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. CHARLES N. COFE~,._._
MOTIVACION ..... .::: "
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EMOC10N
7,· Edición
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BIBLIOTECA DE PSICOLOGIA
(Dirigida por José M. Gondra)
MOTIVACION '
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EMOCION ~. . .' .
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BIBJ;.101J;CA' DE PSÍCOLqGIA
DESCrJtE DE BROUWER~ <,
Tmdo origimII de la obra: MOTIVATION AND EMOTION
AntÑ' , t.ruIIIatica from the English-language tdition publisbed
'" Scott, Fon:sman .and Company, Glenview, Illinoill. uohnt States
of America.. Copyright 197~ in the United States of América by Scott,
Foresman and Company. AH Rights Reserved ••
ISBN 84-330-0357-7
DEPOSITO LEGAL S. S_ 472.'83
t ......... __ ~ S. A. - E,rrikobor .... kol.o. 2 . Zoroul:z ,-''1-983 ,_'
'. F~·
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INDICE GENERAL
Presentación 11
Prólogo 15
-INTRODUCClON
1'RAsroNOO Hm"OlUCO 19
Concepciones racionalistas 20
La evolución de las concepciones motivacionales 21
Filosofo 21 '
lbsu.rgir dll Racionalúmo 23
Biologia 24
PsitJUi.atria 26
Psicol()gís29
2
CONCEPTOS MOTIVAClONALF.S
y SU SITUAClON_'IEORlCA 33
LA REACCIONNEGATIVAA LOS lN'!'t'INTOS 33
EL JMPULSO 35
El impulso como 'estimuJo interno 37
Pruebas contra la teoría local 39
HtlRlbrt 39
Sed40 '
Sexo 40
El impu1so como estado central 40
l. Actividad gmtral " «tsponMn«l)) 41
2. Pnúldiddad 42 _
3. Conducta&onsumatom 42
4. Estudios hechos cm la esja de obstmedMJ 42
5. Hambres tspedficas 44-
6. Hormonas 45
7. Re.fiurzo45
LtJ natumlna del impulso _ estad» cmfral 45
DlFlCUL'l'ADlIS CON LA TEORlA DEL lMPlJ'UO 48
Interpretaciones alternativas 48
Factores no-homeostáticos 51
Problemas con el impulso secundario 53
ALTERNA'l'1VAS AL IMPULSO ..·13 "
Incentivos 54
Refuerzo 55
LA SI'l'UAClON' TEOR1cA.])E. LOs CONCEPTOI MO'l'1VACIONALES 55
a
3
ASPECTOS BIOLOGICOS DE LA MOTIV AClON 59
LA VUELTAAL INSl"INTO: EroLOGIA 60
EST~ CON RASE BIOLOGlCA 66
Hambre 66
Sed 72 ..~
Motivación sexual73
Dolor 78
Conclusión 80
..
.EMOClON83
TEORIAS PRIMmVAS 85
PAUTAS l'lSIOLOGlCAS y MECANISMOSNERVIOSOS 87
Pautas :lWológiellRgg
Mecanismos nerviosos 89
TEORlA DE LA AGTIVAClON' o DE LA. EXClTAClON 90 •
DB'll!.RMINANTB3 BITUAClONALl!S DE U. JOfOCION 95
DrMENSIONES DE LA EMOClON 99
5
ESTlMULACION EXTERNA 103
AanvmAD v JUEGO 103
F.m<ODIOSDE LA ESTIMULACION EXTl!;llNA 106
Exploración locomotriz: 106
Manipulación de obietos 108 _
Tiempo de elección e ínspeceién 109
Aislamientr, sensorial y social 112
Aislamimts sen.wrUd 112
Aislamil/tlt" sDnal1I5
INTERPRETACIONES TEORICAS LI6
6
INCENTIVOS Y REFUERZO 119
y nORIAS na INCENTIVO. 120
INCE.\~TIVOS
Efectos y características de los icentívos 120
Teorías del incentivo 124 .
REroRZAl)ORES y THOlUA DEL REFUERZO 131
1
ALGUNOS SISTEMAS M011V AClONALES EN EL SER HUMANO 143
llIP1Juos ADQ.U1ltlDOS 144
SISFE!oWi MOTI:VACIONALES 141
Actuación y problemas de medida 148
Rendimiento y miedo al fracaso 149
Afiliación, dependencia y aprobación J57
Agresión 162 "
Miedo y ansiedad 166
.4müdad de cue.rtimuJ_ri4 167
AjiliadÓII 168
CoNSID.EllAClúNES .~. 171
INOIeR GJ!,~RAL
8
CONFLICTO Y TEOlUAS·
DEL EQ.UJLJBlUO O DE LA CONSECUENCIA 111
CONFLlal'O 173
Tipos de coiúlicto 174
Teoría del confficto «Acercamiento-Rechaee» 175
TEORIAS DEL EQUILIBRIOO DE LA CONSISTENCIA177
Trasfondo 177
Disonancia cognoscitiva 180
Experimentos ilustrativos .184
Evaluación 187
!J
CONCLUSIONES 189
BIBLIOGRAFIA 195
INDICE DE AUTORES 201
INDICE ANALlTlCO 211
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prttemJa abaNar todos los Ufltt#. edila lI1W de estos tiolúmenes-ha sidq preparado
por .1m espedt1/i.rfaque, no sólo da mfMmtu de.1t1I ronorimienla cMlplelo de la si-
tuación artual de ni Ctlfllpo, tanto por lo qHt al con/mido como al método se reft"',
sino (jJlt nos prumla asimismo JIIJ tratamiMto qriginal.1 creadar de dicho material.
Bstos valtímenes son ml«bo más que la tfpka visiÓftJ'1l/le11idal,hechaconfármll-
lar uler~tJtipadaJ; de un tema. En cada lino de ellos h"y /"gtW'parn u/e tipo deanálisis
origilldl de un problel1t(1..qttr 110 podio tmers/! en otros tiempos en lIIIa lectura in-
trodfICooa. Cada IIttllo dentro de ulll serie es itltkpendilnfe de 1MJe",á.r tI/ultu.
Todos han sido redactados como Hf1 lodo, de .ftIef'te que fJlera posible el tleIJlIrhasta
el mtÍximo la 4111plihiden el tratamiento rle la P.ricolo¡ja, con Hfl minimo de repe-
ticiones y r~dunddncias. No hay I/olumen alguno 'j1lC sea absolutammte necesario
_ptTrala comprensión de otro tlolnmen cualquiera de uta seri«. Es preeis« recordar
al mismo tiempo, no abs/(1.fI/e, qt« ti volumen primero, lI1IIl Introducción a la
Psicología, da el lona par« toda la nrie,y trata de exponer la nlafión existente
entr» los diversos temas. Deseamos, aparte de ello, constatar tj1I4 se da 1111 número
c01Jsid"able de mutuas riferencias entre Io.r diversos volúments.Y un ¿eno gemral
di integración de los dijerentes hechos y teorías que ptrfenecen a materias diversas.
Yall1l mando es ptrJad que los titulos Ion ind~pcndientu mtre .tf y como tales pueden
JtT' empleados, no puede tampoco dijar de tenerse en cuenta que forman parte d~
tma más a,mplla, coordinaJay comprensiva visión e interpretetcMn J(f la Pslca/agla.
Propósilo de esta serie er el aportar flexibilidaJy conocimiento de la ma/eri",
/Iittto para ti profesor como para d alll1llTlOro est« CNt'SO inicial. Ld serie puede
.ser-adaptruJa a loda Una vorüdad d~fines _alivo!. El profesor pwde 111try bien
y preparar sna gama de unidades de IU/llra. con el contenidfJ,acentuación
solucjoff(J1'
J ortkn, que a él más aprfJpiados le parezcdll, y ellfJ St lUoflloddrá a la intendon
gtmra! y tI la orientación de ulc CM.fO. Puedl, por deinplo, btUar !II CMSO en di-
jertnfe-.t temas selectos, cadd fITIO de los CHa/u qu~da Juarro/lado en 1{fJ volumen
aparte. ~ pudiera también, C01ll0posibilidad alternativa, usar d~ IIIIlÍni(O volu11J~n,
para llenar JIIJ vado Opara un desarrollo Hlttrior de Hfl tema d6 especial impar/anda.
Plltden asimismo IIsarse volúmenes de esta serie etI tmión ton libros dI: texto más
geMrokr o con el libro medular in;cial d~ la serie. Es ad~11Jáscomprensible que
1I1U111 otro tk tstOI vo/_t!fI(J,I Plledan ser de. ntilid4d m "",sos ulteriores. COlIJO I~c-
tllra prdiminar para el alll11Jnoqu~ no se hal!~sfljicienh",ttIIl: preparado para
enfrmtarn ófJ1l en tema a I!SI~nivel, () como suplemento IJNI! desarrolle 81fondo de
tm kma rilacionado con el mismo. Habida cumta de la calidad de lo.r autores de
esta serie, pflede sentirse 81prrifesrJr ple1Ul1lJmleconfiado en SN selección, rin recelo
algllllO ame desigttald4á de ~alidad, superfidaliJad o repeticiones. Esta strit poste
lUla gamll de IIS()S en diferentes niveles educaciotralu, que dtpmderán de las sece-
sidatks del a/¡lhl1w. tk la finalidad del curso y de la m:atividad e imagil1llci¿n del
profesor. '
Este pohmm, Motivación y Emoción, redactadfJ por Charles N. Cofer,
trafa l1li campo (j1II! es central parl1 la comprensión del comportamiento, tanto
hllf1/mw COII/O OIIÍma/, J q_IIe ha txptri",enfat]o (amblol revolucionarios en l/u úl-
timas dlcttdas.
