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MOTIVACION ..... .::: "

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EMOC10N
7,· Edición

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BIBLIOTECA DE PSICOLOGIA
(Dirigida por José M. Gondra)

N.O l.-LA PSICOTERAPIADE CARL R. ROGERS, por José M. Go"drll.


N.o 2.-PSICOTERAPIA POR lNHlBlClON RECIPROCA. porJoseph Wo/pe.
N.o 3.-MOTIVAOON y EMOCION, por Charles N. Cojer.
N. o 4.-PERSONAUDAD Y PSICOTERAPIA. por jol", Dollólrd y Neal E, MII/er.
N." 'j.-AUTOCONSISTENCIA: UNA TEORIA DE LA PERSONALIDAD, por Preso
eott Ut;ky.
N.o 6.-TEORIAS DEL COUNSEUNG y PSICOTERAPIA, por C. J/_ Pauersas,
N,O 7.-PERSONALIDAD (TEORIA. DIAGNOSTICO E INVESTIGAOON). por
Lawrence A. Pennn,
N.o 8.-PRINCIPIOS DE PERSONOlOGIA D1NAMICA, por). Bas4he.
N.o 9.-QBEDIENCIA A LA AmORIDAD, por S. Mi/gram.
N,O lO.-RAZON y EMOCION ·EN.PSICOTERAPIA,por A. FlIú.
N." H.-TERAPIA DEL COMPORTAMIENTO: FUNDAMENTOS; TF.CNICAS y
APLICACIONES, por Rubé» Ardi/a.
N.o 12.--GENERALlZAClON y TRANSFER EN PSICOTERAPIA, por GoIdslein-
Kan/er.
N.o B.-LA PSICOLOGIA MODERNA. Textos, por Jas! M. Gondra.
N.o 14.-LA CONDUCTA SOCIAL COMO INTERCAMBIO, por Joré F. Morales.
N." n.-METQDOS DE CONSEJO PSICOLOGICO, por KNlmbollz-Thoresen.
N," 16.-MANUAl DE TERAPIA RACIONAL-EMOTIVA, por A. El/is y R Gneger.
N." n.-El BEHAVlORISMO y LOS LIMITES DEl METODO CIENTlRCO, por
B. D. M4ckenzie.
N_ o 18.-CONDICIONAMIENTO ENCUBIERTO, por Upper·Coutel(1.
N." 19.-D.'TRENAMIENTO EN RELA)ACION PROGRESIVA, por Bemstem-
~e,.
N.O 2O_-HISTORJA DE LA MODIACACION DE LA CONDUCTA. por A. E. KilZdin.
BIOLOGIA y PSICOANAUSIS, por J. Ro/-Carballo
CUESTIONES DE PSIQUIATRIA. por J. 811$(ib,.
CHARLES N. COFER

MOTIVACION '
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EMOCION ~. . .' .

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BIBJ;.101J;CA' DE PSÍCOLqGIA
DESCrJtE DE BROUWER~ <,
Tmdo origimII de la obra: MOTIVATION AND EMOTION
AntÑ' , t.ruIIIatica from the English-language tdition publisbed
'" Scott, Fon:sman .and Company, Glenview, Illinoill. uohnt States
of America.. Copyright 197~ in the United States of América by Scott,
Foresman and Company. AH Rights Reserved ••

e EDITORIAL ESPA:ROLA DESCLÉE, DE BROUWER


Henao, 6- B 1 L'BA O - 9

ISBN 84-330-0357-7
DEPOSITO LEGAL S. S_ 472.'83
t ......... __ ~ S. A. - E,rrikobor .... kol.o. 2 . Zoroul:z ,-''1-983 ,_'
'. F~·
(l_. ." _ '
INDICE GENERAL
Presentación 11
Prólogo 15

-INTRODUCClON
1'RAsroNOO Hm"OlUCO 19
Concepciones racionalistas 20
La evolución de las concepciones motivacionales 21
Filosofo 21 '
lbsu.rgir dll Racionalúmo 23
Biologia 24
PsitJUi.atria 26
Psicol()gís29
2
CONCEPTOS MOTIVAClONALF.S
y SU SITUAClON_'IEORlCA 33
LA REACCIONNEGATIVAA LOS lN'!'t'INTOS 33
EL JMPULSO 35
El impulso como 'estimuJo interno 37
Pruebas contra la teoría local 39
HtlRlbrt 39
Sed40 '
Sexo 40
El impu1so como estado central 40
l. Actividad gmtral " «tsponMn«l)) 41
2. Pnúldiddad 42 _
3. Conducta&onsumatom 42
4. Estudios hechos cm la esja de obstmedMJ 42
5. Hambres tspedficas 44-
6. Hormonas 45
7. Re.fiurzo45
LtJ natumlna del impulso _ estad» cmfral 45
DlFlCUL'l'ADlIS CON LA TEORlA DEL lMPlJ'UO 48
Interpretaciones alternativas 48
Factores no-homeostáticos 51
Problemas con el impulso secundario 53
ALTERNA'l'1VAS AL IMPULSO ..·13 "
Incentivos 54
Refuerzo 55
LA SI'l'UAClON' TEOR1cA.])E. LOs CONCEPTOI MO'l'1VACIONALES 55
a
3
ASPECTOS BIOLOGICOS DE LA MOTIV AClON 59
LA VUELTAAL INSl"INTO: EroLOGIA 60
EST~ CON RASE BIOLOGlCA 66
Hambre 66
Sed 72 ..~
Motivación sexual73
Dolor 78
Conclusión 80

..
.EMOClON83
TEORIAS PRIMmVAS 85
PAUTAS l'lSIOLOGlCAS y MECANISMOSNERVIOSOS 87
Pautas :lWológiellRgg
Mecanismos nerviosos 89
TEORlA DE LA AGTIVAClON' o DE LA. EXClTAClON 90 •
DB'll!.RMINANTB3 BITUAClONALl!S DE U. JOfOCION 95
DrMENSIONES DE LA EMOClON 99

5
ESTlMULACION EXTERNA 103
AanvmAD v JUEGO 103
F.m<ODIOSDE LA ESTIMULACION EXTl!;llNA 106
Exploración locomotriz: 106
Manipulación de obietos 108 _
Tiempo de elección e ínspeceién 109
Aislamientr, sensorial y social 112
Aislamimts sen.wrUd 112
Aislamil/tlt" sDnal1I5
INTERPRETACIONES TEORICAS LI6

6
INCENTIVOS Y REFUERZO 119
y nORIAS na INCENTIVO. 120
INCE.\~TIVOS
Efectos y características de los icentívos 120
Teorías del incentivo 124 .
REroRZAl)ORES y THOlUA DEL REFUERZO 131

1
ALGUNOS SISTEMAS M011V AClONALES EN EL SER HUMANO 143
llIP1Juos ADQ.U1ltlDOS 144
SISFE!oWi MOTI:VACIONALES 141
Actuación y problemas de medida 148
Rendimiento y miedo al fracaso 149
Afiliación, dependencia y aprobación J57
Agresión 162 "
Miedo y ansiedad 166
.4müdad de cue.rtimuJ_ri4 167
AjiliadÓII 168
CoNSID.EllAClúNES .~. 171
INOIeR GJ!,~RAL

8
CONFLICTO Y TEOlUAS·
DEL EQ.UJLJBlUO O DE LA CONSECUENCIA 111
CONFLlal'O 173
Tipos de coiúlicto 174
Teoría del confficto «Acercamiento-Rechaee» 175
TEORIAS DEL EQUILIBRIOO DE LA CONSISTENCIA177
Trasfondo 177
Disonancia cognoscitiva 180
Experimentos ilustrativos .184
Evaluación 187

!J
CONCLUSIONES 189
BIBLIOGRAFIA 195
INDICE DE AUTORES 201
INDICE ANALlTlCO 211

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PRBSBNTAOON
TfI1IIo tl C01lfenirJoGOmola prtHtdIIri6n át 1m CNrSOtk plko~gI(Z pora prin-
~ipilll1"ll'flrian ampliamenle en "_slros tildI, no sólo l!1IIn ¡ntti/utos,] deparla-
mm/ol. tino incluso entre ~ftlffTes de 1111 m;smo ÚpartlUlmltO. Se rIa lUla larga
.serie tk posibilidadt! aceptables m punto a la orgtmitr.riÓ1l dtl mrM. y lmII mI!!
amplia lib,rtad para el pro/uor en pllfJto (Z la seJtcfión y acent1l4Ciónde afJIIIlloi
aspectos de la psirologla modtr1J1l'JII' consitltn ;1 de mayor importancia.J 1ItiliJad.
Una de lar CQIIsasprincipales tk fJU' se tlen lalu dif~rtnCias dmtro Jel &llt"SO la
ton.rnh(p Jllllaritllad de o~ietos tratadely tÚ temas que ~ IMItan sgntjHIdo.r btifo el
&lJmÑn tkntJmi1lf4dorde psicologífl. Es de todo plmlO imposiM el tratar de mattn"a
uwuuia,y dentro de ItJs limitrxitmu IÚ liempo normalmmte impl/estas a 1m cuno
intrOtiNctorio, todos I(')s"mas de tltráddera ;mpOrltIMia. Para hacer aIÍn más C011l-
plicadas las cosas, está lWanzamio con tdll ráPidos jitUOs en los diferentes campos
de la psie%gia la actIIIIUJaciónde conocimimto.r, que es prá&tictJ11Itnte;mposible
manten~r~ al r;11I/Dde dicha el)olllúrín en lodos los campos. De ahi qllt Jt limite
un pnifeSDr (f)fI plmo derecho, no ptKar II«IS,. al dl!arro}/o de atptelJos ""'(11, res-
pecto de los 1J1I4se sient« más capatitodo para eX}6"er/oJ t:fJII pleno (f)fJ(/(jmiento
.Y comprm,rión. Fiflalmenft es ",Ims'er Imer en Nlenta 14 aclKal insistencia '" 101
IUpt~tos prácticos de la psi&04g1a, en gran medida debid4 ti tma demanda por prtr#
J, los ertlldiosor'y d,1pHbl;ro.
Por npmrto qtM no toJos los profo.rt»'ll IS-, &oIMIItido,fd, la Ittil;JmlIk m.s,..
Rd.r la aPlicación de ID pJieologÍd en el curso intródllctori(),y advierten'" IDIptnibles
p~ligro.r a 'f'# plli!de conducir uir conocimimlo in/I/fictonle o 1m illlmlo prematuro
d, harlf' lISO tÚ lIfIa informdciDn IJIIIIIf) ha sido slIjitienftlllentt t~ptrimen/fIIk o
no ha IlIgado a ser a1Ín común"",,te llCeptada. En ronfrapomi6n a n/a pos/Nra.
ht!J 1IIIIChOJ.no obstante, que en Sil enseñanZa del rll1'~ ;"frrJd1II:tDrio, %rgan 1m
tiempo y 1#1daftncirJn considerables a la aplieacirJn.J al sentido de lo Ijllt teórica-
mente se conoce. SkfJ1N!sla semejante variedad de cotdmiJos, técnicas y orilntQdón
Intre los prr!fuoru. st reljuiere ana vQr;edad en ,1 materiQI dounte que corruponda
a tlfJuilla. Esta serü de temas psicol6gicos báricos, editdrM por la Casa Seon,
Forumall ami Co,. ha sido preparada ,01110 respuesta a esta tluuidaJ. Cada uno
de los úht!os dentro de la serie trata 1m tima lÚ1ico• .Atm rilando los volúmener
son relativamente pequlñoJ, prmnl4 C4da lino d, tIlos 1hI I1ll(d,o del tellJa, mtÚ
aOlpHamente desa"ollarlo de lo que p//tila serlo en lexlo algllflo intro.dlldorio, p«
12 MOTrVAorONy EMOCIóN]

prttemJa abaNar todos los Ufltt#. edila lI1W de estos tiolúmenes-ha sidq preparado
por .1m espedt1/i.rfaque, no sólo da mfMmtu de.1t1I ronorimienla cMlplelo de la si-
tuación artual de ni Ctlfllpo, tanto por lo qHt al con/mido como al método se reft"',
sino (jJlt nos prumla asimismo JIIJ tratamiMto qriginal.1 creadar de dicho material.
Bstos valtímenes son ml«bo más que la tfpka visiÓftJ'1l/le11idal,hechaconfármll-
lar uler~tJtipadaJ; de un tema. En cada lino de ellos h"y /"gtW'parn u/e tipo deanálisis
origilldl de un problel1t(1..qttr 110 podio tmers/! en otros tiempos en lIIIa lectura in-
trodfICooa. Cada IIttllo dentro de ulll serie es itltkpendilnfe de 1MJe",á.r tI/ultu.
Todos han sido redactados como Hf1 lodo, de .ftIef'te que fJlera posible el tleIJlIrhasta
el mtÍximo la 4111plihiden el tratamiento rle la P.ricolo¡ja, con Hfl minimo de repe-
ticiones y r~dunddncias. No hay I/olumen alguno 'j1lC sea absolutammte necesario
_ptTrala comprensión de otro tlolnmen cualquiera de uta seri«. Es preeis« recordar
al mismo tiempo, no abs/(1.fI/e, qt« ti volumen primero, lI1IIl Introducción a la
Psicología, da el lona par« toda la nrie,y trata de exponer la nlafión existente
entr» los diversos temas. Deseamos, aparte de ello, constatar tj1I4 se da 1111 número
c01Jsid"able de mutuas riferencias entre Io.r diversos volúments.Y un ¿eno gemral
di integración de los dijerentes hechos y teorías que ptrfenecen a materias diversas.
Yall1l mando es ptrJad que los titulos Ion ind~pcndientu mtre .tf y como tales pueden
JtT' empleados, no puede tampoco dijar de tenerse en cuenta que forman parte d~
tma más a,mplla, coordinaJay comprensiva visión e interpretetcMn J(f la Pslca/agla.
Propósilo de esta serie er el aportar flexibilidaJy conocimiento de la ma/eri",
/Iittto para ti profesor como para d alll1llTlOro est« CNt'SO inicial. Ld serie puede
.ser-adaptruJa a loda Una vorüdad d~fines _alivo!. El profesor pwde 111try bien
y preparar sna gama de unidades de IU/llra. con el contenidfJ,acentuación
solucjoff(J1'
J ortkn, que a él más aprfJpiados le parezcdll, y ellfJ St lUoflloddrá a la intendon
gtmra! y tI la orientación de ulc CM.fO. Puedl, por deinplo, btUar !II CMSO en di-
jertnfe-.t temas selectos, cadd fITIO de los CHa/u qu~da Juarro/lado en 1{fJ volumen
aparte. ~ pudiera también, C01ll0posibilidad alternativa, usar d~ IIIIlÍni(O volu11J~n,
para llenar JIIJ vado Opara un desarrollo Hlttrior de Hfl tema d6 especial impar/anda.
Plltden asimismo IIsarse volúmenes de esta serie etI tmión ton libros dI: texto más
geMrokr o con el libro medular in;cial d~ la serie. Es ad~11Jáscomprensible que
1I1U111 otro tk tstOI vo/_t!fI(J,I Plledan ser de. ntilid4d m "",sos ulteriores. COlIJO I~c-
tllra prdiminar para el alll11Jnoqu~ no se hal!~sfljicienh",ttIIl: preparado para
enfrmtarn ófJ1l en tema a I!SI~nivel, () como suplemento IJNI! desarrolle 81fondo de
tm kma rilacionado con el mismo. Habida cumta de la calidad de lo.r autores de
esta serie, pflede sentirse 81prrifesrJr ple1Ul1lJmleconfiado en SN selección, rin recelo
algllllO ame desigttald4á de ~alidad, superfidaliJad o repeticiones. Esta strit poste
lUla gamll de IIS()S en diferentes niveles educaciotralu, que dtpmderán de las sece-
sidatks del a/¡lhl1w. tk la finalidad del curso y de la m:atividad e imagil1llci¿n del
profesor. '
Este pohmm, Motivación y Emoción, redactadfJ por Charles N. Cofer,
trafa l1li campo (j1II! es central parl1 la comprensión del comportamiento, tanto
hllf1/mw COII/O OIIÍma/, J q_IIe ha txptri",enfat]o (amblol revolucionarios en l/u úl-
timas dlcttdas.
Casi todo el campo tk la Psieologfa, y en general en las ciendas fjfII! 1r4ltm
del comportamimfrJ, han ~s presupuestas motivaciOflale.ry se plantea problemar
PllES:ENTAaION 13

tk la misma Ittiok en torno a los UtltmtlOl IJII' pnfim o trat« de hall41' el orgll-
nimio. en torno a Ills (oMk;o!les fJf" ¿lIna·¡¡ml.rmo estahluer o trllta de evitar,
y-a las sillll1done.r ljIIt ;nmmentan, tlismimryen D 11I1lntienen1111e.rftlerzoen el tom-
porlamienlo. Lar tíllimlls illvuJigado!le.r exigen, CD11IOID ha de11loslratfode la
manerA más palpable ti profuor Ctifer. que cambiemos la eontepúrJn de la moti-
vadrJn tpI tradidonalmente hUllos 1f1n.11tmitÚJ. Las tllOrlIU sobre el imptllnJ. que
el tiempo habla fonsagradoy qfl/l conreblan al comportamiento romo algo que es
/llovido áll manera tIJItomátka por lI1Ia exeiwiÓII intertJlZ, han de ser retlÚ'odIU m
pun/os de imporfancia. Más afÍn, romo el mismo Cofer /o 11I11Utra,u menUM
pru/ar una mayor atención al papel de los mecanirmo.r innatru IIIJ el romporta-
miento. AJ,pndrJ$e.uno. vez 111M de /01 pllllf6S de vista tlifmáiJos fJ1I añM ll1IIerior-el.
carga el/tren/o menos de lo que .habia sido eorrimte mire los psKólogos experi-
menta/es, In ton#deradonu sobr« la troda del aprendizaje. Cambios totltn irtu
que lim~n profundas implitaúones paTa numra inh/mirJn de lar ftmdes del com-
portamiento.
Estamos convencidos de que n1ll1stror lectores hallaráff este libro Iltra&tivo.
moderno 11 ¡nteruante por .!H planteamiento de problemas. Es _posibk ljTII! 1I'RUIror
en t_ a la 1I1OtiDadrJn.1a la
Jet/ores hf[YIlII de resisar algunas de sus 1I()&ioneS'
emodón,y que hayan de plantearse 1JIIeVOS problemas en torno 11estes ideas, -pero,
a fin de cuentar, en esofundamentalmente tOllsúte la edJmJtiún.

LYLe E. BOURNE,Ja., Universidad de Co/~rado.


LBONARD BERKOwrrZ, Universidad d~ Wisconsin.
PROLOGO
Esle libro u fmQ introJumÓII a ese campo Je la itttIulil,lJCión fjII4 R ttmoet
(0Il10 M"#VdCión J ElIIOCióII. En él he trataáo de pretmfBr los hethor'y tetJrlar
fmt&zmenttlles refenn¡u tzI tí/Nlo, de IIIUI. mafUrtl comprtn.tibk J cohennte. No
es un grlleSO uoIumln; comofue la IJIt/erior obra ro,," em mi.r11l0te1ll4, Motivación:
'Teoría e Investigacién, INrila en tOkzb(Jr(uiónCDn Appl9, ni Ir taflljHXOmI-
1"4mllllt una IImplia .nnle.rir ú dicha obra. He ira/aJo en parll tk ponerlo al tild,
tÚ SIlU'Ie (jIIl dr.ter"'¡fkUÚls .ttcciones tk la presente obra esttÍJI lIItÍ.t tzI tila qut lar
tie la o"'" tmlerior. Jur,go tUillJismo .qtIe se han t/dtIo varios c4mbiM. bim q/# IUI
14nto .mlil,., I!R la forma cómo.JD ~ibo aclualmenh la 11IotivaciónJ a/gllnos de
lo.rtemu tJ1 quela múma se sflbdi,,¡ú. Un cambio en mi prop;". poshh'tZ se da m tI
hubo dI 'file veo en /4 aclllalidaJ, ron ",ár dJ1T'idd qtd anfes pmi, ver, la impor-
tancia tk lo! mtctmirmol inltatol lit el ti)mportdmitnlfJ. Otro cllmbifJ, paraklo al
anter;fJr, se Ik en que atrib~ó filia importancia I1Il1&ho 11Ienor,de la IJRII hatt Jiez-
aRos. ti la uorla del aprlndiztife: k prmnle obra dedica lall 1010 lIIItn poC(d' pá-
gifta.r a HIIIl, Spence, Glllhrie, TO/IIJan, Skinntr' y otros, Laleoria tk ,1 impulso
pana hoy hallar.re lan pti.rda de moJa, que 1f() IIItrece qtII se la tÚdilpM un amplio
espacio ell obra lan breve co""' é.rla. Por rl/zoner 1If'!J IIm9a1lle! he preslado tll
p.ricoanJIi.ti.r .fI1I4 mtllr»" illeftt idn Je la tf1I4 le pres lomos m la obra eserifa en co!R-
borddón ton AppltJ. .
En mi preparM;6!I tltl JJlaIllISCI"ilDhe reribiáo no pocu DrimlaciolUl tIe tI1f
hHllf llIÍ1fm'O de fuentes secrmJdrias, He .reñalmJIJ ptua t.ryllfla Jel helor, 11I1«ha.r
de ¿ichal !f411tu en la litio de 1«/IIr'M fKons~ji¡¿:1! que SI e1lClitfltraal fiftlll de caáa
capítulo. Las obras tJIM se citan a IIJ Iargu tÚI texto se haJlartÍlt, por .tlljJilem. en
la bibliou4j1a pTltsta al ftmzl átl libre.
Ene libro ha poi ido Imllfkitl1".retk la mfRT4 fJlI8 del mrmtt.reri1tJhllfl INtho
101 prtJfeSlJl"t.fLyle BOflf"lMy Leonord Berk.olPitr... ditDrIl! de tita eoUcdón dt
mlteptos básiCO!Je p.tico!tJl,la.
Ambol saben de mi auadeci11li'IIlfJ. Al Dr. Berleo1ll;tf{_n le CtJfIjióen crm-
mtfJ la responsabilidad áe tsle libro, y Sil! agár tomentar;os han 11ItjoraJo.Te1I!i·
blemenft la exposición del miswtO. LA fJlIe 110 obsta para fjtN no e.rltmol enlera11lellt,
de tttlltrdo en prmtIJ a delerminada.r &rmrlm;onu. Yo, s« 1111 parte carlfJ con Itz
rupon.rabilidad de MS7JilIcionudel penSdmimID seJ!,ll1'O tk queptuden 4IÍn mil en la
obra,
l~/' ManvAGON y EMOmON

/
CotUtillfJe parll mi lIIIIl satisj'auión el reeorÓiJr itl extrtJOrJintlritt ~
preslatla por Id smora Esther forJan, que pasó ti máqtnna todo mi mdIJlIS&rÍ/o.
Parll ella sea el agraJedmienlo tÚ IIIJ() fjlie CO'"'" k deficiente de SIl cllligrafta, La
tlltima nJd«i6n Jet IIII11111KTiIo 11M Jiestrllfllente 1IJt(tmografiaJo por la señora
BetJW!1Stickler.
. Charte; N. CoftJr
Utlivmiámi Park. Peflll.!JlvlZ1lÍlZ

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Moi;ivaci6, mociórI_son, términos ut" déstit~rt~n V~;) ran' ~fe~' 'tZ::'
entre los estudiantes universitarios de los Estados Unidos. No aparee Gk.¿'./~:.'
'sin embargo, enteramente claro P?r qué tienen dichos términos," al con <' ~.,j,J
trario que otros términos como procesos sensoriales, percepción y aprendizaje Yvf'._ ffL(};, I
ese valor de interés que poseen. Es muy posible que la razón de ell 'vJj¿,ij.
la c.onstituya el hecho de que la pal,abra motiv:a.cióA significa en el It:n~;;!<.c)·\t.~
zy-aJe pºpu)¡¡r las q~sas ~ el «E?t que)) de la acción. Por 1,0 que a las em~";~_,~~1i"
cienes se refiere, todos sin (íu'(fa alguna las hemos experimentado, y ..ma~:,;,.,._!cr..;v-.,_.
de una vez nos hemos visto turbados y desconcertados ante la intensidad. Af.~tJ.',l
de nuestras emociones o la imposibilidad de someterlas a nuestro control. ~¡¡'r5<"¿1';'
Posiblemente constituya la familiaridad que en esta tierra s~ tiene con el 9 ,~~,J:."-,
pensamiento psicoanalítico y psiquiátrico, muy en especial en cuantoJ::-:~~,¡_··.}.C1
ha sido dicho pensamiento traducido a narraciones que se encuentran ).,_':";,.:_
a menudo en los periódicos y en revistas y libros de gran circulación, .;, .;'.t.....-: ,
un factor en el interés que estos términos, motivación y emoción, poseen - o- j,)
para nosotros, Tanto el psicoanálisis como la psiquiatría hacen amplio
uso de estos términos, y apuntan a relaciones de importancia entre moti-
vación y emoción, por una parte, y la anormalidad, cual se presenta en la
psicosis y en la neurosis, por otra. Acaso pensamos que las diferencias
entre las personas o las diferentes maneras como se conduce una persona
en diferentes ocasiones o en momentos diversos han de responder a causas ..L

ql1e se hallan más allá de las causas que tienen que ver con la inteligenci~...,.'-c'. ~
o con percepciones exactas del mundo. Lo que equivale a. decir que tanto .~.~_;/r>
motivación como emoción se hallan más cerca. de 10 que ~ntendemos por' r ;,.,;..:~
«naturaleza humana» de lo que puedan estarlo expresiones .como JetI- ;, .; ¡_.¡
Jación, percepción o cognición. . ., .:
Sean cuales fueren las razones de ello, tanto la motlVtlCJOncomo Ji. - ~,-
'f7:.<-':-
emQCiónhan tenido una amplia difusión en este siglo. No siempre fue asf,' /7-:: .
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18 MOTIVAillON y EMOOON

al menos por lo que a la motivación se refiere. La. expresión motivación


no aJiarece en el Dictionary 01 P/Jilosopl!Y tmd PqchologJ, en tres volúmenes,
de J. M. Baldwin, cuya publicación quedó terminada. en 1911. La palabra
emoción tiene una más larga historia, y segun el Oxford English Dictionm:Y,
comenzó a ser empleada en la lengua inglesa en el siglo XVIII, para de.
signar estados mentales agitados o excitados de las personas. La palabra
motivo aparece en el diccionario de Baldwin, pero su emo1eo se refiere
a una forma de experiencia consciente, más bien que a una causa o al
porqué de un comportamiento.
En psicología y en algunas de las demás ciencias que se ocupan del
comportamiento, puede el siglo XX, o al menos la primera mitad del mis-
mo, ser casi calificado como el de las «décadasmotivacionales». No carecerá
de utilidad el describir las razones de este interés por la motivación. Por me-
dio de ellas, llegaremos a un más amplio conocimiento de las concepciones,
tan sometidas a cambio, del hombre, de cómo puede ser explicado su com-
portamiento, de lo que la palabra mo!ivdción ha podido significar, y de lo que
en nuestros días significa. (Más adelante hablaremos de la palabra emoción).
Acaso no esté aquí fuera de lugar una advertencia. La terminología que-em-
plea:una disciplina científica, como trata de ser la psicología, se halla tomada
no pocas veces del vocabulario popular. Ahora bien, en el proceso que con-
duce a esa apropiación, se les da no pocas veces a las palabras sentidos
o connotaciones diferentes, y a veces más precisos, de los que poseían
en el lenguaje popular. Una expresión como la de motwacirJn nos ofrece
un buen ejemplo de esta alteración o reducci6n del significado corriente.
t
Como antes hemos dicho, la expresión motivación era a menudo
empleada en el pueblo para indicar las causas o el por qué del compor-
tamiento. Es posible que este uso tenga en gran medida su origen en la
herencia psicoanalírica, la cuaf,'\ al insistir en que toda conducta se halla
determinada, echaba mano de nociones como energías y fuerzas incons-
cientes que dirigen el comportamiento para servir a los «fines»engendrados
nor dichas fuerzas. Más tarde habremos de decir más sobre semejante
concepción de energías y fuerzas. Baste por el momento con señalar que
una energía es de hecho incapaz ae hacer algo que no sea $ervir de «motan
que se halla sometido al comportamiento. Tomemos como ejemplo la
fuerza hidráulica. El agua que se precipita de lo alto de. una cascada es
una fuente de energía. Ahora bien, la energía tiene que ser encauzada,
a fin de que pueda ser utilizada para un fin concreto. As!, inventamos .una
turbina, que _puesta en movimiento por la fuerza del agua -que sobre ella
cae, puede hacer girar el mecanismo de-un molino o de una dinamo quc
ha de producir electricidad. Con otras palabras, el mecanismo ha de ser
adaptado a fin de que pueda dirigir, guia'!' o transformar la fuerza, de
manera que pueda ser utilizada. De por si puede el agua que se despeña
ser algo bello, puede erosionar las piedras 'sobre las que se precipita,
pero no tiene utilidad alguna para otros fines.
. Podemos estar de acuerdo en que el comportamiento se encuentra
determinado, pero al afirmar esto, es preciso que vayamos más allá de
INTRODOQCJON
• 19 $l
--t
la idea de que tiene una base energética. Los mecanismos que dirigen,
guian o gobiernan, tienen una importancia tan grande como la energia
misma en la determinación de lo que va a ocurrir. en el cómo y dónde
de ésta. El psicoanálisis no especificabaestos mecanismos en detalle al-
guno, aun cuando ciertamente los incluía (<<Procesosdel yo»). Ahora
bien la psicología se preocupa por todos los mecanismos que dirigen el
comportamiento -disposiciones y hábitos, por ejemplo- y no tan sólo
por 5US fuentes de energía. Habida 'cuenta de lo cual, la psicología tiende
a limitar la expresión motif/ación a los factores que se hallan implicados
en procesos energéticos, ya incluir los demás factores en la determinación
del comportamiento. Y no está del todo claro ouc una internretación
motivacional que postule fuentes de energía «bruta», tenga utilidad alguna
o que incluso la misma idea de motivación sea útilS Robert Bolles (1967)
ha escrito que la motivación no es un hecho de comportamiento clara-
mente observable o un aspecto de experiencia directa. Es un término
empleado para condiciones y procesos, término que en cierto sentido
inventamos porque parece aportar algún orden o comprensibilidad a
10s diversos fenómenos del comportamiento y de la experiencia. Seme-
jantes invenciones, al ser conceptuales más bien que reales o existenciales.
se hallan sometidas a cambio. de acuerdo con los datos del comporta-
miento y de la experiencia. Y veremos que el concepto de motivación
ha revestido numerosas formas y desempeñado diferentes papeles desde
que fue introducido en este siglo. En nuestros dias más de un especialista
juzga que dicha expresión no encierra utilidad alguna o, más bien, que
el concepto no es útil ya o que no es necesario. Semejantepunto de vista
hace suponer que es posible hablar o que han sido halladas otras alter-
nativas, o, mejor acaso, otros caminos para dar razón u organizar de for-
°
ma coherente esos fenómenos para cuya explicación principio de orga-
nización ha servido a lo largo de los últimos cincuenta años el concepto
de motivación.

TRASFONDO HISTORICO
Se ha dicho no pocas veces que se dan dos o más concepciones de la
naturaleza humana incompatibles entre 51. Según una de ellas, es el hombre
algo esencialmente racional, un ser que escoge y quiere, UD ser que co-
noce las fuentes de su comportamiento, y que es consciente de las razones
que a este comportamiento concreto le empujan, y por ello plenamente
responsable del mismo. El otro punto de vista sostiene a veces que el
hombre es por naturaleza un ser irracional y que lo mismo sus impulsos
que sus deseos han de ser refrenados por la fuerza de las sanciones sociales,
A1irmaciónparalela a ésta es la de decir que el hombre se ve empujado
y arrastrado por las fuerzas de su propia constitución y las tensiones que
le rodean, y que es en gran medida inconsciente en 10 que a las fuentes de su
acción se refiere. Lógicamente, quienes hacen suya esta explicación poco
habrán de acentuar la responsabilidad personal.
., 20
+- MOUVAroON y E~oaON

El Racionalismo es la concepción que ·prevaleció a lo largo de siglos


en los grandes sistemas filosóficos y religiosos que dominaron el pensa-
miento occidental desde los días de los antiguos griegos (por ejemplo,
Platón) hasta épocas relativamente recientes, La concepción alternativa
a ésta. comenzó a ser aceptada en el siglo XVJl, aunque ya había dado
señales de vida con anterioridad, incluso entre los mismos griegos. Puede,
no obstante, decirse que sólo a :finesdel siglo pasado y a 10 largo de éste
llegó a adquirir su predominio. El concepto de motivación se ha rela-
donado fundamentalmente con la interpretación irracional de la natura-
leza humana; acaso no pudiera lograr dicho concepto un auténtico reco-
nocimiento más que una vez que hubiera declinado el predominio de las
concepciones racionalistas,

Concepciones :racionalistas

Los factores motivacionales no ocupan apenas lugar o se halIan


excluidos en una interpretación racionalista del comportamiento, toda
vez que según ésta es la razón humana el factor predominante en la de-
terminación de Jo que el hombre hace. Su voluntad es libre de elegir lo
que la razón dicta, sea cual fuere este dictamen. Si su elección es necia,
o va contra la ética o la moral, carga el hombre con la responsabilidad
de la misma, toda vez que son su tazón y su "Voluntadquienes de manera
más libre han hecho suya dicha elección. En la base de acontecimientos
como la caza de brujas en el siglo XVI se halla. una concepción así de la.
naturaleza del hombre. Es lo que ha expresado Zilboorg con estas pa-
labras:
«Haga lo que haga el hombre, incluso si es vlctima de una
enfermedad que perturba sus percepciones, su imaginación y
sus funciones intelectuales, lo. hace por su propia libre voluntad:
voluntariamente se inclina ante los deseos del Maligno por
antonomasia. No es éste quien tienta y hace caer en sus lazos
al hombre; es el homb-re, más bien, quien elige el sucumbir
ante el Maligno y quien ha de ser considerado responsable de
su elección. Por ello ha de ser castigado, ha de ser eliminado
de la comunidad, Más aún, su alma. que se encuentra presa en
semejante cautividad pecadora, por la corrompida. y criminal
"Voluntad dentro del cuerpo, ha de ser puesta de nuevo en li-
bertad, tiene que ser liberada, El cuerpo ha de ser arrojado
a la hoguera (Zilbootg and HenTY, 1941, p. 156).
Según. esta. concepción, indicarla la inteligen!=ia lo que habría de
escoger la voluntad. Aun cuando se diera una libertad de elección, ha-
bría, antes y ahora, en los sistemas filosóficos y religiosos, elecciones
buenas y malas. Y. pOt:lo que a la elección del bien se refiere, podría ser
la misma: determinada por un conocimiento apropiado. Si conoce al-
guien el bien, podrá. escogerlo y le será dado llegar a ese conocimiento
por educación, contemplación,. revelación o autoridad.
lNTIWDUCCJON 21

Por supuesto que los animales no se hallarían, según csa misma con-
cepción, dotados de razón, pero tendrían «impulsos naturales» o ins-
tintos, colocados en ellos por el Creador «para guía de la criatura en la
consecución de fines que le son útiles, y rechazo de los perniciosos» (Wilm,
1925, p. 40). Esta formulación, a la que ya. los Estoicos en la época griega
habrían llegado, es precursora de la noción de instinto empleada, con
algunas pequeñas diferencias, en siglos posteriores.
La evolución de las cOGeepdone;s motivaci,onales·
En el siglo XVII comenzaron a adquirir alguna fuerza, cosa que no
habían lograda las ideas más mecanicistas ,de: los primitivos atornicistas
griegos, como Demócrito, y de los hedonistas, como Epicuro, algunos
movimientos que: se separaron del Racionalismo. Fue necesario aún, no
obstante, quc pasasen un par de siglos para que llegasen a su pleno e~-
pIendor las nociones morivacionales, COsa que sucedió en las décadas
motivacionales de este siglo. (Como más adelante nos será dado ver,
esta lozanía ha tendido en los últimos años a dar señales de marchitarse
y agotarse). Se dan diversas tendencias de importancia, las que se ven
en Blosoffa., biología,' psiquiatría y psicología, Se ha dado asimismo más
de un resurgir del racionalismo, bien que de una forma un tauro diversa
de la q\le hace un instante acabamos de sintetizar de manera tan .breve,
En este desarrollo múltiple vamos a :fijarnos ahora.

Fil()"ofla
Acaso no supusiera un alejamiento demasiado grande de ideas an-
teriores a Descartes (1596~1650) el hecho de afirmar que los animales
son autómatas, cuyas acciones brotan como consecnencia de fuerzas,
bien sea externas o internas, que mueven sus músculos. Un paso de im-
portancia constituyó, sin embargo, el hecho de que Descartes mantu-
viera que también: en el hombre actuaba un mecanismo semejante. No
obstante, Descartes mantuvo que esta concepción mecaniclstica no cm
suficiente para el hombre, ya que éste poseía unalma que actuaba con-
juntamente con el cuerpo en la glándula pineal del cerebro, y podía in-
fluir en el curso de los «espíritus animales» moviéndolos a través de los
«tubos» neurales. Eun esos espíritue los directamente responsables del
movimiento de los músculos, El alma, al razonar y ser, racional, colo-
caba al hombre más allá de una concepción ffsica, mecánica. De esta ma-
nera preservaba. Descartes las características del cuerpo y de la mente,
permitiéndoles la interacción en el (Cuerpo pineal.\ .
Una ruptura más fundamental] con las tradiclones del pasado tuvo
su origen en determinados filósofos ingleses, comenzando con Thomas
Hobbes (1588~1679)y prosiguiendo con John Locke y David Hume
hasta James Mill y el hijo de éste, Jobo Stuart Mill (1806-1873), para.
no citar más que los nombres más importantes. En el centro de l2S for-
mulaciones de estos filósofoll, se hallaban, en uno u otro grado, dos ideas,
22 MO'ITVACION y ~MOC!ON

las de asociacionismo y hedonismo. Ninguna de estas dos ideas era ente-


ramente original por parte de estos filósofos, sino que ambas databan
ya de la época griega. Pero el empleo que de las mismas hicieron los fi-
lósofos ingleses es y sigue siendo fundamental.
El Asociacionismo es paralelo al rechazo del Natívismo, es decir
ala idea de que las características del hombre, incluyendo las ideas innatas,
fotman parte de su constitución natural. Estos filósofos ingleses recha-
zaban el Nativismo y proponían que las ideas de la mente brotan de la
experiencia. Locke hada uso de la figura retórica; según la cualcompara-
mos nuestra mente en el nacimiento con una «tabula rasa», pata a-limIar
que 105 contenidos de nuestra mente han sido adquiridos por la experien-
cia. El Racionalismo se ve habitualmente. acompañado de una determi-
nada concepción de ideas innatas o de Nativismo, y por ello la acentuación
del papel de la experiencia supone una ruptura con el racionlismo. Además,
y por lo que a los contenidos de la mente y al orden del pensamiento se
refiere, juzgaban dichos filósofos ingleses que eran formados por leyes
de asociación. Así, dos o más simp.les ideas podrían, caso de hallarse
contiguas en el tiempo y el espacio, quedar interasoeiadas, con el resul-
tado de que brotaba una idea más compleja. La sucesión de ideas o pen-
samiento, uno tras otro, podtía asimismo quedar atribuida al hecho de
que hubiéramos experimentado en sucesión semejante los acontecimientos,
en que se basaban dichos pensamientos e ideas. Se darían, siempre según
los mismos filósofos, un número de leyes de asociación, a pesar de lo
cual no siempre coincidían en cuáles pudieran ser o en cuál de ellas, caso
de que se diera una, seria la fundamental. Tampoco estaban siempre de
acuerdo en cómo se unían ideas simples para constituir ideas más eom-
plicadas. Algunos parecen decir que dichas simples ideas se unen sin
más las unas a las otras; otros hablan como si las ideas simples se unieran
a. la manera de los elementos qufmicos, que se unen para constituir un
compuesto químico cuyas cualidades no se asemejan ajas de los elementos
originales. A pesar de todas estas divergencias, 10 importante es que
todos seguían una misma Iínea, en el sentido de que las ideas nacen de la
experiencia. y se combinan por asociación. Las leyes de la asociación
obraban, según su concepción, de una manera más o menos automática,
deséelo uno o no. En todo ello nos encontramos, pues, con una ruptura
con el puro racionalismo.
También el Hedonismo supone un alejamiento del Racionalismo.
Hobbes juzgaba que nos conducimos de una manera concreta para lograr
el placer o para evitar el dolor, y que, sea lo que sea lo que nosotros pen-
samos. estos son los auténticos motivos que subyacen a nuestra compor-
tamiento. Al formularlo de esta manera, hacia Hobbes, claro está, del
Hedonismo. un principio de motivación sin características morales, éticas
o racionales. En contraposición con los racionalistas. tenia Hobbes una.
concepción más bien pesimista de la naturaleza humana, afirmando que
los hombres son por naturaleza rivales y antagonistas, toda vez que el
INTRODUCClON 23

deseo de todo hombre de alcanzar un placer y de evitar el dolor ha de


situarlo necesariamente en conflicto con los demás hombres.
El principio hedonístico es una clara violación de la Interpretación
racionalista, y el hedonismo, aun cuando, no siempre en la forma que
revistió en el pensamiento de Hobbes, es una concepción central en los
puntos de vista de los asociacionistas y empirícisras ingleses.

