientes (el dilema del ¿por qué ahora?).
porque el diagnóstico requiere una evaluación neurológica especia­
lizada que descarte una base neurológica y confirme que se trate
!J. La ausencia de eventos vitales adversos identificados en muchos de un signo conversivo o funcional. Entre los datos más confiables se
pacientes (aunque esto pueda en realidad responder a proble­ encuentran los reseñados en la revisión de Carson y Lehn (2016) que
mas de la evaluación y de las reservas del paciente para com­ estiman que el trastorno representa aproximadamente el 6 % de los
partir tales eventos). contactos ambulatorios de neurología con unas tasas de inciden­
cia de 4-12 por 100.000/año y una prevalencia de 50 por 100.000
Un cambio muy significativo del DSM-5 a la hora de realizar el habitantes, basada en un registro comunitario. Las mujeres se ven
diagnostico es que este no se debe aplicar solo porque los resulta­ afectadas con mayor frecuencia y se estima que representan del
dos de las pruebas sean normales, o porque el síntoma sea «extra­ 60 % al 75 % de la población de pacientes con crisis no epilépticas
ño». Debe haber datos clínicos que muestren evidencia clara de su (Chen et al., 2017) y con síntomas motores, aunque otras presenta­
incompatibilidad con una enfermedad neurológica, es decir, debe ciones, como mioclono funcional o parkinsonismo, parecen tener
haber criterios para un «diagnóstico positivo» de que el síntoma es una prevalencia similar entre hombres y mujeres (Cubo et al., 2005).
funcional o conversivo, mediante la incongruencia interna con el exa­
men neurológico. Algunos ejemplos serían el signo de Hoover (cuando El pronóstico de los trastornos neurológicos funcionales parece
una persona intenta levantar una pierna de un paciente que presenta ser generalmente desfavorable. En la mayoría de los estudios, los
una paresia genuina, la otra pierna del paciente ejerce una presión síntomas motores funcionales y los ataques psicógenos no epilépti­
hacia abajo; el signo de Hoover consiste en que el paciente presiona cos siguen siendo los mismos, o incluso peores, en la mayoría de los
inconscientemente hacia abajo la pierna «parética» cuando intenta pacientes en el seguimiento. La larga duración de los síntomas fue
levantar la pierna no afectada, al tiempo que no ejerce una presión el predictor negativo más distintivo. El diagnóstico y la edad tem­
hacia abajo con la pierna no afectada cuando intenta levantar la pranos parecen predecir un buen resultado (Gelauff y Stone, 2016).
pierna «parética»; Kaufman, 2008). Otros síntomas serían la des­
cripción del paciente de un campo visual tubular (visión de túnel),
c. Comorbilidad
o que en los ataques no epilépticos «psicógenos», el paciente se La mayoría de las revisiones respecto a la comorbilidad indican que
encuentre con los ojos cerrados y ofreciendo resistencia a su aper­ los pacientes con trastorno de conversión tienen más probabilida­
tura, o que los datos de un electroencefalograma sean normales des de tener ciertos trastornos mentales, especialmente depresión,

310
Capítulo 9. Trastornos de síntomas somáticos y t rastornos relacionados ifl

ansiedad, trastorno de estrés postraumático y trastornos de per­ pacientes con otros trastornos mentales. Por otra parte, la presencia
sonalidad del grupo B (límite, histriónico, narcisista, y antisociall, de eventos vitales estresantes recientes incrementa la gravedad de
que los pacientes con afecciones neurológicas conocidas. También los síntomas conversivos, especialmente en pacientes que han sufri­
es más probable que tengan antecedentes de múltiples dolencias do traumas en la infancia (Roelofs et al., 2005).
somáticas, incluidos síntomas como fatiga generalizada, debilidad Son varios los autores que han realizado propuestas para la ela­
o dolor, sin una causa conocida (Chen et al., 2017; Espay et al., boración de un modelo cognitivo integrado que explique los tras­
2018). Además, se estima que la comorbilidad con enfermedades tornos neurológicos funcionales (p. ej., Espay et al., 2018; Carson et
neurológicas ocurre en alrededor del 10 % de los casos (Carson y al., 2017l. Según éstos modelos, los procesos de condicionamiento
Lehn, 2016). clásico y operante, que a partir de las experiencias traumáticas
tempranas ocasionan una representación en la memoria de los sín­
d. Diagnóstico diferencial tomas o crean «mapas corporales» (Kozkowska, 2005), junto con
El temor a un diagnóstico erróneo es crucial en estos casos. No obs­ la activación emocional, interactúan con la conceptualización pre­
tante, en una revisión de 27 estudios la frecuencia de diagnósticos existente de la enfermedad de un individuo para dar lugar a los
erróneos fue consistentemente baja (4 %) después de una media de síntomas. Y una vez que estos síntomas se manifiestan, se perpe­
cinco años de seguimiento (Stone et al, 2005). El primer diagnóstico túan por creencias de enfermedad improductivas y comportamien­
diferencial debe hacerse con las enfermedades neurológicas, aun­ tos de afrontamiento contraproducentes (p. ej., comportamientos
que el trastorno de conversión puede coexistir con una enfermedad de seguridad, evitación, vigilancia de síntomas y monitoreo), que
de este tipo. interactúan con el estado emocional y fisiológico del paciente y su
situación interpersonal para formar círculos viciosos de síntomas y
Los diagnósticos de TSS y de conversión no son excluyentes y, discapacidad que se perpetúan a sí mismos (Carson et al., 2016). El
según el DSM-5, si se dan los criterios para ambos, deben hacerse modelo guarda muchas similitudes con el que ya comentamos de
ambos diagnósticos. Na obstante, es importante hacer notar que la Deary et al, (2007) para los síntomas no explicados médicamente
fenomenología de la experiencia de los síntomas tradicionalmen­ (véase la Figura 9.2).
te atribuido a sendos cuadros clínicos es muy diferente, con una
excesiva preocupación, sentimientos y conductas de enfermedad en
el TSS, frente a una supuesta tendencia a la indiferencia (aunque D. Trastorno facticio
raramente se constata) en el trastorno de conversión. Rasgos que a. Características clínicas y pautas para el diagnóstico
extrañamente pueden esperarse para una misma persona respecto
a diferentes síntomas (somatizaciones y síntomas conversivos). Una mujer de 40 años fue hospitalizada en un estado semicons­
ciente. Presentaba hematemesis (vómitos de sangre fresca, coá­
- .
Respecto al trastorno facticio y la simulación, el diagnostico de
conversión no requiere que se demuestre que los síntomas no son
gulos sanguíneos o restos hemáticos oscuros). Su cara estaba
manchada de sangre y su vestido estaba empapado. No había
fingidos, ya que es poco fiable la evaluación de la intención cons­ antecedentes de ingestión de una droga irritante de la mucosa
ciente. Sin embargo, la evidencia de simulación podría sugerir un gástrica. Su historial médico reveló innumerables hospitalizacio­
trastorno facticio y no conversivo, con la finalidad de asumir el rol nes por la misma dolencia en varios hospitales durante los últimos

de enfermo o sacar algún beneficio secundario. Por otra parte, los 15 años. Esta ha sido su tercera hospitalización en un año por la
síntomas disociativos y conversivos suelen aparecer juntos, y si se misma queja. En el examen la paciente parecía semiconsciente.
cumplen los criterios, deben hacerse ambos diagnósticos. Es impor­ Los parámetros vitales se mantuvieron. El abdomen era blando y
tante recordar que en la CIE- 11 el trastorno de conversión se sigue protuberante. El hígado era palpable. El nivel de hemoglobina y
clasificando en el grupo de los trastornos disociativos. plaquetas se hallaban dentro de los límites normales. La prueba de
Los pacientes con depresión, aparte de los síntomas primarios sangre oculta en heces fue negativa. Otros parámetros bioquímicos
de tristeza y anhedonia, suelen quejarse de pesadez general de sus y metabólicos, la ecografía abdominal y los estudios del tránsito
miembros, mientras que en la conversión la debilidad es total y evi­ intestinal estaban asimismo dentro de los límites normales.
dente. Finalmente, en el trastorno de pánico suelen darse temblores Un día antes de ser dada de alta del hospital tuvo otro ata­
y parestesias, pero en el contexto específico de la crisis de pánico, que de hematemesis que requirió su observación durante unos días
junto a otros síntomas cardio-respiratorios y pensamientos catastró­ más. Esto ocurrió en tres ocasiones. Finalmente fue remitida a la
ficos de muerte inminente o descontrol que no se producen en la unidad de psiquiatría. La paciente se mostraba hostil y enfada­
conversión. da. Sintió que estaba siendo mal diagnosticada y manifestó su
voluntad de someterse a una laparotomía exploratoria. Un día fue
e. Etiología sorprendida en posesión de un recipiente de acero inoxidable que
Que el diagnóstico de trastorno conversivo debía estar precedido contenía material coagulado de color rojo oscuro de origen ani­
o exacerbado por conflictos, u otros estresores vitales ha sido un mal, similar a las manchas de su ropa.
criterio diagnóstico del trastorno hasta la publicación del DSM-5. La evaluación psiquiátrica reveló que procedía de una fami­
Una revisión de Roelofs y Pasman (2017) concluye que haber sufri­ lia desestructurada. Sus padres, ambos trabajadores ocasionales,
do eventos traumáticos (traumas emocionales, agresiones físicas o vivían separados. Su padre era alcohólico. Fue criada por su madre
sexuales) es más frecuente en pacientes conversivos (rango de entre y privada de un adecuado apoyo psicológico y social durante la
14 % y 100 %) que en población general o pacientes con enfermeda­ infancia. No continuó su escolaridad más allá del nivel secundario.
des orgánicas. No obstante, en un elevado número de pacientes con­ A los 20 años contrajo matrimonio con un hombre que ya había
versivos no se identifican historias traumáticas y las diferencias no estado casado. La desarmonía marital era bastante prominente
son tan consistentes en los pocos estudios en q,ue se comparan con con frecuentes peleas. Durante el último año su marido estuvo

311
t t Manual de pslcopatologla. Volumen 2

involucrado en un escándalo sexual con una mujer de la localidad. Internet puede permitir a los pacientes que no tienen experiencia
Ella se sentía acosada, insegura e indefensa. Confesó haber bebi­ en el cuidado de la salud presentar problemas médicos complejos
do sangre de cabra y admitió q_ue muchos de sus síntomas eran (Yates y Feldman, 2016). Además, debido a su contacto frecuen­
ficticios. Culpó a los médicos, exigió el alta urgente del hospital te con el contexto médico, estos pacientes disponen de amplios
y nunca se presentó para un seguimiento posterior (adaptado de conocimientos sobre los términos y procedimientos médicos, por lo
Mayanil y Valdiya, 1998, p. 274) que pueden proporcionar explicaciones bastante plausibles sobre
sus síntomas de enfermedad. La falsificación de los síntomas que
El trastorno facticio fue descrito por primera vez en 1951 por
realizan estos pacientes puede llegar a ser tan convincente y persis­
el endocrinólogo británico R. Asher, y fue denominado «síndrome
tente que terminan sometiéndose a numerosos diagnósticos y pro­
de Munchausen», en honor al Barón Karl Friedrich Hieronymus von
cedimientos quirúrgicos, en hospitales y clínicas diferentes, a pesar
Munchausen, un noble alemán del siglo xvrn, conocido por contar
de que los resultados son siempre negativos.
hazañas fantásticas, en su mayoría inventadas. Este síndrome se
caracterizaba por la fabricación de historias, signos y síntomas de Aunque la mayoría de las personas con este trastorno inventan
enfermedad en un intento de conseguir atención médica. En 1977, síntomas físicos, algunos pacientes pueden fingir síntomas psicológi­
el pediatra británico R. Meadow acuñó el término «síndrome de cos como la tristeza y la depresión por la muerte reciente de un ser
Munchausen por poderes» para referirse a aquellas situaciones en querido. En estos casos, por lo general, la persona fallecida resulta
las que los padres o cuidadores principales de un menor inventaban estar viva o, en el peor de los casos, falleció hace mucho tiempo
síntomas falsos, o le provocan síntomas reales, con el objetivo de (Ford, 2005). Estos pacientes también pueden fingir otros trastor­
buscar asistencia médica. No obstante, desde entonces, el térmi­ nos psicológicos, incluyendo el trastorno de personalidad múltiple,
no «síndrome de Munchausen» se ha convertido en una fuente de dependencia de sustancias, trastornos disociativos y de conversión,
confusión tanto en la práctica clínica como en la literatura cientí­ pérdida de memoria, y trastorno de estrés postraumático.
fica (Feldman et al., 200D. En realidad, el uso correcto del término En el caso de una persona que induce los síntomas de una enfer­
debe denotar una presentación particularmente grave y crónica del medad en otra persona, el trastorno se conoce como trastorno facti­
trastorno facticio (Steel, 2009), pero «Munchausen» se utiliza, a cio aplicado a otro (o impuesto a otro). Este trastorno se caracteriza
menudo, de forma intercambiable con «facticio». por los siguientes aspectos: (1) la presencia de una enfermedad fic­
El DSM-5 incluye los trastornos facticios dentro de la categoría ticia en un niño inducida por un cuidador para satisfacer su propio
de trastornos de síntomas somáticos y trastornos relacionados, pese deseo de simpatía y atención; (2) las múltiples interacciones con el
a que los facticios se diferencian de los otros trastornos del grupo sistema salud que dan lugar a múltiples pruebas y procedimientos
en que los signos o síntomas físicos o psicológicos de la enfermedad médicos; (3) la negación por parte del cuidador de la causa de la
se producen intencionadamente para asumir el rol de enfermo. Esto enfermedad del niño, y (4) los síntomas que disminuyen tras la sepa­
significa que la producción de síntomas en estos trastornos no está ración del niño del cuidador (Squires y Squires, 2013). El trastorno
asociada a ningún incentivo externo, sino más bien a la búsqueda facticio aplicado a otro, cuando se consigue poner en evidencia, se
de atención médica como parte de la asunción del rol de enfermo. considera una forma de abuso infantil con la consiguiente posibili­
En el diagnóstico del trastorno facticio se establece una diferen­ dad de imputación penal a los progenitores o a los causantes del
ciación en su nomenclatura en función de si la fabricación de los daño.
síntomas se realiza sobre el propio individuo (aplicado a uno mismo) La evaluación y el diagnóstico del trastorno facticio pueden
o sobre otra persona en estado de indefensión (aplicado a otro). Del resultar extremadamente complejos, puesto que, como ya hemos
mismo modo, y aunque la CIE- 1 1 incluye los trastornos facticios en mencionado previamente, los individuos que sufren este trastor­
una categoría diagnóstica independiente, los criterios diagnósticos no son expertos en fingir diferentes enfermedades y trastornos. El
y la diferenciación sobre la persona a la que se aplica (impuesto a diagnóstico se realiza sobre la base de la identificación objetiva
uno mismo o a otro) son similares a los del DSM-5, cuyos criterios de signos o síntomas inventados o autoinfligidos, en lugar de a la
diagnósticos se presentan en la Tabla 9.10. La Tabla 9.11 recoge los intención o los motivos que tiene el individuo para hacerlo (Chafetz
criterios establecidos por la CIE- 1 1 para el trastorno. et al., 2020). Debido a que la persona acude a diferentes médicos
Los pacientes con trastorno facticio aplicado a uno mismo (o y hospitales y a las regulaciones de privacidad y confidencialidad,
impuesto a uno mismo) pueden fabricar enfermedades médicas puede resultar complicado recopilar información sobre experiencias
de varias maneras: por ejemplo, pueden manipular las pruebas de médicas anteriores. No obstante, para determinar si una persona
laboratorio para informar de una anomalía (p. ej., añadir azúcar a padece un trastorno facticio, se debe realizar una entrevista minu­
la orina), falsificar los registros médicos pasados o actuales, admi­ ciosa y explorar los síntomas del paciente de manera no conflictiva.
nistrar una sustancio (p. ej., warfarina) para producir un resultado Además, es conveniente hablar con los miembros de la familia para
de laboratorio anómalo, así como lesionarse físicamente o inducirse obtener más información sobre el problema del paciente.
intencionalmente uno enfermedad (p. ej., exposición intencional a
agentes infecciosos o tóxicos). Así pues, lo variedad de métodos b. Epidemiología y curso
disponibles para estos pacientes está limitada en principio solo por Se estima que la mayor parte de los médicos atenderá como míni­
su nivel de dedicación, imaginación y conocimientos médicos, pero mo a un paciente con trastorno facticio en el transcurso de su prác­
depende en la práctica de la naturaleza del problema médico que tica clínica. Sin embargo, actualmente se desconoce la prevalencia
pretenden falsificar: por ejemplo, un paciente con trastorno facticio exacta de la enfermedad en los hospitales. El trastorno facticio pue­
que intente fingir una afección dermatológica puede limitarse a de representar entre 0,6 % y 3 % de las derivaciones de medicina
simular una lesión (p. ej., mediante la decoloración de la piel con general a psiquiatría (Patenaude et al., 2006) y entre 0,02 % y 0,9 %
tinta) o a crear una lesión real mediante la autoinyección. En este de los casos que llegan a las clínicas especializadas <Bhargava et al.,
sentido, la riqueza del conocimiento médico disponible ahora en 2007; Mailis-Gagnon et al., 2008). Sin embargo, las estimaciones de

312
d
Capítulo 9. Trastornos de síntomas somáticos y trastornos relacionados ,1, rn
)) Tabla 9.10. Criterios DSM-5 para el diagnóstico del trastorno facticio
l. TRASTORNO FACTICIO APLICADO A UNO MISMO
A. Falsificación de signos o síntomas físicos o psicológicos, o inducción de lesión o enfermedad, asociada a un engaño identificado.
B. El individuo se presenta a sí mismo frente a los demás como enfermo, incapacitado o lesionado.
C. El comportamiento engañoso es evidente incluso en ausencia de una recompensa externa obvia.
D. El comportamiento no se explica mejor por otro trastorno mental, como el trastorno delirante u otro trastorno psicótico.
- Episodio único
Especificar.
- Episodios recurrentes (dos o más acontecimientos de falsificación de enfermedad y/o inducción de lesión).
2. TRASTORNO FACTICIO APLICADO A OTRO (ANTES: TRASTORNO FACTICIO DEL PRÓJIMO)
A. Falsificación de signos o síntomas físicos o psicológicos, o inducción de lesión o enfermedad, en otro, asociada a un engaño identificado.
C. El comportamiento engañoso es evidente incluso en ausencia de recompensa externa obvia.
B. El individuo presenta a otro individuo (víctima) frente a los demás como enfermo, incapacitado o lesionado.
D. El comportamiento no se explica mejor por otro trastorno mental, como el trastorno delirante u otro trastorno psicótico.
Nota: El diagnóstico se aplica al autor, no a la víctima.
- Episodio único.
Especificar si:
- Episodios recurrentes (dos o más acontecimientos de falsificación de enfermedad y/o inducción de lesión).
) ) Tabla 9.11. Criterios CIE- 1 1 para el diagnóstico del trastorno facticio
IMPUESTO A UNO MISMO
psicológicos o de comportamiento, o las lesiones en uno mismo, y se asocia con un engaño descubierto. Puede haber un trastorno
l. Los trastornos facticios se caracterizan por fingir, falsificar, inducir o agravar intencionalmente los signos y síntomas médicos,
o enfermedad preexistente, pero el individuo agrava intencionalmente los síntomas existentes o falsifica o induce síntomas adicionales.
lesionados o discapacitados según los signos, síntomas o lesiones fingidos, falsificados o auto-inducidos.
2. Las personas con trastorno facticio buscan tratamiento o, de lo contrario, se presentan a sí mismas o a otra persona como enfermos,
por discapacidad o la evasión de un proceso penall. Esto contrasta con la simulación, en la q_ue el comportamiento está motivado por
3. El comportamiento engañoso no está motivado únicamente por recompensas o incentivos externos obvios (p. ej., la obtención de pagos
recompensas o incentivos externos obvios.
4. Los síntomas no se explican mejor por otro trastorno mental (p. ej., esq_uizofrenia u otro trastorno psicótico primario).
IMPUESTO A OTRO
del comportamiento, o lesiones en otra persona, habitualmente un menor dependiente, asociado con un engaño descubierto. Si está
l. El trastorno facticio impuesto a otra persona se caracteriza por fingir, falsificar o inducir signos y síntomas médicos, psicológicos o
presente un trastorno o enfermedad preexistente en la otra persona, el individuo agrava intencionalmente los síntomas existentes o
falsifica o induce síntomas adicionales.
2. La persona busca tratamiento para la otra persona o, de lo contrario, se presenta como enferma, herida o discapacitada en función
de los signos, síntomas o lesiones fingidos, falsificados o inducidos.
3. El comportamiento engañoso no está motivado únicamente por recompensas o incentivos externos obvios (p. ej., obtener pagos por
incapacidad o evitar el enjuiciamiento penal por abuso de menores o mayores).
4. Los síntomas no se explican mejor por otro trastorno mental (p. ej., esq_uizofrenia u otro trastorno psicótico primario).
El diagnóstico de trastorno facticio impuesto a otro se asigna a la persona q_ue finge, falsifica o induce los síntomas en otra persona,
Nota sobre la codificación:
no a la persona q_ue presenta los síntomas. A veces la persona induce o falsifica los síntomas en una mascota, en lugar de hacerlo en otra
persona.
r
313
:· ·,.
1
m Manual de psicopatología. Volumen 2 ·

los propios médicos sobre la presencia de síntomas facticios entre dor principal del menor exagera los síntomas de una enfermedad
sus pacientes sitúan la prevalencía del trastorno alrededor del 1,3 % médica con el fin de recibir un trato prioritario por parte de los pro­
(Fliege et al., 2007). Por lo q_ue respecta al trastorno facticio aplica­ fesionales médicos. El trastorno facticio impuesto solo debe conside­
do a otros, las encuestas realizadas a pediatras en los últimos dece­ rarse si hay pruebas de q_ue la persona está fingiendo, falsificando,
nios han mostrado tasas de prevalencia q_ue oscilan entre el 0,002 % induciendo o agravando intencionalmente los síntomas de la otra
y el 0,27 % (Denny et al., 2001). Los estudios realizados en entornos persona. Además, hay q_ue diferenciarlo de aq_uellas situaciones en
especializados o interdisciplinarios arrojan las estimaciones más ele­ las q_ue el cuidador principal miente sobre la causa de las lesiones
vadas: 1-13 % (p. ej., Ferrara et al., 2013; Godding y Kruth, 1991l. de sus dependientes con el fin de evitar el procesamiento penal o la
El trastorno facticio aplicado a uno mismo suele iniciarse en los intervención de los servicios de protección a menores. El diagnóstico
primeros años de la edad adulta y la mayoría de los pacientes suelen req_uiere un juicio clínico de q_ue existen motivaciones adicionales
ser mujeres (Bass y Jones, 2011; Sheridan, 2003). El curso del trastorno para el comportamiento engañoso, como obtener la atención y la
suele ser intermitente, y los episodios únicos y los q_ue son persisten­ admiración de los proveedores de atención médica. Por último, hay
tes y sin remisiones no son tan frecuentes. En los individuos en los q_ue q_ue diferenciarlo de los trastornos mentales con síntomas psicóticos,
existen episodios recurrentes de falsificación de signos y síntomas de donde la persona puede perjudicar a otros, incluidos sus hijos, en
enfermedad y/o inducción de lesión, el patrón de contactos engaño­ respuesta a una alucinación o un delirio, pero no existe engaño
sos frecuentes con el personal médico, incluyendo hospitalizaciones, asociado a la conducta nociva.
puede llegar a permanecer durante toda la vida. Estos pacientes Los estudios q_ue han examinado la existencia de trastornos
suelen proporcionar información demográfica falsa, y no suelen dar comórbidos con el trastorno facticio son limitados, y han señalado
información sobre sus registros médicos anteriores, por lo q_ue los q_ue, por lo general, el trastorno de somatización (O'Shea, 2003), los
datos relativos al inicio y el desarrollo de su enfermedad facticia y trastornos de personalidad (especialmente el trastorno límite) y los
sus resultados a largo plazo son extremadamente limitados. trastornos depresivos (Yates y Feldman, 2016), pueden coexistir con
Cuando se aplica sobre otro, el trastorno suele comenzar antes el trastorno facticio.
de los ocho años de edad. Por lo general, son las madres las q_ue
inventan o producen los síntomas en uno o más de sus hijos. En los d. Etiología
niños, las afecciones falsificadas o inducidas más comúnmente son No existe apenas información sobre la etiología del trastorno, fun­
la fiebre, la cetoacidosis (complicación grave de la diabetes), la damentalmente porq_ue la mayoría de la literatura publicada con­
púrpura y las infecciones. siste en informes o series de casos, q_ue son una valiosa fuente de
c. Diagnóstico diferencial y comorbilidad
información, pero q_ue pueden presentar un cuadro clínico engañoso
del trastorno de forma aislada. No obstante, existen algunos mode­
Es necesario establecer una diferenciación entre el trastorno facticio los q_ue han tratado de explicar los beneficios psicológicos q_ue se
aplicado a uno mismo y aq_uellas situaciones en las q_ue, en el con­ derivan de adoptar el rol de enfermo.
texto de una afección médica, una persona puede exagerar los sín­ La mayor parte de las teorías explicativas sobre la etiología de
tomas para conseguir más atención por parte del personal sanitario, este trastorno se basan en un enfoq_ue psicodinámico (i. e., Folks,
los familiares, o tener acceso a tratamientos adicionales. También es 1995; Pankratz. 1981; Spivak et al., 1994). Los temas psicodinámicos
necesario diferenciar este trastorno del dismórfico corporal y/o de comunes giran en torno a la dependencia, el abandono, el maso­
la hipocondría, donde los pacientes pueden exagerar sus síntomas q_uismo y el dominio. Los informes de casos clínicos muestran q_ue
para asegurarse de q_ue los médicos los toman en serio, como parte muchos de los pacientes con trastorno facticio sufrieron abusos físi­
de la excesiva atención y búsq_ueda de tratamiento relacionado con cos y/o emocionales o privación de su libertad durante la infancia.
los síntomas somáticos. Sin embargo, en estos casos, no hay pruebas En esas circunstancias, la hospitalización pudo haber sido considera­
de q_ue la persona esté fingiendo, falsificando, induciendo o agra­ da como una vía de escape de una situación traumática en el hogar,
vando intencionadamente los síntomas. y el paciente pudo haber encontrado una serie de cuidadores (p. ej.,
Asimismo, es necesario diferenciarlo del trastorno de conver­ médicos, enfermeras y otros trabajadores del hospital) cariñosos y
sión, donde los síntomas tampoco son «reales». No obstante, a afectuosos. En contraste, las familias de origen de los pacientes fre­
diferencia del trastorno facticio aplicado a uno mismo, un individuo cuentemente incluían una madre q_ue rechazaba al paciente o un
con trastorno de conversión no finge ni falsifica los síntomas de padre ausente. La historia habitual de estos pacientes revela q_ue
manera intencional y engañosa. De igual modo, en el TSS puede perciben a uno o ambos padres como figuras de rechazo con las q_ue
existir una atención excesiva y búsq_ueda de tratamiento para los no pueden formar relaciones estrechas. Así pues, el falseamiento de
síntomas percibidos, pero la persona no proporciona información una enfermedad se utilizaría, por parte de estos pacientes, para
falsa o engañosa sobre su conducta como ocurre en el trastorno recrear con el personal sanitario el deseado vínculo entre padres e
facticio. Finalmente, en este trastorno la persona finge o provoca sus hijos. Otro factor prominente en la psicología del paciente con tras­
síntomas, pero el engaño no está motivado por incentivos externos torno facticio es el masoq_uismo. Estos individuos, a menudo, sienten
obvios (p. ej., obtener una compensación económica) como ocurriría una marcada culpa en respuesta a sentimientos como la ira o la
en la simulación, sino por el deseo de convertirse en paciente y de excitación sexual, y, como resultado, pueden desarrollar el com­
estar relacionado con médicos o centros médicos. En contraste, la portamiento facticio como un medio de expiación y autocastigo. El
simulación se caracteriza por la producción intencional de los sínto­ trastorno también puede ser utilizado para obtener el dominio sobre
mas para obtener beneficios personales. las figuras parentales engañándolas y frustrándolas.
Por lo q_ue respecta al trastorno facticio aplicado a otro, es Otro enfoq_ue interesante es el de Hamilton y Janata 0997) q_ue
necesario distinguirlo de aq_uellas situaciones en las q_ue el cuida- describen un modelo de «automejora». Según este modelo, adoptar

3N
Capítu lo 9. Trastornos de síntomas somáticos y trastornos relacionados

el rol de enfermo puede servir para compensar un autoconcepto


insatisfactorio o reforzar la autoestima. Específicamente, sugiere
I V. R eco menda ci o n e s para la
q_ue el rol de enfermo se puede auto-reforzar o través de tres meca­ eva l uación y el trata m i e nto
nismos. Por un lado, puede servir como un vehículo para acumular
y exhibir conocimientos médicos. Cuando una persona padece una L a evaluación psicológica de los pacientes con trastornos del espec­
enfermedad, es probable q_ue obtenga conocimientos médicos o tro somatoforme tiene un cuádruple objetivo:
través de la información proporcionada por el personal médico y a l. Realizar un análisis detallado del estado mental en el momento
través de la experiencia de los procedimientos relacionados con el actual, sin olvidar un análisis longitudinal del mismo, yo q_u e
diagnóstico y el tratamiento. Así pues, para una persona q_ue care­ estos trastornos tienden a tener un amplio recorrido en la vida
ce de otras estrategias positivas de auto-presentación, adoptar el de la persono.
rol de enfermo puede proporcionarle una ruta para adq_uirir y lue­ 2 Valorar si la problemática q_ue presenta actualmente se centra
go mostrar el conocimiento médico, ganándose así la admiración en un trastorno del espectro o si, por el contrario, es secundario
de los demás. Por otro lado, adoptar este rol puede favorecer el a otros problemas con los q_ue puede asociarse. En definitiva, se
desarrollo de un sentimiento de singularidad al presentar q_uejas trata de realizar un diagnóstico diferencial exhaustivo, q_ue per­
médicas inusuales o intratables («senti rse único y especial»). En mito esclarecer la problemática del paciente y descartar otros
este sentido, los síntomas q_ue presentan los pacientes con trastorno posibles diagnósticos.
facticio, o menudo, confunden o sus médicos y llaman lo atención 3. Hacer una formulación clínica del problema lo más completo
de numerosos especialistas médicos. Además, los pacientes tienden posible, en la q_ue se contemplen los principales aspectos q_ue
a presentar sus síntomas de forma dramática. Así pues, las afirma­ pueden estar involucrados en su génesis, pero también los
ciones de síntomas inusuales o desconcertantes pueden servir para q_ue operan en su mantenimiento. Este paso es importante de
establecer un sentido de singularidad entre las personas q_ue creen cara a la planificación óptima del tratamiento, es decir, paro
q_ue carecen de talentos, habilidades o logros distintivos. Por último, valorar q_ué modelo explica mejor el problema del paciente y
adoptar el rol de enfermo puede servir para mejorar la autoestima q_ué estrategias y técnicos de tratamiento son las más adecua­
del paciente, debido a q_ue está en contacto con profesionales e das para su caso particular.
instituciones médicas de prestigio.
IJ. Establecer una relación terapéutica adecuada para q_ue el
Por otro lado, desde un enfoq_ue de diátesis-estrés <Trask y Sig­ paciente se impliq_ue en el tratamiento. El paciente debe sentir
mon, 2006) se sugiere q_ue las experiencias tempranas traumáticas q_ue la evaluación ha sido satisfactoria y completa, y q_ue el tera­
(p. ej., ser testigo de la muerte de un pariente o amigo cercano, ser peuta es empático y competente.
víctima de abuso sexual) pueden llevar al individuo a desarrollar un
trastorno facticio. Para ilustrar este modelo, podemos considerar el Además de la evaluación clínica pormenorizada de estos tras­
caso de una niña q_ue ha sufrido abusos sexuales por parte de su tornos, se pueden utilizar entrevistas estructuradas como la Entre­
padre durante la infancia. Debido a q_ue el abuso ocurre en el hogar vista Clínica Diagnóstica Estructurada para el DSM-IV-TR (SCID-I;
de la menor, se le impide reducir el estrés a través de la red de Fi rst et al., 1997) y la MINI Entrevista Neuropsiq_uiátrica Interna­
apoyo familiar. Sin embargo, la notificación de los síntomas físicos cional (MINI; Sheenan et al., 1997). La gravedad de la hipocondría
puede ser más aceptable y dar lugar a q_ue la niña reciba algún se valora mediante una entrevista semi-estructurada, la Escala de
tipo de apoyo social, lo q_ue le puede llevar a desarrollar síntomas Obsesiones-Compulsiones de Yale-Brown adaptada a la Hipocondría
físicos. Una visita al médico o una admisión en un hospital puede (H-YBOCS-M; Skritskaya et al., 2012).
exponer a la niña a un entorno más libre de estrés y a una red social En cuanto a la evaluación fiable mediante autoinformes de algu­
de apoyo (es decir, médicos y enfermeras). Así, el tiempo q_ue pasa no o más de los aspectos involucrados en estos trastornos, tal y como
en el hospital para los pruebas y los procedimientos de diagnóstico los hemos venido comentando, se pueden utilizar los siguientes:
puede proporcionar una reducción del estrés para la niña y puede Índice Whiteley (IW; Pilowsky, 1969) (específico para hipocon­
aprender q_ue su familia le responde cuando se presenta con dolen­ dría).
cias físicas q_ue le permiten acceder a un hospital y, además, dete­ Inventario de Ansiedad por la Salud -Versión abreviada­
ner con ello el abuso en casa. Como resultado de su experiencia en (SHAI; Salkovskis et al., 2002; Arnáez et al., 2019bl.
la infancia, a medida q_ue madura y se convierte en adulta, puede
Escala de Amplificación Somatosensorial (SASS; Barsky et al.,
seguir haciendo frente a los acontecimientos estresantes de su vida
1990l.
siguiendo pautas q_ue se han reforzado, como solicitar la atención
médica en los hospitales. Inventa rio de Pensamientos Intrusos sobre la Enfermedad
<INPIE; Arnáez et al., 2017).
Inventario de Preocupaciones Hipocondríacas de Aiglé <IPHA;
¿) Trastorno facticio. Denominación que proporciona el Belloch et al., 2004).
DSM-5 al trastorno que se caracteriza por síntomas físicos, (Las versiones en castellano de todos estos instrumentos se pue­
producidos deliberadamente por la persona, con la inten­ den encontrar en Belloch et al., 2019).
ción de recibir atención médica y asumir el rol de enfermo. En cuanto al estilo terapéutico con estos pacientes no difiere
En la CIE- 1 1 este trastorno forma una categoría separada y esencialmente del proceso terapéutico de la psicoterapia cognitiva
distinta de la de trastornos de síntomas somáticos y rela­ estándar, definida como un procedimiento activo, directivo, estruc­
cionados del DSM-5. turado y de tiempo limitado, q_ue integra aspectos emocionales y
conductuales bajo la primacía de lo cognitivo, además de aspectos

315
tt Manual de pslcopatología. Volumen 2

biológicos, biográficos y sociales del paciente y en particular del Bouman (2014) ha propuesto diferenciar las metas del trata­
aplicado a otros trastornos en los q_ue la ansiedad juega un papel miento psicológico de la hipocondría en seis grupos, que se ajustan
importante <Clark y Beck, 2012). La relación terapéutica se debe a los aspectos disfuncionales del trastorno y su impacto o interfe­
basar principalmente en la empatía, la confianza, el acuerdo mutuo rencia en la vida del paciente. Esas metas son asimismo útiles para
y la colaboración, con el objetivo de crear un ambiente seguro, don­ el tratamiento del resto de trastornos incluidos en el grupo somato­
de el paciente pueda expresar y cuestionar sus sentimientos tanto forme. Son las siguientes:
positivos como negativos (Belloch y Fornes, 2012).
l. Cognitivas: desarrollar creencias adaptadas y realistas respecto
Los principios esenciales a partir de los que se desarrolla el tra­ al significado de los síntomas, la enfermedad, la función de la
bajo terapéutico son los que caracterizan el tratamiento cognitivo ansiedad, y la aceptación de la incertidumbre hacia la muerte y
propuesto por Beck: (a) empirismo colaborador, según el cual el un nivel razonable de riesgo.
tratamiento exige una estrecha relación terapeuta-paciente basa­
da en la colaboración. Ambos interactúan y participan activamente 2. Metacognitivas: desarrollar un estilo de pensamiento adapta­
tivo, funcional, desarrollando un distanciamiento crítico de los
en la consecución de unos objetivos consensuados previamente. El
pensamientos y valoraciones disfuncionales para comprenderlos
paciente proporciona el material sobre el cual trabajar y el tera­
peuta estructura los objetivos y adecúa los procedimientos para como lo q_ue son: únicamente pensamientos, no hechos.
abordar los problemas; (b) descubrimiento guiado, mediante el cual 3. Atencionales: desarrollar una ubicación más flexible de la aten­
el terapeuta «guía» al paciente, mediando y facilitando su apren­ ción, identificando la focalización en los síntomas y desarrollan­
dizaje, pero será este q_uien «descubra» los supuestos más adapta­ do distancia respecto a esta.
tivos y funcionales. Engloba diferentes elementos y técnicas como 4. Emocionales: desarrollar una respuesta de ansiedad ajustada a
los registros, los experimentos conductuales, la flecha descendente, la magnitud real de la amenaza.
las tareas para casa, entre otros, mediante las cuales el terapeuta 5. Conductuales: Ajustar las conductas de afrontamiento efectivas
ofrece la posibilidad de q_ue el paciente se involucre activamente y reducir los escapes, evitaciones y conductas de seguridad y
en el proceso de la terapia, otorgándole una parte sustancial de reaseguraciones que perpetúan el círculo vicioso de la ansiedad.
responsabilidad en la búsq_ueda de soluciones; (c) mediante el diá­
logo socrático el terapeuta utiliza el razonamiento inductivo para 6. Sociales: desarrollar una adecuada interacción con médicos y
examinar las creencias erróneas, realizando una serie de preguntas profesionales sanitarios y con las personas significativas, ajus­
sencillas q_ue cuestionan y confrontan esas creencias. El objetivo no tando la utilización adecuada de las conductas de búsq_ueda de
consiste en convencer al paciente, sino en ayudarle a desarrollar reaseguro.
una actitud reflexiva y crítica.
Dada la importancia crucial que tiene en estos pacientes la ,1¡ ¡1:• ,1;. V. R e s u m e n de aspecto s
experiencia con los síntomas corporales, resulta imprescindible
validar su fenomenología. Para ello, resulta útil seguir una serie de fundamenta l e s y te nde ncias
recomendaciones como las siete siguientes:
futuras
l. Escuchar con interés la narración de los síntomas, mediante
técnicas verbales como resumen, parafraseo, reflejo, clarifi­ Los trastornos de síntomas somáticos y relacionados constituyen una
cación, etc., de modo que trasmitamos empatía y aceptación nueva categoría diagnóstica de la quinta edición del DSM (APA,
genuina por su experiencia. 2013) que sustituye a la de los anteriores trastornos somatoformes
2. Preguntar por la intensidad, duración, frecuencia de los sínto­ (i. e., DSM-III y DSM-IVl. Este grupo de trastornos se caracterizan
mas, cuáles son los desencadenantes, etc., lo q_ue permite que el por la presencia de pensamientos, sentimientos y comportamientos


paciente sienta q_ue su malestar y preocupación es acogida con excesivos relacionados con síntomas somáticos. Los síntomas físi­
interés. Además sirve para realizar una evaluación funcional del cos pueden estar relacionados con problemas médicos, por lo que
problema que nos permitirá hacer una adecuada formulación no tienen por qué ser médicamente inexplicables como ocurría en
clínica del caso. ediciones anteriores del manual. En este sentido, el DSM-5 enfatiza
la importancia de hacer un diagnóstico positivo, basado en la pre­
3. No juzgar, es decir, no realizar juicios valorativos respecto a la
sencia de síntomas y el malestar asociado a los mismos en lugar de
naturaleza de los síntomas, ni sobre su origen somático o de
en la ausencia de una explicación médica. No obstante, los síntomas
cualquier otro tipo. Se trata de establecer cuál es la fenome­
médicamente inexplicables siguen siendo una parte fundamental de
nología de la experiencia del paciente, y no confundirla con
algunos trastornos (como el trastorno de conversión). Además, es
el modelo explicativo sobre los síntomas, que posteriormente
necesario resaltar el hecho de que los pacientes no tienen control
elaboraremos con el paciente.
sobre sus síntomas, y tampoco los están fingiendo intencionalmente


4. Empatizar, es decir, trasmitir mensajes empáticos sobre la pre­ o intentando engañar a los demás. En su mayoría, creen genuina­
sencia de los síntomas y el sufrimiento que causan. mente q_ue algo funciona terriblemente mal en ellos. Por esta razón,
5. Explorar las experiencias previas con otros profesionales que no es sorprendente q_ue estos pacientes sean visitantes frecuentes de
han podido invalidar su experiencia somática y acoger el males­ los servicios médicos.
tar e incertidumbre q_ue estas han podido causarle.
Los trastornos específicos q_ue se incluyen en esta categoría son
6. Aceptar la desconfianza y la duda al verse ante un psicólogo. el trastorno de síntomas somáticos, el trastorno de ansiedad por la
7. Facilitar q_ue el paciente pueda diferenciar la intensidad, males­ enfermedad, el trastorno de conversión, otros factores psicológicos
tar, etc., de sus síntomas, de la gravedad y el significado o inter­ que influyen en otras afecciones médicas, el trastorno facticio, otro
pretación q_ue hace de ellos trastorno de síntomas somáticos y trastornos relacionados especifi-

316
Capítulo 9. Trastornos de síntomas somáticos y trastornos relacionados 1
1! 11
11

codos y el trastorno de síntomas somáticos y trastornos relaciona­ persona. La undécima edición de l a CIE también h a experimentado
dos no especificados. Los diagnósticos del DSM-IV de hipocondría, cambios respecto a su edición anterior (CIE-IOl. La antigua catego­
trastorno de somatización y trastorno por dolor se han eliminado y ría de trastornos somatoformes ha sido sustituida por la de trastor­
ahora se incluyen en el nuevo diagnóstico de trastorno de síntomas nos por malestar somático o por la experiencia corporal, que inclu­
somáticos. ye el trastorno por malestar somático, la disforia por la integridad
El trastorno de síntomas somáticos constituye el principal diag­ corporal y otro trastorno por malestar somático o por la experiencia
nóstico de esta categoría e implica la presencia de uno o más sín­ corporal. Asimismo, el diagnóstico de hipocondría se ha incluido en
tomas físicos que causan preocupación excesiva sobre la salud. El el espectro obsesivo-compulsivo, y el trastorno facticio forma parte
trastorno de ansiedad por la enfermedad se caracteriza por una de una categoría independiente y diferenciada.
preocupación persistente por padecer una enfermedad, a pesar de El tratamiento de elección para estos pacientes es la terapia
que existen pruebas de lo contrario. En el pasado, los pacientes que cognitivo-conductual, y dada la importancia que otorgan estos
exhibían estas conductas recibían el diagnostico de «hipocondría». pacientes a los síntomas corporales, es esencial validar su fenome­
En el trastorno de conversión la principal preocupación no es la pre­ nología.
sencia de un síntoma, sino una alteración del funcionamiento motor Las investigaciones futuras deberán tratar de aclarar la situa­
(p. ej., parálisis) o sensorial (p. ej., ceguera). Los síntomas no siguen ción conceptual y nosológica de los trastornos que cursan con sínto­
patrones neurológicos conocidos, y muchos individuos se muestran mas somáticos. Asimismo, es necesario llevar a cabo investigaciones
indiferentes a su incapacidad funcional (en lugar de sentirse angus­ que permitan probar el valor clínico de las dos nuevas categorías
tiados por ella). diagnósticas propuestas (trastornos de síntomas somáticos y ansie­
La característica principal del trastorno facticio es que la per­ dad por la enfermedad) por el DSM-5. Además, se desconoce si
sona fabrica síntomas de manera voluntaria para asumir el rol de los cambios propuestos en la CIE- 1 1 abordan adecuadamente las
enfermo. Los síntomas pueden producirse en uno mismo o en otra deficiencias del concepto de hipocondría del DSM-IV.

•• Té r m i n o s c lave
Alexitimia 292 Somatizaclón 282 Trastorno facticio 3 75
Amplificación somatosensorial 303 Trastorno de ansiedad por la Trastorno por malestar
Ansiedad por la salud 294 enfermedad 286 somático 287
Conducta de enfermedad 285 Trastorno de conversión 285
Disforia por la integridad Trastorno de síntomas
corporal 289 somáticos 284

•• L ectura s recome n dadas


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Capítulo 9. Trastornos de síntomas somáticos y trastornos relacionados 4141

•• Autoeva l uación
l. El trastorno de síntomas somáticos se caracteriza por: 6. la disforia por integridad corporal:
a) Pensamientos, sentimientos o comportamientos excesivos a) Implica síntomas corporales q_ue son angustiantes para el
e inadaptados relacionados con sus síntomas somáticos. individuo y a los q_ue se dirige una atención excesiva.
bl La preocupación por padecer o contraer una enfermedad bl Implica una perturbación en la experiencia de la perso­
grave. na con respecto al cuerpo, q_ue se manifiesta a través del
c) La ausencia de síntomas somáticos o, si están presentes, deseo persistente de tener una discapacidad física espe­
son únicamente leves. cífica.
dl Un grado elevado de ansiedad acerca de la salud, y el c) El individuo debe presentarse como enfermo y el diagnós­
individuo se alarma con facilidad por su estado de salud. tico depende de la identificación de q_ue el individuo está
2. En el trastorno de ansiedad por la enfermedad: tergiversando activamente su enfermedad.
a) Se experimentan uno o más síntomas somáticos q_ue cau­ dl Puede apl icarse en individuos q_ue sufren una condición
san malestar o dan lugar a problemas significativos en la médica q_ue se ve afectada negativamente por factores
vida diaria. psicológicos o conductuales.
7. Uno de los aspectos q,ue caracteriza al trastorno de sínto­
mas somáticos es:
bl No existen síntomas somáticos o, si están presentes, son
únicamente leves.
cl Hay un tiempo y energía excesivos consagrados a los sín- al La preocupación por llegar a padecer dolor.
tomas o o la preocupación por la salud. b) Experimentar diversos síntomas somáticos junto con pen­
dl Existe un grado persistentemente elevado de ansiedad samientos y preocupaciones sobre su gravedad
acerca de la salud o los síntomas. c) Déficits q_ue afectan las funciones motoras voluntarias o
3. En el trastorno de conversión: señoriales, y q_ue sugieren una enfermedad neurológica
al Se experimentan pensamientos desproporcionados sobre o médica.
la gravedad de los síntomas, y a menudo se consideran d) Miedo a tener una enfermedad grave ante la más leve
amenazadores. molestia física.
8. Según la propuesta cognitivo-conductual de Warwick y
Salkovskis, las interpretaciones erróneas sobre los sínto­
bl La persona produce intencionalmente signos o síntomas

mas corporales que realizan las personas hipocondríacas


físicos o psicológicos.

tienen su origen en:


cl Se enfatizo lo importancia de los datos clínicos y el exo-
men neurológico.
dl Las personas con el trastorno realizan conductas excesivas a) Experiencias infantiles de exposición a modelos q_ue exhi­
asociadas a la salud. ben q_uejas físicas fingidas.
4. En los factores psicológicos que influyen en otras afeccio- b) Experiencias previas negativas relacionadas con la enfer­
nes médicas: medad < propias o de otras personas) q_ue conducen a la
formación de actitudes disfuncionales sobre la salud y la
a) El objetivo de la persona es obtener y mantener los benefi-
enfermedad.
cios q_ue el adoptar el rol de enfermo pueda proporcionar.
c) La movilización de impulsos primarios a modo de síntomas
bl Implica un patrón en el q_ue los síntomas o los déficits q_ue
físicos q_ue sirven como defensa cuando la autoestima se
afectan o los sentidos o al comportamiento motor sugieren
ve amenazada.
q_ue el paciente tiene una condición médica o neurológica.
d) La toma de conciencia por parte de la persona de las ven-
cl Puede aplicarse en individuos q_ue sufren una condición
tajas q_ue comporta adoptar el papel de enfermo.
9. Cuando una persona busca asumir el papel de enfermo,
médica q_ue se ve afectada negativamente por factores
y finge o produce intencionadamente signos o síntomas
psicológicos o conductuales.

físicos o psicológicos sin que haya incentivos externos


dl Existen síntomas somáticos q_ue causan malestar y deterio-
para ello, nos encontramos ante:
ro de las actividades de la vida diaria.
5. El trastorno facticio se diferencia de la simulación en q,ue:
al Simulación.
al Los signos o síntomas físicos o psicológicos de la enfer-
b) Trastorno facticio.
medad se producen intencionadamente para obtener ga-
nancias secundarias (p. ej., una compensación económica). c) Trastorno de conversión.
bl No existen síntomas somáticos o, si están presentes, son d) Trastorno límite de la personalidad.
10. Según Warwick y Salkovskis, la hipocondría puede ser
considerada como análoga a un trastorno de:
únicamente leves.
cl Implica múltiples síntomas corporales q_ue pueden variar
con el tiempo. a) Ansiedad por la salud.
dl Los signos o síntomas físicos o psicológicos de la enfer- b) Ansiedad por la enfermedad.
medad se producen intencionadamente para asumir el rol c) Amplificación somato-sensorial.
de enfermo. d) Personal idad.

m

CAPÍTULO lo

TRASTORNOS DE ADAPTACIÓN
María José Galdón, Rosa María Baños y Marta Miraga/1

l. Introducción 325 IV. Recomendaciones para la evaluación


y el tratamiento 336
11. Clasificación y diagnóstico de los trastornos
de adaptación 326 VI. Resumen de aspectos fundamentales
A. Los trastornos de adaptación en el DSM-5 326 y tendencias futuras 337
B. Los trastornos de adaptación en la CIE- 11 327
TÉRMINOS CLAVE 338
C. Controversias y dilemas q_ue persisten en la clasificación
actual de los trastornos de adaptación 329 LECTURAS RECOMENDADAS 339
111. Descripción clínica 332 REFERENCIAS 339
A. Características clínicas 332 AUTOEVALUACIÓN 31./2
B. Epidemoiología y curso evolutivo 332
C. Diagnóstico diferencial y comorbilidad de los TA 333
D. La etiología de los TA 331./

,:, l . I ntroducción
L a vida continuamente nos enfrenta a situaciones estresantes q_ue estos estudios también muestran la insatisfacción o incomodidad
tienen un impacto importante sobre nosotros, y q_ue debemos afron­ por parte de los profesionales con las definiciones y criterios diag­
tar y superar. Cuando nuestra reacción a estos acontecimientos es nósticos propuestos por los sistemas oficiales, poniendo en evidencia
desproporcionada, cuando nos desbordan las situaciones proble­ las debilidades y fallos en su conceptualización actual (Maercker y
máticas, entonces puede q_ue suframos un trastorno de adaptación Lorenz, 2018).
(TAl. A pesar de esta aparente «simplicidad» en su definición (o tal Desde su entrada en los sistemas de clasificación, los TA han
vez precisamente por ella), los TA son una categoría diagnóstica sido una de las categorías diagnósticas peor definidas en psicopato­
difícil de definir. Constituyen uno de los diagnósticos más polémi­ logía, debido a la variedad de síntomas q_ue pueden presentarse y a
cos, suscitando debates intensos, especialmente durante las últimas la relativa ausencia de rasgos distintivos característicos y específicos
décadas, a la vez q_ue siguen manteniéndose como uno de los más de estos problemas (Maercker et al., 2013). Por lo general, se han
utilizados por parte de los clínicos. Sin embargo, es una de las cate­ conceptualizado como un grupo de sintomatología «sub-clínica»,
gorías menos investigadas, y para la q_ue se ha acumulado escasa asociada a un acontecimiento o situación estresante q_ue la desen­
evidencia, existiendo aún muchas lagunas sobre la comprensión cadena. Esta categoría diagnóstica se ha utilizado frecuentemente
empírica de su fenomenología, su relación con otros trastornos, o como una categoría residual para diagnosticar ahí aq_uellos pacien­
su evolución (O'Donnell et al., 2016). Esta situación es preocupante, tes q_ue no cumplen los criterios diagnósticos de otros trastornos,
dada la elevada frecuencia con la q_ue se utiliza en la práctica clíni­ especialmente depresión o trastornos de ansiedad (Baumeister y
ca. Tal y como ponen de manifiesto dos encuestas auspiciadas por Kufner, 2009), o como un diagnóstico provisional cuando no está
la Organización Mundial de la Salud (OMS), tanto los psiq_uiatras claro si el curso concluirá con un trastorno afectivo o postraumático
(Reed et al., 2011) como los psicólogos clínicos (Evans et al., 2013) posterior (Strain y Diefenbacher, 2008). En este sentido, a menudo
informan de su elevado uso (séptimo y noveno lugar, respectivamen­ han sido descritos como el «cajón de sastre» de los esq_uemas de
te, de las categorías diagnosticas q_ue más utilizaban). Sin embargo, clasificación psiq_uiátrica (Casey y Bailey, 2011>.
Manual de psicopatología. Volumen 2

En este capítulo, describiremos en primer l ugar las caracte­ «Trastornos de personalidad situacionales transitorios», y se clasi­
rísticas clínicas más importantes de estos trastornos, siguiendo los ficaba según el momento evolutivo en el que aparecía («Reacción
actuales sistemas de clasificación. También analizaremos las proble­ adaptativa de la niñez», «Reacción adaptativa de la adolescencia»,
máticas y debates suscitados alrededor de este diagnóstico, que han «Reacción situacional adulta» y «Reacción adaptativa de la tercera
sido diversos e intensos. A continuación, se expondrán los modelos edad»l. Esta denominación sugería que existía cierta vulnerabilidad
y enfoques teóricos que existen para intentar explicar por qué se personal, pero este matiz desparece en la segunda versión (DSM-11,
desarrollan estos problemas. Por último, resumiremos brevemente APA 1968), aunque se seguía reconociendo su característica tran­
algunas guías a tener en cuenta para su evaluación y su tratamiento. sitoria y se etiquetaba simplemente como «Trastorno situacional
transitorio».
Actualmente, en el DSM-5 (APA, 2013) se encuentran ubicados
1 1 . C lasificación y diagnóstico de dentro de la categoría de «Trastornos relacionados con traumas y
los trastornos de adaptación factores de estrés». Este grupo de trastornos incluye, además de los
TA, el trastorno de apego reactivo, el trastorno de relación social
E n todos los sistemas d e clasificación, los TA, tal y como s u nombre desinhibida, el trastorno por estrés post-traumático (TEPTl y el tras­
sugiere, se definen como una reacción de desajuste (inadaptación), torno de estrés agudo (TEA). Todos ellos tienen en común el que la
que puede cursar prácticamente con cualquier síntoma emocional exposición a un acontecimiento traumático o estresante aparece
(ansiedad, depresión, ira, etc.l o del comportamiento (absentismo, de manera explícita como criterio diagnóstico, constituyendo así
violencia, etc.l, y que se desarrollan en respuesta a uno o más acon­ una condición necesaria, aunque no suficiente, para la aparición de
tecimientos estresantes identificados. El requisito, además de la pre­ la sintomatología. En las ediciones anteriores del DSM, el TA no se
sencia clara de un estresor o varios estresores que disparen el tras­ incluía en ningún grupo particular de trastornos, sino que se situaba
torno, es que la persona se queje de malestar, o que se produzca una al final, entre el código V («Otros problemas que merecen atención
merma en su funcionamiento cotidiano personal, es decir, que se pro­ clínica») y los trastornos mentales del eje I, que se suponían más
duzca una notable interferencia social, personal o laboral en su vido. claramente definidos. Sin embargo, y a pesar de que esta nueva
En principio, el estresor desencadenante puede ser cualquiera y ubicación pudiera suponer un cierto «reconocimiento» de los TA,
sus características pueden ir desde un estresor único (p. ej., ruptura lo cierto es que este es el único cambio que ha habido respecto de
de pareja) a estresores múltiples (p. ej., problemas económicos y la versión anterior, ya que los criterios diagnósticos para este pro­
familiares); ser un estresor recurrente (p. ej., despidos estacionales blema siguen siendo los mismos que los planteados en el DSM-IV
en el trabajo) o continuo (p. ej., vivir en una situación de guerra); ( 1994). Esta ausencia de variaciones se ha argumentado justifican­
común (p. ej., una enfermedad) o extraordi nario (p. ej., víctima de do que los cambios que habían propuesto algunos grupos estaban
una inundación); leve o severo. Lo importante para realizar el diag­ basados en evidencias aún demasiado limitadas, debido a la esca­
nóstico es el impacto de desajuste que causa en la persona. sez de estudios empíricos en torno a estos trastornos (O' Donnell et
al., 2016).
Este heterogéneo cuadro sintomatológico está presente en los
dos sistemas de clasificación de los trastornos mentales más utili­
zados en la actualidad, tanto en el DSM-5 como en la CIE- 1 1. A
j) Reacción adaptativa al estrés. Reacción considerada
continuación describiremos los criterios que se incluyen en ambas
clasificaciones. esperable o normativa hacia el estresor e n cuanto a la
gravedad e interferencia de la sintomatologia, teniendo en
cuenta el contexto, la persona y las normas culturales.
j) Estresor. C ualquier estimulo, acontecimiento o situación, j) Trastornos relacionados con traumas y factores de
que suponga una carga, exigencia, o demanda [ i nterna o estrés. G rupo de trastornos que incluye, seg ún en DSM-5,
externa) para la persona, generando respuestas de estrés o el t rastorno de apego reactivo, e l t rastorno de relac ión
malestar emocional. social desinhibida, el trastorno por estrés post-traumático,
j) Trastornos de adaptación. Trastornos que se caracteri­ el t rastorno de est rés ag udo, y los t rastornos de adapta­
zan por la presencia de síntomas emocionales o compor­ ción. Todos ellos tienen en común el que la exposición a un
tamentales que surgen como respuesta a uno [ o varios) acontecimiento traumático o estresante es una condición
estresores identificables. Estos síntomas deben ser clínica­ necesaria, aunque no suficiente, para la aparición de la sin­
mente significativos, y tienen que aparecer como máximo tomatologia.
en los t res meses siguientes al inicio del acontecimiento
estresante.
Según los criterios de i nclusión y exclusión del DSM-5 (véase
la Tabla 10.ll, la característica fundamental de este trastorno es la
presencia de síntomas emocionales o comportamentales que surgen
A. Los trastornos de adaptación como respuesta a uno (o varios) estresores identificables. Esta res­
puesta tiene que aparecer como máximo en los tres meses siguien­
en e l OS M-5
tes al inicio del acontecimiento estresante (Criterio Al. Un segundo
En el caso del DSM, este trastorno aparece con la denominación criterio es que tales síntomas deben ser clínicamente significativos,
con la que ahora lo conocemos en su tercera versión (DSM-III, en el sentido de que deben generar un malestar desproporcionado a
APA, 1980l. En la primera versión mSM-1, APA 1952), aparecía como lo que cabría esperar (teniendo en cuenta el contexto externo y los

326
C apítulo 10. Trastornos de a daptación ,,,

)) Tabla 10.1. DSM-5. Criterios diagnósticos de los trastornos de adaptación

A. Desarrollo de síntomas emocionales o del comportamiento en respuesta a un factor o factores de estrés identificables que se producen
'
en los tres meses siguientes al inicio del factor(esl de estrés.
B. Estos síntomas o comportamientos son clínicamente significativos, como se pone de manifiesto por una o las dos características siguientes:
l. Malestar intenso desproporcionado a la gravedad o intensidad del factor de estrés, teniendo en cuenta el contexto externo
y los factores culturales que podrían influir en la gravedad y la presentación de los síntomas.
2. Deterioro significativo en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.
C. La alteración relacionada con el estrés no cumple los criterios para otro trastorno mental y no es simplemente una exacerbación
de un trastorno mental preexistente.
D. Los síntomas no representan el duelo normal.
E. Una vez que el factor de estrés o sus consecuencias han terminado, los síntomas no se mantienen durante más de otros seis meses.
Especificar si:
Fi+3.21 Con estado de ánimo depresivo [309.0l.
Fl+3.22 Con ansiedad [309.21+1.
Fl+3.23 Con ansiedad mixta y estado de ánimo depresivo [309.281.
Fl+3.21+ Con alteración de la conducta [309.3l.
Fl+3.25 Con alteración mixta de las emociones o la conducta [309.l+l.
Fl+3.20 Sin especificar [309.91.
\.

factores culturales), y/o producir un deterioro significativo en alguna seis meses) del crónico (más de seis meses). Este último caso, solo si
área importante del funcionamiento de la persona (Criterio Bl. En el factor estresante o sus consecuencias persisten.
cuanto a los criterios de exclusión, se i ndica que esa sintomatolo­
gía relacionada con el estrés no puede cumplir l os criterios para
otro trastorno mental, ni tampoco constituir la exacerbación de un
¿) Subtipos de trastornos adaptativos en el DSM-5. Dis­
trastorno mental preexistente (Criterio Cl. El DSM-5 también señala
que los síntomas no pueden constituir una reacción de duelo normal tintas manifestaciones clínicas de los trastornos desadapta­
<Criteri o Dl, aunque establece que puede diagnosticarse trastorno tivos que pueden ser diagnosticadas en el OSM-5 en fun­
de adaptación tras la muerte de un ser querido cuando la intensi­ ción de la sintomatología predominante.
dad, cualidad y persistencia de las reacciones de duelo superan lo
que normalmente cabría esperar teniendo en cuenta las normas
culturales, religiosas o apropiadas para la edad. Por último, dada la
necesaria relación entre el estresor y la sintomatología, se establece B. Los trastornos de adaptación en la C I E -11
que, una vez finalizada la situación de estrés o sus consecuencias,
los síntomas deben resolverse como mucho en los seis meses siguien­ La actual versión de la CIE- 11 (Clasificación Internacional de Enfer­
tes (Criterio El. medades, OMS, 2018) supone una revisión sustancial en la concep­
tualización del TA que, como distintos autores señalan (p. ej., Casey,
Además de estos criterios, el DSM , especifica una serie de sub­
2018; Maercker y Lorenz, 2018), puede generar una separación clara
tipos de TA en función de la sintomatología predominante y de
entre este enfoque y el mantenido por el DSM-5.
la duración de la alteración. En el primer caso, se distinguen los
siguientes subtipos: (al con estado de ánimo depresivo (cuando pre­ Ambos sistemas de clasificación coinciden en ubicar el TA junto
domina el estado de ánimo bajo, las ganas de llorar o el sentimiento con otros trastornos relacionados con acontecimientos traumáticos
de desesperanza); (bl con ansiedad (cuando predomina el nervio­ o estresantes. La CIE- 11 denomina a esta categoría como «Trastor­
sismo, la preocupación, la agitación o la ansiedad de separación); nos específicamente asociados con el estrés», ya que surgen como
(cl con alteración mixta de ansiedad y estado de ánimo deprimido consecuencia de su asociación específica con un acontecimiento
(cuando predomina una combinación de depresión y ansiedad); traumático o estresante. Dicho de otro modo, en todos ellos la pre­
(dl con alteración de la conducta (cuando predomina la alteración sencia de estrés es un factor causal necesario, aunque no suficiente,
de la conducta); (el con alteración mixta de las emociones o la de tal manera que en su ausencia no se hubieran producido este
conducta (cuando predominan los síntomas emocionales, como tipo de trastornos. La naturaleza de los acontecimientos estresantes
depresión, ansiedad, y una alteración de la conducta), y (f) sin espe­ que causan estos trastornos puede oscilar entre los acontecimientos
cificar (destinado a las reacciones de mala adaptación que no se vitales negativos dentro del rango normal de la experiencia (como
pueden clasificar como uno de los subtipos específicos anteriores). es el caso habitualmente en los TA) a factores estresantes traumáti­
En cuanto a la duración, se distingue el subtipo agudo (menos de cos de gravedad excepcional (como es el caso del TEPT y trastorno

11J
tt Manual de pslcopatologla. Volumen 2

) ) Tabla 10.2. C IE 1 1 . G uías diagnósticas de los trastornos de adaptación

CARACTERÍSTICAS ESENCIALES

• Reacción desadaptativa a un factor estresante psicosocial identificable o a múltiples factores estresantes <p. ej., un solo evento estresante,
una dificultad psicosociol continuo o uno combinación de situaciones estresantes de lo vida) que suele aparecer en el mes siguiente al
factor estresante. Entre los ejemplos figuran el divorcio o lo pérdida de uno relación, lo pérdida de un empleo, el diagnóstico de uno
enfermedad, lo aparición reciente de uno discapacidad y los conflictos en el hogar o el trabajo.
Lo reacción al factor estresante se caracterizo por lo preocupación por dicho factor o sus consecuencias, incluido lo preocupación
excesivo, los pensamientos recurrentes y angustiosos sobre el factor estresante, o lo constante rumio sobre sus implicaciones.
Los síntomas no se explican mejor por otro trastorno mentol (p. ej., un trastorno del estado de ánimo, otro trastorno específicamente
asociado con el estrés).
Uno vez que el factor estresante y sus consecuencias han terminado, los síntomas se resuelven en seis meses.
Lo falto de adaptación al factor estresante do lugar o un deterioro significativo en el ámbito personal, familiar, social, educativo,
ocupacional o en otras áreas importantes del funcionamiento. Si el funcionamiento se mantiene, es solo o través de un esfuerzo adicional
significativo.

CARACTERÍSTICAS ADICIONALES

Los síntomas de preocupación tienden o empeorar con cualquier recordatorio de los factores estresantes, lo que do lugar o que se eviten
los estímulos, los pensamientos, los sentimientos o los discusiones asociados a los factores estresantes para evitar lo preocupación
o el sufrimiento.
Entre los síntomas psicológicos adicionales del trastorno de adaptación pueden figurar síntomas depresivos o de ansiedad, así como
síntomas impulsivos «externolizontes», en particular, el aumento del consumo de tabaco, alcohol u otras sustancias.
Los individuos con trastornos de lo adaptación suelen recuperarse cuando se elimino el factor estresante, cuando se proporciono el apoyo
suficiente o cuando lo persono desarrollo mecanismos o estrategias adicionales para hacerle frente.

de estrés postroumático complejo). Por otro lodo, se señala que la del acontecimiento estresante y tienden o resolverse alrededor de
naturaleza, el patrón y lo duración de los síntomas que aparecen los seis meses, o menos que el factor estresante persisto durante
como respuesta al acontecimiento estresante, junto con el deterioro un período de tiempo más prolongado. Otra diferencio importante
del funcionamiento asociado, es lo que permite diferenciar entre sí con el DSM, es que en lo versión actual de lo CIE-11 se ha omitido
a los trastornos i ncluidos dentro de esta categoría. lo especificación de subtipos dentro del TA, optando por una con­
Las diferencias más importantes entre el DSM-5 y la CIE- 1 1 cepción unificada de este trastorno, argumentando que los estudios
respecto al TA surgen a la hora d e delimitar las características diag­ empíricos realizados hasta el momento no justifican esa división.
nósticas de este cuadro clínico, ya que en esta última sí se propone Así pues, los diferencias entre ambos sistemas de clasificación
un perfil de síntomas más característicos de este trastorno, y no solo son evidentes. Lo CIE- 11 no solo proporciono características de sín­
se hablo de «síntomas emocionales o comportomentoles» como tomas «positivos» poro el TA, sino que, además, elevo el umbral
indico el DSM (véase la Tabla 10.2). En este sentido, se considero del criterio de significación clínica al requerir tanto lo presencio
el TA como una reacción desodoptotivo o un factor o factores de de síntomas específicos de distrés emocional como un deterioro
estrés psicosociol identificables, que se caracterizo por lo preocupa­ importante en los princi pales áreas de funcionamiento. Especialis­
ción excesiva por el acontecimiento estresante o sus consecuencias, tas en el campo de los TA ( p. ej., Bochem y Cosey, 2018; Cosey,
que puede también acompañarse de pensamientos recurrentes y 2018; Maercker y Lorenz, 2018) consideran que esto nueva definición
angustiosos sobre el factor estresante, o una rumiación recurrente del TA cambia su estatus de una categoría diagnóstico residual o
sobre sus implicaciones. Por otro lodo, mientras que poro el DSM lo uno categoría sindrómica completo y, lo que consideran aún más
significación clínico del trastorno puede provenir o del molestar de importante, esto conllevaría que el TA ya no podrá ser considerado
lo persono o de la interferencia que produce el trastorno, en el coso un diagnóstico subordinado que solo puede diagnosticarse uno vez
de lo CIE se especifica que los síntomas antes señalados tienen que que todos los demás diagnósticos principales de trastornos mentoles
estor presentes junto con lo incapacidad para adoptarse, provocan­ hayan sido excluidos. Sin embargo, esto último afirmación tal vez
do un deterioro significativo en lo vida personal, famil iar, social, no está del todo j ustificado. Es decir, si bien es cierto que en los
educativo, laboral o en otros áreas importantes del funcionamiento. criterios diagnósticos de lo mayoría de los trastornos mentoles es
A pesar de los diferencias, ambos sistemas de clasificación necesario un criterio que ofrezco pautas concretos poro realizar un
coinciden en señalar que en ningún coso los síntomas son lo sufi­ correcto diagnóstico diferencial -dado el solapamiento de sínto­
cientemente específicos o graves para justificar el diagnóstico de mas existentes entre los mismos- también lo es que, al menos de
otro trastorno mentol. Además, también coinciden en considerar el momento, la versión actual de la CIE-11 solo se limita a señalar que
TA como uno alteración transitorio, señalando lo CIE- 1 1 que los lo especificidad de los síntomas y/o su gravedad no justificarían
síntomas suelen aparecer durante el primer mes tras lo aparición el diagnóstico de otro trastorno mentol, por lo que el criterio de

328
Capítulo 1 0. Trastornos de a daptación n1¡ íl

diagnóstico diferencial es mucho más restrictivo en el caso de este Para intentar subsanar, en cierta medida, el peligro de etiquetar las
cuadro clínico (O'Donnell et al., 2019) Por tanto, será la investiga­ reacciones normales al estrés como TA (el problema de los «falsos
ción empírica la que determine hasta qué punto el TA, tal y como positivos») algunos autores (p. ej., Baumeister y Kufner, 2009; Bau­
está conceptualizado actualmente en la CIE- 1 1, sigue siendo utili­ meister, Maercker y Casey, 2009; Maercker, Einsle y Kóllner, 2007)
zado como un trastorno subordinado que solo pueda diagnosticarse plantearon, antes de su publicación, que en el DSM-5 se elevara el
cuando se hayan descartado otros trastornos mentales. listón exigiendo el cumplimiento de las dos facetas del concepto de
La futura investigación también determinará si la versión de la significación clínica -es decir, tanto la presencia de malestar signi­
CIE- 1 1 permite deli mitar claramente el TA del trastorno depresivo ficativo como la presencia de un deterioro en el funcionamiento-.
y el trastorno de ansiedad generalizada (Casey, 2018), ya que la Sin embargo, esta propuesta fue rechazada basándose en la falta
preocupación excesiva y/o la rumiación constante sobre los acon­ de evidencia empírica que comprobara la mayor especificidad del
tecimientos estresantes y sus implicaciones, así como el deterioro diagnóstico utilizando ambos requisitos de significación clínica. Sin
resultante en el funcionamiento, son características clínicas de estos embargo, la CIE- 1 1 sí que ha seguido este criterio más exigente, y
dos últimos diagnósticos. requiere que ocurran ambas facetas para poder decir que estamos
ante un «trastorno mental».
A pesar de que quedan muchas cosas aún por dilucidar, la pro­
puesta de la CIE-11 ha sido muy bien recibida entre los especialistas En cualquier caso, ninguno de los dos sistemas de clasificación
en el TA, que consideran que permitirá avanzar significativamen­ establece con claridad una guía para ayudar al clínico a distinguir
te en la comprensión de la fenomenología y tratamiento de este lo que constituye una reacción patológica de lo que sería una reac­
trastorno. En definitiva, nos encontramos ante un panorama nuevo ción «esperable» o normal, salvo señalar que deben tenerse en
donde los TA son definidos de forma sustancialmente diferente en cuenta las normas culturales con relación a los síntomas y su mani­
los dos sistemas de clasificación psiquiátrica, pese a estar ubica­ festación. En este sentido, en el DSM-5 se señala que: «el contexto
dos en ambos casos en una misma categoría general: los trastornos del ámbito cultural de la persona debe tenerse en cuenta al hacer
relacionado con el estrés y el trauma. Esta situación puede conllevar el juicio clínico sobre si la respuesta de esta al factor estresante es o
dificultades importantes a la hora de comparar la investigación en no desadaptada, o si el malestar asociado es mayor o no de lo que
aspectos tan relevantes como los instrumentos de diagnósticos ade­ cabría esperar. La naturaleza, el significado y la experiencia de los
cuados para el diagnóstico del TA, su prevalencia, sus consecuencias factores estresantes, así como la evaluación de la respuesta a dichos
funcionales, o las estrategias de intervención más adecuadas. Como factores puede variar de una cultura a otra» (APA, 2013, p. 288).
señala Casey (2018), queda por resolver cuál es la que tiene mayor Por tanto, la línea que separaría los TA de las reacciones norma­
base de evidencia empírica y es más válida. Entendemos que, como les al estrés quedaría establecida en función de si la gravedad de
esta misma autora sugiere, un grupo de trabajo conjunto de los los síntomas y/o el nivel de interferencia -tomando como referencia
comités de ambos sistemas de clasificación debería considerar la el contexto cultural de la persona- es suficiente como para justi­
necesidad de llegar a una conceptualización coherente y consisten­ ficar la necesidad de recibir asistencia clínica, teniendo en cuenta
te del diagnóstico de este trastorno. además que la gravedad no debe superar el umbral de otros tras­
tornos mentales (p. ej., trastorno depresivo mayor). El problema es
C. Controversias y d i lemas que persiste n que el criterio de malestar e interferencia (conocido como criterio
de «significación clínica») se basa fundamentalmente en el juicio
clínico, que tiene un alto componente subjetivo ( Frances, 1998). Si
en la clasificación actua l de los trastornos
de adaptación bien es cierto que el problema de la «significación clínica» no es
exclusivo de los TA, también lo es que en esta condición plantea
Como comentábamos anteriormente l a «simplicidad» o «laxitud»
problemas especiales, ya que los TA se situarían en un espacio muy
de la definición de los TA ha supuesto la generación de una serie de
estrecho entre las respuestas de estrés normales, por un lado, y los
problemas y polémicas que pueden afectar a la utilidad clínica de
trastornos psiquiátricos específicos como, por ejemplo, el trastor­
este diagnóstico. En este apartado vamos a analizar tales dificulta­
no depresivo mayor (TDM) y el trastorno de generalizada ansiedad
des y para ello, seguiremos las revisiones que sobre este tema han
<TAG), por otro.
realizado algunos autores (p. ej., Bachem y Casey, 2018; Casey, 2014,
2018; Maercker y Lorenz, 2018; O'Donnell et al., 2019).

a. Diferenciación de las respuestas normales al estrés 2) Significación clínica. Se alcanza cuando los síntomas
Una primera dificultad a la que nos enfrentamos a la hora de diag­ generan un male star desproporcionado a lo que cabría
nosticar un TA es la delgada línea que separa lo «normal» de lo esperar [teniendo en cuenta el contexto externo y los fac­
«anómalo». Aunque este problema está presente en cualquier diag­ tores culturales), y/o cuando producen un deterioro signi-
nóstico en psicopatología, adquiere una especial relevancia en los ficativo en alg una área importante del funcionamiento de
,.
¡
TA, ya que las diferencias entre sus manifestaciones y «las reaccio­ la persona. f,
nes adaptativas normales» no están nada claras. r
1

Hemos visto cómo l os sistemas de clasificación enfatizan la


necesidad de que los síntomas sean «clínicamente significativos», Dada la situación actual, se plantea por tanto como objetivo
pero en la práctica es difícil establecer esta distinción. En el DSM-5 pri oritario la necesidad de investigar las vías por las cuales los
se apela al grado de malestar y/o a la interferencia que provoca acontecimientos estresantes pueden conllevar desde una reacción
el estresor. Téngase en cuenta que este «y/o» significa que puede adaptativa normal a una reacción clínicamente significativa, si no
bien darse o uno o el otro, pero que no tienen por qué darse ambos. queremos caer en la «patologización» de los problemas de vida,

J]9
l Manual de psicopatología. Volumen 2

una cuestión ya planteada en las primeras críticas a esta categoría


diagnóstica (p. ej., Fabrega y Mezzich, 1987). Esta «patologización» ¿) Cuadro subclínico. Término que se suele aplicar cuando
podría llevar a su vez a un exceso de medicalización de la pobla­ por alg una razón no se supera el umbral de los criterios
ción, ya q_ue muchos de estos trastornos son atendidos en primera ;s diagnósticos exigibles para hacer el diagnóstico de un tras­
instancia en atención primaria por el médico, q_ue suele ofrecer con torno mental determinado, bien porque el malestar no es
mayor frecuencia un tratamiento farmacológico, como veremos más muy intenso, o la duración es más breve, o el número de
adelante.
síntomas es menor.
b. Ausencia de características definitorias positivas
y estatus subclínico (subumbra/) de los TA
Otra de las dificultades inherentes a la hora de realizar el diagnós­ En relación con la pri mera cuestión, es evidente q_ue los TA
tico de TA es q_ue representa lin diagnóstico basado principalmen­ plantean problemas a la hora de diferenciarlos de las presentacio­
te en la etiología (se req_uiere necesariamente la presencia de un nes subclínicas de otros trastornos q_ue hayan sido precedidos por
factor de estrés), junto con el curso longitudinal (se ha de resolver situaciones estresantes, como, por ejemplo, las categorías de otros
necesariamente cuando el factor de estrés se elimina, o se alcanza trastornos depresivos o de ansiedad «especificados» y «no especifi­
un nuevo nivel de adaptación, o si no, pasaría a ser considerado cados». Desde un punto de vista clínico puede ser difícil decidir cuál
otro diagnóstico diferente). Aparte de estos req_uisitos, no hay otras de ellos tendría prioridad, ya q_ue podrían estar reflejando presenta­
características definitorias especificadas, especialmente en el DSM, ciones prodrómicas de estos cuadros psicopatológicos. Ni el DSM-5
donde no se incluyen criterios específicos de síntomas «positivos» ni la CIE- 1 1 dejan clara esta cuestión. Tampoco la investigación
(Strain et al., 2012). Sin embargo, la mayoría de los trastornos psi­ empírica ha abordado esta problemática. Zimmerman et al. (2013)
q_uiátricos se diagnostican en base al número y duración de los sín­ llevaron a cabo uno de los escasos estudios donde se compararon,
tomas. En otras palabras, el TA se conceptualiza de forma diferente en una muestra de 300 pacientes, aq_uellos diagnosticados de tras­
y se diagnostica sobre la base de diferentes dimensiones (Casey, torno depresivo no especificado (siguiendo los criterios del DSM-IVJ
2014). y pacientes diagnosticados de TA. Los resultados mostraron q_ue, si
bien no existían diferencias significativas a nivel de gravedad de los
A pesar de estas dificultades y limitaciones, no todos los autores
síntomas y deterioro en el funcionamiento, los pacientes diagnosti­
consideran q_ue esta falta de claridad de los criterios de los TA sea
cados de trastorno depresivo no especificado mostraron más anhe­
una desventaja. Por ejemplo, autores especialistas en este ámbito
como Strain y Friedman (201 1 ) ven precisamente en esta ambigüe­ donia, i ncapacidad para tomar decisiones y aumento de sueño y
apetito; mientras q_ue los pacientes con TA mostraron más disminu­
dad un aspecto positivo ya q_ue, tradicionalmente, esto ha favorecido
la posibilidad de realizar una detección precoz de estados mentales ción de apetito, pérdida de peso e insomnio. Asimismo, los pacientes
q_ue cursan con un cuadro clínico vago e indiferenciado, pero cuya con trastorno depresivo no especificado tenían más probabilidad
morbilidad es mayor de la esperable en una reacción normal, y q_ue de presentar trastornos comórbidos, como fobia social y trastorno de
pueden ser expresiones prodrómicas de trastornos más específicos. personalidad. Sin embargo, dado q_ue no se han llevado a cabo más
Por tanto, consideran q_ue la categoría de los TA ha proporcionado estudios q_ue intenten replicar estos resultados, o q_ue comparen las
una herramienta útil, q_ue ha permitido el diagnóstico y tratamiento características asociadas a los TA con aq_uellas asociadas a las pre­
de una alteración emocional o de comportamiento q_ue req_uiere sentaciones subclínicas de otros trastornos, este problema q_ueda
intervención clínica. Sin la existencia de esa etiq_ueta, esto no sería pendiente de verificación empírica.
posible. Es decir, nos permite diagnosticar e i ntervenir sobre esas En relación con la segunda cuestión planteada, si los TA consti­
«zonas grises» de la psicopatología, antes de q_ue los problemas se tuyen un cuadro clínico leve ya q_ue no llegan a cumplir el número
agraven, se cronifiq_uen, o evolucionen a otros trastornos mentales de síntomas y/o su duración para la aplicación de otro diagnóstico
más complejos. psiq_uiátrico, parece q_ue hay evidencia empírica q_ue no apoya este
En este sentido, y como ocurriría en los dos sistemas de clasi­ supuesto. Por ejemplo, diversos estudios han señalado la asociación
ficación, los TA seguirían considerándose como un trastorno «sub­ entre el TA y la ideación y conductas suicidas (p. ej., Briskman et al.,
clínico», ya q_ue no pueden ser diagnosticados cuando se supera el 2017; Casey et al., 2015; Pelkonen et al., 2005; Portzky et al., 2005).
umbral de otro trastorno, constituyendo, como señalan Maercker y Un estudio de revisión sistemática sobre esta temática, realizado
Lorenz (2018), el único trastorno mental en el q_ue la exclusión de por Fegan y Doherty (2019), confirma la presencia de esta impor­
otras categorías constituye una característica central y un criterio tante asociación en distintos países y culturas, fundamentalmente
importante. Por trastornos «subclínicos» se suele considerar aq_uellos entre la población juvenil y femenina. Entre los factores estresantes
q_ue poseen algunas de las características clínicamente significativas más frecuentemente identificados se encuentran los conflictos con
de los trastornos con los q_ue presentan similitudes, pero sin satisfa­ el grupo de apoyo primario (familia, pareja y amigos) y los proble­
cer todos los criterios, en términos de o bien el número de síntomas mas económicos. Como veremos más adelante, el riesgo de conduta
o de su duración. Normalmente suelen reflejar cuadros clínicos en suicida es muy relevante en estos trastornos, por lo q_ue la revisión
evolución o resolución, o condiciones transitorias q_ue se resuelven sistemática antes comentada concluye q_ue los TA constituyen un
espontáneamente, como ocurre con frecuencia en los TA (Bachem diagnóstico prioritario a tener en cuenta en las iniciativas de pre­
y Casey, 2018). Este estatus subclínico plantea dos cuestiones rele­ vención del suicidio.
vantes. En primer lugar, sus diferencias frente a las presentaciones Por tanto, hay pocas dudas respecto a la importancia del diag­
subclínicas de otros trastornos. En segundo lugar, hasta q_ué punto nóstico de los TA, lo q_ue nos lleva a enfatizar q_ue no se puede hacer
la evidencia empírica avala q_ue los TA constituyan un cuadro clínico sinónimo a «subclínico» de «leve» o «poco grave». Como vemos,
con consecuencias funcionales más leves q_ue otros trastornos. trastornos transitorios q_ue en principio podría remitir espontánea-

330
Capítulo 1 0. Trastornos de a dapta c i ón

mente, pueden conllevar consecuencias muy graves, por lo que su ansiedad, TEPT y trastorno por abuso de sustancias), presentaban
consideración como una categoría subclínica no estaría justificada. niveles más bajos de gravedad de síntomas y niveles más altos de
calidad de vida. Sin embargo, los resultados también indicaban que
c. El problema del solapamiento y de distinguir los TA el diagnóstico inicial de TA incrementaba el riesgo de ser diagnosti­
de otros cuadros clínicos cado de otro trastorno psiquiátrico a los 12 meses.
En relación con el apartado anterior, otra cuestión problemática a Otro punto de solapamiento importante entre el TA y el TDM es
la hora de diagnosticar un TA es establecer la línea de demarcación el que tiene que ver con las ideaciones y conductas suicidas. Estos
entre estos trastornos y otros diagnósticos con los que se solapa. síntomas constituyen uno de los criterios diagnósticos del TDM. Sin
Aunque este tema será tratado en el apartado de diagnóstico dife­ embargo, algunos estudios que han comparado las ideas, intentos y
rencial, nos gustaría resaltar aquí las especiales dificultades que conductas suicidas entre pacientes con TDM y TA no han encontrado
conlleva en los TA debidas, de nuevo, a su conceptualización como diferencias entre ambos grupos en las medidas de ideación suicida
un diagnóstico de exclusión que no puede ser establecido cuando (Casey et al., 2015). Además, en el caso de los TA, la sintomatología
se cumplen los criterios de otro trastorno <Bachem y Casey, 2018). autolítica tiene unas características que los hacen más complejos,
los TA presentan un evidente y elevado solapamiento de sínto­ ya que la evidencia indica que, cuando se comparan los pacientes
mas con los trastornos depresivos y el trastorno de ansiedad gene­ con TA y con TDM, en los primeros la ideación suicida aparece con
ralizada <TAGl. Hay que tener en cuenta además que, aunque no un umbral de síntomas más bajo (Casey et al., 2015), el intervalo
constituye un criterio o condición necesaria para estos trastornos entre las amenazas de suicidio y las conductas suicidas es más corto
(como sí lo es en el caso de los TA), todos estos cuadros son des­ (Runeson et al., 1996), y el comportamiento suicida aparece más
encadenados muy frecuentemente por acontecimientos de vida temprano en el curso del trastorno (Polyakova et al., 1998). Por tanto,
estresantes. Hasta la fecha, los estudios empíricos se han centrado estos datos señalan la relevancia que tiene la evaluación, prevención
en las dificultades a la hora de delimitar los TA de los trastornos e intervención sobre esta grave sintomatología en pacientes con TA.
depresivos. llama la atención la ausencia de estudios que comparen Por último, resaltar que, a pesar de las similitudes y solapamien­
el TAG y los TA. Sin embargo, dado que en su definición actual en la tos entre ambos trastornos, y de que las variables revisadas hasta el
CIE- 11 el componente de «preocupación» por el factor estresante momento no permiten una delimitación clara entre ellos, hay estu­
y sus implicaciones constituye un criterio diagnóstico central en los dios que muestran que la trayectoria o curso temporal puede ayudar
TA, creemos que la diferenciación con el TAG centrará pronto la a guiar el diagnóstico diferencial entre ambos cuadros. Por ejemplo,
atención de la investigación. en el TA la resolución de los síntomas es más rápida y el retorno al
Por lo que se refiere al trastorno depresivo mayor (TDM), su trabajo más temprano en comparación con el TDM (Greenberg et
umbral para ser diagnosticado es muy bajo, lo que provoca que nos al., 1995), así mismo las tasas de readmisión por recaída son más
podamos encontrar con situaciones paradójicas. Por ejemplo, tal y bajas Uones et al., 2002).
como ilustran Casey y Doherty (2012), una mujer cuyo hijo acabe de
ser diagnosticado de cáncer y que presente estado de ánimo bajo, d. Falta de evidencia empírica para los subtipos
anhedonia, problemas para dormir, disminución del apetito y falta Como vimos con anterioridad, el DSM-5 sigue manteniendo los mis­
de concentración, puede ser diagnosticada de TA si los síntomas mos subtipos que aparecían en el DSM-IV, llegando a incluir hasta
están presentes durante 13 días o menos, pero cuando se alcanza seis. Como señalan Maercker y lorenz (2018), es difícil encontrar en
el día 14, entonces el diagnóstico debe cambiar al de TDM. Clínica­ otras categorías diagnósticas de trastornos mentales un rango tan
mente puede parecer que el diagnóstico más adecuado siga siendo amplio de subtipos. Además, y como incluso puso de manifiesto en
el de TA, incluso después de haber superado el punto de corte de las el grupo de trabajo del DSM-5, estos subtipos no han sido objeto de
dos semanas, pero el cambio en la etiqueta diagnóstica viene for­ muchas investigaciones empíricas que apoyen su fiabilidad y validez.
zado por el requisito de duración. Todo ello sin tener en cuenta que De hecho, han sido cuestionados por distintas razones, entre las
otra opción es considerar que esta mujer está tal vez mostrando una que cabría destacar el hecho de que pueden llegar a encubrir las
reacción proporcional y, por tanto, aunque requiera asistencia psi­ características comunes subyacentes del trastorno, el no estar aso­
cológica, no tendría por qué recibir ningún diagnóstico psiquiátrico. ciados a pronósticos específicos, ni ser relevantes para la selección
Para dificultar aún más las cosas, hay que destacar que algunos del tratamiento y que, en la mayoría de los casos, la sintomatología
estudios no han encontrado diferencias entre pacientes con TDM característica es una mezcla de síntomas emocionales y conductua­
y TA ni en la gravedad de los síntomas, ni en el deterioro en el les (Casey y Bailey, 2011; Strain y Diefenbacher, 2008).
funcionamiento (p. ej., Casey et al., 2006). Si bien es cierto que los Desde la publicación del DSM-5, los estudios realizados siguen
resultados empíricos en este ámbito no son concluyentes ya que sin apoyar la existencia de subtipos. Por ejemplo, en el estudio
existen otros estudios que sí han detectado una mayor gravedad de realizado por O'Donnell et al. (2016) que analizaba la trayectoria
los síntomas en pacientes con TDM frente a pacientes con TA, hay longitudinal de los TA, se observó que el perfil de síntomas más
que señalar que, incluso en estos últimos trabajos, la gravedad de común era el mixto de ansiedad y depresión. Asimismo, el nivel de
los síntomas de los pacientes con TA se situaba en un nivel modera­ gravedad de los síntomas (bajo, medio y alto) era la única variable
do <Doherty et al., 2014; Fernández et al., 2012). En una línea similar, que permitía establecer subgrupos dentro de los TA. Por estos moti­
uno de los escasos estudios longitudinales realizados en este ámbito vos, los autores consideraban no probada y, por tanto, innecesaria
(O'Donnell et al., 2016), en el que se llevó a cabo un seguimiento la diferenciación de subtipos en función del perfil de síntomas. Otros
de 826 pacientes hospitalizados por diferentes lesiones o trauma­ estudios empíricos se han centrado en poner a prueba la estructu­
tismos, encontró que aquellos pacientes que, a los tres meses de ra multidimensional versus unidimensional del TA, mediante análisis
sufrir la lesión, cumplían los criterios de un TA, comparados con los factoriales confirmatorios y análisis de clases latentes (p. ej., Glaes­
que cumplían los criterios de otros diagnósticos (TDM, trastornos de mer et al., 2015; Lorenz et al., 2018). Sus resultados han mostrado

331
ill!! ,m, Manual de psicopatología. Volumen z

una alta interrelación entre los factores, lo que nuevamente pone puntual en el tiempo, o mantenido durante largos períodos (p. ej.,
en entredicho la plausibilidad de los distintos subtipos, y apoyan una situación de refugiado, de guerra, de inmigración, problemas
una concepción unidimensional del mismo. económicos mantenidos, etc.>. Incluso su intensidad puede ser muy
Todas estas rozones y evidencia empírica fueron las que hicieron elevada, como una agresión física o sexual, un atraco, etc., aunque
que el grupo de trabajo de la CIE- 11 recomendara la no inclusión esto no suele ser tan habitual. Lo que es necesario es que el males­
de estos subtipos en su última edición, y eliminara los incluidos en tar y la sintomatología se disparen precisamente por la presencia de
las ediciones previas. ese estresor. Es decir, hay que establecer una relación causal entre
las quejas de la persona y el (o los) acontecimientos estresantes. Sin
En definitiva, los TA siguen siendo una categoría problemática
esa relación causal, el TA no puede ser diagnosticado.
en los actuales sistemas de clasificación, que sigue sin contar ni
con un listado claro de síntomas (aunque la CIE- 11 está haciendo En cuanto a la sintomatología que la persona presenta debido a
un intento en este sentido), ni con un criterio operacional paro sus esa situación estresante, puede ser también cualquier tipo de sínto­
conductas. Según estos sistemas, se puede considerar como un TA ma, emocional o comportamental. Según la CIE-lL el único síntoma
cualquier manifestación de una amplia gama de síntomas psico­ que sería requisito es la preocupación, que puede ir acompañada
patológicos, siempre que surja por la presencia de un factor estre­ de rumiación, o de imágenes o pensamientos recurrentes. En la clíni­
sante, y siempre y cuando no se cumplan los criterios de otro tras­ ca, los síntomas más frecuentes son bajo estado de ánimo, tristeza,
torno. Esta conceptualización ha sido vista durante mucho tiempo llanto, ansiedad, insomnio y problemas de concentración. Pero tam­
por distintos autores como demasiado amplia y vaga como paro ser bién nos podemos encontrar síntomas de ansiedad como opresión
clínicamente útil (p. ej., Casey, 2001; Semprini et al., 2010), e incluso en el pecho o ahogos, así como sentimientos de desesperanza, mie­
ha habido voces que reclamaban que estos trastornos no fueron do, de culpa, sentirse atropado, de creer que no hay escapatoria ni
incluidos en los sistemas de clasificación. Sin embargo, en la actua­ salida, dudas constantes, incapacidad para planear actividades o
lidad, autores especialistas en este campo (p. ej., Baumeister et al., llevar a cabo con normalidad la rutina diaria, soledad, etc.
2009; Maercker et al., 2007; Maercker et al., 2013) defienden su En el caso de niños, los síntomas suelen ser algo diferentes.
estatus como condición diagnóstica plena con sus propios criterios Muchas veces son quejas somáticas (p. ej., dolores de cabeza, de
diagnósticos específicos. En este sentido, por ejemplo, Baumeister estómago), problemas de conducta (p. ej., rabietas, hiperactividad),
et al. (2009) sugirieron, antes de la publicación del DSM-5, que también nos podemos encontrar irritabilidad, problemas de sueño, e
esta clasificación no solo endureciera los requisitos de significación interferencia en el rendimiento académico. En los adolescentes, a lo
clínica, como ya se indicó anteriormente, sino que además -reco­ anterior se le puede añadir también uso de sustancias e implicación
nociendo los problemas de diagnóstico diferencial con otros trastor­ en conductas de riesgo (p. ej., conducir a gran velocidad). Por otro
nos- intentara una delimitación más precisa de los TA, sugiriendo lado, hoy que tener también en cuenta que muchas veces los niños
para ello la siguiente redacción: «Los factores de estrés también y adolescentes no expresan de manero explícita la relación entre
pueden desencadenar reacciones adversos que se asemejan a los el estresor y los síntomas, por lo que en estas ocasiones se debe
síntomas principales de la depresión, los trastornos de ansiedad o explorar la relación temporal entre el factor estresante y el inicio
de conducta, sin embargo, estas reacciones están mejor clasifica­ de la sintomatología, y hasta qué punto los síntomas que presentan
das como trastornos de adaptación, sobre todo cuando existe una constituyen un cambio con respecto al funcionamiento anterior.
estrecha relación temporal entre el acontecimiento y la aparición Como nos recuerda la CIE- l L también nos podemos encontrar
de los síntomas y se prevé la recuperación espontánea después de algunas especificidades en las personas de más edad, en las que
un período de adaptación o cuando finalice el factor estresante» suelen ser muy frecuentes las quejas somáticas y la ansiedad sobre
<Baumeister et al., 2009, p. 146). Como hemos visto, tampoco estas su salud.
propuestas fueron recogidos finalmente en el DSM-5. Pero los esfuer­
En cuanto a la duración, el TA por definición está en conexión
zos y las reivindicaciones de estos especialistas por dotar a los TA
con la duración del estresor que lo provoca (o sus consecuencias), no
de un estatus diagnóstico más claramente especificado han tenido
pudiendo ir más allá de los seis meses posteriores al cese de la situa­
cierto impacto, y algunas de sus propuestas han sido contempladas
ción disparadora (o de sus consecuencias). Es decir, aunque un TA
en la versión actual de la CIE- 11 (2018).
puede ser prolongado y durar más de seis meses (en este caso se
diagnostica como crónico), esto solo puede ocurrir si el estresor (o sus
'' consecuencias) son también crónicos. Sin embargo, y a pesar de que
1 1 1 . Descripción c l í n i ca esto es lo que se indica en la descripción del trastorno, lo cierto es que
A. Caracte rísticas c lín icas faltan estudios longitudinales que investiguen la trayectoria del TA.
Como estamos viendo a lo largo de este capítulo, los TA tienen 8. Epide moiología y curso evolutivo
unas características clínicas muy heterogéneas, pero con un patrón
etiológico muy cloro. Se desarrollan cuando la persona se encuentro En cuanto a la prevalencia e incidencia de los TA en la población,
ante una situación difícil o complicada, o ante un acontecimiento lo primero que hay que resaltar es la escasez de datos disponibles,
vital estresante al que no logro adaptarse de manero adecuada. comparados con otros trastornos mentales. Tradicionalmente, los TA
Como comentamos, esta situación o acontecimiento puede ser no se han incluido en los grandes estudios epidemiológicos reali­
cualquiera y de cualquier naturaleza, desde una ruptura de una zados, y contamos con menos datos y menos investigaciones que
relación, sufrir maltrato o acoso, tener conflictos familiares, estor en otros categorías diagnósticas. Por otro lado, y aunque se suele
en una situación de exámenes u oposiciones, pasar por dificultades considerar que los TA son diagnósticos muy frecuentes, lo cierto
económicas, etc. Pueden afectar solo a una persona, o a toda una es que los estudios que analizan su prevalencia varían muchísimo,
comunidad, como la pandemia por COVID-19. Ese estresor puede ser debido a diversos factores, entre los que destaca la diversidad de la

332
r procedencia de las muestras utilizadas y los problemas relacionados
con los instrumentos de diagnóstico y evaluación (Gradus, 2017l.
Capítulo 10. Trastornos de adaptación

transitorio, que suele remitir incluso espontáneamente, y cuya dura­


ción no excede al estresor que lo origina (o a sus consecuencias).
Así, nos encontramos estudios que señalan tasas de prevalencia en Sin embargo, existen estudios realizados en poblaciones específicas
la población general de menos del 1 %, pero que son criticados por que, como ya se ha comentado, señalan que los síntomas pueden
las limitaciones de las herramientas diagnósticas que se han uti­ incrementarse con el tiempo, e ir evolucionando hacia un trastorno
lizado. Por ejemplo, uno de los escasos estudios epidemiológicos más grave. Recordemos, en este sentido, el estudio mencionado de
donde se ha incluido la evaluación de los TA es el proyecto ODIN O'Donnell et al. ( 2016), que analizaba la trayectoria longitudinal
<Outcome of Oepression International Network ProjectJ (Ayuso-Ma­ de los TA, y en el que se encontró que las personas con TA a los
teas et al., 2001l. Debido a que su objetivo era detectar trastornos tres meses del estresor (sufrir una lesión) veían incrementada por
con sintomatología depresiva siguiendo los criterios de la CIE-10, tres su probabilidad de ser diagnosticada de un trastorno más grave
solo se contempló el subtipo de TA con estado de ánimo depresivo. (p. ej., TEPT, TDM o TAG) a los doce meses. Este mismo estudio
Este estudio se realizó en cinco países europeas <Finlandia, Irlanda, encontraba que más del 34 % de los pacientes con TA seguían cum­
Noruega, España y Reino Unido) y se incluyó tanto población urbana pliendo los criterios de este diagnóstico al cabo de doce meses, lo
como rural (edades comprendidas entre los 18 y los 64 años). Los que sugiere que este trastorno no es tan breve y transitorio como se
resultados mostraron una prevalencia global de TA con sintomatolo­ pensaba, al menos no en todos los casos.
gía depresiva del 0,3 %, observándose variaciones muy importantes
entre países y siendo Finlandia el país con la prevalencia más alta C. Diagnóstico difere ncial y comorbi lidad
(0,8 % en población urbana y 1 % en la rurall. Casey et al. (2006) han
criticado estos datos apelando a los problemas de definición del TA de los TA
y a la escasa sensibilidad de los instrumentos de evaluación para Como vimos en un apartado anterior, la conceptualización de los TA
diagnosticar este trastorno. Sin embargo, los estudios epidemioló­ como un cuadro subclínico lo relega a un diagnóstico de exclusión
gicos más recientes, llevados a cabo siguiendo la propuesta diag­ que no puede ser diagnosticado cuando la alteración relacionada
nóstica de las TA defendida por Maercker et al. (2007), tampoco con el estrés cumpla los criterios de otro trastorno mental o cons­
obtienen tasas mucho más elevadas. Así, por ejemplo, en un estudio tituya la exacerbación de un trastorno mental preexistente. Entre
llevado a cabo con población alemana (Maercker et al., 2012) se todos los diagnósticos en los que es posible un solapamiento de
observó una prevalencia de O, 9 % cuando se requería la presencia síntomas, destacan principalmente tres categorías a tener en cuenta
no solo de síntomas, sino también de deterioro significativo en el a la hora de realizar el diagnóstico diferencial de los TA.
funcionamiento a causa de ellos. Cuando se utilizó como criterio
exclusivo la presencia de síntomas, la prevalencia se incrementó has­ a. Trastorno depresivo mayor
ta un 1,4 % adicional. Actualmente, hay otros datos que utilizando
instrumentos de evaluación más recientes han encontrado tasas de En un apartado anterior ya se han comentado las dificultades exis­
prevalencia de alrededor del 2 % (Glaesmer et al., 2015). tentes a la hora de establecer diferencias claras entre estos cuadros
Sin embargo, estas tasas de prevalencia se elevan de manera clínicos. A pesar de ello, en los sistemas de clasificación se sigue man­
muy significativa cuando estudiamos poblaciones específicas. Así, teniendo que no podrá diagnosticarse un TA si, en respuesta a un
por ejemplo, hay estudios que señalan que llegaría hasta el 27 % en acontecimiento o factor estresante, la persona cumple los criterios de
personas en situación de desempleo (Perkonigg et al., 2018), o del un TDM. No ahondaremos más en las dificultades que esta conceptua­
18 % en personas en situación de duelo (Killikelly et al., 2019). Otra lización comporta, solo añadiremos un comentario que guarda rela­
población donde ha sido estudiado con frecuencia, ya que la lite­ ción, a su vez, con la comorbilidad de los TA. Tal y como se plantea en
ratura indica que suelen aparecer frecuentemente, es aquella que los sistemas de clasificación, los TA pueden darse conjuntamente con
sufre una enfermedad médica. Esta población es de especial inte­ una amplia variedad de trastornos mentales. En este sentido, se señala
rés, ya que se plantea que la presencia de un TA puede complicar que lógicamente solo se podrá diagnosticar TA en el caso de que el
el curso de la enfermedad médica, favoreciendo el incumplimiento otro diagnóstico con el que presente comorbilidad no pueda explicar
terapéutico y prolongando los ingresos hospitalarios. En el caso de la sintomatología asociada a las reacciones ante el factor o aconte­
hospitalización médica por enfermedad aguda, hay datos que seña­ cimiento estresante. Lo paradójico, por no decir contradictorio, es
lan que el TA es el diagnóstico más común (14 %), más del doble que entre los ejemplos que se citan en el DSM-5 se señala que «una
de las tasas de trastornos depresivos y de ansiedad (Silverstone, persona puede tener un trastorno depresivo o bipolar y un trastorno
1996). Y en el caso de enfermedades crónicas, estas tasas se elevan de adaptación siempre que se cumplan los criterios para ambos»
de manera significativa. Por ejemplo, en pacientes oncológicos, un <DSM-5, p. 289, cursiva añadida). Es difícil conjugar esta afirmación
metaanálisis en entornos paliativos y no paliativos (Mitchell et al., con el Criterio diagnóstico C de ese sistema de clasificación, es decir,
2011) informó de una tasa de prevalencia del 15-19 %, comparable a es fácil suponer que una persona con un TDM vea exacerbados sus
la del TDM y superior a la de los trastornos de ansiedad, y hay datos síntomas como consecuencia de la presencia de factores o aconte­
que indican una prevalencia incluso del 35 % en mujeres (Okamura cimientos estresantes de vida. En definitiva, y en nuestra opinión, la
et al., 2000l. Por último, en el estudio longitudinal antes comentado redacción del DSM-5 puede generar confusión ya que no ayuda a
realizado por O'Donnell et al. (2016), se encontró que las estimacio­ guiar al clínico a la hora de diferenciar entre estos trastornos.
nes de prevalencia de estos trastornos eran del 19 % a los tres meses
y del 16 % a los doce meses, lo que lo convertía en el trastorno men­ b. Trastorno de estrés postraumático y trastorno
tal más frecuentemente diagnosticado en esta población. de estrés agudo
En cuanto al curso de los TA se sabe muy poco, y existen solo Mientras que los acontecimientos que pueden dar lugar a la apa­
escasas investigaciones. En general, se plantea que es un trastorno rición de los trastornos de estrés agudo y postraumático suelen

333
Manual de psicopatología. Volumen 2

implicar situaciones que conllevan un riesgo o amenaza de violen­ de ese malestar y por qué este estado persiste durante un perío­
cia sexual, lesión, o muerte, los factores estresantes que pueden do de tiempo. Sin embargo, hoy por hoy carecemos de modelos
precipitar la aparición de los TA pueden implicar cualquier nivel de que respondan a esas preguntas. La escasa investigación realizada
gravedad. Por tanto, el diagnóstico diferencial entre estos trastornos durante décadas en el campo de los TA también se ve reflejada
se realizará en base al curso temporal y al perfil de síntomas. en la escasez de propuestas y modelos teóricos para explicarlos.
En cuanto al curso temporal hay que recordar que el trastorno Actualmente no existe un modelo reconocido que explique por qué
de estrés ogudo se diagnóstica en el período comprendido entre en algunas personas fracasan los procesos de adaptación al estrés.
tres días y un mes tras el acontecimiento traumático, mientras que De momento, solo contamos con algunos intentos muy preliminares,
el TEPT no puede ser diagnosticado hasta haber pasado al menos un como los ofrecidos por el grupo de Maercker y el grupo de Botella
mes. Por su parte, el TA puede aparecer de forma inmediata y per­ y Baños, que intentan describir los factores más importantes a la
sistir hasta seis meses después de la exposición a un acontecimiento hora de entender lo que ocurre en los TA. Antes de resumir estas dos
traumático o a sus consecuencias. Ahora bien, en este caso, y dado propuestas, comentaremos brevemente los enfoques generales en
su carácter subclínico, el TA solo podrá diagnosticarse cuando el los que se suelen apoyar para comprender estos trastornos, y que se
perfil de síntomas presentado, aun siendo semejante al de los tras­ basan en los planteamientos teóricos propuestos para explicar las
tornos de estrés agudo y/o postraumático, no llegue a alcanzar el respuestas al estrés y su afrontamiento.
umbral para el diagnóstico de estos últimos.
Así mismo, el DSM-5 reconoce la posibilidad de que una per­
sona desarrolle el patrón completo de síntomas característicos del ¿) Afrontamiento. Conjunto de estrategias [ emocionales,
trastorno de estrés agudo y/o postraumático, en respuesta a un cognitivas, conductuales) que la persona utiliza para ges­
acontecimiento estresante que no cumpla con los estrictos requisi­ tionar demandas internas o externas que sean percibidas
tos de gravedad establecidos por este sistema de clasificación para como excesivas para los recursos del individuo.
que un acontecimiento sea considerado «traumático». Recuérdese
que en esta edición del DSM se han eliminado de la lista de «posi­
bles» acontecimientos traumáticos muchas situaciones en las que la En primer lugar, es necesario señalar que el estrés y sus res­
persona puede ver amenazado su sentido de integridad, como por puestas constituye un ámbito de investigación sobre el que se ha
ejemplo, el diagnóstico de una enfermedad grave. En este caso, este estudiado intensamente desde hace ya varias décadas. Esa inves­
sistema de clasificación considera que el diagnóstico adecuado es tigación se ha realizado desde diferentes aproximaciones, que han
el de TA. No obstante, dado que entre los seis subtipos especifica­ perseguido comprender sus efectos sobre diferentes sistemas en el
dos dentro del TA no están contemplados estos síntomas, siguiendo organismo, entre ellos el sistema nervioso. Para poder tener una
la lógica del DSM-5, la persona debería recibir el diagnóstico de comprensión adecuada del estrés, es necesario considerar su sustra­
TA subtipo «sin especificar» {véase la Tabla 10.ll. Consideramos to biológico, y el rol que ese sustrato tiene en los procesos de salud
que este modo de proceder diagnóstico, que ofrece este tipo de o enfermedad. No es el objetivo de este capítulo resumir la amplia
soluciones de «compromiso», posibilita que dentro de la categoría investigación llevada a cabo en este ámbito en psicobiología. Baste
diagnóstica de los TA se puedan incluir manifestaciones clínicas muy recordar que, desde una perspectiva biológica, y desde los modelos
diferentes que pueden requerir, a su vez, de diferentes intervencio­ iniciales de Selye (1936) de hace ya casi un siglo, se plantea que el
nes terapéuticas, favoreciendo, de este modo, que el TA siga siendo estrés es una reacción no específica a cualquier tipo de demanda
considerado por muchos clínicos como el «cajón de sastre» de los ambiental, que supone una amenaza a la homeostasis, frente a la
sistemas de clasificación psiquiátrica. cual el organismo, para sobrevivir, reacciona con un gran número de
respuestas adaptativas que implican la activación del sistema ner­
c. Trastornos de la personalidad vioso simpático y el eje hipotalámico-pituitario-adrenal. La conside­
ración de todos estos mecanismos neurobiológicos es fundamental
Respecto a los trastornos de personalidad, hay que enfatizar que
para entender estas respuestas, pero su exposición va mucho más
algunos de estos trastornos pueden hacer que la persona sea más
allá del alcance de este capítulo.
vulnerable ante las situaciones de estrés, favoreciendo la presenta­
ción de síntomas que se asemejen a los del TA. Del mismo modo, A la hora de entender los TA, es importante acudir a los enfo­
el estrés puede exacerbar los síntomas de algunos trastornos de ques que entienden la respuesta al estrés como procesos transac­
personalidad. Por ello, será necesario considerar el funcionamiento cionales entre la persona y su ambiente. En esta línea, quizás el
de la personalidad en la historia previa a la hora de diferenciar estos modelo más extendido es el basado en la teoría de Lazarus y Folk­
trastornos de los TA. En este sentido, solo pueden diagnosticarse de man (1984). De manera resumida, este modelo mantiene que las res­
forma comórbida ambos trastornos en el caso de que los síntomas puestas de una persona ante una situación estresante pueden variar
que aparezcan en respuesta a un acontecimiento o factor de estrés de manera importante, y esta variación depende de las valoraciones
excedan a los que puedan atribuirse a los síntomas desadaptativos que realice la persona. Este modelo plantea tres tipos fundamenta­
del propio trastorno de personalidad. les de evaluación. La valoración primaria se refiere a la evaluación
del significado de la situación. Cuando nos encontramos con una
demanda externa o interna, podemos catalogarla en cuatro tipos:
D. La etiología de los TA como una amenaza {i. e., anticipación de un daño), como un daño o
Como muy bien señalan Maercker et al. (2007), un modelo explica­ pérdida {i. e., percepción de un daño ya producido), como un desafío
tivo de los TA debería exponer por qué algunas personas desarro­ {i. e., como una posibilidad de ganancia o de pérdida), o como un
llan un malestar intenso y desproporcionado cuando se encuentran beneficio {que sería una valoración que no induce a reacciones de
en una situación estresante, qué procesos determinan la gravedad estrés). Pero nuestra respuesta al estrés no solo depende de cómo

334
Capítulo 10. Trastornos de a daptación

evaluemos la situación, sino que posteriormente entra en juego la


valoración secundaria, que se refiere a nuestra evaluación sobre
la controlabilidad del estresor y sobre los propios recursos que tene­ PROBLEMAS
mos para afrontar la situación, ya sean habilidades de afrontamien­

__
to, apoyo social, o recursos materiales. Por último, la evaluación no
es una cuestión de todo o nada, sino que es un proceso, por lo que Amenazo percibido:
la siguiente etapa supone la reevaluación, que implica procesos de
retroalimentación que van surgiendo a medida que se desarrolla la
interacción entre el individuo y las demandas externas o internas, y
que permite que se produzcan correcciones sobre las valoraciones
/__
___.___
Disminución
« El horror»
..______..,.

previas. Por tanto, siguiendo este modelo, una persona puede mos­ de la Falta de recursos
trar intensas respuestas de estrés ante situaciones no consideradas autoeficacia - Sensación de
como excesivamente demandantes si las considera como muy peli­ personal incapacidad
grosas o muy negativas para ella, o si considera que no tiene los - Estar desbordado
recursos suficientes o adecuados para hacerles frente. Este modelo - No poder hacer
frente
nos permitiría identificar las etapas y procesos más relevantes que - Desesperanza
nos ayudarían a explicar por qué una persona considera o no una Afrontamiento
situación como estresante, peligrosa o potencialmente dañina. A inadec�
uado �-�, /
partir de ahí, se pondrían en marcha una serie de respuestas y de
conductas, que en el caso de los TA suponen manifestaciones sinto­ Sintomatología
máticas muy diversas. clínica
En cuanto a teorías específicas del TA, como antes comentá­ - Ansiedad
bamos, hay muy pocos modelos teóricos que abordan de forma - Depresión
específica este trastorno, de entre los que destacaríamos dos. El - Comportamientos
primero de ellos, el modelo del grupo de Maercker (2007), se basa ineficaces
fundamentalmente en las teorías establecidas para el TEPT. Argu­
mentan que es lógico que los modelos teóricos del TA se aproximen
a los modelos del TEPT y otros trastornos relacionados con el estrés, )) Figura 10.1. Modelo de los trastornos de adaptación de
aunque existan importantes diferencias entre ellos. La principal Botella, Baños y G uillen [2008).
diferencia es la intensidad de los estresores. Generalmente el TA
está provocado por un evento estresor identificable que suele estar
relacionado con situaciones difíciles, pero cotidianas, de carácter
igualmente para comprender los síntomas de intrusión, evitación, y
eminentemente psicosocial. Es decir, en la mayoría de las ocasio­
fracaso en la adaptación del TA (Maercker et al., 2007).
nes, el evento estresante no suele poner en peligro la vida de las
personas con TA, por ello, las respuestas intensas ante el estrés y El modelo planteado por Botella et al. (2008) sitúa como fac­
los cambios biológicos a corto plazo que se producen en el TEPT tor relevante que determina la generación de los TA la evaluación
<p. ej., reacciones de lucha y huida, niveles extremadamente altos de negativa y distorsionada que la persona hace del acontecimiento
hormonas del estrés) puede que no sean especialmente relevantes estresante y de las propias capacidades de afrontamiento, magni­
a la hora de explicar el TA. Sin embargo, de acuerdo con Maercker ficándose el primero y minusvalorándose las segundas. Estas eva­
(2007>, los TA comparten algunos síntomas con estos diagnósticos luaciones generan un fuerte sentimiento de indefensión que dan
de su mismo grupo. Así, en los TA también podrían aparecer intru­ lugar al establecimiento de un cuadro sintomático caracterizado
siones, consistentes en recuerdos involuntarios, recurrentes y angus­ por pensamientos negativos (p. ej., «Esta situación es horrorosa»,
tiosos relacionados con el acontecimiento. Además, también pueden «No voy a poder superarlo»), sintomatología clínica negativa (p. ej.,
darse síntomas de evitación, referidos a pensamientos, situaciones tristeza, ansiedad) y comportamientos desajustados (p. ej. evitación,
o actividades, cuyo fin es intentar disminuir el malestar. Por últi­ consumo de sustancias). Todos estos elementos se retroalimentan
mo, se produciría un fracaso en la adaptación, que reflejaría la negativamente creando un círculo vicioso que mantiene y agrava
incapacidad de la persona para procesar adecuadamente la expe­ el problema, generando sentimientos de desesperanza, actitudes
riencia, manifestándose en cambios comportamentales y émocio­ de derrota y confirmando, a modo de profecía auto-cumplida, la
nales, como el abandono de actividades, cambios en las relaciones ineficacia personal (véase la Figura IO.ll. Es por este motivo que
interpersonales, disminución de la autoconfianza, etc. Todos estos las estrategias de intervención estarían dirigidas, en primer lugar,
síntomas se retroalimentarían entre sí provocando que el trastorno a la modificación de las creencias disfuncionales, la generación de
se prolongara en el tiempo. Para explicar la presencia de estos sín­ nuevas formas o recursos de afrontamiento y la práctica de las habi­
tomas, Maerker se apoya en las teorías del TEPT, como las de Foa lidades de regulación de la respuesta emocional del individuo, todo
(Foa y Mcnally, 1996), Ehlers y Clark (2000>, o Brewin et al. (1996), ello con el objetivo final de que la persona recobre la confianza y
que explican por qué surgen las intrusiones, y cómo la evitación continúe con su vida, sintiéndose más fuerte y capaz, y adquiriendo
implica un intento de reducir el malestar que sufren estas personas. una perspectiva diferente de los problemas, como oportunidades
De acuerdo con Maercker, estas teorías conformarían la base sobre para aprender y crecer.
la cual entender los síntomas del TA, enfatizando que se trata de Hoy por hoy, ninguno de estos modelos explica totalmente por
un trastorno de respuesta al estrés y que, por tanto, los procesos y qué ocurren los TA en algunas personas, ni cuenta con investigación
mecanismos postulados para comprender el TEPT deberían servir empírica que lo sustente, ni es lo suficientemente completo como

335
Íf '�, Manual de psicopatología. Volumen 2

para explicar la heterogeneidad de problemas que se engloban con que la presencia de un escaso apoyo social es un factor de
dentro de los TA y sus diferentes trayectorias. En este sentido, estos riesgo que puede ayudar en la predisposición a desarrollar un TA.
modelos presentan limitaciones importantes, ya que no describen ni Relocionado con esto, se ha planteado que quizá estas personas
identifican claramente los factores de vulnerabilidad o protección cuenten con menos apoyo social en situaciones adversas porque tal
que puedan dar cuenta del hecho de que unas personas desarrollen vez presenten déficit en las de habilidades sociales (Casey, 2018).
TA y otras no. La vivencia de experiencias adversas o estresantes
no necesariamente da lugar a trastornos psicopatológicos, sino que b. Factores de protección
puede contribuir a una adaptación positiva en el futuro, e incluso En el caso de los factores de protección aún hay menos investiga­
a una mayor resiliencia. A ello vamos en el siguiente apartado, a la ción que para los factores de riesgo. En este campo, destaca el estu­
necesidad de considerar los factores que hacen a las personas más dio de la «resiliencia» como un proceso que facilita la adaptación
vulnerables para (o las protegen del desarrollar un TA. a las adversidades. La resiliencia no significa una protección para
no experimentar ningún síntoma, sino que se refiere sobre todo a
a. Factores de riesgo la capacidad de movilizar habilidades de afrontamiento que ayu­
Actualmente existe muy escasa investigación sobre los mecanismos dan a mantener el equilibrio frente a la adversidad. Además, este
que subyacen al desarrollo de los TA, aunque, como en los modelos constructo no es estático y puede que un individuo sea resistente
generales de psicopatología, se plantea la importancia de considerar a un determinado tipo de factores estresantes pero no a otros, o
el papel de la predisposición y la vulnerabilidad individual, es decir, puede que lo sea en unos momentos de su vida pero no en otros.
identificar potenciales factores de riesgo que puedan predisponer Además, no hay una única vía que conduzca a la resiliencia, sino
al trastorno. Los escasos estudios realizados hasta el momento en que contribuyen múltiples factores, algunos de los cuales pueden
este sentido no han identificado variables diferentes a aquellas que ser maleables y moldeados, mientras que otros son fijos. En general,
se suelen encontrar para otros trastornos mentales. Por ejemplo, se parece que variables como el optimismo, la flexibilidad cognitiva,
plantea que las dimensiones de personalidad podrían jugar un papel el afrontamiento activo, el apoyo social, la dirección y el sentido en
importante en la vulnerabilidad al TA. Recuérdese que incluso en el la vida, junto con la actividad física y estilos de vida saludables son
DSM-1 se llegaron a llamar «reacciones transitorias de la persona­ factores que influyen y promueven la resiliencia (Casey, 2018). En
lidad». En este sentido, se han señalado dimensiones como el neu­ cualquier caso, este es un campo que lleva aún una escasa tradi­
roticismo, la introversión, el psicoticismo, así como rasgos de evita­ ción en investigación en psicopatología, y se espera que los próxi­
ción del daño, y puntuaciones bajas en cooperación, autodirección y mos años se promuevan muchos estudios en esta dirección que nos
autotrascendencia (Na et al., 2012). Sin embargo, todas estas dimen­ ayuden a entender cómo algunas personas responden de manera
siones también suelen encontrase como factores de vulnerabilidad adaptativa y resiliente a las situaciones adversas, y cómo trasladar
para muchos otros trastornos, y no constituyen un factor de riesgo este conocimiento para entender mejor los TA.
específico para los TA. Por otro lado, y como hemos visto anterior­
mente, los datos epidemiológicos señalan que los TA tienen una sig­
nificativa comorbilidad con los trastornos de personalidad (que oscila I V R eco me ndac iones para la
entre el 15 % y el 73 % según los estudios) (Casey, 2018), lo que aún
refuerza más la importancia que puede tener la personalidad como eva l uación y el trata m i e nto
factor de vulnerabilidad en las respuestas al estrés desadaptativas.
La ausencia de criterios diagnósticos claramente definidos en el TA
También se ha señalado que las experiencias tempranas podrían ha obstaculizado el desarrollo de instrumentos diagnósticos especí­
ser factores de riesgo relevantes para sufrir un TA. Por ejemplo, existe ficos y adecuados para su evaluación (O'Donnell et al., 2019; Strain
alguna evidencia de que la historia previa de experiencias traumáti­ y Friedman, 2011). De hecho, algunas de las entrevistas diagnósticas
cas y estresantes podrían desempeñar un papel en la gravedad del estructuradas de uso común en la práctica clínica no incluyen ningún
trastorno. También se ha sugerido que el estilo de apego y el exceso módulo concreto para el diagnóstico de este trastorno, como por
de protección podría aumentar la vulnerabilidad de un individuo a ejemplo, la Entrevista Diagnóstica Internacional Compuesta < Com­
mostrar reacciones anormales de estrés, y que esta relación podría posite International Diagnostic Interview, CIDI; Kessler y Üstun,
estar mediada por la experiencia de la ansiedad de separación tem­ 2004). Por otro lado, aunque la Entrevista Clínica Estructurada del
prana (For-Wey, Fei-Yin, y Bih-Ching, 2002; Giotakos, 2002). DSM-5 ( Structured Clínica/ Interview for DSM-5, SCID; First et al.,
Otra área muy relevante entre los factores de riesgo para los TA 2015) y la Entrevista para la Evaluación Clínica en Neuropsiquiatría
son, sin duda, los déficits en las estrategias de afrontamiento. Algu­ (Schedule for Clínica/ Assessment in Neuropsychiatry, SCAN; OMS,
nos estudios destacan el papel que puede tener el uso de conductas 1994) sí que contemplan la evaluación del TA, lo hacen de forma
y estrategias de afrontamiento desadaptativas, como utilizar estra­ poco satisfactoria (Casey, 2014; O'Donnell et al., 2019). En la SCAN, la
tegias pasivas, autoculpatorias y/o evitativas, que parecen estar evaluación de estos trastornos se incluye al final, después de que se
relacionadas con una mayor sintomatología en el TA (Vallejo-Sán­ hayan contemplado los criterios del resto de trastornos, y no incluye
chez y Pérez-García, 2017). Actualmente también se plantea si varia­ preguntas específicas para ayudar a realizar el diagnóstico, excepto
bles afectivas como la expresión y regulación emocional podrían que los síntomas y los criterios no deben haber sido recogidos en las
tener un papel en la predisposición a estos trastornos. Por ejemplo, secciones anteriores. De forma similar, en la SCID las instrucciones a
la alexitimia -o las dificultades en la capacidad para experimentar los entrevistadores especifican que este diagnóstico no se realiza si
y describir las emociones- también se ha considerado un factor de se cumplen los criterios para otro trastorno psiquiátrico.
riesgo para los TA (Chen et al. 20I1l. En los últimos años se han publicado algunas entrevistas diag­
Por último, un grupo de factores que se ha relacionado con los nósticas específicas para la evaluación de los trastornos de adap­
TA se encuentra en la esfera social. Por un lado, nos encontramos tación. Siguiendo los criterios del DSM-5, en 2014 se publicó la

336
r Capítulo 10. Trastornos de a daptación l,

Oiagnostic Interview A djustment


.. Disorder ( DIAD; Cornelíus et al., atenuar su i mpacto, mejorar la calidad de vida y reestablecer el
2014) que, a través de 29 preguntas, evalúa en primer lugar, los funcionamiento. En segundo lugar, las intervenciones van dirigidas a
acontecimientos vitales estresantes que han ocurrido en los tres mejorar las capacidades de afrontamiento del paciente para maxi­
años anteriores. La siguiente sección trata de establecer la fecha de mizar su adaptación. En este sentido, se suelen utilizar diferentes
comienzo del/los acontecímiento/s estresante/s, sí todavía está/n estrategias cognitivas (p. ej., discusión cognitiva, aceptación, fomen­
presente/s en el momento de la evaluación, y, si no es así, cuando to de la flexibilidad) que ayuden a fomentar estrategias adaptativas
finalizó o finalizaron. A continuación, se evalúan los síntomas, el de afrontamiento a nivel cognitivo. Por su parte, a nivel compor­
nivel de malestar que generan, así como la relación temporal entre tamental, los programas de activación conductual pueden facilitar
el/los factor/es estresante/s y su aparición. Por último, se valora el las expectativas y experiencias de autoeficacia. Por últi mo, otro
nivel de deterioro ocasionado por la sintomatología. Aunque en este objetivo importante para reducir los niveles de malestar experimen­
estudio ya se realizó un primer análisis de la validez de contenido y tados y mejorar el funcionamiento a largo plazo, es la eli minación
de constructo de este instrumento de evaluación, es necesaria más o reducción de los síntomas específicos que manifiesta el paciente.
evidencia empírica que analice su bondad psicométrica (Maercker Dada la amplia variedad de síntomas que pueden presentarse en el
y Lorenz, 2018; O'Donnell et al., 2019). TA (sobre todo siguiendo los criterios del DSM-5), los enfoques tera­
Siguiendo las directrices del grupo de trabajo para el diagnós­ péuticos en este caso pueden adoptar diferentes estrategias ya que,
tico del TA en la C I E - 1 1, el grupo de Maercker ha elaborado el como señalan Domhardt y Baumeister (2018), un perfil de síntomas
Adjustment Disorder-New Module (ADNM; Maercker et al. 2007), inespecíficos (p. ej., síntomas mixtos de depresión y ansiedad) o un
que ha sido actualizada a los criterios finalmente establecidos en perfil caracterizado por una presentación subclínica del trastorno
este sistema de clasificación (ADNM-20; Lorenz, et al. 2016) (véase de estrés postraumático pueden requerir intervenciones diferentes.
Kazlauskas et al., 2018, para una revisión). Este instrumento está En general, podríamos concluir que los escasos estudios sobre el
disponible en formato de entrevista clínica estructurada y como tratamiento de los TA aconsejan que la intervención sea focal, breve
cuestionario de autoinforme. En ambos casos, comienzo con un lis­ y rápida, utilizando estrategias cognitivo-comportamentales basa­
tado de acontecimientos estresantes frecuentes: posteriormente se das en la evidencia, y considerando las dificultades de la persona
evalúan los síntomas centrales del TA (la preocupación y el fracaso para hacer frente al estrés, evaluando sus capacidades personales
de adaptación) y la posible si ntomatología asociada (p. ej., esta­ y brindando un contexto de apoyo y seguridad, donde se pueda
do de ánimo deprimido, ansiedad, evitación, problemas de control facilitar la expresión emocional y facilitar los significados y reinter­
de impulsos). A continuación, se mide el nivel de deterioro en las pretaciones del estresor (Baños et al., 2008).
distintas áreas de funcionamiento. Por último, se pide a las perso­ En cuanto a la eficacia de las propuestas terapéuticas, la revi­
nas que señalen el período de tiempo que llevan presentando la sión sistemática de O'Donnet et al. (2018) indica que la calidad
sintomatología ( < 1 mes, 1-6 meses, 6 meses-2 añosl. Los estudios de la evidencia disponible hasta el momento para los tratamientos
de validación del ADNM, realizados hasta la fecha, proporcionan tanto psicológicos como farmacológicos es «baja» o «muy baja»,
evidencia de su fiabilidad, validez y utilidad clínica (p. ej., Bachem ya que la mayoría de los estudios presentan li mitaciones, como
et al. 2017; Glaesmer et al. 2015; Lorenz et al., 2016; Lorenz et al., muestras pequeñas, falta de seguimientos, o no contar con medidas
2018; Zelviene et al. 2017). específicas para los TA.
En cuanto a las guías y recomendaciones para el tratamiento de Por tanto, estamos ante un campo en el que se necesita seguir
los TA, nos podemos encontrar con dos alternativas: farmacológica investigando, y en el que muy probablemente asistamos a grandes
o tratamientos psicológicos. En cuanto a la primera opción, es una avances en los próximos años, como la inclusión de estrategias de
de las más utilizadas en el ámbito de la Atención Primaria en nues­ intervención específicamente dirigidas a promover factores protec­
tro país, un contexto donde acuden un porcentaje significativo de tores, o el uso de las tecnologías, como Internet o los móviles, para
personas con estos problemas. Sin embargo, es necesario insistir en mejorar la diseminación de estos programas. Todos estos avances
la cautela a la hora de prescribir esta opción, dado que en general van a suponer sin duda una gran contribución que mejorará la efi­
solo tienen como objetivo aliviar los síntomas del malestar o la sin­ cacia y eficiencia de las intervenciones psicológicas, y harán dis­
tomatología asociada (como i nsomnio, etc.l, teniendo que contar ponibles y accesibles intervenciones basadas en la evidencia para
además con los efectos colaterales y el período de latencia hasta muchas personas, incrementando su eficiencia, efectividad y esca­
que se produce la respuesta esperada. Por ejemplo, para muchos labilidad.
antidepresivos el efecto clínico suele iniciarse a partir de la 3.ª-4.ª
semana de tratamiento, alcanzando su máxima eficacia tras 8-10
semanas del mismo. Esto hace que no sea el tratamiento de elección V. Resumen de aspectos
mas aconsejable.
En cuanto a los tratamientos psicológicos, en general su objetivo fundamenta les y
fundamental es favorecer la toma de perspectiva ante la adversi­ te ndencias futuras
dad por parte de la persona. En este sentido, la mayoría de ellos
comparten, fundamentalmente, tres componentes (Domhardt y Bau­ Los TA se definen como una reacción de desajuste o inadaptación,
meister, 2018; Strain y Friedman, 2014). En primer lugar, reducir el que puede cursar prácticamente con cualquier síntoma emocional
impacto del factor estresante, bien mediante su eliminación, o si no (ansiedad, depresión, i ra, etc.) o del comportamiento (absentismo,
puede ser -como ocurre en el caso de acontecimientos estresantes violencia, etc.l, y que se desarrollan en respuesta a uno o más acon­
crónicos y no modificables (p. ej., el diagnóstico de una enfermedad tecimientos estresantes identificados. El requisito, además de la pre­
amenazante para la vida)-, se propone utilizar otras estrategias, sencia clara de un estresor o varios estresores que disparen el tras­
como el fortalecimiento del sistema de apoyo social, que pueden torno, es que la persona se queje de malestar, o que se produzca

JJ7
t• Manual de pslcopatologla. Volumen 2

uno mermo en su funcionamiento cotidiano personal, es decir, q_ue presentes tanto el malestar como lo interferencia). Por otro lodo,
se produzco uno notable interferencia social, personal o laboral en mientras q_ue el DSM-5 sigue manteniendo la diferencio de subtipos
su vida. Esto definición vago y laxo de los TA ha generado muchos en función de la sintomatologío más importante, la CIE- 11 yo no los
debates en los últimos años, sobre todo por lo q_ue respecto o lo dife­ incluye en su clasificación actual. La escasa investigación q_ue ha
renciación entre este trastorno y uno reacción «normal» ante uno tenido este trastorno ha provocado q_ue los datos sobre su epidemio­
situación estresante, y lo diferenciación entre este trastorno y otros logio, curso, etc., sean aún poco concluyentes, aunq_ue se mantiene
(fundamentalmente TDM y TAG), con los q_ue presenta un solapa­ q_ue son trastornos muy frecuentes -especialmente en subgrupos
miento importantísimo de síntomas. Esto hoce q_ue algunos autores de población q_ue están en una situación estresante-, y q_ue suelen
consideren esta categoría diagnóstico como subumbrol, o subclíni­ ser breves y de sintomotologío moderado, ounq_ue pueden darse
co, y q_ue también se critiq_ue la utilidad de este diagnóstico. A pesar también síntomas graves, como la ideación y conducta suicida. Por
de ello, los sistemas de clasificación actuales (DSM-5 y CIE-11) lo último, existen pocos modelos explicativos poro estos trastornos, y
mantienen y lo incluyen en el grupo de trastornos relacionados con los q_ue hay suelen basarse en los planteamientos generales sobre los
el estrés. Sin embargo, existen diferencias importantes entre ambas respuestas al estrés, y las valoraciones q_ue las personas hacemos de
clasificaciones, y mientras el DSM 5 sigue la línea q_ue había hasta los factores estresantes y de nuestros capacidades de afrontamiento.
el momento de no especificar síntomas, y de ser más laxo en cuanto Sin embargo, aún q_uedo mucho por investigar sobre cuáles son los
o lo existencia de «significación clínica» (planteando q_ue puede factores de vulnerabilidad y cuáles los protectores para poder enten­
diagnosticarse cuando haya o bien malestar o bien interferencia), der por q_ué algunos personas responden a las situaciones estresan­
lo CIE- 1 1 ha optado por incluir algunos síntomas concretos (como tes de manero desproporcionada. Se trota de un campo en el q_ue
lo preocupación, y la presencia de imágenes intrusivas y rumiaciónl, en los próximos años se producirán grandes avances, tanto en su
y ser más estricto poro hacer el diagnóstico (exigiendo q_ue estén comprensión como en su evaluación y tratamiento.

•• Té rminos c lave
Afrontamiento 334 Significación clínica 329 Trastornos relacionados
Cuadro subclínico 330 Subtipos de trastornos con traumas y factores
Estresor 326 adaptativos en el OSM-5 327 de estrés 326
Reacción adaptativa al estrés 326 Trastornos de adaptación 326

338
Capítu lo 1 0. Trastornos de a daptación 4141

•• Lectura s recome ndadas


Casey, P. (2018). Adjustment Disorder: From Controversy to Clinical Prac­ cosos d e pacientes, adjuntando presentaciones clínicos, y descri­
tice. Oxford: University Press. biendo detalladamente los instrumentos de diagnóstico disponi­
Se trata de uno de los pocos manuales totalmente dedicados o los bles, junto con los resultados de sus propiedades psicométricos.
TA. En este libro, lo autora, q_ue es uno especialista en este campo, Strain, D. J. y Friedmon, M. J. (20I1l. Considering odjustment disorders
resume los polémicos más importantes y lo investigación más rele­ os stress response syndromes for DSM-5. Depression and Anxiety,
vante realizada hasta al momento. 28, 818-823.
Kozlouskos, E., Zelviene, P., Lorenz, L., Quera. S. y Moercker, A. (2017l. En este artículo, se planteo el TA como un síndrome de respuesto
A scoping review of ICD- l l odjustment disorder reseorch. European al estrés, se discute lo falto de instrumentos de evaluación estan­
Journal of Psychotraumatology, 8:sup7. darizados, se revisan los criterios del DSM-IV y los q_ue entonces
En este artículo se examinan los avances recientes en lo investiga­ estaban propuestos para el DSM-5, además se sugiere una agenda
ción de los TA considerados en lo CIE- ll y se debaten los estudios para futuras investigaciones.
de validación de su diagnóstico, los instrumentos de evaluación Stein, D. J., Rouillon, F. y Moercker, A. (2018). New perspectives on
disponibles, y la evidencio sobre su tratamiento, además de esbo­ odjustment disorder, The World Journal of Biologica/ Psychiatry,
zar los perspectivos futuras de lo investigación y la práctico clínico /9:supl, SI-S2.
para este trastorno. Se troto de un número especial, completamente dedicado o los
Moercker, A., Lorenz, L. (2018) Adjustment disorder diagnosis: Impro­ TA, en el q_ue participan los grupos más importantes q_ue están tra­
ving clinical utility. The World Journal of Biological Psychiatry, /9 bajando en este ámbito o nivel internacional, y se revisan tonto
(1), 3-13. cuestiones de diagnóstico como de tratamiento.
En este artículo se esbozan los característicos clínicos de los TA
según lo_ CIE-10, CIE- 1 1 y DSM-5, y se proporcionan viñetas de

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incorrecta): sobre la etiología de los trastornos de adaptación parte o se
a) Suelen ser una categoría diagnóstica frecuentemente uti­ fundamenta en las teorías explicativas ya establecidas para:
lizada en la práctica clínica. a) La depresión.
b) Se desarrollan siempre en respuesta a uno o más aconte­ bl El trastorno de estrés postraumático.
cimientos estresantes. c) El trastorno de ansiedad generalizada.
cl Implican la aparición de amnesia disociativa respecto a dl Los trastornos disociativos.
algunos acontecimientos estresantes. 7. Entre las directrices generales de los tratamientos psico­
d) Una vez finalizada la situación de estrés o sus consecuen­ lógicos para los trastornos de adaptación se encuentran
cias, los síntomas no se mantienen durante más de seis (señale la alternativa incorrecta>:
meses. al Reducir el impacto del factor estresante.
2. Una de las diferencias existentes entre el DSM-5 y la bl Mejorar las capacidades de afrontamiento.
CIE- 1 1 a la hora de describir las características de los el La eliminación de los síntomas específicos q_ue presente
trastornos de adaptación es q_ue la CIE- 1 1: la persona.
a) Establece más subtipos dentro de esta categoría diagnós­ dl Confrontar a la persona con la realidad para mejorar sus
tica. déficits perceptivos.
b) No req_uiere la presencia de un deterioro significativo en 8. Actualmente, la evidencia empírica existente sobre la efi­
las distintas áreas de funcionamiento de la persona. cacia de los programas de tratamiento para los trastornos
c) Considera q_ue los síntomas pueden aparecer de for ma re­ de adaptación oscila entre:
tardada al suceso estresante (hasta un año después del al Baja o muy baja tanto para los tratamientos far macológi­
mismo). cos como psicológicos.
dl Establece como caracter ística esencial de este trastorno la bl Moderada para los tratamientos psicológicos y baja para
presencia de preocupación excesiva por el acontecimiento los far macológicos.
estresante o sus consecuencias. cl Moderada para los tratamientos farmacológicos y baja
3. Entre los subtipos de trastornos adaptativos especifi­ para los psicológicos.
cados en el DSM-5 se encuentran (señale la alternativa d) Moderada tanto para los tratamientos psicológicos como
incorrecta): far macológicos.
al Con estado de ánimo depresivo. 9. lCuál de los siguientes factores de riesgo q_ue predispo­
nen al desarrollo de los trastornos de adaptación aparece
exclusivamente asociado a estos trastornos?
bl Con síntomas de estrés agudo.
cl Con ansiedad.
al Alto neuroticismo.
dl Con alteraciones de conducta.
bl Un patrón de crianza caracterizado por una sobreprotec­
4-. Entre los principales problemas q_ue se presentan a la ción paternal.
hora de diagnosticar un trastorno de adaptación se
encuentran:
c) La alexitimia.
d) Ninguna de las anteriores es correcta.
10. lCuál de las siguientes afirmaciones sobre la evaluación
a) Su diferenciación de las respuestas normales al estrés.
bl La falta de evidencia empír ica para los subtipos. de los trastornos de adaptación es correcta?
c) Su solapamiento con las presentaciones subclínicas de a) Es recomendarle evaluarlos una vez finalice la situación o
otros trastornos. factor estresante para valorar de manera más precisa las
d) Todas las alternativas anteriores son correctas. secuelas q_ue ha provocado en la persona.
5. Entre los síntomas q_ue pueden estar presentes en los tras­ bl Es recomendable evaluarlos solo a través de cuestionarios
tornos de adaptación se encuentran (señale la alternativa de autoinforme ya q_ue, durante la entrevista clínica, la
incorrecta): persona suele mostrarse retraída y esq_uiva.
a) Distorsiones perceptivas. cl Su evaluación no está incluida de for ma apropiada en las
principales entrevistas diagnósticas de uso frecuente en la
bl Sentimientos de inq_uietud. práctica clínica.
cl La ideación y conductas suicidas. dl Es muy difícil su evaluación debido al estado de desor ien­
dl Bajo estado de ánimo. tación q_ue presenta la persona durante el trastor no.