Casi todo el campo tk la Psieologfa, y en general en las ciendas fjfII! 1r4ltm
del comportamimfrJ, han ~s presupuestas motivaciOflale.ry se plantea problemar
PllES:ENTAaION 13
tk la misma Ittiok en torno a los UtltmtlOl IJII' pnfim o trat« de hall41' el orgll-
nimio. en torno a Ills (oMk;o!les fJf" ¿lIna·¡¡ml.rmo estahluer o trllta de evitar,
y-a las sillll1done.r ljIIt ;nmmentan, tlismimryen D 11I1lntienen1111e.rftlerzoen el tom-
porlamienlo. Lar tíllimlls illvuJigado!le.r exigen, CD11IOID ha de11loslratfode la
manerA más palpable ti profuor Ctifer. que cambiemos la eontepúrJn de la moti-
vadrJn tpI tradidonalmente hUllos 1f1n.11tmitÚJ. Las tllOrlIU sobre el imptllnJ. que
el tiempo habla fonsagradoy qfl/l conreblan al comportamiento romo algo que es
/llovido áll manera tIJItomátka por lI1Ia exeiwiÓII intertJlZ, han de ser retlÚ'odIU m
pun/os de imporfancia. Más afÍn, romo el mismo Cofer /o 11I11Utra,u menUM
pru/ar una mayor atención al papel de los mecanirmo.r innatru IIIJ el romporta-
miento. AJ,pndrJ$e.uno. vez 111M de /01 pllllf6S de vista tlifmáiJos fJ1I añM ll1IIerior-el.
carga el/tren/o menos de lo que .habia sido eorrimte mire los psKólogos experi-
menta/es, In ton#deradonu sobr« la troda del aprendizaje. Cambios totltn irtu
que lim~n profundas implitaúones paTa numra inh/mirJn de lar ftmdes del com-
portamiento.
Estamos convencidos de que n1ll1stror lectores hallaráff este libro Iltra&tivo.
moderno 11 ¡nteruante por .!H planteamiento de problemas. Es _posibk ljTII! 1I'RUIror
en t_ a la 1I1OtiDadrJn.1a la
Jet/ores hf[YIlII de resisar algunas de sus 1I()&ioneS'
emodón,y que hayan de plantearse 1JIIeVOS problemas en torno 11estes ideas, -pero,
a fin de cuentar, en esofundamentalmente tOllsúte la edJmJtiún.
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CotUtillfJe parll mi lIIIIl satisj'auión el reeorÓiJr itl extrtJOrJintlritt ~
preslatla por Id smora Esther forJan, que pasó ti máqtnna todo mi mdIJlIS&rÍ/o.
Parll ella sea el agraJedmienlo tÚ IIIJ() fjlie CO'"'" k deficiente de SIl cllligrafta, La
tlltima nJd«i6n Jet IIII11111KTiIo 11M Jiestrllfllente 1IJt(tmografiaJo por la señora
BetJW!1Stickler.
. Charte; N. CoftJr
Utlivmiámi Park. Peflll.!JlvlZ1lÍlZ
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ql1e se hallan más allá de las causas que tienen que ver con la inteligenci~...,.'-c'. ~
o con percepciones exactas del mundo. Lo que equivale a. decir que tanto .~.~_;/r>
motivación como emoción se hallan más cerca. de 10 que ~ntendemos por' r ;,.,;..:~
«naturaleza humana» de lo que puedan estarlo expresiones .como JetI- ;, .; ¡_.¡
Jación, percepción o cognición. . ., .:
Sean cuales fueren las razones de ello, tanto la motlVtlCJOncomo Ji. - ~,-
'f7:.<-':-
emQCiónhan tenido una amplia difusión en este siglo. No siempre fue asf,' /7-:: .
...
~.......
~"7._~~
TRASFONDO HISTORICO
Se ha dicho no pocas veces que se dan dos o más concepciones de la
naturaleza humana incompatibles entre 51. Según una de ellas, es el hombre
algo esencialmente racional, un ser que escoge y quiere, UD ser que co-
noce las fuentes de su comportamiento, y que es consciente de las razones
que a este comportamiento concreto le empujan, y por ello plenamente
responsable del mismo. El otro punto de vista sostiene a veces que el
hombre es por naturaleza un ser irracional y que lo mismo sus impulsos
que sus deseos han de ser refrenados por la fuerza de las sanciones sociales,
A1irmaciónparalela a ésta es la de decir que el hombre se ve empujado
y arrastrado por las fuerzas de su propia constitución y las tensiones que
le rodean, y que es en gran medida inconsciente en 10 que a las fuentes de su
acción se refiere. Lógicamente, quienes hacen suya esta explicación poco
habrán de acentuar la responsabilidad personal.
., 20
+- MOUVAroON y E~oaON
Concepciones :racionalistas
Por supuesto que los animales no se hallarían, según csa misma con-
cepción, dotados de razón, pero tendrían «impulsos naturales» o ins-
tintos, colocados en ellos por el Creador «para guía de la criatura en la
consecución de fines que le son útiles, y rechazo de los perniciosos» (Wilm,
1925, p. 40). Esta formulación, a la que ya. los Estoicos en la época griega
habrían llegado, es precursora de la noción de instinto empleada, con
algunas pequeñas diferencias, en siglos posteriores.
La evolución de las cOGeepdone;s motivaci,onales·
En el siglo XVII comenzaron a adquirir alguna fuerza, cosa que no
habían lograda las ideas más mecanicistas ,de: los primitivos atornicistas
griegos, como Demócrito, y de los hedonistas, como Epicuro, algunos
movimientos que: se separaron del Racionalismo. Fue necesario aún, no
obstante, quc pasasen un par de siglos para que llegasen a su pleno e~-
pIendor las nociones morivacionales, COsa que sucedió en las décadas
motivacionales de este siglo. (Como más adelante nos será dado ver,
esta lozanía ha tendido en los últimos años a dar señales de marchitarse
y agotarse). Se dan diversas tendencias de importancia, las que se ven
en Blosoffa., biología,' psiquiatría y psicología, Se ha dado asimismo más
de un resurgir del racionalismo, bien que de una forma un tauro diversa
de la q\le hace un instante acabamos de sintetizar de manera tan .breve,
En este desarrollo múltiple vamos a :fijarnos ahora.
Fil()"ofla
Acaso no supusiera un alejamiento demasiado grande de ideas an-
teriores a Descartes (1596~1650) el hecho de afirmar que los animales
son autómatas, cuyas acciones brotan como consecnencia de fuerzas,
bien sea externas o internas, que mueven sus músculos. Un paso de im-
portancia constituyó, sin embargo, el hecho de que Descartes mantu-
viera que también: en el hombre actuaba un mecanismo semejante. No
obstante, Descartes mantuvo que esta concepción mecaniclstica no cm
suficiente para el hombre, ya que éste poseía unalma que actuaba con-
juntamente con el cuerpo en la glándula pineal del cerebro, y podía in-
fluir en el curso de los «espíritus animales» moviéndolos a través de los
«tubos» neurales. Eun esos espíritue los directamente responsables del
movimiento de los músculos, El alma, al razonar y ser, racional, colo-
caba al hombre más allá de una concepción ffsica, mecánica. De esta ma-
nera preservaba. Descartes las características del cuerpo y de la mente,
permitiéndoles la interacción en el (Cuerpo pineal.\ .
Una ruptura más fundamental] con las tradiclones del pasado tuvo
su origen en determinados filósofos ingleses, comenzando con Thomas
Hobbes (1588~1679)y prosiguiendo con John Locke y David Hume
hasta James Mill y el hijo de éste, Jobo Stuart Mill (1806-1873), para.
no citar más que los nombres más importantes. En el centro de l2S for-
mulaciones de estos filósofoll, se hallaban, en uno u otro grado, dos ideas,
22 MO'ITVACION y ~MOC!ON
PJü¡lfiatrla
Los influjos a que Wundt se vio sometido eran, como ya hemos dicho,
en primer lugar de orden filosófico y fisiológico. No parece que la bio-
logía evolutiva haya tenido un impacto de importancia en la labor de este
laboratorio o de otros semejantes.
De todas formas, la evolución tnvo ciertamente un impacto sobre
la psicología, Este efecto es visto, acaso por primera vez, en los estudios
sobre la inteligencia animal que aparecieron poco después de que se diera
a conocer ampliamente la teoría de la evolución. Ya los Prmáplu rif P.ry-
chofogy de William James, aparecidos en 1890 mostraban los efectos de
la teoría evolutiva. James fue el precursor de una nueva escuela de psi-
cología que se desarrolló entre los años 1890 y 1910 Y c:j_uc'fue conocida
como psicologfa funcional. Lo que a esta escuela distinguía era el hecho
de que, cuando estudiaba la consciencia, deseaba saber para qué servía
la consciencia, cuál es su papel en el organismo, cómo ayuda en la adap-
"tacióna un medio concreto. Y, como es natural, tanto el comportamiento
como la consciencia se convirtieron en un tema importante de estudio.
Uno diría que los funcionalistas se hallaban interesados, no tanto en la
consciencia cuanto más bien en todos los medios de adaptación que fueran
de utilidad para JO!! organismos. Desde este punto de vista podian ser
estudiados leg1rimamente observadores no entrenados -niños, enfermos
mentales, los mismos animales- toda vez que la introspección no era
para el funcíonalista el único método apropiado de investigación.
La interpretación funcionalista se extendió rápidamente, muy en
especial en los Estados Unidos, en los que llegó a ser, y continua siéndolo
en cierto sentido, el punto de vista dominante. Debido a la importancia
que atribuia a la adaptación, le eran de suma. importancia los conceptos
motivacionalcs. En el próximo capitulo trazaremos la evolución de los
conceptos motivacional es dentro de la tradición funcionalista. Más antes
de que lo hagamos, queremos fijarnos, en lo que nos queda de este ca-
pitulo, en el concepto de instinto, en especial como aparece en los escritos
de William McDougall.
