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Introducción

La intención de este trabajo es realizar un análisis del argumento presentado por


Berkeley en la Sección 23 de su obra Tratados sobre los Principios del Conocimiento
Humano. Dicho análisis será realizado con el objetivo de delimitar su alcance
epistemológico y ontológico, y mostrar lo que me parece una lectura errónea del
mismo, por parte de Campiran Salazar.

Estrategia

El desarrollo seguirá el siguiente orden: i) presentación del argumento; ii) interpretación


del mismo; iii) confrontación con la interpretación de Campiran Salazar; iv) análisis en
relación a su alcance y pretensiones; introducción del argumento de la reducción de las
cualidades primarias; v) breve síntesis de lo expuesto.

Argumento S 23

Pero, dirá usted, seguramente nada hay más fácil que imaginar árboles, por ejemplo, o
libros existentes en un armario y nadie allí para percibirlos. Contesto que puede hacerlo,
no hay dificultad en ello: pero ¿qué es todo esto, le demando, más que formar en su
mente ideas que usted llama libros y árboles y al mismo tiempo omitir formar la idea de
alguien que pueda percibirlos?¿ Pero no está usted mismo percibiéndolos o pensando en
ellos todo ese tiempo? Esto, por consiguiente, no hace a la cuestión: sólo demuestra que
usted tiene el poder de imaginar o formar ideas en su mente; pero no demuestra
efectivamente que usted puede concebir como posible que los objetos de su
pensamiento puedan existir fuera de la mente: para hacer esto, sería necesario que usted
los conciba como existiendo inconcebidos o no pensados por nadie, lo que es un
absurdo manifiesto. Al esforzarnos al máximo para concebir la existencia de cuerpos
externos, sólo logramos estar todo ese tiempo contemplando nuestras propias ideas.
Pero la mente, al no tomar nota de sí misma, se engaña al pensar que puede y
efectivamente concibe cuerpos existiendo no pensados por nadie o fuera de la mente;
aunque al mismo tiempo ellos sean aprehendidos por o existan en ella. Un poco de
atención descubrirá a quienquiera que sea la verdad y evidencia de lo que aquí se dice, y
hará innecesario insistir en alguna otra prueba en contra de la existencia de la sustancia
material.1

Interpretación

El argumento parte de una objeción posible, respecto de la posibilidad de imaginar


objetos ( formulado aquí como equivalente a cuerpos, entes) existentes sin ser alguno
que los perciba, a lo que Berkeley responde afirmativamente, pero mostrando que eso
no configura prueba alguna de la existencia de dichos objetos. De lo único que es
prueba es de la facultad de producir ideas. Para probar la existencia de objetos externos
a la mente se requiere de poder concebirlos como inconcebidos. Luego, agrega lo que
constituye la fuente del error, y es que la mente cree, equivocadamente, concebir estos
objetos cuando se aleja de sí misma, es decir, cuando “olvida” que su material cognitivo
lo constituyen las ideas.

1
Elijo la traducción realizada en Sobre una familia de argumentos Berkelianos para el idealismo, dado
que ésta fue pensada específicamente para trabajar este argumento.
Lo primero a destacar es, entonces, la distinción entre concebir un objeto como
existente fuera de la mente y la existencia de hecho del mismo. Luego, las condiciones
necesarias para una prueba de la existencia efectiva: concebirlo como inconcebido. La
conclusión: no podemos concebir nada existiendo fuera de nuestra mente. Y la
explicación del error.

Este argumento suele ser recortado y presentado el núcleo como una reducción al
absurdo. Es decir, de asumir el supuesto de concebibilidad de cuerpos extramentales, se
llega a una evidente contradicción. Para concebir un cuerpo como existente
extramentalmente es necesario concebirlo como no-concebido, esa es su condición de
posibilidad. concebirlo y no estar concibiéndolo, simultáneamente. Es necesario
mostrar que existe sin que nadie lo esté concibiendo y para dar prueba de ello
suprimimos la posibilidad de la prueba, ya que afirmar que (x) existe con independencia
de nuestra mente es estar concibiéndolo. Luego, se infiere que no es posible concebir
cuerpos extramentales.

Análisis de la crítica presentada por Campiran Salazar

Campiran Salazar2 presenta una objeción a este argumento basada en la distinción de


dos formas de representar o imaginar del sujeto. El sujeto que imagina puede ser
simplemente espectador de lo que imagina, en un sentido trivial, o, puede ser, también,
espectador dentro de lo que imagina, es decir, imaginarse a sí mismo como espectador.
Según este autor, cuando Berkeley afirma que es necesario concebir al objeto como
existente no siendo concebido está formulando dos condicionales:

1- Si el sujeto concibe un objeto no percibido por nadie, entonces necesariamente


es espectador del objeto;
2- Si el sujeto concibe un objeto no percibido por nadie, entonces, necesariamente
no es espectador del objeto.

