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PERSPECTIVA TRANSGENERACIONAL EN LA TERAPIA DE PAREJA.

EL TRABAJO CON LA FAMILIA DE ORIGEN

Dentro de la corriente transgeneracional, se distinguen varios autores como por ejemplo,


Bowen, Boszormengy-Nagy, Willi, Wynne y Stierlin, principalmente. Este enfoque surge de la
sistematización de la experiencia clínica de la psicoterapia y de la integración de distintos
modelos.

A los terapeutas transgeneracionales les es importante considerar los mecanismos inconcientes


que fluyen en la pareja, la historia de cada cónyuge con respecto a su familia de origen y de
cómo éstos influyen en la dinámica de la pareja. Desconfía de la lógica lineal, acentuando la
importancia de la autorregulación del sistema; en su visión, la circularidad y la historicidad no
son antónimos, sino partes de un todo; de hecho, ven al pasado como necesario para entender
las relaciones actuales, pero no suficiente.
Existen conceptos importantes dentro de la teoría de los sistemas familiares, como :

TRIÁNGULOS:

Reacción a un dilema de la relación de pareja en que uno de los miembros busca la fusión
con una tercera persona, donde hay dos miembros integrados y uno excluido.

PROCESOS EMOCIONALES DE LA FAMILIA NUCLEAR:

Opciones de resolución de tensiones, que se pueden manifestar en varias formas: distancia


conyugal, conflicto conyugal, disfunción de uno de los cónyuges y problemas en los hijos.

PROCESO DE PROYECCIÓN FAMILIAR:

Manera en que los padres transmiten su indiferenciación a sus hijos.

DIFERENCIACIÓN DEL YO:

Manera en que se maneja la individualidad y la fusión.

TRANSMISIÓN MULTIGENERACIONAL:

Flujo de emociones través de las generaciones, generando la percepción de la unidad


emocional en la familia multigeneracional, a ritmo variable.

CORTE EMOCIONAL:

Formas para negociar la fusión no resuelta con al familia de origen, aislándose o


separándose de la familia parental. Refleja, resuelve y crea un problema.

POSICIÓN ENTRE LOS HERMANOS:

Expectativas funcionales sobre la posición de los hijos.

PROCESO EMOCIONAL SOCIAL:

Fuerzas hacia la individualidad y la fusión que se dan en la sociedad al igual que en las
familias particulares.
Para Bowen, la base está en la diferenciación del yo, es decir, entre el yo y el objeto. En los
sistemas de relaciones humanas hay dos fuerzas que debieran permanecer en un equilibrio
dinámico, una fuerza hacia la autonomía y la otra hacia la fusión, que se acentúa cuando las
personas se encuentran ansiosas; las personas con similares necesidades de unión se
atraen y llegan a formar relaciones potencialmente largas (complementariedad emocional).
Afirma que las personas pobremente diferenciadas de su familia de origen establecen
relaciones caracterizadas por la fusión con su pareja y su familia actual. Existiría un
continuo en el que un extremo estaría constituido por los dominados por un sistema
emocional automático, poca flexibilidad, poca capacidad de adaptación y bastante
dependencia emocional; en el otro nivel se encontrarían los sujetos bien diferenciados,
presentando rasgos opuestos. Mientras más alto es el nivel de diferenciación en una pareja,
más probable es que puedan sobrevivir a una crisis matrimonial.

Willi, distingue el concepto de colusión, que se refiere a la complementariedad rígida en el


rol que asume cada uno de los miembros de una pareja, expresándose en la división de las
conductas progresivas y regresivas. Los conflictos expresados por medio de este fenómeno
se relacionan con la falta de elaboración de las dificultades vividas en la familia de origen,
que impide la diferenciación del self y objeto.

Otro autor, Lemaire, acentúa el carácter defensivo de la elección de pareja, especialmente


por el conjunto de mecanismos de defensa en contra de las pulsiones no integradas en el
self. Según él, lo que se espera y elige son las debilidades del compañero, para percibirlas
en el objeto y no en el sujeto.