James ha escrito que el hombre posee mayor número de instintos
que cualquier otro animal, y los funcionalistas, a su vez, incluían a los
instintos entre las fuentes fundamentales del comportamiento. Ninguno
entre ellos, de todas formas, si exceptuamos acaso a. Freud, habló como
McDougall del papel todopoderoso que los instintos desempeñan. Y no
creemos exagerar cuando decimos que es posiblemente el padrinazgo
de McDougall respecto del papel de los instintos, el que hizo que los
conceptos motivacionales llegaran a ser centrales en la psicología general
de comienzo del siglo XX, de la misma manera que el padrinazgo de su
teoría por parte de Freud hizo de los conceptos de la misma una realidad
central para la psiquiatría clínica y la psicopatologia.
McDougall consideraba tanto las acciones como los pensamientos
del hombre como realidades que tienen su origen en los instintos. Sin
instintos no se dula comportamiento alguno, no se daría vida mental.
lNTRODUCGI'ON 31
Sin estos «primeros movientes» no seda el hombre más que una masa
inerte, un mecanismo sumamente complicado sin poder que ·10 motivua.
McDougall postulaba un número de instintos, la mayoda de los
cuales tendrían su correspondiente emoción. En su P.ricología Social, pu-
blicada por primera vez en 1908, hablaba McDougall de los siguientes
instintos y emociones: instinto de huida y emoción del miedo; repulsa
y emoción de disgusto: curiosidad y emoción de extrañeza: instinto
de lucha y emoción de cólera: auto abajamiento y el negativo de si mismo
o sometimiento; autnaíirmación yel asentimiento positivo de st mismo' o
elación; reproducción y emoción de ternura; gregarismo; adquisición;
y finalmente, construcción. Los tres últimos instintos citados no tienen
emociones correspondientes, En sus últimos escritos cambió un tanto
su lista de instintos, y últimamente fueron designados con el nombre de
propensiones. Pero, de todas formas, permanecía la insistencia básica
de la motivación.
McDougaII consideró irracionales 3. los instintos y dijo que eran
fuentes compulsivas de comportamiento. Vela en cada «instinto una dis-
posición psicoflsica heredada o innata, que determina a quien la posee
a percibir, y prestar atención a los objetos de una determinada clase, a
experimentar una excitación emocional de una calidad particular ante la
percepción de dichos objetos, y a obrar, por lo que a él se refiere, de una
manera particular, o, por lo menos, a experimentar un impulso a obrar
de dicha manera (McDougall, 1908, p. 30)>>.Los instintos no serian según
él, reflejos o combinaciones de reflejos: los instintos orientarlan más bien,
el organismo hacia metas determinadas, hacia :lines hacia los cuales se
hallarla orientada su tendencia. -
McDougaIl designaba a este su grupo de vista como «piticologfa
hórmíca» (téngase en cuenta que la expresión hórmico procede de la pa-
Iabra griega horfl/é, que significa impulso o tendencia). El comportamiento
sirve al fin o propósito del instinto: así puede considerárselo corno un
instrumento al servicio de las exigencias instintivas del organismo.
McDougaIl observaba que en no pocas interpretaciones del com-
portamiento humano, en especial en las que tienen su origen en una pos-
tura racionalista, el problema que auténticamente se plantea es el del
por qué del comportamiento irracional humano. Para McDougall, no
obstante, el problema habría de plantearse de otra manera de modo que
se pregunta:ra más bien: «¿Por qué se conduce el hombre de manera
racional P». Con otras palabras, el hombre, movido únicamente por sus
instintos, habría de ser irracional, y habrla de mostrar un control-muy
limitado o acaso ningún control de si mismo. Para McDougall el pro-
blema lo constituía el de dar luz al hecho del control sobre los instintos,
y de hecho él consideraba a la personalidad como una realidad desarro-
llada en interés de dicho control. La sociedad, opinaba McDougall, pre-
cisa de hacer uso de coerción en la expresión de Jos instintos, cosa que
logra por el mecanismo del sentimiento. Un sentimiento, seria según él,
3.2
una estructura en la que en unión con una idea O un objeto O una deter-
minada clase de objetos, quedarían unidos diversos instintos y sus co-
rrespondientes emociones. Por ejemplo, tendríamos el caso de la propia
estima, que unirla entre si un número de instintos y de sus correspon-
dientes emociones bajo Ia idea del propio ser y de su estado, y seria una
de los más importantes medios de prevenir una. expresión sin freno de
los instintos. Si fuera uno impulsado, digámoslo, a ser un hombre de
lucha, pudiera ser frenada su acción por el miedo a que fuera. la misma
causa de que tuvieran los demás un juicio negativo de su persona: el
sentimiento de autoestima seria sumamente sensible a dichos juicios y.
<::ODlO COnsecuencia. de ello llegada a inhibir o incluso a suprimir las expre-
siones de violencia.
La importancia de McDougalI radicaba, no tanto en su teoría especi-
fica de los instintos y de la organización de los mismos, cuanto más bien
en su insistencia en la importancia de las fuerzas motivacionales en el
comportamiento del hombre. McDougall fue un campeón ir¡fatigable
y lleno de persuasión de una concepción motivacional del 'comporta-
miento, y es muy probable que el desarrollo del impulso y de otros tér-
minos rnotivacíonales se viera influenciado en una gran medida por su
Insistencia en las fuerzas motivacionales. Sus ideas cuadran bien con las
concepciones funcionalistas en desarrollo de la adaptación del organismo,
de manera que pudieran ser integradas de una manera menos extrema
en el esquema' funcionalista. En el próximo capitulo podremos ver cómo
se desarrollaron y fueron cambiando los conceptos motivacionales,
l,ECTURAS ACONSEJADAS
.ATKlN9ON, J. W. An inu-odutlion to moiiuaiion, Princeton, N. J.: D. Van Nostrand
Co., Inc., 1964. Chapters 1, 2, and 3.
1kJLLES, R. C. Teoría de la MotivacifÍfl, Méjico. Trillar, 1973. Capitulos 1,3,2, Y4.
BORINIJ, E. G. A hi.~loryof experimenM!psychology. (2nd cd.) New York: Appleton-
Century-Crofts, 1950. Chapter 26.
CoFER, C. N. & ApPLEY, M. H. Psicología de la Moti1lación. Méjico. Trillar)
1971. Capítulos 1 y 2.
HAu., C. S. & LINnZEY, G. Theones of persrma!ity. (2nd ed.) New York: Jobn
Wiley & Sons, Inc., 1970. Chapter 2.
ZILBO?RG, G. & HENRY, q.. W. A histe,? ofmedicnlft:ryr;lwlogy. New York: W. W.
Norton & Company, me., 1941. Chaprers 5,6, and 11.
2
Conceptos MotivacionaIes
y su Situación Teórica
Entre los años 1920 y 1950 tuvo Jugar una reacción negativa a la
acentuación que de los instintos hadan McDougalI y otros, como conse-
cuencia de la cual surgió y se puso en primer plano otro concepto alter-
nativo, el impulso, que se convirtió en el concepto motivacional predo-
minante de esta época. Ahora bien, hacia el afio 1950, al aparecer toda
una serie de dificultades respecto del impulso se dio un cambio en di-
rección al incentivo. Este perlado vio asimismo un renacimiento del
instinto, en especial en la labru: de determinados zoólogos, designados
con el nombre de etólogos, que estudiaron el comportamiento animal
(véase el capitulo 3). Otra tendencia ha sido la de admitir que el incentivo
puede ser reemplazado por el refuerzo. Temas todos estos que trataremos
a lo largo de este capitulo.
Otro problema que ha despertado el interés de los teóricos psicó-
logos, en especial desde los años 1940, puede ser expresado en la siguiente
pregunta: «¿Cuál es exactamente la función de los conceptos motiva-
cionales en la tdescripción y análisis del comportamiento?». A esta pre-
gunta le han Sido dadas toda una serie de respuestas, y se le podrían dar
otras más. En el presente capitulo presentaremos y discutiremos dichas
respuestas. Otta mancta de expresar el objeto de esta discusión es la de
decir que dicho problema lo constituye el estado teórico de los conceptos.
motivacionales,
EL IMPULSO
En. su Paraúo pudid(J escribía John MUtan (1608-1674): «LObo al
acecho, al que el hambre impulsa (drives) a buscar nuevos lugares en que
hacerse con ufll!.presa». En este verso, la expresión drive. usada aqui co-
mo verbo, parece connotar mucho de 10 que dicha expresión ha venido
3& MOTIVACION y EMOCJON
mación suya. Asf la insalivación disminuye tras del mucho sudar o tras
la privación de liquidas; la atropina reduce la insalivación, y cuando es
administrada, surge la sed, excepto en el caso en que se aplique a la re-
gión de la boca-garganta la. novocalna, un anestésico. Cannon, y con
él otros, realizaron una serie de experiencias que parecen ofrecer un apoyo
a su teoría.
Finalmente, por lo que al sexo se refiere, sugería la. teoria local que
las sensaciones que nacen en los órganos genitales y órganos con ellos
relacionados constituyen la base del impulso, y que era menester buscar
otras condiciones locales como bases respectivas para otros impulsos.
Dichos autores veían, por ejemplo, en la tensión de: las glándulas mamarias
la razón de que un animal hembra permita y desee que su criatura mame
(véase Cofer and Appley, 1964, pp. 176-177).
Puede obtenerse una visión general de la teoria local citando una
vez más a Cannon: «Si no se cede: ante las exigencias del cuerpo... el
dolor del hambre y la sed brotan como estímulos poderosos, persistentes
y atormentadores que exigen de manera imperiosa la ingestión de ali-
mentos yagua, para. que cesen de aguijonear al cuerpo (Cannon, 1939'
p. 76)>>.E. B. Holt escribió cierta vez que «a todo lo largo de la vida nos
vemos hostigados por los estímulos». Esta teoría local. podría ser sinte-
aONGEPTOS MOTIVACIONALES y SU SlTUAClON TEOlUOA 39
tizada como "la teorIa del mal en la carne. La idea freudiana del deseo de
morir¡ idea muy semejante a la de Holt, es la noción de que los organismos
tratan de llegar a través de la muerte al fin de los estímulos internos.