Resurgir tkl Ra&io.nalisnlO


No todos aceptaron las doctrinas de Hobbes, Locke y Hume, e
incluso muchos filósofos se opusieron a las mismas. Irnmanuel Kant,
por ejemplo, decía que fue despertado de sus sueños dogmáticos por
Hume, y adoptó, en contra de los asociacionistas una psicología de las
facultades en la que sentimiento y voluntad se hallaban separados del
conocimiento.
En Escocia fue Thomas Reíd quien inició esta reacción, reacción
que tuvo unos resultados más importantes que la de Kant; en lo refe-
rente a la historia de la psicología. También Reíd adoptó una psicologja
de las facultades. Reíd postuló un número de facultades distintas 'y de
características. semejantes a motivos, como, por ejemplo. la voluntad,
el coraje, la nobleza, como realidades intrínsecas al hombre, de manera
que quedara asl preservado su carácter racionalista y moral. Lo que a
nosotros, de todas formas, en este momento nos interesa es el hecho de
que Reid mclula también el instinto dentro de su esquema, y usaba dicha
expresión para referirse a UDafuerza que se halla al principio de la acción.
Bolles (1%7) ve en la introducción de dicha concepción del instinto por
los psicólogos de las facultades (y ello se diferencia en varios aspectos
de los primitivos usos del término) una concepción que este grupo hacia
al principio del hedonismo, Afirmaban dichos autores que el instinto se
hallaba implicado únicamente en algunos comportamientos, al paso que
el hedonismo se hallaba en todos. Esta concesión deja lugar. por supuesto,
a la racionalidad y a, por lo menos, alguna libertad de voluntad.
El racionalismo sigue aún existiendo en formulaciones que se te-
fieren a la motivación. aun cuando no se halla ya enclavada en una psi-
cología de la facultad. 'Tiende a acentuar el hecho de que el hombre es
consciente de sus fines o de los fines que sus acciones persiguen y que
estos fines constituyen el material básico de la motivación. Se puede
determinar. la mayor parte de las veces. el por qué o la motivación de una
acción preguntando a quien la realiza por ¡sus razones (petera. 1958).
Según la opinión de este escritor, es esta interpretación de la motivación
la que mayar aceptación ha tenido desde poco más o menos el año 1950,
toda vez que la psicología ha tendido a. acentuar los procesos cognosci-
tivos con preferencia a las interpretaciones conduelistas y mecanicistas
de las bases de la conducta, Se ve a los factores cognoscitivos, por ejemplo,
romo capaces de frenar y dirigir los impulsos corporales. Semejante
tendencia. ha sido central especialmente en la psicología social, en la que
24 MOTIVACION y EMOOION"

ha coexistido con una tendencia a postular necesidades o impulsos para


el conocimiento del mundo y para la consistencia entre los conocimientos
de uno mismo. A nuestro juicio estas necesidades no funcionan de acuerdo
con procesos enteramente racionales, pero tampoco participan del ca-
rácter turbulento, perturbador, que se ha atribuido DO pocas veces a los
instintos básicos, pongamos por ejemplo, por el psicoanálisis. Al influjo
de la acentuación en Jos procesos cognoscitivos dentro de la psicologfa
contemporánea se debe posiblemente la impresión de que el florecimiento
de los conceptos motivacionales dentro de la primera mitad de este siglo
no parezca tener en nuestros días la vida que otrora tuvo.
m.logia
Por ]0 que a la biología del siglo XIX se refiere, se dan en la misma
tres direcciones de verdadera importancia. Una de ellas la constituye el
resurgir de la biología mecanicista, Otra la teoria de la evolución. La
tercera, finalmente, pronunciada ya en la obra del fisiólogo francés Claude
Bernard, la acentuación de la regulación homeostática del comporta-
miento.
La biolog!a mecanicista surgió a mediados del siglo XIX como
oposición a la teología y al vitalismo dentro de la biología, La teología
se refiere a la determinación-delos acontecimientos por su propósito o
finalidad últimos. El vitalismo, a su vez, implica que las características
de los seres vivos no pueden ser reducidos a términos psicoquímicos y
que las características de los mismos sugieren la existencia de una fuerza
o entidad que transciende lo material o físico. Ambas ideas son plena-
mente compatibles con el Racionalismo, pero ninguna de las mismas
parece hallarse en' consonancia con la evolución de la biología científica,
En 1845, cuatro jóvenes fisiólogos, que se habían de dar a conocer pos-
teriormente como verdaderos descubridores en este campo, se pusieron
de acuerdo para combatir el Vitalismo. Entre ellos se encontraba Ernst
Brücke, con el que más tarde había de trabajar Freud. Dicho autor man-
tuvo su punto de vista de que son suficientes los principios de la física
y de la química para dar cuenta de un sistema dinámico como es un orga-
nismo. Semejante afirmación se hallaba, como es natural, en oposición
a los puntos de vista del racionalismo, y ejerció un gcan influjo en las
posturas de no pocos fisiólogos y biólogos.
Más dramática, sin duda alguna, yen cierto sentido más importante
fue la teorla de la evolución, cúalla propuso en forma de libro ya en 185S>
ameles Darwin, No exageramos cuando decimos que esta teoría había
de :revolucionar la biología, y que hizo posibles muchas cosas que hasta
aquel entonces hubieran sido inconcebibles, aun cuando sea necesario
también decir que la obra de Da:rwin tenia sus antecedentes. Por lo que
a la psicología se refiere, puede decirse que el punto de vista funcional
se encuentra en directa relación con la teoría de la evolución, y no se
-olvide que la psicología difundida en los Estados Unidos puede aún ser
considerada en una amplia medida como funcional.
INTROOOC CION

La teoría de Darwin fue desarrollada en los años que siguieron a


su viaje en el Beagle, viaje que le llevó a diversas partes del mundo, en
especial al trópico. En los casi cinco años en que vivió lejos de Inglaterra.
tuvo la oportunidad de observar diversas especies de animales, y lo que
es aún más importante, de comprobar que miembros de una especie que
había quedado como grupo aislada de otras especies de su género durante
un espacio prolongado de tiempo, mostraban cambios. Eran llamativos
en especial los cambios que pudo comprobar en especies «familiares»
en las Islas Galápagos del Pacifico. A partir de estas observaciones, tomó
Darwin la noción de variacián entre los diversos miembros de una especie.
Más aún, Darwin vio que en un determinado contexto determinadas
variaciones eran mucho más capaces de sobrevivir que otras. Conse-
cuentemente, dentro de un mismo medio natural, a lo largo de genera-
ciones, las variedades más afortunadas habían podido sobrevivir y mul-
tiplicarse, al paso que otras pobremente adaptadas habrían más bien
tendido a desaparecer. Semejante concepción queda resumida en la fras~
«supervivencia de los más aptos». La concepción básica y más impor-
tante de Darwin consiste en la afirmación de que, a través de procesos
como los arriba indicados, las especies, sin quedar de ellas excluido el
hombre, hubieran podido desarrollarse a partir de otras especies.. No
era, pues, necesario en manera alguna postular un acto especial creador
para explicar la diversidad de animales, incluido el hombre, que pudiera
haber en una época determinada en una localidad concreta.
El impacto de la teoría de Darwin lo constituía el hecho de que las
caracterísricas de un animal podían tener valor en la lucha de dicho animal
por su existencia. Si eran favorables dichas características a la vida en
un determinado medio, seria el valor positivo, es decir conducente a la
supervivencia. La misma característica podría ser, por otra parte, dentro
de un medio diferente, adversaria de la supervivencia del animal, es decir
tener un valor negativo. Otras características, podrían, por supuesto,
no tener importancia alguna, en ninguno de los sentidos arriba expresados,
en. una situación determinada. Esta acentuación del valor que las carac-
terísticas de una especie teman para su supervivencia, o para su adap-
tación, era critica; de hecho colocaba el estudio de los animales y de su
comportamiento en una perspectiva totalmente nueva. .
Esta perspectiva condujo, por 10 que a la psicología se refiere, al
punto de vista funcional y al nacimiento de una psicología animal o com-
parativa y de una psicología evolutiva o genética. Más adelante tendre-
mos ocasión de discutir estas direcciones, pero, repitámoslo, dichas
direcciones fueron hechas posibles por las dos conclusiones principales
(para la psicología) de la teoría de Darwin: que animales y hombres re-
presentaq especies progresivas más bien que especies aisladas y que las
características de todos los animales y de su comportamiento tienen, o
pueden tener, un valor funcional en la adaptación a o en la supervivencia
dentro de un medio concreto. La motivación llegaba a constituir una
parte esencial del análisis de cómo se efectúa la adaptación.
26 MOTIVACION y EMOCION

PJü¡lfiatrla

La existencia de enfermedades mentales ha constituido siempre una


dificultad para las filosofías racionalistas, excepto en el caso de 'que se
acudiera a la posesión demoniaca, a que nos referíamos en la cita hecha
algo antes tomada de Zilboorg. Desde la época en que pudo establecerse
de manera perfecta un tratamiento humano de la. locura y se pudo de-
sechar la noción de posesión por el demonio, hubo necesariamente de
tropezarse con un vacio en la interpretación teórica de la locura. A finales
del siglo XIX se establecieron sistemas de clasificación de las enferme-
dades mentales, y el trabajo que sobre determinadas formas de enferme-
dades mentales con la ayuda de la hipnosis llegó a hacer algunos progre-
sos. A_ fines del siglo XIX desattolJó Sígmund Freud una teoría de la
neurosis y de la psicosis, que era. una. reoría motivacional y acentuaba
las fuerzas irracionales de la naturaleza,
Partiendo del trabajo con los enfermos que trataba, forrilUló Freud
una serie de ideas sobre cómo se halla. el comportamiento humano de-
terminado y cómo se desarrolla. Preud vela 'el comportamiento como el
resultado de energías básicas, de una fuerza de vida, que él llama Eros,
y una fuerza de muerte o fuerza de destrucción, que designa él algunas
veces como Thanatos. La primera se halla subyacente a las actividades
del hombre que mantienen su vida o la prolongan, y Freud la estudió
principalmente en términos de motivos sexuales y de sus vicisitudes.
La segunda fuerza subyace a las actividades agresivas o destructoras del
hombre. Preud escribió mucho más sobre la primera fuerza que sobre
la segunda. Ya muy pronto halló Freud, en su tratamiento de los enfer-
mos. que sus síntomas tenían causas de los que no eran conscientes los
mismos enfermos, causas que negarían aquéllos y a veces rechazarían
con terror. En el caso de Anna O., tratada por Josef Breuer, uno de los
primeros colaboradores de Freud, por ejemplo, uno de los muchos sin-
tomas 10 constituía una contracción del brazo derecho, una especie de
parálisis. La enferma era incapaz de explicar el síntoma o las circuns-
tancias de aparición de dicha parálisis. El síntoma quedó explicado, una.
vez que quedaron al descubierto estas circunstancias. Estas incluían la
experiencia de su brazo que se dormía, cuando se hallaba ella en una
situación de .ansiedad, al tener que cuidar de su padre sola durante una
enfermedad grave del mismo. Semejentes descubrimientos condujeron
al postulado freudiano de factores inconscientes en el gobierno de nuestro
comportamiento; de nuestros recuerdos y otros hechos semejantes. Preud
comparaba la mente con un iceberg, del que la mayor parte se halla su-
mergida en el agua y es invisible: de igual manera, la mayor parte de
nuestra mente es algo inconsciente.
Freud juzgaba que el inconsciente consta de dos partes, una que
jamás ha sido consciente y otra que 10 ha sido, pero ha sido reprimida.
es decir, ,empujada de nuevo al Inconsciente, La r326n de esta represión
de determinadas experiencias se halla en la ansiedad y en la falta de auto-
lNTRODUOCION 27

estima que una conciencia ininterrumpida de la mismas provocarla. La


represión, lo mismo que otros mecanismos que Freud y otros postulaban,
funcionaria para proteger a la conciencia de la ansiedad que de otra forma
experimentarla.
Freud consideraba a las fuerzas. tanto de la Vida. como de la Muerte,
como instintos, por más que algunos autores hayan escrito que la ex-
presión «impulso», más que la de «instinto», seria la más adecuada para
traducir la palabra alemana Tm. Por más que pueda esto ser así, parece
bien claro que en el caso del impulso sexual, la libido (o energía) era
concebida como una realidad que atravesaba diferentes estadios a lo
largo de los primeros años de vida en lo que respecta a la zona erógena
y al modo de manifcstarse. En primer lugar se hallaba el estadio oral,
en el que el placer que surge de la expresión de la libido era logrado pri-
mordialmente por la boca y los labios, por ejemplo en el mamar o en
otras actividades realizadas con la boca. Este estadio se vela seguido
por el estadio anal en el que la expresión de la libido llegaba a su cuImen
en actividades relacionadas con la defecación y la micción. Finalmente
nos hallamos con la fase fálica, en la que eran los órganos genitales los
que constituían 19.zona de máximo placer. Es en este punto en el que la
expresión sexual quedaba ampliamente reprimida, haciendo posible ese
estado latente que se mantendría hasta aproximadamente la época de la
pubertad.
Por falta de espacio nos vemos obligados a 0.0 presentar 1M muchas
y detalladas observaciones y argumentos que usaban tanto Freud como
sus seguidores como base y justificación de. esta interpretación suya del
desarrollo. Bien es verdad que se han dado interpretaciones 'Y explica-
ciones alternativas. Pan nuestro propósito acaso sea el carácter dinámico
de la. concepción freudiana de la personalidad, el aspecto más importante
de su teoría.
La base de esta concepción la constituyen, por supuesto, las fuerzas
motivacionales que se encuentran en los instintos. No obstante, era Freud
plenamente consciente de que la expresión incontrolada de la Iíbido,
de acuerdo con el principio del placer, no es licito, bien sea en la familia
o en una extensa sociedad, de la que C5 parte la familia, Castigo y rechazo
sedan, juzgaba él, a menudo las consecuencias de una expresión desen-
frenada de los instintos, Ahora bien, la energía de los instintos aparecía
como algo que exigiera expresión o descarga: Freud parece proponer
un modelo hidráulico en el que la energía de los instintos, 10 mismo que
el nivel de agua en un depósito, continuara subiendo a menos que se
hallara. un desagüe. El aparato mental, es lo que suponía Preud, se hallaría
desarrollado en gran medida para llevar a cabo csta descarga, al mismo
tiempo que mantcndría ocultas ante el mundo y ante uno mismo la na-
turaleza exacta de las energías que quedaban. as! exprcsadas.
La estructura sugerida por Freud era el Ego. Esta actividad, que
brota del Id (las fuentes inconscientes de los instintos) sirve al propósito
de permitir que el instinto se descargue de una maneta disfrazada, por
as! decirlo. El Ego funciona de acuerdo con el principio de realidad.
es decir, ha de tener en cuenta las consecuencias de la expresión directa
de los instintos y dirigir la expresión <;Iueha de permitir, pero de manera
que evite el castigo, la ansiedad y pérdida de autoestima que una expresión
sin freno pudiera acarrear. Incorporada dentro de la personalidad se
halla otra estructura, el Superego, que induye el ideal que uno se ha
forjado de sí mismo, as! como las prohibiciones y sanciones de los padres
y de la sociedad. El Superego sirve como una representación interiori7.ada
de la autoridad externa y de la prohibición. Es tarta. del Ego el mediar
entre las exigencias del Id y las del Supercgo, permitiendo una cierta
descarga en interés del primero, mas disfrazando la naturaleza de la misma
a la luz del segundo.
Al fin de poder llevar a cabo estas funciones, el Ego transforma las
maneras en que queda realizada la expresión instintiva, y los diversos
meéánÍsmos. tales como la represión, la formación reactiva y la subli-
mación, son los medios de que el Ego se sirve para poder resolver este
dilema. As!, si la fase anal impulsa a ser sudo y dominan las cosas man-
chadas. el Ego, al no ser cap22 de permitir semejante directa expresión,
pudiera transformar la expresión directa de esta energía en lo opuesto
a la misma ---en una limpieza meticulosa y en el deseo de orden. Esta
transformación es un ejemplo de la formación reactiva.
La descripción que acabamos de hacer no puede ofrecemos más
que una impresión fugaz de la naturaleza. de la teoría de Freud, pero
esperamos que haya quedado claro que su teoría es una teoría dinámica
o rnotlvacional, y que no puede aceptar una concepción racional de la
naturaleza humana. En la teoría de Freud los impulsos, la ansiedad, el
miedo a la pérdida de la autoestirna, hacen del Ego una especie de campo
de batalla en la que se llega a una especie ,de compromiso entre las di-
versas partes- en pugna. Ahora bien, este compromiso no ha sido logrado
de manera racional, toda vez que el drama en su totalidad tiene lugar,
y la intriga. del mismo recibe una. solución, en el extrarradio de la con-
ciencia. Asi, la penona minuciosamente limpia y ordenada, resultado
de una formación reactiva no tendría conciencia alguna de las razones
por las que es como es, y se resistida sin duda alguna, en un tratamiento
psicoanalítico, a aceptar conscientemente las fuerzas que en ella operaban,
y ello porqne una tal conciencia le acarreada grandes cantidades de an-
siedad y una .grande pérdida de auroesrima.
Ya desde la época de Freud, y en vida suya, se han dado diversas.
modificaciones de su teoría, y algunos aspectos de la misma, muy en es-
pecial su base instintiva, han sido objeto de severa critica e incluso han
llegado a ser rechazadas. Se ha cchado en cara a la teoría de Freud el estar
ligada a, o excesivamente influida, por la cultura europea en la que surgió.
Lo cual no obsta para que el psicoanálisis siga siempre una muy impor-
tante interpretación de la personalidad, y que, a pesar de los cambios
y modificaciones que en dicha teoría se han hecho, sigan teniendo una
29

gmn iafluencia y sigan siendo ampliamente- aceptadas las nociones de


fuerzas dinámicas y de factores Inconscientes,
El psicoanálisis, pues, rompe claramente con las concepciones ra-
cíonalísticas del hombre, y ha dirigido la atención Jejos del intelecto y
en dirección a las fuerzas irracionales, es decir, a una interpretación moti-
vacional del comportamiento. La conducta tiene, según esta teoría, una.
función: sirve para permitir la descarga. de las energías motivacionales,
En este sentido ve esta. teoría el comportamiento como una realidad
instrumental al servicio de las necesidades del organismo, de la misma
manera que las interpretaciones del comportamiento animal, que surgían
tras la aparición de la teoría de la evolución, lo colocaban en el papel de
servir al animal en su 'lucha por la existencia en y en la adaptación a un
medio concreto. Freud conocía muy bien la teoría de la evolución y se
hallaba muv influido nor la misma. El carácter motivacional de la ori-
mera mitad del siglo XX se debe en no pequeño grado a las teorías de
Preud y a su amplio influjo. .
Pt/(%gia
El campo de la psicología surgió como disciplina separada de la
filosofía y de la fisiología en la segunda mitad del siglo XIX. Ya en sus
primeras manifestaciones quedó bien definido su objeto. Como tal hizo
suyo el estudio de la experiencia consciente.
El fin de este estudio era el analizar la exneríencia en sus diversos
elementos. Su idea era la de descubrir los elementos de manera que pu-
dieran ser elucidadas'las leyespor las que quedaban aquellos combinados.
Estas leyes serían las leyes de la asociación. El impacto de la filosofia
asociacionista y empiricista británica sobre esta empresa es evidente.
Esta psicología, identificada con nombres como los de Wilhe1m Wundt
en Alemania y E. B. Titchcncr en los Estados Unidos. empleaba el rué-
todo de la introspección. Se presentaban estimulas, y era tarea del obser-
vador el describir su experiencia en términos de elementos y las cantero-
rísticas de dicha experiencia que pudieran parecer de importancia funda-
mental para la constitución de la experiencia. Asi, para Titchener, al
menos en un estadio de su obra. el resultado de sus análisis le ofrecía tres
elementos primarios: sensaciones, imágenes y sentimientos. Se hacian
ulteriores caracterizaciones,como por ejemplo, en el caso de las sensa-
ciones, que podían ser descritas en relación a su calidad, intensidad. du-
ración, extensión y claridad; En estas descripcionesno entraban en modo
alguno términos motivacionales. En efecto) dichos términos quedaban
fuera del campo de la disciplina, tal cual era,ésta vista desde este punto
de vista. Se podría sintetizar la tarea de estos investigadores, diciendo
que era la de determinar qué es 10 consciente. Los observadores que se
empleaba en la labor experimental eran adultos, cuidadosamente entre-
nados en el método introspectivo.
El laboratorio de Wundt, del que se ha solido decir que fue el primer
laboratorio psicológico formal en el mundo, fue fundado el año 1879.
30 MO'FIV ÁCION y EMOaroN

Los influjos a que Wundt se vio sometido eran, como ya hemos dicho,
en primer lugar de orden filosófico y fisiológico. No parece que la bio-
logía evolutiva haya tenido un impacto de importancia en la labor de este
laboratorio o de otros semejantes.
De todas formas, la evolución tnvo ciertamente un impacto sobre
la psicología, Este efecto es visto, acaso por primera vez, en los estudios
sobre la inteligencia animal que aparecieron poco después de que se diera
a conocer ampliamente la teoría de la evolución. Ya los Prmáplu rif P.ry-
chofogy de William James, aparecidos en 1890 mostraban los efectos de
la teoría evolutiva. James fue el precursor de una nueva escuela de psi-
cología que se desarrolló entre los años 1890 y 1910 Y c:j_uc'fue conocida
como psicologfa funcional. Lo que a esta escuela distinguía era el hecho
de que, cuando estudiaba la consciencia, deseaba saber para qué servía
la consciencia, cuál es su papel en el organismo, cómo ayuda en la adap-
"tacióna un medio concreto. Y, como es natural, tanto el comportamiento
como la consciencia se convirtieron en un tema importante de estudio.
Uno diría que los funcionalistas se hallaban interesados, no tanto en la
consciencia cuanto más bien en todos los medios de adaptación que fueran
de utilidad para JO!! organismos. Desde este punto de vista podian ser
estudiados leg1rimamente observadores no entrenados -niños, enfermos
mentales, los mismos animales- toda vez que la introspección no era
para el funcíonalista el único método apropiado de investigación.
La interpretación funcionalista se extendió rápidamente, muy en
especial en los Estados Unidos, en los que llegó a ser, y continua siéndolo
en cierto sentido, el punto de vista dominante. Debido a la importancia
que atribuia a la adaptación, le eran de suma. importancia los conceptos
motivacionalcs. En el próximo capitulo trazaremos la evolución de los
conceptos motivacional es dentro de la tradición funcionalista. Más antes
de que lo hagamos, queremos fijarnos, en lo que nos queda de este ca-
pitulo, en el concepto de instinto, en especial como aparece en los escritos
de William McDougall.
James ha escrito que el hombre posee mayor número de instintos
que cualquier otro animal, y los funcionalistas, a su vez, incluían a los
instintos entre las fuentes fundamentales del comportamiento. Ninguno
entre ellos, de todas formas, si exceptuamos acaso a. Freud, habló como
McDougall del papel todopoderoso que los instintos desempeñan. Y no
creemos exagerar cuando decimos que es posiblemente el padrinazgo
de McDougall respecto del papel de los instintos, el que hizo que los
conceptos motivacionales llegaran a ser centrales en la psicología general
de comienzo del siglo XX, de la misma manera que el padrinazgo de su
teoría por parte de Freud hizo de los conceptos de la misma una realidad
central para la psiquiatría clínica y la psicopatologia.
McDougall consideraba tanto las acciones como los pensamientos
del hombre como realidades que tienen su origen en los instintos. Sin
instintos no se dula comportamiento alguno, no se daría vida mental.
lNTRODUCGI'ON 31

Sin estos «primeros movientes» no seda el hombre más que una masa
inerte, un mecanismo sumamente complicado sin poder que ·10 motivua.
McDougall postulaba un número de instintos, la mayoda de los
cuales tendrían su correspondiente emoción. En su P.ricología Social, pu-
blicada por primera vez en 1908, hablaba McDougall de los siguientes
instintos y emociones: instinto de huida y emoción del miedo; repulsa
y emoción de disgusto: curiosidad y emoción de extrañeza: instinto
de lucha y emoción de cólera: auto abajamiento y el negativo de si mismo
o sometimiento; autnaíirmación yel asentimiento positivo de st mismo' o
elación; reproducción y emoción de ternura; gregarismo; adquisición;
y finalmente, construcción. Los tres últimos instintos citados no tienen
emociones correspondientes, En sus últimos escritos cambió un tanto
su lista de instintos, y últimamente fueron designados con el nombre de
propensiones. Pero, de todas formas, permanecía la insistencia básica
de la motivación.
McDougaII consideró irracionales 3. los instintos y dijo que eran
fuentes compulsivas de comportamiento. Vela en cada «instinto una dis-
posición psicoflsica heredada o innata, que determina a quien la posee
a percibir, y prestar atención a los objetos de una determinada clase, a
experimentar una excitación emocional de una calidad particular ante la
percepción de dichos objetos, y a obrar, por lo que a él se refiere, de una
manera particular, o, por lo menos, a experimentar un impulso a obrar
de dicha manera (McDougall, 1908, p. 30)>>.Los instintos no serian según
él, reflejos o combinaciones de reflejos: los instintos orientarlan más bien,
el organismo hacia metas determinadas, hacia :lines hacia los cuales se
hallarla orientada su tendencia. -
McDougaIl designaba a este su grupo de vista como «piticologfa
hórmíca» (téngase en cuenta que la expresión hórmico procede de la pa-
Iabra griega horfl/é, que significa impulso o tendencia). El comportamiento
sirve al fin o propósito del instinto: así puede considerárselo corno un
instrumento al servicio de las exigencias instintivas del organismo.
McDougaIl observaba que en no pocas interpretaciones del com-
portamiento humano, en especial en las que tienen su origen en una pos-
tura racionalista, el problema que auténticamente se plantea es el del
por qué del comportamiento irracional humano. Para McDougall, no
obstante, el problema habría de plantearse de otra manera de modo que
se pregunta:ra más bien: «¿Por qué se conduce el hombre de manera
racional P». Con otras palabras, el hombre, movido únicamente por sus
instintos, habría de ser irracional, y habrla de mostrar un control-muy
limitado o acaso ningún control de si mismo. Para McDougall el pro-
blema lo constituía el de dar luz al hecho del control sobre los instintos,
y de hecho él consideraba a la personalidad como una realidad desarro-
llada en interés de dicho control. La sociedad, opinaba McDougall, pre-
cisa de hacer uso de coerción en la expresión de Jos instintos, cosa que
logra por el mecanismo del sentimiento. Un sentimiento, seria según él,
3.2

una estructura en la que en unión con una idea O un objeto O una deter-
minada clase de objetos, quedarían unidos diversos instintos y sus co-
rrespondientes emociones. Por ejemplo, tendríamos el caso de la propia
estima, que unirla entre si un número de instintos y de sus correspon-
dientes emociones bajo Ia idea del propio ser y de su estado, y seria una
de los más importantes medios de prevenir una. expresión sin freno de
los instintos. Si fuera uno impulsado, digámoslo, a ser un hombre de
lucha, pudiera ser frenada su acción por el miedo a que fuera. la misma
causa de que tuvieran los demás un juicio negativo de su persona: el
sentimiento de autoestima seria sumamente sensible a dichos juicios y.
<::ODlO COnsecuencia. de ello llegada a inhibir o incluso a suprimir las expre-
siones de violencia.
La importancia de McDougalI radicaba, no tanto en su teoría especi-
fica de los instintos y de la organización de los mismos, cuanto más bien
en su insistencia en la importancia de las fuerzas motivacionales en el
comportamiento del hombre. McDougall fue un campeón ir¡fatigable
y lleno de persuasión de una concepción motivacional del 'comporta-
miento, y es muy probable que el desarrollo del impulso y de otros tér-
minos rnotivacíonales se viera influenciado en una gran medida por su
Insistencia en las fuerzas motivacionales. Sus ideas cuadran bien con las
concepciones funcionalistas en desarrollo de la adaptación del organismo,
de manera que pudieran ser integradas de una manera menos extrema
en el esquema' funcionalista. En el próximo capitulo podremos ver cómo
se desarrollaron y fueron cambiando los conceptos motivacionales,

l,ECTURAS ACONSEJADAS
.ATKlN9ON, J. W. An inu-odutlion to moiiuaiion, Princeton, N. J.: D. Van Nostrand
Co., Inc., 1964. Chapters 1, 2, and 3.
1kJLLES, R. C. Teoría de la MotivacifÍfl, Méjico. Trillar, 1973. Capitulos 1,3,2, Y4.
BORINIJ, E. G. A hi.~loryof experimenM!psychology. (2nd cd.) New York: Appleton-
Century-Crofts, 1950. Chapter 26.
CoFER, C. N. & ApPLEY, M. H. Psicología de la Moti1lación. Méjico. Trillar)
1971. Capítulos 1 y 2.
HAu., C. S. & LINnZEY, G. Theones of persrma!ity. (2nd ed.) New York: Jobn
Wiley & Sons, Inc., 1970. Chapter 2.
ZILBO?RG, G. & HENRY, q.. W. A histe,? ofmedicnlft:ryr;lwlogy. New York: W. W.
Norton & Company, me., 1941. Chaprers 5,6, and 11.
2

Conceptos MotivacionaIes
y su Situación Teórica

Entre los años 1920 y 1950 tuvo Jugar una reacción negativa a la
acentuación que de los instintos hadan McDougalI y otros, como conse-
cuencia de la cual surgió y se puso en primer plano otro concepto alter-
nativo, el impulso, que se convirtió en el concepto motivacional predo-
minante de esta época. Ahora bien, hacia el afio 1950, al aparecer toda
una serie de dificultades respecto del impulso se dio un cambio en di-
rección al incentivo. Este perlado vio asimismo un renacimiento del
instinto, en especial en la labru: de determinados zoólogos, designados
con el nombre de etólogos, que estudiaron el comportamiento animal
(véase el capitulo 3). Otra tendencia ha sido la de admitir que el incentivo
puede ser reemplazado por el refuerzo. Temas todos estos que trataremos
a lo largo de este capitulo.
Otro problema que ha despertado el interés de los teóricos psicó-
logos, en especial desde los años 1940, puede ser expresado en la siguiente
pregunta: «¿Cuál es exactamente la función de los conceptos motiva-
cionales en la tdescripción y análisis del comportamiento?». A esta pre-
gunta le han Sido dadas toda una serie de respuestas, y se le podrían dar
otras más. En el presente capitulo presentaremos y discutiremos dichas
respuestas. Otta mancta de expresar el objeto de esta discusión es la de
decir que dicho problema lo constituye el estado teórico de los conceptos.
motivacionales,

LA REACCION NEGA nVA A LOS INSTINTOS


Una vez que en.l'0s de Darwín fueron admitidos los instintos como
explicaciones de la conducta humana, el número de instintos que los
34 MOTIVACION y ENOCION

diferentes autores propusieron se hizo sumamente extenso. Ya en el


último capitulo dábamos la lista. propuesta por McDougalI. William
James CKribia que se dan instintos humanos de locomoción, vocalización,
imitación, rivalidad, lucha, simpatía. daño, miedo, adquisición, cons-
trucción, juego, curiosidad, sociabilidad, secreto, limpieza, modestia,
amor, envidia y amor paterno.
El año 192;4un sociólogo, L. L. Bernard, en un estudio hecho de
lo editado en torno a este tema, comprebaba que en los libros y revistas
que habla examinado, habfan quedado clasificadas como instintivas varios
mi/e.r de formas de comportamiento. Dos ejemplos que nos ofrece el
mism~ Bernard nos ayudan a sintetizar la .situacíón tal cual él la encon-
tró: «.•• una mirada de ojo rápida nos basta pam de manera instintiva
esti~ la edad de uno que pasa por delante», «... la moralidad instin-
tiva desarrollada pOl: grupos personales» (Bemard, 1924, pp. 132-134).
Tan grande era la tendencia a clasificar como instintivo el comporta-
miento, que pudo aparecer un escrito de Ayres (1921), con el siguiente
subtítulo: «El instinto de los instintos de creencia».
El problema que al movimiento defensor del instinto se le presen-
taba era el de que los comportamientos quedaban clasificados como ins-
tintivos sobre un fundamento que no se apoyaba en prueba alguna o a
lo sumo en una prueba meramente: casual, y que una vez que se había
establecido una clasificación tomo instintiva, no se planteaban ya pro-
blemas ulteriores en punto a la naturaleza del comportamiento que se
definfa.como instintivo. Llamar a algo instintivo equivale a dar una expli-
cación del mismo y a verse uno libre de la necesidad de examinar ulre-
riormente dicha realidad. El empleo fácil e indiferenciado del término en
discusiones sobre el comportamiento humano constituyó la razón de su
calda. (Al volver de mano de los etólogos, tiene el instinto un uso un
tanto diverso, y se apoya en auténticas pruebas).
El ataque contra el instinto tomó diferentes direcciones. Una de ellas
era la de poner en duda la validez de la observación casual en el acto de
designar un acto como instintivo. Al tratar de apoyar los instintos que él
defendla, hada James uso de ejemplos tomados del comportamiento de.
sus propios hijos, se apoyaba en la analogia tomada del comportamiento
infrahumano, y señalaba las venta;as evolutivas de determinados instintos.
Muy poco de trabajo experimental' o de observación controlada empleaban
escritores que defendían una base instintiva para el comportamiento
humano.
Otro problema lo constituía la. falta de criterios comunes en que
pudiera basarse la clasificación de una acción como instintiva o no ins-
tintiva. Una vez que comenzaron a usarse: dichos criterios, se hizo más
que problemática la prueba de que un· comportamiento determinado
respondiese a los mismos. As!, McDougall pretendía que en el hombre
se da un instinto de agresión (pugnacidad), cosa que aparece en la exis-
tencia tan extendida de la lucha y de la. guerra. Ahora bien, no está tan
CONCEPTOS MOTIVACION'ALES y SU IilTUAOION nORlCA 35

dato que la combatividad sea una hecho universal, Se dan sociedades


pacificas como se dan hombres de paz. ¿Son éstos quienes han aprendido
a suprimir o por lo menos controlar su tendencia. a la agresión, o son más
bien los hombres agresivos quienes han aprendido a. ser combativos?
Las observaciones de los antropólogos cultu-ralesno cuadraban a menudo
con la universalidad que preconizaban los Instíntivistas para comporta-
mieotos, que decían ellos, eran instintivos. Múchas de las pruebas que
citaban estos últimos en apoyo de su opinión estaban en realidad tomadas
de la cultura occidental.
Uno de los ataques que más ti. fondo se hicieron contra la doctrina
del instinto partió de John B. Watson y de otros defensores de la teoría
del comportamiento. Junto con Morgan observó él (Wataon and Margan,
1917) niños, en el momento en que eran estimulados de- muy diferentes
maneras. La prueba llevaba. a la conclusión de que exisren únicamente
tres reacciones emocionales .que son Innatas '-:miedo. ira y amor- y
que estas reacciones pueden ser incitadas de manera innata por tan sólo
unas cuantas situaciones estimulantes. Asi, por ejemplo, el miedo que-
daba provocado por sonidos profundos y por la amenaza de tirarle a uno
al sudo; la ira por el hecho de que se le restringieran a uno los movi-,
rnientos, Como pattidiario de la teoría del medio, llegó Watson (1924)
a negar los instintos humanos. Aun cuando obras posteriores han puesto
en duda la competencia de las observaciones de Watson y Morgan, as!
como de las conclusiones a las que pretendieron llegar, -sus investiga-
ciones constituyeron en esa época un auténtico revés para la teorfa ins-
tintiva.
Es posible que hayamos dicho lo suficiente para indicar por qué
el concepto de instinto comenzó a declinar por los años 1920. Ahora
bien este caso no fue completo, debido a que la noción de instinto era
una noción motivacional, Y. como hemos podido ver, las ideas motiva-
eionales parecen centrales tanto para el pensamiento funcionalista como
para el psicoanalítico, Los instintos designaban impulsos o fuerzas en el
comportamiento que le daban a éste un molde-final, Aun. cuando la fe
en los instintos declinó por los años 1920; los aspectos motivacionales
de los instintos hablan de lograr salvarse. Fue el impulso el concepto al
que debieron dicha salvación. Como ha escrito Peten (1953, pp. 665-666).
escritores posteriores hicieron «UJl uso muy extenso del concepto de
pulsién, que llegó a convertirse en el componente objetiva.mente com-
probable del concepto rnés metafísico de «ínseínto» que McDougall
preconizaba ... ».

EL IMPULSO
En. su Paraúo pudid(J escribía John MUtan (1608-1674): «LObo al
acecho, al que el hambre impulsa (drives) a buscar nuevos lugares en que
hacerse con ufll!.presa». En este verso, la expresión drive. usada aqui co-
mo verbo, parece connotar mucho de 10 que dicha expresión ha venido
3& MOTIVACION y EMOCJON

a significar en psicología desde el año 1918. en que se hizo expresión tí-


pica de un vocabulario técnico (Campbell and Misanin, 1969; p. 58).
El año 1918 escribía R. S. Woodworth sobre el comportamiento
instintivo, y al hacerlo, y siguiendo al fisiólogo inglés Sir Charles She-
rríngton, con el que había estudiado, se refería a las reacciones prepara-
torias y consumatorias, Una reacción consumatoria, como por ejemplo
el comer o el beber, llevaría a término un episodio de comportamiento
que incluirla reacciones' preparatorias, Estas últimas consistirían en una
serie de actos que conducirían a una reacción consumatotia y que pare--
cedan tener lugar cuando se diera una aptitud para una reacción consu-
materia, como sucede, por ejemplo, en el animal hambriento que se halla
dispuesto a comer. Aquí, lo mismo que en otros lugares, se hallaba Woo-
dworth interesado en dos cosas -los mecanismos de la acción y la fuerza
que presta la energía necesaria. para que entre en acción el mecanismo.
En nuestros in dices contamos con muchos actos o comportamientos
potenciales, mas no logran expresarse en los casos típicos de una manera.
continua o simultánea. Se nos presentan de manera individual, esporádica
O episódica, aun cuando es muy probable que los mecanismos que sub-
yacen a los mismos, cuando se nos muestran, se hallen de continuo pre-
scntes en- nuestro sistema nervioso, Solo ante determinadas condiciones
quedan activados los mecanismos que subyacen a un determinado acto, y
- Woodworth hacia U$O del término «impulso» como de una condición
necesaria para poner en acción dichos mecanismos. No se contentaba
Woodworth con UDa mera enumeración de los instintos; juzgaba asi-
mismo que loo mecanismos podrían desarrollar sus propias energías,
una vez que hubieran sido formados y empleados.
El concepto de impulso fue pronto utilizado en referencia a las con-
diciones fisiológicas que parecen subyacer a la realización de los compor-
tamientos preparatorios y de las reacciones consumatorias, El deseo;
escribía Dunlap (1922), reside en los tejidos, y Dashiell (1928) a su vez,
mantenía que las necesidades de los tejidos constituían las fuentes de
los impulsos. Esas necesidades de los tejidos se vedan. provocadas poe
condiciones de privación, como, por ejemplo, por el ayuno, o por con-
diciones de exceso; y servirían para despertar o -instigar actos que, bien
sea de manera innata o por la práctica, habrían sido desarrolladas para.
enderezar anormalidades causadas por las necesidades de los tejidos.
El impulso quedaba algunas veces puesto en paralelo con las necesidades
de los tejidos; otras veces se decía, en cambio, que habría sido funda-
mentado pot dichas necesidades.
El impulso como concepto ha tomado habitualmente una de las
siguientes dos formas. Es una de ellas la de suponer que es un estimulo
interno, puesto en correlación con las necesidades de los tejidos, el que
hace despenar la acción. La segunda fonna da una mayor o menor im-
portancia a los estímulos. Esta forma concibe al impulso primordialmente
como una estructura central; que fundamenta O sensibiliza las estructuras
CONCEPTOS Mo1!vAcION'ALFS y SU SITUACION 'nO.IUCA 37

que subyacen al comportamiento de suerte que, se conviertan en, una


disposición a respuestas concretas en determinadas situaciones. A veces
se dice que los estímulos internos acompañan a aquella estructura central.
en otros casos, en cambio, se dice lo contrario.
El impulso como estÍlnulo interno
, Dentro de esta concepción, el problema consistirá en dar con los
estímulos Internos o con las fuentes de dichos estimulas que acompañan
a cada uno de los impulsos que son normalmente postulados -hambre,
sed y seXQ-. En el primer caso, ha sido colocada la situación del estímulo
en el estómago, en el caso de la sed en la boca y en la garganta, en el del
sexo en los órganos genitales. Semejante interpretación del fundamento
de los impulsos es conocida a veces como la reoría local de la-motivación.
Es decir, según la misma, el punto de vista general dirige a uno a dar con
un lugar o puesto en el que se han de buscar las consecuentes estimulantes
de un impulso concreto.
Por lo ene al hambre se refiere. han sido las contracciones de un
estómago vado las que han sido consideradas como una base impor-
tante del impulso. Hace ya 200 años que escribía Albrecht van Haller,
que el hambre brota del «frotarse o rcstrcgarse de 105 pliegues velludos
y delicados de la mucosa gástrica entre sí..;» y que dos vellos al descu-
bierto de los nervios por una parte (del estómago) se frotan con los de
la otra parte, de una manera que se hace casi insoportable» (citado por
Boring, 1942, pp. 553-554). Un argumento que parecía apoyar dicha
reorla de que las contracciones del estómago subyacen al hecho del hambre
era aducido por Cannon y Washburn (1912) y verificado, a lo largo de
una serie de experimentos por Carlson (1916). Cannon había introducido
en el interior de Washbutn un globo cue se hallaba conectado a un aba-
rato registrador, de manera que cuando se contraía el estómago quedaba
registrada una raya en un papel que se movla (véase la :I1gnra1). Entre-
tanto, Washburn, que no podía ver el aparato registrador, apretaba un
botón cada vez que sentía el dolor del hambre. También este apretar del
botón quedaba registrado en el papel. De ordinario, el registro mostraba
que toda contracción se veía- seguida de un dolor. Esta correspondencia
parecía probar la interpretación de que el hambre se debía a las contrae-
cienes del estómago. Cannon reconocía que el hambre no es intensa O
incluso no se hace presente siempre que las gentes comen, más senda
que, además del hambre, también el apetito puede explicar estos hechos.
Poco tenia, no obstante, que decir del apetito, acentuando, en Jugar de
ello, su teoría local del hambre y de otros impulsos.
Por lo que a la sed se refiere, Cannon proponía el reseco en la gar-
ganta Y en la boca como el hecho que condicionaba el estimulo local,
Cuando dejaban las glándulas salivadas de «proveerel líquido suficiente
para remojar la boca y la garganta, ese desarreglo y sensación de inco-
modidad que de ello :resultan constituyen el sentimiento de sed (Cannon,
1918" p. 295). Cannan podía aducir argumentos en favor de esta .a1i:r-
38 MOTlVACION y EII(O(;IOr<

FIGURA l. Diagrama de la disposiclén del experimento de Cannon y Wash-


burn. (B) indica el globo en el estómago, y los trazos en el kimógrafo son: (A) los
cambios de presión de aire que reflejan las contracciones del estómago; (C) e
tiempo, en minutos; (O) los momentos en que se siente dolor de hambre, y
(E) señales de la respiración. Tomado de Carmen, W. B. Hunger and Tbirst
(Hambre y sed), en C. Murchison (Ed.) Foundations of experimental p!ychology,
]929, p. 437, fig. 1. Con permiso de la Clark University Press,

mación suya. Asf la insalivación disminuye tras del mucho sudar o tras
la privación de liquidas; la atropina reduce la insalivación, y cuando es
administrada, surge la sed, excepto en el caso en que se aplique a la re-
gión de la boca-garganta la. novocalna, un anestésico. Cannon, y con
él otros, realizaron una serie de experiencias que parecen ofrecer un apoyo
a su teoría.
Finalmente, por lo que al sexo se refiere, sugería la. teoria local que
las sensaciones que nacen en los órganos genitales y órganos con ellos
relacionados constituyen la base del impulso, y que era menester buscar
otras condiciones locales como bases respectivas para otros impulsos.
Dichos autores veían, por ejemplo, en la tensión de: las glándulas mamarias
la razón de que un animal hembra permita y desee que su criatura mame
(véase Cofer and Appley, 1964, pp. 176-177).
Puede obtenerse una visión general de la teoria local citando una
vez más a Cannon: «Si no se cede: ante las exigencias del cuerpo... el
dolor del hambre y la sed brotan como estímulos poderosos, persistentes
y atormentadores que exigen de manera imperiosa la ingestión de ali-
mentos yagua, para. que cesen de aguijonear al cuerpo (Cannon, 1939'
p. 76)>>.E. B. Holt escribió cierta vez que «a todo lo largo de la vida nos
vemos hostigados por los estímulos». Esta teoría local. podría ser sinte-
aONGEPTOS MOTIVACIONALES y SU SlTUAClON TEOlUOA 39

tizada como "la teorIa del mal en la carne. La idea freudiana del deseo de
morir¡ idea muy semejante a la de Holt, es la noción de que los organismos
tratan de llegar a través de la muerte al fin de los estímulos internos.

Prueba. contra la teo.da local


Jamás ha aparecido de todo punto claro hasta d6nde se aplicaba
la teoría local para explicar 10B impulsos. Como acabamos de decir. Cannon
atribuía no pocos fenómenos de la consumición de alimentos, no tanto
al dolor que el hambre provoca, cuanto al apetito. De todos modos, esta.
teoría estimuló toda una serie de investigaciones; algunas de las cuales
pudieron presentarse en apoyo de dichas teorías, como hemos podido
ver. También es verdad, no obstante, que se dieron. pruebas en contra
de la misma, y en nuestros dias no hay ya quien siga manteniendo en
serio la creencia de que los {actores locales son adecuados para dar cuenta
entera de alguno de los aspectos de esos comportamientos relacionados
con el impulso. Ahora queremos exponer brevemente algunos de estos
argumentos por lo que se refieren a los casos de hambre, sed y sexo.

