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Métodos de estudio, lectura 3

Métodos principalmente utilizados:

- Registro de la actividad fisiológica.


- Técnicas estructurales del cerebro.
- Técnicas funcionales del cerebro.

Registro de la actividad psicofisiológica


La característica sobresaliente de estos tipos de técnicas es el registro de la actividad
superficial del cuerpo. La más específica en cuanto al estudio del cerebro es el
electroencefalograma. Sin embargo, otros registros como la respuesta de la conductancia de la
piel, el ritmo cardíaco o los movimientos oculares, resultan un aporte fundamental en la
investigación.

Electroencefalograma (EEG)
Técnica fue desarrollada por Hans Berger en 1929, registró la actividad eléctrica del encéfalo de
su hijo mediante dos electrodos colocados en el cuero cabelludo. El registro reveló oscilaciones
regulares con una frecuencia de 10 Hz, a las cuales denominó ritmo alfa. Posteriormente, se
confirmó que los potenciales medidos se originaban, efectivamente, en el encéfalo. Mediante
avances tecnológicos de la electrónica se desarrolló esta técnica que hasta la fecha tiene
vigencia tanto en los ámbitos de investigación como en sus aplicaciones clínicas. Estudios
realizados en animales determinaron que el origen de la actividad eléctrica se encuentra en las
neuronas y conexiones sinápticas de las capas más profundas de la corteza.

Sistema internacional EEG 10-20


Sistema internacional EGG 10-20. El sistema internacional 10-20 es un método que describe la
ubicación de los electrodos en el cuero cabelludo para su aplicación en un examen EEG. Este es
un estudio de sueño con polisomnografía o investigación de laboratorio voluntaria.

El EEG tiene diversas utilidades, entre las que podemos nombrar:

- Diagnóstico y evaluación de síndromes clínicos.


- Estudio del sueño.
- Investigación mediante los registros de potenciales evocados.

Técnicas estructurales
Las técnicas estructurales permiten acceder a la ‘estructura’ del cerebro en vivo. Es decir, nos
permiten mirar dentro de la caja craneal sin necesidad de intervenir externamente, aunque a
veces conlleve un leve riesgo el utilizar la técnica de radiaciones o algún otro componente
invasivo. La primera técnica estructural que permitió ‘ver el cerebro’ fue la de rayos X,
desarrollada por Wilhem Conrad Roentgen en 1895. A partir de ese momento, se habilitó, para
la ciencia y para la clínica, la posibilidad de estudios del cerebro en vivo. Una consecuencia
directa del desarrollo de la técnica de los rayos X fue la creación de la tomografía axial
computada.

Tomografía axial computada


La tomografía axial computarizada (TAC), actualmente
conocida como tomografía computarizada (TC), está
basada, al igual que la técnica de rayos X, en las
propiedades específicas que estos rayos particulares
poseen. Entre ellas se destacan el poder de
penetración que los rayos X tienen para atravesar en
la materia, el efecto luminiscente y el efecto
fotográfico que permiten que los rayos X, al incidir
sobre ciertas sustancias, las iluminen. La complejidad
de esta variante de la técnica se encuentra en que el
registro de la radiación, en vez de realizarse en una
placa que la registra en forma de fotografía, es recolectado por un computador que analiza los
datos al proveer una imagen computarizada.

¿Qué es lo que permite ver una TAC?

La estructura anatómica del cerebro. Permite identificar ventrículos, surcos, diferenciar materia
gris de blanca y, clínicamente, puede ser utilizada para la identificación de tumores o hematomas
intracraneales.
Resonancia magnética nuclear (RMN)
En el caso particular de la resonancia magnética nuclear, el registro
se lleva a cabo por los átomos de los hidrógenos, lo que permite
estudiar, prácticamente, todos los tejidos celulares ya que están
compuestos por agua. La resultante es una imagen mucho más
nítida y definida de las sustancias gris y blanca de nuestro cerebro.

Técnicas funcionales
Las técnicas funcionales nos permiten acceder al cerebro en pleno funcionamiento y permiten
observar qué zonas están más activas mientras se realiza una actividad cognitiva. Las tres
técnicas más utilizadas para conocer la actividad funcional del cerebro son la resonancia
magnética funcional (RMf), la tomografía por emisión de positrones (PET) y la tomografía
computarizada por emisión de fotón simple (SPECT). Las tres se basan en el supuesto físico de
que el aumento de la actividad cerebral está acompañado de un aumento directo de procesos
metabólicos y, lo que implica a su vez, un mayor flujo sanguíneo que tiene la finalidad de oxigenar
y brindar sustancias necesarias a las zonas involucradas.

Resonancia magnética funcional


El fenómeno físico de la resonancia magnética funcional (RMf) se
basa en el mismo principio electromagnético de la resonancia
magnética nuclear (RMN). La diferencia es que en primera
técnica se utiliza la medición de la diferencia del campo
magnético generado entre la oxihemoglobina y la
deoxihemoglobina que son transportadas por la sangre. Esa
diferencia, medida en un brevísimo periodo, permite inferir la
participación de esa zona cerebral en la actividad cognitiva
propuesta. Es decir, que esta técnica permite acceder a aquellas
áreas que se encuentran activas y trabajan al momento de
realizar una tarea en particular.

Resonancias magnéticas funcionales


No tienen una alta frecuencia de uso en la clínica debido
a la complejidad del desarrollo de los paradigmas de
medición (en términos más simples, es difícil diseñar los
estudios). Sin embargo, es una de las técnicas más
utilizadas en las investigaciones de ciencia básica dado
que busca comprender diferentes mecanismos
cerebrales para la realización de distintas funciones. En
la Figura 5 se aprecian los resultados de un estudio de
fluidez verbal cuyo objetivo fue identificar las regiones
cerebrales al momento de nombrar verbos.

Tomografía por emisión de fotón único y tomografía por emisión de positrones


Por último, existen dos técnicas más que permiten el estudio de la actividad cerebral y, por lo
tanto, son consideradas técnicas funcionales: la tomografía por emisión de fotón único (SPECT)
y la tomografía por emisión de positrones (PET). Por lo general, el aumento de la actividad
cerebral está acompañado con un aumento directo de procesos metabólicos y, por tanto, un
aumento del flujo sanguíneo local.

El SPECT se basa en la detección de la radiación gamma, permite el estudio de imágenes por la


administración de un radiofármaco usualmente por vía intravenosa o inhalatoria. Estas
sustancias siguen distintas rutas metabólicas y de difusión en el organismo, de manera que son
captadas específicamente por diferentes órganos y tejidos, a la vez que son capaces de emitir
radiación gamma, que se detecta mediante una gamma cámara.

La principal aplicación de la SPECT es el estudio de la perfusión cerebral. “La perfusión cerebral


se estudia mediante radiofármacos que se fijan al tejido cerebral de forma proporcional al flujo
sanguíneo”.

Por su parte, la PET permite el estudio tanto del


metabolismo como del flujo. Es la técnica de
neuroimagen funcional que permite detectar las
enfermedades más precozmente y con mayor grado de
especificidad. Las imágenes de PET son llamadas
‘metabólicas’ porque muestran la participación del
metabolismo neuronal. Es una de las técnicas de
neuroimagen funcional más sofisticada de las
disponibles en la actualidad. Posee muy buena resolución
espacial en sus imágenes y permite, además, visualizar
imágenes funcionales de estructuras subcorticales
(ganglios basales y sistema límbico), como también cuantificar el metabolismo global o
regionalmente.

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