El primero, Salazar afirma que se refiere a la forma de concebir del espectador desde
fuera y el segundo, a un espectador desde dentro. Lo que implica la no existencia de una
contradicción.
Es necesario que en el primer caso el que conciba sea un espectador desde fuera, ya que
si su sentido es como espectador desde dentro, esta afirmación que sirve de premisa, no
estaría garantizada. No es necesario, para concebir, que el sujeto se encuentre en el
contenido de lo que imagina.
Coincido hasta aquí con el autor, sin embargo, no creo como él, que sea evidente que, al
afirmar Berkeley que el sujeto debe no estar concibiendo al objeto (no ser espectador),
se esté refiriendo a no estar concibiéndose a sí mismo, dentro de lo que imagina, como
concibiendo al objeto. Bajo esta interpretación, fundada en una supuesta confusión
conceptual, el argumento berkeliano se convierte en trivial. Lo que resulta de él es: para
concebir un objeto extra mental es necesario ser espectador del objeto, sin ser
espectador en el contenido de lo que se concibe.
Y toda la fundamentación que presenta Campiran Salazar para hacer esta interpretación
del segundo condicional (o premisa), es que la premisa dos es verdadera, obviamente,
si espectador se toma en el sentido (2), espectador desde dentro, pues si concibe un
2
Dos argumentos sobre concebibilidad en Berkeley y Freud
objeto como no percibido por nadie, no se pone él mismo como espectador en el
contenido de lo que concibe. Pero siempre sigue siendo espectador, en sentido (1) 3,
espectador desde fuera.
Cuando afirma la obviedad de la verdad de este condicional así interpretado, solo se está
afirmando que es trivialmente verdadero respecto de este caso, lo que no lo habilita a
afirmar que es sólo verdadero para este caso. O mejor, es cierto que no se cumple para
un espectador desde afuera, y es precisamente a lo que Berkeley quiere llegar. No es
necesario interpretarlo acorde a la situación para la cual el caso se cumple.
Esta misma formulación del espectador interno es a la que atiende Berkeley, al iniciar
su argumento, como posible objeción: se puede imaginar árboles sin nadie que los
conciba. A la que responde calificándola como prueba de nuestras facultades de
imaginar. Presenta este caso como lo que no es condición necesaria, ni suficiente, para
concebir objetos fuera de la mente, sino, como prueba de que formar ideas no es decir
nada acerca de la existencia material. Podemos imaginar un objeto y omitir la idea de
alguien que lo perciba, el sujeto mismo en el caso del espectador desde dentro, pero esto
no prueba que realmente existan tales objetos.
Si el sentido de la afirmación (2) fuera el que le adjudica Salazar, entonces él tendría
toda la razón al afirmar que no hay contradicción. Uno puede ser espectador desde
afuera sin serlo desde dentro. Pero creo que lo que Berkeley está diciendo es más fuerte.
No está afirmando que es necesario concebir un objeto como existente, sin ser
concebido por nadie en nuestra imagen de él. Esto, por supuesto, no sería prueba de que
no podemos concebir cuerpos extra mentales.
Está afirmando que es necesario ser espectador desde afuera y no serlo. Manifiesta la
necesidad de concebirlo, en tanto afirmamos su existencia, y al mismo tiempo la
imposibilidad de hacerlo, pues para tener existencia independiente de la mente debe
poder existir sin ser percibido; y no podemos constatar este segundo requisito sin al
mismo tiempo anularlo.
Quizás mi apreciación de la reconstrucción argumental de Campiran Salazar sea
errónea, pero a la luz de la misma, considero que la objeción es incorrecta ya que, o bien
está basada en una confusión (de él, al asignarle una a Berkeley), o bien, en una
adjudicación inapropiada de la función del espectador en la concebibilidad berkeliana.
Menciono, también, que la formalización que realiza este autor del argumento, no me
parece la más conveniente, en tanto no reconstruye los pasos argumentales que sigue
Berkeley. Sus dos premisas dan por sentado lo que en Berkeley requiere
fundamentación, a saber: que probar la existencia de objetos fuera de la mente requiere
concebirlos existiendo como inconcebidos.
Una justa formalización de un argumento no es sólo la que presenta sus premisas
“fuertes” y su conclusión sino la que respeta los pasos introducidos por el autor.