Hambre
En nuestros días llega incluso a ponerse en duda que el método
empleado por Cannon y CarIson sea un método apropiado. Algunos
investigadores han sugerido que el globo dentro del estómago, más bien
que simplemente medir las contracciones, lo que en realidad hace es pro-
vocarlas. Davis, Garafalo y Kveim (1959) midieron la actividad del es-
tómago de una manera eléctrica, por medio de electrodos colocados en
el abdomen. Y lo curioso es que no hallaron prueba alguna de contrae-
cienes en el estómago, más que justamente cuando era introducido en el
mismo el globo. Otras pruebas indican que el hambre persiste incluso
cuando el estómago ha sido removido, como consecuencia de una gas-
trectomia; o cuando se halla el estómago lleno de alimento, pero se halla
obstruído el paso al intestino delgado; o cuando los nervios sensoriales
que unen el estómago al sistema nervioso central, se.encuentran bloqueados
o cortados (Cofer and Appley, 1964, pp. 206; 208-210).
Tras de una gasttectotnia y de la unión del esófago al intestino.
siguen ]0$ animales mostrande los signos normales de comportamiento,
que se hallan asociados al hambre. En pacientes humanos en que se han
realizado operaciones similares, persiste el hambre, incluso con la sen-
sación del dolor típico del hambre. En los animales, el corte de los ner-
vios que transmiten los impulsos que brotan de las contracciones del
estómago produce un efecto sobre el comer del animal o sobre: compor-
tamiento que se halle asociado a la privación de alimento, Se bao hecho
estudios en pacientes humanos, a los que se habís practicado una vago-
tomía, como consecuencia de una úlcera péptica, La mayor parte de dichos
pacientes seguían experimentando hambre, aun cuando, como conse-
cuencia de la vagotomía, no fuera posible el que hubiera contracciones.
MOTrVACION y EMOCrON

El hambre que dichos pacientes experimentaban era la de un vado «(por


todas panes» o en el abdomen, y se daba asimismo en los mismos una
debilidad y un deseo de cometo No pocos de estos pacientes confesaban
no experimentar cambio alguno en sus sensaciones de hambre que seguían
a la operación, en comparación con la sensación de hambre que habían
tenido en su experiencia preoperatoria (Grossman and Stein, 1948). ,
Sed'
También en este caso parecen hallarse las pruebas en contra de la
teOrfa local. El caso de estudios de personas que sufrían de fuerte sed
provocada pOI el desierto, indica que dicha sed prosigue aun una vez
que han bebido cantidades considerables de agua y han remojado sin duda
alguna tanto boca como garganta. Enfermos de diabetes insipidus siguen
experimentando sed y beben normalmente incluso cuando les son admi-
nistradas drogas que estimulan (pilocarpina) o inhiben (atropina) la in-
salivación. De igual manera, siguen estando sedientos cuando se les anes-
tesia boca y garganta rociándolas con cocaína, Los nervios que sirven
la región de la boca han podido ser seccionados sin que suponga ello
efecto alguno en el comportamiento en punto al beber de los perros.
Se han hecho experimentos de beber .ficticio con perros; Jos perros siguen
bebiendo, sus bocas están húmedas, de manera 'lue, no obstante, el agua
pasa a través de una fistula desde el esófago hasta fuera del animal, más
bien que al estómago. Estos -perros siguen bebiendo grandes cantidades
de agua, por más que sus bocas y gargantas han de estar necesariamente
humedecidas (Cofer and Appley, 1964, pp. 246-249).
SeXQ
Una vez más, estudios hechos sobre órganos que han sido am.pu~
tados o cuyos nervios han sido seccionados, nos muestran que muchas
especies, incluso el hombre, siguen dando pruebas de actividad sexual y
de experiencia sexual (Cofer and A"'ley, 1964, pp. 176-177).
lodos estos resultados negativos en.los casos del hambre, de la sed
y sexo, parecen claramente privar de valor a la teoría local como una
interpretación plena de los impulsos correspondientes. No cabe duda
:alguna de que en determinados casos es de suma importancia la estimu-
ladón local para la motivación, pero parece no ser esencial para dicha
motivaci6n. A continuación nos fijamos en las teorías centrales del im-
pulso que han sido desarrolladas frente a las Imperfecciones de la teoría
1ocal, periférica.
El impulso, como estado c::e:ntral
A pesar del fracaso de la teoría local, se daban determinados fenó-
menos en la conducta que para muchos investigadores y teóricos de los
años 1920, 1930 Y 1940 parecen exigir una concepción que se basase en
CON'CEl"70S MOTIVAClONALES y SU SITUAClON TEOIUCA '1 [

el impulso. De ahí que parezca.oportuno, ea primer término, el considerar


estos fenómenos, de suerte que podamos a continuación caracterizar
la naturaleza del impulso como un estado central que fue desarrollado a
fin de que le quedaran incorporados aquéllos.
Los fenómenos de comportamiento de importancia 110S muestran
como hecho central el que condiciones de privación de alguna especie
tienden a verse asociadas con una. actividad multiplicada, de una manera
relacionada a un fin, bien sea general bien especifica. De esta forma, les
parecería a los teóricos que las condiciones del impulso eran fuentes de
energía, por lo que a dichos comportamientos se refiere.

1. Actividad grneraJo «(J¡pOtzttÍlJ8(/)


Hay animales que se muestran activos, incluso cuando no existen
estímulos obvios o condiciones de incentivo en el medio inmediato, a
los que pueda ser atribuida dicha actividad. Una tal actividad ha sido
l1amada espontánea. Investigaciones de primera hora tenían por objeto
el estudio de los factores que conducen a semejante actividad. El éxito
en el hallazgo de factores que dirigen a esa actividad condujo, sin duda
alguna, a descripciones de los mecanismos que controlan la" actividad,
por lo que ésta no podía ser ya llamada espontánea. Actividad general
es la expresión que a partir de ello ha reemplazado a la de actividad es-
pontánea. ,
De suma importancia para la interpretación de la actividad general
en términos motivacionales fue la obra de Curt Richrer (1927) y de sus
estudiantes y colaboradores, Estos mostraban, por ejemplo, que el total
de la actividad general se veía reducida en el caso de ratas macho que
habían sido castradas. Y 10 que es aún más importante, observaron que
dicha actividad general parece tener lugar de una maneta. clínica o epi-
sódica.
Richter midió en las ratas la actividad de las mismas en periodos
de 24 horas, durante los cuáles los animales eran alimentados una vez
por día, y siempre a la misma hora. Como la figura 2 nos muestra, se
encontró dicho autor con que la actividad alcanzaba su cúspide precisa-
mente a la hora inmediatamente anterior a la comida. Caia dicha activi-
dad después de la comida, y comenzaba a crecer a medida que se acercaba
la hora de la siguiente comida. Wang (1923), que trabajó en colaboración
con Richter, halló tipos cíclicos en la. actividad de ratas hembras, tipos
que pudo poner en correlación con los cambios que tienen lugar en sus
ciclos relacionados con las reglas. El laboratorio de Richtcr mostraba
una ciclicidad en otras actividades más especificas, por ejemplo, en la
construcción de nidos, en la bebida, en su eliminación, todo ello en ratas.
Teniendo en cuenta que todas estas actividades son más especificas que
la actividad general, el ritmo de las mismas sugiere que, lo mismo que
en ellas) el ritmo en la actividad general es debido a condiciones internas,
motivacionales, más bien que al hecho de que hayan sido motivadas es-
42 MOTIVAOlON '{ EMOCION

pecíficamente, Se hicieron en el laboratorio de Richter experimentos


para ponee en correlación la actividad que se habla observado en estu-
diantes de medicina durante su sueño y en ratas con sus contracciones
estomacales. Se llegó a establecer una cierta relación, aun cuando no
aparece clara la interpretación de la misma.
2. Ptriodicidad
Hace un instante que anotábamos una periodicidad en la actividad
general de las tatas. Richter observaba asimismo que, teniendo alimento
a disposición, las :ratas no comían de continuo, sino que, comúnmente
10 hacían cada dos horas. También pudo comprobarse una perlodicidad
en punto a la sed y, como antes lo hemos indicado, en punto a la cons-
trucción de nidos y a la eliminación.
3. Contincla conffllJldtaria

La medida de .10 que un animal come o bebe se halla, al menos en


algunos casos, en función de la privación del alimento o de la bebida.
Animales hambrientos comerán normalmente más que animales menos
hambrientos (Skinner, 1938, pp. 343-351) de la misma manera que aní-
males sedientos (Stellar and HiII, 1952) beberán típicamente más de lo
que puedan hacer animales que no lo estén. Supuesta la priwcl6n de
alimento o de agua, una rata, a la que estudiemos, comerá o beberá rápi-
damente en un primer momento, descendiendo gradualmente el ritmo
de absorción hasta que finalmente deja de comer y de beber. Esta variación
en la medida de lo que se toma en referencia a la privaci6n y el descenso
en el ritmo parecen sugerir una determinación cuantitativa del compor-
tamiento en punto al consumo según la fuerza del impulso.
4. Estudios /Je(hoJ ~on la caja de ObSlrfKrión

Warden y sus colaboradores (1931) trataron de llegar a una medición


de la cantidad de esa fuerza de las diferentes pulsiones por medio de un
aparato designado con el nombre de la Caja de obstrucción de Columbia.
Este instrumento consiste en una caja de partida y una caja de fin o de
incentivo separada por una rejilla electrificable que tiene que atravesar
el animal para llegar a la segunda caja. El número de veces que en un
intervalo normal de tiempo (20 minutos) cruzaba el animal dicha rejilla
era la medida empleada. El animal se verla privado de algo durante un
determinado espacio de tiempo (por ejemplo, tantas horas sin alimento)
y colocado entonces en una caja de salida con un incentivo apropiado
(alimento, una hembra correspondiente, etc.) en la caja de llegada. Warden
pudo observar que a medida que crecía el tiempo de privación, crecía
también el número de veces que atravesaba la rejilla para llegar al incen-
tivo. Aun cuando subían las curvas para todas las condiciones de pri-
vación en los intervalos más breves de privación, no todas seguían su-
400

375

350

325

30n

275

250

.225
11
"t.I
:Etí· 200
-<
175

150

125

100

75

50

25
Comida al mediodía
O~~-r;-~~-r+-~~~~~~+-~-r~
12 1 2 3 4 5 6 7 8 9101112 1 2 3 4 5 (l 7a 91011
Medianoche
horas
FIGURA 2. Actividad media de 40 ratas durante un periodo de 24 horas.
La actividad fue medida en una jaula montada sobre un tambor, que comen-
zaba a funcionar al mediodía en punto, cuando se les daba de comer a las
ratas. Una vez transcurridos 20 minutos, se les retiraba la comida.. La mayor
parte de los animales habían dejado de comer al fin de este intervalo. Tomado
de Richter, C. P. A behavioristíc study of the activity of the rato (Un estudio
de comportamiento de la actividad de la rata). CompatalilJt Psychology Mf>.o
rwgrophs, 1922, vol. 1, p. 13, fig. 6. Con permiso de la University of California
Press,
MOl'lVACJON y EMOcrON

hiendo a través de los Intervalos empleados, sino que en algunos casos


descendían dichas cuevas. Lo cual no obsta para que dicha prueba apo-
yase normalmente Ia concepción de que en la medida en que crece el
impulso, es preciso un comportamiento más mcenso (el atravesar la re-
jilla). Warden juzgaba quc sería igualmente posible el hacer uso de seme-
jante medida para establecer una comparación cntre las fuerzas de los
impulsos.

5. H4n¡braesjm:ffoas'

Es una realidad conocida desde antiguo que tanto animales como


hombres son capaces. al menos bajo determinadas condiciones, de selec-
cionar una dicta sana. cuando se les ofrece escoger libremente entre una
variedad de alimentos. Siempre que cerdos, gallinas y ratas podían es-
coger entre una variedad de alimentos, mostraban un aumento de peso
superior al de los animales con dietas fijas. Davie (1928) permitió a niños
que acababan de ser destetados el que una vez por día eligieran, como
puede hacerse en un restaurante, alimentos de entre variedad de compo-
nentes necesarios para una dicta adecuada. Aun cuando no consumían
los niños cada dia una dicta equilibrada, pudo comprobarse que en un
periodo de varios meses las dietas que escoglan eran satisfactorias. con-
forme a las exigencias de la nutrición, y que los niños eran sanos y crecían
normalmente.
Esta prueba sugiere que se dan mecanismos que permiten que tanto
hombres como animales puedan escoger sus alimentos de acuerdo con
las necesidades de sus cuerpos. (Hasta cierto punto, tal tenia que ser el
caso, toda vez que animales y hombres han sobrevivido, crecido y vivido
sanos, mucho antes de que nos proporcionaran los técnicos dietas ideales
desde el punto de vista de la nutrición). Richter(1942-1943) y otros autores
han realizado una serie de experimentos que prestan un ulterior apoyo
a. estos descubrimientos generales. Ratas, cuyas glándulas suprarrenales
han sido extirpadas consumen liquidas salados en grandes cantidades.
Con ello suplen la deficiencia de sal que se desarrolla (y que puede ser
fatal) tras de una adrenalectornía. También prefieren agua salada a agua
dulce, pOI lo que se refiere a la cantidad de agua consumida. Una parati-
roidecto.mfa induce a. las ratas a Que aumenten su consumo de calcio, y
una extirpación del páncreas conduce a una. reducción del consumo de
azúcar. Privaciones de muchas otras substancias especificas, como partes
del complejo vitamínico B, grasas, proteínas e hidratos de carbono, con-
ducen a cambios compensatorios en la consumición de alimentos (Cofer
and AppIey, 1964, pp. 228-236).
Semejantes estudios de hambres especificas tenían su importancia
para apoyar la conclusión de que en la regulaci6n del comportamiento
quedan implicados factores internos. El comportamiento en este caso
-comida o bebida compensatoria- aparece como sirviendo a las nece-
sidades del organismo, yen cierto sentido sirviendo a mantener la vida
CONCEPTOS MOTIV ACIONALES y SU SlTUAC10N TEORlCÁ 45

y salud por una compensación del déficit que de otra manera conducida
a la enfermedad o incluso a la muerte. Una prueba como ésta ofrecía un
apoyo poderoso e impresionante al importante papel del impulso en la
producción de conductas necesarias para mantener la economía interna
del organismo.
6. Hormona!
Muchas conductas, en especial en los animales inferiores, tienen
lugar tan sólo aquí y ahora. Asila conducta materna y la reproductora
no tienen lugar de continuo. Por ejemplo, en el caso de las ratas hembras,
el animal responde sexualmente al macho tan sólo de una manera pe-
riódica -en cierto perlado de su ciclo esrrual=-, Las actividades~epa-
ratorias al nacimiento del vástago y las que siguen al nacimiento aparecen
primariamente en las hembras preñadas y tras del parto. En la rata macho,
que ha quedado castrada en su primera infancia. no es fácil que se de
una capacidad de respuesta a una hembra receptiva. No obstante, si se
les inyecta a dichos animales hormonas sexuales masculinas; se harán
también ellos capacesde respuesta. _
También aqui. se da un control del comportamiento por factores
internos, al menos en parte. Nada más natural que el que los teóricos
postularan los impulsos sexualesy maternales como mecanismos subya-
centes a ruchos comportamientos.
7. Refuerzo
Este término se refiere a 10 que nosotros llamaríamos mas bien re-
compensa. Todos sabemos que el aprendizaje es facilitado por la admi-
nistración de recompensas. Así, una rata hambrienta aprenderá a apretar
una palanca o 11 correr por Un laberinto, siempre que se vea recompensada
o reforzada con alimento por actuar de dicha manera. Peto en ausencia
del hambre. el alimento no sirve como recompensa. Por tanto la eficacia
de la recompensa depende de la existenciade una condición interna a~o-
piada, es decir, del impulso. Esta dependencia nos muestra, 11 su vez, la
importancia de la condición interna en 10 que se refiere al comporta-
miento. En este caso. se baila implicado el aprender, el cual es un ins-
rrumento importante de adaptación.
La .naturateza del impuüo como utado central
En cuanto estado central, el impulso no fue considerado como algo
especifico. Más bien parece que ha sido imaginado como una especie
de «empuje»o fuern, que activa al organismo hasta el comportamiento.
bien sea de una. manera no especifica,como sucede en el caso de la acti-
vidad general, bien. de una manera más. especifica,como tiene lugar ea.
los casos del beber, comer. aparearse, o en la conducta maternal. Las
interpretaciones del papel del impulso en la activación del comporta.
46 MOTIVAcrON y ItMOCION

miento parecen implicar una. automa.ticidad; es decir, en el supuesto de


que se de una privación creciente, el animal llegarla a hacerse geneml-
mente activo, o bien, en presencia de un incentivo apropiado, se activada
de una manera específica con respecto a este incentivo (Morgan. 1943,
1'1'.460-465).
En general esta concepción en una concepción homeostítica. Un
estado de privación provocarla un desequilibrio (el impulso), que moti-
varla a su vez el comportamiento generala especifico. En el caso de la
actividad general, la idea era la de que un animal activo, al moverse en
torno a su medio ambiente, tenia más probabilidades que el inactivo de
encontrar los objetos de meta apropiados. Alli donde el comportamiento
fuera especifico respecto de un objeto que constituyera un incentivo,
el impulso conduciría a un acercamiento ripido a dicho objeto y a Ja con-
sumación de una cantidad de] incentivo que estuviera de acuerdo con la
rectiñcaci6n del desequilibrio. El comportamiento, bien fuera aprendido
o innato, era considerado funcional, es decir, peeslstía hasta resultar en
la conducta consumatoria necesaris para satisfacer las necesidades del
organismo. Ello implicaba que no era posible un comportamiento, siempre
que no se diera una necesidad, o un impulso. El organismo quedada, en
principio, como algo inerte. Semejante interpretación de la conducta .se
halla. por supuesto, totalmente dentro de la tradición funcionalista, cual
la hemos delineado en el capítulo precedente,
Durante mucho tiempo se ha dado una confusión teórica entre la
idea de que se dan numerosos impulsos, cada uno de los cuales corres-
pendería a una determinada forma. de comeoetamíenro --conswnatorio
(por ejemplo, hambre y comer) y la idea de un único y más general estado
de impulso, al que contribuirían algunos o todos los estados de privación
y capaz de dar energía a todos las conductas. Esta última alternativa fue
adoptada por Clark L. Hull (1943) y fue la que predomin6 a lo largo de
varios años. Sien es verdad que Hull admitía una cierta especificidad al
acentuar el papel de los estímulos impulsores (por ejemplo. las contrac-
ciones de estómago) propios de cada condición de impulso. La. dificultad
en contra de la primera alternativa era la de que la postulación de muchos
estados específicos de impulso no hada más que poner otro nombre
distinto a toda una serie de condiciones de privación --as.i a la privación
de alimento se le llamaba hambre, a la privación de agua sed, etc.-. Esta
alternativa no fue completamente abandonada, peto puede muy bien
decirse que por los años de 1940 era algo secundario en la concepción
del impulso general. '
La teoría del impulso, como designaremos las ideas presentadas
en esta sección" fue propuesta como una interpretación general de la mo-
tivación, tanto hUIIll102 como animal. Se reconocía, bien es verdad, que
mucho del comportamiento humano, al contrario del de los animales
inferiores, no podía ser reducido directamente, pero ni siquiera indirec-
tamente, al meDOS con cierta facilidad, a las condiciones corrientes de
OONCEPTOS II!OTIVAGlONA..LEs y su SlTUACION nORlCA 47

privación de alimento, agua, sao, y otras semeiantes, De ahí que al im-


pulso primario (hambre, etc.) se le ai'ladiera la noción de impulso secun-
dario (o adquirido o aprendido), piara de esta manera proporcionar la
motivación a gran parte del comportamiento, en especial del comporta-
miento humano. El modelo del impulso adquirido se fundamentaba en
el aprendizaje de evitación, pero se esperaba que pudiera ser aplicado a
otras situaciones .
.El procedimiento del aprendizaje de evitación es como sigue. Por
lo general se emplea una caja que contiene dos compartimentos separados
por una barrera. El piso de ambos compartimentos se compone de una
redecilla de varillas eleetrificables, El animal. colocado en un compar-
timento, recibe una descarga y puede refugiarse en el otro compartí-
mento, en el que no recibe des~rga alguna. Ratas y perros aprenden <:00
toda facilidad este modelo. Ademss, el comienzo del choque va precedido
por un tono o por alguna otra señal, Si el animal salta sobre la barrera
al oír el tono, puede librarse de la descarga. Este truco es aprendido con
toda facilidad, de suerte que el animal, que en un principio es capaz tan
sólo de escapar de la descarga, aprende ahora a evitarla. Esta conducta
evitativa es persistente, y sigue dándose en cientos de pruebas, aun cuando
el animal no reciba ya descarga alguna (véase el capftulo 7. pp. 144-147).
Se ha dicho que la motivación de este comportamiento persistente
la constituirla el miedo (MilIer, 1951), es decir que por la asociación del
tono y la descarga, el animal habrta llegado a temer el tono. Como antes
del aprendizaje el tono no motivaba la evitación del comportamiento,
el miedo es algo que se ha aprendido. El miedo seria, pu.es. en este caso
un impulso aprendido o adquirido. Como los teóricos del impulso, en
especial 108 que se encontraban influenciados por el psicoanálisis (por
ejemplo, DoUard y Miller, 1950) consideraban al miedo y a la ansiedad
como motivos humanos fundamentales, se creyó que esta demostración
de la evitación seria algo que pertenecería a la motivación humana.
es decir, se pensó que el impulso aprendido del miedo (o ansiedad) se
hallaría subyacente a muchos comportamientos humanos que no eran.
reductibles al h9.mbre, sed o sexo. Además, se indicó la posibilidad de
que pudieran muy bien desarrollarse otros motivos aprendidos sobre la
base de asociaciones con el córner, beber, y las situaciones que suponen
otros impulsos primarios.
Tal era, pues, la teoría del impulso. teoría que constituyó la concep-
ción dominante de la motivación por los años 1950. Gran parte de esta
teoría parecía compatible, al menos por lo que a teóricos como DolJard
y Miller (1950) se refiere, con la teoría pSlcoanalicica de la motivación,
aun cuando, por otra parte se admitían entre ambas diferencias de detalle.
En la sección siguiente nos vamos a ocupar de la calda de la teoría
del impulso, cuyo estado actual quedaba sintetizado por Campbell y Misanin,
en una recensión aparecida el año 1969, con las siguientes palabras: «... ca-
pltulo diffciJ de preparar ha sido éste ... debido a la desintegración del
concepto de impulso» (1969, p. 77).
48 MOTIVACION y EMOCION

DffiCULTADES DE LA TEORIA DEL IMPULSO


A lo largo de los años 1950, se mostraron principalmente tres tipos
de dificultades en lo referente a la teoría del impulso, Era una de ellas
la de que son posibles interpretaciones alternativas de las siete diferentes
clases de evidencia que hemos estudiado en las páginas anteriores, y que
se presentaban en apoyo del estado central de impulso. Algunas de estas
nuevas interpretaciones se apoyaban en nuevas pruebas, Otras se basaban
en análisis distintos del significado del impulso en algunas de las siruacio-
nes estudiadas. Una segunda la constituía el descubrimíento de que gran
parte de la conducta está motivada por factores que difícilmente podían
conjugarse con la concepción homeostática desarrollada en la. recría
del impulso. Finalmente la tercera dificultad se hallaba relacionada con el
impulso secundado. Iremos estudiando una tras otra cada una de estas
di6cultades, bajo las rúbricas de interpretaciones alternativas, factores
no-homeosráticos, y dificultades del impulso secundario.

InteFpretadoaes alterna.u.vas
El principal problema. de interpretación de los impulsos trabajados
sobre la actividad general 10 constituye el hecho de que no tiene en cuenta
el papel del aprendizaje en las pautas de actividad que arriba hemos des-
crito. Dos experimentos realizados por Campbell y Sheffield nos indican
la naturaleza del problema. En el primero de ellos (Campbcll and Shef-
ñeld, 1953) fueron colocadas unas ratas durante un periodo de siete días
en jaulas en las que podía ser medida su actividad. La habitación en que
se hallaban colocadas las jaulas era oscura y a prueba de sonidos, y un
ventilador se encargaba de provocar un ruido encubridor. Durante los
primeros cuatro días había alimentos a disposición, no en cambio en los
últimos tres días.: Como puede observarse en la figura 3, no tuvo lugar
cambio de actividad de importancia a lo largo de las 72 horas de ayuno,
a pesar de que el impulso aumentaba durante este tiempo. Observación
ésta que ha sido, confirmada por otros investigadores. Se daba un creci-
miento en la actividad cuando entraban en la habitación los experimenta-
dores una vez por día, cuando encendían las luces y apagaban el ventilador.
Este crecimiento en la actividad fue mayor .durante los días de priva-
ción bajo estos estímulos de 10 que lo fue durante los días en que se con-
taba con alimentos a disposición. lo cual sugirió a Campbell y Sheffeld
que la privación aumenta la sensibilidad a los estímulos. De todas formas.
los resultados suyos, incluso sin estímulos, indican claramente que el
impulso no fuerza. de una maneta. a.utomática al animal a una determinada
actividad,
¿Cómo pueden ser, pues, explicados los descubrimientos anteriores
de Richter, en contradicción con 10 que acabamos de decir?
En estos experimentos los animales eran alimentados de manera
periódica. Es posible que los animales se hicieran activos cuando se daban
cuenta de que se aceraba el momento de la comida.
CONGEPTOS MOnVACJONALBS y su SITlJAOION 'noRlCA,.

;1
M
O
Durante 10 minutos, representacíén de
A estímulo
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100 10 minutos antes de
la presentación dé"
..~ estímulo.,
u
"'(

4 5
Dlas
FIGURA 3. Representación de la actividad media de dos muestras de 10 mí-
nuros durante 7 días, Durante los 4 primeros días las ratas tenían siempre
agua y alimentos a su disposición, pero al final del cuarto día se les retira a
el alimento. La presentación de estimulo significa que el experimentador en-
traba en la habitación, quitaba el ventilador, encendían las luces, etc. Tomado
de Cofer, C. N. and Appley, M. H. Moiioatum : Theory and researcñ (Motiva.
ción: Teorta e investigación)', 1964, p. 274, fig, 6.1. Con permiso de John
Wiley and Sons, Iric, (Cofer. y Appley modificaron la figura en CampbclJ
and Shdneld, 1953).

Sheffield y Campbcll (1954) llevaron a cabo otro experimento para


probar esta posibilidad. Tras de habituar a sus ratas a la situación, Shef-
ficld y Campbell dejaron sin comida a los animales a lo largo de tres días.
Entonces en uno de los grupos, la. disponibilidad de alimentos estuvo
asociada con. un cambio de estimulo (y ello a 10 largo de varios días),
al paso que en el otro grupo no se hizo dicha asociación. La actividad
tendía a crecer en respuesta al cambio de estímulo en el primer grupo,
no en cambio en el segundo. Lo cual parece dar a entender que los ani-
males aprenden a hacerse.activos en respuesta a estímulos que se hallan
regularmente relacionados con la presentación del alimento. Parece asi-
mismo probable, por consiguiente, que los animales de. Richter apren-
dieron a comportarse activamente en anticipación a la alimentación, y no
puede decirse que se activaran debido a que la actividad sea un efecto
automático de una creciente privación. De varias formas, la relación
entre la actividad general y el tiempo de privación es la mejor prueba
en favor de una: teoría de un estado central de impulso, toda vez que en
dichos casos no se daban incentivos obvios presentes que lo. elicitara.n.
El hecho de que las pautas de actividad se hallen sometidos al aprendi-
za]e es, por 10 mismo, un serio revés para la teoría del impulso esbozado
en la sección anterior. Otro experimento que antes hemos mencionado
y que parecía apoyar la.idea de que el comportamiento se halla regulado
4-
so, MOTIVACION y EMOCIOII!

sobre la base de las eeceeídades de los tejidos era la de la periodicidad


que se observaba en las comidas de los animales, Estas, en' efecto, tenían
lugar cada 120 minutos. Baker (1953, 1955) pudo comprobar la misma
media, pero la variabilidad de los tiempos transcurridos entre las comidas
de los animales individuales era sumamente elevada, como queda ilus-
trado por una desviación típica de 90 minutos. Baker analizó la sucesión
de los períodos de comer-y de no comer en sus animales y no pudo en-
contrar otra explicación que la del azar. Por lo tanto, se puede decir que
no existe confirmación alguna de la tan decantada periodicidad en la
comida. (Conclusión ésta, por supuesto, que no significa que los ritmos de
tiempos de alimentación no pueden ser aprendidos):
Vamos a considerar en común la conducta consumatoria y las ham-
bres específicas. Ratas que (porque siempre han tenido alimentos yagua
a disposición) jamás han experimentado hambre o sed, no muestran,
aun cuando se les hace panr privación, una inmediata utilización plena
de los perlados de comida y bebida. Son precisas repetidas experiencias
de privación para que comiencen a comer o beber inmediatamente y
para que prosigan comiendo o bebiendo durante los intersticios, una
vez que tienen alimentos o bebida a disposición (Ghent. 1951, 1957).
Ello parece indicar que los animales sueden haber aprendido a tener
hambre o sed, aun cuando es verdad que también son posibles Interpre-
taciones alternativas. Lo que de todas formas es claro es que las expe-
riencias primeras de privación no se ven seguidas inmediatamente por
un comer o un beber que trate de suplir a aquellas deficiencias. Parece
ser que los animales exigen un cierto tiempo, a veces varias semanas,
para "ajustar su consumición de alimento o de bebida a los nuevos es-
quemas de disponibilidad de agua o de comida. .
Por lo que a las hambres específicas se re6ere, tampoco se adaptan
automáticamente, como parecían. sugerirlo investigaciones anteriores.
Se dan a. veces deficiencias en la alimentación que no son suplidas. En
otros casos, una elección que se ha. hecho y desarrollado en una deter-
minada ocasión, persiste, incluso cuando dicha elección sea, por 10 que a
la nutrición se refiere, mala para el animal. Young y Chaplin (1945) mos-
traron, por ejemplo, que las ratas preferían suerosa (una clase de azúcar)
a caseína (una clase de proteína). A lo largo de más de 30 días se les quitó
la caseína de su alimentación, y se les hizo pasar por una privación severa
de proteína. A pesar de ello, siguieron los animales prefiriendo la suerosa
a la caseíaa; no obstante, al introducirse otro método de comprobación
mediante un. nuevo aparato, las preferencias quedaron invertidas. Pero
con el método original y en el aparato original, l'roslguió la preferencia no
adaptativa. En uno de los experimentos, una preferencia aprendida de
azúcar frente a la sal persistió como consecuencia de una adrenalectornla
(Harriman, 1955), y como consecuencia de ello perecieron varios animales
por falta de sal. Las descripciones relativas a la sabiduría del organismo
en la regulación de la comida descrita no son por consiguiente, plena-
COl'iCP.PTOS MOTIVACIONALES y SU SlTUAGION TEORICA 51

mente representativas de los hechos. Es muy de notarse que en muchos


de los estudios primitivos, incluido el realizado con los niños, las ma-
terias alimenticias al alcance del sujeto, no incluían ninguna verdadera-
mente incompatible con una dieta satisfactoria desde el punto de vista
de la nutrición. Hay razones, no obsrante, para creer que una elección
libre de dieta, aun cuando pueda ser falible, es en muchos casos compa-
tible con una buena nutrición. Más adelante estudiaremos la base de una
elección satisfactoria.
Los estudios realizados con la caja de obstrucción no miden el «im-
pulso puro». Una razón de que podamos decir esto la constituye el hecho
de que, por la naturaleza misma del método, siempre se hallaba en la caja
final un incentivo --alimento. agua, una pareja-. Otra razón es que los
animales realizaban ejercicios preliminares sin descarga eléctrica, antes
de realizar los ensayos con descarga eléctrica. No hay duda de que se daba
un cierto aprendizaje en elpasar de la caja. de salida a la caja-meta. Además,
si se examinan los resultados referentes a sólo los primeros cinco minutos,
brota una descripción diferente de la que se da si se examinan los resul-
tados en un intervalo de 20 minutos. El método de la caja de obstrucción,
tal cual era empleada, se hallaba por consiguiente llena de complicaciones,
y no parece ofrecer prueba alguna clara en 10 referente al papel del solo
impulso, en el comportamiento -observado (Bolles, 1967, pp. 118-122).
La. evidencia procedente de los estudios que Incluían un control
hormonal. tendía asimismo a incluir incentivos, asl como la condición
misma hormonal. Beach (1965), tratando en primer lugar sobre la rata
macho, pero generalizando más tarde a partir de este animal, indica que
el comportamiento sexual no está controlado por la condición hormonal
interna tan sólo. La estimulacíón, procedente de la pareja sexual, es' ne-
cesaria para provocar el grado de excitación sexual necesario para el
comportamiento sexual. Hay además, otros problemas referentes a la
interpretación del sexo, y de otras condiciones controladas por las hormo-
nas, en términos de la concepción del impulso homeosráríco, que estu-
diaremos en la parte siguiente de esta sección. De igual manera, la re-
compensa, interpretada como un proceso que reduce una condición de
impulso (como puede decirse, por ejemplo, que la consumición de ali-
mento reduce el hambre) ha tropezado con dificultades que sintetizaremos
más adelante.
Factores no-borneostáticos

En el caso del hambre y de la sed se da un déficit en los tejidos, y la


conducta consumatoria apropiada puede compensarlo. De todas formas.
no es éste el caso del sexo y probablemente de otras condiciones que
incluyen un grado determinado de control hormonal, y el modelo ho-
meostáeíco no puede ser aplicado como en el caso del hambre y la sed.
De modo que no se da una carencia en los tejidos que instigue el compor-
tamiento sexual, el comportamiento materno, y otros estadoe similares.
52 MQTlVACION y l!.MOClONl

El comportamiento sexual y estos otros comportamientos consumen


energía, al paso que el comer, en compensación, la restaura, Está muy
lejos de ser claro que los niveles hormonales en la corriente sanguínea
se vean reducidos por el comportamiento sexual O materno, de manera
que una interpretación de estos comportamientos en el sentido de una
reducción del impulso na es apropiada, Frecuentemente se ha hablado
de los impulsos homeostáticos como de procesos que alivian tanto los
excesos como el déficit, Y se puede ver en las actividades excretorias,
cómo puede ser esto. No es nada obvio, sin embargo, que exista exceso
alguno, o que éste se vea disminuido, en el comportamiento sexual de
la. hembra O en el comportamiento materno. y la eyaculación del macho
no es hormonal. Observaciones como éstas han llevado a Beach (1956)
a sugerir que el sexo es más un apetito que un impulso, y, que, por supuesto,
el comportamiento sexual no es esencial para la supervivencia del indi-
viduo, aun cuando 10 sea para la supervivencia de la especie,
Se ha dicho muy a menudo, apoyándose en el modelo horneostático,
que la. reducción del impulso es la base del refuerzo para el aprendizaje.
No obstante, un número de observaciones, en ratas y otros -animales,
parece mostrar que esta conclusión no tiene por qué ser necesariamente
verdadera. Las .preferenclas han sido aprendidas cuando sus consecuencias
producen un aumento de la estimulación, flor lo menos en cantidades
moderadas (por ejemplo, Montgomery, 1954). Los animales aprenden
cuando la «recompensa» ,la constituye un apareamiento incompleto
(Scheffield, Wulff and Backer, 1951), cuando hay un aumento de ilumi-
nación (Kish, 1955) o de sonido (Barnes and Kish, 1961), cuando dicha
recompensa la constituye el paladeo de la sacarina (que no reduce el im-
pulso de hambre), y cuando la respuesta intensifica el movimiento de la
jaula en que el animal se encuentra (Barnes and Kísh, 1957, p. 42). Estas
observaciones indican que no todo refuerzo puede ser debido a una te-
ducción del impulso. La estimulación eléctrica de determinadas partes
del cerebro (Olds and Milncr, 1954) bajo condiciones concretas, tiene
un valor considerable de refuerzo, lo cual también parece incompatible
con una concepción del refuerzo como reducción de la tensión o del
impulso.
Se ha demostrado que los animales exhiben curiosidad y exploración,
incluso, o, mejor aún, especialmente, cuando no tienen. hambre ni sed
y cuando no se hallan presente!! objetos de incentivo t¡ue puedan ser
metas apropiadas para otros motivos distintos. Ast. los monos mani-
pula.rán en sus manos objetos, como por ejemplo rompecabezas, yapren-
derán cómo desmontados sin otro refuerzo o motivación que la qne los
objetos mismos o su realización puedan inclui t (Harlow, 1950). Semejantes
hechos aparecen como incompatibles con una concepción homeostática
del impulso, qne suponga una reducción del estímulo o de la tensión,
LOS primeros escritores en cuyas obras quedaban presentados estos fe-
nómenos, escritores como Hadow y Montgomery, se indinaban a hablar
CONCEPTOS MOTIVACIONALES y SU 81'l'U....CI0:-l 'J'EORICA 53

de impulsos no-ha meostátlcos, tales como la curiosidad, exploraclón,


o la necesidad de estimuladón. En un capkulo posterior habremos de
referimos más ampliamente a estos impulsos. Bástcnos por ahora con
decir que los conceptos de impulso homcostático y de reducción del
impulso eran incompatibles con estos descubrimientos.
Un ejemplo dramático lo constituyen los trabajos realizados con
hombres. Se hicieren experimentos bajo condiciones de privación senso-
rial 0, de aislamiento con sujetos que se hallaban colocados en habitaciones
insonorizadas, con muy escasa estlmulacíón visual o tactil, o de otro tipo
(Bexton, Heron and Scort, 1954). A no pocos sujetos se les hadan seme-
jantes condiciones, tras de un breve intervalo, sencillamente intolerables,
con 10 que parece probarse una vez más que es deseable un determinado
grado de cstimulación sensorial, y se contradice la concepción de que
una situación relativamente libre de estímulos constituiría el ideal de
búsqueda y de goce.
Estas observaciones e interpretaciones que tan .rdpidarnente hemos
expuesto han ejercido un influjo grande en nuestra concepción de la moa
tivación. En un capítulo posterior estudiaremos estos temas de 'maner-
mucho más amplia. Estas pruebas en favor de factores no-homcostáticos
juntamente con el material que acabamos de discutir bajo el epígrafe
«Interpretaciones alternativas» fueron causa de que el impulso, como
especie interna, homeosrátíca, de empuje fuera puesto en tela de juicio.
Problemas eon el impulso' secun.dario

Aun cuando todavía el miedo como impulso o motivo -adquirído


parece gozar de una situación relativamente segura, no ha sido posible
demostrar la existencia de impulsos adquiridos que se buen en el hambre
o la sed, y ello aun cuando se han hecho numerosos intentos (véase ca-
pitulo 7). Han sido estudiados casos muy cercanos a la situación en que
el miedo es aprendido. utilizando al hambre y la sed como impulsos sobre
las que habrían de ser aprendidas las secundarias. El éxito en esta labor ha
sido escaso. El fracaso en demostrar la existencia de impulsos adquiridos
basados en otros impulsos distintos al miedo, han dejado un amplio vacío
teórico dentro de la teoría del impulso; en la explicación de una gran
parte de la motivación humana. De ahí que sea razonable preguntarse
si merece la pena mantener la teoría del impulso, dada su incapacidad
de acceder a esta amplia área. de la investigación.

ALTERNA nVAS AL IMPULSO


Debido a las dificultades de la teoría del impulso, se han sugerido
otros procesos que pudieran sustituir a la misma. Uno de estos lo cons-
tituye el concepto de incentivo. Otro es el preguntarse si a fin de cuentas
son necesarias concepciones motivacionales, e indicar la posibilidad de
qué fenómenos aparentemente motivacionales pueden realmente reflejru::
la operación de otros factores, tales como el refuerzo. Posiblemente cons-
tituya esta segunda alternativa otra manera de decir que, cuando podemos
describir los procesos y factores de los que es funci6n un determinado
comportamiento, no tiene utilidad alguna el acudir a nociones. generales,
como la motivación, para explicar aquéllos. En este capítulo bosque-
jaremos la naturaleza de los incentivos y del refuerzo, reservando JXlrn
una sección ulterior una evaluación de la misma como de los conceptos
motivacionales en general.

ln.cea.dvoll'

De ordinario los incentivos son considerados como objetos, con-


dicíones o estimulas externos al organismo. Se 10$ puede dividir en in-
centivos positivos, a aquellos hacia los cuales tiende a acercarse el o.rg2-
cisma, e incentivos negativos, aquellos que trata de evitar. As], el ah-
mento, el agua o una pareja pueden ser considerados como objetos in-
centivos para el animal hambriento, sediento o excitado sezualmente,
el cual tratará de llegarse a ellos. Una situación en la que se ha experimen-
tado el dolor es un incentivo negativo, y por ello será evitada. En este
último ejemplo, no se da un objeto incentivo negativo, aun cuando se
pueden fácilmente imaginar situaciones en que se hallen presentes dichos
objetos, tales como, por ejemplo un ave de presa. La reacción evitativa
se produce como reacción frente a índíeíos asociados con la experiencia
dolorosa de un choque eléctrico. En el caso de los incentivos positivos,
como el alimento, pueden también adquirir un valor de incentivo los
indicios de la situación en la que se comió el alimento. En una especie
como la humana. en que se hallan altamente desarrollados los procesos
.:: simbólicos, aparece como muy probable que puedan ser imaginados
<": i objetos, situaciones o estados incentivos, 10 mismo positivos que nega-
tivos. En estos casos el incentivo es interno. más bien que externo. En el
caso de los animales inferiores, no obstante, juzgamos de los incentivos
típicamente como de realidades externas.
Podemos imaginarnos que un incentivo desempeña dos funciones.
Es una de ellas el instigar al acercarse hacia él, o evitado (retirarse del
incentivo). Otra es la de hacer -surgir en el animal un estado de exci-
tación que lo mueva (motive) a acercarse o a retirarse del incentivo. Ese
estado de escirscíén es -semejanteal impulso, sólo que la excitación a que
nos referimos es hecha. surgir por el incentivo má.s bien que por condi-
ciones de privación, como sucedía en la teoría del impulso.
Es un hecho que en todos los casos, excepto en uno, anteriormente
presentados como evidencia a favor de la concepción del impulso, como
estado central, se hallaban siempre presentes los incentivos. Así sucedía
en los estudios de la periodicidad, del comportamiento consumatorio, de
hambre específica, el método de la caja de obstrucción. -d control hor-
monaI, y el refuerzo, No sucedía así en el caso de la actividad genernl,
toda vez que no se hallaban presentes los incentivos cuando comenzaba
CONCEPTOS MOTIVACIOlfALEI y SU srroAClO1'¡ TEORICA 55

a aumentar la actividad. Pero también indica.mos antes que estos aumentos


en la actividad pueden explicarse sobre la. base de que el animal aprende
.a anticipar el hecho del incentivo, cuando, por ejemplo, la comida ocureía
conforme a un esquema cronológico previsible. Presumiblemente, los
Indicios asociados con la negada de la. hora de comer, adquirían un valor
de incentivo dado que por 10 (egulat iban seguidas por la comida. De
manera que podemos decir que, en todas las situaciones aducidas como
prueba en favor del impulso, se dada de hecho una confusión entre el
incentivo y el tiempo de privación, y por el estudio de Sheffield y Campbell
sabemos que fueron los indicios, más bien que el tiempo de privación,
quienes instigaban esos aumentos de actividad.
Asl, pues, el incentivo es otro contacto motivacional importante
que puede reemplazar al impulso. Será menester que lo tengamos en
cuenta a todo lo largo de este libro.
Refuerzo
El refuerzo se refiere a una condición que fortalece la conducta que
la precede. Otra palabra sinónima de «fM1tliem'» podría ser e?r este con-
texto la de: «4p'eI'/tler». Asf, un animal hambriento que corre por una ga-
lería descendente y al término de Ia misma encuentra el alimento y 10
come, tenderá a repetir esa ejecución en la primera oportunidad que se
le ofrezca, y lo hará máll rápidamente que la vez anterior, La comida y
otros objetos semejantes a los que se acerca el animal, son designados
con el nombre de reforzadores positivos. Por reforzador negativo se
entiende aquél cuya remoción da un mayor vigor al comportamiento.
As! la estimación o huida de una descarga eléctrica es un refuerzo, toda
vez que impide o termina con un estímulo doloroso. (Téngase en cuenta
que no se trata en este caso de un castigo. En el castigo, es la respuesta
misma la que recibe la descarga. La respuesta no evita ni acaba con el
choque).
Está claro que el refuerzo incluye incentivos. El refuerzo ha sido
propuesto como una. alternativa a la teoría del impulso y también a la
teoría del incentivo. ¿En qué se diferencia esta teería de la teoría del
incentivo? La respuesta la hallamos en el hecho de que la interpretación
sobre la-base del refuerzo de Jos fenómenos motivacionales no es una
interpretación motivacional. Razona. esta. interpretaci6n que las propie-
dades del comportamiento que exhibe un interés pueden ser explicadas
en términos de las condiciones que exisdan en el momento en. que tuvo
lugar el refuerzo, es decir, con otras palabras, que son aprendidas, o que
no son necesarios procesos especiales de ningún género, tales como el
impulso o la activación por los incentivos.
SI'I'UAOON TEOruCA DE LOS CONCEPTOS MOTIVACIONALES
Ya veíamos en el capítulo primero que la motivación es un concepto
relativamente nuevo en la teoría psicológica, y que se introdujo en dicha
disciplina como instinto tan sólo para ser reformulado como, ~pu~~~~Y' .
<~
.~.. ~
:b ae
56 MOTIVACJON y EMOClON

En la discusión de las pruebas en favor del impulso veíamos que la con-


ducta era considerada como algo que va.ria en cantidad O en magnitud a
medida que variaba el impulso. Cuando crecía éste se daba una mayor
actividad general, aumentaba la conducta consumatoria, etc. Esta especie
de efecto parecía ser un efecto de adaptación, al servicio de lag necesi-
dades del organismo, de la misma manera que 10 era el instinto. Otro
rasgo del instinto, por ejemplo en la descripción del mismo por' Me-
Dougall, 10 constitufa el hecho de que era una realidad con una finalidad
-es decir- que dirigía o guiaba. al organismo a objetos o acciones que
le eran convenientes en interés de sus necesidades. Este. aspecto del ins-
tinto nos trasladaba en cierto sentido al impulso, como por ejemplo,
en las hambres especificas.
Han tenido, pues, los conceptos motivacionales dos funciones, pOI:'
Jo menos, respecto del comportamiento. E_S_~_9_~las la de dar energla
a)ªuespum;.tas e-_bi~. sea-"de-nna-manera-geru:raLº_¡~n ...Y.!aae
__e_~_o;"si_fi~a:'
co~ro_!_.arsu yigor.Jé. eficacia. La otra. consís tia en guiaral comportamiento
a. DCS específicos e-. es__decir,._.d~~.una dirección al comportamícnto.Tl'u-
diéramos asimismo decir que la mOhvaoün presEa las cotidido~n&e-
el
sarias para reforzar" debilitar el comportamiento, más no queremos
seguir en estos momentos estudiando estas funciones).
El problema teórico que se presenta es el de que existen también
otros mecanismos, especialmente el del aprendizaje. que son asimismo
utilizables para dirigir la conducta. Así cuando desarrolla un animal la
tendencia de tomar una dirección más bien que otra dentro de un labe-
rinto. decimos que ha aprendido a ir por ese carnina. Los hábitos aparecen
como estructuras que guían y controlen la dirección del comportamienro,
de suerte que posiblemente no sea necesaria a la motivación como un
concepto pata dar razón de los aspectos direccionales del comportamiento.
A los fenómenos de elección y de preferencia se les puede dar una in ter-
pretación que se base en el hábito más bien que en la motivación.
Cuando decimos que la teoría del refuerzo es una teoría no-moti-
vacíonal queremos dar: a entender que las condiciones bajo las cuales se
desarrolla el refuerzo son concebidas como condiciones que controlan
lo que se ha aprendido. Si puede alguien mostrar que las condiciones
de refuerzo pueden explicar aquellos fenómenos pata los que han sido
concebidos como necesarios los conceptos motivacionales, entonces
quizá sea redundante o innecesario el hablar de términos motivacioruües.
Actualmente es un problema aún no resuelto el de si el refuerzo puede
acabar con este estado de cosas, tema que trataremos- más adelante en
este Iibro.
El sello de autenticidad de la presencia y de la necesidad de con-
ceptos motivacionales en el comportamiento lo constituye, cree el autor,
la energízación de las respuestas y el control de su vigor y eficiencia,
A medida que avanzamos en nuestro estudio, habremos de mantener
este criterio en el primer plano de nuestras consideraciones, de suerte
CONCEPTOS MOTIVACIONALES y IlU srruAcrON l'EQRtOA 57

que al terminar este libro hayamos llegado a determinar conclusiones


sobre si la teoría del incentivo es viable o ha de ser más bien reemplazada
por la teoría del refuerzo.