342
r

PARTE 1 1

Trastornos ps icóticos, de persona lidad


y a ntisoc ia le s

CAPÍTULO 11

EL ESPECTRO DE LA ESQUIZOFRENIA
Y OTROS TRASTORNOS PSICÓTICOS
Juan F. Rodríguez-Testal Eduardo Fonseca-Pedrero, Gloria Bellido-Zanin,
Cristina Senín-Calderón y Salvador Perona-Garcelán
..
l. Introducción 345 VIII. Trastorno psicótico breve o agudo y transitorio 361
11. Clasificación 346 A. Diagnóstico y características clínicas 362
111. Características transdiagnósticas 347 B. Epidemiología y curso evolutivo 362
A. Dimensión psicótica 347 IX. Trastorno delirante 362
B. Dimensión desorganizada o cognitiva 348 A. Diagnóstico y características clínicas 363
C. Dimensión negativa 352 B. Epidemiología y curso evolutivo 363
D. Dimensión afectiva 354
X. Otros diagnósticos 364
IV. Esq_uizofrenia 355
A. Diagnóstico y características clínicas 355
XI. Etiología del espectro de la esq_uizofrenia y otros
trastornos psicóticos 364
B. Epidemiología y curso evolutivo 356
V. Trastorno esq_uizofreniforme 358 XII. Recomendaciones para la evaluación
y el tratamiento 368
A. Diagnóstico y características clínicas 358
B. Epidemiología y curso evolutivo 358 XIII. Resumen de aspectos fundamentales y tendencias
futuras 369
VI. Trastorno esq_uizoafectivo 358
A. Diagnóstico y características clínicas 360 TÉRMINOS CLAVE 369
B. Epidemiología y curso evolutivo 360
LECTURAS RECOMENDADAS 370
VII. Trastorno esq_uizotípico 360
A. Diagnóstico y características clínicas 361 REFERENCIAS 370
B. Epidemiología y curso evolutivo 361 AUTOEVALUACIÓN 373

l . 1 ntroducción
E n este capítulo se presenta u n grupo de manifestaciones heterogé­ da a tenor de lo que hoy, todavía en pleno progreso, se empieza a
neas integradas en un espectro psicopatológico amplio. Los trastor­ saber de este padecimiento y su recuperación.
nos psicóticos en general, y más en particular, los que están rela­ Una de las dificultades en el análisis de este capítulo es que
cionados con la esquizofrenia, implican normalmente un sufrimiento algunas cuestiones conceptuales no están resueltas. Se sigue una
profundo para quienes los experimentan, así como para sus familias tradición iniciada desde Kraepelin de separar la esquizofrenia (antes
y entornos cercanos. En este sentido, tradicionalmente se decía que demencia precoz) de las psicosis afectivas ( hoy trastornos bipola­
la esquizofrenia es, ante todo, una ruptura en la biografía de una res), aunque la investigación apunta aspectos más en común que
persona. Relacionado con esto, la psicosis tiene asociada una carga diferentes. Asimismo, durante bastante tiempo, el concepto de psi­
de significado negativo, representada por la ancestral imagen de la cosis ha estado centrado en la pérdida del sentido de realidad, bajo
locura, una construcción social claramente desfasada y distorsiona- el clásico aforismo de Georget, discípulo de Esquirol, de «no hay
' Manual de psicopatología. Volumen z

psicosis sin delirio» (Berrios, 20IOl. Esta concepción se mantiene en de Wernicke-Kleist-Leonhard que abarcó a las psicosis cicloides,
la actualidad, de manera que las psicosis en general, y la esquizo­ expresiones breves y diferenciadas de la esquizofrenia, descritas en
frenia en particular, se orientan fundamentalmente por la presencia parte por la psiquiatría francesa.
de delirios y alucinaciones. Los i ntentos de mejora en las clasificaciones diagnósticas se
Sin embargo, actualmente también se precisa de una perspectiva centraron en la separación del componente afectivo mencionado, y
más comprehensiva pues, además de considerar estos indicadores en la sobrevaloración de los indicadores psicóticos. La primera medi­
lo que se denominará dimensión psicótica, se añaden otros muy varia­ da ocasionó que se incrementaran progresivamente los diagnósti­
dos (síntomas negativos, afectivos, cognitivos ... ), y dan buena cuenta cos afectivos (Hiifner, 2014). La importancia dada a los síntomas
de la complejidad de este sufrimiento, de manera que lo conocido a psicóticos, especialmente la supuesta especificidad de los síntomas
partir de la investigación y los tratamientos sugiere apelar más bien a de primer orden de Schneider, resultó un sacrificio para la validez
un síndrome psicótico general (Fonseca-Pedrero, 2019). < Fonseca-Pedrero, 2019).
Por otro lado, la investigación ha puesto de relieve que la sepa­ Las perspectivas actuales aluden a un espectro de la esqui­
ración marcada entre las experiencias que viven muchas personas zofrenia, dada la heterogeneidad característica. Sin embargo, los
con trastornos psicóticos y sin trastornos, dependen más de paráme­ resultados de la investigación convergen en una consideración más
tros como la persistencia, el malestar, o la gravedad de estas expe­ global, alrededor de un síndrome o espectro psicótico que incluso
riencias, que de una separación categorial estricta entre pacientes abarcaría a los trastornos bipolares (Guloksuz, y van Os, 2018).
y no pacientes. Esta perspectiva dimensional se plantea a lo largo de Desde este planteamiento, en consecuencia, lo relevante son los
este capítulo. Se desarrolla una serie de dimensiones que han per­ componentes transdiagnósticos que lo integran, como se planteará
mitido el estudio de muchos indicadores de relevancia clínica. Con en el siguiente a partado, descri biendo las di mensiones más rele­
ello se indica que estas dimensiones pueden apreciarse en diferente vantes de este síndrome psicótico. Pero, Lcuáles son estos compo­
grado, persistencia, malestar y preocupación, también en la pobla­ nentes?
ción general. Además, estas di mensiones son transdiagnósticas, La primera d istinción, síntomas positivos y negativos, se inspira
porque pueden analizarse en diferentes cuadros psicopatológicos, en la obra del neurólogo i nglés Hughlings Jackson a finales del
en lo que se ha dado en llamar el fenotipo ampliado de la psico­ siglo x1x en el contexto de un modelo jerárquico de la función
sis (Shevlin et al., 2017). Una combinación característica de estas cerebral. Jackson pensaba que las alucinaciones y los delirios eran
dimensiones es lo que permite hacer referencia a unos trastornos (o fenómenos causados por la li beración adaptativa de las funcio­
espectro) frente a otros. nes cerebrales inhibidas y constituían síntomas positivos, mientras
Pero este síndrome psicótico no está caracterizado en el vacío, que los síntomas negativos reflejaban una pérdida de una función
está contextualizado en situaciones y condiciones que influyen en ..
cerebral < Berrios, 2010). No obstante, el punto de partida moderno
su aparición, en su desarrollo y en su cambio. No puede entenderse lo podemos encontrar en los trabajos de W i n g y Brown ( 1 970)
este síndrome psicótico si no es desde la experiencia de la persona y y Strauss y Carpenter ( 1974). Los pri meros, aunque no uti lizaron
el contexto en el que surge <Read y Dillon, 2013), aunque participe o específicamente los términos positivo y negativo para hacer refe­
afecte al funcionamiento de nuestro sistema nervioso. Asimismo, no rencia a dos procesos patológicos distintos que están presenten en
puede entenderse este síndrome psicótico si no se caracteriza como personas con psicosis, destacaron la existencia de síntomas flori­
una forma más de experiencia humana en toda su diversidad (Cooke dos o productivos que tenían lugar principalmente en los episodios
y Kinderman, 2018). En definitiva, se plantean dimensiones que son agudos de la enfermedad frente a un síndrome defi citario. Los
clínicamente relevantes, pero estos indicadores deben ser personal­ segundos, en un trabajo seminal, fueron los primeros en utilizar en
mente significativos, sobre todo, porque la recuperación depende de el ámbito del estudio de la esquizofrenia los términos de síntomas
la participación de la persona en su sentido integral, no únicamente positivos y negativos. Pero fue Crow ( 1 980), poco tiempo después,
por un agente químico o de otra naturaleza que haga reversible una quien instituyó definitivamente dichos términos a partir de los cua­
condición determinada. les formuló la tipología de esquizofrenia tipo I y I I, basándose en
la relación de las manifestaciones clínicas con hipotéticos meca­
ni smos fi siopatológi cos. De todas formas, esta ti pología ha sido
1 1 . C lasificación muy criticada por considerarse simplista, pues no da cobertura a
la gran diversidad fenomenológica de la esquizofrenia, carece de
Desde u n punto d e vista histórico, l a esquizofrenia es l a reunión de validez longitudinal (Peralta et al., 2020), y se ha podido compro­
varios síndromes en función de su curso y, presumiblemente, de la bar que la mayoría de los pacientes con esquizofrenia presentan
herencia y su etiología. Aunque tradicionalmente esta concepción ambos tipos de síntomas en grado variable (Cullberg, 2006). No
se ha considerado genuina de Kraepelin, ya estaba recogida en la obstante, en la actualidad sigue siendo una distinción de síntomas
obra de Kahlbaum <Rodríguez-Testa! et al., 201D. De este modo, se muy utilizada, con valor heurístico tanto en la i nvestigación como
i ntegran la catatonía de Kahlbaum, la hebefrenia de Hecker, y la en el trabajo clínico.
demencia paranoide de Morel y de Sander, como demencia pre­
coz, por su mala evolución, separando la demencia precoz de la
demencia senil (degeneración tardía) y de la psicosis maniacodepre­ ¿) Síntomas positivos. Abarcan la dimensión psicótica y
siva. Kraepelin también i ncorporó las parafrenias como una forma desorganizada o cognitiva.
psicótica no afectiva y sin deterioro. Esta perspectiva, que separa
las psicosis afectivas de las no afectivas, es coincidente con la que
siguió la escuela rusa. Por otro lado, Eugen Bleuler (1911) no alu­ Se han planteado diferentes agrupaciones de las posibles
dió a una, sino a un grupo de esquizofrenias ampl i o. O la escuela dimensiones para el estudio de la psicosis. De la inicial psicótica,

346
Capítulo 11. El espectro de la esquizofrenia y otros t rastornos psicóticos

desorganizada y negativa, se incluyó una dimensión afectiva (en síntomas dentro de los primeros dos años, seguido de una dismi­
dos factores, depresión y manía), o separar la catatonía como una nución constante durante los ocho años restantes.
dimensión propia. En otras aportaciones, se ha considerado relevan­ El 13 % presentó una trayectoria de no respuesta caracteriza­
te establecer jerarquías entre estas dimensiones (de primer y segun­ do por la presencia de síntomas positivos significativos durante
do orden), o señalar modelos bifactoriales de cinco dimensiones todo el período de seguimiento.
(positiva, negativa, desorganizada, manía y depresión), y un factor
Por último, el 13 % restante mostró una disminución inicial de
global de psicosis (Cuesta y Peralta, 2016; Quattrone et al., 2019).
los síntomas seguida de un aumento y luego una disminución
En el apartado III de este capítulo se plantean como compo­ posterior durante los diez años de seguimiento. Se clasificaron
nentes transdiagnósticos unas dimensiones por su relevancia clíni­ como la trayectoria de respuesta episódica.
ca, porque cada una sigue un curso determinado (van Os, y Kapur,
En los capítulos de «Psicopatología de la percepción y la ima­
2009), y porque pueden orientar el proceso de evaluación e inter­
ginación», y «Psicopatología del pensamiento», en el volumen pri­
vención: dimensión psicótica -o de distorsión de la realidad (alu­
mero de esta obra, se encuentra una descripción pormenorizada de
cinaciones y delirios), desorganizada (que abarcaría habla/pensa­
las alucinaciones y delirios, así como de sus explicaciones, por lo
miento desorganizado, cognición y comportamiento desorganizado),
que no se reiteran aquí.
negativa, y dimensión afectiva (depresión y manía)-.
Seguidamente, en el apartado IV y siguientes, se exponen las
categorías diagnósticas tal y como se recogen en el Manual Diag­ ¿) Dimensión psicótica. En los t rastornos psicóticos prima­
nóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, DSM-5 (APA, 2013)
rios incluye delirios y alucinaciones (más comúnmente alu­
y Clasificación Internacional de las Enfermedades, CIE-11 (WHO,
2018): esquizofrenia, trastorno esquizofreniforme, trastorno esqui­ cinaciones auditivas verbales].
zotípico, trastorno psicótico breve o agudo y transitorio, trastorno
delirante, y otros diagnósticos.
En este apartado de la dimensión psicótica, se hace mención
particular de unas experiencias que podrían asimilarse a los delirios,
aunque su complejidad hace que abarquen también componentes
1 1 1 . Caracte r í sticas perceptivos y disociativos. Son las alteraciones del self, cercanas
transdiagnósticas a los síntomas de primer rango o de primer orden de Schneider
(p. ej., eco del pensamiento, difusión del pensamiento, percepción
A. Dimensión psicótica delirante, alucinaciones en tercera personal, aunque resaltando el
La dimensión psicótica se caracteriza por la expresión y manifes­ componente vivencia! de unas experiencias relativas a la pérdida o
tación de comportamientos, creencias y percepciones que indican disolución de la persona, de su identidad, y de su lugar en el mundo.
que la persona que los padece presenta una visión y concepción Tienen un lugar destacado para el diagnóstico de esquizofrenia en
distorsionada de la realidad. la clasificación CIE-I1 (WHO, 2018).
Comprende dos grupos de síntomas que son fundamentales Estas alteraciones del se/f son las experiencias de influencia,
para el diagnóstico de los distintos trastornos psicóticos, así como pasividad, y control, a menudo calificados como delirios biza­
también diana de las intervenciones farmacológicas y psicotera­ rros, delirios primarios en la tradición de Jaspers, automatismos
péuticas. Estos son: las ideas delirantes o delirios, que estarían de Clérambault, o el autismo de Bleuler; considerados todos ellos
englobados clásicamente dentro de la psicopatología del pensa­ como un trastorno nuclear para captar la esencia de la esqui­
miento, y las alucinaciones, que estarían englobadas dentro de zofrenia. Se alude a un se/f mínimo, o básico, para referir un
la psicopatología de la percepción. En un estudio de cohorte rea­ aspecto del sustrato biológico, frente a las alteraciones del self
lizado por Haro et al. (2015), en una amplia muestra de pacientes narrativo, más integral, que es el analizado en los trastornos de
adultos con un diagnóstico de esquizofrenia de diferentes países, la personalidad. La identidad personal (ipseidadl está gravemen­
encontraron que aproximadamente el 62 % presentaban síntomas te alterada, de manera que la persona se siente disminuida, no
psicóticos persistentes durante un promedio de 9,6 años. Austin et siente que su cuerpo le pertenezca, no se siente con presencia:
al. (2015), en otro estudio de cohorte, con una muestra de perso­ se siente un robot, un zombi, un extraterrestre, percibe que su yo
nas con un primer episodio psicótico estudiadas durante diez años, se desintegra, i. e., se pierden los límites del yo y la percepción de
encontraron cinco trayectorias diferentes o cursos de los síntomas agencia (pudiendo ser controlado por alguien o una fuerza que le
durante ese tiempo: ha abducido o matado, o que le inserta ideas que no son suyas).
Por otro lado, se da una autoconciencia intensificada (hiperreflexi­
El 47 % de las personas mostraron una trayectoria de respuesta vidadl, hasta el punto de que los procesos automáticos (caminar,
positiva, caracterizada por una reducción significativa de los el sonido de las palabras, reconocer un color, etc.l se hacen ple­
síntomas en los primeros cinco años seguido por un manteni­ namente conscientes. También se pierde el contacto vital con la
miento sin síntomas en los años restantes. realidad, todo se muestra extraño, alejado, deshumanizado, se pier­
El 15 % mostró una trayectoria de la recaída caracterizada por de el sentido común y la capacidad paro lo acción o la volición
un patrón de respuesta recurrente donde hubo una reducción (pasividad) (Pornos y Henriksen, 2014). Estas manifestaciones ponen
inicial de los síntomas en los primeros dos años, seguida de un de relieve la participación de procesos disociativos intensos, como
aumento constante en los ocho años restantes. la despersonalización, aunque en las descripciones de los síntomas
Un 12 % presentó una trayectoria de respuesta tardía caracte­ por parte de las clasificaciones diagnósticas no se tienen presentes
rizada por una disminución inicial, luego un aumento de los específicamente.
., Manual de psicopatología. Volumen 2

¿) Alteraciones del self. También l lamados s íntomas de ; ¿) Dimensión desorganizada. O cognitiva, en los trastornos t
pasividad, o delirios bizarros. Se consideran el se/f mínimo, psicóticos primarios incluye habla/pensamiento desorgani- f.
esencial para caracteri zar la esquizofrenia: sentimientos, zado [trastorno de pensamiento formal como asociaciones
t
impulsos o pensamientos propios están bajo el control de vagas, descarrilamiento del pensamiento o incoherencia), '
1

una fuerza externa. comportamiento desorganizado [comportamiento extraño, �


¿) Síntomas de primer rango. O de pri mer orden d e sin propósito], y deterioro cognitivo. !
j
Schneider, presumiblemente específicos para el diagnósti­
co de esquizofrenia: sonorización del pensamiento, voces
que hablan entre ellas, voces que comentan las acciones se traducía en la afectación del habla y el pensamiento (Moskowitz,
de la persona, influencia sobre el cuerpo o pasividad somá­ y Heim, 2011l. En cualquier caso, este efecto de pérdida de asocia­
ciones es destacado, por encima de los delirios o las alucinaciones.
tica, inserción, robo, y difusión del pensamiento, sentimien­
tos impuestos, impulsos impuestos, actos impuestos de la Los esfuerzos por identificar este habla/pensamiento desorga­
nizado se han dirigido a revisar las alteraciones fonológicas, sin­
volunta d, percepción delirante. De estos once, s iete son
tácticas, semánticas y comunicativas del discurso. El discurso y, en
considerados trastornos del yo, o alteraciones del sel{ consecuencia, el proceso de pensamiento de la persona en estado
psicótico, especialmente durante la descompensación psicótica, se
caracteriza por su discontinuidad (bloqueos, interferencias, pérdida
a. Explicaciones del discurso); por la inclusión de diferentes ideas, recuerdos, viven­
cias, o de la fantasía; por errores en los procesos de razonamiento o
Nelson et al. (2020l, desde una perspectiva neofenomenológica, análisis (desde deducciones ilógicas o paralógicas, a la pérdida en
relacionan estas experiencias con déficits en la monitorización de la la capacidad de abstracción). Por todo ello, el proceso comunicativo
fuente, relacionados con alteraciones básicas en el funcionamien­ con el paciente psicótico puede resultar muy complicado, ininteligi­
to cerebral, por ejemplo, del hipocampo. Desde esta perspectiva, ble incluso; la propia persona se queja de que sus pensamientos van
estos déficits ocasionarían una dificultad profunda en diferenciar las a toda velocidad y no los controla, que las ideas están apelmazadas
experiencias mentales reales de las i maginadas, las internas (auto­ y no puede pensar, que inicia un pensamiento y se pierde en otros, o
generadasl de las externas (generadas fuera del self), los procesos no puede seguir con una idea, quedando su pensamiento sin concre­
automáticos de los que requieren control, el yo de los otros, o la tar, vacío, que el pensamiento queda interferido, o sencillamente,
saliencia aberrante, como un estado donde los estímulos familiares se observa que no tiene capacidad de conectar y comunicar con el
o estímulos irrelevantes, se muestran como novedosos o destacados. entorno como antes.
Este último proceso lo vinculan con la desregulación dopaminérgica.
A partir de la experiencia clínica, tradicionalmente se han estu­
diado estas alteraciones del habla/pensamiento, y se han hecho
B. Dimensión desorgan izada o cogn itiva numerosos esfuerzos por delimitarlas y precisarlas. La dificultad
radica en su variedad, en su inestabilidad entre diferentes cuadros
La dimensión desorganizada o cognitiva junto con la dimensión psi­
y dentro de cada diagnóstico en particular. Andreasen (1986), consi­
cótica constituyen los llamados síntomas positivos desde la tipología
deró que sería más preciso nombrar esta categoría como Trastornos
de Strauss y Carpenter (1974). Tradicionalmente se ha considerado
del pensamiento, del lenguaje y la comunicación. Definió 18 indica­
una de las dimensiones ligadas a la mala evolución, concretamente
dores, aclarando que no son patognomónicas de la esquizofrenia;
al deterioro cognitivo. Análisis recientes muestran la centralidad y
pueden darse en la manía, en la depresión, e incluso en personas sin
el elevado grado de interrelación de esta dimensión (Peralta et al.,
patología (en condiciones de estrés, agotamiento, o bajo los efectos
2020), probablemente por representar los cimientos del funciona­
de sustancias).
miento cognitivo que, en el estado psicótico, quedan alterados o
desorganizados. Los trastornos del pensamiento (del procesamiento cognitivo)
son la pobreza del habla y la ilogicidad. Los que tienen que ver con
a. Habla/pensamiento desorganizado el lenguaje <el uso convencional de las reglas sintácticas y semán­
ticas del lenguaje se altera): incoherencia, asociaciones fonéticas,
Los llamados trastornos del pensamiento, o alteraciones formales neologismos, y aproximaciones a palabras. Los que afectan a la
del pensamiento, son manifestaciones de desorganización cognitiva comunicación: pobreza del contenido del habla, presión del habla,
muy diversas. De manera sencilla, se suele decir que en la dimen­ habla distraída, tangencialidad, descarrilamiento, habla afectada,
sión psicótica se analiza el contenido del pensamiento (delirios), y ecolalia, autorreferencias, circunstancialidad, pérdida de meta, per­
en los trastornos del pensamiento, la forma, i. e., la manera (y el severación y bloqueo.
grado) en el que el pensamiento y la comunicación con el paciente
se desorganizan. Este habla/pensamiento desorganizado, refleja una En el capítulo correspondiente a la «Psicopatología del pensa­
dificultad en iniciar y estructurar los procesos de pensamiento y de miento» del primer volumen de esta obra, se recogen las alteracio­
habla, y son un indicador de gravedad del proceso psicótico. nes del habla/pensamiento desorganizado, siguiendo la aportación
de Andreasen y otros autores. Sin embargo, aunque esta manera de
Aunque tradicionalmente se ha mantenido lo que Eugen Bleuler organizar estas alteraciones es habitual en la clínica, no está exenta
consideró primario o fundamental a la pérdida de las asociaciones de dificultades. Por ejemplo, aunque desde las fuentes clásicas se
como síntoma de la esquizofrenia, lo cierto es que aludía a un défi­ mencionaban los neologismos (incluso la neografíal, o la ecolalia,
cit global, impreciso, en el que participaban las emociones, y que no son tan frecuentes de observar en la práctica clínica. Algunas

31.18
Capítulo 11. El espectro de la esquizofrenia y otros t rastornos psicóticos

otras manifestaciones, por el contrario, como la experiencia viven­ la esquizofrenia (y de la depresión) (Roche et al., 2015), y se convier­
cia! o el impacto subjetivo; la interferencia o intrusión por parte de ten en predictoras de deterioro funcional y cognitivo. De hecho, la
otros fenómenos <p. ej., alucinaciones) en el curso del pensamiento; pobreza del habla, la pobreza del contenido del habla, los bloqueos,
o las relativas a la prosodia han sido menos investigadas. A modo y la latencia incrementada de la respuesta, conjunto nombrado tra­
de ejemplo y acerca de la prosodia, una paciente, desde el momen­ dicionalmente como alogia, se consideran entre los síntomas de la
to de la descompensación psicótica, hablaba en sonsonete, con un dimensión negativa. Sin embargo, la falta de consenso sobre qué
volumen y expresión realmente extraños (como si fuese un dibujo indicadores se deben tener en cuenta, la importancia de unos en
animado de TV), afectando las interacciones comunicativas en las lugar de otros, la posibilidad de que coincidan varios a la vez, pare­
q_ue participaba. cen descartar la idea inicial de que las alteraciones en el habla/
Las diferentes contribuciones de la investigación han trata­ pensamiento sean un concepto unitario.
do de identificar cuáles de estos indicadores (o combinaciones b. Cognición
de los mismos) son realmente relevantes para esta dimensión de
desorganización. Asimismo, se han analizado los constructos que Dadas las dificultades inherentes a la precisión y diferenciación del
reúnen a los mismos, con el fin de identificar su etiología y esta­ habla/pensamiento desorganizado, muchos clínicos e investigado­
blecer la intervención terapéutica. Por ejemplo, Sims (1995) trató res se han centrado fundamentalmente en el deterioro cognitivo y
de caracterizarlas en un modelo de asociaciones que, yendo a sus funcional, además de otros procesos como la cognición social y la
categorías globales quedaría como: aceleración del pensamiento metacognición. El apartado precedente, por tanto, representaría una
(como la fuga de ideas), retardo del pensamiento, circunstancia­ perspectiva clínica, y este apartado, una visión neuropsicológica. El
lidad, interrupciones en el flujo del pensamiento (que abarcaría problema estriba en que el estudio neuropsicológico tampoco resulta
del descarrilamiento, a la fusión, o el bloqueo) y los cambios en el del todo específico ni abarca la heterogeneidad de la desorganiza­
flujo del pensamiento (como la perseveración o la acumulación de ción en todas sus posibilidades.
pensamientos). Hay consenso acerca de que el deterioro cognitivo global es
Aunque el acuerdo no es unánime, las alteraciones del habla/ superior en el espectro de la esquizofrenia al del trastorno bipolar,
pensamiento se suelen caracterizar como positivas y negativas. E y algo menor en los trastornos depresivos con síntomas psicóticos
incluso, se añade si son objetivas o subjetivas, por ejemplo, habla (Sheffield et al., 2018). Hay evidencias de que el deterioro cogni­
lentificada, como negativa objetiva, y presión de pensamiento como tivo se inicia antes de la psicosis (por tanto, como alteración del
positiva subjetiva. Las alteraciones positivas, estarían más próximas neurodesarrollo), con independencia de los síntomas clínicos, que
al concepto original de pérdida de asociaciones de Bleuler, como permanecen estables hasta edad avanzada, y que se aprecian de
tangencialidad, descarrilamiento, incoherencia, ilogicidad, circuns­ forma atenuada entre los familiares de los pacientes.
tancialidad y pérdida de meta. Mientras que la pobreza del habla, Una gran parte de la investigación se ha centrado en la cog­
pobreza del contenido del habla y, según algunos estudios, la per­ nición no social o neurocognición: velocidad de procesamiento,
severación formarían parte de las de tipo negativo (y, por tanto, aprendizaje y memoria verbal, memoria operativa, atención/vigi­
correspondientes a la dimensión negativa). lancia, razonamiento y solución de problemas (siguiendo el Con­
Diferentes estudios coinciden en destacar la presencia elevada senso MATRICS, Measurement and Treatment Research to Improve
de estas manifestaciones en los trastornos psicóticos, sin dema­ Cognition in Schizophrenia) (Geyer, y Heinssen, 2005). Las personas
siadas diferencias entre la esquizofrenia y los trastornos bipolares, con esquizofrenia obtienen resultados de 0,75 a 1,5 desviaciones
sobre todo, si se incluyen indicadores como productividad del habla estándar del funcionamiento sano (Green et al., 2019). Predominan
(verbosidad) o presión del habla. En general, se señala que las alte­ la afectación de la memoria verbal y la velocidad de procesamien­
raciones del habla/pensamiento desorganizado en su conjunto se to, mientras que entre las personas con trastorno bipolar destacan
dan entre el 50-80 % de los casos de esquizofrenia, por encima del los problemas con las funciones ejecutivas (Sheffield et al., 2018).
70 % si se considera la manía, en algo más del 50 % de los pacien­ El período considerado de psicosis no tratada se había relacionado
tes con depresión, y más del 35 % en trastornos de la personalidad inicialmente con la pérdida de capacidades cognitivas, pero esto
(Roche et al., 2015). En los diseños longitudinales se constata que la no queda constatado; en todo caso, este período se relaciona con
dimensión negativa (aplanamiento, anhedonia, etc.l se inicia antes, las dificultades en la capacidad de planificación y de resolución de
pero combinados con los primeros indicadores de desorganización, problemas. El deterioro parece estabilizarse tras el primer episodio
y esto predice la aparición de los síntomas positivos, el deterio­ psicótico.
ro cognitivo y social, así como el peor pronóstico y respuesta al En el caso de la cognición social, especialmente en la teoría de
tratamiento. Desde el punto de vista de la evolución, parece que la mente (capacidad de inferir el estado mental y/o emocional del
las alteraciones del habla/pensamiento positivas (déficits sintácti­ oyente o mentalización), se ha encontrado otra forma de aludir a
cos y semánticos) tienden a ser menos duraderas que las negativas las alteraciones del habla/pensamiento (de Sousa et al., 2019). La
(aspectos productivos del lenguaje) (Xu et al., 2014). Se han aprecia­ activación retardada de las áreas frontotemporales y parietales no
do algunas diferencias por sexo, por ejemplo, las mujeres sobresa­ permite reparar o reajustar la comunicación, ni inferir el estado
len en incoherencia (Hi:ifner, 2019), los hombres, en las alteraciones de conocimiento del oyente, por lo que el discurso se vuelve más
formales negativas. egocéntrico o tangencial. Las principales relaciones de la cognición
Las alteraciones del habla/pensamiento, particularmente las social se han establecido con la alogia, se aprecian durante el inicio,
positivas, no son específicas de un trastorno, como se ha dicho, continúan durante el curso de la esquizofrenia y persisten en la remi­
pero sí características de los momentos iniciales de las psicosis (no sión; parecen menos acentuadas en poblaciones de riesgo <Bora et
se aprecian claramente en los trastornos de inicio tardío). Las alte­ al., 2009). En el trastorno bipolar también pueden apreciarse, pero
raciones del habla/pensamiento negativas parecen más propias de dentro de un déficit general y como expresión residual. Tampoco

349
111 'ii,
1• Manual de psicopatología. Volumen 2

quedo cloro que tener un trastorno psicótico puedo considerarse asistentes sobre sus asuntos personales; un paciente empezó o hacer
un pródromo de los procesos demenciales (aunque depende de qué comentarios impertinentes e indiscretos cuando el médico hablaba
abarque el concepto de trastorno mentol grave). con su hermano sobre lo gravedad del estado físico de su padre;
una paciente hablo de una manera seductora y provocativo sin venir
o cuento.
5,) Teoría de la mente. O mentalización. Capacidad de infe- Algunos autores han referido uno desorganización de lo emo­
rir el estado mental y/o emocional del oyente. ción, con vivencias emocionales y corporales muy extrañas: de no
existir (por eso o veces hablan de verse como robots, como zombis,
1

o como muertos), de estar desconectados o muy fusionados con los


Con metacognición se alude o procesos diferentes de lo preci­ demás, emociones intensos y sorprendentes <p. ej., uno paciente nos
sión con lo que se interpretan las interacciones sociales (cognición explicaba que de pronto sentía odio o celos de personas o los que
social en generoll; se refiere o uno capacidad integrotivo sobre el no conocía de nodo), sensaciones emocionales cambiantes, o veces
self y su ubicación en el mundo; por ejemplo, «lPuedo considerarme con explosiones de ira sin explicación. En ocasiones se ha señalado
uno persono amigable?». Lo pregunto ejemplo requiere de funcio­ este comportamiento extraño por su incongruencia o discordancia
nes neurocognitivos descritas (memoria, atención, funciones ejecu­ afectiva (paratimiol: uno chica decía sentirse muy hundido y depri­
tivos), pero de forma compleja y abarcando al proceso autocons­ mido, aunque mostraba uno amplio sonriso; un paciente que fue
ciente, que quedan especialmente afectadas en lo esquizofrenia. recogido del instituto por sus podres, porque se habían observado
Los alteraciones observables del hablo/pensamiento desorganizado comportamientos extraños en clase, no paraba de reírse durante el
pueden representar una afectación de esto capacidad metocogniti­ trayecto de vuelto o coso, y los podres describieron risos pueriles,
vo (Lysoker et al., 2020>. sin hablar ni decir nodo en todo el día o pesar de lo preocupa­
Los síntomas negativos y de desorganización influyen decisiva­ ción mostrado por todos los que le rodeaban. Los estallidos de riso
mente en el deterioro funcional de lo persono, marcadamente en inadecuados ante lo situación son característicos, por ejemplo, ante
el funcionamiento social. En los poblaciones de riesgo, intervienen lo muerte de un hermano: uno paciente se reía fuertemente por­
los síntomas de ansiedad y depresión, siendo estos últimos buenos que le agradaba recibir el pésame. También se ha aludido o uno
predictores del deterioro funcional. En poblaciones adultos y con desintegración mímico, hasta el punto de que lo persono vive con
trastornos psicóticos, los mejores predictores del funcionamiento una mueco determinado de sonriso, o se quejo de que siente que
social fueron lo cognición social, los síntomas negativos, y lo esta­ tiene que poner una expresión determinado (poramimiol.
bilidad clínico. En el funcionamiento vocacional y en lo capacidad Otro de los síntomas considerados primarios por Bleuler y ligado
de funcionamiento en lo viviendo destocaron el deterioro cognitivo o lo desorganización emocional es lo ambivalencia. Se refiere o lo
(Horvey et al., 2019) y la metocognición (Wright et al., 2020>. combinación de sentimientos favorables y desfavorables o lo vez,
por ejemplo, acercarse o uno persona querido y, en tono agrada­
ble, insultarle y decirle que desearía pegarle. También se aplico o
5,) Cognición social. Son cuatro dominios, procesamiento otros aspectos del comportamiento (ombitendenciol, por ejemplo,
emocional ¡ percibir y desarrollar emocionesJ, teoría de la uno paciente estaba contento por su incorporación al toller prote­
mente !capacidad para representar el estado mental de los gido en el que iba a trabajar y, en ese mismo momento, saboteo el
ordenador de su puesto.
demásJ, percepción social !decodificar e interpretar las cla­
ves sociales de los demásJ y el estilo atribucional !explica­ El desapego o desconexión social es uno de los característicos
más destocados, siendo frecuente la tendencia al aislamiento, per­
ción de las causas de los sucesos e interacciones socialesJ.
diéndose el interés o lo necesidad de contacto con los demás (el
5,) Metacognición. Interpretación de las interacciones socia­ autismo que señaló Bleulerl. También la posibilidad de conductos
les desde el punto de vista del sel{ y su posición vital. excéntricos o extravagantes, por ejemplo, los podres
. ' descubren que
su hijo escribía en las paredes de su habitación, hasta que explica
que es su diario personal (había escrito en un papel, en lo meso, en
el suelo y en lo mayor porte de los paredes); un joven dejó de ir o
c. Comportamiento desorganizado los clases en lo facultad, se exhibía en pleno invierno desnudo de
En lo misma l íneo planteado poro las dificultades de producción, cintura poro arribo en el patio común del centro.
adaptación y contextualización del habla y del pensamiento, el Otros comportamientos implican pérdida de control, por ejem­
comportamiento desorganizado represento un indicador de grave­ plo, un paciente comentaba que bebía más de seis litros de aguo
dad en la psicosis relativo al comportamiento observado en general al día; o se incrementan conductas que implican beber alcohol de
<fundamentalmente motor, social, de lo mímicol. A menudo, espe­ manero excesivo, jugar y apostar, consumo de otros sustancias, e
cialmente cuando se alude o lo esquizofrenia, el comportamiento incluso lo aparición de conductos violentos. Un paciente nos comen­
se caracterizo por ser extraño, discordante, y desconcertante poro to que en varios ocasiones se ha llevado objetos de tiendas o de
los demás. Evidencio dificultades poro el control o uno inhi bición puestos ambulantes (tirándolos después la mayoría de los veces) e
marcado del comportamiento. incluso, llevándose dinero del cepillo de lo iglesia o lo que acudía
Los expresiones pueden ser muy variados. En algunos cosos se (y teniendo que devolverlo y escribir uno corto arrepintiéndose por
aprecia uno dificultad de ajuste al contexto, típicamente social, en ello).
el que se produce el comportamiento, de ahí que resulte roro para En general el comportamiento tiende o disminuir en su produc­
l os demás: por ejemplo, uno mujer en mitad de uno conferencio ción, acorde o un deterioro más global (tendencia que o menudo se
dijo en alto que el orador le caía mal y comenzó o discutir con los aprecia también en sus familiares cercanos) (Ethridge et al., 2014).

350
Capítulo 11. El e spectro de la esquizofrenia y otros t ra stornos psicóticos ' '1

Esta inhibición afecta a l área de autocuidado, hasta el punto de ecopraxia, a menudo observables durante la exploración). En la eva­
que es una de las señas de identidad desde la fase prodrómica luación puede constatarse la clásica flexibilidad cérea, resistencia,
en la esquizofrenia: en la higiene, l a ali mentación, el descanso, la a veces marcada, a seguir una posición o gesto que se induce en el
apariencia, etc. La afectación también se aprecia en el ámbito aca­ paciente pero que acaba adoptando (a caballo entre la resistencia
démico o profesional (junto con el componente de avolición), oca­ y la obediencia automática). El paciente puede mostrar mutismo o,
sionando que el comportamiento se valore como irresponsable pero, muy frecuentemente, un estado de excitación o agitación.
a diferencia de los síntomas negativos, puede venir acompañado
de otros comportamientos extraños: exige y pelea por mantener
una indumentaria durante semanas, se realizan comportamientos
¿) Síntomas psicomotores. En los trastornos psicóticos pri­
repetitivos y extraños relacionados con la comida, como acumular
marios se incluyen agitación psicomotora, comportamien­
o esconder alimentos, o se ingieren objetos no ali menticios (pica);
es clásico el ejemplo de Bleuler (1911), un paciente, refiriéndose a la tos sin propósito y síntomas catatónicos. G eneralmente se
orina: «si la probara una sola vez, nunca querría beber otra cosa». integran en la dimensión desorganizada.
Relacionado con la desorganización, es posible que la persona
presente comportamientos violentos. Aunque a menudo el concepto
de psicosis va ligado con el de violencia, no es menos cierto que, Una imagen frecuente es la de la inhibición motora, aunque a
proporcionalmente a la población general, las expresiones más vio­ menudo con un tono muscular elevado, y pérdida de reactividad al
lentas no son comunes. De manera comprensible, las percepciones entorno (p. ej., sin seguimiento ocular). A veces se realizan movi­
de amenaza vividas por la persona, un peor reconocimiento de los mientos que se interrumpen o se desarrollan con rigidez, forzados
estados emocionales de los demás y una deficiente teoría de la (proskinesisl o repetidos de manera monótona (parakinesisl, o en
mente pueden ser terreno abonado para que tengan lugar algunos forma de automatismos (p. ej., arrancarse la ropa). El negativismo
comportamientos violentos (Sedgwick et al., 20!7). Es evidente que a veces conlleva que el paciente se niegue a comer, beber, orinar
en este sentido constituyen claros contextos de riesgo el consumo o defecar, por lo que pueden darse complicaciones médicas serias.
excesivo de sustancias, antecedentes de comportamiento antisocial, En versiones muy extremas se ha descrito hasta falta de parpadeo.
historia familiar de violencia, traumas, o estados emocionales nega­ Una vez recuperados del episodio catatónico unos pacientes
tivos (particularmente la excitación o agitación) más que la mera recuerdan imágenes o retazos de lo que han experimentado o per­
presencia de alteraciones del habla/pensamiento. cibido. En otros se da una amnesia total del episodio. Es imprescin­
En la caracterización del comportamiento desorganizado, puede dible un acercamiento respetuoso y empático con las personas en
incluirse el comportamiento catatónico. Aunque la catatonía es más este estado, siendo extraordinariamente relevante que se sientan
frecuente por su relación con los trastornos depresivos y bipolares, entendidos y no invadidos, habida cuenta de que algunos pacientes
así como en los casos de etiología orgánica (p. ej., infecciosa), se con catatonía han podido comunicar la i mposibilidad del movimien­
trata de una manifestación psicomotora con diferentes expresiones, to a la vez que están sufriendo un cuadro aluci natorio-delirante
y de gravedad variable. Aunque habitualmente asociamos la cata­ muy florido.
tonía a la inhibición motora y la adopción de posturas extrañas, en
d. Explicaciones
general son más frecuentes los estados de excitación motora (agita­
ción). Otros indicadores son la perseveración, verbigeraciones, com­ Para entender esta dimensión de desorganización, de manera resu­
portamientos impulsivos (o en cortocircuito), estereotipias y mirada mida se ha sugerido que, dado que se alude a funciones de planifi­
fij a. Se estima que aproximadamente el 15 % de los pacientes con cación, monitorización y producción del lenguaje, está implicado el
trastornos psicóticos presentan sintomatología catatónica, mucho lóbulo frontal, además de conexiones fronto-subcorticales. No hay
más frecuente si se alude a indicadores aislados y comunes en los una deli mitación precisa definitiva, siendo más clara la participa­
estados psicóticos agudos. ción del córtex orbitofrontal en el caso de los indicadores positivos
Los síntomas de la catatonía abarcan desde el estupor (desaten­ del habla/pensamiento desorganizado (Sumner et al., 2018). Asi­
ción marcada y falta de reactividad al entorno) a la catalepsia (con mismo, se requiere una dirección a meta (intención), procesos de
frecuencia inmovilidad y adopción de alguna postura de manera control e inhibición de estímulos irrelevantes, atención sostenida,
espontánea; por ejemplo, la persona está en la cama, con los pies actualización de la información (memoria operativa) e integración
en el suelo y levanta los brazos hacia adelante, dejándolos a media de la información con las representaciones previas (Maher, 2003;
altura sin moverlos, con la cabeza orientada hacia el suelo). Algu­ Xu et al., 2014). El deterioro de estas funciones cognitivas ocasiona
nas de estas posturas pueden mantenerse durante bastante tiem­ que la persona no sea consciente de la rareza del discurso, o que
po y ser posiciones extravagantes y antigravitatorias: un paciente no tenga en cuenta al otro en el acto comunicativo (Hardy-Baylé et
permanecía en el patio mucho tiempo prácticamente sin moverse, al., 2003).
ocasionalmente levantaba una pierna y la flexionaba hacia atrás, Se ha considerado que ciertas condiciones sociales y vivenciales
quedándose en una posición inestable que corregía de vez en cuan­ pueden estar en la base de este deterioro en las funciones cogni­
do. A veces, se realizan movimientos forzados, exagerados, de movi­ tivas relacionadas con el habla/pensamiento y el comportamiento
mientos o posturas normales (manierismosl. Pueden darse gestos desorganizado. El abuso o la negligencia parecen relacionarse con
localizados en el rostro o muecas; por ejemplo, un paciente hacía las alteraciones del habla/pensamiento desorganizado, mediadas
un gesto con los labios muy apretados, como si quisiese dejar claro por una deficiente teoría de la mente y anomalías en la memoria
que no iba a abrir la boca; o movimientos repetitivos en manos, operativa, en particular entre los varones ( Mansueto et al., 2019).
dedos, labios (estereotipias). Están descritas vocalizaciones repeti­ Un estilo de comunicación compartido a lo largo del proceso de
tivas (estereotipias verbales), gritos, o fenómenos en eco (ecolalia y desarrollo, parece preceder a las alteraciones del habla/pensamien-

351
...
f ! Manual de psicopatología. Volumen 2

-
'-
to cuando se produce la descompensación psicótica. Estos estilos no. A continuación, Crow (1980) propuso con éxito la dicotomía Tipo
de comunicación anómalos podrían relacionarse con una expresión I y Tipo II. La esq_uizofrenia Tipo I se relacionaba con los síntomas
familiar del endofenotipo de la psicosis. Las vivencias de aislamien­ positivos mientras q_ue la Tipo II lo hace con los síntomas negativos.
to, como un factor de empobrecimiento cognitivo, tan frecuentes Ya en la actualidad, el modelo DSM (APA, 2013) y diferentes asocia­
durante el progreso de los pródromos, parecen estar mediados por ciones internacionales (p. ej., National Institute of Mental Health)
la cognición social, dando lugar a las alteraciones del habla/pen­ han intentado eliminar esta conceptualización y categorización, tal
samiento desorganizado <De Sousa et al., 2019). Esta descripción vez demasiado simplista, de cara a capturar la enorme complejidad
encajaría con el círculo de causalidad establecido a menudo para y heterogeneidad del síndrome psicótico, rotando hacia un modelo
la emoción expresada, potenciando los síntomas y dificultando la híbrido dimensional-categorial y una deconstrucción de las dimen­
relación comunicativa y afectiva en este contexto patológico. siones psicóticas en diferentes dominios.
Además de estas l íneas causales, se ha analizado la posible
contribución genética a las alteraciones del habla/pensamiento y
comportamiento desorganizado. No hay evidencia de una relación 2) Dimensión negativa. Agrupación de experiencias y sínto-
simple, sino más bien de un efecto poligénico para la dimensión mas psicóticos referidos a afecto aplanado, alogia, anhedo- ,
desorganizada y negativa, incluyendo el comportamiento desorga­ nia, aislamiento social y avolición.
nizado (polimorfismos de nucleótido simple) y de su relación con el
curso del deterioro cognitivo.
La dimensión negativa comprende básicamente dos compo­
C. Dime nsión negativa nentes: experiencia! (aislamiento social, anhedonia y □volición) y
expresión emocional disminuida (aplanamiento afectivo y alogial
Los síntomas negativos son nucleares en la comprensión y delimita­ (Kirkpatrick et al., 2006). Estas dos grandes dimensiones, empírica­
ción conceptual del síndrome psicótico y, en concreto, de la esq_ui­ mente derivadas mediante técnicas de análisis factorial, se articulan,
zofrenia. En este contexto, el término «negativo» se ha empleado a su vez, en cinco dominios: afecto aplanado (embotado), alogia,
tradicionalmente para describir una reducción en una variedad de anhedonia, aislamiento social y abulia (avoliciónl. Por lo tanto, la
comportamientos con respecto a un perfil hipotéticamente «nor­ sintomatología negativa se refiere tanto a síntomas expresivos como
mal» o «típico». La conceptualización, evaluación y tratamiento experienciales y difiere del resto de dominios psicopatológicos
de los síntomas negativos ha ido variando con el paso de los años. (Strauss y Cohen, 2017). Se considera q_ue estas cinco facetas se
Las primeras descripciones científicas se asientan en el siglo x1x y encuentran asociadas, si bien parecen existir sustratos neurobioló­
xx con autores como Pinel, Griesinger, Haslam, Hughlings, Kraepelin gicos diferenciados para cada una de ellas, así como implicaciones
y Bleuler. Posteriormente otros psiq_uiatras como J. S. Strauss, Crow psicopatológicas diferenciadas. Históricamente, el interés por el
o Carpenter, también jugaron un rol importante en su delimitación análisis y estudio de estas facetas ha sido desigual, destacando sin
y clasificación (Dollfus y Lyne, 2015; Morder y Galderisi, 2017). Asi­ lugar a dudas el papel de la anhedonia frente a las demás (Ritsner,
mismo, las diferentes versiones de los sistemas taxonómicos interna­ 2013). A continuación, y con base en el trabajo de Morder y Gladerisi
cionales msM y cm y los avances q_ue han ido aconteciendo en la (2017), se realiza una breve definición de cada uno de ellas:
evaluación (p. ej., la PANSS, Escala de Síndrome Positivo y Negativo)
y el tratamiento del síndrome psicótico han ayudado a dibujar la l. Afecto aplanado: disminución (en rango e intensidad) en la
visión actual de la dimensión negativa del fenotipo psicótico. expresión observada de la emoción, concretamente en la expre­
sión facial, en la expresión vocálica (prosodia) y en los gestos.
En sus primeros escritos el psiq_uiatra suizo Eugen Bleuler (1911) No se refiere a la disminución de movimientos involuntarios q_ue
destacó q_ue los síntomas más característicos del trastorno esq_uizo­ es más relevante en la depresión. Tampoco se refiere al afecto
frénico no eran los delirios y las alucinaciones (dimensión psicótica), inapropiado más relacionado con la dimensión desorganizada
sino otros q_ue implicaban una alteración afectiva profunda y ruptu­
de la psicosis.
ra en la capacidad del pensamiento. Aunq_ue tradicionalmente se ha
hablado erróneamente de las cuatro «aes» como una aportación 2. Alogia: reducción en la cantidad de habla y en su elaboración
de Bleuler (afecto, ambivalencia, autismo y asociación de ideas) espontánea. Se basa en la observación de la producción lin­
(Moskowitz, y Heim, 2011), sí es cierto q_ue destacó la importancia güística del individuo. En la conceptualización actual, la alogia

del marcado embotamiento afectivo (y/o el afecto discordante), la no se refiere al contenido empobrecido del habla, esto es, a la
incapacidad para relacionarse (autismo), la alteración en la asocia- · información q_ue conlleva el lenguaje.
ción de ideas (alogial y la ambivalencia afectiva. Al primer grupo de 3. Anhedoniu. disminución o reducción de la capacidad de expe­
síntomas más psicóticos los clasificó como «accesorios», mientras rimentar placer. Esta disminución en la capacidad para obtener
q_ue al segundo como «fundamentales». Esta definición descriptiva placer se refiere a estímulos típicamente placenteros. No se
«accesorio-fundamental» puso de manifiesto q_ue las característi­ asocia a actividades q_ue implican un placer en el «momento»
cas más llamativas de la esq_uizofrenia eran precisamente los défi­ (placer consumatoriol, sino más bien a actividades q_ue implican
cits, esto es, la dimensión conocida actualmente como negativa. anticipar placer en el futuro (placer anticipatoriol.
Posteriormente, Schneider, a mediados del siglo xx, desarrolló los !l. Aislamiento social: reducción de la iniciativa social debida al
denominados síntomas de primer rango. La facilidad en su identifi­ menor interés en la formación de relaciones cercanas o íntimas
cación, la precisión (fiabilidad) diagnóstica y el mayor interés por con los demás. No se define en términos puramente conduc­
los fenómenos observables y descriptivos, en detrimento de los pro­ tuales (es decir, si el paciente tiene o no interacciones sociales
cesos psicopatológicos subyacentes, hizo q_ue los síntomas negativos y relaciones cercanas), sino principalmente como una reduc­
q_uedaran relegados en los sistemas clasificatorios a un segundo pla- ción de la motivación para los contactos sociales (es decir, si

352
r Capítul o 11. El espectro de la esquizofrenia y otros t rastornos psicóticos r.

el paciente valora y desea las interacciones y vínculos sociales). Segundo, en aq_uellos casos caracterizados por la presencia de sín­
Esta reducción de las actividades sociales no es secundaria a tomas negativos primarios y estables durante, al menos, un año, se
otros factores tales como delirios, alucinaciones y/o sintomato­ puede considerar el síndrome deficitario, denominado así porque
logía depresiva. puede verse acompañado de deterioro cognitivo.
5. Avolición: reducción de la iniciación y mantenimiento de con­ Tercero, los síntomas negativos como la anhedonia, aislamiento
ductas dirigidas a una meta. La observación del comporta­ social y abolición son más susceptibles de ser evaluados mediante
miento del individuo, aunq_ue no hay un acuerdo unánime, se técnicas de tipo autoinforme, mientras que la alogia y afecto apla­
puede lle.var a cabo tanto por el evaluador o cuidador, como nado se pueden aprehender y medir mejor mediante observación
por el autoinforme del paciente referido a su deseo en la parti­ sistemática del comportamiento y/o técnicas objetivas (p. ej., fre­
cipación en diferentes actividades o a su interés manifiesto en cuencia e intensidad vocálica).
participar en dichas actividades orientadas a una meta. Esta Cuarto, los síntomas negativos tienen una menor tasa de fia­
disminución del interés suele ser persistente y normalmente no bilidad ínter-jueces y precisión diagnóstica, son menos salientes
se acompaña de tristeza, más frecuente en la depresión. que los síntomas positivos y suelen tener una estrecha relación con
El impacto de la sintomatología negativa en personas con diag­ otros constructos (p. ej., déficits cognitivos, depresión), aspectos que
nóstico de psicosis es evidente. Estudios previos han demostrado pueden dificultar su comprensión, identificación, evaluación y trata­
que la presencia, persistencia y gravedad de los síntomas negativos miento. En este sentido es interesante considerar los síntomas nega­
tienen un impacto en el funcionamiento familiar, social y ocupacio­ tivos bajo una óptica transdiagnóstica y radicalmente dimensional
nal, así como en la calidad de vida y la posterior recuperación del (Strauss y Cohen, 2017).
trastorno (Ventura et al., 2015). Los síntomas negativos son frecuen­
tes en personas con diagnóstico de psicosis. Aproximadamente el a. Explicaciones
60 % presenta al menos un síntoma y el 18 % al menos tres síntomas Se han formulado multitud de hipótesis para explicar el origen de
negativos en la PAN SS (Bobes et al., 2010). En el 10-30 % de los la psicosis (Fonseca-Pedrero, 2019; Kahn et al., 2015), si bien en el
casos la sintomatología tiene una elevada magnitud y persisten­ caso de la dimensión negativa, son insuficientes y en la mayoría de
cia, derivando en el denominado síndrome deficitario (Buchanan, las ocasiones los modelos etiológicas no se encuentran científica­
2007). Asimismo, los síntomas negativos se han mostrado resisten­ mente validados (Strauss y Cohen, 2017). Hasta el momento, por más
tes al tratamiento farmacológico con antipsicóticos (Leucht et al., q_ue se promulgue lo contrario (véanse, por ejemplo, las hipótesis
2009). Las intervenciones farmacológicas y/o psicológicas dirigidas biologicistas centradas en el papel de la dopamina, con evidencia
a estos síntomas, en muchos casos, no alcanzan el umbral para una de disfunción hipodopaminérgica, y/o las anomalías estructurales y
mejoría clínicamente significativa. El impacto de los síntomas nega­ funcionales en las regiones frontales del cerebro), no se ha encon­
tivos no se restringe únicamente a las personas con diagnóstico de trado un marcador etiopatogénico causante de la sintomatología
psicosis. En este sentido, los síntomas negativos subumbral o subclí­ psicótica, por lo que los mecanismos causales subyacentes son aún
nicos tienen un rol importante en la etapa prodrómica y predicen pobremente comprendidos.
la transición al cuadro clínico (Valmaggia et al., 2013). Por ejemplo,
Radua et al. (2018) encontraron que la anhedonia rasgo era un fac­ Una de las primeras teóricas q_ue puso de manifiesto el rol cau­
tor de riesgo para la psicosis. Además, la presencia de anhedonia sal de los síntomas negativos fue el modelo esquizotaxia-esquizoti­
(o hipohedonial en muestras de la población general se ha consi­ pia de Meehl (1990l. Este autor considera la esq_uizotipia como una
derado como la expresión conductual de vulnerabilidad latente a la organización latente de la personalidad derivada de la esq_uizotaxia
psicosis <Docherty y Sponheim, 2014; Meehl, 1990l. El rol periférico (predisposición genética a la esq_uizofrenial q_ue, bajo determinadas
que ocupa la dimensi ón negativa en los manuales clasificatorios circunstancias ambientales de estrés o de aprendizaje, conduciría
internacionales actuales es, cuanto menos, llamativo si se tiene en a la esq_uizofrenia. Según este modelo, la anhedonia, tanto a nivel
cuenta todo el corpus de conocimiento científico q_ue demuestra físico (anhedonia física) como a nivel social (anhedonia sociall, des­
la repercusión que tiene en la funcionalidad de las personas con empeñaría un papel etiológicamente importante en el desarrollo de
diagnóstico con psicosis, así como marcador de riesgo en muestras la esq_uizotipia y la esq_uizofrenia.
no clínicas. El modelo cognitivo de síntomas negativos presenta un enfoq_ue
Desde un punto de vista psicopatológico es relevante mencio­ biopsicosocial alternativo q_ue enfatiza el papel de las cogniciones
nar, de forma breve, cuatro aspectos referidos específicamente a la desadaptativas en su desarrollo y mantenimiento. Esta aproximación
dimensión negativa (Fonseca-Pedrero, 2019). se basa en una hipótesis de diátesis-estrés y postula que los indivi­
duos con predisposición (tanto genética como adq_uirida) son más
Primero, es nuclear diferenciar entre síntomas negativos prima­
vulnerables a las experiencias negativas de la vida y al desarrollo
rios y secundarios. Los síntomas negativos primarios serían intrínse­
posterior de actitudes y creencias disfuncionales. Específicamente,
cos a la esq_uizofrenia, mientras q_ue los síntomas negativos secunda­
los atributos psicológicos como las creencias derrotistas sobre su
rios serían debidos a otras causas (p. ej., síntomas positivos, efectos
rendimiento, así como las bajas expectativas de placer y éxito, pue­
secundarios de la medicación, consumo de sustancias, etc.). En los
den conducir a reducciones en el comportamiento dirigido a obje­
primarios el mecanismo etiológico subyacente responsable sería la
esquizofrenia per se, mientras que en los secundarios serían otros
tivos, q_ue a su vez perpetúan los déficits afectivos, experienciales
síntomas, trastornos psicopatológicos y/o enfermedades médicas. y/o motivacionales q_ue a menudo experimentan las personas con
En ambos casos, ya sean de origen primario o secundario, causa o diagnóstico de psicosis.
resultado, es difícil su diferenciación fenomenológica por lo que se También se han propuesto modelos para explicar, específica­
debería analizar la posible causa de dicha sintomatología, de cara mente, tanto los déficits volitivos como expresivos. Respecto al inicio
a establecer posibles hipótesis de intervención. y persistencia en actividades dirigidas a objetivos o búsq_ueda de

353
1,, 1 Manual de psicopatología. Volumen 2

recompensas, la alteración podría estar en algunos de estos cin­ estados emocionales internos de los demás, q_ue es el componente
co componentes (o en su relación): respuesta inicial a la consecu­ reflexivo (teoría de la mente o mentalización) (Green et al., 2019).
ción de la recompensa, respuesta sostenida a la consecución de la Sin embargo, otros procesos cognitivos más automáticos, más sutiles
recompensa, aprendizaje de recompensa, hábito, y motivación de y subjetivos como la sensación de conexión, de pertenencia a un
aproximación. Respecto a los déficits de expresividad se conside­ grupo (familia, amigos, compañeros ... ), de seguridad y protección,
ra q_ue la base estaría en los sistemas de recompensa (hedónicosl pueden estar gravemente afectados (Lysaker y Hamm, 2015). En
y/o en los diferentes sistemas cognitivos (p. ej., atención, memoria, este punto se evidencia q_ue el procesamiento emocional es clara­
control cognitivo). Además, es posible q_ue al menos algunos défi­ mente intersubjetiva, bastante más complejo q_ue la presentación de
cits expresivos puedan ser reflejo de problemas (alteraciones) en depresión o manía.
las capacidades cognitivas básicas. Asimismo, los nuevos modelos,
intentan integrar estos resultados incorporando tanto la vía hedóni­ a. Depresión
ca (disminución de la capacidad de inicial a la recompensa) como .
Para los síntomas
. - depresivos en los trastornos psicóticos primarios,
la vía cognitiva (déficit de control cognitivo de orden superior) en la la OMS (CIE- 1 1, 2018) indica q_ue debe señalarse la gravedad de los
explicación del desarrollo y manteniendo de los síntomas negativos signos o síntomas observados en la última semana q_ue estén relacio­
expresivos y volitivos (Strauss y Cohen, 2017). nados con el estado de ánimo depresivo, como llanto o tristeza, pero
no aq_uellos indicadores no anímicos, como la anhedonia.
O. Dimensión afectiva Esta puntualización es importante por el solapamiento entre
Esta dimensión abarca dos componentes: depresión y manía. Son los algunos síntomas de esta dimensión afectiva con la dimensión
factores q_ue regularmente se han extraído de diferentes procedi­ negativa, como la anhedonia, anergia, o la avolición. Se ha tra­
mientos estadísticos y analíticos a los q_ue se ha sometido la clínica tado de especificar q_ue en el contenido puramente depresivo hay
registrada. Pero esto no significa la ausencia de otros afectos entre más cogniciones específicas de culpa, desamparo, suicidabilidad,
las personas con trastornos psicóticos, como sucede especialmen­ pesimismo (desesperanza). Pero es clave saber q_ue los síntomas
te con la ansiedad. Los síntomas depresivos y maníacos son muy depresivos empeoran los negativos (los llamados síntomas negativos
destacados, desde la división k raepeliana de la demencia precoz secundarios), pero no sucede al revés, i. e., cuanto más graves sean
(esq_uizofrenial vs. la psicosis maniacodepresiva (trastorno bipolar). los síntomas negativos, menos probable es q_ue se aprecien síntomas
La inclusión de Kasanin de la tercera psicosis, en lo q_ue hoy se depresivos destacados (Edwards et al., 2019).
denomina trastorno esq_uizoafectivo, no venía sino a evidenciar: La relación entre estos síntomas depresivos y la dimensión psi­
q_ue puede establecerse un gran continuo entre la esq_uizofrenia y cótica es evidente. La presencia de un autoconcepto negativo y,
el trastorno bipolar (como indican los análisis de corte genético), en general, sintomatología de emociones negativas (afectividad
situándose en medio el trastorno esq_uizoafectivo; y q_ue el compo­ negativa) se relaciona con los delirios persecutorios; la ausencia de
nente afectivo participa de manera decisiva, con independencia de autoconcepto negativo y de estas emociones negativas se relaciona
los diagnósticos mencionados, difuminando la separación tajante con las ideas delirantes megalómanas (Garety et al., 2013).
entre psicosis no afectivas y afectivas. La relación de estos síntomas depresivos con la dimensión desorga­
La sintomatología afectiva, especialmente depresiva, está pre­ nizada es también importante, incluyendo el comportamiento cata­
sente desde los pródromos a la fase residual de la esq_uizofrenia, con tónico. De hecho, se ha sugerido q_ue la catatonía en su descripción
independencia de q_ue no dominen el cuadro. Se estima q_ue entre original por Kahlbaum, estaría más próxima al componente afectivo,
un 30-35 % de los casos de personas con trastornos psicóticos tienen como indica su elevada presencia en los trastornos bipolares, q_ue
al menos un síntoma depresivo, y q_ue estos síntomas pueden darse su consideración.
entre el 20-70 % de los casos en cualq_uier momento del episodio Indudablemente, la dimensión afectiva como síntomas depre­
psicótico (Hiifner, 2014). Para este autor, la emergencia de los sín­ sivos incrementa el riesgo de recaída de los trastornos psicóticos,
tomas positivos solapa unos síntomas afectivos q_ue no son comór­ hospitalización, deterioro social y del comportamiento suicida. E l
bidos, sino parte integral de la psicosis. Esta idea complementa la comportamiento suicida s e aprecia hasta e n e l 20% d e las personas
consideración de q_ue el componente afectivo participa en la for­ q_ue ya presentan el cuadro psicótico, y más del 15 % entre los esta­
mación de los propios delirios (Garety et al., 2013). De hecho, se ha dos mentales de alto riesgo, vinculados a la aparición de la disforia
considerado q_ue los delirios son intentos de explicar algo emocional­ y el comportamiento extraño (D'Angelo et al., 2017). También puede
mente doloroso para q_uien los experimenta (Lysaker y Hamm, 2015). hacerse más evidente esta dimensión como efecto secundario de los
En suma, es variable el grado en el q_ue puede encontrarse la neurolépticos, fundamentalmente de primera generación.
dimensión afectiva en estos trastornos psicóticos, muy evidente en
el trastorno esq_uizoafectivo, y menos marcada en la esq_uizofrenia b. Manía
o el trastorno delirante. Menos frecuentes q_ue los síntomas depresivos, permiten situar con
Relacionado con lo dicho, aunq_ue más dirigido a verificar los más facilidad el trastorno esq_uizoafectivo (entre 10-30 % de las
componentes afectivos específicos participantes en el proceso psi­ esq_uizofrenias), aunq_ue sea más frecuente la expresión de síntomas
cótico, una gran parte de la investigación y la intervención se ha depresivos. Dada su coincidencia con los trastornos bipolares, la pre­
dirigido a analizar el procesamiento emocional en personas con este sencia marcada de síntomas depresivos y maníacos, habitualmente
tipo de trastornos. retrasa el diagnóstico preciso.
En este sentido, parece q_ue en la esq_uizofrenia hay más dificul­ Para los síntomas maníacos en los trastornos psicóticos prima­
tades para el reconocimiento de emociones (p. ej., en rostros, sobre rios, la OMS (CIE-11, 2018) caracteriza los síntomas q_ue implican
todo en situaciones ambiguas) y, en general, para identificar los cambios del estado de ánimo (labilidad o inestabilidad) en forma

3Sij
r Capítulo 11. El espectro de la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos •

de euforia (elación), expansividad o i rritabilidad, y cambios en el despectivos de la gente. «El otro día iba en el autobús y al ir a
nivel de energía y propensión a la actividad. Se recomienda que se bajarme me equivoqué de parada; entonces oí la voz de dos chi­
compare el nivel de actividad habitual de la persona a partir de los cas jóvenes que comentaban: mira, no se ha bajado, ya le queda
familiares y conocidos y el nivel de excitación de la persona. poco». Por eso ahora «ya sabe» que todo el mundo conoce su
pensamiento. Señala que a veces piensa algo y luego se conoce
fuera, oye fuera sus pensamientos sin que se dé cuenta, luego nota
, I V. E s q u iz ofre n ia que son sus pensamientos, por lo que descubre que había estado
pensando en algo.
Acude a consulta Victoria, una mujer soltera de 27 años. Actitud Cuando se le pregunta por qué piensa que es la Cruz Roja, la impli­
correcta, nivel de conciencia normal, atiende adecuadamente a cada en este asunto señala que cuando suenan las sirenas de las
las preguntas y responde en consonancia con las cuestiones que ambulancias salen voces que dicen: «bueno, bueno... » o «queda
se le formulan. Cuando se le pregunta acerca de su familia, señala poco, queda poco... » (lo dice imitando el sonido de las sirenas con
que hace años que se distanció de ellos, que viven en Madrid y la respuesta). También comenta que tiene muchos problemas con
ella en Sevilla. Cuando nos interesamos acerca de si les llama o los demás en el albergue donde está alojada porque hacen mucho
se pone en contacto con ellos de alguna manera, se le observa ruido al caminar, con las muletas, arrastrando los zapatos pues con
elusiva y contesta que no tiene dinero para nada, ni siquiera tiene todo ello salen las voces: «deben tener que ver con lo de la Cruz
reloj. De forma vaga señala que ha sido desposeída de todo, se lo Roja» ... «les pagarán por ello, estarán contratados» ... i ncluso
han quitado todo. Un miembro del personal del centro nos informa para resaltar la importancia de lo que está hablando refiere que
que lleva aproximadamente un año en Sevilla, vive en un alber­ «el camión de la basura pasa hasta tres veces, hace ruido, par
gue, no hace nada durante el día y está en espera de una cita lo que también debe estar implicado el Ayuntamiento». Indica a
con el psiquiatra. Al parecer las pruebas que le han realizado han continuación que para que le hagan caso va a tener que hablar
descartado una patología somática. Carece de otros antecedentes con la alcaldesa. «He ido a la policía, me miraron y me creyeron,
psicopatológicos, pero se sabe que los últimos dos años se caracte­ por lo que todo el mundo debe saber sobre este asunto».
rizaron por una situación familiar insostenible, se había vuelto muy
Esto mismo hizo al hablar con los médicos y con el director del
hostil, había abandonado su trabajo en una tienda y había roto
albergue. Ahora ella se da más cuenta de que hay una pugna entre
con su pareja. Escolarización hasta bachiller sin finalizarlo. los profesionales porque nadie soluciona en realidad su problema:
Se le pregunta por qué pide ayuda y empieza a hablar con mayor «iCómo voy a estar bien si me tienen enganchada a la droga?».
rapidez: «desde hace dos años estoy enchufada a un dispositivo Dice que es capaz de valerse por sí misma pero que la tienen en la
dependiente de la Cruz Roja o algo así». Se le observa indignada y miseria y así no puede hacer nada. «En el albergue no me dejan
exige que se lo aclaremos. Hace mucho tiempo se empezó a sentir hacer nada, hasta me han quitado las gotas que estaba toman­
mal, con dolores de cabeza, de espalda y a veces no podía hablar do que me mandó el médico». La enfermera confirma que tiene
porque «se me perdían las palabras». Desde hace más de un año muchos problemas de relación con los demás en el albergue, resulta
tuvo una revelación: «debe ser algo grande, de toda la sanidad». muy problemática debido a su hostilidad.
El hilo conductor del discurso es adecuado, sin estado de ánimo
angustiado, depresivo o elevado, habla con un alto grado de con­
vicción, en actitud seria y fijando la mirada.
A. Diagnóstico y características clínicas
Se le pregunta si ha escuchado voces que le molesten o inquieten Como se comentó al inicio de este capítulo, en la concepción ori­
y dice que desde hace dos años nota voces. A veces le dicen cosas ginal de la esquizofrenia convergieron diferentes síndromes antes
que le desagradan como «está calentita». Durante la entrevista se analizados por separado. Sin embargo, la heterogeneidad de este
oye un ruido y deja entrever que también se han producido voces trastorno inevitablemente favoreció que posteriormente se señala­
en ese momento. A veces incluso se despierta durante la noche. « ... sen subtipos según los síntomas más prominentes (p. ej., paranoide,
me dicen: ya queda poco, o sobresaliente». «Están así todo el día, catatónica, desorganizada), o por su evolución (crónica, residuall.
no me dejan». «Estoy enchufada a este dispositivo Las evidencias han mostrado que estos subtipos carecen de validez,
• y no entiendo
por qué». -«iCómo son esas voces? -Son un sonido, pero voces; motivo por el que desaparecen en el DSM-5 (APA, 2013) y la CIE-11
son distintas a como Vd. habla, pero son voces». -«iDe dónde (WHO, 2018).
vienen esas voces? -De mi cabeza, pero también se pueden oír Es conocido el reconocimiento generalizado del término esqui­
desde fuera». -«Wué pasa si se tapa los oídos? -Las oigo en mi zofrenia, en l ugar de su precedente de demencia precoz. Bleuler
cabeza». -«iQué piensa acerca de estas voces? -Es algo que me observa que el inicio del trastorno podía ser tardío y que la evolu­
han puesto y no me dejan tranquila; según parece lo han hecho ción no era necesariamente tan negativa, pero especialmente, resal­
para los drogadictos, para seguirlos y hacerles un control, pero ta otros indicadores diferentes del énfasis puesto en los del irios,
no entiendo por qué lo hacen conmigo si nunca he probado las coma una ruptura global en el funcionamiento mental, y no solo del
drogas. Eso lo sabe todo el mundo, todo el mundo lo comenta, pero curso del pensamiento, como habitualmente se señala (Moskowitz,
me parece mal incluso para los drogadictos, les roban la libertad. y Heim, 201 1). Destacó otras manifestaciones que nos acercan a los
Deben ser unos señores que están escondidos y se encargan de síntomas negativos ( p. ej., autismo) y desorganizados (p. ej., ambi­
controlarlo todo. A veces vienen conmigo, como si me siguieran. valencia, afecto i ncongruente). Este apunte histórico mínimo tiene
No los he visto nunca porque si les hubiera descubierto les habría que ver con el hecho de que, aunque la di mensión psi cótica es
prendido fuego». También le sucede que cuando se produce un una característica común en lo que hoy llamamos esqui zofrenia,
ruido, por ejemplo, el que hace un autobús, una puerta o los zapa­ es más bien la diversidad de aspectos los que intervienen y carac­
tos cuando va caminando, se acompaña de voces y comentarios terizan a este cuadro o, mejor, del síndrome psicótico en su con-

355
i:;, Manual de psicopatología. Volumen 2

) ) Tabla 11.1. C riterios diagnósticos para la esqui zofrenia en el DSM-5 IAPA, 2013) y CIE-11

, CIE-11: Esquizofreni� ,¡ DSM-5: Esquizofrenia [295.901


Al menos dos de los siguientes síntomas tienen que estar A. Dos (o más) de los siguientes síntomas, coda uno de ellos presente durante
presentes durante la mayor parte del tiempo durante un mes uno porte significativo de un período de un mes (o menos si ha sido tratado
o más. Uno debe ser de a-d: con éxito). Al menos uno de ellos debe ser (1), (2), o (3):
a. Delirios persistentes de cualquier tipo. (1) Ideos delirantes.
b. Distorsiones de la experiencia del se/f (fenómenos (2) Alucinaciones.
de pasividad, inserción del pensamiento, robo del (3) Lenguaje desorganizado (p. ej., descarrilamiento frecuente o
pensamiento .. .>. incoherencia).
c. Alucinaciones persistentes de cualquier modalidad. (4) Comportamiento catatónico o gravemente desorganizado.
d. Desorganización en lo formo del pensamiento (5) Síntomas negativos (p. ej., expresión emocional disminuido o avoliciónl.
(tongenciolidad, asociaciones laxos, lenguaje B. Disfunción social/laboral: Durante uno parte significativo del tiempo desde
circunstancial, neologismos), en los casos graves el inicio de lo alteración, una o más áreas importantes de actividad, como
puede dar lugar o incoherencia, hablo irrelevante, son el trabajo, los relaciones interpersonales o el cuidado de uno mismo,
o neologismos. están claramente por debajo del nivel previo al inicio del trastorno
e. Síntomas negativos como lo apatía o la anhedonio, (o, cuando el inicio es en la infancia o adolescencia, fracaso en cuanto o
pobreza del hablo, y aplanamiento de las expresiones alcanzar el nivel esperable de rendimiento interpersonal, académico
emocionales; debe ser cloro que no se debe o la o loboroll.
depresión o medicación. C. Duración: Persisten signos continuos de la alteración durante al menos
f. Comportamiento desorganizado, incluyendo conductos seis meses. Este período de seis meses debe incluir al menos un mes de
extrañas, excéntricas, sin propósito, conductos síntomas que cumplan el Criterio A (o menos si se ha trotado con éxito) y
inapropiadas o impredecibles. puede incluir los períodos de síntomas prodrómicos y residuales. Durante
g. Alteraciones psicomotoras tales como inquietud estos períodos prodrómicos o residuales, los signos de lo alteración pueden
o agitación catatónica, posturas anormales, flexibilidad manifestarse solo por síntomas negativos o por dos o más síntomas de la
céreo, negativismo, mutismo o estupor. listo del Criterio A, presentes de formo atenuada (p. ej., creencias roras,
experiencias perceptivas no habituales).

j u nto. Para una revisión histórica más detallada puede consultarse nolización son muy comunes, especialmente en la fase prodrómica.
Hiifner (2019) o Fonseca-Pedrero (2019). Pueden apreciarse preocupaciones somáticas, hostilidad, alteracio­
Actualmente, el diagnóstico de esquizofrenia sigue estando nes del sueño, sintomatología ansiosa, comportamientos compulsi­
centrado en los síntomas positivos, sean indicadores psicóticos o vos, entre otros muchos.
desorganizados. E n las clasificaciones diagnósticas DSM y CIE, se En la tabla presentada para el diagnóstico de esquizofrenia y
ha restado énfasis a los síntomas de primer orden de Schneider, en las siguientes tablas de criterios diagnósticos, se han excluido
aunque una bueno parte de ellos, como alteraciones del self (o de dos criterios fundamentales e imprescindibles para delimitar estos
autoconciencia), gozan de protagonismo en la CIE- 1 1. cuadros porque se repiten en todos ellos: el malestar o deterioro
En términos generales, el diagnóstico atiende a las alteracio­ en las áreas personal, familiar, social, académica, laboral u otras
nes en la forma (habla/pensamiento desorganizado) y contenido áreas de funcionamiento, así como el criterio que excluye una mejor
(delirios) del pensamiento, así como la presencia común de altera­ explicación de la patología presentada por parte de otro trastorno
ciones perceptivas (generalmente alucinaciones auditivas o verba­ mental, enfermedad, o efectos de sustancias (p. ej., intoxicación y/o
les). Otras alteraciones habituales afectan o la cognición (atención, abstinencia) o de medicación. En los casos en los que se identifica
memoria verbal y cognición social), y el control del comportamien­ una causa relacionada con enfermedad o sustancia o medicación, se
to (p. ej., excentricidades, conductas y respuestas emocionales ina­ clasifican como trastornos i nducidos por sustancia o medicación o
propiadas); aquí puede incluirse lo catatonía. Otras alteraciones debidos a una enfermedad mSMl o como secundarios a sustancias
afectan a la volición o voluntad (p. ej ., pérdida de motivaci ón), de abuso o enfermedad médica (OMS, 2018).
o a la expresión de respuestas emocionales (p. ej., aplanamiento
afectivol. B. Epidemio logía y curso evolutivo
Estos indicadores son comúnmente señalados, pero se mostrarán
más adelante otros i ndicadores más visibles en función del curso a. Prevalencia
del trastorno, importantes en la caracterización del trastorno. En lo Se est i ma que la i ncidencia anual de la esqu i zofrenia es del
Tabla 11.1 se exponen los criterios diagnósticos DSM-5 (APA, 2013) y l-l,7/1.000, la prevalencia puntual del 4,5/1.000, con un riesgo vital
CIE-11 (siguiendo a Biedermann, y Fleischhacker, 2016). estimado del 0, 7 % (Hiifner, 201 4). La esperanza de vida de estas
La si ntomatología asociada con estos indicadores reflejados personas puede llegar a reducirse hasta en 15 años: por suicidio
en las clasificaciones es muy amplia, como queda recogido en las (edades tempranas}, deficiencias en la dieta, obesidad, sedentaris­
dimensiones presentadas en el punto III. Las vivencias de desperso- mo, problemas metabólicos derivados de los tratamientos, tabaquis-

356
Capítulo 11. El espectro de la esquizofrenia y otros t rastornos psicóticos "'
mo y problemas cardíacos (edades tardías) (Kahn et al., 2015; van psicóticos breves o intermitentes. Otros indicadores son las caracte­
Os y Kapur, 2009). rísticas esquizotípicas o de rasgo ffusar-Poli et al., 2020).
Con respecto al sexo, los hombres inician antes el proceso psicó­ La fase activa muestra de forma más evidente la sintomatología
tico (15-24 años de edad), y probablemente por eso suele ir asocia­ positiva, habitualmente la dimensión psicótica y desorganizada. Es
do deterioro cognitivo; las mujeres lo inician de tres a cuatro años en esta fase en la que se realiza el diagnóstico, siendo común que
más tarde (15-29 años). Entre los hombres se observan síntomas en los síntomas psicóticos dominen el cuadro, por encima de los sín­
general más graves, de la dimensión negativa, e ideas delirantes tomas negativos que siguen estando presentes. El estado vivencia!
de grandiosidad, siendo predictores la suspicacia y la comunica­ cambia de la perplejidad a la certeza, por lo que la persona entien­
ción desorganizada. En las mujeres se aprecian más alucinaciones de o interpreta la realidad no según creencias, sino como evidencias.
y comportamiento extraño, siendo predictoras las dificultades en Es una fase de duración variable, pero si hay varios episodios, tiende
la atención (Hi:ifner, 2014). La mortalidad está más asociada a los a ser una fase menos duradera a partir del primer episodio.
hombres (Guloksuz y van Os, 2018). La fase residual se inicia con la recuperación de la crítica de lo
Aunque siempre se considera que estos datos epidemiológicos que la persona experimenta. Es una fase donde suelen dominar los
dados se mantienen estables, lo cierto es que hay variaciones inclu­ síntomas negativos. En ocasiones quedan síntomas positivos, pero
so en el mismo país, superior en zonas urbanas sobre todo si están con crítica (hasta en un 20 % se aprecian alucinaciones y ciertos
muy pobladas (de hecho, se alude a un factor etiológico como el pensamientos particulares). Es un momento en el que la dimensión
urbanismo) y entre minorías y migrantes (Read y Dillon, 2013). afectiva, fundamentalmente síntomas depresivos, puede tener una
importante presencia, incrementando el riesgo de suicidio. Se estima
b. Inicio y e volución hasta un 80 % de probabilidades de recaída en los cinco primeros
El inicio de la esquizofrenia puede ser abrupto o insidioso. Para el años del primer episodio.
diagnóstico, como se plantea en la Tabla 11.1, se considera una dura­ Aunque la esquizofrenia siempre se ha ligado a un inicio tem­
ción mínima de un mes en el caso de la CIE- 1 1, y de seis meses prano con respecto a la edad, se describe una forma de aparición
para la clasificación DSM. Esta diferencia tiene que ver con que la tardía (45 años o más), incluso de edad avanzada (60 años o más),
clasificación norteamericana incluye un diagnóstico más que estaría con características de mayor sistematización en los delirios y menos
entre el mes mínimo de duración y los seis meses (el trastorno esqui­ deterioro, probablemente porque la persona ha podido desarrollar
zofreniformel. Estos sistemas incluyen especificadores de gravedad y mejor sus recursos cognitivos. Es la clásica parafrenia (de Kahl­
de curso, en función de si es un episodio o varios, o si se da remisión baum), a caballo entre la esquizofrenia y el trastorno delirante. Los
parcial o completa (WHO, 2018). contenidos delirantes están muy relacionados con asuntos domésti­
cos (p. ej., extraños en la casa, vigilancia por parte de vecinos) y con
Desde el punto de vista del curso tiene más interés considerar
predominio femenino.
cada episodio como unidad de estudio, con diferentes fases que
caracterizan lo que tradicionalmente se ha llamado proceso de la c. Pronóstico
esquizofrenia. Es común observar una fase prodrómica (80-90 % de
los casos), cuya duración es variable (de semanas a meses). Esta El pronóstico de la esquizofrenia depende de diferentes factores. Por
fase se caracteriza por una gran variedad de síntomas, muchos ejemplo, la dominancia y duración de síntomas negativos suele aso­
muy inespecíficos. Los primeros en aparecer suelen ser los síntomas ciarse con el deterioro cognitivo y el llamado síndrome deficitario.
negativos (p. ej., aplanamiento afectivo), además de síntomas de la Aunque aparece como uno de los indicadores característicos de la
dimensión afectiva, con frecuencia estados de ansiedad intensos (no esquizofrenia, no hay un acuerdo definitivo de que sea un aspecto
ligada necesariamente a estímulos concretos) y depresión; sobresa­ diferencial respecto de otros trastornos psicóticos (bipolares).
le el componente disfórico (irritabilidad). Es frecuente apreciar un Otro aspecto relevante es el período de tiempo que transcurre
descenso en el rendimiento escolar o laboral, descuido de la apa­ hasta que la psicosis es identificada y tratada. Cuanto más prolon­
riencia/higiene personal, o dificultades de sueño, por citar algunos. gado es el tiempo, peor pronóstico se observa. La investigación ha
Hay una vivencia común de sobreestimulación, con dificultades para mostrado, en consecuencia, que hay un período crítico para que el
pensar, despersonalización y perplejidad con respecto a todo lo que tratamiento con pronóstico sea favorable <Harrison et al., 2001l. Se
rodea a la persona. Hafner (2019) establece a partir de estudios estima que aproximadamente a los dos años (máximo, cinco) es el
prospectivos, una duración promedio de casi cinco años de duración período en el que pueden darse cambios importantes, lo que reper­
(mediana de 2,3 años), detectándose desde esta fase un deterioro cute en la formación académica y el acceso al empleo, por tanto,
cognitivo ligero. de gran alcance para la recuperación y rehabilitación de estas per­
La identificación de esta fase prodrómica guarda relación con sonas. Se estima que la recuperación completa es aproximadamente
el concepto de estados mentales de alto riesgo <EMARl. Estos EMAR del 30 % de los casos, aunque hasta un 50 % pueden tener una recu­
se han caracterizado de maneras diferentes, normalmente por su peración parcial con recaídas.
ubicación temporal. De esta forma se alude a EMAR tempranos, También se han tenido en cuenta factores del contexto emocio­
más inespecíficos, caracterizados por síntomas básicos (por rela­ nal en el que vive la persona con esquizofrenia. Un estilo comunica­
cionarlos con el sustrato más biológico) e identificados por la tradi­ tivo familiar caracterizado por un exceso de críticas, culpabilización,
ción alemana (Huber, Gross, Hi:ifner, Klosterkotter ,Schultze-Lutterl, u hostilidad, un estilo de sobreprotección excesiva (sobreimplica­
de los pródromos tardíos de la tradición anglosajona (Miller, Yung, ción emocional) e intrusividad (que lleva incluso a «adivinar» las
McGorry, Addington, Cannonl, identificados como estados clínicos necesidades del paciente) favorece recaídas en más de un 55 %
de riesgo (de alto riesgo o de riesgo ultra alto). Los EMAR tardíos de los casos. A esta sobrecarga afectiva en la comunicación se le
se han diferenciado como síntomas psicóticos atenuados y síntomas denomina emoción expresada, un concepto transdiagnóstico que
&
!ffll Manual de psicopatología. Volumen 2
1
nació en el contexto del tratamiento de familias de personas con olvida lo que estaba buscando ... Tardo horas en hacer cualquier
esquizofrenia. Más recientemente se ha puesto énfasis en las inte­ cosa». Durante unos días hay que supervisar su autocuidado y ali­
racciones comunicativas constructivas y en la calidez afectiva, algo mentación. También el habla se altera, resulta incomprensible en
que parece tener un efecto favorable en el curso y pronóstico de la algunos momentos, aunque, sobre todo, durante unas semanas, su
esquizofrenia (Berry et al., 2019). habla se empobrece. Según describen los familiares, su expresión
mímica no se empobrece, de hecho, más bien expresa gran sufri­
miento en el rostro, en la mirada, y con los movimientos del cuerpo.
"'ili� m; V. Trastorno esquizofre n iforme En la descripción general de los episodios señala: «El momento de
confusión y de estar realmente fuera de la realidad, son como cua­
Esther, 34 años, soltera, profesional altamente especializada. Con tro días, luego es todo un lío». Describe sobre todo la confusión,
26 años tiene un primer episodio psicótico que duró aproximada­ a veces se queda extrañada y muy a la defensiva con todo lo que
mente tres meses hasta su total recuperación. Consulta después del le ocurre. Tarda en general tres meses en recuperarse del todo, en
quinto episodio. Señala que los episodios suelen comenzar sobre algún caso cuatro meses. En este último episodio, cinco meses. No
todo con un cansancio y falta de fuerzas muy marcados. También hay enfermedades que expliquen mejor esta sintomatología. Hay
en esos momentos se siente apática y deprimida, aunque el estado consumo esporádico de cannabis, sobre todo en los dos primeros
anímico no parece destacar posteriormente. Señala que el último episodios. En todos los episodios se han dado desencadenantes,
episodio surgió como los anteriores, de una manera abrupta. Esta­ relacionales en los dos primeros y laborales en los restantes.
ba en casa metida en la cama, sin fuerzas para levantarse, y un
amigo suyo la acompañaba. Este amigo le dio un abrazo: «cuando
me separé de él le miré a los ojos y sentí que me quería matar, eso A. D iagnóstico y características c l í n icas
es lo que sentí, entonces salí corriendo escaleras abajo y me lleva­ Esta categoría fue propuesta por Langfeldt como una esquizofre­
ron a urgencias». Recuerda que las personas a las que miraba le nia aguda de mejor pronóstico, a menudo ligada a desencadenan­
parecían personas diferentes, las llamaba por diferentes nombres, tes del cuadro y sin personalidad esquizoide. Queda recogida en
veía a las personas cambiadas: «si era mi padre, quien estaba
intentado que yo me relajara, me miraba un poco, yo de repente,
.. la Tabla 11.2 solo para la clasificación DSM. La consideración de
buen pronóstico depende de la rapidez de inicio de los síntomas
no sé, pensaba que era mi tío, pensaba que él era mi tío el que psicóticos, un estado de confusión que impida la elaboración de las
me perseguía, el que me quería hacer daño y no tiene sentido alucinaciones y/o ideas delirantes, escasa sintomatología negativa,
porque a este tío no lo veo casi nunca y no sé, era salir corriendo; y buen ajuste premórbido.
además, yo estaba en pijama, y salía a la calle lloviendo y todo».
En general, el grado de desorganización, los síntomas negativos,
Tenía que estar vigilando constantemente porque todo el mundo
y bizarría del delirio son menores que en el caso de la esquizofrenia,
quería matarla, y recalca que se fija en la mirada, detecta que los
así como menor convicción, extensión y presión de las ideas (Cuesta
ojos parecen los de otra persona. Señala que no quería tomarse
y Peralta, 2016).
la medicación, ocasionando tensiones con su familia: «no quería
tomarla, pensaba que me querían envenenar pensaba que ... era
todo muy agobiante». «-lPensabas en algún motivo por el cual B. Epide mio logía y curso evolutivo
tus padres querían hacerte daño? -No, no tenía motivos, era sim­
plemente ... una convicción y, de hecho, cuando he tenido otros
a. Prevalencia
brotes lo que quería era irme de mi casa». Se estima una prevalencia del 0,5-1,5 % con una incidencia anual de
Tampoco podía ver la televisión porque recibía continuos mensa­ hasta el 5/10.000 casos (Borgen, 2009).
jes: «es como si se dirigieran a mí, pero de una manera muy perso­
nal, hablaban, salía mi nombre en la televisión, de temas que solo b. Inicio, evolución y pronóstico
me concernían a mí». También escuchaba explosiones (no voces) Comparativamente con la esquizofrenia, el inicio es más rápido, con
y destellos o chispazos (no imágenes complejas). Cuando se le pre­ una fase prodrómica muy breve. Se considera que hasta dos tercios
gunta por otros fenómenos, describe que tiene sensaciones de que evolucionan hacia la esquizofrenia o el trastorno esquizoafectivo.
le meten ideas en la cabeza o de que todo el mundo conoce su Como se indica en los criterios diagnósticos de la Tabla 11.2,
pensamiento, pero no consigue explicarlo, lo percibe como algo la rapidez en ei' inicio, un estado de confusión con respecto a los
lejano y confuso, aunque sabe que lo ha experimentado. En otras síntomas psicóticos y, especialmente, que los síntomas negativos
ocasiones apreciaba sensaciones más complejas: «en la cabeza no sean dominantes (especialmente en el caso del aplanamiento),
notaba como si una tapa de la cabeza se quitara, como si desde además de un buen ajuste premórbido, suelen orientar a un mejor
un lado se fuera una parte, y una especie de corriente de un lado pronóstico del cuadro.
a otro, es como un vértigo». Otras veces, por ejemplo, cuando
su padre le acariciaba la cabeza, notaba no una mano, sino dos
manos acariciándole en el mismo punto.
-lRecuerdas o te han contado que descuidaras tu imagen?, lOue
,11111H;� V I . Trastorno esquizoafectivo
dejaras de ducharte, dejaras de arreglarte?: «Al principio no me Carlos, de 37 años, tercero en orden de nacimiento, divorciado, con
puedo ni vestir sola porque, es que me pierdo, en ese momento lo dos hijas, consulta llevado por su familia. Está perfectamente orien­
que pasa es que no tengo la conexión necesaria yo creo para..., tado, actitud atenta, concentrado, aunque se aprecia una reserva
empiezo una cosa y no me acuerdo, de repente se me viene otro inicial durante la conversación que luego desaparece. Comprensión
pensamiento, empiezo a buscar a lo mejor un calcetín y se me y expresión verbal adecuadas en forma y fluencia. Describe que

358
Capítulo 11. El espectro de la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos '1 'I,

) ) Tabla 11.2. C riterios diagnósticos para el trastorno comunicar durante lo entrevisto. Hablo de los voces, sobe que son
esquizofreniforme [ DSM-5) alucinaciones, puede precisar detalles sobre los mismos, pero no
cuestiono su veracidad: los tomo como absolutamente reales. Al
DSM-5: Trastorno esq,uizofreniforme (295.IJOJ principio no do uno explicación concreto sobre los mismos, simple­
mente refiere el sufrimiento que le ocasionan.
A. Se cumple el criterio A poro lo esquizofrenia. En otros momentos, sin embargo, y de formo vago indico que esto
B. Un episodio del trastorno (incluidos los foses prodrómico, activo son experimentos que se hocen con lo población, con lo gente, con
y residual) duro al menos un mes, pero menos de seis meses. los ciudadanos. Ha notado sensaciones corporales muy desagrada­
(Cuando el diagnóstico debe hacerse sin esperar o lo remisión, bles, como uno contracción brutal en todo lo espalda, oigo que ha
se calificará como «provisional»>. tirado de él con tonto fuerzo hacia adelante o hacia atrás que le
C. Se cumple criterio D poro lo esquizofrenia: no hoy episodios ha hecho entender que hoy uno especie de máquina que le tiene
anímicos o no son centrales. controlado, uno tracción electrónico que le domino. Hoce un gesto
D. Se cumple criterio E poro lo esquizofrenia: no atribuible o representando uno fuerzo que le atropo como si fuese por medio
sustancias o enfermedades. de un enorme pliegue en lo espalda. Preguntado por el sentido o
Especificar si: finalidad de todo esto, señalo que es poro controlar o los personas,
Con característicos de buen pronóstico: indicados por dos (o más) poro hacer ensayos científicos, poro probar medicamentos, cosas
de los siguientes ítems: así. No detalla mucho más de lo máq_uina, tan solo su sentido de
(1) Inicio de síntomas psicóticos acusados dentro de los control que alcanzo o los pensamientos («porque pueden meter
primeros cuatro semanas del primer cambio importante en el ideos, quitar pensamientos»).
comportamiento o en lo actividad habitual. Otros veces, cuando se le ha recordado esto explicación, no lo
(2) Confusión o perplejidad o lo largo del episodio psicótico. desarrollo del mismo modo, ni alude o lo máquina, destoco más
un sentido de que se transmiten emociones, como uno cualidad
(3) Bueno actividad social y laboral premórbido.
suyo, pero señalo el aspecto central de que con los voces «nos
(4) Ausencia de aplanamiento o embotamiento afectivos. obligan o comportarnos de uno manero, que nos dominan o través
Sin característicos de buen pronóstico. de lo medicación», por eso él no acepto lo que le dice lo voz o
los voces, y por eso también ha abandonado lo medicación en
numerosos ocasiones.
Señalo también estor en un estado de apatía muy morcado que
está enfermo desde los siete años cuando empezó o sentirse mol, atribuye o lo medicación. En distintos ocasiones ha renunciado o
si bien, fue aproximadamente 18 años después cuando empezó a tomarlo y surgen comportamientos descontrolados en él: desde
comunicar lo que le sucedía. cogerle el coche al podre e ir o conducir o gran velocidad por lo
De su historio señalo que, desde muy pequeño, y o partir de uno ciudad, ir o beber y consumir sustancias hasta perder el conoci­
situación traumático que pudo explicar varios sesiones después, se miento, meterse en peleas, etc. Los períodos de descontrol y agita­
encontraba extraño, sin dominio de sí mismo. Muchos comporta­ ción han sido frecuentes, o menudo junto o uno necesidad de hacer
mientos eran descritos como de agresividad hacia los demás, con muchos cosos y de dejarlos o continuación. Estos foses son variables,
muchísimo hostilidad. Según parece, durante el final de su ado­ pero duran aproximadamente dos o tres semanas y destoco, sobre
lescencia comienzo con el consumo de connobis con el que alivio todo, uno sensación de energía inagotable. En otros períodos, los
el molestar y se colmo, manteniendo un consumo intenso durante más duraderos, aparento estor muy deprimido, señalando que no
varios años. Posteriormente inicio el consumo de cocaína y bebidos quiere vivir, moviéndose muy poco, durmiendo excesivamente. En
alcohólicos de formo episódico y en grandes cantidades. Señalo estos foses está muy poco hablador, recuerda muchos más momen­
que todo esto le llevó con el tiempo o disputas en coso, incluyendo tos de su vida y se emociono. Estos períodos son menos frecuentes
agresiones en y fuero de lo familia. Fue en estos momentos, alrede­ pero pueden llegar o durar tres meses aproximadamente.
dor de los 25 años cuando estuvo o punto de ingresar en prisión, Actualmente acepto lo medicación, sabedor de que está más tran­
pero también fue cuando pudo comunicar lo que había estado quilo, parece también que lo dosis se ha ajustado de mejor modo.
experimentando desde aproximadamente los siete años. Sin embargo, le cuesto levantarse y moverse, señalando uno falto
Actualmente refiere que tiene voces en su cabezo, o menudo de de motivación y de fuerzo morcados. Según consto en su historio,
alguien o quien describe o veces como un tonto, o veces como gen­ los componentes de pérdida de motivación y de tono hedónico
te, o grupos de gente. Se burlan de él, sobre todo de todos aquellos están presentes de formo continuo desde hoce 4-5 años. Los com­
cosos que dice o le interesan. Señalo que basto que él quiero hacer portamientos impulsivps son aislados y poco duraderos.
oigo o se interese por oigo poro que los voces hablen en un tono Asiste o terapia convencido de que se le puede ayudar, más en
de burlo, humillándole, riéndose de él. A veces lo noto como uno el sentido de entender lo que le sucede, salir de lo apatía intenso
voz desde un teléfono, desde un móvil, en uno comunicación que no en lo que está sumido y, como mostró desde el primer momento
puede aportar y que está durante todo el día, todos los días. de la entrevisto, o hablar de los voces y trotar de superar todo
A veces se repite mentalmente un sonido con el que consigue ate­ esto, aunque considero en cualquier coso que lo experiencia de los
nuar un poco lo voz, o veces se enfado, se enfurece porque lo voces es absolutamente auténtico por lo que refiere: «fíjese si es
voz dice oigo muy desagradable de alguien con quien él hablo verdad que hoy voces en mi cabezo que yo han empezado o reírse
o o qui en él quiere prestar atención. No obedece o los voces, le y burlarse de sus preguntas, todos le parecen muy tontos, do ve?,
generan mucho molestar, sobre todo por lo insistencia y porque icómo va o ser que yo me los invento! iLo que quiero es que me
le duelen los ofensas y comentarios desagradables que no quiere ayude poro no volverme loco con todo esto!»

359
D t Manual de psicopatología. Volumen 2

)) Tabla 11.3. Criterios diagnósticos para el trastorno esquizoafectivo: CIE· 1 1 y DSM-5

CIE-11: Trastorno esquizoafectivo I DSM-5: Trastorno esquizoafectivo [295.701

a. Se deben cumplir los criterios para A. Un período continuo de enfermedad durante el que se presenta en algún momento un
el diagnóstico de esquizofrenia, episodio depresivo mayor o maníaco, simultáneamente con síntomas que cumplen el
simultáneamente o a los pocos días de un Criterio A para la esquizofrenia.
episodio depresivo (moderado o grave), B. Durante el mismo período de enfermedad ha habido ideos delirantes o alucinaciones
maniaco, o mixto. durante al menos dos semanas en ausencia de síntomas anímicos acusados (depresivos
b. Duración de estos síntomas de al menos o maníacos).
cuatro semanas. C. Los síntomas que cumplen los criterios para un episodio anímico mayor están presentes
durante una parte sustancial del total de la duración de las fases activa y residual de la
enfermedad.
Especificar si:
.O Tipo bipolar: Este subtipo se aplica si un episodio maníaco es parte de lo presentación. Los
episodios depresivos mayores también pueden tener lugar.
.1 Tipo depresivo: Este subtipo se aplico si únicamente forman porte de la presentación de lo
alteración los episodios depresivos mayores.

A. Diagnóstico y caracter ísticas c l í n icas capaz de sonreír, pero reconoce que en general es descrito como
una persona inexpresivo y nada afectuoso. Uno de los motivos en
Lo propuesto de Kosonin delimitaba uno categoría intermedio su petición de ayudo era mejorar en el ámbito social, pero para
entre lo esquizofrenia y el trastorno bipolar: lo tercero psicosis. Lo tener relaciones con mujeres, pues reconoce que nunca ha tenido
característico esencial es lo coincidencia de sintomotologío afectivo contacto con ninguna para «evitar que me compliquen la vida».
(depresivo, maniaco o mixto) con los característicos de lo esquizo­ Presenta un estilo suspicaz en su pensamiento, y ha tenido frecuen­
frenia. Poro lo CIE- 1 1 (siguiendo o Molhi y Bell, 2019), lo sintomo­ tes roces con vecinos y conocidos, si bien, minimizo lo importan­
tologío debe haber cumplido un mes al menos de simultaneidad de cia de algunos incidentes. Por ejemplo, en uno ocasión tiró de un
síntomas afectivos y psicóticos, pudiendo preceder los afectivos. En puñetazo a un antiguo colega suyo en plena calle porque sabía
el coso del DSM-5 <APA, 2013), los síntomas psicóticos deben obser­ que «no era un tipo muy legal». Se pone muy nervioso cuando ve
varse durante un período de al menos dos semanas sin síntomas adolescentes en las escaleras de la zona aledaña a su casa, porque
afectivos (véase lo Tablo 11.3). anticipa que se reirán de él y le harán burla, o llenarán el suelo
de basura. Por eso, a veces se dirige a ellos con largas peroratas
B. Epidemiología y c urso evolutivo que finaliza a base de gritos. En otras ocasiones, dice enfadarse
y ponerse nervioso por asuntos familiares, y él mismo se golpea
a. Prevalencia
en pleno cara, dándose puñetazos e hiriéndose, como ha podido
Se estimo uno prevalencia vital del O, 3 %, con uno incidencia supe­ constatarse.
rior en mujeres (APA, 2013). En el ámbito social se pone muy o lo defensiva siempre. Hace unos
cinco años, tuvo un breve episodio de «paranoia» según señala,
b. Inicio, evolución y pronóstico por el que recibió medicación antipsicótica. No rehúye las situa­
Como en el coso de lo esquizofrenia, el inicio puede ser abrupto o ciones sociales, pero tampoco las promociona, con temores de si
insidioso, con un curso prolongado. Es común que se dé uno fose alguien que presenció ese episodio aislado, o que sepa de sus
prodrómico donde sean visibles los síntomas afectivos. El curso ha­ «rarezas», le reconoce. Su lenguaje es peculiar por su extremo
bitual es episódico con remisiones, siendo más frecuentes los episo­ organización, parece como si en cada respuesta, hasta la más coti­
dios depresivos. Tiene mejor pronóstico que lo esquizofrenia. diana y anodina, necesitara enumerar aspectos, contenidos, puntos
de visto. Resulto como si tuviera que recitar una listo de ideos
o conclusiones. Muestra también muchas preocupaciones por el
..11r, , V I l . Trastorno e s q uizotípico cuerpo, y por enfermar; en ocasiones, lavando sus manos hasta
escoriarse la piel cuando está muy estresodo, o con preocupacio­
Miguel, d e 3 7 años, soltero, con formación académico hasta el nes por si tiene el cuerpo deformado en alguno parte. A veces
bachiller, pide ayudo por sus dificultades en el ámbito social y de pregunta si se ve su nariz o su mandíbula, deformados, por ejem­
ajuste laboral. A lo largo de diferentes sesiones se aprecio un esti­ plo, pues le parece que en ocasiones no las percibe como siempre.
lo personal caracterizado por la distancia y la falta de expresión Otras preocupaciones tienen que ver con la formación académica
afectiva espontánea. Es el mayor de dos hermanos, vive con un o profesional, hoce todo tipo de cursos; literalmente acumula diplo­
familiar lejano debido o los dificultades de relación con su familia mas y certificados de la cantidad de programas de formación que
de origen. Describe que siempre le han dicho que es uno persono realizo, preferentemente on-line, para tener más puntos y presen­
rara, que no sobe relacionarse, y que hoce cosos extrañas, aunque tarse o cualquier convocatoria de trabajo. En este sentido, en los
él indico que no más que otras personas. Mantiene lo mirado y es períodos en los que trabajo su nivel de ansiedad se dispara por el

360
Capítulo 11. El espectro de la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos º"'ffi
1

)) Tabla 11.4. Criterios diagnósticos para el trastorno esquizotípico: CIE· l l y DSM·S

CIE-11: Trastorno esquizotípico I DSM-5: Trastorno esquizotípico de la personalidad [301.221


a. Patrón persistente de percepciones, creencias, A. Un patrón general de déficits sociales e interpersonales asociados a malestar agudo
lenguaje inusual y conductas que no son y uno capacidad reducida paro las relaciones personales, así como distorsiones
de intensidad como paro caracterizar otros cognoscitivos o perceptivas y excentricidades del comportamiento, que comienzan
trastornos psicóticos. al principio de la edad adulta y se dan en diversos contextos, como lo indican cinco (o
b. Incluye varios síntomas: distorsiones más) de los siguientes puntos:
perceptivas tipo ilusiones corporales o l. Ideas de referencia (excluidas las ideas delirantes de referencia).
alucinaciones, síntomas de despersonalización 2. Creencias roras o pensamiento mágico que influye en el comportamiento y
o desrealización, creencias inusuales, no es consistente con las normas subculturoles (p. ej., superstición, creer en la
ideación paranoide, o pensamiento mágico, clarividencia, telepatía o «sexto sentido»; en niños y adolescentes, fantasías
suspicacia, habla circunstancial, metafórica, o preocupaciones extrañas).
sobreelaboroda, estereotipado y vago 3. Experiencias perceptivos inhabituales, incluidas las ilusiones corporales.
sin incoherencia grave, rumia excesivo 4. Pensamiento y lenguaje raros (p. ej., vago, circunstancial, metafórico, sobreelaborodo
sobre el cuerpo, sexualidad o violencia, o estereotipado).
restricción afectivo (parece frío y distante), 5. Suspicacia o ideación paranoide.
comportamiento o apariencia extraños, 6. Afectividad inapropiada o restringida.
comunicación pobre y tendencia al aislamiento, 7. Comportamiento o apariencia roro, excéntrico o peculiar.
se pueden dar episodios psicóticos transitorios 8. Falta de amigos íntimos o personas de confianza aparte de los familiares de primer
ocasionales. grado.
c. Los síntomas se manifiestan de manero continua 9. Ansiedad social excesiva que no disminuye con la familiarización y que tiende a
o episódicamente, al menos durante dos años. asociarse con los temores paranoides más que con juicios negativos sobre uno mismo.

contacto con los demás, apareciendo numerosas ideos de referencia fluctuaciones en la i ntensidad y expresión de los síntomas, pero
sobre si se le observa, le miran mucho, están pendientes de él, etc. raramente evoluciono hacia lo esquizofrenia. En general, el pronós­
Se reconoce como alguien solitario y aislado, pero dice que le tico no es desfavorable.
interesa sobre todo el mundo del ocultismo, los viajes astrales, y la
percepción extrasensorial. Es aquí donde dice posar mucho tiempo
leyendo, mirando en internet o haciendo meditación. Destaca que 1: i: V I 1 1 . Trastorno psicótico breve
a veces es capaz de estor meditando o viajando por espacio de
hasta tres o cuatro horas. o agudo y transitorio
Ángel, de 3 0 años, soltero, tercero d e uno familia de seis herma­
A. D iagnóstico y características c lín icas nos, vive en el domicilio familiar, antecedentes familiares de depre­
sión (madre) y etilismo (padre), antecedentes psicopatológicos per­
Se trota de un patrón persistente de comportamiento caracterizado sonales ausentes. En la entrevisto muestro un aspecto desencajado,
por las excentricidades en el aspecto, discurso, distorsiones cogniti­ perplejo y mirada fija; se le pregunta que dónde está y no lo sabe
vas y perceptivas, creencias inusuales y dificultades interpersonales. (luego se aprecia que está claramente orientado tanto alopsíqui­
De forma menos intensa q_ue en los trastornos precedentes, se cum­ ca como autopsíquicamentel. Señala que se encuentra mal, que
plen características de la di mensión positiva (esq_uizotipia positi­ tiene miedo, aunque no especifica por qué. Más adelante indico
va) o la negativa (esq_uizotipia negativa), sin un deterioro marcado. que está embrujado y esto le sucede desde que fue a una boda la
Obsérvese en la Tabla 11.IJ q_ue los indicadores son en realidad sín­ semana anterior: «una gitano me hizo un hechizo; además había
tomas psicóticos atenuados, como se planteó más arriba al aludir a una gran conexión entre la gente de la meso» (se refiere a la mesa
los pródromos tardíos, no en vano las característicos esq_uizotípicos en la que estaban sentados en lo boda).
como rasgo, son en sí criterios de riesgo poro lo psicosis.
Según parece en lo última semana se han observado manifestacio­
nes muy llamativas que contrastan con su comportamiento habi­
B. Epidemiología y curso evolutivo tual y que han surgido muy rápido y repentinamente: ha hecho
a. Prevalencia verbalizaciones sin sentido en alto (algunos referían que le iban a
hacer daño); hace un par de días se desnudó en casa de la novia
Se estimo uno prevalencia vital del 4,6 % en población general, y del sin venir al caso (él lo recordaba como algo de brujería después
1,9 % en población clínico, con una incidencia superior en hombres de la boda).
(APA, 2013).
Su habla ero inicialmente fluida sin alteraciones apreciables sal­
vo las derivados del estado de excitación en el que se hallaba.
b. Inicio, evolución y pronóstico
Respondió sin resistencia a los preguntas relativos a las vivencias
El trastorno se evidencio en lo adolescencia tardío o odultez tem­ extrañas que estaba experimentando: le enviaban mensajes desde
prano, sin un comienzo definido. Puede persistir durante años con la televisión; llevaba una semana durmiendo muy mal pues por las

361
J l!f,f Manual de psicopatología. Volumen 2

noches ladraba un perro sin cesar y, cuando esto sucedía, podía B. Epidem iología y curso evo lutivo
..
notar un vocerío de gente anunciando que le matarían. Comenta
que en el plazo citado de estas dos semanas ha notado que la a. Prevalencia
gente le hablaba agresivamente: «todo es como una selva, hablan Se estima que representan el 9 % de los primeros episodios, con ma­
duro, enseñan los dientes». Luego se le ocurre la idea de que su yor incidencia en mujeres (APA, 2013). El predominio de los síntomas
novia estaba dentro de él, como si estuviese embarazado, pero la más cercanos a la esquizofrenia se aprecia en hombres.
desecha rápidamente con un gesto de agobio por haber dicho un
imposible. Supuso que está así porque el padre de ella le habrá b. Inicio, evolución y pronóstico
hecho algo: «no sé, un envenenamiento o un encantamiento».
Se estima un inicio de mediana edad (30 años), sin que esté asocia­
También en esa misma última semana, en el trabajo, las cosas
do a un mal ajuste premórbido o mayor riesgo familiar. Se aprecia
iban mal: «todo iba muy deprisa y yo no entendía nada, el jefe me
un deterioro acelerado en el funcionamiento social o laboral. En
enviaba mensajes subliminales al mover las manos, con la cabeza,
términos generales tiene buen pronóstico y una elevado conversión
con cualquier ruido; cuando venían sus socios y me miraban o
en trastornos afectivos (bipolares), aproximadamente en la mitad
hacían cualquier ruido para que yo tuviese claro que él es buena
de los casos (Castagnini, y Berrios, 2019).
persona, para que yo esté advertido. Incluso la limpiadora manda
miradas cómplices que solo él entiende».
En un momento de la entrevista el evaluador carraspea y Ángel se �· I X. Tra sto rno d e l ira nte
queda petrificado. Se le pregunta qué sucede y contesta que con
eso se le estaba diciendo: «iEh!, aquí estoy yo». El entrevistador Luisa, 63 años, acude a consulta con su marido. Ama de casa, nivel
hace un ruido adrede y significa que le estaba enseñando los dien­ educativo básico, dos hijos mayores. Lleva un año con gran males­
tes. Mueve a continuación un pie y le estaba diciendo: «yo soy un tar. Previamente estuvo sometida a una gran presión y saturación
hombre (en el sentido de fuerza, poder, potencial». Según parece como cuidadora por enfermedad de un familiar. Se describe muy
esto le sucedía desde hacía pocos días: con un gesto, el jefe le agobiada por todo lo que está pasando. No hay ideación autolíti­
estaba diciendo que él era un señorito; un chasquido de dedos del ca, ni culpabilidad, pero sí cierta lentitud psicomotora. Ha perdido
padre significaba que ya estaba enterado de todo; un gesto de un 10 kg de peso. Está en tratamiento psiquiátrico con neurolépticos
motorista que pasó a su lado indicaba que él era maricón. y antidepresivos, se le recomienda tratamiento psicológico. Se han
Se le pregunta si ha tenido voces que le molestaran o dijeran cosas descartado enfermedades físicas y consumo de sustancias, no hoy
y señala que hay voces diferentes que dicen cosas del tipo «Lo evidencia de deterioro de la memoria ni de otras funciones cog­
sabe
• todo»; «Ya han venido» y otras amenazantes como «iA los nitivas. Un episodio similar, más breve, hace más de 30 años, sin
perros!» o «iTe voy a matar!». Luego decide no seguir hablando síntomas depresivos.
pues deja entrever que las voces le ordenan que no lo haga. Está orientada, comprende y explica correctamente su situación,
Los días posteriores al ingreso está algo agitado y la clínica se mues­ visiblemente afectada. Describe que está así por lo que le ha pasa­
tra rápida y cambiante. Señala que el Papa le ha enviado mensajes do con su marido. Desde hace un año se fue dando cuenta de
a través de la televisión, así como el Rey. Aparece una idea relativa que su marido la engañaba. Empezó a dormir mal, estaba • conti­
a ser hijo de los Condes de Peñaflor, pero este contenido duró un nuamente preocupado, con cavilaciones continuas. Cuando cada
par de días y luego no le pareció importante. Su estado de ánimo no mañana salía al balcón para despedirle, observaba que «ella»
se mostró claramente afectado. Las pruebas físicas no evidenciaron (no sabe quién es, nunca la ha visto) sale enseguida con el coche
ninguna alteración somática ni rastros de consumo de alguna sustan­ tras él, supone que para que luego ambos se encuentren. Eso le ha
cia que justificara esta clínica. Su comportamiento era colaborador, hecho sufrir mucho; desde ese momento interroga al marido, le
se mostró adaptado a la situación y empezó a perder interés por las insulta, exige que le explique lo que ha hecho, dónde ha estado,
ideas de los embrujos y la hostilidad de los demás. por qué se va con ella.
Una semana después del ingreso la evolución mejora rápidamente: Durante la noche, los despertares súbitos son bastante comunes, a
es capaz de criticar abiertamente las ideas señaladas con anterio­ menudo con la idea de que su marido esté escribiendo mensajes
ridad y se adapta bien a la medicación. No se mostraron más voces <generalmente a las tres o las cuatro de la moñona), aunque él lo
y su estado de ánimo era estable. niegue rotundamente. Con frecuencia se levantaba o se quedaba
en el salón hasta altas horas de la madrugada pensando acerca
A. Diagnóstico y características c l í n icas del engaño. A veces esperaba sin dormirse para «pillarle» o le
Esta categoría diagnóstica viene determinada por un inicio rápido despertaba para comprobar que estaba en lo cierto. Cuando nota­
y duración breve. Está relacionada con las descripciones clásicas ba algún movimiento del marido mientras duerme tenía claro que
de los bouffées délirantes y las psicosis cicloides. Los síntomas se él estaba escribiéndose con alguien e incluso estaba convencida
de apreciar la luz del teléfono al ser conectado. No puede asegurar

inician sin una fase prodrómica y en dos semanas se muestran con
total intensidad. Las manifestaciones suelen ser cambiantes, incluso que le haya visto pero tiene la certeza de que es así: le escribe en
en cuestión de horas o días (síntomas polimorfos). No se aprecian la madrugada, o veces también durante el día. El marido se siente
síntomas negativos, pero sí puede aparecer catatonía. Ambas clasi­ muy deprimido, le ha asegurado hasta de rodillas que él solo la
ficaciones (véase la Tabla 11.5) coinciden en que suele durar máxi­ quiere a ella, que está equivocada.
mo un mes, aunque en la CIE- 1 1 se indica que no excede los tres A menudo observa, cuando van en el coche, que les sigue una
meses. Tampoco son infrecuentes los síntomas afectivos y a menudo mujer en otro automóvil. A la pregunta de si es un coche diferente
se puede apreciar un desencadenante claro (p. ej., migración). cada día reconoce que es así, pero no puede explicar por qué. A

362
C a p ítulo 11. El espectro de la esquizofrenia y otros t ra stornos psicóticos 111 �f

)) Tabla 11.5. Criterios d iagnósticos para el trastorno psicótico agudo y transitorio: CIE-11 y DSM-5
r
CIE-11: Trastorno psicótico agudo y transitorio I DSM-5: Trastorno psicótico breve [298.8]

a. Síntomas psicóticos de inicio agudo, en A. Presencia de uno (o más) de los síntomas siguientes. Al menos uno de los mismos
un plazo de dos semanas, sin pródromos: debe ser m, (2), o (3):
alucinaciones, delirios, pensamiento m Ideas delirantes.
desorganizado, síntomas psicomotores,
(2) Alucinaciones.
catatonía.
(3) Lenguaje desorganizado (p. ej., descarrilamiento frecuente o incoherencia).
b. Cambios rápidos del tipo e intensidad de los
síntomas, cambios en días o en el mismo día. (4) Comportamiento catatónico o gravemente desorganizado.
c. Ausencia de síntomas negativos durante el Nota: No incluir un síntoma si es un patrón de respuesta culturalmente admitido.
episodio.
B. La duración de un episodio de la alteración es de al menos un día, pero inferior a un
d. Los síntomas duran normalmente de días a mes, con retorno completo al nivel premórbido de actividad.
un mes, y no exceden los tres meses. Especificar si:
Con desencadenante(s) grave(s) <psicosis reactiva breve): si los síntomas psicóticos
se presentan poco después y en aparente respuesta a uno o más acontecimientos
que, solos o en conjunto, serían claramente estresantes para cualquier persona en
circunstancias parecidas y en el mismo contexto cultural.
Sin desencodenonte(s) grave(s): si los síntomas psicóticos no se presentan poco
después o no parecen una respuesta a acontecimientos que serían claramente
estresantes para cualquier persona en circunstancias parecidas y en el mismo contexto
cultural.

veces se ha producido que estaba convencida de que les seguían A. Diagnóstico y características c lí n icas
en un coche y, al poco, en otra calle, era un coche diferente. En
ocasiones ve que hay una mujer que está paseando cerca de don­ La característica central es la presencia de delirios sistematizados,
de viven y entonces se da cuenta de que es «ella», es la amante habitualmente en ausencia de alucinaciones. No hay coi ncidencia
de su marido. Otras veces ve otra mujer y lo mismo, pero en este en la duración mínima entre las clasificaciones, pero se resalto que
caso, es rubia. Se le pregunta al respecto y supone que cambia normalmente es persistente (véase la Tabla 11.6). No hoy un verda­
el color del pelo porque llevará una peluca. Cada vez que va de dero deterioro del comportamiento como en lo esquizofrenia y en
paseo con su marido y se cruza una mujer, se da cuenta de que ausencia de episodios afectivos. Cuando se dan las alucinaciones,
le mira a él y está segura (aunque no lo ha visto) de que se hacen estos tienen que ver directamente con el delirio (p. ej., detectar un
algún tipo de seña o acuerdo. Una vez vio a una chica enfada­ veneno a través del gusto, o por el olor percibir que se está grave­
da que se metió en su coche murmurando y dando un portazo. mente enfermo). En términos generales, los delirios son de contenido
Considera que eso lo hizo para ella, para que se diera cuenta de plausible, con una tendencia a lo constancia temática ( paranoia
que estaba molesta por restregarle que estaba paseando con su clásica). No obstante, en el DSM-5 se puede especificar si hay con­
marido. En otra ocasión se cruzó con una chica, dedujo que era tenido bizarro en los delirios. A menudo hay una implicación clara
muy joven por su forma de vestir pues estaba lloviendo y llevaba en el comportamiento con relación al contenido del delirio (p. ej.,
un paraguas que le tapaba la cara; sin embargo, estaba segura de espiar a la pareja en el delirio de celos o infidelidad).
que era la amante de su marido. Se le pregunta y se queda calla­ Hay cierto consenso en identificar una personalidad con autoes­
da, dice no poder explicarlo, pero sabe que es así. tima inestable, una vulnerabilidad interpersonal marcada con pre­
Estando en el campo, un coche conducido por una mujer giró cerca ocupaciones sobre evaluación y rechazo por parte de los demás, o
de su marido, lo que interpretó inequívocamente como un contacto la ideo del mundo como potencialmente peligroso <Freeman, 2016).
entre ellos, a pesar de que el marido le asegurase que no sabía
quién era esa mujer ni por qué se acercó con el coche; supuso que B. Epidemiología y curso evolutivo
él le hizo algún tipo de señal para que ella no se acercase más y
fuesen descubiertos. Más adelante, una mujer se mudó dos pisos a. Prevalencia
por encima de donde viven, lo que era señal de que «ella» quería
Se considera un 0, 2 % de prevalencia vital, en el que los hombres
estar más cerca y aprovechar cuando salía a hacer las compras
sobresalen en ciertos delirios como el de celos (APA, 2013).
para verse con él.
En el peor momento hubo de bajarse de un autobús al apreciar b. Inicio, e volución y pronóstico
que los viajeros le miraban, cuchicheaban, una mujer se ria de ella
El inicio del trastorno delirante es normalmente tardío, entre 35-45
casi en su cara, no hacían sino hablar mal de ella; no oye voces,
años de edad. El delirio más común es el persecutorio (hasta el 70%
pero como dijo en la entrevista: «no soy tonta ni estoy loca, oiga,
de los casos). A menudo aparece un ánimo disfórico e irritable, con
ies tan evidentei».

363
� 1� Manual de psicopatologia. Volumen 2

riesgo de comportamientos violentos, o estados interminables de dencia alcohol (15 %) y de otras drogas (20 %). Con ello se indica que
litigios y disputas. El curso es normalmente crónico, con tendencia la mayor parte de los casos no transitan hacia la psicosis, siendo
al enquistamiento de la actividad delirante. Una mitad de los casos más bien un síndrome de riesgo general < Fusor-Poli et al., 2014).
mejoran, un 25 % de los casos evolucionan a versiones de la esquizo­ Se estima que el 22-36 % de estas personas en EMAR transitan a
frenia y un 10 % a trastornos del estado de ánimo (Rodríguez-Testa! un cuadro psicótico en tres años. El 80 % de estas transiciones reci­
et al., 2011). En términos generales, el pronóstico no es favorable. ben el diagnóstico de esquizofrenia, y el 20 % de trastornos afectivos
o psicosis atípicas. Del grupo de personas que no transitan, 64 %
de los casos, la mitad tienden a la remisión y mejoría !Fusor-Poli et
X. Otros diagnósticos al., 2020; Kahn et al., 2015). Ambas clasificaciones coinciden en la
necesidad de más investigación de estos estados de riesgo <Bieder­
Se i ncluyen aquí d e manera breve referencias d e manifestaciones mann y Fleischhacker, 2016).
psicóticas identificadas a menudo como con otra especificación:
«Alucinaciones auditivas persistentes en ausencia de otras carac­
terísticas»; «Ideas delirantes con períodos de episodios anímicos X I . Etiología de l espectro de
superpuestos: delirio compartido (folie a deux>».
1
.,,

Mención aparte merece el síndrome de psicosis atenuada, una la esquizofre n ia y otros


categoría propuesta para estudios posteriores y que se relacio­ trastornos psicóticos
na con los EMAR mencionados a propósito de la esquizofrenia. El
DSM-5 alude a los síntomas psicóticos atenuados y a los síntomas Como se ha planteado en páginas precedentes, hay diversas difi­
psicóticos breves e i ntermitentes. Los síntomas positivos atenuados cultades inherentes a la delimitación de cada uno de los trastor­
son más frecuentes (94,3 %) que los breves e intermitentes (2, 9 %). El nos descritos en la clase diagnóstica de «Esqui zofrenia y otros
perfil general es el de un varón, de 18 años de edad, con un trastorno trastornos psicóticos». Por ello, se ha dado más i mportancia a las
depresivo (35 % de los casos); de ansiedad (30 %); con abuso/depen- dimensiones clínicas como componentes transdiagnósticos, que a

) ) Tabla 11.6. C riterios diagnósticos para el trastorno delirante: CIE- 1 1 y DSM-5

CIE- 11 Trastorno delirante DSM-5: Trastorno delirante [297.11


I
a. Desarrollo de delirios o conjunto de A. La presencia de una (o más) ideas delirantes con una duración de un mes o más.
delirios durante al menos tres meses B. Nunca se ha cumplido el Criterio A para la esquizofrenia.
(normalmente mucho más tiempo) en Nota: Las alucinaciones, si están presentes, no son prominentes y están relacionadas con el
ausencia de un episodio depresivo o tema del delirante (p. ej., la sensación de estar infestado de insectos asociada con los delirios de
maniaco. infestación).
b. Los delirios tienden a ser estables, C. Excepto por el impacto directo de la(s) idea(s) delirante(s) o sus ramificaciones, la actividad
aunque evolucionen en cada persona. psicosocial no está deteriorada de forma significativa y el comportamiento no es raro ni extraño.
c. Frecuentemente son de tipo D. Si se han producido episodios afectivos simultáneamente con las ideas delirantes, su duración
persecutorio, somáticos, total ha sido breve en relación con la duración de los períodos delirantes.
megalómanos, infidelidad o celotipia, Especificar si:
erotomanía.
Tipo erotomaníaco: ideas delirantes de que otra persona, en general de un status superior, está
d. Ausencia de alucinaciones claras y enamorada del sujeto.
persistentes; cuando se dan, están Tipo de grandiosidad: ideas delirantes de exagerado (pero no reconocido) talento o la convicción
relacionadas con el contenido del de haber hecho un importante descubrimiento.
delirio.
Tipo celotípico: ideas delirantes de que el cónyuge o amante es infiel.
e. Ausencia de síntomas negativos, Tipo persecutorio: ideas delirantes de que la persona (o alguien próximo a ella) está siendo
habla o pensamiento desorganizados, objeto de una conspiración, engaño, espiado, seguido, envenenado o drogado, calumniado
o experiencias de alteraciones del se/f maliciosamente, acosado, o perjudicado para sus propósitos a largo plazo.
(influencia, pasividad o controll.
Tipo somático: ideas delirantes acerca de las funciones o sensaciones corporales
Tipo mixto: ideas delirantes características de más de uno de los tipos anteriores, pero sin
predominio de ningún tema.
Tipo no especificado: no puede determinarse con claridad o no es descrito en los temas anteriores:
delirios referenciales sin un componente persecutorio o grandioso predominante.
Especificar si:
De contenido bizarro: Los delirios se consideran bizarros si son claramente implausibles, no
comprensibles, o no derivan de las experiencias típicas de la vida (p. ej., la creencia de que un
extraño ha eliminado los órganos internos y los ha reemplazado por los órganos de otra persona sin
dejar heridas o cicatrices).

~
Capítulo 11. El espectro de la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos m .
r
las propias categorías diagnósticas en sí mismas, dados sus sola­ más importantes y estables e s l a implicación de la transmisión DA
pamientos conceptuales y la falta de validez observada de estos y de los receptores D2/3. Estos hallazgos se han vinculado con alte­
diagnósticos. raciones en el neurodesarrollo (p. ej., disminución de la densidad
En esta sección, se reúnen algunos hallazgos que podrían ser sinóptica o «poda neuronal») y la desinhibición subcortical (Wein­
asimilables al espectro de la esquizofrenia como un todo. De hecho, berger, 2017). Se estudian los receptores NMDA (metil-D-aspartatol,
con frecuencia, las investigaciones de muchos de los factores etio­ un subtipo de receptor del glutamato, y la función GABAérgica (de
lógicos, proceden de muestras de pacientes con diferentes diagnós­ acción inhibitoria en el SNCl. La alteración del gen que codifica su
ticos bajo el paraguas conceptual de espectro de la esquizofrenia. biosíntesis ocasiona la hipofunción prefrontal GABA, por lo que se
Dicho de otra manera, este resumen etiológico, en el que no es da una conectividad anormal, un desequilibrio en el balance excita­
posible ser exhaustivos, lo es acerca del síndrome psicótico como un ción (glutamatol-inhibición (GABAl de la neurotransmisión cortical
todo. Esta perspectiva puede no ser acertada y, de hecho, muchos (Kahn et al., 2015).
hallazgos se refieren más bien a diferentes aspectos de las dimen­ La cadena de procesos fisiológicos implicados es mucho más
siones ya expuestas. Con todo, pueden dar una visión de conjunto o amplia. La interconexión entre los diferentes sistemas de neurotrans­
perspectiva más general. misión ocasiona que los resultados de procesos implicados abar­
A lo largo de su devenir histórico se han propuesto infinidad que desde la transmisión serotoninérgica (especialmente receptores
de causas para explicar la psicosis, que oscilan desde el origen 5-HT2l, al sistema inmunitario (elevación de citoquinas durante el
biológico hasta lo socio-cultural. No obstante, aún en el siglo xx1, proceso de neurodesarrollol, así como hormonas relacionadas con
no se ha encontrado un marcador patognomónica o un mecanismo la actividad social y la sensación de confianza y calma (oxitocina).
etiológico que explique el supuesto origen de este problema psico­ Sin embargo, estas alteraciones pueden tener que ver con
lógico. Esto es, no existe una causa necesaria y suficiente. Parece diferentes factores de riesgo, desde estrés durante el embarazo
ser que lo más sensato es ver la psicosis como la vía final común (afectando el neurodesarrollo del feto), factores pre o perinatales
de expresión fenotípica de un conjunto heterogéneo de trastornos (p. ej., complicaciones obstétricas) a diferentes situaciones sociales
con múltiples etiologías y diferentes formas de presentación clíni­ adversas que sensibilicen el sistema de neurotransmisión (pobreza,
ca (curso y pronóstico) que se encuentran modulados por variables maltrato, negligencia, violencia . ..> y/o influyan sobre la organización
bio-psico-sociales (p. ej., familiares de primer grado con psicosis, sinóptica cortical que acontece en los inicios de la adolescencia.
complicaciones obstétricas, experiencias de trauma, consumo de Otros factores decisivos sobre la organización del SNC y de los
cannabisl y que se circunscribe a un contexto socio-cultural deter­ sistemas afectivos guarda relación con el sistema de apego <Berry
minado, y es experimentado (subjetivamente) por una persona. A et al., 2019). Sus efectos sobre la regulación de los afectos, el desa­
este respecto, después de más de 100 años de estudio, aún no se ha rrollo de la cognición social, la mentalización, y el comportamiento
encontrado «la causa» de la psicosis, por lo que tal vez sea más socio-afectivo se han relacionado con la psicosis.
sensato hablar de razones y no de causas (Fonseca-Pedrero, 2019).
Como se plantea en la Figura 11.1, es la interacción de dife­
La etiología de la esquizofrenia se ha relacionado siempre con rentes factores la que puede dar lugar a una explicación de los
una perspectiva biológica. Una parte de la investigación ha revisado componentes heterogéneos integrados en el síndrome psicótico. En
minuciosamente las alteraciones anatómicas y funcionales del sis­ esta especie de carrera de obstáculos, la sensibilización del sistema
tema nervioso central (SNCl, principalmente la baja funcionalidad DA, y de otros sistemas de neurotransmisión y neuromodulación,
del córtex prefrontal (función ejecutiva), hiperactividad de la amíg­ puede incrementar la vulnerabilidad de la persona hasta la presen­
dala y alteraciones del hipocampo. Sin embargo, muchas de estas tación del síndrome psicótico con diferente nivel de gravedad en
alteraciones no son específicas de la esquizofrenia, sino de diversos función del tipo de obstáculos y el momento en el que aparecen.
trastornos psicóticos, incluyendo la depresión <Read y Dillon, 2013). Diferentes agresiones al SN en formación pueden incrementar las
Una amplísima tradición de investigación se ha dirigido a la concentraciones DA tanto en regiones mesolímbicas como en la
genética, sobre la que Meehl (1990) postuló el concepto de esquizo­ vía nigroestriada, evidenciándose según su impacto en el deterioro
taxia y su relación con la esquizofrenia <y el constructo psicométrico cognitivo y los indicadores prodrómicos (Howes y Murray, 2014). No
de esquizotipial. Se han analizado numerosos genes, pero los hallaz­ debería descartarse la posible influencia epigenética de muchas
gos más fructíferos se relacionan con la incidencia de estos genes circunstancias de adversidad social a las destacadas sobre la propia
sobre la regulación de la neurotransmisión, la plasticidad sinóptica, expresión genética, algo que se añade a la propuesta original de
o con el sistema inmunitario. estos autores.
Sin embargo, más que una serie de genes implicados para expli­ Hay cierta coincidencia en los factores de riesgo para la psicosis
car la psicosis, parece haber mayor acuerdo en que muchas de y que integran la descripción etiológica propuesta <Radua et al.,
estas combinaciones genéticas están en interacción con el ambiente 2018). Como se ha dicho, hay una serie de factores pre y perinatales,
(p. ej., infecciones, traumas), resultando en ciertos efectos como como diversas complicaciones durante el embarazo (p. ej., estrés
la sensibilización del sistema dopaminérgico < DA) o la activación elevado o infecciones como la gripe o el herpes) y el parto (p. ej.,
continuada del eje hipotálamo-hipófiso-adrenal (HHAl <Fusor-Poli et anoxial. Se han considerado también la edad tardía en la paterni­
al., 2020l. Esto abre incluso la posibilidad de la propia influencia del dad (p. ej., relacionado con la personalidad esquizotípica), el sexo
ambiente sobre el genoma, alterándolo, i. e., cambios epigenéticos (en los varones el inicio es más temprano, en las mujeres hay un
sobre el inicio del proceso. inicio posterior y un repunte tardío), el urbanismo (una gran densi­
Desde un punto de vista fisiológico se han descrito diversas alte­ dad de población ocasiona una cohesión e integración social bajas),
raciones cerebrales, especialmente con respecto a la comunicación y numerosas situaciones adversas, desde la pobreza, la migración,
intercelular en ciertas agrupaciones celulares. Uno los resultados presiones sociales diversas, a sufrir situaciones traumáticas, o los

365
1!:, 1 M anual de psicopatología. Volumen 2
ii

posibles efectos de ciertas sustancias (p. ej., cannabis) ( Murray et cerebrales afectados sobre las acciones voluntarias, dando lugar a
al., 2017>. los indicadores de la dimensión negativa (Boro et al., 2009).
Entre los factores más relevantes están las situaciones de trauma Sin embargo, como se representa en la Figura 11.1, la partici­
durante la i nfancia y situaciones de violencia o acoso durante los pación de procesos emocionales y de sesgos cognitivos, como el
inicios de la adolescencia. Estas situaciones, especialmente las que salto a las conclusiones, el estilo atribucional exter nalizado <Free­
implican abuso f ísico y/o sexual y negligencia, se han relacionado man, 2016; Garety et al., 2013), y la importancia de la disociación
con los síntomas psicóticos. Queda cada vez más evidenciado el especialmente relevante entre las alteraciones del se/f, son factores
papel mediador de la disociación entre los traumas y la psicosis cognitivos conducentes a la emergencia y mantenimiento de los sín­
(Lo ngden et al., 2020>. Otros mediadores fundamentales de esta tomas como se desarrollaron en la dimensión psicótica.
relación se ref ieren a las alteraciones del apego, la neurocognición La conducta humana es compleja por naturaleza, por lo que
y la cognición social ( Mansueto et al., 2019). su comprensión requiere de modelos más sof isticados que per ­
Por todo lo dicho, la psicosis no puede considerarse un trastor­ mitan analizar y entender todo el abanico de comportami entos
no del neurodesarrollo en sentido estr icto, como el autismo o la que confor man la diversidad humana (y no únicamente los signos
discapacidad intelectual, sino más bien un modelo de r i esgo del y síntomas de psicosis), así como la infor mación proveniente de
desarrollo (Murray et al., 2017l. En distintos momentos, participan los múltiples niveles de análisis involucrados (genético, cerebral,
factores que pueden provocar deterioro de la neurocognición y de psicofisiológico, neurocognitivo, psicológico y cultural). Es sabido
la cognición social, como se expuso en la dimensión desorganiza­ que la conducta humana se ajusta mal a lo lineal, a lo unilateral y
da. Posterior mente, las dificultades en el rendimiento académico, la a lo estático, por ello se hace necesario incor porar nuevos mode­
tendencia al aislamiento, el consumo de sustancias o la exposición los como la teoría de los sistemas complejos. Este acercami en­
a situaciones de violencia o acoso, podr ían tener que ver con la to entiende el ser humano como un sistema dinámico complejo,
liberación DA y la saliencia aberrante a los estímulos del entorno. esto es, un conjunto de elementos (compo nentes), procedentes
Esta interrelación entre los aspectos biológicos y ambientales de diferentes niveles (desde el molecular hasta el cultural), que
condicionan los procesos cognitivos. Como se planteó en la dimen­ interactúan entre sí (tanto verticalmente como hor izontalmente)
sión desorganizada o cognitiva porque afectan al funcionamiento y se modifican unos a otros a lo largo del tiempo, en diferen­
del SNC (funciones ejecutivas, memor ia ver bal, etc.>, pero también tes escalas temporales (de milisegundos a años>. En concreto, el
al plano del lenguaje, el habla y la comunicación. Como se planteó modelo de red considera los trastornos mentales (p. ej., la psico­
en la di mensión negativa, es posible que la relación de factores sis), como un sistema complejo de redes (causales) de síntomas y
sea muy compleja, no lineal, por lo que pueden participar procesos no como constructos (con una causa latente común) (Borsboom,
neurocognitivos, afectivos y sociales en continua interacción. 2017; Fonseca-Pedrero, 2018). Desde el modelo de red, una varia­
El foco de atención de una parte de los modelos cognitivos se ha ble latente Olamada psicosis) no sería la causa común que explica
dirigido, por tanto, al análisis neuropsicológico y del procesamiento la covar ianza existente entre los síntomas y/o signos. Los síntomas
de la infor mación, o a las explicaciones de procesos específicos de y signos no reflejarían una causa subyacente <véase un trastorno
for mación de los delir ios y alucinaciones (dimensión psicótica). Tam­ mental), sino que ser ían constitutivos de la misma. El trastorno,
bién de las alteraciones neuropsicológicas que implican circuitos por lo tanto, sería la relación (causal) y dinámica que se estable

..
Factores de riesgo
del desarrollo

Epigenética

/

Genes Deterioro cognitivo, social y motor

1NillliHllllll--;;wM1s•---iíiiillGUl·I ~
1

)) Figura 11.1. Interacción de factores de riesgo y síntomas psicóticos. Modificado de Howes y Murray [2014)

366
r Capítulo 11. El espectro de la e squizofrenia y otros t rastornos psicóticos •: J.!f

entre los diferentes síntomas y signos. El trastorno sería lo red de impactando finalmente en su funcionamiento personal y social. En
síntomas. Por ejemplo, es posible que uno persono refiero proble­ lo Figura 11.2 se presento un modelo de red de síntomas negativos
mas de sueño que estén afectando o su estado de ánimo y capaci­ estimado o partir de uno muestro de personas con d iagnóstico de
dad poro experimentar placer. A su vez, el insomnio incremento el trastorno psicótico. Esto visión de lo psicosis y, concretamente de
molestar y lo suspicacia que, con el poso del tiempo, derivo en lo los síntomas negativos, tiene cloros implicaciones poro lo e valua­
percepción de experiencias i nusuales y en aplanamiento afectivo, ción, el diagnóstico y el tratamiento.

) ) Figura 11.2. Modelo de red de síntomas negativos evaluados mediante la Clinical Assessment lnterview for Negative Symptoms
[CAINS] en una m uestra de personas con diagnóstico de psicosis.
Nota. Los nodos [ c írculos] se corresponden con los ítems de la entrevista. Las aristas [o líneas] representan el grado de asociación
entre nodos. Línea discontinua indica una relación negativa entre nodos. Línea continua indica una relación positiva entre nodos.
El grosor de la arista indica la fuerza de la asociación, a mayor grosor mayor relación. La red estimada se fundamenta en una
matriz de correlaciones parciales, esto es, se observa la relación entre dos nodos, una vez controlado el influjo de todos los nodos
de la red. La red ha sido estimada con el Modelo Gráfico Gaussiano. Se ha utilizado una muestra de 175 personas con diagnóstico
de psicosis. El ítem más relevante en la red, en función de los valores de centralidad, es el número 12.
La CAINS recoge información de: [al motivación y p lacer a nivel social, en el trabajo y la escuela y recreación y [b] expresión. El
contenido de los ítems de la CAINS es: [ 1 ] Motivac ión para tener más vínculo con la familia/cónyuge/pareja; [2] Motivación para
tener más vínculo con amigos/relaciones sentimentales; [ 3] Frecuencia de actividades sociales agradables/placer -semana pasada-;
[4] Frecuencia de actividades sociales agradables/placer -próxima semana-; [SI Motivación por el trabajo y las actividades
escolares; [6] Frecuencia de las actividades laborales/escolares placenteras esperadas -próxima semana-; [7] Motivación para las
actividades recreativas; [8] Frecuencia de las actividades de entretenimiento placenteras -semana pasada-; [9] Frecuencia de las
actividades de entretenimiento placenteras -próxima semana-; [ 10] Expresión facial; [ 1 1] Expresión vocal; [ 1 2] Expresión gestual;
[ 13] Cantidad de discurso.

'367
._, . r
:w ,i1,' Manual de psicopatología. Volumen 2

Finalmente, también se puede explicar la psicosis desde una En la actualidad, la intervención se dirige incluso a los estadios
perspectiva fenomenológica-contextual. Como se ha comentado, los iniciales de las psicosis, desde la detección temprana a la gestión
síntomas psicóticos son vivenciados, padecidos, experimentados por del primer episodio aparte, claro está, de los momentos en los
una persona en función de su contexto biográfico y socio-cultural. q_ue hay q_ue ayudar a la recuperación funcional, social y vivencia!
Este modelo se centra en la persona, en la relación interpersonal, de la persona q_ue ha desarrollado un cuadro psicótico (McGorry,
en el entendimiento de las experiencias en el contexto biográfico, 2010>. En este sentido, las intervenciones han procurado adelantar
en la recuperación del sentido del yo y en devolver a la persona al el momento de su aplicación, razón por la q_ue grandes esfuerzos
hori zonte de la vida y, así, salir del entrampamiento de la esq_ui­ se han di rigido a los primeros episodios, precisamente para ami­
zofrenia, sin prometer «un jardín de rosas». Además, una nueva norar el deterioro del paciente e incrementar las posibilidades de
visión de este síndrome debe tratar de poner el énfasis en «primera recuperación. Además, gran parte de los esfuerzos de la comunidad
persona» (Pérez-Álvarez et al., 2011). Los modelos médicos parecen científica se ha dirigido a la detección temprana de las psicosis: los
escuchar, en algunos casos, más al síndrome o al fármaco q_ue al estados mentales de alto riesgo. Se han orientado intervenciones en
propio individuo. De hecho, la i nvestigación actual, dedica mucho esta dirección, con resultados prometedores (Nelson et al., 2020>,
esfuerzo e inversión a la investigación genética y neurobiológica considerando de gran utilidad una evaluación e intervención según
y muy poco a la investigación psicopatológica en sentido estricto. la etapa clínica identificada <McGorry, 2010>.
Como se puede ver es la persona la q_ue emite la conducta (no el Otros abordajes se han desarrollado en los últimos años con
cerebro), en función de los antecedentes y consecuentes, conside­ excelentes resultados. Desde las terapias contextuales (terapia de
rando los aspectos culturales-históricos y su biografía particular. La
aceptación y compromiso, centrada en la compasión, mindfulness>
experiencia subjetiva de la persona, en este caso las experiencias
y terapia metacognitiva de Lysaker et al. (2020), pasando por las
psicóticas, se fundamenta en «ser-en-el-mundo» (acto-en-contexto)
páginas webs interactivas y la terapia AVATAR para el abordaje de
q_ue reclama de una concepción transteórica de la psicología como
las aluci naciones, hasta llegar al diálogo abierto. Una excelente
ciencia del sujeto y del comportamiento (Pérez-Álvarez, 2018). La
revisión puede encontrarse en Fonseca-Pedrero (2019).
psicosis, al igual q_ue cualq_uier otro fenómeno psicológico, se da en
una escala personal, fenoménica, operante, lingüística, y contextual. Cuando el trastorno psicótico está i nstaurado, uno de los
modelos sobre el q_ue hay más información disponible y resultados
favorables se refiere a la terapia cognitivo-conductual. Desde este
enfoq_ue, se pone énfasis en la reducción del malestar asociado a la
;1' X I l . R eco me ndaciones para la sintomatología, y un análisis acerca de las creencias o las voces q_ue
eva l uac ión y e l tratam ie nto la persona experimenta. La formulación psicológica individualizada
sobre significado de estos síntomas <Johnstone et al., 2018), su dis­
En los últimos años ha podido apreciarse un desarrollo extenso tanto tanciamiento, la modificación de las creencias, la potenciación del
en la evaluación como en el abordaje terapéutico de las psicosis. afrontamiento, son diferentes aspectos aplicados en este proceso.
La intervención, no exclusivamente farmacológica, ha permitido un
En el momento de estabilización del proceso psicótico se enmar­
beneficio claro, desde el punto de vista de la eficacia y la eficiencia
can intervenciones centradas en la rehabilitación neuropsicológica
profesional, pero también, desde la recuperación en su sentido más
(o remedición cognitiva), cuyo objetivo es la recuperación cogni­
integral para la persona.
tiva, funcional y dinámica de la persona. Es un tipo de abordaje
Parte esencial de esta i ntervención es el propio proceso de especialmente dirigido a las funciones cognitivas más afectadas
evaluación. La evaluación suele realizarse según los momentos del (atención, funciones ejecutivas y cognición social, lenguaje, apren­
proceso psicótico (Fonseca-Pedrero, 2018). Durante la fase activa, la dizaje y memoria), así como la puesta en marcha de programas de
evaluación se dirige a las dimensiones q_ue se han planteado en este psicoeducación, habilidades sociales y actividades de la vida diaria.
capítulo: psicótica, desorganizada o cognitiva, negativa, y afectiva.
A menudo, la i ntervención sobre este tipo de trastornos se
Una parte destacada de la evaluación tiene q_ue ver con la deter­
enmarca en programas multimodales o combinados con terapia far­
minación de las funciones cognitivas y el posible deterioro <p. ej.,
macológica, donde es preciso que participe la familia.
consenso MATRICS). Este tipo de evaluación permite hacer un segui­
miento de la persona en estado psicótico y diseñar la intervención Otras aportaciones muy valiosas se centran una visión integral
en rehabilitación cognitiva para el proceso de recuperación. y vivencia! de los síntomas, poniendo en primera posición a la per­
El progreso en el ámbito de la i ntervención ha superado con sona, el entorno y el significado, como desde el marco del poder,
creces la participación inicial del profesional de la psicología exclu­ amenaza, y significado en i ntervenciones como el diálogo abierto o
sivamente en algunos programas psicoeducativos o en ciertos módu­ de relación con las voces <Johnstone et al., 2018).
los de intervención como las habilidades sociales. Los tratamientos Esta descripción somera pone de relieve la importancia de una
psicológicos para la psicosis han mostrado su eficacia, eficiencia y preparación especializada del profesional. Se abordan situaciones
efectividad, siendo el caso q_ue son un parte nuclear de la interven­ ..
con una alta carga emocional, donde hay riesgo real para el pacien­
ción como bien señala el NICE (National lnstitute for Hea/th and te (p. ej., descontrol emocional, confusión y miedo ante la experien­
Care Excellence). Los tratamientos psicológicos q_ue gozan de un cia psicótica, rechazo o refractariedad de la medicación, ideación
mayor apoyo experimental (nivel de evidencia fuerte) parecen ser, e i ntentos de suicidio). Ha de entenderse q_ue la i ntervención no
según 12.ª división de la Asociación Estadounidense de Psicología pretende una mera remisión sintomática, lo q_ue implica un abordaje
( https://www.divl2.org/): el tratamiento asertivo comunitario, el que debe tener en cuenta la recuperación integral de la persona
apoyo al empleo, las intervenciones familiares, la terapia cognitiva en el mundo y en relación sana con el mismo. Por todo lo dicho, el
conductual, la economía de fichas, el entrenamiento en habilidades terapeuta ha de trabajar en un clima de colaboración, centrado en
sociales y la rehabilitación cognitiva (Fonseca-Pedrero, 2020>. la autenticidad y empatía de sus acciones. Desde los inicios en los

368
1
Capítulo 11. E l espectro de la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos
que es más importante la constancia y predecibilidad, la organiza­ La vigencia de la obra de Eugen Bleuler (1911) es otro de los
ción y estructura, a los progresos en los de aceptación del paciente aspectos señalados en estas páginas. Requiere ser tenida muy pre­
y de su situación. sente, pues var iables consideradas relevantes en la actualidad ya
Desde el punto de vista farmacológico los neurolépticos de pri­ estaban anunciadas en su obra, como la disociación ( Moskowitz y
mera generación (clorpromazina, haloper idol, tioridazina, tiotixeno, Heim, 2011). Esta sugerencia procede de la tradición francesa de
trifluoperazinal siguen utilizándose fundamentalmente para la esta­ Janet, quizá i njustamente marginada en una concepción de las psi­
bilidad del paciente, o en los momentos en los que destaca la agita­ cosis más enriquecida. La disociación se ha mencionado, aunque no
ción. Sus efectos extrapiramidales requieren a menudo un corrector ha sido abordada en profundidad, posiblemente representando una
(antiparkinsonianol. Los llamados neurolépticos atípicos (clozapina, dimensión en sí misma, o la respuesta extrema de alguna otra de
olanzapina, quetiapina y r isperidonal y los de tercera generación de las dimensiones planteadas. Se propone como una línea futura de
neurolépticos (ar i piprazoll son los más frecuentemente indicados, profundización y análisis.
aunque tienen relación con la obesidad, riesgo de hipercolesterole­ Una concepción reciente de corte fenomenológico ha dado un
mia y diabetes a largo plazo. lugar central a las alteraciones del self como seña de identidad de
la esquizofrenia (Parnas, y Henriksen, 2014l. La propuesta es rele­
vante y probablemente se circunscr iba a la dimensión psicótica,
X I 1 1 . Resumen de aspectos aunque la disociación forme parte de estas alteraciones. Además,
esta perspectiva es mucho más dinámica, muestra la interacción con
fundamenta les y el ambiente y la cultura, en un momento, precisamente, de desarro­
llo del self en el joven. Esta perspectiva requiere una profundización
tendencias futuras y probablemente necesite de modelos no lineales y dinámicos para
A l o largo d e este capítulo s e h a revisado un conjunto d e manifesta­ mejor comprensión del fenómeno psicótico (Fonseca-Pedrero, 2019).
ciones relacionado con la esquizofrenia y otras psicosis. Se ha desa­ Se ha hecho mención también a la importancia del diagnóstico
rrollado poniendo mayor énfasis en unas dimensiones que caracter i­ precoz y la detección temprana de lo que puede después desarro­
zan en gran medida alteraciones profundas en el funcionamiento del llarse como trastorno psicótico. Es verdad que se ha mejorado más
ser humano, que a los criterios diagnósticos categoriales al uso que en especificidad (70-80 %) que en sensibilidad (10-30 %), aunque se
integran las clasificaciones inter nacionales DSM y CIE. Estas clasifi­ ha defendido que estos logros son si milares en la actualidad a la
caciones son atendidas, pues for man parte del lenguaje compartido detección de la demencia y o el infarto de miocardio (Kahn et al.,
entre profesionales, aunque muchos autores cuestionan precisamen­ 2015). Es evidente que se trata de una línea de i nvestigación que
te la validez de las categor ías que proponen y la excesiva división requiere mayor progreso aún, como se está haciendo en diferentes
de los diagnósticos sin que esto represente una verdadera ventaja. países. Entre los pr incipales problemas en esta línea de trabajo está
Las dimensiones propuestas: psicótica, desorganizada o cogni­ el encontrar un equilibrio adecuado entre las mejoras psicométr icas
tiva, negativa, y afectiva (en dos componentes, depresión y manía), o clínicas y la no estigmatización de estas personas, fundamental­
responden a la mayor constancia de los resultados procedentes de mente jóvenes. Esto se extiende en realidad, a todo el espectro de
la investigación y la observación clínica. La conjunción en distinto la esquizofrenia que ha hecho incluso cuestionar si debía cambiarse
grado de todas estas dimensiones tal vez conforme un síndrome el término de esquizofrenia por la facilidad con la que puede dar
global de psicosis. Su combinación, sugiere qué elementos partici­ lugar a la (autolestigmatización.
pan y en qué grado. Algunos autores han defendido la importancia Fi nalmente, algunos autores destacan la importancia de una
de condiciones de adversidad social (Read y Dillon, 2013), y ciertas revisión profunda de los sistemas de diagnósticos e incluso de los
caracter ísticas y condiciones durante desarrollo para alejar lo de caracter izados como basados en la evidencia (Guloksuz y van Os,
una concepción tradicional o estática de enfermedad. Murray et 2018). No se pueden obviar las necesidades de estas personas y
al. (2017) destacaron que esta patología se parece más a la hiper­ debe destacarse el carácter relacional imprescindible en la atención
tensión o la obesidad, para recalcar la escasa utilidad de buscar sanitaria, tan importante como pueda serlo el perfil técnico. Como
marcadores biológicos y sí, por el contrario, cambios en el contexto, se ha destacado, aunque algunas de estas vulnerabilidades que se
en el afrontamiento, en el significado de la experiencia, etc., para desarrollan como psicosis puedan no tener una fácil salida, ha de
entender el síndrome de psicosis y su recuperación. insistirse en la comprensión de una perspectiva personal integral.
•• Términos c lave
Alteraciones del se/f 348 Dimensión psicótica 347 Síntomas psicomotores 357
Cognición social 350 Metacogn lc lón 350 Teoría de la mente 350
Dimensión desorganizada 348 Síntomas de primer rango 348
Dimensión negativa 352 Síntomas positivos 346
(1/(
tt M nual de pslcopatologla. Volumen 2
iÍI

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Capítulo 11. El espectro de la esquizofrenia y otros trastor nos psicóticos tt
•• Autoeva luación
l . Desde el punto d e vista del diagnóstico, l a presencia de c) Se caracteriza por la presencia de deterioro cognitivo.
deterioro cognitivo es más probable: d) Domina la dimensión desorganizada.
a) En la esquizofrenia.
bl En el trastorno esquízoafectivo.
6. Una de las siguientes características identifica un estado
mental de alto riesgo:
cl En el trastorno bípolar. a) Síndrome deficitario.
d) En el trastorno psicótico breve. b) Síndrome catatónico.
2. Desde el punto de vista del diagnóstico, la presencia de c) Síntomas psicóticos atenuados o breves si están presentes.
d) Síntomas de habla desorganizada presente en el últi mo
síntomas negativos es más probable:
al En el trastorno esquizoafectivo. año.
bl En el trastorno delirante.
cl En la esquizofrenia.
7. La presencia de deterioro cognitivo está relacionada con:
a) La dimensión psicótica.
dl En el trastorno esquizofreniforme.
b) La dimensión desorganizada.
3. Con respecto a los síntomas negativos es cierto q_ue: c) La dimensión afectiva.
a) Tienen mayor fiabilidad interjueces que los síntomas psi­ d) El trastorno psicótico breve.
comotores.
b) Los s íntomas negativos secundarios son inherentes a la 8. Las llamadas alteraciones del self parecen centrales:
esquizofrenia. a) En el trastorno delirante.
c) El síndrome deficitario es la presencia de síntomas negati­ b) En el espectro de la esquizofrenia.
vos primarios durante al menos un año. c) En la fase residual de la esquizofrenia.
d) La alogia es evaluada de manera más fidedigna por medio d) En el trastorno psicótico compartido.
de técnicas de autoinforme.
9. Un indicador de mal pronóstico sería:
a) Un delirio de inicio agudo.
4-. La relación entre los síntomas depresivos y los negativos
es:
b) Experiencias psicóticas vividas con perplejidad y confusión.
a) Los síntomas depresivos agravan los negativos.
b) Los síntomas negativos producen y agravan los depresivos. c) Estado de ánimo depresivo.
c) Los síntomas negativos se caracterizan por cogniciones de d) Aplanamiento afectivo.
culpa y desesperanza. 10. En uno de los siguientes trastornos es improbable encon­
d) Son los síntomas depresivos los que se relacionan con el trar la dimensión desorganizada:
deterioro cognitivo. a) Trastorno esquizoafectivo.
5. Respecto del diagnóstico de trastorno delirante: b) Esquizofrenia.
a) Domina un cuadro alucinatorio. c) Trastorno esquizofreniforme.
b) Pueden darse ideas delirantes bizarras. d) Trastorno delirante.
373
·•
1
CAPÍTUL0 12

TRASTORNOS DESTRUCTIVOS, DEL CONTROL


DE LOS IMPULSOS Y DE LA CONDUCTA
Iñigo Ochoa de A/da y Aitor Berna/

I. Introducción 375 B. Epidemiología y curso evolutivo 388


11. Clasificación y diágnostico 376 C. Diágnostico diferencial y comorbilidad 389
A. Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos D. Etiología 390
mentales <DSM) 376 IX. Cleptomanía 390
B. Clasificación internacional de las enfermedades A. Diagnóstico y características clínicas 390
(CIEl 377 B. Epidemiología y curso evolutivo 390
III.Características transdiagnósticas 377 C. Diágnostico diferencial y comorbilidad 390
IV. Trastorno negativista desafiante 378 D. Etiología 391
A. Diagnóstico y características clínicas 378 X. Otro trastorno disruptivo, del control de los impulsos
B. Epidemiología y curso evolutivo 381 y de la conducta especificado 39/
C. Diágnostico diferencial y comorbilidad 381 XI. Otro trastorno disruptivo, del control de los impulsos
D. Etiología 381 y de la conducta no especificado 391
V. Trastorno explosivo intermitente 382 XII. Recomendaciones para la evaluación
A. Diagnóstico y características clínicas 382 y el tratamiento 392
B. Epidemiología y curso evolutivo 382 A. Evaluación de los trastornos del control de los i mpulsos,
C. Diágnostico diferencial y comorbilidad 382 disruptivos y de la conducta 392
D. Etiología 381./ B. Tratamiento de los trastornos del control de los impulsos,
disruptivos y de la conducta 392
VI. Trastorno de conducta 381./
A. Diagnóstico y características clínicas 381./ XIII. Resumen de aspectos fundamentales y tendencias
B. Epidemiología y curso evolutivo 386 futuras 391./
C. Diágnostico diferencial y comorbilidad 386 TÉRMINOS CLAVE 391./
D. Etiología 386
LECTURAS RECOMENDADAS 395
VII. Trastorno de la personalidad antisocial 388
VIII. Piromanía 388 REFERENCIAS 395
A. Diagnóstico y características clínicas 388 AUTOEVALUACIÓN 397

l . I ntroducción
E l i nterés por los trastornos relacionados con e l control d e los uno de los motivos más frecuentes de asistencia psicológica (Peña
impulsos ha ido en aumento en las últimas décadas. Este interés y Palacios, 2011).
sobre todo viene marcado por la preocupación en el aumento del Si bien no son trastornos exclusivamente de ni ños y de ado­
diagnóstico en los trastornos relacionados con la infancia y la ado­ lescentes, es cierto q_ue el mal comportamiento, las travesuras, la
lescencia, siendo por ejemplo el Trastorno de la conducta disruptiva rebeldía, pelearse con la autoridad o la falta de control sobre sus

375
1¡¡, �� Manual de psicopatología. Volumen 2
impulsos son más comunes entre ellos, pero estos generalmente no nóstico nos aportará información sobre los procesos básicos en la
deberían ser preocupantes ya que evolutívamente son previsibles. etiopatogenia, es decir, en las posibles causas o mantenimiento de
Cuando el fracaso sobre el control del comportamiento persiste, se los trastornos psicológicos. En el presente capítulo, haremos refe­
puede manifestar en conductas observables desajustadas a lo espe­ rencia a algunas de las dimensiones transdiagnósticas que se han
rable para su edad y contexto, como peleas, robos, expresiones de estudiado en relación con los problemas de conducta.
ira... , pudiendo ser reflejo de un dolor interno como la ansiedad o la Por último, también íntentaremos recoger las principales apor­
depresión, a lo que se suma el malestar, la preocupación e íncluso taciones de aquellos tratamíentos que basados en la evidencia han
la desesperación de las figuras parentales o figuras de cuidado (pro­ podido avalar su eficacia. Igual que consideramos importante una
fesores, educadores...). Estos típos de manífestaciones podrían diví­ visión complementaria entre la psicopatología categorial y dimen­
dirse en dos grandes dimensiones: internalizantes y externalizantes sional, también resulta enriquecedor hacer referencia a un enfoque
(Achenbach y Edelbrock, 1984; Wright et al., 2013), y a pesar de ser bio-psico-social, ya que desde esta perspectiva se tendrían en cuen­
la segunda la más común en los trastornos que nos ocupan, veremos ta los aspectos aportados por la neurobiología, el temperamento, la
como tambíén la primera jugará un papel importante, y por tanto personalidad, la familia e incluso el marco social.
confírmará la relevancía de integrar ambas dimensíones para una
mejor compresión de estos trastornos.
A lo largo de este capítulo procuraremos exponer los aspectos 1 1 . Clasificación y diagnóstico
más relevantes (criteríos diagnósticos, prevalencia, etiología, díag­
nóstico diferencial. . .> de los diferentes trastornos impulsivos, disrup­ Como hemos comentado anteriormente, hay dos grandes líneas al
tívos o del control, recogidos por la American Psychiatry Association hablar de trastornos en psicopatología, la categorial y la dimensio­
(2014) en el DSM-5 en donde se citan, entre otros, el trastorno nega­ nal (aunque se están dando cada vez con mayor frecuencia modelos
tivista desafiante ( observaremos la importancia de patrones como integrativos, que unifican a ambas). La línea categorial, quizás la
el enfado, la irritabilidad y el desafío sobre todo a las figuras de más clásica e histórica de mayor impacto, está representada por
autoridad), el trastorno explosivo intermitente (con patrones como los dos grandes sistemas clasificatorios, la CIE- 11 y el DSM-5, los
los arrebatos recurrentes en el comportamiento en forma de íra o cuales recogen de manera diferente los trastornos mentales que se
gritos), el trastorno de conducta (siendo un patrón importante el no van a abordar en este capítulo. Para ello, por un lado, es importante
respeto a los derechos básicos de los demás, las normas o reglas conocer de qué manera se ordenan en cada uno de los sistemas (en
sociales propías de la edad), la piromanía (destacando el patrón de la Tabla 12.1 se recogen las diferencias en la clasificación) y, por
excitación previa al acto incendiario y de liberación tras el mismo), otro, cómo los entiende cada uno de ellos.
la cleptomanía (caracterizado por el impulso a robar algo que en
principio no es una necesidad) y otros trastornos disruptivos, del A. Manual d iagnóstico y estadístico
control de impulsos y de la conducta especificados y no especifi­
cados. de los trastornos mentales I D S M J
Como sabemos, atender a la psicopatología desde una perspec­ L a actualización y evolución del DSM-IV-TR (APA, 2002) a l DSM-5
tíva únicamente categorial, como representan el DSM-5 (APA, 2014) (APA, 2014) ha supuesto cambios en la organización de los capítulos
o la CIE- 1 1 (OMS, 2018), limita la comprensíón del desarrollo de los que recogen los diferentes trastornos mentales. Algunos capítulos
trastornos a aquellos factores que han podido llevar a desencade­ del DSM-IV-TR han desaparecido y otros se han integrado de tal
narlos o a mantenerlos, favoreciendo incluso confundir clasificar con manera que abarcan una mayor variedad de trastornos en un mis­
diagnosticar. El principal motivo de esta situación es la alta comor­ mo apartado. Siguiendo la línea planteada, surge en el DSM-5 una
bilidad existente entre las categorías psicopatológicas, lo que hace integración de dos capítulos. Del capítulo dedicado a los trastornos
complejo el diagnóstico, e incluso puede llevar a confusión, debído del control de impulsos (del cual se recogen el trastorno explosivo
a la cantidad de la varianza compartida entre ellos ( Félix, 2007). Por intermitente, la piromanía y la cleptomanía) y del capitulo dedicado
ejemplo, el déficit en el control de los impulsos puede darse tanto a los trastornos de la infancia y adolescencia (donde se recogen el
ante un impulso a ingerir una gran cantídad de alimentos (propio trastorno negativista desafiante, el trastorno de conducta y otros
de la bulimia nerviosa) como a poder robar algo que no necesita trastornos disruptivos, del control de impulsos y de la conducta
(cleptomanía), o el consumo de sustancias adictivas (toxicomanías), especificados y no especificados) se deriva el nuevo capítulo que
a el sentir placer por invadir la intimad de alguien sin su permísa pasa a llamarse «Trastornos del control de los impulsos, disruptivos
(exhibicionismo) o el placer por saltarse las normas socíales (anti­ y de la conducta» (Echeburúa et al., 2014).
sociall . Lo que es importante señalar es que la impulsividad o la Recogidos por la American Psychiatry Association (2014) en el
falta de control es relevante, pero no es el único elemento a tener DSM-5, el denominador común que se establece para los trastornos
en cuenta, como veremos será necesarío que se den otros patrones del control de los impulsos, disruptivos y de la conducta es la dificul­
conductuales y emocionales, relacionados con comportamientos tad del autocontrol tanto emocional como conductual. Mientras que
desajustados socialmente, que pongan en riesgo (en los casos más en otros trastornos puede aparecer la falta de autocontrol y regula­
graves) la propia vida o la de otros. ción emocional y comportamental (la bulimia nerviosa, consumo de
Por todo ello, una visión más dimensional o integrativa enri­ sustancias tóxicas, trastorno déficit de atención/hiperactividad. ..l, lo
quecería la descripción de aquellos elementos subyacentes a las específico de esta categoría es que, las conductas se suelen traducir
diferentes categorías, dedicando más espacio a la comprensión de en la violación de los derechos fundamentales de otro, explosiones
la suma de factores que rodean a una categoría concreta. Desde el de ira, suele generarse una alta tasa de conflictos con las figuras
transdíagnóstico nos permitirá observar que existen procesos comu­ que representan la autoridad, y en el cumplimiento de las normas
nes a los diferentes trastornos. Según Belloch (2012) el transdiag- establecidas por la sociedad.
9/I
Capítulo 12. Trastornos destructivos, del control de los i m pulsos y de la conducta : ;¡¡¡

)) Tabla 12.1. Diferencias en la clasificación entre el DSM-5 y la CIE-11

• Trastorno negativista desafiante. Trastorno oposicionista desafiante.