Hambre
En nuestros días llega incluso a ponerse en duda que el método
empleado por Cannon y CarIson sea un método apropiado. Algunos
investigadores han sugerido que el globo dentro del estómago, más bien
que simplemente medir las contracciones, lo que en realidad hace es pro-
vocarlas. Davis, Garafalo y Kveim (1959) midieron la actividad del es-
tómago de una manera eléctrica, por medio de electrodos colocados en
el abdomen. Y lo curioso es que no hallaron prueba alguna de contrae-
cienes en el estómago, más que justamente cuando era introducido en el
mismo el globo. Otras pruebas indican que el hambre persiste incluso
cuando el estómago ha sido removido, como consecuencia de una gas-
trectomia; o cuando se halla el estómago lleno de alimento, pero se halla
obstruído el paso al intestino delgado; o cuando los nervios sensoriales
que unen el estómago al sistema nervioso central, se.encuentran bloqueados
o cortados (Cofer and Appley, 1964, pp. 206; 208-210).
Tras de una gasttectotnia y de la unión del esófago al intestino.
siguen ]0$ animales mostrande los signos normales de comportamiento,
que se hallan asociados al hambre. En pacientes humanos en que se han
realizado operaciones similares, persiste el hambre, incluso con la sen-
sación del dolor típico del hambre. En los animales, el corte de los ner-
vios que transmiten los impulsos que brotan de las contracciones del
estómago produce un efecto sobre el comer del animal o sobre: compor-
tamiento que se halle asociado a la privación de alimento, Se bao hecho
estudios en pacientes humanos, a los que se habís practicado una vago-
tomía, como consecuencia de una úlcera péptica, La mayor parte de dichos
pacientes seguían experimentando hambre, aun cuando, como conse-
cuencia de la vagotomía, no fuera posible el que hubiera contracciones.
MOTrVACION y EMOCrON
375
350
325
30n
275
250
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11
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175
150
125
100
75
50
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Comida al mediodía
O~~-r;-~~-r+-~~~~~~+-~-r~
12 1 2 3 4 5 6 7 8 9101112 1 2 3 4 5 (l 7a 91011
Medianoche
horas
FIGURA 2. Actividad media de 40 ratas durante un periodo de 24 horas.
La actividad fue medida en una jaula montada sobre un tambor, que comen-
zaba a funcionar al mediodía en punto, cuando se les daba de comer a las
ratas. Una vez transcurridos 20 minutos, se les retiraba la comida.. La mayor
parte de los animales habían dejado de comer al fin de este intervalo. Tomado
de Richter, C. P. A behavioristíc study of the activity of the rato (Un estudio
de comportamiento de la actividad de la rata). CompatalilJt Psychology Mf>.o
rwgrophs, 1922, vol. 1, p. 13, fig. 6. Con permiso de la University of California
Press,
MOl'lVACJON y EMOcrON
5. H4n¡braesjm:ffoas'
y salud por una compensación del déficit que de otra manera conducida
a la enfermedad o incluso a la muerte. Una prueba como ésta ofrecía un
apoyo poderoso e impresionante al importante papel del impulso en la
producción de conductas necesarias para mantener la economía interna
del organismo.
6. Hormona!
Muchas conductas, en especial en los animales inferiores, tienen
lugar tan sólo aquí y ahora. Asila conducta materna y la reproductora
no tienen lugar de continuo. Por ejemplo, en el caso de las ratas hembras,
el animal responde sexualmente al macho tan sólo de una manera pe-
riódica -en cierto perlado de su ciclo esrrual=-, Las actividades~epa-
ratorias al nacimiento del vástago y las que siguen al nacimiento aparecen
primariamente en las hembras preñadas y tras del parto. En la rata macho,
que ha quedado castrada en su primera infancia. no es fácil que se de
una capacidad de respuesta a una hembra receptiva. No obstante, si se
les inyecta a dichos animales hormonas sexuales masculinas; se harán
también ellos capacesde respuesta. _
También aqui. se da un control del comportamiento por factores
internos, al menos en parte. Nada más natural que el que los teóricos
postularan los impulsos sexualesy maternales como mecanismos subya-
centes a ruchos comportamientos.
7. Refuerzo
Este término se refiere a 10 que nosotros llamaríamos mas bien re-
compensa. Todos sabemos que el aprendizaje es facilitado por la admi-
nistración de recompensas. Así, una rata hambrienta aprenderá a apretar
una palanca o 11 correr por Un laberinto, siempre que se vea recompensada
o reforzada con alimento por actuar de dicha manera. Peto en ausencia
del hambre. el alimento no sirve como recompensa. Por tanto la eficacia
de la recompensa depende de la existenciade una condición interna a~o-
piada, es decir, del impulso. Esta dependencia nos muestra, 11 su vez, la
importancia de la condición interna en 10 que se refiere al comporta-
miento. En este caso. se baila implicado el aprender, el cual es un ins-
rrumento importante de adaptación.
La .naturateza del impuüo como utado central
En cuanto estado central, el impulso no fue considerado como algo
especifico. Más bien parece que ha sido imaginado como una especie
de «empuje»o fuern, que activa al organismo hasta el comportamiento.
bien sea de una. manera no especifica,como sucede en el caso de la acti-
vidad general, bien. de una manera más. especifica,como tiene lugar ea.
los casos del beber, comer. aparearse, o en la conducta maternal. Las
interpretaciones del papel del impulso en la activación del comporta.
46 MOTIVAcrON y ItMOCION
InteFpretadoaes alterna.u.vas
El principal problema. de interpretación de los impulsos trabajados
sobre la actividad general 10 constituye el hecho de que no tiene en cuenta
el papel del aprendizaje en las pautas de actividad que arriba hemos des-
crito. Dos experimentos realizados por Campbell y Sheffield nos indican
la naturaleza del problema. En el primero de ellos (Campbcll and Shef-
ñeld, 1953) fueron colocadas unas ratas durante un periodo de siete días
en jaulas en las que podía ser medida su actividad. La habitación en que
se hallaban colocadas las jaulas era oscura y a prueba de sonidos, y un
ventilador se encargaba de provocar un ruido encubridor. Durante los
primeros cuatro días había alimentos a disposición, no en cambio en los
últimos tres días.: Como puede observarse en la figura 3, no tuvo lugar
cambio de actividad de importancia a lo largo de las 72 horas de ayuno,
a pesar de que el impulso aumentaba durante este tiempo. Observación
ésta que ha sido, confirmada por otros investigadores. Se daba un creci-
miento en la actividad cuando entraban en la habitación los experimenta-
dores una vez por día, cuando encendían las luces y apagaban el ventilador.
Este crecimiento en la actividad fue mayor .durante los días de priva-
ción bajo estos estímulos de 10 que lo fue durante los días en que se con-
taba con alimentos a disposición. lo cual sugirió a Campbell y Sheffeld
que la privación aumenta la sensibilidad a los estímulos. De todas formas.
los resultados suyos, incluso sin estímulos, indican claramente que el
impulso no fuerza. de una maneta. a.utomática al animal a una determinada
actividad,
¿Cómo pueden ser, pues, explicados los descubrimientos anteriores
de Richter, en contradicción con 10 que acabamos de decir?
En estos experimentos los animales eran alimentados de manera
periódica. Es posible que los animales se hicieran activos cuando se daban
cuenta de que se aceraba el momento de la comida.
CONGEPTOS MOnVACJONALBS y su SITlJAOION 'noRlCA,.
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Durante 10 minutos, representacíén de
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la presentación dé"
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4 5
Dlas
FIGURA 3. Representación de la actividad media de dos muestras de 10 mí-
nuros durante 7 días, Durante los 4 primeros días las ratas tenían siempre
agua y alimentos a su disposición, pero al final del cuarto día se les retira a
el alimento. La presentación de estimulo significa que el experimentador en-
traba en la habitación, quitaba el ventilador, encendían las luces, etc. Tomado
de Cofer, C. N. and Appley, M. H. Moiioatum : Theory and researcñ (Motiva.
ción: Teorta e investigación)', 1964, p. 274, fig, 6.1. Con permiso de John
Wiley and Sons, Iric, (Cofer. y Appley modificaron la figura en CampbclJ
and Shdneld, 1953).
ln.cea.dvoll'
LECTURAS ACONSEJADAS
BEAtm, F. A. Charactcristics of masculine sex drive. In M. R. J<rn:HS (Ed.),
NllbraM:a symposium on motivation 1956. Lincoln, Neb.: University of N~-
braska Press, 1956. Pp. 1-32.
BOLLES, R. C. T~ría de la MDfWaaón. Méjico. Trillar 1973. Capitulos 4: y 5.
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CANNoN. W, B. The wisdom ofthe botIJ. (2nd ed.) Ncw York: W. W. Norton &
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COPER, C. N. & MPL:EY, M. H. Psicología de la Motimdón. Méjico, Trillar,
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DOLI.ARD, J. & MILLER, N. E. PmomditIad JI Psicotempid. Bilbao, Descléc de
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WOLF, A. V. Thirst: Physiology fJjthe U'T811to d_rinkand problems ofwater lack, Sprin-
gfield, 111.: Charles C. Thornas, Pubhsbel', 19M.