LECTURAS ACONSEJADAS
BEAtm, F. A. Charactcristics of masculine sex drive. In M. R. J<rn:HS (Ed.),
NllbraM:a symposium on motivation 1956. Lincoln, Neb.: University of N~-
braska Press, 1956. Pp. 1-32.
BOLLES, R. C. T~ría de la MDfWaaón. Méjico. Trillar 1973. Capitulos 4: y 5.
BORn<G, E, G. Smsation and pereeptUm in the history of ex¡urimBntal psychology. New
York: Appleton-Century-Crofts, 1942. Chapter 14.
CANNoN. W, B. The wisdom ofthe botIJ. (2nd ed.) Ncw York: W. W. Norton &
Company. Inc., 1939.
COPER, C. N. & MPL:EY, M. H. Psicología de la Motimdón. Méjico, Trillar,
1971. Capítulos 2, 4, 5 Y O.
DOLI.ARD, J. & MILLER, N. E. PmomditIad JI Psicotempid. Bilbao, Descléc de
Brouwer, 1976.
JAMEs, W. The prindfJhs of psychology. New York': Holt, Rinehart & Wiruton,
Inc., 1890. 2 vols, Chapter 24, Vol. II. Reprinted, 1950, in papel' covers
by llover Publications, Inc, .
WOLF, A. V. Thirst: Physiology fJjthe U'T811to d_rinkand problems ofwater lack, Sprin-
gfield, 111.: Charles C. Thornas, Pubhsbel', 19M.
3
Aspectos Biológicos
de la Motivación

Todo comportamiento se fundamenta y se halla determinado po;]


procesos biológicos, pero hay actividades -tales como el comer, beber, I
y el apareamento- en las que estos procesos son más patentes que lo I __j_
que son en otras, como, por ejemplo, la conducta o los motivos humanos;' I i1'-~
sociales, como el rendimiento, la afiliación y el poder. En este capitulo, \
queremos referirnos principalmente a aquellas actividades cuyo control j
necrológico y fisiológico nos es hasta cierto punto conocido.
Se dan muchas actividades de este género, mas el conocimiento
relativo a cuáles son las conductas que están relativamente controladas
por factores nerviosos y fisiológicos especificables, varían no poco según
las especies. En algunos animales, como en determinadas a.VC1I y en los
mamíferos inferiores, se puede ofrecer una explicación muy completa
por 10 que a determinadas actividades, como por ejemplo, el compor-
tamiento paterno, se refiere. En otros, en cambio, y entre estos contamos
al hombre, son mucho más reducidos nuestros conocimientos, y se cree
normalmente que el control del comportamiento en el hombre esmucho
más complejo de lo que pueda serlo en las especies más simples. AJ es-
tudisr este terna, es preciso que mantengamos un saludable escepticismo
por lo que a generalizaciones de 'amplitud se pueda hacer respecto de
determinadas especies a partir del estudio de una o dos de las mismas,
No pocas actividades, tanto en unos como otros animales, parecen
tener una base motivacional. Entre dichas actividades nos encontramos
con la construcción de nidos y con otros comportamientos que se hallan
asociados al comportamiento materno y a las actividades paternas en
general, a las migraciones estacionales, al almacenar de alimentos, al sueño
60 MOTJVAOlON y EMOCION

y descanso, a la regulación de la temperatura, a la respiración y a acti-


vidades eliminatorias. Dos son posiblemente las razones por las que
podemos decir que estas actividades hacen carácter motivacional, Es
una de ellas la de que dichas actividades tienen un valor de adaptación
y supervivencia, y de que tienen lugar según unos modelos relativamente
invariables en determinadas especies. En estas actividades el aprendizaje
juega un papel muy limitado en la mayoda de las especies, La segunda
de dichas razones es que estas actividades son temporales, episódicas. o
rítmicas, más que continuas, y parecen verse provocadas por cambios
de las glándulas internas O por mecanismos homeostéricos regulatorios.
En las emigraciones de época, por ejemplo, los cambios glandulares,
inducidos posiblemente por variaciones en la cantidad de luz solar re-
cibida a 10 largo del día, se ven asociados con el comienzo de los vuelos
migratorios de las aves. Seda preciso subrayar, de todas formas. que el
curso del ,vuelo, determinado como se halla por complicados patrones
de estimulación, ha de ser atribuido a factores estructurales, más bien
que a factores motivacionales. ,
En este espado con que contamos, no nos es posible estudiar todas
estas pautas de comportamiento, y s610 presentaremos aquellas <¡uenos
son muy bien conocidas y que encontramos a lo largo de muchas especies.
De todas formas, será de utilidad, antes que discutamos el control de
estos comportamientos, que estudiemos una vez más el papel de 105 fac-
tores innatos en el control del comportamiento.

LA VUELTA AL INS'TINTO: ETOLOGIA


Anteriormente resumimos la reacción contraria a la doctrina del
instinto, pero no desapareció totalmente a pesar de ello la idea de que se
dan pautas de conducta innatas. Esta idea volvió a adquirir una impor-
tancia muy grande, a partir de los_@Qs 19~ debido al trabajo de...lJJ]
grupo de zoól~~.s europeos que~,!Qi~ el c_omportamiento animal.
Al cam2Q..~,e_$_u cSj:ygio lo ~~igna,rQ!'l_~oA..cl..nnm~
_Los etólogos tendían a concentrar sus estudios en las aves y peces, aun
cuando no cabe duda de que investigaron asimismo animales mamíferos.
Los instintos ¡;!f'J: enos estudiados eran pautliS de conducta.. apatentemente
no adquiridas ti kas de_'!B-~especie (especUlcas de la especie). ..E...lUl.9
cos casos¿_si no ~en. todos, se ODservaba que las pautas de, conducta.
~e-s-'R-e-ctfi-"
ca:y~a~_cle-=-{a~~sp_~d~~~al¡-¡:ugarefl._J?!_eseiié1:tde·ó~_terrnin~da~
con6guraciones de estltn.ll~os,es d~i!...quel~s_~:tautas 0eC6Dcfücta parecían
,de las pautas ae\~itíifiurácron~aaecu:ttbrs-.
-deserrcaderutt§§_cfl,p-re_s>;!lc:i.áj§To
-La exposición del comportamiento instintiv:.ohecEa--poi~~eretorógo"teIii:á
tam5Íeil uria-jiÍ!te_}IlOÜVaclonal y en 'el estudió (le 'la: áoT6gra;··sedame"jQr
eshidial:-p~iseparado las nocioile~,·:dé_ ..pautJ!.s_~º~3,ón.ructapropíai· de
----Una especii;lo6 'esffÓlWOS deseneaden~~~_Y._la.J~Q,r¡ª--méÜjmJ~I:·-
---rcis-i'-slcólogos'-que han estudiado a los animales, en los Estados
Unidos, lo han hecho hasta una época relativamente reciente de una ma-
72 MOTIV ACION y EMOCION

de tiamina, la preferencia por una alimentación que incluya la substancia


necesitada parece ser debida a la novedad de la dieta, más que al hecho
de que contenga componentes alimenticios de los que precisa el animal.
Sin embargo, en otros casos puede que haya una preferencia innata por
un sabor especifico,como por ejemplo en el caso del sodio, por el sabor
de sal (Rosin and Rodgers, 1967).
Sed

La ingestión de agua constituye un elemento importantísimo dentro"


de los complejisimos mecanismos reguladores del equilibrio entre los
liquidos del cuerpo, y ha de compensar, en primer término, al agua per-
dida a través de la respiración, de la traspiración y de la eliminación de
orina. Lo mismo que en el caso de la ingestión de alimentos, se dan tam-
bién aquí estructuras centrales nerviosasimplicadasen la acción de beber,
y ha habido gran interés por conocer su colocaciónanatómicay su estruc-
tura, así como los .mecanisrnos por los que quedan activadas ante el dese-
quilibrio de liquido.
Las observaciones iniciales que señalaban a las regiones del hipo-
tálamo como muy importantes en la regulación del equilibrio del agua
procedían de estudios relativos a los factores implicados en la secreción
de la hormona antidiurética (ADH) por la pituitaria. Cuando aumenta
la secreciónde esta hormona, disminuyela cantidadde orina que se excreta
(y aumenta la concentración de substancias de desechos en la misma),
al paso que una inhibición en la secreción de ADH posibilita la exci e-
ción de mayores cantidades de orina en una forma menos concentrada.
Verney (1947) hizo la importante observación de que el control de la
secreciónde ADH se halla instalado en las célulasdel hipotálamo; células
éstas que, según él creía, eran sensiblesa los cambios de la presión osmó-
tica de la sangre en la región en que se hallan situadas las células.
Cuando se inyectaban soluciones hipertónicas salinas en una arteria
de esta región, aumentaba la secreción de ADH, conservando de esta
manera el liquido del cuerpo. El contenido salino de la sangre seda, tras
de la inyección,mayor que el de las células,y el liquido ida haciala sangre,
restaurando de esta manera el equilibrio tónico. Ahora bien, en este pro-
ceso quedarían deshidratadas las células, con lo que su tamaño dismi-
nuiría y esta disminución estimularía una secreción mayor de ADH.
Por otra parte, la hidratación de las células (debida probablemente a la
hipotomicidad de la sangre producida poi la ingestión de agua) haría
crecer el tamaño de las mismas provocando así una disminución en la
secreciónde ADH.
Bengt Andersson (1953; Andersson and McCann, 1955) prosiguió
trabajando sobre estas ideas, inyectando soluciones salinas hipertónicas
en las áreas hipotalámicas de cabras. Después de la inyección muchos
de estos animales bebieron agua y estaban dispuestos a ejecutar tareas
instrumentales para poder beber agua, aun cuando no estuvieran se-
J\5PECTOS :810L{lGIQOS DB LA MonvACION 73

díemos. Cuando las áreas hipotalámicas fueron eléctricamente estimuladas


mediante la implantación de electrodos (Andersson and McCann, 1955b),
los animales también bebieron.
Hallazgos similares han sido verificados en otros animales, aun
cuando difieran ligeramente los emplazamientos anatómicos exactos
implicados en dichas observaciones. Parece que en el caso de las cabras,
el área subyacente a la bebida se halla separada de la de la comida, al paso
que en otras especies ambas áreas coinciden (remitimos a las observa-
ciones de Grossman, obtenidas de la estimulación química del hipotálamo
lateral, observaciones a las que hemos aludido en la última sección).
Lesiones bilaterales de las correspondientes áreas del hipotálamo tienen
como efecto el que no beban agua los animales: sencillamente se hacen
adlpsicos. '
[Los resultados de estos experimentos nos dan claramente a entender
que hay una región del hipotálamo implicada en la bebida; se trata de
un área excitatoria. No se ha hallado en cambio, centro alguno inhibi-
torio comparable al de alimentación. También se hallan implicadas en la
bebida otras estructuras cerebrales, situadas fuera del hipotálamo, de
suerte que puede muy bien haber un complicado sistema nerviosos sub-
yacente a la ,se~'J
Sobre la base de estas pruebas, parece sumamente probable que la
deshidratación celular constituya la explicación de la excitación de las
células 'tanto del hipotálamo como de otras zonasJ cuya actividad provoca
el beber.fEs posible que se hallen implicados asimismo procesos termo-
rreguladores. También se ha sugerido la idea de que pudiera darse. otro
tipo de sed, distinta de la sed fundamentada osmóticamente -y que es
efecto de la deshidratación de las células. Esta otra sed tendría su origen
en variaciones en el volumen de los Iíquidos intravasculares, deficiencia
que podrla inducir a beber en ausencia de una deshidratación celular.
No aparece en manera alguna claro cuál es el mecanismo que con-
duce al cese en el beber, toda vez que el beber queda interrumpido mucho
antes de que puedan entrar de nuevo en las células cantidades importan-
tes de Hquido. Probablemente la ingestión de agua de alguna manera
depende de la estimación de-la boca. y es asimismo posible que se de
alguna secreción humoral producida en el estómago como consecuencia
de la ingestión de agua. que, de alguna manen, haga disminuir la acti-
vidad de las células nerviosas que son responsables de la bebida. Nuestro
conocimiento del fenómeno de la sed ha avanzado mucho más allá de
aquel estadio en que parecfa tencr algún sentido la teoría de la sequedad
de la boca, pero no ha avanzado lo suficiente como para darnos una expli-
cación plenamente satisfactoria de los mecanismos de la bebida.

MotivadóD sexual

En las explicaciones de la conducta sexual, escritas cuando dominaba


aún la primitiva teoría del Impulso, parecía que la motivación sexual
14 MunYAmoN y EMOmON

recibís un trato muy semejante al que recibían hambre y sed. Se juzgaba.


que debajo de la motivación sexual habla una estimulación local y que
ésta era reducida por aquélla. Ya hemos señalado en el capítulo segundo
que la motivación sexual persiste, incluso cuando se halla ausente una
estimulación local.
Sin embargo, casí siempre ha estado claro que la motivación sexual
dffiere de la motivación que se basa en la privación de alimentos o de
agua (Beach, 1956). En estos últimos casos, la privación produce dé-
ficit en los tejidos corporales, y tanto el comer como el beber tienen como
finalidad el reducir dicho déficit. En el sexo, por el contrario, no se da
déficit alguno (y no parece haber razón alguna para postular un exceso
de substancias que tendría que ser reducido por la actividad sexual), y
el comportamiento sexual más bien consume energía que la restaura,
como sucede en el comer. Asimismo, la comida. y la bebida son necesarios
para la supervivencia del individuo, mientras que el comportamiento
sexual no lo es. Es, por supuesto, necesario para la supervivencia de la
especie. De ahí que haya muy buena razones para pensar que la moti-
vación sexual difiere del hambre y de la sed. Lo mismo puede decirse de
algunas otras conductas, como, por ejemplo, las actividades paternas y
migratorias. --
Suponiendo que estén intactas las estructuras nerviosas necesarias,
-el comportamiento sexual surge como consecuencia de dos factores:
una condición hormonal apropiada, y una estirnulación externa. Ninguno
de las dos es 'SUhelentepor si solo, sino que se requiere la presencia de
ambos (Beach, 1956). De todas formas, el grado de control hormonal
varía con las diferentes especies.
El comportamiento sexual del macho es controlado por las hormo-
nas llamadas amL:ógenas. Entre éstas se encuentran la testosterona y la
androsterona, de las que es la primera la más importante. La. testosterona
es producida en los testículos. pero este proceso tiene lugar bajo control
de las hormonas gonadotrópicas de la pituitaria, La testoterona, lo mismo
que otras hormonas androgénlcas, controlan el crecimiento de los ór-
ganos genitales y el desarrollo de determinadas cara.ctedsticas sexuales
secundarias, tales como la distribución del vello corporal, el cambio de
voz y otros rasgos. En ausencia de testículos, a consecuencia, por ejem-
plo. de una castración, queda impedido el desarrollo, a menos que se -, -
aplique un tratamiento hormonal (Grossman, 1967, capitulo 8). .<
Muchas especies muestran un comportamiento sexual cíclico o re- '\'1,
ducido a determinadas temporadas, mas esta variación se debe. en primer
término a la hembra, toda vez <lue los.,niveles , andrógenos_en el-macho
parecen no variar en los casos normales.iAsl, el macho (si exceptuamos ,
losest2ruos anteriores a la pubertad o los de la ancianidad) se halla siem- .',
pre, por lo que a su estado hormonal se reBere. dispuesto al empareja- -:::.--/
,miento)(Beach, 1956). El hecho de que el comportamientosexualtiene
lugar tan s610 de manera periódica o por temporadas, y el hecho de que
ASPECTOS BIQLOOIOOS na LA MOTIVAClON 75

no tenga lugar de manera constante en el macho, son muestras de que


la «disposición» hormonal no es una condición suficiente pan! la conducta
sexual, aun. cuando sea condición necesaria, _-,
LOS efectos de la cas'ttiiCiÓñ varían en las diferentes especies y nos
dan una idea del grado en que se encuentra bajo control hormonal-el
comportamiento sexual de una determinada especie. En muchos verte-
brados inferiores, el comportamiento sexual declina a. consecuencia de
la castración. Este declinar tiende a ser menos rápido en los mamíferos,
yen el hombre se dan casos en que la conducta sexual puede prolongarse
indefinidamente tras la castración, aun cuando la regla general quizá sea
la de un descenso en el interés sexual.'Sin embargo, la castración antes de
la pubertad tiende a eliminar la actividad_sexual, aun. cuando también
aqu1 hay casos en 108 que ~7 ha observado que el interés sexual puede
permanecer en algún grado. Los efectos _de):¡t_.castració1:!,induida Iapre-
puberal pueden ser normalmente superados en la mayor parte de las
especies por-medio de una sustitución hormonal, y en el caso del macho
normal las inyecciones de hormonas anteriores a la pubertad pueden ace-
lerar el comienzo de ésta y de la conducta sexual. El tratamiento de hormo-
nas puede revitalizar el comportamiento sexual de animales entrados en
años. Las inyecciones de hormonas son quizá más"!;!f1caces en los animales
no humanos. Todos sabemos que por lo que se refiere al comportamiento
sexual en el hombre se hallan implicados en el mismo muchos factores
sociales y religiosos (Beach, 1951 j Grossman, 1967, capitulo 8; Ford
and Beach, 1951).
Los estimulas que se hallan implicados en el control del compor-
tamiento sexual, lo hacen a tres niveles (Beach, 1951). Unos controlan
el desarrollo de la madurez. Un ejemplo de los mismos 10 constituye la
temperatura. ·Otros son más específicoscpor ejemplo,__ eLli;uitorio, De-
terminados animales machos no se aparean-más que en sus propios terri-
torios o en situaciones'con determinadas características ambientales, co-
mo por ejemplo, el agua. Más importante, y mucho más necesarios para
el comportamiento sexual del macho, son los estímulos del tercer tipo.
Estos son la presencia de una pareja y los estímulos que emanan de ella
o que ella provoca. La conducta sexual del macho parece no tener lu-
gar en ausencia de estos estímulos; claro que por 10 que al hombre 5C
refiere, dichos estimulas pueden ser simbólicos. De esta manera, el com-
portamiento sexual no tiene lugar más que en una época concreta en los
animales que se aparean por temporada, o cuando h1ly una hembra re-
ceptiva, como en el caso de 10$ animales .cuyas hembras no son receptivas
más que durante una fase de su ciclo estral, En otras circunstancias parece
no tener lugae el comportamiento sexual.
En muchos animales inferiores el comportamiento sexual depende
más bien de estímulos especificas, tales como un determinado 0101', y la
eliminación de los mismos hará sumamente improbable el comporta-
miento sexual, En animales superiores, aunque importante y necesaria,
MonVAClON y EMOC10N
76
\ .... e.9.Ú'm."'\'~\"'n '!:=\_uri.m no ('.~ '-'a.l:\. e''\'tc.\'i'l.c....., 'I;ro-~'<:. Q'U.'iSC. <:.~ ...\'¡),
sexual en .susencia de casi toda modalidad especifica; y en determinadas
especies superiores, en ausencia de más de una (Bcach, 1951).
En la hembra de la mayoría de las especies, excluidos ciertos primates
y el hombre, la conducta sexual ocurre, como ya hemos indicado, o bien
de manera estacional o bien de un modo cíclico en unión con el ciclo
estral, El desarrollo sexual se halla, pot consiguiente, bajo el control
de las hormonas que brotan en los ovarios. La conducta sexual de aquellas
especies con ciclo estral, ocurre en el perlado en que se dice que el animal
está «en celo», período éste que correspondeal momento del ciclo ovu-
Iatorio en que más probable es una fecundación con éxito de los óvulos.
Esta fase se halla bajo el control de la hormona estrógena, de la que pu-
diera decirse que es la «hormona sexual» en la hembra. Tanto si se sigue
un embarazo, como si no tiene éste lugar, las ulteriores mutuaciones
del ciclo no llevan a conductas sexuales en muchas especies. Pero tanto
en la hembra humana como- en las de los primates, la conducta sexual
puede ocurrir en cualquier época del ciclo menstrual. Los estímulos de-
sempeñan en la hembra, lo mismo que en el macho, un papel de suma
importancia.
Por tanto. vemos que; la conducta sexual es resultado de una inre- \
facción entre los factores hormonales y la estimulación, en especial, la
producida por: la pareja. Al menos en algunas especies puede mantenerse
la conducta sexual"del macho cambiando la pareja; aparentemente, la
estimulación provocada pot"li nueva pareja puede reactivar elTnierés e-
sexual en declive (Coffer. and Appley, 1971, p. 198). No vemos interés
alguno en interpretar el comportamiento sexual en funciónde un «impulso
sexual» modelado conforme al modelo del hambre y de la sed, 0, quiZá,
conforme -al modelo hidráulico empleado por Freud _y .también en la
primitiva teorla etológica -.\;.'0\
El control nervioso del comportamiento sexual es complejo, hay
una gran diversidad en las distintas especies, POt lo que a las estructuras
y mecanismos que influyen en el comportamiento sexual se refiere (Beach,
1951; Grossman, 1967, capitulo 8). Algunos componentes de la respucs~
ta sexual de determinadas especies dependen de la médula espinal, pe-
ro la regulación del comportamiento sexual parece depender principal-
mente deLhipQ!?iIamoanterior y demás áreas del mismo, en las que se han
observado los efectos 'de las lesiones, de la estimulación eléctrica y quí-
mica. La determinación precisa de las zonas que intervienen en el compor-
tamiento sexual varia. según las diferentes especies, y el influjo del hi-
potálamo anterior puede ser ejercido en parte gracias al control directo
de algunos aspectos del comportamiento sexual, y en parte por su influjo
indirecto sobre las hormonas secretadas por las glándula pituitaria.
Las lesiones corticales producen efectos más profundos en el com-
portamiento sexual del macho -queen el de la hembra, pero esta diferencia
puede 'deberse primordialmente al hecho de que el comportamiento
9.2 MOl1VAClON ..... EMOW.ON

mentando. También es un intento de definir las condiciones que gobiernan


la recompensa. tema que nos ocupará en el capitulo siguiente y en el
capítulo 7. La teoría de la activación también propone algunas condi-
ciones necesarias para la ejecución efectiva; también se halla vincularla
con una manera de considerar al sistema nervioso. A continuación estu-
(Haremos estos dos puntos, empezando por el segundo.
El año 1949 descubrían Moruzzi y Magoun que Iaestimulación eléc-
trica. de la formación reticular del tronco cerebral produce un cambio
en el EEG desde una pauta de relajación o amodorramiento a un ritmo
rápido de atención alerta. Las lesiones en esta estructura producirían
cambios extremos, es decir, convertirían las pautas rápidas en ondas lentas,
e incluso. con lesiones más graves, a una pauta·característica del sueño
(Lindsley, Bowden, and Magoun, 1949). La formación reticular es una
red de neuronas que se encuentran en el tronco cerebral y -quese extiende
de la médula al tálamo (véase la figura 10). Dicha fO.l'mación envía im-
pulsos nerviosos hada arriba a la corteza y hacia abajo a los músculos
yal sistema nervioso autónomo. y recibe a su vez impulsos de los prin-
cipales nervios sensoriales (por medio de los colaterales) y de la corteza.
La importancia de esta estructura en la teoría de la motivación reside en
el hecho de su estímulación difusa de la corteza, es decir. en que, según
se cree, estos impulsos estimulan o excitan a la corteza, Y 10 que es más
importante, el funcionamiento eficaz de la corteza solo parece posible
en condiciones de excitación producidas por la activación reticular. Toda
esta serie de nociones ofrecía una fundamentación nerviosa a la idea de-
fendida pat. los teóricos de la activación de la relación exjstente entre el
nivel de excitación y la eficiencia del comportamiento.
El conocimiento que ha ido acumulándose en las décadas posteriores.
al descubrimiento de Mo:ruzziy Magoun indica que la formación reti-
cular es 'mucho más compleja de lo que habla podido creerse, y que no
constituye el único medio por el que puede activarse la corteza (G1'o$&.
man, 1967; capitulo 5). A pesar de 10 cual, la teoría ha tenido y sigue
aun teniendo un impacto considerable sobre una cantidad de problemas
motivacionales, como nos 10 mostrarán los capítulos últimos.
ffity evidencia de que la eficiencia.del comportamiento varia con el
nivel de excitación tal como 10 predice la teoría de la activación, aun
cuando existan también algunos problemas. Asi, Fteeman (1940) halló
la esperada relación en forma de U invertida entre la conductividad de
la piel. medida ésta de la. excitación, y los tiempos de reacción, que miden
la eficiencia. Stennett (1957) hizo que los sujetos realizaran una labor
de rastreo bajo diferentes grados de excitación, inducidos por las íns-
trucciones, Mejores resultados se obtuvieron con niveles intermedios
de la excitación que con niveles extremos. En algunos experimentos
realizados con animales, habían medido algunos investigadores (Bélanger
and Felmaa, 1962; Dufresne, 1961) la excitación midiendo la tasa del
latido cardíaco y la eficienciacon medios como el de apretar una palanca,
'Excitado

relaja..do

1
dormido
I

profundamente 1

dormido

FIGURA 9. Modelos de EEG normal, desde sueño profundo hasta estado


de vigilia. y estado de excitación. Tomado de Lindsley, D. B. Psychophysiology
and motivation, en: M. R.Jones (Ed.) Ntbraska symftosium 011 motivalion 1957,
p. 67, fig. 5. Con permiso de la Universiry of Nebraska Press,

y habían tomado ambas medidas en condiciones diferentes de privación


(de alimento o agua) y bajo grados diversos de descarga eléctrica (Du-
citarme and Bélanger, ,1961). El esfuerzo del corazón aumentaba con la
privación y la descarga, con 10 que se mostraba una excitación creciente.
Pero la presión de la palanca subía hasta un grado intermedio de excí-
ración, par:,!.a continuación decaer. Fuster: (1958) había enseñado a monos
a saber 'distinguir entre pares de objetos. Entonces 108 monos fueron
sometidos a pruebas de discriminación de objetos que quedaban ilumi-
nados durante un breve lapso de tiempo. Durante algunas de estas pruebas.
era estimulada la formación reticular mediante la implantación de elec-
trodos, y aparecía que los aciertos en la elección asl como la rapidez de
reacción quedaban mejoradas bajo dicha estimnlaciórr, si se las comparaba
con las pruebas de control realizadas sin estimulo alguno.
Estos resultados ofrecen un apoyo substancial a las expectativas de
la teorIa de la activación, pero, como ya antes lo hemos dado a entender,
IIlOt'IVACION" y EMOOI0N'

Tálamo

Hipotálamo

FIGURA 10. Posición de la formación reticular. La sección enrejada el


la formación reticular. Las líneas numeradas indican los diversos caminos e
interconexiones.Reproducido de Lindsley, D. B. Emotion, en: S. S. Stevens
(Ed.) HaruIbaokoi experimental psphology, 1951, p. 507, fig. 9. Con permiso
de John Wiley and Sons, Inc, -

no dejan de presentarse también aquf problemas (véase Lacey, 1967;


Malmo and Bélanger, 1967). Uno de dichos problemas Jo constituye el
hecho de que las diferentes medidas empleadas como índice de la exci-
tación no coinciden entre sí de manera plena. Parece claro que no son
modos alternativos de medir un mismo estado de excitación, pero por el
momento no se dan bases suficientes para. anteponer una. 1l la otra. Tam-
bién ha. sido posible el disasoeiar la activación de la eieeueión. Por ejemplo,
en un estudio se provocaron lesiones en el hipotálamo posterior; muchos
de los gatos quedaban amodorrados tras del tratamiento, y seguían en
ese estado incluso después de la estimulación de la formación reticular
(y el_registro de la actividad eléctrica del cerebro constituía en ondas
rápidas). En otro experimento se dio meprobarnato a uno de dos grupos
de animales; ambos grupos quedaron privados de alimento y se regís-
EMOCION 95

traron sus esfuerzo! cardiacos y presiones de palanca. El esfuerzo del


corazón aumentaba en ambos grupos con la privación, y la presión de
palanca en el grupo controlado variaba con la privación. No obstante,
en el tiempo que había recibido meprobromato, se mantuvo constante
durante intervalos de privación, por lo que no parecía estar asociada
con la excitación medida por el latido cardiaco.
La base nerviosa de la teorla de la activación v la relación pronosticada
entre excitación y ejecución no reciben más que un apoyo parcial de los
recientes descubrimientos. En la próxima sección podremos discutir
la manera cómo la teoría de la activación darla cuenta de emociones cua-
litativamente diferentes.
Antes de que pasemos a la sección siguiente, podemos, no obstante,
mencionar brevemente el hecho de que se ha hallado en el cerebro Dore-
pínefrina, una substancia similar a la epinefrina o adrenalina. Hay TUooes
para creer que esta substancia se halla implicada en las reacciones afec-
tivas de tipo general. Ast, como lo han afirmado Schildkraut y Kety
(1967, p. 28),
Estas drogas que producen una falta. de norepinefrina en
el sistema. central, producen sedación o depresión, al paso que
las drogas que aumentan o potencian la norepinefrina del ce-
rebro se hallan asociadas con la estimulación del comportamiento
o la excitación, y tienen en general un efecto antidepresivo
sobre el hombre.
Kety (1967a, p. 107; véase asimismo 1967b) ha indicado que estos
efectos de la norepinefrina (o de otras aminas) son generales, es decir
que no se hallan asociadas a estados emocionales especificas. Dicho autor
cita la obra de Schachter, obra que examinaremos en la sección siguiente.
la cual indica la importancia de los factores cognoscitivos, en unión con
las interacciones entre las aminas en determinados emplazamientos en el
cerebro, para la producción de las emociones particulares.
DETERMINANTES SITUAQONALES DE LA EMoaON
Una de las objecciones que hacia Cannon de la teoría James-Lange
em la de que la inducción artificial de la excitación fisiológica, como
por ejemplo por una inyección de adrenalina. no produce en la gente
una auténtica emoción. Recibida una inyección de ese género, habla la
gente de un «como si», es decir, dicen que se sienten como si tuvieran
miedo o como si estuviera a punto de acaeeerles algo sumamente agra-
dable. Stanley Schachter {Schachter and -Singer, 1962; Schachter, 1964}
ha llevado a cabo una serie de experiencias usando inyecciones de ese
tipo, pero al mismo tiempo ha ideado la situación de manera que pudiera
el individuo interpretar su estado de excitación como una auténtica emo-
ción. Bajo estas condiciones. creen los sujetos experimentar emociones
y obrar emocionalmente. Por ello sugiere Schachter que. para que tenga
lugar una emoción. es preciso que se de un estado de excitación y una
..
manera de interpretar dicho estado en términos emocionales. La inter-
pretación viene de la situación. Formulación esta que no requiere, por
supuesto, distintas pautas de excitación para emociones cualitativamente
diversas: un único estado de excitación. o un estado sumamente similar
podrá ser interpret.:ado como una u otra emoción, según-la situación en
la que uno se encuentre.
En uno de los experimentos realizados por Schachter (en colabo-
ración con Singer), se les decia a los individuos que era preciso someter a
prueba su vista a fin de determinar los efectos de un suplemento de vita-
mina llamado Suproxina. A dichos individuos se les iriyectaba COo. su
consentimiento Suproxina y se les pedía que esperaran junto a otro in-
dividuo un lapso de unos 20 minutos para que entrara. la droga en la co-
rrienre sanguínea, Y que se les medirla la vista una vez transcurrido ese
tiempo.
De hecho, a algunos de los sujetos se les inyectaba adrenalina, al
paso que otros recibían una innocua inyección de solución de sal (placebo).
Por otra parte, los sujetos que recibían adrenalina quedaban divididos
en los siguientes tres sub-grupos. A los de uno de ellos se les decía qué
síntomas iban a experimentar como efectos secundarios de la. Suproxína,
efectos éstos que eran los que de hecho produce normalmente la adre-
nalina, Este grupo es el grupo informado. A los de UD segundo grupo
no se les decía nada sobre los efectos de la inyección: este grupo es el
grupo ignorante. Finalmente el tercer subgrupo quedaba informado de
maneta falsa respecto de los efectos de la inyección. el grupo mal infor-
mado. Se les decía que padian sentir un dolor de cabeza no muy agudo,
o. sentir sus pies como entorpecidos, y que experimentarían un hormi-
gueo. Ninguno de estos efectos es normalmente producido por la adre-
nalina cuyos efectos son más bien el temblor, las pulsaciones violentas
del corazón, y el calor en el rostro,
Por supuesto que el grupo informado contaba con una explicación
adecuada de 108 síntomas que iba a experimentar, al paso Cineel grupo
ignorante no tenia explicación alguna, 'Y el mal informado había de expe--
rimentar de hecho síntomas totalmente diferentes de los que se les había
anunciado. A los dos últimos grupos se les presentaba, por consiguiente,
un problema de interpretación de sus reacciones. Schachter ideó condi-
ciones sociales que permitieran a los componentes de estos 'tIos grupos
el que dieran una interpretación emocional de aquéllas.
A una serie de grupos se le pidió que esperaran bajo condiciones
diseñadas para evocar euforia o un sentimiento de bienestar. La persona
con la que tenia que esperar 20 minutos el individuo elegido era de hecho
un cómplice del experimentador. En la condición de euforia, el cómplice
decía que se sentía bien y realizaba diversos actos que daban testimonio
de su bienestar. tales como lanzar tacos de papel a una cesta o echar a
volar aviones de papel que él mismo habia construido. En otra serie de
grupos, en cambio. el cómplice actuaba como si estuviera enojado, enojo
EMOClON 97

que, al parecer, se hallaba provocado por la petición que se le había hecho


de que él y junto con él el otro individuo rellenasen un cuestionario to-
talmente personal (en esta condición de cólera no se daba grupo alguno
de los mal informados). Una vez transcurridos los 20 minutos, se le pedía
al sujeto, bajo un pretexto cualquiera que rellenase unas escalas de eva-
luación, incluidas algunas relativas a su estado de humor. Además, el
sujeto habla sido observado a través de una mirilla invisible durante el
periodo de espera, a fin de fijar en qué medida se había unido al cómplice
en la expresión, bien sea de euforia, bien de enfado.
En general los resultados (véase la figura 11) confirmaron las expec-
tativas. El grupo informado mostró pocos cambios hacia el talante del
cómplice y ninguna tendencia a obrar como él, al paso que los grupos
ignorantes y falsamente informado obraban de manera opuesta a la del
primer grupo. Aun cuando los resultados obtenidos con el grupo al que
se inyectó el placebo no diferían de los grupos ignorantes y mal infor-
mados tanto como se había previsto, otros análisis de los datos, que in-
dulan la eliminación de individuos de los dos últimos grupos que habían
atribuido sus reacciones a la inyección, indicaban una más intensa reacción
en los grupos de ignorantes y falsamente informados que en el grupo
de los que habían recibido la solución de sal (placebo).
En otro experimento realizado con Suproxina, se pidió a los sujetos
que presenciasen un pasaje de una comedia burlesca, y se observó y evaluó
sus reacciones ante las situaciones de humor. En esta ocasión se estable-
cieron tres grupos: uno que recibía el placebo, otro que recibía adrenalina,
y finalmente un tercer grupo que recibía c1orpromazina, una droga que
hace disminuir la actividad del sistema nervioso simpático. Una vez más
los resultados confirmaron las esperanzas. Es decir, se daba una mayor
reacción al humor en los que habían recibido adrenalina que en los del
placebo, así como éstos, a su vez, reaccionaban de una manera más viva
que los que habían recibido la droga. De aquí que pudiera concluirse
que una situación externa idéntica provocaba reacciones diversas en per-
sonas cuyo estado de excitación fisiológica variaba.
Los experimentos de Schachter indican el papel importante y crucial
que en la determinación de la emoción subjetiva tienen nuestras inter-
pretaciones de por qué nos sentimos excitados. Así, podemos decir que
la emoción es' un producto conjunto de una excitación fisiológica y de
una evaluación cognoscitiva de la situación en que tiene lugar la exci-
tación. No es que esta formulación responda exactamente a la teoría
]ames-Lange, pero tampoco puede decirse que se halle en contradicción
con la misma. Aun cuando no tenga por qué haber una excitación dife-
rente para emociones cualitativamente diferentes, constituye la emoción,
sin embargo, una interpretación de las reacciones fisiológicas. Si hubiera
acentuado James las situaciones determinantes más de lo que hizo, res-
ponderla plenamente su teoría a los descubrimientos de Schachter. Por
otra parte, esta teoría insiste mucho en las reacciones fisiológicas. Elude
2.00

,
1.50
.:::;;:
-.::,..
...::::: 1.00 I
.:3
::1
~
ti.50 x ~ Eufoda
.. - _ _; ... Cólera

Informado Ignorante Fabamente informado


Condiciones
FIGURA 11. Diagrama de los resultados de] trabajo de Sehachter y Singer,
La ordenada muestra una. euforia relativa, es decir, un grado de felicidad
manifestada meno! el grada de irritación manifestado. Pa'l'a una ulterior des-
cripción, véase el texto. Reproducido de Mandler, G. Emotion, en: R. Brown
et al Neto dirICliMlS in psychology, 1962, p. 282, fig. 1. Con permiso de Holt,
Rinehart, and WiDSton, lne.

no pocas de las criticas hechas por Caneon, toda vez que puede la exci-
tación ser la misma para diferentes emociones, no exige una gran sensi-
bilidad en las vísceras, y la excitación provocada es interpretada como
una emoción debido a la situación en que tiene lugar. La presencia de
emociones sin componentes viscerales, como en el -caso del accidente
a que antes hemos aludido o en el de los pacientes simpatictomizados,
puede muy bien explicarse como una consecuencia del aprendizaje an-
terior como ya observamos en relación con los descubrimientos sobre
el aprendizaje evitativo en animales simpatictomizados antes o después
de haber aprendido a evitar el problema. Los cortos períodos de latencia
de la experiencia emocional. que contrastan con los largos de las reac-
ciones viscerales, plantean un problema para. la 'formulación de Schachter,
problema que habrá. de ser una vez más resuelto apelando al aprendizaje
previo. Hemos aprendido a -describir determinadas situaciones como
situaciones emocionales, y esto podemos hacerlo con enorme rapidez.
Constituye, por supuesto, un testimonio en que todos coinciden el de
que la experiencia emocional plena en unión con una situación no se hace
ver inmediatamente, sino que requiere un determinado tiempo para desa-
rrollarse,
EMOCION

DIMENSIONES DE LA EMOnON
En un idioma como el inglés. hay muchas expresiones que designan
emociones o matices del sentimiento. Por citar liD ejemplo, Davitz (1969)
halló en el TlmaNrH.t'de Roget unas 400 palabras que podían ser empleadas
para designar emociones concretas. Se dan asimismo muchas expresiones
faciales de la emoción. En una serie de fotos de expresiones faciales nos
encontramos con 72 fotografías que responden a una emoción diferente
o por Jo menos a una tonalidad de emoción. No pocos autores se han
extrañado de que se den tantas dimensiones de la emoción. jll2gando
CJuemuchrul de las expresiones referentes a la emoción no expresan unto
emociones separadas cuanto más bien grados de una u otra de las emo-
ciones básicas. Podemos considerar dos de estos intentos realizados para
hallar aquí las dimensiones de la emoción. Uno de dichos intentos se
ocupa de las expresiones faciales, el otro de los nombres dados a las emo-
ciones. Dicho sea de paso, convendría recordar el hecho de que proba.
blemente podrían llevarse a cabo análisis semejantes con respecto 'a las
posturas, ademanes y gestos, todos los cuales nos pueden ofrecer indi-
caciones sobre la emoción. Sin embargo, por 10 que el autor de' estas
líneas cree saber, no contamos con ningún análisis adecuado de estas
fOIlJl31. de expresión. También se dan signos de emoción en el lenguaje
hablado, por ejemplo en las hesitaciones, en las repeticiones de palabras.
en las variaciones en el número de las expresiones empleadas, y en otros
fenómenos por el estilo, Limitaciones de espacio no nos permiten un
estudio de estas csracrerísticas del lenguaje hablado en la presente obra.
Sehlosberg (1954) ha trabajado con una serie de fotos representati-
vas de las diversas expresiones faciales que parecen ocurrir en la emoción.
Sus colaboradores distribuían las láminas en grupos, según fueran las cate-
godas emocionales reflejadas en la lámina. Así por ejemplo, tenían en un
mismo grupo todas las caras que reflejasen disgusto. Además, los colabora-
dores evaluaron las fotos de acuerdo con las dimensiones de placer-displa-
cer y de atención-rechazo. Los trabajos preliminares daban a entender que
eran estos dos ejes los básicos para las dasilicaciones a que antes nos he-
mas referido.
Los resultados mostraban que determinadas categorlas emocionales
básicas conforme a las cuales habían sido clasificadas las láminas (des-
precio, amor-regocijo-feliz, sorpresa, miedo-sufrimiento, ira-detemtioación.
y disgusto) caen en torno al perímetro de una superficie oval, cuyas prin-
cipales coordenadas quedan constituidas por las polaridades placer-disgusto
y atención-rechazo. En la figura U'puede verse esta superficie. La mayor
parte de la! 72 láminas utilizadas por los colaboradores de Scblosberg, pue-
den situarse en algún lugar de dicha superficie. En consecuencia, pudiera
parecer que las dos dimensione! (Schlosberg añadió posteriormente una
tercera dimensión, la de la activación, que quedaría situada en el ángulo
derecho a la altura de la superficie oval) ofrecen una estructura en la que
pueden situarse las expresiones -faciales representadas por las láminas.
100

Davitz ha tratado de determinar las dimensiones en las palabras


asignada.s a las emociones. Comenzó por pedir a un gran número de
personas que describieran las experiencias emocionales que hubieran
tenido. A continuación de 10 cual extrajo y redondeó de todo este ma-
terial una lista de 556 afirmaciones que nos ofrecen una especie de lista
de los diversos aspectos de una experiencia emocional. Véanse algunos
de dichas afirmaciones: «se me acelera el pulso»; «estoy en pa?: con el
mundo»; «es rápido mi pensamiento»; «siento que voy tomando la de.
lantera»; «parece que estoy luchando conmigo mismo».
De la lista de 4QO palabras relativas a la emoción que, como mili
arriba hemos dicho, había sacado del TheJtlHrtlJ, escogió Davitz 50 de
suerte que representaran un efecto amplio y variado de estados emocio-
nales. Pidió a cada uno de sus 50 colaboradores que reflexionasen sobre cada
una de las 50 palabras y que indicasen aquellas frases de la lista que des-
cribieran alguna de sus expresiones con respecto a cada una de las 50
palabras.
, Los resultados de la investigación de Davitz, son muy numerosos,
mas hemos -de contentarnos en estos momentos con la presentación de
algunos de sus hallazgos más generales; Un resultado 10 constituye un
diccionario para el significado emocional de las 50 palabras. Otro es una.
serie de contestaciones en las que parece que podían agruparse las 50
palabras cuando se atiende a las frases de la lista utiliza.da para su des-
cripción. Hay constelaciones cuyos nombres los presentamos a conti-
nuación con un ejemplo ilustrativo de la lista de maea para cada uno:
Activación: «Estoy excitado de un modo reposado».
Hipoactivación: «Me siento mentalmente vaclo».
Hiperactivación: «Se me acelera el pulso».
Movimiento de acercamiento: «Quiero ayudar, proteger, agradar a
otra persona».
Movimiento de huida: «Deseo retirarme ..• estae 8610 ••. ».
Movimiento contrarío: «Tengo los puños apteta.dos».,
Satisfacción: «Un sentimiento de bienestar».
Incomodidad: «Tengo un nudo en la garganta».
Tensión; «Me siento arrapado en mi interior».
Crecimiento: «Tengo un sentimiento de seguridad».
Incompetencia-Insatisfacción: «Tengo un sentimiento de Bajedad».
Inadecuación: «Me siento vulnerable y totalmente abandonado».
Como es natural. las diversas constelaciones están mutuamente re-
Iacíonadas, Un ulterior análisis condujo 2. Davitz a proponer cuatro cli-
mensíones básicas: la activación, la relacionalidad, el tono hedónico y la
competencia. Dichas dimensiones se hallan relacionadas con las constela-
ciones de la manera expresada en la figura que los acompaña. En la figura 13
las diferentes constelaciones se hallan agrupadas bajo epígrafes que bro-
tan de los análisis estadísticos de las relaciones Inrergrupales, mientras
que Davitz añadió las dimensiones con la 6.nalidad de caracterizar las
hileras.
EMOCION

FIGURA l2. Juicios relativos a los valores emocionales de las fotografías


colocadas sobre una superficie oval. P y D indican placentero y displacentero,
R y A rechazo y atención. Tomado con modificaciones de Sehlosberg, H.
The descriptíon of facial expressionsin terrns of two dimensions. (La descripción
de las expresiones faciales sobre las dos dimensiones). Journal of Experimental
P.rychology, 1952, vol. 44, p. 232, fig. l. Con permiso de la American Psychological
Association,

Se da una cierta semejanza entre las dimensiones que ha propuesto


Davitz y las que han propuesto otros autores en lo que se refiere a la
lO2 MOTlVAClON y EMOClON

Análisis estructural de las CODstéIaeloae. de sigDifieados eJDOcloa.aIes

Dimensión Postura Negativo: TJfJo 1 Negativa: Tipo 2


Activación Activaci6n Hipoactivaci6n Híperactivación
Relacionalidad 'Aeercamiento Alejamiento Movimiento
contrario
Tono hedónico Comodidad. Iacomodídad Tensión
Competencia Acercamiento Incompetencia Inadecuación
Insatisfacción

FIGURA 13. Tomada de Davitz, J. R. The language tif nnotWrz. New


York: The Academic Press, Inc,

orgairizaci6n del campo de la emoción. Asila activación es una dimensión


con la que nos hallamos ya familiarizados, y la dimensión del tono he-
dónico es semejante al continuo de placer y disgusto que Schlosberg
había propuesto. Otras dimensiones propuestas por otros autores se
asemejan asimismo a las de Davitz. Tal es el caso de la competencia, por
ejemplo, que ha nacido en el contexto de la motivación, pero que no
habia sido registrado en los análisis dimensionales de la emoción.
La existencia. de un orden entre las palabras referidas a la emoción
'y la semejanza del mismo con aquel que hemos podido comprobar en
las expresiones faciales y en otras clases de evidencia (véase Davitz, 1969.
p. 132, cuadro sinóptico 5-1) es algo alentador, Aun cuando el análisis
dimensional no reduzca el número de las emociones, sin embargo nos da
a entender que las emociones no son independientes entre sI sino que con-
tienen rasgos comunes o indican grados o aspectos de dimensiones bá-
sicas subyacentes.