• Trastorno explosivo intermitente. • Trastorno explosivo intermitente.
Trastorno de conducta. Trastorno de conducta disocia!.
• Trastorno de la personalidad antisocial .
• Piromanía. Pi romanía.
• Cleptomanía. Cleptomanía.

8. C lasificación internacional 2) Trastorno de conducta. Un patrón persistente y repeti­


de las enfermedades ICI E l tivo de comportamientos en el que se violan los derechos
Mientras que en el DSM-5 se recopilan todos los trastornos en un básicos de otros o las normas, reglas o leyes sociales. Para
mismo capítulo, en la C I E - 1 1 se utilizan dos apartados diferentes el diagnóstico del trastorno, el DSM-5 establece quince cri­
debido a las características propias de cada categoría. Por un lado, terios referidos a cuatro categorías sintomáticas: 1 ) ha exis­
están los trastornos del control de los impulsos, donde se recogen la tido una agresión a personas y/o animales; 2) ha existido
piromanía, la cleptomanía y el trastorno explosivo intermitente; y,
una destrucción de la propiedad; 3) han existido episodios
por otro lado, los trastornos de comportamiento disruptivo y diso­
cia/, donde están el trastorno oposicionista desafiante y el trastorno de engaño y/o robo, y 4) se han incump lido gravemente las
de comportamiento disocia!. normas. Se exigen tres síntomas antes de los doce meses
La OMS (2018) define los trastornos del control de los impulsos y al menos uno en los últimos seis meses. El trastorno pro­
como caracterizados por «el fracaso repetido de resistir un impulso, voca un malestar clínicamente significativo en las áreas del
pulsión o necesidad de realizar un acto que es gratificante para funcionamiento social, académico o laboral. H abitualmente
la persona, al menos en el corto plazo, a pesar de consecuencias los síntomas más significativos aparecen en la infancia y la
como el daño a largo plazo para el individuo o para otros, marcado adolescencia [antes de los 1 8 años). La CIE- 1 1 lo denomina
malestar en relación con el patrón de comportamiento, o deterioro trastorno de comportamiento disocia!.
significativo a nivel personal, familiar, social, educativo, ocupacional
o en otras áreas importantes del funcionamiento». En este apartado 2) Trastornos de comportamiento disruptivo y disocia!.
se incluye el trastorno por comportamiento sexual compulsivo, diag­ S e g ú n la C I E - 1 1 son t rastornos que se caracterizan por
nóstico que en el DSM-5 no se contempla. « problemas comportamentales persistentes que van des­
Por otro lado, estaría la categoría de los trastornos de compor­ de marca dos comportamientos desafiantes, desobedien­
tamiento disruptivo y disocia! que se caracterizan por «problemas tes, provocadores o malic iosos [ es decir, disruptivos) hasta
comportamentales persistentes que van desde marcados comporta­ aquellos que violan persistentemente los derechos básicos
mientos desafiantes, desobedientes, provocadores o maliciosos (es
de otros o importantes normas, reglas o leyes propias de
decir, disruptivos) hasta aquellos que violan persistentemente los
derechos básicos de otros o importantes normas, reglas o leyes pro­ la edad [es dec ir, disociales)». La categoría inc luye el tras­
pias de la edad (es decir, disocialesl» <OMS, 2018). torno oposic ionista desafiante y el t rastorno de compor­
En la CIE-11 el trastorno de la personalidad antisocial se reco­ tamiento disocia!.
ge en el apartado de los «Trastornos de la personalidad y rasgos 2) Trastornos del control de Impulsos. Según la CIE- 1 1 son
relacionados». trastornos que se caracterizan por «el fracaso repetido de
En apartados posteriores, describiremos con más detalle los cri­ resistir un impulso, pulsión o necesidad de realizar un acto
terios diagnósticos recogidos en ambos sistemas clasificatorios, para que es gratificante para la persona, al menos en el corto
cada uno de los trastornos que hemos mencionado.
p lazo, a pesar de consecuencias como el daño a largo plazo
para el individuo o para otros, marcado malestar en relación
, , , 1 1 1 . Caracte rísticas con el patrón de comportamiento, o deterioro significativo
transd iagnósticas a nivel personal, familiar, social, educativo, ocupacional o en
otras áreas i mportantes del funcionamiento». La categoría
Como ya s e h a planteado e n otros capítulos del presente manual, incluye el t rastorno exp losivo i ntermitente, la piromanía,
la comorbilidad es muy alta entre los trastornos mentales y entre la cleptomanía y el t rastorno por comportamiento sexual
ellos, los trastornos del control de los impulsos, disruptivos y de la
compulsivo.
conducta. Desde esta perspectiva se pretende entender estos tras-

ill
VI t Manual de psicopatología. Volumen 2

tornos sobre la base de un rango de procesos etiopatogénicos que nes negativas. la urgencia negativa se relaciona con la falta de
se pueden dar tanto en las causas como en el mantenimiento de los autocontrol y tiene que ver con la necesidad de respuesta inme­
mismos <Belloch, 20l2; Sandín et al., 2012) diata e impulsiva ante un malestar emocional que lleva a tomar
la idea de partida sería identificar una serie de elementos o decisiones de una manera precipitada. La urgencia negativa une la
dimensiones clave y comunes a varios trastornos, evitando la cate­ impulsividad con las emociones negativas; cierra un círculo que se
gorización excesiva y sobre todo una mayor comprensión del funcio­ retroalimenta negativamente desde la percepción de una emoción
namiento de los procesos básicos que pueden encontrarse tras las negativa; favorece un afrontamiento errático en la autorregulación y
categorías diagnósticas más propias de los enfoques categoriales. aumenta el malestar emocional (López-Serrano et al., 2017).
Desde esta perspectiva en la que se atiende más a lo dimensional
que a lo categorial, no se pretende la dominancia de una sobre la
otra, sino un enfoque más integrador (Sandín, 2012). � Impulsividad. Predisposición a reaccionar de una manera
Son muchos los autores que se han centrado en estudiar los ele­ no planificada sin pensar en las consecuencias negativas
mentos transdiagnósticos relacionados con los trastornos del control que puede acarrear esta forma de actuar [p. ej., coger un ,.
de los impulsos, disruptivos y de la conducta, debido a la alta comor­ objeto de una estantería en el centro comercial o romper
bilidad que presentan con otros trastornos relacionados, como los el espejo retrovisor de un coche aparcado].
trastornos del estado del ánimo, adicciones o los trastornos de la con­
ducta alimentaria entre otros (Cassiello-Robbins y Barlow, 2016; Ezpe­
leta et al., 2018; Jakuszkowiak-Wojten et al., 2015; Smith et al., 2019).
El enfado y la irritabilidad también han sido dimensiones estu­
En la difícil tarea de comprender los aspectos dimensionales diadas en lo que se refiere a su relación con la agresividad en niños
de los diferentes trastornos, las emociones son un denominador y adolescentes con problemas de conducta (Sukhodolsky et al.,
común. la disrupción emocional y la regulación emocional pueden 2016), mostrando la alta relación que se da no solo con los síntomas
ser variables transdiagnósticas comunes a muchos trastornos psico­ del trastorno negativista desafiante, sino que también está presente
patológicos. la regulación emocional también ha sido estudiada en en el trastorno por déficit de atención con hiperactividad, trastor­
lo que se refiere a los problemas de comportamiento, sobre todo nos de ansiedad o del estado del ánimo (Nock et al., 2007). Según
en la infancia y la adolescencia (Fraire y Ollendick, 2013; Kostyrka­ Burke et al. (2014), la dimensión i rritabilidad incluye «perder los
Allchorne et al., 2020; Maliken y Katz, 2013). papeles», «molestarse fácilmente y enojarse» o «estar resentido»,
Ahora bien, a la hora de estudiar el impacto de la regulación variables presentes en varios trastornos de conducta. Whelan et al.
emocional, puede ser interesante estudiar la manera en la que se (2013) señalan que los síntomas de irritabilidad en la infancia están
expresa o manifiesta la desregulación. Hemos visto, la importancia relacionados con trastornos del estado del ánimo y de ansiedad en
de unificar las variables comunes en los diferentes trastornos, en la vida adulta, por lo que sería crucial su papel en la prevención de
esta línea varios autores han estudiado la posibilidad de modular dichos trastornos. En lo que se refiere al enfado, como ocurre con
todas ellas en dos dimensiones principales: ínternalízantes y exter­ el resto de emociones, en su justa medida tiene una función adap­
nalízantes (Achenbach y Edelbrock, 1984; Wright et al., 2013). La tativa y, por lo tanto, necesaria; sin embargo, en exceso dejará de
dimensión externalizante se podría describir como la propensión a ser adaptativo y acarreará consecuencias en la vida cotidiana de
expresar el malestar a través de acciones externas,- de una manera quien lo sufra. Fernández (2013) considera que el enfado a menudo
desinhibida, como el consumo de sustancias, saltarse las normas o se encuentra dentro de otros constructos como la irritabilidad, la
con problemas de conducta ( Eaton et al., 2015; Krueger y Markon, agresividad o la hostilidad, conceptos presentes en casi todos los
2006). En esta línea, constructos como el enfado, la impulsividad o trastornos de conducta, pero también en el trastorno de ansiedad
la irritabilidad correlacionan con formas externalizantes y, por tan­ generalizada o en el trastorno bipolar, entre otros, lo que hace del
to, estarían directamente relacionados con los trastornos de con­ enfado un elemento útil para comprender y prevenir problemas en
ducta. En lo referente a la dimensión internalizante, podríamos defi­ la infancia y en la adolescencia.
nirla como la tendencia a introyectar el estrés (Eaton et al., 2015), Por todo lo descrito, vemos que el transdiagnóstico aporta un
dirigiéndolo hacia dentro, en forma de pensamientos autodestructi­ enfoque que enriquece la visión clásica categorial de los trastornos
vos, por ejemplo. Si tenemos en cuenta que el miedo o la ansiedad psicopatológicos, pudiendo ir más allá del mero diagnóstico, y per­
son constructos que se dan también en los trastornos del compor­ mite profundizar en dimensiones o elementos comunes compartidos
tamiento, observaríamos que en estos trastornos se darían tanto por los diferentes trastornos mentales y del comportamiento, lo que
constructos transdiagnósticos externalizantes como internalizantes. favorece no solo diseñar intervenciones más eficaces, sino también
Krueger y Eaton (2015) consideran la impulsividad como un fac­ la prevención de estos trastornos desde edades tempranas.
tor fundamental en los trastornos externalizantes. la impulsividad,
entendida como la predisposición a reaccionar de una manera no
planificada sin pensar en las consecuencias negativas que puede 1 V . Tra storno negativista
acarrear (desde coger un objeto de una estantería en el centro
comercial o romper el espejo retrovisor de un coche aparcado) no desafia nte
sería un factor exclusivo de los trastornos de conducta, pero sí una A. D iagnóstico y características c l í n icas
pieza clave para el tratamiento de los mismos. Otro elemento trans­
diagnóstico relacionado con la impulsividad es la urgencia negativa la característica principal de este trastorno es el enfado, la irrita­
(Racine y Martín, 2016). Según Cynders y Smith (2008), la urgencia bilidad, las discusiones y las tendencias oposicionistas y vengativas
negativa se puede entender como una tendencia disposicional para expresadas hacia los adultos o aquellas personas que representan
actuar de una manera impulsiva al experimentar o sentir emocio- la autoridad (Rigat-Cererols y Talarn-Caparrós, 2015). la manifesta-

378
Capítulo 1 2. Trastornos destructivos, del control de los impulsos y de la conducta ,i.

) ) Tabla 12.2. C riterios diagnósticos del DSM-5 para el trastorno negativista desafiante [APA, 2014)

' A. Un patrón de enfado/irritabilidad, discusiones/actitud desafiante o vengativa que dura por lo menos seis meses, que se manifiesta '
por lo menos con cuatro síntomas de cualquiera de las categorías siguientes y que se exhibe durante la interacción por lo menos
con un individuo que no sea un hermano.
Enfado/irritabilidad
l. A menudo pierde la calma.
2_ A menudo está susceptible o se molesta con facilidad.
3. A menudo está enfadado y resentido.
Discusiones/actitud desafiante
q_ Discute a menudo con la autoridad o con los adultos, en el caso de los niños y los adolescentes.
5. A menudo desafía activamente o rechaza satisfacer la petición por parte de figuras de autoridad o normas.
6. A menudo molesta a los demás deliberadamente.
7. A menudo culpa a los demás por sus errores o su mal comportamiento.
Vengativo
8. Ha sido rencoroso o vengativo por lo menos dos veces en los últimos seis meses.
Nota: Se debe considerar la persistencia y la frecuencia de estos comportamientos para distinguir los que se consideren dentro de los límites
normales de los sintomáticos. En los niños de menos de cinco años el comportamiento debe aparecer casi todos los días durante un período
de seis meses por lo menos, a menos que se observe otra cosa (Criterio AS). En los niños de cinco años o más, el comportamiento debe
aparecer por lo menos una vez por semana durante al menos seis meses, a menos que se observe otra cosa (Criterio A8l. Si bien estos
criterios de frecuencia se consideran el grado mínimo orientativo para definir los síntomas, también se deben tener en cuenta otros factores,
por ejemplo, si la frecuencia y la intensidad de los comportamientos rebasan los límites de lo normal para el grado de desarrollo del individuo,
su sexo y su cultura.

B. Este trastorno del comportamiento va asociado a un malestar en el individuo o en otras personas de su entorno social inmediato
(es decir, familia, grupo de amigos, compañeros de trabajo), o tiene un impacto negativo en las áreas social, educativa, profesional 1:
u otras importantes.

C. Los comportamientos no aparecen exclusivamente en el transcurso de un trastorno psicótico, un trastorno por consumo de sustancias,
un trastorno depresivo o uno bipolar. Además, no se cumplen los criterios de un trastorno de desregulación disruptiva del estado
de ánimo.

Especificar la gravedad actual:


Leve: Los síntomas se limitan a un entorno (p. ej., en casa, en la escuela, en el trabajo, con los compañeros).
Moderado: Algunos síntomas aparecen en dos entornos por lo menos.
Grave: Algunos síntomas aparecen en tres o más entornos.
' /

ción del trastorno se recoge en tres grupos de síntomas que han de externa. Ellos son personas que simplemente responden ante alguna
expresarse en la relación con otra persona que no sea un hermano. situación o circunstancia o exigencia poco razonable o clasifica­
Estos síntomas son a rasgos generales aquellas conductas o tenden­ do, según su criterio subjetivo, como de i njusta (APA, 2014). En la
cias hacia el enfado o irritabilidad, hacia las discusiones o la actitud Tabla 12.2 se recogen los criterios q_ue se establecen en el DSM-5
desafiante y actos vengativos. Los síntomas que se recogen podrían paro su diagnóstico.
bien darse en población no clínica, pero la frecuencia y la intensidad La diferencia entre ambos sistemas clasificatorios es en porte
de los mismos es mayor en los individuos con este trastorno. Por eso, debida a la división q_ue la CIE-11 realiza dentro del diagnóstico.
la gravedad se determina con relación a la cantidad de entornos en Mientras q_ue el DSM-5 recoge los criterios en una sola categoría
los que se expresa dicho comportamiento. La sintomatología oscila diagnostica, la CIE-11 matiza la definición de tal manera q_ue des­
en un continuum de regulación tanto emocional como conductual cribe dos situaciones para este trastorno en relación al estado emo­
y existe una oposición a aquellas figuras que representan la autori­ cional q_ue lo acompaña: (al uno se caracteriza por un estado de
dad; en la infancia pueden ser los podres, profesores o pares, pero o áni mo predominante y persistentemente enojado o i rritable, y el
medida que se avanza en el desarrollo, el oposicionismo se proyecta otro caso, (b) no se caracteriza por un estado de ánimo predomi­
hacia la ley, policías, etc. Entre hermanos estos comportamientos nante y persistentemente enojado o irritable, pero presenta un com­
suelen ser habituales, pero responden a comportamientos típicos portamiento obstinado, argumentativo y desafiante (OMS, 2018). En
del desarrollo y relacionales. El trastorno es egodistónico, es decir, la Tabla 12.3 se recoge la información q_ue contiene actualmente la
los individuos sitúan el /ocus de control en algún objeto o persona CIE- 11.

Jl9
t lt Manual de psicopatología. Volumen 2

) ) Tabla 12.3. Descripción de la CIE-11 para diagnosticar un trastorno desafiante y oposicionista (6.C90] (OMS, 2018]

El trastor no desafiante y oposicionista es un patrón persistente (p. ej., seis meses o más) de comportamiento marcadamente desafiante,
desobediente, provocativo o malicioso que ocurre con más frecuencia de lo que se observa típicamente en individuos de edades y nivel
de desarrollo similares, y que no se limita a la interacción con los hermanos. El trastorno desafiante y oposicionista puede manifestarse en
un estado de ánimo enojado o irritable persistente, a menudo acompañado por arrebatos graves de mal genio o comportamiento obstinado,
desafiante y discutidor. El patrón de comportamiento es lo suficientemente grave para causar un deterioro significativo a nivel personal,
familiar, social, educacional, laboral o en otras áreas importantes del funcionamiento.

6C90.0 Trastorno desafiante y oposicionista con irritabilidad o enojo crónicos


Se cumplen todos los requisitos de definición para el trastorno desafiante y oposicionista. Esta forma de trastor no se caracteriza por
un estado de ánimo predominante y persistentemente enojado o irritable que puede presentarse independientemente de alguna
provocación aparente. El estado de ánimo negativo suele ir acompañado de arrebatos de mal genio que se producen regularmente y
que son excesivamente desproporcionados en cuanto a su intensidad o duración con respecto a la provocación. La irritabilidad crónica
y el enojo son características del funcionamiento del individuo casi todos los días, son observables en múltiples entornos o dominios de
funcionamiento (p. ej., el hogar, la escuela, las relaciones sociales) y no están restringidos a la relación del individuo con sus padres
o tutores. El patrón de irritabilidad y enojo crónicos no se limita a episodios ocasionales (p. ej., irritabilidad típica del desarrollo) o períodos
específicos (p. ej., estado de ánimo irritable en el contexto de episodios maníacos o depresivos).

6(90.00 Trastorno desafiante y oposicionista con irritabilidad o enojo crónicos, con emociones prosociales limitadas
Se cumplen todos los requisitos por definición del trastor no desafiante y oposicionista con irritabilidad o enojo crónicos. Además, el
individuo exhibe características que a menudo se denominan como «insensibles y carentes de emoción». Estas características incluyen la
falta de empatía o sensibilidad a los sentimientos de otros y la falta de preocupación por el sufrimiento de otros; falta de remordimiento,
vergüenza o culpa por su propio comportamiento (a menos que se desencadene al ser aprehendido), indiferencia relativa a la probabilidad
de castigo; falta de preocupación por mal desempeño en la escuela o el trabajo; y limitada expresión de emociones, sentimientos positivos
o amor hacia los demás, o solo de manera superficial, hipócrita o instrumental.

6(90.01 Trastorno desafiante y oposicionista con irritabilidad o enojo crónicos, con emociones prosociales normales
Se cumplen todos los requisitos de definición para el trastorno desafiante y oposicionista con irritabilidad o enojo crónicos. El individuo
no exhibe características «insensibles y carentes de emoción», como la falta de empatía o sensibilidad a los sentimientos de los demás
y la falta de preocupación por el sufrimiento ajeno.

6C90.0Z Trastorno desafiante y oposicionista con irritabilidad o enojo crónicos, sin especificación

6C90.I Trastorno desafiante y oposicionista sin irritabilidad o enojo crónicos


Cumple con todos los requisitos de definición para el trastor no desafiante y oposicionista. Esta forma de trastor no no se caracteriza
por un estado de ánimo predominante y persistentemente enojado o irritable, pero presenta un comportamiento obstinado, argumentativo
y desafiante.

6(90.10 Trastorno desafiante y oposicionista sin irritabilidad o enojo crónicos, con emociones prosociales limitadas
Se cumplen todos los requisitos de definición para el trastorno desafiante y oposicionista sin irritabilidad o enojo crónicos. Además, el
individuo presenta características que a veces se denominan «insensibles y carentes de emoción». Estas características incluyen falta
de empatía o sensibilidad hacia los sentimientos de los demás y falta de preocupación por el sufrimiento ajeno; falta de remordimiento,
vergüenza o culpa por su propio comportamiento (a menos que se desencadene al ser aprehendido), relativa indiferencia ante la
probabilidad de castigo; falta de preocupación por el bajo rendimiento en la escuela o el trabajo; y expresión limitada de las emociones,
particularmente sentimientos positivos o de amor hacia los demás, o solo de manera superficial, insincera o instrumental. Este patrón es
generalizado en todas las situaciones y relaciones (es decir, el calificador no debe aplicarse en base a una sola caracter ística, una sola
relación o una única instancia de comportamiento) y el patrón es persistente en el tiempo (p. ej., al menos un año).

6(90.11 Trastorno desafiante y oposicionista sin irritabilidad o enojo crónicos, con emociones prosociales normales
Se cumplen todos los requisitos de definición del trastorno desafiante y oposicionista sin irr itabilidad o enojo crónicos. El individuo
no exhibe características que se consideren como «insensibles y carentes de emoción», como falta de empatía o sensibilidad a los
sentimientos de los demás y falta de preocupación por el sufrimiento ajeno.

6C90.IZ Trastorno desafiante y oposicionista sin irritabilidad o enojo crónicos, sin especificación

• 6C.90.Z Trastorno desafiante y oposicionista, sin especificación

380
Capítulo 1 2. Trastornos destructivos, del control de los impulsos y de la conducta il

8. Epide mio logía y curso evo lutivo )) Tabla 12.4. Resumen diagnóstico diferencial del trastorno
negativista desafiante
a. Prevalencia
Lo prevalencia del trastorno negotivisto desafiante oscilo entre el • Discapacidad intelectual (trastorno
1-11 %, estimando uno medio del 3,3 % (APA, 2014). Lo desarrollan del desarrollo intelectuall.
el 10 % de los niños de edad escolar y adolescentes, dándose uno • Trastornos de la comunicación
mayor tosa de incidencia (alrededor del 50 %) en los casos de niños (trastornos del lenguaje).
con diagnóstico de déficit de atención e hiperactividad (Gomarra et • Trastorno por déficit de atención/
al., 2018). Mientras que en lo infancia se do un predominio del sexo hiperactividad.
masculino, al llegar o la adolescencia y edad adulto esta diferencio
tiende a estabilizarse (APA, 2014). " • Trastorno bipolar.

b. Inicio y evolución T.-ostomos dep�esivos


·,:¡, t
:11 • Trastorno depresivo mayor.
Lo edad de aparición suele ser entre los ocho y los doce años, pu­ • Trastorno de desregulación
diendo iniciarse o la edad tres años (Mayoral et al., 2016). En el disruptiva del estado de ánimo.
curso normal del desarrollo del niño se pueden observar conductos
semejantes a los síntomas de este trastorno, pero, la diferencio con T�J�f t1 a�ief.1� , , • Trastorno de ansiedad social
la población clínica reside en que estas conductas se observan de ;\\\;' ' ll 111·, "\ iH;
(fobia sociall.
T�ornos disn1ptivo�, " • Trastorno explosivo intermitente.
1 1

manero muy frecuente y suelen persistir en el tiempo (Gamarra et


al., 2018). Los niños y adolescentes que tienen un inicio temprano · del
. ••lC�mul' 111'1""':.tr.i ' • Trastorno de conducta.
· _ 1OS•. -���,;¡_¡:_
c "'"'u......:1., de
con un 30 % de probabilidad desarrollaron un trastorno de conducto ' y -d� 101 conducta' • m
y el 10 % un trastorno antisocial de la personalidad, pero en la ma­
yoría de los casos de niños y adolescentes con trastorno negativista !Elaborada a partir de APA, 20 14).
desafiante no se va o desarrollar un trastorno de conducta (Mortínez
Rodríguez, 2020l.

C. Oiágnostico dife rencial y comorbilidad el inicio se do en la infancia, el trastorno negativista suele preceder
al trastorno de conducta (Vásquez, 2010; APA, 20l4l.
a. Diagnóstico diferencial
El oposicionismo no debe aparecer como consecuencia de un com­ O. Etio logía
portamiento impulsivo y que requiere un determinado nivel de aten­
ción (trastorno por déficit de atención/hiperactividad) ni como con­ Los factores etiológicos que pueden generar un trastorno negotivis­
secuencia de la no comprensión de los normas por un deterioro en la ta desafiante son multicausoles. Entre los diversos causas, el conoci­
capacidad de comprensión o un trastorno del desarrollo intelectual. miento científico actual divide en dos grandes bloques el origen de
Pueden aparecer irritabilidad y sentimientos negativos como porte este trastorno: factores neurobiológicos y factores ligados al apren­
del curso normal de algún trastorno del estado del ánimo. Especial dizaje y contexto de desarrollo.
atención merece el trastorno de desreguloción disruptivo del estado
del ánimo, donde lo desregulación emocional, factor común con el Factores neurobiológicos y neuropsicológicos
trastorno negativista desafiante, cursa con mayor gravedad e inten­ Aunque con escasa existencia, algunos estudios vinculan el trastorno
sidad. En el trastorno explosivo intermitente se observo un mayor negotivisto desafiante con factores de carácter hereditario que pue­
grado de agresividad proyectado hacia otros, y en el de conducto la den traducirse en daños neurológicos y/o neurofisiológicos (Mayoral
gravedad es mayor yo que existe un daño a animales o personas, lo et al., 2016). Cuando se comparan los datos obtenidos de estudios
destrucción de la propiedad, y un patrón de robos o engaños (APA, en hermanos gemelos, encontramos que el factor genético común
2014) (véase lo Tabla 12.4-). paro la expresión del trastorno es del 50 %. Mientras que el 55-57 %
de la expresión de lo sintomatologío puede atribuirse o los facto­
b. Comorbilidad res genéticos y el 14-23 % a factores ambientales compartidos entre
Entre el 50 % y el 60 % de las personas con trastorno por déficit de ambos hermanos, existe un porcentaje que facilito lo expresión del
atención/hiperactividad desarrollarán de formo comórbido un tras­ trastorno, que se debe a factores no compartidos (Hudziak et. al.,
torno negativisto (Ortiz Giroldo et al., 2008). Los datos indican que 2005, citado en Ezpeleta y Toro, 2014). Aunque son relevantes, los
el trastorno negotivista puede ser predictor de algún trastorno del hallazgos biológicos no explican el origen del trastorno negotivista
estado del ánimo en lo juventud y edad adulta, siendo los trastornos desafiante, ni tampoco la gran variabilidad individual del trastorno.
depresivos y los trastornos de ansiedad los más habituales (Quy y Se encuentran también factores temperamentales que se rela­
Stringaris, 20l7). En esta línea, Nock et al. (2007) hablan de que la cionan con una mayor reactividad emocional y una menor tolerancia
prevalencia de estos trastornos es del 10 % y que, de ese porcentaje, a lo frustración que de alguna manero se traducen en una mola
cerca del 62 % presentaban trastornos de ansiedad; este alto por­ regulación emocional y comportomental, característica estrecha­
centaje puede ser debido a que los datos son en población clínico; mente relacionado con el trastorno negotivisto desafiante (APA,
en población no clínica, la comorbilidad podría ser menor. Cuando 2014).

381
'fü1 •
t Manual de psicopatología. Volumen z

También, se indica que puede existir un déficit cognitivo que


acompaña al trastorno. Los estudios se centran en las funciones
V. Trastorno explosivo
ejecutivas, entendidas como mecanismos de preparación, control y intermitente
ejecución cognitiva en respuesta conductual óptima a las demandas
del ambiente. Se encuentran déficits en la función ejecutiva y sobre A. Diagnóstico y caracte rísticas c lín icas
todo en la memoria de trabajo, que se manifiesta en dificultades
La característica principal de este trastorno son los arrebatos de
para asociar las consecuencias de un comportamiento actual con la
ira y falta de control de la agresividad. La agresividad, que puede
experiencia previa de las consecuencias de dicho comportamiento
ser tanto verbal como física, no es premeditada, surge como un
(Ortiz-Giraldo et al., 2008).
impulso que no sigue otro objetivo más allá de satisfacer el mis­
Factores ligados al aprendizaje y/o contexto de desarrollo mo (Rigat-Cererols y Talarn-Caparrós, 2015). La falta de control de
impulsos se refleja en los arrebatos de agresividad que pueden afec­
Aprendizaje tar tanto a la propiedad como a los animales como a otro individuo,
Ligados al contexto se recogen los estilos educativos que los padres pero a diferencia de lo que ocurre en el trastorno de conducta, la
ejercen con sus hijos, se encuentra que las estrategias negativas agresión física no produce daños o destrucción alguna de la pro­
(p. ej., castigos, refuerzo negativo) y aquellas que priman el control piedad, ni produce lesiones en los animales u otros individuos. Esta
y el poder de manera exagerada aparecen con mayor frecuencia respuesta no suele ser proporcional al estímulo desencadenante
en los diagnósticos de trastorno negativista desafiante (Gamarra y su desarrollo es intenso pero breve en el tiempo (alrededor de
30 minutos). Es por eso que se habla de arrebatos o ataques, ya que
et al., 2018). La mayor o menor flexibilidad en el ejercicio de poder
se presentan de manera espontáneo ante estímulos que normal­
es también un factor que puede afectar, se encuentra una mayor
mente no producirían la reacción que ahora sí producen, incluso a
rigidez por parte de las figuras de autoridad en las familias donde
veces sin que se presente un estímulo (Zapata y Palacios, 2016). En
se manifiesta el oposicionismo. Junto con esto, la suma de un uso
la Tabla 12.5 se recogen los criterios que se establecen en el DSM-5
excesivo del refuerzo negativo y la mala comunicación o ausencia
para su diagnóstico.
de la misma fomenta el comportamiento negativista, que de alguna
manera pretender alcanzar una mayor atención o interacción por La CIE- 11 plantea que los episodios impulsivos son breves y de
parte de las figuras de autoridad (Mayoral et al., 2016). carácter explosivo, es decir, que la respuesta es mayor en intensi­
dad y activación ante el estímulo presentado. Además, los episo­
Como consecuencia, se desarrollan dificultades en el procesa­
dios explosivos no deben ser consecuencia de un patrón de enojo
miento de la información social. Como recogen Ezpeleta y Toro (2014):
e irritabilidad crónicos, ya que entonces se estaría hablando de un
En el proceso de aprendizaje social, el trastorno negativista trastorno desafiante y oposicionista (6.C90). Los episodios deben ser
desafiante presenta dos déficits principales 1) dificultad para aso­ repetidos, pero no se establece un criterio temporal. En la Tabla 12.6
ciar los conductos con los consecuencias positivos o negativas que se recoge la información que contiene actualmente la CIE- 11.
tienen. Esto dificultad se manifiesto por: o) bojo sensibilidad al
castigo y o otros indicadores aversivos y ausencia de miedo, lo que 8. Epidem iología y curso evolutivo
obstaculizo aprender o contener los comportamientos no apropia­
dos, y b) dificultades en el procesamiento de lo recompenso, que a. Prevalencia
reduce lo motivación poro obtenerlo si no es muy intenso (búsque­ Se estima que la prevalencia del trastorno explosivo intermitente es
da de sensaciones) y compromete el aprendizaje de los comporta­ aproximadamente del 6 %, del 13 % en atención ambulatoria y del
mientos apropiados, y 2) dificultades en la solución de problemas 7 % en hospitalización (Palacio y Zapata, 2016, citado en Mayoral et
debido al deterioro en el control cognitivo o función ejecutivo al., 2016). En Estados Unidos de América la prevalencia es del 2,7 % y
(especialmente en lo inhibición y tomo de decisiones cuando hoy se observa con mayor frecuencia en personas jóvenes (edades com­
factores emocionales -refuerzo o castigo-).» (pp. 457-LViB). prendidas entre los 35 y 40 años) que en personas de mayor edad
(mayores de 50 años), siendo más frecuente en el sexo masculino
Contexto relacional que en el femenino (APA, 2014).
Existen otras explicaciones de carácter relacional que ponen el foco b. Inicio y evolución
en las relaciones que se crean entre el hijo y la figura de apego.
Los individuos con apego ansioso pueden involucrarse en conductas El inicio suele ser en la infancia y/o adolescencia y tiende a disminuir
oposicionistas como medio rudimentario de exigir atención y cuida­ su presencia a partir de los 40 años (Martínez Rodríguez, 2020l. El
do de sus figuras de apego; por otro lado, los individuos con apego curso tiende a ser de carácter crónico (Mayoral et al., 2016). El curso
evitativo pueden participar en comportamientos antisociales como del trastorno suele ser episódico con períodos recurrentes de presen­
un medio para negar la importancia de las relaciones de apego cia de la sintomatología (APA, 2014).
y ganar distancia de unos figuras que no responden (Mikulincer y
Shaver, 2016). C. D iágnostico d ife rencial y comor b i lidad
De igual manera, se encuentra que los relaciones sociales con
a. Diagnóstico diferencial
los pares refuerzan lo sintomatología. La expresión de comporta­
mientos oposicionistas es rechazada por el grupo de iguales, esto Los arrebatos de ira se pueden ser debidos a trastornos neuroló­
hace que el individuo busque en otros grupos disruptivos (donde gicos (p. ej., la enfermedad de Alzheimer) y al estrés que sufre
dichos comportamientos son aceptados) la aceptación social (Quy el paciente en numerosas enfermedades médicas. Los episodios
y Stringaris, 2017>. psicóticos pueden dar lugar a comportamientos agresivos y vio-

382
Capítulo 12. Trastornos destructivos, del control de los impulsos y de la conducta

)) Tabla 12.s. Criterios diagnósticos del DSM-5 para el trastorno explosivo intermitente [APA, 2014]

A. Arrebatos recurrentes en el comportamiento que reflejan una falta de control de los impulsos de agresividad, manifestada por una de los
;' '\

comportamientos siguientes:
l. Agresión verbal (p. ej., berrinches, diatribas, disputas verbales o peleas) o agresión física contra la propiedad, los animales u otros
individuos, en promedio de dos veces por semana, durante un período de tres meses. La agresión física no provoca daños ni destrucción
de la propiedad, ni provoca lesiones físicas a los animales ni a otros individuos.
2. Tres arrebatos en el comportamiento que provoquen daños o destrucción de la propiedad o agresión física con lesiones a animales
u otros individuos, sucedidos en los últimos doce meses.

B. La magnitud de la agresividad expresada durante los arrebatos recurrentes es bastante desproporcionada con respecto a la provocación
o cualquier factor estresante psicosocial desencadenante.

C. Los arrebatos agresivos recurrentes no son premeditados (es decir, son impulsivos o provocados por la ira) ni persiguen ningún objetivo
tangible (p. ej., dinero, poder, intimidación).

D. Los arrebatos agresivos recurrentes provocan un marcado malestar en el individuo, alteran su rendimiento laboral o sus relaciones
interpersonales, o tienen consecuencias económicas o legales.

E. El individuo tiene una edad cronológica de seis años por lo menos (o un grado de desarrollo equivalente).

F. Los arrebatos agresivos recurrentes no se explican mejor por otro trastorno mental (p. ej., trastorno depresivo mayor, trastorno bipolar,
trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo, trastorno psicótico, trastorno de la personalidad antisocial, trastorno de
personalidad límite), ni se pueden atribuir a otra afección médica (p. ej., traumatismo craneoencefálico, enfermedad de Alzheimer), ni a
los efectos fisiológicos de alguna sustancia (p. ej., drogadicción, medicación). En los niños de edades comprendidas entre 6 y 18 años, a un
comportamiento agresivo que forme parte de un trastorno de adaptación no se le debe asignar este diagnóstico.

Nota: Este diagnóstico se puede establecer además del diagnóstico de trastorno por déficit de atención/hiperactividad, trastorno de
conducta, trastorno negativista desafiante o trastorno del espectro autista, cuando los arrebatos agresivos impulsivos recurrentes superen
a los que habitualmente se observan en estos trastornos y requieran atención clínica independiente.
'

)) Tabla 12.6. Descripción de la CIE-11 para diagnosticar un trastorno explosivo intermitente [6C73] [OMS, 2018]

El trastorno explosivo intermitente se caracteriza por episodios breves y repetidos de agresión verbal o físico o destrucción de bienes
que representan una falla en el control de los impulsos agresivos, con la intensidad de la explosión o el grado de agresividad totalmente
desproporcionados a la provocación o la precipitación de estresores psicosociales. Los síntomas no se explican mejor por otro trastorno
mental, del comportamiento o del neurodesarrollo y no forman parte de un patrón de enojo e irritabilidad crónicos (p. ej., en el trastorno de
oposición desafiante). El patrón de comportamiento es lo suficientemente grave como para causar un deterioro significativo a nivel personal,
familiar, social, educativo, ocupacional o en otras áreas importantes de funcionamiento.
Exclusión
• Trastorno desafiante y oposicionista (6C90).

lentos más o menos transitorios, según cada paciente. El efecto i mpulsivas, pero, no persiguen ningún objetivo beneficioso CAPA,
producido por el consumo de algunas sustancias (p. ej., alcohol, y 2014) (véase la Tabla 12.7).
los estimulantes) también puede generar con frecuencia comporta­
mientos agresivos. La agresividad puede expresarse también dentro b. Comorbilidad
del marco de un trastorno de la personalidad (Campos, 2013). La Según Kessler et al., 2006, se da una alta comorbilidad con los
agresividad puede ser característica de alguno de los trastornos desórdenes emocionales (37,4 %) y de ansiedad (58,1 %). Algunos
del neurodesarrollo (p. ej., el TDAH) por lo que es importante dis­ datos indican que las personas con trastorno explosivo intermiten­
tinguir si los arrebatos se expresan como consecuencia de alguna te, aproximadamente en un 82 % de los casos, desarrollarán a lo
otra categoría diagnóstica. Por último, la diferencia con el tras­ largo de su curso evolutivo algún trastorno del estado del ánimo,
torno negativista reside en que en este último no se contempla la abuso de sustancia y/o trastornos la ansiedad (Nielsen et al., 2011,
agresión física; y con el trastorno de conducta, las agresiones son citado en Campos, 2013). Se encuentra que los individuos con tras-

383
Í/1, r'if Manual d e psicopatología. Volumen 2

) ) Tabla 12.7. Resumen diagnóstico diferencial del trastorno explosivo intermitente

• Trastornos del espectro autista.


• Trastorno por déficit de atención/hiperactividad.
Esquizofrenia.
Episodio maníaco.
u1 • Trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo.
• Trastorno negotivista desafiante.
• Trastorno de conducto.
Trastorno de lo personalidad antisocial.
Intoxicación por sustancias o síndrome de abstinencia.
Delirium.
Trastorno neurocognitivo mayor.
• Trastorno de la personalidad antisocial.
;¡' • Trastorno de la personalidad límite.

[Elaborada a partir de APA, 2014 y Campos, 2013).

tornos de lo personalidad l ímite o antisocial presentan mayor riesgo los dos pri meros años de vida) presentan mayor probabilidad de
de desarrollar un trastorno explosivo intermitente. De igual manera, desarrollar el trastorno (APA, 2014). Por otra parte, en los estilos
la persona que haya padecido algún otro trastorno disruptivo del de crianza, suele ejercerse el control sin afecto y suele existir un
comportamiento tiene mayor probabilidad de desarrollarlo, siendo aprendizaje por imitación de las conductas agresivos que puedan
esto un factor de riesgo importante a considerar (APA, 2014). ejercer los padres ( Palacio y Zapata, 2016).

O. Etiología
V I . Trastorno de conducta
Se acepta de manera común que el trastorno explosivo intermitente
surge como consecuencia de la interacción de factores neurobioló­ A. Diagnóstico y características c l í n icas
gicos y de aprendizaje/entorno.
El trastorno de conducta se caracteriza por ser un patrón repetitivo
Factores neurobiológicos de comportamientos en el cual no se respetan los derechos de los
otros, ni las normas sociales ni legales de los demás, y no tiene un
Por un lado, a nivel fisiológico puede existir un desajuste bioquímico factor asociado al momento evolutivo en el que se encuentra la
que implique circuitos de neurotransmisión donde la serotonina y persona <Rigot-Cererols y Talarn-Caparrós, 2015). El DSM-5 divide
otras monoaminas puedan encontrase de manera deficitaria (Cam­ la expresión del trastorno en cuatro categorías sintomáticas: (1) ha
pos, 2013), principalmente en aquellas áreas encargadas del funcio­ existido una agresión a personas y/o animales; (2) ha existido una
namiento emocional adaptativo, es decir, sistema l ímbico y sistema destrucción de la propiedad; ( 3) han existido episodios de enga­
de inhibición de impulsos (APA, 201 4). En un nivel más estructural, ño y/o robo, y (4) se han incumplido gravemente las normas. Los
en algunos casos documentados con técnicas de neuroimagen, se síntomas específicos de cada uno de los subtipos se recogen en
encuentran diferencias neuroanatómicas en comparación con la la Tabla 12.8, donde se pueden ver todos los criterios estableci­
población no cl ínica. En el circuito de inhibición de los i mpulsos, dos por la APA en el DSM-5. La sintomatología debe expresarse al
donde destaca la corteza prefrontal, se encuentra una disminución
menos en tres formas (de las recogidas en los criterios diagnósticos)
del volumen de dicha área en individuos con mayor tasa de agresi­
en los doce meses anteriores, y una vez por lo menos en los seis
vidad impulsiva (Zapata y Palacio, 2016).
meses anteriores a la evaluación. Es importante determinar si exis­
El sistema hormonal parece estar i mplicado también, el eje ten las denominadas emociones prosociales, ya que en una minoría
hipotálamo-hipófiso-adrenal podría participar en el funcionamiento de personas con trastorno de conducta existe una emocionalidad
de la conducta i mpulsiva (Campos, 2013). Por último, en el plano deficiente, falta de remordi miento y bajos niveles de empatía (o
genético, se estima que el 50 % de la agresividad puede ser hereda­ aparentemente inexistentes) que probablemente se relacionan con
da <Zapata y Palacio, 2016). una mayor predisposición hacia la psicopatía o la psicosis ( Levobici
et al., 2004, citado en Rigat-Cererols y Talarn-Caparrós, 2015).
La definición del trastorno de conducta que se recoge en la
Factores de aprendizaje y contexto de desarrollo
Los individuos con antecedentes de trauma emocional o que han CIE- 1 1, denominado como trastorno de comportamiento disocia!
sufrido algún daño físico en la primera infancia < principalmente en es, en este caso, semejante a la establecida por el DSM-5; excluye


C a p ítulo 12. Trastornos destructivos, del control de los i mpulsos y de la conducta

)) Tabla 12.8. Criterios d iagnósticos del DSM-5 para el trastorno de conducta [APA, 2014]

A. Un patrón repetitivo y persistente de comportamiento en el que no se respetan los derechos básicos de otros, las normas o reglas sociales '
propias de la edad, lo que se manifiesta por la presencia en los doce últimos meses de por lo menos tres de los quince criterios siguientes
en cualquiera de las categorías siguientes, existiendo por lo menos uno en los últimos seis meses:
AGRESIÓN A PERSONAS Y ANIMALES
l. A menudo acosa, amenaza o intimada a otros.
2. A menudo inicia peleas.
3. Ha usado un arma que puede provocar serios daños a terceros (p. ej., un bastón, un ladrillo, una botella rota, un cuchillo, un arma).
!J. Ha ejercido la crueldad física contra personas.
5. Ha ejercido la crueldad física contra animales.
6. Ha robado enfrentándose a una víctima (p. ej., atraco, robo de un monedero, extorsión, atraco a mano armada).
7. Ha violado sexualmente a alguien.
DESTRUCCIÓN DE LA PROPIEDAD
8. Ha prendido fuego deliberadamente con la intención de provocar daños graves.
9. Ha destruido deliberadamente la propiedad de alguien (pero no por medio de fuego).
ENGAÑO O ROBO
10. Ha invadido la casa, edificio o automóvil de alguien.
11. A menudo miente para obtener objetos o favores, o para evitar obligaciones (p. ej., «engaña» a otras personas).
12. Ha robado objetos de cierto valor sin enfrentarse a la víctima (p. ej., hurto en una tienda sin violencia ni invasión, falsificación).
INCUMPLIMIENTO GRAVE DE LAS NORMAS
13. A menudo sale por la noche a pesar de la prohibición de sus padres, empezando antes de los 13 años.
11.J. Ha pasado una noche fuera de casa sin permiso mientras vivía con sus padres o en un hogar de acogida, por lo menos dos veces
o una vez si estuvo ausente durante un tiempo prolongado.
15. A menudo falta en la escuela, empezando antes de los 13 años.
B. El trastorno del comportamiento provoca un malestar clínicamente significativo en las áreas del funcionamiento social, académico o laboral.
c. Si la edad del individuo es de 18 años o más, no se cumplen los criterios de trastorno de la personalidad antisocial.
Especificar si:
312.81 CF91.1) Tipo de inicio infantil: Los individuos muestran por lo menos un síntoma característico del trastorno de conducta antes
de cumplir los 10 años.
312.82 CF91.2) Tipo de inicio adolescente: Los individuos no muestran ningún síntoma característico del trastorno de conducta antes
de cumplir los 10 años.
312.89 CF9I. 9) Tipo de inicio no especificado: Se cumplen los criterios del trastorno de conducta, pero no existe suficiente información
disponible para determinar si la aparición del primer síntoma fue anterior a los 10 años de edad.
Especificar si:
Con emociones prosociales limitadas: Para poder asignar este especificador, el individuo ha de haber presentado por lo menos dos de las
siguientes características de forma persistente durante doce meses por lo menos, en diversas relaciones y situaciones. Estas características
reflejan el patrón típico de relaciones interpersonales y emocionales del individuo durante ese período, no solamente episodios ocasionales
en algunas situaciones. Por lo tanto, para evaluar los criterios de un especificador concreto, se necesitan varias fuentes de información.
Además de la comunicación del propio individuo, es necesario considerar lo que dicen otros que lo hayan conocido durante períodos
prolongados de tiempo (p. ej., padres, profesores, compañeros de trabajo, familiares, amigos).
Falta de remordimientos o culpabilidad: No se siente mal ni culpable cuando hace algo malo (no cuentan los remordimientos que
expresa solamente cuando le sorprenden o ante un castigo). El individuo muestra una falta general de preocupación sobre las consecuencias
negativas de sus acciones. Por ejemplo, el individuo no siente remordimientos después de hacer daño a alguien ni se preocupa por las
consecuencias de transgredir los reglas.
Insensible, carente de empatía: No tiene en cuenta ni le preocupan los sentimientos de los demás. Se describe como frío e indiferente.
La persona parece más preocupada por los efectos de sus actos sobre sí mismo que sobre los demás, incluso cuando provocan daños
apreciables a terceros.
Despreocupado por su rendimiento: No muestra preocupación respecto a un rendimiento deficitario o problemático en la escuela, en el
trabajo o en otras actividades importantes. El individuo no realiza el esfuerzo necesario para alcanzar un buen rendimiento, incluso cuando
las expectativas son claras, y suele culpar o los demás de su rendimiento deficitario.
Afecto superficial o deficiente: No expreso sentimientos ni muestra emociones con los demás, salvo de uno formo que parece poco sentido,
poco sincera o superficial (p. ej., con acciones que contradicen la emoción expresado, o puede «conector» o «desconectar» los emociones
" rápidamente) o cuando recurre a expresiones emocionales para obtener beneficios (p. ej., expreso emociones para manipular o intimidar o otros).

(Continúa)

385
li' 1/11 Manual de psicopatologia. Volumen 2

)) Tabla 12.8. (Continuación}


....,
Especificar lo gravedad actual:
/

Leve: Existen pocos o ningún problema de conducta aparte de los necesarios para establecer el diagnóstico, y los problemas de conducta
provocan un daño relativamente menor a los demás (p. ej., mentiras, absentismo escolar, regresar tarde por la noche sin permiso, incumplir
alguna otra regla).
Moderado: El número de problemas de conducta y el efecto sobre los demás son de gravedad intermedia entre los que se especifican
en «leve» y en «grave» (p. ej., robo sin enfrentamiento con la víctima, vandalismo).
Grave: Existen muchos problemas de conducta además de los necesarios para establecer el diagnóstico, o dichos problemas provocan
un daño considerable a los demás (p. ej., violación sexual, crueldad física, uso de armas, robo con enfrentamiento con la víctima, atraco
e invasión).

los actos delictivos y disociales que se den de manera aislada, y no de los impulsos y de lo conducto, se debe distinguir el trastorno
dentro del patrón característico de este trastorno. En la Tabla 12.9 negotivisto desafiante del explosivo intermitente: en el primero, lo
se recoge la información que contiene actualmente la CIE- 11. sintomotología suele ser más leve y no incluye lo agresión o daño a
animales o personas, la destrucción de lo propiedad, ni un patrón
B. Epide m i o logía y curso evo lutivo de robos o engaños; en el segundo, las agresiones son impulsivos y
no persiguen ningún beneficio tangible; esta categoría diagnostica
a. Prevalencia tampoco incluye los síntomas no agresivos del trastorno de conducta
(APA, 2014) (véase la Tabla 12.10>.
Los trastornos de conducto son muy frecuentes en las consultas de
atención infanta-juvenil (Mayoral et al., 2016). Estableciendo como
media el 4 %, la prevalencia de los trastornos de conducta oscila del
b. Comorbilidad
2 al 1 0 %, predominando en el sexo masculino (APA, 2014). Lo aparición de algún trastorno de manera secundario al diagnós­
tico principal se do en el 29-71 % de los cosos ( Mayoral, 2016). De
b. Inicio y evolución manera semejante al resto de trastornos que se integran en este
Habitualmente los síntomas más significativos aparecen en la infan­ capítulo, los trastornos de conducto se relacionan de forma signi­
cia y la adolescencia, aunque pueden iniciarse en edades más tem­ ficativa con el consumo de sustancias, el trastorno por déficit de
pranas, siendo poco frecuente que el inicio del trastorno se dé en atención/hiperactividad y el trastorno negotivisto desafiante (Vero
una edad posterior a los 16 años (Martínez Rodríguez, 2020). El Fernández, 2018). En algunos casos se asocio el trastorno de conduc­
curso de los trastornos de conducta es variable (APA, 2014). Los to con trastornos específicos del aprendizaje, trastornos de ansiedad
de inicio a una edad más temprana suelen tener peor pronóstico o episodios depresivos o maníacos, siendo probablemente el trastor­
en la edad adulto, mayor tasa de conductas agresivas, impulsivas y no por déficit de atención/hiperactividad el más habitual de todos
antisociales. El subtipo que tiene como inicio el trastorno de con­ ( Martínez Rodríguez, 2020).
ducta en la adolescencia generalmente cursa con menor grado de
conducta agresiva y relaciones sociales más adaptativas con sus O. Etiología
iguales, teniendo una menor probabilidad de cumplir criterios diag­
nósticos en la edad adulta (Ezpeleta y Toro, 2014). A pesar de que La explicación multicousol y biopsicosociol es, uno vez más, lo que
algún estudio indica que lo mitad de las personas con trastorno de mayor aceptación recibe de la comunidad científico.
conducto van o desarrollar un trastorno antisocial de lo personali­
dad (Robins, 1966, citado en Martínez Rodríguez, 2020), aquellas
Factores neurobiológicos
personas que presentan una sintomatología más leve y con inicio en De manera semejante o los otros trastornos que cursan con sínto­
lo adolescencia generalmente logran una mayor adaptación social mas de i mpulsividad, se encuentran déficits en el funcionamiento
y laboral CAPA, 2014). del sistema límbico. En el sistema de retroalimentación de la corteza
prefrontal y amígdala se han hollado diferencias tanto estructurales
C. Oiágnostico d ife rencial y comorbi lidad como funcionales, que tienen como consecuencia déficits en el siste­
ma de regulación emocional y comportomental del individuo (Martí­
a. Diagnóstico diferencial nez Rodríguez, 2020). El sistema endocrino podría estor implicado en
La impulsividad tiene que expresarse a través de la vulneración algún grado: se han observado, también, altas tosas de testosterona
de las normas sociales o los derechos de los demás, situación que y bojas tasas de actividad norodrenérgica (Mayoral et al., 2016). Se
no se da en el trastorno por déficit de atención/hi peractividad o ha observado que lo frecuencia cardíaco en reposo es menor que en
en los trastornos adaptativos, donde la impulsividad surge ante un aquellos individuos que tienen otros trastornos (APA, 2014).
estresor psicosociol. Dentro de los trastornos depresivos y los epi­ Los individuos con trastorno de conducta han demostrado tener
sodios maníacos, pueden expresarse comportamientos irritables y una peor ejecución en pruebas que miden los funciones ejecuti­
agresivos que se diferencian del trastorno de conducto por su curso vas. Esto quiere decir que tienen dificultades para la planificación,
evolutivo. Dentro de los propios trastornos disruptivos, del control control y ejecución de la respuesta conductuol adecuado a los

386
Capítulo 1 2. Trastornos destructivos, del control de los impulsos y de la conducta
)) Tabla 12.9. Descripción de la CIE-11 para diagnosticar un trastorno de comportamiento disocial [6C91) [OMS, 2018)
'----------------------------------------
El trastorno de comportamiento disocia! se caracteriza por un patrón persistente y repetitivo de comportamiento en el que se violan los
derechos básicos de otros o las normas, reglas o leyes sociales apropiadas para la edad, como la agresión hacia personas o animales;
destrucción de propiedad; engaño o robo; y otras violaciones graves de las normas. El patrón de comportamiento es lo suficientemente
grave como para causar un deterioro significativo a nivel personal, familiar, social, educativo, ocupacional o en otras áreas importantes
del funcionamiento. Para ser diagnosticado, el patrón de comportamiento debe durar un período considerable (p. ej., 12 meses o más).
Por lo tanto, los actos disociales o delictivos aislados no son motivo para aplicar este diagnóstico.
6C9I.0 Trastorno de comportamiento disocia/, inicio en la infancia
El trastorno de comportamiento disocia! que comienza en la infancia se caracteriza por un patrón repetitivo y persistente de
comportamiento en el que se violan los derechos básicos de otros o las normas, reglas o leyes sociales apropiadas para la edad, como
la agresión hacia las personas o los animales; destrucción de propiedad; engaño o robo; y otras violaciones graves de las normas. Para
ser diagnosticado, las características del trastorno deben estar presentes durante la infancia antes de la adolescencia (p. ej., antes de los
10 años de edad) y el patrón de comportamiento debe durar por un período considerable (p. ej., 12 meses o más). Los actos disociativos
o criminales aislados no constituyen en sí mismos un motivo para aplicar este diagnóstico.
6C9I.00 Trastorno de comportamiento disocia/, inicio en la infancia, con emociones prosociales limitadas
Cumple con todos los requisitos por definición del trastorno de comportamiento disocia! que se inicia en la infancia. Además, la persona
exhibe características que a menudo se denominan como «insensibles y carentes de emoción». Estas características incluyen falta de
empatía o sensibilidad a los sentimientos de otros y falta de preocupación por el sufrimiento ajeno; falta de remordimiento, vergüenza o
culpa de su propio comportamiento (a menos que se desencadene al ser aprehendido), indiferencia relativa a la probabilidad de castigo;
falta de preocupación por mal desempeño en la escuela o el trabajo; y limitada expresión de emociones, sentimientos positivos o amor
hacia los demás, o solo de manera superficial, hipócrita o instrumental.
6C91.0I Trastorno de comportamiento disocia/, inicio en la infancia, con emociones prosocia/es normales
Se cumplen todos los requisitos de definición para el trastorno de comportamiento disocia! que se inicia en la infancia. La persona
no exhibe características que se consideren «insensibles y carentes de emoción», como la falta de empatía o sensibilidad a los
sentimientos de los demás y falta de preocupación por el sufrimiento ajeno
6C9I.0Z Trastorno de comportamiento disocia/, inicio en la infancia, sin especificación
6C9I.I Trastorno de comportamiento disocia/, inicio en la adolescencia
El trastorno de comportamiento disocia! que comienza en la adolescencia se caracteriza por un patrón repetitivo y persistente de
comportamiento en el que se violan los derechos básicos de los demás o las normas, reglas o leyes sociales más importantes para la
edad, como la agresión hacia las personas o los animales; destrucción de propiedad; engaño o robo; y otras violaciones graves de las
normas. Ninguna característica del trastorno está presente durante la infancia antes de la adolescencia (p. ej., antes de los 10 años
de edad). Para ser diagnosticado, el patrón de comportamiento debe estar presente durante un período considerable (p. ej., 12 meses
o más). Los actos disociativos o criminales aislados no constituyen en sí mismos un motivo para aplicar este diagnóstico.
6C9I.I0 Trastorno de comportamiento disocia/, inicio en la adolescencia, con emociones prosociales limitadas
Se cumplen todos los requisitos por definición del trastorno de comportamiento disocia! que comienza en la adolescencia. Además, la
persona muestra características que a menudo se denominan como «insensibles y carentes de emoción». Estas características incluyen
falta de empatía o sensibilidad a los sentimientos de otros y falta de preocupación por el sufrimiento ajeno; falta de remordimiento,
vergüenza o culpa por su propio comportamiento (a menos que se presente al ser aprehendido), indiferencia relativa a la probabilidad
de castigo; falta de preocupación por mal desempeño en la escuela o el trabajo; y limitada expresión de emociones, sentimientos
positivos o amor hacia los demás, o solo de manera superficial, hipócrita o instrumental.
6C9I.II Trastorno de comportamiento disocia/, inicio en la adolescencia, con emociones prosociales normales
Se cumplen todos los requisitos de definición para el trastorno de comportamiento disocia! que comienza en la adolescencia. La persona
no muestra características que se consideren como «insensibles y carentes de emoción», como falta de empatía o sensibilidad a los
sentimientos de los demás y falta de preocupación por el sufrimiento ajeno.
6C9I.IY Otros trastornos especificados de comportamiento disocia/, inicio en la adolescencia
6C9I.Z Trastorno de comportamiento disocia/, sin especificación
- f
tJJf
ffi' Manual de psicopatología. Volumen 2

)) Tabla 12.10. Resumen diagnóstico diferencial del trastorno de conducta

• Trastorno por déficit de atención/hiperactividad.

• Trastorno bipolar.

• Trastorno depresivo mayor.


• Trastorno de desregulación disruptiva del estado de ánimo.
!ll/¡¡1/¡· i\¡¡:í1ttl(!ílli!H
• Trastorno adaptativo con alteración de la conducta o con alteración
·;, Trastornos reladio
¡flf ii�� mixta de las emociones y de la conducta.
, ' i¡! !i!;1!U!;." g¡!¡ Ú:p .¡¡lllt �
,¡¡ ,i¡i

astornós disrüpt,v • Trastorno negativista desafiante.


nducta 1 i!, ' ·m • Trastorno explosivo intermitente.
t
.Jf11 1 ;1m 11 11 ¡, .)ilw.Jht

(Elaborada a partir de APA, 2014j.

demandas del ambiente. Un mal funcionamiento de estos procesos


mentales puede ser una de las causas del comportamiento disrup­
V I l . Tra storno de la
tivo, donde la resolución de problemas, el autocontrol, las acciones persona l i dad antisoc ial
relacionadas con la consecución de objetivos y la inhibición de las
conductas inapropiadas podrían estar alterados (Scott, 2017). El trastorno d e l a personalidad antisocial aparece doblemente codi­
ficado, debido a su relación con los trastornos disruptivos, del con­
Factores de aprendizaje y contexto de desarrollo trol de los impulsos y de la conducta por su carácter externalizante.
Aunque se cita en este capítulo, para conocer más acerca de este
Se encuentran varias explicaciones al respecto.
trastorno hay que ir al capítulo de los trastornos de la personalidad
Por un lado, cuando en las relaciones padre/madre e hijo/hija se que se exponen también en este volumen.
observan estilos educativos donde priman las pautas incoherentes,
el ejercicio severo del poder y la falta de límites, se encuentran
mayores tasas de prevalencia del trastorno de conducta ( Martínez
Rodríguez, 2020). De alguna manera, la negligencia y el rechazo de
11·'11 V I 1 1 . Piromanía
los padres pueden contribuir al desarrollo de este trastorno. Incluso A . D iagnóstico y características c l í n icas
se ha observado que en las familias con mayor cantidad de miem­
bros o en los que existen problemas de consumo, deli ncuencia o La piromanía se caracteriza principalmente por la provocación deli­
algún tipo de patología familiar se da una mayor probabilidad de berada de un incendio, en donde existe una excitación previa al
desarrollo de un trastorno de conducta CAPA, 2014). acto incendiario y una descarga tras la realización del mismo CAPA,
Por otra parte, los factores temperamentales del i ndi viduo 2014). Los criterios para el diagnóstico según el DSM-5 se recogen
parecen incidir de manera relevante. Las personas con menores CI en la Tabla 12.11.
en inteligencia verbal, y por lo tanto con dificultades a nivel de La CIE- 1 1 añade a lo anterior que deben incluirse aquellos
comunicación y comprensión, pueden utilizar los comportamientos casos en los que existe una fascinación patológica por el fuego. La
disruptivos para hacer entender lo que de manera verbal no pueden provocación de incendios surge como un déficit en la regulación de
expresar (Martínez Rodríguez, 2020>. los impulsos que desencadena el acto incendiario. El acto es acom­
Las dificultades en el procesamiento de la información social pañado por la creciente excitación previa al incendio y termina con
explican las reacciones hosti les que pueden darse a nivel social. una sensación gratificante o de placer que aparece durante el
Las personas que están más centradas en los aspectos amenazan­ incendio y tras finalizarlo (OMS, 2018). Véase la Tabla 12.12, don­
tes de la acción y comunicación con el otro, o que malinterpretan de se recoge la defi nición de la p i romanía establecida por la
las intenciones del otro, son mas proclives a reacci onar con res­ CIE- 1 1.
puestas impulsivas y agresivas. De alguna manera, interpretan que
la acción del otro es producir un daño, y, por lo tanto, la conducta B. Epidemiología y c urso evolutivo
agresiva queda justificada y se sostiene bajo la idea de una defensa
ante un ataque. Además, no se debe olvidar que estas personas a. Prevalencia
en las estrategias de resolución de conflictos, debido a su falta de La piromanía como trastorno primario es uno de los menos frecuen­
autocontrol, utilizan una solución agresiva (Scott, 2017). tes en la población CAPA, 2014). La mayor cantidad de registros que
Factores como el nivel socioeconómico y variables del contex­ se encuentran en relación al trastorno procede del ámbito penal y
to escolar podrían incidir también. Bajos niveles socioeconómicos y forense, algunos datos afirman que menos del 3 % de los j uzgados
estrategias educativas punitivas por parte de los centros de ense­ por provocar un incendio cumple los criterios ( Medina et al., 2017)
ñanza se relacionan con este trastorno (Mayoral et al., 2016). y otros, que el diagnóstico no supera el 4 % (Mayoral et al., 2016).

388
r C a p ítulo 1 2. Trastornos destructivos, del control de los impulsos y de la conducta

)) Tabla 12.11. C riterios diagnósticos del DSM·S para la piromanía [APA, 2014)

A. Provocación de incendios de forma deliberada e intencionada en más de una ocasión.


B. Tensión o excitación afectiva antes de hacerlo.
C. Fascinación, interés, curiosidad o atracción por el fuego y su contexto (p. ej., parafernalia, usos, consecuencias).
D. Placer, gratificación o alivio al provocar incendios o al presenciar o participar en sus consecuencias.
E. No se provoca un incendio para obtener un beneficio económico, ni como expresión de una ideología sociopolítica, ni para ocultar una
actividad criminal, expresar rabia o venganza, mejorar las condiciones de vida personales, ni en respuesta a un delirio o alucinación,
ni como resultado de una alteración del juicio (p. ej., trastorno neurocognitivo mayor, discapacidad intelectual [trastorno del desarrollo
intelectuall, intoxicación por sustancias).
F. La provocación de incendios no se explica mejor por un trastorno de la conducta, un episodio maníaco o un trastorno de la personalidad
antisocial.

)) Tabla 12.12. Descripción de la CIE- 1 1 para diagnosticar la piromanía [6C70) [OMS, 2018)

La piromanía se caracteriza por una falla recurrente en el control de los impulsos fuertes para provocar incendios, lo que da lugar
/

a múltiples actos o intentos de incendiar bienes u otros objetos, en ausencia de un motivo inteligible (p. ej., ganancia monetaria, venganza,
sabotaje, manifestación política, deseo de atraer la atención o lograr reconocimiento). Hay una sensación creciente de tensión o excitación
afectiva antes de los casos de incendio, fascinación persistente o preocupación por el fuego y los estímulos relacionados Cp. ej., observar
incendios, construir incendios, fascinación por el equipo de extinción de incendios) y una sensación de placer, emoción y alivio
o gratificación durante e inmediatamente después del acto de prender fuego, presenciar sus efectos o participar en sus consecuencias. El
comportamiento no se explica mejor por un deterioro intelectual, otro trastorno mental y del comportamiento o la intoxicación por consumo
de sustancias.
Inclusiones
• Fijación patológica con el fuego.
Exclusiones
• Trastorno de comportamiento disocia! (6C9D.
• Trastorno bipolar de tipo I (6A60l.
Esquizofrenia u otros trastornos psicóticos primarios (6A20-6A2Z).
• Incendio como motivo de observación por sospechas de trastornos mentales o del comportamiento, descartado (QA02.3l.

b. Inicio y evolución vocación de i ncendios forma parte del desarrollo normal del niño
como parte de su exploración del mundo. Por otra porte, los incen­
Los datos acerca del desarrollo y curso de la piromanía son escasos y
dios pueden ser producidos por intereses económicos o sociales, por
poco esclarecedoras (APA, 2014). El inicio puede darse en cualquier
ejemplo, la quema de algún área boscosa para poder explotarlo
momento del desarrollo evolutivo de la persona, aunque algunos
posteriormente, o la acción de quemar para adquirir reconocimien­
datos plantean que el i nicio se puede dar en la i nfancia y manifes­
to o fugarse, o usarlo para encubrir alguna otra acción no legal
tarse en períodos evolutivos posteriores (Mayoral et al., 2016). Lo que,
(Campos, 2013).
sí se puede afirmar es que es un trastorno que se expresa con mayor
frecuencia en el género masculino (Medina et al., 2017) y suele Como ya se ha vi sto, la prevalencia de la p i romanía es rara
encontrarse que la mayor tasa de incidencia de episodios piromanía­ y escasa. Habitualmente la sintomatología que se recoge en el
cos suele darse a la edad de 17 años (Mayoral et al., 2016). El curso diagnóstico de la piromanía suele aparecer bajo otras condiciones
que sigue el trastorno se desconoce y la expresión suele comprender médicas o trastornos. Es por ello que no se hace el diagnóstico de
episodios esporádicos que pueden fluctuar en su frecuencia (APA, piromanía si se está bajo los efectos de alguna sustancia psicotró­
2014), y que pudieran ser dependientes de circunstancias estresantes pica o existe algún daño neurológico que pueda ser el causante del
que la persona está atravesando (Medina et al., 2017). mismo. También se debe confirmar que no se esté dando un episo­
dio maníaco, que no sea fruto de una alucinación o delirio y que
no exista un trastorno de conducta o de la personalidad antisocial
C. D iágnostico diferencial y comorbi l idad comórbido, ya que podría provocarse un fuego con el objetivo de
a. Diagnóstico diferencial generar un daño (APA, 201 4). De igual manera la provocación de
un incendio puede originarse como consecuencia de una discapaci­
En primer lugar, hay que diferenciar la piromanía de la provocación dad intelectual o un trastorno neurocognitivo mayor (Campos, 2013)
de i ncendios intencionados. En algunos estadios evolutivos la pro- (véase la Tabla 12.13l.

389
[ ' M anual de psicopatología. Volumen 2

) ) Tabla 12.13. Resumen diagnóstico diferencial de la piromanía

• Discapacidad intelectual (trastorno del desarrollo intelectual>.


• Delirios.
• Alucinaciones
• Episodio maníaco.
• Trastorno de conducta.
• Trastorno de la personalidad antisocial.
• Intoxicación por sustancias.
' • Trastorno neurocognitivo mayor.

Sintor1c,rt,�l,��ío ·de,b/do ,9: �nf�r�e<l�� m�di,�� 'lh ¡¡, 1 1/;


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[Elaborada a partir de APA, 2014 y Campos, 2013).

b. Comorbilidad consecuencias del tipo penal (OMS, 2018). Véase la Tabla 12.15, don­
de se recoge la definición establecida por la CIE- 11.
Los datos indican que existe comorbilidad entre la piromanía y los
trastornos de depresivos y bipolar, el abuso de sustancias y el juego
patológico y otros trastornos disruptivos, del control de los impulsos B. Epidemiología y curso evolutivo
y de la conducta (APA, 2014). Dada la escasa prevalencia del tras­
a. Prevalencia
torno, es importante diferenciar los incendios premeditados de los
causados bajo alguna afección mental o médica (Medina, 2017). La cleptomanía es un trastorno de rara aparición, se encuentra
entre el 4-24 % de los casos de detención por robo (APA, 2014). No
D. Etiología existe un acuerdo en cuanto a la tasa de prevalencia en la población
general, oscilando los datos entre el 0.3 % y el 2,6 % (APA, 2014;
Las causas que originan el trastorno son poco conocidas debido a Mayoral et al., 2016).
su baja prevalencia en la población. Parece ser que los desencade­
nantes más comunes de los episodios piromaníacos dependen de la b. Inicio y evolución
situación personal de quien los comete, es decir, los altos grados de A diferencia de los demás trastornos que comprenden este capítulo,
estrés, problemas interpersonales o incluso el aburrimiento podrían la mayor expresión se da en mujeres (recogido en el 75 % de los
ser causa para producir un incendio (Mayoral, 2016). A nivel más casos documentados) y su evolución tiende a decrecer con la edad.
biofisiológico, podrían estar implicados cambios en los sistemas de El trastorno habitualmente se inicia en la adolescencia o al principio
neurotransmisión de la serotonina y la noradrenalina y alteraciones de la edad adulta (Mayoral et al., 2016; Medina et al., 2017). La
neuroendocrinas en el eje hipotálamo-hipófiso-adrenal (Medina et evolución puede describirse en relación con tres tipos de curso: (1)
al., 2017). esporádicos con episodios breves y período largo de remisión; (2)
esporádicos con mayor incidencia y períodos de remisión, y (3) con
carácter crónico con diferentes grados de fluctuación (APA, 2014).
' 1
I X. Cleptomanía
A. Diagnóstico y características clínicas C. Diágnostico diferencial y comorbilidad
a. Diagnóstico diferencial
La característica principal de la cleptomanía es el impulso de robo
o hurto. El robo suele comenzar como un aumento de la tensión que En el proceso de desarrollo normativo, los robos pueden cometerse
produce malestar y desaparece, o produce placer en el momento como actos de desafío o de aceptación de los iguales, sobre todo
de cometerlo. Generalmente los objetos robados no suelen ser nece­ en etapas como la adolescencia (APA, 2014). Cuando hablamos de
sarios ni tienen por qué tener valor económico, el robo es la forma cleptomanía, partimos de que el robo se hace de manera impulsiva
de regular la tensión (APA, 2014). Los criterios para el diagnóstico y sin ningún objetivo más que el de robar y satisfacer el impulso. Es
según el DSM-5 se recogen en la Tabla 12.14-. por ello que se debe distinguir de un robo ordinario ya que, en la
La CIE-11 recoge que se debe incluir el robo patológico y excluir cleptomanía, el robo es innecesario y se busca la satisfacción del
el robo como consecuencia de un trastorno mental y para evitar impulso o la reducción de la activación emocional que lo precede.

390
Capítulo 1 2. Trastornos destructivos, del control de los impulsos y de la conducta · m,:

) ) Tabla 12.14. Criterios diagnósticos del DSM-5 para la cleptomanía [APA, 2014)
I
A . Fracaso recurrente para resistir el impulso de robar objetos que no son necesar ios para uso personal ni por su valor monetario.
B. Aumento de la sensación de tensión inmediatamente antes de cometer el robo.
C. Placer, gratificación o alivio en el momento de cometerlo.
D. El robo no se comete para expresar rabia ni venganza, ni en respuesta a un delirio o una alucinación.
E. El robo no se explica mejor por un trastorno de la conducta, un episodio maníaco o un trastorno de la personalidad antisocial.

)) Tabla 12.15. Descripción de la rn:- 1 1 para diagnosticar la cleptomanía [6C71) [OMS, 2018)

La cleptomanía se caracter iza por una falla recurrente en el control de los impulsos fuertes para robar objetos en ausencia de un motivo
inteligible (p. ej., los objetos no se adquieren para uso personal o ganancia monetaria). Existe una creciente sensación de tensión o excitación
afectiva antes de los casos de robo y una sensación de placer, emoción, alivio o gratificación durante e inmediatamente después del robo. El
comportamiento no se explica mejor por un deterioro intelectual, otro trastorno mental y del comportamiento o la intoxicación por consumo
de sustancias.
Inclusiones
• Robo patológico.
Exclusiones
• Robo en las tiendas como motivo de observación por sospecha de trastorno mental, descartado (QA02.3l.
(*) Nota sobre la codificación
Si el robo ocurre dentro del contexto de un trastorno de comportamiento disocia! o un episodio maníaco, la cleptomanía no debe ser
diagnosticada por separado.
./

Por el contrar ío, en el robo intencional, la motivación es poder hacer antecedentes familiares y la comorbilidad con otros trastornos, así
uso del objeto r obado o beneficiarse de alguna manera del acto como al género femenino ( Mayoral, 20!6).
delictivo (Campos, 20!3).
Es importante también, asegurarse de que el robo no es conse­
cuencia de un episodio maníaco o psicótico, o debido a un trastor no X. Otro trastorno d isru ptivo,
neurocognitivo mayor. Dentro del trastorno de conducta y de la per­
sonalidad antisocial pueden darse r obos, pero el comportamiento
de l co ntro l de los impu lsos
antisocial en estos dos casos está más generalizado ( APA, 2014) y de la cond ucta e s p ec ificado
(véase la Tabla 12.16).
E n esta categoría s e recogen todos aq_uellos trastornos o patolo­
b. Comorbilidad gías q_ue no pueden ser contemplados en ninguna de las categorías
La cleptomanía se asocia a la presencia de trastornos depresivos anteriores, y cuando el cl ínico comunica el motivo por el cual no
se cumplen los criterios para ninguna otr a categor ía diagnostica
(véase la Tabla 12.17l.
mayores y bipolares, a los trastornos de la conducta alimentar ia, al
uso y consumo de sustancias, a alguno de los trastornos de la per ­
sonalidad y otros trastornos disruptivos, del control de los impulsos
y de la conducta (APA, 201 4). Además, puede ser sintomatología en
los individuos con daño orgánico y darse bajo un episodio delirante ,if:· t" X I . Otro tra storno d isruptivo,
o alucinatorio ( Medina, 2017).
del co ntro l de los i m p u ls o s y de
O. Etio logía la cond ucta no e specificado
Como sucede con la piromanía, dada su extraña expresión, los fac­ E n esta categor ía s e recogen todos aq_uellos trastornos o patologías
tores etiológicos son poco conocidos. Se encuentran déficits en la q_ue no pueden ser contemplados en ninguna de las categor ías ante­
regulación de los impulsos q_ue implican cambios estructurales en los riores, y cuando el clínico no comunica el motivo por el cual no se
sistemas de regulación frontotemporales y bioq_uímicos en los circui­ cumplen los criter i os para ninguna otra categor ía diagnostica, ade­
tos de serotonina, dopamina y sistema opioide ( Medina et al., 2017). más i ndica q_ue no existe suficiente información para poder hacer
Los mayores factores de riesgo están pr incipalmente asociados a los un diagnóstico más específico (véase la Tabla 12.18).

391
i!l' l Manual de psicopatología. Volumen 2

) ) Tabla 12.16. Resumen diagnóstico diferencial de la cleptomanía

Episodios psicóticos.
Esquizofrenia.
Episodio maníaco.
Trastorno de conducta.
Trastorno de la personalidad antisocial.
Trastorno neurocognitivo mayor.

[Elaborada a partir de APA, 2014 y Campos, 2013j

)) Tabla 12.17. C riterios diagnósticos del DSM·S para otro )) Tabla 12.16. Criterios diagnósticos del DSM·S para otro
trastorno disruptivo, del control de los impulsos y de la trastorno disruptivo, del control de los impulsos y de la
conducta especificado [APA, 2014] conducta no especificado [APA, 2014]

Esta categoría se aplica a presentaciones en las que predominan Esta categoría se aplica a presentaciones en las que predominan
los síntomas característicos de un trastorno disruptivo, del los síntomas característicos de un trastorno disruptivo, del
control de los impulsos y de la conducta, que causan un malestar control de los impulsos y de la conducta, que causan un malestar
clínicamente significativo o deterioro en las áreas social, laboral o clínicamente significativo o deterioro en las áreas social,
de otro tipo importantes para el individuo, pero que no cumplen profesional o de otro tipo importantes para el individuo, pero
todos los criterios de ninguno de los trastornos de la categoría que no cumplen todos los criterios de ninguno de los trastornos
diagnóstica de trastorno disruptivo, del control de los impulsos de la categoría diagnóstica de trastorno disruptivo, del control
y de la conducta. La categoría de otro trastorno disruptivo, de los impulsos y de la conducta. La categoría trastorno
del control de los impulsos y de la conducta especificado se disruptivo, del control de los impulsos y de la conducta no
utiliza en situaciones en las que el clínico opta por comunicar especificado se utiliza en situaciones en las que el clínico opta
el motivo específico por el que la presentación no cumple los por no especificar el motivo del incumplimiento de los criterios
criterios de ningún trastorno disruptivo específico, del control de un trastorno disruptivo, del control de los impulsos y de la
de los impulsos y de la conducta. Esto se hace registrando «otro conducta específico e incluye las presentaciones en las que no
trastorno disruptivo, del control de los impulsos y de la conducta existe suficiente información para hacer un diagnóstico más
especificado» seguido del motivo específico (p. ej ., «arrebatos específico (p. ej., en servicios de urgencias).
recurrentes de comportamiento, de frecuencia insuficiente»).

@ ,6, X I l . Recome ndaciones para la mente el DSM-5 y la CIE-11. Algunas de las escalas y herramientas
de evaluación que pueden ser de utilidad se recogen en la Tabla
eva luac ión y e l trata m i e nto 12.19. Habitualmente se encuentra que las pruebas nos identifican
en mayor o menor medida la sintomatología asociada a varios tras­
A. Eva luación de los trastornos d e l control tornos, y difícilmente existen herramientas que midan únicamente
sintomatología asociada a los trastornos del control de los impulsos,
disruptivos y de la conducta. Entre ellas, por ejemplo, están el Cues­
de los impu lsos, disruptivos y de la
conducta tionario de Cualidades y Dificultades, Inventario Eyberg de Com­
Para poder llevar a cabo el diagnóstico de alguna de las catego­ portamiento (IECNl y las escalas de Conners, entre otros (Rodríguez
rías previamente estudiadas, los profesionales se pueden apoyar en Hernández, 2017l.
el uso de test o herramientas de evaluación dirigidas a medir la
frecuencia, intensidad y duración de la sintomatología. Es intere­ B. Tratamiento de los trastornos del control
sante realizar una entrevista donde se recoja la historia clínica de de los impulsos, d isruptivos y de la
la persona (Vásquez et al., 2010>, en ella se pueden recoger datos
acerca del proceso de desarrollo, relaciones familiares, síntomas del conducta
trastorno, dificultades actuales, etc. El diagnóstico únicamente pue­ El abordaje de los trastornos del control de los impulsos, disruptivos
de realizarse si se cumplen los criterios o definiciones del trastorno y de la conducta debe ser multimodal, y abarcar todo el espectro
establecidos por alguno de los sistemas clasificatorios, preferente- de síntomas que cada una de las categorías diagnósticas pueda
C a pítulo 12. Trastornos destructivos, del control de los im pulsos y de la conducta � 1m

)) Tabla 12.19. Instrumentos y herramientas de evaluación para los trastornos del control de los impulsos, disruptivos y de la
conducta
.,.
~

. SENA. Sistema de Evaluación de Niños y Adolescentes


Detección de dificultades emocionales y de conducta (de 3 a 18 años).
Fernández, l., Santamaría, P., Sánchez, F., Carrasco, M. A., y Del Barrio, V. (2015). SENA: Sistema de Evaluación de Niños y Adolescentes.
Madrid: TEA Ediciones. '
- SPECI. Screening de Problemas Emocionales y de Conducta Infantil
Instrumento diseñado para identificar la presencia de problemas emocionales y de conducta en niños (de 5 a 12 años).
Garaigordobil, M., y Maganto, C. (2012) SPECI. Screening de problemas emocionales y de conducta infantil. Madrid: TEA Ediciones.
. BAS. Batería de Socialización I, 2 y 3
Se obtienen un perfil de socialización con cuatro escalas de aspectos y tres escalas de aspectos inhibidores o perturbadores <BAS-1/2,
de 6 a 15 años; BAS-3, de 11 a 19 años).
Silva Moreno, F. y Martorell Pállas, M. C. (2001). BAS, batería de socialización 1, 2 y 3. Madrid: TEA Ediciones.
. CAPI-A. Cuestionario de Agresividad Premeditada e Impulsiva en Adolescentes
Instrumento para evaluar la agresividad premeditada e impulsiva de los adolescentes (de 12 a 17 años).
Andreu, J. M. (20I0l. Cuestionario de agresividad premeditada e impulsiva en adolescentes. Madrid: TEA Ediciones.
. TAMAI. Test Autoevaluativo Multifactorial de Adaptación Infantil
Mediante diversas subescalas específicas evalúa como Infravaloración, Regresión, Indisciplina, Conflicto con las normas, Desconfianza social,
Relaciones con los padres, Educación adecuada del padre o Educación adecuada de la madre, etc. (a partir de 8 años).
Hernandez-Guanir, P. (2009). TAMAi. Test Autoevaluativo Multifactorial de Adaptación Infantil. Madrid: TEA Ediciones.
... "'
.
presentar. Sí la explícacíón que se asume para definír estos tras­ )) Psicofármacos más habituales para
tornos es de carácter bíopsícosocíal, el tratamíento puede ser del
Tabla 12.20.
el tratamiento
mismo tipo. Síendo las íntervenciones más relevantes las de carácter
psíco-sanítarío y psicosocíal. Risperidona
Quetiapina
Tratamientos farmacológicos Olanzapina
Los tratamientos de prímera eleccíón habitualmente no suelen Aripiprazol
incluir estrategías farmacológícas y el objetivo príncipal es abordar • Ziprasidona
la patología desde un enfoque psicológico y comportamental. Pero, • Litio
existen fármacos que han demostrado su eficacía para paliar la Ácido valproico
sintomatología que puede observarse en estos trastornos (AEPNYA, Carbamazapina
20I0l. El tratamíento farmacológíco debería ser complementaría al
tratamíento psicológíco, y establecerse las dosís y el fármaco en Metilfenidato
cada caso tras una exhaustíva valoracíón médíca (Martínez Rodrí­
guez, 2020l. En la Tabla 12.20 se recogen de manera resumida los
Bupropión
psícofármacos más habítuales para el tratamiento.
Trazodone
Tratamientos psicológicos y psicosociales Clonidina
La terapia cognitívo-conductual es la intervención que mayor efi­ Guanfacina
cacia ha demostrado tener. Desde la psicología conductual, se pre­ Propanolol
tende modificar la expresión de comportamíentos problemáticos Nadolol
por conductas más adaptatívas. Y desde la psícología cognítiva, Pindolol
aquellos pensamientos, creencías y actítudes que puedan producir Metoprolol
malestar en el individuo. Se utílizan diferentes intervenciones para Atenolol
producír cambios en estos dos niveles <Rodríguez Hernández, 2017)
(véase la Tabla 12.21l. Además, hay que valorar que las posibles Lorazepam
intervenciones incluyan el ámbito familiar y escolar. Pueden utili­ Clonazepam
zarse programas o estrategias orientadas a la mejora de las habili­ • Suspirona
dades parentales y a la relación paterno y materno filial (Martínez
Rodríguez, 2020l. Elaborado a partir de Martinez Rodríguez, 2020.

393
tm Manual de psicopatología. Volumen 2

)) Tabla 12.21. Estrategias cognitivo-conductuales para Programa de parentalidad positiva. Triple P. E l profesor Matt
el tratamiento Sanders desarrolló el programa cuyo objetivo es dotar de estra­
tegias a los padres y las madres para manejar las conductas de
sus hijos. (Página web oficial: https://www.triplep.net/l.
Técnicas para reducir los comportamientos
disruptivos.
• Extinción
• Corrección
X I 1 1 . Resumen de aspectos
Técnicas para aumentar conductas deseadas.
fundamenta les y tendencias
• Economía de fichas futuras
• Técnicas de refuerzo Como se ha podido ver, los trastornos que se recogen en este capítulo
• Contrato de contingencias se sitúan dentro de un amplio espectro que recoge síntomas que van
desde tendencias desafiantes y vengativas hasta la violación de los
Técnicas de autoinstrucción. derechos de otras personas. El factor común a todas las afecciones
Programas de autocontrol o de control es la falta de autocontrol emocional y comportamental, que se tra­
del diálogo interno. duce en comportamientos impulsivos y no premeditados. De manera
teórica, los trastornos se pueden dividir en: (1) de carácter disruptivo
Elaborado a partir de Rodríguez Hernández, 2017. (trastorno negativista y explosivo); (2) de carácter antisocial (trastor­
no de la conducta y de la personalidad antisociall; y la cleptomanía y
piromanía, que se pueden situar en un lugar intermedio.
Estos trastornos suelen darse en la infancia, pero son más fre­
Los tratamientos basados en la evidencia, al igual que ocurre cuentes en la adolescencia, sobre todo en los varones, salvo la clep­
con el diagnóstico, no se han creado directamente para atender un tomanía que predomina en mujeres.
trastorno específico, sino que trabajan sobre algunas de las variadas En cada caso, los factores etiológicos reconocen la influencia
sintomatologías de los diferentes trastornos: de variables biológicas y psicosociales, dando lugar a tratamientos
Terapia de interacción entre padres e hijos (PCITJ. Desarro­ muy diversos que combinan estrategias farmacológicas, psicologi­
llada en los años setenta por Sheila Eyberg, hace hincapié en la cas, educativas y sociales. En la evaluación, además de los síntomas,
relación entre padre/madre-hijos/as, estableciéndose el foco de se debe incluir el estudio de factores de carácter evolutivo, fami­
intervención en la relación que ambas partes mantienen. (Para liar, relacional, etc., que permitan la comprensión de la problemá­
más información, http://www.pcit.org/). tica de la manera más holística posible. Hemos podido ver que la
comorbilidad es alta entre los diferentes trastornos. La aportación
Terapia familiar funcional <TFFJ. Originalmente creada por
del transdiagnóstico es muy relevante, porque a través de facto­
J. Alexander y su equipo a finales de los sesenta (Alexander y
res como la regulación emocional, la impulsividad, el enfado o la
Robbins, 2011), hace uso de intervenciones con base en la tera­
irritabilidad, entre otros, se puede ir más allá de la mera catego­
pia familiar para trabajar la delincuencia, el abuso de sustancias
rización. Con una mayor comprensión del caso individual, amplian­
y la agresión con adolescentes. (Para más información, https://
do la mira a la historia de vida, a la vida familiar, a los recursos
www.fftllc.com/).
personales, la intervención puede abordarse d esde los diferentes
Terapia multisistémica <TMSJ. Desarrollada por Henggeler y orígenes de la problemática. Se combinan así tratamientos farma­
su equipo, la intervención está dirigida a modificar los compor­ cológicos y tratamientos psicosociales (individuales, familiares... ).
tamientos antisociales graves desde un enfoque multisistémico Dentro de los tratamientos psicológicos, las estrategias que mayor
(véase Huey et al., 2000; Henggeler, 2012). eficacia han d emostrado han sido las cognitivo-conductuales, las
The incredible years. En la década de los ochenta, Carolyn cuales pretenden favorecer la conducta adaptativa de la persona en
Webster-Stratton presentó un recurso para padres que pos­ sus diversos contextos: personal, familiar, social, etc. Se han creado
teriormente se convertiría en el actual programa. El objetivo programas terapéuticos específicos, validados empíricamente, que
actual es promover sobre todo la competencia emocional y han demostrado ser eficaces para el tratamiento de los síntomas de
social entre otras, para así, prevenir, reducir y tratar problemas estos trastornos, aunque en muchos casos es necesaria también la
de conducta y emocionales interviniendo sobre diferentes nive­ intervención con las figuras parentales, dada su importancia en los
les. (Página web oficial: http://www.incredibleyears.com/). primeros años de vida.

•• Términos c lave
Impulsividad 378 Trastornos d e l control Trastorno de con ducta 377
Trastornos de comportamiento d e impulsos 377
disruptivo y disocia! 377
Capítulo 12. Trastornos destructivos, del control de los impulsos y de la conducta tt

•• Lecturas recome ndadas


Mikulincer, M . y Shaver, P . R . (2016). Attachment i n adulthood: Struc­ Medina, A., Moreno, M. J., Lillo, R. y Guija J. A. (Eds.l (2017). Los trastor­
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de regulación y desregulación emocional con base en la teoría del Documento que recoge la relación de los trastornos disruptivos, del
apego como posible explicación de los procesos psicopatológicos. control de los impulsos agresivos y de la conducta con aspectos
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Universidad de Valladolid. Capítulo del manual de psicopatología infantil. Se estudian las
Revisión actual sobre los trastornos disruptivos, del control de los características transdiagnósticas, así como factores de protección y
impulsos agresivos y de la conducta. Además de incluir aspectos des­ de riesgo desde la perspectiva de la psicopatología evolutiva.
criptivos, incluye información referente al tratamiento y evaluación.

•• Refe re n c ia s
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395
tt Manual de pslcopatología. Volumen 2
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396
Capítulo 1 2. Trastornos destructivos, del control de los i m pulsos y de la conducta tt

•• Caso para autoeva luación


Mikel es u n chico d e 25 años que está pasando una circunstan­ amistades, se vio envuelto en varias peleas por las que estuvo en
cia delicada por la pérdida de su último trabajo como operario en un centro de cumplimiento de medidas j udiciales con 13 años, la
una gran fábrica. Este episodio ocurrió hace tres semanas; según más grave fue por agredir violentamente a una mujer que ejercía
Mikel, «se me fue de las manos, fue una chorrada, joder ... soy un la prostitución. Al hablar del suceso, Mikel se muestra arrepenti­
desastre». El hecho en sí se debió a que, a la hora de sacar un do, dice que no tiene nada en contra de la prostitución, ni de las
café de la máquina de la sala de descanso, se quemó algo la mano mujeres, «era un gilipollas ... por aquella época me daban también
al derramarse un poco de café y entonces la emprendió a golpes puntazos de enfadarme a saco, mis padres le echaban la culpa a
con la máquina, cuando los compañeros le empezaron a increpar, los porros».
Mikel se dedicó a insultar y gritar durante un buen rato, hasta que Actualmente, vive con su pareja y un amigo en un piso compar­
se fue calmando. Según Mikel, se la tenían jurada ya que unos días tido. Mikel confiesa que siempre ha tenido dificultades para con­
antes también estuvo discutiendo con su compañero de máquina sin trolarse y que nunca han desaparecido los episodios de conflicto,
ningún motivo aparente. Mikel dice que él es como una tormenta por ejemplo, con su pareja también suele discutir, aunque nunca ha
de verano, «me dan puntazos, pero luego se me pasa al rato, es llegado a las manos como lo hizo su padre, pero sí tiende a gritar o
cuestión de conocerme». insultar ... «va por rachas». De las evaluaciones realizadas en diver­
Mikel es el mayor de tres hermanos, al explorar su historia cuen­ sos centros, no hay constancia de que haya tenido un diagnóstico
ta que el carácter le viene de familia, que su padre también era muy de trastorno mental, aunque en uno de los centros recuerda que
«cañero», un hombre de pocas palabras. Recuerda una infancia uno de los educadores le dij o que era hiperactivo, que lo ponía en
difícil, no tenían mucho dinero (su padre era obrero de la construc­ algún informe y quizás por eso estuvo con medicación (aunque a él
ción y su madre limpiaba portales) y las discusiones eran frecuentes nunca le dijeron nada, ni lo ha visto en ningún informe ... «igual se lo
(sobre el gasto del dinero, las infidelidades del padre, etc.> a él le inventó»). Frecuentemente, confiesa que siente miedo de sí mismo
tocaba proteger a sus hermanos y en ocasiones a su madre, sobre por no poder controlarse y terminar pegándole a alguien o rom­
todo cuando su padre llegaba a casa bajo los efectos del alcohol, piendo algo. Dice sentirse descontrolado y describe los «puntazos»
rompía cosas e incluso llegaba a golpearles. De su madre recuerda como si algo se encendiese dentro en él y no lo pudiera controlar
que era muy buena, se esforzaba, «hacía lo que podía», aunque y solo puede calmarse gritando o tirando algo. La mayor parte de
también la recuerda con momentos de mucha tristeza y apagada. las veces golpeando puertas, y objetos que tenía alrededor. Durante
En lo que se refiere al colegio, dice que no tuvo mucha suerte, no los últimos meses los episodios han aumentado, dándose varios a la
se le daba muy bien, le costaba concentrarse y atender; lo suyo era semana, aunque de diferente intensidad. Tras los episodios confiesa
más el deporte, sobre todo el fútbol, aunque no tuvo el apoyo de sus sentirse culpable, sobre todo cuando ha sido visto por alguien <le
padres ni con los estudios ni con el deporte. da mucha vergüenza, por ejemplo, cuando es en presencia de su
Cuando tenía once años, sus padres se divorciaron y lo recuerda mujer o el compañero de piso), luego le cuesta estar con ellos en el
como muy duro, porque su madre denunció al padre por malos tra­ mismo espacio, dice que todo esto le agota, que está cansado, «me
tos, pero le dejaba entrar en casa cada dos por tres. Su madre se siento decepcionado conmigo mismo, voy a acabar siendo como mi
desahogaba con él sobre su padre, pero cuando su padre entraba padre». En su día a día, es una persona cariñosa, cercana y sensi­
en casa y Mikel se enfrentaba a él, su madre no le apoyaba, lo que ble. Ahora acude asustado a consulta porque sabe que lleva una
le enfadaba mucho. Repitió curso y cambió de amigos, según él y temporada que salta fácilmente por todo y además ha cambiado
visto desde ahora, no fueron buena compañía, ya que se metían las relaciones con las personas cercanas, alejándose de algunas de
en líos y él les acompañaba, pero luego se sentía mal. Con esas ellas desde que perdió el trabajo.

•• Autoeva luación
l. lCuál ha sido el detonante de los episodios agresivos? cl Las relaciones familiares.
a) El modelado de su padre. d) Los síntomas depresivos de la madre.
b) La personalidad.
3. lQué posible factor transdiagnóstico puede presentar
cl La frustración e impotencia ante las situaciones. Mikel?
d) Ninguna de ellas. a) Irritabilidad.
2. lCuál de los siguientes factores no es un factor predispo­ b) Ira.
nente? c) Perfeccionismo.
al El consumo de porros. d) Ansiedad anticipada.
b) El carácter del padre.

(Continúa)
tt Manual de psicopatología. Volumen 2

!l. iCon qué trastorno mental se puede confundir el diagnós­ e) Consecuencia del desarrollo del trastorno.
tico de Mikel? d) Explosivos e intencionados.
o) Trastorno negotivisto desafiante.
8. Teniendo en cuenta la perspectiva categorial del DSM-5,
b> Trastorno explosivo intermitente.
icon cuál de los siguientes trastornos podemos relacionar
c) Trastorno de conducto. el caso de Mikel?
d) Otro trastorno disruptivo, del control de los impulsos y de o) Trastorno bipolar.
lo conducto especificado.
b) Trastorno de desreguloción disruptivo del estado de ánimo
5. Teniendo en cuenta los síntomas de Mikel, se podrían c) Trastorno adaptativo.
decir que son: d) Trastorno por déficit de atención/hiperactividad.
o) Externolizontes.
9. iEI miedo y la culpa que siente por sus «puntazos» se
b) Internolizontes.
podrían considerar?

c) Ambos.
a) Factores de mantenimiento.
d) Ninguno.
b) Factores externolizantes.
6. La agresión que ocurrió a los 13 años fue una conducta ... c) Aspectos egosintónicos.
o) Propio del desarrollo evolutivo asociado o lo edad. d) Factores precipitantes.
b) Desencadenante del trastorno.
IO. iA qué edad podríamos decir que Mikel desarrolló el tras­
c) Debido al consumo. torno?
d) Mantenedora del trastorno. a) La primero infancia.
7. Crees que los arrebatos destructivos hacia objetos por b) Lo segundo infancia.
parte de Mikel son... c) Lo adolescencia.
o) Propios de un trastorno de lo conducto. d) La edad adulto.
b) Desproporcionados o lo vivido por Mikel.

U :UD a tu¡¡ toas 11 O lS ' ' " SUJNUZO J 04! JtA za JCAZSC4

398
CAPÍTUL0 13
..

TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD
Héctor Fernández-Álvarez, Belén Pascual-Vera y Amparo Belloch

l. Introducción: la personalidad normal y los trastornos D. Trastorno de la personalidad antisocial 420


de la personalidad 399 E. Trastorno de la personalidad límite 423
A. El estudio de la personalidad normal 400 F. Trastorno de la personalidad narcisista 424
B. Los trastornos de la personalidad
40/ G. Trastorno de lo personalidad histriónico 1/26
11. Criterios generales de trastorno de la personalidad H. Trastorno de lo personalidad evitativo 428
según los sistemas actuales de diagnóstico
I. Trastorno de lo personalidad dependiente 430
psiq_uiátrico 402
J. Trastorno de la personalidad obsesivo-compulsivo
A. CIE- 1 1: trastornos de personalidad y rasgos
(TP-OCl 432
relacionados 402
B. DSM-5: trastornos de lo personalidad 406 IV. Recomendaciones para la evaluación
y el tratamiento 434
C. Comparación entre los sistemas CIE- 1 1 y DSM-5 410
V. Resumen de aspectos fundamentales y tendencias
D. Epidemiología, comorbilidad y curso de los trastornos
futuras 437
de la personalidad 411
III. Caracterización clínica de los trastornos de la TÉRMINOS CLAVE 438
personalidad en el DSM-5 415
LECTURAS RECOMENDADAS 438
A. Trastorno de lo personalidad paranoide 415
B. Trastorno de lo personalidad esquizoide 4/1 REFERENCIAS 438
C. Trastorno de lo personalidad esquizotípico 418 AUTOEVALUACIÓN 441

l . 1 ntroducción: la personalidad normal y los trastornos


de la persona lidad
E l estudio científico d e l o personalidad e s ton antiguo como l o psi­ recuerdan Ozer y Benet (2006), los patrones estables y consistentes
cología mismo, pero no hoy uno definición unánimemente aceptado de comportamiento tienen consecuencias y efectos predecibles.
sobre qué es y en qué consiste lo personalidad. En términos genera­ Los rasgos de personalidad son descripciones, formuladas en
les se define como el conjunto de característicos o rasgos que mejor términos probabilísticos, de patrones relativamente estables de
describen o identifican el modo de ser, de sentir y de comportarse emociones, motivaciones, cogniciones, experiencias, y comporta­
habitualmente de un individuo, de tal modo que o partir de ellos mientos, que se activan o ponen de manifiesto como consecuencia
es posible predecir con relativo precisión su funcionamiento social, de los cambios y los estímulos que se producen (y se perciben) en el
emocional, e incluso intelectual, en diversos contextos, actividades, entorno <DeYoung, 2015). Por eso mismo, se asume que las caracte­
o situaciones vitales. En consecuencia, los rasgos tienen efectos cau­ rísticas que definen los rasgos no son positivas o negativas per se,
sales directos sobre lo vida de los personas, sobre su salud, su traba­ pues su bondad o negatividad depende del momento o situación en
jo, sus relaciones personales, su estabilidad emocional, etc., porque el que se hagan potentes y, sobre todo, de su flexibil idad o adap­
influyen decisivamente en los modos de comportarse, de sentir, de tabilidad o los cambios, así como de su utilidad para el desarrollo
experimentar lo realidad, y de relacionarse <DeYoung, 2015). Y como del individuo y de su relación con otras características y rasgos que
r.k �' Manual de psicopatología. Volumen z

puedan modular sus expresiones más extremos. Por todo ello, lo ta 1999, 2003) es el resultado más conocido de la amplio tradición
característico más importante de los rasgos, lo que mejor los define, de la psicología de la personalidad normal, inaugurada por Allport
es su dimensionalidad, que implico que su presencio no se caracteri­ y Odbert en la década de los años treinta del pasado siglo, basada
zo en términos absolutos, o de presencio versus ausencia. en la búsqueda de los «universales léxicos» del lenguaje sobre la
Lo personalidad humana no es, por lo tanto, uno entidad con­ personalidad humana. Desde esta perspectiva se asumía que, cuan­
creto y específico, sino más bien la organización de propiedades y to más importante o significativo fuero un ámbito o dominio de fun­
característicos psicológicos de distinto orden y naturaleza (emocio­ cionamiento personal cuanto más potente en términos de fuente de
nal, afectiva, cognitivo, motivacional, relacional, comportomentol, diferencias individuales, mayor número de «palabras» habría para
aptitudinol, sociall, que caracterizan a un individuo en particular, describir sus atributos, manifestaciones, matices, facetas y caracte­
que lo identifican como único ante los demás y ante sí mismo o lo rísticas específicas. La estructura penta-factorial del modelo de los
largo de su ciclo vital y de los diferentes situaciones y roles que 5GF se ha reproducido, con pocas variantes, en la mayoría de los
desempeña. Y como sucede en todo sumo de elementos complejos, lenguajes y contextos en los que se ha estudiado y, según sus pro­
lo personalidad es en sí misma más que lo sumo de sus componen­ ponentes, explica la mayor porte de las diferencias individuales en
la personalidad normal. Estos factores son los siguientes (se incluyen
tes, es decir, uno propiedad emergente compleja que se halla en
las diversos denominaciones que se pueden encontrar en castellano
cambio y crecimiento continuo.
poro los factores 3, 4 y 5):
l. Neuroti cismo (o inestabilidad emocional) versus estabil idad
emocional.
2) Personalidad. Conjunto de características o rasgos que
2. Extroversión versus introversión.
describen o identifican el modo de ser, de sentir y de com­
portarse habitualmente de un individuo y que permiten pre­ 3. Apertura a la experiencia versus aislamiento o cerrazón.
decir su funcionamiento social, emocional, etc., en diversos 4-. Cordialidad, afabilidad, o amabilidad versus hostilidad o ira.
contextos. La personalidad es una propiedad emergente 5. Escrupulosidad, minuciosidad, tesón, responsabilidad, o meticu­
compleja y se halla en cambio y crecimiento continuo. losidad, versus negligencia, dejadez, o falta de perseverancia.
2) Rasgos. Descripciones de patrones relativamente esta­ Con estos planteamientos en torno al concepto de rasgo, el
bles de emociones, motivaciones, cogniciones y comporta­ modelo de los 5GF confluye con los más clásicamente dimensio-
mientos, que se activan como consecuencia de los cambios nalistas de la personalidad y es actualmente el referente del estu­
dio de la personalidad normal, con una influencia patente en las
y estímulos que se producen IY se perciben] en el entorno.
nuevas propuestas, denominadas «modelo alternativo», sobre la
Las características que los definen no son posit ivas o nega­ clasificación y el diagnóstico de los trastornos de la personalidad
tivas per se, sino que dependen de la situación, de su fle­ de la última edición del Manual Diagnóstico y Estadístico de los
xibilidad o adaptabilidad y de su utilidad para el desarrollo Trastornos Mentales <DSM-5; American Psyhiatric Association, 2013).
, del individuo. La característica que mejor los define es su Junto a este modelo, también ha tenido una influencia importante
dimensionalidad. el enfoque psicobiológico sobre la personalidad formulado por C. R.
Cloninger, centrado en el concepto de temperamento más que en
el de rasgo.
La noción de temperamento hace referencia a las respuestas
A. El estudio de la personalidad normal automáticas de naturaleza emocional que emitimos ante los expe­
riencias vitales: el temperamento constituye el «núcleo emocional»
El acercamiento científico al estudio d e lo personalidad humano
de la personalidad y está constituido por las predisposiciones neuro­
se ha centrado en lo búsqueda, descripción, análisis y medido de
biológicas (heredadas) a reaccionar con emociones primarios (i. e.,
los elementos básicos que lo configuran, es decir, de los rasgos
miedo, i ra, apego) y con las conductas automáticas con ellas rela­
y su organización. Los teorías sobre lo personalidad difieren en cionadas (i. e., inhibición, activación, y persistencia), ante estímulos
aspectos ton importantes como en qué consiste un rasgo de per­
ambientales específicos (i. e., daño, novedad, y recompensa, res­
sonalidad Wormo de expresar emociones y afectos? ¿aptitudes
pectivamente). Inicialmente se postularon tres di mensiones de tem­
y/o capacidades? lmotivociones1 úelociones con los demás?), o
peramento i ndependientes que, hi potéticamente, capturaban los
en cuál es su génesis (p. ej ., las teorías del carácter ponen más
diferencias individuales en el aprendizaje asociativo como respuesta
énfasis en lo influencio cultural y el aprendizaje, mientras que los o lo novedad (búsqueda de novedades), al daño o al castigo ( evi­
del temperamento subrayan más l o i mpronta biológico), o en los tación del daño), y a la recompenso (dependencia de la recompen­
métodos idóneos poro detector y evaluar los rasgos (que van desde sa o la gratificación). Cada una de estos tres dimensiones fluctúo,
el empleo de los técnicos multivoriadas, o estrategias cualitativas), respectivamente, desde lo impulsividad e irascibilidad o lo rigidez y
lo que influye de manero determinante no solo en el número de templanza, desde la ansiedad y el pesimismo hasta lo sociabilidad y
rasgos que se consideren necesarios paro explicar lo configuración optimismo, y desde lo calidez y lo búsqueda de aprobación hasta lo
nuclear de lo personalidad, sino también su contenido, su orga­ frialdad y la distancia emocional. En una reformulación posterior, se
nización, su importancia o centralidad en el resultado fi nal, y los añadió uno cuarto dimensión lo persistencia o perseverancia y, más
interacciones entre ellos (p. ej., teorías mono-rasgo frente a teorías

tarde, se amplió lo propuesto para explicar los diferencias indivi­
multi-rosgol. duales en el carácter, entendido como el conjunto de manifestacio­
El actual modelo de los «Cinco Grandes Factores» de personali­ nes y contenidos que definen los conceptos sobre el sí-mismo y sus
dad (en adelante, SGFl (p. ej., Costa y McCroe, 1990; McCrae y Cos- interacciones con el medio social (Cloninger et al., 1997). El carácter

400
r
Capítulo 13. Trastornos de la personalidad :'

hace referencia a las diferencias individuales en procesos cognitivos B. Los trastornos de la personalidad ITPI
superiores (i. e., representación simbólica, razonamiento lógico y for­
mal, e imaginación y capacidad de inventiva) y es el resultado final Como antes hemos dicho, uno de los elementos clave de la persona­
de la combinación entre los rasgos heredados de temperamento, lidad es el hecho de que permanece relativamente estable a lo largo
las presiones y condicionantes socioculturales y los acontecimientos de toda la vida. Y este elemento vale tanto para caracterizar a las
vitales. Como consecuencia, el carácter optimiza la adaptación del personalidades sanas o normales, como a las anormales o pertur­
temperamento al medio, en la medida en que modula y modifica las badas. Este aspecto es importante porque sirve para establecer un
emociones primarias. Se postularon tres dimensiones del carácter, punto de partida fundamental: cuando hablamos de una personali­
cuya influencia en el modelo alternativo para la conceptuación de dad anómala, disfuncional, anormal, enfermiza, patológica o tras­
los trastornos de la personalidad del DSM-5 es evidente, como se tornada, hacemos referencia a todo el modo de ser de un individuo,
verá más adelante. no a aspectos concretos o parciales (p. ej., estado de ánimo, con­
ducta social, etc.l. Por lo tanto, la característica diferencial de los
l. Autodirección: tendencia a percibirse uno mismo como un indivi­ TP frente a otros trastornos mentales es su omnipresencia, es decir,
duo autónomo. Oscila desde la confianza y determinación para que las anomalías del individuo se hacen patentes en un amplio
actuar, hasta el auto-reproche y la falta de objetivos. rango de comportamientos, sentimientos, experiencias internas y,
2. Cooperación: visión de uno mismo como parte de la sociedad. además, en circunstancias muy diversas. En consecuencia, presenta
Fluctúa desde la tolerancia y la disposición a ayudar, hasta el un repertorio de comportamientos limitado, reiterativo, e inflexible,
estar dominado por los prejuicios y los deseos de venganza o que cambia muy poco en función de las demandas y situaciones.
revancha. En suma, un modo de ser y comportarse poco adaptativo, lo que
3. Auto-trascendencia: en qué medida la persona se considera conlleva, por ejemplo, que su capacidad de aprender nuevos modos
como parte de la humanidad en general. Fluctúa desde la espi­ de comportarse, de expresarse, de relacionarse con los demás, se
ritualidad y el auto-perdón, hasta el materialismo y la necesidad halle gravemente li mitada. Esto explica por qué las personas que
de control. padecen un TP sean especialmente vulnerables, psicológicamente
frágiles, ante el estrés, entendiendo por estrés una situación nueva
La estructura de siete factores (cuatro de temperamento, tres que requiere el desarrollo de nuevas estrategias para afrontarla.
"
de carácter) ha sido objeto de muchas críticas y puesta en duda en
También es importante tener en cuenta otro aspecto en el que
varios estudios, como el de Ando et al. (2002). Estos autores exa­
estos trastornos difieren de la mayoría de otros trastornos menta­
minaron la estructura genética del Inventario de Cloninger sobre
les: aunque provocan sufrimiento y malestar intensos en el propio
el Temperamento y el Carácter (T(l), el autoinforme con el que se
individuo (o en quienes le rodean), no suele haber conciencia de
.. -
evalúa el modelo, y encontraron que la estructura óptima era una
de cuatro factores, parcialmente relacionados, en lugar de siete.
enfermedad, o esta se limita a unos pocos aspectos. Las personas
con estos trastornos no suelen ser conscientes de que su modo de
Lo interesante de esta reorganización, más allá de sus contenidos
ser es la causa fundamental de su malestar, o de los problemas a los
concretos es, por un lado, que las dimensiones del temperamento
que debe enfrentarse como consecuencia de ese modo de ser. Por
y el carácter no son independientes, como muestran la mayoría de
esta razón, difícilmente buscan por sí mismos ayuda psicológica: son
las investigaciones sobre personalidad; y, por otro, que la estructura
más bien otros significativos, o las circunstancias sociales, o las con­
es muy similar a la de cuatro factores que encontraron Widiger
secuencias que tiene en su vida cotidiana su modo de ser, las que
y Simonsen (2005) en su revisión de los 18 modelos dimensionales
los llevan a solicitar algún tipo de ayuda. Entre esas consecuencias
que, en ese momento, contaban con mayor respaldo empírico y
hay que mencionar desde la aparición de síntomas incapacitantes
que parece ser independiente del modelo que se utilice: estabili­
de otro trastorno mental (emocional, de control de impulsos, de
dad emocional versus desregulación o neuroticismo; extraversión
adicciones, etc.) hasta problemas en las relaciones interpersonales,
versus introversión; antagonismo versus afabilidad, y control versus
incluyendo el contexto laboral, es decir, por otras razones o motivos
impulsividad.
diferentes al origen de todos ellos: su personalidad.
Resumiendo lo hasta aquí dicho, un TP es un modo de ser y
comportarse que:
)) Cinco Grandes Factores lsGF) . Son el fruto de la amplia
l. Es omni presente: s e pone d e manifiesto e n l a mayor parte de
t radición de la investigación en psicología de la personali­
situaciones y contextos, y abarca un amplio rango de compor­
dad, que se centraba en la búsqueda de los «universales tamientos, sentimientos y experiencias.
léxicos» del leng uaje sobre la personalidad h umana. La i
2. No es producto de una situación o acontecimiento vital concre­
estructura penta-factorial del modelo se ha reproducido, to, sino que obarca la mayor parte del ciclo vital del individuo.
con pocas variantes, en la mayoría de los leng uajes y con­ 3. Es inflexible, rígido, no se adapta a los cambios (o lo hace con
textos donde se ha estudiado. Los SGF son los sig uientes: dificultad).
[ 1] neuroticismo versus estabilidad emocional, [2] extraver­ 4. Hace difícil adqui rir habilidades y comportamientos nuevos,
sión versus introversión, 13) apertura a la experiencia versus especialmente en el ámbito de las relaciones sociales: perjudica
aislamiento, [ 4] cordialidad, afabilidad o amabilidad versus el desarrollo social del individuo.

hostilidad o ira y [ s] escrupulosidad, minuciosidad, tesón,
responsabilidad o meticulosidad versus negligencia, deja­
.. .
5. Hace a quien lo padece frágil y vulnerable ante situaciones nue­
vas que requieren cambios.
dez o falta de perseverancia. 6. No se ajusta a lo que cabría esperar para ese i ndividuo, tenien­
------- - • ♦- -···
do en cuenta su contexto sociocultural.

401
W• "' Manual de psicopatología. Volumen 2

7. Produce malestar y sufrimiento a quien lo padece o a quienes trastornos mentales. Una de las grandes novedades del DSM-II I
le rodean: provoca interferencias en diversos ámbitos (social, de 1980 fue la introducción de u n sistema multiaxial de cinco ejes:
familiar, laboral, etc.l. síndromes clínicos, trastornos del desarrollo y de la personalidad,
8. A diferencia de los otros trastornos mentales, el malestar es más trastornos o enfermedades médicas, intensidad de los estresores
bien una consecuencia de la no aceptación por parte de los psicosociales, y valoración global de la gravedad. Este sistema se
demás del modo de ser del individuo que una característica presumía útil para registrar y codificar información que podía ser
intrínseca del trastorno: en general suelen ser egosintónicos, a empleada para establecer un mejor diagnóstico del problema indi­
diferencia de la egodistonía que caracteriza a la mayoría de los vidual y, por tanto, para realizar una mejor planificación del trata­
trastornos mentales. miento a seguir y predecir la respuesta del individuo. Las siguientes
ediciones del DSM mantuvieron esa misma propuesta, con cambios
9. Por lo antedicho, la conciencia de enfermedad o anomalía en menores en la denomi nación y contenido de los ejes propuestos.
relación con las características personales disfuncionales es Lo que se mantuvo invariable fue la inclusión de los TP en un eje
escasa o inexistente. diferente al de los otros síndromes clínicos, con la pretensión de
enfatizar su carácter de permanencia y/o cronicidad y, según Grilo
et al. (2014), para animar a los clínicos a evaluar trastornos y proble­
1 1 . Crite rios generales de
•· trastorno
!!i mas de larga evolución como los TP en lugar de centrarse solo en los
trastornos mentales presentes en un momento dado (es decir, los del
de la personalidad Eje I. Sin embargo, en la versión actual DSM-5, desaparecen los ejes
según los sistemas actua les y, lógicamente, la diferenciación de los TP del resto de los trastornos
mentales y del comportamiento. La segunda gran diferencia es la
de diagnóstico psiquiátrico inclusión de un modelo alternativo para la clasificación y el diag­
nóstico de los TP, basado en una concepción dimensionalista de las
L a Organización Mundial de l a Salud h a hecho pública a través de características y rasgos de personalidad. Las razones de todo ello,
su página web institucional (www.who.int) la undécima versión de sus posibles implicaciones y su contenido específico, se abordarán
la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE- l ll. El cambio más adelante. Las características que definen los TP en general en
más significativo del Capítulo 6, dedicado a los trastornos menta­ los dos sistemas vigentes, CIE- 11 y DSM-5, se ofrecen en la Tabla 13.1.
les del comportamiento o del neurodesarrollo es, precisamente, el Ambos sistemas coinciden en caracterizar los TP como trastor­
relativo a los trastornos de la personalidad. Todos los trastornos que, nos primarios lo que, entre otras cosas, implica que no deberían
hasta la anterior edición, se incluían en esta categoría (i. e., para­ diagnosticarse cuando sean secundarios, o consecuentes, a otras
noide, esquizoide, disocial, de inestabilidad emocional, histriónico, patologías, ya se trate de otros trastornos mentales, determinadas
anancástico, ansioso, y dependiente) desaparecen como tales tras­ circunstancias vitales o enfermedades médicas. En todo caso, si los
tornos individuales y, en su lugar, se propone un único diagnóstico: TP son secundarios a alguna de estas condiciones, debe especifi­
Trastornos de personalidad y rasgos relacionados. carse. Otra de las semejanzas es la de recalcar el carácter de per­
La 5. 0 y más reciente versión de la clasificación de la APA, el manencia o persistencia durante períodos de tiempo prolongados
DSM-5, mantiene sin embargo los mismos diez trastornos reunidos de las características definitorias del trastorno: más de dos años
en tres grupos diferenciados, y una definición prácticamente idénti­ en el caso de la C I E- 1 1, y de inicio en la adolescencia tardía o
ca a la que viene proponiendo desde la edición de 1980 <DSM-III). principios de la adultez en el DSM-5. Las manifestaciones del tras­
El primer grupo, catalogado como el de los individuos con personali­ torno en diversas áreas o ámbitos del funcionamiento del individuo
dades franca y manifiestamente extrañas, raras, o inusuales, incluye es otro de los elementos en el que ambos sistemas coinciden: la
tres TP: paranoide, esquizoide y esquizotípico, pertenecientes en autopercepción o idea del sí-mismo, las relaciones interpersonales,
mayor o menor grado a lo que se ha denominado el «espectro de la afectividad o la cognición son las áreas que de un modo u otro
la esquizofrenia», con lo que se quiere indicar la si militud sinto­ se mencionan en los dos sistemas. Por últi mo, el deterioro en el
matológica como consecuencia, hipotéticamente, de la existencia funcionamiento personal y el malestar propio o ajeno se incluyen
de factores etiológicos comunes. Las mayores diferencias entre las asimismo en los dos sistemas.
esquizofrenias y este grupo de TP radican en la gravedad y persis­ Sin embargo, el modo de evaluar y valorar estos aspectos, junto
tencia de los síntomas por un lado (mayor en las psicosis), y por otro con la consideración de si existen trastornos de personalidad dife­
en la pauta generalizada de déficits sociales y relacionales, que es renciados o si solo hay un patrón disfuncional de personalidad que
el ámbito en donde las personas con estos TP presentan los mayores se manifiesta de formas diferentes constituyen las mayores fuentes
problemas. El segundo grupo i ncluye cuatro trastornos: antisocial, de diferencia entre la CIE- 1 1 y el DSM-5. Las analizaremos en el
límite, histriónico y narcisista. La inestabilidad emocional extrema siguiente apartado.
y las dificultades para controlar los i mpulsos serían los elementos
comunes. El tercer y último conjunto contempla tres trastornos: evi­ A. C I E -11: Trastornos de persona l i dad
tativo, dependiente, y obsesivo-compulsivo, que tienen en común el
presentar un nivel de ansiedad y/o miedo exagerados, motivado en y rasgos re lacionados
buena medida por el temor a perder el control en un sentido gené­ Como hemos dicho, el nuevo planteamiento de la OMS supone una
rico (de uno mismo, de otros significativos, de las situaciones, etc.>. ruptura total con la visión categorial de los TP que la propia organi­
No obstante, hay dos diferencias notables en la última edición zación ha venido manteniendo hasta ahora. El primer cambio tiene
del DSM que vale la pena destacar. La primera es la desaparición que ver con la denominación mi sma del capítulo dedicado a la
del grupo de los TP de un eje o bloque separado del resto de los psicopatología de la personalidad, que incluye el concepto de ras-

402
C apítulo 13. Trastornos de la personalidad ;, •i
:: .¡:j

) ) Tabla 13.1. Caracterización de los trastornos de la personalidad según los sistemas de la OMS [CIE-11] y de la APA [DSM-5]
(

CIE-11 DSM-5
1

• El TP se caracteriza por problemas en el funcionamiento A. Patrón persistente de experiencia interna y de conducta que se aparta
de ciertos aspectos del sí-mismo (p. ej., identidad, auto­ claramente de las expectativas de la cultura del individuo. Este patrón se
valía, ajuste en la autopercepción, auto-direccionalidadl manifiesta en dos (o más) de las siguientes áreas:
y/o por disfunción interpersonal (p. ej., capacidad para l. Cognición (i. e., modos de percibir e interpretarse a sí mismo, a los
desarrollar y mantener relaciones cercanas y mutuamente demás, y a los acontecimientos).
satisfactorias; capacidad para comprender los puntos 2. Afectividad (i. e., gama, intensidad, labilidad, y adecuación de la
de vista de los demás y para manejar los conflictos que respuesta emocionall.
surgen en las relaciones personales), que han persistido 3. Funcionamiento interpersonal.
durante un período de tiempo amplio (dos o más años).
lJ. Control de impulsos.
• La alteración se manifiesta por patrones desadaptativos B. Ese patrón persistente es inflexible y se extiende a una amplia gama de
(inflexibles o poco regulados) de cognición, experiencia
emocional, expresión emocional y comportamiento. Se situaciones personales y sociales.
ponen de manifiesto en un amplio espectro de situaciones C. El patrón persistente provoca malestar o deterioro clínicamente significativo
personales y sociales (i. e., no se limitan a relaciones en el funcionamiento social, laboral o en otras áreas importantes.
o roles sociales concretos). D. El patrón es estable y de larga duración y su inicio se remonta al menos
Los patrones de comportamiento no son adecuados desde a la adolescencia o al inicio de la edad adulta.
el punto de vista evolutivo y no se explican por factores E. El patrón persistente no se explica mejor como una manifestación o
sociales o culturales, incluyendo conflictos sociopolíticos. consecuencia de otro trastorno mental.
La alteración se asocia con malestar importante o deterioro F. El patrón persistente no se debe a los efectos fisiológicos de una sustancia
significativo en los ámbitos del funcionamiento personal, (p. ej., abuso de drogas, medicación), o a otra condición médica
familiar, social, educativo, laboral, o en cualquier otro. (p. ej., trauma cerebrall.

go y, por lo tanto, la apuesta por un enfoque dimensional sobre la primer lugar, el diagnóstico general de trastorno de personalidad y,
personalidad que oscila d esde la normalidad hasta la patología o en segundo término, su gravedad.
trastorno. Se establece así un puente con los planteamientos en los Además del diagnóstico formal de TP, existe la opción de indicar
que históricamente se han basado los estudios sobre la personalidad la presencia de problemas de personalidad cuya entidad, gravedad
humana que comentamos en la introducción. De hecho, los deno­ o persistencia no son lo bastante importantes como para plantear
minados rasgos prominentes a evaluar guardan muchas semejanzas que un individuo tiene un TP. Se trata de la categoría denominada
con el modelo de los 5GF, como se verá más adelante. «Dificultades de la personalidad» que hace referencia a personali­
El nuevo sistema, que actualmente se encuentra en período dad problemática, complicada o difícil, sin llegar a la categoría de
de prueba y entrará en vigor en 2020, sigue en gran medida el patológica o «trastornada». Por tanto, no se considera un trastorno
planteamiento expresado, entre otros, por Livesley (2003, 2018): el mental en sí mismo y, como tal, se ubica en un apartado que reco­
primer paso es valorar la existencia de un patrón generalizado d e ge condiciones que, aun no siendo enfermedades o trastornos con
personalidad trastornada (o trastorno d e l a personalidad), según diagnóstico específico, influyen en el estado de salud y dan lugar a
los criterios generales que acabamos de exponer en el apartado consultas con los servicios de salud.
precedente. Una vez establecido el diagnóstico, debe evaluarse su La personalidad problemática, o los problemas de personalidad,
gravedad (tres niveles: leve, moderado, grave), sobre la base de las se caracterizan por la presencia de dificultades relacionadas con
disfunciones que el trastorno provoca en las relaciones interperso­ la acentuación de algunos rasgos de personalidad, con una dura­
nales y en la vida cotidiana de la persona. Ambos aspectos permiten ción de al menos dos años, que provocan disfunciones en algunos
soslayar el gran problema de la comorbilidad entre los TP cuando se ámbitos del funcionamiento personal, laboral, o relacional. Los pro­
consideran como entidades separadas, es decir, como tipos. El clíni­ blemas no son graves, se circunscriben a situaciones concretas, se
co puede no especificar la gravedad, pero hay que tener en cuenta expresan de manera intermitente (p. ej., bajo estrés, o en situacio­
que para aplicar un diagnóstico formal de TP, debe especificarse, nes de riesgo), y con una intensidad baja, de modo que no impiden
como mínimo, un nivel de gravedad leve. Además, este nivel puede realizar las actividades cotidianas, o permiten mantener relaciones
utilizarse como medida umbral para el cribado, es decir, para deli­ interpersonales con relativa normalidad. Pueden producirse en el
mitar presencia versus ausencia de TP (Bach y First, 2018). contexto o en el curso de un trastorno mental. Por ejemplo, una per­
El segundo paso es explorar las características particulares sona con trastorno obsesivo-compulsivo puede presentar problemas
a través de las cuales se manifiesta clínicamente el trastorno en de personalidad por sus rasgos perfeccionistas (i. e., una faceta de
un individuo concreto. Se trata de un paso inicialmente optativo, la anancastial, pero al mismo tiempo puede mantener buenas rela­
aunque recomendable. Para ello se utilizan uno o varios de los seis ciones sociales y realizar su trabajo adecuadamente. Otro paciente
especificadores que en la CIE- 11 se denominan «rasgos prominen­ con ansiedad generalizada resistente al tratamiento puede tener
tes de personalidad». Por lo tanto, estos rasgos únicamente son baja autoestima (i. e., una faceta de la afectividad negativa), pero
aplicables a un paciente particular una vez se han establecido, en al mismo tiempo estar considerado por los demás como leal y buen

403
tt Manual de pslcopatologla. Volumen 2

compañero. En ambos casos, los patrones específicos de problemas Hay problemas con muchas de las relaciones interpersonales y/o
de personalidad sugieren una elevada vulnerabilidad a presentar en el desempeño de los roles sociales y laborales, pero se man­
algún trastorno, pero en sí mismos no son los suficientemente impor­ tienen algunas relaciones y roles.
tantes como para justificar un diagnóstico adicional de TP. No hay auto-lesiones o daños a terceros.
A continuación, se presentan los criterios para establecer la gra­ Malestar emocional y/o deterioros significativos en los ámbitos
vedad y las características que definen cada uno de los seis rasgos familiar, social, educativo, o laboral, o en otras, pero o bien
prominentes de personalidad, tal y como se ofrecen en la versión se circunscribe a áreas específicas (p. ej., relaciones de pareja,
electrónica disponible de la nueva clasificación y complementan empleo), o afecta a varias áreas, pero en un grado leve.
Bach y First (2018).
Nivel 2: moderada
Las alteraciones afectan a varias áreas del funcionamiento per­
a. Evaluación de la gravedad del TP
La evaluación de la gravedad gravita en torno a dos grandes sonal (p. ej., identidad o sentido del sí-mismo, capacidad para
núcleos de perturbación: el sí-mismo y las relaciones interpersona­ establecer relaciones íntimas, para controlar los i mpulsos y
les, teniendo en cuenta la persistencia y el grado en el que se hacen regular el comportamiento). Pero otras áreas están menos afec­
patentes estos dos ámbitos de perturbación. tadas.
Por lo que se refiere al sí-mismo se trata de valorar su estabili­ Problemas importantes en la mayoría de las relaciones interper­
dad y coherencia, la capacidad para mantener una autovaloración sonales, y está afectado el desempeño de la mayor parte los
en general positiva y estable, la visión ajustada y adecuada de las roles sociales y laborales.
propias características personales, con sus fortalezas y limitaciones,

Es muy probable que las relaciones se caractericen por la con­
y la capacidad para la autodirección, es decir, para planificar, esco­ flictividad, la evitación, la retirada o la dependencia extrema (p.
ger y conseguir metas adecuadas. ej., se mantienen pocas amistades, hay conflictos constantes en
El ámbito de las relaciones interpersonales incluye desde las el ámbito laboral, las relaciones de pareja se caracterizan por
románticas o de pareja, las familiares y paterno-filiales, o las de problemas graves, o por una sumisión inadecuada).
amistad, hasta las laborales y/o escolares y con los pares. La dis­ Puede haber ocasionalmente auto-lesiones o daños a terceros
función se manifiesta en varios de esos ámbitos, e incluye aspectos
Deterioro importante en los ámbitos personal, familiar, social,
como el interés en entablar relaciones, la capacidad para valorar
educativo, laboral u otros, aunque el funcionamiento en algunos
y comprender la perspectiva de los demás, o la de iniciar y mante­
ámbitos se mantenga adecuado.
ner relaciones cercanas mutuamente satisfactorias y ser capaz de
manejar y afrontar los posibles conflictos. Nivel 3: grave
Las perturbaciones, tanto en relación con el propio yo como Alteraciones graves en el funcionamiento del sí-mismo (p. ej.,
en el contexto interpersonal, se ponen de manifiesto a través de el sentido del sí-mismo puede ser tan inestable que el individuo
alteraciones en los planos: manifieste no saber quién es, o ser tan rígido que se niegue
l. Emocional (p. ej., expresión emocional adecuada, capacidad a participar en muchas actividades; autoimagen distorsionada:
para reconocer emociones no deseables, como ira o tristeza). auto-despreciativa, o de grandiosidad, o claramente excéntrica).
2. Cognitivo (p. ej., capacidad para tomar decisiones en situacio­ Problemas en el funcionamiento interpersonal que afectan a
nes de incertidumbre, flexibilidad y estabilidad del sistema de casi todas las relaciones; no hay capacidad ni voluntad para
creencias). desempeñar los roles sociales y laborales esperados, o se hallan
3. Comportamental (p. ej., control de impulsos, comportamien­ gravemente comprometidas.
to adecuado en situaciones de estrés o de i ntensa emocio­ Las manifestaciones de la alteración de la personalidad son
nalidad). graves y afectan a la mayoría, o todas, las áreas del funciona­
miento y la vida de la persona, incluyendo los ámbitos personal,
La clasificación del trastorno en términos de gravedad permite, familiar, social, educativo, laboral, y otros.
según Bach y First (2018), planificar el tratamiento del paciente en
términos de su intensidad, duración, y componentes terapéuticos Frecuencia elevada de lesiones contra uno mismo o contra ter­
necesarios. Es decir, se plantea como un aspecto central para opti- .,,. ceros
mizar la utilidad del diagnóstico en la práctica clínica. Además,
con la valoración de la gravedad se pretende solucionar el pro­
b. Los rasgos prominentes de personalidad y el patrón
blema de la comorbilidad, que, como ya comentamos, es uno de límite
los grandes problemas que ha tenido siempre el diagnóstico de los Como explicamos antes, el segundo paso para valorar el T P que
TP. La evaluación de la gravedad del TP debe realizarse en uno de presenta un individuo particular consiste en evaluar en qué medi­
los tres niveles que se proponen, que se definen por las siguientes da su disfuncionalidad se hace patente en cada una de las cinco
características: dimensiones de rasgos, cuyas características se especifican tal y
como las presentamos aquí. No se ofrecen, por el momento, otros
Nivel /: leve procedimientos para evaluar la mayor o menor presencia de estos
Hay afectación en algunas, pero no en todas, las áreas del rasgos, sino únicamente su presencia o ausencia. Oltmanns y Widi­
funcionamiento personal (p. ej., hay problemas con la auto-di­ ger (2018) han publicado un cuestionario de autoinforme (The Per­
rección, pero no con la estabilidad y coherencia de la propia sonality Inventory for ICD-11, PiCD) con 60 items, para evaluar la
identidad o auto-valía) presencia de los cinco rasgos propuestos.

404:
Capítulo 13. Trastornos de la personalidad ij!

Por su parte, el especificador «Patrón límite» hace referencia a la desinhibición, aunq_ue no todas tienen q_ue estar presentes en
un patrón comportamental específico, q_ue no se ajusta a ninguna de un momento dado, son:
las dimensiones de rasgos q_ue caracterizan la personalidad normal. Impulsividad.
Como sucede con los cinco rasgos anteriores, la aplicación de este
Distraibilidad fácil.
criterio es optativo y puede combinarse con el resto de los rasgos:
por ejemplo, «TP de gravedad moderada, con patrón límite, afectivi­ Irresponsabilidad.
dad negativa y desinhibición». No obstante, para aplicar este patrón Imprudencia.
es necesario q_ue el paciente presente al menos cinco de las nueve Falta de planificación.
características q_ue lo definen, q_ue en realidad son las mismas q_ue el
Por ejemplo, estas personas pueden i nvolucrarse en actividades
DSM-5 aplica al TP l ímite. Bach y First (2018) señalan q_ue la CIE- 1 1
tales como conducción temeraria, deportes de alta riesgo, uso
l o adoptó para recalcar e l hecho d e q_ue hay modelos teóricos consis­
de sustancias, juego patológico, o actividades sexuales incon­
tentes y manuales y guías de tratamiento adecuados para el trastorno.
troladas.
Las características q_ue definen cada uno de los cinco rasgos y
el patrón límite son las siguientes: Anancastia. La característica central consiste en una focaliza­
ción extrema en los estándares propios de perfección sobre lo
A fectividad negativa. Tendencia a experi mentar muchas
q_ue está bien y lo q_ue está mal, y en el control del comporta­
emociones negativas con una frecuencia e i ntensidad despro­
miento propio y ajeno para asegurar q_ue se ajusta a esos están­
porcionadas en relación con la situación, q_ue se manifiesta por
dares. Manifestaciones habituales de la anancastia, aunq_ue no
características como las q_ue siguen, aunq_ue no todas tienen
todas tienen q_ue estar presentes en un momento dado, incluyen:
q_ue estar presentes en un momento dado:
l. Perfeccionismo: por ejemplo, preocupación por seguir las
l. Labilidad emocional.
reglas sociales, las obligaciones y las normas sobre lo q_ue es
2. Mala regulación emocional: ansiedad, i ra, miedo, preocupa- correcto y lo q_ue es incorrecto, atención escrupulosa a los
ciones, vergüenza. detalles, con rutinas diarias rígidas y sistemáticas, hiper-pro­
3. Actitudes negativistas, pesimismo, depresión, culpa. gramación y planificación, énfasis en la organización, el
4-. Autoestima y autoconfianza bajas. orden, y la pulcritud.
5. Recelo, desconfianza, hostilidad. Por ejemplo, a la perso­ 2. Restricción emocional y de comportamiento, q_ue i ncluye
na le resulta difícil recomponerse por sí misma y tiene q_ue control rígido sobre las expresiones emocionales, obstina­
pedir ayuda a otros, o poder salir de la situación, para tran­ ción e inflexibilidad, evitación del riesgo, perseverancia y
q_uilizarse. premeditación.
Desapego. Tendencia a mantener distancia i nterpersonal (des­ Por ejemplo, pueden empeñarse en repetir o rehacer el trabajo
apego social> y emocional (desapego emocional>, aunq_ue no de los demás, porq_ue no se ajusta a sus estándares.
siempre tienen q_ue estar presentes en u n momento dado; se Patrón límite. Este descriptor se aplica a los individuos cuyo
definen por: patrón de alteración de la personalidad se caracteriza por la ines­
l. Desapego social: evita las relaciones sociales y la intimidad, tabilidad en las relaciones interpersonales, la auto-imagen, y los
y carece de amistades. afectos, con marcada impulsividad, como se refleja en varias de
2. Desapego emocional: reserva, actitud distante, y expresión las características siguientes (deben cumplirse al menos cinco):
y experiencia emocionales limitadas. l. Esfuerzos titánicos para evitar u n abandono real o imaginado.
Anti-sociabilidad. I ndiferencia hacia, o desprecio por, los dere­ 2. Patrón de relaciones interpersonales intensas e inestables,
chos y sentimientos de los demás, q_ue se acompaña de egocen­ q_ue se caracteriza por la alternancia entre la idealización y
trismo y falta de empatía. Las manifestaciones más habituales, la depreciación extremas.
aunq_ue no todas tienen q_ue estar presentes en un momento 3. Alteración de la propia identidad, q_ue se manifiesta por una
dado, incluyen: marcada y persistente auto-imagen, o sentido de uno mis­
l. Egocentrismo: creencias de tener derecho a todo, expectati­ mo, inestable.
vas de admiración por parte de los demás, comportamientos 4-. Tendencia a actuar de manera temeraria cuando se encuen­
de búsq_ueda de atención, positiva o negativa, preocupación tra en un estado afectivo negativo, lo q_ue le lleva a posibles
excesiva por las necesidades, los deseos y el bienestar pro­ comportamientos autolesivos (p. ej., actividades sexuales de
pios, y no por los de otros. riesgo, conducción temeraria, atracones de comida, o uso
2. Falta de empatía: i n diferencia acerca de si las propias excesivo de sustancias o alcohol>.
acciones incomodan o molestan a los demás. Por ejemplo, 5. Episodios recurrentes de auto-lesión (p. ej., intentos de suici­
mentir, manipular, ser explotador, agredir físicamente, ser dio, auto-mutilaciones).
insensible al sufrimiento ajeno, o cruel con el fin de conse­ 6. I nestabilidad emocional, consecuente con una intensa reac­
guir los propios objetivos. Estas personas responden con ira tividad dependiente del estado de ánimo. Las fluctuaciones
o desprecio hacia los demás cuando no reciben admiración. del estado de ánimo pueden activarse tanto por estímulos
Desinhibición. Tendencia a actuar de manera temeraria basán­ internos (p. ej., los propios pensamientos) como externos.
dose en estímulos externos o i nternos i nmediatos (es decir, Como consecuencia, el individuo experimenta intensos esta­
sensaciones, emociones, pensamientos), sin tener en cuenta las dos de ánimo disfóricos, q_ue suelen durar unas pocas horas
posibles consecuencias negativas. Manifestaciones habituales de pero q_ue pueden prolongarse varios días.