3
Aspectos Biológicos
de la Motivación
MotivadóD sexual
relaja..do
1
dormido
I
profundamente 1
dormido
Tálamo
Hipotálamo
,
1.50
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...::::: 1.00 I
.:3
::1
~
ti.50 x ~ Eufoda
.. - _ _; ... Cólera
no pocas de las criticas hechas por Caneon, toda vez que puede la exci-
tación ser la misma para diferentes emociones, no exige una gran sensi-
bilidad en las vísceras, y la excitación provocada es interpretada como
una emoción debido a la situación en que tiene lugar. La presencia de
emociones sin componentes viscerales, como en el -caso del accidente
a que antes hemos aludido o en el de los pacientes simpatictomizados,
puede muy bien explicarse como una consecuencia del aprendizaje an-
terior como ya observamos en relación con los descubrimientos sobre
el aprendizaje evitativo en animales simpatictomizados antes o después
de haber aprendido a evitar el problema. Los cortos períodos de latencia
de la experiencia emocional. que contrastan con los largos de las reac-
ciones viscerales, plantean un problema para. la 'formulación de Schachter,
problema que habrá. de ser una vez más resuelto apelando al aprendizaje
previo. Hemos aprendido a -describir determinadas situaciones como
situaciones emocionales, y esto podemos hacerlo con enorme rapidez.
Constituye, por supuesto, un testimonio en que todos coinciden el de
que la experiencia emocional plena en unión con una situación no se hace
ver inmediatamente, sino que requiere un determinado tiempo para desa-
rrollarse,
EMOCION
DIMENSIONES DE LA EMOnON
En un idioma como el inglés. hay muchas expresiones que designan
emociones o matices del sentimiento. Por citar liD ejemplo, Davitz (1969)
halló en el TlmaNrH.t'de Roget unas 400 palabras que podían ser empleadas
para designar emociones concretas. Se dan asimismo muchas expresiones
faciales de la emoción. En una serie de fotos de expresiones faciales nos
encontramos con 72 fotografías que responden a una emoción diferente
o por Jo menos a una tonalidad de emoción. No pocos autores se han
extrañado de que se den tantas dimensiones de la emoción. jll2gando
CJuemuchrul de las expresiones referentes a la emoción no expresan unto
emociones separadas cuanto más bien grados de una u otra de las emo-
ciones básicas. Podemos considerar dos de estos intentos realizados para
hallar aquí las dimensiones de la emoción. Uno de dichos intentos se
ocupa de las expresiones faciales, el otro de los nombres dados a las emo-
ciones. Dicho sea de paso, convendría recordar el hecho de que proba.
blemente podrían llevarse a cabo análisis semejantes con respecto 'a las
posturas, ademanes y gestos, todos los cuales nos pueden ofrecer indi-
caciones sobre la emoción. Sin embargo, por 10 que el autor de' estas
líneas cree saber, no contamos con ningún análisis adecuado de estas
fOIlJl31. de expresión. También se dan signos de emoción en el lenguaje
hablado, por ejemplo en las hesitaciones, en las repeticiones de palabras.
en las variaciones en el número de las expresiones empleadas, y en otros
fenómenos por el estilo, Limitaciones de espacio no nos permiten un
estudio de estas csracrerísticas del lenguaje hablado en la presente obra.
Sehlosberg (1954) ha trabajado con una serie de fotos representati-
vas de las diversas expresiones faciales que parecen ocurrir en la emoción.
Sus colaboradores distribuían las láminas en grupos, según fueran las cate-
godas emocionales reflejadas en la lámina. Así por ejemplo, tenían en un
mismo grupo todas las caras que reflejasen disgusto. Además, los colabora-
dores evaluaron las fotos de acuerdo con las dimensiones de placer-displa-
cer y de atención-rechazo. Los trabajos preliminares daban a entender que
eran estos dos ejes los básicos para las dasilicaciones a que antes nos he-
mas referido.
Los resultados mostraban que determinadas categorlas emocionales
básicas conforme a las cuales habían sido clasificadas las láminas (des-
precio, amor-regocijo-feliz, sorpresa, miedo-sufrimiento, ira-detemtioación.
y disgusto) caen en torno al perímetro de una superficie oval, cuyas prin-
cipales coordenadas quedan constituidas por las polaridades placer-disgusto
y atención-rechazo. En la figura U'puede verse esta superficie. La mayor
parte de la! 72 láminas utilizadas por los colaboradores de Scblosberg, pue-
den situarse en algún lugar de dicha superficie. En consecuencia, pudiera
parecer que las dos dimensione! (Schlosberg añadió posteriormente una
tercera dimensión, la de la activación, que quedaría situada en el ángulo
derecho a la altura de la superficie oval) ofrecen una estructura en la que
pueden situarse las expresiones -faciales representadas por las láminas.
100
LECTURAS ACONSEJADAS
ARNOLD, M. B. Emoción)l Pmonalitlad. Buenos Aires, Losada. 2 vols,
COFER, C. N. & ApPLEY, M. H. Psicolog{a de la Motivación. Méjico, Trillar,
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DAVITZ, J. R. TIre lantflUlgt 01 t1T/QtiU1l. New York: Aeadcmic Press, Inc., 1969.
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MANnLEll"G. fu!:OTION,IN R. BRO'NN, E. GALANTER,E. H. Hsss, & G. MANDLER
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1962, Pp. 267-343.
5
Estimulación externa
Como en el capitulo 2 (p. 33) lo insinuábamos, una de las principales
dificultades en contra de la teoría homeostática del impulso es la exis-
tencia en muchos animales de conductas exploratorias, rnanipulatívas y
de curiosidad, y el hecho de que la reducción de la estimulación externa.
parezca tener a menudo propiedades aversivas 'más que atractivas, Las
primeras demostraciones reveladoras de esta. evidencia fueron presen-
tadas principalmente en oposición a la teoría homeostética del impulso,
y fueron interpretadas en el sentido de que parecían dar entender la exis-
tencia de otros impulsos distintos a los habitualmente postulados por los
teóricos de horneostasia. A medida que se han producido nuevas obser-
vaciones y se han ido asimilando las anteriores, han aparecido otras in-
terpretaciones alternativas, alternativas que deben mucho a la teoría de
la actividad o de la excitación, que hemos expuesto someramente en el
último capItulo.
En el presente capitulo queremos sintetizar la evidencia relativa a
estos nuevos desarrollos, y examinar las interpretaciones teóricas de l~s
mismas. Los fenómenos considerados parecen surgir en conexión con
las variaciones en los estimulas externos, y señalan, por 10 mismo, que
dichos estimulas desempeñan en la motivación un papel independiente
que no babia sido tenido en cuenta en la teoría clásica homeostática. La
palabra. «curiosidad» es empleada a veces en conexión con estos fenó-
menos para designar una. clase de características estimulares que acti-
van la exploración, la manipulación y la inspección de los estímulos,
ACTIVIDAD y JUEGO
Antes de que pasemos al estudio de los tema! fundamentales de
este capitulo, .merece la pena el que dediquemos un corto espacio al es-
tudio del juego, y nos preguntemos si hay un impulso de actividad.
104 MOTIV....CION y EMOClON
una creciente actividad, tal como 10 predice la teoría del impulso, pero
que en cambio los períodos largos tienen el efecto contrario, toda vez
que los animales son muchos menos activos después del encierro de lo
que puedan serlo los animales del grupo de control (Hill, 1958). Por tanto,
estos estudios no ofrecen pruebas concluyentes en favor de un ímpulso :
a la actividad, aun cuando por otra parte tampoco pueda descartarse su
exís tencia.
Manipulación de objetos
Es más fácil observar la manipulación de objetos en animales que,
como los primates, no pasan la mayor parte del tiempo apoyados en sus
cuatro patas, y que tienen una cierta destreza manual. Por supuesto que
también es posible ver la manipulación de objetos en otros animales,
como por ejemplo las ardillas, los perros y gatos, pero el trabajo más
importante en este campo ha sido realizado con primates. Por ejemplo,
unos monos fueron metidos en jaulas con rompecabezas mecánicos su-
jetos a sus paredes (Harlow, 1950; Harlow, Harlow, and Meyer, 1950).
Dichos rompecabezas consistían en una pieza.de metal engoznada con una
ranura en su extremo. La pieza de metal quedaba nivelada contra la pared y
a través de la ranura salia un anillo metálico en el que podJa ser introducido
un gancho. En esta instalación de gancho y grillete, quedaba la pieza de me-
tal acerrojada contra la pared siempre que estaba el rompecabezas «monta-
do». Los monos desmontaban los rompecabezas, es decir separaban el gan-
cho del grillete, y alejaban de la pared la pieza de metal engoznada. No se da-
ba premio alguno (fuera del trabajo mismo) a su actuación, y por otra parte
jamás en sus vidas anteriores se les había premiado por desmontar rompe-
cabezas, ni esta conducta habla estado asociada con alguna satisfacción,
Los monos tenían 12 días de experiencia con estos rompecabezas, y al
cabo de ellos se comparaba su destreza en desmontar rompecabezas con
la que pudieran tener otros monos que no habían hecho dicha experiencia.
Aparecía claro que los monos habían aprendido de su experiencia (a 10
largo de esos 12 días habían desmontado el rompecabezas con frecuencia),
de suerte que su actuación superaba con mucho a la de los animales sin
práctica.
En este caso no es posible atribuir la conducta maninulatoria a nin-
g6:n motivo o recompensa. Los monos dan muestras de dicho compor-
tamiento ya en una temprana edad (de los 20 a los 30 días), de manera
que es improbable que se trate de una pauta aprendida (Harlow, Blazek,
an McClearn, 1956).
Con jóvenes chimpancés, también puede observarse la manipulación
de objetos. y cuanto más heterogéneos sean estos en 10 que a color y forma-
to se refiere, mayor setá su conducta manipuIatoria (Welker; 1956). Las
crías de mono llevan a cabo un mayor número de contactos manuales,
labiales y bucales con el alimento cuando se da una variedad de alimentos,
o cuando se les presenta el alimento en una variedad de colores. En,cambio
CUAndono hay más que una clase de alimento y siempre con el mismo
color, los contactos son menos frecuentes. (Masan an Harlow, 1959).