LECTURAS ACONSEJADAS
ARNOLD, M. B. Emoción)l Pmonalitlad. Buenos Aires, Losada. 2 vols,
COFER, C. N. & ApPLEY, M. H. Psicolog{a de la Motivación. Méjico, Trillar,
1971, capítulo 8.
DAVITZ, J. R. TIre lantflUlgt 01 t1T/QtiU1l. New York: Aeadcmic Press, Inc., 1969.
Dtm'Y, E. Activation and hthaviof. New York: Jobo Wiley & SOIl!I. Ine., 1962.
GRQS9lA.o~.S. P. A textbMk of physioll)gical psychology. New York: John Wiley
& Sons, Ine., 1967. Chapters 5 and 9.
MANnLEll"G. fu!:OTION,IN R. BRO'NN, E. GALANTER,E. H. Hsss, & G. MANDLER
New dirtttions in psychology, New York: Holt, Rínehar & Winston, Inc.,
1962, Pp. 267-343.
5
Estimulación externa
Como en el capitulo 2 (p. 33) lo insinuábamos, una de las principales
dificultades en contra de la teoría homeostática del impulso es la exis-
tencia en muchos animales de conductas exploratorias, rnanipulatívas y
de curiosidad, y el hecho de que la reducción de la estimulación externa.
parezca tener a menudo propiedades aversivas 'más que atractivas, Las
primeras demostraciones reveladoras de esta. evidencia fueron presen-
tadas principalmente en oposición a la teoría homeostética del impulso,
y fueron interpretadas en el sentido de que parecían dar entender la exis-
tencia de otros impulsos distintos a los habitualmente postulados por los
teóricos de horneostasia. A medida que se han producido nuevas obser-
vaciones y se han ido asimilando las anteriores, han aparecido otras in-
terpretaciones alternativas, alternativas que deben mucho a la teoría de
la actividad o de la excitación, que hemos expuesto someramente en el
último capItulo.
En el presente capitulo queremos sintetizar la evidencia relativa a
estos nuevos desarrollos, y examinar las interpretaciones teóricas de l~s
mismas. Los fenómenos considerados parecen surgir en conexión con
las variaciones en los estimulas externos, y señalan, por 10 mismo, que
dichos estimulas desempeñan en la motivación un papel independiente
que no babia sido tenido en cuenta en la teoría clásica homeostática. La
palabra. «curiosidad» es empleada a veces en conexión con estos fenó-
menos para designar una. clase de características estimulares que acti-
van la exploración, la manipulación y la inspección de los estímulos,
ACTIVIDAD y JUEGO
Antes de que pasemos al estudio de los tema! fundamentales de
este capitulo, .merece la pena el que dediquemos un corto espacio al es-
tudio del juego, y nos preguntemos si hay un impulso de actividad.
104 MOTIV....CION y EMOClON

Pudiera uno plantearse el problema de si se da un motivo para el


juego. Laobservación· tanto de los niños como de las crías de no pocas
especies de animales nos dan ciertamente a entender que el juego cons--
tituye un quehacer fundamental en sus vidas, y no cabe la menor duda
de que tanto el ocio como las actividades de recreo de los adultos sos-
tienen una industria de gran importancia en no pocas sociedades, en
especial en los Estados U nidos. Sin embargo eljuego no suele ser enumerado
en las listas de motivos, y cuando es mencionado, parece serlo en función
de algún otro motivo, y no como un motivo independiente.'
Lo que probablemente sucede es que los actos que consideramos
normalmente como «juego» son demasiado variados, y quizá demasiado
arbitrarios como para sustentar la idea de que expresan un motivo espe-
cifico. El juego de una persona puede ser para otra una labor de.esclavos,
y de manera semejante, lo que es para uno trabajo puede ser para otro
una distración o 'Un «hobby». Para un niñó.' el juego puede sencillamente
ser el papel de «trabajo» que le corresponde hacer; esta idea quizá quede
resumida en el comentario de un pequeño tras de haber determinado
lo que se iba a hacer en casa aquella mañana: «Papá tiene que trabajar
(en el jardín), mamá tiene que limpiar (la casa), y yo tengo que jugar».
Es muy posible que no pueda definirse el juego más que en contraposición
al trabajo, y que incluso represente únicamente el hecho de que el hombre
en su vida, sea cual fuera su edad, quiera estar ocupado, hacer algo, estar
activo.
Existe el problema de determinar si hay un motivo o un impulso
a la actividad distinto de los demás. Es sumamente difícil el establecer
un motivo como ese en una forma pura, toda vez que el hacerlo implica
d eliminar o mantener constantes todas las demás fuentes -motivos,
incentivos, eatímulos-> que pudieran por su parte ser responsables de la
actividad. Se han hecho -algunos intentos con animales para estudiar este
problema.
De ordinario la actividad es estudiada con la rueda de actividad, o
por medio de una jaula que se inclina en el momento en que un animal
se mueve por ella, O bien observando al animal y registrando sus movi-
mientos cuando se mueve o realiza otras cosas, como pueda serlo el ade-
rezarse a sí mismo. No parece que se de un rasgo general para la actividad,
toda vez que las mediciones del mismo animal realizadas en disputas
materiales no se correlacionan entre si. De todas formas, mediante la
crianza selectiva, es posible obtener familias de ratas activas y familias
inactivas. (Cofer and Appley, 1971, pp. 272-282).
Si la actividad expresa un impulso, será preciso decir que la pnvación
de actividad durante un período de tiempo habrá de tener como resul-
tado un aumento de la actividad a resultas de la privación. La privación
ha sido producida encerrando al animal (generalmente una tata) durante
diversos intervalos de tiempo en una jaula muy pequeña. Hay alguna
evidencia de que breves periodos de confinamiento se ven seguidos de
F.Bl".IMULAClON EXTERNA 105

una creciente actividad, tal como 10 predice la teoría del impulso, pero
que en cambio los períodos largos tienen el efecto contrario, toda vez
que los animales son muchos menos activos después del encierro de lo
que puedan serlo los animales del grupo de control (Hill, 1958). Por tanto,
estos estudios no ofrecen pruebas concluyentes en favor de un ímpulso :
a la actividad, aun cuando por otra parte tampoco pueda descartarse su
exís tencia.

Como 10 dábamos a entender en el capitulo 2, hay evidencia de que


es posible provocar variaciones en la actividad por medio del aprendizaje,
Esta evidencia indicaba un aumento de la actividad COIl la privación del
alimento, siempre que el plan regular de alimentación empleado permi-
tiera al animal anticipar el tiempo de la comida. En un experimento realiza-
do no hace mucho tiempo, Bindra y Palfai (1967) encerraron ratas en un
aparato de plástico que dejaba esencialmente inmovilizado al animal.
Pegado al aparato se hallaba un pequeño vaso de agua. Los estimulas
fueron presentados mientras el animal quedaba inmovilizado, al paso
que el animal quedaba en elaparato o bien (1) con agua en la copa, (2) bien
con descargas eléctricas a las patas traseras, (3) O bien sin condición especial
alguna. Más tarde, en una jaula, se le presentaron los mismos estimulas
cuando el animal, ya libre para moverse, estaba algo sediento. El grupo,
al que se le habla dado agua, comenzó a hacerse más activo, el de las des-
cargas menos activo, y el grupo tercero no mostró cambio alguno cuando
se le presentaron los estímulos. Lo cual indica claramente que el apren-
dizaje puede constituir un factor de actividad. Es de señalar, no obstante,
que difícilmente puede haber sido aprendida la actividad en la jaula co-
mo respuesta especifica a unos estímulos, mientras se hallaba el animal
inmovilizado. Aparte de la demostración de que el aprendizaje consti-
tuye un factor, no aparece nada clara la interpretación de los resultados
que se han hallado. Brinda (1969) propone, no obstante, que las estimulas
asociados con el agua o con la descarga pueden haber sido capaces de
excitar algún estado motivacional central (véase el capItulo 9).
La evidencia en favor de un impulso independiente, las pruebas
que se tienen en favor de una actividad es escasa, y quizá la interpretación
más segura sea la de decir que la actividad refleja posiblemente una excl-
ración general mÚ bien que un impulso específico, y que los estimulas
de la situación pueden tener su importancia en los cambios de actividad.
La activación explicada el incremento de actividad en el grupo del expe-
rimento de Bindra-Palfai que experimentó el apareamiento de los estimu-
las con el agua. En el grupo que sufrió la descarga, sin embargo, también
tendría que haberse producido una activación. En este caso los animales
quizá flexionaron sus patas cuando .recibían el choque en el aparato que
los dejaba inmovilizados. Si los estimulas asociados con la descarga pro-
vocaban una postura de cuclillas en la jaula, entonces no cabria esperar
un aumento de la actividad, a pesar de 12 excitación.
106 MO"I'IV AClON y EMOCION'

ESTUDIOS DE LA ESTIMULAQON EX'TERNA


Se ha.n utilizado diversos procedimientos para estudiar el significado
motivacional de los estimulas externos. Uno de dios estudia .la explo-
ración por medio de la.'locomoción, otro sirviéndose de la. manipulación
de objetos. Un tercer procedimiento emplea. el tiempo de elección y de
Inspeccíon para medir el valor de los estimulas y de los parámetros de
estimulo para la exploración. El cuarto, procedimiento, fináImente. de-
termina los efectos de reducción de la. estimulación sobre varios aspectos
del comportamiento. Vamos a estudiar sucesivamente cada uno de estos
procedimientos.
Exploración locoDlotriz
Los animales se mueven en su. ambiente y cuando se encuentran de
nuevo en una situación en la que previamente se hablan vuelto en una
dirección, es muy fácil que la próxima. vez se muevan en la dirección
opuesta. Semejante conducta puede ser llamada exploratoria y puede ser
considerada cual si expresa.se un motivo para experimentar la variedad,
pero puede también tener su origen en otros factores, Se ha hecho un
gran esfuerzo pa.ra tratar de determinar si semejantes tendencias en el
-comportamiento reRejan un motivo independiente hacia -la exploración,
El estudio sistemático de estas tendencias comenzó al principio de
la década de los 50. En el caso del cambio de dirección, la cuestión fue
investigada determinando si un animal alternaba su respuesta de derecha
a izquierda (o al revés) con el fin de varia.r la respuesta que hada. O para
variar la situación de estimular con que se iba a encontrar; (Glanzer,
1953). Consideremos un' simple laberinto en forma de cruz ( +).Supon- •
gamos que el animal ha iniciado su camino saliendo del aspa inferior
de la cruz: y que el aspa superior se halla bloqueada. de manera que no
le es posible entrar en ella. Se volverá hacia la derecha o hada la izquierda
una vez que haya. salido del aspa inferior. En el siguiente intento sale
del aspa superior que tiene acceso a un aspa inferior que se halla.bloqueada.
¿Qué camino tomará una. vez que se llegue al punto d... elección? Las
pruebas nos muestran que se volverá a la izquierda si se ha vuelto a la
izquierda cuando ha salido del aspa inferior, ya la derecha.si se ha vuelto
a la derecha cuando ha salido del aspa inferior. As! pues, el animal repite
en el segundo intento el movimiento de vuelta pero al hacerlo se dirige
al brazo de la cruz que no ha. explorado en su primer intento. Semejante
resultado hace pensar en el hecho de la exploración O en la importancia
de encontrar una variedad de estimulad6n. (Téngase en cuenta que en
estos experimentos no se usó de incentivo alguno, y que el animal no se
encontraba motivado por sed o hambre).
La otra tarea utilizada para estudiar la exploración fue la de andar
por un laberinto elevado. La. cresta de este tipo de laberinto está elevada
por encima del suelo de la habitación, y el animal se encuentra colocado
sobre la cresta, que no tiene lados y está abierta por encima del animal.
ESTl'MULACION EXTERNA 107

Semejante laberinto puede recibir diversas formas: una recta, otra en


forma de T, y otra en forma de L, por ejemplo. Cuando se midió el nú-
mero de segmentos de 15 pulgadas atravesados (Montgomery, 1951),
se encontró que habían entrado más segmentos cuando la forma era la
de la 'I' que cuando lo era de la L, y que habían entrado más segmentos
en esta última que cuando la forma era recta. Podemos resumir los descu-
brimientos diciendo que en general, las ratas tendlan a eludir los lugares
que habían ya visitado.
En los estudios hechos con laberintos elevados, lo mismo que en
los hechos con laberintos en forma de cruz, los animales no recibían
recompensa alguna de parte del experimentador, y no tenIan hambre ni
sed. Hay alguna evidencia, aunque no muy coherente, relativa a los efectos
del hambre Y de la sed sobre la exploración. Probablemente, el peso de
la misma radica en el hecho de que estos motivos, as! como el motivo
del miedo, tienden a suprimir la exploración (Cofer and AppIey, 1971,
pp. 292-294). Este descubrimiento favorece la idea de que la exploración
está motivada independientemente.
El comportamiento exploratorio decae a medida QUe aumenta el
periodo de tiempo empleado en la situación. Si se le da al animal la opor-
tunidad de explorar un segundo laberinto tras de haber explorado ya
uno, lo hará sin duda alguna, mas la extensión de su exploración estará
en función de la semejanza de ambos Iaberintos, Explorará el segundo
laberinto menos cuando su semejanza con el primero sea mayor. (Mont-
gomery, 1953). -Los animales explorarán los objetos que se encuentran
en el suelo del aparato o los modelos que se encuentran sobre las paredes
olfateando a husmeando. La complejidad y novedad de los objetos hace
que estos sean más explorados que los objetos más familiares, yel animal
dedica más tiempo a una jaula cuyas paredes están pintadas con dibujos
complicados que a aquellas otras cuyas paredes estén desnudas. (Cofer
and Appley, 1964, pp. 291-294).
También hay evidencia de que la oportunidad de explorar puede
servir de recompensa y conducir a un aprendizaje. &1, si una elección
en un sencillo laberinto conduce a un laberinto más complicado, mientras
que la otra lleva a un mero callejón sin salida, el animal, a lo largo de sus
intentos, irá desarrollando una preferencia constante por la dirección
que conduce al laberinto complicado (Montgomery. 1954). Si se invierten
las posiciones del callejón sin salida y del laberinto complicado, el animal
desaprenderá su pauta de elección y elegirá el campo contrario, es decir
aquél que ahora le conduce al laberinto complejo.
Por tanto hay bastante evidencia en favor de la conducta de explo-
ración. la cual e! confirmada por observaciones sistemáticas llevadas a
-caboen medios naturales, aun cuando no haya de descartarse en el último
de los casos la posibilidad de otros factores, tales como el hambre o la
sed. La exploración, o al menos el cambio de respuesta, ha sido observada
en laboratorio tanto en animales inferiores como superiores, desde los
gusanos planáridos hasta los seres humanos.
10B MOTI V AClON " EMOCUO!\i

Manipulación de objetos
Es más fácil observar la manipulación de objetos en animales que,
como los primates, no pasan la mayor parte del tiempo apoyados en sus
cuatro patas, y que tienen una cierta destreza manual. Por supuesto que
también es posible ver la manipulación de objetos en otros animales,
como por ejemplo las ardillas, los perros y gatos, pero el trabajo más
importante en este campo ha sido realizado con primates. Por ejemplo,
unos monos fueron metidos en jaulas con rompecabezas mecánicos su-
jetos a sus paredes (Harlow, 1950; Harlow, Harlow, and Meyer, 1950).
Dichos rompecabezas consistían en una pieza.de metal engoznada con una
ranura en su extremo. La pieza de metal quedaba nivelada contra la pared y
a través de la ranura salia un anillo metálico en el que podJa ser introducido
un gancho. En esta instalación de gancho y grillete, quedaba la pieza de me-
tal acerrojada contra la pared siempre que estaba el rompecabezas «monta-
do». Los monos desmontaban los rompecabezas, es decir separaban el gan-
cho del grillete, y alejaban de la pared la pieza de metal engoznada. No se da-
ba premio alguno (fuera del trabajo mismo) a su actuación, y por otra parte
jamás en sus vidas anteriores se les había premiado por desmontar rompe-
cabezas, ni esta conducta habla estado asociada con alguna satisfacción,
Los monos tenían 12 días de experiencia con estos rompecabezas, y al
cabo de ellos se comparaba su destreza en desmontar rompecabezas con
la que pudieran tener otros monos que no habían hecho dicha experiencia.
Aparecía claro que los monos habían aprendido de su experiencia (a 10
largo de esos 12 días habían desmontado el rompecabezas con frecuencia),
de suerte que su actuación superaba con mucho a la de los animales sin
práctica.
En este caso no es posible atribuir la conducta maninulatoria a nin-
g6:n motivo o recompensa. Los monos dan muestras de dicho compor-
tamiento ya en una temprana edad (de los 20 a los 30 días), de manera
que es improbable que se trate de una pauta aprendida (Harlow, Blazek,
an McClearn, 1956).
Con jóvenes chimpancés, también puede observarse la manipulación
de objetos. y cuanto más heterogéneos sean estos en 10 que a color y forma-
to se refiere, mayor setá su conducta manipuIatoria (Welker; 1956). Las
crías de mono llevan a cabo un mayor número de contactos manuales,
labiales y bucales con el alimento cuando se da una variedad de alimentos,
o cuando se les presenta el alimento en una variedad de colores. En,cambio
CUAndono hay más que una clase de alimento y siempre con el mismo
color, los contactos son menos frecuentes. (Masan an Harlow, 1959).
Cabría esperar que los niños den asimismo muestras de conducta
exploratoria y las pruebas de laboratorio con que contamos confirman
esta esperanza. Por ejemplo, en un estudio se utilizó un objeto dentro
de una habitación relativamente desnuda. aun cuando había otros [u-
guetes, El objeto era una caja roja de metal de cuatro patas con una pa-
ESTlMULACION EXTERNA 109

Ianca que sobresalía de uno de sus extremos. Esa palanca podía ser mo-:
vida, y se podía hacer que sus movimientos quedaran registrados en un
contador visible, o fueran acompañados por el sonido de una campa-
nilla o de un zumbador. Se hicieron observaciones en diversas circuns-
tancias: en ausencia de consecuencias visuales o auditivas, en presencia
de ambas, y en presencia de alguna de las dos. Los sujetos fueron niños
de. un jardín de infancia con una edad comprendida entre los. 3 y los. 5
años (Hutt, 1966).
La exploración del objeto, que inclufa también la manipulación del
mismo, fue obsernda a lo largo de varias sesiones de 10 minutos. Cuando
la acción de mover la palanca no tenía consecuencias, o solamente unas
de orden visual, la explotación decaía bruscamente ya tras la de primera
sesión. pero cuando el movimiento de la. palanca producia una estimula-
ción, bien sea auditiva o bien auditiva y visual, entonces prosegu1a sin
disminución alguna la exploración del objeto a 10 largo de cinco sesiones.
y sólo a la sexta disminuía, Al parecer la responsable de que prosiguiese
la actividad exploratoria fue la estlmuladón auditiva. Por lo tanto, la
conducta exploratoria, en ausencia de otros motivos O recompensas que
no sean los procedentes de ella misma parece estar sólidamente com-
probada.

TieJ:D.po ele elecd.óa y de ÚI.lpecclón.

En cierto sentido, ya hemos mencionado la elección al tratar de la


exploración y del cambio de conductas, en el que la elección de un giro
está influida por la oportunidad de explorar. Asimismo, podría ser con-
siderada como una medida de la inspección el tiempo que emplean los
animales en ambientes configurados de una manera compleja. Sin em-
bargo 109 estudios que ahora vamos a presentar han manipulado. de un
modo bastante especifico pacimetros de la situación estimular, que han
calculado el influjo de ésta sobre las medidas del tiempo de elección e
inspección.
Se han hecho diversos estudios con niflos (Berlyne, 1958; Fantz,
1958). En estos experimentos se presentan determinadas configuraciones,
y la medida la constituye aquella que es mirada en primer lugar. Las coa-.
llgurn.ciones con gran cantidad de contarnos son las primeras en ser
miradas pOI:el niño, tanto entre los niños como entre las crlas de chim-
pancé. ASÍ, un estimulo con forma de tablero de damas es mucho más
atractivo que otro sencillo. Esto supone una. elección.
Con estudiantes de. universidad, Berlyoe (1957) empleó la siguiente
situación. El estudiante se sentaba ante un taquistoscopio en una habi-
tación a oscuras y apretaba una palanca para exponer una. diapositiva.
.Las exposiciones duraban muy poco tiempo (14 segundos). más el estu-
diante podía exponer la diapositiva tantas veces cuantas quisiera hacerlo.
El número de veces que apretaba la palanca para una diapositiva Concreta
era la medida del tiempo de inspección que empleaba Berlyne. Habia
110 MOTIVACION y EMÓClON

diversas series de diapositivas. Una serie la constituían diapositivas de


pájaros, y otra las de otros animales. Ahora bien en cada una de dichas
series de siete diapositivas se insertaban dos que eran incoherentes. por
ejemplo una cabeza. de elefante con un cuerpo de león o la cabeza y las
alas de un pájaro sobre el cuerpo con cuatro patas. Otra serie de diapo-
sitivas comenzaba con un círculo, y después se le iban aftadicndo detalles
de manera que al Bnal apareciese un oso (otra serie comenzaba con un
círculo y terminaba con un payaso). Una serie ulterior consistía en seis
diapositivas que contenían configuraciones de triángulos rojos, a conti-
nuación otras cinco con círculos verdes. y para concluir una de cuadros
violetas. Finalmente, había tres series de tarjetas, de las que una contenía
nueve figura.sordenadas de modo regular y otra tenía las mismas figuras
pero ordenadas de modo irregular (por ejemplo, nueve cruces en una
matriz de 3 x 3 y una serie de cruces espaciadas de manera irregular).
Las tarjetas eran presentadas siguiendo un orden de azar.
Los sujetos dieron más respuestas a las figuras inconexas que a la cohe-
rentes, a las tarjetas (números 7 y 12) en que cambiaba la configuración en
las series de triángulos, círculos y el cuadrado que a aquéllas en que no se da-
ba cambio alguno, alas tarjetas que contenian ordenamientos irregulares de
6guras que a aquéllas otras regulares. (En cambio, no había diferencias im-
portantes en lo CJuerespecta alas secuencias que llevaban del círculo al león
o al payaso). Berlyne indica que estos estudios en los que se mide el tiempo
de inspección, muestran que la curiosidad o la exploración son evocadas
por factores estimulares, tales como la incongruencia, la sorpresa y la
incertidumbre. En otro experimento un tanto semejante al anterior (Ber-
lyne, 1958b), este mismo autor halló de nuevo un mayor tiempo de de-
tención en las láminas inconexas que en las coherentes, 10 mismo ocurrió
con las complejas, las cuales fueron más observadas que las simples. El
autor modificó la complejidad introduciendo irregularidades en los orde-
namientos de figuras. aumentando el número de las partes. haciendo uso
de las figuras irregulares, o poniendo figuras compuestas de partes dis-
tintas, '(por ejemplo, empleando un cuadrado, un círculo, un triángulo
y rombos en lugar de cuatro cuadrados). La figura 14 ilustra estas carac-
terísticas, Con niños de edad entre 10 y 12 años, la preferencia por las
configuraciones de cubos crece" dentro de ciertos Iímites, en función de
la complejidad lineal de los mismos.
Todo este trabajo de investigación (excesivamente amplio para
poder ser revisado en el presente espacio) indica el papel tan importante
de los' diversos parámetros del estimulo a la hora de conseguir que el
sujeto se oriente hacia el estimulo y lo inspeccione y examine (véase Welker,
1961). En ninguno de estos experimenros intervino algún otro impulso,
y no hubo otras recompensas como no fueran las derivadas del hecho de
inspeccionar los estimulas. Quizá el término curiosidad pudiera ser ade-
cuado para expresar esta inspección de estimulas, pero esta palabra tam-
bién podría aplicarse a la exploración locomotriz ya la manipulación de
objetos.
E8TDrt1LAOION EXTEltNA 111

A. Irregularidad B. Cantidad de material. C. Heterogeneidad de


del ordenamiento elementos,
xxx x X
XX • •••
JI.
•••••
xx X xx
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«}I

D. Irregularidad
1
E. Incongruencia. F. Yuxtaposici6n
de la figura. incoherente.

o ?J
O D
2) JI
OC1FIGURA 14. Estímulos visuales utilizados ~r Berlyne para despertar la
curiosidad. Tomados de Berlyne, D. D. The influence of complexity and no-
velty in visual figures OH orienting responses (InAujo de la complejidad y de
la novedad en las figuras visuales en la orientación de las respuestas). ]oUf1UJl
of &perirMl'ltal Psychol()V, 1958, vol. 55, p. 291, fig. 1. Con permiso de la Ame-
rican Psychologir:al Association, ,

Una palabra consagrada pOI el tiempo que también podría usarse


en referencia con la orientación hacia el estimulo y con la inspección del
mismo es la de atención. De hecho las propiedades de los estímulos son
designadas a menudo, entre otras cosas, como factores que pueden atraer
o cautivar la atención. Entre estos factores nos encontramos con el ta-
maño, el color, el movimiento, la posición, la repetición. el cambio, el
contraste y la novedad. No obstante, la palabra atención fue empleada
en la antigua terminologla psicológica como una manera de clasificar
los contenidos de la candencia en. lo :referente a su claridad. De ahí que
fuera útil para describir introspectivamente la conciencia. Es ésta posible-
mente la razón de que llitya sido 'reemplazada en el contexto de la rus-
cusión actual, por la expresión curiosidad, aun cuando ambos términos
designan prácticamente lo mismo.

Á's}a,;u;e.nto BePliorial y sodali

El aislamiento o privaci6n sensorial se refiere a una situación en la


que la cantidad de estimulación externa recibida por un organismo es
notablemente reducida durante un determinado lapso de tiempo. El
aislamiento social significa la separadón del contacto con otros animales,
también durante un determinado espacio de tiempo, pero no es preciso
que incluya la ausencia de otros esrímulos sensoriales. Un aislamiento
prolongado, bien sea de tipo sensorial o social. en especial cuando tiene
lugar en el albor de la vida, puede tener efectos muy profundo! en el
desarrollo y en el funcionamiento. Han podido comprobarse déficits
sensoriales, percepruales y cognitivos como consecuencias de una extrema
privación sensorial infantil, y se han hallado asimismo profundos efectos
emocionales y sociales,en animales sometidos a temprana privación social.
Desde el punto de vista del estudio de la motivación. nada tendremos
que decir sobre muchos de los efectos de la privación sensorial, pet'Q nos
ocuparemos de las Investigaciones sobre el aislamiento sensorial tan sólo
en la medida en que se relacionen con el problema de si se da una necesi-
dad o un motivo de estimulación, Por otra parte, la perturbación de
los sistemas motivacionales ha tenido una importancia extraordina.t'Ía
para los investigadores del aislamiento social, de suerte Clue un breve
resumen de este trabajo de investigación ha de tener una gran importancia
para el tema de la motivación.

En los primeros años de la década de lo! 50 se descubrieron efectos


un tanto dramáticos como resultado _de. la privaci6n sensorial en indi-
viduos humanos (Bextoo, Heron and Scott, 1954). Los primeros estudios
conocidos fueron los realizados en la universidad canadiense de McGill.
Los sujetos (estudiantes de universidad) recibieron un salario por su par-
ticipación (S20 por día), y tuvieron que permanecer tumbados en un
catre dentro de una pequeña habitación iluminada y parcialmente insono-
rizada (véase la figura 15). Los sujetos llevaban gafas opacas que impedían
la visión de las pautas, y llevaban asimismo guantes y bocamangas de car-
tulina, diseñadas expresamente para reducir la estimulación táctil. Un
acondicionador de aire proporcionaba un continuo ruido encubridor, y
el sujeto hacia descansar su cabeza sobre una almohadilla en forma de U.
Se les daba tiempos libres para las comidas y para las necesidades :más
urgentes (en otros experimentos, los sujetos han comido y hecho $tIS
necesidades dentro del medio ambiente restringido). El sujeto gozaba
de libertad para abandonar el experimento en cualquier momento.
113

.E3

FIGURA 15. Diagrama de una cámara de privación sensorial, que n05


muestra al sujeto tendido sobre un catre, con anteojos sobre sus ojos y boca-
mangas en sus manos y antebrazos. Sobre su cabeza se encuentra un expulsor
de aire y un acondicionador de aire sobre sus pies. Pueden asimismo verse
un micrófono y un altavoz. Copiado de Heron, H. Cognitive and phyriiological
effeets ef perceptual ísolation, en: P. Solomon et al. (Eds.)Sensory depriuation,
Cambridge: Harvard University Press, 1961, pp. 6-33, p. 9, lig. 2-1.

El resultado fue que, pasados dos o tres días, los individuos aban-
donaban el experimento, a pesar del salario que se les daba, y ello porque
se les hada insoportable dicha situación. Más tarde se prestaron los mis-
mos investigadores a servir de sujetos de investigación, y quedaron en
el más pleno aislamiento a lo largo da seis días, Se ha llevado a cabo un nú-
mero muy importante de investigaciones muy semejantes a la descrita,
y se han hecho cambios de importancia en e! procedimiento que acaba-
mos de describir (cfr. Schultz, 1965; Zubek, 1969). Los resultados obte-
nidos no han sido completamente consistentes quizá debido a la diver-
sidad de las condiciones de experimentación, pero, en general, podemos
decir que se ha podido observarse efectos de importancia durante el
periodo de aislamiento, efectos que no poats veces siguen persistiendo
durante algún tiempo. incluso una vez pasado el pedodo de aislamiento.
Desde un punto de vista motivacional, el resultado más interesante
es el de que la reducción en la estimuladón tiende a. ser aversiva. Nace el
tedio, el nerviosismo, irritabilidad, inseguridad emocional, y el deseo
de abandonar esa situación. Es digno de flotarse 'que según determinadas
interpretaciones de la naturaleza de la motivación, esta situación. que se
halla relativamente libre de es'timulación, habría de ser una situación ape-
tecible, muy en especial si se tiene en cuenta que a través de la misma
los sujetos. no sólo se hadan con dinero, sino que contribu1an a la ciencia.
114 MOTlVAClON y EMOmON

El hecho de que la reducción de la estimulaci6n, si se prolonga demasiado


sea aversiva, presenta un problema muy serio para todas aquellas teorías,
tales como la teorja homeostática del impulso o la teoría clásica psicoa-
nalítica, que .consideran el verse libre de la estimulación como meta de
los motivos por ellas postulados.
Sin embargo, la situación de aislamiento parece que es una situación
de stress, más bien que de descanso, y parece sugerir la necesidad de un
cierto nivel de estimulación, Esta airuaciérrproduce numerosos efectos
(Schulta, 1965; Zubek, 1969) más específlcos que, los que acabamos de
mencionar. Se dan cambios en el EEG, cambios en la dlrecclón de ritmos
de frecuencia inferior, y a veces estos cambios duran varios días, incluso
después de que se ha vuelto ya al medio ambiente normal, También se
han observado cambios en la eficacia del rendimiento intelectual. como
por ejemplo, en la fluidez verbal, el razonamiento abstracto, las tareas
de recuerdo y reconocimiento. De todas formas estos resultados muestran
una variación muy, considerable, debida probablemente a la diversidad
de condiciones empleadas para lograr conseguir la entrada sensorial.
Un dramático efecto perceptual, registrado en diversos experimentos.
lo constituye la aparición de alucinaciones de tipo visual, las cuales van
desde las relativamente simples lineas de puntos o configuraciones de
mosaicos hasta los paisajes, gente ya-rquitecturas extrañas, No todos los
investigadores encuentran estas alucinaciones o imágenes vivas. qui2á no
haya que atribuírseles demasiada importancia. Pero, de todas formas, se
han registrado otros- efectos en la percepción. corno la ausencia de la per-
oepci6n del color, la di-ficultadde percibir figuras reversibles. y los déficits
en tareas de vigilancia. Bajo condiciones de privación sensorial, los sujetos
apetecen a menudo estimulas que normalmente no apetecerían en manera:
alguna. Por ejemplo. en un experimento Jos sujetos parecerían gozae
oyendo UD viejo Informe sobre el mercado de divisas, y una charla sobre
los peligros del alcohol, preparada para niños pequeños (Cofer and Appley,
1971, pp. 281-286; Hebb. 1955).
Estas pruebas tomadas de los experimentos en torno a la privación
sensorial parecen mostrar claramente que la ausencia de estímulos exter-
nos puede ser aversíva, aun cuando esta generalización se vea sujeta a
no pocas matizaciones. Estas brotan del hecho de que se dan diferencias
individuales en lo que respecta a las reacciones ante el aislamiento sen-
sorial ---en efecto. unos 10 toleran mucho mejor que otros-, y hay una,
variedad de condiciones que pueden mejorar o acentuar sus efectos.
El aislamiento sensorial ha sido estudiado en monos en el contexto
del problema de si la oportunidad de recibir estimulación pudiera cons-
tituir un tipo de mantenimiento y refuerzo de la conducta. Después de
de un perlado de tiempo pasado en una caja pobremente iluminada con
paredes opacas, los monos aprendieron a discriminar (basándose en el
color) cual de las dos ventanas al ser empujadas abrirla y pennítirfa ver
durante 30 segundos los alrededores del laboratorio (Butler, 1953). El
~ClON EXTERNA 115

aprendizaje tenia lugar en este caso sobre la base de un aumento dei es-
timulo, y la respuesta era muy persistente, toda vez que se mantenía a:
lo largo de diez sesiones de prueba de cuatro horas cada una. Tanto más
numerosas eran las respuestas cuanto más extensa había sido la privación
visual, El aislamiento de todo sonido conduce asimismo a los monos a
aprender a preferir una. de las dos palanquitas que, presionada, posibilita el
escuchar durante 15 segundos el ruido de la colonia de monos (Butler,
1957). Estos hechos indican que la privación sensorial no sólo motiva el
comportamiento, sino que además la estimulación puede apremiar al
comportamiento.
Aislalllietilo Jocial
Hay un cuerpo substancial de investigación relativo al tema del
aislamiento social de las crías de mono. En estos experimentos, muy en
especial en los realizados por Harry Harlow (1958) y sus colaboradores,
el monito era separado de su madre y criado en una jaula con una madre
o madres substitutivas. Una. de estas madres había sido hecha de alambre.
La otra estaba construida de manera muy similar a la primera, pero había
sido hecha de madera cubierta con goma de espuma, que a su Vd: estaba
cubierta de terciopelo. De ah!: que esta segunda madre fuera especial-
mente suave. Ambas madres eran calentadas por medio de una lámpara
eléctrica y tenían un biberón. Cuando ambas estaban al alcance del mono,
éste dedicaba mucho tiempo ala madre de terpecíopelo, incluso aun cuando
no pudiera recibir alimento más que de la madre de alambre. Los mo-
nitos que habían tenido contacto con la madre de terciopelo eran mucho
más aventureros y deseosos de explorar el medio circundante que aquellos
otros que hablan tenido contacto con la madre de alambre.·Hiu:low con-
cluyó que la necesidad de la estlmulación del contacto habla quedado
establecida en estos experimentos, y que dicha necesidad es totalmente
independiente de las demás necesidades y de sus refuerzos, como, por
ejemplo, del hambre y de la sed.
. A pesar de las aparentes ventajas de la madre de terciopelo, estudios
realizados sobre los monos en situaciones posteriores indicaban que,
en ausencia de un estimulo social, su conducta era anormal, desde muchos
puntos de vista. Masan ha propuesto cuatro áreas principales de pertur-
bación (1968, pp. 81-82). Muchos de los monos mostraban 1) posturas
o movimientos anormales, tales como balancearse, pasearse, o estar absor-
tos mirando al infinito; 2) excesivo miedo; 3) perturbaciones de las pautas
motoras incluidas aquellas implicadas en las pautas de conducta motivada
(ni los monos machos ni las hembras respondieron de manera normal,
en su madurez, a situaciones sexuales, y las hembras que quedaron em-
barazadas se mostraban incapaces de conducta maternal); 4) deficiencias
en su comunicación con los demás. Una amenaza procedente de otro
animal podía no provocar huida alguna, como suele suceder de ordinario.
y un macho solicitado sexualmente por una hembra experimentada y dis-
puesta, podía ignorarla, comenzando a acicalarla o a jugar en c.l1a:.' . d'.rf?'",.·.~
..
j.';l #'.,
{1ft ~rP ~
116 M011VAOION y EMOCION

PodIa. conseguirse una cierta mejoría en las pautas de conducta 1Ulor-


males permitiendo a los monos sin madre el convivir con compañeros
de su edad durante el primer periodo de desarrollo. Masan ha mostrado
que ,108 monos difieren en la manera como se desarrollan, según perma-
nezca quieta la madre artificial o se mueva (sobre ruedas). La madre mó-
vil es mejor que la madre estática en lo que toca al desarrollo de los monitos,
Est~, pues, fuera de duda que un medio social apto es sumamente
importante para el desarrollo normal de los monos, incluso en lo que se
refiere a los diversos campos del comportamiento (sexual, maternal,
comportamiento miedoso) que son clasificados normalmente como mo-
tivacionales. Puede que intervenga el contacto, pero también es impor-
tante la interacción con los compañeros y los efectos de una madre que se
mueve. En consecuencia en e! presente no está del todo claro en concreto
qué diferencia ambiental de los animales socialmente aislados es la causante
de su comportamiento anormal, tanto en la infanda como en la madurez.
De lo que podemos estar ciertos, de todas formas, es que el aislamiento
social en el albor de la vida tiene efectos nocivos.
INTERPRETAOONES TRORICAS
Las primeras reacciones ante los descubrimientos de que la estimu-
ladón externa o la ausencia de 11\misma tienen un significado motivacional
fueron las siguientes: 1) la evidencia parecía estar en contradicción con
las espectativas basadas en la teoria herneostática del impulso y parecían
por lo mismo refutar dicha teoría en su forma más general; 2) se propu-
sieron otros impulsos no homeostáticos, tales como el impulso explora-
torio. los motivos de manipulación, curiosidad, y un motivo de estima-
ladón. Esta última reacción no acaba de satisfacer y ello por dos razones:
en primer lugar proseguía la tradición de la teoría del impulso, añadiendo
nuevos impulsos; estos se diferenciaban de los anteriores en el hecho de
que sus condiciones antecedentes eran Inespecificables, y por otra parte
que no se sabía si eran fuentes de energía generales o más bien se hallaban
limitados únicamente a las situaciones en que aparecía la conducta que
teman que aclarar.
Otra explicación diferente era la que acudía al «impulso de! aburri-
miento», el cual era producido por una situación estimular monótona.
Este impulso podía ser reducido por los cambios de entradas sensoriales
producidos por la exploración, por la ocurrencia de estímulos en el caso
de la privación sensorial, y por las características del estimulo anterior-
mente mencionadas -incongruencia, la novedad,.lo sorprendente, etc.-,
A veces se considera al imnulso de aburrimiento como un estado de
activación, que queda reducido por el aumento de la entrada del estímulo.
Semejante formulación coincide en cierto sentido con la teoría tradicional
del impulso, aun cuando postula un nuevo impulso, un impulso que
subyace a todos los comportamientos que se hallan implicados en la explo-
ración, manipulación, curiosidad, y que abandona la situación de pri-
vación sensorial,
117

