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Electroencefalograma (EEG)
Técnica fue desarrollada por Hans Berger en 1929, registró la actividad eléctrica del encéfalo de
su hijo mediante dos electrodos colocados en el cuero cabelludo. El registro reveló oscilaciones
regulares con una frecuencia de 10 Hz, a las cuales denominó ritmo alfa. Posteriormente, se
confirmó que los potenciales medidos se originaban, efectivamente, en el encéfalo. Mediante
avances tecnológicos de la electrónica se desarrolló esta técnica que hasta la fecha tiene
vigencia tanto en los ámbitos de investigación como en sus aplicaciones clínicas. Estudios
realizados en animales determinaron que el origen de la actividad eléctrica se encuentra en las
neuronas y conexiones sinápticas de las capas más profundas de la corteza.
Técnicas estructurales
Las técnicas estructurales permiten acceder a la ‘estructura’ del cerebro en vivo. Es decir, nos
permiten mirar dentro de la caja craneal sin necesidad de intervenir externamente, aunque a
veces conlleve un leve riesgo el utilizar la técnica de radiaciones o algún otro componente
invasivo. La primera técnica estructural que permitió ‘ver el cerebro’ fue la de rayos X,
desarrollada por Wilhem Conrad Roentgen en 1895. A partir de ese momento, se habilitó, para
la ciencia y para la clínica, la posibilidad de estudios del cerebro en vivo. Una consecuencia
directa del desarrollo de la técnica de los rayos X fue la creación de la tomografía axial
computada.
La estructura anatómica del cerebro. Permite identificar ventrículos, surcos, diferenciar materia
gris de blanca y, clínicamente, puede ser utilizada para la identificación de tumores o hematomas
intracraneales.
Resonancia magnética nuclear (RMN)
En el caso particular de la resonancia magnética nuclear, el registro
se lleva a cabo por los átomos de los hidrógenos, lo que permite
estudiar, prácticamente, todos los tejidos celulares ya que están
compuestos por agua. La resultante es una imagen mucho más
nítida y definida de las sustancias gris y blanca de nuestro cerebro.
Técnicas funcionales
Las técnicas funcionales nos permiten acceder al cerebro en pleno funcionamiento y permiten
observar qué zonas están más activas mientras se realiza una actividad cognitiva. Las tres
técnicas más utilizadas para conocer la actividad funcional del cerebro son la resonancia
magnética funcional (RMf), la tomografía por emisión de positrones (PET) y la tomografía
computarizada por emisión de fotón simple (SPECT). Las tres se basan en el supuesto físico de
que el aumento de la actividad cerebral está acompañado de un aumento directo de procesos
metabólicos y, lo que implica a su vez, un mayor flujo sanguíneo que tiene la finalidad de oxigenar
y brindar sustancias necesarias a las zonas involucradas.