Cabría esperar que los niños den asimismo muestras de conducta
exploratoria y las pruebas de laboratorio con que contamos confirman
esta esperanza. Por ejemplo, en un estudio se utilizó un objeto dentro
de una habitación relativamente desnuda. aun cuando había otros [u-
guetes, El objeto era una caja roja de metal de cuatro patas con una pa-
ESTlMULACION EXTERNA 109
Ianca que sobresalía de uno de sus extremos. Esa palanca podía ser mo-:
vida, y se podía hacer que sus movimientos quedaran registrados en un
contador visible, o fueran acompañados por el sonido de una campa-
nilla o de un zumbador. Se hicieron observaciones en diversas circuns-
tancias: en ausencia de consecuencias visuales o auditivas, en presencia
de ambas, y en presencia de alguna de las dos. Los sujetos fueron niños
de. un jardín de infancia con una edad comprendida entre los. 3 y los. 5
años (Hutt, 1966).
La exploración del objeto, que inclufa también la manipulación del
mismo, fue obsernda a lo largo de varias sesiones de 10 minutos. Cuando
la acción de mover la palanca no tenía consecuencias, o solamente unas
de orden visual, la explotación decaía bruscamente ya tras la de primera
sesión. pero cuando el movimiento de la. palanca producia una estimula-
ción, bien sea auditiva o bien auditiva y visual, entonces prosegu1a sin
disminución alguna la exploración del objeto a 10 largo de cinco sesiones.
y sólo a la sexta disminuía, Al parecer la responsable de que prosiguiese
la actividad exploratoria fue la estlmuladón auditiva. Por lo tanto, la
conducta exploratoria, en ausencia de otros motivos O recompensas que
no sean los procedentes de ella misma parece estar sólidamente com-
probada.
«}I
D. Irregularidad
1
E. Incongruencia. F. Yuxtaposici6n
de la figura. incoherente.
o ?J
O D
2) JI
OC1FIGURA 14. Estímulos visuales utilizados ~r Berlyne para despertar la
curiosidad. Tomados de Berlyne, D. D. The influence of complexity and no-
velty in visual figures OH orienting responses (InAujo de la complejidad y de
la novedad en las figuras visuales en la orientación de las respuestas). ]oUf1UJl
of &perirMl'ltal Psychol()V, 1958, vol. 55, p. 291, fig. 1. Con permiso de la Ame-
rican Psychologir:al Association, ,
.E3
El resultado fue que, pasados dos o tres días, los individuos aban-
donaban el experimento, a pesar del salario que se les daba, y ello porque
se les hada insoportable dicha situación. Más tarde se prestaron los mis-
mos investigadores a servir de sujetos de investigación, y quedaron en
el más pleno aislamiento a lo largo da seis días, Se ha llevado a cabo un nú-
mero muy importante de investigaciones muy semejantes a la descrita,
y se han hecho cambios de importancia en e! procedimiento que acaba-
mos de describir (cfr. Schultz, 1965; Zubek, 1969). Los resultados obte-
nidos no han sido completamente consistentes quizá debido a la diver-
sidad de las condiciones de experimentación, pero, en general, podemos
decir que se ha podido observarse efectos de importancia durante el
periodo de aislamiento, efectos que no poats veces siguen persistiendo
durante algún tiempo. incluso una vez pasado el pedodo de aislamiento.
Desde un punto de vista motivacional, el resultado más interesante
es el de que la reducción en la estimuladón tiende a. ser aversiva. Nace el
tedio, el nerviosismo, irritabilidad, inseguridad emocional, y el deseo
de abandonar esa situación. Es digno de flotarse 'que según determinadas
interpretaciones de la naturaleza de la motivación, esta situación. que se
halla relativamente libre de es'timulación, habría de ser una situación ape-
tecible, muy en especial si se tiene en cuenta que a través de la misma
los sujetos. no sólo se hadan con dinero, sino que contribu1an a la ciencia.
114 MOTlVAClON y EMOmON
aprendizaje tenia lugar en este caso sobre la base de un aumento dei es-
timulo, y la respuesta era muy persistente, toda vez que se mantenía a:
lo largo de diez sesiones de prueba de cuatro horas cada una. Tanto más
numerosas eran las respuestas cuanto más extensa había sido la privación
visual, El aislamiento de todo sonido conduce asimismo a los monos a
aprender a preferir una. de las dos palanquitas que, presionada, posibilita el
escuchar durante 15 segundos el ruido de la colonia de monos (Butler,
1957). Estos hechos indican que la privación sensorial no sólo motiva el
comportamiento, sino que además la estimulación puede apremiar al
comportamiento.
Aislalllietilo Jocial
Hay un cuerpo substancial de investigación relativo al tema del
aislamiento social de las crías de mono. En estos experimentos, muy en
especial en los realizados por Harry Harlow (1958) y sus colaboradores,
el monito era separado de su madre y criado en una jaula con una madre
o madres substitutivas. Una. de estas madres había sido hecha de alambre.
La otra estaba construida de manera muy similar a la primera, pero había
sido hecha de madera cubierta con goma de espuma, que a su Vd: estaba
cubierta de terciopelo. De ah!: que esta segunda madre fuera especial-
mente suave. Ambas madres eran calentadas por medio de una lámpara
eléctrica y tenían un biberón. Cuando ambas estaban al alcance del mono,
éste dedicaba mucho tiempo ala madre de terpecíopelo, incluso aun cuando
no pudiera recibir alimento más que de la madre de alambre. Los mo-
nitos que habían tenido contacto con la madre de terciopelo eran mucho
más aventureros y deseosos de explorar el medio circundante que aquellos
otros que hablan tenido contacto con la madre de alambre.·Hiu:low con-
cluyó que la necesidad de la estlmulación del contacto habla quedado
establecida en estos experimentos, y que dicha necesidad es totalmente
independiente de las demás necesidades y de sus refuerzos, como, por
ejemplo, del hambre y de la sed.
. A pesar de las aparentes ventajas de la madre de terciopelo, estudios
realizados sobre los monos en situaciones posteriores indicaban que,
en ausencia de un estimulo social, su conducta era anormal, desde muchos
puntos de vista. Masan ha propuesto cuatro áreas principales de pertur-
bación (1968, pp. 81-82). Muchos de los monos mostraban 1) posturas
o movimientos anormales, tales como balancearse, pasearse, o estar absor-
tos mirando al infinito; 2) excesivo miedo; 3) perturbaciones de las pautas
motoras incluidas aquellas implicadas en las pautas de conducta motivada
(ni los monos machos ni las hembras respondieron de manera normal,
en su madurez, a situaciones sexuales, y las hembras que quedaron em-
barazadas se mostraban incapaces de conducta maternal); 4) deficiencias
en su comunicación con los demás. Una amenaza procedente de otro
animal podía no provocar huida alguna, como suele suceder de ordinario.
y un macho solicitado sexualmente por una hembra experimentada y dis-
puesta, podía ignorarla, comenzando a acicalarla o a jugar en c.l1a:.' . d'.rf?'",.·.~
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116 M011VAOION y EMOCION
LECTURAS ACONSB]ADAS
D. E. Conj&t, arousal; and &UTi/)slJy. Ncw York: McGraw-HilI Book
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6
Incentivos y refuerzo
AL existente. Sea cual fuere la dirección que dicho cambio toma, su mag-
nitud será la que determine si la consecuencia va a ser de agrado o de
insatisfacción.
Propuesta en sus términos fundamentales, parece ser esta teoría
extremadamente sencilla. De hecho es muy compleja, toda vez que para
aplicarla o para comprobarla tiene uno que conocer el AL actual para
de esta manera poder juzgar si una situación concreta va a producir una
desviación del dicho AL, así como la amplitud de dicha desviación. Ade-
más, los hechos contienen muchas dimensiones, y la variación con res-
pecto a lo esperado puede tener lugar en una o en varias de estas dimen-
siones. Es por ello sumamente dificil el diseñar pruebas experimentales.
En cuanto está informado el que esto escribe. Sólo hay un experimento
de importancia que parece cumplir los requisitos de toda verificación
experimental adecuada. Los resultados de esta prueba confirman los pos-
tulados básicos de -Ia teoría en lo que se refiere a las condiciones nece-
sarias para que tengan lugar afectos tanto positivos como negativos.
Este es el experimento relatado por Haber (1958)y que antes hemos es-
tudiado. Otras pruebas de la misma teoría realizadasen situacionesmucho
más complejas que la del experimento de Haber no han logrado ofrecer
un apoyo total a la citada teoría (cfr. Verinis, Brandsmaand Cofer, 1968).
Sin embargo no es fácil saber con seguridad si estos experimentos han
constituido pruebas apropiadas de dicha teoría,
Si partimos del análisis teórico, la ocurrencia de los afectos positivos
y negativos o indiferchtes debería variar de acuerdo con las discrepancias
respecto del AL, conforme puede verse en la figura 17. El experimento
llevado a cabo por Haber produjo resultados que estaban de acuerdo
con estas expectativas. Haber hizo que los sujetos de experimentación
introdujeran sus manos en agua a una determinada temperatura, cosa que
habían de hacer hasta tanto que dijeran que se les hada indiferente el
agua (AL). A continuación de ello introducían por separado yal mismo
tiempo cada una de sus roanos en barreños llenos de agua a diferentes
temperaturas. Entonces el sujeto sacaba su mano del barreño cuya agua
se le hada «menos agradable». De este modo se obtuvieron una serie de
juicios relativos a diversas temperaturas y niveles de activación,
La preferencia en las temperaturas del agua fue máxima cuando
eran moderadas las variaciones con respecto al AL, y declinaba a ambos
lados de ese máximo, resultado que estaba previsto en los análisisteóricos.
De manera que puede decirse que, en esta situación, queda confirmado
el análisis de las condiciones que posibilitan el placer o el displacer.