Esta última formulación no ha sido popular. quizá debido a que es


dificil de verificar, y porque parece diseñada primordialmente para salvar
el viejo punto de vista tradicional.
Posteriormente. se ha llegado a una formulación más general. for-
mulación que se halla organizada en torno a las ideas de la teoría de la
excitación-activación, con su corolario de que existe un grado óptimo
.de excitación. La noción de una condición óptima ha sido ampliada de
manera que incluya no s610 la excitación fisiológica propuesta. por 10$
teóricos de la activación. sino también otras realidades. Ejemplos de las
mismas las tenemos en los grados óptimos de estimulación, de compleji-
dad y de información. Se da en estos casos una aceptación implícita de
la noción de excitación, pero no siempre se halla afirmada específicamente
(Hunt,1965).
La idea de ua nivel óptimo de estimulación, por ejemplo, gana cre-
dibilidad a partir de la noción de nivel de adaptación o AL (en inglés «adap-
tadon level») propuesta por Helson (Helson, 1964). Este es el nivel de
estimulación al que hemos llegado a acostumbrarnos o a adaptarnos. y,
cuando la estirnulación pertenece al mismo. entonces no le precisa:ninguna
respuesta adaptativa. El nivel de adaptación es el promedio de los estímu-
los de fondo del pasado y del presente. Un estimulo COrriente que no se
separe demasiado de. este promedio no nos mueve a hacer cosa alguna.
Mas cuando los estímulos se alejan del promedio, es decir exceden o
o son inferiores al mismo, entonces es preciso hacer reajustes. Por su-
puesto que el AL no es :lijo. y puede ir cambiando con la experiencia.
Cuando va por primera vez a la ciudad un habitante del campo, por ejem-
plo, puede que el ruido de la ciudad se le haga insoportable y no le permita
descansar. Pero ·si se prolonga su estancia en la ciudad, de suerte que
cambie su AL, no se verá ya molestado por el ruido ni cuando duerme
ni cuando está despierto. Por otra parte, el habitante de la ciudad quizá
no pueda conciliar el sueño debido a la quietud del campo, hasta que una
vez más cambie su AL.
Si suponemos que la ausencia de cambios sensoriales representa
un nivel inferior al AL, el organismo se verá movido a explotar o a aban-
donar la situación con vistas a hacer que la entrada sensorial vuelva al
nivel satisfactorio. Por el contrario, toda entrada que esté muy por encima
del AL ordinario puede iniciar una conducta que lleve a una situación
estimular menos alejada del AL. Esto es lo que parece suceder en el caso
de determinadas reacciones de miedo a objetos nuevos. Por ejemplo jó-
venes chimpancés criados en laboratorio reaccionaria con miedo ante el
modelo de la cabeza de otro chimpancé, ante una ccla de chimpancé anes-
tesiada. en la que, por supuesto, no se den los movimientos y expresiones
habituales. y ante el investigador que lleve una careta de Carnaval o esté
vestido con la vestimenta de quien cuida del animal. Es muy probable
que estos estímulos no provocarían miedo alguno en una temprana edad;
se cree en efecto, que la experiencia acumulada de los chimpancés sanos
118 MOTrvACfON y EMOcrON

activos, y la del rostro y ropa del investigador han establecido un AL del


que se alejan los estímulos que provocan el miedo. El miedo ante los
extraños. ausente generalmente en las infantes humanos, puede ir apare-
ciendo en el curso de su desarrollo, probablemente como consecuencia
de procesos similares. No cabe duda de que esta formulación se diferencia
un tanto de la formulación que ,del miedo dan W:atson y Rayner, En ge-
neral todo 10 que hemos dicho sobre las respuestas exploratorias e inves-
tigativas de animales y personas a los estímulos nuevos y desacostumbrados,
tiene que ser temperado por la afirmación de que la novedad y rareza
no san tan grandes como para provocar miedo. Parece que el miedo es
incompatible con la expresión de exploración y curiosidad, aun cuando
no es absurdo el pensar que determinadas exploraciones puedan ser mo-
tivadas por el miedo, siempre que no sea éste excesivo.
También puede decirse que los estímulos inconsecuentes. sorpren-
dentes e informativos, siempre que no se desvíen demasiado del AL,
afectan a la conducta porque suponen una desviación del AL.
Una teoría, como la que acabamos de esbozar, difiere notablemente
de las del impulso. Muchos investigadores actuales están de acuerdo con
esta teoría general, y ven en la explotación, curiosidad y procesamiento
de la información, procesos. de importancia central en el comportamiento,
pero que diflcilmente pueden explicarse dentro de la concepción de la
teoria del impulso. Esta teoría que acabamos de describir tiene sus peligros,
ya_ que los aspectos que la componen se hallan definidos de manera un
tanto ambigua, y en consecuencia son aplicables a posteriori a casi todos
los resultados y fenómenos. Seria extraordinariamente dificil el nevar a
cabo un experimento con que se pudiera comprobar una derivación pre-
cisa de esta teoría, toda vez que seda extremadamente dificil hacer deri-
vaciones precisas, teniendo en cuenta la ambigüedad de la teoría,

LECTURAS ACONSB]ADAS
D. E. Conj&t, arousal; and &UTi/)slJy. Ncw York: McGraw-HilI Book
RERLYN1'.,
Company, 1%0.
COFBR, C. N. & ApPLEY, M. H .. Psicología' d, la Motivación. Mo!jico, Trillar,
1971.Capítulo 6.
FlSKE,D. W. & MADm, S. R. Functions 01 varied ,xfJn'ience. Homewood, 111.:
Dorsey Presa, 1961. Chapter 5, 6, 7, 8, 9, JO, 12, and 13.
SCHULTZ, D. P. Sl1Isory restriction: E/fltts 011 bthaviOT. Ncw York: Academic
Press, !ne .• 1965.
ZUB:!It, J. P. (Ed.) Sensor)'depriuatiun: Fifteenyears of meareh. New York: Apple-
ton-Century-Crofts, 1969.
6
Incentivos y refuerzo

Tanto la teoría del impulso como la del instinto acentuaban el papel


que desempef\an impulsos y fuerzas internas en la determinación del com-
portamiento. Hemos visto, no obstante, por ejemplo, en nuestro estudio
del hambre y del sexo, que estimulas y sucesos externos tienen una gran
importancia en la causación de conductas que son atribuidas no pocas
veces al impulso o al instinto, y que los etólogos atribulan un pápel muy
amplio a. íos estimulas desencadenantes en la producción de Pautas de
comportamiento innatos, y estos estimulas son algo externos. Como
hemos podido ver en el capitulo 4, las emociones son activadas o surgen
en situaciones; y el último capitulo estudiado acentuaba el papel de los
factores externos en fenómenos tales como la exploración, la manipula-
ción y la curiosidad en general. Ni qué decir que es menester atribuir
un papel muy importante a los estímulos externos por-lo que alas eompor-
tamientos motivados se refiere, y puede incluso indicarse que posible-
mente todos los comportamientos motivados son consecuencia, directa
o indirecta, de estímulos externos.
Esta opinión ha recibido un asentimiento CAda vez mayor en los úl-
timos años, y resultado de ello son las teorías de la motivación que se
basan en incentivos. Mantienen dichas teorías que los sucesos externos,
bien sea por aprendizaje bien de manera innata, tienen la capacidad de
inducir estados de excitación en el organismo, es decir, de motivarlo.
Una de las tareas de este capitulo 10 constituye el discutir tanto los incen-
tivos como las teorlas de la motivación que se basan en incentivos.
Sin embargo, parece que los hechos externos tienen también otra.
función que se halla relacionada coa la motivación. E!lta función consiste
en «fortalecer» la conducta anterior a la ocurrencia del hecho externo.
120 MO'l1VAClON y Il:MOClOli

Si un animal hambriento oprime una palanquita y esta presión va seguida


de una presentación de alimento, naceri en el animal una tendencia mayor
a apretar la palanca en idénticas situaciones en el futuro. Es este aumento
en la tendencia a apretar la palanca-lo que queremos dar a entender, al
menos en parte, con la frase «aumento de fuerza».
Todo hecho, como por ejemplo la presentación de comida, que
aumente la fuerza de una determinada respuesta, es llamado reforzador,
y la operación correspondiente de refuerzo. Una razón para pensar que
el refuerzo tiene algo que ver con la motivación la constituye el hecho
de que no pocos reforzadores, como la comida por ejemplo, producen
sus más intensos efectos cuando ha sido sometido el animal a un plan
de privación. Otra razón, que han sugerido determinados autores (por
ejemplo, Bolles, 1967), es que posiblemente todos los fenómenos moti-
vacionales puedan interpretarse en términos del refuerzo, es ,decir, que
las nociones de impulso y de incentivo pueden ser reemplazadas por la
de refuerzo. Lo que estos autores proponen equivale en último término
a una teoría de la motivación basada en el refuerzo. Constituirá la segunda
tarea de este capitulo la de estudiar los reforzadotes y el refuerzo, y la de
considerar una teoría de la motivación basada en el refuerzo.
Los incentivos y reforzadores poseen la propiedad de que ambos
son o 'pueden ser, hechos externos, Los incentivos llevan a la activación;
los reforzadores a cambios de fuerza. Es un punto interesante el que un
único hecho pueda a un tiempo activar y reforzar al animal. Asi, si damos
a un animal un. poco de comida antes de que comience a corree por una
galerla, podremos con ello excitarlo de manera que carIa con mucha
mayor velocidad. Si, por otra parte, le damos el alimento después de
concluida la carrera, podemos conseguir que aumente su velocidad en
el siguiente ensayo. La operación de dar alimento antes de la carrera pa-
rece ser una operación de motivación incentiva, la de darlo al concluir
la misma, una de refuerzo, Suele ser difIcil dist::inguir los incentivos de
los reforzadores sobre la base de su naturaleza especifica, y sin embargo,
es preciso admitir que tienen 'o pueden tener efectos diversos. Teniendo
en cuenta todas estas semejanzas entre incentivos y reforzadores, hemos
querido colocarlos juntos pan su estudio en un mismo capitulo.

INCENTIVOS y TEORIA DEL INCENTIVO


Efecto. y características de los Ineeu.tlvo.
El modo más eficiente de indicar el valor de los incentivos es el de
considerar los resultados de un experimento. Zeaman (1949) llevó a
cabo con ratas un experimento que da luz sobre el papel de los incentivos
de dos maneras.
Se habla entrenado a los animales a que, tras de una privación de
alimentos, corrieran por una galerla recta hacia una caja con alimentos.
La medida que empleaba Zeaman era la de la latencia o tiempo que se
requería para la respuesta del correr. Un grupo de animales corrió hacia
INCENTIVOS y REPUBRZO

Adqubici6n asimptótica con


~ 0.6 0,05 gr. de alimento
'0
¡::
.L._~ . -.-- --
l" 0.3
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Adquisición asimpeótica
... 2,4 gramOI de alimento
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3
Ensayos en lo. que se invierte
la cantidad de comida
FIGURA 16. Cambios bruscos de latencia en la carrera, en función de la
recompensa concedida, una vez que bajo la recompensa anterior ha sido lo-
grada una asimptosis para la latencia. Reproducción de Kimhle, G. (Ed.)
Hilgard and Marquis conditioningand learning. (2and ed.) Cppyright 1961 by
Appleton-Century-Crofts, Inc. Impreso de nuevo con permiso de Appleton-
Ccntury-Orofts, Educational Divislon, Meredith Corporation. Kimble adaptó
esta figura tomándola de Zeaman (1949).

una recompensa alimenticia de 2,4 gramos, el otra hacia una recompensa.


de 0,05 gramos. Ambos grupos tuvieron 19 ensayos, al cabo de los cuales
la latencia de ambos grupos eran constantes. Sin embargo, ambas latencias
eran diferentes: el tiempo medio de latencia del grupo que corda. hacia
la recompensa mayor era. muy pequeño, al paso .:queel grupo que corda
a la recompensa menor tenía una latencia media mucho más prolongada,
como puede observarse en la lámina 17. Este es uno de los efectos de los
incentivos, es decir, el que la cantidad de incentivo tiene un efecto sobre
el comportamiento. En un ensayo ulterior, cambió Zeaman las recom-
pensas alimentarias, de manera que el grupa que había recibido en un
principia la recompensa pequeña recibía ahora la mayor. y el grupo que
habIa recibido la recompensa mayor durante las pruebas anteriores re-
cibía ahora la menor cantidad de alimento. La figura. 16 nos muestra
que se da inmediatamente un cambio en las latencias inmediatamente
después de haber intercambiado las recompensas. El grupo al que se daba
ahora una mayor cantidad de alimento reducla de manera drástcica su
latencia media, al paso que el grupo que había sido cambiado a una re-
compensa menor, incrementaba ámpliamente su latencia. Los resultadas
obtenidos por Zeaman coinciden con los registrados anteriormente por
Crespi (1942), y los rápidos cambios ocurridos en la ejecución a raíz de
la modificación del incentivo han sido confirmados por otros investiga-
dores. Estos cambios en la ejecución son el segundo efecto producido
por la manipulación de los incentivos.
122 MOTlV ACION y EMOCl:ON

Es importante el tener en cuenta dos cosas en torno a estos resultados,


La primera es que el acercamiento a las latencias estables (asymptotes)
durante el entrenamiento tenia lugar en la misma. medida para ambos
grupos. Lo cual nos da a entender que la formación del hábito, a pesar
de las diferentes latencias asimptótícas, iba realizándose de una manera
semejante, y que al final del entrenamiento la fuerza del mismo era en
ambos la misma. El segundo punto es -que tras del intercambio de las
recompensas, el cambio en el rendimiento fue asimismo inmediato. Nues-
tra concepción del hábito y de la formación del mismo es incompatible
con semejantes cambios tan rápidos. El- aprendizaje de hábitos se realiza
de una manera lenta. De ahí que estos cambios bruscos no hayan de atri-
buirse a alteeaeíones de hábitos; Como el imeulso no cambió con los
cambios de incentivo, es menester concluir que los cambios del incentivo
fueron los causantes de los de la eiecución,
Si admitimos el argumento que acabamos de presentar, no podemos
menos de vemos obligados a admitir que los incentivos pueden desem-
peñar un papel de importancia en el control de la ejecución. Por supuesto
que el caso que acabamos de estudiar se refiere a. la cantidad y tamaño
del incentivo. ¿Se dan otras características de los incentivos que tengan
efectos paralelos?
Podemos responder a esta pregunta de manera afirmativa, al menos
por ·10 que se refiere a otras muchas características de los incentivos.
Por ejemplo, en u~ estudio (Simmons, 1924) se llegó a la conclusión
de que las recomnensas alimentarías no eran equivalentes a la hora de
promover el aprendizaje de las ratas. La recompensa más eficiente la cons-
titufa. una combinación de pan y leche, juntamente con una vuelta. a la
jaula que servía de morada; la siguiente en dicacia era la combinación
de pan y leche sin más, y, después, las semillas de girasol, el retomo a
la jaula-hogar, y huida del Iaberinto. Se daban casos de raras que preferían
una .masa de salvado a las semillas de girasol. ElHot (1928) dio como
recompensa la masa de salvado a lo largo de los nueve primeros días de
entrenamiento en un laberinto y cambió entonces la recompensa a semi-
llas de girasol. Inmediata.ment descendió la ejecución, haciándose inferior
a la de aquellos animales que hablan sido recompensados de continuo
con semillas de girasol. En el caso de monos, queda perturbada la eje-
cución cuando se cambia la recompensa de un trozo de plátano a una
hoja de lechuga, que les gusta menos.
Las ratas comen mucho más rápidamente cuando la recomnensa es
una solución de azúcar, su velocidad de carrera es menor cuando la re-
compensa es una solución de harina, y todavía más lenta cuando la re-
compensa. es caseína (un tipo de protclna). Si cambiamos a las ratas de la
caseína al azúcar, crecerá su velocidad de cartera.
Los incentivos pueden también motivar la conducta cuando el ani-
mal los prueba antes de que lleve a cabo una tarea. Pequeñas cantidades
de alimento o de agua (acomodados en cada caso al estado de privación
en que el animal de hecho se encuentra), aumentan la ejecución cuando
Young indica que, cuando el animal ha. tenido una experiencia de
-esta situación, comienza el siguiente ensayo con una «tensión propiocep-
tiva» anticipadora de la carrera por el alimento. La. situación activa. esta
tensión, la cual es motivacional; la tensión surge «de los músculos, ten-
dones, y acaso de hasta las articulaciones» (Young, 1959, p. 107), Es de
presumir, dice Yonng, que haya una mayor tensión cuando el animsl
corre hacia un alimento preferido, que cuando lo hace hacia otro que
DO 1eagrada tanto. Dicho sea de paso, los animales que usó Young en sus
experimentos no estaban hambrientos ni sedientos; corrían a los ali-
mentos posiblemente porque el paladearlos e ingerirlos les producía
«U1l gusto afectivo», es decir. una satisfacción. Parece evidente, teniendo
en cuenta la descripción que del estado de tensión de los mismos hace
Young, que los animales anticipaban los efectos de BU carrera. No está
del todo claro que se hallara implicada frustración alguna en su compor-
tamiento, aun cuando no cabe duda de que el perlado de coerción a que
se han visto sometidos 10$ animales antes de que se les permitiera echar
a correr puede haber producido alguna frustración en.los mismos.
, David McClelland y sus colaboradores (1953) han propuesto una
teoría de la motivación que es un tanto similar a la propuesta por Young,
bien q!Jc dirigida fundamentalmente a la motivación humana. En lineas
generales, esta teoría dice que el comportamiento motivado adquiere la
forma de un acercamiento a una situación o a un estimulo, o la de un ale-
jamíeneo de los estímulos, El mecanismo básico que subyace a ese acer-
camiento o alejamiento es el deIa anticipación de lo que sucederá en esa
slruación. Si se trata de una anticipación de placer, se dará un acerca-
miento, mas si lo que se anticipa es algo desagradable (por ejemplo, de
dolor, miedo o ansiedad). entonces se dará un alejamiento. Por exponer
esta formulación de manera un tanto diferente, presentamos el siguiente
ejemplo: "
Supongamos que un hombre está experimentando un
afecto o emoción muy placenteros. Mientras está teniendo esta
experiencia, recibe también diversos estimulos o indicios pro-
cedentes de su medio ambiente. Debido a la ocurrencia contigua
de estos estímulos con la emoción, puede que uno o varios de
ellos l1eguen a asociarse con el estado emocional, ello quiere
decir que en sucesivasocasiones pueden IIegar a reactivar alguna
parte de dicho estado. Esta :reactivaciónfraccional del estado
emocional es al parecer motivante, es decir, el sujeto iniciará
una serie de actividades instrumentales que le IIevarán a acer-
carse a las circunstancias bajo las cuales experimentó él aquel
afecto o emoción placentera (Cofer and Appley, pp. 373-376).
Es preciso insistir en que el indicio sólo activa. una parte del estado
emocional, y que esto permite anticipar que la situación le permitirá
experimentar la experiencia completa. De este modo la persona estará
motivada para hacer cuanto sea necesario para experimentar de nuevo
126 MOTIVAGION y EMOCION

la emoción en ro totalidad. Si el indicio hiciera algo más que esto e indu-


jera la experiencia de la emoción completa, entonces no habría ninguna.
motivación para realizar actos instrumentales, toda vez que la experiencia
de la emoción en su totalidad es 10 que al fin se busca como estado último.
En el caso de los indicios que anticipan lo displacentero del volver
a experimentar una situación concreta, no hay duda de que la anticipación
desencadenará conductas instrumentales con orden a evitar todo con-
tacto con esta situación, produciendo de este modo el alejaniiento.
Los procesos afectivos (placer y displacer) son considerados como
fundamentales para la motivación, y pueden ser interpretados como he-
mos visto en el capítulo 4, en términos de activación. Según la concepción
de McClelland, todos los motivos son aprendidos, ya que dependen de
la anticipación de resultados afectivos. Estas anticipaciones son evocadas
por indicios, los cuales adquieren esta propiedad debido a su previa aso-
ciación con la experiencia del estado afectivo en su plenitud. No cabe
duda de que nos encontramos aqu1 con una teoria de la motivación de
tipo incentivo, igual que lo es la de Young.
McClelland y sus colaboradores desarrollaron su teoría, entre otras
razones porque no estaban de acuerdo con la concepción del impulso.
Su elección del binomio placer-displacer como principal variable afectiva,
está de acuerdo con la larga historia que ha tenido el hedonismo en los
análisis del comportamiento humano. Sin embargo, la interpretación que
ofrecen ellos de las condiciones que determinan la. excitación afectiva no
coincide con la interpretación tradicional de la teorla hedonista.
La condición necesaria para la activación del afecto la constituye,
según McClelland y sus colaboradores (1953, p. 28), una discrepancia
«entre lo que se espera (nivel de adaptación) y lo que se percibe ... ». Lo
que equivale a decir que lo que ya se esperaba, lo previsible,lo rutinario,
no son emocionalmente excitantes. Con el tiempo nos vamos adaptando
a un determinado nivel de estimnlación y actividad, y experimentamos
una neutralidad afectiva. Esta idea corresponde a la noción, propuesta
por Helson, del nivel de adaptación (AL), una idea someramente desa-
rrollada en el capítulo 5. Son las desviaciones del AL o las desviaciones
anticipadas del mismo, las que hacen nacer en nosotros reacciones afec-
tivas. El indicio que evoca en anticipación del placer (o del displacer)
a partir de la interacción con otra situación, está señalando un cambio
en el nivel de adaptación. Esta formulación es compatible con cuanto
sabemos gracias al capitulo anterior sobre las condiciones para la ocu-
rrencia de un comportamiento de curiosidad y de búsqueda de estímulos,
Se dice asimismo que el grado de discrepancia con respecto a lo
esperado, es decir con respecto al AL, determina si la experiencia va a
ser agradable o desagradable. Si es pequeña dicha discrepancia, se seguirá
de ello un placer, si grande, una insatisfacción. Es menester tener en cuenta
que los cambios con respecto al AL pueden darse en ambas direcciones,
es decir, aumentando o disminuyendo la estimulación con respecto al
iNCENTIVOS y REFUERZO 127

AL existente. Sea cual fuere la dirección que dicho cambio toma, su mag-
nitud será la que determine si la consecuencia va a ser de agrado o de
insatisfacción.
Propuesta en sus términos fundamentales, parece ser esta teoría
extremadamente sencilla. De hecho es muy compleja, toda vez que para
aplicarla o para comprobarla tiene uno que conocer el AL actual para
de esta manera poder juzgar si una situación concreta va a producir una
desviación del dicho AL, así como la amplitud de dicha desviación. Ade-
más, los hechos contienen muchas dimensiones, y la variación con res-
pecto a lo esperado puede tener lugar en una o en varias de estas dimen-
siones. Es por ello sumamente dificil el diseñar pruebas experimentales.
En cuanto está informado el que esto escribe. Sólo hay un experimento
de importancia que parece cumplir los requisitos de toda verificación
experimental adecuada. Los resultados de esta prueba confirman los pos-
tulados básicos de -Ia teoría en lo que se refiere a las condiciones nece-
sarias para que tengan lugar afectos tanto positivos como negativos.
Este es el experimento relatado por Haber (1958)y que antes hemos es-
tudiado. Otras pruebas de la misma teoría realizadasen situacionesmucho
más complejas que la del experimento de Haber no han logrado ofrecer
un apoyo total a la citada teoría (cfr. Verinis, Brandsmaand Cofer, 1968).
Sin embargo no es fácil saber con seguridad si estos experimentos han
constituido pruebas apropiadas de dicha teoría,
Si partimos del análisis teórico, la ocurrencia de los afectos positivos
y negativos o indiferchtes debería variar de acuerdo con las discrepancias
respecto del AL, conforme puede verse en la figura 17. El experimento
llevado a cabo por Haber produjo resultados que estaban de acuerdo
con estas expectativas. Haber hizo que los sujetos de experimentación
introdujeran sus manos en agua a una determinada temperatura, cosa que
habían de hacer hasta tanto que dijeran que se les hada indiferente el
agua (AL). A continuación de ello introducían por separado yal mismo
tiempo cada una de sus roanos en barreños llenos de agua a diferentes
temperaturas. Entonces el sujeto sacaba su mano del barreño cuya agua
se le hada «menos agradable». De este modo se obtuvieron una serie de
juicios relativos a diversas temperaturas y niveles de activación,
La preferencia en las temperaturas del agua fue máxima cuando
eran moderadas las variaciones con respecto al AL, y declinaba a ambos
lados de ese máximo, resultado que estaba previsto en los análisisteóricos.
De manera que puede decirse que, en esta situación, queda confirmado
el análisis de las condiciones que posibilitan el placer o el displacer.
Hace un momento hemos dicho que todos los motivos son adqui-
ridos, El lector se extrañará de que pueda tomarse en serio semejante
afirmación, cosa que hace McClelland. Para emplear un ejemplo, tome-
mos el caso del hambre. En un comienzo y conforme a esta teoría, esta
condición no. es un motivo. Sólo después de que los indicios internos
procedentes del estado de privación, los otros indicios externos se hayan
128 MOTIV AClON y EN"OCION

Afecto
positivo

Indiferencia

.·Afecto
negativo
.....-Discrepancia AL Discrepancia ~
negativa positiva
FIGURA 17. Relaciones hipotéticas entre las evaluaciones afectivas y las
desviaciones de las estimulaciones con respecto al Nivel de Adaptación, según
la teoría de McClelland. Tomado de Haber, R. N. Discrepancy from adap-
tation level as a source of affect. Journal of experimental Psychology, 1958, vol.
56, p. 371, fig. 1. Con permiso de la American Psychological Association,

asociado con el placer que se siente en la ingestión de alimentos, podrán


los indicios anticipar el placer derivado de una situación de comida. Y
sólo entonces podremos decir que existe un motivo de hambre. Es éste
un motivo ciertamente fijo, toda vez que los indicios que surgen de la
privación, y los procedentes de situaciones de alimentación, tienen lugar
con una gran regularidad, pero, no obstante, el motivo en si ha sido
aprendido. _
Asi pues, la teoria de McClelland rechaza la idea del impulso, pero
mantiene que los indicios (tanto externos como internos) pueden liberar
reacciones afectivas que proveen la energia necesaria para que tenga
lugar el comportamiento. Por supuesto que estos estimulos aportan la
dirección o guia del comportamiento en el caso de estas «asociaciones
motivacionales», Hay otras asociaciones, de carácter no motivacional,
que carecen de una excitación afectiva; de manera que ésta excitación
parece ser el sello distintivo del motivo. En su rechazo del impulso y
en su adopción de un mecanismo de indicio-activación para la motivación,
esta teoria es una teoria del incentivo. Lo mismo que la propuesta por
Young, mantiene que el mecanismo del incentivo se halla en una exci-
tación afectiva, iniciada por indicios que marcha en la dirección del placer-
displacer.
Ha habido diversas teorías del incentivo, mucho más limitadas en
cuanto a su alcance que la de McClelland. Incluidas entre estas formula-
ciones se hallan las nociones que acentúan las reacciones anticipadoras
de meta, tales como las respuestas alimentarias, Aludimos de pasada a
129

estas ideas cuando estudiamos las formulaciones de Sheffield y de Atnsel,


las cuales acentuaban la frustración de las respuestas anticipadoras del
alimento, como el fundamento de la motivación en determinadas situa-
ciones.
Cofer y Appley (1964, capitulo 16) hao generallzado estas concep·
cienes en una teoría de la. conducta motivada, basada en las reacciones
a los incentivos. Han tomado como punto de partida la idea de que la
esencia del concepto de motivación reside en su papel de regulador del
vigor de la conducta, es decir, que la motivación tiene como finalidad la
de fortalecer el comportamiento. Al hacer este juicio han aceptado dichos
autores la idea de que la única función del concepto «motivación» es
la de prestar energía a las respuestas por medio de estados de excitación,
dejando en manos de otros factores la orientación de la conducta, es decir,
su dirección, (Véase capitulo 2, p. 56).
La excitación es inducida por estimulas. bien sean externos bien
internos. Ahora bien, Cofer y Appley sugieren que se requieren dos me-
canismos para poder explicar la inducción de la excitación porlos estimulas.
Uno de dichos mecanismos depende del aprendizaje y es llamado meca-
nismo de anticipación-vigorización (AIM: en inglés, «An:tidpation-
invigoration mechanism»). El otro no requiere aprendizaje alguno y es
designado mecanismo de eenslbilieación-vigorisación (SIM: en inglés:
«Sensitizarion-invigoration mechanism»). Es mny posible que ambos
mecanismos actúen a menudo de consuno, de la misma manera que la
excitación puede en no pocas situaciones ser resultado tanto de procesos
aprendidos como de procesos desaprendidos. De todas fOrrrnls, cuando
estudiemos el AIM Y el SIM, lo haremos por separado. -
Los autores postulan el AlM debido a la evidencia que ha llevado
a tantos muchos investigadores a proponer el mecanismo motivacional
del incentivo aprendido. Quizá la razón más fuerte en que se apoyan
Cofer y Appley sea la evidencia de queja actividad, como respuesta a la
privación, parece surgir cuando han quedado asociados los estimulas
con el tiempo de .alimentaclón, -Estos estimulas evocan anticipaciones
de que ha llegado ya la hora de la comida, y estas mismas anticipaciones,
o bien la frustración de las mismas son las que excitan al animal y dan
energía a sus respuestas. Muchas observaciones, aparte de las que tienen
que ver con la actividad. son compatibles con esta formulación. Entre
ellas se encuentran los efectos de la alimentación previa, los producidos
por las características de los objetos de meta, la persistencia de los fenó-
menos motivacionales en ausencia de una esti.d:lulaciónlocal, la necesidad
de una experiencia de privación para ql,le pueda la privación convertirse
en motivo, el carácter apetitivo del comportamiento sexual. ~~ Jod_os
estos casos. el incenti]j:l o bien activa al organismo o tiende poTio menos
a ello. Los 'complejos fenómenos motivacionales humanos. como nos
lo darán a. entender los capitulas 7 y 8, parecen requerir una interpretación
en. la. que desempeñen un papel de mayor importancia. los estímulos in-
centivos •.
130 NOTlV.A.C10N y IlMOClONl

Cofer y Appley no espeeifiesn qué mecenismos pueden subyacer


a la anticipación, aun cuando les agrade la idea de que pueden ser los
componentes de las reacciones finales los que constituyan 11. base de la
anticipación.
El aspecto direccional del comportamiento es tratado por Cofer
y Appley cual si surgiera de los estimulas de la situl.ción, incluidos aque-
Ilos que inducen a la activación. Las reorías del incentivo por regla ge~
neral, vinculan la excitación con las situaciones; y por supuesto que las
situaciones contienen no pocos estímulos a 10B que se han asociado reac-
ciones tales como las de acercamiento y alejamiento. Lo que hace el ani-
mal es atribuido al control que ejercen dichos estimulas sobre sus reac-
ciones --elección, preferencia, pautas de movimiento aprendido con
anterioridad-, y, como acabamos de mencionarlo, el hecho de si se va a
acercar o alejar de la situación. El componente motivacional -la activa-
ción- solo gobierna e! vigor de dichas reacciones adquiridas.
Cuanto acabamos de decir nos da a entender que los incentivos pue-
den funcionar en situaciones relativamente especificas, y puede uno ex-
trañarse de c6mo motivos más generales, como aquéllos que presumi-
mos a menudo que posee el organismo, quedarían incluidos en esta for-
mulaci6n. La respuesta está en que lo que llamamos nosotros motivos
generales surge precisamente porque muchos estímulos, de diversos
tipos, han llegado a evocar la activación, yen que estos mismos estfmulos
(y posiblemente también otros) han ido haciéndose, a través del apren-
dizaje, equivalentes en lo que respecta. a las formas de comportamiento
que los mismos controlan. por ejemplo, las acciones relacionadas con
una realización perfecta, o con la agresión, la ansiedad, y otros por el
estilo.
El otro mecanismo, el SIM, fue introducido por Cofer y Appley
ante la prueba de que determinados estimulas parecen tener la capacidad
de activar sin aprendizaje prevía. Los ejemplos proceden de actividades
de base hormonal, iocluidos los estímulos desencadenantes, que han
estudiado los etólogos en animales preparados hormonalmente,
El modelo del SIM fue tomado de un mecanismo de excitación
sexual propuesto por Beach (1956). Se distingue de! AIM únicamente
en que determinados estimulas, por ejemplo, los asociados con una hern-
bra receptiva, pueden, aparentemente sin experiencia alguna anterior,
excitar a una rata macho preparada hormonalmente. De idéntica manera,
un macho puede excitar a una rata hembra, pero únicamente cuando se
halla ésta preparada hormonalmente a ser receptiva. Parece que este tipo
de mecanismo se halla subyacente a numerosas conductas. Por ejemplo,
las crías de rata son estimulas mucho más eficaces respecto del compor-
tamiento materno cuando la hembra acaba de parir; factores hormonales
(entre otros) se hallan implicados en el fenómeno de la construcción de
nidos, así como también en los vuelos migratorios de determinadas aves.
INCENTIVOS Y R,EI't1I!,RZO 131

No IIC ve claro 2ún qué mecsnísmos -son los que explican el hecho
de que en determinados momento! constituya la rata macho, por ejemplo,
un estimulo excitante para la hembra, y en otros momentos en cambio
no lo sea. Quizá intervenga algún cambio en la sensibilidad de la hem-
bra. pero no contamos con detalles suficientes. Está aún por estudiarse:
la base: de esta sensibilización selectiva a los estímulos.
Sea como fuere, tiene lugar la excitación, y como sucedía en el AIM,
la situación ofrece muchos indicios para. la conducta producida. En estos
casos, la estructura. innata del animal proporciona los mecanismos sub-
yacentes a la conducta. Es muy posible que el aprendizaje no intervenga
para nada, y en caso de hacerlo, probablemente intervenga menos en el
caso del SIM que en el del A1M. Las situaciones, como 10 ha observado
Beach, gracias a la experiencia, pueden llegar á evocar una excitación
sexual en la tata macho, pero lo único que este proceso hace es ampliar
la variedad de situaciones en las que puede darse la excitación. Por lo
que a las ratas se refiere, el aprendizaje no parece esencial ni para la ocu-
rrencia de la excitación en presencia de los estados hormonales y de los
estfmulos adecuados. ni para la pauta de conductas que dependen de
aquélla. Ni qué decir tiene c:¡u.e en otras especies, el papel del aprendizaje
es mucho más amplio.
Los episodios de conducta motivada, concluyen según la hipótesis
de Cofer y Appley, cuando queda reducida la. función activadora del
estímulo incentivo. Esto probablemente es debido a conductas consuma-
todas (o de escape) que cambian el potencial acrivador de los estímulos,
o la capacidad, del mecanismo de respuesta. SiD embargo, en algunos
casos, por ejemplo, en el caso de las ratas que, aun no sintiendo hambre,
siguen corriendo tras el azúcar Q la solución de sacarina, el animal continúa
corriendo hacia el incentivo a 10 largo de muchos ensayos.
REFORZADORES Y TEORIA DEL REFUERZO
La motivación ha sido relacionada tradicionalmente, como hemos
ya podido ver, con factores internos que. dirigen el comportamiento, y
pueden ser asimilados a un empuje; con otras palabras la. conducta brota
de «empujes» internos.· Las grandes dificultades que presentaba esta
opinión han conducido a otra interpretación alternativa, la de los incen-
tivos que acabamos de examinar. Podemos decir que los incentivos «em-
pujan» (o alejan) la conducta. hacia ellos, Pero quizá sea posible pres-
cindir sin más de los concept06 motiva.cionales. Tal concepción ha. sido
propuesta. Su portavoz más cualificado se halla en la teoría del refuerzo.
Antes de que examinemos esta teoría, es preciso _que nos vayamos fami-
liarizando con la.idea misma del refuerzo.
Hace ya muchos años que E. L. Thomdike (1911). apoyándose en
investigaciones que había él mismo nevado a cabo, proponla lo que es
conocido habitualmente como la ley del efecto. Esta ley dice que las res-
puestas que tienen lugar en una situación concreta. y que conducen a una.
13.2 :MOTlVAClON y EMOCION'

«satisfacción» tienden a repetirse siempre que recurre esa. misma situación,


al paso que las respuestas que no conducen a una satisfacción no se for~
talecerán. Thorndike definía la satisfacción como algo «••• que el animal
no hace nada para evitarlo, y en cambio frecuentemente hace cosas tales
como cogerlo y presentarlo» (1911, p. 245). Al principio Thorndike
pensó que el castigo debilita las respuestas hechas en una determinada
situación, pero posteriormente abandonó dicha idea. porque Jos datos
concretos no la apoyaban.
La ley del efecto tiene una. gran validez descriptiva, aunque p~
bablemente haya casos de aprendizaje a los que no pueda aplicarse dicha
ley más que con. dificultad. La discusión teórica fundamental se halla.
centrada en torno a los mecanismos de la ley, más que en torno a la validez
empírica,
Aun cuando términos como los de latiifa~(ióny placer fueron empleados
en las primitivas formulaciones de la ley, con el tiempo fueron reempla-
zados por otros que hablan de la reducción del impulso, de reducción
de la necesidad, o de la reducción del estimulo impulso, como del hecho
o del proceso esencial para que tenga lugar el refuerzo. Por lo que en
estos momentos interesa, podemos decir simplemente que la reducción
del impulso es la base del refuerzo, sin entrar en la cuestión de las dife-
rencias existentes entre este término y los de la reducción de la necesidad
o del estímulo impulso.
La teoría sistemática del comportamiento, propuesta por Cla.rk
L. Hull (1943, 1952) utilizó ampliamente el concepto de la reducción del
impulso. En pocas palabras, consiste su concepción en que el refuerzo
tiene lugar, como, por ejemplo, en el caso del alimento con el animal
hambriento, porque el reforzador reduce en.alguna medida la condición
del impulso prevalente.
Este ptincipjo gozó de una cierta popularidad dura.o~ algún tiempo,
peto ha tenido que enfrentarse con una serie de dificultades. Una de sus
implicaciones la constituye el hecho de que una reducción del impulso
predominante implica asimismo una. reducción en la estimulación, es
decir, una reducción de la tensión. (En esta ,implicación parece asemejarse
a algunas de las concepciones de Freud), Es éste el aspecto que ha sido
impugnado, y consecuencia de ello es que el refuerzo no puede en general
ser equiparado con la reducción del impulso O del estímulo,
La idea de la reducción del impulso no parece que pueda ser com-
patible con la investigación que hemos examinado en el capitulo 5, en
la que quedaba patente que los estímulos nuevos podían ser motivadores
y que las condiciones de aislamiento o de privacién sensorial pareclan
ser aversivas, Además, parece que el aprendizaje se eealíza cuando la con-
secuencia de una respuesta es un aumento de estimulación, como lo in-
rucan las consideraciones siguientes.
Las ratas aprenderán a dirigirse al brazo de un laberinto en forma
de Y que conduce a su vez a otro laberinto que es complicado y ofrece
133

por tanto la oportunidad de explorar, prefiriéndolo al brazo que conduce


a una caja ordinaria (Montgomery, 1954), Los 'monos aprenderán a pulsar
un panel caracrerístico situado en una de las paredes de la caja, el cual
se abrirá al ser pulsado y les permitirá una vista del ambiente del labora-
torio. Este ambiente es probablemente más estimulante que el de la jaula
en que se hallan habitualmente encerrados (Bntler, 1953). Una estimu-
lación auditiva puede asimismo constituir un refuerzo para los monos
(Butler, 1957). Si una caja-objetivo contiene en su interior objetos nove-
dosos, las ratas aprenderán a dirigirse hacia ella más fácilmente que si
estuviera vacía (Berlyne and Slater, 1957). La. irrupción de una IU2 rela-
tivamente sombría sirve a las ratas de recompensa (Roberts, Marx and
Collier, 1958).
Aparentemente, el movimiento de una parte de un aparato puede
constituir un -refuerzo para estos animales. Colocadas en una cerca en
la que haya plataformas en las esquinas de la misma, las ratas pasarán cada
vez más tiempo precisamente en aquella plataforma que se mueva como
consecuencia. de su peso (Kish, 1955; Barnes and Kish, 1957).
También se dan otr9s tipos de recompensa efectivos aun cuando no
reduzcan impulsos. As!, las ratas aprenderán la respuesta correcta en un
laberinto en forma de T, cuando la recompensa sea sacarina (que sabe
dulce a los hombres), substancia no nutritiva (Shef6eld and Roby, 1950).
La. sacarina seda un refuerzo más efectivo que la dextrosa, substancia
nutritiva pero no tan dulce como la sacarina. Las ratas macho aprenderán
a correr más rápido por el pasadizo cuando la recompensa sea un coito
incompleto con una hembra receptiva (Sheffield, Wolf, and Backer, 1951).
Estas ratas no tenían experiencia alguna sexual, y el hecho de que fuera
incompleto el coito debiera haber hecho subir el nivel de estimulación,
más bien que reducido. Todos estos descubrimientos prestan un claro
apoyo a la idea de que la reducción del impulso no tiene por qué ser una
condición necesaria del refuerzo, aunque, por supuesto, ello no quiere
decir que la reducción del impulso, cuando ésta se produzca, no sea re-
Forzante,
Se han realizado diferentes intentos para proponer un mecanismo
de zefuerzo, alternativo a la reducción del impulso, que fuera.lo suñciente-
mente _generalpara abarcar Una amplia variedad de reforzadores.
Una sugerencia prometedora es la que hizo Premack (1959, 1965).
En esencia, este autor. piensa que una actividad reforzante es aquélla que
posee un valor de preferencia superior para el organismo al de la acti-
vidad a la cual refuerza, A partir de esta posición se argumentada, por
ejemplo, que para una rata sedienta el beber poseerla un valor de prefe-
renda superior al correr, y de hecho sabemos que el beber agua refuerza
el acto de correr hada el agua. Ahora bien, supongamos que el correr
posea un valor superior al beber. ¿Reforzarla en este caso la conducta
de beber? Premack (1962) puso a prueba esto. utilizando la privación
del agua para incrementar el valor del beber en un caso, y la privación
del correr en una rueda giratoria en el otro. Cuaado el animal (en estado
134 MO,.IVACfON y WOClON

de saciedad) era reforzado para beber por 'Una oportunidad de correr


(en estado de privación). aprendía a beber en esta situación, a pesar de
no haber una privación de agua. Cuando cambiaban las condiciones,
aprendía a correr en aquellas ocasiones en que esta actividad iba seguida
por el beber. Estos descubrimientos apoyan el pronóstico de Premack,
lo mismo que la evidencia obtenida con monos y ratas.
El análisis de Premack conduce a una concepción relativa del re-
fuerzo (HiIgacd an Bower, 1973, pp. 529). Lo que equivale a decir que
una determinada actividad reforzará a otra menos preferida, pero a su vez
será reforzada pO.[otra que posea un valor de preferencia superior. De la
misma manera, el valor de una determinada actividad puede cambiar o
variar, como sucesión en el caso del beber y del correr en el ejemplo
que acabamos de aducir. Los valores de las actividades pueden asi mismo
cambiar con la experiencia y posiblemente con el crecimiento y la ma-
duración. Todos estos cambios son índices de las dificultades en la apli-
cación del' modelo de Premack, toda. vez que se precisa tener a mano
medios aptos para evaluar las preferencias relativas hacia determinadas
actividades en un momento dado, a fin de poder decidir cuál es la que
puede emplearse como reforzante, Puede ser dificil a menudo el comparar
actividades, si sus unidades de ejecución no son igualmente medibles.
A pesar de ello, esta teoría puede responder a muchos _de Jos pro-
blemas con que se ha enfrentado la interpretación del refuerzo basada
en la reducción del impulso, y se acomoda asimismo a cuanto hemos
dicho en éste y en los capítulos anteriores sobre el nivel de adaptación.
Parece <¡ue una cierta desviación con respecto al nivel de adaptación
constituye una de las características de muchos de los efectos motivado-
rules de los estímulos externos (véase Berlyrie, 1967), y como acabamos
de ver, CaD frecuencia se ha hallado que los cambios de estímulos externos
tienen valor de refuerzo. Es asimismo posible que los cambios de la esti-
mulaeión que evocan locomoción, manipulación y curiosidad en general,
sean también los que refuerzan la conducta para que sea aprendida. Pre-
cisamos de UD. mayor número de pruebas de la relación del refuerzo con
la motivación en estos casos, de los que tenemos.
Se ha descubierto asimismo que una estimuladón un tanto diferente
del cambio de estimulo externo es un reforzador eficaz, y de que este
refotzador constituye una prueba en contra de la interpretación del re-
fuerzo como reducción del impulso. Nos referimos a la estirnulación de
determinadas áreas del cerebro por medio de una breve descarga eléc-
trica. OId! y Milner (1954) registraron que las ratas aprenderían a pulsar
una palanca cuando de dicha acción se siguiese como resultado una esti-
mulación, y el comportamiento de los animales daba a entender que la
estimulación es agradable, con 10 que se apoyarla la idea de que existen
«centros de placer» en el cerebro. También se ha escrito (Delgado, Ro-
berts and Miller, 1954) que existen en el cerebro áreas, cuya estimulación
por medios eléctricos es aversiva (véase la 6gura 18).
.INCENTIVOS V REFU8RZO 1.35

FIGURA 18. Croquis de un artificio de presión. de la palanca, por el que


puede una rata administrar una descarga eléctrica a su propio cerebro. Al
bajar la palanca, se cierra un circuito de manera que la corriente entra en el
cerebro por medio de unos electrodos colocados en el mismo. Reproducido
de Olds,]. Selfstimulationoftbe brain (Autoestimulaci6n del cerebro)•.Seience,
vol. 127, pp. 315-324, ftg. 1, febrero 14, 1958.