Wynne observa que cada integrante de la pareja tiende a mantener alejados de su


conciencia algunas características que le son desagradables, localizándolas
inconcientemente sobre su compañero (intercambio de las disociaciones).

En esta disciplina se distingue el aporte de Boszormengy-Nagy, con su concepto de


lealtades, afirmando que toda relación con la familia de origen y familia actual tiene lazos
de lealtades más o menos inconcientes que constituyen los lazos de pertenencia y de
identidad grupal; es probable que se deban a una insuficiente diferenciación del self y estén
determinadas por el intento de equilibrio entre el dar y recibir (principio ético relacional).
Las lealtades comienzan a necesitar una intervención cuando las verticales son superiores a
las horizontales y comienzan a determinar dificultades en torno a la relación actual. El
concepto de colusión explica la repetición del conflicto histórico de cada uno de los
cónyuges y el de las lealtades define un contexto motivacional interpersonal que impulsa
esas repeticiones: lo que se da en la elección de pareja y en la construcción de la colusión
es la transferencia de las lealtades, buscando compensar o reparar el conflicto anterior. Es
en torno a la organización de las parejas parentales donde se construye la referencia que
conducirá al sujeto a modelar su propia interacción diádica.

En terapia familiar, se enfoca la conflictiva relacional del motivo de consulta en base a tres
dimensiones:

1. Una dimensión intrapsíquica individual, formada por la internalización de las


relaciones objetales primarias que se expresa en el mayor o menor grado de
diferenciación entre self y objeto.
2. Una dimensión intrapsíquica relacional, que consta de los mandatos
transgeneracionales, que se expresan en la necesidad de elegir un pareja que
refuerce las defensas de aspectos propios que dificultan las lealtades verticales.

3. Una dimensión extrapsíquica relacional que consiste en el tipo particular de


complementariedad, expresada en pautas interaccionales que refuerzan la colusión
determinada por las dos dimensiones anteriores.

No aparecen paralelamente y con la misma intensidad en cada caso, sino que dependen del
tipo de construcción de las parejas, las resonancias, ensamblajes y de la relación particular
entre la pareja y el (los) terapeuta(s).

A la hora de construir la hipótesis que integra los aspectos transgeneracionales que influyen en
cada sistema terapéutico, es importante tener conciencia que es sólo una invención entre el/los
terapeutas y la pareja y que puede (debe) ser reformada, enriquecida y amplificada durante
todo el proceso de terapia. Es aquí donde entra en juego el concepto de "resonancia" de Elkaim,
que se refiere a los ensamblajes constituidos por la intersección de los sistemas que comparten
un mismo elemento, es decir, las ideas y sentimientos que surgen de los contenidos y
experiencias similares, en referencia a la construcción de lo "real" dentro del sistema
terapéutico particular. Sin embargo, es necesario tener en cuenta que, de llevarse por las
primeras impresiones, se corre el riesgo de trabajar en torno a un contenido ligado más a la
propia historia que a la de la pareja.

En el proceso terapéutico se llama inducción al proceso en que la pareja intenta transferir a


los/el terapeuta sus propias reglas de interacción. Frente a esto, el terapeuta puede adoptar
una posición distante afectivamente o aceptar el juego propuesto por la pareja, desarrollando
una intervención en "triangulación voluntaria", de la que es necesario saber salir en el momento
oportuno para poder llevar a cabo el rol de observador y corrector de conductas.

Los procesos de recolección de información, construcción de hipótesis y recreación del


sistema terapéutico se llevan a cabo en cada sesión, mezclándose en el camino. En este
proceso, el terapeuta usa su self, su historia y su presente como herramientas terapéuticas
para que, unidas a los demás elementos, sea capaz de comprender y redefinir la
problemática actual presentada por la pareja.

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