Hace un momento hemos dicho que todos los motivos son adqui-
ridos, El lector se extrañará de que pueda tomarse en serio semejante
afirmación, cosa que hace McClelland. Para emplear un ejemplo, tome-
mos el caso del hambre. En un comienzo y conforme a esta teoría, esta
condición no. es un motivo. Sólo después de que los indicios internos
procedentes del estado de privación, los otros indicios externos se hayan
128 MOTIV AClON y EN"OCION
Afecto
positivo
Indiferencia
.·Afecto
negativo
.....-Discrepancia AL Discrepancia ~
negativa positiva
FIGURA 17. Relaciones hipotéticas entre las evaluaciones afectivas y las
desviaciones de las estimulaciones con respecto al Nivel de Adaptación, según
la teoría de McClelland. Tomado de Haber, R. N. Discrepancy from adap-
tation level as a source of affect. Journal of experimental Psychology, 1958, vol.
56, p. 371, fig. 1. Con permiso de la American Psychological Association,
No IIC ve claro 2ún qué mecsnísmos -son los que explican el hecho
de que en determinados momento! constituya la rata macho, por ejemplo,
un estimulo excitante para la hembra, y en otros momentos en cambio
no lo sea. Quizá intervenga algún cambio en la sensibilidad de la hem-
bra. pero no contamos con detalles suficientes. Está aún por estudiarse:
la base: de esta sensibilización selectiva a los estímulos.
Sea como fuere, tiene lugar la excitación, y como sucedía en el AIM,
la situación ofrece muchos indicios para. la conducta producida. En estos
casos, la estructura. innata del animal proporciona los mecanismos sub-
yacentes a la conducta. Es muy posible que el aprendizaje no intervenga
para nada, y en caso de hacerlo, probablemente intervenga menos en el
caso del SIM que en el del A1M. Las situaciones, como 10 ha observado
Beach, gracias a la experiencia, pueden llegar á evocar una excitación
sexual en la tata macho, pero lo único que este proceso hace es ampliar
la variedad de situaciones en las que puede darse la excitación. Por lo
que a las ratas se refiere, el aprendizaje no parece esencial ni para la ocu-
rrencia de la excitación en presencia de los estados hormonales y de los
estfmulos adecuados. ni para la pauta de conductas que dependen de
aquélla. Ni qué decir tiene c:¡u.e en otras especies, el papel del aprendizaje
es mucho más amplio.
Los episodios de conducta motivada, concluyen según la hipótesis
de Cofer y Appley, cuando queda reducida la. función activadora del
estímulo incentivo. Esto probablemente es debido a conductas consuma-
todas (o de escape) que cambian el potencial acrivador de los estímulos,
o la capacidad, del mecanismo de respuesta. SiD embargo, en algunos
casos, por ejemplo, en el caso de las ratas que, aun no sintiendo hambre,
siguen corriendo tras el azúcar Q la solución de sacarina, el animal continúa
corriendo hacia el incentivo a 10 largo de muchos ensayos.
REFORZADORES Y TEORIA DEL REFUERZO
La motivación ha sido relacionada tradicionalmente, como hemos
ya podido ver, con factores internos que. dirigen el comportamiento, y
pueden ser asimilados a un empuje; con otras palabras la. conducta brota
de «empujes» internos.· Las grandes dificultades que presentaba esta
opinión han conducido a otra interpretación alternativa, la de los incen-
tivos que acabamos de examinar. Podemos decir que los incentivos «em-
pujan» (o alejan) la conducta. hacia ellos, Pero quizá sea posible pres-
cindir sin más de los concept06 motiva.cionales. Tal concepción ha. sido
propuesta. Su portavoz más cualificado se halla en la teoría del refuerzo.
Antes de que examinemos esta teoría, es preciso _que nos vayamos fami-
liarizando con la.idea misma del refuerzo.
Hace ya muchos años que E. L. Thomdike (1911). apoyándose en
investigaciones que había él mismo nevado a cabo, proponla lo que es
conocido habitualmente como la ley del efecto. Esta ley dice que las res-
puestas que tienen lugar en una situación concreta. y que conducen a una.
13.2 :MOTlVAClON y EMOCION'
les hacia creer que las tareas eran medidas de habilidad). 108 sujetos con alta
necesidad de érito se comportaban como era de esperar de ellos, recordando
más las tareas incompletas. En las otras dos condiciones (de relajación, y
orientación hacia la tarea) los sujetos con ruta necesidad de éxito no se
portaban de este modo, al contrario, los sujetos con necesidad de rendi-
miento recordaban más las tareas completadas que las dejadas a medio
hacer bajo la condición de implicación del yo, y en las restantes condi-
ciones: recordaban más las tareas a medio hacer. Estos últimos hallazgos
son compatibles con la idea de que el fracaso es un trastorno para los de
baja necesidad de rendimiento, y que, como las tareas dejadas a medio
hacer representaban un fracaso, estas tareas no fueron recordadas. Descu-
brimientos como éstos nos dan a entender qu~ la escala de medida de la
necesidad de rendimiento no es unidimensional, sino que puntuaciones
intermedias y bajas pueden expresar un miedo al fracaso, al paso que las
puntuaciones elevadas representan una actitud positiva hacia el éxito y
una voluntad de aceptar un desafio para llegar a ese éxito, es decir, una
esperanza de éxito.
Ha habido varios intentos de establecer medidas para diferenciar
a los que anhelan el éxito de los que tienen mucho miedo al fracaso. Se
han desdeñado medidas proyectistas, y se ha empleado (véase Arklnson,
1964; Birney, Burdick and Teevan, 1969) un cuestionario pata medir la
ansiedad (véase más adelante). En nuestra exposición del motivo del ren-
dimiento, vamos a seguir a Atkinson (1964) que ha usado el Cuestionario
para medir la ansiedad (TAQ: en inglés «Test Anxiety Questioanaire»)
para- averiguar el miedo al fracaso. Birney y sus colaboradores (1969)
ofrecen una interpretación diferente de esta faceta de la motivación de un
rendimiento.
Los hallazgos descritos por Arkinson sobre el recuerdo de tareas
completas e incompletas, que acabamos de resumir, encierran otro re-
sultado importante, que está relacionado con la segunda complejidad
a que antes hemos aludido; Se trata del descubrimiento de que la pauta
del recuerdo de estas dos clases de tareas diferfa en los sujetos con al-
ta y baja necesidad de rendimiento de acuerdo con las condiciones que
rodeaban al yo. Los sujetos con mucha necesidad de rendimiento recor-
daban más las tareas completadas que las no completadas, únicamente bajo
condiciones que envolvían al yo, condiciones podríamos decir que «com-
prometen» o «excitan» el. motivo de rendimiento. Cuando no se hallaba
implicada. una. evaluación personal (es decir en caso de relajamiento o de
orientación hacia la tarea) habla diferencias mínimas en el recuerdo de
ambas clases de tareas. Lo cual nos da a entender que el nivel de necesidad
de rendimiento no actúa auromáticarnen te, sino que lo hace tan s610cuando
un sujeto con alta necesidad de rendimiento percibe la situación como una
situación evaluativa.
Otra observación relacionada con la segunda complicación fu·checha
inicialmente PO! MacClcIIand (1958) en un estudio realízado con niños
154 I<IonVACION y EMOCiON
que tenían que acertar con un anillo en una clavija, ya los que se permitía
que arrojaran el anillo desde cualquier distancia que hubieran ellos escogido.
Los niños que tenían una gran necesidad de rendimiento se colocaban en
un lugar que no estaba demasiado cerca ni demasiado lejos de la clavija,
eligiendo una distancia intermedia desde la cual teman buenas posibili-
dades de éxito sin llegar a tener una certeza absoluta de conseguirlo,
Atkinson (1958) hizo que sus sujetos (estudiantes de universidad)
llevaran a cabo tareas, y les elijo cuál era la probabilidad de que recibieran
un incentivo monetario ($ 1,25 o S 1,50). Asimismo les indicó la remunera-
ción que corresponderla a uno de cada 20, o a uno de cada 3. uno de
cada 2, o a 3 de cada 4 de los que interven1an en la prueba. Se midió la
ejecución de las tareas encomendadas. Los sujetos con altas puntuaciones
en el nivel de rendimiento trabajaron al máximo en las probabilidades
inmediatas (1/3 y 1j2), más que en las dos probabilidades extremas. El
efecto era más pronunciado cuando se trataba de una remuneración de
S 1,25. Según parece, la remuneración de S 2,50 era suliciente para moti-
var un trabajo casi por igual en todos los niveles de probabilidad. Pero
en lo que a los incentivos menores se refiere, el experimento da a entender
que la evaluación que las personas con mucha. necesidad de rendimiento
hacen de sí mismas no era realidad en las ocasiones en que las probabili-
dades eran extremas. Las muy favorables (3/4), indican que el éxito sig-
nifica muy poco en 10 que respecta a las propias habilidades, las muy des-
favorables (1¡20) pueden a fin de cuentas significar Jo mismo. es decir
que el éxito puede ser considerado más como un objeto de suerte que de
capacidad.
En su integración teórica de los diversos aspectos que contribuyen
a la ejecución orientada hacia. e! rendimiento, Atkinson (1964, capitulo 9)
ha propuesto que hay dos tendencias. una a conseguir el éxito. y otra
a eví tar el fracaso. En cada uno de estos dos casos es preciso considerar
tres factores, la fuerza de la tendencia o del motivo, la espetan2a o pro-
babilidad de éxito (o de fracaso) y el valor de incentivo del éxito ( o el
valor de incentivo negativo de! fracaso). Por supuesto que el segundo
factor. lo mismo cue el tercero es un factor esencialmente situacional,
al paso que el primero es un factor característico de los individuos, y que
difiere por lo mismo de una persona a otra.
Atkinson considera que la ejecución en una situación de rendimiento
representa e! equilibrio entre dos tendencias. cuyo valor es producto de
los tres factores relacionados con la misma. La tendencia al éxito está
por debajo de las respuestas instrumentales, al paso que la tendencia a
evitar e! fracaso inhibe. o suprime las respuestas relacionadas con el ren-
dimiento (véase-la figura 20).