405
k ;'' Manual de psicopatología. Volumen 2

7. Sentimientos crónicos de vacío. resultar errónea en algunos casos: por ejemplo, un paciente con
8. I ra intensa e inadecuada, o dificultad para controlar los afectividad negativa y comportamientos autolíticos será califica­
estados de ira, que se manifiesta en estallidos frecuentes do como grave aunque no presente más rasgos disfuncionales. En
de mal humor (p. ej., gritar o chillar, tirar o romper cosas, todo caso, se asume que la gravedad puede (o debe) cambiar con
meterse en peleas). el tratamiento, mientras que los rasgos son mucho más estables y
9. Síntomas disociativos transitorios, o que emulan caracterís­ resistentes. Por lo tanto, el foco del tratamiento debe situarse en los
ticas psicóticas (p. ej., alucinaciones breves, paranoia), en efectos nocivos que tiene el trastorno para el paciente (es decir,
situaciones de elevada activación afectiva. en atenuar la gravedad) y no en modificar los rasgos, sino, en todo
caso, flexibilizarlos. Pero, obviamente, la flexibilización ya constituye
Otras manifestaciones del patrón límite, que no siempre tienen en sí misma un cambio positivo, que tendrá efectos a su vez positi­
que estar presentes en un momento concreto, incluyen: (a) la visión vos en muy diversas áreas del funcionamiento personal. En realidad,
de uno mismo como inadecuado, malvado, culpable, asqueroso, como explicamos en otro lugar, la idea de «inmodificabilidad» de
y despreciable; (b) sentirse muy diferente de los demás y aislado, los rasgos disfuncionales de un TP no se sustenta hoy, atendiendo a
una dolorosa sensación de marginación y soledad permanente; (c) los resultados que ofrecen los diversos estudios, sobre eficacia de las
hipersensibilidad ante el rechazo, problemas para establecer y man­ psicoterapias (cfr. Belloch et al., 2019).
tener un nivel consistente y adecuado de confianza en las relaciones La propuesta que hace la CIE-11 es todavía muy reciente y, por
interpersonales, con tendencia a malinterpretar las señales sociales. tanto, no se sabe cuál va a ser realmente su utilidad y su viabilidad
Los cinco rasgos se ajustan bastante al modelo de los 5GF: la en la práctica clínica. Especialmente importante es conocer hasta
afectividad negativa forma parte del neuroticismo, el desapego del qué punto soluciona el grave problema de la comorbilidad y el ele­
aislamiento, la anti-sociabilidad del polo hostilidad, la desinhibición vado número de diagnósticos de «TP no especificado». El consenso
de la extroversión, y la anancastia de la minuciosidad. alcanzado entre los proponentes y redactores de esa propuesta tras
Por otro lado, hay que tener en cuenta que los rasgos que incor­ un largo tiempo empleado en amplios y complejos debates hace ser
pora la CIE- 1 1 no son asimilables a síndromes ni a diagnósticos, optimistas sobre su utilidad.
sino a formas de manifestarse el TP. Un aspecto paradójico es que,
a pesar de considerarse como dimensiones, su calificación para un
individuo particular se realiza únicamente en términos de presencia ¿) Clasificación y diagnóstico de los trastornos de la per­
versus ausencia. Según se indica en muchos de los trabajos de los sonalidad según la CIE-11 IOMSj. Propone un solo patrón
expertos que formaron parte del comité que ha elaborado la pro­ disfuncional de personalidad que se manifestará de diver­
puesta final, esta decisión se tomó para facilitar el uso del sistema sas formas según sean los rasgos disfuncionales que predo- /'
en la práctica clínica, a pesar de la contradicción conceptual que ' minan. Para el diagnóstico se requiere evaluar la gravedad
supone. Con ello se facilita, en principio, aplicar tantos rasgos como
sean necesarios para que el clínico obtenga un retrato amplio de la del t rastorno y los rasgos prominentes de personalidad.
dinámica disfuncional de un paciente particular. E l umbral mínimo para el diagnóstico es gravedad leve y
Pero, sobre todo, la caracterización de los pacientes sobre la los rasgos propuestos son: afectividad negativa, desapego,
base de sus rasgos de personalidad debe permitir entender mejor en anti-sociabilidad, desinhibición y anancastia. Se incluye un
qué consiste la disfuncionalidad en los dos ámbitos que la CIE-11 especificador para el patrón limite que hace referencia a
considera esenciales para valorar la presencia de un TP: el sí-mismo un patrón comportamental espec ífico, que no se ajusta t
f
y las relaciones interpersonales. Por ejemplo, dos pacientes pueden a ninguna de las dimensiones de rasgos que caracterizan
presentar deterioro en el contexto relacional, pero en un caso por la personalidad normal.
una excesiva sumisión (debida a sus rasgos de afectividad negativa
y desapego), mientras que en otro paciente el deterioro se debe
a comportamientos de manipulación y agresividad relacionados
con el rasgo de antisociabilidad. Como consecuencia, el enfoque B. DS M-5: trastornos de la pe rsona lidad
terapéutico debe focalizarse en aspectos distintos en cada caso
y deben aplicarse procedimientos y técnicas distintas. Desde esta La insatisfacción con el sistema categorial-tipológico adoptado por
perspectiva, saber cuáles son los rasgos que mejor caracterizan a el DSM desde su tercera edición de 1980 dio lugar a intensos deba­
los pacientes es importante para, entre otras cosas, favorecer la tes entre quienes se decantaban por mantenerlo y quienes, por el
alianza terapéutica, proporcionar la psico-educación adecuada, contrario, abogaban por sustituirlo por un enfoque dimensional. Los
aumentar el auto-conocimiento del paciente, planificar mejor los defensores del segundo enfoque proponían comenzar, precisamen­
objetivos a lograr con y durante el tratamiento, y adecuar el formato te, por los TP (Kupfer et al., 2002). De hecho, unos años después
de tratamiento (p. ej., grupal o individual). afirmaban lo siguiente «Hemos decidido que una de las diferencias,
Por lo que se refiere a la evaluación de gravedad, se plantea la más importante, entre el DSM-IV y el DSM-5 será la utilización
como reflejo de hasta qué punto los rasgos impactan negativamente prominente de medidas dimensionales» (Regier et al., 2009, p. 6�9).
en el sí-mismo y en las relaciones interpersonales del paciente <Bach La última versión del DSM-5 estuvo precedida por un número
y First, 2018). Desde esta perspectiva, y según esos autores, cuanto muy importante de publicaciones en torno a estos aspectos, bue­
más grave sea el TP, mayor número de rasgos disfuncionales estarán na parte de los cuales revisamos en otro lugar (cfr. Belloch y Fer­
presentes, porque se supone que el «retrato» de la personalidad del nández-Álvarez, 2010). Hasta unos pocos meses antes de hacerse
paciente será más complejo y afectará, por tanto, a más ámbitos pública la versión definitiva del manual (APA, 2013) parecía que
y de un modo más intenso. No obstante, esta apreciación puede la opción dimensionalista, basada en rasgos, iba a ser la definí-

ll06
Capítulo 13. Trastornos de la personalidad ., ,

tiva y, como tal, aparecía en la página web oficial de la APA. Sin ) ) Tabla 13.2. DSM-5: Criterios generales para el diagnóstico
embargo, sorprendentemente, en la publicación final se optó por de trastorno de la personalidad
reproducir, sin más cambios, el mismo esq_u ema del DSM-IV, es
,
decir, diez trastornos organizados en tres grupos. Y, al mismo tiem­
';
A. Dificultad moderada o grave en el funcionamiento de la
po, se incluyó el denominado «modelo alternativo» en una nueva personalidad (auto/interpersonall.
sección final.
La justificación q_u e los autores dan para esta doble («híbri­ B. Uno o más rasgos patológicos de personalidad.
da», según los propios editores del Manual) y tan diferente presen­ c. Las dificultades en A y B son relativamente inflexibles y se
tación de los TP es, cuanto menos, paradójica: apelan a mantener extienden a una amplia gama de situaciones personales
la clasificación tradicional para «.,.preservar una continuidad con y sociales.
la práctica clínica actual, al tiempo q_ue se introduce un nuevo -
enfoq_ue q_ue tiene como objetivo hacer frente a las numerosas defi­ D. Las dificultades en A y B son relativamente estables a través
ciencias de la perspectiva actual de los trastornos de la personali­ del tiempo, y se inician al menos en la adolescencia o en la
dad» <DSM-5, pp. 761; el subrayado es nuestro)». Mencionan dos edad adulta temprana.
E. Las dificultades en A y B no se explican mejor por otro
deficiencias principales: la frecuente comorbilidad entre diversos
TP en un mismo paciente, y la elevada frecuencia del diagnóstico
trastorno mental.
de «TP no especificado». En los siguientes apartados nos deten­
dremos en la explicación del modelo alternativo q_ue, a diferencia F. Las dificultades en A y B no son exclusivamente atribuibles
del tradicional, permite una comparación con la propuesta actual a los efectos fisiológicos de una sustancia o de otra afección
de la CIE- l L q_ue es el sistema oficial de diagnóstico en la UE y en médica (p. ej., un traumatismo craneoencefólico grave).
otros muchos países y contextos.
G. Las dificultades en A y B no se conciben como normales
a. El modelo alternativo: dificultades en el funcionamiento para la etapa de desarrollo de la persona o para su contexto
y rasgos patológicos de personalidad sociocultural.
"'
El nuevo esq_uema diagnóstico asume un enfoq_ue dimensional q_ue
aplica a los dos grandes aspectos o criterios en los q_ue se basa,
en realidad, el diagnóstico de un TP: el primero de ellos refiere a pone de manifiesto en el procedimiento q_ue se exige para la eva­
los problemas en el funcionamiento cotidiano, ya sea en el ámbito luación del grado de afectación, ya q_ue la disfuncionalidad en cada
del sí-mismo (identidad y autodirección), ya en el de las relaciones uno de los cuatro ámbitos debe valorarse según la Escala del Nivel
interpersonales (empatía e intimidad). El segundo operativiza esas de Funcionamiento de la Personalidad, q_ue se ofrece en el mismo
dificultades en términos de rasgos patológicos de personalidad q_ue manual, y q_ue fluctúa a lo largo de cinco niveles: O (poco o ningún
son los q_ue, aparentemente, explicarían esas dificultades. deterioro), 1 (algún deterioro), 2 (deterioro moderado), 3 (deterioro
La presencia de alteraciones significativas en ambos aspectos, grave) y 4 (deterioro extremo).
funcionamiento cotidiano y rasgos, es necesaria para un diagnóstico En síntesis, la evaluación q_ue se propone aq_uí es análoga a la
formal de TP. En la Tabla 13.2 se exponen estos criterios q_ue difieren evaluación de gravedad q_ue exige la CIE-lL con dos salvedades: la
sustancialmente de los criterios para el diagnóstico de un TP basado CIE- 1 1 no plantea un nivel O (ausencia de gravedad), y el nivel I del
en tipos q_ue el DSM-5 ofrece en la Sección II del manual, idéntica DSM-5 se correspondería con el de «Problemas de personalidad»
como hemos dicho a la de las anteriores versiones del DSM. de la CIE- 1 1 q_ue, como ya se explicó, no es en sí mismo suficiente
Las características q_ue definen los cuatro ámbitos en los q_ue para plantear un diagnóstico de TP puesto q_ue, por definición, no
puede verse afectado el funcionamiento personal, se exponen en supera el umbral mínimo exigible de gravedad. En cuanto al segun­
la Tabla 13.3. En este caso, la adopción del enfoq_ue dimensional se do criterio, los rasgos patológicos de la personalidad, se organizan,

) ) Tabla 13.3. DSM-5: E lementos que configuran el funcionamiento de la personalidad [Criterio AJ

Experiencia de uno mismo como único, con Comprender y valorar experiencias y motivaciones
l ímites claros entre yo- los demás. de otros.
Autoestima estable y autoevaluación ajustada. Tolerar diferentes puntos de vista.
Capacidad y habilidad para regular experiencias Discernir los efectos de la propia conducta en los
emocionales. otros.
Perseguir objetivos y metas coherentes y Profundidad y duración de las relaciones.
significativas a corto plazo y a lo largo de la vida. Deseo y capacidad para la cercanía.
Uso de normas internas de comportamiento Reciprocidad de la relación q_ue se refleja en el
constructivas y pro-sociales. comportamiento interpersonal.
Capacidad de autorreflexión productiva.

407
lr,t Manual de psicopatología. Volumen 2
) ) Tabla 13.4. DSM-5: Facetas de los rasgos patológicos de la personalidad
RASGO Y DEFINICIÓN GENERAL FACETAS
AFECTO NEGATIVO Inestabilidad (emocional)
Experiencias frecuentes e intensos de niveles elevados de varios Ansiedad
emociones negativos (p. ej., ansiedad, depresión, culpo o vergüenza, . Inseguridad de separación
preocupación, ira) y sus manifestaciones conductuoles (p. ej., outolesionesl Sumisión
e interpersonales (p. ej., dependencia). Hostilidad
Perseverancia
Depresión
Desconfianza
Afecto restringido
DESAPEGO Evitación social
Evitación de lo experiencia socio-emocional, que incluye tonto rehuir los Evitación intimidad
interacciones interpersonales (incluidos los diarios casuales, los amistades, Anhedonio
o los relaciones íntimos), como la experiencia y lo expresión afectivos, que • Depresión
están restringidos, en particular lo capacidad hedónico. Afecto restringido
Suspicacia
ANTAGONISMO Manipulación
Conductos que sitúan al individuo en conflicto con otros personas, con un Falsedad
sentido exagerado de lo propio importancia y lo consiguiente expectativo Grandiosidad
de merecer un troto especial, así como antipatía insensible hacia los otros, Búsqueda de atención
que abarco falto de conciencio de los necesidades y sentimientos de los Insensibilidad
demás, y predisposición o utilizar a los otros en beneficio propio.
Hostilidad
DESINHIBICIÓN Irresponsabilidad
Orientación hacia lo satisfacción inmediato, que conlleva comportamientos Impulsividad
' impulsivos, producidos por pensamientos, sentimientos y estímulos actuales Distroibilidod
externos, sin tener en cuento aprendizajes del posado o consecuencias Asunción de riesgos
futuros. Perfeccionismo (ausencia o carencia)
PSICOTICISMO Creencias y experiencias inusuales
Amplio gamo de conductos y cogniciones incongruentes y extraños, Excentricidad
excéntricos o inusuales culturalmente, incluyendo tonto el proceso (p. ej., lo Desregulación cognitivo y perceptivo
percepción, lo disociación) como el contenido (p. ej., los creencias).
como en la CIE-lL en cinco conjuntos: afectividad negativa (frente b. Aplicación del modelo alternativo a seis TP
a estabilidad emocionall, desapego (frente a extraversión), antago­ Uno vez delimitados los características y criterios generales para el
nismo (frente a amabilidad), desinhibición (frente a escrupulosidad), diagnóstico de los TP y su gravedad, el DSM-5 aplico esos caracte­
y psicoticismo (frente a lucidez). Cada uno de ellos incluye varias rísticos a seis trastornos específicos de lo personalidad, cuyo elec­
facetas específicas q_ue los definen, cuyas características se ofrecen ción no se explica ni justifica en el manual. Uno de ellos formo parte
también en el mismo manual. Tanto los cinco rasgos como sus face­ del grupo A de lo clasificación tradicional (esq_uizotípicol, tres per­
tas son aparentemente similares o los del modelo de los SGF de lo tenecen al grupo B (antisocial, límite, y narcisista), y dos al grupo C
personalidad normal, aun cuando existen diferencias notables: por (evitotivo y obsesivo-compulsivo). Además, se incluye lo posibilidad
ejemplo, algunos facetos aparecen vinculados o más de un rasgo de un diagnóstico análogo al de TP-no especificado, el «TP espe­
(afecto restringido), y no está cloro que el psicoticismo se ajuste o cificado por rasgos (TP-ER>», q_u·e se aplicaría cuando lo persono
ningún rasgo del modelo de los SGF. cumple criterios para un TP pero no se ajusto o ninguno de los seis
En lo Tabla 13.1.J resumimos los facetos q_ue incluye coda rasgo. propuestos. Además de valorar el impacto de sus característicos
Los siguientes cuatro criterios generales de un TP hocen referencia personales en el funcionamiento, lo q_ue parece más relevante en
a los propios característicos de los rasgos (inflexibilidad, generaliza­ este coso es evaluar lo presencio de uno o más rasgos patológicos
ción y estabilidad trans-temporal: criterios C y D respectivamente), y y/o sus facetos. En nuestra opinión, lo inclusión de esta categoría
al diagnóstico diferencial (criterios E, F, G). aporto realmente poco y en bueno medido se solapo con los crite-
a
Capítulo 13. Trastornos de la personalidad •!!1 illi

ríos generales paro el diagnóstico de un TP. Es decir, que simple­


mente aplicando esos criterios, se obtendría la misma información ¿) Clasificación y diagnóstico de los trastornos de la
que utilizando los del TP-ER. En la Figura 13.1. reproducimos un personalidad según el OSM-5 IAPA) . Propone dos mode­
esquema, similar al propuesto por Skodol et al. (2015), paro aplicar los de clasificaci ó n : el categorial y el dimensional. E l
paso a paso los criterios diagnósticos del modelo alternativo a los TP. , categorial o t ipológico incluye d i e z T P reunidos en t res
Finalmente, aunque los trastornos que se incluyen en el mode­ grupos: [ A ) paranoide, esquizoide y esquizotípico; [B)
lo alternativo son los mismos que aparecían en la Sección II del antisocial, límite, histriónico y narcisista, y [ C) evitati vo,
manual (con excepción de los cuatro eliminados: paranoide, esqui­
dependiente, y obsesivo-compulsivo. En el modelo alter­
zoide, histriónico y dependiente), los criterios diagnósticos que se
aplican siguiendo este modelo son diferentes, porque todos los TP se nativo, basado en un modelo dimensional, el diagnóstico
caracterizan sobre la base de los dos grandes criterios previamen­ está condicionado por los sig uientes c riterios: [ l ] proble­
te explicitados paro diagnosticar un trastorno de la personalidad: mas en el funcionamiento personal [sí-mismo relac iones
deterioro en las áreas del funcionamiento personal (Criterio Al y interpersonales) y [ 2) presencia de dificultades asociadas
rasgos patológicos (Criterio Bl. con rasgos patológicos de personalidad. E l umbral míni­
El deterioro tiene que ser evidente en al menos dos de las cua­ mo para un d iagnóstico es de deterioro moderado en el
tro áreas, es decir, que la puntuación en la Escala del Nivel de Fun­ funcionamiento personal y los rasgos propuestos son los
cionamiento de la Personalidad tiene que alcanzar como mínimo el
sig uientes: afectividad negati va, desapego, desinhibición,
nivel 2 (deterioro moderado), en cada uno de los dos ámbitos en los
que se evidencie la disfuncionalidad. En suma, el mismo esquema antagonismo y psicoticismo. Se incluyen seis TP: esquizo­
general propuesto por la CIE- 1 1, gravedad y rasgos prominentes, típico, antisocial, límite, narcisista, evitativo y obsesivo-
pero en este caso aplicado a seis TP específicos. Un apartado pos­ , compulsivo.
terior se dedica a estos trastornos.

Paso 1:
Evaluar el deterioro en el funcionamiento de la personalidad:
Identidad, autodirección, empatía, intimidad
(mínimo: grado 2 de deterioro en dos áreas)
�---,----,.,,---,,--,----�--�---r---------------JII)\

Paso 2:
l
Evaluar rasgos
Afectividad negativa, desapego, antagonismo, desinhibición, psicoticismo

Paso 3:
¿son aplicables los criterios A y B a TPs concretos?

si NO

Paso ija_
Determinar el TP:

l~ --·l-------.-------~
Paso ijb.
Aplicer los criterios A y B al TP
Esquizotípico, antisocial, límite, narcisista,
especificado por rasgos
evitativo, obsesivo-compulsivo

Paso 5
Aplicar criterios de inclusión y exclusión m, E, F, Gl

Paso 6
Confirmar diagnóstico de TP

)) Figura 13.1. DSM-5: Aplicación del modelo alternativo de diagnóstico de los T P.

4-09
�- J(� Manual de psicopatología. Volumen 2

C. Comparación e ntre los s istemas C I E-11 ) ) Tabla 13.5. C omparación de los criterios diagnósticos
y DS M-5 generales para los trastornos de la personalidad de la CIE-11
y el DSM-5*
En los últimos años se han publicado varios trabajos estableciendo
comparaciones entre los nuevos modelos que proponen los dos siste­
mas psiquiátricos. Lo mayor porte de estos trabajos están firmados
por miembros de los grupos que han formalizado lo propuesto de
lo OMS y tienen como objetivo aparente armonizar ambos modelos,
buscando más los puntos de encuentro que los de desacuerdo.
Desde un punto de visto general, lo cierto es que hoy muchos
similitudes entre ambos propuestos. Lo más importante es el punto
de partido conceptual: los TP pueden <y deben) definirse en térmi­ Dificultades
1) Algún deterioro
nos dimensionales, tonto en lo que respecto o su gravedad o inter­ personalidad
ferencia con el desarrollo y funcionamiento normal del individuo,
Leve = 2) Deterioro moderado
como en lo elección de los rasgos como elementos o través de los
que se expreso lo disfuncionolidod de lo personalidad. El segundo Moderada 3) Deterioro grave
aspecto en el que hay coincidencia radica en la elección del modelo
de rasgos de personalidad: ambos apelan a los 5GF. Grave 4) Deterioro extremo
Lo Tabla 13.5, modificado de Boch y First (2018), ejemplifico los
aspectos concretos en los que ambos sistemas de diagnóstico pre­
sentan coincidencias y en los que muestran desacuerdos. Lo primero
(aunque menor) de los discrepancias es lo diferente denominación Afectividad negativa
de lo gravedad: en lo CIE- 1 1 se denomino así (gravedad), mientras
que en el DSM-5 se denomino deterioro en el funcionamiento per­ Desapego = Desapego
sonal. Pero, en realidad, se refieren o lo mismo. Por otro lodo, en lo Desinhibición Desinhibición
CIE- 11 no se incluye un nivel «O» de gravedad. =
Lo segundo diferencio es más importante pues hoce referencia Anti-sociabilidad = Antagonismo
o los rasgos principales que se escogen poro identificar los patro­ Anancostia
nes anómalos de la personalidad: el de anancastia no se recoge i Psicoticismo
------------'-------'----- -
- ---- 11!
en DSM-5, y el psicoticismo no se incluye en CIE- 1 1. El rasgo de
• E l umbral mínimo para un diagnóstico de TP es gravedad leve
anancastio, que en la psicopatología europea clásica ha hecho
ICIE- 1 1 ] o deterioro moderado I DSM-5]
referencia a obsesividad (más que a compulsividadl, no se recoge
como tal rasgo principal en el sistema DSM-5. En todo caso, sería
asimilable a algunas de las facetas del rasgo «Desinhibición» del
DSM-5, pero obviamente en su extremo opuesto (p. ej., perfeccio­ específica para su evaluación. Bach et al. (2017) plantean que la
nismo rígido, bojo asunción de riesgos), además de algunos de las definición amplio y detallada que proporciona el sistema CIE- 1 1
facetos del rasgo de afectividad negativa (p. ej., perserverancio, d e los rasgos prominentes e s suficiente para evaluar con fiabilidad
afecto restringido). los rasgos propuestos.
En cuanto al rasgo de psicoticismo, solo se incluye en el DSM-5. Por último, un breve comentario sobre una de los semejanzas
Muy probablemente el objetivo de su inclusión tiene que ver con lo entre los dos sistemas que no hemos mencionado antes: el empe­
referencia al trastorno esquizotípico, que de hecho el DSM-5 sigue ño de ambos por plantear que los cinco dominios de rasgos y sus
incluyendo como trastorno de la personalidad, mientras que en lo correspondientes facetos son asimilables al modelo de personalidad
actual y pasadas ediciones de la CIE, este trastorno nunca se ha normal de los SGF. Lo cierto es que esto se corresponde poco con
considerado como TP porque sus características diagnósticas se lo realidad. Recuérdese que esos SGF son neuroticismo versus esta­
identifican con el espectro de la esquizofrenia. Se trata pues de uno bilidad emocional; extraversión versus introversión; apertura versus
discrepancia que viene de lejos. Por otro lodo, las características aislamiento; cordialidad versus hostilidad; y minuciosidad versus
que definen el psicoticismo del DSM-5 (creencias, desregulación negligencia. Si bien hoy similitudes notables en algunos cosos (p. ej.,
perceptiva y cognitiva) son difícilmente asimilables a rasgos de per­ neuroticismo y afectividad negativa), lo cierto es que los «cinco ras­
sonalidad y, de hecho, no se contemplan como tales en ninguna de gos patológicos» de ambos sistemas son uno mezcla de diferentes
las diferentes versiones del modelo de los 5GF. No obstante, podrían facetas de los SGF o, como sucede con el del psicoticismo, es difícil
asimilarse en parte al máximo nivel de gravedad de los tres que encontrar un ajuste de sus facetas con las de los SGF. De hecho,
se proponen en la CIE- 1 1, además de encuadrarse en los rasgos autores como Livesley (2013) o Shelder et al. (2010) han criticado,
de afectividad negativa y desapego tal y como se definen en ese no sin razón, la incoherencia de apostar por un modelo de amplia
sistema. base empírica como el de los 5GF para justificar un cambio radical
La tercero fuente de diferencias es lo ausencia de especifi­ de enfoque en el diagnóstico de los TP para, a continuación, no
caciones de facetas de los rasgos en la clasificación de lo OMS, tenerlo en cuento e «inventar» otro, cuya base empírica (es decir,
frente a la más detallada información que proporciono el mode­ los datos en los que se sustento) está por demostrar en su mayor
lo alternativo del DSM-5 que, como dijimos, propone uno escalo parte.

410
Capítulo 13. Trastornos de la personalidad

D. Epidemiología, comorbilidad y curso de fueron los más habituales en el resto de los países que participaron
en el estudio. Los TP de los grupos A y C fueron significativamente
los trastornos de la personal idad
más prevalentes en hombres que en mujeres, y la presencia de los
a. Prevalencia TP de los grupos A y B estaba relacionaba de manera inversa con la
edad (i. e., mayor prevalencia en jóvenes). Además, como ya sucedía
Los datos disponibles sobre la prevalencia de los TP son dispares y,
en el estudio de Torgersen et al. (2001), de nuevo se constató una
en muchos casos, contradictorios y poco fiables. Con todo, se estima
relación clara entre bajo nivel educativo y presencia elevada de TP.
que la frecuencia de estos trastornos en la población general es
elevada (entre el 6-13 %), y esa tasa aumenta de modo espectacular Otro estudio reciente y amplio, con casi 3.000 personas, es el
entre la población que presenta algún trastorno mental (entre el de Santona et al. (2018), llevado a cabo en una gran ciudad, la de
20-40 %). En la mayor parte de los estudios se constata, además, San Pablo en Brasil. Los datos se obtuvieron mediante los mismos
un ligero predominio de mujeres frente a hombres, aunque los datos instrumentos que los utilizados en el estudio de Huang et al. (2009)
varían en función del trastorno. Los trastornos límite, dependien­ que acabamos de resumir. Además de los datos sociodemográficos
te, evitativo y esquizotípico son los que presentan las cifras más se recabaron otros especialmente relevantes, como la exposición
elevadas de prevalencia. Es posible que ello se deba no tanto a a acontecimientos traumáticos y violencia, el grado de deterioro
una mayor frecuencia real de estos trastornos, sino a otros factores: según la escala de la OMS <Disability Assessment Scale, WHO-DAS),
en el caso del límite y del esquizotípico, los criterios diagnósticos el hábitat (rural o urbano, diferenciando en este caso pequeña o
están bastante bien definidos y son relativamente específicos; en el gran ciudad) y la condición de emigrante. La mayor tasa de perso­
dependiente y el evitativo, es posible que variables culturales, como nas con TP se obtuvo con los trastornos del grupo C (4,6 %), seguida
la hiper-valoración de la autonomía, la independencia y la compe­ de los del grupo A (4, 3 %), mientras que la menor fue para los tras­
tencia social, actúen como amplificadores de unos modos de ser tornos del grupo B (2,7 %). Además, se obtuvo una tasa del 6, 8 %
que no responden adecuadamente a los valores imperantes. para cualquier trastorno de personalidad. En cuanto a las variables
sociodemográficas, los hombres tenían una mayor probabilidad de
Torgersen et al. (2001) realizaron un estudio en Oslo, con 2.053
presentar un TP (Odds ratio, OR = 2,2) y, especialmente, trastornos
personas de la población general y edades comprendidas entre los
del grupo A (OR = 6,8), mientras que el nivel educativo se asociaba
18 y los 65 años, utilizando la entrevista estructurada para los TP del
de manera inversa con los TP del grupo C <OR = 0,7). Sin embargo,
DSM-III-R, además de entrevistas personales para recabar informa­
ción demográfica adicional. Encontraron que la prevalencia media otras variables, como la edad, el nivel de ingresos, el estado civil,
de los TP en esta muestra normal era del 1 3, 4 % y variaba poco o el laboral, no se asociaban con la tasa de TP, como tampoco lo
según el género: en mujeres la tasa media era de 14,6 %, y en hom­ hicieron el estatus de inmigrante ni el de vivir en un área social o
bres de 13, 7 %. Teniendo en cuenta los distintos trastornos, las preva­ económicamente marginada. Pero la exposición reiterada a expe­
lencias oscilaban entre una relativamente elevada para el evitativo riencias traumáticas asociadas con delitos de diversa índole tuvo un
(5 %) y una muy baja para el esquizotípico W,6 %). En este mismo impacto importante en la prevalencia de los TP: las probabilidades
estudio, los TP esquizoide, antisocial y obsesivo-compulsivo fueron de presentar cualquier trastorno, a excepción de los del grupo A,
más frecuentes en hombres. Por su parte, los TP límite, histriónico y eran significativamente mayores en las personas expuestas a tres o
dependiente fueron dos veces más comunes en mujeres. Otro estu­ más de dichas experiencias (grupo B: OR = 5, 1; grupo C: OR = 3,5;
dio más reciente <Grant et al., 2005) i nforma de una prevalencia cualquier TP: OR = 3, 3>.
conjunta de los TP algo mayor (14,8 %), y ello a pesar de que no se Estos últimos datos indican que la presencia de un trastorno de
recogieron datos sobre los trastornos límite, narcisista y esquizotípi­ personalidad no es inmune a las experiencias vitales claramente
co. En este mismo informe, la tasa de trastorno obsesivo-compulsivo amenazantes, como es sin duda la exposición reiterada a situacio­
de la personalidad era extraordinariamente elevada (7, 8 %). nes sociales de conflicto y violencia. En esto, como en tantos otros
El estudio transcultural más amplio publicado hasta la fecha aspectos, los TP no son diferentes al resto de los trastornos mentales
responde a una iniciativa de la OMS en la que participaron doce y del comportamiento. Como indican todos los estudios epidemioló­
países (Alemania, Bélgica, China, Colombia, Francia, Estados Unidos, gicos desde hace años, las vivencias sociales de tipo traumático ya
España, Italia, Líbano, México, Nigeria, y Sudáfrica). Se entrevis­ sean guerras <<formales» o simplemente vivir en contextos donde la
tó de manera individual a 21. 162 personas (Huang et al., 2009). La violencia social está presente de manera casi habitual, provocan un
evaluación de los TP se l levó a cabo por personas especialmente aumento considerable de enfermedades y patologías de todo tipo,
entrenadas para ello que utilizaron como método de cribado inicial entre las que las mentales suelen ser las más olvidadas y, por tanto,
33 preguntas de la Entrevista Internacional para los Trastornos de la las menos tratadas.
Personalidad Onternational Personality Disorder Examination, IPDE), El último trabajo publicado del que tenemos constancia (Volkert
basada en los criterios DSM-IV. La presencia de trastornos del Eje I, et al., 2018) es un metaanálisis sobre datos publ icados en nueve
es decir, diferentes a los trastornos de personalidad, se valoró tam­ trabajos con población general de EE. UU. (cuatro estudios), Suecia,
bién mediante otra entrevista clínica estructurada, la CIDI (Com­ Alemania, Australia, Reino Unido, y Holanda (un estudio en cada
posite International Diagnostic Interview) de la OMS. Según este caso). La prevalencia media de cualquier TP es del 11,3 %. Los más
amplio estudio, la prevalencia media de TP en la población general frecuentes son los del grupo A (5,20 %), seguidos por los del grupo
fue del 6, 1 %, y las tasas para los TP de los tres grupos que esta­ C (4, 93 %), mientras que los del grupo B son los menos habituales
blece el DSM-IV fueron del 3,6 % (grupo A), 1, 5 % (grupo B> y 2, 7 % (3, 72 %). Por lo que se refiere a la prevalencia de cada trastorno,
(grupo C L U n dato interesante e s que los T P del grupo B fueron destacan las tasas muy altas para los TP obsesivo-compulsivo, anti­
los menos prevalentes en todos los países, mientras que había una social y evitativo, y las muy bajas para el histriónico y el narcisista.
discrepancia notable con respecto a los del grupo A, ya que eran En la Tabla 13.6 se resumen los datos de este estudio, junto con los
los menos prevalentes en los EE. UU y en los países Europeos, pero del pionero de Torgersen et al. (2001) y los más recientes de Santa-

1.111
11!: il!I Manual de psicopatología. Volumen 2

)) Tabla 13.6. Prevalencia (%) de los trastornos de la personalidad [criterios DSM-IV) según diversos estudios

Obsesivo-
Paranoide I Esq,uizoide I Esq,uiz�típico I Antisocial 1 Límite \ Histriónico I Narcisista \ Evitativo 1 0pendº,ente I
compulsivo
,,
0,95 0,79 1,53 1,61 1,24 2,72 0,87 1,22 2,22 2,32

2, 40 1,70 0,60 0,70 0,70 2,00 0,80 5,00 1,50 2,00


1

2,09 2,21 1,49 2,76 1,19 0,36 0,62 2,30 0,37 3,20
'
Nota: En la primera fila los datos de Torgersen et al., 2001 [N = 2053), en la segunda los de Santana et al., 2018 [ N=2942), y en la tercera el
resumen del meta-análisis de Volkert et al., 2018 [N = 67.663, en 9 estudios).

na et al. (2018). Como puede observarse, las mayores disparidades sustancias, y los del grupo C a trastornos de ansiedad. En algunos
entre los tres estudios se producen en los tres TP del grupo A, ade­ casos concretos, como por ejemplo el trastorno obsesivo-compulsivo,
más de en el evitativo. Es asimismo llamativa la franca disminución el trastorno de ansiedad generalizada, el trastorno de angustia, la
de prevalencia en el último estudio, comparada con los otros dos, de depresión mayor, o la distimia, las tasas de comorbilidad con TP son
los TP histriónico y dependiente. especialmente altas: en diversos estudios publicados en los últimos
Más allá de las discrepancias específicas entre estudios como diez años, en torno al 50-65 % de personas can uno de los trastornos
los aquí comentados, lo que resulta evidente es que los TP son tanto mencionados presenta, además un TP.
o más prevalentes que otros síndromes clínicos con elevada preva­ Otro aspecto importante es el referido a la comorbilidad entre
lencia, como los depresivos y los de ansiedad. En suma, todos los diversos TP: por ejemplo, en el estudio de Torgersen et al. (2001l,
datos coinciden en un hecho i ncuestionable: los TP constituyen un el 71 % de personas con TP tenía solo un trastorno, mientras que
serio problema de salud mental. el 1 8, 6 % tenía dos, el 5, 2 % tenía tres TP diferentes, el 3,3 % tenía
No obstante, autores de indudable prestigio y autoridad cien­ cuatro TP, el 1, 1 % tenía hasta cinco TP, y un 0,4 % tenía hasta seis o
tífica, como Paris (2005), han venido manifestando dudas con los siete TP diferentes. Estas relativamente bajas tasas de ca-ocurrencia
dos sistemas diagnósticos de referencia para evaluar la presencia entre diversos TP no son coincidentes con las halladas en otros estu­
de los TP, y en especial con el DSM-IV, que es en el que se basan la dios, lo que puede deberse tanto a razones de muestrea, incluyendo
mayor parte de las investigaciones publicadas hasta ahora. Lo que la i nstrumentación utilizada para valorar la presencia de los TP o
Paris pone en cuestión es si resulta verosímil lo que revelan estos la representatividad muestra! de la población encuestada, como a
estudios, esto es, si es cierto que entre ocho y catorce personas de la preparación de los entrevistadores para la detección adecuada
la población general (o sea, que no está recibiendo tratamiento de estos trastornos. En todo caso, las posibil idades de tener un TP
psicológico ni psiquiátrico) tienen un TP. El problema puede que eran mayores a medida que disminuía el nivel de estudios, data que
sea otro: no hay puntos de corte claros entre lo que significa una resulta difícílmente interpretable, ya que puede deberse tanto a ses­
personalidad normal y una trastornada, siguiendo los criterios DSM gos del entrevistador (incluyendo prejuicios socio-culturales), coma
(o los de las versiones de la CIE anteriores a la actuall, como ha sido al hecho de que el padecimiento de un TP se asocie a mayores
ampliamente demostrado por investigadores como Livesley (2003). dificultades para el desarrollo personal, incluyendo la adquisición
Paris (2005) se pregunta si la conceptuación que ofrecen los siste­ de un mayor o mejor nivel educacional.
mas de diagnóstico de estos trastornos hace más bien referencia a Teniendo en cuenta los datos ofrecidos en el estudio más amplio
puntuaciones extremas en ciertos rasgos de personalidad que están, publicado hasta la fecha que antes comentamos ( H uang et al.,
por otro lado, presentes en varios de los criterios diagnósticos de los 2009), las tasas de comorbilidad general son significativamente
TP. Pero ello no significa que, por la mera posesión de estos rasgos, superiores en el caso de los TP de los grupos B y C: el 74 % de las
se tenga un TP. En definitiva, lo que Paris y otros muchos autores personas con un TP del grupo B tienen como mínimo otro trastorno
plantean es la utilidad de unos criterios diagnósticos excesivamente mental, y lo mismo sucede en el 64, 3 % de las personas que tienen
genéricos, sin puntos de corte claros, y basados en su mayor parte un TP del grupo C, frente al 44, 1 % de personas con un TP del gru­
en características o rasgos de personalidad presentes, en mayor o po A. Estas datas se corroboran cuando se analiza la asociación
menor medida, en la gran mayoría de la población. entre la presencia de un TP y el número de trastornos mentales: las
odds ratios entre tener tres o más trastornos clínicos (versus ningu­
b. Comorbilidad no) y un TP, fueron de 9,7 % para los TP del grupo A, de 49, 3 % para
Algo que siempre debe tenerse presente cuando se plantea un diag­ los TP del grupo B y de 3 4, 8 % para los TP del grupo C. Tomados en
nóstico de TP es el notable solapamiento que existe, al menos feno­ conjunto, estos datos revelan que algo más de la mitad (51,2 %) de
típico, entre ellos y el resto de los trastornos mentales, hasta el punto las personas que tienen un TP cumple criterios diagnósticos para al
de parecer que la comorbilidad de los TP sea consustancial con su menos otro trastorno mental.
propia naturaleza. Algunos informes indican que en torno al 23 % de Los trastornos más habituales entre personas con cualquiera de
pacientes mentales presenta, como mínimo, un TP. Constatan ade­ los TP i ncluidos en el DSM-5 son los del estado de ánimo (23,6 %),
más que los trastornos del grupo A del DSM-5 se suelen asociar a seguidos por los de ansiedad ( 1 9, 9 %) y por los relacionados con
esquizofrenia, los del grupo B a trastornos por uso de alcohol u otras abuso de sustancias ( 18, 8 %l. Los TP del grupo B se asocian sobre

IJl2
Capítu lo 13. Trastornos de la personalidad •· l.

todo con trastornos por abuso de sustancias, mientras que los del c. Curso: estabilidad versus cambio
grupo C son más comórbidos con los trastornos de ansiedad, y los
del grupo A lo son con los denominados síndromes externalizantes. Como indicaban Grilo et al. (2014), la inclusión de los TP en un eje
diferente al de los síndromes clínicos en el DSM-III se justificó, en
En el estudio más reciente de Santona et al. (2018) se consta­ parte, para «animar» a los clínicos a evaluar trastornos y proble­
tan asimismo cifras muy elevadas de comorbilidad, con resultados mas de larga evolución como los TP en lugar de centrarse solo en
parecidos a los ya obtenidos en otros estudios. Casi las dos terceras los trastornos mentales presentes en un momento dado (es decir, los
partes de las personas con un TP tienen otro trastorno adicional, del Eje D. Este planteamiento, que no ha sido cuestionado por las
especialmente de ansiedad (46, 3 % de los encuestados). Por grupos sucesivas ediciones del DSM ni por las de lo CIE, pone en evidencia
de TP, las personas con un trastorno del grupo B presentan la mayor una ideo ampliamente aceptado: la de que los TP son estables y
tasa de trastornos comórbidos (83,8 %), seguidos de los del grupo C relativamente inmunes al cambio con el paso del tiempo, medie o
(73,4 %) y los del grupo A (54 %). Los trastornos del espectro ansioso no tratamiento.
fueron los más habituales en las personas con TP de los grupos A y
C (33, 9 % y 60 %, respectivamente), mientras que los trastornos del Si ese planteamiento es correcto, entonces el foco para analizar
estado de ánimo fueron los más prevalentes entre personas con TP la evolución a través del tiempo de un TP, es decir, su curso, deberá
del grupo B (48,8 %). Pero además, la presencia de un TP era un pre­ ponerse no solo en el potencial agravamiento del trastorno en sí,
dictor importante de otros trastornos mentales: quienes tenían un TP sino quizá sobre todo en las consecuencias que tiene en la vida
presentaban seis veces más probabilidades de desarrollar otro tras­ de lo persono, en su desarrollo como i ndividuo, en su calidad de
torno mental a lo largo del año siguiente que quienes no tenían un vida, o en la aparición de otros trastornos y problemas. Pero si no
TP. Los trastornos del grupo B presentaban las tasas más elevadas lo es y, por lo tanto, se pienso que los TP pueden mejorar, o incluso
de comorbilidad (OR = 16) y especialmente con trastornos debidos desaparecer o remitir con el tiempo, yo seo mediante tratamien­
a abuso de sustancias (OR = 32), los del grupo A con trastornos de to o sin él, hoy que plantearse preguntas como estos: Lcuándo se
control de impulsos <OR = 6,D, y los del grupo C con trastornos de puede afirmar que un TP ha remitido y cuándo que ha mejorado?
ansiedad (OR = 8, D. Los respuestos a estas preguntas en el ámbito de lo salud mental,
y no solo en el de los TP, no son sencillas, pues implican un a priori
Más allá de las tasas exactas de comorbi lidad, lo que estos
de normalidad que conlleva di sponer de criterios claros sobre lo
datos revelan es lo que la mayoría de los clínicos observan en su
ausencia de un trastorno que hasta ese momento estaba presente (i.
trabajo cotidiano, y que no se explica únicamente apelando a los
e., remisión), o o lo disminución franco de los elementos en los que
solapamientos derivados de unos criterios diagnósticos deficientes:
se basó su diagnóstico i nicial <y en su gravedad), hasta el punto de
los TP son extraordinariamente comórbidos con cualquier trastorno
que aunque hoya todavía signos del trastorno, estos no revisten la
mental, y es muy probable que ello sea el resultado de que estos
suficiente gravedad como poro afirmar que sigue claramente pre­
trastornos complejos actúan como agentes de vulnerabi lidad a
sente en su i ntegridad (i. e., mejoría). A todo esto, hay que añadir
padecer cualquier psicopatología. Desde esta perspectiva, los TP
que las (escosas) investigaciones sobre el curso de los TP incluyen
no solo son trastornos mentales con entidad propia, que requieren
algún tipo de tratamiento y, por tanto, se comparan los datos sobre
diagnóstico y atención específicos, sino que además hay que con­
las características disfuncionales de personalidad obtenidos antes y
siderarlos como agentes causales primarios de cualquier forma de
después del tratamiento. En consecuencia, no se está evaluando el
psicopatología. No obstante, tampoco es descartable, hoy por hoy,
curso natural del trastorno, sino en realidad lo eficacia de los trata­
la idea de que los TP sean las secuelas residuales, o las formas sub­
mientos paro alterar ese curso.
clínicas, de un trastorno mental no diagnosticado o no tratado. Pero
también cabe la posibilidad de que, más que tratarse de formas Esta consideración se pone de manifiesto en los escasos estudios
subclínicas de otros trastornos, lo «subclínico» resida en la carencia previos a lo ero de dominación en el campo de los TP del DSM-III,
de una adecuada consciencia de enfermedad o de sufrimiento por centrados en los trastornos límite y antisocial: apuntalaron lo idea
el trastorno en sí, que no tanto por sus consecuencias casi siempre de que estos TP eran muy estables y el deterioro que causaban en
constatables y observables. el funcionamiento general de los individuos ero comparable al que
En la práctica, existe un notable solapamiento entre los distin­ provocaba la esquizofrenia (p. ej., Corpenter y Gunderson, 1977). El
tos TP. Ello se debe, en parte, a que algunos síntomas aparecen en problema con este tipo de estudios ero que sus conclusiones esta­
varios trastornos (p. ej., el aislamiento social es clave en los evita­ ban basadas en la respuesta al tratamiento de los pacientes, pues
tivos, paranoides, esquizoides y esquizotípicos; los comportamien­ se calificaban como «resistentes al tratamiento», con lo que en
tos violentos y la ira aparecen en los trastornos límite, antisocial, y realidad se trotaba de uno conclusión tautológica: si no hay res­
paranoide) y, en parte, a que los rasgos nucleares de personalidad puesta al tratamiento (i. e., si no hoy remisión o mejoría) es porque
son también comunes a muchos trastornos: el neuroticismo (o en su son estables y no porque el tratamiento no seo eficaz, o porque los
formulación CIE- 1 1 y DSM-5, afectividad negativa), está presente criterios de mejoría y/o remisión no sean claros, o porque los crite­
en todos los TP. Así, resulta más que llamativo que las dos terceras rios diagnósticos carezcan de validez y fiabilidad (Grilo et al., 1998).
partes de los pacientes diagnosticados de un TP presenten como Afortunadamente, lo ideo de estabilidad de los TP y, por tanto,
mínimo otro. Esto i ndica que este amplio y heterogéneo grupo de de su resistencia al cambio, se ha ido moderando con los avances
entidades no está bien definido y, por lo tanto, las dificultades para en los tratamientos y lo mejoro de los procedimientos diagnósti­
investigar su etiología, su especificidad diagnóstica, y las pautas cos. Grilo y McGloshan (1997) ofrecían uno conclusión mucho más
para su evaluación y tratamiento están lejos de ser las adecuadas. cercana o lo realidad a partir de su revisión de los publicaciones
En definitiva, el diagnóstico diferencial de estos trastornos (entre sí posteriores al DSM-III, al afirmar que, en conjunto, los TP presen­
y con otros trastornos mentales), resulta complicado en la inmensa tan una estabilidad moderada, pues si bien se suelen asociar o
mayoría de los casos. resultados terapéuticos negativos, pueden mejorar con el tiempo

4D
!il,r!J, Manual de psicopatología. Volumen 2

mediante determinados tratamientos específicamente diseñados tiempo en lograr una mejoría clínica significativa (definida como
para ellos. funcionamiento social y laboral satisfactorio y síntomas residuales
De todos los estudios publicados sobre el curso de los TP, vamos del trastorno) q,ue pacientes con otros TP. Con todo, las tasas de
a referirnos aq,uí únicamente a los tres q,ue Grilo et al. (2014) selec­ mejoría eran comparables a las de personas con otros TP, pues osci­
cionaron justamente como especialmente relevantes por su diseño laban entre el 78 % y el 99 %, frente al 97 %-99 %. Pero las tasas
y metodología: el Collaborative Longitudinal Personality Disorders de recuperación eran significativamente peores para los pacientes
Study (CLPS) de Gunderson y su grupo, el McLean Study of Adult límite: entre el 40 % y el 60 %, frente a un rango de 75 %-85 % para
Development (MSAD) de Zanarini y colaboradores, y el Children in personas con otros TP. Además, las tasas de recaída eran sustan­
the Community Study (CICS) de Brook, Cohen, y colaboradores. cialmente mayores en los pacientes límite y se producían con mayor
rapidez. Sus conclusiones fueron q,ue la mejoría era más probable
El CLPS (Gunderson et al., 201 1) se centró en cuatro TP (criterios
q,ue la recuperación y q,ue, aun cuando hubiera una mejoría evi­
DSM-IV): esq,uizotípico, límite, evitativo, y obsesivo-compulsivo. Su
dente, los pacientes con TP l ímite deberían poder continuar con
curso se comparó con el de la depresión mayor utilizando tanto
psicoterapia a largo plazo para prevenir recaídas y mantener los
entrevistas diagnósticas estructuradas como auto-informes. Un total
logros terapéuticos.
de 668 pacientes con TP, evaluados en al menos tres momentos
diferentes (a los doce meses post-tratamiento, a los dos años, y El CICS <Brook, D. W., et al., 2002; Brook, J. S., et al., 1995;
a los diez años), participaron en la investigación cuyos resultados Chen et al., 2004; Cohen et al., 2000, 2005a, 2005b; Johnson et
han dado lugar a un buen número de publicaciones. Los datos más al., 2005) es una de las investigaciones más importantes y de mayor
relevantes pueden resumirse como sigue: el porcentaje de pacientes alcance sobre el curso de los TP. Se trata de un estudio prospectivo
q,ue al año seguía cumpliendo criterios diagnósticos de su trastorno sobre cerca de 1 .000 familias con niños de entre uno y diez años,
era mayor q,ue el de pacientes con depresión. Con todo, es impor­ llevado a cabo en el estado de Nueva York, q,ue ha conseguido obte­
tante señalar q,ue no todos los pacientes con TP seguían teniendo ner datos de más de 700 personas en distintos momentos de su vida,
el trastorno (Shea et al., 2002). Por ejemplo, a los dos años entre el desde la infancia hasta el inicio de la adultez. Entre los datos más
50 % (evitativos) y el 60 % (esq,uizotípicos) de los pacientes tratados, relevantes de esta investigación, Grilo et al. (2014) destacan la aso­
presentaba remisión significativa de síntomas, si bien comparados ciación entre los TP en la etapa adolescente con el bajo rendimiento
con los pacientes deprimidos, las tasas de recaída eran mayores y el escolar y con el aumento significativo de conflictos interpersonales,
tiempo transcurrido entre mejoría y recaída era menor (Grilo et al., tanto con los pares como con la familia. Además, las manifestacio­
2004). El 85 % de los pacientes con TP límite cumplía criterios de nes tempranas (en la adolescencia) de problemas de comportamien­
mejoría en el seguimiento a diez años. Resulta interesante observar to, no solo se mantenían o incluso incrementaban en la vida adulta,
q,ue la mayor parte de los cambios se produjo en los dos años poste­ sino q,ue eran predictores de otros trastornos mentales, suicidios, y
riores al tratamiento. Por otra parte, la mejoría se logró mucho más comportamientos violentos y criminalidad en las primeras etapas de
lentamente q,ue la obtenida con los deprimidos y con los pacientes la vida adulta.
con TP obsesivo-compulsivo. Tan solo un 12 % de los pacientes con La conclusión general q,ue se puede extraer de estos y otros
TP límite experi mentó una recaída importante (Grilo et al., 2004), estudios es q,ue los TP no son inmunes a los tratamientos y q,ue, por
dato coincidente con el obtenido por Gunderson et al. (201D. Ahora lo tanto, la idea de su extrema estabilidad y resistencia al cambio no
bien: aunq,ue pacientes con TP Límite presentaron una mejoría sin­ se sostiene a la luz de los datos. No obstante, las elevadas tasas
tomática, hasta el punto de no cumplir criterios diagnósticos claros, de recaída, y las bajas de recuperación total, indican la necesidad de
el deterioro en su funcionamiento personal persistía, a diferencia de prolongar los seguimientos mediante intervenciones psicoterapéuti­
lo q,ue sucedía con pacientes deprimidos y con TP obsesivo-compul­ cas específicas. Esas intervenciones deberían ir dirigidas no solo al
sivo. Este dato es importante porq,ue revela, como señalaba París control de los síntomas, sino, especialmente, a la flexibilización de
(2005), q_ue lo q_ue parece mejorar con los tratamientos adecuados los rasgos disfuncionales q,ue subyacen a esos síntomas.
son los síntomas del trastorno (tal y como se definen en el DSM),
Por último, un comentario sobre el impacto q,ue tienen los TP en
pero q,ue los rasgos básicos en los q,ue se sustenta ese trastorno son
la calidad de vida de q,uienes los padecen, sobre todo porq,ue ese
bastante más estables y, por tanto, su importancia en el manteni­
parámetro es un buen indicador del curso de un trastorno. Además,
miento del problema (ejemplificado en las altas tasas de recaídas)
al tratarse de un indicador subjetivo, incide de manera importante
no está siendo abordada adecuadamente, ni en el diagnóstico ni en
en la conciencia de enfermedad y, por lo tanto, en la búsq,ueda
el tratamiento.
de ayuda especializada y en la adherencia a los tratamientos. Los
El estudio MSAD < Zanarini et al., 2003, 2005a) se centró en escasos estudios publicados sobre la calidad de vida de personas
362 pacientes hospitalizados con diagnóstico de trastorno l ímite con un TP revelan q,ue esta se halla claramente deteriorada y, en
comparados con 72 pacientes con otros TP, a los q,ue se evaluó en muchos casos, más q,ue la de personas con enfermedades médi­
períodos de dos años, y sobre los q,ue se han publicado resultados cas graves. Por ejemplo, Soeteman et al. (2008), en una muestra
de seguimiento a los seis (Zanarini et al. 2003, 2005a, 2005b), diez de más de 1 .700 personas con TP, constataron q,ue su calidad de
(Zanarini et al., 2010), y 16 (Zanarini et al. 2012) años. Las tasas vida (evaluada con el EuroQol 5-Dl era tan mala, o incluso peor,
de mejoría para el trastorno límite q,ue estos autores han ofrecido q,ue la de enfermos con artritis reumatoide, cáncer de pulmón, o
son del 35 %, 49 % y del 74 % en los seguimientos a dos, cuatro y enfermedad de Parkinson. Las personas con TP límite, narcisista, y
seis años, respectivamente. Como es natural, estas cifras ponen en obsesivo-compulsivo, eran las q,ue peores índices de calidad de vida
cuestión la resistencia al cambio del trastorno y, por lo tanto, su tenían. Datos como estos deberían tenerse en cuenta al planificar
estabilidad temporal. estrategias de atención a la salud mental q,ue, en la mayoría de
En su informe de seguimiento más amplio, 16 años (Zanarini et las ocasiones, prestan muy escasa atención a los trastornos de la
al., 2012), los datos indican q,ue los pacientes límite tardaban más personalidad.

411.J
Capítulo 13. Trastornos de la personalidad

finalmente se incluyen en el modelo alternativo del DSM-5, cuyos


¿) Trastorno de la personalidad. U n modo de ser y com­ criterios diagnósticos específicos y características clínicas presen­
portarse omnipresente, que abarca la mayor parte del ciclo tamos a continuación, junto a las que se ofrecen para los mismos
vital del individuo, es inflexi ble, rígido, y se adapta con : trastornos en el cuerpo principal del manual, que son básicamente
dificulta d a los cambios. Produce malestar y sufrimiento a los mismos del DSM-IV-TR.
quien lo padece por las consecuencias que tiene en su vida
el trastorno, pues le hace vulnerable ante situaciones nue­ A. Trastorno de la personalidad paranoide
vas que requieren cambios e interfiere en diversos ámbitos Es u n o d e los trastornos que s e ha venido incluyendo e n las sucesivas
de su funcionamiento personal y social. Sin embargo, la versiones del DSM y su descripción clínica se ha centrado habitual­
egodistonía por el t rastorno en sí mismo suele ser baja. En mente en una característica central: desconfianza generalizada e
ocasiones, el malestar y sufrimiento por el trastorno revier- injustificada hacia los demás. Sin embargo, no está contemplado en
te también en las personas del entorno. el modelo alternativo del DSM-5.
,
a. Características clínicas y criterios para el diagnóstico
Las personas con este trastorno presentan una evidente falta de con­
fianza en los demás, que es generalizada, persistente e inapropiada.
1 1 1 . Caracte rización c línica Los criterios diagnósticos del DSM-5 se ofrecen en la Tabla 13.7. En
de los trastornos de la la CIE-10 se incluyen también en esta categoría las personalidades
(y los TP J expansiva, paranoide, sensitiva-paranoide y querulante.
personalidad en el OS M-5. Se suele describir a estas personas como especialmente vulnerables
a la presión social y al estrés, porque sus estrategias y habilidades
El grupo de trabajo para los trastornos de la personal idad del para afrontar una situación estresante son escasas e ineficaces. Por
DSM-5, dirigido por Skodol, propuso eliminar la mitad de los diag­ esta razón, pueden experimentar crisis psicóticas breves, con sínto-
nósticos de TP que se venían incluyendo desde el DSM-III en el
manual: paranoide, esquizoide, histriónico, narcisista, y dependiente
(Skodol, 2010>. Las razones para ello eran, básicamente estas tres: )) Tabla 13.7. DSM-5: Criterios diagnósticos para el t rastorno
l. Reducir los problemas de ca-ocurrencia, porque inducían a supo­ de la personalidad paranoide
ner comorbilidad sindrómica cuando, en realidad, se trataba '
A. Desconfianza y suspicacia intensas frente a los demás, desde
de ca-ocurrencia de los mismos rasgos en trastornos diferentes.
/

el inicio de la edad adulta. de forma que las i ntenciones de


2. Menor evidencia empírica de la utilidad clínica y validez de los demás son interpretadas como maliciosas, que aparecen
esos trastornos, especialmente del histriónico, el paranoide y en diversos contextos, como lo indican cuatro (o mósl de los
el esquizoide, en comparación con la existente para trastornos siguientes hechos:
como el límite, el antisocial, el obsesivo-compulsivo y el evitativo l. Sospecha, sin base suficiente, de que los demás explotan,
< Blashfield et al., 2012). causan daño, o decepcionan al individuo.
3. El modelo di mensional de rasgos recoge facetas que permiten 2. Preocupación por dudas no justificadas acerca de la lealtad
identificar con nitidez las características básicas y diferencia­ o la fidelidad de los amigos o colegas.
doras de los TP eliminados: por ejemplo, sumisión en el caso del 3. Reticencia para confiar en los demás por temor injustificado
dependiente, búsqueda de atención del histriónico, anhedonia a que la información que comparten vaya a ser utilizada en
del esquizoide, suspicacia y desconfianza del paranoide, o gran­ su contra.
diosidad del narcisista, entre otras. !l. En las observaciones o los hechos más inocentes, vislumbrar
significados ocultos que son degradantes o amenazadores.
Según Bornstein <201 1), otras razones no menos i mportantes
5. Albergar rencores durante mucho tiempo, por ejemplo, no
fueron las presiones de g rupos de expertos que participaban en olvidar los insultos, injurias o desprecios.
proyectos amplios y bien financiados, como el Collaborative Lon­
6. Percibir ataques a su persona o a su reputación que no
gitudinal Study of Personality Disorders, que habían dado lugar a son aparentes para los demás, y disposición a reaccionar
muchas publicaciones sobre los TP obsesivo-compulsivo, evitativo, rápidamente con ira o a contraatacar.
esquizotípico y límite. Con el tiempo, otras presiones, menos decla­ 7. Sospechar repetida e injustificadamente que su cónyuge o
radas según Widiger (2018), dieron lugar a «readmitir» al trastorno su pareja le es infiel.
narcisista al grupo de los «elegidos». Con la excepción de la prime­
ra de las razones (ca-ocurrencia excesiva), lo cierto es que Widiger B. Estas características no aparecen exclusivamente en el transcurso
(2018) tiene razón al cuestionar la segunda j ustificación (falta de de una esquizofrenia, un trastorno bipolar, o un trastorno
apoyo empírico) que es, seguramente, la más importante de las depresivo con características psicóticas, u otro trastorno
tres, pues en realidad el mismo (escaso) apoyo empírico se puede psicótico, y no se pueden atribuir a los efectos fisiológicos
encontrar para, por ejemplo, el trastorno dependiente que para el directos de una enfermedad médica.
narcisista o para el obsesivo-compulsivo (p. ej., Gore y Pincus, 2013;
Nota: Si se cumplen los criterios antes del inicio de una
Mullins-Sweatt et al., 2012). Por nuestra parte añadiremos que tanto
esquizofrenia, añadir «previo», por ejemplo, «trastorno de la
la primera como la tercera de las razones aludidas por el grupo de
personalidad paranoide (previo)».
trabajo son igualmente aplicables a cualquiera de los seis TP que "
415
Jt 1: Manual de psicopatología. Volumen 2
1,

mas similores o los de lo esquizofrenia, o desarrollar otros trastornos c. Diagnóstico diferencial


mentoles, en especial, depresión mayor, trastorno obsesivo-compul­
sivo, agorafobia, trastornos secundarios o abuso de alcohol o dro­ Los principales trastornos con los que se debe realizar el diagnósti­
co diferencial y los indicadores clínicos o tener en cuento en codo
gas, esquizofrenia, o un trastorno delirante. Por lo que se refiere o
su co-ocurrencio con otros TP, los mayores tasas se producen con coso son lo esquizofrenia, el trastorno delirante de tipo persecutorio,
el esquizotípico (Bernstein, et al., 1993). En definitiva, se troto de y los trastornos depresivos y los bipolares con síntomas psicóticos.
Lo presencio de ideos delirantes junto con alucinaciones auditivos
personas que recelan de los motivos de los demás y tienden o dar
por sentado que se les intento hacer daño, explotarles o engañarles. frecuentes y/o de duración superior o un mes, o congruentes con el
estado de ánimo, son más característicos de los trastornos mencio­
Par ello pueden cuestionar, sin justificación, lo lealtad o fidelidad
nados que del TP paranoide.
de sus amigos o compañeros, incluyendo lo parejo y son reticentes
o confiar en los demás por temor o que lo información puedo ser Asimismo, este trastorno puede coexistir con otros TP en los que
utilizado en su contra. Se muestran tensos e hipervigilontes, exami­ lo desconfianza y suspicacia, los problemas relacionales y de distan­
nan su entorno en busco de indicios de posibles ataques, engaños, o ciamiento social, o los accesos de ira y desconfianza ante los con­
traiciones. A menudo buscan «evidencias» de dicho malevolencia a trariedades están también presentes. Entre ellos, hoy que mencionar
partir de sucesos benignos o simplemente inocuos, que malinterpre­ los TP esquizoide, antisocial, límite, narcisista y evitotivo. Por último,
tan como degradantes o amenazantes (p. ej., que alguien le mire, o en el diagnóstico diferencial hoy que contemplar también lo posible
lo hago hacia el mismo lugar o en lo mismo dirección). En respuesto presencio de característicos paranoides asociados o lo presencio de
o los insultos o traiciones, reales o percibidos, reaccionan rápida­ minusvalías físicos adquiridos, incluyendo enfermedades médicos, o
mente y de un modo excesivo, hasta el punto de poder mostrarse en los síntomas paranoides derivados del abuso y/o consumo crónico
extremo furiosos y contra-atacadores. Les cuesto mucho perdonar de sustancias.
u olvidar toles incidentes y por tonto mantienen un resentimiento
duradero en contra de sus atacantes; algunos son litigantes y se d. Etiología
embarcan en continuos procesos penoles menores (p. ej., denuncios Hoy pocos estudios que hayan llegado o conclusiones fundamenta­
o los vecinos, quejos o lo policía local, etc.l. Suelen aislarse social­ dos y se observo un escoso acuerdo entre los resultados obtenidos
mente, o presentar problemas de socialización o causo de su des­ en los diversos investigaciones. Lo mayoría de autores considero que
confianza y suspicacia crónicos, lo que se manifiesto en dificultades los causas del TP paranoide radican en uno combinación de factores
con sus compañeros de trabajo, amistades, conocidos y familiares. perinotoles, genéticos, y de socialización temprano, pero es difícil
Beck (Beck et al., 2001, 2004) atribuye o estos personas uno determinar el peso relativo de codo uno de ellos en el resultado
serie de distorsiones cognitivos, toles como generalización excesivo final, que es extremadamente variable de unos pacientes o otros.
(«no hoy que confiar en nadie», «lo gente se aprovechará de mi Millon y Dovis 0996) sugerían que los experiencias tempranos
si tiene oportunidad») o inferencia arbitrario («trotan de moles­ de rechazo y troto desagradable con los podres, o, al contrario
tarme o menudo», «si se muestran amistosos, es porque quieren (especialmente en el coso de lo que denominan el subtipo narcisista
utilizarme»). del paranoide), lo excesivo sobrevaloración del niño e indulgencia
hacia su comportamiento por porte de los progenitores serían el
b. Epidemiología y curso caldo de cultivo de uno personalidad de este tipo, además de lo
Como sucede con el resto de los TP, hoy pocos datos fiables sobre influencio de factores biológicos aún por determinar. De hecho,
lo prevalencia del trastorno, si bien como yo comentamos antes se según los editores del DSM-IV-TR, hoy evidencias que apuntan o
encuentro entre los trastornos con uno prevalencia anual mayor, o un incremento de lo prevalencia de este trastorno entre familiares
pesar de lo cual no se ha incluido en el grupo de los trastornos del de primer grado de pacientes esquizofrénicos y, en especial, den­
modelo alternativo del DSM-5. Suele diagnosticarse más en hom­ tro del subtipo paranoide de esto enfermedad. Es muy probable
bres que en mujeres, al menos en contextos clínicos. En cuanto o su que el trastorno tengo contribuciones genéticos. Lo hipótesis sobre
evolución, pueden producirse episodios psicóticos breves, especial­ lo existencia de uno relación entre ambos trastornos ha recibido
mente como respuesto al estrés. Según el DSM-5, el trastorno puede el apoyo de algunos estudios de Kendler y su grupo sobre histo­
aparecer como el antecedente premórbido de uno esquizofrenia o rio familiar en los que se observo cómo los familiares de primer
del trastorno delirante y, o lo largo de su curso, es posible que grado de pacientes con trastorno delirante tienen un riesgo mayor
de presentar un TP paranoide que los familiares de personas con
ca-ocurro con otros trastornos, como los depresivos (yo seo depre­
esquizofrenia o con enfermedades médicos (Kendler et al., 1985).
sión mayor o distimiol, los de ansiedad (fobia social y agorafobia),
Lo existencia de este tipo de relaciones apoyaría lo implicación de
o el obsesivo-compulsivo, aunque también pueden ser relativamente
factores tonto ambientales como constitucionales en lo etiología
frecuentes el abuso o lo dependencia del alcohol y otros sustancias.
del trastorno. Por lo que se refiere o su relación con los dimensiones
Asimismo, puede ca-ocurrir con otros TP, siendo los más frecuentes
universales de personalidad, distintos estudios coinciden en indicar
el esquizoide, el esquizotípico, el narcisista, el límite y el evitotivo.
que los dos rasgos que se encontrarían en lo base del trastorno son
No obstante, esto co-ocurrencio puede ser simplemente uno conse­
el neuroticismo y lo ausencia de cordialidad (p. ej., Costo y McCroe,
cuencia de un patrón de característicos de personalidad compartido
1990; Trull y Durret, 2005).
con esos otros trastornos: lo sospecha como base de lo relación con
los demás (que aparece también en el esquizotípicol, lo tendencia o Basándose en un análisis de cosos clínicos Turkot (1985) propuso
aislarse (compartida con el esquizoide, el esquizotípico y el evitoti­ uno teoría de estadios o fases o través de los cuales se desarrollaría
vol, lo frialdad emocional (similor o lo del obsesivo-compulsivo y o lo este trastorno:
del esquizoidel, lo hipersensibilidad o los críticos (típico también del l. Educación parental centrado en lo importancia de no cometer
evitotivol y lo i ra y hostilidad (que aparecen también en el límite). errores y de ser diferente y mejor que los demás.

I.Jl6
C a pítulo 13. Trastornos de la personalidad

2. Adq_uisición progresiva de un estilo personal marcado por la ) ) Tabla 13.6. DSM-5: Criterios diagnósticos para el trastorno
ansiedad extrema, consecuente con la hipervigilancia ante los de la personalidad esquizoide
errores, el temor a lo evaluación social, etc., y q_u e, por tanto,
genera un modo de relación «a la defensiva».
A. Un patrón dominante de desapego en las relaciones sociales
3. Búsq_ueda de explicaciones «racionales» para disminuir la y poca variedad de expresión de las emociones en contextos
ansiedad, en especial la social (p. ej., «no me aceptan porq_ue interpersonales, q_ue comienza en las primeros etapas de lo
soy mejor q_ue ellos», «me critican porq_ue me envidian»). edad adulta y está presente en diversos contextos, y q_ue se
ll. Perpetuación o consolidación del modo de funcionamiento, a manifiesta por cuatro (o más) de los siguientes hechos:
través de la constatación en la práctica de sus «sospechas». l. No desea ni disfruta de los relaciones personales, incluido el
formar parte de una familia.
8. Trastorno de la personalidad esquizoide 2. Escoge casi siempre actividades solitarias.
3. Tiene escaso o ningún interés en tener experiencias
Este trastorno se conceptuaba inicialmente como el tipo de per­
sexuales con otra persona.
sonalidad asociado a la esq_uizofrenia. Como tal, a lo largo de la
primera parte de este siglo, el esq_uizoide fue descrito como la «per­ ll. Disfruta con pocas o ninguna actividad.
sonalidad cerrada» (Hochl, «el esq_uizoideo» (Bleulerl, o como la 5. No tiene amigos íntimos ni confidentes, aparte de sus
«personalidad autista» (Kraepelinl. El trastorno esq_uizoide de la familiares de primer grado.
personalidad se ha incluido en todas las versiones del DSM, pero 6. Se muestro indiferente a los halagos o las críticas de los
su significado ha ido variando considerablemente en las sucesivas demás.
ediciones. 7. Se muestro emocionalmente frío, con desapego o con
afectividad plana.
a. Características clínicas y criterios para el diagnóstico
El trastorno se caracteriza por un fracaso profundo de la capacidad B. Estas características no aparecen exclusivamente en el
o habilidad para relacionarse con los demás. En la Tabla 13.8 se transcurso de una esquizofrenia, un trastorno bipolar, o
muestran los criterios diagnósticos del DSM-5. El rasgo principal un trastorno depresivo con características psicóticas, otro
del esq_uizoide reside en un comportamiento caracterizado por el trastorno psicótico, o un trastorno del espectro del autismo, y
alejamiento de los contactos sociales y una capacidad restringida no se pueden atribuir a los efectos fisiológicos directos de una
para la expresión de sentimientos en situaciones de interacción enfermedad médica.
con otras personas: de aq_uí q_ue generalmente se muestren fríos
emocionalmente y/o con una afectividad restringida. Su apariencia Nota: Si se cumplen los criterios antes del inicio de una
puede ser la de una persona con poca vitalidad, aletargada, con esq_uizofrenia, añadir «previo». Por ejemplo, «trastorno de la
movimientos lentos y a menudo rígidos, se expresan con un tono personalidad esq_uizoide (previo)».
de voz más bien monótono, aun cuando se hable de temas q_ue, '-
en principio, pueden ser de importancia. Su iniciativa es escasa y
tienen pocas relaciones sociales o no desean relacionarse con los
demás. Prefieren estar solas y con frecuencia crean y elaboran un
mundo fantástico q_ue, en cierto modo, sustituye la pobre dinámica este tipo de ideación, no es extraño q_ue se consideren a sí mismos
relacional q_ue mantienen con los demás. Como resultado de la como autosuficientes e independientes, mientras q_ue los demás los
falta de i nterés por relacionarse, tienen pocos amigos íntimos o valoran como extraños y diferentes. Pueden experimentar episodios
de confianza, o bien carecen por completo de ellos y no mues­ psicóticos breves (minutos o unas pocas horas), en especial como
tran satisfacción (ni interés) especial por el hecho de pertenecer respuesta a estresores.
a un grupo, ya sea familiar o de cualq_uier otra naturaleza. Están
poco interesados en mantener relaciones estrechas con otras per­ b. Epidemiología y curso
sonas, aunq_ue exista ocasión para ello y, por lo tanto, raramente Los datos publicados son extremadamente dispares, como se cons­
se emparejan y tienden a desempeñar trabajos q_ue req_u ieren poca tata en la Tabla 13.6. En general, parece más prevalente entre hom­
interacción interpersonal. Su expresión emocional es muy limitada bres. Por otro lado, hay q_ue tener en cuenta q_ue ciertas situaciones
y habitualmente se muestran fríos, distantes y reservados. Suelen sociales pueden provocar un aumento artificial del diagnóstico de
recibir con indiferencia las alabanzas o las críticas q_ue puedan este trastorno: por ejemplo, en contextos de exclusión social, emi­
formular los demás. No parecen experimentan placer, o tan solo lo gración forzada, o cuando se producen cambios de un ambiente
experimentan en unas pocas actividades o experiencias, lo q_ue se rural a otro urbano. El DSM indica q_ue su frecuencia parece ser
refleja en una anhedonia crónica. mayor cuando se presenta al mismo tiempo q_ue los TP esq_uizo­
Según Beck (Beck et al., 2001, 2004) sus distorsiones o sesgos típico, paranoide y evitativo y q_ue puede hacerse patente desde
cognitivos (sobre-generalización, magnificación/minimización, infe­ etapas relativamente tempranas manifestándose a través de com­
rencia arbitraria, ilusión de control) se reflejan en manifestaciones portamientos solitarios, con evitación activa de las relaciones socia­
como las siguientes: «Es mejor estar solo y no depender de nadie», les, falta de amigos e interés por tenerlos, y rendimiento escolar por
«Estoy mucho mejor solo», «Lo q_ue los demás piensen de mí no debajo de lo esperado según la capacidad intelectual. En cuanto
tiene ningún valor», «Las relaciones personales son complicadas, a su evolución, puede preceder a un trastorno delirante o a una
solo traen problemas, coartan la libertad», «Puedo vivir perfecta­ esq_uizofrenia, o coexistir con una depresión mayor. Tampoco son
mente solo y hacer todo lo q_ue necesito sin ayuda de nadie». Con infrecuentes los casos de abuso de sustancias y alcoholismo.

417
�' ,: Manual de psicopatología. Volumen 2

c. Diagnóstico diferencial «esquizofrenia límite», identificado en los estudios daneses sobre


adopción de los años sesenta del pasado siglo, un trastorno parecido
Los principales trastornos con los que realizar el diagnóstico dife­ a la esquizofrenia, pero más moderado, presente en los familiares
rencial y los principales indicadores clínicos a tener en cuenta en de personas con esquizofrenia. El TP esquizotípico tal y como se
cada caso son, por un lado, trastornos del espectro psicótico (deli­ definía en el DSM-III de 1980, se basaba en las caracferísticas que
rante, esquizofrenia, depresión y trastorno bipolar con síntomas psi­
presentaban los familiares identificados en los estudios daneses, y
cóticos). En estos trastornos la sintomatología francamente psicótica
esa caracterización es la que asume la Asociación Americana de
es más persistente y evidente. Por otro, en especial cuando se tra­
Psiquiatría para, en contra del criterio de la OMS, mantener este
ta de adolescentes, hay que establecer una diferenciación con los
trastorno en el grupo de los TP.
trastornos del neurodesarrollo (Asperger, autismo): en estos casos,
los problemas de interacción social comienzan en edades muy tem­ En el DSM-5, este trastorno se incluye en tres capítulos diferen­
pranas y la presencia de comportamientos estereotipados es mucho tes: en el del espectro de la esquizofrenia y otros trastornos psicóti­
más evidente que en la persona esquizoide. En tercer lugar, hay que cos, en el de los trastornos de la personalidad, y en el modelo alter­
diferenciar el trastorno de otros TP con los que, no obstante, puede nativo de los TP. En los dos primeros casos, los criterios diagnósticos
coexistir: en relación con el esquizotípico, la mayor diferencia radi­ son idénticos (de hecho, en el primero se remite al capítulo de los TP
ca en que el esquizoide no suele presentar distorsiones cognitivas para los criterios diagnósticos, que son los mismos del DSM-IV-TRl.
ni perceptivas. Por su parte, la suspicacia e ideación paranoides del Es decir que en el DSM-5, este trastorno puede encontrarse en dos
TP paranoide no son características del TP esquizoide. Por último, el grupos claramente diferentes: como modalidad de esquizofrenia y
aislamiento social de la persona con TP evitativo se debe al miedo como TP.
por no saber cómo comportarse y a la anticipación de rechazo,
mientras que en el esquizoide, el deseo de relacionarse con otros es a. Características clínicas y criterios para el diagnóstico
muy.limitado o está ausente. Las personas con TP esquizotípico experimentan trastornos cogni­
tivos diversos y distorsiones perceptivas (p. ej ., ideas de referencia,
d. Etiología ilusiones corporales, experiencias telepáticas y de clarividencia), se
Millon y Davis (1996) sugirieron que estas personas han heredado comportan de una manera excéntrica, y son socialmente poco ade­
una cierta predisposición constitucional hacia la inactividad, la cuadas y ansiosas. Sus distorsiones no son coherentes con las normas
ausencia de sensibilidad o respuesta ante el refuerzo, o la disfunción de su grupo de referencia, suceden con cierta frecuencia, y cons­
cognitiva. Estos rasgos heredados, especialmente cuando se combi­ tituyen un componente importante de sus experiencias personales:
nan con un ambiente familiar o social emocionalmente empobreci­ por ejemplo, tienden a buscar explicaciones extrañas a fenómenos
dos, interferirían con las primeras experiencias de apego y con el cotidianos, y sus distorsiones cognitivas se asocian con el pensa­
aprendizaje social. El resultado de esta combinación sería entonces miento mágico y con inferencias arbitrarias.
el establecimiento de un estilo de personalidad de desapego emo­ Experimentan a menudo intrusiones cognitivas (i. e., pensamien­
cional e interpersonal que perdura toda la vida. tos, imágenes, impulsos, o sensaciones) similares a las obsesiones,
Algunos trabajos clínicos avalan estas sugerencias, puesto que con contenidos mágico-místicos, agresivos, y sexuales. Cuando estas
indican que el trastorno es más frecuente en aquellos adultos que, intrusiones son muy frecuentes, pueden dar lugar a rituales elabo­
en su primera infancia, experimentaron relaciones frías, negligentes rados, manifiestos o encubiertos. Todas estas características están
y no gratificadoras, lo que les induce a dar por sentado que no funcionalmente relacionadas con un comportamiento extraño y
es valioso ni importante relacionarse con los demás. Por otro lado, excéntrico y con una afectividad restringida y/o inapropiada.
también hay razones para pensar que ciertos factores constitucio­ Estas personas suelen estar aisladas de sus grupos de pares y
nales, heredables, contribuyen a establecer ya desde la infancia un carecen de amistades estables o duraderas. Su aislamiento social
patrón de timidez que precedería al trastorno. Por ejemplo, factores se debe tanto a sus pensamientos y conducta excéntrica, como a su
de personalidad tales como la introversión, altamente heredable, escaso interés por relacionarse, debido en parte a su desconfianza
son característicos del trastorno esquizoide, tanto en investigaciones y su tendencia a la auto-referencia. En el caso de desarrollar una
realizadas con población psiquiátrica como con población gene­ relación más estrecha, tienden a mantenerse distantes o acabar por
ral. La ausencia de cordialidad también se ha constatado, aunque rechazarla. Tienen una idea de sí mismos egosintónica, por lo que se
con menor generalidad, en estos mismos estudios (Pelechano et al., perciben como distintos, interesantes, especiales o independientes.
2009). En cuanto a la relación del TP esquizoide con la esquizofre­ Sin embargo, los demás suelen considerarlos raros, extravagantes,
nia, los resultados son menos consistentes que con respecto al TP
poco fiables, e incluso hostiles y amenazantes. Entre las consecuen­
esquizotípico. Con todo, autores como Wolff (2000) indican que
cias más problemáticas del trastorno, se encuentran el abuso de
dadas las características comunes de aislamiento y desinterés social
sustancias, las adicciones comportamentales, o las derivadas de una
que comparte este trastorno con el autismo, podrían existir elemen­
excesiva exposición al riesgo por conductas imprudentes.
tos comunes en su desarrollo. A su vez estos factores, junto con otros
relacionados con la crianza, podrían aumentar el riesgo a presentar Los criterios específicos que el DSM-5 establece para el tras­
un TP esquizoide. torno, tanto en el modelo alternativo como en el tradicional, se
encuentran en la Tabla 13.9. Los dos rasgos prominentes que definen
C. Trastorno de la personalidad esquizotípico a estas personas son el psicoticismo y el desapego, y en cada uno
de ellos, el modelo alternativo destaca diversas facetas. Por último,
El término «esquizotípico», acuñado por Rado, denotaba una recuérdese que la CIE- 1 1 no considera que el esquizotípico sea un
variante fenotípica, no psicótica, del genoma de la esquizofrenia TP, sino una variante de psicosis, razón por la cual lo incluye en la
y se utilizó luego para caracterizar el denominado síndrome de categoría o espectro de la esquizofrenia.
Capítulo 13. Trastornos d e la personalidad
J) Tabla 13.9. DSM-5: Criterios diagnósticos para el trastorno de la personalidad esquizotípico
1
MODELO TRADICIONAL MODELO ALTERNATIVO
A. Un patrón dominante de deficiencias sociales e interpersonales, A. Deterioro moderado o grave en el funcionamiento de la
que se manifiesta por un malestar agudo y poca capacidad para personalidad, que se manifiesto por dificultades en dos o más
las relaciones estrechas, así como por distorsiones cognitivas o de las cuatro áreas siguientes: ,,
perceptivas y comportamiento excéntrico, que comienza en las
primeras etapas de la edad adulta y está presente en diversos
contextos, y que se manifiesta por cinco (o más) de los siguientes
hechos:
l. Ideas de referencia (excluidos los delirantes de referencial. l. Identidad: límites confusos entre el yo y los demás;
autoconcepto distorsionado; expresión emocional a menudo
no congruente con el contexto o lo experiencia interno.
2. Creencias extrañas o pensamiento mágico que influye en 2. Autodirección: metas irreales o incoherentes; no poseen ningún
el comportamiento y no es consistente con los normas conjunto cloro de normas inter nos.
subculturales (p. ej., superstición, creer en la clarividencia,
telepatía o «sexto sentido»; en niños y adolescentes, fantasías
o preocupaciones extravagantes).
3. Experiencias perceptivas inhabituoles, incluidas las ilusiones 3. Empotía: profunda dificultad para la comprensión del impacto
corporales. de los propios conductos sobre los demás; frecuentes malos
interpretaciones de las motivaciones y comportamientos
de los demás.
IJ. Pensamiento y discurso extraños (p. ej., vago, circunstancial, IJ. Intimidad: dificultad considerable para desarrollar relaciones
metafórico, super-elaborado o estereoeotipadol. íntimas, asociada con la desconfianza y la ansiedad.
5. Suspicacia o ideación paranoide.
6. Afectividad inapropiada o limitada.
7. Comportamiento o apariencia rara, excéntrica o peculiar.
8. No tiene amigos íntimos ni confidentes aporte de los familiares
de primer grado.
9. Ansiedad social excesiva que no disminuye con lo familiaridad,
y que tiende a asociarse con los temores paranoides más que
con juicios negativos sobre uno mismo.
B. Estas caracter ísticas no aparecen exclusivamente en el transcurso B. Cuatro o más de los siguientes seis rasgos patológicos:
de una esquizofrenia, un trastorno bipolar, o un trastorno l. Desregulación cognitiva y perceptiva (faceta del psicoticismol.
depresivo con caracter ísticas psicóticas, otro trastorno psicótico,
o un trastorno del espectro del autismo.
2. Creencias y experiencias inusuales (faceta del psicoticismol.
3. Excentricidad (faceta del psicoticismol.
Nota: Si se cumplen los criterios antes del inicio de una esquizofrenia, IJ. Afectividad restringida (faceta del desapego).
añadir «previo». Por ejemplo, «trastorno de la personalidad
5. Distanciamiento (faceta del desapego).
esquizotípico (previo)».
6. Desconfianza (faceta del desapego).
b. Epidemiología, comorbilidad y curso pocas horas) hace descartar la presencia de un trastorno psicótico
breve o un esquizofreniforme. Sin embargo, otros estudios de segui­
Como ya se comentó antes, la prevalencia estimada del trastor no miento indican una incidencia elevada de esquizofrenia: entre el
esquizotípico en la población general es baja de un 1,49 % (Volkert 17 % ( McGlashan, 1986) y el 25 % (Schulz y Soloff, 1987). Los mejores
et al., 2018) y su curso suele ser estable. Según el DSM, la mayor ía predictores de la aparición de esquizofrenia fueron, en el primero de
de los pacientes no llega a desarrollar una esquizofrenia u otra psi­ los estudios, los delirios de referencia, el pensamiento mágico y el
cosis, si bien son relativamente frecuentes los episodios psicóticos aislamiento social. Entre el 30 y 50% de estos pacientes experimen­
breves, en especial como consecuencia de la exposición a estrés. tan un trastorno depresivo mayor, y es este trastorno el que suele ser
Sin embargo, la escasa duración de estos episodios (minutos o unas motivo de consulta o de ingreso.
61!,
�• Jri; Manual de psicopatología. Volumen 2

En cuanto a su comorbilidad, es especialmente alta con el TP Una cuestión diferente es la confusión entre esquizotipia como
límite, y con el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) del que en algu­ dimensión de personalidad y el TP esquizotípico, que en ocasiones
nos casos graves resulta indistinguible. Algunos autores plantean se utilizan erróneamente como sinónimos e intercambiables. El tér­
que la esquizotipia podría ser un subtipo de TOC, lo que situaría mino esquizotipia fue acuñado por Claridge < Bentall, et al., 1989;
este TP en el espectro obsesivo-compulsivo (Sobin et al., 2000l. Más Claridge, 1997) para delimitar el rasgo de psicoticismo definido por
adelante retomaremos este aspecto de la esquizotipia. Eysenck 0992), e incluye cuatro componentes: experiencias inusua­
les, desorganización cognitiva, anhedonia introvertida, e inconfor­
c. Diagnóstico diferencial mismo impulsivo. Como dimensión de personalidad no siempre está
Las principales entidades con las que realizar el diagnóstico diferen­ asociada a características negativas: algunos estudios hablan de
cial son, en primer lugar, otros trastornos mentales en donde haya «esquizotipia benigna» (p. ej., Jackson, 1997) y otros la asocian a
evidencias de sintomatología psicótica: trastorno delirante, esquizo­ cualidades artísticas y científicas (p. ej., Nettle, 2006).
frenia y los trastornos bipolar o depresivo con síntomas psicóticos. Conceptualmente, la esquizotipia refiere a un continuo de per­
La aparición de síntomas del TP antes de la sintomatología franca­ sonalidad, que va desde el deterioro mínimo o imperceptible (o
mente psicótica y su persistencia una vez ha remitido o atenuado el incluso beneficioso) hasta la ruptura claramente psicótica. En conse­
cuadro psicótico, son los criterios diferenciadores más importantes. cuencia, se trata de un marcador de vulnerabilidad a la psicosis y de
El DSM-5 indica asimismo que es importante diferenciar este TP otros trastornos mentales graves y por ello no es correcto utilizarlo
de los trastornos del neurodesarrollo (autismo y Asperger), aunque como equivalente al TP esquizotípico. Ejemplo de esta afirmación
en muchas ocasiones puede ser difícil diferenciar unas entidades es la relación entre esquizotipia y TOC, trastorno que no se i nclu­
de otras especialmente en menores: la ausencia de contacto social ye en el espectro psicótico. En torno al 50 % de los pacientes con
y de reciprocidad emocional y la presencia de comportamientos TOC muestran evidencias entre moderadas y graves de esquizotipia
estereotipados es mayor es esos trastornos que en los esquizotípi­ (p. ej., Kendler et al., 1989). Pallanti (2000) sugería que al menos
cos. Los cambios de personalidad debidos a enfermedad médica y un grupo de pacientes TOC podría estar cercano al espectro de la
síntomas asociados a consumo de sustancias (p. ej., cocaína) son esquizofrenia a partir, precisamente, de una consideración multidi­
también entidades en las que se pueden presentar características mensional de la esquizotipia. Lee y su grupo (Lee y Kwon, 2003; Lee
de personalidad similares a las del esquizotípico. De nuevo, la apa­ y Telch, 2005; Lee et al., 2005) han postulado la existencia de dos
rición y/o exacerbación de esas características con posterioridad a grandes modalidades o subtipos de TOC: autógenas y reactivas. Las
la enfermedad médica y/o al consumo persistente de sustancias es primeras están vinculadas con la esquizotipia, y esa modalidad de
el criterio a considerar para establecer el diagnóstico. Por último, TOC está en el punto intermedio de un continuo esquizofrenia-es­
no puede obviarse el hecho de que las características esquizotípicas quizotipia-TOC. Sus resultados apoyan en parte esta hipótesis, con
aparecen también en otros TP, como el narcisista y, especialmente, evidencias que avalan la relación esquizotipia-obsesiones autóge­
el l ímite, ya que estos últimos pueden experimentar episodios psicó­ nas, y otras que indican que las personas con TOC de tipo autógeno
ticos similares a los de los esquizotípicos, pero están más claramen­ presentan más distorsiones perceptivas y de pensamiento (p. ej., ilo­
te vinculados a cambios en el estado de ánimo como respuesta al gicidad, pensamiento mágico) que los TOC-reactivos.
estrés, y además presentan también síntomas disociativos (desperso­
nalización y desrealizaciónl, menos frecuentes en los esquizotípicos. D. Trastorno de la personalidad antisocial
d. Etiología L a idea d e formular la existencia d e u n trastorno como este surge
de los i ntentos por explicar, desde una óptica psicopatológica, un
Los datos fenomenológicos, biológicos, genéticos, de respuesta al modo de comportamiento persistentemente delictivo y/o anti-nor­
tratamiento y seguimiento apoyan su vínculo con el espectro de la mativo, en ausencia de motivos que lo justifiquen (Luengo y Carrillo,
esquizofrenia: por ejemplo, los estudios de historia familiar muestran 2009). Seguramente por ello se ha denominado de muy diversos
un riesgo incrementado de trastornos relacionados con la esquizofrenia modos a lo largo de la historia, dependiendo de dónde se situaba
en los familiares de personas con TP esquizotípico y, al revés, un riesgo el énfasis: en el comportamiento o en la personalidad. Así, mien­
incrementado de este trastorno en familiares de personas con esquizo­ tras para la tradición anglosajona de la psiquiatría lo esencial es
frenia. Además, algunos pacientes con este trastorno tienen alteracio­ el comportamiento lesivo para la sociedad (y entonces se emplean
nes características de la esquizofrenia (p. ej., incremento del tamaño términos como sociopatía o trastorno antisocial), para la psiquiatría
de los ventrículos cerebrales, disminución del seguimiento ocular fino, alemana lo importante es el modo de ser del sujeto, su personalidad
y pobre rendimiento en pruebas de atención visual o auditiva). enferma (y entonces se etiqueta como psicopatía), la que motiva un
Sin embargo, otras modalidades del trastorno no están clara­ comportamiento i nadecuado por antisocial y la que dificulta com­
mente relacionadas con la esquizofrenia, especialmente cuando el prender, ajustarse y aceptar las normas sociales. Las consecuencias
síndrome se caracteriza sobre todo por excentricidades cognitivas, de esta dualidad en la concepción del trastorno han sido importan­
perceptivas y de comportamiento. En todo caso, aun cuando se ha tes para su caracterización clínica, su investigación etiológica y su
demostrado que existe una relación con la esquizofrenia, queda por tratamiento.
aclarar si el trastorno representa una variedad de esquizofrenia leve,
de rasgo, o si por el contrario representa y contiene las características a. Características clínicas y criterios para el diagnóstico
nucleares de la esquizofrenia, sobre las cuales se superponen los epi­ El comportamiento típico consiste en un patrón duradero de com­
sodios psicóticos esquizofrénicos más llamativos. Sea como fuere, no portamientos socialmente irresponsables, que se evidencia antes de
hay que olvidar que la OMS no incluye el trastorno esquizotípico entre los 15 años (aunque el diagnóstico formal no pueda realizarse antes
los TP, y son muchos los que, como Krueger et al. (2008), defendían de los 18) y que reflejan desconsideración hacia, despreocupación
que el DSM-5 lo incluyera en el espectro de la esquizofrenia. por, y vulneración de los derechos de los deír)áS. Muchas personas

I.J20
Capítulo 13. Trastornos de la personalidad

con este trastorno toman parte en actos ilegales, más o menos gra­ de pareja o padre) o de su honradez (p. ej., como trabajador). En el
ves. Entre sus características de personalidad relevantes, destacan DSM-5 este trastorno aparece en dos capítulos diferentes: en el de
la falta de interés o preocupación por los sentimientos de los demás, los «Trastornos de la personalidad» (tanto en la Sección II, como en
carencia de remordimientos por el daño q_ue puedan causar, inca­ el modelo alternativo de la Sección I ID, y en el grupo o categoría de
pacidad para aprender de la experiencia, escasa tolerancia a la «Trastornos disruptivos del control de los i mpulsos y de la conduc­
frustración, irritabilidad y tendencia a no reconocer la propia culpa ta». Los criterios diagnósticos para el trastorno q_ue plantea el DSM-
o responsabilidad, q_ue suelen atribuir a los demás, al azar, o al des­ 5 tanto en la versión tradicional como en el modelo alternativo se
tino. Estas características suelen provocar el fracaso de estas perso­ ofrecen en la Tabla 13.10. Los rasgos de antagonismo y desinhibición
nas en roles q_ue req_uieren de su responsabilidad (p. ej., en el papel son los q_ue, según ese modelo, caracterizan mejor a estos pacientes.

)) Tabla 13.10. DSM-5: C riterios diagnósticos para el t rastorno de la personalidad antisocial

MODELO TRADICIONAL MODELO ALTERNATIVO


1

A. Patrón dominante de inatención y vulneración de los derechos de A. Deterioro moderado o grave en el funcionamiento q_ue se
los demás, que se produce desde los 15 años de edad, y q_ue se manifiesta por dificultades en dos (o más) de los cuatro áreas:
manifiesto por tres (o más) de los hechos siguientes:

l. Incumplimiento de las normas sociales respecto o los l. Identidad: egocentrismo; autoestima derivado de lo ganancia
comportamientos legales, q_ue se manifiesto por actuaciones personal, el poder o el placer.
repetidos q_ue son motivo de detención.
2. Engaño, q_ue se manifiesto por mentiros repetidos, utilización 2. Autodirección: los objetivos se establecen sobre lo base de lo
de alias, o estafo poro provecho o placer personal. satisfacción personal; ausencia de normas internos prosocioles
asociados o falto de conformidad con el comportamiento legal
o ético normalizado culturalmente.
3. Impulsividad o fracaso para planificar con antelación. 3. Empotío: falto de preocupación por los sentimientos,
los necesidades o el sufrimiento de los demás; falto de
remordimientos después • de herir o maltratar o otro persono.
q_ Irritabilidad y agresividad, q_ue se manifiestan por peleas q_ Intimidad: incapacidad poro relaciones íntimos; lo explotación
o agresiones físicos repetidos. es el modo fundamental de relacionarse con los demás, incluso
mediante el engaño y lo coacción, el abuso de uno posición
dominante o lo intimidación poro controlar o los demás.
5. Desatención imprudente de lo seguridad propio o de los demás.

6. Irresponsabilidad constante, q_ue se manifiesto por lo


incapacidad repetido poro mantener un comportamiento
laboral coherente o cumplir con los obligaciones económicos.
7. Ausencia de remordimiento q_ue se manifiesto con indiferencia
o racionalización del hecho de haber herido, maltratado, o
robado o alguien.

B. El individuo tiene como mínimo 18 años. B. Seis o más de los siguientes siete rasgos de personalidad patológicos:
- Manipulación (faceto del antagonismo).
- Insensibilidad (faceto del sntogonismol.
- Engaño (faceto del antagonismo).
- Hostilidad (faceto del antagonismo).
- Asunción de riesgos (faceto de lo desinhibiciónl.
- Impulsividad (faceto de lo desinhibiciónl.
- Irresponsabilidad (faceto de lo desinhibiciónl.

c. Existen evidencias de lo presencia de un trastorno de la conducto


con inicio antes de los 15 años.

D. El comportamiento antisocial no se produce exclusivamente en el Notas:


curso de lo esq_uizofrenio o de un trastorno bipolar. - Se requiere como mínimo q_ue el paciente tengo 18 años.
- Especificar si hoy característicos psicopáticos.
'
I.J21
:� .': Manual de psicopatología. Volumen 2 1
La inclusión del TP antisocial en dos categorías diferentes es
cuanto menos discutible y, en nuestra opinión, remite una vez más
embargo, en muestras clínicas se han hallado cifras notablemente
superiores, que van desde el 4 % hasta el 30 %. Estas tasas llegan J
a las dificultades que plantea un sistema de diagnóstico categorial
en el que las clases (i. e., categorías de trastornos) no están bien
a ser cercanas al 50 % entre adictos a opiáceos y alcohol y llegan
hasta el 75 % en población penitenciaria. La prevalencia es mayor
i
definidas. Pero es que, además, los «problemas de comportamien­ en hombres que en mujeres, en una proporción aproximada de 3:1.
to antisocial», tanto en adultos como en niños y adolescentes, se Además, parece que la juventud y la pertenencia a niveles socioeco­
mencionan en la sección dedicada a «Otros problemas que pueden nómicos y culturales bajos son características de alto riesgo.
ser objeto de atención clínica», aunque en este caso los compor­ El curso suele ser crónico y se asocia con frecuencia a consu­
tamientos antisociales serían transitorios o puntuales y no debidos mo de sustancias psicoactivas, además de a ingresos reiterados en
a un TP antisocial propiamente dicho. No obstante, en la medida centros penitenciarios. También son más frecuentes de lo normal
en que el trastorno en sí mismo no debe diagnosticarse antes de las muertes prematuras por causas violentas (suicidio, accidentes,
los 18 años, esa posibilidad diagnóstica parece remitir más bien a homicidios), lo que también puede incidir en el dato, apuntado en
los antecedentes de un futuro TP antisocial cuando se detectan en algunos estudios, de que el trastorno remite o es menos frecuente
menores de esa edad. a partir de la cuarta década de la vida: es posible que, más que
Junto al patrón de comportamiento que hemos descrito, hay remitir o disminuir, lo que en realidad ocurra es que el individuo
que valorar los componentes básicos de la personalidad porque en esté en la cárcel <y entonces ya no se le considera enfermo mentall,
realidad son estos, y no únicamente las conductas, los que permiten haya muerto, o que debido a su mayor edad y su deterioro físico y
establecer un diagnóstico de TP y diferenciar a estas personas de mental, no tenga fuerzas para involucrarse en actos delictivos. Por
los delincuentes sin el trastorno. La constatación de característi­ último, estas personas pueden presentar episodios claros de disforia,
cas de personalidad y pobre o escaso desarrollo moral, unidas a incapacidad para tolerar la soledad y el aburrimiento, trastornos de
una historia consistente de comportamientos antisociales, violentos ansiedad, y trastornos asociados al control de impulsos.
y reincidentes, orientan hacia un diagnóstico clínico del trastorno.
Las aportaciones clásicas de Cleckley (1976) se enmarcan en esa c. Diagnóstico diferencial
perspectiva. Definió el perfil clínico del psicópata sobre la base de Hay que recordar que este diagnóstico no debe aplicarse a meno­
rasgos de personalidad y su asociación con comportamientos social res de 18 años y, llegada esa edad, únicamente debe plantearse
o moralmente indeseables, con la finalidad de diferenciar entre un si existen evidencias de un trastorno de conducta antisocial antes
psicópata y un delincuente: el primero debería ser caracterizado de los 15 años. En cuanto a los trastornos de los que debe diferen­
como una persona con un trastorno mental, pero no el segundo. La ciarse este trastorno, los relacionados con el abuso de sustancias
caracterización clínica de Cleckley se basa en 16 elementos, que se ocupan un lugar prominente: el consumo y dependencia de sustan­
pueden agrupar en estos cinco: cias psicoactivas puede (y suele) estar asociado a comportamientos
l. Apariencia exterior de normalidad: no hay experiencias percep­ antisociales. Por lo tanto, únicamente debe consignarse que existe
tivas ni de pensamiento patológicas (no hay alucinaciones ni un TP antisocial en un consumidor cuando existan evidencias del
delirios), su capacidad intelectual es normal, y no hay altera­ trastorno antes del comienzo de la edad adulta y no cuando las
ciones del estado de ánimo o emocionales (ansiedad, culpa, o conductas antisociales o el cambio de personalidad estén asociados
depresión). al consumo. En la esquizofrenia y en los trastornos bipolares pueden
2. Ausencia de respuesta al castigo y a los sistemas usuales de con­ aparecer comportamientos antisociales que no deben confundirse
trol y/o inhibición social, unido a incapacidad para aprender de con la presencia simultánea de un TP antisocial. De hecho, no debe
las experiencias, junto con un estilo de razonamiento deficiente. realizarse un diagnóstico de TP antisocial cuando hay síntomas evi­
3. Pobreza o deterioro afectivos: ausencia de relaciones afecti­ dentes de esquizofrenia o bipolaridad. Por último, este TP comparte
vas estables, vida sexual poco o nada integrada, insensibilidad características con otros TP y, en especial, con el narcisista: puede
hacia los deseos o necesidades de los demás (falta de empatíal, compartir con el antisocial la falta de sinceridad, dureza, superfi­
y egocentrismo. cialidad, ausencia de empatía y tendencia a explotar a los demás.
Pero en el narcisista no son tan evidentes la impulsividad, el engaño,
IJ. Ausencia de planificación vital y tendencia a la fantasía (gran­ o la agresión, ni suele haber historia de comportamiento delictivo.
diosidad).
5. La conducta delictiva (tal y como se codifique en la legislación d. Etiología
penal aplicable) no es esencial para definir la psicopatía.
Se han propuesto explicaciones de todo tipo para el TP antisocial:
Estos criterios han sido objeto de crítica, pero siguen siendo de uti­ desde anomalías bioquímicas y electrofisiológicas hasta factores
lidad tanto desde una perspectiva clínica-aplicada como de inves­ genéticos, psicosociales, de aprendizaje, cognitivos o de persona­
tigación y, de hecho, han sido el marco de referencia de muchas lidad. Los estudios con gemelos y de adopción indican que existen
investigaciones desde distintas ópticas y modelos. Además, son úti­ factores genéticos que predisponen al desarrollo del trastorno. Sin
les para valorar el especificador de características psicopáticas que embargo, está lejos de saberse cuál es la contribución específica de
incluye el DSM-5 entre sus criterios. la carga genética, si la naturaleza de la predisposición es específica
para sufrir este trastorno, o si, por el contrario, son ciertos rasgos,
b. Epidemiología y curso como la impulsividad, excitabilidad u hostilidad, los que en realidad
Los datos epidemiológicos varían enormemente según sea la pobla­ contribuyen a la explicación de la varianza genética.
ción de referencia: en población general, la media de los estudios Por su parte, la investigación neurofisiológica propone varias
sitúa la prevalencia en torno al 2, 76 % (Volkert et al., 2018). Sin hipótesis sobre la existencia de daños o déficits en el lóbulo fron-

ll22
Capítulo 13. Trastornos de la personalidad 1, ·�

tal de los psicópatas (Raine, 2000), que ha recibido cierto apoyo las medidas de auto-informe en señalar este rasgo como predo­
empírico, o sobre la existencia de una i nmadurez cortical en estos minante entre las personas con trastorno antisocial.
sujetos, que no ha recibido apoyo unáni me. No obstante, se han Un desarrollo moral deficitario: los estudios realizados indican
constatado cambios en las regiones cerebrales frontal y temporal, que se hallan en una etapa pre-convencional de razonamiento
asociadas a los comportamientos violentos de estos pacientes ( Nara­ moral, caracterizada por la primacía de los propios i ntereses
yan, et al., 2007). y el pragmatismo, labilidad relacionada con las normas socia­
Los hallazgos sobre disfunciones en el metabolismo del sistema les y los valores morales, y ausencia de jerarquías claras para
serotoninérgico en el TP antisocial son bastante consistentes: tanto valores positivos (véase p. ej., Luengo y Carrillo, 2009, para una
en los estudios con animales de laboratorio, como en los realizados revisión l.
con humanos (antisociales, pacientes mentales con historia de con­
En conclusión, el TP antisocial es una entidad clínica comple­
ducta agresiva, y delincuentes homicidas violentos), se han encon­ ja, en cuya etiopatogenia influyen tanto factores de tipo biológico
trado deficiencias neuroquímicas relacionadas con disfunciones del como de socialización, incluyendo entre estos últimos las experien­
sistema serotoni nérgico. La actividad de la mono-amino-oxidasa cias vitales y de aprendizaje. A su vez, estos dos amplios conjuntos
está disminuida y hay una baja concentración en el fluido cere­ de factores se retroalimentan, de modo que resulta prácticamente
bro-espinal del 5-hidroxi-indol acético, un metabolito de la seroto­ imposible defi nir el peso relativo de unos y otros en la configura­
nina. Parece que esta disfunción está relacionada con varios aspec­ ción final del trastorno. Es posible que la vulnerabilidad biológica
tos del TP antisocial: la impulsividad, la dificultad para responder actúe como un caldo de cultivo en el que las prácticas de crianza,
adecuadamente al castigo, y la modulación emocional inadecuada. los aprendizajes, y las experiencias de socialización actúen como
Paralelamente, desde las investigaciones psicofisiológicas se disparadores o, por el contrario, atenúen, los efectos negativos de
apuntan diversas alteraciones que podrían estar en la base del com­ las predisposiciones biológicas. A su vez, puede que estas predispo­
portamiento antisocial. Las hipótesis con mayor apoyo empírico son siciones se hayan adquirido durante la gestación (p. ej., alteraciones
las siguientes: (a) el nivel basal de activación cortical es más bajo neuroquímicas transmitidas al feto por unos progenitores con graves
de lo normal, lo que llevaría a estos sujetos a buscar estimulación carencias biológicas derivadas del consumo de sustancias, como el
con el fin de normalizarlo y ( b) presentan disfunciones del sistema alcohol), o por vía perinatal (p. ej., deficiencias nutricionales deriva­
l ímbico, que estarían asociadas con las alteraciones emocionales, das de prácticas de crianza inadecuadas por carencia de recursos
la incapacidad para inhibir respuestas ante la amenaza de castigo económicos, consumo de sustancias, etc.), con lo que, de nuevo,
(relacionada, a su vez, con la ausencia de ansiedad en presencia de habría que apelar a los factores de tipo psicosocial como precurso­
estímulos de miedo) y las dificultades para modular el comporta­ res del trastorno.
miento en función de los cambios en el sistema recompensa-castigo.
Desde la investigación psicosocial los datos i ndican que las per­ E . Trastorno de la personalidad límite
sonas con este TP presentan sesgos en el procesamiento de informa­
Este es el TP que más atención ha recibido y recibe en la literatura
ción interpersonal, en el sentido de que cuando esta es ambigua o
científica, especialmente desde la publicación del DSM-III en 1980.
está poco estructurada, el antisocial tiende a atribuirle significados
Adjetivar de «límite» a un trastorno mental, suele ser equivalente
hostiles. En cuanto a las prácticas de crianza y educativas, muchos
a decir que quien lo padece se sitúa: Col en la frontera, o l ími­
estudios confirman una historia infantil y adolescente de abandono,
te, entre dos psicopatologías diferentes, asumiendo síntomas de
abusos físicos y psicológicos, y negligencia en el cuidado del niño
ambas, pero configurando una entidad nosológica nueva y distinta;
por parte de los adultos responsables, unido a una elevada i nci­
(b) en el punto medio de un continuo normalidad-psicopatología,
dencia de alcoholismo y abuso de sustancias, además del mi smo
limitando o lindando con cada uno de ambos extremos; (c) al bor­
trastorno antisocial, entre los familiares de primer grado.
de mi smo, en el límite, del fracaso o la ruptura mentol, y (d) en
Los resultados obtenidos en las investigaciones sobre la persona- el l ímite, o nivel más bajo, de organización o estructuración de la
lidad de estos individuos tienden a confirmar: personalidad.
La hipótesis de una demencia semántica (Cleckley, 1976), es La aplicación de estos criterios al TP límite conlleva que:
decir, una discrepancia entre el lenguaje y la expresión emo­
l. Se considere límite porque se asocia con mucha frecuencia
cional, según la cual aunque las personas con TP antisocial
con otros trastornos: según Millon (1992), con los disociativos
proporcionan informes verbales adecuados acerca de su estado
(en especial, la histeria y la personalidad múltiple), el trastorno
emocional, su nivel de respuesta fisiológica es menor del que esquizoafectivo, y los trastornos afectivos. Y, según el DSM-5,
cabría esperar y, por lo tanto, no se corresponde con la emoción con el TP esquizotípico.
que se está expresando.
2. Aparece ya en etapas tempranas y, dependiendo de su gra­
La hipótesis de la frialdad afectiva o la i ncapacidad de amar: vedad y de la presencia de «incidentes críticos» ( protectores
estos sujetos presentan una disminución de las respuestas refle­ versus facilitadoresl en la vida del i ndividuo, puede dar l ugar
jas ante estímulos afectivos, tanto positivos como negativos. a traspasar el «límite» con la normal idad y derivar hacia la
La incapacidad para comprender los sentimientos de los demás: presencia de psicopatologías.
la ausencia de empatía suele correlacionar con la presencia de 3. Actúa como elemento de vulnerabilidad precipitante de psico­
psicopatía. patologías graves (psicosis, depresión mayor, etc.l, sin que para
La impulsividad como rasgo dominante de personalidad: los ello sea necesaria la mediación de un incidente crítico especial­
hallazgos bioquímicos que se comentaron antes coinciden con mente importante.

LJ23
1 �I Manual de psicopatología. Volumen 2

Comoq,uiera q,ue el siguiente capítulo de este manual está dedi­ Sus relaciones personales suelen ser superficiales, orientadas
cado exclusivamente a este trastorno complejo, no dedicaremos a mantener su autoestima. Tratan de mantener una apariencia de
aq,uí más espacio al mismo. autosuficiencia y pueden utilizar a los demás para sus propios fines.
Tienen propensión a sentir q,ue aq,uellos con q,uienes se relacionan
F. Trastorno de la personalidad narcis ista necesitan sentirse especiales y únicos, porq,ue ellos se ven a sí mis­
mos en estos términos; por tanto, normalmente desean estar relacio­
Havelock Ellis introdujo a finales del siglo x1x el término «narcisis­ nados solo con personas, instituciones, o posesiones q,ue confirmen
mo» para identificar un tipo de perversión sexual q,ue implica tra­ su sentido de superioridad. La mayor parte de estas características
tarse a sí mismo como un objeto sexual y, más tarde, Freud adoptó se recogen en los criterios diagnósticos q,ue ofrece el modelo alter­
el término para describir una actitud general de ensimismamiento nativo del DSM-5, q,ue escoge dos facetas del rasgo de antagonismo
en uno mismo y de auto-amor. Otros analistas posteriores plantearon como necesarias para el diagnóstico (véase la Tabla 13.lll.
q,ue esta actitud se desarrollaba como respuesta a una autoestima Los criterios del DSM-5 son bastante precisos para identificar
dañada, lo q,ue ocasionaría, como veremos después, dos modos de las formas arrogantes, socialmente sobresalientes, del narcisismo.
entender el narcisismo patológico: con la grandiosidad y el auto-ex­ Sin embargo, hay otras formas de expresión o manifestación del
hibicionismo como elementos definitorios fundamentales, o con la
trastorno diferentes a la grandiosidad y la arrogancia, q,ue no reco­
vulnerabilidad y la hipersensibilidad al rechazo de los demás como
ge el manual. Tanto los planteamientos clínicos, basados en estu­
característica fundamental. Además de esta dualidad o divergencia
dios de casos o en muestras clínicas, como los realizados desde
conceptual, hay q,ue decir q,ue el narcisismo no se consideró como
la psicología de la personalidad con población general no clínica
un trastorno de la personalidad hasta la aparición del DSM-III en
coinciden en señalar dos manifestaciones peculiares del narcisismo:
1980. Desde entonces hasta la versión actual de ese manual, la idea
la grandiosidad y la vulnerabilidad narcisista (Miller et al., 2017),
de grandiosidad-exhibicionismo ha sido la dominante en la concep­
tualización del trastorno. detectadas por primera vez en el estudio fundamental de Wink
(1991l. Ambos componentes comparten un estilo de relaciones inter­
Desde la perspectiva de la psicología de la personalidad y la personales egocéntrico, demandante, y dominante. Sin embargo, la
psicología social el estudio del narcisismo como rasgo normal de vulnerabilidad narcisista se asocia a un neuroticismo muy elevado,
personalidad tiene una larga tradición. En su mayor parte, los estu­ con rasgos como ansiedad, tendencia a la preocupación, depre­
dios sobre este rasgo o dimensión normal de la personalidad se han sión, vergüenza, dependencia, y estilo defensivo. Por su parte, la
basado en la utilización de un cuestionario, el Narcissistic Perso­ grandiosidad narcisista incluye rasgos como asertividad, crueldad o
nality Jnventory (Raskin y Terry, 1988), q,ue recoge sobre todo los insensibilidad, explotación de terceros, exhibicionismo, asunción de
elementos de grandiosidad del narcisismo. riesgos, o agresividad.
a. Características clínicas y criterios para el diagnóstico b. Epidemiología y curso
Según el DSM-5, las personas narcisistas se caracterizan por la Como vimos en un apartado previo, los estudios epidemiológicos
grandiosidad, la necesidad de ser admiradas y la incapa_cidad para más recientes sitúan este trastorno en los últimos lugares en cuan­
empatizar con los demás. El individuo sobrevalora su val1a perso� al to a su prevalencia en la población general. Entre otras, esta baja
en cuanto a sus capacidades, cualidades, logros, etc., o cualq,wer
prevalencia es una de las razones q,ue más argumentan los expertos
otra faceta, lo q,ue con frecuencia le conduce a jactarse de ello y a para dudar de su inclusión en el grupo de los «elegidos» en el
sentirse herido cuando no se reconoce su valía en los términos q,ue
modelo alternativo del DSM-5. Sin embargo, es más habitual en
espera. Estas personas se encuentran casi constantemente preocu­
población clínica (entre el 2 y el 26 %l. En cuanto al género, se
padas por fantasías de éxito, poder, brillantez, belleza, etc. Se_ con­
estima q,ue entre el 50-70 % de las personas con este trastorno son
sideran superiores, únicas, especiales y esperan q,ue los demos les
hombres.
traten en consonancia con su situación. Esto los lleva, por ejemplo,
a pensar q,ue solo pueden relacionarse con, o ser comprendidos por, En cuanto a su curso, los mayores problemas se producen en el
personas de su mismo estatus o valía. ámbito de las relaciones interpersonales: la pretenciosidad y cons­
tante necesidad de admiración, unidas a una relativa falta de inte­
Demandan elogios y admiración. Esperan recibir un trato especial
y tienden a pensar q,ue sus necesidades tienen prioridad sobre las rés por los problemas y las necesidades de los demás (falta de
de los demás. Presentan una propensión a aprovecharse de otras empatíal, hacen q,ue sus relaciones sociales sean problemáticas. En
personas para satisfacer sus deseos. Carecen de la capacidad para ocasiones, el miedo a recibir críticas o humillaciones les conduce
empatizar y les resulta extremadamente difícil darse cuenta de los además a retraerse socialmente y a no asumir riesgos, por ejemplo,
sentimientos, deseos o necesidades de otras personas. Envidian los en su vida profesional, lo q,ue trae como consecuencia un estanca­
éxitos, pertenencias, etc., de los demás. Exhiben actitudes y con­ miento en su desarrollo e incluso un rendimiento inferior a lo espe­
ductas arrogantes, desdeñosas y en ocasiones altaneras. Pero tam­ rable según sus capacidades. El estado de ánimo disfórico puede
bién son vulnerables a manifestar reacciones emocionales intensas ser una constante en aq,uellos narcisistas q,ue tienden a aislarse y
y extremas cuando su autoimagen se ve dañad? : pueden respon�er retraerse socialmente; por el contrario, los períodos prolongados de
con fuertes sentimientos de ofensa, o enfado incluso, a peq,uenos grandiosidad y excesiva auto-confianza pueden asociarse a estados
desaires, rechazos, desafíos o críticas. Como consecuencia, intentan de ánimo hipertímicos o hipomaníacos.
evitar exponerse a experiencias de este tipo, pero cuando no lo con­ c. Diagnóstico diferencial
siguen, pueden reaccionar con i ra, rabia, o contraatacando de forma
desafiante. Pueden experimentar, además, un episodio depresivo, Los principales dilemas para establecer un diagnóstico diferencial
q,ue suele ser el desencadenante de la búsq,ueda de ayuda clínica. del TP narcisista se producen con otros TP y, en especial, con el anti-

424
Capítulo 13. Trastornos d e la personalidad " 1

)) Tabla 13.11. DSM-5: C riterios diagnósticos para el trastorno de la personalidad narcisista

MODELO TRADICIONAL MODELO ALTERNATIVO


A. Un patrón dominante de grandiosidad (en la fantasía o en el A. Deterioro moderado o grave en el funcionamiento de la
1
'

comportamiento), necesidad de admiración y falta de empatía, personalidad, que se manifiesta por dificultades en dos o más de
que comienza en las primeras etapas de la edad adulta y está las cuatro áreas:
presente en diversos contextos, y que se manifiesta por cinco
(o más) de los siguientes hechos:
l. Tiene sentimientos de grandeza y prepotencia (p. ej., exagera l. Identidad: referencia excesiva a los demás para la
sus logros y capacidades, espera ser reconocido como autodefinición y regulación de la autoestima; autoevaluación
superior, sin que haya logros proporcionalesl. exagerada o subestimada, u oscilando entre los extremos;
la regulación emocional refleja las fluctuaciones en la
autoestima.

2. Está absorto en fantasías de éxito, poder, brillantez, belleza 2. Autodirección: establecimiento de objetivos basados en la
o amor ideal ilimitado. obtención de aprobación de los demás, estándares personales
excesivamente elevados con el fin de verse a uno mismo como
algo excepcional, o demasiado bajos en base a un sentido de
«tener derecho»; a menudo no son conscientes de sus propias
motivaciones.

3. Cree que es «especial» y único y que solo puede ser 3. Empatía: deterioro de la capacidad para reconocer o
comprendido, o solo puede relacionarse con otras personas identificarse con los sentimientos y necesidades de los otros;
(o instituciones) especiales o de alto estatus. pendiente en exceso de las reacciones de los demás, pero solo
de quienes considera relevantes; sobre- o subestimación del
efecto que causa en los demás.

IJ. Tiene una necesidad excesiva de admiración. IJ. Intimidad: relaciones en gran medida superficiales, que se
entablan para la regulación de la autoestima; reciprocidad
restringida y con poco interés genuino en las experiencias de
los demás; predominio de la necesidad de obtener beneficios
personales.

5. Muestra un sentimiento de privilegio (tiene expectativas poco B. Ambos rasgos patológicos de personalidad (facetas del
razonables de recibir un trato de favor especial o de que se antagonismo):
cumplan automáticamente sus expectativas). l. Grandiosidad.
2. Búsqueda de atención.
6. Explota las relaciones interpersonales (es decir, se aprovecha
de los demás para sus propios fines).

7. Carece de empatía: no está dispuesto a reconocer o a


identificarse con los sentimientos y necesidades de los demás.

8. Frecuentemente envidia a los demás o cree que los demás lo


envidian a él.
9. Presenta comportamientos o actitudes arrogantes, de
superioridad.
' ..

social, el límite y el histriónico: frente a la insensi bilidad y la ines­ la asociación grandiosidad-cambio en el estado de ánimo es más
tabilidad que caracterizan, respectivamente, las relaciones sociales patente en los episodios maníacos o hipomaníacos y el deterioro
de cada uno de estos trastornos, el narcisista presenta grandiosidad. funcional asociado es mayor del que puede producirse en el TP nar­
Además, su autoimagen es más estable y positiva, suele controlar cisista.
bien su expresión emocional (a diferencia del límite), y no suele
mostrarse agresivo ni i mpulsivo, salvo que su autoestima sea puesta d. Etiología
en duda (a diferencia del antisociall. En los episodios maníacos o La investigación clínica sobre el narcisismo tiene una amplia tradi­
hipomaníacos también está presente la grandiosidad. Sin embargo, ción especialmente desde la perspectiva psicoanalítica, tanto en su

q25
ijú, tU¡ M anual de psicopatología. Volumen 2

versión fundacional (i. e., S. Freud) como en sus aportaciones más et al. (2017) concluyen en su revisión que la modalidad vulnerable
recientes (i. e., Kernberg). También es muy abundante la investiga­ se asocia con prácticas de crianza parentales frías, controladoras,
ción del narcisismo como prototipo de personalidad (p. ej., Morf, intrusivas e inconsistentes, mientras que la grandiosidad o bien no
2006). Por su parte, la investigación empírica sobre el diagnóstico se asocia a ninguna práctica de crianza particular, o bien lo hace
psiquiátrico del trastorno narcisista de la personalidad empezó a ser (muy débilmente) con permisividad y sobrevaloración de los hijos
numerosa a partir de la inclusión del trastorno en la primera gran por parte de los padres. En cuanto a las relaciones entre narcisis­
revisión de la nosología psiquiátrica, el DSM-III en 1980. mo patológico y normal con rasgos de personalidad, el primero se
Sin embargo, como Cain et al., (2007) señalan, en muy pocas asoció a neuroticismo, antagonismo y baja extroversión (fundamen­
ocasiones estos tres ámbitos de investigación -clínico, de persona­ talmente, en sus aspectos de escasas calidez interpersonal y afecti­
lidad, y diagnóstico- han coincidido en algo más que en la mera vidad positiva). Sin embargo, el narcisismo normal se asoció a bajo
denominación de «narcisismo» en las publicaciones. Esta dispa­ neuroticismo, alta extraversión y, como en el caso del patológico,
ridad de enfoques ha dado lugar a discrepancias notables tanto con antagonismo. Así pues, el único rasgo que ambas formas de nar­
desde el punto de vista conceptual (p. ej., qué significa el narci­ cisismo parecen compartir es el rasgo de antagonismo, que es el
sismo, cuáles son sus elementos constitutivos, cuáles sus conse­ único que se incluye en los criterios diagnósticos del DSM-5, pero
cuencias, etc.) como metodológico (p. ej., cómo evaluarlo, en qué el resto de los elementos que los caracteriza es claramente distinto.
personas o poblaciones, etc.> (Miller et al., 2017).
Desde perspectivas más clínicas se han descrito cerca de 50 G . Trastorno de la personal idad histrión ico
características definitorias del TP narcisista, lo que desde luego
contribuye poco a su clarificación diagnóstica y a la formulación Los antecedentes de la descripción de este trastorno se remontan a
de propuestas terapéuticas razonables (Cain et al., 2007; Miller finales del siglo x1x y principios del xx, en los relatos sobre la histeria
et al., 20l7>. No obstante, esta variabilidad se resume en los dos de Pierre Janet y Sigmund Freud. Posteriormente los psicoanalistas
mismos fenotipos o presentaciones clínicas del trastorno descritas constataron que los síntomas histéricos se asociaban muchas veces
por Wink (1991) y que mencionamos antes: la grandiosidad y la a un grupo particular de «rasgos del carácter», lo que condujo
vulnerabilidad. La primera hace referencia a características como a postular un tipo histérico de trastorno de la personalidad en el
la suspicacia, la mentira, la tendencia a manipular a los demás, el DSM-II de 1968. El término «histérico» se sustituyó en el DSM-III
fanatismo, la arrogancia, la psicopatía, la falta de escrúpulos, el por el de «histriónico», en un intento por buscar un término más
elitismo, el egoísmo, el exhibicionismo, o el empoderamiento. Este neutro desde el punto de vista teórico y más en sintonía con la tradi­
prototipo, que en última instancia fue el escogido por Freud para ción descriptiva de la psicopatología. Así, la etiqueta «histriónico»
definir el narcisismo, alude a un individuo dominante y sin excesivos pretende enfatizar las características más observables y, por tan­
problemas de ajuste personal. En contraposición, la vulnerabilidad to, fáciles de describir, de inestabilidad emocional y búsqueda de
narcisista incluye elementos como el masoquismo, la vergüenza, la atención. Las modificaciones del DSM-IV ayudaron a distinguir esta
timidez, el secretismo, la falta de confianza en uno mismo, las expe­ categoría de otras y la ubicaron dentro del conjunto de los trastor­
riencias disociativas, o la hipervigilancia, entre otras. nos de la personalidad menos graves, que pueden ser conceptuados
como variantes desadaptadas de los rasgos de personalidad normal.
De todos modos, hay que recordar, como dijo Kernberg <1998),
Esta concepción fue adoptada por algunos clínicos al sugerir que el
que el narcisismo es normal en el proceso del desarrollo del sí-mis­
TP histriónico representa la caricatura o el estereotipo más extremo
mo, que evoluciona a medida que la persona madura. Desde esta
de la feminidad en su sentido más arcaico y occidentalizado: el
perspectiva, todo individuo adulto tiene de vez en cuando «necesi­
paciente es vanidoso, superficial, afectado, inmaduro, excesivamen­
dades narcisistas» que requieren ser satisfechas en alguna medida
te dependiente y egoísta.
para mantener la autoestima en un nivel adecuado. El narcisismo
patológico empezaría a gestarse cuando se producen interferencias ..
Por otro lado, es importante tener en cuenta que la diferencia
fundamental entre el trastorno histriónico y el trastorno de conver­
graves en el proceso normal de desarrollo del sí-mismo, que darán
lugar a dificultades para mantener la coherencia con uno mismo sión (denominación que sustituye al clásico de «histeria») radica en
y provocan una desregulación de la autoestima. Por ejemplo, la que la conversión cursa con la presencia de síntomas físicos, ya sea
carencia de respuestas empáticas de los adultos al cargo durante asociados a la musculatura voluntaria (p. ej., incapacidad repentina
la primera infancia darían lugar a la puesta en marcha de meca­ para mover un brazo o una pierna), ya relacionados con deficiencias
nismos narcisistas de defensa para resguardarse o protegerse de las sensoriales agudas (ceguera, sordera, etc.>. La causa de estos sínto­
amenazas a la autoestima. Pero, al mismo tiempo, se suscitarían mas se supone de origen psicológico (conflictos, bloqueo emocio­
sentimientos como la vergüenza o las amenazas a la autoestima. En nal, etc.) o, en todo caso, no hay causas orgánicas que justifiquen
otros casos, sin embargo, las actitudes paternas sobreprotectoras los síntomas. Sin embargo, la persona con trastorno histriónico no
darían lugar a una disminución de las posibilidades de enfrentarse presenta este tipo de síntomas físicos, sino únicamente los relacio­
a situaciones de frustración, fracaso, o reproches. Al mismo tiempo, nados con la inestabilidad emocional.
esas actitudes de sobreprotección excesiva estarían transmitiendo al
niño la idea de que es un ser especial, único, perfecto y merecedor a. Características clínicas y criterios para el diagnóstico
de los máximos cuidados, independientemente de su comportamien­ El rasgo central del trastorno histriónico es una excesiva preocupa­
to real, lo que a su vez propiciaría una generalización no realista de ción por la atención y la apariencia. Estas personas pasan la mayor
sus expectativas de éxito futuro y la asunción de que todos deben parte del tiempo reclamando atención e intentando mostrarse
tratarlo del mismo modo. atractivos. Sus deseos por parecer atractivos pueden conducirles a
Sin embargo, los datos de investigaciones que tienen en cuenta mostrarse inapropiadamente seductores o presentar un comporta­
las dos expresiones o fenotipos de narcisismo son escasos. Miller miento excesivo de coqueteo, a la par que sus deseos de atención

I.J26
C a p ítulo 13. Trastornos de la personalidad

pueden conducirles a conductas llamativas o a exhibír un aspecto íntimas de lo que realmente son. Parecen personas realmente des­
dramátíco de sí mismos. Todas estas característícas reflejan la inse­ esperadas por atraer afecto y atención por parte de los demás, y
guridad subyacente que tienen respecto a su valía en otro rol que paradójicamente el efecto que causan es el de que sus deseos de
no sea el de «compañero/a atractivo/a». Su repertorio de senti­ afecto o amor son superficiales y manipuladores.
mientos y afectos es, al mismo tiempo, lábil y superficial. Tienden a A pesar de este cuadro clínico, aparentemente homogéneo,
realizar descripciones exageradas y generales de los demás y de las autores como Turner (1996) postularon tres subgrupos de pacientes
situaciones o experiencias, no atienden a detalles, son poco objeti­ histriónicos: un primer grupo caracterizado por un comportamien­
vos <se guían poco por los datos o los hechos), y les cuesta mucho to manifiestamente seductor, centrado en uno mismo, y con una
realizar análisis críticos razonados de los problemas o situaciones. excesiva preocupación por el atractivo físico; un segundo emocio­
Pueden presentar con cierta frecuencia depresión (o al menos, un nalmente i nestable, caracterizado por emociones exageradas y
estado de ánimo claramente disfórico), problemas somáticos de ori­ cambiantes; y el tercero, cuyo elemento definitorio sería la excesiva
gen desconocido, y tienen una amplia hístoria de decepciones en sus necesidad de atención y aceptación, unido a un lenguaje excesiva­
relaciones sentimentales. Los criterios para el diagnóstico de este mente colorista y emociones exageradas.
trastorno se muestran en la Tabla 13.12.
La sintomatología se centra en una emocionalidad excesiva o
b. Epidemiología y curso
inapropiada, unida a la búsqueda de atención desmesurada: ambos Como ejemplifica la Tabla 13.6 los datos sobre prevalencia del tras­
síntomas guardan relación con, o parecen ser la expresión de, la torno son extremadamente variables: desde una tasa relativamen­
incomodidad que experimentan en sítuaciones en las que no son te elevada en los estudios de Torgersen et al. (2001) y Santona et
el centro de atención de los demás. De ahí que tiendan a utilizar al. (2018), hasta una muy baja en el de Volkert et al. (2018). Estas
su aspecto físico para atraer la atención, o que se comporten de discrepancias pueden deberse tanto a la indefinición del trastorno
manera inadecuadamente seductora o provocadora. o que experi­ como a sus connotaciones estigmatizantes. De hecho, no se contem­
menten (y manifiesten) cambios emocionales repenti nos y superfi­ pla como TP en el modelo alternativo del DSM-5.
ciales. Expresan sus emociones en términos exagerados, dramátícos Por lo que se refiere a las posibles complicaciones que se aso­
o teatrales (p. ej., mediante demostraciones afectivas exageradas cian a su curso, la más notable es (como en el caso del Límite y del
con personas que conocen poco, o llanto i ncontrolado por cues­ Narcisista) la vulnerabil idad a presentar trastornos del estado de
tiones afectivas menores). Son muy sugestionables, lo que les hace ánimo (depresión mayor y distimia) y trastornos de ansiedad, rela­
especialmente vulnerables a las influencias de terceros. Por último, cionados estos últimos especialmente con temores de separación
tienden a pensar que sus relaciones con los demás son mucho más y abandono (similares a los del Límite). También se ha asociado
a tasas elevadas de trastornos somatoformes y de conversión. La
compl icación más importante es, con todo, la relativa a los inten­
tos suicidas o parasuicidas, que pueden llevar a cabo con el fin
)) Tabla 13.12. DSM-5: Criterios diagnósticos para el trastorno
de llamar la atención. Desde el punto de vista de su vida cotidia­
de la personalidad histriónico na, los mayores problemas aparecen en el ámbito de las relaciones
interpersonales, tanto por la posibilidad de que quienes les rodean
Un patrón dominante de excesiva emotividad y de búsqueda de
,,-

acaben por abandonarlos. como por la superficialidad que mues­


atención, que comienza en las primeros etapas de la edad adulta
tran en sus relaciones afectivas, por su tendencia a aburrirse con
y está presente en diversos contextos, y que se manifiesta por cinco
sus compañeros habituales, lo que con frecuencia lleva a buscar
(o más) de los siguientes hechos:
nuevas y más excitantes relaciones que pueden ser potencialmente
l. Se siente incómodo en situaciones en las que no es el centro peligrosas.
de atención.
c. Diagnóstico diferencial
2. La interacción con los demás suele estar caracterizada por
Las mayores dudas se presentan con otros TP con los que suelen
un comportamiento sexualmente seductor o provocativo
tener tasas altas de comorbil idad. El TP histriónico comparte con
inadecuado.
el TP límite la búsqueda y/o necesidad de atención, el compor­
3. Presenta cambios rápidos y expresión plana de las emociones.
. tamiento manipulador y la labilidad emocional. Sin embargo, el
TP histriónico no suele experimentar los sentimientos crónicos de
q_ Utiliza constantemente el aspecto físico para llamar la vacío y soledad del l ímite, ni sus rupturas agresivas y airadas con los
atención. demás, ni sus tendencias autodestructivas. El TP narcisista también
busca activamente ser el centro de atención y sus relaciones con
5. Tiene una forma de hablar que se basa excesivamente en las
los demás pueden ser muy superficiales, pero el narcisista tiende a
impresiones subjetivas y carente de detalles.
auto-presentarse como «superior» o más importante que los demás,
6. Muestra auto-dramatización, teatralidad y exagerada y su búsqueda de atención hace referencia al reconocimiento por
expresión emocional. parte de los demás de sus valores, mientras que en el histriónico
no está presente esta necesidad de que reconozcan y halaguen su
7. Es sugestionable, por ejemplo, fácilmente influenciable por los superioridad, sino que más bien puede mostrarse frágil y depen­
demás o por las circunstancias. diente con el fin de atraer la atención. El TP histriónico comparte
con el TP antisocial la impulsividad, la afectividad lábil y superficial,
Considera que sus relaciones son más estrechas de lo que son
la búsqueda de sensaciones nuevas, incluyendo comportamientos
8.
en realidad.
' ' temerarios, y la adopción de actitudes seductoras y manipuladoras.

ij27
¡¡; ¡¡:1 Manual de psicopatología. Volume n z

Pero la mani pulación del histriónico va dirigida a obtener mayo­ sistemáticas en torno a la etiología de este trastorno y, por lo tan­
res cuidados, mientas que el antisocial espera obtener beneficios o to, cualquier propuesta no deja de ser una mera conjetura. Algu- ·
provechos materiales. Además, en el histriónico no hay historia de nas investigaciones relativamente recientes sobre el TP histriónico
comportamientos delictivos o claramente antisociales, y son más intentan establecer relaciones entre este trastorno y los 5GF (p. ej.,
exagerados en la expresión de sus emociones y sentimientos. Por Trull et al., 2001; Widiger y Mullins-Sweatt, 2009). Aunque de tipo
último, tanto el TP histriónico como el TP dependiente parecen correlacional, estos estudios i ndican que los rasgos que caracteri­
esperar siempre algo de los demás, ya sea su aprobación, ya sean zan a estos pacientes son la impulsividad y el gregarismo (facetas
elogios o consejos, pero el histriónico es mucho más exagerado y del neuroticismo y la extroversión, respectivamente), junto con la
dramático en su expresividad emocional y no presenta comporta­ elevada apertura hacia la expresión de sentimientos y emociones
mientos o actitudes de sumisión como el dependiente. <faceta de la apertura), el bajo altruismo y la elevada sensibilidad
(facetas de la cordialidad), y las escasas puntuaciones en disciplina
d. Etiología y reflexividad (facetas de la minuciosidad).
Hay poca investigación empírica sobre este trastorno pero, al mismo
tiempo, es notable la abundancia de hipótesis sobre su origen y causas H. Trastorno de la personalidad evitativo
posibles. La teoría psicoanalítica propone que el trastorno se origina
en la fase edípica del desarrollo (i. e., entre los tres y los cinco años Descrito como tal por pri mera vez en el DSM-II, se deriva de la
de edad), a partir de una relación excesivamente erotizada con el tipología de trastornos de la personalidad establecida por Millon,
progenitor del sexo opuesto y el menor teme que la consecuencia de en concreto del patrón activo-desinhibido. Este autor utilizó el tér­
esta excitación sea la pérdida del progenitor del mismo sexo. Desde mino evitativo para identificar a aquellas personas que evitan de un
perspectivas más biologistas, se ha sugerido que ciertas caracterís­ modo activo involucrarse en relaciones sociales. El comportamiento
ticas de personalidad vinculadas al modo de expresar emociones y activamente evitativo se ha descrito como característico de otras
sentimientos, junto con otras relacionadas con la dependencia y la psicopatologías, como la esquizofrenia < Bleulerl, la fobia < Fenichell,
búsqueda de atención, están determi nadas genéticamente. Estas o lo personalidad asténica (Schneiderl. Pero fueron los descripcio­
características son, en su versión más extrema, típicas de las per­ nes de Kretschmer sobre el temperamento esquizoide de tipo hipe­
sonas con este trastorno. Por lo tanto, desde este tipo de plantea­ restésico, los antecedentes más claros de lo que más tarde Millon
mientos, el modo patológico de ser del histriónico está determinado describiría como TP evitativo.
genéticamente y las influencias ambientales o de aprendizaje influ­
yen poco en la aparición del trastorno en la vida adulta. a. Características clínicas y criterios para el diagnóstico
Aunque es indudable que las características de personalidad La persona con este trastorno muestra un comportamiento inhibido
de un individuo tienen una carga genética, no lo es menos que hay en situaciones de interacción social, acompañado muchas veces de
muy poca evidencia que confirme la existencia de determinacio­ sentimientos de inadecuación y sensibilidad excesiva a los juicios
nes genéticas concretas y específicas para rasgos de personalidad negativos que puedan hacer los demás sobre ella. Esto le l leva a
concretos y específicos como los que están presentes en el histrió­ hacer todo lo posible para no tener que realizar actividades que
nico. Desde planteamientos de aprendizaje social se ha formulado supongan relacionarse con otras personas, por miedo o ser criticado
la idea de que el trastorno tiene su origen en un ambiente familiar o rechazado. Es reticente a inmiscuirse en relaciones con otros, a no
dominado por figuras parentales que premian en exceso ciertos ser que tenga la seguridad de ser aceptado. Le resulta difícil abrirse
comportamientos socialmente deseables: por ejemplo, los padres a los demás por temor a sentirse avergonzado o ridiculizado. Es
solo premian a sus hijos o l es proporcionan grandes muestras de extremadamente sensible a la desaprobación en contextos interper­
afecto y aprobación, cuando «exhiben» su atractivo físico ante los sonales y puede sentirse herido por cualquier leve crítica.
demás adultos, tales como vestirse de un modo especial para asistir
Debido a sus sentimientos de inferioridad y su temor al recha­
a un acto social, mostrarse encantadores y cariñosos ante los amigos
zo, se muestra tímido, retraído e inhibido en situaciones sociales
de los padres, etc. Sin embargo, sus avances escolares o los logros
novedosas, sobre todo con personas desconocidas. Tiene una visión
obtenidos tras un esfuerzo que exija pensamiento y planificación
negativa de sí mismo y se considera inferior a los demás, socialmen­
sistemáticos, son considerados normales y no reciben atención ni
refuerzo especiales por parte de los padres. El niño relaciona el pri­ te inepto y poco interesante. Es reticente o implicarse en actividades
mer tipo de comportamientos con la aprobación social, la obtención que no le resultan familiares o que supongan poder verse en apu­
de atención de los demás y, de este modo, su autoestima acaba ros. Asimismo, evito tonto las emociones positivas como negativos
dependiendo excesivamente de lo que otros digan o piensen sobre (Alden et al., 2008).
los aspectos más superficiales o aparentes de su personalidad. En Lo versión actual del DSM-5 (modelo alternativo) enfatiza el ras­
otros casos, sin embargo, la excesiva demanda de atención y la go de ansiedad como el característico del trastorno, y lo considera
inestabilidad emocional serían consecuentes a una historia i nfantil necesario para el diagnóstico. La Tabla 13.13 resume los criterios
de rechazo o indiferencia ante las expresiones emocionales norma­ diagnósticos del DSM-5. Según el modelo alternativo, algunas face­
les, que daría lugar al aprendizaje de comportamientos relaciona­ tas de la afectividad negativa y del desapego son los rasgos que
dos con la exageración de las emociones y los sentimientos porque mejor describen a estas personas.
solo de este modo se atrae la atención de los adultos.
b. Epidemiología y curso
En definitiva, es más probable que las causas del trastorno sean
una combinación de factores de aprendizaje temprano, culturales, Los datos sobre la prevalencia en población general son muy dispa­
y de disposiciones de personalidad que de predisposiciones gené­ res: oscilan entre el O, 5 % y el 5 % <Reichborn-Kjennerud et al., 2007;
ticas concretas. Pero como ya dijimos, no existen i nvestigaciones Santona et al., 2018; Torgersen et al., 2001; Volkert et al., 2018). Pero

428
Capítulo 13. Trastornos de la personalidad il!
r
1

)) Tabla 13.13. DSM-5: C riterios diagnósticos para el trastorno de la personalidad evitativo

MODELO TRADICIONAL MODELO ALTERNATIVO


A. Un patrón dominante de inhibición social, unos sentimientos de A. Deterioro moderado o grave en el funcionamiento de la
inferioridad y una hipersensibilidad a la evaluación negativa, personalidad, que se manifiesta por dificultades en dos (o más)
que comienza en las primeras etapas de la edad adulta y está de las cuatro áreas:
presente en diversos contextos, y que se manifiesta por cuatro
(o más) de los siguientes hechos:
l. Evita trabajos o actividades que impliquen un contacto l. Identidad: baja autoestima asociada con autoevaluación de
interpersonal importante debido al miedo a las críticas, la socialmente inepto, poco atractivo o inferior y sentimientos
desaprobación o el rechazo. excesivos de vergüenza.
2. Es reacio a implicarse con la gente si no está seguro de que va 2. Autodirección: estándares poco realistas de comportamiento
a agradar. asociados con la renuencia a perseguir sus objetivos, asumir
riesgos personales o participar en nuevas actividades que
impliquen contacto interpersonal.
3. Se muestra retraído en las relaciones estrechas porque teme 3. Empatía: preocupación y sensibilidad a la critica o al rechazo,
que le avergüencen o ridiculicen. asociadas a inferencia distorsionada de las interpretaciones
de los demás.
ti. Está preocupado por la posibilidad de ser criticado o ti. Intimidad: reticencia a involucrarse con las personas, salvo
rechazado en las situaciones sociales. que esté seguro que es aceptado; baja reciprocidad en las
relaciones intimas debido al temor de ser avergonzado
o ridiculizado.
5. Está inhibido en las situaciones interpersonales nuevas a causa B. Tres (o más) de los siguientes cuatro rasgos patológicos de
de sentimientos de inferioridad. personalidad, uno de los cuales debe ser ansiedad.
l. Ansiedad (faceta de la afectividad negativa).
2. Distanciamiento (faceta del desapego).
3. Anhedonia (faceta del desapego).
ti. Evitación de la intimidad (faceta del desapego)
6. Se ve a sí mismo socialmente inepto, personalmente poco
interesante o inferior a los demás.
7. Es extremadamente reacio a correr riesgos personales o a
implicarse en nuevas actividades debido a que pueden ser
comprometedoras.

las tasas aumentan hasta el 39 % en pacientes mentales (Zimmer­ con los que el TP evitativo comparte características y con los que
man, et al., 2005), razón por la que se plantea como uno de los coexiste frecuentemente (en ese caso, es necesario realizar ambos
TP más frecuentes en pacientes con otros trastornos mentales. En diagnósticos). La diferencia fundamental de la ansiedad social con
cuanto al género, no parece haber diferencias. el TP evitativo consiste en una relativa especificidad de la evitación
Suele comenzar en la niñez con sentimientos exagerados de ver­ fóbica, frente al comportamiento más generalizado de evitación en
güenza, aislamiento, miedo a los desconocidos y a las situaciones el individuo con el TP. Además, en la ansiedad social los síntomas
nuevas. De todos modos, la vergüenza es muy común en la infan­ de miedo y ansiedad son más agudos e intensos, incluyen también
cia, y en muchos casos desaparece a medida que el niño crece. Sin síntomas físicos de ansiedad y, en ocasiones, de pánico cuando se
embargo, las personas con este TP van tornándose cada vez más exponen a las situaciones temidas ( Rettew, 2000>. De todos modos,
el solapamiento entre ambas entidades es notable y lo más habitual
vergonzosas socialmente, más «activamente evitadoras», a medida
es su coexistencia, que se estima entre un 26 % y un ti5, 2 % para
que van creciendo, en especial en la adolescencia y en las primeras
el TP evitativo (como diagnóstico secundario) en fóbicos sociales
etapas de la vida adulta que es cuando las relaciones sociales y el
(diagnóstico principal) (p. ej., Reichborn-Kjennerud et al., 2007),
conocer gente nueva son especialmente importantes.
siendo estas tasas menores en el caso de TP evitativo (diagnóstico
principal> con fobia o ansiedad social (diagnóstico secundario). En el
caso del trastorno de angustia con agorafobia, la evitación suele ser
c. Diagnóstico diferencial
La mayor dificultad para establecer un diagnóstico diferencial está posterior a la aparición de las crisis de angustia y varía a lo largo
con los trastornos de ansiedad social y angustia con agorafobia, de la evolución del trastorno en cuanto a su intensidad, frecuencia

q29
ti Manual de psicopatología. Volumen 2

y perturbación emocional. Pero hay que tener en cuenta la posibili­ a. Características clínicas y criterios para el diagnóstico
dad de que este trastorno de ansiedad coexista con el TP Evitativo
dado lo elevado de las tasas de comorbilidad (21,8 %; Zimmerman Este trastorno reúne,• como aspectos definitorios, la necesidad gene­
et al., 2005). ralizada y desmesurada de ser cuidado por otros, lo que da lugar
a comportamientos de sumisión, apego y miedo a perder el apoyo
d. Etiología y protección de los demás. A estas personas les resulta complicado
tomar decisiones cotidianas simples (p. ej., elegir la ropa que se van
Dado que la formulación del trastorno en términos (relativamente) a poner) sin el consejo de otras personas. Permite que los demás
estrictos es reciente, la investigación sobre su etiología es escasa. adopten las decisiones y asuman responsabilidades en áreas impor­
Las principales aportaciones a este respecto provienen de Millon, tantes de su vida, incluyendo elegir el tipo de trabajo a realizar o
de cuyo trabajo se derivó la definición actual del trastorno. Este las amistades con las que salir y relacionarse. Si discrepa de las
autor sugiere que el problema se desarrolla a partir del rechazo y la opiniones de los demás tiende a ocultar su desacuerdo por temor a
censura de los padres, lo que a su vez podía estar reforzado por el ser abandonado. Le resulta muy difícil planificar actividades o hacer
rechazo de los compañeros. La teoría psicodinámica sugiere que la las cosas por sí mismo, puesto que no confía en sus propios recursos
evitación puede derivar de experiencias vitales prematuras que personales. Su deseo de apoyo por parte de terceros puede llegar al
conducen a un deseo exagerado de aceptación, o a no tolerar las extremo de realizar tareas desagradables e incluso soportar malos
críticas. tratos, si esto le permite conservar las atenciones que cree precisar.
Estudios recientes desde una perspectiva biológica señalan la Experimenta sentimientos de incomodidad y desamparo cuando se
importancia de disposiciones temperamentales innatas en el desa­ encuentra solo, por el miedo a ser incapaz de cuidar de sí mismo. Su
rrollo de la conducta de evitación. Así, se ha informado de que algu­ dependencia también se traduce en que cuando finaliza una rela­
nos niños de tan solo 21 meses de edad manifiestan un aumento exa­ ción importante, busca sin demora otra persona que pueda ocupar
gerado de activación fisiológica y rasgos de evitación en situaciones el lugar de la anterior y que le ofrezca el apoyo que necesita. Se
sociales (p. ej., retrayéndose de aquello que les es poco familiar y preocupa, sin justificación, por el miedo a ser abandonado y tener
evitando relacionarse con extraños), y que esa inhibición social tien­ que cuidarse por sí mismo/a.
de a persistir durante años. Sin embargo, también se ha informado Según Millon, las personas con este trastorno se caracterizan
de que estudiantes con rasgos de personalidad evitativos tenían más por estos cinco rasgos: un comportamiento que fluctúa entre la
recuerdos negativos de su infancia que estudiantes sin estos rasgos o incompetencia y la indefensión; una conducta interpersonal que va
con características de otros TP (Meyer y Carver, 2000l. de sumisa a pegajosa; un estilo cognitivo que oscila entre ingenui­
Lo más probable es, con todo, que en la génesis del trastorno dad y credulidad; una expresión afectiva entre pacífica y tímida;
se hallen involucrados factores de aprendizaje social de evitación, y una percepción de sí mi smo que se sitúa entre inepta e inade­
originados en experiencias tempranas de rechazo, críticas, o des­ cuada.
precios sobre la valía del sujeto, provenientes tanto de los adultos
Los criterios diagnósticos que definen el trastorno en el DSM-5
como de los pares o, alternativamente, en una historia de carencia
se muestran en la Tabla 13.IIJ. Algunos trabajos han criticado estos
de refuerzos positivos por los logros y capacidades del sujeto. Si
criterios diagnósticos porque reflejan un modelo de dos factores:
estas experiencias coinciden con la presencia de características o
uno relacionado con las conductas de «dependencia/incompeten­
rasgos de personalidad, o con una elevada carga genética, tales
cia», asociado a los cinco primeros criterios diagnósticos, junto con
como la introversión y el neuroticismo extremos, las probabilida­
otro de «apego/abandono» que incluiría los tres restantes (Gude,
des de desarrollar un comportamiento activo y general izado de
et al., 2006). Según los estudios correlacionales de Trull et al. (2001)
evitación aumentan de forma considerable. De hecho, este TP es el
y Widiger y Mullins-Sweatt (2009) basados en los 5GF, las personas
mejor explicado por el modelo de personalidad de los 5GF (Morey,
con este trastorno presentan puntuaciones extremadamente eleva­
et al., 2000) y se ha asociado de forma consistente a alto neuro­
das en prácticamente todas las facetas del neuroticismo (especial­
ticismo y baja extraversión. Además, algunos trabajos muestran
mente en depresión y vulnerabil idad), muy bajas en extroversión
que se asocia a un mayor nivel de amabilidad, en comparación
(especialmente en asertividad y búsqueda de excitación) y elevadas
con los otros TP ( Morey et al., 2000) y a bajos niveles de búsqueda
en modestia (faceta de la cordialidad).
de sensaciones (Wilberg et al., 1999), aspecto consistente con la
evitación de situaciones novedosas y no familiares observada en
estos pacientes.
b. Epidemiología y curso
La información publicada sobre la prevalencia del trastorno es esca­
1 . Trastorno de la personalidad samente coincidente, ya que las cifras varían en un rango que oscila
dependiente entre el 1, 4 % y el 48 % en población psiquiátrica (con una media
estimada del 19 %) (Zimmerman et al., 2005). Esta amplia dispersión
Los antecedentes conceptuales del trastorno se encuentran en las se debe, en parte, a que muchos de los estudios publicados utilizan
descripciones psicoanalíticas de Abraham acerca de la fij ación en criterios diagnósticos diferentes, y son anteriores a la publicación
el primer estadio del desarrollo psicosexual, o etapa oral, del desa­ del DSM-IV. Utilizando estos últimos, las tasas de prevalencia entre
rrollo infantil. La frustración o, por el contrario, la excesiva gratifica­ población clínica parecen estar entre el 3 % y el 9 % (Zimmerman
ción durante esta etapa producirían una dependencia (o fij ación) en et al., 2005) y cercanas al 0, 1 % en la población general (Samuels
la misma, que haría que el individuo siguiera manteniendo actitudes et al., 2002). Tampoco hay acuerdo en cuanto a la distribución por
de subordinación y sumisión a otros a fin de conseguir apoyo. El TP género, ya que mientras algunos datos apuntan a una distribución
dependiente no alcanzó la categoría de trastorno independiente igualitaria para ambos sexos, otros indican una prevalencia doble o
hasta el DSM-III. triple en mujeres que en hombres.