Análisis en relación a su alcance y pretensiones

La intención de Berkeley parece ser la de refutar la tesis de la existencia de la sustancia


material, en especial, la versión lockeana de la misma. En el último fragmento del
argumento manifiesta haberlo logrado, siendo innecesario presentar más pruebas en
contra de esta tesis.
Si la importancia o el mérito del argumento reside en haber demostrado con
autosuficiencia la invalidez de esa tesis, considero que no es satisfactorio el resultado.

3
Íbid. Pág,58.
El argumento S23, tomado aisladamente, prueba que no es posible concebir la
existencia de la sustancia material, pero ello no implica su no-existencia. Es decir, es
necesario definir existencia como: la capacidad de un objeto de ser concebido existiendo
como no-concebido, para que el argumento sea prueba suficiente de que no existe una
sustancia material. Prueba que no podemos demostrar la existencia de la misma, pero de
no tener pruebas de la existencia de un objeto no se puede inferir que no existe.
La resultante de este argumento puede ser: hay buenas razones para no creer en la
existencia de objetos extra mentales, en tanto no los podemos concebir, pero no: hay
buenas razones para creer que no existen objetos extra mentales, porque, para esta
afirmación se deben presentar razones positivas para la no-existencia.
Berkeley introduce otro argumento que toma como premisa inicial la conclusión
obtenida de S23, a saber: lo único que podemos percibir directamente son nuestras
ideas. Este argumento, llamado argumento de la reducción de las cualidades primarias,
constituye la formulación de lo que se señala al final de S23, que al concebir nuestras
ideas como objetos estamos errando por falta de distinción.
El argumento de la reducción de las cualidades primarias propone lo que sigue:
Si lo que podemos percibir directamente son ideas, y percibimos directamente las
cualidades secundarias, entonces estas son ideas y como tales sólo existen en la mente.
Asumido esto, lo único que se debe añadir es la reducción de las cualidades primarias a
las secundarias: las cualidades primarias sólo pueden existir donde existen las
secundarias, es decir en la mente; y los objetos físicos, en tanto están formados por la
reunión de sus cualidades, existen sólo en la mente.

Síntesis de lo expuesto

El argumento S23 prueba que sólo conocemos directamente nuestras ideas, para ello
asume la posición materialista y muestra cómo induce a una contradicción. Por lo tanto,
cuando creemos estar frente a la presencia de objetos externos a nuestra mente estamos
incurriendo en un error, provocado por la propia mente al no tomar nota de sí misma.
Confundimos nuestras ideas, que es sobre lo único que podemos estar pensando, con los
supuestos objetos.
Luego, tomando como base esta conclusión de S23, puede continuar con el argumento
de la reducción de las cualidades primarias antes expuesto.
Como consecuencia de ambos argumentos obtiene la posibilidad de afirmar que los
objetos físicos existen sólo en la mente y que más allá de ella no podemos concebir
nada.
El segundo argumento, quizás no aporta mayor alcance al segundo, pero prueba que
Berkeley no parte de una confusión entre ideas y cualidades, sino que las cualidades, en
tanto son percibidas, no pueden ser otra cosa más que ideas. Lo que ya está sentado en
S23, en la explicación del error que permite confundir ideas con objetos físicos, pero
cuyo análisis ulterior parece completar el argumento. Sin afirmar que por esto S23
dependa, argumentalmente, de este último.
Hasta aquí Berkeley ha ganado en la tesis epistemológica y puede afirmar que no
podemos concebir la existencia de una sustancia material. Sin embargo, para probar su
tesis idealista necesita de otras pruebas. Por esta vía argumental Berkeley no podría
lograr su propósito. Debería poder concebir un no-existente extra mental, y en tanto no
puede salirse de su mente, y por tanto dejar de moverse en el ámbito de las ideas, está
imposibilitado para decretar la no-existencia material.
El alcance del argumento está limitado, por su propia naturaleza, a la negación de la
posibilidad de concebir la existencia de la sustancia material, pero no a negarle su
existencia, ya que se pone siempre como límite, los límites de la mente; por ende, no
está habilitado a abandonar el vocablo concebir y formular una tesis ontológica,
necesita quebrar la barrera mental y así poder afirmar algo acerca de la existencia.
Si para la evaluación del argumento es esencial tomar en cuenta el propósito ontológico,
entonces es un argumento débil. Pero a nivel epistemológico es un argumento difícil de
evadir.

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