La combinación de estos tres factores en el caso de la tendencia al
rendimiento nos es dada por la ecuación Te = Me X Pe x le. Te es la
tendencia a acercarse al éxito. Me el motivo del éxito, Pe la probabilidad
del éxito, y le es el valor de incentivo del éxito con respecto a una activí-
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Grupo Individual Grupal Individual
Rendimiento Aplicación
Tipos de información
Rendimiento ~ O Sentimientos
}o'IGURA 21. Ejecución de una tarea para sujetos con elevada necesidad de
rendimiento o con elevada necesidad de afiliación bajo orientaciones grupales
o individuales e información de la ejecución o del sentimiento. Tomado
de French, E. G. Effects of the interaction of motivation and feedback
on task performance (Efectos de la Interacción de la motivación y retroali-
mentación sobrela ejecución de una tarea), en : J. Vol. Adaman (Ed.) M oiioes
in jrmtasy, action and society. 1958, p, 404, tabla l. Con permiso de Van
Nostrand Reinhold Campan')'.
lisis deja. por supuesto, sin solucionar el problema de por qué son efectivos
los reforzadores y qué son en concreto.
Crowne y Marlowe (1964) hablan propuesto un motivo para la
aprobación, El punto de partida de:estos autores lo constituía un estudio
del que se concluía que muchas personas, al responder a escalas de per-
sonalidad, cuestionarios, o tests, mostraban una tendencia a responder
a las preguntas de forma que se mostraran a una luz favorable, es decir
tendían a 'dar respuestas socialmente deseables. Mientras esta tendencia
ha sido considerada por muchos investigadores como un defecto de los
tests de personalidad, se plantean Crowne y Marlowe el problema de
determinar si dicha tendencia a responder de maneras socialmente deseables
puede acaso ser reflejo de una disposición motivacional. El trabajo de
dichos autores incluye el desarrollo de una nueva escala de desiderabilidad
social, una serie de demostraciones de que las personas que puntúan ca
diferentes niveles dentro de esta escala se conducen de diferentes maneras
en otras situaciones sociales, y una conceptualización del motivo de apto-
bación,
Las escalas de personalidad en las que fueron inicialmente observadas
las tendencias a dar respuestas socialmente deseables, contenlan muchos
items relativos a síntomas (por ejemplo, me siento importunado por ata-
ques de náuseas y v6mítos). La escala propuesta por Crowne y Marlowe
evita este tipo de items y emplea más bien preguntas (por ejemplo, antes
de ir a votar investigo con todo cuidado las cualidades de todos los candi-
datos; algunas veces me síenro resentido cuando no consigo lo que quiero),
una de cuyas respuestas (verdadero o falso) es aprobada en general por la
cultura aun cuando no sea verdadera para la mayor parte de la gente. La
escala es bastante RabIe y hay evidencia de su validez, como nos lo hace
ver el siguiente sumario. Las personas «que muestran una. tendencia a
dar respuestas socialmente deseables en la escala M-e (Marlowe-Crowne)
son más conformistas, más precavidas y persuasibles, y su comportamiento
se ajusta más a las normas, que el de las personas que se retratan de una
manera menos eufemísticas (Crowne and Maelowe, 1964, p. 189). Mues-
tran una mayor disponibilidad hacia el trabajo oscuro, una mayor faci-
lidad de condicionamiento verbal, un mayor conformismo social, unos
objetivos más precavidos en situaciones de algún riesgo, y una mayor
susceptibilidad a la persuasión que las personas que no muestran dicha
tendencia a dar respuestas socialmente deseables (Crowne and Marlowe,
1964. p. 190). Estas personas dan asociaciones de palabras populares y
es muy probable que consideren preocupante una tarea que implique la
percepción de expresiones «obscenas» si es que pa= que .dicha tarea
implica una evaluación de su comportamiento. Evitan las amenazas a
su propia estimación y buscan la afiliación a los otros •
•Las personas con una gran necesidad de aprobación dependen «de
la evaluación favorable de los demás» y eluden toda autocrítica, El motivo
de aprobación es en si mismo «el deseo de un apoyo social, autopro-
tección, y evitación del fracaso... », Sus objetivos «incluyen el reconoci-
miento y status social, protección y dependencia, y amor y afecto» (Crownc
and Marlowe, 1964, p. 202)•.
De los tres motivos que estamos considerando en esta sección el
motivo de aprobación ha sido investigado mucho más intensamente que
el motivo de afiliación. y la investigación parece confirmar la existencia
de una tendencia motivacional ~ la aprobación más de 10 que lo hace
en favor de la dependencia. Sin embargo, tiene que haber áreas de super-
H-
162 MOnv....
oros y EMOOION"
Agresión
I Otros· objetos
O .
ga.
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1ÓO.·.. f·· n. mm..;t :
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gatos
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Número
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descargas
Pc!icula
agresiva ~ D neutral
FIGURA 23. Número de descargas admlnístradas al «boxeador» y al «POI~
tavoz» por parte de sujetos encolerizados y no encolerizados, tras de haber
asistido a la proyección de una película agresiva o neutra. Tomado de Ber-
kowitz, L. The conceptooC aggressive driver Sorne additional consíderations
(La idea de pulsión agresiva: Algunas consideraciones adicionales), en: AAnQflCl!$
in experimentalsocial psychology, vol. 2, p. 315, tabla 1. Copyright Academie
Pressv Inc.
Miedo y ansiedad
Ceessionario ds ansi'cdad
Dos cuestionarios han sido utilizados como técnicas empleadas prin-
cipalmente para medir la ansiedad. Uno de ellos, la Escala de ansiedad
manifiesta (MAS: en inglés «Manifest anxiety -scale»), fue desarrollada
.por Taylor (1953). Consiste este cuestionario en una serie de preguntas,
originalmente consideradas por los psicólogos clínicos como indicativos
de una ansiedad crónica, y perfeccionadas en estudios posteriores. Dos
items indicativos de ansiedad cuando son respondidos-con un «verdadero»
son: «Tengo muy a menudo pesadillas durante la noche», «Me encuentro
fácilmente turbado».
Esta escala fue desarrollada (Taylor, 1956; Spence, 1958) como un
medio de medir un motivo humano (ansiedad o emocionalidad), cuya
contribución a la ejecución puede ser determinada, Dicho con pocas
palabras, el argumento cra que la ejecución de los hábitos requiere la
energia procedente de una fuente impulsora.
Dicha fuente impulsora no era otra que la ansiedad, y, por lo tanto,
las personas son una ansiedad elevada tenían que poseer más energla
para sus hábitos, en una determinada situación que la de las personas
con una ansiedad reducida. La verificación de esta hipótesis implicaba
la comparación de las puntuaciones del aprendizaje entre las personas
que tenían puntuaciones elevadas de ansiedad y las que las rentan muy
bajas en el cuestionario MAS. Las situaciones de aprendizaje vaciaban
desde las más sencillas, como puede ser el condicionamiento parpebral~
hasta las más complejas como los pares de asociaciones, el aprendizaje
serial verbal o el aprendh:aje de laboratorio. All1 donde los hábitos do-
minantes poseídos O desarrollados por los sujetos estaban relacionados
directamente con una buena ejecución en la tarea a aprender, se esperaba
que los sujetos muy ansiosos ejecutarían la tarea mejor que los poco
curiosos, pero en cambio se esperaba lo contrario en el caso de aquellas
en que los hábitos tenían que competir unos con otros una ejecución
16B l!O'l"IVACION y I\MOCIONi
Afiliaci6n
Brown (1961) ha dicho que no es necesario hablar de motivos cuyas
metas sean la alabanza, el prestigio, el afecto, la eminencia, o el dinero,
y que las conductas a partir de las cuales se infieren tales motivos quizá
ALGUNOS SJSTEMAS MOTIVACION ....u:S _DEL 3ER HUMANO 169
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Ansiedad elevada Ansiedad baja
CONSIDERACIONES GENERALES
Los sistemas motivacionales que hemos pasado en revista a 10 largo
de este capitulo representan los principales mencionados en la literatura,
y nuestra exposición ha sugerido muchos de los problemas que se hallan
asociados con la asunción de uno u otro motivo. No es aún posible, cree
el autor de estas lineas, e! concluir que tengamos una interpretación o
intelección satisfactorias de uno solo de estos sistemas motivacionales,
De todos modos, debiera quedar claro al menos por e! momento. que
estos sistemas motivacionales 50n complejos, y que implican tanto una
disposición a percibir y a conducirse de una cierta manera típica, como
un papel importante por parte de los indicios o de los factores de incentivo.
Es sumamente dificil el concebir fuentes de energía para estos sistemas
sobre el modelo del impulso o de la necesidad.
Nuestra exposición ha dado por supuesto la existencia de numerosos
sistemas rnotivacionales que son relativamente independientes entre sí,
concepción ésta que ha sido rechazada por diversos autores (Allport,
1937; Maslow, 1975; capitulo 5). Maslow, por ejemplo, ha afirmado que
se da una jerarquía de motivos (o necesidades, como él las llama), y que
172 MOTIVAc:!Ot<! y EM:OQION
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Teorías del conflicto y del.
equilibrio, o de la consistencia
CONFLICTO
Se dice que surge un conflicto cuando se dan simultáneamente dos
o más tendencias de respuesta que son incompatibles entre sí, La fuente
de los conflictos puede hallarse en el hecho de que se den objetivos incom-
patibles, es decir, en la presencia de dos incentivos, la consecución de
uno de los cuales excluye la consecución del otro. O bien, aunque sea
alcanzable el objetivo, sin embargo, puede ser que se arriesgue el castigo,
de suerte que el valor positivo encerrado en la consecución de un objetivo
esté en conflicto con el valor negativo (acaso miedo) de obrar de esta
manera. En el primero de los casos la respuesta de acercamiento a un
objetivo es incompatible con la de acercamiento al otro, yen el segundo
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