4-30
Capítulo 13. Trastornos de la personalidad

) ) Tabla 13.14. DSM-5: Criterios diagnósticos para el trastorno cia evidente de la irrupción de algún acontecimiento clave, tales
de la personalidad dependiente como una enfermedad incapacitante, mental o médica, una relación
interpersonal problemática (p. ej., una pareja agresiva), un contex­
,r
Una necesidad dominante y excesiva de que le cuiden, lo que
' to socio-cultural que impida o dificulte la autonomía, o si, por el
conlleva un comportamiento sumiso y de apego exagerados, y contrario, sean cuales sean los acontecimientos vitales, el estilo de
l comportamiento de los demás o su situación personal, este individuo
miedo a la separación, que comienza en las primeras etapas
de la edad adulta y está presente en diversos contextos,
y que se manifiesta por cinco (o más) de los siguientes hechos:
1: es y ha sido claramente proclive a comportarse de un modo sumi­
so, inseguro y claramente dependiente. En todo caso, las principa­
les entidades con las que más frecuentemente hay que realizar un
l. Le cuesta tomar decisiones cotidianas sin el consejo y la diagnóstico diferencial son los TP límite, histriónico y evitativo. En
tranquilización excesiva de otras personas. el primer caso, las reacciones del dependiente al abandono de los
2. Necesita a los demás para asumir responsabilidades en la demás no son de ira, sino que tienen el efecto de aumentar todavía
mayoría de los ámbitos importantes de su vida. más su mansedumbre y sumisión. Aun así, se han publicado tasas de
comorbilidad entre ambos trastornos cercanas al 50 %. El evitativo
3. Tiene dificultad para expresar el desacuerdo con los demás comparte con el dependiente los sentimientos de inferioridad, la
por miedo a perder su apoyo o aprobación hipersensibilidad a la crítica y la necesidad de reafirmación por
<Nota: no incluir los miedos realistas de castigo). parte de terceros. No es de extrañar, por tanto, que las tasas de
comorbilidad entre ambos trastornos ronden el 50 %. Sin embar­
!J. Tiene dificultad para iniciar proyectos o hacer cosas por sí go, la principal preocupación del dependiente es que alguien se
mismo (debido a falta de confianza en el propio juicio ocupe de él, mientras que en el evitativo la preocupación ansiosa
o capacidad y no por falta de motivación o energías). gira en torno a evitar la humillación y el rechazo. El dependiente
5. Va demasiado lejos para obtener la aceptación y el apoyo de reacciona a las críticas incrementando su sumisión y dependencia,
los demás, hasta el punto de hacer voluntariamente cosas que mientras que el evitativo lo hace aumentando más su distancia con
le desagradan. los demás. En el caso del histriónico, estas personas parecen estar
siempre esperando algo de los demás, ya sea su aprobación, ya sean
6. Se siente incómodo o indefenso cuando está solo, por miedo elogios o consejos, y esto puede ser una característica también del
exagerado a ser incapaz de cuidar de sí mismo. dependiente. Sin embargo, el histriónico es mucho más exagerado
y dramático en su expresividad emocional, y no presenta comporta­
7. Cuando termina una relación estrecha, busca con urgencia otra
mientos o actitudes de sumisión constantes, como el dependiente.
relación para que le cuiden y apoyen. En todo caso, las elevadas tasas de comorbilidad entre todos estos
8. Siente una preocupación no realista por miedo a que le TP sugieren que, en muchos casos, será n ecesario realizar varios
abandonen y tenga que cuidar de sí mismo/a. diagnósticos.
- - - - -
\._ J
d. Etiología
En realidad, de nuevo nos encontramos aquí con pocos datos fiables
En cuanto al curso, tampoco hay muchos datos consistentes: en que permitan establecer las probables causas en la génesis de una
general se estima que el área más afectada es, como era de esperar, personalidad patológicamente dependiente. Abraham sugirió que
el de las relaciones sociales (muy limitadas y escasas), en donde pue­ el carácter dependiente derivaba bien de la sobre-indulgencia, bien
de haber historia de abusos y explotación por parte de las personas de su escasez, durante la fase oral del desarrollo (i. e., desde el naci­
de las que dependen, seguida del área laboral, dadas las enormes miento a los dos años). Posteriormente los datos empíricos han dado
dificultades de estas personas para realizar actividades indepen­ más apoyo a la hipótesis de baja indulgencia, aunque los resultados
dientes y sin una estrecha supervisión. Por otro lado, es importante son poco consistentes y escasamente específicos del trastorno. Pue­
resaltar que en la evolución del trastorno son relativamente frecuen­ de que ciertos patrones estables de crianza, como enfermedades
tes la aparición de trastornos mentales de gravedad variable, como físicas crónicas o padres poco indulgentes que prohíben la con­
episodios depresivos mayores, trastorno de angustia con agorafobia, ducta independiente, sean más importantes para el desarrollo de
fobia social, trastornos somatomorfos (hipocondría especialmente) y este trastorno. Los factores genéticos/constitucionales, tales como
disociativos, así como el abuso y la dependencia de sustancias (alco­ una sumisión innata, también pueden contribuir a la etiología, tal y
hol y tabaco, sobre todo) que pueden llegar a ser graves. como sugieren algunos estudios con gemelos, en los que los gemelos
monocigóticos obtienen puntuaciones más similares en escalas que
c. Diagnóstico diferencial miden sumisión que los dicigóticos.
En términos generales, las características de dependencia se hallan Los factores culturales y sociales pueden tener también un papel
presentes en muchos trastornos mentales y en enfermedades médi­ importante en el desarrollo del trastorno: la dependencia es conside­
cas (normalmente, las crónicas). Además, la dependencia aparece rada no solo normal, sino además deseable en ciertas culturas. Gilligan
como característica central en varios trastornos de personalidad. (1982) argumentaba que, en las mujeres de nuestra propia cultura, se
En consecuencia, en muchos casos resulta difícil determinar si una ha tendido a incentivar tradicionalmente la dependencia de terceros.
persona presenta un TP por dependencia u otro trastorno en el que En este sentido, el trastorno puede representar una exageración y
la dependencia y/o la sumisión a terceros, sean elementos carac­ una variante desadaptativa de la dependencia normal, entendiendo
terísticos del comportamiento del individuo. En líneas generales, por tal la sancionada cultural y normativamente. En cualquier caso,
el elemento a dilucidar es si ese comportamiento es consecuen- es importante recordar que, para el diagnóstico formal, los rasgos

4:31
:� ij, Manual de psicopatología. Volumen 2

dependientes deberían ser tan extremos como para causar un males­ a. Características clínicas y criterios para el diagnóstico
tar significativo o un deterioro en el funcionamiento del individuo.
Los individuos con TP-OC son excesivamente ordenados, pulcros,
Desde una perspectiva dimensional, según la cual el TP por puntuales, organizados, perfeccionistas, y meticulosos. Estos rasgos,
dependencia constituiría una expresión o variante alterada de ras­ que en principio pueden ser considerados «virtudes» en sociedades
gos normales de la personalidad, Pincus y Wilson (2001) han exa­ como la nuestra, dejan de serlo en estas personas porque, en reali­
minado los rasgos centrales característicos de la dependencia, utili­ dad, su excesiva preocupación por el orden, el perfeccionismo o el
zando el modelo circumplejo de la personalidad de Wiggins. Como control mental e interpersonal impiden la puesta en marcha de otros
acertadamente recuerdan estos autores, la dependencia es un cons­ aspectos como la flexibilidad y la apertura a nuevas experiencias,
tructo ubicuo en muchas áreas psicológicas (social, evolutiva, de a la vez que oscurecen o imposibilitan la eficacia de sus comporta­
personalidad, clínica) y es el reflejo o resultado de una fuerza moti­ mientos en la vida cotidiana.
vacional básica: obtener (y conservar) relaciones que sean fuente de
apoyo y crecimiento personal. Las estrategias que se ponen en mar­ La tendencia al perfeccionismo los lleva a ser muy cuidado­
cha para ello pueden ser de muchos tipos (i. e., activas o pasivas), sos, a verificar reiteradamente que su trabajo esté adecuadamente
y la motivación de dependencia puede ser positiva o disfuncional. realizado, y a descartar errores, lo que da lugar a que les resulte
Postulan que existen tres variantes (o expresiones fenotípicas) de la difícil concluir las tareas a su debido tiempo. Se vuelcan tanto en
dependencia: la sumisa, la explotadora, y la amorosa, cada una de su trabajo y en el rendimiento, que en muchas ocasiones dejan a
las cuales está formada por rasgos diferentes, y encuentran apoyo un lado sus actividades de ocio y sus amistades. Además, cuando
empírico para estas tres modalidades. realizan esas actividades pueden sentirse incómodos por tener la
sensación de estar perdiendo el tiempo, o aplican sus estándares de
Lo interesante de este estudio radica en la caracterización que
«perfección» también a este tipo de actividades, lo que impide (a
se realiza de estas tres modalidades o variantes de la dependen­
ellos y a los que les rodean) disfrutar en realidad de lo que significa
cia. En primer lugar, las mujeres obtienen puntuaciones significa­
el ocio. Tienden a ser escrupulosos e inflexibles en temas de moral y
tivamente superiores a las de los hombres en cada una de ellas.
En segundo término, se dibuja una suerte de continuo disfuncional ética, independientemente del contexto sociocultural.
según el cual la dependencia sumisa ocuparía el extremo más pato­ Se muestran reticentes a deshacerse de objetos viejos, inútiles o
lógico, la explotadora quedaría en un lugar intermedio y la amorosa inservibles, aunque carezcan de valor sentimental, al considerar que
estaría más cercana a la dependencia normal, aunque se diferencia­ tal vez puedan necesitarlos. No obstante, formas extremas de este
ría también de ella. Consecuentemente con esta caracterización, la comportamiento se catalogarían como trastorno de acumulación,
dependencia sumisa se asocia significativamente más que las otras que forma parte del espectro de trastornos obsesivo-compulsivos,
dos a las siguientes características y/o variables: apego patológico y en otros casos estarían más cercanas al espectro de la esquizo-
(inseguro), miedo a la soledad y el abandono, baja afiliación paren­ frenia. ·¡
tal, y elevado control materno. Por su parte, las mayores diferencias Los criterios diagnósticos para el TP-OC que plantea el DSM-5
entre la dependencia explotadora y la amorosa están en que la se exponen en la Tabla 13.15. Como puede observarse, en el modelo
primera se asocia con claridad al apego patológico, mientras que la alternativo el rasgo fundamental que debe estar presente para el
amorosa se vincula con apego seguro y afiliación parental. Aunque diagnóstico es el del perfeccionismo rígido, que también incluye la
se trata de un estudio realizado con población general y las diferen­ CIE- 11 como característica fundamental de la anancastia. La res­
cias entre «normales» y «dependientes» se realizan sobre la base tricción afectiva es, asimismo, señalada en la CIE- 1 1 como rasgo
de puntuaciones en un cuestionario, los resultados son sugerentes y característico de estos pacientes. Sin embargo, la evitación de la
abren una perspectiva interesante para avanzar en el conocimiento intimidad únicamente se menciona en el DSM-5.
de las características que definen el TP por dependencia y sus posi­ En nuestra opinión, aunque el componente evitativo está pre­
bles variantes fenotípicas. sente en las personas con este trastorno, no se focaliza de manera
prevalente en las relaciones de intimidad, como plantea el DSM-
J. Trastorno de la personalidad obse sivo- 5, sino que forma parte de un comportamiento más generalizado
compu lsivo ITP-O CJ vinculado con los niveles extremos de ansiedad que habitualmente
presentan y que la CIE- 11 caracteriza como restricción emocional y
A principios del siglo xx, Freud señaló que las personas con este de comportamiento. En este sentido, el componente evitativo estaría
trastorno se caracterizaban por tres aspectos: orden (que incluye más vinculado con la afectividad negativa que con el desapego,
limpieza y meticulosidad), escrupulosidad, y obstinación. Otros auto­ que es el rasgo con el que se vincula en el DSM-5.
res (p. ej., Ernest Jonesl describieron a estos individuos como preo­
cupados por la limpieza, el dinero, y el tiempo. Estas observaciones b. Epidemiología, comorbilidad y curso
fueron repetidamente citadas y ampliadas por la posterior litera­
tura psicoanalítica -en la que el TP-OC a menudo era catalogado La prevalencia estimada del TP-OC en población general es elevada,
como «carácter anal»- y en la de otras orientaciones diferentes. entre el 2 % y el 3,20 %, según los estudios recientes que comentaron
La descripción que ofrece el DSM del trastorno está estrechamente antes. En población clínica la tasa asciende hasta, por ejemplo, el
vinculada con esas primeras observaciones clínicas y es uno de los 8, 7 % en el estudi o de Zimmerman et al. (2005), y estos mismos
pocos TP que ha sido incluido en todas las versiones del DSM. En autores referencian otros trabajos en los que las cifras de prevalen­
la psicopatología europea, este trastorno ha sido catalogado como cia oscilan entre el 5 % y el 28 %.
«trastorno anancástico de la personalidad», un término empleado La comorbilidad del TP-OC con otros trastornos mentales se
por Kretschmer y Schneider en los años veinte, que es el utilizado por mueve en un rango amplio de posibilidades (p. ej., Zimmerman et
la OMS en la CIE. al., 2005): con el trastorno por angustia con agorafobia, la comorbi-

4-32
Capítulo 13. Trastornos d e la personalidad

) ) Tabla 13.15. DSM-5: C riterios diagnósticos para el trastorno de la personalidad obsesivo-compulsivo

MODELO TRADICIONAL MODELO ALTERNATIVO


1

A. Un patrón dominante de preocupación por el orden, el A. Deterioro moderado o grave en el funcionamiento de la


perfeccionismo y el control mental e interpersonal, a expensas de personalidad, que se manifiesta por dificultades en dos o más
r

la flexibilidad, la espontaneidad y la eficiencia, que comienza en de las cuatro áreas:


las primeras etapas de la edad adulta y está presente en diversos
contextos, y que se manifiesta por cuatro (o más) de los siguientes
hechos:

l. Se preocupa por los detalles, las normas, las listas, el orden, la l. Identidad: autopercepción derivada principalmente del trabajo
organización o los horarios, hasta el punto de que descuida el o la productividad; experiencia y expresión constreñidas de las
objetivo principal de la actividad. emociones intensas.

2. Su perfeccionismo interfiere con la finalización de las tareas 2. Autodirección: dificultad para completar tareas y realizar
(p. ej., es incapaz de acabar un proyecto porque no cumple sus metas, asociadas con normas internas de comportamiento
propias exigencias que son demasiado estrictas). rígidas e irrazonablemente elevadas e inflexibles; actitudes
excesivamente concienzudas y moralistas.

3. Se dedica excesivamente al trabajo y a la productividad con 3. Empatía: dificultad para entender y apreciar las ideas,
exclusión de las actividades de ocio y las amistades (que no se sentimientos o comportamientos de los demás.
explica por una necesidad económica manifiesta).

!l. Excesiva terquedad, escrupulosidad e inflexibilidad en temas !l. Intimidad: las relaciones se ven como algo secundario al
de moral, ética o valores (no atribuible a la identificación con trabajo y a la productividad; la rigidez y la terquedad afectan
la cultura o la religión). negativamente a las relaciones con los demás.

5. Es incapaz de deshacerse de los objetos deteriorados B. Tres o más de los siguientes cuatro rasgos patológicos de
o inútiles, aunque no tengan un valor sentimental. personalidad, uno de los cuales debe ser perfeccionismo rígido:
l. Perfeccionismo rígido (faceta de la escrupulosidad, extremo
opuesto de desinhibición).
2. Perseverancia o persistencia (faceta de la afectividad
negativa).
3. Evitación de la intimidad (faceta del desapego).
!l. Afectividad restringida (faceta del desapego).

6. Es reacio a delegar tareas o trabajo en otros, a no ser que


estos se sometan exactamente a su manera de hacer las cosas.

7. Es avaro hacia sí mismo y hacia los demás; considera


el dinero como algo que hay que acumular para catástrofes
futuras.

8. Muestra rigidez y obstinación


'-- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - ~ - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -;

lidad está en torno al 17 %-25 %; con la fobia social se manejan cifras otros TP, hay coincidencia en señalar cifras elevadas, aunq_ue en un
del 13 %; y con el TOC las cifras oscilan entre el 2 % y 29 % (Albert rango muy dispar: del 9 % al 86 % con el límite; del 13 % al 37 % con
et al., 2004; Coles et al., 2008; Wu et al., 2006). A pesar de q_ue el histriónico; del 22 % al 68 % con el paranoide; y del 47 % al 63 %
muchos estudios no avalan la existencia de una relación específica con el evitativo.
entre el TP-OC y el TOC (Albert et al., 2004; Wu et al., 2006), se ha El curso del TP-OC es variable y difícil de predecir, dadas las
propuesto la existencia de un tipo de TOC caracterizado por la pre­ amplias diferencias entre los pacientes y su exposición a estresores
sencia de TP-OC (Coles et al., 2008), y algunos trabajos encuentran q_ue pueden agravar el cuadro o, por el contrario, a factores protec­
una mayor frecuencia de este TP entre los padres de niños con TOC tores q_ue pueden aliviarlo. Tomando como punto de referencia las
(Calvo et al., 2009) y familiares de primer grado con TOC (Samuels cifras q_ue se acaban de comentar acerca de la comorbilidad con
et al., 2000l. Por lo q_ue se refiere a la coexistencia del TP-OC con otros trastornos, parece evidente q_ue estas personas son especial-

LB3
lt: íl;. M anual de psicopatología. Volumen 2 ,

mente vulnerables a presentar trastornos de ansiedad, en especial trabajos que intentan adecuar los factores de personalidad normal
angustia con agorafobia, pero también fobia social, TOC y, según el a las diversas modalidades de TP, este trastorno suele formar un
DSM-5, depresión. único factor (p. ej., O'Connor 2002), a diferencia del resto que se
agrupan con otros.
c. Diagnóstico diferencial
En este caso el primer trastorno con el que se requiere realizar un
diagnóstico diferencial es con el obsesivo-compulsivo (TOO. Las I V. R ecomendac i o n e s para la
obsesiones y/o compulsiones son evidentes en el TOC y su aparición eva luac ión y e l tratam iento
provoca egodistonía en la mayoría de los pacientes, a diferencia de
lo que sucede en personas con TP-OC, que suelen experimentar sus En otras publicaciones hemos descrito con cierto detalle las peculia­
ideas de orden, perfección y meticulosidad como egosintónicas. El ridades que reviste la evaluación y el tratamiento de personas con
TOC se suele centrar en algunos temas concretos (contaminación, trastornos de la personalidad <Belloch y Fernández-Álvarez, 2010;
agresión, verificación, contar, etc.>, pero no abarca la mayoría de Belloch, et al., 2019), por lo que presentamos aquí únicamente un
los aspectos de la vida del individuo como sucede en el TP-OC. De breve resumen de algunos de los aspectos a tener en cuenta.
todos modos, es muy probable que ambos trastornos coexistan, en Por lo que se refiere a la evaluación y el diagnóstico de estos
cuyo caso es necesario diagnosticar ambos. trastornos, las principales consideraciones son las siguientes:
La tendencia al perfeccionismo del TP narcisista puede ser
común con el TP-OC, pero mientras los narcisistas creen que en l. Recoger información sobre el motivo de consulta, las caracte­
realidad han «logrado» la perfección, los obsesivos siguen persi­ rísticas de la demanda, así como sobre la historia de problemas
guiéndola y son más críticos consigo mismos. También la ausencia relacionados que hayan traído al paciente a consulta con ante­
de generosidad es común, pero en el narcisista se restringe a los rioridad.
demás mientras que el obsesivo-compulsivo es también «avaro» 2. Explorar la estabilidad de la problemática en todas las áreas de
consigo mismo. funcionamiento, y el desempeño de la persona en cada uno
de ellos. Nótese que no es preciso que estén todos los contextos
d. Etiología deteriorados.
Como señalaban Phillips y Gunderson (1995), la observación freudia­ 3. Explorar longitudinalmente la problemática a lo largo del curso
no de que el TP-OC derivaba de las dificultades ocurridas durante el vital de la persona, teniendo en cuenta las épocas de estabili­
estadio anal del desarrollo psicosexual (de los dos a los cuatro años) dad y crisis, cuando surgen los primeros problemas o síntomas,
fue elaborada y halló eco en pensadores psicoanalíticos, como Karl en qué períodos han estado más o menos acentuados, y las
Abraham y Wilhelm Reich. Es posible que los conflictos educati­ circunstancias actuales y pasadas que pueden haber desenca­
vos que surgen durante el aprendizaj e entre el niño y unos padres denado el problema.
exigentes y controladores, que continuamente critican lo que está !l. Valorar el nivel de riesgo y gravedad de la afectación en la actua­
mal y exigen un buen comportamiento, vayan creando en el niño la lidad, tanto para la persona involucrada como para terceros.
idea de que siempre hay que hacerlo todo bien, que hay que ser 5. Evaluar la presencia de síntomas activos y de trastornos menta­
perfectos, que todo debe estar bajo control, etc. Estos niños crecen les comórbidos, tanto en el momento actual como su historia y
aprendiendo que lo importante es lo que no se debe hacer, y no lo evolución a través del tiempo y de las diferentes situaciones.
que hay que hacer. Así, la autocrítica, la culpa, la ausencia de satis­
6. No olvidar la influencia de los factores demográficos, sociales
facción con uno mismo y con el propio comportamiento, y las dudas
y culturales en la evaluación de los TP, y prestar atención a
acerca de lo que se debe hacer y cómo hacerlo bien se convierten
los posibles sesgos que pueden condicionar el diagnóstico. Los
en el estilo de vida habitual de estas personas.
clínicos no estamos libres de prejuicios y estereotipos sociocul­
Por otro lado, considerando lo que anteriormente se comentó turales y sesgos de género.
acerca de la comorbilidad entre este trastorno y el TOC, es muy
7. No apresurarse en la rotulación de eventos o atributos como
posible que ambos compartan aspectos etiológicos comunes, entre
«normativos, adaptativos o patológicos», basados en factores
los ctue cabe destacar no solo variables relacionadas con el apren­
como el género, la edad, el estrato social, la cultura, o la
dizaje (incluyendo aquí, además, el modelado), sino también las
religión.
relativas a una cierta vulnerabilidad cognitiva (p. ej., tendencia a
mantener creencias rígidas) y biológica. Resulta llamativo que en Teniendo en cuenta lo anterior, es evidente que valorar la pre­
los estudios actuales sobre dimensiones de trastorno de personali­ sencio y el grado de afectación de un TP es una tarea compleja
dad en los que se utilizan instrumentos psicométricos para evaluar y, como es natural, no disponemos de «instrumentos per se» que
la presencia de rasgos de personalidad emerja de formo consisten­ evalúen de formo exhaustivo todos los dominios de afectación, ni
te, tanto en población general como clínica, un factor que incluye que garanticen un diagnóstico preciso e inequívoco. Tendremos que
características típicas de este trastorno que, aunque recibe deno­ emplear diferentes estrategias, entre los que destacan la entrevis­
minaciones diferentes, hace referencia al mismo componente de ta, tanto de exploración general como diagnóstica y los instrumen­
personalidad: minuciosidad y responsabilidad en el modelo de los tos de autoinforme. A pesar de que actualmente no contamos con
SGF, persistencia en el modelo de Cloninger, o el orden y minucio­ entrevistos clínicas para la evaluación dimensional de los TP, existe
sidad en el modelo de Livesley. La clasificación de la CIE- 11 recoge uno gran variedad de entrevistos aplicables o los modelos catego­
en el factor que denomina «Anancastia» estas mismas caracterís­ riales según los criterios recogidos en la APA y la OMS. Una de las
ticas, a diferencia de lo que sucede en el DSM-5. Además, en los que ha recibido un amplio reconocimiento a nivel clínico y de inves-

I.J34
C apítulo 13. Trastornos de la personalidad ,., 1

tigación y que cuenta con una larga trayectoria internacional es el general de deterioro que presenta el paciente en el momento
Examen I nternacional de los Trastornos de la Personalidad O PDE; actual, estableciendo cinco niveles de deterioro, que oscilan entre
Loranger et al., 1997>. Es una entrevista clínica semiestructurada un funcionamiento saludable y adaptativo (nivel O = poco o ningún
de carácter general que se diseñó para evaluar los TP según los sis­ deterioro), deterioro leve (nivel D, moderado (nivel 2), grave (nivel
temas de clasificación CIE-10 y DSM-IV. Aunque se basa en los crite­ 3), y extremo (nivel 4). Por otro lado, el Inventario de Personalidad
rios diagnósticos de las dos ediciones pasadas, cuenta con buenas del DSM-5 (PID-5; Krueger et al., 2012) se centra en la evaluación
garantías científicas en diferentes poblaciones y está adaptada a de los cinco dominios (afecto negativo, desapego, antagonismo,
población de habla hispana. Incluyen 99 preguntas para valorar los desi nhibición y psi cotici smo), y las 25 facetas de rasgos que se
criterios del DSM-IV y 67 para los de la C IE-10. La puntuación se incluyen en el modelo del apéndice III del DSM-5. El PID-5 cuenta
establece en una escala Likert de tres puntos (ausencia/presencia con diferentes versiones: adultos (> 17 años), niños y adolescentes
atenuada/cumple criterio de patologíal. El tiempo de administra­ (11-17 años) y una versión para el informante. Para la evaluación de
ción oscila entre los 60 y 120 minutos y está destinada para mayores adultos disponemos de una forma extendida (220 ítems) que evalúa
de 18 años. Otras de las entrevistas clínicas generales para el diag­ los ci nco dominios y las 25 facetas, y otra forma breve (25 ítems>
nóstico categorial de los TP son la Entrevista Diagnóstica para los que se centra exclusivamente en los cinco dominios. En ambas for­
Trastornos de Personalidad del DSM-IV (DIPD; Morey et al, 2012), la mas, cada ítem se valora en una escala Likert de O a 3 (O = muy
Entrevista Clínica Estructurada para los Trastornos de Personalidad falso/a menudo falso; 1 = a veces/algo falso, 2 = a veces/algo ver­
del eje II del DSM-IV (SCID-11; First y Gibbon, 2004), la Entrevista dadero; 3 = muy cierto/a menudo verdadero). La versión de adultos
de Trastornos de Personalidad-IV (PDI-IV; Samuel et al., 2011) y la de 220 ítems ha sido objeto de un buen número de publicaciones
Entrevista Estructurada para los Trastornos de la Personalidad-IV sobre sus propiedades psicométricas. En general, cuenta una fiabi­
(SIPD-IV; Jane et al., 2006). lidad y validez satisfactorias. Sin embargo, una de las principales
En la Tabla 13.16 se ofrece un listado de los principales instru­ críticas es la ausencia de escalas de validez, que son habituales en
mentos de evaluación y diagnóstico de los TP que se ajustan, con los inventarios de personalidad. Una de las recomendaciones es uti­
mayor o menor claridad, a la perspectiva dimensional. A continua­ lizar el PID-5 con cautela, principalmente en los contextos clínicos
ción, expondremos específicamente aquellos instrumentos que se e incorporar escalas de validez para examinar de nuevo su val idez y
han desarrollado para la valoración de los criterios propuestos por utilidad clínica (Bagby y Sellbom, 2018).
los manuales de clasificación. De acuerdo con la CIE- ll Olajide y su Por lo que se refiere a las recomendaciones y principios bási­
grupo desarrollaron un autoinforme para evaluar la gravedad de los cos para el tratamiento, hay que tener en cuenta, en primer lugar,
TP: la Evaluación Estandarizada de la Severidad de los Trastornos de cuáles son los motivos de consulta más habituales. Entre los más
la Personalidad (Standardized Assessment of Severity of Personality comunes se encuentran los siguientes:
Disorder, SASPD; Olajide et al., 2017). Consta de nueve ítems, en
l. Perturbaciones emocionales y otras formas psicopatológicas
una escala de O a 3, que evalúan diferentes aspectos del funciona­
específicas (i. e., depresión, trastornos de ansiedad, etc.l.
miento de la personalidad. La puntuación total oscila entre O y 27.
Los estudios preliminares mostraron que el instrumento identifica­ 2. Dificultades vinculadas con una actividad o competencia ( labo­
ba favorablemente la presencia de trastornos de personalidad de ral, educacional)_
gravedad leve y moderada, aunque son necesarios futuros trabajos 3. Problemas en el seno de relaciones interpersonales primarias o
para poder determinar estos puntos de corte e identificar los TP de secundarias.
gravedad severa (Olajide et al., 2017). El segundo instrumento es 4. Circunstancias que rodean el curso de una enfermedad física
una medida de autoinforme que evalúa los cinco rasgos prominen­ (en especial enfermedades crónicas o terminales).
tes de la personalidad: el Inventario de Personalidad de la CJE-11 5. Comportamientos disruptivos que alteran seriamente la adapta­
(Personality Inventory for ICD-11 PiCD; Oltmanns y Widiger, 2018). Se ción social y la adecuación a normas.
compone de 60 ítems, que se agrupan en un total de cinco escalas
6. Conductas adictivas en un amplio campo de fenómenos, desde
de doce ítems cada una: desapego, anancastia, disocia!, afectivi­
el consumo de sustancias, la ludopatía, etc.
dad negativa y desinhibición. Los ítems se valoran en una escala
Likert de 1 (totalmente en desacuerdo) a 5 (totalmente de acuerdo). Las dificultades más notorias que plantea el abordaje psicote­
Los estudios de validación inicial sugieren que el PiCD agrupa los rapéutico de los TP en general están vinculadas con la cronicidad
cinco dominios en una estructura de cuatro factores, observándose (aparente) del trastorno, la dificultad del paciente para identificar
que dos de los dominios, anancastia y desinhibición, representan los la perturbación, y la ambivalencia frente a la necesidad del cambio.
polos opuestos de un mismo factor de orden superior. Que sepamos, Dada la naturaleza del TP, caracterizado por una elevada compleji­
no hay todavía estudios amplios sobre la validez o la utilidad clínica dad, es necesario
• tener en cuenta cómo se desenvuelve el paciente
del PiCD en diferentes contextos y con poblaciones representativas, en diversas áreas de su vida. Y puesto que, además, el tratamien­
incluyendo muestras hispanohablantes. to implicará un plan de trabajo casi siempre de largo recorrido,
En relación con la evaluación de la personalidad según el mode­ puede verse i nmerso en los denominados tratamientos inespecí­
lo alternativo del DSM-5, la APA propone otros dos instrumentos. Por ficos: es decir, modos de intervención en los que existen muchas
un lado, la Escala del Nivel de Funcionamiento de la Personalidad posibil idades de que el diálogo entre el paciente y el terapeuta
(Leve! of Personality Functioning Scale-LPFS; APA, 201 3), que valo­ se convierta en impreciso, anecdótico, dominado por un relato
ra las dificultades en el funcionamiento personal e interpersonal a que se puede sostener, básicamente, por la calidad de un vínculo
través de un continuo que incluye los componentes de identidad y empático recíproco.
autodirección (personal) y empatía e intimidad (interpersonal)_ El Sabemos que un vínculo terapéutico es fundamental en todo
clínico selecciona el nivel que capta con mayor precisión el nivel proceso psicoterapéutico y que, en buena medida, de ello depende

435
Manual de psicopatología. Volumen 2

)) Tabla 13.16. Instrumentos de evaluación y diagnóstico dimensional de los trastornos de la personalidad

Standardized Assessment of Severity of Olajide et al., 2017 Autoinforme Gravedad del TP (9 dominios)
Personality Disorder (SASPD> 1 9 ítems

Leve! of Personality Functioning Scale-Self APA, 20!3 Escala aplicada l. Funcionamiento personal (se/fJ:
Report (LPFS)' (clínico) identidad/autodirección
2. Funcionamiento interpersonal: empatía/
Leve! of Personality Functioning Scale-Self Hopwood et al., Autoinforme intimidad
Report (LPFS-SR> 2 2018 > 18 años
80 ítems

General Assessment of Personality Disorder Livesley, 2010 Autoinforme l. Disfunción del self
(GAPD> 144 ítems 2. Disfunción interpersonal
19 escalas

Personality Inventory for ICD-11 (PiCD)1 Oltmanns y Widiger, Autoinforme l. Desapego


2018 60 ítems 2. Anancastia
3. Disocia!
4. Afectividad negativa
5. Desinhibición.
Five-Dimensional Personality Test (5DPT) Van Kampen, 2012 Autoinforme l. Neuroticismo
100 ítems 2. Extraversión
3. Frialdad
!l. Absorción
5. Orden
HEXACO-Personality Inventory-Revised Lee y Ashton, 2004 Autoinforme l. Honestidad-humildad
(HEXACO-PI-R) 100 ítems 2. Emocionalidad
3. Extraversión
!l. Cordialidad
5. Escrupulosidad
6. Apertura
Personality Inventory of DSM-5 !_PID-5)2 Krueger et al., 2012 Autoinforme l. Afecto negativo
>17 años 2. Desapego
Versión de 3. Antagonismo
220 ítems q_ Desinhibición
5. Psicoticismo
The PID-5 Informant Rating Form (PID-5-IRF)2 Markon et al., 2013 Informe de terceros
218 ítems

Dimensional Assessment of Personality Livesley y Jackson, Auto informe l. Desregulación emocional


Pathology- 2010 290 ítems 2. Disocia!
Basic Questionnaire 3. Evitación social
(DAPP-BQ) IJ. Compulsividad

Severity Indices of Personality Problems (SIPP) Verheul et al., 2008 Autoinforme l. Auto-control
118 ítems 2. Integración de la identidad
3. Capacidad de relación
!l. Responsabilidad
5. Concordancia social

' Instrumentos basados en los criterios de la CIE-11;


' Instrumentos basados en los criterios del modelo alternativo del DSM-5

LD6
Capítulo 13. Trastornos de la personalidad 'i!

lo posibilidad de constituir una adecuada alianza terapéutica. Pero


también sabemos que el vínculo es solo uno de los componentes de
V. Resumen de aspectos
lo alianza y que se necesitan, además, otros elementos que inciden fundamenta les y tendencias
n la adecuación de los objetivos y las tareas que deben llevarse a
cabo. Paro que esto último se cumpla eficazmente es necesario que futuras
el plan de trabajo con los TP supere ese marco inespecífico y el tra­
Este capítulo ofrece una visión general de la psicopatología y clínica
tamiento se organice sobre la base de un marco estructurado donde
de los trastornos de la personalidad. En pr imer lugar, incorpora los
quede claro cuáles son las metas que se persiguen y qué medios se
desarrollos más actuales sobre su conceptualización y diagnóstico
seguirán paro alcanzarlas. Esto está refrendado claramente por la
en los sistemas de clasificación psiquiátrico <DSM-5 y CIE- l ll, ade­
Investigación empírica. Según los datos disponibles ( Belloch et al.,
2019) hoy contamos con diversos programas de tratamiento paro
más de datos de prevalencia, comorbibilidad y curso de estos tras­
tornos. La segunda parte profundiza en las características clínicas
los TP que son eficientes (eficaces y efectivos). En la psicoterapia
de los «tipos» de trastornos de la personalidad propuestos en el
Individual destacan la Terapia Basada en la Mentalización (Bateman
DSM-5 y, por último, incluye recomendaciones generales para su
y Fonagy, 2004) y la Terapia Centrada en los Esquemas (Young et
evaluación y tratamiento.
al., 2003), además de la Terapia Dialéctica Conductual de Linehan
0993), que incluye también componentes de i ntervención grupal. Como se ha puesto de manifiesto en este capítulo, una v isión
Entre las intervenciones psicosociales mencionaremos el programa comprehensiva de los TP requiere profundizar en los elementos o
STEPPS ( Systems Training far Emotional Predictability and Problem rasgos que conforman la personalidad normal, ya que son precisa­
SolvingJ de Blum et al. ( 2008). Muchos enfoques terapéuticos recu­ mente la afectac ión y/o disfuncionalidad de esta y los elementos
rren a pr inci pios integrativos, como el desarrollado por Livesley et que la configuran los causantes del sufr imiento. Aunque el estudio
al. ( 2015), que parte de los factores comunes observados al com­ de la personalidad normal es extenso y tiene un respaldo sólido, su
parar los efectos producidos por diferentes modelos y formatos de aplicaci ón clínica a los TP es rec iente. Tradicionalmente, los estu­
psicoterapia. Por último, el National Institute for Health and Care dios sobre psicología de la personalidad y los de trastornos de la
Clinical Excellence (NICEl ha publicado guías para la evaluación y el personalidad se han desarrollado en paralelo, dificultando el plan­
tratamiento de los TP límite y antisocial que son accesibles desde la teamiento de modelos explicativos capaces de integrar los TP como
página oficial de esta institución británica (www.nice.org.ukl. dimensiones patológicas o disfuncionales de la personalidad. En
los últimos años y motivados por las limitaciones derivadas de los
No es posible determinar cuál de todos ellos es superior al resto,
sistemas diagnósticos categor iales, se ha observado un intento de
pero lo que sí sabemos es que los programas debidamente estruc­
convergencia entre ambas disciplinas, que han apostado por para­
turados y con un plan de trabajo bien def inido son super iores en
digmas cada vez más dimensionalistas para la comprensión de la
cuanto a resultados a los tratamientos inespecíficos.
personalidad y sus trastornos. El DSM-5 (i. e., Modelo alternativo) y
Por último, cualquier tratamiento eficiente debe ajustarse a una la CIE - 1 1 han optado por modelos diagnósticos fundamentados en
serie de principios generales de intervención, entre los cuales men­ la existencia de rasgos de personalidad patológicos, que t ienen sus
cionaremos como fundamentales los siguientes: raíces en la noción de rasgos universales de la personalidad huma­
l. Alianza terapéutica. Las amenazas a la alianza en estos casos na, principalmente derivados de los estudios de los 5GF, del mismo
son muy importantes, tanto al inicio del tratamiento como a lo modo que las dimensiones para la evaluación del funcionamiento de
largo del proceso. Advertirlas y controlarlas es requisito para el la personalidad (p. ej., autodirecciónl, propuestas en el DSM-5, pro­
tratamiento. vienen del enfoque de Cloninger sobre el temperamento y carácter.
2. Psicoeducac ión. El pr imer objet ivo de la psicoeducaci ón es Pese a que la respuesta por integrar los planteamientos cien­
invitar al paciente a tomar conciencia de la complejidad de t íficos del estudio de la personalidad normal en los trastornos de
su situación y los diferentes propósitos que puede perseguir el la personalidad es alentadora, es necesar io solventar algunas insu­
tratamiento paro intentar lograr un cambio sostenible. A conti­ ficienc ias. Resaltaremos, por un lado, la inconsistencia entre los
nuación, es necesario preparar al paciente para llevar adelante rasgos y facetas propuestos por ambos sistemas de clasificación
una tarea lenta y progresiva, en la que pueden ocurrir retro­ psiquiátricos y la incongruencia entre los modelos de rasgos «nor­
cesos, tanto en aspectos parciales de su organización personal males» ( i. e., 5GFl y los rasgos patológicos que han sido finalmen­
como en el malestar subjetivo que puede exper imentar en cier­ te propuestos. Por otro lado, es preciso clarificar la consideración
tas circunstancias. Como el tratamiento tiende a extenderse en misma de los TP en los propios manuales diagnósticos pues, como
el tiempo, también enfrentará sucesivas fases y en cada una de se puede comprobar, el DSM-5 plantea dos propuestas de clasifi­
ellas, deberá realizarse una labor psicoeducativa. Esto incluye cación: (al la categorial o tipológica, con d iez t i pos de TP, y (bl
potenciar la disposición al cambio para que el paciente pueda la dimensional, con seis tipos, mientras que la CIE- 1 1 propone la
superar los obstáculos que se le presenten. existencia de un solo patrón d isfuncional de personalidad, que se
3. Graduar las intervenciones.
manifestará de forma diferenciada en función de los rasgos disfun­
cionales predominantes.
4. Establecer y consensuar fases o etapas del tratamiento, con
En conclusión, el acuerdo y clar ificación en la conceptualiza­
objetivos claros y definidos.
ción y el diagnóstico constituyen un reto para la investigación en
5. Usar procedimientos indirectos, especialmente para abordar las la psicopatología y clínica de los TP. Además, de cara a valorar
resistencias de los pacientes ante los cambios. la utilidad y eficacia de estos nuevos modelos de clasificación es
6. Tener en cuenta el papel del contexto, en especial en el ámbito necesario diseñar herramientas de evaluación fiables y válidas, que
relacional. per mitan explorar la afectación y gravedad de estos trastornos y

q37
tt Manual de psicopatología. Volumen 2

sobre todo, valorar los rasgos patológicos de la personalidad rele­ y comorbilidad, así como esclarecer la etiología y curso de estos
vantes en la manifestación clínica del trastorno. Esperamos que trastornos y contribuir a la formulación de modelos explicativos
las aportaciones en esta dirección permitan mejorar la fiabilidad que permitan diseñar e implementar tratamientos más efectivos
diagnóstica, estimar de forma más precisa las tasas de prevalencia paro estos trastornos.

•• Términos c lave
Cinco Grandes Factores l5G F) 401 Clasificación y diagnóstico de los Rasgos 400
Clasificación y diagnóstico de los trastornos d e la p ersonalidad Trastorno de la personalidad 4 15
trastornos de la personalidad según el DS M-s IAPA] 409
s egún la CI E-11 IOMS] 406 Personalidad 400

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•• Autoeva luac ión


l. iCuál de las siguientes características diferencia los TP de el Los TP son generalmente egosintónicos, a diferencia de la
otros trastornos mentales? egodistonía que caracteriza a la mayoría de los trastornos
al Al igual que todos los trastornos mentales, los TP presen­ mentales.
tan un repertorio de comportamientos limitado, reiterativo, dl La diferenciación entre los T P y otros trastornos men­
e inflexible, que cambia relativamente poco en función de tales es más bien difusa, ya que comparten síntomas
las demandas y situaciones. comunes.
bl Los TP afectan parcialmente al individuo y los diferentes
ámbitos de su funcionamiento, a diferencia de lo que suele
suceder con la mayoría de los trastornos mentales. (Continúa)


tt Manual de psicopatología. Volumen 2

2. Uno de los cambios importantes de la quinta edición del el diagnóstico, según el modelo alternativo del DSM-5,
DSM en relación con los TP es: es:
al Su inclusión en un eje diferente al del retraso mental. al Aplicar criterios de inclusión y exclusión <D, E, F, Gl.
bl La desapar ición del trastorno esq_uizotípico del grupo de bl Aplicar los criterios A y B al TP-especificado por rasgos.
los TP. el Confirmar el diagnóstico de TP sobre lo base de q_ue se
el La inclusión de un patrón límite, en sustitución del trastor- cumplen los criterios A y B.
no de la personalidad límite. d) Determinar el TP entre los tipos propuestos y/o realizar un
dl La desapar ición de un eje diagnóstico específico para los diagnóstico categorial.
7. El egocentrismo y la determi nación de los objetivos o
TP.
3. Los estudios sobre prevalencia de los TP coinciden en metas, teniendo en cuenta la obtención de satisfacción
señalar que: personal, es característico del funcionamiento personal
al La prevalencia ha aumentado considerablemente en la del trastorno de la personalidad:
última década. al Antisocial.
bl La prevalencia se mantiene estable en función de var iables bl Límite.
como el contexto social, el cultural, o el educativo. el Narcisista.
el Lo prevalencia aumenta cuando se producen situaciones dl Esq_uizotípico.
sociales de conflicto y violencia, como sucede con el resto
de los trastornos mentales. 8. Indiq,ue en cuál de los TP q,ue se relacionan están princi­
palmente afectados rasgos de las facetas de la afectivi­
dad negativa y la desinhibición.
dl El trastorno de la personalidad narcisista se encuentra en-
tre los más prevalentes, independientemente del contexto
social o cultural. al Evitativo.

!J. Según el modelo alternativo del DSM-5, una persona pre- b) Límite.
sentaría un TP si cumpliera los siguientes criterios: el Antisocial.
al Dificultades, de gravedad igual o mayor a leve, en el fun- d) Obsesivo-compulsivo.
9. Indique cuáles de los trastornos de personalidad que se
cionamiento de la personalidad (auto/inter personal) y uno
relacionan aparecen en varias secciones o categorías del
o más rasgos patológicos de personalidad.
bl Dificultad, entre moderado y grave, en el funcionamiento DSM-5:
de la personalidad (outo/interpersonall y uno o más rasgos
al Límite y narcisista.
patológicos de personalidad.
el Dif icultades en el funcionamiento de la personalidad y ras- bl Antisocial y esq_uizotípico.
gos patológicos de personalidad relativamente cambiantes el Paranoide y esq_uizoide.
o lo largo del ciclo vital del individuo. dl Evitativo y obsesivo-compulsivo.
10. lCuál de las siguientes afirmaciones es correcta con res­
dl Dificultades en el funcionamiento de la personalidad y ras-
pecto a la evaluación de los TP?
gos patológicos de personalidad q_ue se corresponden con
la etapa de desarrollo evolutivo de la persono.
5. Los rasgos patológicos de personalidad según el modelo
al Los personas con TP suelen solicitar la ayuda profesional

alternativo del DSM-5 son:


con el objetivo de modificar ciertos aspectos de su perso­
nalidad (p. ej., visión de sí mismo, relaciones interpersona­
al Afectividad negativo, desapego, anti-sociabilidad, desinhi- les), q_ue interfieren en su calidad de vida y en lo relación
bición, y anancastia. con los demás.
bl Identidad, empotía, autodirección e intimidad. bl Los síntomas q_ue acompañan a los TP son clínicamente
distintos a la psicopotología de los demás trastornos men­
el Afecto negativo, desapego, antagonismo, desinhibición y
psicoticismo. tales.

dl Búsq_ueda de novedades, evitación del daño y dependen- el El diagnóstico clínico de los TP está libre de lo influencia
cia de lo recompensa. de sesgos culturales y de género, dado q_ue su diagnóstico
se basa en criterios clínicos bien establecidos, q_ue minimi­
6. Una persona cumple los criterios A y B para el diag- zan los sesgos del evaluador/a.
nóstico de TP, pero no presenta los criterios aplicables
para ningún TP concreto. Según las recomendaciones de
d) La evaluación req_uiere recoger infor mación sobre una

Skodol (2015), lo q,ue deberíamos hacer para determinar


multitud de contextos y dominios, además de valorar lo
gravedad del TP en la actualidad.

-¡¡
. .L. ,

ll1J2
CAPÍTUL0 14

TRASTORNO DE LA PERSONALIDAD LÍMITE


Azucena García Palacios y M. ª Vicenta Navarro Haro

l. Introducción L/L/3 V. Recomendaciones para la evaluación


11. Clasificación L/L/L/ y el tratamiento L/53
A. Diagnóstico y características clínicas L/L/L/ A. Evaluación L/53
B. Epidemiología y curso evolutivo 4L/6 B. Tratamiento 455
C. Diagnóstico diferencial y comorbilidad 447 VI. Resumen de aspectos fundamentales y tendencias
III. Etiología L/L/8 futuras 456
A. Modelos de desregulación emocional L/L/8 TÉRMINOS CLAVE L/51
B. Modelos de cognición social desadaptativa 449
LECTURAS RECOMENDADAS 457
C. Evidencia sobre predictores y mantenedores
del TPL 451 REFERENCIAS L/58
IV. Características transdiagnósticas 451 AUTOEVALUACIÓN 460

,m l . I ntroducción
María tiene 26 años. Vive con su madre y con su hermana de 23 años. y que le llevan a hacer cosas de las que luego se arrepiente, como
Su padre falleció cuando María tenía catorce años en un acciden­ beber y consumir drogas, tener sexo sin protección y darse atraco­
te de tráfico. Acude a consulta tras haber estado ingresada en el nes de comida. Cree que hay algo muy malo en ella.
hospital por un intento de suicidio. Ingirió alcohol y medicación en Se siente muy decepcionada respecto a los demás. Considera que
su casa un día que se quedó sola. La encontró su hermana cuando la gente se acerca a ella solo por interés y al final siempre la
volvía de estar con sus amigos a las cinco de la mañana. decepcionan. En las relaciones de amistad y de pareja está muy
En las entrevistas de evaluación refiere encontrarse mejor, pero muy preocupada por hacer todo lo posible para que el otro se encuen­
vulnerable. Cuestiona su decisión de quitarse la vida, pero a la vez tre a gusto y lo da todo; pero nunca se ve correspondida. Tiene
dice que tiene mucho miedo a vivir. Dice sentirse perdida, muy con­ mucho miedo a que la dejen, pero como ya ha pasado muchas
fusa respecto a quién es y qué quiere hacer con su vida. Su historia veces, ha tomado la decisión de aislarse de todos. Actualmente
vital ha tenido muchos altibajos. Nos informa que ha consumido solo confía en su hermana y su madre. Aunque tiene conocidos,
alcohol y drogas desde los quince años, que ahora consume menos, intenta no intimar con nadie para que no le hagan daño. Refiere
pero que siempre las ha utilizado para poder evadirse de la confu­ que siempre se ha sentido como fuera de lugar, como que no enca­
sión y el dolor. De hecho. empezó a consumirlas a raíz de la muerte jaba en ningún sitio.
del padre. Respecto a su estado actual, María nos cuenta que no Ha intentado suicidarse en otras dos ocasiones. Ha recibido distintos
trabaja y se pasa la mayor parte del día «comiéndose la cabeza». tratamientos psiquiátricos y psicológicos desde los catorce años. En
Dice tener como un volcán por dentro que está a punto de estallar el momento del ingreso había abandonado el tratamiento psico­
continuamente, y que muchas veces, estalla. lógico hacía seis meses. Seguía tomando medicación, pero sin el
Respecto a su estado emocional refiere que fluctúa entre crisis de control de su psiquiatra.
llanto o de enfado y momentos en que se encuentra como dormida. María es la mayor de dos hermanas. Su madre trabaja como admi­
Prefiere no saber nada de sus emociones, sintiéndose muy incómo­ nistrativa en una empresa. Su hermana estudia en la universidad.
da al hablar del tema emocional. Nos cuenta que ha pasado por Según refiere la madre, María siempre fue una niña «muy movida»
períodos de mucho descontrol, que sus emociones son muy intensas y «rebelde». Le resultaba difícil relacionarse con los demás y tenía
�� jft! Manual de psicopatología. Volumen 2
muchos rabietas. En el colegio tuvo siempre problemas de adapta­ ción de los trastornos de lo personalidad en lo CIE- 11 (OMS, 2019)
ción, pero el rendimiento ero aceptable. Estudió un ciclo medio de ha recogido esto dimensionalidod en la gravedad ton característica
Formación Profesional. Ha trabajado como administrativo en distin­ de estos trastornos, como yo se comentó en el capítulo sobre los
tos empresas, pero le resulto muy difícil mantenerse en un trabajo, trastornos de lo personalidad.
principalmente por problemas con sus compañeros y sus jefes. Del El TPL no se incluye en los grandes manuales diagnósticos hasta
último trabajo lo despidieron y hoce nueve meses que no trabajo. el DSM-III (APA, 1980>. Sin embargo, el término límite fue utilizado
Durante su infancia lo situación familiar no ero bueno. El podre ero mucho antes. Se atribuye o lo corriente psicoanalítica y en con­
muy conflictivo. No se mantenía en ningún trabajo y discutía fre­ creto o Stern (1938), quien lo utilizó poro describir a un grupo de
cuentemente con su mujer y con sus hijos. Moría recuerdo su coso pacientes que no se beneficiaba del psicoanálisis clásico y que no
como «uno coso de locos en lo que no quería estor». Lo muerte del parecía encajar en los categorías «neurosis» y «psicosis». Stern
podre fue devastadora poro todo lo familia, sobre todo poro Moría describió que estos pacientes sufrían «un grupo límite de neurosis».
q,ue refiere que, pese o los problemas q,ue tenía su podre, ero el que Posteriormente se describirían como límites, pacientes que, aunque
mejor lo entendía. Se sintió abandonado y el dolor fue ton grande tenían sintomatología neurótica, no encajaban en esas categorías
que nunca se ha recuperado. Lo relación con lo madre es distante. diagnósticos, mostraban problemas graves de funcionamiento y no
Dice que nunca lo ha entendido y cree que, aunque sobe que su respondían o lo psicoterapia. Un número importante de excelentes
madre lo quiere, mantiene lo distancio con ello porque le recuerdo clínicos e investigadores como Kenberg, Gunderson, Linehcn, Clar­
demasiado o su podre (de hecho, muchos veces le dice «eres igual kin, Botemon, Zonorini o Young, entre otros, han contribuido o la
que tu podre»). En su familia hoy antecedentes psiquiátricos de evolución del concepto de TPL y a una i mportante mejora en su
consideración. En lo familia del podre hoy bastantes miembros con tratamiento.
trastornos afectivos (depresión, bipoloridodl.
El diagnóstico principal de Moría es Trastorno de lo Personali­
dad Límite ( en adelante, TPU. Ha recibido otros diagnósticos o lo ¿) Trastorno de la personalidad límite. Patrón persistente
largo de su vida como trastorno depresivo mayor, distimio y trastor­ de inestabilidad de las relaciones interpersonales, la autoi­
no por atracón. magen y los afectos, e impulsividad intensa, que comienza
El coso de María ejemplifico bastante claramente lo que enten­ en la adolescencia o primeras etapas de la edad adulta.
demos por TPL grave. En primer lugar, se observan problemas Está presente en diversos contextos y causa malestar e
·..Al·· ~
importantes desde lo adolescencia, que se han ido manteniendo en interferencia significativa.
el tiempo, e incluso empeorando hasta lo actualidad. Estos proble­ .
mas van más allá de un conjunto de síntomas. Parece que lo que está
dañado es lo estructuro psicológica básico, lo formo en que siente y En el presente capítulo describiremos en detalle los característi­
regula los emociones (no uno emoción, sino lo gran mayoría de ellos) cos clínicas, lo clasificación, epidemiología y curso del TPL. También
y lo formo en que regulo los conductos (dificultades en el control describiremos los factores etiológicos según las teorías más actuales
de los impulsos). Tampoco parece que hoyo seguido un proceso de y acabaremos con unas orientaciones generales sobre lo evaluación y
socialización adaptativo, presentando conflictos importantes en este el tratamiento.
ámbito desde lo infancia. El resultado es un problema grave en lo
identidad que se traduce en gran confusión con respecto o sí mismo
y bojo outodirección (dificultad poro establecer objetivos vitales sig­ .1: _ ,. 1 1 . C la s ificac ión
nificativos y perseguirlos) y uno gran hipersensibilidad interpersonal
con problemas en establecer relaciones de intimidad con los demás A . Diagnóstico y caracte rísticas c lí nicas
y con sentimientos permanentes de sentirse alienado del resto de
los personas. Además, el funcionamiento de Moría es poco flexible; En la introducción de este capítulo hemos presentado un caso de
pese o las consecuencias negativos, el patrón se mantiene o lo largo TPL grave y hemos comentado las características clínicos del mis­
del tiempo y en lo mayoría de los contextos. mo. De formo resumida, las personas que padecen TPL presentan
un patrón generalizado de funcionamiento patológico que se mani­
Estamos describiendo un patrón de personalidad patológico fiesta en distintos contextos desde la adolescencia o principios de
estable e inflexible que genero un gran sufrimiento y consecuencias la edad adulto y que se caracteriza por uno gran inestabilidad emo­
muy negativos en relación con áreas significativos como lo familia, cional, dificultades en el control de los impulsos y gran hipersensibi­
lo parejo, lo ocupación, el sentido de identidad o el disfrute perso­ lidad interpersonal. La intensidad e inestabilidad emocional se mani­
nal. María se encuentro confundido y su sufrimiento le llevo o no fiestan en lo mayoría de las emociones, predominando un estado de
querer vivir e incluso o intentar suicidarse. ánimo de valencia negativa (tristeza, ansiedad, irritabilidad, disfo­
El TPL es el trastorno de lo personalidad que más atención ha ria) que puede llegar a tomar la forma de un trastorno emocional.
recibido por parte de los clínicos y los investigadores. Se trota de un En lo afectivo también presentan crisis emocionales intensas que
problema que se categoriza como trastorno mental grave junto a, suelen ser agudas y de corta duración. La dificultad en el control
por ejemplo, el trastorno bipolar o la esquizofrenia. También es cier­ de los impulsos se manifiesto también en diversos contextos (uso
to que lo gravedad es muy variable: podemos encontrar desde per­ de sustancias, compras impulsivas, atracones de comida, conducta
sonas que tienen rasgos de personalidad límite que les causan inter­ sexual impulsiva, etc.> y también puede llegar o tomar la forma
ferencia leve, hasta cosos muy graves como el de María, posando de un trastorno relacionado con el control de los impulsos. En lo
por otros con uno gravedad moderado y un nivel de funcionamiento interpersonal, manifiestan un elevado temor al rechazo y a ser aban­
también moderado. Veremos más adelante que lo nuevo clasifico- donados, que se combino con demandas excesivos o los demás y
tJtrh
Capítulo 14. Trastorno de la p e rsonalidad límite
suspicacia. Tambíén presentan problemas relacionados con la identi­ )) Tabla 14.1. C riterios diagnósticos del DSM-5 para el
dad, como confusión respecto a metas vitales y a la propia autoima­ trastorno de la personalidad límite
_,. _ ''-.
gen. Por último, pueden presentar sintomatología psicótica o diso­
ciativa grave asociada habitualmente a crisis emocionales agudas.
Patrón dominante de inestabilidad de las relaciones
Uno de los problemas más preocupantes asociados al TPL es interpersonales, de la autoimagen y de los afectos, e impulsividad
el suicidio y el parasuicidio (conductas autolesivas sin i ntención de intensa, que comienza en las primeras etapas de la edad adulta y
ocasionar la muerte). Paris (2019) realiza una revisión de este tema. está presente en diversos contextos, y que se manifiesta por cinco
Los estudios transversales estiman que un 1 0 % de las personas con (o más) de los siguientes:
TPL se suicidan. Estas tasan se reducen a entre un 3 % y 6 % en estu­
l. Esfuerzos desesperados para evitar el abandono real o
dios prospectivos. París indica que estas discrepancias pueden refle­
imaginado. (Nota: No incluir el comportamiento suicida ni de
jar menor gravedad en conductas suicidas en pacientes que aceptan
automutilación que figuran en el Criterio 5.l
participar en investigaciones de seguimiento. Pese a que usualmente
se cree que el mayor riesgo de suicidio se da en la j uventud, los 2. Patrón de relaciones interpersonales inestables e intensas
datos i ndican que el suicidio consumado se da más tarde. Algunos que se caracteriza por una alternancia entre los extremos de
estudios con largos seguimientos (15 y 27 años) encuentran que la idealización y de devaluación.
edad media de las personas con TPL que se suicidan es entre 30 y 3. Alteración de la identidad: inestabilidad intensa y persistente
37 años. Un resultado interesante que indica Paris es que las perso­ de la autoimagen y del sentido del yo.
nas con TPL que se suicidan son aquellas que no responden bien a 4. Impulsividad en dos o más áreas que son potencialmente
los tratamientos. dañinas (p. ej., gastos, sexo, drogas, conducción temeraria,
Los criterios diagnósticos oficiales del DSM-5 (APA, 2013) para atracones alimentarios). (Nota: No incluir el comportamiento
suicida ni de automutilación que figuran en el Criterio 5.l
el trastorno límite de la personalidad no han variado desde los cri­
terios que se establecieron en 1994 en el DSM-IV. 5. Comportamiento, actitud o amenazas recurrentes de suicidio,
o comportamiento de automutilación.
El TPL se encuentra en el Cluster B, como ya se explicó en el
capítulo precedente. 6. Inestabilidad afectiva debida a una reactividad notable
del estado de ánimo (p. ej., episodios intensos de disforia,
Los criterios diagnósticos del trastorno límite de la personalidad irritabilidad o ansiedad que generalmente duran unas horas y,
se pueden consultar en la Tabla 14.1. Según el DSM-5, además de rara vez, más de unos días).
cumplir las características generales de un trastorno de la perso­
7. Sensación crónica de vacío.
nal idad, lo definitorio del TPL es la inestabilidad en áreas funda­
8. Enfado inapropiado e intenso, o dificultad para controlar la ira
mentales del funcionamiento como la afectividad, las relaciones
interpersonales, la identidad y el control de los impulsos, que se (p. ej., exhibición frecuente de genio, enfado constante, peleas
concretan en problemas como relaciones interpersonales i nestables físicas recurrentes).
e i ntensas, miedo al abandono, impulsividad extrema, dificultades 9. Ideas paranoides transitorias relacionadas con el estrés o
en el control de la ira, alteración de la identidad o comportamientos ' síntomas disociativos graves.
suicidas, entre otros. El DSM-5 establece que, además de la caracte­
,
rística definitoria, es necesario cumplir al menos cinco de las nueve
características que se listan en los criterios.
nos de la personalidad en la sección III, dedicada a trastornos que
requieren más estudio. Esta propuesta alternativa asume un modelo
híbrido (categorial-dimensional>, que se explicó en el capítulo pre­
j) Identidad. U na percepc ión estable de uno mismo como
vio. El trastorno que aquí nos ocupa, el TPL estaría caracterizado
un ser único, con límites c laros con los demás. por los dominios de afectividad negativa, desinhibición y antagonis­
mo. En la Tabla 14.2, se pueden consultar los criterios diagnósticos
del TPL según la propuesta alternativa del DSM-5.
Como hemos señalado, el DSM-5 mantiene el esquema catego­
rial para los trastornos de la personalidad del DSM-IV. Este resulta­ La clasificación de la Organización Mundial de la Salud, en su
do no refleja el intenso trabajo que realizó el grupo de trabajo del última versión, la CIE-11 (OMS, 2019) sí apuesta por una clasifica­
DSM-5 para los trastornos de la personalidad. Se hizo una importan­ ción dimensional de los trastornos de la personalidad en su versión
te revisión y en el transcurso del proceso de elaboración del DSM-5 oficial, partiendo de la personalidad normal. Incluye especificadores
hubo i ntensos debates y propuestas alternativas muy enriquece­ de rasgos o patrones de personalidad prominentes para describir las
doras. Como señalan Esbec y Echeburúa (2015), el trabajo i ncluía características de personalidad que son más definitorias en cada
resolver problemas i mportantes como la permanencia o no del eje caso: afectividad negativa, desapego, comportamiento di socia!,
I I, superar el modelo categorial y avanzar hacia un modelo más desinhibición, características anancásticas y patrón límite. Este últi­
dimensional, la relación con los rasgos de la personalidad, la comor­ mo es el que refleja las características del TPL y se define de forma
bilidad, o la heterogeneidad en los diagnósticos. Pese a las distintas muy similar a como lo hace el DSM-5 en su versión oficial: «patrón
propuestas y un debate muy intenso, al final no hubo acuerdo y se de inestabilidad en las relaciones interpersonales, la autoimagen y
mantuvo la clasificación del DSM-IV. El único cambio i mportante los afectos, con marcada impulsividad».
que sí afecta a los trastornos de la personalidad es la desaparición Como vemos, la clasificación de los trastornos de la persona­
de la clasificación multiaxial, desapareciendo el eje propio de estos lidad y del TPL es un debate continuo y abierto y ejemplifica muy
trastornos, el eje I I . Para reflejar parte de ese trabajo se acordó bien las dificultades del modelo categorial. La evolución del cono­
incluir una propuesta alternativa para la clasificación de los trostor- cimiento sobre la personalidad indica que la concepción dimensio-
!ibl'I
n
Manual de psicopatología. Volumen 2

) ) Tabla 14.2. Criterios diagnósticos de la propuesta alternativa del DSM-5 para el trastorno límite de la personalidad

A. Deterioro moderado o grave en el funcionamiento de la personalidad, q_ue se manifiesta por las dificultades características en dos
o más de las cuatro áreas siguientes:
l. Identidad: autoimagen marcadamente pobre, poco desarrollada o inestable, a menudo asociada a un exceso de autocrítica;
sentimientos crónicos de vacío; estados disociativos bajo estrés.
2. Autodirección: inestabilidad en las metas, aspiraciones, valores o planes de futuro.
3. Empatía: capacidad disminuida para reconocer los sentimientos y necesidades de los demás, asociada a la hipersensibilidad
interpersonal (con tendencia a sentirse menospreciado o insultado); percepciones de los demás sesgadas selectivamente hacia atributos
negativos o vulnerables.
IJ. Intimidad: relaciones cercanas intensas, inestables y conflictivas, marcadas por la desconfianza, la necesidad y la preocupación ansiosa
por un abandono real o imaginario; las relaciones íntimas son vistas dicotómicamente entre la idealización y la devaluación, q_ue
conlleva a la alternancia correspondiente entre sobreimplicación y distanciamiento.

B. Cuatro o más de los siguientes siete rasgos patológicos de personalidad, al menos uno de los cuales debe ser (5) impulsividad; (6) la toma
de riesgo, o (7) hostilidad:
l. Labilidad emocional (un aspecto de la afectividad negativa): experiencias emocionales inestables y estado de ánimo con cambios
frecuentes; las emociones se alteran fácil, intensa y/o desproporcionadamente con los acontecimientos y circunstancias.
2. Ansiedad (un aspecto de la afectividad negativa): sentimientos intensos de nerviosismo, tensión o pánico, a menudo en respuesta
a tensiones interpersonales; se preocupan por los efectos negativos de las experiencias desagradables del pasado y posibilidades
futuras negativas; sensación de miedo, aprensión o amenaza ante la incertidumbre; temor a desmoronarse o a perder el control.
3. Inseguridad de separación (un aspecto de la afectividad negativa): temores de rechazo o separación de figuras significativas, asociados
1
con el miedo a la dependencia excesiva y a la pérdida total de autonomía.
IJ. Depresión (un aspecto de la afectividad negativa): sentimientos frecuentes de estar hundido, de ser miserable y/o no tener esperanza;
dificultad para recuperarse de este tipo de estados de ánimo; pesimismo sobre el futuro; vergüenza generalizada, sentimientos de
inferioridad y baja autoestima; ideación y comportamiento suicida.
5. Impulsividad (un aspecto de la desinhibiciónl: actuar en el fragor del momento en respuesta a estímulos inmediatos, actuando
de forma repentina y sin un plan o reflexión acerca de las consecuencias, dificultad para trazar o seguir los planes; sentido de urgencia
y comportamiento autolesivo en virtud de la angustia emocional.
6. Asunción de riesgos (un aspecto de la desinhibición): implicarse en prácticas peligrosas, de riesgo, y actividades potencialmente
dañinas para sí mismo, innecesariamente y sin atender a las consecuencias; falta de preocupación por las limitaciones, y negación
de la realidad del peligro personal.
7. Hostilidad (un aspecto del antagonismo): sentimientos de enojo persistentes o frecuentes; ira o irritabilidad en respuesta a ofensas
e insultos menores.

nal aporta una visión más adecuada para apresar la complejidad en la propuesta alternativa del DSM-5 se incluye como uno de los
de la patología de la personalidad. La buena noticia es q_ue los seis tipos de personalidad. Las propuestas di mensionales añaden
sistemas de clasificación psiq_uiátrica más utilizados, el DSM y la complejidad al concepto del TPL (descripción de los rasgos carac­
CIE, influidos enormemente por el modelo médico categorial, están terísticos, evaluación de gravedad, evaluación de funcionamiento
ampliando la visión e incluyendo la dimensionalidad para mejorar personal e interpersonal, etc.) pero proporcionan una visión más
la clasificación de estos trastornos (la CIE-11 con una apuesta más comprehensiva de las características definitorias de las personas
clara q_ue el DSM-5). q_ue padecen este trastorno.

8. Epidemio logía y curso evolutivo


j) Modelo híbrido de clasificación de los trastornos de
la personalidad. Propuesta alternativa del DSM-5 para los La prevalencia de los trastornos de la personalidad, incluido el TPL,
trastornos de la personalidad que combina una aproxima­ no está tan sólidamente establecida como la de otros trastornos
mentales debido sobre todo a q_ue su estudio no ha sido incluido en
1

ción categorial con una dimensional.


los grandes estudios epidemiológicos sobre los trastornos mentales.
Ell ison et al. (2018) revisan la literatura sobre los estudios epide­
Por lo q_ue respecta al TPL, constituye uno de los trastornos de miológicos realizados sobre el TPL e indican q_ue los dos grandes
la personalidad con mayor entidad y apoyo empírico. Los nuevos estudios llevados a cabo en Estados Unidos, el Epidemiologica/
criterios de la CIE (OMS, 2019) recogen esta solidez del concepto Catchment Area (ECA), y el National Comorbidity Survey (NCSl solo
de TPL, incluyendo el patrón límite como uno de los especifica­ incluían la evaluación del trastorno antisocial de la personalidad.
dores de los trastornos de personalidad (saliéndose de los rasgos Algunos trabajos secundarios, derivados de estos dos grandes estu­
q_ue provienen de las teorías de la personalidad). Por otro lado, dios, exploraron la prevalencia del TPL, pero hay q_ue esperar hasta

4116
Capítulo 14. Trastorno de la personalidad límite
el NCS Replication para obtener datos más sólidos de la prevalencia hábitos poco saludables, problemas vocacionales, discapacidad y
de los trastornos de la personalidad evaluados en muestra comunita­ más probabilidad de muerte prematura (por cualq_uier causa, no
ria mediante una entrevista estructurada, en base a los criterios del solo debido a suicidio).
DSM-IV, la International Personality Disorder Examination (IP DE).
Se han reali zado otros estudios en Europa como el British Nation­ C. D iagnóstico dife rencial y comorbilidad
al Survey of Psychiatric Morbidity y el Avon Longitudinal Study of
Parents and Children en Reino Unido, el Netherlands Mental Health El trastorno de la personalidad límite presenta una alta comorbili­
Survey en Holanda, o el National Register of Os/o en Noruega, entre dad con otros trastornos mentales, entre los q_ue se encuentran los
otros. También se han realizado un número importante de estudios trastornos depresivos, bi polares, trastornos de ansiedad, trastorno
en muestras clínicas, sobre todo en atención especializada. Los estu­ de estrés postraumático, uso de sustancias y trastornos alimentarios,
dios son menos numerosos en poblaciones específicas, pero sí tene­ entre otros. Otro tema importante relacionado con el T P L es el sui­
mos datos en adolescentes, personas mayores y contextos forenses. cidio. En este apartado describiremos los datos sobre comorbilidad
De todos estos estud ios se concluye q_ue la prevalencia del y diagnóstico diferencial. Para la comorbilidad seguiremos la exce­
T P L en la población general es de alrededor del 1 %, siendo más lente revisión de Shah y Zanarini (2018).
prevalente en algunas poblaciones específicas (como en prisión) y Los trastornos más comórbidos con el TPL son los afectivos. Se
menos en otras (personas mayores). En la población clínica estas estima q_ue el 96 % de las personas con T P L sufr irán un trastorno
cifras aumentan a 12 % entre pacientes ambulator ios de atención afectivo en algún momento de sus vidas. En los estudios transversales
secundaria y 22 % de los pacientes hospitalizados. El DSM-5 estima se encuentran tasas de comorbilidad con estos trastor nos de entre el
una prevalencia del TPL en atención primaria del 6 % (APA, 2013), y 32 % y el 83 %. Los estudios longitudinales i ndican q_ue las tasas se
se diagnostica en un 75 % en mujeres. Los datos de prevalencia en mantienen estables a lo largo del tiempo (seis años de seguimiento),
adolescentes son similares, aunq_ue las diferencias de género q_ue se seguramente debido a altas tasas de recaídas.
encuentran en adultos (una mayor prevalencia en mujeres q_ue en Respecto a los trastornos de ansiedad, trastornos relacionados
hombres) no se encuentran en adolescentes. También se han encon­ con estrés y trauma y trastorno obsesivo-compulsivo, los estudios rea­
trado tasas mayores en adolescentes q_ue en adultos entre pacientes lizados incluyen el trastorno de estrés postraumático y el trastor no
psiq_uiátricos hospitalizados. obsesivo compulsivo. Los estudios transversales indican unas tasas de
Como veremos en el a partado de etiología, cada vez está comorbilidad de alrededor del 74 % del TPL con cualq_uier trastorno
cobrando más importancia adoptar una perspectiva de psicopato­ de ansiedad. Si se concreta por trastornos las tasas son de entre 25 %
logía evolutiva para entender el inicio y curso del TPL. Desde esta y 56 % para el trastorno de estrés postraumático, entre O % y 20 %
perspectiva se enfatizan factores de vulnerabilidad q_ue generan para el trastorno obsesivo-compulsivo, entre 2 % y 48 % para el tras­
interferencias en el funcionamiento de la personalidad como la torno de pánico con y sin agorafobia, entre 0 % y 35 % para el trastor­
desregulación emocional, la impulsividad o el déficit en cognición no de ansiedad generalizada y entre 3 % a 46 % para ansiedad (fobia)
social, y q_ue i nteractúan a lo largo de la vida con factores ambien­ social. Con respecto a las investigaciones longitudinales, existen estu­
tales haciendo q_ue, dependiendo de esas complejas interacciones, dios de hasta diez años de seguimiento q_ue indican tasas de comorbi­
el curso sea variable. Videler et al. (2019) realizan una revisión sobre lidad poco estables a lo largo del tiempo, indicando una disminución
los estudios q_ue han seguido al TPL desde esta perspectiva evolu­ significativa más allá de los seis años de seguimiento, lo q_ue indica
tiva. Los estudios longitudinales confirman q_ue la adolescencia es altas tasas de remisión de los trastornos de ansiedad. De entre todos
un per íodo cr ítico para la emergencia del TPL y está relacionado los trastornos estudiados en este grupo los q_ue presentarían tasas de
con rasgos de i mpulsividad e inestabilidad emocional y con facto­ comorbilidad más estables a lo largo del tiempo serían el trastorno
res ambientales como patrones de crianza disfuncionales, abuso de ansiedad generalizada y el trastorno obsesivo-compulsivo.
sexual o físico, acontecimientos vitales estresantes y psicopatología El T P L presenta también una alta comor bilidad con los tras­
materna, entre otros. En la adolescencia se puede distinguir a los tornos al imentar ios. Los estudios transversales i ndican tasas de
individuos q_ue presentar án T P L de los adolescentes sanos, entre comor bilidad de entre el 14 % y el 53 %. Más concretamente las
otras cosas, porq_ue los problemas de identidad, impulsividad y des­ tasas de comor bilidad con bulimia ner v iosa son de entre 3 % y
regulación afectiva q_ue son habituales en la adolescencia suelen 26 %, y de entre O % y 21 % con anorex ia ner v iosa. El trastor no
disminuir con el tiempo en los adolescentes sanos y a aumentar en más comór bido es el trastorno alimentar io no especificado, con
los adolescentes q_ue presentarán T P L. Una vez se presenta el tras­ tasas de entre el 14 % y el 26 % (en esta categoría estaría incluido
torno, la investigación ha desvelado q_ue su curso es más variable el trastorno por atracón>. En los estudios longitudinales las tasas
de lo q_ue se pensaba. Temes y Zanar ini (2018) revisan también los de comorbilidad declinan después de diez años de seguimiento
estudios retrospectivos y prospectivos q_ue se han realizado sobre el (1,6 % par a anorexia nerviosa, 1,6 % para bulimia nerviosa, 16, 5 %
curso del T P L, confirmando q_ue el curso de los síntomas es varia­ para trastorno alimentario no especificado y 19,7 % para cualq_uier
ble y q_ue algunos síntomas (síntomas agudos) cambian más r ápi­ trastorno alimentario).
damente q_ue otros (síntomas temperamentales). Los estudios más Con respecto a los trastornos por uso de sustancias, los estudios
rigurosos sugieren q_ue cuando se observa el curso a largo plazo transversales indican tasas de comorbilidad de entre el 23 % y el
(15-25 años), los pacientes T P L muestran una importante reducción 84 %, siendo de entre el 1 1, 9 % y el 66 % con abuso o dependencia
de síntomas y una mejor ía moderada en el funcionamiento general. de alcohol y de entre el 3, 4 % y el 87 % con abuso o dependencia de
Los factores de buen pro nósti co están relacionados con compe­ otras sustancias. Los estudios longitudinales (existen estudios más
tencia y resiliencia. Sin embargo, estos estudios también señalan allá de los diez años, hasta 27 años de seguimiento) confirman q_ue
q_ue un 40 % de los pacientes no se recuperan. Los pacientes q_ue la comorbilidad entre el TPL y los trastornos por uso de sustancias
no se recuperan es más probable q_ue tengan problemas médicos, es muy elevada, pero disminuye significativamente con el tiempo.
lJdl
!!!: �• Manual de psicopatología. Volumen 2

Tomando todos estos resultados conjuntamente, se concluye q_ue aumentado los estudios centrados en los antecedentes y síntomas
el TPL presenta una alta comorbilidad con otros trastornos mentales, del TPL, así como en las características encontradas en la adoles­
sobre todo con trastornos emocionales (ansiedad, afectivos, trauma) cencia temprana (Winsper et al., 2016).
y con trastornos impulsivos (uso de sustancias y trastornos alimenta­ A continuación, revisaremos las teorías más actuales sobre los
rios). Los estudios longitudinales indican q_ue las tasas de comorbili­ mecanismos etiológicos del TPL, así como la evidencia más reciente
dad disminuyen con el tiempo, aunq_ue suelen ser más altas q_ue las de estudios prospectivos sobre los posibles predictores y mantene­
q_ue se presentan en otros trastornos de la personalidad. Por último, dores del desarrollo de la psicopatología del TPL. Respecto a los
respecto a la estabilidad de los diagnósticos a lo largo del tiempo, modelos teóricos sobre el desarrollo del TPL, se podrían considerar
las personas con TPL y trastornos afectivos, ansiedad generalizada y dos tipos: los q_ue defienden el rol de la desregulación emocional
trastorno obsesivo-compulsivo presentan tasas de comorbilidad más como precursor del TPL (Linehan, 1993; Crowell et al., 2009) y los
estables comparado con personas con TPL comórbido con trastorno modelos sobre cognición social desadaptativa <Fonagy et al., 2017).
de estrés postraumático, trastornos ali mentarios y trastornos por Estos dos modelos sentaron las bases para el desarrollo de las dos
uso de sustancias. intervenciones psicológicas con mayor evidencia empírica actual
Con respecto al diagnóstico diferencial, lo primero a deter­ para el tratamiento del TPL: la Terapia Dialéctica Conductual (Line­
minar si sospechamos de un diagnóstico de TPL es q_ue no se deba han, 1993; 2015) y la Terapia Basada en la Mentalización (Bateman
a un cambio de personalidad debido a los efectos de una afección y Fonagy, 2004), respectivamente.
médica sobre el sistema nervioso central. La exploración y pruebas
médicas son importantes para realizar este diagnóstico diferencial. A. Modelos de de sregulación e moc ional
También es importante distinguir entre un problema de identi­
dad y un TPL. Los problemas de identidad se manifiestan por preo­ El primer modelo sobre el rol fundamental de la desregulación emo­
cupaciones sobre el autoconcepto y la identidad relacionados con cional fue originalmente desarrollado por Linehan (1993) y más tar­
una fase del desarrollo como la adolescencia. No hay q_ue confundir de se ha extendido, considerándose actualmente como el modelo
el malestar en una fase determinada del desarrollo con un patrón biosocial de desarrollo del TPL (Crowell et al., 2009). Según el
persistente y estable de inestabilidad e impulsividad como es el TPL. modelo biosocial inicial, el TPL se conceptualizaría como un proble­
Los estudios señalan q_ue esos problemas tienden a disminuir en ma de regulación emocional, producto de la interacción entre una
los adolescentes sanos y a aumentar en los adolescentes con TPL. vulnerabilidad biológica y un ambiente invalidante (Linehan, 1993).
Se recomienda ser muy cauteloso en establecer el diagnóstico de Este modelo se presenta no solo como un modelo etiológico, sino
TPL en la adolescencia. Aunq_ue es posible, es necesario tener evi­ también como un modelo de mantenimiento del trastorno. En este
..
dencia de q_ue se cumplen todas las características de trastorno sentido, las dificultades en regular las emociones podrían ocurrir
de personalidad y de trastorno de personalidad límite para hacer por la combinación de dos factores: una inherente vulnerabilidad
ese diagnóstico en edades tempranas. Una de las recomendaciones emocional y una dificultad en modular las emociones. La vulnerabi­
en este sentido es q_ue se cumplan los criterios diagnósticos en los lidad emocional biológica se refiere a una desregulación en todos
adolescentes al menos durante un año. los aspectos de la respuesta emocional. Como consecuencia, según
Linehan (1993), la persona con TPL podría presentar tres caracterís­
Por otro lado, teniendo en cuenta la alta comorbilidad q_ue pre­ ticas principales:
senta el TPL con otros trastornos mentales, lo importante es deter­
minar si se cumplen los criterios para un trastorno de la persona­ l. Alta sensibilidad ante los estímulos emocionales.
lidad límite cuando estamos ante una persona q_ue padece alguno 2. Una tendencia a experimentar emociones muy intensas.
de los diagnósticos q_ue hemos mencionado cuando describíamos la 3. Dificultades para volver a su línea de base emocional.
comorbilidad. Por ejemplo, si un paciente sufre un trastorno depre­
sivo mayor o un trastorno bipolar y se sospecha de un TPL, será Por otro lado, las dificultades en la regulación emocional esta­
necesario determinar q_ue existe un patrón disfuncional estable en el rían relacionadas con esa alta reactividad emocional. Por ello, a lo
tiempo y de inicio en la adolescencia o principio de la edad adulta largo del desarrollo del problema, las personas con TPL tendrían
caracterizado por inestabilidad afectiva, dificultades en el control un temor acusado a experimentar emociones, lo q_ue conllevaría la
de los impulsos e hipersensibilidad interpersonal. La misma estra­ utilización de estrategias de evitación desadaptativas. Por ejemplo,
tegia hay q_ue seguir si estamos ante trastornos ali mentarios, tras­ la autolesión se podría convertir en una conducta de evitación, y el
tornos por uso de sustancias, trastornos de ansiedad y trastorno de alivio momentáneo producido por la autolesión
., actuaría como un
estrés postraumático. En muchas ocasiones realizaremos el diagnós­ refuerzo negativo, lo q_ue provocaría q_ue la conducta disfuncional
tico de TPL y el de cualq_uiera de estos diagnósticos conjuntamente. se repitiera a lo largo del tiempo.
Sin embargo, es necesaria más investigación para dilucidar los
procesos emocionales q_ue contribuyen a la disfunción emocional
del TPL (Dixon-Gordon et al., 2017). Las investigaciones sugieren
•• 1 1 1 . Etiología
E n l a última década, los modelos clásicos d e diátesis-estrés se han
q_ue la tercera característica planteada por Linehan, «dificultades
para volver a la línea base emocional» no q_ueda clara, ya q_ue se
extendido para reflejar un cambio en la investigación sobre los posi­ ha observado q_ue las personas con TPL tienen acceso a múltiples
bles precursores del desarrollo del TPL (Lenzenweger y C i cchetti, estrategias de regulación emocional en condiciones de laborato­
2005). Los modelos etiológicos actuales emplean aproximaciones rio (Chapman et al., 201 3). Estas investigaciones sitúan el proble­
interdisciplinares sobre el desarrollo del TPL, considerando factores ma, específicamente, no en el acceso a estrategias de regulación,
etiológicos a diferentes niveles de análisis: genético, neuronal, con­ sino en la ineficacia de estrategias de regulación q_ue podrían ser
ductual, familiar y social (p. ej., Crowell et al., 2009). Además, han adaptativas. En concreto, en ausencia de entrenamiento previo, las

lpffl
Capítulo 14. Trastorno de la personalidad límite

estrategias de aceptación emocional y reevaluación cognitiva (i. e. («interacción de riesgo»). Este último perjudicará el funcionamiento
intentar pensar sobre las situaciones de forma diferente para cam­ biológico del niño, principalmente en los sistemas cerebrales respon­
biar lo que se está sintiendo) aumentaron el malestar o no ayuda­ sables del afecto y la emoción. La interacción entre ambos aspectos
ron a regular emociones en personas con TPL en condiciones de generaría la progresiva intensificación, tanto de las características
laboratorio (Chapman et al., 2009; Schulze et al., 20lll. Estos datos de vulnerabilidad del niño como del cuidador. Esto daría lugar a lo
sugieren que las personas con TPL podrían tener dificultades para manifestación emocional extrema por parte del niño y al refuerzo
beneficiarse de estas estrategias, si bien es necesario profundizar de la labilidad emocional por parte del ambiente. Estos interaccio­
más en este ámbito para confirmar estos resultados. nes aumentarían el riesgo de desregulación emocional a lo largo del
Otro aspecto clave, según este modelo biosocial, es la impli­ tiempo. Las reacciones cognitivas y comportamentales a situaciones
cación de un factor psicosocial o ambiental denominado ambiente emocionales serían desadaptativas como consecuencia de la labi­
invalidante. Este factor tendría sus efectos en el desarrollo de la lidad emocional, produciendo un procesamiento de la información
personalidad, durante la infancia y la adolescencia. La principal distorsionado, dificultades en regular las acciones para adquirir
característica de este ambiente es que las experiencias privadas objetivos a largo plazo, problemas para controlar acciones ligadas a
(emociones, pensamientos, deseos, etc.) «son a menudo tomadas la emoción y evitación o bloq_ueo de lo emoción. Cuando estas inte­
como respuestas inválidas; son castigadas, trivializadas, rechaza­ racciones suceden repetidamente durante meses y años, la desregu­
das o ignoradas; y/o son atribuidas o características socialmente lación emocional actuaría como un rasgo y las consecuencias serían
inaceptables» (Linehon y Kehrer, 1993, p. 402). El problema surge las características típicamente observadas en el TPL: aislamiento,
cuando el individuo es vulnerable emocionalmente, es decir, cuando tristeza, vergüenza, rabia y reiterados comportamientos impulsivos,
tiene alto reactividad emocional. No se reconocen los problemas q_ue aumentarían su frecuencia al ser reforzadas como métodos de
emocionales del niño, se le pide que cambie, pero no se le enseña regulación y/o evitación emocional. Por tanto, la vulnerabilidad tem­
cómo. El ambiente castiga la expresión de emociones negativas, prana interactúa con una historia de aprendizaje, lo q_ue determina
pero refuerza de forma intermitente las expresiones emocionales y mantiene los cuatro tipos de desregulación del TPL: la desregula­
ción emocional, conductual, interpersonal y cognitiva. A partir de
muy extremas (p. ej., romper cosas), por lo que el reforzamiento de
las emociones intensas enseña al individuo a oscilar entre lo inhibi­ esta interacción entre vulnerabilidad biológica e historia de apren­
dizaje se podría desarrollar la personalidad «límite».
ción emocional y conductas emocionales extremas.
En esta mismo línea, se ha desarrollado también el modelo de
coscados emocionales (Selby y Joiner, 2009). Este modelo com­
¿) Ambiente invalidante. Ambiente temprano ! i nfancia y plemento el anterior, especificando los procesos q_ue podrían poten­
ciar la desregulación emocional, cognitiva y comportamental. Según
adolescencia] relacionado con el desarrollo del TPL. La prin­
sus autores, la desregulación se exacerbaría por lo rumiación sobre
cipal característica de este ambiente es que las experien­
aspectos emocionales negativos (relacionados con aspectos del
cias privadas ! emociones, pensamientos, deseos, etc.] se pasado o del presente), lo que daría lugar a las «cascadas emocio­
toman, a menudo, como respuestas inválidas; son castiga­ nales». Las cascadas emocionales magnificarían el afecto negativo,
das, trivializadas, rechazadas o ignoradas; y/o son atribuí- causando el desarrollo de conductas desadaptativas (p. ej., autole­
das a características socialmente inaceptables. Este concep- sión) como una técnica de distracción de ese malestar amplificado
to se encuadra en el modelo biosocial de desarrollo del TPL. (Winsper, 2018).

Respecto a la vulnerabilidad biológica, Linehan, en su teoría ¿) Modelo de cascadas emocionales. Modelo teórico que
inicial, sugirió un número de sustratos biológicos de la desregulación complementa el modelo biosocial, espec ificando los proce­
emocional (p. ej., disfunción límbica), sin embargo, en ese momento sos que podrían potenciar la desreg ulación emocional, cog­
no existía mucha investigación al respecto. El modelo revisado ha nitiva y comportamental. La desregulación se exacerbaría
otorgado una mayor relevancia a la impulsividad (Crowell et al., por la rumiación sobre aspectos emocionales negativos, lo
2019) debido a las i nvestigaciones que indican lo morcado here­
que daría lugar a las «cascadas emocionales». Las cascadas
dabilidod del rasgo de impulsividad en el TPL (p. ej., Kendler et al.,
emocionales magnificarían el afecto negativo, causando el
2008). La impulsividad es considerada como un rasgo primario, y en
ocasiones independiente de la emoción. La impulsividad temprana desarrollo de conductas desadaptat ivas como una técnica
sería un aspecto característico de aquellos que más tarde recibirán de distracción de ese malestar amplificado.
un diagnóstico de TPL, y se equipararía a la vulnerabilidad emo­
cional biológica como otro factor de predisposición biológica, que
afectaría tanto a las dificultades presentes como a las futuras en la
regulación de una determinada emoción. B. Mode los de cognición soc ial desadaptativa
En lo Figura 11.l.l se presenta el modelo biosocial de desarrollo. Dentro de esta aproximación, el modelo de comunicación social
En este modelo, la impulsividad y lo desregulación emocional están recientemente revisado por el equipo de Fonagy (Fonogy et o l .,
invariablemente unidas. Sin embargo, podrían emerger independien­ 2017) es el que más apoyo ha recibido. Desde este modelo, la verdad
te y secuencialmente durante el desarrollo y contribuir a diferentes epistémico (una adaptación que permite al niño recibir conocimien­
aspectos de funcionamiento del TPL. Lo vulnerabilidad biológica to social por parte de sus referentes más mayores, dado el contexto
afectaría al temperamento del niño (se refiere a «contribución del en el q_ue viven y su forma de interpretarlo) y la comunicación social
niño» en la figura), q_ue a su vez afectará el contexto ambiental son centrales en el desarrollo temprano del TPL.
ttµ mi Manual de psicopatología. Volumen 2

Interacción de riesgo
/-------
Vulnerabilidad biológico:
Niño Ambiente involidonte
Influencias genéticas (polimorfismo Afectividad negativa Invalidación de las
5-HTT, gen TPH-1, receptor del gen emociones infantiles
5-HT, DAT-1>. Impulsividad Entrenamiento emocional
Anormalidades del sistema cerebral Alto sensibilidad inadecuado
(eje 5-HT, DA, HPA). a la ansiedad Refuerzo negativo de la
Disfunción fronto-límbica, bajo RSA. expresión de emociones
aversivas
Cuidado infectivo

El déficit de control de impulsos se combina con reforzamiento ambiental de labilidad emocional

-----y
Aumento el riesgo
de psicopotologío
~Aumento lo desregulación emocional
Aumenta la sensibilidad emocional
Respuesta intensa a estímulos
emocionales
Reacciones
o situaciones
emocionales
Retorno lento a la línea base emocional

Procesamiento
de la información
distorsionado
Incapacidad para
orí entarse a metas
no dependientes del
estado de ánimo
_J EJ
Incapacidad para
controlar la conducto
dependiente del
estado de ánimo

Proceso repetido
en el tiempo
Incremento del riesgo poro resultados negativos
Social: aislamiento social, relaciones problemáticas y pobres,
individuación inefectiva de los padres.
Cognitiva: baja autoeficacia, desesperanza, desorganización, disociación,
odio a sí mismo.
Emocional: vulnerabilidad emocional general, tristeza, vergüenza, rabio,
ansiedad.
Conductual: evitación persistente, conductas impulsivas frecuentes
(p. ej., autolesiones).
.,·

n
Los conductas desadaptativas repetidas con función de regulación/evitación de las emociones se refuerzan

( DIAGNÓSTICO DE TRASTORNO LÍMITE DE LA PERSONALIDAD

)) Figura 14.1. Reformulación del modelo biosocial de desarrollo !Crowell et al., 2009; adaptación al castellano por Garc ía-Palacios
y Navarro-Haro, 2016]
Capítulo 14. Trastorno de la personalidad límite ,; 1, •
Desde esta perspectiva, el TPL se conceptualizaría como un fallo dos y los siete años y los síntomas de TPL en la adolescencia (Lereya
de comunicación derivado de una ruptura temprana en la capaci­ et al., 2017>. De la misma forma, en otro estudio se encontró q_ue
dad de forjar las relaciones aprendidas. Si existe una ausencia de la desregulación en la infancia (trastornos internalizantes y exter­
claves no verbales (p. ej., contacto social, turno de palabra) por nalizantes) medió significativamente la asociación entre abuso en
parte del cuidador, la verdad epistémico no será estimulada. Por el la infancia y los rasgos del TPL a los 24 años <Bornovalova et al.,
contrario, el niño se vuelve hiper-vigilante o cerrado a la comuni­ 2013). Estos dos estudios apoyan la hipótesis de q_ue la desregulación
cación de conocimiento social. En familias con cuidadores abusivos en la infancia podría representar parcialmente la interacción entre
u hostiles, la desconfianza epistémico se convierte en un proceso experiencias desadaptativas tempranas y el desarrollo del TPL. Por
adaptativo. A lo largo del desarrollo, la hipervigilancia sobre las último, un estudio con una muestra de madres de alto riesgo y sus
relaciones sociales se puede manifestar como una sobre interpreta­ hijos encontró q_ue las alteraciones de auto-representación de los
ción (hiper-mentalización) de las intenciones de los otros. Por tanto, hijos durante la adolescencia mediaron significativamente la aso­
la disfunción de personalidad del TPL se mantendría por un círculo ciación entre apego desorganizado en la infancia y los síntomas del
vicioso producido por la interacción entre una disfunción socia/ y las TPL a los 28 años (Carlson et al., 2009). Estos hallazgos sugieren q_ue
dificultades de mentalización, definidas como la capacidad para la experiencia de alteraciones relacionales en la infancia precipita
entenderse a sí mismo y a los demás, así como para guiarse por los problemas futuros de funcionamiento personal, y subsecuentemente
propios objetivos <Bateman y Fonagy, 2004). La teoría sugiere q_ue podrían incrementar el riesgo de TPL (Wisper, 2016).
la mentalización se desarrolla a través de un proceso de experien­ Por último, respecto a la continua discusión sobre si el TPL pre­
cias durante la infancia en las q_ue uno se ve a sí mismo en la mente cede a otros trastornos comórbidos o si sucede al contrario, en una
de otro durante una relación de apego <Bateman y Fonagy, 2004). revisión sobre el TPL en la adolescencia se describen resultados
Las dificultades de mentalización en un ambiente inadecuado, por sobre la influencia de los trastornos mentales externalizante e inter­
tanto, producirían la desregulación emocional q_ue exacerbaría aún nalizantes en el TPL. Al contrario de lo q_ue se ha hipotetizado ante­
más la habilidad de mentalizar (Winsper, 2018). riormente, los estudios sugieren q_ue los trastornos externalizantes e
internalizantes en la infancia y adolescencia podrían ser predictores
2) Mentalización. La capacidad para entenderse a sí mismo del TPL (produciendo un incremento de síntomas) en la adolescencia
y la adultez y q_ue, sin embargo, los síntomas de TPL no preceden
y a los demás, así como para g uiarse por los propios objetivos. a estos trastornos. Otro dato interesante aportado es q_ue el TPL
no se explica en su totalidad por los trastornos internalizantes y
externalizantes a través del desarrollo, sugiriendo q_ue el TPL podría
C. Evidencia sobre predictores constituir una entidad única. Por último, algunos estudios sugieren
y mantenedores del TPL q_ue, en niños con trastornos externalizantes, las conductas exter­
nalizantes se reducirían a largo plazo y se produciría un desarrollo
E n la última década, s e h a planteado la necesidad de estudios de madurez normativo. Sin embargo, en personas con síntomas de
prospectivos para clarificar cómo y en q_ué orden los factores clave TPL la personalidad desadaptativa o el funcionamiento deteriorado
influyen en el desarrollo del TPL. Aunq_ue esta línea de investigación persistirían más allá de la disminución de síntomas, sugiriendo, por
está todavía en sus inicios, se han publicado algunos estudios intere­ tanto, una severidad mayor del TPL en contraposición a los otros
santes q_ue han evaluado los factores mediadores y las asociaciones trastornos (Sharp et al., 2018). A pesar de q_ue los resultados son
recíprocas entre factores de riesgo ambientales (p. ej., interacciones muy alentadores con respecto a clarificar las trayectorias del TPL,
sociales negativas) y los procesos individuales, y la posterior mani­ los estudios muestran algunas limitaciones y es necesaria más inves­
festación de síntomas de TPL a lo largo del desarrollo. tigación al respecto.
Las investigaciones q_ue evalúan el efecto de las interacciones En conclusión, parece q_ue se van esclareciendo algunos de los
sociales negativas en el desarrollo de los síntomas del TPL se han factores claves sobre la etiología del TPL. Independientemente de la
centrado principalmente en los estilos de crianza. En una muestra aproximación, los modelos teóricos y los estudios prospectivos plan­
de jóvenes de alto riesgo, una crianza severa se asoció moderada­ tean la importancia del ambiente temprano desadaptativo como
mente con la trayectoria de los síntomas del TPL entre los 14 y los un factor de riesgo clave en el desarrollo del TPL. Por tanto, con el
17 años, sugiriendo una relación recíproca entre estos dos factores objetivo de prevenir un trastorno grave y persistente, consideramos
(Stepp et al., 2014). Una extensión de este estudio encontró q_ue el urgente el desarrollo programas q_ue aborden el TPL de la forma
efecto del castigo severo en el desarrollo del adolescente con TPL más temprana posible.
estuvo mediado por los efectos tempranos de la crianza severa y el
pobre auto-control individual (Hallq_uist et al., 2015). Estos hallazgos
podrían apoyar aspectos de la teoría biosocial demostrando q_ue un [i,1 :�¡ I V. Caracte rísticas
ciclo coercitivo de crianza negativa y un reducido auto-control en la transdiagnósticas
infancia podría explicar la asociación entre el riesgo del ambiente y
el subsecuente desarrollo de los síntomas de TPL. E n e l apartado d e clasificación hemos visto los criterios diagnósticos
Por otro lado, con respecto a los procesos individuales q_ue q_ue se proponen para el TPL. Sin embargo, una forma muy común de
podrían influir en el desarrollo del TPL, un estudio mostró q_ue dife­ aproximarse a este trastorno, más allá de los criterios diagnósticos,
rentes respuestas de desregulación en la infancia, concretamente las es según las dimensiones psicopatológicas q_ue lo caracterizan (p. ej.,
pesadillas y la desregulación conductual y emociono! durante el día, Gunderson y Links, 2008; Gunderson, 2010> y q_ue podemos conside­
mediaron las asociaciones entre los factores de riesgo tempranos rar dimensiones transdiagnósticas ya q_ue pueden ser características
<temperamento, abuso y crianza desadaptativa) sucedidos entre los de otros trastornos. Describiremos brevemente esas dimensiones:

I.JSI
t f� Manual de psicopatología. Volumen 2
l. Desregulación emocional. Se incluiría en esta dimensión la vantes en los modelos teóricos del TPL, la desregulación emocional
gran dificultad de las personas con TPL en la regulación de y la hipersensibilidad interpersonal.
las emociones. Presentan una alta sensibilidad e inestabilidad Respecto a la desregulación emocional, Carpenter y Trull
emocional, reaccionan emocionalmente de forma intensa y les (2013) describen cuatro componentes de la misma en este trastor­
resulta muy difícil retornar a la línea de base emocional. Los no: sensibilidad emocional (alta reactividad emocional), tendencia
problemas de regulación emocional se dan de forma generaliza­ a experimentar niveles elevados de afecto negativo, falta de estra­
da, es decir, con la mayoría de las emociones. Estos problemas tegias de regulación emocional adecuadas (dificultades en regular
se traducen en muchas ocasiones en dificultades importantes qué emociones se experimentan, cuándo y cómo se experimentan)
en el control de la ira y en trastornos emocionales (trastornos y utilización de estrategias de regulación inadecuadas (conductas
depresivos y de ansiedad). impulsivas con el fin de manejar el afecto como autolesiones o con­
2. Desregulación comportamental. Esta dimensión hace referen­ sumo de sustancias; o estrategias cognitivas inadecuadas como la
cia a los problemas con el control de los impulsos. Las personas rumiaciónl.
con TPL presentan impulsividad en distintas áreas, como el con­ En cuanto a la dimensión de regulación emocional, Linehan
sumo de sustancias, la conducta sexual, el manejo del dinero, et al., (2007) matizan que en el TPL la desregulación emocional es
la conducta alimentaria, etc. Estas dificultades pueden tomar la persistente y tiene consecuencias en todo el proceso de regulación
forma de trastornos por uso de sustancias o trastornos alimenta­ emocional, como la tendencia a tener experiencias emocionales
rios entre otros. Los comportamientos suicidas en estos pacientes aversivas, la falta de habilidad para regular la activación fisiológica
también se pueden considerar dentro de la desregulación com­ intensa, problemas en desviar la atención de los estímulos emocio­
portamental y comprenden un amplio rango de manifestaciones nales, dificultades en el procesamiento de la información, pobre
que van desde las conductas parasuicidas, en las que la persona control de impulsos relacionados con afecto negativo, dificultades
se infringe daño físico, pero sin la intención de morir (golpes, en organizar la conducta para realizar acciones no dependientes del
cortes, quemaduras, etc.l hasta intentos graves de suicidio. estado de ánimo y, por último, la tendencia a bloquearse o disociar­
3. Hipersensibilidad interpersonal. Ya hemos comentado las difi­ se bajo condiciones de estrés elevado.
cultades interpersonales de las personas con TPL. Estas se carac­
terizan por un alto nivel de conflicto en las relaciones en dis­
tintos contextos interpersonales (familia, pareja, trabajo, etc.>. ¿) Desregulación emocional persistente. Déficit en la 1
Tienen una elevada sensibilidad al rechazo social. Les resulta reg ulación de las emociones típico del TPL que se carac­
muy difícil dar por terminada una relación y realizan esfuerzos
teriza por una alta reactividad emocional, alta intensidad
frenéticos para evitar el abandono. Un aspecto relacionado con
emocional, tendencia al afecto negativo, labilidad emocio­
,, t
estas dificultades es el sentimiento de no encajar.
l'
4-. Alteraciones de la identidad. Esta dimensión incluye las difi­ nal y lento retorno a la línea de base emocional.
. ,J
cultades en autodirección (confusión respecto a metas vita­
les), la confusión respecto al autoconcepto (imagen corporal,
La otra dimensión transdiagnóstica que está cobrando gran
importancia en la comprensión del TPL es la hipersensibilidad
identidad sexual) y los sentimientos crónicos de vacío. Es en
esta dimensión donde podemos encontrar la sintomatología
más grave que puede presentar una persona con TPL: los interpersonal, y más concretamente la cognición social. Como
estados disociativos y la sintomatología psicótica (ideación también hemos visto en el apartado de etiología los modelos que
paranoide l. provienen de la perspectiva psicodinámica inciden más en esta
dimensión y fueron los primeros en proponer que los déficits en las
representaciones mentales de los demás eran centrales en el TPL.
¿) Autodirección. La capacidad de establecer metas vitales
Roepke et al. (2013) resumen los déficits del TPL en cognición
social. Los problemas interpersonales que presentan indican proble­
coherentes y significativas y la capacidad de autocontrol. mas en la percepción, procesamiento y emisión de señales sociales.
La cognición social incluye habilidades como la interpretación ade­
cuada de las señales sociales verbales y no verbales que promue­
Estas dimensiones, con matices, son transdiagnósticas, compar­ ven, as su vez, respuestas sociales adaptativas. Uno de los conceptos
tidas por otros trastornos de la personalidad y otros trastornos men­ importantes en cognición social es la empatía que se compone de
tales. Por ejemplo: (al la impulsividad con el trastorno antisocial de un componente más cognitivo <la capacidad de inferir los estados
la personalidad, los trastornos por uso de sustancias o el trastorno mentales del otro y que también se ha denominado mentalización
por déficit de atención con hiperactividad; (b) la hipersensibilidad o teoría de la mente) y un componente más afectivo (la respuesta
interpersonal con el trastorno de personalidad por evitación; (c) la emocional ante el estado emocional de otra personal. Los estudios
desregulación emocional con los trastornos de ansiedad, la depre­ que se han realizado con respecto a cognición social en TPL indican
sión o los trastornos bipolares, y (d) las alteraciones de la identidad que las personas con este trastorno no tienen problemas en reali­
con los trastornos disociativos o los demás trastornos de la perso­ zar atribuciones complejas de las intenciones de los demás, pero
nalidad. muestran un sesgo sistemático a interpretarlas como malevolentes.
Como hemos visto en el apartado de etiología, los modelos teó­ También presentan déficits en la expresión de emociones que hacen
ricos del TPL se asocian a estas dimensiones que están recibiendo más difícil la interpretación de lo que sienten al interlocutor. Res­
gran apoyo empírico desde la ciencia psicológica y las neurocien­ pecto a la empatía, presentan dificultades en la interpretación de
cias. Nos detendremos en las dos que hemos mencionado como rele- los estados emocionales de lo demás.

q52
r Los resultados sobre teoría de la mente (o el componente cog­
nitivo de la empatíal y empatía no son concluyentes y parece que
otros factores, como historia de trauma infantil y comorbilidad con
estrés postraumático, serían predictores de déficits en teoría de la
Capítulo 14. Trastorno de la personalidad límite ,, r�¡

ámbito clínico y evalúa la presencia de TP siguiendo los criterios del


DSM-IV (APA, 1994, 2000). La fiabilidad test-re-test del diagnóstico
del TPL es excelente, oscilando entre .71 y .84 (Furnham et al., 2014).
Por otro lado, para medir los TP desde una perspectiva dimensio­
mente. Todos estos aspectos son muy relevantes para la compren­ nal, recientemente se ha desarrollado el Inventario de Personalidad
sión de las dificultades que presentan las personas con TPL respecto para el DSM-5 (Personality Inventory for DSM-5, PID-5; Krueger et
a una de las dimensiones más importantes en el funcionamiento al., 2012). El PID-5 es la medida del nuevo modelo dimensional de
humano, las relaciones interpersonales. 25 rasgos propuesto en el DSM-5 que se combinan para valorar
cinco dominios de rasgos: afecto negativo, desapego, antagonismo,
desinhibición y psicoticismo (Sección II del DSM-5; APA, 2013). La
¿) Cognición social. La función de percibir y procesar ade­ versión española de este cuestionario ha mostrado buena consis­
cuadamente las señales sociales (mediante procesamiento tencia interna en población general (o. = .86) y clínica (o. = .79)
consciente y no consc iente]. (Gutiérrez et al., 2017l.
Por otro lado, se han desarrollado entrevistas diseñadas para
¿) Empatía. La capacidad de comprender y valorar las moti­ diagnosticar específicamente el TPL. Es común el empleo de la
vac iones de los demás y los efectos de nuestras acc iones Entrevista Diagnóstica para Pacientes Límite Revisada Wiagnostic
sobre los demás. Interview far Borderline Patients-Revised, DIB-R; Zanarini et al.,
1989), la cual ha demostrado buena consistencia interna, fiabilidad
y validez discriminante en su versión original y en castellano marra­
china et al., 2004) y se ha considerado el instrumento científico
V. Recomendaciones para la internacional estándar en las investigaciones sobre TPL.
En cuanto a las medidas de autoinforme, se han desarrollado
evaluación y el tratamiento distintos cuestionarios, aunque la Lista de Síntomas Límite ( Border­
A. Eva luación line Symptom List, BSL; Bohus et al., 2001) es el primer instrumen­
to de autoinforme que evalúa cuantitativamente quejas específi­
Existen numerosas pruebas para evaluar el TPL. En este apartado cas (mejoría subjetiva de personas con TPLl. La versión completa
resumiremos los instrumentos más utilizados. (BSL-95) consta de 95 ítems basados en los criterios del DSM-IV, y
En primer lugar, la evaluación del diagnóstico categorial está en las opiniones de expertos clínicos y pacientes con TPL. Posterior­
basada en entrevistas clínicas semiestructuradas para evaluar los mente, se desarrolló una versión corta de 23 ítems (BSL-23, Bohus
trastornos de la personalidad (TP). Las más utilizadas son: la Entre­ et al. 2009; validada al castellano por Soler et al., 2013), que ha
vista Diagnóstica de los Trastornos de la Personalidad del DSM-IV mostrado buena consistencia interna y alta sensibilidad a los efectos
(Zanarini et al., 1996), el Examen Internacional de los Trastornos de de la terapia (Bohus et al., 2009).
la Personalidad (Loranger et al., 1999) y la Entrevista Clínica Estruc­ En la Tabla llt3 se resumen algunos i nstrumentos específicos
turada para los Trastornos de la Personalidad del Eje II del DSM-IV para evaluar el TPL que se han utilizado en la literatura científica,
(SCID-II; First et al., 1997). Esta última es la que más se utiliza en el según una revisión reciente (Furnham et al., 2014).

)) Tabla 14.3. Instrumentos específicos para la evaluación del TPL

Autor original/
Nombre . Esea1as · dades ps1eome
prop1e · 'tneas
·
, Espano
Vers,on � 1a
1
I

The Revised Zanarini et al., 1989 132 ítems. Excelente fiabilidad entre-evaluadores para
Diagnostic Borrachina et al., l. Afecto. la mayoría de los síntomas, con rangos entre
Interview for 2004 2. Cognición. moderados y altos (kappas entre .57-.73).
Borderlines 3. Patrones impulsivos de acción. Las dimensiones de psicopatología del TPL
obtuvieron una consistencia interna excelente.
<DIB-Rl. 'l. Relaciones interpersonales.
Buena validez predictiva longitudinal de
tasas de remisión (Zanarini et al., 2003). Los
estudios sugieren q_ue es una medida fiable
para medir diagnóstico y síntomas de TPL
(Zanarini et al., 2002). La versión española
mostró también buena consistencia interna
total (alfa de Cronbach: 0.89) y alta fiabilidad
entre evaluadores (correlación intra clase:
0.94) (Borrachina et al., 2004).
' - - - - - + - -- - - - - + - -- - - - ~ - - - --'

(Continúa)

q53
rri, 1 Manual de psicopatología. Volumen 2
li!,

) ) Tabla 14.3. (Continuación}

Autor original/
Nombre Escalas Propiedades psicométricas
Versión Española 1

Alta consistencia interna (ex = .85). La validez


1

Nueve ítems.
1

Zanarini Zanarini (2003)


Rating Scale l. Afectiva. convergente con las escalas del SCL-90 es alta,
for Borderline 2. Cognitiva. ambos evalúan síntomas en la última semana
Personality 3. Impulsiva. <p < .001; Zanarini, 2003).
Disorder q_ Interpersonal.
(ZAN-BPDl
The McLean Zanarini et al., Diez ítems. Diseñada para complementar Buenas puntuaciones de fiabilidad test-re-test
Screening (2003) las entrevistas clínicas, como instrumento basadas en los rangos totales de dos tiempos
Instrument de cribado del TPL. de administración (Spearman's rho = .72,
11' ·

Soler et al.., (2016)


for Borderline p < .0001; Zanarini et al., 2003). Buena validez
Personality concurrente con los criterios de TPL del DSM-
Disorder IV-TR. La versión española también presentó ¡:!¡
(MSI-BPD) buenas propiedades psicométricas (elevada
consistencia interna: KR-20 = 0.87; y una
óptima fiabilidad test-retest: CCI = 0.87l 1,
como instrumento de cribado del TPL <Soler
!i

et al., 20l6).
Borderline Poreh et al., 80 ítems. La escala completa es muy fiable. La lt
Personality (2006) l. Impulsividad. mayoría de las sub-escalas son generalmente
Questionnaire 2. Inestabilidad afectiva. satisfactorias, a excepción de la escala ,.

<BPO> 3. Abandono. de estados cuasi-psicóticos. La validez


discriminante y convergente fueron altas
1!!,
q_ Relaciones.
5. Auto-imagen.
con el MMPI-2 (Minnesota Multiphasic
Personality Inventory-2) y el SPO
6. Suicidio/Autolesión.

J
(Schizotypal Personality Questionnaire)
7. Vacío.
8. Ira intensa. :
9. Estados cuasi-psicóticos.
Borderline Pfohl et al., (2009) 80 ítems. Los resultados encuentran buena fiabilidad
Evaluation of l. Sub-escala A (ocho ítemsl evalúa test-retest <r = .61, p < .001>. La consistencia
Severity Over pensamientos y sentimientos problemáticos interna es excelente, con puntuaciones de alfa
Time <BESTl del TPL (i. e., ideación suicidal. Cronbach entre moderadas y altas a través de
2. Sub-escala B (cuatro ítems) evalúa conductas las diferentes mediciones en diferentes sesiones
negativas o problemáticas (i. e., conductas de tratamiento durante el estudio, lo que indica ·,:
impulsivas). también una fuerte validez de constructo
3. Sub-escala C (tres ítems) conductas positivas l'i;
aprendendidas en terapia (i. e., seguir los
planes de terapia). Se mide semanalmente. i!,.
Five Factor Mullins-Sweatt 48 ítems. Todas las sub-escalas mostraron buena
::

Borderline et al., (2012) l. Incertidumbre ansiosa. consistencia interna (no menores de .77) y una '

Inventory <FFBil 2. Ira desregulada. buena validez convergente y discriminante


3. Desaliento.
q_ Auto-perturbación. H
5. Desregulación conductual.
6. Desregulación afectiva.
7. Fragilidad.
8. Tendencias disociativas.
9. Desconfianza.
10. Manipulación.
11. Oposicionismo.
12. Temeridad.
Capítulo 1 4. Trastorno de la personalidad límite

) ) Tabla 14.4. Recomendaciones generales sobre la práctica de la psicoterapia para el TPL

l. Para introducir uno intervención psicológico, se deben considerar lo gravedad, objetivos, necesidades, actitudes, motivación y capacidad
/
'
de cada paciente.
2. Se recomienda considerar los objetivos terapéuticos, vitales y las preferencias de cada paciente en relación con las modalidades de
1

intervención psicológica y psicosocial disponibles.


3. Cuando se proporcione tratamiento psicológico, el equipo de tratamiento y el terapeuta responsable deben aplicar un planteamiento teórico
explícito, que deberán compartir con el paciente.
q_ La intervención psicológica o psicosocial debe incorporarse en el marco terapéutico general y ofrecerse como parte esencial de una
asistencia integral y estructurada.
5. Las intervenciones psicológicas deben contar con espacios de supervisión que garanticen la adecuación de las técnicas empleadas
y el seguimiento de los procesos terapéuticos.
6. Es importante monitorizar los efectos de la intervención sobre los síntomas del TPL, sobre las variables de resultado comúnmente aplicadas,
1

y sobre el funcionamiento global del paciente. .,,


\..

B. Tratam iento mentol en ser evaluado empíricamente poro el TPL (Linehon et al.,
1993). Esto terapia fue diseñado poro el tratamiento de personas
Como hemos estado revisando, el TPL se encuentra entre los proble­ con TPL y comportamientos suicidas (Linehon, 1987) y se conside­
mas psicológicos más complejos y difíciles de tratar. La psicoterapia ro actualmente uno de los terapias de tercera generación (Hoyes,
se ha considerado el primer tratamiento para el TPL. La último revi­ 2004). Incluye principios de lo filosofía dialéctico, de lo terapia de
sión sistemático reconoce cuatro i ntervenciones psicológicos, por conducto y de lo práctico Zen. Basándose en el modelo biosociol,
haber mostrado su superioridad en comparación con grupos contro­ los objetivos principales de esto intervención son: (o) lo validación
les (Stoffers et al., 2012). Se citan en orden del número de estudios de los capacidades de lo persono poro que el individuo aprendo o
publicados. Nosotros añadimos otro programo, STEPPS que también confiar y validar sus experiencias íntimos, y (b) el entrenamiento en
ha demostrado evidencio empírico. habilidades (Linehon, 2015) poro modular lo emocionolidod extremo
l. Terapia Dialéctico Comportomentol Wialectical Behavior Thera­ y así reducir los conductos desodaptativos (p. ej., outolesiones). Lo
py, DBT). intervención hoce énfasis en el equilibrio entre las habilidades de
2. Terapia Basado en lo M entalización (Mentalization Based aceptación (mindfulness o consciencia pleno y tolerancia al moles­
Therapy>. tar) y los habilidades de cambio (regulación emocional y eficacia
3. Psicoterapia Focolizodo en lo Trasferencia ( Transference Focused
interpersonal>. Lo finalidad de esto terapia es que lo persono no solo
Psychotherapy, TFP). aprendo o sobrevivir, sino a tener una vida que valga la pena. Esto
terapia tiene cuatro formatos de intervención: psicoterapia indivi­
IJ. Terapia Centrado en Esquemas (Schema Focused Therapy, SF n.
dual, entrenamiento en habilidades, generalización de habilidades o
5. Programo STEPPS (Systems Training far Emotional Predictability través de consultas telefónicos y el equipo de consulto poro los tera­
and Problem Solving>. peutas. Lo primero fose de lo DBT es la que cuento con más estudios
Lo DBT se reconoce como lo intervención psicológico con mayor de eficacia (García-Palacios y Navarro-Hora, 2016). En lo Tabla IIJ.5
evidencio empírico poro el tratamiento del TPL (Stoffers et al., se describen los foses y metas del programa de tratamiento.
2012), aunque se necesitan más estudios de replicación. Basándose en el modelo de regulación emocional, uno interven­
Existen distintos guías internacionales y nocionales que ofrecen ción cognitivo-comportomentol en formato grupal es el Programa
los directrices básicos para el tratamiento del TPL como la guío STEPPS. Los objetivos de esto terapia son el entrenamiento en habi­
del National Institute for Health and Care Excellence para el trata­ lidades poro una mejor integración en el sistema social y profesional
miento y manejo del TPL (2009) de Reino Unido (Guío NICE>. En lo de lo persono con TPL de tal manero que ello le permito utilizar
Tabla IIJ.IJ, se detallan algunos de los recomendaciones generales los sistemas de apoyo social de un modo más efectivo (Blum et al.,
de práctico clínica según lo último guío sobre el TPL de Cataluña 2002). STEEPS presenta un tratamiento monuolizado poro simplifi­
(Servicio Catalán de lo Salud. Departamento de Salud de Generolitot car el entrenamiento en habilidades (Block et al., 2004). Uno inter­
de Cataluña, 2011>. vención más cognitivo es la Terapia Centrada en Esquemas. Es una
Dentro de los terapias cognitivo-comportomentoles, destocamos extensión del modelo cognitivo original de Beck pero se focolizo en
lo DBT (Linehon, 1993; Linehon, 2015), lo SFT (Young et al., 2003) lo más profundo del nivel de cognición, los esquemas (Young. 1999).
y STEPPS (Blum et al., 2002, manual traducido al castellano por Según el autor, los esquemas disfuncionales mantendrían lo psico­
García-Palacios et al., 2017). Como acabamos de indicar, lo DBT es potologío del TPL. El tratamiento está orientado o lo comprensión
lo que cuento con mayor apoyo empírico y, por tonto, realizaremos de uno mismo y o acentuar lo alianza terapéutico poro la modifica­
uno explicación más extenso de esto intervención. ción y reestructuración de esquemas.
Lo Terapia Dialéctica Comportamental, desarrollado por Respecto o lo eficacia de los intervenciones que surgen de
Morsho Linehon, fue lo primero intervención cognitivo-comporto- modelos psicodinámicos, lo Terapia Basada en la Mentalización

I.J55
t �- Manual de psicopatología. Volumen 2

)) Tabla 14.5. Fases y metas de la terapia dialéctica comportamental

Objetivo general: reducir las conductas más incapacitantes y graves.


Establecimiento de metas terapéuticas
Establecimiento de la relación terapéutica
Acuerdos entre paciente y terapeuta
Reducción de conductas suicidas
Reducción de conductas que interfieren en la terapia
Reducción de conductas que interfieren en la calidad de vida
Incremento de habilidades comportamentales: mindfulness, regulación emocional, tolerancia al malestar, eficacia interpersonal.
Objetivo general: experimentar emociones después de un patrón de evitación experiencia!.
Tratamiento del estrés postraumático/duelo patológico
Objetivo general: intervención en problemas vitales
Asesoramiento vocacional, laboral, de pareja, etc.
Objetivo general: reducir sentimientos de vacío y soledad y aumentar sentimientos de plenitud.
Logro de metas individuales.

(Bateman y Fonagy, 1999) es la que ha recibido mayor apoyo empí­ Este trastorno presenta una alta comorbilidad con otros trastornos
rico. Consiste en un programa que incorpora aspectos de la terapia como los trastornos depresivos, bipolares, trastornos de ansiedad,
cognitiva y que fue adaptado para hospitalización parcial en el sis­ trastorno de estrés postraumático, uso de sustancias y trastornos
tema de salud de Inglaterra. Esta intervención deriva de la teoría alimentarios, entre otros. Uno de los problemas asociados al TPL es
del apego y de la teoría de la mente. Se basa en la capacidad de el suicidio. Entre el 6 % y el 10 % de las personas con este trastorno
mentalizar, es decir, centrarse en los estados mentales (deseos, sen­ se suicidan. Estos datos justifican que el TPL sea el trastorno de la
timientos, pensamientos, etc.l de uno mismo y de los demás, parti­ personalidad que más atención ha recibido por parte de los clínicos
cularmente para explicar la propia conducta <Fonagy y Target, 1997). y los investigadores.
El objetivo principal es estabilizar la estructura del sí mismo y de la Los modelos etiológicos actuales emplean aproximaciones
capacidad para crear relaciones seguras (Bateman y Fonagy, 2004). interdisciplinares sobre el desarrollo del TPL, considerando facto­
En resumen, a pesar de que las intervenciones provienen de res etiológicos a diferentes niveles de análisis: genético, neuronal,
orientaciones teóricas diferentes, todas ellas se centran en aumen­ conductual, familiar y social. Además, han aumentado los estudios
tar la capacidad para tomar conciencia de las experiencias íntimas centrados en los antecedentes y síntomas del TPL, así como en
para, desde ahí, modificar la psicopatología disfuncional. Pese a las características encontradas en la adolescencia temprana. Los
que se necesitan más evidencias, es importante señalar que se está modelos teóricos más relevantes se centran en la desregulación
consiguiendo diseñar programas de tratamiento específicos para un emocional (p. ej ., Crowell et al. 2009) y en la cognición social (Fona­
problema resistente y que causa un alto grado de sufrimiento a la gy et al., 2017).
persona que lo padece.
Una de las líneas de trabajo más importantes en el estudio del
TPL en la actualidad es descubrir los factores de vulnerabilidad y las
V I . Resumen de aspectos complejas trayectorias que llevan al desarrollo del TPL. Las investi­
gaciones hasta ahora indican que se van esclareciendo algunos de
,,jj¡h ,

fundamentales y te ndencias los factores claves sobre su etiología. Independientemente de la


aproximación, los modelos teóricos y los estudios prospectivos plan­
futuras tean la importancia del ambiente temprano desadaptativo como un
E l trastorno de l a personalidad límite <T PU constituye un patrón factor de riesgo clave en el desarrollo del TPL.
generalizado de funcionamiento patológico que se manifiesta en Respecto a la evaluación, disponemos de instrumentos de eva­
distintos contextos desde la adolescencia o principios de la edad luación en forma de entrevistas diagnósticas y autoinformes especí­
adulta y que se caracteriza por una gran inestabilidad emocional, ficos para el diagnóstico y la valoración de las características clíni­
dificultades en el control de los i mpulsos y gran hipersensibilidad cas y las dimensiones relevantes en el TPL. En cuanto al tratamiento,
interpersonal. Las dificultades provocan malestar e interferencia de en los últimos 25 años hemos asistido a una mejora significativa en
gravedad variable, desde una interferencia moderada a una grave­ el desarrollo y validación empírica de programas de tratamiento
dad extrema. La prevalencia del T PL en la población general es de psicológico desde distintas perspectivas teóricas (cognitivo-compor­
alrededor del 1 %, siendo más prevalente en mujeres (75 %l. En la tamental, perspectiva psicodinámical que demuestran que el T PL,
población clínica estas cifras aumentan a 6 % en atención primaria, incluso cuando es grave, puede tratarse y se consiguen resultados
12 % en atención secundaria y 22 % de los pacientes hospitalizados. significativos en dimensiones psicopatológicas centrales como la

I.J56
Capítulo 14. Trastorno de la personalidad límite ;I ,�¡

regulación emocional, la impulsividad y la hipersensibilidad inter­ como la de q_ue el TPL es un trastorno con un curso crónico y debi­
personal, así como el nivel de funcionamiento general. litante por el q_ue poco se podía hacer. Actualmente no podemos
En este capítulo hemos intentado describir los aspectos psi­ afirmar q_ue el TPL no sea tratable y, es más, si se trata adecuada­
copatológicos más relevantes sobre el TPL. Nos gustaría finalizar mente, se consiguen mejorías significativas q_ue están asociadas con
afirmando q_ue el conocimiento sobre este trastorno ha avanzado esos indicadores de disminución de la sintomatología y la comorbi­
muy significativamente en las últimas dos décadas. Los esfuerzos de lidad a lo largo del tiempo. Los avances en la investigación de los
excelentes investigadores y clínicos en todo el mundo han resultado factores tempranos asociados al inicio del trastorno indican también
en una mejor conceptualización de las características clínicas, cri­ q_ue se puede prevenir un trastorno grave y persistente, por lo q_ue se
terios diagnósticos, síntomas y trastornos asociados, curso y factores hace urgente el desarrollo de investigación en procedimientos q_ue
etiológicos, evaluación y tratamiento, desmitificando algunas ideas aborden el TPL de la forma más temprana posible.

•• Té rminos c lave
Ambiente invalidante 449 Empatía 453 Modelo híbrido de clasificación
Autodirección 452 I dentidad 445 de los trastornos de la
Cognición social 453 Mentalización 457 personalidad 446
Des regulación emocional Modelo d e Cascadas Trastorno de la personalidad
persistente 452 Emocionales 449 límite 444

•• Lectura s recomendadas
Belloch Fuster, A . y Fernández Álvarez, H. (2010l. Tratada de trastornos el Dr. Gunderson presenta la caracterización psicopatológica
de la personalidad. Madrid: Síntesis. del TPL, así como los distintos niveles de abordaje del trastorno,
En este libro se recogen los avances fundamentales sobre las carac­ describiendo las distintas aproximaciones terapéuticas desde la
terísticas clínicas, el diagnostico, la etiología y los tratamientos farmacológica, psicoterapia individual, terapia familiar y terapia
disponibles para los trastornos de la personalidad . Un manual en grupal.
castellano de dos de los autores más relevantes en España y Améri­ Linehan, M. M. (1993). Cognitive-behavioral treatment of borderline per­
ca Latina en trastornos de la personalidad. sonality disorder. New York: Guilford.
Belloch Fuster, A., Fernández-Álvarez, H. y Pascual-Vera, B. (2019). Guía En este manual, Marsha Linehan, una de las autoras que más ha
de intervención en trastornos de la personalidad. Madrid: Síntesis. contribuido a la comprensión y tratamiento del TPL presenta su
Un manual actualizado que incide en los últimos avances respecto modelo biosocial y su programa de tratamiento, la terapia dialécti­
a los tratamientos de los trastornos de la personalidad, presentando ca comportamental.
los criterios generales de indicación terapéutica, los distintos modelos Yeomans, F. E. y Levy, K. N. (2018). Borderline personality disorder. Psy­
terapéuticos y su eficacia. chiatric Clinics of North America, 1//. Special issue.
Esbec, E. y Echeburúa, E. (2015). El modelo híbrido de clasificación de los Monográfico sobre trastorno límite de la personalidad q_ue realiza
trastornos de la personalidad en el DSM-5: un análisis crítico. Actas una exhaustiva revisión de los aspectos psicopatológicos del TPL
Españolas de Psiquiatría, 1/3, 177-186. con artículos de revisión sobre diagnóstico, epidemiología, comor­
En este artículo se recoge de forma muy clara la propuesta alterna­ bilidad, trastorno diferencial, modelos etiológicos, evaluación y tra­
tiva del DSM-5 para los trastornos de la personalidad. Los autores tamiento.
realizan una excelente descripción de las aportaciones de esta pro­ Winsper, C. (2018). The aetiology of borderline personality disorder
puesta a la comprensión de los trastornos de la personalidad, así (BPDl: contemporary theories and putative mechanisms. Current
como un análisis crítico de la misma. Opinion in Psychology, 21, 105-110.
Gunderson, J. G. (2008). Borderline personality disorder: A clinical guide. Un artículo de fácil lectura que recoge el estado de la cuestión de
American Psychiatric Association. la etiología del trastorno límite de la personalidad, revisando la
Un manual imprescindible de uno de los autores más importantes evolución de las distintas teorías y presentando una integración de
en la conceptualización y tratamiento del TPL. En este manual estas desde una aproximación de psicopatología del desarrollo.

LJ57
... 2
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q59
1D Manual de psicopatología. Volumen 2

•• Autoeva luación
l. En l a CIE- 1 1 e l patrón límite d e l a personalidad aparece e> Los modelos de desregulación emocional y de la cognición
como: social desadaptativa.
a) Un trastorno separado de los demás trastornos de la per- d) Los modelos de las cascadas emocionales.
sonalidad.
7. Señale la respuesta correcta:
b) Un especificador de patrón de personalidad prominente.
a) El ambiente temprano desadaptativo es un factor de ries­
c) No aparece el patrón límite en la CIE- 11. go clave en el desarrollo del TPL.
d) Uno de los trastornos graves de la personalidad.
b) Los síntomas del TPL preceden a los síntomas de trastor­
2. El trastorno límite de la personalidad en adultos se diag­ nos internalizantes y externalizantes en la adolescencia.
nostica más en: c) La desregulación emocional en la infancia representa to­
a) Mujeres. talmente la interacción entre experiencias desadaptativas
b) Varones. tempranas y el desarrollo del TPL.
c) No se tienen datos de las diferencias entre sexos. d) Los estilos de crianza no se asocian con el desarrollo del
d) No hay diferencias en prevalencia entre sexos. TPL.
3. Las conductas parasuicidas se puede definir como: 8. Señale la respuesta correcta sobre las recomendaciones
a) El prímer intento grave de suicidio. para la evaluación del TPL.
b) Un intento de suicidio no consumado. a) Los modelos categoriales del TPL se basan en el uso de
autoinformes para evaluar el TPL.
c) Un intento de suicidio reiterado (dos o más intentos).
b) El TPL no se puede evaluar de una forma dimensional.
d) Infringirse daño físico sin la intención de morir.
e) Las entrevistas clínicas semiestructuradas se recomiendan
ll-. El TPL presenta una alta comorbilidad con: para diagnosticar el TPL.
a) La esquizofrenia. d) No existen autoinformes válidos para evaluar los síntomas
b) Los trastornos alimentarios. del TPL.
9. La terapia basada en la mentalización se enmarca en la
c) Los trastornos del neurodesarrollo.
d) El trastorno de estrés agudo. perspectiva:
5. Específicamente en la adolescencia, al hacer el diagnós­ a) Psicodinámica.
tico de TPL hay que tener en cuenta hacer el diagnóstico
diferencial con:
b) Cognitiva.
c) De aceptación y compromiso.
a) En la adolescencia no se puede diagnosticar el TPL.
b) Los problemas relativos al grupo primario de apoyo. d) Cognitivo-comportamental.
e) Los conflictos de pareja. 10. La intervención psicológica con más evidencia para el TPL
d) Los problemas de identidad. es:
6. Los principales modelos etiológicos sobre el desarrollo del a) El programa STEPPS.
TPL son: b) La Terapia Centrada en Esquemas.
a) Los modelos interdisciplinares. c) La Terapia Basada en la Mentalización.
b) Los modelos de vulnerabilidad biológica e impulsividad. d) La Terapia Dialéctica Comportamental.
PARTE 1 1 1

Trastornos asoc iados a l neurodesarro l lo


y cic lo vita l

r
CAPÍTUL0 15

TRASTORNO DEL ESPECTRO DEL AUTISMO


Francisco Ramos Campos, Miguel Pérez Fernóndez y Ana Victoria Torres García

l. Introducción 1/63 VI. Teoría explicativas 1/16


11. El concepto de trastorno del espectro del autismo 1/61/ A. Teorías biológicas 1/11
A. Del autismo infantil al trastorno del espectro B. Teorías psicológicas 1/18
del autismo 1/61/ C. Teorías ambientales 1/80
B. Características clínicas 1/65 VII. Recomendaciones para la evaluación
III. Criterios diagnósticos DSM-5 y CIE- 1 1 1/69 y el tratamiento 1/81
A. Criterios diagnósticos del DSM-5 1/69 VIII. Resumen de aspectos fundamentales
B. Criterios diagnósticos de la CIE- 11 1/69 y tendencias futuras 1/83

IV. Epidemiología y curso evolutivo 1/73 TÉRMINOS CLAVE 1/85


A. Epidemiología: prevalencia 1/73. LECTURAS RECOMENDADAS 1/85
B. Curso evolutivo 1/73.
RECURSOS ELECTRÓNICOS 1/85
V. Diagnóstico diferencial, comorbilidad
y características transdiagnósticas 1/73 PELÍCULAS 1/85

A. Diagnóstico diferencial y comorbilidad 1/73 REFERENCIAS 1/86


B. Características transdiagnósticas 1/16 AUTOEVALUACIÓN 1/9/

, :· · l . I ntro ducción
El trastorno del espectro del autismo <TEA, por sus siglas) es uno de A pesar de q_ue Bleuler fue el primero q_ue utilizó el término
los trastornos del neurodesarrollo q_ue más ha suscitado la atención «autismo» en personas adultas con esq_uizofrenia, se considera
en los últimos años. También en los medios de comunicación se le a Leo Kanner (1943) como el autor pionero en investigar y defi­
conoce por la denominación <<trastorno del espectro autista». nir este trastorno en los niños. Kanner describe el extraño y similar
Son tantos los trabajos de investigación dedicados a este tras­ comportamiento de once niños, q_ue a su vez es muy diferente del
torno q_ue no es extraño q_ue Uta Frith (2004), una de las investiga­ comportamiento de otros niños con trastornos psicopatológicos; sin
doras más destacadas en este campo, reconozca q_ue el TEA consti­ embargo, el comportamiento de estos niños no había sido descrito
tuye un enigma aún por resolver. En la actualidad, se considera q_ue con anterioridad en la literatura científica y el diagnóstico de estos
el TEA es un trastorno del desarrollo, de origen neurobiológico, q_ue once niños no figuraba en ningún sistema nosológico de la época.
se manifiesta durante los primeros años de vida y q_ue perdura a lo Kanner denomina a este trastorno «autismo infantil» (también des­
largo de todo el ciclo vital (Canal, 2007; Levy, Mandell y Schultz, pués se le conocerá como «síndrome de Kanner») y lo considero
2009). como un síndrome comportamental q_ue aparece en los primeros
El término «autismo» proviene del griego «autos» y significa años de vida y q_ue se manifiesta por graves alteraciones de los
«uno mismo». Fue utilizado por primera vez por Bleuler (1911) para relaciones sociales, alteraciones del lenguaje y de los procesos cog­
referirse a la marcada tendencia de los pacientes esq_uizofrénicos a nitivos: además, algo q_ue resulto muy llamativo en estos niños es la
vivir encerrados en sí mismos, aislados socialmente y casi sin comu­ realización de movimientos repetitivos sin finalidad específico (tics
nicación con el mundo exterior. motores/estereotipias motoras).

