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Durante la era del Imperio, los bustos de los emperadores fueron a menudo utilizados para fines de
propaganda y mensajes ideológicos traducidos en la pose, adornos y vestidos de la figura. Desde que
emperadores como Augusto comenzaron a ser deificados, las representaciones comenzaron a
idializarse (Augusto de Prima Porta, Ara Pacis). Además de personajes públicos los romanos tabién
representaron guerreros y aventuras heroicas, influenciados por el espíritu de los griegos.
1. FUNCIONES
a) FUNERARIAS
El origen del retrato romano, y la problable causa de su tendencia al realismo, fueron las costumbres
funerarias romanas, que incluían las prácticas de moldear máscaras mortuarias en cera sobre los
rostros de los difuntos (maiorum imagines) y exhibirlas en un altar de las casas, como parte esencial
de la religión romana tradicional y manteniendo el estatus sociopolítico de las familias patricias. Solo
en los últimos tiempos de la República algunos homines novi (“hombres nuevos”, poderosos y
enriquecidos) consiguieron, no sin escándalo, tal derechos (ius imaginum).
b) POLÍTICAS
En los días de la República se erigían en lugares públicos estatuas a medida de líderes políticos y
militares. Tal honor era proporcionado por decisión del Senado, normalmente para conmemorar
victorias, triunfos y logros políticos. Estos retratos eran normalmente campañados por una inscripción
dedicatoria.
La alternancia en el poder de las facciones políticas opuestas producía una multiplicidad de rostros
retratados (fue significativo que Julio César fuera asesinado a los pies de la estatua de su rival,
Pompeyo). La imposición del principado de Augusto (23 a.C) utilizó el retrato como un eficaz medio
para identificar al Princeps con el Estado. Aunque formalmente no había una monarquía ni una
sucesión dinástica, el régimen imperial se les asemejaba mucho, a lo que contribuyó la difusión de los
retratos del emperador y la familia imperial, mutiplicados por todo el imperio. con el tiempo, la
presencia de imágenes en todas las ciudades se convirtió en uno de los rasgos de culto imperial como
religión cívica romana.
Mediante la damnatio memoriae se destruía físicamente los retratos de aquellos a quienes se quería
privar del honor de ser recordados.
Aparte de los bustos (inicialmente era solo la cabeza hasta el cuello, ampliándose progresivamente
desde la época republicana a la imperial hasta incluir todo el pecho, los hombros e incluso en alguna
ocasión los brazos), la tipología de los retratos escultóricos puede ser en posición estante (de pie) o
sedente (estando, más frecuente en mujeres). Los retratos ecuestres estaban reservados a la dignidad
imperial. Las vestiduras distinguen el uso de toga (togatus) o coraza militar (thoracatae). En los
retratos fúnebres femeninos el manto cubre la cabeza.
Se distinguen los retratos privados de los retratos oficiales. De los retratos imperiales más
espectaculares solo se conocen por testimonios indirectos.
Retrato Pontifex Maximus, se esculpe al emperador con toga y manto sobre la cabeza. Le
representa como pontífice máximo.
Retrato toracatos, que representa al emperador como cónsul o militar, por lo que aparece
con coraza.
Retrato apoteósico, que representa al emperador como una persona heroizada o divinizada.
Aparece con la parte superior del cuerpo desnudo, corona de laurel y algún atributo de un
dios. Es la representación más rica, aunque no la más frecuente.
El retrato romano evolucionó según las distintas etapas, y para poder distinguir la época en
que fue creada la escultura es necesario observar algunos pocos detalles, como los ojos, la
barba y el cabello. En el retrato femenino, además, quedan patentes las modas en los
peinados.
La escultura consiste en un busto corto, que sólo representa cabeza y cuello. Los hombres
llevan el pelo corto muy plano. Los rostros son fuertes, mostrando energía y decisión.
Retrato de Pompeyo
El cabello comienza a abultarse, pero sin grandes rizos. El conservado probablemente no es
el original, sino la copia de un retrato anterior. A través de su rostro se trasluce su carácter.
Es un rostro menos cadavérico, con los rasgos más redondeados.
Otros ejemplos son los retratos de Cicerón y uno de Julio César de tipo consular.
En esta época la escultura romana aplicada al retrato se idealiza. Los rasgos acusados se
disimulan. Los retratos son más políticos que estéticos y muestran un «estado perfecto». Los
retratos testimonian el aspecto que debía tener un gobernante perfectísimo: inteligente,
bueno y poderoso.
El pelo sigue siendo corto, pero un poco más largo que en la República, con mechones
suaves y ondulados que se van ajustando a la forma de la cabeza. Los que caen sobre la
frente son similares a la cola de una golondrina. Los rostros aparecen siempre rasurados.
De Augusto se conservan una buena serie de retratos: de cónsul “cum imperio” en ademán
de arengar a las tropa (el más conocido es el de Prima Porta); como pretor; como pontífice
máximo; y heroizado, con la corona de laurel. No olvidemos que con él comienza el culto al
emperador, considerado como una más entre las divinidades.
Frente al retrato idealista de la época anterior, el retrato flavio se nos hace más familiar,
cercano y real. El retratado llega a tener un aspecto descuidado, así ocurre con Vespasiano
que posee un aire plebeyo.
A partir de esta época la cabellera se hace más rizada, el pelo se esculpe más largo y
separado de la cabeza, con rizos muy abultados y barba, agudizándose los efectos del
claroscuro. En este momento también se comienza a tallar el iris de los ojos. El tamaño del
busto sigue aumentando comprendido pecho, hombros y comienzo de los brazos. En
algunas figuras como Antinoo, el favorito de Adriano, se ve un idealismo que recuerda al
mundo griego.
Retrato de Adriano
Es obra del siglo II. Los ojos están tallados y no policromados, lleva barba y el pelo está muy
marcado, muy separado de la cabeza, largo y trabajado con el trépano con mucha
delicadeza. En el busto lleva una medusa.
Retrato de ANTINOO
Antinoo era el preferido de Adriano que murió por el emperador. Se trata de una escultura
muy idealizada, por lo que se llegó a confundir con Apolo. Lleva el pelo largo, abultado y con
movimiento. Los ojos están tallados. El retrato es de cuerpo entero.
Se acentúa la barba bipartita y se hace una talla al trépano más profunda. Muestra al
emperador sus rasgos psicológicos: espíritu violento, expeditivo y oscuro. Mira de lado no de
frente.
Retrato de Caracalla
Es un retrato del siglo III. Caracalla fue un emperador de carácter violento, fuerte y altanero;
caracteres que quedan reflejados en su escultura. La cabeza está totalmente girada.
Retrato de Constantino
Se trata de la cabeza de una escultura de cuerpo entero que se conserva fragmentada y que
tenía grandes dimensiones. Constantino aparece imberbe y tiene el pelo pegado a la cabeza,
los mechones son meras líneas. Los ojos son grandes, desorbitados y desproporcionados.