En estos experimentos fueron colocados permanentemente electro-


dos en los cerebros de las ratas, yel circuito fue dispuesto de tal modo
que cuando pulsaba el animal una palanca recibiera una descarga en el
cerebro. Se han experimentado efectos positivos de esta estimulaeión
del cerebro en toda una serie de animales (gatos, monos, delfines) e in-
cluso se ha comprobado en pacientes 'humanos que dicha estimulación
eléctrica de determinadas regiones del cerebro va acompañada de una
sensación de placer. En un estudio se dio el caso de que los pacientes
aprendieron y continuaron apretando la palanca, aun cuando el único
resultado de dicha acción lo constituía una estimulación eléctrica de sus
cerebros (Sem-Jacobsen and Tor kildsen, 1960).
Ha sido estudiada ampliamente en las ratas la distribución de las
áreas del cerebro en que se lograban estos efectos gratificantes y aversivos,
136 MOTrVACION y 1l~IOClON

Muchas áreas cerebrales no mostraron efectos de ningún género; un


60 n;~de los electrodos no produjeron efecto alguno, y hay que tener en
cuenta que muchos de ellos estaban colocados en el neocortex, y la ma-
yoda estaban en el tálamo. Muchos más electrodos produjeron efectos
grarificantes (un 35 %) que aversívos (5 %), y en cuanto a éstas últimas
tendían a hallarse situadas en lugares cercanos a las que producían efectos
positivos (véase Grossman, 1967, p. 569).
Entre las estructuras cuya estimulación es gratíficante se hallan el
rinoencéfalo, el hipotálamo, partes deltálamo, y el tegmentum. Las tasas
de presión de palanca para una estimulación eléctrica presentan una gran
variedad entre y dentro de estas estructuras, siendo máximas, en el hipa-
tálamo posterior. el tegmentum medio, el pre6ptico y las áreas septales
(Grossman, 1967, p. 569).
Determinadas áreas del cerebro que reciben una descarga adminis-
trada por la presión de la.palanca, se hallan asociadas con proporciones
muy elevadas de presión de palanca. No obstante, cuando desconecta el
aparato de descarga, dejan los animales inmediatamente de presionar
sobre la palanca. Olds (195Ba)ha referido proporciones de hasta 7.000
respuestas por hora, y una proporción de 2.000 respuestas por hora en
una rata despierta Q lo largo de un tiempo de 24 horas.
Cuando se descubrieron por primera vez los efectos positivos de la
estimulación intrscraneal, apareció este fenómeno como algo difícil-
mente compatible con una teoría de la recompensa. en términos de la
reducción del impulso, y los autores indicaron que teman que darse «cen-
tros de placer» en el cerebro (Olds and Milner, 1954,p. 425). En los pri-
mitivos experimentos no se hallaba presente «impulso» alguno, y los
efectos gratificanres surgieron en el contexto de un aumento de la esti-
mulación producida por la descarga. De todas formas han ido apareciendo
otras interotetaciones alternativas.
Un punto sobre el que es preciso interrogarse es el de si se da una
independencia entre el sistema de recompensa y los sistemas motivado-
nales, Es un hecho, según Grossman (1967, p. 575) que
Hambre, sed, excitación sexual y otros diversos impulsos
emocionales pueden ser provocados o inhibidos por la esti-
mulación eléctrica de aquellas regiones que más directamente
Implicadasaparecen en los fenómenos de recompensa y aversión.
Además, se da a menudo el caso de que las cantidades de auto-esti-
mulación halladas en las áreas cerebrales varlan con la privación de ali-
mentos y con la inyección de andrógenos (hormona sexual). Asi 01&
descubrió (1958a), que según fuera la colocación del electrodo, los ni-
veles de hambre o de andrógeno iban asociados con altas tasas de res-
puesta, si se la comparaba con las cantidades conseguidas cuando el ani-
mal no tiene hambre, o tiene niveles bajos de andrógenos. Brady y sus
colaboradores (1957) relataban 10 ocurrido con un animal que podía
presionar cualquiera de las dos palancas. Cuando apretaba una de ellas (A),
146 MOnvACION y 1!~jOOIQ)f

empleado para explicar ei impulso adquirido constituye la concepción del


miedo propuesta por Miller (1948. 1951). 'Para investigar el miedo em-
pleaba Miller un aparato con dos compardmentos (véase la figura 19),
uno de los cuales estaba pintado de blanco, mientras el segundo com-
partimento 10 estaba de negro. Ambos compartimentos podían separarse
por una puerta. El animal (en el caso concreto, una rata) recibía una des-
carga eléctrica en el compartimento pintado de blanco, y par la puerta.
abierta podía colarse en el pintado de negro, en el que no ·recibía des-
carga alguna. Los animales aprendían a salirse .del compartimento blanco
para pasarse al negro. Entonces, se hada que la puerta de comunicación
entre ambos compartimentos permaneciese cerrada, pero pudiese ser
abierta si el animal hada girar una rueda o apretaba una palanca. Colocados
en el compartimento blanco, los animales, al cabo de varios ensayos,
aprendían a abrir la puerta haciendo girar la rueda, y cuando la rueda
no servía, olvidaban la respuesta y aprendían a apretar la palanca para de
esta manera abrir la puerta. Miller propuso que el animal aprendla a
tener miedo del primer compartimento una vez que había recibido una
descarga en el mismo, que el miedo motivaba la conducta que se obje-
tivaba en el hacer girar la puerta o pisar la palanca, y que el paso al com-
partimento pintado de negro .reducía el miedo, y suponía por lo mismo
un refuerzo. Es menester tener en cuenta que el choque sólo fueadministrado
en los primeros ensayos en el aparato. y 'lue. en cambio, -no hizo acto de
aparición cuando los animales fueron aprendiendo a hacer girar la. rueda
o a apretar la palanca. Se comprobó que el hábito de presión de palanca,
basado en el miedo, persistía a lo largo de cientos de pruebas aun cuando
no Se dieran ulteriores descargas. En cuanto a la tasa del aprendizaje pudo
asimismo averiguarse que se hallaba en función de las descargas recibidas
durante las primeras pruebas en el aparato.
Miller propuso que los impulsos adquiridos podian desarrollarse
de la misma manera, aun cuando la fuente inicial de la motivación no
fuese la descarga sino otros impulsos tales como el hambre, la sed o el
sexo. Se han llevado a cabo toda una serie de experimentos, incluido uno
realizado por Myers y Miller (1954), pata verilica.restahipótesis. Aunque
algún experimento ocasional haya podido tener éxito, la mayor parte
de los mismos no han. logrado implantar impulsos adquiridos sobre la
base de estos impulsos primarios (véase Cofer: and Appley, 1971, pp.
571-582; Brown and Farber, 1968,pp. 106-107; Appley, 1970, pp. 486-487,
505-509). Fracasos todos estos que han debilitado considerablemente
Ia concepción del impulso adquirido, ya que se admite habitualmente
que ha de haber otras fuentes de los mismos distintas del miedo. Quizá
se pueda salvar en cierto modo la noción. de impulso adquirido si es que
se postula. como lo hace Brown (1961), que el miedo o la ansiedad sub-
yacen.8 la mayoría si no a la totalidad de la conducta motivada humana.
Sin embargo muchos se cuestionan la naturaleza impulsiva de la
noción del miedo propuesta por Millcr. El problema surge porque el
ALGUNOS SISTEMAs MOTIVACION'ALES DEL SER HUMANO 147

miedo que desrnostraba Millercstáindncido por la situación, es decir, ha


sido activado por el complejo de estímulos del compartimento blanco.
Por supuesto, este compartimento es algo externo al animal y, en cuanto
fuente de motivación, es más adecuado de designarlo como condición
de incentivo. En este caso constituye un incentivo negativo, del que
aprende el animal a escapar o a eludirlo, y no un incentivo positivo, del
tipo de los que hemos tratado en el capítulo 6. De a1ú que, el término
i1l1pu/!fJ ttdquirid{) no fuera adecuadopara la demostración de Miller.Nosotros
diríamos quc la teoría del impulso se ha visto completada por la noción
de incentivos positivos y negativos más que por la de los impulsos adqui-
ridos. De todas formas, como ya antes hemos dicho, tan sólo el incentivo
negativo ha recibido un al'oyo adecuado de tipo experimental.
Deberíamos matizar lo dicho en 109 dos tJárrafos precedentes a la
hora de referimos a los incentivos positivos. No ha sido posible desa-
rrollar en animales incentivos positivos en situaciones como las del para-
digma de Miller, cuando demostró que el incentivo negativo se basaba
en el miedo. Lo cual no equivale, en manera alguna, a decir que no puedan
ser o no hayan sido demostrados incentivos positivos en otras situaciones.
El capitulo 6 nos presenta ejemplos llevados a cabo casi siempre con ani-
males, y existen muchas pruebas de que las personas se sienten atraídas
poi situaciones o por otras personas asociadas con recompensas y ala-
banzes (véase Berkowitz, 1969b,pp. 55-59).No es que sean estos efectos
sencillos y automáticos, pero en su conjunto una persona estimará y pte·
ferirá a individuos que la han alabado o le han otorgado alguna recom-
pensa, o tratará de escoger un trabajo con a<]uellaspersonas con las que
ha trabajado con éxito con anterioridad O escogerá tareas semeiantes a
aquellas en las que ha experimentado resultados positivos en el puado.

SISTEMAS MOTIV AOONALES

Se ha dado un gran número de intentos por clasificar los motivos


humanos centrales de tipo aprendido o secundario. y a algunos de estos
motivos se les ha dedicado amplios estudios. Una de estas clasificaciones
fue propuesta por Murcay(1938), que hablaba de necesidadespsicogénicas,
Varias de las necesidades por él clasificadasse encuentran entre las que
han recibido una mayor atención en el laboratorio, y faltaríamos a la
verdad si no dijéramos que Murray ha provocado un gran impacto en
estos estudios sobre la motivación humana. El pensamiento de Murray
se hallaba muy influido por el psicoanálisis y en generallJor la teoría del
impulso. y su concepción de la «necesidad»tiene mucho en común con la
noción del impulso. Como podremos ver más adelante, los sistemas moti-
vacionales humanos que aquí estudiamos dependen, en gran medida por
10 que a su excitación se refiere, de factores situacionales, lo que nos da
a entender la importancia de los mecanismosincentivos en su funciona-
miento. Casitodo el trabajo realizadoen este terreno ha quedado expresado
148 MOTIVAcrON y EMOCrON

en términos de necesidades o motivos; cosa normal teniendo en cuenta


que los mismos proceden en una gran medida de una tradición de pensa-
miento motivacionalcuyo máximo representante era la teoóa del impulso.
Problemas de activaciÓDy de snedtda

La noción de motivo o de necesidadimplica una.propiedad o carac-


terística duradera de Ias -personas, e implica además que la fuerza del
motivo ha de variar dentro de una persona concreta, y entre los diferentes
individuos. Pata estudiar en serio el problema de los motivos humanos,
es preciso, por consiguiente, que contemos con técnicas que nos per-
miten, por una parte, fijar el nivel O la fuerza de un motivo en un mo-
mento determinado, y, por otra parte,' nos ofrezcan la posibilidad de
manejar, con fines experimentales, el nivel de activación del motivo.
A fin de ofrecer cierta luz sobre estos puntos, podemos tomar como
modelo el hambre. En este caso podemos variar la excitación del ham-
bre privando al sujeto durante algún tiempo de alimento (o hasta tanto
que haya disminuido su peso en alguna proporción). Medimos su ham-
bre con diversas técnicas --cantidad de alimento ingerido, tiempo de
latencia antes de empezar a comer, choque máximo que esté dispuesto
a tolerar con tal de llegar a su incentivo, etc.-. Son éstos procedimientos
relativamente objetivos, y parecen ser técnicas apropiadas para la exci-
tación y medición del hambre. Un problema de importancia central en el
estudio de la motivación' humana lo constituye el dar con operaciones
paralelas de excitación y de medida.de los demás motivos.
En ocasiones la actuación ha sido producida en el laboratorio, como
podremos verlo, por ejemplo, al final de este capítulo en el caso del mo-
tivo del éxito. La dificultad está en saber si la técnica excita de hecho el
motivo que nos interesa, y únicamente este motivo. Otra técnica para
variar la excitación consiste en seleccionar personas de las que se puede
decir que difieren en punto al motivo de que se trata. Nosotros no exci-
tamos el motivo de manera experimental, pero creemos tener razones
para pensar que las personas que hemos elegido varían en punto a los
motivos en que estamos interesados. Si estamos, pongamos por ejemplo,
interesados en la ansiedad, podemos escoger enfermos psiquiátricos en
calidad de sujetos con una ansiedad muy elevada, y gente «normal» como
individuos con una ansiedad más bien baja. Por supuesto que también
en este caso se nos presentan dificultades, entre otras Ia de que las per-
sonas que escogemos pueden diferir en otros rasgos diferentes de los
que nos interesan.
La mayor parte de los experimentos han empleado medios verbales
para medir los motivos. Como ejemplos de procedimientos corrientes
podemos citar las escalas de evaluación, los cuestionarios, y el relato de
narraciones, como veremos después. Dichas técnicas han de ser medidas
válidas de 105 motivos que tratamos de estudiar, y menester es reconocer
que el juicio sobre su invalidezes un juicio dificultoso, y bastanteinseguro.
ALGUNOS SISTEMAS MOnv:AClONALES l)BL SER HUMANO . 149

Podemos, por ejemplo redactar un cuestionario que sirva para medir


la ansiedad. Seleccionamos las preguntas en cuanto que se refieren a ex-
periencias o síntomas, de los que se piensa comúnmente que se dan en
estados de ansiedad, y podemos incluso fundamentar nuestras ·preguntas
comparando las respuestas de pacientes (angustiados) con las de personas
normales. Las narraciones han de ser puntuadas a fin de que nos propor-
clonen una medida de un· motivo, y podemos seleccionar «irernss de las
narraciones que han de ser puntuadas comparando las narraciones hechas
por personas con las que hemos tratado de activar experimentalmente el
motivo en cuestión, con las de las personas en las que no se haya hecho
esfuerzo alguno pOt excitar ese motivo.
Otras técnicas, tales como las medidas psicológicas de la excitación,
no han sido empleadas con frecuencia, Semejantes pruebas son de un
uso sumamente engorroso, y la interpretación de las mismas tropieza
con muchos de los problemas con que nos hemos encontrado en las me-
didas verbales .
.Teniendo en cuenta estas observaciones referentes a los problemas
de la excitación y de su medida, debiera estar claro que el estudio de la
motivación humana es una tarea sumamente dificultosa, una tarea Cuyos
resultados no siempre son claros y satisfactorios. Es menester que ten-
gamos siempre presentes i:stas consideraciones a medida que analicemos,
en las páginas que van a seguir, los sistemas motivacionales alos que se
ha prestado una mayor atención; ,
Rendhniento y mi,edo al fracll·SQ
A finales del decenio de los años 1940 iniciaron David C. McClelland
y sus colaboradores una serie de estudios cuya finalidad era la de ueilizar
la fantasía, tal cual se revela en los relatos de cuentos, como un medía
de diagnosticar un motivo humano muy importante, la necesidad de
éxito o de rendimiento (en abreviatura «nAch»: del inglés «need fur
achievement») que quedaba definido corno- afán competitivo con una
norma de excelencia. Los primeros experimentos (Atkinson and McCle-
lland, 1948) tuvieron, no obstante, como objeto el hambre. La razón de
ello consistía en que parecía deseable establecer en primer lugar los grados
de hambre que era posible detectar en el material producido por la fan-
tasia. La demostración de semejante relación hizo razonable que se con-
tinuara trabajando en puntuación de las narraciones con vistas a deter-
minar el nivel de la necesidad de éxito.
El procedimiento que se siguió pata medir la motivación ·consistía
en una forma modificada del Test de Apercepción Temática (TAT: en
inglés, Thematic Apperception Test) introducido por Margan y Murray
(1935). Se pedía al individuo que escribiera una historia relacionada con
cada una de las láminas que se le presentaban. El relato tenia que orga-
nizarse en torno a cuatro cuestiones: qué está sucediendo en la lámina y
qué personas se encuentran en la misma; qué ha ocurrido para llegat
a la situación que ha quedado expresada en la lámina; qué está ocurriendo
150 MOTlVA.CWI<r 'Y EMOCJON"

(qué piensa cada una de las personas); y qué va a suceder en el futuro


Estas preguntas ofrecen una mayor dirección a la hora de escribir el re-
lato que la ofrecía por el procedimiento empleado por Margan y Murray.
Una vez obtenidos los relatos es preciso evaluados en lo tocante
a la presencia y al grado de la motivación de rendimiento. A fin de dar
con elementos narrativos que pudieran reflejar temas de realización,
McOelland y sus colaboradores (1949) obtuvieron relatos hechos por
estudiantes universitarios varones. Un procedimiento corriente consistía en
aplicar al grupo una serie de tests y después hacerle escribir relatos. Los gru-
pos fueron tratados de manera diferente, de acuerdo con sus ejecuciones en
los tests previos a los relatos escritos, con vistas a crear distintos niveles de
actuación de la necesidad de rendimiento. Uno de estos grupos, el grupo re-
lajado, recibió los tests con la Instrucción de que el sujeto de experimenta-
ción lo constituíael test y no elestudiante, de manera que lo que evaluaba era
el test y no el estudiante. El otro grupo, en el grupo que podemos llamar
neutral, se les pedía a los estudiantes que hiciesen lo mejor que pudiesen,
ya que estaban "Siendodesarrolladas normas que habían de seguir las
pruebas. Finalmente, en un tercer grupa, en el grupo orientado al ren-
dimiento, los estudiantes puntuaban ellos mismos sus tests, una vez que
las hablan completado, y se les había hecho creer que eran para medir
la inteligencia, el lídeeazgo, y otras cualidades por el estilo. Considerando
estos tres grupos, pudiera uno espetar pOCl!.excitación en el primer grupo,
más en el segundo, y mucho 1lliLyoren el tercer grupo. (También hubo
otros grupos: fracaso, éxito y éxito mezclado de fracaso, pero no vamos
a describirlos en estos momentos). De este modo, los relatos escritos
después de los tests procedían de sujetos con tres niveles diferentes de
activación de la necesidad de rendimiento.
Los relatos fueron estudiados a fin de determinar los -«irems» que
diferenciaban al último grupo de los dos primeros. Se encontraron muchos;
por ejemplo, el grupo activado mostraba más imágenes de éxito o logro
personal, expresaba una mayor necesidad de rendimiento, y mostraba
más 3. menudo que los otros grupos estados afectivos cuando conseguía
--o no consegula- sus objetivos. Todos estos elementos, juntamente
con algunos otros, suministraban entonces los índices del grado de ren-
dimiento. La puntuación de un relato se basa en el número de elementos
indicativos del rendimiento que aparecen en la narración, y la puntuación
total en la necesidad de éxito es la suma de los valores de todas las na-
rraciones escritas,
La manipulación experimental de la activación de la necesidad de ren-
dimiento tuvo como meta obtener items válidos. En la práctica, se podría
determinar el nivel de la necesidad de rendimiento en un grupo de per-
sonas sin necesidad de estos manejos, es decir, basándose únicamente
en las narraciones. Pero, sin embargo, bajo estas condiciones de no acti-
vación existe una enorme diversidad de puntuaciones.
ALCUNOS SISTEMAS MOTIVACIO:NA.LES DEL SER HUMANO 151

Es importante indicar que las láminas empleadas constituían una


fuente muy importante de variación en los resultados conseguidos. Las
láminas que normalmente se empleaban mostraban una o varias per-
sonas en una actividad relacionada con el rendimiento, tal como una
escena de trabajo (por ejemplo, dos hombres en una máquina, un joven
con un violín) o en una competición atlética (por ejemplo, un joven que
trata de encestar en un partido de basket). Las láminas han de ser pun-
tuadas según el grado de rendimiento y otros indicios que contienen,
y las puntuaciones de rendimiento de las narraciones que han sido escritas
varían de acuerdo con la puntuación de la lámina. Es probable que las
mejores láminas sean aquéllas que tienen un número intermedio de su-
gerencias competitivas, al menos para el caso en que sea usado este pro-
cedimiento en condiciones neutras, Las láminas que tienen pocas suge-
rencias o incluso ninguna no llegan a sonsacar temas de rendimiento en
muchas personas, al paso que las láminas que tienen muchas sugerencias
son las más apropiadas para hacer brotar relatos de logros en casi todas las
personas. Las condiciones de instrucción tendrán asimismo un efecto grande
sobre las puntuaciones obtenidas (Cofer and Appley, 1974, pp. 715-719)),
Hemos descrito los procedimientos empleados para medir el nivel
de necesidad de rendimiento. Un punto importante que no hemos mcn-
donado es el de saber en qué medida concuerdan los diferentes jueces
que punruan las narraciones. Estudios hechos sobre este punto muestran
que se da un acuerdo relativamente bueno. Bien es verdad que los jueces,
antes de puntuar las narraciones, han de irse familiarizando con los ma-
nuales de puntuación al uso (véase McClelland y otros, 1953) y que han
de hacer prácticas de evaluación puntuando relatos. Desgraciadamente,
las puntuaciones conseguidas de los mismos individuos en tiempos di-
ferentes y sin que se dé razón alguna para que hubiera cambios, no con-
cuerdan tanto como uno quisiera. Mas, a pesar de este hecho. se da la
suficiente correspondencia entre las puntuaciones del nivel de rendimiento
y otros conductos como para que no sea posible concluir que este sistema
de puntuación no. deja de tener algún valor.
Pasamos ahora a la relación entre las puntuaciones de nivel de ne-
cesidad de-rendimiento y otras conductas. Esta relación es importante, ya
que si es ínfima o insuficiente, apenas hay base para toda la empresa. Lo
que equivale a decir que puede desarrollarse una medida sobre la base de
diferentes condiciones de excitación, y, sin embargo esta puede carecer
de interés a menos que pueda mostrarse que se relaciona con otros aspectos
de las actividades humanas. Un considerable esfuerzo ha sido dedicado
al estudio de dichas relaciones, as! como al de los trasfondos de quienes
alcanzan altas o bajas puntuaciones en la necesidad de rendimiento. Pa-
samos a continuación a estos temas. Mas antes de que 10 hagamos qui-
siéramos mencionar que las mediciones del rendimiento que usan mé-
todos de cuestionario no se relacionan suficientemente con la medición
basada en.la fantasla. Por tanto al hablar del nivel de la necesidad de rendi-
miento, es siempre importante tener en cuenta qué clase de medición
152 . MOTIVAOION \' EMOOION

estamos examinando, Ndsotro, nos ocuparemos de la medición que se


basa en la fantasia.
Se dan algunas relaciones relativamente directas entre el nivel de
la necesidad.de éxito y la.conducta. LoweIl (1%2), por ejemplo, comparó
las ejecuciones de sujetos con altas o bajas puntuaciones en lo que a nivel
de necesidad de éxito se refiere, en un test aritmético y en otro de palabras
revudtas. Ambos grupos comenzaban casi al mismo nivel en la prueba
de palabras (prueba que exigia que formasen palabras con letras revueltas),
pero el grupo con elevada puntuación de rendimiento mostraba una me-
jora substancial en la ejecución, al paso que el grupo con baja puntuación
mostraba una mcjora muy reducida. Las puntuaciones de los tests de
aritmética de los sujetos con alta necesidad de éxito fueron consecuente-
mente superiores a las del grupo con puntuación baja. Sin embargo,
en lo fundamental la investigación sobre los correlatos comporta mentales
de la necesidad de éxito han hecho ver que la relación es sumamente
compleja. La primera complejidad surge ya de la medida misma, y la se-
gunda indica que la mejora realizada en las tareas es una función compleja
de otras variables aparte dc la necesidad de rendimiento. Teniendo en
cuenta que es muy posible que se hallen implicadas variables de interacción
en todas o por lo menos en la mayor parte de las situaciones en que se
hallan envueltos motivos humanos, no estará de más el que estudiemos
con algún detalle esta segunda complejidad.
La primera complejidad fue ya apuntada en un estudio que publi-
caron McCJelland y Liberman (1949), los cuales pidieron a sus sujetos
que identificaran palabras que les eran presentadas por un muy breve
lapso de tiempo, y que midieran el tiempo preciso para el reconocimiento
de las palabras. Las palabras presentadas incluían palabras relacionadas
con el rendimiento, como, por ejemplo, éxito y fracaso. Los sujetos dieron
un amplio aspecto de puntuaciones en la necesidad de rendimiento. Los
que tenían puntuaciones elevadas reconocían más rápidamente las palabras
que denotan rendimiento. Ahora bien, el descubrimiento más interesante
lo constituyó el hecho de que el reconocimiento de un rendimiento ne-
gativo o fracaso era más lento en el subgrupo con puntuación intermedia
que en los subgrupos con puntuación elevada o baja. Este descubrimiento
llevó a pensar que los sujetos con puntuación intermedia temen el fracaso
más bien que desean el éxito. Un estudio realizado posteriormente por
Atkinson (1953) apoyó esta idea. Este autor pidió a los sujetos que reali-
zaran una serie de tareas. arreglándoselas para que la mitad de las mismas
quedara completada y la otra mitad no.
Las tareas eran nevadas a cabo bajo una de las siguientes condiciones:
relajados, orientados hacia la tarea con implicación del yo. A continuación
les pidió que recordasen las diversas tareas encomendadas. Un hallazgo típí-
ca en situaciones en que los sujetos recuerdan las tareas terminadas y las de-
jadas a medio terminar es el de que recuerdan más las completas que las in-
completas (Efecto Zeigarnik, que discutiremos más extensamente en el ca-
pítulo 8). Bajo condiciones rolas que hay implicación dd yo (a los sujetos se
ALGUNOS SIllTEMAS MOTIVACIONALES DEL SER HUMANO 15a;

les hacia creer que las tareas eran medidas de habilidad). 108 sujetos con alta
necesidad de érito se comportaban como era de esperar de ellos, recordando
más las tareas incompletas. En las otras dos condiciones (de relajación, y
orientación hacia la tarea) los sujetos con ruta necesidad de éxito no se
portaban de este modo, al contrario, los sujetos con necesidad de rendi-
miento recordaban más las tareas completadas que las dejadas a medio
hacer bajo la condición de implicación del yo, y en las restantes condi-
ciones: recordaban más las tareas a medio hacer. Estos últimos hallazgos
son compatibles con la idea de que el fracaso es un trastorno para los de
baja necesidad de rendimiento, y que, como las tareas dejadas a medio
hacer representaban un fracaso, estas tareas no fueron recordadas. Descu-
brimientos como éstos nos dan a entender qu~ la escala de medida de la
necesidad de rendimiento no es unidimensional, sino que puntuaciones
intermedias y bajas pueden expresar un miedo al fracaso, al paso que las
puntuaciones elevadas representan una actitud positiva hacia el éxito y
una voluntad de aceptar un desafio para llegar a ese éxito, es decir, una
esperanza de éxito.
Ha habido varios intentos de establecer medidas para diferenciar
a los que anhelan el éxito de los que tienen mucho miedo al fracaso. Se
han desdeñado medidas proyectistas, y se ha empleado (véase Arklnson,
1964; Birney, Burdick and Teevan, 1969) un cuestionario pata medir la
ansiedad (véase más adelante). En nuestra exposición del motivo del ren-
dimiento, vamos a seguir a Atkinson (1964) que ha usado el Cuestionario
para medir la ansiedad (TAQ: en inglés «Test Anxiety Questioanaire»)
para- averiguar el miedo al fracaso. Birney y sus colaboradores (1969)
ofrecen una interpretación diferente de esta faceta de la motivación de un
rendimiento.
Los hallazgos descritos por Arkinson sobre el recuerdo de tareas
completas e incompletas, que acabamos de resumir, encierran otro re-
sultado importante, que está relacionado con la segunda complejidad
a que antes hemos aludido; Se trata del descubrimiento de que la pauta
del recuerdo de estas dos clases de tareas diferfa en los sujetos con al-
ta y baja necesidad de rendimiento de acuerdo con las condiciones que
rodeaban al yo. Los sujetos con mucha necesidad de rendimiento recor-
daban más las tareas completadas que las no completadas, únicamente bajo
condiciones que envolvían al yo, condiciones podríamos decir que «com-
prometen» o «excitan» el. motivo de rendimiento. Cuando no se hallaba
implicada. una. evaluación personal (es decir en caso de relajamiento o de
orientación hacia la tarea) habla diferencias mínimas en el recuerdo de
ambas clases de tareas. Lo cual nos da a entender que el nivel de necesidad
de rendimiento no actúa auromáticarnen te, sino que lo hace tan s610cuando
un sujeto con alta necesidad de rendimiento percibe la situación como una
situación evaluativa.
Otra observación relacionada con la segunda complicación fu·checha
inicialmente PO! MacClcIIand (1958) en un estudio realízado con niños
154 I<IonVACION y EMOCiON

que tenían que acertar con un anillo en una clavija, ya los que se permitía
que arrojaran el anillo desde cualquier distancia que hubieran ellos escogido.
Los niños que tenían una gran necesidad de rendimiento se colocaban en
un lugar que no estaba demasiado cerca ni demasiado lejos de la clavija,
eligiendo una distancia intermedia desde la cual teman buenas posibili-
dades de éxito sin llegar a tener una certeza absoluta de conseguirlo,
Atkinson (1958) hizo que sus sujetos (estudiantes de universidad)
llevaran a cabo tareas, y les elijo cuál era la probabilidad de que recibieran
un incentivo monetario ($ 1,25 o S 1,50). Asimismo les indicó la remunera-
ción que corresponderla a uno de cada 20, o a uno de cada 3. uno de
cada 2, o a 3 de cada 4 de los que interven1an en la prueba. Se midió la
ejecución de las tareas encomendadas. Los sujetos con altas puntuaciones
en el nivel de rendimiento trabajaron al máximo en las probabilidades
inmediatas (1/3 y 1j2), más que en las dos probabilidades extremas. El
efecto era más pronunciado cuando se trataba de una remuneración de
S 1,25. Según parece, la remuneración de S 2,50 era suliciente para moti-
var un trabajo casi por igual en todos los niveles de probabilidad. Pero
en lo que a los incentivos menores se refiere, el experimento da a entender
que la evaluación que las personas con mucha. necesidad de rendimiento
hacen de sí mismas no era realidad en las ocasiones en que las probabili-
dades eran extremas. Las muy favorables (3/4), indican que el éxito sig-
nifica muy poco en 10 que respecta a las propias habilidades, las muy des-
favorables (1¡20) pueden a fin de cuentas significar Jo mismo. es decir
que el éxito puede ser considerado más como un objeto de suerte que de
capacidad.
En su integración teórica de los diversos aspectos que contribuyen
a la ejecución orientada hacia. e! rendimiento, Atkinson (1964, capitulo 9)
ha propuesto que hay dos tendencias. una a conseguir el éxito. y otra
a eví tar el fracaso. En cada uno de estos dos casos es preciso considerar
tres factores, la fuerza de la tendencia o del motivo, la espetan2a o pro-
babilidad de éxito (o de fracaso) y el valor de incentivo del éxito ( o el
valor de incentivo negativo de! fracaso). Por supuesto que el segundo
factor. lo mismo cue el tercero es un factor esencialmente situacional,
al paso que el primero es un factor característico de los individuos, y que
difiere por lo mismo de una persona a otra.
Atkinson considera que la ejecución en una situación de rendimiento
representa e! equilibrio entre dos tendencias. cuyo valor es producto de
los tres factores relacionados con la misma. La tendencia al éxito está
por debajo de las respuestas instrumentales, al paso que la tendencia a
evitar e! fracaso inhibe. o suprime las respuestas relacionadas con el ren-
dimiento (véase-la figura 20).
La combinación de estos tres factores en el caso de la tendencia al
rendimiento nos es dada por la ecuación Te = Me X Pe x le. Te es la
tendencia a acercarse al éxito. Me el motivo del éxito, Pe la probabilidad
del éxito, y le es el valor de incentivo del éxito con respecto a una activí-
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Cuando Me= 3 y Md= 2

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Cuando Me = 3 y Mcr= 3

FIGURA 20. Fuerza de tendencia a acercarse al 6dto (Te), tendencia a


eludir el fracaso (T-f) y tendencia resultante (Te +
T-f) para Jos. niveles de
Me y Mef. Tomado de Atkinson, J. W. An inf1'oJuction t6 trUltiwtion, 1964,p. 247,
fig. 9~1. Con permiso de Van Nostrand Reinhold Company.
156

dad concreta. Los tres factores se combinan multiplicéndose. Ast, si el


motivo es fuerte, pero uno de los otros dos factores (por ejemplo, el de
probabilidad) es muy débil, el efecto neto por lo que se refiere a la con-
ducta. del rendimiento será menor que si los dos otros motivos hubieran
sido de fuerza moderada. &1 pues, para un sujeto con un elevado grado
de Me, habría una tendencia a esforzarse por el éxito en un nivel inter-
medio de dificultad en la.tarea, ya que la probabilidad de éxito en el nivel
más diíicultoso habría sido muy pequeña, al paso que el valor de incentivo
del éxito en un nivel muy fácil habría sido también muy pequeño. (La
fuerza de le nos viene dada por 1 - Pe). La combinación de los tres
factores enel caso de evitación del fracaso es lograda de la. misma manera,
es decir, por la ecuación, T - f = Mef x pf x If, en donde el subíndice'
f se refiere al fracaso, ef se refiere a la evitación del fracaso y -f se refiere
también a la evitación del fracaso. Una vez más es multiplícativa la com-
binación de facrores, y para encontrar el valor neto de la tendencia a
evitar el fracaso, hay que introducir en la ecuación los valores de Mef,
Pfy If.
Se presume que todos 'poseemos, al menos en una cierta medida,
tanto Me como Mef, de manera que en toda situación de rendimiento
experimentemos todos un conflicto de acercamiento-evitación (véase
el capitulo 8). La conducta. será resultado de la sumación de Te, una can-
tidad positiva; y -f, una cantidad negativa. Podemos aclarar cómo actua-
rían estos signos aritméticos por medio de un ejemplo. Supongamos
que Me tiene un valor de 3, Mef un valor de 1. y supongamos valores
de .90 y .50 para Pe (lo que automáticamente nos da para le. unos valores
de .10 Y .50 respectivamente). &f, 3 x .90 x .10 da .27 para. Te y.3 x
.50 x 5Qdan .75 para Te; en los dos casos; Te es mayor para.la ejecución
a un nivel intermedio de dificultad (pe = .50). Supongamos asimismo
valores de Pf de .10 y.50 (con valores de H de -.90 y -.50, respecdva-
mente).Entonces,l x .1Ux -.90=-.09 para Tfensucaso,yl x .50 x -.50
nos da -.25 en el otro. Combinando Te y TE para los dos casos nos da
10 siguiente; .27 (para Te) + (-.09, para TE) = .18 y .75 (para Te) +
(-.25 para Tf-) =.50. En neto la motivación de rendimiento para
ambos casos es por consiguiente.lB y .50, Yse da, una vez más, preferencia
por el trabajo en una tarea con un nivel intermedio de dificultad, Por supues-
to que otras series de valores, tanto para Me y Mef, como también para
Pe, le, Pf y lf, nos darían predicciones de ejecución a otros niveles de
dificultad en la tarea.
Este análisis muestra la complejidad de la conducta orientada al
rendimiento y acentúa mucho los factores distintos del motivo mismo en
la determinadión de la. conducta. POt supuesto que la aplicación de este
análisis a las situaciones reales exige métodos para determinar los valores
de los diversos componentes de la ecuación. Alguna confirmación del
precedente análisis nos llega de la literatura experimental, aun cuando
es preciso decir que la minuciosidad del análisis teórico es considerable-
mente superior a las técnicas experimentales que son habitualmente
empleadas para.probar dicho análisis.
Se han realizado muchos intentos para medir otros motivos por parte
del grupo de McClelland-Atkinson, los cuales utilizaron medidas pro-
yectivas o de la fantasía, Entre ellos se hallan el poder, el sexo, la agresión,
el miedo y la afiliación (Atkinson, 1964, pp. 227-228; Cofer and Appley,
1971, pp. 700-706-711). Con excepción de la afiliación, que estudiaremos
más adelante siquiera sea someramente, hay pocos trabajos posteriores
a los de Atkinson y su grupo.
Ha habido interés por el origen de la motivación de rendimiento.
Winterbottom (1958) descubrió las primeras experiencias infantiles de
niño con altas puntuaciones en la necesidad de rendimiento estaban ClI.4
racterizadas por una educación que insistía en 10$ logros independientes.
McCldland (1961, 1965; McCleHand y otros, 1958) ha aplicado los prin-
cipios subyacentes a los trabajos sobre el motivo del rendimiento al es-
tudio comparativo de las sociedades yal desarrollo de la motivación del
rendimiento en los llamados paises «subdesarrollados».
La investigación sobre la motivación del rendimiento constituye
uno de los enfoques más minuciosos y mejor integrados al estudio de la
motivación humana. La complejidad de la explicación resultante, con su
énfasis en la importancia de las contribuciones situaeionales (incentivos)
al comportamiento que se quiere analizar, es un buen antídoto contra
las teorías más simples que colocan todo el peso de explicación única y
exclusivamente sobre las fuentes internas de la motivación.

AfiUacl6ll, dependeoda)' aprobación

La norma de excelencia que se halla implicada en la conducta orien-


tada al rendimiento puede surgir de condiciones sociales, O puede cons-
tituir la base sobre la cual nos recompensan otros. Sin embargo, podemos
por 10 menos concebir que una norma CJuizáno tenga un carácter social.
Por otra parte, las relaciones con las demás personas constituyen la parte
más importante de la vida del, común de los mortales" aun cuando puedan
darse diferencias individuales en cuanto a extensión e intensidad de dichas
relaciones; 'y muchos investigadores han creído que tiene que haber un
fundamento motivacional del interés por las demás personas. Diversas
son las maneras como ha sido explicado el comportamiento social. Una
de ellas es la que trataremos brevemente en el capítulo siguiente, yen este
mismo capitulo trataremos de la ansiedad corno fundamento de la conducta
de aplicación. Ahora nos interesa ver 105 posibles motivos que quedan
expresados en nuestras relaciones directas oon los demás, es decir, los
motivos de a611ación.dependencia y aprobación.
Se han descrito diversos métodos proyectivos para medir la nece-
sidad de afiliad6n (véase Cofer and Appley, 1971, pp. 706-707), pero la
medida más a menudo estudiada en relación con otras conductas ha sido
158 MOTIVACION y EMOClON

la desarrollada por French (1956). En este procedimiento, el sujeto recibe


una serie de items que aluden a las conductas características del hambre.
Se pide-a los sujetos que escriban una explicación o den razón de por qué
el. hombre concreto se conduce de la manera indicada por el item. En-
tonces se clasifican y puntúan las afirmaciones del sujeto en lo que res-
pecta a imágenes de rendimiento o afiliación (de todos los items). Los
evaluadores han sido preparados para ello concuerdan en las puntuaciones
que asignan a cada uno de estos motivos.
French (1955) descubrió que la ejecución en una tarea de substitución
de digitos realizada bajo condiciones de relajamiento, se relacionaba
con las puntuaciones en la necesidad de afiliación. Este descubrimiento
fue interpretado en el sentido de que indicaba que el experimentador
amistoso comprometía el motivo de afiliación en una situación de no-
rendimiento. French (1956a) estudió asimismo la elección de compañeros
de trabajo como una función de la motivación de rendimiento y afiliación.
Sujetos con gran._necesidad de rendimiento pero bajos en necesidad de
afiliación buscabancolaboradores que sabían que eran competentes, más
que a sus amigos. SUJetos con una pauta igversa. de motivación tendían
a buscarse a sus propios amigos como colaboradores en el trabajo. French
(1958) formó asimismo grupos que eran homogéneos en la motivación
(véase figurii 21). Una serie de grupos quedaba constituida por ,sujetos
con mucha necesidad de rendimiento y poca necesidad de afiliación, y
otra por sujetos con puntuación alta en necesidad de afiliación y baja en
rendimiento. Entonces los grupos se pusieron a trabajar en una tarea
en la que tenían que, gracias a la comunicación oral, construir entre todos
un relato a partir de frases o sentencias breves. Ambos grupos trabajan
bajo una orientación grupal, es decir, tenían que coincidir en una solución
final única, o bajo orientación individual (en la que no era precisa dicha
coincidencia). Se daban asimismo dos tipos de información o retroali-
mentación (feedback). Uno acentuaba el rendimiento, otro, en cambio,
la armonía del grupo en e! trabajo (información de! sentimiento). Cuando
se insistía en la ejecución, los que tenían una gran necesidad de rmdimiento
obraban mejor que ·los que tenían una elevada necesidad de afiliación,
y ello tanto bajo la orientación grupal, como bajo la individual. Los su-
jetos con una elevada necesidad de ~liación actuaban mejor cuando se
insistió en e! sentimiento que cuando -Sé' insistió en la ejecución, y mejor
hajo la orientación de grupo que bajo la orientación individual. .
El grupo de afiliación aventajaba al grupo de rendimiento bajo in-
formación del sentimiento y la orientación grupal combinados, mas no
de otra manera. Estos descubrimientos otorgan cierta validez a la medida
de la necesidad de afiliación propuesta por Frcnch, pero por 10 que sabe
el autor de estas lineas, e! trabajo de French no ha sido proseguido.
rLa conducta descrita como dependiente, es decir, la que produce
la ayuda, asistencia, atención, contacto físico, comodidad, etc., de los
demás, ha sido considerada como motivo, tanto en la literatura clínica
ALGUNOS SISTEMA8. MOTtVAcrONALES
DEL SER HUMANO 159

como en los estudios sobre la niñez.TEI motivo ha sido caracterizado como


impulso adquirido (Sears, 1963, p. 29), nacido a raiz de las interacciones
que han tenido lugar en temprana edad entre el niño y los que de él cui-
daban, más su estatuto como motivo no ha quedado nunca bien esta-
blecido. Merece la pena que 10 mencionemos en este lugar, porque puede
servir como ejemplo de un «motivo» ~1que se le pueden dar otras expli-
caciones distintas de las de ser un motivo.
Gewirtz (1961, 1969a, b) ha ofrecido otra interpretación alternativa,
Dicho autor ha registrado experimentos en los que un breve aislamiento
social y una estimulación social así como la saciedad de o la retirada de
reforzadores sociales (Gewirtz and Baer, 1958a, b; véase Eisenberger,
1970) han tenido efectos sobre la efcctlvid:td de los reforzadores sociales
usados posteriormente en otras tareas. La interpretación que hace él de
estos descubrimientos queda definida, en parte, con las siguientes pala-
bras (Gewírtz, 1969a, p. 90): «Aunque la saciedad y la recuperación en
punto a un estimulo social producen efectos opuestos, aditivos como los
que caracterizan las funciones de saciedad y recuperación (es decir, pri-
vación) para 105 estímulos apetitivos, seria superfluo añadir la expresión
«impulso» como se ha hecho tradicionalmente •.. la descripción de la re-
lación funcional responde suficientemente a la mayoda de las .exigencias».
Todo cuanto Gewirtz desea concluir de la operación de estimulación y
de la privación social, poe ejemplo, es que reducen o aumentan. respecti-
vamente, la eficacia de los reforzadores sociales.
Gerwitz quisiera analizar las conductas dependientes (asi como
otras muchas) cual si fueran desarrolladas. reforzadas, y mantenidas por
la provisión de estímulos reforzantes por parte de otros, especialmente
por parte de quien mayor cuidado del niño ha 'tornado (normalmente la
madre). Las conductas de dependencia tienen Jugar porque son refor-
zadas, y el efecto de la estimulación y del aislamiento sociales es, como
10 hemos ya dicho, el de aumentar la eficaciade algunos de los reforzantes
administrados al niño por su cuidador. La madre llega a ser tul reforzador
generalizado, es decir, su eficacia reforzadora surge del hecho de que es
eapaz de administrar la amplia "Variedadde reforzadores que responden
a una amplia gama de necesidades del niño: Si las conductas dependientes
son reforzadas por la madre, o si la ocurrencia de sus refuerzos coinciden
con la presencia de conductas dependientes, queda el niño caracterizado
como un niño dependiente. Sin embargo, la dependencia consta de mu-
chas conductas capaces de se!' reforzadas. Si no lo son. es de presumir que
el niño no sea dependiente, es decir, no hay ninguna necesidad o motivo
de ningún género que tenga que aparecer y desarrollarse. .
Este análisis de la dependencia hecho por Gewirtz, extensible a mu-
chas otras conductas sociales atribuidas algunas veces ~ motivos, ilumina
un problema de motivación humana. Es posible que muchos motivos
aparentes reflejen únicamente una conducta instrumental para obtener
una variedad de refuerzos, y no surgen de ningún motivo. Semejante ami-
MOTlVACION y EMOClON'

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Rendimiento Aplicación
Tipos de información
Rendimiento ~ O Sentimientos

}o'IGURA 21. Ejecución de una tarea para sujetos con elevada necesidad de
rendimiento o con elevada necesidad de afiliación bajo orientaciones grupales
o individuales e información de la ejecución o del sentimiento. Tomado
de French, E. G. Effects of the interaction of motivation and feedback
on task performance (Efectos de la Interacción de la motivación y retroali-
mentación sobrela ejecución de una tarea), en : J. Vol. Adaman (Ed.) M oiioes
in jrmtasy, action and society. 1958, p, 404, tabla l. Con permiso de Van
Nostrand Reinhold Campan')'.

lisis deja. por supuesto, sin solucionar el problema de por qué son efectivos
los reforzadores y qué son en concreto.
Crowne y Marlowe (1964) hablan propuesto un motivo para la
aprobación, El punto de partida de:estos autores lo constituía un estudio
del que se concluía que muchas personas, al responder a escalas de per-
sonalidad, cuestionarios, o tests, mostraban una tendencia a responder
a las preguntas de forma que se mostraran a una luz favorable, es decir
tendían a 'dar respuestas socialmente deseables. Mientras esta tendencia
ha sido considerada por muchos investigadores como un defecto de los
tests de personalidad, se plantean Crowne y Marlowe el problema de
determinar si dicha tendencia a responder de maneras socialmente deseables
puede acaso ser reflejo de una disposición motivacional. El trabajo de
dichos autores incluye el desarrollo de una nueva escala de desiderabilidad
social, una serie de demostraciones de que las personas que puntúan ca
diferentes niveles dentro de esta escala se conducen de diferentes maneras
en otras situaciones sociales, y una conceptualización del motivo de apto-
bación,
Las escalas de personalidad en las que fueron inicialmente observadas
las tendencias a dar respuestas socialmente deseables, contenlan muchos
items relativos a síntomas (por ejemplo, me siento importunado por ata-
ques de náuseas y v6mítos). La escala propuesta por Crowne y Marlowe
evita este tipo de items y emplea más bien preguntas (por ejemplo, antes
de ir a votar investigo con todo cuidado las cualidades de todos los candi-
datos; algunas veces me síenro resentido cuando no consigo lo que quiero),
una de cuyas respuestas (verdadero o falso) es aprobada en general por la
cultura aun cuando no sea verdadera para la mayor parte de la gente. La
escala es bastante RabIe y hay evidencia de su validez, como nos lo hace
ver el siguiente sumario. Las personas «que muestran una. tendencia a
dar respuestas socialmente deseables en la escala M-e (Marlowe-Crowne)
son más conformistas, más precavidas y persuasibles, y su comportamiento
se ajusta más a las normas, que el de las personas que se retratan de una
manera menos eufemísticas (Crowne and Maelowe, 1964, p. 189). Mues-
tran una mayor disponibilidad hacia el trabajo oscuro, una mayor faci-
lidad de condicionamiento verbal, un mayor conformismo social, unos
objetivos más precavidos en situaciones de algún riesgo, y una mayor
susceptibilidad a la persuasión que las personas que no muestran dicha
tendencia a dar respuestas socialmente deseables (Crowne and Marlowe,
1964. p. 190). Estas personas dan asociaciones de palabras populares y
es muy probable que consideren preocupante una tarea que implique la
percepción de expresiones «obscenas» si es que pa= que .dicha tarea
implica una evaluación de su comportamiento. Evitan las amenazas a
su propia estimación y buscan la afiliación a los otros •
•Las personas con una gran necesidad de aprobación dependen «de
la evaluación favorable de los demás» y eluden toda autocrítica, El motivo
de aprobación es en si mismo «el deseo de un apoyo social, autopro-
tección, y evitación del fracaso... », Sus objetivos «incluyen el reconoci-
miento y status social, protección y dependencia, y amor y afecto» (Crownc
and Marlowe, 1964, p. 202)•.
De los tres motivos que estamos considerando en esta sección el
motivo de aprobación ha sido investigado mucho más intensamente que
el motivo de afiliación. y la investigación parece confirmar la existencia
de una tendencia motivacional ~ la aprobación más de 10 que lo hace
en favor de la dependencia. Sin embargo, tiene que haber áreas de super-
H-
162 MOnv....
oros y EMOOION"

posición entre estos motivos, como parecen, de hecho, darlo a entender


algunas de las citas de Crowne y Marlowe que hemos dado un poco antes.
y posiblemente un análisis del tipo del de Gewírtz, si fuera aplicado al
caso de la afiliación y de la aprobación, pudiera obviar la exigencia de
tener que acudir a los motivos y sugeriría la importancia de determinadas
clases de reforzadores. Desgraciadamente es muy pequeño el esfuerzo
que hasta el presente se ha consagrado a un análisis simultáneo de estos
tres motivos, o al análisis de la afiliación y de la aprobación en términos
de refuerzo.