463
Manual de psicopatología. Volumen 2

Dado el contexto de la psicopatología y la psiquiatría de la


época, dominado por las teorías dinámicas, Kanner concibe este ¿) Espectro. La palabra «espectro» en medicina designa a '
trastorno como una alteración del contacto psicoafectivo. Para dife­ un grupo de enfermedades o trastornos que, aunque pue- ,
renciarlo de la esquizofrenia, propone el termino autismo infantil,
debido a que el trastorno se inicia a una edad muy temprana, y que den ser distintos, comparten síntomas com unes, antece­
en estos niños predomina como síntoma principal la dificultad de dentes familiares comunes, substrato biológico común y
relación con las personas, incluso con sus propios padres, hermanos respuesta terapéutica similar. En psicopatología también
y otros familiares. Kanner también señala q_ue el trastorno origina puede entenderse como un conjunto de síntomas primarios
graves dificultades de comunicación y la tendencia de estos niños a • o dominios principales que definen operativamente un tras­
permanecer aislados y ensimismados en actividades motoras caren­ torno mental [y sus posibles variaciones o subtipos¡. Los sín­
tes de finalidad adaptativa. tomas o dominios que constituyen el espectro pueden variar
Considerar el «autismo infantil» como consecuencia de una en intensidad, duración y gravedad. El termino se vincula
supuesta «carencia afectiva» provocó q_ue la mayor parte de las con el aspecto dimensional de los trastornos mentales.
investigaciones llevadas a cabo en esos años lo identificaran como
un trastorno emocional, perspectiva que se ocupó de desarrollar
ampliamente la escuela psicoanalítica (véase Artigas-Pallares y Pau­
la, 2012; Baron-Cohen, 1993; Frith, 2003). Posteriormente, partir casos de niños con un trastorno mental grave q_ue implicaba una
de 1960, comienzan a diversificarse las líneas de i nvestigación; severa alteración del desarrollo; sin embargo, eran diagnostica­
una de las más notables es la de Rutter (1978) que sugiere, como dos con etiquetas como demencia precoz, esquizofrenia infantil y
hipótesis explicativa, la existencia de una alteración grave en el demencia infantil, entre otros diagnósticos (Rutter, 1978); una clara
desarrollo del lenguaje (véase en el Volumen I de este manual el extrapolación de las psicosis adultas, aunque con un comienzo más
Capítulo 9: «Psicopatología del lenguaje»>. Se comprueba reitera­ temprano.
damente que el desarrollo motor, psicomotor, lingüístico, cognitivo,
emocional y social de los niños con TEA no solo está retrasado, sino La gran aportación de Kanner fue precisamente desligar el
también alterado, aunque en diverso grado; es por eso que el perfil «trastorno autista» de la psicopatología del adulto y definir un
de desarrollo de estos niños es muy heterogéneo con grandes dife­ nuevo trastorno infantil.
rencias de unas personas a otras. Kanner definió el autismo como «una innata alteración del
En la actualidad, el DSM-5 y la CIE- 1 1 han englobado todos contacto afectivo». El síntoma principal del trastorno es la inca­
los diagnósticos relacionados con el autismo en un único término pacidad para relacionarse normalmente con las personas. Kanner,
denominado «trastorno del espectro del autismo» (TEA). desde el primer momento, da especial relevancia a los déficits en las
relaciones interpersonales. Aunque, como ya hemos dicho, incluye
Existe consenso en agrupar los síntomas principales del TEA problemas lingüísticos y cognitivos en su descripción, estos pasan
en tres grandes dominios que constituyen el núcleo esencial del a un segundo término con menor peso explicativo, lo que en años
«espectro del autismo»: (a) afectación de la interacción social; posteriores llevó a definir el autismo en términos de carencias emo­
(b) alteraciones en las habilidades de comunicación; (e) patrones cionales y dificultades en las relaciones sociales.
restrictivos y repetitivos de comportamiento, intereses o activida­
des (Artigas-Pallares y Paula, 2012; Lozano, Castillo y Cerezo, 2014; Hasta 1970 no se da un salto cualitativo en la revisión del con­
Oviedo et al., 2015; Schottle et al., 2017). cepto de «autismo infantil». Rutter ( 1978) discrepa de Kanner en
considerar la carencia afectiva como síntoma primario o rector del
Por otra parte, con la aparición de nuevas técnicas de explora­ trastorno y las alteraciones del lenguaje como síntoma secundario.
ción genética, neurológica (técnicas de neuroimagen), neuropsico­ En su redefinición del trastorno, Rutter lo considera un síndrome
lógica, psicológica, educativa y social se ha dado un espectacular conductual, postula que tiene un origen orgánico cerebral y consi­
avance en el conocimiento de este trastorno, en su evaluación y tra­ dera que las alteraciones del lenguaje son el síntoma principal del
tamiento. La aplicación temprana de técnicas terapéuticas psicoló­ trastorno, minimizando el papel de la alteración emocional como
gicas, educativas y sociales contribuye poderosamente a mejorar la
hipótesis explicativa.
competencia y calidad de vida de estas personas.
El conocimiento progresivo, obtenido a través de investigacio­
A lo largo de este capítulo pretendemos realizar una síntesis, lo
nes realizadas sobre la relevancia de las diversas variables q_ue con­
más clarificadora posible, sobre el trastorno del espectro del autis­
curren en el autismo infantil, fue relegando a un segundo plano la
mo (TEA), considerado actualmente como un trastorno del neurode­
concepción clásica del síndrome como un trastorno afectivo (Wing
sarrollo, tanto en el DSM-5 como en la CIE-11.
y Atwood, 1987). Además, describir el autismo infantil en términos
de «déficits» (problemas lingüísticos, cognitivos, afectivos, etc.;
,füí1- 1 1 . E l conce pto d e tra sto rno d e l véase Canal-Bedia, 2007) condujo a que el síndrome fuese consi­
derado en la categoría de la discapacidad, adquiriendo un mayor
e s pectro d e l autismo ( T E A) peso etiopatogénico los déficits lingüísticos y cognitivos por encima
A. Del autismo infantil a l trastorno de los afectivos.
En un intento de llegar a un consenso interprofesional, la Natio­
del espectro d e l autismo nal Society for Autistic Children (NSAC) de Estados Unidos elabora
El concepto de autismo infantil ha sufrido diferentes reformulaciones y aprueba en 1977 una definición de su comité técnico. Al igual q_ue
en el transcurso de los años, desde que Kanner lo define por primera Rutter, el comité hace referencia a un síndrome conductual cuyas
vez en 1943. En la primera mitad del siglo xx ya se habían descrito alteraciones esenciales implican graves dificultades en el desarrollo
Capítulo 1 5. Trastorno del espectro del autismo m. ·�

lingüístico, cognitivo, afectivo y social, siendo muy acusada la inca­ a. Alteraciones del comportamiento social
pacidad para relacionarse con otras personas, así como la presencia
Cuando se dice que un niño es autista, la primera imagen que a
de respuestas anómalas a estímulos sensoriales.
mucha gente le viene a la cabeza es la de un niño roro, tímido, que
A pesar de estas descripciones, el debate sobre cuáles son los no habla ni juega con nadie, parece como si viviera en un mundo
síntomas primarios o rectores en el diagnóstico del autismo infantil aparte, ignorando a todos, incluso a sus padres y hermanos.
siguió siendo muy controvertido y polémico. No obstante, quizá fue
Los problemas que presentan los niños con TEA en su compor­
esta falta de acuerdo lo que favoreció un cierto consenso que se
tamiento social son quizás el aspecto más conocido. El déficit social
plasmó en el DSM-3 y la C IE-9, ya que ambas clasificaciones, con
es más evidente en los primeros años de vida, de ahí que la mayo­
la finalidad teórica de alejar definitivamente el autismo infantil de
ría de las descripciones sobre las alteraciones sociales de los niños
las psicosis, lo consideraron como un «trastorno generalizado del
con TEA se refieran a las pri meras etapas de su vida y no a las
desarrollo» que afecta a un amplio espectro de áreas: lingüística,
etapas posteriores en las que se produce una acusada variabilidad
afectiva, cognitiva, conductual, comunicativa y social.
de estas alteraciones. La variabilidad y diversidad observada en el
Sin embargo, Baird et al. (1991) propusieron abandonar el tér­ comportamiento social llevó a algunos autores a proponer subtipos
mino «trastorno generalizado del desarrollo» porque el TEA cons­ de autismo en función de la alteración social que predominaba en
tituye más un trastorno específico del desarrollo que un trastorno el niño. En este sentido, Siegel et al. (1986) basaron su tipología del
generalizado; ya que, a pesar de las características, heterogeneidad autismo en los aspectos conductuales y en las habilidades cogniti­
y gravedad de los síntomas, no todas las personas con TEA presen­ vas, en tanto que Wing y Gould (1979) hicieron más hincapié en las
tan discapacidad intelectual asociada y, además, sus habilidades de características sociales de estos niños.
lenguaje en muchos casos son normales. En estos casos el término
De hecho, Wing y Gould ( 1979) establecieron tres patrones dis­
utilizado para designarlos es TEA de «alto funcionamiento» y tam­
tintos de relación social en el TEA a partir de su estudio epidemioló­
bién síndrome de Asperger (Schottle et al., 2017l.
gico: el patrón «aislado», que evita la interacción de forma activa;
Esto recomendación aparece ya plenamente recogida en los cla­ el patrón «pasivo», que soporta pasivamente la relación social, pero
sificaciones nosológicas DSM-5 y CIE-11, en las que el trastorno del no la busca; y por último, el patrón «activo, pero extravagante»,
espectro del autismo <TEA) se considera un trastorno del neurodesa­ que interactúa de un modo extraño y excéntrico. Sin entrar en dis­
rrollo, de origen biológico, que se manifiesta de formo precoz, sien­ cusiones sobre la fiabilidad y validez de estas tipologías, lo que han
do frecuente su aparición en edades muy tempranas (generalmente dejado claro estos estudios es que no todos los autistas muestran el
antes de los tres años), tiene una evolución crónico con diferentes mismo tipo de alteración social, dado que muchos hacen intentos,
niveles de gravedad, según el caso y momento evolutivo de la per­ más o menos exitosos, de acercamiento social, aunque utilizando
sona. El trastorno agrupo un heterogéneo grupo de síntomas, siendo estrategias conductuales inadecuadas.
muy frecuentes las dificultades en la interacción social, alteraciones A pesar de estas características, podemos observar algunas
en las habilidades de comunicación, alteraciones cognitivas, presen­ conductas específicas de los niños con TEA, como la ausencia de
cia de patrones restrictivos y repetitivos de comportamiento, intere­
.. contacto con los demás (o un menor contacto) y la carencia de
ses o actividades (Artigas-Pallares y Paula, 2012; Lozano, Castillo y vínculo con los padres. Parece como si estos niños no «necesitaran»
Cerezo, 2014; Oviedo et al., 2015; Schottle et al., 2017). a sus podres. Con frecuencia, estos niños no gritan para l lamar lo
De esta manera el término «autismo infantil» ha sido sustituido atención como hacen los niños normales, no buscan el contacto
por el término «trastorno del espectro del autismo», que incluye afectivo (besos, ternura) y casi nunca manifiestan conductas antici­
también o los adultos y ancianos que padecen el trastorno. patorias de querer que les cojan en brazos. Un ejemplo lo podemos
observar cuando un niño con TEA se hace daño, rara vez acudirá a
B. Características clínicas sus padres para que lo consuelen. Incluso, aunque esté ausente el
contacto afectivo con una persona determinada, pueden mantener
L as personas con T E A presentan u n a gran diversidad d e síntomas: un contacto social con esa persona, pero con intereses particulares
déficit en la comunicación e interacción social, dificultades para propios; parece como si la otra persona fuese un «objeto» que el
mantener una conversación o relacionarse con los demás, nivel de niño autista utiliza para un fin determinado. Un niño con TEA puede
funcionamiento cognitivo variable (por ejemplo, podemos encontrar subirse en el regazo de su madre para alcanzar un objeto y no mirar­
casos con discapacidad intelectual grave o casos con una capaci­ la en absoluto; es como si la madre fuese una especie de «sil la»
dad muy por encima de la inteligencia promedio neurotípica) y tam­ necesaria paro llegar hasta el objeto (Wing, 2102).
bién podemos observar variabilidad en su habilidad para funcionar Otra de los característicos esenciales del autismo, reflejada de
en situaciones de la vida real (Wing y Atwood, 1987). La edad de igual forma por Kanner (1943), Rutter ( 1978) e incluso en el DSM-IV­
aparición del TEA debe darse antes de los tres años, y se convier­ TR (2002), es la preocupación que tiene el niño autista por preser­
te en una condición crónica, a pesar de que los síntomas pueden var la invariabilidad del medio. Estos niños muestran, con frecuencia,
mejorar a través del tiempo y de las intervenciones terapéuticas una hipersensibilidad al cambio: manifiestan una gran resistencia a
(Hervás, 20!6). los cambios ambientales y a las modificaciones de sus pautas habi­
Por otro parte, aunque el retraso en la adquisición del len­ tuales; respondiendo a estos cambios con fuertes berrinches, incluso
g uaje es la pri mera sospecha que tienen los padres de que su llegan a autolesionarse y se oponen de forma testaruda y sistemá­
hijo tiene algún problema, paro el diagnóstico del TEA se deben tica a cualquier tipo de cambio. Esta exigencia de invariabilidad
tener en cuenta los siguientes dominios: comportamiento social, se puede ver en lo reacción desproporcionada de estos niños ante
habilidades de comunicaci ón, motricidad/conducta y cognición cambios como, por ejemplo, que una silla de la cocina de su casa
<Oviedo et al., 2015). esté desplazada unos centímetros o que las cortinas estén abiertas.

465
11 ''! Manual de psicopatología. Volumen 2
También los niños con TEA desarrollan ciertas preocupaciones ritua­ ) ) Tabla 15.1. Algunas características del lenguaje autista
listas, tales como insistir en comer siempre un determinado alimen­
'
to, utilizar el mismo recipiente para beber, llevar siempre los mismos
zapatos, o memorizar calendarios e incluso normas; rituales en los Falta de intención comunicativa.
1
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1 1;
1
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que invierten a diario una gran cantidad de tiempo (Frith, 2003).


-

Mutismo. !
·- -

b. Alteraciones de la comunicación Dificultades de comprensión.


111
11
En la mayoría de los casos, la primera sospecha que tienen los
padres de que su hijo tiene algún problema surge cuando descubren
Ecolalia inmediata. �I
1

que el niño no muestra un adecuado desarrollo del lenguaje (véase Ecolalia demorada. ,,
en el Volumen I de este Manual el Capítulo 9, «Psicopatología del Inversión pronominal. ,¡:
lenguaje»).
La comunicación «intenc ional», activa y espontánea, que Evitación pronominal.
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suelen desarrollar los niños neurotípicos a los 8-9 meses está muy
1
1

!
1

Lenguaje metafórico.
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1'
limitada en los niños con TEA: falta de sonrisa social, mantener la
mirada a las personas, realizar gestos y vocalizaciones comunicati­
vas son algunas de las carencias más evidentes de estos niños con
Escasez de vocabulario.
J 11¡
11;
TEA. Estas dificultades se hacen aún más patentes a medida que el
niño crece, sobre todo partir de los 18-24 meses, edad en la que los
Empleo de neologismos.
Dificultades articulatorias.
í!:
11;
niños neurotípicos hacen progresos muy rápidos en la adquisición '1
del lenguaje y en las conductas simbólicas (Riviere, 1988). Además, Alteraciones de tono, ritmo e inflexión.

-
los niños con TEA que llegan a hablar lo hacen de forma caracte­ !
rística, con unos patrones lingüísticos cualitativamente diferentes a Dificultades para comprender y utilizar gestos.

- -·· 1_
¡",.
los niños neurotípicos y a los niños con otros trastornos del habla .. JI
1

Falta de coordinación entre los gestos y las emisiones verbales.


I'
Algunos niños con TEA no logran adquirir un dominio del lenguaje \
expresivo que les permita comunicarse adecuadamente.
Por otra parte, en los niños con TEA aparecen en diverso grado
retrasos en la adquisición del lenguaje expresivo, pero además de entre el lenguaje verbal y no verbal: muecas, tics y estereotipias
adquirir el lenguaje de forma tardía, hacen un uso muy peculiar motoras, además de ausencia o alteración del contacto ocular. Sin
de él. La lista de características del llamado «lenguaje autista» embargo, el habla de aquellos que presentan un TEA menos seve­
recogidas en las descripciones clínicas es extensa y variada, como ro y que han alcanzado un mayor nivel de desarrollo del lenguaje
puede verse en la Tabla 15.1. muestra también una carencia de emoción, imaginación, abstrac­
Entre las alteraciones lingüísticas más frecuentes se encuen­ ción y una literalidad muy concreta.
tran la inversión pronominal cuando el niño se refiere a sí mismo Finalmente hay que precisar que las dificultades lingüísticas y
utilizando «tú» o «él» (por ejemplo, cuando quiere pedir algo: de comunicación de los niños con TEA están estrechamente rela­
«imamá, él quiere comer un caramelo!». cionadas con su desarrollo cognitivo y social, siendo frecuente que
La ecolalia, repetición de las palabras o frases dichas por los persistan en la edad adulta.
demás, puede tener lugar inmediatamente después de que haya
hablado el interlocutor, o después de un tiempo de demora ( ecolalia c. Alteraciones motoras y conductuales
retardada), que puede ser de horas e incluso días. La ecolalia retar­ Otra característica de los niños con TEA, incluida en los criterios
dada suele ser una conducta extraña y fuera de lugar, que dificulta diagnósticos, hace referencia a los patrones de comportamientos
la comunicación de la persona con TEA. repetitivos y estereotipados. También se observa este tipo de con­
No obstante, hay que matizar que la ecolalia no es específica ducta en otros trastornos del desarrollo, como la discapacidad inte­
de los niños que presentan TEA. El desarrollo normal del lengua­ lectual.
je incluye una fase en la que se pueden observar conductas de La conducta estereotipada, denominada a veces conducta auto­
ecolalia hasta los 30 meses de edad; cuando persiste más allá estimuladora, ha sido descrita como un comportamiento repetitivo,
de los cuatro años puede considerarse psicopatológica (Ricks y persistente y reiterado, sin otra función aparentemente que propor­
Wing, 1976l. cionar al niño de retroalimentación sensorial o cinestésica (Lavaos,
Además de la inversión pronominal y la ecolalia, el niño con Litrownik y Mann, 1971l. Estas conductas pueden ser muy variadas:
TEA presenta alteraciones fonológicas y semánticas; también tienen movimientos de balanceo rítmico del cuerpo, saltos, carreras cor­
alterado el lenguaje receptivo, ya que presentan dificultades para tas, giros de cabeza, aleteos de brazos o manos y posturas extrava­
atender y percibir la información, bajo nivel de comprensión verbal, gantes, miradas a alguna luz concreta, contemplar absortos la mano
etc. Con frecuencia los niños con TEA cuando hablan no lo hacen en cierto postura, mirar de reojo, girar los ojos o tensar los músculos
con propósitos comunicativos; su uso del habla como medio de con­ del cuerpo, etc. Así mismo, se observan estereotipias motoras con
versación es limitado, es muy difícil pretender que hablen de algo objetos y materiales muy diversos, como mirar y manipular insisten­
que no sea de lo inmediato (Rutter, 1978). temente un objeto giratorio, dar vueltas a una cuerda, etc. En todos
El lenguaje expresivo no verbal (gestual) de los niños con TEA estos comportamientos parece que el núcleo central lo integra la
también se encuentra alterado. Podemos observar discrepancias estimulación visual y auditiva.
466
Capítulo 1 5. Trastorno del espectro del autismo 4

Las conductas estereotipadas tienen un papel de especial rele­ do a ello van a tener muchas dificultades de autocontrol personal,
vancia en los niños con TEA, ya que interfieren en la responsividad y escasas habilidades para planificar, organizar y tomar decisiones.
del niño y en la adquisición de conductas normales. La mayoría de
estos niños pasan mucho tiempo realizando estos comportamientos. l. Capacidad intelectual
De hecho, se resisten obstinadamente a los intentos de que aban­ Ritvo y Freeman ( 1978) indican que aproximadamente un 60 % de
donen estas actividades. D iversos autores (Kanner, 1943; Lovaas et los niños con TEA presenta un cociente i ntelectual (CD por debajo
al., 1971) consideran que las conductas estereotipadas de los niños de 50, un 20 % entre 50 y 70, y un 20 % de 70 o más. Otros estudios
con TEA constituyen un serio obstáculo en la adquisición de las con­ (Charman et al. 2011) confirman que aproximadamente el 50 % de
ductas normales. El niño entregado a la conducta autoestimuladora, los niños con TEA tienen discapacidad intelectual asociada, aunque
no aprende ni desarrolla el repertorio de destrezas y habil idades en menos del 20% la discapacidad intelectual es grave (CI < 50)_
propias de su edad. Además, hay poca evidencia de un perfil característico de CI en
niños con TEA. La capacidad adaptativa está afectada negativa­
mente de forma significativa, incluso en aquellos niños con TEA que
:j) Conducta estereotipada. Repetición reiterada e inne­ alcanzan un CI próximo a la media del obtenido por los niños neu­
cesaria de determinados movimientos, gestos y palabras, rotípicos.
sin otra función aparentemente que proveer al individuo de Es cierto que algunas personas con TEA pueden tener «habili­
retroalimentación sensorial o cinestésica. dades especiales», o lo que los investigadores denominan «islotes
de habil idad» (Baron-Cohen, 1993). Estas personas pueden tener
:j) Responsividad. El concepto engloba las d i mensiones una gran capacidad para memorizar listados, como la guía tele­
cognitivas, afectivas, comunicativas y sociales que facilitan fóni ca, el callejero de una ciudad, etc. En la película Rain man
comprender la situación de otra persona. Ser responsivo/a podemos ver las capacidades mnemotécnicas del protagonista, un
supone emprender acciones dirigidas a la situación del otro; varón autista de 40 años, que es capaz de memorizar las cartas
imp lica una cierta capacidad de iniciativa, no simp lemente de póker que salen en el juego y predecir la probabilidad de apa­
rición de una carta, o en otra escena podemos ver que real i za
una respuesta pasiva.
mentalmente operaciones matemáticas complejas sin calculadora
ni ayuda externa.
Por otra parte, las conductas autolesivas son la alteración Al margen de las «habilidades especiales» que pueden mostrar
más llamativa que presentan los niños con TEA, aunque no es una algunas de las personas con TEA, la capacidad i ntelectual es un
característica exclusiva de estos niños, ya que también se puede criterio predictivo de sus posibilidades educativas.
observar en niños con discapacidad intelectual o en personas adul­ Otra alteración cognitiva observada es el déficit conocido con
tas con esquizofrenia. La conducta autolesiva i mplica cualquier el término «ceguera mental», esto es, la incapacidad que presen­
comportamiento mediante el cual una persona se causa daño físi­ tan los niños con TEA para atribuir estados mentales a los demás
co a sí mismo. Los ejemplos más conocidos de conducta autolesiva (Baron-Cohen, Leslie y Frith, 1985). Estos niños carecen de lo que se
en los ni ños con TEA son: gol pearse en la cabeza, morderse las denomina «teoría de la mente». La falta de capacidad meta-re­
manos, golpearse los brazos y las piernas, arrancarse el pelo, ara­ presentacional de los niños con TEA es un déficit cognitivo central
ñarse la cara y darse bofetadas en la cara; i ncluso se han relatado que, a su vez, i nfluye negativamente en las habilidades sociales y de
casos de haberse arrancado las uñas a mordiscos o hundirse los comunicación descritas en los estudios clínicos sobre el TEA.
ojos.
Además del daño físico di recto, la conducta autolesiva tiene
otros perjuicios indirectos. Si la conducta es demasiado intensa (con :j) Ceguera mental. Es un trastorno cognitivo en que una
peligro evidente para la vida del niño}, será necesario prevenirla de persona es incapaz de atribuir un estado mental a sí mis­
una manera eficaz y evitar que se produzca. mo y a otras personas. C omo resultado de este t rastorno,
el individuo ignora los estados mentales de los demás. E l
d. Alteraciones cognitivas individuo tampoco es capaz d e atribuir creencias y deseos
Estudios transversales y longitudinales muestran que los niños con a los demás. La ceguera mental está asociada con el TEA y
TEA presentan mayor variabilidad i nterindividual e i ntraindividual con otros trastornos del neurodesarrollo.
que los niños neurotípicos. No es exagerado decir que cada perso­
na con TEA es un «caso único». No obstante, en la actualidad se
reconoce que no solo existe un retraso, sino también un déficit en
diferentes áreas del desarrollo cognitivo de estos niños. Los proce­ 2. Atención y sensopercepción
sos atencionales, mnésicos, perceptivos y las funciones ejecutivas se Una característica importante en el TEA es la respuesta anormal
hallan alterados en diverso grado (Frith, 2003; Frith y Baron-Cohen, que estos niños tienen ante la estimulación sensorial. Sin embargo,
1987; Zelazo y Mül ler, 2002). El déficit en las funciones cognitivas a pesar de la cantidad de datos aportados sobre esta alteración, no
va a acompañar a la persona con TEA durante toda su vida. En eda­ podemos concluir que se trate de un problema perceptivo, sino más
des tempranas es característico el pensamiento rígido e inflexible bien un problema atencional. Un niño con TEA puede no responder a
que se traduce en rituales comportamentales y dificultades en las un ruido intenso y responder inapropiadamente al oír el ruido que se
relaciones interpersonales y sociales. En su forma extrema, el pensa­ produce al pasar la hoja de una revista. De la misma forma, puede
miento precategorial es sinónimo de «pensamiento autista», debi- no ver un objeto claramente visible, y visualizar un caramelo que
1 ...
W� �, Manual de psicopatología. Volumen 2
se encuentra a más distancia, o ver un hilo tirado en el suelo. Esta
anormalidad en la respuesta del niño con TEA se suele dar también
) ) Tabla 15.2. Signos y síntomas tempranos del TEA
J- \ · 1
en otras modalidades sensoriales como el olfato y el tacto. Pero No expresa sonrisa u otras expresiones placenteras a partir l�i
.
parece ser más una consecuencia de los procesos atencionales que de los seis meses.
de los perceptivos. Diversos estudios han demostrado que los niños
con TEA responden solo a un componente de la información senso­ . Tiene dificultad para dirigir su mirada en la misma dirección
rial disponible, lo que llaman «hipersensibilidad estimular» <Bogda­ en la que mira otra persona.
shina, 2007; Lovaas et al., 1971). Así pues, aunque los niños con TEA
pueden tener una estrategia perceptiva característica, parece claro . No mira hacia donde otra persona le señala.
que es más una consecuencia de los procesos atencionales, que
harían referencia a una presunta «rigidez hiperatencional», y no • Ausencia de gestos comunicativos.
-~- --
una alteración específica de los procesos perceptivos <Bogdashina,
2007).
. No responde a sonidos, sonrisas u otras expresiones a partir
de los nueve meses.

1 1
En relación con estos hallazgos, los estudios realizados para ,1
identificar TEA en niños menores de tres años plantean que las con­ . No responde al ser llamado por su nombre.
ductas más significativas son las comunicativas y sociales (Canal-Be­ 1
dia, 2007; Canal-Bedia et al., 2011>. Es frecuente que se produzca
. Falta de sonrisa social.
!
ausencia o escasez de actos de atención conjunta y de referencia ''
1
No balbucea a los 12 meses. 'I .
social, ausencia de imitación, de juego funcional y de juego sim­
.
bólico mawson et al.,1998) y dificultades en el uso de habilidades No hace gestos sociales ni responde a ellos (señalar, mostrar, ..
1,\ ''
.
para compartir y responder a información emocional (Dissanayake decir adiós con la mano, etc.> a partir de los 12 meses. l
y Crossley, 1996). r1;,
l �-: ~,
De hecho, durante el primer año de vida, las conductas de estos . No dice palabras sencillas a partir de los 16 meses.
¡,
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niños están caracterizadas por la baja frecuencia de interacción • ;
,
i
social, ausencia de la sonrisa social y falta de expresividad emocio­
. No hace frases espontaneas de dos palabras con sentido J
(no ecolalia) a partir de los 24 meses. 1
nal, así como ausencia o dificultades para responder a su nombre, 'le ' �-
�1�:
ausencia de actos de señalar y mostrar poca tendencia a orientar­
se hacia el rostro de los otros, ausencia de imitación espontánea, 1
postura y patrones de movimiento anormales, como por ejemplo, además se forman antes que aquellos circuitos relacionados con un
1
movimientos desorganizados o inactividad (Zakian et al., 2000>. 11
alto nivel de funcionamiento, como es el lenguaje, la cognición y las
Durante el segundo año aparecen otros síntomas, además de los habilidades sociales (Zúñiga et al., 2017). J
sensoperceptivos como son: el retraso en la aparición del lenguaje y 1
las conductas estereotipadas. Dichos síntomas serían la consecuen­ 3. Funciones ejecutivas 1
cia de las graves alteraciones evolutivas que se presentan en los 1
1
Las funciones ejecutivas más estudiadas en niños con TEA y que 1
están alteradas son la flexibilidad cognitiva, la memoria funcional y
meses anteriores (Tabla 15.2).
Por otra parte, hay datos contradictorios sobre los síntomas el control inhibitorio (Ozonoff, et al., 2004; Bausela, 2020>. El pen­
precoces del TEA en el primer año de vida ( Daniels et al., 2014; samiento rígido, la baja tolerancia a la frustración, la impulsividad
Zúñiga et al., 2017). Jones y Klin (2013) utilizando la tecnología y las dificultades para el autocontrol (falta de control inhibitorio,
Eye-Tracking, compararon 25 bebes con desarrollo neurotípico y falta de control emocional>, en determinados momentos, dan lugar
10 bebés de alto riesgo que después desarrollaron TEA. Los niños a rabietas, episodios de ira y conducta autoagresiva. Sin embargo,
con TEA, entre los dos y seis meses, mostraron una disminución en el comportamiento puede variar mucho de unos niños a otros. En
la fijación ocular y un aumento de la mirada hacia la boca de la adolescentes y adultos hay falta de planificación, organización y
mujer grabada en el vídeo. Por otra parte, Chawarska et al. (2013) capacidad para tomar decisiones.
encontraron que la atención espontanea a escenas sociales está
alterada desde los primeros meses de vida en los niños con TEA. Otros aspectos que conviene destacar son los siguientes: uno de
Los bebés que fueron diagnosticados con TEA a los 36 meses, a los cada cuatro niños con TEA sufre crisis epilépticas. Las crisis epilép­
seis meses ya presentaban escasa atención a las caras humanas y ticas con frecuencia comienzan en la niñez temprana y, sobre todo,
entre los 7 y 14 meses la atención espontanea a escenas sociales durante la adolescencia (Díez Cuervo,1989).
seguía siendo escasa. Sin embargo, otros estudios longitudinales no Los niños con TEA suelen tener alteraciones del sueño; sobre
han encontrado alteraciones del desarrollo social y comunicativo todo, tienen dificultades para dormirse y permanecer dormidos. Los
en el primer año de vida del niño con TEA. trastornos del sueño favorecen los problemas de conducta y se rela­
Resulta bastante sorprendente que ciertos aspectos evoluti­ cionan con las dificultades para prestar atención, el incremento de
vos que no están relacionados con criterios diagnósticos del TEA la hiperactividad y la baja capacidad de funcionamiento durante
resulten ser los primeros signos y síntomas observables. Todos estos el día.
hallazgos plantean posibles hipótesis que necesitan ser confirmadas Debido a todas estas alteraciones, los niños con TEA tienen sig­
en futuras investigaciones, como la que establece que en la pobla­ nificativamente más dificultades de adaptación a la vida cotidiana
ción en general las redes o circuitos neuronales se desarrollan jerár­ que los niños neurotípicos y que los niños con TEL y TDAH (Kanne,
quicamente y están relacionadas con sistemas motores y sensoriales, Christ y Reiersen, 2009).
8911
Capítulo 15. Trastorno del espectro del autismo

intelectual, la afectación del lenguaje, y por otras manifestaciones


, 1 1 1 . Criterios diagnósticos ajenas al núcleo del espectro del autismo.
OS M-5 y CI E -11
Los criterios diagnósticos del T E A s e han ido modificando e n el
¿) Síndrome de Asperger. Es un subtipo del t rastorno del
transcurso de los años paralelamente a los cambios conceptuales
que ha sufrido el término. Desde la concepción del «autismo» como , espectro del a utismo ITEAj. También se le denomina «autis- ,
una psicosis infantil en la que los criterios diagnósticos se centraban mo de alto funcionamiento». En el «trastorno autista» todas r
en las conductas raras y extravagantes hasta la inclusión del autis­ las alteraciones son muy evidentes en los tres primeros
mo infantil dentro dentro los trastornos generalizados del desarrollo años de vida, mient ras que en los niños con síndrome de
(Canal-Bedia, 2007). Asperger no existe evidencia de retraso cognitivo y tienen
Ya d ij i mos anteriormente que el D S M- 5 (APA, 2 0 1 3 ) y l a una capacidad intelectual ig ual o por encima de lo neuro­
1
CIE- 1 1 (OMS, 2018) i n cl uyen el T E A dentro de l o s trastornos del t ípico. Por ello, con programas terapéuticos adecuados y
neurodesarrollo. Para a mbas clasificaciones en el diagnóstico del eficaces, pueden convertirse en personas independientes y
TEA se deben tener en cuenta tres dominios: (al afectación de la
llevar una vida absolutamente normal. La CIE-11 no lo reco­
interacción social; (bl alteraciones en las habil idades de comuni­
noce como trastorno.
cación, y (cl presencia de intereses restringidos y comportamientos
repetitivos.
Los profesionales de la salud mental insisten en que el diagnós­ En relación al DSM-IV, el DSM-5 CAPA, 2013) agrupa en un mis­
tico debería realizarse antes de los tres años, no obstante, es más mo criterio las alteraciones de las relaciones sociales y las altera­
frecuente que se haga a partir de los cuatro años. ciones de la comunicación (Criterio Al; elimina como criterio diag­
nóstico el trastorno del lenguaje y señala la importancia de valorar
A. Criterios diagnósticos d e l D S M-5 las sensibilidades sensoriales inusuales (lo recoge en el Criterio B.
4), aspecto común en las personas con TEA. En la Tabla 15.3 pueden
En las clasificaciones DSM-1 y DSM-11 de la Asociación Americana verses los criterios diagnósticos del TEA según el DSM-5.
de Psiquiatría, el autismo se consideraba como una categoría de la
esquizofrenia infantil. En cambio en el DSM-II I CAPA, 1980) pasó a El DSM-5 incluye todos los subtipos de autismo en lo que deno­
integrarse en los trastornos generalizados del desarrollo (TGDl, aun­ mina «trastorno del espectro del autismo» <TEA); distingue cuatro
que considerado como categoría diagnóstica independiente deno­ subtipos: «trastorno autista», «trastorno desintegrativo infantil»,
minada «autismo infantil», siendo necesario cumplir seis condicio­ «trastorno de Asperger» y «trastorno generalizado del desarrollo
nes para su diagnóstico: la edad de inicio (antes de los 30 meses no especificado». Sin embargo, en lugar de hacer distinción entre
desde el nacimiento), la existencia de déficit en la percepción de estos subtipos, especifica tres niveles de gravedad en los síntomas,
así como el nivel de apoyo necesario. El síndrome de Rett queda
los otros y en el lenguaje, y, en caso de que existiera desarrollo de
excluido de esta clasificación.
lenguaje, debería estar presente la ecolalia inmediata, además de la
presencia de respuestas extrañas a diferentes estímulos, como pue­ Otro cambio es la edad de aparición del trastorno. Ya no se
de ser el especial interés por algún objeto, y, por último, ausencia indica que los síntomas del TEA deben aparecer antes de los tres
de delirios y alucinaciones. En el DSM-III-R (APA, I987) se mantiene años de edad (36 meses); en el criterio C se recoge que «los sín­
la categoría de trastorno generalizado del desarrollo, pero pasa a tomas han de estar presentes en las primeras fases del período de
denominarse <<trastorno autista», suprimiéndose el término «autis­ desarrollo ... ».
mo infantil» al considerar que los síntomas continuaban estando En la Tabla 15_3 pueden verses los criterios diagnósticos del TEA
presentes en la edad adulta. según el DSM-5.
Con la aparición del DSM-IV CAPA, 1994) y el DSM-IV-TR CAPA, El DSM-5 i ntenta una aproxi mación di mensional al TEA y
2000) los cambios en los criterios diagnósticos son muy significa­ por ello establece niveles de severidad o gravedad del trastorno
tivos, destacando sobre todo tres síntomas claves que constituyen (Tabla 15.4) que son útiles para describir la sintomatología actual,
el núcleo del «espectro del autismo»: alteración en la interacción teniendo presente que la gravedad puede variar según el contexto
social, alteraciones en la comunicación y patrones de comporta­ y fluctuar con el paso del tiempo.
miento, así como la presencia de intereses y actividades restringi­ Según Canal-Bedia et al. (2016), el diagnóstico clínico, basado
das, repetitivas y estereotipadas. El autismo pasa a considerarse una en los criterios del DSM-IV-TR, el DSM-5 y en el j uicio clínico, se
etiqueta genérica y engloba ci nco subcategorías con sus síntomas mantiene estable a través del tiempo en un 96 % de los casos. Si se
característicos: trastorno autista, síndrome de Rett, síndrome de valora la estabilidad diagnóstica, teniendo en cuenta los resultados
Asperger, trastorno desintegrativo infantil y trastorno generalizado de la «Escala de observación diagnóstica del autismo-genérica»
del desarrollo no especificado. (ADOS-Gl, también en el 87 % de los casos el diagnóstico de TEA
Además, se incorpora el término «trastornos generalizados del se mantiene.
desarrollo» como denominación genérica para englobar los sub­
tipos de autismo. El motivo más convincente para incorporar den­ B. Criterios d iagnósticos de la C I E -11
tro de los TEA el síndrome de Asperger, el trastorno desintegrativo
infantil y el trastorno generalizado del desarrollo «no especificado» Los criterios diagnósticos de la CIE- 1 1 para el TEA coinciden bási­
se basa en que las diferencias entre los subtipos de autismo no camente con los criterios del DSM-5. Aparecen recogidos en la
vienen determinadas por los síntomas específicos, sino por el nivel Tabla 15.5.

469
m Manual de psicopatología. Volumen 2
)) Tabla 15.3. Criterios diagnósticos DSM-5 para el TEA
- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -~"
A. Deficiencias persistentes en la comunicación social y en la interacción social en diversos contextos, manifestado por lo siguiente,
actualmente o por los antecedentes (los ejemplos son ilustrativos, pero no exhaustivos):
l. Las deficiencias en la reciprocidad socio-emocional varían, por ejemplo, desde un acercamiento social anormal y fracaso
de la conversación normal en ambos sentidos pasando por la disminución en intereses, emociones o afectos compartidos hasta
el fracaso en iniciar o responder a interacciones sociales.
2. Las deficiencias en las conductas comunicativas no verbales utilizadas en la interacción social varían, por ejemplo, desde una
comunicación verbal y no verbal poco integrada pasando por anomalías del contacto visual y del lenguaje corporal o deficiencias
de la comprensión y el uso de gestos hasta una falta total de expresión facial y de comunicación no verbal.
3. Las deficiencias en el desarrollo, mantenimiento y comprensión de las relaciones varían, por ejemplo, desde dificultades para
ajustar el comportamiento en diversos contextos sociales pasando por dificultades para compartir juegos imaginativos :w
o para hacer amigos, hasta la ausencia de interés por otras personas.
Especificar la gravedad actual:
La gravedad se basa en deterioros de la comunicación social y en patrones de comportamientos restringidos y repetitivos (véase
la Tabla 15.4).
B Patrones restrictivos y repetitivos de comportamiento, intereses o actividades, q_ue se manifiestan en dos o más de los siguientes
puntos, actualmente o por los antecedentes (los ejemplos son ilustrativos, pero no exhaustivos):
l. Movimientos, utilización de objetos o habla estereotipados o repetitivos (p. ej., estereotipias motoras simples, alineación de los
juguetes o cambio de lugar de los objetos, ecolalia, frases idiosincrásicas).
2. Insistencia en la monotonía, excesiva inflexibilidad de rutinas o patrones ritualizados de comportamiento verbal o no verbal
(p. ej., gran angustia frente a cambios peq_ueños, dificultades con las transiciones, patrones de pensamiento rígidos, rituales
de saludo, necesidad de tomar el mismo camino o de comer los mismos alimentos cada día).
3. Intereses muy restringidos y fijos q_ue son anormales en cuanto a su intensidad o foco de interés (p. ej., fuerte apego
o preocupación por objetos inusuales, intereses excesivamente circunscritos o perseverantes).
4. Hiper o hiporreactividad a los estímulos sensoriales o interés inhabitual por aspectos sensoriales del entorno (p. ej., indiferencia
aparente al dolor/temperatura, respuesta adversa a sonidos o texturas específicos, olfateo o palpación excesiva de objetos,
fascinación visual por las luces o el movimiento).
Especificar la gravedad actual:
La gravedad se basa en deterioros de la comunicación social y en patrones de comportamientos restringidos y repetitivos
C. Los síntomas han de estar presentes en las primeras fases del período de desarrollo (pero pueden no manifestarse totalmente
hasta q_ue la demanda social supera las capacidades limitadas, o pueden estar enmascarados por estrategias aprendidas en fases
posteriores de la vida).
D. Los síntomas causan un deterioro clínicamente significativo en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento
habitual.
E. Estas alteraciones no se explican mejor por la discapacidad intelectual (trastorno del desarrollo intelectual) o por el retraso global
del desarrollo. La discapacidad intelectual y el trastorno del espectro autista con frecuencia coinciden; para hacer diagnósticos de
comorbilidades de un trastorno del espectro autista y discapacidad intelectual, la comunicación social ha de estar por debajo de lo
previsto para el nivel general de desarrollo.
Nota: A los pacientes con un diagnóstico bien establecido según el DSM-IV de trastorno autista, enfermedad de Asperger o trastorno
generalizado del desarrollo no especificado de otro modo, se les aplicará el diagnóstico de trastorno del espectro del autismo. Los
pacientes con deficiencias notables de la comunicación social, pero cuyos síntomas no cumplen los criterios de trastorno del espectro
del autismo deben ser evaluados para diagnosticar el trastorno de la comunicación social (pragmática).
Hay q_ue especificar si:
- Existe discapacidad intelectual o no.
- Si hay alteraciones o retraso en el desarrollo del lenguaje.
- Si está asociado a una afección médica o genética, o a un factor ambiental conocidos.
- Si está asociado a un trastorno del neurodesarrollo, mental o del comportamiento.
- Si está asociado con catatonia.
-, ,
I.J70
Capítulo 15. Trastorno del espectro del autismo ' ,,•íl¡

)) Tabla 15.4. Niveles de gravedad del TEA

, ·, NIVEL DE GRAVEDAD I COMUNICACIÓN SOCIAL I COMPORTAMIENTOS RESTRINGIDOS Y REPETITIVOS


Las deficiencias graves de las aptitudes de La inflexibilidad de comportamiento, la extrema
comunicación social verbal y no verbal causan dificultad de hacer frente a los cambios u otros
Grado '3 «Necesita '' ·"
qyuda niú1:n'ot&ble» ;, ·•u,'
alteraciones graves del funcionamiento, inicio muy comportamientos restringidos/repetitivos interfieren
limitado de las interacciones sociales y respuesta notablemente con el funcionamiento en todos los
mínima a la apertura social de otras personas. Por ámbitos. Ansiedad intensa/dificultad para cambiar
ejemplo, una persona con pocas palabras inteligibles el foco de acción.
q_ue raramente inicia interacción y q_ue, cuando
lo hace, realiza estrategias inhabituales solo para
cumplir con las necesidades y únicamente responde
a aproximaciones sociales muy directas.

Deficiencias notables de las aptitudes de La inflexibilidad de comportamiento, la dificultad de


comunicación social verbal y no verbal; problemas hacer frente a los cambios u otros comportamientos
sociales aparentes incluso con ayuda in situ; inicio restringidos/repetitivos aparecen con frecuencia
limitado de interacciones sociales, y reducción de claramente al observador casual e interfieren con
respuesta o respuestas no normales a la apertura el funcionamiento en diversos contextos. Ansiedad
social de otras personas. Por ejemplo, una persona y/o dificultad para cambiar el foco de acción.
q_ue emite frases sencillas, cuya interacción se limita
a intereses especiales muy concretos y q_ue tiene una
comunicación no verbal muy excéntrica.

Sin ayuda in situ, las deficiencias en la comunicación La inflexibilidad de comportamiento causa una
social causan problemas importantes. Dificultad para interferencia significativa con el funcionamiento en uno
iniciar i nteracciones sociales y ejemplos claros de o más contextos. Dificultad para alternar actividades.
respuestas atípicas o insatisfactorias a la apertura Los problemas de organización y de planificación
social de otras personas. Puede parecer q_ue tiene dificultan la autonomía.
poco interés en las interacciones sociales. Por
ejemplo, una persona que es capaz de hablar con
frases completas y q_ue establece comunicación, pero
cuya conversación amplia con otras personas falla
y cuyos intentos de hacer amigos son excéntricos
y habitualmente sin éxito.

Existen, no obstante, algunas diferencias entre ambos siste­ hoce referencia o q_ue el TEA y lo discapacidad intelectual pueden
mas de clasificación. Lo CIE- 1 1 do mayor libertad al clínico para presentarse juntos.
real i zar el diagnóstico, yo q_ue no es necesario cumplir rigurosa­ En lo CIE- 1 1 desaparece el diagnóstico de síndrome de Asper­
mente un numero de criterios como establece el DSM-5. Además, ger; lo CI E-10 incluía este síndrome, pero consideraba q_ue era un
la CIE-11 señala pautas para distinguir entre TEA con y sin disca­ diagnóstico poco fiable, incluso ponía en dudo su existencia. Tam­
pacidad i ntelectual (Figura 15.1), y también incluye lo pérdida de bién en la CI E- 1 1 se excluyen del TEA el síndrome de Rett y el
competencias previos adqui ridos como uno característica o tener trastorno desintegrativo infantil.
en cuento en el diagnóstico; por el contrario, el DSM-5 solamente

r
1
r 7
L. -: Con alteración del lenguaje funcional ) ¡,
-1 ··· :pfüg;;i" · ·•!'! n- rlí: ¡ít, J': · ·• Th 1. :1~¡1¡,1· · · ;!f 11 ,v· fü ,,.·, ·;.'· • "LiÍi

Con trastorno del


1 r

desarrollo intelectual
L. 1
7
L.

)) Figura 15.1. TEA y discapacidad intelectual, según CIE- 1 1

1.J71
fl: � Manual de psicopatología. Volumen 2

) ) Tabla 15.5. Criterios diagnósticos CIE-11 para el TEA

6A02 Trastorno del espectro del autismo


r

Descripción
El trastorno del espectro del autismo se caracteriza por déficits persistentes en la capacidad de iniciar y sostener la interacción social recíproca
y la comunicación social, y por un rango de patrones comportamentales e intereses restringidos, repetitivos e inflexibles. El inicio del trastorno //
ocurre durante el período del desarrollo, típicamente en la primera infancia, pero los síntomas pueden no manifestarse plenamente hasta más
tarde, cuando las demandas sociales exceden las capacidades limitadas. Los déficits son lo suficientemente graves como para causar deterioro
a nivel personal, familiar, social, educativo, ocupacional o en otras áreas importantes del funcionamiento del individuo, y generalmente
constituyen una característica persistente del individuo que es observable en todos los ámbitos, aunque pueden variar de acuerdo con el
contexto social, educativo o de otro tipo. A lo largo del espectro los individuos exhiben una gama completa de capacidades del funcionamiento
intelectual y habilidades de lenguaje. !i:
Inclusiones i!
Retraso del desarrollo generalizado.
Trastorno autista.
Exclusiones
Trastorno del desarrollo del lenguaje (6A0l.2l.
Esquizofrenia u otros trastornos psicóticos primarios (6A20-6A2Zl.
,,
6A02.0 Trastorno del espectro del autismo sin trastorno del desarrollo intelectual y con deficiencia leve o nula del lenguaje funcional
Descripción
1

Se cumplen todos los requisitos de la definición de trastorno del espectro del autismo, el funcionamiento intelectual y comportamiento
adaptativo se encuentran al menos dentro del rango promedio (aproximadamente mayor que el percentil 2,3), y solo hay una alteración mínima
o ninguna alteración en la capacidad del individuo para el uso funcional del lenguaje (hablado o de señas) con propósitos instrumentales, como
para expresar sus necesidades y deseos personales.

6A02.I Trastorno del espectro del autismo con trastorno del desarrollo intelectual y con leve o ningún deterioro del lenguaje funcional
Descripción
Se cumplen todos los requerimientos de la definición tanto para el trastorno del espectro del autismo como para el trastorno del desarrollo
intelectual, y solo existe una alteración leve o nula para utilizar el lenguaje funcional (hablado o de señas) con fines instrumentales, como
expresar sus necesidades y deseos personales.

6A02.2 Trastorno del espectro del autismo sin trastorno del desarrollo intelectual y con deficiencia del lenguaje funcional
Descripción
Se cumplen todos los requisitos de la definición del trastorno del espectro del autismo, el funcionamiento intelectual y el comportamiento
adaptativo se encuentran por lo menos dentro del rango promedio (aproximadamente mayor que el percentil 2,3) y hay un marcado deterioro
en el lenguaje funcional (hablado o de señas) en relación con la edad del individuo. El individuo no es capaz de utilizar más que palabras
sueltas o frases simples con fines instrumentales, como para expresar sus necesidades y deseos personales.

6A02.3 Trastorno del espectro del autismo con trastorno del desarrollo intelectual y con deficiencia del lenguaje funcional
Descripción
Se cumplen todos los requisitos de la definición tanto para el trastorno del espectro del autismo y el trastorno del desarrollo intelectual, y hay
un marcado deterioro en el lenguaje funcional (hablado o de señas) en relación con la edad del individuo. El individuo no es capaz de utilizar
más que palabras o frases simples para propósitos instrumentales, como para expresar necesidades y deseos personales.

6A02.IJ Trastorno del espectro del autismo sin trastorno del desarrollo intelectual y con ausencia del lenguaje funcional
Descripción
Se cumplen todos los requisitos de la definición de trastorno del espectro del autismo, el funcionamiento intelectual y el comportamiento
adaptativo se encuentran por lo menos dentro del rango promedio (aproximadamente mayor que el percentil 2,3) y, en relación con la edad del
individuo, hay completa o casi completa ausencia de habilidad para utilizar el lenguaje funcional (hablado o de señas) con fines instrumentales,
como para expresar sus necesidades y deseos personales.

6A02.5 Trastorno del espectro del autismo con trastorno del desarrollo intelectual y con ausencia del lenguaje funcional
Descripción
Todos los requisitos de definición para ambos tanto para el trastorno del espectro del autismo como para el trastorno del desarrollo intelectual
se cumplen y están completos, o casi completos, ausencia de capacidad relativa a la edad del individuo para usar un lenguaje funcional
(hablado o de señas) con fines instrumentales, como para expresar necesidades y deseos personales
'
472
Capítulo 1 5. Trastorno del espectro del autismo itt

como trastorno primario y diagnóstico principal, pero también del


�:"! ::' I V. Epidem io logía y curso TEA como trastorno comórbido. No debe olvidarse q_ue cuando los
evo lutivo datos son incompletos y persiste la incertidumbre se aconseja q_ue el
diagnóstico principal se considere como provisional.
A. Epide m i o logía: prevalencia
El estudio científico realizado en torno al TEA está plagado de A. Diagnóstico difere ncial y comorbilidad
multitud de polémicas y controversias. Una de las consecuencias
Ya dij i mos en el Capítulo 9 del Vol umen I de este Manual de
q_ue esto acarrea es la baja fiabilidad de los datos epide � iológicos,
psicopatología (pág. 287) que los trastornos del ne_urodesarroUo
donde se barajan diferentes estimaciones en la prevalencia del TEA
engloban alteraciones cognitivas, motoras, de aprendizaje, comuni­
(Baron-Cohen et al., 2009; Leyfer et al.,2006; Simonoff et al., 2008).
cación y comportamiento, q_ue aparecen en edad temprana durante
Se estima q_ue la prevalencia está alrededor del 1 % de la pobla­ el proceso de desarrollo del niño. Tienen su origen en un desarrollo
ción, siendo su frecuencia similar en niños y adultos; en cambio, «no neurotípico» (neuroatípicol del cerebro o en la presencia de
aparece con mayor frecuencia en niños q_ue en niñas (4:ll. S i n alteraciones o lesiones en su maduración.
embargo, parece q_ue en los últimos años l a prevalencia ha aumen­ Los trastornos del neurodesarrollo agrupan un conjunto de tras­
tado. Así, el Centro para el Control y la Prevención de Enfermeda­ tornos que presentan las siguientes características: (al afectan al
des (CDCl de Estados Unidos encontró en 2014 una prevalencia de comportamiento y la cognición; (b) sus manifestaciones se inician
un/a niño/a por cada 59 niños/as (q_ue supone una prevalencia de en el período del desarrollo (infancia-niñez); (cl causan dificultades
1, 9 %), a la edad de ocho años; lo q_ue indica un incremento notable en la adq_uisición o ejecución de funciones intelectuales, motrices,
respecto al estudio anterior de 2012, q_ue estimaba una prevalencia del lenguaje o socialización, y (d) su etiología es compleja y desco­
de un/a niño/a por cada 68 niños/as (Acosta et al., 2016). Por otra nocida en la mayoría de los casos.
parte, la media de edad en la q_ue se realiza el diagnóstico es de 52
meses (más de cuatro años). Artigas-Pallares (2011) ha precisado q_ue los trastornos del neuro­
desarrollo también tienen en común los siguientes aspectos: (al los
Las razones del aumento constante de la prevalencia en los síntomas son características normales presentes en cualq_uier indivi­
últimos años no están claras y no se explica solo por las mejoras duo· (bl los límites con la normalidad son arbitrarios; (c) no existen
logradas en los procedimientos de cribado y diagnóstico. '.al vez �:ª ma;cadores biológicos; (d) la comorbilidad es la forma habitual de
debido a una mayor visibilidad social del TEA, a la conc1enc1ac1on presentarse, y (el los límites entre estos trastornos pueden ser imper­
de los profesionales sanitarios y de la educación sobre la i mpor­ ceptibles.
tancia del diagnóstico y tratamiento precoz; o finalmente a q_ue
en realidad la prevalencia del TEA ha aumentado por otras causas En n i ños con TEA se han encontrado tasas de un 70 % con
q_ue todavía no conocemos, entre las q_ue se citan la influencia de trastornos clínicamente diagnosticados, teniendo el 40 % más de
factores ambientales (Pino-López y Romero-Ayuso, 201 3). un trastorno comórbido asociado (Simonoff et al., 2008). Los más
frecuentes son: el trastorno de ansiedad, el trastorno de déficit de
Para ver las cifras, en constante cambio, sobre la prevalencia del atención con/sin hiperactividad (TDAH) y el trastorno negativi sta
TEA en España, aconsejamos al lector q_ue consulte la página Web desafiante (Leyfer et al., 2006).
de Autismo España (www.autismo.org.esl.
Sin embargo, en la práctica clínica, existen ciertas dificultades
a la hora de diferenciar el TEA de otros cuadros clínicos, particular­
8. C urso evo lutivo mente trastornos del neurodesarrollo como: la discapacidad intelec­
tual mu, el trastorno de déficit de atención con/sin hiperactividad
El TEA es un trastorno de evolución crónica q_ue persiste hasta la
nDAHl, el trastorno específico del lenguaje (TEU, el trastorno de
muerte de la persona. No obstante, en comparación con la investi­
gación realizada en ni ños, hay muy pocos estudios sobre personas la comunicación social (pragmático), etc.; siendo más complicado,
cuando debe valorarse antes de los tres años, debido a la comorbili­
adultas y ancianas afectadas por el TEA, lo q_ue limita tener una
dad frecuente q_ue puede haber entre estos trastornos.
visión más completa de este trastorno a lo largo del ciclo vital de
la persona que lo padece. Así, sabemos q_ue en la vida adulta los a. Discapacidad intelectual
trastornos mentales más frecuentes q_ue sufren las personas con TEA
son los trastornos del estado de ánimo (depresión) y los trastornos Existe una alta comorbilidad entre el TEA y la discapacidad inte­
de ansiedad. En general, los trastornos comórbidos están infradiag­ lectual, sobre todo en edades tempranas del desarrollo del niño. De
nosticados en el TEA. hecho, como ya hemos comentado la CIE- 11 establece pautas para
distinguir entre TEA con y sin discapacidad intelectual (Figura 15.D.
Al TEA sin discapacidad intelectual se le denomina TEA de «alto
ii, V. D iagnóstico diferencial, funcionamiento».
El DSM-5 también reconoce expresamente q_ue la discapacidad
comorbilidad y características intelectual y el TEA con frecuencia coinciden. En los niños con TEA
tra ns d ia g nósticas el desarrollo emocional y social está afectado, hecho q_ue no ocurre
en los niños con discapacidad i ntelectual, ya q_ue son capaces de
E l diagnóstico diferencial del TEA e s difícil d e realizar porque son expresar sus emociones y a pesar del retraso en el desarrollo del
muchas las enfermedades de base biológica (p. ej., algunas de las lenguaje suelen tener intención comunicativa.
enfermedades raras q_ue se dan en la infancia) y ciertos trastornos En el caso de q_ue haya discapacidad intelectual, el diagnóstico
i nfantiles, particularmente los trastornos del neurodesarrollo, q_ue de TEA será adecuado si la interacción social y la comunicación pre­
presentan alta comorbilidad con el TEA. Se habla entonces del TEA sentan un déficit significativo en comparación con el nivel de desa-

q73
tI Manual de psicopatología. Volumen 2

)) Tabla 15.6. C riterios diagnóst i cos de la discapacidad contextos y entornos, permaneciendo mudo en otros, pero la inte­
intelectual según DSM-5 racción social no está deteriorada, ni tampoco presentan patrones
de comportamiento de tipo repetitivo o restringidos. En el TEA el
mutismo suele ser consecuencia de la evitación social y no una res­
La discapacidad intelectual es un trastorno que comienza
puesta de evitación ante situaciones de ansiedad, como sucede en
durante el período del desarrollo y que incluye limitaciones del
el mutismo selectivo.
funcionamiento intelectual como también del comportamiento
adaptativo en lo conceptual, social y práctico. Se deben cumplir
los tres criterios siguientes:
c. Trastorno especifico del lenguaje
Al igual que el TEA, el trastorno específico del lenguaje (TEU pre­
A. Deficiencias de las funciones intelectuales, como el senta mucha heterogeneidad, ya que varía de un sujeto a otro, e
razonamiento, la resolución de problemas, la planificación, incluso en un mismo sujeto varía a lo largo de la vida. Cada persona
el pensamiento abstracto, el juicio, el aprendizaje académico con TEL manifiesta características clínicas diferentes en función de
y el aprendizaje a partir de la experiencia, confirmados la edad, el tratamiento recibido, los estilos educativos familiares y
mediante la evaluación clínica y pruebas de inteligencia la escolarización (Conti-Ramsden et al., 2006). Sin embargo, el TEL
estandarizadas individualizadas. no suele cursar con «patrones restrictivos y repetitivos de compor­
tamiento, intereses o actividades», ni la comunicación no verbal es
B. Deficiencias del comportamiento adaptativo que producen tan anormal como en el TEA. En cambio, en el TEA el aspecto menos
fracaso del cumplimiento de los estándares de desarrollo desarrollado es la función pragmática del lenguaje, su uso social; es
y socioculturales para la autonomía personal y la en este aspecto en el que los niños con TEA son inferiores a los niños
responsabilidad social. Sin apoyo continuo, las deficiencias con TEL y con discapacidad intelectual.
adaptativas limitan el funcionamiento en una o más Las características que sugieren el diagnóstico de TEA frente
actividades de la vida cotidiana, como la comunicación, la a TEL son las siguientes: (al alteración pragmática (verbal y no
participación social y la vida independiente en múltiples verbal) del lenguaje muy evidente; (b) ausencia de conciencia del
entornos tales como el hogar, la escuela, el trabajo y la «poder del lenguaje» como vehículo de comunicación; (cl proso­
comunidad. dia peculiar; (dl ecolalia inmediata o diferida; (el lenguaje rígido y
aprendido; (f) elección peculiar de palabras (neologismos); (gl com­
C. Inicio de las deficiencias intelectuales y adaptativas durante prensión del discurso más alterada que la expresión; Ch) conducta
el período de desarrollo. repetitiva e intereses muy restringidos; (i) falta de contacto afectivo
y reciprocidad; (jl dificultad para jugar con otros niños, y (kl graves
dificultades de atención.
rrollo de las capacidades no verbales, las habilidades motoras finas o d. Trastorno de la comunicación social (pragmático)
la resolución de problemas no verbales. Por otra parte, el diagnóstico
de discapacidad intelectual se debe realizar si no existe discordancia El TEA y el trastorno de la comunicación social CTCS pragmático)
entre el nivel de las capacidades comunicativas y sociales con el frecuentemente pueden ser trastornos comórbidos. Hay niños con
resto de las capacidades intelectuales (véase la Tabla 15.6) . déficits en la comunicación social y en las interacciones sociales,
pero con ausencia de los «patrones restrictivos y repetitivos de
La evaluación individualizada de las habilidades intelectuales
comportamiento, intereses o actividades» típicos del TEA; en estos
del niño por medio de tests clínicos y psicométricos aporta informa­
casos hay que analizar si se cumplen los criterios del DSM-5 para el
ción objetiva (Tabla 15.6, Criterio Al sobre la posible existencia de
diagnóstico del trastorno de la comunicación social <TCSl.
discapacidad intelectual. No obstante, el cociente intelectual (Cll
de los niños con TEA es un tema controvertido. Ritvo y Freeman en En el TCS (pragmático) su característica más habitual es su falta
1978 indican que aproximadamente un 60 % de los niños con TEA de competencia para el uso social del lenguaje verbal y no verbal,
presentan un CI por debajo de 50, un 20 % entre 50 y 70, y un 20 % aunque también se puede acompañar de problemas de conducta y
de 70 o más. Estudios posteriores (véase Charman et al., 2011) sos­ trastornos específicos del aprendizaje; en cambio, los sujetos con
tienen que aproximadamente el 50 % de los niños con T EA tienen TEA, frente a los sujetos con TCS (pragmático), manifiestan «patro­
discapacidad intelectual asociada, aunque en menos del 20 % es nes restrictivos y repetitivos de comportamiento, intereses o activi­
grave (CI < 50l. Además, hay poca evidencia de un perfil caracte­ dades».
rístico de CI en niños con TEA. No se debe olvidar que el diagnóstico de TEA prevalece sobre
La capacidad adaptativa está afectada negativamente de for­ el de TCS (pragmático), siempre que se cumplan los criterios del
ma significativa (Tabla 15.6, Criterio Bl en ambos trastornos, incluso T EA.
en aquellos niños con TEA que obtienen un CI próximo a la media
del obtenido por los niños neurotípicos. e. Trastornos por déficit de atención/hiperactividad
<TDAHJ
b. Mutismo selectivo TDAH y TEA son dos trastornos del neurodesarrollo y, como tales,
Cuando analizamos el área del lenguaje, podemos encontrar el son entidades diagnósticas independientes con criterios diagnósti­
trastorno denominado mutismo selectivo que puede llegar a con­ cos propios, recogidos en el DSM-5 y la CIE- 1 1. El DSM-5 aconseja
fundirse con el TEA. Hay que precisar que en el mutismo selectivo que no se dé el diagnóstico TDAH a un niño al que se le haya diag­
la capacidad del habla del niño está conservada en determinados nosticado TEA.

IJ74
Capítulo 1 5. Trastorno del espectro del a utismo

Diversas investigaciones sugieren que entre el 41 y el 95 % de los trastorno exclusivo del sexo femeni na, ya que solo lo detectó en
niños con TEA tienen síntomas significativos de falta de atención, niñas. De hecho, es la segunda causa de discapacidad intelectual
hiperactividad o impulsividad (Antshel y Hier, 2014; Levy et al., 1997; en las niñas después del síndrome de Down. Sin embargo, y aunque
Miranda-Casas et al., 2013; Reiersen et al., 2007; Reiersen y Todd, en 1974 Rett describió nuevamente más casos del mismo síndrome,
2008). No obstante, aunque tengan síntomas similares, la naturaleza no fue hasta 1983 cuando se reconoció su existencia en la l iteratura
de estas síntomas varía de forma cualitativa y cuantitativa. Las niñas científica, sobre todo a partir de las publicaciones de Hagberg en
con TEA presentan «patrones restrictivos y repetitivos de compor­ las que se describen 130 casos de niñas comparables a los casos
tamiento, intereses o actividades», en cambio los niños con TDAH descritos por Rett, pero con un seguimiento de más de 30 años
presentan inquietud e impulsividad generalizadas. (Hagberg et al., 1983). Los hallazgos posteriores de Tsai 0992) provo­
Los niños con TDAH pueden tener comportamientos vinculados caron que apareciese como subtipo del TEA en las clasificaciones
al TEA, siendo los más relevantes las dificultades sociales y de comu­ CIE-10 y DSM-IV; sin embargo, en el DSM-5 y en la CIE- 1 1 ha sido
nicación (verbal y no verbal). No obstante, hay que precisar que en excluido del TEA. Se considera una rara enfermedad genética.
las habilidades sociales los déficits no san tan graves ni tan inca­ Russell (1999) describe el síndrome de Rett como un trastorno de
pacitantes como en el TEA, y salva algunos casos, habitualmente deterioro progresivo asociado a una ausencia de expresión facial y
los niños con TDAH no suelen mostrar déficits en «comunicación de contacto interpersonal, con movimientos estereotipados, ataxia
no verbal». y pérdida del uso i ntencional de las manos. La existencia de este
Los niños con TEA y TDAH tienen habitualmente dificultades trastorno hace necesario establecer un exhaustivo diagnóstico dife­
para controlar la conducta. Las personas con TDAH, debido a los rencial sobre todo en el período inicial, cuando puede confundirse
síntomas de inatención, hiperactividad e impulsividad, tienen difi­ fácilmente con el TEA, ya que después el curso y características de
cultades en las relaciones sociales y experimentan rechazo por parte ambos difieren considerablemente. En el síndrome de Rett, entre
de los compañeros, los enfados y las rabietas van asociadas a la el primer y el cuarto año, puede presentarse una alteración en
impulsividad y el bajo autocontrol, en cambio en los niños con TEA la interacción social, por lo que un número considerable de niñas
las rabietas surgen por la intolerancia a los cambios no esperados. pequeñas podrían compartir criterios diagnósticos de TEA. Una vez
pasado dicho período, la mayoría de las niñas con síndrome de Rett
Por otra parte, TDAH y TEA comparten alteraciones en las fun­
presentan una mejoría en las habilidades de comunicación social.
ciones ejecutivas, siendo similares a las que presentan personas con
Solamente se tendrá en cuenta el TEA si se cumplen todos los crite­
daño cerebral o disfunción en la corteza prefrontal. Bausela (2020>,
rios diagnósticos del DSM-5.
utilizando el BRIEF-P (que evalúa las funciones ejecutivas en ni ños
de 2 a 5 años y que puede ser utilizado por padres y profesores g. Trastorno de movimientos estereotipados
en el proceso de evaluación del funcionamiento ejecutivo en niños
con TDAH y TEA), encuentra que hay diferencias significativas entre El trastorno de movimientos estereotipados se caracteriza por una
ambos trastornos en flexibilidad (según evaluación de padres y pro­ conducta motriz repetitiva, que parece impulsiva y aparentemente
fesores) y control emocional (solo según evaluación de profesores). no propositiva (p. ej., agitar las manos, morderse o golpearse) y la
Las dificultades en flexibilidad y planificación se asocian al TEA, presencia frecuente de discapacidad intelectual. Cuando las estereo­
mientras que los déficits en inhibición de respuestas automáticas, tipias motoras están presentes en el TEA, se aconseja no realizar un
al TDAH. diagnóstico adicional del trastorno de movimientos estereotipados
En la revisión de González-Olvera et al. (2013) se analizan los si estos movimientos estereotipados se pueden explicar mejor por
estudios de metaanálisis realizados en TDAH y TEA con técnicas de el TEA. No obstante, si las estereotipias motoras ocasionan lesiones
neuroimagen (estructurales y funcionales). Por un lado, se obser­ corporales y son uno de los objetivos del tratamiento, entonces pue­
van convergencias de ambos trastornos en circuitos como el dorsal de ser apropiado realizar los dos diagnósticos. Sin embargo, es pre­
atencional, funciones ejecutivas, visual, somatomotor y circuito de ferible no diagnosticar el trastorno de movimientos estereotipados
activación por defecto. Estas similitudes posiblemente expliquen las si se cumplen los criterios para el TEA o la discapacidad intelectual.
manifestaciones comórbidas entre ambos trastornos como el déficit
en la i ntegración de información, motricidad fina y procesos aten­
h. Síndrome de Asperger
cionales específicos. Por otro lado, específicamente en el TDAH, se A pesar de que Hans Asperger describe en 1944 un síndrome con
observan déficits en el circuito de recompensa y ventral atencional, características muy semejantes al síndrome descrito por Kanner un
sistemas involucrados en la medición de efectos de reforzamien­ año antes, no ha sido hasta 1980 cuando la comunidad científica se
to y monitoreo atencional. En el TEA los circuitos más afectados ha interesado por el síndrome de Asperger (Wing y Atwood, 1987).
son los que están i mpl icados en los procesos de cognición social Este síndrome es quizás el que más problemas acarrea en cuan­
y lenguaje. La conclusión de los autores es que existen similitudes, to a su validez nosológica. No está demostrado hasta qué punto es
pero también diferencias, en el funcionamiento cerebral de los niños una entidad diferente del TEA, ya que el DSM-5 lo considera como
con TEA y TDAH. Esto explicaría las manifestaciones clínicas tanto un subtipo del TEA, pero la CIE-11 no utiliza el término síndrome de
convergentes como divergentes de ambos trastornos (para ampliar Asperger y tampoco lo reconoce como trastorno.
información, véase el Capítulo 16 dedicado al TDAH). Las personas con síndrome de Asperger (SA) son equiparables
a los TEA de «alto funcionamiento», esto es, sin alteraciones en el
desarrollo del lenguaje ni en la capacidad intelectual. El diagnós­
f. Síndrome de Rett
..
El síndrome de Rett fue denominado así en reconocimiento al inves­
tigador pionero de esta alteración infantil, el neurólogo Andreas
tico del SA requiere la manifestación de falta de empatía, estilos
de comunicación alterados, intereses intelectuales limitados y, con
Rett, que describió por primera vez el síndrome en 1966 como un frecuencia, vinculación idiosincrática con los objetos. Es considerado

1475
_, , Manual de pslcopatología. Volumen z

como un subtipo del TEA porque presenta atenuados los síntomas es el diagnóstico principal más probable se vuelve muy importante
principales del espectro autista; en los niños con SA la adquisición para orientar el tratamiento.
del lenguaje y el desarrollo cognitivo con frecuencia son normales, Entre las dimensiones transdiagnósticas destaca la «intolerancia
y tampoco presentan los graves problemas de comunicación que sensorial» muy común en niños con TEA, TOC, TDAH y otros trastor­
tienen los del subtipo denominado «trastorno autista» (Whater­ nos infantiles. También la «sensación de inacabado», frecuente en
house, 2008). el TOC, puede darse en el TEA sin discapacidad mental o TEA «de
En el síndrome de Asperger, los datos apuntan una frecuencia alto funcionamiento». Es seguro que en los próximos años el enfoque
niño-niña de 8:1. Es importante destacar que el síndrome de Asper­ transdiagnóstico aportará nuevas perspectivas de evaluación y trata­
ger y el TDAH pueden ser trastornos comórbidos. Sin embargo, resul­ miento en el TEA, igual que lo ha hecho en otros trastornos mentales.
ta necesario clarificar y especificar en el futuro si el SA representa
un subtipo clínico del TEA, o es una categoría diagnóstica completa­
mente diferente del TEA, o simplemente no existe. V I . Teorías explicativas
i. Esquizofrenia infantil La causa del TEA es desconocida y como dice Uta Frith (2003) su
origen continúa siendo un misterio. No obstante, existen numerosas
La esquizofrenia infantil (El) es un trastorno parecido a la esquizo­ hipótesis de toda índole, variedad y diversidad: hipótesis genéticas,
frenia del adulto, con la diferencia de que se produce a una edad bioquímicas, neurológicas, neuropsicológicas y psicológicas (princi­
'1

temprana y tiene un efecto negativo en el desarrollo y en el com­ palmente cognitivas y afectivas).


portamiento del niño. En general, es un trastorno poco frecuente,
iniciándose después de un período normal o casi normal de desarro­ Lo que sí está claro es que invocar, como hacían algunos auto­
llo, con presencia de alucinaciones e ideas delirantes, acordes a la res del ámbito de la teoría psicoanalítica hacia 1950, que los padres
edad del niño. Los síntomas de la El también incluyen déficits en las rechazan al hij o porque es un hijo no deseado, es desde todo punto
habilidades sociales y en la comunicación interpersonal, así como la de vista infundado y quizás cruel. Términos como «madre nevera»
presencia de creencias e intereses atípicos que se podrían confundir y «padre ausente» carecen aquí de sentido y rigor. Muchos padres,
con las alteraciones conductuales, sociales y de comunicación que que han demostrado gran habilidad y experiencia en la crianza de
se observan en el TEA. Sin embargo, no existen en la El los graves otros hijos, se sienten desconcertados cuando tienen que interactuar
déficits en el desarrollo lingüístico y cognitivo que afectan a los TEA. con un hijo con TEA, porque a pesar del cariño con que le tratan,
No obstante, existe todavía cierta controversia en lo que respecta el niño ni se comporta ni responde a lo que se espera de un niño
al diagnóstico diferencial de estos trastornos, sobre todo en la edad neurotípico. También este tipo de explicaciones pseudocientíficas
adulta, por lo que parece necesario investigar la comorbilidad de han contribuido a hacer del TEA un mito: «niños sin alma», «niños
los trastornos del espectro de la esquizofrenia (TEE) y el TEA (Lugo inocentes infelices», etc.
y Alviani, 2017). El TEA es un auténtico desafío de la neurociencia actual. Se
piensa que no está provocado por una única causa, más bien se tra­
j. Trastorno obsesivo-compulsivo ta de un trastorno plurietiológico y multifactorial, en el cual varios
de los factores que favorecen su desarrollo posiblemente son toda­
El trastorno obsesivo-compulsivo (TOCl se manifiesta en ni ños de
vía desconocidos. Se cree que es el resultado final de un proceso
forma similar al adulto, con predominio de ideas obsesivas y com­
en el que confluyen e interactúan multitud de variables biológicas,
pulsiones que dificultan seriamente la vida del sujeto que lo padece.
psicológicas y ambientales, provocando en el n i ño un desarrollo
Por ejemplo, temor extremo a la suciedad o a los gérmenes, temor
retrasado y alterado, favoreciendo así mismo la aparición de los
a la contaminación, necesidad de simetría, orden y precisión, ideas
síntomas del denominado «espectro del autismo».
religiosas relacionadas con el pecado y la culpa, etc. En compara­
ción con el TEA, las habilidades sociales y de comunicación en el El DSM-5, como clasificación □teórica con respecto a la etiolo­
TOC no suelen estar ni retrasadas ni alteradas, no suele haber disca­ gía, deja abierta la puerta y en el caso de que se cuente con datos
pacidad intelectual. Tampoco son frecuentes en edades preescolares objetivos, pide especificar en el diagnostico si está asociado a una
de los niños con TOC los problemas de socialización, comunicación o afección médica o genética o a un factor ambiental conocidos y
intolerancia a los cambios que presentan los TEA. Los rituales de los también si está asociado a otro trastorno del desarrollo neurológico,
niños con TOC están asociados a conductas evitativas y preocupa­ mental o del comportamiento.
ciones excesivas, incluso con sensación de desagrado; en cambio en Las h ipótesis explicativas sobre la etiología del autismo se
los niños con TEA los rituales y las conductas repetitivas se viven con pueden agrupar en tres grandes grupos: biológicas, psicológicas y
agrado y suelen ser reconfortantes para ellos, cosa que no ocurre ambientales. El primer grupo hace referencia a variables biológi­
casi nunca en los niños con TOC. cas, donde los factores genéticos j uegan un papel muy relevante.
El segundo grupo lo integran hipótesis que relacionan los aspectos
B. Características tra nsdiagnósticas psicológicos (cognitivos, sociales y de comunicación) con el com­
portamiento del niño con TEA. El planteamiento de las hipótesis
Es obvio que
• la mayoría de los trastornos del neurodesarrollo pre­ biológicas no conlleva ni el rechazo ni la negación de las hipótesis
sentan características comunes derivadas del retraso y alteración psicológicas y viceversa. Estos dos grupos de hipótesis no son incom­
en el desarrollo. En muchas enfermedades y trastornos infantiles patibles entre sí, pueden complementarse como demuestra la neu­
el desarrollo motor, psicomotor, lingüístico, cognitivo, emocional, y rociencia. Hay un tercer grupo de hipótesis que alude a la influencia
social está retrasado y, a veces, alterado; es decir que no siguen las de factores ambientales. La actitud con la que debemos considerar
pautas habituales de desarrollo de los niños neurotípicos. Debido a estas hipótesis explicativas ha de ser integradora (Hervás, Balmaña
el lo, hay mucha comorbilidad entre estos trastornos, y saber cuál y Salgado, 2017).

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A. Teorías biológicas
Capítulo 1 5. Trastorno del espectro del autismo

o conectividad funcional de la activación entre las zonas frontal y


11:

parietal era menor en los sujetos con TEA, así mismo las conexiones del
a. Hipótesis genéticas cuerpo calloso eran menos densas en el área de la sección transversal.
Hoy día se considera q,ue el TEA es un trastorno con una potente Por último, en el grupo de TEA el tamaño de la rodilla del cuerpo
base genética, ya q,ue parece q,ue existen más de 100 genes en calloso correlacionó con la conectividad funcional fronto-parietal.
diferentes cromosomas relacionados con el trastorno (Acosta et al., Los autores sugieren q,ue la base neuroanatómica y neurofisiológica
2016; Geschwind, 2011; Tick et al., 2016 bl. El cromosoma 7 <Santan­ de las funciones cognitivas alteradas en el TEA muestra un menor
gelo et al., 2005) y el cromosoma 15 <Dykens et al., 2004) son l os grado de integración de la información en ciertas áreas corticales
cromosomas con una mayor vinculación al trastorno. No obstante, (frontal y parietal, sobre todo), debido a una menor conectividad
en el TEA se presenta una notoria hetereogenidad genética y proba­ intracortical.
blemente distintos modos de transmisión, lo q,ue también favorece
la variabilidad fenotípica (Hervás, 2016).
Se ha comprobado q,ue las mutaciones o las variaciones estruc­ 5) Corteza orbitofrontal. Recibe el nombre de corteza
turales en algunos genes son un factor de riesgo para la aparición orbitofrontal una región de la corteza cerebral la cual for­
del trastorno, además se incrementan mucho las posibilidades de su
ma parte de la corteza prefrontal y que tiene gran impor­
aparición cuando existe un hermano con TEA; en el caso de gemelos
monocigóticos el riesgo se sitúa entre 70-90 %, en gemelos dici ­ tancia en la regulación de la conducta social, la toma de
góticos está entre 0-10 % y entre hermanos no gemelos e s del 4 % decisiones y la inhibición de conductas. Se vincula con el
(Ozonoff et al., 2011l. TEA

b. Hipótesis neuroanatómicas
Las bases neuroanatómicas del TEA no están muy claras, no obstan­ Merchán-Naranjo (2016), utilizando imágenes obtenidas con
te, las investigaciones realizadas señalan q,u e existen disfunciones RMI en una muestra de niños y adolescentes con TEA sin discapa­
importantes y significativas. cidad intelectual, ha encontrado un patrón atípico en el desarrollo
El patrón de crecimiento cerebral es inusual. Del nacimiento de la girificación de regiones prefrontales y parietales, pudiendo
hasta los 24 meses presentan un crecimiento acelerado, siendo un reflejar alteraciones en la maduración cerebral durante el período
período crítico, porq,ue es cuando se produce la formación de las prenatal o en la infancia temprana. Además, el patrón de girifica­
dendritas, la mielinización neuronal y la sinaptogénesis. En este ción prefrontal izq,uierdo se relaciona con la difusión radial en el
período, además del mayor tamaño craneal, se produce un incre­ fórceps menor del cuerpo calloso, q,ue muestra una maduración más
mento de la materia gris en el lóbulo frontal y temporal del cerebro lenta respecto a los sujetos control.
y un mayor número de neuronas en la corteza prefrontal; también
hay incremento de la materia blanca en los lóbulos frontal y parietal
del cerebro y en el cerebelo (Courchesne et al., 2011l. 5) Girificación_ Es el proceso por el cual se forman los p lie­
Se ha observado en el cerebelo de los niños con TEA q,u e las g ues que son característicos de la corteza cerebral. Las
células de Purkinje son menores en número y tamaño; parece q,ue partes más elevadas de estos pliegues reciben el nombre
esta característica se presenta en todas las edades y tiene un origen de giros, y las partes más aplanadas reciben el nombre de
prenatal (Bauman et al., 2005). También la amígdala y el hipocam­ surcos. Las neuronas de la corteza cerebral se encuentran
po tienen un desarrollo temprano atípico en el TEA <Baron-Cohen et
en una capa muy delgada llamada materia gris, de solo
al. 2000; Schumann y Amoral, 2006).
entre 2 y 4 mm de grosor, en la superficie del cerebro. La
Mediante técnicas de neuroimagen (sobre todo I RMfl se ha
girificación permite que la superficie de la corteza tenga
encontrado un desarrollo atípico de estructuras del lóbulo frontal
(Carper et al., 2002; Carper y Courchesne, 2005), menor densidad un área más grande y que, por lo tanto, que quepa más
de la materia gris y un funcionamiento anormal en regiones fron­ funcionalidad cognitiva dentro de un cráneo más pequeño.
to-estriatales, fronto-orbitales y cuerpo calloso q,ue generan menor La girificación comienza durante el desarrollo fetal en la
conectividad intercortical-intracortical y se relacionan con altera­ mayor parte de los mamíferos.
ciones en las funciones ejecutivas (González-Olvera et al., 2013; Just
et al., 2007; McAlonan et al., 2005; Schmitz et al., 2006). En este
campo las investigaciones son cada vez más numerosas, debido al c. Hipótesis bioquímicas
gran impulso q,ue tiene la neurociencia actual. Se ha comprobado
q,ue la corteza orbitofrontal tiene gran importancia en la regula­ La hiperserotoninemia consiste en una excesiva actividad de la
ción de la conducta social, la toma de decisiones y la inhibición de serotonina, q,ue es una indolamina localizada en los ganglios peri­
conductas. Just et al. (2007) realizaron un estudio utilizando IRMf y féricos y en el sistema nervioso central. La alteración de la 5-HT
midieron el funcionamiento cerebral durante la realización de una (metabolito de la serotonina) cobra una especial importancia en
tarea de planificación y organización (test de la Torre de Londres) la producción de los trastornos del desarrollo, ya q,ue participa
en sujetos con TEA y controles neurotípicos. Encontraron q,ue en en la neurogénesis de los primeros meses de vida embri onaria.
ambos grupos se activan las mismas áreas corticales en niveles A nivel bioq,uímico en el T EA parece q,ue existen anomalías en la
similares; sin embargo, hubo indicios de infraconectividad en el gru­ síntesis de la serotonina q,ue afecta a la formación de diversas áreas
po con TEA. También, observaron q,ue el grado de sincronización corticales del cerebro (Chandana et al., 2005).

lfT1
, ' Manual de psicopatología. Volumen 2

B. Teorías psicológicas tan los sujetos con TEA a nivel de la ToM pueden estar relacionadas
con alteraciones en el funcionamiento ejecutivo (Pellicano, 2010l.
Existen diferentes teorías psicológicas que han intentado explicar
los síntomas primarios que definen el TEA. Ya Kanner en 1943 des­ b. La teoría de la coherencia central débil
cribe como los niños con TEA pasan mucho tiempo solos, aislados,
sin contacto, ni comunicación con los demás; constata que tienen Esta teoría fue propuesta por Frith 0989), debido a las insuficiencias
muchas dificultades para relacionarse con sus padres, familiares y de la ToM para explicar los síntomas del TEA. Frith (1989) denomi-
demás personas; por todo ello postula que la naturaleza del TEA na «coherencia central» a la capacidad de integrar información
se debe principalmente a un conflicto de tipo psicoafectivo (véa­ teniendo en cuenta sus características generales y contextuales. Las
se García-Villamisar y Polaino-Lorente, 2000; para una revisión del personas con desarrollo neurotípico poseen la tendencia natural a
procesamiento emocional en el TEAl. En la actualidad las teorías integrar la información que perciben en un todo, sin embargo, en
psicológicas sobre el TEA son muy variadas y tienen que ver con los las personas con TEA la «coherencia central» está alterada. Las
modelos psicopatológicos, fundamentalmente el cognitivo y el con­ personas con TEA se caracterizan por su gran dificultad en conectar
ductual; también el modelo neuropsicológico tiene gran relevancia e integrar información diversa que permite construir un significado
por sus aportaciones en la alteración de las funciones ejecutivas. global o general dentro del contexto, ellos ven el mundo de manera
Entre las teorías actuales destacan: la teoría de la mente, la fragmentada, fijándose mucho más en los detalles que en el con­
teoría de la coherencia central débil, la teoría de la empatía-siste­ junto. A la falta de influencia del contexto y la escasa motivación
matización, la teoría de la disfunción ejecutiva y la teoría magno­ para buscar un significado global o general se le llama «coherencia
celular. Ninguna teoría es completa, ni explica satisfactoriamente central débil», y es, según Frith, una de las principales caracterís­
los síntomas principales del TEA. Además, algunas de estas teorías ticas de las personas con TEA. Esta forma de percibir la realidad
(p. ej., la teoría de la mente) también se aplican en otros trastornos provoca dificultades importantes en el área social y emocional,
del neurodesarrollo, especialmente al TDAH. puesto que existen numerosas claves en el entorno que nos ayudan ,
a desenvolvernos y relacionarnos de forma adecuada en contextos
a. La teoría de la mente interpersonales y sociales. Las personas con TEA no son capaces de
codificar dichas claves, la atención que prestan hacia los pequeños
La teoría de la mente (ToM, por sus siglas en inglés) estudia las detalles es una característica negativa que les dificulta percibir los
habilidades cognitivas que permiten a una persona comprender y estímulos de forma global.
predecir los estados mentales de otras personas, es decir, cómo
las personas piensan, sienten y actúan. La teoría hace referencia Happe y Frith (2006) consideran que el procesamiento visual y
a la habilidad que tienen las personas para representar los estados auditivo en los TEA esta alterado. En el procesamiento perceptivo
mentales de los demás; esto implica la capacidad para comprender de las personas con TEA es frecuente encontrar una tendencia a
y predecir las conductas de otras personas, así como sus creencias priorizar los detalles sobre el procesamiento global de los estímulos.
e intenciones. Esta capacidad se desarrolla en los primeros estadios Otro característica perceptiva frecuente en el TEA es la hiper/hipo­
del desarrollo infantil, y entre los cuatro y cinco años ya parece rreoctividad a los estímulos sensoriales, que ha sido relacionada con
estar consolidada. Una persona que carece de la teoría de la mente la presencia de intereses inhabituales y restringidos hacia aspectos
percibe el mundo de manera confusa y temerosa, lo que le lleva a sensoriales del entorno (Criterio B del DSM-5 para el TEA).
aislarse de la sociedad. Así pues, según la teoría de la «coherencia central débil»,
La aplicación de la ToM al TEA fue propuesta por Baron-Cohen, las personas afectadas con TEA tienen problemas para integrar la
Leslie y Frith en 1985. Consideran que esta capacidad está alterada información en un todo coherente, de forma persistente se centran
(lo llaman «ceguera mental») en las personas con TEA, aunque con en los pequeños detalles y no saben distinguir lo relevante de lo
diferentes grados de afectación en cada persona; no obstante, casi irrelevante.
todas presentan graves problemas a la hora de atribuirse estados Además, la teoría considero que una «coherencia central débil»
mentales a sí mismas y a los demás, lo que repercute negativa­ explica las capacidades y el rendimiento en tareas cognitivas de las
mente en sus habilidades sociales y de comunicación <Baron-Cohen personas con TEA que no pueden ser explicados por la ToM. Por
et al. 1985); también repercute negativamente en su capacidad de ejemplo, la elevada capacidad de los sujetos con TEA para memori­
adaptación <Baron-Cohen, 2010al. Lógicamente la ToM se relaciona zar listas de palabras, repeticiones de frases sin sentido, ensambla­
sobre todo con el Criterio diagnóstico A del DSM-5 para el TEA: do de rompecabezas de un elevado número de piezas por la forma,
«Deficiencias persistentes en la comunicación social y en la interac­ reconocimiento de coros invertidas; y también las dificultades en
ción social en diversos contextos». memoria de frases, ensamblado de rompecabezas por el dibujo y
Los estudios de la ToM son muy numerosos en niños con TEA y, reconocimiento de caras en posición normal.
dado que estos niños tienen un problema específico para compren­ Aunque existe evidencia empírica parcial a favor de la teoría,
der los estados mentales de las personas, el TEA podría considerarse también se han constado sus insuficiencias, ya que no logro explicar
como un trastorno del procesamiento cognitivo. la totalidad de las características cognitivas y conductuales del TEA
Se han realizado algunos estudios de neuroimagen (IRMfl paro (Happé y Frith, 2006). Hay estudios en los que se ha encontrado
investigar el funcionamiento de las redes corticales de la ToM en poca o nula relación entre el desempeño de sujetos con TEA en
el TEA. En el estudio de Kana et al. (2009) las alteraciones encon­ tareas de ToM y tareas que miden «coherencia central» <Beaumont
tradas son compatibles con una disfunción frontal. En otro estudio y Newcombe, 2006; Pellicano et al., 2006). Tampoco se ha encon­
(Kana et al., 2014) las imágenes con tensor de difusión <DTD mues­ trado relación entre el desempeño en tareas de «coherencia cen­
tran una reducción significativa de la sustancia blanca en el lóbulo tral» y la presencia de conductas repetitivas, y disfunción ejecutiva
temporal. También se ha propuesto que las dificultades que presen- (Pellicano, 2010; South, Ozonoff y McMahon, 2007). En la actualidad

1478
Capítulo 15. Trastorno del espectro del autismo
••
se considera la «coherencia central débil» como una característica nales que tienen se deben a una capacidad de sistematización que
cognitiva del TEA que reduce la integración global del procesa­ incluso puede ser superior a la de sujetos sin TEA <Baron-Cohen,
miento de la información (800th y Happe, 2018), pero hay que tener 2010a; 20I0bl.
en cuenta que también se da, incluso de forma más acentuada, en Entre las fortalezas de la teoría hay que destacar que identifica
otros trastornos del neurodesarrollo como el síndrome de Williams dos dimensiones que se relacionan con los dos criterios diagnósticos
(Bernardino et al., 2012). más importantes del TEA, según el DSM-5: (Al déficit social y de
comunicación; (8) intereses restringidos/conductas repetitivas.
c. La teoría de la empatía-sistematización
Las dificultades en la comunicación social se explicarían por
Esta teoría fue propuesta por Baron-Cohen (2009) en un intento de una empatía por debajo de la media, en tanto que la capacidad de
encontrar una teoría explicativa del TEA que integrara los hallazgos sistematización por encima de la media explicaría la manifestación
de las teorías cognitivas formuladas previamente y las aportaciones de intereses restringidos, las conductas repetitivas y la resistencia al
más recientes de la neurociencia. La teoría tiene dos dimensiones: cambio. La combinación baja empatía y alta sistematización puede
empatía y sistematización. favorecer la aparición de los síntomas del TEA.
La empatía es la capacidad de ponerse en el lugar del otro, de Entre las debilidades de la teoría, la más importante es que
percibir y entender su manera de pensar, sentir y actuar. Consiste tal vez, en rigor, solo se puede aplicar en las personas con TEA de
también en comprender a una persona desde su propio punto de «alto funcionamiento» o síndrome de Asperger, ya que su conducta
vista. La empatía nos ayuda a saber relacionarnos con los demás. ritualista puede ser entendida como una necesidad de sistemati­
La empatía tiene dos componentes: uno cognitivo (el saber qué zación fuerte, sin embargo, en el «trastorno autista» no todas las
piensa una personal y el otro emocional (el saber cómo se siente conductas ritualistas o repetitivas son explicadas satisfactoriamente
esa personal. En las relaciones humanas el componente cognitivo desde la sistematización.
precede al componente emocional. El componente cognitivo se Baron-Cohen para explicar el TEA completa su teoría de la
identifica con lo que se ha denominado teoría de la mente (ToMl, empatía-sistematización con la ayuda de la hipótesis de cerebro
es decir, hay que entender lo que el otro piensa antes de reaccio­ masculino extremo <Baron-Cohen et af.. 2005). Esta hipótesis plan­
nar emocionalmente. La empatía (cognitiva y emocional) lleva a las tea que el perfil cognitivo de las personas con TEA es característi­
personas a comportarse y relacionarse de una manera apropiada camente «masculino», ya que en la población general los varones
<Baron-Cohen, 2009, 2010b). puntúan significativamente más alto que las mujeres en las pruebas
Gracias al desarrollo de la empatía, el niño desde muy pequeño que implican sistematización, y significativamente más bajo en las
es capaz de compartir la experiencia cognitiva y emocional con pruebas de empatía. A la inversa, las mujeres son significativamente
los otros; también le sirve para predecir y anticipar la conducta mejores que los varones en pruebas de empatía y peores en pruebas
de los demás La investigación en neurociencias demuestra que la que implican sistematización, aunque es algo modulado tanto por
capacidad de relacionarse y comportarse de manera empática tiene las normas culturales como por la motivación individual. Desde esta
su correlato anatómico-fisiológico en las «neuronas espejo», un sis­ perspectiva el TEA se considera como un trastorno predominante­
tema de redes neuronales que hay en el cerebro. Este sistema pue­ mente masculino <Baron-Cohen, 2010a, 2010b; Van Wijngaarden­
de considerarse el soporte biológico de la empatía. Las «neuronas Cremers, 2014). Hay datos que presentan algunas evidencias en este
espejo» favorecen el desarrollo de la capacidad de comunicarnos y sentido: las mujeres cuya anatomía cerebral es más parecida a la
relacionarnos con los demás, a la vez que nos permiten ponernos en típica del hombre, cuando se las compra con las que presentan una
el lugar del otro (Gallese, 2001; Vera, 2012). anatomía cerebral típicamente femenina, tienen el triple de posibi­
En las personas con TEA los niveles de empatía están por debajo lidades de padecer TEA (Ecker et al., 2017). Hay también evidencias
de la media de los sujetos neurotípicos. Si la empatía es la primera sociales: investigaciones cualitativas han encontrado que las niñas
dimensión psicológica que explica el TEA, la segunda es la siste­ y mujeres con TEA prefieren relacionarse con niños y hombres, en
matización. vez de relacionarse con otras mujeres <Bargiela et al., 2016), además
La sistematización no se identifican con los criterios característicos habituales de la
• implica la búsqueda de reglas por las que se
rige un sistema para poder predecir sus cambios. Algunas conductas feminidad de nuestra saciedad occidental <Kanfiszer et al. 2017).
típicas que muestran las personas con TEA y que estarían relaciona­ La teoría de Baron-Cohen sobre el TEA ha propiciado numerosas
das con una buena capacidad de sistematización serían, por ejem­ investigaciones y ha sido un revulsivo en un campo dominado por
plo, la obsesión con horarios y calendarios, hacer girar reiteradamen­ las teorías dinámicas. También ha suscitado muchas críticas, ligadas
te un objeto, la atención a pequeños detalles, repetir frases, golpear fundamentalmente a la validez de constructo de las dimensiones
superficies, dejar que se escape arena entre los dedos, oler a la vinculadas con el modelo teórico. Tampoco hay que olvidar que las
gente o comer lo mismo una y otra vez. En el síndrome de Asperger teorías cognitivas del TEA frecuentemente olvidan que el lenguaje
la sistematización se podría ver reflejada en llevar siempre la misma es un poderoso instrumento de socialización, su alteración y retraso
ropa o insistir en hacer lo mismo todos los días <Baron-Cohen, 2010a). puede influir negativamente en los procesos de desarrollo cognitivo
En los sujetos con TEA la capacidad de sistematización suele estar en y social de la persona.
la media o por encima de la media, cuando se les compara con con­
troles neurotípicos (Baron-Cohen, 2009; Baron-Cohen, 2010a, 2010b). d. Alteración de las funciones ejecutivas
Así pues, la teoría de la empatía-sistematización de Baron­ Las similitudes que se pueden observar en el comportamiento entre
Cohen atribuye que las dificultades que tienen los sujetos con TEA los pacientes con lesiones en el lóbulo frontal y las personas con TEA
para comunicarse e interactuar socialmente son debidas a retrasos llevan a plantear la teoría de la disfunción ejecutiva como posible
y déficits en la empatía, en cambio ciertas habilidades excepcio- hipótesis explicativa del TEA <Hughes y Russell, 1993; Ozonoff, Pen-

479
m1, ID1 Manual de psicopatología. Volumen 2

nington y Rogers, 199D. La teoría sostiene q,ue las alteraciones en la (Yerys et al., 2007). Sin embargo, a partir de la diferenciación entre
conducta social y no social de las personas con TEA son un reflejo de funciones ejecutivas cálidas y frías, existe la idea de q_ue en el TEA
un déficit ejecutivo ligado a una disfunción de los lóbulos frontales puede existir un déficit primario en las funciones ejecutivas cálidas
(Fisher y Happé, 2005; Ozonoff, 1995a; Russell, 1999). y secundario en las frías <Jodra, 2015; Zelazo y Müller, 2002).
Las funciones ejecutivas más estudiadas en niños en relación Por otra parte, el trabajo de Sachse et al. (2013) solo constata
con el TEA son la flexibilidad cognitiva, la memoria funcional y el peq,ueñas dificultades en funciones ejecutivas en adolescentes con
control inhibitorio (Ozonoff, et al., 2004; Bausela, 2020>. La flexibi­ TEA de «alto funcionamiento» cuando se les compara con controles
lidad cognitiva hace referencia a pensar de manera flexible sobre neurotípicos. En cambio, el trabajo de Merchán-Naranjo (2016) pone
algo, incluyendo ver las cosas desde otro punto de vista. La memoria de relieve q_ue los niños y adolescentes con «TEA-sin discapacidad
funcional ayuda a mantener información en la mente y trabajar con intelectual» presentan dificultades en funciones ejecutivas, a pesar
ella, como cuando sumamos mentalmente dos números. El control de tener un CI igual o superior a la media de los sujetos neurotí­
inhibitorio implica evitar reacciones impulsivas y resistir la distrac­ picos. Además, señala q,ue el CI normal, medido con las escalas
ción. Estas funciones suelen estar alteradas en los niños con TEA Wechsler, puede ocultar dificultades cognitivas potencialmente
La disfunción ejecutiva q_ue afecta a las personas con TEA se relevantes para el rendimiento académico y para saber afrontar los
relaciona con algunos de los síntomas princi pales del trastorno problemas de la vida diaria.
como son los intereses restringidos, la conducta compulsiva, las este­
reotipias y rituales motores, la dificultad para focalizar la atención,
.......'.;:u,

la escasa habil idad paro planificar y organizar sus actividades, la ' ¿) Funciones ejecutivas cálidas y frías. Las funciones eje- t:
falta de empatía, flexibilidad y autocontrol, la pobreza afectiva y las cutivas cálidas son las que usamos en situaciones donde �
reacciones emocionales inapropiadas ante los cambios del entorno
(Bradshaw, 2001; Bausela, 2020; Gutiérrez, 2014; Jofra, 2015; Mar­
las emociones están a flor de piel [p. ej., autocontrol, pen- ¡;
samiento flexib le). Las frías son las que utilizamos cuando [
tos-Pérez, 2008). Todo ello guarda cierta similitud con el síndrome
disejecutivo propio de las lesiones frontales del cerebro, pero en el
las emociones no son un factor importante [p . ej., recordar
una lista de números).
¡
TEA no se da por lesión, sino por la falta de un adecuado desarrollo Í
evolutivo de las funciones ejecutivas.
"'!ti�

Merchán-Naranjo (2016) en un estudio llevado a cabo con niños


e. Teoría magnocelular
y adolescentes con «TEA-sin discapacidad i ntelectual», encontró
q,ue el grupo con «TEA-sin discapacidad intelectual» obtuvo un ren­ Esta curiosa teoría sostiene q,ue el TEA se debe a una disfunción
dimiento significativamente inferior al grupo de control (sujetos neu­ específica en una de las vías visuales del cerebro responsable de
rotípicos sanos) en todos los dominios cognitivos evaluados (aten­ procesar el movimiento: la vía magnocelular, en cambio la vía par­
ción, memoria de trabajo, flexibilidad cognitiva, control inhibitorio vocelular está preservada mavis et al., 2006; Pellicano et al., 2005;
y solución de problemas). Además, estas diferencias se mantienen Pellicano y Gibson, 2008; Spencer y O'Brien, 2006).
cuando los análisis se realizan controlando el cociente intelectual La teoría magnocelular es una teoría psicológica debido a q_ue
(CD. Este estudio pone de relieve q_ue los niños y adolescentes con se ha puesto a prueba mediante técnicas psicológicas. Por ejemplo,
«TEA-sin discapacidad intelectual», a pesar de tener un CI nor­ se ha utilizado la prueba de los destellos luminosos (en la q_ue se
mal, tienen dificultades para transformar y manipular mentalmente pasan rápidamente, uno a uno, cuatro cuadrados, y el sujeto debe
información verbal, presentan mayores latencias de respuesta, más reconocer y nombrar cuándo ve aparecer un nuevo cuadrado) y se
problemas atencionales y problemas en la inhibición de respuestas ha encontrado q_ue los sujetos con TEA reaccionan más lentamente
automáticas, así como en la solución de problemas. ante el cambio. Lo teoría asume q_ue la tendencia en el TEA a evitar
También se ha relacionado la TaM con las funciones ejecutivas. todo estímulo en movimiento se debe a q_ue no pueden procesarlo
El estudio longitudinal de Pellicano (2010) encontró una relación adecuadamente, de ahí surge la hipersensibilidad sensorial q_ue tie­
entre el funcionamiento ejecutivo de niños (flexibilidad cognitiva, nen estos niños (Baron-Cohen, 2010a).
memoria funcional y control inhibitorio) y el rendimiento en tareas La teoría magnocelular ha sido objeto de múltiples críticas,
de ToM (comprensión de falsas creencias), dicha relación ero inde­
sobre todo por los defensores de las hipótesis cognitivas. Baron-Co­
pendiente de la edad, el idioma, la inteligencia no verbal y habili­
hen (20100) critica la importancia q,ue la teoría concede al compo­
dades previas de ToM.
nente visual, ya q_ue la hipersensibilidad de los niños con TEA puede
En el trabajo de Kimhi et al. (2014) se estudiaron las diferen­ afectar a todas las modalidades sensoriales. También afirma q_ue
cias en medidas de funciones ejecutivas (planificación y flexibilidad a los niños con TEA les atraen los objetos q,ue se mueven cuando
cognitiva) y ToM (tarea de falsas creencias) en un grupo de niños siguen patrones previsibles. Estos y otros datos no concuerdan con
con TEA y un grupo de niños con desarrollo neurotípico con edades los supuestos de la teoría magnocelular.
comprendidas entre los tres y seis años. Se encontraron diferencias
significativas en la mayoría de las medidas de función ejecutiva y
ToM, a favor de los niños con desarrollo neurotípico. Las habilidades
C. Teorías ambientales
de planificación y flexibilidad cognitiva, así como las habilidades Pese a q_ue no hay una teoría ambiental propiamente dicha sobre
verbales, contribuyen significativamente a explicar la varianza en el origen del TEA, ha crecido considerablemente el reconocimiento
las medidas de ToM. de la importancia q_ue los factores ambientales pueden tener en el
Algunas investigaciones sobre los déficits ejecutivos en el TEA origen y desarrollo del trastorno. Los factores ambientales aumentan
concluyen q_ue dichos déficits no son primarios, sino secundarios el riesgo y favorecen la vulnerabilidad de sufrir el TEA

480
Capítulo 1 5. Trastorno del espectro del autismo 111

En neurociencia, «ambiente» se refiere o cuolq_uier variable ren lo participación de factores ocupacionales en el origen del TEA
externo o nuestro cuerpo q_ue puedo afectar o lo salud. El aire q_ue (Pino-López y Romero-Ayuso, 2013).
respiramos, el aguo q_ue bebemos, los alimentos q_ue comemos, los En conclusión, a pesar del avance conseguido en los últimos
medicamentos q_ue tomamos y otros muchos cosos pueden afectar años en el TEA, no hoy una teoría i ntegradora q_ue una todos los
negativamente o nuestro cuerpo y poner en peligro nuestro salud. En hallazgos encontrados en los numerosos estudios realizados, tal vez
el coso de los niños, el ambiente también incluye lo edad y profesión porq_ue el perfil de los niños con TEA es muy heterogéneo, con gran­
de los podres, los enfermedades de lo madre y los fármacos q_ue
tomo, los posibles complicaciones durante el embarazo y el porto;
..
des diferencias de unos sujetos o otros. Teorías actuales como el
neuroconstructivismo pueden aportar una vi sión integradora muy
todo ello puede influir en el crecimiento y desarrollo del niño. interesante. El neuroconstructivismo postula q_ue el desarrollo cog­
Como hemos mencionado anteriormente los estudios con her­ nitivo se debe a la interacción entre el crecimiento estructural del
manos y gemelos sugieren un componente genético en el origen cerebro y el ambiente. Es una teoría holística q_ue permite enten­
del TEA, pero esto no explico el crecimiento actual del trastorno, yo der mejor las relaciones e i nteracciones de los niveles biológicos
q_ue el TEA de origen genético solo comprende un 25 % los cosos. En y cognitivos q_ue están afectados en los trastornos del desarrollo
muchos niños con TEA hoy q_ue pensar q_ue además del componente (Moreschol et al., 20070; Moreschol et al., 2007b). Lo investigación
genético puede haber un componente ambiental, oigo q_ue ocurre tiene lo palabro.
con más frecuencia en el embarazo, en el porto o en algún momento
posterior (Colvert et al., 2015).
Poro Hol lmoyer et olt. (2011) el componente ambiental tiene
V I l . Recomendaciones para la
un peso mayor q_ue el componente genético. Sin embargo, Tick et eva luación y el trata m i e nto
al. (20160) realizaron un metoonálisis q_ue incluía siete
• de los tre­
ce estudios realizados sobre gemelos con TEA (seis estudios fueron En los niños con TEA e s aconsejable q_ue lo evaluación, e l diagnós­
excluidos por problemas en lo selección de los muestras y por otros tico y el tratamiento se hagan lo más temprano posible. Hoy uno
aspectos metodológicos). Llegan o lo conclusión de q_ue el TEA se estrecha relación entre maduración, desarrollo cerebral y potencial
debe o causas genéticos y q_ue los influencias ambientales solo se de aprendizaje. Durante los primeros años de vida el cerebro crece
manifiestan si lo definición de TEA es muy estricto. Lo opinión de los con asombroso rapidez. Debido a la plasticidad cerebral, los redes
autores es q_ue alguno formo de disfunción biológico, normalmente neuronales se forman a una velocidad q_ue no volverá a repetirse en
en el período perinotol, predispone de formo i ntenso al desarrollo la vida, lo q_ue afecto profundamente al desarrollo motor, cognitivo,
del TEA. No obstante, ounq_ue los estudios en gemelos sostienen lingüístico, emocional y social del niño, influyendo en su capacidad
q_ue ambos componentes (genético y ambiental> están presentes en poro aprender y relacionarse con los demás.
los niños con TEA, poro el grupo de Tick el componente genético En los niños con retraso y/o alteración en el desarrollo es siem­
parece tener mayor peso q_ue el ambiental. pre aconsejable realizar una evaluación clínica integral. El diagnósti­
co del TEA req_uiere uno completa y detallado onamnesis q_ue inclu­
Por otro porte, los estudios con gemelos no siempre suelen tener
yo los antecedentes familiares, los eventos prenatales, perinatales y
en cuento q_ue ambos tipos de factores, genéticos y ambientales,
postnatales, el desarrollo físico, motor, psicomotor, lingüístico, cog­
pueden interactuar entre sí. Precisamente lo epigenético es lo dis­
nitivo, afectivo y social del niño. Son necesarias numerosas pruebas:
ciplino q_ue estudio los relaciones de i nteracción entre genético y
análi sis clínicos, pruebas genéticos, pruebas de laboratorio y de
ambiente, y pudiera ser q_ue determinados exposici ones ambien­
neuroimagen. La necesidad de hacer un diagnóstico diferencial del
tales, q_ue pueden ser diferentes en codo gemelo, favorezcan el
TEA con los distintos trastornos del desarrollo req_uiere de numerosos
desarrollo del TEA en individuos q_ue tienen uno particular dotación
profesionales. Además, lo evidencia empírica sugiere q_ue tanto la
genético, un genoma determinado y uno cierto predisposición al
demora en el diagnóstico como en el tratamiento del TEA pueden
trastorno. Por ello, es importante identificar los factores ambien­ empeorar el pronóstico, y o pesar de los avances científicos, aún
tales q_ue incrementan el riesgo de sufrir TEA, y son los estudios no existen marcadores biológicos para establecer un diagnóstico
epigenéticos los q_ue permitirán identificarlos y conocerlos, así como definitivo de TEA; por lo tonto, el diagnóstico sigue siendo clínico,
abordar su posible prevención y tratamiento. en el ámbito de lo posible y lo probable (Canal-Bedio et al., 2006).
En todos los trastornos del neurodesorrollo es importante tener Por otra porte, dado q_ue el TEA se origina en las etapas iniciales
en cuento las condiciones de salud del niño ( nutrición, vacunos, del desarrollo, es muy i mportante realizar un diagnóstico precoz
enfermedades físicos padecidos, pautas de crianza, etc.>, pero tam­ para iniciar cuanto antes uno i ntervención temprano, buscando
bién las condiciones de salud de lo madre poro identificar los posi­ mejoras significativas en el desarrollo del lenguaje, en el desarrollo
bles factores de riesgo prenatales, perinatales y postnatoles (Lorsson cognitivo y en el desarrollo social del niño (Conol-Bedio et al., 2006).
y Modsen, 2005). En particular hay q_ue tener en cuenta si ha habido
Ante la sospecha de un niño con TEA se dispone de instrumentos
complicaciones en el embarazo y en el porto (porto distócico, sobre
estandarizados para su evaluación: entrevistas a familias y pruebas
todo) y exposición o sustancias tóxicas de los podres. de observación directo del comportamiento del niño. Resulta muy
Se han encontrado asociaciones positivos entre TEA e indicado­ útil utilizar instrumentos de cribado con adecuada especificidad y
res de estatus socioeconómico de los podres toles como educación, sensibilidad como el M-CHAT < Robins et al., 2001; Mogón-Maganto
ocupación o ingresos < Durkin et al., 2010). También, entre cierto tipo et al., 2020; Sánchez-Gorcía et al., 2019) q_ue permite identificar a
..
de exposiciones profesionales como trabajo nocturno, manejo de los niños sospechosos de presentar un trastorno de la comunicación
disolventes y/o campos electromagnéticos. Estos exposiciones pro­ y de lo socialización q_ue deberían ser objeto de una evaluación más
fesionales incrementan la probabilidad de TEA en los hij os y sugie- riguroso y específica.

481
1' Manual de psicopatología. Volumen 2

Con diagnóstico o con


alto riesgo de TEA ¡¡;

Orientación conductual
y planes de tratamiento
...--~~~~ l [~_J Duración del
entrenamiento
Participación
de padres
Medidas
de resultado

) ) Figura 15.2. Diagnóstico y tratamiento del TEA.

La «entrevista paro el diagnóstico del autismo» A DI-R (por sus o con r iesgo de sufr irlos. L a atención temprano es el mejor pre­
siglas en inglés) es una entrevista semi-estructurado q_ue se realiza dictar de integración y recuperación funcional de n i ños con TEA
a lo familia o al cuidador/o de personas con TEA < Rutter, Le Couteur (Sánchez-Rayo et al., 2015).
y Lord, 2006). Se complemento con lo administración de lo ADOS-2 El tratamiento integral del TEA abarco intervenciones médicos,
(por sus siglos en inglés) q_ue es una «escala de observación paro psicológicos, educativos y sociales. No debemos olvidar que al niño
el diagnóstico del autismo» q_ue se aplico al niño afectado (Lord et con TEA, desde q_ue nace, hoy q_ue enseñarle todo. Por ello, se debe
al., 2015). Ambos instrumentos son de gran complejidad en su admi­ favorecer el desarrollo de los habilidades necesarios poro lo vida
nistración y han sido diseñados especialmente poro su uso en inves­ diar io, mejorando su calidad de vida y prestando apoyo o lo familia.
t igación. Poro el estudio del cociente intelectual (CI> de los niños
Con relación a q_ué método y técnicos de intervención son las
con TEA existe uno validación españolo del Autism-Spectrum Quo­
más adecuados, no existe unanimidad, entre otros rozones por lo
tient-Short (Lugo-Morín, Diez-Villorio, Mogón-Maganto et al., 2019).
gran heterogeneidad de niños con TEA y lo gran d iversidad de técni­
También se pueden utilizar, en función de los objetivos de lo evalua­
cos de intervención q_ue potencialmente se pueden aplicar. No obs­
ción, tests neurológicos, boterías neuropsicológicos y tests psicológi­
tante, existe un amplio cuerpo de investigación científico dedicado
cos de uso habitual en la clínica infantil menver Test, Escalas Boyley,
a describir y evaluar los diferentes tipos de intervenciones utilizadas
Escalos McCarthy, Peabody Test, W PPSI, WISC, K-Bit, Lurio-Ini­
poro aplicar en niños con T EA.
cial, N E PSY, Stroop, W isconsin Card Sorting Test, BRIEF-P, etc.>.
Wong et al. (2014) señalan q_ue hoy dos grandes modelos de
El uso de los formas abreviados de los escalos Wechsler de inte­
intervención en el TEA: (1) modelo de intervención globalizado, y
ligencia poro valorar el CI en niños y adolescentes con TEA debe
(2) modelo de intervención focolizado. El primer modelo consiste en
realizarse con mucho precaución, yo que estos pacientes presentan
un conjunto de prácticas destinadas o potenciar, en lo medido de
un perf il atípico de inteligencia en estos escalos y los formas abre­
lo posible, el desarrollo global del niño con TEA. El segundo modelo
viados no resultan fiables. Uno valoración neurocognitivo completa
se refiere a intervenciones diseñadas para hacer frente o uno solo
de pacientes con TEA deberá incluir uno exploración detallado de
habilidad del sujeto con T EA.
funciones ejecutivos q_ue permito incluir en los programas de inter­
vención objetivos relacionados con oq_uellos dominios cognitivos Los programas de intervención focolizodo suelen realizarse
afectados (Merthán-Naronjo, 2016) durante un período de tiempo relativamente corto; los técnicos
empleados en estos programas incluyen el refuerzo y motivación de
En el síndrome de Asperger se puede utilizar lo «Escalo autó­
comportamientos deseados y los intervenciones mediados por com­
nomo poro lo detección del síndrome de Asperger y el autismo de
pañeros; en cambio, los intervenciones globalizados o intervencio­
alto funcionamiento» (Belinchón, Hernández y Sotillo, 2008) y en la
nes de «morco», denominados así debido a q_ue son muy conocidos
evaluación de los adultos autistas en el ámbito laboral resulto útil lo
por los siglos de sus nombres en inglés (p. ej., TEACCH, PECS, etc.>,
Childhood Autism Rating Sea/e (Gorcío-Villomisor y Muelo, 2000).
se realizan durante un período prolongado de tiempo (o menudo un
Ante lo presencio de signos y síntomas de alarmo, es necesario año o más) y se caracterizan por la intensidad de su aplicación. Es
realizar estudios más rigurosos y específ icos, por ello es recomenda­ i mportante señalar q_ue ambos modelos de intervención incorporan
ble derivar al niño con posible/probable TEA o un Centro de Aten­ técnicos cognitivos y conductuoles, centrándose directamente en lo
ción Temprano (CAT> poro su diagnóstico y tratamiento <Figura 15.2). mejoro del desarrollo cognitivo del niño, de sus habilidades sociales
El diagnóstico clínico del TEA únicamente debe realizarse si se y de comunicación. Muchas de estas intervenciones, globalizadas y
cumplen los criterios del trastorno establecidos por alguno de los focolizodas, operan bojo los criterios del análisis conductuol apli­
sistemas de clasif icación como el DSM-5 o/y lo CIE- 1 1. cado (ABA por sus siglas en inglés), posiblemente el enfoq_ue de
Por otro porte, lo atención temprana contempla el conjunto de tratamiento más eficaz en el TEA.
intervenciones dirigidas o lo población infantil de cero o seis años, Debido a la creciente necesidad de desarrollar programas de
a la familia y al entorno para dar respuesta, lo antes posible, a las intervención basados en la evidencia científ ica, Matson et al. (2012)
necesidades q_ue presentan los niños con trastornos en su desarrollo realizaron uno revisión sobre lo eficacia de los programas de ínter-
r
' C apítulo 1 s. Trastorno del espectro del autismo

vención precoz en el TEA y llegaron a la conclusión de que dos pro­ los síntomas, según lo edad, sexo o comorbilidades existentes. El
gramas: Early Intensive Behaviora/
• Intervention <EIBI/IBD y Picture trastorno constituye un foco de gran interés poro profesionales sani­
Exchange Communicotion System (PECS) son los que cuentan con tarios, educadores e investigadores.
datos favorables de comprobada eficacia. Hay además programas de Los clasificaciones nosológicos DSM-5 y CIE- 11 consideran al
intervención cognitivo-conductual dedicados a favorecer el desarrollo TEA como un trastorno del neurodesorrollo, presumiblemente de
de las habilidades de comunicación y las habilidades sociales con origen biológico, que se manifiesto de formo precoz, siendo fre­
buenos resultados. También • los programas dirigidos a los padres: cuente su aparición en edades muy tempranos (generalmente antes
Parent Jmplemented Intervention (PIIl, Focused Playtime Interven­ de los tres años), tiene uno evolución crónica con diferentes niveles
tion <FPD tienen evidencia de eficacia comprobada. Otros progra­ de gravedad, según el coso y momento evolutivo de lo persono. El
mas que cuentan con eficacia moderado son SCERTS y TEACCH (por trastorno agrupo un heterogéneo grupo de síntomas, siendo muy
sus siglos en inglés>. La mayoría de los programas citados tienen frecuentes los dificultades en lo interacción social, alteraciones en
sus correspondientes adaptaciones en distintos países, casi siempre los habilidades de comunicación, presencia de «patrones restricti­
promovidas y avalados por los asociaciones de podres de niños con vos y repetitivos de comportamiento, intereses o actividades» que
TEA. En general, estos programas entrenan o los podres para que constituyen el núcleo de lo que se ha dado en llamar «espectro del
participen en los terapias y en la educación de sus hijos. autismo».
A pesar de la dificultad para recomendar un tipo de tratamiento El DSM-5 intento uno aproximación dimensional al TEA y por
u otro, parece ser que las intervenciones combinados, realizadas ello establece unos niveles de gravedad del trastorno que pueden
en ambientes
" estructurados, pueden tener un efecto positivo en los ser de utilidad• poro describir lo sintomotologío actual, teniendo pre­
niños con TEA, sobre todo en lo adquisición de nuevos habilidades. sente que lo gravedad puede variar según el contexto y fluctuar con
Lo filosofía actual de intervención abogo por un «enfoque cen­ el poso del tiempo.
trado en lo persono, pleno inclusión». Sánchez-Royo et al. (2015) También hoy que destacar que bojo la denominación «trastor­
señalan que la mayor porte de los profesionales defienden que el no del espectro del autismo» (TEA), el DSM-5 incluye cuatro subti­
tratamiento debe ser clínico y psicoeducotivo, por tonto, son tam­ pos: trastorno autista, trastorno desintegrotivo infantil, trastorno de
bién muy recomendables los programas educativos escolares orien­ Asperger y trastorno generalizado del desarrollo no especificado.
tados al desarrollo de lo comunicación y lo competencia social. El perfil de desarrollo evolutivo de estos niños es muy heterogé­
El desarrollo temprano de habilidades sociales permitirá lograr la neo, con grandes diferencias de unos sujetos o otros. No obstante,
inclusión del niño en la comunidad con uno mejor calidad de vida, cuando se les comparo con niños neurotípicos, el desarrollo motor,
de ahí que el objetivo terapéutico se oriente o la autosuficiencia en psicomotor, lingüístico, cognitivo, emocional y social de los niños
lo comunicación (lenguaje hablado y escrito), los habilidades de lo con TEA no solo está retrasado, sino también alterado. Así mismo, a
vida cotidiano (básicos, instrumentales y avanzados) y lo socializa­ pesar de que los síntomas pueden mejorar a través del tiempo con
'
ción (habilidades en los relaciones interpersonales, juego, tiempo intervenciones multidisciplinares, el TEA perduro o lo largo de todo
libre y afrontamiento). Es necesario que se realicen de formo perso­ el ciclo vital.
nalizado y abarque diferentes contextos como el familiar, escolar,
Lo CIE- 1 1 coincide básicamente con el DSM-5 en cuanto al
social, laboral; siendo muy importante lo colaboración y coordina­
concepto y criterios diagnósticos del TEA, pero presenta algunos
ción interdisciplinor entre los diferentes profesionales y los familias
diferencias, lo más notable es que do pautas poro distinguir entre
(Hess et al. 2008; Mulos et al., 2010).
TEA con y sin discapacidad intelectual; por el contrario, el DSM-5
En el coso de niños con TEA «de alto funcionamiento», dado solamente hoce referencia o que el TEA y lo discapacidad intelec­
que no tienen discapacidad intelectual, se trabajan objetivos rela­ tual pueden presentarse juntos.
cionados con la mejora de los habilidades sociales y de comunica­
ción, así como la superación de su rigidez e inflexibilidad. Al mismo Se estima que la prevalencia del TEA está alrededor del 1 % de
la población, siendo su frecuencia similor en niños y adultos. En la
tiempo, es necesario trabajar lo regulación emocional y el outocontrol
población general aparece con mayor frecuencia en niños que en
por medio de lo relajación, lo identificación de emociones y lo preven­
niñas (4:ll. Sin embargo, parece que en los últimos años la prevalen­
ción de conductos inadecuados (Mortos-Pérez y Llorente-Comí, 2013).
cia ha aumentado. Así el Centro poro el Control y la Prevención de
La formacoterapia puede ser eficaz en cosos de outoogresio­ Enfermedades (CDCl de Estados Unidos encontró en 2014 una pre­
nes, hiperactividad, comportamientos repetitivos o estereotipados, valencia de un/a niño/o por cada 59 niños/as (una prevalencia de
inatención o si existe comorbilidod con otros trastornos, como es el 1, 9 %), a la edad de ocho años; lo que supone un incremento notable
caso de lo ansiedad, lo depresión o los trastornos del sueño. respecto al estudio anterior de 2012, que estimaba una prevalencia
de un/o niño/a por cada 68 niños/as (Acosto et al., 2016). Por otro
parte, la media de edad en la que se realiza el diagnóstico es de 52
1"
V I 1 1 . R e s u m e n de a s pectos meses (más de cuatro años).
fundamenta l e s y te ndencias Las personas con TEA tienen más riesgo de padecer otros tras­
tornos mentales que las personas sin TEA. Los niños con TEA con fre­
futura s cuencia pueden desarrollar también TDAH, trastorno de ansiedad, y
En 1943 Leo Konner definió un cuadro clínico al que llamó «autis­ trastorno negativista desafiante.
mo infantil» y que en lo actualidad se conoce como trastorno del En la práctica clínica, existen ciertos dificultades a la hora de
espectro del autismo <TEA, por sus siglos) o trastorno del espectro diferenciar el TEA de otros trastornos del neurodesorrollo, entre ellos
autista. Se considero que el TEA es un trastorno complejo, tanto la discapacidad intelectual < DD, el trastorno específico del lengua­
en relación a su etiología como en lo presentación y evolución de je (TEU, el trastorno de la comunicación social (pragmático) o el

483
il1 f¡: Manual de psicopatología. Volumen 2

déficit de atención con/sin hiperactividad (TDAHl; siendo más com­ muy heterogéneo, con grandes diferencias de unos sujetos a otros.
plicado, cuando debe realizarse antes de los tres años, debido a la Teorías actuales como el neuroconstructivismo pueden aportar una
frecuente comorbilidad que el TEA puede tener con estos trastornos. visión integradora muy interesante.
También se debe hacer el diagnóstico diferencial con el mutismo Por otra parte, en todos los niños con retraso y/o alteración en
selectivo, el trastorno de movimientos estereotipados, el síndrome el desarrollo es siempre aconsejable realizar una evaluación clínica
de Rett, el trastorno obsesivo compulsivo, la esquizofrenia infantil y integral. También es conveniente que la evaluación, el diagnóstico y
otras patologías de la infancia. el tratamiento se hagan lo más temprano posible.
Aproximadamente el 50 % de los niños con TEA tienen discapa­ El diagnóstico del TEA requiere una completa y detallada anam­
cidad intelectual asociada, aunque en menos del 20 % la discapa­ nesis que incluye los antecedentes familiares, los eventos prenatales,
cidad intelectual es grave <CI < 50l. Al margen de las «habilidades perinatales y postnatales, el desarrollo físico, motor, psicomotor, lin­
especiales» que pueden mostrar algunas de las personas con TEA, güístico, cognitivo, afectivo y social del niño. Son necesarias nume­
la capacidad intelectual es un criterio predictivo de las posibilidades rosas pruebas: análisis clínicos, pruebas genéticas, pruebas de labo­
educativas de los niños con TEA. ratorio y de neuroimagen. La necesidad de hacer un diagnóstico
Por otra parte, se considera que los niños con síndrome de diferencial del TEA con los distintos trastornos del neurodesarrollo
Asperger <SAl son equiparables a los autistas de «alto funciona­ y otras patologías infantiles requiere de numerosos profesionales.
miento», es decir, sin alteraciones en el desarrollo del lenguaje Además, la evidencia empírica sugiere que tanto la demora en el
ni en la capacidad intelectual. El diagnóstico del SA requiere la diagnóstico como en el tratamiento del TEA pueden empeorar el pro­
manifestación de falta de empatía, estilos de comunicación altera­ nóstico, y pesar de los avances científicos, aún no existen marca­
dos, intereses intelectuales limitados y, con frecuencia, vinculación dores biológicos para establecer un diagnóstico definitivo de TEA;
idiosincrática con los objetos. En estos niños la adquisición del len­ por lo tanto, el diagnóstico sigue siendo clínico, en el ámbito de lo
guaje y el desarrollo cognitivo con frecuencia es normal y tampoco posible y lo probable. .
presentan los graves problemas de comunicación que tienen los del La detección precoz del niño con TEA es fundamental para
subtipo denominado <<trastorno autista». En el SA las cifras apuntan poder realizar cuanto antes la intervención temprana, tanto en los
una frecuencia niño-niña de 8:1. La CIE- 1 1 no incluye ni reconoce niños como con sus familias. Ante la sospecha de un niño con TEA
el diagnóstico de síndrome de Asperger. Por ello, resulta necesario se disponen de instrumentos estandarizados para la evaluación
clarificar y especificar en el futuro si el SA representa un subtipo del niño: entrevistas a familias y pruebas de observación directa del
clínico del TEA, como se considera ahora en el DSM-5, o es un tras­ comportamiento del niño. Resulta muy útil utilizar instrumentos
torno diferente, o simplemente no existe. de cribado con adecuada especificidad y sensibilidad como el
La causa del TEA es desconocida. Parece que no está provocado M-CHAT
por una sola causa, más bien se trata de un trastorno plurietiológi­ La «entrevista para el diagnóstico del autismo» ADI-R (por sus
co y multifactorial, en el cual varios de los factores que favorecen siglas en inglés) es una entrevista semi-estructurada que se realiza
su desarrollo posiblemente son todavía desconocidos. También se a la familia o cuidador/a de personas con TEA, se complementa con
piensa que es el resultado final de un proceso en el que confluyen e la administración de la ADOS-2 (por sus siglas en inglés) que es una
interactúan multitud de variables biológicas, psicológicas y ambien­ «escala de observación para el diagnóstico del autismo» que se
tales, provocando en el niño un desarrollo retrasado y alterado, aplica al niño afectado.
favoreciendo así mismo la aparición de los síntomas del denominado Ante la presencia de signos y síntomas de alarma del TEA,
«espectro del autismo». es aconsejable realizar una evaluación más específica y rigurosa
El DSM-5, como clasificación ateórica con respecto a la etiolo­ del niño, por lo que resulta recomendable derivarlo a un Centro
gía, deja abierta la puerta, y en el caso de que se cuente con datos de Atención Temprana (CATl para su diagnóstico y tratamiento. La
objetivos, pide especificar en el diagnostico si está asociado a una atención temprana es el mejor predictor de integración y recupera­
afección médica o genética o a un factor ambiental conocidos y ción funcional en niños con TEA.
también si está asociado a otro trastorno del desarrollo neurológico, El tratamiento integral del TEA abarca intervenciones médicas,
mental o del comportamiento. psicológicas, educativas y sociales. No debemos olvidar que desde
Las hipótesis explicativas que imperan hoy día sobre la etiología que nace al niño con TEA hay que enseñarle todo; por ello, se
del autismo se pueden agrupar en tres grandes grupos: biológicas, debe favorecer el desarrollo de las habilidades necesarias para
psicológicas y ambientales. El primer grupo hace referencia a varia­ la vida diaria, mejorando su calidad de vida y prestando apoyo a
bles biológicas, donde los factores genéticos juegan un papel muy la familia.
relevante. El segundo grupo lo integran hipótesis que relacionan los La mayor parte de los profesionales defienden que el trata­
aspectos psicológicos (cognitivos, sociales y de comunicación) con miento debe ser clínico y psicoeducativo. La filosofía actual de
el comportamiento del niño con TEA. El planteamiento de las hipó­ intervención aboga por un «enfoque centrado en la persona, plena
tesis biológicas no conlleva ni el rechazo ni la negación de las hipó­ inclusión».
tesis psicológicas y viceversa. Estos dos grupos de hipótesis no son La intervención psicológica incluye principalmente técnicas
incompatibles entre sí, pueden complementarse como demuestra la cognitivas y conductuales y el uso de programas que favore­
neurociencia. Hay un tercer grupo de hipótesis que alude a factores cen la comunicación y el lenguaje. La evidencia científica aconseja
ambientales. la utilización de intervenciones basadas en el modelo de aná­
A pesar del avance conseguido en los últimos años, no hay lisis conductual aplicado que incluya técnicas de entrenamiento
una teoría que una los datos biológicos, psicológicos y ambienta­ en comunicación funcional, toma de decisiones, reforzamiento y
les aportados, tal vez porque el perfil de las personas con TEA es extinción. Hay dos modelos de intervención: modelo de interven-

484
Capítulo 1 5. Trastor no del espectro del autismo ,¡¡ �:

cíón focalizada y modelo de intervención globalizada. Los estudios general, estos programas entrenan a los padres para q_ue participen
longitudinales indican q_ue los programas basados en la interven­ en las terapias y en la educación de sus hijos.
ción globalizada son los más utilizados y los q_ue obtienen mejores El desarrollo temprano de habilidades sociales per mitirá lograr
resultados durante la pre y post-inter vención. Las intervenciones la inclusión del niño en la comunidad con una mejor calidad de vida,
combinadas, r ealizadas en ambi entes estructurados, tienen un de ahí q_ue el objetivo terapéutico se oriente a la autosuficiencia en
efecto positivo en los niños con TEA, sobre todo en la adq_uisición la comunicación (lenguaje hablado y escrito), las habilidades de la
de nuevas habilidades. vida cotidiana ( básicas, instr umentales y avanzadas) y la socializa­
Los programas Early Intensive Behavioral Intervention ( EIBI, ción (habilidades en las relaciones interpersonales, juego, tiempo
por sus siglas en inglés) y Picture Exchange Communication System libre y afrontamiento). Es necesar io q_ue para cualq_uier programa
(PECS, por sus siglas en inglés) son los q_ue cuentan con datos favo­ q_ue se apliq_ue, se haga de forma personalizada y abarq_ue dife­
rables de comprobada eficacia. Hay además programas de inter­ rentes contextos como el familiar, escolar, social y laboral, con una
vención cognitivo-conductual dedicados a favorecer el desarrollo adecuada colaboración y coordinación interdisciplinar entre los
de las habilidades de comunicación y las habilidades sociales con diferentes profesionales y las familias.
buenos resultados. También los programas dirigidos a los padres: La farmacoterapia puede ser eficaz en casos de autoagresio­
Parent Implemented Intervention ( PII, por sus siglas en inglés), nes, hiperactividad, comportamientos repetitivos o estereotipados,
Focused Playtime Intervention <FPI, por sus siglas en inglés) ofrecen inatención o si existe comorbilidad con otros trastornos, como es el
evidencia de eficacia comprobada. Otros programas q_ue cuentan caso de la ansiedad, depresión o los trastornos del sueño.
con ef icacia moderada son SCERTS y TEACCH ( por sus siglas en Como resumen hay q_ue decir q_ue el TEA continuará siendo un
inglés). La mayoría de los programas citados tienen sus correspon­ desafío para la neurociencia en los próximos años, pero los avances
dientes adaptaciones en distintos países, casi siempre promovidas deberían repercutir en una mejora en el diagnóstico y el tratamiento
y avaladas por las asociaciones de padres de niños con TEA. En del sujeto, y también en su consideración como persona.

•• Té rminos c lave
Ceguera me ntal 467 Espectro 464 G irlflcaclón 477
Conducta e stereotipada 467 Funciones ejecutivas cálidas Responsivldad 467
Cor teza orbitofrontal 477 y frías 480 Síndrome de A s perger 469

•• Lectura s recome ndadas


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q90
Capítulo 15. Trastorno del espectro del autismo 4141

•• Autoeva luación
l. ¿Qué trastorno en el DSM-5 ha sido excluido del TEA? 7 . ¿Qué valor se l e concede a l a falta del desarrollo del len­
a) Trastorno autista. guaje en los niños con TEA?
b) Trastorno desintegrativo infantil. a) El retraso del desarrollo de lenguaje se hacen más patente
c) Trastorno de Asperger. a partir de los cuatro años.
d) Síndrome de Rett. b) Es la primera sospecha que tienen los padres de que su
hijo tiene algún problema.
2. Un niño con TEA reacciona con una actitud de enfado c) Según el DSM5 es un síntoma del criterio B del TEA.
y disgusto porq,ue una silla de la cocina de su casa esté
desplazada unos centímetros ¿A qué se debe que el niño d) El niño con TEA muestra un adecuado desarrollo del len­
se comporte de esta manera? guaje en los primeros años.
a) Falta de control inhibitorio. 8. ¿Qué papel se considera que tiene en el niño con TEA la
bl Ceguera mental. conducta estereotipada, también denominada conducta
c) Falta de empatía. autoestimuladora?

d) Preservar la invariabilidad del medio. a) Las conductas estereotipadas no juegan un papel de espe­
cial relevancia en los niños con autismo.
3. ¿Qué teoría sostiene que las personas afectadas con TEA
tienen problemas para integrar la información en un todo b) La mayoría de estos niños emplean la mayor parte de
y que de forma persistente se centran en los peq,ueños su tiempo en otros comportamientos más satisfactorios
detalles? para ellos.
a) Teoría de la mente. c) Se considera que las conductas estereotipadas interfieren
en la responsividad del niño y en la adquisición de con­
b) Teoría de la «coherencia central débil».
ductas normales.
e) Teoría del déficit en funciones ejecutivas.
d) Las conductas autolesivas son un ejemplo manifiesto de
d) Teoría de la «empatía-sistematización». conductas estereotipadas.
!l. Según la teoría empatía-sistematización de Baron-Cohen,
9. En la actualidad el TEA se considera:
la probabilidad y vulnerabilidad al TEA se incrementa
cuando hay: a) Un trastorno del neurodesarrollo de origen neurobiológico
a) Alta empatía y baja sistematización. que se manifiesta de forma precoz.
b) Alta empatía y alta sistematización. b) Un trastorno del neurodesorrollo caracterizado por pro­
e) Baja empatía y alta sistematización. blemas de comunicación social sin comportamientos es­
tereotipados.
d) Baja empatía y baja sistematización.
c) Un trastorno del neurodesarrollo que siempre va asociado
5. ¿Qué consecuencias tienen en el niño con TEA los patro­ a discapacidad intelectual.
nes de comportamientos repetitivos y estereotipados? d) Un trastorno del neurodesarrollo de origen neurobioló­
a) Interfiere en la responsividad. gico cuyos síntomas se manifiestan después de los seis
b) Son una fuente de frustración y malestar. años.
c) Favorecen el aprendizaje de habilidades motores. IO. La investigación en neurociencias sugiere q,ue la incapa­
d) Favorecen la adquisición de conductas normales. cidad de relacionarse y comportarse de manera empática
de las personas con TEA está relacionada con:
6. ¿cuál es el mejor predictor de la integración y recupera­
ción funcional de los niños con TEA? a) Un menor número y tamaño de las células de Purkinje.
al Un cociente intelectual alto. b) Una disfunción cerebelosa.
b) La atención temprana. c) Las variaciones estructurales de algunos genes.
c) La profesión de la madre. d) Las neuronas espejo.
d) La detección precoz.

ij9I
f
1
lr1
CAPÍTUL0 16

TRASTORNO POR DÉFICIT DE ATENCIÓN/HIPERACTIVAD


Miguel Ángel Santed Germán y Almudena del Pino Borque

l. Introducción l/93 VII. Recomendaciones para la evaluación


11. Clasificación y diagnóstico l/91/ y el tratamiento 509
A. Clasificación l/91/ A. El constructo y su evaluación diagnóstica 5/0
B. Diagnóstico y características clínicas l/91/ B. El tratamiento 5//
111. Epidemiología y curso evolutivo l/91 C. Las guías de práctica clínica 513
A. Prevalencia l/91 VIII. Resumen de aspectos fundamentales y tendencias
B. Curso l/98 futuras 511/
IV. Comorbilidad y diagnóstico diferencial l/98
A. Comorbilidad l/98 TÉRMINOS CLAVE 511/
B. Diagnóstico diferencial l/98 LECTURAS RECOMENDADAS 515
V. Características transdiagnósticas 501 REFERENCIAS 515
VI. Teorías explicativas 502 AUTOEVALUACIÓN 521
A. Teorías biologicistas 502
B. Teorías cognitivas 501

l . 1 ntroducción
E l trastorno por déficit d e atención/hiperactividad (TDAH) es, en rastrearse en los años ochenta, resultó inadecuada e imprecisa y
la actualidad, objeto de ciertas polémicas mediáticas, sociales y cayó en desuso. Posteriormente, la American Psychiatric Association
también científicas, relacionadas con su diagnóstico y tratamiento. (APA), en la segunda edición del Diagnostic and Statistical Manual
En algunas ocasiones, estas polémicas no están exentas de mitos, of Mental Disorders < DSM-m CAPA, 1968) habló del trastorno de
prejuicios, eslóganes e intereses de distinto tipo y, en definitiva, de «reacción hipercinética infantil» <la primera edición del DSM no
desinformación o de un manejo incorrecto e incluso torticero de la había incluido ninguna descripción del síndrome), y el DSM-III (APA,
misma. En otros casos, la controversia está mejor fundamentada y es 1980) utilizó la etiqueta de «déficit de atención con y sin hiperac­
de carácter más puramente científico, si bien, hay que admitir que tividad». El DSM-III-R (APA, 1987) supuso un importante avance
también en ciencia, los datos están potencialmente expuestos a las empírico en la clasificación psicopatológica en general y, más en
narrativas de los científicos. particular, en el caso del ahora rebautizado como «trastorno por
A lo largo de la evolución histórica del TDAH, aunque se pue­ déficit de atención con hiperactividad», pues como entidad diag­
den encontrar descripciones y términos diagnósticos para referirse nóstica por fin venía asociada a una importante fundamentación
a casos con sintomatología semejante a la del TDAH más antiguos, empírica (estadística y epidemiológica) del constructo, no exenta,
quizá el más conocido sea el de «disfunción cerebral mínima», no obstante, de muy diversos problemas (Trujillo-Orrego et al., 2012).
utilizado en los años sesenta, para hacer alusión a niños que pre­ Esa misma denominación se mantendrá en el DSM-IV (APA, 1994)
sentaban dificultades de aprendizaje, de memoria y de coordina­ (en el que se introducirán tres subtipos: inatento, hiperactivo-impul­
ción psicomotriz, a la vez que labilidad emocional. Dicha etiqueta, sivo y combinado) y en el DSM-IV-Tr (texto revisado) (APA, 2000l,
que hacía alusión a determinadas lesiones o disfunciones cerebra­ pasando a denominarse en el DSM-5 CAPA, 2013) «trastorno por
les como causa de dichos síntomas, y cuyo empleo todavía puede déficit de atención/hiperactividad».

493
11
" M anual de psicopatología. Volumen 2

l
!
Así pues, el TDAH no es, en términos psicopatológicos un con­ el problema. No obstante, en este capítulo se seguirá, sobre todo, la
cepto actual, y mucho menos un «invento» actual. De serlo, que no presentación que del TDAH se realiza en el DSM-5.
lo es, lo sería viejo. Del mismo modo, el tratamiento farmacológico Los trastornos del neurodesarrollo presentan un inicio precoz
comenzó ya en los años cuarenta del pasado siglo y, el metilfenida­ (frecuentemente antes de los seis años) y se asocian a un déficit en
to, que todavía constituye el tratamiento farmacológico de elección el desarrollo evolutivo normal relacionado con disfunciones en los
hoy en día, se empezó a emplear a finales de los años c incuenta ámbitos personal, social, académico o laboral. En esta categoría
del siglo xx. diagnóstica se incluyen: la discapacidad intelectual (trastorno del
desarrollo intelectual), el retraso general del desarrollo, los trastor­
1 1. C lasificación y diagnóstico nos de la comunicación (trastorno del lenguaje, trastorno fonológi­
co, trastorno de la fluidez de inicio en la infancia -tartamudeo- y
A. Clasificación trastorno de la comunicación social -pragmático-), el trastorno
del espectro autista (TEA), el trastorno específico del aprendizaje y
El DSM-IV-Tr clasificaba el TDAH dentro de la categoría de tras­ los trastornos motores (trastorno del desarrollo de la coordinación,
tornos de inicio en la infancia, la niñez y la adolescencia y, dentro trastorno de movimientos estereotipados, trastornos de tics) y otros
de el la, en la subcategoría de trastornos por déficit de atención trastornos del neurodesarrollo (especificado y no especificado).
y comportamiento perturbador, en la que se aloj aban también el Estos trastornos presentan una frecuente concurrencia, es decir, que
trastorno negativista desafiante y el trastorno disocia!. El actual se presentan dos o más de ellos en una misma persona (APA, 201 3).
DSM-5 ubica el TDAH dentro de la categoría de trastornos del neu­
B. Diagnóstico y características c lín icas
rodesarrollo, mientras que los otros dos trastornos con los que com­
partía subcategoría en el DSM-IV-Tr se ubican, ahora, dentro de la
categoría de trastornos destructivos, del control de los impulsos y El núcleo sintomático del TDAH lo constituye un patrón persistente
de la conducta. El TDAH también es clasificado como un trastorno de inatención e hiperactividad-impulsividad que no concuerda con
del neurodesarrollo en la International Classification of Diseases el nivel de desarrollo esperable a cierta edad (es decir, que es más
UCD- 1 1) (en adelante, CIE- 1 1, por sus siglas en español) que edita frecuente e intenso que el observado en personas con similar edad),
la World Hea/th Organization (WHO> (2018) (en adelante, OMSl. y que genera interferencia (o reducción de la calidad) en el desa­
En general, y a diferencia de ediciones anteriores, existe una rrollo de la persona, o en el funcionamiento social, académico o
gran similitud entre el DSM-5 y la CIE- 1 1 respecto de la conceptuali­ laboral. Estos criterios contribuyen a la diferenciación del trastorno
zación diagnóstica del TDAH, lo que supone un importante beneficio respecto de la normalidad. Más en concreto, los criterios de diag­
para investigadores, profesionales y para las personas que presentan nóstico del TDAH son los que se presentan en la Tabla 16.1.
)) Tabla 16.1. C riterios de diagnóstico del trastorno por déficit de atención e hiperactividad según el DSM-5 [APA, 2013]
.. .,.
A. Patrón persistente de inatención y/o hiperactividad-impulsividad que interfiere con el funcionamiento o el desarrollo, que se caracteriza
por (1) y/o (2l:
l. Inatención. Seis (o más) de los siguientes síntomas se han mantenido durante al menos seis meses en un grado que no concuerda con
el nivel de desarrollo y que afecta directamente las actividades sociales y académicas/laborales:
Nota: Los síntomas no son solo una manifestación del comportamiento de oposición, desafío, hostilidad o fracaso en la comprensión
de tareas o instrucciones. Para adolescentes mayores y adultos (a partir de los 17 años de edad), se requiere un mínimo de cinco
síntomas.
a. Con frecuencia falla en prestar lo debido atención o detalles o por descuido se cometen errores en los tareas escolares, en el
trabajo o durante otras actividades (p. ej., se posan por alto o se pierden detalles, el trabajo no se lleva o cabo con precisión).
b. Con frecuencia tiene dificultades para mantener lo atención en toreos o actividades recreativos (p. ej., tiene dificultad para
mantener lo atención en clases, conversaciones o lo lectura prolongado).
c. Con frecuencia parece no escuchar cuando se le hablo directamente (p. ej., parece tener la mente en otras cosos, incluso en '
ausencia de cualquier distracción aparente).
d. Con frecuencia no sigue los instrucciones y no termino los tareas escolares, los quehaceres o los deberes laborales (p. ej., inicio
tareas, pero se distrae rápidamente y se evade con facilidad).
e. Con frecuencia tiene dificultad para organizar tareas y actividades (p. ej., dificultad poro gestionar tareas secuenciales, dificultad
poro poner los materiales y pertenencias en orden, descuido y desorganización en el trabajo, molo gestión del tiempo, no cumple
los plazos).
f. Con frecuencia evita, le disgusto o se muestro poco entusiasta en iniciar tareas que requieren un esfuerzo mental sostenido
(p. ej., tareas escolares o quehaceres domésticos; en adolescentes mayores y adultos, preparación de informes, completar
formularios, revisar artículos largos).
_..,-
-"
(Continúa)
q94
Capítulo 16. Trastorno por défic it de atención/hiperactivad + 1•

) ) Tabla 16.1. (Continuación}


- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -.

g. Con frecuencia pierde cosas necesarias para tareas o actividades (p. ej., materiales escolares, lápices, libros, instrumentos,
billetero, llaves, papeles del trabajo, gafas, móvill.
h. Con frecuencia se distrae con facilidad por estímulos externos (para adolescentes mayores y adultos, puede incluir pensamientos
no relacionados).
i. Con frecuencia olvida las actividades cotidianas (p. ej., hacer las tareas, hacer las diligencias; en adolescentes mayores y adultos,
devolver las llamadas, pagar las facturas, acudir a las citas).
2. Hiperactividad e impulsividad. Seis (o más) de los siguientes síntomas se han mantenido durante, al menos, seis meses en un grado
que no concuerda con el nivel de desarrollo y que afecta directamente a las actividades sociales y académicas/laborales:
Nota: Los síntomas no son solo una manifestación del comportamiento de oposición, desafío, hostilidad o fracaso para comprender
tareas o instrucciones. Para adolescentes mayores y adultos (a partir de 17 años de edad), se requiere un mínimo de cinco síntomas.
a. Con frecuencia juguetea con o golpea las manos o los pies o se retuerce en el asiento.
b. Con frecuencia se levanta en situaciones en que se espera que permanezca sentado (p. ej., se levanta en la clase, en la oficina
o en otro lugar de trabajo, o en otras situaciones que requieren mantenerse en su lugar).
c. Con frecuencia corretea o trepa en situaciones en las que no resulta apropiado. (Nota: en adolescentes o adultos, puede limitarse
a estar inquieto.>
d. Con frecuencia es incapaz de jugar o de ocuparse tranquilamente en actividades recreativas.
e. Con frecuencia está «ocupado,» actuando como si «lo impulsara un motor» (p. ej., es incapaz de estar o se siente incómodo
estando quieto durante un tiempo prolongado, como en restaurantes, reuniones; los otros pueden pensar que está intranquilo
o que le resulta difícil seguirlos).
f. Con frecuencia habla excesivamente.
g. Con frecuencia responde inesperadamente o antes de que se haya concluido una pregunta (p. ej., termina las frases de otros,
no respeta el turno de conversación>.
h. Con frecuencia le es difícil esperar su turno (p. ej., mientras espera en una cola).
i. Con frecuencia interrumpe o se inmiscuye con otros (p. ej., se mete en las conversaciones, juegos o actividades, puede empezar a
utilizar las cosas de otras personas sin esperar o recibir permiso; en adolescentes y adultos, puede inmiscuirse o adelantarse a lo
que hacen otros).

B. Algunos síntomas de inatención o hiperactivo-impulsivos estaban presentes antes de los 12 años.

C. Varios síntomas de i natención o hiperactivo-impulsivos están presentes en dos o más contextos (p. ej., en casa, en la escuela o en el
trabajo, con los amigos o parientes, en otras actividades).

D. Existen pruebas claras de que los síntomas interfieren con el funcionamiento social, académico o laboral, o reducen la calidad de los mismos.

E. Los síntomas no se producen exclusivamente durante el curso de la esquizofrenia o de otro trastorno psicótico y no se explican mejor
por otro trastorno mental (p. ej., trastorno del estado de ánimo, trastorno de ansiedad, trastorno disociativo, trastorno de la personalidad,
intoxicación o abstinencia de sustancias).

Especificar si:
314.01 (f90.2l Presentación combinada: Si se cumplen el Criterio Al (inatención) y el Criterio A2 (hiperactividad-impulsividad) durante
los últimos seis meses.
31ltOO <F90.0l Presentación predominante con falta de atención: Si se cumple el Criterio Al (inatención) pero no se cumple el
Criterio A2 (hiperactividad-impulsividad) durante los últimos seis meses.
314.0I <F90.ll Presentación predominante hiperactiva/impulsiva: Si se cumple el Criterio A2 (hiperactividad-impulsividad) y no se cumple
el Criterio Al (inatención) durante los últimos seis meses.
Especificar si:
En remisión parcial: Cuando previamente se cumplían todos los criterios, no todos los criterios se han cumplido durante los últimos seis
meses, y los síntomas siguen deteriorando el funcionamiento social, académico o laboral.
Especificar la gravedad actual:
Leve: Pocos o ningún síntoma están presentes más que los necesarios para el diagnóstico, y los síntomas solo producen deterioro mínimo
del funcionamiento social o laboral.
Moderado: Síntomas o deterioros funcionales presentes entre «leve» y «grave».
Grave: Presencia de muchos síntomas aparte de los necesarios para el diagnóstico o de varios síntomas particularmente graves,
o los síntomas producen deterioro notable del funcionamiento social o laboral.

ij9S
11
Manual de psicopatología. Volumen 2

Como puede verse en la Tabla 16.1, los ítems de inatención ciarse en la realidad. Ejemplos de estos dos tipos de variables pue­
hacen referencia a déficits en la calidad o mantenimiento de la den ser las demandas situacionales, los estímulos discriminativos,
atención en el tiempo y a dificultades de gestión u organización, las contingencias de reforzamiento (p. ej., recibir recompensas por
tal como se pone de manifiesto en el surgimiento de problemas a la comportamientos apropiados o perder privilegios por comporta­
hora de realizar distintas tareas o actividades (académicas, labora­ mientos inadecuados, ganar o perder en un videojuego), el control
les, recreativas u otras de la vida cotidiana), incluyendo la evitación (p. ej., supervisión externa o capacidad de autocontrol de estímu­
de aquellas que requieren un especial esfuerzo atencional, así como los), variables motivacionales (p. ej., estar motivado ante situaciones
en problemas de interacción personal. nuevas, estimulantes o demandantes, como puede ser el caso de
Los ítems de hiperactividad e impulsividad, que el DSM-5 ya determinadas aplicaciones informáticas o de algunas interacciones
no divide en dos subconjuntos como sí hacía el DSM-IV-Tr, se refie­ personales). En este sentido, la CIE- 11 hace alusión a las variaciones
ren a conductas motoras y, en menor medida, también verbales, que puede experimentar la sintomatología atencional en función
que se caracterizan por esos dos componentes. El componente de de determinadas características de la tarea, de modo que en sus
hiperactividad hace referencia a conductas que resultan excesivas, criterios diagnósticos señala, entre otros aspectos, que la dificultad
disfuncionales o inapropiadas en función de las características y atencional se manifiesta a la hora de prestar atención a tareas que
demandas situacionales (contextos académicos, laborales, recrea­ no proveen alto nivel de estimulación o recompensa inmediata y
tivos u otras situaciones de interacción de la vida cotidiana). Y el que requieren un esfuerzo mental sostenido, por lo que la inaten­
componente impulsividad se refiere a conductas irreflexivas, impe­ ción puede no ser evidente cuando la persona está enganchada a
tuosas o aceleradas que pueden tener consecuencias más o menos tareas que proveen estimulación intensa y frecuentes recompensas.
negativas o peligrosas. Por otro lado, además de las variaciones sintomáticas de un contex­
to a otro, los síntomas pueden sufrir variaciones a lo largo del ciclo
El trastorno se describe y define con arreglo a un curso tempo­ vital de cada persona, como veremos posteriormente al hablar de
ral, de modo que para el diagnóstico se exige que al menos algunos la evolución del trastorno.
síntomas de inatención o hiperactivo-impulsivos deben estar pre­
sentes antes de los 12 años. No se exige una edad más temprana Las consecuencias disfuncionales a las que se hace referencia en
debido a la poca fiabilidad que tiene la detección retrospectiva los criterios de diagnóstico del TDAH, en particular en el Criterio D,
de los síntomas por parte de los adultos que informan o evalúan el pueden darse en distintos contextos vitales y es preciso subrayar que
caso. Además, y en cuanto al criterio temporal, los síntomas deben presentan una gran variabilidad intragrupo. En niños y adolescentes,
estar presentes durante al menos seis meses, lo cual resulta impor­ los síntomas de TDAH se asocian a mayor probabilidad de tener
tante para diferenciar el trastorno de determinadas manifestaciones bajo rendimiento escolar, un menor cociente intelectual (CI>, y a
sintomáticas transitorias que pueden darse por distintos motivos, lo padecer un trastorno de conducta (TC>. En adultos puede aparecer
que contribuye a la diferenciación del trastorno de la normalidad. menor rendimiento y menores logros laborales, mayor absentismo,
desempleo y conflictos interpersonales, además de personalidad
El requerimiento diagnóstico de que varios síntomas de inaten­ antisocial y trastornos por consumo de sustancias y problemas con la
ción o hiperactividad-impulsividad deben estar presentes en dos o ley. En general, las personas con TDAH también presentan más pro­
más contextos (casa, escuela, trabajo, familiares, amigos u otros babilidad de sufrir lesiones, accidentes y obesidad. Y en el ámbito
contextos) disminuye en alguna medida la probabilidad de errores interpersonal pueden aparecer conflictos y rechazos, y los síntomas
de diagnóstico, concretamente de casos falsos positivos cuyos sínto­ pueden ser valorados moralmente como pereza, irresponsabilidad y
mas aparezcan en un único contexto debido a alguna de las carac­ falta de cooperación (APA, 2013)
terísticas específicas de dicho contexto (p. ej., porque por algún
motivo el niño se aburra en la escuela, o bien demande atención En comparación con el DSM-IV-Tr, en el DSM-5 se requiere que
en casa porque tiene celos de su hermano), o bien, debido al sesgo algunos síntomas de inatención o hiperactivo-impulsivos estuvieran
de los evaluadores del niño en uno de esos contextos (pensemos, ..
presentes antes de los doce años, mientras que en el DSM-IV-Tr esa
por ejemplo, en unos padres o profesores demasiado sensibles a edad se fij aba en los siete años. En cuanto a los criterios de exclu­
conductas relativamente habituales en un niño que, debido a ello, sión, en el DSM-IV-Tr se señalaba que los síntomas no debían apa­
tienden a manifestar quejas y reflejarlas en la evaluación del niño). recer exclusivamente en el transcurso de un trastorno generalizado
De nuevo, este criterio contribuye a la diferenciación del trastorno del desarrollo (subsumidos en los actuales TEA, excepto el trastorno
respecto de la normalidad. de Rett), pero el DSM-5 ha eliminado este requerimiento, por lo
que subraya la posibilidad de un diagnóstico conjunto. Además, el
En definitiva, el diagnóstico de TDAH requiere un patrón de sín­ DSM-5 ha introducido, respecto de la edición anterior, dos especifi­
tomas con un cierto grado de estabilidad temporal (síntomas pre­ cadores del trastorno: por un lado, la posibilidad de que el paciente
sentes antes de los 12 años) y transituacional, es decir, síntomas se encuentre en remisión parcial y, por otro, si la gravedad actual
presentes en, al menos, dos contextos, y que idealmente, y aunque es leve, moderada o grave. Y si bien en el DSM-IV-Tr se hablaba de
tal cosa no sea un requerimiento del DSM-5, deberán ser evaluados «subtipos» de TDAH, el DSM-5 habla de «presentaciones» que, en
por distintos agentes de modo que, al menos en cierta medida, se definitiva, son las mismas que los subtipos (combinadas, con pre­
incremente la fiabilidad interjueces. dominio de falta de atención o de hiperactividad/impulsividad>. El
Es preciso tener presente que los síntomas concretos que se cambio del término «subtipo» por el de «presentación» sirve al
presentan en los distintos contextos pueden ser en parte coinciden­ propósito de señalar que no se trata de algo fijo a lo largo del desa­
tes y, en otra parte, diferentes. Efectivamente, los síntomas pueden rrollo, sino que es posible que se den algunos cambios. Finalmente,
cambiar en función de distintas variables del contexto (familiar, aunque se ha señalado la conveniencia de que se formulen criterios
escolar, etc.) y también en función de las características de la tarea de diagnóstico específicos para adultos (p. ej., Barkley, 2009), el
que se esté realizando; ambos tipos de variables pueden entremez- DSM-5 no lo recoge de ese modo, salvo por lo que se refiere al

4:96
C ap ítulo 16. Trastorno por déficit de atención/hiperactivad ;¡ ;

req_uerimiento de q_ue para el diagnóstico en adolescentes mayo­ la prevalencia del trastorno en las tres últimas décadas (Polanczky
res y adultos (17 y más años de edad) se req_uiere un mínimo de et al., 2014). Thomas et al. (2015) realizaron un metaanálisis a nivel
cinco síntomas (en lugar de los seis necesarios para los menores mundial en el q_ue se incluyeron estudios de niños q_ue utilizaron los
de esa edad). En cualq_uier caso, la entidad diagnóstica del TDAH criterios de diagnóstico de DSM-III, DSM-III-R y DSM-IV en cual­
en adultos se ha hecho más explícita en el seno de la comunidad q_uier idioma. Obtuvieron una estimación global del 7,2 % y ninguna
científica, desde el DSM-5 a la «Declaración del Consenso Europeo diferencia estadísticamente significativa entre las distintas edicio­
actualizada» sobre diagnóstico y tratamiento del TDAH en adultos nes DSM, si bien, en los análisis multivariables las estimaciones de
(Kooij et al., 2019). prevalencia para el TDAH fueron menores cuando se utilizó el DSM­
Existen distintos síntomas q_ue no forman porte de los criterios Ill-R en comparación con el DSM-IV, y cuando los estudios se reali­
de diagnóstico del TDAH, ni constituyen indicios de diagnóstico, zaron en Europa en comparación con Norteamérica. Una limitación
pero q_ue frecuentemente concurren con él. Es el caso de retrasos de los estudios analizados es q_ue en pocos casos utilizaron muestreo
leves del desarrollo lingüístico, motor o social, baja tolerancia a la poblacional aleatorio y la mayoría eran de ciudades o regiones, lo
frustración, irritabilidad, labilidad del estado de ánimo, deterioro q_ue limitaba la generalización.
del rendimiento laboral o académico, problemas de función ejecu­ Catalá-López et al. (2012) realizaron un metoonálisis de los estu­
tiva o de memoria, y un mayor riesgo de intentos de suicidio en la dios de prevalencia de TDAH en menores de 18 años en España, q_ue
juventud (APA, 2013). fue estimada en un 6,8 %, lo q_ue representa 361.580 niños y adoles­
Como todos los trastornos psicopotológicos, el T DAH es muy centes. Estos datos son consistentes con estudios previos realizados
heterogéneo, es decir, q_ue las personas con esa etiq_ueta diagnós­ en otros países y regiones.

tica presentan una importante variabilidad y heterogeneidad, pero

La prevalencia del TDAH en adultos es menor q_ue en niños.
su validez como entidad clínica está bien apoyada (Willcutt et al., Simon et al. (2009), en un estudio de metaanálisis, estimaron q_ue
2012) y la fiabilidad test-retest de los criterios del DSM-5 se conside­ la prevalencia de TDAH en población adulta fue del 2, 5 %, si bien
ró «muy buena» <Regier et al., 2013). consideran q_ue la validez poco clara de los criterios de diagnóstico

..
del DSM-IV puede conducir a tasas de prevalencia reducidas, al sub­
estimar la prevalencia del TDAH en adultos. El DSM-5 también infor­
1 1 1 . Epide m i o logía y curso ma de una prevalencia del 2,5 %, y la OMS aportó los datos de un
estudio en diez países, con sujetos de 18 a 44 años, encontrando una
prevalencia global de 3,4 % (rango 1,2-7,3 %) (Fayyad et al., 2007).
evo l utivo •
Por lo q_ue se refiere a las diferencias de prevalencia entre dis­
A. Preva lencia tintos grupos culturales o subculturales, se sugiere q_ue estas podrían
Debido a la polémica sobre lo prevalencia del TDAH y sus i mplica­ deberse a las influencias q_ue los patrones culturales puedan tener
ciones científicas, profesionales, socio-sanitarias y mediáticas, revis­ en la interpretación y la evaluación de los síntomas por parte de
te un particular interés observar la evolución de los datos de pre­ los informantes o evaluadores CAPA, 2013). Polanczky et al. (2007)
valencia del TDAH en los últimos años. Así, si rastreamos las cifras señalan q_ue las diferencias en función de las variables geográfi­
de las q_ue ha ido informando la APA en las sucesivas ediciones del
DSM, encontramos q_ue en el DSM-III-R (APA, 1987) se señalaba una
...
co-culturales juegan un limitado papel a la hora de explicar la varia­
bilidad en las cifras de prevalencia, variabilidad q_ue ellos explican,
afectación del 3 % de los niños; en el DSM-IV (APA, 1994) del 3-5 % más bien, como debida a diferencias metodológicas de los distintos
de los niños en edad escolar (se reconoce q_ue los datos en adoles­ estudios en los distintos países (p. ej., debidas a las diferencias en
centes son imprecisos); y en el DSM-IV-Tr (APA, 2000) del 3-7 %, los criterios de diagnóstico empleados: DSM-IV o CIE-10; debidas a
donde se señala q_ue los datos sobre prevalencia en adolescentes y la fuente de información; a la exigencia o no del req_uisito de disca­
adultos son escasos, al tiempo q_ue se advierte q_ue lo prevalencia pacidad para el diagnóstico). Otras diferencias metodológicas entre
con criterios DSM-IV (y DSM-IV-Tr) puede ser algo mayor q_ue con distintas investigaciones pueden ser debidas al tipo de población
DSM-III-R, debido a la inclusión de los subtipos q_ue permiten incor­ objeto de estudio (general o clínica), a variaciones en la selección
porar casos q_ue en el DSM-III-R se hubieran diagnosticado como de la muestra, al empleo de • diferentes evaluadores e instrumentos
TDAH no especificado (q_ue no computa en los tasas de prevalen­ de evaluación, etc. También se ha señalado q_ue en ausencia de
cia). En los últimos años, los datos de prevalencia en la población biomorcadores (como ocurre, por lo demás, en la mayoría de los
oscilan de unos estudios a otros, y se ofrecen cifras q_ue van desde trastornos psicopatológicosl, el diagnóstico se basa fundamental­
un desmedido 20 %; hasta el 5, 9-7,1 % (Willcut, 2012); y el 5 %, q_ue mente en juicios subjetivos q_ue permiten amplias variaciones en la
señala el DSM-5 (APA, 2013) para el caso de los niños. En definitiva, prevalencia (Centers for Disease Control, 2010; Fulton et al., 2009).
si nos centramos en los niños de edad escolar, las cifras de la APA En cuanto a la prevalencia en función del sexo, y habiendo
han evolucionado del 3 % (1987) al 3-5 % (1994), 3-7 % (2000) y 5 % también diferencias en función de los distintos estudios, el DSM-5
(2013). Polanczky et al. (2007) realizaron una revisión sistemática informa q_ue en la población general aparece una mayor frecuencia
de la prevalencia del TDAH en la infancia y la adolescencia a nivel de niños q_ue de niñas (2:ll, siendo de 1,6:1 en el caso de los adultos
mundial. La prevalencia fue de 5,29 % (6, 48 % en niños y 2,74 % en (APA, 2013). En el estudio de Novick et al. (2006) con población clí­
adolescentes). Entre continentes, no hubo diferencias significativos nica, la ratio niño/niña cambiaba entre los distintos países analiza­
entre, por un lado, Norteamérica y, por otro, Europa, América del dos, con un rango de 3:1 a 16:1 entre países. La falta de coincidencia
Sur, Asia u Oceanía, aunq_ue sí entre, por un lado, Norteamérica entre países se atribuye a diferencias en el mayor o menor número
y, por otro, África y Oriente M edio (siendo la prevalencia en Nor­ de diagnósticos de TDAH q_ue se hace a las niñas, y también a dife­
teamérica más alta). Posteriormente, estos autores confirmaron rencias en los sistemas y procedimientos de registro de prevalencia.
estos resultados, y también q_ue no se ha producido un cambio en Por otro lado, la alta ratio niños/niñas en población general (muchos

ij97
1, Manual de psicopatología. Volumen 2

más niños que niñas con TDAH), frente a la baja ratio en población el rendimiento académico. En la adolescencia, algunas personas
clínica (pocos más niños que niñas), apunta a que las niñas están presentan comportamientos antisociales y, tanto en la adolescencia
infradiagnosticadas, es decir, que las niñas con TDAH en población como en la edad adulta, la mayoría de individuos muestran uno
clínica están infrarrepresentadas respecto de lo que se observa en disminución de la hiperactividad motora (que puede manifestarse
población general. A su vez, esto podría ser debido a que mientras como inquietud e impaciencia), pero pueden mantenerse síntomas
las niñas con TDAH suelen presentar más inatención que los niños, de impulsividad y, con mayor probabilidad, puede persistir la inaten­
en los niños con TDAH encontramos más síntomas de hiperactivi­ ción y la poca planificación CAPA, 2013). Algunos estudios concluyen
dad-impulsividad, a veces acompañada de agresividad, que resultan más nítidamente que con la edad disminuye sobre todo la hiperac­
más disruptivos para los demás, lo que provoca una mayor demanda tividad, y en alguna menor medida la impulsividad, siendo los sínto­
de los padres en los servicios de salud en comparación con las niñas. mas de inatención los que más estables permanecen en el tiempo
También es preciso estudiar si en adultos el trastorno tiene una pre­ (Faraone et al., 2006). Los casos de TDAH que tienden a perdurar en
sentación diferente entre hombres y mujeres que pueda explicar la edad adulta son aquellos más graves (presentación combinada,
las diferencias en prevalencia entre ambos sexos (Kooij et al., 2019). con comorbilidades, etc.l. En la edad adulta, los síntomas pueden
En cuanto a las formas de presentación (anteriores subtipos de estar compensados por el uso de estrategias que la persona ha ido
TDAH), los datos no son concluyentes pero, en conjunto, cabe afir­ aprendiendo a lo largo de su vida (estrategias de organización, pla­
mar que la más frecuente es la combinado (cerca de las tres cuartas nificación, evitación de olvidos, autocontrol, etc.).
partes), luego la inatenta (en torno a una cuarta parte) y finalmente El inicio en la infancia constituye un requisito para el diagnóstico
la hiperactiva-impulsiva que, como se ve por los datos aproximados del TDAH en adultos (tal como ocurre en el DSM-5), pero este requi­
anteriores, es muy infrecuente. sito ha estado rodeado de controversia. Estudios recientes han revi­
El sobrediagnóstico y el infradiagnóstico del TDAH son obj eto sado la trayectoria del TDAH desde la infancia hasta la edad adulta,
de debate entre los especialistas, debido a las variaciones en las encontrando evidencias que apoyan un síndrome de inicio tardío,
estimaciones de prevalencia entre países, las variaciones lo largo del por lo que los resultados de estos estudios no respaldan el supuesto
tiempo, y la mayor o menor laxitud de los criterios de diagnóstico de que el TDAH en la edad adulta es necesariamente una conti­
de los manuales de diagnóstico, o bien debido a su mala utilización. nuación del TDAH infantil sino que, más bien, sugieren la existen­
Aunque parece existir un sobrediagnóstico en algunos estudios epi­ cia de dos síndromes que tienen distintas trayectorias de desarrollo
demiológicos, y también en la práctica de algunos clínicos, tales (Caye et al., 2017; Cooper et al., 2016; Faraone y Biederman, 2016).
hechos no suponen un cuestionamiento de raíz de la validez del
constructo del TDAH, sino solo su posible sobrediagnóstico en algu­
nos casos. Polanczky et al. (2014), basándose en los datos aportados I V. Comorb i l i dad y diagnóstico
por la investigación epidemiológica, señalaron que no se ha produ­ dife re nc ia l
cido un cambio significativo en la prevalencia del trastorno en las
tres últimas décadas y, en la misma línea encontramos los resultados
de Thomas et al. (2015) señalados anteriormente. En cualquier caso,
A . Comorbi l idad
en el balance final sobre un hipotético sobrediagnóstico debería Según el DSM-5, en población general, la mitad de los niños con
contrabalancearse que décadas atrás pudiera haberse dado un TDAH (presentación combinada), y una cuarta parte de los niños y
infradiagnóstico (unido a un menor conocimiento del trastorno, a adolescentes (con presentación inatenta) tienen también un trastor­
una menor conciencia social y sanitaria sobre el problema, y a una no negativista desafiante. Una cuarta parte de los niños y adoles­
menor demanda de asistencia sanitaria por parte de las personas centes con TDAH (presentación combinada) presentan un TC. Y la
que lo sufrían) que frecuentemente se sustituía por un juicio moral mayoría de los niños y adolescentes con trastorno de desregulación
de las personas afectadas. Tan graves consecuencias (a nivel per­ disruptiva del estado de ánimo presentan también T DAH, siendo
sonal, familiar, social y asistencial> puede tener el sobrediagnóstico menor la proporción de TDAH que cumple criterios para el trastor­
como el infradiagnóstico, o la desatención del problema debida a la no de desregulación disruptiva del estado de ánimo. Una patología
consideración de que el problema está sobredimensionado o, peor que también concurre frecuentemente con el TDAH es el trastorno
todavía, que no existe. Por tanto, la formación clínica específica, y específico del aprendizaje. Los trastornos de ansiedad y el trastorno
la información a la población general pueden favorecer la detección depresivo mayor solo concurren en una minoría de personas con
y el tratamiento precoces y, con ello, mejorar el pronóstico. TDAH, aunque más que en población general. El trastorno explosivo
intermitente y los trastornos por consumo de sustancias aparecen
B. Curso solo en una minoría de adultos con TDAH, aunque también en una
mayor frecuencia que en población general. En adultos, pueden
Aunque algunos síntomas, sobre todo la hiperactividad-impulsividad ca-ocurrir el trastorno de personalidad antisocial y otros trastornos
pueden ser visibles antes de los seis años, todavía pueden resultar de la personalidad. Finalmente, pueden ca-ocurrir otras patologías
difíciles de identificar como pertenecientes al trastorno. En esta como el trastorno obsesivo compulsivo <TOC>, el trastorno de tics, y
etapa, los síntomas se asocian a dificultad para la adquisición de los TEA (APA, 2013).
hábitos de autonomía (comer, higiene, dormir, orden...>, de cuidado
(presentan más accidentes), de disciplina escolar y de los prime­
ros aprendizajes de lectura, escritura, razonamiento matemático, y
B. D iagnóstico dife rencial
dificultades en las primeras relaciones con iguales. En la etapa de En primer lugar, deben evitarse los diagnósticos falsos positivos
la enseñanza primaria (6-12 años), se hace más evidente la inaten­ distinguiendo el trastorno de la normalidad. Para ello, hemos de
ción, sobre todo en la medida en que suponga una dificultad para volver ahora a los criterios de diagnóstico. Es preciso distinguir el

ij98
Capítulo 16. Trastorno por déficit de atención/hiperactiva d

TDAH de la inatención debida al aburrimiento que se puede produ­ las notas d e los criterios d e diagnóstico A y B (véase la Tabla 16.ll
cir en ambientes poco estimulantes, y también ha de diferenciarse de el DSM-5 advierte que los síntomas de inatención e hiperactividad
los comportamientos habituales de niños activos. En estos últimos, los e impulsividad no deben estar asociados, solamente, al comporta­
comportamientos de inatención e hiperactividad-impulsividad son miento oposicionista, desafiante u hostil o ser fruto del fracaso en
compatibles con el nivel de desarrollo (si bien, en realidad, puede comprender las tareas o las instrucciones. Además, el Criterio de E
resultar difícil establecer qué nivel de actividad es el propio de cada requiere que los síntomas de inatención e hiperactividad e impulsi­
nivel de desarrollo). Además, hay otros criterios que pretenden con­ vidad no aparezcan, solamente, en el curso de un trastorno psicótico
tribuir a dicho propósito de distinguir el trastorno de la normalidad. y que no se puedan explicar mejor por trastornos del estado de áni­
Así, los criterios del DSM-5 de que algunos de los síntomas deben mo, ansiedad, disociativo, personalidad o intoxicación o abstinencia
estar presentes antes de los doce años y que los que conforman el de sustancias. Como puede comprobarse, para el diagnóstico de
diagnóstico deben durar al menos seis meses contribuye a diferen­ TDAH, en el DSM-5 no se excluye (como resulta muy frecuente en los
ciar el TDAH de determinadas manifestaciones sintomáticas transi­ criterios de diagnóstico de muchos otros trastornos) que los síntomas
torias que pueden darse por distintos motivos. También contribuye a puedan ser debidos a una determinada enfermedad médica. En este
ello el requerimiento de que varios síntomas deben estar presentes sentido, incluso se señala, en el apartado de «Características aso­
en dos o más contextos. Finalmente, el Criterio D (disfuncionalidadl ciadas que apoyan el diagnóstico» que en los pocos casos en que
advierte que para realizar el diagnóstico deben existir pruebas cla­ hay una causa genética (p. ej., el síndrome de X frágil o el síndrome
ras de que los síntomas interfieren con el funcionamiento social, de la deleción de 22qlll se debe seguir diagnosticando el TDAH.
académico o laboral o reducen la calidad de los mismos. De cara a Además, deben realizarse otras consideraciones de diagnóstico
la diferenciación entre el trastorno y la normalidad todos los criterios diferencial del TDAH respecto de otros trastornos, sin perjuicio de
son importantes, pero el Criterio D resulta fundamental. En realidad, que el TDAH pueda diagnosticarse junto con alguno de ellos. En la
la disfuncionalidad es fruto de la interacción entre la gravedad de Tabla 16.2 se recogen algunos trastornos que presentan síntomas
los síntomas centrales de inatención e hiperactividad-impulsividad más o menos similares al TDAH y se ofrece algún criterio diferen­
(número, intensidad, frecuencia y duración), y las características y ciador, pero se debe subrayar que el diagnóstico diferencial debe
demandas del contexto familiar, escolar y socio-cultural en general. venir propiciado por la comparación del conjunto de los criterios de
Además de diferenciar el trastorno de la normalidad, debe con­ diagnóstico del TDAH con la totalidad de los criterios de los otros
siderarse el diagnóstico diferencial respecto de otros trastornos. En trastornos en cuestión.

)) Tabla 16.2. Semejanzas y diferencias del TDAH con otros trastornos [basado en el DSM-5 [APA, 2013] y el DSM-5 Handbook of
Differential Diagnosis [First, 2014]).

TDAH FRENTE A: LAS PERSONAS CON TDAH: EL/LOS OTROCS) TRASTORNO(S):


Presentan aversión (primaria) a la escuela o las Presentan resistencia a realizar tareas debido a
1 1

tareas debido a los requerimientos de esfuerzo la negativa (negatividad, hostilidad o desafío)


atencional, y otros síntomas de TDAH como el hacia las exigencias de los demás.
olvido de las instrucciones y la impulsividad.
,, El diagnóstico diferencial se complica si
las personas con TDAH llegan a desarrollar
actitudes (secundarias) negativistas, hostiles
y desafiantes.
No presentan una hostilidad tan intensa como en Presentan alta impulsividad, hostilidad y
el otro trastorno, pero sí problemas de atención. agresividad, pero no problemas de atención.
Presentan impulsividad, pero no violan derechos Presentan impulsividad y falta de respeto de
de los otros o normas sociales. los derechos básicos de los otros y las normas
sociales
Presentan tendencia a juguetear e inquietud Presentan comportamientos motores repetitivos
normalmente generalizadas, no repetitivas ni o estereotipados (p. ej., mecer el cuerpo), o tics
estereotipadas. motores.

Presentan inatención en distintos contextos, no Presentan inatención secundaria a la capacidad


solo en contextos de aprendizaje. limitada para realizar la tarea, que se asocia
con la frustración y el desinterés consecuentes.
La inatención no da problemas más allá del
trabajo escolar.

(Continúa)

4-99
tt Manual de pslcopatología. Volumen 2

)) Tabla 16.2. (Continuación}

Presentan, en coso padecer también Presentan, en algunos cosos, inatención,


discapacidad intelectual, síntomas de inatención hiperactividad e impulsividad en contextos
o hiperactividad excesivos poro lo edad académicos (o o lo hora de realizar toreos
mentol; es decir, en el coso de personas con académicos) que no se adecuan o su capacidad
discapacidad intelectual, se debe considerar lo intelectual, no siendo estos síntomas ton
presencio de TDAH cuando los síntomas propios evidentes en toreos que se ajustan o dicho
del TDAH sean excesivos poro lo edad mentol del capacidad o en otro tipo de toreos o contextos.
sujeto.
Presentan disfunciones en los relaciones sociales Presentan desvinculación social e indiferencia
y rechazo por porte de los compañeros debido o los señales comunicativos de los otros en el
o los síntomas de inatención e hiperactividad morco de sus déficits de comunicación social.
• ,;11 e impulsividad. Los rabietas van asociados o lo También presentan rabietas por lo intolerancia
impulsividad y bojo outocontrol. o los cambios no esperados.
Presentan, en algunos cosos, desinhibición social Presentan desinhibición social (interacción
asociado o lo impulsividad. activo con adultos extraños) no limitados o
lo impulsividad como ocurre en el TDAH. No
presentan otros síntomas de TDAH. Tienen
antecedentes de un patrón extremo de cuidados
insuficientes.
Presentan inatención asociado o estímulos Presentan inatención e inquietud asociado o
distractores externos, situaciones novedosos, temor, preocupación y rumiación ansiosos.
o por pensamientos distractores agradables.
También presentan lo inquietud característico del
trastorno.
Presentan falta de concentración en distintos Presentan falta de concentración solo durante los
contextos y o lo largo del tiempo. episodios depresivos mayores.
Presentan hiperactividad, impulsividad y falto Presentan, transitoriamente y durante varios
de concentración, y también pueden presentar días, elevado actividad e impulsividad y poco
labilidad emocional, pero fuera del morco de un concentración, pero en el morco de otros
episodio maníaco o hipomoníoco. síntomas propios de un episodio maniaco (uno
semanal o hipomonioco (cuatro días): estado de
ánimo elevado, expansivo o irritable, etc., y de
otros síntomas de bipoloridod.
Presentan problemas de atención, incluidos Presentan irritabilidad generalizado e intolerancia
problemas de atención desorganizado, y de o lo frustración, pero no son centrales lo atención j\11
impulsividad como característicos centrales. desorganizado ni lo impulsividad. Lo mayoría de
los afectados por este trastorno también cumplen
criterios para el diagnóstico adicional de TDAH.
Presentan síntomas semejantes o los que pueden Presentan síntomas de TDAH, pero de manero
producir lo intoxicación o abstinencia de algunos asociado o lo intoxicación o abstinencia de
11 sustancias, pero estos síntomas yo estaban algunos sustancias.
presentes antes de aparecer el trastorno por
consumo de sustancias.
Presentan comportamientos desorganizados Presentan comportamientos desorganizados, _11
o intrusivos en lo vida de los demás, además intrusión social y desregulación cognitivo-
de desreguloción cognitivo-emocional, pero emocional, pero incluyen otros síntomas de
no incluyen los otros síntomas propios de los diagnósticos no compartidos con el TDAH. El
trastornos de personalidad. diagnóstico diferencial con TDAH en adolescentes
y adultos puede ser complicado en algunos cosos.

(Continúa)

500
Capítul o 16. Trastorno por déficit de atenc ión/hiperactivad

) ) Tabla 16.2. {Continuación}

,, Trastor��s' psicóticos i' ' Presentan síntomas de inatención Pueden presentar, en algunos casos, distintos
e hiperactividad-impulsividad que también síntomas de inatención e hiperactividad­
aparecen en algunos cuadros psicóticos. impulsividad, pero no se diagnostica TDAH si
solo aparecen durante el curso de un trastorno
psicótico.

Presentan síntomas semejantes a los que pueden Algunos medicamentos (p. ej., broncodílatadores,
por medicación producir algunos medicamentos, pero estos isoniazida, neurolépticosl pueden producir
síntomas ya estaban presentes antes de tomar la síntomas de inatención, o hiperactividad­
medicación o seguirán una vez cese el consumo. impulsividad. Los síntomas remiten al dejar de
tomarlos. En esos casos el diagnóstico ha de ser el
de «trastornos relacionados con otras sustancias».

• Trastornos neurocognitivos • Presentan síntomas antes de los 12 años de edad. Presentan características clínicas similares, pero
. mayores y leves tienen un comienzo típicamente más tardío que
el TDAH.

los autores concluyen que los subtipos transdiagnósticos observados


V. Caracte r ísticas suponen un refinamiento de la nosología diagnóstica del DSM y pro­
tra nsdiagnósticas pician una mejor toma de decisiones clínicas de cara a la personali­
zación del tratamiento de la disfunción ejecutiva en niños.
E n los últimos años s e han analizado, o s e h a sugerido analizar,
distintas variables transdiagnósticas que afectan al TDAH. Nos cen­
traremos en algunos estudios recientes de variables relacionadas,
generalmente, con las funciones ejecutivas (FE), si bien otras que 5,) Funciones ejecutivas. Las FE son las capacidades cogni­
no consideraremos (p. ej., el funcionamiento sociall porque cuentan tivas necesarias para atender eficazmente a un estím ulo,
con menos investigación, son también relevantes. Algunos de estos p lanificar y organizar una acción, reflexionar sobre sus posi­
estudios han manejado un amplio rango de trastornos, mientras que bles consecu encias e inhibir la primera respuesta automá­
otros han acotado su revisión al espectro de los trastornos externali­ tica, cambiándola por otra más adecuada. Ent re ellas des­
zantes o a la comparación del TDAH con otros trastornos concretos. tacan: la MT, la inhibición de respuesta [ motora, cognit iva y
East-Richar et al. (2019) analizaron déficits neurocognitivos en emocional], la flexibilidad cognitiva, la atenc ión selectiva
un amplio rango de trastornos: del estado de ánimo, psicóticos, TEA, y sostenida, la fluidez verbal, la planificación y el control de
TDAH y trastornos de ansiedad, en distintos grupos de edad. Sus
las interferencias. Estas funciones se han visto alteradas en
resultados reflejaron deficiencias neurocognitivas en todos los gru­
pos de edad y casi todos los trastornos: esquizofrenia, TEA, TDAH, personas con TDAH y su estudio está al servicio de facilitar
trastorno bipolar, depresión, TOC y trastorno de estrés postraumá­ estrategias terapéuticas que permitan a umentar su nivel
tico (TEPl. En todos los trastornos, encontraron que los déficits más de competencia.
graves y frecuentes estaban asociados a las FE y a la memoria epi­
sódica que, por lo tanto, parecen ser variables transdiagnósticas y
permanecen relativamente estables a lo largo de la vida en muchos Ros y Graziano (2019) trataron de identificar perfiles de autorre­
de esos trastornos. gulación a través de las FE y la regulación emocional ( RE) y, añadido
Vaidya et al. (2020) estudiaron el funcionamiento ejecutivo en a esto, examinaron el i mpacto de dichos perfiles en los resultados
niños de ocho a catorce años, que padecían TDAH o TEA, y también del tratamiento. Se utilizaron tres grupos de niños: (1) con TEA y tras­
en ni ños con desarrollo normal. Se observaron tres subtipos de FE torno por déficit de atención/hiperactividad nEA+ TDAHl; (2) niños
transdiagnósticas caracterizadas por perfiles de comportamiento con solo TDAH, y (3) niños con desarrollo típico. De manera transver­
que se definieron por una debilidad relativa en: (al la flexibilidad y sal a esos grupos, los análisis de perfiles de autorregulación latente
regulación de las emociones; (bl inhibición, y (c) memoria de traba­ produjeron cuatro categorías: (al déficits bajos de RE y FE; (bl défi­
jo (MTl, organización y planificación. Los análisis con i magen por cits altos de RE; (el déficits altos de FE, y (d) déficits moderados de
resonancia magnética funcional ORMfl Uunctional magnetic reso­ RE y FE. Los resultados mostraron que los síntomas de TEA y TDAH
nance imaging: fMRil mostraron que la actividad frontal-parietal estaban poco asociados a los perfiles de déficits bajos de RE y FE,
estaba más asociada a los subtipos de FE que a los diagnósticos del y más asociados a perfiles de déficit moderados de RE y FE. Solo
DSM, y el subgrupo caracterizado por inflexibilidad no pudo modu­ los síntomas de TEA se asociaron a perfiles de déficits altos de FE.
lar la activación del lóbulo parietal inferior derecho en respuesta al Y solo los síntomas de TDAH se asociaron al perfil de altos déficits
incremento de demandas ejecutivas. A partir de estos resultados, en RE. Así pues, estos resultados mostraron que los déficits de auto-

SOi
Manual de psicopatología. Volumen 2

rreguloción pueden ser específicos de un determinado diagnóstico, un proceso ontogénico mediante el cual un rasgo común heredado
pero también pueden servir poro lo descripción tronsdiognóstico. de manero multifactoriol interactúo con influencias endógenos y
Además, lo pertenencia o uno de los cuatro perfiles de outorregu­ exógenas poro producir comportamientos de externolizoción pro­
loción fue predictivo de lo respuesto (conductuol y académico) al gresivamente menos manejables o lo largo del desarrollo.
tratamiento, demostrándose así lo utilidad clínico de lo perspecti­ Finalmente, nos centraremos en un estudio sobre cómo es el
vo tronsdiognóstico poro predecir los resultados del tratamiento de proceso de tomo de decisiones en personas que padecen distintos
manero transversal o los clasificaciones tradicionales y, por lo tonto, trastornos. En este sentido, Sonugo-Borke et al. (2016) propusieron
proporcionando evidencio sobre lo pertinencia de su uso. un modelo, pendiente de análisis empírico, sobre el proceso de
No obstante, los variables tronsdiognósticos conviven con tomo de decisiones (etapas neuropsicológicos y componentes espe­
otros específicos del trastorno. Así se muestro en el estudio de cíficos) y, además, plantearon uno serie de hipótesis, asociados al
Normon et al. (2016), quienes buscaron establecer anormalidades modelo, sobre los característicos de lo tomo de decisiones en cuatro
estructurales, funcionales y superpuestos, tonto específicos como trastornos psicopotológicos infantiles concluyendo que: en el T DAH
compartidos, entre dos trastornos (TDAH y TOCl o través de uno lo tomo de decisiones sería deficiente (ineficiente, poco reflexivo e
comparación metoonolítico. Se concluyó que los deficiencias com­ inconsistente) e impulsivo (proclive o optar por alternativos inmedia­
partidos por los dos trastornos, en cuanto o control inhibitorio se tos en lugar de por alternativos tardíos); en el TC, sería imprudente
refiere, en lugar de representar un endofenotipo tronsdiognóstico, e insensible o los consecuencias negativos; en lo depresión, los deci­
se asociaban con anomalías funcionales y estructurales diferencia­ siones serían desconectados, perseverantes y pesimistas; mientras
les entre ambos patologías. En concreto, los pacientes con TDAH que en lo ansiedad serían vacilantes, reacios al riesgo y autocríticas.
mostraron regiones prefrontoles/insulor-estriotol ventroloteroles
más pequeños y con bojo funcionamiento, mientras que los pacien­
tes con TOC mostraron regiones insulores-estriotoles más grandes V I . Teo r í a s explicat ivas
y con alto funcionamiento, que pueden estor mol controlados por
regiones prefrontoles mediales rostro/dorsales más pequeños y con El DSM-5 describe el TDAH como un trastorno del desarrollo sin cau­
bojo funcionamiento. so específico identificado (APA, 2013). En lo actualidad, en efecto,
en el morco de los hipótesis diátesis-estrés, el TDAH es considerado
un trastorno de etiopotogenio multifactoriol, heterogéneo y comple­
2) Endofenotipo. El endofenotipo, o fenotipo i nterno, hace jo, en el que uno serie de vulnerabilidades neurobiológicos (asocia­
dos a factores poligenéticos) interactúan entre sí y, o su vez, entran
, referencia a rasgos heredados objetivables intermedios entre
en combinación con factores ambientales (Artigos-Pollorés et al.,
el genotipo y el fenotipo que constituyen indicadores de vul­ 2013; Asherson et al., 2016; Torver et al., 2014). En este contexto, las
nerabilidad latente para determinadas enfermedades y per­ teorías explicativas vigentes que contribuyen a lo comprensión de su
miten predecir con qué probabilidad puede desarrollarse [p. etiología no son necesariamente excluyentes, sino complementarios.
ej., la esquizofrenia]. Estos rasgos también se pueden des­ A este respecto, lo investigación ha desarrollado, sobre todo,
encadenar por factores ambientales. Puede observarse de dos morcados líneas de estudio: uno de ellos centrado en los aspec­
manera indirecta a través de determinadas pruebas ¡p. ej., tos biológicos del T DAH, y otro relativa o los procesos cognitivos
de personalidad, neuropsicológicas, neurofisiológicas, neu­ implicados en lo sintomotología nuclear del trastorno. En el morco
roanatómicas, neuroimagen, bioquímicas o metabólicas). de los teorías biologicistos se han realizado importantes aporta­
ciones sobre factores relacionados con la genético, lo epigenético,
los estructuras cerebrales implicados y su dinámico funcional. Los
Centrándose en el espectro de los síntomas externolizontes modelos teóricos basados en el funcionamiento de los procesos cog­
(agresividad, falto de atención, desobediencia y conducto delicti­ nitivos investigan el papel de los funciones ejecutivos y de lo cogni­
vo), Beouchaine et al. (2017) revisaron lo evidencio sobre el rasgo de ción social en el procesamiento de lo información y en los déficits
impulsividad del T DAH. Los autores concluyen que lo impulsividad asociados.
constituye uno vulnerabilidad abajo-arribo, mediado subcorticol­
mente, poro todos los trastornos externolizodos. Esto vulnerabilidad A. Teorías b io logicistas
surge de lo respuesto deficiente de lo dopomina mesolímbico, que
se asocio o irritabilidad, descontento e hiperactividad-impulsividad. Las variables biológicos implicados en el T DAH pueden tener un
El rasgo de impulsividad supone uno vulnerabilidad de caro o com­ papel diferente, bien como factores antecedentes o concurrentes.
portamientos de externolizoción codo vez más graves o lo largo Así, por ejemplo, los factores de heredobilidod genético, o un posi­
del desarrollo, o través de interacciones complejos con (al estados ble trauma perinotol son más claramente variables antecedentes,
motivocionoles oversivos que surgen de sistemas subcorticoles en pero otros variables biológicas (p. ej., registros fisiológicos o acti­
gran medido independientes; (b) mecanismos reguladores de emo­ vidad cotecolominérgico), en lo actualidad, solo pueden conside­
ciones que surgen de lo modulación cortical arribo-abajo de lo fun­ rarse factores concurrentes (correlatos biológicos). Lo existencia
ción neuronal subcortical, y (e) factores de riesgo ambiental que de correlatos biológicos de los comportamientos propios del TDAH
don formo y mantienen lo desreguloción emocional. Esto perspec­ no significo que lo biológico determine, por sí solo, el comporta­
tivo resalto lo importancia de identificar vulnerabilidades neurona­ miento. Estos correlatos constituyen un substrato biológico de los
les tronsdiognósticos o la psicopotologío; encojo con lo estructuro síntomas cognitivo-conductuoles, y no necesariamente son factores
jerárquico y latente de lo psicopotologío, y sugiere que los trastor­ causales del trastorno. Por otro lodo, que los comportamientos se
nos del espectro de externolizoción se van produciendo o lo largo de den, obviamente, en determinados contextos no quiere decir que

502
Capítulo 16. Trastorno por déficit de atención/hiperactiva d

vengan determinados solo por las variables del contexto. El cere­ e l trastorno, encontrándose pruebas d e l a existencia de una afec­
bro (p. ej., la actividad catecolaminérgical, el ambiente (p. ej., las tación de la metilación del gen DRD4 y de la acetilación de las
experiencias de aprendizaje) y las variables cognitivo-conductuales histonas de los genes P300, MTST4 y HDACI. A este respecto, se
(p. ej., inatención o hiperactividad) interaccionan constantemente, han encontrado pruebas de la regulación epigenética del gen DRD4
de modo circular, no de un modo lineal, de manera que no se puede asociadas a la sintomatología del TDAH. De forma específica, se
establecer, salvo en determinados casos, que la alteración de uno ha comprobado que niveles de metilación más altos en este gen se
sea la causa del otro. Así pues, el modelo más adecuado para el asociaban con una mayor intensidad de los síntomas cognitivos y
entendimiento del TDAH es el biopsicosocial. atencionales de las personas con TDAH, sin encontrarse este efecto
en los síntomas de hiperactividad e impulsividad (Dadds et al., 2016).
a. Factores genéticos
Por otra parte, la investigación sobre las condiciones ambienta­
Los estudios de genética molecular han mostrado que el TDAH es les que pudieran estar involucradas epigenéticamente en el desa­
un trastorno poligenético en el que pueden existir alteraciones de rrollo del TDAH ha prestado atención a factores relacionados con el
varios genes en diferentes cromosomas, lo que explicaría la hete­ embarazo, el parto, las primeras etapas del desarrollo del bebé, la
rogeneidad en la configuración del fenotipo del TDAH y la relativa alimentación, el consumo de sustancias tóxicas y otros factores de
continuidad de su expresión sintomática a lo largo de la vida <Farao­ tipo psicosocial.
ne y Larsson, 20l9; Franke et al., 2012).
El mapa genético conocido en la actualidad, gracias al mayor
estudio a escala genómica realizado hasta la fecha sobre TDAH, ¿) Epigenética. La epigenética es el estudio de los mecanis­
describe los doce principales genes implicados en su desarrollo. mos que reg ulan la expresión de los genes sin modificar la
Entre los doce fragmentos genómicos identificados destaca el gen secuencia básica de ADN. Se relaciona con procesos quími­
F0XP2, uno de los más estudiados en relación con el desarrollo del cos capaces de activar o inactivar la carga genética a tra-
lenguaje, la formación de sinapsis neuronales y el aprendizaje. Es vés de mecanismos de metilación del ADN, modificación de
determinante también el papel del gen DUSP6, que está implicado
en el control de la neurotransmisión dopaminérgica. Un tercer gen histonas y del ácido ribonucleico !ARN] no codificante. Por
relevante es el SEMA6D, que se expresa en el cerebro durante el tanto, establece relaciones de interacción entre genética y
desarrollo embrionario y tiene un papel fundamental en la forma­ ambiente que derivan en cambios que, a su vez, pueden ser
ción de las ramificaciones a nivel neuronal <Demontis et al., 2019). transmitidos como información heredable. La ventaja de la
Por otra parte, se ha señalado la importancia de los genes vincula­ epigenética es que ofrece mayor reversibilidad que la idea
dos a los receptores (DRD4, DRD5) y transportadores (SCL6A3 o DATI y de las mutaciones genéticas, por lo que conocer aquellos
DAT5) de dopamina y el gen transportador de la noradrenalina (NETll; elementos ambientales que pueden actuar como factores
el receptor serotoninérgico (5 HTRIB) y la proteína neural SNAP25 de riesgo y protección frente a determinadas patologías
(Acosta, 2007; Ramos-Quiroga et al., 2007; Soutullo y Díez, 2007). ofrece la posibilidad de mejorar su abordaje terapéutico y
En general, los estudios realizados explorando el patrón en fami­ su prevención.
lias, gemelos y adopciones encuentran datos fiables y significativos
para afirmar la existencia del componente genético en su origen y
desarrollo (Akutagava-Martins et al., 2013). La investigación sobre Se ha otorgado una atención especial a las condiciones de salud
la heredabilidad de TDAH ha confirmado una mayor probabilidad de la madre para identificar los posibles factores de riesgo pre y
de presentar el trastorno si algún progenitor está afectado, es decir, postnatales en el desarrollo del TDAH, habiéndose encontrado datos
que el padre o la madre tenga TDAH multiplica por 8,2 el riesgo de significativos de algunas variables durante estos períodos, aunque
padecer el trastorno en sus hijos e hijas <Brikell et al., 2015; Neale sin pruebas suficientes para respaldar una causalidad directa bien
y Faraone, 2008), existiendo una estimación de que el 76 % de la definida (Sciberras et al., 2017). En este campo, las investigaciones
varianza del trastorno se debe a factores de heredabilidad <Faraone han encontrado un aumento del riesgo de padecer TDAH cuando
et al., 2005); y se calcula que el resto de la varianza asociada con el han existido complicaciones durante la gestación y el parto tales
TDAH probablemente se deba a factores ambientales en interacción como preclampsia, parto inducido, hipoxia al nacer (Golmirzaei et
con la vulnerabilidad genética (Sciberras et al., 2017). al., 2013; Amiri, et al., 2012; Silva et al., 2014); elevados niveles de
estrés mantenido de la madre durante el embarazo (Gustanvson et
b. Factores epigenéticos
al., 2017; Van Batenburg-Eddes et al., 2013); consumo de tóxicos
La epigenética es la disciplina que estudia los mecanismos y proce­ como alcohol o nicotina por parte de la gestante (Kim et al., 2013;
sos que producen cambios en la expresión de los genes, sin alterar Thakur et al., 2013; Holz et al., 2014), y consumo de ciertos fárma­
la secuencia fundamental de ácido desoxirribonucleico (ADNJ. En cos, como benzodiacepinas y anticonvulsivantes (Cohen et al., 2013).
este sentido, investiga qué factores ambientales pueden activar o Además, se han encontrado diferencias significativas asociadas a
silenciar la información contenida en el código genético. En general, la metilación de ADN, presentando un 30 % de aumento del riesgo
estos procesos tienen que ver con cambios bioquímicos de meti­ relativo de desarrollar de TDAH tras un consumo prolongado de
lación, modificaciones de histonas y ácido ribonucleico (ARNl no paracetamol en el embarazo, durante un mínimo de 20 días (Gervin
codificante de la cromatina y otras causas desconocidas (García et al., 2017; Masarwa et al., 2018).
et al., 2012). Añadido a esto, se ha encontrado que el desarrollo del TDAH
La investigación sobre TDAH ha mostrado un interés creciente presenta cierta relación con el nacimiento prematuro, un muy bajo
por averiguar qué modificaciones epigenéticas se relacionan con peso al nacer y otras condiciones que puedan suponer alteraciones

503
1
. 11 ' Manual de psicopatología. Volumen 2

cerebrales sobre el córtex prefrontal (O'Shea et al., 2013), pero la Otro mineral q_ue ha sido objeto de interés por su posible efecto 1
prematuridad es el factor ambiental con mayor evidencia en rela­ sobre la sintomatología del TDAH es el hierro. Algunos estudios han
ción con el origen del trastorno. En este ámbito, se ha calculado sugerido q_ue su déficit interfiere con un adecuado desarrollo del
q_ue cuando el nacimiento ocurre entre las semanas 35-36, esos sistema nervioso central, al disminuir la densidad de receptores D2
bebés tienen un 20-30 % más de probabilidad de tener TDAH q_ue y D4 del sistema dopaminérgico, por lo q_ue se ha propuesto q_ue
los nacidos a término y se duplica el riesgo de TDAH cuando el subsanar este déficit férrico podría ser una alternativa en pacientes
nacimiento sucede en las semanas 23-28. Además, la mitad de los con TDAH (sobre todo, subtipo inatento) (Soto-Insuga et al., 2013;
bebés prematuros cuyo peso al nacer es inferior a 1 .000 gramos Strickland, 2014).
desarrollan TDAH, reduciéndose este porcentaje a un 20 % cuando En cuanto a la posible relación entre los factores ambientales
el peso oscila entre I y 1,5 kilos. La severidad de la sintomatología de tipo psicosocial y las pautas de crianza con el TDAH, los estudios
TDAH también ha correlacionado con el grado de prematuridad, indican q_ue no tienen un efecto causal pero sí pueden tener un
siendo mayor cuanto menor es la edad gestacional (Jaekel et al., papel modulador durante el curso del trastorno. Entre otros fac.
2013). Otra de las cuestiones q_ue aparecen de manera recurrente tares psicosociales se ha estudiado la existencia de otros trastor·
en torno a la etiología de TDAH es su relación con los traumatismos nos psiq_uiátricos en los padres (distintos al TDAH), los contextos
craneoencefálicos, habiéndose encontrado mayor presencia de sín­ de inestabilidad familiar, haber residido en instituciones en etapas
tomas típicos de TDAH tras haber sufrido un traumatismo craneal evolutivas tempanas y en situación de adopción, la existencia de
durante el período perinatal (Alosco et al., 2014). No obstante, los estilos de crianza inadecuados, la ruptura de vínculos y el bajo nivel
datos contrastados por estudios recientes han indicado q_ue ningu­ socioeconómico, vinculado este a unas posibles peores condiciones
no de los factores de riesgo prenatales propuestos aporta pruebas para el desarrollo en general < Biederman y Faraone, 2005; Sagiv et
sólidas y suficientes para respaldar una relación causal definida al., 2013; Stevens, 2008). En este sentido, atribuir el origen del tras­
respecto del TDAH, y cuanto más riguroso es el diseño del estudio, torno, fundamentalmente, a un proceso de aprendizaje o, más en
menos probable es q_ue respalde una asociación en este sentido, lo particular, a determinados estilos educativos, valores o actitudes de
q_ue encaja dentro de la comprensión multicausal y multifactorial padres o educadores (o la sociedad más en general) es una creencia
del trastorno (Sciberras et al., 2017). q_ue no cuenta con el aval científico necesario y, además, constituye
Por otra parte, se han estudiado las posibles implicaciones epi­ una estigmatización infundada de los padres q_ue solo contribuye a
genéticas de determinados factores ambientales q_ue, no vinculán­ agravar el malestar de todas las personas afectadas, de forma direc­
dose con el origen del TDAH, sí pudieran intervenir en su evolución. ta o indirecta, por el TDAH.
En este sentido, se ha prestado atención a variables relacionadas
con la alimentación, las pautas de crianza o factores ambientales c. Factores neuroanatómicos
de tipo psicosocial.
Con el objetivo de fundamentar propuestas expl icativas q_ue per­
Respecto de la alimentación, aunq_ue todavía no hay estudios mitan profundizar en la compresión del TDAH, las técnicas de
concluyentes, se ha propuesto la llamada «hipótesis nutricional de neuroimagen han permitido conocer mejor las áreas cerebrales
TDAH» para valorar el posible efecto de determinados aspectos implicadas en el desarrollo del TDAH y se han mostrado altera­
nutricionales en el desarrollo y funcionamiento del sistema nervioso ciones cerebrales a nivel estructural y funcional vinculadas con
central y, de ese modo, su posible relación con el TDAH. En este sen­ aspectos de volumetría, activación cortical y patrones de conec­
tido, se ha analizado el papel de ciertos macronutrientes, como los tividad entre redes neuronales. Además, se ha investigado la rela­
azúcares simples y los ácidos grasos poliinsaturados; algunos micro­ ción q_ue los factores neuroanatómicos tienen con determinadas
nutrientes, como el hierro y el zinc; y otros componentes, como los variables de tipo psicológico afectadas de formo característica
aditivos alimentarios. en el TDAH.
En lo relativo a los azúcares simples, un primer metaanálisis no En general, respecto de las áreas cerebrales i mplicadas en el
descartó totalmente la posibilidad de un efecto del consumo de azú­ TDAH, se ha destacado el papel de las áreas frontoestriotales (tales
car sobre la si ntomatología TDAH, si bien no encontró correlación como el córtex prefrontal, el cuerpo calloso y los gangl ios basa­
directa entre ambos (Wolraich et al., 1995). Estudios más recientes les), áreas temporoparietales (en regiones límbicas como la amíg­
han observado una interrelación entre los niveles elevados de azúca­ dala y el cíngulo anterior) y áreas cerebelosas < Kooij et al., 2019;
res simples en la dieta y el empeoramiento en la calidad del sueño Ramos-Quiroga et al., 2013). En relación a las áreas frontoestriatales,
en TDAH <Blunden et al., 201D. se ha encontrado q_ue las dificultades en las FE se han asociado
En referencia a los ácidos grasos polii nsaturados de cadena específicamente a la región prefrontal dorsolateral, y las FE de tipo
larga, un reciente metaanálisis ha encontrado efectos significa­ más afectivo se han vinculado con las regiones ventrales y mediales
tivos de los suplementos omega-3 y 6, tomados en combinación, de la corteza prefrontal, añadiendo el papel del cíngulo anterior.
con mejoras en los síntomas clínicos de TDAH, fundamentalmente Sobre las áreas temporoparietales, se ha definido la i mportancia
en medidas relacionadas con la atención (Chang et al., 2018). Un de la vía mesolímbica, q_ue conecta el mesencéfalo con el siste­
estudio posterior proporciona evidencia adicional del efecto bene­ ma límbico, yendo desde el área tegmental ventral hasta el núcleo
ficioso de la suplementación con omega-3 en el tratamiento del accumbens y conectándose con otras estructuras como la amígdala
TDAH < Rodríguez et al., 2019). Añadido a esto, hay investigaciones e incluso la corteza prefrontal. Así, la vía mesolímbica se ha asocia­
sobre la combinación del consumo de ácidos grasos omega-3 y 6 do con el mecanismo de recompensa cerebral, siendo fundamental
con suplementos de zinc y magnesio q_ue han encontrado efec­ en las sensaciones de placer, gratificación y recompensa. Las áreas
tos beneficiosos sobre los problemas atencionales, conductuales y cerebelosas se han relacionado con el control de movimientos y
emocionales en población infantil y adolescente con diagnóstico de otras funciones motoras, así como con funciones cognitivas de tipo
TDAH <Huss et al., 2010>. atencional <Albert et al., 2016).

5()ij
Capítulo 16. Trastorno por déficit d e atención/hiperactiva d

Por lo q_ue se refiere a la volumetría, los pri meros estudios de


análisis volumétrico del estriado ventral en el TDAH habían deter­ recompensa. Además, e n personas con TDAH s e han obser­
minado una reducción de volumen de aproximadamente un 25 % en vado c iertos patrones en la actividad eléctrica y química
TDAH en comparación con el grupo control (Carmona et al., 2009). cerebral d iferentes a los que se producen en personas sin
Por otra parte, Frodl y Skokauskas (2012) identificaron a través de TDAH, con especial atenc ión a l déficit de c iertos neuro­
un estudio de metaanálisis, q_ue los ni ños con TDAH presentan una transmisores [dopamina, noradrenalina y serotonina] ligado
reducción en el vol umen del globo pálido derecho, del putamen
a la sintomatología del trastorno.
derecho y del núcleo caudado (tanto en el hemisferio derecho como
izquierdo), la amígdala y la corteza cingulada anterior (CCAl. Por
su parte, los adultos con TDAH presentan una reducción de volumen
en la CCA. Sin embargo, con el tratamiento farmacológico a lo largo Un reciente estudio de megaanálisis transversal, revisando el
del tiempo, estas alteraciones parecen disminuir desde la infancia a mayor conj unto de datos hasta la fecha sobre i nvestigaciones de
la edad adulta. Pero los adultos en los q_ue persisten síntomas TDAH neuroimagen acerca de alteraciones estructurales en niños y adul­
parecen seguir sufriendo una reducción del volumen de la CCA En tos con este trastorno, ha aportado nuevos conocimientos sobre la
definitiva, el tratamiento parece tener efectos positivos sobre la reducción de la amígdala bilateral, del núcleo accumbens y del
estructura del cerebro sugi riendo la posibilidad de q_ue la medi­ hipocampo, ampliando la teoría del retraso de la maduración cere­
cación estimulante tenga un efecto normalizador a nivel cerebral. bral para el TDAH con la inclusión de estas estructuras subcorticales
Todos estos resultados eran consistentes con el modelo dominante (Hoogman et al., 2017).
de la existencia de una disfunción frontoestriatal en TDAH (Caste­
llanos y Proal, 2012). Ampliando estos datos, otros estudios confir­ Por otra parte, se ha identificado una menor actividad cortical
maron la existencia de diferencias volumétricas en la superficie del en personas con TDAH. En este ámbito, los estudios con tomografía
cuerpo estriado ventral entre pacientes con TDAH y personas con computarizada de emisión monofotónica (single photon emission
desarrollo normal, cuyas estructuras cerebrales, a diferencia de lo computed tomography -SPECT-l reflejan una distribución anormal
q_ue sucedía en pacientes con TDAH, presentaban un mayor tamaño y reducida del flujo sanguíneo cerebral en TDAH en áreas fronta­
y crecimiento progresivo (Shaw et al., 2014). En concreto, los estu­ les del hemisferio derecho. A través de pruebas de tomografía por
dios longitudinales del TDAH < Rubia et al., 2014) en la infancia han emisión de positrones (positron emission tomography: PETl se ha
permitido estimar un retraso de dos a cinco años con respecto de los mostrado una disminución en el metabolismo cerebral regional de
grupos de control, asociándolo con un menor desarrollo estructural la glucosa en el lóbulo frontal ( Mulligan et al., 2011l. Los estudios
de determinadas áreas (a nivel de las regiones frontal, superior tem­ realizados con I RMf y magnetoencefalografía (MEGl han encontra­
poral y parietal) y relacionándolo con las conexiones neuronales (en do una hipoactivación de la corteza prefrontal, más marcada en el
las regiones frontoestriatal, frontocerebelosa y frontoparietotempo­ hemisferio derecho y en el núcleo caudado, así como alteraciones
rall. Se ha sugerido q_ue estos procesos pueden madurar favorable­ en el cíngulo anterior y en la activación de los ganglios basales
mente, con un abordaje terapéutico farmacológico eficaz. <Dickstein et al., 2006; Hart et al., 2013).
Así mismo, se ha estudiado la activación de diferentes redes
neuronales en TDAH. En este sentido, las hipótesis actuales impli­
can la interacción de varias redes neurales de control cognitivo
2) Alteraciones cerebrales en TOAH. En el desarrollo del
(frontoparietall, atencionales (dorsal, ventral), la corteza visual, la
TDAH se destacado el papel de diferentes áreas cerebrales: red neuronal por defecto o red de modo predeterminado, y conec­
las áreas frontoestriatales [tales como el córtex prefron­ ti vidades de los circuitos relaci onados con la recompensa y la
tal, el cu erpo calloso y los ganglios basales], asociadas a amígdala, perfilándose un mapa más defi nido de las redes intrín­
las F E; las áreas temporoparietales [ en regiones l ímbicas secas de conectividad del cerebro. En el TDAH, se ha observado
como la amígdala y e l cíng ulo anterior), relacionadas con una menor sincronía entre estas redes, lo q_ue se ha relacionado
los mecanismos de recompensa, mot ivac ión y reg ulación con los síntomas de hiperactividad/impulsividad, y se ha añadido
el papel de la amígdala en la regulación emocional, reflejando
emoc ional; y las áreas cerebelosas, imp licadas en el con­
la existencia de retrasos y/o alteraciones madurativas de todos
t ro l de movimientos y otras funciones motoras, así como
estos si stemas (Castellanos y Aoki, 2016). Con esto, se propone
en algunas funciones cognitivas de tipo atencional. A nivel un marco más funcional para la comprensión de lo heterogenei­
estructural, se ha determinado la existenc ia de un retraso dad cognitivo-comportamental del TDAH, y el posible papel de la
madurativo asociado a una reducción en términos de volu­ corteza visual primaria en la disfunción atencional del trastorno
men cortical de varias de estas áreas, fundamentalmente (Castellanos y Proal, 2012).
en est ructuras pertenec ientes a los ganglios basales. A Al revisar la dinámica de interrelación de algunas de estas redes
nivel func ional, se han ident ificado una menor actividad neuronales, se han observado patrones específicos de funcionamien­
metabólica cortical fundamentalmente asociada al hemis­ to en personas con TDAH en dos importantes redes cerebrales: la red
neuronal orientada a tareas y la red neuronal por defecto. La prime­
ferio derecho y alterac iones en la conectividad en determi-
ra se activa ante tareas cognitivamente exigentes, y la segunda está
, nadas redes neuronales de control cognitivo [frontoparie­
implicada en estados de ensoñación y divagación mental (Fox et al.,
tal], atencionales [ dorsal, ventral], la corteza visual, la red 2005). En personas neurotípicas, cuando la red neuronal por defecto
neuronal por defecto o red de modo predeterminado, y los está activada, la red neuronal orientada a tareas permanece inac­
c ircuitos relacionados con la amígdala y los sistemas de tiva, pero esta última toma el mando ante la necesidad de atender
una tarea cognitiva y, en ese momento, lo red neuronal por defecto

505
t,, Manual de pslcopatología. Volumen 2

se desconecta. Cuando cesa la exigencia de la tarea concreta, la red


neuronal por defecto toma protagonismo de nuevo. Si esta dinámica
recíproca y secuencial de «apagado y encendido» no se produce
adecuadamente, la capacidad de concentración de la persona dis­
mi nuye. A este respecto, en el TDAH se han descrito patrones de
coot;ouo sobce la ,adobfüod oormal As;m;smo, y ea relodóo coo
la anticipación de recompensas, se ha investigado la conectividad
del estriado ventral en relación con la impulsividad a través métodos
de I RMf en estado de reposo. En este sentido, se ha encontrado
un aumento significativo de la conectividad funcional del estriado
1
1
1

activación simultánea o en paralelo en ambas redes cerebrales que ventral y la corteza prefrontal ventromedial en la muestra de TDAH
se han relacionado con las dificultades de atención y otras funciones frente al grupo control, que se correlacionó significativamente con
ejecutivas (Buckner et al., 2008; Mattfeld et al., 2014). una medida de impulsividad («descuento temporal») (Fair et al.,
Algunos de los datos más recientes que la i nvestigación ha 2013; Scheres et al., 2013); y Tomasi y Volkow (2012) también detec­
revelado acerca de los aspectos neuroanatómicos estructurales y taron un aumento anormal de la conectividad funcional del estrato
funcionales del TDAH han sido revisados por Baroni y Castellanos ventral y la corteza orbitofrontal.
(2015) en el marco del Proyecto del Conectoma Humano ( Human Por otro lado, la i nvestigación ha mostrado la existencia en
Connectome Proyect: HPC>. El HPC proporciona imágenes cerebra­ TDAH de difi cultades relacionadas con el manejo cognitivo del
les de alta definición asociadas a distintas variables psicológicas tiempo (timing). El metaanálisis de Hart et al. (20l2l encontró evi­
relacionadas con el constructo del TDAH. Siguiendo a estos autores, dencias para afirmar que las personas con TDAH presentan déficits
nos centraremos en aquellas variables sobre las que se han obteni­ en estas competencias que se relacionan con una hipoactivación
do datos más relevantes: la inhibición de las respuestas motoras y funcional de áreas típicamente asociadas con el procesamiento del
la atención sostenida; los aspectos atencionales relacionados con tiempo: córtex frontal i nferior, corteza prefrontal dorsolateral, área
la variabilidad del tiempo de reacción; la antici pación de recom­ motora suplementaria, córtex cingulado anterior, ganglios basales,
pensas y la impulsividad asociada a ella; y el manejo cognitivo del regiones parietales y cerebelo. Además, se ha comprobado que los
tiempo ( timing). medicamentos estimulantes empleados en TDAH parecen mejorar
El metaanálisis de Hart et al. (2013) encontró distintas anorma­ algunos déficits en el timing al normalizar el hipofuncionamiento de
lidades funcionales en TDAH relacionadas con déficits en la inhibi­ las redes frontoestriatocerebelosas.
ción de las respuestas motoras y en la atención sostenida (vigilant Además, las principales estructuras anatómicas que se han
attention) y pudo establecer relaci ones entre estos déficits, las identificado en relación con el TDAH forman a su vez parte de los
estructuras cerebrales subyacentes y los síntomas de hiperactivi­ principales circuitos dopaminérgicos, noradrenérgicos y serotoni­
dad/impulsividad y falta de atención en TDAH. Así, para las tareas nérgicos cerebrales, por lo que las teorías neuroanatómicas están
de inhibición motora se observó hipoactivación en el área de la claramente relacionadas con los correlatos neuroquímicos, lo que
corteza frontal inferior derecha, que se extiende hasta la ínsula constituye un apoyo indirecto a la hipótesis catecolaminérgica en
anterior, el área motora suplementaria, la CCA, el núcleo caudado relación con el TDAH (Franke et al., 2008; Landaas, 2010; Ribasés
y el tálamo. Respecto de las tareas que evaluaban la atención se et al., 2009).
encontró hipoactivación en la corteza prefrontal dorsolateral dere­
cha, el putamen, el tálamo posterior, la cola del núcleo caudado y d. Factores neuroquímicos
el lóbulo parietal. Añadido a ello, Rubia et al. (2014), explorando si
los efectos de la medicación correlacionaban con estos hallazgos, Dentro de las teorías que contribuyen a la explicación del TDAH, el
comprobaron efectivamente que, al menos para las tareas de inhi­ estudio de la química cerebral revela alteraciones en la neurotrans­
bición, los efectos clínicos de la medicación estimulante también misión estrechamente vinculadas a las variaciones de tipo genético,
estaban mediados por la activación de la CFI derecha y la ínsula principalmente, de los genes que codifican receptores y transporta­
anterior, siendo estas zonas centros clave de la red de atención dores de dopamina y noradrenalina (Soutullo y Díez, 2007).
ventral derecha y componentes clave de la red ejecutiva central En este sentido, se ha propuesto la llamada hipótesis
• catecola­
frontoparietal. minérgica del TDAH (Del Campo et al., 2013; Hart et al., 2013). Las
Respecto de la atención y la variabilidad del tiempo de reacción catecolaminas son sustancias que funcionan como neurotransmiso­
en las pruebas de atención sostenida, se comprobó que los niños y res en el cerebro participando en el envío de señales electroquími­
adultos con TDAH presentan mayores errores de omisión atencional cas entre neuronas. Las tres principales catecolaminas son la dopa­
y un aumento en la variabilidad en el tiempo de reacción que los mina, la noradrenalina y la adrenalina. En TDAH, se ha observado
controles sin TDAH (Huang-Pollock et al., 2012; Kofler et al., 2013), un déficit, fundamentalmente asociado a dopamina y noradrenalina,
lo que parece asociarse, princi palmente, a ci rcuitos del hemisfe­ en áreas como el córtex prefrontal, el cuerpo calloso y los ganglios
rio derecho incluyendo la corteza prefrontal, dorsomedial, media basales, que se ha relacionado con los síntomas nucleares del tras­
y ventrolateral, la ínsula anterior y las áreas parietales (Langner y torno, afectando al desempeño de las FE a la hora de atender a
Eickoff, 2013). la información, inhibir estímulos irrelevantes o planificar y regular la
Por otra parte, los hallazgos de los estudios sobre anticipación respuesta conductual.
de recompensas, cuyo patrón diferencial se considera un elemento La teoría dopaminérgica se basa en la existencia de déficits
importante de este trastorno (los TDAH prefieren recompensas inme­ en dos regiones en las que la dopamina tiene un papel crucial: el
diatas), parecen relacionarse con anomalías morfométricas en el cíngulo anterior, cuya hipoactivación produce un déficit cognitivo
cuerpo estriado ventral. Así, el metaanálisis de Plichta et al. (2014) en las FE; y el núcleo caudado, cuya sobreactivación genera un
confirmó la hipoactivación del estriado ventral durante la anticipa­ exceso de conductas motoras, típicas en personas con TDAH. Así,
ción de recompensas en personas con TDAH frente a lo observado en en la búsqueda de explicaciones sobre la disfunción estriatal, los
el grupo control de personas con desarrollo neurotípico, lo que per­ estudios basados en radioligandos (sustancias bioquímicas que se
mitió cuestionar el concepto de TDAH como simple extremo de un utilizan como marcadores para el estudio de la actividad de los

506
Capítulo 16. Trastorn o por déficit d e atención/hiperactivad

sistemas receptores del cuerpo) han cuantificado la densidad del mas de impulsividad e hiperactividad (Soutullo y Álvarez, 2014) y la
transportador de dopamina y sus efectos en la sinapsis del estriado. regulación del patrón noradrenérgico se asocia a una mejora en el
El metaanálisis de Fusor-Poli et al. (2012) concluyó q_ue los pacien­ desempeño de las funciones cognitivas y afectivas (Baumeister, et
tes con TDAH q_ue no habían sido tratados con medicación tenían al., 2012).
una densidad del transportador de dopamina significativamente
más baja q_ue los sujetos del grupo control de personas sin TDAH, e. Factores electrofisiológicos
mientras q_ue en los pacientes con TDAH q_ue sí habían sido trata­ Las pruebas de neurofisiología clínica, como el electroencefalo­
dos farmacológicamente ocurría lo contrario, un aumento de esta grama, permiten hacer una valoración del estado de maduración
densidad en comparación con los mismos controles. Posteriormente, bioeléctrico del cerebro. La cartografía cerebral disponible i ndica
Wang et al. (2013) publicaron un estudio en el q_ue comprobaron
un aumento de la potencia absoluta y relativa de bandas theta y
q_ue gracias al tratamiento con metilfenidato durante doce meses se delta del lóbulo frontal en TDAH, así como una disminución de la
lograba aumentar la disponibilidad de los transportadores de dopa­
frecuencia media de alfa y beta, lo q_ue revela una desviación y
mina estriatal en el TDAH (caudado, putamen y estriatoventrall.
retraso en la maduración de la actividad cerebral en q_uienes pade­
cen este trastorno ( Moreno y Ortiz, 2015). En relación a esto, Arns et
al. (2013) concluyeron en su estudio de metaanálisis q_ue, si bien este
2) Hipótesis catecolaminérgica. Las catecolaminas son sus· patrón no se puede utilizar como medida diagnóstica para TDAH,
tancias que funcionan como neurotransmisores en el cere· las diferencias decrecientes encontradas en la ratio theta/beta a
bro y como hormonas en el resto del cuerpo. En su papel través de los años pueden ser consideradas como indicador pronós­
como neurotransmisores participan en el envío de señales tico del trastorno.
electroquímicas entre neuronas. Las tres principales cateco­ En general, las ondas alfa, beta, theta entran en funcionamiento
laminas son la dopamina, la noradrenalina y la adrenalina. según la actividad q_ue se esté realizando. Desde esta perspectiva,
En TDAH, se ha observado un déficit, fundamentalmente la disfuncional idad en TDAH se caracteriza por un incremento de
asociado a dopamina y noradrenalina, en áreas como el cór· las ondas theta (q_ue produce un aumento de la actividad o de la
excitación) y una disminución de las ondas alfa y beta (q_ue favo­
tex prefrontal, el cuerpo calloso y los ganglios basales, lo
recen el estado de reposo, relajación y atención consciente). Si la
que se ha relacionado con los síntomas nucleares del tras· ratio de las ondas thetalbeta es excesivamente elevada (más cuanto
torno. En este sentido, de forma general, se ha vinculado mayor es el numerador respecto del denominador) pueden aparecer
la dopamina con las funciones ejecutivas de tipo cognitivo problemas de hiperactividad, impulsividad y dificultades atencio­
y afectivo, y en relación a los circuitos de recompensa. La nales característicos de la sintomatología del TDAH <Jeste et al.,
noradrenalina se ha asociado con la atención, el interés y 2015). De esta manera, determinados patrones disfuncionales de la
la motivación. Añadido a esto, la serotonina se ha asociado actividad eléctrica del cerebro se han vinculado a problemas en el
con la impulsividad y la reg ulación de los estados de ánimo desarrollo neuroanatómico de ciertas áreas cerebrales y, por tanto,
a su retraso madurativo.
y, con todo ello, se ha determinado que estos neurotrans­
m isores t ienen un papel notorio en la si ntomatología del
TDAH.
B. Teorías cogn itivas
Los modelos cognitivos teóricos q_u e se han planteado para TDAH
se han centrado en comprender el papel de las funciones ejecutivas
Sin embargo, tal y como apuntan Baroni y Castellanos (2015), es cognitivas y de la cognición social en el desarrollo de la sintomato­
posible q_ue, durante años, el peso otorgado al patrón dopaminérgi­ logía asociada al trastorno.
co en TDAH haya estado condicionado por la propia capacidad de
las i nvestigaciones a la hora de cuantificar los múltiples aspectos a. Factores relativos a las funciones ejecutivas
del sistema dopaminérgico estriado frente a las dificultades para
La investigación sobre las funciones ejecutivas ha pretendido identi­
explorar otros marcadores, prestando más atención a lo q_ue se pue­
ficar q_ué funciones estaban afectadas en el TDAH y cuál era el peso
de investigar mejor o más fácilmente. Este sesgo ha persistido en la
específico de cada una de ellas. Así, ha habido múltiples propuestas
investigación, pese a q_ue también se han acumulado pruebas q_ue
sobre modelos explicativos de déficit único y de déficit múltiple,
implican de forma clara al sistema noradrenérgico en la modulación
--
de la función cortical prefrontal. En la actualidad, se prevé q_ue los
q_uedando recogidos a continuación los de mayor calado y acepta­
ción dentro de la comunidad científica, por su especial contribución
estudios con nuevos ligandos q_ue cuantifican los marcadores nora­
a la comprensión del trastorno.
drenérgicos (q_ue están asociados con la atención, el i nterés y la
motivación) revelen de forma más clara la neuroq_uímica del TDAH a.l Modelos de déficit único
(Arnsten, 2011). El modelo de inhibición conductual y autorregulación de Barkely
Añadido a esto, la serotonina (perteneciente al grupo de las (1997) es uno de los más i nfluyentes en el estudio del TDAH. Ini­
triptaminas) se ha asociado con la impulsividad y la regulación de cialmente, este autor propuso un modelo neuropsicológico híbrido
los estados de ánimo y, con todo ello, se ha determinado q_ue estos considerando q_ue el déficit de i nhibición de la respuesta conduc­
neurotransmisores tienen un papel notorio en la sintomatología del tual (ligada a la falta de autocontroll era central en el desarrollo
TDAH. Los estudios q_ue han analizado el efecto de la medicación de la sintomatología del trastorno y afectaba, de forma principal y
en TDAH han comprobado q_ue un aumento de los niveles de dopa­ jerárq_uica, al resto de las funciones ejecutivas (Lavigne y Romero,
mina y serotonina disponibles permite una reducción de los sínto- 20l0l. Para Barkley, los problemas derivados de la falta de inhibí-

507
Manual de psicopatología. Volumen 2

ción conductual repercuten fundamentalmente en cuatro funciones capacidad para sostener el estado de alerta durante largos perío­
ejecutivas necesarias para alcanzar la autorregulación, desarrollar dos de t iempo. Cuando se habla de emoción se hace referencia
conductas orientadas a metas y maximizar resultados futuros. Estas a la modulación emocional que se asocia, fundamentalmente, con
cuatro funciones ejecutivas son: la MT no verbal; el habla autodirigi­ la tolerancia a la frustración. Al referirse a la memoria, Brown se
da o encubierta; la autorregulación de los afectos, la motivación y la centra en la MT y la capacidad para acceder a los recuerdos. Y la
activación, y la reconstitución de la conducta. En este sentido, la MT acción es entendida como la capacidad de autorregulación durante
no verbal se asocia con la capacidad para representar la informa­ una actividad. En consecuencia, un adecuado nivel de desempeño
ción en ausencia del estímulo que la originó, imitar comportamien­ requerirá el buen funcionamiento de cada una de estas funciones
tos nuevos y manipular y organizar la información dentro del sentido ejecutivas tanto de forma independiente como en integración con el
del tiempo y la previsión de sus consecuencias. El habla autodirigida resto (Brown, 2000; 2005; 2013).
o encubierta posibilita el seguimiento de instrucciones y reglas y la El modelo cognitivo-energético de Sergeant (2000; 2005) pone
comprensión necesaria para la solución de problemas. La autorregu­ el foco en la existencia de una dificultad en la capacidad de regular
lación de los afectos, la motivación y la activación se requieren para el esfuerzo y la motivación, es decir, en la regulación de los estados
mantener un estado de alerta y activación al servicio de una meta, energéticos necesarios para satisfacer las demandas de las tareas,
y la reconstitución es el p roceso que permite un análisis y síntesis produciendo esta dificultad déficits ejecutivos en el procesamiento
de la conducta final. Su utilización promueve la flexibilidad cogniti­ de la información. Dichas dificultades se pondrían de manifiesto
va necesaria para generar nuevos comportamientos y resolver pro­ en t res niveles: el pri mero, referido a mecanismos atencionales,
blemas (Lavigne y Romero, 2010l. Por tanto, según este modelo, el engloba los procesos cognitivos básicos implicados en la codifica­
TDAH sería un trastorno del desarrollo de la inhibición conductual, ción de estímulos, la b úsqueda, el procesamiento central, la deci­
cuyo déficit genera, de forma secundaria, un déficit en el funciona­ sión y la organización motora de la respuesta. El segundo es el nivel
miento de las funciones ejecutivas especialmente vinculadas con la de estado centrado en la alerta, la activación y el esfuerzo. Y el
impulsividad e hiperactividad, y donde la atención no se considera tercer nivel se corresponde con mecanismos de supervisión, plani­
un constructo central. No obstante, los avances en la investigación ficación, monitorización, detección y corrección de los errores. Con
neurofisiológica y en la conceptualización del TDAH han ido siendo todo ello, defiende la intervención terapéutica a través de estrate­
incorporados por Barkley a su marco teórico, acercándose en la gias de reforzamiento positivo (Sergeant, 2000; 2005).
actualidad a propuestas explicativas de abordaje multimodal (Canal El modelo de doble vía de Sonuga-Barke es la evolución de su
de Educación Activa, 2014). primer modelo de aversión a la demora, originalmente conceptua­
El modelo de la memoria de trabajo de Rapport (2008) está lizado sob re la idea de un déficit único. Su nueva hipótesis para
basado en la teoría clásica de Baddeley y considera que lo que está explicar los síntomas cognitivos y conductuales del TDAH incorpora
afectado de forma nuclear en el T DAH es el funcionamiento de la dos vías diferentes e independientes ubicadas en áreas cerebrales
MT. Postula la existencia de una MT fonológica, otra no verbal o específicas: la vía cognitiva y la vía motivacional (Sonuga-Barke,
visoespacial y un controlador ejecutivo central. E l déficit pri mario 2003; 2005). Así, la vía cognitiva parece ubicarse en el circuito fron­
en la MT derivaría en desorganización conductual y problemas en toestriado y se asocia al control inhibitorio de las funciones ejecuti­
la atención sostenida (Rapport et al., 2001>. Así pues, el modelo de vas. A su vez, la vía motivacional se asocia al circuito mesolímbico,
Rapport, en contraste con el de Barkley, defiende que el déf icit relacionado con los mecanismos de recompensa, lo que parece justi­
de inhibición conductual (propuesto por Barkley como problema ficar la experiencia subjetiva de la aversión a la demora prefiriendo
centrali es un déficit derivado de la disfunción de los procesos de las recompensas inmediatas como reforzadores de la conducta. De
la MT. De esta manera, supone que la inhibición es una reacción a este modo, se pretende explicar el trastorno como resultado de la
estímulos externos, que primero tienen que ser codificados y eva­ afectación tanto de cada una de las vías de forma independiente
luados mediante los procesos cognitivos asociados a la MT (Rapport como de su interacción. Posteriormente se formuló una propuesta
et al., 2008). más actualizada denominada modelo de triple vía de Sonuga-Barke
a.2 Modelos de déficit múltiple
(2010), en el que los síntomas asociados al T DA H son explicados a
part i r de la existencia de dificultades en el control inhibitorio y de
La evidente heterogeneidad del T DA H ha supuesto la evolución de la aversión a la demora y, además, por las dificultades relativas al
los modelos teóricos de déficit único a la conceptualización actual procesamiento temporal (percepción del tiempo en términos retros­
de propuestas explicativas de déficit múltiple. Se trata de modelos pectivos y prospectivos, es decir, de previsión), aunque no se con­
más complejos que integran variables cognitivas y emocionales, y su templa de forma específica la relevancia de la MT (Sonuga-Barke et
correspondencia con diferentes mecanismos fisiopatológicos especí­ al., 2010; Sonuga-Barke et al., 2013). En consecuencia, este modelo
ficos (Henríquez-Henríquez et al., 2010; Mostert et al., 2015). reconoce la importancia de los factores cognitivos y de los factores
El modelo explicativo de Brown (2000; 2005) ha tenido gran motivaciones en la explicación del trastorno, aportando eviden­
relevancia en la comprensión del TDAH. A diferencia del modelo de cias a favor de la complejidad neuropsicológica que lo caracteriza
Barkley, no considera que la inhibición conductual sea central, sino (Chacko et al., 2014).
que propone un modelo no jerárquico con seis funciones ejecutivas Por ot ra parte, los modelos de défi cit múltip le, además de
fundamentales actuando en conjunto: activación, concentración, aportar conocimiento sobre el funcionamiento cognitivo del TDAH,
esfuerzo, emoción, memoria y acción. La activación es entendida facilitan la comprensión de algunas comorbil idades. Tal es el caso
por Brown como la capacidad para organizarse, establecer priori­ del modelo dual de comorbilidad entre el TDAH y la dislexia, que
dades e iniciar una determinada actividad. La concentración impli­ se ha propuesto en referencia a que en ambos t rastornos se apre­
ca el mantenimiento de la atención y la modificación del foco en cian dificultades en la velocidad de procesamiento, la MT verbal
función de las necesidades de la tarea. El esfuerzo se refiere a la y la flexibil idad cognitiva . El déficit compartido mejor estud ia-

508
Capítulo 16. Trastorno por déficit de atención/hiperactiva d

do ha sido el bajo rendimiento en la velocidad de denominación centró e n l a investigación sobre e l autismo. E n los últimos años el
automática rápida. La concordancia elevada en este factor ha interés científico sobre esta conceptualización ha ido en progresivo
mostrado un funcionamiento cognitivo compartido por ambos aumento, siendo en la actualidad un campo de estudio en el abor­
trastornos, lo q_ue sugiere una causalidad u origen similar (Artigas­ daje del TDAH con el objetivo de conocer la relación existente entre
Pallarés, 2009) los problemas sociales y los déficits de funcionamiento ejecutivo
Respecto de otro trastorno comórbido con TDAH, se ha formu­ q_ue se presentan en este trastorno (Roselló-Miranda et al., 2016).
lado el modelo dual de comorbilidad con el autismo, fundamenta­ Se ha propuesto una división del concepto de ToM en distin­
do en la existencia de déficits ejecutivos compartidos con autistas tos procesos o niveles de complej idad: reconocimiento facial de
de alto nivel y con trastorno de Asperger, tales como: la rigidez emociones, creencias de primer y segundo orden, utilización social
cognitiva y dificultades en la elaboración de respuestas comple­ del lenguaje y comportamiento social y empatía. A su vez, se han
jas, la interacción con el medio y la autorregulación emocional identificado las estructuras cerebrales relacionadas con cada uno
y comportamental. Algunos autores han encontrado semejanzas de estos procesos <Green et al., 2014). El reconocimiento facial de
especialmente en el funcionamiento ejecutivo entre el TDAH y emociones se asocia con la actividad de la amígdala. Las creencias
autismo de alto nivel, a pesar de q_ue este último tenía menos de primer orden son aq_uellas q_ue reflejan la capacidad de com­
dificultades en el control inhibitorio q_ue las personas con TDAH prender las creencias de las demás personas acerca de una situa­
(Geurts et al., 2004). ción, y las creencias de segundo orden se refieren a la habilidad
En general, los modelos teóricos cognitivos basados en el papel para comprender q_ue las personas tienen también pensamientos o
de las funciones ejecutivas han ido evolucionando hacia concep­ creencias sobre los pensamientos de otras personas. Se ha señalado
tualizaciones explicativas de déficits múltiples más acordes con la la importancia de la amígdala y la corteza frontal dorsolateral en el
heterogeneidad del TDAH. Actualmente, dentro de estos modelos manejo de las creencias de primer y segundo orden. Respecto de la
teóricos, la comunidad científica ha mostrado un marcado interés utilización social del lenguaje (en la capacidad para ironizar o men­
en la investigación sobre la desregulación emocional como función tir) destaca el papel del giro frontal medial izq_uierdo y cingulado
ejecutiva afectada en el TDAH. Estudios recientes señalan la impor­ posterior. El comportamiento social (relacionado con las «metedu­
tancia del conocimiento específico de este constructo para mejorar ras de pata») se asocia con la actividad del frontal dorsolateral y
el abordaje integral del trastorno, facilitar el diagnóstico diferen­ ventromedial, y la empatía y cognición social activan estructuras
cial y discriminar con mayor precisión la comorbilidad asociada. En cerebrales como el giro frontal medial, cingulado posterior, surco
este sentido, se propone incluso q_ue la desregulación emocional sea temporal superior, córtex frontal orbitofrontal ventromedial, polo
considerada como un síntoma nuclear más del TDAH, junto con la temporal, amígdala, córtex frontal dorsolateral y lóbulo parietal
inatención, la hiperactividad y la impulsividad, contribuyendo así a <Tirapu et al., 2007l.
completar la obligada comprensión multimodal del trastorno (Corbi­
seiro et al., 2017; Faraone et al., 2019; Surman et al., 20l3l.
¿) Teoría de la mente. La ToM, también denominada cogni­
ción social, se centra en el estudio las habilidades cogniti­
¿) Oesregulación emocional. La desreg ulación emocional vas que permiten a una persona comprender y predecir los
es un constructo que se refiere a la falta de control sobre estados mentales de otras: su forma de pensar, sus inten­
la propia conducta y sobre los estados emocionales asocia­ ciones y sus emociones. Por tanto, se t raduce en compe­
dos, experimentando dificultades para regresar a un esta­ tencias de tipo social que en TDAH se muestran marcada­
do de calma o de equilibrio interno. Se ha entendido como mente afectadas.
parte de las funciones ejecutivas cognitivas y su importan­
cia en la dinámica clínica del TDAH ha derivado en la pro­
puesta de que sea considerada como un síntoma nuclear La investigación trata de averiguar si las dificultades en la cog­
más en el t rastorno y, por tanto, un objetivo terapéutico nición social (p. ej., ToMl son funciones más básicas o primarias, o
fundamental. si, por el contrario, son una consecuencia de los déficits en las fun­
ciones ejecutivas, siendo estas más básicas y centrales. En cualq_uier
caso, resulta fundamental ahondar en el estudio de las habilidades
<ToMl y en su interrelación con las funciones ejecutivas para lograr
a.3 Factores relativos a la cognición social: teoría de la mente una mayor compresión del trastorno (Mary et al., 2016).
La teoría de la mente < Theory of Mind: ToMl se centra en el conoci­
miento de aq_uellas habilidades cognitivas q_ue permiten a una per­
sona comprender y predecir los estados mentales de otras personas:
sus creencias, emociones e intenciones y, por tanto, se traduce en
• ;;;!
,
V I l . R ecomendaciones para la
eva luación y e l tratamiento
competencias de tipo social. Se trata de una habilidad heterometa­
cognitiva sobre cómo el sistema cognitivo de una persona es capaz E n este epígrafe s e abordarán algunas cuestiones generales sobre
de generar conocimiento sobre el sistema cognitivo de otra <Tirapu el constructo del TDAH, su evaluación diagnóstica y el tratamiento.
et al., 2007). Para cuestiones de evaluación y tratamiento más concretas remitire­
El origen del concepto se encuentra en los trabajos pioneros mos a las guías de práctica clínica (GPCl más relevantes y de mayor
sobre primatología de Premack y Woodruf ( 1978) y, después, se calidad (disponibles en abierto en internetl.

509
Manual de psicopatología. Volumen 2

A. E l constructo y su evaluac ión diagnóstica REM), o pruebas hormonales (en la narcolepsial, o la presencia de
una enfermedad médica {sinucleinopatía en el caso de trastorno del
La evaluación del TDAH req_uiere de una buena entrevista clínica sueño REMl. Así mismo, en algunos de los trastornos neurocognitivos
q_ue permita realizar una anamnesis comprensiva {etapa prenatal y se req_uieren distintos tipos de pruebas neuropsicológicas, presencia
perinatal, período de crianza, historia académica, factores ambien­ de afecciones médicas, uso de sustancias, mutaciones genéticas,
tales relevantes a lo largo del desarrollo), una evaluación médica pruebas de imagen neurológica o traumatismos craneales. Y obvia­
{prestando una atención especial al análisis tiroideo, y neurológico, m ente hay req_uerimientos ambientales para distintos trastornos
incluyendo la coordinación psicomotora, y pruebas de audición y de {trastornos relacionados con traumas y factores de estrés, trastor­
visión), un diagnóstico del TDAH adecuado q_ue incluya las pruebas nos de ansiedad, etc.l. Para el resto de los trastornos psicológicos,
de evaluación pertinentes {autoinformes y heteroinformes de padres es decir, para la mayoría, no se req_uieren determinados resultados
y profesores mediante escalas de evaluación y registros conductua­ en pruebas como las anteriormente señaladas {biológicas, fisiológi­
les, junto con exploraciones neuropsicológicas q_ue permitan evaluar cas, instrumentos psicométricos estandarizados) como parte de los
la FE y el CD y el análisis de posibles comorbilidades psicopato­ criterios de inclusión diagnóstica. De cualq_uier modo, en el caso del
lógicas. Todo ello debe estar orientado a realizar una adecuada T DAH es preciso advertir q_ue, aunq_ue algunas pruebas de este tipo
detección del TDAH, evitando falsos positivos {si bien, se asume q_ue tuviesen una utilidad para el diagnóstico y el diagnóstico diferencial,
la normalidad es una cuestión de índole dimensional, más q_ue cate­ en determinados casos {p. ej., MEG) su uso sería poco viable en la
gorial), y a realizar un adecuado diagnóstico diferencial. práctica clínica diaria dado q_ue el acceso a los recursos necesarios
Existe una abundante investigación sobre las características {instrumentales y de personal especializado) es muy limitado y los
genéticas, anatómicas, funcionales y ambientales del T DAH. Esta costes son muy elevados. Así pues, se hace necesario distinguir entre
investigación muestra q_u e existen diferencias entre los grupos de los recursos q_ue se utilizan en la investigación y los q_ue en la prác­
T DAH y los grupos de control en el tamaño de algunas estructuras tica clínica resultan viables.
cerebrales y en el nivel de actividad en el sistema catecolaminér­ Tanto la distinción entre normalidad y anormalidad como el
gico. Por ejemplo, se han demostrado diferencias en los volúmenes concepto de trastorno son temas ampliamente debatidos en la his­
medios de la corteza prefrontal, los ganglios basales y el vermis toria de la psicopatología {Santed et al., 2003). En este sentido, es
cerebeloso para grupos de pacientes con TDAH en comparación con preciso recordar q_ue la conceptualización de trastorno mental del
los controles sin TDAH, pero el grado de superposición entre estos DSM asume q_ue no existen unos límites claros ni una definición
grupos es demasiado alto como para q_ue los parámetros de neuroi­ operacional, definiéndose con arreglo a una multiplicidad de pará­
magen puedan ser utilizados para diagnosticar casos individuales. metro_s como los patrones sindrómicos, el descontrol, los riesgos q_ue
Del mismo modo, aunq_ue existen datos sobre heredabilidad familiar supone, la etiología, la desviación estadística, el malestar clínica­
para el TDAH, no existe un patrón genético hereditario específico, mente significativo, la disfuncionalidad, etc. Cada parámetro inter­

ni suficiente ni necesario, del trastorno. Además, existen algunos viene de distinta manera en la definición diagnóstica de los distintos
factores ambientales q_ue constituyen factores de riesgo para el tras­ trastornos {APA, 1994). En el DSM-5 se señalan los tipos de evidencia
torno, como es el caso de la prematuridad al nacer, traumatismos en q_ue se basan los criterios de diagnóstico de las distintas catego­
craneoencefálicos en las primeras etapas del desarrollo, o la ingesta rías de trastornos: (al evidencia sobre los antecedentes {marcadores
de sustancias tóxicas {alcohol, tabaco, etc.l por parte de la madre genéticos, rasgos familiares, temperamento y exposición al entor­
durante el embarazo, pero estos son factores q_ue contribuyen a la no); {b) evidencia sobre factores simultáneos {sustratos neurales,
génesis del TDAH, no son factores de diagnóstico. Además, no se biomarcadores, procesamiento emocional y cognitivo y similitud de
ha demostrado q_ue las evaluaciones neuropsicológicas y de EEG síntomas), y {el evidencia sobre los aspectos predictivos {curso clí­
mejoren los procedimientos de diagnóstico. Así pues, lamentable­ nico y respuesta al tratamiento). Se reconoce q_ue los pacientes con
mente, la posibilidad de realizar una evaluación diagnóstica basada la misma etiq_ueta diagnóstica no son homogéneos por lo q_ue se
en el análisis de las variables señaladas es limitada {Wolraich, et refiere a los tres tipos de evidencia señalados {APA, 2013), es decir,
al., 2019al. q_ue la definición de trastorno no req_uiere de la presencia de todos
En este sentido, es preciso analizar si, en general, más allá del y cada uno de los tipos de evidencia señalados.
TDAH, las pruebas biológicas, psicométricas, o bien la presencia de En este sentido, el T DAH debe ser entendido, en términos de
estresores ambientales constituyen req_uerimientos para el diagnósti­ fiabilidad y validez nosológica, como un síndrome, es decir, como
co de los distintos trastornos en los sistemas al uso y, por extensión, un patrón de signos y síntomas q_ue frecuentemente aparecen juntos
cabe preguntar si solo puede hablarse de la existencia de un trastor­ en algunas personas {tal como muestran los estudios epidemiológi­
no cuando existen pruebas de ese tipo {p. ej., presencia de un mar­ cos y los análisis estadísticos), q_ue entraña una importante disfun­
cador biológico). En el caso del DSM-5 en particular, solamente en cionalidad y significación clínica, q_u e facilita en cierta medida el
algunos trastornos tales aspectos constituyen criterios de inclusión pronóstico y el tratamiento, y q_ue posibilita la investigación sobre su
diagnóstica, si bien constituye un estándar q_ue entre los criterios de etiología biológica y ambiental. Y como advierte el DSM-5, no cabe
exclusión se aluda al uso de sustancias o a enfermedades médicas esperar q_ue los antecedentes, los correlatos y el pronóstico sean
{además de q_ue deben excluirse otros trastornos mentales) como homogéneos en todos los pacientes q_u e tengan este diagnóstico.
posibles agentes explicativos del trastorno. Así, en los trastornos Además, en el aparado de «Características asociadas q_ue apoyan
del desarrollo neurológico se exigen pruebas de inteligencia estan­ el diagnóstico», el manual diagnóstico señala q_ue no hay marca­
darizadas individualizadas { en la discapacidad intelectual o en el dores biológicos q_ue constituyan criterios de diagnósticos para el
trastorno específico del aprendizaje); en los trastornos del sueño se TDAH. Pero todos esos aspectos no son exclusivos del T DAH, ya q_ue
ha introducido, por primera vez, el req_uerimiento de registros poli­ esas mismas afirmaciones se pueden aplicar a la mayoría de los
somnográficos {en la narcolepsia, las apneas y el trastorno del sueño trastornos mentales, y también a multitud de condiciones médicas.

510
Capítulo 1 6. Trastorno por déficit de ate nc ión/hiperactiva d '1'

B. E l tratamiento seis a doce años}, y en síntomas comórbidos de trastorno oposicio­


nista desafiante y TC, funcionamiento académico y conducta social.
En general, se puede afirmar que el tratamiento de primera elec­ Los tratamientos analizados fueron metilfenidato (a corto plazo),
ción es el multimodal (fármacos, terapia cognitivo-conductual e tratamientos psicosociales (conductuales o cognitivo-conductuales}
i ntervención psicopedagógica}, si bien, como se verá, esta afir­ y la combinación de ambos. Los resultados, para el TDAH, mostraron
mación requiere ser matizada en función de los resultados de la grandes tamaños de efecto tanto del metilfenidato como de los tra­
investigación. Los fármacos de elección son los estimulantes (fun­ tamientos combinados, mientras que los tratamientos psicosociales,
damentalmente el metilfenidato, pero también la lisdexanfetami­ por sí solos, tuvieron un tamaño de efecto moderado, observándose
na}, seguidos de la atomoxetina (no estimulante}. Con relación al un patrón similar para los síntomas oposicionistas y de conducta.
metilfenidato, cientos de estudios han apoyado su eficacia y segu­ El tratamiento psicosocial no añadió eficacia a la intervención con
ridad en el tratamiento de personas con TDAH, desde la niñez a la metilfenidato de cara a la reducción de los síntomas de TDAH y
edad adulta, cuando se toman en las dosis terapéuticas adecuadas del trastorno oposicionista desafiante (tal como son evaluados por
y bajo supervisión médica. No obstante, sobre esta cuestión existe los maestros}. Pero según la evaluación que hicieron los padres en
una i mportante controversia científica y social que abordaremos el caso del trastorno oposicioni sta, los tres tratamientos fueron
posteriormente con cierto detalle dada su importancia. También la igualmente efectivos. Para el comportamiento social los tratamien­
terapia cognitivo-conductual ha mostrado eficacia, como es el caso tos mostraron tamaños de efecto moderados y semejantes, mien­
del entrenamiento a los padres para el manejo de las contingencias tras que para el funcionamiento académico todos los tratamientos
conductuales y los programas escolares orientados al manejo del tuvieron tamaños de efectos bajos (fueron poco efectivos}. No hubo
comportamiento. También esto está sujeto a debate científico. Otras correlación entre la duración del tratamiento psicosocial y el tama­
intervenciones como dietas, suplementos alimenticios, entrenamien­ ño del efecto.
to en EEG y entrenamiento neuropsicológico, no cuentan con el mis­ Con relación a la eficacia del tratamiento farmacológico y el
mo nivel de apoyo empírico que avala el tratamiento farmacológico rendimiento académico, Prasad et al. (2013) realizaron un metaanáli­
y la terapia cognitivo-conductual. sis para analizar los efectos del metilfenidato, la dexanfetamina, las
En el conocido estudio sobre trata m i ento multi modal del sales mixtas de anfetamina y la atomoxetina en el comportamiento
TDAH <Multimoda/ Treatment of ADHO Study: MTA} (MTA Coope­ de los niños con relación a sus tareas y su rendimiento académico.
rative Group, 1999) fi nanciado por el Instituto Nacional de Salud El tratamiento con metilfenidato, dexanfetamina y anfetamina mixta
Mental (National Institute of Mental Health: NIMHJ de EE. UU., se aumentó en un 1 4 % el tiempo de dedicación a las tareas en el aula y
compararon distintas condiciones experi mentales de tratamiento: en un 15 % la cantidad de trabajo escolar que finalizaron, y mejoró,
( I } atención comunitaria habitual; (2) tratamiento farmacológico aunque de manera menos consistente, la precisión de los niños en
(generalmente metilfenidato}; (3) tratamiento conductual intensivo, determinados tipos de tareas académicas, como la aritmética. La
y (4) tratamiento combinado de las condiciones 2 y 3. El estudio atomoxetina se examinó en dos estudios y se descubrió que no tenía
fue multicentro, duró 14 meses, y se realizó un seguimiento de diez un efecto significativo. En su conjunto, estos resultados sugieren que
años. Los niños fueron evaluados en cuatro momentos temporales los medicamentos para el TDAH pueden mejorar el aprendizaje y el
en múlti ples variables relacionadas con el TDAH. Los resultados rendimiento académico de los niños.
indicaron que, para los síntomas centrales de TDAH, el tratamiento Por otro lado, Wolkow y Swanson (2013) confirmaron que los
combinado y el farmacológico fueron sustancialmente superiores al aumentos de la dopamina inducidos por los medicamentos estimu­
tratamiento conductual y a la atención comunitaria habitual. Para lantes se han asociado con la mejora de los síntomas del TDAH, e
otros aspectos del funcionamiento de los niños con TDAH (habi­ insistieron en la necesidad de contrastar sus efectos a largo plazo.
lidades sociales, variables académicas, relaciones entre padres e En este sentido, Maia et al. (2017) realizaron un metaanálisis sobre
hijos, comportamientos oposicionistas, ansiedad y depresión), los los efectos a largo plazo del metilfenidato de liberación inmediata
resultados sugirieron ligeras ventajas del tratamiento combinado para analizar la eficacia ya establecida en metaanálisis previos de
sobre los tratamientos no combinados (farmacológico, conductual estudios a corto plazo, concluyendo que efectivamente este fárma­
o la atención comunitaria}. Los análisis secundarios revelaron que co resulta eficaz para el TDAH infantil durante períodos de más de
los niños con trastornos comórbidos de ansiedad o disruptivos mejo­ doce semanas.
raron más con los tratamientos combi nados y conductuales. Las En una revisión (Cochrane} sistemática y de metaanálisis llevada
intervenciones cognitivo-conductuales fueron mejor aceptadas por a cabo por Storebfl) et al. (2015) encontraron que el metilfenidato
parte de las familias. Después de abandonar el estudio, las familias mejoraba el comportamiento general y los síntomas de TDAH de
que participaron ya no recibieron, al mismo nivel, el tratamiento niños y adolescentes, evaluados por el maestro, y también la cali­
farmacológico ni las i ntervenciones cognitivo-conductuales por lo dad de vida evaluada por los padres. La revisión consideró que el
que, debido a que ni la medicación ni el tratamiento conductual del 96,8 % de los ensayos eran de alto riesgo de sesgo según las pautas
TDAH son curativos, y ambos solo funcionan cuando se administran Cochrane y todos los resultados fueron evaluados como de muy baja
activamente, fue difícil demostrar sus beneficios a largo plazo. E l calidad según los criterios GRADE, por lo que concluyen que la mag­
N I M H (s.f.l dispone d e u n sitio web d e seguimiento d e las publica­ nitud de los efectos del metilfenidato es incierta y además que, en
ciones sobre el MTA, si bien recomendamos también el sitio web de este momento, la calidad de la evidencia disponible significa que no
la Universidad de Pittsburg (s.f.}. podemos decir con certeza si tomar metilfenidato puede mejorar la
Con posterioridad a este estudio se han llevado a cabo otros vida de niños y adolescentes con TDAH.
muchos de los que, a su vez, se han realizado distintos metaanálisis. Para Banaschewsky et a l . ( 201 6), la revisión sistemática de
Van der Oord et al. (2008) realizaron un metaanálisis que analizó la Storebfl) et al. (2015) contradice todas las revisiones y metaaná­
eficacia diferencial de distintos tratamientos en TDAH (en niños de lisis anteriores, incluidas las del NICE, que proporcionan eviden-

511
Manual de psicopatología. Volumen 2

cia sustancial del metilfenidato en el tratamiento del TDAH. Los Al respecto de esta decisión de la OMS, Storeb!ll y Gluud (2020)
autores detallan varios ejemplos de errores, inconsistencias y malas escribieron un artículo de apoyo en el que, además, comentan bre­
interpretaciones que condujeron, a su juicio, a resultados falsos y vemente tanto el metaanálisis de Cortese et al. (2018) como la guía
conclusiones inadecuadas. En concreto, en esta réplica se seña­ NICE (2018). Sobre el metaanálisis de Storeb!ll y Gluud (2020) sub­
lan varios problemas: la selección de estudios se había llevado a rayan que, tal como se concluye en el mismo, no existen ensayos
cabo sin una justificación científica suficiente, lo que resulta en controlados que investiguen los efectos del tratamiento más allá de
una subestimación de los tamaños del efecto que, además, son un período de doce semanas. Además, critican el metaanálisis por­
interpretados clínicamente de forma inadecuada; la metodología que, según su criterio, excluye muchos ensayos clínicos relevantes e
de la evaluación del sesgo y la calidad no es objetiva y los datos no ignora los sesgos causados por la falta de estudios con grupos de
pueden corroborarla, utilizan parámetros erróneos para calcular comparación adecuados, así como por la escasa consideración de
los tamaños del efecto de algunos estudios. Por todo ello conside­ los efectos adversos del tratamiento. Los autores también critican
ran que la conclusión antes mencionada de Storeb!ll et al. (2015) es la guía NICE: tanto los estudios considerados como la evaluación de
extremadamente engañosa. los resultados de los mismos en que la guía basa sus recomendacio­
Efectivamente, tal como señalan Banaschewsky et al. (2016), nes, además de psr no haber realizado el ajuste estadístico ade­
la guía del NICE (2018) recomienda el metilfenidato como el tra­ cuado para comparaciones múltiples. Los autores también acuden
tamiento farmacológico de primera línea para niños mayores de a la guía de la Academia Estadounidense de Pediatría (American
cinco años y para adolescentes y señala que tanto el metilfenidato Academy of Pediatrics: AAPl (Wolroich et al., 2019b) paro apoyar
como la lisdexamfetamina aportan importantes beneficios clíni­ sus planteamientos ya que, si bien dicha guía hace una fuerte reco­
cos en pacientes con TDAH en comparación con placebo y otros mendación del tratamiento farmacológico, junto con intervencio­
fármacos. nes conductuales con evidencia científica, para el TDAH en niños
escolarizados y adolescentes, también advierte que todavía falta
En esa misma línea, Cortese et al. (2018) realizaron un estudio
mucho por conocer y que existen importantes incertidumbres sobre
de «metaanálisis en red» con datos de metaanálisis y revisiones
la calidad de la evidencia disponible, en particular sobre la eficacia
sistemáticas que comparaban diferentes medicamentos de uso habi­
y la seguridad a largo plazo de los fármacos, así como sobre la efec­
tual en TDAH entre sí y con placebo, con el objetivo de estimar
tividad comparada entre diferentes tipos de medicación.
la eficacia y la tolerobilidad comparativa de estos medicamentos
en niños, adolescentes y adultos con TDAH. Para ello, se medía la Volviendo a la decisión de la OMS, y aunque se divulgaron noti­
eficacia (cambio en la gravedad de los síntomas básicos del TDAH cias en sentido contrario por parte de los detractores de la medica­
según las calificaciones de los profesores y los médicos) y la toleran­ ción, es preciso aclarar que no se retiró el metilfenidato de las listas
cia (proporción de pacientes que abandonaron los estudios debido (EML y EMLcl ya que nunca había estado, sino que la decisión fue
a los efectos secundarios). Los resultados obtenidos reflejaron que, no incluirlo. Así pues, la situación tras este informe es la misma de
teniendo en cuenta tanto la eficacia como la seguridad, la evidencia antes del mismo.
apoya el uso del metilfenidato en niños y adolescentes, y las anfeta­ De hecho, la guía de i ntervención mhGAP de la OMS de 2016
minas en adultos, como medicamentos de primero elección para el para los trastornos mentales, neurológicos y por uso de sustancias
tratamiento a corto plazo (doce semanas) del TDAH, siendo nece­ en entornos de salud no especializados (versión 2.0l ( WHO mhGAP
sario desarrollar nuevas investigaciones paro evaluar los efectos a intervention guide far mental, neurologica/ and substance use disor­
largo plazo de estos medicamentos. ders in non-specíalized health settings, WHO, 2016) sigue vigente e
¿y cuál es la posición de la OMS al respecto? La OMS dis­ incluye una recomendación respecto de los niños con TDAH (de seis
pone de una lista de medicamentos esenciales (WHO Model List años o más), en los que han fallado otros tratamientos, paro que
of Essential Medicines: EMU, en línea y de libre acceso, paro los sean derivados a un especialista médico para que sean trotados
problemas de salud prioritarios, que deberían ser accesi bles paro con metilfenidato. En concreto, en dicha guía se ofrece el siguiente
todo el mundo, de modo que los Gobiernos deberían garantizar protocolo de manejo del TDAH:
que estén disponibles y que sean asequibles para sus poblaciones, l. Ofrecer orientación sobre el bienestar del niño o el adolescente.
de manero que se pueda lograr una cobertura sanitaria universal. 2. Proporcionar psicoeducación a la persona y a sus cuidadores, y
La EML combina información médica detallada (por ejemplo, datos consejos paro los padres. Proporcionar orientación sobre cómo
farmacéuticos) con una evaluación de los beneficios, daños y costos mejorar el comportamiento.
(por ejemplo, efectividad, seguridad, implicaciones para los siste­
3. Evaluar y manejar los factores estresantes, reducir el estrés y
mas de atención médica). También hay una lista complementaria de
fortalecer los apoyos sociales.
medicamentos esenciales para niños (WHO Model List of Essential
Medicine for Children: EMLcl. ll. Proporcionar apoyo a los cuidadores.
5. Servir de enlace con los profesores y otro personal escolar.
En relación al metilfenidato, aunque en 2018 hubo una solicitud
particular por parte de dos investigadores (Patricia Moscibrodzki 6. Establecer vínculos con otros recursos disponibles en la comunidad.
y Croig L. Katz, de la facultad de Medicina Icahn de Nueva York) 7. Considerar el entrenamiento a los padres, en habilidades, cuan­
paro que el metilfenidato fuese incluido en esas listas, el Comité de do tal cosa sea posible.
Expertos de la OMS aconsejó su no inclusión paro el tratamiento del 8. Considerar efectuar intervenciones conductuales cuando sea
TDAH, tanto en la EML como en la EM Lc, en su actualización de posible.
2019 0as listas se actualizan cada dos años), «debido a las i ncer­ 9. Si los tratamientos han fracasado y el niño o el adolescente
tidumbres en las estimaciones de benefi_cios, y las preocupaciones tiene un diagnóstico de TDAH, y tiene al menos seis años de
respecto de la calidad y las limitaciones de la evidencia disponible edad, derivarlo a un especialista para el tratamiento con metil­
tanto de beneficios como de daños» (WHO, 2019; p. xxil. fenidato.

512
Capítulo 16. Trastorno por déficit de atención/hiperactiva d

IO. Asegurar un seguimiento adecuado cada tres meses o más, si es entrenamiento d e l a MTl, incluyendo l a psicoeducación d e todos los
necesario. agentes implicados y el entrenamiento a las familias de cara a que
conozcan el trastorno, su manejo (administración de contingencias,
En definitiva, los beneficios y la seguridad de los medicamen­ habilidades comunicativas, estrategias de resolución de problemas,
tos, sobre todo a largo plazo, para el trastorno por déficit de aten­ estrategias de autocontrol y de estructuración del tiempo... ) y los
ción con hiperactividad (TDAHl siguen siendo aspectos controver­ recursos disponi bles en la comunidad (asociaciones, fundaciones);
tidos y las pautas sobre qué medicamentos deben prescribirse en (3) Intervención escolar: en su caso, adaptación curricular, moni­
los diferentes grupos de edad no son consistentes. El metilfenidato torización de la agenda y las actividades, reforzamiento positivo,
sigue siendo un tratamiento recomendado en las más importan­ tutorías con los padres y tratamiento de los posibles problemas de
tes guías de práctica clínica del mundo basadas en la evidencia, aprendizaje, técnicas de estudio, etc.; (4) intervención educativa en
si bien se requiere más i nvestigación de calidad que resuelva las contextos lúdicos (p. ej., campamentos, talleres, actividades ofrecidas
incertidumbres sobre sus beneficios y daños, sobre todo a largo por asociaciones), y (5) que todo ello pueda ser facilitado, en un
plazo, así como sobre la efectividad comparada respecto de otras futuro próximo, por modernas aplicaciones i nformáticas de comu­
medicaciones. nicación y monitorización compartidas por los agentes implicados.
Por otro lado, Sonuga-Barke et al. (2013) realizaron un metaa­ Una posible conceptualización dimensional del TDAH no eximi­
nálisis que analizó la eficacia de algunos tratamientos no farma­ ría de tener que adoptar criterios de intervención (farmacológica,
cológicos para el TDAH (dietas restrictivas, exclusión de colorantes psicológica, psicopedagógical a partir de puntos de corte en las
alimentarios artifi ciales y suplementos de ácidos grasos li bres) y puntuaciones referidas a los síntomas centrales de TDAH y del grado
psicológicos (entrenamiento cognitivo, neurofeedback e interven­
de disfuncionalidad asociada, al igual que ocurre en una concepción
ciones conductualesl. C uando la medida del resultado de la i nter­
categorial. Así pues, la cuestión de si el TDAH es un «trastorno catego­
vención se basó en evaluaciones del TDAH realizadas por personas
rial» o un «problema» que aparece en el extremo de una dimensión
del entorno terapéutico, todos los tratamientos dietéticos y psicoló­
es una cuestión más nominal que sustancial de cara al tratamiento.
gicos produjeron efectos estadísticamente significativos. Sin embar­
go, cuando se empleó una evaluación ciega, los efectos, aunque
pequeños, se mantuvieron signifi cativos para la suplementación C. Las guías de práctica clín ica
con ácidos grasos libres y, un poco mayores para la exclusión artifi­
En defi nitiva ¿qué recursos de evaluación diagnóstica y qué tra­
cial del color de los ali mentos (pero a menudo en individuos selec­
tamientos debemos emplear7 Las guías de práctica clínica (GPCl
cionados por padecer sensibil idades alimentarias), pero no para
basadas en evidencia, de alta calidad, tienen (o deberían tener)
otros tratamientos. Así pues, se hace necesario investigar la efi­
un impacto importante en la práctica clínica. Las GPC recogen el
cacia de estos tratamientos (conductuales, neurofeedback, entre­
conocimiento científico disponible (fundamentalmente basado en
namiento cognitivo y dietas restringidas) util izando eval uaciones
ensayos clínicos controlados y en estudios de metaanálisisl para
ci egas, antes de que puedan ser respaldados como tratami entos
la evaluación, el diagnóstico y el tratamiento, de modo que todo
para los síntomas centrales del TDAH.
clínico pueda servirse de ellas para el desempeño de una práctica
De manera añadida a todo ello, algunos estudios han señala­ clínica de calidad basada en la evidencia. Amer et al. (2019) reali­
do que el entrenamiento a padres, de cara al manejo de las con­ zaron una revisión sistemática con el objetivo de evaluar la calidad
ti ngencias de la conducta de los hijos, y los programas escolares de las GPC publicadas para el TDAH, en todos los grupos de edad,
de manejo del comportamiento pueden ser eficaces (p. ej., Evans utilizando el instrumento de Evaluación de Directrices para I nves­
et al., 2016). Si n embargo, Corcaran et al. (2006) realizaron un tigación y Evaluación II (AGREE IIl. Se revisaron seis guías, siendo
metaanálisis sobre la eficacia del tratamiento psicosocial con invo­ las tres princi pales la del Instituto Nacional de Salud y Excelencia
lucración de los padres, mostrando que el impacto del tratamiento en la Atención (National Institute for Health and Care E xellence:
sobre los síntomas característicos del TDAH fue bajo frente a las NICEl (2018), la del Sistema de Salud de la Universidad de Michi­
condici ones de comparación y de control, aunque sí mejoró los gan ( University of Michigan Health System: UMHSl (2019) y la GPC
síntomas internalizantes (no los externalizantesl del niño, así como de la Academia Estadouniense de Pediatría (American Academy of
los problemas académicos. Pediatrics: AAPl (2011) (véase también Wolraich et al., 2019bl (en el
Sin embargo, a pesar de la evidencia sobre la eficacia del tra­ apartado de referencias pueden encontrarse los enlaces de internet
tamiento, los resultados a largo plazo no son lo buenos que sería a estas guías). En general, las recomendaciones para el tratamiento
deseable, debido sobre todo al hecho de que tanto la medicación del TDAH fueron similares en estas GPC. La guía del NICE fue la de
como las intervenciones cognitivo-conductuales son tratamientos mejor calidad. Una de las li mitaciones de esta revisión, tal como
sintomáticos, no curativos, al igual que pueda ocurrir en multitud reconocen los autores, fue la exclusión de las GPC en lengua no
de enfermedades físicas crónicas. Como se ha señalado, el MTA inglesa a pesar de la existencia de GPC de TDAH holandesas, fin­
mostró que el tratamiento fue eficaz durante el tiempo del estudio, landesas, noruegas, alemanas y españolas. Como no podría ser de
pero luego disminuyó. otro modo, hemos de remitir a la GPC española (Grupo de trabajo
Para que el tratamiento resulte lo más exitoso posible, se requie­ de la Guía de Práctica Cl ínica sobre el TDAH en niños y adoles­
re: (1) que este permanezca a lo largo del tiempo, en una continua centes, 2010), además de que sea muy conveniente consultar las
comunicación y colaboración entre pacientes, clínicos, familias y otras GPC señaladas. Entre otras cosas, la guía española recoge los
escuelas, y de manera adaptada a cada etapa evolutiva; (2) atención recursos de evaluación que están adaptados a población española.
sociosanitaria, tanto en atención primaria (García-Campayo et al., En el apartado de «bibliografía recomendada» puede encontrarse
2007) como en atención especializada (posible terapia farmacoló­ un breve comentario sobre esta guía, así como el enlace en abierto
gica, y terapia cognitivo-conductual que incluya algún programa de a la misma.

513
ij¡i f¡¡ Manual de psicopatología. Volumen 2

1llr" '" V I 1 1 . Res um e n d e as pectos genes y l a existencia d e alteraciones en e l desarrollo d e estructuras


cerebrales y de su funcionamiento, y se investigan los factores de
fundamenta l e s y te ndencias riesgo y de protección relacionados con el trastorno, principalmente
aquellos relativos a las primeras etapas de la vida. Los modelos
futuras teóricos que han investigado las alteraciones en las funciones ejecu­
El TDAH se ha definido como un trastorno del neurodesarrollo cuyos tivas han evolucionado hacia explicaciones basadas en la existencia
síntomas nucleares, la inatención y la hiperactividad-impulsividad, de déficits múltiples y han incorporado el estudio de la ToM como
van asociados a una importante disfuncionalidad en el contexto vital marco para comprender las dificultades de competencia social que
de la persona (familia, escuela, relaciones con compañeros, etc.>. muestran las personas con TDAH.
Se trata de un trastorno muy prevalente en la población general En el campo de la etiología del TDAH, las tendencias futuras
(probablemente no menor al 5 % en niños) que afecta más al sexo de investigación buscan discriminar qué factores contribuyen a su
masculino que al femenino, con una importante comorbilidad (sobre heterogeneidad y en qué medida lo hacen, y cómo se integran los
todo con trastorno negativista desafiante, TC, desregulación disrup­ resultados de las pruebas neurológicas con las manifestaciones de
tiva del estado de ánimo, trastornos de aprendizaje) y que presenta la sintomatología clínica. Con esto se pretende profundizar en la
un curso evolutivo que va desde la infancia a la edad adulta, con comprensión de las causas de este trastorno, tanto para promover
algunas modificaciones en el patrón sintomático a lo largo de la su prevención como para diseñar intervenciones terapéuticas más
vida. eficaces, ajustadas estratégicamente a las necesidades de cada
El TDAH posee una etiopatogenia multifactorial, heterogénea y paciente. Y por lo que se refiere al tratamiento, si atendemos a
compleja. Las teorías explicativas vigentes en la actualidad han tra­ las revisiones sistemáticas registradas paro su realización en los
tado de identificar los aspectos biológicos asociados a la génesis del bases de datos ( p. ej., PRÓSPERO), a día de hoy podemos com­
trastorno y los factores que puedan afectar a su desarrollo a través probar que estas se refieren, en su mayor parte, a intervenciones
de influencias epigenéticas. A su vez, se han tratado de comprender cognitivo-conductuales en población adulta, y al estudio del trata­
los procesos cognitivos alterados relativos a las FE y a la cognición miento con metilfenidato y con anfetaminas en población infantil
social. A nivel biológico, se ha aceptado la implicación de varios y adolescente.

•• Té rm inos c lave
Alteraciones cerebrales Endofenotipo 502 H ipótesis catecolaminérgica 507
en TDAH 505 Epigenética 503 Teoría de la mente 509
Des regulación emocional 509 Funciones ejecutivas 507

Slij
Capítulo 1 6. Trastorno por déficit de atención/hiperactivad tt

•• Lectura s recome ndadas


Artigas-Pallarés, J., Guitart, M . y Vilo, E . (2013). Bases genéticas de los práctica clínica de grupos de expertos en este trastorno, recoge las
trastornos del neurodesarrollo. Revista de Neurología, 56<Supl ll, últimas investigaciones sobre prevalencia, genética y neurobiología
S23-S34. del TDAH. Con ello, hace especial hincapié en la importancia de la
Esta publicación ha revisado el papel de la genética actual en los formación especializada a nivel profesional con el objetivo de
trastornos del desarrollo, entre los que se incluye el TDAH, promo­ mejorar la detección y el correcto diagnóstico del TDAH en perso­
viendo un enfoque menos categórico en los criterios diagnósticos. nas adultas de cara a favorecer tratamientos más efectivos basados
Fernández, M. A. (20I7l. El TDAH y los trastornos del neurodesarrollo. Un en la evidencia, contribuyendo así a mejorar la calidad de vida de
viaje de las sombras a la luz en unos cuantos capítulos. Formación todas las personas afectadas.
Alcalá. López-Soler, C. y Romero, A. (2013). TDAH y trastornos del comporta­
Su autor es un reconocido neuropediatra especializado en TDAH y miento en la infancia y la adolescencia. Clínica, diagnóstico, evalua­
en este libro ofrece datos contrastados y avalados por la investiga­ ción y tratamiento. Pirámide.
ción para facilitar la comprensión del trastorno. Este libro aborda el TDAH y los trastornos del comportamiento des­
Fernández, M. A. (2020). Las herramientas tecnológicas para evaluación de una perspectiva amplia, y presenta las pruebas y tratamientos
e intervención en TDAH: Lo que las nuevas tecnologías están apor­ disponibles en función de la clínica que presentan los pacientes y
tando ahora mismo. Académica Española. de las condiciones del entorno. Ofrece un protocolo de tratamiento
Este trabajo ha recogido el papel de las nuevas tecnologías disponi­ estructurado y muy práctico, PSICOHAEM-VAR, con la modalidad
bles en la actualidad para favorecer los procesos de aprendizaje en de padres (PSICOHAEMl y de hijos (VARl, que se puede aplicar
el TDAH. tanto en ámbitos clínicos como escolares.
Grupo de trabajo de la Guía de Práctica Clínica sobre el TDAH en niños Soutullo, C. y Díez, A. (2007). Manual de Diagnóstico y Tratamiento del
y adolescentes (2010). Guía de práctica clínica sobre el trastorno TDAH. Médica Panamericana.
por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) en niños y ado­ En este manual dirigido a profesionales se ha revisado en profun­
lescentes. Plan de calidad para el Sistema Nacional de Salud del didad el TDAH desde su diagnóstico precoz hasta las propuestas
Ministerio de Sanidad, Política Social e Igualdad. Guías de práctica terapéuticas más eficaces.
clínica en el SNS. Recuperado de: https://portal.guiasalud.es/gpc/
trastorno-deficit-atencion-hiperactividad/ Tirapu, J., García, A., Ríos, M. y Ardila, A. (2012) Neuropsicología de la
Se trata de una prolija guía de práctica clínica del SNS, que atien­ corteza prefrontal y las funciones ejecutivas. Viguera.
de al diagnóstico, a los instrumentos de evaluación, al tratamiento Este trabajo ofrece el mayor compendio en lengua castellana de
(psicológico, psicopedagógico, farmacológico, combinado, trata­ información sobre la corteza prefrontal y los procesos cognitivos
miento de lo comorbilidad y medicina alternativa y complemen­ ligados a ella, ya que, a pesar de ser una región cerebral muy estu­
taria), la prevención y los aspectos éticos y legales relacionados diada, paradójicamente, en ocasiones, queda imprecisamente defi­
con el TDAH. Constituye uno guía de referencia obligada si bien nida y acotada en cuanto a sus funciones.
requiere una cierta actualización. Está disponible en internet. Young, S., Fitzgerald, M. y Postma, M. J. (2013). TDAH: hacer visible lo
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European Consensus Statement on diagnosis and treatment of adult Este documento, elaborado en el contexto del marco europeo, pre­
ADHD. European Psychiatry, 56<1l, 14-34. senta un resumen de los aspectos clave del TDAH y su impacto
Esta publicación es la declaración del consenso europeo más actual en diferentes áreas. El objetivo es promover su conocimiento en
y completa sobre el TDAH en población adulta. Además de revisar el contexto sanitario e impulsar políticas públicas específicas que
la evidencia empírica disponible y la información extraída de la repercutan en la calidad de vida de todas las personas afectadas.

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•• Autoeva luación
l. Respecto de los criterios de diagnóstico del TDAH <DSM-5), 5. En lo relativo a los factores epigenéticos q,ue pueden
señale la opción correcta: afectar al desarrollo del TDAH:
al Requieren que algunos de los síntomas se hayan producido al Se ha propuesto la hipótesis catecolaminérgica como prin­
antes de los siete años de edad. cipal factor de riesgo.
bl Requieren que los síntomas deben estar presentes hasta el bl Se ha formulado la hipótesis nutricional, encontrándose
comienzo de la edad adulta. datos a favor del papel beneficioso de los suplementos de
ácidos grasos omega 3 y 6 asociados a mejoras relacio­
c) Req_uieren q_ue los síntomas estén presentes bien en la es­ nadas con la atención, en los síntomas clínicos de TDAH.
cuela (o el trabajo) o bien en el seno familiar. cl Se ha demostrado que las pautas de crianza son un factor
dl Se ha eliminado el requerimiento (presente en el DSM-IV­ causal clave en la génesis del TDAH y la gravedad de los
Tr) de q_ue los síntomas no aparezcan exclusivamente en síntomas.
el transcurso de un trastorno generalizado del desarrollo. dl El parto inducido es el factor ambiental con mayor eviden­
2. Los datos epidemiológicos parecen señalar q,ue la cifra de cia en relación con el origen del trastorno.
prevalencia de TDAH en la población general está: 6. Según la hipótesis de las catecolaminas en el desarrollo
al Por debajo del 5 %. del TDAH:
bl Entre el 5 % y el 10 %. al Se producen alteraciones en la n eurotransmisión estre­
chamente vinculadas a las variaciones de tipo genético,
c) Por encima del 10 %. principalmente, de los genes q_ue codifican receptores y
dl Entre el 10 % y el 20 %. transportadores de dopamina y noradrenalina.
3. Los primeros síntomas de TDAH en manifestarse. antes de b) Existe un patrón específico de activación simultáneo entre
los seis años de edad, suelen ser, con mayor probabilidad: la red neuronal orientada a tareas y la red neuronal por
defecto.
al Los de inatención. cl Se ha mostrado un aumento en el metabolismo cerebral
bl Los de hiperactividad-impulsividad. regional de la glucosa en el lóbulo frontal.
c) Los agresivos. dl Se ha mostrado q_ue una disminución de los niveles de do­
dl Los emocionales. pamina y serotonina disponibles permite una reducción de
los síntomas de impulsividad e hiperactividad.
IJ. Señale la opción q_ue hace referencia al trastorno menos
7. Dentro de los factores biológicos asociados a la sintoma­
comórbido en TDAH:
tología del TDAH se ha identificado:
a) Trastorno negativista desafiante.
al Una disminución de las ondas theta.
b) Trastorno de conducta <TCl. bl Una ratio elevada de las ondas theta/beta.
cl Trastorno específico del aprendizaje. c) Un incremento de las ondas alfa y beta.
dl Trastornos de ansiedad y depresión. dl Una disminución de las ondas alfa y theta.

(Continúa)

521
tt Manual de psicopatología. Volumen 2

8. El modelo de inhibición conductual y autorregulación de e> El modelo de inhibición conductual y autorregulación de


Barkley como teoría explicativa del TDAH: Barkley, el modelo de la memoria de trabajo de Rapport,
a) Considera q_ue el déficit en la inhibición de la respuesta es el modelo cognitivo-energético de Sergeant y los modelos
central en el desarrollo de la sintomatología del trastorno. de doble y triple vía de Sonuga-Barke.
b) Considera que la aversión a la demora es el déficit que d) El modelo sobre la cognición social o teoría de la mente
afecta de forma principal y jerárquica al resto de las fun­ <ToMl.
ciones ejecutivas. 10. En el marco de la teoría de la mente <ToM), dentro del
cl Propone seis funciones ejecutivas que son: activación, con­ estudio del TDAH, se han propuesto distintos procesos o
centración, esfuerzo, emoción, memoria y acción. niveles de complejidad q,ue son:
dl Destaca las dificultades en la regulación de los estados al Los mecanismos atencionales y los procesos cognitivos
energéticos necesarios para satisfacer las demandas de básicos implicados en la codificación de estímulos, la bús­
las tareas, produce déficits ejecutivos en el procesamiento q_ueda, el procesamiento central, la decisión y la organiza­
de la información. ción motora de la respuesta.
9. En relación a los modelos cognitivos de déficit múltiple for­ b) El reconocimiento facial de emociones, las creencias de
mulados como teorías explicativas para el TDAH destacan: primer y segundo orden, la utilización social del lenguaje y
el comportamiento social y la empatía.
a) El modelo explicativo de Brown, el modelo cognitivo-ener­
gético de Sergeant, los modelos de doble y triple vía de cl El control inhibitorio de las funciones ejecutivas y los me­
Sonuga-Barke y algunos modelos de comorbilidad. canismos de recompensa.
bl El modelo de la memoria de trabajo de Rapport, el modelo dl Los mecanismos de supervisión, planificación, monitoriza­
cognitivo-energético de Sergeant y los modelos de doble y ción, detección y corrección de los errores.
triple vía de Sonuga-Barke.

522
CAPÍTUL0 17

LOS TRASTORNOS NEUROCOGNITIVOS


Israel Contador Castillo, Bernardino Fernández-Calvo,
Francisco Ramos Campos y Félix Bermejo-Pareja

l. Introducción 523 IV. Los trastornos neurocognitivos en el DSM-5


y la CIE- 11 540
II. La demencia 525
V. Recomendaciones para la evaluación
A. Definición y clasificaciones 525
y el tratamiento 541
B. Datos epidemiológicos 526 VI. Resumen y tendencias futuras 542
C. Subtipos de demencia criterios diagnósticos 526
TÉRMINOS CLAVE 543
D. La detección precoz: evaluación
y diagnóstico 533 LECTURAS RECOMENDADAS 544
E. El diagnóstico diferencial 535 RECURSOS ELECTRÓNICOS 544
F. La intervención en demencias 535 REFERENCIAS 544
III. Estadios predemencia 537 AUTOEVALUACIÓN 548

l . 1 ntroducción
Los trastornos neurocognitivos comprenden un grupo d e entidades constructos en dimensiones continuas (memoria, conciencia, disca­
o condiciones, con base neurobiológica, caracter izadas, esencial­ pacidad), donde no existe un punto de corte absoluto que determi­
mente, por la afectación cognitivo. Principalmente hay déficit/dete­ ne dónde empieza lo patológico. Esto situación se hace más com­
rioro en los procesos otencionoles, mnésicos, perceptivos y en los plejo aún si consideramos las diferencias socioculturales entre los
llamados «funciones ejecutivas». Un declive leve (subclínico) en los individuos y que los parámetros establecidos (normal vs. patológico)
funciones cognitivas puede estar dentro de la variabilidad del pro­ pueden variar con el tiempo. Por ejemplo, la línea que separa o los
ceso de envejecimiento normal o neurotípico. Sin embargo, existen ancianos con rendimiento cognitivo normal frente a los que tienen
trastornos como la demencia, el síndrome confusional (delirium> y dificultades cognitivas leves, y a su vez estas de uno demencia inci­
el síndrome amnésico que causan malestar clínico e interfieren en piente, no tiene una nitidez clara, aunque se han tratado de estable­
lo vida cotidiano de lo persono afectado. Por ello, estos trastornos cer criterios que ayuden o separar estos entidades. Así, pequeños
cursan con un deter ioro cognitivo significativo y van o requerir de olvidos o quejas de memoria, no asociados o cambios significativos
un diagnóstico y tratamiento que sean adecuados. en la funcionalidad o adaptación del individuo, pueden considerarse
El profesor Ajuriaguerra, uno de los pioneros en el campo de los como normales o medida que envejecemos. No obstante, establecer
demencias, solía distinguir entre senescencia (vejez normal> y senili­ la existencia de una pérdida cognitiva o funcional crítica, que disto
dad o vejez patológica (Ajurioguerra et al., 1970>. Sin embargo, esto del rendimiento normalizado de los individuos y puede anticipar lo
delimitación conceptual no resulto ton fácil en lo práctica clínico apar ición de alguna enfermedad, es una tarea que preciso una eva­
debido a la ausencia de unos criterios estándares que diferencien luación multidisciplinar y pormenorizada de expertos.
una de lo otra. Existen dificultades, nosológicas y metodológicos, El término «demencia» fue acuñado por P inel 0745-1826), que
para precisar las diferencias existentes entre el proceso de envejeci­ lo define, a pr incipios del siglo x1x, como una categoría de trastorno
miento normal versus patológico, especialmente cuando se evalúan mental asociada a pérdida de memor ia, falta de juicio y agitación

523
il:: jn, Manual de psicopatología. Volumen 2

{Assol, 2019l. Este significado se ha perpetuado en el uso coloquial salud público y recursos sociales, lo cual redundo en lo necesidad
del término. Derivado del latín {«de», privativo, y «mens», inteli­ de mejorar los políticos públicos y de potenciar lo investigación
gencia), lo Real Academia Españolo de lo Lengua {RAE) lo define en en este campo.
un sentido coloquial como «locura, trastorno de lo rozón», mientras E n este capítulo se abordo qué es lo demencia, actualmente
que en el sentido más médico-científico como un «deterioro pro­ considerado como trastorno neurocognitivo tonto en el DSM-5 como
gresivo de los facultades mentoles que causo graves trastornos de en lo CIE-lL y los principales criterios poro su clasificación y diag­
conducto». Esto acepción, más preciso, concibe lo demencia como nóstico; asimismo se exponen los característicos patognomónicas de
un síndrome general, que afecto o los facultades intelectuales toles los principales subtipos de demencia {p. ej., demencia tipo Alzhei­
como lo atención, lo comprensión, el recuerdo y el razonamiento. mer -DTA-, vascular y otros). También, se presento un resumen de
Actualmente, el término demencia se aplico o un conjunto de sínto­ los datos epidemiológicos {prevalencia e incidencia) del deterioro
mas de diverso índole {cognitivos, conductuoles, funcionales y socia­ cognitivo, basados en cifras nocionales e internacionales. En el con­
les), es decir, un síndrome caracterizado por un menoscabo signi­ texto clínico y aplicado, se describe un protocolo completo de eva­
ficativo en lo capacidad cognitivo y funcional que conllevo o uno luación poro el diagnóstico, además de los principales estrategias
pérdida de lo autonomía en lo persono. Es preciso subrayar que lo de intervención en personas con deterioro cognitivo. Teniendo en
demencia, en sus diferentes formas de aparición y manifestaciones, cuento que lo demencia comienzo o gestarse varios años antes de
no es uno consecuencia del envejecimiento normal. Aunque es más su diagnóstico clínico, los entidades asociados con un estadio prede­
frecuente en personas mayores, algunos formas de demencia {p. e., mencia {p. ej., deterioro cognitivo leve -DCL-; en inglés mild cog­
frontotemporoll aparecen o edades más tempranos y los avances nitive impairment> han cobrado un elevado interés, un término con
biomédicos están permitiendo uno detección codo vez más precoz. más 50.000 referencias científicos en lo base de datos MEDLINE del
Esto situación, junto o los connotaciones sociales del propio térmi­ Instituto Nocional de Salud de los Estados Unidos. Se comentan en
no, nos debería conducir o erradicar de nuestro léxico el adjetivo este capítulo los princi pales cambios nosológicos introducidos por
«senil» {«demencia senil»). Envejecer no es sinónimo de deterioro lo CIE-lL y sobre todo por el DSM-5, que ha sustituido los términos
cognitivo y mucho menos de demencia. demencia y DCL por trastorno neurocognitivo mayor {TNM) y menor
{TNm), respectivamente. Además, se hoce alusión o otros trastornos
neurocognitivos importantes, especialmente al síndrome confusionol
)) Demencia. Trastorno mental orgánico de etiología múl­ o delirium, que conviene tenerlo presente en el diagnostico diferen­
tiple, que da lugar a déficits cognitivos, asi como a cam­ cial de lo demencia. Sobre el síndrome amnésico, el lector puede
consultor el Capítulo 7: «Psicopotologío de lo memoria», del Volu­
bios en la conducta del sujeto, que limitan el desempeño
men I de este manual.
de una vida autónoma e independiente.

.2) Delirium. Trastorno mental orgánico de inicio ag udo,


El envejecimiento progresivo de lo población, durante los últi­
mos décadas, ha generado un aumento considerable del número durac ión variable [ días o semanas) y oscilante en el tiem­
de personas mayores en nuestro sociedad y, por ende, del núme­ po, que c ursa con d i ficultades de atenc ión, confusión y
ro de cosos diagnosticados con demencia. Según los datos de lo conciencia a l te ra d a; suelen presentarse a l u c i na c i ones
Asociación I nternaci onal de Alzhei mer, en el año 2015 había visuales, ideas deli rantes, leng uaje i ncoherente y proble- t
46,8 millones de personas con demencia en el mundo, uno cifro que mas de juicio. Suele ser reversible. 1
podría alcanzar los 135 millones en el año 2050. Informes recientes
estiman que el número de personas con demencia en España osci­
.2) Deterioro cognitivo leve l en inglés mild cognitive i,
¡.1
lan entre 600.000 y 800.000 cosos aproximadamente {Alzheimer impairment). Estadio predemencia caracteri zado por la }
Europe Yearbook, 2019; De Pedro-Cuesto et al., 2009), de los cua­ presencia de alteración cognitiva significat iva para la edad
les lo mitad serían enfermos de Alzheimer, unos cifras que podrían y nivel educativo del individuo sin cambios funcionales rele- �
1•

aumentar significativamente en los próximos años. A esto debemos vantes en la persona. Actualmente, el DSM-5 propone como
añadir que lo demencia es uno de los causas principales de discapa­ alternativa el trastorno neurocognitivo menor, una entidad
cidad y mortalidad en el mundo, situándose en 2016 como lo quinto
que está en estudio.
t
causo de muerte o nivel mundial según los datos de lo Organización
Mundial de lo Salud. Los costes de lo demencia en el mundo se
sitúan por encimo de los 800 billones de dólares, siendo el trastorno Finalmente, debemos señalar que el campo de lo atención o
mentol orgánico que ocasiono un coste más elevado {gastos direc­ personas con deterioro cognitivo está en permanente actualización,
tos e indirectos) en nuestro país, superando los 15.000 millones de lo cual nos conduce o previsiones más optimistas desde un punto
euros {Porés-Bodell et al., 2014). Los costes asociados o lo demencia de visto terapéutico. Hablar de prevención en lo demencia ero oigo
presentan formo de U, siendo más elevados en los primeros etapas, casi impensable o comienzos de siglo {Hoon y Wolloce, 2004), pero
por los servicios médicos requeridos, y muy alto en foses avanzados hoy en día es un temo de gran interés y relevancia en el campo. Los
debido o los gastos en cuidados continuos y lo institucionalización avances futuros en lo investigación sobre los personas con deterioro
< Bermejo et al., 2004). Algunos estudios esti man que más del cognitivo deben redundar en uno mejoro de lo calidad de vida de
87 % de los costes son asumidos por lo familia {Coduros ot al., los familias y personas que sufren los consecuencias de lo demencia.
2010), que en m uchos cosos no puede hacer frente o los mis­ Uno aproximación biopsicosociol y multidisciplinor o esto materia
mos. En este contexto, lo atención o los personas con demencia y resultarán claves poro entender y avanzar en un campo con un futu­
sus familias debe ser uno l íneo estratégico prioritario, o nivel de ro prometedor.

524
C a pítulo 1 7. Los t rastornos neurocognitivos

" · 1 1 . La d e me ncia ) ) Tabla 17.1. Clasificac ión etiológica de las demencias

A . Defi n ición y c lasificaciones A_. Enfermedades neurodegenerativas.


En términos generales, la demencia s e entiende como u n trastorno Enfermedad de Alzheimer
mental de origen orgánico, generalmente ocasionado por una afec­
tación del cerebro, y de etiología múltiple, lo cual va a generar un Enfermedad de cuerpos de Lewy
conjunto de síntomas (p. e., síndrome) que tendrán un impacto rele­
Demencia mixta': Alzheimer, patología vascular,
vante en la conducta del individuo. A destacar, la aparición de défi­
cuerpos de Lewy
cits cognitivos, funcionales y de adaptación social. Las alteraciones
conductuales y discapacidades originadas por un estado orgánico Enfermedad de Parkinson
degenerativo del cerebro (pérdida neuronal progresiva), como suce­
de en la DTA, la forma más común de demencia, son irreversibles. Demencia frontotemporal
No obstante, un diagnóstico etiológico preciso permitirá identificar
Parálisis supranuclear progresiva
posibles enfermedades, asociadas a la demencia, que son suscepti­
bles de tratamiento (p. e., causas metabólicas), donde la demencia Atrofia olivo-ponto-cerebeloso
es potencialmente reversible. La Tabla 17.1 recoge una clasificación
práctica de las principales etiologías asociadas con la demencia. Enfermedad de Huntington
La definición de demencia, las enfermedades causantes y su Esclerosis lateral amiotrófica
evolución están ampliamente descritas en las guías clínicas y la
literatura científica. En relación con su etiología, las demencias se Esclerosis múltiple
dividen en pri marias (p. e., sin causa conocida: DTA o frontotem­
Enfermedad priónico familiar
porall versus secundarios, que son el resultado de uno patología o
afección principal (p. ej., hidrocefalia normotensivo o déficit vitamí­
nico). A su vez, pueden subdividirse en demencias reversibles <mayo­
ritariamente con origen endocrino o metabólico) o los irreversibles
(enfermedades neurodegenerativos). Finalmente, según los cambios
producidos en el cerebro se puede hablar de demencias de predo­
minio cortical versus los de predominio subcorticol. Lo DTA es el Metabólicas (enfermedad tiroidea, hepática, niveles de calcio)
prototipo de demencia cortical, caracterizado por uno destrucción
masivo de redes cerebrales (neuronas y axones) del córtex cerebral. Toxicidad por medicamentos
Este patrón de afectación va a producir uno desintegración pro­
Déficit nutricional (vitamina B12, folatos)
gresivo de las funciones corticales superiores, generando lo apari­
ción de un deterioro cognitivo específico (amnesia o dificultades de Alcoholismo
denominación) en foses más incipientes, frente a otro de carácter
más generalizado <«ofoso-apracto-agnósico»l en los fases avanza­ Hidrocefalia
dos. Por el contrario, en los demencias típicamente subcorticales
Vasculitis
(demencia por enfermedad de Parkinson -EP-, demencia por cuer­
pos de Lewy -DCLwy-l predominan lesiones en ganglios basales, Tumores
tálamo y sus correspondientes proyecciones. La demencia vascular
<DV>, los enfermedades de origen tóxico o metabólico y los infec­ Postraumática (p. ej., hematoma subdurall
ciones pueden considerarse como una categoría mixto (córtico-sub­ Síndrome de Wernicke-Korsakoff
corticoll. Posteriormente, se comentarán los característicos clínicas
más importantes de los principales subtipos de demencia. D. Causas infecciosas
a

Enfermedad priónica esporádica

5-) Agnosia. Incapacidad para reconocer objetos, personas, Síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA)
y/o sonidos, presentados por medio de una o más modali­
Neurosífi I is
dades sensoriales, como consecuencia de una lesión cere·
bral. Los órganos sensoriales y sus vías nerviosas no están Encefalitis
afectadas.
Meningitis
5-) Amnesia. Alteración en la capacidad para recordar infor­
mación, ya sean eventos o informac ión aprendida. Puede E. Causas raras (hay descr!tas más de 100 causas>2
ser un fenómeno temporal o constituir una alteración cró­
l . Combina diferentes patologías.
nica. G eneralmente se asume un origen orgánico, aunque
puede ser psicológico [p. e., amnesia pslcógena]. 2. Haase, G. R. [ 1977]. Diseases presenting as dementia.
En: Wells, C. E:. [ed .] Oementia, 2nd ed. [ pp .26-67]. Philadelphia:
F. A. Davis.