Agresión

El postulado de un impulso o incluso de un instinto de agresión ha


caracterizado a gran parte del pensamiento relativo a la motivación hu-
mana, muy m especial al procedente del psicoanálisis. Este postulado
suele ser confirmado por muchos reportajes, especialmente en los Estados
Unidos, sobre agresiones y ataques ---asesinatos, estrupos, violaciones->,
que uno puede leer en la prensa de cada día, También la guerra ha sido
tomada a veces como una prueba en favor de la base motivacional de la
hostilidad y de la agresión. A pesar de lo cual, muchos científicos sociales
e investigadores del comportamiento animal juzgan que es mínimo el
fundamento en que puede apoyarse la afirmación de la existencia de un
instinto de agresi6n o incluso de un impulso conforme al modelo hidráulico,
e indican claramente (cfr. Berkowitz, 1969a) que semejantes concepciones
tan simplistas de la agresión, aunque filciles dé ser entendidas, dan muy
lejos del blanco cuando se las estudia con mucho más detalle.
La agresión de los animales inferiores es admitida por todos, .pero
lo que es de sumo interés es el hecho de que raras veces llega hasta la
muerte la lucha entre animales de una misma especie, excepto en el caso
de que se encuentren en cautividad o de superpoblación (Harriaon Ma-
thews, 1964; Barnett, 1957). Especies diferentes : de animales pueden
convivir pacifieamente en un mismo territorio general; excepto enel caso
de una relación de predador-presa. Gran parte de la conducta agresiva
(o como se le suele llamar a menudo, agonística) entre animales es de una
variedad amenazadora, más que de combate verdadero, y ha sido desig-
nada a menudo como ritualista. La conducta agonistlca surge, según
parece, primariamente en. determinadas condici?nes, por 'ejemplo en. de-
fensa del territorio o en competición-sobre 'Objetos alimenticios o sexuales,
o en la predación. De ahi que los relatos que se oyen a menudo de luchas
a muerte entre animales más bien reflejan la excepción y no la regla, y
sirven a menudo a propósi tos románticos de ñ.cción, que a una descrip-
ción de la realidad tal como es. Hablando de esas luchas a muerte, escribe
Harrison Matthews (1964, p. 22),. «.•. cuanto más he buscado ejemplos
de semejante lucha abierta entre mamíferos de una. misma especie, menor
ha sido el éxito de mi búsqueda. y dudo mucho que suceda algo así
en la naturaleza»,
ALGUNOS SIlITBMAS MOTlVAClONALES DEL SER HUMANO l63

Lo cual no quiere decir que no haya pautas de comportamiento


agonistico en los animales, que al parecer son innatas. La estimulación
eléctrica de áreas cerebrales en pollos y gatos (véase Berkowitz, 1965,
p. 320) puede hacer surgir actos agresivos o componentes de los mismos,
pero, como lo ha indicado Flynn en el caso de los gatos (1967), la mani-
festación de agresión depende de la adecuación de los objetos a los que
puede ser dirigida esa manifestación de agresión (figura 22). Por ejemplo,
gatos que han recibido esa estimulación no atacan a trozos de goma es-
puma. pero en cambio atacarán ratas simuladas o anestesiadas, y por lo
común, más frecuente a estas últimas que a las primeras (Flynn, 1967,
fig, 3, p. 27). La estirnulación eléctrica del hipotálamo es eficaz para elicitar
la agresión" peto su eficacia: puede ser tanto facilitada como reducida
por la estímulación simultánea de otras regiones; Además, es necesaria
una escimulación a partir de la petifer_ú..En" efecto, la"eficacia de la csti-
mulación hipotálamica en la producción de la agresión se ve muyreducida
cuando tienen los gatos sus ojos vendados. o cuando además de tener
los ojos vendados les han sido seccionadas las dos ramas sensoriales del
nervio trigémino, ramas que tienen una importancia muy grande para
la conducta de morder. (Flynn, 1967). Está claro que las estructuras ce-
rebrales (véase Kaada, 1967),al menos por lo que se refiere a determinados
animales, pueden mediar en la producción de actos de agresión, pero
también la csrimulación externa es necesaria.
En el hombre puede ser habitual la agresí9n. ya que la conducta
agresiva suele ser muy eficaz para obtener una-gran variedad de refuerzos¡
de aqul que pueda ser aprendida como una pauta general y que no necesite
ser motivada específicamente. Sin embargo, esta formulación no responde
al problema de si la agresión puede surgir de un impulso o quizá de una
emoción.
En nuestro estudio de los aspectos motívacionales de la agresión
seguiremos a Berkowitz (1962, 1965). Dicho autor parece considerar al
comportamiento a'gresivo como afirmado en la cólera y en «la presencia
de algunos indicios que funcionan como desencadenantes de dicho com-
portamiento ... ». (1965, p. 313). Una fuente de la cólera' es la frustración,
y Berkowitz adopta una forma modificada de la hipótesis" frustración-
agresión, propuesta inicialmente, bien que' de una manera bastante for-
mal, por Dollard y otros (1939). Proponia esta hipótesis que la frustración
es producida por la interferencia en la realización de una respuesta de
meta en algún punto de la secuencia de actos que normalmente inter-
vienen en esta respuesta de meta, para lo cual está motivado el individuo.
El comportamiento agresivo en sI tiene corno fin el hacer daño a alguien
o a algo. Sin embargo, teniendo en cuenta que existe una agresión ha-
bitual, no todo comportamiento agresivo presupone una frustración,
asimismo hay otras muchas respuestas además de la agresión, que pueden
darse a la frustración.
Opina Berkowitz que la cólera crea una. disposición hacia el com-
portamiento agresivo, pero qu~ la ocurrencia de la agresión depende de
100lC
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50 ... gatos 1
D Rata
~ Rata de mentira
anestesiada

I Otros· objetos
O .

ga.
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50
1ÓO.·.. f·· n. mm..;t :
(1 ,. 50
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gatos

O O. ;;

galos 7 Perros de Juguete


velludos
• 9 Ataque ~~
. sobre 50
SOlnL· . r
~ ; ~': ' otros
O - ~ . . 0' .. objetos ..L.J............ goma
'0 ........ espuma

FIGURA 22. Datos que muestran la frecuencia de ataque por parte de


9 gatos sobre tres objetos.Tomado de Flynn, J. P. The neural basís of agres.
síon in cats (La base nerviosa de la agresión en los gatos), en: D. G. Glass
(Ed.) Neurophysiology mull!7lWtUm, 1967, p. 47, fig. 3. Con permiso de la Rockefc-
ller Universitv Press,

la presencia de «... estímulos convenientes, asociados con quienes ahora


o antes hubieran provocado cólera» (Berkowitz, 1965, p. 308). Y de la
ausencia de factores inhibidores de la expresión de agresión. Está claro
que Berkowitz rechaza la noción de «energía» del impulso agresivo o
Cualquier tipo de concepción hidráulica de la agresión. De 10 que se sigue
que no hemos de esperar que la expresión de agresión reduzca la agresi-
vidad, es decir, que tenga efectos «catárticos». Es muy probable que la
expresión de agresión o la presencia de episodios de agresión, cuales se
dan en películas, combates de. boxeo, o escenas de la televisión aumenten
la expresión de la agresión, más que la reduzcan (véase Berkowitz, 1970;
Holt, 1970).
Será útil para comprender la posición de Berkowítz describir algunos
experimentos que manifiestan de manera bastante clara la interacción entre
los indicios yel estado emocional (cólera) en la producción de la conducta
agresiva (véase Berkowitz, 1965, pp. 313-318). Estos experimentos (véase
la figura 23) emplean el artificio de hacer que los sujetos vean una pelicula
sobre un combate de boxeo, después de haber sido encolerizados por el
cómplice del experimentador. (Se incluyen condiciones de control tanto
para el contenido de la película como para el comportamiento del cóm-
plice en relación al sujeto). '
En uno de estos experimentos, el cómplice en unos casos fue pre-
1
sentado como un boxeador, y ea otras como un portavoz. de estudiantes.
ALGL-"¡OS srsTEMAS MOTIVAcrONALES DEI. SER RUMANO

Número
d~
descargas

Suj~to~ 'enfadados Sujetos no enfadados

Pc!icula
agresiva ~ D neutral
FIGURA 23. Número de descargas admlnístradas al «boxeador» y al «POI~
tavoz» por parte de sujetos encolerizados y no encolerizados, tras de haber
asistido a la proyección de una película agresiva o neutra. Tomado de Ber-
kowitz, L. The conceptooC aggressive driver Sorne additional consíderations
(La idea de pulsión agresiva: Algunas consideraciones adicionales), en: AAnQflCl!$
in experimentalsocial psychology, vol. 2, p. 315, tabla 1. Copyright Academie
Pressv Inc.

Tras de haberse visto la película, se.le dio al sujeto la posibilidad de admi-


nistrar descargas eléctricas al cómplice que se encontraba en otra habi-
tación. Por supuesto que esta oportunidad quedó encubierta cual si se
tratara de una manera de,evaluar la ejecución del cómplice en otra tarea.
cualquiera. Cuando los sujetos habían visto la película sobre el combate
de boxeo y juzgaban además que el dicho cómplice era un boxeador,
administraban más descargas que los sujetos que creían que dicho cóm-
plice era u:n portavoz o no estaban encolerizados, sea cual fuere el papel
que presentaba el cómplice o el tema de la película. Si el administrar
descargas eléctricas es una conducta agresiva, entonces Jos resultados
muestran que la cólera ha. sido excitada, que la película ha activado há-
bitos de agresividad, y que la mayor agresión apareció ante el indicio
(el boxeador) que se encuentra Intimarnenre asociado con la agresión,
que ante otro estimulo (el portavoz).
En otro experimento, la diferencia fundamental de procedimiento
consistió en asociar al cómplice con la agresión, presentándolo con un
166 MOTNAGION y EMOClON

nombre que se parecía en cierto sentido al del personaje de la película


al que se le propinaba una buena tunda. Este papel era desempeñado
por Kirk Douglas, por lo que el cómplice era presentado como Kirk
Anderson (o como Bah Anderson en la condición de control). Los sujetos
que habían sido criticados e insultados por Kirk Anderson, y por tanto
se habían encolerizado, suministraban al cómplice más descargas que 13s
que le suministraban a Bah .Andersou, La mismo sucedió con los sujetos
que habían presenciado en la película el combate de boxeo, en compa~
ración con quienes hablan presenciado un film «neutro» o una emocio-
nante carrera de caballos. Otro experimento confirmó estos resultados
vinculando al cómplice con la agresión por medio de una sobreposición
de su nombre con el de) personaje de la película; es decir, el personaje
representado por Kirk Douglas llevaba el nombre de Midge Kelly y
la persona que luchaba con él se llamaba Dunne. De manera que el cóm-
plice fue presentado a los diversos sujetos con diferentes nombres,
tales como Bob Kelly, Bod Dunne o Bob Riley.
Esta evidencia indica la importancia del estimulo, el nombre del
cómplice, así como el papel de la cólera y de la agresión presenciada (la
película) en la insci~ció.n de la agt'esióD. Berkowitz presenta estos expe-
timentos como modelos, más o menos perfectos, del hecho de la agresión,
Ahora bien, ¿qué decir' de la «agresión crónica» o de los actos agresivos
y brutales que. según nuestros periódicos tan frecuentemente son reali-
zados en los Estados Unidos?
En primer lugar, manifiesta Berkowitz (1967, p. 258), si se tiene la
intención de llevar a cabo un acto agresivo, mas no se presenta una opor-
tunidad de cornete'! semejante acto, «la agresión se consolida en el in-
dividuo». Con otras palabras, es preciso que se de la respuesta final para
que quede apaciguada la instigación. Como puede observarse, se da un
paralelismo entre esta concepción y el efecto Zeigarnik (véase el capitulo 8).
Además, en determinadas personas, supuesta la excitación, hay posible-
menté una más amplia serie de indicios desencadenantes de la agresión
que los existentes en otras personas. Como Bcrkowitz dice, ({... si una
persona excitada emocionalmente, se encuentra al pascar por la calle,
con .otra persona que por una u otra razón hace -surgir en su mente una
asociación con la frustración, responderá de manera agresiva» (1967,
p. 259). Es menester no olvidar. por supuesto, que muchas conductas
agresivas sirven a otras metas diferentes de la expresión de la agresión,
tales como el status, prestigio, o el conseguir dinero que puede ser em-
pleado para fines mur diversos, La agresión es una realidad sumamente
compleja, y los análisis simplistas' de la misma no nos ayudarán demasiado
a comprenderla, r

Miedo y ansiedad

La ansiedad y el miedo entran en la motivación de dos maneras.


En una de ellas, son consideradas como impulsos O motivos cuyo efectos
pueden contemplarse en una variedad de comportamientos. Consideradas
en esta forma, son medidas la ansiedad y el miedo generalmente por medio
de cuestionarios. En la otra aparecen en cuanto que procuran la fuerza
o energía que conduce a una conducta considerada a menudo como expre-
sión de otro motivo. En esta sección vamos a ver un ejemplo de este em-
pleo para. mostrar que la conducta afiliativa, más que expresión del mo-
tivo de afiliación, es en realidad un modo de afrontar el miedo o la an-
siedad.
El miedo suele ser generalmente definido como una reacción a un
peligro presente, real, al paso que la ansiedad surge con anticipación a
un peligro o a una amenaza, bien sea real o irreal, Los cuestionarios pro-
ducen generalmente ansiedad, pero las manipulaciones empleadas al estudiar
el comportamiento afiliativo son consideradas quizá con toda propiedad
como activadoras del miedo.

Ceessionario ds ansi'cdad
Dos cuestionarios han sido utilizados como técnicas empleadas prin-
cipalmente para medir la ansiedad. Uno de ellos, la Escala de ansiedad
manifiesta (MAS: en inglés «Manifest anxiety -scale»), fue desarrollada
.por Taylor (1953). Consiste este cuestionario en una serie de preguntas,
originalmente consideradas por los psicólogos clínicos como indicativos
de una ansiedad crónica, y perfeccionadas en estudios posteriores. Dos
items indicativos de ansiedad cuando son respondidos-con un «verdadero»
son: «Tengo muy a menudo pesadillas durante la noche», «Me encuentro
fácilmente turbado».
Esta escala fue desarrollada (Taylor, 1956; Spence, 1958) como un
medio de medir un motivo humano (ansiedad o emocionalidad), cuya
contribución a la ejecución puede ser determinada, Dicho con pocas
palabras, el argumento cra que la ejecución de los hábitos requiere la
energia procedente de una fuente impulsora.
Dicha fuente impulsora no era otra que la ansiedad, y, por lo tanto,
las personas son una ansiedad elevada tenían que poseer más energla
para sus hábitos, en una determinada situación que la de las personas
con una ansiedad reducida. La verificación de esta hipótesis implicaba
la comparación de las puntuaciones del aprendizaje entre las personas
que tenían puntuaciones elevadas de ansiedad y las que las rentan muy
bajas en el cuestionario MAS. Las situaciones de aprendizaje vaciaban
desde las más sencillas, como puede ser el condicionamiento parpebral~
hasta las más complejas como los pares de asociaciones, el aprendizaje
serial verbal o el aprendh:aje de laboratorio. All1 donde los hábitos do-
minantes poseídos O desarrollados por los sujetos estaban relacionados
directamente con una buena ejecución en la tarea a aprender, se esperaba
que los sujetos muy ansiosos ejecutarían la tarea mejor que los poco
curiosos, pero en cambio se esperaba lo contrario en el caso de aquellas
en que los hábitos tenían que competir unos con otros una ejecución
16B l!O'l"IVACION y I\MOCIONi

airosa. Esta hipótesis ha fomentado mucha investigación. Puede decirse


sin temor a equivocarse que las personas que, tienen un elevado índice
de ansiedad tienen un condicionamiento parpebral más rápido que el de
las personas que con un índice bajo de ansiedad (Spence, 1958), pero Jos
demás resultados, aparte de esta situación de condicionamiento, no con-
firman las expectativas.
El otro cuestionario es designado con el nombre de Cuestionario
pata medir la ansiedad (TAQ: en inglés, Test Anxicty Questionnaire),
y fue creado por Mandler y Sacason (1952). Estos investigadores con-
cebían a la ansiedad como un estimulo al que se han asociado respuestas.
En la,medida en que son compatibles o incompatibles estas respuestas con
las exigidas en la situación del test, la ansiedad de la prueba no afectará
o afectará adversamente a la ejecución en esa determinada situación.
Las cuestiones que aparecen en el TAQ se refieren a las respuestas
del sujeto antes y durante las pruebas, tales como «... desasosiego, latidos
acelerados del corazón, sudoración, interferencia emocional, e <inquietud')}
(Mandler y Sarason, 1952, p. 167). Y a las actitudes hacia las pruebas.
El test fue estudiado comparando a las personas que hablan conseguido
distintas puntuaciones en el TAQ (altas y bajas) en una situación en que
se le decía al sujeto que estaba siendo medida su inteligencia, y que había
fracasado o que había salido bien en los primeros tests (o bien. no se le
decía nada), y a continuación se le aplicaba otros tets del mismo género.
El hallazgo más interesante e importante es que la evaluación (éxito o
fracaso) llevaba a una peor ejecución en los sujetos altamente ansiosos,
al paso que la ejecución de los sujetos con bajo Indlce de ansiedad me-
joraba (véase la figura 24). Lo que nos lleva a pensar que los sujetos muy
ansiosos dieron muchas respuestas que se interferían con la ejecución,
al paso que los sujetos con bajo índice de ansiedad eran activados por la
evaluación y ejecutaban mejor la tarea encomendada. La interpretación
de estos resultados en términos de ansiedad no es tan cierta como uno
quisiera, ya que puede darse en ambos tipos de sujetos una intervención
de la tendencia al éxito y la tendencia a evitar el fracaso (véase más arriba).
Atkinson (1964) ha usado el cuestionario TAQ en sus esfuerzos por eva-
luar el miedo al fracaso en situaciones relacionadas con el rendimiento.
Las investigaciones con las escalas de ansiedad nos ofrecen una clara
indicación de que estos procedimientos descubren una diferencia individual
de importancia, pero no está en cambio del todo claro si dichas diferencias
se refieren únicamente a la ansiedad o representan más bien una combi-
nación de factores, tales como la necesidad de afiliación o el miedo al
fracaso.

Afiliaci6n
Brown (1961) ha dicho que no es necesario hablar de motivos cuyas
metas sean la alabanza, el prestigio, el afecto, la eminencia, o el dinero,
y que las conductas a partir de las cuales se infieren tales motivos quizá
ALGUNOS SJSTEMAS MOTIVACION ....u:S _DEL 3ER HUMANO 169

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Ansiedad elevada Ansiedad baja

FIGURA 24. Indices medios de tiempo para la prueba primera de la segunda


tarea para sujetos con alto y bajo Índice de ansiedad, conforme a una eva-
luación de realizaciones de tareas primeras en Neutrales (N), Exitos (S) y
Fracasos (F). Los valores bajos de índices de tiempo indican una realización
buena. Tomado de Mandlcr, G. and Sarason, S. B. A study oí anxiety and
learníng (Un estudio sobre la ansiedad y el aprendizaje), JfJUT1IlIl of Abnormal
and Social Psychology, vol, 41, p. 170, Tabla 2B. Con permiso de la American
Psychological Association.

sirvan de hecho para prevenir o reducir la ansiedad. Schachtcr (1959)


ha referido experimentos que dan- a entender que la conducta. afiliativa
puede ser, al menos en un cierto grado, una manera de enfrentarse con el
170 MOTIVACTON y EMOCION

miedo. Aunque la obra de Schachrer no se había apoyado en el argumento


de Braun, tanto sus resultados como su interpretación ofrecen una con-
firmación de dicho argumento.
Schachter utilizó métodos ideados para infundir miedo (que él llama,
no obstante, ansiedad), tales como el amenazar_al sujeto con una descarga
eléctrica. Es un tIpico experimento, se presentaron para tomar parte en el
mismo voluntariamente chicas de un colegio universitario. A un pequeño
grupo Oas que lo formaban eran totalmente desconocidas las unas a las
otras) se le pidió que fuera al laboratorio, en donde fueron atendidas
por un señor que se dio a conocer como el Dr, Gregor Zilstein. Llevaba
una bata blanca con un estetoscopio en un bolsillo y decía ser un médico
del Departamento de Neurología y Pslquiatrla, La sala estaba dotada con
un equipo eléctrico y Zilstein les dio una charla sobre la importancia de la
investigación sobre los efectos de las descargas eléctricas. Les dijo en-
tonces que algunas de las estudiantes recibirían en ese experimento para
el que se habían prestado voluntarias, una descarga dolorosa y fuerte,
aunque no peligrosa, al paso que otras recibirían únicamente descargas
muy suaves. Una vez terminada esta charla, llenaron las chicas cuestio-
narios e índices de evaluación diseñados para medir su ansiedad, a con-
tinuación de lo cual se les pidió que espetaSen un rato a que comenzase
el experimento, Se les ofreció la posibilidad de espcra't solas en una ha-
bitación con confortables sillones y revistas ilustradas, O de esperar junto
otras en una clase (se les permitió asimismo el suspender su participación
en el experimento, aun cuando, si lo hacían, perderían sus créditos cxpe~
rimentales), Con esto terminaba el experimento, aunque después había
interrogatorio. Los datos indicaban cue la manipulación había angustiado
a los sujetos, y que hubo más chicas en la condición de mucho miedo (cho-
que fuerte) que prefirieron esperar junto a las demás, que en la otra con-
dición de baja angustia. Sin embargo, Schachter descubrió que el com-
portamiento aE.liativo (esperar junto con las demás) bajo los efectos del
miedo tenia lugar especialmente entre personas que eran o bien primo-
génitas o hijas únicas en sus familias, al paso que las que ocupaban lugares
intermedios no mostraban preferencia alguna por la espera con las demás.
Schachter interpretó estos descubrimientos como un índice del efecto
de la situación familiar en sus sujetos. Indicó que es más probable que el
primogénito reciba .nn mayor cuidado y preocupación por parte de su
madre cuendo en, elmuchacho se ven signos de miedo o ansiedad, que el que
puedan recibir los demás hijos. (La madre quizá esté demasiado ocupada con
la familia, como para mostrarse sensible a las reacciones de los hijos nacidos
posteriormente. Además la experiencia probablemente le habrá enseñado a
no preocuparse tanto). De aquí que el primogénito posea una serie de
atenciones procedentes de la interacción social, las cuales no se dan en sus
hermanos. En consecuencia, la inducción del miedo en la edad de colegio
lleva a los primogénitos a buscar seguridad en la compañía con los demás.
Otros muchos experimentos han dado resultados que coinciden con los
primeros hallazgos de Schachtcr, pero no parece que haya de verse en
ALGUNOS SlSTI!:KAS MOTIVACIONALES. DEL SER HUMANO 1'71

ellos pruebas directas de la formulación teórica que acabamos de exponer


tan en breve.
Hemos hablado de! miedo en conexión con los experimentos de
Schachter, porque, por 10 que a los sujetos se refiere, la amenaza de miedo
era una amenaza real. Sarnoff y Zímbardo (1961) han mostrado que la
ansiedad no induce necesariamente un comportamiento afiliativo, en el
caso en que las actividades presumiblemente inductoras de la ansiedad
vayan acompañadas de la posibilidad de perpejidad. Sarnoff y Zimbardo
inducían la ansiedad diciendo a sus sujetos que se les pediría que consin-
tieran en realizar actividades orales (por ejemplo, chupar el dedo pulgar
o un biberón). Pensaron que semejantes actividades excitarían ansiedad,
toda vez que se hallan relacionadas con el impulso oral postulado por el
psicoanálisis. No es posible el decidir si se excitó la ansiedad en este expe-
rimento. pero lo que es cierto es que los sujetos prefirieron esperar sólos
más que acompañados de otros ante la manaza de tener que realizar una
actividad de tipo 0111.1.
A la vista de lo que llevamos dicho, e! miedo, y posiblemente tam-
bién la ansiedad, pueden aparentemente motivar la conducta a6liativa.
Fundándonos en las pruebas presentes. no es posible decir hasta qué
punto esto es cierto y hasta qué punto no depende esta conducta de la ne-
cesidad de afiliación a la que nos hemos referido al comienzo de este capitulo
De todos modos, es preciso ser cautos y no pensar que, 1'1 ccísamente por-
que observemos unas pautas coherentes de comportamiento, ya no ten-
gamos necesidad alguna de postular un motivo de la misma, un motivo
especifico hacia la meta en la cual dicha pauta parece ir dirigida. Otros
motivos pueden asimismo hallarse subyacentes al comportamiento.

CONSIDERACIONES GENERALES
Los sistemas motivacionales que hemos pasado en revista a 10 largo
de este capitulo representan los principales mencionados en la literatura,
y nuestra exposición ha sugerido muchos de los problemas que se hallan
asociados con la asunción de uno u otro motivo. No es aún posible, cree
el autor de estas lineas, e! concluir que tengamos una interpretación o
intelección satisfactorias de uno solo de estos sistemas motivacionales,
De todos modos, debiera quedar claro al menos por e! momento. que
estos sistemas motivacionales 50n complejos, y que implican tanto una
disposición a percibir y a conducirse de una cierta manera típica, como
un papel importante por parte de los indicios o de los factores de incentivo.
Es sumamente dificil el concebir fuentes de energía para estos sistemas
sobre el modelo del impulso o de la necesidad.
Nuestra exposición ha dado por supuesto la existencia de numerosos
sistemas rnotivacionales que son relativamente independientes entre sí,
concepción ésta que ha sido rechazada por diversos autores (Allport,
1937; Maslow, 1975; capitulo 5). Maslow, por ejemplo, ha afirmado que
se da una jerarquía de motivos (o necesidades, como él las llama), y que
172 MOTIVAc:!Ot<! y EM:OQION

el funcionamiento de los motivos superiores de la jerarquía sólo es po-


sible cuando se ha llegado a satisfacer las necesidades inferiores, o cuando
no hay preocupación alguna en torno a la satisfacción de las necesidades
inferiores. En la base de esta jerarquía se encuentran las necesidades fi-
siológicas, como el hambre y la sed. Sobre ellas se hallan las necesidades
de seguridad, es decir la búsqueda de seguridad y la huida de la ansiedad.
Vienen a continuación las necesidades de pertenencia, es decir el deseo
de relaciones de afecto, y tras éstas las necesidades de estima, es decir
las que se hallan incluidas en una respetuosa evaluación de uno mismo.
Cuando se ha logrado una cierta satisfacción de todas estas necesidades.
puede surgir las superiores de la jerarquía, generalmente la necesidad
de autorrea1ización. Esta necesidad es difícil de especificar, toda vez que
en cierto sentido es única, al ser «la tendencia de llegar a hacer actualestodas
sus potencias o posibilidades. Esta tendencia podría ser definida como
deseo de llegara ser, cada vez más, 10 que uno es». (Maslow, 1975, p. 96).
Hay alguna evidencia (véase Cofe:r and AppIcy, 1971, pp. 668-669)
de que la conducta puede ser dominada por el hambre, el frío, el calor,
la sed y el miedo, con exclusión de otras preocupaciones. Pero aparte
de esto, poco puede decirse en confirmación de la jerarquía, El motivo
de autorreaJizadón, ha dicho Maslow, domina el comportamiento de
determinadas personas, siendo ejemplos de ello Thomas jefferson, Albert
Einstein, Eleanor Roosevelt y Espinosa, y presumiblemente otros que
no han sido tan famosos ni tan intelectuales. Pero preciso es decir que
la autorrcalización sigue siendo un concepto pobremente especificado,
pobremente comprendido, que, a pesar de su atractivo, no encierra nin-
guno de los criterios que se requieren para un concepto motivacional
bien especificado.

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8
Teorías del conflicto y del.
equilibrio, o de la consistencia

En el presente eapítulo vamos a considerar los efectos motivacionales


del conHicto entre tendencias de respuesta.y de las incoherencias de nues-
tros conocimientos. El estudio del conflicto existe ya desde antiguo y
tiene sus origenes en consideraciones de la conducta anormal O patológica,
como por ejemplo en el caso de la neurosis y de la psicosis. El interés
por la coherencia o incoherencia es algo muy posterior, que salió a dís-
cnsíón en el capo de la psicología social. La literatura sobre el conflicto
y la inconsistencia se Interfiere, y ambos temas son a menudo tratados
por separado. Nosotros, no obstante, los hemos tratado en un mismo
capitulo, porque ambos tienen en común efectos que surgen de un cierto
tipo de incompatibilidad.

CONFLICTO
Se dice que surge un conflicto cuando se dan simultáneamente dos
o más tendencias de respuesta que son incompatibles entre sí, La fuente
de los conflictos puede hallarse en el hecho de que se den objetivos incom-
patibles, es decir, en la presencia de dos incentivos, la consecución de
uno de los cuales excluye la consecución del otro. O bien, aunque sea
alcanzable el objetivo, sin embargo, puede ser que se arriesgue el castigo,
de suerte que el valor positivo encerrado en la consecución de un objetivo
esté en conflicto con el valor negativo (acaso miedo) de obrar de esta
manera. En el primero de los casos la respuesta de acercamiento a un
objetivo es incompatible con la de acercamiento al otro, yen el segundo
174 MOTIVACION y EMOCION

casa el acercamiento es incompatible con la evitación. Dentro de poco


tendremos más que decir respecto de los diversos paradigmas del con-
flicto.
El efecto de un conflicto no resuelto consiste en que o bien no se
alcanza el objetivo, o bien uno no se puede acercar al mismo debido al miedo
que implica el obrar de esta maneta. Lo cual equivale a decir que el
conflicto produce tensión, lo cual puede ser desagradable, y su efecto
sobre el comportamiento consiste en producir vacilación e incerti-
dumbre con lo que ello supone de fatiga. No pocas veces huimos de
los conflictos, en lugar de tratar de resolverlos.
Tipos de confl.i.cto

Los autores que han estudiado el conflicto (Lewin, 1931; Miller,


1944) han identificado cuatro paradigmas básicos de situaciones de con-
flicto. Estos paradigmas se hallan expuestos de forma esquemática en
la ngura 25.
Al primero de ellos se le designa con el nombre de conflicto «Acer-
camiento-acercamiento». Es el caso en el que tiene que escoger uno entre
dos alternativas igualmente atractivas y deseables. Si tiene lugar este para-
digma, no causa demasiada inquietud, excepto en el caso en que el aná-
lisis sea de hecho el de un conflicto de «Doble acercamiento-repulsa»
(véase .más abajo). En efecto, los conflictos de simple «Acercamiento-
acercamiento» son resueltos normalmente haciendo una elección.
rEl segundo tipo de conflicto «Evitación-Evítacíén», nos enfrenta
con-la elección de alternativas igualmente rechazablcs, La mayor parte
de las veces son resueltos estos conflictos huyendo de la situación, o,
como dice Lewin «abandonando el campo». SI, de todas formas no es
posible la huida, pueden continuar la vacilación y el bloqueo de respuestas
con la tensión y el desasosiego consigu,iente}Los conflictos «Acercamiento-
Evitación», es decir del tercer tipo, tienen como modelo el deseo de al-
canza.r un objetivo juntamente con el miedo de obrar de esa manera.
Lewin aducía el ejemplo de un niño que tuviera miedo al agua, pero de-
seara al mismo tiempo hacerse con un pelotón que flotaba sobre las aguas
en la playa. El tal niño se.acercarla al pelotón petO se detendría cuando
se le acercaba el agua; una ola que rompiese en la playa le haría echar a
correr. Su comuortamientO vacilante incluve acercamiento al pelotón
y alejamiento del agua, así como un correr a todo lo largo de la playa
paralelo al agua. Es de presumir que el conflicto se prolongarla indefini-
damente, excepto en el caso en que interviniese algún otro, que recupe-
rase el pelotón para el niño,
El último tipo de conflicto lo constituye, :finalmente, el de «Doble
acercamiento-Evitación». Este conflicto puede surgir cuando el acerca-
miento a un objetivo concreto incluye la pérdida de otro, de suerte que el
acercamiento a alguno de los' dos objetivos lleva consigo una tendencia
a esquivado, debido a la pérdida del otro que ello implica. O puede toun-
192 MonvACloN y EMOcrON

que designamos norma1mente con el término de motivacionales, Los


estímulos asociados con un incentivo primario pueden, supuesto que se
de una condición fisiológica apropiada, actuar como los primarios y
activar el estado de motivo central, La motivación secundaria funciona,
pues, a través de los proceso,s incentivos y no por medio de los impulsos
adquiridos, conclusión a la que hemos ya. llegado en el capitulo anterior.
Bindra atribuye, tanto la selección de una respuesta concreta, eomo
el hecho mismo de que tenga lugar dicha respuesta, a los procesos mo-
rivacionales que ha delineado, es decir, que tanto la seleceión como la
energizscién de las respuestas surgen' de estos mecanismos. Acepta el
principio de que los animales, probablemente de manera innata, tienden
a. acercarse a los incentivos positivos ya alejarse de los estímulos incen-
tivos negativos. Si ha comido el animal en un determinado medio, se
habrán asociado diferentes Indicios del mismo con el estado de motivo
central, 108 cuales serán capaces de excitarlo, como incentivos secunda-
rios, en presencia de una condición fisiológica apropiada. Estos incentivos,
juntamente con el estado de motivo central, provocarían las respuestas
de acercamiento que eventualmente conducieron al animal al alimento.
Por supuesto que la estirnulación que surge del alimento provocarla la.
ingestión de la. comida. El aumento en la fuerea del estado de motivo
central, así como el de la tendencia de los estimulas incentivos a pro-
vocarlo, tendrían Jugar con la repetición de los ensayos y producirían
de esta manera Jos cambios comportamentales que se ven normalmente
en un animal, como por ejemplo, el correr por un laberinto, en pos del
alimento, la disminución del tiempo de latencia del primer movimiento,
el aumento' de la velocidad en el correr, y la creciente probabilidad del
correr. La selección de la respuesta es producida por los estimulas espe-
cIficas de la situación, pero como estos son incentivos, contribuirán, en
interacción con el estado fisiológico, al estado de motivo central y. de
esta manera, en el sentido de una mayor velocidad de probabilidad de
ocurrencia, y de menor latencia al fortalecimiento del comportamiento
en cuestión.
El análisis de Bindra fue aplicado principalmente al caso de la con-
ducta frente a un incentivo positivo, como el alimento, pero podía asi-
mismo aplicarse al caso de la evitación de un incentivo negativo. Este
análisis se aproxima mucho a los estados de impulso apetitivo clásicos
(hambre y sed). Parécele al autor que la formulación de Bindra es muy
semejante a la que propusieron Cofer y Applcy (1964, capitulo 16; véase
el capitulo 6 de esta obra), con la diferencia de que lo que propone Bindra
es más detallado que lo que proponían dichos autores e introduce la
noción de estado de motivo central all1 donde hablaban dichos autores
únicamente de activación. La insistencia por parte de Bindrs en la inte-
racción del estlmuJo-incentivo con el estado fisiológico se hallaba ya
explicita en el estudio que Cofer y Appley hicieron del SIM, pero posi-
blemente sólo de una. manera impl1cita en el estudio del AIM por parte
QONCLUSlONES 193-

de 105 mismos autores. Es de creer que el análisis de Bindra podrá exten-


derse más allá de los casos del hambre y. sed. cosa que hacían Cofer y
Appley. de manera que se induyan otras condiciones. tales como el sexo,
la cuvíosióad, las actividades maternas, y otras del mismo género.
Nos queda por decir algo referente a la motivación humana. ¿Pode-
rnos hallar por ejemplo, en la ansiedad, en la agresión, rendimiento, apro-
bación, algo asi como un estado de motivo central y estímulos-incentivos P
¿Equivale la disonancia cognoscitiva a ese estado de motivo central?
El estudio que de los diversos sistemas motivacionales humanos
hemos hecho nos han mostrado, siempre que las pruebas 10 permitían
.-cosa que ha sucedido en el caso del rendimiento, afiliación, agresión,
y, en determinada medida, también en la ansicdad- un proceso inte-
ractivo. Lo que equivale a decir, decíamos nosotros, que por ejemplo el
nivel de necesidad de rendimiento ha de verse «comprometido» por una
situación que pudiera parecer al sujeto poseer posibilidades evaluativas,
y que la cólera no bastaba para que tuviera lugar la agresión, al menos
si no se daban al mismo tiempo estimulas «desencadenantes». De esta
maneta el énfasis de Bindra en los indicios encuentra confirmación en
nuestra exposición de los sistemas morivacionales humanos. Lo que
echamos de menos es algo que corresponda a esto a nivel fisiológico,
Aun cuando es muy plausible la existencia de un estado como ése, y aun
cuando ha sido referido en los casos de la ansiedad y de la agresión (ya
otras emociones), no ha quedado claramente afirmado en el caso del
rendimiento y en el de la afiliación, y, al menos según _creesaber el autor
de estas lineas, no hay prueba alguna firme en favor de un estado fisio-
lógico que acompañe a estos sistemas. Lo que no quiere en manera alguna
decir, por supuesto, que no haya de hallarse una excitación fisiológica
que acompañe a sistemas motivacionaIes como éstos. De todas formas,
es muy probable que' la excitación sea de un -tipo general, Inespecífico,
y que su Interpretación concreta depende de las circunstancias situacions;
tes, como en la obra de Schachter sobre la emoción. La motivación hu-
mana, sI es verdad 10 que acabamos de decir, puede muy bien, consistir
en una excitación indiferenciada, interpretada, a la luz de instigaciones
situacionales y de los resultados comportamentales que las mitigan.
Esto supone que sólo debiéramos hablar de motivos humanos cuando
puede demostrarse la procedencia del aspecto activador presente de la
situación, o al menos cuando puede plausiblemente deducirse su exis-
tencia. Juzga el autor de estas lineas que es muy de desear este tipo de
Iímítación en el uso de la expresión motivación, y que esto tendría efectos
beneficiosos. Limitada el uso indistinto de las palabras II1Otivo en las dis-
cusiones sobre el comportamiento humano, con esa aureola de aptitud
para la explicación que parece llevar consigo el uso de dicho término,
sea cual fuere el valor del mismo. Hay muchos problemas referentes a
la conducta que son «solucionados» o dejados de lado por la mc::raafir-
mación de que se trata de problemas motivacíoaales. Poco se consigoe
19-
194 MOTJVAClON y EMOCION

con la mera invocación de la palabra motivación. como nos ha dado a en-


tender nuestra revisión de los sistemas humanos motivaciooales del
capitulo 7. Lo que se necesita es más bien un esamen mucho más atento
de las condiciones bajo las cuales se ha desarrollado y Be mantiene una
pauta de conducta de interés, y es muy probable que en muchos casos
resultad. que no es muy útil el acentuar los conceptos motivacionales
en el CUfSO del análisis.
Con esto damos término a nuestro estudio. Hemos visto cómo ha
surgido el área de la motivacién, la variedad de conceptos que se h2n
desarrollado. y las vicisitudes por las que ha pasado la motivación a lo
largo de más de cincuenta años. Es posible que el Iector haya esperado
respuestas más ciertas y conceptos más claramente definidos que Jos que
se han ofrecido. Desgraciadamente, el estado en que en nuestros días
se encuentra el campo de la motivación no puede ofrecérnoslos.
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