525
� )¡ Manual de psicopatología. Volumen 2

(5-10 %), alcohol ismo y carenciales, y tumores e hidrocefalia 1-2 96


¿) Apraxia. Pérdida de la habilidad de realizar actos motores cada una, y un porcentaje escaso (1-5 %) q_ue incluye una larga lista
con destreza, que no puede ser exp licada por debi lida d , (hasta 1 00) de otras posibles causas (Bermejo-Pareja, 2012; Haase,
tono m uscular anormal o falta d e coordinación elemental. 1977). El análisis de las demencias en la comunidad muestra un esce­
La pers ona puede mostrar incapacidad para reali zar un nario muy diferente; se confirma q_ue Alzheimer y demencia vascu•
1 movimiento o sucesión de movimientos coordi nados para lar, por separado y en conjunto (demencia mi xta), son las patolo•
un determinado fin [p. ej., vestirse, escribir, encender una gías dominantes. En el resto de las demencias se asocian múltiples
patologías. En una revisión de ocho grandes estudios, Kaspasi et al..
cerilla, etc.).
(2017) confirmaron q_ue la mayoría de los casos con diagnóstico d
¿) Síndrome «afaso-apracto-agnósico». A q ue l c uyo s demencia sufren asociación de lesiones tipo Alzheimer, vasculares,
s íntomas principales s o n la afasia, la apraxia y la agnosia. y de enfermedades degenerativas (cuerpos de Lewy, TPD-43). En el
Implica la desintegración conjunta y homogénea de las fun­ 26 % de casos de DCL y en el 47 % de Alzheimer hubo patologías
ciones corticales superiores. Es característico de las demen­ mixtas, los casos con patologías puras fueron minoritarios.
cias corticales como la demencia tipo Alzheimer. La prevalencia 00-20 %) e incidencia (20-75 casos por 1.000 per- 1
sonas-añol del DCL en mayores son, aproximadamente, el doble en
comparación a la demencia, aunq_ue los datos son más variables
debido a la ausencia de unanimidad en los criterios para DCL, y
B. Datos epidemiológicos al ámbito (clínico, comunitario) del estudio (Bermejo-Pareja et al.,
2016; Ward et al., 2012). En España, se ha constatado una prevalen­
El término deterioro cognitivo es muy heterogéneo y abarca un
cia global de 9,6 % en una muestra representativa de 3.625 personas
amplio espectro de formas q_ue oscilan desde una afectación cog­
(mayores de 50 años), q_ue aumentaba con la edad y era más fre­
nitiva específica (p. ej., alteración de la memorial hasta formas más
cuente en mujeres (Lora et al., 2016). Un metaanálisis actual ha esti­
generalizadas. Esta sección pretende aportar, brevemente, algunos
mado (95 %, intervalo de confianza) una tasa de incidencia de 22,5
datos q_ue nos ayuden a situar el deterioro cognitivo de la población
casos por mil personas año (5,1-51,4) entre los 75-79, 40,9 (7,7-97,5)
mayor en cifras. En epidemiología, los datos sobre la prevalencia
entre los 80 y 84 años y 60, 1 (6,7-159,0l para edades superiores a los
(proporción de casos en la población en un momento determinado)
85 años o más (Gillis et al., 2019). Finalmente, no existe un acuerdo
e i ncidencia (nuevos casos en un intervalo de tiempo definido) del
sobre la prevalencia de los diferentes subtipos de deterioro cognitivo
deterioro cognitivo pueden oscilar notablemente en función de una
(amnésicos vs. no amnésicos), aunq_ue parece ser q_ue las formas de
serie de aspectos tales como: la población de estudio (edad, nivel
DCL amnésico puro, o de dominio simple, son más infrecuentes q_ue
socioeconómico, hábitos de vida), el tamaño de la muestra, el con­
texto del estudio (muestras poblacionales vs. clínicas), los criterios las de múltiple dominio en la población (Ganguli et al., 2010).
diagnósticos utilizados, los instrumentos de medida y la metodología
para clasificar a los participantes. C. Subtipos de demencia: criterios
En una revisión sistemática, la prevalencia de la demencia a diagnósticos
nivel mundial se ha cifrado en un 5-7 % de los mayores (Prince et al.,
2013), mientras q_ue un estudio de metaanálisis reciente sitúa la pre­ Las clasificaciones nosológicas mSM-IV-R -cuarta edición, texto
valencia estandarizada de la demencia (criterios DSM-IV) en Europa revisado- y Clasificación Internacional de Enfermedades, 10.ª Revi­
en un 7, 1 % (rango: 5,8-9,4 %; véase Bacigalupo et al., 2018). En tér­ sión -CIE-1 0-l subrayan q_ue la demencia es una entidad clínica
minos globales, la incidencia de demencia dismi nuye en los países definida por un declive de las funciones cognitivas q_ue afecta signi­
desarrollados, España incluida (Lobo et al., 2007), pero no en el res­ ficativamente a la capacidad de adaptación y funcionamiento social
to de los países menos desarrollados (Bermejo-Pareja, 2018). No hay del individuo; la memoria, ya sea para aprender nueva información o
estudios sistemáticos recientes sobre la incidencia. Ofrecemos dos recordar la aprendida, está afectada junto a otras funciones cogniti­
estudios amplios, uno en EE. UU. con incidencia de 1 5, 2-26,6 casos vas. La CIE-10 incluye además la alteración del control emocional y
por mil personas-año según origen racial ( Mayeda et al., 2017) y exige una duración de los déficits de al menos seis meses, mientras
otro en España con 10,6 (95 % CI 8, 9-12,3) casos para demencia por q_ue el DSM-IV-TR no incluye ningún aspecto no cognoscitivo especí­
mil personas-año; 7, 4 (95 % CI 6,0-8,8) para Alzheimer y 1,4 (95 % fico y no req_u iere una duración precisa. En ambas clasificaciones se
CI 0,6-2,3) para demencia vascular (Bermejo-Pareja et al., 2008). consideran criterios de exclusión la presencia de de/irium u obnubi­
La prevalencia e incidencia de demencia son edad-dependientes y lación de la conciencia. La Tabla 17.2 recoge los criterios de ambas
ambas se doblan cada cinco años a partir de los 60-65 años, llegan­ clasificaciones.
do a casi el 50 % de los q_ue alcanzan los 100 años. La frecuencia de Existen dos escalas clásicas, ampliamente util izadas, para el
los tipos de demencia depende del ámbito estudiado. En un extenso estadiaje de personas q_ue presentan deterioro cognitivo y/o demen­
estudio comunitario (revisión diagnóstica de seis años en consulta cia: La Global Deterioration Sea/e (GDS; Reisberg et al., 1982) y la
ambulatoria de más de 5.000 pacientes), las alteraciones cognitivas Clinical Dementia Rating (CDR; Hughes et al., 1982). Su principal
(13, 8 %) fueron la segunda consulta más frecuente después de las objetivo es graduar la intensidad del deterioro cognitivo en diferen­
cefaleas; de aq_uellas, la DTA (n 388), el trastorno cognitivo leve
= tes etapas. La escala GDS emplea siete estadios (desde la ausencia
(n = 197), las demencias con déficit focales (n = 30) y la amne­ de deterioro cognitivo -GDSI-, hasta el deterioro cognitivo muy
sia global transitoria (n= 26) fueron las entidades más frecuentes grave -GDS7-l, mientras q_ue la escala CDR emplea cinco estadios
(Calandre-Hoenigsfeld y Bermejo-Pareja, 2011l. En una síntesis de (CDR0 = normal, CDR = 0.5 = demencia cuestionable (deterioro
series hospitalarias, la frecuencia fue: Alzheimer (65-75 %), demen­ cognitivo, no demencial, CDRI = demencia leve, CDR2 = demencia
cia vascular y mixta ( 5-15 %), enfermedades neurodegenerativas moderada, CDR3 = demencia grave). Ambas i ncluyen categorías

526
Ca pítu lo 1 7. Los t ra stornos neurocognitivos

) ) Tabla 17.2. Criterios d iagnósticos de demencia según DSM-IV-TR y CIE-10•

DSM-IV-TR CIE-IO
1

A. Presencia de déficit cognitivo. l. Deterioro de lo memoria:


• Alteración en lo capacidad de registrar, almacenar y evocar
l. Deterioro de lo memoria (deterioro de la capacidad para
información.
aprender información nueva o para recordar información
aprendido previamente). Pérdida de contenidos mnésicos relativos a la familia o al
posado.

2. Al menos uno de los siguientes alteraciones cognitivas: 2. Deterioro del pensamiento y del razonamiento:
al Disfunción ejecutivo (alteraciones en procesos de • Reducción del flujo de ideos.
planificación, organización, secuenciación o abstracción). • Deterioro en el proceso de almacenar información:
b) Afasia (trastorno del lenguaje). - Dificultad para prestar atención a más de un estímulo a la vez.
el Apraxia (deterioro de la capacidad para llevar a cabo - Dificultad para cambiar el foco de atención.
actividades motoras pese a estar intacto la función motora).
d) Agnosia (follo en el reconocimiento o identificación de
objetos pese a estor intacta la función sensorial>.

B. Lo disfunción cognitiva (criterios definidos en el apartado A 3. Interferencia en la actividad cotidiana.


provoca un deterioro significativo de la actividad laboral y/o
social, representando una merma importante con respecto al 4. Conciencio normal. Sin excluir posibilidad de alteraciones
nivel de funcionalidad previo. episódicas (superposición deliriumldemencia).

c. Los déficits no aparecen de manera exclusiva en el curso de un 5. Síntomas presentes al menos durante seis meses.
deliríum (posibilidad de la superposición delirio/demencial.
'
* Resumidos del origi nal.

respectivas (GDS 3 y CDR 0, 5) para clasificar a los individuos en ambientales o externos) están ganado peso y suponen un campo de
estadios predemencia (p. e., presentan deterioro cognitivo, pero no investigación prometedor para explicar el origen de las demencias
cumplen los criterios de demencia con unos actividades funcionales neurodegenerativas (veáse Maloney y Lahi ri, 2016).
preservadas o sin cambios significativos. La aplicación de lo GDS es El hecho de q_ue personas tan populares como Ronald Reagan,
más sencilla q_ue la C DR, ya q_ue req_uiere un protocolo específico Rita Hayworth, Adolfo Suárez o Pasq_ual Maragall hayan padecido
y conlleva más tiempo. Es importante tener presente q_ue el crite­ la enfermedad ha facilitado la divulgación de una conmovedora
rio de funcionalidad o adaptación del i ndividuo puede estar muy realidad, q_ue fue descrita por primera vez (año 1906) en una mujer
mediatizado por el entorno, lo cual dificulta la evaluación funcional de 51 años (Auguste Deter) por Alois Alzheimer. Esta paciente ingre­
estandarizada. Por ejemplo, personas con el mismo grado de dete­ só en el Hospital de Frankfrut en 1902 con un cuadro de confusión,
rioro cognitivo pueden mostrar desadaptación personal y/o laboral ansiedad y agitación. Algunas de los síntomas y conductas más rele­
en función de la exigencia del contexto. vantes recogidos de la paciente se indican a continuación:
C.f. La demencia tipo Alzheimer Se mostró celosa hacia su esposo... y se observó uno pérdida
La DTA es una enfermedad neurodegenerativa y la forma más de memoria rápidamente progresiva. No podía encontrar el camino
común de l a demencia, q_ue conduce, de un modo lento y progre­ en su propio domicilio. Transportaba objetos de un lodo o otro y
sivo, a una situación neurovegetativa q_ue preci pita la muerte de los tiraba. A veces creía q_ue alguien q_uería asesinarla y empezaba
la persona. Hoy en día sabemos q_ue la DTA no está asociada con a gritar en voz muy alta ... Su capacidad para recordar se hallaba
una única causa, menos de un 5 % de los casos tienen un origen gravemente alterada. Cuando se le señalaban objetos, la pacien­
vinculado a algún gen ( Presenilin 1 o PSEN ll, sino q_ue su apari­ te los nombraba en su mayoría correctamente, pero después lo
ción podría explicarse por un compleja i nteracción de diferentes olvidaba todo de nuevo. Al leer, pasaba de una línea a otra ... Al
factores: généticos (genes APP, APOE-e4), de riesgo individual no hablar, frecuentemente empleaba frases confusas y algunas expre­
modificables (edad, antecedentes familiares), relacionados con la siones parafrásicas (contenedor de leche en vez de tazo). A veces
vulnerabilidad del i n dividuo (factores riesgo vascular, traumatis­ sentía q_ue la estaban golpeando. Había preguntas q_ue obviamente
mos), el estilo de vida (tabaco, alcohol vs. actividad física, dieta) no comprendía y tampoco la utilización de ciertos objetos. Estos
y ambientales (exposición a elementos tóxicos). La combinación de fenómenos q_ue se i nterpretaron como síntomas focales leves, a
estos elementos precipitaría la aparición progresiva de un proceso veces eran apreciables y a veces menos. Sin embargo, progresó
neuropatológico en cascada (Sperling et al., 2011). Recientemen­ hasta una demencia generalizada. Al final, la paciente se halla­
te, las hi pótesis epigenéticas (p. e., cambio en la actividad de los ba completamente estuporosa; yacía en su cama con las piernas
genes -procesos de metilación- debido a la influencia de factores flexionadas».

51]
1/lí 111 Manual de psicopatología. Volumen 2

Los pacientes con DTA temprano suelen presentar uno gran difi­ labilidad emocional, irritabilidad, depresión, apatía, ansiedad) pue­
cultad poro aprender nuevo información (amnesia onterógrodo; p. e., den presentarse de uno manero temprano, mientras q_ue los trastornos
olvido de eventos y conversaciones) y, a medido q_ue los lesiones neu­ de lo percepción y el pensamiento (p. ej., delirios, alucinaciones, falsos
roanatómicos progresan en el neocórtex, manifiestan uno dificultad reconocimientos) y los alteraciones psicomotoros (p. ej., deombula­
paro recordar lo información q_ue fue previamente aprendido (amnesia ción, conductos repetitivos, desinhibición y agresividad) suelen ser
retrógrado; por ejemplo, eventos remotos en el tiempo). Además de más característicos de fases moderados y graves.
los problemas de memoria, inicialmente más específicos, aparece­ El DSM-5 recoge un diagnóstico etiológico de demencia (DTA,
rán otros déficits cognitivos asociados o lo denominación, memoria DV y otros), ounq_ue tienen un carácter muy general. Por este moti­
semántica, capacidad de planificar, razonamiento y tomo de deci­ vo, hemos optado por incluir los sistemas de clasificación etiológi­
siones. Los pacientes con DTA también presentan uno constelación ca, más completos y específicos, q_ue se utilizan en los Servicios de
de síntomas denominados «síntomas no cognitivos», q_ue varían en Neurología. En lo Tabla 17.3, se describen los criterios diagnósticos
tipología según el estadio de lo enfermedad y se incrementan o medi­ poro lo EA del Notional I nstitute on Aging (NIAl ond the Alzheimer's
do q_ue neuropotologío progreso. Los cambios psicoafectivos (p. ej., Associotion (NIA-AA; McKhann et al., 2011)

)) Tabla 17.3. Criterios NIA-AA para el diagnóstico de demencia tipo Alzheimer. Adaptado de McKhann et al., [2011)

.
Criterios"de deme�ciá.(re��mendación para la práctica "clínica}
Presencia de síntomas cognitivos o conductuales que: 1::
I•

l. Interfieren con la capacidad de trabajo o funcional para las actividades habituales.


2. Suponen un deterioro respecto a niveles de funcionamiento previo.


[i

3. No se explican por la existencia de delirium o trastorno psiq_uiátrico mayor (p. ej., esq_uizofrenial.
4. El deterioro cognitivo se puede detectar por: al historia (paciente y/o informador); bl evaluación objetiva del estado mental
(exploración de cabecero) o evaluación neuropsicológico formal. La evaluación neuropsicológico objetiva es recomendable y será
obligado cuando la historio o exploración del paciente no aportan datos fiables.
1 ;/

Dos o más de las siguientes alteraciones cognitivas o conductuales:


l. Capacidad alterada para adq_uirir y recordar nueva información.
2.. Alteraciones o cambios en el razonamiento, manejo de tareas complejas, capacidad de juicio.
3. Alteración de las capacidades perceptivas y visuoespociales.
4. Alteración de las funciones del lenguaje (hablar, leer, escribir).

5. Cambios en la personalidad o el comportamiento.


Criterios de demencia por enfermedad de Alzheimer probable (recomendación práctica clínica)
• ., �, , , • • ;e " "" • � - ,, ,, " r - •

Criterios centrales. Cumple criterios de demencia, con las siguientes características:


l. Inicio insidioso.
2. Empeoramiento progresivo, referido u observado.
3. En función de los dominios cognitivos afectados de inicio:
a. Forma amnésica <la más frecuente).
b. Forma no amnésico (afectación del lenguaje, capacidades visuoespaciales, disfunción ejecutiva>.
4. No se debe aplicar el diagnóstico de probable si hay patología vascular cerebral concomitante, sintomatología relevante asociada a
la enfermedad por cuerpos de Lewy, la variante conductual de la demencia frontotemporal, la demencia semántica, cualq_uier otra
enfermedad o la ingesta de fármacos con impacto en la cognición.
Criterios de demencia por enfermedad de Alzheimer probable con grado de certeza aumentado <recomendación para la práctica clínica)
. .

Cumple criterios centrales de demencia por enfermedad de Alzheimer probable, más:


l. Deterioro progresivo documentado.
2. Mutaciones genéticas: APP, PSEN 1,2 (El alelo e:4 del gen de la Apolipoproteína E no es considerado en esta categoría porq_ue no resultó ser
suficientemente específico).

(Continúa)

528
C a p ítulo 17. Los trastornos neurocognitivos

) ) Tabla 17.3. {Continuación}

Criterios de demencia por enfermedad de Alzheimer probable, con evidencia de procesofisiopcÍtológico (recomendación para la ,.
investigación clínica>
Criterios centrales de demencia por enfermedad de Alzheimer probable, más:

l. Biomarcadores de amiloidosis cerebral: niveles bajos (ratio: 1-42) de betaamiloide en LCR, PET positivo a ligandos de amiloide.
2. Biomarcadores de neurodegeneración: niveles elevados de Tau y pTau en LCR, hipometabolismo parietotemporal en el PET de glucosa, atrofia
temporal desproporcionada en la RMN.

Se debería establecer un diagnóstico de demencia debida a EA posible en cualquiera de las circunstancias que se mencionan en los
siguientes apartados:

l. Curso atípico (p. ej., curso no progresivo).


2. Etiología mixta: enfermedad cerebrovascular, sintomatología de enfermedad por cuerpos de Lewy, otra enfermedad o fármaco con efectos
en cognición.

Personas que cumplen con criterios de una demencia no Alzheimer. pero que tienen evidencia de biomarcadores del proceso
fisiopatológico de la enfermedad de Alzheimer o cumplen con los criterios neuropatológicos de la enfermedad de Alzheimer.

capacidad de juicio, planificación y razonamiento. Entre los sínto­


d) Neocortex. Es la parte más evo lucionada del cerebro, mas «no cognitivos» pueden aparecer dificultades de coordinación
está compuesta de seis capas y su volumen se relac iona motora, intranquilidad y depresión o apatía, aunque pueden variar
con la capac idad para desarrollar operac iones cognitivas extraordinariamente en función de las características del paciente
complejas. y las áreas del cerebro comprometidas. A diferencia de la DTA, cuyo
déficit más significativo suele ser la memoria episódica (el recuerdo
demorado en especiall, los DV suelen presentar una mayor afecta­
ción de las funciones ejecutivas (Salman y Bondi, 2009). Los siste­
C.2. La demencia vascular
mas de diagnóstico de trastornos cognitivos asociados a patología
El término de demencia vascular describe a las personas que pade­ vascular más conocidos son: los del National Institute of Neurologi­
cen este síndrome y está explicado por lesiones cerebrales acu­ cal Oisorders and Stroke (NINDSJ, la Association Internationale pour
mulativas de origen vascular (Bowler y Hachinski, 2003). Se puede la Recherche et l 'Enseignement en Neurosciences (NI NDS-AI REN;
afirmar que la DV es un síndrome multicausal, yo que existe un gran Román et al., 1993), con validación patológica, y los de la Inter­
número de agentes etiológicos (vasculares, cardíacos, hematológi­ national Society for Vascular Behavioral and Cognitive Oisorders
cos, hemodinámicos, etc.> que pueden provocar lesiones vasculares (VASCOG; Sachdev et al., 2014). Ambos criterios han mostrado un
cerebrales asociadas a la demencia. Sin embargo, no es siempre adecuado nivel de concordancia para el diagnóstico de DV, aunque
fácil establecer la relación causa-efecto, ya que no siempre los acci­ dependiendo de los criterios la prevalencia puede oscilar (Pineda et
dentes vasculares causan demencia. Además, el elevado índice de al., 2019). Los criterios VASCOG apuntan una mayor sensibilidad, ya
solapamiento entre la patología vascular y la aparición de la DTA que los criterios NINDS-AIREN requieren la afectación de dos o más
dificulta establecer la especificidad de los síntomas asociados a una dominios, siendo uno de ellos la memoria. Sin embargo, un individuo
patología u otra. Dicho esto, se podría decir que, a diferencia de la con un deterioro severo en un solo dominio ( p. ej., afasia) puede
DTA, este tipo de demencia suele presentar un curso de tipo fluc­ tener una afectación funcional que justifique el diagnóstico de DV.
tuante y evoluciona en forma de «brotes». Así, puede ocurrir que, La Tabla 17.4 recoge los criterios VASCOG para deterioro cognitivo
durante un período de tiempo, el paciente no empeore o permanez­ vascular menor y mayor.
ca aparentemente estable, incluso mostrando algunas mejorías dis­ El término deterioro cognitivo vascular fue introducido, a comien­
cretas. No obstante, la demencia empeora conforme pasa el tiempo, zos de siglo, poro referir la contribución de la patología vascular al
y su progreso resulta inevitable. deterioro cognitivo, abarcando entidades que van desde las que­
En l íneas generales, las personas con DV se caracterizan por la jas subjetivas de memoria hasta el deterioro cogntivo asociado a
afectación de diversas funciones intelectuales tales como: desorien­ demencia (van der Flier et al., 2018). Como hemos indicado ante­
tación, problemas de atención y memoria, alteraciones del lenguaje, riormente, rara vez la patología aparece de forma pura, de modo
¡¡,
Manual de psicopatología. Volumen 2

)) Tabla 17.4. Criterios de diagnóst ico para los trastornos cognitivos vasculares: declaración de VASCOG. Resumidos y adaptados
del original [Sachdev et al., 2014]

Demencia o trastorno cognitivo mayor


A. Evidencia de un deterioro cognitivo sustancial, respecto a un nivel de rendimiento previo documentado o inferido, en al menos uno
o más dominios cognitivos (atención y velocidad de procesamiento; función ejecutiva; memoria y aprendizaje; lenguaje; habilidad
perceptual y visuoconstructiva; praxias, gnosias, y percepción corporal; cognición social ), evidenciado por:
a. Preocupación del paciente, un informante fiable o un médico.
b. Déficits claros y significativos en la evaluación objetiva de la función cognitiva (ya sea una evaluación neuropsicológica formal
o una evaluación clínica equivalente) en al menos un dominio cognitivo. El desempeño cognitiva típicamente es � 2 desviaciones
estándar por debajo de la norma (o inferior al percentil 3) en relación a individuos de similar edad, género, educación y antecedente
sociocultural.
B. Los déficits cognitivos son suficientes para interferir con la independencia del individuo (por ejemplo, se requiere al menos una mínima
ayuda para realizar las actividades instrumentales de la vida diaria, como el mantenimiento de las finanzas y la toma de medicamentos).
Evidencio clínico de etiología predominantemente vascular del deterioro cognitivo (uno de los siguientes>
Al. El inicio de los déficits cognitivos está relacionado en el tiempo con al menos un evento cerebrovascular.
El inicio es a menudo brusco, con un curso gradual o fluctuante, debido a múltiples eventos de este tipo; los déficits cognitivos persisten
más de tres meses después del evento. Sin embargo, la patología isquémica subcortical puede producir un inicio gradual y curso lentamente
progresivo, en cuyo caso se aplica A2.
La evidencia del evento cerebrovascular es una de las siguientes:
a. Historial documentado de un idus/hemorragia cerebral aguda con deterioro cognitivo asociado temporalmente con el evento.
b. Signos físicos consistentes con ictus (p. ej., hemiparesia, debilidad facial inferior, signo de Babinski, déficit sensorial que incluye
defecto del campo visual, síndrome pseudobulbar, debilidad supranuclear de los músculos faciales, lengua y faringe, disartria
espástica, dificultad para tragar e incontinencia emocionall.
A2.Evidencia de disminución prominente en la velocidad del procesamiento de la información, la atención compleja o el funcionamiento
ejecutivo en ausencia de antecedentes de un ictus o un ataque isquémico transitorio. Además, se encuentra presente una de las siguientes
características
a. Presencia temprana de una alteración de la marcha (marcha de paso pequeño o marcha magnética, atáxica-atáxica o parkinsonianal;
puede manifestarse como inestabilidad y frecuentes caídas.
b. Frecuencia urinaria temprana, urgencia y otros síntomas urinarios no explicados por enfermedad urológica.

1
c. Cambios de personalidad y estado de ánimo: abulia, depresión o incontinencia emocional.
,.

Hallazgos significativos en lo neuroimogen CTC o RM> q,ue denotan enfermedad vascular


Presencia en neuroimagen de uno o más cambios significativos de daño vascular cerebral: ¡'
1---- - --- - ------ - -- - ---- - - - -- - - --- - - --- - ---;J;I:
l. Un infarto cerebral de grandes vasos es suficiente para deterioro cognitivo vascular leve, y por lo general se requieren al menos dos para i

demencia vascular (deterioro cognitivo vascular mayor).


1
1:
2. Un infarto único extenso o estratégicamente ubicado, típicamente en el tálamo o los núcleos basales, puede ser suficiente para demencia
vascular (deterioro cognitivo vascular mayor).
3. Infartos !acunares múltiples (> 2) fuera del tronco cerebral; 1-2 infartos !acunares pueden ser suficientes si están colocados
estratégicamente o en combinación con lesiones de la sustancia blanca extensa.
q_ Lesión extensa y confluente de la sustancia blanca.
5. Hemorragia intracerebral ubicada estratégicamente, o � 2 hemorragias intracerebral. i'
1-- - - - --- - - - -- - ----- - - ---- - ---
- - - --
- - - - - - -
- - - - ----t1l.
6. Combinaciones de las anteriores.
- - -

\._ _ _ _ _ _ _ _ _ _~ J
530
Capítulo 1 7. Los t rastornos neurocognitivos ,n '' i

)) Tabla 17.4. {Continuación}

Criterios de exclusión
l. Historia clínica:

a. Desarrollo temprano del déficit de memoria y empeoramiento progresivo de la memoria, lenguaje, praxias y gnosías, en ausencia
de lesiones focales que las expliquen o historia de eventos vasculares.

b. Manifestaciones tempranas y prominentes de parkinsonismo sugestivas de enfermedad con cuerpos de Lewy.


c. La historia sugiere otro trastorno neurológico primario (esclerosis múltiple, neoplasia cerebral, encefalitis).
2. Neuroimogen:
a. Lesiones cerebrovasculares ausentes o mínimas en TC o RM.

3. Otros trastornos médicos suficientes para explicar un trastorno de memoria y síntomas relacionados:
o. Documentación de esclerosis múltiple, neoplasias cerebrales, encefalitis, etc.
b. Depresión mayor relacionada temporalmente con los déficits cognitivos.
c. Anormalidades tóxicas y metabólicas.
q_ Para la investigación: la presencia de biomarcadores de EA excluye el diagnóstico de demencia vascular primaria, pero no excluye
las patologías mixtas.
'-

q_ue los pacientes vasculares suelen presentar de manera frecuente puede coexistir con la DTA, patología vascular y su diagnóstico
lesiones neuropatológicas asociadas con la DTA (placas de amiloi­ diferencial con la DCLwy es difícil en estudios poblacionales. En
de y ovillos neurofibrilares). Es conocido q_ue los factores de riesgo cualq_uier caso, se estima una prevalencia de la demencia del 30 %
vascular se asocian a deterioro cognitivo y un mayor riesgo de tener en la EP, con una incidencia acumulada entre cuatro y seis veces
demencia (Hachinski et al., 2020l. Así, algunos autores plantean la superior a los controles (Aarsland y Kurtz, 2010). Algunos estudios
inclusión de los factores vasculares en la fisiopatología de la DTA indican q_ue la patología de la a-sinucleína (proteína presináptical
(Sweeney et al., 2019), aunq_ue esta propuesta no es aceptada de es el principal sustrato de la demencia en la EP, aunq_ue la patolo­
forma unánime y ha generado controversia <Jagust et al., 2019). gía de tau y amiloide está presente en un porcentaj e significativo
( 33-55 %) de casos (Smith et al., 2019). A nivel neuropsicológico, la
demencia en la EP es de tipo subcortical y se caracteriza por un
predominio de la disfunción ejecutiva (memoria de trabajo, planifi­
¿) Ovillos neurofibrilares. Conglomerado de proteína tau, a cación, flexi bilidad cognitiva) y atencional, con un deterioro menor
modo de fibrillas entrelazadas en las neuronas. Este proce­ o más sutil en las habilidades visomotoras, la memoria declarativa
so se encuentra estrechamente relacionado con la muerte verbal y/o el lenguaje. El lenguaje de los pacientes con demencia
neuronal en las enfermedades neurodegenerativas como la asociada a la EP suele estar bastante preservado, i ncluso hasta
demencia tipo Alzheimer. fases avanzadas de la enfermedad. No obstante, pueden presentar
disminución de fluencia verbal, con tendencia a la perseveración, y
¿) Placas seniles. Depósitos ext racelulares de la proteína algunas dificultades sintácticas. Las alteraciones neuropsicológicas
beta-amiloide en el cerebro, típicamente asociada al desarro­ más sutiles en la demencia asociada a la EP se han planteado como
llo de la demencia tipo Alzheimer. una afectación secundaria a la disfunción ejecutiva, q_ue está a su
vez correlacionada con los trastornos motores y psicopatológicos
< Dirnberger y Jahanshahi, 2013).
C3. La enfermedad de Parkinson con demencia La demencia por cuerpos de Lewy <DCLwyl y la demencia aso­
ciada a la EP son síndromes clínicamente similares, q_ue comparten
L a demencia es u n s índrome asociado con la e nfermedad de cambios neuropatológicos, incluyendo el depósito de alfa-sinucleína
Parkínson ( EPl, una enfermedad degenerativa cuyos síntomas se en los cuerpos de Lewy (CU 1, la pérdida de las neuronas doparmi­
vinculan con la afectacíón de estructuras cerebrales relacionadas nérgicas (área tegmentall y de las colinérgicas (prosencéfalo basal>,
con las neuronas dopami nérgicas (p. ej., sustancia negra -pars q_ue además pueden coexistir con la patología tipo Alzheimer tales
compacta- del mesencéfalo y núcleo estriado). Algunos estudios
de cohorte, sobre i ncidencia acumulativa e n largos períodos de
segui miento ( 1 2 años), i ndican q_ue más del 60 % d e los pacien­ Estructuras eosinofílícas (coloración rosada) en el citoplasma de
tes con EP desarrollan demencia < Buter et al., 2008); sin embargo, las neuronas constituidos por diferentes proteínas (alfa-sinucleína y
esta cifra puede estar sobreestimada ya q_ue la demencia en la EP otras, como ubiquitina).

531
· il;; Manual de psicopatología. Volumen 2

como placas y ovillos neurofibrilares (Gomperts, 2016). La ausencia tica (APPvs, anteriormente conocida como demencia semántica},
de una marcada atrofia en el lóbulo temporal, típica de la DTA, variante agramática (APPvnf, anteriormente conocida como afa­
frente a la concentración de los C L en la sustancia negra, más pro­ sia no fl uente progresiva) y una variante logopénica (APPvD que
pia de la EP, serían algunos aspectos neuropatológicos diferencia­ se diferencian entre sí por sus manifestaciones cl ínicas, afectación
les entre ambos subtipos de demencia. Aunque se han propuesto neuropatológica y el curso evolutivo. La variante conductua/ repre­
criterios de experto (sin validación patológica} para el diagnóstico senta el mayor porcentaje de casos (alrededor del 60 %}, siendo sus
clínico de la DCLwy (McKeith, et al., 2017), existe controversia en la manifestaciones principales los cambios en el carácter o comporta­
diferenciación de DCLwy y la EP con demencia, de forma que algu­ mentales. Al mismo tiempo, aparece un deterioro progresivo de las
nos autores consideran ambas entidades dentro de un solo espectro: funciones ejecutivas, asociado con la conducta desinhibida, y del
enfermedad de CL (Gomperts, 2016). Así, ambas entidades com­ lenguaje expresivo (anomia, ecolalia, perseveración}. La Tabla 17.5
parten la presencia de deterioro cognitivo progresivo, asociado a recoge las características clínicas de los diferentes subtipos de APP.
parkinsonismo, alucinaciones visuales, fluctuaciones de la atención
y alerta. El curso del deterioro cognitivo y el tiempo de aparición de

,r
la demencia parecen ser los rasgos distintivos más importantes entre ¿) Afasia. Trastorno del leng uaje que sobreviene como con- 1
¡
ambas entidades. En la DCLwy, los trastornos del movimiento suelen secuencia de una lesión cerebral en los centros del lengua-
ir vinculados en el tiempo al deterioro intelectual, mientras que la
je o de sus conexiones. Puede afectar a las capacidades de
demencia debida a la EP produce un deterioro intelectual que se
hace patente años más tarde tras el inicio de los síntomas motores. compresión y/o expresión oral y las habilidades de lectura
En relación a la DTA, la sintomatología suele ser más fluctuante y escritura. 1 ,i
(cambios en los niveles de alerta y desorientación}, pudiendo variar t
¿) Parafasia. Trastorno del leng uaje que consiste en susti- �¡
incluso a lo largo del día, y su evolución es más brusca. En las fases
incipientes, los pacientes con DCLwy pueden presentar déficits de
memoria, pero no tan acusados como en la DTA.
tuir, de forma involuntaria y no intencional, fonemas, síla-
bas, palabras o incluso frases. La sustitución puede afectar
r
¡

a los fonemas ¡ parafasia fonética-fonológica; p . e., decir
Cll. Otras demencias neurodegenerativas «cama» por «casa»] o a los lexemas I parafasia semánt ica: t
sustituir una palabra por otra de significado simi lar; p. e., �
El término demencia frontotemporal <DFn engloba a un grupo de ;
decir « mesa» por «silla»], o a ambos ¡ parafasia mixta].
demencias muy poco frecuente y heterogéneo, con etiología gene­
ralmente desconocida (en más del 50 % de casos no se conoce la ¿) Anomia. Incapaci d a d para producir el nombre de los
causa}, que implica la afectación de la áreas temporales y frontales objetos.
de la corteza cerebral. Este tipo de demencia suele aparecer de
¿) Agramatismo. Alteración del leng uaje que se caracteriza
manera precoz (40-65 años} y existen algunas mutaciones genéticas
esencialmente por una dificultad para utilizar correctamen­
(gen progranulina, gen de la proteína contenedora de valosina} aso­ 1
ciadas a su desarrollo, así como similitudes biológicas (acumulación te las reglas y las relaciones gramat icales. Los princ ipales
de TOP 43 en el 40-50 % de los casos} con el desarrollo de la escle­ componentes afectados suelen ser los morfológicos y sin­
rosis lateral amiotrófica (Mackenzie et al., 201D. A nivel neuropato­ tácticos.
lógico, las personas con DFT presentan elementos o niveles de sus­
tancias anormales (ovillos neurofibrilares, cuerpos de Pick y proteína
tau} dentro de las neuronas en las áreas dañadas del cerebro. La La enfermedad de Hungtinton (EH} es una entidad de carác­
presencia de ovillos (acumulación de proteína Tau} típica de la DTA ter hereditario (autosómica dominante} y neurodegenerativa, que
también aparece en muchos casos de DFT, aunque en menor inten­ afecta a los gangl ios basales (pri ncipalmente al estriado} y sue­
sidad, o incluso puede estar ausente en muchos casos (tautopatías le desarrollarse entre los 30-40 años de edad. Tiene un carácter
vs. tau y o.-sinucleína - negativas}. La proteína r3-amiloide está más progresivo y ocasiona importantes trastornos motores, cognitivos y
específicamente vinculada a la DTA, aunque un estudio con revisión psicoafectivos, que repercuten en la capacidad funcional de la per­
sistemática reciente ha demostrado que su presencia puede ayudar sona. Los trastornos motores afectan tanto a los movimientos invo­
diferenciar las formas de afasia asociadas a la DFT (Villarejo et al., luntarios como voluntarios (contracciones espasmódicas, distonía,
2016). Para el diagnóstico de la DFT deben excluirse otras posibles problemas en la marcha}. Se asocia con el desarrollo de demencia
causas tales como el ictus, un tumor cerebral, una enfermedad de de tipo subcortical, destacando el deterioro de las funciones ejecu­
tiroides u otra enfermedad psiquiátrica < Fernández-Calvo, Ramos y tivas (perseverancia, desinhibición, desorganización y dificultad en
Menezes, 2013). Recientemente, se ha propuesto una entidad nueva la toma de decisiones}, procesamiento enlentecido y déficits relacio­
denominada encefalopatía predominante límbica de la edad aso­ nados con la atención. Aunque puede aparecer un compromiso de
ciada a la TDP-43 ( LATE-NC>, como una forma de proteinopatía la memoria, su afectación no suele ser prominente en fases iniciales,
que puede imitar el síndrome amnésico de la DTA, diferenciada de a diferencia de la DTA.
la DFT en la edad de aparición (afecta a los adultos mayores} y con La parálisis supranuc/ear progresiva (PSP} es un trastorno neu­
una distribución más restringida de la TDP-43 (Nelson et al., 2019). rodegenerativo poco común. No se conoce su causa exacta y los
A nivel clínico, la DFT puede manifestarse a través de varios síntomas son el resultado de un deterioro en las neuronas de dife­
síndromes con unos síntomas cardinales como son los cambios en rentes partes del cerebro (ganglios basales -núcleo estriado-, tron­
el comportamiento y la afectación del lenguaje. Se pueden dis­ co encefálico, tálamo, cerebelo, corteza frontal y temporal, ínsula),
tinguir cuatro variantes pri ncipales. La variante conductual, y tres donde se observa un incremento de la proteína tau formando ovi­
síndromes de la afasia primaria progresiva (APP}: variante semán- llos neurofibrilares. Una de las señales típicas es la incapacidad de

532
Capítulo 1 7. Los t rastornos neurocognitivos li1u

) ) Tabla 17.5. C riterios de diagnóstico clínico de las t res variantes de afasia primaria progresiva. Resumido y adaptado de G orno­
Tempini et al. [2011)

No-fluente-agramática Logopénica Semántica


1 1

Al menos una de las siguientes Las dos características principales Las dos características principales
características principales debe estar siguientes deben estar presentes: siguientes deben estar presentes:
presente:

l. Agramatismo en la producción del lenguaje. l. Deterioro para recuperar palabras sueltas l. Alteración de la capacidad de denominar
2. Habla laboriosa y dificultosa, con tanteos e tanto en el habla espontánea como en la objetos.
interrupciones en el habla. Puede asociarse nominación. 2. Alteración de la capacidad de la
a distorsiones y cambios en la prosodia 2. Deterioro en repetición de expresiones y comprensión de palabras sueltas
(Apraxia del habla). frases.

1
=--====~±-- -1
Y dos de las siguientes:

l. Deterioro de la comprensión de oraciones


complejas.
Y al menos tres de los siguientes:

l. Errores fonológicos (parafasiasl en habla


espontánea y nominación.
Y al menos tres de los siguientes:

l. Conocimiento de objetos alterado, sobre


todo aquellos poco familiares o poco
frecuentes.
1
12. La comprensión de palabras aisladas está 2. Conocimiento de objetos y comprensión 2. Alexia superficial o agrafia.
preservada. de palabras sueltas conservados.

3. El conocimiento de objetos está preservado. 3. Producción del habla preservada a nivel 3. Repetición de palabras preservada.
motor.

11-. Ausencia de agramatismo puro. 11-. Ausencia de alteraciones motoras del


habla (a nivel gramático y motor).

Pruebas de neuroimagen

Atrofia (IRM), hipometabolismo o hipoperfusión Atrofia <IRM), hipometabolismo o Atrofia <IRMl, hipometabolismo o
en la corteza fronto insular izquierda (SPECT o hipoperfusión en las cortezas perisilviana hipoperfusión en la parte anterior de los
PET). posterior o parietal izquierda (SPECT o lóbulos temporales (SPECT o PETl.
PETl.

IRM = imágenes por resonancia magnética; SPECT = tomografía computarizada por emisión de fotón único;
PET = tomografía por emisión de positrones.

enfocar y de mover los ojos correctamente. La parálisis supranuclear nes y pruebas integradas en un protocolo cl ínico, habitualmente
vertical, con anormalidades en la mirada hacia abajo, y la inestabili­ estandarizado en los servicios de atención especializada ( neuro­
dad postura!, asociada a caídas inexplicables, suelen ser los aspectos logía, unidades de demencias) Más allá del diagnóstico, la carac­
más distintivos (Litvan et al., 1996). No obstante, las manifestacio­ terización precisa de las personas con deterioro cognitivo, o bajo
nes son heterogéneas y pueden repercutir a diferente nivel: marcha, sospecho de demencia, es fundamental para decidir las opciones
movi miento (más lentos) y el equilibrio, dificultad en el habla y la más adecuadas de intervención. Para realizar una valoración ade­
deglución, problemas de visión, trastornos psicoafectivos (depresión, cuada, donde están implicados diferentes profesionales, debemos
apatía, anhedonia, labilidad emocional> y deterioro intelectual. A tener presentes los siguientes aspectos: ( 1 ) Forma de presentación
este nivel, destacan las dificultades en la resolución de problemas y del cuadro (p. ej., síntomas primarios, lenta vs. súbita; progresi­
funcionamiento ejecutivo, afectación de fluencia verbal, problemas va vs. fluctuante); (2) hipótesis etiológica ( neurodegenerativa vs.
de atención y procesamiento de información más lento. no neurodegenerativo); ( 3) objetivación del deterioro neuropsi­
cológico, áreas comprometidas y su intensidad; (4) presencia de
D. La detección precoz: evaluación di scapacidad o alteraciones funcionales asociadas al deterioro
cognitivo; (5) cambios de personalidad y/o conducto psicofectiva;
y diagnóstico
(6) áreas cognitivas, funcionales y sociales preservadas; (7) si el
Aún no existe un marcador biológico definitivo que pueda deter­ paciente padece patologías concomitantes que tengan tratamien­
minar la presencia de la DTA pre-mortem (Fagan, 2014), una enfer­ to; (8) recursos psicosociales disponibles para el paciente y su fami­
medad que comienza de manera silente varios años antes del lia; (9) opciones de intervención y tratamiento; (10) expectativas de
diagnóstico c línico realizado por el especialista. Una evaluación futuro y pautas de seguimiento. La Tabla 17.6 presenta algunos de
diagnóstico, completa y precisa, requiere una serie de exploracio- los exámenes y valoraciones que suelen utilizarse en un protocolo

533
tt Manual d e pslcopatología. Volumen 2

predicción evolutiva del DCL a la demencia. Sabiendo que el dete­


l
j

) ) Tabla 17.6. Exámenes y pruebas para una evaluación


completa* de la demencia rioro cognitivo estó infradiagnosticado, disponer de herramientas
válidas para la detección precoz será clave para i mplementar el
' tratamiento más adecuado. El célebre Mini-Mental de Folstein et al.
Historia clínica.
í
(1975) continúa siendo el test de cribado cognitivo más conocido y
Examen físico general. utilizado. No obstante, su sensibilidad en personas con DCL es baja
y variables como la educación influyen notablemente en las puntua­
Exploración neurológica. ciones (Llamas et al., 2015). Por el contrario, algunos estudios nos
indican que los cambios en la memoria episódica son uno de los
Examen del estado mental.
primeros marcadores en volverse anormales en la etapa preclínica
Evaluación neuropsicológica: global y dominios cognitivos. de la DTA, en ocasiones hasta cuatro años antes d el diagnóstico
clínico de DCL (Mistridis et al., 2015). En apoyo a esta evidencia,
Evaluación funcional: actividades de la vida diaria. se ha d emostrado que la conectividad funcional anormal en red
Evaluación del contexto social y entorno. del hipocampo (estructura del lóbulo temporal con alta implicación
en procesos mnésicos) y la red neuronal por d efecto (i. e., regio­
Bioquímica general (glucosa, colesterol, ectl. nes activas en estado de reposo) ocurren antes que los cambios
anormales en la proteína Ar3 y p-tau (Chen et al., 2016). Algunos
Biomarcadores específicos: genéticos (APP, PSEN 1,2 ApoE-4), test específicos breves, como el test de alteración de la memoria,
LCR (proteínas amiloide y tau). han obtenido buenos valores de sensibilidad y especificidad para la
Electroencefalograma <EEGl. detección de la demencia y su diferenciación del envej ecimiento
normal y el DCL (Rami et al., 2010l. Sin embargo, muchos de los test
Técnicas de neuroimagen: de cribado habitualmente empleados muestran insensibilidad a la
- Tomografía axial computarizada CTCl y resonancia magnética detección de formas leves del deterioro cognitivo <Contador et al.,
<RMl. 2010). Recientemente, la versión española de la Escala de Demencia
- Tomografía computarizada por emisión de fotón simple de Mattis (DRS-2) ha demostrado ser un instrumento óptimo para
(SPECTl. la detección de la EA leve y DCL en el ámbito clínico (Boycheva et
- Tomografía por emisión de positrones, componente B al., 2017). Así, contar con instrumentos neuropsicológicos fiables,
Pittsburgh (PET-PIBl. válidos y adaptados socioculturalmente a la población es crucial
para la precisión y utilidad de la evaluación diagnóstica. Actualmente,
la reformulación y validación de una versión abreviada de la batería
... ,

Nota. APP: Proteína precursora de amiloide; PSEN: presenilinal : Lurio (DNA-2), con un sustento teórico fundamentado, podría ofre­
LCR: Líquido cefalorraquídeo; ApoE-4: Alelo E 4 del gen d e la cer algunas novedades en este campo (Rueda et al., 2017).
Apolipoproteína E. La evaluación funcional comprende el estudio multidimensional
*Realizada en servicios especializados [p. ej., unidades de de las conductas que una persona realiza casi todos los días, y le
demencias! o en investigación. Los biomarcadores no son permiten vivir de forma autónoma e integrada en su entorno. Según
obligatorios para el diagnóstico y se emplean para aumentar su complejidad, las actividades de la vida diaria (AVDl se dividen
o disminuir el nivel de certeza. A nivel de neuroimagen, se en tres tipos: básicas, instrumentales y avanzadas. Las actividades
recomienda un TC o RM de rutina, especialmente ante la sospecha básicas de la vida diaria (ABVDl son aquellas esenciales para el
de patología vascular. autocuidado e independencia de los movimientos, entre las cuales
se encuentra bañarse, ducharse, vestirse y comer. Las actividades
instrumentales de la vida diaria (AIVDl se refieren a las destrezas
completo de evaluación. Debemos resaltar que los biomarcadores y comportamientos necesarios para sobrevivir de manera indepen­
son recomendables para incrementar el nivel de certeza diagnósti­ diente en la comunidad. Se consideran como tales el uso del teléfo­
ca, pero su elevado coste limita su aplicación. Los criterios clínicos no, realizar los quehaceres domésticos, la preparación de la comida,
( NIA-AA o DSM-5) no los consideran imprescindibles para el diag­ ir de compras, la utilización de los medios de transporte, cuidar de
nóstico, flexibilizando así el protocolo a los diferentes contextos en la salud (p. ej., medicación o ir al médico), manejar los pequeños
los que puede encontrarse el paciente. asuntos económicos o cuidar de la seguridad. Por último, las activi­
dades avanzadas de la vida diaria (AAVD), necesarias para una vida
social y de ocio satisfactoria, son las competencias más complejas
5-) Biomarcador. Característica biológica ( gen, proteína) aso­ relacionadas con actividades como el deporte, el trabajo, viajar y la
socialización en la comunidad.
ciada un determinado r iesgo de padecer una enfermedad
' o patología.
5,) Actividades de la vida diaria (ABVD). Aquellas que tienen
En los últimos años, la literatura científica ha dedicado un cre­ un significado para la persona y cumplen un determinado
ciente interés a las entidades predemencia (especialmente al DCLl, propósito. Se dividen en: básicas (p. ej., aseo), instrumen­
pues es conocido que estos individuos presentan un mayor riesgo tales (p. ej., hacer la compra) y avanzadas (p. ej., ocio y
para desarrollarla. La utilización de pruebas neuropsicológicas sen­ tiempo libre).
sibles a los cambios cognitivos puede tener un papel esencial en la

534
Capítulo 17. Los trastornos neurocognitivos ¡};1d
,fl!

Por último, no debemos olvidar q_ue algunos cambios de con­ el trastorno severo de la conducta no suelen estar presentes hasta
ducta y psicoafectivos pueden ofrecer información relevante para estadios moderados o graves de la demencia.
el diagnóstico. Las características de estos cambios en fase tem­ Finalmente, se conoce q_ue la depresión es un factor asociado
prana pueden variar notablemente en función de la etiología de la a un riesgo mayor de tener demencia <Byers y Yaffe, 2011l. En oca­
demencia. No obstante, oscilaciones súbitas e intensas del estado de siones, el trastorno depresivo en la persona mayor, especialmen­
ánimo, el aislamiento social, aumento de la ansiedad, tristeza y/o te cuando se asocia con deterioro cognitivo, supone la antesala
apatía, trastornos del sueño, falta de conciencia social o compor­ para el desarrollo de la demencia. En este contexto, el diagnósti­
tamientos desinhibidos, obsesiones y cambios en la personalidad (p. co diferencial (demencia vs. depresión) ha sido objeto de intensa
ej., falta de empatía, irritabilidad) son síntomas q_ue no deben pasar investigación, en concreto, a lo referido a la pseudodemencia, un
desapercibidos en el clínico, especialmente, cuando se asocian a la concepto en desuso y empleado como cajón de sastre para incluir
presencia de deterioro cognitivo. a todos aq_uellos pacientes con depresión asociada a deterioro
cognitivo y/o síntomas propios de la demencia, q_ue no cumplían
E . E l d iagnóstico diferencial criterios clínicos de demencia. Los mecanismos q_ue vinculan la
depresión a la demencia son múltiples (vasculares, inflamatorios,
El diagnóstico clínico de demencia debe excluir la presencia de depósitos de amiloide, afectación del hipocampo), siendo obje­
otras causas médicas (abuso de sustancias, infecciones), q_ue pue­ to de estudio en la investigación actual. La Figura 17.1 propone
dan justificar la aparición del deterioro cognitivo u otros síntomas un esq_uema practico para el diagnóstico diferencial demencia,
asociados (véase la Tabla 17.2). El diagnóstico diferencial es clave depresión y delirium.
para la estrategia de tratamiento, cuya implementación puede verse
demorada ante la incertidumbre diagnóstica; sin embargo, el sola­ F. La inte rvención en demencias
pamiento de las manifestaciones clínicas entre diferentes subtipos
de demencia o cuadros clínicos asociados al deterioro cognitivo La falta de una cura definitiva para la DTA y otros subtipos de
puede hacer especialmente difícil la precisión en el diagnóstico. demencia puede inducir a un cierto pesimismo sobre los benefi­
Diferenciar a las demencias de otras entidades, como el delirium y cios terapéuticos. Sin embargo, en los últimos años se han produ­
otros trastornos mentales, q_ue cursan con deterioro cognitivo (p. ej., cido avances relevantes sobre el conocimiento relacionado con la
depresión) precisa generalmente de la pericia del clínico y una eficacia de las intervenciones desarrolladas en las personas con
minuciosa observación en el tiempo (seguimiento). demencia. La investigación sobre nuevos fármacos y las evidencias
La demencia es un síndrome adq_uirido <vs. déficits intelectuales contrastadas sobre los beneficios de diferentes intervenciones psi­
congénitos), q_ue puede presentarse inicialmente como una altera­ cosociales plantean un contexto más optimista en el presente y el
ción cognitiva focal (p. ej., anomia, amnesia). El cuadro suele tener futuro (McDermott et al., 2018). Básicamente, se pueden diferenciar
un curso progresivo (en mayor o menor medida), evolucionando dos grandes tipos de intervenciones: la intervención farmacológica
hacia un deterioro generalizado de la función cognitiva. Por el con­ y la intervención no farmacológica (INFJ. La primera hace referen­
trario, en los síndromes focales (afasia, amnesia), se produce una cia a acciones encaminadas al uso de medicamentos o moléculas,
alteración o cambio neuropsicológico más circunscrito a un dominio con beneficios contrastados en ensayos clínicos, mientras q_ue el
cognitivo específico, mientras q_ue otros se encuentran más bien tratamiento no farmacológico implica, esencialmente, un conjunto
preservados y sin una evidente progresividad. Los pacientes con de estrategias terapéuticas psicosociales orientadas a la «rehabili­
lesiones focales suelen mostrar una actitud más empática, cons­ tación» 2 de la persona con demencia. El proceso rehabilitador de
ciente y colaboradora con el entorno q_ue le rodea frente aq_uellos una persona con demencia debe ser integral e individualizado, es
q_ue presentan demencia. Por último, la confirmación diagnóstica decir, combinando las terapias q_ue mejor se adapten al individuo.
de la demencia (subtipo) precisa del estudio anatomo-patológico Las técnicas de intervención psicosocial, q_ue pueden ser de diversa
del cerebro post mortem. No obstante, como hemos descrito en el índole como veremos, buscarán mantener y optimizar el nivel de
apartado anterior, el curso evolutivo, las características clínicas más funcionamiento del individuo, potenciando las capacidades preser­
prevalentes en cada caso y las exploraciones complementarias reali­ vadas o menos deterioradas q_ue faciliten una mejor adaptación al
zadas (p. ej., genéticas, nivel de proteína amiloidel pueden ayudar a entorno (Ciare y Woods, 2001l.
determinar ante q_ué tipo de demencia nos encontramos. El abordaje farmacológico de las demencias es un campo, de
El cuadro confusional agudo ( delirium) suele presentarse de
competencia médica, q_ue req_uiere especialización. Erróneamente,
se asume a menudo la eq_uivalencia entre una enfermedad y un
modo abrupto, con una duración variable (desde horas hasta días)
fármaco de tratamiento, olvidando q_ue cada enfermo es único y
y oscilante en el tiempo. Además de una marcada desorientación y
presenta una serie características específicas (p. ej., medicación,
confusión, el paciente suele presentar problemas atencionales, mar­ patologías previas), q_ue son muy importantes para el tratamiento
cado deterioro de la memoria a corto plazo, ideas delirantes, aluci­ de elección. En líneas generales, los fármacos «anti-demencia» van
naciones (táctiles y visuales), lenguaje incoherente, afectación del orientados a paliar la evolución de la sintomatología cognitiva y el
juicio, alteración de los patrones de sueño y de la actividad psico­ control de síntomas tanto psicopatológicos (depresión, ideas deli­
motora. El origen de este cuadro puede estar asociado con diversas rantes, desinhibiciónl como neurológicos (dolor, debilidad muscular
enfermedades tales como: la neumonía, infección renal, diabetes,
malnutrición, o incluso determinados medicamentos con efectos en
el sistema nervioso central. Por el contrario, la demencia se carac­
teriza por la presencia de deterioro cognitivo crónico, con un inicio 2 Entendida como un proceso de intervención y cambio activo diri­
insidioso, y de evolución progresiva por lo general. La afectación gido a optimizar el funcionamiento físico, psicológico y social del
de los niveles de vigilancia (alerta), la presencia de alucinaciones o individuo.

535
t l!li Manual de psicopatología. Volumen 2

Historio del paciente y datos del informador


.p.

Exploración neurológica, estado mental y físico.


Análisis de laboratorio y pruebas complementarias
����-�-��-__.,...,�'
"

Sospecha de depresión Sospecha de demencia Sospecha confusional

¿Mejoría de los síntomas? Reevaluación en seis meses

Progresión de las alteraciones en la


memoria y otras alteraciones cognitivas

Demencia

Tipo Alzheimer Tipo NO Alzheimer


(
)) Figura 17.1. Esquema práctico para el diagnóstico diferencial de la demencia.

y temblor, entre otros), cuya relevancia en la calidad de vida del grave), los antagonistas del glutamato (memantinal son la terapia
paciente es alta. La estrategia general sería combinar los fármacos de elección más utilizada. Respecto a las alteraciones psicopato­
(anti-demencia y otros) de manera efectiva, con el fin de paliar los lógicas, en particular los síntomas psicóticos, el manejo adecuado
síntomas indicados y minimizar los efectos adversos asociados a su del tratamiento es muy complejo, requiere prudencia y continua
uso (p. ej., náuseas, vómitos, mareos, etc.>. El fin último es mejorar supervisión. El uso de antipsicóticos es más frecuente de lo deseado
la adaptabilidad al entorno y la calidad de vida del paciente y sus en pacientes con demencia, cuando los beneficios encontrados son
familiares, sin embargo, na debemos olvidar que, a veces, el mejor modestos y los efectos adversos muy notables (p. ej ., parkinsonis­
tratamiento farmacológico puede ser ninguno ( primun non nocerel. mos, distonía, somnolencia). En pacientes con DCLwy su uso está
El tratamiento farmacológico generalmente establecido para la contraindicado, ya que pueden inducir la muerte. Ante esta reali­
DTA, en fase leve o moderada, serían los fármacos i nhibidores de dad, este tipo de fármacos deben emplearse, con la mínima dosis y
la acetilcolinesterasa (donepezilo, rivastigmina o galantamina), los de forma limitada en el tiempo, cuando existe una sintomatología
cuales han demostrado beneficios en la cognición, las actividades psicótica grave con riesgo para el propio paciente, la familia o el
de la vida diaria y la conducta. En las fases avanzadas (moderada o entorno (véase Hereu y Vallano, 2011>. Debido a la ausencia de efec-

536
Capítulo 1 7. Los t rastornos neurocognitivos 1ml ,IW

tos adversos, bajo coste y flexibilidad, la intervención psicosocial tinuar «cuidando en casa» a su familiar. La idea básica es ayudar
es preferible cuando se abordan trastornos de conducta. El futuro a los cuidadores para que puedan afrontar mejor las demandas
pasa por una búsqueda de simplicidad en el tratamiento, creando y necesidades concretas que exige el cuidado al enfermo, como
fármacos que integren la intervención sobre aspectos cognitivos y pueden ser: gestionar comportamientos problemáticos, manejar los
no cognitivos, algo que se torna complejo por cuestiones técnicas miedos, potenciar dinámicas positivas de interacción o comprender
(solubilidad) y comerciales (uso de patentes). que el autocuidado es esencial para uno mismo y el cuidado del
Las INF puede variar considerablemente en función del tipo paciente (Losada et al., 2007). Las intervenciones multicomponen­
de demencia, estadio evolutivo, objetivos perseguidos, actividades tes orientadas a los cuidadores (basadas esencialmente en la edu­
desarrolladas y el formato de implementación. Algunas de las más cación y el apoyo) cuentan con una evidencia de alta calidad (A),
conocidas son las intervenciones centradas en aspectos cognitivos, respecto a la demora de la institucionalización, un aspecto diferen­
intervenciones sobre las actividades de la vida diaria, intervenciones cial a tener en cuenta en relación con los beneficios de otras tera­
centradas en la conducta, intervenciones centradas en la emoción, pias <Olazarán et al., 2010). Además, ciertos atributos del cuidador
intervenciones ambienta/es, intervenciones mu/ti-componentes e (p. ej., optimismo y alta capacidad de resiliencia) ayudan a prevenir
intervenciones centradas en el cuidador. En general, la aplicación la sobrecarga y el maltrato del paciente con demencia (Contador et
de un enfoque u otro va a depender de la formación del profesio­ al., 2012; Serra et al., 2018). Por el contrario, el uso de terapias como
nal, las posibilidades de implementación (recursos disponibles), las la acupuntura o Snoezelen (estimulación sensorial), entre otras, no
características clínicas y sociales del paciente, así como las circuns­ han demostrado beneficios científicamente contrastados hasta el
tancias familiares. En líneas generales, las INF deben plantear tareas momento (Vilela et al., 2017>.
adecuadas a las capacidades de la persona, bien aceptadas y moti­ En los últimos años, se ha demostrado que existen diferentes
vadoras, y que incidan en el bienestar del paciente y de la familia. factores de riesgo que pueden aumentar la probabilidad de desarro­
Las terapias psicológicas centradas en lo cognitivo son muy llar la DTA y que un estilo de vida saludable puede ayudar a retrasar
utilizadas en los programas de intervención en demencias (Ciare, su aparición. El riesgo de demencia aumenta con la edad, siendo
2008). Básicamente, pueden identificarse tres estrategias: estimula­ mujer y con niveles educativos bajos (Tola-Arribas et al., 2013). No
ción cognitiva (ECJ, entrenamiento cognitivo (ENCJ y rehabilitación obstante, existen diversos factores de riesgo modificables; algunos
cognitiva (RCJ. La EC comprende la participación en actividades de cálculos indican que un 35 % de las demencias son atribuibles a nue­
grupo que están diseñadas para estimular el funcionamiento cogni­ ve factores de riesgo: educación, hipertensión y obesidad en la edad
tivo y social de manera global en demencias en fase leve-moderada, media de la vida, pérdida auditiva, depresión, diabetes, inactividad
mientras que el ENC se fundamenta en el entrenamiento de tareas física, tabaquismo y aislamiento social (Livingston et al., 2017). Tra­
cognitivas específicas de dominio (atención, memoria, lenguaje) en bajos previos de nuestro equipo de investigación han demostrado
las fases más leves o predemencia (p. ej., DCU. Finalmente, la RC que la educación, ocupación y la actividad física regular son fac­
consiste en programas individualizados (fase leve o MCI) para tratar tores de protección para el desarrollo de la demencia (Contador
las dificultades o limitaciones más relevantes de la vida cotidiana. et al., 2015; Llamas et al., 2015) En este contexto, la teoría de la
Las evidencias encontradas sobre la recomendación del ENC en reserva cognitiva (Stern, 2002), un planteamiento actualmente en
pacientes con demencia son controvertidas, ya que los beneficios investigación y crecimiento, postula que algunos individuos presen­
parecen limitarse a las actividades entrenadas sin ninguna genera­ tan una mejor habilidad para optimizar su rendimiento, cognitivo y
lización a la vida diaria (Ciare et al., 2003). No obstante, existe evi­ funcional, a partir de una utilización más eficiente de las redes cere­
dencia contrastada sobre los beneficios de los programas multicom­ brales y/o recursos cognitivos adquiridos. Así, la reserva cognitiva
ponentes en la mejora de habilidades cognitivas, del mismo modo es una propiedad del cerebro que permite mantener el rendimiento
que la estimulación cognitiva grupal mejora la función cognitiva, la cognitivo de una manera activa frente a los cambios asociados con
interacción social y la calidad de vida (Fernández-Calvo et al., 2014; la edad y enfermedades relacionadas con el cerebro. Esta variabili­
véase Me Dermott et al., 2018). Sin embargo, los beneficios rela­ dad individual puede explicarse, fundamentalmente, a partir de la
cionados con otras esferas psicosociales, como el estado de ánimo exposición a actividades mentalmente estimulantes durante el ciclo
o las actividades de la vida diaria, son más limitados. El futuro de vital. Actividades como la educación, la ocupación, las actividades
la i nvestigación en este campo pasa por estandarizar las medidas de ocio o adquirir una segunda lengua inducen o promocionan un
empleadas, demostrar los efectos de las terapias a largo plazo, con­ aumento de la reserva cognitiva, permitiendo paliar, de forma más
siderar características específicas transdiagnósticas de los pacien­ eficaz y activamente, los síntomas relacionados con el daño cere­
tes (grado de severidad, anosognosia) y averiguar qué mecanismos bral. La OMS considera la prevención de la demencia como una
biológicos subyacen a los cambios en cada modalidad de terapia. estrategia clave para contrarrestar la epidemia de casos. Buena par­
te de estos hallazgos validan la acepción de que «lo que es bueno
para el corazón también lo es para el cerebro».
)) Anosognosia. Falta de conciencia que tiene el paciente
de su enfermedad y de los síntomas relacionados con ella. ,e ,ru 1 1 1 . E stadios pre d e me ncia
Como hemos i ndicado, anteriormente, los límites entre e l envejeci­
Finalmente, debemos resaltar que los familiares deben ser vistos miento normal, el deterioro cognitivo (no demencia) y la demencia
no solo como recursos esenciales en la atención al paciente con muy leve son difíciles de establecer en la teoría y en la práctica. A
demencia, sino como objetivos en sí mismos. La intervención con finales del siglo xx, los i nvestigadores y los clínicos se percataron de
las familias, mini mizando las consecuencias negativas del proceso que muchas personas mayores con problemas de memoria y/o algún
de estrés (i. e., sobrecarga>, es esencial y necesaria para poder con- tipo de afectación cognitiva, sin un deterioro funcional significativo,

531
� � Manual de psicopatología. Volumen 2

.(
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1
1
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1


~~~-~~.~.,-,
Pérdida de memoria " :
COGNICIÓN NORMAL

1
--.~--~ 1

t
Declive cognitivo
)
Olvido maligno de lo senescencia (Krol, 1962), olvido de lo edad
avanzada !Brodford y La Rue, 1989), demencia cuestionable (Hudges
et al., 1982), deterioro cognitivo leve < DCL: Petersen et al., 1999) y el
trastorno neurocognitivo menor <DSM-5, APA, 2013). La Tabla 17.7
comparo los criterios originales de DCL, la reformulación de los mis­
mos por el grupo de trabajo internacional y la nueva propuesta del
subjetiva subjetivo
1
1
,� '· , f¡¡: I DSM-5 de trastorno neurocognitivo menor.
'---�����_,,1:r :
1
Sin lugar o dudas, el DCL3• es el término más contrastado y
1
1 1
1
1
1
extendido paro clasificar a las personas en un estadio predemencia.
A pesar de la controversia del término, los neurólogos se encuentran
1
1 1 1
1 1 1

�' •- ..1. habitualmente en la consulta con personas que tienen dificultades


� DCL (Predemencia> cognitivas leves y ratifican la utilidad de la categoría en la clínico,
no exento de críticos como las dificultades para el diagnóstico y la
�' T
1 - . ,--
posibilidad de generar preocupación en el paciente (Roberts et al.,
1
2010). Esto entidad parece delimitar un grupo heterogéneo de indi­
1
'' viduos, que se encuentran en una situación de riesgo superior a lo
observada en lo población general para el desarrollo de una demen­
1

DEMENCIA
1
1
' (......,..__...,,...,...--_) cia. Se ha observado una tasa de conversión anual o demencia que
' oscila entre el 8 y 15 % al año (Petersen, 2016), uno proporción signi­
1
1
1
'' 7 ficativamente superior a lo conversión anual de la población general
mayor de 65 años (1-2 %). El concepto, originalmente propuesto por
el equipo de la Clínica Mayo (Petersen et al., 1999), contemplaba de
manero exclusiva el DCL como una pérdida progresivo de memoria,
más allá de lo que cabrío esperar según la edad y el nivel educativo.
Sin embargo, más tarde, se extendió a otros formas considerando
que la alteración en otros dominios cognitivos <lenguaje o función
Nota: Generalmente, los pasos de uno a otro se dan de ejecutiva) conforman otros subtipos de DCL (Winblod et al., 2004).
manera gradual, mientras que los cambios abruptos se dan de Además, el pronóstico puede variar en función del subtipo de DCL,
forma infrecuente. Algunos estadios pueden ser reversibles, siendo el DCL con afectación amnésica multidominio el que tiene
especialmente en los casos predemencia, algo que sucede de más riesgo de progresión o demencia y mortalidad !Bermejo-Pareja
forma atípica en casos de demencia. Durante la evolución, el et al., 2015). Además, las formas amnésicos parecen más relaciona­
declive cognitivo puede ser evidenciado de forma objetiva o no dos con el desarrollo de la DTA, mientras que los no amnésicas se
han relacionado con otros etiologías (p. ej., demencia fronto-tem­
porol y vascular>. La Figura 17.3 recoge las principales formas de
evidenciado hasta la fase leve-moderada de la demencia.
) ) Figura 17.2. Evolución del deterioro cognitivo. presentación del DCL y su posible relación etiológica.
Por tanto, lo clasificación de los pacientes con DCL tiene un
no cumplen los criterios diagnósticos de lo demencia. Esto situa­ interés pronóstico, más allá de la mero descripción de síntomas
ción denominado «estadio predemencia», un término heurístico (semiología), donde se contempla la posibilidad de establecer
que permite clasificar a los personas en uno fose intermedio entre diferentes entidades nosológicas. El concepto de DCL ha ayudado
el envejecimiento normal y la demencia, es el motor de muchos o caracterizar, en un momento histórico, a los sujetos en estadios
estudios orientados a testar lo eficacia de diferentes intervenciones, intermedios entre el envejecimiento normal y la demencia. Existe un
farmacológicas y psicosocioles, que ayuden o demorar lo progresión altísimo volumen de investigación desarrollado sobre el concepto,
del deterioro. Existen diferentes conceptos y entidades relacionadas lo cual ha contribuido a su popularización. Su valor estribo en las
o atribuidos a este estadio, que o menudo son utilizados como tér­ posibilidades de avanzar en el diagnóstico precoz de la enfermedad
minos equivalentes cuando no lo son ni o nivel conceptual ni clínico. y en su tratamiento preventivo, aunque algunos autores lo siguen
La Figura 17.2 muestra uno coscado evolutivo, o modo de continuo, considerando un término controvertido. Las evidencias poblacio­
desde lo cognición normal, posando por las quejas subjetivos y el nales han demostrado que buena parte de los individuos con DCL
DCL, hasta lo demencia.
En este contexto, se han sucedido uno serie de términos toles
como: olvido benigno de lo senescencia (Kral, 1962), deterioro de la 3 Se ha traducido al español de diferentes formas: alteración, trastorno
memoria asociado a lo edad (Crook, 1986), deterioro de la memoria o defecto cognitivo leve. En España, la traducción más frecuente ha
sido deterioro cognitivo leve -DCL- (en inglés Mild Cognitive Im­
pairmentl, aunque BIRIME (Centro especializado de la Organización
consistente con la edad (Brodford y La Rue, 1989) y declive cogni­
tivo asociado o lo edad (Levy, 1994). Estas entidades han sido con­
ceptuolizodos como formas de envejecimiento normal, aunque hoy Panamericana de la Salud) lo traduce como disfunción cognitiva leve.
El término DCL no debe asimilarse a conceptos como: al alteración
estudios que indican que algunos de ellas (p. ej., declive cognitivo o déficit cognitivo (rendimiento cognitivo patológico en un momen­
asociado o lo edad) están asociadas o un mayor riesgo de progre­ to concreto, no hay evaluación en el tiempo); b) declive o pérdida
sión o demencia (Goldman y Morris, 2001). cognitiva (empeoramiento del rendimiento, pero sin cambios signifi­
Frente a estos entidades teóricamente benignas, se contraponen cativos). Los estudios epidemiológicos indican que el deterioro no es
aquellos estados cognitivos anormales (predemencio) toles como: necesariamente estable en el tiempo y puede revertir.

538
Capítulo 17. Los t ra stornos neurocognit ivos .�

)) Tabla 17.7. C riterios diagnósticos internacionales para deterioro cognitivo leve [ DCL) y t rastorno neurocognitivo menor
[TNMnj. Adaptados de Stokin et al. [2015)

Criterios originales Consenso Internacional. NIA-AA


Clínica Mayo DSM-5
Criterios ampliados (Albert et al.,
(Petersen et al., 1999) <APA, 2013)
� (Winblad et al., 2004) 2011)
l. Quejas de fallas de la memoria
1 1 1

autoinformadas por el paciente, o X


identificados por el informador o médico.
2. Quejas de fallos en la cognición
identificados por paciente o informador.
X X X

3. Deterioro en la memoria detectado de


forma objetiva.
X

IJ. Deterioro en la cognición detectado de


forma objetiva.
X X X

5. Función cognitiva global conservada. X

6. Mantenimiento de la independencia en las


capacidades funcionales.
X X X X

7. Ausencia de demencia. X X X X

Nota. DSM-5: Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, s.• edición;
NIA-AA: National lnstitute on Aging-Alzheimer"s Association.
Nota. En general, se asume que estas entidades no presentan un deterioro en la actividad funcional significativo o su compromiso es
mínimo. El DSM-5 acepta que las personas con DCL realicen las actividades instrumentales con mayor nivel de esfuerzo o mediante
estrategias compensatorias para su ejecución.

Queja cognitiva ) .

- Declive cognitivo no explicado por la edad


- No demencia
- Funcionalidad preservada

DCL

NO
Weterioro de memoria?

DCL no amnésico

Weterioro único de memoria?



Weterioro único en dominio no mnésico?
' '

DCL amnésico DCL No amnésico DCL no amnésico


Dominio único
�--��-�-··'1'" Dominio múltiple Dominio único
l_-..---___ J l_ _ Dominio múltiple

DTA DTA DFT DCLwy


Depresión
DCV
Depresión
~~J DTA
DTA
(~,' ~'"' , '-,/'
DCV

Nota. DCL: deterioro cognitivo leve; DTA: demencia tipo Alzheimer; DCV: deterioro cognitivo vascular; DFT: demencia frontotemporal;
DCLwy: demencia con cuerpos de Lewy. AVO: actividades de la vida diaria. Adaptado de Petersen [2016).

)) Figura 17.3. S ubtipos de deterioro cognitivo Leve y posibles etiologías. Adaptado de Petersen [2016).

539
� 11, M anual d e psicopatología. Volumen 2

) ) Tabla 17.8. C riterios diagnósticos propuestos en el DSM-5 para el trastorno neurocognitivo menor [TNm) y el t rastorno
neurocognitivo mayor [TNM]

Trastorno neurocognitivo menor. 0 • Trastorno neurocognitivo mayor.


A. Evidencia de un declive cognitivo leve desde un nivel previo de A. Evidencia de un declive cognitivo importante desde un nivel previo
mayor desempeño en uno o más de uno de los dominios cognitivos de mayor desempeño en uno o más de los dominios cognitivos
referidos: referidos:
l. Preocupación del individuo, de un tercero informado o del l. Preocupación del individuo, de un tercero informado o del
;

facultativo con respecto a un declive leve en las funciones facultativo con respecto a un declive sustancial en las funciones
cognitivas cognitivas
2. Declive en el desempeño neuropsicológico, implicando un 2. Declive en el desempeño neuropsicológico, implicando un
desempeño en los tests del rango de una a dos desviaciones desempeño en los tests del rango de dos o más desviaciones
estándares por debajo de lo esperado en la evaluación estándares por debajo de lo esperado en la evaluación
neuropsicológica reglada o ante una evaluación clínica neuropsicológica reglada o ante una evaluación clínica ¡

eq_uivalente eq_uivalente
B. Los déficits cognitivos son insuficientes para interferir con la B. Los déficits cognitivos son suficientes para interferir con la ;,
independencia (p. ej., actividades instrumentales de la vida independencia (p. ej., req_uieren asistencia para las actividades
diaria, tareas complejas como manejo de medicación o de instrumentales de la vida diaria, tareas complejas como manejo de ,
dinero), pudiendo ser preciso esforzarse mós, utilizar estrategias medicación o dinero)
compensatorias o hacer una acomodación para mantener la C. Los déficits cognitivos no ocurren exclusivamente en el contexto de
independencia un delirium
C. Los déficits cognitivos no ocurren exclusivamente en el contexto de D. Los déficits cognitivos no son atribuibles de forma primaria a la
un delirium presencia de otros trastornos mentales (p. ej., trastorno depresivo
D. Los déficits cognitivos no son atribuibles de forma primaria a la mayor, esq_uizofrenial.
presencia de otros trastornos mentales (p. ej., trastorno depresivo
mayor, esq_uizofrenial

Subtipos de trastornos neurocognitivos: Trastorno neurocognitivo debido a la enfermedad de Alzheimer, trastorno neurocognitivo vascular,
trastorno neurocognitivo frontotemporal, trastorno neurocognitivo debido a traumatismo craneoencefálico, trastorno neurocognitivo debido a
demencia por cuerpos de Lewy, trastorno neurocognitivo debido a enfermedad de Parkinson, etc.
,

retornan a la normalidad en la fase se seguimiento. En gran medida, tres categorías: el delirium, el trastorno neurocognitivo mayor ffNMl
las discrepancias encontradas tienen q_ue ver con aspectos meto­ y el trastorno neurocognitivo menor (TNml. El término demencia no
dológicos relacionados con los test empleados para identificar a se utiliza.
los individuos, los puntos de corte utilizados o la integridad en las Los trastornos TNM y TNm son propuestos siguiendo un esque­
actividades de la vida diaria. De hecho, algunos equipos, con fuertes ma de evolución, a modo de continuo biológico, en función de la
argumentos, han propuesto el concepto de Alzhei mer prodrómico severidad del deterioro cognitivo y la repercusión en la funcionali­
como preferi ble al DCL (Dubois, 2000; Dubois et al., 201 0l. Este dad del paciente. Aunque en apariencia estos conceptos vienen a
concepto comprende a los individuos con DCL, especialmente los sustituir a los términos demencia y DCL, existen algunas novedades
de subtipo amnésico, que presentan resultados positivos en biomar­ en los criterios. Algunos de los cambios más significativos son:
cadores para DTA tales como las concentraciones de las proteínas
a. Se incorpora la valoración de la cognición social, como principal
beta-amiloide o tau (Albert et al., 201 1l. Esto implica, entre otras
novedad, en los seis dominios cognitivos para el diagnóstico de
cuestiones, pasar de una condición puramente clínica a una enfer­
los trastornos neurocognitivos: ( 1) la atención compleja; (2) las
medad del cerebro, que comienza a gestarse muchos años antes del
funciones ejecutivas; (3) el aprendizaje y la memoria; ( 4) el len­
diagnóstico y se desarrolla en un continuo que abarca desde una
guaje; (5) la habilidad visoperceptiva, y (6) la cognición social.
fase preclínica (asi ntomática) hasta el desarrollo de la demencia
clínicamente establecida. b. Los problemas de aprendizaje y memoria no son estrictamente
necesarios para el diagnóstico del TNM y TNm.
c. Se pueden delimitar subtipos etiológicos para el TNm.
���, ;:: IV. Los trastornos neurocognitivos d. En el TNm se contempla la posibilidad de especificar la presen­
cia o ausencia de alteraciones comportamentales y engloba el
en el OS M-5 y la CI E-11 deterioro producido por cualquier etiología (DFT, VIH, trauma­
El DSM-5 (APA, 2013) ha introducido cambios nosológicos relevantes tismos).
en la clasificación y descripción de los trastornos mentales de ori­ e. Aunque los biomarcadores podrían incorporarse al proceso de
gen orgánico. En esta edición, el capítulo del DSM-IV denominado decisión diagnóstica (aumento de certeza), los criterios para
«Delirium, demencia, amnesia y otros trastornos cognitivos» pasa a determinar el diagnóstico se basan principalmente en la obser­
llamarse ahora «Trastornos neurocognitivos», donde se contemplan vación clínica de la persona (Tabla 17.8).

SLIO
Capítulo 1 7. Los t rastornos neurocognit ivos

Algunos estudios han encontrado que la prevalencia del TNM y afectan a las personas de esta edad-) y si la i ntensidad de la
la demencia son muy similares, pero el coeficiente kappa de concor­ demencia es moderada (no es i ndependi ente fuera del hogar)
dancia entre las condiciones DCL y el TNm es más bien modesta. Por o grave ( necesidad de supervisión conti nua>. En estos casos, la
ejemplo, el estudio de Zaragoza, con una amplia muestra poblacio­ familia lo sospecha claramente o lo verbali za. Hay que recordar
nal, ha demostrado que la prevalencia e incidencia del TNm fue cla­ que un familiar o al legado es una condición necesaria para una
ramente inferior al MCI amnésico (López-Antón et al., 2015). Estos evaluación correcta del paciente con sospecha de demencia. Las
resultados parecen indicar unos criterios más específicos y selectivos dificultades en el d iagnóstico empiezan cuando el paciente es
para el TNm. Un resultado interesante de este estudio es que el DCL relativamente joven (60 o 70 años), tiene dificultades cognitivas
estuvo asociado de forma más frecuente con síntomas psicoafec­ sutiles <habitual mente pérdida de memoria) y una dudosa afec­
tivos (ansiedad y depresión), mientras que el TNm lo estuvo con tación funcional en actividades instrumentales o avanzadas de
sintomatología de tipo negativo (apatía, enlentecimiento cognitivo). la vida diaria (actividades de ocio, cuentas bancarias, compras
Actualmente, el TNm precisa una mayor evidencia para contrastar complejas y viajes). Se requiere aquí una evaluación más detenida
su fiabilidad y validez en la práctica clínica. con examen clínico, con exploración del estado mental, y pruebas
La CIE- 11 (OMS, 2018), al igual que el DSM-5, también desarrolla complementarias (examen que hay que realizar siempre, aunque
un capítulo con la denominación trastornos neurocognitivos, pero a sea de forma abreviada).
diferencia del DSM-5, sigue utilizando una clasificación categorial de El médico o psicólogo realizan una historia clínica del comien­
los trastornos, entre los que incluye el delirium, el trastorno amnésico, zo de la demencia y sus características, incl uyendo depresión o
el DCL y la demencia. En la CIE-11, las características de la demen­ trastornos conductuales, y se deben realizar pruebas objetivas cog­
cia, como síndrome, se clasifican en el capítulo de los trastornos nitivas de cribado ( MMSE, test de Montreal, test del reloj, fluidez
mentales, mientras que las causas subyacentes se clasifican utilizan­ verbal, test de alteración de la memorial, constatando la pérdida
do categorías que describen las enfermedades del sistema nervioso cognitiva objetiva (considerando valores de referencia validados)
u otras asociadas eminentemente con el trastorno neurocognitivo. y comprobando que las actividades instrumentales de la vida dia­
Para definir la demencia sigue en la línea de la CIE-10 e identifica ria estén afectadas. Existen múltiples instrumentos recomendados
como tipos principales: la demencia debida a la enfermedad de para la evaluación cognitiva breve (Contador et al., 2010; Villare­
Alzheimer de inicio temprano, la demencia debida a la enfermedad jo y Puertas-Martín, 2011). El cuestionario funcional de Pfeffer- 1 1
de Alzheimer de inicio tardío, la demencia vascular (DV), la demen­ (FAQ) e s recomendable por s u validación e n español (Olazarán et
cia mixta (Alzheimer + cerebrovascular), la demencia por cuerpos al., 2005; Kaur et al., 2016), aunque existen diferentes instrumentos
de Lewy <DCLwy) y la demencia frontotemporal. La lista de demen­ en función del objetivo que se persigue en la evaluación (Peña-Ca­
cias asociadas a una enfermedad es bastante extensa, destacan sanova, 1998). La Batería Lurio Diagnóstico Neuropsicológico del
la demencia asociada a la enfermedad de Parkinson, la demencia Adulto (Luria-DNA, Manga y Ramos, 2004) está validada y cuenta
asociada a la enfermedad de Huntington, la demencia asociada a con baremos para la población española. También la Batería Neu­
las enfermedades producidas por priones, la demencia asociada al roBel (Adrián, Jorquera y Cuetos, 2015) es un test de cribado útil
VIH, la demencia asociada al uso del alcohol y otras sustancias, etc. para valorar el deterioro del lenguaje oral en pacientes con DCL,
En el contexto clínico, los criterios del DSM-5 y de la CIE- 1 1 DTA y otros tipos de demencia como la semántica <Bermúdez-Llusá
se consideran muy generales y transversales para e l diagnóstico de et al., 2019).
la DTA, dando lugar a falsos positivos, sobre todo si no se tiene
en cuenta que la evolución de este subtipo de demencia es lento,
continuo e irreversible y afecta negativamente a la capacidad de ¿) Luria DNA-2. Batería Luria de Diagnóstico Neuropsico­
la persona para hacer frente a las exigencias de la vida cotidiana. lógico del Adulto. Batería para la evaluación de funciones
En el caso del DSM-5, se critica también su énfasis excesivo en los cognitivas en cuatro dominios [función visoespacial, apren­
dominios cognitivos y no considerar los llamados síntomas psicoló­
dizaje y memoria, leng uaje y funciones ejecutivas].
gicos y conductuales (SPCDJ como parte genuina de la demencia
( López-Álvarez y Aguera-Ortiz, 2015). No obstante, en una actua­
lización posterior de la codificación del DSM- 5 (APA, 2014) hay
un acercamiento a los criterios NIA-AA, ya citados anteriormente Una vez confirmado el diagnóstico de DCL o demencia leve, se
(Tabla 17.3). En esta actualización del DSM-5, además de establecer debe proceder a realizar las pruebas complementarias que permi­
la equivalencia con los códigos CI E-9-MC y CI E-10-MC ( MC: modi­ tan la cualificación de la posible etiología. Estas pruebas exigen una
ficación clínica), se aconseja hacer explícito si el TNM cursa con analítica sanguínea estándar (i ncluyendo B 12 y pruebas tiroideas;
pruebas específicas como test de sífilis u otras que solo se efectúan
o sin trastorno del comportamiento, si la categoría diagnóstica
reúne los criterios de posi ble/probable y, finalmente, valorar el con sospecha clínica) y una prueba de neuroimagen (descarte de
TNM en función de su gravedad: leve, moderada, grave. procesos estructurales no relacionados con la demencial. El consen­
so canadiense ( Feldman et al., 2008) indica solo una TC craneal y,
si hay sospecha de causas vasculares, una resonancia magnética.
El consenso español recomienda (grado Bl la neuroimagen estruc­
V. R eco me ndac iones para la tural (TC o RMJ como herramienta complementaria al diagnóstico
eva luación y el trata m i e nto inicial de la demencia, sobre todo para detectar enfermedad vas­
cular (Guía de Práctica Clínica, 2011l. En servicios especiali zados
En el ámbito biomédico,
•· la demencia se evalúa habitualmente en <unidades de demencia) suele hacerse una evaluación neuropsico­
asistencia primaria. El diagnóstico suele ser sencillo si el paciente lógica extensa: (a) en casos dudosos de demencia versus DCL; (b)
es anciano <más de 80 años -la mayor parte de las demencias para establecer el diagnóstico diferencial de los tipos de demen-

541
Manual de psicopatología. Volumen 2

cias, sobre todo no Alzheimer; (c) para realizar ensayos clínicos y fica sobre el peso/valor específico de los factores, y el desarrollo
(dl cuando se requiera iniciar un programa de intervención. En estos de estudios en este campo será esencial para la elaboración de los
casos, la batería de pruebas se adapta a cada caso específico, así planes de salud pública.
como las pruebas complementar ias a realizar : determi nación de
ApoE4, estudios de neuroimagen sofisticados (RMNf, P ETl, examen
de líquido cefalorraquídeo con determinaciones específicas, o algu­ V I . R e s u m e n y te n d e n c ia s
na otra determinación especial que puede conllevar a la biopsia
cerebral (sospecha de enfermedades priónicas o de Whipplel. La futuras
realización de estos exámenes, costosos, amplios y complejos, debe Los trastornos neurocognitivos s o n s o n u n gr upo heterogéneo d e
establecerse en casos concretos, a juicio del clínico, y no de forma entidades o condiciones, con base neurobiológica, caracterizadas
rutinar ia. por la afectación cognitiva. Principalmente hay déficit/deter ioro en
Por otro lado, la intervención en pacientes con demencia sigue los procesos atencionales, mnésicos, perceptivos y en las llamadas
la filosofía del «enfoque centrado en las personas». Debe combi­ «funciones ejecutivas». Tanto el DSM-5 como la CIE- 1 1 incluyen los
nar estrategias de tipo farmacológico y no farmacológico, con el trastornos neurocognitivos en su clasificación de los trastornos men­
fin de optimizar los beneficios (cognitivos, funcionales y conduc­ tales. Los trastornos neurocognitivos más frecuentes son la demen­
tuales) e incidir en el bienestar y la calidad de vida del enfermo y cia, el DCL y el síndrome contusiona! ( delirium).
la familia. Aunque algunas terapias se desarrollan de manera gru­ El tér m i n o demencia se utiliza para designar un síndrome
pal, cada paciente debe disponer de un plan o intervención, indi­ caracterizado por la presencia de déficits cognitivos, funcionales
vidualizado y adaptado a sus caracter ísticas (tipo de demencia, y sociales, que dificultan la adaptación del sujeto a las exigencias
nivel de deter ioro cognitivo, manejo de comor bilidades, problemas de la vida cotidiana y limitan su autonomía personal. El número de
de conducta, características sociodemográficas y culturales, etc.l. personas que padecen demencia va en aumento, especialmente en
Los programas or ientados a los aspectos cognitivos (entrenamien­ los países con bajo nivel socio-económico o en vías de desarrollo.
to, estimulación y rehabilitación) han recibido una especial aten­ Diferencias en el envejecimiento poblacional,
• el nivel socioeconómi­
ción e interés en este campo, aunque existe un extenso rango de co, la educación, hábitos de vida y los cuidados en la salud parecen
intervenciones que pueden incluir interacci ones con el cuidador, estar detrás de las diferentes tasas de progresión. En las personas
i ntervenciones sobre el ambiente (físico y sociall, actividades de mayores de 60 años, la demencia aumenta de manera exponencial
tipo artístico o realizadas con animales. Básicamente, se persiguen con la edad, siendo el principal elemento de riesgo para su desarro­
tres objetivos terapéuticos con el paciente : mantener el funcio­ llo. La demencia es una de las principales causas de dependencia y
namiento y la independencia del individuo, incluyendo la función mortalidad en el mundo, convirtiéndose así en una prior idad en el
cognitiva, el manejo de los trastornos de conducta y la reducción marco de la salud pública y social. Esto obliga a adoptar estrategias
de trastornos emocionales asociados. Estas intervenciones psico­ de planificación adecuadas, con la correspondiente necesidad de
sociales p ueden ser ofrecidas por per íodos de t iempo determi­ optimizar los gastos destinados a la atención sociosanitaria de los
nados (1-2 horas diar ias), mientras que otras se introducen en el enfermos con demencia y sus familias. Actualmente, la familia es el
mismo contexto, por ejemplo, interacciones con el cuidador. Las contexto pr imordial para el desarrollo de los cuidados del enfermo,
intervenciones sobre los cuidadores son tan importantes como las de modo que el apoyo familiar, además del institucional, es un pilar
realizadas con los pacientes, ya que la sobrecarga t iene impor­ fundamental para asentar la dignidad en el cuidado y promocionar
tantes repercusiones sobre la salud física y mental. Los cuidadores la calidad de vida del paciente con demencia.
necesitan información sobre la demencia y su manejo, los trata­ Existen diferentes subtipos de demencia, siendo la DTA la forma
mientos y servicios disponibles, además de asesoramiento legal y más común. El Alzheimer es una enfermedad de carácter degenera­
económico. También precisan apoyo emocional y el reconocimien­ tivo e irreversible, que conduce a la persona a un estado vegetativo
to de sus propias necesidades más allá de cuidado. Los programas en las fases avanzadas, precipitando su muerte. La causa de la DTA
mult icomponentes (psicoeducación, autocuidadol en cuidadores continúa siendo desconocida y el diagnóstico solo es definitivo tras
han demostrado importantes beneficios y cuentan con un nivel de el análisis del cerebro post mortem. El d iagnóstico diferencial de
evidencia científica elevada. los subtipos de demencia se basa esencialmente en los síntomas
Cada vez son más las evidencias que nos indican que diferentes clínicos primar ios, la evolución y las pruebas complementar ias que
factores relacionados con un estilo de vida saludable pueden tener puedan aportar información al diagnóstico. Así, mientras el déficit
un efecto en la reducción del r iesgo de padecer demencia. La acti­ mnésico y de aprendizaje es muy común en los pacientes con DTA
vidad física regular, una alimentación sana (dieta mediterránea), temprana, los cambios de personalidad y alteraciones comporta­
la educación y compromiso con actividades mentalmente estimu­ mentales parecen más destacables en pacientes con DFT. A diferen­
lantes, así como gozar de una buena salud (p. ej., reducir el tabaco cia de las demencias neurodegenerativas, la DV suele caracterizarse
y control de los factores de r iesgo vascular : h ipertensión, diabe­ por un curso más oscilante. Es importante señalar que la DTA pue­
tes, colesterol) se han relacionado con una menor probabilidad de de coexistir con diferentes signos de neuropatología cerebral, por
tener demencia. Aunque se necesitan más investigaciones para ejemplo, vascular y cuerpos de Lewy. Para distinguir la demencia
confirmar estrategias específicas de prevención para la demencia de otras entidades clínicas, conviene caracterizar los síntomas del
en sus diferentes formas, los i nvestigadores continúan trabajando paciente de forma precisa y exhaustiva, especialmente, con entida­
sobre cómo mejorar la salud del cerebro y reducir el número de des como la depresión, donde la presencia del deter ioro cognitivo
casos. Es un campo en auge y expansión, que comprende el estudio puede enmascarar una demencia incipiente.
de hábitos saludables de vida para disminuir la incidencia de casos Los límites existentes entre los cambios cognitivos asociados al
anuales. Hoy en día no existe un consenso en la comunidad cientí- envejecimiento normal, el DCL y la demencia incipiente son difíciles

51.J2
Capítulo 1 7. Los trastornos neurocognitivos .,, :11¡¡

de establecer, ya que el solapamiento sintomático dificulta estable­ sigue siendo una entidad controvertida, ya que la mayor parte de
cer una línea de separación irrefutable. En la actualidad, la demen­ los individuos con DCL revierten posteriormente a la normalidad
cia es una entidad infradiagnosticada y en muchos casos el diagnós­ o no evolucionan a demencia. El DSM-5 ha propuesto un cambio
tico llega de un modo tardío. No cabe duda que la detección precoz nosológico en la clasificación de los trastornos mentales orgáni­
facilita la orientación diagnóstica y la planificación de los cuidados, cos, llamándolos trastornos neurocognitivos. M ientras que el TNM
además de evitar el consumo de recursos sanitarios innecesarios. propuesto por el DSM-5 es un término asimilable a la demencia,
Se sigue trabajando en la defi nición de criterios diagnósticos que el TNm es una entidad actual mente en estudio y precisa mayor
ayuden al clínico en la identificación precoz de casos, con el apoyo evidencia empírica.
de diferentes marcadores biológicos y técnicas complementarias de Los fármacos actuales pueden ayudar a paliar los síntomas cog­
neuroimagen. Disponer de instrumentos de evaluación (neuropsico­ nitivos y comportamentales asociados a la demencia. En combina­
lógica, funcional y conductual>, fiables y válidos, que logren objeti­ ción con las INF o terapias psicosociales, demoran la progresión de
var los déficits es un aspecto esencial para la precisión diagnóstica, síntomas asociados a la demencia y facilitan la mejora de la calidad
y su uso es altamente recomendable. La introducción de biomar­ de vida del paciente y la fami l ia. Si bien algunas terapias psico­
cadores puede aumentar el grado de certeza diagnostica, pero su sociales, como la estimulación cognitiva y programas multicompo­
elevado coste y escasa valídez no garantizan su transversalidad en nentes, han logrado un amplio margen de evidencias que avalan su
diferentes contextos, especialmente en atención primaria, donde la uso, otras terapias precisan más investigaciones que demuestren
detección de casos adopta una relevancia muy especial. su validez. No debemos olvidar que la demencia golpea el cerebro
Actual mente se asume que la demencia, especial mente l a del paciente y el corazón de la familia, de modo que el cuidador
DTA, comienza a desarrollarse varios años antes d e l diagnóstico. se convierte en un objetivo propio de la intervención. Las interven­
Especial alerta requi ere la observación de un declive cognitivo ciones multicomponentes en cuidadores gozan de una evidencia de
acentuado en el tiempo o la aparición de comportamientos no alta cal idad, ayudando a prevenir la sobrecarga, la instituciona­
habituales en el individuo. Así, se habla de un estadio prede­ lización y aumentar la calidad de vida. Finalmente, nos satisface
mencia cuando las personas presentan un deterioro cognitivo en i ndicar que hace unos años era impensable hablar de prevención
ausencia de una alteración funcional suficiente para el diagnós­ en la demencia, pero cada vez son más los estudios que avalan la
tico clínico de demencia. El DCL se ha convertido en la entidad importancia de los factores de riesgo vascular, factores de reserva
predemencia más contrastada hasta el momento, destacando que cognitiva (actividad mental continuada), la dieta mediterránea y
estos individ uos presentan una tasa de progresión a demencia el ejercicio físico como elementos estratégicos en la prevención de
superior a la de la población general. Sin embargo, hoy en día este síndrome.

•• Té rminos c lave
Actividades de la vida diaria Apraxia 526 N eocortex 529
IABVDI 534 Biomarcador 534 Ovillos neurofibrilares 537
Afasia 532 Delirium 524 Parafasia 532
Agnosia 525 Demencia 524 Placas seniles 53 7
Agramatismo 532 Deterioro cogn itivo leve len inglés Síndrome «afaso-apracto-
Amnesia 525 mild cognitive impairment) 524 agnósico» 526
Anomia 532 Luria D NA-2. Batería Luria de
Anosog nosia 537 Diagnóstico N e uropsicológ ico
del Adulto 54 7

543
tt Manual de psicopatología. Volumen 2

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Confederación Española de Alzheimer: https://www.ceafa.es/es Proyecto Alzheimer Fundación Reina Sofía. https://www.fundacion
Estimulación cognitiva: http://www.demenciayalzheimer.com/ejercicios­ reinasofia.es/ES/proyecto_alzheimer/Paginas/default.aspx
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51.J7
tt Manual de psicopatología. Volumen 2

•• Autoeva luac i ó n
A. El caso de la Sra. Costa Cuando se pide a los familiares que refieran situaciones de pér­
dida de memoria de la Sra. Costa, el marido relata un i ncidente
La Sra. Costa fue enviada por su geriatra para que se evaluase su en el cual la Sra. Costa fue a trabajar y no recordaba que ese d ía
estado mental, especialmente su capacidad cognitiva. Es una mujer tenía que realizar el examen de su asignatura. Además, algunos de
de 64 años, casada, diestra y con 20 años de educación formal; los compañeros del instituto de la Sra. Costa, al constatar sus pro­
logró realizat un doctorado en Matemáticas. Vive en su casa con su blemas en el trabajo, habían llamado por teléfono al marido para
marido y una hij a. comunicarle que últimamente la encontraban muy despistada, que
Catedrática de enseñanza secundaria, está de baja laboral des­ no sabía localizar el aula en la que daba clase habitualmente o que
de hace nueve meses, debido a que sus problemas cognitivos se no recordaba el lugar en el que había dejado el coche aparcado. El
agravaron. En los últimos meses en los que estuvo como profesora marido también comenta que su mujer le había contado varios epi­
en activo ha tenido mucha dificultad para impartir las clases y sodios en los que había tenido dificultades para llegar con el coche
realizar las actividades con los alumnos, tal como lo había hecho a una dirección determinada (a la que anteriormente había ido con
siempre. bastante facilidad) como ir a la casa de su mejor amiga, ir a un
La Sra. Costa proporciona la mayor parte de sus datos persona­ centro comercial en el que habitualmente hacía la compra semanal
les, pero no puede recordar los últimos cargos ocupados en el Insti­ o ir al gimnasio al que acudía regularmente. Sin embargo, en un
tuto de Enseñanza Secundaria en el que trabaja desde hace 15 años. principio el marido atribuyó estas dificultades de su mujer al estrés.
También refiere el marido que la Sra. Costa había tenido muchos
Antecedentes personales y familiares despistes en la gestión de los mensajes que recibía en el teléfono, o
bien los olvidaba o los contestaba a destiempo. Asimismo, comenta
En los antecedentes médicos de la Sra. Costa destaca lo siguiente: que con frecuencia olvidaba las citas y cuando salía de casa para ir
hipertensión arterial (HTA) de grado leve, diagnosticada hacía 12 a algún lado solía preguntar machaconamente a dónde tenía que ir,
años, controlada con medicación y dieta; neoplasia ti roidea, con a pesar de que se lo habían recordado minutos antes. Últimamente
tiroidectomía hacía cinco años y depresión. La Sra. Costa dice ser tenían i ncluso que recordarle el día, hora y lugar en el que había
sedentaria, consumir de una a tres copas de vino por semana y quedado con sus amigas para tomar un café, actividad que realiza­
no tiene antecedentes de problemas relacionados con sustancias, ba desde hacía varios años. En algunas salidas se había retrasado
incluido el tabaco. Tampoco tiene antecedentes de traumatismo al llegar a casa porque se había perdido, necesitando la ayuda de
craneoencefálico (TCE), accidente cerebrovascular (ACV), diag­ algún conocido para volver a su casa. La hija también refiere que
nóstico de trastorno psicótico, ni ha necesitado de hospitalización desde hace dos meses tiene que explicarle a menudo a su madre
psiquiátrica. No presenta aluci naciones (auditivas o visuales), ni cómo usar el localizador GPS para personas mayores que lleva siem­
delirios, ni pensamientos suicidas. La Sra. Costa relata que con fre­ pre consigo cuando sale o cómo debe responder a los mensajes
cuencia se despierta por las noches y tiene problemas para volverse que le llegan a su teléfono móvil. Ahora es mucho más lenta para
a dormir. completar cualquier tipo de tarea y continuamente pide ayuda para
Según informa el marido, la Sra. Costa tiene antecedentes fami­ terminar los Sudokus.
liares de «pérdida de memoria», en concreto la madre y un abue­ En los últimos meses, la familia nota que la Sra. Costa tiene difi­
lo materno de la Sra. Costa han padecido este tipo de trastorno, cultades para encontrar las palabras que quiere emplear durante la
aunque no hay un informe médico que lo justifique. El padre de la conversación y lo que dice no siempre tiene sentido. Tiene muchas
Sra. Costa murió de ACV a los 75 años, pero no consta que tuviese dificultades para continuar una conversación cuando se la interrum­
antecedentes de trastorno mental grave. pe. Otros familiares (nieta, hermana de la Sra. Costa) también han
El geriatra de la Sra. Costa solicitó una analítica general con observado estos problemas de comunicación cuando están con ella.
hemograma completo, bioquímica, que incluía B12 y perfil tiroideo, La familia refiere que la Sra. Costa lleva bastante tiempo mos­
así como una tomografía axial computarizada (TCJ, que no aportan trando tristeza, irritabilidad, frustración, desmotivación y sentimien­
hallazgos significativos. En el momento de la evaluación, tomaba to de inutilidad; síntomas que mejoran solo transitoriamente con los
Enalapril (anti-hi pertensivo), Eutirox (hormona levotiroxina) y Ser­ tratamientos farmacológicos prescritos. La Sra. Costa se enfada con
tralina (antidepresivo, ISRSl. frecuencia cuando la familia la reprocha estar preguntando conti­
nuamente las mismas cosas y de mantener con ellos conversaciones
Entrevista con la familia muy repetitivas.
La hija de la Sra. Costa informa que los problemas de memoria de su A nivel funcional, la Sra. Costa tiene disminuida su capacidad
madre comenzaron al menos tres años antes, con un agravamiento para autoadministrarse la medicación y adaptarse a situaciones
progresivo en los últimos seis meses. Refiere que la evolución de los nuevas. Tampoco logra ya controlar sus cuentas bancarias, y más
problemas de memoria de su madre ha sido lenta, pero progresiva. teniendo en cuenta que es toda una doctora en matemáticas. Cada
La familia cree que la Sra. Costa ha estado ocultando sus dificulta­ día que pasa en la familia la ven como «más olvidadiza, indecisa y
des personales y laborales, por lo que es probable que tales dificul­ desordenada». Ha tenido que ser el marido el que se ha hecho car­
tades vengan desde hace bastante tiempo. go de la economía de la familia, ante los numerosos problemas que
Capítulo 17. Los trastornos neurocognitivos 41 41

la incapacidad de la Sra. Costa había o riginado. Tiene dificultad b. Test d e Aprendizaje Verbal d e Hopkins -Revisado (Brondt y
paro aprender a usar un electrodoméstico nuevo. Su cuidado y aseo Benedict, 200D.
personal se ha deteriorado progresivamente. La familia refiere q_ue c. Test del Trozo (Troil Making Test), porte B (Spreen y Strouss,
ahora, incluso en casa, se viste de una manero poco apropiada, lo 1998).
d. Test de la Torre de Londres-Drexler (Culbertson y Zillmer,
q_ue les extraña mucho porq_ue siempre fue muy presumida; apenas
sale con su grupo de amigas y ni siq_uiero acude a misa, algo q_ue
2005).
e. Test de Denominación de Boston (Kaplan, Goodgloss y Wein­
ella solía hacer todos los domingos.

Comportamiento durante la evaluación troub, 1983).


La Sra. Costa no parece tener dificultades físicas, viste con ropa f. Test de Copia de la Figuro Compleja (Rey, 1997).
informal y sus aspecto es aseado. Lleva unas gafas de lectura en g. Subtest de Cubos de la Escala de Inteligencia de Wechsler
su bolso y no usa audífonos. No tiene conciencia de su enfermedad para adultos (WAIS IV).
actual y niega cualq_uier problema relacionado con su trabajo pro­ !J. Lurio DNA-2. Batería Lurio paro el Diagnóstico Neuropsicológico
fesional, conducir el coche o acudir a las citas con sus amigas; no del Adulto (Contador et al. [en prensa, TEA Ediciones]).
5. Test de discriminación de caros-emociones (Ekman y Friesen,
asume los problemas relacionados con los temas económicos fami­
liares, como el olvido de pagar las facturas, y achaca su descuido
1976).
de tomar los fármacos a un cambio reciente en su horario. La Sra.
Costa se muestro educada y colaboradora, aunq_ue dejo de coope­ 6. Escala de Cornell paro la depresión en la demencia <ECDD; Ale­
rar cuando percibe q_ue algo no va bien, con respuestas de tipo «no xopoulus et al., 1988).
sé, no puedo». T iene dificultades para mantener la atención y con­ 7. Evaluación funcional. Actividades de la vida diaria (AVD>.
centrarse en las toreas, se confunde con frecuencia y muestro poca a. Instrumentales: Cuestionario de actividad funcional ( FAQ,
capacidad paro buscar alternativas diferentes de solución. En tareas Pfeffer et al., 1982).
b. AVD básicas: Actividades básicas. Índice de Borthel (Maho-
de mayor complejidad, tiene dificultades poro comprender las ins­
trucciones de la prueba. A pesar de esta circunstancia, consigue
ney y Borthel, 1965).
realizar todas las pruebas de la mejor manero q_ue puede, aunq_ue
termina muy cansada y desmotivada. Acepta realizar todas las acti­ Resultados de la evaluación neuropsicológica
vidades planteadas, pero resulta evidente q_ue no comprende por
q_ué se la somete a una evaluación tan complicada, algo q_ue para La puntuación de la Sra. Costa en el cociente intelectual (CD pre­
ella «no tiene sentido». Dado q_ue al realizar las pruebas se fatiga­ mórbido sugiere q_ue tiene una capacidad intelectual por encima
ba con facilidad, se h icieron varias pausas de descanso. Salía de la de la media, por tanto, las puntuaciones en pruebas cognitivas q_ue
consulta del hospital, pero después tenía problemas paro encontrar obtiene y q_ue están muy por debajo de la media deben ser conside­
el camino de regreso. El estado de ánimo ero bastante lábil, a veces radas como sospechosas de presentar declive cognitivo.
se mostraba bastante ansiosa y parecía ocultar su confusión con La Sra. Costa presenta un deterioro, de moderado a severo,
intentos de decir algo gracioso. Tuvo dificultades significativas paro en diferentes tareas de memoria episódica (recuerdo y reconoci­
expresarse con fluidez y precisión. Su orientación autopsíq_uica ero miento, verbal y visual), con un empeoramiento en la modalidad
buena, pero la orientación alopsíq_uica estaba alterada, especial­ verbal en comparación con la modalidad visual. El funcionamiento
mente en todo lo relacionado con el espacio. Se le pidió q_ue dijese ejecut ivo refleja un deter ioro leve-moderado en toreas de flexibi­
q_ué medicación estaba tomando, pero no pudo recordar el nombre lidad cognitiva, conceptualización, inhibición verbal y solución de
de ninguno de los fármacos q_ue tomaba. No recordaba el año q_ue problemas. El lenguaje expresivo también está levemente afectado,
fue nombrada catedrática de instituto, en cambio, recordó el año constatando una dificultad tanto paro encontrar palabras (toreas
q_ue aprobó las oposiciones y comenzó a trabajar como profesora de de denominaci ón) como en la fluidez verbal. No se encontró un
Educación Secundaria. Tampoco pudo recordar eventos actuales, ni deterioro significativo en otros toreos cognitivas, aunq_ue su ren­
siq_uiero el nombre del actual presidente del Gobierno. dimiento fue inferior a lo esperado, dado su nivel de inteligencia
premór bida, en los domi nios de atención, memor ia semántica y
Pruebas administradas procesamiento visuoespacial. Algunos componentes de estos domi­
l. Evaluación preliminar. nios cognitivos se encuentran en un punto límite, compatible con
a. Inteligencia premórbida. Test de Acentuación de Palabras
la presencia de dete rioro significativo, como ocurre con los com­
ponentes de atención compleja (Test D2 atencionaD y visoespacial
(Del Ser et al., 1997).
(Cubos del WAIS IV).
b. Domi nancia. Prueba de clavij as con nueve orificios (Nine
La Sra. Costa presentaba sintomatología depresiva leve. Durante
Hole Peg Test; Mathiowetz et al., 1985).
2. Test global. Evaluación cognitiva de Montreal (MoCa; Nasreddine
la entrevista mostró tristeza y labilidad afectiva, decía sentirse sola
y socialmente aislada. No obstante, los cambios en el estado de
et al., 2005). ánimo no son lo suficientemente graves para provocar los déficits
3. Batería estandarizada. cognitivos encontrados. Además, parece q_ue los déficits cognitivos
a. Test de atención D2 (Brickenkamp, 2012>. se intensificaron seis meses antes de q_ue la paciente presentase

(Continúa)

51.J9
tt Manual de pslcopatología. Volumen 2

sintomatología depresiva. En cuanto al comportamiento, la Sra. Cos­ de las instrumentales y avanzadas. Este deterioro de las AVO instru­
ta se irrita con facilidad cuando se enfrenta a sus problemas de mentales y avanzadas parece ser una consecuencia del deterioro
memoria o cuando tiene q_ue emitir un juicio sobre su desempeño cognitivo, y no se explica por un deterioro físico o por la presencia
en la realización de las pruebas. Finalmente, los cuestionarios y la de trastornos psiq_uiátricos previos. La Tabla 17. 9 muestra las pun­
entrevista con la familia indican q_ue las actividades de la vida diaria tuaciones de la batería aplicada y la interpretación basada en los
(AVDl básicas están preservadas, pero en cambio hay un deterioro percentiles obtenidos.

)) Tabla 17.9. Dominios cognitivos y tareas: rendimiento cognitivo en percentiles.

Escala de Montreal 7 Rendimiento límite

Deteriorado**

Total de respuestas 19 Por debajo de la media

TOT, efectividad total en la prueba 6 Rendimiento límite

HVLT - recuerdo inmediato 5 Deteriorado*

HVLT - recuerdo demorado Deteriorado***

HVLT - reconocimiento 4 Deteriorado*

Figura Compleja Rey, recuerdo 3 minutos 5 Deteriorado*

Figura Compleja Rey, recuerdo 30 minutos 2 Deteriorado**

Historia - recuerdo inmediato CONA) 4 Deteriorado*

Lista de palabras - recuerdo inmediato CONA) 7 Rendimiento límite

Historia - recuerdo demorado CONA) 2 Deteriorado**

Lista de palabras - recuerdo demorado CONA) 2 Deteriorado**

Figuras - recuerdo inmediato CONA) 9 Rendimiento límite

Figuras - recuerdo diferido CONA) 3 Deteriorado*

Información CONA) 20 Por debajo de la media

Evaluación cualitativa <DNA): errores Imprecisión y atención

Test Denominación Boston 4 Deteriorado*

Denominación CONA) 6 Rendimiento límite

Comprensión oral CONA) 64 En la media

Repetición de palabras CONA) 84 Por encima de la media

Evaluación cualitativa <DNA): errores Imprecisión, atención y tiempo

(Continúa)

550
Capítulo 1 7. Los trastornos neurocognitivos tt

)) Tabla 17.9. {Continuación}

TOL-Dx total correctos 19 Por debajo de la media

TOL-Dx total correctos 10 Por debajo de la media

TOL-Dx total tiempo resolución 3 Deteriorado*

Conceptualización y razonamiento < DNAl 4 Deteriorado*

Flexibilidad cognitiva <DNA) 5 Deteriorado*

Fluidez verbal < DNA) 3 Deteriorado*

Programación motriz <DNAl 7 Rendimiento límite

Frases incompletas <DNA) 5 Deteriorado*

Golpeteo <DNAl 9 Rendimiento límite

Contar hacia atrás <DNAl 13 Por debajo de la media

Números inversos <DNAl 11 Por debajo de la media

Palabras sin «A» < DNA) 16 Por debajo de la media

Evaluación cualitativa <DNA) Imprecisión, tiempo y atención

Objetos superpuestos <DNAl 14 Por debajo de la media

Reconocimiento de patrones <DNA) 58 En la media

Cubos apilados < DNAl 69 En la media

Figuras rotadas <DNA) 7 Rendimiento límite

Figura Compleja Rey (copia) 18 Por debajo de la media

Cubos del WAIS IV 6 Rendimiento límite

Evaluación cualitativa <DNA): errores Tiempo y atención

Emociones faciales (punto de corte 46) 40 Deteriorado*

Escala Depresión Cornell (Punto de corte 9) 11 (puntuación directa) Depresión leve*

Cuestionario Funcional de Pfeffer (FAQ) 2 Deteriorado**

Índice Barthel Preservado

Nota. HVLT = Test de aprendizaje verbal de Hopkins -Revisado-; DNA-2 = Diagnostico N e uropsicológico de Adultos, z versión;
TMT-B = Trail Making Test; TOL-Dx = Test de la Torre de Londres-Drexler; WAIS = Escala de Inteligencia Wechsler para Adultos;
DAD = Evaluación de la discapacidad en demencia; Rendimiento limítrofe = del percentil 6 al 9;
• = Leve [del percentil 3 al sJ; • • = Moderado [del percentil 1 al zJ; • • • = Severo [< percentil 1).

551
tt Manual de psicopatología. Volumen 2

A. Preguntas del caso B. Preguntas de revisión del capítulo


l. A l a vista d e los datos clínicos y neuropsicológicos, lcuál 6. Un hombre de 69 años presenta deterioro cognitivo, que
de los siguientes diagnósticos le parece más probable? es fluctuante, junto con caídas, alucinaciones visuales y
a) Demencia vascular. parkinsonismo. lCuál es el diagnóstico más probable?
b) Pseudodemencia depresiva. al Enfermedad de Alzheimer.
c) Enfermedad de Alzheimer. bl Demencia por infarto múltiple.
dl Demencia frontotemporal. c) Demencia con cuerpos de Lewy.
dl Demencia por enfermedad de Parkinson.
2. A la vista de los datos clínicos y neuropsicológicos, lcuál
de los siguientes dominios está más deteriorado? 7. Un aspecto diferencial que permite establecer el diag­
nóstico de la demencia i ncipiente frente a la alteración
a) Lenguaje.
cognitiva leve es:
bl Memoria.
al La presencia de alteraciones funcionales significativas.
cl Procesamiento visuoespacial. bl Una alteración más severa en las pruebas de memoria.
dl Funcionamiento ejecutivo. el El deterioro neuropsicológico global.
3. A diferencia del test de Montreal CMoCAl, qué aporta la dl Todas son correctas.
batería DNA-2 a la evaluación neuropsicológica: 8. lEn cuál de las siguientes demencias la disfunción ejecu­
al Una evaluación más extensa por dominios cognitivos. tiva se acompaña de un trastorno de conducta severo en
bl Evaluación de los errores cualitativos. fases incipientes?
cl Una evaluación de diferentes subprocesos cognitivos. al Demencia frontotemporal.
dl Todas son correctas. bl Demencia tipo Alzheimer.
cl Demencia con cuerpos de Lewy.
!l. La evaluación funcional mediante el índice de Barthel nos
dl Demencia vascular.
indica que:
al La persona presenta afectación funcional asociada a de­ 9. Con respecto a la EA, es correcto decir que:
mencia. al El primer sistema de memoria afectado es la memoria pro­
bl Las actividades básicas de la vida diaria están preservadas. cedimental.
bl El foco inicial del proceso neurodegenerativo es la corteza
c) Las actividades básicas de la vida diaria están ligeramente
prefrontal dorsolateral izquierda.
afectadas.
cl El deterioro de los recuerdos episódicos suele ser un sínto­
dl Las actividades instrumentales están conservadas. ma temprano muy común.
5. Las puntuaciones en la escala de Cornell nos permiten dl El tratamiento farmacológico con acetilcolinesterásicos
deducir que: previene la progresión de la EA.
al El deterioro cognitivo descrito se justifica con la depresión. IO. Una evaluación diagnóstica completa de la demencia
bl Esta sintomatología es normal a esta edad y no es signifi- requiere:
cativa para el caso. al Evaluación del estado mental.
cl La sintomatología depresiva es leve, algo que puede aso­ b) Análisis de sangre y pruebas complementarias.
ciarse al proceso neurodegenerativo primario. el Exploración neurológica.
dl La depresión es la causa de la demencia. d) Todas las anteriores.

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l.

S52
R E S P U E S TAS A LA
AUTO E VALU AC I Ó N
ll>t Manual de psicopatología. Volumen 2

ifft@ R espuestas correctas


Capítulo I Capítulo JO

e d b d a b d a d e

Capítulo 2 Capítulo 11
IO IO
b d a e a b d a d a d

Capítulo 3 Capítulo 12

1:J:
d e o b o e e e e d d a b b
5
e
6
b
1
b d a e

Capítulo 1./. Capítulo /3

Capítulo 5 Capítulo JI./.

Capítulo 06 Capítulo /5
3 q 5 IO 3 IJ 5
d a b d d d b e a b b e a d

Capítulo 07 Capítulo /6
2 3
a e d

Capítulo 08 Capítulo 17
IO
e b d b e e a a e d

Capítulo 9
í nd ice ana lítico

A Anosognosia, 537 estable, 407


Actitudes disfuncionales, 216-218, 224, 248 Ansiedad, 3, 35 falta de, 247
Actividades de la vida diaria (ABVDl, 534 anticipatoria, 45, 47, 54, 70, 119 inestable, 363
Acumulación (trastorno de), 135, 136, 142, de separación (trastorno de), 3, 10, 11, 16, regulación de la, 426
143, 144, 171, 183, 185 21, 35, 61-64, 117, 118, 327, 336 Autofocalización, 85, 90, 169, 186
Afasia, 527, 532, 533 definición, 35 Automatismos, 351
Afecto edad de comienzo, 81 de Clérambault, 347
negativo, 5, 7, 12-16, 22, 56, 57, 408, 452, en la infancia/adolescencia, 11, 21, 64 Autonomía, 117, 200, 272, 274, 411, 431, 446,
453 generalizada (trastorno de), 3, 10, 11, 12, 16, 471, 474, 498, 524, 542
positivo, 7, 12-16 25, 35, 54-61, 81, 118, 119, 179, 213, 237, Autorreforzamiento, 43, 217, 225
Afrontamiento, 19, 22, 120, 122, 157, 226, 329, 331, 378, 412, 447
hiperansiedad (trastorno de), 10, 11
B
334
incubación (teoría de), 41, 53, 70 Bel/e indifférence, 309, 310
Agnosia, 525
inducido por sustancias (trastorno de), 11, Bifactorial
Agorafobia, 11, 37, 44-46, 69, 70, 80, 83
66-69 modelo, 39
diagnóstico, 48
patológica, 4 teoría, 41, 57, 70, 153
con y sin historia de trastorno de pánico, Biomarcador, 534, 540, 543
49, 50, 447 patrones de respuesta, 8
por enfermedad, 140, 294 Búsqueda de sensaciones, 382, 427, 430
situaciones agorafóbicas, 40, 48
Agrafía, 533 por la salud, 136, 138, 140, 148, 290, 294, e
Agramatismo, 532, 533 297, 299, 300, 304, 305-309
Capacidad metarrepresentacional, 467
Agresiones sexuales (victimas del, 115, 116, social (AS), 78
Catecolamina, 506, 507
120, 121, 128 en el DMS, 80
Ceguera mental, 467, 478
Agresividad, 236, 247, 275, 382, 383, 421 en la CIE, 80
Cerebro, 5, 40, 87, 168, 247, 272, 276, 296,
brotes de, 236 trastorno de (TAS), 78
353, 477, 479, 480, 481, 503, 505,
en niños y adolescentes, 378 Antidepresivos (fármacos), 126, 128, 215, 219, 506, 507, 525, 529, 531, 532, 535,
Alexia, 533 221, 224, 227, 243, 250, 251, 337 537, 542
Alexitimia, 250, 262, 292, 304 Anxiety Sensitivity Index (ASil, 24 Cociente intelectual (CD, 467, 474, 480,
Alteraciones cerebrales en TDAH, 505 Apego reactivo, 122 482, 496
Alteraciones cognitivas, 112, 116, 465, 526, Apoyo social, 20, 110, 120, 127, 222, 315 Ciclador rápido, 240
527, 528 falta de, 120, 336 Ciclo vital, 21, 400, 401, 415, 463, 473, 483,
en el TEA, 467, 473 red o sistema de, 122, 337, 455 496, 537
Alteraciones del self, 347, 348, 356 Apraxia, 526 Ciclotimia, 242, 243, 245
Alucinaciones, 62, 174, 208, 236, 240, 262, Arousal, 89, 153, 154, 180, 273, 303, 306 Cinco Grandes Factores (5GF), 400, 401
346, 347, 352, 356-361, 363, 364, 366, Artritis reumatoide, 214, 414 Círculo vicioso, 19, 20, 51, 52, 57, 60, 93, 98,
368, 390, 469, 476, 535 Asco (sensibilidad al>, 15, 16, 18, 43, 70 153, 157, 218, 220, 294, 305, 307, 335
visuales, 524, 532, 535 Ataque de pánico, 5, 6, 16, 21, 23, 37, 44, Claustrofobia, 42
táctiles, 145, 179, 535 46-54 Cleptomanía, 173, 186, 376, 377, 390, 391,
Ambiente invalidante, 448, 449, 450 esperado, 47 394
Amnesia, 112, 267, 268 inesperado, 47 Cociente intelectual (CD, 467, 474, 480,
definición, 525 Ausencia de remordimientos o culpa, 421 482, 496
disociativa, 110, 111, 112, 114, 260, 263, 264, Autismo, 463, 464 Cognición social, 49, 349, 350, 352, 356, 366,
269-270 de alto funcionamiento (véase también 368, 447, 448, 449, 452, 453, 475,
psicógena, 121, 125 Síndrome de Asperger), 469, 482 502, 507, 509, 514, 540
Amplificación somatosensorial, 290, 292, invariabilidad del medio en el, 465 Colitis ulcerosa, 214, 244
302, 303 rituales, 467, 476, 480 Comorbilidad, 12
Anestesia emocional, 112, 115 síndrome de Kanner, 463 Competencias, 220, 471, 506, 509, 534
Anestesia psíquica, 174 Autoconciencia, 90, 95, 261, 267, 347, 356 Comportamientos repetitivos centrados
Angina de pecho, 49 Autodirección 401, 407, 421, 429, 433, 444, en el cuerpo, 139, 177, 178, 179,
Angustia, 4 446, 452 180, 186
ataque o crisis de, 45, 149 Autoeficacia, 51-54,70, 81, 335, 450 Compulsión, 10, 18, 135, 136, 137, 139, 140,
neurosis de, 296 Autoestima 146-155, 476
trastornos por, 150, 298, 412, 429, 431, aumento de la, 241, 242, 245 Conducta(s)
432 baja, 14, 49, 81, 167, 212, 213, 216, 301, 403, antisocial, 118, 422
Anhedonia, 12, 14, 49, 174, 200, 203, 205, 429, 446 autolesiva, 445, 467
206, 352-354 dañada, 424 de enfermedad, 282, 284, 285, 292
Anomia, 532 desregulación de la, 426 de evitación y de seguridad, 90

555
l.,, 1!� Manual de psicopatología. Volumen 2

de salud, 305 secundaria, 289 Endofenotipo, 352, 502


de seguridad, 19, 79, 81, 82, 83, 85, 89, 90, tratamiento, 224, 226 Envejecimiento, 116, 523, 524, 534, 537,
91, 93, 94, 98, 100, 304, 316 unipolar, 234, 237, 249 538, 542
estereotipada, 466, 467, 468 y duelo, 212 Epigenética, 216, 245, 365, 481, 502,
Corteza orbitofrontal, 250, 477, 506 Desarrollo moral, 422, 423 503, 504
Crecimiento postraumático, 121 Desesperanza, 14, 121, 169, 205, 217, 220, 327 Episodio
Cuadro subclínico, 330, 333 escala de Beck, 223, 225 depresivo
Cuestionario teoría de la, 217, 218, 219 atípico, 206
Childhood Anxiety Sensitivity Index Despersonalización, 46, 47, 50, 110, 115, 169, mayor, 151, 204, 206, 209, 211, 240, 242
(CASI>, 17 260, 261, 267, 269 hipomaníaco, 240, 241
de Ansiedad Social CSAQl, 98 Desrealización, 46, 115, 260, 261, 264, 269 maníaco, 207, 234, 235, 237, 238, 240,
de Cualidades y Dificultades, 392 Desregulación emocional, 70, 94, 262, 241, 242, 249, 251
de Examen del Estado Mental para 273, 381, 436, 447, 451, 452, 456, mixto, 241
Disociación, 273 502, 509 Equipotencialidad (principio del, 39, 40
de miedo al sí-mismo, 162 modelos de, 61, 448-449 Error cognitivo, 216, 218
de Síntomas Disociativos Deterioro cognitivo leve (en inglés, mild Espectro, 464
y Somatomorfos, 273 cognitive impoirment), 524, 538, 539 afectivo y traumático, 85
de Sucesos Vitales (CSVl, 225 Diabetes mellitus, 253 bipolar, 237, 242, 246, 248, 249
de Trastornos del Humor (MDQ), 243, 248 Diagnóstico principal (o primario), 12 de la esquizofrenia, 179, 207, 364, 402
funcional de Pfeffer-11 CFAQ), 541 Diátesis de las psicosis, 168
Narcissistic Personality Inventory, 424 cognitiva, 217 de síntomas depresivos, 199, 204
Penn State Worry Ouestionnaire CPSWQl, de estrés, 50, 315 de trastornos obsesivo-compulsivos, 135,
57, 58 modelos, 218, 219, 304, 448 174, 177, 179, 432
Personality Inventory for ICD-11, 404 Dificultades de aprendizaje, 493 de trastornos somatoformes, 283, 284,
Positive and Negative Affect Schedule Dimensión 315
(PANAS), 13 desorganizada, 348, 351, 352, 354, 366 del autismo, 65, 66, 122, 152, 174, 463,
Culpa negativa, 349, 352, 353, 354, 366 464, 472, 494, 500
delirio de, 236 psicótica, 346, 347, 348, 354, 355, 357, internalizante y externalizante, 82
rumiación de, 140 366, 369 maníaco-depresivo, 204
sentimientos de, 115, 116 Discapacidad intelectual, 366, 389, 465, 467,
obsesivo-compulsivo, 136, 144, 151, 286
471, 473, 474, 480, 483, 494, 510
Esquema(s)
D Disforia por la integridad corporal, 286, 287,
cognitivo(s), 119, 216
288, 289, 317
Delirium, 66, 272, 384, 524, 526, 535, 540 Disfunción
depresógeno, 57, 96, 119, 209, 216, 217,
Demencia, 523, 324 219, 220
cerebral mínima, 493
estadios, 537-540 negativo(s), 220
vegetativa somatomorfa, 286
subtipos, 526-533 diagnósticos politéticos, 201
Disociación, 259, 260, 261, 262
con cuerpos de Lewy, 539 disfuncional(es), 85, 90
entre los sistemas de respuesta, 8
enfermedad de Hungtinton (EH), 532 Esquizofrenia, 65, 152, 166, 172, 174, 179, 206,
normativa, 260
enfermedad de Parkinson, 414, 525, 243, 246, 271, 272, 288, 412, 416, 417,
peritraumática, 118
531, 541 444
Distimia, 20, 25, 27, 56, 151, 207, 212, 213,
frontotemporal CDFTl, 532, 541 espectro de la, 345-369, 402, 410, 418,
214, 416, 427, 444
parálisis supranuclear progresiva Distorsión 420
CPSP), 532 cognitiva, 69, 361, 416, 418 infantil, 464, 469, 476, 484
tipo Alzheimer, 524, 526, 527, 531, de la imagen de Cash, 169 Estado de ánimo deprimido, 9, 207, 211, 213,
541, 542 perceptiva, 267, 269, 418, 420 214, 218, 220, 237
vascular, 529 Distraibilidad, 235, 245, 405 Estereotipia, 123, 177, 241, 351, 466, 475, 480
Depresión, 11, 12, 14, 20, 81, 83, 151, 199, 200, Distrés, 4, 7, 18, 22, 39 Estimulación
204, 219, 354 emocional, 328 cognitiva, 537, 543
atípica, 206 Dopamina, 215, 218, 250, 252, 353, 391, 502, crónica del eje HHS, 295
bipolar, 234, 236, 248, 253, 234, 236, 503, 505, 506, 507 positiva, 101
248, 253 Duelo, 63, 204, 211, 212, 227, 247, 297, 304, visual/auditiva/sensorial, 466, 467, 537
síntomas, 236 327, 333 Estímulo discriminativo (teoría dell, 39
catatónica, 205 Estrés, 4
círculo vicioso de la, 221 E ambiental, 265
clínica, 200, 206, 212 Ecolalia, 348, 466, 469, 474 estímulos de, 15
diagnóstico de, 207, 215 Edad mental, 247, 296, 500 psicosocial, 66, 328
doble, 204 Egocentrismo, 405, 422 respuestas de, 7, 326, 329, 335
estacional, 209 Embotamiento tolerancia al, 15, 18, 22
mayor, 38, 49, 80, 167, 173, 179, 207, 240, afectivo, 112, 115, 122, 352 Estresor(es), 10, 29, 56, 64, 66, 70, 116, 122,
243, 302 emocional, 110 124, 127, 129, 180, 206, 210, 220, 273,
recurrente, 210, 215 Empatía, 316, 368, 380, 384, 405, 407, 419, 310, 326, 332, 333, 335, 386, 402,
riesgo de, 208, 216, 217 421, 422, 453, 479 433, 510

556
Índice analítico ·I·.. 1:i!

Evaluación <véase Miedo a la evaluación) Hiperactividad (véase Trastorno por déficit de la sintomatología depresiva, 224
cognitiva, 52, 84, 112, 119, 296, 541 de atención con hiperactividad! de los principales constructos
ecológica momentánea, 99, 102 Hiperserotoninemia, 477 psicológicos causales relacionados
psicofisiológica, 99 Hipnosis, 259, 273, 282 con la depresión, 225
Evitación Hipocampo, 6, 213, 250, 273, 348, 365, 477, de los trastornos de acumulación,
activa, 39, 40, 177, 417 505, 534 tricotilomanía y excoriación, 185
de la enfermedad, 18, 43 Hipocondría, 10, 135, 138, 148, 184, 296-309 de los trastornos del control
Excoriación o trastorno de rascarse la piel, de la belleza, 137 de los impulsos, disruptivos y de la
135, 137, 138, 139, 144, 145, 151, 165, dermatológica, 137 conducta, 393
177, 178-180, 183 primaria, 297, 298 de trastornos emocionales, 24
Expectativa secundaria, 297 del TPL, 453
de ansiedad, 43, 44 Hipomanía, 206, 234, 243, 247, 248 del trastorno de estrés postraumático,
de resultado, 41 episodio, 207, 210, 211, 213, 234, 240, 241, 126
modelo de, 43 243 del trastorno dismórfico corporal, 184
Experiencia(s) Hipotálamo, 40, 250, 295, 365, 384, 390 del trastorno obsesivo-compulsivo
infantiles, 220, 268 Hipótesis (TOC>, 182
tempranas de rechazo, 416, 430 bioquímicas para el TEA, 477 y diagnóstico de los TP, 435, 436
traumática, 39, 41, 95, 119, 150, 154, 261, catecolaminérgica, 506, 507 Interpretaciones catastrofistas, 21, 51, 52,
271, 272, 274, 311, 336 de cerebro masculino extremo, 479 53, 54, 69, 70, 164, 297
vicaria, 42, 307 de evitación de la enfermedad Inversión pronominal, 466
Eye tracking, 99, 468 de Davey, 43 Irracionalidad (y fobias), 40
de la especificidad de contenido
F cognitivo, 222 K
Factores de la frialdad afectiva, 423 Kellner (modelo explicativo de la neurosis
i nterpersonales, 59 de la reducción de la ansiedad, 153, hipocondríaca), 304
peritraumáticos, 121 154, 155
Fenómenos disociativos, 125, 128, 260, de las monoaminas, 215 L
275 diátesis-estrés para el TDAH, 502 Lazarus (teoría de), 334
Flashback(s), 112, 118, 270 genéticas para el TEA, 477 Ley
Fobia(s), 3, 6, 36, 45 neuroanatómicas para el TEA, 477 de incubación, 41
a la enfermedad, 303 nutricional de TDAH, 504 de extinción del condicionamiento
a los animales, 80, 85, 86 Histeria, 9, 259, 260, 276, 281, 282, 283, 284, pavloviano, 39
específicas, 9, 11, 14, 19, 29, 35, 36-44, 310, 426 Litio, 202, 236, 250, 251
54, 70, 80 Hormonas, 214, 244, 262, 365, 507 Lóbulos frontales (disfunción de los), 480
simple, 10, 80 Hostilidad, 235, 356, 357, 378, 400, 405, Luria DNA-2. Batería Luria de Diagnóstico
social, 9, 63, 65, 80, 94 406, 408, 410, 422, 499 Neuropsicológico del Adulto, 534,
tratamiento, 69 541, 549
Focalización de la atención a estímulos I
internos y externos, 85 Ideas delirantes, 294, 347, 358, 364, 416, M
Freud 476, 535 Manía (episodio[sl de), 174, 206, 234, 238,
teoría de, 282 megalómanas, 354, 357 243, 247, 251
y pánico y agorafobia, 44-45 Identidad, 83, 149, 168, 169, 176, 260, 261, Maníaco-depresiva(o) (psicosis), 234, 247,
y los trastornos de ansiedad, 8-9 262, 263, 267, 268 346, 354
y los trastornos de la personalidad, 424, Imagen corporal, 83, 167, 168, 169, 174 MCMI, 224
426, 432, 434 Impulsividad, 126, 128, 137, 175, 180, 235, 236, Medicación antidepresiva, 227
Fuga disociativa, 260, 263, 269-272 376, 378, 386, 400, 401, 405 Melancolía, 200, 233, 234, 247, 252
Funciones ejecutivas, 163, 172, 205, 273, Inatención Memoria
349, 350, 382, 386, 467, 468, 475, como criterio diagnóstico del déficit emocional, 5, 6, 125
477, 478, , 479, 480, 501, 502, 506, de atención, 494-495 episódica, 85, 163, 269, 273, 501, 529, 534,
507, 508, 509, 523, 529, 532, Incubación (teoría del, 40, 41 549
540, 551 Indefensión, 14, 119 semántica, 269, 270, 528
cálidas y frías, 480 aprendida (teoría de la), 119, 216, 217, 218 Mentalización, 262, 349, 350, 365, 437, 448,
Inhibición conductual (sistema de), 57 451, 452, 455
G Inmunización, 296 Metacognición, 164, 169, 308, 309, 349, 350
GABA, 252, 365 Insight, 138, 139, 141 Meta-preocupación, 60, 61
Ganancia Insomnio, 14, 115, 126, 149, 203, 207, 235, Miedo(s), 4, 5, 6, 7, 8, 16, 21, 35, 36, 86, 154,
primaria, 309 236, 245, 280, 289, 301, 330, 367 155
secundaria, 309, 310 Instrumentos a hablar en público, 79, 99
Girificación, 477 de diagnóstico de síntomas y trastornos a la evaluación (negativa y positiva), 82,
disociativos, 273 83, 93, 98, 167, 170
H para el diagnóstico de TAS, 98 a la separación, 62
Habituación, 120, 154 para la evaluación al miedo, 51, 53

557
líl, t Manual de psicopatología. Volumen 2

a los propios síntomas de ansiedad, 15, 80 integrador Personalidad, 400


comunicativos, 40 cognitivo-evolutivo de P. Williams, 307 depresiva, 212
al sí-mismo, 162 de los trastornos depresivos, 221 inhibida o dependiente, 9
patológico, 119, 137 integrativo cognitivo-conductual. 52, 53 límite (véase Trastorno de la
relacionados con la COVID-19, 17, 18 metacognitivo personalidad límite)
y fobias, 37-48 de Bailey y Wells, 308 múltiple, 260, 262, 263, 268, 270, 423
Mindfulness, 61, 249, 274, 368 del TAG, 60, 308 resistente al estrés, 121
Modelo(s) SIBAM (sensaciones, imágenes, conductas, trastornos de, 83, 98, 116, 152, 167, 173,
alternativo del DSM-5 para los TP, 418, afectos, y significados), 262 174, 185 ,203, 237, 242, 245, 293,
421, 424, 417, 435 transdiagnóstico jerárquico de los 334, 347, 388
autohipnótico, 262 trastornos emocionales, 15-22 Piel (enfermedades de la), 135, 138
BASK (behavior, affect, sensation, tripartito sobre el afecto, la ansiedad Piromanía, 377, 388-391
knowledge>, 262 y la depresión (Clark y Watson), Placas seniles, 531
bifactorial mediacional de Mowrer, 39 12-14 Positive and Negative Affect Sea/es
biosocial de desarrollo del TPL (Crowell Modo (PANAS), 12, 13
et al.J, 448, 449, 450, 455 agónico, 88, 94, 96, IOI Preocupación ( worry>, 20, 55
cognitivo basado en la hiperventilación, hedónico, 88, 89, 94, 96, 101 ansiosa, 54, 57
50 Mutismo selectivo, 29, 35, 64, 65, 69, 70, dismórfica, 139, 164
cognitivo (Clark), 51 474, 484 Preparación (teoría de), 6, 40, 41
cognitivo del desarrollo de la hipocondría Priming (efecto), 85
(Warwick y Salkovskis), 296, 300, N negativo, 163, 164
305, 306 Neurastenia, 44, 45, 296 Procesamiento de información, 423, 533
cognitivo del TOC, 159, 170 Neocórtex, 5, 87, 528, 529 Pseudociesis, 286
cognitivo-energético de Sergeant, 508 Neuroendocrino (sistema), 295 Pseudodemencia, 260, 535
cognitivo tripartito del TP, 51, 52 Neurosis Psicópata, 422, 423
cognitivo-verbales y cognitivo-imaginativos de conversión, 263 Psicopatía, 384, 420, 422, 426
sobre la AS/TAS, 89 hipocondríaca, 299, 304
de Clark y Wells (1995), 89-91 histérica freudiano, 283 R
de Rapee y Heimberg (1997), 91-94 obsesivo-compulsivas, 138 Rasgos, 400
de Botella, Baños y Perpiñá (2004), psicasténica, 296 Realidad virtual, 99
94-96 vs. psicosis, 444 Receptores
conductista del TOC, 155 y ansiedad, 8, 9, 26, 44, 45, 80, 85 de dopamina, 252, 365, 503, 504
de «automejora» de Hamilton y Janata, Neuroticismo, 9, 13, 14, 15, 20, 21, 56, 57, 95, presinápticos/postsinápticos, 215
314 121, 212, 293, 295, 300, 304, 307, 336, serotoninérgicos, 168, 252
de aprendizaje interoceptivo, 51 400, 410, 430 Recaída, 240
de aprensión ansiosa CBarlow), 57 Neurotransmisión, 215, 365, 384, 390, 503, Recuperación, 210
de Cascadas Emocionales, 449 506 Recurrencia, 253
de comunicación social, 449 Noradrenalina, 215, 250, 251, 272, 390, 503, Redes
de condicionamiento, 119 505, 506 de apoyo, 110, 122, 125, 315
de doble vía de Sonuga-Barke, 508 Nosofobia, 299 de síntomas, 203
de evitación del contraste, 61 Reexperimentación, 112, 115, 116, 118, 125
de evitación emocional basado en la o Relación social desinhibida, 109, 123, 124,
preocupación CBorkovec), 57, 59, 70 Obsesión, 137 326
de expectativa de la ansiedad, 43 OMS (Organización Mundial de la Salud), Representación del self, 92
de hiperventilación, 50 135, 263, 325, 406, 494 Resiliencia, 121, 205, 296, 336, 447, 537
de inhibición conductual y autorregulación Onicofagia, 177, 178 Responsividad, 467
de Barkely, 507 Ovillos neurofibrilares, 531, 532 Retardo psicomotor, 205, 236
de intolerancia a la incertidumbre, 59 Retraso mental, 66
de la memoria de trabajo de Rapport, 508 p Rituales, 119, 137, 148, 153, 154, 155, 161, 163,
de los «Cinco Grandes Factores» de Pánico (véase Trastorno de pánico) 174, 177, 306, 418, 466, 467, 476,
personalidad (5GF), 400, 401, 403, ataq_ue de, 5, 6, 7, 16, 21, 23, 50 480
406, 408, 410, 432, 434 esperado, 47 Rumiación, 17, 19, 20, 22, 60, 84, 122, 138,
de los cuatro humores, 233 inesperado, 47 166, 205, 218, 220, 224, 236, 243, 269,
de los trastornos de adaptación de Botella, y agorafobia, 44-50 290, 297, 328, 338, 449
Baños y Guillen, 335 Paradoja neurótica, 40, 41
de red de síntomas negativos, 366, 367 Parafasia, 532 s
de Watson y Rayner, 39 Patrones de respuesta de la ansiedad, 8 Sensibilidad a la ansiedad, 15, 16, 20, 21, 22,
dual de comorbilidad con el autismo, 509 Penn State Worry Ouestionnaire (PSWQ), 43, 51-54, 70, 290, 304
dual de comorbilidad entre el TDAH 57, 58 Sensibilización, 126
y la dislexia, 508 Pensamientos intrusivos, 7, 18, 119, 122 Señal de seguridad (teoría del, 39
híbrido de clasificación de los trastornos Perfeccionismo, 15, 19, 22, 81, 83, 154, 161, Serotonina, 121, 137, 168, 215, 218, 224, 251,
de la personalidad, 446 405, 432, 434 384, 390, 391, 423, 477, 507

558
Índice analítico Cü�I

Sesgo atencional <y ansiedad), 84, 85, 91, de la auto-presentación (Schlenker de conversión, 9, 271, 283, 285, 289, 292,
95 y Learyl, 95, 96 309-311, 314, 316, 317, 426
Sí-mismo, 162, 261, 267, 268, 272, 400, 402, de la disociación estructural, 262 de estrés postraumático <TEPTl, 7, 35,
404, 406, 407, 426 de la indefensión aprendida, 119 109, 112-121, 128, 149, 152, 185, 221,
Signif icación clínica, 56, 109, 328, 329, 332, de la indefensión-desesperanza, 14, 216, 222, 271, 274, 311, 333, 337, 447,
510 217, 218, 219 448, 456, 501
Simulación de la mente, 349, 350, 351, 354, 452, 453, de evitación, 10
de la enfermedad, 282 456, 467, 478, 479, 509 de la identidad disociativo (véase
y trastorno facticio, 311 de la representación dual de Brewin, 120 Personalidad múltiple>, 268
Sinapsis de los estilos de respuesta de Nolen- de pánico <T Pl, 3, 10, 35, 37, 44-54, 63,
del estriado, 507 Hoeksema, 217 69, 70, 81, 83, 119, 151, 156, 204, 286,
neuronal, 251, 503 de preparación de las fobias, 40 293, 301, 311, 447
Síndrome de redes, 203 de síntomas somáticos <TSS), 10, 272, 283,
«afaso-apracto-agnósico», 526 de señal de peligro de Freud, 9, 45 284, 285, 286, 291-295, 316, 317
de Asperger, 418, 465, 469, 471, 475, de señal de seguridad, 39 del control de impulsos, 118, 138, 376, 377,
479, 482, 485 de Watson y Rayner, 39 392
de Briquet, 282, 283 del aprendizaje inhibitorio, 155 del espectro del autismo <T EA), 66, 122,
de Ganser, 260 del estímulo discriminativo, 39 152, 463-485
de inmunodeficiencia adquirida, 214, 525 del procesamiento de la información, 119 depresivo mayor, 20, 46, 49, 50, 56, 173,
de intestino irritable, 49 del procesamiento emocional, 154 186, 206-212, 238, 329, 331, 333, 419,
de Rett, 469, 471, 475, 484 dopaminérgica, 506 444, 448, 498
neurótico general, 9 explicativas del TEA, 476 destructivo, 375-394
Síntomas ambientales, 480 disfórico premenstrual, 204, 213, 227
de primer rango 348 biológicas, 477 dismórfico corporal (TDC>, 19, 83, 135, 137,
negativos, 112, 271, 346, 350-358, 362, psicológicas, 478 148, 164-171, 183, 285, 288, 299
367 de la coherencia central débil, 478 disociativo(s), 7, 9, 259-276, 289, 310, 311,
positivos, 112, 273, 346-349, 352, 354, de la empatía-sistematización, 476 312, 452
356, 364 magnocelular, 480 de identidad, 263
psicomotores 351 explicativas del TDAH, 502 del movimiento, 263, 283
psicóticos, 152, 207, 211, 234, 236, 240, biologicistas, 502 especificado(s), 265
244, 253, 271, 314, 346, 349, 357 cognitivas, 507 no especif icado, 265, 271
Sistema psicológicas de los trastornos distímico, 212, 204, 219
límbico, 252, 384, 386, 423, 504 bipolares, 247 esquizotípico, 138, 360-361, 410, 419, 420
neuroendocrino, 295 sobre el «miedo al miedo», 45 facticio(s), 259, 260, 272, 285, 288, 289,
Sociopatía, 293, 420 Terapia cognitivo-conductual 311-315
Somatización, 235, 262, 268, 271, 273, 281, transdiagnóstica <TCC-Tl, 19, 22 trastorno hipocondr íaco, 299, 309
282, 283, 284, 286 Transdiagnóstico, 267 obsesivo-compulsivo (TOO, 7, 10, 35, 80,
Subtipos de trastornos adaptativos Trastorno(s) 118, 135-187, 271, 285, 288, 299, 301,
en el DSM-5, 327 alimentario, 7, 18, 20, 37, 83, 167, 174, 186, 306, 307, 403, 411, 416, 420, 447, 475
Suceso(s) 447, 452, 456 por déficit de atención e hiperactividad
estresante, 118, 124, 175, 217 antisocial de la personalidad, 381, 386, (TDAHl, 236, 237, 245, 378, 381, 386,
vitales, 9, 64, 124, 150, 269, 271 446, 452 452, 493-514
Sueño (alteraciones y trastornos deD, 56, 112, bipolar <TBl, 49, 83, 179, 201, 213, 227, por malestar somático, 286, 287, 317
116, 227, 250, 271, 356, 468, 483, 504, 233-254, 272, 349, 354, 360, 378, somatomorfo, 7, 19, 20, 135, 138, 286, 299,
510, 535 418, 444, 501 305, 431
Suicidio, 50, 115, 149, 151, 167, 168, 210, 223, de ansiedad, 4, 8, 9, 10, 23, 35 de la personalidad, 415
227, 233, 236, 238, 239, 251, 270, 330, clasif icación, 11 antisocial, 420-423, 388, 420-423
356, 357, 368, 405, 445, 447, 452, de separación, 3, 10, 35, 37, 61-64, de la personalidad esquizotípico, 418
456, 497 69, 119 dependiente, 415
generalizada <TAGl, 3, 10, 54-61, 68, 69, disocia!, 494
T 70, 81, 118, 179, 213, 237, 329, 331, 373, esquizoide, 358, 417 , 418
Teoría(s) 412, 447 explosivo intermitente, 376, 377, 381,
bifactorial de Mowrer, 153 por la enfermedad <TAE), 286, 296-309, 382-384, 498
cognitiva de la depresión de Beck, 216, 316, 317 hipocondríaco, 299, 309
217, 218, 219 social, 17, 18, 54, 62, 65, 77-102, 167, histriónico, 293, 426
cognitiva del pánico (Clark), 51, 70 186 límite, 7, 18, 20, 56, 444, 448
cognitivo-conductuales generales, 169 de adaptación, 80, 304, 325-338 narcisista, 415, 426
de Lewinsohn, 219 de apego reactivo, 109, 122, 326 negativista desafiante, 63, 213, 376,
de los marcos relacionales, 169 de comportamiento disruptivo y disocia!, 378-382, 386, 394, 473, 483, 494, 498
de autoeficacia de Bandura, 51 377 paranoide, 451-417
de incubación de la ansiedad, 41, 53 de conducta (TCl, 63, 376, 377, 381, psicóticos, 118, 168, 174, 368, 419, 499
de la alarma de asfixia, 50 384-388, 422, 496 breve o agudo y transitorio, 347, 361

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�t Manual de psicopatología. Volumen 2
esquizoafectivo, 227, 244, 253, 271, 354, Tricotilomanía (o trastorno V
358-360, 423 de arrancarse el pelo), 135, 137, 176, Vulnerabilidad
esquizofreniforme, 347, 358, 419 177, 180, 183 ..
biológica/psicológica/social, 15, 97, 98,
somatoformes, 138, 281, 283, 284, 285, Triple sistema de respuesta de la 180, 216, 219, 221, 223, 336, 423, 448,
292, 295, 316, 427 ansiedad, 7 449
Trauma, 261 cognitiva, 39
Tríada cognitiva, 247 u familiar, 175
negativa, 212, 216, 217, 218, 219 Urgencia (apremio, impulso), 139, 146, heredada, 121
positiva, 248 152, 153 y resistencia al trauma, 120

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